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Año X L IV - N. 10-

Octubre, 1929.

BOLETIN SALESIANO
REVISTA DE LAS O B R A S DE DON B O S C O

Don Bosco en los altares
Con gran satisjación nos complacemos en
adornar las páginas de nuestro Boletín con
las preciosas cuartillas salidas de la galana
pluma del insigne estadista Ecuatoriano, y
grande amigo de la Obra Salesiana, D. Re-'
migio Crespo Toral.
Había de llegar la glorificación del hombre
de Dios, del Santo del siglo X IX . Cuando
su muerte en 1888, mi ingenuidad juvenil
estalló en el idioma entonces predilecto, la
estrofa:
Desde esta tierra am ericana, a donde
los tuyos llegan en resuelto bando,
a un reclam o de am or, mi voz responde,
como siem pre cantando......

I.a sinceridad del corazón me decía, que,
no muy tarde, ese obrero del bien, ese sol­
dado de la voluntad, hijo del pueblo, nacido
de la inocencia agraria para conductor de
muchedumbres, había de ascender desde
la tumba al altar.
¡Era tan bueno, tan discreta su virtud,
fecunda su acción callada, tenaz y múltiple!
Un milagro de actividad, de valor, de per­
severancia.
E l candor infantil en la férrea contextura
del atleta, d práctico teorizante del ideal
divino, el motorista de la máquina sodal y
también el vidente, el alucinado de las em­

presas distantes y arriesgadas; fue el tipo
novísimo y característico de su siglo, algo
como un Pablo de Tarso, en la virtualidad
dinámica; predicador, viandante, jornalero
de la casa de Dios, maestro en el silencio,
dominador de almas, avaro del tiempo,
disipador de caridad, dominador de las
almas por la seducción del ejemplo, más
bien que por la soberanía de la palabra.
Provisto para las complicaciones de la
vida moderna, llegó a su sazón, al momento
histórico, para injertar en la iglesia secular,
en la sociedad d vil, en la masa convtilsa,
la savia de la doctrina, la linfa de la recons­
titución moral y del vigor físico.
E l Cristianismo ha dignificado el trabajo,
casi como si fuera éste una religión, armo­
nizándolo, en un régimen concordatorio,
entre los grandes y los pequeños, para empe­
queñecer a aquéllos en beneficio de los
pobres y los humildes y además para cir­
culación de los valores de la caridad y
multiplicación ordenada de las operaciones
del trabajo y su retribución según las orde­
nanzas de la piedad y la justicia.
Programa vastísimo y gigantesco. ¿Y el
tesoro? Mudable, i>ero seguro: el tesoro de
la Providencia: el de las aves del délo que
no siembran ni entrojan; el de las flores
silvestres que no hilan ni traman.
Así es como este pastor de la Saboya

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icinica, la de las ovejas de San Francisco
de Sales, pasó desde Castelnuovo de Asti
a Valdocco, para juntar a los niños de la
calle, a los desperdicios de la familia y en­
sañarles a trabajar y orar, iniciande la edu­
cación integral, la de la vida y la de la
muerte: dos tareas que llenan el ritmo de
las horas.
Había de completar la obra en la metróp )li de Tiirín, con el Santuario de María,
con los talleres, el pensionado, el teatro, el
campo deportivo, las escuelas, el colegio,
la maestranza, la imprenta, el jardín, la
granja, la universidad laborista, una ciudadela de actividad febril, una colmena
modelo de cooperación social, cátedra y
tierra de cultivo, altar y mesa, confesona­
rio y máquina, el canto litúrgico y la marcha
patriótica; el silencio de la oración y el
bullicio de la orquesta: todo a su hora y
para sit objeto, según el rito cristiano y la
regulación altísima de la Razón, hermana
menor de la Fe.
E l Santo llegó a tiempo a la campaña
que le estuvo reservada, en los años de ini­
ciarse la llamada revolución social. Así como
el Pobrecito de Asís fué enviado a la pre­
dicación de la humildad, a la práctica de
la pobreza y a las renunciaciones de la peni­
tencia, precisamente en la plenitud del
Renacimiento sensualista y magnífico; así
como Savonarola vino con la vehemencia
apasionada a quemar las llagas de su pueblo.
Era el maestro de aMea, el gran evange­
lista de mañana; llegaría al alma de las
multitudes, intentando el regreso a la fuente
cristiana, predicador de paz, heraldo de
la piedad del Cielo.
San Francisco logró la reforma, endere­
zando la gran curva del neopaganismo que
había quebrado la recta triunfal del Evan­
gelio. Los últimos, los miserables, los con­
vidados al banquete de Dios, serían los primen>s. \ así aquella sociedad inmisericorde
del siglo de oro hizo del sa>-al una clámide
de rey; y se salvó la humanidad de una de
las más peligrosas tentaciones de Satán
el maligno.
Don Juan Bosco, al rugir las fieras de
la Internacional, en el hervor del a r t ig o de
los Carbonari<^s, cuando se encendían las
primeras antorchas anarquistas sobre París,
meditaba y escribía el primer programa de
coucxírdia entre los poderosos y los dtóheredados, entre los ahitos y los ham-

bientos, entre los de arriba y los de abajo.
El programa se redujo a la fórmula: orar
y trabajar. Y primero, la salvación, la edu­
cación de los niños desvahdos, en d templo
y en el taller, a fin de rescatarlos del aban­
dono, de la pereza y de la pestilencia del
vicio; y para esta obra de profilaxis social,
buscó la cooperación organizada de todos, a
fin de encauzarla corriente de la misericordia
hacia la multitud proletaria que pide su
puesto al sol de Dios.
Para ejecución del plan, era menester
abarcar las varias e intrincades dependen­
cias de la vida contemporánea: la técnica
y el deporte: las bellas artes y las industrias;
la escena, los juegos, el cinematógrafo, la
faena agraria y la manufactura. Y endma
de todo, la disciplina espiritual, la norma
ética, la belleza de la conducta, la implo­
ración del Cielo, bajo el árbol de la Cruz,
para la libertad, la igualdad, y la fraternidad
verdaderas: la de los feUces y los sencilles
que viven, sienten y piensan en común.
Este fuerte, discreto e infatigable varón
ha logrado lo- que solamente Francisco de
Asís, Domingo de Guzmán o el caballero
de Cristo, Ignacio de Loyola en las turbu­
lencias de su época: el prodigio de una em­
presa vastísima, de ilimitado horizonte, de
profundidad radical: la univerealidad y la
\-irtud del trabajo en pueblos, razas y gentes,
la destreza profesional y la virtualidad de
ación, su régimen de concordia y su, equi­
librio en la cooperación. vSe hizo, en esa
forma, la ciudad de paz, no contaminada
de la fermentación malsana y de la convul­
sión pasional: la eruixáón de los cráteres de
la anarquía no derrama las estériles lavas
sobre el rincón de quietud en que el hombre
de bien hace la jom ada de la vida sin co­
dicias ni venganzas que se inspiran en doc­
trinas de incendio y de sangre
Ese pastorciUo de 'ovejas \ino a ser
pastor de rebaños humanos. E l siglo X I X
que admiró en los altares al mendigo Benito
José Labre, hubo de formar el espíritu de
Don Juan Bosco para una larga y tenaz
campaña de regeneración de multitudes: el
prodigio de los varones elegidos que hacen la
historia, modelan la cd\*ilÍ2ación y de\-uelven
a Dios las almas perdidas en el torbellino de
los sucesos y en la penumbra de las ideas.
Y este hombre todo acción, lo fue tam­
bién en el libro, en sus Lecturas, en los ma­
nuales pedagógicos, en la Historia Sagrada,

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291
en la Historia de Italia. Había que redimir el
libro de tantas culpas y caídas. Intervino en
los grandes negocios de su época, no fué indi­
ferente a la meteorología de la política, la
que contemplaba y medía desde la altura,
con criterio espiritual y a la lumbre profética. El comenzó y a a enderezar las solu­
ciones de la cuestión romana: los más difí­
ciles problemas aparecen claros y sencillos

el brazo levantado en oración, sino adhe­
rido amorosamente a la faena.
E l Ecuador fue una de las últimas colonias
espirituales del Santo de Castelnuovo. Al
Ecuador envió su mirada agonizante cuando
sus hijos cmzaban el mar Pacífico con rumbo
a nuestra Costa. Sobre nuestra Patria, en
maravillosa msióii, profetizó, en el instante
crepuscular del tránsito a las celestes riberas.

Tucutnán — £1 florecicote O raiorio en el dia de la Resta del B eato Ju a a Bosco.

de resovlver conforme a la no aprendida
ciencia de los santos.
Su vida se resolvió en un prodigio, en un
müagro no interrumpido, como acaba de
declararlo Pío X I. E l pobrecito de i Becchi
el de la escuela de la cabaña, pudo ver
cómo se levantaban en el viejo 5* el nuevo
mundo, los oratorios, los palacios del tra­
bajo, los colmenares ciudadanos, las casas
de misión. Se impro\úsáron los caudales,
la riqueza cubrió el presupuesto de la mi­
seria; y se demostró que el Cristianismo
podía sortear todos los peligros y afrontar
el conflicto de la revolución social, no sólo
con las dulzuras d d Sermón de la montaña,
sino con el esfuerzo y la obra; no sólo con

|De rodillas ante el Bienhadado! Es el
santo del siglo, elegido vencedor en la con­
tienda actual, apóstol de los obreros, evan­
gelista de les pobres, que puso el martirio
del trabajo, el martirio del sudor a nivel
del martirio de sangre, en las liquidaciones
del juicio de Dios y d d juido de la historia.
En esta solemnidad universal, la huma­
nidad admira a un vencedor, que no ha des­
truido sino edificado: su triunfo es caridad:
su lau rd una rama de la Cruz.
¡G loría al Doevo Bautista
que del siglo en el gran de cataclismo
trajo, p ara la paz de otra conquista
del trabajo el bautismo!
R

e m ig io

Cr e s p o T

o ra l.

2Q2

Esíudiando a Don B osco (X II)

Las Misiones Salesianas
- o—

Y henos ya ante la más esplendorpsa de
sus empresas: hazaña que aün a los ojos de
los profanos se presenta con caracteres de
epopeya, y de la que no puede menos que
ocuparse la Historia de la Civilización.
Los hijos de Don Bosco se han extendido
por todas las Repúblicas americanas; han
penetrado en el Africa del Sur, en el Congo,
en Túnez, Argel, Egipto; desarrollan una
actividad pasmosa en la Palestina, en la
Anatolia, en la India, en la China y él Japón.
Las misiones extranjeras ocupan actual­
mente los dos tercios de la gran familia salesiaua, y donde quiera que se encuentra un
salesiano, vive, con el nombre de Cristo,
el nombre de D. Bosco.
El lector que nos ha seguido hasta aquí,
espera el sueño, la visión, el vaticinio de
D. Bosco. Pues bien, sí; también esto había
sido objeto de su sobrenatural intuición.
Al principio de su vida sacerdotal, tuvo
ardientes deseos de formar en la falange
misionera; pero D. Cafasso le disuadió,
señalándole su misión entre sus mismos
hermanos. Con todo, el pensaniieiito de ser
misionero, no le abandonó un instante.
En 1848 se conmovía profundamente al
considerar el abandono en que se hallaban
la Patagonia y la Tierra del Fuego, a cuyos
feroces habitantes, nadie osaba llevar la
luz del lívangelio.
Veinte años después, en misterioso sueño
— en una de sus noches de \*ideiite — \nó:
« Por la llanura inmensa vagaba una mul­
titud abigarrada de salvajes, dedicados a
la caza o a la guerra. Su número no tenía
fin, y los últimos se perdían en la azulada
silueta de las montañas lejanas.....
«Mas de pronto, por el lado opuesto, y
precedidos por un nutrido grupo de jóvenes
indios que cantaban las Letanías de la Vir­
gen, vió aparecer un grupo de misioneros,
y aguzando la \nsta, pudo reconocer en ellos
a sus amados hijos
« A Su \nsta quedó en suspenso la turba
sal\^je; cesó la caza, depusieron sus armas
los guerretx« y todos se agruparon alrededor
de los enWados de Dios, a cu>’a voz humi­

llaron las hirsutas frentes, en acto de ado­
ración, los feroces hijos del desierto ».
Y el hombre de Dios pensó.... L a ciencia
le hacía desfilar por la imaginación todas
las razas de la tierra, con sus armas, vesti­
dos y caracteres propios, pero en el mental
desfile, nunca veía aparecer aquellos sal­
vajes que soñara su alma de vidente...
Mas he aquí a fines del 1874 le llega de la
Argentina un apremiante pedido de misio­
neros. Aquel mismo año había recibido, de
todas las partes del mundo, más de 50 peti­
ciones semejantes, pero ninguna respondía a
las íntimas inspiraciones del Hombre de Dios.
Sólo fué escuchada la petición que le hicie­
ran de la Argentina, a cuyas playas llegaron
el año siguiente, capitaneados por el famoso
Cardenal Cagliero, los diez primeros salesianos misioneros.
El sueño misterioso le había trazado el
plan de penetración y de progreso: abrir
casas para los niños indígenas, y una vez
conquistados estos, avanzar, juntamente con
ellos, al encuentro de la barbarie.
Ivas expediciones de misioneros se repitie­
ron en los anos suc^ivos, haciéndose más
nutridas cada vez Hubo tiempo en que se
paralizó por completo el progreso de la Con­
gregación en Europa, porque la Patagonia
reclamaba más operarios y no se le podían
negar.
En las pampas argentinas, los sudores y
el heroísmo de los salesianos hicieron pros­
perar la santa empresa de modo maravi­
lloso. L a expansión fué rápida, prodigiosa,
difundiéndose bien pronto por las vecinas
repúblicas. La penetración en el interior
tuvo que hacerse antes del tiempo pre\isto.
Tan enorme dasarroUo reclamaba la crea­
ción de un Obispo, y D. Bosco pudo besar
en 1884 la frente mitrada de Mons. Juan
Cagliero, primer Obispo Salesiano.
Poco después Mons. Fagnano, al frente
de otro escuadrón de intrépidos misioneros,
desembarcaba en las Islas Malvinas, y em­
pezaba la conquista espiritual de la Tierra
del Fuego.
A los veinticinco años de la primera expe-

T

293

dicicn, la Patagonia estaba evangelizada,
y junto con el Evangelio entró en ella la
civilización y el progreso.
I#as Misiones salesianas formaron el nú­
cleo a cuyo alrededor fueron naciendo los
primeros poblados, las primeras ciudades,
y en aquellas regiones donde poco antes
apenas se habrían atrevido a penetrar las
expediciones armadas, reinaba ahora la
tranquilidad, la paz y el trabajo; el cacique,
arbitrario y cruel, pudo ser sustituido por
el representante del Gobierno.

En su a3mda acude intrépido el salesiano,
y vive entre ellos, respirando las pútridas
emanaciones de sus carnes corrompidas,
con la sonrisa en los labios y la bondad eu
el corazón; por el sublime desprecio de sus
propias \ndas, se les llamarla los suicidas dcl
amof de Dios.
Y no para ahí la acli\ndad del misionero;
dondequiera que se halle, su labor no se
reduce a hacer el bien a las almas confiadas
a sus cuidados; sabe además servir a la
ciencia, y saca partido de sus valiosas obser-

Tucum&n (ArgcDÍina) — íVíva el &ca(o Don B o sco !

T.a misma labor se llevó a cabo en las
inexploradas regiones del Brasil; el misio­
nero tuvo que atravesar ríos caudalosos,
desconocidos para la ciencia; descorrió el
velo milenario de las florestas \rirgenes, sor­
prendiendo los misterios del Ñapo y del
Pastanza, y de las tupidas selvas donde
habita el ferocísimo Jíbaro del Ecuador....
H ay además otros infelices, a los cuales
sólo puede dar alivio aquel exquisito espí­
ritu de caridad por D . Bosco infundido eu
el corazón de sus hijos...; otros infelices para
quienes la civilización apenas tiene otros
cuidados que el más absoluto aislamiento. .
seres desgraciados, que ^iven muriendo, pre­
senciando en ^^da la descomposición de su
cuerpo, que se desprende trozo a trozo,
corroído por la horrible lepra.....

vadones, legando al mundo dvilizado cono­
cimientos predosos, atesorados en sus pe­
nosas marchas a través de los continentes
inexplorados. Los datos geográficos, etno­
gráficos, lingüísticos, etc., hacen del Boletín
Salesiano, en que son expuestos, un venero
inagotable para la curiosidad de los sabios.
*
* *
Otro acontecimiento hay que tener pre­
sente en aquella fecha memorable del 1875.
Me refiero al establedmiento de la obra
salesiana en Franda, con la ínauguradón
de la Casa de íHza, que D Bosco en per­
sona quiso presendar.
A primera vista parece que la inauguxadón de un nuevo centro no sea asunto tan

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trascendental como los antes citados; pero
el hecho tuvo entonces excepcional impor­
tancia y no deja de presentar una alta signi­
ficación en la historia que estamos deline­
ando.
No se trataba de una de tantas acepta­
ciones de parte de D Bosco: era la recepción
de su Obra en Francia, en el extranjero.
Venía a ser como la prueba del fuego.
Porque el sistema de D. Bosco, para de­
mostrar su eficacia, debía adaptarse a cual­
quier ambiente, y sufrir, en consecuencia,
al menos al principio, los efectos de esa
prevención — rayana en hostilidad — con
que suele acogerse todo lo de procedencia
extranjera.
P'rente a índoles tan diversas, a tradiciüties y costumbres extrañas, ante modos
de pensar y de ver, tan distintos de los suyos,
el sistema de D. Bosco, debía demostrar su
facultad de adaptación universal, su efi­
cacia intrínseca y sustancial, independiente
en absoluto de los elementos accesorios,
variables para cada país.
Y el sistema de D. Bosco salió triunfante
de la dura prueba. El éxito fué rotundo en
la educación de la juventud; porque su mé­
todo estaba fundado en la psicología del
niño y en los principios cristianos, que son
ambos universales.

G R A C IA S
DEL BEA TO JU A N B O S C O

Sor Sun Vicente de Paúl, novicia agustinn
en el Ilosjñtnl de Caen, de ¿4 años de edad,
había debido abandonar su oficio de enfermera,
en primer lugar |x>r una evqx’ión de escarla­
tina y luego, a consecuencia de fuertes dolores
artríticos. Después de algiui tiemjK», en el mes
de noviembre pasado, tuvo que guardar cama,
y someterse o una inmovilidad absoluta. Dos
médicos ixnsaban en enyesarla, cuando im­
provisamente, el día II de enero de 1929 la
enfermedad tomó tales projxxiones de gra­
vedad, que ya se creía llegada la última hora.
Se presentaban todos los síntomas de la menin­
gitis: vómito, rigide?: de la nuca, etc.
Entonces la comunidad entera, comenzó mía
novena al \T)le. D. Bosco, y colocaron debajo
la cabeza de la enferma xma reliquia del Vble.
Entre tanto el mal iba en aumento. La eufenna
con todo, aún pudo comulgar, axmque con gran
dificultad, el 14 de enero; el día siguiente ya

no le fué posible, porque estaba incapacitada
para engullir nada, perdía a intervalos el co­
nocimiento, y parecía hallarse en estado co­
matoso. El médico, encontrando el pulso muv
irregular y constatando los ráiiidos progresos
de la enfeniiedad, dijo el día 15 de enero,
que aquel sería el iiltimo para la enferma.
lista había recibido los últimos sacramentos:
se habían recitado ya las oraciones de los ago­
nizantes. Durante todo aquel día no pudo
tomar absolutamente nada, y la respira­
ción se hacía cada vez más difícil. Hacia las
seis de la tarde, en un momento de lucidez,
acordándose de la reliqiiia de D. Bosco que
tenía debajo de la almohada, la tomó, la puso
sobre la garganta, y de ese modo se dur­
mió. Al despertarse, le pareció que se encon­
traba mejor, pidió una taza de caldo, y la
pasó sin molestia alguna. Enseguida empezó
a gritar que se hallaba curada; se sentó en la
cama — hacía dos meses que se hallaba en la
inmoUvidad más absoluta — y empezó a comer.
Acudió enseguida la Madre Priora; Sor San
Vicente, le pidió sin más, permiso para al­
zarse de la cama; lo que hizo sin que la ayu­
daran. Se dirigió luego al altar de la enfer­
mería, y, de rodillas, cantó el Magníficat,
acompañada por todas sus Hermanas, que se
hallaban profundamente conmovidas.
A continuación se fué a visitar a una Plermana enfeniia, que yacía en nna cama de la
misma enfenuería.
Ha desaparecido teda huella de la enfer­
medad. La debilidad, a los ¡x>cos días desa­
pareció igualmente.
Cacu 23 enero 1929.

Presbítero Houdax ,
Capellán del Hospital.

BARCEI.ONA {España).
Estando bajo los
efectos de un fuerte ataque de aj)endicitis.
por lo que me había sido prohibido por el
doctor que me asistía el levantarme de la
cama, y debiendo tomar parte, precisamente
ix>r aquellos días a una función en beneficio
de las Misiones Salesianas; viendo que huma­
namente me sería imposible realizar mis de­
seos, imploré de todo corazón a mi bonda­
dosísimo Padre Don Bosco que me ali\'iara.
Sin pedir autorización al médico, pues ya con­
taba que me sería rotimdamente n^ada, me
levanté de la cama, salí de casa y tomé parte
muy activa en la fiesta, sin que molestia o
dolor alguno vinieran a mermar mis entusias­
mos.
Pocos días después, sin haberme visto obli­
gado a guardar cama, y siguiendo el consejo
del doctor, a fin de evitar ulteriores compli­
caciones, ful operado felizmente del apéndice
encontrándome hoy, gracias a tan grande in-

T

295

tercesor, completamente restablecido; por lo
que de todo corazón doy gracias a mi amadí­
simo Padre, haciendo pública la gracia, al
par que agradezco otros favores que por su
intercesión he conseguido del Altísimo.
Mayo 1929.
J uan B. de A baría .

D avos P i a Tz (S«íja. — María R. de Matheis, da gracias al Beato D. Bosco por la
curación de su hijita, y enWa una limosna.

Buenos A ires {Argevtiná). — En vísperas
de la Beatificación del gran siervo de Dios
Don Juan Bosco, siento el deber de agrade­
cer al Señor y a María Auxiliadora una gracia
señalada que he recibido por intercesión de Don
Bosco. Del hecho han pasado dos años. Me
encontraba enfermo del estómago, de tal modo
que no podía alimentarme suficientemente y
en consecuencia me debilité de tal manera
que tuve que rendirme, dejar el empleo y
p>onerme en manos de los médicos. Estos diag­
nosticaron que se imponía ima penosa y
difícil operación. Mi horror por la intervención
quirúrgica era tal, que no me quería someter
de ninguna manera, prefiriendo cualquier cosa
antes que someterme a ella.
Felizmente, mis hijos son alumnos de los
Colegios Salesianos, y a instancias de ellos,
me encomendé encarecidamente a D. Bosco,
quien me dió tal valor y serenidad, que, con
sorpresa de toda la familia, yo mismo me pre­
senté al cirujano, y me coloqué en la mesa de
operaciones muy tranquilo y con tma fé ciega
en que D. Bosco me sanaría por completo.
Mis esperanzas se vieron cumplidas. La ope­
ración resultó muy bien, tanto que sané per­
fectamente y pude a poco reanudar mis ocu­
paciones.
X
En agradecimiento hice algunas limosnas en
favor de la Obra Salesiana, pero me parecía
no haber cumplido con mi deber hasta que no
publicase la gracia obtenida en el Boletín
Salesiano, a fin de que todo el mundo conozca
el gran valimiento de este Gran Siervo de Dios.
14 nuzyo 1929.
NicoiAS de A ndrea .

Z ap .atoCA {Colombia). — M. Teresa Gómez
A. muy agradecida a D. Bosco por la curación
de su señor padre, hace pública su gratitud
y envía ima limosna.

A íanifíesfan fam bién s u g r a íifu d
a J B e a fo D on B o s c o :
COBAN (Guaiemalá). — Silvia R . vda. de
Pérez, por varios favores recibidos, y manda
una limosna.
Los Ange I£S {Estados Unidos).
Campanelli, por un favor recibido.
G. González, por haber obtenido la
una nietecita y envía una limosna
hueifanitos de D. Bosco.

— Vito
Agustina
salud de
para los

B uenos Aires {Argentina). — José Pigozzi
en agradecimiento por im señalado favor.

P uerto de Cabr .^s
— José Me­
dina Berriel, y Señora, hacen pública su gra­
titud al Beato D. Bosco porque ¡xjr su inter­
cesión han alcanzado la salud de una hijita.

H uancayo {Perú), — Balduina Gálvez,
Mercedes Zamallos, Teófila Cedran y Virghúa
Pimentel, expresan públicamente su profimda
gratitud a D. Bosco por varios favores recibi­
dos y envían una limosna para las Obras
Salesianas.
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LA VIDA DEL
BEATO JUAN BOSCO.
La Librería Salesiana de Sarriá ofrece a
los Lectores de las Lecturas Católicas una
nueva Vida de Don Bosco. El autor es harto
conocido en el numdo de las letras para que
nos detengamos en hacer su presentación; es
el Rvdo. P. Felipe Alcántara, cuyo sólo nom­
bre basta para elogiar cumplidamente la obrita,
escrita con esa gracia particular que hace que
los escritos del P. Alcántara no se dejen nmica
de la mano, una vez iniciada la lectura. La
razón de esta nueva Vida de D. Bosco la ex­
pone el autor en el prólogo de su librito de la
siguiente manera;
Imperdonable sería que en esta ocasión —
la Beatificación de D. Bosco — guardáramos
silencio y fuéramc» la única voz que no se
uniera al conderto de alabanzas que de todas
las partes del mimdo se levanta en honor del
pastordllo de i Becchi. Esta es la razón de ser
del tomito que hoy presentamos. No vamos
a escribir una biografía, que muy detalladas
las hay ya y al alcance de todos; ni tenemos
la pretensión de hacer un estudio profundo,
impropio de la publicadón, e imposible de
encerrar en el reducido marco de tan breves
p¿Sgina« Son sólo ligcTos apuntcs, escritos a
\'uela pluma, en los cuales queremos ofrecer a
nuestros lectores los rasgos salientes del Beato
V al Tnigmn tiempo tributarle el homenaje dc
nuestro filial amor ».

T
DE NUESTRAS MISIONES
llUlli

Excursión por los afluentes del Río Negro.
Continuación
Al proseguir nuestro viaje nos dijeron los
indios que estábamos ya en los linderos de
la floresta, y que aquel mismo día encon­
traríamos las primeras malocas.
A las pocas horas de marcha, se nos pre­
sentó la primera, construida con palmas gi­
gantescas y habitada por escasoá indios. Nos
vino al encuentro una viejecita, cubierta
apenas por un mísero andrajo, y me dijo
sin preámbulos:
— Padre, ¿ves? Y a no tengo ropa para
cubrirme.
— Si, ya lo veo, le repuse: pero ¿porqué
no has comprado ropa en lugar de esas ba­
ratijas con que te adornas?
Desconcertada por mi observación, bajó
la cabeza y sin proferir palabra volvió de
nuevo junto al fuego.
Estos pobres indios son así: cualquier chu­
chería Ies fascina, y por ella dan todo lo
que poseen a comerciantes sin conciencia,
que saben explotar esta debilidad del indio.
A veces por una filarmónica, o por un gramofón,*se hacen esclavos, condenándose vo­
luntariamente por meses o años enteros,
al duro trabajo de la extracción de la goma.
Proseguimos nuestro viaje dirigiéndonos a
Tucano-Cachoeira, residencia de indÚTS Tucuwos y Desganas. Cuando esta Misión es­
taba confiada a los franciscanos, existía un
lindo pueblecito, con casas y capilla; pero
a la partida de aquellos misioneros, los in­
dios cayeron de nuevo en la barbarie y en
ei paganismo.
Hoy, siguiendo las indicaciones del Mi­
sionero han abandonado otra vez sus ma­

)-

locas y han empezado a construir de nuevo
sus casitas.
Dos indios nos recibieron con regocijo; casi
todos habían estado en Taracuá y nos co­
nocían.
A l atardecer los reunimos a todos en la
maloca mayor, en donde habíamos improvi­
sado un altar, y después de la instrucción re­
ligiosa, Ies hicimos recitar las oraciones.
Por la noche llegaron los indios Dessanas,
que venían de la pesca; de modo que a
la mañana siguiente fueron numerosos los
concurrentes a la Santa Misa.

PucbIecUos que inician la vida civilizada.
— “ A Jesús le deberás obedecer siem­
pre
— Los hjios del tigre.
Puestos de nuevo en camino, llegamos,
al caer de la tarde, a la maloca de la tribu
M inty Tapuya, la tribu más reducida, pero
más salvaje y temible de todas. Nos espe­
raban unos cincuenta indios, presididos por
el cacique, que me saludó en portugués.
También ellos habían construido reciente­
mente sus lindas casitas. Por la tarde, reu­
nidos todos en la maloca, les expliqué un
cuadro que representaba la Crucifixión del
Señor.
A l decirles que Jesús es también su Vioge
(cacique) el Cacique se mostró sorprendido,
y dirigiéndose a su hijo, que estaba entre
sus rodillas, le dijo: — «Tu no me quieres
obedecer a mí pero a Jesús le deberás obe­
decer siempre ».

297

A l acabar la instrucción, les regalé el cua­
dro quedando muy satisfecbos, y en cambio,
se esforzaron en aprender la jaculatoria que
les enseñé para que saludaran a Jesús cada
vez que entrasen en la maloca.
Después de tres lloras de incesante nave­
gación, llegamos a Pozo-Piraiba, pero no en­
contramos más que cuatro indios, por lo
que reanudamos nuestro viaje hacia PozoWira, en donde nos esperaba ya un cen­
tenar de personas. Nos llenó de consuelo el
ver cómo los niños, en vez de asustarse por

Si pudiera el misionero visitar con más
frecuencia a estos indios, bien pronto que­
darían ganados para la civilización y el cris­
tianismo.
Felicité calurosamente al cacique por el
progreso realizado; él por su parte no se mos­
tró insensible a mis alabanzas, y quiso
acompañarme en persona a colocar una ima­
gen de María Auxiliadora en cada una de
las habitaciones. Las mujeres se mostra­
ban maravilladas de la belleza y bondad que
veían reflejada en el rostro de la Virgen.

R !o N egro — L os niños de naesíra Misióo.

nuestra presencia, nos rodeaban cariñosa­
mente, y no querían apartarse de nuestro
lado. E l viejo cacique Lorenzo recordaba los
tiempos de la misión franciscana, y quiso
indicamos el lugar en donde se levantaba
la antigua capilla, y nos habló de las cos­
tumbres introducidas por los misioneros en
su tribu, m uy numerosa en aquel entonces.
Pozo-Wira está resurgiendo a nueva vida;
cuenta y a con 14 casitas, la mayor parte
con paredes de adobes, y pronto estará ter­
minada la capilla. Esa fiebre de actividad
y deseo de progreso no data de muy remota
fecha. Fué en 1926, en una visita que les
hizo nuestro P. Marehesi, quien les inculcó
los sentimientos de amor por una vida tran­
quila y sedentaria.

y me rogaron les enseñase algún saludo
para honrar todos los días a la Reina del
Cielo.
Cuando y a nos retirábamos a la habita­
ción que nos habían destinado, observamos
una humareda proveniente de una gran ma­
loca, algo alejada del pueblecito.
— ¿Quién vive allí?, pregunté a los mu­
chachos.
— Nadie, me respondieron.
— Vamos a ver quién ha quemado la
maloca.
— Pero si allí no h ay indios. Tan sólo
hay algimos Macús.
Kstns indios creen que los Macús no son
hombres como los demás. Los llaman « hijos
dcl iigre >, y les consideran como una raza

2gÜ

inferior, esclava suya. Y aquellos infelices
se someten con resignación a la esclavitud,
pues no tenen idea de sus derechos de hom­
bres y acatan con indiferencia su triste con­
dición de parias.
Pasan en el bosque algunas temporadas,
disputando a las monas los frutos silvestres
y luego se acercan a las malocas de los
Tucanos, Piratapuyas o Desanas, poniéndose
a su servicio para la tala de los bosques, re­
cibiendo en cambio por tínica recompensa
un poco de cachiry (bebida) y unos puñados
de harina de mandioca.
Pero a veces se vengan bárbaramente de
la avaricia de sus amos, arrasando las plan­
taciones de mandioca.
^Muchas veces hemos intentado acercarnos
a ellos, y elevarlos un poco de la mísera si­
tuación en que se encuentran, pero o se
canshron pronto de nuestras palabras, o se
encargaron sus amos de sustraerlos a los
cuidados y asistencia del Misionero.
Casi todos los caciques tienen en su ma­
loca algunos niños Maciis, encargados de vi­
gilar a sus hijos y de los más humildes tra­
bajos. A veces son empleados como instni-^
mentó de atroces asesinatos y crueles ven­
ganzas.
En aquella maloca, encontramos cuatro
familias de Macús en uii estado de embru­
tecimiento difícil de describir. N i siquiera
se movieron para saludarnos; las mujeres
huyeron a esconderse en lew rincones más
oscuros de la maloca en tanto que los niños
cubriéndose el rostro con las manos, chilla­
ban llenos de miedo. A duras penas pude
arrancar a un viejo cuatro palabras.
Con todo no quise abandonar la maloca
sin dejar et; ella una imagen de María A u­
xiliadora, confiando a sus maternales cuida­
dos aquellos desgraciados.
•Todos los indios tomaron parte en las
funciones religiosas que tuvieron lugar en
la casa del cacique, y quisieron acompañar­
nos hasta la embarcación, a pesar de la lluvia.

San José, — ¡Esfoy envenenado! — Los
venenos. — ¡Esta es fu casal
Con la a>*uda de Dios llegamos a S. José,
en donde encontramos un grupo de casas
cu construcción, que daban al naciente pueblecito, simpático aspecto.
Un anciano tuc&no, Juanico, que había co­

nocido a los antiguos misioneros, nos ha­
bló con mucho entusiasmo de F ray Venancio,
y recordó con placer el consejo que el P. Marchesi Ies había dado de abandonar la vida
de la maloca y construirse cómodas casitas.
Y así se levantó el pueblecito, y en medio
de él la capilla, aún en construcción, será el
nuevo centro de la vida cristiana de estos
indios.
Después de administrar algunos bautismos
emprendimos de nuevo la marcha. En Sta. Lu­
cía nos aguardaba una amarga desilusión. Los
indios se encontraban aún bajo los embrutecedores efectos de la orgía celebrada el
día anterior, y no tenían ganas de escucharnos.
Proseguimos, pues, en dirección a Maracajd, en donde esperamos encontrar mejor
dispuentos a los indios. E l furioso ladrido
lie los perros anunciando nuestra llegada,
llenó de terror a las mujeres, que huyeron
bosque adentro, llevando en brazos a sus
criaturas. Pero al reconocer al Misionero,
se tranquilizaron y volvieron sobre sus pa­
ros riéndose de su infundado temor.
A l entrar en la maloca llamó nuestra
atención un indio joven, como de 25 años,
con el cuello horriblemente hinchado, que
nos miraba con expresión de infinita tris­
teza.
— ¿Qué tienes? — le pregunté.
Estoy envenenado.
Te daré una medicina y te curarás.
Es inútil, estoy envenenado y de nada
me servirán tus medicinas. Tengo que morir.
Y no quiso aceptar ningún remedio a pe­
sar de mi insistencia, por hallarse convencido
de que no puede suceder de otro modo:
su suerte está echada, tiene que morir y
espera resignado su última hora.
El veneno es la preocupación continua de
los indios de esta región. Creen que hay
itidiWduos que tienen el poder de trasmi­
tirlo a los demás. Dicen que el hombre no
muere nunca de muerte natural, sino por
la influencia de agentes exteriores.
E l catarro, por ejemplo, y la malaria,
los traen los comerciantes europeos. Las
otras enfermedades son debidas a im veneno
que producen ciertos individuos soplando al
rostro de su Wctiraa. Y cou esta convicción,
se guardan mucho de entrar en ima maloca
en donde sospechan se encuentre im indio
envenenador.
Cuando muere alguno echan la culpa al
último que entró en la maloca.

T

299

Si en una misma maloca mueren varios
indios en pocos días, entonces consultan al
brujo, el cual suele aconsejar que abando­
nen la maloca vieja y se construyan otra,
pues el hálito venenoso, dice, ha inficcionado toda la casa, y todos los utensilios de
la misma.
E l piloto de nuestra canoa, un viejo Tu­
cano, por otra parte muy adicto al Misio­
nero, tiene un terror cerval al veneno. Cuando
llegábamos a las malocas de los Dessanas,

sus hamacas, mascando hojas de f>adií. Ape­
nas me vieron se levantaron y corrieron a
saludarme.
Preparado el altar asistieron con gran res­
peto a la Santa Misa.
A continuación el cacique nos hizo en­
trega oficial de la casita y con este motivo
insistió calurosamente en la absoluta nece­
sidad de que vaya cuanto antes un Misio­
nero a establecerse entre ellos para hablarles
de Dios y hacerlos buenos.

R io N egro (B rasil) — L os iodios de paseo...

o Miritv TapUyas, en donde sospechaba la
existencia de envenenadores, no podíamos
hacerle bajar de la canoa, y prefería pa­
sar la noche a la intemperie, antes que
exponerse al peligro de ser envenenado.
Pasando por Boa Vista, llegamos después
de tres horas de navegación a Pary-Cachoeira
en donde se halla el más numeroso grupo de
Tucanos. A pocos pasos de la orilla se le­
vantaba una casita de agradable aspecto,
y los indios que me acompañaban me dijeron.
— Padre, esa es tu casa. L a han hecho
para tí, y te esperan desde hace mucho
tiempo.
Pasé por delante de ella sin detenerme y
entré en la maloca mayor, en donde esta­
ban los indios, tumbados indolentemente en

Y bien se lo merece Pary-Cachoeira, pues
además de ser un lugar ameno y sano, es
el centro de población más numeroso, y
hasta ahora uno de lo más descuidados.
Dios sólo sabe cuando podrá realizarse
este sueño. H oy día, con el escaso personal
de la Misión, apenas si podemos atender
con regularidad a las obras que traemos
entre manos.

En el Umary-Ygarapé... burlados por los
indios.
E n adelante, debiendo proseguir nuestra
navegación por el río Umary Igarapé, afluente
impetuoso y lleno de peligrosas cascadas,
tuvimos que abandonar la canoa grande y

300
navegar en otras más pequeñas, de unos
cuatro metros de largo por medio de ancho,
en donde sólo caben tres personas. En
tres de estas canoas nos dispusimos a re­
montar el Umary por un centenar de kiló­
metros; L a primera jornada, no pudo ha­
cerse en peores condiciones; cinco horas y
media acurrucados en la canoa, ateridos de
frío y sin poder tomar un bocado. Por fin
llegamos a la primera cascada, y como no
había indios que nos ayudasen, tuvimos que
transportar nosotros mismos, sobre los hom­
bros, nuestras canoas y bagajes. A las cua­
tro de la tarde llegamos a la segunda
cascada. Encontramos algunos indios
que nos ayudaron a remontarla, y luego les
seguimos hasta su maloca. L a acogida que
nos hicieron en ella, no pudo ser más gla­
cial. En la puerta, dos hombres, nos salu­
daron torpemente; los de dentro, sentados
en sus hamacas, nos miraban de hito en
hito y al cabo de un rato prorrumpían en
sonoras carcajadas. También las mujeres nos
miraban de arriba abajo y luego se echaban
a reir estúpidamente. Intenté acercarme a
los niños, pero no bien me vieron ir hacia
ellos, huyeron despavoridos, gritando como
condenados. Quise trabar conversación con
alguno, pero no obtuve más respuesta que
insolentes carcajadas.
Esta acogida me desconcertó un tanto,
aunque me pareció adivinar la causa. Estos
indios, alejados como se hallan del río por
donde pasan los civilizados — misioneros y
comerciantes — no se han visto nunca en
contacto con la civilización y son por
consiguiente, los más salvajes.
Les dejé que desahogaran su hilaridad
durante nuestra cena, acabada la cual, me
puse a preparar el altar para el día siguiente.
Al instante cesaron las risas y empezaron
las exclamaciones de asombro, especialmente
por parte de las mujeres, que al verme con
el roquete puesto, decían;
— jOh!, mira qué vestido tan henuoso
tiene el Padre. ¡Y nosotras apenas tenemos
con qué cubrimosl
Y Wnieron a pedírmelo.
Me inquietaba el pensamiento de que en
aquellas condiciones no podría celebrar con
seguridad los ritos sagrados, y me dirigí a
María Auxiliadora pidiéndole su a>*uda.
Y no se hizo esperar; a poco entró en la
maloca una india joven, que había estado
un mes en nuestra Misión de Taracuá. Al

verme, me saludó respetuosamente y se
puso a mis órdenes; luego reunió a las mu­
jeres y las recomendó la compostura y el
silencio. También los hombres se fueron cal­
mando poco a poco.
E sta joven me ayudó no poco sobre todo
en enseñar la señal de la Cruz y el rezo de
las oraciones.
Cuando a la mañana siguiente vieron los
ornamentos sagrados de la Sta. Misa, su
expansivo asombro no tuvo límites. Sobre
todo el alba, les causó tanta maravilla, que
creí comprometida mi seriedad durante la
santa Misa; pero gracias a las exhortaciones
de mi buena catequista, renació la calma,
y pude cumplir tranquilamente la sagrada
función.
Emprendimos luego el viaje hacia la úl­
tima cascada, la más peligrosa, llamada cas­
cada de la golondrina — andurinha cachoeira
— y seguimos luego por los tortuosos mean­
dros del Igarapé, que cada vez se iba es­
trechando más hasta que a un cierto punto
se hizo imposible la navegación, por no te­
ner el río más que un metro de anchura.
Entramos en una choza de Taftiyas, que
nos recibieron con indiferencia raj’ana en la
hostilidad, tanto que apenas si pudimos con­
seguir tras mucho trabajo un rincón donde
pasar la noche. Son estos los indios más
indolentes que he encontrado: lo demostraba
hasta el estado de su mísera cabaña, llena
de brechas por todas partes. Hombres y
mujeres asistieron con desconsoladora indi­
ferencia a la instnicción religiosa que intanté hacerles. Antes de entregarnos al sueño,
mi compañero y yo dirigimos al Señor una
ferviente plegaria, para que ilumine aquellas
pobres almas y las haga más dóciles a otra
visita del Misionero.

A través de la floresta. — Un Hormi­
guero. — En canoa a lo largo del Papury. — Salvado por milagro.
A duras penas pudimos encontrar dos in­
dios que quisieran acompañamos a través de
la enmarañada floresta que se extiende en­
tre el Tikié y el Papuiy'.
Emprendimos la marcha a las seis de la
mañana, molestados por una lluvia perti­
naz que nos prometía larga y enojosa com­
pañía. E l terreno era un barrizal, inter­
rumpido tan sólo por grandes charcos de

301

agua corrompida. Naturalmente, nuestra mar­
cha era en extremo fatigosa.
A l cabo de una hora de camino: — Pai,
me dicen los guías, este sendero es muy
largo y si seguimos por él, deberemos per­
noctar en el bosque; en cambio, por un
atajo que sabemos, ganaremos mucho tiempo
y antes de las cuatro de la tarde, estaremos
en las orillas del Pafury.
Acepté de buen grado: mas pronto me
di cuenta de mi error. A cada paso había

R io N egro

Verlos mis guías, arrojar la carga, y cor­
rer gritando de alegría hacia el hormiguero,
todo fué uno. Provistos de una larga hoja
de palma, la introducían eu el hormiguero,
y a poco la sacaban, devorando las hormi­
gas que a ella habían quedado adheridas.
Prosiguiendo nuestro viaje, nos encontra­
mos con una familia de indios que había
tenido que abandonar las orillas del Papury
porque un comerciante desnaturalizado les
quería obligar, a fuerza de brutales trata-

— EJ Misionero preperándose a ana excorsión.

que saltar sobre árboles derribados, hundirse
hasta la rodilla en charcos cenagosos, res­
balar sobre la húmeda hojarasca; pero en
fin, ya no había remedio, y este fué nuestro
camino por espacio de nueve largas horas.
Sendero, ni soñarlo: de cuando en cuando
los guías dejaban como señal para no extra\-iamos, algunas ramas que arrancaban de los
árboles del camino.
Por fin, con la ayuda de Dios, pudimos
salir de aquel atolladero y encontramos ima
vereda transitable. A los pocos pasos me
llamó la atención una extraña escena: a un
lado del camino había un enorme hormi­
guero, y de rodillas cabe él, una mujer y un
joven comían con avidez aquellos insectos.

mientos, al duro trabajo de la extracción
de la goma. Antes de sufrir esa ignominiosa
esclavitud, prefirieron buscarse un asilo en
la floresta, donde tan difícil se hace la vida,
teniendo que vivir como bestias en busca de
raíces, frutas y hormigas con que alimen­
tarse.
De allí a poco se dejó oir ya el sordo
rumor de la cascada, y nuestros guías ace­
leraron el paso, viéndose cerca de la meta.
En la orilla del río encontramos dos canoas
de algimos indios fugitivos y nos servimos
de ellas para dirigimos, siguiendo la cor­
riente, h ad a la M isión Monjort, distante hora
y media, y que partenece a Colombia. Al
oscurecer aparederon y a las blancas casi-

302

tas de Monfort, no lejos de la cascada Cupim.
Llegados a la cascada, la primera canoa,
en la que iba el P. Algeri, superó sin dificultad
alguna todos los obstáculos; pero la mía,
envuelta por un torbellino, se inundó por
completo, al par que giraba vertiginosa­
mente. Creyéndome irremisiblemente per­
dido invoqué de corazón a María Auxilia­
dora, y sin saber cómo, una fuerte oleada
empujó la canoa hacia la orilla, en donde,
asido a los arbustos, pude mantenerme a
flote y salvarme con el indio que iba con­
migo.
Los Misioneros de Monfort, al enterarse
luego del percance, me invitaron a dar gra­
cias a la Virgen, pues pocos días antes, y
en el mismo lugar, había naufragado una
sólida embarcación, pereciendo todos sus
tripulantes.
Tres días nos detuvimos en compañía de
los buenos Padres de Monfort, que nos col­
maron de atenciones y se desvivieron por
nosotros: charlamos largo y tendido sobre
nuestras respectivas misiones y las grandes
dificultades que hay que vencer.
Como llevaba conmigo el Catecismo Por­
tugués-Tucano, compilado por nuestro P.
Marcliesi, aproveché la ocasión para que
lo revisara y corrigiera el P. Clemente Limpers, que ha llegado a dominar a la per­
fección la lengua Tucana.

Cníre los Piraíapuyas dcl Macú-Igarapé.
Aprovechando la circunstancia de que la
canoa de los Padres debía bajar hasta S. Ga­
briel a reaiger la correspondencia y hacer
I>rovisiones, partimos en ella. Así pudimos
visitar las malocas que hay a orillas del río,
administrando algunos bautismos y confor­
tando un poco a aquellos pobres infelices.
A l atardecer llegamos a la maloca S. Car­
los (Colombia). Los indios acababan de ce­
lebrar una de sus frecuentes bacanales y se
encontraban en el estado más abj'ecto y
repugnante. Los hombres, sucios y comple­
tamente borrachos, ni siquiera se dieron
cuenta de nuestra presencia. Las mujeres,
con las caras horriblemente pintarrajeadas,
no se mostraron tampoco muy interesadas
por nuestra visita. La maloca era una po­
cilga, y hubiera sido grave imprudencia per­
manecer allí por más tiempo. Regresábamos
ya a nuestra canoa cuando nos salen al

paso dos viejas que no habían tomado parte
en la orgía y nos ruegan que nos detengemos; naturalmente, no les hicimos caso.
Junto a la orilla encontramos nnq choza
abandonada y nos metimos en ella para pa­
sar la noche. Nuestros remeros aseguraban
que estaba infestada por el Wagty (demonio)
y no quisieron entrar, prefiriendo pasar la
noche a la intemperie. Nosotros dormimos
tranquilamente.
Llegada la mañana encargamos a los re­
meros que transportasen la canoa más allá
de la cascada, en tanto que nosotros hacía­
mos el trayecto a pie por el bosque.
Llegados a la confluencia del Papury y
del Waupés, nuestra primera preocupación
fué buscar un lugar a propósito para fijar
nuestra futura residencia, que ha de ser el
centro de civilización para los indios Tuca­
nos.
AUí me despedí del P. Algeri que seguía
hasta Taracuá, y acompañado por cuatro
indios Tarianos proseguí mi excursión re­
montando el alto Waupés.
A fin de poder visitar las siete malocas
de J avareté, tuve que atravesar tres veces
el río sobre una frágil canoa, agitada vio­
lentamente por furiosos remolinos y arras­
trada por la impetuosa corriente, siempre
con inminente peligro de zozobrar.
En una de las malocas se hallaban todos
los indios alrededor de un hombre, obser­
vando con religiosa admiración y silencio
las extrañas contorsiones y conjuros que ha­
cía sobre un indiecito que yacía enfermo a
sus pies. Era el brujo, el cual, apenas se
dió c u ^ ta de mi presencia, interrumpió su
trabajo y fué a esconderse a uu rincón de
la maloca, no dejándose ver más por todo
el tiempo que duró mi visita.
Tres días después lo vcIW a encontrar en
otra maloca haciendo la misma operación
con una \-ieja enferma.
Reunidos los indios, les di algunas instruc­
ciones que escucharon con atención y res­
peto, y luego me presentaron cinco niños
para que los bautizara. Entre ellos estaba
el enfermito antes mencionado.
L a na\'agación por el 'río Waupés es muy
arriesgada, a causa de sus numerosas cas­
cadas y por la bolencia de la corriente.
L a parte superior de este río aún no ha sido
muy ^’isitada. En 50 años sólo dos hombres
han tenido suficiente valor y audacia para
afrontar los peligros que ofrece su explora-

303

ción: son Mons. Giordano y el P. Bálzola.
Gracias a ellos los indios se muestran muy
atentos con el Misionero y le escuchan con
placer.
En la última maloca que visité me reci­
bieron de una manera extraña.
E l cacique, en hábito de gala (chaqueta
y pantalón) había dispuesto su gente en dos
filas: los hombres a una parte y las mujeres
a otra; después de estrechar mi mano con
exagerada solemnidad, y de darme el abrazo
de paz, me dijo:
— Finalmente has llegado; aquí está mi
gente.
Luego hizo desfilar ante mí a todos sus
súbditos, mandándoles me besaran la mano.
Observé que los hombres estaban un poco...
chispos; y las mujeres y niños muy pintar­
rajeados, pero no di mayor importancia al
hecho.
Más tarde supe que mi visita les había
sorprendido en los comienzos de la fiesta,
y que el cacique, apenas ^e enteró de la
proximidad del Misionero, había mandado
suspender la orgía y esconder las botellas
de licor.
A l día siguiente los encontré ya mejor
dispuestos a escuchar la instrucción religiosa,
y les vi asistir con gran interés y respeto
al bautismo de algunos niños que me pre­
sentaron.
A ntonio G iaccone
(Continuará).
Misiomro Salesinao.
LW-Altei-Üí. ‘ i'.-

G racias obíenidas
por infercesión de Domingo Savio
S aeTO {Uruguay). — A . S. de Simonet cum­
ple con la promesa de publicar la gracia que
le hizo Mana Auxiliadora por intercesión del
sien'o de Dic« Domingo Savio, obteniendo la
salud de una ahijada gravemente enferma, la
cual, en el mismo instante en que le fué apli­
cada la reliquia del santo jovencíto, se vió
repentinamente sana.
TAI.CA. {Chile). — Gracias sean dadas al ange­
lical Domingo Sa\*io pues escuchó mi súplica
y me sanó de un fuerte ataque que me puso
casi a las puertas de la muerte.
Hn\*{o diez pesos para su beatificación y le
n i^ o que me siga prot^endo.
Marta E. A.

Los Srcs. Cooperadores salesianos, adetuás
de las indulgencias .ordinarias que se detallan
en el Reglamento, pueden gatíar, cumpliendo
los requisitos de costumbre, indulgencia pleuaria, los siguientes días:
Mes de 0 :tubre.

6. La Virgen del Rosario.
Maternidad de la Virgen.
i6. La Pureza de María.

II.

Mes de Noviembre.

15. La Pre.sentación de Ntra. Sra. en el
Templo.
22. Santa Cecilia.
S e is M is a s d ia ria s perpéfuas.

Recordamos a nuestros lectores el privilegio
extraordinario concedido por el Paj)a León X III
(d. f. m.) a nuestro Vble. P. Don Bosco en favor
de todos los que contribuyeron con sus limosnas
a levantar la Basílica del Sagrado Corazón de
Jesús en Roma o cooperen en lo jxirvenir al
sostenimiento de aquella Iglesia e internado
de Artes y Oficios para niños pobres.
Basta entregar una sola vez la limosna de
i peseia (20 centavos de dólar más o menos)
para Ircner derecho, en %4 da y después de muerte
a la aplicación diaria de 6 misas, que se celebran
en el altar mayor de dicha Basílica; como tambiéu, de todas las prácticas de piedad que en
ella se practican. Pueden también ser inscritas,
entregando por cada una de ellas la misma li­
mosna, las personas ausentes o fallecidas, las
cuales gozan igualmente de dicha aplicación.
Para gozar de esta gracia tan extraordinaria
basta reimir en xma lista los nombres de los
que desean inscribirse y enviarla, junto con la
limosna correspcaidiente, al Rector Mayor de
los Salesianos - Via Cottolengo 32 * Turín (109)
Italia - y apenas inscritos en los registros, em­
piezan a gozar de la aplicación de dichas 6
misas. Como testimonio de la inscripción cada
imo de los inscritos recibe una cédula con su
nombre y con la explicación detallada de este
privilegio.
Los que y a conocéis este privilegio dadlo a
conocer a todos vuestros amigos y conocidos
y veréis como no queda ni imo que no se ins­
criba y que no haga inscribir a sus difuntos.

EL CULTO DE MARIA AUXILIADORA
Asociación de los Devotos
de María Auxiliadora.
(Coníiauacióa).

S. E. el Arzobispo accedió de buen grado a
la petición formulada por el Beato, y acompa­
ñaba la aprobación de los Estatutos con el
siguiente
DECRETO DE ERECCIÓN.
ALEJANDRO OCTAVIANO RICCARDI
de tos Condes de Netro, Caballero de la Su­
prema Orden de la Anunciación, etc etc.; por
gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica
Arzobispo de Turin, Prelado doméstico de S. S. el
Papa P ío I X y Asistente al Solio Pontificio.
Habiendo examinado el Memorial que nos
fué presentado por el muy Rvdo. sacerdote Juan
Bosco, Rector de la Iglesia poco ha e r i^ a en
esta ciudad bajo la invocación de la Immaculada
Virgen Auxiliadora, y considerando atentamente
su contenido, asentónos a los piadosos ruegos
del Orador, a fin de acrecentar más y más la
devoción de los fieles a ¡a Gran Madre de Dios
y al Augu.do Sacramento de la Eucaristía, y
con el presente Decreto, erigimos y declaramos
canónicamente erigida para los fieles de ambos
sexos, la Pia Asociación que tettdrd el nombre

Asociación de los Devotos de María Au­
xiliadora, de modo que todos aquellos que
ella dieren su nombre y cumplieren ¡as prácti­
cas establecidas, puedan participar de los te­
soros de la Iglesia.
Y como los Estatuios a Nos presentados y
por Nos firmados nos han parecido adecuados
para el gobierno y buena marcha de la Aso­
ciación, aprobapHos estos mismos Estatutos, re­
servándonos la facultad de añadir o variar iodo
aqwllo que juzguemos de mayor utilidad para
dicha Pia Asociación.
Este nuestro Decreto, junto con la solicitud
y los Estatutos, sean registrados en los Archivos

de nuestra Curia, proporcionando además al
Orador un ejempaar auténtico de los mismos.

Dado en Turín, a i8 de abril de 1869.
AI.EJANDRO,

Arzobispo.

Teól. G aude , Pro-Canciller.
La Asociación erigida en Archicofradía.
El anterior Reglamento, tan sencillo como
práctico, no es más que ima hermosa mani­
festación del intento que el Beato tuvo durante
toda su vida; valerse de la devoción a la gran
Madre de Dios para acercaree con más con­
fianza y seguridad a su Divino Hijo, segiíii
el programa cristiano: A d Jesum per Mariam.
Así como Jesús nos ha sido dado por medio
de María, así por medio de María encontramos
el camino más fácil y seguro para llegar a él.
S. S. Pío IX, con la bondad que le caracteri­
zaba, y por el sincero cariño que profesaba
a D. Bosco, dió su suprema aprobación a la
Asociación fundada en Turín, el día 16 de
marzo de 1870, y luego cou otros breves, la
erigió en Archicofradía. cou el derecho de
agregarse otras Asociadonas menores. He aquí
el Breve de erección;
Nuestro queridísimo hijo el sacerdote Juan
Bosco, nos manifestó su deseo de instituir con
licencia del Ordinario, en la Iglesia dedicada
a María Auxiliadora, de Turin. una piadosa
sociedad con el piombre de Asodadón de los
devotos de María Auxiliadora, a fin de acre­
centar en los fieles la devoción hacia la Sa>,ta
Madre de Dios y al Augusto Sacramento del
Altar,
Y para que. al concederles mayores facilidades
para conseguir la eterna felicidad, pusieran los
fieles mayor empeño en agregarse a esta Asocia­
ción, y en cutnplir las obras de piedad esta­
blecidas, nos rogó humildemente, que tuviéramos
a bien abrir los tesoros de la Iglesia, cuya po­
sesión nos otorgó el Altísimo.
Por este motivo, mientras alabamos los sa­
ludables y provechosos cuidados de citado núes-

505

MagaDaDcs — Inferior dd (emplo de A*aria Anxfliadora.



tro queridísimo hijo, y para que esta Asociación
tome mayor incremento cada día, apoyados en
la misericordia divina y en la autoridad de sus
bieneventurados Apóstoles Pedro y Pablo, a
todos y a cada uno de los fieles cristianos de
uno y otro sexo, que al presente o en el por
venir se inscriban en la piadosa sociedad que
tiene por nombre Asociación de los Devotos de
María Auxiliadora, canónicamente erigida en
la iglesia dedicada a María Auxiliadora en la
ciudad de Tarín, que arrepentidos de corazón,
confesados y comulgados, hubieren visitado de­
votamente esta misma iglesia, Oratorio o altar
de la Sociedad, desde las primeras vísperas
hasta las puesta del sol, en las fiestas de Navidad.
Circuncisión, Epifanía, y Ascensión de Ntro.
Sr. Jesucristo, y en el domingo de Pentecostés,
en la solemnidad del Corpus Cristi y también
en ¡as siete fiestas principales de la Inmaculada
Virgen Madre de Dios, rogando por la concordia
de los Principes cristianos, por la extirpación
de las herejías, y exaltación de la Sayita Madre
Iglesia, concedemos misericordiosamente en el

Señor Indulgencia plenaria y remisón de todos
los pecados.
Además, a los mismos socios, que arrepentidos
de corazón cumplieren las antedichas prácticas
de piedad en cada uno de los dias de la novenas
o triduos que suelen hecerse en dicha iglesia
en honor de la Gran Madre de Dios, concedemos
siete años de indulgencia y otras tantas cua­
rentenas, siempre que asistan después al devoto
ejercicio, que con licencia del Ordinario se ce­
lebra todas las mañanas en dicha Iglesia, y de
igual modo, a los que arrepentidos de corazón re­
citaren la acostumbrada oración por la concordia
de los principes cristianos, la extirpación de
las herejías, y la exaltación de la Sta. Madre
Iglesia concedemos cien días de indulgencia.
Las cuales y cada una de ellas, el perdón
de los pecados y la remisión de las penas, mi­
sericordiosamente concedemos en el Señor que se
puedan aplicar también por modo de sufragio
a las bentidas almas de los fieles cristianos que
pasaron de esta vida unidas a Dios en santa
caridad.
(Continuará),

Los festejos en honor de María Auxiliadora.
M O RELLA (Méjico).
No obstante el empeño con que Satajids
trabaja por quitar de nuestra Patria In fe y
el amor a la Virgen Santísima, ella la guarda
incólume y pura en sus devotos y una pnieba
(le ello la vimos en ocasión de su fiesta el 24
de Mayo. Desde el día 23 de abril en que se
empie/a el xnes de ¡)reparación, a las 5 de la
tarde acudían en gran número a rezar el Santo
Rosario: lui gnqx) de 20 a 25 niñas ofrecían
llores dunuite los misterios cantados y al em­
pezar el rezo cada Celadora con su coro resI>ectlvo entraban como en jieregrinación de
rodillas algunas veces, pidiendo el auxilio a la
Santísima Señora; después se hacía ima lec­
tura de las glorias de María y se cantaban
alabmvzas; duratxte la Novena se invitó algmias
de las .Asociaciones de diferentes templos de
la ciudad, quienes asistieron en gran mbuero
cada día segi'm el orden que se les había se­
ñalado.
Llegado el día 24, desde las 5.^2 en que se
abrió el Santuario, un grupo de indígenas es­
peraba para saludar a la A*irgen con cantos
y alabanzas; después se rezó la primera parte
del Rosario y el acto de Consí^ación a María
Auxiliadora; a las 6. se rezaron las oraciones
de la Misa (xm acompañamiento del Coro; a

las 8. la segunda parte del Rosario, Visita al
Santísimo y Comunión Espiritual; a las 10,
con la mayor solemnidad posible se rezó la
Santa Misa con acompañamiento del Coro, que
ejecutó su cx>metido con la mayor perfección,
cantándose una Ave María; durante la Co­
munión, se hizo también mía hermosa lectuia
de la Santísima Virgen.
Por la tarde a las 3, se cantó el T r i s c o y
a las 5.1^ se rezó la última parte del Rosar o
y se dió lectura a un sermón preparado por un
hijo de D. Bosco, que conmovió y llenó de
entusiasmo y aliento a la multitud de fieles
aglomerados en el Santuario, en el momento
en que el orador hizo una plegaria a la Saniísima Señora y todas las miradas fijas en la
Imagen, como esperando una sonrisa, una
mirada de consuelo para México que pade<e
tanto, se oyó un grito de * Viva María Auxi­
liadora *, que fué secimdado por mil voces;
después se organizó la procesión por el corredorcito único que queda contiguo al Santuario,
formando como (dncuenta a sesenta niñas ves­
tidas de blanco tirando flores al paso de la
celestial Señora.
Terminada ésta se rezó el acto de Consa­
gración a María Auxiliadora y se «antaron
hermosas alabanzas de despedida a la Virgen
de D. Bosco.

3®7

A L C O Y (España).
La devoción a la Virgen del Beato Juan
Bosco va creciendo en esta ciudad. Desde el
primer día del mes de María fue muy crecido
el munero de fieles, que acudían a la solemne
función, ávidos de oir contar y leer las glo­
rias de María Auxiliadora y de su Apóstol, y
atraídos por les bonitos y devotos cautos
ejecutados por la Escolanía.
Viendo que la Capilla era incapaz para con­
tener el numeroso público, se pensó en cele­
brar el Triduo y Fiesta en la Iglesia parro­
quial. De los sermones se encargó el M. I. Sr.
Deán de la Catedral de Segorbe, Dr. D. Mi­
guel Juliá, hijo de esta población. E l mejor
dogio que podemos hacer de su obra es re­
petir la frase que todos pronunciaban: Habla
lo mismo que un Salesiano; y a decir verdad, a
través de sus palabras se adÚTnaba un cora­
zón enamorado de la Obra Salesiana.
El público invadió los tres días las espacio­
sas naves de la Real Parroquia de S. Mauro
y S. Francisco hasta el punto de no quedar
en ella ningún lugar vacío.
Solemnísimas y muy concurridas resultaron
las misas de comunión, que se celebraron el
día 24 en nuestra Capilla, convertida en meta
de numerosas visitas que iban a lucrar la
Indulgencia Plenaria, y el domingo día 26, en
la Parroquia como conmemoración del cuadra­
gésimo quinto aniversario de la Fundación
del Patronato de esta obra, que, sin darse
entonces cuenta, nacía en el día destinado
a honrar a la Auxiliadora del pueblo cristiano.
Solemnísima resultó la misa de comunión que
tuvo lugar en la Real Parroquia de San Mauro
en la que fué celebrante el muy ilustre señor
Deán de Segorbe. Y no fueron solo los niños
los que acudieron a ella sino muchas señoras,
archicofrades de María Auxiliadora y caballe­
ros, entre los que sobresalían los socios de la
Juventud Obrera del Patronato, que quisie­
ron con ello dar una prueba elocuente de su
amor a la Santísima Virgen. [Con cuánta com»
placenda contemplaría Mosén Jusep desde el
délo el hermoso espactáculo que ofredan sus
hijos en esta fiesta!
A las once comenzó la misa solemne. La
celebró el reverendo señor Cura de la misma
Real Parroquia y de la parte del canto se
encargaron los niños de las Escuelas Salesianas.
que en número de irnos dosdentos interpre­
taron la mL«m I pío X * y en el Gradual y Ofer­
torio sendos motetes a cuatro voces.
El sermón corrió a cargo del mismo orador del
Triduo muy ilustre señor dx. don Miguel Juliá,
quien puso el sello con este sermón a los muy
elocuentes que ha pronunciado en estos días.
Todos ellos obedederon a un mismo plan,
bien meditado y mejor desarrollado, pues iba

siempre avalorado por el testimonio de las
hechos, tomados de la vida d d Beato D.
Bosco que fué d instrumento de que Dios se
sirvdó para propagar por d mimdo esta devodón, que, como dijo d mismo orador, tiene
inudio de español, pues nació en la batalla de
Lepanto, que es una gloria de nuestra historia
y una grandiosa hazaña de nuestros guerreros.
Al proprio tiempo que las glorias de la Madre
tejió d señor Deán de Segorbe las glorias del
Apóstol de la Auxiliadora y de la Obra Sa-

El Rvdo. D . Jo s é Jo rd é y C aníó. (e. p. d.)
Fundador del Patrooaio de Alcoy.

lesiona, x>or d fundada con su proteccíóiL
Y al oir de sus labios aquellos hechos ma^a^•illosos, y asistir al desaroUo de una obra
fundada sin contar con ningún medio de
fortuna no podíamos menos de exclamar;
E l dedo de Dios está ahi, y al mismo tiempo
reconocer con cuánta razón la Iglesia colo­
có d día 2 de junio la aureola de Beato en
en las sienes de Juan Bosco.
Con este acto terminó d •solemnísimo Tri­
duo y Fiesta que en d presente año , de tanto
júbilo ptara la familia Salesiana, se ha ofreddo
a la \'irgen Auxiliadora. jQue Ella siga pro­
tegiendo, como hasta d presente, la Obra
puesta bajo su manto maternal en nuestra
noble ciudad, como también a todos cuantos
con sus limosnas y entusiasmo la protegen!

3o8

G R A C IA S
DE M ARÍA AU X ILIAD O RA

necesidad de operarse, y hoy se encuentra
completamente sana.
Cumplo lo prometido, rindiendo fervorosas
gracias a mi excelsa Protectora.
Abril, 6 de 1929.
Un ex-alumno salesiano.

GRANADA (NICARAGUA). — En el año 1919
hallábase mi padre gravemente enfermo sin
esperanza de vida y en aquel trance terrible
llena de angu.stia, pero con entera confianza
en Mfiría Auxiliadora, acudí a Ella. Le supliqué
con todo el fervor, me concediera la vida de mi
padre, prometiéndole celebrar una misa en
la capilla salesiana de Granada y enviar ima
limosna de 10 pesos para los niños del Oratorio
de Turín.
Habiéndome concedido nuestra Madre bon­
dadosa la petición que le hice, cumjilo lo ofre­
cido, prometiendo a tan buena Madre eterna
gratitud por el favor alcanzado.
R osa F ernandkz de B lanco.
MADRID (ESPAÑA). — Habiendo tenido una
sobrina cnfenna, con mucha preocupación para
toda la familia, prometí, si en seis meses no
volvía a tener novedad, 1000 pesetas a María
Auxiliadora y otras 1000 por im hermano que
tiimbicn estaba enfermo. Obtenida la gracia,
cumplo agradecida mi promesa, dando las 2000
pesetas para el culto de tan bondadosa ma­
dre, en el Instituto Salesiano de Cuatro Ca­
minos y pido su protección.
Condesa de Serramagna.

MONTEVIDEO (U r u g u a y ). — Encontrán­
dome gravemente enferma y no pudiendo to­
mar ningiin alimento por atacarme a la cabeza
y a la vista, invoqué a María Auxiliadora,
aidicándome su estampa y la del Beato Don
Bosco, ofreciendo una promesa de plata y un
poso para la nueva iglesia en construcción.
Y mi buena Madre me escuchó, dándome la
salud, lín otra octisión, enfermé de grippe con
fuerte hemorragia nasal, y empecé una novena
a María Auxiliadora poniendo por intercesores
al Beato D. Bosco y a Domingo Savio y pro­
metiendo publicar la gracia. Otras muchas ve­
ces la he invocado y siempre he sentido los
sivludables efectos de su maternal protección.
MU gracias sean dadas a María Auxiliadora.
4 yunto 1929.
Carmen Ma yó .
MONTEVIDEO (Uruguay ). — Hacía tres
meses que mi querida madre sufría una en­
fermedad y los módicos opinaban que debía
o^xTiuse. Lleno de confianza acudí a María
Au.\üiadora. haciendo una novena y prome­
tiendo publicar la gracia. B 1 poder de la Sma.
%'irgen se hizo patente. Mi madre mejoró sip

SALAMANCA. — Teniendo que resolver un
asunto de importancia el cual se me había hecho
completamente imposible por todos los me­
dios empleados en él, acudí con gran confianza
a María Auxiliadora en la seguridad de ser
escuchado implorando la intercesión de nues­
tro Padre el Beato Bosco.
A los pocos días de terminar las oraciones
o prácticas recomendadas por él para obtener
las gracias que pidamos, vi con gran asombro —
a pesar de mi fé en ello — que había conseguido
tan gran favor, el cual no siendo por obra de
milagro, hubiese sido para mi completamente
irrealizable pues todas las circimstancias me
eran desfavorables y cada día se llenaba más
de obstáculos mi camino para llevar a cabo
lo que tanto ansiaba.
Sirva este caso de aliento sobre todo para
mis queridos compañeros los A. AUmmes. que
son los más llamados a confiar en tan valiosa
protección; pues nadie como nosotros debe
tener seguridad de alcanzar tales gracias siendo
hijos del Beato D. Bosco de quien hemos
recibido la santa costumbre de confiar en la
eficacia de la oración con la cual Dios siempre
se complace en atendemos cuando es salida
del corazón.
Con el alma radiante de alegría, cumplo la
promesa de publicarlo en el Boletín en acción
de gracias, ensalzando la gloria de M. Auxi­
liadora y de nuestro santo Padre.
B. G onzalez-Vincente
A . Alumno Salesiano.

SALT (España ). — Después de un lapso de
tiempo de mucho trabajo y luchando con
mfinidad de inconvenientes para conseguir el
buen resultado de vm asunto verdaderamente
importante para toda la familia, la cosa pare­
cía ir de mal en peor. Acudí entonces a mi
Madre María Auxiliadora pidiéndole por in­
tercesión del Beato D. Bosco el éxito feliz de
las gestiones que realizaba, prometiéndole pu­
blicar la gracia en el Boletín Salesiano y la
pequeña limosna de 5 pesetas para las Misio­
nes Salesianas.
El asunto no se arreglaba, y el horizonte
se presentaba oscuro y triste, cuando inespe­
radamente, y sin gestión alguna cambió todo
de tal modo, que se pudo solucionar de un
modo altamente satisfactorio, probando todo
nuestro hogar cuán asombrosa es la protec­
ción de María Auxiliadora y la de su fiel siervo
D. Bosco.

3°9

Elevo un himno de gratitud por las incon­
tables gracias que he recibido de mi buena
Madre y del nuevo Beato, a quien suplico sea
siempre el'protector de mi familia.
I junto 1929.
S. C. C.
SOCORRO (Colombia). — llago pública
manifestación de mi eteñia gratitud a María
Auxiliadora por un señalado favor recibido,
pidiéndole por la salud de uu estimado amigo,
que se encontraba gravemente enfermo, y
ausente de su familia; sin que yo lo pudiera
peestar mis servicios, invoqué inmediatamente
a María Auxiliadora.
Y al par damos las más rendidas gracias, a
la que siendo Reina de los cielos, tantas veces
viene en socorro de los atribulados; animo a
recurrir a todos a su protección asegurándoles
que jamás quedan fallidas las esperanzas que
descansan en la bondad de María Auxiliadora.
En agradecimiento cumplo la promesa hecha
de publicar la gracia en el Bvletin Sal.siaito
y enviar una pequeña limosna.
1° Abril de 1929.
A ntonio M. R eyes C.
TUMACO (Colombia) — Después de una
fuerte fiebre de que se vió atacada mi hermana
Carlota, le salió una complicación en los ojos,
que se agravaba por momentos, hasta el pimto
de encontrarse casi por completo privada de
la vista.
Después de muclias novenas hedías con
todo fervor, un día. llena de fe y confianza,
me postré a los pies de María Auxiliadora, y
por espacio de ima hora no dejé de pedirle la
curación completa de la enferma.
María Auxiliadora escuchó mi súplica. Ayer,
fiesta de la Sma. Trinidad, día en que tenninaba la última novena, mi hermana experi­
mentó grande mejoría, encontrándose curada.
Desde el fondo de mi alma doy gracias a
María Auxiliadora por este y otros favores,
y en\-ío un peso oro para su santuario.
27 mayo 1929.
FuL\iA Campo W.
TUMACO (COLOMBIA). — Teniendo entre
manos im serio n^ odo, cuya solución pre­
sentaba graves inconvenientes, acudí con en­
tera confianza a María Auxiliadora, ofreciendo
publicar la gracia si me la concedía. ¡Cual no
sería mi sorpresa y agradecimiento cuando a
las pocas horas comprobé que el favor me
había sido concedido! Gracias mil sean dadas a
nuestra buena Madre y sirva este favor para
que muchos otros confien en la que es Auxilio
de los Cristianos. Envío una limosna.
An a D. del Cast .llo.

Cl

LLUVIA DE GRACIAS
atribuidas a la intercesión de la Sierva de DÍ95
DOROTEA DE CHOPITEA.
B aradero {Argentina). — Prometí rezar tres
novenas seguidas a la Sma. Trinidad por in­
tercesión de la Sierva de Dios, Dorotea de
Chopitea, para obtener en una fecha deter­
minada cierto ascenso y poder así mejorar de
situación. Al fin de la segunda Novena recibí

Agoa de 1^05. — Monomenío a M aría Auxiliadora
y al &eato Don Bosco.

el ascenso esperado sin haber interpuesto para
ello ninguna influencia política.
Hoy, agradecida, mariifiesto esta gracia para
que sea todo a mayor gloria de Dios y exalta­
ción de su Sier\’a.
Diciembre de 1928.
S.
Chone (Ecuador). — Lidia M. de Sánchez
da gracias a la Sma. Trinidad por un importante
favor conseguido por intercesión de Dña. Do­
rotea de Chopitea y hace una ofrenda en bene­
ficio de los huerfanitos de Don Bosco.
Cádiz (España). — María Velarde agradece
un esp>ecial favor que consiguió de la sierva
de Dios, a quien invocó, y envía una pequeña
limosna para su causa de beatificación.

3 X0

S ta . C01.0MA (España).
Por giro jx)stal le envío 13 pesetas; de las
cuítles, cinco son de limosnas iK>r una gracia
de la sierva de Dios Doña Dorotea, en favor
de una señora de Barcelona, que teniendo que
someterse a una arriesgada operación, que por
la extrema debilidad de la enferma, todos
creían de fatales consecuencias, salió de ella
con un felicísimo resultado, después de haberle
sido aplicada una reliquia de la Sierva de Dias
pudiendo abandonar la clínica a los pocos días,
y haciendo vida normal, comiendo con exce­
lente apetito, cosa que desde mucho tiempo no
podía hacer.
Otro favor tengo que agradecer a la Sier\'a
de Dios, y es la curación de una señora de
Santa Coloma de Farnés, que hallándose gra­
vemente enferma y habiendo ya recibido el
Santo Viático, una amiga suya le piiso una re­
liquia de D'‘. Dorotea, y quedó curada a los
pocos días.
Envío tres pesetas para mía Misa y las otras
cinco para renovar la suscripción al Boletín Salesiíino.

I de marzo de 1929.
CoivOMA Vuj.Ar,oNGA, vda. de Soi,ER.
Cai.i (Colombia). — Rafaela Montehermoso
enferma de erisipela en una pierna, que la vino
atonnentando por espacio de tres meses, sin
que remedio humano la aliviara, acudió con
gran fé a la intercesión de D*. Dorotea de Chopitea, consiguiendo al poco tiempo verse libre
de sus dolores. Hoy, agradecida a su bienhe­
chora celestial, envía una limosna para los
gastos de la causa de su Beatificación.
Cartaco (Costa Rica). — Paz Bueno llena
de profunda gratitud a la Sierva de Dios, Doña
Dorotea de Chopitca ¡xjr cuya intercesión ob­
tuvo la milagrosa curación propia y la de un
tío suyo, gravemente enfonno. desea hacer
piiblica la iKxlcrosa mediación de la indicada
Sierva. cn\‘iando a la par una limosna para su
causa de Beatificación.
CassA d s i..\ S iílva (España). — Víctima
una sobrina mía de una penosa enfermedad
en la rodilla, enfennedad que según el parecer
de los médicos que la visitaban, exigía ima
pronta intervención quinirgica, de dxidosos
resultados, recurrí con toda mi familia a la po­
tente intercesión de la Sierx-a de Dios Doña
Dorotea de Chopitea, a quien tuve la suerte
de tratar en vida. A este fin empezamos una
novena suplicándole la curación de la querida
enferma. A continuación hicimos otra, sin
desmayar, hasta que por fin obtuvimos la cu­
ración completa de mi querida sobrina, con
gran sorjxresa de los méihcos, que la creían
incurable.
5 Iuy agradecida a la Sierva de Dios, en^•lo

una limosna para su causa de Beatificación v
le ruego publique en el Boletín la gracia reci­
bida.
V icenta S aqué .
E l Primer Viernes del Mes de octubre de 1928.
— Al llegar a casa por la noche después de pre­
dicar la Hora Santa en la Iglesia de Nuestra
Señora del Pino, me encuentro con un joven
dependiente de la Sociedad Anónima « Cubier­
tas y Tejados » que me dice, que a uno de sus
trabajadores le ha dado la enfermedad que
llaman « tétanos », que está muriéndose y no
quiere confesarse.
Subimos al auto que estaba aguardando;
vamos a la clínica donde estaba el enfermo
cerca de la Iglesia de la Merced y encontramos
allí al Coadjutor del señor Cura que a pesar de
haber hecho todo lo posible no había podido
conseguir nada.
Era im joven murciano de 19 años. Desde
muy joven, por no decir niño, comenzó a tra­
bajar en xmas minas de su tierra, sin ninguna
instrucción religiosa. Había llegado aquí hará
como seis meses y comenzó a trabajar en el gran
túnel del ferrocarril subterráneo de la calle de
Balmes, donde se hizo daño en un pie y por no
tener cuidado con el aseo, le dió la enfermedad
que dije, mortal por su naturaleza.
Primeramente le di una Medalla Milagrosa,
que él besó y yo coloqué debajo de la almohada,
diciéndole que la Sma. Virgen puede curar a
todos los enfennos que quiera.
— ¿Quieres curar?
— Sí.
— Pues mira, vamos a pedírselo a la Sma.
Virgen por intercesión de una señora muy cari­
tativa con los pobres, y tomando mía estampa
de doña Dorotea de Chopitea, se la hice besar,
la puse sobre su mesita de noche y rezamos un
Padrenuestro o mejor rezé, pues él, j>obrecito.
no lo sabía.
Y sin más preámbulos, comencé a preguntar
yo y contestar él, de modo que al poco rato se
había confesado admirablemente.
— ¿Quieres recibir la Sagrada Comunión?
— ¿Qxxé es la Comunión?
Le expliqué con la mayor brevedad posible
las verdades más necesarias para la salvación
y habiéndome contestado afirmativamente,
salí para decir al sacerdote, que aguardaba
fuera, podía ir a buscar el Santo Viático.
AI cabo de unos días, acompañado de aquel
dependiente, que ^•ino a buscarme la primara
ve^ \’ino a verme en nuestra casa completa­
mente curado.
Aliora trabaja de nuevo en el túnel de la calle
de Balmes y ha venido algunas veces a nuestro
Colegio de la calle de Caspe para confesarse de
nuevo e instruirse más en las verdades de la
Religión.
P. Jacinto''Alegre. S. J.

31 »

Siroeder (Argenüna) — Colocación de la primera piedra de la nueva Iglesia.

Stroeder (Argeotioa) — L a s Aoforidades daranfe

la ceren»OQÍa.

P o r el m u n do
S a lo s ia n o
CORDOBA (España) — La Beatificación de
Dúo Busco, flomcnaje a un Salesiano.
K1 día 2 de junio celebrAronse en el colegio
Salcsituio diferentes actos a cual más brillante y
hermoso. Üueríiui los hijos de Don Bosco cele­
brar solemnemente la fiesta de la Beatificación
<le su Santo fundador y para ello organizaron
la serie de actos que a continuación vamos a
enumerar:
A las doce del día verificóse en la Iglesia
de María Auxiliadora un Te-Deum, oficiando
el Kxemo. e Ilii.strísimo Prelado don Adolfo
Pérez Muñoz.
La Iglesia completamente llena de fieles de
todas las clases sociales presentaba el aspecto
de las griuides solemnidades religiosas.
La Córdoba salesiana dió ayer una vez más
pruebas de su amor a la obra del hoy Santo
I‘adre fimdador.
Terminó el solemne Te-Deum oficiado a
toda orquesta y la voz del Prelado resonó
|X)tente en la nave de aquella santa capilla.
Habló el Pastor de la grey cordobesa con esa
unción evangélica que le caracteriza y el au­
ditorio, subyugado, escuchó las cálidas pala­
bras del obispo, que muy emocionado fiié
desgranando delicadas frases que hicieron aso­
mar lágrimas a muchos ojos.
Habló del l ’apa, describiendo su personali­
dad a grandes rasgos; de la amistad que tuvo
con don Bosco. y luego habló del nuevo Santo
ni>óstoI de la niñez, alma gigante que, sin te­
mor a nada ni a nadie, se lanzó a la lucha tan
solo por salvar las almas de los niños pobres.
En las palabras del Prelado se numifestaba
claramente el amor que siente por la obra del
Beato don Bosco y niños desvalidos. * Hay
que pensar amadísimos hijos, decía el Obisjx>.
en salvar a Uwj niños pobres, en educarlos, en
atraerlos hacia los cominos dcl bien, y esto
lo hace admirablemente la obra salesiana.
Hay muehos niños que llaman a las puertas
de este Colegio y no se les puede dar cabida:
y esto es triste j>ara mi corazón. Es preciso
seguir adelante, propagar esta obra a la que
nunca regatearé mi ayuda porque no sabéis
el bien que Córdoba debe a los Salesíanos.
Terminó su hermosísimo discurso alabando
la labor de los hijos de don Bosco y cantando
a María Auxiliadora.

Al salir del templo nuestro prelado fué
vitoreado por los niños y demás personas
mientras la banda de cometas y tambores del
colegio tocaba bonitas marchas.
B e n d ic ió n d e l nuevo feafro.

Seguidamente se celebró la bendición del
nuevo teatro que es hermosísimo y decorado
con exquisito gusto y sencillez.
A requerimiento del director del colegio don
Sebastián María Pastor, habló nuevamente
desde el escenario el Obispo y nuevamente
sus palabras fueron cayendo en las nlmas como
caudal copiosísimo de sabias y saludables
enseñanzas. Al final fué vitoreado
El alcalde de la ciudad don Rafael Cruz
Conde, en nombre de la Excelentísima Cor­
poración Mimicipal, entregó el título de hijo
adoptivo de Córdoba a don Sebastián María
Pastor, distinción muy justa y merecida por
su árdua y dificil labor al frente de esta Casa
Salesiana.
Y habló por último don Sebastián, visi­
blemente emocionado, para dar las gracias por
aquellla distinción, que consideraba inmerecida,
diciendo que él no había hecho más que apor­
tar un grano de arena a la gran obra que fun­
dara el santo Juan Bosco.
Sus líltimas palabras fueron allegadas por
la fonnidable ovación que estalló en su honor.
L a c a lle de M a r ía A u x ilia d o ra ,

Temimada la bendición del teatro y la en­
trega del título de hijo adoptivo de Córdoba
a don Sebastián María Pastor, el Prelado, las
autoridades y demás personas asistentes al
acto, se dirigieron a la iglesia de San Lorenzo,
en ima de cuyas fachadas se descubrió ima
lápida en la que se rotula a la calle Mayor'de
San Lorenzo con el nombre de María Auxilia­
dora, nombre que en lo sucesivo ha de llevar
esa típica xda cordobesa donde se halla encla­
vado el Colegio Salesiano.
La lápida, que se hallaba adornada con
flores, fué descubierta por la distinguida se­
ñora doña Angela Conde de Cruz Conde.
Todos les balcones de las casas de la calle
María Auxihadora, se hallaban engalanados
con colgaduras.

313

Ve/acfe en h o n o r d e D o n 3 osco.
A las seis de la tarde en el magnífico teatro
del Colegio se verificó una velada como ho­
menaje al Beato Juan Bosco y como obse­
quio a los Cooperadores Salesianos.
La sala del teatro estaba ocupada por dis­
tinguidas damas y señoritas.
Primeramente xma notable orquesta inter­
pretó el pasodoble « El Barquillo ». A con­
tinuación un coro de 850 niños cantó el himno
a Don Bosco.
Después, desde el escenario, el director del
Colegio dirigió la palabra a los concurrentes.
Con la sencillez que le distingue, dijo que
hablaba a título de hijo amantísimo de Don
Bosco.
En este momento todos nos imimos a los
millares de almas que en la ciudad eterna
glorifican al fundador de los Salesianos.
Todos sabíamos que era un santo, pero no
lo podíamos decir hasta que el Sumo Pontífice
no proclamase que estaba colocado en los
altares. Habló de Don Bosco como pedagogo
de masas populares y como propulsor de la
obra de evangelización de las gentes. La obra
salesiana — agregó — ocupa un lugar preemi­
nente en la obra misionera. Sintetizó la vida
de don Bosco desde su niñez y jiidió gloria
para el amigo de los niños. E.xpuso que en
Córdoba ha tenido eco el Corazón de don
Bosco Educador. Narró la humilde llegada
de los salesianos a Córdoba y la generosidad
de los beneméritos cooperadores. Expresó su
gratitud a todos y teniiinó con un viva al
Beato Juan Bosco, que fué contestado con
delirante entusiasmo.
A continuación hizo uso de la palabra el
elocuente orador don Manuel Enríquez Barrios.
En bellísimos períodos evoca el maravilloso
y grandioso espectáculo que se verificó en el
marco de la hermosa Sevilla el día de la inau­
guración del grandioso certamen ibero-ameri­
cano, para manifestar que en Italia, el país
del arte, ha acontecido hoy algo semejante
al glorificar a don Bosco.
Todos los corazones bien nacidos han de
ser amantes de la niñez.
El Sr. Enriquez continuó su magistral discureo manifestando que el nombre de Don
Bosco está escrito en el libro sublime de la
vida, donde solo están los predestinados, los
elegidos.
En párrafos grandilocuentes, con tm profimdo conocimiento de causa, habló del pro­
ceso y trámite de beatificación de Don Bosco.
Don Bosco. como el genio, ha pertenecido
a la humanidad. Con él ha subido a los altares
el ejemplo de la caridad.
El señor Enríquez manifestó que la obra
perdurable de la paz era la del amor.

El día de la pacificación mundial llegará,
cuando se bese en la frente a los devalidt>s,
como los besaba don Bosco.
»
En períodos sentidos tiene un recuerdo para
la madre de don Bosco, la dulce Margarita,
fuente enextinguible de virtudes cristianas.
EvSta noche las estrellas del Cielo de Italia
lucirán con más brillo, exaltando la obra de
don Bosco y el mar latino, inexünguibile e
invencible, cantará hoy con más amor sus
endechas y sus espumas se elevarán como un
airón glorioso, en honor de don Bosco.
El señor Enríquez Barrios, fué muy ovacio­
nado al terminar su magistral discurso.
Por último, el cuadro artístico de los anti­
guos alumnos, puso en escena el drama « Una
limoíma por Dios » y el sainete «La Casa de
Campo». Todos los intérpretes fueron muy
aplaudidos.
STROEDÉR (Argeotiaa).
Con motivo de colocar la Piedra Funda­
mental de la Iglesia en Stroeder, el Domingo
7 de Abril 1929 se desarrolló el siguiente pro­
grama:
A las 9: - recorrido de la banda de mú­
sica de Vicdma por el Pueblo.
A las 10: - Misa Solemne,
A las i i:
- Bendición de la piedra funda­
mental.
El programa fué ejecutado con todo esmero
y con pleno regocijo del numeroso público
qiie desde las nueve hasta las doce estuvo
participando con júbilo y con religioso cariño,
al acto eminentemente religioso y patriótico.
El canto de la misa solemne, las selectas piezas
por la banda, la declamación de jKxvsías, han sido
una prueba evidente de que la Keligión Ca­
tólica a la par que nos sublima en nuestros
ideales, nos forja campeones de Cristo, selectos
caballeros, abnegados patriotas; nos infunde
además un amor y una profunda veneración
baria todo lo bello y encantador.
Conceptuoso y calurosamente aplaudido ha
sido el discurso, prommeiado por el Reverendo
Padre Pedro Ortiz, Profesor de Ciencias en el Co­
legio Normal« Don Bosco r- de Fortín Mercedes.
El orador con corazón entusiasta y alma ar­
gentina, demostró que: en todos los siglos y
en todas las naciones han brotado á la sombra
de la Iglesia, las industrias, las bellas artes, los
amores más puros de familia y patria.
Bendecida la Piedra Fundamental, tomó la
palabra el Pbro. Doctor Gaudendo Manachino,
Inspector de las Misiones de la Patagonia.
A continuadón se firmó la siguiente acta,
cuya copia fue encerrada en la misma piedra:
En Stroeder el día 7 de Abril de mil novedentos veinte y nueve ocupando la silla de
Sn. Pedro, S. S. Pío X I, gloriosamente reinante,
siendo Presidente de la República su excelen-

1

3M

cía el Dr, Hipólito Irigoyen; arzobispo de Bs.
As. S. E. Fray José María Bottaro; Gobernador
de la rtovincia S. E. el Dr. Valentín Vergara;
Superior de los salesíanos el Rvmo. Pbro. D.
Felipe Rinaidi; Inspector de la Patagonia
Septentrional el Rvmo, Pbro. Dr. Gaudencio
Manacliino; Director del Colegio Cardenal Cagliero el Pbro. Domingo Anselmo, benemérito
misionero de la I’atagoma; Delegado mimicipal el Sr. D. Horacio Pita, se bendijo por el
Reverendo Inspector de las Misiones la primera
piedra de la Iglesia Parroquial de este Pueblo.

Señor José Curetti y Sra. Celesta B. de Curetti.
Señor Elias Lebed.
Señor Juan Dicenzo.
Señor Alberto Lancellotti Costa.
En prueba de ello dan Fó y firman :

Felicitaciones copiosas, pues, á todos los
miembros de la Obra Salesiana, amigos y ad­
miradores salesianos que supieron iniciar en
esta importantísima zona ima labor netamente
patriótica y filantrópica, cuyos opimos frutas
las generaciones venideras saborearán.

Sevilla (fisp a5a) — Grupo de Antiguos Alumnos.

Ajiadrinaron el Acto los siguientes señores:
Don Juan Cnnnody y Sra. lüena Wilson de
Cnnnody.
Señor Juan S. Anagoity y Sra. María Felisa
S. de Anagoity y Sta. María S. de Anagoity.
St'ñor Rtxlolfo Durañona y Sra, lístela Salaberry de Durañona.
Señor Alberto Durañona.
Señor Ricardo Durañona.
Señor J uun Carlos Buva y su distinguida esposa.
Señor Bartolomé I.astrets y su Sra. esposa
Flora C. de I.astrels.
Señor Máximo Fimpcl y su Sra. es,'osa Creccncia M. de Fimpel.
Señor Domingo Borga y Sra. Serena C. de Borga.
Señor .Vudrea Parolo y Sra. Dominga B. de
Parolo.

SEVILLA (Españi). — La fiesta de los Exalumnos salesíanos.
En las Escuelas Salesianas de la Santísima
Trinidad se ha celebrado con gran solemnidad
la fiesta de los ex alumnos organizada por la
Asociación local. Centro Don Bosco.
A las nueve de la mañana se celebró la misa
de Comunión general, que fué oficiada por el
director de la casa, reverendo smor don Sal­
vador Roses, recibiendo la Sagrada Comunión
muuercsos ex alumnos, resultando un acto
brillantísimo, como asimismo la solemne misa
cantada que se celebró a las doce, interpre­
tando el Orfeón del Centro Don Bosco la misa
de Pío X .
Terminada la misa cantada y en medio de

315

la mayor animación, tuvo lugar el almuerzo
íntimo, que fué presidido por los superiores
de la casa y la Junta directiva. Durante el
almuerzo, los profesores de esta Escuela se­
ñores don Teófilo Olmo, don Olegario Martín,
don Fermín Calzada y el ex alumno señor
Campos, cantaron una preciosa canción, siendo
aplaudidísimos, reproduciéndose la ovación al
cantar estos mismos señores una vibrante jota
navarra.
A les postres el señor Riqui dijo mi chispeante
brindis; el señor Moreno Suárez habló en nom­
bre de la Directiva y el señor Roses pronimció
un bellísimo discurso que acogieron los ex
alumnos con una formidable salva de aplausos.

— Fiestas en honor de S. Luís Qonzajta.
Con extraordinario entusiasmo han feste­
jado los alumnos Estudiantes de este Colegio
de la Sma. Trinidad a su glorioso Patrón.
En preparación a la solemnidad se celebró
un devoto triduo.
La víspera de la fiesta todo era alegría y
movimiento. Como por obra de hadas el gran­
dioso patio de los estudiantes se presentó a la
vista de todos primorosamente engalanado con
colgaduras, flores, transparaitcs, plantas etc.,
ofreciendo un aspecto deslumbrador durante
la alegre velada, que tuvo lugar la noche de
la víspera, de cuyo programa, a más de otros

Sevilla (España) — £1 grupo gimnástico en uno de so s ejercicios.

Por la noche, en el salón-teatro, el cuadro
artístico de la Asociación obtuvo im clamoroso
éxito al poner en escena la graciosa comedia
"Da República de la Broma*, que represen­
taron los señores Zayas, Riqui y Machito,
formando un trío de actores cómicos insupe­
rables.
El Círculo Domingo Savio estuvo repre­
sentado en cuantos actos se celebraron por
una nutrida comisión presidida por sus di­
rectivos señores Barragán, Gómez y MontUor.
En resumen, ima fiesta brillantísima, re­
saltando sobremanera la parte religiosa, digno
resultado de las dos hermosas conferencias
que tmneron lugar en los días 26 y 27, por lo
cual felicítames al principal organizador de
ella, el virtuoso sacerdote salesiano don An­
drés Yun, preaidente-exmsiliario de los e i
alumnos.

números, formaba parte una sección de fuegos
artificiales que resultó artística y del agrado
de todos.
En la mañana de la fiesta hubo Misa de
Comimión, celebrada por el Catequista de los
Estudiantes Rvdo. D. Luís Peña, y en la que
se cantaron devotos motetes; más tarde la
Misa solemne oficiada por el Rvdo. Sr. Director
D. Salvador Rosés, luciendo en ella sus visto­
sos trajes el grupo de cardenales del pequeño
clero, y la Escolanía de Ufaría Auxiliadora; se
interpretó una herm<»a partitura a ties voces
del Maestro Ribera.
Por la tarde y tras un delicado obsequio
que los socios de la Compañía de S. Luís ofredercHi a sus superiores y compañeros, en el
patio de los Estudiantes y a la presencia de
numeroso público se celebró tm lucido festi^ al
en el que el grupo gimnástico «Auxilium » hizo

3 i6

M agallanes (Chile) — Alumnos del C olegio Sa n Jo&é.

verdaderas filii’ruiiüs, mereciendo los pequeños
gimnastas tinmerosos aplausos del respetable
público; también lució sus habilidades el grupo
ciclista «Virtus» logrando ganar hermosas y
artísticas chitas, ofrecidas por generosos donantciS. No faltaron selectos trozos de música
como «ICl coro de repatriados * y el Himno
de la Exposición Iberoamericana de grandioso
conjunto, siendo por ello muy felicitado el
Maestro Kvdo. D. Teófilo Olmo.
MAGALLANES (Ch.le). — La Beatificación de
Don Bosco celebrada en el Instituto Saicsiano.
Imborrables recuerd»^ y hoiidavS repercu­
siones en los óninuvs de lodos los asistentes
dejaron los festejos con que el instituto Do»
Dosco celebró el fausto día de la glorificación
de su hoy beato titular.
Los festivos sones de las cam|>anas echadas
a vuelo a las 6,30, anunciaron a los fielCvS de la
ciudad que ya había brillado el alba del día
mós sagrado para la obra salosiana.
Los diversos números del programa con­
tribuyeron a dar tonos de veitladcra grandio•sidad n la fiesta. Por eso la fiesta del día » es
la mayor que registran los anales religiasos de
Magallanes.
A la solemne Mis;i Cantada de las 10,15 P‘'»rtieiparon todos los alumnos de los colegios salesianos, numerosos niños oratorianc», las
alumnas de los colegios de las Hijas de María
Auxiliadora y las dcl Asilo de la Infancia; su­
perando el total la cifra de mil niños. Las
vastas naN’es de la imeva iglesia resultaron
estreclins para contener la multitud de fieles
que la llenaban de bote en bote.

A la hora señalada se dió comienzo al sa­
grado rito. El altar mayor lucía sus mejore.s
galas. En el centro hallábase el cuadro del
nuevo beato nhnbado en los esj^lendores de su
glorificación. Un numeroso clero compuesto
en parte j>or niños del colegio San José y en
parte jwr alumnos del Instituto, dió mayor
brillo a la ceremonia; mientras la nueva Schola
Cautorum, de los ex-alumnos del Centro <
■ Don
Bosco» ejecutó con admirable perfección y
maestría la Misa del maestro Mattioli a dos
voces.
Al fin de la misa se distribuyeron a todos
los presentes una estanqúta-recuerdo y un
Amigo de la Familia dedicado al Beato Bosco.
Ocupó la sagrada cátedra el P. Giacomuzzi
quien trazó en breves rasgos la misión proviclencial de Don Bosco. Acto seguido tuvo lugar
la Bendición con S. D. M. La Schola Cantorum
dcl Instituto dió comienzo al canto del so­
lemnísimo Te Deum de Mons. Cagliero a cua­
tro voces con acompañamiento de grande or­
questa. Este número fué de efecto admirable
debido a la forma magistral con que fué eje­
cutado.
Tenninada la Bendición, les fieles pasaron
a besar ima casulla-reliquia del nuevo beato.
Luego, hivitados por el Sr. Director, pasaron
al patio del establecimiento profusamente en­
galanado con gallardetes y flores. Allí el fotó­
grafo tomó varias vistas interesantes a los
incontables asistentes. Al retirarse las niñas y
los niños fieron obsequiados con goleSnas.
A medio día se efectuó un almuerzo al que
partici]>aron los miembros de los dos Colegios
salcsianos, numerosos ex-alunmos y los alum­
nos internos del Instituto.

317

Los festejos se clausuraron con la función
teatral de la tarde. A las 15 el salón de actos
estaba literalmente lleno. Los pequeños artistas
tanto artesanos como estudiantes conquista­
ron nutridos aplausos por la superioridad con
que supieron desempeñar sus partes. Es de
notar, que salvo dos números, la fmición estuvo
toda a cargo de los niños.

por breve espacio, presentando a Agua de Dios
como ima inmensa fajnilia, en la que los Salesianos son los hermanos mayores, que in­
vitan a los demás hermanos, tmidos ante la
imagen del querido padre, a pedirle todas las
gracias que necesiten y a procurar, con una
conducta ejemplar, ser dignos hijos suyos.
Tenuinó su discurso con frases de gratitud
a la Banda de música, y con entusiastas vivas a
D. Bosco y a la católica ciudad de Agua de Dios.

AQUA DE DIOS (Colombia). — La fiesta de
la glorificación del Beato Juan Bosco.
También en las apartadas regiones de Agua
ESTELLA (España). — La fiesta del Beato
de Dios repercutió el eco de las fiestas de la
D. Bosco.
beatificación. Y como aquellos buenos leprosos
No es la primera vez que las páginas del
se Vían mostrado siempre tan amantes de Don
Boletín dan a sus lectores noticias de este flo­
Bosco, y tan agradecidos a su obra salvadora,
no han querido dejar pasar este acontecimiento reciente Oratorio, que, confiado al celo de
sin manifestar todo su afecto, toda su gratitud sacerdotes seglares, pero amajites de D. Bosco
y plenamente penetrados de su espíritu, puede
al santo Apóstol que tuvo para ellos im amor
servir de modelo a muchos otros, al par que
todo especial y una predilección tan merecida.
es un estímulo que no dejará de alentar a
E l programa de los festejos fué sencillo, nos
otros sacerdotes a emprender esta grandiosa
escriben, pero su ejecución, resultó sublime:
obra de regeneración, tan cara al corazón de
fué aquella vma fiesta improvisada, nacida
espontáneamente de ardientes corazones, ins­ nuestro Beato Padre.
pirada por el celo, sostenida por el amor y el
cariño de los hijos, que rodean llenos de en­
tusiasmo al Padre en el día de su gloriosa
victoria.
Las Hermanas de los Sagrados Corazones,
Religiosas que se glorían de ser descendientes
del Beato Padre, tomaron parte muy activa
en estas solemnidades: con cariño de amantes
hijas ayudaron a adornar el altar, dando prue­
bas de su buen gusto y de su fino y delicado
criterio.
La concurrencia a las misas fué extraordi­
naria. En la comunión se vaciaron varios Co]>ones. Se oró con más viva y ardiente devoción.
El Maestro Calvo se prestó galantemente a
dirigir el canto de la Misa, que, por su artística
ejecución nos hizo pensar en los himnos que
lc« ángeles cantarían ante el trono del Beato
para celebrar su elevación a los altares.
Con profunda atención y reverencia oyó el
pueblo la lectura de los Decretos de la Beati­
ficación, y terminada la lectura y el solemne
Te Deum, se ^lomeró la gente ante el altar
del nuevo Beato, a quien antes veneraban con
cariño y ahora profesan culto como a protector
poderoso en la dura pmeba de su enfermedad.
Durante todo el día, el altar, soberbiamente
iluminado, estuvo rodeado de fervientes de­
votos. Por la noche la Banda hizo las delicias
del público con la interpretación de selectas
piezas, en tomo a la estátua de María Auxi­
liadora y Monumento al nuevo santo. Al final
del ccHiderto, interpretando el sentir de todos
los presentes, uno de los Padres, desde el bal­
cón de la Casa Parroquial dirigió al numeroso
grupo de admiradores de D. Bosco una fer­
A s m de D io* — ^ * * * " M ayor de la Capilla
duraofe las foaciooes solemoes.
viente alocución, que cautivó a los oyentes

3i 8

Eslclla (N avarro) — L os jóvenes del Oratorio Festivo con su Director Rvdo. P . D. Benjamín O rtigosa.

[Uiclla ^Navarra) — Grupo de nifios que forman el O ratorio Festivo.

3^9

Con motivo de la Beatificación de D. Bosco así
escribía el Director a nuestro Superior General:
«El día dos de junio, los primeros alumnos
de este Oratorio, boy muchos de ellos casados,
nos han dado una gratísima sorpresa. Han
querido celebrar la Beatificación del Beato y
queridísimo Fundador Juan Bosco, como se
merece. A este fin hicieron un llamamiento
a todos sus compañeros, redactado en la si­
guiente forma:
Queridos compañeros: Los que estas líneas
os dirigen, que han compartido con vosotros
los días venturosos de la infancia y adoles­
cencia, aquellas horas tan felices que se es­
fumaron y y a no volverán, en las que nuestros

piedad edificante y conmovedora se acercaron
casi todos a recibir el Pan Eucurístico.
A l mediodía, a expensas de los niños, niños
y jóvenes de los Oratorios, se sir\ ió una co­
mida extraordinaria a los asilados de lo Santa
Misericordia, dando con este acto un magnífico
ejemplo de caridad cristiana, digno de imitación.
Por la tarde hubo juegos extraordinarios,
que alegraron mucho a los pequeñuelos. quienes
fueron obsequiados con una suculenta merienda.
Por la noche, en el Salón del Oratorio se
llevó a cabo una preciosa Velada literario-musical, en la que tras el himno a D. Bosco, el
ex-alumno D. Francisco Manzanedo pronunció
im hermoso discursb sobre el tema «E l triunfo

Burriana — L a s Aaíoridades dirigiéndose al lugar de la ceremonia.

directores queridos con gran constancia, abn^ación y celo corregían con cariño las tra­
vesuras propias de la edad, os in\'itan a de­
mostrar vuestra gratitud, pues debemos a esta
primordial institución del \T)le. Bosco el gran
bien que han hecho a nuestras almas. Por
este motivo algimos antiguos Alumnos del Ora­
torio de ésta han pensado formar xma Aso­
ciación cultural-ariisiica que tenga por objeto
el amplio desarrollo de las salvadoras doctrinas
del Apóstol de la moderna Juventud; y a este
fin os invitamos a la magna remiión que se
celebrará en los locales de este Oratorio, para
festejar el magno acontecimiento de ser ele­
vado nuestro fundador al honor de los Altares ».
Nmnerosítimos fueron los que respondiercm
al «timpAtím llamamiento y el día 2 de jumo,
mientras en Roma se celebraba el grandioso
acto de la Beatificación, la juventud de EsteUa
se reunía numerosa y disciplinada en la Apos­
tólica Caplla de San Andrés, en donde cm

de los exalumnos del Oratorio » que fué calurosa

y merecidamente aplaudido. Otro de los nú­
meros del programa fué el breve estudio que
el joven D, Celestino Iglesias hizo sobre el
Oratorio Festivo, digno de todo elogio.
Al final el Sr. Director del Oratorio dió lec­
tura al hermoso discurso pronunciado por
Su Santidad con motivo de la solemne lectura
del Decreto de Aprobación de los Milagros del
Mjle, Juan Bosco, dando con este acto tér­
mino a la hermosa y amena velada que dejó
en los corazones de todos los presentes inde­
lebles recuerdos.
BURRIANA (España). — Primera piedra de
las Escuelas Salesiaoas.
El día 14 de julio celebróse el solemne acto
de (x>locar la primera piedra del edificio, des­
tinado a Esencias Salesíanas. Grande es la
necesidad que tiene la bella dudad levantina
de im centro semejante, en donde se pueda

320

educar cristíiinamente la juventud burrianeuse.
Así lo ha entendido el ilustre patricio D. Mannel
Pcris y Fuentes quien desde el punto que co­
noció a los Salesianos no cesó un momento de
poner al servicio de tan bella causa todas sus
influencias, sus energías y gran parte de su
fortuna. Horas de júbilo habrán sido para el
generoso cooperador salesiano las que en la
tarde del domingo. reimieron en las inmedia­
ciones de su finca a las más altas autoridades
civiles y religiosas de la ciudad para proceder
ni acto de la colocación de la primera piedra
del edificio por ól costeado.
Recortamos del Diario de Castellón la des­
cripción de la ceremonia: ,
* Salió la comitiva de la Casa Capitular diri­
giéndose al lugar del acto, estando formada
por don Manuel Peris Fuentes, Rvdo. P. don
Daniel Conde y Conde director de las Fscuelas
Salesionas de Valencia; arquitecto de la obra
don Manuel Peris Vallbona; Rvdo. don Joa­
quín Daudí profesor del Seminario de Murcia,
representaciones de los maestros nacionales,
Unión obrera católica, Rvda. Comunidad de
PP. Canuelitas Descalzos, representantes del
Diario de Castellón y numerosos invitados;
seguía el magnífico Ayimtamiento bajo mazas
presidido por el primer teniente alcalde don
José Moros, canónigo don Vicente Nadal, en
representación del limo, señor Obispo, juez
municipal don Vicente Moros, y cura ecónomo
don Joaquín Balaguer, precedidos de la banda
de música «Filarmónica Burrianeuse» e in»
menso gentío.
Dlegados al lugar del acto revistióse el ca­
nónigo Rvdo. don Vicente Nadal procediendo
a la bendición de la piedra, donde fueron co­
locadas monedas de diferentes clases, perió­
dicos del día y un acta firmada por varios
distinguidos asistentes.
Don Manuel Peris Fuentes, hondamente
emocionado leyó unas cuartillas.
Tras brillantísimos párrafos, tenninó diciojulo; Salvemos a los niños, pues ellos serán
los hombres del porv enir y con ellos s;üvaremos a la sociedad, salvaremos a Burriana.
Estas últimas palabras fueron pronuncidas
por don Manuel tan emocionado que imas
lágrimas rodaron por sus meiillas y la gente
frenética aplaudía el rasgo de este noble y gran
patricio que tan generosamente realiza ima gran
diosa obra de inmenso beneficio pora Burriana.
Habla después el canónigo don Vicente Na­
dal. que ostenta la representación del señor
Obispo, y con brillantísimos párrafos dice que
hay que tener mucha fé y esperanza en la obra
que es de gran riqueza moral para Burriana.
Seguidamente hizo uso de la palabra el di­
rector de las Escuelas Salesianas de Valencia
Rvdo. don Daniel Conde, quien dijo que la
rapidez con que so empieza la obra debe ser

seguramente obra de la Reina de los Cielos
María Auxiliadora, que querrá hacer de Bu­
rriana su hija predilecta.
Terminó su discurso dando vivas a Burriana,
a don Manuel Peris y a María Auxiliadora.
A continuación habla nuestro cura ecónomo
Rvdo. don Joaquín Balaguer, que lo hace en
valenciano; y comenzó diciendo: Es para mí
inmensa satisfacción el actuar en el primer día
que ejerzo como cura en Burriana, en obra tan
grandiosa como la que se acaba de empezar.
Dice ser gran enamorado de la obra de los
Salesianos y recuerda una anécdota de la vida
del beato Don Bosco.
Recordó imas frases del Santo Padre Eeón
X III, cuando en cierta ocasión le dijeron que
se había celebrado la colocación de ima pri­
mera piedra, a lo que contestó: Lo importante
no es la colocación de la primera piedra, la
gracia está en colocar la última, y termina
diciendo: y así Burriana no solo colocara la
primera y colocará la última, sino cien que
fueran menester. La muchedumbre acogió las
últimas palabras de nuestro amado cura con
una estruendosa salva de aplausos.
Terminado el acto se dirigió la comitiva a
la Casa Capitular en donde se sirvió a los invi­
tados un refresco ».
Desde estas columnas nos complacemos en
enviar a nuestro querido D. Manuel Peris el
testimonio de nuestra profunda gratitud por
su gran generosidad y amor hacia la Obra Salesiana — que no es sino la Obra de la reden­
ción social — y le deseamos que el Señor le
conceda largos años de vida para que pueda
ver coronada de opimos frutos esta obra en
cuya realización ha puesto todo su afecto, to­
das sus ilusiones.

TlBcroIogia
Recordad en vuestros su fragio s a :
B archin del H oyo (España) Sr. D. Justo
Armero.
Cali (Colombia). — Sra. Da. Mercedes López.
CiEZA (España). — Sra. Da. Salud Capdevila
Marín.
Choxe (Ecuador). — Sra. Da. Mercedes M.
de Aveiga.
V illa de don F abrique (España). — Sra.
Da. Benita Aparicio. — Sr. D. Emilio Gómez.
C oa apra¿acM a die U a H o rkU d c c k s iá s ik » .

Caréate: D. DO.VIENICO GARNERI.
e*t«l)IecüaÍeafo T V * U S o r ie t W E aitera U teraaciO M l - T arte
C o rto
M a r f l ia r f í a , IT 4.