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AÑO LXXX - n ú m . 5 - ORGANO DE LOS COOPERADORES SALESIANOS - Mayo, 1966
CRONICA ESPECIAL
DESDE LA INDIA:
CINCUENTA
PESETAS
POR UN
MORIBUNDO
Cenienares de jóvenes sacerdotes salesianos españoles se
co n m o v »^ a la vista de este venerable prelado porque
les recordará el día de su ordenación sacerdotal. Todos los
años acudía puntualmente, primero en Madrid, luego en
a las ordenaciones sagradas. De estos contactos
COOPERADOR SALESIANO Salamanca,
nació un profundo afecto a todo lo salesiano, a María Auxi'
liadora, terminando por recibir la insignia de Cooperador
rm i
/\ t n t \
n r A s u v a n a n Salesiano. En el interior, la pluma del P. Juan Gil nos da
EN OLOR OE SANTIl/AÜ
computo de este santo obispo y miembro de la
Tercera Familia Salesiana.
MONS. JUAN GONZALEZ AR6ELAEZ
MUERTO
BOLETIN SALESIANO
Sumario
ORGANO D E LA PIA UNION D E
COOPERADORES SA LBSIAN O S
DON BOSCO VISTO POR EL CARDENAL DE
G E N O V A ........................................................................
3
Revista de la Obra de Don Bosoo
ANECDOTARIO DE DON B O S C O ..........................
7
AÑO LXXX • Núm. 5 • Mayo 1966
MONSEÑOR JUAN MANUEL GONZALEZ ARBELAEZ, por Ju a n Gil, S D B ...............................
DIRECTOR:
PRIMICIAS SALESIANAS EN BUTAN
JAVIER RUBIO IBAÑEZ
DIRECCION» REDACCION Y ADMON.:
Alcalá, 164-Apartado 9134
Teléfono: 255 20 00
MADRID-2
Depósito legal: M. 3.044-1958
(Con censura eclesiástica)
B. G. Saleslana: Madrid-A toch a
. . .
8
15
EL RECTOR MAYOR ENTREGA LAS ACTAS
DEL X IX CAPITULO G E N E R A L .........................
16
DON BOSCO Y LOS CATOLICOS BARCELO
NESES .............................................................................
19
CINCUENTA PESETAS POR UN MORIBUN
DO, por Guido G e r o s a .............................................
21
CRONICA DE G R A C I A S ........................................
26
BECAS
30
S A C E R D O T A L E S ........................................
L
MOCA (Santo Domingo).—Florecen en esta ciudad dominicana dos Centros de
Cooperadores salesianos, los cuales proyectaron celebrar como exaltación de la
tamilia, un homenaje a una cooperadora, madre de 20 hijos. En esta ocasión se
reunieron en torno de ella 15 hijos, 138 nietos y 33 bisnietos, que en la foto posan
pata recuerdo de dia tan emotivo. Razón tenia Juan XXIII cuando afirmaba que
Dios bendice las ollas grandes.
2
—
DON BOSCO
VISTO
POR EL
C AR D EN AL
DE GENOVA
L
C on o c a sió n d e l ISO a n iv e r s a r io d e l n a cim ien to d e S an Ju a n
B o s c o s e han a lz a d o e n to d o s lo s p u n tos d e la tie r r a v o c e s e n s a l
z a n d o su fig u ra. D e sta c a la d e l C a rd en a l S iri, uno d e lo s C a rd e
n a le s m á s p r e s tig io s o s d e la Ig le s ia , q u e en e l m a r c o c a r g a d o d e
h is to r ia d e l P a la c io D u cal d e G én o v a , h a b ló d e la m isión ed u ca d o r a
d e D on B o s c o , d e la s r e la c io n e s h u m a n a s d e l S o n to y «u v a lo r c o m o
m o d e lo d e m o d e rn is m o d e l clero .
H e a q u i «tM p a la b r a s :
ECORDAR el nacimiento de Don Bosco, al
filo de su 150 aniversario, es cosa oportuna
y útil porque el día aquel nació, en los Becchi, con el humilde hijo de una familia labra
dora una misión, cuyo contenido a todos
interesa.
No se trata, pues, de uno de tantos recuerdos usa
dos como diversivo. porque la misión de Don Bosco
toca profundos problemas de vida. Es lo que me propK>ngo demostrar.
R
SE HABIA FORMADO
UN VACIO EN LA EDüCAaON
Don Bosco nació con una misión educadora. Lo
cual quiere decir que con él se puso a prueba, al
mareen de todo cerebralismo académico, d mayor de
los problemas de nuestro mundo en evolución. Vea
mos como.
Con el final del siglo XVHI termina una época...
Era todavía una era suficiente estática, hasta el punto
de permitir a las vidas jóvenes en crecimiento absor
ber tranquila, serenamente y sin contrastes de las
costumbres de las personas y de las cosas los elemen
tos con que forjar su propia vida, o sea, los elementos
para educarse. H padre y la madre estaban en sus
respectivos sitios ayudados, protegidos y contenidos
- aunque fuera contra su voluntad - en un orden,
d cual, a pesar de los profundos fermentos que lo in
vadían. mantenía todavía relaciones, distancias y cos
tumbres. capaces de imprimir un módulo suficiente
y casi natural a los que se preparaban para aprender
d no fácil arte de la vida. I^ enseñanza de la Doctri
na Cristiana no era. en general, obstaculizada y todo
procedía de manera sustancialmente serena. Es un
error gravísimo y una equivocación decir que entonces
no se educaba. Se educaE>a. pero eso se hacia natu
ralmente. habitualmente, con restricciones sí se quie
re. pero en geiteral de manera conduyente. Es otro
— 3
error creer que no existía el sistema preventivo en
la educación, puesto que con aquella serenidad y
tranquilidad funcionaba la gran sicología, sobre todo
materna y, en general, femenina, empapada toda ella,
naturalmente, de una penetración sobre la que hoy
teorizamos y que tienen todas las almas, cristianamen
te formadas en un ambiente por lo menos normal.
Pero con la Revolución Francesa el escenario cam
bió; en todas las cosas penetró un principio de revo
lución; la educación, que hallaba sus auxiliares natu
rales en el orden familiar y religioso preexistente, em
pezó a sentir un vacío. Desde entonces para el gran
mundo la cuestión de la educación se ha agitado y
sigue agitada sobre este vacío, en el cual la ordena
ción natural o no funciona o funciona perturbada por
la complejidad, materialidad, y superficialidad de la
vida y de las relaciones sociales. Es el gran fenómeno
que cambió el rostro de las cosas y planteó a la Igle
sia problemas sin fin.
A esto, se agregó en materia de educación,
otro hecho que había de agravar espantosamente el
fenómeno precedente.
Rousseau al escribir su Emilio trazó las bases de
una nueva filosofía moral y de una educación nueva
desplazando, al menos inicialmente en el sujeto en
crecimiento, el verdadero nervio de la fuerza educa
dora. Era otra construcción sobre el vacío. l.a peda
gogía suiza caminó en este sentido, llegando con Pestalozzi no sólo a separar demasiado la pedagogía de la
didáctica o instrucción, sino a concentrar práctica
mente las funciones de la pt'dagogía en la didáctica.
La línea continuó hasta Ferriere y Claparede y
más allá. Fue otro vacío. Lina conocidísima corrien
te pedagógica americana sostiene hoy que al niño no
del)e dársele nada que él no escoja por su gusto.
Todos conocemos bien las consecuencias.
Se puede decir resumidamente que el siglo pasado
- lo mismo en cuando a la teoría que a la práctica
de la primera derlucida - se dedicó a delimitar un
vacío terrible eir el mundo educativo.
Convenía decir todo esto para comprender al gran
sacerdote nacido en Becchi el 16 de agosto de 1815.
LA MISION EDUCADORA DE DON ROSCO
Don Rosco caminó hacia su misión sin ser in
fluenciado ni detenninado por hechos culturales.
4 —
éstos le proporcionaron conocimientos teológicos y
literarios, pero sólo lo pusieron en contacto con
ciertas corrientes de pensamiento cuando ya su
orientación estaba determinada por causas cuyo se
creto radicaba en el contacto de su alma con Dios.
Don Rosco ha entrado en la historia por motivos
extraños a ella y esto es cosa del Santo.
Se dedicó a la educación, creó todo, sostuvo todo,
afrontó todo por educar a los jóvenes, no sólo a los
abandonados sino a todos. Advirtió perfectamente
que el vacío amenazaba con engullirse a todos.
En su arte de educar usó su sistema: el de preve
nir, convencer, sostener con los medios de la Gra
cia: confesiones, comunión, piedad. No se es exacto,
cuando se afirma simplemente que es el hombre del
sistema preventivo. Eso es cierto, pero demasiado
incompleto. Este sacerdote hizo suya la fórmula na
tural y cristiana del buen sentido y del amor serio,
propio de todos los tiempos, propio de todos los pa
dres de todos los tiempos, el mismo que había visto y
usado en él por mamá Margarita, y lo aplicó.
La ciencia, el cerebro, la cerebralidad habían crea
do en torno al vacío academias, escuelas y expe
riencias excesivamente formalistas, olvidando el li
bro y la fórmula natural cristiana dd verdadero pa
dre y de la verdadera madre, de la familia, en una
palabra, que no se refleja en demasiados ambientes
extraños ni se sustituye con empresas más cómodas
y debilitadoras. Y también con esto fue Don Rosco
un pionero y llenó un vacío. Muchos contemporá
neos comprendieron que razonaba bien en cuestio
nes de educación e incluso lo admiraban, pero no
se dieron cuenta del vacío que engullía a las gene
raciones y del hecho que el cura de los Becchi ense
ñaba a rellenar ese vacío.
Don Rosco se convirtió -fu e ra de la ciencia,
pt'ro por encima de ella - en un reclamo, un símbo
lo. un exponente del buen sentido educativo, serio
y concluyente, y de esto le son deudoras todas las
épocas posteriores.
V sigue igual.
Porque todavía, hoy. ^ problema educativo si
gue fuera de cauce.
Bajo otras formas ha vuelto el predominio de la
didáctica sobre la pedagogía, y es tan cierto que
el relleno dura aun de la mañana a la tarde
hasta el agotamiento, no menos de cuanto se cree
CADENA DE LUZ
UNA EM PRESA
Y
INTELIGENTE
BONOADOSA OE CARIDAD
EXQUISITA
La caridad no consiste únicam ente en dar
pan. Muchos, hoy día, más que de ayuda
m aterial necesitan dones que les lleguen a su
inteligencia, a su corazón, a su alma. A veces
no se sabe cómo decir una buena palabra,
cómo llevar a una familia, a una mente un poco
de luz; digámoslo claramente, una palabra cris
tiana, una orientación religiosa. La «Cadena
de Luz» responde a esta necesidad.
Hubo un tiempo que para muchos la palabra
caridad, equivalía a limosna. Hoy en mil casos
no se pide ni se quiere limosna, pero existen
formas de caridad que responden a graves
exigencias de nuestro prójimo. Ahora bien,
ofreciendo una suscripción a una revista, a un
libro, a un periódico bien escogido, al propio
tiempo que un hermoso regalo se introduce
en casa un buen amigo, se hace un acto de
caridad inteligente.
ALAMEDA es una revista nacida para llevar a cada hogar esa orientación cristiana,* para
proporcionar ese rato de serenidad.
En lo que va de año hemos suscrito ya a unos 52 sanatorios, cárceles y hospitales milita»
res gracias a los donativos de los lectores del Boletín, pero ¿no parece muy poco para los
70.000 lectores que tiene el Boletín Salesiano?
Cadena de Luz quiere enlazar todos los hogares de los lectores del Boletín Salesiano en
una empresa gigantesca de caridad.
DONATIVOS: CADENA DE LUZ: Alcalá, 264 - Madrid (2)
hacer ciencia dando sólo bibliografía. Ha vuelto cl
error pelagiano de creer a los niños limpios de las
consecuencias del pecado original y capaces de ser
los únicos elementos activos de su educación, lo que
no es verdad.
Ha nacido - y es el peor de todos - el error de
que la moral está toda en el culto a la personalidad,
entendida así a despropósito de trazar en realidad el
mejor camino a la inflación de los peores, fríos y
estériles orgullos.
La razón de recordar la misión de Don Bosco
está en que d vacío continúa. Y no vale revestirlo
del oropel de «grandes teorías» mientras los jóvenes
se van a su tétrica soledad, demasiado invadida por
precoces sombras, sin resolverles sus proWemas in
teriores, reduidos en la experiencia de sus ardientes
instintos, sin sonrisa. La ciencia no sonríe. H vacío
queda y ésta es la razón porque se recuerda aún
a Don Bosco.
^a he dicho que él no fue un científico de la edu
cación. aun cuando no haya exduido la ciencia.
como lo atestiguan sus iniciativas culturales y las
de sus hijos. El fue un cHlucador, gracias a algo que
la ciencia no proporciona er. absoluto, pero que
puede ayudar a lograr una sólida orientacióti <ie
¡deas y de costumbres. Don Bosco mantuvo la cues
tión educadora en su terreno, en el cual se encuen
tra únicamente a sus anchas con competencia, en el
terreno humano y moral. Aceptó y empleó los ins
trumentos. pero nunca los consideró sustancia de la
solución.
Estas son las directrices con que nuestro Santo se
elevó sobre el problema más arduo si bien se mira,
tanto de sus tiempos como de los nuestros. Y Don
Bosco todavía no ha quedado «fuera de uso».
DON BOSCO FÜE EL HOMBRE
DE LAS RELAQONES HUMANAS
También en este aspecto tuvo su misión. Obser
vad su vida. Los juntó a todos: niñc« abandonados,
— 5
c.slu(li«ntes comunes, artesanos, intelectuales, artis
tas, nobles y plel>eyos, hombres de Iglesia y hom
bres de estado, hombres de razas diversas, honestos
y picaros, creyentes y ateos, santos y pecadores...
En un momento determinado, cuando en 1871 pa
reció que en Italia la Iglesia y el Estado habían
llegado al punto de no ptxier intercambiar una pala
bra más, juntó a ambos, resolvió el problema de los
primeros contactos, consiguió el nombramiento de
más de treinta obispos - entre los cuales el arzobispo
(le Turin y Génova - querido y aceptado por ambas
partes, Y todo esto sin chanchullos ni confusiones,
porque el gran calor de saittidad humanísima, que
irradiaba de su persona y de su inteligencia, sin
parecerlo ni saberlo y sobre un plano más alto que
el de la humana mezquindad allanaba todo, suavi
zaba todo, acercaba todo hasta el punto en que
en los hombres contrarios surgía lo que les auira,
la naturaleza común, el común dolor y muchos
sentimientos comunes. Era su sistema de educar
transplantado al plano social.
Para conseguir (?stas grandes relaciones humanas
(llegó a poner al servido de sus mocosos a un prín
cipe) mirad! no se presentó nunca según las exigen
cias del teatro de entonces, y hablo no del teatro
que conoció Victorio Bersezio, sino del teatro del
gran mundo, donde nunca faltan muchedumbre de
payasos, de declamadores, de aspirantes a protago
nistas exclusivos. Don Bosco permaneció siempre
tal cual. Lo extraño es que las relaciones humanas
no le hicieron a él sino que él hizo las relaciones
humanas, a su modo y con resultados excelentes.
Se le vio entre colegiales y apestados, entre esbirros
y músicos de la legua, adaptó todo, ajusto todo,
pt'ro de sí no cedi<) nada. Permaneció siempre él,Don Bosco y basta. Se dieron cuenta hasta los que
quisieron hacerle monseñor: había que dejarlo como
era.
Las revoluciones habían dejado la costumbre so
cial de mirarse de reojo lo más posible: se estuviese
o no de parle de la razón o del error. Este hombre
con toda su vida y sin demasiadas teorías fue co
mo la sonrisa trasladada en mwlio de vicisitudes
humanas, incluidas aquellas que impresionadas por
conservar la fe y la moral, .«;e olvidabatt cómo una
y otra .se encuentran muchísimas vt*ccs ocultas Iwjo
la capa de la humilde y sencilla humanidad. Qvie
haya sido querido iguahuente por Víctor Manuel II,
Pío IX y León XIII no quiere decir que fuera un
Frégoli capaz de cambiar de traje en un instante:
siiK) únicamente que poseía el verdadero y único
modelo de las relaciones humanas. El tto lo dijo,
pero en realidad empleó toda su vida en demostrar
que. entre los hombrea, por muy diversos que sean,
se puede llegar a un acuerdo, a tratarse humanamen
te V liasta quererse bien a condición de tener un
fotulo de verdadera lealtad.
Las ri'laciones humanas se convierten en un peso
que se torna cada día más gravoso en cuanto se las
confiamos a la máquina, a la materia, a sus exigen
cias y a sus tiránicos límites. Dios nos conceda una
bcK'ariada de aire puro para acordarnos de las cosas
sencillas, dichas cotr los hechos de este humilde
6
—
sacerdote, que en la santidad del siglo pasado repre
senta la excursión más variada, amplia y pintoresca
por entre todos los hechos humanos.
DON BOSCO REPRESENTO EL DOMINIO
DEL VERDADERO MODERNISMO DEL CLERO
El modernismo de Don Bosco consiste en aceptar
todo lo aceptable sin hacerse su esclavo. Dueño de
la realidad cambiaiUe sin hacerse criado. Comprendo
que para aplicar tal módulo hace falta un santo. De
todos modos es justo que los problemas del moder
nismo se resuelvan al nivel de la santidad. ¿Preten
déis resolverlo de otra manera? Seria, aparte de una
equivocación, indecoroso.
Perdonar las ofensas, dar inmediatamente con el
aspecto de bien que salva en el fondo a los pecado
res, conceder a todos los instrumentos el honor de
servir a los hermanos y en los hermanos a Dios: no
pedir un puesto para sí y dejarlo a los demás: no
cansar con las propias molestias a los demás y tra
tarlos con una sonrisa: no dar cuerpo a las sombras,buscar siempre la excelencia ajena y no asustarse
por sugerencias de celos o de envidia; no poner la
propia persona como parte - o p e o r- como princi
pio dirimente de las cuestiones; creer en la gracia
de Dios siempre y en todas partes: imponerse sacri
ficios uno y nunca a la verdad, a la moral, a la dis
ciplina. al respeto hacia los demás: he aquí el mo
dernismo de Don Bosco. Llegaba a Roma e inmedia
tamente estaba en su sitio. Iba a Francia, a España,
era más que si hubiese nacido en ellas. Nunca adop
tó la postura de dejar atrás alguno demasiado tarde
o de pasar a otros demasiado tercos: he aquí el
modernismo de Don Bosco. Fue popular, y por
regla general una popularidad sencilla y devota in
dica que se ha verificado un acercamiento. Cuando
capitaneaba las excursiones de sus muchachos por
las colinas del Monferrato - oh tiempos hermosos en uxlas partes, aun ,«in haberlo visto anteriormente,
lo recibíatt como un triunfador. Humildad y caridad
sin fin forjarotr su modernismo libre y fiero ante
todos porque su modernismo consistió en que supo
adaptarse y cambiar todo sin cambiar él. Don Bosco
rechaza ser él el precio de su modernismo. Las ce
siones. los compromisos, las imitaciones, las adapta
ciones a la debilidad ajena no lo tocaron nunca y
perman<*cieron extrañas jjerennemente a su figura e
ittcluso a su gloria terrena.
F«ste hotnbre es un santo, cierto: pero es también
un modelo, y de los mayores, en la historia cercana
a nosotros. Hay en su vida, rica y variada, un filón
humano de gran interés que aun hoy lo hace sim
pático y cercano, capaz de recordar con una eterna
sonrisa cosas que otros no tienen la plena autoridad
de decirnos porque no tienen la plena autoridad de
hatrerlas. Los 150 años no han borrado todavía nada
de aquello que un día feliz apareció vivo en los
Becchi de Castelnuovo de Asti.
ANECDOTARIO DE DON BOSCO
María Auxiliadora con Don Bosco
Estamos en Mayo. ¿Cómo podíamos pasar por
alto a María Auxiliadora y Don Bosco? En lugar de
palabras vamos a recoger dos hechos de la vida del
vSf.nto. Ellos hablan por nosotros.
-T o m a tus muletas y vete. Tu fe en María te
ha sanado. Ve a tu casa y ama siempre a María
Auxiliadora.
MEDICO CURATE A TI MISMO
AFUERA MULETAS
Había ido Don Bosco a visitar una población lla
mada Caramagna. Entre otras visitas se le presentó
una mujer paralítica, bastante anciana, que a duras
penas se arrastraba con sus dos muletas. Había oido
hablar de Don Bosco y de sus curaciones milagrosas.
Empujada por una fuei^a misteriosa que se llama
apego a la vida pudo llegar hasta él.
Al vérsela delante, Don Bosco con rostro bonda
doso le preguntó:
- ¿Qué desea de mí, buena mujer?
- Tenga piedad de mí. Deme su bendición.
- Con mucho gusto. Pero antes dígame. ¿Tiene
usted confianza en la Virgen?
- S í , Don Bosco, mucha.
- Entonces récele y pídale lo que quiera.
-N o , Don Bosco; usted, rece usted por mí, pues
yo no soy capaz de nada.
- No, no, replicó el santo, hemos de rezar los dos.
- Haré lo que usted mande.
-P u e s arrodíllese, le mandó Don Bosco.
- Si hace tantísimo tiempo que no puedo hacerlo.
Tengo las piernas casi muertas.
- No importa, intimó Don Bosco. Arrodíllese.
Y la pobre señora, a la que todos los huesos le
crujían, hizo un esfuerzo sobrehumano por obe
decer. Agarrando fuertemente las muletas se colgó
de ellas por ver si llegaba a arrodillarse. Don Bosco
con el pie apartó de golpe una de ellas y la señora
cayó de rodillas por su propio peso, mientras el
santo le decía:
- Afuera muletas. Se ha de arrodillar sin muletas.
Entre los espectadores reinaba un silencio lleno
de expeaación. Cuando la vieron caer, varios hicie
ron ademán de ir a ayudarla, pero Don Bosco los
contuvo. La señora al verse ya en el suelo interrogó:
- ¿ Y cómo he de rezar?
- Vamos a rezar juntos tres avemarias a .María
Auxiliadora.
^ las rezaron. La mujer al terminar se sintió con
fuerzas nuevas. Intentó alzarse sola y lo cortsiguíó.
Algo sucedió en su interior: sin decir palabras ocultó
su rostro entre las manos y rompió a llorar mansa
mente transida de gratitud a María Auxiliadora y
a Don Bosco. Este mientras tanto recogió las mule
tas del suelo y poniéndoselas sobre la espalda le
dijo, como Jesií^ al paralitico:
Un dia se presentó a Don Bosco un médico cjue
gozaba de fama de muy versado en su arte. Y le
dijo:
- Oigo decir que usted cura a los enfermos cual
quiera sea su enfermedatl.
- Y o . replicó Don Bosco con gesto de extrañeza,
yo no.
- Y sin embargo, insistió el doctor, me lo han
asegurado y hasta me han dado los nombres de
algunos enfermos curados por usted.
- L e han engañado. Es cierto, siguió Don Bosco,
que a veces me presentan p>ersonas que desean con
seguir gracias para sí o para sus parientes por inter
cesión de María Auxiliadora. Y o íes recomiendo que
hagan triduos o novenas u oraciones especiales pora
conseguir las gracias que desean; pero en estos ca
sos las curaciones se verifican por medio de María
Auxiliadora.
- Pues cúreme a mí y creeré en esos milagros.
- ¿Qué enfermedad padece?
- De ataques epilépticos. Aunque soy médico y
me he ajaleado lodos los remedios de la ciencia no
he conseguido nada.
- Pues bien, le dijo el .santo, haga ustwl como los
otros. Póngase de rodillas. rcv.aremos algo; después
prepárese prara recibir los santos sacramentos y verá
que María Auxiliadora también le consolará a usted.
- Mándeme otra cosa, porque lo que pide no
puedo cumplirlo.
-¿ P o r qué?
- Porque sería por mi parte un acto de hipocresía.
Yo no creo en Dios ni en la Virgen, ni en la ora
ción ni en los milagros.
Don Bosco quedó consternado. Pero bueno c*sfaba
él para dejar semejante pieza. Tanto insistió que
al cabo de un buen ralo cayó de rodillas, e hizo
la señal de la Cruz.
- Q u é cosa más e.xtraña. exclamó. Hacía 40 años
que no hacia esta señal.
La entrevista terminó diciendo que se prepararía
para recibir los sacramentos. Al cabo de dos días
vrJvió. Se confesó con Don Bosco y notó que a
medida que se confesaba se sentía cada vez mejor.
Desde entonces no volvió a sentirse mal. Cuando
días después comulgal>a, después de 40 años, no ce
saba de dar gracias a .María Auxiliadora, porque le
había devudto la salud del alma y la del cuerpro.
— 7
no vamos a sepultar un cadáver, sino a
sembrar la semilla del amor, para que brote
el árbol de la paz en Colombia». Así, con
emocionada precisión, despedía los sagrados
despojos de su buen amigo el arzobispo el
Presidente de la República, León Valencia.
Eran las tres de la tarde del 13 de enero, en el pór
tico del santuario de Ntra. Sra. del Rosario de Arma,
en Ríonegro (Antioquía, Colombia).
Se cumplía la última piadosa voluntad de M on
señor, que habia hecho realidad la munificencia del
gobierno de su patria. Sus restos habían volado desde
Roma, donde había fallecido, en olor de santidad,
ei 4 de enero.
Después de un éxodo que había durado más de
20 años, volvía al regazo de su valle natal y al de
aquella Virgen que había presenciado su bautismo, el
despuntar de su vocación y el gozo de su ordenación
sacerdotal, el mismo día que cumplía sus 23 años
(17-1-1915). La conjunción de sus cariños la había
cantado su musa religiosa en fáciles liras:
oy
PERFIL D E UN
COOPERADOR SALESIANO
H
«Oh valle fascinante,
de indecibles secretos y herm osuras.
B a s ta verte un instante
y b rilla la fa z pura
de Aquella a quien yo amo con locura.
T u s vertientes, tu m anto
de variedad bordado y de prim ores;
que valgan por su encanto,
cual diam antes, sus flores
y adornen ese Am or de mis am ores.»
De su patria había salido un día, en que, medi
tada la decisión transcendente en sus largas horas de
sagrario, había ofrecido el holocausto de su vida por
amor a la paz. Era ya hora de que la semilla enterrada
floreciera fecunda.
l,as hostilidades nacieron en los años duros de su
trabajo apostólico, como arzobispo coadjutor, con de
recho a sucesión, de la sede de Bogotá. Había llegado
bien preparado a la delicada misión.
*
Monseñor
JUAN MANUEL
GONZALEZ
ARBELAEZ
*
*
O S estudios en su patria los cureó con bri
llantez v precocidad. Mereció ir becado a
París y a Roma. En el célebre seminario fran
cés de S. Sulpicio se doctoró en Teología: en
la Gregoriana obtuvo los supremos grados de
Derecho canónico y romano. En su mente y corazón
dejaron huella maestros como Tanquerey. S. J. y el
P. Marmión, O. S. B., condiscípulo como el Card.
Suenens v otros preclaros hombres del Concilio.
Al volver de Roma se dedicó por breve tiempo a
la vida parroquial, en Retiro, ciudad de Antioquía. Hoy
se recuerdan todavía sus coloquios espirituales, su sim
patía humana, su caridad con los humildes. Pronto
fue requerido para regir el Seminario de Medellín, don
de ya habia sido estudiante y profesor. Las genera
ciones de aquel aproximado decenio le recuerdan con
veneración. El les creó un ambiente de serena alegría,
profunda y exigente dedicación y alta y responsable
L
espiritualidad. Votos secretos en sus manos sellaron
exigidas heroicidades juveniles. La exigencia era fru
to de su ejemplo, que arrastraba con fuerza de imán.
Acudía siempre que podía a la parroquia. Su claro
consejo iluminaba horas interminables de confesiona
rio. Derramaba limosnas a manos abiertas. Dictaba sa
bias lecciones en la Universidad civil. Su dulzura era
moral consuelo para cualquier necesidad. Rezaba todo
el día y arrancaba buenas horas al sueño para dialo
gar familiarmente con Dios y con la Virgen.
Tuvo, al fin, que ceder a la insistencia de la Santa
Sede y fue consagrado obispo en la fiesta de Cristo
Rey de 1933. La catedral de Medellín, la quinta del
mundo por su capacidad, se vio como nunca abarrotoda de público para presenciar la consagración de
«el Padre Juan», su cariñoso apodo popular. Tal fue
la aglomeración, que el pulpito quedó arrancado.
Manizales fue su primera diócesis. Desplegó sus
grandes dotes de organización religiosa-social. Fundó.
-(•Qué haces aquí, hijo mío?; fue la benévola
acogida de Monseñor.
- ¿Me recuerda. Excelencia? He muerto hatx‘ unos
días. Yo, en vida, todos los meses robaba algunos bi
lletes de la nómina de su Excelencia. Sólo podré ir al
Cielo si obtengo su perdón. Es una gracia que Dios
me ha concedido.
- Te perdono, hijo mió. Y al llegar al Cielo, dile
a Nuestro Señor y a la Virgen Santísima que me guar
den un puesto.
4:
«
♦
Primado de Colombia había depositado en
él sus más arduas tareas. La más delicada fue,
sin duda, el nuevo Concordato de la Repú
blica de Colombia con la Santa Sede, en un
delicado ambiente de efervescencia política.
Sobre sus anchas espaldas de buen cireneo tomó la
E
l
Desde el año 1948, Mon
señor González se convir
tió en «nuestro obispo».
Todos los años acudía a
Carabanchel Alto y luego
a Salamanca. 281 sacerdo
tes salesianos le deben a
él la unción sagrada. Fue
característica constante de
su vida la alegría que de
rramaba en torno suyo.
Amaba a Don Bosco y
propagaba la devoción a
Santo Domingo Savio por
ser santos que habían he
cho bandera de la alegría
como muestra de santidad.
preocupado por la juventud, el Colegio de Nuestra
Señora. Impulsó la erección de la catedral, levantan
do sus torres, con las limosnas que hacía florecer su
devoción y su don de gentes. Darle era regalarse a
sí mismo.
En 1934, fue promovido a la sucesión de la sede
primada de Bogotá. No todas las felicitaciones que re
cibió fueron sinceras. No a todos subyugaba el aura
de su santidad. Y. sin embargo, ya habían comenzado
a producirse los fenómenos místicos que la denun
ciaban.
Ha contado él mismo que una noche, cuando se
retiraba a altas horas de su capilla episcopal, en un ptasillo dd palacio encontró a un bedel de la Universidad
de Medellín, que al principio no reconoció.
defensa de los derechos de la Iglesia. Dió la batalla
en favor de la indisolubilidad del matrimonio aistiano, de la enseñanza católica en las escuelas, del asilo
sagrado de los cementerios.
No todos le apoyaron. Quisieron romper la intimi
dad de los dos pastores de Bogotá, haciendo de sus
nombres consignas de partidos entre los que se divi
dieron jerarquías y fieles, políticos y el pueblo.
Q mismo contaba, ponderando la prudencia y ca
ridad de su Superior, que un día Monseñor Perdomo,
primado de Colombia, comentó con él la tensa situa
ción a que se había llegado en la disputa. Con son
risa Ix'névola le había dicho:
- M i querido Sr. Arzobispo, dicen por aquí las
malas lenguas que hay dos partidos: el de los Gonza-
— 9
listas y el de los Perdomistas: pero sepa S. Excelencia
que, si eso es cierto, yo soy el primer Gonzalista.
U noble figura aristocrática, la dignidad de la
causa, la claridad de sus conceptos, su cálida
elocuencia, la tensión de los partidos politieos, el sutil engranaje de los sentimientos y
pasiones humanas determinaron su dimen
sión histórica. «Sin quererlo, sin buscarlo - escribía
el editorialista de «La República» de Bogotá (12-1-66) se convirtió en un caudillo civil y religioso, atacado
y temido. Su retrato estaba en la sala de honor de las
fmnilias encopetadas y en la tapa del baúl de las do
mésticas. Las ntujeres le seguían como en los tiempos
nazaretanos, Su seducción personal era sencillamente
alucinante».
F.1 ágora v la prensa fueron los instrumentos de su
victoria, cuando había sido derrotado en las supremas
cámaras nacionales, a la sazón en su mayoría religio
samente tendenciosas. El Concordato, aprobado, no fue
ratificado. Se tuvo miedo al pueblo, que estaba con él.
No así todos los sacerdotes. En una ocasión, con
motivo de un retiro en el propio palacio episcopal, lle
gó a enterarse de que. a puertas cerradas, sacerdotes
del alto clero trataban de ganar colegas a su intento
de enviar un memorial contra su actuación a la Santa
Sede. Nada receloso ni ofendido, se presentó en la reuiúón y les dijo con su inalterable sonrisa.- -Queridos hijos, no dudo que, reunidos en nom
bre de Dios, pretendéis una buena obra para su glo
ria. Para su mayor eficacia, permitidme que os la ben
diga».
Y. con la-invocación de la Santísima Trinidad, se
marchó derramando serena dulzura. Quedaba clausu
rado el conciliábulo.
S
*
*
ERO a Roma llegaron las denuncias, si no en
aquélla, en otras ocasiones sut'esivas. Y hubo
forcejeos diplomáticos. El Nuncio le invitó
a retirarse por algunos años, hasta más opor
tuno momento, de su labor apostólica en el
arzobispado de Bogotá, sin perder los derechos de su
cesión a la st*de primada.
El lo cedió todo, con alegre desprendimiento, y
aceptó la diócesis de Popayán, casi tierra de misión.
St' prometía el descanso, después de diez años de di
námico bregar. Era la paz para su unión con Dios y
e! contacto más directo con los humildes. Comenzó
la organización, ganándose a los sacerdotes, espiritua
lizando la región. Florecía la gracia. Pero su fama no
decaia y. aunque desplazado, su persona era centro
de atracción, su nombre bandera de programas, con
fuertes resonancias políticas. Hacía tiempo que su lim-
P
10
—
pia mirada enfocó el programas también su causa, co
mo la del Señor, se enredaba en maquiavelismos polí
ticos, descentrándose de lo religioso. Se solicitó su
apoyo para la Presidencia. Sus evangélicos sermones
eran registrados. Sus declaraciones solicitadas y te
midas.
Ante el Señor, en un nuevo holocausto generoso,
tomó la irrevocable decisión de su vida: no servir de
ocasión de enemistades, que rompían la caridad en
su amada patria. Comenzaba su éxodo, que debía
terminar en la gloria de un Sinaí de íntima comunica
ción con Dios. Iba a dorarse su santidad.
^
»
En su pueblo natal, el día de su retorno, ponderaba
el Gobernador de Antioquía aquel responsable sacri
ficio: «Pensemos por un momento lo que significa
para un hombre consciente de sus dotes de inteligen
cia, de voluntad y de carácter, y que ha dedicado los
años de su juventud a prepararse con diligencia para
servir a su patria y a su pueblo, el que, cuando se
apresta a dar fruto abundante, cerca de la cumbre de
su misión, deba, de repente, romper con todo lo que
hace y todo lo que ama, abandonar su familia y sus
amigos, el rebaño confiado a su cuidado, la Patria de
sus entrañas, escenario de sus desvelos y dolores, para
emprender el camino de un exilio sin retorno.»
Al fin, retornaba. Bogotá, Medellín, Ríonegro, le
rindieron el último homenaje que fue su apoteosis
terrena. Los fieles, la jerarquía eclesiástica, el G o
bierno de la nación, exaltaron su memoria y su
santidad. El presidente de la nación, que recibió el
cadáver y le acompañó hasta la tumba, reconoció
que «su ausencia durante más de veinte años contribuyó a hacer confusa la situación del país» y
que «el misterio de su lejaníá había partido el co
razón de la Patria».
*
*
*
l'F,Si'RO Seminario Teológico de Salaman
ca pagó el 20 de abril del año pasado la
deuda contraída con Monseñor. Era el año
julular de sus Bodas de Oro sacerdotales.
Había recibido una «deliciosa multitud de
cartas, tarjetas y cables de muy diversas personas
y entidades», sobre todo de su inolvidable Colom
bia. Era. en todas partes, el embajador de espíritu
de su Patria. Ahora que celebraba, bien modestamente, «este aniversario, el cual, en realidad, no
es siiu) un día que ha durado cincuenta años, en
la imnarcesible pompw» de su lozanía» (de su res
puesta abierta a las felicitaciones), nuestro Seminario
debía agradecerle la ordenación de 281 sacerdotes.
Había comenzado a ser «nuestro obispo» desde 1948.
poco después de haber fijado su residencia en Esl>aña. en la comunidad de los PP. Agustinos de
Madrid.
N
Celebró con nosotros la Semana Santa y nos co
municó su gozo pascual. Y el martes de gloria, por
voluntad suya, celebramos su Pontifical, en que él
»
glosó las grandezas del sacerdocio, dejando trans
parentar su unción y su alegría.
No aceptó ninguno de los regalos que le había
mos preparado p>ara el decoro de sus funciones epis
copales. H lo daba todo, para sí no guardaba nada.
Sólo aceptó, con su amplia sonrisa inteligente, que
delataba «el truco», una imagen de María Auxilia
dora, que hicimos le tocara en una rifa.
En la velada-homenaje, don Esteban Ruiz, vicario
inspectorial durante el pasado Capítulo General, im
puso a Monseñor la insignia de Cooperador salesiano. Había vivido la devoción a María Auxilia
dora y aprendido a conocer nuestras cosas desde sus
años de estudiante en Medellin. H captdlán de las
Hijas de María Auxiliadora le había enseñado a
repartir medallas, estampas, imágenes y objetos de
la Santísima Virgen y a enamorarse de Ella. Fue una
de las pasiones de Monseñor. Hablaba con admira
ción y cariño de nuestras cosas de familia. Admiraba
a Don Rosco, con quien tuvo parecido en dones
sobrenaturales. Le encantaba y propagaba la figura
de Domingo Savio, con su alegría santa. A él tam
bién le desbordaba la santidad en la alegría con
tagiosa de su rostro y de sus conferencias sobre el
tema.
La pascua del año pasado fue la última que ce
lebró en la tierra. H quedó satisfecho. Venía a casa
con gusto. Le encantaba el hermoso paisaje que
contemplaba desde su ventana, el amplio cielo que
abarcaba, la comodidad de acercarse a la capilla.
En toda la fiesta no permitió que se hablara de
él, sino del sacerdocio. El álbum de adhesiones de
sus ordenados lo regaló a un familiar suyo, después
de hal>erlo hojeado y alabado con encomio; pero
no quiso leer nada, porque le molestaban ios elogios.
No hablal)a de sus cosas: pero si alguna vez nos
sorprendíamos de alguna referencia personal, estaba
refiriéndose con ingenua sencillez a sí mismo, como
si fuera cualquier otra persona. 1.a maravilla fue
que una tarde de aquellos mi.smos días nos relató
los incidentes de su secreta historia, a grandes ras
gos. Nos permitieron vislumbrar la talla de su virtud
y su grandeza.
Los pasos primeros de su destierro fueron duros.
Viajó por Italia, por Francia, por España, antes de
fijar definitivo asilo en la hospitalaria comunidad
de los PP. Agustinos, en Madrid. Con ellos había
vivido también en Colombia. Fue devoto peregrino
de muchos santuarios europeos. Había rezado ante
las imágenes de la Santísima Virgen en los más cé
lebres templos de Europa occidental. Y siempre con
dinero de amigos, y una vez de judíos, visitó los
santos lugares de la ^^da del Señor.
Pero conoció y practicó la pobreza franciscana,
con la fe providente de un «pobre de Yahveh*.
según canta en sus versos:
<¡Oh cuán bello es ser pobre!
Aunque con ham bre y sed, estoy contento.
;Y é l que nada me sobre
y me vea harapiento
es m i rico caudal, mi sacram ento!
¡A si, mi confianza
con abandono dulce en T i confia:
pendo sólo de Dios m ás cad a día!»
Sin embargo, tenía la mano siempre larga |>aia
socorrer a los pobres. Los recibía dos vetxís por se
mana en el amplio salón de la casa agustina. .\
veces - l o contaba él rien d o - st* asustaba al entrar
de verlos tan numerosos y tan neiwsitados. Y lt‘
hacía tanta gracia que la Providencia .'¡e los enviara
a él. que para vivir tenia menos que ellos. Pero
repartía, repartía coji gener«)sidad y lodos quedaban
agradecidos y contentos.
't no eran centavos. Pagaba largos viajes, socoirla
eníermerlades prolongadas, logiaba viviendas, costea
ba e.^tudios universitarios, «los gitanos eran sus ami
gos».
Ln una ocasión, a un pobre obrero que estaba sin
trabajo le entregó las llaves de un coche que le
habían regalado y estaba ocioso en el garaje.
Quien le ha acompañado en sus viajes repetidas
veces testificaba que han salido de casa ajx*nas sin
dinero y han regresado con sobras, después de ha
ber dado sin cesar. Daba sin reparo las monedas
gordas a taxistas, camareros, revendedores de billetes,
pobres y viejecillos de las calles.
Siempre tenía en cuenta, en el banco de la Provi
dencia, encargos cuantiosos de imágenes, arreos sacer
dotales, subsidios didácticos de Catecismo, empresas
parroquiales. Su bolsa llegaba pronto al fondo; su
caridad, jamás. ^ Dios, según su estilo, más de una
vez le probaba la fe. También él quería que el Señor
le diera su limpio testimonio, providente.
L na de tantas veces que estaba «entrampado* en
unas 25.000 pe.setas que le vencían a plazo fijo, le
rogó al Señor que aquel dinero que era para sus
pobres le llegara de persona que no tuviera nada
que agradecerle. En aquel mismo día tuvo en sus
manos un cheque con el dol)le <le lo solicitado. El
bienhechor era un bien conocido compatriota, acé
rrimo enemigo de su causa.
♦
♦
♦
la oración fúnebre de su misa exequial
en Ríonegro son estos testimonios del obis
po de Pereira: «Difícilmente podrá encon
trarse otra persona que haya destinado igual
cantidad de tiempo al ejercicio de la ora
ción. A este respecto son muchas las anécdotas que
^ refieren del insigne prelado. Encontrándose alo
jado en una casa religiosa de Roma, una noche
penetraron los ladrones en la capilla. Los asaltantes
pensaron que aquella hora sería imposible que al
guien pudiera sorprenderlos. Cuál sería la sorpresa
que se llevaron cuando observaron que al pie del
sagrario estaba un prelado en oración. Era el Exce
lentísimo señor González. Es precisamente a Monse
ñor a quien se refiere Martín Descalzo en sus cé
lebres crónicas sobre el Concilio Vaticano II, cuando
habla de un prdado colombiano que en los días
e
D
—
U
Quiso celebrar sus
bodas de oro sa
cerdotales con los
salesianos del Es
tudiantado Teoló
gico de Salaman'
ca. Ese mismo día
recibió de don Es
teban Ruiz, que
hacia las veces
del inspector, au
sente en Roma, la
insignia de Coo
perador Saiesiano.
del Concilio pasal)a largas horas ante Jesús Sacra
mentado. A nosotros mismos nos ocurrió que la
mayor parte de las veces en que fuimos a buscarlo
a su residencia de Roma se nos respondía que se
encontraba en la capilla.
A su intenso espíritu de oración se agregaba el
espíritu de penitencia. Todos los que conocimos
un poco de cerca la vida íntima de este eximio varon sabemos muy bien de sus frecuentes ayunos
y de sus agudos cilicios. Sus ropas aparecían fre
cuentemente manchadas de sangre, a causa de las
fuertes disciplinas y eran tales los azotes que se
daba delante del Sagrario, que muchas veces los
paños del altar aparecían salpicados de sangre. Im
posible describir la cantidad de espinas y de cru
ces que rodearon la vida de este -varón de dolores*
y esto hasta el último instatúe de su existeitcia.
Su espiritualidad era profvurda. Nacía de las raíces
mismas de su ciencia. Habia ahomlado en el cono
cimiento de las Sagradas Lscrituras. Fditó una tra
ducción comentada del Nuevo Testameirto. Manejal>a familiarmente a S. Pablo y su mística era la
suya personal. St' remoirtaba con naturalidad a la
vida trinitaria y sus coloquios eran del místico que
vivia el misterio, del teólogo que poseía a S. Agus
tín. Un obispo español aseguraba en Roma no haber
amoc'ido a predicador ninguno que expusiera a San
.■\gustin y a S. Pablo con la precisión de Mons.
González.
H1 otro gratr tema, vida de su vida, era el de la
Snta. Virgen María,
lestigos de su espiritualidad pueden ser algunos
12
—
párrafos de su correspondencia, que deberá ser cui
dadosamente recogida y sistematizada.
«Lo que seguro le hará bien es decirle una y
otro vez a Jesús en eJ fondo de su alma: Señor me
entrego a tu Corazón divino de modo total. Esto
significa que en cada momento busque su amor al
obrar, al pensar, al hablar, al trabajar, al tratar con
el prójimo en cualquier forma. Aunque sean dardos
disparados con esfuerzo suyo y ni sepa si dieron
en el blanco, tenga confianza, Jesús se lo coge al
aire* (1955).
«Que Jesús, el Cordero divino, que es nuestra
Pascua, le dé a beber en la santidad de sus heridas
lo suave, lo puro, lo vivificante de su amor. María
también la dejará embriagarse de la consolación
iirefable con que la primera aparición de su Jesús
suprimió hasta las huellas de su martirio de Com
pasión* (Lourdes. 30 abril 1957).
«Tome Vd. en sus manos y dentro del cáliz de
purísimos cristales que es el corazón de María la
Sangre Preciosísima de Jesús, y ofrézcalo con Ella
al Padre, para que supla su deficiencia. ¿Que no es
lo suficiente fiel y se le escapa un poquitín de hu
manidad pobre, insumisa, sensible, etc. y cómo
hacer para que eí bordado del día no tenga una
puntada falsa? Simplemente lo mismo; si se rompe
la cadeneta, se trastorna el p>espunte, etc. tome Vd.
la Sangre adorable y con ese «hilillo rojo» rectifica
V desenreda todo, ofreciéndola al Padre» (Silos. 31.
X. 1959).
De su amor a María, aparte de otras mil precio
sas manifestaciones, nos queda su «Acto de Amor
El Seminario Teo
lógico de Sala
manca le regaló
el día de sus bo
das de oro sacer
dotales un pre
cioso cáliz. Como
solía hacer con
cuanto le donaban
lo dio de limosna.
Su caridad con
los pobres no re
conocía límites.
a María», compuesto cuando era todavía encargado
de estudios en el Seminario de Medellín. El confesó
que se lo habían robado y que sufrió el mayor
rubor de su vida, cuando lo oyó leer desde un
pulpito. Es una joya de literatura mística. Un pá
rrafo de su largo contenido encierra la profecía y
razón del holocausto de su vida: «Madre mía, déjame
desahogarme y decirte más. Te amo, te amo con
un amor celoso de tu gloria a trueque de mi paz.
mi bienestar, mi felicidad aquí, mi vida y todo,
absolutamente todo. Y por verte glorificada y amada
de todo cuanto pueda, cuanto tú mereces, cual
Dios lo quiere, yo te doy, y acéptamelo, te lo rue
go. mi sangre, mis lágrimas mis afanes, mis suspiros,
mis ilusiones, mis amistades, mis cariños de familia
y espirituales, y los quemo como sagrado holocausto
en el fuego de mi amor ante el altar de tu gloria».
Su preciosa muerte
H Concilio Vaticano II exigió a su mente y co
razón excepcionales esfuerzos. Estudió los esquemas.
Se hizo asesorar. Intervino en las discusiones. Y,
como un estribillo, requería la colaboración de la
incesante oradón y prolongado sacrifido. Comentó
con envidiosa delectación la muerte del Papa Juan
XXm, victima por el Condlio.
En España dejó la impresión de que su último
viaje a ú etapa final del Vaticano II, estaba prepa
rado con espedal despedida de amigos y negodos.
Marchó rebosando salud, aunque pocas semanas an
tes había sufrido una caída de la que se había repuesto
naturalmente, a pesar de no querer molestar a los
médicos.
A mediados de noviembre llegaron noticias alar
mantes sobre su estado de salud. Las transmisiones
de la TV nos mostraron vacío su escañoi el cuarto de
la primera fila junto a S. Pedro. Era, en la categoría
de los obispos, el 8.S más antiguo en preconización
(Consistorio del 3. VI. 1933).
Su enfermedad, cáncer a los huesos, le fue con
sumiendo lentamente. Su habitual sonrisa disimu
laba ios acerbos dolores. Sus amplias intenciones
martiriales sirven para medir las dolenciasi «Soy fe
liz, dijo, de poder ofrecer mis dolores y el mismo
sacrificio de mi vida por la Iglesia, por el Papa, por
el Concilio y por Colombia».
Estaba al tanto de todo y su delicadeza llegó a
rasgos de caridad exquisita, hasta el olvido ^ sí
mismo, por atender, desde su mismo lecho, a los
demás.
Hablaba del Cielo, como del lugar donde ya vivía,
Bendeda objetos de devoción. Comunicaba mensa
jes, Tenía en sus manos imágenes de la Virgen y su
recuerdo era su mejor encanto.
Su habitación, en la clínica de los HH. de San
Juan de Dios, en la Isla Tiberína, se hizo meta de
peregrinación del episcopado colombiano y otras
jerarquías amigas, de amigos de diversas naciones,
de fieles y admiradores, de cuantos pudieron acer
carse a
Todos salían edificados. H Papa envió
sus mensajCTos, d Gobierno de su nación le hizo
visitar por sus embajadores y mantuvo hasta su
muerte un delegado.
—
13
Al final clt* sus días, muchos ratos los pasaba bajo
la lanzada dcl dolor, el sopor de los analgésicos, el
adormecimiento de su concentración.
Había pedido le sugirieran la jaculatoria, que re
sumía su espiritualidad y el éxtasis de amor de
aquellos momentos de entrega a la voluntad del
Señor! «Jesús, le amo infinitamente en el Espíritu
Santo, para gloria del Padre».
Se fue consumiendo su corpulencia como un
cirio votivo.
Pocos (lías antes de su muerte, sostuvo esta con
versación con una persona para él muy querida,
que fue a despedirle desde España:
- S i sufre tanto, Mons., por qué no pide a Jesús
que le lleve al Cielo.
-M ira : la Sma. Virgen ya quería haberme lle
vado, pero se lo ha impedido su Divino Hijo.
- Y ¿por qué, Excelencia?
- Porque me ha prometido llevarme de la cama al
cielo y debo sufrir más todavía, pues aún me nece
sitan algunas personas.
En la noche del tres al cuatro de enero, entró en
agonía. A la mañana siguiente no pudo ya comul
gar. Era el único día que no había podido recibir
al Señor. Su muerte fue sencilla, sin extorsiones, en
dos o tres minutos, a las dos de la tarde. Jesús le
esperaba, a la hora de vísperas, para la liturgia eterna
del Cielo.
En todos quetlaba la impresión de que había
muerto un santo.
De Colombia llegaron noticias asegurando mi
lagros, aún antes de su muerte.
No queremos prevenir el juicio maduro de la Igle
sia? pero hay datos que pueden certificarse de ben
diciones suyas que han curado a enfermos desahu
ciados. Sabemos de sutiles gracias místicas: don de
profecía, lectura en las conciencias, frecuentes vi
siones celestiales, y eucarísticas y otras más miste
riosas.
El presidente de la República de Colombia, en
las honras fúnebres en su honor, abierta ya su se
pultura, pedía para su ciudad natal la estatua que
perpetuara su memoria y para su veneración pro
ponía al episcopado colombiano allí reunido que
se iniciara la causa de canonización de quien sería
el primer santo de la patria.
Repose en la paz de su iglesia querida. Juan XXIII
le ofreció, con una misión pontificia particular, el
retorno a su patria, con todos los honores. Rehusó
la ofrenda de rodillas, con los brazos en cruz. Pero
el 12 de enero, después de breve pausa en el aeró
dromo de Barajas, como si en su exquisita cortesía
hubiera querido decir adiós a su hospitalaria madre
patria, llegaba de nuevo a aquella tierra de promi
sión de sus amores, que jamás olvidara. Y llegaba
con todos los honores. No sólo los 21 cañonazos
de ordenanza le recibieron en Bogotá. Flamearon
al aire los pañuelos de la multitud congregada en
el aeropuerto de Hdorado. La prensa elogió sus mé
ritos y virtudes. La nación volvió a revivir el cariño
con que idolatró en vida al «Padre Juan». Y la Vir
gen de Ntra. Señora de Arma, su amor entrañable,
lució el manto precioso que él le había hecho bor
dar en España, con primor y ternura.
El mismo había contado que una vez vio a la
Sma. Virgen, junto a otros santos, cobijarle en su
manto, como prenda de predilección al amor que le
profesaba. Acaso aquella visión diseñó su última
ofrenda a la Virgen de su infancia. Bajo aquel bello
manto hoy reposan sus restos, como un niño dor
mido en el regazo cálido de la mejor Madre.
N U EV A S DIRECCIONES V CAM BIO DE DIRECCION EN EL BOLEXIN
Rogamos a nuestros lectores tengan presentes las siguientes notas para todo lo que
se refiere a altas y bajas y cambio de dueoción en el «Boletín Salesiano».
l.§ DIRUANSE TODAS LAS NOTIFICACIONES DE ALTAS, BAJAS Y CAMBIO DE
DIRECCION A: ADMINISTRACION DE «BOLETIN SALESIANO». Alcalá, 164. MADRID-2.
2.4 Las altas o nuevas direcciones han de estar en la Administración antes del 5 de
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después de recibidas.
3.i Los cambios de dirección, además de atenerse a las notas anteriores, deben soli
citarse mandando preferiblemente el recorte de la bolsa con que les llega desde Madrid
el «Boletín»; caso contrario, envíen siempre la dirección antigua y la nueva.
AQUELLOS QUE RECIBEN EL BOLETIN DIRECTAMENTE DESDE UN COLEGIO SALESIANO, EN CASO DE ALTAS O BAJAS O CAMBIOS DE DIRECCION, DIRUANSE EXCLU
SIVAMENTE A DICHO COLEGIO.
14
Primicias
en Bután
A cab allo sobre las imponentes estribaciones de los
Himalayas, que separan China de India, se asienta el
Bután, estado cu ya independencia existe por la con
v eniencia de poner barreras entre ambos colosos. El
Bután es una nación que está saliendo ahora de su
inmovilismo secular. Fruto de ese afán son las Escuelas
Profesionales Salesianas, las únicas existentes en el
país. Como todas las sem illas tienen el aspecto d e p e
queñas y pobreza, pero tam bién la posibilidad de un
porvenir, qu ien sabe si glorioso. Son una colaboración
que la Iglesia presta a través de la C ongregación Salesiana; las escuelas reciben el pomposo titulo de Don
Bosco Technical School, aunque son unos barracones
de sencillez extrem a (foto inferior). Cuentan con más
de 100 alumnos (foto lateral: el director con algunos de
ellos) organizados como los de cualquier escuela euro
pea y en la que no falta el im prescindible equipo de
fútbol (foto superior), por ahora cam peón indiscutible,
por único. La población donde radica la escuela es
Phunsoling.
U
u e r i d í s i m o s hermanos,
tengo la alegría de pre
sentaros las Actas del
XIX Capítulo General,
esperadas con impacien
cia por toda la Congregación.*
Con estas palabras, el rector ma
yor comienza el volumen de más
de cuatrocientas páginas que re
cogen las deliberaciones del úl
timo Capítulo General salesiano.
Y esas mismas palabras casi, las
repitió una tarde del mes de fe
brero en Turín, en la Basílica de
María Auxiliadora, cuando se dis
ponía a entregar personalmente a
los salesianos de la casa madre el
volumen de las Actas. «Estas A c
tas se convierten a partir de ahora
en patrimonio de todos y cada
uno de los salesianos, vida de su
vida, aliento para sus reflexiones
cotidianas y, sobre todo, empeño
generoso y sincero para su ac
tuación.»
El volumen era, en verdad, esp>erado: representa el fruto de me
ses y años de estudio, de reflexión,
de discusiones y votaciones. Trae
además la aprobación de la Santa
Sede: por tanto, «es texto» y
«carta constitucional» para la Con
gregación, su espiritualidad y apos
tolado.
Los Cooperadores están intere
sados, asimismo, en dichas Actas
porque forman parte de la familia
salesiana y porque el volumen les
dedica algunas páginas.
Q
El Rector M ayor
entrega
las actas del
XIX Capítulo General
A
So h a n tra d u o id o a la s p r ín o ip a le s le n
guas
A
do! m undo,
o lla s s e c o n tie n e la n u o v a m e n ta li
d a d m alesiana, a d a p ta d a a lo a tie m p o s
p o s o o n o ilia r e s .
JEREZ DE LA FRON
TERA. — Monseñor
Cirarda, Obispo Vi
cario de la archidiócesis de Sevilla,
bendijo el 18 de mar
zo la primera piedra
de la nueva escuela
de maestría indus
trial de esta ciudad.
La ceremonia fu e
presidida por el mi
nistro de Educación
Nacional señor Lora
Tamayo, hijo ilustre
de Jerez, con asis
tencia d e machas
personalidades y nu
meroso público.
16
—
VIRAJE DECISIVO Y ANIMOSO
Sobre un centenar aproximado
de citas contenidas en d volumen,
82 han sido tomadas de docu
mentos pontificios, especialmente
del Concilio. Esto es suficiente
para comprender el aire, que se
respiró durante el Capítulo Ge
neral. Desde las ventanas del Ate
neo Salesiano. donde tenía lugar,
se divisaba la cúpula de San Pe
dro y los ojos de los capitulares
se dirigían allí, al Papa, al Con
cilio, al viraje histórico que la
Iglesia estaba dando. No es extra
ño, pues, y las Actas lo demues
tran, que la Congregación haya
seguido e imitado a la Iglesia. «Es
tamos todos de acuerdo que la
Congregación se halla en una en
crucijada», escribe el rector ma
yor. Pero antes que nosotros lo
estuvo la Iglesia.
Y don Ricceri emplea las pa
labras de Pablo Vi para recordar
que con el Capítulo la Congre
gación «marca un jalón, echa el
punto - como dicen los navegan
tes - . concluye un período y em
pieza otro».
Mas no se trata simplemente
de archivar el pasado. Todo lo
contrario. Como para la Iglesia,
para la Congregación: si hay algo
nuevo, ese algo «está en el tron
co vigoroso de una tradición que
en el pasado dio abundantes fru
tos y que, por tanto, no puede
desilusionarnos en d futuro».
Mediante esta dosificación de
nuevo y viejo - que es señal y
garantía de continuidad en el tiem
po y proyección hacia adelantela Congregación ha adquirido una
conciencia más profunda de sí y
de su misión en la Iglesia y con
las Actas ha puesto las bases para
su renovación.
FIGURA CENTRAL:
EL SALESIANO
Dada la amplitud del volumen,
sólo nos es posible darle un rá
pido vistazo en busca de los hi
los conductores y de las ideas
sobresalientes.
Del cúmulo de normas, delil>eraciones y recomendaciones que
recoge, emerge una preocupación
eminentemente personal: en el
centro de todo «hay una figura
humana, viva y palpitante, a la
que los capitulares han mirado
con ansia fraterna: la persona del
salesiano. «No quisiera - ha pun
tualizado al respecto el rector ma
yor - que la variedad y mole de
los documentos, que tenéis a la
vista, os apartase de la visión cen
tral, que ha sido la primera y
constante preocupación de todo
el largo capítulo general.»
El Salesiano, que se ha de for
mar y preparar al apostolado mo
derno, al servicio de la Iglesia.
Hacia este objetivo se dirigen to
das las decisiones tomadas: crea
ción de nuevos superiores encar
gados de enlazar a los hermastos
con los superiores, la cuidada de
finición de la figura del director
espiritual, el retiro meitsual mejor
centrado, los ejercicios espirituales
reestructurados con \istas más jx'rsonales. los cursillos periódicos de
modernización en ascética, los cur
sillos de preparación para los fu
turos dirigentes y formadores tlel
personal, la adecuada preparación
a la profesión per|)etua, la posi
bilidad de un segimdo noviciado,
etcétera.
No sólo formación, sinc tam
bién preparación apostólica. «Hoy
la sociedad -afirm a el rector ma
yor - rehúsa meter en sus estruc
turas a los hombres no especia
lizados cultural, técnica o ))roíesionalmente.» Y la Congregación
no se exceptúa, porque también
ella está anclada en la sociedad.
«No podemos, por tanto, mecer
nos en la cándida ilusión de que
basta un poco de buen \ volun
tad para hacer frente a las in
mensas exigencias de nuestras
obras y que es suficiente tirar co
mo sea del carro y llegar a la
noche cansados de tanto trabajo
a que nos hemos visto sometidos.»
EL MUNDO DE LOS jOVENES
Y EL MUNDO DEL TRABAJO
La preocupación por la perso
nalidad del salesiano tiende a
• V
l
ALICANTE.—Los co
nocidos Beatles de
Cádiz actuando en
las Hermanitas de
los Pobres a petición
de los antiguos alum
nos salesianos. Estos
lodos los años orga
nizan una visita a
los ancianos recogi
dos para hacerles pa
sar un día de aistracción. Este año
contaron con la gra
ta adhesión del fa
moso conjunto gadi
tano.
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—
17
hacer cada vez más apta a la
Conjjregadón para desempeñar en
la Iglesia el papel que la misma
Iglesia le ha señalado. Ím Congre
gación debe continuar dando ~ son
palal>ras de! P a p a - testimonio de
la vitalidad del Evangelio y del
corazón de la Iglesia para con
las necesidades del mundo: del
juvenil y del trabajador es[x*dalmeríte.
Acerca del apostolado juvenil
es fácil encontrarse a lo largo del
volumen con afirmaciones muy
significativas: «Con este aposto
lado la Congregación participa en
la misión de la Iglesia y con él
nosotros hacemos también Iglesia.
H1 salesiano ha sido enviado por
la Iglesia a los jóvenes de hoy.»
Sobre el mundo del trabajo, el
rector mayor ha precisado: «El
mundo del trabajo espera un al
ma cristiana. Son los jóvenes
aprendices, los jóvenes obreros, los
que han de ser buscados, organi
zados y seguidos por nuestras es
cuelas, residencias y centros ju
veniles. H1 mundo ha redesoubierto el trabajo como factor econó
mico de primer plano: a nosotros
nos corresponde redescubrirlo y
hacerlo redescubrir como elemen
to de espiritvtalidad diaria y de
elevación sobrenatural.»
Apostolado juvenil y enseñanza
(jroíesional. «En estas fronteras to
dos y cada uno estamos compro
metidos. Cualquier abandono de
estos campos - (lue no esté im()uesta por circunstancias particu
lares. reconocidas por la Iglesia y
consagradas por la obediencia, so
narla a traición y de.serdón de
las fronteras que Dios nos ha se
ñalado.» Palabras fuertes éstas de
don Ricceri, pero claras y res|)onsables.
VERDADES Y NORMAS
A la luz de estos principios la
lectura de las páginas de las Ac
tas se torna fácil y alentadora.
Para los salesianos es l>astante
más que una lectura. La nueva
•carta tnagna» comprende verda
des que vivir y normas que prac
ticar.
Lhuxs veinte capítulos tratan de
la vida religiosa y del aprostolado
salesiano: las nuevas estructuras
de la Congregación, las vocacio
18
—
nes, la formación del personal, el
salesiano coadjutor, la vida religio
sa del salesiano, la literatura, el
apostolado entre los jóvenes, las
escuelas profesionales, parroquias
y oratorios, cooperadores y anti
guos alumnos, los instrumentos de
comunicación social, las misiones...
Con ellos, las variantes de las
Constituciones y Reglamentos de
la Congregación, los discursos del
Papa, las intervenciones más des
tacadas del rector mayor. Y un
texto sobre los Coo;>eradores Sa
lesianos que, en obsequio al rec
tor mayor - ex consejero general
de los cooperadores - , fue apro
bado por aclamación.
COOPERADORES AL SERVICIO
DE LA IGLESIA
El documento se abre con alguna.s afirmaciones de principio to
madas de la Constitución De Ecclesia: «Los seglares, congregados
en pueblo de Dios, están Damados
a contribuir con todas sus fuer
zas al incremento de la Iglesia y
a su continua ascesis a la santi
dad. El apostolado de los seglares
es, por consiguiente, participación
en la misma misión salvífica de
la Iglesia. Los seglares están lla
mados principalmente a hacer pre
sente y operante la Iglesia en
aquellos lugares y en aquellas cir
cunstancias en la que no podría
ella ser sal de la tierra si no es
por su medio. Abránseles, por
tanto, todas las puertas a fin de
que puedan participar, según sus
fuerzas y necesidades de los tiem
pos, en la obra redentora de la
Iglesia.»
A estas claras premisas del C on
cilio el documento ha añadido
coií la misma claridad: «La Con
gregación salesiana reconoce en
las palabras de los Padres Con
ciliares una especie de invitación
a organizar seriamente el trabajo
apostólico de los cooperadores y
a potenciarlos concretamente.»
Luego el documento enumera
los deberes de los salesianos ha
cia su tercera familia. En primer
lugar al deber de conocerlos y
estudiarlos para comprender me
jor el pensamiento de Don Bosco
y de la Iglesia sobre ellos. Y" des
pués el deber de traducir estos
pensamientos a la realidad con
creta de un apostolado activo, me
diante un personal que posea «las
dotes, el tiempo y los medios ne
cesarios» para actuar con los co
operadores y a su lado.
Con tono evidentemente desen
cantado nota el documento que
«allí donde se registra una sensa
ción de escasa actualidad de los
Cooperadores, proviene además de
la ignorancia de su verdadera na
turaleza, de los métodos de orga
nización y de los criterios direc
tivos, con frecuencia superados,
estrechos o no correspondientes a
las exigencias de la mentalidad y
de la situación modernas».
Esta franqueza de lenguaje y
las normas prácticas que los acom
pañan son una premisa para in
culcar un incremento ulterior y
una vitalidad cada vez mayor de
la Tercera Familia salesiana.
En tales perspectivas, las Actas
del Capítulo Superior «son texto»
y se convierten en «carta consti
tucional» que sólo esperan ser
puestas en práctica.
FIDELIDAD
El volumen, traducido al espa
ñol, al francés, al portugués, al
alemán y al inglés, ha llegado
en los días de abril a todos los
salesianos del mundo.
De esta manera la Congregación
ha profundizado en su propia
conciencia y ha puesto las bases
de una renovación. Ahora como
la Iglesia del Concilio, ha de abrir
se a un diálogo apostólico. «Urge
primero de todo formarse una
mentalidad más que un inventario
de cosas que practicar.» Una nue
va mentalidad, posconciliar y pos
capitular para dar un alma a la
obediencia y una adhesión perso
nal al dictado de la ley. «Porque,
como observó don Ricceri al ha
blar de los salesianos de Valdocco.
lo que necesitamos hoy no es una
fidelidad de archivo, sino avanzar
en la fidelidad.»
La alegría del rector mayor al
presentar las Actas del Capítulo
se convertirá también en alegría
de Don Bosco y de la Iglesia, a
medida que los salesianos y los
cooperadores sepan asimilar su
contenido y traducirlo en vida
vivida.
de 1966. A ochen
ta años vista de unas jor
nadas m u y hermosas,
muy llenas, vividas por
la ciudad de Barcelona y,
en ella, por toda la España Salesiana.
El fundador de los Talleres Salesianos había llegado a la capital
catalana, y residía en Sarria, en las
afueras de la gran ciudad. Su nom
bre corría de boca en boca; su
Obra en pro de los aprendices y
obreros había sido divulgada, con
siderada y alabada por la prensa,
ya antes de su venida. Don Bosco, el amigo del Papa: el hombre
que había «revolucionado la fá
brica y el altar» - e n frase de
Sardá y Salvany —, haciendo que
al pie de la chimenea en las fá
bricas «ruede el vedante de la má
quina de vapor, y suene en sus
cuadras el tric-trac de las lanza
deras al compás de los himnos
religiosos, y bajo la inspección de
ministros de Dios...»; ese hombre
había venido a visitar a sus hijos,
que trabajaban - desde breves
años - en Utrera y en Sarriá in
flamados por la caridad del Pa
dre.
Caridad que había sido puesta
de relieve por la Revista Popular
un año antes, el 15 de enero
de 1885. Decía así:
ayo
M
«Con motivo de los desas
tres de Andalucía los reveren
dos Padres Salesianos residen
tes hoy en Cataluña, y que
antes tuvieron su casa en di
chas provincias, han enviado
a los Prelados de aquella de
vastada región una carta ofre
ciéndose a admitir en sus Ta
lleres, los niños que hayan
quedado huérfanos a conse
cuencia del terremoto, propordonándoies manutención,
educación y oficio. Digna es
de todo elogio la caritativa
conducta de los hijos de D on
Bosco*.
Por todo esto, el hombre de
Dios - a lo largo de sus días barce
loneses— vióse rodeado de ami
gos y admiradores, de propios y
desconocidos.
Leyendo la Cronaca escrita por
su secretario Carlos Vigjietti, y
1886 -1068
MAYO
^
'
confrontando los hechos en ella
narrados, con la prensa de la épo
ca (que, por cierto, se volcó sobre
el santo): echando una ojeada,
incluso, a los diarios izquierdis
tas de aquel eittonces, nos paretx^
estar contemplando a Don Bosco
rcKleado por multitudes inmensas
a todas horas. Su figura nos hace
recordar las palabras de Sait Pa
blo: «Bettignitas et huntanitas apparuit...» (Tit. 3. 4).
Pero al mismo tiempo sentimos
interés por conocer la causa de
tantas simpatías, por ver quiénes
hicieron de levadura en aquella
gran masa que se movía en torno
a nuestro Padre.
Ciertamente que - como hemos
dicho - era su virtud, su fama de
santo lo que atraía. Pero no he
mos de olvidar que Dios se sirve
de las p>ersonas, y que los hombres
tenemos la obligación y el honor
de cooperar con Dios. Y en el mes
barcelonés de Don Bosco hubo
hombres que le ayudaron mucho,
católicos, hijos amantes de la Igle
sia. que fomentaron - adelantán
dose, incluso, a los tiempos actua
les - la obra de Dios.
CUADRO QUE PRESENTA A
DON BOSCO.—Asomado al bal
cón de la antigua casa salesiana
de Sarriá (Barcelona), bendicien
do a la multitud que se agol
aba en la carretera de Sarriá.
B etrás de él aparece
apt
don Miguel
Rúa Y doña Dorotea de Chopitea, entre otros distinguidos per
sonajes barceloneses.
BOSCO
Y
LOS
CATOLICOS
BARCELONESES
En primer plano está doña Do
rotea de Chopitea, modelo de co
operadores - «modelo de católi
cos de la época postconciliar», di
ríamos hoy - : alma gemela, en
todo, a la de Don Bosco.
El espíritu que la alentaba no
era, ciertamente, el de la simple
caridad limosnera, sino una de
cidida voluntad de promover a
la dase obrera, mediante la ins
trucción y la formación profesio
nal. Espíritu que le lleva a escri
bir en 1884 al acabar sus Ejerci
d o s Espirituales: «Me entregaré
totalmente a trabajar en la saTvad ón de las almas por medio de
las escuelas, las que procuraré, en
lo que mis fuerzas alcancen, ex
tenderlas lo más posible».
En las cartas que se cruzan en
tre Don Bosco y doña Dorotea, son
comunes ciertas expresiones, ex
ponentes daros del paralelismo es
piritual que se puede trazar con
sus vidas. Hablan de la «urgente
necesidad de atender a los hijos
de la clase más menesterosa y obre
ra de4 pueblo»; de la «pobre ni
ñez desvalida», ya que esto es
de «importancia capital»... Con
—
19
razón su biógrafo, el P. Alegre,
quiere ver en la glorificación de
doña Dorotea, la glorificación de
•la caridad de los ricos para con
los pobres».
lunto a dot'ia Dorotea aparece,
ininecliatamente, su yerno don Nar
ciso Pascual. Y con él, sus her
manos don Manuel y don Oscar.
I.a familia Pascual es como el es
labón cjue enlaza a los Serra-Chopitea, y a los Marti-Codolar, me
diante los casamientos de don Nar
ciso Pascual con doña jesusa Seira
Chopitea: y de doña Consuelo
Pascual con doti Luis Martí-Codolar.
Las tres familias, unidas en más
•o menos grado al Banco de Bar
celona, forman el soporte social
fuertemente adinerado, que recibe
a Don Bosco en su paso por Bar
celona, constituyendo, al mismo
tiempo, una buena ayuda econó
mica para los incipientes Talleres
<le Sarriá.
Pero su mejor ayuda no fue,
ciertamente, el dinero. Eran tan
pudientes como generosos y en
tregados al apostolado. Son aban
derados de las fuerzas vivas de la
Iglesia Ixircelonesa del siglo pasa
do. Sus nombres se encuentran
<'i\tre los dirigentes y miembros
efectivos de la Asociación de Ca
tólicos. de las Conferencias de
San Vicente de Paúl, siempre al
servido de la Iglesia y de las cla
ses humildes.
Su rango y posición económica
les permiten ayudar a Don Bosco.
En efecto, le ponen en contacto
con las Marquesas de Comillas y
de Moragas, con los circuios más
significativos de la vida stx'ial bar
celonesa..., en una palabra, con la
burguesía más pudietúe de en
tonces.
Por sus relaciones sociales y
apostólicas le prestarán una ayuda
moral que supera, en mucho, a
la económica. l.as grande jorna
das del 15 V 30 de abril, en la
Asrxlación de Católicos y en la
Iglesia de Beléir, vienen directa
mente pn'paradas por ellos: la
ofrenda del monte Tibidabo co
rresponde, en parte, a don Ma
nuel Pascual, que figura entre los
propietarios...
Don Bwco se les presenta como
20
—
el mensajero del Papa; como argu
mento vivo de un cristianismo
que no muere. Y ellos deciden
ayudarle, porque ven en su Obra
a la Iglesia «con el traje del día»
(Sardá y Salvany).
Es a ellos, precisamente, a quie
nes asestarán los golpes más fuer
tes todos los enemigos de la Igle
sia y de la Religión. Algunas ci
tas de los diarios izquierdistas nos
lo demostrarán:
La Democracia del 3 de mayo
de 1886.
«Ni hablaríamos si no fuera
para lamentarnos de lo fácil
que es a ciertas gentes regalar
dinero a los curas y dejando
morir en la miseria a infini
tos y honrados trabajadores,
cuyos rostros son escupidos
por esos magnánimos (subra
yado del texto) cuando se
atreven a pedir su coopera
ción para fines humanitarios.»
Y El Diluvio del 7 de abril
de 1886:
"Muchas deben ser las «vir
tudes» de este singular varón
si ha sabido mantener aque
lla rigidez evangélica que san
tifica (...) ...porque las visi
tas a torres y los banquetes
opíparos han sido casi dia
rios, y la música ha recreado
sin cesar los oídos, no diré
del venerable anciano, sino
de los que en su compañía
asistían a dichas fiestas.»
ron poner sus riquezas y sobre
todo, su valer personal al servicio
de la sociedad y de los necesitados.
Para ellos el Fundador de los
Talleres Salesianos fue una figura
señera, que venía a prestigiar el
catolicismo barcelonés tan atacado
entonces. Por eso le agasajaron.
Porque, con ello, entendían satis
facer un deseo muy legítimo de
su corazón y brindar al visitante
una magnifica ocasión de afian
zar la Obra salesiana, que a sus
ojos aparecía como providencial.
De ahí su interés y su esfuerzo
por provocar entre la gente sencilla
un movimiento de entusiasmo po
pular.
Don Bosco, agradecido, trabó es
trechos lazos de amistad con ellos,
pero no con exclusividad. Como
pobre, necesitaba de todos y como
sacerdote se debía a todos. Donde
él se encontraba, allí acudía el
pueblo. En fuerza de su esencial
vocación sacerdotal y apostólica,
tuvo que escoger la incómoda po
sición de mediador: convivir con
los ricos para favorecer a los po
bres.
No obstante, en Barcelona, se le
identificó tanto con las gentes sen
cillas, que don Eduardo María Vilarrasa, en un largo artículo pu
blicado en El Criterio Católico del
15 de mayo de 1880, pide otro
Don Bosco para los ricos, que
«cristianice las oficinas, los gabi
netes, los casinos, las reuniones de
los que no son trabajadores», para
la «regeneración del otro demento
social que indudablemente dista
hoy tanto como aquél de los prin
cipios cristianos». Hasta tal punto
llegó a ser de los obreros y de los
humildes...
Y más adelante:
«Y me fui como nos fuimos
k>s pobres... Don Bosco se
quedó con los ricos, esto es,
con la gente piadosa, mucha
de la cual gana una fortuna
cada año. y reparte entre mon
jas y frailes la centésima parte
de sus gangas.»
Dos botones de muestra, para
ver la ironía amarga, la incompren
sión con que eran mirados estos
señores, ricos sí. pero que supie
En este ochenta aniversario, vue
la el espíritu espontáneamente, a
las figuras de estos primeros cooperatlores. Ellos fueron los hombres
que. en todo tiempo, supieron
captar d mensaje de Don Bosco
y correspondieron con todo el in
menso potencial de su influjo social-económico. Ese es su mérito.
CINCUENTA PESETAS
POR UN MORIBUNDO
La increíble historia de un misionero Salesiano en Madrás
Se ha hablado mucho, estos me
ses pasados, en la prensa del
hambre en la India; se ha soli
citado la ayuda para aquella in
mensa y famélica nación; el Papa
mismo hizo un llamamiento que
movilizó la caridad de millones
de cristianos. Entre los que lu
chan contra el hambre y la en
fermedad aportan una pequeñí
sima contribución los salesianos.
Esta vez nuestro testimonio va
firmado por un periodista que
ha vivido la obra del padre salesiano Don Orfeo Maniovani en
Madrás y que publicó sus crónicas
de la India en la prestigiosa re
vista EPOCA, de la que entresa
camos nuestra crónica misionera.
aguardaba en el aero
puerto de Madrás el Pa
dre Matovani, salesiano,
que en estos dias anda
recogiendo a todos los
leprosos de Madrás para sustraer
los a la terrible suerte que les depa
raba el gobierno local: el abandono
en una región pantanosa cerca de la
gran ciudad, lo que significaba una
condenación a una muerte lenta e
inexorable. Para evitar la hecatom
be el P. Mantovani debe en pocos
(lias localizar, trasladar y acomodar
unos 2500 leprosos en un poblado
de chozas. Una empresa espantosa.
Pero las dificultades en vez de de
primirlo parece que le espolean.
•Cuando los superiores me habla
ron de traslado a otros lugares,
cuenta, les dije: Quiero ir a Ma
drás, porque allí el Señor me ofrece
un amplio campo para remediar
toda clase de miserias».
Lo miro con estupor: ¿Cuál
es la fuerza secreta de este hombre
(|ue durante meses ha vivido en
cabañas de hojas con los intoca
bles?» Parece que intuye mis pen
samientos y replica: « l’sted aqui
comprenderá lo que es la caridad:
verá las ntiserias más trágicas de la
India y del mundo. ¿Rstá seguro
e
M
LAS BIENAVENTURANZAS
Penetramos en el poblado de
barracas de Vessarpady, donde vi
ven codo a codo leprosos y tuber
culosos, moribundos de hambre,
niños desnutridos y enfermos de
toda clase: un lugar que el misio
nero ha bautizado con el evangé
lico nombre de las «Bienaventu
ranzas». Junto a la puerta de entra
da y dentro de choza blanqueada
con cal descubro una forma hu
mana. inmóvil, envuelta en un
Irapo oscuro. «Es la cámara mor
tuoria, me explica el Padre. To
dos los días traemos aquí cinco
o seis muertos, que colocamos en
cajas de madera delgada, porque
no podemos permitirnos el lujo de
proporcionarles un ataúd. Nos gas
tamos 1500 rupias, unas 20.000
pesetas al mes sólo en cajones de
muertos. La tapa me veo obligado
a hacerla de cartón negro». Poco
después asisto al funeral. El fére
tro es cargado en un carro arras
trado por un caballo viejo. Cinco
o seis veces cada día o de noche
tiene que hacer el recorrido hasta
el cementerio, que dista unos diez
kilómetros. Cada funeral le cuesta
al padre 500 pesetas. Pero aqui
el problema más urgente es ocu
parse de los vivos.
Mientras caminamos a lo largo
del camino del hospital se nos pone
delante una mujer con dos niños
en brazos, de dos y tres años res-,
pectivamente: ambos tienen el vien
tre desmesuradamente hinchado a
causa de su desnutrición: «Padre,
llevátelos, clama la pobre mujer
llorando, de lo contrario tendré
que dejarles morir». El misionero
la mira conmovido y grita: lana
Pragassa. Es su ayudante, un hom
bre bajo y grueso, de un mirar infitutamente bueno, que acude rá
pido a la llamada. «Toma esos ni
ños, ordena el padre, y dales de
comer. Tenemos que salvarlos.Te
nemos, ¿me has entendido? Jana
Pragossa, cuyo largo nombre viene
a significar Luis, asiente con la ca
beza y se va con los niños. «Todos
los días, me explica el misionero,
vienen 20 ó 30 mujeres a darme
sus hijos». El otro día vino una
y me dijo: Padre, déme una rupia,
13 pesetas, y le doy mi hijo». Me
indigné, le grité que era una des
naturalizada. Con lágrimas me res
pondió: «¿Posible que no com
prenda? Con una rupia yo me las
arreglo cuatro días, y el niño, si
no te lo doy, mañana estará muer
to». Hace una semana otra madre se
me presentó con sus siete hijos
diciéndome. «Si no me los cuidas
tú, los mato, antes de seguir vién
dolos sufrir».
Hablando, hablando hemos lle
gado al patio de las «Bienaventu
ranzas». Ante las barracas hay
extendidas gruesas mantas negras
que cubren docenas de cuerpos
casi deformes y sin vida. 'Rostros
horribles conservan en sus ojos un
poco de luz. Trato de sacudirme?
ia inmovilidad de •estas criaturas
me obsesiona. Aguardan su fin en
silencio, parapetadas en su inhu
mana resignación. Yacen atónitos,
viejos de cuerpo esquelético, jóve
nes, cuya anatomía recuerda los
campos de concentración, mujeres
en la flor de la edad todavía, de
rostros nobles pero constreñidos al
letargo de la parálisis. A mi paso
parece que este pueblo de sombras
se despierta, se agita y con el llan
to parece ser de nuevo humano.
•Doctor, me dice una voz. deme
una inyección para morir». Otro
levanta sus brazos para que vea
las llagas que los roen. Una madre
me alarga sus hijas. Una es pequeñita, parece una arañita de pocos
meses, sus brazuelos cuelgan fuera
de la cuna demasiado grande:
quizás no llegaré al fin de la se
mana.
EL REINADO DE AMOR
A lo largo del recorrido oigo la
mentos sofocados. De los d en recogid(^ en la cabaña diez por lo
MADRAS.—El Padre salesiano don Oríeo Mantovani desarrolla en Madrás una
actividad caritativa extraordinaria, dedicada principalmente a los moribundos,
abandonados en las calles y aceras. Como buen samaritano los lleva a un hos«
ital que ha creado al efecto, en donde los salva o los ayuda a bien morir. Cada
ia recibe unos veinte necesitados como el de la foto, a quien le está enseñando
una criatura recién entregada por su madre para que no muera de hambre.
O
22
de que soportará la prueba?» Sí,
le respondió, enséñeme todo, sin
ocultarme nada.
S
—
menos están muriéndose. Me doy
cuenta que de palo a palo hay
una cuerda de la que cuelgan ban
derines de colores chillones. ¿Qué
significa esto?, pregunto. Y he
aquí la increíble respuesta: «Sirven
para que los moribundos mueran
contentos. Esta gente es de una
infantilidad tal que bastan unos
colores vivos para contentarles.
Cuando el dolor se cebe en ellos,
miraran las banderitas y se calma
rán».
Salgo del terrible lugar, de este
hospital servido por médicos vo
luntarios y desprovisto de todo
material; incluso el fonendosco
pio lo piden prestado. Veo co
rrer por el sol grupos de chi
quillos casi todos con el vientre
deforme. En las «Bienaventuran
zas» hay recogidos unos 500: de
ellos cerca de 200 padecen el serangú, la terrible enfermedad de la
piel, señal del más alto grado de
desnutrición. Es un monstruo que
dilata terriblemente la piel, pone
el rostro como si fuese un balón
y finalmente ataca al corazón y
mata. Son los niños más desgracia
dos de la tierra y sin embargo los
veo contentos, mientras entonan
un canto o esperan que de un
transistor «salga la música».
-Este, me dice el P. Mantovani,
es el reino del amor. El día que
esta pobre gente abandone estas
cabañas, que amenazan caerse a
cada soplo del viento, y se trasla
den a unas casitas de ladrillo, que
les estamos construyendo les pare
cerá haber conquistado el paraíso
en la tierra.»
•l'sted. sigue hablando el padre,
ha venido a Madrás para ayudar
me a .«socorrer a esta gente. Pues
vamos a comenzar: iremos a Ma
dras a buscar muertos y moribun
dos. Pero tendremos que aguardar
a que llegue Bosco.» ¿Quién es
Bosco? - interrogo. «Es mi ayu
dante»: un joven indio católico;
se llama asi por Don Bosco. Tiene
24 años: por la mañana trabaja
en teléfonos y por la tarde me
ayuda a recoger y enterrar a los
muertos. No es éste un trabajo
para su edad.
Poco después llega Bosco. Es en
verdad un buen muchacho. «Dé
monos prisa, he oido decir que ha
llegado a esta estación un tren
con mudios moribundos, arroja
dos del tren. Si nos apuramos po
MADRAS.—El P. Mantovani ha encontrado dos gemelos, de doce
días, recién abandonados en nn solar. El periodista que lo acom
paña recoge el momento. Ambos irán a parar a «su casa», donde
quizás puedan recuperarse; si no, el bautismo les abrirá las puertas
del cielo.
dremos salvar a muchos». Sigo en
silencio a estos dos hombres, extra
ordinarios, en la sofocante tarde
de Madrás. El P. Mantovani se
ha puesto de acuerdo con los po
licías y los barrenderos y por cada
moribundo que le entregan les da
cincuenta pesetas. No había otra
solución para decidirlos a cargar
los sobre un ríkdió y traerlos a las
«Bienaventuranzas», donde se les
ayuda a bien morir y sanar sí es
posible. En un rincón oscuro un
viejo se revuelve por tierra apretán
dose el vientre. Tratamos de ayudarie. Nos damos cuenta que la
turba que pasa nos mira indife
rente, muda u hostil. En la India
la religión levanta barreras insupe
rables. H hombre, al que estamos
prestando socorro, es un pjaria y
por eso la gente que nos obsCTva
nos mira con cruel desaprobación.
«Dejadlo que se muera. -¿No véis
que es un animal», nos gritan. A!
P. Mantovani los colores le salen
a la cara. El viejo, por el contra
rio, le mira con ojos impregnados
de piofunda gratitud y cuando lo
montan en el carrito de ruedas
susurra: «Que tu Dios te bendiga».
Y allí mismo tendiendo sus manos
hacia nosotros y juntándolas en
señal de respeto inclina su cabeza
y muere. Jamás vi una muerte tan
cargada de piedad y de horror.
FIESTA CON LOS LEPROSOS
Ya nada puede maravillarme.
Al día siguiente d misionero me
comunica que por la tarde nos
dedicaremos a trasladar a los lepro
sos, cerca de un centenar, a su
— 23
MADRAS.—En das Bienaveniuranzas», ciudad del dolor y de la muerte
con esperanza, el P. Mantovani recoge a cuantos necesitados llaman
a su puerta. En ella, escenas como la presente son corrientes. La caridad
del Padre Mantovani bien merece una oración por él y por sus pobres.
nuovH morachi. «Verá, os un sitio
ostupenclo». Ya entrada la noche
veo la fila do leprosos que sulx'
a los camiones que los trasladarán
a su nuevo domicilio. Hs una pro
cesión terrible, llevan sus rostros
tapados por los turbantes, algu
nos muestran miembros corroidos.
•Hermanos leprosos, les dice el
misionero, os llevo a un lugar que
será solo para vosrrtros. Hoy es dia
de fiesta. Veo entonces algo indes
criptibles aquellas caras lúgubres
resplandecerá con una Ix'lleza im
prevista como si la espt'ranza las
hubicxse serc'narlo por arte de ma
gia. Aclaman al pequeño misio
nero. que día a día ha ido a soco
rrerlos por las calles y aceras, don
de yacían tendidos y olvidados pi-
24 —
dieirdo limosna. Al mismo tiempo
le tienden la estatua de la Virgen
que a toda costa quieren llevarse
cxnrsigo. (üomo exaltados, por esta
e.scena, atravesamos las calles de
Madras, sobre el camión que trans
porta a los seres más desgraciados
de !a tierra a su Paraiso.
l.legamos a urr vasto parque en
cuya adquisición se ha gastado
el padre todos sus ahorros. «Los
leprosos, me dice, son las criatu
ras más desgraciadas, por eso les
lie reservado eJ sitio más bonito
del mundo». Pero ¿es, en verdad,
el lugai más bello del mundo?
Ciertamente es un parque amplio,
con espléndida vegetación, pero
esto es todo. No hav ni sombra
de edificios. Sólo el esqueleto de
una casa que será el hospital y dos
barracones de bambú. Ni agua,
ni luz, ni camino entre las plantas.
Sin embargo, los leprosos están
radiantes de alegría. Nos rodean;
a toda prisa con follaje y flores
han tejido guirnaldas, que nos co
locan en el cuello. No logré ven
cer un primer momento de repul
sión, pero enseguida me arrepien
to, al oir la voz del misionero que
les dice: Hermanos, aquí habéis
encontrado el paraiso en la tierra.
Me parece que empiezo a com
prender algo. Porque, aquí, en la
tierra del dolor, os revelan de inproviso cosas grandes de las que
ni siquiera se sospecha la existen
cia. Pienso, por ejemplo, en las
personas que viven junto al padre:
lana Pragassa, Hosco, las enferme
ras. el catequista. Vienen a traba
jar a las «Bienaventuranzas» a las
cinco de la mañana: se están has
ta las ocho; a esa hora se van a
trabajar en sus ocupaciones norma
les y a las cinco de la tarde están
de vuelta hasta las once de la
noche, incluidos los días festivos.
No cobran, descuidan sus familias,
lo hacen por el bien de su pró
jimo y de su pueblo.
Otro dia me dice el P. Mantovani: «Necesito zapatos para los
leprosos, no para cuando andan,
sino para la noche. Los pobres
han perdido la sensibilidad y cuan
do los ratones les muerden no se
dan cuenta. Cuando despiertan apa
recen atrozmente roidos. Con za
patos se salvarían». Ratones y mos
quitos no dejan dormir a ninguno.
A pesar de todo, los que pueden
sostenerse en pie, trabajan en la
construcción de chozas de barro
y hojas. «¿Cierto, le pregunto, que
hasta las hojas de las palmas ha de
pagar?» Tan cierto, me contesta,
que el año pasado gasté 10.000
rupias sólo en hojas: 10.000 ru
pias son más de 100.000 pesetas,
y cuando había conseguido dar
alojamiento a muchos sin techo
llegaron los soldados y con el pre
texto de que aqudlos terrenos eran
del gobierno, desalojaron los inqui
linos y arrasaron las chozas.
«Terrible vida la suya, exclamo.
Sin embargo se le ve feliz. ¿Qué
es lo que le ha producido mayor
contento?»
- Haber vestido, me responde,
las Navidades pasadas, a 1700
personas.
Todos los días el padre prepara
comida para 2000 personas. Co
mo él dice la Providencia le persi
gue. Su cocina es un tugurio de
madera, húmedo, ennegrecido por
el humo, en el que campean seis
o siete ollas enormes donde se
prepara el arroz, la única comida.
Es la hora de comer v yo recibo
mi plato de arroz; el Padre Mantovani come conmigo. Me ha sabido
bueno, pero luego me he enterado
que los cocirreros son todos ellos
leprosos y parece que se me ha
formado un nudo en la garganta.
Cuido Guerosa
QUITO.—Mons. Cándido Rada, cuya acción so
cial refle|amos el pasado número del «Boletín
Salesiano», recibe por ella una condecoración
del gobierno ecuatoriano.
BANG PONG (Tailandia).—El jefe supremo de los bonzos tailan
deses, que veneran a Buda, visitó esta ciudad en la que los salesianos tienen abierta una escuela. El director de la misma tue
a saludarle, cosa que agradeció el bonzo ofreciéndole luchar
«juntos contra el marxismo ateo».
G irn e in s
d e
MtEwifB A u x i i i a d a w a
Todo hacia suponer un fatal desenlace
B a r c e lo n a .— Habiendo tenido que su frir mi padre
una grave operación quirúrgica, lo encomendamos
todos a M aria Auxiliadora haciendo novena tra s no
vena: la operación resultó mucho m ejor de lo que
todos suponíamos.
Algunos días m ás tarde se produjeron gravísim as
com plicaciones y todo hacía suponer un fa ta l desen
lace, puesto que los médicos pocas esperanzas nos
daban. De nuevo recurrim os a nuestra buena Madre
y hoy, casi un año después, mi padre se encuentra
pei'feotam ente curado,
En aquel tran ce prometí publicarlo en el Boletín
Salesiano, cosa que hoy muy gustosam ente cumplo,
rogando de todo corazón que M aría A uxiliadora nos
siga dispensando sus g ra cia s.—E . F . S.
el conductor aceleró la m arch a p ara p asar a un
cam ión que levantaba una polvareda muy m olesta.
Apenas hubo pasado nuestro autobús perdió la di
rección, se salió de la ca rre te ra y rodando por una
pendiente fue a p ararse providencialm ente sobre un
peñasco, que em erge del río en aquel lugar, evitan
do que cayéram os en las tu rbu lentas aguas de las
que en casos sem ejan tes no ha salido nadie con vida.
A ningún p asajero le aconteció nada g rav e; algu
nos reportaron pequeñas heridas entre ellas mi com
pañera. Atribuim os sem ejante g ra cia a M aría Auxi
liadora, porque m ientras el coche daba tum bos yo
no cesaba de repetir «M aría A uxiliadora de los C ris
tianos, ruega por nosotros», al mismo tiem po que
ap retab a el rosario que llevaba en la mano. Los
mismos p asajeros atribuyen a M aría Auxiliadora
la g ra c ia .— S o r O lga A c e v e d o , H . M. A.
No ha salido nadie con vida
Dan gracias a Maria Auxiliadora
y envían una limosna_____
AHdps, (C o lo m b ia ) .— Ibam os a Medellín a un con
greso catequístico S o r Adela Gómez y yo. E l camino
que va a Medellín, desde la población de Andes,
corre costeando las orillas de dos ríos, el C auca y
el San Ju a n h asta la localidad llam ada Bolombolo.
A las 5 de la m añana tom am os el coche de línea.
Habíam os llegado ya a las orillas del Cauca, cuando
M. R ., de S a n ta Coloma de P arn és. V a leria n o B o
la d o , de Santand er; P e p it a O rdín ez, de P u erto de
S a n ta M aría; Aíaría S a lv a t, de R eus; M a ria M. G .;
I. R ., de Sa la m a n ca ; F . G. de L a Coruña; A. M. S..
de B ad ajoz; M o n serra t G uix, de B arcelo n a; R e m e d io
G il, de V alencia.
Otros corazones agradecidos
P ila r C u en ca, de Sacedón, agradece a M aría Auxi
liadora, el haber salido bien de una operación de
quiste en el pulmón, g racia que había pedido con
mucho fervor ante la extrem a gravedad de la misma.
R o s a M. L a r r o c a . da g ra cia s a M aria Auxiliadora
y a San Ju a n Bosco. por haberle concedido la coloca
ción que solicitaba.
J . C. M., do Bilbao, da g ia c ia s a M aría Auxiliadora
y a San to Domingo Savio, porque hallándose en tra n
ce do dar a luz en condiciones muy delicadas, des
pués de haberlos Invocado y pi*ometido publicar la
g racia on el Boletín, todo se desarrolló normalm ente.
M. L. P ., de Salam anca, muy agradecida i ^ r un fa
vor concedido y con g ran confianza de recib ir o tras
g racias envía una limosna.
h-Mibei B r a v o , de S alam anca, en acción de gracias
por favores recibidos de M aría Auxiliadora, envía
una limosna.
*VicoWs S á n ch ez , de Z aragoza, quiere dar pública
26
—
m ente g ra cia s a M aría Auxiliadora, porque habiendo
acudido a E lla en vísperas de unos exám enes, que ha
bía fallado ya cu atro veces y estando con una m oral
muy b a ja , pudo al fin aprobar gracias a su inter
cesión.
A m R iv er o , de A lgeciras, cumple muy agradecida
su prom esa a M aria Auxiliadora, porque hallándose
una herm ana suya en situación desesperada por fa l
ta de vivienda, después de acudir a la Virg^en con tres
novenas logró al fin el piso que necesitaba.
Jfa rk i S o c o rr o M elén d ez, de Portu galete, da gracias
a M aría A uxiliadora por haber salido de una opera
ción, después de haberse encomendado a E lla y cum
ple gustosam ente lo prometido enviando una limosna.
C7«a deuoffl, de Posadas, por una g ra c ia concedida
a su abuela, que se sintió m ejorada en su salud ape
nas term inada la novena a la Santísim a V irgen, en
señal de agradecim iento desea se publique en el B o
letín y envía una lim osna. Tam bién da g ra cia s a M a-
ría Auxiliadora por otros favores obtenidos an terior
mente.
A. M., de Madrid, da g ra cia s a M aría Auxiliadora,
por el fav or conseguido de que un sobrino suyo haga
el servicio m ilitar como ferroviario, como deseaba.
AI presentarse la cosa muy difícil empezó la novena
recomendada por S an Ju a n Bosco a M aría A uxilia
dora, consiguiéndolo antes de te rminar la tercera.
M aría F r a n c h d e C on ca , de V alencia, prom etió a
M aría Auxiliadora, enviarle una limosna si le conce
día una g racia muy necesaria p ara ella y su fam ilia.
Hoy agradecida cumple lo prometido y envía una li
mosna rogando a ta n buena Madre que siga velando
por su fam ilia y especialm ente por su hijo.
A . A n d rés, de Molezuela, envía una limosna muy
agradecido a M aría Auxiliadoi'a por tantos favores
concedidos a su esposa durante su enfermedad y ope
ración.
S. G., de Salam anca, por varios favores recibidos
de M aría A uxiliadora y santos salesianos envía una
limosna.
E u s e b ia G a rcía , de M iguel Ibáñez, envía una limos
na pidiendo a M aría A uxiliadora ayude, si le con
viene, a una h ija suya en los exámenes.
Una d e v o ta , de MontUla, cumple su prom esa hecha
a M aría Auxiliadora de enviar una limosna y publi
carla en el Boletín, pues hallándose en una difícil si
tuación económ ica y teniéndose que desplazar a otro
lugar p a ra resolverla, cosa que le suponía grandes
trastornos, se encomendó a la Santísim a V irgen y
pocas horas an tes de tener que efectu ar dicho despla
zam iento se resolvió todo favorablem ente, con lo que
pudo quedarse en casa sin tener que abandonar a
los suyos.
S o r A g tistin a S a n ch o , H n a., cumple su promesa de
dar g ra cia s públicam ente a M aría Auxiliadora, pol
la protección dispensada a su padre, después de una
grave operación en la que sobrevinieron graves com
plicaciones debido a un acceso de pus. A pesar de
su avanzada edad, 72 años, la V irgen hizo que todo
se resolviera bien, por lo que anim a a todos a recurrir
a M aría A uxiliadora en sus dificultades.
A n g elin es N ieto , de Madrid, da infinitas gracias a
M aría Auxiliadora, por varios favores recibidos de
tan buena Madre en varías ocasiones. U ltim am ente
me aq uejaba una dolencia pertinaz y después de bus
c a r los remedios humanos, y no habiendo conseguido
ninguna m ejoría, acudí confiadam ente a la Santísim a
Virgen, la cual no tardó en escu char mi oración; lo
que la ciencia hum ana no pudo alcanzar. E lla me lo
obtuvo sin demora de tiempo.
P o r lo que desde el B oletín Salesiano, le doy las
gracias m ás sin ceras y envío una limosna.
G r a c ia s de S a n ta M a r ía M a z x a r e U o
(Su festividad es el 14 de mayo)
Epidemia conjurada
V ietn am -T an i-H a.— D urante el pasado mes de junio
se propagó por toda la región una peligrosa epidemia
de gripe. Numerosos niños de nuestra escuelita ca
yeron enferm os. Dos de nuestras aspirantes tuvieron
que acostarse con fieb re muy alta.
P ara con ju rar el peligro recurrim os con una novena
a San ta M aría M azzarello, prometiendo publicar la
g racia. L a protección de nuestra S a n ta fue instantá
nea. Desde que comenzó la novena no cayó enferm o
nadie m ás y las dos aspirantes curaron pronto sin
que la enfermedad d ejara huellas. Queremos dar a
conocer la g racia para honor de nuestra querida San
ta . rogándole que vele siem pre sobre nuestra cwnunidad.—S o r R o sa Z oller. H. M. A.
No podíamos cerrar el colegio
El año pasado nuestra S a n ta M adre Mazzarello. nos
ha hecho experim entar de modo especial su asisten
cia. Como consecuencia de la explosión de un depósi
to de dinam ita, a pocos kilóm etros de nuestra Casa,
el edificio tuvo que se r reparado por los graves da
ños que padeció. P ero algunos no aparecieron h asta
comenzado el invierno y de repente, poniendo en pe
ligro la vida de los alumnos y de las herm anas.
Una tarde, poco después de sa lir los párvulos de
una de las aulas, advertim os en el techo una hendi
dura notable. Avisados los técnicos, éstos declararon
que el edificio am enaza ruina en varios puntos y que
era prodigioso que el techo no se hubiera ya desplo
mado. Como no podíamos ce rra r el colegio, muy fre
cuentado por hallarse en zona obrera y tener las ma
dres que acudir al tra b a jo dejando los niños en él, nos
refugiam os en la parte del edificio apuntalado con
una serie de incomodidades fácilm ente comprensibles.
A pesar de la vivacidad de los niños, que al menor
descuido se m etían por entre las obras no tuvimos
que lam entar ningún rasguño. P or todo damos g ra
cias a nuestra M adre.—S o r In é s B esa.
Alguien le ayuda
T urin.— Tuve que som eterm e a una intervención de
hernia discal, pues podía quedar, a consecuencia de la
misma, p aralítica. Me encomendé a Madre M azza
rello. D urante la intervención, que exigía de mí una
calm a extraord inaria, la invocaba continuamente.
Uno de los ayudantes no vaciló en decirm e: Usted
debe ten er alguien que le ayuda desde arriba>. Redo
blé m is plegarias.
Reconocida por la m aternal asistencia que he ex
perimentado durante la operación y después de ella,
pues he podido em prender mis ocupaciones ordinarias,
invito a confiar en la poderosa intercesión de nues
tra S a n ta M adre.— S o r P ía S o fía . H. M. A.
—
27
G racias de San Juan Bosco
y de Santo Domingo Savio
(Su fiesta el 6 de mayo)
Tengo una hija preciosa
S ev illa .—^Invlto a todas las m adres a que se pongan
el escapulario de Santo Domingo Savio, cuando a tra
viesen por un mal tran ce. Así me hallaba yo, apura
dísima, pero en cuanto me lo puse se term inaron los
inconvenientes, y hoy tengo una h ija preciosa.— J o s e
f a P érez .
__________ Mi hijito nació felizmente___________
Santo Domingo Savio, ha sido doblemente bueno
conmigo. T ra s haber perdido v arias esperanzas de te
ner un niño tuve ocasión de proveerme de un esca
pulario del Santo. Apenas me lo puse sentí una fu er
za interior y una fe tan viva que desde aquel día tuve
la certeza de que esta vez todo iba a salir bien. P or
eso prom etí desde entonces publicar la g racia para
anim ar a todas las madres que se encuentran en mis
condiciones a ponerse b ajo la protección del querido
Santo. Mi h ijito nació felizm ente, pero un mes des
pués no se encontraba bien. E l médico, que lo reco
noció, me anunció que tendríam os que som eterlo a
una operación. Invoqué entonces o tra vez a Santo
Domingo Savio y apenas le puse al cuello el escapu
lario. el mal desapareció. P o r estas dos g racias y
por otros favores no cesaré nunca de dar a conocer
cuan m ilagroso es este pequeño, grande Santo.— D om 'mfja B erta n i.
Cayó de cabeza
Soy padre de tres hijos, dos niñas y un chico de
pocos meses. E ste fue salvado m ilagrosam ente de
muerto segura. 'le n ia un sólo mes cuando por una
imprudencia se cayó de cabeza dándose un fortisim o
golpe en el suelo. Mi m ujer, que siempre lleva con
sigo el escapulario de Santo Domingo Savio lo in
vocó al instante, recogió temblando al chico creyendo
que lo iba a levantar m uerto y cual no sería su estu
por al ver que el chiquitín volvía la cabeza sonrien
do sin acu sar dolor alguno. Mi m u jer fuera de sí por
la alegría y la gratitu d pronmtió entreg ar a este gran
Santo su anillo de desposada. Y o hubiera querido
cum plir inm ediatam ente la prom esa y llevar este
recuerdo a la urna del Santo en Turin, pero soy un
peón albañil y adem ás sin tra b a jo desde hace tiempo
por lo que irem os durante el verano con toda la fa
m ilia, comprendido el pequeño al que m ostraré el
S a n tito que un día lo libró de m uerte segura.— E s te han B on old i.
B a r c e lo n a .— P o r haber concedido Santo Domingo
Savio, un feliz alum bram iento a mi sobrina, doy g ra
cias y envío una limosna.— N. N.
B a r c e lo n a .— E n un momento difícil m e encomendé
a Santo Domingo Savio y a S a n Ju a n Bosco, hacien
do una novena. E l mismo día que la term iné me
concedieron lo que le pedía, por lo que agradecida
envío una limosna.— L . N.
V a a m o n d e.— Le envío una limosna para las M isio
nes Salesianas por un fav or especial obtenido por
mediación del glorioso San Ju a n Bosco.— M arta
C a m p s d e P az.
Gracias de nuestros Siervos de Dios
T o rre n te.— Encontrándom e en inm inente peligro de
muerto invoqué con fe al P adre Rinaldi, de quien lle
vo siempre su reliquia, y fui escuchada. Agradecida
por este singular favor y otros muchos le ruego siga
protegiéndome, y mando una pequeña lim osna.--V ’fc e n ta C.
Aicoj/.— Como acción de g racias a Don Felipe R i
naldi, por haberm e ayudado a aprobar unos exám enes
muy difíciles y por la curación de un enferm o envío
una limosna para su causa de beatificación.— M. G isbert.
M ad rid .— Quiero dar g racias a Don Rinaldi, a tra
vés del Boletín, porque cuantas veces he acudido a
su intercesión ante Dios, he sido escuchado con
prontitud. L a últim a vez que he recurrido a Don F e
lipe en demanda de favor, al prim er día de la novena
habla logrado la g ra cia de una m anera sorprendente.
Quiera el Señor g lorificarle pronto. M ientras, animo
a todos a recu rrir a su intercesión, pues no me cabe
duda de que el Señor quiere conceder grandes g ra
cias por medio de su siervo.— J . M arta., S. D. B.
Gracias de doña Dorotea de Chopitea
COOPERADORA SALESIANA
M a d rid .--P o v casualidad leí en el B oletín Salesiano
los favores que hace Doña Dorotea e inm ediatam ente
le pedí tres, uno tra s otro. E l primero consistió en
que, esperando un giro de 25.000 pesetas, me encontré
con que sólo me enviaban uno de dos mil y otro de
cinco mil. E l empleado de T elég rafo s me dijo que
mucha gente tenía la costum bre de p a rtir los giros
28
—
y seguram ente me llegaría el resto del dinero en gi
ros pequeños. F irm é el conform e, aunque tam bién me
chocó el que me hicieran firm a r el recibí con núme
ros — fáciles de cam biar— y no con letras. E l resul
tado fue que a l cabo de una sem ana me preguntaron
si había recibido las 25.000 pesetas, y al contestar
que sólo había recibido un giro de dos mil y otro de
cinco mil, dijeron que reclam ara, pues el primero era
de 20.000 pesetas. A sí lo hice pero en T elég rafo s me
dijeron que allí nunca se equivocaban y que en los
libros de llegada y en treg a no figuraban las 20.000 pe
setas. Que volviera al día siguiente antes de las ocho
de la m añana. E sa m ism a noc^e leí lo de Doña Doro
tea, y decidí ponerla a prueba rogándole arreg lara
el asunto. Habiendo venido a casa unos fam iliares, y
como m e encontrase muy cansada y no podía ir a
Telégrafos, de nuevo acudí a Doña D orotea suplicán
dole que en vez de ir yo a buscar el dinero, me lo
tra je ra n a casa. A la hora del almuerzo apareció el
empleado de Telégrafos, el cual, confuso, se disculpa
ba y me tra ía las 20.000 pesetas, explicando la con
fusión y a que el documento tra ía por un lado 2.000
pesetas y por el otro 20.000. Todo ello me hizo ver
claro la intervención de la S ierv a de Dios.
Pero no paró la cosa a h í: Tenía que m andar con
urgencia 100.000 pesetas. Me las pedían hoy y tenía
que m andarlas m añana. Me acordé de Doña Dorotea
y de nuevo acudí a ella p a ra que m e ayudara en tal
tran ce. E ra muy difícil conseguir ta n elevada can
tidad por lo que a l acudir al B anco m e hallaba muy
intranquila acerca del resultado de mi gestión. T
cuando tím idam ente es^use mi deseo, m e encontré
con que p ara mí, si lo necesitaba, tenía el D irector
pedido a la Central un préstam o m ayor de lo que yo
necesitaba, y que estaba a mi entera disposición. Y o
no podía dar crédito a m is ojo s: todo me salía a pe
dir de boca, y todo lo atribuyo a la intervención de
la buenísima Doña D orotea, que quiso dem ostrarm e
con estos repetidos y señalados favores, su poderosa
intercesión ce rca del Señor. Muy agradecida, le ruego
publique las g racias, m ientras envió una limosna para
la Causa de la Sierv a de Dios.—< Jarm en Z u lu eta y
C a rv a ja l.
B a r c e lo n a .— Estando mi hermano estudiando en
Barcelona, nos avisaron que habían tenido que inter
venirlo quirúrgicam ente y con mucha urgencia, no
sabiendo los médicos exactam ente lo que tenía. Su
estado era muy grave. P o r el camino me encomendé
a las Sierv as de Dios D orotea de Chopitea y M ont
serra t G rases, pidiéndoles la salud de mi hermano, y
prometiendo, si se curaba, publicar la g racia y enviar
una limosna para las respectivas causas de B e a tifi
cación. Mi herm ano sanó prontam ente y y a ha pasa
do m ás de un año, encontrándose al presente perfec
tam ente, por lo que gozoso, cumplo la promesa.
J o r g e d e B . 8.
M adrid.— Como siempre que necesito algún favor
del Cielo, puse por intercesora a Doña D orotea, de
quien tan tas gracias he recibido. Elsta vez se tratab a
de un asunto de muchísim a im portancia para nues
tra tranquilidad y la de m i h ija, y lo puse en sus
manos rogándole con toda la fe de mi alm a que lo
resolviera favorablem ente. Pues bien: cuando y a pa
recía imposible obtenerlo, hizo el m ilagro de que todo
se resolviera según nuestros deseos y en bien de
o tra persona muy necesitada. M ientras ruego por su
B eatificación , recomiendo a las personas necesitadas
acudan a ella en la seguridad de ver atendidas sus
súplicas. A hora le pido otro favor, en la seguridad
de que pronto lo veré publicado.
L u is a S á n ch cs.
A lic a n te.— Encontrándom e enferm a y siendo muy
devota de Doña D orotea, le em pecé una novena im
plorando mi curación, y a los pocos días estaba cu
rada. Después tuve un gran apuro económico y tam
bién le hice otra novena, y me sacó del apuro en que
me encontraba. Hoy, en agradecim iento le envío una
limosna p ara su Causa de B eatificación y le ruego
publique las gracias en el Boletín.
P. D. C oop . S a lesia n a .
B a r c e lo n a .— Habiendo curado de una enfermedad
que prom etía ser larg a y dolorosa, mediante la in
vocación de Doña D orotea, con la que estam os em
parentados, hago público mi agradecim iento y envío
una limosna para su Causa de Beatificación.
R a fa e l M undó
S a la m a n c a .— Agradecida a la protección de Doña
D orotea envió una limosna para su Causa de B e a tifi
cación.— A . G. C.
V ig o.— ^Agradecida a Doña D orotea de Chopitea.
por una g ra cia recibida por su m ediación lo publico
en el Boletín Salesiano y entrego la limosna prome
tida.— E m m a A lon so.
L é r id a .— Encontrándom e en una situación muy
apurada acudí a Doña D orotea y con g ran sorpresa,
al tercer día de la novena, nos fue solucionado el
fav or que le pedíamos. Muy agradecidos enviamos
una limosna para su B eatificación .— A . R. C.
H u e sca .— A gradecida a Doña D orotea de Chopitea,
por haber obtenido por su intercesión la curación de
unas hem orragias, que su fría con frecuencia, sin te
ner que recu rrir a una operación como el médico que
ría, envío una lim osna.— Anfonfo Orosco.
D an ta m b ié n g r a c ia s a D oña D o r o tea , B . E lso , de
Pam plona y M ario P e s c a d o r , de P asajes.
P A R A L O S M A R T IR E S S A L E S IA N O S
A ld e a r r o d r ig o (S a la m a n c a ).--D o ñ a Piedad M eso
nero, y para la Causa de su hermano M ártir S a lesia
no, D. Pedro Mesonero, envía una limosna.
S a la m a n c a .—Doña T eresa B ru fau , envía un dona
tivo, para la Causa del Padre Calasanz.
B a rcelo tta .— Una devota, p ara la Causa del Padre
Antonio M artín, envía una limosna.
S a la m a n c a .— P a ra la Causa del M ártir Salesiano
Don Ju liá n Rodríguez, envían un donativo: Doña
M aría Ingelm o, Doña M arg arita Hernández, Doña
Lioli G arcía, Doña In és G arcía, Doña Isabel Pedraz,
Doña T eresa B rufau, Doña A urora P izarro y Doña
Asunción San Fructuoso.
ROGUEMOS POR NUESTROS DIFUNTOS
Doña Isabel Fernández Fernández, -I- el día 4 de
febrero, a los 68 años, en M ieza (Salamanca).
Ferviente devota d e M aría A uxiliadora propagó
con gran entusiasmo su devoción. Generosa y es
pléndida con todos lo fue, primero con Dios a
quien regaló dos de sus hijos.
Al visitar el p u eblecito salmantino muchos salesianos fueron objeto de las atenciones de su ma-
íernal corazón y encontraron en ella una verda
dera madre.
Doña V ictoria Segovia, -f en M álaga, fervorosa
archicofrade de M aría A uxiliadora, después de
una vida larga y ejem plar, que supo emplear
muy b ien en cuantas obras de caridad se le ofre
cieron. Destaca su labor por el Oratorio Festivo.
— 29
^ e c a s iim el sostenimiento ^
formación detlocaciones
«El mejor premio que Dios concede a una familia es un hijo sacerdote.» (Don Sosco)
INSPECTORIA DE BARCELONA
P. P r o v in c ia l: P a s e o S a n J u a n S o sco , 74
B a r c e lo n a -í7
BECAS EN FORMACION
Beca «Don Florencio Sánchez». Total: 13.000 pts.
Beca «Santos Antonio y Sebastián». l.S e .: 5.000 pts.
Boca «José María Moretó». Total: 20.000 pts.
Beca perpetua «D.ft Clemcntlnn Vallmitjana Cros de Baró».
Totol: 20,000 pts.
Beca «Sr, V.» Total: 8.000 pts.
Boca «Ntra. Sra. do Montserrat». Total: 36.000 pts.
Beca «Felipe Alcántara». Sarrlá. Total: 2.000 pts.
Beca «José y María Valles Plá». Total: 3.000 pts.
Boca perpetua «María Casacuberta de Masó». Total: 5.000.
Beca «Santo Domingo Savio». Total: 16.000 pts.
Beca «Estanislao Muzás». Total: 15.000 pts.
Beca «San José». Total: 6.000 pts.
Beca «Dofta Dorotea». Rocafort. Total: 27.000 pts.
Beca «Santa Emilia». Total: 26.000 pts.
Beca «Doña Bibiana Socios». Total: 11.000 pts.
Beca «María Auxiliadora». Sarrlá. Total: 6.000 pts.
Beca «Don José Recasens». Total: 4.199,60 pts.
Beca «Dolores Casacuberta». Total: 10.000 pts.
Beca María A. Porta de Durán». Total: 8.000 pts.
BecA «Sr. Martin Goicoechea». Colegio Sarriá. Total: 25.000.
Beca «P. Viñas». Archlcofradla de Sarriá. Total: 5.000 pts.
INSPECTORIA DE BILBAO
P. P ro v in c ia l: E s c u e la s S a le sia n a s
D eu sto -B ilb a o
BECAS EN FORMACION
Beca «Santísima Trinidad». Total: 15.000 pts.
Boca «Carmina Gutiérrez». Total: 17.000 pts.
Beca «Agustina Alonso Andérez». Total: 15.000 pts.
Beca «Piedad Ramos». Total: 16.000 pts.
Beca «Natividad Postigo*. Total: 18.000 pts.
Beca «Rosario Gutiérrez*. Total: 20.000 pts.
Beca «Paquito Gutiérrez». Total: 17.000 pts..
Beca «Fernando y Rufina». Total: 15.000 pts.
Beca perpetua «Son Martin». Total: 31.000 pts.
Boca perpetua «S. Cosme y Sta. Magdalena». T .: 70.000 pts.
Beca «Mamá Margarita». L. Cañoda. Pamplona. N. e .: 350
pesetas. Total 13.500 pts.
Boca «Modesto Néjera». Pamplona. Total 2.500 pts.
Beca «Marta Auxiliadora». Zuaao. Total: 6.600 pts.
Beca «Don Bosco». Ctvidad Laboral. Pasajes. Total: 6.720.
Beca «Francisco Tierra». Burcefta. Total; 8.600 pts.
Beca «Sagrada Familia». San Sebastián. Total: 10.000 pts.
Beca «I. Concepción». Bilbao. J . L. M. Total: 2.600 pts.
Beca «Son Juan Bosco». Santander. Total: 6.000 pts.
Beca «Santo Domingo Savio». Santander. Total: 19.600 pts.
Beca «Modesto NAjera». Pamplona. Total: 1.600 pts.
Beca «Don Ramón Zabalo». Baracaldo. M. Fernández. To
tal: 16.000 pts.
Beca «José i^iertas». Deusto. Total: 10.000 pts.
Beca «Señor Justl». Deusto (Colegio). Total: 19.000 pts.
Beca «V’lrgen del Castillo». El Royo. Total: 8.300 pts.
Beca «Señores de Udaetxe». Bilbao. Total: 34.000 pts.
Beca «María Auxiliadora». D. R. G. R. Total: 20.000 pts.
Beca «Don Pedro Olivano». Baracaldo. Total: 18.000 pts.
Roca «San Andrés». Burgos. Total: 1.S37.36 pts.
Beca «Nuestros Mártires». Zuazo. Total: 18.609 pts.
Beca «María Auxiliadora» II. Total: 30.000 pts.
Beca xAlfonso Gómez Pineda». Pamplona. Total: 6.000 pts.
Beca «S. José Obrero». (Industriales-Santander). T .: 10.000.
30 —
Beca «María Aux.» (Arch. Santander). Total: 6.000 pts.
Beca «S£in Paulino». Baracaldo. Total: 23.000 pts.
Beca «D. E. Caprani». Baracaldo. Total: 6.000 pts.
Brea «D. J . Santos». Deusto. Total: 17.000 pts.
Beca «Jesús Aznar». Promovida por Doña María Salmerón
Vda. de Aznar. Total: 7.000 pts.
INSPECTORIA DE CORDOBA
P. P r o v in c ia l: C a lle M a ría A u x ilia d o ra , 14
C ó rd o b a
BECAS COMPLETAS
Beca «Manuel Doreste y Señora». Las Palmas, de G. C.
Total: 100.000 pts.
BECAS EN FORMACION
Beca «Escuelas Externas». Montilla. l . i e .: 3.000 pts.
Beca «Nicolás Rodríguez». Las Palmas. T .: 2.100 pts.
Beca «San José». Pozoblanco. T .: 4.000 pts.
Beca «Troya-Rosés». Ronda. N. e .: 3.000 pts. Total: 81.000.
Beca «Familia Hoyes González». N. e .: 4.180 pts. Total:
35.978 pts.
Beca «Don Salvador Rosés». N. e .; 25.000. Total; 80.000 pts.
Beca «Santa Teresa». Granada. Total: 16.150 pts.
Beca «M. Utrera Deherves». Córdoba. Total: 11.000 pts.
Beca «Moisés Redondo Tirado». Pozoblanco. Promovida por
D. José Fernández. Total: 40.000 pts.
Beca «Santo Domingo Savio». (Cía. de la Juventud Salesiana). Las Palmas. Total: 12.500 pts.
Beca «Familia Espejo». Montilla. T .: 8.250 pts.
Beca «San Rafael». Córdoba. Total: 17.737 pts.
Beca «San Miguel». Montilla. Total: 21.300 pts.
Beca «Manuel Hernández». Las Palmas. Total: 6.000 pts.
Beca «J. M. Manfredini». Granada. Total: 67.000 pts.
Beca «Familia Ansorena». Córdoba. Total: 7.000 pts.
Beca «P. Santa Catalina». 2.S Las Palmas. Total: 1.000 pts.
Beca «San Juan Bautista». Córdoba. Total: 18.000 pts.
Beca «M. Aux.» F. Gómez Briasco. Granada. T .: 27.000 pts.
Beca «M. Aux.». Antonio Royán. T .; 21.600 pts.
Beca «Ntra. Sra. de Araceli». Pozoblanco. Total: 60.000 pts.
Beca «Ntra. Sra. de Consolación». Torredonjimeno. Total:
15.000 pts.
Beca «D. Baldomcro Pagán». Pozoblanco. Total: 18.000 pts.
Beca perpetua «Troya González». Ubeda. Total: 12.000 pts.
Beca «Ntra. Sra. del Carmen». Pozoblanco. Total: 10.000 pts.
Beca «Ntra. Sra. de Luna». Pozoblanco. Total: 25.000 pts.
Beca «Santa Ouz de Tenerife». Total: 38.000 pts.
Beca «S. Domingo Savio». Cías. Tenerife. T .: 19.000 pts.
Beca «Familia Torres». Las Palmas. Total: 700 pts.
Beca <F. E. Chacón Hernández». Las Palmas. T .: 800 pts.
Beca «Familia Lago». Las Palmas. Total: 1.600 pts.
Beca «Familia Naranjo». Las Palmas. Total: 900 pts.
Beca «Familia Atlllo Ley». Las Palmas. Total: 500 pts.
Beca «Familia Lara». Las Palmas. Total: 3.600 pts.
Beca «Familia León de Navarro». Las Palmas. Total: 1.600.
Beca «Maria Auxiliadora». Málaga. Total: 4.300 pts.
Beca «S. José y N. Sra. Montserrat». Granada. T .: 16.500.
Beca «San Isidro». Compañías. La Orotava. Total: 10.000.
Beca «D. Bemado Baena». Córdoba. Total: 9.000 pts.
Beca «Juan X X n i*. Montilla. Total: 11.675 pts.
Beca «María Auxiliadora». Pozoblanco. Total: 60.000 pts.
Beca «D. Sebastián Maria Pastor». Total: 4.016 pts.
Beca «Familia Muñoz». Córdoba. Total: 16.000 pts.
Beca «Santo Dcaningo Savio». por las Cías, de la Juventud
Salesiana. Colegio Ronda. Total: 8.000 pts.
Beca «Rafael Moure Ríos». Córdoba. Total: 8.000 pts.
Beca «D. Vicente Reyes». Córdoba. Total: 3.300 pts.
Beca «N. Rodríguez». Las Palmas. Total: 3.100 pts.
Beca «Ntra. Sra. del Pino». (Por las Compañías de la Ju
ventud Salesiana). Teror. Total: 36.000 pts.
Boca «Sra. F. Peña». Málaga. Total: 13.000 pts.
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
«MoQtilla». MontiUa. Total: 25.000 pts.
«Familia Vararas*. Ronda. Total: 10.000 pts.
«D. Savio». (Escuelas). Ronda. Total: 2.7Ó0 pts.
«Doña María». Las Palmas. Total: 3.700 pts.
«Sacado Corazón». Las Palmas. Total: IS.OOO pts.
«San Juan Bosco». Lopera. Total: 10.000 pts.
«Manuel Marreno». Las Palmas. Total: 1.600 pts.
«Santa Ouz de Tenerife». (Casa). Total: 6.800 pts.
«Mártires de Pozoblanco». Total: 8.725 pts.
«María Auxiliadora». Cooperador. Málaga. T .: 8.000.
«Sto. Domingo Savio». Las Palmas. Total: 22.500 pts.
«Matrimonio CTLM-SCB». Málaga. Total: 45.060 pts.
«Doña Pura Bermúdez». Málaga. Total: 20.000 pts.
INSPECTORIA DE MADRID
P. ProuinctaZ.- P a s e o d e l O etxeral P rim o d e R iv er a , 85
M adrid (5 ) - T eJéf. S27 56 91
BECAS EN FORMACION
Beca «El Coadjutor Salesiano». Cías. Paloma. N. e.: 5.000
pesetas. Total; 10.000 pts.
Beca «San Francisco de Sales». Cooperadores. l.§ entrega3.010 pts.
Beca «Doña Dorotea». Madrid-Don Bosco. T .: 12.950 pts.
Beca «D. Félix Gonzál^». D. Isabel L. de Pardo. T .: 11.000.
Beca «San Eduardo y Santa Margarita». Sres. Rey Martí
nez. N. e.: 10.000 pts. Total: ló.CKX) pts.
Beca «Centro Juvenil». P.B Extremadura. Total: 5.000 pts.
Beca «Padre Esteban». A. A. Paloma. Total: 9.300 pts.
Beca «Familia Mesonero Rodríguez». Total: 5.000 pts.
Beca «Josefa A. Roldán y familia». Total: 27.000 pts.
Beca «Viuda de Pujadas». Total: 10.000 pts.
Beca «Sta. Teresa y San Vicente». Total: 78.000 pts
Beca «F. de B.» Béjar. Total: 20.000 pts.
Beca «San Juan Bosco» A. G. Total: 9.300 pts.
Beca «Doña Dorotea de Chopitea». Arévalo. Total: 15.000
Beca «Ntra. Sra. Angustias». Arévalo. Total: 25.000 ptas.
Beca «Laura Viiniña». Teologado. Total: 23.100 pesetas.
Beca «María Auxiliadora». Guadalajara. Total: 5.500 ptas.
Beca «Sto. Domingo Savio». (San Blas). Total: 18.306 ptas.
Beca «Casimiro Ramiro». A. A. Atocha. Total: 19.000 ptas.
Beca «Ntra. Sra, del (Carmen y San Lucas». Total: 6.000
Beca «D. A. Garzón». Atocha. Total: 10.055 pesetas.
Beca «Sagrado Corazón». IV. Total: 21.987 pesetas.
Beca «María Auxiliadora». Salamanca. Total: 6.300 pesetas.
Beca «Doña Carmen Olalla». Total: 20.000 pesetas.
Beca «San José Obrero». San Fernando. Total: 7.500 ptas.
Beca «Escuela de Automovilismo». Total: 6.000 pesetas.
Beca «Don Buenaventura Roca». Béjar. Total: 6.000 ptas.
Beca «Santiago Apóstol». Paloma. Total: 11.000 pesetas.
Beca «A. y G.» Total: 6.000 pesetas.
Beca «Fuentes Bajo*. Total: 28.000 pesetas.
Beca «N. N.». Total: 13.000 pesetas.
Beca «María Auxiliadora». II Atocha. Total: 15.750 pesetas.
Beca «Pío XII». Villaamll. Total: 13.417,56 pesetas.
Beca «Vicente Iravedra». Total: 10.000 pesetas.
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
Beca
«R. Romero». S. J . del Valle. Total: 5.193 pesetas.
«Doña Josefa Rodríguez». Total: 2.000 pesetas.
«D. Andrés Yun». Algeciras. Total: 5.000 pesetas.
«C. S. San Pedro». Sevilla. Total: 1.000 peseta-s.
«C. I. Cooperadores». Total: 15.000 pesetas.
«Maestro Pagés». Cádiz. Total: 13.295,30 pesetas.
«1. Concepción». La Línea. Total: 500 pesetas.
«F. Molpeceres». Carmena. Total: 13.100 pesetas.
«San Juan Bosco». (3.»>. R. U. S. Total: 6.000 pesetas.
«F. Alcalá Viva». Morón. Total: 10.000 pesetas.
«San Andrés». P. del Condado. Total: 6.()00 pesotaA
«San Juan Bosco». (áceres. Total: 16.750 pesetas.
«P. Agustín Nofre». Utrera. Total: 36.810 pesetas.
«D. José Canal». Sevilla. Total: 31.500 pesetas.
INSPECTORIA DE VALENCIA
P . P rov in cial; C a lle d e S a g u n to , 218
V a len cia
BECAS EN FORMACION
Beca «Ramón Guerrero». Albacete. Total: 12.550 pts.
Beca «Circulo Domingo Savio». Valencia. Total: 23.700 pts.
Beca «Virgen de la Luz». Cuenca. Total: 13.725 pts.
Beca «San Agustín». Alcoy. Total: 18.000 pts.
Beca «Colegio Salesiano». Valencia. Total: 83.500 pts.
Beca «Ntra. Sra. del Pilar». Zaragoza. Total: 24.120. pts.
Beca «Rvdo. D. Mariano Aisa». Burriana. Total; 7.050 pts.
Beca «Antonia Cabot». Albacete. Total; G.OOO pts.
Beca «Virgen del Carmen». En memoria de doña Adelaida
Higón. Valencia. Total; 25.000 pts.
Beca «Cooperadores de Valencia». Total; 6.500 pts.
Beca «Perpetuo Socorro». Valencia. Total: 6.000 pts.
Beca «San Bernardo». Villena. Total: 14.000 pesetas.
Beca «Jesús Mendivil». Valencia. Total: 20.000 pesetas.
Beca «San José», Alicante. Total: 10.000 pesetas.
Beca «Virgen del Pilar». Alicante. Total: 5.000 pesetas.
Beca «D. Luis Berenguer». Alicante. Total: 19.500 pesetas.
Beca «D. Sllverio Maquiera». Alicante. Total: 25.000 pts.
Beca Perpetua «Abad Nájera». Alicante, en las Bodas de
Oro. Total: 80.000 pesetas.
Beca «Colegio Salesiano Burriana». Total: 11.000 pesetas.
Beca «Don José Calasanz». Total: 14.025 pesetas.
Beca «Don Francisco Serrats». Total: 5.000 pesetas.
Beca «Antiguos Alumnos*. Valencia. Total: 2.050 pesetas.
Beca «Azul y Rosa». Valencia». Total; 16.000 pesetas.
Beca «Colegio San Juan Bosco». Valencia. Total: 6.000 pts.
Beca «Niño Jesús del Milagro». Total; 25.000 pesetas.
Beca «Virgen de los Desamparados». Total: 60.000 pesetasBeca «P. Tarín», (^odelleta. Total: 1.000 pesetas.
Beca «Trabajo y Honradez». Valencia. Total: 12.000 ptasBeca «San Vicente». Valencia. Total: 34.(KX) pesetas.
INSPECTORIA DE ZAMORA
P. P r o v in c ia l: U n iv ersid ad L0a b o r a l. Z a m o ra
INSPECTORIA DE SEVILLA
P. P rov incial; C a lle M a ría A u x ilia d o ra , 18
S ev illa
BECA COMPLETA
Beca «N. Sra. de la Soledad», de D. Dolores Vargas. Viu
da de Salvago. Marchena: 60.CI00 pts.
BECAS EN FORMACION
Beca «Rdo. Tomás (Jonzález». Sevilla Tiiana. Total; 25.000.
Beca «Stella Maris». Huelva. Total: 6.000 pts.
Beca «Ntra. Sra. del Sgdo. Cor.». Morón. Total: 14.000 pts.
Beca «Bodas de Oro». Al. Guadaira. T.: 60.000 pts.
B ^ «Corpus CHiristi». Srta. Joaquina ^ intana. Sevilla.
Total: 7.930 pts.
«Cor. de Jesús». H. Dña. Salvadora García. T .: 10.000.
Beca «V. Esperanza. Sevilla. Total: 1.750 pesetas.
Beca «Santiago Apóstol». Cádiz. Total: 50.000 pesetas.
Beca «María Auxiliadora». Alcalá de Guadaira. T .: 5.425 pts.
B ^ «P. (Clemente Guede». Cádiz, Total: 4.750 pesetas.
N. e.: 6.000 pesetas. Total: 21.000 pesetas.
Beca «Virgen de la Victoria». Mérida. Total: 15.000 ptas.
Beca «Ach. María Auxiliadora*. P. Real. Total: 11000 ptas.
Beca «Santo Domingo Savio». Ecija. Total: 18.000 pesetas.
Beca «Ctol^io Salesiano». E d ja. Total: 17.500 pesetas.
Beca «D. Juan Torrea». Jerez. Total: 20.000 pesetas.
Beca tógdo. CJorazón». Coop. Utrera. Total: 63.000 ptas.
BECAS EN FORMACION
Beca «Virgen de Villanucva». Total: 4.700 pts.
Beca «P. Miguel Salgado». Vigo. S. Matías. Total: 41.15».
Beca «D. Emilio Montero». Orense. Total: 16.000 pesetas.
Beca «D. Pedro Olivazzo». Asludlllo. Total; 10.976 pesetas.
Beca «D. José M.* Sabaté». VIgo. Hogar. T .; 13.200 ptas.
Beca «María Auxiliadora». Are. Zamora. Total: 19.600 pfsBeca «P. Cirilo SegastagoíUa». León. Total; 36.100 pesetas.
Beca «D. Tomás Bussons». Vigo. S. Matías. Total: 20.000
Beca «M.» Auxiliadora». Vigo. S. Matías. Total; 32.000 pts.
Beca «San Cristóbal». Vigo. 8. Matías. Total: 8.000 pts.
Beca «Don Ernesto Armelles*. La Corufta (Colegio). Total:
25.100 pesetas.
Beca «D.» Luda Bechade». Cambados. Total: 14.250 ptas.
Beca «D. José Saburído». Orense. Total: 21.000 pesetas.
Beca «San José». Vigo. S. Matías. Total: 58.000 pesetas.
Beca «P. Fila Arce». (Bodas de Plata). Masaveu. T .; 32.000
Beca «Sto. Díwiíngo Savio». Vigo. 8. Matías. Total: 10.600
Beca «Cooperadores Cánido». Vigo. San Matías. T .; 9.000
Beca «San Juan Bosco». Vigo. Hogar. Total; 7.000 pesetas.
Beca «Ceferino Namuncurá». Vigo. Hogar. Total: 8.000 pts.
Beca «María Auxiliadora». Vigo. Hogar. Total: 5.000 ptsBeca «Santo Domingo Savio». Cambados. Total: 14.500 pts.
Beca «Ntra. Sra. de Covadonga». Tudela Veguín. T .; 13.246
Beca «San José». C^ompañias. Zamora. Total: 11.000 ptas.
Beca «José Irísarri». Estudiantes. Zamora. Total: 7.2S0 ptas.
Beca «Circulo Sto. Domingo Savio». Zamora. T .: 14.000 pts.
Beca «S. León Magno». Zamora. Total: 26.000 pesetas.
Beca «María AizxiUadora». Céianova. Total: 7.000 pesetas
Beca «Sto. Domingo Savio». Avilés. Total: 4.600 pesetas.
Beca «Domingo Savio». León. Total: 13.355 pesetas.
— 31
EN EL MES DE MARIA AUXILIADORA
Imagen de M aría A uxiliadora en carlulina martelé, tamaño 33 x 45 ctms., inm ejorable para
hacer un cuadro.
la revista
A I iA M E D A
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La imaaen de María Auxiliadora, que íanlo gusíó hace años y que conlinuamente
nos piden, la ofrece como Obsequio la revista ALAMEDA a los lectores del Boletín
Salesiano, que se suscriban a ella durante los meses de abril y mayo, o envíen
una suscripción para Cadena de Luz.
Suscripción: Revista ALAMEDA - Alcalá, 164 - Madrid (2).
Precio: Suscripción ANUAL; 200 ptas. SEMESTRAL: 100 pesetas.
Por favor: Ponga muy claras las señas, preferiblemente también al dorso del impre
so del giro.
Peregrinación o Roma, Asis y al Santuario de Maria Auxiliodora de Turin'j
Organizada por las Asociaciones de Antiguos Alumnos y Padres de Familia
de las Escuelas Salesianas de San José de Barcelona.
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Plazas limitadas