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Año X LII.

JULIO,

Número 7 .

1927

BOLETIN SALESIANO
R E V IS T A D E L A S O B R A S D E D O N

BO SCO

* S U M A R IO : El C ooperador Salesiano ha de ser olro Don Bosco. — El C ardenal Hlond. — Tesoro espi­
ritual. — La Sierva de D ios D ña. D orotea de Chopitea. — D e niiesíras M isiones: Entre los jibaros. —
M isionero ilustre: D . Luis B oíta. — C ulto de M a ría A uxiliadora: La fiesta de Turín. - G racias de M arta
Auxiliadora. — P o r intercesión del Vble. Ju a n Bosco. — P o r el mundo salesiano: Uruguay: Los exalumnos. - La P a z : Nuevo brazo de edificio. - C ó rd o b a : Los Legionarios de Dom ingo Savio. - S e v illa : La
M adre G eneral de las Hijas de M . A. - T u rín : V isita ilustre. — Al vu elo : B aracaldo - Barcelona-Tibidabo
- C ádiz - C iudadela - M ontevideo - Patagones - Sevilla - Vignaud. — Los que mueren.

**■

El Cooperador Salesiano
ha de ser otro Don Bosco.
{Cor.clusiSn),

Frases de aliento»
’ fl De todas las obras que tenemos entre
manos, decía nuestro Fundador, D. Bosco
nó es
más que
que un
un numuae
humilde msxrumenio:
instrumento: ei
el
es mas
.fice es D.os». Ahora bien: 6 por que
he de deciros, para consuelo y aliento
dk todos, que esta obra, que es obra de
•D|os, es al mismo tiempo obra vuestra,
if^qes Dios mismo, por boca de su Vicario,
ft, nó sólo la ha querido aprobar, sino que
ha bendecido, elogiado y enriquecido
icón extraordinarios favores espirituales?
‘ « Los Cooperadores Salesianos, dijo
el angélico Pío IX, están destinados a
hacer mucho bien a la Iglesia y a la sociedad
civil. Su obra, puesto que tiene por misión
^ especial el proteger la juventud en peligro,
será tan apreciada con el tiempo que ya
mfe parece ver no sólo a las familias, sino
a los pueblos y a las ciudades enteras,
hícerse Cooperadores Salcsianos. He aquí
eí por qué yo los amo y los he favorecido
tsmto ahora y para siempre»,
í * Siempre que habléis a los Coopera«feres Salcsianos, decía un día el nmortal
i f ón X III a Don Bosco, decidles que
los bendigo con todo mi corazón».

« De lo íntimo del corazón, escribía
el suavísimo Pío X, hacemos votos para
que esta Unión de los Cooperadores, tan
ilustre por la excelencia de sus méritos...
^ome cada día mayor incremento, y con
,,
^
en todas partes, o se viva el espíritu del
Fundador de los Salcsianos, o se cultive
su amor y crezca con nuevos adeptos,
cooperando a esto sobre todo el celo de
los Obispos *,

Los tesoros espirituales.
Pero ¿por qué a todos estos estímulos
(que deben hacer que crezcan sin medida
no solamente el número, sino también
el celo de los Cooperadores) no hemos
de agregar los que, siendo fruto de la
caridad que nos hace hermanos, son al
mismo tiempo para todos fuente copiosí­
sima e inagotable de méritos para el
Ciclo?
Oigámoslos de los mismos labios de
nuestro Venerable Fundador; i Los Coo­
peradores, dice, participarán de todas
las misas, indulgencias, oraciones, no­
venas, triduos, ejercicios espirituales, ser-

194

mones, catecismos y de todas las obras
de caridad que los Salcsianos lleven a
cabo en su sagrado ministerio. Partici­
parán igualmente de las misas y de las ora­
ciones que todos los días se rezan en la
Iglesia de María Auxiliadora de Turín para
invocar las bendiciones del Ciclo sobre
ios Asociados, .sus familias, y especial­
mente sobre aquellos que cayesen enfer­
mos o se encontrasen en peligro de muerte »
iQué consolador es este pensamiento!
Aníbal excitaba desde las cumbres de
los Alpes a la victoria a sus soldados,
mostrándoles las bellezas de Italia.
Don Bosco ofrece a sus cooperadores las
riquezas inmarcesibles del mundo de la
gracia, como prenda de las delicias del Ciclo.
i « Gran cosa, decía con mucha razón
el Card. Mauri; gran cosa es esta coope­
ración delante de Dios! El Cooperador
atiende a los negocios de su casa, de su
empleo, y también a sus honestos pasa­
tiempos; y entre tanto, ¿qué sucede?
Moralmentc, y en cuanto al mérito,'tra­
baja en la persona del Salesiano. Con él
evangeliza a los salvajes, asiste a los le­
prosos y proteje a nuestros emigrantes.
Con él predica, confiesa, catequiza, cum­
ple los oficios de educador y maestro en
los Colegios de primera y segunda ense­
ñanza y en las escuelas nocturnas. Con
él funda Oratorios festivos, instituciones
católicas, abre escuelas profesionales de
artes y oficios, granjas agrícolas y albergue
gratuito a los hijos de los pobres obreros
y los guía por los caminos de la honradez
y del trabajo. Con el, reimprimiendo
libros expurgados, libros escolásticos, clá­
sicos españoles, italianos y latinos, pu­
blicando lecturas católicas, lecturas amenas
y educativas para la juventud, y facilitando
estas lecturas por medio de las bibliotecas
circulantes, ayuda a la restauración cris­
tiana de las inteligencias y corazones de
las generaciones nuevas*.

Las recompensas celesfiales.
No contento Don Bosco con ofrecer
a sus Cooperadores tal cúmulo de espi­
rituales riquezas, les recuerda con insis­
tencia el pensamiento de aquellos bienes
y de aquella felicidad que serán el sello
y el premio de la cooperación en la obra
excelsa de la salvación de las almas.

« Afortunadamente, dice, trabajamos por
un Amo riquísimo, por el Señor del Cieloy de la tierra, por un Señor que puede yquiere darnos un premio, una merced
grandísima: merces magna nimis. La re­
compensa que nos da en este mundo
consiste en el céntuplo de cuanto hagamos
por él: cenfuplum accipietis; y en el otro
mundo, la vida eterna, et vitam aeternam
possidebitis. Y ¿en qué consistirá este cén­
tuplo en la vida presente? Consiste en
todas las gracias, en todas las bendiciones
espirituales y temporales que Dios quiere
conceder en esta vida mortal. Son, por
ejemplo, la conservación de la salud, la
curación de las enfermedades, la pros­
peridad en los negocios temporales, la
preservación de las desgracias y la buena
educación de los hijos; son la paz y ar­
monía en la familia, una larga vida, la
perseverancia en la gracia de Dios, la
comodidad de recibir los Santos Sacra­
mentos, y para tener asi mismo una santa
muerte, etcétera, etc..
Pero esta recompensa y este premio,
aunque muy precioso, es, no obstante
pequeño en comparación del que el Señor
nos dará después de esta vida mortal,
premio que es la Vida eterna,es decir, e!
Ciclo, el Paraíso y la plenitud de una
felicidad interminable* (i).
Al término de sus días aún se dirige el
buen Padre nuevamente a sus Coopera­
dores, y después de haberles recordado
las consoladoras palabras que el Divino
Redentor en el día del juicio final dirá a
los que hayan practicado obras de mise­
ricordia corporales, a todos les anima con
estas nobilísimas consideraciones:
« Si Jesús elogia y premia como hechas
a El mismo las obras de caridad corporales,
¿q u é elogio y qué premios no tendrá
reservados para las obras espirituales ?
¿Q ué elogio y que premio no dará a
aquellos que por su amor hayan mitigado
el hambre y la sed de los ignorantes, pro­
porcionándoles instrucción; llevando al
seno de Dios las almas que errantes o
extraviadas vagaban muy lejos del Pastor,
cubriéndolas con la hermosa túnica de
la gracia santificante; no abandonándolas
a sus vicios y desórdenes morales, sino
(t) Carta de Don Bosco a los Coopcr»dor«s (t« da
Enero de 18S4 ).
f



Su Eminencia Mons. AUGUSTO HLOND
S E G U N D O C A R D E N A L S A L E S IA N O
C R E A D O P O R S U SA N T ID A D P I O X I E N EL C O N S IS T O R IO
D E 20-23 D E J U N I O D E 1927
N ació en B neckow ic (Alia Silesia) d 5 d e jalio de 1881. — Profesó en la C ongresacíón
Salesíana en 1897. — Fné ordenado sacerdote d 23 de seUembre d e 1905. — D irigió las
C a sa s Saleaianas de PrzeniTsl y de Viena desde 1907 a 1919, en qne fné nom brado b sp e c lo r
de las C a sa s d e Atemania, A nstria y Hnngría. — En 1922 fné nom brado A dm inislrador A poslólkro de la S l e « a P d a c a . — El 3 de enero 1925 fué consagrado O ln sp o de Kalowic. —
E n jimio d e 1926 fiié d ev ad o a A rzobispo de G nesen y Posen, S e d e Prim ada d e Polom a.
A l ver {H-emiadas so s preclaras d d e s y los éxHos obtenidos en d d e se m p tío
de sos difíciles cargos coa la Pórpora Cardenalicia, d B o k iia S a k s ia a o se
congratala con d ilostre Hijo d e Don Bosco, aogoréndole largos afios de
vida p a ra bien d e la I ^ e ú a y gloria de nnestra
Congregación.

i






196
asistiéndolas con mano piadosa, curán­
dolas de sus enfermedades morales; no
dejándolas caer en poder del demonio,
en la cárcel eterna, sino rompiendo las
cadenas de. su esclavitud y haciéndoles
?ozar de la amable y preciosa libertad
de los hijos de Dios? Los elogios y pre­
mios que dará a todos éstos, serán ine­
fables ».
« Por lo tanto, el pensamiento de que
nuestra caridad recae en la misma Per­
sona de N ¡estro Señor |csucristo, que
por nosotros dió su Sangre y su vida,
recae en la persona del Rey del Ciclo y
de la tierra, rico de bendiciones para con
todos aquellos que provean a las necesi­
dades espirituales o temporales del prójimo,
recae en la Persona de aquel Juez eterno
que nos dará amplísimas alabanzas, y
pronunciará sentencia de premio eterno
delante de todo el mundo: este pensa­
miento, digo, debe estimularnos continua­
mente a hacer bien a nuestros semejantes
en su cuerpo y en su alma; a ejercitar las
.'obras de misericordia espirituales y cor­
porales, especialmente para con los niños,
que más que otros están comprendidos
entre aquellos hermanos menores de' Jesús,
de los cuales habla El en el lugar citado
diciendo; « Siempre que hagáis algo por
uno de estos mis hermanos pequeñitos, a M i
me lo hacéis (1).
« Creo que todos vosotros, mis amados
Cooperadores y Cooperadoras, escucha­
réis de labios del Divino juez la sentencia
de los bienaventurados, porque se muy
bien que cumplís el precepto de la limosna,
según vuestras fuerzas, y hasta muchos
de vosotros me han dicho de palabra o
por escrito que se alegran de que las
obras salesianas Ies den ocasión propicia
de llenar este deber, con plena seguridad
de sus conciencias. Continuad, pues,
mostrando entrañas de misericordia hacia
tantos pobres jóvenes cristianos, que sin
esto arrastrarían una vida desgraciada,
caerían en el pecado, deshonrarían a sus
familias, naufragarían quizas en la fe y
serían un castigo para la sociedad. Seguid
mostrando entrañas de misericordia para
con tantos millones de' pobres salvajes
que esperan que vuestra caridad les envíe

Sacerdotes que los saquen del abismo de
la barbarie, del borde de la eterna perdi­
ción; continuad mostrando entrañas de
misericordia a la Iglesia Católica, a su
Cabeza visible, el Papa, y demostradle
vuestra filial adhesión no sólo con la su­
misión y obediencia, sino también em­
pleando algo de vuestras riquezas en el
sostenimiento de su causa, que es la causa
de Dios, la causa de las almas» (i).

( I ) Ameu dico vobis, qu«mdiu fecistis uni ex his fra»
.tribus mcls minimis, mlhi fecisUs.
X X V , 40).

( t ) C arta de D o n Bosco a los Cooperadores ( i * de
Enero de 1887 ).

D on Bosco nunca dijo “basfa,,.
Animo, pues, amadísimos Cooperadores.
Que la nobleza de la misión a que habéis
sido llamados, que los goces eternos que
han de ser el celeste premio de vuestra
fidelidad, que los ejemplos que de todas
las partes del mundo irradian sobre cada
uno de vosotros los numerosos hermanos
sean símbolo constante, sean fuente de
perennes y nuevas energías. Fuera el
desaliento. En los momentos de prueba
que afligen tal vez aún a las almas que
están mejor dispuestas y que son más
fuertes, acordémonos del Divino Maestro
que en el Huerto de los olivos quiso y
bebió el cáliz del dolor hasta las heces.
Tampoco D. Bosco dijo « basta». « Ha­
ced que el demonio cese de engañar a
tantos pobres jóvenes y de arrastrar tantas
almas al infierno, decía, y cesaré yo de
sacrificarme por ellos. Mientras el demo­
nio busque continuamente nuevos medios
para engañar a las almas, tampoco dejaré
yo de intentar ninguno para salvarlas».
«iSeñor, escribía a Mons. Lasagna en
i8 8 j, envíanos cruces y espinas y perse­
cuciones de todas clases con tal que po­
damos salvar almas, y entre ellas salvar
también la nuestra!» Este sublime len­
guaje de nuestro Padre y Maestro debe
ser también el lenguaje de sus hijos y
discípulos.
Hay quien pone en el número de las
leyendas la frase del fiero Cambronne,
en Waterloo: « La vieja guardia imperial
mucre; pero no se rinde». D. Bosco,
puedo deciros, que no se rindió jamás:
como valiente murió sobre la brecha.
Cuando en Marsella el celebérrimo Doc­
tor Combal le aconsejó, como remedio

197

de sus males, un reposo absoluto,« es el
único remedio, respondió sonriendo Don
Bosco, a que no puedo sujetarme».
Nada pudo contener su celo. A su ma­
dre Margarita, que rendida de trabajo y
más rendida de angustia se le presentó
un día, casi dispuesta a volver a la quietud
de Becchi, el hijo no supo responderle
de otro modo que señalarle con la mirada
a jesús Crucificado. Lo miró también
aquella santa mujer de fe arraigadísima;
sus ojos se llenaron de lágrimas, y diri­
giendo al hijo una mirada de sublime ter­
nura, se tornó al humilde trabajo que
santificó mientras le duró la vida.
Elevemos también nosotros nuestras
miradas a Jesús y recabemos de su Co­
razón la luz y el calor de su fe, y fortifi­
cados después con celestiales energías,
acudamos a los clamores de las almas y,
arrancándolas del vicio, conduzcámoslas
a Dios.

qua está sembrado el mar de la existen­
cia; pero donde quiera que os guíe el •
ardor de vuestro celo, aunque sumergidos
en las olas, respirad continuamente las
auras que vienen de lo alto; vivid del
aliento celestial, del soplo divino de la fe.
Este es mi voto en este solemne ins­
tante en que, al par que pido al Ciclo que
os colme a todos vosotros y a vuestras
familias de las más abundantes bendi­
ciones, me parece ver cernerse entre
fulgores de luz celestial, en este ambiente
de oración y de paz, la suave figura del
Venerable que os repite a vosotros y a
todos sus Cooperadores aquellas sus con­
soladoras palabras: «iAnimo! Al fin de
la vida se recoge el fruto de las buenas
obras ».

E l último pensamiento:
"Salvem os almas,,.
He concluido; mas permitidme que
volviendo al punto de partida, resuma
mi discurso en un sólo pensamiento, que
no puede ser más que el pensamiento de
fe y de acción.
Hace pocos meses desembarqué en
Gibrartar al volver de Marruecos. En la
deliciosa bahía de Algeciras, azotada pocos
días antes por un horrible ciclón, yacía
destrozado, a poca distancia de la playa,
un buque del que sólo sobresalía parte
de la arboladura. Un buzo revestido con
su escafandra bajaba entre los herrajes
y astillas a buscar las riquezas perdidas.
Mientras trabajaba sumergido en las aguas,
se hacía que llegara sim interrupción, por
medio del aeróforo, una corriente de aire,
sin el cual hubiese muerto de asfixia.
Sepultado en los abismos del mar,
vivía por aire de la atmósfera; hasta allí
llegaba el suave aliento del cielo: imagen,
retrato fiel, del modo con que debéis
desarrollar vuestra obra, Cooperadores
y Cooperadoras del Venerable D. Bosco.
Bajad también vosotros asimismo a
arrancar de las olas los náufragos de las
borrascas de la vida; descended a buscar
los tesoros de las almas envueltas en c!
limo como las perlas entre los escollos de

Los Sres. Cooperadores Salesianos, cumplien­
do los requisitos de costumbre, pueden ganar,
Indulgencia plenaria:
1. 1:1 día que se inscriben en la Pía Unión.
2. Una vez al mes, a elección de cada cual.
j . Una vez al m ^, asistiendo a la conferencia.
4. Asimismo, una vez al mes, el día en que
hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5. El día que por primavera vez se consagren
al Sagrado Corazón de jesús.
ó. Siempre que hagan Eiercicios Espiritua­
les durante ocho días seguidos.

Además, los siguientes dia^:
Mes de Julio:
1. Fiesta de la preciosísima Sangre.
2. Visitación de Ntra. Señora.
16. Virgen del Carmen.
Mes de Agosto:
6- La Transfiguración del Señor.
15. La Asunción de Ntra. Señora.
ió. San Roque.
También pueden ganar otras muchas indul­
gencias plenarias y parciales y gozar de varios
privilegios, como puede verse en el Reglamento o
< Cédala de admisión a la Pía Unión », a la cual
nos remitimos

— 198

UN MODELO DE COOPERACION SALESIANA
La Sierva de Dios Dña. Dorotea de Chopiíea
S u encueníro con Don Bosco.
En nuestro propósito de dar a conocer a
esta admirable Cooperadora salesiana, cuya
Causa de Beatificación se ha empezado, se­
guimos copiando algunos de ¡os episodios
que en el precioso libro « Un modelo de
Caridad» nos narra el P . Alegre, de ¡a
Compañía de Jesús.
Quería Don Bosco ver por sí mismo
aquel prodigio de actividad que se obraba
en Barcelona a las órdenes del P. Branda
y con la continua protección y asistencia
de Dña. Dorotea. Porque en solo tres
años se habían ido levantando en aquella
antigua torre de Prats, capilla, talleres,
dormitorios, comedores y patios de recreo
para aquellos centenares de jóvenes obre­
ros, que iban acudiendo allí atraídos por
la dulzura de los hijos del dulcísimo
Don Bosco.
Al ver los frutos de su obra, no ce­
saba Dña. Dorotea de dar gracias a Dios,
a quien atribuía todo el bien que allí se
hacía. Y así al escribir sus propósitos en
los Santos Ejercicios de este año 1884,
con aquel estilo conciso y como telegrá­
fico tan propio de su carácter enérgico
y ejecutivo dice:
« En vista de mi último fin resuelvo
hacer todas mis acciones dedicadas a Dios,
purificando mi intención en todas ellas».
«M iraré con indiferencia todo lo que
no sea ofensa de Dios, amoldándome al
gusto de los demás».
« Me entregaré enteramente a trabajar
en la salvación de las almas por medio
de las escuelas».
« Ver como se podrá lograr la estancia
de los chicos en los talleres ».
Y el modo como se logró fué, mandando
llamar a su maestro de obras Dn. Jeró­
nimo Granell y encargándole que inme­
diatamente levantase los planos de otra
Capilla y de otro dormitorio.
Solía este señor, a vista de tantas fun­
daciones en las que él mismo intervenía

llamarla con gracia y cariño Santa Doro­
tea Fundadora y como sabía que a veces
iba su celo más lejos de lo que permitía
su bolsa, le tenía también dicho:
— Mande V. cuanto quiera y a pagar
cuando pueda.
Dña. Dorotea le mandó edificar además
una sala espaciosa con destino a taller de
encuadernaciones, cuya maquinaria toda,
costeó también ella.

Caridad indusfríosa.
El dormitorio construido el año anterior
1884 resultaba ya insuficiente en 1885;
era preciso construir nuevos talleres; las
necesidades aumentaban; los deseos de
Doña Dorotea, de dar gloria a Dios y sal­
var almas, los acabamos de ver escritos
con letras de fuego en los propósitos de
los últimos Ejercicios; pero no sabía ya
donde encontrar recursos.
Entonces le ocurrió un medio, que
había usado ya otras veces en semejantes
apuros; recurrir a otras personas de su
familia, que tenían sus mismos sentimien­
tos y a algunos desús amigos más ricos.
Ideó para esto hacer una gran rifa, con
los objetos que estas mismas personas
regalaban y que ella misma en persona
recogía y colocaba en la sala de los T a ­
lleres de Sarriá para esto destinada. Ni
se desdeñó, más de una vez y por amor
a Dios, de tomar la regadera y la escoba y
ponerse a regar y a barrer aquella misma
sala y aquellos mismos corredores y
aquellos mismos patios, que habían de
servir para la rifa.
Con el resultado de esta y una gruesa
limosna que por modo maravilloso envió
este año de 1885 la Divina Providencia,
se comenzaron nuevas obras para el en­
sanche del edificio.
Se construyeron cuatro nuevas salas,
destinadas a otros tantos talleres, que
fueron los de carpintería, escultura, sas­
trería y zapatería.

199

Parecíale a Dña. Dorotea un sueño
aquella misma realidad, que con sus ojos
veía y con sus manos palpaba. No sabía
■ como agradecer al Señor, el insigne be­
neficio que le había hecho, en darle a
■ conocer a los hijos de D. Bosco, con cuyo
■ auxilio había logrado poner por obra
aquel ardiente deseo, que tantos años
atrás había concebido, de procurar el
bien corporal y espiritual de los hijos de
los obreros, y ahora veía realizarse y tomar
gradualmente dimensiones tales, cuales
«lia nunca hubiera osado imaginar.

Llegada de D on ^osco
a Barcelona,
Llegó a Barcelona D. Bosco el 6 de
Abril de este año 1886 y permaneció en
ella cerca de un mes, hasta 4 de Mayo
siguiente, siendo constantemente ovacio­
nado por todas partes y venerado como

Esperando a D on Sosco.
Quería ver D. Bosco por sus propios
ojos todo eso y quería conocer personal­
mente a aquella señora, que con instinto
profético había visto ya tantos años antes,
•como origen y causa de tanto bien y así
se lo escribió a D. }. Branda fundador y
primer superior de los Talleres Salcsianos
d e Sarriá.
Cuando se supo en , Barcelona, que
Don Bosco quería venir a visitar nuestra
ciudad, fue grande el interés que esta
noticia despertó en todas partes. Ya en
libros y periódicos se hablaba de Don
Bosco, como de un varón de rara santidad
y del hombre providencial de este siglo
enviado por Dios para bien y remedio
^e la clase obrera. Pero no hay duda que
en Dña. Dorotea, las ansias de conocer a
D. Bosco, de oir sus palabras, de gozar
de su presencia, eran tanto mayores,
cuanto su espíritu estaba más identificado
con el de D. Bosco y comprendía mejor
la grandeza de su misión.
En cuanto supo D. J. Branda, el día fijo de
-la llegada, se lo comunicó a Dña. Dorotea,
ciándole a conocer al mismo tiempo sus
apuros por no tener sala acomodada,
■ donde poder hospedar dignamente a tan
ilustre huésped.
Contestóle Dña. Dorotea:
— No se apure V. Subiré y lo arregla­
remos todo.
Al punto mandó pintores que adornasen
«na sala y de su propia casa hizo trasladar
los muebles convenientes (i).
( O Esta sala se conserva aán co m o una reliquia con>
vertida en capilla y iu nto a clia y en g a n d e s armarios
c o m o en relicarios, m u ch o s de ios objetos usados po r eJ
V a r ó n de D io s.

Relrafo de Dos Boaco
sacado durante su estancia eo Barcelona (1866).

varón santo, según me han referido Pa­
dres que lo vieron y viven aún en este
Colegio de Barcelona.
Los hechos y dichos de D. Bosco, las
curaciones obradas por su virtud, los
bienes que reportan a la sociedad las
obras por el fundadas, eran el objeto de
todas las conversaciones y se referían
profusamente en no pocos de los perió­
dicos locales; en una palabra fué para
Barcelona un acontecimiento la estancia
de D, Bosco en esta ciudad.
Al bajar del tren, se quedó maravillado
de la multitud de gente que había acudido
a esperarle y al salir de la estación de

Francia y ver tanto coche de distinguidas
personalidades que se disputaban el honor
de conducirle en su compañía, preguntó
cual era el de Dña. Dorotea y lo escogió
entre todos y quiso ante todas las cosas
ser conducido a su casa-palacio de la
Gran Vía, para dar esta prueba de afecto
a aquella señora, a quien después de Dios
se debía todo.
La buena señora no sabía lo que le pa­
saba en la presencia de tal huésped, cuya
santidad reconocía; y la que entre las

de bienhechores acudieron a ver y a tratar
a aquel hombre extraordinario, cuya fama
se extendía ya por toda Europa y gran
parte de América.
Tenía especial devoción Dña. Dorotéa
en oir la Misa que decía Don Bosco y
recibir su bendición cuando la daba a
las inmensas muchedumbres que acudían
a pedírsela de rodillas en el patio de la
casa. Ella misma, cual solícita Marta, o
por medio de sus criados, preparabá los
platos que se habían de servir a D. Bosco.

'f e

La capilla de Son Jo s ¿ en el O ricnic Ecuotoríono.

demás personas caritativas, descollaba por
la elevación de sus pensamientos y lo
heróico de su caridad, delante de D. Bosco
parecía una niña que ni a hablar acertaba.
Todo su afán era mirarle, oirle, agasajarle
y aprender de cuantas palabras decía y
de cuantas acciones ejecutaba.

En los Talleres de Sarria^
Por la tarde de aquel mismo día le
llevó en su coche a Sarriá.
Allí admiró D. Bosco la liberalidad de
la señora, que en tres años había dado
tal desarrollo a tan bcnélca obra.
Rodeáronle sus hijos; los niños de los
Talleres no sabían apartar los ojos de
aquel cariñoso padre; la muchedumbre

Pero lo que bañaba de suavísima ter­
nura su corazón, era el oirse llamar por
aquel santo varón con el dulce nombre
de «M adre*; con lo cual daba a entender
que la asociaba a su propia persona, en el
honor de la paternidad, que le correspondía,
respecto de su nuevo instituto y de todos
los hijos suyos que en Barcelona residían.
Ella, al despedirse de aquel hombre
admirable, encomendóse eficazmente a sus
oraciones y mereció oir de sus labios las
siguientes consoladoras palabras:
— He rogado y rogaré a Dios por V .
V por toda su familia, Y para V. en parti­
cular, he pedido que al salir de esta vida
suba directamente al Ciclo sin pasar por
el Purgatorio.

ECUADOR.

Entre los jíbaros.
Inferesanfe diario de Mons. Domingo
Comin, Vicario Apostólico de Méndez
y Gualaquiza.
Hacia e l Oriente ecuatoriano.
22 de marzo de 1926. — Partida de
Cuenca, con el coadjutor Tettamanzi.
Como desde muchos días no llueve, los
caminos están buenos. A las 4 de la tarde
se llega a Granadillas. El lugar lleva el
nombre de la planta que allí se produce
cuyo fruto es muy agradable, la granadilla.
Una dolorosa sorpresa: no encontramos
ya a «Mama Jacoba», muerta a los no­
venta años.
Ella había visto entrar en Gualaquiza
a los primeros Misioneros Salesíanos, a
quienes recordaba por su nombre. Era
estimada y querida. Fué para mí motivo
de gran pena el no verme recibido con
la sonrisa afectuosa de la buena ancianita.
Ahora ocupa su casa una familia del
Sigsig, la cual nos dispensó cordial aco­
gida.
Por la tarde se confesaron algunos, para
recibir la S. Comunión al día siguiente.
El santo tiempo de Pasión me ofreció
el tema para una corta predicación, que
fué escuchada con atención, y como es
de esperar, con fruto.
z j de marzo. — En Chiguinda vive una
familia que de tiempo ha nos conoce y
nos recibe con sin igual regocijo. Tres
niñitos vienen rebosando de alegría al en­
cuentro del Obispo; traen los sombreros
llenos de pétalos de flores silvestres; me
saludan con aire marcial, y poniéndose
delante de mí, empiezan a sembrar el
sendero de flores aromáticas. •
Cuando llego a la casa, el padre de
familia me ofrece una taza de leche recién
ordeñada. Regalo a todos una medalla
de María Auxiliadora; pregunto por su
salud, por sus trabajos, por el estado del

entable; y augurándoles prosperidad, les
doy mi bendición y reanudo mi viaje,
entre las demostraciones de veneración
y afecto d'' tan buena familia.
Después de breve trayecto, llego al
Boliche, en donde tengo ocasión de compro­
bar la generosidad y la fe extraordinaria
de aquella buena gente. Luego me dirijo
al Rosario.
El P. Bohne acompañado de numerosos
colonos o entabladores me salen al encuen­
tro, brindándome con sus saludos y aten­
ciones de piedad filial. Visito la capilla
bastante pobre, pero no tan indigna de
nuestra Santísima Madre.
Me dirijo del Rosario a S . Miguel del
Aguacate. En este trayecto me sorprende
un malestar que me obliga a guardar
cama por un día entero.
24 de marzo. — Bastante mejorado de
la dolencia que me aquejó el día anterior
celebré la S. Misa en la capilla de S. M i­
guel del Aguacate. De todas partes aflu­
yen numerosos colonos para saludar al
Obispo. Por la tarde tanto los niños como
las niñas de la escuela ofrecen una lucida
velada, en honor del Pastor, que venía
a visitarlos y bendecirlos.
La permanencia estable del misionero
es una gran providencia para estos lugares,
por el gran bien que hace.
Si está el sacerdote con nosotros, me
dice una buena mujer, ¿q u é cosa nos
puede faltar?

Entre ¡os colonos.
25 de marzo. — Una vez a caballo para
seguir mi viaje a Gualaquiza, me veo
rodeado de numerosos colonos, que desde
mi llegada habían acudido a la residencia
del Misionero para saludar al Obispo,
para escucharle y para acompañarlo por
buen trecho en la continuación de su
viaje. Y así lo realizaron. Después de
haber pasado el río de S. José, se arro­
dillaron todos para recibir la bendición;
me auguraron un buen viaje no sin antes
hacerme prometer que pronto volvería

a verlos. Les prometí además que en mi
próxima visita, con ci mejor agrado ha­
bría bendecido la nueva Capilla dedicada
al glorioso Patriarca S . )osé. Y partí entre
las aclamaciones de mis amigos.
De vez en cuando, durante el largo
trayecto, me encontraba con arrieros que
conducían muías cargadas de los pro­
ductos, que de la floresta se espolian al
Sigsig. Muy agradable les era encontrar
al Obispo, al cual saludaban respetuosa­
mente, recibiendo en cambio palabras
de afecto y la bendición pastoral.
En el último trecho encontramos un
grupo de peones dedicados a despejar
el camino de plantas y arbustos, para
hacerlo más practicable, ya que antes
no merecía ni siquiera el nombre de ca­
mino. Fue esto para mí de muy grata
sorpresa, tanto más cuanto que siempre
lo había encontrado cubierto de malezas
y ofreciendo arriesgado peligro.
En la Misión nos esperaban para el
sábado siguiente, y por lo tanto nuestra
presencia les produjo mucha sorpresa.
La noticia de la llegada del Obispo se
esparció luego entre los colonos, quienes
iniciaron sus cariñosas visitas.
¿N ovedades? Lo de siempre: narra­
ción de luchas y muertes entre los sal­
vajes. Aunque los jíbaros mantengan
sigilosamente el secreto de sus riñas y
venganzas, sin embargo algo se trasluce.

Venganza jibara.
He aquí la última historia de sangre:
Chiriapa, jíbaro feroz, a quien se le
atribuyen varios asesinatos, se halla en
acecho para acabar con los parientes y
amigos de los muertos con su lanza.
Uno de los asesinados por Chiriapa es
Timasa, amigo de Tibirma. Este tiene
conocimiento del sangriento proyecto de
Chiriapa, y por lo mismo se halla en guar­
dia para defenderse, y a su vez trata de
eliminar a su rival. Los dos jefes, Chiriapa
y Tibirma, tienen muchos partidarios,
lo que hace prever que tarde o temprano
se encienda la guerra.
Si se habla con los dos salvajes, parece
que no hay el más leve motivo de temor.
Los jíbaros son maestros en el arte de
fingir. Procuran desviar la atención para
asestar el golpe a traición.

En efecto, Chiriapa .estuvo ya a punto
de dejar la piel.
El hecho s e . realizó de esta manera.
Un día se le presentó un jíbaro llamado
Najandc con el pretexto de hacer las paces
entre él y Tibirma. Un hijo de Chiriapa
durante el diálogo se había puesto en
acecho con'una escopeta lista para cual­
quier evento. Najande, que durante la
discusión movía febrilmente la lanza,
aprovechó un momento oportuno para
hundirla con fuerza en el pecho de Chi­
riapa. El hijo de Chiriapa, al ver esto,
disparó contra Najandc, el cual sintién­
dose herido, arrancó con fuerza la lanza
clavada en el pecho del enemigo, y huyó,
yendo a desmayarse a poca distancia, en
la espesura de la selva, en donde murió.
Chiriapa socorrido oportunamente y
curado por los suyos, se salvó, no obstante
la profunda herida y la sangre derramada
a borbotones.
Ahora vive y está dispuesto a continuar
su vida de asesino. Muestra la cicatriz
de la herida y se gloría de ello.
Así son estos salvajes: vengativos, fe­
roces... ¿Cuándo terminarán estas ma­
tanzas? ¿D e qué medio nos serviremos
para imponernos a estos infelices y do­
marlos ?
El Misionero hace lo que puede, y con
su autoridad moral llega, a veces, a impo­
nerse apagando odios, y conjurando des­
gracias. El misionero interviene siempre
que puede, y muchas veces, sujetándose a
graves mortificaciones, afrontando peli­
gros... ¿Bastará eso?
Un día el jíbaro Bosco, más reposado
y más juicioso que los demás, me dice:
«¿Cóm o es que nos dejan condenados
a nuestra propia suerte?».

Enfre /os hijos de la selva.
28 de marzo. — Algún jíbaro viene a
la misión. La presencia del Obispo llega
a conocimiento de los jíbaros, los cuales
se apresuran a venir a la misión para sa­
ludarlo y para pedirle los regalos...
Los primeros que llegan por la mañana
son Kayapa, Andrés, Bosco y otros, acom­
pañados de sus respectivas familias.
Observándolos en la iglesia, noté que
guardaban compostura. Pero cuando los
quise poner en fila para formar en la

!

205

procesión de las Palmas, estallaron en
una sonora risotada. Mas, imponie'ñdome
les dije: imucho orden quierol y ellos
se callaron.
Algunos comprenden ya que la casa
de Dios merece respeto, y se portan bas­
tante bien; otros, están en silencio, por­
que así se conducen los más buenos.
Alguno hace también la señal de la cruz
y la genuflexión antes de salir del lugar
santo. Con todo, todavía estamos lejos
y muy lejos de nuestro ideal. Todavía

A fin de quitarles todo pretexto para
no frecuentar la misión, preparamos' cji
nuestros campos una comida común. El'
domingo y días de fiesta hacemos hcryir
una olía grande, llena de... todo bien de
Dios. Satisfecho su estómago, se quedan
de buen grado con el misionero, c) cual
aprovecha esta circunstancia para distri­
buir, después del alimento corporal, -cI
pan espiritual a sus almas.
Llamando al jíbaro Bosco, le invité a
pascar y discurrir conmigo. Le pregunté

Jibapos (Ecuador) — La familia d e C ayapa.

Ies falta a estos pobrecitos el palafum
coráis para gustar las cosas del espíritu.
Siempre que vienen a la misión, el
domingo y días de fiesta, se les da el
billete de presencia a la misa y al catecismo.
Con este billete se hacen acreedores a un
obsequio por parte del misionero. Tal
obsequio consiste en una aguja, en un
prendedor, en un ovillo de hilo, en un
espejito etc. Lo que hace que no se vayan
de la misión sin antes haber retirado el
premio tan ambicionado.
Con este medio obtenemos que acudan
numerosos ‘ y sean constantes a un poco
de instrucción religiosa.

cómo cumplía sus deberes para con Dios,
para con el prójimo, recomendándole no
omitiera medios para arreglar su conducta
y vivir como buen cristiano.
— ¡M e encuentro mal! — me dice
acongojado; Si pudiera... pero ahora.’,.
— ¿Qué cosa te aflige?
— Ha venido a mi casa un cuñado
mío y quiere obligarme a que deje ir con
él a mis hijas.
— Pero tú que eres el padre, debes
decirle
no.
— Está bien; pero él interpone su de­
recho, diciendo que mi esposa es su her­
mana, y que por lo tanto, puede disponer

----------- 2 0 4

de. mis hijas como heredero, pudiéndolas
aún matar, si el caso llegara. Tales son
tas amenazas de esta bestia.
— Bosco/obra con resolución; tú eres
el padre de tus hijas y no puedes echarlas
en la boca del lobo; ellas son cristianas,
como bien lo sabes tú, y sabes también
qué graves obligaciones te impone e!
Señor.
— Si, lo sé; resistiré hasta que pueda.
Pero tú ayúdame a salvar a mis hijas.
— El misionero está aquí para esto,
¿puedes dudar de su apoyo?
Bosco me daba una mirada llena de
reconocimiento; pero yo pensaba y decía:
«¿Cuándo llegara la hora de Dios para
estos pobres esclavos de la selva ? ¿ Cuándo
podremos verles elevando su frente ilu­
minada con el rayo divino de la fe ?

Visifa inferesanfe,
70 de marzo. — Dos jíbaros armados
de escopetas suben la escalera y se me
presentan con aire resuelto.
— Venimos de Chuchumbleza para
visitarte; ¿q u é cosa has traído?
■ Decidme ante todo, ¿sois vosotros
amigos de Chiriapa?
— Cómo no; y el mismo Chiriapa
viene con nosotros para verte y saludarte.
Pasan algunos instantes, y entra Chlriapa acompañado de hombres armados
y algunas mujeres cargadas de cestos de
yuca.
Le saludo llamándolo por su nombre.
— ¡Cómo! ¿tú me conoces?
Mucho tiempo ha que te conozco.
¿Q ué significa esta gran cicatriz que
muestras en el pecho?
— ¿No lo has sabido? El bribón de
Tibirma se sirvió de Najande para he­
rirme a traición. Aquí me hincó la lanza,
mira; y seguramente habría muerto, a
n.0 habérmela sacado en seguida. Me la
pasó de parte a parte. Pero... la pagó...
ru é al bosque con la lanza tinta en mi
sangre, y allí murió. Mi hijo le había
disparado, hiriéndole de muerte.
- - Siempre guerras, siempre sangre.
¿ Y cuándo terminarán tan crueles asesi­
natos ?
Chiriapa callaba.
— ■ Bien, hablemos de otra cosa. ¿Q u ié­
nes son todos estos que te acompañan?

— Este es mi hijo, ésta mi esposa y
este de acá un amigo mío...
Yo me di cuenta de todo. Chiriapa teme
un asalto de Tibirma, y por eso anda bien
acompañado.
El jíbaro que quiere matar a su enemigo,
no se atreve a ello, sino cuando lo encuentra
solo. Quiere estar seguro del golpe y sin
que otro pueda tomar la defensa. Si Na­
jande hubiera visto al hijo de Chiriapa
con el arma lista para el disparo, no se
habría atrevido a consumar su crimen.
Después de saludarles uno por uno,
llegamos a la conclusión, que es siempre
la misma para el jíbaro que visita al mi­
sionero:
— A mí el espejo.
— Dame un anzuelo.
— Regálame esto, obséquiame aquello.
Les contenté a todos de la mejor ma­
nera que pude. Luego, como venían de
lejos y sentían los estímulos del hambre,
les distribuí plátanos en abundancia.
CbuTilli, disgustado, gritó: yo no quiero
plátanos; no sé que hacer de ellos. Y ios
tiraba con desprecio.
— ¿ Por qué haces así? le dije, repren­
diéndolo.
— A todos has dado un anzuelo, menos
a mí y a mi hermano. Yo quiero primero
el anzuelo, y darás también uno a mi her­
mano; luego aceptaré tus plátanos... —
Creí conveniente darle gusto.
Los jíbaros a veces se parecen a mu­
chachos caprichosos.
La comitiva se dirigió después a la
iglesia para el sermón y bendición ;
ahí observaron buena compostura. Yo
agradecí al Señor, tanto más cuanto que
vi a muchos, entre los cuales estaba el
mismo Chiriapa, tomando el agua ben­
dita y haciéndose la señal de la cruz.

Colonos y jibaros,
31 de marzo. — Muy por la mañana
Chiriapa se dirigió con los suyos a su casa.
Supe después que pasando cerca de
la tumba del pobre Timaza, muerto el
año pasado por Chiriapa y sus compa­
ñeros, le tiraron piedras. Tan arraigado
existe en estos desgraciados el espíritu
de venganza, que no perdonan ni si­
quiera a los muertos.
Después de la partida de los salvajes.

20?

comencé a visitar a los colonos. Consuela
ver como aumenta el número y con qué
interés se dedican a las faenas de la agri­
cultura, dedicándose al cultivo no sólo
de la caña de azúcar, sino también del
café, maiz, plátano, yuca, fréjoles etc.,
lo que da lugar a la intensidad de la
producción y al aumento de la exportación.
En estos días he quedado muy satis­
fecho con la concurrencia de los colonos
a la misión, para tomar parte en los ejer­
cicios espirituales, como preparación para
la santa Pascua. Asistieron también, y
con gran devoción, a todas las funciones
de semana santa.
Es de deplorar la ausencia casi com­
pleta de los jíbaros.
Tenemos en casa al jibarito Joaquín,
sobrino del Cayapa. Para ocuparlo un
poco, se le dió una cantidad de café, a
fin de que escogiese el seco del que no
lo estaba todavía. El muchacho se puso
al trabajo de muy mala gana, y hasta
parecía que quería interrumpir la... fati­
gosísima (!) operación. Me di cuenta, y:
— Animo Joaquín, — le dije — cuando
termines, te voy a dar un bonito anzuelo.
— Muy bien, respondió el astuto jíbarito, y reanudó su trabajo con algo más
de energía.
No mueven un dedo estos perezosos,
sin la esperanza del premio.
También Joaquín es víctima de esta
mala costumbre.
Cuando terminó de escoger el café, le
presenté el obséquio prometido.
— No — me contestó resueltamente —
no quiero el auzuelo; dame más bien un
lindo ovillo de hilo.
Le di lo que pedía y quedó contento.
Una que otra palabra de Dios y del
alma, breves oraciones (el Padrenuestro
y el Avemaria en su lengua) el buen ejem­
plo de los cristianos más buenos, mu­
cho afecto para con ellos, el interés del
misionero por todo lo que a ellos se re
ficre, o que es de su estima y deseo; he
aquí lo que se puede hacer en favor de
estos infelices, hasta que aumente el nú­
mero de obreros, que, contando con la
salud del cuerpo y del alma, puedan
intensificar la acción, abriendo brecha
en el corazón del jíbaro.
Vinieron a verme también dos hijos del
Tuiza, jíbaro anciano de Cuchipamba, el

cual, así por la edad, como por los achaques
no puede moverse de casa. Así lo cuen­
tan sus hijos con mucha pena.
Tuiza recibió instrucción cristiana dcl
jesuita Padre Pozzi, en Gualaquiza; mas

£! (erríUe Chiríapa.

temo que de tanto bien haya sacado muy
poco provecho.
Por medio dcl hijo Antonio le mandé
mis saludos y mis obsequios, recomen­
dándole que recuerde y practique lo que
le enseñaron los misioneros, tanto más
cuanto que se halla ya con los píes al
borde del sepulcro.
Antonio hizo bien y con devoción la
señal de la cruz. Yo le recomendé que la
hiciera todos los días al salir de casa y
antes de acostarse.

2o 6

— No dudes — me dijo; — así lo haré.
,— Cuídate de no tomar parte en las
guerras; el cristiano no debe hacer mal
a sus semejantes, y mucho menos dar la
muerte a sus hermanos jíbaros.
— Así es. No se debe matar a nadie,
por lo tanto, obra mal el Chiriapa que
no piensa más que en matar... No faltó
quien quiso inducirme a dejar la tranqui­
lidad de mi casa para lanzarme a la guerra;
pero yo le respondí que no, y que no.
— ¿Estás solo en tu casa?
Ahora estoy solo; tuve mi esposa,
me la robaron... llevándosela al Pongo.
— Valor, Antonio; toma estos regalos;
procura ser bueno y siempre bueno.
Antonio tomó los obsequios y partió.

Lo Sesfa de Pascua.
4. de abril. Día de Pascua. — Vinieron
muchos jíbaros y asistieron a las dos misas.
También este día de fiesta amenaza
set funestamente señalado. Se confirma la
noticia de que un grupo de jíbaros ha
salido para Méndez con el objeto de
matar a traición a uno de los de allá. ¡Qué
el buen Dios frustre el pérfido designio!
En tal día se realizó, además de una
íntima manifestación de .afecto y simpatía
al Obispo por parte de los salcsianos y
chonos, la distribución de telas y vestidos
a.'los salvajes más asiduos a la Misión.
sEstimulados por la recompensa con­
tinuarán a acercarse a nosotros estos
pobres hijos de la selva, y nosotros toca­
remos todos los resortes puestos a nuestro
alcance para conquistar sus almas. Aun
hoy, a pesar de tantos sudores y fatigas,
el< jíbaro sigue siendo el animaUs homo,
con sus vicios y perversas costumbres.
Lo poco que hace para contentar al mi­
sionero, no se puede llamar obra de con­
vicción. Si aprende y repite alguna res­
puesta de catecismo, si reza alguna bre­
vísima oración, si promete (casi nunca
mantiene la palabra) no vengarse de su
rival, lo hace siempre teniendo en mira
la recompensa material.
Mas, por esto ¿habremos de desanimar­
nos? Abatidos por la desconfianza, ¿aban­
donaremos este árido campo, que nece­
sita cual ninguno ser trabajado? No,
jamás.
A ejemplo del Venerable D. Bosco que

nos ha mandado acá, llenos de confianza
en la Auxiliadora y siempre con mayor
celo, continuaremos nuestra santa misión.
Después de tantas fatigas y sudores,
llegara, sí, el día de la miés.
En tanto demos gracias al Señor, que
nos concede atraer a nosotros, aunque
sea por medios materiales, a estos pobres
y desgraciados hijos de la selva.

D e regreso.
de abrí!. — Partí de regreso a 5 . M i­
guel del Aguacate, a donde llegué al atar­
decer. Muchos colonos vinieron a acom­
pañarme hasta el puente del Río S. José,
invitándome a pasar el puente a caballo.
A mi venida, este puente lo encontré
arruinado, lo que me obligó a pasar por
un vado del río. Pero en el intermedio
mis buenos colonos llegaron a repararlo.
Dicha sea la verdad, yo pasé en mi
cabalgadura con bastante recelo, porque
no estando las tablas todavía clavadas,
moviéndose, podían dar lugar a una sor­
presa poco agradable. Lo que sucedió; pues
el caballo, metió la pata en una rendija
del entarimado, y poco faltó para que
no ocurriera una desgracia. Gracias a que
el caballo era de buena pasta y salí del
del atolladero sin consecuencias.
Demoré alli el tiempo necesario para
bendecir solemnemente la capiilita dedi­
cada a S. jóse, construida por el misionero
P. Torka, y luego me dirigí a la Misión.
Experimenté gran consuelo al saber que
los buenos colonos, durante la Semana
Santa, habían asistido en buen número
a los ejercicios que se dieron en prepa­
ración a la Santa Pascua. Las comuniones
fueron muy numerosas.
Muchos de los colonos para poder
tomar parte en las funciones, tenían que
hacer algunas horas de camino y por
senderos difíciles.
Antes de salir de la Misión, bendije
otra capilla dedicada a la Virgen del Ro­
sario, sita en la localidad homónima.
Fué para mí una sorpresa muy agra­
dable y motivo de mucho consuelo el ver
que a la Virgen Sma. se le había levantado
una modesta pero simpática capiilita, en
lugar de la antigua y destartalada, en
donde por varios años y mal de mi grado,
hube de celebrar los divinos misterios.

2C7.

E¡ prím er fruío de ¡as M isiones Salesianas en ¡a R epública Argentina.

Rdo. Don L U I S
(n. en Maccio (Como) 8 abril 1855 ;

BOTTA
Buenos Aires 18 . abril 1927 )

El día iSd el pasado abril voló a recibir
el premio de una vida de trabajo, de sa­
crificio y de celo por la salvación de las
almas la gran figura de salesiano y misio­
nero que fué Don Luis Botta, el primer
aspirante, el primer novicio y luego pro­
feso y sacerdote, que los misioneros en­
viados por Don Bosco a América, con­
quistaron, parala Congregación Salcsiana.
Poseía todas las características de aque­
llos trabajadores incansables, hombres fru­
gales y de gran sacrificio, que hace 6o años
emigraban en barcos de vela hacia la
Argentina, para buscar trabajo y pan
para su numerosa familia; pero que con­
sigo llevaban, a más de una robustez a
toda prueba, un gran tesoro de virtud.

D e robusto tronco.
Eran dos patriarcales familias la de los
Botta y la de ios Nezzonico, ambas con
diez o doce hijos. Vivían juntos en santa
paz y juntos se decidieron a trasplantar
sus tiendas a America, i Había que oirles
contar las peripecias de un largo viaje de
tres o cuatro meses de mar, los eternos
días pasados en la zona ecuatorial, con
el agua tasada y casi corrompida, con
poquísimo alimento repugnante y sin una
ráfaga de viento que hinchase las velas!
Así se ejercitaba el carácter de aquellos
buenos cristianos que no perdían el ánimo
ni la paciencia porque los animaba la fe,
(a esperanza y el amor de Dios.
Estos simpáticos lombardos Botta y
Mezzonico fueron los primeros amigos y
discípulos que conoció en la Iglesia M ater
Misericordiae el Teol. Cagiiero, cuando
llegó por primera vez a América. Habitaban
junto a la llamada Iglesia de los Italianos,
en la calle Moreno y Solís y eran asiduos
a los sermones y funciones de los primeros
hijos de Don Bosco.
El celoso misionero Don Juan Baccino
contó desde luego con ellos para fundar
el primer Oratorio Festivo, cuyos primeros

locales fueron un estrecho corredor a lo
largo de la Iglesia y un cuarto que servía
para todo.
En aquella familia el oficio de carpintero
pasaba de padres a hijos y poseían un
taller propio. Trabajaban todo el día y,
por la noche, iban a la Iglesia a rezar el
Rosario, aprendían a cantar las coplas,
el oficio y la Misa de la Virgen y luege
se entretenían en familiares coloquios con
los salcsianos y un grupito de connacio­
nales entre los cuales se veían ya los gér­
menes de sólidas vocaciones. El domingo,
sin'falta, acudían a todas las funciones de
la mañana y de la tarde, conservando las
hermosas tradiciones de la Patria lejana.

Una ñor para e l jardín salesiano.
Pronto, se desarrolló en aquellos cora­
zones buenos y generosos el gérmen de

2o 8

la vocación religiosa. Empezó la obra
Don Baccino, con quien c! joven Luis
tenia una confianza ilimitada; luego el
Superior P. Cagliero y más tarde Don
Bodratto, primer Inspector, aprobaron y
decidieron su vocación. Luis vistió la
sotana el i8 de junio de 1877, coincidiendo
su Noviciado con la erección de la pri­
mera escuela de Artes y Oficios en la
calle Tacuari, donde él fué en seguida
maestro y asistente general.
Habiéndose trasladado dicha escuela
a Almagro, al año siguiente 1878, mientras
estudiaba latín y filosofía, contribuyó con
sus no comunes habilidades a la construc­
ción del Colegio Pío IX y despachaba
todos los quehaceres domésticos, hasta
el punto de que, apenas hecha su profe­
sión trienal, fué considerado como el
brazo derecho del Inspector Don Bodratto,
que le dió el cargo de Prefecto.

Fervor misionero.
Cuando en 1879 los salesianos fueron
llamados para acompañar al General Roca
ministro de la guerra, y al Vicario General
Mons. Antonio Espinosa, en la famosa
expedición o conquista militar de la Patagonia, el clérigo Luis Botta fué dado
como compañero catequista al misionero
Don Santiago Costamagna. El 15 de
abril se incorporaron a la expedición,
llegando el día 24 de mayo, fiesta de María
Auxiliadora, a orillas del Río Negro, junto
a la Isla de Choele Chocl.
Luis Botta se distinguó en seguida por
su celo en el catequizar a los indios, tanto
a los niños y mujeres indígenas, como a
los hombres que, a medida que se some­
tían, eran incorporados al ejercito. La
influencia de los misioneros suavizaba
así la aspereza y aún las violencias de la
conquista, inspirando sentimientos hu­
manos y cristianos en los unos y de pa­
ciente sumisión en los otros. Nuestros
misioneros dieron además un grande
ejemplo de desinterés, renunciando gene­
rosamente a los mismos terrenos que
fueron abundantemente distribuidos a to­
dos los que habían tomado parte en la
expedición. También el clérigo Botta,
aunque equiparado al grado de oficial,
repitió con todo el afecto de su alma el
da mihi animas caetera talle de D. Bosco,

regresando a Buenos Aires a fines de
julio, después de haber cosechado gran
fruto en las almas.

Lébor solesiana.
AI fallecer el primer Inspector Don
Francisco Bodrato, su sucesor P. Costamagna, para que el clérigo Botta pudiera
dedicarse mejor a sus estudios, lo alivió
del cargo de Prefecto y así pudo cursar
la teología, sin dejar por eso de dar una
clase elemental, siendo ordenado sacer­
dote el 5 de abril de 1882. Ejerció en se­
guida el sagrado ministerio, especialmente
en nuestra Parroquia de san Carlos, y, a
pesar de continuar dando sus clases re­
gulares, adquirió una gran facilidad de
predicar, dar conferencias catequísticas
y ejercicios espirituales. Tenía un gran
sentido práctico religioso, fruto de su
vida de fe, de la exactitud ejemplar en sus
prácticas de piedad y de la lectura asidua
de buenos libros.
En 1885 lo encontramos ya director
del Colegio de M ater Misencordiae, donde
había nacido su vocación y donde echó
los cimientos de las grandes obras que
luego se desarrollaron con tanto vigor en
aquella Casa. Mas tarde habiéndose des­
arrollado grandemente la Casa inspectorial de San Carlos, hasta albergar más
de 400 alumnos internos, sin contar los
aspirantes y novicios, hacía falta un ecó­
nomo o Prefecto interno y fué escogido
para este cargo el P. Botta, que lo desem­
peñó desde 1887 hasta 1891. Su actividad
fué admirable y se puede decir que or­
ganizó una verdadera escuela de economía,
que era su especialidad.
Cuando se trató de la fundación de la
Casa Salesiana de Mendoza, fué nom­
brado Director de la misma el P. Botta,
que lo fué desde 1892 hasta 1909, debién­
dosele la fundación de lás cuatro Casas,
dos en la ciudad de Mendoza, una para
salesianos y otra para las Hijas de María
Auxiliadora y dos en Rodeo del Medio
gracias a la generosidad de la Sita. Lucila
B. de Bombal: una escuela vitivinícola
para los salesianos y un Colegio de in­
ternas y externas para las Hijas de María,
Auxiliadora.
Difícil es dar una idea de la actividad
de las industrias y trabajos de este hijo

1

209

de Don Rosco para hacer prosperar estas
obras. Los Cooperadores no cesaban de
admirar la habilidad, maestría y economía
con que sabía levantar edificios en poco
tiempo y con poquísimos medios. Sólo
recordaremos que el P. Rector de los
Jesuítas, al visitar la nueva casa de Men­
doza, que tenía que ser la base de la nueva
fundación, notó que había un gran des­
nivel en los patios y lamentaba que para
nivelarlos se habría debido gastar unos •
tres o cuatro mil pesos, en traslados de
tierra. El P. Botta sonriendo le contestó
que para él aquella tierra era una gran

economía heredado de la familia, lo per­
feccionó en beneficio de la Congregación
y de la juventud confiada a sus cuidados,
mediante el ejercicio de la caridad, en
todas sus manifestaciones.

Sangre de wór(ir.
En una época de satánico anticlcricalismo que afligió a la ciudad de Mendoza,
hacia el año 1900, tuvo ocasión de sufrir
por amor 1 de Jesucristo. Un domingo
mientras se dirigía, hacia el atardecer, a
hacer las funciones en el C o I c í t í o de las

D urante lo expedición del G eneral R o c a :
1. Don Santiago C ostam agna — 2. M ons. Espinosa — 3. El clérigo Lnis Bofto.

providencia. Efectivamente se sirvió de
toda aquella tierra sobrante para fabricar
adobes, y, vendiendo los que le sobraban,
casi pagó la obra del Colegio.
Cuando viajaba no se servía sólo de
su billete para transporte de equipajes,
sino que utilizaba el de! mayor número
de viajeros posible y como cada uno tenía
derecho a 50 kilos, llevaba consigo todas
las provisiones necesarias, puertas, ven­
tanas, hierro y maderas, y a los empleados
que le observaban que aquello no eran
equipajes, graciosamente respondía que
eran todos útiles de su oficio, pues el
dirigía una escuela de Artes y Oficios y
de Agricultura y aqueHo era su equipaje
y acabaron por cerrar un ojo y dejarle
pasar. El instinto de una bien entendida

Hermanas, le salió al encuentro un ener­
gúmeno, injuriándolo villanamente; el
sacerdote, con aquella paz y tranquilidad
en él características, le rogó que le dejara
pasar sin molestarle; pero aquel desal­
mado dando desahogo a la rabia que le
consumía, le cruzó la cara con un terrible
garrotazo hendiéndole los labios y rom­
piéndole los dientes, mientras la víctima
tambaleándose y dejando en la calle un
reguero de sangre, corrió a refugiarse en
una casa, logrando apenas evitar un se­
gundo golpe que aquel criminal le dirigió
a la cabeza. Afortunadamente acudieron
en seguida los guardias que sujetaron al
energúmeno, mientras el P. Botta colocado
en un coche fué conducido ai Colegio.
Apenas se difundió por Mendoza la no­

ticia de este criminal atentado, toda la
ciudad se conmovió y no solo los eclesiás­
ticos y amigos se apresuraron a ir a darle
el pésame y a formular una enérgica
protesta, sino que las mismas autoridades
civiles y los cónsules de distintas naciones
europeas y americanas fueron a porfía
paro manifestar su indignación por el
criminal atentado y su adhesión y afecto
al buen Director. Éste, apenas pudo le­
vantarse, a pesar de conservar la cicatriz
y los efectos del terrible golpe, quiso in­
terceder por su enemigo que, junto con
otro compañero, había sido puesto en la
cárcel. Ambos, apenas salidos de la cárcel,
se presentaron en el Colegio implorando
perdón y declarando que habían sido
instrumentos inconscientes de planes sec­
tarios.

M odelo de A\isionero.
Demasiado prolijo sería enumerar las
obras de este malogrado salesiano, pero
no podemos dejar de decir una palabra
sobre su actividad misionera, pues como
ésta había sido su primera aspiración,
la Providencia dispuso que fuera su ocu­
pación durante los últimos veinte años
de su vida. En 1909 fué nombrado D i­
rector de la Misión de Viedma (Río Negro)
y es difícil dar un idea de como puso en
juego todas sus fuerzas c industrias para
sostener y desarrollar las variadas obras
que el Vicario Apostólico de la Patagonia,
Mons. Cagliero, había con tanto celo
iniciado. AÍ cabo de dos años, el Vicariato
fué dividido en seis Vicarías foráneas y
entonces el P. Botta fue enviado a San
Nicolás de los Arroyos, donde trabajó in­
cansable durante diez años, desde el 1912
hasta 1922, en aquel primer Colegio de
América, entre aquellos buenos colonos
italianos, entre los cuales desarrolló una

hermosísima misión, coronada con la
santa muerte de la más hermosa flor de
virtud, el angélico clérigo salesiano Luis
Lanza, que murió en su brazos, en olor
de santidad.
En enero de 1922 el aguerrido misio­
nero fué destinado a pasar el último pe­
ríodo de su vida en la Pampa Central,
como Director de Victórica, donde edi­
ficó un hermoso colegio, completó la
antigua Iglesia Parroquial y dejó muy
adelantada una Casa para las Hijas de
María Auxiliadora. Así aquella última
residencia misionera, que sirve de punto
de partida para las expediciones a las
colonias de indígenas y de emigrados
europeos, vió desarrollar en su seno toda
la Obra de Don Bosco para la educación
cristiana de las familias y de la juventud.
Dirigió también la construcción de otro
Colegio para la Colonia italiana de Castex
(Pampa) que promete abundantes y buenas
vocaciones. Y finalmente coronó su vida
verdaderamente salesiana y misionera con
la construcción del grande edificio central
de las Misiones de la Pampa, en la misma
capital de aquel territorio, Santa Rosa.
El Colegio « Domingo S a v io », podemos
decir que fué su obra maestra debida a
su laboriosidad y economía, construido
con verdadera inteligencia y amor y que
será un perenne monumento de la vida
misionera de este ejemplar salesiano, que
supo hermanar la más incansable actividad
y austera economía, con una acendrada
piedad y con la más ejemplar observancia
religiosa.
Mientras ofrecemos por su alma el
tributo de los más fervorosos sufragios
pedimos al Sagrado Corazón de |csús y
a María Auxiliadora que envíen a la Obra
de Don Bosco muchos misioneros del
temple y del espíritu del malogrado Don
Luis Botta.

¿Creemos que hay un Dios? Sirvámoste con todas las fuerzas de nuestra olma y de nuestro
corazón. ¿Creemos que hay un infiernd? Procuremos huir del pecado mortal que nos puede precipitar
en é/. ¿Crro/Jíos que existe el cielo? Practiquemos la virtud para poder entrar en él.
La confianza en Dios no excluye nuestra cooperación; por lo tanto hagamos cuanto esté de
ituestra parte y el Señor con su bondad hará lo que nosotros no podamos,
a Señor premia abundantemente las obras de caridad que se hacen a los pobres.
Ven. JuAM Bosco.

La fiesta de María Auxiliadora en Turín.
Im presiones de un Peregrino.
Al dirigirme hacia
Turín me habían
dicho: — Va V. a
ver un espectáculo
extraordinario; pre­
párese a grandes
emociones. — No
será tanto; ya he
estado en Lourdes
y difícilmente podrá
verse algo más gran­
dioso y emocionante
que junto a la gruta
de Massabiellcl —
Más, quizá no; pero
tanto y de otro gé­
nero... en fin V. verá.
Y he visto,y lo que
he visto ha sido un
espectáculo prodi­
gioso de fe y de
piedad que pido- al
B ol e tín Salesiano
que me lo deje re­
producir en sus co­
lumnas, hora por
hora, tal como se
desarrolló ante mis
ojos, que a menudo
no pudieron conte­
ner las lágrimas. Hubiera querido disponer
en ciertos instantes de un aparato cine­
matográfico para poder ofrecer a las salas
católicas y aún a las que no lo son, una
película sorprendente.

2 3 d e M ayo.
A las nueve y medía de la noche.
Hace apenas dos horas que han termi­
nado las Vísperas Pontificales en la Ba­
sílica de María Auxiliadora, demasiado

pequeña para con­
tener a la muche­
dumbre que la in­
vade. Mientras en
el interior se daba
la Bendición con el
Santísimo, la mu­
chedumbre que no
podía entrar en el
Templo, se arrodilló
en la plaza, fijando
su mirada en la
imagen de María
A u x i l i a d o r a que,
nimbada de luz, co­
rona la grandiosa
cúpula. Ahora la
noche ha extendido
ya su manto sobre la
capital del Piamonte
y de todos los pun­
tos de la ciudad los
t ranví as conducen
hacia Valdocco ole­
adas de gente, mien­
tras otros llegan a pie
por todas las calles
adyacentes. ¿Qué es
lo que atrae a tanta
muchedumbre? En
un ángulo de la plaza sobre un entablado
rodeado de luces eléctricas, una banda
de música entretiene con un concierto
popular a la apiñada multitud. Los dos
batientes de la gran puerta de la Igle­
sia están abiertos de par en par y la mul­
titud entra y sale sin cesar. Hay apenas
tiempo de desfilar, rezar unas pocas ora­
ciones y la corriente humana os empuja,
os arrastra y vuelve a arrojaros hacia
fuera.
Y a fuera, todo el mundo espera, con
la mirada fija en la fachada de la Iglesia,

algo parecido a lo que sucede en Roma
cuando se celebra el conclave, que todas
las miradas están fijas en la chimenea de
la Sixtina. De repente un prolongado
lAaah! de satisfacción y admiración sale
de todos los pechos: una vuelta al inte­
rruptor y 5000 lámparas eléctricas de
diversos colores, dibujan con raudales
de luz, todas las líneas • arquitectónicas
del templo. El efecto es encantador; pa­
rece encontrarse en pleno día y allá en lo
alto, como visión de ciclo aparece María
Auxilio de los Cristianos, extendiendo
sus brazos como para bendecir a quella
muchedumbre que va aumentando sin
cesar...

A las I I de la noche.
Empieza la Mora Santa y la muchedum­
bre aumenta; algunos regresan a sus hoga­
res y otros van llenando el templo. Du­
rante toda la noche en el templo se rezará
y sin decaimiento ni cansancio. Sin can­
sancio, porque, ya se ha venido dispuesto
a ello y también porque esta prolongada
oración es sostenida con inteligencia por
los que dirigen las funciones: varios pre­
dicadores se suceden en el pulpito, el
pueblo toma parte en los cantos corales
que se entonan, el rosario es rezado a
intervalos por dos grandes coros. La or­
ganización es perfecta.
Entre los fieles los hay de todas clases,
edades y condiciones; y sobre todo hom­
bres, muchos hombres y muchos jóvenes.
Acá y allá, numerosas madres con sus
bebés dormidos en los brazos. Estas
pequeñas cabecitas jamás habrán des­
cansado tan dulcemente: sobre el corazón
de sus madres, bajo la mirada de la Virgen
y arrullados por el murmullo de los rezos y
de los cantos.Quizá me diréis ¿no habrían
estado mejor en sus camitas? — ¿Quién
sabe? Y además, hacía falta poderlos
dejar solos. Y luego pensad un poco en
cristiano: Aunque sólo por un momento
abran los ojos y permanezcan despiertas
esas criaturas admirarán extasiadas aquel
espectáculo de paraíso a que su madre
los ha conducido y esta imagen quedará
para siempre grabada en su imaginación
y en su memoria. Quizá resulte este el
más lejano recuerdo de su infancia y
¿qué mejor recuerdo?

2 4 de M ayo.
A la una de la madrugada.
Escurriéndose por donde ha sido po­
sible, por las puertas laterales, por las ¿e
la sacristía, por el ábside, una muche­
dumbre de hombre? ha invadido el pres­
biterio y el coro. Ellos se encargan por
todo lo que queda de la noche de dirigir
las oraciones y el canto, i Bien por los
hombres! Los admiro de cerca a estos
cristianos; son como yo me los imagino:
rezan varonilmente y con toda su alma;
son conscientes de su fuerza y la ofrecen
a la Virgen. Forman la Asociación parro­
quia! de los Adoradores de! Santísimo S a ­
cramento.
Y va a empezar la Santa Misa. Revestido
con riquísimos ornamentos sagrados apa­
rece un venerando sacerdote, precedido
de un interminable clero infantil y se
acerca al altar. Y un imponente coro de
hombres empieza el introito de la misa
en impecable canto gregoriano: Salve
sanefa porens, seguido de la Misa De A nSelis que ejecuta todo el pueblo, dividido
en dos coros numerosos y seguros. El
pueblo se ha adaptado sin dificuldad a
las normas de Pío X y las magníficas me­
lodías gregorianas suben hacia el trono
de la Virgen como caricias filiales.
Son las dos: y empieza la Santa Co­
munión que durará sin interrupción diez
horas, distribuida por cuatro sacerdotes,
ya que el último copón será encerrado en
el Sagrario sólo después de mediodía.
Los copones, hay que verlos esos copones,
fabricados expresamente para este San­
tuario, que contendrían cinco o seis de
los ordinarios. De media en media hora
los que dan la comunión deben ser susti­
tuidos, que no debe ser pequeña la triple
fatiga simultánea de la voz que repite la
fórmula, de la mano izquierda que sos­
tiene el pesado copón y del brazo derecho
que distribuye la Comunión a los fieles;
pues de cuando en cuando se ve al sacer­
dote pararse entre dos que comulgan
para tomar aliento y descansar un mo­
mento el brazo cansado.
Al mismo tiempo, como ya en los días
anteriores, los nueve confesionarios fijos
de! Santuario y los cinco o seis improvi­
sados funcionan sin parar y en las últimas

215

48 horas no están libres ni un instante.
De hora en hora los confesores se turnan
y los fieles pueden confesarse en seis o
siete lenguas distintas. ¿Quién podrá
decir los millares de almas que se levan­
tan del tribunal de la penitencia contentas
y absueltas, los millares de corazones que
allí encuentran la fuerza, la luz y el con­
suelo; las voluntades que salen decididas,
después de aquella conversación íntima,
a seguir constantes por el camino del bien?

fervorosa, una misa oida con fe y ejemplar
devoción y sólo después de dar desahogo
a su piedad, ios vereis desparramarse por
los pórticos del Oratorio, aprovechando
los bancos que acertadamente han sido
allí dispuestos para la circunstancia, para

A las cuatro de la mañana,
Al acabarse la misa cantada de la ma­
drugada, los cantos y las oraciones no
cesan ni por un momento. Los sacerdotes
se suceden sin cesar en los doce altares
del Santuario. Y en el coro se van suce­
diendo ios grupos de hombres que no
dejan de rezar el Rosario y entonar cán­
ticos sagrados. ¡Qué sensación de fuerza
la de las Asociaciones de laicos; cuánto
pueden servir para extender la acción del
sacerdote entre las muchedumbres! Y
pensar que al poco rato, hacia las cinco,
estos hombres vuelven a sus casas, sorben
aprisa una taza de cafe para disipar el
cansancio de la noche, descansan un mo­
mento reclinados sobre el ángulo de una
mesa y se dirigen contentos y animados
a su trabajo. No nos quejemos, pues, tanto
de los males de nuestra época, envidiando
siempre los fervores de la edad media.
También entre nosotros se dan ejemplos
no menos edificantes de ios que daban nues­
tros abuelos de los pasados siglos.
La aurora va entre tanto disipando
las tinieblas y a la luz del día el espec­
táculo se hace cada vez mas grandioso.
De todas partes llegan peregrinos. Además
de los que han pasado la noche en la
iglesia y en los .pórticos del Oratorio
Salesiano otros grupos van llegando de
los pueblos vecinos y de los valles alpinos.
Se han puesto en camino muy de madru­
gada, dirigiéndose, en grupos y rezando
el santo Rosario, liacía el santuario de
Turín. Al aparecer ante sus ojos la majes­
tuosa cúpula de María Auxiliadora una
sensación de alegría ha hecho desaparecer
el cansancio de sus miembros y entonando
cánticos a Tvlaría entran en el Templo.
Y en seguida- una oración a la Virgen,
una confesión sincera, una comunión

T a rin : tliiniÍDaciÓH á c la &aB{lica
d e A larla Auxiliadora, ea M fieata titular.

•dar al cuerpo un poco de descanso y de
alimento, que buena falta le hace.
Y en el Santuario la muchedumbre se
renueva sin cesar; la plaza de María Au­
xiliadora se ha convertido en un hormi­
guero de gente. De todas las calles adya­
centes va llegando una muchedumbre
que va siempre en aumento. Un servicio
especial de tranvías que se suceden uno
tras otro van dejando delante de la Basí­
lica nuevas oleadas de gente y todos van
entrando en la Iglesia. Pero ¿es que es
elástico este Tem plo? No pero quitados

214

cic antemano todos los bancos y sillas, la
gente se amontona, se aprieta y cuando
a las siete va a empezar la misa de los
niños artesanos no hay ni un rinconcito
libre en todo el Santuario, a pesar de ha­
berle añadido amplias tribunas a ambos
lados.

<4 lüs siefe de Ja mañana.
Y el superior general de los Salcsianos
es quien celebra esta Misa. El tercer Su ­
cesor de Don Bosco, todos los años a la
misma hora, sube a aquel altar y fácil es
reconstruir la oración que en aquellos
momentos debe salir más de su corazón
que de sus labios: — « Verdaderamente,
Señor, habéis hecho grandes cosas por
medio de vuestro fiel siervo . Juan Bosco.
No fué un simple sueño que le indujo a
construir esta Basílica en honor de vuestra
Madre, sino que lo hizo por orden precisa
suya. Ella quiso este trono para derramar
en el sus gracias más escogidas sobre
aquellas almas que acudieran a implorar
su auxilio. ¡Bendito seáis eternamente!».
Y la misa continúa entre las armonías
de los cánticos sagrados y el murmullo
de la oración, mientras los cuatro sacer­
dotes no cesan de distribuir la Sagrada
Comunión y los 15 confesores no cesan
de absolver a las almas penitentes.

A las nueve y media
en Jos patios deJ Oratorio.
Acá y acullá a la sombra de los pórticos
los peregrinos descansan un momento
en los bancos esperando la M isa Pontifical.
Manifiestan un poco de cansancio y se
comprende.
En un ángulo veo a una madre que
estrecha entre sus brazos a su hijito dor­
mido y le pregunto de qué pueblo ha
venido:
— lOh nosotros no somos de por aquí,
Sr. Cura, me dijo, vengo de Calabria.
76 horas de viaje, con tres cambios de
tren. Ha sido un poco dura la jornada,
pero al fin hemos llegado.
— ¿Cuándo?
— Ayer noche.
— Y ¿dónde ha dormido V .?
Un poco en la Iglesia durante la hora
santa; pero tan poco... ¡Pues he venido

para dar gracias a la Sma. Virgen y a
cumplir un voto, Sr. Cura. Este niño se
moría sin remedio según los médicos;
tenía una pulmonía doble. Y una amiga
que lee el Boletín Salesiano me dijo: Pro­
mete a María Auxiliadora ir a hacer una
peregrinación a su Santuario y verás
como Ella salvará a tu hijito. Hice la
promesa, el niño se salvó y heme aquí.
— ¿Pero para V. esto debe ser un gasto
considerable?
— Ciertamente, todas mis economías
se han ido; no me quedan más que unos
céntimos para comprar un Rosario de
recuerdo.
— ¿ Y para comer?
— Ya venimos provistos; aquí tiene
V. mi cesta; todavía queda para la vuelta.
— Y cuándo se marcha V .?
— Esta tarde; mi marido y los demás
hijos me esperan.
Tras un breve silencio con actitud algo
timida — Diga V., Sr. Cura, añade,
¿N o me podría encontrar un rinconcito
para asistir a la Misa Solemne Pontifical?
He intentado entrar, pero no he podido
dar un paso; me habrían ahogado la cria­
tura.
Me dirigí a uno de los Padres Salesianos,
le narré la sencilla historia de aquella
campesina de gran corazón y para ella
se encontró un rinconcito digno de su
fe, en una tribuna enfrente del altar mayor,
desde donde pudo contemplar aquella
visión de Paraíso, que luego contaría allá
en el otro extremo de Italia, en Calabria,
país según algunos de malas gentes.

A Jas diez.
Espectáculo maravilloso el de esc acto,
el más solemne de la sagrada liturgia,
sobre todo cuando, como en el caso pre­
sente, va acompañado de la hermosura
de los cantos, del esplendor de los adornos
e iluminación de la Basílica y de un gran
acompañamiento de clero.
Precedido de una fila interminable
de niños revestidos con sotana y roquete
el obispo entra; se detiene un instante
en adoración ante Jesús Sacramentado
y sube al trono para vestir los ornamentos
pontificales. Y empieza la misa, que ce­
lebra el Obispo de Carpi, Monseñor Pranzini, asistiendo de pontifical el Cardenal

215

de Turín, Monseñor Gamba; y con las tinuando éstos, invoqué a María Auxiliadora,
melodías gregorianas alternan la incompa­ la que me sanó evitándome una doloroso ope­
después de haberle prometido publicar
rable polifonía de Mitterer y Pagella. Una ración,
esta gracia; pero habiendo olvidado de cumplir
ejecución verdaderamente artística. El alma mi promesa, me la recordó Ella haciéndome
se siente transportada a otras regiones; sentir de nuevo los antiguos dolores, porfío
Esc conjunto de sacerdotes y clero, que cual la invoqué segunda vez quedando libre
evoluciona con orden y gracia en el San­ del todo.
Cumplo mi promesa, lleno de gratitud a
tuario son un encanto para la vista; la
solemne música, que magistralmentc eje­ esta mí Reina y Madre *.
cuta un coro de más de trescientas voces,
C a li (Colombia). — Encontrándome en
recrea dulcemente el oido; aquella mu­
una extrema miseria y teniendo además a una
chedumbre conmovida, apiñada y devota hermana mía y a mi hijito gravemente enfermos,
que reza y sigue con fe viva los sagrados acudí confiada a la Sma. Virgen pidiéndole
misterios edifica el corazón; las palabras me socorriera en mi aflicción. Todos en realidad
de fuego que desde lo alto de la Cátedra mejoramos; pero no era tan sólo la salud cor­
Sagrada hace oir el predicador, al evan­ poral la que pedía. Otra gracia más importante
gelio, cantando las glorias de María', son y más urgente era la que deseaba me concediera
deleite y alimento para el espíritu. Esas mi buena Madre.
Continué perseverantemente mis plegarias
luces, esas flores, esos perfumes, esa ilu­
minación repentina, que en el momento hasta que un día al salir de una Iglesia, no
de la elevación hace brillar millares de había andado apenas dos cuadras cuando de
pronto la Virgen me otorgó la tan suspirada
lámparas sobre aquella muchedumbre que gracia.
espera al Señor, todo contribuye a abismar
Reconocido a la bondad de la Virgen cumplo
al alma en una dulce contemplación y mi promesa.
a dar por un instante la ilusión de hallarnos
15 Diciembre 1926.
en el Paraíso. Verdaderamente los saleR icaurte G i l SA n c h ez .
sianos han tenido un grande acierto en
ofrecer a sus jóvenes educandos estos
CiPOLLETTi (Argentina). — Hallándome en
grandiosos espectáculos de fe y de piedad cama sin poderme mover a causa de un desliga­
que ejercen una gran influencia educadora. miento de nervios y de continuos y agudísimos
dolores, comencé una Novena a María Auxi­
{Continuará).

GRACIAS
DE MARÍA AUXILIADORA
A lm azora (Castellón-España).— Encontrán­
dose mi anciana madre, enferma de mucha gra­
vedad y sin esperanza en la ciencia médica que
había agotado ya todos sus recursos, como se
presentara un colapso que la privó de todo
conocimiento durante algunas horas, invoqué
en tan angustioso trance la protección de María
Auxiliadora, prometiendo publicar la gracia y
dar loo pts. para sus obras.
A las pocas horas de haberla invocado co­
menzó a despejarse la enferma y como sólo
puede atribuirse la curación a la protección de
María Auxiliadora cumplo con gusto mi pro­
mesa.
3 de Mayo de 1927
P resen tació n V il a r .

A ncud (Chile). — A fines del pasado año
sentí fuertes dolores al costado derecho; con­

liadora prometiendo publicar la gracia si la
obtenía.
Al séptimo día sentí en mí una mejoría ex­
traordinaria y hoy me encuentro completa­
mente restablecida.
Doy, pues, rendidas gracias a María Auxi­
liadora por éste y otros insignes favores alcan­
zados por su potente intercesión.
Octubre 1926.
A n g ela C . de C a lv a n .
C olon (Uruguay). — jGracias, Madre mía!
Se hallaba gravemente enferma mi hermana
política Carmen Roli Salaberri y la encomendé
a mi querida Madre María Auxiliadora, po­
niendo por intercesora a la sierva de Dios Sor
María Mazzarello y poniéndole a la enferma
una reliquia de ésta.
Después de mandar celebrar algunas misaa
y hacer unas Novenas, la enferma mejoró com­
pletamente, por lo que agradecidas publicamos
la gracia como habíamos prometido.
J uana M . S a l a b e r r i .
M o n t il l a (España). — A consecuencia de
la dolorosa impresión producida por la muerte
de nuestra querida madre y de los esfuerzos

21Ó

realizados para atenderla y cuidarla durante su
enfermedad, mi hermano el doctor R. V. Z. y L.
se resintió fuertemente de una pasada dolencia,
que a los ocho años de desaparecida se le repro­
dujo con caracteres de alguna gravedad.
Encomendándole a María Auxiliadora, de
la que toda la familia es grandemente devota,
se le mandó decir una Misa y en seguida co­
menzaron a desaparecer los síntomas graves,
disminuyendo gradualmente el peligro hasta
desaparecer del todo.
María Auxiliadora acepte el homenaje de
nuestra amorosa gratitud y nos dispense siempre
su divina protección.
Marzo 1927.
M . V. Z. L.
S antander (España). — Atacó a nuestro

hljito jesús, niño de cuatro años de edad, una
infección intestinal que el médico temió dege­
nerara en meningitis, y desesperaba de su cu­
ración. Apenadísimos por el inminente riesgo de
muerte que corría tan queridísimo ser de nues­
tra familia, comenzamos al punto una-Novena
a María Auxiliadora, rogándole le devolviera
la salud.
No se hizo esperar la suspirada gracia. Al
segundo día de la Novena hallóle el doctor
fuera de todo peligro, y al fin de ella mandó le
dieran alimento, declarándole completamente
curado.
María Auxiliadora escuchó nuestras fervientes
plegarlas. Llenos de profunda gratitud hemos
hecho celebrar una misa en su honor, y de
seamos se púbiique la gracia en el « Boletín
Salesiano » para estímulo de cuentos te bellen en
semejantes angustias.
¡Todo lo puede María Auxiliadora!
¡Gracias, Madre mía!
Abril 1927.
PRANCISCO S a EZ Im ZUBIETA
y D olores D uran C a b ie l l e s .
T elen (Pampa-Argentina). — El incendio
en estas vastas soledades de la Pampa es devas^
tador y frecuentísimo.
Me hallaba yo en La Barrosa (N. O. de la
Pampa) cuando veo levantarse a lo lejos un
denso espiral de humo que se perdía en las
nubes. Acostumbrado a este fenómeno, delaté
en seguida a un Colono la presencia dcl incendio
y tomando éste a 15 hombres más, partió a ca­
ballo y a galope tendido al lugar dcl siniestro.
Acababan apenas de salir cuando ya las llamas
se alzaban amenazadoras gtrojccicndo el hori­
zonte.
Inútil toda tentativa para sofocar el incendio:
un viento seco y huracanado lo propagaba más
V más. En este trance y ante el peligro de que
nos incendiasen todas Us poatttonw, reuní a
cuantos habían quedado conmigo en la Misión

y los llevé a la Iglesia para invocar la protección
de la Virgen.
No habíamos aún terminado la tercera Ave
María y notamos con asombro que el viento
se calmaba. Mando a un niño fuera a cercio­
rarse y vuelve corriendo para notificarnos:
« Ya no hay viento, la bandera está bien caída
Los hombres terminaron felizmente de apagar
el incendio y devolvernos a todos la paz y la
tranquilidad perdidas. La Santísima Virgen
había obrado con nosotros un nuevo favor.
Cuando se enteró la dueña dcl campo, Sra.
Da. Pascuala Vda. Iparaguirre, regaló en señal
de gratitud a nuestra casa de Telén una hermo­
sísima estatua de M . Auxiliadora.
Abril 1927.
)osE D urando .
P elen (Argentina). — Encontrándome en
estado bastante delicado y haciéndose necesaria
una operación en extremo difícil. Prometí a
María Auxiliadora, al invocarla, que le haría
un novenario y publicaría la gracia en el Boletín
Salesiano y a pesar de que los médicos deses­
peraban salvarme, nuestra buena Madre me
ayudó y hoy me encuentro ya al lado de mi fa­
milia bastante mejorada por lo que cumplo mi
promesa y envió una limosna.
Marzo 1927.
M argarita R. de G armandia .

Dan también gracias a M aría Auxi­
liadora:
/4/i7u>í/¿v’Gr del Pinar (España). — Vicenta
Serrano por favores recibidos y envía una li­
mosna para la Obra Salesiana.
Buenos Aires (Argentina). — José Arrichi
y envía una limosna.
Calera (Chile). — María jáuregui y envía
una limosna por gracias recibidas.
Cali (Colombia). — Isábel de Sánchez por
favores recibidos por su intercesión y envía
una limosna para su culto, prometiendo otra
para los huerfanitos de Vble. Juan Bosco.
Ídem. — Mercedes Aragón de Lenis por haber
conseguido por su intercesión la salud de su
hijito y manda celebrar una Misa en el Santua­
rio de Turín.
idem. — Vicenta Córdoba de Vega, Zalla
Viveros, Manuel Bravo, María de Jesús Cardona
de Ruiz, María Valencia F., Virginia Cuevas,
Carlos Sedeño, Alejandro Collazos, Rosa G. de
Echeverri, Rosalía Figucira de Ayala, Mercedes
Otero de Suárez y Manuel Mora agradecidos
a los favores que recibieron de la bondad de
la Sma. Virgen, mandan una ofrenda por con­
ducto dcl celoso Decurión Salesiano Sr. D. M i­
guel Vicente Mercado Ayala.

i

217

Carahue (Chile). — Lastcnia Pradel y envía
una limosna por haber mejorado de una grave
enfermedad.
Concepción (Chile). — Eladia Quintana y
envía una limosna para su culto.
Carepto (Chile). — Luisa Ahumada y envía
una limosna.
Chépica (Chile). — Manuel Ruiz y envía una
limosna por gracia recibida.
E l Cardenal (Chile). — Ramón Caroca y
envía una limosna.
E l Castillo (Chile). — Isolina Araccna y
envía una limosna para su culto.
Carcuna (España). — Paula Balmisa y Re­
medios San Julián y mandan una limosna para
los huerfanitos del Vble. Juan Bosco.
Gerona (España). — Arturo Vares y Da.
Ana Martinell de Vares dan gracias a María
Auxiliadora' y hacen celebrar una Misa por el
feliz éxito de una operación de su hija.
Los Angeles (California). — Guadalupe Cas­
tillo y Mercedes Campanclli y envían una li­
mosna.
Los Laros (Chile). — Dolores de Tapia, O.
de Latorre y envían una limosna por gracias
recibidas.
Quilmes (Argentina). — S . R. M ., por haber
obtenido de María Auxiliadora la gracia de
recibir el título de Maestra Nacional y ofrece
la limosna de cinco pesos.
Quitraué (Chile). — C. .A. S . da gracias por
favores recibidos y envía una limosna.
Rencico (Chile). — Ana Sepúlveda' y envía
una limosna por favores recibidos.
San Felipe (Chile). — Teresa Vargas por
haber mejorado de una enfermedad en la que
tuvo que sufrir una seria' operación.
San Isidro (Chile). — María Rojas de Ramos
y queda muy reconocida a la bondad de tan
buena Madre.
San Martín de los Andes (Chile). — jóse de
González, Irene Espinosa, Fortunata Henríquez, Florinda Morales, Domitila Muñoz,
Juan Antonio Estay, Juan Salinas, Luisa Alvarado, Luisa de Mardones, por favores reci­
bidos.
Santiago (Chile). — Cristina Muñoz, Virginia
Rojas, Zoila de Canto y envían una limosna.
Santiago (España). — Dolores Rodríguez
Silva por un importante favor recibido y hace
una ofrenda en beneficio de los huerfanitos de
Vble. Juan Bosco.
San Cristóbal (Venezuela). — Rosendo Zertoul por haberle obtenido la mejoría después
de una caída mortal en la que se le descoyuntó
el brazo izquierdo.
Ta/agante.(Chile). — Alfredo del C. Rojas
y envía una abundante limosna
Tumago (Colombia). — Felisa María Lemos
V ., por varios e importantes favores obtenidos
por su intercesión y envía una limosna.

Vigán (Islas Filipinas). — Nieves Singsón
por haber preservado su casa de un seguro
incendio y se inscribe en la Pía Unión de Coo­
peradoras Salesianas.

Por iníercesión
del Vble. Juan Bosco.
A l hablar de D . B o s c o , co m o d e los dem ás Siervo s de
D io s , nos im p orta hacer co n star q u e no q u erem o s en
m an era a lg u n a co n trav en ir a las d isp o sicio n e s p o n tiíi.
cía s , ni atrib u ir a n in g ú n h ech o u na a u to rid a d s u p erio r
a la q u e m erece u n s im p le testim o n io h u m a n o , ni prc«
v en ir el ju icio d e la Iglesia , d e la c u a l, a e je m p lo de
D o n B o s c o , nos gloriam os de ser o b cd icn tis im o s h ijo s .

B uenos A ir e s (Argentina). — Me encontraba
muy afligida por mi hijo, que no podía hallar
trabajo; recé e invoqué a todos los santos y sin
resultado. Acerté a encomendarme también
al Vble. Don Bosco, pidiéndole con ansia me
abtuviera la gracia deseada. No desatendió tan
buen Padre mi petición, pues a los pocos días se
vieron satisfechos mis deseos.
Hoy cumplo la promesa de hacer pública la
gracia y enviar la limosna de 25 Liras para los
huerfanitos de Don Bosco, al mismo tiempo
que invito a todos ios que se encuentran en
tribulaciones, acudan a este buen Padre en la
seguridad de que serán atendidos.
25 Marzo de 1927.
F ran cisca M o n cad a .
L a P a z (Bolivla).— Una hija mía no daba ya
esperanzas de vida a causa de una hemorragia
incontenible.
Una invocación a la bendita Virgen, María
Auxiliadora por intercesión del Vble. Juan
Bosco y la consiguiente promesa de dar una
limosna para el templo que se construye a la
Virgen en esta ciudad, fueron suficientes a sal­
varla instantáneamente.
Cumplo, pues, mi promesa dando las gracias
más efusivas a la milagrosa Virgen de Don
Bosco.
Febrero 1927.
X.

M éxico Udem). — Doy gracias infinitas a
María Auxiliadora y a su fiel siervo Don Bosco
por haberme obtenido del Señor el arreglo de
un asunto de muy difícil solución y porque,
habiéndome encomendado fervorosamente a
su poderosa intercesión durante una grave en­
fermedad que me aquejó el año pasado, hoy me
encuentro completamente restablecido y sano.
Marzo 1927.
L u is de la S ota y J am u s .

2i 8

A iassio (l(alia) — C ooperadores y £x-AInm nos Salesianos. rodeando a naestro Snperíor
C enerai, Rvdmo. O . Felipe Rinaldi.

Turín (Italia) — £x>Alamnos del O ra to rio Salesiano. qae se reunieron p a ra cumplir
d precepto pasqoal en nuestra C asa-A \adre.

i

ECOS DE UN CINCUENTENARIO.
La obra de ios £x-Alumnos
en el Uruguay y Paraguay.
Una de las manifestaciones más hermosas
y geniales de la vida salesiana es la organización
de los Ex-AIumnos, que reúne en florecientes
Asociaciones de jóvenes entusiastas, a todos
aquellos que habiéndose formado en los Co­
legios de Don Bosco, sienten la necesidad de
conservar relaciones de saludable amistad con
los que más que superiores fueron los verda­
deros amigos de su infancia y adolescencia y de
actuar en su vida de jóvenes o de hombres ya
formados los ideales redentores de Don Bosco,
La Inspectoría Uruguayo-Paraguaya ha feste­
jado la fausta fecha de su cincuentenario, en­
contrando motivos de noble satisfacción, en las
aguerridas huestes de sus Ex-alumnos.
Base de la organización.
Como en otras partes, los colegios ya en mar­
cha o apenas fundados o, lo que parece paradojal,
antes de tener alumnos, agruparon ya a los An­
tiguos Alumnos o jóvenes asignándoles su puesto
de combate y dando así realización a la obra
post-cscolar tan útil e importante para la con­
servación de los jóvenes en la senda que han
emprendido en la escuela.
Surgieron así quince Centros de Antiguos
Alumnos que llevan los nombres de: Don Bosco,
Mns. Lasagna, Miguel Rúa, Pablo Albera,
Domingo Savio, San ¡uan Bautista, Cristóbal
Colón y Juan Jackson (Montevideo); i8 de
Mayo (Las Piedras), Artigas (Mercedes), Aliavena y Policarpo Sandú (Paysandú), Artigas
(Salto); todos en el Uruguay; los Centros Pa­
raguayos son dos: ambos llevan el nombre de
nuestro Vble. Fundador y tienen por sede ios
colegios de Asunción y Concepción.
Estos Centros desenvuelven su actividad en
los diferentes campos que les señalan ya las
respectivas Federaciones Nacionales de Ju­
ventud Católica (que se honran en contar entre
sus filas a los (Antros de Antiguos Alumnos
y muchas veces han llevado a puestos de honor
y de responsabilidad y a su misma presidencia
a Socios de nuestros Centros), ya sus directores
espirituales, ya también su mismo entusiasmo
juvenil. Es así como ellos fomentan la piedad
de sus socios conduciéndolos al banquete Eucarístico, y a la misa dominical en corporación;
es asi como los animan a aumentar su cultura

intelectual, poniendo a su disposición biblio­
tecas nutridas y selectas o rcunicndolos en prós­
peros círculos de estudios; es así como los
ayudan a obtener también su' perfecto desa­
rrollo físico con instituciones gimnásticas o
deportivas; y luego no hay centro que no tenga
su hermoso o modesto salón de juegos y con­
ferencias, su cuadro dramático etc.
Así el joven que abandona las aulas encuentra
en el centro la continuación de la escuela, campo
para todas sus actividades y lugar y tiempo
para sus diversiones, la sonrisa de siempre en
los labios de su maestro y la dulce faz de la
Auxiliadora que, aun fuera de la escuela, lo
sigue protegiendo.
La Federación de los
Antiguos Alumnos.
Ultimamente la obra de los Antiguos Alumnos
ha dado un gran paso hacia adelante con la or­
ganización de la Federación de Antiguos Alum­
nos que tiene ya cuatro años de vida. Manifes­
tación de esta vida que tiende a unir a todos los
Antiguos Alumnos, también a aquellos que por
peinar canas no están en los Centros, son los
alegres, entusiastas y fecundos <Días del An­
tiguo Alumno» que se celebran anualmente en
todos los colegios, y en los cuales, viejos y jóve­
nes, invaden los patios « como antes »; no falta
quien organice un partido de pelota o de ban­
dera, se sientan todos a la mesa común cada
uno con los de su tiempo, y mientras se al­
muerza se hace revivir, con animada conver­
sación, el mundo de los recuerdos que sólo
esperaban esa evocación para salir en tropel de
cada columna, de cada rincón, de cada clase,
de esa capilla en que momentos antes se han
arrodillado para oír misa juntos, '^como antes* y
para recordar ante Dios a aquellos compañeros
que han caído en las luchas de la vida.
Manifestación de esta vida es también su
periódico mensual« Don Bosco > siempre opor­
tuno, lleno de noticias • de casa *, de consejos
y de recuerdos; porta voz de los superiores para
6000 Antiguos Alumnos y vínculo de unión
de los mismos entre si, que cumple este año su
décimo de vida.
Deben notarse también las peregrinaciones
que año tras año conducen al Santuario de
Villa Colón a cientos de A.A. que se reúnen a
los pies de la celeste Auxiliadora para pedirle
de un modo especial su protección. Este año
cincuentenario, la peregrinación ha sido verda­
deramente grandiosa pues se hizo coincidir con

)a inauguración del monumento levantado por
los Ex-AIumnos del Colegio Pío IX a Cristóbal
Colón, contribuyendo a dar mayor solemnidad
al acto la participación dcl Sr. Arzobispo Mons.
Aragone, del Presidente de la República . in­
geniero Serrato, del Consejo de Administración
Dr. Herrera, y un contingente de 600 A. A.
argentinos que quisieron unirse en tan gran
dia a los hermanos uruguayos.
La obra está pues en marcha, y tanto su primer
presidente Dr. Lezama Muñoz como el actual
Dr. José Miranda y el P. josé M . Oberti, Asis­
tente Eclesiástico y Director de « Don Bosco»
desde su fundación, pueden estar satisfechos al
ver como corresponden los A. A. a su dedica­
ción y empeño.
Por nuestra parte nos congratulamos con
ellos y deseamos a la Federación los triunfos
que merece.
LA P A Z ( D o H v í q ) - Bendición de la prim.'ra piedra de un nuevo brazo de edificio.
Memorable en los anales del Colegio Don
Bosco quedará la fecha del 19 de Marzo último.
El rápido incremento de la sección Artes y
Oficios con el continuo ingresar de alumnos
ha impuesto un notable ensanche, especialmente
en las Escuelas Talleres de carpintería, eba­
nistería y mecánica.
« Apadrinó la solemne ceremonia S . E. el
Dr. Hernando Siles, presidente de la República
que fué recibido en el Colegio con los brillantes
acordes dcl Himno Nacional, y una estruen­
dosa ovación de los colegiales que le abrían
calle de honor hasta los cimientos del proyec­
tado edificio, donde le esperaban el Sr. Ministro
de Instrucción y algunos caballeros de la alta
sociedad, invitados especialmente para el acto.
Bendecida la piedra por el Exemo. Mons.
Gaetano Cicognani, dignísimo Representante
del Santo Padre en Bolivia, el Sr. Presidente
de la República echó sobre ella la primera badilejada de mezcla, y fue descolgada en la fosa
de los cimientos, rodeada de flores; mientras
la Banda dcl Colegio tocaba una marcha
triunfal.
En seguida el Sr. Director del Colegio dirigió
al Sr. Presidente la cariñosa salutación de los
salcsianos, y la palabra de agradecimiento que
le debemos por las mil muestras de benevolencia
que nos viene dando, ya desde antes de ser el
primer magistrado de la República. En nombre
dcl Gobierno contestó el Sr. Ministro de Ins­
trucción, Doctor Natalio Fernández, ponde­
rando < las altas benemerencias de la institución
salesiana en todo el mundo, en favor de la clase
humilde, y augurando su incremento también
en Bolivia, donde podrá siempre contar con la
simpatía y decidido apoyo de los Poderes pú­
blicos, tan empeñados también ellos en favorecer
la clase obrera, bien digna de la predilección

que le profesa la Congregación del inmortal
Don Bosco».
Así terminó la ceremonia, cuya significación
tan halagadora para este Colegio, será un estí­
mulo más para alentarnos en la tarea de educar
a los hijos del pueblo en esta querida nación.
C O R D O BA (Eapaña) - Bendición y entrega
de ¡a Bandera d e los Legionarios de D o­
mingo Savio.
Bajo los epígrafes de « Una jornada briilanlísima» y «Fiestas Salesianas« los diarios cor­
dobeses <• La Voz » y « El diario de Córdoba *■
hacen una extensa y bien escrita relación de la
fiesta que con ocasión de la entrega de la ban­
dera a la Asociación de Legionarios de Domingo
Savio se celebró el dia 10 del pasado Abril en.
el Colegio Salesiano. De ellos entresacamos los
rasgos más salientes.
« Don Antonio Carbonell Rodríguez y su
bella y distinguida esposa doña Pilar Meléndez,
cooperadores de la Obra Salesiana, concibieron
la feliz idea de regalar a los legionarios de
Domingo Savio una bandera. Y esa idea feliz
culminó en el día de ayer, en una solemne y
simpática fiesta.
Bordada en oro y plata la nueva bandera, con
el escudo salesiano en el centro, constituye una
verdadera obra de arte. Pero sobre toda esta
magnificencia estaban las sonrisas de los niños,
impacientes por recibir la querida enseña, la
emoción de los señores de Carbonell, padrinos
en el acto; las lágrimas dcl corazón del virtuoso
director de los Salesianos don Sebastián María
Pastor, que la bendijo; la solemnidad augusta
dcl momento, que el público acrecentaba.....
A las nueve y media dió comienzo la Misa
de campaña en la que ofició el digno capellán
de las Carmelitas Descalzas de Sevilla, don
Servando Delgado Morgado, antiguo alumno
Salesiano. El altar se colocó ante la preciosa
hornacina de María Auxiliadora, en el gran
pórtico dcl patio central, materialmente ocu­
pado de un público distinguido.
En el patio, correctamente alineados, for­
maban los niños dcl Colegio en su totalidad,
cerca de un millar, con el grupo de legionarios
de Domingo Savio, uniformados, luciendo
bonitos banderines. El aspecto que ofrecía el
recinto era magnífico.
Terminada la Misa de campaña se verificó
la bendición y entrega de la bandera de los le­
gionarios de Domingo Savio y grupo gimnástico.
Nota ésta de intenso colorido, que dejará huella
imborrable en el ánimo de cuantos la presen­
ciaron.
Un niño, Trinidad Sánchez del Villar, alumno
interno de bachillerato, se adelanta y, ante la
bandera que sostiene la dama, dice, con per­
fecta dicción, una bellísima poesía, obra de
Agustín Navas, el hermano querido que en

tierras de Africa cumple sus deberes militares
sin olvidar el colegio de sus amores, y se le
ovaciona ruidosamente.
Actuó de preste el Rvdo. P. Director de la casa
don Sebastián María Pastor, y a su lado estaban
los referidos padrinos, que tenían la bandera.
Al terminar las preces del ritual tocóse la
Marcha Real, y los señores padrinos dirigié­
ronse al grupo de los legionarios para entregarles
su enseña.
Antes de la entrega don Antonio Carbonell
leyó un precioso discurso, en el que con palabras
llenas de cariño expresaba su alegría por tener
ocasión de tomar parte directa en estos actos salesianos, por los que su llorado padre don Carlos,
de feliz memoria, sintió siempre gran simpatía.

ron en señal de respeto y acatamiento por de­
bajo de la bandera, mientras la música inter­
pretaba un bonito pasodoble
Acto seguido se efectuaron unos preciosos
ejercicios gimnásticos, ejecutados con toda pre­
cisión y maestría, que terminaron con un cuadro
plástico simulando una fortaleza sobre la que
ondeaba el pabellón nacional.
SEVILLA (España) - La Superíora G eneral
de las H ijas de M aría Auxiliadora en Sevilla.
Copiamos del E l Correo de Andalucía— 21
de abril — la siguiente reseña de una alumna
del Colegio de S. Vicente.
« Sí; gracias a la esplendidez de los ilustrísimos
señores de Tobías, ex-cónsul de la Argentina;

B ogotá (Colom bia) — Ex-Alumnos que asistieron al C ongreso M isional.

Manifestó después que a la vez que la intensa
satisfacción que el acto le producía, sentía en
su alma un vivo deseo de que aquellos niños,
a la sombra de la gloriosa bandera, crezcan
fuertes y robustos en el cuerpo e inteligencia,
para ser más tarde hombres de su patria y gloria
de sus educadores.
Terminó dando un viva a España y otro a
María Auxiliadora que fueron repetidos con
gran entusiasmo por todos los presentes.
Contestando al discurso de los padrinos,
hizo uso de la palabra el director don Sebastián
María Pastor, quien en primer término cantó
las glorías y grandezas de la bandera española,
y en períodos llenos de entusiasmo, enardeció
a sus oyentes, animando de modo especial a
sus numerosos alumnos para que posean siem­
pre una enérgica voluntad, y sean honra de
m est'a España.
Al finalizar el discurso, los legionarios pasa-

de las distinguidas damas doña Tomasa Es­
cribano, viuda de Murube; doña Cristina Arias
de Reina, viuda de Soriano, ex-alumna de este
Colegio, dona Dolores Más, ex-alumna del
Colegio de Ecija, que pusieron a su disposición
sus respectivos autos y coches, pudo admirar
los principales monumentos de Sevilla y cuanto
tienen de bello y grande sus alrededores.
Elogió la fe viva y el entusiasmo de los se­
villanos al ver desfilar una a una las Cofradías
con sus riquísimos pasos y devotísimas imá­
genes; se conmovió al oír cantar esas saetas
que, como su nombre, indica, van derechas al
corazón y no pudo menos que exclamar: Ver­
daderamente, Sevilla es la tierra de la fe.
La reverendísima Madre, copia fiel del Ve­
nerable Bosco, que hallaba sus complacencias
en medio de la juventud, nos ha hecho pasar
ratos muy agradables, honrándonos con su
compañía en las horas de recreo, narrándonos

V
hechos de la vida del santo Fundador y repar­
tiendo estampas, medallas y caramelos.
Visitó las clases y elogió nuestras labores,
dibujos y trabajos escolares.
Durante su permanencia en Sevilla visitaron
a la reverendísima Madre General varias per­
sonalidades, entre ellas el excelentísimo señor
Alcalde con su noble señora la condesa de Bustillo, la excelentísima señora condesa de Peñaflor, varias profesoras de la Escuela Normal y
el Consejo de las Ex-alumnas con su digna
presidenta.
El lunes el Vicario General, illustrísimo señor
don Jerónimo Armario, celebró la Santa Misa
en la capilla del Colegio, y antes de distribuir
la Sagrada Comunión, dirigió a los fieles un
sentido fcrvorln, entusiasmando todos ios co­
razones con su elocuente palabra.
Terminada la Misa, se despidió atentamente
de la reverendísima Madre.
Por la tarde del mismo día, toda la Comunidad
recibió la agradable sorpresa de la visita del
eminentísimo señor Cardenal, que venía con
el mismo fin y que con la fineza de carácter
que lo distingue, ensalzó la labor de las Hijas
de María Auxiliadora de Sevilla.
Las Superiores y Hermanas Salesianas no
•aben cómo agradecer tantas atenciones hacia
•u santa y amadísima Madrej y yo, aunque nada
valgo, me atrevo con estas líneas expresar mi
gratitud a todos los que han contribuido a
rodear de felicidad y bienestar a tan digna Superipra ».
TURÍN - Visita ilustre.
La Obra Salesiana y particularmente la Casa
Madre de Turín se vieron honradas el día dos
de mayo por una ilustre visita.
De paso para París y procedente de Roma
el dignísimo arzobispo de Burgos, Exemo. Sr.
Dr. D. Pedro Segura y Sacnz, con una cspccialísima complacencia, según después nos declaró,
quiso detenerse en Turín algunas horas para
poder celebrar lo Sta. Misa ante el altar de la
Virgen de D. Bosco, y para ver y palpar de
cerca los comienzos humildes y el desarrollo
extraordinario de nuestra Congregación.
Serían las diez cuando llegó a nuestra Casa.
Recibido y saludado cariñosamente por nues­
tro Rvdmo. Rector Mayor pasó en seguida a
la Basílica para celebrar la Sta. Misa.
Después y casi de corrida, pues tenía medido
el tiempo, visitó con marcado interés las di­
versas dependencias del Oratorio.
Cuando llegó al Cuarto donde murió nuestro
Padre, su piedad y fervor nos impresionaron
hondamente; conmovido se arrodilló ante el
lecho venerando y rezó en alta voz, traducién­
dolas directamente dcl original italiano, las
preces que para alcanzar la Beatificación dcl
Venerable, han depositado allí piadosamente

sus hijos. Besó devotamente el lecho al terminar
y partimos.
Deseaba también conocer alguna otra casa
salesiana de Turín y sin mas nos dirigimos a
la Crocetta, para visitar el Instituto Teológico
Internacional Salesiano.
La ilustre visita sorprendió al Instituto du­
rante la clase de Dogma. Acompañado por el
Rdo. P. Inspector y algunos Profesores entró
en el amplio salón de estudio para saludar a
los Teólogos. Un español le dijo unas palabras
de saludo en nombre de sus zzf compañeros y
seguidamente habló el Arzobispo. Era el pri­
mero entre los Prelados españoles que visitaba
el Instituto; por eso la expectación era grande.
Creimos todos que nos haría gustar unos
momentos la fluidez y la elocuencia de la frase
española de que es artista eminente; pero nues­
tra admiración subió de punto cuando improvisó
ante nosotros un admirable discurso de ocasión
en correctísima y galana frase latina. Allí dijo
su satisfacción grande y su complacencia cordialísima por haber conocido el Instituto y
poder saludar a la entera Congregación Salesiana allí reunida. Sus últimas palabras fueron
un canto magnífico al Venerable Juan Bosco
y un augurio sincero por su pronta glorificación.
Al final firmó en el álbum de visitas ilustres.
De allí partimos al Cottolengo, o La Piccola
Casa deUa Divina Providenza, el inmenso hos­
pital, fundación dcl Beato Cottolengo, donde
reciben asistencia diaria 9000 enfermos de todas
las clases y matices sociales. No conocía esta
admirable Institución y de sus ojos vimos
correr lágrimas ternísimas cuando con amor
de Padre recorría las salas y daba a besar a
los enfermos su añilo pastoral.
Volvimos a comer al Oratorio, donde con­
versó largamente con nuestro Rvdmo. Superior
General, don Felipe Rinaldi y continuamos
luego la visita hacia Valsálice.
De paso, nos paramos en el colegio de S . Juan
Evangelista, fundado aún por don Bosco, y al
entrar en la Iglesia el reputado artista salesiano
Mtro. Pagella le saludó con unas piezas admi­
rables de órgano.
En Valsálice, residencia de los Estudiantes
Filósofos y de un Liceo o colegio de segunda
enseñanza para internos, se detuvo también
muy poco. Una visita rápida a la Tumba del
Venerable donde el Arzobispo oró breves mo­
mentos con emoción vivísima y pasamos al
salón de estudio donde esperaban el personal
y colegiales de la Case.
El Rvdo. P. Director le pidió impartiera la
bendición a los presentes; pero el señor Arzo­
bispo que traía el corazón rebosante de cosas
y recuerdos salesianos, no pudo resistir a la
tentación de improvisar en latín otro bellísimo
discurso, tomando pie de la colina en que se
alza la casa, verdeante y risueña y comparando

22?
a sus dichosos moradores a una bandada de
blancas y místicas palomas que habían puesto
su nido a la sombra del mausoleo paterno.
Volvimos al Oratorio y a las dos de la tarde
nos dejaba para continuar su viaje a París.
Publicamente repetimos al dignísimo Arzo­
bispo nuestra más sincera gratitud por su visita
y le reiteramos nuestros votos fervientes para
que el Señor le siga asistiendo en las alias em­
presas de caridad y apostolado social que en
su extensa Diócesis realiza.

la Misa solemne por la capilla de alumnos y A.A.
que dirige don Francisco Bandrcs S .S .; ofició
don Guillermo Viñas, ayudado por don P. Jordaña y don J. Oriol Pascual los tres Antiguos
alumnos del Colegio. La representación de los
A.A. nutrida y selecta. Al salir de la Iglesia se
impresionó un grupo fotográfico. Por vez pri­
mera se celebró un fraternal banquete donde
se leyeron las numerosas adhesiones c hicieron
uso de la palabra el Señor Durán que predicó
la unión entre los A.A. de todas las Casas y de

M onterideo (Uruguay) — EJ aviador D e Piaedo, agasajado eo d C d e ^ o Salesiano.

AL VU ELO
B A R A C A L D O (España). — El 17 del pró­
ximo pasado Abril, un Antiguo Alumno de este
Colegio, don Rafael Ojanguren, cantó su primera
misa en nuestra iglesia, en medio de las más
tiernas emociones de sus padres y hermanos
que asistieron al acto y del cariño de los Salejíanos, que no podían ocultar su satisfacción.
B A R C E L O N A (España). — Con brillantez
extraordinaria se ha celebrado este año la tra­
dicional fiesta de la Union. Inició la Fiesta una
Misa de Comunión general. A las 10 se cantó

todas las Asociaciones y el señor Bemal, Pre­
sidente del Centro obrero « Venerable Juark
Bosco > que abogó por la incorporación de su»
socios a la asociación de A.A.
BA R CELO N A -U BID A BO (España).— En­
tre los ilustres visitantes que de todas las partes
del mundo van a postrarse ante el Sgdo.
Corazón de Jesús nos place destacar la de do»
Exemos. Sres. Obispos del Perú. Quedaron
muy bien impresionados de la cripta. Hicieron
una visita detallada a las obras del Templo y
firmaron en el álbum de honor.
CATHZ (España). — En honor del Coope­
rador Salesiano de Cádiz Don José Paredes,
han tributado sus compañeros los ediles del

224

Ayuntamiento un sentido homenaje de simpatía
y gratitud. Los desvelos y trabajos que en la
ardua y meritísima empresa de embellecimiento
de la ciudad se ha impuesto el Sr. Paredes, lo
hacen justamente merecedor del homenaje.
Presidió el alcalde, Sr. Blánquez quien tuvo
para el festejado sinceras frases de elogio. A
este fin le fue entregada una artística placa con
expresivo texto.
CiU D A D ELA -M EN O RCA (España).— Co­
piamos de « El Iris », diario de la localidad,
correspondiente al ii de abril de 1927.
« La Comisión municipal permanente del
Ayuntamiento en sesión ordinaria celebrada
el día 8 del actual, acordó a propuesta del Sr.
Alcalde, dar el nombre de « Padre Federico
Pareja» a la calle « Dormitorio» de esta ciudad.
Felicitamos sinceramente al digno y celoso
Salesiano por la distinción recibida y pedímos
de veras al Señor, nos lo conserve aún por mu­
chos años para edificación nuestra y ornamento
V sostén de la Inspectoría Bética a la que actual­
mente pertenece y donde ha trabajado tantos
años como Director de importantes colegios.
M ONTEVIDEO (Uruguay). — Acompa­
ñado del Ministro de Italia, Exemo. Sr. Bernardi, del Ing. Andreoni y del Teniente Da
Costa, hizo el Coronel De Pinedo una cariñosa
visita al Colegio Salesiano, « Talleres Don
Bosco».
Lo aguardaban el Exemo. Sr. arzobispo de
Montevideo, Monseñor 1. F. Aragonc, el per­
sonal del mismo instituto, el inspector general
de los salesianos R. P. R. Pittini, y cerca de un
millar de alumnos salesianos y de alumnas de
las Hijas de María Auxiliadora, formados en
los amplios corredores del colegio así como un
numeroso público, especialmente invitado.
El Rvdo. P. Pittini saludó en un magnífico
discurso al glorioso aviador, ol que contestó
emocionado De Pinedo con una brillante im­
provisación en la que se declaraba bien satis­
fecho de su visita a la obra de Don Bosco, muy
conocida y muy querida por él y por todos los
italianos.
PA TA G O N ES (Argentina). — Con una so­
lemnidad pocas veces vista, dada la circunstancia
extraordinaria de la conmemoración del primer
centenario de la batalla del Cerro de la caballada,
se realizó la bendición de las piedras funda­
mentales de las dos torres y del frente artístico
del templo de Patagones. La enorme concu­
rrencia, la presencia de las más representativas
autoridades civiles del Ejército y de la armada
dieron a la ceremonia una brillantez inusitada.
Actuó como padrino el Exemo. Sr. Ministro
de la Guerra, General Agustín P. justo y como
madrina su distinguida esposa Doña Ana Bernal
de Justo.

SEV ILLA (España). — Debido a la genero­
sidad del pueblo sevillano van adelante las
obras de recostrucción de las Escuelas Salesianas de Sevilla. Cooperadores y Antiguos
Alumnos han rivalizado en ofrecer su apoyo
incondicionado al Rvdo. Sr. Director, D. Joa­
quín Bressán por medio de artículos en la
Prensa, de Conferencias de propaganda y vi­
sitas a personas pudientes. Más de 50 hombres
trabajan activamente en las Obras. ,No se sabe
hasta dónde se llegará edificando. Contamos
con el entusiasmo de los Cooperadores y A.A.
Salesianos.
« Con la vista puesta en la juventud obrera,
ha escrito D. Joaquín Bressán, quisiéramos
elevar el número de internos a la hermosa cifra
de 500 que sumados a otros 500 externos gra­
tuitos, formaría el incomparable número de
mil alumnos cobijados a la sombra benéfica del
árbol salesiano, bajo el manto dulcísimo de
nuestra amantísima Madre María Auxiliadora».
VIGNAUD (Argentina). — Bodas Sacer­
dotales. — «El querido P. Luis Vaula — co­
piamos de Revista de Ex-Alumnos — celebra
sus Bodas de Plata Sacerdotales. A primera
vista se nos presenta con aspecto de asceta, de
un asceta auténtico. Hombre de fe en su mi­
sión, nunca titubeó en el avance de las obras
apostólicas a él encomendadas. El entusiasmo
y la decisión absoluta son las fuerzas morales
que nunca separáronse de él; de aquí el porqué
de sus éxitos».
Mientras felicitamos sinceramente al buen
Padre, hacemos votos porque el Señor nos lo
conserve muchos años y pueda celebrar tam­
bién, rodeado del afecto de los suyos, las Bodas
de Oro.

Abia de la Obispalía (España). — Zacarías
Rueperes Herraiz.
Cali (Colombia). — José Antonio ArizabaIcta, José Gregorio Duccr, Rosenda Girón.
Cuenca (España). — Rvdo. Jesús Olarieta.
Pinarejo (España). — Rvdo. Ovidio Requena.
Roda (España). — Rvdo. Gerardo González
Villa de D. Fadrigue (España). — Justina
Rodríguez, Petra Aguado.
Zocos (España).— Rvdo. Eduardo Fernández.
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