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Año X L iV - N . 8.
Agosto, 1929 .
BOLETIN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
ROMA Y TURIN
¡Dias inolvidables! ¡Espectáculos grandiosos! Apóstol del siglo X I X . Pero la relidad ha
¡Visiones de Cielo! ¡Emociones jamás sen superado todas las previsiones: nos hemos
ados! Todas las expresiones del lenguaje encontrado con una luz esplendorosa superior
humano son incapaces de dar una idea de a la capacidad de nuestra retina; el panorama
ha resultado tan extenso y grandioso que no
lo que vimos y sentimos en Roma y enTurin
durante las fiestas de la Beatificación de nues hemos podido abarcarlo, ni divisar siquiera
sus gloriosos horizontes.
tro Padre y Fundador Don Bosco.
En Roma, donde se despliega toda la majes
Cuantos asistieron decían lo mismo: Im
tad
del culto católico en el más grande templo
posible dar una idea que se acerque a la
de
la
Cristiandad, todo jué extraordinario.
realidad; los que i}os oigan no prestarán je
La
afluencia
de fieles de la Ciudad Eterna y
a nuestras palabras: ¡qt^ lástima que no se
el
enorme
concurso
de peregrinos venidos de
encuentren aqui presentes tantos y tantos
'
toda
Italia
y
del
mundo
entero, que la Basí
amantes de la Obra de Don Bosco como hay
lica
de
San
Pedro,
con
asombro
de los mismos
en el mundo entero!
y es que la glorificación de Don Bosco ha romanos, era incapaz de contener; el momento
indescriptible de la aparición de la gloria del
sido obra de Dios y la Omnipotencia Divina
tiene medios sobrados a su alcanee para so Beato, qtte suscitó aquella prolongada tempesbrepujar indefinidamente las más halagüeñas stad de aplausos mezclada con las lágrimas
de casi todos los presentes: por la tarde la
previsiones humanas.
bajada del Papa en silla gestatoria para ve
Las fiestas de la Beatificación de Don Bosco
han pasado; pero su recuerdo permanecerá nerar al nuevo Beato y bendecir a la multitud
en el alma de cuantos las presenciamos como que le aclamaba y que le hizo decir que nunca,
algo grandioso, sublime, hondamente con ni en las circunstancias más solemnes, había
movedor. Habíamos suspirado aquellos dios, visto tanta muchedumbre, tanto entusiasmo,
nos los habíamos imaginado como un aconte- tanto fervor: la soberbia iluminación de la
cimiento glorioso para nuestro Padre y Fun Basílica, que el Papa quiso juera extraor
dador, como la ascensión a un alta cima de dinaria y que una noche primaveral la
do divisaríamos espléndido mundial panorama hizo aparecer como una visión de cielo; la
de admiración y homenaje hacia el grande memorable audiencia concedida por el Papa
226
y
El Beato D od B osco en los esplendores de la Gloría Vaticana.
227
¡Pío X I, desde la Basílica de S. Pedro, ha elerado al honor de los aliares al grande Apóstol de la Joveatod
que OD dia le caotÍTara coa sos ▼irtodes.
a toda la familia salesiana, congregada en el
patio de San Dámaso, durante la cual su
corazón de Padre se desahogó en aquella
inolvidable alocución, toda amor y admiración
a Don Bosco y a su Obra: el solemnísimo
triduo en la Basílica Salesiana del Sagrado
Corazón, la colocación de la primera piedra
del nuevo grandioso templo a María A uxi
liadora, el número de Cardenales, Obispos y
personalidades que asistieron a iodos los
actos, todo fué extraordinario, conmovedor,
inolvidable.
Y iodo esto se puede decir que no fué sino
una preparación de lo que luego presenciamos
en Turín. La ciudad donde el nuevo Beato
desplegó toda su actividad se ha manifestado
agradecida y sus quinientos mil habitantes,
como un solo hombre, han querido participar
al homenaje.
Son inútiles las ponderaciones.
Aquel cortejo triunfal que acompañó los
venerandos restos del nuevo Beato desde la
que fué su tumba de Valsalice, hasta el altar
lei^antado en la Basílica de Maria A uxilia
dora, al cual tomaron parle más de lO O mil
personas y que fué presenciado por varios
centenares de miles que aclamaban al nuevo
Beato, arrodillándose a su paso con los ojos
arrasados en lágrimas: aquel incesante acudir
de muchedumbres ávidas de ver la urna del
Beato y tocar en ella objetos de piedad: aquel
sin fin de trenes extraordinarios, jamás regis
trados por la compañia de ferrocarriles )• que
durante dos o tres dias no hicieron más que
trasportar a Tarín masas humanas, pueblos
enteros, para rendir homenaje v encomen
darse a Don Bosco: el número extraordinario
de Príncipes de la Iglesia y Obispos, el solem
nísimo triduo en la Basilica de María A uxi
liadora con asistencia pontifical de tantos
Obispos, con el canto de la maravillosa Misa
del Salesiano PageUa, con ¡os panegíricos
pronunciados por tres Cardenales, con la
trasmisión radiofónica de cantos y discursos;
aquella colocación de la primera piedra del
Instituto Rebaudengo para formación de
Misioneros maestros de oficio; todo alcanzó
proporciones inesperadas, todo se desarrolló
con un orden perfecto y sin el menor inci
dente desagradable, cosa que no dejó de ser
notada como verdadero prodigio.
Y ahora, trascurrido casi un mes de iaru
gloriosos acontecimientos, allí está la Urnadel Beato Don Bosco, visitada sin cesar, cu
bierta siempre de flores, rodeada constante
mente de velas votivas, con miles de corazones
que todos los •días se arrodillan ante ella para
implorar gracias del nuevo Beato. Varios
son los hechos verdaderamente prodigiosos
cuya fama va extendiendo el entusiasmo por
doquier: un niño ciego que abre los ojos a la luz;
un hombre tullido que recobra el movimiento;
una tuberculosa en íiltimo grado curada ins
tantáneamente; un joven postrado desde tres
años en el lecho por una tisis ósea que, iras
una aparición del Beato, se levanta comple
tamente curado; otro hombre que se convierte
tras muchos años de alejamiento de Dios.
Estos y muchos otros hechos similares au
mentan la fe y la confianza de las almas
buenas, que rodean continuamente el altar
del nuevo Beato.
Nuestros amados Cooperadores y henemé
ritas Cooperadoras deben participar en gran
medida de este júbilo y entusiasmo; teniendo
en cuenta que para ellos el Beato Don Bosco
ha de ser cspecialisimo protector, pues ya en
vida manifestaba tan grande afecto y gratitudhada los que le ayudaban en sus santas em
presas. ¡Aumente en iodos la fe y confianzaen el valimiento de un santo cuya beatificación
ha sido rodeada de tanto esplendor de gloria
y veneración y digamos todos con todo el
afecto de nue^rras almtis:
BEATE JO AN N ES BOSCO, ORA PRO NOBIS!
BEATO JUAN BOSCO, ROGAD POR NOSOTROS!
229
Las grandes fiestas de la Beatificación
LOS DIAS DE ROMA
(del 2 al 7 de Junio).
Con la mente llena de los más gratos re
cuerdos e impresiones y con el corazón re
bosando de los más ardientes afectos de amor
y veneración hacia el \Tjle. Juan Bosco,
nos dirigimos a la Ciudad Eterna para asistir
a la glorificación del Apóstol de la Juventud.
Ibamos preparados para sentir emociones
fuertes, extraordinarias; pero la realidad
superó tanto la previsión, que los
afectos de nuestra alma se agol
paron a menudo a nuestros ojos
en forma de lágrimas dulcísimas
de emoción y alegría.
Desde luego renunciamos a po
der describir lo que vim os; son
cosas y escenas que al presenciar
las el alma las siente, las goza,
quedando inundada de la satis
facción más íntima, del goce más
puro; pero luego le resulta impo
sible dar ni la más pálida idea de
cuanto, en medio de tanta con
moción, ha presenciado.
Nos limitaremos a referir el sucederse de los actos que por sí
mismos tienen una elocuencia su
perior a toda ponderación
misma satisfacción, idénticos afectos, una
común alegría, que a todos hermanaba, pa
reciendo que los distintos acentos de tan
variadas lenguas resonasen en una única ex
presión, por todos comprendida, de amor y
entusiasmo hacia el Padre común, Don Bosco.
Llegada de Don Rinaldu
E l miércoles, día 29 de mayo, una voz
se extendió desde el Colegio Salesiano del
Los días que precedieron.
L ’e^amos a Roma el martes
día 28 de mayo por la tarde y
al llegar al Colegio Salesiano una
animación inusitada nos decía que
algo grandioso se preparaba. Salesianos, alumnos, exalumnos y
Cooperadores de todas lenguas y
naciones circulaban por los pa
tios, entre obispos y personalida
des que iban en aumento a medida
que se acercaba el stispirado día;
a cada tren que llegaba a la pró
xima estación de Tennini, nuevos
grupos de peregrinos engrosaban
el número de los y a llegados. En
todas las caras se veía pintada la
Cuadro dd Beato en la Logia exterior de la Basílica.
230
Sagrado Corazón a los demás Colegios y
por las pensiones y hoteles de la Ciudad:
Va a llegaj a Roma el Sucesor de Uon Bosco,
Don Felipe Rinaldi, que viene para asistir
a la gran fiesta. Roma, que acogió varias
veces en triunfo al que va a ser proclamado
Beato, quiere dar a su sucesor una prueba
de afecto y especial cariño. Los andenes
de la estación se llenan pronto de una abi
garrada muchedumbre: Obispos, Superiores,
Salesiauos, alumnos, exalumnos, Coopera
dores y admiradores de la Obra Salesiana;
banderas, estandartes, bandas de música,
gentes de diferentes naciones y clases so
ciales, todos unidos en un único afecto,
tributan al sucesor de Don Bosco una cari
ñosa ovación, apenas su paternal figura
aparece en la ventanilla del vagón que lo
conduce. Ivn seguida se improvisa una mani
festación y entre las acordes de las bandas
de música, los himnos de los alumnos y
exalumnos y las aclamaciones de la mul
titud, el buen Padre es acompañado al
próximo Colegio Salesiano, cuyo patio queda
en un momento lleno de público que, des
pués de renovar la más cariñosa ovación
al Sucesor de Don Bosco, escucha su palabra
conmovida, que recuerda las visitas memora
bles hechas a la Ciudad Eterna por Don
Bosco, que ahora va a recibir en ella la más
grande de las glorificaciones.
Nuevos grupos de peregrinos van lle
gando sin cesar y el entusiasmo y animación
aumentan por momentos.
E ¡ Cardenal Salesiano.
'Una de las notas simpáticas de estos días
es la llegada del Cardenal Salesiano, Emmo.
Augusto Hloiul, Primado de Polonia, que
desde su lejana diócesis se ha dirigido a
la Ciudad Eterna en aeroplano, siendo el
primer purpurado que ha usado este mo
dernísimo medio de locomoción. Al aeró
dromo acudieron gran número de perso
nas, especialmente de la numerosa colonia
I>olaca. residente en Roma, junto con los
representantes diplomáticos de la Polonia,
para dar la bienvenida al Cardenal, que
bajó del aparato (xm rostro alegre y son
riente, mostrándose altamente satisfecho del
viaje efectuado en dos etapas, con escala en
Viena. En seguida en automóml dirigióse
al Colegio Síilesiano, donde se le tributó
una cariñosa acogida.
Los Cardenales Españoles.
España, tierra privilegiada, que recibió
el año 1886 al Beato Don Bosco en la ciudad
de Barcelona, en medio de los mayores
triunfos y muestras de veneración, ha que
rido hacer acto de presencia en la glorifi
cación celestial de su gran Bienhechor. No
en vano desde hace y a 50 años los Hijos de
Don Bosco trabajan en la noble Nación
Española y esta tierra de hidalgos ha que
rido corresponder a sus desvelos y trabajos,
que hoy se desarrollan en más de 50 insti
tuciones, casi todas dedicadas a la Juventud
pobre y obrera.
Con verdadero sentimiento de gratitud
recordamos el magnífico gesto del Cardenal
Primado de las Españas, el Emmo. Sr. Don
Pedro Segura. Un asunto de especial impor
tancia lo llama a Roma a donde se dirige
en forma rigurosamente .privada. Faltan
pocos días para reconocer los restos del que
va a ser proclamado Beato; el tren que lo
conduce a Roma no ha de pasar por Turín
y sin embargo el bondadoso Cardenal, que
tanto quiere y admira a Don Bosco, decide
hacer una desviación de pocos horas a su
viaje, sólo 'para poder celebrar una de las
últimas misas sobre la Tumba del Venerable,
a fin de encomendar a su intercesión y vali
miento los asuntos que a Roma le llevan y
poner bajo la protección del nuevo Beato
su amada Arquidiócesis y a España entera.
Un telegrama que anuncia su llegada a
Turín pone en seguida en movimiento la
Casa Madre de losSalesianos, que recibe agra
decida la preciosa visita; y la gratitud se
trueca pronto en honda emoción y venera
ción profunda, al escuchar las palabras del
ilustre Purpurado, que presenta a Don Bosco
como un santo de importancia mundial;
al oir de sus labios palabras de apostólico
celo y al contemplar su figura aureolada
de las \-irtudes mas refulgentes.
Pero no bastaba. España ha querido orga
nizar una Peregrinación Nacional para ren
dir un homenaje colectivo al Beato Don Bosco
y otro Cardenal Español, el de la Sede Pri
mada de Tarragona, Emmo. Vidal y Barraquer, ha querido unirse a los Peregrinos
para participar en nombre de España a las
fiestas de Roma y de Turín. Precediendo
de pocas horas al grueso de la Peregrinación
llegó a Roma por la mañana del día
de
Junio, siendo objeto de una entusiasta y
231
Magnífico aspecto que ofrecía ta BasíSica V^aficaua duranfe el PonUfical.
232
cariñosa acogida eii el Colegio Salesiano donde
le recibieron, junto con el Cardenal Hlond,
gran número de Obispos y nuestros Supe
riores mayores, la muchedimibre de Coope
radores exalumnos y alumnos que llenaba
el Colegio.
Llega la Peregrinación Española.
Un tren especial condujo por último a
Roma la Peregrinación Nacional Española.
Los 200 peregrinos de todas las Provincias
de España, a cuyo frente venía el líxcmo.
Sr. Dr. D. l'élix Bilbao, Obispo de Tortosa,
fueron recibidos por numerosos miembros
de la Colonia Española que pudieron co
nocer la hora de la llegada y dado lo avan
zado de la hora, fueron en seguida conducidos
a los respectivos hoteles.
E l gran día.
Por fin amaneció el suspirado día 2 de
junio, lln sol espléndido cafnpeó durante todo
el día en el Cielo de Roma, dando aquella
nota de luz y alegría que tanto contribuye
al éxito de estas gloriosas jornadas. Pero
un sol más radiante, un fuego mucho más
intenso ardía en todos los corazones: el amor
y el entusiasmo por Don Bosco. El gran día
de la glorificación de Don Bosco había lle
gado y todos se disponían a presenciar los
grandes actos de la liturgia católica y a
contemplar y a aclamar al Vicario de Jesu
cristo cuando en medio de los esplendores
del Cortejo Pontificio, acudiera a la Basílica
para venerar al nuevo Beato.
La Beafiñcación.
A última hora se había hecho otra tirada
de tarjetas de entrada para satisfacer las
piadosas ansias de los gnipos de peregrinos
que no cesaban de llegar. La inmensa plaza
de San Pední jíresentaba el característico
aspecto de atiimación de las grandes oca
siones. ¿Cuántas personas asistieron a la
función? ¿60. 70 mil personas? ¿Para qué
entretenerse en cálculos? La más grande
Basílica de la Cristiandad estaba llena hasta
rebosar y la muchedumbre se extendía por
la plaza de San Pedro
l)e la logia central de la fachada de la
Basílica, pendía un artístico cuadro del
Beato con una inscripción en verso latino
que traducida dice: A l entrar en el Templo
venera a Juan Bosco — al cual Pío X I
reinante en la Santa Ciudad — ritualmenie
ha inscrito en el catálogo de los Beatos —
Pídele que defienda a la Juventud de las
asechanzas del infernal enemigo — Y que
proteja a la Nación Italiana, a fin de que
habiendo vuelto a Cristo — tribute a este Rey
inmortal, homenaje de alabanza» Y al pene
trar en el atrio de la Basílica otro cuadro
representaba una escena característica de
la vida del nuevo Beato, llevado en triunfo
en hombros de los niños por él regogidos,
con la siguiente inscripción: « Con alegre
clamoreo llevan en hombros a Juan los jugue
tones jóvenes a quienes anima sólo el amor d.
En el interior de la BasiUca, a ambos
lados de la Confesión, de los enormes pi
lares que sostienen la maravillosa cúpula
de Miguel Angel, pendían otros dos cuadros,
reproducción de los milagros que han servido
para la glorificación del nuevo Beato, con
las siguientes inscripciones: « Sor Provina
Negro, habiendo invocado el patrocinio del
Venerable Siervo de Dios Juan Bosco, fun
dador de la Pía Sociedad Salesiana, es sa
nada instantánea y perfectamente de una llaga
circular en el estómagos. «La señora Teresa
Callegari, enferma de poliartritis aguda in
fectiva, complicada con otras graves enfer
medades. invoca confiadamente el auxilio del
Siervo de Dios Juan Bosco, fundador de la
Pía Sociedad Salesiana y se ve instantánea
y completamente curada».
En las tribunas levantadas en el vasto
presbiterio tomaron asiento un gran número
de personalidades que hacían corona a los
10 Cardenales y
Obispos, al Capítulo
Superior de los Salesianos y de las Hijas de
María Auxiliadora que asistían al grandioso
acto. Entre ellas notamos la presencia de
distinguidas familias españolas: Sres. MartiCodolar, Eontcuberta y Baronesa de Ribelles de Barcelona — Sres Urquijo de Bilbao
— Sr. Bauer de Madrid y Srtas. Curt de
Alicante,
A la hora anunciada, la espléndida ilumi
nación eléctrica dcl interior de la Basílica
anunció que se acercaba el suspirado mo
mento. P'l Obispo celebrante se revistió de
• los ornamentos Pontificales y enseguida el
Secretario del Cabildo de San Pedro dió
lectura al Documento Pontificio de la Bea
tificación que traducido del latín dice así:
233
CARTA A PO STÓ LICA
en la que el Venerable Siervo de Dios
Sacerdote J U A N
BOSCO
Fundador de la Sociedad de S. Francisco de Sales
y de las Hijas de María Auxiliadora
es proclamado Beato.
Admirable es Dios en sus Sanhs, que durante
su vida terrena, emplean todas sus energías en pro
mover la gloria de Dios y la salvación de las almas.
E l Dios de Israel les dará virtutem et forti*
tudinem, {Ps. 67, v. 36) para que, superando
de tal manera, que ya desde, aquellos tiernos
años se distinguía Juan por la pureza de sus
costumbres y por su índole apacible y suave.
Dotado de agudo ingegnio y de portentosa me
moria, repetía a sus compañeros, con admi
rable precisión, las pláticas que había oído en
la iglesia a su párroco, o a otros predicadores; y
no contento con esto, en los días de pesta, —
como anticipando su futura misión — reunía
a sus amiguitos, y bajo el pretexto de entrete
nerles con sus amenos y variados juegos, los
instruía en las verdades de la Religión y los
invitaba luego a cantar las alabanzas de Dios y
de su Santísima Madre.
S . E. el Cardenal de Tarragona, Vidal y Barraqner y el Obispo de Torfosa Dr. Félix Bilbao,
acompaRados del Cónsul de España, al salir de saladar al Príncipe Humberto de Saboya.
todas las dificultades que el mundo les ofrezca
y venciendo a todos sus adversarios, lleven a
feliz térrrAno las santas empresas que se habían
propuesto.
Y en el piadoso sacerdote Juan Bosco, Fun
dador de los Salesianos, se cumplió a maravilla
esta promesa de los Sagrados Libros.
E l 16 de agosto del año 1815, cerca de Castelnuovo de A sii, en una pequeña y agreste aldea,
nació, de padres piadosísimos, Juan Bosco, rei^ndo aX día siguiente las aguas saludables
del Sanio Bautismo.
Habiendo perdido el padre en tierna edad,
pesó su priinera infancia en la casa tnatema,
en medio de la privación y de la pobreza.
La madre, irisig-i¿ por sus virtudes y ver~
daáfro modelo de educadoras, supo infiltrar en
su hijo senlir.-.'.entos profundamente cristianos.
Instruido en los primeros rudimentos de las
letras por su propio párroco, frecuentó luego
las Escuelas de Castelnuovo y más tarde las
de la ciudad de Chieri. Y en todas partes
se comportó como alumno ejemplar, a pesar
de las dificultades que le producía su pobreza,
pues tenia que subvenir a sus gastos, con el ejer
cicio de diversos oficios y profesiones, como
labrador, dependiente, aprendiz, y otros pesados
trabajos.
Cumplidos los 20 años, vistió el hábito cleri
cal, e ingresó en el Seminario Arzobispal de
gracias a la ayuda y a los consejos del
B, "*o Cafasso, a quien .siempre profesó pro
funda
y obediencia.
E n este Seminario, se entregó con entusiasmo
a
de la Filosofía y de la Teología,
y
una •■ '•z sacerdote, prosiguió por tres
234
a'iíos los estudios de Teología Moral y Sagrada
Elocu'&ncia en el Colegio Eclesiástico de San
Francisco de Asis, en Turln.
Finalmente, en el ailo 1841, ordenado sacer
dote. la Víspera de la Sma. Trinidad, celebró
su Primera Misa en la Iglesia de S. Francisco
de A sis, de Tiirin, con el mayor recogimiento y
sin ostentación alguna; y para la fiesta del
Corpus Christi cantó solemnemente la Misa en
Castelnuovo, en medio de sus compatriotas, que
asistían a la hermosa función profundamente
conmovidos.
Novel sacerdote, durante cinco meses desem
peñó el cargo de vicario en Castelnuovo, con
admirable celo y caridad ejemplar; pero el Espí
ritu dcl Señor estaba en él, y le llamaba provi
dencialmente a cultivar una porción más vasta
de .w viña.....
Habiendo entrado en el Colegio Eclesiástico
de San Francisco de Asís, en Turin, escogió
como guia y consejero de su alma al Beato Cafasso, y bajo su acertada dirección, se dedicó
al ejercicio del sagrado minisierio, visitando
las cárceles y hospitales, en donde cosechaba pre
ciosos y abundantes frutos. Era sobre todo cons
tante en oir las sagradas confesiones, y todo lo
que hacía y decía en el santo tribunal, se dirigía
únicamente al mayor bien de las almas. Se pro
puso como modelo a San Francisco de Sales,
intentando, con la imitación de sw paciencia y
mansedumbre, atraer los pecadores a Dios y a
senlimicnios de verdadera penitencia.
No perdonó sacrificio con tal de conseguir tan
santos fines: hasta tal punto que, para poder
confesar a los soldados alemanes, se dedicó al
estudio de su lengua, y en poco tiempo y con
admirable perseverancia,
si* objeto.
Para hacerse entender de ios rústicos e igno
rantes. empleó todo
ingenio en exponer en
forma amena y agradable la ciencia apoiogé'íica c histórica. Además, ya desde aquellos dias,
no abandonó nunca el deseo de hacer bien a ¡os
niños y jotrncilos, que, privados de toda edu
cación e instrucción cristiana, vagabtxn por las
calles ,v plazas, alejados de Dios y de las sendas
de la verdad y de ¡a juAicia.
.4 partir de la festividad de la Inmaculada
dcl año 1841, empezó a rcutiir en la iglesia de
San Francisco de Asis, de Turin, a numerosos
jovencitos, atrayéndolos admirablemente con sus
buenas maneras y admirable pacteneia. Y de
este nunio nació el primer Oratorio, que el Siervo
de Dios, por .-jm gran humildad y devoción a
San Francisco de Sales, llamará «salesiano *.
La incipiente obra se vió bien pronto blanco
de toda suerte de dificultades que tendion a ha
cerla desaparecer. Pero aquí estaba el dedo de
Dios. Trasladado el primer Oratorio de su pri
mera sede al Hospital de Santa Filomena, de
a<^MÍ a San Pedro in Vinculis, luego a la casa
Moretta, finalmente, en el mes de abril del año
1846, sentó sus reales en la pobre morada de
un suburbio de Turin, llamado Valdocco.
A lli el siervo de Dios, con la protección divina
y el visible auxilio de la Santísima Virgen, obró
grandes maravillas.
E l Oratorio, dedicado a San Francisco de
Sales, fué favorecido con oportunos privilegios
por el Arzobispo de Turin, y el mismo Pev
Carlos Alberto lo tomó bajo su real protección
y soberana tutela.
En poco tiempo se fundan otros oratorios
semejantes al primero: el segundo, dedicado a
San L uis se inauguró el año 1847; a los dos
años se inauguró el tercero, dedicado al santo
Angel Custodio; pasado algún tiempo, se fundó
el cuarto, bajo la protección de S. José.
y en ellos, el Siervo de Dios concibió y em
pleó un nuevo método llamado preventivo, para
educar cristianamente a la juventud, teniendo
presentes las máximas de San Felipe Neri.
Ayudado por su santa Madre, que, abando
nando la aldea había acudido al lado de su
hijo, fundó en su propia casa, en el año 1847,
junto al Oratorio, un Instituto para recoger a
los jóvenes abandonados, y educarlos en los sen
timientos cristianos. De este Instituto, como de
fructífera semilla, nacieron los innumerables
Colegios e Institutos que hoy día dirigen tanto
los Sacerdotes Salesianos, como las Hijas de
María Auxiliadora.
Y a fin de que la obra que había concebido
el Siervo de Dios en pro de la juventud, no pere
ciera con el transcurso dcl tiempo, después deaconsejarse con personas prudentes, especial
mente con el Beato José Cafasso, y animado por
nuestra Predecesor, de feliz memoria. Pío P a
pa IX , fundó el siervo de Dios la Pia Sociedad
de Sacerdotes de San Francisco de .Sales, y luego
también ¡a Congregación de las Hijas de Marta
A uxiliadora.
La Sociedad de San Francisco de Sales, na
cida el año 1S58, se desarrolló de manera, que
la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares,
en nombre de la Sede Apostólica, la alabó y en
careció en el año 1864, nombrando como Supe
rior General o Rector Mayor ad vitam al
mismo Siervo de Dios, el cual, adaptándose a
¡as exigencias de los tiempos, redactó las Reglas
o Constituciones, que fueron aprobadas, el año
1S74 P^''
citada Sagrada Congregación Ro
mana, después de cinco anos de ¡a Aprobación
de la misma Pía Sociedad.
En el año 1872 el Siervo de Dios fundó otro
Instituto, el de las H ijas de María Auxiliadora,
las cuales, mediante los votos de pobreza, cas
tidad y obediencia, habían de dedicarse a h
educación de ¡as niñas, a imitación de los Sa
lesianos.
Para robustecer y difundir ambas institu
ciones, Juan Bosco titvo que pasar por grandes
trabajos, soportando las dificultades con alegría
235
'y fortaleza, y sufriendo con paciencia toda suerte
de molestias y contrariedades.
¡ Y no paró ahi su actividad!
Sino que, trabajador infatigable siempre que
se trataba de la salvación de las almas, fundó
en Turin, en Valsálice, un Seminario para la
formación de sacerdotes misioneros, a los que
envió a las últimas regiones de la América del
Sur, a fin de iluminar con la luz de la fe y de la
civilización cristiana a los pobres infieles que en
aquellas inhospitalarias regiones moraban.
Finalmente, para acabar de enumerar las
obras llevadas a cabo por el Siervo de Dios,
baste recordar las Instituciones tanto de los
Cooperadores Salesianos — que ayudan al
desarrollo de las Obras Salesianas — como
de la Obra de María A uxiliadora para promover
Por la (arde:
£1
piar; amantisimo de la pobreza, no buscó nada '
para si; estuvo siempre dispuesto al trabajo, ni
su afán de la salvación de las almas; fué prudentisimo en los más difíciles negocios, que emprendió
hasta para el bien general de la Iglesia; dotado
de sobriedad ejemplar, despreció las comodidades
de ¡a vida; en una palabra, dejó tantas cosas dig
nas de imitar no sólo a sus hijos sino también
a todos los cristianos, que, aún en vida, era y.
con razón, tenido por santo.
E l día
de enero del año 1888 descansó pia
dosamente en el Señor.
Sus mortales despojos, fueron expuestos, pri
mero en el cuarto donde murió; luego, revestidos
con los ornamentos sacerdotales, en el templo
de San Francisco de Sales, en donde se celebró
el funeral, al cual asistieron devotisimamente
Papa se postra, conmovido, a los pies del noevo Beato.
las vocaciones eclesiásticas, y asimismo las Igle
sias edificadas por el siervo de Dios con limosnas
recogidas en todo el mundo, entre las cuales nos
place recordar la que edificó aquí en nuestra
alma Ciudad, la Basílica Parroquial dedi
cada al Sdo. Corazón de Jesús, en el Castro
Pretorio, y el Santuario erigido en Turin a
María Auxiliadora.
y todas estas obras las llevó a dichoso término
este Siervo de Dios, porque trabajaba no para
su lucro o saiisfacción personal, sino única
mente para la mayor gloria de Dios y la salvación
de las almas.
Hasta su muerte trabajó con constancia en
las obras emprendidas, dando luminoso ejemplo
de todas las virtudes; sobresaliendo por su fe in
quebrantable y cristiana fortaleza y por el ardiente
amor a Dios y a su Saniisima Aladre; fué devo
tísimo del Romano Pontífice y de esta Santa Sede,
a pesar de las dificultades de los tiempos; supo
renunciar a si misino con una humildad ejem-
más de cien mil personas: Obispos del Piamonte,
Canónigos. Párrocos de todas partes de Italia,
y una multitud de alumnos de los Colegios,
venidos aún de las diócesis de Francia y de
Suiza, para asistir a los funerales.
Fué depositado su cadáver en el Seminario
de Misiones de Valsálice. y ha sido siempre
aquel lugar la meta de infinitos peregrinos, con
movidos y atraidos por la fama de santidad y
celestiales carismas de que el Siervo de Dios,
estaba dotado. Y esta opinión de sanio en que
era tenido Juan Basco, lejos de entibiarse con
el transcurso del tiempo, se iba haciendo más
pujante cada día. Por lo cual se empezó a tratar
en la Sagrada Congregación de Ritos la causa
de Beatificación del siervo de Dios, y nuestro
predecesor Pió P . X en virtud de un decreto
del 24 de julio del año 1907, ordenó la Intro
ducción de la Causa.
IJevadas a cabo con toda escrupulosidad las
pruebas de la heroicidad de las virtudes del
236
Siervo de Dios, Nos, con el solemne Decreto del
20 de febrero del aüo 1927, sancionamos que el
Venerable Siervo de Dios Juan ¿iosco, ejercitó
las virtudes en grado heróico.
Habiendo empezado a tratar luego de los mi
lagros llevados a cabo por Dios, mediante su
intercesión, después de ponderar con severisimo juicio todas las circunstancias, habiendo
juzgado estudiados y absolutamente verdaderos
dos ' de los muchos milagros llevados a cabo
después de la muerte del Siervo de Dios, Nos,
con otro Decreto, el día i<)de marzo del presente
año 1929, declaramos que constaba su veracidad.
Habiendo, pues, dado ya la sentencia sobre las
virtudes y milagros, faltaba sólo por discutir
el Vble. Siervo de Dios podía, con seguridad
ser incluido entre los celestes bienaventurados.
Esta duda nos fué propuesta por nuestro
dUt'cHsimo hijo Alejandro Verde, Cardenal de
la Santa Romana Iglesia, Ponente de la Causa,
en la Congregación General habida en Nuestra
presencia, el día 9 del mes de abril del presente
año, y todos los presentes, tanto los Cardenales
como los Consultores, de los Sagrados Ritos,
unánimemente dieron su respuesta afirmativa.
Pero Nos, por tratarse de cosa de tanta impor
tancia, no quisimos dar nuestro parecer hasta
haber pedido ayuda al Padre de las luces, con
fervorosas preces. Habiéndolo hecho asi, final
mente, el tercer domingo después de las fiestas
de Pascua de este mismo año, después de cele
brar el Sacrificio Eucaristico, y estando presentes
nuestros amados hijos S. E. R. el Card. Camilo
Laurenti, Prefecto de la Coyigregación de Ritos,
S. E .'R . el Cardenal Alejandro l'erde. Ponente
de ¿a Causa, Angel Mariani, Secretario de la
Congregación de Ritos, v Carlos Sahtti, Pro
motor de ¡a Sania Fe, declaramos que pedia
procederse con seiínridad a ¡a soletnne Eealificación del Vble. S icn ‘o de Dios Juan Rosco.
y' siendo esto asi. cumpliendo los deseos de
toda la Sociedad cíe Sacerdotes de San Francisco
de Sales, y de la Congregación de las Hijas de
María Au.vHiadora, y de todos los Cooperadores
y ahnnnos Salcsianos, con Nuestra Apostó
lica .lutoridad damos facultad, a tenor de las
presentes Letras, para que el \'ble. Siervo de
Dios Juan Rosco, sacerdote secular de Turin,
sea llamado cu h sucesivo con el nombre de
Reato, y que su cuerpo y reliquias, pueden
proponerse a la vcnetiición de los fieles — más
wo .sacarlas en ptihlicas procesiones — y su ima
gen pueda ser decorada i'o» /.» aureola....
Además, con Nuestra Autoridad Apostólica,
concedemos que se pueda recitar su Oficio y
Misa, toiios los años, tomándolo del Común de
Confesores «o Pontificcs, con oraciones propias,
por Nos aprobadas, segtin ¡as Rúbricas del
y dii Breviario Romano.
La recitación de ^este Oficio y la celebración
de la Misa, la concedemos únicamente para la
arquidiócesis de Turin, en la que nació y murió
el Vble. Siervo de Dios; y además en los templos
y capillas de todo el mundo que pertenecen a la
Sociedad de Sacerdotes de San Francisco de
sales o a la Congregación de las Hijas de María
A uxiliadora, para todos los fieles que están obli
gados a recitar el divino Oficio; y por lo que a
las Misas se refiere, para todos los sacerdotes
tanto regulares como seczUares, que acudiesen
a las Iglesias en que la fiesta se celebra.
Finalmente concedemos facultad de celebrar
las solemnidades de la Beatificación del Vble.
Siervo de Dios Juan Rosco, en los templos arriba indicados, y en los dias que la legitima au
toridad señalare, dentro del año, servatis servandis, después que se hubieren celebrado las
solemnidades en la Patriarcal Basilica Vati
cana, sin que a ello se opongan las Constituciones
y Ordenaciones Apostólicas y los Decretos de
non cultu promulgados, y cualesquiera otras
cosas en contrario.
Queremos, además, que aún con los ejemplares
impresos de la presente, mientras estén firmados
por mano del Secretario de la referida Congre
gación de Sagrados Ritos, y lleven el sello del
Prefecto, tengan la misma autoridad, aún en
las disputas judiciales, que la que tendría la
expresióti de nuestra Voluntad, c6n la exhibi
ción de Ja presente.
Dado en Roma; junto a San Pedro, bajo el
anillo del Pescador, el día i i del mes de junio
del año 1929, octavo de nuestro Pontificado.
V. Card. Gasp.\rri, Secret. de
listado.
Pocas personas oían el precioso documento;
pero todos aquellos miles de almas lo intuían
y con el corazón palpitante de emoción y los
ojos fijos en la maravillosa }:¡oria de Beniini,
en. cuyo centro un velo ocultaba todavía
la imagen gloriosa del nuevo Beato, parecían
querer adelantar el suspirado momento.
Termin») finalmente la lectura del Decreto;
el órgano empieza a preludiar el Te Dctim
y en aquel instante cae el velo que cubría
la Gloria del Beato, que aparece rodeac.o de
centenares de luces y potentes reflectores.
K. momento es de un efecto inimaginable.
Todos aquellos miles de corazones laten
con violencia; de todos los ojos se desprenden
dulces lágrimas de consuelo, amor y vene
ración; todas las manos se unen en un
aplauso cuya intensidad crece, se agiganta,
toma las proporciones de una fragorosa
tempestad, y que durante varios minutos
da desahogo a los afectos de tantos cora
zones. El mismo personal del Va'icano y los
237
írecuentadores habituales de estas ceremo
nias se sienten profundamente conmovidos
y dicen que no recuerdan un momento tan
emocionante.
Después de este primer desahogo sigue el
canto del Te Deum que el públio corea con
entusiasmo y terminado el cántico de acción
de gracias, el Celebrante por vez primera
hace oir el Oremus en el que se imploran
las bendiciones de Dios por intercesión del
nuevo Beato.
-
La Bajada de! Papa,
Si por la mañana había sido grande el
entusiasmo e incontable la muchedumbre,
por la tarde el entusiasmo y la muche*
dumbre aumentaron; el Papa había de
bajar en forma solemne a la Basílica para
venerar al nuevo Beato, y todos los hijos
querían ver al Padre y participar de su
consuelo y alegría.
A pesar del gran número de guardias
La grao familia Salesiana recibida por S . S . en el paiio de S . Dámaso.
En seguida empieza el grandioso Ponti
fical, ejecutando la Capilla Julia una solemní
sima Misa a seis voces del Maestro de la
misma. Capilla.
Durante toda la ceremonia los ojos no
se apartan de la efigie del Nuevo Beato,
representado en acto de remontarse, elevado
por los ángeles, hacia la gloria del Cielo.
A las doce dadas y cuando, terminadas
las funciones sagradas, se fué apagando
la grandiosa iluminación, el público fué
desfilando para tomar un poco de alimento
y volver cuanto antes a la Basílica para las
funciones de la tarde.
italianos y pontificios que en diversos sitios
regulaban la entrada, la muchedumbre es
tal, que resulta imposible e\*itar la aglome
ración con las consiguientes molestias; pero
todos las soportan resignados, con la espe
ranza de la vista consoladora que e-peran.
Sesenta mil personas con el billete per
sonal llegan a entrar en el Vaticano. Un
mayor número queda en la inmensa plaza
de San Pedro, que parece cubierta como de
una capa de hormigas humanas que le dan
un aspecto de extraordinaria animación
En el interior el aspecto es todavía más
deslumbrador que por la mañana. El pú-
23S
blico mós compacto, las tribunas más
llenas, el cuerpo diplomático casi completo.
I/)S Obispos son más de cien; 26 son los
Cardenales,
I^arga es la espera pues el público ha acu
dido con gran anticipación. K 1 Papa para
complacer al mayor míinero ha de entrar
por el fondo y no por el centro de la Basí
lica.
Se ilumina nuevamente la gloria del Beato.
l'U momento culminante se acerca; resuenan
los primeros aplausos. Es el cortejo Ponti
ficio que se aproxima. Guardias suizas, guar
dias nobles, Monseñores. Caballeros de capa
y espada, Cardenales..... Una procesión única.
Cuando la muchedumbra vislumbra la
figura del Papa que en el atrio de la Basí
lica acaba de subir a la silla gestatoria, no
puede contener el entusiasmo: vivas, aplau
sos, pañuelos y sombreros, que se agitan,
lágrimas: la ovación crece, se agiganta; a
medida que los diversos sectores de la Ba
sílica ven aparecer la majestuosa figura del
Papa, se forman como nuevos ríos de entu
siasmo que van a aumentar aquel mar ya
desbordante, alcanzando el máximo cuando
el Papa llega al crucero, haciéndose así
visible a toda la muchedumbre; gritos,
ajúiiusos, saludos, todo aumenta, y tras
breve tregua se renueva con mayor inten
sidad. Y en tanto el Padre de la Cristiandad
pasa en hombros de los que le llevan, son
riente, bendiciendo, hondamente conmo
vido.
Llegado al Presbiterio desciende de la
silla gestatoria y se postra ante la gloria
del Beato, deteniéndose en largo coloquio
de oración con aquel mismo con quien un
día compartiera pan y techo.
Se exjx)ne el Sino. Se canta el himno del
nuevo Beato y el Arzobispo salesiano Mons.
D ’Aquino Correa da la trina bendición con
S. D. M. Terminadas las sagradas funcio
nes se acerca a Su Santidad el Superior Ge
neral de la Congregación Salesiana, y le
ofrece el precioso relicario con una reliquia
insigne del Beato, que el Papa agradece
grandemente. También le es presentado el
anciano salesiano D, Juan Bta. Francesia,
de 91 años de edad, que \*i\*ió con el Beato
desde el año 1S50 hasta el 1888 y que asiste
con emoción esj>ecialisíma a la Beatificación.
Terminados los saludos y ofrecimientos,
el Papa \*uelve a subir a la silla gestatoria
y en la misma fonna de antes reproducién
dose con más intensidad si cabe, las mani
festaciones de cariño y entusiasmo, atra
viesa de nuevo la Basílica para volver a sus
habitaciones. Son las siete de la tarde.
Poco a poco el inmenso público va aban
donando la Basílica. Ríos de gente se forman
en la gran plaza que se va llenando a pesar
de su inmensidad, hasta parecer bien pronto
un inquieto mar de cabezas humanas. El
Papa se asoma a una ventana para gozar
del raro espectáculo; pero, dada la distancia,
su presencia no es notada, tanto más que
la atención del público es atraída por las
maniobras de la gran iluminación, que em
pieza enseguida a ser encendida.
La iluminación.
Inútil querer der una idea del fantástico
espectáculo. Todas las líneas arquitectó
nicas de la Basílica, cúpula y fachada, son
siluetadas por luces de dos clases: velas
encerradas en vasos de papel transparente,
y recipientes llenos de sebo y gruesas me
chas que producen una llama rojiza y cen
telleante, de un efecto extraordinario. 430
hombres encienden entre emocionantes acro
batismos las ocho mil y pico de luces.
Dos momentos tiene la iluminación: la
encendida progresiva de las pequeñas luces
y la rápida, casi contemporánea de los
grandes recipientes de sebo y mecha.
Toda Roma, aprovechando la i)lacidez
de la noche primaveral acude a ver el mag
nífico espectáculo. La circulación de la
plaza está asegurada por un completo ser
vicio de orden y sin cesar da entrada y
salida a una multitud interminable. Las her
mosas colinas que rodean la Ciudad Eterna,
y los sitios estratégicos se ven cubiertos
de público que admira el espectáculo desde
lejos.
Por ser, además, fiesta nacional, muchos
edificios de la ciudad lucen \dstosas ilumi
naciones. Por todos conceptos resulta una
noche de gran fiesta.
Sólo el cansancio, después de un día de
tan grandes emociones, hace que el público,
después de media noche, se vaya retirando
para dar a los miembros el necesario des
canso.
Pero aún entre sueños el alma sigue go
zando con la dulce \*isióu de las escenas
del día que dejarán en ella imborrable re
cuerdo
239
La fornaboda.
Si el 2 de junio fué día de fiesta gene
ral, de goce y alegría para toda la Iglesia
que vió elevado al honor de los altares a
un nuevo Beato, el día 3 reservaba'alegrías
especiales a los Hijos de Don Bosco, a toda
la inmensa falange que forma la familia
salesiana. E l Santo Padre quiso conceder
una Audiencia especial a todos los elementos
salesianos que habían acudido a la Ciudad
Eterna para el fausto acontecimiento, para
decirles palabras que habían de quedar como
e l más dulce recuerdo en todos los corazones.
apareció en el histórico Patio a los acordes
del Himno Pontificio, toda la asamblea pro
rrumpió en entusiastas aplausos y en ^•ivísimas e insistentes aclamaciones al Padre
común. Restablecido el silencio la Schola
Cantorum del Colegio de Roma entonó las
aclamaciones en honor del Sumo Pontífice
y la Schola de la Crocetta de Turín ejecutó
un solemnísimo Oremus Pro Ponlificc.
En seguida el Rector Mayor de los Sale
sianos, P. Rinaldi leyó un devoto y filial
discurso de acción de gracias y de homenaje
al Santo Padre. Y apenas hubo terminado se
acercó al Trono Pontificio para besar el Pie
Don Felipe Rinaldi, después de leer el discurso, se posira anie el Sanio Padre
que lo eniretiene en cariñoso coloquio.
L a gran reunión fué convocada en el
grandioso patio de San Dámaso del Palacio
\'aticano. Allí acudieron los Superiores sale
sianos y de las Hijas de María Auxiliadora
con todos sus alumnos y exalumnos, coo
peradores y cooperadoras presentes en la
Ciudad Eterna. De 15 a 20 mil personas se
congregaron en el grandioso patio. Asis
tieron también a la Audiencia los Emmos.
Sres. Cardenales Gasparri, Vidal y Barraquer de Tarragona, Gamba y el salesiano
Hlond con más de 30 obispos y un gran
número de prelados. Prestaban servicio de
honor la Banda de la Guardia Palatina y
otras dos bandas de los Colegios Salesianos
de Roma y de Turín.
Cuando a eso de las 6 el Santo Padre
de Su Santidad, pero éste no lo permitió y
se entretuvo unos minutos con él en afectuoso
coloquio mientras la multitud prorrumpía
en una entusiasta ovación.
A l ver que el Papa se dispom'a a hablar
un religioso silencio dejaba oir los latidos
de los corazones y el Santo Padre con voz
fuerte y sonora empezó: ■; Alabado sea Jesu
cristo* y cuando todo el auditorio hubo con
testado *Sea para siempte bendito y alabado*,
continuó:
Hora solemne.
Horas hermosas, solemnes, gloriosas se han
vivido en este ambiente que bien puede llamarse
famoso en iodo el mundo, aún sin referirse más
que a las que la Divina Bondad nos concedió
240
asislir sobre todo dnruiUe el año Santo y en otras
circunstancias. Pero raras veces hemos podido
contemplar lo que en estos momentos vemos y
contemplamos:
Una tan grande muchedumbre de escogidos
hijos del Papa y de la Iglesia, tanta gloria y
tanta alegría de verdadera caridad, tanto entu
siasmo de piedad filial, tantas demostraciones
de fe, de verdadero amor a la Santa Iglesia, a
esta antigua Santa Romana Iglesia, Madre de
todas las Iglesias y al Vicario de Jesucristo
Padre de las almas. Padre común de lodos los
creyentes. Y todo esto en el nombre ya tan au
gusto y glorioso en lodo el mundo, en el nombre
de Don Juan Poseo, que no sólo ha alcanzado
la gloria terrena y mundial sino la celestial y
eterna, en el nombre y en la Gloria del Beato
Don Juan Poseo (Aj>lausos).
Vosotros, amados hijos, sabéis, saben muy
bii ii todos los presentes, cómo participamos con
todo nuestro conteón, con toda nuestra alma a
vuestra gloria y a 'vuestro regocijo; porque tam
bién Nos (ya lo hemos repetido muchas veces y
siempre con gran ■ consuelo) nos contamos, no
sólo entre los admiradores de Don Poseo sino que,
por especial gracia de Dios, nos contamos en el
número de los que lo han conocido personalmente,
de los que de él recibieron afectuosas y paternales
muestras de benevolencia y estamos por decir de
paternal amistad, como era natural que fuera
entre un veterano glorioso del sacerdocio y del
apostolado católico y un joven sacerdote, joven
entonces, que ahora ya lo veis envejecido y que
vosotros habéis venido a consolar con vuestras
demostraciones de piedad filial (Grandes aplau
sos).
Os damos por ello las más rendidas gracias,
amadisimos hijos, y tenemos la convicción de
que habéis tomado parte a nuestro Jubileo Sa
cerdotal en manera infinitamente más impor
tante que con estos a su vez tan gratos aplausos,
con vuestras oraciones, por las cuales os damos
I. Pinza de M aría Auxiliadora.
a. Calle Cottolengo. — 3. Santuario de Alaría Auxiliadora. — 4. Primitiva V o
d d internado. — 9. Clases y estudios de los estudiantes. — 10. N uevo pabellón para talleres. — ix . Clases y donnteri
16 y 17. Casa de las Hijas de M . A , — 18. L a grande Editorial S. E. I. donde se im prim e el Boletín Sáleaano. '—
especiales gracias. Y nos produce especial satis
facción, al evocar tan gratos recuerdos, ver en
derredor nuestro a los veteranos de los alumnos
salesianos, a los obreros de la primera hora, de
aquella primera hora que es siempre más difícil
y más ardua, cuando se trata de empezar los
surcos y de arrancar a tierras todavía incultas
los primeros frutos de un cultivo primitivo.
¡Gloria y honor a vosotros, antiguos soldados de
la Institución Salesiana, a vosotros, primeros
compañeros del Beato Juan Bosco!
Y sed bienvenidos también todos vosotros,
congregados de todas las partes del mundo para
hacer más grandiosas y solemnes las primicias
de veneración a vuestro, o mejor dicho a Nuestro
glorioso Beato, que Nos por gracia de Dios hemos
podido elevar al honor de los altares. Y no sólo
nos habéis hecho gustar más vivamente con vues
tra presencia esta elevación a los honores de los
altares, sino que nos habéis hecho también más
vivamente sentir y gustar aquella paternidad
universal que la Divina Providencia quiso, en
su bondad y en sus inexcrutables designios,
confiar a nuestro pobre corazón. Nunca como
en estos momentos en que (.'irnos alrededor nuestroalmas tan fervorosas y ¡lenas de caridad cris
tiana, reunidas de todas las partes dcl mundo^
sentimos ser verdaderamente el Padre de todos
los creyentes, de toda ¡a gran familia católica,
que vosotros representáis tan dignamente, tan
grandiosamente; que vuestra sola presencia
constituye un testimonio elocueniisimo de los
méritos del Beato Juan Bosco y de la fecundidad
y mérito de su Obra.
La gran familia salesiana.
Cuando pensamos que vosotros, salesianos
y salesianas, alumnos y alumnas, exalumnos y
cooperadores, prelados, oi»ts^os y cardenales
no SOIS más que una representación, una débil
representación de la muchedumbre que, en es-pi-
TU R IN : L A C IU D A D SA L E SIA N A DE V A LD O CCO .
Vista del Oratorio de Don Bosco tomada desde un aeroplano.
En el ángulo superior aparece en igual escala la primitiva casa Pinardi. [Maravillosos contrastes de las Obras de Dios!
illesia de San Francisco. — 5. Habitaciones de Don Bosco. — 6. Edificio del Capítulo Superior. — 7 y 8 Patios
átonos. — 12. Lavaderos y ropería. — 13. Oratorio Festivo- — 14. Teatro interno. — 15. Antiguos talleres. —
.•— 19. Sucursal de la Parroquia. — 20. Hespedería. — 21. Almacenes. — 22. Lugar del célebre Prado Füippi.
242
ritu, como en grande visión apocalíptica vemos
tras de vosotros, en medio de vosotros, nuestro
espíritu se siente verdaderamente arrebatado de
admiración y de alegría. (Cuántos son los hijos
de Don Dosco y los que participan de su Obra?
Aún contando sólo los actuales, son millares y
millares: los salesianos de ocho a nueve mil y
las benenu'ritas Hijas de María Auxiliadora de
siete a ocho mil. Y ¿cuántos son los alumnos
salesianos? Esta pregunta la contestaremos con
la misma respuesta que Nos acaba de dar^uestro
Superior Mayor, a quien hace unos momentos
preguntábamos si podía darnos, al menos con
alguna aproximacü'n, el total de los alumnos
salesianos en la actualidad: y modestamente nos
contestó que no lo sabía, que no podía dárnoslo.
He aquí una hermosa muestra de modestia, que
resulta al mismo tiempo una soberbia afirmación,
pues equivale a decir: Son tantos que ni siquiera
sabemos cuántos son.
La educación crísfiana.
Nos congratulamos con vovotros, amadísimos
hijos, en cualquier lugar, en cualquier oficio en
cxialquier grado, hasta el más humilde, os en
contréis de esta grande familia, de este glorioso
ejército, verdadera defensa del bien y de la\verdad.
Cuando se considera el valor de una sola alma,
cuando se piensa qué tesoro es una sóla educa
ción cristiana, educación cristiana como la
entendía Don Bosco o sea, profunda, completa,
exquisitamente cristiana y católica; cuando se
piensa en este tesoro multiplicado por tan gran
número de secuaces y de medios, se prueba ver
daderamente un grande sentimiento de alegría
y de gratidud hacia Dios, que sabe suscitar
obras tan grandes, y mantenerlas vivas y hacer
las prosperar en este misero mundo, en donde,
es siempre tan pertiiias la lucha del mal contra
el bien, del error contra la verdad cristiana. Nos
congrattilamos con todos y cada uno de vosotros,
amados hijos: con toda la grande familia saley en esta contemplación consoladora de un
pasado tan fecundo de bien encontramos la se
guridad prometedora de un porvenir siempre
más espléndido, siempre más rico de frutos
espirituales, para la gloria de Dios, para la
evtensión y consolidamiento del Reinado de
Cristo, para la salvación y saniipcación de ¡as
olmas, para honor y gloria de la Santa Iglesia,
Esposa de Jesucristo. No podríamos haceros,
amados hijos, otro augurio mejor, ni más pa
ternalmente cariñoso, que éste, en este momento
en que vuestra Obra se ilumina con tan hermosos
resplandores de tus divina, cuando Nos ha ca
bido la dicha, por gran misericordia de Dios,
de elevar a vuestro y Nuestro Beato Don Bosco
al honor de ¡os altares, levantando uh borde del
velo de oro que oculta a nuestras miradas los
esplendores del Cielo, procurando dar a conocer
acá abajo algún destello de la grande gloria que
le rodea allá arriba, justa recompensa de sus
inmensos merecinientos.
Gloría pafrís, fílü sapientes.
Pero a la gloria celeste tiene que corresponder
la gloria terrestre y vosotros hdbeis venido aquí
precisamente para establecer esta correspon
dencia mediante la expresión de la veneración
mundial con que centenares de miles de almas
invocan doquiera y veneran con vosotros al
Beato Don Bosco. Pero vosotros teneis que pen
sar además que la gloria principal del Beato
en esta tierra está en vuestras manos y depende
de vosotros. No es nuestra la palabra que ahora
pronunciamos sino de Dios: « Gloria patris filii
sapientes ». Vuestro Padre será glorificado con
la mayor gloria que aún humanamente puede
tributársele, si vosotros sabéis ser hijos sabios
y dignos de tan gran padre; si sabéis como ahora,
y siempre más y mejor, entender su espíritu y
el de su Obra, para continuarla siempre mejor,
como él quería, sin medir el trabajo {Nos mismo
recordamos lo que el repetía como gloriosa di
visa: Quien no sabe trabajar no es salesiano);
sin regatear la dedición completa. {Nos parece
todavía verlo con nuestros propios ojos), la abne
gación de todo lo que se refería a su propia per
sona para cuanto pudiera contribuir al bien
de las almas. Y Nos mismo recordamos las her
mosas palabras que él, mirando hacia el porve
nir con genial intuición, Nos decía cuando con
él Nos congratulábamos por haber visto cosas
tan hermosas en su Casa, en sus talleres, en sus
escuelas. Y tened en cuenta que no se trataba
del bien en si mismo, sino de los medios para
hacer el bien, en los cuales él se adelantó a los
tiempos con la seguridad de una felicísima
inspiración. A 7iuestras palabras de compla
cencia, él, que como ya sabéis, hablando de si
mismo se expresaba siempre en tercera persona,
contestó: * Cuando se trate de algo que se re
fiere a la causa del bien, Don Bosco quiere ir
siempre a la vanguardia del progreso *.
E l frufo de la Beaíifícación.
Esta palabra que Nos recogimos un día de
los labios de vuestro Padre, amadísimos hijos,
es la que pensamos dejaros como recuerdo, come
fruto, como propósito y conclusión práctica de
esta hora magnifica que Nos habéis procurado,
¡Cuando se trate del bien, de la verdad, del
honor de Dios y de la Iglesia, del Reinado de
Jesucristo, de la salvación de las almas, siempre
a ¡a vanguardia del progreso! Sea este vuestro
santo y seña, sea el acicate continuo que os anime
a adelantar siempre animosos por los gloriosos
caminos por los que os incitan a caminar la
243
palabra, el ejemplo y ahora la intercesión del
Beato Juan Sosco.
Con esta magnifica visión del pasado y pre
visión del porvenir os impartimos la Apostó
lica Bendición; todas las bendiciones que habéis
venido a pedir al Santo Padre en tan hermosa
circunstancia, a todos y a cada uno, niños y
mayores, para todas las personas y cosas que
ridas a vuestro corazón, sobre todo y sobre todo$,
descienda nuestra paternal bendición y perma
nezca siempre *.
.í i 't í
^
;
E l triduo de Roma
en honor del Beato.
Los dias 4, 5. y 6 de junio fueron dedi
cados al solemnísimo Triduo en honor del
nuevo Beato, que se celebró en la Basílica
Salesiana del Sagrado Corazón de Jesús,
una de las últimas Obras llevadas a cabo por
el mismo Beato, por encargo especial de
Su Santidad León X III.
:
.................. I
::v;.
.
c O l 'i i • j : i j : r ; n , i í i r ! r • d f i
Por la noche del gran día la Basílica Vaticana aparece como una TÍsión de cielo.
La Bendición del Papa.
Apenas terminado el conmovedor dis
curso, el Papa se levantó para impartir la
Bendición Apostólica. Toda la imponente
asamblea, conteniendo a duras penas su
entusiasmo, recibió la bendición en actitud
reverente y piadosa; pero apenas pronun
ciada la fórmula sagrada, prorrumpió en
aplausos y aclamaciones interminables, mien
tras el Papa, bajando del trono y rodeado
de los cardenales y obispos, se adelantó
hasta el borde del estrado, recorriéndolo
todo, saludando y bendiciendo repetida
mente a la entusiasta muchedumbre que
lo aclamaba. Y los aplausos y aclamaciones
continuaron aún cuando el Papa se hubo
retirado, no acertando los presentes a dejar
tm lugar donde habían probado tan hondas
emociones.
E l dia 4 celebró la Misa de Comunión el
Superior General de los Salesianos, Don
Felipe Rinaldi; pontificó la Misa solemne
el Cardenal Gamba, Arzobispo de Turín;
por la tarde dijo el panegírico del Beato
el salesiano Mons. Luis Olivares, Obispo de
Nepi y Sutri. E l día 5, la misa de Comunión
General fué celebrada por el Emmo. Car
denal Laurenti, Prefecto de la Sagrada Con
gregación de Ritos; el Pontifical de las 10
estuvo a cargo del Cardenal Luís Capotosti y el panegírio) de la tarde lo dijo con
su arrebatadora elocuencia Mons. Carlos
Salotti, Promotor General de la Fe. El día
6 celebró la Misa de Comunión el Emmo.
Cardenal Alejandro Verde, Ponente de la
Causa; a las 10, (alebró Misa solemne Pon
tifical el Cardenal Salesiano Mons. Augusto
Hlond, Primado de Polonia; el panegírico
de la tarde estuvo a cargo del Emmo. Car-
2H4
denal Gamba, Arzobispo de Turín e impartió
la Ueiidición con S. D. M. el Emmo. Car
denal Pedro Gasparri, Secretario de Estado
de Su Santidad y Protector de la Pía So
ciedad Salesiana.
Todo contribuyó al esplendor de este
Triduo, que resultó un grandioso homenaje
que la ciudad de Roma tributó al nuevo
Beato. Ea Basílica del Sagrado Corazón
luciendo sus mejoros galas y una esplén
dida iluminación tanto interna como externa;
la magnificencia de las sagrados funciones
que se desarrollaron con todo el esplendor
de la liturgia católica; los cantos ejecutados
por grandes masas polifónicas con extraor
dinaria perfección; los altísimos personajes
que oficiaron y asistieron a las sagradas
funciones; la multitud que llenaba el espa
cioso templo y todas sus adyacencias; todo
fue digno del homenaje que la Ciudad
ICterna quiso rendir al grande fundador,
al educador insigne, al paladín esforzado
de la Iglesia y del Vicario de Jesucristo.
Colocación de la primera piedra
de ¡a Obra Pío XI.
Para qire nada faltara a un conjunto tan
solemne y grandioso, uno de los mimeros de
las fiestas de la Beatificación en Rom a íué
la colocación de la primera piedra de la monu
mental Iglesia de Maria Auxiliadora, que
forma parte del nuevo grandioso edificio que,
como homenaje a Su Santidad Pío X I en su
año jubilar, la Congregación Salesiana está
levantando en la ciudad de Roma. El conjunto
de jiatias y wlificios ocupará un área de 40.000
metros cuadrados y comprenderá tres obras
principales: Un internado con totlos los ade
lantas motlcrnos j>ara la enseñanza de Artes
y Oficios, capaz para unos 400 alumnos; un
externado eon Oratorio Festivo y todas las obras
complementarias, y la graudo Iglesia de Maria
Auxiliadora, qu$ será un centro de difusión
tle vida cristiana, para el nuevo barrio que se
está fonuando alre«.ltHlor de la Vía Tusculana.
ba nueva Iglesia tendrá 75 m. de largo, 30
de ancho y ¿3 de altvira alcanzando en el cru
cero una anchura de 40 metras.
Ofició el sngra<Ío rito el Canlenal \'icario
Emmo. Basilio Pompili. hallándose presentes
los Eimuos. Cardenales Cerretti, Gamba. I.auri
y Hlond, varios obispos salesianos, nuestro
Sui>erior General con los demás miembros
dcl Capítulo Superior y gran número de auto
ridades y pereoualidades de Roma, de Turin
y del extrimjero.
LAS JORNADAS DE TURiN
(del 9 al 16 de Junio).
Preparativos.
Si bien es verdad que la grandiosidad de
los actos realizados en Roma, en la primei*
Basílica de la Cristiandad y m presencia
del Santo Padre, no pueden ser igualados
en parte alguna, con todo, las fiestas de T u
rín, se acercaron mucho a la grandiosidad
romana y la superaron en amor, en entu
siasmo y en afluencia de peregrinos.
Días de intensa actividad fueron los pre
cedentes al segundo domingo de junio. Ea
Casa Madre de los Salesianos estaba rebo
sante de salesianos de todas las partes del
mundo, allí reunidos para rendir su tributo
de amor al Padre a quien pronto iban a
ver en la gloria del altar. Muchos habían
llegado recientemente de Roma; otros, los
más, venían con escuadrones de niños de
todas las regiones de Italia y del extranjero.
Y la ciudad también se veía repleta de
forasteros. Desde tres días antes hubo de
suspenderse en las estaciones de Turín el
despacho y recibo de toda suerte de mer
cancías porque los numerosos trenes especi.iles que llegaban a la capital del Piemonte
apenas eran suficientes para trasportar a la
multitud de peregrinos que deseaban asistir
a los solemnes festejos.
Agréguese a esto los centenares de ve
hículos de toda clase y capacidad que traían
los peregrinos de los pueblos comarcanos y
de otras proWncias, y se podrá tener una
pálida idea de la gente que acudió a Turín
en estos días para festejar al santo pianiontés, al apóstol de la juventud.
Como para electrizar más a la gente y
corresponder a su confianza y afecto, Don
Bosco quiso mostrar desde aquellos días
su valimiento sobrenatural, y fué precisa
mente en Valsálice, la \dspera de su tras
lado, cuando quiso con un prodigio osten
tar su gran poder, curando y devoh-iendo
la vista a un niño casi ciego, que en brazos
de su madre, aguardaba ansioso la dicha
de \-isitar el cuerpo del Beato. Como éste,
por razones fáciles de comprender, no se
podía exponer a la pública curiosidad y de
voción, madre e hijo, se dirigieron a la ca
pilla del Colegio de Valsálice, y fué allí,
ante un cuadro del Beato, donde se obró el
245
Despoés de cnarenfa aBos. el
qocto
Beafo deja la paz de la tnmba de Valailice.
246
prodigio, pues de repente, el niño que antes
no veía sino imágenes borrosas e imper
fectas, exclamó en un arranque de alegría;
— ¡Mamá, mamá, ya veo, ya veo!
La voz del prodigio se extendió como un
reguero de pólvora por toda la ciudad y
a las primeras horas de la tarde ya era el
tema obligado de todas las conversaciones.
La fíesía.
Así caldeados los ánimos, amaneció el
día memorable de la traslación. Desde las
cuatro de la mañana, sin cesar en todo el
día, empezó la afluencia de devotos hacia
los alrededores de la Basílica de María Auxi
liadora, punto de cita de todo Turín, de todo
el Piamonte, y de todo el mundo salesiano.
La multitud no cabía en la iglesia y para
facilitar el cumplimiento del precepto se
instalaron varios altares al aire libre en
donde se decían misas sin interrupción; uno
de ellos en la plaza de María Auxiliadora.
Delante, una gran masa de devotos asistía
con ejemplar compostura y recogimiento
al santo Sacriñcio, mientras el movimiento
general de la plaza, con sus continuas ondu
laciones y oleadas de gente seguía sin cesar...
Se erigió otro altar en uno de los patios
interiores del Oratorio, sin contar las Misas
que se iban diciendo en el templo de San
Francisco de Sales, en la capilla Pinardi,
en \ü Iglesia sucursal y en las habitaciones
de D. Bosco.
En Valsálice,
A las primeras horas de la tarde nos tras
ladamos a Valsálice, para presenciar el
comienzo del cortejo.
Las calles que debía recorrer la urna del
Beato estaban ya tomadas por la fuerza
pública, que impedía la circulación de toda
suerte de vehículos y a ambos lados del Paseo
Reina Margarita, en la plaza de la Catedral
y en otros diversos puntos por los que debía
desfilar la manifestación, se habían levan
tado grandes tribunas para el público, y pese
al elevado precio de las localidades-desde
10 hasta 50 liras — estaban llenas de gente,
que con toda paciencia aguardaba la hora
de ver pasar el Santo. No menos mara\*iUa
causaban los que a ambos lados esperaban
en pie, manteniéndose con una constancia
mara\dllosa en su puesto, desde las dos
hasta las ocho de la tarde, sin dar muestras
de cansancio, antes con creciente interés
a medida que se aproximaba el ansiado mo
mento.
Fué un problema el tener que atravesar
el corto espacio que nos separaba de Val
sálice, pero llegamos por fin allá cuando
empezaba a movilizarse la comitiva.
Allí se encontraban ya la mayor parte de
los Prelados salesianos que junto con el
Card. Hlond quisieron acompañar el cuerpo
del Beato durante todo el trayecto.
También quiso prestar este homenaje a
D. Bosco el Emmo. Cardenal Gamba, Ar
zobispo de Turín, quien a pesar de ins
tarle, atendida su edad y lo largo del
trayecto, a que hiciera como los demás Prín
cipes de la Iglesia y autoridades, incor
porándose al cortejo en la Catedral, insistió
en quererlo acompañar desde Valsálice
aduciendo como motivo, su relación espe
cial con Don Bosco como exalumno y Arzo
bispo de Turín.
A las 2 y media D. Rinaldi da la orden
de trasladar la sagrada urna al jardín del
Instituto. E l alto honor corresponde al
grupo de Ex-Alumnos, que se disputan la
preciosa carga.
Bajado de la habitación en donde se
encontraba, el cuerpo del Beato es depo
sitado en una riquísima urna, adornada con
primorosa talla, ejecutada por los alumnos
de las Escuelas Salesianas de San Benigno.
La urna es montada sobre un chasis
ofrecido por la casa constructora, y ador
nado con toda magnificencia.
Los exalunmos, alrededor del glorioso
cuerpo, dan escolta de honor.
A llí vimos, representando a las florecientes
agrupaciones de sus lejanos países, a los
delegados de España, Sres. Durán y De las
Heras; de la Argentina, Prof. Amadeo P.
Barousse, Mario Balbi y Pedro Ballerini;
del Uruguay, Sres. Avelino Breña y Ponce
de León.
Iban alegres y orgullosos de conducir la
carroza y de formar corona alrededor del
Padre.
La salida.
Se inicia la procesión. Abre la marcha
la Banda de Música del Oratorio, seguida
de los alumnos y exalumnos del Colegio
de \*alsálice. Luego el clero, en doble fila,
precediendo a los Obispos Salesianos.
247
248
La larga fila de Prelados, está compuesta
por los ICxcmos. Mons. Mederlel, Arzobispo
de Madrás, Mons. Guerra, Arzobispo de
Verissa, Mons. Coppo, Obispo de Paleopolis, Mons. Sak, Vicario Apostólico del
Alto Luapula; Mons. Mathias, Vicario Apos
tólico del Assam, Mons. D'Aquino Correa,
Arzobispo de Cuyabá, Mons. Olivares, Obispo
de Nepi, Mons. Coniin, Vicario Apostólico
de Méndez y Gualaquiza; Mons. Couturon,
Administrador Apostólico del Registro de
Araguaya, en B rasil; Mons. Emmanuel,
Obispo de Sabina, Mons. Jara Vicario Apos-
deValsálice un ^^.va formidable.... lís impo*
nente el momento en que D. Bosco deja
aquellos lugares santificados por su pre
sencia. Se siente la tristeza del momento.
Los frondosos árboles del patio interponen
sus ramas, en un último abrazo de despedi
da, como para impedirle él paso, y hay
que cortarlas, para qu? con su roce, no se
estropee la urna.
Y empieza el triunfo. Apenas salido del
Instituto, la aglomeración de fieles se hace
imponente.
Todos tienen en sus gargantas el mismo
grito, en sus labios el mismo canto,
en sus corazones la misma plegaria.
L a estrechez de la calle, impide,
empero, que se demuestre el en
tusiasmo de la multitud en toda
su grandiosidad.
El desfile sigue por media hora,
antes de llegar al puente Hum
berto, desde donde ha de em
pezar a regirlarizarse el cortejo,
ya que la gente que hasta ahora lo
formaba, no es sino una parte
insignificante. Los demás se en
cuentran esperando su tum o en
la vastísima plaza Vittorio Veiieto,
y en las amplias calles adyacentes.
Gracias a las providentes me
didas tomadas, la plaza Vittorio
Veneto, presenta una aspecto orEI estundaríe y los dos banderas españolas, qne. escolladas
por numeroso {{rupo de pere^ínos. formaron en el cortejo.
denádo. Se ven todos los diversos
grupos que han de formar en la
tólico de Magallanes y Mons. Muncrati, procesión, formados por separado, con sus
insignias, banderas, carteles; y en orden
Obispo de Volterra.
Cierra la larga fila de Obispos salesianos perÍQito, a medida que les toca el turno,
el Ummo. Cardenal
Hloy\d, Primado se van moNulizando.
Son diez y nueve los grupos que integran
de Polonia, que precede inmediatamente la
el cortejo. Cada uno de estos grupos sería
urna del Beato.
Detrás de esta avanza el límmo. Cardenal suficiente para nutrir una manifestación.
Gamba, Arzobispo de Turín, con numeroso Pasan de treinta las bandas de música que
sétiuito formado por el clero de su arqui- a inter\’alos ofrecen una nota de animación
a los cantos'de la muchedumbre.
*
diikesis.
Desde las graderías de la Catedral asis
A ambos cardenales les dan \*istosa escolta
los Caballeros del Santo Sepulcro, Caballe- timos al imponente desfile. Lo presencian
lleros de la Orden de Malta y de la Orden desde aUÍ también todos los Excelentísmos
de Sat\ Silvestre, todos con sus riquísimos Sres. Obispos, dando un magnífico es
y vistosos uniformes, que compiten en mag pectáculo con el brillo de sus colores y
nificencia con las púrpuras de los Carde la magnificencia de sus vestiduras. A los
nales.
cuatro cardenales que también esperan en
Alrededor de D. Bosco ocupan el puesto la Catedral suitiarse al Cortejo, les son pre
de honor los miembros del Capítulo Supe parados sendos sillones para que puedan
contemplar cómodamente el des^e.
rior de la Congregación Salesiana.
Al avanzar la urna, resuena en los patios
Y este da comienzo, por fin
249
El desSh.
E l primer grupo está constituido por las
niñas de los Oratorios de las Hijas de María
Auxiliadora de Turín, comprendiendo las
secciones de Hijas de María, Huérfanas,
grupos gimnásticos, Colegios de Turín, el
Círculo María Mazzarello, y termina con
una nutrida representación de Ex-Alunmas.
El segundo es el de los Oratorios Salesianos. Pasan los de la Crocetta, Mouterosa,
San Pablo con su Banda, Valsálice, Marti-
legios que las Hijas de María Auxiliadora
dirigen en el Piamonte, al que sigue el grupo
octavo, integrado por nutridas representa
ciones de los Colegios Salesianos del Piainonte.
El noveno, que fué uno de los más intere
santes, lo formaban la Unión de Jóvenes
Católicas, la de Mujeres Católicas, los Jó
venes Católicos y la Unión de Caballeros
Católicos, cerrando el grupo los círculos
católicos universitarios
En el grupo décimo tenían una numerosa
El caerpo Diplomático se ane al homenaje a Don Bosco.
En el centro ei Excmo. Sr. D. Alejandro £.scudero. Cónsul de Espafia.
netto, San Unís Gonzaga, y San Francisco
de Sales, el primer Oratorio fundado por
D. Bosco. E s una fila interminable.
E l tercero y cuarto grupo están integra
dos respectivamente por un gran número
de Baldas y « Piccole Italiane», ataviados
con \dstosos uniformes.
En el quinlo forman las Compañías y
Colegios no salesianos de Turín. de ambos
sexos
El sexto, los Colegios Salesianos de Martinetto, San Juan y el Oratorio de San Fran
cisco de Sales, tres imponentes filas de
niños internes.
E l séptimo k ) constituyen todos los Co-
representación las Cooperadoras Salesianas,
y Damas de María Auxiliadora, los E x
alumnos de D. Bosco y Cooperadores Sale
sianos.
El undécimo estaba formado por represen
taciones de las casas que las Hijas de María
Auxiliadora poseen, tanto en Italia como en
los países extranjeros.
A continuación desfilaban, en puesto de
honor, la Casa de Valsálice, las Congrega
ciones religiosas de mujeres y el Instituto de
las Hijas de María Auxiliadora con el Con
sejo General, formando un grupo imponente.
E l grupo décimo tercero iba precedido de
la cruz procesional, seguida de los clérigos
250
salesianos y de otras Congregaciones; —
Seminarios Diocesanos, Sacerdotes del Co
legio líclesiástico (del que fué alumno
el Beato) — el clero salesiano en cuatro
interminables filas.
ICl décimo cuarto lo componían las Congre
gaciones y Ordenes religiosas, con sus Supe
riores generales y Provinciales, el clero dio
cesano, Párrocos, Rectores de Iglesias, Fa
cultad Degal, Facultad Teológica, Canónigos
de las Colegiatas y de la Metropolitana.
K1 décimo quinto lo formaban los Exmos.
Prelados, Obispos, Arzobispos y Cardenales
con su séquito.
Inmediatamente a continuación de este
grupo venía la urna del Beato, rodeada del
Capítulo Superior de los Salesianos y los
Presidentes internacionales de los Coope
radores y Kxalunmos de Don Bosco. Tam
bién iban en este grupo algunos repre
sentantes de la familia del Beato.
A continuación venía el grupo décimo
sexto, integrado por las Autoridades civiles
y militares, el cuerpo Consular, la Comisión
de Honor, y los Alcaldes de todas las ciu
dades del Piamonte ‘ en donde hay alguna
obra salesiana.
I4OS dos últimos grupos, que cerraban el
cortejo, estaban integrados por una nutrida
representación de entidades políticas, cultu
rales y patrióticas, entre las que merecen
especial mención la representación de la
<( Unión Enseñantes Don B osco» y la Uni
versidad de Turín con sus Profesores y
numerosos alumnos.
Cada uno de estos grupos promovía, a
su paso, calurosas ovaciones y halagüeños
comentarios de parte del numeroso pú
blico estacionado para verlos pasar, por
que todas decían algo al corazón de los
admiradores de D. Bosco. Eran objeto de
cariñosas ovaciones las juventudes de Oistelnviovo, pueblo natal del Beato, las de
la Ciudad de Roma, la Asociación de Padres
tle Familia, con varios centenares de so
cios que reflejaban en sus rostros el entu
siasmo y el convencimiento.
Pasa, entre mue.stras de especial compla
cencia. un escuadrón de alumnas de las
Hijas de María Auxiliadora, artísticamente
ataviadas, llevando sobre el pecho una
banda de seda, con los nombres de todas las
ciudades del mundo donde los Salesianos
o las Hijas de María Auxiliadora tienen
fundado algún Colegio o centro.
Se anuncian con nutridos aplausos la
presencia de las representaciones de Polonia,
de España y de Francia, con numerosos ma
nifestantes, ostentando sus banderas y es
tandartes.
También es acogida con viva simpatía
la vresencia de dos negros del Congo Belga,
en representación de las misiones salesianas.
Pero entre todos estos grupos, debemo.s
mencionar ei más numeroso, d más disci
plinado y uno de los más simpáticos: es el
grupo de más de diez mil personas, formadopor los Cooperadores, Cooperadoras y E x
alumnos Salesianos: todos orgullosos del
acto que allí les reúne, parecen querer ma
nifestar al mundo entero, el santo orgullo
de que se sienten poseídos por pertenecer
a la Obra que fundó el Beato D. Bosco.
Y pasan numerosos y recogidos, con las
banderas e insignias de todas las naciones,
ofreciendo a la multitud, que con respeto los
contempla, el bello, espectáculo de la fuerza
y de la juventud, asociada a la virtud y a
la religión.
A continuación vienen los sacerdotes con
sus albos roquetes y magníficas vestiduras,
precediendo al nutrido grupo de Obispos
Salesianos y al Cardenal Hlond, cuya púr
pura y majestuosa presencia cautiva la
atención de todos los ojos, que se \’nelven
a él con admiración y cariño.
P asa el Beafo.
En esto empieza a notarse algo especial:
cesan los murmullos de las conversaciones;
un silencio solemne y religioso invade a la
multitud; se nota un movimiento de agítatación en la masa; unos se arrodillan, otros
se ponen de pié y se santiguan. Es que
aparece la urna, filigrana de arte, tesoro de
riquezas; pero lo que atrae y cautiva la
atención y los corazones de todos, es aquel
cuerpo, que se ve a través de los cristales,
aquel cuerpo bendito de Don Bosco, cuyo
rostro aún sonríe a la multitud;.... Pasa
Don Bosco....
Y aquellas calles que un día cruzara el
humilde sacerdote, triste y apenado en busca
de recursos con que mitigar el hambre de
sus asilados: aquellas calles que no hace
muchos años le veían rodeado de turbas
de pilludos, vendedores de cerillas, limpia
chimeneas, vendedores ambulantes, le ven
ahora rodeado, si, de niños como aquellos
251
pero también de los más egregios Príncipes
de la Iglesia y de las más distinguidas auto
ridades de la Capital.
La turba de niños de hace cincuenta o
sesenta años se ha transformado hoy en
otra turba de más de quinientas mil almas,
que al paso de D. Bosco entona un himno
triunfal, celebrando entre aclamaciones de
entusiasmo, la vuelta al Primer Oratorio
del Padre de los niños, orlado con la aureola
de la santidad
La presencia de la urna produce donde
quiera un religioso silencio en la multitud,
que se arrodilla y reza.... Y Don Bosco pasa,
de Nápoles, y Nasali Rocca, de Bolonia,
precedidos de una interminable fila de Arzo
bispos y Obispos, asistidos por sacerdotes y
familiares.
A rzobispos: Pisani, titular de Costanza,
MontaneUi de VercelU, Del Rio de Oristano,
Piovella de Cagliari, Longhtn de Treviso,
Ballerini de Pavía, Curi de Barí, Ferráis
de Catania, Conforti de Parma, Menzani de
Piacenza, Bussolari de Modena, Bartolomasi
Arcivescovo Castrense.
Obispos : Ferretti de Macerata, Calahrese
de Aosta, Ressia de Mondovi, Rossi de
La Urna qae contiene las preciadas reliqaiss del Beato.
bendiciendo a todos.... y mientras procede
lentamente para llevar a otros grupos su
bendición y su sonrisa, los anteriores se
ponen nuevamente en pie, y desahogan su
entusiasmo y su amor hasta entonces con
tenido, en gritos de júbilo, en exclamaciones
y cánticos de inmensa alegría.
Y este es el espectáculo que ofrece el
paso de Don Bosco durante todo el trayacto
Son más de dneo kilómetros, los que re
corre la urna en medio de una ovación ininte
rrumpida, de un continuo fluir de lágrimas,
y de im incesante perfume de oraciones.
Los Prelados.
Al llegar a la plaza de la Catedral, la urna
se detiene, mientras se incorporan al Cor
tejo los Emmos. Cardenales, Maffi, de Pisa
Vidal y Barraquer, de Tarragona; AscaUsi
Susa, CaUarossi de Belluno, Fogar de Trie
ste, MaUeoni de Grosseto, Oberli de Saluzzo,
CasUÜi de Novara, Mentía de Mantua,
Pella de Casale. Saín de Fiume, Cosíantini de Spezia, Memgazzi de Comacchio,
Filippeüo de Ivrea, Travaini de Cuneo,
Principe Endrici de Trento, Spandre de
Asti, Milone de Alessandria, Garigliano de
Biella, De Amicis, Auxiliar de Genova,
Pinardi, Auxiliar de Turín, Del Ponte de
Acqui, Abbate di Yerres, Castróle de la
Facultad Teológica de Turín, Mazzini de
Filadelfia, Sanmigtiel de Venezuela, Du Bois
de Annecy, Bilbao de Tortosa, Ricard de
Niza, Aguirre de Sorocaba, BeÜoso de San
Salvador, Caro de L a Serena, Font de Tarija, Builes de Santa Rosa, Orliz de Cha
chapoyas, ^fassa de Rio Negro. En total,
49, que, sumados a los 6 cardenales y a los
13 prelados salesíanos anteriormente men-
----
252
ci :nacIos, forman un total de 68 entre Car
denales, Obispos y Prelados.
Con ellos acaba de organizarse el cortejo,
que prosigue su marcha por la calle X X Sep
tiembre, pasando ante los balcones del
Palacio Real, en donde aparece el Príncipe
Heredero de Italia, que conmovido, pre
sencia con las Princesas y altos personajes
de la Corte el hermoso espectáculo de fe
que se desarrolla ante sus ojos, y cuando
aclamaciones y cantos recorre Don Bosco
el espacio que le separa de su Basílica, a
donde llega después de cinco horas de triunfal
recorrido.
Al aparecer la urna ante la plaza de María
Auxiliadpra, nos sorprende un magnífico
espectáculo: la iluminación de la Basílica.
Las luces han erigido también su poema,
para sumarse a la grandiosidad general.
La airosa cúpula, parece un ascua de oro.
Alj(unoa de los Excmos. Obispos y Prelados que esperaban en la Catedral el momento de unirse al cortejo.
la urna dol Beato pasa ante su balcón, se
descubre reverentemente, y con profunda
unción y piedad cristiana, se santigua, y
reza.
-\l desembocar en el Paseo Regina Mar
garita la carroza triunfal, la masa humana
se agitantu. líiitra en el barrio de D. Bosco.
y allí es el entusiasmo más grande, más
sincero, más popular. Todo son gritos, ple
garias en alta voz, óantos; nadie se recela
de demostrar pxlblicamente sus sentimien
tos, porque en aquellos instantes todos sien
ten lo mismo, todos tienen una oración que
hacer, una gracia que pedir, una promesa
que formular. Y así, entre inintermmpidas
parece como el nimbo de gloria que se eleva
sobre la frente del Beato, para dar a enten
der al mundo entero, la gloria de que en el
Cielo se halla revestido.
En la Basílica,
Mientras las autoridades e in\ntados van
entrando a duras penas en la Basílica, a
causa de la emorme concurrencia que difi
culta todo moidmiento, la urna es colocada
sobre un catafalco, de donde puede ser
contemplada por la multitud que no podrá
tomar parte en las funciones que se lie\*arán a cabo dentro de la Basüica, ya rebo-
-L
253
sante de selecta concurrencia, formada
exclusivamente por las autoridades que han
tomado parte en el cortejo.
Y la plaza se cambia en un templo, en
donde sólo se oye el canto a Don Bosco,
canto que nadie se cansa de repetir, y que
cada vez crece en entusiasmo, en fervor y
en intensidad, hasta tomar proporciones
indescriptibles, de esas que hacen preci-
la iluminación, verdadero alarde de riqueza
y buen gusto, que hace de toda la Basílica
un ascua de oro, lo primero que llama la
atención, es, en puesto preeminente, sobre el
altar mayor, el cuadro de la Gloria del
Beato, el mismo que fue expuesto en San
Pedro el día solemne de la Beatificación,
radiante de luz, envuelto en riquísimas
franjas de púrpura y oro. A los lados, debajo
La Urna precedida por tos pajecHos. y el Card. Hlond. a qnien escolian los Caballeros de Malla.
pitar las pulsaciones de nuestras venas y
los latidos del corazón.
Por fin el cueipo del Beato es llevado a
la Basílica. Su entrada es recibida al canto
del Iste Confessor compuesto por Pagella.
Y como hay instalados altavoces por la
plaza y por las calles adyacentes, la multi
tud, aimque no pueda ver nada, se siente
unida en espíritu a los de dentro, y o}*e sus
mismos cantos, reza las mismas plegarias
y responde a los mismas oraciones, conser
vando en los intervalos un silencio solemne
y completo.
Entre tanto el interior de la Basílica pre
senta un aspecto imponente. Sin hablar de
de la bóveda de la Basílica, se ven también
los cuadros de las prodigiosas curaciones ya
mencionadas, de Sor Provina Negro y Teresa
Callegari.
E n el altar mayor toman puesto los
Emmos. Cardenales, a la derecha: a la iz
quierda ha3’ preparados varios sillones, que
ocupan el Principe Humberto de Saboya
y sus nobles Hermanas, que han querido
también rendir su tributo de cariño y vene
ración al santo turinés. Padre de los niños.
En medio de la Basílica hay los sillones
destinados a los Obispos y Prelados y a los
lados, en los lugares libres, ocupan el suyo
las autoridades e in\útados, el cuerpo dipió-
254
María Auxiliadora acoge en su Basílica, los venerandos restos de su preclaro Apósfol.
mático y consular y los pocos felices que han
logrado entrar en el templo.
Y tiene lugar la solemne función. E l Iste
Confessor de Pagella, resuena en las vastas
naves como un himno de triunfo.
Kl Cardenal Gamba se dispone a dar la
Bendición con el Sino., mientras, para no
privar a la multitud que afuera se aglomera,
de esta dicha, el Cardenal Ascalesi, se dirige
a la puerta de la iglesia y sobre un altar
improvisado al lado de la Basílica, visible
de toda la plaza, imparte a su vez la Bendi
ción con S. D. M., acto que se repite al
mismo tiempo en la Plaza del Rondó.
Y con este acto se dan por terminados
los festejos de este día. Pero la multitud no
sabe separarse de la plaza de María Auxi
liadora, y se extasía ante la contemplación
de la Basílica iluminada oon más de 15.000
bombillas, resultando un conjunto grandioso.
Es imposible dar un paso por la plaza:
en algunos sitios el río humano nos lle\-a
en volandas, sin permitirnos ni fijar los
pies en el suelo; parece un milagro que no
sucedan desgracias.
Y así por horas y horas, hasta las once
de la noche, en que un providencial agua
cero, convence a la multitud de que es ya
hora de buscar en el retiro de la propia
estancia un poco de reposo a tantas fatigas
y a tantas emociones.
Primer día del Triduo.
Los días 10, I I y 12 son destinados al so
lemnísimo triduo en honor del nuevo Beato.
Desde las cuatro de la mañana en que
fué abierto al público el grandioso templo
de María Auxiliadora, la afluencia de fieles
fué y a extraordinaria, y fué creciendo de
manera que era un verdadero problema
aún para los de casa, el poder penetrar en
la iglesia, porque materialmente, no se
podía pasar. Las Misa? y las comuniones no
cesaron un instante, hasta la última función.
Pero la multitud afluía especialmente a
\*euerar la urna del Beato del que no acer
taba a separarse. Quería poner en contacto
con ella todos los objetos piadosos imagi
nables. Cuatro o cinco clérigos, renován-
T
255
dose con frecuencia no liacían más
que satisfacer estos deseos del pue
blo, que ofrecía rosarios, medallas,
estampas, toda clase de objetos
piadosos.
Por la mañana dijeron Misa el
Rvmo. Superior Genaral, D. Feli
pe Rinaldi y el Card. Maffi, Ar
zobispo de Pisa.
A las 10 dió comienzo en la
Basílica la gran Misa Pontifical ce
lebrada per S. E . el Card. Ascalesi,
Arzobispo de Ñapóles, y con. asis
tencia de todos los Cardenales,
Obispos y Prelados, lo que dió a
la función caracteres de solemnidad
extraordinaria. Se interpretó la Misa
en honor del Beato Juan Bosco,
compuesta para esta ocasión por
el Maestro Salesiano Pagella, inspi
rándose en un motivo creado por
el mismo Beato, en una de sus
canciones. El grandioso coro, for
mado por la Schola cantorum del
Instituto Teológico Internacional
y por la de los alumnos del Ora
torio, constaba de 300 voces que
hacían estremecer las bóvedas de
la Basílica, con sus grandiosas melo
días, especialmente las que com
ponen el final del Gloria, el Sanctus
y el Benedictus. A l órgano se sentó
Fanfásfico aspecto qae ofrecían por la noche
la plaza y la Basilíca de María Auxiliadora.
el Maestro Mattei, primer orga
nista de Italia.
al mundo entero las solemnidades de estos
E l templo estaba rebosante de selecto
auditorio, pero la plaza y los patios del días inolvidables, los discursos de los pre
Colegio, en donde varios potentes altavoces lados y la grandiosidad de la fiestas.
A las seis, se cantaron las Vísperas, con
hacían oir las melodías y ceremonias que
asistencia de todos los Rvmos. Prelados,
en la Basílica se llevaban a cabo, estaban
también atestados de gente, que con reli y a continuación ocupó la sagrada Cátedra
gioso silencio y edificante piedad, se unía el Emmo. Card. Augusto Hlond, Salesiano,
a los del templo, formando así una única para enaltecer, con elocuencia soberana y
entusiasmo filial, la excelsa figura del Beato,
asamblea.de muchos millares de personas.
Por la tarde, con ocasión de las funciones que supo oponerse al torrente devastador
religiosas, se repitió el mismo espectáculo; de la descristianización que las sectas sis
pero la afluencia de gente no disminuyó temáticamente Ue\^ban a cabo, trabajando
im instante; pues en los intervalos eran tan en la sombra o a la luz del día, pero siempre
tos los que querían visitar el cuerpo del con acti\4 dad y creciente éxito. Don Bosco
Beato que la plaza, la Basílica y el Oratorio supo infiltrar en la sociedad el instinto de
estuvieron en todo momento atestados de lo sobrenatural, y con sus obras y con sus
gente, que, gracias a las disposiciones to milagros, hizo ver al mundo entero que no
madas, podían pasar ante la tumba del se puede prescindir de Dios si se quiere
Beato, depositar sus plegarias y salir para que la humanidad siga el camino del pro
dejar sitio a la multitud que les segma. greso y de la paz. Don Bosco supo llevar a
La < Radio Torino » se encargó de radiar cabo su obra, dedicándose por completo a
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la educación de la juventud, enseñando el
nuevo sistema basado en la caridad cris
tiana y el temor de Dios; a este fin fundó
sus Oratorios, sus Institutos, en donde la
juventud aprende a servir a Dios con ge
nerosidad, sin respetos humanos. Hoy el
laicismo tan en boga el siglo pasado, ha
pasado a la historia; y la jrrventud ya no
siente reparos en practicar públicamente sus
creencias y en mostrarse profundamente
cristiana, como lo demostró ayer, desfi
lando valientemente por las calles de Tarín
por espacio de más de cuatro horas, con la
frente alta, con la sonrisa en los labios y
la pax en el alma, lista es la jirventud for
mada por D. Rosco.
Termina el Cardenal su brillante discurso
con un caluroso elogio a la obra salesiana
e invocando una bendición especial del
nuevo Reato sobre la Iglesia y sobre el
nuind'^ entero.
continuación el Cardenal Nasalli Rocca,
dió la trina Bendición con el Smo., termi
nando así los solemnidad religiosa del pri
mer día del triduo.
Por la noche, a las nueve, de nuevo el
bellísimo espectáculo de la iluminación,
atrajo a las inmediaciones de Valdocco ima
inmensa muchedumbre, que parecía no
querer apartarse de los lugares venerandos
en donde D. Bosco había fijado de nuevo
su morada
Segundo día del Triduo,
Sin disminuir un punto la enorme afluen
cia de devotos y admiradores de D. Bosco
se han llevado a cabo los actos anunciados
en el programa de las fiestas, con toda
solemnidad y entusiasmo; el mismo ambiente
de piedad, la misma concurrencia, la misma
grandiosidad en las funciones religiosas. Hoy
ha celebrado el Pontifical S. K. E l Card.
Hlond, y por la tarde después de las \'ísperas solemnes, ocupó la cátedra sagrada el
ICmmo. Card. Nasalli Rocca, quien nos
presentó a D. Bosco en su aspecto de edu
cador de la juventud obrera, por la que tra
bajó toda su vida, abriendo las admirables
Escuelas 1 roftóionales, hoy ya extendidas
en todo el mundo y en donde se fonnan
obreros hábiles en su oficio, y al par, per
fectos cristianos, que sabrán regenerar la
si>ciedad, llevando a sus hogares, profun
damente religiosos, el aiubieute de la piedad
y virtudes cristianas de que se empaparon
en los santos lugares en donde se educaron.
Dió la Bendición con su D. M. el Cardenal
Ascalesi.
Ultimo día del Triduo.
También hoy la radio Torino se ha en
cargado de trasmitir al mundo las fiestas de
Tarín. Tal vez nuestros misioneros de le
janos países hayan podido, en un parén
tesis de su vida de trabajo y sacrificio, es
cuchar la caldeada palabra del Cardenal
Gamba, que egta tarde ha querido clausurar
con un discurso todo corazón y amor, las
fiestas del triduo en honor a D. Bosco. Ha
puesto de relieve la grandiosa figura del Beato
como modelo de sacerdote, haciendo re
saltar sobre todo su piedad y su corazón
paternal, comprensivo y amoroso. La emo
ción del Cardenal se comunicaba a los oyen
tes sobre todo cuando se explayaba en re
cuerdos personales, en los que ponía todo su
afecto de hijo y todo su entusiasmo de admi
rador sincero
El Cardenal Mafli, dió a continuación
la Bendición con S. D. M., da^do por ter
minado con este acto el triduo solemne, en
el cual Turín entera, vestida de fiesta, ha
vi\ddo en á^aldocco, sintiéndose orgullosa
de ser la cuna del grande santo, que como
irresistible imán hace de su tumba el centro
de atracción del mundo entero.
Por la noche por última vez, acudió la
gente a extasiarse ante la Basílica iluminada
y a oir los acordes de la Banda <<Cardenal
Cagliero». La muchedunbre más numerosa
que nunca y más entusiasta, si cabe, for
cejeaba sin cesar para poder penetrar en el
templo a venerar la Urna que encierra los
venerados despojos del que manifestó su amor
a Dios, sacrificando toda su vida en bien
del prójimo. ¡El pueblo ama a quien le ama!
ADHES I ONES .
Del sinnúmero de telegramas y cartas reci
bidos por nuestro Superior General con mo
tivo de la Beatificación de Don Bosco copiamos
alguno:
C o a apro&ocMa de t* amforidmd ecJesiéaítcm.
Gereol*! O . D O .M E N IC O G.\RN ERI.
Eslablecimicnto Tlp. de U Si>cic<lad Editora iDlerMOOaal - Torta
Carao Regima M a r g íe r ilt , 171.