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extracted text
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AÑO LXXX - Niiin.
- ORGANO DE LOS COOPERADORES SALESIANOS - Nov. 1966
AMIGO
DON BOSCO
Una
h is t o r ia
n a rra d a
e x t r a o r d i n a r ia
p o r N e íl H a m ilt o n
Dnranie los días lÉ al 16 de septiembre se
reunieron los delegados locales de casi todos
los Centros de E^aña. Vino de Tarín para
tomar parte el sucesor de Don Ricceri, Don Luis
Fiora, a quien vemos departiendo con algunos
delegados.
BOLETIN SALESIANO
ORGANO DE LA PIA UNION DE
COOPERADORES SALBSIANOS
Revista de la Obra de Don Bosco
A Ñ O LXXX ■ Núm. 11 . N ov. 1966
d ir e c t o r :
JAVIER RUBIO IBAÑEZ
DIRECCION, REDACCION Y APMON.:
Alcalá, 164 - Apartado 9.134
Teléfono: 255 20 00
MADRID-2
Depósito legal: M. 3.044-1958
(Con censura eclesiástica)
Sumaria
COMO SE PREPARA EL SEGLAR AL APOS
TOLADO .....................................................................3
PRIMER CONGRESO NACIONAL DE DELE
GADOS LOCALES DECOOPERADORES . 5
MI AMIGO DON BOSCO, por Neil Ramil
lón .................................................................................8
CAMPAÑA ANUAL: Reconocer sus esfuerzos . 14
MUYURINA: Una escuela para el campesino
b o liv ia n o ....................................................................16
ESPAÑA SALESIANA.................................................19
UN SALTO A LA PREHISTORIA...........................21
CRONICA DE G R A C IA S......................................... 26
BECAS SACERDOTALES......................................... 31
E. G. Saleslana: M adrld-Atocha
MADRID.—A su jpaso por la capital de España el Director General de los apostolados sociales, Don
Luis Fiota, reservo la mañana del día 17
investir oficialmente de su cargo de Presidente Nacio
nal de los antiguos alumnos salesianos a Don Joam in Polo. Asistieron a la toma de posesión varios
inspectores y antiguos alumnos, representantes de las diversas iederaciones regionales. En la foto
Don Fiora con el Presidente Internacional, Don José María Taboada y Don Joaquín Polo.
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FORMACION INTEGRAL
DEL APOSTOL SEGLAR
COMO SE PREPARA EL SEGLAR
AL APOSTOLADO
Conseguir uno conciencio
wivo de lo propio
vocación - oroción - entusiasma - formación
desde el punto de vista humano-espiritualidad
seglarr condiciones p recisas para que el c ris
i.
tiano se transform e en apóstol eficax
hecho de ser cristianos, esto es injerta
dos en Cristo, nos hace partícipes de sus
mismas prerrogativas sacerdotales, regias
Y profélicas, o sea, nos hace ya sus após
toles Y sus testimonios. Este hecho debe conver
tirse en realidad consciente y dinámica, hacién
dolo pasar del plano de las ideas al de las obras.
No pocos cristianos dejan de dar este paso
porque los motivos, el estilo y contenido de
sus aspiraciones no se inspiran en las realidades
sobrenaturales, quedándose en un nivel pura
mente natural. Es el conocido divorcio entre re
ligión Y vida, entre lo que se es por naturaleza y
Gracia y lo que se hace por propia voluntad.
El cristiano que desea alcanzar madurez no to
lera ese divorcio, entre la fe y la vida, antes
bien tiende a conseguir armoniosa unión entre
las realidades sacramentales del Bautismo y de
la Confirmación con lo que cada día elige y ha
ce, quiere conseguir el pleno desarrollo de cuan
to la Gracia pone como germen fecundo. De esta
suerte las prerrogativas apostólicas del cristiano
Y las motivaciones sobrenaturales de su conducta
Se convierten en palancas que mueven toda su
vida, lo mismo a nivel individual que social.
E
l
El Concilio ha pedido expresamente a los se
glares que permanezcan fieles a si mismos. En
Jesucristo somos nuevas criaturas y testimonios
suyos. Lo que nos habilita para llevar a cabo
esta altísima misión son los sacramentos, especial
mente el de la Confirmación, que os nuestro
Pentecostés personal.
Mas en el encuentro de naturaleza y gracia, del
don que viene de lo alto y de la libre correspon
dencia a ese don, la cual sube de lo profundo, hay
que poner el acento sobre los caminos que el
creyente seglar debe seguir a fin de que su tes
timonio apostólico sea eficaz en el mundo en que
vive.
Hay que conseguir una conciencia cada vez más
viva de la propia vocación cristiana al apostolado,
pero para llegar a ser un apóstol seglar hábil y
eficaz no basta eso sólo, de la misma manera que
en el orden natural no basta poseer conciencia de
la propia naturaleza de hombre libre para serlo tal
en la vida ordinaria.
Igualmente indispensable es la oración, pero
tampoco basta para llenar ciertas lagunas, dependierües de pereza o impericia culpables. In-
3
cluso el fervor que trata de acortar distancias
entre el testimonio de la palabra y el de la vida,
es para el apostolado condición de incalculable
alcance, pero por sí sólo tampoco es elemento
que halsilite para desarrollar un apostolado ver
daderamente eficaz.
El Decreto sobre el apostolado de los seglares
afirma que el apóstol seglar debe ante todo estar
linteligentemente formado desde el punto de vis
ta humano! y ha de conocer bien el mundo con
temporáneo, como miembro de la propia socie
dad.
Los pedagogos, con su margen de ironía, dicen
que para enseñar las matemáticas a Pedrito hay
que empezar por conocer a Pedrito. Para evange
lizar y crear las condiciones más idóneas, para
hacer penetrar el fermento evangélico en las es
tructuras sociales hace falta que, con simpatía y
competencia, los seglares tomen nota y conoz
can con toda claridad las situaciones del mundo
actual.
De la misma manera que Cristo se introdujo en
la sociedad de su tiempo, hecho en todo seme
jante a sus hermanos, así el apóstol seglar debe
introducirse en las estructuras y situaciones del
mundo, sin complejos de evasión, sin condena
ciones apriorísticas o estériles desdoblamientos.
Esto es, no ha de temer a la santidad a pesar de
la familia, del trabajo, de la economía, de la po
lítica o del arte... sino mediante esas mismas acti
vidades seglares. Y las hemos de apreciar por lo
que son en realidad y por lo que son y pueden
ser según el ideal cristiano.
A tal fin el Decreto conciliar reclama justamen
te a los seglares el deber de formarse una cul
tura general y una cultura especializada según
las posibilidades y condiciones de cada uno.
Sería oportuno a este propósito releor las pre
ciosas indicaciones del Papa Juan XXIII en la
Meter et Magistra, acerca de la necesidad de ha
llarse presentes con la competencia profesional
en los diversos sectores, para poder ser aprecia
dos y consiguientemente escuchados. Si en el cre
yente seglar se advierten graves deficiencias cul
turales o profesionales, si al mismo tiempo se ad
4-
vierte en él la falta de esfuerzo sincero o de hu
milde disponibilidad a ayudar personalmente para
conseguir progresar en los diversos sectores, ten
drá que resignarse a un apostolado ineficaz.
Desde su primera formación el seglar debería
ser iniciado por sus educadores en esta metodo
logía apostólica, que juntamente con una sólida
espiritualidad habilitaría eficazmente el apostolado
de su testimonio. Ver y juzgar como hombres y
cristianos significa abrir bien los ojos no sólo
sobre los ideales sino también sobre las realida
des que nos circundan, medir su dist.ancia del
ideal, valorar su urgencia, calcular las fuerzas dis
ponibles, individuar las posibles convergencias,
instaurar el diálogo entre los de casa y con los
de fuera, o al menos crear las condiciones que lo
hagan posible; cultivar el arte de convencer y
cooperar fraternamente.
Actuar; la acción profesional, social, apostólica,
es la expresión concreta del amoroso interés, más
aún, de la pasión por un mundo humano y fra
terno, en el que el Reino de Dios inicia su rea
lización; No quien dice Señor, Señor, entrará en
el Reino de los Cielos, sino quien haga la vo
luntad del Padre. Si la acción se realiza con gran
rectitud y espíritu de servicio, ejerce una profun
da eficacia formativa sobre la persona misma que
la ejercita; hace su inteligencia más aguda, habi
lita la voluntad, acrecienta los hábitos virtuosos
y obviamente perfecciona a los demás. En tanto
que la acción da al apóstol seglar la excitante con
ciencia de hallarse en activo servicio de la Igle
sia y de ser un humilde constructor del Reino de
Dios se convierte para todos en una señal elo
cuente de la continua presencia de Cristo en el
mundo corüemporáneo.
Por medio de los hombres que viven su fe, Je
sucristo hace sentir su eficacia vivificadora que
alcanza a cuerpos y almas, individuos y socie
dad, tiempo y eternidad.
Pero todas estas indicaciones para conseguir
una inserción a fondo del seglar en el orden tem
poral suponen la espiritualidad de tipo laical a la
que el Decreto estimula e invita.
Volveremos sobre estos puntos.
JORNADAS DECISIVAS EN SALAMANCA
PRIMER CONGRESO NACIONAL
DE DELEGADOS DE COOPERADORES
D e l 12 a ! 16 d e s e p t ie m b r e
se
r e u n ie r o n
m á s de
o c h e n t a d e le g a d o s d e c o o p e r a d o r e s e n t o r n o a d o n
L u is F io r a y
a io s
in s p e c to r e s
de
la s p r o v in c ia s
s a ie s ia n a s d e E s p a ñ a
N acontecimiento de auténtica trascen
dencia tuvo lugar este año en Salaman
ca para el movimiento de los cooperado
res salesianos.
Todos nuestros lectores, pero de modo especial
nosotros los cooperadores salesianos, sabemos que
uno de los empeños principales que la Congre
gación Salesiana ha echado sobre sus hombros,
después del XIX Capítulo General, ha sido resta
blecer en todas sus dimensiones las obras de Don
Sosco. Nadie ignora, aunque muchos no lo com
prenden, que el Santo Fundador tuvo una ilu
sión especial por los cooperadores salesianos. Los
contemplaba como un instrumento extraordina
rio para bien de las almas al servicio de la Igle
sia. Soñaba con ver a todos los buenos unidos
en haz apretado en torno del Papa, de los obis
pos, de los párrocos, dirigidos espiritualmente por
los salesianos para salvación especialmente de la
juventud.
El Concilio, con su aire nuevo y refrescante,
devolvió a los salesianos el alcance de la orga
nización de los cooperadores tal como la quiso
Don Bosco. Les hizo ver su necesidad en estos
tiempos de apóstoles seglares, y la Congregación
Salesiana se ha puesto en marcha para conse
guir la meta de un movimiento de cooperadores,
auténtico ejército de apóstoles seglares, que la
secunden principalmente en su ingente tarea de
salvar la juventud y hacer todo el bien posible
a las clases populares.
U
& ia fotografía pnede ser un símbolo: Don Ricceri
desde el cuadro sonríe a Don Flora v éste a los de
legados, al despedirse de ellos. ¿No será porque
una primavera de esperanzas empieza a florecer?
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SALAMANCA.—^Presidencia de una de las sesiones: (de izquierda a derecha) Don Santiago Ibáñez,
inspector de Zamora; Don Ambrosio Díaz, inspector de Sevilla; Don Luis Fiora; Don Emilio Alonso,
de Madrid; Don Francisco Oliván, de Barcelona y Don José Carbonell, de Valencia. El amplio y có
modo salón de teatro del Seminario sirvió para las sesiones plenarias; en él los delegados pudieron
estar a sus anchas y agradecidos porque fueron días de calor.
Era necesario, por tanto, que se hiciese un es
tudio a fondo de la idea del cooperador i^alesiano,
de la organización del movimiento, de sus posi
bles actividades, de sus relaciones y sitio dentro
de la Familia Salesiana y fuera de ella; pero tan
necesario como esto era que los salesianos, a quie
nes directamente está confiada la puesta en mar
cha en toda España del movimiento se reunieran
para tratar estos temas, conocerse, aunar esfuer
zos y experiencias, y entusiasmarse.
Estos fueron los objetivos perseguidos por las
reuniones tenidas en Salamanca y confiamos que
en gran parte fueron conseguidos.
Contribuyó notablemente a ello la oresencia
entre los ochenta delegados del Director General
de la Pía Unión, Don Luis Fiora, quien en todo
momento tuvo la palabra oportuna, precisa, orien
tadora. Seis de los siete inspectores provinciales
de España asistieron también, y su presencia fue
una manifestación paladina y práctica de la im
portancia que dan y, sobre todo, van a dar de
ahora en adelante al movimiento.
La sede de las sesiones fue el Seminario Teoló
gico Salesiano. Marco espléndido, cómo.do y, sobre
todo, eficaz, que consintió desarrollar con facili
dad todos los actos y reuniones. La dirección del
seminario apoyó con una labor eficacísima las
Reuniones, de manera que se pudieron desenvol
ver según programa y horario previstos.
Nuestro rector mayor, Don Luis Ricceri, estuvo
presente de una manera constante aunque invisi
ble. Su mensaje tan lleno de doctrina, de alientos,
tan programático y las continuas alusiones a él,
a sus enseñanzas de otros tiempos, eran como un
ritornello nostálgico y a la vez estimulante.
No es nuestro propósito referir la crónica del
Congreso, pero no podemos pasar por alto la in
tervención directa de los cooperadores salesia
nos de Salamanca en las Reuniones. Aunque eran
las fiestas de la ciudad esos mismos dias y aun
que la invitación llegó por ese mismo motivo con
6
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escaso margen de tiempo, aún se reunieron unos
cincuenta cooperadores salmantinos para rendir
en nombre de todos los cooperadores españoles
un cariñoso saludo a Don Fiora y decir a lodos
los delegados de España lo mucho que esperaban
de ellos. Don Angel González, cooperador, afirmó
su fe y su conciencia de responsabilidad de após
tol en nombre de todos. Don Fiora le respondió
con estas textuales palabras:
No puedo, por desgracia mía, responderos en
castellano; pero puedo deciros que he entendido
todo cuanto vuestro representante ha dicho. Ante
lodo porque ha hablado claro, ha dicho cosas her
mosas y también poique ha hablado con el len
guaje salesiano, esto es con el lenguaje del cora
zón; y, por tanto, he entendido el sentido de sus
palabras, pero sobre todo he captado el senti
miento, que impregnaba sus expresiones e inter
pretaba vuestro sentir. Ha hablado de la misión
que tienen los cooperadores para bien de la Igle
sia en este periodo que viene después del Con
cilio. Ha dicho que los cooperadores están al ser
vicio de la Iglesia y luego ha manifestado sus sen
timientos de devoción, afecto y fvuestro cariñot
al rector mayor de los salesianos.
Acojo estas palabras con gran satisfacción y
puedo deciros esto: En estos días con los delega
dos de los cooperadores de toda España hemos
tratado los grandes problemas de los cooperado
res, los problemas de organización, el problema
de las actividades, el de los ideales que Don Bosco en estos momentos señala a los cooperadores
para que puedan trabajar en la Iglesia. Pero esta
sala, que ha oído tantas palabras de los delega
dos, incluso se ha visto llena de tan buena vo
luntad por parte de todos los presentes, echaba
en falta una cosa: a los cooperadores, la presen
cia de esos apóstoles que Don Bosco supo crear
en el mundo. Y como conclusión de estas
jornadas viene pues, cuanto más grata, vuestra
presencia. Vosotros aquí representáis a todos los
cooperadores españoles, Iraéis su devoción, su
afecío, su espíritu de servicio y» P°r tanto, ani
máis, dais como un sentido nuevo a estos magní
ficos días, que hemos pasado con nuestro Con
greso.
Os lo agradezco en nombre propio, en nombre
de los inspectores equí presentes, en nombre de
todos los deleg’ados, que se llevarán un óptimo
recuerdo de las jornadas pasadas en Salamanca,
pero se llevarán asimismo un óptimo recuerdo de
vosotros, cooperadores y cooperadoras, que ha
béis venido a rendir un homenaje a los salesianos de España, dedicados al estudio de vuestros
problemas. Gracias por vuestra visita, gracias por
la cordialidad de vuestro encuentro. Las tardes
precedentes he tenido la fortuna, es la primera vez
que vengo a España, de ver vuestra ciudad, tan
hermosa, tan fantástica en sus monumentos, tan
rica en esos monumentos que señalan un poco la
historia de vuestra ciudad. Había estudiado tan
tas veces la historia de Salamanca como la ciu
dad de la doctrina, la ciudad de los estudios por
excelencia de España, pero ahora he conocido
algo más, un poco del alma de la ciudad; he
visto a vuestro pueblo por las calles, en las pla
zas, con un sentido tan sereno, tan optimista, tan
alegre, que me he dicho: el espíritu de esta po
blación es el espíritu que Don Bosco amaba, y
entre esta población el espíritu de Don Bosco cier
tamente puede penetrar.
Cuando entré en Sa’an-.anca, se lo he dicho ya
a los delegados, el inspector que se sentaba a mi
lado me dijo: Salamanca es una ciudad salesiana.
Vosotros me demostráis con vuestra presencia,
vosotros me decís, con lo que ya me han contado
los superiores de la Casa, que realmente Sala
manca es una ciudad salesiana. Me congratulo
con vosotros; os traigo el saludo del rector mayor,
Don Luis Torreño, Delegado de
Baxacaldo.
SALAM ANCA.—Don Ignacio Diez, decano de los
delegados inspectoriales, ofrece en nombre de
todos los delegados y como recuerdo a Don Fiora
una cerámica con el escudo de la Universidad
salmantina.
que me indicó saludara en su nombro a todos
cuantos hallase en mi camino como sal asiano que
viene a España. Vuestro representante :ne ha di
cho que lleve vuestros saludos al rec.or mayor.
Me haré intérprete de sentimientos de \odos con
todo mi corazón. Así como me haré intérprete de
los sentimientos de todos los delegados que es
táis presentes y si me lo permitís y lo deseáis tam
bién ante el cuadro de María Auxiliadora, ante el
aliar de San Juan Bosco y llevaré también una
oración por vosotros, llevaré vue.'tios deseos, vues
tras aspiraciones, a fin de que el magnítico pro
grama de vida salesiana que ha trazado quien
habló en nombre vuestro lo podáis sentir y lo
podáis actuar. Gracias por vuestra visita, gracias
por el buen recuerdo que dejáis de vuestro cora
zón salesiano.
Don Albino, Delegado de Bragan9a.
Don José Galofré, Delegado de
Reus.
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UN ARTISTA DE CINE
ENTUSL\STA DE DON ROSCO
Néil Hamilton es un artista de cine norteamericano. Hoy trabaja en la TV.
N o nos interesa decir que ha trabajado en
pelicuJas; ni siquiera citar
los nombres de las más importantes. Neil Hamilton tiene una historia pen
diente con Don Bosco que quiere contamos. Es una historia interesante
que serviremos a nuestros lectores en dos partes. En el próximo núme
ro, pues concluirá:
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miedo. Temía que me fal
tara el valor. Aquel era el día
fijado. Iba a ser mi último día.
Era el día en que me iba a suicidar.
Ahora que lo pienso me parece una
locura tan fantástica. Cierto es que eso
sucedió hace unos veinte años, pero en
aquellos momentos estaba convencido de
que no había nada más que hacer. Lo sa
bía que era cosa mala, pero me sentía
impulsado a ello porque no veía solu
ción. El dinero de mi seguro de vida ha
bría ido a parar a mi familia para pagar
la renta de tres meses; dinero para comer;
dinero para las mil y una cosas que la
vida exige.
Lo recuerdo muy bien el día aquel.
Era hermoso, brillante, cálido. Pensaba
qué tal les habría parecido el día aquel
a los otros cuando me encontraran... si es
que me encorüraban. Había in paraje
allá arriba en las montañas de Santa Mónica desde donde me habría lanzado al
e n ia
T
abismo: cuatrocientos o quinientos pies
abajo había una cantera abandonada;
su fondo estaba punteado de oozos pro
fundos que nadie habría explorado por
años enteros.
¡Cuántas veces me había se itado allí,
cara al Pacífico, con mis compañeros de
paseo. Los que trepaban hasta allá por
primera vez, al llegar al vértice y en
contrarse a los pies aquel precipicio, ex
clamaban con espanto: ilVaya salto! ¡qué
paraje para desembarazarse de un enemigol Se le trae aquí arriba; un empujoncito... y a ver quién le encuentrai.
Estaba avergonzado de lo que iba a
hacer. Cuando se encendió el disco rojo
en el cruce de W ilshire y el Boulevard
Wesívrood, casi me lo pasé Je rondón,
de la prisa que tenía para acabar con
lodo aquello.
Pero, ¿qué es lo que había sucedido
para que me entrara tal locura?
La respuesta es bien sencilla: banca
rrota. Mi soberbia, igual que mis sueños.
N eil Hamilton, el amigo de Don Sosco.
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se había desmenuzado en millo*
nes de pedacüos.
Desde mis cumCres, ';on aque
lla vasta casa mia, atendida por
cinco personas de servicio, con
aquella piscina, la segunda más
grande de California, había ve
nido a parar en tal estado. Por
todas partes me rod<3aba una
enorme muralla de completa in
diferencia. Había caído hasta el
fondo del barril/ y
éste/
estaba a punto de ceder.
La razón, o las razones, por
que había perdido mi posición,
mi dinero, mis amigos y mi ca
rrera no son de gran monta...
ahora. Aguas pasadas. Todas las
personas a quien había acudido
en mi desesperación lo sentían
de veras, oh sí, lo sentían en
el alma, pero cuando yo nece
sitaba mil dólares, lo más que
podían aflojar era diez.
¿Os lo he dicho claro ya?, to
do el mundo me había vuelto
la espalda. Os pasmaréis al pen
sar que yo, que de joven has
ta había decidido hacerme sa
cerdote, no me hubiera dado
cuenta de que siempre hay Uno
que no me volvería la espalda:
Dios Nuestro Señor. Paro es que
le había rezado tantas veces,
que se me había gastado la fa
cultad de rezar. Ya no me que
daba oración por decir/ de ello
estaba convencido.
Me daba vergüenza seguir pi
diéndole lo que £1 sabía que yo
necesitaba/ debía de estar dema
siado ocupado para preocupar
se de mí. A decir verdad, cuan
do todavía estaba arriba, mu
cha gente rara me había obliga
do a leer sus libros, todavía más
raros. Me acuerdo de mo, sobre
todo, que me tumbó preguntán
dome: «No tienes vergüenza de
estar ganando mil quinientos dó
lares al mes cuando nay tanta
gente que se muere de hambre?i
Aquellos libros ruináis habían
producido en mí una arrogan
cia intelectual. Empecé a dudar.
Iba a la iglesia cuando se me
antojaba y aún eso.
Dios me había bendecido con
unos magníficos padres católi
cos/ sus enseñanzas, sus pala
bras y sus ejemplos haoían asen
tado como en roca los cimien
tos de mi fe. Además mi madre
se había curado de repente en el
10
-
Santuario de Sta. Ana de Beaupré, y yo con ella, cuando a la
edad de seis años me Había ro
to el codo derecho. La fractura
había sido tan seria que el doc
tor le había dicho a .ni padre:
«Señor Hamilton, su chico no
podrá utilizar el brazo ya/ a lo
sumo se le quedará como un
miembro inútil/ pero, aunque no
lo puedo asegurar por momen
to, no sería difícil que Haya que
amputarlo»... 1Amputar este sano
y vigoroso brazo derecho mío
con el que estoy escribiendo
hoy estas lineas I Y aquí está
ahora para usarlo, gracias a Dios,
y para servirme de él gracias
a la incomprensible grandeza,
bondad, ternura y misericordia
de Dios Todopoderoso.
Y sin embargo, con todos esos
precedentes, me había dejado
deslizar cuesta abajo, por el som
brío y sucio sendero da la duda.
Me decían que Dios era un
mito. Me probaban que lo era/ y
yo no tenía ni el acumen ni la
fuerza para rebatir sus argumen
tos. Cosa extraña: el iríunfo me
había convertido en un crédulo
borrico.
Había llegado a decirme que
si Dios existía, no quería nada
conmigo.
Había rezado, y rezado y reza
do. Había suplicado tanto/ pero
¿para qué? No me escuchaba.
Y ni siquiera una vez se me
había ocurrido precfuntarme:
«¿Pero es que merezco que me
escuche?
Durante todas mis xribulaciones había habido siempre una
persona que no me había de
samparado: mi maravillosa mujercita. Nunca halló rada que
reprocharme, nunca r.e quejó,
nunca miró atrás ni siquiera por
un segundo, ni aun en equellos
momentos en que no sabíamos
de dónde iría a salir ia próxima
comida.
Mientras corría hacia mi meta,
iba maldiciendo por el disgusto
que iba a darle, pobrecita. Ho
rror, vergüenza, amargura, de
sengaño, le acompañarían toda
la vida. Pero no había otra solu
ción. Y yo lo sabía muy bien.
Aquel sería mi día «D>/ sólo
que aquí «D> signiiicaria «Des
trucción».
Pero lo que yo no sabía, ni se
me podía ocurrir era que «Dios
obra sus prodigios de modos
maravillosos».
DON BOSCO
EMPIEZA SU OBRA
Había proyectado tomar el ca
mino de la izquierda a través
de la población/ pero como en
contré que estaba de obras, tuve
que tomar el de la derecha. Sa
bía muy bien que era el más
largo de los dos, pero de todas
maneras, me habría conducido
al mismo sitio. Sin embargo, no
fue así, porque si lo hubiera si
do, no estaría yo ahora contán
doos esta historia.
Mientras iba subiendo hacia el
Boulevard Sunset, me di cuenta
con gran sorpresa de que me
había apartado de la acera y
estaba trepando por unas empi
nadas escaleras de piedra que
no había escalado nunca, y de
pronto me encontré delante de
una gran entrada que nunca ha
bía visto. Resultó ser la entrada
del Círculo Newman, junto a la
orla del campus de la Universi
dad de Los Angeles, al frente
del cual se encontraba iin hom
bre estupendo, gracioso, bonda
doso, el Reverendo Benjamín
Bowling, C. S. P., de la Con
gregación de San Pablo.
Tiro de la campanilla. Nadie
responde. Toco de nuevo, y es
ta vez se abre la puerta y apa
rece el Padre Bowling. Diez se
gundos más, y ya habría estado
en el garaje, conduciendo su
coche hacia no sé qué recado/
pero al oir la campanilla, inme
diatamente se volvió atrás. Si no
la hubiera oído..., me entran es
calofríos de pensarlo.
—«IHola, Neilll ¿Qué tal? En
tra hombre. Y perdona que te
haya hecho esperar. Estaba a
punto de salir. Pero no es de
tanta importancia. Entra y siénta
te. Pero, ¿qué te pasa por la ca
beza?, tienes una cara... Hum, co
mo si estuvieras maquinando al
go. ¿De qué se trata?» Le conté
mi historia, toda mi loca y sucia
historia, la cual acababa, lo re
cuerdo bien, con estas palabras:
—«Y dígame ahora, padre. ¿Có
mo puedo yo, sin entrar en los
dominios de la superstición, de
mostrarle a Dios Todopoderoso
mi gratitud de un modo positi
vo si me concede un empleo en
respuesta a mis oraciones? Yo
no me atrevo a decirle iTú haz
algo por mí y yo haré algo por
ti», porque eso parece el non
plus ultra de la presunción. Dí
game, se lo ruego, ¿cómo pue
do demostrar mi gratitud?»
—láQué te parece de mi Club,
Neil?»
Era la primera vez que yo lo
veía, y por lo tanto, no tenía
ni idea de qué podía parecer.
Pero un vistazo me lo demostró
enseguida: gusto excelente>mue
bles elegantes, yo diría lujoso.
Y así se lo dije.
—iPues mira, Neü» —sonrió
el Padre Bowling— «hace dos
años yo no tenía aquí más que
unas cuantas mesillas de tres
patas, de esas de jugar al jule
pe? nos sentábamos en cajas de
embalar naranjas, la alfombra
estaba sucia y llena de aguje
ros. Me daba vergüenza por
nuestros universitarios que ve
nían a estudiar y a jugar aquí?
sobre todo cuando se traían a
compañeros católicos. Estaba ya
a punto de echarle el cerrojo,
por falta de fondos. El Obispo
estaba furioso conmigo porque
no lograba poner esto en marcha.
En la Parroquia no teníamos di
nero ni siquiera para mi susten
to? yo no sabía ya lo que hacer,
cuando... Pero, oye, Neil, por
cierto, ¿has oído alguna vez el
nombre de «Bosco»? ¿No te sue
na nada?
—«Pues no. Pero espere? ahora
que me acuerdo. Ya. He oído
llamar Bosco a perros y a paya
sos.»
DON BOSCO
Y SU HISTORIA
El Padre Bowling se echó a
reir.
—«Fue un hombre muy grande,
Neil. Y si lees su vida, y espero
que será pronto, ya te darás
cuenta por qué llamón Bosco
a perros y a payasos. Es un San
to: San Juan Bosco? J Ó lo que
millones de seres le llaman ca
riñosamente «Don Bosco». Mi
capilla, ahí abajo, está dedica
da a su nombre. Ven conmigo,
que te voy a enseñar su retrato.»
Abajo nos fuimos: en la dimi
nuta capilla colgaba de la pared
un gran cuadro enmarcado en
el que estaba pintado el rostro
más amable que he visto nun
ca.
Mientras el Padre Bowling me
iba contando cosas sobre Don
Bosco, me daba la impresión de
que estaba hablando de un hom
bre con quien había estado el
día anterior, y a quian estaba
esperando para cen.u juntos
aquella misma tarde, pero no
ciertamente de un hombre que
había muerto once años antes
que yo naciera.
Mientras me indicaba que me
sentara en uno de los bancos,
el Padre Bowling siguió hablan
do: «Tengo una gran deuda de
gratitud para con él, Neil. Era
un sacerdote del Norte de Ita
lia. Nació en 1815. Ordenado en
1841. Murió en 1888. Le canoni
zaron en 1934. Posee la rara dis
tinción de haber sido el único
santo canonizado en un domin
go de Pascua.»
«Su madre se había casado
con un viudo, quien al tiempo de
sus segundas nupcias ienía un
hijo de nueve años, Antonio.
Juan, fue el segundo hijo de
este matrimonio, y cuando no
tenía más que dos años de edad,
su padre murió, dejándole a la
madre con tres niños, a sí misma
y a su suegra que sustentar.»
«Italia estaba entonces expe
rimentando una revolución in
dustrial? y había mucha pobre
za por todas partes. Hasta se
encontraron muertos por las cam
piñas con la boca llena de hier
ba a medio masticar.»
«Era muy cuesta arriba para
la pobre madre alimentar a aque
lla prole, pero lo logró. Marga
rita fue una de las grandes mu
jeres del mundo.»
«A puro pulso consiguió dar
una educación a su hijo, a pe
sar de la obstinada oposición del
hermano mayor Antonio, que
no sabía leer ni escribir, y no
podía entender que cualquier
otro miembro de su familia so
ñara intentarlo.»
«i SOMOS LABRADORES I», le
gritaba a su pobre madrastra.
«Eso es perder tiempo? Ique ven
ga a trabajar en la heredad!»
Pero la madre no cejó. Había
reconocido en Juaníto las seña
les de vocación y siguió luchan
do contra viento y marea para
ayudarle a cumplir su sueño.
«Desde la edad de cinco años
él sabía a dónde iba. A todo
trance quería ser sacerdote y
había prometido al Señor que si
lo lograba, dedicaría diecinueve
horas de las veinticuatro que tie
ne el día a cumplir la obra de
Dios aquí en la tierra.»
Por el tono de voz del Padie
Bowling, y por el torrente da
palabras que le salían sobre Don
Bosco, cualquiera podía ver que
la vida y el trabajo de aquel
Santo significaban para él tan
to como su propia vocación sa
cerdotal.
«Vente arriba, Neil, que tengo
que darte algo.» Y mientras su
bíamos las escaleras se sonrió y
me dijo: «Espero que no te es
taré soltando un rollo, Neil? pe
ro la verdad es que Don Bosco
fue un gran hombre. Gozaba de
una familiaridad asombrosa con
la Santísima Virgen. Y es que
era asombrosa tanto por senci
llez como por su intensidad. Se
diría que Ella estaba siempre a
su lado ayudándole, aún antes
que Don Bosco le expusiera sus
deseos. Era una verdadera amis
tad, tan hermosa que no habrá
página o libro, biblioteca que
la pueda explicar. Jamás dudó
de Ella. Tratárase de una nece
sidad urgentísima o de una ba
gatela, él le rezaba con plena
seguridad? y allí oslaba Ella
ayudándole inmediatamente. Su
Divino Hijo debía de estar en
cantado con el empeño y la fe
de su siervo, Don Bosco.»
Había empezado todo aquello
en una mañana de diciembra en
1841. Total: un chico nuérfano,
Bartolomé Garelli, que bien pronpo se convirtió en dos, y en
cuatro, y en cien, y en un mi
llar. Estaba construyendo un or
fanato para quinientos mucha
chos cuando un día se le acercó
el contratista y le dijo: «Malas
noticias. Padre Juan. Mis hom
bres se largan hoy si no se les
paga». Don Bosco no podía creer
a sus oídos.
—«¿Qué se largan?», gritó.
—«Con toda seguridad», dijo
el contratista. «Dicen que o se
les paga o se acabó.»
—«Pero yo no tengo dinero.»
- II
N eil Hamihon
presenta
ac tualmenle un
programa tele
visivo c u y o s
p ríncipales
personajes apa
r e c e n en la
loto.
—«Ahí está el busilis. Hasta
ahora les iba pagando yo, pero
se me acabó el carbón.i
Don Bosco estaba atónito.
«Pues no pueden marcharse. Si
no tenemos techo/ si no tene
mos ventanas todavía.»
£1 contratista intentó razonar
con él: «Mire, Padre Juan: esos
hombres son pobres trabajado
res: tienen familias que alimen
tar, Y no pueden seguir así sin
dinero. Sienten mucho tener que
exigírselo/ tienen mucho respe
to por usted y por el trabajo que
usted realiza por esos pobres chi
cos, pero no hay más remedio:
hay que pagarles.»
Don Bosco no dijo palabra:
derechito y en silencio se fue
a su casita. Entró, se arrodilló, se
santiguó y dijo: «Vos sabéis que
cuando yo me muera no voy a
dejar ese edificio a mi familia.
Vos lo sabéis que yo i\o quiero
gloria. Estoy haciendo lo posi
ble para llevar adelante el tra
bajo de Vuestro Hijo... «Me ha
béis traído haste este punto, y
ahora no podéis darme el esqui
nazo.» Se santiguó de nuevo, se
puso en pie y., en ésas se oyen
unos recios golpes a la puerta.
Don Bosco abre y se encuentra
delante a un sacerdote. Habían
sido compañeros de estudio en
12
-
el Seminario. Cayeron uno en
brazos del otro. Aquel era su
primer encuentro desde hacía
años... «Entra, hombre, entra.
¿Qué te trae por estos parajes?»
—«Mira, Juan». Le dice su ami
go. «Tengo un problema. Acaba
de morir un pariente mío muy
rico Y me ha dejado ana discre
ta suma de dinero, y no sé qué
es lo que hacer con ella.»
—«¿En dónde está?»
—«Aquí mismo», dice el visi
tante echando la mano al bolsi
llo interior.
—«Y, ¿por qué has venido pre
cisamente a mí?»
—«Hombre, Iqué cosasi Pues
porque eres un genio para ne
gocios; basta echar una ojeada
alrededor para darse cuenta de
lo que has realizado.»
Los Bancos locales no eran
muy seguros en aquellos días/
no so podía uno fiar mucho de
ellos; Y además no daban mas
que un cuarto por ciento de in
terés. Don Bosco le hizo la si
guiente propuesta a su amigo:
«Dame ese dinero, y yo te pa
garé un interés de una unidad
completa durante diez años.» En
cantado con el contrato, su ami
go le entregó una suma de casi
ocho mil dólares.
Al cabo del día muchas otras
cosas parecidas habían sucedi
do: que si limosnas, que si dona
ciones para estipendios de mi
sas,- en fin, que para cuando
fue a acostarse, debía de tener
en caja el equivalente a unos
veinte mil dólares de nuestros
días. Don Bosco no oslaba es
tupefacto por todo eso, sino que
sencillamente le parecía la cosa
más natural del mundo que te
nía que suceder. Nunca se le
ocurrió dudarlo.
—«Pero no te puedo contar lo
do lo referente a Don Bosco en
una tarde, Neil, ni siquiera en
muchas lardes. Lo que nizo, las
obras que puso en pie, son ta
les Y tantas que se diría que ha
bía una docena de Don Boscos,
cuando en efecto no había más
que uno.»
DON BOSCO HACE
UNA DE LAS SUYAS
«Hace dos años, cuando esta
ba yo en las últimas boqueadas,
Y a punto de echar el cerrojo
a mi obra, me bajé a la capilla,
me arrodilló, me santigüé y le
dije a Don Bosco: «Del mismo
modo como cuando tu necesi
tabas un techo y unas ventanas
en el orfanato que estabas cons
truyendo Y no tenías dinero pa
ra pagarlos le hablaste a la Vir
gen Santísima y le dijiste «Tú
me has conducido hasta aquí,
Y ahora no me puedas desam
parar», yo también te lo digo
ahora.»
«Pues bien» -siguió diciendo«estaba poniéndome de pie de
nuevo cuando sonó el teléfono.
Corro escaleras arriba a ver
quien llama. Era una rica seño
ra católica. Su matrimonio ha
bía naufragado y quería mar
charse a vivir en el extranje
ro, pero no quería arrinconar sus
muebles ni venderlos tampoco.
«Si tiene usted un rato libre. Pa
dre, podría venir a mi casa a
echar un vistazo y ver si hay
algo que le sirva para su Círcu
lo; todo ello está a su dispo
sición.»
Efectivamente, una ojeada a
aquel Círculo le habría conven
cido a cualquiera que el Padre
Bowling se había lanzado con el
camión más grande que había
podido encontrar: tales eran, no
solamenle los muebles, sino has
ta el papel que cubría las pare
des.
Todo parecía de las más refi
nada elegancia y hasta suntuo
sidad. Además de ello, la seño
ra le había dado un generoso
taloneéis para que se comprara
lo que más necesitase y ^íue no
hubiera encontrado en su resi
dencia señorial.
A este punto tiró de un cajón
el buen Padre y me pasó un
ejemplar de la novena de Don
Bosco a la Virgen Auxiliadora.
No perdí una sílaba de sus pa
labras. Me habían impresiona
do profundamente. Los resulta
dos de aquella amistad con Don
Bosco eran demasiado eviden
tes por todas partes adonde mi
rara, y yo me puse a tiojear dis
traídamente la novena que me
había dado.
El Padre Bowling es un hom
bre inteligente. Inteligente y
amable y comprensivo.
Y hasta parecía divertido al
decirme mirándome de hito en
hito: «Me acabas de decir que
ya has gastado todas tus oracio
nes y que ya no te queda ni
una con que asaltar las puertas
de los cielos. Pues mira: las ora
ciones que encontrarás impre
sas en esta novena no tienes
más que leerlas: son muy sencillitasí no tienes que añadirles
nada.i
«Neil, una cosa: el pedirle a
Don Bosco que interceda por ti
en el Cielo... bueno, vamos a de
cirlo de otra manera: suponte
que eres un viajante por cuenta
de una fábrica de paraguas y
que te vas a Chicago a visitar a
esos señores de Mashall-Fields,
por ejemplo, donde conoces per
sonalmente al jefe de compras,
naturalmente que te sentirás con
trariado al enterarte de que aca
ba de marcharse para no sé que
reunión y que no volverá hasta
dentro de unos días. Podría su
ceder todavía que conocieras
también al sub-jeíe de compras,
pero que al ir a verle te infor
maran que se había quedado en
casa con un flemón espantoso
y unas calenturas, y que no apa
recería por las oficinas duran
te unas cuantas semanas.i
«Podría muy bien suceder,
Neil, que entonces te decidieras
a dejar unas muestras a alguno
de los encargados rogándole que
cuando alguno de sus superio
res volviera al despacho, le fue
ra a decir: ¡Mire usted qué mag
níficos paraguas nos han traído
de muestraI ¡Mire qué corte, qué
tamaño, qué color, qué estilo l
¿Por qué no podríamos encar
gar un par de docenas y ver qué
tal resultado nos dan? En otras
palabras, Neil: no está mal te
ner un amigo en la Corte.i
«Ahora, llévate esa Novena a
casa. Hazla. Y no te olvides que
si tus oraciones son atendidas
y te sale un buen empleo, se lo
debes a Dios Todopoderoso, ¿eh?
—no a San Juan Bosco.»
«¿Me preguntabas cómo po
drías demostrar tu gratitud por
haber sido escuchado? Pues mi
ra: no te olvides que durante
su vida Don Bosco fundó una
nueva Congregación: los Salesianos, que están dedicados a la
educación de la juventud obre
ra en todo el mundo, y natu
ralmente, no pueden llevar ade
lante su obra solamente a fuarza de canjear sellos usados. Ne
cesitan dinero. Si te sale un.
buen empleo, y si crees que se
lo debes a Don Bosco, mándales
unos cuantos. Yo no te puedo
decir cuánto, pero ya lo verás
tú. Pero sea lo que sea, ello
significa un poquito más de lo
que tenían antes de recibirlo. El
cuartel general de esa Congre
gación en esta nación está en
New Rochelle, New York.»
DON BOSCO
CAM BIA EL RUMBO
DE MI V ID A
Le di las gracias y me mar
ché sin la menor idea de que
esta visita, y los resultados que
la siguieron, iban a dar una nue
va orientación a mi vida y mi
pensamiento hasta el día de mi
muerte.
Me acuerdo muy bien de que
al volver a casa, me gritó mi mu
jer apenas oyó la vuelta de mi
llave en la cerradura: «¿De vuel
ta tan temprano? No has podido
ir muy lejos.» La estreché fuer
temente en mis brazos pensando;
«Cariño, no te puedes imaginar
la enorme distancia que he re
corrido hoy. Algún día lo sa
brás.»
Y efectivamente, un día se
lo dije.
Ninguno de los dos '¡e imagi
naba las maravillas que nos que
daban por ver.
Hice la novena. Y eso, natu
ralmente, se lleva nuave días.
Para los que no comparten mi
fe se necesitará una breve ex
plicación de ese número nueve.
Una novena se puede hacer en
privado, o en una iglesia pú
blica en común y dura nueve
días. El número se origina del pe
riodo de nueve días que transcu
rrieron entre la Ascensión del
Señor y la bajada del Espíritu
Santo sobre los Apóstoles en el
día de Pentecostés.
El noveno día por la mañana
me estaba afeitando -«así me val
ga Dios»— cuando oigo una voz
que clara y distintamente me
dice: «Vete hoy mismo a ver a
Dan Kelly en Universal Films.»
Me miré en el espejo y me dije:
«Oye Neil, ¿qué diablos te pa
sa? Ya empezamos con esas de
oír voces, y de manías religio
sas? Eso sería horrible.» Y me
seguí afeitando.
Y otra vez la voz, ni más fuer
te ni más imperiosa que la pri
mera, me repetía sencillamente
«Vete hoy mismo a verle a Dan
Kelly, en Universal Films.»
Aquello era demasiado. Me
davé la cara con mucho cuida
do, me la sequé y me fui a la
cocina donde mi querida mitad
estaba con los codos metidos
en la colada.
—«Oye, Elsa, no me estarás
tomando el pelo.»
—«Cielos, Inol Pero, ¿qué le
pasa?
Se lo conté.
—«Pues mira, yo en tu caso
iría a ver a Kelly.»
«¡Ir a ver a Kelly!» Si había
una persona en Hollywood que
se habría tronchado de risa al
oir que yo necesitaba empleo,
dinero y ayuda, ese era Dan
Kelly. Otros se habrían sonreído
al conocer mi estado, Kelly ha
bría soltado una carcajada. Ha
bría sido un triunfo rotundo pa
ra él, y, a decir verdad, ahora
que lo pienso, habría tenido to
da la razón del mundo para ello,
por mucho que me pesara.
-
13
CAMPA5ÍA ANUAL:
DIALOGO CON LOS HIJOS
reconocer
sus esfuerzos
w
diálogo con los hijos
no d e b e r la romperse
nunca. Sin embargo en
m u c h a s íaiuilias llega
fatalmente un momento en que
los hijos se retraen ante lo que
ellos llaman incomprensión de
los padres.
No es que demos la razón a
los hijos, pero en estas relacio
nes familiares los que natural
mente poseen la experiencia, la
l
E
M -
visión más exacta de las cosas,
los que ven lo que conviene
ordinariamente a los hijos son
los padres. Por eso mismo son
ellos los que han de hacer lo
posible para que el diálogo no
cese. Pues los hijos a esas eda
des que empiezan con los doce
años no saben lo que quieren,
quieren a veces cosas imposi
bles o no convenientes y lo n'ismo que quieren lo desean de
una manera imp'ülsiva, con im
paciencia, con prisas.
Los hijos en esas condiciones
fácilmente pueden retraerse y
suspender la comunicación ínti
ma y confiada con los padres/
éstos sin embargo aunque ten
gan mil razones para molestarse
con el rompimiento unilateral
llevado a cabo por los hijos, ja
más deben ceder a la tentación
de dar el diálogo por terminado.
Esos son los momentos en que
los padres han de saber aflojar
y tirar oportunamente para que
el diálogo no se suspenda/ son
momentos delicados que hay
que prevenir con tiempo.
En el pasado articulo, de esta
sección, hablábamos de que se
ha de crear un clima de amis
tad. Ese es uno de los puentes,
o mejor, una de las bases, qui
zás la más importante, del diá
logo entre padres e hijos. Otra
muy útil es saber reconocer los
esfuerzos que el hijo hace por
ser hombre, por cumplir su de
ber y manifestarlo. No basta con
darse cuenta, hay que decir que
nos hemos dado cuenta. Don
Bosco, pedagogo inteligente, co
mo todos sabemos, se servia de
este recurso y lo recomendaba.
A un joven educador le dijo un
día: c¿Quieres que te sugiera
un premio muy grato a tus alum
nos? Da cuando en cuando dile
a alguno que se porta bien: Es
toy satisfecho de ti y cuando
vea a tus padres se lo contaré».
La alabanza es un enérgico es
timulante a la acción. Sabiamen
te administrada impele al hijo
a comportarse bien, a contíar en
sus fuerzas, —y esto es muy im
portante que el hijo tenga con
fianza en si mismo— sin incitar
a la vanidad. Al mismo tiempo
y de rechazo la alabanza pre
para la efectividad de la co
rrección/ el no alabar se con
vertirá muchas veces en una co
rrección de las más eficaces/ y
la corrección es también necesa
ria. Porque no hay que olvidar
que el diálogo no consiste sólo
en escuchar hasta las imperti
nencias y doblegarse a las razo
nes no siempre válidas ni con
venientes de los hijos. No, el
diálogo es un instrumento para
dar con la verdad, con el buen
camino, con el acierto en unas
relaciones, con el obrar conve
niente Y oportuno. Por eso la
corrección y 1^ negación de cier
tas peticiones y
imposición
de ciertas medidas que los pa
dres juzgan oportunas son nece
sarias; pero, y siempre hay un
pero, hay que hacerlo de modo
que los hijos no se aparten. Y
admirar los esfuerzos de los hi
jos Y sus triunfos es un puente
muy sólido para que el diá
logo no se interrumpa.
Los muchachos gustan de ser
alabados. En el fondo se dan
cuenta que la alabanza es una
señal de alta distinción e^ iritual, de un alma fina; la alaban
za dilata el alma de quien la
recibe, enciende una nueva lla
ma en su corazón, crea en él un
clima de ardimiento y de ale
gría.
Hay alabanzas que brotan del
corazón y llegan al corazón. A
una fieslecilla, cuenta una seño
ra, fue invitada mi hija mayor.
Notó que la dueña se había que
dado sola, aislada. Se le acercó
Y le dijo: tSeñora, ha preparado
todo muy bien. Le agradezco
que me haya invitado». Aquella
señora me manifestó luego que
la frase de mi hija le había pro
porcionado una satisfacción in
mensa.
Y es que la alabanza es una
voz cálida y amiga. Cuando a
los hijos les llega esta voz alen
tadora de los padres en medio
de una de las muchas oscurida
des por las que pasan, les pro
duce la sensación de una mano
amiga que les sostiene sobre el
vacío.
¿Creéis que unos hijos que
ven en sus padres los primeros
admiradores de sus nobles es
fuerzos por triunfar en su am
biente, en sus estudios... rompe
rán el diálogo con sus padres?
No sólo lo creo difícil antes bien
serán los primeros interesados
en no cortar este puente que tan
satisfactoriamente lo une con sus
padres.
Don Bosco ponía como contra
partida de la alabanza, en el
diálogo educacional con sus
alumnos, la corrección de los
mismos y daba un consejo que
los padres pueden aplicar muy
bien: cMirad de no hablar con
desprecio de un muchacho que
tenga tal o cual defecto y me
nos lo hagáis en presencia de
sus compañeros. Si tenéis que
corregirle hacedlo a solas, en
secreto y con la máxima dulzu
ra». Cambiemos muchachos por
hijos Y dulzura por paternidad
Y tendremos los padres, un pre
cioso consejo que nos propor
cionará, aplicado, muchos éxitos.
« « *
Como se ve el diálogo con
los hijos está entretejido de mil
hilos diversos; seguiremos te
jiendo.
-
15
NOTICIARIO SALESIANO MUNDIAL
EN BOLIVIA
¿Quién ignora que la población campesina de las altiplanicies de Perú
y Bolivia necesita urgente ayuda?, la respuesta salesiana es Muyurina. Un
padre nos cuenta las amarguras y la dicha de la escuela agrícola salesiana.
'■■9:
I r - r r :^
Jarzrt
1
QUELLA mañana me su
bí en el jeep, puse en
marcha el molor e invilé a uno de laníos
muchachos de la escuela que
presenciaban la maniobra:
—¿Quieres venir conmigo?
—^Ya lo creo. No fallaba más,
respondió el chico y salló al
jeep.
Teníamos que hacer unos
cuantos encargos en Montero,
pueblo de unos dos mil habilanles no muy distante de Muyurina. La carretera, accidenta
dísima, se alarga unos dos kiló
metros desde nuestra escuela
hasta Montero. M uyurina es una
escuela agraria construida por
los americanos sobre terreno
ofrecido por el gobierno boli
viano y cuya dirección desde
hace seis años está en manos de
los salesíanos. Es una escuela es
tupenda, pero para nosotros, po
bres hijos de Don Bosco, con
más díticultades que púas tiene
un erizo.
Avanzábamos botando sobre
el sólido jeep; en los momentos
de descanso mental mi cabeza
daba vueltas y más vueltas a
los innumerables problemas de
nuestra comunidad y casi no me
atrevía a rozar el sueño de lo
dos los salesíanos de Muyurina:
que el gobierno boliviano nos
entregase la propiedad de la es
cuela.
En Montero, al pasar por de
lante de la oficina de correos,
me hicieron señas de que ami
norase la marcha y un emplea
do, corriendo, me entregó un te
legrama. Con un ojo miraba el
camino y con el otro trataba de
leerlo, pero no lo conseguía; es
taba escrito con una letra muy
mala. Me puse los lentes, leí y
por poco no se me corta la res
piración. El pie se me separó
del freno, el jeep pegó un salto
adelante y se paró en seco. El
muchacho, que estaba a mi lado,
se dio contra el parabrisas y se
quejó:
—¿Padre, qué pasa?
—Que M uyurina ya es nues
tra.
Olvidé todos los encargos, y
di media vuelta. El camino me
parecía liso como la palma de
la mano. De cuando en cuando
releía el telegrama para conven
cerme de que era verdad. Cogía
las curvas como nunca y me
sorprendía a mí mismo murmu
rando: La M uyurina es nuestra,
es nuestra.
Apenas llegué entregué el te
legrama al director y corrí a la
Iglesia a dar gracias al Señor.
Cuando salí toda la casa estaba
alborotada; todos reían y co
mentaban el acontecimiento. Los
chicos pegaban saltos de ale
gría. Cantamos el Tedeum y al
día siguiente dijimos una Misa
en acción de gracias.
Todo aquel espléndido comple
jo de casas, terrenos, ganados,
maquinaria, algo fabuloso para
nuestras posibilidades ¿cuánto
nos había costado? Lo diremos
en seguida: Una novena al Sier
vo de Dios, Don Felipe Rinaldi.
Un simple trozo de papel, un
telegrama, había barrido de gol
pe el mayor de nuestros obstácu
los, las grandes preocupaciones
por nuestro porvenir y nos abría
nuevas posibilidades de hacer
el bien entre los jóvenes.
La historia de M uyurina es
bonita y merece la pena contar
la una vez más.
La verde llanura, que desde
las orillas del Atlántico galopa
por tierras brasileñas, se para
de repente, como asustada, ante
la imponente altiplanicie de Bolivia, que acuna en el fondo
de un valle a su capital La Paz,
a cuatro mil metros de altitud.
M uyurina se levanta donde mue
re la llanura y se alzan los pri
meros plegamienlos que sirven
de contrafuerte a los bastiones
andinos: es un puesto avanzado
frente a la floresta virgen, una
roca fuerte de m ueva fronlerai.
La construyeron precisamente
los descendientes de los pione
ros del Par West, los america
nos, que en M uyurina se gas
taron ochenta millones de dó
lares, esto es 460 millones de
pesetas.
La escuela-piloto tuvo además
de las aulas para la enseñanza
y locales para el internado talle
res de mecánica y carpintería,
quince chalets destinados a los
quince instructores paisanos y
sus familias respectivas, maqui
naria, ganado seleccionado, una
central eléctrica y las calles ilu
minadas como cualquier ciudad.
Se convirtió en terreno de cul
tivo un rectángulo de más do
tres kilómetros de largo por uno
de ancho, dividido en diez gran
des campos subdivididos en cua
tro piezas cada uno.
Los americanos derramaron tan
to material que, cuando los salesianos hicieron ©1 inventario,
lardaron dos días en catalogar
las herramientas de uno sólo de
los talleres.
En base al «punto cuarto del
plan de ayuda a los países subdesarrollados» el gobierno de
Estados Unidos entregó al go
bierno de Bolivia la escuela mo
delo contentándose únicamente
con establecer en el contrato
que no la podían vender y que
de cuando en cuando le echa
rían una ojeada. Pero inmediata
mente comenzaron las dificulta
des.
Se nombró un director, se con
trataron quince instructores, se
dotó de fondos para la paga del
personal y manutención del edi
ficio, pero no se encontraron
alumnos. El año mejor los alum
nos llegaron a treinta; dos para
cada instructor. Y sin embargo,
todo era gratuito. Si al menos
hubiesen sido alumnos modelos,
excepcionalmenle preparados...
Pero nada de ©so. Cuando los
salesíanos se hicieron cargo se
encontraron con un puñado de
mozos, algunos de ellos con el
seivicio militar cumplido, sin
disciplina de ningún género, des
preocupados moral y religiosa
mente, llenos de pretensiones,
capaces de declarar una huelga
o una insubordinación en me
nos que canta un gallo y de exi
gir que se les pagara por ade
lantado por la enseñanza que
iban a recibir. Los mismos edifi
cios atestiguaban cómo se apro
vechaban de ellos y de sus ade
lantos en la escuela: Puertas y
manillas roías, lámparas robadas,
interruptores arrancados, letre
ros en las paredes, que nada te
nían que ver con los que Don
Bosco ponía en el Oratorio.
El gobierno boliviano estaba
preocupado. No valía la pena
sostener la escuela para tales re
sultados. Buscó una solución:
entregar la escuela a quien er\tendiese algo de ello y
li
brase de las cargas que suponía
su sostenimiento.
¿A quién confiar Muyurina?
Los americanos, que la habían
pagado, propusieron dos candi
daturas: la de los protestantes
metodistas, que deseaban abrir
una escuela de prestigio en una
nación con el 95% de católicos
y la de los Padres de Maryknoll,
católicos. Estos carecían de per
sonal, pero se esforzaron en ce
rrar el paso a los protestantes:
interesaron al Nuncio, al mismo
Juan XXIII y a los salesianos.
Los metodistas echaron en la
balanza una lista de técnicos y
50.000 dólares para comenzar. Los
salesianos ofrecieron una tenue
promesa: los superiores de Turín
proveerían. Los tratos duraron
meses y quizás durarían todavía
si en las elecciones del año 1960
no hubiese salido presidente un
amigo de los salesianos.
Un mes después de su elec
ción del nuevo Presidente reunió
en torno suyo a cuatro minis
tros, al comisario norteamerica
no encargado de aplicar el fa
moso «Punto Cuatrot y a un salesiano. Comenzaron las escara
muzas.
—Ustedes, los salesianos, no
son capaces de regir una escue
la agrícola de esa categoría, le
espetó el ministro de Agricultu
ra al salesiano allí presente; ade
más no tienen los medios sufi
cientes ni la técnica.
Fue el mismo presidente en
persona quien le refutó refirien
do las visitas que había hecho
personalmente a las escuelas pro
fesionales salosianas de Italia.
El ministro de Agricultura exi
gió que al menos la mayoría del
personal fuese boliviano.
—Deje a los salesianos que es
cojan ellos mismos el personal
conveniente —intervino de nue
vo el Presidente—. Los salesia
nos saben arreglarse.
En esto entró un ujier con un
telegrama para el Presidente. De
cía: «El Consejo de la Universi
dad de Santa Cruz, informado de
la reunión, pide no se entregue
18 -
la escuela de M uyurina a los
salesianos sino se ceda a la Uni
versidad de Santa Cruz para es
cuela de Veterinaria!. No se es
peraba la concurrencia de este
tercero y apuntaba una peligro
sa solución de recambio. El pre
sidente se recogió unos instan
tes pensativo; luego, golpeando
con los nudillos en la mesa,
sentenció:
—No deseo mal ni a Bolivia
ni a la Universidad de Santa
Cruz, por tanto la escuela de
M uyurina sea confiada a los
salesianos.
Aquella misma tarde se firmó
el contrato y seis días después
los salesianos entraban en Mu
yurina. La recibían en arriendo
por quince años.
AQUI NO QUEREMOS CURAS
Los protestantes cuando vieron
el exiguo personal llegado a
M uyurina y los pocos medios
materiales con que contaban, se
pusierori muy contentos. Pensa
ron que los salesianos fracasa
rían. Pues tenían que habérse
las con el cuidado de unos edifi
cios imponentes, con el cultivo
de 500 hectáreas de campo, criar
el ganado en un clima no muy
propicio, mantener eficientes
unos enormes talleres, dar cla
se y además mantener gratuita
mente a los alumnos. Los sale
sianos —dijeron los protestan
tes— se derrumban; y les die
ron tres meses escasos de vida.
No se contentaron con pensarlo,lo publicaron en diarios y lo
lanzaron a través de sus radios.
Los jóvenes de la escuela, los
terribles vándalos que infundían
pavor a los salesianos más jó
venes, llegaron a principios de
febrero de 1961. Se encontraron
con la casa reparada, pintada y
todo dispuesto para empezar. A
muchos de ellos no les gustó la
novedad y mordieron el freno.
Al Inspector de los salesianos
que llegó aquellos primeros días
para visitar la escuela le rodea
ron sin dejarle salir del coche
y le dijeron: M uyurina es nues
tra y no queremos curas.
En aquellos primeros meses
los salesianos cerraron un ojo y
a veces los dos. Aquella bandada
de caballos salvajes recalcitra
ba furiosamente. Pero poco a po
co sin que ellos se dieran cuen
ta quedaron embridados. Los sa
lesianos jugaban con ellos al fút
bol y a lo que se presentase,
y el juego fraterniza. Los se
guían a todas partes como ami
gos y la amistad también her
mana. Todas las noches les de
seaban un buen reposo con pala
bras cordiales y esto también
estrecha los corazones.
El primer viernes de marzo, los
salesianos vieron con sorpresa
que once de aquellos mozos se
acercaban a la Comunión. Era
la primera concesión que hacían.
Al mes siguiente todos, menos
tres, cumplieron con Pascua.
SIMIENTE DE GRANO Y
SIMIENTE DE EVANGELIO
A fuerza de soplar el fuego,
los protestantes habían conse
guido que las autoridades hicie
sen a M uyurina frecuentes y mi
nuciosas visitas. Fue providen
cial pues así pudieron seguir
y comprobar paso a paso el ade
lanto y la transformación de los
muchachos. Pasaron los tres pri
meros meses y en lugar del fra
caso los salesianos consiguieron
plácemes y felicitaciones.
Pero había un hombre intri
gado más que ninguno por la
suerte que corría la escuela de
M uyurina: era el viejo director
de la escuela, norteamericano y
un caballero. También él visitó
la escuela, los edificios, el gana
do, los campos y quedó muy
satisfecho. Lo acompañaron al
estudio donde halló a todos los
alumnos inclinados sobre sus li
bros. A una señal todos se pu
sieron de pie ordenados y res
petuosos. El, que los había co
nocido antes, notó que se le
hacía un nudo en la garganta,sonrió, esbozó un saludo con
la mano y salió sin poder decir
palabra.
—INo son los de antes! —ex
clamó cuando se repuso del es
tupor que le había producido
el espectáculo—. No son los de
antes.
Y meneaba la cabeza. Luego
como quien intenta descubrir un
misterio preguntó:
—Pero, ¿cómo han hecho usíe(Continúa en la pág. 30)
ESPAÑA SALESIANA
Cursillo de promoción apostólica para coadjutores
salesianos de la Inspectoría de Madrid
Madrid.—El Cursillo fue convocado por el se
ñor Inspector, D. Maximiliano Francoy para los
hermanos de votos temporales y los que llevaran
hasta tres años de votos perpetuos. Asistieron 70
hermanos coadjutores jóvenes. También partici
paron espontáneamente coadjutores de más anti
güedad.
El 15 de agosto se reunió un grupo de cuatro
coadjutores y de cuatro sacerdotes para organizar
el horario y ocupación del tiempo en correspon
dencia con una triple temática: Bíblica, Social,
Educaíivo-pastoral.
Se iniciaron las tareas del cursillo el 29 de agos
to con la celebración de la Santa Misa. En conjun
to se dieron 5 conferencias diarias, distribuidas
de la manera siguiente:
a) Tema bíblico: 4 charlas sobre la tHisíoria de la
Salvacióni, como orientación para una más
provechosa lectura de la Sagrada Escritura, por
D. Juan Gil, profesor de Sagrada Escritura en
el seminario Teológico Salesiano de Salamanca.
b) Tema social: «5 charlasi sobre «Panorama y pro
blemática social según la doctrina de la Igle
sia», por D. Mariano Sanz Bayón, SDB, experto
—en sociología y miembro del grupo nacional
de Formación Social.
c) Tema educaíivo-pastoral: 2 lemas sobre «Psico
logía juvenil» y «conocimiento y estudio del
carácter», por D. Andrés Sopeña, SDB, profesor
de la Universidad Pontificia de Salamanca.
Tres temas sobre el movimiento de pastoral ju
venil en nuestras casas, por D. Antonio Sán
chez Romo, SDB, Delegado Inspectorial de Pas
toral Juvenil de la Inspectoría de Madrid.
d) Tres conferencias de seglares sobre:
M OHERNANDO.~ Para celebrar
sus veinticinco años de profe
sión salesiana se congregaron los
sacerdotes y coadjutores que
terminaron su noviciado e! año
1941. De excepcional se puede
calificar este grupo, ya que
de 16 novicios clérigos y dos
coadjutores perseveran 15 sacer
dotes (en la foto faltan tres) y
los dos coadjutores. Recordaron
su fidelidad a la vocación salesiana, concelebrando una misa
pasando un día de hermanda l
) Tarea educativa en el Escultismo, por don
José Esteve, Antiguo Alumno del Colegio
de Atocha.
2) £1 Instituto Secular «Cruzada de Santa Ma
ría», por D. Fernando Navarro, que expuso
la espiritualidad que lo vivifica.
3) La seguridad social en España, por D. Flo
rencio Fariñas, Antiguo Alumno Salesiano,
Graduado Social e Inspector de Trabajo.
Se dedicaron dos sesiones de cinefórum al ar
gumento social.
Hay que notar que la formación litúrgica ha
sido práctica en una participación bien dirigida
en la misa de cada día, con su homilía co’’’‘9spondienle, y en la correspondiente paraliturgia de la
tarde con una temática bien estudiada, estimulan
te del quehacer educativo y apostólico y de la
santifícación y espiritualidad personal de cada
uno de los asistentes.
Hay que señalar también, que se han comen
tado:
La constitución «Lumem Gentium» del Concilio
Vaticano II, y la «Declaración sobre la Libertad
Religiosa», «Dignitatis Humanae».
En la sesión de la mañana del día 3, intervi
nieron los Coadjutores:
a) D. José María Olmedo, miembro del «Comité
Técnico Nacional» de Deportes, ilustrando com
petentemente el tema de la intervención apos
tólica del Coadjutor Salesiano en diversos cam
pos, el deporte y los relativos a la especialidad
profesional o mandato de obediencia de cada
hermano.
b) D. Higinio Arce, Decano de los Salesianos con
sagrados al cuidado y formación de los jóvenes
1
TURIN.—'Peregrinos españoles salesianos en la Casa Madre. El dos de septiembre partieron de Barcelo
na siete autocares con 309 peregrinos. El día 7 fueron recibidos en audiencia general por Pablo V I;
en Turin, Don Modesto Bellido celebró para ellos una misa con homilía y cantos en español; lo propio
hizo Don Ziggiotti en el Colle Don Bosco. Los peregrinos, capitaneados por el P. Escursell, volvieron
satisfechos de su larga 7 jugosa peregrinación.
en los Círculos de Domingo Savio, presentó el
ancho campo en que puede desarrollar el coad
jutor, su actividad y las múltiples exigencias
de este apostolado hermoso pero exigente,
c) D. José Juarros, recogiendo votos e inquietu
des de los presentes, con un alto sentido prác
tico, hizo a todos los presentes conscientes de
le común responsabilidad en los diversos sec
tores del apostolado educativo salesiano, con
el común compromiso de un perfeccionamiento
progresivo que periódicamente se deberá ir
realizando, según los diversos y rnás urgentes
intereses.
La clausura, a las 13 horas del día 3, fue presi
dida por el Sr. Inspector, al que todos los Herma
nos Coadjutores asistentes al cursillo rindieron un
cálido y cordial homenaje de gratitud, entregán
dole un pergamino con las firmas de todos los
presentes.
La presencia y las palabras de D. Maximiliano
Francoy fueron agradecidas en todo su valor y
significado por todos los presentes.
CAMBADOS —
Crupo de co
operadoras d e
Vígo, que visi
taron la Casa
de Formación.
CACERES. —
Aun c u a n d o
no hay casa salesiana los de
votos de María
Auxiliadora si
guen sacando
en procesión su
imagen.
20
-
Un año más hemos celebrado en la parroquia de
Derroñadas la fiesta externa de María Auxiliado
ra, el día 8 de septiembre p. p.
La novena resultó muy fervorosa. Pero el día
de la fiesta fue solemne, como ningún año quizá.
La Santa Misa precedida de una procesión resultó
un acto emocionante. El coro de nuestros Filósofos
de Guadalajara, ayudado por el de las niñas del
Colegio de las Hermanas de la Caridad le dio un
realce especialisimo. En estas tierras nunca se ha
visto cosa igual en la parte de canto. Ofició la
Santa Misa asistido de otros sacerdotes Salesianos,
el-Rvdo. D. Fulgencio Sánchez, que en su precio
sa homilía «muy litúrgica, teológica y pastorali
nos habló del mensaje de Gracia que la Virgen
Santísima nos daba en el día de su fiesta.
Tanto estas gentes pueblerinas como los vera
neantes quedaron tan alta y gratamente impre
sionados del día este, que les «será difícil, muy
difícil olvidarlo». Se puede decir que también
esto «es obra de María».
RELATO DE LA VISITA DEL CONSEJO INSPECTORIAL
VENEZOLANO A LAS MISIONES DEL ALTO ORINOCO
El Padre Coceo, salesiano, con tm cacique pintarrajeado a tono con su categoría.
es lunes sanio. Un enjambre de
avionetas despega del aeropuerto de
La Carlota. Y allá vamos nosotros tam
bién atornillándonos en el cobaltino
cielo de Petare.
Vamos rumbo al sur. Nuestra misión: las Mi
siones Salesianas...
H
oy
*
*
*
OR encima de la brumosa monotonía
de los llanos sin fin, el avión procede
solo, pasa serenamente sobre un in
menso Y aletargado Orinoco, deshilachado en múltiples caños que vienen y van.
P
De pronto, el volante tuvo que pasar a las
manos de Dios... Sobre las montuosidades nor
teñas del Territorio Amazonas nos embistió una
voraz tormenta. La lluvia nos hería implaca
ble con la tupida ráfaga de sus flechazos. Nues
tra máquina voladora se hundía desolada en
el esfuerzo de asirse a los vapores endiablados
de la atmósfera. El ambiente se agrietaba de
relámpagos. Por entre resquicios de nubes se
coluirüaraban enhiestos cerros, con sombríos
perfiles de rocas cortantes, por ambos lados,
muy por encima de nosotros. Este examen de
sangre fría y de confianza en Dios duró unos
diez minutos. Luego las nubes nos escupieron,
de pronto, en un punto azul... Debajo, cule-
-
21
breaba ahora el Orinoco adolescente. Lo remon
tamos, atajando sus meandros y dejando a nues
tra izquierda el Olimpo del Territorio, el Cerro
Duida. Abajo, junto a un recodo del ]oven río,
brillaba el verdor esmeraldino de una sabana: era
La Esmeralda.
Tocamos tierra. Al rato, descendía también el
monomolor, que por la ruta de los prudentes,
traía su lote de serenísimos pasajeros.
Ya iba anocheciendo. La próxima meta debía
ser Santa María de los Guaicas. La prosecución
del viaje tenía ahora justificación de aventura:
¿Sería posible localizar la pista del Ocamo? En
caso negativo, ¿alcanzaría la gasolina para regre
sar a la Esmeralda? IMucho cuidado, que Orinoco
arriba, esta es la última sabana; más arriba no
hay sino selva I...
Por los lados de Colombia, ya caía el sol en
un horizonte inflamado de arreboles. Nuestros
aviones, después de olfatear prudentemente la
pista, aterrizaban felizmente y... finalmente en el
sitio previsto, donde el Ocamo afluye al Orinoco.
* * #
OS indios Iñeweteri, yanoamas de la Mi
sión Santa María de los Guaicas, tirados
en sus chinchorros cambian impresiones
sobre las dos enormes garzas motoriza
das que han venido a visitarlos.
—IKarakateri brukal —exclamó el cacique, mien
tras adentellaba un exquisito morocoto ahumado.
En la oscuridad de sus «yano» al avaro fulgor
de los fogones, cenan los indios... El menú es va
riado. Todavía hay pijiguao de la última cosecha.
L
En la olla hierve la yuca o el mapuey. En el
aire hay sabroso perfume de plátanos. Otros con
sumen ávidos su cucurucho de «oxe-aka», gesti
culante revoltillo de ventrudos bachéeos.
Para los visitantes, sentados a la mesa del Padre
Coceo, el menú no es menos apetecible. Las Her
manas han aderezado una lapa recién cazada.
El apetito es formidable. Las conversaciones re
lajan los nervios.
De la Sierra Parima se alza la luna, a trazar su
mágica parábola de plata.
Los visitantes expresan deseos de ver a los
indios en sus bohíos. Restándole 5.000 años a la
historia, entramos en un real mundo prehistórico.
¿En qué fecha estarán viviendo los yanoamas?
¿Cómo podrán coexistir dos culturas limítrofes
—la nuestra y la de ellos— si hay de por medio
tantos siglos de disparidad? Otras preguntas obse
sionan la mente del blanco, que no está leyendo
sino reviviendo la prehistoria...
La verdad palpitante es que esos cuerpos des
nudos y embijados aletargados en el capullo de
su lenta metamorfosis histórica son hombres. Al
calor de los tizones, el alma primitiva asoma su
virgen oscuridad por las pupilas vivarachas. ¿Qué
nos traerán los tnape»: la civilización cristiana
que los hace privilegiados en la carrera de la fe
licidad o sus vicios y desasosiegos que los ha
cen indios en el lujo de los palacios? Todo esto
parecen preguntarse inconscientemente los yanoa
mas.
Avanzamos por entre la elemental geometría de
los chinchorros ocupados. Los fogones se van ex
tinguiendo. Tropezamos fácilmente con racimos de
bananas, cacharros, juegos de arcos y flechas. En
tre los enseres domésticos asoman ya los efectos
de la transculturación: esas cacerolas, esos ma
chetes, esas hachas, ese material de pesca, esos
vestidos, denuncian la filantrópica presencia del
P. Luis Coceo. Proseguimos... los indios nos apun
tan con la batería de sus enormes pupilas. De
sempolvan interjecciones inusitadas de maravilla
y sorpresa y se desmigajan en musicales carca
jadas: a lo mejor les llamó la atención una calva,
un par de bigotes, la estatura de algún visitante...
La visita se lleva a cabo en todas las viviendas
de la tribu. El P. Coceo es cicerone de rigor,
intérprete de sonidos, olores, gestos, políglota de
los sentimientos silvestres; puente entre los hijos
del pleistoceno y los que ya tenemos ticket para
viajar a la luna.
* * *
E duerme a gusto a orillas del Ocamo.
Una afinada campana despierta a sus ha
bitantes. La moderna capilla alberga a
indios y a visitantes.
Hoy es martes santo. La policromía de la indu
mentaria femenina contrasta con los ornamentos
violáceos, de la liturgia. Los monaguillos, de so
tana roja y blanco roquete, lucen sus angelica
les pies descalzos. Rememorar la pasión del Se
ñor en estas latitudes cobra un sentido de pri
mitiva apostolización cristiana.
Rezan los indios y cantan... Para ellos la comu-
S
Indio g u a i c a
que se ha abul
tado los labios
como señal de
fortaleza.
22
-
nicación con el misterio es cosa más natural que
para nosotros. Su vida se debate entre seres miste
riosos. Hay espíritus en todas las sombras, detrás
de cada hoja, bajo las olas del río. Pero ese, el
del casabe lílanco y redondo que eleva el sacer
dote entre sus manos —comenta el misionero— es
el espíritu creador y salvador de todo, es Dios,
es decir iTixoi», en fonética yanoama. ?or eso la
Iglesia es la morada de Dios y como tal la res
petan los indios, sin necesidad de argumentacio
nes. Sucede, por ejemplo, que al correr una cor
tina de la capilla, aquella se desprende y cae
aparatosamente. Un indio ingenuamente interpre
ta: iTioxi kamisa kwamii {Dios ha perdido su ca
misa}...
Ha terminado la Misa. Los indios forman cola
frente a un panzudo cuenco. Allí está el P. Coceo
con su cazo en mano. Cada indio se lleva a la
casa su buena ración de mañoco, el pan del Al
to Orinoco.
La mañana siguiente visitamos los locales de
la Misión. Los salesianos intiman con el provin
cial, recibiendo luces y estímulos. Luego ¿e visita
la escuela que regentan las Hermanas, Hijas de
María Auxiliadora. Hay una clase para los varoncitos, que ya saben dibujar, leer y escribir en la
lengua de Cervantes. Hay también una oíase para
niñas, todas vestidas con su blanco uniforme es
colar,- abiertos en sus manos, nos mu-ístran pul
cros garabatos; en labios, nariz y orejas llevan los
aderezos típicos de su raza; una chiquilla lleva
colgando del cuello un ágil monitO; de pronto
todas se levantan y, agitando banderiías venezola
nas, proclaman sus colores y protestan en caste
llano su orgullo de ser venezolanos más auténti
cos. Otra rama de la enseñanza abarca hilado,
costura y bordado, para las mujeres.
Junto a la escuela está el dispensario médico.
Este es el mayor beneficio que dispensan las her
manas; es a la vez el más solicitado por los indios.
Quizás la raza yanoama no extinga, a pesar de
los varios factores de endoaniquilación que acu
san, precisamente porque la atención médica de
los misioneros los salvan del paludismo, de la
fiebre amarilla, de las mordeduras de ofidios y de
otras cien calamidades. Enviar medicinas adecua
das a estas misiones debe señalarse como un acto
de nobilísimo patriótico y cristiano sentido de fra
ternidad humana.
4:
9|i
o c o antes del mediodía, subimos a bor
do de un bongo motorizado. Con el ex
perto Hno. Sánchez al timón, hendimos
aguas Orinoco arriba.
Pasamos frente a la Boca de Mavaca, donde
surge otro centro misional, pero lo dejamos para
visitarlo a la vuelta.
Ahora el padre de los ríos venezolanos se hace
pequeño: es el río niño; hay que adivinar el
cauce más profundo para no atascamos en los
bajíos. Por el aguaje que reluce en las curvas,
el bonguero adivina el camino.
Las orillas aparecen acantiladas, cubiertas por
P
la maraña gigantesca de la selva. Se reconocen
bellos ejemplares de palomerías, yuvías, cedros,
jobos, yagrumos, matapalos, yeguas, macanillas,
sejes, cucuriíos... A veces rompe la monotonía del
verde abrumador la estallante inflorescencia rosa
da del palo maquire. Excepcionalmenle aparecen
en la orilla los thikarii o conucos indígenas, aban
donados unos, cultivados otros de plátanos, yuca,
pijaguao, onoto y otras plantas útiles.
El río se oscurece ahora entre raudales que lo
hacen menos navegable. A ratos, en la misteriosa
quietud de algún recodo emergen gigantescas
peñas ferrosas. Más arriba, plácidas mejanas ba
ñadas de sol...
La avifauna es lo que más llama la atención en
estas latitudes: golondrinas de agua sobre la vi
driosa superficie, martín pescadores en las orillas,
garzas blancas y morenas en las playas, cotúas so
bre los troncos semihundidos.
Ya avanzada la tarde, atracamos, por fin, en la
risueña Misión de El Platanal; en yanoama, Mahekodoíeri.
En la breve explanada que se extiende al pie
del Cerro W anidi, se aprecian las edificaciones de
la Misión Salesiana. Los locales antiguos se han
levantado con materiales de la selva: parature,
cedro y macanilla,- pero los nuevos —amplios,
funcionales y no desprovistos de estética— se han
levantado con bloques y piezas prefabricadas: es
el cemento tcivilizado* que ha llegado más cerca
de las cabeceras orinoquenses. La girándula del
pozo parece un avión que no halle dónde aterri
zar. A decir verdad, las obras hidráulicas y otros
hilos de ingeniería pregonan El Platanal como el
Cuando l l e g a
el día de ñesia
es de rigor en
tre los mahekadoteii a t r a
vesarse labios
Y orejas, como
el joven de la
foto.
-
23
Visita a una aldea de Mavaca.
caserío moderno más cercano a las fuentes del
Orinoco.
Contiguos a la Misión, asomados a la orilla del
río, S'e Yerguen los bohíos indígenas. Son del tipo
criollo. Sus pobladores, los Mahekodoteri, céle
bres por una bravura digna de ser historiada, han
demostrado ser buenos vecinos de nuestros mi
sioneros, asiduos asistentes a sus clases de cate
cismo, trabajo y civilización en general.
Las Hijas de María Auxiliadora cumplen una
labor encomiabilísima, también aquí sobresalien
do el eíicientisimo servicio médico.
El P. Robles nos acompaña a visitar a los ixori».
Los encontramos
casa, cenando, repantiga
dos en sus chinchorros. Las impresiones prehis
tóricas, recibidas a orillas del Ocamo, aquí se
repiten y se subrayan. Pero la casualidad nos
ofrece ahora dos escenas dignas de atención. El
ixapori» o brujo está curando a un muchacho en
fermo: el énfasis terapéutico de sus palabras no
son para reproducirlo. Uno a uno, soba que le
soba, van saliendo los ihékurai o malos espíritus
del cuerpo del paciente. Poco más allá, en cambio,
dos indios se están insuflando yopo, a través de
un cañuto, hasta quedar embriagados: la mirada
extraviada, la mueca idiota crispada en el rostro
sudoroso Y los ihékura» yanoamas rondándole bur
lonamente en torno.
Ya es tarde. Los visitantes se retiran. Crujen las
columnas de parature tras el tirón de las hamacas.
Dos de los más pesados inquilinos han decidido
colgar sus chinchorros al mismo poste central
pero en direcciones opuestas para salvar del de
rrumbe la edificación...
La mañana transcurre en la faena oficial de la
visita. De tantos secretos, se cuela una determina
ción sensacional; hay que construir una pista de
aterrizaje. Se estudian los vientos, el relieve, la
topografía y, al fin, se sabe dónde aterrizará el
Consejo Inspecíorial en su próximo viaje... El di
namismo de los misioneros no aguanta tanta ba
tería de incitaciones e indirectas: el Hno. Iglesias
se compromete a que dentro de poco se posen
allí, a vanguardia de la civilización Orinoco arri
ba, los aviones.
Satisfechos los Consejeros de haber conocido
El Platanal, nombre tan sonado en Caracas por
los receptores de los radioaficionados, se despiden.
Se llevan como recuerdo una cesta de gigantescas
guayabas, primicia prometedora de una agricultu
ra que se enfrenta al dominio plurisecular de la
jungla. Pero cada cual se lleva también en el alma
su pequeña guayaba de nostalgia.
Río abajo, encontramos indios pescando, sobre
algunas lajas ribereñas. Más abajo, en Daya, una
entera tribu nos espera ansiosa, apretujada a la
orilla. No podemos pasar de largo.
Recalamos. Nos reciben con los gestos y los
clamores característicos de los primitivos, con la
única diferencia de que ya nos suponen amigos.
Es que nosotros, al dirigir nuestra proa hacia
ellos, se lo habíamos anunciado a gritos i iXori,
xoril»
Aquí la prehistoria es más prehistoria. No se
notan signos externos de influencia de la civili
zación. Por una verediía llegamos al ixapono». El
ixaponoi, o plaza rodeada de las típicas casas de
una sola vertiente, es una muestra intacta de la
tradicional aldea yanoama.
El P. Inspector reparte caramelos a manos lle
nas, sonrisas y bendiciones. Nos hiere el alma
observar que algunos, con ojos delirantes, nos
suplican les demos algunas medicinas. iKwami»
{no tenemos), es la dolorosa contestación. Irreme
diablemente una madre se queda con su hijo ago
nizándole en los brazos. Un hombre nos mira ale
jarnos con los ojos encendidos por la fiebre, mien
tras profiere desconsoladas sílabas de dolor y se
atenaza inútilmente la cabeza entre los brazos.
iAngustiosa despedida! Dejar a un centenar de
venezolanos solos, desnudos, hambrientos, enfer
mos... Sobre sus barrigas rebutidas de gusanos,
los niños garabatean una mustia sonrisa de adiós;
por dentro inútilmente tratan de endulzarla con el
caramelo que chupan.
Todos han preguntado después de cuántas lu
nas volveremos a verlos. Algunos han pedido que
les llevemos ikamisai, otros itiherai, otros cprohoroi... Sus almas, unánimemente, nos han exigido
algo más grande y menos pecado: itioxii. Dios.
L forzudo Johoson ha reanudado su can
ción de acero. Río abajo se navega con
OY es miércoles santo.
un solo motor, aunque a bordo hay carga
£1 sol se eleva en la Sierra Parima como
imponderable de sentimientos y recuerdos.
si fuera una hostia de oro. Una brisa sua
Dos garzas blancas van adelante como pregone
ve acaricia los camburales, ahuyentando
ras de nuestra aventura, hasta llegar a Mavaca.
los transnochados espíritus de la oscuridad.
*
24
-
*
*
Mavaca es el silio donde este primer gran
afluente desemboca en el Orinoco. Allí surge una
misión pulcra, elegante funcional, engalanada de
verdor eimporíado», aunque cerca aceche abru
madora la selva virgen, la del verdor autóctono.
Pioneros de la Misión son los salesianos, P. José
Berno y Hno. Pedro, etnólogos y lingüistas de la
cultura yanoama. Ambos se hallan empeñados en
la construcción de una hermosa capilla. Ya el
proyecto está resultando una flamante realidad.
Será una capilla que, en su estructura, hará coin
cidir las normas progresistas del ecumenismo con
las condiciones primitivas de los fieles.
En los alrededores de la Boca de Mavaca viven
unos 170 indios, yanoamas todos, distribuidos en
las siguientes parcialidades: Pixaaseteri, Koroteri,
Korateri, que pertenecen al clan anteriormente
denominado Patanaoteri. En la ocasión de nues
tra visita, estaban también presentes los Monoteri.
Eran huéspedes de los indios de Mavaca y, al
oír el ruido de nuestro motor, acudieron a la Mi
sión. Proceden de las cabeceras del río Mavaca.
Son vigorosos, sanos, sociables, parleros, inteligen
tes... Esto nos da pie para formular una constata
ción importante desde el punto de vista indige
nista.
Cuando regresamos al Ocamo, encontramos allí
a otros indios visitantes —los Sedukuraweteri pro
ceden de las cabeceras del Padamo, luego de re
giones más altas.
Es un hecho que los habitantes de las alturas
del Territorio no acusan los síntomas deplorables
de los oíros. En las alturas de la Sierra Parima,
no hay paludismo y no hay plagas; hay agua cris
talina y abundante, sin que se produzcan inunda
ciones,- la tierra es fértil; la humedad menos re
cargada,- el clima muy agradable. De ahí proba
blemente hayan procedido los yanoamas que aho
ra viven en las regiones bajas, tal vez atraídos
por los beneficios que les derivaban del contacto
que lograban con los blancos. Esto ahora era un
hecho muy explicable, porque la única vía de
penetración para los blancos era el río navegable,
ín la actualidad, con las maravillosas posibilida
des de la comunicación aérea, sería muy conve
niente que se favoreciera una regresión de los
yanoamas —acompañados por sus misioneros— ha
cia las alturas. Exploradores y misioneros defen
dían esta tesis, con el contundente argumento de
su saber y experiencias. Por lo menos se alcan
zarían resultados parecidos a los muy halagado
res obtenidos en la misionización de la Gran
Sabana.
*
*
*
ONCLUIDA la vista a la Misión de Ma
vaca, proseguimos ría abajo. Hace calor:
nuestras sombras se bañan vestidas en
las olas verdosas. Al anochecer, recala
mos en la aldea guaica de Lechosa. Las hermanas
del Ocamo se habían adelantado para preparar
nos una recepción fastuosa.
Había banderines y guilindajos entre los árbo
les. Las Hermanas vestidas de blanco eran nues-
Los ríos siguen siendo el mejor camino, a pesar de
todos los riesgos y chapuzones que proporcionan
al misionero.
tros ángeles de la guarda en la sospechosa oscu
ridad. El ixaponoi lucía perfecto y limpio; a su
lado se yergue una amplia vivienda que es algo
así como sucursal de la Misión de Santa María de
los Guaicas y sirve para clase y oratorio de los
lugareños.
Ya había caído la noche y no se pudo llevar
a cabo todo un programa de fiesta y acercamiento
con esta tribu tan hospitalaria y simpática. Todos
los indios nos saludaron en castellano y... zarpa
mos. Con linternas alumbrábamos las orillas del
río, donde a veces rebotaba la luz al toparse con
la pupila de alguna babilla. Los cocuyos pespun
teaban su diminuta pirotecnia sobre la negrura
del sotobosque orillero. Lejos parpadeaban los re
lámpagos.
Llegamos, finalmente, a la Misión del Ocamo.
Durante la noche, pudimos escuchar el contrato
comercial indígena de visitantes con residentes;
que duró hasta entrada la aurora.
*
*
*
ERO ya hoy es jueves santo. Queda a
nuestra disposición una sola avioneta:
Esta despacha para Caracas a una parte
del Consejo, mientras la otra realizará
una breve visita a las misiones no yanoamas.
Al tiempo que nuestra hélice afilaba su acero
para el regreso, la mano del P. Coceo estaba he
cha otra hélice para trazarnos un sinfín de bendi
ciones. Al bramido del despegue, los indios se
dispersaron, asustados, bajo el yucal...
E"i los peramanes los pájaros carpinteros tele
grafiaban la sentimental noticia: iKaraketeri vo
lando lejos... Kori esperando Karaketeri regre
sando pronto»...
- 25
4wt*tMeias
d e M a e io L A u d c ilia d o e n
Un doble milagro
Aíaririd. -M aría José Hernández es hija de don
Jesús Hernández Rosanes, antiguo alumno de
nuestro Colegio de Estrecho. H a hecho su pri
m era comunión este año, el día 24 de mayo, en
la capilla del colegio de las H ijas de M aría Auxi
liadora de la plaza de Castilla. Asistieron sus
fam iliares y amistados para dar gracias a la Vir
gen por el milagro de su curación y el milagro
do la revisión espiritual y puesta en m archa de
una vida fervorosa de personas descuidadas reli
giosamente pero que querían a la niña y por ella
se sacrlflcaron pidiendo a Dios su curación, reci
biendo en cambio la decisión de cumplir regular
mente sus deberes religiosos, dando así testim o
nio de su fe y adhesión a la vida cristiana.
M aría Jesús fue desahuciada por los médicos
do una enfermedad que no conocieron, el 4 de
octubre del año pasado, después de un año de
alternativas de gravedad. Unos médicos creyeron
que era nefritis y así la trataron, otros creyeron
que era nefrosis medicinando a esta supuesta en
fermedad; lo cierto es que no acertaron y la niña
empeoró, su cucrpecito se hinchó tan horrible
mente que causaba lástim a y la compasión que
por ella sentían todos les convencía de que Dios
debería llevársela para no verla sufrir y no sufrir
viéndola. Las medicinas más modernas y costosas
no pudieron con la enfermedad pero dejaron a la
fam ilia desconsolada y empeñada.
Como última esperanza la internaron en el Clí
nico de la Paz donde no se puede negar que aten
dieron a la niña, pero más como investigación de
una enfermedad que se resistía. Los padres lle
varon a casa a su hijita y la confiaron a nuevos
especialistas siempre en lucha con la m uerte que
se decía era inevitable y se la sentía tan cerca.
M ientras, seguían pidiendo a la Virgen su auxilio
con novenas que se sucedían, renuncias y priva
ciones: loa fam iliares y am istades se unían a las
súplicas de los padres y hacían también sus
ofrendas.
En el mes de septiembre de 1965 los médicos
que últimam ente trataron a la niña convencieron
a los padres de que la enfermedad era descono
cida y el fin inminente: transcurrió todo el mes
la niña en un estado de coma, tan lastimosamente
desfigurada por la hinchazón que no rem itía: uno
de los médicos llegó a decir desconsolado viendo
sufrir a la niña, que no entendía por qué Dios
perm itía tanto dolor en una criatura inocente.
Las oraciones a la Virgen Auxiliadora eran in
cesantes. avaladas por promesas que se iban cum
pliendo, como la misa que se celebraba semanal
mente por las almas del purgrntorio.
El 4 de octubre se advirtió que la hinchazón
descendía notablemente y la niña comenzaba a
m ejorar, fue recuperando el conocimiento con
26 -
la alegría natural de todos: el 24 del mismo mes
los padres acudieron a la cripta de M aría Auxiliadora de Atocha, como cada mes, p ara oir la santa
m isa vespertina y comulgar; comunicaron su ale
gría al P. Marcelino Talavera y quedaron en ir
al día siguiente a dar la Bendición de M aría Auxi
liadora a la niña, como así se hizo.
A p artir de entonces la enfermedad descono
cida desapareció, la hinchazón cedía a ojos vista,
los médicos fueron reduciendo las medicinas, los
analistas quedaban perplejos ante los análisis tan
completos de una salud normal y por otra parte
tan desconcertantes con los obtenidos unos días
antes; la cortisona se fue administrando en dosis
cada vez más pequeñas hasta su total reducción
con lo que desapareció tam bién esa gordura mo
fletuda rosácea de los enfermos que la toman.
Toda la prim avera y el verano la niña hace su
vida norm al: baja a jugar a la calle con las niñas
de su colegio, sale de paseo con sus padres, visita
a sus fam iliares y am istades, da guerra en casa
como sus herm anas.
Después de la franca mejoría y su recuperación
total, se convino en llevarla al analista y al mé
dico, primero cada quince días, luego cada mes,
y por último cada dos meses, siendo siempre los
análisis completamente normales a su edad. Cuan
tos médicos, analistas y practicantes han asistido
a M aría Jesús están de acuerdo y dispuestos a
testim oniar que no han logrado conocer la enfer
medad pero que la niña debería haber m uerto
según la ciencia.
Quienes queriendo y compadeciendo a M aría
Jesús a lo largo de su desconocida enfermedad
encontraron su recuperación espiritual dicen ha
ber aprendido para siempre el valor del sufrimien
to en el plan de Dios. Los padres agradecidos
entregan una limosna para las obras salesianas
y animan a todos a que acudan confiadamente a
M aría Auxiliadora en la seguridad de que serán
atendidos si, con obras que acrediten su fe, dan
testimonio de adhesión a Jesucristo que nos salvó
con sus sufrim ientos .— Jesús Hernández Rosanes.
María Auxiliadora los salva de una muerte
segura
Barcelona .—Siento la necesidad de dar pública
mente gracias a M aría Auxiliadora por la protec
ción especialísima de que fue objeto el pasado
24 de junio de 1966, mi familia.
Dos o tres kilómetros antes de llegar a Ripoll,
el coche donde viajaban mis hermanos y mis dos
sobrinas cayó por un terraplén de unos treinta
metros, dando ocho vueltas de campana. A la se
gunda vuelta, según dicen los que lo vieron, la
niña m ayorcita de siete años, fue despedida por
la ventanilla y arrojada a unos zarzales. Cuando
el coche se detuvo quedó en posición normal. El
*
*
^
susto fue mayúsculo; pero gracias a Dios y a la
protección de la Virgen Auxiliadora, no se hicie
ron más que unos rasguños y «cardenales» mi
hermana y sobrinas. Mi cuñado se rompió el
brazo derecho. Los que vieron el coche después
del accidente decían: «¡Cómo habrán quedado los
que iban dentro!» La grúa tardó seis horas en
sacarlo.
Supimos que al día siguiente en el mismo sitio
de la carretera, debido a su m al estado hubo dos
accidentes. Fueron varios los m uertos que se re
gistraron entonces.
Estamos todos convencidos, que fue M aría
Auxiliadora quien protegió a mi familia, ya que
una especie de telepatía, o presentimiento, me
impulsó en aquel día a rezar de una m anera par
ticular para que no les pasase nada en el viaje
que habían emprendido. He de hacer notar otro
detalle de la gracia: Al ser despedida la niña por
la ventanilla, cayó por la p arte derecha. De lo
contrario al seguir cayendo el coche por la otra
parte, la hubiera arrollado en su m archa.
Toda la fam ilia agradecida publica esta gracia,
exhortando a todos cuantos se vean en algún pe
ligro a encomendarse a tan g;ran protectora.
Aprovecho para agradecer tam bién a nuestra
Virgen y a nuestros Santos Salesianos, especial
mente a Don Rinaldi y a M adre Clegia varios
favores espirituales y corporales recibidos por
su poderosa intercesión.— Sor M . González (Hija
de M aría Auxiliadora).
«Invoqué a María Auxiliadora»
Celanova.—^Llena de espanto contemplé como
una pesada verja de hierro caía sobre mi hijita
aprisionándola. Invoqué a M aría Auxiliadora y
lo que pudo y debió ser una desgracia irrepa
rable, quedó solo en ligero magullamiento gene
ral. Por lo cual, en agradecim iento hago promesa
de vestir su hábito, envío una limosna y deseo
se publique la gracia en el Boletín Salesiano.
C. Losada.
Entre la vida y la muerte
Zamora.—En agosto del año pasado les ocu
rrió un accidente de automóvil a dos de mis hijos.
Ante la gravedad de lo sucedido comencé a ro
garle a M aría Auxiliadora esperando me escu
chara como en otras ocasiones. Y sucedió que lo
que la medicina no pudo conseguir lo alcanzó
M aría Auxiliadora, pues, uno de ellos después
de luchar cinco días entre la vida y la muerte
al fin comenzó a reaccionar y hoy los dos pue
den llevar su vida normal. Por ello agradecida
envío una limosna para las obras salesianas.— So
fía Carro.
Dan gracias a María Auxiliadora
7 envían una limosna
de Chiloeches;
de
de Gerona;
de
de M ontaña Alta-Guía de Gran Canaria;
de La Línea de la Concepción;
de Puerto Real;
iS.
de Alcoy;
de Portugalete;
de Barco de Valdeorras;
de Za
ragoza;
de Barcelona;
de Sevilla;
de Sevilla;
de N ava de la Asunción;
de Orense;
de La
Coruña;
de Reinosa;
de Salam anca;
Feliciano Pérez,
Inés Pinero,
F . de E.,
Oliva Villaseco,
Manoli M a rtin ; María José del Carmen
Molina,
Rosario Ortega,
Una H ija de María Auxiliadora,
S.,
Nicanor Pérez,
E. C.,
María Fe,
Narciso Calvo,
Luis Pastor
y señora,
P. R. Moreno,
Marcelina Rubio,
Dosinda Varela,
Carmen Requejo,
María Antonia Gutiérrez,
Sra. de Santos,
8. Peñaranda.
M adrid;
Madrid;
Otros corazones agradecidos
Asúa.—E n cumplimiento de una promesa escri
bo para agradecer públicamente a M aría Auxi
liadora el éxito en una operación quirúrgica y
el que m is herm anos aprobaran sus exámenes.
3íaría Begoña Arteagoitia.
Valencia, de Venezuela.—Doy gracias a M aría
Auxiliadora por haber salido bien de mis dos ope
raciones.—Aníonto López.
La Línea de la Concepción.—Doy gracias a Ma
ría Auxiliadora por haberse resuelto satisfacto
riamente una complicación que sobrevino a mi
madre, que ya padece del corazón y de inflama
ción de la aorta. Envío un donativo como prometí
a la Virgen si nos ayudaba.— M aría Enrique Doña.
La Línea de la Concepción.—Envío una limos
na a M aría Auxiliadora por una señalada gracia
concedida gracias a su manifiesta intercesión. Asi
mismo agradece a M aría Auxiliadora su visible
intercesión en la curación de una dolencia.— Pe
pita Hermida.
Ginzo de Lirnta.—-Hallándome preocupado tm
poco por el éxito de mis estudios acudí a la San
tísima Virgen Auxiliadora haciéndole una nove
na. Todo salió bien por lo que deseo publique la
gracia.— J. M . G.
Irún.—Encontrándome enferm a con unos do
lores que me impedían trab ajar acudí a M aría
Auxiliadora. A poco empecé a sentirm e mejor y
ahora trabajo ya normalmente. Agradecida en
vío una limosna.- -Rita Aguinagalde.
Doy gracias a M aría Auxiliadora y envío una
limosna por haber aprobado la reválida.—S. V ilanova.
Puerto Real.—Por haber curado de una enfer
medad quedo muy agradecida a M aría Auxilia
dora y envío una limosna. S. Ruiz.
Vigo. —Doy gracias a M aría Auxiliadora por
una gracia muy interesante y es que estando re'dos unos fam iliares míos encomendé el asunto
. M aría Auxiliadora, y Ella lo ha solucionado.
N. N.
Herrera del Pisuerga.
—^Doy gracias a M aría
Auxiliadora y a San Juan Bosco por haberme
concedido el favor que pedí para mi hijo y envío
una limosna.— Una cooperadora salesiana.
San Baudilio de Llobregat.—Quiero hacer pú
blico mi agradecim iento a M aría Auxiliadora por
los muchos favores que de Ella he recibido, en
especial por haber ctirado de una fuerte depresión
nerviosa y le pido con toda confianza que nunca
nos abandone.— Antonia Castélls.
Madrid.—Por numerosos favores recibidos de
M aría Auxiliadora y rogándole siga manteniendo
- 27
la paz en mí hogar mando una limosna para las
obras saleslanas.— Una antigua alumna.
Tosaa de Mar.—Habiendo sido intervenida una
am iga mía y siendo su estado muy grave enco
mendé el caso a M aría Auxiliadora. Hoy que se
encuentra restablecida casi completamente y pue
de dedicarse a su negocio cumplo gustosa lo pro
metido.—A. C. de T.
Falencia.—^Deseo publique el favor que M aría
Auxiliadora m e ha hecho. Habiéndome roto el
brazo tuve la desgracia de volvérmelo a romper
a los pocos días de quitarm e la escayola. El mé
dico me anunció que probablemente me quedaría
la mano inmóvil. Recurrí a M aría Auxiliadora y
ahora me encuentro perfectam ente pudiendo ha
cer uso de mi mano.— Un amigo.
Villa del J2ÍO.—Muy agradecida a M aría Auxi
liadora por haber aprobado mis exámenes envío
una limosna.— Maria Rojas.
Monzón.—Doy gracias a M aría Auxiliadora. Hi
ce la promesa de publicar los favores recibidos
y hoy cumplo mi promesa enviando una limosna
para las Misiones.— Irene Marin.
Barcelona.—Teniendo mi marido frecuentes mo
lestias en la espalda fuimos al médico quien dijo
que había algo anormal; sin embargo al examinar
las radiografías se comprobó que no. Yo le había
pedido mucho a M aría Auxiliadora p ara que así
fuera. En acción de gracias mando un donati
vo.—Mario B. Bertrán.
Lel)rj;n.---Llevaba ya mucho tiempo sin reci
bir noticias de un fam iliar muy querido; hice una
novena a M aría Auxiliadora y el último día recibí
1.a carta que esperaba. Por este y otros favores
doy gracias a M aría Auxiliadora.^—Juanita Tascón.
Doy gracias a M aría Auxiliadora por haber
aprobado los exámenes de Magisterio.—P. M. F.
Doy gracias a M aría Auxiliadora por la resig
nación cristiana que ha concedido a un fam iliar
mío para sobrellevar su enfermedad.— J. Conde.
P en ijd /ar.--Estando mi marido trabajando en
la huerta sufrió un gran mareo. Traído a casa le
sobrevino una hem orragia fortisim a por lo que
lo adm inistraron los santos sacramentos. A pe
nas llegó el médico comenzaron a hacerle trans
fusiones de sangre. Cinco días estuvo en estas tris
tes condiciones sin poder llevarlo al sanatorio de
la capital por tem or a que se nos quedara en el
camino. En vista de que se moría lo trasladamos
ai sanatorio donde comprobaron que se trataba
de una perforación de estómago. Operado, a los
doce días podía volver a casa y ahora hace vida
normal.
Agradece también a M aría Auxiliadora el éxito
en loa exámenes de mi hijo. En ambos casos acu
dí a Ella con fervor y la Virgen me ha escuchado.
Agradecida mando una limosna.— Josefa Forres.
Bine/ar.—Encontrándose mi esposa en trance
difícil, debido a la necesidad de una intervención
quirúrgica, la encomendé a San Juan Bosco y
Marín Auxiliadora con la promesa de publicarlo
y enviar una limosna, cosa que hago con mucho
gusto.—Gabriel Lacasa.
Salamanca.—Habiendo trasladado a mi marido
a Madrid por pasar a otro servicio, y siendo muy
difícil el problema de la vivienda, rogué con el
m ayor fervor a M aría Auxiliadora nos solucio
nara el problema, haciendo nos quedáramos aquí.
Fui atendida por tan bondadosa Madre. A gra
decida por tal favor, cumplo la promesa de en
viar una limosna y publicarlo.— Isabel Méndez.
28
-
Olleros de Alba (L e ó n ) —Desde hacía dos años
me hallaba enferm a de un m alestar extraño que
los médicos no acertaban a diagnosticar. E ntera
da de la eñcacia para estos casos de la devoción
de M aría Auxiliadora me puse a invocarla con
gran fe y conñanza. Tuve que someterme a una
operación de la que, gracias al auxilio de la Vir
gen, salí bastante bien. Dentro de algún tiempo
deberé reconocerme para otra posible operación.
En acción de gracias por todo lo que me ha ayu
dado la Virgen hasta el presente y en la espe
ranza de merecer su protección en futuras inter
venciones, envío una limosna para su culto.— Sa
grario Fernández.
I
Lumbrales (Salamanca).—Nuestro hijo peque
ño Juan Miguel cayó enfermo de gravedad. T ras
ladado con urgencia a Salamanca, ingresó en el
Hospital de la Santísim a Trinidad. En trance tan
apurado, nuestro hermano Salesiano le encomen
dó a M aría Auxiliadora y nos exhortó a conñar
en la Santísim a Virgen, prometiendo publicar
gracia tan señalada y dar una limosna en favor
de las Obras Salesianas. No se hizo esperar el
auxilio de nuestra bondadosa Madre del Cielo.
Nuestro pequeño salió del peligro. Han pasado
dos años. No ha vuelto a recaer y crece sano y
robusto.
Muy agradecido a M aría Auxiliadora, le pedi
mos nos siga protegiendo y gustosos cumplimos
lo prometido, exhortando a todos a acudir con
fiados a la Virgen de Don Bosco.— M iguel Nava
rro y Maria Cambronera.
Córdoba.—^Por concesión de M.5 Aux. y las ben
ditas ánim as del purgatorio de una petición de
rehabilitación en su carrera a un hermano mío
(bastante difícil de conseguir), cumplo mi pro
mesa de publicación en el Boletín Salesiano y la i
entrega de un donativo para las obras salesianas.
Agradecidísima a tan buena Madre, ruego de
todo corazón nos siga dispensando sus gracias.
M. S. R.
Salamanca.—Doy gracias a M aría Auxiliadora
por haberm e librado de una grave molestia que
en principio se creyó probable ataque de apendicitis.
En agradecimiento, envío una limosna para los
enfermos del P. Mantovani, misionero salesiano
en M adrás.—P. F.
Madrid.—A causa de tener cálculos en el riñón,
mi marido hacía bastante tiempo que sufría mu
chas molestias y los médicos acordaron recurrir
a la operación. Mi hijo y yo invocamos a San
Juan Bosco y a M aría Auxiliadora y después de
un mes expulsó los cálculos normalmente y sin
nigún dolor. No hay que decir la alegría que to
dos tuvimos. Envió una limosna y deseo publiquen
este favor.— Teresa Boleiña.
Béjar. —Una vez más M aría Auxiliadora se dig,
nó escuchar mis humildes súplicas.
Le pedí la gracia de ser solucionado definitivamei;te un problema que constantem ente me
angustiaba y me hacía derram ar abundantes lá
grimas. Profundam ente agradecida a la Madre
del Cielo le envío la limosna prom etida y deseo
que se publique en el Boletín.— C. G. S.
RipoU.—Encontrándose enferm ita una nietecita
m ía y no vislumbrando mejoría alguna, pedí a
M aría Auxiliadora su curación, añadiendo estas
palabras, ¡Madre mía, tú la has de curar!
Al tercer día de mi súplica la niña empezó su
mejoría, la considero curada, pues come bien, tie
ne ganas de jugar, empieza a andar sola lo que
no hacía y han desaparecido todos los indicios de
una cosa larga.
Agradezco este favor a M aría Auxiliadora pues
de no ser por su favor no veía su curación rápida.
Cumplo lo que prom etí enviando un donativo mo
desto para nuestra Santa M adre a la que agra
dezco su favor.— E. S.
Rota .—^Teniendo enfermas de cuidado dos so
brinas mías, en tan angustioso trance acudí a
María Auxiliadora pidiendo con fervor su cura
ción prometiéndole una limosna para su culto si
pronto me favorecía. Al poco tiempo recuperaron
la salud y hoy agradecida cumplo la promesa.
Manuela Milán.
Salamanca.—Soy madre de 5 hijos. Debo la
vida de los tres pequeños a la poderosa interce
sión de Santo Domingo Savio, a quien tenemos
devoción.
La niña de 9 meses hallando la puerta de la
casa abierta, en su inconsciencia se precipitó por
las escaleras sin recibir golpe alguno de grave
dad, estando en gran peligro de haber caído des
de el 2.8 piso hasta la calle.
Los niños, uno de 9 años y otro de 11, se vie
ron salvados de una grave enfermedad. E sta les
obligó a perm anecer en cam a tres meses. Pero
con la invocación fervorosa a Santo Domingo Sa
vio, se vieron pronto curados con gran sorpresa
de los médicos que les asistían.
Deseo, en pueba de agradecim iento y para ani
mar a las madres invoquen a este santito en sus
necesidades, se publiquen estas gracias en el Bo
letín Saicsiano, al mismo tiempo que envío una
limosna para su culto .— Carmen Gallego (Archicofrade de M aría Auxiliadora).
DAN GRACIAS A SANTO DOMINGO SAVIO
Y ENVIAN UN DONATIVO: Doña Cleofó M o
reno, de Salam anca; Antonio Javier.
DAN GRACIAS A SAN JUAN BOSCO Y EN
VIAN UNA LIMOSNA por favores recibidos:
Una devota, de M adrid; Rosalía Campomanes;
Dosinda Varela, de Orense.
(COOPERADORA SALBSIANA)
Madrid .—Son grandísimos los favores que he
obtenido por intercesión de Doña Dorotea de Chopitea, a quien acudo en todas mis necesidades y
hoy vuelvo a agradecerle públicamente la siguien
te gracia: Hicimos una compra que de momento
no nos pareció mala, pero al ir pasando el tiempo,
comprendimos que no podíamos seguir utilizando
lo que habíamos comprado, decidimos invertir
otra cantidad en una nueva compra; m as en se
guida nos dimos cuenta de que era tan desastrosa
como la prim era; pero, ya sin arreglo posible, ha
bíamos agotado el dinero que poseíamos. Llena
de consternación, acudí a Doña Dorotea, pidién
dole de todo corazón nos arreglara el asunto y
nos concediera —un imposible, lo sabia— que el
dueño se quedara con lo que habíamos comprado,
pues para colmo de males, habíamos hecho re
form as en la casa comprada.
M ientras íbamos a casa de la señora a quien
habíamos hecho la compra, yo seguía pidiendo a
Doña Dorotea que nos sacase del apuro, y que
la dueña se volviese a quedar con la cosa com
prada. Al hallarnos en su presencia, no nos atre
víamos siquiera a proponerle nuestros deseos pero
ella (yo lo atribuyo a milagro de Doña Dorotea),
se adelantó a nuestra propuesta y se hizo cargo
de todo, quedando muy atenta con nosotros, que
locos de alegría dábamos inñnitas gracias a nues
tra celestial bienhechora .— Rafaela Sánchez.
Barcelona .—Con infinito agradecimiento doy mi
testimonio de una gracia recibida por intercesión
de la Sierva de Dios Doña Dorotea. —Soy una
seglar dedicada al apostolado, lo que me obliga
en ocasiones a dirigir la palabra en público. En
realidad, la grandiosidad de las cosas de Dios que
tengo que exponer, hacen que me sienta cohibida
y no rindo el fruto que podría rendir. Así se lo
dije con toda humildad en un momento apuradí
simo a Doña Dorotea, rogándole me ayudara, no
por mí, sino por la gloria de Dios, que es lo im
portante. Al instante sentí una serenidad desco
nocida y un aplomo y dominio de mí misma, tal
que pude expresarm e con toda claridad y eficacia
en una circunstancia tan apurada no sólo p ara
mí, sino sobre todo por la índole delicada del a r
gumento que debía desarrollar.
Ruego a usted se sirva pedir por nosotros, ya
que mi esposo es también m ilitante y se encuen
tra en situación semejante a la mía, para que el
Señor nos ayude a servirle en este testimonio
oral que tanto nos cuesta. El, como su Sierva
Doña Dorotea, saben cuantas necesidades nos
asedian, tanto de orden espiritual como m aterial
y de salud (tenemos una hija con parálisis infan
til, que no me anda»). Dejamos su solución en m a
nos del Señor y a usted le suplico publique la
gracia recibida y si nos vienen las otras que soli
citamos, ya se lo comunicaremos rápidamente.
Montserrat Figtíeras.
En el mes de marzo de 1959 sufrí una inter
vención quirúrgica, durante la cual estuve a pun
to de fallecer, debido al terrible efecto de la anes
tesia, que obligó a los médicos a trabajar du
rante más de una hora para recuperarme, lo que
gracias a Dios lograron tras intensas intervencio
nes.
Sufriendo después de frecuentísimos cólicos ne
fríticos, debía ser operado de riñón por tener un
gran cálculo muy difícil de expulsar, por no decir
imposible. Con el antecedente de la prim era ope
ración, no me atrevía a que se llevara a cabo la
segunda, pero ante su necesidad, me encomendé
a los lifártires de Guadalajara, asesinados en la
cárcel de dicha Ciudad, D. Miguel Lasaga, Direc
tor que fue del Colegio de Mohemando, y a los
que fueron mis compañeros de estudios D. Pas
cual Castro, D. Heliodoro Ramos, D. Esteban Váz
quez, D. Juan L arragueta y D. Luis M artínez.
Con verdadera fe, pedí a estos M ártires su inter
vención ante Don Bosco y M aría Auxiliadora,
p ara que sí era precisa esta intervención quirúr
gica, no lo fuera en el rífión y me concedieran
la gracia de poder expulsar el cálculo. El día de
-
29
San Pascual Bailón, tras agudísimos dolores, el
cálculo renal bajó a la vejiga. Ante esto el mé
dico me manifestó que parecía un milagro, dado
el tam año de dicho cálculo.
Meses después sufrí la operación para la ex
tracción del cálculo de la vejiga, pero ante mis
temores por el miedo a la anestesia, me encomen
dé nuevamente a dichos M ártires, para que la
operación no tuviera las consecuencias de la pri
mera. Todo salló a la perfección, por lo que no
dudo do la ayuda prestada por dichos M ártires
a este alumno y compañero de Colegio, que agra
decido a su intervención ante M aría Auxiliadora,
recomienda a cuantos esto lean les invoquen de
todo corazón como hizo el que suscribe y sigue
haciéndolo un solicitud de nuevos favores que
no duda obtendrá. Muy agradecido envío una li
mosna para la causa de beatificación que para
ellos se sigue.—Afaiiricto Sánchez.
Barceloyia.—Sor Mercedes Ortiz, envía un do
nativo para la beatificación de D. Jaim e Ortiz.
Matará.—^Hermanas Miralpeix, por la Causa del
P. Calasanz.
Picasent (Válencia}.-r-Agra,á&cidos a varios fa
vores recibidos del M ártir Salesiano D. Juan Martorall, envían sendas limosnas p ara su Causa de
Beatificación: Bautista Medina, 250 pesetas.—
Cristóbal M artorell,
Carmen y Lolita M artorell, 200.
Barcelona.—P ara la Causa del Siervo de Dios
y M ártir Salesiano D. Jaim e Ortiz, y en acción
de gracias por varios favores recibidos, Sor M er
cedes O. Alzueta, envía 150 pesetas.
Madrid.—'En agradecimiento a una im portante
gracia recibida del M ártir Salesiano D. Elíseo
García, hago pública mi gratitud y envío 200 pe
setas para su Causa de Beatificación.—Margarita
Quevedo.
R O G U E M O S P O R N U E S T R O S D IF U N T O S
Doña Leonela Quevedo en Las Palmas de Gran Doña Justa Villacorta Ramos ^ descansó en el
Señor, el día 13 de agosto, en Reinosa (Santan
Canaria, el 20 de sepíiembre. Cooperadora Saleder), a los 81 años de edad. Fue gran devota
siana, socia de la Archicofradía de María Auxi
de San Juan Bosco y muy entusiasta de todo
liadora desde los primeros tiempos de la Obra
lo salesiano.
Salesiana siempre había mimado a los Hijos de
Pedagoga nata, supo cual otra Mamá Marga
Don Bosco en la medida de su corazón.
rita, de quien era gran devota y asidua lectora
Cuando era mayor, su ilusión por asistir a la
de su vida, sembrar en el corazón de sus hijos
profesión religiosa de un nieto en la Compañía
de Jesús, en medio de los preparativos del viaje
el sanio temor de Dios.
De intensa piedad y de gran espíritu de sacri
le sorprendió la llamada de Dios por un sínco
ficio, pasaba horas enteras, sobre todo en los
pe cardíaco.
últimos años de su vida entregada a la ora
Al fin de la vida se recoge el fruto de las bue ción. Soportó con entereza cristiana los acha
ques de la vejez y los dolores de su última en
nas obras y Doña Leonela ya habrá recibido
fermedad. Dio a la Congregación uno de sus
la recompensa de su corazón sacrificado y ge
hijos, el Salesiano D. Eudaldo Aparicio.
neroso.
(Viene de la página 18)
des para transformarlos en dos
meses?
—Es un secreto de Don Bosco...
—Pues es un milagro, dijo con
vencido,
A finales del curso los salesianos propusieron a los mucha
chos peregrinar hasta el Santua
rio de Nuestra Señora de Coto
ca. Aceptaron a condición de
que los últimos 25 kilómetros se
los dejaran hacer a pie. Fueron
25 kilómetros a través de la pam
pa abierta sin árboles, sin casas,
sin agua y bajo el sol.
Los alumnos han aumentado
de año en año. Son ahora 220»
no cabe ni uno más. Este año
han salido los primeros peritos
agrícolas que han hecho sus es
tudios enteramente dirigidos por
los salesianos. Bolivia los nece
sita y los de M uyurina sembra
rán no sólo el grano de trigo, si
JO
no también la simiente del Evan no consiguió del norteamerica
no el poder de vender M uyu
gelio.
rina —y el anuncio apareció en
los periódicos— comenzaron pa
ra I05 salesianos momentos de
UN CHICHON
perplejidad y de congoja. Los
GLORIOSO Y FELIZ
metodistas tenían a punto sus
Los salesianos sentían viva ne miles de dólares para comprar
cesidad de ser dueños de M uyu la/ la Universidad de Santa Cruz
rina por muchas razones. Como quería a toda costa poner en Mu
arrendatarios podíamos ser des yurina su escuela de Veterina
alojados el día menos pensado ria, los salesianos carecíamos de
por un gobierno poco benévolo. dólares y de influencia, no nos
Por otra parte los edificios de quedaba otro recurso que ence
M uyurina estaban construidos rrarnos en la iglesia y pedir a
sin criterio salesiano, no había Don Rinaldi. Nuestros alumnos
iglesia, no había salas de estu nos echaron una mano. Rezaron
dio y no se atrevían a cons de firme. Luego llegó el telegra
truir en casa ajena. Por otra par ma, Don Rinaldi lo había arre
te era la única manera de librar glado todo.
El muchacho que me acompa
se de controles e inspecciones y
sobre todo, estando en casa pro ñaba en el jeep y que se dio
pia, se podría aplicar enteramen con la cabeza en el parabrisas
te el sistema educativo de Don recuerda el chichón que le sa
lió como el más glorioso y feliz
Bosco.
Cuando el gobierno bolivia chichón de su vida.
T
INSPECTORIA DE BARCELONA
P. Provincial: Paseo S a n Ju an Bosco,
Barcelona-17
7+
BECAS E N FORM ACION
Beca «Doña Bibiana Socías». Total: 17.000 pts.
Beca «Ntra. Sra. de Montserrat». Total: 46.000 pts.
Beca «Don Felipe Alcántara». Sarriá. Total: 3.000 pts.
Beca «María Auxiliadora». Tarrasa. Total: 15.000 pts.
Beca «José María Moretó». Total: 24.000 pts.
Beca «Don Florencio Sánchez». Total: 13.000 pts.
Beca «Santos Antonio y Sebastián». l.C e.; 6.000 pts.
Beca perpetua «D.& Clementina Vallmítjana Cros de Baró».
Total: 20.000 pts.
Beca «Sr. V .» Total: 8.000 pts.
Beca «José y María Valles Plá». Total: 3.000 pts.
Beca perpetua «María Casacuberta de Masó». Total: 5.000.
Beca «Santo Domingo Savio». Total: 16.000 pts.
Beca «Estanislao Muzás». Total: 16.000 pts.
Beca «San José». Total: 6.000 pts.
Beca «Doña Dorotea». Rocafort. Total: 27.000 pts.
Beca «Santa Emilia». Total: 26.000 pts.
Beca «María Auxiliadora». Sarriá. Total: 6.000 pts.
Beca «Don José Recasens». Total: 4.199,60 pts.
Beca «Dolores Casacuberta». Total: 10.000 pts.
Beca María A. Porta de Durán». Total: 8.000 pts.
Beca «Sr. Martín Goicoechea». Colegio Sarriá. Total: 26.000.
Beca «P . Viñas». Archicoíradía de Sarriá. Total: 5.000 pts.
INSPECTORIA DE BILBAO
P. P rovinciai: E scuelas Salesianas
D eusto-Bilbao
BECAS E N FORM ACION
Beca «Mamá Margarita». L. Cañada. Pamplona. N. e.: 260
pesetas. Total: 14.500 pts.
Beca «Santísima Trinidad». Total: 20.000 pts.
Beca «Carmina Gutiérrez». Total; 22.000 pts.
Beca «Agustina Alonso». Total: 20.000 pts.
Baca «K ed ad Ramos». Total: 20.000 pts.
Beca «Natividad Postigo». Total: 23.000 pts.
Beca «Rosario Gutiérrez». Total: 25.000 pts.
Beca «Paquito Gutiérrez». Total: 20.000 pts.
Beca «Fernando y Ruñna». Total: 20.000 pts.
Beca «I. Concepción». Bilbao. J. L . M. Total: 5.600 pts.
Beca perpetua «San Martín». Total: 31.000 pts.
Beca perpetua «S. Cosme y Sta. Magdalena». T . : 70.000 pts.
Beca «Modesto Nájera». Pamplona. Total 2.500 pts.
Beca «María Auxiliadora». Zuazo. Total: 5.600 pts.
Beca «Don Bosco». Ciudad Laboral. Pasajes. Total: 5.7X.
Beca «Francisco Tierra». Burceña. Total: 8.600 pts.
Beca «Sagrada Familia». San Sebastián. Total: 10.000 pts.
Beca «San Juan Bosco». Santander. Total: 6.000 pts.
Beca «Santo Domingo Savio». Santander. Total: 19.600 pts.
Beca «Matilde Pelayo». Pamplona. Total: 1.500 pts.
Beca «Don Ramón Zabalo». Baracaldo. M. Fernández. To
tal: 16.000 pts.
Beca «José Puertas». Deusto. Total: 10.000 pts.
Beca «Señor Justi». Deusto (Colegio). Total: 19.000 pts.
Beca «Virgen del Castillo». El Royo. Total: 8.300 pts.
Beca «Señores de Udaetze». Bilbao. Total: 34.000 pts.
Beca «María Auxiliadora». D. R . G. R. Total: 20.000 pts.
Beca «Don Pedro Olivazzo». Baracaldo. Total: 18.000 pts.
Beca «San Andrés». Burgos. Total: 1.327,36 pts.
Beca «Nuestros Mártires». Zuazo. Total: 18.&rá pts.
Beca «María Auxiliadora» n . Total: 20.000 pts.
Beca «Alfonso Gómez Pineda». Pamplona. Total: 6.000 pts.
Beca «S. José Obrero». (Industriales-Santander). T . : 10.000.
Beca «M aría Aux.» (Arch. Santander). Total: 6.000 pts.
Beca «San Paulino». Baracaldo. Total: 23.000 pts.
Beca «D. E. Caprani». Baracaldo. Total: 6.000 pts.
Beca «D. J. Santos». Deusto. Total: 17.000 pts.
Beca «Jesús Aznar». Promovida por Doña María Salmerón
Vda. de Aznar. Total: 7.000 pts.
INSPECTORIA DE CORDOBA
P. P rovincial: C aüe M aría A uxiliadora, H
Córdoba
BECAS COMPLETAS
Beca «Troya-Rosés». Ronda. Total: 100.000 pts.
Beca «Ntra. Sra. de Araceli». Pozoblanco. Total: 100.000 pts.
Beca «Manuel Doreate y Señora». Las Palmas, de G. C.
Total: 100.000 pts.
BECAS E N FORM AinON
Beca «Salvador Resés». Ronda. N. e .: 10.000 pts. T . : 95.000.
Beca «Ntra. Sra. del Carmen. Pozoblanco. N. e .: 10.000 pe
setas. Total: 26.000 pts.
Beca «Pura Bermúdez». Málaga. Total: 22.500 pts.
Beca «Antonio Espinosa». Santa Cruz. Total: 32.000 pts.
Beca «Santa Isabel». Granada. Total: 34.000 pts.
Beca «San Juan Bosco». Lopera. Total: 15.000 pts.
Beca «Fam ilia E. Chacón de Hernández», Total; 2.800 pts.
Beca « Familia Naranjo». Total; 2.000 pts.
Beca «Fam ilia León de Navarro». T o ta l: 2.300 pts.
Beca «Fam ilia Lara Uadfn». Total: 4.300 pts.
Beca «Fam ilia Torre». Total 2.000 pts.
Beca «Fam ilia Lago». Total: 3.800 pts.
siana). Las Palmas. Total: 15.500 pts.
Beca «Fam ilia Ansorena». Total: 11.000 pts.
Beca «M. Aux.» F. Gómez Briasco. Granadad. Total: 29.000.
Beca «Sto. Dgo. Savio».
Religiosas. Ronda. T . : 13.000.
Beca «Hoyos González». Total: 55.023 pts.
Beca «San José y Ntra. Sra. de Montserrat». Granada.
Total; 18.200 pts.
Beca «M.é Auxiliadora». Cooperadores Antequera. 1.000 pts.
Beca «Utrera Deherves». Córdoba. Total: 10.000 pts.
Beca «Juan X X I ll» . Total: 18.300 pts.
Beca «Cias. Juventud Salesiana». L a Orotava. Total; 20.000.
Beca «D. Baldomcro Pagán». Pozoblanco. Total: 14.000 pts.
Beca «Escuelas Externas». Montilla. l.ft e.: 3.000 pts.
Beca «Nicolás Rodríguez». Las Palmas. T .: 2.100 pts.
Beca «San José». Pozoblanco. T .: 4.000 pts.
Beca «Santa Teresa». Granada. Total: 16.150 pts.
Beca «Moisés Redondo Tirado». Pozoblanco. Promovida por
D. José Fernández. Total: 40.000 pts.
Beca «Fam ilia Espejo». Montilla. T . : 8.260 pts.
Beca «San Rafael». Córdoba. Total: 17.737 pts.
Beca «San Miguel». Montilla. Total: 21.300 pts.
Beca «Manuel Hernández». Las Palmas. Total: 6.000 pts.
Beca «J. M. Manfredini», Granada. Total: 67.000 pts.
Beca «P . Santa Catalina». 2.a Las Palmas. Total: 1.000 pts.
Beca «San Juan Bautista». Córdoba. Total: 13.000 pts.
Beca «M. Aux.» F. Gómez Briasco. Granada. T . : 27.000 pts.
Beca «M. Aux.», Antonio R o y ^ . T .: 21.600 pts.
Beca «Ntra. Sra. de Consolación». Torredonjimeno. Total;
15.000 pts.
Beca ])erpetua «T roya González». Ubeda. Total; 12.000 pts.
Beca «Ntra. Sra. de Luna». Pozoblanco. Total: 25.000 pts.
Beca «S. Domingo Savio», Cías. Tenerife. T . : 19.000 pts.
Beca «Fam ilia Atllio I.iey». Las Palmas. Total; 500 pts.
Beca «María Auxiliadora». Málaga. Total; 4.300 pts.
Beca «D. Bemado Baena». Córdoba. Total: 9.000 pts.
Beca «María Auxiliadora». Pozoblanco. Total: 60.000 pts.
Beca «D . Sebastián María Pastor». Total: 4.016 pts.
Beca «Fam ilia Miiñoz». Córdoba. Total: 16.000 pts.
Beca «Rafael Moure Ríos». Córdoba. N. e. 800 p. T .: 8.750.
Beca «D. Vicente Reyes». Córdoba. Total; 2.200 pts,
Beca «N. Rodríguez». Las Palmas. Total: 2.100 pts.
Beca «Ntra. Sra. del Pino». (P o r las Compañías de la Ju
ventud Salesiana). Teror. Total; 26.000 pts.
Beca «Sra. F. Peña». Málaga. T ota l; 12.000 pta.
Beca «Montilla». Montilla. Total: 25.000 pts.
Beca «Fam ilia Vargas». Ronda. T ota l: 10.000 pts.
Beca «D. Savio». (Escuelas). Ronda. Total: 2.700 pts.
Beca «Doña María». Les Palmas. Total: 8.700 pts.
Beca «Sagrado Corazón». Las Palmas. Total: 18.000 pts.
Beca «Manuel Marreno». Las Palmas. Total: 1.600 pts.
Beca «Santa Cruz de Tenerife». (Casa). Total; 6.8()0 pta.
Beca «Mártires de Pozoblanco». Total: 8.726 pts.
Beca «María Auxiliadora». Cooperador. Málaga. T . : 8.000.
Beca «Sto. Domingo Savio». Las Palmas. Total; 22.500 pts.
Beca «Matrimonio CLM-SCB». Málaga. T ota l: 46.060 pta.
Cías.
INSPECTORIA DE MADRID
P rovincial: Paseo del G eneral P rim o de R ivera,
M adrid (5) - TeléJ. 12156 91
P.
£6
BECAS COM PLETAS
Beca «Ntra. Sra. de los Desamparados». Entrega: 30.000 pts.
Beca «Doña Dorotea de Chopitea». Arévalo. T ota l: 30.000 pts.
Beca «L a Milagrosa». Gascue-Moreno. Entrega: 40.000 pts.
BECAS E N FORMACION
Beca «M . A. L . » N. e.: 2.000 pts. Total: 9.000 pts.
Beca «San Eduardo y Sta. Margarita». Sres. R ey Martínez.
N. e.: 5.000 pts. Total; 27.500 pts.
Beca «San Francisco de Sales». Cooperadores. N. e.: 1.000
pesetas. Total: 5.010 pts.
Beca «E l Coadjutor Salesiano». Cías. Paloma. N. e.: 6.000
pesetas. Total: 20.000 pts.
Beca «Casimiro Ramiro». AA. AA. Atocha. N. e.: 2.000 pe
setas. Total; 24.000 pts.
Beca «Fam ilia Mesonero Rodríguez». N. e.: 2.000 pts. To
tal: 7.000 pts.
Beca «Josefa A. Roldán y Familia». N. e .: 1.000 pts. T o
tal: 28.000 pts.
Beca ]>erpetua «Doña Mercedes Cruzado», l.é entrega: 2.000.
-
31
Beca «Ntra. Sra. Antfustias». Arévalo. Total: 26.000 pts.
Beca «Padre Esteban». A. A. Paloma. Total: 9.800 pts.
Boca «P ío X II ». Vlllaamll. Total: 20.754,85 pts.
Beca «María Auxiliadora». Guadalajara. Total; 7.500 pts.
Beca «Sun Estanislao». Familia López Alvares. Salamanca,
l.ft entretra: 15.000 pesetas.
Beca «Ntra. Sra. del Carmen y San Lucas». Total: 14.000.
Beca «Doña Dorotea». Madrid-Don Bosco. Total: 13.550 pts.
Beca «Nuestros Mártires». Exemo. D. Emilio López de L e
tona. Total; 40.000 pts.
Beca cD. Félix González». D. Isabel L. de Pardo. T . ; 11.000.
Beca «Centro Juvenil». P.Q Extremadura. Total: 6.000 pts.
Beca «Viuda de Pujadas». Tuial: 10.000 pts.
Beca «Sta. Teresa y San Vicente*. Total; 78.000 pts.
Beca «F. de H.» Béjar. Total; 20.000 pts.
Beca «San Juan Hosco» A. G. Total: 9.300 pts.
Boca «Laura Vicuña». Tcologado. Total; 23.100 pesetas.
Beca «Sio. Domingo Savlo». (San Blas). Total: 18.306 ptas.
Beca <I). A. Garzón». .átocKa. Total: 10.065 pesetas.
Beca «Sagrado Corazón». IV. Total: 21.987 pcsetEis.
Beca «María Auxiliadora». Salamanca. Total: 6.300 pesetas.
Beca «Doña Carmen Olalla». Total: 20.000 pesetas.
Beca «San José Obrero». San Fernando. Total: 7.500 ptas.
Beca «Escuela do Automovilismo». Total: 6.000 pesetas.
Beca «Don Buenaventura Roca». Béjar. Total: 5.000 ptas.
Beca «Santiago Apóstol». Paloma. Total; 11.000 pesetas.
Boca «A. y G.» Total: 5.000 pesetas.
Beca «Fuentes Bajo». Total: 28.000 pesetas.
Beca «N. N.». Total: 12.000 pesetas.
Beca «María Auxiliadora». I I Atocha. Total: 16.760 pesetas.
Beca «Vicente Iraavedra». Total; 10.000 pesetas.
INSPECTORIA DE SEVILLA
P.
Provincial: Calle María Auaiiliadora, 18
Sevilla
BECAS COMPLETAS
Beca «Concillo Vaticano I I» . Total: lUO.OOO pts.
Beca «Bodas de plata sacerdotales». Total: 100.000 pts.
BECAS EN FORMACION
Beca «Ntra. Sra. del Rosario». Rota. l.S e .: 11.000 pts.
Becti «Rdü. D. F. Javier Montero». l.S e.: 7.500 pts.
Becn« Virgen de la Victoria». Mórlda. Total: 35.400 pts.
Beca «Ntra. Sra. del Sagrado Corazón». Morón. Total: 16.000.
Beca «Santiago Apóstol». Cádiz. Total: 60.000 pts.
Beca «Stella Maris». Iluelva. Total: 16.000 pts.
Ucea «Corpus Chrlstl». Quintana. Sevilla. Total: 8.230 pts.
Beca «María Auxiliadora». Alcalá de Guadaira. Total: 14.850,
Reon «Muría Auxiliadora». Puerto Real. Total: 14.000 pts.
Recn «Don Florencio Sánchez». Sev.-Trin. Total: 10.000 pts.
«Don Luis Hernández». Sevilla. Trinidad. Total: 10.000.
Beca «Don Pablo Montaldo». Sevilla. Trinidad. Total: lü.OUO.
Boca «Rdo. Tomás González». Sevilla. Triana. Total: 25.0UÜ.
BeoH «Bodas de Oro». Al. Guadaira. T . : 60.000 pts.
Hocn «Cor. de Jesós». H. Dña. Salvadora García. T . : 10.000.
Boca «V. Esperanza. Sevilla. Total: 1.750 pesetas.
•Roon «P, Clemente Guede». Cádiz. Total: 4.750 pesetas.
Beca «Sanio Domingo Savlo». Erija. Total: 18.000 pesetas.
Boca «Colegio Salesiano». Eclja. Total; 17.500 pesetas.
BeoA «D. Juan Torres*. Jerez. Total: 20.000 pesetas.
Roca «Sgdo. Corazón». Coop. l'trera. Total: 63.000 ptas.
Beca «R . Romero*. S, J, del Valle. Total: 6.19S pesetas.
Beca «Doña Josefa Rodríguez». Total: 2.000 pesetas.
Bí'ca «D. Andrés Yun*. Algecirns. Total: 5.000 pesetas.
Beca «C. S. San Pedro». Sevilla. Total; 1.000 pesetas.
Recn «C. I. Cooperadores». Total: 16.000 pesetas.
Beca «Maestro Pagéa». Cádiz. Total: lS.2w.S0 pesetas.
Beca «I. Concepción». La Linea. Total: 600 pesetas.
Beca «F, Molperero.s». Carmonn. Total: 13.100 pesetas.
Roen «San Juan Bo.sco*. (8.i ) . R. U. S. Total: 5.000 pesetas.
Beca «F . Alcalá Viva». Morón, Total: 10.000 pesetas.
Beca «San Andrés». P. del Condado. Total: 6.000 pesetas.
Beca «San .luán Bosco». CAceres. Total: 16.750 pesetas.
Beca «P . Agustín Nofre*. Utrera. Total: 26.810 pesetas.
Beca «D. José Canal». Sevilla. Total: 31.500 pesetas.
INSPECTORIA DE VALENCIA
P.
Provincial: Calle de Sagunto, SIS
Valencia
BECA C OM PLETA
Beca perpetua «Santa Ana». D. Honofre Navarro, en memo
ria de su esposa. Total: 100.000 pts.
BECAS EN FORMACION
Beca «Virgen del Remedio». Nueva entrega: 20.000 pts.
Beca «Círculo Domingo Savlo*. Valencia. Total: 26.000 pts.
Beca «Francisco Serrata». Valencia. Total; 8.000 pts.
Beca «Cooperadores de Valencia». Total: 7.500 pts.
Beca «Azul y Rosa». Valencia. T ota l: 20.000 pts.
Beca «Archicofrade M. A. 2.S» Primera entrega: 4.000 pts.
Beca «Ramón Guerrero». Albacete. Total: 12.550 pts.
Beca «Circulo Domingo Savlo». Valencia. Total: 23.700 pts.
Beca «Virgen de la Luz». Cuenca. Total: 13.726 pts.
Beca «San Agustín». Alcoy. Total: 18.000 pts.
Beca «Colegio Salesiano». Valencia. Total: 83.500 pts.
Beca «Ntra. Sra. del Pilar». Zaragoza. Total: 24.120. pts.
Beca «Rvdo. D. Mariano Alsa». Burrlana. Total: 7.050 pts.
Beca «Antonia Cabot». Albacete. Total; 6.000 pts.
Beca «Perpetuo Socorro*. Valencia. Total: 6.000 pts.
Beca «San Bernardo». Villena. Total: 14.000 pesetas.
Beca «Jesús Mendivil». Valencia. Total: 20.000 pesetas.
Brea «San José». Alicante. Total: 10.000 pesetas.
Beca «Virgen del Pilar». Alicante. Total: 5.000 pesetas.
Beca «D. Luis Berenguer». Alicante. Total: 19.500 pesetas.
Beca «D. Sllverio Maguiera». Alicante. Total: 25.000 pts.
Beca Perpetua «Abad Nájera». Alicante, en las Bodas de
Oro. Total: 80.000 pesetas.
Beca «Colegio Salesiano Burriana». Total: 11.000 pesetas.
Beca «Don José Calasanz». Total: 14.025 pesetais.
Beca «Antiguos Alumnos». Valencia. Total: 2.050 pesetas.
Beca «Colegio San Juan Bosco». Valencia. Total: 6.000 pts.
Beca «Niño Jesús del Milagro». Total: 25.000 pesetas.
Beca «Virgen de los Desamparados». Total: 60.000 pesetas.
Beca «P . Tarín». Godelleta. Total: 1.000 pesetas.
Beca «Trabajo y Honradez». Valencia. Total: 12.nno ptas.
Beca «San Vicente». Valencia. Total: 84.000 pesetas.
INSPECTORIA DE ZAMORA
P.
Provincial: Universidad Laboral. Zo/nora
BECA C OM PLETA
Beca perpetua «Vda. Méndez de Andes». Oviedo. 30.000 pts.
BECAS EN FORMACIU^
Beca «Don Pedro Olivazzo». Astudillo. Total: 11.676 pts.
Beca «Don Ernesto Armelles». La Coruña. (Colegio). Total:
33.570 pts.
Beca «P . Miguel Salgado». Vigo. S. Matías. Total: 47.850 pts.
Boca «María Auxiliadora». Celanova. Total: 12.000 pts.
Beca «Virgen de Villanuova». Total: 4.700 pts.
Beca «D. Emilio Montero». Orense. Total: 16.000 pesetas.
Brea «D. José M.é Sabaté». Vigo. Hogar. T . ; 13.200 ptas.
Boca «María Auxiliadora». Are. Zamora. Total; 19.500 pts.
Beca «P . Cirilo Segastagoitia». León. Total: 36.100 pesetas.
Beca <D. Tomás Bussons». Vigo. S. Matías. Total: 20.000
Beca «M .l Auxiliadora». Vigo. S, Matías. Total: 32.000 pía.
Boca «San Cristóbal*. Vigo. S. Matías. Total; 8.000 pts.
Beca «D.9 Lucía Bcchade». Cambados. Total: 14.250 ptas.
Beca cD. José Saburido». Orense. Total; 21.000 pese: is.
Beca «San José». Vigo. S. Matías. Total: 68.000 pesetas.
Beca «P . Fila Arce». (Bodas de Plata). Masaveu. T . ; 32.000
Beca «Sto. Domingo Savlo». Vigo. S. Matías. Total: 10.500
Beca «Cooperadores Cánido». Vigo. San Matías. T . ; 9.000
Boca «San Juan Bosco». Vigo. Hogar. Total: 7.000 pesetas.
Boca «Ceferíno Namuncurá». Vigo. Hogar. Total: 8.000 pts.
Beca «María Auxiliadora». Vigo. Hogar. Total: 5.000 pts.
Boca «Santo Domingo Savio». Cambados. Total: 14.500 pts.
Beca «Ntra. Sra, de Covadonga». Tudela Veguln. T .: 13.246
Beca «San José». Compañías. Zamora. Total: 11.000 ptas.
Beca «José Irisarri». Estudiantes. Zamora. Total: 7.250 ptas.
Beca «Circulo Sto. Domingo Savio». Zamora. T . : 14.000 pts.
Beca <S. León Magno». Zamora. Total: 26.000 pesetas.
Beca «Sto. Domingo Savio». Avilés. Total; 4.6()0 pesetas.
Beca «Domingo Savio». León. Total: 13.365 pesetas.
E. G. Salesiana: Madrid-Atocha