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TAL VEZ MA^AWA
Queridos amigos Juanito y Mari:
Gracias por vuestras felicitaciones de Año Nuevo,
por las buenas noticias que me dais y por vuestros
buenos deseos. Yo creo que sois ««pájaros de buen
agüero» y me parece que se van a cumplir cuando
me lo decís con tanta insistencia. También me gus
taría a mí ser un ave agorera, pero de las buenas,
naturalmente. Aún más, me encantaría conocer el
futuro para veros como vais a ser dentro de diez,
de veinte años; adivinar lo que vais a hacer de vues
tra vida, esa cosa tan bella que tenéis en vuestras
manos.
Amigos, todo niño es un misterio. Sobre vuestras
cabezas veo un signo de interrogación que pregunta
con seriedad por vuestro destino. Ni vosotros mismos
sabéis responderle. Acabo de leer un precioso trabajo
de ]. Moltmann titulado «El hombre», en el que dice
eso precisamente, que somos un enigma y que sere
mos aquello que vayamos haciendo de nuestra vida:
«el hombre se hace». Por eso me gustaría saber todo
el camino que van a andar vuestros pasos hasta el
cansancio definitivo de vuestros pies...
Don Bosco lo adivinaba muchas veces y veía el
futuro con la misma claridad que el presente. Mirad,
un día se encontraba el santo en casa de un amigo,
el Profesor Bacchialoni, quien lo había invitado a
comer. —Adelaida, eres una niña muy mala y Dios
te va a castigar—. La señora de Bacchialoni no ce
saba de reprender a su hija.
—CasiifeOs, castigos. Sólo pensáis en castigar—.
Adelaida no se conformaba y, a su manera, también
reprendía a su mamá.
La chiquilla cobró un poco de seriedad en presen
cia de Don Bosco, aunque dejaba escapar un rabillo
de risa entre dientes. El santo la llamó a su lado y
le puso sus manos sobre la cabeza.
—De este diablillo haremos una monja; pero una
monja llena de celo y amor de Dios— dijo Don Bosco
mirando hacia el horizonte del tiempo.
La pequeña se hizo una mujer y entró en la Con
gregación del Santísimo Sacramento. Sor Adelaida
murió con fama de santidad en Vigevano, en 1889,
un año después que Don Bosco. Mons. de Gaudenzi,
obispo de la ciudad y confesor de la Hermana, dejó
testimonio escrito de su virtud: «Sor Adelaida era
una auténtica santa y murió consumada en el amor
de Dios. Su anhelo supremo era ir al Paraíso».
Ya veis, Don Bosco tenía a su lado unos ojos
vivarachos, unos cabellos alegres y traviesos y un
rostro picaro y juguetón; y sin embargo, estaba con
templando a una santa. Veía el final del camino,
contemplaba una respuesta al temblor interrogante
que se cernía sobre su cabeza.
¿Y vosotros? ¿Qué haréis del misterio de vuestra
vida? Si Don Bosco pusiera sus manos sobre la ca
beza de Juanito. ¿qué vería?: ¿un ingeniero?, ¿un
doctor en medicina?, ¿un banquero de siete suelas...?,
¿un santo? ¿Y Mari?, ¿...?
Misterios, cuántos misterios. Pero el porvenir lo
tenéis en vuestras manos, lo vais haciendo cada día,
no es sólo cuestión de sueños agoreros. ¿Y si hoy os
llamara «mí querido doctor* o «estimada profesora»?
No, no os riáis. Tal vez mañana...
Un abrazo de vuestro mejor amigo,
PADRE RAFAEL
DON BOSCO
UNA PAGINA PARA LOS NIÑOS
Revista de la Obra de Don B obco
AAo L X X X V m - N .* 2 - Feb. 1974
Director: R AFAEL ALFAR O
Dirección. Redacción y Admón.:
Alcalá. 164
Teléfono 255 20 00
MADRlO-28
El saiesiano coadjutor
Depósito Legal: M. 3.044-1958
(Con censura eclesiástica}
Imprime: Escuela Gráfica Salesiane
Madrid-Atocha
EN ESTE NUMERO
75.
El Saiesiano Coadjutor .
1
Del dicho al hecho
Evangelízación, una tarea
acuciante...............
Cada uno en su puesto.
2
4
8
Un alcaide de diecisiete
años ......................
12
Córdoba: nace la Escue
la Universitaria de la
Ig le sia ....................
16
El Rector Mayor ha escrito una carta programática en la que
expone los motivos, los fines y las fases de actuación de dicha
asamblea. Se trata de profundizar, de expresar la identidad del
saiesiano laico. En estas breves lineas pretendemos resaltar la
figura del Coadjutor Saiesiano, ese religioso laico creado por Don
Bosco y al que se le asigna una misión apostólica entre la juven
tud al lado del sacerdote.
«Alguien dijo — escribe don Ricceri
que el Saiesiano Coad
jutor ha sido una "genial creación" de Don Bosco. Hoy, en un
mundo tecnificado y materializado, esta "genial creación" parece
más actual que nunca. Se tiene la impresión de que, hasta ahora,
no ha sido actuada más que parcialmente su potencial capacidad
apostólica...»
«Los tiempos actuales, y mucho más los futuros, piden un
claro apostolado de testimonio. Es necesario, por consiguiente,
redescubrir en toda su amplitud la vocación del Saiesiano Coad
jutor y relanzarlo apostólicamente al mundo nuevo».
Cuando a Don Bosco le preguntaron cuál iba a ser el hábito
de sus salesianos respondió con humor: «Los salesianos irán en
mangas de camisa». Su respuesta cobró realidad en el Coadjutor
Saiesiano, laico consagrado, sin otro distintivo monacal que su
dedicación al servicio de los jóvenes en los talleres, escuelas, mi
siones, etc. El santo vivió el futuro, adelantándose a nuestra
época.
Presentamos a nuestros lectores esta figura simpática de salesiano cuya identidad va a ser estudiada y profundizada en este
año. Y que el Señor suscite entre los jóvenes vocaciones de laicos
consagrados en la Congregación Salesiana para redizar su misión
apostólica y cristiana en la educación de la juventud pobre y ne
cesitada.
—
Por el mundo saiesiano.
20
En busca de la gente ...
22
S e i s mamás para los
Guaicas ..................
24
Cooperación Salesiana y
Tercer Mundo .........
28
Nuestra gratitud a María
Auxiliadora y a San
Juan Bosco .............
30
Fueron a la casa del
Padre .....................
32
NUESTRA PORTADA
El diálogo del padre con el
hijo es el rriedio más seguro
de darle muchas ideas, y, so
bre todo, de mantener el la
zo que favorece la confianza
en la educación.
Foto.— José Luis Mena
Se está preparando concienzudamente el Congreso Mundial
sobre los «Salesianos Coadjutores». Un apretado calendario de
fechas presenta el íter preparativo: reuniones sobre reuniones de
estudio de comisiones a nivel inspectorial, a nivel regional; con
gresos inspectoriales, Congreso Regional de España y Portugal...
Todo hacia el gran Congreso que se celebrará en septiembre del
1
Entrevista al padre José Henríquez,
Consejero General para la región del
Pacifico-Caribe.
DEL
DICHO
AL
HECHO
PREGUNTA.—El encuentro de los Inspectores de
la Reglón Pacifico-Caribe con el Rector Mayor y con
el Regional ofrece gran interés. ¿Puede decirnos su
importancia?
P. HENRIQUEZ.—Antes del Capítulo General Es
pecial hubo algunas reuniones de Inspectores con al
gunos Superiores del Consejo: Recuerdo las de Bangalore (India), Caracas (Venezuela) y Como (Italia).
Pero el excesivo número de participantes no permitía
tratar a fondo los problemas de cada uno de los Ins
pectores. El nuevo tipo de nuestras reuniones, reali
zadas por vez primera en la Ciudad de México con
los once inspectores de cnuestra» región, nos ha per
mitido llegar al fondo de los problemas concretos.
Esta ha sido una ocasión estupenda en la que el
Consejo Superior ha cumplido su papel fundamental
de animar junto con el Rector Mayor a la Congre
gación a través de los Inspectores.
El pasado octubre y en la ciudad de
México se reunieron con el Rector
Mayor y el padre Henríquez once
Inspectores de varios países hispa
noamericanos, pertenecientes a la
región del Pacifico-Caribe: Antillas,
Bolivla, Centroamérica, Chile, Co
lombia, Ecuador, México, Perú y Ve
nezuela.
El director de A N S ha hecho una
entrevista al Superior Regional, que
juzgamos de interés para nuestros
lectores.
ha expuesto libremente sus propios problemas y se
han discutido con amplitud y autoridad. Una fórmula
que ofrece enormes garantías de éxito.
PREGUNTA.—¿Cuál es, según su parecer, eí pro
blema más urgente de su aregión» y qué líneas de so
lución se han tomado?
P.
más
dida
idea
HENRIQUEZ.—El problema que nos ha parecido
urgente es el de la formación salesiana, enten
como básica y como formación permanente (la
abarca también ponerse al día).
Dos hechos bastan para subrayar la importanda
de la formación: uno negativo, es decir, algunos ca
sos muy dolorosos y recientes; y otro positivo, como
es la franca recuperación en el número de vocaciones.
Hemos marcado tres líneas de acción a seguir en
los dos años próximos, antes de los Capítulos Inspectoriales.
Tres son las principales tareas que ha de llevar a
cabo el Consejo Superior, según el articulo 134 de
nuestras Constitudones: «Individuar y estudiar opor
tunamente los problemas que interesan al bien co
mún de la Sodedad; animar la unión fraterna entre
las inspectorías; y promover una organizadón gene
ral, cada vez más efidente, para la misión salesiana
en el mimdot.
La primera línea es la formación para la oración.
Sentimos la necesidad de concretizar metodologías
que lleven a los hermanos jóvenes (y a los menos
jóvenes) a aprender a rezar de verdad. Esto nos pa
rece hoy indispensable, sobre todo en América La
tina, donde los Salesianos están comprometidos en
un trabajo cada vez más absorbente en la promo
ción social.
Ahora bien, nuestra reunión en la Ciudad de Mé
xico, creo que ha sido una de las cosas más eficientes
para lograr estos fines. Cada uno de los ioepectores
Así nos metemos de lleno en la orientadón del Ca
pítulo General espedal, que nos pide el redescubrímiento del sentido sobrenatural de la misión salesia-
na: algo imposible sin una profunda formación para
la oración.
PREGUNTA.—¿Qué clima ha reinado en este en
cuentro?
La segunda línea es la formación al sentido de la
fraternidad comunitaria salesiana. También en esto
seguimos las orientaciones del Capítulo General Es
pecial. En nuestro encuentro hubo muchas propues
tas concretas que seria largo enumerar.
P. HENRIQUEZ.—Ha habido un clima de plena ca
ridad fraterna, a nivel de relaciones humanas muy
hondas, con una dinámica interior que enriqueció
enormemente al grupo.
La tercera línea parecerá extraña a simple vista,
pero es también indispensable: la formación para el
sacrificio, el descubrimiento de ¡a teología de la cruz.
El que se consagra a la vida religiosa, hoy no menos
que ayer, ha de estar dispuesto a caminar con deci
sión por la senda de la austeridad, de la disciplina
religiosa. El mundo de los jóvenes no se salva sin
una profunda conciencia y una vivencia del estilo
salesiano de sacrificio, hecho de disponibilidad, tra
bajo incansable y templanza.
Don Ricceri con el padre Henríquez, Superior Regional
de las Inspectorías Latinoamericanas del Padfíco y (M
Caribe.
Tampoco han faltado opiniones distintas, pero ja
más han interferido la comprensión y la fraternidad.
Una fraternidad que se ha expresado, a veces, en la
broma simpática; pero que ha tenido su ciunbre en
la celebración eucaristica, verdadero nudo central de
nuestras reuniones.
Ha sido para todos una especie de aprovisiona
miento de serenidad, esperanza y optimismo, algo que
tanto necesitamos en estos momentos tan difíciles.
PREGUNTA. — ¿Cómo ílegardn estos resultados a
los salesianos de su tregión», o mejor dicho, cómo
se llevarán a la práctica mediante compromisos ope
rativos?
P. HENRIQUEZ.—Sin duda que éste es el proble
ma principal: pasar del papel a la realidad. Convie
ne destacar una cosa muy importante, y es que no
hemos tomado decisiones nuevas, distintas de las del
Capítulo General Especial. Sólo hemos concretizado
algimos puntos de decisiones ya tomadas. Por consi
guiente no presentamos nuevos documentos. Todo
puede resumirse en este programa: cConocer, acep
tar. poner en práctica el Capítulo General Especial».
De nuevo nos urge llegar a conclusiones prácti
cas, hasta para no frustrar tantas legítimas espe
ranzas.
Antes del Capítulo General, muchos hermanos, so
bre todo los jóvenes, criticaban a la Congregación
el que sus documentos fundamentales se presentaban
en im tono anquilosado, desprovistos de un lenguaje
conciliar. Después del CGE, estos hermanos han ex
presado su entusiasmo ante los nuevos documentos;
pero si de ellos se hace letra muerta, estos mismos
hermanos tendrían razón en afirmar —como más de
uno ha dicho— que una es la Congregadón de los
documentos, muy distinta de la realidad.
Por eso mismo hay que llevar a cabo cuanto antes
todo lo que se ha estableado, suprimiendo la distan
d a que hay del dicho al hecho.
Tal vez no lograremos un éxito completo, pero de
bemos esforzamos para conseguir siquiera las posi
bilidades evangélicas según las cuales la semilla pro
duce el 30 ó el 60 y hasta el 100 por 100.
EVANGELIZACION
1.
•
UNA SITUACION
DE CAMBIO
Está naciendo un nuevo
humanismo.
Hay momentos de la historia
que transcurren con una cierta
tranquilidad. La gran mayoría se
siente defendida por una forma
estable de pensar y de obrar. No
se capta en el ambiente la concien
cia de una situación de problemá
tica. Se vive sobre unas respues
tas comúnmente aceptadas. Son
estos los momentos de seguridad
de la propia identidad. La respues
ta tiene primacía sobre la pregimta.
Pero hay también otros momen
tos en los que el hombre siente
la necesidad de replantearse una
explicación de toda la realidad
porque ésta es de tal forma origi
nal y nueva que no valen las res
puestas anteriores. Muchas veces
este dar respuestas nuevas trae
consigo el revisar las que se te
nían ya anteriormente. El Concilio
nos dice: «El género humano se
halla hoy en un período nuevo de
su historia, caracterizado por cam
bios profundos y acelerados, que
progresivamente se extienden al
universo entero. Los provoca el
hombre con su inteligencia y con
su actividad creadora, pero recaen
luego sobre el hombre, sobre sus
juidos y deseos individuales y co
lectivos, sobre sus modos de pen
sar y sobre su comportamiento
para con las realidades y los hom
bres con quienes convive» (GS. 4).
«Somos testigos, sigue diciendo el
Concilio, de que nace un nuevo
humanismo, en el que el hombre
queda definido principalmente por
su responsabilidad hacia sus her
manos y ante la historia» (GS. 55).
En este artículo no interesa ser
más concretos. El mismo Concilio
señala algunos aspectos de cam
bio; también lo ha hecho la Iglesia
española y la Iglesia universal en
el documento enviado a los Obis
pos con motivo de la preparación
del Sínodo de este año.
•
Orientados hacia
la búsqueda.
Sin embargo sí que nos interesa
resaltar un elemento que se va a
dar como denominador común con
muchas matizaciones ciertamente,
en esta situación. Es la búsqueda,
el dar razón de lo que somos, de
lo que creemos, de lo que vivimos.
Con frecuencia se suele llamar a
este esfuerzo «crisis de identidad»
porque se trata de aclarar bien
quiénes somos, qué hacemos y por
qué.
Desde luego que no es una si
tuación de mucha tranquilidad.
Perder seguridades «de siempre» y
ponerse en camino de búsqueda
produce siempre una cierta intran
quilidad, un malestar. No se trata
de humildad para discernir que
nuestras respuestas tienen un lí
mite en su formulación.
En esta situación nos encontra
mos los cristianos de hoy. No to
dos se han dado cuenta aún. Es
una labor de tiempo. El mundo
construido por el progreso no es
exterior totalmente al hombre: re
cae sobre el hombre. Nuestra obra
nos conforma al mismo tiempo.
Por eso la pregunta: ¿y cómo anun
ciar el evangelio hoy? ¿Con qué
lenguaje para que entiendan los
“Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los
signos de la época e interpretarlos a la luz del evangelio, de
forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Igle
sia responder a los perennes interrogantes de la humanidad
sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre la mutua
relación de ambas”. (GS. 4).
niños que devoran los dibujos ani
mados de la TV? ¿Y solamente
tienen que ser evangelizados los
niños y los jóvenes? ¿Y los adul
tos? ¿Y sólo los cristianos?
A veces el cristiano que quiere
evangelizar sentirá que tiene una
respuesta que no sólo es para él,
sino para todos los hombres, para
interpretar la existencia humana
y el mundo, pero que esta respues
ta es difícil de comprender, de
expresar, de representar a los de
más. Ahora ya no es un cristiano,
son muchos, es la Iglesia y muchas
iglesias particulares las que se han
puesto este problema: Cómo pre
sentar el evangelio, la Noticia de
Salvación a los hombres.
2.
UNIDOS A TODA
LA IGLESIA
Dentro de todo este panorama
entra también la finalidad de las
páginas del Boletín Salesiano. Qui
zás muchos lectores están ajenos a
todo esto que hoy la Iglesia quie
re vivir y sobre lo que los Obispos
de todos los países están refle
xionando, ayudados de otros mu
chos cristianos. Nuestro intento de
reflexión será de manera sencilla,
como quien intenta decir: la evangelización tiene todos estos aspec
tos. Quizás sea un modo de sen
tirnos Iglesia.
Por otra parte no nos faltan
motivos:
— Toda la Familia Salesiana
está invitada por el Capítulo Ge
neral Especial XX a reflexionar
sobre la evangelización y la catequesis para dar respuesta al lla
mamiento que la Iglesia dirige en
busca de un servicio más fiel y
actualizado de la Palabra de Dios.
«La Congregación fue, desde los
comienzos, un simple catecismo»
(MB. IV, 61). Y Don Bosco se pro
puso como fin primordial de su
obra: «Acoger a los jóvenes más
pobres y darles enseñanza religio
sa».
— La Iglesia Española está em
barcada en una tarea de reflexión
sobre la evangelización. Este ha
sido el tema de la XVIII Asamblea
Plenaria de nuestro Episcopado.
Y la reflexión no ha terminado.
Al finalizar aquella reunión se ha
invitado a todos los católicos es
pañoles a «dedicar un año de re
flexión por parte del pueblo cris
tiano para profundizar en todas
las vertientes y exigencias de la
educación en la fe» (Líneas de
acción, I.*).
— La Iglesia universal va pro
gresivamente actualizando y desa
rrollando las invitaciones pedidas
por el Concilio Vaticano II, El
Sínodo de los Obispos será un fiel
testigo de este interés al tomar
como tema «La evangelización en
el mundo». Y el Año Santo pro
mulgado por Pablo VI tiene tam
bién una fuerza grande de inte
riorización, de conversión, de evangelización. Nos pide que dejemos
de esperar en los cambios y que
empecemos a cambiamos, a con
vertirnos y a facilitar la conver
sión de los demás.
He aquí, pues, el surgimiento
de nuestro tema sobre la evange
lización: las reflexiones y las pre
ocupaciones. Y desde aquí el sen
tirnos en sintonía con todos los
cristianos católicos.
EVANGElIZAIl
3.
M A S OPTIMISMO
QUE MIEDO
Todas las situaciones que nos
hacen perder un poco el terreno
machacado una y otra vez nos
producen un cierto miedo com
prensible y muy humano. Sobre
todo si establecemos una compa
ración entre lo que fue nuestro
trillado suelo de antes y el futuro.
Pero todavía más si ponemos co
mo regla de medida el antes y con
él queremos medir todo. El miedo
se hará más grande hasta alcan
zar un pesimismo general que tra
tará de encerrarse para defenderse
como única solución. Pero ¿es esa
la solución? Digamos lo mismo de
quien pone todas sus esperanzas en
el futuro. Es posible que deposite
en el futuro un optimismo que es
tá lejos de ser la verdad. En am
bos casos habrá un extremo como
absoluto. Son las posturas fáciles
que se quieren apoyar en formas
externas solamente.
El riesgo de ser libres, de po
der pensar, nos pide estar conti
nuamente en búsqueda, en defen
sa de lo importante: poder escu
char y responder al Dios que nos
habla, sea desde donde sea. ¿Por
qué vamos a poner como norma
para todos una sola manera de es
cuchar o de responder? Y esto es
lo difícil. No mezclar y divinizar
las formes de evangelizar con el
Evangelio.
Si es cierto que todos podría
mos hacer una lista de «motivos
para el pesimismo» con casos do
lorosos ocurridos y cercanos en
tre los cristianos, también es cier
to que podemos hacer otra más
grande de «motivos para el opti
mismo». Y ambas cosas serán ver
dad. Pero para el cristiano, al fi
nal, lo más importante será el op
timismo. Nos apoyamos sobre una
Victoria: la Resurrección de Jesús.
Y esta realidad se mantiene viva
en la Iglesia por el Espíritu. Es el
motivo de nuestro optimismo, a
pesar de que nos parezca que to
do se descristianiza. Y es el em
puje decisivo para que nuestra mi
sión evangelizadora siga adelante
sin cruzarnos de brazos.
Más todavía, las reales dificul
tades de presentación de la Pala
bra de Dios ¿no es algo que nos
está sacando d e 1 comodismo?
Cuántos cristianos se están ha
ciendo conscientes de que lo son
al enfrentarse con una dificultad,
al tener que pensar qué significa
ba creer, en un momento determi
nado, en Jesús de Nazaret.
Entre nosotros el optimismo es
imposible sin un poco de fe y de
humildad. Será todavía posible
predicar a Jesús a pesar de que
ahora estemos un poco desorien
tados y no sepamos muy bien có
mo. Pero su mensaje es un mensa
je para los hombres, no sólo para
un hombre o para el hombre de
una época. Y el Espíritu encon
trará resonancia y no se apagará
la mecha que humea. Una llamada
al optimismo es necesario al ha
blar de evangelización.
4.
UNA FIDELIDAD
SIE M P R E NUEVA
Podíamos terminar con una re
flexión sobre la fidelidad. Vivimos
un momento de coexistencia de
dos culturas. Una en la que la ma
yor parte hemos sido formados:
otra la que está naciendo. Como
explicación basta que pensemos
un poco en un hecho muy senci
llo. Los niños hoy no sólo apren
den en libros distintos de los
nuestros, libros que casi cambian
cada año, sino que aprenden con
distinto método que nosotros, tan
to que casi ni les podemos ayu
dar porque nos sentimos un poco
fuera del ritmo de aprendizaje que
ellos siguen.
Lógicamente todo esto tendrá
que dar una juventud, y unos hom
bres que enfoquen la vida con unfc
mirada nueva. Su manera de
ON; UNA TAREA ACUCIANTE
aprender hoy les está configuran
do para entender la vida de ma
nera diferente. Y la fidelidad al
evangelio la tendrán que vivir des
de sus puntos de vista, desde sus
exigencias. Y las preguntas que
hagan y las respuestas que pidan
tendrán ciertamente otras matizaciones. Muchos cristianos hoy es
imposible que se formulen esas
preguntas o sencillamente que les
parezcan algo extraño o algo con
trario a un cristiano.
Bastará ver el desde dónde se
quiere ser fiel.
Más que profetizar es constatar.
Porque ya se está dando este fe
nómeno entre nosotros y a veces
con algunos problemas y enfrenta
mientos. Bajo el mismo término
de «fidelidad» ¡cuántas cosas tan
diferentes pueden entenderse! Y
to d a s posiblemente verdaderas.
Como pista de orientación qui
zás podría valer esta sugerencia:
preguntarnos a qué o a quién so
mos fieles. El cristiano tiene tam
bién como nombre «fiel»; decimos
«los fieles cristianos», «los fieles
de la parroquia» (distinto de «los
fieles a la parroquia»). Y cuando
decimos esto todos entendemos
«los fieles a Jesús, el Señor». Fie
les ahora, con las dificultades que
tengamos, y cada uno tiene las
suyas. Esto nos lleva todavía más
allá, porque a esta pregunta es
posible que todos respondan de la
misma manera. ¿Y cuál es nues
tra idea, nuestra imagen de Jesús,
y de Dios, Padre de nuestro Se
ñor Jesucristo? ¿De cuántas aco
modaciones personales, de cuántas
imperfecciones le hemos ido revis
tiendo? O de otra manera ¿se ha
enriquecido o es una imagen in
fantil, pequeña, desproporcionada
en comparación con todo el resto
de nuestra experiencia?
Estas preguntas que pueden ser
a la vez punto de encuentro y de
conversión pueden suscitar tam
bién una inquietud evangelizadora
que comience por «evangelizar
nos». Nuestra fidelidad a Dios de
pende de la evangelización recibi
da, de la presentación que se nos
ha hecho y se nos hace del Men
saje de Jesús. Ser fieles a Dios es.
sí, ser «buenos»; pero mucho an
tes y muy por encima escucharle
para poder responderle.
ALVARO GINEL
El Rector Magnífico de la Universi
dad de Roma, don Antonio Javtarre, muestra su agradecimiento ai
Papa por haber conferido ai Ate
neo Salesiano el rango de Univer
sidad Pontificia.
í'T?
CADA UNO EN SU PUESTO
— ¡Mamá!
— iMaribel!
— ¡Paloma!
No sabía de donde provenían
los gritos, ni cual de mis hijos
era el que llamaba. Sin embar
go, me estaba fastidiando que
dieran esas voces porque los ve
cinos se iban a creer que se es
taban ahogando.
— ¡Venid que me ahogo!
— ¡Caramba!, pues es verdad
que alguien se debe estar aho
gando.
Corrí hacia donde provenían
las voces y antes de llegar al lu
gar del siniestro alguno me gritó:
— ¡Papá, ponte antes la gabar
dina!
¡Vaya!, por lo visto estaban
en plan de guasa. Llegué hasta la
cocina, y antes que hubiera for
mulado mi pensamiento, recibí
una solemne ducha, y lo más in
teresante es que noté que no ve
nía de lo alto.
— No dirás que no te lo dije,
papá — me increpaba Carlos con
la mano puesta en la cañería.
Paloma, Maribel y mi mujer
también tapaban sendos agujeros
por donde se había estallado.
PAGINAS PARA LA FAMILIA
Se debe secundar lo más posible la inclinación de los
muchachos en la elección de su carrera, arte u oficio.
DON SO SC O
— ¿Quieres cerrar la llave de
paso, Luis? — decía mi mujer en
tre salpicones de agua.
— Si no lo encuentro, mamá.
—Iré yo. Acércate, Juan, y
pon aquí la mano.
La puse. No sólo la mano, si
no la cara, el cuerpo, los pies y
todo mi ser recibió la abundante
lluvia de la cañería rota.
—Vamos a recoger esto. Y tú,
Juan, llama inmediatamente a un
fontanero, porque no podemos
estar sin agua.
—Con que tengamos para be
ber — era Carlos el que habla
ba, enemigo número uno de que
sus orejas y cuello la vieran ca
da día.
Sus hermanas se le echaron
encima.
—Eres un sucio — le dijo Maribel.
—^Más eres tú que te manchas
todos los días la cara como un
clown y no sé si te la lavas para
ahorrarte pintura.
—Y además de sucio, mal
educado — saltó Paloma por de
fender a su hermana.
—Y tú defiendes a Maribel
para que te deje las pinturas, ¡no
sabes nada! — intervino Luis—
pero se lo pienso decir a papá.
—Y a cambio yo le ofreceré
otra información, fumador empe
dernido — se defendió Paloma.
—Esa información se te ha
quedado tan vieja que no te van
a dar nada por ella. Te diré la
de última hora: ¡Papá me ofrece
cigarros!
— Serán de chocolate — apun
tó “inocentemente” Maribel.
— ¡Qué más quisiéramos! —era
Carlos— pero los consumes to
dos tú... Fernando.
La última frase la había dicho
Carlos con tanta ironía que Ma
ribel fue disparada hacia él en el
mismo momento que Isabel se
cruzaba.
Desde la puerta del despacho,
donde yo presenciaba la escena
sin ser visto, oí el suspi.~o de ali
vio de Carlos al no entrar en po
sesión del tortazo que le iba a
tocar en suerte.
— Ya se ha terminado. ¡Vaya
unos hermanos que siempre tie
nen que estar regañando!
Mi mujer trataba de poner
paz.
Ha empezado ella, mamá - de
cía Carlos— me ha Humado su
cio.
La cara y las manos de Carlos
confirmaban ampliamente el in
sulto de su hermana.
— Porque lo eres.
— Y tú también lo eres.
— ¿Vais a empezar otra vez?
Vosotras dos ayudadme, y vos
otros...
— Vosotros —corté yo— ba
jad a comprarme tabaco.
— ¡Ya lo oyes, Maribel, — si
guió pinchando Luis— tabaco y
no chocolate!
Les di un empujón hacia la
puerta. Maribel pretendió conti
nuar la discusión con nosotros.
— ¡Cómo siempre llevan razón
los niños! No se puede decir na
da...
Siguió hablando, hablando...
La oí decir que era indignante
que dos niños faltaran al re^;•‘C■
to a cualquiera, y como estaban
acostumbrados a hacerlo en casa,
pretendían lo mismo con las per
sonas de fuera, pero eso si que
no lo iba eUa a consentir..., ni
mi mujer ni yo intervinimos en
aquel solemne monólogo. Pienso
que su indignación provenía por
haber faltado al respeto a ese
Fernando, el de los cigarriHos de
chocolate. Me reí solo, porque
efectivamente tenía gracia la fal
ta de respeto que habían cometi
do mis hijos.
El fontanero vino aqueUa mis
ma noche, pero... se fue, porque
aquello no era una chapuza de
nada. Tenían que cambiar las ca
ñerías y empezaría al día si
guiente.
Efectivamente, a! día siguien
te sábado a las nueve de la ma
ñana comenzó el trabajo. Le
acompañó su hijo, un chaval de
unos trece o catorce años que se
movía con una agilidad en el ofi
cio que me impulsó a decir:
— ¿Te gusta el trabajo de tu
padre?
— Sí, señor, y quiero que sea
también el mío.
CADA UNO EN SU PUESTO
— ¿Verdad usted que lo que
Me di cuenta que el padre le
debía hacer era estudiar para ser
lanzó una mirada furibunda.
— Lo que tienes que hacer es algo más?
estudiar y ser algo.
Aquel ALGO MAS me marti
—Tú eres algo, ¿no papá? Si lleaba la cabeza... Pensaba que
no fuera por ti estos señores se cada uno de nosotros tenemos
quedarían con su cañería rota.
trazada la línea de vida, si que
—Bueno, seré algo, pero yo remos realizarnos como personas
quiero que tú seas más.
tenemos que seguirla, si la aban
donamos, persiguiendo otras fal
— Pues a mí me gusta esto.
La conversación me pareció sas líneas de vida, que no son
interesante e intervine dirigién las nuestras, nos frustraremos.
dome al chico.
Iba a explicárselo pero me lla
— ¿Es que no te gusta estu maron por teléfono y tuve que
diar?
cortar aquella conversación que
— Psch...
me parecía muy interesante.
— Contesta bien a este señor,
Sin embargo, no quise dejarlo
le amonestó el padre.
todo en el aire. En un momento
— Pues no mucho. Prefiero que había mandado al chico a un
hacer estas cosas, lo que pasa recado me acerqué y le dije:
que mi padre quiere que estu
— Perdone, quería volver so
die.
bre lo que habíamos hablado
— ¿Qué curso haces?
antes. Usted sabrá si tiene o no
— Cuarto de Bachillerato.
que obligar a su hijo a estudiar
— ¿Tienes buenas notas?
una carrera. Yo lo único que
— Regulares. Estoy deseando quiero decirle, es que las respues
terminar para no coger más un tas del chico son sensatas y en
libro.
cajan con lo que dice un cono
— ¿Tú no sabes que los libros cido autor, Laín Entralgo, acerca
nunca se pueden abandonar, es de esto: “Vivimos en una crisis
tudies una carrera o elijas un ofi de vocaciones. Son pocos los que
cio?
hacen algo movidos por la atrac
— Pero pienso que cogeré los ción de aquello que hacen, casi
que me gusten y no tendré que todos piensan antes en lo que
estudiar lo que no me interese. obtendrán lucro, eminencia — co
El padre dejó el soplete en el mo fruto de su propia acción— .
suelo — ¡menos mal!— , porque Esto es grave, y a todos, padres
yo veía que se lo estampaba en y educadores, nos llega nuestra
congrua responsabilidad”.
ía cabeza y le dijo:
El hombre me dio las gracias
— Algún día te pesará. Mire
y
me
dijo que lo comprendía, pe
usted — me dijo— a mí me hu
biera gustado estudiar una carre ro que su afán de que estudiara
ra, pero mis padres no tuvieron su hijo no era más que ver reali
medios y desde muy pequeño me zado en el chico lo que él no
tuve que poner a trabajar. ¡Este había podido hacer.
Al domingo siguiente vinieron
en cambio!, no es que tengamos
mucho, pero con un poco de sa unos amigos a merendar, Ricar
crificio, podríamos hacer que los do a fuerza de trabajo y tesón
había logrado subir, y hoy tenía
dos que tengo estudiaran.
Entre tanto el chico continua unos buenos almacenes de con
ba el trabajo :on la misma ha fección. Pasamos una tarde agra
dable charlando de mil cosas,
bilidad que él.
10
hasta que la conversación recayó
sobre los chicos, motivado por
unos tests de orientación que les
habían hecho en el colegio.
—Yo no creo en nada de esas
cosas, Juan. Me da la impresión
que eso es un sacadinero y no
vale para nada. Es más quienes
realmente tenemos que decidir
qué deben ser los chicos somos
nosotros, los padres.
—Y ellos también, ¿no?
—Ellos... Ellos no tienen ni
idea de lo que quieren. Fíjate Al
fonso que quería este año ma
tricularse en Psicología. ¡Menu
da Psicología va a aprender sí
lleva bien lo de los almacenes!
Nada, ese tiene que entrar en el
negocio. No he trabajado yo
años y años para que ahora no
tenga quien me ayude ¿o es que
no tengo razón?
—^Tienes razón, en parte. ¿Le
gusta a Alfonso el negocio?
— Dice que ni verlo, pero ése
no sabe lo que quiere, mejor di
cho, sí que lo sabe, matricularse
en la Universidad y pasárselo
bien. No estoy dispuesto a tirar
el dinero.
— ¿Te ha suspendido mucho
en el Bachillerato?
— Nunca, pero la Universidad
es distinto. Cuando coja gusto al
negocio y vea que produce ya
verás cómo se le van esas tonte
rías de la Psicología.
Sin querer me acordé del fon
tanero. ¡Qué diferencia! Era el
mismo problema por distintos
caminos.
— Ricardo, no estoy en abso
luto de acuerdo contigo — le di
je ofreciéndole un cigarrillo. Di
ces que cuando vea que produce
se le irán esas tonterías de Ía
Psicología. En primer lugar la
realización íntima y profunda de
una persona no se consigue sólo
con el PRODUCTO y en según-
PAGINAS PARA LA FAMILIA
do lugar la Psicología es una ma
teria que merece un calificativo
más profundo que el de “tonte
ría”.
—Bueno, hombre, he querido
decir cosas que le van a dar po
co dinero.
—Es necesario que aconseje
mos a los chicos en la elección,
pero lo que no puedes hacer es
violentarlo a que haga una cosa
que le molesta. Quizá a alguno
de los otros les guste.
—A Javier, que es un vago y
con tal de no estudiar...
— ¡Qué mal repartido está el
mundo! Al otro no le gusta es
tudiar, le consideras un vago, y
no le admites en tu negocio. No
te has parado a pensar si lo lle
varía bien, temo que ya lo califi
cas de vago y no te va a multi
plicar las cuentas. A Alfonso en
cambio que quiere estudiar...
— Si tú tuvieras un negocio,
Juan, hablarías de distinta ma
nera.
— Puede ser, pero como no lo
tengo me permito erigirme en tu
conciencia educacional. Vas a po
ner a tu hijo en trance de ser
un hombre que vive fuera de su
sitio como dislocado, quizá in
crepando a quien debió señalar
le otro rumbo y dirigirlo. Hoy
más que nunca la Humanidad
necesita que cada hombre ocupe
su puesto.
— el puesto de mi hijo está
junto a su padre. Comprende,
Juan, yo me voy haciendo ma
yor...
— Todos nos vamos haciendo
mayores, y lo que más nos con
suela en esta vida que se va gas
tando es ver a nuestros hijos que
se van realizando como hombres,
que saben lo que quieren.
— Algunos no saben lo que
quieren.
— Alfonso, sí. Hay un libro:
“Intenta encontrar tu vocación
profesional” en el que el autor
hablando de la importancia que
tienen el secundar los gustos y
predisposiciones de los mucha
chos apunta también las conse
cuencias terribles que se pueden
derivar al no hacerlo.
“En la génesis de la neurosis
que atormenta al hombre moder
no, una parte no pequeña ha de
atribuirse a la influencia de la
profesión como causa del conflic
to. En este terreno, los conflictos
más influyentes en la génesis de
la neurosis son aquéllos que sur
gen de la lucha entre lo que uno
hubiera deseado ser y lo que es
en realidad...”
—Siempre llevas la cosa por
lo trágico.
—No, hombre. Sencillamente
es recordarte que la elección de
una carrera, de un oficio, es una
obra conjunta de la familia, del
Centro docente donde ha estado
el muchacho y del propio inte
resado...
Seguimos charlando de eso y
de muchas cosas más. Al despe
dirnos me estrechó la mano y
me dijo:
—Juan, lo pensaré...
No sé si se realizará o no, pe
ro a mí ya me pareció una gran
cosa que lo pensara.
PILAR P. SALCEDO
Ya de pequeños, ios niños dan se
ñal de sus aficiones, y comunican
a los padres y educadores el cami
no por donde han de orientarloe.
11
PREGUNTA.—Ayrton, háblanos de ti, de tu infan
cia en Corumbá, de tus padres.
ALCALDE
17 ANOS
En este mes de febrero vendría estupen
damente escribir un artículo teórico sobre ei
hambre en el mundo y sus estragos. Mirad
por donde, nos acaba de Negar en ei noticia
rio salesiano la entrevista con Ayrton Pereira,
el ALCALDE de la Ciudad de ios Mucha
chos que lieva ei padre Ernesto Saksida en
Corumbá (Brasil).
Al contacto con estas páginas, trozos de
una literatura realista, es posible que sinta
mos lo que es ei hambre, la miseria y el sub
desarrollo. También es posible que sintamos
la ternura, y que broten en nuestro interior
los mejores sentimientos.
Nos ponemos al habla, pues, con Ayrtón
Pereira, alcaide de una comunidad de 2.150
muchachos. ¡Menuda población de gente me
nuda!...
12
AYRTON.—Supongo que tengo padres, pero no los
conozco. Era muy pequeño y mi madre, que era muy
pobre, me regaló a una señora no muy joven, que
vivía en una casucha vieja y desconchada, expuesta
al viento, a la lluvia, a los animales. A menudo esta
ba enfermo. Por dicha esta señora, a la que tengo
mucho cariño, supo cuidar de mí.
Recuerdo que vivía con un hombre que siempre
estaba borracho. En su perpetua embriaguez tenía
un humor de perro, me echaba de casa diciéndome
que me fuera a buscar a mis padres. ¿Y yo qué sa
bía dónde estaban?
Después empecé a ir a la escuela, estupenda oca
sión de salir un poco y de jugar con los compañeros,
aunque con frecuencia me pegaban. Una vez cogí el
lápiz de uno y me dio un puñetazo en las narices.
Vertiendo lágrimas y sangre corrí a casa. Allí me
esperaba otra paliza.
A los ocho años sucedió un hecho que me subió
el corazón a la garganta: llegó mi verdadera mamá.
No sentí por ella ningún afecto. Las dos señoras ha
blaron largo y tendido. Al fin decidieron que al día
siguiente saldría de paseo a la ciudad con mi verda
dera madre. Fue un engaño. Me llevó fuera de la ciu
dad a un sitio lejano junto al río. Allí quedé varios
días. Luego intervino un juez y yo fui restituido a
la primera señora que se cuidaba de mí.
A los nueve años caí enfermo de nuevo y vi por
vez primera a un médico. Era un señor estupendo
y mi situación le entristeció. Me hablaba con dulzura
y le tomé cariño.
Entonces comprendí lo que era «afecto». Aún re
cuerdo sus consejos. «Sé valiente y hazte bueno —me
decía—. Quizás un día tú también llegues a ser mé
dico y podrás atender a los demás». Desde aquel día
sentí un verdadero deseo de comunicarme, de darme
a los otros, y hago todo lo que puedo por ayudarles.
LO S CH ICO S DE LA S CHABOLAS
PREGUNTA.—¿Los otros? ¿Quiénes? Háblanos de
tus compañeros, de los muchachos y de la gente que
vive en las chabolas de Corumbá.
AYRTON.—Es una realidad muy cruda la que vi
ven mis compañeros. Desde sus primeros años son
corrompidos y pronto llegan a ser perfectos ladrones,
pequeños delincuentes y aventureros. He conocido
a un chico que después de varios robos y homicidios
fue alcanzado en una fuga y cayó acribillado en un
lago de sangre. Un hermano suyo que hasta enton
ces había tenido una conducta intachable, empujado
por los amigos, decidió vengarlo: mató a varias per
sonas y acabó con la cabeza deshecha en la e c lo
sión de una bomba de gas. Un compañero lo traicio
nó por la espalda después de una pelea.
Al lado de nuestra casucha, una tarde escuché unos
gritos horribles: apareció un hombre linchado. Con
un bastón y un taburete los dos hijos acabaron con
la vida de su padre. Según su costumbre había vuel
to a casa borracho y según la misma costumbre co-
menzó a golpear a su mujer. Ebcasperados, los hijos
lo masacraron aquella misma noche.
Recuerdo que un día im grupo de chicos jugaban
al fútbol en un campo improvisado. Se entabló una
pelea y un muchacho pagó con su vida. Para que
nadie encontrara el cadáver, lo llevaron a un sitio
alejado y lo quemaron con gasolina.
Ahora recuerdo otro muchacho ladrón perseguido
por la policía. El se escondió en una alcantarilla y
sus compañeros fueron a quemar el coche de la po
licía que había quedado solo.
He palpado el drama de muchos matrimonios con
traídos con prisa. Al poco tiempo, el hombre huye
de casa dejando a la mujer y a los hijos en la mi
seria.
Pero, a veces, la que se escapa es la mujer. Re
cuerdo a una chiquilla de doce años con trece hermanitos que cayó enferma y estuvo tres días que
jándose a gritos con un dolor espantoso. Sus desga
rrados quejidos se oían en todas las chabolas; pero
aquella pobre gente no podía hacer nada, y murió.
Sus padres no tenían ni siquiera una sábana ni la
caja para enterrarla. Unas buenas maestras le cosie
ron un vestido aquella misma noche. Siete días más
tarde era Navidad. En la misa vimos a todos sus hermanitos. Faltaba la mamá. Había huido con los dos
hijos mayores dejándolos a los otros con el padre en
la chabola.
¡Cuánta miseria he visto a mi lado entre tas fa
milias, entre mis compañeros!
COMO LLEGUÉ A SE R ALCALDE
PREGUNTA.—¿Cómo has conocido la €Ciudad de
los muchachos» del padre Ernesto?
AYRTON.—Había oído hablar de ella y fui a ver
ía, tenía once años y me sonaban en el oído las pa
labras de mi médico: «Sé valiente y bueno con to
dos». Pensé que allí podría lograr mi propósito.
El padre Ernesto me invitó a formar parte de los
«scout». Nos decía que los «scout» se comprometen
a portarse bien para ser útiles a su familia, a sus
compañeros y a todos los chicos pobres. Yo tomé la
cosa en serio y a los tres meses era jefe de equipo.
Poco a poco fui olvidándome de las cosas feas de
mi casa y dediqué cada vez más mi tiempo, mis cua
lidades y mis fuerzas a la «Ciudad de los mucha
chos». Ahora todavía estoy en ella. El padre Ernesto
me proporciona cuanto necesito para estudiar, vestir
y vivir. Pero no estoy aquí por eso. Estoy porque
puedo trabajar por mis compañeros, a30idarles a com
prender lo que yo y hacer de modo que todos jun
tos hagamos un poco mejor este mundo tan malo
en el que hemos nacido.
PREGUNTA.—¿Cómo has llegado a ser alcaide?
AYRTON.—Pues sucedió así: un domingo, 1.600
compañeros de segundo para arriba votaron y la ma
yor parte de los votos fueron para mí.
ALCALDE
Estábamos divididos en tres partidos, libremente
organizados por voluntarlos. Durante meses trabaja
ron en la elección de los candidatos para los puestos
de responsabilidad de nuestra «Ciudad».
En unos dos meses desarrollamos una vivísima ac
tividad propagandística, con banderas, símbolos, ma
nifiestos, programas, actividades recreativas, cultura
les y religiosas. Cada partido tuvo la oportunidad de
exhibir a sus hombres con su capacidad de trabajo
y de entrega. Además del alcalde fueron elegidos tres
vicealcaldes y 18 concejales.
Al domingo siguiente a las elecciones fui entroni
zado y fue para mí algo que jamás había soñado.
Asistían todas las autoridades civiles y militares, es
decir, las de verdad.
Nuestro Obispo me entregó el diploma de Alcalde
mientras la banda del Ejército ejecutaba una mar
cha. También estaba presente la señora a la que pro
feso tanto cariño. Lloraba al ver la fiesta que se ha
cía a aquel niño enfermizo que un día recogió por
misericordia porque no lo quería ni su madre.
Cuando me dijeron que tenía que hablar, me di
cuenta que estaba repitiendo a aquella masa de com
pañeros las mismas palabras que nos repite constan
temente nuestro padre Ernesto: palabras de bondad,
de ánimo, de amistad, de verdadera familia entre to
dos nosotros los mudiachos y niños.
En los días siguientes, acompañado de los respec
tivos vicealcaldes, pasé por todas las aulas y, con la
autoridad de mi caig^, mandé hacer la votación del
jefe de curso y su vice...
14
La alegría que he experimentado no ha hecho sino
aumentar mi empeño de toda la vida: trabajar por
los demás.
LO S C LU B S DE LA S M A D RES PO BR ES
PREGUNTA.—Cuéntanos ahora, Ayrtón, cómo ha
nacido la Ciudcui de la que eres alcalde.
AYRTON.—Cuenta con una población de 2.150 ni
ños y niñas provenientes de los barrios pobres de
Conimbá. Todos pueden estar ocho años haciendo
sus estudios.
Al principio, durante dos años y medio, la Ciudad
era sólo im cobertizo de madera. Luego ha ido cre
ciendo con las nuevos locales que el padre Ernesto
ha logrado ir construyendo poco a poco. Ahora en
la «Ciudad de los muchachos» hay tantas cosas: ade
más de las escuelas, tenemos los scout y otros gru
pos juveniles llamados «bandeirantes», patrulleros,
pequeños músicos. Tenemos «Equipos de trabajo» que
viven en la «Casa del pequeño trabajador»: un cen
tenar de betuneros, irnos treinta vendedores de perió
dicos, 80 vendedores ambulantes, las chicas emplea
das de hogar, una agencia de colocaciones de me
nores. Tenemos también diez «clubs de las madres
pobres», las cuales vienen una vez por semana y se
les dan unas clases de higiene, educación de los hi
jos, costura y cocina.
B p«dr« Ernesto cara a cara con et aldalda da su
“Ciudad”, Ayrton Pereira.
Nunca he visto llorar al padre Ernesto; pero a me
nudo lo he visto alargar la voz, tragar saliva y toser
como escondiendo la emoción.
Estamos orgullosos de él porque vemos que todos
lo aprecian, lo respetan, reconocen en él al guía de
los pobres.
Cuántas madres llegan a él a contarle sus tristes
historias, a pedirle que acuda a ayudarles en su de
sesperación. Ante los ancianos, enfermos y pequeños
pasa sonriendo, acariciando a todos; pero apenas se
detiene un instante porque siempre está ocupado. Sin
embargo, ante ciertos casos graves, se olvida de to
do y los atiende como si no tuviera otra cosa que
hacer.
Siempre que puede está con nosotros, nos habla,
nos comunica su serenidad. Nosotros tenemos la im
presión de que lo ve todo y de que llega a todas par
tes. A su lado nos parece que ya no nos falta nada,
por muy pobres que seamos.
De vez en cuando se ausenta y hace largos viajes.
Antes de partir nos dice sus problemas y las necesi-
r-'
DE 17 ANOS
A todas estas personas y a sus familias se les ofre
ce asistencia médica gratuita y ayudas en los casos
más urgentes. Pero en Corumbá hay tantos pobres.
Calculamos que habrá unos 15.000 en una población
de 50.000. Por eso el padre Ernesto quiere que los
pobladores de su Ciudad se preparen para ser la
levadura, ejemplo y estímulo para otros pobres. De
sea que nuestra Ciudad sea como una bandera para
todos los que ansian la paz y anhelan ser hombres
de buena voluntad.
SO M O S D EM ASIAD O S
PARA UN HOM BRE SO LO
PREGUNTA.—Podre Ernesto por aquL.. padre Er
nesto por allá... ¿Quién es para ti este padre Ernesto?
AYRTON. — Es un hombre severo y seguro. Un
hombre que nos comprende, que sabe y prevé todo.
Es él el que nos infunde esperanza, el que nos habla
de nuevos proyectos, de cosas que vamos a hacer.
Siempre está rodeado de miles de chicos, de jóve
nes, de familias. Es un hombre que ríe poco, que de
be hacerse fuerza para sonreír, porque contempla de
masiada miseria, y tiene siempre muchas cosas que
hacer.
Siempre se le ve en actitud de lucha, de urgencia,
como uno que ama a todos y que se preocupa de
todo. Nosotros somos demasiados para uno solo.
dades de nuestra Ciudad, que va a resolver. Nos
comunica su disgusto en dejamos. Cuando vuelve se
le nota cansado, pero satisfecho y nos habla de las
personas caritativas que ha encontrado, de las madri
nas que desde lejos se cuidarán de alguno de nos
otros, de lo que podrá realizar con las ayudas reci
bidas. Y nos hace rezar por todos estos nuevos ami
gos que tenemos en lugares desconocidos del mundo.
PREGUNTA.—¿Qué es lo más importante que se
aprende al lado del padre Ernesto?
AYRTON.—Aprendemos a ocuparnos los unos de
los otros como buenos hermanos, y nos llena de alegria el ver que es así también para los adultos que
vienen a nosotros. Para las pobres madres que, a lo
mejor vienen llorando con la esperanza de encontrar
algo y lo que hallan es consuelo y ayuda. Les con
forma sin duda el vemos llenos de alegría, el sentir
nuestras canciones juveniles, el contemplar nuestra
amistad fraterna. Entonces aquella gente tom a a ca
sa menos pobre, con una gran esperanza, aunque
los hijos tengan que continuar con hambre y hayan
de dormir en el suelo.
E. B.
*
*
*
Tal vez, más de un lector deseará escribir a este
formidable alcalde. He aquí sus señas:
AYRTON PEREIRA
«Ciudad de los Muchachos Don Bosco»
793 CORUMBA (Mato Grosso)
BRASIL
15
Monseñor José Ma
ría Cirarda, acompa
ñado de otras auto
ridades cordobesas,
inaugura oficialmen
te la Escuela Univer
sitaria de la Iglesia
de Córdoba.
m
En la casa solariega de Córdoba ha nacido la mi|ct
taria de la Iglesia; en este ángulo exalte
... La voz de don Ramón Moreno
me llamaba urgentemente desde
Córdoba. cEsperamos una repre
sentación de la Prensa Salesiana
para el acto de inauguración de
esta Escuela de la Iglesia». cSe ha
rá lo imposible por ir —le respon
dí—. Creemos que es una cosa muy
importante, de la que se debe ha
blar».
No hacía falta demasiado es
fuerzo para desplazarse a Córdo
ba, adonde siempre se va a gusto.
Y el día 10 de diciembre allí es
taba el BOLETIN SALESIANO
para dar cuenta de esta obra de
tanta transcendencia como es la
formación de los futuros maestros
para la educación de los jóvenes.
El salesiano multiplicará en estos
educadores su vocación educado
ra, alargará en ellos su voz orien
tadora y evangélica, su actividad
apostólica.
Y precisamente esta obra nace
en un rincón del Colegio de Cór
doba. Cuando se acerca a los se
tenta y cinco años de fundación,
a la casa solariega le sale un re
nuevo. El director de la Escuela
16
me enseña los locales, las aulas, la
biblioteca... Todo en el mismo si
tio en que habían n a c id o las
primeras actividades salesianas a
principios de siglo y que luego
fueron desplazándose hacía los ex
tensos pabellones del actual cole
gio. Es como un ave Fénix que
resurgiera a una nueva vida. Cla
ro que se trata de unas instala
ciones provisionales alquiladas, en
un tiempo de espera mientras sur
ge la futura construcción. Pero lo
importante no son las paredes, si
no las personas. Y ahí está funcio
nando la Escuela en su primer año
de existencia.
LA INAUGURACION
Y a las siete treinta de la tarde
del día 10 de diciembre tenía lu
gar la inauguración de la nueva
Escuela Universitaria de la Igle
sia. En el salón de medios audio
visuales del Colegio Salesiano ocu
paban la mesa presidencial; Mon
señor Cirarda, obispo de Córdoba;
don Francisco Castejón, represen
tante de la Universidad; don Pa
blo Cuadrado, concejal del Ayun
tamiento; don José R o d ríg u e z
Alcaide, representante de la Dipu
tación; doña Margarita Domínguez,
directora de la Escuela del Esta
do; don Manuel Luque, inspector
de Educación General Básica, y
don Antonio Calero, inspector de
la Provincia Salesiana de Córdoba.
El director de la Escuela, don
Ramón Moreno Ordóñez, presentó
el acto, dando la bienvenida a los
numerosos asistentes que llenaban
el salón. Entre ellos se encontra
ba un buen grupo de la hermana
Escuela Universitaria de la Igle
sia de Jerez y muchos represen
tantes de las Congregaciones re
ligiosas integradas en la Escuela,
profesores y alumnos de la misma.
LA ESCUELA SALESIANA
SE HA ECLESIALIZADO
El Provincial de los Salesianos
de Córdoba y presidente de la
Jimta de Promoción, don Antonio
Calero, dirigió imas palabras de
presentación. «Esta Escuela, que
ya existía en P r i e g o —dijo—,
su apoyo es hoy una realidad muy
pujante.
Don Pacífico Medina —subra
yó— se ha tomado el ingente
trabajo de poner al corriente de
esta empresa educativa a todas
las autoridades; él ha sido el prác
tico que la ha llevado a buen puer
to con el apoyo de todos. Agrade
cimiento a las personas particula
res que han ayudado a la Escuela
o a los alumnos, con su aporta
ción económica.
2. Reafirmación de los motivos
de nuestro esfuerzo. «La Iglesia
—c o n tin u é - no puede estar au
sente ante el nuevo tipo de hom
bre que está naciendo. Esta es la
principal razón de n u e s t r a pre
sencia.
La educación está enfrentándo
se con un desafío histórico. Ve
nimos de im mimdo estático y
entramos en im mundo dinámico.
Los cambios de que habla la Gaudiun et Spes son tan importantes
e irreversibles que nos colocan en
se ha eclesializado, pues ade
más de la diócesis, han contri
buido a la realización de la misma
otras siete Congregaciones religio
sas, junto con los Salesianos: Es
clavas del Sagrado Corazón, Fran
ciscanas Misioneras de la Divina
Pastora, Religiosas de la Sagrada
Familia, R e l i g i o s a s Escolapias,
Padres Dominicos, Hermanos Maristas y Hermanos de las Escuelas
Cristianas. Hay que subrayar este
esfuerzo de unimos para darle a
esta obra una dimensión más eclesial, una vida más profunda y uni
versal.»
Dio a sus palabras un triple
sentido:
1.
Agradecimiento a la Iglesia
cordobesa y a su obispo, quien
acogió la idea con totalidad y ple
nitud; a las Congregaciones reli
giosas que, desde el principio, to
maron como suya esta obra; a las
autoridades académicas y, entre
ellas, al rector de la Univereidad,
quien se expresó con entusiasmo
ante la noticia: «Cuenten conmi
go, estoy a su disposición, me
parece extraordinaria la idea.» Con
una nueva era. También la educa
ción pasa a ser dinámica, lo cual
supone una tarea ímproba e incó
moda.
La educación se interesa por es
ta educación en crisis, en conti
nuos cambios. Este es el mundo
de los educadores, el campo que
espera a la Iglesia en su tarea sal
vadora del hombre.»
3. Ofrecimiento con sinceridad
de hombres y de cristianos a la
Universidad Cordobesa, a la Igle
sia, a la sociedad. «Deseamos
compartir, codo a codo, la preocu
pación por la fundación de los jó
venes. Aquí estamos con nuestro
servicio y con la humildad de
nuestras posibilidades; pero con
todas las fuerzas que contamos.»
UN POCO DE HISTORIA
Después de las sentidas pala
bras de don Antonio Calero, el
secretario de la Escuela, don Mar-
El Padre inspector de Córdoba,
don Antonio Calero,
hace la presentación
de la Escuela Universitaria
en el acto de inauguración
de la misma.
celino Carrete, leyó una memoria
de la misma: «Localizada en Prie
go de Córdoba» y con el nombre
de Escuela Normal de la Iglesia
«Sagrado Corazón de Jesús», por
decreto de Monseñor Fernández
Conde, entonces obispo de Córdo
ba. fue creada el 2i de febrero de
1964. Reconocida oficialmente por
el Ministerio de Educación y Cien
cia el 23 de marzo del mismo año,
fue trasladada a Córdoba por el
actual obispo, Monseñor Cirarda,
con decreto del 24 de febrero de
1973.
Tras la elaboración de un cui
dadoso expediente, es autorizada
por orden ministerial del 27 de
junio de 1973, juntamente con
otras ocho, para impartir la ense
ñanza como Centro Experimental
del Profesorado de Educación Ge
neral Básica. «Los estudios se
guidos en estos centros experi
mentales —dice la O.M. en el
«B.O.E.» del 11 de octubre de
de 1973— tendrán los mismos
efectos académicos y profesiona
les que los realizados en Centros
ordinarios.»
Con fecha 5 de septiembre de
1973 se pone en marcha la Escue
la tras la reunión de la Junta de
Promoción, en que están represen
tadas todas las Entidades promo
toras. Se estudia el desenvolvi
miento económico, la enseñanza,
•1 profesorado y la dirección, y se
elige como presidente de la Jun
ta al padre Antonio Calero de los
Ríos, Inspector Provincial de los
Saleaianos en Córdoba. Como di
16
rector es elegido don Ramón Mo
reno, Salesiano.
Apenas en sus nueve años de
historia, la Escuela cuenta con un
buen haz de éxitos y actividades.
Actualmente tiene un magnífico
cuerpo de profesores provenientes
de las diversas Instituciones pro
motoras, y un primer curso con
unos cincuenta alumnos y alumnas. Buen pie para una obra que
tiende a multiplicar la acción apos
tólica de la Iglesia: cada maestro
llevará la pedagogía del amor evan
gélico a los niños del pueblo.
FORMAR PARA EL FUTURO
En representación de la Univer
sidad de Córdoba, habló do.i Fran
cisco Castejón. Se congratuló por
la Escuela, «este don que hemos
recibido y que tanto nos favore
cerá para el futuro». Alentó a los
que iban a trabajar en esta labor
«que suscita ya una expectación
por sus resultados próximos». «Los
que somos católicos —a firm ó ante esta obra nacida de la Iglesia,
hemos de mostramos firmes ante
todos los retos. Actualmente hay
una gran hambre de cultura que
no podemos defraudar: Maestros
y profesores tienen una misión
importante que cumplir y en la
que no puede haber vacilaciones
materialistas, pues se trata de la
formación de las generaciones del
futuro». Se refirió luego al con
tacto íntimo que ha de haber en
tre la Escuela y la Universidad.
«La Universidad —dijo— la ha
recibido con cariño y tiene gran
interés en su marcha floreciente.
Pido a Dios —concluyó— que la
bendiga y que tenga éxito en sus
alumnos y profesores».
ECHAR AL VUELO
LAS CAMPANAS
DEL ALMA
Monseñor Cirarda se dirigió a
los asistentes con palabras de jú
bilo y optimismo en un himno de
agradecimiento ante la realidad
presente. «Amén, amén, amén». Su
discurso tuvo sentido de triple
afirmación:
1. Amén, de acuerdo con la
letanía de gratitud de don Antonio
Calero. Gratitud a la Iglesia: tenía
que hacer este esfuerzo en los
albores de la Universidad cordo
besa. Gratitud a las autoridades
civiles que han contribuido a la
realización de esta Escuela. Gra
titud a la Universidad, por su aco
gida. Amén, en esta hora trascen
dental del mundo y de España que
se despega en un desarrollo que
le acarreará sus problemas.
“La Iglesia no puede estar ausente ante el nue
vo tipo de hombre que está naciendo” — dijo
don Antonio Calero, Inspector Provincial de Cór
doba, en su discurso de presentación de la Es
cuela— .
en Catequética, para la instrucción
y educación de la fe de nuestra ju
ventud.
2.
«Amén de agradecimiento
los nuevos profesores que están
saliendo de las Escuelas. En mi
última visita pastoral por los pueblos de la provincia he visto cosas
por las que hay que echar al vuelo
las campanas del alma. Cañete la
Real, por ejemplo, no hace mu
chos años, tenía 6.000 habitantes
y sólo tres escuelas. Hoy, con 3.000
habitantes cuenta ya con 19 escue
las más otras tres que se están
construyendo. Por primera vez
—añadid— el presupuesto nacio
nal de Educación es el más nutri
do, con más de 80.000 millones de
pesetas. Ningún dinero tiene mejor
carácter de inversión que el desti
nado a la persona».
«He encontrado —continuó—
unos profesores que hacen honor
a su título. Los sacerdotes de los
pueblos se han alargado en su
elogio por sus nuevos métodos
más ricos y pedagógicos. Todo es
to es un motivo de gozo y de es
peranza pensando en lo que la Igle
sia puede aportar en la formación
de los maestros». Al poner esta Es
cuela en pie, la Iglesia desea cola
borar para que los profesores estén
formados en la fe y formen, a su
vez, a los cristianos. La Iglesia sue
ña «G unos jóvenes especializados
tre las que destacan doña Con
cepción Rodríguez, don Benjamín
Barrionuevo, don Baldomero Mo
reno, el Monte de Piedad de Cór
3.
Amén, de acción de gracias a doba...
Dios por la realidad educativa, a
«Creo que es bueno subrayar
cuyo nacimiento estamos asistien —me comentó— la solidaridad de
do. Y terminó: «Queda inaugurada la Iglesia en esta obra. Siete Con
a la Escuela Universitaria de la Igle gregaciones Religiosas, unidas a
sia».
la diócesis, y comprometidas en
la formación de los maestros es
un signo de unidad. El reconocer
que siempre necesitamos a los
EN FAMILIA
demás es algo que empieza a en
Concluido el acto, el Director de riquecernos a todos».
la Escuela quiso que la inaugura
ción no terminase sin un bautizo
de vino español, al que invitó a POR ENTRE LOS PUEBLOS
todos los asistentes.
BLANCOS__________________
Ya en familia, don Ramón me
comentaba sus i m p r e s i o n e s :
De nuevo quedaba Córdoba «le
—«Hay mucho entusiasmo ante jana y sola». El autobús mañanero
una obra que empieza con ilu me llevó por entre los pueblos
sión».—¿Los profesores? Salesia- blancos de Córdoba y de Jaén.
nos, Jesuítas, Dominicos. Religio Pueblos blancos y limpios de An
sas, Seglares... trabajan y forman dalucía con olor y sabor a pan,
un equipo estupendo.—^¿Los alum vino y aceite, sustancias de la
nos? Por ahora sólo tenemos el sabiduría griega, de la cultura bí
primer curso en total son 51, blica y mediterránea.
cuarenta chicas y once mucha
Con su cartera al hombro, los
chos.—¿El futuro? Creo que es- niños iban a la escuela. Entonces
peranzador. No se trata exclusi era hermoso recordar que los Savamente de una obra de la pro lesianos y la Iglesia estaban pen
vincia, sino de la Iglesia en ge sando en serio en esta juventtid
neral, aunque esté íncardinada en del mañana, multiplicándose en los.
Córdoba.—¿Bienhechores? Muchos profesores y profesoras que, un
e incondicionales: el señor Obis día, abordarán ese misterio que es
po, el Rector de la Universidad, todo hombre que empieza a andar
el Gerente de la misma... Se han por la vida.
recibido múltiples ayudas econó
micas de distintas personas, en
RAFAEL ALFARO
12f
POR
E l MUNDO
SALESIANO
NUEVOS PRELADOS
SA LESIA N O S
En su carta de Año Nuevo, el
Rector Mayor nos daba la noticia
del nombramiento como Obispo de
Krishanagar (India) a monseñor
Mateo Barol, salesiano. Reciente
mente ha sido consagrado en la
Iglesia Catedral de la diócesis. El
nuevo obispo habla sido director
del Aspirantado de Bandel y pá
rroco. En 1970 fue nombrado Ad
ministrador Apostólico de la dióce
sis de la que ahora es obispo y que
cuenta con unos 7 millones de ha
bitantes de los que sólo son católi
cos unos dieciséis mil. Monseñor
Baroi es ahora el número 104 de
los obispos salesianos del mundo
en la actualidad.
• También acaba de nombrar el
Santo Padre como Prefecto Apos
tólico de Ariari al salesiano mon
señor Héctor Jaramillo Duque. El
nuevo prelado nació en 1924 en
Manizales (Colombia) y cursaba en
la Universidad de Bogotá sus es
tudios de Medicina cuando decidió
hacerse salesiano. Fue director de
varios colegios y era Vicario pro
vincial de la Inspectoría Salesiana
de Bogotá cuando le sorprendió
el nombramiento.
LOS SA LESIA N O S
EN POLONIA
Según notifica L’Osservatore Ro
mano, hay en Polonia 7.759 reli
giosos, pertenecientes a diversas
congregaciones. La congregación
religiosa con mayor número de
El Rector Mayor
da la bienvenida
al Santo Padre
en la Casa
Salesiana
de Frascati.
En septiembre
del pasado año
se reunieron
en dicha casa
35 Nuncios
Apostólicos
en una histórica
e importante
asamblea
de la que habló
la prensa
a su debido
tiempo.
Los Salesianos
tuvieron
la suerte
y el gozo
de dar
hospedaje a los
representantes
del Papa
en diversas
naciones
y, sobre todo,
al mismo Sumo
Pontífíce
que acudió
a dialogar
con ellos.
miembros es la de tos Salesianos,
con 881 socios, seguida de los
Franciscanos, con 723.
SEM AN A VOCACIONAL
Fortaleza (Brasil).— En el colegio
salesiano de esta ciudad brasileña
se ha celebrado una importante se
mana vocacional, con reuniones y
sesiones de comentarios bíblicos.
Se hizo una invitación a los chicos
de 12 - 16 años de varios colegios
y acudieron a la cita unos 42. Se
creó un clima de amistad en las
reuniones, mesas redondas y pro
yecciones. Por la mañana tenían
lugar los encuentros y ia tarde
q u e d ^ a libre para el deporte, mú
sica y lectura... La semana fue di
rigida por los estudiantes salesianos
del Nordeste brasileño. Las cele
braciones tuvieron el broche de oro
de la profesión perpetua de un saiesiano y la ordenación sacerdotal
de otros dos jóvenes salesianos.
CENTRO JUVENIL
EN TIERRAS DE MISION
Guatemala.— Nos llegan noticias
de ia actividad misionera dei Padre
Antonio Alvarez, quien ha funda
do en el Centro Misionero de San
Pedro de Carchá un centro juve
nil ai que acuden chicos y jóvenes
de la zona, en su mayoría kekchfes.
Estos jóvenes, además de la evangelización y promoción humana,
encuentran en este centro un lu
gar para sus charlas, sus reunio
nes y entretenimientos artísticos y
deportivos.
Antes de partir para Guatemala,
ei Padre Antonio Alvarez pasó por
Madrid y nos habló largo rato del
Centro Juvenil, que también lleva
ba en Astudillo...
BO DAS DE ORO
DEL PADRE M ORAIS
Lisboa.— Recientemente ha cele
brado en Lisboa sus bodas de oro
sacerdotales el padre Pedro Vicen
te Moráis, uno de los salesianos
más beneméritos de Portugal. Vi
vió los albores de ia obra salesia
na del vecino país y todas sus
peripecias. En la casa inspectorial
de Lisboa hubo una concelebra
ción eucarística presidida por el
homenajeado ai que acompañaban
17 sarcedotes y el padre Inspector
de Portugal.
/
POR
El MUNDO
5ALESIANO
Con SUS 89 años y su cabeza
nevada, el padre Moráis tiene un
corazón juvenil. Nació en Lisboa
en 1884. Entró con los salesianos
en 1897 y profesó como salesiano
en 1903. También cumple 70 años
de vida salesiana.
El padre Moráis es un músico
competente y un notable composi
tor de música sacra. Ha realizado
una labor extraordinaria con los
“Pequeños Cantores”. Ha sido un
excelente profesor de Física. Como
profesor de esta materia estuvo du
rante nueve años en el colegio de
Utrera (Sevilla). Pero la cualidad
natural más destacada del padre
Moráis es la Radiestesía. Ha re
corrido Portugal de punta a punta
en busca de aguas subterráneas.
Con este mismo objetivo ha estado
en otros países.
Hoy, el venerado sacerdote ce
lebraba sus fiestas jubilares rodea
do del cariño y aprecio de sus
hermanos de Portugal. En sus de
claraciones ha dicho: “Siempre he
puesto por encima de todo mi vida
de sacerdote. Tuve la oportunidad
de ser saiesiano y seguí mi voca
ción a pesar de muchas dificultades
y hasta incomprensiones menos jus
tas. Pero siempre decía: “Vamos
adelante. Si tuviera que comenzar
Vemos en la foto
a fres satesíanos nonagenarios
de Italia.
Los tres
han recibido del Papa Pablo VI
la medalla
“Pro Ecciesia et Pontífice”
por la gran labor
realizada
en el campo de la educación.
Los fres
han sido justamente homenajeados
en la Casa Madre
de Turín.
de nuevo no quisiera ser otra cosa,
sino salesiano”. Cuando fui a Turín
y vi la Basílica de María Auxiliado
ra y los lugares santificados por la
presencia de Don Bosco, se me
inundó el pecho de alegría".
El padre Pedro Vicente Moráis
tiene ahora nieve en su cabeza,
pero lo abrasa una gran llama in
terior. Como perito en radiestesía,
sabe que tiene fuerzas subterrá
neas que vale la pena aprovechar.
Pero sabe aún más, que en el in
terior de cada hombre hay una in
finidad de energías misteriosas. Son
estas energías las que importa con
certar y canalizar a través de la
educación, como lo hizo Don Bos
co, de acuerdo con la pedagogía
salesiana.
NUESTROS
BIENHECHO RES
LOS LEPRO SO S
Macau.— Desde su lazareto de
Coloane escribe el misionero don
Cayetano Nicosia, apóstol de los
leprosos en aquella isla: “Todas
las limosnas que nos llueven — es
la Providencia quien nos las man
da— son empleadas hasta el últi
mo céntimo en favor de los lepro
sos, poliomielíticos, ancianitas sin
puesto en los hospitales, huérfa
nos...
Pero nuestros máximos bienhe
chores, hoy por hoy, son nuestros
leprosos. Actualmente están cons
truyendo un hermoso edificio de
tres pisos para los niños pobres
de Macau. Sólo tenemos que com
prar el cemento: la arena la traen
ellos, los ladrillos también los fa
brican, las piedras nos las obse
quia un ex-alumno, y el agua nos
la da el cielo... “Así vemos cómo
el Cuarto Mundo acude en ayu
da del otro Tercer Mundo..."
UNIDOS EN LA SED
Maliapota (India).— También la
sequía azota esta tierra de Ben
gala. Pues bien, ante la sed co
mún, se han unido católicos, pro
testantes y musulmanes para orar
juntos y pedir a Dios el agua. En
número de 800 han pasado por la
iglesia salesiana y el párroco ha
unido su oración a la de estos
hombres. "Era algo conmovedor
— escribe el misionero— . A eso de
las doce, oigo como un rumor de
lluvia. Salgo a ver: era un grupo
de muchachas mahometanas que
había llegado con recipientes de
agua y e st^ an haciendo sus liba
ciones sobre las gradas del tem.
pío. Luego entraron en él y se pu
sieron a rezar...”
EN BUSCA DE LA GENTE
El padre Bernardo Tohili, Superior General para las Misiones, ha Im
puesto el crucifijo misionero a nueve de los salesianos que partían para
diversas regiones del mundo. La ceremonia tuvo lugar en la Basílica de
María Auxiliadora de Turín.
El periodista pudo hacer una entrevista a dos de ellos. Y hasta le
pusieron sus condiciones: ante todo, nada de nombres; y luego le exigie
ron preguntas sin retórica, concretas y con garra. Aquí las ofrecemos a
nuestros lectores en esta página vocacional.
—¿Queréis presentaros?
—Tengo treinta y tres años.
Vengo de Sevilla, donde trabajaba
en la Universidad Laboral salesiana. Y voy a Venezuela, destinado
a la «Escuela Técnica Popular Don
Sosco» de Bolefta (Caracas).
—Yo tengo treinta años. Vengo
del Oratorio Salesiano de Catania,
donde he estado cuatro años. Y
voy a Las Villas, suburbio de Codiabamba (Bolivia). Compartiré mi
trabajo entre los jóvenes con el
salesiano español Abella, que ya
me está esperando.
•»¿Cómo ha nacido en vosotros
la vocación misionera?
—Es algo difícil de explicar. Se
trata de una cosa que creo subya
ce en el alma de todo salesiano.
Comenzó en el noviciado. Tenía
entonces quince años. Pero los mo
tivos de entonces eran muy diver
sos de los de ahora. La fantasía,
las aventuras y el fervor jugaban
un papel decisivo. Sin emb^argo,
este mismo sueño ha ido desarro
llándose paralelamente a la madu
rez humana y religiosa. La Provi
dencia me da ahora la oportuni
dad de realizar el antiguo sueño.
Con plena tranquilidad y completa
serenidad he respondido que sí.
—Mi historia es totalmente dis
tinta. De pequeño tuve que luchar
lo mío para obtener de mi ma
dre el permiso de hacerme sale-
BEC A S PARA LAS VO CACIO NES SA LESIA N A S
INSPECTORIA DE BARCELONA
Beca «Santa Faz» en m em oria de D. M ateo B ordas: 100.000 pts.
INSPECTORIA DE BILBAO
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«Fam ilia F ra n c ia G.» Salam anca. N. c.: 1.000. T o ta l: 29.000 pts.
«A. Biltunas». P rim e ra en treg a: 5.000 pts.
«Srs. de R uis de Salaxar». P rim e ra en tre g a: 26.000 pts.
*S. J . Bosco». A. M artin. I. M ateos. N. e .: 8.000. T .: 100.000 (comp.)
«Fam ilia Mesonero Rodrigues». N. e.: 90.000. T . : 100.000 (com pleta).
«Mercedes Cruzado». N. e.: S.OOO. T otal: 87.000 pts.
INSPECTORIA DE SEVILLA
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Beca
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B eca
<D. R afael Romero». San Jo s é del Valle. N. e.: 3.000. T .: 55.000 pts.
«D. M arcos Tognetti». N. e .: 6.000. T otal: 20.000 pts.
«D. Francisco de la Hoz». N. e .: 10.000. T otal; 20.000 pts.
«D. S antiago R ivera N ogueiras». U trera. l.B e .: 31.550 pts.
«M aria A uxiliadora». Aixh. Cádiz. N. e.: 1.000. T otal: 67.000 pts.
INSPECTORIA DE VALENCIA
Beca «San Bernardo». V illena. N. a.: 10.000. T otal; 93.000 pts.
Boca «D. Francisco Serrats». Valencia. N. e .: 4.000. T otal: 12.000 pts.
Beca «Arch. de M arta AuxlUadora». Valencia. N. e .: 4.000. T .: 96.000 pts.
siano. Nunca tuve demasiada con
fianza en mí mismo y jamás que
sentí preparado para empresa tan
comprometedora. El deseo de ir a
las misiones nació en mí cuando
me decidí hacerme sacerdote. Si
estaba dispuesto a entregarme al
Señor, mi respuesta debía llegar
hasta el fondo, incluso a ir a las
misiones, donde se exige im ma
yor sacrificio.
—Tú vienes de Catania y tú de
Sevilla. ¿No os parece que en
triángulos como Müán-Turín-Génova; Madrid-Barcelona-SevUla, hay
quizás más gente necesitada de
evangelización que en Bolivia o
Venezuela?
—Sí, claro. En todas partes se
siente esta necesidad. Pero creo
que aquí hay demasiados evangelizadores, excesivo número de cu
ras y monjas. La gente acaba por
acomodarse en ese tren llamado
«vida cristiana». En realidad, si so
mos honestos, hemos de confesar
nuestro apoltronamiento. Todos y
cada uno nos apoltronamos con fa
cilidad, mirándonos ios unos a los
otros muy satisfechos de nuestra
mediocridad.
—Todos lo sabemos, y hasta se
ha escrito en ilustres documentos,
que Francia, Italia y España son
«países de misión». Yo me he pre
guntado más de ima vez sí era
lícito abandonar esta tierra de mi
sión para ir a otra. Pero como sa
lesiano, me he puesto en manos
de la Congregación. Y es la Con
gregación la que me invita a ir
a una zona que es quizá más es
tado de misión y tal vez más subdesarrollada. Voy lleno de confianza.
Pero hay todavía otro aspecto de
esta aventura. £1 abandonar patria,
familia, amigos es un enorme sa
crificio. Y este sacrificio, aceptado
con amor, puede damos mayor ri
queza espiritual a mí y a aquéllos
por los que he de ofrócer mi vi
da. Además, con este sacrificio
creo también hacer un bien a los
otros: pienso en los hermanos de
Ett» pequeño neo habla
con la mirada:
“Aunque no lo parezca,
llevo pantalonea".
mi inspectoría. Yo voy como csu
enviado», justo como las primeras
comunidades cristianas que envia*
ban a alguno a lejanas tierras a
tpredicar a Cristo». Todos los her*
manos se sienten unidos a mí.
Aunque hayan de dar sólo una cla
se más para tapar mi vacío, será
una hora de misión que hacen con
migo.
—Alguien ha dicho que la aven
tura es una de las drogas más alu
cinantes. Entre los motivos que te
empujan hacia Cochabamba, ¿qué
puesto ocupa el espíritu aventu
rero?
—Ningimo. Ni siquiera el último.
Te parecerá extraño, pero yo voy
a las misiones, en primer lugar,
por los que dejo. He constatado
que los jóvenes con los que tra
bajaba no tenían ni la más remota
idea de las misiones. No compren
dían que uno pudiera abandonar
todo para hacerse un evangeüza-
dor. Mi actitud los ha llevado a
plantearse casi con violencia este
problema y a ensanchar un poco
su horizonte cristiano, más bien
mezquino y estrecho. Espero con
tinuar mi contacto con ellos para
educarles en este sentido misio
nero.
Pero el motivo fundamental es
evidente; voy a trabajar con los
jóvenes de allá, por la gente ne
cesitada. por los pobres ante los
cuales nuestros pobres son ricos
privilegiados: pues están en contac
to con una cultura, una economía
y una evangelizadón a la que ja
más podrán acercarse los pobres
del Tercer Mundo.
Y aquí la aventura no entra para
nada. Sé que no he de caminar por
la selva ni entre leones. Voy en
busca de la gente, de los pobres.
La única aventura, si desea subra3rarla, es la de estar a 14.000 ki
lómetros de mi tierra.
—Entre otras cosas, el misione
ro va a enseñar. ¿No te parece
que en Venezuela tienes también
mucho que aprender? ¿No crece
que los europeos nos hemos pro
clamado los maestros del univer
so?
—He reflexionado mucho sobre
esta idea y estoy convencido de
lo que me dices. Durante el cur
so de preparación también hemoa
pensado mucho en ello comunita
riamente. Creo que vamos allí no
para enseñar, sino para trabajar >
para aprender. Codo con codo con
la gente de allí, aumentaremos
nuestra riqueza espiritual. Ellos során nuestros maestros. Sólo cuai»do lleguemos a encarnarnos entra
la gente con la que vivimos pc^
dremos poner a su disposición Ic
que poseemos, y con humildad, no
con el aire de quien enseña, sino
poniendo en común todas nuestra*
cosas.
—¿Sentís conmoción ante la par
tida?
—Me da una sensación de paz,
de ir a hacer algo que vale la
pena.
—Conmoción no. Sólo un poce
de nerviosismo, como cuando h^
de afrontar una cosa totalmente
nueva, que puede cambiar mi vida.
—¿Qué es lo que dejas con mú
tristeza?
—A mis padres. Al dejarme ir
son ellos más héroes que yo.
Aceptamos este sacrificio con ale
gría y tristeza a la vez, como una
grada que el Señor manda a nues
tra familia.
—Cuando se está lejos, quieras
que no, hay momentos de «baja
protón», en los que llega la nos
talgia. Es entonces cuando not
acordamos de las cosas agradable*
que formaban parte de nuestra Ti>
da. ¿Qué recordarás en esos mo
mentos?
—Sin duda que me acordaré de
mi madre. Pero también pensaré
en los chicos del Oratorio con los
que he vivido cuatro años inten
sísimos...
« * *
Así de generosos y sencillos, es
tos salesianos se disponían a de
cir su adiós a tantas cosas entra
ñables. Y, naturalmente, ya estarán
en su campo de trabajo en la otra
orilla de América.
E. B.
2é
Varias de las Hermanas
que trabajan en la Misión
de los Guaicas.
Aquí destacan las barbas nevadas
del padre Coceo.
SEIS
mamas
PARA
LOS
GUAICAS
24
“No pasa día — escribe Sor
Felicidad en la misión de los
Guaicas— sin que los indios me
pregunten “ ¿cuándo vuelve el
padre Coceo? ” El pequeño Abbe,
al menor ruido de avión, corre
en seguida al campo. Aún está el
motor en marcha y no obstante
él se asoma a la escotilla para
curiosear dentro. Luego pregunta
a todos: “ ¿Ruedi padre Coceo?”
¿dónde está el padre Coceo? Pe
ro nadie sabe decírselo. Entonces
no tiene más remedio que regre
sar. Y aprieta los puños rezon
gando: “ ¡Esto no puede ser!”
El padre Coceo, misionero salesiano del Alto Orinoco (Vene
zuela), muy conocido por nues
tros lectores por su amplia bar
ba nevada, ha regresado durante
unos meses a su patria Italia
— también pasó por Madrid—
y sabe que lo esperan con ansia.
Mas él se siente tranquilo por
que ha dejado a los Guaicas en
buenas manos: las manos de seis
“mamás”.
“En los centros de misión que
no hay hermanas — dice— se no
ta a la legua. El misionero pue
de trabajar y hasta multiplicarse
por cuatro; pero no obtiene los
resultados que se consiguen don
de hay hermanas”. Con el hura
cán de su barba sobre la sotana
blanca, con su sagacidad y dul
zura de siempre, el padre Coceo
pesa sus palabras medidas y só
lidas como salidas de su larga
experiencia.
“La hermana es la que da tono
y melodía a la actividad misio
nera. Ellas son las que organizan
y realizan las iniciativas. La her
mana es mucho más atendida que
el mismo misionero, obtiene mu
cho más; en el plano de la edu
cación de los hijos, en el de la
alimentación y la higiene. Si aca
so llamo yo la atención a uno de
los Guaicas, éste es capaz de con
testarme con un “cobbo” (¿Y a
ti qué te importa?) y seguir lo
mismo que antes. En cambio, la
hermana es constante, insiste con
paciencia y ... al final... siempre
consigue lo que desea.
“Recuerdo cuando todavía es
taba yo solo con los indios. Les
repartía los vestidos y se los po
nían de cualquier manera: lim
pios o sucios, nuevos o rotos...
hasta que se les caían hechos pe
dazos. Ahora las hermanas han
enseñado a las indias a lavarlos
y a tenerlos en orden. Antes,
cuando veían un roto en el vesti
do, metían en él los dedos para
hacerlo más grande y hermoso.
Ahora, sus mujeres ya han apren
dido a coser y a remendar...
Con razón — recuerda el padre
Coceo— el fundador de aquellas
misiones, Mons. De Ferrari, qui
so q u e las Hermanas fuesen
cuanto antes. Por eso, en 1940,
llegaron las Hijas de María
Auxiliadora a la Misión de Puer
to Ayacucho. Primero fueron
tres; ahora son seis y están en
dos residencias. Seis “mamás”
para los Guaicas.
LO S INDIOS, UNOS
AUTENTICOS CABALLERO S
El padre Coceo recuerda aquel
28 de diciembre de 1960 cuando
llegaron en la avioneta acompa
ñadas de la Madre Inspectora.
Hubo un contratiempo y aún no
estaba terminada la casita que
debía hospedarlas. “Durante unos
meses tuvieron que aguantar mo
lestias y dificultades sin cuenta.
Pero lo llevan con un espíritu
de sacrificio y una alegría tal que
aún hoy me causa un gran asom
bro. Y a empezar con prisa por
que les faltó tiempo para em
prender su trabajo con los niños
y con las mujeres, con sus cla
ses y con sus visitas a las tribus
cercanas”.
con la mayor delicadeza, le ofre
ce la mano y la sostiene. Con las
hermanas los indios se portan co
mo auténticos caballeros. Yo mis
mo lo he constatado y así lo con
fiesan también ellas”.
El padre Coceo no puede nom
brar a Sor Magdalena Mosso, la
primera directora, sin conmover
se. “Se sacrificó hasta agotar sus
fuerzas”. Regresó a Italia, pero
su corazón está todavía en la sel
va... ”
¿ Y COMO NO VAM OS
A Q U ERERLAS?
Los indios, por su parte, es
tán como sugestionados por la
presencia de las Hermanas y
sienten por ellas una especie de
veneración. “Jamás he visto a un
indio faltando al respeto a una
hermana. El trato con ellas los
torna amables y delicados. Cuan
do las hermanas tienen que ir a
la Misión, ellas mismas me pi
den la compañía de cualquier in
dio antes que de cualquier otra
otra persona. El indio en segui
da se percata de las dificultades
del camino y si la hermana no
se atreve a subir por la excesiva
pendiente del monte, entonces él,
Las Hermanas ayudan a las
mujeres indias en el desarrollo de
sus hijos a quienes les dan clase
y comida. Ha tenido un éxito
completo el comedor escolar que
han fundado. Con fideos o arroz
y pescado (que lo hay en abun
dancia) hacen una especie de so
pa que la reparten a los chicos
después de dos horas de clase.
Y lo extraordinario es que han
enseñado a los mayores a prepa
rar estos platos de sopa. Los ha
cen por turno todas las mañanas
y, por su labor de cocina se les
da un bolívar de recompensa
(unas diez pesetas). La comida
diaria les viene a salir por las
100 pesetas, pero siempre hay al
gún santo que se ocupa de pa
gar los gastos...
“Esta anaconda — nos dice el hermano Ovidio-— impone respeto aun des
pués de muerta. ¿Y qué decir del hermoso ejemplar de pescado que
cuelga de mi brazo izquierdo? Pesa varios kilos". No es de extrañar que
las monjas preparen los sabrosos platos de que nos habla esta crónica.
1
El padre Coceo
distribuye vestidos a los indios.
masiado! Sor Felicidad, la direc
tora, perdió los estribos. Pensasado y hecho. Untó unos trozos
de pan con veneno de las ratas
y se los echó a los perros. Mu
rieron cinco o seis.
“Las Hermanas, cuando ven a
algún chaval débil o necesitado,
le dan a su madre alguna cosilla,
hasta parte de los huevos de su
gallinero... Ultimamente han re
cibido buenas remesas de alimen
tos de parte de algunos entes
asistenciales del país.
“Hemos pesado a los niños
—dice la última carta llegada de
Venezuela— : y en un solo mes
han aumentado dos kilos”. Lo
mismo que una madre, las her
manas no saben disimular sus ale
grías por el bien de los chicos de
la misión.
en cueros. Entonces no tuve más
remedio que echarles una repri
menda: “ ¿Para qué os han dado
las Hermanas los pantalones si
no para que los uséis? Al me
nos, si tenéis que pasar por de
lante de su casa debéis ir vesti
dos con decencia. De lo contra
rio, ellas os dan la espalda y os
dicen: ¡Feo, feo, feo!” Esto lo
han comprendido perfectamente
y han procurado obedecer. Pero,
de vez en cuando, si por el ca
mino se encuentran con alguna
hermana y se dan cuenta de que
van desnudos, se llevan las ma
nos a los ojos y se ponen a gri
tar: ¡Feo. feo, feo!, y huyen co
rriendo.
FEO, FEO, FEO...
Tampoco faltan las dificulta
des en un ambiente tan duro y
desabrido. Comenzando por los
mismos vestidos de los indios, o
mejor, por su ausencia. Apenas
llegaron las Hermanas — cuenta
el padre Coceo— los indios no
tenían reparo alguno en pasar por
delante de la casa de las monjas
según acostumbraban, es decir.
26
LA HISTORIA
DE UNOS PERRO S
Una de las mayores desventu
ras que hemos tenido nos vino
por causa de unos perros. Los
animales fueron a hacer de las
suyas al gallinero de las monjas.
Acabaron con unas sesenta galli
nas, más de la mitad. ¡Era de-
Matarle un perro a un indio
es una ofensa mayúscula: los in
dios quieren a sus perros como si
fueran personas. Entonces uno de
ellos, para vengar a sus perros,
se armó con arco y flechas para
acabar con todas las gallinas de
las monjas. Sor Felicidad llegó a
tiempo. Dotada de una fuerza
poco común y armada también de
valor, quitó las armas al indio
y lo amenazó con tirarlo al río.
El pobre hombre, avergonzado
(no se sentía con ánimos de pre
sentar batalla a la hermana), se
calmó y, al fin, aceptó el castigo
merecido: durante varios días hi
zo guardia al gallinero para de
fenderlo de los perros...
GUERRA
ENTRE LA S TRIBUS
“Por lo demás — continúa el
padre Coceo buscando detalles
de las últimas cartas recibidas de
la misión— aquel mismo indio
llegaba días más tarde a Sor Fe
licidad a pedirle ayuda. En efec
to, por su culpa se había desen
cadenado nada menos que una
guerra entre dos tribus. (Estas
estampas de vida misionera pue
den parecer pueriles. Pero, ¿aca
so dan mayores pruebas de ma
durez las grandes potencias cuan
do se azuzan entre sí?
Pues la guerra estalló por un
contrato incumplido. Un indio
de la cercana tribu de los Vitocoyoteros pretendía cons^uir co
mo esposa a la hija de este indio
de la misión (una diiquilla de
apenas trece años). Y fue a lle
vársela acompañado de un sé
quito de indios armados. Por
precaución, el padre de la niña
la había confiado a las monjas,
quienes la guardaban en la mi
sión. Los Vitocoyoteros se ente
raron de ello. “Se presentaron de
improviso — dice la carta— to
dos pintarrajeados de negro, y
con flechas, hachas y machetes.
Apenas nos dio tiempo de cerrar
la puerta de la habitación de ia
niña. Pero dos indios comenza
ron a derribarla con sus hachas”.
al condado. Pero, como se pre
veía, volvieron poco tiempo des
pués.
Entonces, sin cumplimientos
de ninguna clase, la enérgica Sor
Felicidad los agarró y los arrojó
al uno contra el otro dándoles
un sonoro cabezazo. En el cam
po de aviación de al lado estaba
la avioneta del correo. “Encen
ded el m otor” —ordenó Sor Fe
licidad a los pilotos, consciente
del terror que su ruido causa a
los indios— , y venid corriendo
a ayudarme. Mientras tanto, ella
luchó con fuerza hasta lograr
arrebatar las hachas de las ma
nos de los indios aterrorizados.
Al final del conflicto, los dos
bandos tribales habían quedado
descontentos y melancólicos. Nin
gún muerto, pero muchos heri
dos, algunos graves; y todos mal
parados.
—Ahora mismo os llevo a Ca
racas a la cárcel, les dijo.
Entre sus amenazas, el estré
pito del motor y los gritos de
los Guaicas que llegaron de la
misión, los asaltantes huveron
El padre Coceo
presenta al Santo Padre
a dos Indios guaicas.
Esta fotografía
ha dado la vuelta
al mundo saiesiano.
Es digna de observar
la actitud emocionada
del Papa Pablo.
La batalla fue inevitable: fle
chas, garrotazos, asaltos, fugas,
persecuciones... Sor Felicidad no
cesaba de pedir ayuda a los hom
bres de la avioneta. Los pilotos
echaban a andar el motor. Pero
el zumbido, ensordecedor en un
principio, fue debilitándose poco
a poco y el rumor fue haciéndo
se imperceptible hasta el silencio.
Por miedo, los pilotos habían
volado...
Por esos mismos días, en otros
lugares del planeta, Arabes e Is
raelíes se atizaban con más fuer
za...
Pero la niña del altercado ha
bía quedado ilesa, refugiada en
la misión bajo la protección de
las monjas.
“Creo que no exagero — intiite el padre Coceo— al afirmar
que una misión entre esta gente
primitiva, sin las Hermanas se
ría un cuerpo sin vida. Ellas tie
nen paciencia, la caridad, el buen
criterio de no pretender hacerlo
todo en seguida, de saber espe
rar el momento preciso. Y así
llevan adelante el asilo, la escue
la, el taller de costura... Ense
ñan el arte de cocinar y hacen
de enfermeras. Son de verdad
providenciales en un lugar tan
aislado. Son las auténticas mamás de los Guaicas”.
E. B.
C o o p e r a c ió n
S a lt^ x ia n a
ff
T e r c e r A fu n d o
Tres niñas de Haití. Tres cucharas en funciones. Tres caras. Mirad que ojos. Contemplad despacio la sonrisa
Inefable de la pequeña del centro. ¿Cabe algo más Ingenuo y más dulce? El padre Bohnen os envía esta
foto para que os alegréis, para que veáis alguno de los frutos que producen vuestros sacrificios y donativos.
Alegraos de que en un lejano rincón de la tierra encendáis sonrisas en ojos Infantiles, Imagen pálida de la
bondad con que Dios mira a quienes tales cosas saben hacer.
UNA PESETA BUSCA AVENTURAS
Pocos días antes de Navidad. Acaba de llegar el
correo. Un sobre arrugado llama la atención. ¿De
quién será? En letras mayúsculas, vacilantes y des*
iguales viene la dirección: COOPERACION SALESIANA y cTercer Mundo». En el matasellos apenas
se lee Salamanca. El remite está muy bien tachado;
sólo deja adivinar un nombre que empieza por S y
acaba en o. Debajo del remite con letras minúsculas
se declara la intención: para los negritos de Hiti (sic).
Un borrón natural corrobora lo de negritos. Todo
induce a creer que se trata de la carta de un niño.
En un ángulo del sobre se ha formado, con la pre
sión de las otras cartas, un redondel.
La curiosidad de las cosas mínimas: ¿qué sorpresa
nos deparará este sobre? Todos los días el montoncito de cartas trae alguna sorpresa: una familia que
envía unos miles de pesetas, otro que paga su comida
a un niño por un año... ¿Cuál será la de este sobre
cito de letra incierta y renglones torcidos?
28
Abrimos. Una pesetilla dorada y limpia cae y tin
tinea un momento sobre la mesa. Una pesetilla, que
se lanza sola a la grande aventura de dar de comer
al hambriento. ¿Qué mano buena te mandó tras des
tinos tan divinos? ¿Te acuerdas del óbolo de la viu
da? No temas por tu nonada; el Señor te multipli
cará. Porque eres todo lo que tenía un niño; porque
eres la ilusión de un alma pequeña y sencilla. Por
eso tienes un valor sin precio; para ti no hay cam
bio en moneda poderosa; por eso estás tan limpia,
tan doradita, tan reluciente, porque te ilumina lo que
cautiva al corazón de Dios y de los hombres: la fe
de un niño que contigo cree remediar el mundo.
*
*
*
Una buena noticia. Los Mixes ya tienen agua. El
colegio salesiano, esperanza de aquella misión de
Ayutla-Matagallinas, recibió antes de Navidad los
6.600 dólares que necesitaban para conducir el agua
hasta el mismo. Hubo alegría, vivas, y oracio
nes en honor de los cooperadores de España, que hi
cisteis posible el remedio de una necesidad tan
grande.
*
♦
*
El padre Pernía escribe dando cuenta de haber re
cibido 500 dólares, que se le enviaron para su nueva
misión de Umsohlalt. La reproducimos sin comen
tarios:
«¡Jesús mío! Y yo que creía que me tenían olvi
dado, y, se lo digo con toda la verdad, estaba ya
perdiendo los ánimos. Su ayuda ha sido más que
bienvenida. Yo diría que ha sido la respuesta del Se
ñor a una oración que rayaba en la desesperación.
Y mirándolo así le doy las gracias a El y a los co
operadores salesianos de España que tan a tiempo
me han ayudado.
Mire, ayer mismo por la tarde (9 de noviembre de
1973) nos sacudió un terremoto. Me dio tal susto
que con gran «valentía» nos echamos todos a co
rrer y bien apretados unos junto a otros esperamos
a que se pasase. Luego, esta misma mañana, el pedrusco (granizo). ¿Sabe lo que significa esto al tiem
po de la cosecha? Ya están viniendo aquí: que si ya
no me queda arroz, que el pedrusco me lo ha aca
bado, qué voy a comer todo este año, etc., etc. Y
todo esto en una misión nueva, recién empezada. Se
puede decir que aún no llevo año y medio en ella.
He llamado a una reunión al «rey» y al «sacerdote»
del reino, que los dos son buenos católicos, y hemos
hecho un «dorbar» para recoger los nombres de las
personas afectadas y mandar una instancia al gobier
no, que será inútil, pero quieren hacerla.
Con esta fecha le mando un paquete de flechas lo
cales, las mismas que hemos usado para defendemos
de los sacrificadores (alude a una tribu de cazadores
de cabezas no controlada por el gobierno todavía)
en esta aldea de Umsohlalt. Es un obsequio a los
Cooperadores por su generosidad tan a tiempo y tan
bien adivinada.
Dígales que no se olviden de nosotros. Es tan crí
tica nuestra situación que no tenemos ni para hacer
una obra de paja y bambú. Lo poco que me llega no
basta ni para pagar suficientemente a los catequistas,
con los que debo atender a cuatro tribus: los Bhoi,
Mikir, Lalug y Nepaleses. No nos olviden.»
Firma este S. O. S., como os decía antes, el padre
Roberto Pemía. Termino recordándoos que la pese
ta dei niño desconocido para nosotros espera com
pañía para ir en busca de aventuras divinas: a la
India, por ejemplo.
JAVIER RUBIO
D elgado N. de Cooperadores
DONATIVOS RECIBIDOS
HASTA EL 18 DE DICIEMBRE DE I97S
Francisco Aznároz. Isaac dp Ju a n , Coopprndorca do Alcoy
y de M ontilla, Daniel Diez. B ernarda García. E m ilia Loran,
Miguel Calleja, A ntonia Gimcno, Farn. Gonaátox Koin, C ar
men Ros. V isita D om iciliaria de T alavera, Guadalupe Ferreiro. Carm en PelegrI, M aría Casonovas, E lfricde Oeliena,
M aría Sánchez. Vda. de Santiago, P ila r Vera, Carmen Mo
reno, R osalía Estévanez, M aría Arlos, V. P íroz. Antonio
Unam uno, A m alla H ernández. Fam . G arcía de la T orre.
M arqués de Vivel. C ristina López. D esiderio Ibáftez, Tomás
Manuel, Manuel Muñoz. M arqués de C onquistas, M aría L.
Rey, Ram ón T Intoré. Francisco M om part. V ictoriano Igle
sias. Dolores Surós. P aq u ita Roche, A. Sánchez, M aría Oroz,
Jo sé Valencia, L eonor Miguel, M aría P . M artínez, P rado
Pascual, Jo sefa Sansó, Dolores Domínguez, E lisa D cta,
P edro R odríguez. Ju a n Solazar, Felicísim o Santiago. An
tonio Cubeiro, L uz Domínguez, Evelio Bclloso, Ju lia F e
rrando, Vda. Puyadena, Paz y L au ra Gómez. Lorenzo
Ordónez, Manuel León, Daniel Bartolom é. E m ilia R odrí
guez, L orenzo Téllez, Dolores Rodríguez, M aría P . Gonzá
lez, L uis Villavedón. Antonio Jerez, Jerónim o H ernández.
Sra. de P ra d a , Angeles Rojo. A ntonia Vilagelíu, Antolín
M ata. P e p ita Ramón, R ufina Rivas, M aría Tcre.sa Villa.
F am ilia Bolum ar, Remedios ü g a rte , Ju a n a Pona, M aría
L uz García. P ila r Aroca, Antonio Fernández. W enceslada
G arcía. M aría Sala, Socorro Madero. Ju a n Rodríguez, Clenteciano M artínez. Alicia Benito, Sla. López, C arm ina Bordallo, Ju a n J . González, Josefina de la T orre, Antonio
Tomás, Asunción Casanova. Josefina Mulet, Angel Berenguer, A lejandro Fernández. J u a n Pérez, Ju lio Robles, Ro
sa rio Ram onet, J u a n Puig, M ilagros Pérez, Ju a n a Sanm ar
tín . M anolita Sánchez e hijo, Am paro Guayo. Joaefo Alonso.
B lanca L . V altueña. Jo sefa Sansano. Ja v ier L. Unzu. Lucía
Sánchez. In és Abad, Rafael M artínez. Pascasio Sancho. J .
M aría T orruella, Concepción T orrero, J u lia Sanz. Ju stin a
Roda, L uis Velasco, P e p ita Ortiz, L aureano G. Rom anillos.
M aría L . Polo. Rem edios M arqués, V alentina P erca. Isi
doro H ernández. Vda. de A nsorena, Piedad Franco, Juan
Moya. A ngustias Muñoz, H erm itas Vular, Carlos Jam brlna.
Amelia Gómez. E m ilia Valero, M ilagros Sanchís, Carmen
T ejeras, L u is Reinoso. A urelia P erea. Celso T aín, Ramona
G a rd a, Antonio L atorre, Joaquín Muñoz, Francisco Espino.
Antonio Fernández. Inés de la Orden. Concha F . Castañeda.
E ndasa. Sabina A rricia, Fam ilia Cordero. Soledad F ra n
cisco. Clcm cntina de Vega. Josefina de B urgos. F ernando
Aguado, Ascensión Revenga, Purificación Paz, F au stin a
Salvador. B eatriz E lias. Sabino B cngurla, Carmelo E scu
dero, P . B ray, Ulplano de la Iglesia, R osario Ram írez.
Carm en Lago. Ana M aría Curado. Francisca G a rd a. E sth er
Castro. S antiago Cabeza. S antiago Valle, L uisa Q uintana.
R am ona T oubas, M aría Faraco, José G arcía Alba. Josefa
González. Rosa Areválo. Rafael Fernández. A. Blanco.
Carm en Sebastián. Ju a n Díaz. P ila r Asensio, Miguel T orre
cillas, J u lia Sanz. M aruja Conde. P atricia. Loli y Joaé.
Jo sefa y A ntonia García. Francisco Posso. F é lix Fernández.
Leoniaa M artínez. Cecilia H ernández, Francisco Pescador.
C lara Menéndez. Jo sé L uis Polo. Visitación Gómez. T eresa
Vázquez. Rem edios Pérez. M aría Miguélez, Francisco M ar
tín. E duardo. Jo sé Alonso, M aría P eiré, J u a n Candón, Ó irmen Ruiz. F elisa E rro, Ig n a ria García, Isabel González.
Joaquín M urillo. P ed ro AragUeg. B lanquita H eredía. R a
fael M arquina. Jo sé Ram írez. Casim ira Vega. Dolores Cor
tiñas. Leocadio Pérez, Longino Gómez. L uis Sánchez, Jo s é
Gómez. A ntim a M artín. Ju a n a Galmés. M ontserrat Bofill.
Concepción Mateos. José del Rivero, Olimpia Bonnait. Mi
lagros A ndreu, Vda. de E. Xim^'-nez. Ju lia n a L ucas. Victo
ria G arcía. Bla.s P itarch . C rescendo González, A ntonio P as
tor. A ntonia M artínez. Ja v ier Cardona. M odesto R odríguez.
H . S agarra. A. Pacheco. Ju a n Corom inas, Jo sefin a Ju ltá.
L u isa Sáez. Je sú s F ría s, C asilda R ioja. E. Z arandona. J o
sé Baró. M ario Guzmán, L oly R odríguez, P ila r G utiérrez.
F lo ra Cañizal. C oncepdón Ayuso. E lena Gómez. B ernardina
González. Sres. de Cruz. L uis S endarrubia. C arm ina de
Vicente. M. C. Moya, A ntonia M artín. Isid ro Fernández.
Alfonso López, A na M. H idalgo. Superiora H ospital O rotava. E lv ira Lezcano, Nieves Medela, V irtudes C a ú re s . San
tiago Costero. Jo sé B elard. Manuel Sola, R osario M árquez.
M aría C. P érez. D esam parados T renor. Isab el Piles. FVancisca G arcía, Jo sé Aleixos. M ercedes Roig, Zoila A ram barí.
A na F ernández, Ramón Zorrilla. F rancisco Lorenzo. Miguel
Soler. Cam ila H ernández, F o rtu n a to A guado, D olores F e r
nández. R osario Serrano, Ism ael López. M aría JuU á. An
tonio Boix. F e m an d o Viladom at, B audilio Capdevila. E m ilia
F ernández. Vda. de B arrera. Je n a ro G arcía. J u a n M ayoral.
M aría A ndrea Edesso. Jo sefa Viso, M. C. T am arit, Je sú s
Santin. M aría Sarasquete, C ira A rribas. M anuel L uque.
A na H erruzo, Pedro B allesteros, F rancisco Q uiles. A nuncia
Ibáñez, A ntonio A rtuch. R osa M arías. S alvador Merino.
F ra n d s c o Domenech. E ugenio Soler, Purificación Clou.
29
NUESTRA
GRATITUD
A
MARIA
AUXILIADORA
Y
A
SAN JUAN
BOSCO
Sanlúcar la Mayor. — Agradecida
a María Auxiliadora por conseguir
que mis dos hijos fueran admiti
dos al colegio salesiano cuando
era muy difícil, envío una limosna.
María del Carmen García.
Baracaldo.— Mi madre María Mo
reno sufrió una caída a consecuen
cia de la cual tuvo una fractura
de cadera. Debido a sus setenta y
ocho años de edad, los médicos
dudaban de su recuperación des
pués de haberla operado. A pesar
de las dificultades y de los tala
dros óseos que se le hicieron, a
tos nueve días justos, la enferma
logró andar. “Eso es un milagro",
exclamó el doctor. “Sí que lo es",
contestó ella. Y es que María Auxi
liadora, a quien la habíamos enco
mendado, lo puede todo. Ya se han
cumplido tos dos meses de la ope
ración y mi madre camina normal
mente y sin muletas. Hago público
mi agradecimiento a la Virgen y
enviamos una limosna. María y Grí*
aelda.
30
Santiago de Compostela.— Agra
dezco públicamente a María Auxi
liadora el feliz éxito en una opera,
ción quirúrgica. Manuel García Ca
rril Touro.
Salamanca.— Mi gratitud a María
Auxiliadora por la ayuda recibida
en mis necesidades. Sin conocer
su devoción, tuve la dicha de en
contrar un "Boletín Salesiano” y, al
ver las gracias que concede a sus
devotos, me encomendé a ella. Lo
publico así para contribuir a difun
dir su devoción. Juana Lucas Ro
dríguez.
Santa Cruz de Mieres.— Soy un
pensionista jubilado por enferme
dad. En mayo último tuve una hematuria y, francamente, tenia mie
do que la causa viniera del único
riñón que me queda, pues el otro,
hace cuatro años que me lo tubieron que extraer. Ante este te
mor, me encomendé a nuestra Ma
dre María Auxiliadora, prometiendo
enviar una limosna si la causa no
era del riñón y no se tratara de
asunto grave. Después de varias
radiografías y análisis de orina, se
vio que el riñón funcionaba perfec
tamente y que la causa provenía
de la vejiga y era cosa de poca
importancia. Agradecido, envío la
limosna prometida y lo publico en
"Boletín Salesiano". Jenaro García.
Alcoy.— Envío una limosna de
agradecimiento a María Auxiliadora,
a la que invoqué con fervor, por la
salud de mi madre, que se encon
traba en gravísimo estado, a sus
ochenta años. Hoy se encuentra re
cuperada. Deseo publicarlo en el
“Boletín Salesiano". Teresa Pas
cual.
Voga de Espinareda.— Agradezco
a Don Bosco y a don Rúa su pro
tección y envío una limosna de
acción de gracias y para el Tercer
Mundo. Jesús Santín Brañas.
Granada.— Por la solución de un
asunto de necesidad y otros favo
res, envío una limosna de agrade
cimiento a María Auxiliadora, ro
gando se publique en el “Boletín
Salesiano". Juan López Fernández.
ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE
León-San Mamés.— Se me puso
una hija enferma de repente y en
un estado de extrema gravedad.
Ingresada en la Residencia Sanita
ria, se le administró en seguida el
óleo de los enfermos totalmente
inconsciente. Se trataba de un caso
de meningitis con una complicación
en la sangre, por lo que los médi
cos no daban esperanzas de sal
vación. a pesar de sus esfuerzos.
Yo permanecía a su lado esperan
do de un momento a otro el des
enlace fatal. Le llevé de casa una
estampa de María Auxiliadora y la
puse debajo de su almohada. Así
estuvo cinco días luchando entre
la vida y la muerte. Al sexto día ex
perimentó una ligera mejoría. En
tonces pedí con toda mi alma a
María Auxiliadora, a Don Bosco, a
Santo Domingo Savio y a San An
tonio, por su curación. Hice una
novena a la Virgen. Hoy se encuen
tra perfectamente. Su recuperación
fue maravillosa porque salió de la
clínica a los 17 días. En la última
consulta, el médico nos ha dicho
que está perfectamente curada, que
podía hacer vida normal o incluso
ir ai colegio donde marcha estu
pendamente.
No sé cómo agradecer este fa
vor tan grande. Envío la limosna
prometida y deseo se publique en
el “Boletín Salesiano” lo que para
mí ha sido un milagro. Esto ocu
rrió el 27 de diciembre de 1972.
Mi hija comenzó a ir al colegio en
febrero de 1973. Florentina Diez.
Madrid.— Envío una limosna para
el Tercer Mundo y en acción de
gracias por ia curación de mi hijo
que padecía de endurecimiento de
cartílagos, por lo que no podía acu
dir al trabajo. Hago público mi
agradecimiento a María Auxiliado
ra, a quien io había encomendado.
Pilar Gutiérrez, Vda. de Ceapo.
Santa Cruz de Tenerife.— Gracias
a María Auxiliadora por la solución
de un asunto que parecía imposi
ble. Lo pusimos en sus manos y
se solucionó de la mejor manera.
Esperamos siempre en su protec
ción. Deseamos su publicación en
el “B. S." y enviarnos un donati
vo. Encamación Monje M.
Valencia.— Doy gracias a María
Auxiliadora por su protección en
unas oposiciones, que repetí va
rias veces y con ejercicios especiaimente difíciles para mí. Habién
dome encomendado a ella, logré
salvar los ejercicios. Agradecido,
envío una limosna para las misio
nes salesianas. Un devoto de María
Auxiliadora.
Manganesos de la La mpreana.—
Doy gracias a María Auxiliadora
por haber salido ilesas tres niñas
después de haberles caído encima
un terrado. Envío una limosna.
Faustina.
Málaga.— Teniendo un gran pro
blema, para mí sin solución huma
na, lo puse en manos de la Virgen
y quedó resuelto del modo más
maravilloso que nunca me atreví a
soñar. Agradecida, envío una limos
na. María Victoria García.
rr-
Sahagún (León). — En agradeci
miento a los favores recibidos, en
vío una limosna. D. M.
drid; M. V. S., de Salamanca; Julio
Alario, de Madrid; Luisa Eiroa de
Ocaña, de Vigo; Cirilo, de León;
Familia A. A., de La Coruña; San
tiago Sánchez Alaberga, de Rente
ría (Guipúzcoa); I. V., de Barcelo
na; Sooorro Navio, de Puertollano
(Ciudad Real); C. Jiménez, Vda. de
Domínguez, de Madrid; Silverlo Ló
pez Caballero, de Valdavida (León);
A. M. A., de Montilla (Córdoba);
Josefa y Antonia Garda, de Sevi
lla; Antonia Vilageliu; Julio de Paz,
de Ponferrada (León); Marina Alon
so, de Salamanca.
VIgo.— Un hermano mío tenía un
fuerte dolor de boca; no pudiendo
descansar ni de día ni de noche,
así casi un mes. En vista de que
toda medicina fallaba encomendé
el caso a María Auxiliadora y aho
ra se encuentra perfectamente bien.
Muy agradecida mando una ün.osna para tos pobres. A. M.
Salamanca.— Iba conduciendo mi
coche con otras dos compañeras
en el mismo. De pronto veo que de
frente se me echaba encima otro;
procuré aminorar la marcha hasta
casi pararme y orillarme del todo.
Esto no impidió que se me echara
encima. El golpe fue tan violento
que humanamente hubiera sido de
fatales consecuencias. Sin embar
go, ocurrió lo menos: yo con algu
na rotura débil y las compañeras
sin daño ninguno. Al día siguiente
pude observar que tenía una estam
pa de María Auxiliadora en quien
siempre he confiado plenamente.
Gracias, Madre mía. Tomasa Muriel.
Salamanca.— Después de sufrir
una operación muy delicada y que
dar el riñón en perfecto funciona
miento, así como quedar completa
mente restablecida de una hepati
tis mi hija pequeña, envío una li
mosna y manifiesto públicamente mi
gratitud. Maria Teresa Gutiérrez.
A
Zamora.— En el mes de septiem
bre, un niño de cinco años, hijo
de unos amigos, jugando, introdujo
la mano en una máquina de alma
cenar pepitas de girasol, quedán
dole materialmente el brazo destro
zado y la mano mucho más des
trozada, desde el primer momento
se temió que hubiera necesidad de
amputar lo que quedaba de ella.
En tan angustioso momento acu
dí a María Auxiliadora y a Santo
Domingo Savio, implorando su pro
tección, y ofreciendo que si no le
amputaban la mano lo publicaría en
e) “Boletín Salesiano” y daría una
limosna. La gracia ha sido com
pleta. Agradecida, cumplo mi pro
mesa e invito a todos a recurrir a
tan buena Madre. Tránsito Blanco.
DAN GRACIAS
POR FAVORES RECIBIDOS
Y ENVIAN UNA LIM OSNA
Aurora Alvarez. de Celanova
(Orense); Rogelia Calleja, de Vigo;
Rosina Martín de Abad, de Palenda; F. Galindo, de Madrid; Familia
Ortega, de Madrid; Una devota, de
Valenda; Pilar Fernández, de San
Sebastián; Celia Vázquez, de Ma
GRATITUD A LO S SANTOS
Y SIERVO S DE DIOS
Roquetas (Tarragona).— Por una
gracia de Santo Domingo Savio a
J. F., envío una limosna. Su ahi
jado.
Birmingham (Alabama).— Un ami
go mío fue traído a Birmingham con
una leucemia, una clase de leuce
mia muy activa. Los médicos hicie
ron cuanto pudieron para ayudar a
Juan. Las medicinas le causaron
enfermedad: meningitis espinal. Du
rante este tiempo su fiebre era elevadlsima y él se encontraba muy
enfermo y deprimido.
Habiendo oído hablar del Beato
don Miguel Rúa, de que necesitaba
milagros para su canonización, re
cé un rosario y pedí al Beato Mi
guel Rúa que ayudara a Juan. Dos
horas más tarde, me llamó su her
mana para decirme que los docto
res hablan Ido a visitarlo y hablan
dicho que se encontraba mejor y
que podía ir a casa el viernes o
el sábado. Juan se levantó y fue
a casa el jueves, 30 de octubre de
1973.
Puede que no sea un milagro
completo, porque aún no está to
talmente curado, pero los módicos
dicen que ahora se pondrá bien,
I cuando antes declan que sólo le
i quedaban pocos meses de vida.
Por favor, padre, para mí esto es
un milagro: yo espero que lo sea
I también para usted. He escrito esto lo mejor que he podido y espe> ro que pueda entenderme. Dios le
bendiga. Carol Jean Coe.
N. de la R.— Esta relación nos la
envía ei padre Ríu desde El Ecua
dor adonde se la mandaron a él
de Estados Unidos. A su ruego, se
publica aquí con muy pocas va
riantes.
Pozoblanco.— Doy gracias a Ma
ría Auxiliadora y al siervo de Dios
Bartolomé Blanco por un favor ob
tenido por su mediación y envío
una limosna para las Misiones Salesianas. B. B.
I
I
i
31
T
FUERON
A
LA
C ASA
DEL
PADRE
so sobrenombre de “El Santo”. Se
manalmente hacía sus correrías
apostólicas atendiendo a varias
comunidades salesianas en el mi
nisterio de la confesión. Su ausen
cia ha dejado un sensible vacío.
Reverendo don Ildefonso Gómez
Urbán t en Sevilla, el pasado 12
•de septiembre, a los setenta y dos
años de edad. La muerte, casi sin
apenas anunciarse, le sorprendió
el mismo día en que se cumplían
los cuarenta y siete años de pro
fesión salesiana.
Nacido en Fuentes de Andalu
cía (Sevilla), en las postrimerías
del siglo XIX, ingresa después de
cumplir el servicio militar, en el co
legio de Cádiz, donde cursa parte
de sus estudios de Humanidades.
En Córdoba presta sus trabajos
como trienal, completando su for.
mación con los estudios teológicos
en Carabanchel Alto durante la
República. Ordenado sacerdote por
Monseñor Eljo Garay ejercita su
ministerio como Maestro, Catequis
ta y confesor en bastantes cole
gios de Andalucía occidental. Sus
últimos años los pasa en la Maca
rena.
De su personalidad destaca la
prestación siempre gustosa para
ayudar a la gente sencilla. Desde
el problema del piso al del mal en
démico del paro, eran los proble
mas que más tiempo le ocupaban.
Amor a toda prueba hasta hacer
se obsesivo por su patria chica.
La sencillez y bondad para con
ios niños le granjearon el cariño
32
Don Pedro Marques t en Ciudadela (Menorca). Antiguo Alumno del
Colegio conservó siempre una gran
gratitud a Don Bosco y su Con
gregación, que se tradujo en una
plena y total adhesión a la Obra
Salesiana.
Fue Presidente de la Asociación
de Antiguos Alumnos, buen Coope
rador Salesíano y generoso bien
hechor, máxima, en los tiempos
de mayores dificultades.
Devoto de María Auxiliadora y
de la Eucaristía, asistía diariamen
te a la Santa Misa en el Santua
rio de la Virgen donde hacía su
visita a Jesús Sacramentado y pa
saba sus ratos de oración.
Su entierro fue una verdadera
manifestación de duelo a la par
que un reconocimiento de la esti
ma que gozaba en el ambiente ciu
dadano.
A su esposa e hijos nuestro más
sentido pésame.
Reverendo don Luís A. Gorosito
Heredla t en Alta Gracia (Córdoba,
Argentina) a los setenta y uno años
de edad. Traemos el recuerdo de
este salesiano argentino a nuestro
Boletín por ser muy conocido para
ciertas generaciones en el mundo
de las Letras. Extraordinario poeta
y prosista, firmaba con el pseudó
nimo de “Nice Lotus”. Algunas
obras suyas como “Páyaro ciego”,
“Las siete palabras”, “La fiesta del
cielo” y “Poemas de la cuarta di
mensión” tuvieron una gran reso
nancia. El poemario “La tórtola”
obtuvo el premio “Leopoldo Lugones”, otorgado por la Sociedad Ar
gentina de Escritores. Era miembro
de la Comisión Nacional de Cultu
ra y de la Academia Literaria de
La Plata. Era apreciadísima su pre
sencia de salesiano y de sacerdote
entre los jóvenes valores literarios.
Su pluma estuvo también al ser
vicio de la pastoral, publicando
obras de e sp iritu a lid a d como;
"Amor azul” sobre la Virgen, “Namuncurá” y “Espiritualidad de San
Juan Bosco”. Su dedicación a las
letras fue, en ocasiones, motivo de
sufrimiento por la Incomprensión
inconsciente de algunas personas.
El supo sobrellevarlo t o d o con
amor, mostrando siempre un gran
aprecio a su vocación sacerdotal y
salesiana.
Monseñor B. Boric Cmosija t en
Santiago de Chile, a los sesenta y
ocho años. Fue el primer obispo
de Punta Arenas, ciudad donde ha
bía nacido. Su lema era: “Civilizar
evangelizando y evangelizar cMIízando”. Fue autor de transmisio
nes radiofónicas,
publicaciones,
obras de teatro. Vivió la realización
de las profecías de Don Bosco so
bre su tierra: descubrimiento de
pozos petrolíferos, ensayo de nue.
vas semillas...
Fue un pastor realista en la pla
nificación y realización de sus
obras, renovándolas y adaptándo
las a los tiempos: promovió el diaconado permanente, las comunida
des de base, la Teología para se
glares... Iba a cumplir los veinti
cinco años de episcopado cuando
murió. La Iglesia y la Congrega
ción pierden a uno de los hon>
bres más importantes de Chile.
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p u n to d e v ista fisio ló g ic o y p sic o ló g ic o ).
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