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BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON HOSCO
Año XL.
OCTUBRE. 1925
Número 10.
M i s i o n e s S a l e s i a k a s d e l A s s a h , In d i a . — M i n i s t r o s d e K H V E m e n t r a j e d e g a l a .
Redacción j
Administración: V ia Cottolengo N. 32 - TU R IN, 9 (Italia).
^ c=x r
m
COOPERADORES SALESIANOS
O m odo práctico para m oralizar la sociedad.
'^ B o fe íf n
S a h s ia n O j,
Es el periódico oficial de las Obras y Misiones Salesianas, que se enm
mensualmente a los Cooperadores Salesianos y a las Cooperadoras Sa
lesianas, o sea a los que sostienen dichas Obras y Misiones.
Fundador de las Obras y^Misiones Salesianas y de los Cooperadores
Salesianos es el Venerable Padre Don Juan Bosco (1815-1888) apóstol de la juventud y fundador
de la Pia Sociedad Salesiana y de las Hijas de María Auxiliadora.
Cooperadores
So/esianos.
L a Unión de los Cooperadores Salesianos — como dice Don B osco_no
crea vínculos de conciencia y por lo tanto pueden participar las familias
seglares y religiosas, y los institutos y Colegios, por mediación de sus
padres o Superiores.
Las condiciones establecidas por Don Bosco para ser inscriptos en la Unión de Cooperadores
Salesianos son:
1. Tener 16 años de edad.
2. Gozar de buena reputación religiosa y civil.
3. Estar en grado de promover por si mismo o por otros, con oraciones, ofertas, limosnas
o trabajos, las Obras de la Pía Sociedad Salesiana.
EB.
Los que desean inscribirse entre los Cooperadores y sobre todo aquellos que proponen
nuevos socios, reflexionen sobre la tercera de las condiciones, requerida por el Venerable Fun
dador, es a saber: que puedan promover por si o por otros, con oraciones y linwsnas — que
compensen por lo menos el envío gratuito del « Boletín » — - las Obras Salesianas.
Los pedidos de inscripción envíense directamente al Rector Mayor de los Salesianos, Cottolengo
32, Torino, 9 — Italia.
En el Cincuentenario de las Misiones Salesianas {1875-1925) recomen
damos a todos la celebración de Jornadas Misioneras a favor de las
de caridad^
Misiones Salesianas, para que se difundan con su conocimiento sus mu
chas necesidades — extendiendo el marco de las simpatías y procurán
doles el apoyo de todos los buenos — Es cierto que las Jornadas Aíisioneras no recogerán de
golpe la a>mda necesaria. Nuestros Misioneros piden por ejemplo con insistencia diaria, géneros
y objetos para el sagrado ministerio, y principalmente telas, vestidos, calzados, para sus huér
fanos y neófitos, medicinas y mil otras cosas necesarias para el inicio de la vida civil de los nue
vos cristianos.
Obra grande
Indicamos pues, a las Casas de Comercio, esta grande obra de civilización y de fe, rogán
doles quieran enviar al Rector Mayor de los Salesianos Don F E L IP E R IN A L D I. CotUh
32 - TORIN O (9) ' Italia, cuanto estimen oportuno dar a las Misiones Salesianas. H
Señor, por las fervorosas plegarias de los protegidos, bendecirá sus negocios propordoo*
damente a su generosidad.
Ruégase enviar las limosnas y ofertas direciamenU al Rmo. Rector
Mayor de los Salesianos, que es asimismo el Director General de la Unión
ias ofertas.
de Cooperadores Salesianos y de las Cooperadoras Salesianas, con esta
dirección: Rmo. Sr. Don F E L IP E R IN A L D I - Oratorio Salesiano Cottolengo, 32 - TO R IN O (9) - Italia.
Brrofo de
r
BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
Año XL.
OCTUBRE. 1925
Número 10.
S u m a r i o : Un reíígíoso ¿e su tiempo, el Coadjutor Salestano. — Te$ero eipiritual, — Don
Bosco ji e l Rosario. — E l Cooperador Solesiono debe ser otro Don Bosco.
D e nuestras
Misiones: N o olvidemos a los Misioneros, — D e l yieariato de M éndez jj Cuolaqutza. — Or»
felinaio de H o-Si: — Episodios de las Misiones, — Culto de María Auxiliadora. — Gracias
de Marta Auxiliadora, — Por el mundo salesiano. — Los que mueren.
Un religioso de su tiem po
El Coadjutor Salesiano.
El santo es con frecuencia un preoirsor que
se adelanta a su tiempo, que camina más de
prisa y ve más lejos que sus contemporáneos,
adivinando las nuevas ideas y dando y a de ante
mano la fórmula del mañana. E l va a la van
guardia del progreso cristiano, y lanza crea
ciones que desconciertan a los que viven de
ratina y siguen caminos trillados.
El Ven. Don Bosco pertenece, sin duda, a la
Invade de grandes innovadores, permaneQtndo, no obstante, en la pura linea de la tra
dición.
En Pedagogía, el Boletín Salesiano ha dado
de ello pruebas bien elocuentes, y sobre otros
®nipos adelantó, con antelación de más de un
®arto de siglo, iniciativas juzgadas como atreúdas desde el primer momento. Pero una de
Sis más geniales creaciones es, a nuestro enloáer, ese tipo de religioso laico que el dió a
^ Iglesia de Dios en la persona del coadjutor
^siano.
íQné conjunto de circunstancias acompañan
*esta creación? ¿Qué hay de nuevo en este moddo de . religioso? ¿Cuál es su porvenir? ¿Cuál
®sa lema?
Veamos de responder convenientemente a
preguntas.
Origen del coadjutor salesiano.
<Yo no tengo más que un mérito, repetía
^frec.:encia Don Bosco, y es el ir siempre adesegún Dios v las circunstancias me insy , en efecto, fueron las circunstancias
las que le inspiraron la creación de esta ala
derecha de su armada religiosa.
Cuando se convenció de que, para evitar a
la juventud abandonada los peligros a que de
continuo estaba expuesta, era necesario abrir
internados, pensó al mismo tiempo que debía
habilitarlos con el aprendizaje de un arte u oficio
honroso para que pudieran ganarse el pan de
la vida con el sudor de su frente, y con este fin
abrió las escuelas profesionales. Pero, para
dirigir y dar vida a estas escuelas, necesitaba
maestros, y no maestros cualesquieras, sino
dotados de cualidades técnicas y morales que
fueran una garantía, a la par que sirvieran de
cooperación al educador. ¿Dónde encontrarlos?
Su alma de apóstol y de vidente, que como
dejamos dicho se adelantó en más de 50 años
a su época, procuró difundir sanas lecturas,
para contrarrestar los perniciosos efectos de
las malas, prevenir el mal, disipar prejuicios y
corregir errores. Da idea no podía ser más exce
lente y provechosa, pero ¿dónde hallar personas
capaces de realizarla?
Su grandiosa obra necesariamente. debía
estar en contacto continuo con el mundo por
medio de: compras, ventas, contratos de todo
género, visitas a los clientes de sus escuelas
talleres, etc... ¿Y quién desempeñará tan deli
cadas ocupaciones?
En la casa que habita y las nuevas que se
abrirán, por el natural desarrollo de la obra,
habrá que demoler paredes, levantar nuevos
edificios, c o la o s , iglesias; en las granjas agrí
colas y en las Misiones surgirán nuevas necesi-
—
292
dades a las que no podrá consagrar su tiempo
y actividades el sacerdote. ¿Cómo atenderlas?
Kste complicado problema, múltiple en sus
aspectos, se presenta apremiante al espíritu
emprendedor de Don Bosco. ¿Cómo hallarle
solución si hasta carece de medios pecuniarios?
El lia observado que no faltan vocaciones
religiosas para laicos, que varios, por motivos
razonables, como son la edad, falta de dotes
intelectuales, escrúpulos etc... desean vivir con
él, como laicos, ofreciéndose para dar una so
lución a su problema, prestándose a llenar todas
las necesidades de su naciente obra. Las voca-.
Clones eran preciosas y no era el caso dq aban
donarlas. Las recibió como enviadas del cielo,
y las alistó en las filas de su Congregación. Su
genio supo, después, dar a cada uno de estos
religiosos la ocupación que le correspondía:
quién .ocupa una cátedra, otro se dedica a la
música, éste asiste en el patio, en el comedor
y en el estudio; aquel se encarga del teatro, en
saya las funciones y maneja la máquina del
cine, como pinta decoraciones, y dirige la
banda de música, mientras otro prepara la gim
nasia, y de este modo y con este elemento, Don
Bosco funda los primeros talleres salesianos,.
librerías y, en los campos dé misiones, salas
j)ara operaciones de los pobres indios enfermos,
y en la extremidad de la Tierra del Fuego el más
arriesgado obser\’atorio metereológico.
¿Quién no ve lo providencial de esta genial
creación del coadjutor salesiano?
Abrió las puertas de la vida religiosa a cen
tenares de corazones generosos, de inteligencias,
despejadas que en esta forma hallaron, no sólo
el modo de saciar su ardiente sed de apostolado,
sino también un inmenso campo de acción donde
desplegar sus actividades. En este grande
ejército todos los talentos hallarán empleo u
ocupación adaptada. Un profesor de Univer
sidad puede mañana llamar a la puerta salesiana seguro de que, terminado su noviciado,
hallará un puesto digno de su ciencia. Un in
geniero agrónomo que desee consagrar genero
samente sus facultades a la Obra de Dou Bosco,
encontrará en ella extensos campos que cul
tivar según los modernos • métodos agrarios.
Dígase otro tanto para el modesto administrador
o tenedor de libros, los cuales pueden contar
al instante con la contabilidad de diez casas
siilesiauas.
Esta es la nueva milicia.- que penetra donde
la maldad de los tiempos y de los hombres
impide la entrada al sacerdote. En ciertos am
bientes y lugares vedados al ministro del Se
ñor, el coadjutor salesiano, que no se distingue
l'or el traje de los demás seglares, es el buen
obrero del Padre do familias, que, lentamente
—
y con seguridad, prepara el camino a la fe y a
su ministro. Cosa dificil, por no decir imposible,
es pretender que el sacerdote directamente
catequice y conquiste a ciertas gentes. Es
necesario que un intermediario celoso y discreto
y con prestigio, como el coadjutor salesiano,
disponga los ánimos y'acórte distancias.
Pero dentro de la Obra misma, su esfera de
acción es más amplia todavía. El ejemplo de
una vida de sacrificio, de un gran talento, a
veces, puesto a disposición de todos grattiitamente; de una existencia consagrada al trabajo,
en medio de una profunda piedad y moralidad
intachable, unidas a una continua y santa
alegría, constituyen un medio excelente de edu
cación. Que un educador sacerdote dé a sus
alumnos ejemplo de las' más altas virtudes, no
llama la atención; tal hábito requiere tales vir
tudes. Pero topar con laicos de esa abnegacióu
y santidad de vida, consagrada por completo
y sin renumeración al bien de los demás, junto
con sana alegría, buen trato y competencia
técnica, es cosa que m aravilla y cautiva al alurrno. Y de ahí nace el prestigio que sabrá apro
vechar ese humilde^ laico para dirigir al niño,
en momento oportuno, una buena palabra.
¿Qué es pues un coadjutor salesiano?
No es, ni el hermano lego, ni el hermano con
verso de las Antiguas Ordenes. No lleva dis
tintivo alguno, ni viste traje especial. Su ves
tido es como el de los seglares, con preferencia
un poco obscuro, serio, sin elegancia llamativa,
aunque siempre de buen tono. Su empleo no
es, ni el de asegurar la propiedad del monasterió.
ni los ordinarios oficios del convento. No es el
criado de los padres, sino sencillamente su igual,
excepto en dos cosas. Se sienta en la misma mea
que ellos, observa las mismas reglas, hace las
mismas prácticas de piedad, tiene las mismas
vacaciones y ratos de asueto, y después de su
muerte, se le hacen los mismos sufragios. La
úuica diferencia entre estos dos religiosos, entre
estos dos soldados de un mismo ejército, está
en que el coadjutor salesiano, como es natural,
no celebra la santa Misa ni es admitido al caigo
de Superior. De este modo la sabiduría de DoP
Bosco supo preservar a su obra de uu mal que
en estos últimos cincuenta años ha perjudicado
más de una vez a ciertos Institutos y a Ja IglesU
de Dios.
¿Y qué hace en la casa religiosa? En ella hay
campo abierto para todas sus aptitudes, jo
mismo para su santidad, como para su dencu
y competencia. En casa puede ser jefe de talltf.
o profesor; maestro de música o de gimnasu,
director técnico de granjas agrícolas o libren^
arquitecto o contratista; tenedor de libros
o administrador de revistas salesianas; médico
o catequista; constructor de carreteras o de
pueblos en los países de Misión. H ay más to
davía: se le ba \dsto en el Sur de la Patagonia
establecer grandes criaderos de ganado, en gran
escala; lo mismo que dar conferencias agrí
colas en nuestras mismas ciudades ci\dli/.adas.
V sin remontamos m uy atrás ni ir muy lejos,
en la última Conferencia del Trabajo, tenida en
Ginebra, bajo los auspicios de la Sociedad de
las Naciones, las asociaciones obreras católicas
de la Aig.entina, estaban oficialmente represen
tadas por un coadjutor salesiano, encargado
de hacer triunfar sus sanas ideas de reivindi
cación social.
Un campo de grandes iniciativas se abre ante
sus ojos, por que la confianza es sus relaciones
con los Superiores, es la nota característica de
este religioso. E sta confianza es la base de su
formación técnica, siendo después su distintivo
durante su acción salesiana.
Si llega a la vida salesiana formado técnica
mente, puede desde un principio trabajar en
su campo; si nó la Congregación no repara en
íKrificios con tal de ponerle en condiciones de
desempeñar con acierto su cometido, pues ella
sabe que la acción educadora de ese religioso
está en proporción directa con su saber técnico.
Por eso procura educarle, terminado su novidado, en escuelas especiales para completar
su formación religiosa y.profesional; en clases
ooetumas y clases especiales en la ciudad, con
natas a talleres modelos dirigidos por profe
sionales, con la participación en exposiciones,
b permanencia momentánea en grandes fá
bricas industriales, la adquisición de manuales
técnicos etc... Todo se le provee sin reparo,
p-^rque se confía en que este joven, ávido de
riquirir nuevos conocimientos, será de ese
uicdo más útil a la Congregación y a la Sociedad.
U)n tales procedimientos se hace de estos
/.venes auxiliares útiles, en los que se puede
'.éscansar con toda confianza. Así en su oficio
verdaderos maestros y responsables de todo
trabajo. Su acción va siempre acompañada
^ l£ paternal vigilancia de sus Superiores;
prácticamente ellos son los maestros en el
/^iueuo mundo de su taller y en el gobiernan
7 ordenan con la doble autoridad d d saber y
-• rirtud. Se les deja libre acdón en d obrar,
la enseñanza, y este amplio campo de ini'^ va s concedido a estos hombres, duplica
-- valer los une más estrechamente a su vo'•^oón, T.orque para ellos es siempre una satis*^óa
estímulo la vista d d bien realizado
^ ttedio de la juventud con su humilde apostoS-; ín jefes de taller, profesores, maestros
de escuda, de gimnasia o de música, lo cierto
es que cada año entregan a la Sociedad nume
rosos alumnos instniídos, educados, hechos unós
hombres, merced a su abnegación y cuidados.
No son simples obreros, trabajadores, pues
han adquirido la técnica de su oficio con uua for
mación metódica y progresiva.
Si su acción se desarrolla en campo de Mi
siones, su alegría es todavía más intensa, por
que las enfermedades, los vicios y la ignorancia
desaparecen, como por encanto, mediante su
trabajo de catequistas, enfermeros y jefes de
taller. ¡Qué preciosa ayuda, qué idea tan genial
tuvo el humilde sacerdote de Turín cuando, al
calcular las grandes energías del seglar, abrió
a todas estas buenas voluntades las puertas
de la vida religiosa! Su perspicacia creó un tipo
nuevo de religioso moderno, en armonía con
las exigencias de su tiempo.
Tú, caro lector, toparás seguramente en la
calle, en el tren o en el tranvía con el coadjutor
salesiano, pero no le reconocerás por el hábito,
pues viste de seglar como tú, camina como tú,
sin aire austero; el hablará contigo de cualquier
asunto, porque es un hombre que está al co
rriente de todo y su agradable conversación no
tiene límites sino cuando se trata de política o
de las vanidades del mundo. Para ser buen reli
gioso no necesita ser descuidado en la persona,
antes, por el contrario, se presenta en público, en
la sociedad como exige el decoro de su estado.
El, y no es cosa corriente en el mundo, re
fleja en su rostro la paz y alegría que rebosa en
su alma. Pudieras creerle un mundano, y no
lo es, sin embargo. Es hombre de otro mundo,
soldado sin sueldo, como decía el poeta, de una
causa que no tiene precio en la tierra. Este
hombre maneja dinero, y no obstante, vive
pobre; recorre el mundo: en el habita y en el
trabaja, pero ni sigue siis ideas ni su moral;
vive puro, desinteresado, recto y leal; le rodea
el ambiente viciado de la sociedad, pero cada
día fortifica y templa su alma con la oración;
este religioso moderno no emplea lo medios
tradicionales de penitencia: disciplinas, ayunos
etc.; pero su vida toda es un sacrificio continuo,
porque se consume en pro de la juventud sin
tregua ni descanso. Obsérvalo: posee el espíritu
de los antiguos monjes, bajo las apariencias
de un hombre del siglo.
¿Dónde se reclutan?
Gracias a Dios, hasta el presente las voca
ciones a este estado no han <^ado de acudir
y de axrolarse bajo la bandera de Don Bosco,
siendo su número consolador, aunque todavía
insuficiente para cubrir todas las necesidades.
—
294
sN.
T u c ü m An ( A r g e n t i n a ). — C o l e g i o S a l e s i a n o “ T d l i o G a r c í a F e r n á n d e z .’ *
¿Pero de dónde proceden, me dirán, la mayor
parte de ellos?
Un buen número sale de nuestras mismas
casas y talleres, pues los jóvenes, durante los
cuatro o cinco años de su aprendizaje, han po
dido admirar en sus maestros la tranquilidad
de espíritu, reflejada en sus rostros bañados de
sudor, la bondad de sus corazones, la sublimidad
del ideal al que han consagrado todas sus ener
gías, y atraídos por tales alicientes, acaban por
pedir ser admitidos en esta santa milicia.
Algunos de ellos, un corto número, son almas
que Dios había llamado al sacerdocio o a la
vida monástica, pero a las que impre\’istos
obstáculos, como carencia de medios, temor de
tan gran responsabilidad o falta de salud, hi
cieron ver que era otra la voluntad de Dios.
Por otra parte, ¿cómo renunciar a la vida reli
giosa por la que sienten tantos atractivos? Im
posible. Y hacen bien, porque los tesoros de
inteligencia y de corazón de que disponen, seián
un rico patrimonio con que la Congregación
Salesiana podrá contar en las múltiples mani
festaciones de su \nda.
Pero la mayor parte de tales vocaciones
viene del mundo, de ese mundo que alberga
almas nobles y generosas, que en vano buscan
en él satisfacer sus altos ideales.
Hablando poco tiempo hace uno de nuestros
compañeros de redacción con el conocido es
critor católico Fierre rErraite, éste le comuni
caba con indecible alegría que iba a ser repre
sentada en cine su última novela.
— ¿Y en dónde aparecerá? le preguntó.
— Pasado mañana en Bruselas; el 22, en París,
en la sala Mogador; el 27, en Amsterdam, en
presencia de todos los Obispos de Holanda; el 10
de Mayo, ante el Cardenal de París, en la cripta
de la Trinidad etc.; después empezará su ver
dadero giro por las alamedas, alternando con
el de las grandes sociedades.
— ¿También por las alamedas?
— ¿Y por qué no? En todas partes hay al
mas buenas, también en las alamedas. jY quién
sabe si una de esas almas, que fué allí para
pasar unas horas de diversión, no se halle con
la gracia de Dios que le espera escondida detrás
de una película! El hastío y las náuseas por la
vida del mundo se apodera de estos tales. 7
sin darse cuento buscan la manera de llenar
el vacío inmenso que sienten en su corazón.
Basta un rayo de luz, y se lanzarán decidido’
por el camino del apostolado.
Sí, un rayo de luz es suficiente para lanzar las
almas al apostolado. Eo sabemos bien nosotros
que vemos a cada momento engrosar nuestras
filas con hombres que el día anterior no nos concdan: son jóvenes llenos de abnegación y entu-
T ü c u m í n ( A r g e n t i n a ). — A u t o r i d a d e s q u e a s i s t i e r o n a l a i n a u g u r a c i ó n d e l C o l e g i o .
áasmo; hombres en plena virilidad, pero desenga
ñados; obreros llenos de vida y enseñanzas, almas
próceres y encantadoras que, apenas gustados
los placeres del siglo en su edad juvenil, sienten
que han nacido para algo más noble y elevado
que el mundo y sus ambiciones. ¡Fuerzas in
mensas, preciosos talentos, aspiraciones nobi
lísimas que se pierden miserablemente! Ellos
nunca creyeron que podrían apagar la sed de
apostolado que les devoraba, y he aquí que un
hermoso día, una visita, una conversación,
la lectura de un libro, les hizo comprender que
sus energías podrían ser útilísimas y recompen
sadas con largueza, sacrificándolas en aras de
la educación, plegados a ese punto, la vocación
se despierta y acuden a la puerta de Don Bosco
en demanda del « Pan, trabajo y paraíso »
que el Padre ofrece a sus hijos.
Los Sres. Cooperadores Salesíanos, cum
pliendo los requisitos de costumbre, pueden
ganar Indulgencia plenaria:
I® El día que se inscriben en la Pía Unidn.
2® Una vez al mes, a elección de cada cual.
3® Una vez al mes, asistiendo a la confe
rencia,
4® Asimismo, una vez al mes, el día en
que hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5° El día que por primera vez se consa
gren al Sagrado Corazón de íesús.
6® Siempre que hagan Ejercicios Espiritua
les durante ocho días seguidos.
Además, ios sí^aientes días del mes de Noviembre:
■ Sí que Dios iodo lo dispone y me complazco en
■ **¿0 lo que E l dispone.
E l 21, Presentación de Ntra. Sra.
» 22, Santa Cecilia.
^ que tiene el corazón en el cielo no se inquieta
f<T las cosas de la tierra.
También pueden ganar otras muchas indul
gencias plenarias y parciales, y gozar de va
rios privilegios, como puede verse en el R e
glamento o « Cédula de admisión a la Pía
Unión », a la cual nos remitimos
S. F r a k c is c o d e S a l e s .
— 296 —
Don Bosco y el Rosario.
Cuando Juan Bosco frisaba en los nueve años,
de ello hace y a ciento, y tuvo aquel sueño mis
terioso en que la Providencia le señalaba su
misión sublime, María Auxiliadora se le ofreció
con maternal afecto a ayudarle en la difícil
enrpresa.
lil pequeño Juan quedó tan prendado y agra
decido por ello, que desde entonces la eligió por
Madre y Maestra, consuelo y guía para todo el
resto de su vida.
Al leer su biografía, nosotros sus hijos expe
rimentamos una dulzura inefable considerando
como nuestro Venerable Padre excogitaba todos
los medios posibles para manifestar a la gloriosa
Madre de Dios su entrañable amor, la tierna
y sincera devoción que le profesaba. Una de
sus ofrendas, de las más queridas, con que obse
quiaba cotidianamente a la Virgen, era el santo
Rosario, que aprendió a balbucir en las rodi
llas de su cristiana madre y rezaba con amor,
con piedad filial.
jCuántas veces, mientras conducía al pasto
el ganado o se dirigía a un pueblecillo vecino
para un recado, y a fuera en las dificultades de
sus primeros estudios, y a jugando con sus
amiguitos, se le veía con el rosario en la mano,
rezándole con alegría, satisfacción manifiesta!
y cuando — el día de la Inmaculada del 1841
— la Providencia le envió en la persona de
Bartolo^né Garelli el primer niño abandonado,
indicándole que era llegado el momento de dar
comienzo a su grandiosa misión, Don Bosco,
de rodillas junto al pobre aprendiz de albañil,
rezó con feiA’or una Avemaria, para que sobre
aquella niedra fundamental de su obra llovieran
abundantes las gracias y favores de la Auxi
liadora.
Como la buena Madre celeste le mostró en
seguida y repetidas veces su protección eficaz,
Don Bosco estableció como regla para sus ora
torios festivos, y con ello quería mostrar su
gratitud y •correspondencia, que se rezara eí
santo Rosario todos los días, regla que confirmó
solemnemente en mayo de 1874 cuando, ya
avanzada la noche y lloviendo a cántaros, un
pobre joven, calado como una sopa, extenuado
y hambriento, llamaba a la puerta de Valdocco
implorando la caridad de un mendrugo de pan
y un rincón donde guarecerse.
Tampoco fué cosa del acaso, si no disposición
de la Providencia di\ina. el que Don Bosco
diese principio a la casa de S. Francisco de Sales
precisamente en el hermoso mes de Mayo. Pronto
al primer protegido se añadieron un segundo.
un tercero, un número consolador que, a coro
y como liijos agradecidos, rezaban con fer\'or
el Rosario a la Virgen. ¡Sólo Dios sabe lo que
con ello gozaba el piadoso Don Bosco, y cómo
por esta práctica piadosa, tan querida de María
Santísima, esperaba el desarrollo y fiorecimiento
de su humilde instituto!.
No todos, sin embargo, \deron con buenos
ojos el que Don Bosco inculcara con tanto amor
esta devoción a sus niños. En efecto, entre las
muchas personas que empezaron a visitar a
nuestro Ven. Padre y ajmdarle en sus obras,
se hallaba el Marqués Roberto de Azeglio, que
con frecuencia y espontáneamente dogiaba el
altruismo, la beneficencia y abnegación de Don
Bosco, ponderando el gran bien que de este
modo hacía a la juventud abandonada. Un día,
no obstante — hacia fines de febrero del 1848
— el Marqués se entretuvo con Don Bosco
más de lo acostumbrado, y después de haber
nuevamente admirado y alabado su óptimo
sistema educativo, reconociendo a la vez su obra
altamente humanitaria, se desata en expresiones
tan infelices y fuera de razón como estas:
«Querido Don Bosco, me congratulo de cuanto
hace por el bien de estos pobres jóvenes: todo frocede a maravilla... Con todo, no puedo dejar de
hacerle presente una cosa que me da pena. Con ¡a
franqiteza que me caracteriza, debo aconsejark.
y espero que V. como hombre prudente y juicioso
lo hará, que deje aparte una antigualla... me refiero a la pesada, fastidiosa práctica de las ri«cuenta At'emarias, que se llama Rosario».
Aun no se había cerrado la boca con que el
Marqués de Azeglio había proferido tales dis
lates, cuando Don Bosco en tono mesurado,
pero decidido, le replicó:
« Yo, sin embargo, no opino lo mismo, pws
me es muy querida esta devoción, sobre la cud
puede decirse que está fundada mi institución:
por lo que de bueña gana renunciaría a cualquúr
otra cosa, pero nunca jamás al Rosario.
grata me es su amistad, pero estoy dispuesto J
perderla antes que los niños dejen esta práctica*Leemos en la vida de Don Bosco (Vol. IHpág. 294) que al verle el Sr. Marqués tan deadido y resuelto, se marchó contrariado y desde
aquel día no tuvo más relaciones con él;
al mismo tiempo nos hace ver, causándont^
singular alegría, que desde aquel momento 1*
\*irgen Auxiliadora comenzó a proteger con
abundancia y cariño, si cabe, las obras salesia*
ñas; hasta el punto de constituirse en su
rrayos, centinela, reina y madre; y el Rosan®
—
297
se continuó rezando en las casas de Don Bosco
con todo el afecto y piedad filial.
• Oue las enseñanzas del Padre nos sir\'an de
estímulo y guía a sus hijos espirituales: a
los Salesianos, alumnos, cooperadores y exalumnos, y a su ejemplo, procuremos que durante
este mes de octubre, consagrado a la Virgen del
Rosario, en nuestros colegios y en \mestros
hogares se rece con todo el fervor y ternura de
nuestros corazones, ofreciendo cada día a nuestra
Jíadre celeste una corona de hermosas flores.
También nosotros, como nuestro Ven. Padie,
tenemos necesidad de la ayuda y bendiciones
de María Auxiliadora, especialmente en este
mes de octubre en que \nielven los niños a po
blar nuestros colegios, para educarles en el
santo temor de Dios y formarles buenos cris
tianos y honrados ciudadanos, y necesitan las
mismas bendiciones nuestros amados coopera
dores y exalumnos, para gobernar sus familias,
para el éxito de sus negocios, para la salud de
sus cuerpos y la tranquilidad de sus almas.
¡Qué hermoso espectáculo el que ofrecen
nuestros colegios durante las funciones reli
giosas, cuando centenares de niños mezclan sus
argentinas voces con las graves de sus maestros
y superiores, de rodillas todos ante la imagen de
la Virgen que les sonrie, mientras ellos van des
granando Avemarias, tejiéndole hermosa co
rona con las flores espirituales que con tanto
cariño cultivan en el jardín de sus almas! ¡Qué
cuadro más encantador el que ofrecen las faniiiias cristianas de nuestros Cooperadores y
exalumnos, cuando el jefe del hogar, rodeado
por cuantos lo integran, sin excluir los fieles
servidores, al caer de la tarde comienza la dulce
salmodia, el acompasado murmurio de colmena
se le eleva cual perfumado incienso hasta
trono de la Virgen, para descender ■ a poco,
'>bre sus casas, con^•e^tido en rocio bienchechor
de bendiciones y consuelos!
Ojalá que estos cuadros encantadores, estas
armonías celestes y suaves murmullos que se
producen al rezar labios inocentes el santo Ro^^■ r:o, no se extinga nufica ni en nuestros colegios
01 cu los hogares de nuestros cooperadores y
«x^umnos; que la melodía de sus palabras no
oeje jamás de deleitamos y conmovemos, por-,ue de este modo vivirá en nuestros corazones
*a íe y podremos contar siempre con el dulce
^“-iparo de María.
Per?-jadámonos, por fin, que el santo Rosario
no sólo una práctica piadosa de las más
-.i Señor y a la Viigen Santísima, sino
‘ ’iíDicT el medio más eficaz para conjurar los
peligros que amenazan al mundo, una garantía
rií:::iciliacíón con el cielo y prenda de las
‘■ ■ •^i'-ordias divinas.
.
Desde el siglo X III, en las grandes tribula
ciones de la Iglesia y de la sociedad, la devoci<>n
del Rosario fué el Arca de Israel, la ciudad de
refugio. Como dice Cesar Cantü; se rezaba el
Rosario en los palacios reales, en las chozas y
en los caminos...
L a V ir g e n d e l R osario.
Y si esto es el Rosario para todo el mundo
cristiano, los de raza ibérica debemos conside
rarlo como sangre de nuestras venas, como glo
ria nacional y joya de nuestra fe.
E l Rosario para España y para los de su raza,
es no solo símbolo de su fe, lábaro triunfal de su
religión, sino Escudo Nacional, emblema de la
Patria, cuyos límites un día no pudo demarcar
el sol.
—
2Q8
—
El Cooperador Salesiano debe ser otro D. Bosco.
{Continuación)
Espíritu de ¡os Cooperadores.
con esta condición fundamental se le inscribe
y se le admite a la participación de tantos
favores espirituales » (l).
No hay, pues, que admirarse al ver a Don
Bosco preocuparse sobre todo de lo que podemos
llamar, aún para los simples fieles, formación
y vida interior.
El \"enerable no dará a sus Cooperadores un
conjunto de reglas propiamente dichas cual
.se dan a los religiosos; pero del Reglamento se
deduce claramente que no sólo quiere que sean
exactos en la vida cristiana, sino que tiendan
a una perfección relativa, es decir, la que sea
compatible con personas que deben vivir « en
el mundo y en el seno de sus familias ».
Cuál haya de ser el espíritu y el temple de los
Cooperadores, nos lo dice el mismo Don Bosco
al fijar el fin y la acción.
« El objeto principal de los Cooperadores,
escribe, es hacerse bien a sí mismos » (i) « El
fin de esta Asociación es proponer a las personas
<iue viven en el siglo un método de vida que en
cierto modo se acerque al de los que viven en
una Congregación religiosa » (i).
Es cierto que Don Bosco quiso hacer resaltar
la diferencia que existe entre las órdenes ter
ceras antiguas, en las que el objeto era « la
perfección cristiana con el ejercicio de la pie
dad » (i) y la Asociación de los Cooperadores que
« tiene por fin principal la vida activa, con el
E t programa.
ejercicio de la caridad para con el prójimo, y
especialmente para con la juventud desvalida»
Es un programa mínimo con relación a la rida
(i); pero de las normas y recomendaciones que religiosa, y un programa máximo con relación
el Venerable quiso agregar al Reglamento, se a la vida cristiana.
desprende con claridad y evidencia la grande im
Don Bosco llama indistintamente a todos los
portancia que deseaba diesen también los Coo que tengan su corazón lleno del Espíritu de Dios
peradores a la vida y perfección cristianas. para que se asocien a sus obras de celo. No dis
« Los Cooperadores, dice, aún en medio de sus tingue entre las admirables manifestaciones
ordinarias ocupaciones, en el seno de sus fami de este Espíritu, que se complace en presentarse
lias, pueden vivir de modo que sean útiles al de diversas maneras, según las necesidades de
prójimo y a sí mismos cual si estuviesen en una los tiempos; a ningimo excluye. Basta que en
comunidad religiosa » (i).
un sólo punto estén todos de acuerdo: « en ei
« Es muy inexacta, escribe a este propósito ejercicio de la caridad con el prójimo, sobre
el Excelentísimo Mons. Pascual Morganti, Ar todo de la juventud menesterosa »; porque
zobispo de Kávena, en su útilísimo Manual di
« esto, dice, constituye el fin principal de la
los Cooperadores SiiU'siauos, y muy incompleta
Asociación ».
la opinión de los que hacen consistir la Coope
Esto indica claramente el por qué pueden
ración Salesiaua solamente en obras útilbs a los formar parte de la Asociación de Cooperadores
demás. Don Bosco, en electo, el \ enerable Fun aún las inscritos en otras hermandades, en 1m
dador de los Cooi>eradores ha tenido por ob órdenes terceras, y aun las mismas Comuni
jeto, lo inculca ante todo, la santificación per dades religiosas. El á^enerable ruega encareasonal del Cooperador, pues sólo así podrá san damente a estas almas privilegiadas que pongan
tificar a los demás. Es evidente, dice en otra
a disposición de esta cruzada en favor de la*
parte el mismo Prelado, que un Cooperador ne almas, especialmente de la ju\’entud, los tesoros
gligente en su propia santificación, mucho de piedad que encierran en su corazón.
menos pensará en la de los demás, y a lo sumo
Quisiera concentrar en un sólo foco los rayos
podrá sentirse conmovido por sus necesidades de luz y calor del firmamento de la iglesia; unir
físicas o sociales, pero por pura filantropía hu en un latido de caridad sin limitación de
mana, no por la caridad sobrenatural que animó sonas, tiempos y lugares, los latidos de to ^
a Don Bl^sco y debe informar toda su obra y el los corazones amantes de la gloria de Dios y o®
trabajo de sus Cooperadores. E l verdadero bien de su prójimo.
Cooperador, concluye, no obstante su caracte
Y no quiere que nazcan y crezcan los Coopírístico cuidado por la juventud, áe]x atender radores sólo donde existan Obras Salesiauas.
seriamente a su propia santificación... Só'.o
(i) R«Klamento,
(i) M anual d el Cooperador Salesiano t M i l á n • Libren»
S.Uesiana;.
—
ni que se limiten a las 3'a iniciadas. Su objeto
claro y preciso es que donde quiera que haya
nn Cooperador, allí nazca, florezca y se desanolle, aunque sea en estrechos límites, alguna
de las obras comprendidas en su extenso pro
grama de caridad. A esto tienden sus palabras
y sus scritos.
Üid como el inolvidable D. Miguel Rúa, el más
fiel intérprete del espíritu de Don Bosco, refleja
claramente su pensamiento: « Los Cooperadores
Salesianos han de mirar menos a la difusión
de la Pía Sociedad Salesiaua que a la difusión
de su espíritu, es decir, a promover toda clase
de apostolado, sobre todo en favor de la juven
tud
Este pensamiento acaso no haya sido
siempre bien entendido: que el celo de todos
apresure en todas partes la actuación de este
vasto designio de bien.
E l ideal de D on Bosco.
Por esto nosotros, los Salesianos, en nuestras
conferencias no debemos limitarnos a exponeros
el cuadro de los trabajos llevados a cabo por los
hijos de Don Bosco, ni a pedir el concurso de
\Tiestra limosna; esto sería empequeñecer el
ideal del Cooperador Salesiano. El corazón de
Don Bosco, noble y grande, no podía encerrarse
en límites tan estrecíios.
Apóstol de celo ardiente, habría querido ha
llarse dondequiera que hubiese almas que sal
var, y este árduo problema lo resolvió hacién
dose representar donde le fué posible por sus
hijos, y sobre todo transmitiendo su espíritu
a sus celosos Cooperadores y Cooperadoras.
Quiso reclutar y organizar en el mundo un in
menso ejército que, al grito de Oración y Tra^f/o, se dedicase a la conquista de las almas
para llevarlas al servicio suave de Dios. Ko serán
todos soldados de primera fila; unos desarro
parán su acción donde más dura sea la lucha,
otros entre las ruinas; unos se propondrán o
oslarán en disposición de desarrollar un proRfama máximo, otros un programa mínimo:
para esto las exigencias de Don Bosco tienen
uu límite a que todos pueden llegar» puesto
?ue, como veremos, aunque no fuese posible
trabajo de ninguna ciase, quiere que baste la
oración como título suficiente para ser
“ sentó en el ejército de los Cooperaedores.
i^ e r a el Cielo que en días no lejanos pueda
'^Hje cjue todo Cooperador Salesiano, en el
^b:c-r.‘-'j de su \ida, de su familia, entre sus
vwoc:
en su parro<]UÍa, en su pueblo, en su
es un centro de este espíritu, de esta
^ ó n tan ardientemente deseada por el Hombre
^ Dios;
Y esto no será, amadísimo Padre, una utopía
299
—
vuestra, como decíais el 15 de Julio de 18S6 a
los exalumnos sacerdotes agrupados en derredor
vuestro. Sí, * vendrá tiempo, afirmdbais, en
que el nombre de Cooperador Salesiano será
sinónimo de buen cristiano; ellos serán los que
ayuden a difundir el es]untn católico, y cuanto
más crezca la incredulidad por todas partes,
tanto más alta alzarán los Cooperadores Salesiaiios la antorcha de su fe operativa ».
Al llegar a este punto, ¿no debo deciros que
la antorcha que debéis llevar por el mundo,
debe antes brillar encendida, viva y poderosa
en vuestras almas?
¡Ah! Esto es evidentísimo después de lo que
hemos escuchado de labios del mismo Don Bosco
que, para cumplir sus obras, para reproducirlo
en su acción, es indispensable ante todo que el
Cooperador Salesiano se esfuerce por tener,
como él, su corazón lleno de los ardores de esta
celestial virtud.
Si, pues, en lo más recóndito del corazón, en
el hombre interior es donde debemos descubrir
la fuerza prodigiosa, la causa eficiente de las
maravillas realizadas por Don Bosco, permitid
me que os inste a que acumuléis en vuestros
corazones las poderosas energías que, exten
diéndose luego al exterior en mil manifestaciónes
diversas, se convertirán en maravillas de luz
y de acción fecunda.
M edios para conseguir e l fín,
Pero el ideal que Don Bosco se había formado
de sus Cooperadores no se deduce solamente del
objeto que les señala, como término al que de
ben Uegar, sino también de los medios que les
sugiere para ir progresando en la vida cristiana
que del» difundirse en las formas de celo más
variadas.
No se trata, como veremos, de medios extraor
dinarios, penitencias, ayunos especiales ni largas
prácticas religiosas. No les aconseja más que lo
que puede y debe recomendarse a un cris
tiano que, viviendo en el siglo, aspira a aquella
relativa perfección, deseo que nace espontáneo
en todas las almas que viven unidas a Dios,
que celan sus intereses, que sienten, en una
palabra, en su corazón las llamas y los impulsos
de una fe operativa.
Don Bosco, conocedor profundo de los hom
bres, cuenta con la fragilidad y miseria humanas,
y como le hacen falta para la realización de sus
deseos corazones grandes y llenos de energías
inagotables, no hay que admirarse si, ante todo,
procura con todas sus fuerzas conducir a Dios
a sus Cooperadores.
Pero < el que quiera estar con Dios, dice
S. Isidoro de Sevilla, debe orar », y Don Bosco
que quiere que sus Cooperadores estén unidos
a Dios, les dice: <( Debemos en estos tiempos
difíciles unirnos en el espíritu de oración » (i).
Esta unión se hace más íntima y perfecta por
el Sacramento del Amor; allí es, como afinna
S. Cirilo, donde « nos hacemos concorpóreos
y consanguíneos de Cristo » (2); en este océano
de caridad infinita, es « donde el alma, según
la atrevida expresión de Tertuliano, se robus
tece por completo de Dios »{3), y por esto i)recisaniente Don Bosco exhorta a los Cooperadores
a que « procuren acercarse con la mayor fre
cuencia a los Santos Sacramentos de Confesión
y Comunión » (i).
l'hi el recogimiento es donde se forman los
hombres grandes; en la soledad es donde Dios
habla al corazón; esta es aquella « escuela de
celestial doctrina donde se aprenden las artes
divinas » (4), segiin el pensamiento de S. B a
silio; y por eso el Venerable « aconseja a los
Cooperadores a que todos los años hagan por
lo menos algunos días de E^jercicios espirituales
tuales » (i); y nosotros le vemos muchas veces,
seguido de algunos de los más fervorosos, subir
al Santuario de S. Ignacio para adquirir en el
retiro, como S. Carlos en Varallo, nuevas energías.
lis muy fácil para quien vive en estos tiempos,
arrastrado por la corriente de una vida desme
didamente agitada, sacrificar los intereses eter
nos por los terrenos, y hasta dejarse arrastrar
al campo de la culpa. Por eso Don Bosco quiere
que el pensamiento de las verdades de ultra
tumba esté grabado en la mente de todos, y
que el consejo bueno y eficaz de la muerte
resuene a menudo en los oidos de sus Coopera
dores, y que « en el último día de cada mes, o
en otro, cuando les sea más fácil, hagan el E jer
cicio de la Buena Muerte, confesando y comul
gando, como si realmente fuese la última vez
que en vida reciben estos Sacramentos » (i).
Don Bosco, ya lo hemos dicho, fué el liombre
del l*a]>a. « Recordemo,s, escribió, que nadie
pue<le profesar la Religión de Jesucristo, si no
es católico; y nadie es católico, si no está unido
al Pupa
Y a iá l fué el programa papal que quiso trazar
a sus Co<4vradores podemos deducirlo de las
siguientes expresiones, salidas de su corazón
rebosante de tiernísimo amor al \'icario de Cris
to: V. Cuanto más combatida sea la Santa Sede,
más exaltada será por los Cooi>eradores. Debe|i) KeKUmciUú.
(2) Etlicitmir concorporei et consanguinei Christi (S.
C y k i l l t'a/tvA.)
(31 .Vnitna de L>eo saj>iiuxtur {T a ri.)
( |i SoUtnria vita Cv>ele>tis doctrina: est schola, ac d ivi
nal um artiuni disciplina tS . Ba s . D e L a ú d O-em.)
mos unimos alrededor del Papa: nuestra sal»
vación está sólo en el Papa y con él Papa ».
Escrito está que la redención no puede llevarse
a cabo sino a costa de gemidos y de sangre; que
el reino de los Cielos se conquista a fuerza de
tribulaciones y de violencias a nuestra natura
leza corrompida; que no en vano, como muy
bien decía De Maistre: « el dogma de la salud
por medio de la sangre se halla en todas partes ».
Penetrado el Venerable de estos sentimientos,
que tuvo que fecundar sus obras con sudores,
lágrimas y sacrificios de todas clases, quiere
que los Cooperadores se formen en la práctica
de la mortificación y del desprendimiento; en
la generosidad en las horas de prueba, en las
luchas, en los dolores, en la felicidad del sufri
miento, ensalzada con expresiones tan sublimes
por S. Pablo y Santa Teresa. No Ies exige heroís
mos; se limita a las primeras manifestaciones
de la perfección cristiana, y por eso no les reco
mienda más que « modestia en el vestido, fru
galidad en la mesa, sencillez en los muebles,
modestia en las palabras y exactitud en los
deberes del propio estado « (i).
¡Qué grandioso, qué sublime es en su misma
sencillez el concepto que el \’enerable ha con
cebido del Cooperador Salesiano! Inspirándose
en las Sagradas Tetras, donde con rasgos admi
rables se describe la \*ida santa y laboriosa de
los primeros cristianos, cuyo ejemplo había
de renovar la sociedad pagana, e iluminar al
mundo con los destellos de la luz que Dios mismo
había traído del Cielo a la tierra, nuestro buen
Padre anhelaba que también de la Asociación
que su celo le inspiraba, se pudieran repetir
los elogios que el Espíritu Santo tributa a
aquella « multitud de fieles que no tenían más
que un solo corazón y una sola alma » (2).
¡Señor, aum éntanos la fr¡
Sé que tengo la suerte de hablar a corazones
nobles, a almas escogidas. Algunos de ^-esotros
acaso hayan tenido la dicha de haber rescachadn
lo que os he expuesto de labios del mismo Venerabie Don Bosco; sabido es que su palabra sen
cilla y ardiente dejaba en los corazones una pro
funda impresión. Creo-por consiguiente qne os
haría una ofensa si os exhortara con demasiada
insistencia a que fomentéis con nuevas energi®
el aumento de la vida interior, que después ba
de derramarse en mil manifestaciones de ca
ridad y celo.
Pero como todos quisiéramos ver cada día
(1) Reglam ento.
^
(2) M utütudiiii» autem creijentium erat cor -jnuO
anim a una [.-id ., IV , 32).
más comprendido y propagado el espíritu de
Don Bosco, y con su esx>íritu su obra, permitidme que os invite a rogar al buen Dios, no
sólo para que en nosotros jamás falte <i el don
inapreciable de la fe i>(i), de que habla la Sabi
duría. sino también para que esta fe crezca y
K aumente en nuestros corazones; que « en
esto consiste la victoria que vence al mundo,
dice el Apóstol predilecto, en nuestra fe» (2).
Roguemos, como nos exhorta S. Agustín, por-
También a nosotros, como a los ciegos dcl
Evangehó, nos será dado según la medida de
nuestra fe (i): las luces de la inteligencia, los
ardores de la caridad, la fecundidad de las obras
y las almas salvadas por nuestro celo no. ten
drán más limites que el de nuestra fe.
Peniiitidme, pues, que os dirija a vosotros,
asociados a la obra excelsa de la salvación del
prójimo,las palabras divinas de Jesiis y los in
flamados acentos de los Apóstoles; « Tened
C o l o n o s y J í b a r o s q u e a s i s t e n a l a M is a e n l a M i s k 'in d e G u a l a q i u z ^ ( E c u * i >ü r ).
?ue la oración perse\'erante es la que ha de obte
nemos una fe incontrastable » (3).
Ai llegar Don Bosco a los últimos días de su
^da, recordando su pasado y dando gracias a
Wos de lo íntimo del corazón por el bien que se
^ í a podido realizar con el auxilio del Cielo,
*'^«tía con frecuencia una frase que al mismo
que indica la profunda humildad de
fuella alma grande, es una saludable lección
P^a nc. otros; « ¡Cuántos prodigios, decía, ha
obrad'; el Señor en medio de nosotros; pero
mayores los hubiera obrado, si Don
!,.;b:ese tenido más fel »
^*1 Da---, jr iili fidei donum electum {Sap., III, 14).
W*
est victoria quae viocit mundum, ndes nos-
^
, V , 4;.
C l i;isa n on d eS d íM fid es. o re m u s .. F u s a o ra tio
*»i>=trai ñrmitaiem {D e 'morib. Eceles.)
fe de Dios » •(2); ^ luchad las buenas lides de
la fe y arrebatad la vida eterna a la cual habéis
sido llamados » (3); « sea la prueba de nuestra
fe más preciosa que el oro { que se prueba con
el fuego) » (4).
para obtener más plenamente
« el fin de vuestra fe, que es la salvación de las
almas »(5), dirigid a Jesús con el fervor con que
lo hicieron los Apóstelos, aquella su hermosa
oración: « Señor, auméntanos la fe » (6).
_________
{Continuará).
(1) Secundum Sdem vestram fiet vobis (M a lth ., IX ,
( 2 ) H abete &dem Dei {M a rc., X I, 221.
Í3l C erta bonum certam en fidet, apprehende vitara
aetem am , in q u a vocatus es (/ T^m., V I,,I2 Í.
4) Üt probatio vestrae fi'iei m ullo pretiosíor auro
íqaod p er ignem probatur) inveníatur in laudem , et
Kioriam, et honorem in reve alione Jesu Chrísti (/ P e lr.,
I. 71,
Í5) Reportantei finem fidei vestrae, saliitem am m aniin
(/ P e lr.. I, 9).
(6/ A dauge nobis fidem {L uc., X V II , 5).
No olvidemos en nuestras
oraciones a los Misioneros.
{Nos escribe el P . Marchcsi, desde la nueva resi
dencia de Taracná, sita en medio de la tribu de
los Tucanos, del Brasil).
Nos arreglílmos como Dios nos da a entender.
Jíl trabajo se multiplica de continuo, y con él
las dificultades de la Misión.
Nuestra posición en estas tierras es bastante
delicada y difícil; los indios acuden numerosos
a la Misión, en la cual encuentran protección y
amparo, y esto no lo ven con buenos ojos al
gunos malos civilizados. Nuestra presencia e
influencia impide frecuentemente expoliaciones'
e injusticias que se cometen contra estos pobres
indios, pues a veces decimos con claridad y
decisión a estos tales que aquello no es lícito,
lo que, como podrán comprender, es peligroso
y cuesta sacrificios.
C on trastes...
He aquí un episodio reciente.
Un día se me presentaron dos pobres indios,
llorosos y angustiados, diciéndoine que un co
merciante había entrado en su cabaña y se llevó
consigo un liijo y una hija. Ellos le rogaron y
le pidieron por lo más santo y querido que tu
viera. que no les quitara sus hijos, pero nada
consiguieron. Todavía se atrevió aqitel prepo
tente a ponerles la pistola en el pecho y ame
nazarles con la muerte, si contaban a alguno lo
sucedido. Kilos, sin embargo, vinieron a la Mi
sión y me informaron de todo.
¿Qué hacer? Monté sin más en la barca y
marchó en su busca. Después de largo remar,
por fin topé con él en mi recodo del río. Hn se
guida reconocí su barca, pues era nada menos
que la de un infeliz que habíamos alojado en
casa, y sentado a nuestra mesa, cuando des
cendía del caiotai.
No había tiempo que perder y era preciso
impedir aquella piratería. Dejé la barca y subí
a una pequeña canoa para seguirlo con más
facilidad.
Como podrán ver los ¡ectores, mi decisión
no dejaba de ser un acto andad; pues estos
infelices van armados hasta los dientes y con
frecuencia medio borrachos. Me encomendé a
Don Bosco y a María Auxiliadora.
Apenas me vió, forzó la marcha, que era
veloz, debido a los varios remadores que lle
vaba; pero nosotros no nos quedamos a la zaga,
y, a poco, le dimos alcance. El infeliz estaba com
pletamente borracho. Sostuve con él larga dis
cusión, llevada en buenos términos, pero no con
seguí nada; porque decía tener ciertos derechos
sobre aquellos pobres desgraciados. Según él, si^
padres le debían alguna cosa, y en pago se había
apoderado de los hijos. Con todo, cuando con
seriedad y decisión le pedí su nombre y apellido
para delatar el caso a la autoridad, se rindió; y los
dos prisioneros saltaron de su barca a la nuestra.
Aquel degraciado cambió de color: yo le se
guía todos los movimentos, pues me temía
cualquier cosa, pero, a poco, nos alejamos lo
bastante para quedar tranquilos, gracias a la
protección visible que Don Bosco y María Auxi
liadora nos dispensaron.
Estos casos no son tan raros como pudiera
creerse.
Tampoco nos faltan dificultades entre los
indios. Perdidos en medio de las florestas, se
dan a orgías intolerables, pero que, por otra
parte, es muy difícil impedirlas. Es necesario
que nuestra redigión vaya cambiando poco a
poco estas degradadas costumbres.
L a cuestión de la lengua, tampoco es cosa
baladí. Como no tenemos gramáticas, debem^
aprenderla palabra por palabra. Bien quisié
ramos preparar un vocabulario; pero nos es
imposible de momento, por falta de personal.
Otra ocupación que nos resta mucho tiempo,
es la cura de los enfermos: las enfermedades so:i
muchas y la mayor parte mortales.
Los indios vienen con frecuencia a la Misión.
V no pocas veces nos traen sus enfermos, par^
que más ácilmente podamos verlos y curarlos.
Se puede decir que tenemos la casa hecha un
hospital, pues pocas veces baja el número ce
17 o 18. varios de ellos graves. Las mismas bar
cas sirven, a veces, de enfermería, y alguna
hasta la misma cocina.
Además, con el indio enfermo hay que te«r
la paciencia de Job. H ay que hacerle tomar
as medicinas a fuerza de ruegos, promesas }
astucias; pero, a pesar de todo, no se priva o*
su médico o curandero indígena. Alguna ^
sorprendemos a estos farsantes en sus curas
originales, que casi siempre términan con la
muerte del paciente.
Según el.os, sólo el fagé, curandero, sabe
sacar del cuerpo las piedrecillas, espinas, los
huesos de rutas etc... que son causa de sus en
fermedades; únicamente las repetidas duchas
de agua fría que es dan pueden hacerles desa
parecer as fiebres que les deboran.
Si el eniermo muere, la culpa es de nuestras
Del Vicariato
de Méndez y Gualaquiza.
{Carta del Misionero Sales. D. Salvador Duroni)
Estaba escribiendo tranquilo cuando un jí'
baro se asoma a la puerta.
— Padre, me dice, he venido a verte.
— ¿De dónde vienes?
— De ^liriumi.
U.SA CANOA DE LOS JÍBAROS EN E L ORIE NTE ECUATORIANO.
medicinas que le han envenenado; si. por el
eontrario, sana, se debe todo a los cuidados del
curandero.
... esp eran zas.
No obstante y a pesar de todas las dificulta
des. grac.as a Dios nuestra misión se desarrolla
y florece, llenando de consuelo nuestras almas.
Nuestra escuela cada vez cuenta con más
mdiecitos, que alegran con sus risas y juegos
Ea casa Ahora edificamos otra muy buena y
para albergarlos a todos.
La iglesia está y a m uy adelantada; y muy
pronto comenzaremos las casas que han de
^ ‘iinos a nosotros y a las Hi as de María AuSJnadora de residencia, pues la mayor parte del
a lo tenemos preparado y reunido.
— Siéntate.
— Gracias. Estoy bien cansado.
— ¿Has caminado mucho?
— Xo, pero a la otra parte del río he ayu
dado a los cristianos a perseguir un ciervo, y
me han hecho correr como un perro, aunque
inútilmente, porque el animal se ha burlado de
nosotros logrando tirarse al agua. Apostaría
que aquel ciervo lleva el alma de uno de nues
tros brujos.
— ¿Será ta l vez la del pobre Tztiíra que tú
asesinaste hace poco tiempo.
— X o es cierto, protestó con energía, yo no
le maté.
— ;X o eres tu acaso Ciniuda?
— Sí, pero te repito que yo no tengo nada
que ver con esa muerte. Tihiruma y otros cinco
obligaron a seguirles para matar a Tzuira.
—
304
lyO encontramos mientras volvía a casa tranqui
lamente sin sospecha alguna. Lo saludamos y
empezamos, a charlar un poco, y entre tanto lo
traspasaron a traición con sus lanzas. Tibiruma
se le hechó encima y le cortó la cabeza; después
me la entregó a mí para que la metiera en la
cesta y le hiciera la tzanza.
¿Sabes lo que sucedió entonces? Apenas le
vanté la cabeza por los pelos, cuando veo que
abre y cierra los ojos y la boca, y grita por dos
veces: « ¡Canalla! ¡canalla! La arrojé al suelo
todo asustado y eché a correr. ¿Tengo yo acaso
culpa en ello? ¿Por qué me crees un asesino?
— ¡Ya veo que eres un inocente! ¿y quién
asesinó a tu hermana Amiña?
— No fui yo solo: la matamos todos los her
manos para librarnos de la venganza de los
Nisuma. Debes saber que Amina había hecho
matar a su marido.
— ¿Estaba bautizada?
— No.
— ¿Y su alma adónde habrá ido a parar?
— Nosotros los jíbaros creemos que se las
lleva, Ygnanci (el diablo). A algunas se las llevó
en cuerpo y alma. Conozeo a una que se la llevó
lejos, muy lejos, abandonándola sobre la cima
de un monte; y solo después de muchos días
pudo volver a casa: estaba hecha un esqueleto,
debido al hambre y los sufrimientos.
— ¿Cómo es Yguanci?
— Feísimo, peludo y con cuernos, rabioso
y malo como él solo.
— ¿Y le tiene miedo el jíbaro?
— ¡Ah no! Una vez se dió cuenta un jíbaro
de que le había robado la mujer: le siguió y se
la quitó. Nosotros los hombres no le tenemos
miedo.
— Pues es terrible, ¿sabes? y más fuerte que
todo los jíbaros juntos. Solo Dios es más fuerte.
¿Sabes quien os Dios? ¿Lo conocen los jíbaros?
— No, no lo conocen...
— ¿Pero no sabes quién ha hecho todas
estas cosas que vemos?
Mi interhKutor me mira asombrado, y me
dice;
— No lo sé; el jíbaro no lo sabe.
— ¿Quién crees tü que ha hecho aquellos
montes de enfrente?
— Nosotros decimos que se han hecho ellos
mismos; han empezado a caer piedras
tierra,
y ahí está todo.
— ¿Pero de dónde han caído esas piedras y
tierra? ¿de otros montes más altos? ¿y aquellos
quién los ha hecho?
— No lo sé, no lo sé, responde impaciente
CÍMiWd.
— Los cristianos lo sabemos: los ha hecho
Dios. ])ios que es omnipotente {ittchincüciu).
—
A l principio no había sol, ni luna, ni estrellas;
no existían los hombres, ni los animales ni las
plantas, nada; sólo existía Dios. Dios lo ha crea
do todo: los astros, los animales y las plantas...
— ¿También ha criado el jaguar y las ví
boras?
— Sí, también el jaguar y las víboras; pero
antes eran amigos del hombre y no le mataban.
Cuando el hombre se volvió malo, entonces el
tigre y la víbora se hicieron sus enemigos.
Mientras él fué obediente, todos los animales
le estaban sometidos y le eran fieles, así lo quería
Dios que es el amo de todo: es él que nos ha
dado la vida y nos la conserva, el que hace
crecer las bananas y la mandioca de los campos.
— Nosot os los jíbaros todo esto lo atri
bu mos a la nándara.
— ¿Cómo quieres tú que una piedrezuela
cualquiera tenga tanta virtud?
— No, Padre, no creas que es una piedra como
las demás ¿acaso la encontramos en los ríos?
Mientras la jíbara duerme se le aparece una
visión amiga que le dice: « Ve a tu huerto; allí,
en un agujero de tal árbol hay una piedra en
camada; tómala y guárdala con cuidado, de
ese modo tendrás abundante cosecha o. Al rayar
el alba, la jíbara, todavía en ayunas, va y en
cuentra la piedra; después la esconde en un
lugar seguro y el campo produce en abundancia
bananos y mandioca.
— Pues si que es cosa extraña, porque los
cristianos no tienen ninguna nándara y. sin
embargo, sus campos producen más que los
\-uestros. Di a tu mujer que tire fuera aquella
piedra, y verás como no disminuye el producto
de tus campos. Procura solamente ser bueno
y aprende a conocer a Dios, que es nuestro
Creador. A\ principio, come te he dicho, no
existía ningún hombre: Dios crió uno y después
una mujer. Tuvieron hijos, y uno de ellos, requetemalo, mató a su hermano.
— ¡Tunarn! (bribón) — exclama Cimndz.
— Verdaderamente era un bribón. Dios
dijo: « No matar, no hacer mal a nadie *;
él desobedeció y mató a su hermano, que era
muy bueno. Le hice ver un cuadro donde Caín
da muerte a Abel, y viéndole vestido como él
estaba; me pregunta:
— ¿Era jíbaro?
— Sí, jíbaro malo, por eso todos le llamao
bribón.
— Padre, los jíbaros no matan a ios buenos,
sino a los malos que hau cometido delitos, }
a estos hay que quitarles del medio: es un deber.
Todas las mañanas, mientras las' mujeres pí®*
paran el desayuno, los viejos recuerdan a 1^
jóvenes las injurias y ofensas que ha recib«<i®
la familia, los parientes que han sido muertos
—
305
o maltratados, y terminan animando, incitando
a los jóvenes para que se venguen. Cuando
mataron a Cascuda, todas las noches le oíamos
tocar el iunduli, un tronco de árbol vaciado,
ea el bosque. Para un jíbaro el matar a un ene
migo es una gloria, la más grande satisfacción
que pueda experimentar.
— ¿Sabes a dónde van a parar los asesinos?
Mira aquí. Y le mostré un cuadro del infierno
lleno de... jíbaros.
^
— El que desobedece a Dios cae allá dentro.
Decís que después de la muerte os cambiáis
en tigres, ciervos, pájaros... Mentira grosera:
los amigos de Dios van al cielo, y los desobe
dientes al infierno.
Quedó tan impresionado, que 3’’a no supo
responder a mis preguntas; miraba las figuras
de los condenados, las tocaba con el dedo úna
por una, repitiendo:
— Un jíbaro, otro jíbaro jcuántos jíbaros!...
Después de pocos instantes, tomó la lanza y
se largó, dic-endo:
— .“^diós, l ’adre, mañana volveré.
Efectivamente volvió, pero fué para despe
dirse: Me dijó que le esperaban en casa de un
pariente, donde habían preparado la fiesta del
tabaco. Es la verdadera fiesta nupcial de los
jíbaros, que se celebra, como todas las demás,
con hartazgos de carne de cerdo y borracheras
de chicha. Abre la fiesta la joven esposa, a la
que hacen engullir un brebaje de infusión de
tabaco. Si el estómago no se revela con bascas
y vómitos, es buena señal; tendrá larga y prós
pera vida, alegrada con las fiestas de muchos
y robustos descendientes.
Insistí para que Cininda se quedara algunos
días más, prometiéndole regalos, pero rehusaba,
diciendo:
— Ko puedo, no puedo — me voy en seguida:
yo no puedo quedarme más. Te diré la verdad,
Padre: tengo miedo, porque viene aquí Ccmit^a,
que es un bmjo, y no quiero siquiera verlo.
Adiós, adiós, volveré pronto.
Parece mentira, cosa increíble que tengan me
tida la superstición hasta los huesos. L a palabra
brujo hace temblar al jíbaro más valiente.
Poco tiempo hace, dos cristianos de Macas
flcg.oron a una jibaría y pidieron les vendieran
algunní víveres. Los amos de casa, malhumo
rados,
les quisieron dar nada, ni aun pagado.
Msto vjue era inútil convencerles y acuciados
Pw el h.ambre, uno de los viajeros toma un
P^azc de papel de la cesta y , adelantándose
4 la mitad de la pieza, exclama con voz solemne
— ¿.A sí? ¿con que nos tratáis tan mal? Ahora
pagaréis; jyo soy brujo! — y comienza a
“ cer pedazos el papel y desparramarlos so
p a d o fuertemente. Como almas que se lleva
—
el diablo, d^aparecieron en un santiamén llenos
de miedo hombres y mujeres. Los dos amigos
se tomaron un buen trozo de cecina y un ramo
de bananos, y prosiguieron su camino ricMido
a mandíbula batiente. Los infelices salvajes
no osaron poner los pies en casa por \ arios días.
Gracias a que pasaron pronto otros cristianos,
y recogieron los tan temidos pedazos de jiapol.
¡Pobres desgraciados! Tan ignorantes y llenos
de supersticiones, no es de e.v:trauar que con
frecuencia y por cosas baladi se dejen lle'.'ar
a e.xcesos deplorables.
S.\i.v.\noR D uroni rbro.
Misionero Salcsiano.
Orfelinato Salesiano de Ho-S¡
en China.
{De la relación del misio'.icro D. Carlos Bra<^a
al Rdmo. P. RinaUli).
V fi).
M adre, tú no h as estudiado...
Se acercaba la fiesta del Sagrado Corazón y
yo deseaba prepararle un digno homenaje, ofre
ciéndole un racimo de corazones llenos de amor,
rezumando inocencia.
Algunos alumnos internos se preparaban al
bautismo, no sin que faltaran dificultades por
parte de la familia y del ambiente, pero escu
dados con su grande fe, le que transporta las
montanas, vencieron todo género de obstáculos,
Voy a recordar solamente las dilícultadcs
que tuvo que sui>erar uno de estos pobrecítos,
para que se vea que también en China se nece
sita le viva y ánimo varonil para ser cristiano.
Désfle mis primeras visitas a Ho-Si, me había
llamado la atención un muchachito expamsivo
y alegre, de ojos chispeantes e inteligentes en
los que se reflejaba la hermosura de un alma
angelical, todo un hombrecito por su trato
exquisito, tan diferente de los modales groseros
y desconfiados de la generalidad del vulgo chino.
X o se distinguía menos por la limpieza de
sus vestidos, que por lo demás nada tenían que
ver o)n las ridiculas modas corrientes; los cabe
llos los llevaba siempre bien aseados, pero sin
estudiada galantería; su rostro era agraciado
y fresco, en una paJabra, era una ánima hermosa
encajada en un cuerpo sano. Cuando abrimos
nuestras escuelas, no fué, sin embargo, de los
primeros en matricularse. Quiso observar pri
mero, estudiamos, formarse un concepto ex
acto de nuestros planes e intenciones. Una vez
(1) V é a ^ el B oU tin d e Septiembre.
— $o6 —
que comprobó que nuestros programas estaban
en armonía con los oficiales, y aun contenían
algo que les superaba, se matriculó y frecitentó
la escuela regularmente. E n seguida se hizo
un entusiasta de nuestro sistema; tomaba parte
en toda clase de juegos, pero siempre con deli
cadeza, hasta el punto que, jugando al adivina,
en el (pie se calientan las manos de lo lindo,
jamás osó tocar la mano del Padre, pues, decía,
no debemos golpear la mano que tanto bien
nos hace.
En la clase do catecismo y en los sermones
no perdía palabra, las recogía y conservaba en
su corazón como los capullos recogen y conser
van en primax era las perlas del rocío.
Eué uno de los primeros que pidieron el bau
tismo, pero yo no me resignaba a bautizarle
sólo, sin que le acompañaran la madre y el
abuelo.
Se lo insinué y repetí varias veces, pero él
se excusaba siempre, diciendo: « Mi madre está
muy ocupada en las labores del campo, y no
tiene tiempo para estudiar el catecismo. En
cuanto al abuelo — y aquí bajaba la voz y me
susurraba al oído — es mejor que lo bautices
cuando esté en las líltimas, así la cosa es más
segura, y de este modo se va al cielo derecho ».
— No, mi (juerido amiguito, tu razonamieuto
no corre. Bautizar al abuelo cuando esté en las
últimas, no le favorece a él ni te honra a tí.
perdéis los dos. ¿Con qué méritos se presentará
entonces delante de Dios? ¿Qué obras buenas
podrá ofrecer al Señor? En cuanto a tu madre,
si no tiene tiempo de estudiar, almenos ayúdala
a comprender, a creer, procura convencerla de
la verdad. Te doy una .semana de tiempo.
— ¿Sí,? pues probaré.
No había terminado aun la semana, cuando
aprox echando un momento en (jue me hallaba
solo, se me acerca alegre y, frotándose las manos,
me dice, sin jioder disimular su contento:
— La madre está convencida: mi madre
cree, >• se hará cristiana.
— Pero ¿cómo has logrado convencerla tan
pronto.-' Te habrá dicho una mentirilla para <pie
la dejaras en paz y tú quedaras contento.
— No. no. Mi madre cree x desea adorar al
x eidadero Dios. La he x'encido en dos ])nieba-«.
El otro día era el K:cc Tchrt. fiesta de la Luna,
del cuarto me.'^; !a madre había preparado una
gran torta, muchos dulces, frutas y una buena
cena. Antes de -ícrvimos ofreció todo a los ídolos,
encendió las candilejas, disparó unos cohetes
y derramó vino y té sobre ios mágicos porganiinos extendidos en el suelo. Y o x‘a no probé
un bocado, ni quise nada. Mi madre uo me
T>erdía de xu-^ta y lo observaba todo, pero yo
sin hacer i;aido me acosté. Durante el largo
rato que estuve sin poder cerrar los ojos ni con
ciliar el sueño, he rezado mucho por ella. Por
la mañana, como era natural habiéndome acos
tado sin cenar, tenía un hambre canina y me
preparé en seguida una escudilla de arroz.
mamá me ])illó en fragante; también a ella le
había costado mucho el dormirse.
— ¿Por qué no quisiste cenar ayer noche?
— Porque no puedo servirme de las cosas
ofrecidas a los ídolos, pues debo pensar no solo
en el cuerpo, sino también y especialmente ea
el alma.
— íü alma... ¿qué cosa es el alma? ¿dónde
está? ¿cómo la sientes? ¿y Dios? ¿ quién es Dios?
— Mi madre hasta aquel día, jamás había
discutido de religión, por lo que me alegré mucho
que tratara ese argumento. Entre bocado y
bocado de arroz, yo le iba explicando todas las
x erdades que había oído exponer al Sr. Obispo
y a todos los demás misioneros. Mi madre me
escuchaba, sentada sobre un taburete, pero de
allí a un momento se levanta y me impone si
lencio con estas palabras:
— Calla, tú que sabes si eres poco más que
un garbanzo.
Dejé la escudilla a un lado, fui en dos saltos
a buscar el catecismo y, abriéndoselo delante
de los ojos:
— Toma, explícalo tú mejor si sabes. ¡Oh,
querida mamá, tú no has estudiado, tú no co
noces ni siquiera uno de los miles de signos de
nuestra lengua! ¿acaso sabes leer en el libro que
Dios ha escrito para todos; conoces algo de la
infinidad de maravillas que ha creado la omni
potencia de Dios? Tú no has estudiado, mamá.
Y o, eii cambio, llevo y a diez años estudiando,
y en este he aprendido má.s que en los diez pre
cedentes: he aprendido a conocer a Dios ».
Calló el nuichaclio, y fijó en mis ojos los suyos,
grandes y dulces, al par que interrogadores.
Había cogido al x-uelo la impresión que me pro
dujo su frase: « Madre, tú no has e.stndiado ».
Y, en x-erdad, que me había impresionado, pen
sando con tristeza en nuestros jóvenes de Eu
ropa 5* de todo el mundo cristiano, que después
que han aprendido a mal declinar rosíi rosurnn
y algunas palabras de otros idiomas, como
« monsieur », « y « », fácilmente abandonan la
fe y escupen al rostro querido e inundado de
lágrimas de la que les dió el ser, con petulancia,
ignorancia estúpida, un solemne: « Madre, tú
no has estudiado». ¡La ciencia que no.conduce
a Dios no es luz: son tinieblas!
Estábamos en la vigilia de la fiesta del Sa
grado Corazón, y nuestro Thi^n 5’^ong vino muy
tempranito a buscanne. — Padre, me soltó a
quemarropa, y a tenemos otro embrollo. — Yo
deseo hacer las cosas en conciencia y con todas
Á
1
--
307
las de la Ie5^ — Ayer llegaron de Pimg K u i
mis abítelos matemos, y se empeñan en que yo
acepte una segunda prometida. vSé muy bien,
que según nuestras costumbres, mi madre me
preparó una hace algunos años; yo sé que esto
no se puede hacer: además de que con una ya
tengo hasta demasiado, y por otra parte soy
aun demasiado joven. No comprendo por qué
han de fastidiarme tanto.
— Tú niégate resueltamente, aunque con
buenos modos, y diles que, habiéndote compro
metido ya con el Señor no puedes darles gusto
en ésto.
También esta prueba la superó felizmente
el querido Thien Yong; pero' le salió otra al
paso cuando se trató del nombre de pila que
debía llevar. Y o deseaba qiie se llamara Juan,
pero el se opuso enérgicamente: « A éste no
podría yo jamás imitarle; es mucho santo San
Juan para mi; deseo tener por protector a un
santo al que pueda imitar de alguna manera ».
El qiúso llamarse Luis. Salvadas estas dife
rencias, pudimos contarle con otros seis entre
los liijos de Dios.
Nos preparamos a las vacaciones de verano:
dos mesecitos de \in sol que asa. P arala fiesta de
clausura del año escolar, hemos preparado otros
cuatro bautismos: dos de alumnos y otros dos
ce fuera. Es el último homenaje a Jesús, de este
curso. Antes de partir los niños, me conmorícron con una proposición:
— ¡Padre! me dijeron, antes de despedirnos,
de ausentamos, deseamos implorar las bendi
ciones de María Auxiliadora. Aplacemos un día
las vacaciones, y vamos mañana a la ciudad a
cantar una Misa para dar gracias a la Virgen,
c invocar su auxilio.
Les concedí de buen grado cuanto deseaban,
y de este modo pude verles un día más alre
dedor de María Auxiliadora, y oir sus himnos
de agradecimiento a Don Bosco.
Al día siguiente, martes, apenas hacía unos
niomentos que había partido el tren que les
condaaa, cuando un aeroplano arrojó* una bom
ba sobre la estación. ¡María Auxiliadora los
babía salvado!
Otro= pocos habían diferido la salida para el
dfa siguiente, quien debía partir a pie, quien
bart_a. A la mañana era imposible salir. L a
entallaba de nuevo, y muy cerca, pero
teto nc causó tristeza a nuestros niños. L a du«lad de Shiu Chozj fué asaltada ené^cam énte
por tres lados. D ía y noche tronaban los cañones,
tabletea'- an las ametralladoras y el ronroneo de
aeroplanos, que venían a descargar sus
pMoras, se dejaba oir con frecuenda. Las
—
víctimas que causaban entre la inerme pobla
ción c.\dl eran muchas.
Gracias que para nosotros no era una nove
dad, pues hacía y a cuatro años que estábamos
presenciando semejantes acontecimientos; así
que me fué fácil devolver la calma con cuatro
chirigotas. — No temáis, solía decirles, son los
soldados que juegan a los bolos. « Í'fín Saa ».
Y para evitar que los jovencitos se impresio
naran, fomenté cuanto pude los partidos de
balón pie. Fuera de nuestros muchachos, que
jugaban como si nada pasara, todos los demás
se encerraban en sus casas, por lo que la ciudad
semejaba un vasto cementario.
[Continuará).
C a r l o s B r a g a P bro.
Misionzro Salcsiano.
E P ISO D IO S D E L A S M ISIO N E S
Durante los Ejercidos Espirituales tuve
ocasión de encontrarme con uno de nuestros
misioneros de la China, el P. Pedrazini, que lleva
trabajando 12 años en el encantador distrito
de Heung-Shan, amado entrañablemente por
los cristianos y muy considerado y respetado
por los paganos, los que han querido que sea
su representante en el Concejo de la Capital
del Distrito.
Ansioso de nuevas que comunicar a nuestros
lectores, esi>ecialmente en la sección de « lípisodios de las Misiones ». cuyo largo silencio al
gunos deploran, le rogué que en los momentos
de recreo me contara algo de su vida misionera.
¡Qué de cosas me dijó! ¡Cuántas maravi.las
me contó! Si me fuera fiel la memoria tendría
materia para largo. Pero como no es así. no hay
más remedio que tener paciencia.
Veré, con todo, de liilvanar algún episodio.
— Crea, me decía con satisfacción y entu
siasmo el inteligente y benemérito misionero,
en China y contra lo que algunos pudieran
creer, la semilla divina no cae en tierra estéril,
sino que llega a dar hasta el ciento por uno.
El chino no es impulsivo, impetuoso, es, por
el contrario, calmo y reflexiv-o, por lo que mu
chas veces y después de muchos años, comienza
a rumiar lo que un día le hizo impresión y de
esa manera llegan muchos a convertirse al cato
licismo.
Vea si no una prueba. Durante e' seg;undo
año de mí estancia en Sek-ki, mientras pasaba
un día el río sobre una barcaza, tropecé con una
niña que tenía la oreja sumamente inflamada
e infestada. Era un regalo que le había hecho
el joyero al colocarle los pendientes.
— 3o8 —
Movido a compasión dije a la madre que la
trajera a la Misión, donde le curaríamos. Al día
siguiente se presentó con la niña, que tenía
ocho años, I^a quité los pendientes, y, con un
poco de agua bórica y vaselina, curó perfecta
mente,
Ko la vi más; j>ero a los diez años de dis
tancia, tuve la satisfacción de comprobar el
resultado religioso de aquella cura,
Kra el i8 de agosto de 1923 y me hallaba en
la isla de Taipa. K 1 cañón de Macau anunciaba
próximo tifón. Y o y mi criado aseguramos lo
mejor posible puertas y ventanas.
Á iSa >ÍÍVI'iTf
pn-Uí-i2_ivc
V b o n g S h a n ( C h i n a ). —
Ig l e s i a d s
ICl tifón es un huracán deshecho que se fonna
en las islas lUi]ñnas y se lanza violento contra
las costas de China. Ks una tromba marina enor
me, un ciclón irresistible por lo fuerte y veloz
y aterrador por lo rumoroso. K1 barómetro se
ve bajar.
mtestra isla llego a eso de las 9 de
la mañana, con uuii velocidad de 200 Km. por
hora, y duró hasta las dos de la tarde, abar
cando un radio de acción de cerca 100 millas.
Si huviera durado una hora más, destruye por
completo Macau y Hong Hong.
Con solo recordarlo, todavía se me encoge
el corazón. Jamás había contemplado cata
clismo semejante. Las víctimas se contabanpor miles. Solo en e. pueblecillo de Taipa, en el
que yo me hallaba bloqueado, se derrumbaron
20 casas y se hundieron numerosas barcas. Los
dos barcos que venúin de Sek-ki se estrellaron
contra la playa.
¡Qué cosa más horrorosa! ¡Ver tantos náu
fragos- juguete de las olas, lanzados como pe
lotas contra las escolleras y de nuevo arrastrados
por la vorágine, sin poderles prestar auxilio
alguno!
Si uno se arriesgaba a salir de casa, el tifón
lo aventaba como paja. Hasta plantas secu
lares, arrancadas de cuajo, volaban por el aire.
Una lancha militar tripulada por siete marinos,
que quiso aventurarse generosamente a salvar
náufragos, también pagó su tributo a la vora
cidad del huracán, dejando a siete familias
portuguesas huérfanas de padre. Hasta la cam
piña, hecha un guiñapo,
parecía llorar tanta des
••i
gracia.
Cuando amainó el tem
poral, todavía pudimos
recoger a 90 náufragos
con vida entre las rocas
de la costa, hechos una
lástima, cubiertos de san
gre y de heridas. Los
traje a casa y comencé a
curarles, consolarles y
darles vida con alimento
y el calor de una fogata.
¡Pobrecitos! parece que
resucitaban a nueva \ida.
Hasta los que estaban
atontados, medio locos,
fueron recobrando sus
facultades, comenzando
luego a contar los esfuer
zos que hicieron para
salvar la vida luchando
contra los elementos. \o
Ki T am.
no he visto en mi vida
un cuadro más triste.
Quién lloraba a la madre, quién al hijo, quién
a toda la familia, no faltando quienes corrian
a la playa a escudriñar con temor sup>ersticioso
las olas furiosas.
Para descansar los trasladé a la iglesia, y
solo a eso de la media noche comenzaron al
gunos a .conciliar el sueño. L a Virgen del
Carmen parecía mirarles desde su nicho coa
materao afecto, derramando dulzura sobre sos
atribulados corazones.
A la mañana siguiente celebré la Misa, qa^
oyeron todos los náufragos, aunque la mayoria
eran paganos. Después Ies dirigó algunas palabras de resignación cristiana, causando en
todos saludable impresión. Cuando uña lancha
a vapor del Gobierno de Macau vino a recogeil®
para conducirles a su destino, todos se desja*
dieron mostrándome su reconocimiento con
lágrimas de gratitud.
— 309 —
I
Pero lo que mas me impresiono entre tantas por respeto a mi pobre madre, que no quería
desgradas como produjo la catástrofe,; fué la pero puedes creer, Padre, que desde entonces
\-ista de una pobre joven de unos i8-años, des amo tu religión. E n el tiempo que lie vivido
calza, con los pies hinchados y las manos san en Cantón, he aprendido el catecismo con las
grando todavía, pero con una serenidad y majes monjas: también lo sabía mi pobre hermanita...
tad imponente, que no sé por qué, me hacía
Espero pronto recibir el bautismo, y si las
recordar a los mártires de los primeros siglos hennanas me quieren, me quedo con ellas.
del cristianismo. Había perdido en el naufragio
Lo único que me apena es haber perdido a
a la madre, a una hermanita y los pocos bienes mi querida madre y hermana...
que tenía. La única maleta de ropa que había
Aquí rompió a llorar... ¡Pobrecita! Bien lo
hallado en la playa, en el momento de marchar,
necesitaba.
la desapareció como por encanto. Un ladrón
L a barca tocaba ya. el costado de la nave que
de baja ralea le había robado aquellos restos,
debía conducirla a Macau. La consolé lo mejor
sagrado recuerdo de una familia deshecha.
que pude, y al verla subir a bordo, me pareció
Cuando en la barca del
comandante se dirigía con
ios demás al barco, que
estaba a poca distancia,
toparon con un cuerpo
que flotaba muerto. Lo
recogen y se encuentra
con el cadáver de su
hermanita, niña hennosa
de 10 años, que aun des
pués de muerta conser
vaba la sonrisa de la
inocencia, y no estaba
desfigurada como los de
más muertos, pues apenas
se notaba una pequeña
herida en la sien derecha.
¡La pluma no puede
describir la grandeza de
aquella escena muda,
pero solemne!
Al mismo tiempo lle
gaba a todo remar una
barca. Seis policías conY e n ; S h a n (C h i n A '. — E l v a l l e d e L in C u o w .
durían bien amarrado al
'ál ladrón y restituían la maleta a la desgra un ángel bien maduro para el claustro. Floreciada joven.
cilla delicada, nacida para vivir recogida en el
Esta entonces la abre y, sacando una cruz, jardín del Señor, lejos de las borrascas del
besa, y después la cuelga al cuello de la her- mundo. No estaba todavía bautizada, pero su
aianita muerta. En seguida se quita los ricos alma era y a cristiana y bien cristiana, uirida
Podientes 3- se los entrega a los policías para a Cristo en el martirio y en la caridad.
P®gar la sepultura de la niña. Por último, y en
P . P e d r a z in i.
de la admiración general, con las manos
Pintas y de rodillas, pide al comandante que
Misionero Sales ano.
perdone al ladrón.
t t una mirada alrededor, y todos tenían
.os oj''i llenos de lágrimas. Los ricos pendientes
Dios es más grande que nuestro corazón, y nues
^ el . iejo marino miraba en su mano callosa
SD saber que hacer, me recordaron de repente tro corazón más grande que fl mundo entero.
^ escena de años pasados. Pregunté a la joven
»**
®era cristiana y, fijándose en mi, me dice:
Es
imposible
llegar
a
una verdadera unión del
'V a no te recuerdas, padre, de aquella
^ con las orejas inflamadas que curaste en alma con Dios si no es por medio de la mortificación.
S . F r a k c isc o d e Badijs .
Soy yo. Ño me hice entonces cristiana
CULTO
I de María Auxiliadora
Sáa tenemos la persuasión üe que, en las vicisitudes dolorosas de loa tim -pos que atravesamos, ao nos quedan más consuelos que los del Cielo, y entie
éstos, la poderosa protección de la Vlrjien bendita, que fue en todo tiempo el
A u xilio de los Cristianos.
PIO X.
La fiesta de María Auxiliadora
en Valencia, Venezuela.
Copiamos de « líl Observador » la siguiente
reseña de las fiestas de' María Auxiliadora en
el Colegio Don Bosco de Valencia, Venezuela:
«Pocas veces se ven fiestas tan hermosas como
la que presenciamos el día 24 en el Colegio de
los Padres Salesiapos. E l limo. Sr. Obispo es
taba entusiasmado, a pesar del grande y extra
ordinario trabajo que la fiesta le proporcionó.
Un sello de piedad sincera y sencilla, una ele
gancia peculiar, marcada también de sencillez,
una alegr a a un tiempo bulliciosa y recatada,
ftieron las.notas distintivas de los actos del nu
tridísimo programa.
A las 614 Gn punto estaba Monseñor Grana
dino en el altar del Santuario. ICl <
■; Pequeño
Clero » del Colegio prestaba el servicio. Niños
de distinguidas familias, alumnos del Colegio,
lucían con gracia sotana y roquete. En el coro
la Escolanía ejecutaba preciosos motetes. Y a
la hora de la Comunión, el Prelado distribu5'ó
a multitud de personas el pan de los ángeles.
Grupos especiales llamaban la atención, como
el del Oratorio l'estivo, el del Colegio, las
« Damas » y los « Caballeros » de María Auxi
liadora. Hubo varias Primeras Comuniones, en
especial del Oratorio.
A las q tuvo lugar la Misa solemne de Medio
Pontifical, asistiendo nuestro Sr. Obispo, can
tando la Misa el R. P. Placencia, Rector del Se
minario y predicando el M. R. P'r. Eugenio
Galilea, O. S. A., una de las oraciones más bellas
que hemos oído de la Virgen de Don BosCo. Los
cantores e ecutaron a toda orquesta una bonita
misa a dos voces.
I‘>espués del Medio Pontifical se verificó la
hermosa ceremonia de la admisión de nuevas
socias a la Archicofradía y de la Consagración
de los Caballeros de María Auxiliadora. Así
quedó establecida la que él R. P. l'ierro, Director
del Colegio, llama « la segunda ala de la Archi
cofradía ». Los Caballeros pasan de 30 y pre
sentan una organización completa. Su Presi
dente, nombrado por elección, es el doctor Jorge
Torres, y el Secretario, el doctor M. Jerónimo
Ocando.
En el vasto patio de los deportes del Colegio,
riñeron animadísima partida de foot-ball los
dos equipos del « Sucre Sport Club », com
puestos de internos y externos del mismo Co
legio. Después de las peripecias de esta clase
de Varonil deporte, quedaron vencedores los
externos L a fotografía dejó un recuerdo per
manente de tan ameno juego.
La Conferencia de Monseñor Granadillo
revistió todos los caracteres de un aconteci
miento. Con elocuencia soberana habló de h
Obra del Vble. Don Bosco, de sus métodos
pedagógicos y sociológicos y se detuvo de un
modo particular sobre los Oratorios P'estivos,
que le parecen, y con razón, empresa de un al
cance inmenso religioso y cívico. Recomendu
mucho a sus diocesanos sostener y ayudar
« Oratorio San Luis », que haciendo apen.ipocos meses que funciona, ha cosechado opiu''\>
fnitos de bendición en la ciudad y es una de Ia>
esperanzas mayores que confortan su corazí^"*
de Prelado.
En seguida salió la Procesión, que fue nutr
devota. Al regreso, entró no en la iglesia, sir)
en el vastísimo « patio de los deportes », donde
la recibió el R. P. Pardo, Salesiano, con una de
esas oraciones sagradas con que viene así®*
brando a la ciudadanía valenciana.
A llí mismo, desde el altar provisiopal que se
había levantado, el amado Prelado, dió .a so
lemne Bendición; y así terminó esta jomaiü
bellísima, que dejará huellas imborrables,
pecialmente por la instalación de los • Caba
lleros de María Auxiliadora y la organización
de ios « Antiguos Alumnos *, dos obras
están llamadas a prestar grandes servicio- a
Religión y a la Patria.
En Santiago de Cuba.
Sí con verdadero entusiasmo y solemnidad
se celebró el mes dedicado a María Auxiliadora,
la Novena revistió verdadero esplendor y la
festividad fué celebrada con derroche de de
voción y concurrencia.
Celebró la Misa de Comunión el Exmo. Sr.
Arzobispo, D. Valentín Zubizarreta. L a pro
cesión resultó un sincero homenaje de cariño
y amor filial a a Virgen de Don Bosco. Las
calles por donde pasó estaban engalanadas
artísticamente y el desfile en correcta formación
ocupaba el espacio de 4 cuadras.
Asistieron los RR . Hermanos Cristianos con
los alumnos internos, el Colegio de San Pedro
Apóstol, representaciones de las Cofradías de
la Ssma. Trinidad, Sagrado Corazón, de la Cari
dad, sin contar los numerosos niños del Ora
torio Festivo del Colegio y escuela Nocturna
de nuestra pequeña Casa, la Archicofradía de
María Auxiliadora, con su pendón y los CabaUeros de Don Bosco con su bandera. Que Dios
N. S. y la Virgen Auxiliadora bendigan y re
compensen a todos los que han cooperado al
esplendor de la fiesta y aunque todos han hecho
de lo mejor, no podemos cerrar esta pobre cró
nica sin hace'r especial recuerdo de la Sra. Cris
tina Castro de Pardo, Presidenta efectiva de
la Asociación y de las Srtas. Esperanza Caballero
e Ignacia Badiola, Tesorera y Vice presidenta
respectivamente.
B.írcewna {España). — El día 15 de Ssptíembr¿ de 1923, enfermó nuestra hijita de 9 meses
a causa de una entero colitis. De momento no pre
s t ó ningún síntoma alamiante, pero el Dr. que
« asistía nos previno que aunque el curso de la
«afennedad seguía su forma normal, de todos
aiodoj podía sobrevenir una complicación de las
jDeaiugC', a consecuencia de la persistencia en
^ tc-'uperaturas altas. Se logró dominar esas y
corando el Dr. dijo que podíamos estar tranquilos,
Poe parecía que entrábamos ya en una franca convaecencia; tanto lo debía creer el buen señor, que
•nclav»
¿jjo que al día siguiente se le podría
a dar ima sopita. Hacía solamente sobre
r®as írc--. horas que el médi<» había salido de nuestra
cuando de repente y sin saber co’uo la niña
•p o so a una temperatura de 42®, sobreviniéndole
•^.ataque en que quedó como muerta. Llamado
®gentemente el Dr. diagnosticó que se trataba
de ima meningitis de carácter gravísimo; y conlo
es de suponer nos preparó el ánimo anuncián
donos que de no ser un milagro la niña moriría, y
que ese fatal desenlace no se haría CvSjK-rar. Kti
circunstancias tan tristes recurrimos a la Santí
sima Virgen María Auxiliadora (que ya en olms
ocasiones hkbía hecho verdaderos milagros cu
nuestras respectivas familias) pidiéndole con todo
d fervor que nos salvara nuestra hijita, haciendo
la promesa su madre de llevar puesto su santo
hábito un año, y la niña medio año y el padre
de publicar la gracia y ser cooperadores de la obra
salesiana.
Contrariamente a lo que opinaba el Dr., nuestra
hijita, si bien continuaba en su estado caracte
rístico de un ataque cerebral, parecía c[ue la vida
no quería separarse de aquel cuerpo y sostenía
una lucha terrible. Sin ningima clase de duda crei
mos que .María Auxiliadora empezaba a concedernos
la.gracia que le habíamos implorado. El Dr, en una
de las varias visitas que hacía durante el día,
dijo mía de las veces: Me llama extraordinaria
mente la atención que resista tanto esta pobre
criatura, tanto es así que casi llego a creer que si
pudiéramos lograr que tomara uu poco de ali
mento, quizá podríamos concebir la esperanza de
poderla salvar, si bien no quiere decir eso que de
lógralo podría ser que les quedara delicada o con
algún defecto para toda la vida.
Inmediatamente se probó si podíamos lograr
el que tomara alimento, pero todos nuestros es
fuerzos fueron inútiles. La enfermita no tenía
fuerzas para tragar. La muerte poco a poco mi
naba su existencia. De nuevo toda la familia in
vocamos a la Saiitüima Virgen María Auxiliadora.
Como es de comprender estábamos apuradísimos,
sin embargo, no desmayamos, teuíamos toda la
fé puesta en María Auxiliadora. Le pusimos a
la niña la medalla de María Auxiliadora y al poco
rato de llevarla probamos de nuevo, y cual iií)
fué nuestra alegría al ver que la enfermita empe
zaba a tragar unas gotas de alimento. Se fué au
mentando la cantidad, poco a poco y al cuarto
día se le notaron síntomas de mejoría, en el octavo
día el Dr. nos decía que la niña había salido del pe
ligro inminente y que tenía la convicción que la
vida la debía nuestra hija al Cielo. A lo que con
testamos que estábamos convencidos de ello, puesnosotros habíamos rogado a la Santísima Virgen
María Auxiliadora que le iluminara y que «os
ayudara en trance tan apurado.
Hemos de hacer constar de un modo categórico
que nuestra hija disfruta a D G de buena .salud
y que no le ha quedado ningún síntoma de aquella
terrible enfermedad.
Agradecidos a la Santísima Virgen María Auxi
liadora cumplimos la promesa.
¡Viva María Auxiliadora!
M.\r c e l a G a b r e r d e A maríjós
A k t o x io A ílargós y T o r r e s .
B a r c e l o n a {España). — Se complacen en de
mostrar su agradeciniiemto a ófaría Auxiliadora
y al Venerable Don B«>soo, por varios favores al
canzados por su iutcrccsión, especialmente uno-
—
3 12
muy señalíulo, que nos libró de un grave peligro.
I^os Barones de Jiibelles.
Al propio tiempo da gracias al Ven. Don Bosco
por haber devuelto la salud, gravemente compro
metida, a la joven María Pont y Forres, al apli
cádsele una reliquia del Venerable.
La Baronesa d K R ib k U vKS.
ViiJ.ASBUJvNAS (So/. Esp.). — Habiéndose pro
pagado la enfermedad gripal, todos los de mi
casa estuvieron enfermos, pero especialmente mi
hermanita, la cual no cuenta aun cinco meses,
y cpic durante tres días estuvo en la agonía. Ya
le tenían preparada la mortaja, y todos los de la
ca.sa rodeaban su cunita angustiados, csi^erando
el triste desenlace.
lín tau apurado trance recurrieron a María Auxi
liadora, la cual, como Madre bondadosa, oyó sus
ruegos, y mi hermanita se restableció a los pocos
días.
Agradecido a la protección de María Auxilia
dora y cumpUciido la voluntad de mi madre, pu
blico esta gracia, para que todos recurran en sus
angustias a esta buena Madre, confiados en que
sus ruegos serán oídos.
M a n u e l N o t .ario .
S a n t a n d e r (España). — Encontrándose mi
hija muy eufenna, y desesperando de su curación,
acudí a María Auxiliadora con verdadera fe, pro
metiendo mía liiuo.sna.
Conseguida la gracia y alabando de corazón a
María Auxiliadora, cumplo mi promesa y envío
una limosna.
C a r o lin a P é r e z .
ZAR.AGOZA (España). — Un joven del pueblo de
Loroñe se halhiba enfermo con pulmonía y tan
grave que no podía recibir el Viático, con peligro
de perder de un momento a otro la vida. Yo en
tonces ofrecí con gran fe una misa a María Auxi
liadora, para que concediera la salud al enfenuo.
La gracia no tardó, pues a poco recobró la salud,
y hoy puede dalicarse a la.s labores del campo.
Agradecida por tan importante favor, cumplo
mi promesa, y ruego a la vez a la Virgen para que
me conceda a mí una gracia que necesito.
E n c a r n a c ió n
C o v in a .
E n sen ad a
— No puedo mciux?
de ruostmr mi gratitud a María Auxiliadora por
halx'r curado a xma sobriiia mía, que sufría un
tumor desde hacía seis años. Como no se veía otro
mwlio de curación, sino el someterla a una opera
ción quinirgica, yo prometí a la Virgen publicar
la gnieia, .si la curaba sin necesidad de operación.
Con gran sorpres;\ de ttxlos y alegría nuestra,
el tumor fué desapareciendo poco a poco, hasta
quexlar la enfernm completamente sana.
Llena de gratitud, cumplo hov mi promesa'.
N. M.
C ali (Cc/onjMo). — Me complazco en mani
festar que días atrás pasamos mi esposa y yo
horas muy atuargas debido a que, por falta de
medios con que axmdar a un hijo nuestro meneste-
roso, éste se halló en peligro de perder lo que más
ha ambicionado durante su vida.
En tan crítica situación, recurrimos con fe viva
a María Auxiliadora, para que el Señor tocara el
corazón de personas que podían ayudarle, y se
consiguió.
De esta manera, la Virgen Santísima nos mani
festó el inmenso amor que tiene a los desheredados
de la fortuna, por lo que nosostros no podemos
menos de manifestarle, a nuestra vez, rendida
gratitud, publicando al afecto la señalada gracia, a
fin de que a su protección acudan cuantos se hallen
necesitados.
R o b e r t o Ja r ¡\.millo .
L a A r g e l ia (Colombia). — El marzo pasado fué
atacado de fuerte cólico epático mi hijo Marco
Rojas, sufriendo durante todo un mes terribles
dolores, sin que fueran parte a hacerlos desapa
recer los remedios que para ello le propinaron los
médicos.
Viendo que la ciencia se mostraba impotente
para conjurar el mal, supliqué a la Sma. ^’iIgen
Auxiliadora que me lo salvara, ofreciendo, en
cambio, agradecimiento eterno y ima limosna para
los huerfanitos de Don Bósco.
Como la Virgen oyó mi súplica, concediendo la
salud a mi querido hijo, hago pi'iblica mi gratitud
por medio del Boletín Salesiano.
Poco tiempo después, me concedía esta buena
Madre celeste otro favor semejante, curando a
un segimdo hijo de una bronquitis aguda.
Ojalá que todos acudieran en sus penas y apuros
a tan grande bienhechora.
Un Cooperador Salesiano.
Dan también gracias a María Auxiiiadora.
Barcelona (España). — M. Batlle da gracias *
María Auxiliadora por haber devuelto la salud a
im miembro de su familia.
Una madre agradecida por ver libre a su hijito
de grave enfermedad, y envía limosna.
Villa de D. Fadrique (España). — Rosalía Marín,
Petra Baquero, Jerónima Díaz Maroto, Salustians
Villarrnbia y B. M. agradecen a María Auxilia
dora por especiales favores que les otorgó y enxían
una limosna en favor de la Obra Salesiana.
ri//a de D. Fadrique (España). — Una Coopera
dora manda por favores recibidos de la Sma.
gen tres pesetas para su culto, y vma peseta par*
las Misiones • Salesianas, deseando se publique en
el Boletín con las iniciales.
Y. C.
Valencia (España). — Dña. Victoriana Roig 7
otra devota, dan gracias por favor recibido y ®*
vían limosna.
^foniemorelos (Méjico). — Una persona muy
agradecida al \^le. Don Bosco por una gmc»
recibida por su intercesión, enváa una ofrenda pa*
su canonización.
Montevideo (Urugnay). — María Angélica
mero, cumpliendo una promesa hace público ^
agradecimiento a María Auxiliadora y Don Bes®
por un favor recibido.
Sección de Antiguos Alumnos.
Congreso Nacional de los Antiguos Alumnos Sale*
siaaos del Brasil.
Por el Comité Central de la Pía Unión de los
Cooperadores, nos enteramos del Primer Congreso
Nacional que celebran los Antiguos Alumnos Salesianos del Brasil.
No podemos menos de alabar el entusiasmo de
estos buenos exalumnos y el amor que nutren hacia
la Obra de Don Bosco, donde templaron sus espi
ritas para las luchas de la vida.
Empapados en el espíritu sajesiano y conven
cidos de su bondad, quieren hacer partícipes de
él a todos sus compatriotas, para lo cual emprenden
loable y meritorio apostolado.
He aquí los pimtos principales a tratar en la
Asamblea:
I®. Difundir el espíritu del Sistema Educativo
de Don Bosco en la familia, la escuela y donde
quiera haya juventud que educar.
2®. Inscribirse en la Pía Unión de los Cooperado
res Salesianos y haceme sus propagadores.
3®. Difundir el Boletín Salesiano y demás pu
blicaciones de la Obra de Don Bosco.
4®. Ayudar las Obras y Misiones Salesianas con
conferencias y otros medios oportunos de propa
ganda.
5®. Difundir la devoción al Sagdo. Corazón de
Jesús y a María Auxiliadora.
Esperando noticias que connmicar, hacemos
votos para que el Señor bendiga los trabajos de
Cbos nuestros buenos amigos.
URUGUAY. — Asamblea de Exalumoas de la
Escuela y Taller.
Con motivo de la fiesta.de María Auxiliadora,
las exaluinnas de las Hijas de María Auxiliadora
reunieron en Asamblea.
Regocija el ánimo considerar la intensa ^^da
silesiar-*. que vivar tanto las exalmnnas como los
tsalunmos de esa simpática república del Uruguay.
Ai ver estas manifestaciones continuas de la
vida católica de los uruguayos, nos caucan risa los
de los protestantes para convertir a su
ttmpo ese florido pedazo del veigel de la Iglesia
Caldca.
A la? provocadones de los hijos de Lutero, resP®deu ["is juventudes católicas del Uruguay am
eucarísticas como la del 7 de Junio,
®
tres mil quinientos jóvenes se postraron
Ificojos a redbir el pan de los ángeles; y estas
*samb:.:L; de los exalunmos de ambos sexos de
^
: ? de Don Bosco que, con su ardor juav;=:tarán como paja las falsas doctrinas
* Vx sc-:;:aces de un apóstata.
Dos puntos que desarrollaron las exalunmasfueron:
I®. Amor y gratitud.
2®. Unión.
3®. Ayuda mutua.
4®. Espíritu de familia.
Amor y gratitud; porque como dice en su artí
culo primero el reglamento de las Hijas de María
Auxiliadora, el fin de la Asociación es: Conservar
y estrechar los vínculos de afecto filial y fraternal
contraído con las Superioras y compañeras del
Colegio. Y para conservar y estrechar esta unión,
nada mejor que el amor.
Por este sentimiento se realizan los más sublimes
ideales. Es el lazo de unión entre las almas. Por
la caridad, vemos a Jesús a través de nuestros
semejantes, prestándoles nuestro concurso con
amable generosidad. Es el sello divino que valoriza
nuestras acciones, aim las más insignificantes.
Afecto y gratitud a las Superioras por los bene
ficios que nos han dispensado, sacrificándose por
nuestra formación en aquellos años en que el re
poso celeste embargaba nuestro corazón bajo
su dulce tutela.
Unión y ayuda mutua. — La imión, como reza
el adagio, hace la fuerza. Las grandes victotia.s,
los laureles conquistados, se han atribuido .siempre
a la perfecta armonía de todos los combatientes
con el general en jefe. De aquí que la unión de lo.s
corazones y volmitades sea la prenda de los éxito.s.
Ayudemos, después, con todas las indu.strias
que sugiere la caritad cristiana, a las compañeras
que lo necesiten. Donde haya un dolor (¡ue calmar,
un corazón que consolar, llevemos el bálsamo para
el espíritu, que superado éste, habremos conse
guido todo.
Espíritu de familia. — Procuremos la gloria de
Dios y el bien de la sociedad, preparando en el
seno de esta Unión de madres verdaderamente
cristianas que velen por la conservación de los
sanos principios, fomenten la práctica de la piedad
y de las virtudes cristianas. Para conseguirlo,
nada mejor que seguir las directivas de nuestro
Ven. Padre Don BoscO, que practicar en la familia
su sistema preventivo, llamado a reformar la so
ciedad sin convulsiones mediante la caridad cris
tiana.
Noticias varias.
TUCUMÁN (Argentina). — Inaagursción parcial
del Colegio Salesiano “ Tullo García Fernández” .
El 5 del julio pasado, se celebraron grandes fiestas
en Tucumán con motivo de la inauguración parcial
del Colegio Salesiano «Tulio García Fernández ».
—
314
Hace cuatro años que D. Manuel García Fernán
dez, de feliz recordación, para perpetuar la memoria
de uno de sus hijos, muerto en la flor de la edad,
quiso construir una escuela de artes y oficios, que
debían diriger los salesianos. Desde entonces hasta
la fecha se ha trabajado sin interrupción en la
fábrica del espacioso edificio, planeado por el ar
quitecto salesiano Rdo. P. Vespignani. Ocupa un
urea de 22.000 m. cuadrados, y está dividido en
0 grandes pabcllonevS. Existe además un amplio
campo para deportes contiguo al establecimiento
de 20.000 m. cuadrados.
—
el grandioso Colegio, procedió a la bendición de
los diversos pabellones. Excuso decir la grata im
presión que recibió la numerosa concurrencia al
visitar los diversos locales y muy especialmente
los talleres, donde, dirigidos por sus respectivos
jefes estaban trabajando los artesanos. Se explica
la sorpresa si se tiene en cuenta que Tucumán, dndad que tiene más de ciento cincuenta mil habi
tantes, tiene una sola escuela de artes y ofidos.
Terminado el acto de la bendición de los talleres,
la concurrencia se agrupó alrededor del monnmento a Don Manuel García Fernández que debía
T ü c u m Xn ( A r g k n t i n a ) — Kj k r c i c i o s g i m n á s t i c o s d u r a n t b l a i n a u g u r a c i ó n DE L C o l e g i o .
Aunque todavía se tardarán dos años para su
total tonniuacióu, ya se ha habilitado en el año
corriente, dando cabida a 200 alunmos internos
y 200 externos.
Festejos preparatorios.
Días antes había llegado de Buenos Aires, para
presidir los festejos, el Rdo. Padre Inspector Pbro.
\'alentín Bonetti. El primer número del programa
.•íq realizó en la Capilla interna del Colegio. El señor
Inspector, en presencia de las autoridades eclesiás
ticas y civiles de la Provincia, del Ingeniero García
Fermüidez y de numerosos cooperadores, ofició
una Misa cu sufragio del donante, Don Mantiel
García Fernández y de su hijo Tulio.
Luego S. S. lima. Monseñor Piedrabuena acom
pañado del Padrino, el Ingeniero Manuel García
l'emández y de la Madrina Doña Serafina Romero
d Nougués, donante del terreno donde se levanta
inaugurarse, para escuchar la palabra del Dr.
Juan Heller. El orador después de enaltecer el
acto de generosidad del Señor García Fernández,
•hizo una síntesis hermosísima de la vida de Don
Bosco, como educador y hombre de acción.
Los planos del monumento son del Rvdo. PErnesto Vespignani. En una lápida de mármol, qae
va al frente, se leen estas palabras: L a O bra r«
D o n B osco a i . g r a n B ie n h e ch o r d e l a NiSt:s.
Los actos del día S de Julio.
Los actos de la mañana se terminaron con h
inauguración de una placa de bronce que va em
potrada en el frente del pabellón central, recor
dando al autor de los planos, el Pbro. Don Eme?tc
Ve.spignani, cuya desaparición ha sido tan lamen
tada. Habló en esta cárcimstancia el Ing.
B. Tinivella quien al recordar al artista y al aimg^
conmovió a los concurrentes.
315
A los 12 se reunieron en modesto ágape, para
manifestar su gratitud al Ing. Don Manuel García
Fernández, continuador de las tradiciones, de la
obra de su difimto padre, los principales coopera
dores salesianos. Estaba presente el limo. Señor
Obispo de Tucumán - Monseñor Bernabé Piedrabuena, el Vicario General Monseñor Aráoz, el Go
bernador de la Provincia Dr. Miguel M. Campero,
é Ministro de Gobierno Dr. Ricardo Bascary, el
Presidente de la Suprema Corte de Justicia Dr.
Miguel Paez de la Torre, el Presidente del Se
nado Dr. Pedro Cossio, el Presidente de la Cámara
de Diputados, Dr. Ernesto Carranza, el Presi
dente del Consejo de Educación Don Carlos M.
Terán, el Intendente Municipal Dr. Nicasio Taboada, el Jefe de Policía Dr. José B. Antoni, el
Jefe de la 5a. División de Ejército con sede en
Tucumán, General Esteban Vacarezza, el Rector
de la Universidad de Tucumán Dr. Juan B. Terán,
todos los párrocos de la ciudad, todos los superio
res de Congregaciones religiosas y numerosos coo-peradores.
A los brindis babló el Dr. Luis M. Poviña, el
P. Salvador Villalba franciscano, el Director del
Qjlegio y el Rvdo. P. Inspector Don Valentín
Bonetti terminando la serie de discursos el Inge
niero García Fernández, quién al agradecer la
demostración de que se le hacía objeto, pronunció
estas palabras que produjeron honda sensación:
«Dos que poseemos bienes de fortuna hemos de
poner un límite a nuestras riquezas y cuando estas
excedan ese límite hemos de devolverlas a la co
lectividad convertidas en obras de beneficencia *.
Por la tarde se realizó una fiesta en el espacio.so
patio del Colegio donde se habían agrupado más
de 3000 personas que ocupaban los pórticos y
galerías. Hubo cantos, declamaciones y ejercicios
por las escuadras del Colegio Tulio García Fer
nández y del Colegio General Belgrano, que dicho
ica de paso sigue fimcionando con 400 alumnos
íxteraos.
Habló a la numerosa concurrencia el Rvdo. P.
Valmtín Bonetti, Inspector Salesiano. Recordó
r pidió im aplauso para Monseñor Julio T. Zavá
lela que hace diez años donó a los Salesianos una
pequeña escuela de artes y oficios que el dirigía
y que fué la base del gran desarrollo que ha to
mado en Tucumán la Obra de Don Bosco; para
la distinguida dama y benemérita Cooperadora
Mlesiana, Doña. Serafina R. de Nougués. Diripéndose luego al Ingeniero Don Manuel García
reraández, evocó la memoria de su padre, quien
Mtes de morir díjole: « Será siempre para mi un
dulce consuelo el pensar que en el Colegio que deseo
pírpetuor la memoria de mi hijo Tulio, se formarán
CTistíanas *. Y ter.ninó su discurso
el concurso que había prestado a
la otri de su padre.
Para : ¡ -.trar a nuestros lectores sobre la maglie .- obra, incluimos algunas fotografías
d? Li ir íjna.
(Chile). — El Día de las Mtsioaes.
. ^ ^ 'M ñín del Santísimo Sacramento del C o Valparaíso, Chile, lanzó en el
—
pasado junio un vibrante manifiesto, invitando
a todos sus compañeros a celebrar con entusiasmo
la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, y aprove
char ese día para verificar el Dia de las Misiones.
El « Día de las Misiones », decían en su mani
fiesto, es el día en que se conmemoran y celebran
los grandes beneficios materiales y morales que
han reportado las Misiones a la Iglesia y a la
humanidad. Y, después de extenderse en instruc
tivas consideraciones, tennina diciendo: Por lo
tanto, si somos generosos, contribuyamos con
nuestro óbolo y oraciones a la gran obra de las
misiones, teniendo siempre presente que no hay
cosa mejor bajo la bóveda del cielo que hacer el
bien y cooperar a la salvación de las almas y exten
der el reino de Dios sobre la tierra.
¡Bien por los jovencitos chilenos! Con estos actos
demuestran que por sus venas circula sangre de
aquellos héroes que un día llevaron por las \irgenes florestas de América el Evangelio en mía
mano y la civilización cristiana en la otra.
ECUADOR. — Jornada Misionera en Quito.
El 25 de Junio, invitados por los Salesianos,
se reunieron en la catedral de Quito dos mil jo
vencitos de algunas escuelas católicas, con el fin
de oir la S, Misa y ofrecer sus comuniones para
las misiones. Celebró la S. Misa el obispo Sale
siano, limo, y Rvmo Mons. Domingo Coniín, el
cual festejó este año sus bodas de plata sacerdotal.
A las dos de la tarde en el teatro de la ciudad,
galantemente cedido por el Gobierno, se reunieron
los mismos niños y los alumnos de las principales
escuelas municipales, y en número mayor de tres
mil, en perfecto orden y entusiasmo asistieron al
drama ♦ Patagonia », repre.sentado por los alum
nos del Instituto « Don Dosco ». Impresionante
fué el momento cuando todos los niños cantaron
el himno a Don Bosco del Maestro Pagclla.
El Rvmo Sr. Obispo, Mons. Comín, que pre
sidía el acto, habló de las Misiones, en particular
de las misiones entre los Jívaros.
Bodas de plata del Instituto ‘‘Don Bosco"
de Quito.
Con ocasión del 25® aniversario de la fundación
de este Instituto, se han celebrado algunas fiestas,
a las que tomaron parte algunas sociedades de
obreros, en unión con toda la ciudad.
El Municipio de Quito concedió al Instituto
c Don Bosco • una medalla de oro. Los alumnos,
con la banda.de música del Colegio, acompañados
por el inspector. P. Luis Coraoglio, fueron al Muni
cipio para recibir el premio.
El Presidente del Ayuntamiemto. doctor Dn.
Isidro Ayora, pronunció un hermoso discurso de
ocasión, en que decía:
ti El Ilustre Omcejo mimicipal de Quito ha re
suelto conceder este año ara ocasión del aniver
sario de la Batalla del Pichincha, el premio < Cons
tancia » al Instituto Salesiano.
^ Al hacerlo así ha creído proceder con estricta
justida, estimulando inteligentes actividades que
han oratribuido notablemente al progreso urbano.
—
3i6
I El Instituto Salesiano acaba de celebrar sus
bodíw de plata; es decir 25 años de labor diaria,
metódica, progresista, en la laudable obra de for
mar artesanos competentes y honrados. El premio
I Constancia * junto con el aplauso imánime de
toda la ciudad, le corresponde, pues, con estricta
justicia.
» Al concedérselo en nombre del Eustre Ayun
tamiento, confío en que será un estímulo para
(¡ue el Instituto continúe, cada vez con mayores
bríos, en sus benéficas labores, en favor de los
obreros.
» Al poner en vuestras manos este significativo
premio me es grato felicitaros efusivamente por
el honor que ellos encierran y que vosotros justa
mente habéis merecido 1.
También la Sociedad Católica de Obreros ha
querido en acto público conceder al Instituto otra
medalla de oro.
» Ea sociedad Artística del Picliincha, el * Sport
Club Sud-América » el Club « Unión *, han hecho
especiales demostraciones y festejos en honor del
Instituto Don Bosco (i).
Se completaron los festejos con la inauguración
de xui monumento a Don Bosco en el patio princi
pal del Colegio.
Eas expresivas demostraciones hechas en favor
del Instituto, llenan el corazón de alegría, y sirven
de aliento para que los Salesianos continúen con
ardor en la diñcil misión de educar a los hijos del
pueblo y de formar en la virtud y en el arte a los
jóvenes obreros.
TEQUCIQALPA (Honduras). — Visita del Presldente de la República al Colegio de María Auxiliadora.
Con fecha 3 de Abril p. p. nos commiicau de
Tegircigalpa (Honduras) la visita del Exauo.
Sr. Presidente de la República, Dr. Don Miguel Paz
Barahona, al Colegio de María Auxiliadora.
Al penetrar eti el Plantel, acompañado por su
Secretario y por el Sr. Ministro de Instrucción
Pública, vm grito do: ¡Vifa el Sr. PresidenUl salió
do todos los labios,
Luego que los visitantes tomaron asiento, fueron
saludados con las dulces notas del Himno Nacional,
un Discursito de bienvenida, mía poesía y otro
Ilimuo de ocasión.
Por último tomó la palabra el Exciiio. Sr. Pre
sidente; en pocas, pero sentidas frases, agradeció
el cariñoso recibimiento; mostró su complacencia
por la educación e instrucción que se imparte en
ese Plantel por las beneméritas Hijas de María
Auxiliadora, y que él conceptuó como las más
aptas para formar mujeres de hogar; terminó ofre
ciendo su apoyo y ayuda en esa obra de formación
de la juventud hondureña.
(I) U no d e los núm eros d e los festejos fué una im
portante Revista G im nástica y Juegos deportivos con
velada dram ático-m usical, dedicados al Exento, señor
M inistro do Italia, Com . Dn. V in cen le F ileti y al Ilustre
Sr, D o. A lejaudro de E^scudero, Encargado de Negocios
«le España,
—
ROMA. — El Instituto Internacional Salesiaoo,
recibido en audiencia por el Papa.
El 28 del julio pasado, el Papa Pío X I recibía
en audiencia solemne, en la Sala Ducal, a los alum
nos salesianos de nuestro Instituto Internacional
de Turín.
De los 150 que tuvieron la fortmia de acercarse
a Su Santidad, cincuenta eran sacerdotes, y de ellos
diez profesores, representantes de veinticinco na
ciones en que trabajan los hijos de Don Bosco.
Cuando el Papa apareció en la puerta de la Sala,
mi grito de « Viva el Papa » se escapó de aquellos
pechos juveniles vibrante de emoción.
Nuestro Procurador General Rdo. Don Fran
cisco Tomasetti, los-presentó en nombre del Rdmo.
D. Felipe Rinaldi, acompañando a S.S. en la vuelta
que dió a la sala con paternal afabilidad.
Nuestro Procurador comunicaba al Papa que
era deseo de nuestro -Rector Mayor d que estos
estudiantes visitaran al Vicario de Cristo, como
homanaje y memoria del amor que nutrió
nuestro Ven. P. Don Bosco a la Santa Sede.
E l Pap¿, al pasar ante los clérigos salesianos,
les dirigía palabras afectuosas, interesándose por
la patria de cada uno.
— ¿Por qué no te arrodillas? preguntó amable
mente a xm polaco.
*
— Por que no puedo, Santidad; soy uno de los
heridos de la guerra. Y el Papa le'envolvió en una
mirada cariñosa y le bendijó.
Entre tanto el coro de los clérigos cantó magis
tralmente el Oremus pro Pontífice y el Tu es Petrui
de Ravanello a tres voces.
Discurso del Papa.
Tenninados los cantos el Papa, refiriéndose
a ellos, dijo: « Esos cantos demuestran vuestiá
piedad y devoción, pues los liabeis ejecutado coa
afecto y arte; y su pensamiento doujinante es el
de que los alumnos del Colegio Internacional Salesiauo bfln rezado por el Papa ». El Papa, por su
parte, añadía que también El había rezado
ellos. Asimismo les demostraba su complacenak
al ver a hijos amadísimos entre los amados, qi*
al acudir de tan distintos países le recordaban a,
toda la grande familia cristiana, extendida pof;
todas las partes de la tierra. Y a vosotros
liabéis entrado a formar parte de la gran
de Don Bosco, os queremos mostrar todo nuestln
afecto impartiéndoos ima especial bendición; f
la razón es porque sois hijos del Siervo de Dw?
Don Bosco. del Ven. Don Bosco, el grande obre»
de la Iglesia y tipo de vuestra vocacite. No.- lieint*
tenido la fortima de conocerlo personalmente y
lo consideramos como xma de las gracias más siBt
guiares de nuestra vida, como asi mismo el co®’
prender su pensamiento y espíritu. Adema.seguido el desarrollo de su obra, que se extendert
por el mundo todo. Vosotros habéis entr.ido efl
el surco que él abrió para hallar aqueH.x luz í
gracia a que os preparáis convenientemeiue.
Su Santidad, por tanto, hacía votos
para que esa preparación sea intensa. proíuiM*/
—
317
rica de tesoros que más tarde se conviertan en
otros tantos faros de luz, de fe, de verdad y ca
ridad. El Papa mostró conocer el celo de los Supe
riores y la correspondencia de los alumnos, sin la
cual toda fatiga sería inútil.
Después, satisfecto y at^urándoles un fecundo
apostolado, se dispuso a darles la bendición Ju
bilar, que hacía extensiva no solo a los presentes,
a sus estudios y preparación, sino también' a sus
familias, que habían dejado para entrar en la gran
familia de Don Bosco.
Los clérigos entonaron con entusiasmo el Christus
oinát, regnat, imperat...
—
A últimos de Agosto tuvimos la satisfacción de
saludar a la Sra. Dña. Ines Marroquín de Varga,
hija del insigne escritor e ilustre ex Presidente de
Colombia. Amante de María Auxiliadora y Pre
sidenta de la Archicofradía del mismo nombre
en su católica nación, quiso en su paso hacia
Roma visitar el Santuario de la Auxiliadora cu
Turín
— Peregrinación dei Salvador.
De paso para Roma y presidida por d Dmo.
Sr. D. Antonio Dueñas y Argumcdo, obispo de
S. Miguel, llegaba el 27 de agosto, a las puertas
E l in s ig n e c o o p e r a d o r L o Pa H o n g e n via je pa r a E u r o p a .
TURÍN. — Visitas ilnstres.
Entre las muchas e ilustres visitas recibidas
en estos últimos meses, en esta Casa Madre de los
Salesianos, recordamos la del Emmo. Cardenal
Juan Tacci, Secretario de la S. Congregación de
‘-1Ig! -ia Oriental, que iba de paso para Constan<»s
como Legado Pontificio en las fiestas por la Canoc:7idón de Santa María Magdalena Pastel.
H 2 de agosto llegaba el insigne Cooperador sa*^^nno Lo Pa Hong, uno de los personajes más
caracterizados y queridos de la ciudad de Shanghai,
■ lamó mucho la atendón por su trato exqui-'•to. per-, especialmente por sn religiosidad.
Poco después nos visitaban también los Excemos.
Dres. D. FeHpe Rincón González Arzobispo
^toiado de Caracas, Venezuela, y D. Enrique
.'erante, obispo de Camagüey, Cuba, ambos
amantes de la Obra Salesiana.
del Santuario de María Auxiliadora, de Turín,
una peregrinación salvadoreña.
El Rdo. P. Ricaldone dirigió la palabra en es
pañol á los peregrinos, pertenedentes todos a las
más ilustres familias salvadoreñas y en su mayor
parte cooperadores y amigos de la Obra del Ven.
Don Bósco. Dióles afectuosa bienvenida, ha
blando a contínuadón del Santuario, para termi
nar encomiando el lema Dios, Unión y Libertad
del escudo nacional de los peregrinos.
El Sr. Obispo Dueñas contestó a las palabras
del P. Ricaldone, con frases de agradedmiento
por la cordial acogida, y de alabanza por la magna
labor que los Salesianos, en tan corto espacio de
tiempo, han realizado en el Salvador, Hizo fer
vientes votos para que todos los peregrinos saliesen
del Santuario más encendidos de amor a María
Auxiliadora, y, sobre todo, a Jesús Sacramentado
-
318
que tan patentemente les habla protegido durante
el viaje.
Después de visitar el Oratorio, se encaminaron
a Valsalice para rogar ante las tumbas de Don
Bosco, Don Miguel Rúa y D. Pablo Albera.
Agradecemos a todos la visita y les deseamos
feliz regreso a sus sedes y hogares.
LOS QUE MUEREN
iDc:
Dña. Carolina de Lacayo.
El 22 del Jmiio pasado entregó su ahna al Crea
dor. en la ciudad de Granada, Nicaragua, lainsigne
cooperadora salesiana Dña. Carolina de Lacayo.
Desde hada algún tiempo, los familiares, amigos
y la sociedad en general esperaba con temor un
desenlace fatal. Ruda y tenaz dolencia se había
apotlerado de su delicada constitudón, que fué
minando poco a poco. Las atenciones y cuidados,
así como la asistencia de eminendas médicas, no
fueron parte a conjurar la enfermedad que la llevó
a la tumba. Su muerte, sin embargo, fué fiel reflejo
de su virtuosa y cristiana vida: la muerte del justo.
Abnegada Cooperadora Salesiana, desde que
conoció a los Hijos de Don Bosco se desvivió por
ayudarlos, dedicando sus energías y posibilidades
al sostenimiento de su obra.
Y lo mismo que con los salcsianos, se condujo
con otras obms piado.sas y sociales, secmidada por
su digno esposo el caballero D. José Antonio La
cayo, constituyéndose ambos en padres de los
pobres, en representantes de la Providencia.
Toda la sociedad de Granada ha sentido la desa
parición de tan ilustre y caritativa dama, pero
en modo particular la Casa Salesiana, que la contabi\ entre las más grandes de sus bienhechoras.
Aunque estamos convencidos que el Señor la
habrá acogido en el seno de su misericordia, para
premiar sus virtudes, no obstante, rogaremos
por el eterno descanso de su alma, y pedimos a
nuestros Cooperadores la tengan presente en sus
oraciones.
Reciba su cristiana familia nuestro sentido pé
same.
-
Ing. D. Luis Monteverde.
E l insigne ingeniero e ilustre ex Gobernador de
Buenos Aires, pasó a mejor vida el 28 de Junio
en la ciudad de La Plata.
Era este buen señor un gran amigo de la Obra
de Don Bosco. Los Institutos Salesianos de La
Plata, Pío IX , Bemal, Uribelarrea, Bahía Blanca,
Patagones y Viedma, a los cuales visitó, le recuer
dan con verdadero afecto. Los exalumnos y explo
radores de Don Bosco lo consideraron siempre
como a uno de sus mejores amigos.
Dios le otorgue el premio que prometía Don
Basco a sus Cooperadores.
Nosotros unimos nuestras oraciones a las ple
garias que por él elevan al Señor los niños de los
colegios salesianos que tanto benéfico con su ca
ridad.
D. Manuel Pena.
En Asunción, Paraguay, moría cristianamente
el 14 del pasado marzo, el doctor D. Manuel Peña.
Mucho pierde la patria con la muerte de este
ilustre hombre público, en quien se cifraban muy
grandes esperanzas, por sus altas dotes intelec
tuales y sincero patriotismo.
Como salesianos sentimos hondamente la pér
dida del noble exalumno que siempre amó y pro
tegió generosamente las Obras de Don Bosco.
Reciban los miembros de su familia nuestro
sentimiento, con la promesa de nuestras oraciones.
O íro s Cooperadores d ifu n to s :
Barcelona (España). — Dña. Ana Ras y Robés,
Vda. de Francisco Simón; Excmo. Sr. D. Manuel
Henrich y Girona; D. Ignacio Villavecchia y Sagnier; Dña. Angeles Estorch; Dña. Paulina Mallofré
y Casas de Girbau; D. Ramón Vila; Sra. Dña.
Carmen Noblón y Valls.
Mantesa (España). — Sor Ana Magdalena
Borell, religiosa del Monasterio de la VisitadéoBetijoque (Venezuela). — Dña. Rosa G. de Olmo*R . I. P.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEM IN IAN O FE R R A R I.
Establee. Tip. de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURÍ^
S O O IE íT C '^
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(ita lla ) T O R I N O - C o r s o R e g i n a M a r g h e r l t a , 174
P R fllV e iS e U S V A R V B L L e
Sacerdos, Philosophiae Professor in Sem inario Salesiatio apud T au rin en ses
INSTITUTIONES PHILOSOPHIAE
Pars i .
Com plectens Introductionem ad phUosophIain e t Logicam: Libellae lo. — Apud exteros;
Libellae 14.
II. M etaphysica.
Vol. I. Complectens Metaphysicam gejieralem seu Ontologiam: L. 6. — Apud exteros: L. 7,50.
Vol. II. Complectens Metaphysicam specialem s e u Cosmologiam, Pneumatologiam et Theodiceam:
L. 12. - Apud exteros: L. 15.
Pars
Pars
III. Ethica e t Jus naturae.
Vol. I. Complectens Etliicam: L . 5. — Apud exteros: L . 7.
Vol. II. Complectens jus naturae: L. 15 — Apud exteros: L. iS.
H G R A TIU S M A ZZE L LA
Archiepiscopus Tarentinus
PRAELECTIONES SCHOLASTICO-DOGMATICAE
BREVIORI CURSUl ACCOMODATAE
EDITIO Q U IN TA RECOGN ITA E T A U CTA .
VoL. I. T ractatus de vera Rellgione, de Scriptura, de Traditlone e t de Ecciesia Christi: L. 25..
— Apud exteros: L. 30.
Vol. II. T ractatus de Deo Uno ac Trino e t de Deo Creante: L . 15. — Apud exleros; L. 18.
VoL. III. T ractatus d e'V erbo Incarnato, de Qratia Christi e t de V lrtu tibu s infusis: L. 15* — Apudc
exteros: L. 18.
Vou IV. T ractatus de Sacram entis e t de Novissimls: L. 15. — Apud exteros: L. 18,
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*’*-ORILEQIUM HIERONYMIANUM, anno MD a Maxími Doctoris obitu recensuit adnotatíonibus auxit
An^-ius Ficarra, prefatus est Félix Ramoriniis, curant Fia Sodetas a S. Hieronymo ouncupata evaníeliis italice pervulgandis. In-i6 pp. XII-236: L. 10. — Apud exteros: L. 12.
O^ntin^ns: S c r ip u paraenetica - Epitaphia • S crip U histórica - S cripta iheologica et polém ica - S ciip ta exegetíca..
B > I3 X T i e i O B )
(Italia) T O R I N O > C o r s o
A ^ I O I V
R e g i n a M a r g h e r i t a , 174
L. P IS e B T T n et A. GBNNARO S. S.
THEOLOGIAE MORALIS ELEMENTA
AD CODICEM JURIS CANONICI EXACTA
Jam edita surtí in íucem :
P o n d am e n tle. — i . De actibus humania, • 3. D e conscíentia. •
3. De le^ibus. - 4. De peccatia. V ol. in-id, pp. CXII-404: L . 15. — Apud exteros: L . 18.
V o l u m e n s b c u n o u m ; D e o b lio a tlo n lb u s e r a a Deutn et nos Ipsos. — i . De virtutibus theologicla. - a. De
virtute relígionis. - 3. De prudeiitia, fortitudine et tem perantia. V ol. in-i6, pp. X-630; L . so. — A pud exteros: L. a*.
V o l u m e n t k r t i u m : D e o b llg a t lo n lb u s e rg a p ro x lm u n . — i . De ju stitia et jure. — s. De iniuriis et restitutione. • 3. De contractibua. V ol. in-i6, pp. XII-750: L . 25. — A pud exteros: L . 30.
V o l u m e n q u a r t u m : D e o b llg a tlo n lb u s p e c u lla rlb u s et de p oen ls ecc leslastlcls. — V o l. in -i6 p p . XII-4so:
L . 15. — A pud exleros: L . 18.
V o l u m e n p r i m u m : D e T h e o lo a ia e M o ralle
P róxim a edeada:
V o l u m e n q u i n t u m : D e S aeram e n tis la g e n e re et de q u in q u é p rim ls S a eram e n tls in specle. — i. De
Sacram entis in genere. ■ a. De Baptiamo. - 3. De Conñrm atione. -4 . D e Eucharestia. - 5. De Poenitentia.6. De Extrem a Unctione.
V o l u m e n s e x t u m : D e O rd in ' t de M atrim onio.
V o l u m e n r ic p t i m u m : D e se x to et nono p raecepto d ecalo glj de usn m atrim o n il et de ratlone ser*
v a n d a In sacram en torum ad m ln lstratlo n e.
80 0
6
S. THOMAE AQUINATIS OPERA
SÜM M A T H
L G I A diligeuter em endata, De Rubeis, Billuart ei aliorum notis selectis ornata, £uí accedunt
aeptem locupletissimi Indices, quorum unus est auctoritatum Sacrae Scripturae, alter quaestionum , tertiua rerum
omuium praecipuarum , quartus dogmatum ad hodiernas haereses confutandas, quintus locorum seu doctrinarum
ad explicand.as Epístolas et Ev-ingelia D om iiiicarum et feslorum totius anni, sexlus auctorum quibus usus est
D. Th')mas, septim us locorum ad usum catechistarum . Accedit lexicón Scholasticorum verborum Josephi Zamae
M ellniii, quo explicantur verba m áxime iiiusitata et locntiones praecipuae D. Thom ae et aliorum Scholasticorum.
vol. in
max. E ditio Taurin en sis 1933: L . 80. — .\ptid e.xteros: L . 96.
IN O M N B S S . P n U L I a P O S T O L I B P l S T G L a S e e M U E N T A R i a . cum Indice rerum memorabiliura.
3 vol. in-8 m ax. Editio Taurin en sis ememlatissinia: L . 40. — A pud exteros: L . 48.
C a T E N a a U R B a i n Q U a T U O R B V a N G B L i a . — 2 vol. in-8 max. Editio Taurinensis emendatissima. I-. ¿J.
— A pud exteros: L . 39.
IN B V a N G B L i a S . M a T T H a B I B T S . J O a N N I S e O M . H B N T a R i a . — 2 vol. iii-8 m.ax. Editio Taurinensis emendatissima: L . 32. — A pud exteros: L. 39.
S U M M a e O N T R a G B N T I L B S . seu de veritate Caiholtcae F idei. E ditio Taurin en sis em endatissim a. L. I5- —
A pud exteros: L . 18.
Q U a e S T l O N B S D I S P U T a r a B B T Q U a e S T l O N E S D U e o e e i M Q U G D L I S B T a L E S ad fidem oplímtrum editioiium diligetuer recusiie. Editio Taurinensis emendatissima: L . 60 — A pud exteros: L . 7a.
D E U B G I M I N B P R lN e iP U .M a D K B G B M G Y P R l . B T D B R B G I M I N E J U D a B O R U M A D D U e iS S A A
B R a B A N T i a B . Política opuscula dúo, Joseph Matbis curante: L . i t . — A pud exleros: L . 14,50.
IN M B T a P H Y S l S a M a R I S T G T B O I S G O M M B N T a R i a cum locuptetissimo indice aiphabetico rerum notibilium , revisa.’ emendatu ac ordinaiim disposita, addita pro unoquoque cap iie synopsi, cura ac studio P. Fr.
M. R. Cathaln. L . 34. — A pud exteros: L . 30.
6
-8
R ed a cc ió n
y A d m i n i s t r a c i ó n : V i a C o t t o l e n g o , 32 - T U R Í N .