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BOLETIN SALESIANO
-JUNIO

MAYO-

A LA GLORIA DE

SAIN

JUAN
ROSCO
\ ■

a

del piíáor Cu^ielmÍDO.
tlennoso cuadro de aHar

LAS SOLEMNIDADES
DE RO M A
DIA

V

DE ABRIL

En lü Pascua diecinueve veces Ceníen a ria de ¡o humana Redención, y ante
muchedumbres inmensas venidas de
io d o e l mundo, D o n Rosco re cib e ¡a
corona de ¡a s o n fiía d de manos d e l
P o n fifíce P ío X I.
La gran hora de Don Bosco, hora de glo­
ria y de amor, de luces y de hosannas, de la
que miles de Hijos suyos y millones de devotos
y admiradores estábamos pendientes, ha so­
nado finalmente, y la Bondad Divina nos ha
concedido la dicha, o -mejor el privilegio
inmenso, de oír sus alegres campanadas que
han repercutido en el mundo entero, y entre
los aleluyas de Pascua, vi\nr esta hora inol­
vidable.
Pero las formidables jornadas de la
Canonización deslxudan ■ los límites usua­
les de la Crónica del Boldin, y sería pre­
tensión inútil querer proyectarlas sobre el
papel, cu su propio tamaño y con sus colores
locales, porque no hay palabras en ninguna
lengua (pie fielmente puedan hacer esto.
1^1 inmens;i y universal exj>ectativa que
jmeedió a las fiestas y los anuncios y prepa­
rativos, de todo género, hacían presagiar que
en Roma y en Turín veríamos cosas nunca
imaginadas, y así ha sucedido en efecto.
Hoy la prensa tle todo el mundo, al re­
señar y describir estas solemnidades, con rara
unanimidad, reconoce que la Santificación de
nuestro 1‘uudador y Padre, la clausura del
.\ño Síinto de la Redención y la Pascua de
1934 han constituido un sublime y reful­
gente trígono de tan colosales proporciones,

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que su importancia vendrá a ser consagrada
como un acontecimiento histórico.
Nimca habíanse visto en la Roma imperial
y papal tantos peregrinos juntos; nunca ha­
bíanse oido hablar tantas lenguas; nunca
habíanse reunido tantos Príncipes; nunca
la primera Basílica del orbe habíase ataviado
con tan ricas y magestuosas galas; nimca los
vítores y aplausos habían resonado con tan
férvida unanimidad y entusiasmo.
No menos de 300.000 personas habría en
Roma la víspera de Pascua, fuera de la po­
blación normal, de las cuales acaso una
tercera parte lograron acomodo, el día si­
guiente, en la inmensa Basílica, apretujadas
contra las vallas de los diferentes comparti­
mientos; arracimadas en gradas, pedestales
y tribunas; prensadas en todas partes, y
aceptando de buena gana posturas las más
incómodas e inverosímiles.
Aunque el aforo de San Pedro se dice que
es de 50.000 almas, podemos afirmar que
el I de Abril esta cifra íué, no sólo rebasada
de mi modo absoluto, sino acaso también
doblada.
Otros centenares de miles de criaturas estu­
viéronse a pie firme en el gigantesco hemi­
ciclo exterior de la plaza, desde el principio
hasta el fin de la ceremonia, o sea, siete horas
cabales.
Por doquiera veíase brillar el emblema Salesiano con la imagen del nuevo Santo, flo­
reciendo en todas las solapas, y blasonando
todas las vestes talares.
H ay que pensar en el inmenso valor que,
para el mundo cristiano, representa luia fiesta
como ésta, que ha \-isto fundidos, en im
triunfo magnífico de espiritual armonía.

tres acontecimientos altísimos, y ha culmi­ Roma o fre ció este día e l aspecto de una
nado con la exaltación apoteósica de uno de
ciu d a d m ovilizada - 500.000 p e re g ri­
los más gloriosos y venerados atletas que
nos de todas las razas - ¡A m adru­
el catolicismo de todos los tiempos haya
g a r y a S. P e d ro ! - E l tem plo más
producido jamás: DonBosco.
g ra n d e de la c ris tia n d a d inundado y
Porque no había seguramente en todo el
desbordado.
Ano Cristiano una fecha más a propósito
que la Pascua para clausurar el gran Jubileo
Toda la enorme multitud de peregrinos
conmemorativo del Sacrificio de la Cniz, como que, en inces;\ntes avenidas, llenando vías y
no había ninguna solemnidad más apropiada carreteras, y utilizamlo todos los medios de
que ésta, para proclamar Santo al hcnnbre locomoción, habíanse ido remansando, hasta
que empleara todos los alientos de su vida desbordarlo todo, en hoteles y jiensiones, en
en lograr que los frutos de la Redención casas particulares y l'amilias Religiosas, de
lleguen hasta los últimos confines del mundo,
Roma y alrededores, veíanse, la vís|iera de
y aprovechen a todas las naciones y a to­ la fiesta inquietos y febriles y, en cuanto
das las almas.
amaneció el i de Abril, como si tácitamente
La circunstancia de que el Santo Padre se hubiesen confabulado en un solo enqieño
haya querido colocar este hecho en uno de de ver cual de ellos madrugaría más, echá­
los momentos más culminantes y significativos ronse a la calle, acuciados por impaciencias
para el mundo cristiano, demuestra, además, incontenibles y regocijados con la pers­
la especial y meritísima calificación que, a la pectiva, luego ¡ay! frustrada, de una esplén­
Silla Apostólica, no menos que al pueblo cre- dida jomada de sol, que un cielo discreta­
5*ente, merecen las Obras mara\dUosas del mente sereno y im airecillo cálido y perfu­
humilde Sacerdote santificado.
mado de primavera romana habían hecho
La liturgia de la Canonización se ha de- esperar.
Y a los primeros tranvías y autobuses que
sen\nielto tal como la habíamos descrito en
salieron de las cocheras \déronse obligados a
nuestro Boletín de Marzo, salvo detalles y
hacer alto, en todas las paradas, para admi­
matices que le han dado fisonomía propia.
Para no incurrir, pues, en inútiles repeti­ tir tandas siempre crecientes de peregrinos,
ciones, habremos de reflejar ahora, especial­ cargándose hasta los topes, y los taxímetros
mente en lo que se refiere a la fiesta de San y automóviles particulares que, en larguí­
Pedro, tan sólo esos matices; recogeremos sólo simas teorías, llenaban de trajín toda la
lo que esta solemnidad romana lia tenido de ciudad, tenían que ponerse al paso para no
peculiar e insólito, y dejaremos hablar espe­ obstruir el tráfico y atrojwllar a los numero­
cialmente a la fotografía, sieni])re veraz y sos gmpos que a pie se dirijían a San Pedro.
Imagínense nuestros lectores las formidaobjetiva. En este Número extraordinario
blc!' biitalhis que la demanda de billetes de
abundará pues la nota gráfica.

La selva humana en la plaza de San Pedro.

entrada habrá hecho librar en la Mayordomía de la Basílica, pues era cosa sabida y
descontada que la inmensa mayoría tendrían
que contentarse con seguir desde la plaza
los pormenores de la fiesta, por medio de los
altavoces allí instalados, y suplir a fuerza
de imaginación lo que a los ojos no era dable
contemplar.
A poco que se observara, veíase que entre
las masíis que acudían a San Pedro, predominalxm las juventudes, llenas de inquieta
vivacidad y de franca simpatía. ¿No fuéDon
Bosco, por ventura, su gran amigo y no será
siempre el Santo indiscutiblede las juventudes?
Ello parecerá más natural, si se piensa que
las Representaciones más nutridas que se han
visto en la Ciudad Eterna han sido las de
las Obras Salesianas, propiamente dichas, o
sea las integradas por alumnos y exalumnos,
por obreros y estudiantes. Todas las milicias
de Don Bosco, por así decirlo, se han dado cita
en Roma p;xra solemnizar debidamente la

■—

164

que podríamos llamar Pascna Salesiana. A l­
gunos sectores de la plaza semejaban la
cubierta de uno de esos trasatlánticos de
larga travesía, que hacen cruceros a nacio­
nes exóticas, donde se hablan todas las
lenguas y se. ven tipos de todas las razas.
Es lógico que hayan sido las naciones euro­
peas las primeras en corresponder a esta co­
losal movilización, pero sin mengua de nin­
guna de ellas, la primacía le corresponde a
Italia, al Piamonte, a Turín que se han
volcado en masa en la ciudad eterna, para
honrar y aplaudir al Hijo glorioso, y pos­
trarse ante su imagen aureolada con la co­
rona de la santidad.
Los países extraeuropeos han hecho a su vez
verdaderas mara\*illas, a pesar de los largos y
costosísimos ^*iajes y de otras mil dificulta­
des de todo género, y las Misiones Salesianas,
cuyo imperio espiritual se extiende ya a
2.S07.294 Km. cuadrados, faanse mostrado
verdaderamente heroicas.

Esperando el momenlo de la Bendición Papal.

Norte América, de Africa, de Australia, de
AsÍ3 ha enviado más de 400 indios de Cal­
Filipinas, cuyo Delegado Apostólico, el
cuta y Madrás. bajo la égida del Arzobispo
Excmo Sr. Don Guillermo Piani, pertene­
Salesiano Mons. Mederlet, llamado por aque­
ciente también a la Familia Salesiana, traía
llos indígenas «Terror de los demonios*.
Nuestro Administrador Apostólico Mons. la representación de muchos amigos y coope­
Bars y Prefecto Apostólico Mons. Mathias radores del gran Archipiélago oceánico.
Ahora bien, sumar todas estas personas
han traído también peregrinos de Krishhagar
venidas de los puntos más opuestos del
y Assam.
chinos de Shiuchow y Sangay
globo y reducirlas a un guarismo preciso, es
y los Japoneses de Tokio y Miyasaki han
estado igualmente representados, lo mismo tarea poco menos que imposible. Algunos pe­
riódicos lo han intentado y hablan de 400.000.
que nuestra Misión Siamesa.
Nosotros,
sin atrevemos a certificar este cál­
Repúblicas Iberoamericanas, que
culo, lo creemos sin embargo muy aproximado.
tienen el privilegio de haber acogido a
Y a hemos dicho a qué horas de la madru­
los primeros Misioneros de Don Bosco, han
gada empezaron a movilizarse todas estas
hecho gala de una organización a to<^
gentes. A los más impacientes, a esos que pre­
prueba, y de un fervor salesiano por nadie
fieren condenarse al tedio extenuante de
superado. E l «Neptunia * y otros trasat­
esperas interminables, antes que dejar de
lánticos transportaron de Argentina, Brasil,
figurar en los sitios de preferencia, la primera
Uruguay, Chile, Perú, Colombia, Méjico, ete.
luz del alba les encontró ya de pie junto a las
a miles de peregrinos, presididos por 5 obis­
puertas carradas de la Basílica. Y al abnrse
pos y arzobispos salesianos.
estas, irrumpían impacientes en las silenNo han faltado finalmente contingentes de

-----1 6 5 ------- .

r
ciosas naves, por donde sólo circulaba en­
tonces algún que otro «sampietrino >' aunque
y a se veían inmóviles en siis puestos las
decorativas figuras de los guardias suizos.
ha escasa luz de los pocos lampadarios en­
cendidos en a(piella hora, se desmaj-aba
antes de recorrer la inmensidad del templo,
iluminando débilmente, con tonalidades de
un gris ¡)lateado, los mármoles monumen­
tales y los severos damascos de los muros.

renacentista y entre nimbos de luz ce­
leste.
Para que todas estas gentes espiritualmente
unidas a las del templo puedan oir misa y
satisfacer su devoción, se ha levantado un
altar al aire libre, y en él celebrarán por vez
primera el santo sacrificio dos noveles sacer­
dotes salesianos, después del acto de la ca­
nonización, asistidos por acólitos de todas
las naciones donde hay obra Salesiana.

El gonfalón de San Ju a n Bosco entrando en la Basílica.

A medida que las manillas del reloj
avanzan, el público aumenta y se va haciendo
denso; las tribunas se llenan hasta la satura­
ción, y en los conqx'.rtimientos reservados,
bulle y rebulle el hormiguero humano, buscan­
do cada cual el punto más estratégico y la pos­
tura menos molesta, mientras allá fuera otro
hormiguero, en el que pronto habrá agrui>adas 300.000 personas, es|)era que se abran
las puertas de humee por donde Siildrá el
Cortejo, y contempla la imagen sonriente de
Don Ik>sco que campea en la logia central de
la sala de las Bendiciones, sobre rico tapiz

i66

S . A . R. M um berfo de Sabaya acude tam ­
bién a San P edro, en represe/iíac/dn
d e l R ey de Ita lia , cerrando un dolo­
roso paréntesis de 74 años " En nin­
guna o tra (Zanonización se habían vis­
to tantas Personas Reales,
Cuando ya la impaciencia está al rojo
este público de la plaza se entretiene en regis­
trar con la mirada el interior de los automó\*iles que \*an trayendo príncipes y cardena­
les, dignatarios y autoridades, siendo ahora

r

la curiosidad mucho más vi\^, porque todo
el mundo sabe que a la ceremonia asistirá
S. A. R. el Príncipe Humberto, en represen­
tación de S. M. el rey Víctor Manuel.
Desde el año 70, es la primera vez que la
Casa Real de S ateya vu d ve a la Basílica
Vaticana. A Don Bosco, que tanto había
trabajado para lograr la conciliación de los
dos poderes, le cabrá pues la gloria de haber
visto sellada, con el trimifo de su santidad,
esta unión que tanto lieneficia a los pue­
blos.
Como el viejo protocolo estaba internuupido hacía tantos años, nadie recordaba ya
por donde solían hacer su entrada los Reyes
de Italia y, al pasar el joven Príncipe, rápido,
en su automó^^l, por la calzada lateral iz­
quierda de la plaza, fueron contados los que
se dieron cuenta y aplaudieron.
A l apearse frente a la Escalera Braschi
donde esperaban prelados y autoridades, re­
presentantes del patriciado romano y cama­
reros de capa y espada, una compañía de la
Guardia Palatina, con bandera y música, le
hizo los honores y ejecutó la marcha real.
Acompañaban a S. A . R . el Embajador de
Italia cerca de la Santa Sede, Excmo Sr.
Conde De Vecchi di Val Gsmon; su Maestro
de ceremonial Sr. Conde de San Elias, su
primer ayudante de campo, cuatro oficiales
de ordenanza, y otros altos funcionarios.
Recibidos los saludos de rigor y pasada
revista a la compañía, subió el Cortejo la
Escalera Braschi y, atravesando la espaciosa
sacristía, hizo su ingreso en la Basílica.
Vestido de general y luciendo los Collares
de la Annunziata y de la Suprema Orden de
Cristo, avanza el Heredero de la Corona de
Italia, jovial y magestuoso, por la nave cen­
tral, y hasta que toma asiento en la tribuna
expresamente preparada a la derecha del
trono papal, los vítores y demostraciones de
afecto no cesan un solo momento. El pueblo,
que conoce toda la alta significación de este
bello gesto de los Reyes, expresa de un modo
bien expresivo su satisfacción y agrado.
Cuando, terminada la función. \Tielva a
pasar el cortejo del Príncipe, la acogida
será aún más clamorosa, y los vivas al
Papa y a Saboya se cruzarán y besarán en
los aires con vehemencia, como se cruzaban
antaño las espadas con las cruces de las ban­
deras, en las fiestas clásicas de la espirituali­
dad latina.
A uno y otro lado del trono papal, y a

La beadición “urbi el orbi”.

167

todo lo largo de las paredes d d ábside, levántanse otras tribunas, viéndose excepcio­
nalmente llena la destinada a personas rea­
les, hasta el extremo de que nadie recuerda
en el Vaticano haber visto allí reunidos un
número tan grande de Príncipes.
La especial significación de este home­
naje de la realeza y nuestro deber de cronis­
tas nos obligan a reseñar sus nombres:
Además del augusto Representante de los
Reyes de Italia, que, como ya hemos dicho,
ocupaba una tribuna especial, asistían a la
ceremonia, los Reyes de Siam, con tres Prín­
cipes reales, el Heredero y cuatro personas de
su séquito; S. A. R. Don Alfonso de Borbón,
exheredero de la corona de España, con su
consorte; S. A. R. Crstián Federico, Príncipe
Heredero de Dinamarca; S. A. R. la Archi­
duquesa María Inmaculada de Austria; S. A.
R. la Princesa Ana de Battemberg, con dos
damas de compañía; S. A. R. el Príncipe
Cristian de Sajonia con su consorte e hijo’
S A. R. el Archiduque Huberto de Hapsburgo lyorena, con su consorte y los Prín­
cipes de Salín; S. A. R. la Princesa Julia
de Oettiiigen Wallenstein, acompañada por
la Sra Condesa Guedelinda de Preysing y
dos hijos; S. A. R. el Príncipe Jorge de Sa­
jorna; S. A. R. la Princesa Estefanía de
Bélgica, con su esposo; S. A. R. el Príncipe
Don Pedro de Orleans Braganza, con su
consorte e hijo; S. A. R. la Archiduquesa
Inés de Hapsburgo Lorena, con una dama
de honor; S. A. R. el Príncipe Federico Leo­
poldo de Pnisia, que el día antes se había
convertido al Catolicismo.
La tribuna destinada a los parientes del
Papa ocupábanla una hermana de S S., una
cuñada, sobrinos y otros miembros de su fa­
milia, y la de ios parientes del Santo, Sor
Eulalia Bosco, Francisco, Luis, Livia y Fran­
cisca Hosco, María Chapelle Bosco, María y
Feliciana Agagliate y los esposos Corio.
ICn la tribuna del Cuerpo Diplomático figu­
raban todas de naciones, estando particular­
mente representada la República Argentina,
pues, además de su Embajador cerca de
la Santa Sede, Sr. De Estrada, asistían el
h'xministro Sr. García Mansilla actual Em­
bajador de la misma República en Madrid,
los Emlxijadores en París y Roma, y el Mi­
nistro en Berna.
Vimos en otra de la tribunas al Excnio Sr.
I'ederzoni Presidente del Senado Italiano,
al célebre inventor Marconi, al Ministro de

i6S

Estado Sr. Fedele, al Podestá de Turín Conde
Thaon di Revel, al Sr. Conde Rebaudengo
Presidente de los Cooperadores Salesianos, a
la Sra Duquesa de Miranda, etc. etc.
Nuestro venerado Rector Mayor Don Pedro
Ricaldone, con la Curia Generalicia, los Su­
periores del Capítxúo y la Rvda Superiora
General de las Hijas de María Auxiliadora
con su Gobierno, sentáronse en la Tribuna
de la Postulación.

E í C o rte jo P a p a ! desfíla p o r la p la z a y
Ja B a sílica en medio de ovaciones de­
lira n te s - E ! entusiasm o que despierta
e ! go n fa ló n d e ! nuevo S anto - A p u n ­
tes y sugestiones p a ra un cuadro de
sublim e grandiosid ad.
Cuando el reloj marca las 7.45 no cabe en
la Basílica ni un alma más, y todas las puer­
tas de ingreso han sido cerradas. Empotrada
la masa humana en las inmensas naves y en
el enorme espacio libre del crucero, vese for­
zada a observar una completa inmovilidad
en virtud de su misma comprensión increible.
Cuando empiezan a percibirse los ecos leja­
nos de los himnos de las Capillas de Mú­
sica del Cortejo Papal, cuyo desfile acaba
de iniciarse en la apartada Capilla Sixtina,
un brillante centelleo triunfal, como de
millones de gemas preciosas, luce palpi­
tante en todas las arañas y lampadarios que,
en opulenta profusión, adornan y perfilan
las líneas del templo; enormes ráfagas con­
céntricas que deslumbran los ojos, formadas
por infinitos puntos incandescentes, giran en
tomo de la Gloria de Bemini, debajo de la
cual se eleva el trono del Papa, rico de oros
y brocados; fantásticos reflejos que parecen
animados, corren por las serpeantes columnas
broncíneas del altar de la Confesión, cuajado
de flores frescas, y lámparas de extraordi­
naria potencia dirigen sus haces vivísimos
sobre los cándidos mármoles de los Santos
Fundadores que, a lo largo de los muros,
destácanse imponentes, y entre los que figu­
rará bien pronto nuestro San Juan Bosco.
Alrededor del altar y en todo el enorme
espacio que los guardias, celosamente, pro­
curan tener despejado, crece el movimiento;
ceremonieros, en traje prelaticio, que van y
\-ienen comunicando órdenes y previniendo
los últimos detalles; caballeros de capa y es­

pada enfundados en sus negras indumenta­
rias a lo Felipe II, con la clásica gola rizada
e impoluta, que acompañan a las tribunas a
los últimos personajes que se han rezagado;
guardias, clérigos, peregrinos entrometidos
que tratan de mejorar su puesto...
Con esta estraña y pintoresca vibración de
vida, en la que pasan y se entrecruzan, como
ejecutando una danza litúrgica, jubones y
capisayos, casacas y coseletes de todas las
épocas y de todos los colores, coincide la
aparición, en la gran puerta, de la cruz
que encabeza el Cortejo del Papa, haciendo
que la masa de fieles se rebulla y descom­
ponga de un modo serio, y dando lugar a que
los guardias tengan que contener una vez

gran día. No ha conseguido llenar sus ojos
de sublimidad quien no haya contemplado ul
Papa, en medio de este Cortejo, coronado con
su tiara, bendiciendo, desde lo alto, mecido
su rostro por los ftabelli, avanzando con sere­
nidad suprema hacia el altar de la C<mfcsión, en el que relumbran los seis candeleros de Celliiii y los paUotii de Pollaiuolo,
ante las miradas estujiefactas y las acla­
maciones frenéticas de cien mil fieles, mien­
tras las trompetas de plata lanzan notas
\nbrantes de victoria y, sobre la ¡lúrpura
oscura de los velludos, x’an cayendo, una tras
otra, las niveas pinceladas de las cien mitras
episcopales, expresión de la suprema paz
del alma.

Los cuadros de los milagros del Sanio que figuraban en las logias de la Basilica.

más la avalancha, frenar a los impacientes,
hacer retroceder a los más osados, amonestar,
imponer el orden con ímprobo y tenaz es­
fuerzo, que hace honor a su absoluta y pro­
verbial fidelidad a la consigna.
Todo el ambiente vibra y arde en una
v*i\’a llama magnética de entusiasmo filial y de
fervor religioso, cuando el Papa aparece en
la silla gestatoria, rodeado de cardenales y
de príncipes, de obispos y de magnates. Las
Capillas de Música de las Basílicas. Roma­
nas tnflrrhaTi entre ellos cantando himnos
triimfales que hacen pensar en los de las
<x»hortes angélicas que acompañan al Cordero
Inmaculado.
Es éste xmo de los momentos supremos del

No liay nada en este Cortejo que no sea
rítmico, mayestático. lisas mismas variedadc^
históricas de los trajes que hemos apuntado,
y que se ven desfilar, dan una impresión de
contemporaneidad armónica, en la cual, por
violentos que parezcan los contrastes dt
formas y de colores, no se ve nada que de­
sentone, no hay nada que esté fuera de sitio
Con esos suizos arcaicos armados de ala­
barda, con esos guardias palatinos vestidos
de celada y tocados a la borgoñona, con
esos capisayos y manteletes y esas manchas
oscuras de las muchedumbres y ese rojo viv./
de paños y tribunas y esos reflejos, en fin,
de marfil y oro de los paramentos sacerdo­
tales, se podría pintar un cuadro homogéneo,

169



r

T
grandioso, triunfal, que tuviese por fondo
las masas iluminadas, incandescentes, del
aire contenido dentro de las naves sobrehu­
manas del temido.
lyO que se ve y se oye en la Basílica, du­
rante la hora larga que tarda en desfilar el
Cortejo, no hay forma de describirlo. Mien­
tras coros juveniles, del uno y del otro sexo,
con ímpetu de cascada, entonan himnos y
más himnos a Don Bosco, especialmente
cuando lento y triunfador pasa el gigantesco
gonfalón del Santo, llevado por cofrades de

S. A. R. Humberto de Snbovo.

Sim Miguel del Borgo, y piadosamente acom­
pañado por Don Pedro Ricaldone, los Suixíriores del Capítulo }• el Procurador y Postulador de la Causa, otros coros gritan hasta
enronquecer, dando vivas al Papíi y al nuevo
Santo. Nadie sabría si eran más numerosas
las manos que se juntabarf para apludir, que
los ojos que se emocionaban para llorar.
Arinque hubiese habido allí almas plasma­
das con nie\*es del polo, habrían tenido que
seutir como todo el mundo el cosquilleo de
lo sublime.
170

E ¡ momento culm inante de la Besta D o n Bosco es proclam ado Santo Ala/ii/esíac/ones in e n a rra b le s de jú ­
b ilo y emoción - E l “ Te D eum ” - La
H o m ilía d e l Papa.
Lo que ocurrió en aquellos momentos sólo
puede ser comparado con el acto mismo de
la Canonización, que el público había siempre
recibido en silencio, y esta vez ha hecho tam­
bién desbordar el entusiasmo, arrancando
fervores inenarrables que casi ahogaban el
Te Deum
de la Capilla Sixtina y los re­
piques de las cien iglesias de Roma. ¡Qué
momentos aquellos de jubilosa nerviosidad!...
Proclamado Santo Don Bosco, empezaron
la Tercia y la Misa. Antes del Ofertorio, el
Papa pronunció esta bellísima Homilía en
honor del nuevo Santo.
Venerables Hermanos y Dilectísimos Hijos:
En esta Pascua del Año Jubilar, una doble
alegría viene a difundirse en nuestro ánimo y
a invadir toda la Iglesia.
Porque no sólo nos es dado solemnizar
la victoria de Jesucristo sobre la muerte
y sobre el Joder del infierno, sino celebrar
además, como coronamiento del Año Santo,
que tantos triunfos ha visto acumularse de fe
y de piedad populares, la solemne Canoni­
zación del Beato Don Bosco, que, Jocos años
hace, había sido ya colocado también Jor Nos
en el número de los Beatos, y que — lo recor­
damos siempre con satisjacctón — en los
tiempos ya lejanos de Nuestra juventud, Nos
sirvió de sostén y estimulo en Nuestros estu­
dios, y de admiración profunda, por las gran­
des obras que había realizado.
No sin alguna trepidación de Nuestro ánimo
vamos hoy a bosquejar esta gran figura de
Santo y de Apóstol de la juventud, y lo ha­
remos indicando las que Nos creemos consti­
tuyen las lineas principales y más caracte­
rísticas de su maravillosa vida.
Entregado en cuerjo y alma a la gloria de
Dios i ’ a la salud del prójimo, no consiguieron
hacerle retroceder de su empeño trabajos ni difictdiades ác ningún género, lanzándose, con
valctüia de conceptos y con modernidad de
medios,'a la actuación de aquellos sus nobilí­
simos propósitos que, mediante ilustraciones de
lo ^Ito, sabia eran completamente dd agrado
de Dios.
Viendo vagar Jor las calles de Turin a

turbas innumerables de niños, abandonados
a su propia suerte y faltos de toda asistencia,
trató de atraérselos y de ^anar su confianza,
con su palabra persuasiva y paterna; y alter­
nando los atractivos de mil diversiones hones­
tas, con la enseñanza de la religión y los
rudimentos de las ciencias humanas, procuró
hacer de ellos buenos cristianos y honestos
ciudadanos.
De este modo surgieron sus « Oratorios

y variedad de Colegios, donde tantos escolares
hallan acogimiento y educación, saliendo
provistos de una amplitud y seguridad de
medios sabia y discreta, para luego derramarse
por las diversas disciplinas del saber.
Todo el secreto de los admirables y copiosos
frutos que ha cosechado su sistema educativo
estriba en esto: Don Bosco trató de reducir
a la práctica prhicipios que se inspiran en
el Evangelio, que la Iglesia Católica ha síVm*

£1 Príncipe Humberío en San Pedro, al apearte de tu aulomóvíl.

Festivos % no sólo en Turin, sino también en
oirás ciudades y pueblos vecinos, y asi ftteron
extendiéndose por todas partes sus providen­
ciales Instituciones, que tanto bien han hecho
y hacen en medio de las juventudes.
No contento con esto y queriendo además
proporcionar a los jóvenes un medio honrada
y seguro con que crearse una posición en la
vida, fundó las Escuelas de Artes y Oficios
para la clase obrera, e instituyó, para las
otras clases más acomodadas, gran copia

pre recomendado, que Nos personalmente, tan­
tas veces y en tantas ocasiones, hemos también
expuesto e inculcado.
E l trataba de formar en el niño al ciudadano
y al cristiano; al perfecto ciudadano, digno
hijo de la patria terrena, y al perfecto cristiano,
digno, por sus merecimientos, de convertirse
un dia en miembro bienaventurado de la Patria
celestial.
Para Don Bosco la educación no debe limi­
tarse al aspecto físico, sino que debe ser, sobre

171

iodo, espiritual; no dehe tratar únicamente
de acrecer la fuerza de los músculos, mediante
los deportes gimnásticos, y de tonificar las
fuerzas del cuerpo con un bien entendido ejer­
cicio de las mismas, sino que debe procurar,
además y sobre iodo, ejercitar y reforzar el
espíritu, disciplinando los movimientos inmo­
derados, fomentando sus tendencias más no­
bles, orientándolo íntegramente hacia ideales
de virtud, de probidad, de bondad.
La educación pues que Don Bosco pretendía
era una educación plena, totalitaria, completa;
una educación que enseñe las ciencias y disci­
plinas humanas, pero sin descuidar las ver­
dades sobrenaturales y divinas.
Empeño como este, tan arduo y delicado,
nuestro Santo trató de llevarlo a la práctica, no
sólo con un improbo trabajo personal, que duró
tanto como su existencia, y echando mano de
los medios y recursos más varios, sino que lo
transmitió además como una herencia sagrada,
a la numerosisimd Familia Religiosa por él
fundada, confiándole también d encargo de
llevar, a tantos y tantos pueblos como hay
todavía sumidos en las tinieblas déla-ignoran­
cia y del error^ la divina luz del Evangelio
r de la civilización cristiana.
V ante las dificultades de todo género, ante
las befas y escarnios de que inuchos. le hacían
objeto, solia nuestro Sanio elevar al cielo sits
ojos llenos de luz, y exclamar:«Hermanos míos,
esta es una obra de Dios; E l la quiere y debe­
mos confiar, por consiguiente, en que «os
enviará los auxilios necesarios, ya que a ello
está obligado».
Los hechos demostraron en lo sucesivo la
verdad de estas palabras, y las burlas que de
él hacían, truccansc ahora en admiración uni­
versal.
He aqui bosquejada — W'nerables Herma­
nos y DUectisimos Hijos - en stts líneas
principales, la vida maravillosa de este Héroe
de ¡a santidad. Ahora os e.Khortamos a que os
di.spongáis a una ardiente imitación Je sus
virtudes.
Sólo así podremos abrigar la confianza d e.
conseguir esa victoria que Jesucristo nos ha
traído con su restirrccción; sólo así podrán
los hombres,
a Nos y formando una
sola familia, cantar esta estrofa deX Himno
Pascual: «.-1 fin de que seas Tu ¡oh Cristo!
gozo perenne de nwos¿ros almas, libra, te
lo rogamos, de la muerte del pecado a los que
por T i han renacido a ¡a vida. A sí sea»

172

F in de h M is a P a p a ! y ostensión de
fas R eliquias de ¡a P asión - Nuevas
tempestades de aplausos - E l R e c to r
m ayor conversando con e l H eredero
de ¡a C orona de Ita lia .
A l terminarse la Misa, con todo el magestuoso y expresivo aparato que nuestros
lectores ya conocen, el Papa se arrodilla un
momento en el faldistorio y, en actitud hu­
milde y conmovida, asiste a la ostensión
que, todos los años, suele hacerse el día de
Pascua, de las Reliquias más insignes de
la Pasión del Señor. Después sube de nuevo
a la silla gestatoria y, precedido de la F a­
milia Pontificia y del Sagrado Colegio Carde­
nalicio, sale, en la forma acostumbrada,
provocando las mismas manifestaciones de
entusiasmo que se le tributaron a la entrada.
Es admirable la entereza y serenidad del
Pontífice que, no obstante la larga y exte­
nuante ceremonia, ha pasado tranquilo,
imperturbable, sonriendo , a todos paternal­
mente, sin que se le note la menor señal de
cansancio.
E l Príncipe Humberto que, con su corte,
le seguía de cerca, desaparece con él detrás
de unos pesados cortinones, y subiendo la
gran escalinata llamada de Pío IX , es reci­
bido y agasajado en el salón de la Mayordoniía, donde llegan también, al poco rato,
los Reyes de Siam y el Príncipe de Dina­
marca.
E l salón, 'que es espléndidamente regio,
luce, entre otras joyas de arte, el soberbio
y conocido tapiz llamado de la Crucifixión,
y un elegante busto de Pío X I; hállase todo
colgado de damasco rojo, y ricamente amue­
blado con piezas de estilo imperio. En una
mesa central, ornada de cinceladas cornuco­
pias llenas de flores, hay prevenidos, para
obsequiar a los augustos huéspedes, una gran
variedad de licores y de pastas finísimas
repartidas en bandejas de oro, en medio de
centelleante cristalería.
Mientras S A R. cumplimenta a los Reyes
de Siam, llega Don Pedro Ricaldone a darle
las gracias por su regia bondad y regalarle
una de las dos jaulas doradas, con los sim­
bólicos pajarillos, que la Postulación de la
Causa ofreciera a S. S. durante la ceremonia
de la oblación, y que el Príncipe había
mostrado deseos de poseer, como recuerdo
de la solemnidad.

Altamente complacido su Alteza por la
atención, se entretiene amable y familiar con
d IV Sucesor de Don Bosco, interesándose
vivamente por el desarrollo de la Obra Salesiana en el mundo, y expresándole su gtisto
extraordinario por haber asistido a un espec­
táculo tan grandioso, y por el bien que hacen
en todo el mundo los Hijos del nuevo Santo.

L q B e n d ic ió n U r b i e f O r b i - U na selva
humana - E l cie lo se asocia a las ale­
g ría s de la F a m ilia Salesiana.
Entre tanto la plaza que ha ido admi­
tiendo a toda la gente salida del templo,
semeja una pleamar rumorosa; no se divisa
ni un espacio libre desde las terrazas cir­
cundantes, coronadas también de masas hu­
manas.
La bendición urhi et orbi que el pueblo
espera en la plaza de San Pedro,
a ser la
última ceremonia de este día triunfal, de­
mostrando, una vez más, a los que no lo
hubiesen advertido, que la Basílica V ati­
cana no comienza o termina en el vestíbulo,
sino en la plaza misma, en esos escuadrones
alineados y concéntricos de gigantes de gra­
nito que el genio de Bemini puso allí de
pie, para que, centinelas de los siglos, guar­
den celosamente el inmenso espacio abierto,
que pertenece a todas las razas y de todos
los pueblos.
Es curioso ver como el mismo Bemini
expresaba y a este concepto de unidad, en
im dibujo suyo que se conserva, y en el que
la Basílica está representada por una figura
humana tendida boca abajo, con los brazos
abiertos en arco.
Seguramente que ni una sola de las 400.000
personas que había allí reunidas, inundán­
dolo todo como una presa que se hubiese
roto, como una selva en movimiento donde
cada impulso individual tiene que allanarse
al impulso de los vaivenes colectivos, segu­
ramente que ni ima sola de aquellas personas
tenía la sensación de hallarse fuera del
templo.
Allí, pues, en aquella prolongación esceno­
gráfica de la Basílica de San Pedro, cubierta
por la cúpula celeste que las nubes pin­
taban de un color gris metálico, volvió el
Papa a aparecer sobre la silla gestatoria,
a la que ser\dan de peana los mismos
bloques de travertino que mantenían izada.

en el centro mismo de la fachada, la imagen
gloriosa de San Juan Bosco.
Poco antes de que el Papa levante su
mano para bendecir, las nubes, que al ama­
necer habfense retirado, ^^lelven amena­
zadoras y descargan una andanada de agua,
con grande aparato de tmenos, que a algunos
les suenan como una pmtesta rencorosa de
poderes ocultos y maléficos, y a nosotros
como alegres salvas de la formidable artillería
de Dios.
Un agudo toque de clarín y, sobre una
selm interminable de cabezas descubiertas,
vuelan invisibles las ixüabras rituales del Pon­
tífice, mientras los soldados de Italia y de
la Ciudad \’’atícana i)resentan annas, y
un clamor más imponente que el de los
truenos, extinguidos apenas en el borizonte,
comúerte toda la inmensa plaza en una sola
hoguera de fervor y entusiasmo. ¡Viva el
Papa! se grita, en todas partes y en todas
las lenguas, e infinidad d.e sombreros y
pañuelos se agitan en el aire, con el mismo
anhelo filial con que deben agitar sus
alas impalpables los centenares de miles de
almas que vense allí congregadas.
Cuando aún no se ha desvanecido el eto
misterioso de aquellas palabras que tantas
generaciones han deseado escuchar y otras
que nos sucedan querrán escuchar igualmente,
la selva humana se pone en pie, como vigo­
rizada por una nueva vida, y expresa ima
vez más su entusiasmo en forma que
resulta indescriptible. El Papa se detiene
unos momentos a contemplar la soberbia
belleza de estos instantes que los operadores
de «cine» se desviven por impresionar, y al
fin desaparece, entre salvas de júbilo y re­
piques gloriosos de campanas. Eran las 13. 3®
en punto.

173

éá

2 DE

ABRIL - San Juan Bosco es exaltado en el Capitolio,

ante la presencia del “ D u c e ” y de las
más altas jerarquías del Estado Italiano.
K1 lunes de Pascim, mucho antes de la
hora fijada, la guardia acordonaba los ca­
minos próximos a la gran escalinata que da
acceso a la cumbre Capitolina, de cota mo­
desta y humilde, como la de todas las colinas
romanas, pero de soberbia y altísima alcur­
nia tradicional, ya (pie en ella la Roma del
paganismo adoraba a sus dioses mayores y
celebraba las grandes solemnidades patrió­
ticas de coronar a sus héroes, reputados
dignos de la inmortalidad.
K1 honor pues que se le ha decretado a
Don Bosco tiene la significación y los carac­
teres de una apoteosis del Estado.
Italia lo estima como a uno de sus hijos
más gloriosos, y no estaría bien que se dejase
ganar por la mano, en ese concierto universal
de fervores, suscitados por doquiera ante
la aparición del nuevo Santo. Italia menos
que ninguna otra nación podría consentir
esto, siendo como es espléndida y materna
con los hijos que la honran, y en especial
la nueva Italia fascista que, políticamente,
podrá a nosotros no interesamos, pero que
es evidente procura, con ahincado esfuerzo,
exaltar los valores nacionales.
La sala en que ha de tener lugar la cere­
monia es la llamada de Julio César; ocupa
todo el palacio senatorial, y de sus ventanas
históricas cuelgan tapices opulentos, que
unos rayos de S(d huidos a través de las
negniras del cielo tormentoso, iluminan
vivamente, incendiando de paso los pocos
polvos de oro que aún quedan adheridos a
los bronces de la estatua ecuestre de Marco
Aurelio, testigo mudo de grandezas preté­
ritas y asombro y desesperación del arte de
todos los tienqHís.
l^ n tro del salón, un rico estrado con
afeli>ados sillones; grandes y solemnes ban­
deras enastadas y desplegadas, en dos alas,
a tí>do lo largo de los muros, dentro de cu>^
pliegues laten el corazón y el orgullo de
Italia; mármoles arcaicos y muchas plantas
ornamentales de gran valor.
La entrada no es cosa fácil y únicamente se
consigue mediante permiso especial del
Gobernador de la urbe. No obstante de ello,
a las cuatro, el local vese >*a completamente

lleno de un público selecto y distinguido;
nobles, militares, intelectuales, superiores
salesianos, y ocupando sitios preferentes,
cinco Cardenales, muchos Obispos, miembros
del Cuerpo Diplomático, ministros, diputa­
dos, senadores, jerarcas del estado y el
insigne inventor Guillermo Marconi que no
ha faltado en ninguno de los homenajes
tributados al Santo.
A las cuatro y minutos llega S. E. el Jefe
del Estado, Sr. Mussolini, siendo recibido,
al pie de la escalera de Sixto IV, por el
Sr. Conde De Vecchi, el Gobernador de
Roma y nuestro Rector Mayor.
A l aparecer el «D u ce», toda la sala se
ha levantado y estalla una férvida, inten­
sísima demostración de simpatía; los aplau­
sos duran largo rato hasta que, constituida
la Presidencia, el Sr. De Vecchi dispónese a
empezar su discurso, de pie a la derecha de
Mussolini, y automáticamente se produce
ese silencio característico d e . las grandes
expectaciones. A la izquierda del Jefe del
Estado siéntanse el Gobernador de Roma
Príncipe B. Ludovisi, y Don Pedro Ricaldone.
E l discurso d e l S r. D e V ecchi
fué en extremo interesante y lleno de fervor
salesiauo, que no por nada el ilustre hombre
público es buen turinés y mejor católico.
Muchos de sus pensamientos magníficos y
llenos de novedad y oportunidad, eran pre­
miados, a cada paso, con ovaciones cerradas.
Comenzó diciendo: — Don Bosco es un
Santo italiano; todo el pueblo lo siente como
suyo.
La solemnidad religiosa que lo ha exaltado
a la santidad ha revestido formas tan ex­
traordinarias, vastas y grandiosas, que ha
constituido algo nuevo en la ^ida diecinueve
veces secular de la Iglesia. Italia ha tomado
parte en ella con una dedicación sin pre­
cedentes.
La plenitud del Magisterio Divino encuen­
tra hoy algo así como una prolongación en
los honores del Capitolio, decretados a este
Siinto por el Gobierno Fascista, a este Santo
cuyo elegante señorío en los campos de la

Consejo de Ministroá Don Juan Lanza, que
espiritualidad bastaría para hacerle acreedor
produce en el auditorio gran sensación.
al derecho de hospitalidad en esta altísima
Y pasa a hablar largamente del Educador,
sede, porque aunque no tuviese los atributos
del
milagroso educador que sabe prevenir
de la santidad, sería siempre un gran iUliano.
los tiempos, que extiende en medio de las
He aquí porque se le nombra ciudadano del
clases populares su maravillosa acción trans­
Capitolio.
Habla el orador del Monferrato y del formadora, que revoluciona la Pe<lagogía con
Piamonte, donde nació Don Bosco, a los su peculiar «Sistema Preventivo», basado
en la máxima: « hazte amar si quieres hacerte
que Hama tierra de Santos y de guerreros, y
obedecer ».
de los que dice que «la fe es tan connatural
«El milagro vivo, permanente, expansivo
en sus hijos como la salden el mar». Estudia,
de
Don Bosco — afirma — está en sus casas,
con arte exquisito, la infancia de nuestro
en
sus escuelas, en sus granjas agrícolas,
Santo, haciendo resaltar la absoluta falta
de medios humanos con que hubo de plas­
marse, para que mejor brillara el trabajo
inefable y constructivo de la Providencia
Divina. No hubo en toda su vida, dice, el
más mínimo esfuerzo que lo desviara de la
meta que Dios le había trazado en aquel
sueño que tuvo, a la temprana edad de 9
años. «Don Bosco vive en el sueño — ex­
clama d orador — y hace del sueño vida
y ¡qué calidad de vida!
Traza, en un luminoso cuadro, los momen­
tos más característicos de los estudios d d
Santo, en Chieri y en Turín, y haciendo una
rápida excursión histórica por los tiempos
difíciles d d «Resurgimento». recuerda el
contacto que tuvo con los políticos más
destacados de aquellos tiempos, y dice que
para comprender a Don Bosco hay que
estudiarlo vivo y operante en medio de
aquellos hombres, con quienes compartió
los afanes de su carrera mortal, de aquellos
hombres que, a sabiendas unos e inconscien­
temente otros, pero obedeciendo todos a
secretos designios de lo alto, ayudaron y
auparon el naciente apostolado del Santo.
Esto le da ocasión al disertante para
S . E. el Conde De Vecchi.
recordar conocidos y amenos episodios de
su vida, cuando se le tenía por loco y se le
en sus talleres, en su obra conquistadora
perseguía por las autoridades como un sujeto
de corazones, continuamente renovada en
peligroso.
todas
las partes del mundo por sus hijos y
Ocúpase de la triste situación de Italia
que, el año 70, había quedado espiritual­ por sus cooperadores, en medio de ese am­
biente de sencillez que es un reflejo de la
mente escindida por el abismo abierto entre
fisonomía del Santo.
el Quirinal y el Vaticano, abismo que a todos
E l orador observa que, superadas las
parecía infranqueable menos a Don Bosco,
espinas
que dificultaban su camino, Don
cuya labor de aproximación e inteligencia
Bosco
ha
logrado fundar un gran Im­
entre ambas potestades, estudia y pondera
perio,
dentro
de la Iglesia universal, cuyos re­
con detenimiento el Sr. Conde De Vecchi,
presentantes
— dice — vemos hoy reunidos
relacionándola con la feliz conclusión del
en esta Roma, Sede del Vicario de Jesucristo,
Pacto Lateranense * de 1929.
para hacer más solemne la glorificación.
A este efecto lee una carta inédita del
Este imperio de Don Bosco es tan vasto
Santo dirigida ai entonces Presidente del

----- 175

como el mundo. He aquí el resultado de una
acción que espíritus estériles, atrabiliarios,
no comprendieron entonces, no lo compren­
den hoy todavía y muchos no lo comprende­
rán nunca; quien tiene cerrados los ojos vi\drá
siempre a oscuras.
Innalmente, después de referirse el orador
a algunos hechos de sabor profético hoy
convertidos en realidades, y después de
tener al auditorio durante hora y media
pendiente de sus labios, termina con una
invocación lírica al Piamonte, y alude a la

gloria nos había llegado al corazón y había
iluminado además de un modo tan especial
las gigantescas ruinas que por todas partes
nos rodeaban, que mientras bajábamos nos
hacíamos esta reflexión: ¿Cómo se explica
que todos aquellos héroes paganos aquí
glorificados, llenos de fuerza y poderío y
cuyos esqueletos de bronce y de mármol
nos parecen humanamente tan adorables,
no hayan podido evitar que la civilización
en que vivieron se hundiese en la ignominia ?
Y la respuesta nos la dió esa pequeña loba

El Palacio senotoríal del Copifolio.

reciente fundación salesíana, querida por el
« Duce », en la nueva ciudad de Littoria que,
a costa de gigantes esfuerzos, ha surgido
en medio de estas tierras desecadas del agro
romano, en las que sólo germinaban larvas
productoras de la muerte, y en las que desde
ahora germinará el trigo productor de la vida.
Los h ijo s de la loba
y ios h ijo s de Ja Sma V irgen.
Cuando abandonamos el Capitolio, sen­
tíamos como pocas veces el orgullo de ser
hijos de Don Sosco. Aquel fogonazo de

176

enjaulada, nodriza de Rómulo y Remo, que
mirti inquieta a los \4 ajeros que pasan al
pie de los muros de Santa María en Araceli.
No, no era posible que subsistiese la civi­
lización amamantada por una loba, que formó
toda su substancia \4 tal con odio, con cruel­
dad y con lascivia. La ci\41ización cristiana,
en cambio, mecida en los brazos de esta Vir­
gen que está allí arriba en Araceli, bebió
amor, pureza y compasión materna, y vive
todavía después de diecinueve siglos, y vi­
virá siempre, para, seguir produciendo hé­
roes que, como San Juan Bosco, renueven sin
cesar su espléndida juventud y sus triunfos.

3 DE ABRIL

LA MEMORABLE AUDIENCIA
DE SAN PEDRO
Este día, la Basílica Vaticana vohnó a pañado de su Noble Antecámara, siendo
presenciar escenas de inusitada grandiosi­ recibido a las puertas del templo por Mons.
dad, que, por su peculiar aspecto y signifi­ Pellizzo, Ecónomo Secretario de la Fábrica
de San Pedro.
cación, resultaban allí completamente nuevas.
Alhenas dióse cuenta de ello la Fainiha
La audiencia debía tener lugar a medio­
Salesiana,
que, durante la larga expectativa,
día y, a las 10,30, estaba ya rebosante la
no
había
cesado de entonar himnos a su
nave mayor del templo, a excepción de una
calle central que había sido reservada al Santo Fundador y Padre dulcísimo Don
Bosco, mil voces se alzaron pidiendo silencio
Papa. Falanges de Salesianos e Hijas de
y
estalló fomiidable, unánime, interminable,
María Auxiliadora, al frente de nutridas
representaciones de idños y niñas de todos la primera aclamación al Vicario de JesuCristo.
los Colegios de Italia y aún de otras naciones,
Los ^'ivas crecían en intensidad a medida
algunos de los cuales habían acudido en
que la silla gestatoria avanzaba hacia el
masa, peregrinaciones de cooperadores y
exalumnos, formaban lina masa imponentí­ centro, y el Papa, con visible complacencia,
procedía hacia su trono haciendo leves incli­
sima que no bajaría de 50-^00 personas. Era
naciones de cabeza y bendiciendo sin cesar.
la Familia Salesiana que quería ver al Papa
La alegría, el entusiasmo, las aclamaciones
de la CanonÍ2ación para expresarle, en la in­
timidad. toda la m a^ itu d de su agradeci­ fgs'tiv’as V filiales no habían alcanzado nunca
nn diapasón tan alto y tan \dbrante.
miento, toda la sinceridad de su cariño, todo
E l grito que, sobre todos dominaba, era
el fervor vibrante de su obediencia incondi­
el de ¡Viva el Papa de Don Bosco! — ¿im­
cional.
prudencia? — no, desahogo instintivo que,
Como no dejaban de llegar continuamente
como vimos en seguida, halló un eco pro­
grupos y más grupos, y la nave no admitía
ya más gente, estando sus ocupantes literal­ fundo de simpatía en el corazón del Papa,
y que compendiaba además felizmente en
mente prensados, empezó a correrse el audi­
sólo dí.s ijalabras, todo un extenso poema
torio hacia el amplio crucero y, al poco rato,
de amor filial, imposible de comprender, m
éste quedó también macizo.
E l templo estaba profusamente iluminado de cantar.
Recibidos los homenajes de todos los que
como el día de la Canonización. Delante del
rodeaban el trono, S. S. sentóse en él y
altar de la Confesión alzábase el trono papal,
adelantóse nuestro venerado Rector Mayor,
y en tom o suyo habíanse colocado asientos
para el Emmo Cardenal Hlond y para 15 leyendo el siguiente homenaje:
Excmos Arzobispos y Obispos Salesianos.
Al Rvmo Rector Mayor Don Pedro RicalEJ saludo d e l R e d o r M a y o r,
done, como a la Rimia Superiora Oral de las
Hijas de María Auxiliadora, Madre Vaschetti,
BeaXisimo Padre:
con sus Capítulos respectivos, hacíanles
Aún resuena dulce y magnífica en nuestros co­
roña los Inspectores o Pro\-inciales Salesia­ razones la augusta voz de Vuestra Santidad, que,
nos. de los que muy pocos faltarían, y un
desde la Cátedra infalible de Pedro y entre las
crecido número de Directores locales: digna
demostraciones de júbilo de un pueblo in­
menso, en medio de las más s o l^ iitó Fiestas y
y lucida representación, en verdad, de todo
del máxúno esplendor de la liturgia católica,
d. magnífico ejército que milita bajo las
declaró Santo a nuestro Don Bosco.
banderas de Don Bosco.
N o es posible hallar palabras con que expresar.
A las 12 bajó el Santo Padre a la Basílica,
ni remotamente siquiera, a Vuestra Santiflad, la
vistiendo sotana y muc«ta blancas, acom­
-------1 7 7 --------«*

alegría y la honda, imperecedera gratitud de
la Familia Salesiaua.
He acjuí, Beatísimo Padre, congregada, a los
pies de Vuestra Santidad, una mínima parte de
esta Familia, ansiosa de expresaros los senti­
mientos de su más ferviente e inquebrantable
devoción filial.
Son Hijos Vuestros, que han venido de todos
los puntos de la tierra, aun de los más remotos,
en repre.sentación de centenares de millares, y
dicho con más verdad, de millones de corazones
que hoy, desde todas las playas y continentes
y debajo de todos los cielos, se unen espiritualnicnte a nosotros, y elevan hosannas de
júbilo en honor del Papa de la Canonización de
San Juan Bosco.
Nuestro conocimiento personal, nuestra tra­
dición familiar, no menos que las Memorias
biográficas del Santo, que, en vida fué nuestro
Padre y a quién ahora invocamos como Patrono
en el cielo, nos habían hecho ya concebir de
su misión y de su santidad una idea muy ex­
celsa, pero su figura ha venido ahora a subli­
marse ante nuestros ojos, de un modo sup>erior
a toda ponderación.
El acto de su canonización, por singular bon­
dad de Vuestra Santidad, se ha llevado a
cabo en medio de un conjunto de circunstan­
cias tales, que han venido a proyectar sobre
la persona de nuestro Santo y de sus Obras, una
luz de universalidad benéfica y ejemplar, ante
la cual nos vemos obligados a exclamar: ¡Oh
de qué l ’adre tan grande somos humildes y
afortunados liijos!
Esta coincidencia de cosas nos lleva, lógica­
mente. a ahondar más y más en el conocimiento
e imitación de su vida, a seguir con asidua fi­
delidad las huellas por El dejadas, huellas glorlosíus que Vuestra Santidad, tan maravillosa­
mente y con tan nuevas ymagníficas clarida<les.
nos ha venido ilustrando.
\Beatisimo Padre! por ese boixeficio y por la
patenia benevolencia (pie constantemente y de
tantos modos nos habéis demostrado, humilde­
mente rendido a los ¡)ies de Vue.-itra Siuitidad, os
doy vivísimas gracnus, en nombre de hw Salesianos e Hijas de María Auxiliadora, de sus
alumnos y exalumuos, do sus ccx)|>eradores y
cooperadoras: y en nombre y representación de
todos, os quiero prometer que. en U kIo tiempo,
lugar y circunstauciius, seguireiuas Uis ejempU^s
de devoeiiSu filial e iluuHada sumisión a la Silla
Apostólica, que nuestro Santo bhmdador nos
hubo de legar, constituyendo nuestra principal v
más prei'iosa herencia, y a fin de afirmar más v
más estos propcisitos nuestros, invoco sobre mí
y sobre todos la gracia de la Bendición Aj>ostdlica.
Nuestro Rector Maj-or hizo este saludo
de un modo tan sentido y tan cordial que,



178

en la vibración especial de sus palabras,
notábase la conmoción que embargaba su
alma, y más de una vez hubo de intemiiñpir
su- discurso, para dar lugar a que el hervor de
los sentimientos se calmase un poco, dejando
expedito el uso de la palabra. Es mucho el
amor que el IV Sucesor de Don Bosco siente
hacia el Papa, singularmente hacia Pío X I,
y mucho lo que en aquellos momentos so­
lemnes pesaría en su ánimo la formidable
representación de tantos miles de hijos suyos,
cuyos corazones enardecidos pedían que
fuese él su portavoz y su intérprete.
Terminado este discurso del Rector Mayor,
acogido con nutridísimos aplausos que eran
la más solemne ratificación de cuanto había
dicho, cantaron bellísimamente los teólogos
de la Crocetta unas acclamaiiones y el Oremus pro Pontífice nostro Pío, y en seguida el
Santo Padre, sin moverse de su trono, y
pareciendo que sus ojos se encendían en tma
intensa claridad de alegría, dirigiónos este
sigmente memorable discurso:

DISCURSO DEL PAPA
No ya en medio del esplendor de los más
santos y grandiosos ritos, — dilectísimos hijos
y diiectÍMinas hijas — . sino en un pleno, magní­
fico vértigo de alegría y de piedad filíales, vuelvo
a veros aquí reiuiidos en este maravilloso tem­
plo. Ya lo veis, el Papa, para recibiros a voso­
tros, lia preparado la más bella, grande y magní­
fica sala que hay en el mundo, y no creemos
que ello sea demasiado tratándose de honrar a
Nuestro grande San Juan Bosco; no creemos
que sea demasiado, tratándose de recibir a una
tan espléndida repre.sentación de sus lüjos, ve­
nidos de todas las partes del mundo, aun de
las más remotas.
Esto, que ya de suyo es bellísimo, lo es espe­
cialmente para el corazón del Papa, porque la
presencia de tantos hijos amadísimos, aparte
de lo que hemos oído en el discurso promuiciado
momentos liace, Nos liace saborear, con vi­
veza pocas veces igualada, el sentido de la
patemidád universal, que la Providencia divina
lia tenido a b:eii v-onfiar-Nos.
Y no sólo hay aquí hijos de t(xias las partes
del mmido, sino que los hay de todas las varia­
dísimas categorías de que se comjxme la gran
familia, o mejor las grandes familias de Don
Bosco, o si queréis de San Juan Bosco, aunque
el mmido — decía el Papa sonriendo — conti­
nuará llamándole Don Bosco (aplausos vivísi­
mos en toda la Asamblea).
Y hará perfectamente, porque es este su

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7 '
Retrato con autógrafo de S . S . P ío XI, dedicado a R o íttín S a k sia a o con ocasión de las Fiestas.

179

nombre de guerra, de esas guerras que la
Providencia Divina parece querer conceder, de
cuando en cuando, a la pobre hunianidad, como
para conipeusarln de esas otras guerras no cier­
tamente benéficas, y más bien dolorosas y sem­
bradoras de tristezas y- desve ituras.

D io s m em orobles.

A ñ o S anfo salestano,
Don Bosco ha venido a rendir pleito home­
naje a su Jefe, a su Señor, a su Caudillo, y el
Divino Redentor, precisamente al finalizar el
Año Santo de la Redención, ha querido venir,
casi en persona, a coronar los méritos de su
Siervo fiel, a cumplir con E l aquellas divinas
promesas hechas a todos los que con fidelidad
Le sirven.
¡Magnífico encuentro, en verdad! ¡qué her­
moso, qué espléndido y qué bien encaja dentro
del cuadro del Año Santo, de todo ese Cortejo
de Santos que ha acompañado al Redentor,
durante todo- este Jubileo de la Redención!
Es una selección de los más bellos, frescos y
perfumados frutos de la Redención la que hemos
ofrendado al Autor primero de toda Santidad.
Por esto, todos, y especialmente los que con
tantos vínculos están ligados a nuestro querido
Santo, débenle a E l la actuación, el consegui­
miento del fruto específico de este Año Santo,
fruto que se diferencia de todos los demás y,
para los Salesianos especialmente, se diferencia
en el hecho mismo de la glorificación de su que­
ridísimo Padre, mejor dicho. Patriarca.
i Y cuán oportunamente viene para vosotros
e. t» fruto del Año Santo, que puede llamarse
también .4 «o Sanio Salestano! (grandes aplausos).
Para todos, y por ende, para los Salesianos,
el primer fruto es el de la Santa Indulgencia,
tesoro precioso en el cual no podenios a menos
de pensar, con mucha luunildad y sentimiento
de comprensión y de penitencia, porque indul­
gencia. indulgencia grande, indulgencia m áxi­
ma, es lo mismo que perdón, perdón grande,
perdón máximo. Y ix.‘rdon ¿de que? De los
pecados y de sus consecuencias. ¿ Y quién po­
dría blasonar de no tener necesidad de este
perdón? Ello equivaldría a decir que no se
tienen pecados, y el líspiritu Santo nos hace
saber que los que afirman estar sin pecado, no
dicen la verdad.

liem os hecho alusidn, dilectísimos hijos, a la
diversidad, a las varias rei)resentaciones de las
grandes i'am ilias Salesiaiias, y a ellas tenemos
que añadir los diversos grados de la gerarquía;
el Sacerdocio, el ICpiscopado, el Cardenalato;
cosas también estas que han venido a embelle­
cer más y más y a completar.
Por lo demás, ¿qué es lo que podemos Nos
añadir - dilectísimos hijos - a lo (juc vuestra
misma presencia está diciendo, esta presencia
tan elocuente hasta en ese inisnio silencio vues­
tro casi pal¡)al)le, que.nos' hace tan ex<iui:itaniente sensible la expectación con que deseáis
la i)aUibra Paterna?
¿Qué es lo que podemos añadir, rnmidos
como nos hallamos aquí nuevamente, en este
grandioso templo, en el que aún resuenan los
cantos de gloria elevados a vnestró magnífico
Padre, y en el ipie aún no hace dos días, un con­
junto maravilloso de circunstancias Nos permitía
coronar, de manera tan incomparable, vuestra
expectación y Nuestro deseo?
Y sin embargo, para no quedar luego con el
remordimiento de haber desaprovechado una
ocasión tan hermosa, para inculcaros algo que
pueíla ser útil a vuestras almss, os diremos lo que
el mismo San Juan Bosco dice tan elocuen­
temente a sus liijos con su figura, tal como v i­
siblemente se presenta a todos los espíritus, y
tal como habla a todos los corazones.
No sin particular y providencial ojiortunidad
ha venido a celebrarse esta canonización do
Don Bosco, en la clausura deí Año Santo de la
Redención Divina, y es evidente que este que­
rido Santo ha reiv>rtado grandes ventajas de
ima tal conjunción de hechos y circunstancias.
E l íru fo especifíco d e l A ñ o S a nio.
E l primer hecho ha sido el encuentro del
Divhio Ueileutor, del Divino Capitán, susciiaPero este Año Santo de la Redención debe
dor de toda .santidml, de UhIo bien y de tcnlo
decimos ademas algo especial, y lo ha dicho en
apostolado, con í,ste Siervo Suyo, tan maraviefecto porque lo ha dicho el misino Redentor. El
Uosiuneute fiel, tan inaraviUosiunente intrépido
expresamente ha indicado cual debe ser el fm to
en pelear sus batalla.>;. D irluv que Don Bosco
de tcxla su Obra Redentora, y nosotros no pode­
ha venido a ixigar al Divino Reileutor todo lo
mos dejar de aprovechamos de este fm to, que es
que a El le debía (no hay ninguno de nosotros
como una coiitiimacióu misma de la Redención.
que a K 1 no se lo deba tixlo). De líl en efecto
E l Señor lo dice con palabras que claramente
dimana tinla santidad, ttxlo martirio, todo bien;
manifiestan su corazón, sus intenciones, al
de El tcnlo lo cine aun rosta de bueno y hénuoso
anunciar que ha venido para que los hombres
en este mundo pagiuiizaute, en esta civilización
tengan vida, y la tengan en abundancia, siem­
que únicamente a la Cruz, al Corazón, a la
pre en mayor abuiulaucia. Ego veni uí vilam
Sivngrc del Rcilentor delx' el que aún podamos
habeatil. ti abuthiar.t'us habeat^f.
llamarla civilizíicióu cristiana,
Es exactamente como si les dijera a sus que-

i8o



Aspecto de la nave central de San Pedro, en la Audiencia concedida a la Familia Salesian^.

ridas almas: gozad la vida y gozadla siempre
con njayor abundancia.
Y esta vida es la cristiana, porque es Cristo
q u l^ la ha traido al mundo. Cristo Redeixtor...
vida cristiana... Esta vida cristiana que los
h ij^ de Don Bosco poseen ya con tanta alíundanda, deben no sólo poseerla, sino desen­
volverla con abundancia cada día mayor: de­
ben- ponerla de acuerdo con las palabras del
Redentor, que quiere sea una vida abundante
y sbbreabimdante.
Ahora bien, nuestro querido San Juan Bos<» lo
dice claramente, altístmam.ente, como de­
be ser actuada esta vida ó istian a, o sea, tal
cotto él la ha vivido, tal ccano bellamente la

viven sus hijos espirituales, como la liaq viválo
los Santos, no sólo los que durante este año
han venido a formar el Cortejo del Rctlentor,
sino todos los Santos. ¿ Qué es lo que ellos lian
hecho ¿Una sola cosa, vivir la Vida cristiana
abundmitemente, sobreabundantemente, esa
vida cristiana de la que nacen esas ramifica­
ciones tan vastas y magníficas de apostolado
y dé bien que subyugan los corazones.
E l Redentor dijo: Vivid la Vida -cristiana y
vividla abundantemente, y he aquí que hoy
Don Bosco viene también a^decimos: Vivid la
vida cristiana tal como yq la he p t ^ íc a d o
y tal como yo la he en^ñado.
Pero además’ de esto, parece que Don Bosco

l8 l

'

^

quiere decirles a sus hijos, avosotrosque sois tan
particiúannente suyos, algxma otra palabra más
específicamente precisa, en el sentido que Nos
estábamos discurriendo. Parece que hoy os dice:
listadme atentos. Ved cómo y por qué caminos
teiiels que dejaros guiar: Y parece que para in­
vitaros a seguir siempre más y mejor esos
caminos, indica él tres uonnas de vida cris­
tiana, descubre él tres secretos.

E l íríp le secrefo de D o n Bosco,
E l primero es el amor a Jesús Redentor.
Dirlívse que fué éste uno de los sentimientos
dominantes de toda su vida, y que lo fué lo
dicen m uy alto aquellas palabras suyas: Da
niihi animas. He aquí im amor que se halla en
la meditación continua, inintemuupida de lo
que son las almas, no considerándolas en sí mis­
mas, sino en lo q\re valen y en lo que representan
en el pensamiento, en la obra, en la sangre, en la
muerte del Redentor Divino. A llí es donde Don
Bosco ha visto todo el Inestimable, el incom­
prensible tesoro de un alma. De aquí su aspi­
ración, su mego: Da mihi ánimas.
E s un modo de expresar al Redentor su
amor, y en esta expresión, por una felicí­
sima necesidad de cosas, el amor al prójimo
se convierte en amor al Divino Redentor y
el amor al Divino Redentor en amor a las
almas redimidas, a esas almas, cuyo verdadero
valor se revela en el pensamiento y en la estima­
ción de Josiis,al juzgar que, a pesar de haber sido
compradas con su Sangre preciosa, aún no le
IKirccen a E l excesivamente caras.
Ahora bien, este amor del Divino Redentor
es el que precisamente heñios venido recordando
y meditando, y el que ha excitado nuestro
agradecimiento, durante todo este año de ima
multiplicada Redención.
Otra cosa enseña tam btói Don Bosco a sus
hijos. Les enseña el grande auxilio, el más efi­
caz auxilio del que nosotros podemos dis|Kmer
liara llevar a la práctica ese amor al Redentor
que tiene que resoh ersc en amor a las almas, en
apostolado jKir los almas: María Auxiliadora.
Este es el título que él ha preferitlo cutre todos
los que se le atribuyen a la Madre de Dievs. María
Auxilio de los cristianos, el auxilio coiv que El
contalw ix\m poner en oulen de batalla his
milicias a\ixiliures que debían ayudarle a
couquLst;ir las almas.
María Auxiliadora es la herencia csiJeciiü
de los liijos dé Don Bosco, una herencia que
ICK.I0 el mundo podría envidiaros, si no hubiese
otros caminos para aciulir a Ella.
Cabalmente cJi este recuerdo debemos ver
otra de esas coincidencias, de esas que algimos
Uiuntm combinaciones, pero que son por el

182 -----

contrario invenciones delicadas, próvidas pre­
paraciones que la Divina Sabiduría sabe hacer
concurrir.
. Uno de los frutos más preciosos de la Reden­
ción es la Maternidad universal de María, y
no se hubiese podido celebrar el centenario de
la Redención, sin Tecordar que, desde lo alto
de la cruz, cuando más terribles eran sus an­
gustias de muerte, el Salvador nos dió a todos
por Madre a su misma Madre:« He aquí tu hijo.
He aquí tu Madre * .*Es el Divino Redentor quien
nos lia dado a María por Madre nuestra uni­
versal, y es este el nexo que une íntimamente
a la Redención con la Maternidad humana
de’ María.
Diríase que Don Bosco había visto de un
modo especial este nexo de imión y había com­
prendido todo su valor. Por esto, al lado del
Salvador Divino colocó siempre a María, y a
María en el título que más le conviene, el de
Auxiliadora, confiándole a Ella el patrocinio de
todas las obras que su gran corazón, que su gran
mente se proponía llevar a cabo para la salud de
las almas;
y he aquí porque además del Instituto de
los Salesianos, fundó el de las Hijas de María
Auxiliadora. Decir María Auxiliadora es in­
vocar la ayuda eficacísima con que podemos
contar, ayuda que no conoce limitaciones en
su potencia, porque viene de María Madre
nuestra, que n^da desea más que facilitamos
su auxilio, en las obras que emprendemos para
la gloria de Dios y el bien de las almas.

La devoción a ¡a S anfa Sede.
Pero es que el Sabio Conductor, el Padre
amoroso de las Familias Salesianas ha indicado
además a sus liijos otra guía segura en medio de
la guerra - - ésta sí que es una guerra glo­
riosísima — por la salvación de las ahuas,
guerra que es necesario encender en todo el
mundo. Don Bosco ha querido que esta guía
fuese una ilimitada y sentida devoción a la
Iglesia, a la Santa Sede, al Vicario de Cristo.
Es un programa admirable — como E l mismo
Nos lo decía, personalmente, con sus propias
palabras, cu una verdadera intimidad que duró
muchos años y que, además de ser de corazón,
fué, en muchos aspectos, intimidad de inteligen­
cias — es mi programa co:itinuo, necesario,
hecho todo él de directivas clarísimas, lumino­
sísimas, rico más de hechos que de palabras,
en virtud del cual la Iglesia, la Santa Sede, el
Vicario de Jesucristo llenaban toda su\’ida. ^ t o
Nos lo sabemos en \-irtud del trato directo que
tmrimos con él, por el testimonio de su propia
palabra, por lo expresivo de los pensamientos
que él nos confiaba, en su cordial y paterna

venido, a toda la gran Familia Salesiana y de
María Auxiliadora, todas las casas donde esta
Familia tiene a la vez su habitación y su campo
de trabajo, todas las obras de apostolado en s\is
múltiples formas, todo ese mundo q\ie forman
ejércitos de coop>eradores, y ese otro mundo
de almas que viven o quieren vivir bajo la
égida de Don Bosco; una visión grande como
el universo, visto nuti^na, bella como la caridad
de Dios y de las almas, bella como la gracia
auxiliadora de María Sma; una vi.sión c[ue se
extiende de un modo ilimilado, que el 1\í\xí
E l P apa de D o n Bosco.
contempla a través de vosoti-os, luista iX'rderse
Hemos hablado de mi «Año Santo Salesiauo » en los más lejanos horizontes.
Queremos que reciban además nuestra ben­
y no sin una íntima satisfacción hemos oido
que se gritaba en tomo Nuestro /Viva el Papa dición las familias de tcKios los aíjuí presentes,
de Don Bosco! (fonuidable y prolongada ova­ vuetras personas queridas, esixx'ialmeute los
ción; durante mucho tiempo óyese gritar con pequeüuelos tan tieniamente amados de Don
Bosco, a ejemplo del Divino Maestro, los ancia­
un entusiasmo delirante: ¡Viva el Papa de Don
nos, todos en fin, y todo lo que vosotros de­
Bosco!).
seáis sea bendecido.
Os digo esto para que sepáis que esta hermosa
palabra ha sido para Nos motivo de grande
alegría, no menos que para vosotros, que sois
hijos suyos. Pero esta hermosa palabra, más
aún que motivo de alegría, es una admonición,
pues viene a s ^ ifica r que, para Don Bosco,
A l terminar el Santo Padre esta bella
el Papa, venga de donde venga, y Uámese como
se Uame, es siempre y en todo momento im ele­ y paterna alocución, es extraordinario y
grandioso lo que en San Pedro ocurre. Son
mento tal de ^dda que, sin él, no habría llegado
a ser lo que ha sido, ni obrar lo que ha tan atronadores los vivas y tan insistentes
los aplausos, es tan enorme el fervor desper­
obrado.
He aquí pues las tres cosas importantísimas, tado en todos los ánimos y tan .expresivas
las tres cosas que vienen a procurarles a los las manifestaciones, en especial de los jóve­
Salesiahos todos los frutos de e-ste Año Santo nes, que Pío X I, elevado ya en la silla ges­
clausurado con estas exaltaciones de San Juan tatoria para retirarse, aparece como indeciso,
Bosco: amor a Jesucristo Reílentor, que es
no sabe como despedirse de la asamblea,
amor a las almas, apostolado de las almas;
devoción fér\'ida, constante, a María Auxilia­ como separarse de aquellos 50.000 hijos
dora, colocada por él como baluarte de todo amantísimos, devotísimos, que le hacen
el organismo de sus obras; devoción, adhesión pensar además en otros centenares de miles
obediente, fidelísima a la Santa Iglesia, al Vi­ ausentes, tan fieles e incondicionales como
cario de Jesucristo, que es el guía visible, sen­ ellos.
sible, que el Divino Redentor ha querido dar
Cuando ya la silla cnq>ezaba a moverse
a las almas, para que no puedan tener dudas hacia la puerta de salida, el Papa hizo
•sobre su modo de pensar, ni sobre la manera
una señal y se le vió virar en redondo,
de conformar su conducta con la vida cristiana,
sobreabundantemente cristiana, segiín los de­ y dar una vuelta completa por el altar de
la Confesión a fin de saludar y bendecir a los
seos de Su Corazón,
que durante la audiencia habían debido con­
formarse con verle apenas de perfil, y cuando,
recorrida y a la nave central, en ima conti­
LA BENDICIÓN DEL PADRE
nua, férvida y delirante ovación, que fué
un vivo relámpago de gloria y el epflogo
Con estas paternas constataciones, con triimfal de una jornada inolvidable, el Papa
estos paternos augurios, os bendecimos a todos iba ya a desaparecer, aún quiso que le vol­
y a cada uno de vosotros, y queremos bendecir vieran hada la asaihblea para bendedr, <Utodo lo que vosotros representáis y no podéis nuevo, varias veces, como si la grandíosi^d
a menos de representar.
Vosotros representáis todo lo que habéis de aquella escena le sujetase con invendblc
dejado en los diversos lugares de donde habéis fuerza magnética.

amistad, no obstante mediar entre ambos xma
gran diferencia de edades.
La Divina Providencia ha querido disponer las
cosas de modo que aquellas expresiones que
mejor revelaban el alma de Don Bosco, le fue­
sen confiadas personalmente al mismo a quien
Ella, en sus secretos designios, destinaba a
exaltar al Sieri-o de Dios a la gloria suprema
de los altares. (Aplausos vivísimos).

183

MAGNIFICA CORON ACION
DE LAS JORNADAS ROMANAS
UNA LÁPIDA DEDICADA AL PAPA EN EL “INSTITUTO PÍO XI”
Era este un acto inexcusable y había sido,
por lo mismo, cuidadosamente planeado y
preparado. •
líl sitio elegido para su celebración era
también, no sólo el más indicado, sino el
único; puesto que el magnífico Instituto
Salesiano que es orgullo de la capital de
Italia, lleva el nombre mismo del Augusto
Homenajeado, goza de su alto patrocinio
y a su consejo y tenaz iniciativa debe la
espléndida Basílica, próxima a terminarse,
desde la cual la Virgen de Don Bosco irra­
diará sobre barrios po])ulosos en formación,
liaces vivísimos de luz para el espíritu.
Dentro de la amplia nave de este futuro
^)alacio de la Madre de Dios, y en medio de
un complicado laberinto de entramados de
madera y cimbras colosales, exponentes de
la magnitud de la obra, y de la impaciencia
febril con que marcha hacia su fin, reunié­
ronse los invitados, al aire libre, en un
triunfo de alfombras y tapices, y en medio de
un jardín improvisado de plantas de salón.
Cuando la mirada se dirige hacia arriba,
sobrecoje de asombro la negra y colosal
•osamenta, ya emplazada, que habrá de sos­
tener la cúpula del .templo, a una altura
■ de 33 metros.
Amplias tribunas, adosadas aljnuro, ofre­
cen cómodo asiento a las más altas dignidades
civiles yeclesiásticas, y'cntre élbs contempla­
mos, en medio del esplendor de \';\rias púr­
puras cardenalicias y de.más de veinte cruces
Aureas de obispos y arzobispos, una riquísima
gama de títulos y autoridades; lo mejor de
Roma, por decirlo dé una vez, estaba allí,
pregonando su amable .y finísima correspon­
dencia a la invitacióli de nuestro Rector
Mayor.
La Excma Dama Dña Camila Ratti, había
sido objeto de esi>ecialísima distinción, y
en medio del ábside,, sobre fondo w rde,
campeaba un'artístico retrato al óleo de su
augusto hermano, S. S.. Pío X I. entre band*eras pontificias y gonfalones de Roma que
el Gobierno civil había hecho lleN’ar.

----- 184

Abrióse la fiesta con cantos e himnos del
Mtro Antolisei; el imponente Coral Salve
Decus llalorum y las Acclamationes, todo a
cargo de la Schola Cantorum del Instituto,
cuyos méritos el Papa conoce ya personal­
mente, por haberla oído muchas veces en
su palacio del Vaticano.
D escubrím ienfo de la lápida.
Y procedióse en seguida a descubri.r la
grait lápida mural, objeto primario del home­
naje ofrecido al Papa de la Canonización,
y colocada en el ábside del templo, ad perPetuam memoriam.
Actuaron como padrinos el Excmo Sr E s­
trada, Embajador de la República Argentina
cerca de la Santa Sede, la Excma Sra Bña
Camila Ratti y la Sra Condesa Macchi.
En el mármol hase grabado la siguiente
inscripción, pulcramente redactada en latín
epigráfico por el Prof. Fomari:
E l dia I de Abril de 1934. dedicado a la
Resurrección de Ntro Señor Jesucristo, en
cuyo dia Pío X I, intérprete supremo de los
designios divinos, para clausurar las fiestas
religiosas con que había sido celebrada la
Conmemoración secular de la Humana-Re­
dención, ante multitudes procedentes de todas
las partes del mundo, colocara en el Catálogo
de los Santos a Juan Bosco, Padre y Legisla-,
dor de la Pia Sofiedad Saiesianá y de las
Hijas de María .-luxiliadora, a fin de perpe­
tuar el recuerdo de tan grande acontecimiento,
aquí, .en este templo levantado por voluntad
del mismo Ponti^e y junto al Hospicio de
que se honra llevando Su nombre, la
Familia Salesiana dedicaba esta lápida, ex­
presiva de la gratitud y alegría-que inunda'
su ánimo.
Sobre esta nota seria, solemne, que, pese
a la* rotunda sinceridad de su fervor, deja
siempre x;ierto sabor de protocolo, vino en
seguida un niño a colocar la ingenua flor dél
sentimiento, im alumno de 2® Curso de Me-

r
cánica, quien pronunció un saludo lleno todo
de bellos conceptos y dicbo con tanta
viveza y donaire que, al terminar, mereció
una féivida y general demostración de
simpatía.
Y levantóse a hablar nuestro Rector ^layor, Don Pedro Ricaldone, pronunciando
el siguiente magnífico discurso que reprodu­
cimos íntegramente:

DISCURSO DEL RECTOR MAYOR
inscripción que acaba de aparecer ante
nuestros ojos, fija, para siempre, en el mánnol,
la fecha liistórica de la Canonización de nuestro
Fundador y Padre San Juan Bosco, y Ueva
grabado con caracteres indelebles el nombre del
Pontífice que lo elevó a los máximos honores,

y habla y hablará perpetuamente de la gratitud
de los liijos hacia el Glorificador augusto del
Padre.
1.a fecha de esta Canonización llegará a sor
histórica, por todo lo que la ha precedido, acom­
pañado y seguido.
Precedióla una intensa exi>ectacióu mundial,
hecha toda de simpatía, reconocimioutt) y ad­
miración. La figura de Don Bosco, queouviila
se presentaba nimbada do una auróola tío ama­
bilidad, conserva, en el recuerdo de los <iue lo
conocieron y de muchos que no lo conocieron,
totioel prestigio de aquella bondad serena, indul­
gente, benéfica, cuyos atractivos no era ]V)sible
resistir. Adenuts de esto, los frutos de sus obras
providenciales mueven a toda clase de personas
a bendecir su caridad multiforme, que luí sem­
brado en todas partes, profusamente, gérmenes
de bien en pro de la sociedad y de las almas, y
en esi>ecial de les ióvenes.

La lápida coomeiBorafiTa del IssUtofo Pío XL

185

V
Kste árbol frondoso, gigantesco, brotado en
tan breve tiempo de la minúscula semilla evan­
gélica, llena de asombro a cuantos se dedican
al estudio de los fenómenos sociales historiográficos y agíográficos y, al contemplarlo, salu­
dan en Don Bosco al precursor previdente que,
recogiendo y sopesando nova et vétera, aceptó
fonnas ya conocidas de actividad y de aposto­
lado, reformó a su gusto otras, y creó algunas
completamente nuevas. Todo esto ha hecho que
las varias fases de su Causa, tan compleja como
su vida, hayan sido seguidas con el mayor in­
terés por miles de corazones. ¡Cuántasoraciones,
cuántos votos se lum elevado al cielo para que la
voz infalible del Vicario de Jesucristo definiese,
desde la cátedra de la verdad, lo que estaba
ya en el convencimiento íntimo de infinidad de
eclesiásticos y de laicos, dondequiera que la
Iglesia Romana extiende sus dominios!
/Vie/noroA/e conclusión
de excepcionales solemnidades.
Y llegada la hora preciosa de la glorificación,
una coincidencia admirable de circxinstancios ha venido a hacer todavía más memo­
rable el faustísimo acontecimiento. Un Ju­
bileo de inusitada grandiosidad estaba a punto
de clausurarse en el día solemne de Pascua; a
la invitación del Pontífice había respondido,
con férvido entusiasmo, durante todo im año,
el mundo entero. La misma Santidad de Pío XI,
quLso que dicha clausura fuese señalada con
algo que trascendiese de lo ordinario, con algún
rito solemne que, halagando el sentimiento uná­
nime del mundo católico, diese el suspirado
realce a la tradicioiud ceremonia.
Y la ProvitleJicia, que, con mano invisible,
guía los acontecimientos humanos, arregló las
cosas de tal manera que la Iglesia, Madre de los
Santos, ha podido glorificar, ante la luiiversalidad de las gentes, la santidad de uno de
sus hijos, a quien los pueblos twios de la
tierra rendían culto conlial de veneración y
afecto.
lis un hecho imtegable que esta apoteosis de
Don Bosco, en un momento tan extraordina­
riamente característico, ha sido recibida con aplaust» por tcnUvs los pueblos que hay bajo de
la ca]K» del cielo, como si cada uno de ellas viese
cu el nuevo Santo algo de su propia substancia,
y he aquí de que pixnddencial manem el año
de las innumerables y filiales ix'rogriuaciones ha
teni lo tm tan niaravilU-)so coronamiento, el día
mismo en que ctmgregábanse en la urbe, espléudiílas como nunca, representaciones del mundo
entero.
Y a dar mayor realce a esta apoteosis reli­
giosa y católica han venido además reales y
i8 6

soberanas participaciones, acompañadas de los
más altos asentimientos nacionales y civiles.
La propia Majestad del Rey, con esa bondad
que ha sido siempre caracterfetica de su Augusta
Casa, ha querido asistir a la ceremonia de San
Pedro, haciéndose representar por S. A. R. el
Príncipe Heredero, Humberto de Saboya,
quien, con amabilidad verdaderamente regia,
antes y después de la solemnidad, dedicó a los
humildes Hijos de Don Bosco palabras de so­
berana complacencia, que con caracteres in­
delebles guardarán ellos esculpidas en sus co­
razones.
Es cierto que Don Bosco pertenece a todo el
mundo, pero Italia ha tenido la suerte de ser
su cuna, y ¿no lia sido por ventura el mismo
Papa Pío X I quien lo ha llamado «gloria de
Italia » e « Hijo glorioso de la patria ? >
Por esto, la Patria, por im acto de magnani­
midad nunca suficientemente agradecida de
S. E. el Jefe del Estado, ha decretado la glori­
ficación de su liijo en la cumbre d d Capitolio.
Nosotros, que conocimos a Don Bosco, sabemos
hasta qué punto había él deseado contemplar
en su querida Italia ima ceremonia de la altí­
sima y cordial significación que ha tenido ésta,
una ceremonia en que apareciesen íntimamente
fundidos y abrazados los amores inefables de
Religión y Patria; sabemos el gozo inmenso
que él habría experimentado, si hubiese tenido
la dicha de ver, como nosotros, alborear la glo­
riosa fecha del i i de Febrero de 1929, en que
la firma de los Pactos Lateranenses «devolvió
Italia a Dios y Dios a Italia »frase feliz con que
estereotipó su pensamiento el gran Papa que
rubricó aquellas Pactos, cuyo nombre irá indi­
solublemente unido al recuerdo de la Cano­
nización de Don Bosco.
El, en efecto, que tan de cerca conoció a su
Canonizado, y que tan bien sondeó y compren­
dió su espíritu, ha hecho resaltar muchas veces
esta nota, que él llama providencial, de la gran
celebración, como puede verse en un solemne
dociuneiito destinado a toda la Iglesia, y publi­
cado pocos meses después de haber reaparecido
sobre el cielo de Italia la paz religiosa, con una
olari lad como no había brillado nunca desde los
tiempos de Constantino. Me refiero a la Encí­
clica (iMÍttcua^^ssímo anno, en la cual, después de
haber enumerado los consuelos que Dios le había
concedido eii su J ubileo sacerdotal, congratu­
lábase. atribuyéndolo a rm designio particular
de la Invidencia Divina, de haber sido preci­
samente Juan Bo.sco el primero en recibir los
honores de la Beatificación, después de la suspi­
radísima paz celebrada con el Reino de Italia,
Don Bosco que, en diversas ocasiones, tanto se
había esforzado en lograr que se arreglase amis­
tosamente el dolorosísimo conflicto que había
arrebatado a Italia al abrazo paterno.

D euda de g r a fífa d inmensa.
Deudores nosotros a Pío X I, no sólo de la
Canonización, sino además de esta singiüar
apreciación suya sobre las susodichas negocia­
ciones de nuestro Santo, que da a la solemni­
dad del día de Pascua cierto c<dor simbólico, ele­
vándola a la categoría de im gran hecho his­
tórico, debérnosle además, el haber ddineado
con mano segura, muchas y muchas veces, la
extraordinaria ptísonalidad de Don Bosco.
Antes de la Hoinilía Pascual, en efecto, el Papa
había ya tejido hasta veinticinco veces, publi­
camente, las alabanzas de nuestro Fmidador,
describiendo sus virtudes y sus obras, e ilus­
trando los caminos de su providencial misión
Pero donde el corazón del Papa se ha puesto
de manifiesto, con todo su inmenso ■ tesoro de
luz y de bondad, es en la audiencia de ayer.
¡Audiencia memorable si las hay! memorable,
ante todo, por el sitio en que fué ortogada.
« Os hemos hecho preparar — nos decía —
la más hermosa y m ás grande sala del mxmdo »y
es que en efecto el templo de San Pedro ofrecía
en aquel instante, un espectáculo que acaso no
había tenido precedentes en la historia. Me­
morable, además, por los elemeijtos que en la
audiencia intervinieron; jamás había bullido en
tom o de los mausoleos de los Papas tanto her­
vor de juventudes, venidas dé todas las partes
delmundo; «vértigodealegría» hubo de llamar el
Pontífice a aquel delirio de vivas y de aplausos
con que fué acogido su ingreso en la BasÜica
y acompañado hasta el altar de la Confesión,
delante del cual habíase elevado el trono.
Memorable, en fin, por la alocución pontificia,
amplia, paterna, rica de constataciones, de per­
sonales reminiscencias, de inefables exhorta­
ciones, y sellada, al terminar, con tres preciosos
recuerdos que serán siempre agradecidos por
todos los Hijos de Don Bosco, grandes y pe­
queños:/I mor a Jesús Redentor, en las mani­
festaciones dit'ersas de 5U caridad en orden a la
salvación de las almas; devoción a María A u ­
xiliadora; fidelidad al Vicario de Jesucristo.
Aquella adamación « Viva el Papa de Don Bo­
sco' » escuchada por el Santo Padre, el día de
Pascua, en San Pedro, fué por E l cordialmente
agradecida, y fué una exteriorizaci&i feliz del
secreto de todo aquel fuego que ardía en el pecho
de los 50.000 manifestantes, y que tan bellas e
inolvidables palabras había puesto en los labios
del Vicario'de Jesucristo.
Todos estos actos y expresiones del Santo Padre
han producido en nosotros im efecto sorpren­
dente. Si antes la figura de Don Bosco mani­
festábase ya grande ante nuestro espíritu, ahora
ha crecido de im modo gigantesco, y el conoci­
miento que de él tenía d mundo ha ganado extr^rdinariam ente en profundidad y extensión.
De aquí que d Te Deum, entrelazado con

d Aleluya pascual, háyanse devado a Dios, en.
d templo máximo de la cristianidad, como un
himno úiiico de hacimieuto de gracias, por haber
regalado E l a su Iglesia imo de los Santos que más
han hecho resplandecer la gloria de la santidad
y que de la santidad se ha hecho, en mayor
y más lai^a medida. Ministro e üistruniento.
Consdentes, por todo d io , de lo mucho que
le debemos al Santo Padre H o X I. nos heuu«
dado hoy cita en este lugar, jxira tributarle el
'homenaje de nuestra gratitíid, aunque de ella,
o sea, de la gratitud Salesiatia hacia el Pontí­
fice incomparable, hablan ya bien alto los mu­
ros d d magnífico edificio elevado junto a esta
iglesia y rotulado con su augusto nombre.
Aquí cu estas Escudas Profesionales del Insti­
tuto Pío X I, vendrán, unas tros otras, generacio­
nes de jóvenes, para disciplinarse en d trabajo,
y en la práctica de la vida saleslana, y con las
alabanzas al Padre de la juventud, oirán evocar,
ungido de bendiciones, el recuerdo de Pío X I, cu­
ya vida quiera Dios conservar muchos años,
para bien de la Iglesia y de la humanidad. El
Santo de la caridad y d Papa de este Santo
vibrarán, a impulsos de una sóla y única palpi­
tación, en d benéfico Instituto y en d m ag^tuoso templo, que, antes aún de terminarse, nos
ofrece ya acogimiento, y será en Roma cen­
tro y faro irradiador de la devoción a la Virgen
de Don Bosco, María Auxiliadora.

L a voz de D o n Bosco.
Mas, en estos momentos y mieutras os hablo
de estas cosas, siento que necesitaría tener d
gran coraz&i de Don Bosco, para poder mostrar
dignamente al Vicario de Jesucristo toda la
magnitud de nuestro agradecimiento. Si .110 me
es posible disponer de su corazón, dispondré, esto
sí, de su voz, y procuraré, en cierto modo, ha­
cerla mía.
En 1876, d Custodio General de la Arcadia
invitó al Siervo de Dios a liacer un discurso sobre
la Pasión d d Señor, en la sesión especial que
solía edebrar aquella Academia, todos los
años, d día de Viernes Santo. Don Bosco acejitó,
siendo considerada aquella acclJtacióa como im
favor señaladísimo.
La sesión tuvo lugar en d palacio Altemi».
E l orador no divagó por los campos floridos
de la literatura, limitándose a hacer a los asam­
bleístas algunas eruditas y devotas reflexiones
sobre las «Siete Palabras» de Jesús en la cruz.
A l llegar al epílogo de su discurso, con acentos
tocados de profunda y sincera emoción, abogó por
la unión de los verdaderos creyentes con Pedro
y sus sucesores; ñivitó a todos a estrechars<«en tom o d d digno sucesor d d Apóstol, en
tom o d d grande, d d valiente Vicario de Jesu­
cristo; d d fuerte, d d incomparable Pío I X »

187

•(son tol^los adjetivos suyos) y con tono vibrante
‘ hizo una exhortación y una protesta que yo quie­
ro aliora repetir literalmente, háciéndola nlía,
que yo quiero con la m ás'ardiente devoción
CliiJ y en nombre de todos los ^ e s ia n o s, de
hus i lijas de María Auxiliadora, de sus alumnos
y exalumnos, de sus Cooperadores y Coopera­
doras y de todos los amigos de San Juan Bosco,
dirigir, desde este lugar, a la persona, no ya de
Pío IX .siñ o de Pío X I.

S iem pre con e l P apa y p o r e l P apa.
« Kn todas nuestras dudas, en todos nuestros
IJeligrqg', recurramos a El como a un ancora de salvítciónlcomo aun oráculo infalible. Nadie olvide
jamús que cu este portentoso Pontífice se llalla e l.
fundamento, el centro de toda verdad, parala
salvación del mundo. Quien recoge con El,
edifica', ha.sta tqpar el cielo; quien no edifica
con MI, desparrama y disipa, hasta tocar los
abisnios. Qui niveum íkwj cólligii, dispergit. Ah! si
m i voz jiudiese, ahora mismo, llegar hasta aquel
angeliail Consolador; Beatísimo Padre — le
<liría ; - escuchad con benevolencia las palabras
<le este hijo |X)bre ¡)ero devotísimo de Vuestra
Síintií^d. Queremos aseguramos' el camino»
<iue conduce a la jx>sesión de la felicidad ver<ladera, y jxir e.sto nos apretamos en tomo
■ de V. S. que sois Padre amoroso y Maestro iníalible.Vuestras palabras serán guía de nuestros pdÍK>s

y norma de nuestras acciones. Vuestros pensa­
mientos, Vuestros escritos, serán recogidos con
la máxima veneración y difundidos con viva
solicitud en medio de nuestras familias y de
nuestros parientes y si es posible, en medio del
mimdo entero.
Vuestras alegrías serán las alegrías de vuestros
hijos; Vuestras penas y Vuestras espinas serán
así mismo codipartidas por nosotros piadosíimente, y así como es un motivo de glora para
el soldado morir sobre el ,campo de batalla por
su Soberano, seríalo también para nostros, si
un día, el máS hermoso de nuestra existencia,
pudiés«anos dar por Vos, Beatísimo Padre,
toda la substancia de nuestra vida, porque,
muriendo ¡xjr Vos. tendríamos la seguridad de
que morinios por ese Dios que corona los fugaces
sufrimientos de esta tierra con las eternas
alegrías del cielo *.
Con estas vibrantes y efusivas protestas
de amor al T a p a tom adas de San Juán
Bosco, termina su hermoso discurso nuestro
venerado R ector Mayor, levantando una ver­
dadera tem pestad de aplausos, expresivos ded
fervor y del filial sentimiento con que habían
sido escuchadas, y constituyendo a la véz
digno rem ate de una fiesta, que seguramente
habrá removido, en el magnánimo corazón
de Pk) X I . las fibras más delicadas de su
paternal benevolencia.

G rupo de indiecHos venidos de Assetn
' con nuestros Misioneros.

it

•A:.

y

4
5- -

El precioso Relicario de San Juan Bosco
que la Pía Sociedad de San Francisco de Sales ha regalado al Papa.

Va

Es una obra exquisita de orfebrería, debida
a la inteligente colaboración artística del arr
quitecto salesiano Sr. V^alotti y de la Sección
de grabado y repujado de la Escuela Sup>erior
de Arte Cristiano « Beato Angélico * de Milán,
cuya reputación crece, de día en día, y ha llegado
a imponerse, con indiscutible autoridad.
Iva referida Escuela lia sabido afirmar, una
vez más. en esta alliaja, su especial aptitud para
modernizar el arte sacro, con un sabio y ponde­
rado criterio, habiendo acertado a combinar
lo típico con lo tradicional, mediante elementos
ornamentales nuevos liellanieiite armonizadas
con las peculiares notas estilísticas de lo an­
tiguo.
Todo el Relicario ha sido hecho de oro y
plata V profusamente adornado con piedras
preciosas. Mide 75 cm. de alto y consiste en
mía cruz plantada sobre sencillo y original basa­
mento, y encerrada en una auréola radiante,
de forma mitral.
En el centro de la cruz hay ima cajita de oro
y brillantes que va protegida con cristales y
guarda la reliquia del cuerpo del Santo, con­
sistente en la quinta vértebra ceiv'ical. Al pie
de la cruz, y a uno y otro lado de ella, hállause
representadas las cuatro virtudes cardinales
con sus símbolos tradicionales y, sobre los
brazos de la misma, la fe y la esi>eran2a arro­
dilladas y como en éxtasis, contemplando a la
caridad, simbolizada en lo alto por Don Bosco,
en actitud de repartir la Sagrada Comimión
a dos niños.
Gracias a la feliz disposición de estas figuras,
vese, en seguida de un modo gráfico, que todas
las virtudes, así cardinales como teologales, vie­
nen a sintetizarse y compendiarse en la caridad,
causa V razón de la eminente santidad del
Apóstol de la juventud.
Tanto estas pequeñas estatuas de las virtudes
como el grupito formado por el Santo y los dos
niños, constituyen, por sí solos, verdaderas
obras de arte, por su elegante dibujo y fino
modelado, contribuyendo a aumentar notable­
mente el valor material y formal de este Reli­
cario, en el que la Sociedad Salesiana, sobrepo­
niéndose a su poHreza, ha querido expresar, «m
el más rendido afecto, su gratitud sin límites al
Papa de la Canonización, o, como él se complace
en ser llamado, xd Papa de Don Bosco.

189

LAS SOLEM NIDADES
DE TURIN
DIA 8 DE ABRIL

h o rn a d a m em orable y nunca visfa M e d io m undo en ¡a c iu d a d y foda Ja
ciu d a d en Valdocco,

|);

Este tan esperado Dia 8 amaneció adverso,
ceñudo, displicente, en abierta oposición
brutal con el entusiasmo que, a oleadas,
arrastraba a los ciudadanos a la calle; en
enfadoso contraste con la vivísima luz de
alegría que reflejaban todos los espíritus.
No obstante de ello, y gracias tal vez a
ello, la Glorificación Turinesa tuvo aspectos
no previstos que elevaron, hasta lo invero­
símil, el tono del fervor popular. Este era
tan grande y tan impetuoso, que todas las
aguas del diluvio no hubiesen logrado impe­
dir que se manifestase.
Estas jomadas de Turín no han sido in­
feriores a las de Roma más que en el aspecto
local, porque la excelsitud y el atuendo de
la ciudad que es Sede del Catolicismo, no
hay ni habrá jamás en el mundo otra nin­
guna que pueda igualarlos; pero descartada
esta distinción, es cosa evidente que en nin­
guna parte como en Turín, al pie de la riente
colina de Superga y a la sombra del Santuario
de María Auxiliadora, pt^día la gloria de
Don Bosco alcanzar matices más simpáticos,
más íntimos, más encendidos de exaltación
familiar; en ningiín otro punto de la tierra
podían resonar los aplausos como han reso­
nado en V’aldocco, donde, a golpes de contra­
dicciones y sufrimientos, hubo de forjar su
organismo la Obm Providencial de nuestro
Santo.
A l reseñar las Fiestas de Roma hemos
agr>tado los adjetivi>s encomiásticos de nues­
tro pobre léxicr> ¿cómo describir ahoni las
de Turín, que, en muchos aspectos, las
mejoraron y desbordaron? Por fortuna tene-

190 —

‘i



mos sobre la mesa montones de diarios de
todos los colores que, de un modo primoroso,
nos dan hecho este trabajo, y a ellos nos
atendremos, porque ha sido hermosa y nunca
vista, en acontecimientos de este género,
la unanimidad y el cariño con que las Agen­
cias y Redacciones periodísticas de Italia
han reflejado todo lo que se ha dicho y
hecho en estos días, alrededor de San Juan
Bosco. En la vasta y accidentada área de la
publicidad nosotros no hemos hallado ni un
solo ángulo sordo.
Tomaremos pues un poquito de aquí y
de allá, y pondremos de nuestra cosecha
todo lo que sea necesario.
O leadas de genfe, p le g a ria s, comunio­
nes, misas, y dores.
La profunda sugestión que ejerce, en todos
los espíritus, nuestro San Juan Bosco, ha
hecho sin duda que el día 8 las gentes se
sintiesen animadas de esa fe ardorosa que
arrolla los obstáculos, y desafía las adversi­
dades y hasta los elementos.
Porque ocurrió, en efecto, que ni las negruras poco tranquilizadoras de un cielo
que amaneció plomizo, ni las frecuentes
andanadas de agua que nos en\daron las
nubes, lograron atajar, ni refrenar siquiera,
los anhelos impetuosos de los miles y miles
de fieles venidos de todos los puntos de
Italia y muchos del extrangero, decididos
a celebrar una de las mayores fiestas que tal
vez ha>’a presenciado el numdo, en honor
de ningún Santo.
Atraídos por esta luiflinosa figura de
Sacerdote y Educador del alma popular,
centenares y miles de hogares se han des­
poblado para acudir a la pequeña ciudad

f

salesiana de Valdocco. Todos los caminos
que, desde la Italia septentrional y central,
conducen a la capital del Piamonte, lian
volcado sobre ésta masas enormes de pere­
grinos.
Ni Turín, ni Valdocco, habían visto nunca
nada semejante, ni siquiera en los días glo­
riosos de la Beatificación. Para calibrar actos
de esta magnitud no se conoce todavía nin­
guna medida.
Amanecida la gran fiesta, y antes de las 4
de la mañana, los alrededores del Oratorio
estaban ya tomados por el público, de suerte
que, al abrir sus puertas, a esta hora, la
Basüica de María Auxiliadora, para iniciar
las primeras misas, llenáronse en seguida
nave y crucero, yendo a estacionarse los que
sin interrupción seguían llegando, delante
de la iglesita de San Francisco de Sales,
que, en un santiamén, vióse también col­
mada.
De media hora en media hora, renovábase
el Santo Sacrificio en todos los altares, y
a las seis empezó también a celebrarse en

una tribuna al aire libre, frente a la
plaza. Obispos y Arzobispos se alternaban
humildemente con simples sacerdotes, y
jovencitos de todas las edades confundíanse,
en la Sagrada Mesa, con hombres y mujeres
de las diversas capas sociales, ansiosos de
recibir el Pan de los ángeles, que tres o cua­
tro ministros distribuían continuamente.
Mientras en las dos iglesias agolpábanse
las gentes para saciar su devoción, íbanse
otras condensando en el patio, en espera de
que se abriesen las habitaciones que ocupó
el Santo, objeto, durante todo el año, de
especial veneración y de peregrinaciones
continuas.
Abrirse éstas y llenarse de frescas y olorosas
flores fué cosa de mi momento. Pobres viejecitas del pueblo acudían a depositar las
plantas florecidas que, con mil desvelos, ha­
bían estado cuidando en el humilde jardincito
hogareño, y cuando en el cuarto donde murió
el Santo no cabe ya. ni una más, y las otras
habitaciones contiguas están como él cua­
jadas, ábrense los balcones, y a lo largo de

La mitad de los obispos que ssisfieroe al Pcwtifical. TÍstos miraado al altar del Santo.

I9 I

LAS HORAS MAS SOLEMNES DE LA C

lANONIZAClCN ’ EN ROMA Y EN TURIN

los humildes barandales de hierro, brotan
como por ensalmo, bellos pensiles polícromos.
Corno la Basílica no ha de ser menos,
recibe, así mismo, continuos y abundantes
homenajes de flores, que traen, temblando
en su cáliz, lágrimas de angustia o la 11amecita encendida del amor de algún alma,
y ora sueltas, ora en ramos plebeyos o en
costosas « corbeilles », suben esas florecitas
a tapizar los altares, a cobijarse debajo de la
imagen del Santo, a abrazarse con inocente
ternura a los angelitos dorados de la artís­
tica urna que atesora los restos amados.
¡A cuántos episodios no ha dado lugar
esta efusión del fervor popular! Blega, por
ejemplo, una flamante pareja de octogena­
rios, y muy ufana, se abre camino, preten­
diendo poco menos que honores especiales
por haber sido el Santo en persona, el que
bendijo su matrimonio, regalándoles ade­
más un « Jo\’eti Instniido »con un autográfo,
que ellos muestran orgullosos a Don Rical•done, y viene a ser una llamada al capítulo
aquél del mismo Devocionario, en que el
Santo pinta sencillamente las alegrías del
cielo y el modo de merecerlas.

G ra n d io s o P o n íid c a l

-

6 C a rd e n a /e s y

l ! 4 O b is p o s en la B a s ílic a de M a r ía
A u x ilia d o ra .

La sinigual apoteosis del día 8 debía tener
su primera y grandiosa manifestación en el

194

Al recogerse la Procesión,
una riada humana
irrumpió en
Valdocco.

fastuoso Pontifical de la mañana, que hubo
de celebrar el Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo
de Turín, con la asistencia de otros cinco
Ciirdenales, de 114 Obispos y Arzobispos,
y de las más altas autoridades políticas,
diplomáticas, civiles y militares.
Enormemente abarrotada la iglesia y
locales ad>Ticentes, esplendente el altar ma­
yor como una viva ascua de fuego, magestuosísima la liturgia, y la música y el clero
Y todo lo que más o menos directamente era
susceptible de influir en la solemnidad del
acto, no existen palabras con que descri­
birlo y ponderarlo.
Al empezar los oficios, vemos, en el presbi­
terio, a la derecha del trono del celebrante,
al Excmo Sr. Conde De Vecchi, representante
del Gobierno de Italia y al Embajador de
la República Argentina Excmo Sr. Cantilo,
que representa a su vez el de su nación,
ambos con sus respecti\*as Señoras.
A l lado de la epístola, cinco tronos ig;uales,

alineados y cubiertos con dolsel carmesí,
reciben á los Emmos Cardenales Vidal y
Barraquer, de Tarragona (España); Maurín,
de Lión (Francia); NasalH Rocca, de Bolo­
nia; Ascalesi, de Nápoles, y Hlond, Primado
de Polonia.
Fuera del presbiterio ocupan primeros
puestos las Autoridades locales; diputados,
senadores, títulos, militares. Representacio­
nes de la ciudad y de la provincia. Ordenes
Pontificias, entre las que destacan los ca­
balleros del Santo Sepulcro por la nivea
blancura de sus mantos, que la cruz de la
Redención rubrica bellamente de rojo.
Cuando, con paso solemne y magestuoso, ha­
cen su entrada en el templo los Sres Obispos,
Arzobispos y Prefectos Apostólicos, cubiertos
con la mitra, revestidos de ricas capas, acom­
pañados de sus pajes y servidores, un pro­
fundo silencio de estupefacción lo invade
todo; el público, alzado de puntillas, recré­
ase en la contemplación de este imponente

Cortejo de 114 Prelados, que nadie había
visto jamás, fuera de Roma.
Todos ellos se han ido acomodando en el
centro del crucero, y en largas filas de bancos
guarnecidos de damascos, y colocados pen>endiculamiente al presbiterio. El golpe de vista
que ofrecen es de lo más soberbio que ima­
ginarse pueda.
En el altar mayor, un gran cuadro de San
Juan Bosco lo preside todo, entre cascadas
de luz y elegantes brocados con pasamanos
riquísimos, que adornan también profusa­
mente los arcos y paredes del templo.
A la derecha del crucero, álzase el altar
propio del Santo,
ahora provisionaly que
pronto será definitivo, y en un
triunfo
de esplendores de cielo y flores de jardm,
ofrécese a la pública veneración ‘la urna
preciosa que contiene su sagrado cuerpo.
Comenzados ya los oficios, nuestra mi­
rada inquisitix'a busca los sitiales del Rector
Mayor y de la Superiora General de las

-----195

^

Hijas de María Axiliadora, con los demás
vSui>eriores del Capítulo; todos están de ro­
dillas, extreniecidos de ferv'or, no menos que
de emoción y alegría. Entre .las Capitulares
está Sor líulalia Bosco. sobrina del Santo
Fundador.
Fíjanse también nuestros ojos, al pasar,
en los indiecitos Assomeses, y en su típica
indumentaria; sus negras cabezas empenacha­
das y sus amplios ropajes de seda; sus gran­
des collares con sartas de plata y su carcaj
y flechas del mismo metal. Conmuévenos su
compostura; de pie, con las manos juntas
sobre el pecho y el rosario que pende de ellas,
con los labios extáticos en la oración y los
ojos brillantes de felicidad.
J'.l Pontifical sigue su curso, con' toda
la magcslad que corresponde a tan grandioso

Cardenal celebrante da la bendición conce­
dida por el Santo Padre a todos los fieles
allí reunidos bajo los auspicios de San Juan
Bosco, y a los que, en número inmensamente
máyor, estaban fuera, siguiendo la ceremonia
poj medio de los altavoces.
Y el público empieza a desfilar, formando
esos remolinos característicos que confunden
y marean, y entre un revolar formidable de
mil voces exultantes y el estrépito de las
bandas de música, estalla incontenible de
todos los pechos el Himno oficáal de Don
Bosco.
Los Sres. Obispos, recompuesto su Cor­
tejo, salieron ya también de la Basílica, con
los Emmos Purpurados, entre nuevas oleadas
de entusiasmo y murallas de devotos que los
miraban y remiraban, con los ojos abiertos
a la curiosidad y el alma a la estupefacción.
Es más de mediodía, y todo el mundo se
derrama para dar paz a los nervios, respirar
aire libre y comer, donde puedan y como
puedan.

E ! Coríe/o apofeósico de la tarde
de agua y fervores de a/mas.

1 as grandrs fribunas que se instalaron en los calles,
para presenciar el Cortejo.

acto. Como ya antes hemos dicho, el Sr. Car­
denal dé Turín es el que lo celebra, oficiando,
de ministros, Canónigos de la Metropolitana,
y de Maestro Mayor de ceremonias el Ilustrísimo Mons. Respighi, (pie lo es de S. S. el
Papa, y se había-ofrecido, viniendo de Roma
expresamente.
Como ño es cosa de entretenemos en la
dcscrijición minuciosa de las ceremonias, di­
remos únicamente que el breve Panegírico del
nuevo Santo, hecho por el Emnio Cardenal
Celebmnte, fue una feliz evocación de su vida,
y que al llegar al
Dei, Su Eminencia
Rvma dió paz a los Exemos Embajadores y
Autoridades, con el mismo precioso Porta})az de plata y marfil que había besado S. M.
el Rey de Italia, el día del casamiento del
Duque dé Vistoia.
l>e la música hablaremos en capítulo
a|xirte.
Terminado él grandioso Pontifical, un
‘diácono lee la Indulgencia y el Emmo Sr.

196

-

R íos

A las 13,36 los soldados del ejército y
de las 'milicias están ya desplegados en sus
puestos, para asegurar el orden de la Proce­
sión y hacerle escolta de honor.
Llueve a cántaros. No obstante de ello,
nutridos e incesantes grupos acuden desde
todas las calles y avenidas de la ciudad, di­
rigiéndose a la Basílica; todos desdeñan el
temporal, seguros de que el Santo saldrá a
la calle, sea como sea.
Ese admirable removerse de las multitudes
ante los Héroes de la santidad ha tenido siem­
pre, en todos los pueblos, caracteres de una
apasionada y absoluta dedicación.
Ese extraordinario afluir de peregrinos a las
fiestas de San Juan Bosco puede sei calicado
c»mo de ima propia y verdadera invasión.
Gradualmente, con un fabuloso crescendo,
los arroyos se veían transformados en
ríos y los ríos en inmensa marea. Toda la ciu­
dad quedó tomada por asalto, y sin embargo,
y a pesar de este movimiento intensísimo,
apabullante, y de la desmoralización que
lógicamente debía producir la lluvia, triun­
faron de tal modo la técnica y previsión de
los oi^nizadores, que el orden y la regula­
ridad han sido impecables.

Aspectos {rasme^oríos del Coric)o - Caballeros. Obispos, Autoridades.

19 7

Cada pueblo, cada grupo, cada Colegio,
cada representación, tiene señalado su sitio,
y allí esperan horas enteras, con los pies
encharcados y aguantando la llovizna hdada,
cuando no el violento aguacero.
IvO mismo hace el público, arracimado,
compacto, llenando las calles de parte a
parte, contenido con dificultad por los guar­
dias, esperando muchos satisfacer su curio­
sidad y todos su devoción, mientras camiones
llenos de paraguas, que se venden a precios
irrisorios, van y vienen continuamente,
cargando y descargando su mercancía.
Cuando visitamos el circuito que ha de
recorrer la Procesión, para damos exacta
cuenta de este milagro de fervor y piedad
de las turbas, hallamos un gmpo de pere­
grinos belgas y franceses que esperan en la
plazuela de la Consolata, izada al pie del
obelisco de la Virgen las banderas de su
patria, y cantando a pleno pulmón, las le­
tanías de los Santos y sus proprios himnos
religiosos rimados «a la brabangone ». Más
allá otros gmpos de otras naciones rezan
el santo Rosario o repiten incansables el
Himno de Don Bosco, hecho ya popular.
En la vía Cottolengo, a la que la caridad
y el dolor han comunicado esa pátina per­
manente de religiosidad que tanto impresiona
al viajero, hallamos estacionadas centenares
de mujeres que hacen gala de ser acérri­
mas devotas del nuevo Santo, mezcladas con
religiosas de varias comunidades. Muchas de
estas devotas han venido de los altos valles
alpinos, vistiendo, quienes los tradicionales
corpiños de Valsusa, negros y fioreados;
quienes la falda típica del Lys, de llameante
escarlata; quienes los delantales pintorescos
y los chales de Rima, de Valsesia y de Macugnaga.
80.000 personas en la P rocesión y
400,000 contem plándola.
A las 15,30, ante la imponente cerrazón
del cielo, que no parece arrepentirse ni ptKO
ni mucho de la jugada que nos viene haciendo
estos días, empieza a nimorearse que la
Procesión no se celebra, >• el desencanto
cunde rápidamente; mas por fortuna es mi
momento tan sólo, porque los p<itentes alta­
voces instaladtis en tc>do el extenso sector de
\*aldocco, anuncian en seguida que el acto
tiene que celebrarse, aunque se retrasará de
una hora.
iq 8

La orden viene de nuestro querido Rector
Mayor que, no obstante andar algo delicado
de salud aquellos días, se hallaba en todas
partes y se movía continuamente. Auscul­
tando con fina sensibilidad, los deseos anhe­
lantes de todo el pueblo, ha tomado esta
decisión, que es recibida con ddirantes
aplausos; y mucho antes de que trans­
curra la animciada hora de aplazamiento,
empiezan a salir de los patios del Ora­
torio y Colegio de Hijas de María A uxi­
liadora, filas interminables de niños y niñas,
con sus divisas de escolares unos, vestidas de
blanco o de azul las otras, mientras falanges
de señoras y señoritas empiezan a alinearse
a su vez a lo largo del Corso Regina Margherita, para iniciar el desfile.
Este se ha de ir formando escalonadamente
sigún el plan establecido; cuando se halla
completo del todo, resultará una agru­
pación formidable que se extenderá a varios
kilómetros y llevará intercaladas entre sus
grupos más de veinte bandas de música.
Al asomar la cabeza la Procesión por el
<( Rondó »> que ciclistas del Municipio pro­
curan tener despejado, y empezar a moverse
la cruz parroquial, todas las iglesias de Turín
dejan volar su entusiasmo y una sinfonía
triunfal de campanas se extiende sobre la
urbe.
Detrás de la cruz, van unos pajecillos y
parvulitas con las manos jmitas, cantando,
quedito quedito, el Himno a Don Bosco,
con gracia y recogimiento tales, que
hacen pensar en esos angelitos cantores de
los frescos de Melozzo de Forlí o de los
bajorrelieves de Lúea della Robbia.
Forman correctamente y son muy aplau­
didas las escuadras de « Balillas » y « Peque­
ñas Italianas» las juventudes universitarias
de ambos sexos, los exalumnos, las Asocia­
ciones nacionales y extrangeras que alegres
y marciales, con sus banderas y gallardetes,
pasan saludando a los 50 Obispos que en
el palco de la Consolata esperan su incorpo­
ración.
(Ah! si el sol hubiese querido abrir los
ojos y nos hubiese iluminado esta jom ada
memorable, con sus rayos de oro, ¿ quién po­
dría adi\*inar de qué opulenta belleza de tonos
y de colores habríanse enriquecido estes for­
midables desfiles de juventudes, de hombres
viriles, de señoras, de profesionales, de mili­
tares, de autoridades, de sacerdotes; este inter­
minable sucederse de alurtinos v más alumnos

•de los Centros Salesianos (solamente en Turín
hay 24 Colegios) que agitaban las banderas de
su Asociación o' de su provincia y ios gonfa­
lones polícromos y blasonados de todas las
naciones de la tierra, donde los Hijos del
Santo trabajan y fructifican?
Cuando entran en el Cortejo por filas de
cientos las Hijas de María Auxiliadora, sen­
cillamente vestidas de negro, con sus «modestines» cándidos que les dan esa gracia
tan leve y humilde no exenta de prestancia
señoril, diríase que las que pasan, con aca­
riciante ruido de alas, son bandadas de go­
londrinas, tan ágil y sutil es el desfile de
estas buenas religiosas de Don Bosco, con­
sagradas en cuerpo y alma a las obras de ca­
ridad, a la asistencia de niñas y jóvenes, al
cuidado de leprosos y necesitados del mundo
entero.
Delante y d etr^ de la urna del Santo
hase observado una novedad que, dos o tres
años hace, hubiese parecido inconcebible en
Italia: «Vanguardistas y «Camisas negras»
con mauser y bayoneta calada y centurias
de ciclistas con divisa azul, y luego las
falanges del barrio de San Pablo, este milagro
salesiano viviente, de más de un millar de
hombres, de obreros, de padres de familia
que formaban antaño su republiquita roja
dentro de la ciudad, y que nuestro Ora­
torio Festivo arrancó al sindicalismo anár­
quico, perturbador y ateo.
Llegado el Cortejo a la maravillosa plaza
Solferino y Vía Pietro Micca vuélcanse en él las
Oiganizaciones Sindicales Fascistas, Colegios
del Municipio y del Estado. Instituciones
educativas, deseosas de rendir pleito home­
naje al gran Educador de la juventud.
Y cuando va cerrando la noche, llegamos
a la Catedral, donde esperan otros Sres
Obispos, y donde el espectáculo culmina
en toda su plenitud magestuosa. A los
Prelados que ahora se incorporan, recibidos
por docenas de automóviles, acompáñanles
largas filas de seminaristas y teólogos sale­
sianos, revestidos de sobrepelliz.
A pesar del progresivo desmayo del día
y de que las sombras emborronan 3^ la
\-isión, podríamos, desde esta plaza, que es
nna atalaya magnífica cubierta con amplias
y numerosas tribunas, contar a los manifes­
tantes y especificar grupos 5' representacio­
nes, pero quédese este trabajo para la
prensa local, más aficionada a detallar y
citar nombres. A nosotros nos basta decir

que además de los numeroros peregrinos fo­
rasteros, no ha hubo asociación cultural y re­
ligiosa de Tiuín que no haya tomara parte
en el Cortejo.

La carroza de las rosas
Toda la in­
mensa ciudad es un tem plo - Cómo
se ama en Turín a San Juan Bosco
Ovaciones que no acaban nunca.
-

-

Lo más notable, lo más grandioso, lo que
resultaba de una emoción inenarrable era
la acogida triunfal que se le hacía continua­
mente a la Urna del Santo.
Mas que una lluvia de agua, lo que sobre
ella caía era una lluvia incesante de rosas
que, resbalando por las tallas doradas y por
los cristales, amontonábanse en la plataforma
de la carroza, entre salvas formidables de
vítores y aplausos. Algunos informadores la
han llamado «la carroza de las rosas».
A medida que el cuerpo del Santo se iba
acercando a Valdocco, el entusiasmo de las
turbas iba electrizándose todavía más con
el contacto de los miles de jóvenes que
formaban en el Cortejo y se iban replegando
antes de llegar a la plaza de la Basílica.

La carroza de las rosas.

199

£1 Rector Mayor con loa
demás Superiores Mayores
delante de la urna del
Santo.

Ciero y {uveofudes.

La algarabía gloriosa de los cantos, de
los aplausos, de las invocaciones, en un puro
frenesí de devoción filial, removía todas las
fibras sensibles y hacía dar vuelcos al co­
razón. Los que íbamos al lado de la ido­
latrada Reliquia observ-ábamos, dentro de los
marcos iluminados y engalanados de balcones
y ventanas, a hombres que, rígidos e inmó­
viles, saludaban a la romana, y a otros de
rodillas que, íntimamente recogidos, con­
fiaban acaso a Don Bosco alguna pena o nece­
sidad urgente. De las mugeres no hay que
hablar; rara era la que no llorase y la que
teniendo una flor en la
maceta o en el jardín no
la cortase para echarla
sobre la carroza. Así,
entre apoteosis conti­
nuas, delirantes, regre­
saba el Santo a su casa,
a la Basílica de su A u­
xiliadora, incendiada de
luces y de oro y ocupa­
da, en toda su extensión,
por Obispos y autorida­
des que lo esperaban.
También el pueblo es­
peraba en la plaza y
a\'enidas próximas api­
ñado y olvidado y a por
completo de que aiín
seguía lloviendo.

Aquí sí que vendría como anillo al dedo, sagrado recinto empañaba rápidamente sus
convertida en realidad palpitante, la metá­ cristales, y ocultaba el cuerpo del Santo. Deci­
fora que liemos visto empleada, poco ha, por mos que fué el vapor, pero ¿no sería mas bien el
determinado cronista: «la \dsta se pierde en velo de su humildad heroica que, glorificado
una pretado trigal de cabezas ». Esos miles de y todo, aún le induce a ocultarse, a desapa­
bujías eléctricas que tienen convertida en una recer, a hurtar el cuerpo a los aplausos,
hoguera la cúpula de la Basílica y perfilan
las líneas de su fachada, con las del Oratorio
y edificios que circundan la plaza, ¡qué re­
flejos tan sorprendentes y tan poéticos no po­
nen en el magnífico trigal humano! Medio
mundo hállase aquí apretujado, esperando
una palabra íntima del Santo, cuya presen­
cia sienten en el alma como se siente la pre­
sencia de una madre ausente, esperando que
el Autor de todo bien y de toda santidad les
bendiga también desde la custodia.
Cerradas las puertas del templo, todo este
público, recogido 5' atento, sigue por medio de
los Utilísimos altavoces, la última ceremonia
de la jomada. Y a hemos dicho que con la urna
del Santo entraron las autoridades y los que
ostentaban alguna representación, y no
fué posible que entrara nadie más, porque
sólo ellos llenaban el Sagrado recinto.
En medio del opulento mosaico de colores
rojo y violado de los príncipes de la Iglesia y
del oro de las charreteras y la nieve de los airo­
nes de pluma que se veían flotar por doquiera
y de las divisas de Caballeros de Malta y del
Santo Sepulcro, de San Silvestre y San Grego­
rio Magno, distinguimos la humildad de Don
Pedro Ricaldone, de nuestro venerado Rector
Mayor, quien, con los demás Superiores del
Capítulo-, ha querido seguir a pie todo el
recorrido. Hállase allí como extraño a todo
aquel movimiento que bulle en tomo suyo;
rezando, tal vez meditando. ¿Qué pensará,
en estos momentos, el Cuarto Sucesor de
Don Bosco? Sólo él y Dios lo saben, pero es
lo cierto que uno sólo de esos momentos
vale una vida entera.
Ahora resuena en toda la Basílica el Ejitre los Sr«8 C risp o s que nos han honrado con su
4 Iste Confessor » y, como nunca, sus estro­ presencia, figuraba Mons. Mefulíonis, ni&ríir lituano
fas nes parece sublimes, como nunca nos que ha sufrido 10 años en Siberia los rigores del
parece descubrir en ellas la magestuosa ca­ comunismo ruso - He aquí el estado deplorable co
dencia de los himnos triunfales.
que ▼ioo de la prisión.
¿Os acordáis del pobre Pastorcito de I
Becchis? — Vedlo, aquí está, inmóvil en
su altar, recibiendo estos homenajes apoteó- como cuando le recibían en París y en
sicos, y no sabemos por qué, pero sospecha­ Barcelona, o le agasajaban en Roma?...
Y es que nuestro querido Santo, aún coro­
mos que acaso los recibe con una poca de de­
nado de gloria, y exaltado en los altares, y
sazón. Hemos observado, momentos hace,
rodeado de grandezas, quiere ser siempre el
al atravesar la preciosa urna los-umbrales
del templo, que el vapor acumulado en el pobre, el humilde Don Bosco.
201

La Bendición con las dos cusfodias
Coníos y músicas
E spléndidas ilu­
minaciones - Im ponente desB!e noc­
turno ante la Reliquia d e! Santo.
>

-

Cantado el Tantum ergo, que el pueblo corea
porque, en Italia, se saben todos de memoria
los Himnos de la Iglesia, en su lengua litúr­
gica, y dada la Bendición dentro del templo,
vibra en los aires un agudo toque de clarín,
y los Cardenales l'ossati y Hlond salen con
sendas custodias, y el uno, desde la tribuna
de la plaza, y el otro, desde un balcón de la
Kditorial S.E .l. que domina el Corso Regina
Margherita, trazan simultáneamente la cruz
con la Sagrada Hostia, sobre esta sementera
bendita de corazones, que en el asfalto
mojado, rubrican así, de rodillas, la gran
jornada de gloria, que Turín nunca había
visto y no volverá a ver jamás.
La general algazara, el ruido bronco y
continuo de los automóviles, las evoluciones
de los soldados que vuelven a sus cuarteles,
borrachos de agua, después de haber resis­
tido impávidos y casi heróicos ocho horas de

lluvia incesante, dicen que todo ha terminado,
pero las músicaS y luminarias aún retienen
a las gentes en la plaza, y aún el templo
sigue y seguirá hasta media noche, como los
días anteriores, y como los que seguirán,
recibiendo fieles y más fieles, que quieren a
todo trance llegar hasta la urna del Santo,
para verle, para rezarle, para confiarle cada
uno aquella necesidad que, hace tiempo,
lleva clavada en el corazón, para lograr que
toque su Reliquia tal o cual objeto suyopersonal.
Y a los fuegos prepotentes de entusiasmo
que han ardido durante todo el día, siguen los
fuegos de los balcones que arderán toda la no­
che, o cuando menos hasta que se consuman;
para demostrar al mundo que, aunque Turín
duerma, rendido por la fatiga y cansado de
aplaudir y de rezar, sus sentimientos de
amor hacia el Hijo grande y predilecto, hacia
su querido « Don Bosco », no dormirán jamás,
sino que arderán siempre vivos y gloriosos,
en cada pecho, en cada casa, como vivas
y gloriosas arden esta noche, en todas par­
tes, estas espléndidas iluminaciones eléc­
tricas.

Algunos de los Obispos que ssisUeroo a la fiesta.

202

S. A. R. la Priocesa Adelaida de Saboya en la Presidencia.

EL 10 DE ABRIL

En honor de San Juan Bosco se inaugura
oficialmeníe el Instituto Misionero
“ Conti Rebaudengo ”
S. A R. la Princesa Adelaida de Saboya preside la
fiesta - Un notable discurso del Ministro Sr. Fcdelc.
Este día, el programa de fiestas extraor­
dinarias en honor de San Juan Bosco se
enriqueció con una nueva intervención, tanto
más importante y significativa, cuanto que
vino a servir de marco grandioso a la inau­
guración oficial de este Instituto « Conti
Rebaudengo» que produce el asombro de
todos los que lo visitan y es, sin duda, uno
de los más eficientes y representativos en
su género; de este Instituto bautizado con
el nombre del munífico aristócrata. Senador,
y hombre de negocios, hoy Presidente de
los Cooperadores Salesianos de Italia, que.

en im bello gesto de caridad comprensiva
y .espléndida, lo ha levantado.
E l edificio, obra del arquitecto salesiano
Sr. Valotti, es inmenso; basta decir que en
él pueden tener cabida cómodamente 500
internos, y no sólo en su opnstrucción se
han 5prova:hado, con el mayor escrúpulo,
las últimas y más modernas enseñanzas de
la técnica, en este género de instalaciones,
sino también y singularmente en el empla­
zamiento y dotación de sus aulas y talleres,
donde se formarán, en las diversas artes y
oficios, centenares de maestros salesianos,

- - - - 203

que luego llevarán los tesoros de su ex­
periencia a los países de misiones, facilitando
extraordinariamente y complementando la
obra de los evangelizadores. ¡Oh, quien nos
diera ‘poder algún día ocupamos extensa­
mente de estas Casas Misioneras, esfuerzo
colosal, filigrana de organización de los
últimos sucesores de Don Boscol
Fácilmente puede comprenderse qiie, en
esta fiesta que estamos reseñando, sobre el
fondo del homenaje, casi diríamos civil, tri­
butado a nuestro Santo, tenía por fuerza que
proyectarse otro homenaje de aplauso y de
honda gratitud a la caridad del Fimdador
del Instituto, e insigne bienhechor de las
obras de Don Bosco , y precisamente por
esto y, rehuyendo demostraciones que repug­
narían demasiado a su humildad, excusó
el noble Conde su asistencia, de modo terIninante, produciendo no poca contrariedad
a nuestros Superiores y a cuantos deseaban
ardientemente, en ocasión tan oportuna como
ésta, demostrarle sus sentimientos.
Era realmente magnífico el golpe de vista

que ofrecía el edificio, todo empavesado con
banderas nacionales, artísticamente combi­
nadas con las de los países donde hay esta­
blecidas misiones salesianas. En uno de los
testeros del patio de recreo, que parece mas
bien plaza de ciudad populosa, habíase le­
vantado un magestuoso palco, también
adornado con trofeos de banderas y tercio­
pelos.
Para dejar el mayor espacio posible al
público, los alumnos y personal de la casa
habíanse acomodado en las azoteas, no sin
dejar abajo tres bandas de música para que
hiciesen los honores a las altas autoridades,
a medida que fuesen llegando.
Entre las muchas personas de representa­
ción, vimos a los Eminentísimos Cardenales
Fossati y Hlond, al Excmo Sr. De Vecchi,
al Ministro Sr. Fedele, Secretario Federal
Sr. Gastaldi, Podestá Sr. Thaón di Revel,
Generales. Berto y Casavecchia, Rector de
la Universidad, Presidente de la Audiencia,
Familia Rebaudengo, Obispos, Senadores,
Nobleza, Catedráticos, Militares, y a S. A. R.

Vista geoeral del espléndido Instituto

204

i

m

la Princesa Adelaida de Saboya, que, con el
Cardenal Fossati, ocupó los sillones de la
Presidencia.
Llegada la hora de dar comienzo al acto,
subió a la tribima im pequeño aspirante a
misionero, alumno de la Escuela de Sastrería,
Femando Rosso, y dirigió, un vibrante saludo
a la Augusta Princesa, a las Autoridades'
al Rector Mayor, invocando sobre ellos las
bendiciones de San Juan Bosco, y ofreciendo,
en sentidos conceptos, el agradecimiento de
los alunuios del Instituto, cuya priihera
piedra fué colocada el año de la Beatificación,
y ha venido a inaugurarse ahora en esta feliz
circunstancia de la Canonización.
Terminado su cometido, deja el simpático
orador aquellas alturas y graciosamente
arrodillado a los pies de la Princesa, le ofrece
un gran ramo de rosas que ella recibe amable'
y sonriente.
E s seguro que, al contemplar la evocadora
escena, cada imo de aquellos colegiales de
tan fervorosa piedad y acendrados anhelos,
diría para sus adentros; Haced, Dios mío.

■ Nt'isiOBero “ Coatí Rebaodeogo

que pronto otra sonrisa, no de la Princesa
Adelaida, sino de la Reina del cielo, acoja
los ramilletes de almas que para J qsiís yo
quiero ofrecerle, regadas con mis siulorcs,
y ojalá que arreboladas también con mi
sangre.
Libre ya la tribuna, sube a ella en seguida
el Ministro Sr. Fedele, después de haU'rle
pedido venia a S. A. R. líl alto jerarca del
Gobierno Fascista y actlial catedrático de
Historia Moderna en la Universidad de Roma,
que, años atrás, lo había sido también de la
de Turín, es aquí muy querido, y el anuncio
de su discurso había producido verdadera
expectación, ciertamente no defraudada.
Con fácil palabra, salpicadá de imágenes
expresivas, traza un cuadro de lo que eran
el Piamonte e Italia, cuando Don Bosco
apareció en la escena del mundo; y evoca
la figura fulgidísima del Santo, siguiéndole
paso a paso, desde niño, .y haciendo una sín­
tesis preciosa de sus luchas y. dificultades
y de sus geniales creaciones.
Trata a San Ju an. Bosco especialmente

m Minislro Fedele
pronunciando su
discurso.

como Educador y recuerda el Sr. Fedele que,
cuando él íué ministro de Instrucción Pública,
hizo que figurase en los programas de la
Escuela de Magisterio, entre las demás obras
clásicas de la Pedagogía «elmétodo educativo
de Don B osco» habiendo aquella iniciativa
suya producido escándalo en muchos, que
decían: ¿Qué es lo que ha escrito sobre Pe­
dagogía el Fundador de los Salesianos?
No dejaban de tener razón, añade el
orador. Por fortuna Don Bosco no fue uno
de los teóricos de la Pedagogía, como no lo
fué Victorino de Peltre, y ello no obstante,
es un gran educador. La suya era ima Peda­
gogía vivida, no escrita. E l mismo decía que
no tenía ningún sistema, pero nadie puede
dudar de que tenía su método propio, de
que había consultado escritos y autoridades,
de que había estudiado programas y regla­
mentos y visitado Instituciones de todo
género. No tendría Don Bosco ningún sistema
pero había analizado mejor que nadie el
alma del niño, con aquel amor y aquella
penetración que irradiaban abundantemente
del ideal cristiano fijo en su espíritu.
Su obra fué una reacción poderosa contra
la pedantería intelectualista de aquel siglo
aridísimo; combatió, por la libertad cristiana
del niño y por la escuela serena, mejor y
más eficazmente que nuestros pedagogos
modernos. Don Bosco tenía un concepto
amplísimo de la libertad, que favorece en los
niños el desarrollo de las facxütades intelectua­
les. y hoy no es posible desconocer que su
método domina toda la Pedagogía moderna.
Quiso desterrar de la Escuela el mecanismo
ni I i

lili

III'

'H it

tin

í||
ill ll li li
Hf I I Im 'III • ’i i " »M

Momentos de la
Resta en "Coofi
Rebaudengo".

áe la educación, el saber fragmentario, la
erudición indigesta, inerte; quiso que en tomo
de la escuela y de la familia se forme un am­
biente social, moral, intelectual, y que dentro
de él todas las facultades del niño hallen
fácil y armónico desenvoh-imiento.
¡Cuántos y cuántos jóvenes fueron por
Don Bosco llevados al buen camino, cuántos
preservados del error, cuántos animados a
practicar el bien! Pero lo más importante es
que las semillas por él sembradas, con pró­
diga mano, no cayeron como muchas otras
en terreno árido, sino que a su debido
tiempo fructificaron, dando ahora abundan­
tes cosechas a las nuevas primaveras de la
patria.
E l Sr. Fedele concluyó su discurso, fre­
cuentemente interrumpido por grandes aplau­
sos, afirmando que Don Bosco es una gloria
universal de la Iglesia Católica, pero, como
ha dicho el Papa, es particularmente una
gloria de Italia, y por esto el Fascismo, que
honra al Dios de los Santos y de los héroes,
se inclina con ánimo devoto y reverente ante
su figura, y tras de la gloria de la Basí­
lica Vaticana, le ha conferido, en presencia
del Jefe del Gobierno, los honores del Ca-^
pitolio.
Al dejar la tribuna el Sr. Ministro, suenan
generales aplausos, que se intensifican cuando
se levanta para hablar nuestro venerado
Rector Mayor, Don Pedro Ricaldone.
Nuestro Rector
No es largo. Con exquisita oportunidad y
M ayor expresan­
con frase en la que palpitan la caridad y
do el agradeci­
unción de Don Bosco, expone los grandes miento de la Fa­
deberes de gratitud contraídos en estos días milia Salesiara.

La Princesa tnaugurando et nuevo
edificio

Arriba-^] Cardenal Mau-

rin. Primado de Fran­
cia saliendo de la Ba­
sílica.


Empiezan a
salir los Obispos.

En medio

-

*
El Cardenal
Schuster de Mitán.

Debato

-

por la Familia Salesiana y, sin olvidarse de
nada ni de nadie, enumera, una a una, a
todas las personas y entidades que más
acreedoras se han hecho a esta gratitud,
por la absoluta dedicación personal e in­
menso cariño con que han coadyuvado a pre­
parar y realizar las espléndidas fiestas de la
glorificación de Don Bosco.
Rendido este público homenaje de nuestro
Rector Mayor, suenan las músicas, y recibida
la bendición de Su Hminencia, entre vítores
y aplausos cariñosísimos, laváiitanse las Auto­
ridades y acompañan a S. A. R. la Princesa
Adelaida al acto de cortar la cinta simbólica,
que declarará inaugurado el nuevo Instituto.
V luego de ser todos delicadamente ob­
sequiados- por los Superiores, termina el
grandioso festival con la yisita de la Casa, cu­
yas admirables instalaciones y ejemplar orga­
nización merecieron los más fervientes elogios.

ESPLENDIDO
RAMILLETE
DE FIESTAS
DIA 12 DE ABRIL

10.000 niños de Jas Escuelas Públicas
en (orno de la esta fuá de S a n Juan
Bosco - La apoteosis d e l candor.

Mons. Barlolomasi hablando a los 10.000 nifíos.

con el alma en tensión,
Las grandiosas fiestas que Turín ha dedi­ ojos muy abiertos
la venerada figura del Santo emergiendo
cado a San Juan Bosco, clausuráronse y
coronáronse, este día, con una serie de emo­ dulce y paterna de aquel mar de cabecitas, con ese grupito escultórico de niños
cionantes y significativas ceremonias, a las
del pueblo que figuran junto a él, casi
que asistieron, como de costumbre, grandes
multitudes de devotos y simpatizantes de revoloteando en tom o suyo, como revolo­
tean las mariposas en tom o de la flor eter­
las Obras Salesianas.
namente abierta a la luz y a la pureza, o
La primera de estas ceremonias consistió
de la llama viva, que es símbolo de aposto­
en una misa al aire libre, celebrada en la
gran plaza de María Auxiliadora, solemne lado y de amor.
E l espectáculo era realmente para que la
y delicado homenaje organizado por todas
las Escuelas Elementales de niños y niñas •imaginación se ecliase a volar, y a buen
seguro que nuestra milagrosa e histórica
de la ciudad.
A los formidables hosannas de las multi­ Virgen de la Basflica no había presenciado
nunca un cuadro tan atrayente y rico de
tudes debía suceder la apoteosis del candor.
color y espontaneidad.
Al fervoroso trajín popular que, durante
A la simpática fiesta asistió mucho i)úblico
quince días, de un modo incesante, rodeó
y un gran número de personalidades ro­
la figura de nuestro Santo, debía corresponder
deando a nuestro Rector Mayor y al Sr.
esta sugestiva parada de lo.ooo niños con
sus manifestaciones inocentes, alegres y de­ Ministro Fedele.
A las 9, próximamente, S. E. Mons. Barcidoras.
La plaza, cuya dulce pendiente de anfi­ tolomasi, Obispo Castrense, asistido por el
lim o. Inspector General de Capellanes de la
teatro tanto favorece estos espectáculos de
Milicia, Sr. Rubino, comenzó la misa, en la
fe y de fervor rdigioso, en ella tan usuales,
que diez niños recibieron la Primera Comu­
ha visto esta vez desplegado un verdadero
cuerpo de ejército de Bolillas y Pequeñas nión, y durante la cual un grupo de 2.000
Italianas, que, con sus imiformes reglamen­ ejecutaron preciosos cánticos, con acompa­
ñamiento de la banda de música del Oratorio.
tarios, su pequeño empaque militar y sus
A l terminar el Sr. Obispo la Santa Misa,
guiones y estandartes orgullosamente izados
adelantóse hacia la baranda de la tribuna
al viento, se han desplegado en formaciones
y dirigió a los pequeños una brillante arenga,
irreprochables, frente a la tribuna en que
se había colocado el altar, rodeando el mo­ inculcándoles amor al nuevo Santo y a
numento de Don Bosco; mirando, con los la religión de los mayores, que es la única

— — 209

r
que en definitiva sabe esculpir, para la patria
y i)íira la inmortalidad, figuras tan grandes
como la de San Juan Bosco.
«Y a era hora,
decía el orador — de
(jue se comprendiera que la educación na­
cional Im de ser, no sólo física, disciplinada,
y hasta si se quiere, militar, sino también
patriótica, moral, religiosa. En los puntos
de este magnífico programa yo veo palpitar
el alma de Don Bosco y, si en este terreno
soy un activo colaborador del Gobierno, soy
también, desde hace años, y de ello me glorío,
un ferviente cooperador de Don B osco».

En e l prim er Ora(orio de D on Bosco.
Colocación de una prim era piedra.
Mientras el enorme desfile de niños se iba
desgranando, alegre y marcial, por calles 5'
plazas, el público se iba corriendo hacia al gran
patio del Primer Oratorio Festivo que fundó
Don Bosco, donde debía tener lugar la anun­
ciada bendición y colocación de la primera
piedra de nuevas edificaciones.
Allí estaban ya esperando con el Emmo
C irdenal Hlond, siete Sres Obispos, nuestros
Suj)eriores mayores y altas personalidades.
Cantado el himno oficial de Don Bosco
Suonalc campano y. después de tmas palabras
de salutación dichas por un pequeño oratoriano, Mons. Bartolomasi volvió a ocupar
la tribuna, y disertó con gran elocuencia
sobre la admirable pedagogía del nuevo

La Misa de campaRa de las Escnelas Públicas.

Santo y su arte propia y personalísima de
atraer a la juventud y llevarla a la práctica
del bien.
Cuando aún resonaban los aplausos con
que el público premió tan hermoso discurso,
el Sr. Cardenal, el Rector Mayor y demás
Sres de la Presidencia fueron pasando, uno
a uno, a firmar el Acta que, junto con la
primera piedra debía bajar a la tierra, con
el acostumbrado aditamento de monedas y
medallas.
El Sr. Cardenal Hlond llevó a cabo la
ceremonia, y con unas palabras evocadoras
del Rector Mayor se dió por terminado el
acto.

En ¡a Capilla Pinardi.
Una lápida conmemorativa.
G ratitud de ¡a Familia Saiesiana.
Por la tarde, a las 15, tenía lugar otra
actuación sentida, oportunísima, que la
gratitud de la Familia Saiesiana hace tiempo
venía demandando, en la pequeña Capilla
Pinardi, donde, como es sabido, nació la
Obra de Don Bosco, y donde el actual
Pontífice Pío X I sentóse, un día, a la mesa
con nuestro Santo, ya que entonces la hu­
milde habitación era humildísimo refectorio
de la comunidad.
Tratábase de descubrir una lápida conme­
morativa del hecho, en la cual, debajo de un
busto del Papa finamente interpretado por el

escultor Fait, se lee esta inscripción: El
año de 1S83, S. S. Pió X I, entonces joven
sacerdote, sentóse aquí a la mesa con Don Sos­
co y, mientras suministaba alimento al cuerpo,
nutria y refocilaba el espíritu con las palabras
y ejemplos de Aquel, a quien E l un día con
grande alegría de su corazón de Vicario de
Cristo, debia elevar al honor de los altares,
declarándolo Beato, el 2 de Junio de 1929;
y glorificar con la aureola de los Santos, el
I de Abril de 1934, fiesta de la Resurrección
dcl Señor. - 12 de Abril de 1934.

corazón nueva implorada bendición, gozoso
augurar de suprema exaltación insigne Bien­
hechor juventud, nuevas glorias para benemé­
rito Instituto, nuevos incrementos su actividad
favor familia cristiana - Card. Pacdli.

La lápida fué descubierta por el mismo
Sr. Cardenal Hlond, entre incesantes cán­
ticos a Don Bosco que los alumnos del Ora­
torio entonaban, reunidos en uno de los
patios inmediatos, y leída la inscripción, en
voz alta, por el Sr. Ecónomo General Don
Fidel Giraudi, nuestro Rvmo Rector Mayor,
desde el sitio mismo en que Don Bosco solía
hablar a los niños, e^ H có la significación
del acto que él, con toda la FamÜiaSalesiana,
ofrecía como homenaje de inmensa gra­
titud al Vicario de Jesucristo, y antes de
bajar del estrado, imponiendo silencio a los
calurosos aplausos con que habían sido
acogidas sus palabras, leyó el siguiente tele­
grama del Papa, contestación a otro del
mismo Rector Mayor: Acogiendo con paternal
complacencia homenaje grande, filial. Familia
Salesiana, con mucha razón exultante, en
medio solemnes festejos en honor Fundador
San Juan Bosco, Augusto Pontífice envía de

Finalmente, a las 17, debía clausurarse
definitivamente con otro acto solemnísimo,
este ciclo inohndable y glorioso de 12 días,
que, con propiedad pocas veces igualada, po­
dríamos calificar de Dies pleni. Quedaba otra
primera piedra que colocar, y esta vez en
la Basílica, la del nuevo altar de San Juan
Bosco. Después, ya podríamos entonar el
Te Deum, y exclamar; ¡Gracias, Señor! He­
mos terminado los grandiosos festejos con
que nuestro afecto filial ha querido escla­
recer la gloria del Padre. Gracias por los in­
finitos consuelos de que en estos días habéis
inundado a la Familia Salesiana y a cuantos
sienten y viven nuestra \dda. Por tantas
y tan inefables bondades recibid. Señor,
alabanzas y bendiciones por los siglos de los
siglos.
Y a saben nuestros lectores que el nuevo
altar se erigirá en el crucero de la Basílica,
a la derecha, y precisamente en el sitio mismo

E l nuevo alfar de San Juan Bosco y
las O bras de ampliación de la Basí­
lica - N otable discurso de M oas. Colli
obispo de Parm a - Te Deum.

2 11

1

ocupó en seguida la sagrada cátedra el
Excmo Sr. Obispo de Parma, pronunciando
el siguiente discurso, precioso tejido de sín­
tesis brillantísimas:
D IS C U R S O DE M O N S . COLLI

-A M

S.S. P A P A R O X I
N K U . ANNO IM 5 - G I 0 > A i ir S AC tR D O TE
SEDETTE C M ALLA .*ICNSA DI D. QQVANNI
BOSCO E VIENTRE PORGTVA A U nB N T O AL
CCWPO NVTRIVA E D E L irW V A LO SPIRITO
».;ON LE PAROLE E G L l CSEnPI 01 COLVl
CWE OOVENA VN G IM N O 'C Q N GR.ANDC
L E T triA DEL SVO CVORE DI \'1CAR1Q Dt
CRISTO • IPíNAL TARE A L L ’ OMORE DEGLl
ALTARI-DICMURANDOLO BEATO IL 2 GIVCMO
tW »-E GLORTPICARE CÓM L 'A V R C O L A o e i
S A N t l IL í A P R IL B <934 • PAS O V A D I

msVRREZIONE.
. i/-

.-A

Lo lápida dedicada al Papa.

que ahora ocupa el de San Pedro. Con la
colocación de esta primera piedra se ha
querido también echar la primera paletada
en los cimientos de las obras de ampliación
de la misma Basílica, de las cuales, lo mismo
que del nuevo altar, habremos de ocuparnos
repetidas veces.
En el lugar designado y delante de la
urna del Santo, había sido instalado un alto
y robusto trípode, forrado todo él de tercio­
pelo grana, de cuyo vértice pendía una ca­
dena con uu pesado bloque de móniiol que
tenía el signo de la cruz gralxido en cada una
de sus caras.
Prt>strado en nmgníüco reclinatorio, aguar­
daba la hora de la ceremonia el Emmo Car­
denal Invssati y con él nuestro Rector Ma>x>r,
^•arios Obisi>os. la R\-da Superiora Gral dé
las Hijas de María Auxiliadora, los Superio­
res Ma\-ores de ambos Institutos, el Ministro
de Estado Sr. Fedele. el Sr. Conde Rebaudeugo, el Arquitecto Sr. Ceradini autor del
prayw to del n u e w altar, y autoridades.
Iniciado el acto con el canto del Magnificaí,
212

Bendecida por Dios, besada por el afecto de
los hijos y el reconocimiento de Italia, por la
Iglesia y por el mundo entero, baja hoy esta
jii^ ra a la tierra, esta que será piedra miliar,
erigida en la vía del imperio y de los triunfos
de Don Bosco; que viene a coronar un pasado
glorioso y augurar un porvenir aún más glo­
rioso. lista piedra viene a injerir el futuro altar
de Don Bosco en la Basílica de la Auxiliadora
y a dar a ésta mayor amplitud, como si qui­
siera recordamos a todos que en la Auxilia­
dora se apoyó siempre Don Bosco, y que de la
Auxiliadora procuró, siempre y afanosamente,
amplificar el culto y la gloria.
Desciende hoy esta piedra a los profundos
suelos para que de ella surjan nuevas edifica­
ciones que ensancharán la Basflica, como para
indicar lo profundamente que enraizaron tam­
bién los trabajos de Don Bosco, antes de en­
gendrar Obras que, con holgada capacidad,
pueden alojar dentro de ellas al mimdo entero;
desciende esta piedra a buscar la roca viva qué
es Pedro y es Cristo, ya que a Cristo y a Pedro
ha querido vivir siempre unida la Obra Salesiana.
Noventa años hace, en este mismo lugar y
en im sueño proíético, María presentaba a Don
Bosco la futura Basílica, y le decía: «Aquí se
alzará mi casa; de aquí surgirá mi gloria ». Hoy
\nielvc la Virgen a hablar a su Siers^o y le dice:
Aquí Se alza también tu casa; de aquí surge
también tu gloria ».
«Cada lina de las piedras de esta Basílica —
dijo im día el Santo — es una gracia ». La piedra
que hoy colocamos es un triiuifo de gracias, es
un poema de reconocimiento y amor.
Canta esta piedra, que a Don Boscoerigimos,
la sonrisa de María; cauta el amor de cinco
grandes l ’ontífices, la devoción de millares de
t)bispos, la admiración de Conductores de na­
ciones.
Canta, en nombre de Don Bosco, la üiocencia
de infinidad de niños, la pureza entusiasta y
operativa de innúmeras juventudes, el trabajo
rcstniante de centenares de talleres, las espe­
ranzas de las familias, las plegarias de los co­
razones, el consuelo de los afligidos, la resigna­
ción de los leprosos, la civilización de pueblos
enteros, el reconocimiento de las naciones, el
tormento apostólico de los Misioneros. Canta
el esplendor de dos púrpuras romanas, el sacri­
ficio de dos mártires, el florecimiento de muchos
Santos.

Y cantarán en lo futuro — este altar y
esta Basílica ampliada — las glorias siempre
crecientes del Santo que lia sido, en nuestros
tiempos, el más amante de su patria y el más
amigo de todas las patrias; del Santo que a la
macicez de su contextura piamontesa, unió la
itálica genialidad y im corazón grande como el
universo; del Santo cuya vida fué un milagro
y es una novela, en cuya Obra lo sobrenatural
parece lo natural; del Santo que renovó en el
siglo X IX las Florecillas de San Francisco, que
tuvo todas las intuiciones del por%'enir, y sin­
tió todas las audacias y administró todas las
prudencias; que fué siempre sacerdote en
el despacho de los ministros y no conoció más
política que la del Padrentiestro; que fuéllamado
al consejo de los Príncipes, que tuvo la delica­
deza de una madre y la voluntad irremovible
de un general; que supo hacerse amar para
hacerse obedecer; que educó con la Religión y
persuadió con la razón; que inculcó en los niños
la fe en Dios y el amor a la Patria; que les en­
señó a mirar al cielo y a hacer florecer la tierra,
a cantar rezando y a rezar trabajando; que los
educó en la escuela y en d juego, en la iglesia
y en el teatro; que les liizo practicar el sport

y el examen de conciencia; que los habituó a
alternar el piadoso Ejercicio de la Buena Muerte
en la capilla del Colegio, con las exultaciones más
festivas y biülangueras en los recreos y en el
refectorio; que fué el fimdador de una Socie<l5ul
la más alegre y a la vez la más mortificmlu;
que, como el E\'angelio, fué humilde con U\s
humildes y gigante con los gigantes; que, con
la misma fe, dió a la publicidad su primera
Colección de Qásicos y sus sencillísimas hojas
de propaganda ¡)ara el pueblo; que escribió,
con el mismo corazón, la Historia del pueblo
de Italia y la Historia Sagrada del pueblo ele­
gido; que fué huérfano y se hizo padre de huér­
fanos; que no tuvo p:m y dió pan a todos los
qxie se lo pidieron; que siendo niño no tuvo
apellas donde refugiarse y alzó centenares de
refugios para todos los niños; que con gran­
des fatigas logró tener un maestro y creó
escuelas y maestros en cantidades fabulosas;
que fué artesano y forjó generaciones de arte­
sanos. Del Santo, en fin, que, nuevo San Benito,
no sólo ha bautizado a los viejos bárbaros de
la pampa americana, sino también a muchos
nuevos bárbaros de la culta Europa.
Cantarán, por siglos y siglos — este altar y

Colocación de la Primera piedra del altar de San Juan Boceo.

213 - -

esta Basílica — las glorías del Santo que, más
que de su tiempo lia sido para su tiempo; que
supo como nadie auscultar las necesidades de
su siglo, sin contaminarse de sus enfermedades;
tjue intuyó los peligros y previno los males; que
en me<lio de los incipientes altercados del tra­
bajo, mantuvo encendido en sus Colegios, mix­
tos de estudiantes y artesanos, el fuego sagrado
de la cooperación de clases; que, en la época
clásica de los Derechos del hombre, infundió
en los corazones infantiles el amor de Dios; que.
la tarde misma del 20 de Setiembre del año 70,
concibió ahincadamente ansias y proyectos de
Conciliación entre la Iglesia y el Estado, e inició
el año siguiente, con el ministro lianza, aquellas
conversaciones que hoy han venido a triunfar
plenamente en el gran corazón de un gran l ’ontífice y en el genio titánico de un gran Diice.
Surja, surja, pues este altar.
Y que sobre él, nuevos Apóstoles Salesianos
vengan a crecer y a multiplicarse a manera de
pie<íras vivientes; tamquam lápides vivi superaedificabunlur (/, Perl., 2, 5).
Al pie de este altar, que, para los Hijos de
Don Bosco, será fuente de calor vivificante,
como lo es el hogar patenvo, vendrán ellos a
avivar la llama de la fe y a retemplar las armas
lie la civilización, que, en calidad de embajadores
de Cristo y miembros de una Sociedad universal
más auténtica quizás que la Sociedad de las

^ > 4

fi.1 fm m o Cardenal Hlond firmando el Acia de co­
locación de la Primera Piedra de los nuevos pabe­
llones del O ratorio Festivo.

Naciones, habrán de seguir propagando hasta
las fronteras más apartadas del mundo.
¡Surja, surja, el nuevo altar y dilátesela her­
mosa Basílica! Porque esta torturada humani­
dad de nuestros días, mucho más hambrienta
de Dios que de pan, tiene necesidad de estas
expansiones ideales, tiene necesidad de oración
y recogimiento, de escuelas como ésta, én que
le enseñen la fe y el sacrificio, de sanatorios
de almas, de fogaradas de caridad; tiene nece­
sidad, no de guerreros, sino de santos como
Don Bosco.
El día de la Canonización, en el momento
mismo de ser este proclamado Santo, en las an­
churosas naves de la Basílica Vaticana — al
decir de algún diario — viérouse hombres
echarse miUuamcnte los brazos al cuello, como
obedeciendo a la necesidad de llorar.
En aquellos abrazos y en aquellos llantos
veo yo un síntoma y un augurio.
Veo el sueño de I Becchis que sigue realizán­
dose; los animales feroces trocados en corderos;
veo el sistema de Don Bosco, su espíritu admi­
rable que, desbordados los confines de las Casas
Salesianas, se extiende por todo elmundo, reno­
vando, en proporciones mucho más vastas, aquellos triunfos y aquellas conquistas; los triun­
fos de Cristo, las conquistas del bien.
‘ ¡Que Dios y San Juan Bosco nos concedan
a todos la gracia de verlos centuplicados!
Con esta oración en los labios venimos hoy
a echar los cimientos del nuevo altar.

Después de esta magnífica oración, que los
altavoces se encargaron de transmitir a todas
partes, el Sr. Cardenal y demás personalida­
des firmaron el acta, y bendecida y colocada
la primera piedra por el Eminentísimo Pur­
purado, quedó solemnemente rubricado el
compromiso que, con el amadísimo Santo
Fundador, hemos contraído todos sus hijos y
devotos, de poner a contribución toda nues­
tra generosidad, todo nuestro celo, todos
nuestros fervores, a fin de que este monu­
mento, que ha de surgir muy pronto en la
hermosa Basílica, sea rico, esplendente y ver­
daderamente digno de él.
Con el Te Dcum de acción de gracias,
grandioso y solemne de veras, y cantado por
todos entre lágrimas de consuelo y transpor­
tes de ferv'or, termináronse las jomadas de
la Canonización, las más gloriosas e impo­
nentes jomadas que jamás ha>*a presenciado
la Familia Salesiana y que brillarán, como
florón de fúlgida pedrería, en los fastos de
su historia, mientras de ella se conserven
\-estigios en el mundo.

Los íriduos celebrados en honor del Santo
en Roma y en Turín
Con el mismo tren de solemnidad y gran­
deza de que se han rodeado los actos todos
concernientes a la santificación de Don Bosco,
celebráronse los dos Triduos de Roma y
Turín, uno a continuación de otro, durante
la gran semana de Pascua.
Como no nos.es posible hacer la reseña
particularizada de tantas fiestas, nos limita­
remos a publicar el Programa de ambos,
para que su valor documental quede consig­
nado en nuestra Revista, y diremos que
dichos Programas se desarrollaron, en todas
sus partes, con un entusiasmo, ima devoción
y un esplendor imposibles de ser imaginados
para quien no ha tenido la dicha de asistir
a tales actos, y que tanto en la Basílica del
Sgdo Corazón del Castro Pretorio, como en
la de María Auxiliadora de Valdocco, el
gentío, no sólo rebasó los límites del lugar
santo, sino que en una y otra hubo que
habilitar los patios de las casas salesianas
contiguas, convirtiéndolos en sucursales del
templo, patios que nosotros, con ojos de admi­
ración, contemplábamos llenos y rebosantes,
todos los días, a pesar de la lluvia que se
convertió en azote de aquellas alegrías.

ROMA
Días 2, 3, y 4 de Abril.
Todos los días, desde las 5 a las 12,
misas rezadas.
D ía

ganda Pide. Motete. Himno del Santo,
Bendición eucarística por el Emmo Sr.
Cardenal Alejandro Verde, Ponente de la
Causa.
D ía

seg u n d o .

A las 7 - Misa de comunión general cele­
brada por el Emmo Sr. Oirdenal Augivsto
Hlond, Salesiano, Primado de Polonia. Cunto
de motetes.
A las 9.30 - Solemne Pontifical por el
Emmo Sr. Cardenal Maurilio Eossati, Arzo­
bispo de Turín. Se ejecutará la Missa Brevis
de Palestrina, a 4 voces
A las 18.15 - Rosario, Panegírico, por el
Emmo Sr. Cardenal Augusto Hlond. Motete.
Himno del Santo. Bendición por el Emmo
Cardenal Lorenzo Lauri.
D ía

tercero.

A las 7.30 - Misa de comunión general,
celebrada por el Emmo Sr. Cardenal Pedro
Fumasoni Biondi, Prefecto de la Sgda Con­
gregación de Propaganda Fide. Canto de
motetes.
A las 10 - Solenme Pontifical por el Emmo
Sr. Cardenal Francisco Marchetti-Selvaggiani. Vicario de S. S.
A las 18.15 - Rosario. Panegírico del Emmo
Sr. Cardenal Laurenti. Motete. Himno del
Santo. Te Deum. Bendición eucarística por
el Emmo Cardenal Pedro Gas])arri, Pn>tector de la Pía Sociedad Salesiana.

p r im e r o .

A las 7,30 - misa de comunión general
celebrada por el Rvmo Sr. Don Pedro Ricaldone. Rector Mayor de la Pía Sociedad
Salesiana. - Canto de motetes.
A las 10 - Solemne- Pontifical por S. E.
Rvma Mons. Ambrosio Guerra, Arzobispo
Salesiano. Se cantará la nueva y grandiosa
Misa de la Canonización, del Mtro Salesiano
Antolisei, a 5 voces, alternando con el pueblo
y con acompañamiento de órgano. La eje­
cución correrá a cargo de los niños del
Hospicio del Sgdo Corazón, con el concurso
de escogidos elementos de diversas Capillas
Romanas.
A las 18.15 - Rosario. Panegírico de San
Juan Bosco por el lim o y Rvnno Mons. Car­
los Salotti, Arzobispo, Secretario de Propa­

TURIN
Dias $,(>, y y de Abril.
Todos los dias Misas rezadas, desde las 4
hasta las 12.
D ía

p r im e r o .

Jomada de los Institutos masculinos.
A las 10 - Misa Pontifical, por el Emmo
Sr. Cardenal Juan B. Nasalli Rocca, kwx,bispo de Bolonia.
A las 17 - Vísperas Pontificales. Panegírico
por el Emmo Sr. Cardenal Augusto Hlond,
Bendición Pontifical.
A las 20.30 - Canto del Magnificat .Discurso
por Mons. Pinardi, Obispo Tit. de Eudoxia.
Bendición Pontifical.

D ía

segu n do.

Jornada del Clero e Institutos Eclesiásticos.
A las 10 - Misa Pontifical, por el Emmo
Sr. Cardenal Ascalesi, Arzobispo de Nápoles
A las 17 - Vísperas Pontificales. Panegírico
pf)r el Kinmo Sr. Cardenal Ildefonso Schuster,
Arzobispo de Milán. Bendición Pontifical.
A las 20.30 - Canto del Magnifical. Discurso
por Mons. I'ogar, Obispo de Trieste. Ben­
dición Pontifical.
D

ía

tercero.

Jornada de las Hijas de María Auxilia­
dora y de los Institutos Femeninos.
A las 10 - Misa Pontifical, por el Enimo
Sr. Cardenal Luís Maurín, Arzobispo de Lión
y Primado de Francia.
A las 17 - Vísperas Pontificales. Discurso
por el Emmo Sr. Oirdenal Nasalli Rocca.
Bendición Pontifical.
A las 20.30 - Canto del Magnificat. Discurso
por Mons. Ernesto Piovella, Arzobispo de
Cagliari. Bendición Pon\iiical.
P rogram a

m u s ic a l

para

estos

d ía s .

D ía 5 - (La ejecución a cargo de las Escuelas
de Canto reunidas del Oratorio e Instituto
Teológico Internacional de la Crocetta).

216

Todo el Programa a 4 voces mixtas. Hlond.
Sacerdos et Póntifex - De Bonis. Misa Solemnis in bonorem Sancti Joannis Bosco • Pagella. Dedit lili (Motete). Exultate Deo (mo­
tete). Las partes variables en canto grego­
riano. Dogliani. Salmos en falsobordón.
Scarzanella. Iste Confessor. - Cagliero. Tantum Ergo.
D ía 6 (La ejecución a cargo del Seminario
Metropolitano de Turín).
Foschini. Ecce Sacerdos Magnus, a 3 vo­
ces iguales - Partes variable^ en gregoriano Visajeras (Instituto Internacional e Institutos
Eclesiásticos) Sacerdos et Póntifex, en gre­
goriano. Antífonas y Salmos en gregoriano
Coutnrier. El Gloria final de cada Salmo, a
3 voces iguales - Thermignon. Iste Confessor,
Magníficat, en falsobordón y gregoriano Victoria. Dúo Seraphim, a 4 voces iguales.
D ía 7 - (La ejecución a cargo de las Hijas de
María Auxiliadora e Institutos Femeninos)
Misa Gregoriana « Cum jubilo » Credo de
Angelis - Palesirina (Ofertorio) Confitemini,
a 4 voces iguales - Benedictus a 3 v. ig. Vísperas en canto gregoriano - Couiurier. El
Gloria final de cada Salmo a 3 voces iguales Magníficat e Iste Confessor a 3 voces iguales
y gregoriano - Orlando Lasso. Verbum Caro
a 3 voces iguales.

Los pstios y plaza del O ratorio, llenos iodos los días y a to­
das las horas, han sido como nna prolongacióo de la Basílica.

MISCELANEA DE LA CANONIZACION
En este largo y denso periodo de fiestas se han
producido muchos hechos y circunstancias que
no han podido t^ e r lugar adecuado en la ( ió ­
nica y que, por su importancia unos y su parti­
cular significación otros, creemos deben ser re­
cordados y ofrecidos a la legítima curiosidad de
nuestros lectores.
He aquí el objeto y la razón de este artículo.

Toda la ciudad eterna
fantásticam ente iluminada.
El Papa había expresado deseos de que,
la noche del i de Abril, fuesen iluminadas,
no sólo la Basílica Vaticana, sino también todas
las demás Basílicas e iglesias de P.oma.
Era pues muy esperada por el público la
puesta de sol de aquel dia memorable, p«ro
empeñado el tiempo en llevamos la contraria
y «aguamos * la alegría de aquellos triunfos,
impidió la eshibición proyectada, aimque no
del todo, porque, la noche del domingo, apare­
cieron efectivamente iluminadas todas las por­
tadas y cornisamentos de las iglesias de la
ciudad eterna, e incluo de muchas torres, y el
limes pudo lucir también espléndida la famosa
fiaccolaia de San Pedro, con no poca exposición
por parte de los abnegados sampietrini que, en
brigadas que en conjunto no bajarían de 400
hombres, apenas dieron las ocho, realizaban la estupendamaniobra, viéndoseles muy bien a sim­
ple ^^sta con su hacliá encendida en la mano des­
colgarse por la abultada panza de la ciipula y dar
saltosinverosíniiles, para ir a caer sobre las comi­
sas. De este modo, gracias a su intrépida liabilidad. sin empleo de fulminantes ni procedimientos
eléctricos de ningún género, realizan el prodigo
de dejar iluminados, simultáneamente, y en
pocos segundos, de un modo colosal y fantás­
tico, la cúpula, la fachada de la Basílica y las
columnatas de la plaza.
¡Hay que verlo para creerlo!
No le faltó pues tampoco a San Juan Bosco
la fastuosa y clásica iluminación, y por liaberse
empeñado el tiempo en deslucirla, la tuvo por
partida doble.

La Casa R e a / y e l G obierno de Italia
en las B esfasde S a n J u a n Bosco.
^(erece destacarse (X>mo un acontecimiento
que acaso será histórico y que para la humilde
Obra Salesiana ha resultado altamente con­
solador, la participación, no menos activa que
afectiva, de los más altos poderes del Estado
Italiano, en las fiestas.

En otro lugar del Boletín hacemos ya la re­
seña d d homenaje apoteósico del (Capitolio,
querido y presenciado por S. E. el Sr. Mus-soiini, y de la tan aplaudida asistencia personal
del Príncipe Heredero, en representación del
Rey, a la ceremonia de la Canonización.
Hemos de añadir aliora que no terminó a<]uí
la actuación del joven Príncipe, sino que, anhe­
lando un contacto más íntimo con el nuevo
Santo, trasladóse a Turín el día 4, y sin avisjir
a nadie, pasó a la C^asa Madre, subiendo a las
habitaciones donde murió Don Bosco, entrete­
niéndose largo rato en oración. ¿Vllí fueron a
encontrarle los Superiores, quienes le hicieron
objeto de las más calurosas demostraciones y
le invitaron a tomar café en el modesto refec­
torio de la comunidad.
La víspera del gran día i®de Abril, el Rector
Mayor, Don Pedro Ricaldone, había recibido
este largo y expresivo telegrama de la Mayordomía del Príncipe:
Con ánimo poseído de profundos sentimientos
de connwción y déla más sincera alegría, dispóngotne a asistir mañana, en representación de
S. M. el Rey, a la solemne Canonización, en la
Basílica Vaticana, del Beato Don Juan Bosco,
Fundador de la Orden Salesiana. En esta fausta
ocasión, siento la wceüdad de manifestarle estos
sentimientos, a Vd. que tan dignamente rige los
destinos del gran Instituto, cuya extensa y bené­
fica acciótt, en el Africa yen las lejanas Américas, yo mismo, pnsonalnunl , luir ocasión
de conocer y admn -i).
P o r los nuei'í’S éxitos futuros v por el glorioso
progresar de esa Orde-.-. lugo los m,'r lói rulos

votos.
Ilr M iu íR T o i>j-: S a b o v a ,

Hemos de añadir, además, que, tanto el
Príncipe como los Reyes y el Jefe del Gobierno,
no sólo han patrocinado lo.s festejos ]vjr.sonalmente, con interés singularísimo, prestando ttxla
clase de asistencias, facilitando la actuación a
menudo complicada de los organizadores, y
mostrándose amabilísimos con nuestros Supe­
riores, en cuantas audiencias oficiales y |Írivadas hubieron de solicitar, sino que, por
aquello de que exemplum regis totus componitur
orbis, propagóse a las provincias ese calor afe­
ctivo, de tal manera, que, en cuantas fiestas se
han promovido y se promueven ahora en Ita­
lia, en tomo de San Juan Bosco, las autori­
dades y corporaciones oficiales figuran de un
modo ejemplar en primera línea.
Citaremos, como ejemplo y con gran elogio,
la Orden d d Día que el Secretario Federal


-

217

de Tarín, Sr. Gastaldi, hubo de cursar a todos
los Táselos de su jurisdicción, para que intervi­
nieran en el magno Cortejo trivnfal del 8 de
Abril.
En dlclia Orden del Día se interesaba lo si­
guiente:
J - Que todas las Or^anizacioyies Políticas y
Sindicales del Régimen tomasen parte en el Cor­
tejo, enviando Representaciones con sus gallar­
detes respectivos.
II - Que el remanente de todas las tuerzas que
directamente no pudiesen intervenir, se desple-

Formaron pues en el Cortejo, Representacio­
nes de las siguientes entidades:
Jóvenes fascistas y Jóvenes italianas -.Van­
guardistas - Asociaciones de familias de caídos, de
mutilados y heridos por la causa nacional-Grupos
Universitarios Fascistas - Asociaciones Fascistas
de la Escuela.
Se alinearon a lo largo del Cortejo:
Fascios juveniles de combate - Obra nacional
de los Balillas - Grupos Universitarios Fascistas
- Asociación FasciiUi de la Escuela - A. F. de
cmfL'udos fúLl.cús - .i. F. de ferroviarios del

Los oulomóvile» de la Fiat alineados en el patio principal del Oratorio.

gasen y acordonasen a lo largo de la Carrera de la
Procesión.
¡II - Que al pasar la urna del Santo, ante ¡as
fuerzas alineadas, a los tres puntos de cor­
netín, V<1 la orden de c atentos dada bor el Fiduaario o Dirigente Sindical, presentasen armas y
saludasen romanamente.
I\' - Que mientras durase la ceremonia, todos
f- - itx.Htos en las Organizaciones Fascistas
vistiesen de uniforme.
líu virtud de estas ónlenes. resultará acaso
I^ira nuestros Iectore.s dato curioso, conocer el
vohinieti de las fuerzas movilizadas, pudieudo
además contribuir este dato a formarse una idea
más exacta de la magnitud del acto.

-

2lS - - - -

estado - A. F. de correos y telégrafos - A. F. de
empleados en empresas industriales del estado Uttiótt Industrial Fascista - Federación Fascista
de comerciantes - F. F. de agricultores - Confe­
deración nacional Fascista de empresas v comu­
nicaciones internas - Unión de Sindicatos Fas­
cistas de transportes - Confederación Sindical
Fascista de créditos y seguros - Asociación Fas­
cista de la propiedad urbana - Federación Fas­
cista de artesanos - Ente nacional Fascista de
cooperativas - Confederación de Sindicados Fas­
cistas de artes v profesiones - Grupos Cantonales
Fascistas t Mario Gioda *, « César Odotie », ■■ Ma­
rio Sonzr.i; *, * Gustavo Dogliat t Liuio Bazrani *, * Darío P in i», « Luis Scaraglio > «.-íwiós
.t/íimiimdi «Juan Porcü », «Arnaldo M ussqiitu •.

E l vecindario de Turín
y ¡a So cied a d •F ia t» ,
— Querer ponderar como merece el magnífico
comportamiento de la ciudad en estas fiestas,
sería cosa de no acabar mmca, y podríamos
ofrecer a nuestros lectores episodios realmente
emocionantes y llenos de alta ejemplaridad. No
sólo el fer\-or 3’- religiosidad del pueblo turinés
han sido admirables, y su acendrado amor a
Don Sosco 3’ a la Obra Salesiana, que en esta
ocasión se ha desbordado, así como suena, sin

vicio de los organizadores, en algunos de los
cuales quien guiaba el volante eran las manos
enguantadas de los propios dueños, y hubo, a
manera de síntesis representativa de todo este
favor ciudadano que los Hijos de Don Basco
no olvidarán mientras vivan, la espléndida coo­
peración de la Casa Fiat, de la acre<litada So­
ciedad constructora de automóviles, hiínnv ile la
industria italiana, ciu’os inmeustis talleres y ofi­
cinas centrales, como lodo el mundo sal>e. radi­
can en Turín.
El Senador Agnelli, digno Director de la

Uno de los dormitorios que ha habilitado io Cosa Fiat.

que este desbordamiento se vea contení io, ni
siquiera ahora en que ya Imn terminado las
fiestas, sino el deseo noble, generoso, de a\'udar
a la Casa Madre en la solución de los difíciles
problemas que la misma grandiosidad de los
actos proyectados venía planteando.
Todo el que pudo prestar desinteresadamente
algún ser\'icio, corrió a ofrecerlo. Hubo personal
abundante y capacitado para formar todas las
Comisiones que hicieron falta, hubo agentes y
periódicos siempre dispuestos a servir y com­
placer; la Radio, los servicios mtmicipales >■ del
Estado, las familias pudientes que alojaron en
sus casas nada menos que a cien Obispos, 3* si
éstos, con ser tantos, hubiesen doblado el nú­
mero, aún habrían sobrado alojamientos; hub<r
centenares de autómoviles particulares al ser-

Casa, que personalmente conoció a D<m líosco,
se ha desvivido, en e.stos días, prestando servi­
cios ímjxmderables que uti elemental delx'r de
justicia 3' gratitud nos obliga a dejar consigna­
dos en estas páginas.
Sin reparar en gastos ni sacrificios, y liaciéndose cargo del alud de peregrinos que caerían
sobre la ciudad, hizo que se habilitase para los
Salesianos un pabellón colosal, y que en él se
preparasen 3.000camas— ¿Tedascuenta lector
de lo que significan 3.000 camas? — con todo
el equipo necesario de ropas y las comodidades
más indispensables p>ara el aseo personal.
Y como si este imponderable servicio no bas­
tase para acreditar la generosidad de la Casa
Fíat, los 3.000 alumnos y exalumnos venidos de
fuera que casi exclusivamente se beneficiaron
219

El “ caiTousel”
de los obispos.

de él, haciendo resonar en aquellos locales
himnos y betuliciones y risas joviales, encon­
tráronse, el último día, gratamente sorprendidos
con un cartucho de caramelos que el Senador
Agnelli, con gesto materno, había ido dejando
caer, una ]>or una, en todas las camas.
Hay :nás todavía. Durante ocho días conti­
nuos, 20 automóviles de la Casa Fíat, nuevos y
flamantes, soberbias máquinas de verdad, estu­
vieron, mañana y tarde, alineados en el gran
patio del Oratorio, con sus choffers de uniforme,
a las ónleiies de mu*stros Superiores, y ello
com])lelmnente gratis, como homenaje cordial
al amable Santo turinés.
¿Cómo no expresar pues a la Casa Fíat,
desde las páginas de nuestra Revista, los senti­
mientos de la más honda gratitud, por este
ejemplo tan espléndido de delicadeza y de ca­
ridad?
Atons. Atedcrlrf, arzobiiipo
de Atadr&s, firmando en el
Album de la C asa Fiat.

Y aun faltaba que nos diera la última sor­
presa el Sr. Agnelli.
El limes, 2 de Abril, por la mañana, un trajín
formidable puso en sobresalto al barrio de Valdocco. Era la Fíat que enviaba 30 soberbias
berlinas «Ardita » y dos flamantes y colosales
«Torpedones * con orden de llevar a visitar la
Fábrica a nuestros Superiores, al Emmo Carde­
nal Hlond, a los Sres Obispos que, como ya se
he dicho, pasaban de un centenar.
.
Recibidos los ilustres visitantes por toda la
Directii’a, en pleno, pasaron a la gran sala de
exposiciones, para ñnnar en el gran albimi de
la Casa, y allí el Senador Agnelli dirigióles un
expresivo saludo, lleno de la más noble cor­
dialidad. del cual son estos hermosos pár­
rafos;
Como italiauos, cotno piamonteses, como trabajndores, nos 'sentimos orgullosos de tener entre
r::-:>.vlros uíjuí, en la * F iat», a un Principe de la
Igle-ia V a tantos Obispos y Sacerdotes SalesiaiU’S, que dígnanh
representan y continúan la
Obra universal de Don Hosco, obra de santidad
cristiana y de ci, ¡li-ación heroica, y también de
i nsríi.inra y vryaitización del trabaio.
Cuando \v....j .año, ttn'c la fortuna de conocer
a Don Hosco -■ me parece verlo todavía, sencillo
y .%
sentado a ¡a mesa de mi abuelo. —
s
« Fiat » tío existía, Turiti no era to­
davía ■ o.iíu: ' uiustrial, pao Don Hosco ha­
bla \i» ¡-..esto los cimirntos do su inmenso edi¡k:-.- de
de su eran fábrica de educación, que

debia extenderse luego hasta los últimos confines
de la tierra. La «F ia t»conoce muy bien la impor­
tancia social y religiosa de la Obra Salesiana,
porque, donde quiera que arriban nuestras tnáquinas, aún las que van, por caminos nttevos, a
tierras desconocidas, allí encuentran indefectible­
mente a estos * pionniers •»de la civilización, allí
encuentran desplegadas las banderas gloriosas de
Don Bosco.
Todos los obreros de la * F ia t» muchos de los

piso en piso, atravesando galerías kilométricas,
donde el trabajo está, como hoy se dice ♦ estan­
dardizado », repartido hasta lo infinito, y ter­
minando en la azotea, convertida, por gracia
del cemento armado, en inmensa y sólida pista,
donde los «chasis * de la fábrica, antes tle
lanzarse al mercado, se lanzan sobre el asfalto,
para sufrir el riguroso examen de los téc­
nicos.
Como no es ésta la ocasión oportuna imra
describir esta colosal y ejemplar colmena del

Los S res obispos escuchando el saludo del S r. Agnellt.

cuaies provienen de las Escuelas Salesianas, se
inclinan reverentes ante la gloria del nuevo Santo,
que fué además un gran trabajador, un gran
obrero, y se sienten altamente honrados con la
presencia de tantos dignatarios de la Iglesia Ca­
tólica, a quienes yo, en nombre suyo, saludo y
agradezco vivamente el que con tanta bondad se
hayan dignado venir a esta Casa.
Entretuviérrmse toda^ria un rato conversando
los visitantes y el personal directivo, y se
inició el recorrido por los talleres, que se veri­
fica sin bajar del automóvil, subiendo, de

trabajo humano, únicamente diremos que,
cuando iban desfilando los automóviles, entre
el ruido ensordecedor de los martinetes y de las
sirenas, y el pavoroso mugir de los metales en
fusión, los obreros, ínclinaílos sobre su tarea,
hacían objeto a los Prelados de inequívocas
muestras de veneración y agrado, y que, al llegar
a las azoteas, mientras corrían más de cincuenta
máquinas vertiginosamente, celebrando con su
típica algazara el grandioso * carrousel ♦ de los
obispos, dos aeroplanos tripulados por valientes
pilotos de la aviación italiana, realizaban
sorprendentes ejercicios acrobáticos, en ho­
nor de los visitantes, sobre la tersura lumi221

-

liosa de un cielo que, por primera vez, se veía
limpio, después de tantos días de enfadosas
lluvias.

N uestros peregrinos de España
y Am érica.
Merecen grandes elogios y enhorabuenas, habiéad se destaca lo por su miniero y por su fervor,
lín Rtuiin
nos «lecía un amigo nuestro —
donde<luiera se oye hablar eii español.
Su fervor (luedó bien jiatente, no sólo en los
actos refereiite.s a la Canonización,sino además en
mil iniciativas parcici.lares, en las visitas del San­
to Jubileo, y singulannente en el Víacnicis.quc,
de un nuKlo conmoveilor y ejemplar, celebraron
en el Colosco, donde el santo Obispo de Málaga
hizo una phiiica sentidísima. Merecen una esjiecial enhorabuena los americanos, jior la cantidad
de entusiasmo cine supone el sacrificio p r ellos
realizado, y los abnegados organizadores de esas
Peregrinaciones por los trabajos y sinsabores
de todo género (jue generosamente han tenido
tlue arrostrar.
Amética vino presidida por los Sres Obispos
Sale.sianos Kxemo Sr, Antonio Lustosa, ArzobisjK) de Belcm do Pará; Rxcnio Sr. Don Do­
mingo Ccmin, Vicario Apostólico de Méndez y
Gualac¡uiza: Exemo Sr. Don Arturo Jara, Vi­
cario Apostólico de Magallanes; Exemo Sr. Don
Emilio Sosa, Obispo de Concepción (Paraguay)
y Mons. Pedro Massa, Administrador Apostólico
tic Rio Negro y Porto Vclho.
líspaña vino presidida por el Emmo Sr. Cartlenal \'idal y Barraquer, Arzobisix» de Tarra­
gona, y el Exemo Sr. Obispo de Málaga, Don
Maniiel González.
Como detalle simpático de la Peregrinación
española, hemos de Ixacer mención del arrojo
demostrado por los dos jóvenes exalumiuís se­
villanos, José Tapia y José Villegas, que fueron
a Roma en bicicleta, empleando eu el viaje 40
días cabales, y por los exalunmos bilbañios,
Angel Basterrechea, José Santiago, Julián Sa­
lamanca e Ismael Aniaiz, que lo efectuaron a
pie, en un periodo de 37 dítrs.

Palomas mensajeras.
¿Cómo no había de confiarse la noticia de
la Canonización <le lUm Bi'sco a heraldos tan
simpáticos, simlxilo clásico de la humildad y
de la inocencia:
I.a iniciativa ftié de un colombófilo turiués,
qxíien, api'uas proclamada la santidad de Don
Bost'o. soltó eu R(»ma dos ixUomas « Bricoux *,
jxira que llevasen a la Ciusa Madre de Turín la
feliz nueva, antes que ningún otro ser animado
p\uliera realizarlo.

Lo.<i valientes Exalumnos españoles
que fueron a Koma, a pie unos, y en bicicleta otros.

Una de ellas desempañó muy bien su come­
tido, habiendo sido hallada a las 4 de la tarde,
del día 2, en su palomar, de Turín, con esta
misiva del Rector Mayor: Ciudad del Vaticano i ’i de Abril de 1934 - a las 11,30 - Director
Oratorio Salesiano. Tarín.
¡Aleluya! E l Vicario de Cristo acaba de pro­
clamar Santo a Don Bosco. Bendiga él a Turín,
a Italia y al mundo entero. Pedro Ricaldone.
La otra mensajera no fué tan afortunada,
pues el mismo día y precisamente a la misma
hora, fué hallada* herida, de una perdigonada en
el apecho, sobre terrenos pantanosos d.j Ma­
rina Pietrasanta (Imcca).
El Sr. Cenobio Puliti, que hizo el liallazgo y
lo telegrafió en seguida, pensando tal vez en
Don Bosco, llevóse al animalito a su casa, con
ánimo de curarlo y devolverlo a Turín.
Los poetas ix>drán sacarle a este idílico epi­
sodio más de una feliz aplicación; nosotros nos
hemos de contentar con dejarlo aquí consig­
nado.

P rim eros refíej'os de la Canonización
en e l mundo.
No cabe duda que este grandioso hecho
— como decía el Papa en uno de sus pa­
ternales augurios — producirá, en todas partes,
renacimientos de fer\*or, y las primeras noticias
vienen ya a coufinnarlo.
El Cardenal Schuster, Arzobispo de Milán,
ordenó que los días 26, 27 y 28 de Abril en
todas las iglesias de la ciudad fuese glsfificado
Don Bosco con un triduo solemne predicado.

en virtud de cuya disposición, en más de 6o piilpicos fueron exaltadas simultáneamente las be­
nemerencias y virtudes del nuevo Santo.
En el Brasil, la vi.]>era de la proclamación de
San Juan Bosco, la Asamblea Nacional Consti­
tuyente aprobó por mianimidad, un voto parti­
cular, proponiendo un homenaje a nuestro
Fundador, y toda la Cámara puesta de pie,
rompió en un aplauso entusiasta. Se hizo cons­
tar el especial agrado con que la Asamblea
veía la labor civilizadora llevada a cabo, con
infatigable actividad, por la Sociedad vSalesiaua,
en aquella vasta República Su'.aniericaiia, y se
cursó un telegrama al Papa, dándole noticia del
acuerdo, y haciéndole presente el filial acata­
miento de la Asamblea.
Chile dispuso, mediajite oportuno Decreto de
su Presidente, fechado el 2 de Abril, que, en
todas las Escuelas e Institutos docentes del
Estado, se ilustrase la obra de Don Bcsco, e
instruyese a los alumnos sobre los beneficios por
él prestados a la nación chilena.

La m úsica religiosa de las fíesfas.
Parece ser que, en Roma, son muchos los que
atribu5'en a una gracia especial de S. Juan Bosco
la sorprendente revivificación del genio perosiano, y que es el propio Perosi el primero en afir­
marlo. ¿Cómo negar que su nuevo Te Dettm y
su grandiosa Missa lubilaei, ejecutados, en San
Pedro, el día de Pascua, lian venido a reverde­
cer los días más gloriosos del célebre comjxjsitor ?
Osservaiore Romano decía, liablando de estas
dos obras: * Todos los versículos del Te Deum
pueden ser considerados como joyas del arte
religioso y de la inspiración musical, pero el
último, /« te Dómine speravi, es sencillamente
sublime.
• Su Missa lubilaei, es el fruto postrero de

£1 loaestro Perosi en su estudie.

un gran genio musical, obra de potente vitalidad
y de fresca inspiracióa. Desde los primeros com­
pases, se reconocen los cánones fundamentales
del Maestro: fidelidad a la tradició.n y a la línea
y estructura clásicas, pero dentro de una iir.eva
arquitectura de acordes y de fonnas. I ais temas,
los juegos de la voces, la lógica de los de.sarrollos, la variedad cxpreíiva, la novenhul de
algunas annonías, dejan adivinar una reacción
creadora, que tiene algo de milagroso ».
Y ¿qué decir de nuestros maravillo.sos Maes­
tros salesiunos Autoli.s<-i. De Bonis, l ’agella,
Hlond, Dogliani, Kscarrmiella (pie, tanto en
Roma como en Turín, nos han hecho gustar
Programas musicales realmente magníficos? De
obras clásicas de la polifonía serán clasificadas
muchas de ellas por los comjK'tentes, singular­
mente la nueva Misa de Antolisei. vesti«la de
nuevas y gra<nosas fonnas y tendente a faci­
litar de un medo grandioso y an í tico la inter­
vención popular, y la soberbia Missa Canoiiizationis Sancti loannis Bosco ác De Bonis, llena
de imponentes sonoridades y efectos contra¡)imtísticos inccmparables.queno dudamos en cali­
ficar de obra maestra. Del Mtro Pagella es el
nuevo himno oficial de San Juan Bosco que,
durante el gran Cortejo del día 8, llenó toda
Turín de bellas y sugestivas melodías.
A todos ellos y a los magníficos ejecutantes
la más sincera enhorabuena.

Recuerdo-homenaje
a la madre d e l Sanio,
— Hubiese sido imperdonable que a Mamá Mar­
garita se la hubiese i>reieri.lo, que en estas
días, no se la hubiese asociado, de alguna ma­
nera, a la gloria del hijo, y ello debía ser inicia­
tiva de la Asociación turinesa de Madres Crist’aii'is, tan benemérita y rica en obras de celo.
El domingo 22 organizó.w, pues, mmexiredlción a I Becchis, presidida jxir nue.stnr Rector
Mayor, y allí tuvo lugar una fiesta sencilla jx*ro
llena de santas intimidade.s en honor de la
mujer admirable que, dentro de aquello.s muros
ruinosos, supo nutrir y Iracer fecundas tantas
virtudes heroicas, y tantas iniciativas de apos­
telado, destinadas por Dios, de un modo estu­
pendo, a fructificar en el mundo.
Depués de la correspondicoite función reli­
giosa, descubrióse una lápida, que habrá de
recordar perpetuamente a los peregrinos las
grandes vin udes y solícitos desvelos de la que
trajo al mundo este prodigio de santidad que
se llama Don Bosaa, no sin haberse antes des­
cubierto de paso otra lápida en Chieri y pre­
cisamente en un pobre bar lugareño, donde el
Santo, al iniciar su carrera sacerdotal, actuara
como mozo de café, para socorrer, con las pro­
pinas que fuese ganando, su extrema pobreza,
V avadarse a costear los estudios del Seminario.
223

SUM ARIO

L e s g r a n d e s J o m a d a s de l a C a a o n tz a c ió o - L a s so Irm n S d ad es d e R o m a - E l d ía 1 d e A b r il e n S a n P e d r o •• S a n
J n a o B o sc u u x a tla d o e n e l C a p ilo lio . L a m em o rab le A n d ie a cia d e S a n P e d r o - M a g n ífic a e o ro o a c ió n d e la s J o r n a d a s R o m a n a s e n eJ
In s tiln to P í o X I • E l R e lic a r io d e S . J o a n b o s c o r e g a la d o a l P a p a L a s so le m n id a d e s d e T u rín * E t d ia 6 d e A b r il ( U n P o n tific a l y
o n C o r te jo so le m n ísim o s) - E l 10 de A b ril (E n h o n o r d e S a n J u a n
b a s c o s e in a a g n r a o B cialm en le e l In sliln lo " C o n t l R e b a n d e n g o ' ) E l 13 d e A b r il (E sp lé n d id o R a m ille te d e G estas - 1 0 .0 0 0 n iiío s d e
l a s E s c u e la s P ú b lic a s e n to rn o d e D o n B o s c o - U n a p rim e ra p ie d ra
e n e l O r a to r i o F e s tie o - L á p id a c o n m e m o ra tira e n la C a p illa P in a rd i - E l n n e r o a l t a r d e S a n J o a n B o s c o ) - L o s trid u o s c e le b ra d o s
en R o m a y T o r ln - M is c e lá n e a d e l a C a n o n iz a c ió n ( L a s i la n i n a e io n e s d e R o m o - L a C a s a R e a l y e l G o b ie rn o d e I ta lia e n la s
fie s ta s - T u rín y la S o c ie d a d F ía t - P e r e g r in a c io n e s d e E sp a fia y
A m é ric a - P a lo m a s m e n s a je ra s - P r im e ro s refiejo s d e l a C a n o n i'• z a c ió a e n e l m u n d o - L a m ú sic a r e lig io s a d e la s F ie s ta s - H o m e \
n s je s la M a d r e d e l S a n to ) .

PEREGRINOS E SPAÑ O LE S EN LOS B E C C H IS Y EN CASTELN U O VO
224

Coa a/jfofcsc«a de te antoridsd cctesiásfíce. — Director-responsable; O . G U ID O FAVINIBslaMerimicnlo Tlp. de la Sociedad Editora Internacional - Tnrfs. Corso Regina MargfcerfEs, ttt-

NUEVA ICONOGRAFIA
DE SAN JUAN BOSCO
E l Hottibre de Dios, a quien la Iglesia acaba de declarar Santo, proponiéndolo a la devoción de la
cristiandad como fúlgido modelo de virtudes, el educador irresistible, el Apóstol de la juventud ha sido
representado con lineas inspiradas, en dos magníficos cuadros debidos al pincel de Roüini, de cuya
reproducción la Editorial S. E. I. ha conseguido la exclusiva.
De estos dos modelos, sainrados de piedad y de un dulce realismo, que representan al Santo con
parecido auténtico y en actitudes en él habituales, han sido tomados todos los objetos de devoción que
hoy tenemos el gusto de ofrecer a sus devotos. Uno de los modelos representa a San Juan Hosco, de
rodillas, en actitud de orar ante una estatuita de María Auxiliadora, y el otro es un medio 6ws/o
tomado de frente y en el habitual modo paterno del Santo.

OLEOGRAFIAS
Para que la im ^ en de San Juan Bosco entre en todas las casas.
O LEO G RAFIA en tela recia.
«San Juan Bosco arrodillado » a colores, cuerpo entero,
por 1 0 2 ................................I/iras 20
«San Juan B osco» de medio biasto, visto de frente, 72 por 102 . .
. . . .
t 20
i) REPRODU CCIONES
а) tamaño cm. 17 por 2 4 - 1
б) tamaño cm. 25 por 3 5 - 1
c) tamaño cm. 35 por 5 0 - 1

E N ROTOCALCO.
asunto, cada u n o ............................................................I^.
asimto, cada u n o ..............................................................»
asimto, cada u n o ........................................................... .....

o 40
o 75
i 50

2} ESTAMPAS.
а) en fotocalco, sin oración - 6 asuntos, el c i e n t o ..........................................................L.
2 50
б) en fotocalco con bofdes dorados sin oración - 6 asuntos, el c i e n t o ......................... » 4 —
c) en fotolitografía, con oración - 2 asuntos, el c ie n to .........................................................» 4 _
d) en imitación fotografía, sin oración - 6 asuntos, el c ie n to .................................... » 15 — .
e) en opalina con orlas, sin oración - r asunto, el c i e n t o ................................................... * 25 —
f) en opalina con bordes dorados, sin oración - i asunto, el c i e n t o ...............................» 50 —
Hoja de 4 páginas, a colores - 3 asuntos, el c ie n to ......................................................... >
5 —
Postales en fotocalco - 6 asuntos, el c i e n t o ........................................................................ >
7—
4 50
Cartulinas en fotocalco - cm. 6,2 por 1 0 - 2 asuntos, c ie n to .............................................. >
Cartulinas en fotocalco - cm. 7 por r i - 2 asuntos, c ie n to ....................................................»
5—
Cartidinas en fotocalco - cm. 9,5 por 1 1 - 6 asuntos, c ie n to .............................................. »
6—
3) M EDALLAS, con las imágen de San Juan Bosco y María Auxiliadora.
a) de aluminio, el ciento L. 3 - 4 - 4 - 50 - 5 - 6 - 11 - 27 - 50 -32.
*
6} de metal patinado, el ciento L. 13 - 30 - 35 - 45 - 48 - 75.
c) de alpaca plateada, el ciento L. 26 •• 27,50 - 30 - 35 - 36 - 45 - 50 - 60 - 65 - 67 - 50 • 75.
d) fantasía doublé, cada una L. 6,25 - 6,50 - 7,50.
é) fantasía doublé y madreperla, cada una L. 11 - 16.
/) fantasía extra, cada una L . 20 (tres asuntos).
g) de oro, cada una L. 10 - 12,50 - 45 - 60.
а)
б)
c)
d)

4)
de
de
de
de

CUADRITOS con estampa o plaquita y la imagen de San Juan Bosco.
metal L. 0,70 - i - 1,75 - 2 - 2,50 - 3,50 - 4 - 4,50,
piel L. 1,75 - 3,25.
galanita L. 7 - 9 - 9,50 - 15.
alabastro L. 6 - 8 - 10 - 17 - 20.

H ay también alfileres, brazaletes, sortijas de plata, etc. a precios sumamente mólicos.

VIDAS DE SAN JUAN BOSCO
SAN JU AN BOSCO del Dr. J. B. C ai,v i , con 25 cuadros del pintor Conrado Mezzana. Un
tomito elegantísimo, impreso en fotot^ia, papel superior y cubierta artística. Edición espa­
ñola
..............................................................................................................................................L .
4 —
Tenemos todavía disponibles varios ejemplares de la V ID A D E L B. J. BOSCO escrita por J.
B. L em oyne . Un tomo de 635 pág. con ilustraciones magníficas. R ú s t ic a ..................... L . 20 —
Tela
................................................................................................................................... * 27 —
Para encargos, dirigirse a la Sede Central de la S. E. l . Corso Regina Margherita 176, Turin.