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Año LIV - N. 3
MARZO
1939
a eíiano
r e v i s t a
de
l a s
o b r a s
de
d o n
b o s c o
INSCRIBIOS EN LA PÍA OBRA
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
DE ROMA
¿ Quién no conoce la Oóra del Sgdo Corazón
de Jesús?
I*’ué fundada por el Primer Sucesor de San
Juan Bosco, y benignamente aprobada por
S. S. León X III el 30 de junio de 1888.
Con sólo la limosna de una peseta, u otra
moneda equivalente, se adquiere derecho a
participar de todas las oraciones y buenas
obras de la Sociedad Salesiana y a la aplicación
de seis misas, que se celebran todos los días,
a perpetuidad, en nuestra Basílica del Sgdo
Corazón de Jesús de Roma, dos en el altar
mayor, dos en el de María Auxiliadora y dos
en el de San José.
Los que se inscriben en la Obra Pía pueden
aplicar el fruto de estas misas a sí mismos, o
a otras personas, vivas o difuntas, y variar la
intención cuantas veces les plazca.
Las limosnas recibidas por este conducto
destíñanse, de modo exclusivo, a promover la
gloria de Dios y los intereses culturales de la
sociedad, acogiendo a niños pobres y abando
nados, para educarlos cristianamente.
¿ Quién no contribuirá, pues, con algunos
céntimos, que con tanta facilidad se gastan,
a esta invitación paternal de San Juan Bosco
y de la Iglesia, inspirada en ideales tan nobles
y caritativos ?
i Quién no siente la necesidad de asegurarse
la benevolencia divina, en este mundo y en el
otro, mediante la aplicación de los méritos
infinitos del Santo Sacrificio del altar?
¿ Quién no tiene almas queridas, vivas o di
funtas, a quienes obsequiar con tan espléndido
regalo espiritual ?
No tardéis en pedir Hojas de suscripción.
R ector
M ayor
de
los
S a l e s ia n o s .
Cottolengo 32 - Turín (109) (Italia).
Las limosnas pueden enviarse al mismo Rector
Mayor o directamente a nuestra casa de Roma. Ospizio Sacro Cuore - Via Marsala, 42.
Normas para los corresponsales de B o le tín S alesian o
— Recibimos siempre con agradecimiento cuantas informaciones se nos quieran enviar,
que, de algún modo, puetlen interesar a las Obras Salesianas. Aunque todas evidentemente no
podrán ser publicadas, ser^drán para enriquecer el Archivo de nuestra Casa Madre.
2. - Las croniquilias de fiestas o acontecimientos de especial importancia deberán ser breves,
se evitarán en ellas repeticiones y detalles innecesarios, y, de ser posible, se escribirán a máquina
con líneas bien espaciadas.
3. - Salvo rarísimas excepciones, la Revista no publica poesías ni trabajos ajenos a la Obra
Salesiana. No inserta el nombre de los autores ni devuelve originales.
4. - Siendo, de hecho, nuestro Boletín una Revista ilustrada, rogamos encarecidamente el
envío de buenas y luminosas fotografías. Hoy, un simple grabado dice a veces más que una cró
nica, y, cuando acompaña a ésta, la avalora de modo extraordinario. Aviven pues su celo nuestros
corresponsales, quienes deben saber a este respecto que de los diarios ilustrados que nos envían
no es posible reproducir ningún grabado.
5- ■ - A los que tienen la bondad de remitimos gracias o necrologías hemos de asegurarles
que, de llegar a nuestro poder, más tarde o más temprano las verán publicadas. Si a veces aparece
iíólo el nombre, es, o piorque no recibimos otra cosa, o porque a última hora nos viene a faltar
espacio, o porque la relación carece de especial interés.
R E V IS T A D E
LAS OBRAS DE
DON BO SCO
REDACCION
Y
3O l E rI M
AlESIANO
ADMINISTRACION:
VIA
COTTOLENGO,
32
TÜRIN
A ñ o L IV - N úm ero 3
MARZO
(toíjl
1939
ITALIA
SUMARIO: L u to u n iversa! p o r !a m uerte d el P apa. E l d olor in con solable de la F a m ilia Salealana. • L a M adre
(Discurso del Patriarca d e V enecia sobre la Beata M aría M azzarello). - L a pesie ro ja en los Pirineos. He aqu í lo
que han ecbo de los niños. - L a Obra de Don Bosco en España y América: Buenos Aires. L a B eatiflcaclón de M adre
M azzarello celebrad a en la catedral m etropolitana • Córdoba. A sam b leas cateq u ística • V lgn au d . El cincuentenario
de la fundación de esta C olon ia • H abana. L o s C ab alleros de C olón visitan nuestras E scu elas - M éjico. C ertam en
catequístico a n u a l - A req u ipa. E l 50 A n iversario de la m uerte de S. J. Bosco • V isita de Mons. P lttin l al Presi
dente Roosevett • Salto. In iciativ as saleslanas. - De nuestras M isión ».' E cuador (M én dez). E xcursión apostólica al
rio Y ap i. • Crónica de gracias. • Neerologias.
Beneméritos Cooperadores:
Dios ha llamado al alma escogida del gran Pontífice Pío X I a recibir el premio
eterno.
El Papa de la Conciliación, de las Misiones, de la Acción Católica, y de otras
innumerables iniciativas de celo por la propagación de la fe y la defensa y grandeza
de la Iglesia, ha terminado victorioso su fatigosa jomada, cayendo apostólicamente
sobre la brecha.
La Familia Salesiana no olvidará jamás la paterna y especialísima benevolencia
del gran Pontífice.
En 1929, elevaba al honor de los altares a nuestro Fundador y Padre, decla
rándolo Beato; y en la Pascua esplendorosa de 1934, entre vítores de alegría y hosanas triunfales, lo proclamaba Santo.
El pasado noviembre, a pesar de su avanzada edad y decaimiento físico, aún quiso
bajar a San Pedro a venerar a Madre Mazzarello, declarada Beata por él mismo,
Fué también él quien, aprobando la heroicidad de las virtudes del discípulo pre
dilecto de Don Bosco, Domingo Savio, le concedió el título de Venerable.
Imposible recordar, ni siquiera sumariamente, las innúmeras manifestaciones de
su nunca interrumpida benevolencia hacia los humildes hijos de San Juan Bosco.
Llegue, pues, a su hermosa alma el homenaje de nuestra profunda gratitud, a
través de los copiosos sufragios que, en todas nuestras casas, harán los Salesianos,
Cooperadores, Alumnos y Ex alumnos.
Desde el cielo, donde seguramente está ya gozando el premio de su fecundo apos
tolado, seguirá dispensándonos su protección paterna.
A l exhortaros a ser generosos en el ofrecimiento de sufragios por el gran Papa
que fué constante y augusto bienhechor nuestro, me profeso de Vdesxi0mo.
en C. J.
PEDRO RICALDONE Pbro.
Luto universal por la muerte del Papa
£1 dolor inconsolable de la Fam ilia Salesiana.
La prensa de todos los países no ha ha
blado de otra cosa durante varios días, en
centenares de lenguas y miles de ediciones;
en todas las iglesias del mundo, los sagrados
bronces han doblado sin cesar durante el
novenario tristísimo de lágrimas, y sufragios,
y fervorosas necrologías que la universali
dad del orbe católico dedica ai Padre común,
caído generosamente en la brecha de un
trabajo abrumador, inverosímil.
Porque éste ha sido el rasgo dominante
del gran Pontífice que acaba de perder el
mundo: voluntad, dedicación, movimiento.
El Cardenal Schuster lo ha definido muy
bien: « Era — dice — fuerte como el acero
y ardiente como el fuego ». U n verdadero
gigante de actividad; he aquí la primera im
presión que nos da la figura de Pío X I ;
seguramente que de los 260 papas que le
precedieron, muy pocos habrán superado
su agilidad de espíritu y su capacidad de
trabajo.
La visión que él ha tenido de la Iglesia
era la misma que tuvo San P ab lo ; una visión
esencialmente dinámica, de un reino en
continua expansión y conquista, de un
organismo en incontenible afán de creci
miento. La máxima preocupación de su
gobierno fué el anhelo diario, a la vez
gozoso y torturante, de ir realizando la gra.n
palabra de Cristo: Yo he venido para que
tengan vida ¡as a/mas y la tettgan abundante.
Ni un solo momento, en efecto, dejó de
imprimir a los resortes, que como jefe de
la Iglesia universal tenía en sus manos, un
ritmo c;ula vez más vivo e intenso de vid a ;
y es indudable que su glorioso Pontificado
pasará a la historia como uno de los perio
dos más densos de espíritu sobrenatural, en
una época en que se afirma, con la máxima
intransigencia, el concepto naturalista de
la vida.
Todo lo que en estos días se ha escrito y
dicho de él; toíias las reseñas biográficas
aparecida» en revistas y periódicos; todos
66 ^
los conceptos que la elocuencia h'a vertido
en tantos y tantos elogios fúnebres coinci
den en levantar hasta las estrellas ese dina
mismo sobrehumano de Pío X I , por él
entendido como deber, y sostenido, hasta el
último suspiro, con reciedumbre inflexible,
a pesar de sus ochenta años, y de sus lace
rantes dolores, y de sus desfallecimientos
cardíacos, y de sy extrema debilidad senil
que dejaba consternados a cuantos, en
estos últimos meses, tenían ocasión de
verlo.
D e él se ha dicho que ha sido el Papa
de la Acción Católica, el Papa de las
Misiones, el Papa de la Conciliación;
el Papa de la paz; el Papa de los Con
cordatos; todo muy cierto, y todo más
que suficiente para que nos deje asustados
el cúmulo de trabajo que supone cada
una de estas aserciones, trabajo del que
fueron propulsoras y ordenadora.s numero
sas y sabias Encíclicas, a las que deben
añadirse muchísima.s otras que han dicho
la palabra definitiva sobre justicia social,
sobre la defensa de la familia y del matri
monio cristiano, sobre la educación de la
juventud, sobre la dignidad del sacerdo
cio, etc. etc.; y como si todas estas activida
des fueran pocas, aún hay que mencionar
’ la enorme cantidad de tra.bajo desarrollado
en sus innumerables audiencias y discursos;
en los dos Años Santos, el ordinario de
1925 y el extraordinario de 1933; en sus
Bodas de Oro Sacerdotales, en el Centena
rio del Concilio efesino, en la pléyade lu
minosa de beatificaciones y cajionizaciones
realizadas por él; en sus grandiosas obras
y reformas de la Ciudad Vaticana y de San
Juan de Letrán, en sus exposiciones cien
tíficas, en sus inquietudes culturales, en
sus aportaciones bibliográficas, en sus fun
daciones docentes de Academias y U ni
versidades de altos estudios en Roma y en
el mundo.
Nosotros podríamos dar gusto a la pluma
explicando y documentando,tan largo como
se quisiera, cada una de estas actividades,
pero repetiríamos cosas hoy de todos cono
cidas,
que sí tenemos que recordar, una
vez más, porque, en estas amargas horas
de luto, el corazón nos impulsa como nunca
a gritar nuestra gratitud al mundo, es lo
que Pío X I hizo en favor de la humilde
Familia Salesiana, es el amor paterno y
delicadísimo con que siempre trató a los
hijos de Don Bosco, es la veneración sin
límites que, en mil y mil ocasiones, de
mostró tener a este Santo por él elevado
a la gloria de los altares.
¿ Qué vería en Don Bosco Aquiles Ratti,
cuando, en 1883, a los pocos años de
ordenado sacerdote, le visitó en Turín y
fu é huésped suyo durante dos días? ¿ Qué
le dirí-i al futuro Papa el humdde edu
cador de Valdocco, y dado que aquella
visita quedó tan indeleblemente grabada
en la mente de Pío X I, hasta podríamos
preguntar: ¿ Q ué le profetizaría ?... Por
que en el Papa este recuerdo parecía una
obsesión, y a él aludía siempre en sus dis
cursos, con visible complacencia, llegando
hasta a declarar que fu é aquella visita una
de las mayores gracias que le había con
cedido la Divina Providencia.
Sucedió de este modo:
En otoño de 1883, presentábase a Don
Bosco un joven sacerdote que, bajo la di
rección de Mons. Ceriani, hacía sus pri
meras armas de estudioso en la Biblioteca
Ambrosiana de M ilán. Se llamaba Aquiles
Ratti y deseaba ver dos cosas: cómo estaba
organizada la tipografía del Oratorio, y vi
sitar allí a un pequeño recomendado suyo.
Don Bosco, que, como siempre, estaba
atareadísimo, le recibió con su acostum
brada dulzura y amabilidad inefables, pero,
sin g;istar con él cumplimientos, le dijo:
« Querido Don Aquiles, yo no puedo
ahora acompañarle; Vd. es el dueño de
esta casií, visite todo lo que quiera ». Y el
joven sacerdote hospedóse en el Oratorio,
un hospedaje pobrísimo; y sentóse a la
mesa con Don Bosco, una mesa en e.xtremo frugal. Para dorm ir señaláronle una
habitacioncita contigua a la del Santo.
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Este, como era de rigor, no obstante sus
ocupaciones, acompañó personalmente al
visitante a ver aquellos talleres infantiles,
que constituían entonces la gran novedad
de Italia, siendo en esa ocasión cuando, al
expresar su extrañeza el futuro Papa, que
desde joven habíase familiarizado con las
editoriales, por lo bien abastecidas que se
hallaban la imprenta y tipografía, díjole el
Santo aquella famosa frase que ha dado la
vuelta al mundo: « Don Bosco, en esto,
quiere ir a la vanguardia del progreso ».
En cuanto al niño recomendado, nada
sabríamos si el mismo Pío X I no hubiese
referido lo que ocurrió. Como era hijo de
familia proletaria, había sido aceptado gra
tuitamente en el Oratorio para aprender un
oficio. M as, a los pocos días de haber ingre
sado, no podiendo vencer la nostalgia, fu
góse y volvió a su casa.
— Este niño me tiene avergonzado —
decía a D on Bosco el sacerdote Ra.tti —
me ha dejado en mal lugar, pero tiene u n í
excusa, que es corto de inteligencia.
— Pues ahora ha demostrado tenerla —
exclamó el Santo — esta escapatoria es un?,
prueba de ingenio y V d. verá como se
abre camino y sabe hacerse honor.
Los hechos confirmaron el augurio,
porque el niño sentó luego la cabeza y
llegó a ocupar, en Roma, el cargo de Jefe
de oficina en el Ministerio de Correos.
Cuando, en 1929, decretaba Pío X I la
Beatificación de Don Bosco, a los pocos
meses de firmado el Tratado Lateranense,
llamado también de la Conciliación, y
monumento de santa intrepidez y de tacto
diplomático insuperable, decía en su En
cíclica de 23 de diciembre: « Recordába
mos cómo, por u n í especial Providencia,
el primero a quien hemos decretado el
honor de los altares, después del deseadísimo Pacto que nos ha asegurado la paz con
el Reino de Italia, ha sido Juan Bosco, que
tantas veces se había ocupado ya de arreglar
amistosamente la dolorosísima desaveniencia que arrancó a Italia del abrazo paterno ».
He aquí de dónde arranca la venera
ción extraordinaria que Pío X I sintió por
Don Bosco, y que culminó con su Beatifica-
ción y Canonización. ¿ Y cómo hallar pa
labras adecuadas para expresar su estima
y protección a las obras que el gran Apóstol
legó a sus hijos, y los magnánimos e inmere
cidos favores a éstos dispensado ?
¡ Oh, bondad paterna y nunca bastante
agradecida de Pío X I Por mucho que viva
la Familia Salesiana jamás olvidará tu
nombre; jamás olvidará que tú glorificaste
a su Padre y Fundador, y a Madre M azzarello, y al angelical Domingo Savio; que
gozabas oyéndote llamar « el Papa de Don
Bosco »; que, a través de la luz altísima y
copiosa que irradia de tus discursos, reve
laste al mundo los inmensos tesoros de
sabiduría práctica y de fuerza renovadora
que, para bien de la sociedades modernas,
encierra el corazón de nuestro Santo; que
fuiste tú el que quisiste en Roma una
gran Basílica dedicada a María Auxiliadora,
y hasta aupaste su construcción con gene
rosas limosnas; que honraste a la Sociedad
Salesiana regalándole 20 obispos y un car
denal ; que le hiciste el honor de llamarla
1
a regir, allende los mares, territorios de
Misiones duros y difíciles, y confiaste a su
celo la parroquia de tu residencia de
Castelgandolfo, y a su custodia las Ca
tacumbas de San Calixto, y a su admi
nistración los altísimos intereses de la T i
pografía Políglota Vaticana; que todos
los años departías paternalmente con nues
tros artesanitos del Instituto Pío X I, cosa
insólita en el Vaticano; y recibíis siempre
a Salesianos e Hijas de María Auxiliadora
con inefable bondad, especialmente a nues
tro Rector M ayor, a quien llamaste ex
profeso, diez días antes de tu muerte, para
tener u n í entrevista privada en extremo
larga y cordial que el IV Sucesor de Don
Bosco no olvidará nunca.
Por tantas y tan augustas bondades, la
Familia Salesiana llora inconsolable tu
muerte. Grande es el luto que ha caído so
bre el mundo, pero inmensamente grande,
denso y angustioso es el que, de modo espe
cial, pesa sobre los hijos e hijas de San
Juan Bosco.
L a m isión materna.
LA
MADRE
Así como hay una
vocación a la vida re
ligiosa, al sacerdocio,
al apostolado, la hay
a la maternidad espi
ritual, dado que esta
Conc/uaión dei discurso
matern idad, cuando
brota del corazón de
una Esposa de Cristo, participa en cierto
modo del sa.cerdocio y constituye, dentro
de la Iglesia, una altísima forma de aposto
lado. No puede admitirse que una mujer
se haga madre de almas sin obedecer a un
instinto divino, sin un llamamiento pre
ciso de lo alto, sin haber recibido esta mi
sión por las vías legítimas y canónicas.
Una misión de este género es la que le fué
conferida a la Beata Mazzarello después
de un breve noviciado que de modo ma
nifiesto hizo evidente el designio de la
Divina Providencia.
E l N o v i c i a d o . — Basta leer las primera.s
páginas de la vida de la Beata para descu
brir en ella, desde que aún era niña, aspi
raciones y tendencias que hacen pensar
en un verdadero instinto materno. ¿ Cómo
nacía y se desarrollaba este instinto en la
pequeña María ? Nacía de aquel mismo
amor de Dios que, inflamando su tierno
corazón, acuciaba su deseo de conquistas,
su sed de almas; aquella misma sed inex
tinguible que había llevado a Don Bosco
a la fundación de su Instituto en pro de
los niños: D a mihi ánimas. La pequeña
M azzarello, sin ella saberlo, elegía el mismo
camino y seguía las mismas huellas de Don
Bosco, llevada por su mismo ideal. A
vosotras, Hijas de María Auxiliadora, os
es bien conocida su acción benéfica en
medio de las hijas de María, apenas Don
Pestarino hubo constituido en Mornese
su Pía Unión, que, no sólo fu é la primera,
sino que sirvió de modelo a todas las que
se organizaron luego, agrupando a las mu
chachas del pueblo en torno de María
Mazzarello convirtida en centro de atrac
ción.
« María — nos lo
asegura un testigo de
gran autoridad — atraía a las niñas como el
imán atrae al hierro ».
Todos hemos oído
hablar del pequeño
ta.IIer donde la sencilla
de/ Pafriarca de Venecia.
aldeanita, convertida
en maestra de corte,
recogía a las alumnas y las formaba en la
piedad e integridad cristianas, y todos sa
bemos, cómo, ensanchando la esfera de su
apostolado, halló la fórmula del Oratorio
Festivo para enseñar el catecismo y ofrecer
honesto esparcimiento a las niñas del pueblo,
apartándolas de los peligros de la calle.
He a.quí la Madre que se prodiga, anti
cipándose, por así decirlo, a su misión, y
dando pruebas indudables de feliz in
tuición y de exquisita aptitud organiza.dora
y educativa. Bien conocido es también
aquel primer cenáculo de las Hijas de María
Inmaculada, en que, bajo la guía de Don
Pestarino y la dirección de María Mazzarello,
se inició la ardua experiencia de la vida
religiosa, en medio de mil y mil dificultades
y contradicciones superadas con heroica
constancia. Conocida es, finalmente, aquella
dulce Belén del gran Instituto,- prepara.do por Don Pestarino y querido por Don
Bosco, donde las Hijas de María Inmacu
lada se transformaron en Hijas de María
Auxiliadora, que, agrupándose en torno
de María Mazzarello, constituyeron la pri
mera comunidad, el primer germen vital,
el primer núcleo de esta nueva y benemé
rita Congregación Religiosa.
El encuentro de la joven con el Fundador
de los Salesianos, San Juan Bosco, fu é dis
puesto, sin duda alguna, por la Providencia;
la llegada del Santo a Mornese, acompa
ñado de sus « biricchini *, fu é en cierto
modo triunfal, y María, que entonces con
taba veintisiete años, sintióse en seguida
cautivada por su palabra fácil y persuasiva,
por su aspecto de santidad prudente, y espe
cialmente por un interior impulso que la
invntaba a colocarse dentro de su ór
bita luminosa y ser instrumento de sus
nuevas conquistas. Desde aquel primer
encuentro, los dos se entendieron, y el espí
ritu del Padre empezó a infundirse en
aquella alma que Dios venía preparando,
desde hacía tiempo, para ejercer el oficio
materno. Años más tarde, y precisamente
en julio de 1872, María M azzarello vestía
con otras jóvenes el hábito salesiano que
ella misma había cortado y cosido, y era
nombrada en aquel primer tiempo Vicaria
de las Hijas de María Auxiliadora, y
no aún Superiora porque D on Bosco
había dicho: « La verdadera Superiora es
la Virgen ». U n cúmulo extraordinario de
circunstancias demuestran que este Insti
tuto es guiado por una especial providencia
divina.
Estas palabras, también de Don Bosco, el
tiempo las ha confirmado de un modo
solemne.
Talento de gobierno.
Correspondía pues a María Mazzarello,
nombrada más tarde Superiora, y confirma
da, mientras vivió, en este cargo, dar forma y
alma a aquella nueva criatura que se anun
ciaba con los auspicios más halagüeños, y,
aunque estaba convencida de su ineptitud,
recibió aquella misión como venida de lo
alto, bien segura de que el Padre hal)laba
en nombre de D ios, seguridad que procuró
grabar profundamente en el corazón de
sus religiosas. «¿D on Bosco lo quiere así?
pues así hay que hacerlo, hermanas ama
dísimas. N o es él quien lo quiere, es Dios ».
Con tales disposiciones de ánimo puso
manos a la obra, y bien podemos afirmar
que supo corresponder de un modo admi
rable a la expectación del Padre, y, por
ende, a los designios de D ios. N o es posi
ble reseñar aquí, sino muy ligeramente, la
misión llevada a cabo por la Beata. El So
berano Pontífice Pío X I, en uno de sus
memorables discursos, descubre en ella
uno de ios más grandes talentos, el «talento
de gobierno ». Y añade: « San Juan Bosco,
que era un profundo conocedor de los hom
bres, y tan inteligente y experto en el go
bierno de hombres y de cosas, descubrió
en seguida este raro y precioso talento y
se aprovechó de él ». En efecto, para organiz.ar aquella Comunidad apenas iniciada,
para hacer que funcionara perfectamente
y con toda regularidad, a tenor de las leyes
eclesiásticas y de las propias Constituciones,
para llevarla de un modo seguro a aquel
plano superior de vida donde se respira la
santidad, único y supremo ideal de las almas
a Dios consagradas, hacíase absolutamente
necesario un talento de gobierno nada co
mún y María Mazzarello demostró que
lo poseía sin engreimientos ni afectaciones; •
con sencillez, con una visión clara y precisa
de las exigencias de aquella maternidad
espiritual que Dios le había dado, con dul
zura y tacto exquisitamente maternos, y
al mismo tiempo con rápida e intransigente
firmeza en remover los obstáculos.
Las sólidas bases sobre las que asentó
aquella Comunidad, que son imprescin
diblemente las bases de toda vida claustral,
fueron: la obsercancia de las Reglas y la
vida interior. En esto estriba el secreto de
la perfección religiosa, porque la obser
vancia es como la síntesis de todas las vir
tudes: es acto de obediencia, es profesión
de humildad, es condición de regularidad
y armonía, es ejercicio continuo de pobreza
y sacrificio; en tanto que la vida interior,
que se alimenta de una piedad iluminada y
ferviente, desata la fuente de todos los te
soros divinos y eleva a las almas, por cl
camino de! amor, hasta unirlas místicamente
con Dios. No podía María Mazzarello apo
yar más sólidamente su edificio, y tampoco
podía dar a las Hijas de María Auxiliadora
alas más poderosas y seguras para subir
a las mayores y más excelsas cum b'cs
de la santidad.
Comprendió que era necesaria su pre
sencia, dondequiera y en todas las circuns
tancias. D e ella se ha dicho: «Parecía el
Angel de la Guarda. L o sabía todo, lo
veía todo, lo prevenía todo ». Este es un
elogio magnífico. El ojo de la Madre, que
tiene, como ningún otro, intuiciones pro
fundas, seguía a cada una de las hijas e
iba notando sus excelencias y defectos,
discerniendo las verdaderas vocaciones de
las falsas, siempre limpio y risueño como
el ojo de Dios. El corazón de la Madre,
71
L a prim era casa ce n e rallcia de [as H ijas de M aria A u x ilia d ora en N íz za M onferrato.
£1 esplén d id o Instituto '*M arÍa M a s a r e llo * de T u rin .
que es un divino poema de ternuras, to
maba parte en todas las manifestaciones
de la vida de las hijas, con su ritmo alterno
de penas y alegrías, extasiándose en sus
virtudes, gozando con sus satisfacciones,
sufriendo con sus contrariedades, con sus
luchas, con sus inquietudes íntimas que
ella conocía perfectamente. L a voz de la
Madre, que tiene vibraciones las más pro
fundas y suaves, no dejaba nunca de pro
digar exhortaciones y consuelos, y llamaba
al orden cuando era preciso, mas siempre
con calma y eficacia, siempre habitualmente
alegre, siempre salpicando sus enseñanzas
o amonestaciones de dichos graciosos. El
rostro de la M adre, modelado en una sere
nidad imperturbable, aun teniendo mudos
los labios, sabía irradiar la luz de su interior,
iluminando todas las almas y toda la casa.
Porque fué especialmente el ejemplo de
su santidad la causa y motivo de sus gran
des éxitos.
No tuvo predilecciones, porque amó a
todas sus hijas con insuperable afecto ma
terno, y a todas prodigó por igual sus cui
dados: a las Profesas para estimularlas a
subir a mayores alturas; a las Novicias y
Postulantas para infundirles la formación
y el espíritu genuino del Instituto; a las
Educandas, que vivían bajo el cobijo amo
roso de sus alas, para prepararlas a un digno
y honesto porvenir; a las que formaban
la comunidad de la Casa Madre, primero
en M om ese y después en Niza Monferrato,
gozando del privilegio de su presencia, y
a las que habían dejado aquella dichosa
colmena para ir a formar nuevos enjambres
en Italia y allende los mares; con exquisita
solicitud materna pensaba en todas; con
toda la eficacia de que era capaz visitaba
a las que podía, y a las que no, ayudábalas
con frecuentes correspondencias que cons
tituyen un rico tesoro de documentos espi
rituales.
Floración magnífica.
Una maternidad como aquélla, tan santa y
operativa, debía dar indefectiblemente a la
Iglesia una de las Familias Religiosas más
escogidas y numerosas. ¿ Q ué importa que
desde que nació el Instituto hasta la muerte
de la Beata no transcurrieran sino nueve
años ? Fueron pocos, indublemente, pero
densos de vida y de historia. La levadura
que la Madre puso en el corazón del Insti-
E 1 cuarto donde m u rió la Beata M a o a re llo .
73
tuto hubo de fermentar de modo mara
villoso hasta delante de sus propios ojos; la
minúscula semilla germinó y se hizo ár
bol majestuoso. La Beata tuvo el consuelo
tle ver cómo las avecillas acudían, a banda
das, a buscar refugio en las ramas de este
árbol, y cómo en ellas se multiplicaban los
nidos que calentaba su amor materno.
Cuando, en mayo de i8 8 i, cerró ella los
ojos, dejaba ya a la Iglesia y al mundo una
herencia rica y copiosa: 139 Hermanas y
50 Novicias distribuidas en 26 Casas de
Italia, Francia y Misiones de América.
51 aquella herencia resulta hoy casi centu
plicada y convertida en 800 Casas y 9000
Hermanas, forzoso es que lo atribuyamos
al mérito y a la fuerza de aquella levadura,
y a la virtud de aquella sem illa; o lo que es
lo mismo, a la sublime y prodigiosa pater
nidad de San Juan Bosco y a la maternidad
admirablemente fecunda de la Beata M azzarello.
Ahora, todo este ejército de angeles en
carne humana que, en todos los ángulos de
la tierra, aletean sobre las juventudes de los
pueblos y sobre las humanas desventuras,
la invocan a coro dándole el dulce nombre
de Madre y recordando con ternura filial los
ejemplos de su vida alta y humilde, de su
amor inmenso, de sus luchas y penas. Re
cuerdan su muerte envidiable y precoz, pero
no infecunda, y sienten repercutir en sus
almas las notas de su último canto: « Chi
ama a María contento sará », y escuchan el
eco de aquella materna despedida que a
todas iba dirigida; jA d dio, addio; arrivederci in cie lo !
¡A spícite M atrem !
Y o me hallo en condiciones de compren
der a las Hijas de María Auxiliadora, porque
pertenezco también a una familia religiosa,
la Orden Carm elitana,y tengo también una
Madre, la gran Santa Teresa de Jesús.
¡ .^nimo. Religiosas, aspícite M atrem ! mirad
a vuestra Madre y ambriagaos de su amable
sonrisa para sublimaros en el recuerdo de su
santidad y en las luces deslumbradoras de
su grandeza. Porque la glorificación de la
Madre es a la vez vuestra propia exaltación;
la exaltación de vuestro ideal, de vuestras
74
Reglas, de vuestro espíritu, de vuestra
historia pasada y presente.
¡Aspícite M atrem ! M iradla, para ofre
cerle con entusiasmo el tributo de honor
a que es acreedora: tributo de alabanza
a su humildad que tanta la ha exaltado,
tributo de reconocimiento a las efusiones
de su maternidad dulcísima, tributo de
amor a su gran corazón de Madre que to
davía vela y palpita por vosotras. Recordad
la advertencia de la Escritura: E l que honra
a Sil madre es como el que acumula tesoros.
¡Aspícite M atrem! M iradla, con el noble
propósito y el santo orgullo de reproducir
en vosotras los trazos de su fisonomía ma
terna. Este es el culto que ella exige de
vosotras, sobre todos los demás cultos, la
imitación de sus virtudes, la asimilación
de su perfección religiosa. Sólo por esto
sufrió y luchó ella en v id a ; para poder dar
al mundo una generación santa. Que nin
guna deje de oir el gemido de su madre {Eccle,
7> 29).
¡Aspícite Matrem! M iradla, y dirigios a
ella presentándole el título de Hijas, porque
este tí ulo es irresistible para una madre. Si
la Iglesia puso de manifiesto ante el mundo
el poder y grandeza que ella tiene cerca del
corazón de Dios es para que tengamos una
nueva abogada. Pedidle, pues, por vuestro
Instituto a fin de que mire desde el cielo y
vea y visite esta viña plantada por su mano
(Salmo 79, 15). Pedidle por toda la Familia
Salesiana, en la que la Madre con todo el
gozo de su alma injertó el ramo floreciente
de su Congregación, a fin de que viva de su
savia fecunda. Pedidle por la familia uni
versal de la Iglesia más que nunca insi
diada y combatida en esta hora de las ti
nieblas, Pedidle por el gran Pontífice que
exaltó a vuestra M adre con su palabra
elocuente, y la beatificó sobre la tierra con
su gesto soberano de V icafio de Cristo. Que
la nueva Beata, María M azzarello, obtenga a
Pío X I, Maestro infalible, primer confesor
y m ártir de nuestros calamitosos tiempos,
abundancia de consuelos celestiales y de di
vinas energías; longevidad y salud, a fin de
que pueda terminar la obra magnífica de su
beatificación coronándola con la auréola de
los Santos.
LA PESTE RO JA EN LOS PIRINEOS
He aquí lo que han hecho de los niños.
Escribimos estos renglones bajo la impresión
opresora del éxodo inhumano, y más que
inhumano estúpido y bestial, de las poblaciones
civiles que la horda roja de Cataluña, igno
miniosamente derrotada, va llevándose, por
delante a empellones, a culatazos, como re
baños de ov^as sarnosas. ¡Pobres gentes! y
son esos hombres, hartos de vinazo y de ra
piñas sacrilegas, los que se erigen en.defen
sores de los sacrosantos derechos de la liber
tad y del pueblo!...
Como hombres, esta visión espantable,
apocalíptica, nos humilla y descorazona, ha
ciéndonos pensar si no eran bastante mejores
aquellos tiempos del medioevo tan ligeramente
denigrados por muchos. Como hijos de Don
Bosco, nos produce dolor inmenso la espan
table tragedia de tantos infelices niños espa
ñoles obligados a huir de su patria, que amo
rosa les tiende los brazos, a través de veredas
inhóspitas y crueles, desnudos, hambrientos,
errabundos.
No podemos resistirnos a referir lo que,
el 3 de febrero p . p ., vio en la frontera hispano-francesa el enviado especial de un viejo
rotativo turinés, y conste que tenemos sobre
la mesa relaciones aún más fuertes de otros
corresponsales de diversas nacionalidades.
hierve con tumulto alocado, estrellando sus
remolinos contra las peñas. Arriba, el re
bullir inquieto de multitudes grises y no
menos fangosas que, en ímpetu desesperado,
van a chocar contra el macizo cordón de
los guardias de frontera.
R ebeldes inconscientes.
A l volver una curva, sentados en silencio
y con una expresión terrible de terror y
rebeldía, vemos un grupo de niños entre
los 7 y los 12 años. La mayor parte no
llevan zapatos. Las veredas ariscas que se
enroscan por estos picos nevados han ido
mordiendo las suelas hasta acabar con
ellas en una marcha fatigosa de siete días.
Muchos tienen liados a los pies san
grantes unos pingajos sucios, un pedazo
de manta, una vieja toalla que los ha defen
dido malamente contra el filo cortante de
los guijarros. Sobre sus cuerpecitos no se
ven más que jirones, chaquetas de hombre
cuyas mangas abiertas dejan ver las tiernas
carnes ennegrecidas por el sol y la intem
perie.
Llevan casi todos en bandolera unas
alforjas militares extrañamente abultadas,
que nada tienen de común con los bolsillos
donde el niño guarda los más absurdos
objetos necesarios para sus juegos. Son niños
Perpiñán, 2 febrero noche.
que se ven hechos hombres antes de tiempo,
que se han olvidado hasta de sonreir. Sin
El espectáculo de todo un pueblo en
fuga es infinitamente lamentable y doloroso. una persona que los guíe, arrojados en el
vórtice de propagandas nefastas, han apren
Pero el éxodo de los catalanes, a través de
dido de los hombres sólo el lado perverso
las nieves de los Pirineos, tiene además
una especial fisonomía, la que le dan esos de la vida. N o hablan, no juegan; tan denso
y reconcentrado es el odio que pesa sobre
centenares y -miles de niños que marchan
sus almitas.
bordeando estos caminos de montaña y
M e he acercado al pintoresco grupo.
forman los dos tercios de la masa emigra
Nuestro
auto había acortado la marcha,
toria.
¡Pobres niños!... ¿Pero es que lo son to iba a pararse, y pasó casi rozando con ellos;
sin motivo razonable, sale uno de los ra
davía ? M i prim er contacto con ellos ha
paces, coge una piedra y la dispara contra el
tenido lugar inmediatamente después del
coche. U n golpe seco sobre el parrabarros
puente de Perthus. Abajo, a cincuenta me
y la fuga rápida del agresor. No hubo mas,
tros de profundidad, el torrente fangoso que
—
75
*
pero el gesto era harto significativo, y el
conductor, que es un propietario consciente,
pero extremista, de Perpiñán la roja, tanto
que viajando yo con él apenas me ha diri
gido la palabra por conocer mi la filiación
y la de mi periódico, sin poder esta vez
dominar su indignación, da un golpe vio
lento al acelerador y dice entre dientes,
pero con voz lo suficientemente alta para
que yo la oiga: ¡Puercos! he aquí lo que
han hecho de los niños...
El epíteto tiene todo el ímpetu hiriente de
la piedra que nos arrojó la mano sucia
del niño catalán.
A lguno de estos niños
es ya asesino.
El chófer tenía razón. N o hay nada que
oprima tanto como el aspecto de estas criaturitas que constituyen las alas móviles de la
doliente columna emigratoria. Algunos mar
chan solos, otros van formando grupos, pero
son muy pocos los que podrán aún seguir
siendo niños bajo la presión tutelar de sus
padres. Vienen de todas las provincias de
España; de Andalucía, de Tarragona y hasta
de Vizcaya, y en ellos cifraban sus esperan
zas los técnicos del comunismo. Como los
pequeños rusos “ del paraíso so viético ” , se
contaba con ellos para formar el núcleo
central del mundo de mañana. Casi todos
han sido pérfidamente descristianizados. Sin
religión, sin madre, sin ley ni freno que los
gobierne, estos pobres angelitos, que consti
tuían la parte más pura y bienamada del pa
trimonio español, vense ahora abandonados
en el muladar infecto de las más innobles
pasiones. ¡Horroriza pensarlo! pero me ase
guran que alguno ha disparado ya el arma
homicida, que tiene ya las manos mancha
das de Siingre. No habrá sido crueldad ni
veng;mza, porque a esta edad no puede
haber en el corazón más que apetencia de
caricias. V ió que otros niños mayores ma
taban, y él, puesto que nadie lo estorbaba,
hizo lo mismo.
Ahora, después de tres años de prédicas
incendiarias y continuas, de sistemáticos y
cotidianos envenenamientos, vienen estos
desgraciados a territorio francés llevando
76 --
en sus ojos el testimonio incancelable de la
tragedia que viven. Si os acercáis a ellos
para hacerles una caricia, os miran con una
expresión típica y soberbia de rebeldía.
Acuciados por las exigencias tiránicas de
la vida, en su diaria lucha para no morir de
hambre, su corazón hase petrificado an
tes de poder latir a impulsos de algún sen
timiento noble.
Son víctimas de cueldades materiales,
pero no han sido éstas sino las morales
las que les obligan a extrañarse de la fa
milia y de la patria, y aquí están ahora
estos niños tan diversos de los demás niños.
N o hablan, no conversan, tal vez porque
no saben qué decir ni qué pensar de lo
que Ies rodea. Viven como pequeños sal
vajes, como una manada de bestiecillas,
sin más preocupación que la de acallar el
hambre inexorable, sea por el medio que
sea.
L lan to sin lágrim as.
Pocos espectáculos habrá más tristes que
el que hemos presenciado en Puigcerdá,
donde una mano piadosa se acercó a estos
niños para ofrecerles una taza de menestra.
A l principio, se limitaron a olfatear con
recelo el vaho de aquella suculenta sopa
montañesa hecha con excelente manteca
y densa de legumbres; lodo se les volvía
mirar en tom o suyo como si temieran ser
víctimas de alguna burla. Después, el ham
bre se hizo más atrevida, pero aún no com
prendían que aquel condumio era todo en
tero para ellos que durante meses y meses
sólo habían vivido de barreduras y desper
dicios. Cuando llegaron a convencerse, rom-,
pieron en un llanto fuerte, nervioso, irre
sistible. Nunca había yo visto llorar de
aquella manera. Era un clamor desesperado,
solitario, sin lágrimas; un sollozo que, más
que del corazón, brotaba de! vientre insatis
fecho; era un llanto en el que se desahogaba
toda la fuerza del cuerpo, mas no la del espí
ritu, porque el alma de estos pobrecitos
ha sido asesinada por los malvados sembra
dores de odio.
Después de haber consumido la apeti
tosa vianda, parecieron cambiar de acti
tud; en aquellas caritas descamadas, llenas
de rasguños y de pústulas, los ojos hacíanse
poco a poco más claros y serenos. Creían
que ya nadie les movería del garaje que
para ellos habíase convertido en cocina y
comedor, pero volvieron a recobrar su aire
rebelde y su cólera silenciosa y terrible
cuando los guardias les hicieron desalojar
para conducirlos en camiones a otro lugar
lejano. Antes de que se los llevaran, me
acerqué al más pequeño; una preciosa cabecita infantil que estaba pidiendo, que la
comieran a besos; sobre su piel oscura, y de
bajo de sus cabellos rizados, retozaba un
esbozo de sonrisa no del todo contaminada.
Traté de entablar conversación con él y
logré sacar de sus labios algunas palabras
lentas y pesadas.
H ijo de los Soviets.
— I Cómo te llamas ?
— N o sé.
— ¿ D e qué pueblo eres ?
— No sé.
Y mientras decía esto, me miraba de un
modo vago como si mis preguntas no des
pertaran en él ningún recuerdo, ni una
leve vislumbre de afecto familiar.
— Entonces ¿q u é eres tú?
Se recoge como para investigar el fondo
de su pasado, formado de tan pocos años
pero lleno ¡ay! de cosas tan trágicas, y
contesta con un tono absoluto y definitivo:
— Nada. Soy hijo de los Soviets. Y vuelve
a sonreirme como si esperara de mí un
gesto de aprobación y alabanza.
¡Doloroso espectáculo! Con estos niños
que vienen de España, los capitostes de los
partidos extremistas están ahora organi
zando una especulación vastísima. A cada
tren que llega, en cada una de las ciudades
más o menos rojas de Francia, el recibi
miento que se les hace ha sido sabiamente
preparado: músicas que tocan la Internacio
nal, escuadrillas de «halcones rojos» en
el cielo, saludos con el puño cerrado. Los
niños llegan de países que han estado
sumidos en el dolor, de un mundo seño
reado por la muerte, abren los ojos a cosas
que ellos nunca habían soñado y saludan
también ellos gritando « ¡V iva la revolu
ción !». E l diputado socialista o comunista
se abandona a los arrebatos de su elocuen
cia, y los niños españoles son llevados por la
ciudad en manifestación para honra y glo
ria del Frente Popular.
Estos pobres niños tendrían necesidad
de asiduas atenciones; de brazos maternos
que se Ies ciñeran al cuello; de verse aca
riciados, arrullados hasta que su párpados
se cerraran para olvidar todas las infamias
que han visto, pero se hace con ellos
todo lo contrario; se les invita a levantar
el puño cerrado, a gritar palabras de odio.
¿E s posible que los hombres puedan co
meter una acción tan perversa ? Y o no re
cuerdo haber visto en mi vida ningún es
pectáculo que me haya dejado más triste
mente impresionado.
¡M am á! ¡M am á!
En la estación de Cerbére, en medio de
la confusión de la fuga, y mientras las
turbas enloquecidas toman por asalto los
vagones del tren, temiendo que no quedara
puesto para todos, uno de los niños se ex
travía y, viéndose solo, va a acurrucarse en ^
un ángulo. Pasa junto a él una muchacha
de la Cruz Roja, se le acerca, le aca
ricia las manitas que los sabañones han
convertido en una pura llaga, y lo toma
en brazos.
Las ropitas sucias y estropajosas del niño
hacen lastimoso contraste con el uniforme
cándido de la enfermera. El pequeño se
deja llevar, y cuando su corazón congelado
siente el dulce calor de aquella ternura
casi materna, se ablanda, llora, y grita con
nostalgia infinita: ¡ M am á! ¡ M am á!
La muchacha vuelve los ojos a otra parte;
se le han llenado de lágrimas. En aquella.8
lágrimas veía yo el anatema indignado de
todas las mujeres, de todas las madres del
mundo contra los bandidos del comunismo
y de las varias internacionales rojas que,
no contentos con perpetrar los más espan
tosos delitos, cometen éste, sin duda el má.s
execrando e imperdonable, de envenenar
las almas inocentes de los niños, dejándolas,
tal vez para siempre, sin Dios, sin Madre
y sin Patria.
77
T
LA O B R A D E D O N B O S C O E N
E S P A Ñ A Y A M E R IC A
Relaciones enviadas al Rector Mayor.
Córdoba. - E xposición catequística.
ARG EN TIN A - Buenos Aires. — La Bea
tificación de Madre Mazzarello cele
brada en la catedral metropolitana.
G r a n d i o s o T e D e ü m . — Coincidiendo con
las ceremonias que se realizaron en la Basílica
de San Pedro, la Obra de Don Bosco hizo ce
lebrar, en la catedral metropolitana, un solemne
Te Detm, con motivo de la elevación a los
altares de Sor María Mazzarello.
Mucho antes de las 10.30, hora anunciada
para la ceremonia, un público inmenso lle
naba el templo, que había sido adornado con
sus mejores galas.
En el coro de los canónigos, se hallaban los
miembros del Cabildo metropolitano, el Nuncio
Apostólico de S. S., Monseñor Dr. José Fietta
y SS. EE. RR. Monseñores Fortunato J. De
voto y Antonio Rocca, obispos auxiliares de la
arquidiócesis. Ocupaban además lugares de
honor, en el presbiterio, el inspector salesiano
Rmo. Padre José Reyneri, con los RR. PP.
de su Consejo Inspectorial, todos los Rdos.
Padres directores de las casas de la Capital y
alrededores, y numerosos salesianos.
Asistían a Su Eminencia los estudiantes de
filosofía de la Casa Salesiana de Bernal y el
pequeño clero del Colegio Pío IX, formado por
más de un centenar de monaguillos.
En el templo, ocuparon lugar preferente el
Ministro de Marina Vice Almirante León
Scasso y su Señora, la Junta Central de Coo
peradoras Salesianas que preside la Sra. Lola
A. de Santamarina, y una selecta representación
de damas y caballeros.
Las Hijas de María Auxiliadora, rodeadas
de numerosas Congregaciones, ocuparon un
lugar junto al presbiterio.
Las alumnas de los Colegios de María Auxi
liadora y alumnos de los Colegios Salesianos
situáronse en las naves laterales de la Catedral.
Alas 10,30,el cardenal Copello hizo su entra
da en el templo, mientras el coro ejecutaba un
motete. Luego de rezar algunas oraciones, re
vistióse con los ornamentos sagrados para cantar
el Te Deum, siendo asistido por el Inspector
de los salesianos y por los canónigos monseño
res Elzaiirdia, Mac Nab y Suárez.
Durante la ceremonia, los coros de las Escolanías Salesianas de Bemal y de Ramos Mejía
tuvieron a su cargo la interpretación de la
parte musical.
El panegírico de la nueva Beata estuvo a
cargo de Monseñor José Borgatti, vicario ge
neral del Obispado de Viedma, quien hizo
una brillante síntesis de la vida de Sor María
Mazzarello, y destacó las gigantescas proyeccio
nes de la obra por ella fundada con el nombre
de Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.
Magníficos fueron los conceptos expuestos por
monseñor Borgatti, en el curso de su brillante
pieza oratoria.
Finalizado el Te Deum, el Cardenal Primado
impartió a los fieles la bendición con S. D. M.,
78
i
y acto seguido, trasladóse al palacio arzobispal,
desde uno de cuyos balcones, en compañía del
Excmo. Sr. ministro de Marina, de Mons. Borgatti, del Rdo. Padre Reyneri y de otros sacer
dotes salesianos, presenció el desfile de cinco
batallones de exploradores y de las niñas de los
colegios de María Auxiliadora.
A RG EN TIN A - Córdoba. — Asam bleas
Catequísticas en el “ Instituto Teológico
Clem ente J. V illada y Cabrera
Las tradicionales Asambleas, que, año tras
año, viene realizando este Instituto Teológico,
revistieron este año una especialísima impor
tancia, pues, por deseo expreso del Rmo. P.
Inspector, el tema que debía desarrollarse era
de sumo interés para los momentos actuales:
«la enseñanza del Santo Catecismo». Los días
fijados eran del i al 4 de Septiembre. La pre
paración para estas jomadas fue intensísima,
y pmeba de ello son las múltiples actividades
llevadas a cabo con ese fin.
C o n c u r s o d e D i .a l o g o s C a t e q u í s t i c o s . —
Hemos de destacar la feliz iniciativa de un
concurso de diálogos de carácter exclusiva
mente catequístico, realizado entre los alumnos
de los Estudiantados Filosóficos y Teológicos
de las naciones hermanas Argentina, Chile
y Umguay. La nutrida participación de 33
concursantes dió motivo a un interesante acopio
de material, y el Jurado, después de un examen
detenido de los trabajos, clasificólos por orden
de mérito. Dos de los diálogos premiados
fueron representados por los alumnos del Co
legio Salesiano San Vicente, de Córdoba.
L a s A s a m b l e a s P u b l i c a s . — Las jomadas
comprendían tres asambleas públicas, en las
que se debía desmenuzar convenientemente el
vasto e importante asunto de la enseñanza ca
tequística. La primera presentó una visión
general y de conjunto sobre la importancia y
necesidad del Santo Catecismo en la hora
presente; destacó la función catequística de la
Iglesia, sus diversas formas y sus colabora
dores.
La segunda trató de la formación del maes
tro de Catecismo, estudiando su misión su
blime y sus cualidades morales, intelectuales
y técnicas.
La tercera, que fué plenaria, abordó el
E X P O SIC IO N C a t e q u í s t i c a . — El acto que
señaló la apertura de las Jomadas fué la so
lemne inauguración de la Exposición Catequís
tica, en uno de los amplios salones del Instituto,
con su anexa sala de proyecciones luminosas y
de films catequísticos.
La Exposición constaba
de ocho secciones artís
tica y científicamente dis
tribuidas: Textos Cate
quísticos, Pedagogía y
Apologética, Historia Sa
grada y Liturgia, Lec
turas, Factores didácti
cos, Ilustraciones, Grá
ficos y Estadísticas, Lec
ciones Modelo, y Diálo
gos Catequísticos. El acto
inaugural estuvo a cargo
del Excmo. Sr. Arzo
bispo de Córdoba, Mon
señor Fermín E. Lafitte,
quien pronunció entu
siastas palabras de felici
tación, presenciando lue
Córdoba. • N uestro Xostituto teológico.
go muy complacido va
rias proyecciones y films
sobre temas catequísticos. Desde ese instante tema, hoy de tanta actualidad, de los cursos
quedó abierta al público la Exposición, que se de religión. Las hermosas y galanas exposicio
\ió visitada por una crecidísima cantidad de nes hechas por los disertantes llevaron a muy
personas, y en especial por numerosos miem prácticas conclusiones, y fueron matizadas por
bros de Comunidades religiosas y catequistas números de declamación y de canto, ejecu
tados con exquisito buen gusto. La presencia
de la Arquidiócesis.
79
T
del Rmo. P. Luís Vaula, Inspector salesiano
del Uruguay y Paraguay, y del Rmo. P. Este
ban Pagliere, representante del Rmo. P. José
Reyneri, valió a los asambleístas un gran caudal
de sugerimientos y observaciones, inspirados en
el más genuino espíritu salesiano. Participa
ron, en estas reuniones, superiores y miembros
de diversas Ordenes religiosas y alumnos del
Seminario Conciliar.
Buenos Aires. • Aspecto de la catedral.
8o
H om enaje de Bue
nos A ires a la B ea
ta M azzarello.
M e n s a j e d e l S a n t o P a d r e . — Una de las
notas que más acrecentaron el entusiasmo
ya reinante fué un cablegrama recibido de la
Ciudad del Vaticano, concebido en estos tér
minos: « Santo Padre benedice opportunissimo
Congresso Catechistico ». Todos los asambleís
tas, puestos en pie, escucharon con respetuoso
y filial recogimiento las palabras que traían la
Bendición del Padre y un grito unánime salió
■ fl
■i .
.i; ,
Viedm a. - E x p lo
radores “ Cardenal
de todos los pechos: «¡Viva el Papa, viva el
Papa de Don Sosco!».
C a gliero ” .
L a s alun m as de las
H ijas de M . A.
L a s f u n c i o n e s r e l i g i o s a s . — Espejo de
piedad y de observancia litúrgica fueron las
funciones religiosas de esos días. A la Misa de
comunidad, que celebraron los Rmos. PP. Vaula
y Pagliere, siguieron las Misas solemnes, en
canto gregoriano. Se ejecutaron las Misas Fons
Bonitatis, Prima in festis duplicibtis y Cum jubilo.
b ^ c/
1
.-7 í l
>•
f
B uenos Aires. - A cadem ia m ú sico-líteraria en honor de la Beata.
8i
Las Misas solemnes fueron oficiadas por los
RR. PP. Teodoro Brinckmann, superior del
Colegio San Alfonso de los PP. Redentoristas;
Alfonso Buteler, rector del Seminario Conciliar
de N. S. de Loreto; y Pedro Pizzolato, superior
del Colegio León X III de loa PP. Mercedarios.
S o l e m n e c l a u s u r a . — El domingo, 4 de
septiembre, último día de las Asambleas, es
taba destinado a honrar a nuestro Santo Padre
Don Bosco, apóstol del Catecismo, en la per
sona de uno de sus hijos más preclaros, uno
de los primeros misioneros llegados a nuestras
playas y veterano en lides catequísticas, el
R. P. Miguel Cavagliá, que festejaba el 50°
aniversario de su Ordenación sacerdotal. Ce
lebró su Misa Jubilar, y se vió rodeado du
rante todo el día por el afecto de sus hermanos
y de todos los que acudieron a festejar a este
denodado Campeón del Santo Catecismo. Para
dar más brillo a las funciones del último día,
la Casa se honró con la presencia del Exemo.
Sr. Obispo de San Luis, Monseñor Tibiletti.
A su cargó estuvo el solemnísimo pontificaren
nuestra Capilla, al que asistieron los filósofos
y teólogos Redentoristas y Mercedarios. Ter
minado el Pontifical, el Sr. Obispo llevó en
procesión, por los pórticos y patios del Insti
tuto, al Santísimo Sacramento, coronándese la
función con el canto del Te Deum y la Bendi
ción con S. D. M.
En tomo de los manteles, preparados con
salesiana fraternidad, sentáronse, en franca
armonía, los estudiantes de Teología de tres
comunidades distintas, con sus respectivos
superiores, presidiendo el P. Cavagliá y Mon
señor Tibiletti. Música y canto alegraron este
ágape de familia, y el Sr. Obispo agradeció
emocionado las muestras de cariño que se le
tributaban, elogió la santa unión de las co
munidades religiosas y glorificó a Don Bosco
que realiza en sus casas prodigios de amor y
de cristiana fraternidad.
La función teatral de la tarde atrajo a nu
merosísimos Cooperadores y a esclarecidos
miembros de la Orden Carmelitana y de la
Compañía de Jesús, unidos a los visitantes
que ya honraban nuestra casa. El acto fué
ofrecido al Padre Camgliá, a quien acompaña
ban el Sr. Obispo y superiores religiosos, sa
liendo todos complacidísimos.
ARG EN TIN A - Vignaud. — El Cincuen
tenario de la fundación de esta Colonia.
Este año, por una feliz coincidencia, nos ha
cabido la suerte de tener que conmemorar
juntos dos cincuentenarios gloriosos; el del
82 --
tránsito al cielo de nuestro Padre Don Bosco
y el de la fundación de esta próspera y flore
ciente Colonia, que, si bien no debe su origen
a los Salesianos, lleva el nombre y es funda
ción de un insigne Cooperador Salesiano, y
debe a los Salesianos una parte preponde
rante de su progreso religioso y social.
Las fiestas celebradas resultaron magnífi
cas, gracias principalmente a la bondad del
Exemo. y Rvmo. Sr. Arzobispo de Córdoba,
que se dignó presidirlas.
La aurora del día 16 fué saludada por rui
dosos disparos de morteretes y alegres repi
ques de campanas, volcándose todo el vecin
dario en el templo parroquia! para asistir al
solemne Pontifical y dar gracias a la bondad di
vina por los innumerables beneficios dispensa
dos a este pueblo, en sus primeros cincuenta
años de vida.
Terminada la ceremonia, formóse, a las puer
tas del templo, una grandiosa manifestación
encabezada por el Sr. Arzobispo, el Senador
Provincial Dr. Gallo y las autoridades polí
ticas del Departamento.
Una vez en la plaza dicha manifestación, des
cubrióse el busto marmóreo de Don Ernesto
Vignaud, en medio de cientos de banderas, y
el Sr. Secretario del Municipio, en representa
ción del pueblo, tomó la palabra, tejiendo un
elocuente elogio del insigne patricio y haciendo
resaltar la fecunda ejemplaridad de su vida.
Acto seguido, las dignísimas autoridades muni
cipales distribuyeron Diplomas de Honor a al
gunas personas particularmente beneméritas
de la Colonia, correspondiendo dos a la Insti
tución Salesiana, cuya obra exquisita de cultura
y de elevación popular fué premiada en las
personas del sacerdote Don José Sottocasa y
del hermano coadjutor don Pedro Tealdi.
Después de este homenaje debía tener lugar
otro parecido, en el templo parroquial, encami
nándose a él la manifestación. Allí descubrióse
también una placa que la gratitud de los Salesianos ha dedicado a sus dos inolvidables Coo
peradores Don Ernesto Vignaud y Doña Ana
P. de Vignaud, siendo ambos sentidamente re
cordados por el orador Rvdo. P. José del Pino.
Durante el almuerzo, que les fué servido a
las autoridades, en el Instituto Salesiano, hiciéronse varios brindis coronados por un
bondadoso elogio que de nuestra Obra
hizo Mons. Lafitte. « Donde está la Obra de
Don Bosco — dijo — en sus dos ramas de Sa
lesianos e Hijas de María Auxiliadora, allí está
el progreso tanto espiritual como material».
Por la tarde, administráronse 323 Confirma
ciones.
CUBA
-
Habana.
—
Los
Caballeros
de Colón visitan nuestras Escuelas.
Los beneméritos Caballeros de Colón han
querido honrar con su presencia la Institución
Benéfica Manuel Inclán, deseosos de conocer
la gran obra saiesiana destinada a dar al
bergue, alimentación y oficio a un crecido
número de niños cubanos pobres. Los egre
gios visitantes fueron recibidos cordialmente
por todos los profesores y alumnos.
Terminada la misa de las 9.30, que los Ca
balleros de Colón y sus familiares oyeron en la
iglesia de María Auxiliadora, el al\imno señor
Federico Cotilla pronunció un bello discurso
de bienvenida, contestándole con fácil pa
labra el doctor Oscar Barceló.
Mientras la Banda cosechaba aplausos muy
merecidos por la bella ejecución de su pro
grama musical, la concurrencia iba recorriendo
los departamentos del gran edificio, y admi
rando las escuelas talleres dotados con las más
modernas maquinarias y útiles de todas clases,
donde numerosos jóvenes reciben gratuitamen
te albergue, pan y una educación cristiana
integral.
Los Caballeros de Colón, al despedirse del
Colegio, manifestáronse complacidísimos de su
visita.
M ÉJICO - Capital.
—
Certamen cate
quístico anual.
Hace ahora un año. Era la fiesta de Cristo
Rey cuando oficialmente, ante nuestros bene
méritos Cooperadores, Patronos del Oratorio
Festivo y admiradores de la Obra de Don
Bosco, resurgía este Oratorio Festivo de Stu
Julia, donde, 42 años antes, había asentado su
trono.
Si no surgió, en la plenitud de su pujanza,
como antaño que contaba con más de mil
niños, surge con su mismo espíritu salesiano de
alegría, piedad y amor a la Virgen de Don
Bosco, con 300 niños y con un Centro social
integrado por más de cien jóvenes.
Las dificultades son crisol que purifica el
ambiente, y hace a las almas fer\'orosamente
piadosas. Poco a poco va extendiendo el Orato
rio su radio de acción. Cuenta ya con el Cuadro
Dramático; con catorce grupos de Catecismo
dominical; con un grupo de Catecismo diario
para niños de Primera Comimión; con Es
cuela de Canto, donde asisten sesenta niños;
con su incipiente banda de música; con la
Compañía del Santísimo Sacramento inte
grada por 48 socios; con el Centro Social Don
Bosco que, como hemos dicho, reúne a más de
100 jóvenes; con la clase de apologética se
c a b a . • E l co legio recibiendo a kM C a b alleros de Colón.
83
■ L
manal para los rriayores; y en fin, con la repar
tición del desayuno a los niños pobres que ca
recen de alimento cotidiano.
Cuando Méjico entero angalanaba su corazón
para festejar a Cristo Rey y Señor de todas las
cosas, los oratorianos le ofrecían, cual home
naje de amor, un Certamen catequístico. Se
senta representantes, divididos en cuatro grupos,
dieron su examen público en el salón de actos
del Oratorio. Presidido por el Señor Director
y demás Superiores, por los invitados de honor
y los familiares de los niños y público en ge
neral, se llevó a efecto con una sencilla fiesta
músico teatral.
El primer grupo había preparado el Credo y
la oración: eran 12 pequeñines de cinco a siete
años. Algunos por su pronunciación infantil
constituyeron la nota alegre y conmovedora
del Certamen. El segundo grupo, presentó los
Mandamientos y Sacramentos. Niños en su
mayoría de 7 a 9 años que aún no han hecho
su primera Comunión. El tercero, el Credo y
la Oración, con explicaciones. El cuarto, todo
el catecismo. Los intermedios fueron ameni
zados con números músico-teatrales por los
mismos niños. Después de reñido combate,
quedaron vencedores nueve oratorianos. Al re
cibir la medalla al mérito, de manos del ju
rado de honor, los concurrentes les vitorearon
entusiásticamente. La mayoría son pobrísimos.
Dos de ellos se ganan el pan vendiendo dia
rios, no obstante su corta edad.
Terminó la fiesta con la zarzuela E l Maestro
Canillas.
C u b a. - L o s C a b alleros de C olón y los alum n os oj-endo la santa m isa.
84
t
M éjico • C a p ita l. - L o s nueve sim páticos oratorianos vencedores d el Certam en catequístico.
Cristo Rey debe haber aceptado este regalo
de sus hijos que, la mañana de su día, lo
recibieron bajo las especies eucarísticas, y por
la tarde, le demostraron su amor al santo Cate
cismo.
PERU - Arequipa. — El 50 aniversario
de la muerte de San Juan Bosco.
En este Colegio Salesiano se ha celebrado con
gran solemnidad el cincuentenario de la muerte
de San Juan Bosco.
El martes, i i de octubre, a las 7 de la tarde,
el Rvdo. P. Ernesto Briata, Superior del Colegio,
entonó el Te Deutji y pronunció apropiada
alocución, dando al fín la bendición con el
Santísimo.
Después, la banda tocó una retreta y hubo
iluminación extraordinaria en la fachada del
local con lanzamiento de globos.
El miércoles, a las 9, cantó la misa so
lemne el Rvdo. P. Estanislao Trovesi, asistido
por seminaristas.
Después del Evangelio, pronunció elocuente
sermón el referido P. Briata, hablando de la
necesidad de ir al pueblo y enseñarle la doc
trina de Cristo. Exaltó la figura de Don Bosco
y la magnífica obra que realizó en bien del
pueblo, obra que continúan con entusiasmo
los Padres Salesianos y las Hijas de María
Auxiliadora
Asistieron el Secretario de la Diócesis, Canó
nigo Don J. Arturo Gutiérrez Bailón, miem
bros de las comunidades religiosas de la Mer
ced y Recoleta, exalumnos salesianos, coopera
dores, socias de la Archicofradía de María Au
xiliadora, los alumnos del Colegio y otras
personas.
Por la tarde, el Canónigo de Merced, señor
José María Chávez Velásquez, bendijo la Im
prenta actuando de padrino el señor Prefecto
del Departamento, coronel don Juan C. Díaz.
Asistieron al acto distinguidas personas de
nuestra sociedad.
El incansable Padre Briata pronunció tam
bién en este acto un elocuente discurso.
Y en seguida se agasajó a los invitados, te
jiendo un entusiasta elogio de los métodos sa
lesianos el Inspector Departamental de Ense
ñanza, doctor Cecilio Garrido.
A las 5 y 30, en el salón de actos, tuvo lu
gar l in a simpática actuación literario-musical.
Todos los números fueron aplaudidos, y el Su
perior de la Compañía de Jesús, R. P. Vic
toriano Puig, hizo tina magnífica conferencia,
sembrada de profundos conceptos.
-
85
frente el edificio, hoy en
ruinas, que fu é propiedad
del hijo de Colón, Diego.
E l proyecto ha sido he
cho por un arquitecto in
glés, Mr. Gleale, vencedor
en un concurso internacio
nal.
En forma de una cruz
enorme, surgirá el gran
dioso mbnumento, comen
zando, casi a nivel de
tierra, levantando su cabe
za a una altura conside
rable y ofreciendo un golpe
de vista maravilloso. En
una parte de él se construi
A requ ipa - Bendición de la Im prenta, apad rin ada por e l Sr. Coronel
rá una capilla en la que
D . Juan C. D ía z, Prefecto del Departam ento,
se colocarán los restos de
Colón. Las demás seccio
nes se dejarán parce museo de objetos religiosos.
Santo D om ingo. — Visita de Mons.
Llamarán particularmente la atención sus efec
Pittini, A rzobispo Salesíano de Santo
tos luminosos. Desde el centro saldrá una pode
D om in go, al Presidente Roosevelt.
rosa luz giratoria que lanzará sus rayos horizonialmente sobre la superficie del mar para guiar
(Traducimos de un diario norteamericano).
a los buques. De los cuatro extremos de la cruz
Washington, 29 de octubre de 1938.
ascenderán vei ticalmente haces de luz, proyectan
Un prelado católico, ágil, aunque ya entrado en do en el espacio una crtiz aérea guante, que
años, pronto y vivo en la conversación, que acaba servirá de guia a los aeroplanos.
de realizar un larguísimo viaje de 18.000 millas
Simbólicamente, el monumento será un signo
en aeroplano, ha pedido una audiencia de diez mi de gratitud de parte de todas las naciones ame
nutos al Presidente Roosevelt, en la Casa Blanca, ricanas a Colón; y, al mismo tiempo, añade el
y se ha entretenindo con él más de media hora.
arzobispo, un símbolo de la Civilización Cristiana
Es el Arzobispo de Santo Domingo, Mons. que une a todas las naciones americanas en un
Ricardo Pittini. E l objeto de la visita es el pro
abrazo de buena vecindad.
yectado monumento a Cristóbal Colón, base de un
sentimiento de unidad y de buena vecindad entre U RU GU AY - Salto.— Iniciativas Salesianas.
las naciones americanas, del cual el Prelado se ha
Copiamos de los diarios locales La Voz del
hecho paladín, y debe elevarse en Santo Do
obrero y El Telégrafo).
mingo.
E l l^esidcnte Roosevelt mostró gran interés
El doloroso aspecto que presenta, en los
por este proyecto aprobado por la Conferencia alreredores de Paysandú, el rancherío de gente
Pan-Americana, en cuya construcción van a coo pobre, a más de ser doloroso por los que allí
perar todas las naciones de las Américas. Afir sufren las consecuencias de la pobreza, es un
mó que no podía haber mejor base de amistad desdoro para una ciudad culta.
Este esptectáculo pesaba dolorosamente en
internacional entre los americanos que la Cruz,
el ánimo bondadoso y paterno de nuestro
de cuyos brazos irradian la justicia y la paz, y
Sr. Obispo Mons. Camacho, y, en una pastoral
e.\presó su deseo de envdar a la construcción, di
de Cuaresma, excitaba a sus Curas Párrocos a
ciendo al Arzobispo: • No quisiera dejar mi man
poner manos en un obra de enorme repercusión
dato presidencial sin haberlo visto concluidos.
social: la Wvíenda propia, sana y económica
Dicho monumento, como es notorio, se levan para el pobre.
El buen Párroco Salesiano de Paysandú
tará en la costa, cerca de la capital Dominicana,
86
-
R. P. Testa, recogió la idea con entusiasmo, la
expuso a los hombres que entonces constituían
las autoridades municipales y a unos cuantos
caballeros más, y todos aunaron sus esfuerzos
para convertir en realidad la benéfica inicia
tiva de construir un Barrio Obrero que bene
ficiara, de modo especial, a los socios del Sindi
cato Cristiano de obreros de Paysandú.
C O L O C A C IO N DE L A PRIM ERA PIEDRA. — La
idea fue bendecida por Dios y, el día i i de
octubre, ante numerosa concurrencia, se efectuó
la colocación de la piedra fundamental del
Barrio Obrero, acto que hizo afluir una nu
merosa concurrencia al predio, de once hectá
reas y media, adquirido para ese fin por la
Comisión Nacional de Viviendas Económicas.
Al soldarse la caja metálica guardada en la
piedra, en cuyo interior se depositaron actas,
monedas, diarios, etc., bendijo el acto Mon
señor Alfredo Viola. Instantes después, ocupó
la tribuna el cura párroco Don Luís Testa,
quien historió a grandes rasgos el proceso de
la iniciativa en favor de la creación de aquel
Barrio.
Monseñor Viola elogió al presbítero Testa
por el tesón con que prosigue la obra, au
gurando que, dentro de poco, aquel desploblado se convertiría en un barrio de sanas y
alegres viviendas, en las que encontrarán
habitación decorosa e higiénica muchas de las
familias de obreros y empleados modestos,
cuyos escasos recursos las obligan a vivir hoy
en condiciones sumamente precarias de aloja
miento.
Felicitó a la progresista ciudad de Paysandú
por ser la primera del interior del país que
contará con su Barrio Obrero, y formuló votos
por que todas las ciudades puedan contar, a
breve plazo, con una mejora análoga.
Monseñor Viola fue muy aplaudido.
Boletín Salesiano
Seguidamente, el señor Juan Hiriart dió
lectura al acta de fundación del Barrio Obrero,
una de cuyas copias, firmada por las autori
dades locales y varios concurrentes, había sido
guardada en la piedra fundamental, que instan
tes después, entre los aplausos del público,
era descendida al foso que se le había desti
nado.
Clausurando la importante ceremonia, que
abre para Paysandú la perspectiva de uno de
sus progresos más eficaces, ocupó la tribuna el
Intendente Municipal, señor Inocencio D. Siri,
pronunciando un discurso elocuentísimo ^uc
fué unánimemente elogiado.
C Ó M O SERÁ EL B a r r i o O b r e r o . — Si cabe la
definición, será un pequeño pueblo compuesto
de casas modernas e higiénicas, con escuela,
plazas de recreo, almacenes de ramos gene
rales, carnicerías y demás negocios necesarios
a la vida de esa pequeña población.
Su distribución edilicia no será a base de
las consabidas manzanas cuadradas, sino que
tendrá caprichosas formas de canteros de jar
dín. Las casas tendrán tres categorías y su
número será de loo.
Como futuros ocupantes han sido ya inscri
tas cien familias seleccionadas por su ejemplaridad de vida.
Estas familias entrarán a ocupar las viviendas
como simples inquilinos, durante los dos pri
meros años, pagando por concepto de al
quileres las sumas de 2, 4 y 6 pesos, según
sus posibilidades.
Pasados estos años, si han demostrado que
supieron ser buenos inquilinos, comenzarán
a entrar en la categoría de compradores, y,
en el término de 10 años, serán dueños de sus
respectivas casas, comenzando a pagar aproxi
madamente 5, 10 y 15 pesos por mes, de
acuerdo con las categorías de las viviendas.
se envía
a
cuantos desean ieerlo.
basía expresarlo y remitir, con toda claridad, las
^senas personales a: Recíor Mayor de la Pía So
ciedad ^lesian a - Coffolengo 32, Turín (líalia).
87
DE
N U E S T R A S
ECUADOR - Misión de Méndez.
Excursión apostólica al río Yapi.
Amadísimo Padre:
Aquí le recordamos siempre con afecto filial
y constituye para nosotros una gran satisfac
ción darle a menudo noticias de nuestros Jíbaros.
Hey, tengo que referirle una excursión hecha
recientemente a orillas del Yapi, anticipándole
que aqní los matrimonios cristianos, los bau
tismos y primeras comuniones van continua
mente en aumento.
La vuelta a esta Misión de Don Telesforo
Corbellini, verdadero Padre de los Jíbaros,
que lo aman entrañablemente, ha sido para
nosotros una bendición porque ha venido a
vigorizar la vida de esta Casa, permitiéndonos
aumentar el número de nuestros internos.
Gracias a este refuerzo, hemos podido reanudar
nuestras excursiones apostólicas que desde
hace algún tiempo no hacíamos. Esta que
ahora hemos llevado a cabo tenía por objeto
la visita de la región del Yapi donde radican
numerosas tribus. El misionero había ya re
corrido anteriormente esta región, pero oficial
mente, por así decirlo, en compañía de auto
ridades civiles y militares y de una brigada
de trabajadores blancos, contratados para abrir
nuevos caminos en la selva, y no era aquélla
buena oportunidad para acercarse al indio y
ganarse su confianza, tanto más cuanto que
éste huye de las autoridades y menosprecia
a los trabajadores.
Esta vez, la excursión ha tenido carácter ex
clusivamente misionero, haciéndome acom
pañar de tres muchachos jíbaros ex alumnos
nuestros elegidos entre los más robustos, por
que en el largo y difícil viaje tenía que llevar
cada uno no menos de 30 kilos de peso. Pro
curamos además que fueran cristianos ejem
plares, y lo son de verdad, sumisos, piadosos
y sin respeto humano; Henos de delic-adcza
y afecto para el misionero y siempre dispuestos
a ayudarlo y defenderlo, si es preciso, en la
dura pero divina tarea de catequizar a sus
connacionales.
En marcha.
Hechos los preparati\-os del caso, sólo los
más imprescindibles, j-a que las dificultades
del transporte obligan a medir bien las nece88 —
M ISIO N E S
sidades, el día 12 de enero nos pusimos en
camino hacia oriente bajo la protección de
nuestra buena Madre María Auxiliadora.
El viaje de ida no estuvo exento de peligros
y dificultades. Apenas llegados a Chinimbi,
pequeña sucursal de Méndez, sobre el río
Upano, vinieron a decimos que éste no po
dríamos vadearlo porque los indios de la orilla
opuesta habían retirado las balsas, por temor
a los soldados que obligan a los indios a llevar
su impedimenta. Para dicha nuestra, un jibarito de aquellos lugares, Santiago, deseoso de
ofrecer al Padre s\is buenos servicios, nos
acompañó río abajo hasta un lugar donde él
sabía se hallaba escondida una de aquellas
balsas, en la cual, en efecto, atraversamos la
corriente sin dificultad alguna. AI otro lado
del río nos esperaba la cordillera del Cutucú,
que tiene cotas de 2000 metros, empleando
varios días en superarla, bajo una llovizna fría
y continua que hizo fatigoso en extremo nuestro
viaje, amén de los frecuentes y poco agradables
encuentros de serpientes venenosas, aquí abun
dantísimas y que, por ser pequeñas, ofrecen
mayores peligros; si no dieron al traste con
nuestra excursión es porque la Virgen Santí
sima protege a sus misioneros.
Después de horas y días de camino, subiendo
y bajando empinados y difíciles vericuetos,
al caer de la tarde nos arreglamos un pequeño
refugio con hojas de palma para pasar en él la
noche. Hecha una frugalísima cena, y rezadas
nuestras oraciones acostumbradas, nos tendimos
sobre la húmeda tierra sirviéndonos de colchón
la hojarasca que chorreaba agua.
En la choza de Cañeras.
Otros cinco días de continuo trajinar, y llega
mos a la choza de Cañeras, jefe de tribu, que
me reconoció en el acto por haberme visto en
viajes anteriores, y nos acogió con mucha ale
gría. Ofreció chicha a mis indiccitos, como es
costumbre entre ellos, e inició la convertación
oficial^ llevando la voz gantaTiíc ei mayor de
mis jíbaros, quien explicó el motivo del viajé
del Padre y ponderó las dificultades y peligros
a que voluntariamente se sujetaba por amqr
a los Indios del Yapi, a fin de^visi^los^, íwcerles
regalos y traer medicinas para sus enfermos.
Terminada la información, el jefe de la tribu
quedaba ganado a nuestra causa, ofreciéndose
a acompañamos él mismo, a visitar las chozas
y a damos alojamiento en la suya. El día se
dedicó al descanso, del que teníamos gran ne
cesidad, aprovechándolo para curamos las he
ridas y rasguños hechos al atravesar la maleza.
Apenas hubo anochecido, llamamos a todos
los indios de la tribu y, reunidos en la choza
del jefe que se hallaba situada en lugar cén
trico, les hice mi primera catcquesis y les
despedí, prometiéndoles que, si me prometían
estar en silencio, celebraría todos los días la
santa Misa delante de ellos. Todos lo pro
metieron.
La Misa en la floresta.
Aún no había despuntado la aurora del día
siguiente, y ya la voz grave y abaritonada de
Cañeras repercutía en la floresta gritando
o Schindiartárum schindiartárum ¡despertad,
despertad! el Padre va a decir Misa, pero ¡ay
del que no haga silencio! En un santiamén
todos los indios dejaron el lecho y corrieron
a hacer la «toilette », que consiste en lavarse
la boca, pero no la cara, y escupir luego el
agua en las manos enjugándolas con el cabello.
Después de esa original limpieza, corrieron
todos a-agmparse alrededor del altar para asistir
a la novedad de la Misa. Al comenzar ésta,
todos los ojos se clavaron en mis tres jibaritos
que, arrodillados en tierra y con recogimiento
devoto, oían y ayudaban el Santo Sacrificio. Algünos niñitos de la tribu, llevados por el mime
tismo proprio de su edad, postráronse junto a
ellos. Hay que decir en honor suyo que el si
lencio fué perfecto, que ninguno chistó; sólo,al
dar la comunión a mis muchachos, una mujer,
no pudiendo refrenar la curiosidad, exclamó:
¿ Uarimbiéit ? ¿ qué es lo que les ha dado ?,
pero aún no había temiinado de formular la
pregunta cuando resonó el grito imperativo
de jsHencio! lanzado por la voz autoritaria de
Cañeras. Terminada la Misa, rompióse la con
signa y todos comenzaron a gritar preguntando
el porqué de aquellas ceremonias. Uno de mis
jibaritos puso cátedra, en seguida, y les explicó
la Misa, la Comunión, la Oración; fué aquélla
una útil y oportuna lección de catecismo.
Visitando las jibarías.
Al día siguiente, nos dirigimos al río Vambiza precedidos por Cañeras, nuestro incompa
rable guía. Con gran solicitud iba él abrién
dome paso a través de los matorrales, y sacu
diendo una rama, a derecha e izquierda del
camino, para hacer caer las gotas de rocío y
evitar que yo me mojara. Si había que pasar
algún pantano algo profundo me cargaba sobre
sus hombros, si se nos atraversaba un torrente
impetuoso me ofrecía el apoyo de su brazo
fuerte y seguro; apenas veía algún fruto en
los árboles de la floresta, corría a sacudirlo y
gozoso me lo ofrecía; llegados a una casa jí
bara, su primer cuidado era bu.scar un asiento
para que el Padre pudiera descansar. [Extrañas
e incomprensibles atenciones en un pobre sal
vaje joh, inefable Cañeras cuánto bien nos
ha permitido hacer tu preciosa amistad!
En las jibarías todos los indios nos esperaban,
previamente avisados por él, agasajándonos
con gran alegría y entreteniéndose gustosos
en tomo del Padre, cuyas palabras de vida oían
con mucha atención. Mostrábanse locos de
contento cuando yo les regalaba un espejito
a algún alfiler. Aquella visita me suministró
abundancia de datos para la estadística de la
tribu, habiendo podido comprobar, entre otras
cosas, que en las 22 chozas visitadas, viven, en
conjunto, unos 181 indios; que, de 34 parejas
unidas en matrimonio, sólo 4 habían antes
practicado la poligamia, y que, de 87 defun
ciones registradas, únicamente 3 habían muerto
asesinados, lo cual debe reputarse aquí como
un progreso apreciable.
Terminada la visita de una choza, todos sus
moradores la dejaban para ir tras de nosotros,
de suerte que cuando llegamos a la última era
un verdadero ejército el que nos seguía. Al
llegar a la choza de Yacuma, éste nos enteró
de que días antes había estado allí un ministro
protestante que quiso tal vez precedemos con
sus propagandas. Refería el buen jíbaro que
todos se burlaban de él diciendo que no que
rían oírle porque no era Padre, puesto que
tenía mujer y no llevaba sotana, y que el pobre
tuvo que marcharse con la música a otra parte.
Los salvajes, a pesar de su atraso mental, co
nocen instintivamente dónde está la verdad.
1
1
£1
La fuente que lo alimenta nace de unas colinitas próximas que van degradando suavemente
hacia la orilla. He aquí, lector, el embmjado
feudo del monstmo; yo pienso que éste será
con el tiempo un lugar ideal para una nueva
misión, pues se trata de un campo céntrico,
extraordinariamente fértil y salubre.
Mientras trataba de fijar en mi máquina
fotográfica las bellezas naturales de aquel lago.
Cañeras me observaba en silencio, nervioso y
preocupado, figurándose el pobre que a tra
vés de la lente trataba yo de identificar la
horrible carátula de Pangui. ,1lo has visto ?
— me dijo en voz queda — ¡Quiá, hom
bre! ven, acércate; a ver si tú lo descubres,
y el indio, con dos ojos tamaños, se pega al
vidrio esmerilado en que se reflejan las pro
fundas aguas del lago con todo su verde marco
de palmeras, mueve la máquina a derecha e
izquierda, mira y remira, y de nuevo queda
en silencio. ¡Qué! ¿no has visto a Pangui?
— No, respondió. — ¿ Ves como yo tenía razón
cuando dije que son ilusiones vuestras y que
os asustáis de nada ? pero él no acababa de
convencerse, y llamando a sus compañeros, que
esperaban a respetable distancia el resultado
de aquellas manipulaciones, les hace mirar,
uno a uno, en el objetivo y termina sentencioso:
«el Padre no ha visto nada, yo no he visto
nada, vosotros no habéis visto nada, luego
Pangui no está aquí. Ante el veredicto del jefe
todos se tranquilizaron, y volvimos a emprender
nuestro camino en demanda de otras chozas.
Cuando ya el sol trasponía el horizonte, regre
sábamos de nuevo a la de Cañeras.
lago del terrible Pangui.
Hacia el alto Yapí.
Dijéronme que, no lejos de la casa de Yacuma,
liabía un lago donde moraba una especie de
dragón mitológico llamado Pangui. Natural
mente que ninguno de ellos había visto al
monstruo, pero es lo cierto que aquel paraje
lea infunde verdadero terror, porque quiere
una tradición antiquísima que las fauces trai
doras de Pangui atrapan infaliblemente a todos
los que se aventuran a merodear por aquellos
lugares. Les manifesté mi deseo de verlo, y me
acompañaron. No tardamos en divisar sus orillas
y, advirtiendo que sobre ellas volaba una esplén
dida garza, les dije que le tirasen, mas ninguno se
atrevió, por miedo de que Pangui se enfureciera.
El lago es sencillamente precioso, de una trans
parencia absoluta, especular; tiene más de un
kilómetro de diámetro y miles de palmeras
reales se miran en sus aguas en las que pululan
una gran ^’ariedad de peces y algunas nutrias.
90
Al siguiente día, visitamos las jibarías del
alto Yapi; por cierto que, al ponemos en ca
mino, un fuerte aguacero por poco nos hizo
desistir del viaje. Cañeras se opuso terminan
temente a que lo aplazáramos, objetando que
los indios nos esperaban y que estaban ya
pescando para ofrecer al Padre sus regalos.
Yendo por aquellos vericuetos, una gran ser
piente saltó, a medio metro de mis pies, e instin
tivamente di un salto, pero Cañeras me tranqui
lizó diciendo «No temas Padre; es inofensiva.
¿ Cómo lo sabes, si no la has visto ? — Porque
la serpiente que huye no tiene veneno. Si ésta
lo hubiera tenido se habría estado quieta para
clavarte sus dientes afilados. No me conven
ció, pero el momento era poco a propósito
para discutir y seguimos adelante. Al j>oco rato,
vi que cogía una hoja de cierta liana o enre-
dadera que abunda en estos bosques. ¿ Qué
traes ? — Fíjate en esta hoja. — Lo hice y
observé con sorpresa que en ella estaban como
reproducidos de singular manera los contornos
y colores del macáufi, reptil el más ponzoñoso
de estos contornos. Para nosotros, añadió, este
es un poderoso contraveneno para toda clase
de mordeduras.
No pude menos de admirar la bondad y
sabiduría divinas que, aun a estos pobres salva
jes, ofrece remedios fáciles y seguiros para sus
mil enfermedades y peligros.
Huelga decir que en todas partes fuimos reci
bidos con las mayores atenciones, y, antes de
que anocheciera, estábamos ya en la choza del
jefe que hallamos llena de jíbaros; iban a
devolvernos la visita que les habíamos hecho
el día anterior, y yo aproveché aquella buena
ocasión para hacerles un poco más de catequesis. Esto se répitió todos los días; durante
mis instrucciones se les oía a veces prorrum
pir en gritos que revelaban cómo la palabra
de Dios iba calando en sus corazones sen
cillos; cuando les hablaba, por ej. del infierno,
Cañeras, medio tembloroso, dió un profundo
suspiro y exclamó: «¡Munatzumenéiti! ¡esto
es horrible! En otra ocasión, díjome sin po
derse contener: « Padre, si tú te quedaras con
nosotros también yo me haría bueno»; una
noche, terminado el catecismo, algunos indios
forasteros permitiéronse unas frases algo libres,
y él al instante les llamó al orden recordándo
les las enseñanzas del misionero.
Los días siguientes los empleé en visitar el
bajo Yapi, encontrando en todas las jibarías la
más cariñosa acogida. Fué precisamente al
volver de aquel viaje cuando descubrí algunas
fuentes de aguas minerales que, por sus in
tensas emanaciones, notadas a larga distancia,
revelan la existencia, en el subsuelo, de sulfato
de cobre, y acaso de otros metales. Llené una
botella y la envié a un laboratorio de Quito
para su examen. ¡Cuántas riquezas habrá
escondidas en estas florestas vírgenes!
Uno de aquellos días, llegó a casa una familia
jíbara con una niña gravemente enferma, pi
diéndome medicinas y el santo bautismo.
—
qué quieres que la bautice? — por
que se muere, dijo la madre, y no queremos
que vaya a sufrir.
La pesca de despedida.
Cuando ya era inminente nuestra partida,
organizaron una gran pesca en el río Yapi,
para que el Padre marchara bien previsto de
pescados desecados al fuego, y me invitaron a
que les acompañara.
AI amanecer, estábamos en el río, donde
habría como un centenar de indios, ocupa
dos, unos en hacer cestas, y otros en ma
chacar raíces de barbasco, planta que ellos
cultivan en sus huertos para emplearla en estos
menesteres, porque sus raíces contienen un nar
cótico tan poderoso que, aun diluido en grandes
cantidades de agua, deja a los peces como borra
chos.
Cuando ya toda está preparado, el jefe da las
órdenes oportunas, y en seguida, mientras unos
cargan las cestas con las raíces para llevarlas a
la orilla, otros se distribuyen en pequeños
grupos, a lo largo de la corriente, y a distancias
de doscientos metros. Más abajo, a unos tres
kilómetros, el río ha sido atraversado, en toda
su anchura, por treinta « barbacoas » en las que
han de quedar aprisionados los peces que logra
ran escapar a la vigilancia de los grupos. (La
barbacoa es una especie de cesta con paredes
laterales alargadas, tejida con cañas o juncos, y
sujeta con palos en el álveo de alguna pequeña
cascada).
Suena en seguida un cuerno, que es la señal
del jefe, y comienza la pesca. Sumergen los
jíbaros las raíces en el agua, y al poco rato vense
flotar sobre la sup>erfic¡e multitud de peces
que, perdido el dominio de sus movimientos,
se agitan comnilsos. La corriente los lleva río
abajo y, apenas llegan al nivel de los varios
grupos de indios que están al acecho, estos, en
medio de una gran algazara, se tiran al agua
para cogerlos y con palos y largos cuchillos
persiguen a los más rebeldes. Bastaron pocas
horas para que la pesca terminara con un éxito
maravilloso, pues no bajarían de mil kilos los
peces que yo vi tendidos en la playa, siendo
casi todos de carnes suculentas, y muchos de
tamaño respetable. Era conmovedora la porfía
con que todos aquellos indios corrían al Pa
dre a ofrecerle las mejores piezas.
Una flor de la selva.
En medio de aquella tribu pasé diez días
cabales, y al fin llegó la hora de regresara Mén
dez. La v^jera de nuestro viaje, la casa de Ca
ñeras era un hervidero de criaturas, y aún recuer
do con emoción sus lamentos y expresiones:
Padre ¿ por qué te vas tan pronto ? Quédate
algún día más con nosotros. No tardarás en
volver ; verdad ?, te daremos a nuestros niños
para que los instruyas y hagas buenos; te prepa
raremos casa y huertos. Vuelve, Padre, vuelve..
9*
Mientras todos expresan, de un modo o de
otro, la pena que les causaba mi partida, un
jibarito de diez años se acerca y me dice:
Padre ¿ cuándo irás a Méndez ? — Mañana, rico
— Pues yo quiero ir contigo — ¿De veras?
¿ Quien te lo ha dicho ? — Me lo ha dicho el
corazón — Pero es necesario que tus padres te
den permiso — Helos aquí, y me los presenta.
Es María Auxiliadora, pensaba yo, la que nos
envía esta bella flor de la selva, para premiar el
afecto filial con que estas pobres gentes corres
ponden a los desvelos del misionero. Este
niño, cuando sea cristiano, podrá ser el granito
de mostaza que, convertido en árbol, atraiga
debajo de sus ramas e toda la tribu... El buen
jibarito, aquella humilde flor de la selva, hállase
hoy en nuestra Misión alegre como unas pas
cuas, y pronto. Dios mediante, recibirá el santo
bautismo.
El regreso y la fiebre.
Pasada apenas una jomada de nuestro viaje
de regreso, que hicimos bajo una lluvia persis
tente y fría, que calaba los huesos, cuando nos
hallábamos aún a 25 kilóm. de Chinlmbi y a 50
de Méndez, me atacó la flebre, perdí el apetito,
sentí que me flaqueaban las piernas, y un dolor
continuo y punzante me taladraba las sienes.
¿ Qué hacer ? En medio del bosque no podíamos
quedarnos... me encomendé a nuestra Madre
Auxiliadora, recogí las pocas fuerzas que me
quedaban y, dispuesto a todo, hasta a hacer,
si era preciso, el sacrificio de mi vida, seguí
montaña arriba, tropezando y cayendo, hasta
alcanzar la cumbre; allí hallamos por suerte un
pequeño refugio hecho de hojas de palma y
nos quedamos a pasar la noche. ¡No hubiera
podido dar un paso másl la fiebre había su
bido a 40°. Mis buenos indiecitos estaban
desconsolados y no sabían qué hacer para ali
viarme; me prodigaron las más delicadas aten
ciones, encendieron fuego, me prepararon una
bebida caliente, me echaron encima sus abrigos.
'Prastomado yo por la violencia de la fiebre
apenas si me daba cuenta de lo que hacían. Pasé
la noche muy mal, pero Dios quiso que, al ama
Sres Cooperadores,
necer, la temperatura remitiera un poco, y,
considerando que el camino que aún quedaba
iba todo cuesta abajo, me animé a continuar, y
a las dos de la tarde y, a fuerza de mil fatigas,
llegamos a Chinimbi. Avisados en seguida los
hermanos de Méndez, acudieron y me llevaron
al médico de la Guarnición quien, durante cinco
días consecutivos, apenas se apartó un momento
de mi cabecera, prodigándome todo género de
cuidados. Gracias a María Auxiliadora y a él,
no menos que a las cariñosas atenciones de mis
hermanos, a los 14 días pude volver a Méndez
para convalecer de mi enfermedad.
Padre amadísimo: han pasado dos meses, y
me encuentro de nuevo en la plenitud de mis
fuerzas, dispuesto a emprender otras excur
siones para bien de las almas, pero el enemigo
ronda nuestra Misión y no quiere dejamos en
paz; ahora, con el traslado a Macas del P. Simonetti, volvemos a quedar os sacerdotes so
los, y en estas condiciones es imposible pensar
en recorrer las jibarías; es una verdadera lás
tima, porque la necesidad que tienen estos
indios de ponerse a menudo en contecto con
el misionero es enorme. Aun renunciando de
momento a estas excursiones largas, convendría,
cuando menos, visitar a las muchas familias
cristianas que viven dispersas en la floresta, a
fin de evitar que su roce continúo con infieles y
paganos malogre el fmto de tantos años de
apostolado.
Además de esto, nuestra esperanza está en la
juventud, y de las jibarías traeríamos muchos
niños, especialmente huérfanos, que una vez
bautizados y educados, serían excelentes cate
quistas y nos ayudarían de modo eficacísimo.
Podríamos también combatir el paludismo que
es el azote de estos lugares y produce mu
chas víctimas.
Quiera el cielo venir pronto en nuestro auxi
lio. Bendiga, amadísimo Padre, la buena vo
luntad de estos sus hijos y en especial del que
se reitera de Vd. aífmo en J. C.
4
Ju a n
C h in a s s i,
S. S.
Méndez, abril de 1938.
consultad el T E S O R O E S P I R I T U A L .
Propagad la OBRA PÍA DEL SG D O CORAZÓN.
Véase la cubierta de nuestro "B o le tín ” .
92
Crónica de Gracias
conseguidas p o r m ediación d e M.aría A u xi
liadora, d e San Juan B o sco y d e nuestros
S ierv o s d e D io s.
A R G E N T IN A - Buenos Aires, noviembre de 1938.
— Con el corazón lleno de alegría doy gracias a San
Juan Bosco y al V. Domingo Savio por el feliz
éxito que, mediante su intercesión, alcancé en mis
exámenes, y les pido que siempre me socorran en
mis necesidades.
G. £.
A R G E N T IN A - Chubut, diciembre de 1938. —
Hallándose en estado gravísimo de salud el padre de
una persona que me es muy querida, recé una no
vena a María Auxiliadora y al milagroso San Juan
Bosco, y al terminarla, el enfermo experimentó una
reacción que asombró al médico de cabecera.
Hoy, con gran alegría, le doy mis más rendidas
gracias, y ruego al Boletín Salesiano se digne publicar
este favor tal como yo lo había prometido.
M arcela C. A usseil.
C O LO M B IA - Ibagué, enero de 1939. — Mi hijo
Francisco Hernando sufrió una estenosis pilórica
congénita, a los 15 días de nacido. Visto por va
rios médicos, lo desahuciaron, pronosticando una
muerte lenta por deshidratación. Llevado a una
clínica, y después de varias radioscopias, se comprobó
la gravedad, y los médicos de la Institución opinaron
lo mismo que los primeros facultativos. Quizá una
operación podía salvarlo, pero dudaron de sus resul
tados y resolvieron no realizarla porque su edad y
debilidad tal vez no se la permitían. El niño siguió
mal, su estado se agravaba, pero recordé a San
Juan Bosco, fuí con mi esposa a su santuario e im
ploramos su protección. ¡Oh milagro!, el niño em
pezó a reaccionar. Cada día mejoraba y hoy está
perfectamente bien, ante el asombro de los médicos.
No a otra cosa sino a un gran milagro puede atri
buirse esta asombrosa curación, por la que damos
gracias a San Juan Bosco y no cesamos de ponderar
su poder ante Dios. A los Salesianos de esta ciudad
hemos llevado ya varias limosnas y continuaremos
protegiendo sus obras.
Jorge V ictoria M artínez.
CU BA - Guanabacoa. — Cuatro años tenía apenas
mi única hijita y ya estaba destinada a quedar ciega
por toda la rida. Los médicos así lo habían añrmado
después de no pocas visitas y curaciones estériles.
Pedí a Dios que se la lle\'ara; pero habiendo oído
hablar de los milagros que otorga S. Juan Bosco,
la tomé y la llevé delante de su altar. Relaté a uno
de los Padres mi angustia; me consoló, me dió una
medallita y me aconsejó que comenzara una novena.
No la había terminado cuando mi pobre angelito
mejoró sobremanera y hoy... ¡gracias a tí, San Juan
Bosco!... hoy sus ojitos brillan, sonríen y están del
todo sanos.
A mada T elleria de S uarez.
CUBA - Habana. — Mi pobre padre se hallaba
enfermo, yo sin ocupación: el hogar sufriendo lus
angustias de una situación económica en extremo
aflictiva. Llena de confianza en S. Juan Bosco, le
pedí auxilio, y bu.squé una ocupación; hallóla, si
bien no cual yo la anhelaba. Seguí rezando con mayor
fe y, a pe.sar de las dificultades que debían vencerse
para lograr el empleo que deseaba, hoy lo tengo al
canzado. Sean dadas gracias a S. Juan Hosco: ahora
en el hogar reina cierto bienestar y la alegría.
C armen F ernandez D íaz.
CU BA - Habana. — Debía mudarme de casa a
causa de mi situación económica angustiosísima.
Hacía un mes que estaba buscando otra más mo
desta dentro de mis escasos recursos. ¡Trabajo inú
til! los alquileres, aun para las casitas muy modestas,
estaban muy subidos. Comencé un triduo a S. Juan
Bosco, pidiéndole resolriera esta situación. Al ter
minarlo, hallé lo que durante un mes de búsquedas
activas no me fuera dado conseguir. ¡ Gracias, Don
Bosco!
E lena G uilló.
C U BA - Cárdenas. — Hacía siete años que sufría
de ataques muy molestos de asma. De nada sirvieron
los muchos tratamientos dentiñeos a los que me
sometí, y tampoco los. caseros. Afortunadamente
cayó en mis manos el libríto de los Nueve martes, y
tuve la inspíradón de recurrir a S. Juan Bosco.
93
Hace hoy un año de esto y... durante este tiempo no
he vuelto a sufrir dicha molestia. De mi curación
acan dadas gracias a S. Juan Bosco.
A ntonio de la A rciva L ecour.
M EJICO - Capital, agosto de 1938. — Doy gra
cias a María Auxiliadora y a San Juan Bosco por
haberme concedido el alivio de una enfermedad sin
necesidad de operación quirúrgica.
Agradecido cumplo con el deber de hacer pública
mi gratitud.
S alvador M eza.
Cooperador Salesiano.
MEJICO - Capital, agosto de 1938. — Doy gra
cias a María Auxiliadora y a San Juan Bosco,
porque teniendo un hijo en grave peligro para su
alma, por razón del trabajo en que estaba empleado,
veía yo con grande pena que poco a poco iba apar
tándose de sus principios religiosos y de las ense
ñanzas recibidas en el Colegio salesiano del que fué
alumno. Habiéndome encomendado a esos celes
tiales protectores míos, he obtenido que encuentre
otra ocupación, por lo cual, llena de agradecimiento,
publico la gracia, como lo había prometido, y doy
una limosna.
N. M. DE N.
M EJICO - Aguascalientes, noviembre de 1938. —
Habiendo enfermado de suma gravedad la esposa
de mi hermano, hasta el extremo que hubo que admi
nistrarle los auxilios de los agonizantes, como varios
médicos la atendieran sin resultado satisfactorio,
atribuyo su alivio a la paternal y potente intercesión
de San Juan Bosco, cuya asistencia acostumbro in
vocar diariamente con todos mis familiares. Hoy
cumplo la promesa de hacer pública nuestra gratitud
y dar una modesta limosna para las Obras del que
rido Santo.
F lorencio A rtbaga.
MEJICO - Gtiadoltipe Hidalgo, agosto de 1938. —
Habiendo perdido unos papeles de mucha impor
tancia, recurrí a la intercesión del glorioso San Juan
Bosco, y precisamente, en la fecha en que la Iglesia
celebra su fiesta, obtuve el beneficio de encontrarlos.
Publico agradecida tan gran milagro.
G uadalupe R uiz.
M EJICO • {yalitco) San Martin de Bolaños, mayo
de 193S. — Da gracias a María Auxiliadora y a San
Juan Busco por haber obtenido, por su intercesión,
la conN'ersíón y enmienda de su esposo, que desde
hacía tiempo y con tanto fervor había pedido, ofre
ciendo publicar el favor en el Boletín Salesiano.
PAN AM A - Capital, julio de 1938. — U n so
brino mío se encontraba enfermo de gravedad. T e
merosa de_su vida, lo encomendé al glorioso Tauma
turgo Don Bosco, comenzando una novena con la
promesa de una limosna y de hacer pública la gracia.
Como se lo pedí, así se concedió, y con el corazón
lleno de la más viva gratitud cumplo lo prometido
para gloria de Dios y de mi Santo Protector.
Una devota.
Por intercesión de nuestros Siervos de
Dios.
MEJICO - Capital, octubre de 1938. — Doy
gracias al Siervo de Dios Don Miguel Rúa por ha
berme concedido un empleo bastante difícil en forma
verdaderamente providencial, pues sin hacer nin
guna gestión y cuando se me dijo que lo único que
necesitaba hacer para arreglarlo era tocar el recurso
de una persona conocida mía, no quise hacerlo,
dejándolo todo en manos de Dios para que fuera
visible su beneficio. Agradecida, publico la gracia y
mando una limosna para la causa de su beatificación,
como lo ofrecí.
R emedios D omínguez A.
Dan también gracias a María Auxiliadora
y a San Juan Bosco por favores recibidos:
C uba - El Cobre. — Sr. González V. de Lence.
E stados U nidos (California) - Los Angeles. —
Paulina Bemúdez.
Estados U nidos (California) - Pitísburg. — Con
cepción de Agredano.
Estados U nidos (Florida) - Tampa. — Matilde
Nales.
G uatemala (Alta Verapaz) - Cobdn. — Concha
de Ponce - José Caal.
G uatemala - Capital. — Ana V. vda. de Meneos.
M éjico (Baja California) - Mexicali. — Cleofás
Contreras.
M aría J. V.
M EJICO - Querétaro, agosto de 1938. — EnWo
una pequeña limosna a San Juan Bosco, para su
altar y sus Misiones, porque obtuve por su inter
cesión la salud, después de tres meses de no obtener
consuelo, y sin esperanza en lo humano, pues cada
día me ponía peor, a pesar de las medicinas.
M aría T . de H errera.
94
M éjico (Chihuahua) - Palomas. — Juan Montoya.
M éjico (Jalisco) - Huejúcar. — Francisca Bañuelos - María de Jesús de S. de Guijarro - Luisa
de S. de Santacruz - Paula Vela vda. de Guijarro Leonor de Santiago - Lidia Pérez - Sofía Cuevas María Inés P. Vda. de Durán - María de Jesús de
S. de Santacruz.
L a Sra. Condesa, cu y a m uerte lloram os, aparece a q u í sentada con dos nietecitos sobre las rod illas.
NECROLOGIAS
S A L E SJA N O S D IFU N TO S:
Lorenzo Conti, sacerdote — de Camerana (Italia)
t en Niza (Francia) el 18 de octubre de 1938 a la
edad de 84 años.
Celestino Catena, coadjutor — de Amatrice (Italia)
t en Roma el 9 de noviembre de 1938 a la edad de
71 años.
Cayetano Falconi, sacerdote — de Cava dei Tirreni (Italia) f en San Pablo (Brasil) el 29 de octubre
de 1938 a la edad de 62 años.
Tomas Kopa, sacerdote — de Tarchaly (Polonia)
t en Ostrezeszow (id.) el 11 de octubre de 1938 a
la edad de 60 años.
Fausto Berti, coadjutor — de Mondaino (Italia)
t en Roma el 17 de noviembre a la edad de 51 años.
Oscar Conti, coadjutor — de Livomo (Italia) f en
Callao (Perú) el 30 de setiembre de 1938 a la edad
de 60 años.
Guillermo Buisman, diácono — de Amsterdam
(Holanda) f en Córdoba (Argentina) el 5 de octubre
de 1938 a la edad de 36 años.
Dante Saragom, clérigo — de Selvapiana (Italia)
t en Strada (id.) el 18 de noviembre de 1938 a la
edad de 20 años.
Adolfo José Ksciatkmcski, clérigo — de Kiszyniew
(Rumania) f en Varsovia (Polonia) el 12 de octubre
de 1938 a la edad de 23 años.
Ha muerto en Sevilla (España), atropellada en
la calle per un vehículo.
£1 Señor, que nos prodigó, a lo largo de esta jor
nada gloriosa de reconquista, sus predileccióncs más
tiernas, nos ha probado arrebatando a nuestro afecto
a esta eximia cooperadora del Colegio.
Los salesianos, los niños aspirantes, los externos,
que la veían llegar todos los domingos a la Misa de
nueve, sentimos todos en el alma el escalofrío de la
más honda emoción al tener conocimiento de la
terrible desgracia, y nuestro pensamiento voló en
seguida al lado de la familia.
Pensamos de una manera particular en el Señor
Conde, tan padre, tan caballero, tan cristiano; pen
samos en la familia toda; en sus hijos: Don José
María, protomártir de la Cruzada española en Montilla; pensamos en Don Femando, segundo Coman
dante del Vulcano que deñende a la patria en aguas
mediterráneas; en Don Francisco, capitán de arti
llería en los frentes de! sur; en su nietecito Joaquín,
alférez provbionaJ destacado en las nieves del Gua
darrama, y en los otros más pequeños que en la
paz del C o ló lo religioso forjan sus almas en la
ciencia y en la piedad.
El primer responso que se rezó en Sevilla, ante
su cadáver fué el del Emmo. Cardenal Segura; por
95
la capilla ardiente desñló lo más representativo de la
alta sociedad, y, entre los sacerdotes que se sucedie
ron sin interrupción en la celebración de la santa
Misa, estába nuestro Rvmo. Sr. Inspector Don Se
bastián Pastor.
El traslado, a Montilla, de los venerados despojos,
que debían ser inhumados en el panteón familiar,
dió lu^ar a una manifestación de luto como nunca se
había presenciado en este pueblo. A la llegada del
fúnebre cortejo, una imponente riada humana pónese en movimiento hacia la parroquia de San
tiago. Suben al tribunal de la misericordia divina
las notas severas y doloridas de las preces litúrgicas.
El señor Arcipreste D. Luis Fernández Casado reza
un responso. El aire su puebla de sollozos. Imposi
ble contener las lágrimas.
Muchos sólo conocían a la Sra Condesa por sus
viajes constantes, por sus largas temporadas vera
niegas en hoteles y balnearios, por sus visitas a
frentes y hospitales, por su asistencia a peregrina
ciones y romerías, por su trato continuo y sus rela
ciones de amistad con la ñor de la aristocracia espa
ñola.
Esta es la linajuda dama vista sólo por fuera.
Es menester asomarse a su gran corazón para
conocerla a fondo, haber vivido a su lado, conocer
la historia inacabable de sus grandes y pequeñas
empresas, de sus trabajos íntimos, de sus preocupa
ciones constantes por los humildes, por los soldaditos
del frente, por los heridos de los hospitales, por los
detenidos en las cárceles, por los niños pobres de
las escuelas, por todo el que tenía abierta y sangrante
en sus carnes la herida de alguna tribulación.
Si pudiéramos coleccionar sus cartas, tendiíamos
la más completa antología de las industrias que la
caridad cristiana puede adoptar en favor de todos los
menesterosos. Podríamos citar mil casos, mi! detalles
curiosos de su saladísimo e interesantísimo episto
lario.
Su don de gentes, su dominio extraordinario de las
circunstancias, su talento prodigioso de asimilación,
su poder de captación de todos los ambientes ios
dedica por entero a esa taren callada y silencio.sa de
ser el paño de lágrimas de los pobres y de los
humildes.
He aquí la clave misteriosa de sus viajes, de sus
conferencias telefónicas, de sus cartas, de sus visitas,
de su dinanrismo agotador. Y si tuviéramos que hablar
de las inHnitas delicadezas maternas que tuvo para
con los hijos de Don Bosco, no acabaríamos nunca.
Ella fué la que impulsó, en la primera década del
siglo, las obras del magnífico pabellón alto del Co
legio, ella la que hospedó en su casa a todos los su
cesores de D. Bosco que han visitado a España, la
que guardaba como preciada reliquia la servilleta y
el cubierto usados en el desayuno por « aquel santazo de I). Rúa», son sus palabras; ella, a lo largo
de estos
años, la apologista más entusiasta de los
salesianos y de sus multiformes actividades en Mon
tilla, la que se interesaba por el aumento consolador
y6
del bien realizado a los niños de las Escuelas, la que
escribía todos los años cartas bellísimas a los alumnos
aspirantes al Sacerdocio animándolos a perseverar
en su vocación gloriosa, la que gozaba con cualquier
innovación introducida en la Capilla o en la casa...
Reciban el Exemo. Sr. Conde de la Cortina y sus
familiares nuestro más cariñoso pésame y no ol
viden los lectores del Boletín a tan benemérita y
caritativa dama.
Doña Isabel Víllalón.
Con una muerte edificante, entregó, en Sevilla, su
alma a Dios la virtuosísima señora doña Isabel Villalón Valderrama, viuda que fué del católico ejem
plar e ilustre jurisconsulto don Juan María Romero
Martínez.
La anciana dama que acaba de desaparecer consa
gró su vida toda a practicar el bien, con tan cristiana
sencillez y humildad que cautivaba a cuantas perso
nas tenían la dicha de tratarla. De esclarecida inteli
gencia, al servicio de un nobilísimo corazón, producía,
desde el primer instante que se le escuchaba, la
impresión de algo tan extraordinario que sin vacilar
se pensaba estar en presencia de una santa.
Son muchos los pobres y las instituciones y con
gregaciones religiosas que pueden dar testimonio
de su ardiente caridad y de que no existe la menor
exageración en cuanto decimos. ¡Cuánto amaron a
Don Bosco y a la Congregación Salesiana, tanto
ella como su inolvidable marido, y cuánto no tra
bajaron para que la Casa Salesiana de Sevilla lo
grara afianzar sus raíces! Bien debe recordarlo, y en
cartas llenas de profunda gratitud a ella a menudo
se lo recordaba, el actual Rector Mayor de la So
ciedad Salesiana, Don Pedro Ricaldone, que fué
el primer Director de aquella casa y tuvo a Doña
Isabel como madrina de misa.
Descanse en paz la bondadosísima dama que ha
brá ya recibido de Dios el premio reservado a los
elegidos, y no la olviden nuestros lectores.
Han muerto también en la paz del Señor:
M é j ic o (Jalisco) - Guadalcgara. — Prof. Don Mi
guel Salinas Alanís.
M é j ic o (Jalisco) - Huejúcar. — María Lozano Juana Carrillo • fiaría Buenaventura Aquino.
M é j ic o
(Sinaloa) - Toro. — Miguel Torres.
(Lima) de Chaparro.
P erú
— Manuela Cervantes
Con aprobacM n de la autoridad eclesiástica. - E stab lecim ien to T ip . de la S.E.I. • Turin
D irector responsable: D . G U ID O F A V IN l • V ia C ottoleneo. 32 • T U R IN 109 • O talia)
Tesoro Espiritual
Relación de las Indulgencias Plenarias
que los Cooperadores Salesianos pue
den ganar en el transcurso del año.
I. — Una vez cada día, elevando a Dios, en
medio del trabajo y aunque sea sólo mentalmente,
una piadosa invocación cualquiera, previas las
demás condiciones ordinarias, o sea el estado de
gracia, la confesión y comunión sacramentales
y la visita a alguna iglesia u oratorio público,
rogando por la intención del Soberano Pontífice.
Esta indulgencia del trabajo santificado pue
den ganarla los Cooperadores Salesianos, Hijas
de M. Auxiliadora y sus respectivos alumnos
y ex-alumnos. Si, hallándose en estado de gracia,
se sigue repitiendo la misma piadosa invoca
ción, u otra cualquiera durante el trabajo, se
puede ganar, cada vez, una indulgencia parcial
de 400 días.
2 - Un día de cada mes, el que uno elija.
- E l día en que se hace el piadoso Ejercicio
Mensual de la Buena Muerte.
\ - E l día que se asiste a la Conferencia
Mensual Salesiana.
5 ~ E l día en que uno inscribe su nombre en la
Pía Unión de Cooperadores Salesianos.
6 - E l día en que por primera vez se consagra
uno al Sgdo. Corazón de Jesús.
7 - Cada vez que practique los Santos Ejer
cicios Espirituales, de ocho dios.
S - A la hora de la muerte, con tal que, con
fesado y comulgado o por lo menos arrepentido
de sus pecados, invoque, con los labios o con el co
razón, el nombre sacratísimo de Jesús.
EN C A D A U N A
D E L A S SIG U IE N TES FIESTAS:
1) M O V IB LES:
18
23
25
29
- Cátedra de San Pedro en Roma.
- Desposorios de la Sma Virgen.
- Conversión de San Pablo.
- Fiesta de San Francisco de Sales.
FEBRERO
2 - Purificación de la Sma Virgen.
22 - Cátedra de San Pedro en Antioqula.
MARZO
19 - Fiesta del Patriarch San José.
25 - Anunciación de la Sma Virgen.
M AYO
3 - Invención de la Santa Cruz.
8 - Aparición de San Miguel Arcángel.
11 - Aniversario de la Coronación de María
Auxiliadora.
24 - Fiesta de María Auxiliadora.
JUNIO
24 - Natividad de San Juan Bautista.
29 - Fiesta de San Pedro y San Pablo.
30 - Conmemoración de San Pablo.
JULIO
1 - Preciosa Sangre de Ntro Señor Jesu
cristo.
2 - Visitación de Ntra Señora.
16 - Fiesta de la Virgen del Carmen.
AGOSTO
6 - Transfiguración del Señor.
15 - Asunción de la Sma Virgen.
16 - Fiesta de San Roque.
SETIEMBRE
8
12
14
15
29
-
Natividad tje ¡a Sma Virgen.
Dulcísimo Nombre de María.
Exaltación de la Santa Cruz.
Los Siete Dolores de la Sma Virgen.
Dedicación de San Miguel Arcángel.
OCTUBRE
Sagrada Familia (el primer domingo después
de la Epifanía).
Dolores de la Sma Virgen (El viernes de Pasión).
Domingo de Ramos.
Pascua de Resurrección.
Ascensión del Señor.
Domingo de Pentecostés.
Fiesta de la Sma Trinidad.
Corpus Christi.
Fiesta del Sgdo Corazón de Jesús (primer viernes
después del Corpus).
Fiesta del Sgdo Corazón de María (día siguiente
del anterior).
2) F IJA S :
ENERO
1 - Circuncisión del Señor.
2 - Santísimo Nombre de Jesús.
3 - Epifanía.
y - La Virgen del Rosario.
11 - Maternidad de María.
16 - Pureza de María.
NOVIEMBRE
21 - Presentación de Ntra Señora.
22 • Fiesta de Santa Cecilia.
DICIEM BRE
8 - Inmaculada Concepción.
25 - Natividad de Jesús.
Para lucrar las antedichas Indulgencias
se requiere, además de las condiciones ordi
narias, que los Sodos de la Pía Unión recen
cada día un Padrenuestro, Avemaria y Gloria
con la invocación Sánete Francisce Salesi, ora
pro nobis, s^ ún la intendón del Romano Pon
tífice.