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BOLETÍN SALESIANO
R E V IS T A DE L A S O B R A S D E D O N B O S C O
Ano X L .
Un
MAYO, 1925
rbpakto db las
R ed acció n
y
M is io n e s S a l e s i a n a s
en l a
E x p o s ic ió n M is io n a l
Número 5-
del
V a t ic a n o
A ám inistraeiÓ D : V ia C ottoleago N. 32 - T U R IN , 9 (Italia).
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OOPERADORES SALESIANOS
O m odo
p rá c tic o
p a r a m o r a liz a r la
so c ie d a d .
Es el periódico oficial de las Obras y Misiones Salesianas, qoe se envía
mensualmente a los Cooperadores Salesianos y a las Cooperadoras Sa
lesianas, o sea a los que sostienen dichas Obras y Misiones.
S alesianO j,
Fundador de las Obras y Misiones Salesianas y de los Cooperadora
Salesianos es el Venerable Padre Don Juan Bosco (1815-1888) apóstol dé la juventud y fundada
de la Pia Sociedad Salesiana y de las Hijas de María Auxiliadora!
**Bo!e{fn
Cooperadores
Salesianos,
La Unión de los Cooperadores Salesianos — como dice Don Bosco — no
crea vínculos de conciencia y por lo tanto pueden participar las familias
seglares y religiosas, y los institutos y Colegios, por mediación de sus
padres o Superiores.
Las condiciones establecidas por Don Bosco para ser inscriptos en la Unión de Cooperadora
Salesianos son:
1. Tener 16 anos de edad.
2. Gozar de buena reputación religiosa y civil.
3. Estar en g^ado de promover por sí mismo o por otros, con oraciones, ofertas, límrtsnns
o trabajos, las Obras de la Pía Sociedad Salesiana.
NB. — Los que desean inscribirse entre los Cooperadores y sobre todo aquellos que proponen
nuevos socios, reflexionen sobre la tercera de las condiciones, requerida por el Venerable Fundaflor, es a saber: que puedan promover por si o por otros, con oraciones y limosnas — qoe
compensen por lo menos el envío gratuito del « Boletín > — las Obras Salesianas.
Los pedidos de inscripción envíense directamenie al Rector Mayor de los Salesianos, Cottolengo
32, Torino, 9 — Italia.
En el Cincuentenario de las Misiones Salesianas (1875-1925) recomen
damos a todos la celebración de Jornadas Misioneras a favor de las
de caridad.
Misiones Salesianas, para que se difundan con su conocimiento sus mo
chas necesidades — extendiendo el marco de las simpatías y procurán
doles el apoyo de todos los buenos — Es cierto que las Jornadas Misioneras no recogerán df
golpe la ayuda necesaria. Nuestros Misioneros piden por ejemplo con insistencia diaria, §¿nerc5
y objetos para el sagrado ministerio, y principalmente telas,- vestidos, calzados, para sus huér
fanos y neófitos, medicinas y mil otras cosas necesarias para el inicio de la vida civil de los nue
vos cristianos.
O óra grande
Indicamos pues, a las Casas de Comercio, esta grande obra de civilización y de fe, rogán
doles quieran enviar al Rector Mayor de los Salesianos Don F E L IP E R IN A L D l, CotUh
^ g o , 32 - TORINO (9) - Italia, cuanto estimen oportuno dar a las Misiones Salesianas. £2
Señor, por las fervorosas plegarias de los protegidos, bendecirá sus negocios prop>orcion*
lam ente a su generosidad.
Ruégase enviar las limosnas y ofertas directamente al Rmo. Rector
Mayor de los Salesianos, que es asimismo el Director General de la Unióa
fas ofertas.
de Cooperadores Salesianos y de las Cooperadoras Salesianas, con est-s
dirección: Rmo. Sr. Don F E L IP E R IN A L D l - Oratorio Salesiant CottoUngo, 32 - TO R IN O (9) - Italia.
Bnofo de
BOLETIN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
MAYO, 1925
Año X L.
S u m ario :
Salesiano
Patagonia
xiliadora.
Número 5.
E l mei <íc
flores. — fieaft/icacton del y en , Cafasso, — Un insigne Cooperador
Chino. — D e nuestras Misiones: D e la Misión del Matto Crosso — A través de ¡a
Septenlrional. — Orfanotrofio Salesiano de H o -S i en China. — Cu//o de María A u
— Gracias de María ^uxiiia(ford. — P o r el mun<io taiesiano.
Los que mueren.
EL
M ES
DE
LAS
De María nanguam saí/s.
FLO RES,
(S. Bernardo).
No es posible que al
nubes de incienso, para
trocarse en lluvia de
aproximarse el mes de
las flores, al entrar en
bendiciones, en rayos
el mes de mayo, un
de luz y consuelo para
la pobre humanidad.
corazón cristiano x>er¡Bendito mes que así
manezca indiferente y
asocia en dulce con
no se sienta movido a
sorcio lo divino y lo
entonar un himno de
luimano en las sanas
vTatitud y de amor a
alegrías del vivir, que
U Reina de las flores,
todos podemos gustar
a María Sma. Auxilia
de valde y sin fatiga!
dora. Sería una nota
Todo invita a la
uiscordante en la argratitud y al amor.
mojiía de la creación,
Tal vez por eso los
en el concierto de ala
buenos cristianos se
banzas que la natu
disponen a festejar a
raleza toda, a su ma
la Reina del ciclo y
rera, eleva en este
de la tierra y sienten
tiempo a la Señora del
en sus pechos agrade
■“-verso, a la que es
cidos nuevos y desu
jJente de bien y de
María Auxiliab-^ra
sados ardores de amor,
'-"entura, el amor del
rielo y de la tierra.
reflejando en las ge
nerosas palpitaciones de sus corazones, no
Todo in\dta a las dulces efusiones del alma:
sólo el vigor y lozanía de la naturaleza, sino
^ suave imbiente primaveral, los días serenos,
-vs cantos a l^ e s y Ir» perfumes exquisitos; también su alegría y deseos de homenaje a la
b poesía del templo con sus adornos de fiesta, Divina Señora. Sin duda por eso en todas las
i-j altares de María cubiertos de flores y cuajados partes de la tierra, los innumerables devotos
*uces: los coros de almas inocentes que los de esta Madre celeste se desviven en esta época
rodean <-omo bandadas de palomas, buscando del año con santa emulación y férvido anhelo
® ri regazo de la Madre celeste felicidad, ca- para ofrecerle rendidas muestras de amor.
Y si esto es justo y a ello están obligados
^ 0 . amor y piedad, que entonan estrofas que
' llegan al alma despertando recuerdos de todos los buenos hijos, cuantos de la Virgen han
recibido favores <qué no deberán hacer los hijos
- : anos más felices de la vida, y cuyas
r
fervorosas se elevan al cielo entre de Don Bos<», que si algo son y valen lo deben
— 132 ~
a las bondades de la Auxiliadora, como repetidas
veces y con lágrimas de gratitud en los ojos
afirmó nuestro Ven. Padre, a qué no estarán
obligados cuantos tuvieron la fortuna de edu
carse a la sombra bienhechora de María A uxi
liadora, protegidos por su manto y alentados
en el camino de la virtud y del deber por su
dulce sonrisa y tierna mirada?
No determinaremos, sin embargo, a nuestros
compañeros de infancia y actuales ex-alumuos
de Don Bosco, ni a los Cooperadores Salesianos
los homenajes que deben tributar a la bondadosa
Madre, Auxiliadora de los Cristianos, porque
el amor no necesita consejeros. Consulte cada
cual su corazón, recordando las delicadezas,
los favores recibidos cuando al regazo de la
Virgen acudieron a confiar sus cuitas y dolores,
a verter sus lágrimas, y se conduzcan y obren
como les inspire su cariño.
Nadie olvide, con todo, que la gratitud es una
de las flores más hermosas y delicadas que brotan
en el corazón humano, y que el reconocimiento
por los beneficios recibidos es un acto de justicia,
que siempre y por doquiera han tributado a sus
bienhechores los corazones bien nacidos.
Bastan , a nuestro sentir, las reflexiones pre
cedentes para reavivar la devoción y disponer,
el espíritu de la gran muchedumbre de la Fa
milia Salesiana a festejar debidamente el mes
de Mayo y ofrendar a María Auxiliadora el
perfume de sus virtudes, afectos y oraciones,
que son las flores del alma ¿pero lo serán para
todos los cristianos y para algunos de los hijos
pródigos a cuyas manos, tal vez por dignación
esjiecial de esta bondadosa Madre, llegará
nuestra revista?
No lo sabemos. Quizá para sacudir su indife
rencia. despertar sentimientos dormidos y ha
cerles sentir en el alma impulsos misteriosos
que los niuevau a unirse a ese culto magnífico,
universal y eterno que los cielos y la tierra tri
butan a María, sería preciso hacerles un re
cuento de las mercedes que en todo tiempo
prodigó a los pobres mortales esta Madre del
Amor Hermaso, la Auxiliadora perenne del
pueblo cristiano.
Si así fuera, en lugar de hacerles divagar por
el campo de la historia, remontándoles a épocas
lejanas, yo llamaría su atención sobre una pá
gina modenia, de liistoria contemporánea en
que podrán comprobar la solicitud materna de
la X'irgen en favorecer a sus hijos, seguro de que
excitará su admiración y con eUa, talvez, su
amor.
• *
Corría el ano 1815. Tras cruenta batalla,
caía para siempre destrozado el poder de Napo
león en los campos de V ’aterloo. Nada más
desconsolador que el estado de la pobre Europa.
A hita de sangre y dolores reclamaba la con
cordia, una paz completa y duradera, que
estaba muy lejos de aparecer en el horizonte,
donde se cernían nuevas nubes de odios y ren
cores. Como si no bastaran los estragos de la
guerra, las ideas de los Encidopedistas y de los
proclamadores de los que han dado en ñamarse
deredios del hombre envenenaron las cabezas
y los corazones
Este era el momento escogido por la amorosa
Providencia en s»is adorables designios para
suscitar un caudillo, prenda de resignación y de
paz, que guiase legiones de almas a conquistar
y a merecer los laureles de una vida fecimda de
bienes, preludio y señal de las eternas grandezas.
Mientras d Pontífice Pío V II, agradecido
a las bondades de la Virgen, a quien debía sn
libertad, decretaba la fiesta de María Auxilia
dora, esta Madre tierna regalaba a la Iglesia,
a Italia y al mundo nuestro Ven. Padre Don
Bosco, que debía ser el apóstol incansable de
su devoción. No parece sino que la Virgen Sma.
quisiera significar que aquel niñito — verdadero
Jtian — era el enviado por Dios para testimo
niar con nuevos prodigios y empresas, que no
por mudar los tiempos y pasar los siglos iban
a faltamos los favores y soHcitudes de la Madre
Celeste.
Demos un vistazo a la biografía de este pre
dilecto de la Auxiliadora. Apenas ra'ido fué
consagrado por su buena madre a la Sma. Vir
gen: a los dos años unía sus tiernas manecitas
para rezar con angelical candor el Avemaria:
a los siete dirigía el rezo del Rosario en el hogar:
pastorcillo, mientras los ganados pacen, en
tona himnos a la Reina del Cielo haciendo coro
con las avecillas que trinan en la enramada del
bosque, o enseña a rezar y santiguarse a los
demás compañeros, pastorcillos como él. A lc5
nueve años — ahora hace los cien — en sueño
misterioso y en síntesis admirable, la Virgen
le muestra su futura misión; y como el pequeño
J uan temblara y se afligiera por no comprender
lo que se le ordenaba, cariñosa se le acerca ti
bendita Auxiliadora, diciéndole:
« No temas: yo te ayudaré. Todo lo compren
derás con el tiempo t.
Y cuando prodigiosamente comienzan ^
realizarse sus deseos y viste el hábito eclesiá?*
tico en el año 1835, su madre, con los ojos ve
lados en dulces lágrimas y la voz entrecortadi
por la intensa alegría, le dice: « Hijo mir,
viniste al mundo te consagré a la Í ’ jV";-':comenzar tus estudios te encarecí la de ocicr, *
esta buena Madre: ahora te recomiendo que
toso suyo; r si algún día llegas al sacerdocr-",
cura propagar con afecto la devoción a Mana ♦ .
— 133 —
No se engañó el corazón de la madre adivi
nando en su hijo un benjamín de la Virgen.
Juan Bosco se consagró poi* entero y generosa
mente al culto de la Auxiliadora, que para él
fue siempre la Estrella, la Maestra, la Confi
dente, la Reina y la Madre que le iluminaba,
instruía, confortaba, protegía y glorificaba en
las mil peripecias de su largo y laborioso apos
tolado. No hubo cosa que la Virgen insinuase a
Don Bosco, que él no procurara realizarla, aun
a costa de cualquier sacrificio; generosidad que
la Auxiliadora recompensaba mostrando con
especiales favores lo gratas que le eran las re
comendaciones de su fiel siervo.
Si quis est parvulus venial a i me había dicho
la Virgen; y Don Bosco, el año 1841 en el so
lemne día de la Inmaculada, comenzaba su
obra apostólica, regeneradora, buscando en las
ciudades, en los pueblos, por las plazas y ta
lleres niños a quienes enseñar el camino de la
virtud y del cielo, y cuantos encontraba, buenos
y malos, los conducía con paternal cariño a
los pies de la Virgen Santísima que los ácogía
bajo su manto celeste, trocándoles con sus ben
diciones de lobos rapaces en mansos corderos,
y desde donde, preparados para la vida, partían
a millares a poblar los hogares, talleres y ofi
cinas de honrados ciudadanos y cristianos ejem
plares.
María quiso un templo, iesie donde irradiara
por el mundo su gloria con sus bendiciones, y
Don Bosco, sin más capital que cuarenta pobres
céntimos edifica la grandiosa Basílica de Valdocco, Turín, germen de otras mil que años
después sus hijos han levantado por toda la
redondez de la tierra, donde se prodiga la pala
bra divina y se templan las almas para las luchas
de la vida.
María desea una Congregación Religiosa que
tenga como herencia su culto, bajo el título
de Auxiliadora; y he aquí que a centenares, a
miles corren los jóvenes cristianos a alistarse en
las banderas de Don Bosco, que desde el primer
momento de su Obra proclamó a la Virgen Fun
dadora y Madre de la Congregación Salesiana.
jCómo se complacía el buen Padre en mostrar
su reconocimiento y exclamar ante sus hijos;
« *Vo iC ha abierto un colegio, edificado alguna
o hecho cosa de alguna importancia, sin
inspiración, más aún, sin la intervención de la
I irp,cr.: Yo he visto a esta buena Madre tender su
nianiv protector sobre nuestras casas, y la he oido
repeiir-.Ki. amorosamente:
Ego diligentes me diligo! *.
María quiso que su nombre resonara en las
vírgenes, y llegara hasta los confines
la tierra, y xm grupo de heroicos misioneros,
<5ae en cincuenta años se ha convertido en fa
lange poderosa, en ejército aguerrido que lleva
la luz de la verdad y de la civilización a todas
las partes de la tierra, haciendo conocer y amar
a la Auxiliadora por aquellos desgraciados her
manos nuestros que aun viven en las tinieblas
de la ignorancia y de la muerte.
Es más, Dou Bosco, agradecido a las bondades
de la Virgen, quiso erigirle un santuario viviente
de ángeles de la tierra, de vírgenes que oran y
trabajan sin cesar, de almas generosas y abne-,
gadas que, dando de mano a las comodidades de
la vida, se consagran por completo a la educación
de las niñas, a la formación de la mujer cristiana
que debe ser más tarde el ángel del hogar, y a
las cuales el buen Padre bautizó con el nombre
glorioso de Hijas de María Auxiliadora.
E n resumen; Don Bosco durante toda su
\rída, con la eficacia de su palabra, con los nume
rosos escritos populares que brotaron de su
fecunda pluma y las numerosas y admirables
obras sociales que sembró por doquiera, no
pretendió otra cosa sino entonar un himno de
acción de gracias y alabanzas a la Axixiliadora
del pueblo cristiano, que lo alentaba en todas
sus empresas en bien de la sociedad con pro
fusión de favores celestes.
Y si en el corazón tierno y amoroso de Don
Bosco encontraron eco .los dolores todos de los
hombres, todas la amarguras de la Iglesia, y
acuciado por una caridad ardiente acudió con
remedio pronto y eficaz a todas las llagas so
ciales; si en alas de su caridad ardiente funda
instituciones para recoger los niños abandonados
del arroyo, y trasforma al niño y educa al obrero
en sus talleres, y civiliza al salvaje de la selva y
cristianiza a los ricos, a quienes hace coopera
dores de su grande obra, todo se debe a las bon
dades maternales de María que, apiadada de los
males de sus hijos, acude solícita a auxiliarles.
¿Quién ante un amor tan grande no se siente
agradecido y procura corresponder a tantas
bondades? Nobleza obliga y amor con amor se
paga, reza el adagio.
A la Familia Salesiana, Don Bosco legó en
precioso testamento el encargo de « Propagar la
devoción a María Auxiliadora », y seguros esta
mos de que, siguiendo las huellas del Ven. Padre,
se desvivirán siempre, y especialmente en el mes
de mayo, por tributar homenajes a la Reina de
las flores.
Vibren, pues, nuestros pechos de amor y
nuestros labios-modulen con afecto, con cariño
de hijos aquel canto que era dulce como la miel
en los albores de nuestra infancia espiritual:
Venid y vamos todos
con flores a porfía,
con flores a María,
que Madre nuestra es.
-
134 —
Beatificación del Venerable. Cafasso
KI día 3 del presente mes de mayo se rea
lizará en Roma la beatificación del Venerable
Cafasso, consejero y decidido protector del Vble.
Don Bosco.
Huelga ponderar la importancia para la
Iglesia y el pueblo cristiano de la beatificación
o canonización de un nuevo santo y la gran
diosidad que revisten estos actos religiosos eii
la capital del mundo católico, en la majestuosa
catedral de S. Pedro, que, adornada e iluminada
con profusión, se convierte en un trasunto del
cielo.
¡Qué motivo de consolación y de efusión reli-'
giosa para los numerosos peregrinos, que con
ocasión del Año Jubilar se dirigen a Roma,
poder comprobar, no solo la virtualidad siempre
creciente de la Iglesia, como lo muestra la im
ponente Exposición Misional, sino también la
fecundidad inagotable del jardín de la santidad
en el que. al soplo de la gracia y del amor divino,
brotan continuamente nuevas flores que em
balsaman con sus aromas el mundo y brillan
como riquísimos diamantes en la corona de
gloria que circuye las sienes de la amada Esposa
de Cristo!
Nos complacemos, a este propósito, en re
cordar las palabras que nuestro venerado Rector
Mayor, Rdmo. D. Felipe Rinaldi, dirigía en su
carta de Enero a los Cooperadores Salesianos:
« Razón de santo regocijo es para la Familia
Salesiana la próxima exaltación a los aliares del
Siervo de Dios Ven. José Cafasso, paisano,
amigo, bienhechor v director espiritual de nuestro
Venerable Fundador.
¡Cuánto nos alegraría el que fueran numerosos
los Cooperadores que, peregrinando a Roma para
ganar las indulgencias del Año Santo, pudieran
hacer coincidir s« llegada con las fiestas de la Bea
tificación de este gran Siervo de Dios. E l Ven. Don
Bosco previó este hermoso día y se alegró en su
corazófi sobremanera. Por eso procuró difundir
con cariñoso celo la fama de su santidad y heróicas
virtudes, contribuyendo poderosamente a preparar
sfi gloria y acelerar este fausto acontecimiento.
Por lo cual, nosotros que nos preciamos de ser hijos
de Don Bosco y seguir sifs inspiraciones, haremos
una cosa grata, obraretnos conforme al sentir de
nuestro Padre, si asistimos a hb festejos de esta
exalíacióft gloriosa del r«*n. Cafasso, y durante
el año celebramos con solemnidad, fervor y entu
siasmo el triduo en honor del nuevo Beato ».
Estamos seguros de que nadie se extrañará
de la parte activa que deseamos tomar en esta
Beatificación. Basta leer la vida de Don Bosco
para convencerse de que el Ven. Cafasso fué la
providencia de nuestro Fundador en los pri
meros y difíciles años del Oratorio, protegiendo
y guiando, como im ángel de la guarda, al joven
sacerdote en la ^realización de su mara\^osa
empresa, llamada a extenderse por todo el
mundo produciendo copiosos frutos de bendición.
E l nombre del Ven. Cafasso es inseparable
del nombre del Ven. Don Bosco, y a que durante
la vida sus almas se compenetraron admira
blemente en perfecta comunión de ideas.
Cierto que, a falta del Ven. Cafasso, la dirina
Providencia se hubiera servido de otros medios
para guiar al futuro Padre de la juventud, al
varón que Ella escogía para realizar sus altos
designios fundando una nueva Congregación
religiosa, y no hubiera permitido que acabara
pobre y oscuramente sus días en una celda de
cualquier otra orden religiosa.
Todo esto es verdad, pero no por eso pierde
el Ven. Cafasso el gran mérito de haber compren
dido en parte a Don Bosco y vislumbrado la
misión altísima que el cielo le confiara, orien
tándole lo mejor que supo en el camino que
debía recorrer.
Y decimos que comprendió en parte a Don
Bosco y le orientó lo mejor que supo, y no sin
razón; porque no obstante la extraordinaria
práctica en la dirección de las almas, por todos
reconocida, de este gran Sierv’^o de Dios, no llego
a comprender perfectamente los dones excelsos
con que Dios había adornado el alma de Don
Bosco. Tanto es ello verdad, que el mismo Ven.
Cafasso en cierta ocasión en que algunos ecle
siásticos criticaban con alguna acritud las inno
vaciones de su protegido, les hubo de decir,
aunque con la caridad en él peculiar: ¡Cono
céis bien a Don Bosco? Y o por mi parte debo
deciros con toda sinceridad que cuánto más lo
estudio menos lo comprendo. En él se hermanan
perfectaménte lo ordinario y lo extraordinario,
lo humilde y lo grande, la pobreza y los
téseos proyectos, a primera vista ilusorios e
imposibles; y, a pesar de todo, de las opc-idones y obstáculos casi invencibles, siempre
sale bien en sus empresas. ¡Para tm' Don Bo¿co
es un misterio! Estoy, sin embargo, plenamente
convencido de que trabaja p>or la gloria
Dios, que él es su único mo\ril, el objeto y fin de
todas sus acciones *.
No le ocurrió lo mismo a Don Bosco, quien
llegó a leer como en libro abierto hasta en ^os
más recónditos pliegues de aqudla alma santi
haciendo reverberar en la suya los rayos iunn-
nosos que despedían las acrisoladas virtudes de
su entrañable amigo y bienhechor. Y como la
bondad es por naturaleza difusiva, en la santa
y espiritual comunicación de estos dos grandes
hombres se verificó lo que a este propósito dice el
real Profeta: « Prompiuaria eorum plena, eruciantia ex hcc in illud j (i ): S us corazones, que
están llenos de Dios, rebosan el uno sobre el otro.
Los santos, que son como manzanas perfu
madas, según expresión de Teofilato aludiendo
a las palabras del Apóstol: Christus bonus odor
SMWWMS, cuando se abren en íntima conversa
ción de caridad dejan escapar de su corazón
los aromas exquisitos que en él había encerrado
su humildad. Y esto les acontecía a los dos
^'enerables en sus frecuentes coloquios: eran
dos almas que se admiraban con anhelos de
santidad, y una de sus manifestaciones más
sugestivas es la caridad cristiana.
Un estudio sobre las relaciones de ambos nos
autoriza para afirmar que el apóstol de las
cárceles de Turín formó o influyó decisivamente
en la formación del apóstol de la niñez, seña
lándole con su autoridad de Director Espiritual
el camino a seguir.
La Providencia divina, admirable en los
medios que usa para realizar sus designios, se
sirvió de los sueños para indicar a Don Bosco
su futura misión; pero dada la gran humildad
de nuestro Ven. Padre que le persuadía de su
pequeñez e incapacidad para tan elevado apos
tolado, fué necesaria la autorizada palabra del
Ven. Cafasso para que no desistiera de su em
presa, diciéndole: « Os mando que continuéis
lula conscieniia dando toda la importancia que
tienen a esos sueños, pues tengo para mi que su
actuación servirá a promover la gloria de Dios
y la salvación de las almas ».
La vocación de los grandes hombres va acom
pañada generalmente de un cúmulo de vicisi
tudes, ya favorables y a adversas, especialmente
en sus principios. La de Don Bosco es un ejemplo
elocuente de lo mismo. Sólo Dios sabe las amar
guras del joven sacerdote cuando estudiaba la
moral en la pequeña comunidad de S. Franrisco de Asís. Sentimientos encontrados le
torturaban: de ima parte veía niños abando
nados en el arroyo, víctimas de todos los vicios
que desfloraban su juventud; gavillas de pre
sidíanos que iban a enterraree en lóbregas
i^azmorras en la primavera de su vida,
siendo tan fácil apartarlos del camino del vicio
y del deshonor; y por otra los atractivos de la
soledad y tranquilidad del claustro que le gri
taban con fuerza: a^uí es donde Dios te quiere.
Este era el motivo que le llevaba con tanta
0)
CXLIII. 13.
135 —
frecuencia a conferenciar con D. J. Cafasso, para
oir de sus labios una palabra decisiva; pero el
Siervo de Dios no se decidía a ello.
A este propósito se cuenta la siguiente anéc
dota:
Cuando D. Bosco comunicó a su santo director
espiritual todos los secretos de su alma, contóle,
entre otras cosas, que en un sueño le pareció
dedicarse a remendar ropas viejas. D. José
Cafasso le miró atentamente y le preguntó:
— ¿Sabes hacer de sastre?
— Sí. señor. Sé hacer pantalones, sotanas,
abrigos y capotes para los clérigos.
— A la prueba me remito. — Y siempre
que se encontraba con D. Bosco le decía, bro
meando:
— ¿Cómo está, señor sastre?
— Y D. Bosco que conocía toda la intención
del original saludo, respondía:
— -Esperando su decisión.
Por este tiempo comenzó Don Bosco a sentir
indinación a la \-ida misionera, líl deseo de
partir a tierras lejanas a llevar la luz del lívangelio a infieles y salvajes, en medio de los cuales
encontraría miles de niños a quienes hacer amar
a Dios, le fascinaba. D. José Cafasso- no le
perdía de vista; le dejó que estudiase la lengua
francesa y comenzara después con la española;
pero cuando vió que también compraba la
gramática inglesa, le llamó y dijo con resolución:
— No debes ir a las Misiones.
— Y ¿se puede saber por qué?
— Pues muy sencillo. Como bien sabes, tu
estómago se halla tan delicado, que basta a veces,
una caminata de una hora o algunos minutos
en carruaje para descomponerse y protestar
¿y te atreverás a cruzar los mares de e.se modo?
A los pocos días D. Bosco volvió a la carga.
E l santo sacerdote oyó en silencio todos sus
planes y razonamientos, poniendo fin a la entre
vista con una rotunda negativa.
Sin embargo, las cosas no podían continuar
en esta indecisión. Don Bosco necesitaba oir una
palabra definitiva que, al par que le cerrara la
puerta del convento, le señalara el camino a
seguir. No pudiéndolo conseguir con sus razo
namientos, acudió a una estratagema que le
dió el resultado apetecido. Terminado el retiro
espiritual que bajo la dirección de D. José Ca
fasso hizo en S. Ignacio, el año 1842, D. Bosco
partió de Lanzo con dirección a Turín, conven
cido de que la suspirada respuesta ya no .se
haría esperar. D. José Cafasso, por su parte, no
se decidía a complacerle. Así las cosas, un día
se presentó Don Bosco ante él, y con voz un
tanto alterada, le dijo que iba a despedirse, pues
se retiraba a un convento.
— Mucha prisa es esa — exclamó D. José
Cafasso — mientras sus labios dibujaban ima
sonrisa. ¿Y quién se cuidará de sus rapazuelos?
¿No sería mejor trabajar por ellos?
— Sin duda alguna, replicó D. Bosco, pero
si es voluntad de Dios que yo me baga religioso,
su Providencia hará de modo que alguien me
sustituya.
D. José Cafasso no demoró más su consejo;
fijó en D. Bosco sus penetrantes ojos y, con
acentos de autoridad paterna, le dijo: — Mi
querido D. Bosco, abandone sus ideas de voca
ción religiosa; vuelva atrás si algún paso ha
dado ya en este sentido, y co,ntinúe trabajando
en bien de los pobres niños. lista y no otra es la
voluntad de Dios.
D. Bosco inclinó la cabeza, sonrió dulcemente
y se retiró.
Da causa de la juventud ganaba la partida y
ya contaba con un nuevo apóstol.
Hasta aquí hemos presentado al Ven. Ca
fasso como a director espiritual de D. Bosco; con
la venia del lector diremos ahora dos palabras
sobre la santidad de su vida; y a este respecto,
nada mejor que reproducir lo que Su Santidad
Pío X I dijo en la sala ducal del Vaticano, el
primero del noviembre pasado, cuando se dió
lectura pública al decreto que autoriza a pro
ceder a su Beatificación.
E l Rdo. D. José Cafasso fué un santo.
« La santidad halló en el Ven. Cafasso uha
larga y múltiple preparación, la misma pre
paración que bien puede llamarse la regla de
la santidad: inteligencia despejada, energía de
voluntad y aquella abundancia de prendas natu
rales con las cuales, cualquiera fuese la direc
ción que tomara, la carrera o estado que abra
zase, con seguridad hubiera dejado por doquiera
una huella profunda y luminosa de su paso; pero
sobre todo era de admirar la gracia de Dios que
lo disponía con la profusión de todos los tesoros
de la santidad y los auxilios, generalmente extra
ordinarios, que la acompañaban; gracias todas
necesarias, dadas las dificuldades de los tiempos
que corrían.
.
Esta era también
la opinión de D. Bosco.
Basta considerar que sólo vivió 49 años y que
pasó a mejor \*ida en el 1860, para darse cuenta
del período dificilísimo de historia, tanto ecle
siástica como civil, especialmente en su región
del Piamonte, en que trascurrió. E l jansenismo
alentaba todavía con su labor destructora, que
cubría de tinieblas las inteligencias y contris
taba los corazones; el rigorismo envenenaba
las almas y el regálismo tiranizaba los ánimos
trastornándolo todo, lo mismo en los pueblos
que entre las filas del Clero. L a juventud de
José Cafasso fué y a un preludio de su santidad:
sus virtudes eran la admiración de cuantos le
trataban, entre los cuales se contaba el gran
conocedor de almas, D. Bosco, que le conoció
desde muy joven, admirando los tesoros que
encerraba su alma sacerdotal.
L a Providencia suscitó en aquel tiempo un
celoso sacerdote, el célebre teólogo Guala, fun
dador en la iglesia de San Francisco, el año 1817,
de una escuela de estudios sagrados, a donde
concurrían los sacerdotes jóvenes con ansias de
saber y de sólida formación para mejor servir
a Dios y a la Iglesia. AUí fué a parar también el
Ven. Cafasso, donde pronto se revelaron sus
dotes extraordinarias, los tesoros con que la
Providencia lo había adornado, hasta el punto
que el mismo fundador solía decir a los cole
giales: lie ad Joseph, afirmando que hubiera
hecho de superior mejor que él.
Maestro,
confesor
y consejero.
Pronto el Ven. Cafasso llegó a ser en el Insti
tuto el maestro del joven clero, contraponiendo
remedios oportunos a los males del tiempo con
su caridad y sanas ideas. A l jansenismo oponía
un espíritu de suave confianza en la Bondad
Divina: al rigorismo, espíritu de justa facilidad
y bondad paterna en el ministerio, y al cesarismo una dignidad- soberana de conciencia,
respetuosa con todas las leyes justas y autori
dades legítimas; pero siempre acompañada,
guiada y dominada por la observancia perfect i
de los derechos de Dios y de las almas, por el
acatamiento in\riolable a la S. Sede y al Sumo
Pontífice y por el amor filial a la Sta. Iglesia.
Y este espíritu procuraba inculcarlo en *el
ánimo de los noveles sacerdotes, con admira
ción de todos y gran consuelo del Vicario de
Jesucristo. Maestro y forjador de sacerdotes,
fué por feliz necesidad maestro y director tam
bién de muchas almas, porque los esplefldores de su espíritu irradiaban en todas direc
ciones.
Confesor frecuentadísimo, no fué menos s<Jicitado como consejero fuera del confesonario por
toda clase de personas: pequeños y grandes,
nobles y plebeyos, sacerdotes, obispos y magis
trados. De todas partes acudían en busca o®
.sus consejos, tan luminosos como seguros, ^
sus indicaciones, con frecuencia proféticas, Q*
su dirección siempre inspirada en la divina sat¿duría.
Hubiéramos querido que estuviera
preseate el Card. Cagíiero.
Enseñanzas que se desprenden
de su vida.
Hubiéramos querido que se hallara hoy con
nosotros el Card. Cagíiero para compartir
nuestra alegría, pues recuerda muy bien ha
berse encontrado por primera vez con el Ven.
Cafasso cuando tenía de trece a catorce años,
y más tarde aún otra vez, pero esta yendo en
compañía del Ven. D. Bosco. E l uno y el otro
han escrito y contado las inolvidables impre
siones de aquel encuentro así como las sabias
normas que recibieron para regularse en su
carrera sacerdotal.
De todo este magnífico conjunto, queremos
hacer resaltar ima nota, que corresponde a una
necesidad y preocupación del momento pre
sente.
En tiempos anormales y de encontradas pa
siones políticas, uno de los puntos más claros y
sostenidos del programa del Ven. Cafasso era
el siguiente: « nada de poliiica %. Hacerse todo
para todos, pero salvando siempre la dignidad
y caridad universal del sagrado ministerio;
ajeno a todo lo que pudiera empañar o compro
meter la dignidad sacerdotal y la caridad en las
luchas y Icfs odios de partidos, pero siempre
dispuesto a sacrificarse por el bien, a secundar
cuanto exigían las necesidades razonables del
tiempo.
Apóstol de caridad y de verdad.
No sólo fué el Ven. Cafasso maestro, confesor
y consejero, sino también un verdadero apóstol
en toda la extensión de la palabra, apóstol de
caridad y de verdad. Apóstol de caridad, a
semejanza de Nuestro Señor que pasaba ha
ciendo el bien y sanando los cuerpos y las almas
de los desgraciados enfermos; apóstol de la
juventud, que era su predilección; apóstol de
los pobres, para quienes eran sus simpatías;
apóstol de los enfermos, para los que tenía
corazón de madre; apóstol de los presos y conde
nados a muerte, hasta el punto de llegar a ser
popularísinio bajo el nombre del « Cura de la
horca ».
En aquellos tiempos anormales y de revuelta
en que abundaron los condenados a la última
pena, ninguno subió al patíbulo, en el Piamonte,
sin la caritativa asistencia del Ven. Cafasso,
caridad premiada muchas veces con la milagrosa
salvación de algunas almas en los últimos mo
mentos.
También fué apóstol de la verdad: predicador
de altos \uielos difundió el bien, ora con la pa
labra o publicación de hermosos libros, ya
con disertaciones, conferencias, meditaciones e
instrucciones que merecieron el aplauso general,
en forma que no pocos oradores sagrados de
mérito y nombradla se formaron en su escuela.
No queremos tampoco pasar por alto otra
nota distintiva que el Ven. Cafasso solía re
petir y encarecer en su confesonario y en la pre
dicación, una palabra digna, muy a propósito
para nuestros días, que recordaba a la mujer
el deber de la modestia cristiana en el vestir.
Con solemnidad casi apocalíptica, solía decir:
« Cuando preparáis vniestros vestidos y atendéis
a vuestro tocado, no dejéis de pensar también
en el tocado que deberéis llevar a la sepultura,
y cómo en aquella hora desearéis haberos con
ducido siempre: en vuestras conversaciones, en
la iglesia, y en la Mesa Kucarística t. Palabras
memorables, dignas de un apóstol y oportuní
simas para nuestros días.
Otra preocupación no menos actual y opor
tuna, que hacía temblar al Ven. Cafasso y que
todos debiéramos considerar, es le pérdida y
ruina de tantas almas, víctimas del espiritismo
y de sus prácticas.
Loado sea este grande varón de santo espíritu,
que previó con tanta precisión las necesidades
de las almas y de los tiempos futuros. Que el
reflejo de su apostólica obra sirva para iluminar
los espíritus, santificar las almas y conducirlas
a D ios».
Conquistador de almas.
Pero mérito principal del Venerable, en lo
que más se distinguió el Siervo de Dios, fué en
*a conquista de las almas. Lleno del espíritu
^'*ino, sabía comunicarlo a cuantos se le acerca
ban. Su espíritu eclesiástico, perfumado con la
oradón, la mortificación, el celo y el sacrificio
•novia al seivicio de Dios, y su piedad filial
para con la Virgen Sma. y amor seráfico hacia
*• Sacramento del Altar, ganaban las almas para
Una buena madre es siempre un verdadero
tesoro y de inmenso consuelo para su familia.
Asi María, nuestra piadosa Madre, será fuente
inagotable de gracias y bendiciones para las fa
milias de iodos los cristianos.
D. Bosco.
-
138-
Un insigne Cooperador chino.
Junto a la ciudad de Shanghai, y de ello hará
una quincena de años, había un grande y viejo
cementerio que, por abandono, se había con
vertido en inmundo estercolero, refugio de la
L o Pa H o n g
in s i g n e
Al presente sobre aquellos terrenos, y ciretmdado por hermosos jardines, se alza un grupo
de casas, algunas de construcción europea, bien
aireadas, con abundancia de sol y de luz déc-
C o o per a d o r S a l s s ia n o
gente maleante, mendigos y vagabundos. Como
si esta profanación fuera poca, dieron los padres
desnaturalizados en llevar allí los niños mori
bundos donde, abandonados a su suerte, eran
a poco devorados por canes hambrientos, espec
táculo desgarrador capaz de mover a compasión
a las hienas, y que hirió por fin el corazón de
un pagano que, compadecido de la triste suerte
de aquellas inocentes víctimas, hizo construir un
templete cernido, con dos portezuelas por donde
arrojaban a los pequeñuelos, impiihendo así
que fueran despedazados i>or los perros.
de
C h in a .
trica, agua potable y demás comodidades mo
dernas: un pequeño, pero elegante pueblecito,
debido a la caridad de un católico chino, donde
se albergan: enfermos, anudas, huérfanos, viejos,
ciegos, dementes, jóvenes degenerados, presi
diarios enfermos, etc... toda la miseria de la po
pulosa Shanghai; unas 1600 personas en junto.
En ei centro de este pueblecito del dolor emerge
una modesta casita donde habitan los ángeles
de la Caridad. 16 Hermanas, las cuales, ayu
dadas por numeroso personal indígena, se cuidan
de esta grande obra evangélica. Frente por
-
159 -
frente de su casa se halla una grande capilla
a donde acuden cada día los asilados no impe
didos a rezar sus oraciones.
Esta maravillosa obra de beneficencia, una
de las más grandes de toda la República Ce
leste, se inauguró el 19 de marzo de 1913 con
el nombre de Hospicio de S. José, fundada y
dirigida por un hombre admirable, José Lo Pa
Hon°, el apóstol de Shanghai.
Católico fervoroso, miembro del Municipio,
director de la Compañía de Tran^das Chinos y
de otras poderosas empresas comerciales e in
dustriales, conocidísimo y muy estimado en el
gran mundo de Shanghai por europeos y chinos,
l’or católicos, protestantes y paganos, José
Lo Pa Hong desciende de una noble y antigua
familia, convertida a la fe hace tres siglos.
Cuando años atrás algunos personajes in
fluyentes comenzaron a pensar en la erepción
de un grande hospital-asilo para los pobres,
todos pusieron los ojos en este buen señor, a
c;aien encomendaron la empresa y en la que
empleó gran parte de su rico patrimonio. Después
abrió una suscripción y las ofertas llegaron abun
dantes. ¿Quién hubiera osado negarle su con
curso? De este modo surgió este establecimiento
benéfico y se reunieron los fondos necesarios
para asegurarle la vida. El gasto diario actual
es de unas 300 libras esterlinas, que, a Dios
gracias no faltan.
Hagamos una breve reseña del bien que se
prodiga en este Hospicio.
Sólo en un año fueron asilados, aunque tem
poráneamente, 2441 hombres: enfermos y pobres
que carecían de lo indispensable para la vida, y
flo4 mujeres, sin contar entre ellos los huérfanos
y niños; a los que hay que añadir unos 82.694
c ’fermos de fuera que recibieron medicinas y
también fueron atendidos.
Desde el año 1913 hasta el presente puede
calcularse en un millón de personas las que han
recibido algún beneficio de este asilo.
Lo que más puede interesar a nu^tros lect'>res, pues es verdaderamente consolador, es
';ue, aun pro\riniendo la mayor parte de los
recursos financieros de gente pagana, el espíritu
qae reina en este asilo es eminentemente católico,
como lo prueba el hecho de que en un año hayan
r.do bautizados 1319 moribimdos, 62 adultos y
^ 3 niños, y que en sólo un mes se contaran entre
‘ j asilados 415 cristianos y cerca de 500 catc«imenos.
¿Y dónde se halla el secreto de tales mara' ‘Slas.-’ Helo aquí. Lo Pa Hong es un católico
ejemplar. Todas las mañanas ayuda la S. Misa
la capilla del Hospicio y recibe con recogirmento y fer\’or la Comunión. Después visita
los departamentos, y si sus ocupaciones
I
se lo permiten,' explica con la satisfacción más
íntima el catecismo a los enfermos y a los niños,
ayudándole en esta labor sus dos hijos mayores.
Puede decirse con toda verdad que su único
ideal es la caridad cristiana: la gloria de Dios
y la salvación de las almas.
Promotor principal de toda obra y fiesta de
caridad o de beneficencia, no falta nunca donde
haga falta su presencia; por eso hasta la policía
o la administración de justicia lo avisan siempre
cuando alguno ha sido condenado a muerte,
y en estos casos, va a visitarlos personalmente,
o envía otra persona de su confianza, si no iniede,
a fin de iluminar a los pobres sentenciados para
que se conviertan y reciban el bautismo.
Con el mismo objeto visita con frecuencia
los hospitales paganos y protestantes, ya que,
debido a la gran consideración y respeto que
todos le tienen, todas las puertas se le franquean.
¡Cosa admirable! Cualquiera diría que tanto
trabajo y ocupación lo tienen agobiado. Pues
no señor. Presidente de la U. A. C. S. {Unió
Actionis Caiholicae Sinensis), es decir: de la
Acción Católica de China, cada domingo y muy
de mañana, recorre con su automóvil las ba
rriadas de los pobres o va a los pueblecillos del
rededor donde no hay ningún misionero, y co
mienza a predicar a aquella pobre gente, bau
tizando después a los viejos y moribundos.
Pocos misioneros podrán presentar a fin del año
una lista tan numerosa de bautizados en articulo
tnortis como el caballero Do Pa Hong, razón por
la cual y merecidamente, Benedicto X V le nom
bró caballero de la Orden de S. Gregorio Magno.
Simpático cuanto cabe e influyente se ha ga
nado el corazón y la voluntad de dos generosos
cooperadores: el Sr. Tsii, propietario de una
grande fábrica y almacenes, y el vSr. Irin, pro
pietario de una mina de carbón. También ha
obtenido del Gobierno Chino que llamara a las
Hermanas de S. Vicente de Paúl, para que se
hicieran cargo del gran Hospital de Pekín y
de la Inclusa de WencJion.
En el hogar, que alegran nueve hijos que le ha
regalado el cielo, es padre afectuoso, un caba
llero completo. Brinda hospedaje en su casa a
cuantos Obispos y Misioneros se hallen de paso
por Shanghai. En la sala de recibo tiene entro
nizado al Sagrado Corazón , a quien consagró
toda la familia; otro de los mejores aposentos
está dedicado a la Sma. Virgen; el comedor, a
S. José, y cada habitación lleva el nombre de
algún santo. Tampoco le falta una hermosa ca
pilla privada.
Si la China contara con unas decenas de hom
bres de las virtudes y temple cristiano de nuestro
Lo Pa Hong, su conversión al catolicismo sería
cosa s^ u ra y de poco tiemíx).
— 140 —
Cuatro renglones más antes de terminar.
fueran a Shanghai a cuidarse de la juventud
Desde el año 1920 el caballero- Lo P a Hong
pobre, y sólo el año pasado nuestro Rector
ha dado vida en Shanghai a otras tres grandes Mayor, Rdo. D. Felipe Rinaldi, pudo acceder
obras:
a sus insistentes peticiones, prometiéndole que
i)
Un gran Hospital para enfermedades in dentro del año 1924 tendría a los Salesianos ea
fecciosas, junto al Hospicio de San José, donde Shanghai.
se reciben gratuitamente a todos los atacados
L a promesa se mantuvo, aun a costa de no
de cólera, peste, cáncer, etc., sean ricos o pobres,
pequeños sacrificios. Los 17 misioneros salesia
cristianos o paganos. Los ricos, sí quieren, hacen nos que partieron capitaneados por el P. Garelli,
L o k C h o n g (C h in a ). — ' I
una limosna ; pero lo que verdaderamente le
interesa al fundador son las almas de los en
fermos, a los cuales \*isita frecuentemente, sin
reparo al contagio, para consolarla, instruirles y,
una \*ez preparados, administrarles el bau
tismo.
2) Otro Hospital, dedicado al Sagrado Co
razón y constmfdo el año 1923 en Yang Tsz Po,
a las afueras de la ciudad, dirigido por las reli
giosas del Sagrado Corazón, sobrentendido con
los mismos fines del anterior.
3) Un gran Orfelinato para recoger y educar
a los niños abandonados. Hacía diez años que
Lo Pa Hong suplicaba a los Salesianos para que
d o lo s dk una pag oda.
llegaron felizmente a Shanghai y trabajan ya «a
el nuevo campo.
Cuando el nuevo orfelinato esté terminado
completamente podrá albergar a 500 n i ^
Lo Pa Hong, como buen Cooperador y admha*
dor entusiasta de Don Bosco, desea que ^
Salesianos se extiendan por otras ciudades de
China para salvar la juventud.
¡Quiera el Señor escucharle, y en modo qne
tenga la satifaccióu de ver aun en vida Institntrt
Salesianos en otros grandes centros, y si posih*
fuera hasta en el mismo Pddn! Estamos sega
ros que todos nuestros Cooperadores y lectort*
unirán con este fin sus oraciones a las nuestiB>
De la Misión del Matto Grosso.
Viaje de exploración al *‘ Rio das Mortes."
{Impresiones de un novel catequista misionero).
Al norte de nuestra Colonia del Sgdo. Cora
zón, poblada de bororos y a convertidos al cato
licismo, existe una tribu de temibles y desco
nocidos salvajes que, en sus correrías de ban. didaje, hacen cada ano una o dos visitas poco
agradables a nuestra Misión, en la que son víc
tima casi siempre algtmos de nuestros queridos
bororos a quienes sorprenden y asesinan cuando
pacíficamente cazan o trabajan en sus huertos.
Aunque, gracias a María Auxiliadora, hasta
ahora los misioneros no hemos sufrido nada
personalmente de estos desgraciados indígenas,
no dejan, sin embargo, de se# también para
nosotros una continua pesadilla. Y digo perso
nalmente, porque hacer mal en las plantaciones y
robamos ya lo han hecho en más de una ocasión.
En tiempos aun no lejanos nuestros Bororos
han sostenido con ellos sangrientas luchas, si
bien estos nunca fueron a atacarlos a sus aldeas,
be aqm' que ignoren el lugar exacto habitado
ellos. Los apellidan Caiamo doghe y dicen
(|J0 han aparecido unas veces por el N., otras
p>ir el NE y alguna que otra por el NO.
Esta misma incertidumbre hacía necesario el
que se averiguara, al menos de vista, si el terri
torio comprendido entre el citado Río das Mortes
las aldeas de nuestros Bororos era o no habitido por esos hijos de la floresta, aunque fuera
transitoriamente. Con este fin nuestro Director,
t incansable Padre Antonio Cobalchini, había
; icho ya dos viajes de exploración hacia el N E en
•- ¡a margen derecha del río. Faltaba otra hacia
XO siguiendo la misma margen derecha para
^ oipletar el reconocimiento del territorio, y
v-'-í- ha sido el realizado ültimamente.
De viaje.
H1 día 9 del junio pasado fue el señalado
h partida. Componían la pequeña carabana
■ p pergeñas siguientes: tres Salesianos, un sir' "te j. tres bororos, entre ellos el capitán o
- -'ine. Cada cual llevaba su caballo, y a reta- iidia un animal de carga con algunas proviEa compañía de nuestros buenos bororos nos
I
es de gran a3-uda en estos viajes, no sólo porque
guardan mny bien el ganado, sino también y
esi>ecialniente por ser guías excelentes, conoce
dores prácticos de la intricada selva. No quiero
omitir en esta descripción que en otro de los
viajes que hizo el P. Colbachini, dos bororos
fueron muertos a garrotazos por lo s. terribles
Caíamos, no bien se separaron un -^oco de él
para cazar, teniendo el Padre que volver a casa
con sus cadáveres.
A pesar de estos peligros, también en este
viaje quisieron servimos de guías, y uno de
ellos se prestó de buena gana para hacer de
cocinero. Conociendo el gran beneficio que Dios
les ha hecho en\riándoles el misionero, como
buenos y^ agradecidos cristianos cooperan junto
con él para que también sus circunvecinos
gocen de la misma singular gracia y, como me
dijo uno de ellos el otro día, « tal vez esos co
rrespondan más que nosotros».!n nomine' Domini, pues, emprendimos la
arriesgada excursión con mmbo al NO. No sin
razón he dicho arriesgada, porque los peligros,
tanto por parte de los salvajes como de los ani
males son grandes, aunque no arredren al mi
sionero. Y a a pocos kilómetros de nuestra resi
dencia, hallamos huesos descarnados, frescos
aún de una res que, según afirmaron los indios,
había sido devorada por la * onfa *, especie de
tigre. Es la suerte que les toca generalmente a
cuantas se alejan de los alrededores de la
Misión.
Antes de mediodía llegamos a la célebre co
lina, tiempo atrás habitada por nosotros y bau
tizada con ei sobrenombre de « cerro de la Pro
videncia *, en cuya cima teníamos una humilde
capilla que fué asaltada y deshecha por los
salvajes, relación que ya envió D. César Albiseti. Allí fué donde destrozaron a lanzadas, sin
saber desde luego a quien representaba, un
cuadro del Sgdo. Corazón que ahora veneramos
como preciosa reliquia. A la falda de este cerro
se encuentra el señalado y estratégico puesto
abanzado, donde este mismo año descansaron
los piratas caíamos con el botín que nos robaron,
abandonando allí los cestos que ellos mismos
construyeron con hojas de palmera. Estos raros
cestos, juntamente con algunos pesados ga
rrotes y mortíferas flechas, que ellos acostum
bran abandonar después de perpetrado cualquier
atentado, los conservamos como recuerdo.
— 142 —
La
primera noche al aire libre
en la ñoresía.
Tras breves minutos de descanso, dejamos
aquellos inolvidables lugares, procurando ganar
terreno para llegar a un riachuelo o torrente,
junto al cual se acostumbra pernoctar por la
comodidad del agua y del pasto para los ca
ballos. Para mayor brevedad, pues el sol ya
declinaba, intentamos atravesar por una pra
dera pantanosa, pero hubimos de desistir, porque
los corceles se hundían en el fango, y nos vimos
obligados a dar una vuelta considerable, capaz
de hacernos perder el nimbo si no fuera por la
guía de nuestros expertos bororos.
Llegados al lugar destinado para pasar la
noche, los noveles como yo en andanzas mi
sioneras, piensan que la principal preocupación
del misionero en esta hora sea la estudiar el
modo de evitar la visita de las serpientes o de las
fieras y preparar la cama para dormir... Nada
de eso; lo primero que se procura es buscar un
buen tronco de drbol seco con el cual hacer
fuego para poder comer algo caliente antes
de que oscurezca del todo y con las tinieblas
todos los pal^'S se vuelvan del mismo color.
En cuaiiLo a la cama, no cabe cosa más sencilla
ni que menos cuidados requiera: uno se tiende
sobre el duro suelo y bajo el manto fosforescente
de la bóveda celeste. Y o, a decir verdad, la
secunda noche ya me envolví en una manta
viejri, poioue al amanecer quedábamos empa
pado® de rocío.
Nuestro improvisado cocinero nos preparó
un excelente arroz a la... misionera, que fué el
principal y linico alimento, aunque sabroso al
paladar en gracia del mucho apetito.
A la mañanita un poquito de café para rea
nimar el cuerjio molido, y a caminar de nuevo
bajo los rayos de un sol canicular. El paisaje
no podía ser más variado y encantador. Aquí
]nirece que la naturaleza se recrea prodigando
hermosuras que cautivan el ánimo. ¡Quién nos
diera un aparato cinematográfico para recoger
estas maravillas y eiu'iarlas para recreo de los
niños de nuestros colegios! Pasamos por terrenos
escabrcísos con valles profundos en el fondo de
los cuales \'agan, 5*a riacluielos mansos que
cubren de flores los márgenes, ya torrentes impe
tuosos que munuuran destemplados.
Admirable desarrollo
de los sentidos en los indios.
Insensiblemente la contemplación de
bellezas lleva a pens;ir en Dios, autor
creación y de quien toda hermosura es
reflejo, y el corazón se siente inclinado
estas
de la
débil
a tri
butarle sú acción de gracias. Poco a poco, sin
embargo, vamos interrumpiendo este coloquio
amoroso con nuestro Padre celeste para ver si,
a imitación de nuestros bororos, que obsen’^aban
en la tierra y en la hierba, dábamos con d
rastro de los caíamos, objeto de nuestro viaje
y fatigas! ¡Qué perfección de sentidos la de estos
indios! Poseen una vista de lince, con un oído
agudísimo, capaz de percibir el menor ruido a
grandes distancias. No digamos nada de su
instinto de orientación que hace inútil en su
compañía el uso de la brújula. En cuanto a
seguir y distinguir un rastro a través de la selva,
no hay quien les aventaje. Yo, por ejemplo, no
sé diferenciar en la hierba el rastro de anta,
cuadrúpedo del Brasil, del de un ser humano, y
extrañado de la exactitud con que ellos lo cla ificaban pregunté en que podían conocer que
aquel que examinaban era rastro de anta. Jíe
respondieron que principalmente por el andar
incierto del animal. Curioso con la respuesta,
observé con atención y vi, en efecto, que con
forme a sus indicaciones el rastro tenía muchas
vueltas, como de uno que pierde el camino,
aunque las pisadas, como eran sobre la hierba
crecida, sólo u ^ práctico las podía distinguir.
Mientras nosotros seguíamos en busca de
algo que nos hablara del paso de los catamos,
nuestro Perigo, un perro muy cazador, iba tras
la huella de algún animalito, trayéndonos de
cuando en vez su caza, motivo por el que era
de todos halagado e hizo que de él se dijera que
no era posible con su compañía morirse de
hambre en la selva.
Perdidos en la espesura.
Absortos en estas atenciones no nos cuidamos
de mirar al horizonte, perdiendo por lo misir.o
todos de vista la meta. Por otra parte, esto
es extraño en medio de bosques espesísimos, de
selva virgen en que no hay ni un mal sender-^
¿Qué hacer en semejante laberinto y sin brú
jula? Si hubiéramos ido los misioneros sólos c-¡.
algo peligroso y difícil, pero no con nuestri guías. Sin tiempo para preguntarles, ya vimral más joven trepar como un gato a la copa •
un árbol y, en menos que canta un gallo, oycuatro preguntas del capitán, hete aquí ya •improvisada brújula marcando exacto el rumt
hacia el NO.
Cuanto más nos acercábamos al Río j-'
Mortcs más encantador era el paisaje. Atrave
samos trechos de palmeras y frondosos árbolescuyo encantador conjunto daba el aspecto
otros tantos jardines, disfrutando en su intenor
de un aire tan fresco y perfumado que bacía
olvddar por momentos que nos hallábamos cb
143
U zona tórrida. Otros, en cambio, tan espesos
y llenos de espinos y abrojos, que no nos per
mitían dar un paso, teniendo que ir el sirviente
y los bororos delante- abriendo paso con enormes
cnchillos. Verdaderos laberintos, por donde solo
se puede aventurar el misionero con la guía
práctica de los indios o la cierta dirección de la
brújula. Por fin, al cabo de dos fatigosas, aunque
amenas jomadas, llegamos al Rio das Martes,
a la vera del cual pasamos tres días agradables en
cuanto que viajamos casi siempre bajo sombra,
y gracias a la Divina Providencia no nos faltó
caza y pesca en abundancia para la vida diaria,
y aun para secar y llevar como recuerdo a los
hermanos que habían quedado en la colonia.
pescados de medio metro de largo, por lo menos.
Otro no menos grande mató también nuestro
Director de un tiro de fusil-niauscr, zambu
lléndose acto seguido en el río nuestro sir\riente
para quitárselo a la corriente. Así todos fuimos
pescadores; yo mismo que en mi vida había
pescado uno, aquella tarde pude sacar dos, que
aunque pequeños no arrojamos al río como el
pescador del cuento.
De postre se sirvió un pedazo de médula de
palmera, y tenniuó la fiesta regalando a nuestro
buen Director, como símbolo de filial afecto, un
manojo de lindas flores parásitas.
Onomástico del Padre Director
en la fíoresta.
La noche de la fiesta transcurrió tan tran
quila como el día, sin pensar ni por asomo en la
posibilidad de un inesperado ataque, sobre todo
nocturno, de los citados salvajes o de las fieras.
Procuramos hallar, aunque sin éxito, el lugar
por donde los Caíamos atraviesan el río. Vimos,
eso sí, árboles seculares suficientemente gruesos,
con los cuales se pueden construir una o más
canoas para atravesarlo nosotros, pues según
comprobamos no se puede vadear. Sobre ser
bastante impetuoso y profundo, en algunos
puntos mide más de 200 metros de anchura.
Una vez cumplido con el fin que nos había
mos propuesto, decidimos volver a nuestra
residencia siguiendo otro derrotero.
A i dejar aquellos solitarios parajes, donde
con el tiempo pueden explotarse grandes ri
quezas y vivir millares de habitantes, dimos
fuego a los matorrales y arbustos que más im
pidieron nuestra travesía, con el propósito de
encontrar más expedito el camino cuando, con
la ayuda de Dios, se pueda dar un paso más
adelante.
Nuestra vuelta no estuvo exenta tampoco de
alguna aventura. Atravesando un lugar panta
noso, oímos improvisamente un sordo rumor
como de im cuerpo pesado que cae. ¿Qué había
sucedido? Giramos la vista atrás y vimos a uno
de nuestros bcroros que, junto con el caballo,
habían rodado fwr el fago. Poco más adelante
y cuando tranquilos y charlando seguíamos
nuestra ruta, en un claro bastante extenso
cruza ante nosotros y a todo correr una manada
de jab^'es. Verlos nuestros bororos y encenderse
en sus venas la sangre indígena con todos sus
instintos, todo fué uno. Saltando de los caballos
los abandonan y se lanzan con furia en perse
cución de los jabalíes, que se internan en la
stíva, con ánimo de cazar alguno, pues su carne
es exquisita. Entre tanto nosotros tuvimos que
sudar tinta para detener a los caballos que,
espantados, forcejeaban por huir. Uno de ellos
Uno de estos días de excursión era el del ono
mástico de nuestro amado Director, a quien
quisimos festejar y para lo cual se nos concedió
que fuera de asueto, aprovechándolo nosotros
para la caza y la pesca.
Apenas desayunados, dejamos al sirviente el
cuidado del fuego y del arroz, y tomando distiiitas direcciones, fuimos todos, misioneros y
bororos en busca de algo que acompañara al
blanco arroz. Y o con el Padre E. Lutte me
dirigí a una laguna próxima para ver si cazá
bamos algún pato. Los había, y al certero dis
paro del P. Enrique, cayó uno medio muerto,
pero con tan poca fortuna, que medio volando
ie fué a parar al centro de la laguna. No estaba
con nosotros « Perigo » el perro fiel y cazador,
y casi dimos por perdida la caza. ¿Pero cómo
resignarse en día de fiesta a comer sólo un poco
de arroz cocido con sal? ¿No podría yo ahora
aprovecharme de las enseñanzas de natación
recibidas de los indios? Y a lo creo; pero me
detenía el pensamiento de que la « Sucury $,
especie de boa que vive en el agua, podía
tragarme entero y con poca probabilidad de
volver como Jonás a la orilla...
Fuera miedos, hoy es preciso agasajar al
amado Padre, comer pato... y me lancé sin más
agua con zapatos y a medio vestir. Cuando
ya casi estaba para darle alcance, aun me
asaltó la idea de si tendría que desistir de mi
empresa, pues la profundidad era cada vez
rsayor y la hierba que en pos de mi arrastraba
imposibilitaba para hacer más esfuerzo.
La necesidad, sin embargo, aguza el ingenio,
t í qne pensé servirme de la hierba que me estorbába, como de balsa, y con un último empuje
y casi flotando logré atrapar la codiciada presa.
Camino del rancho, aun cazamos otro. Los
•^roros a su vez, voUrieron con sendos y gruesos
De ret/reso.
— 144 —
lo logró, y no pudimos alcanzarlo hasta que
A través de la
volvieron los cazadores con un jabalí bien
cebado.
Patagonia Septentrional.
Sin otra cosa digna de mención llegamos a
nuestra residencia. Con ésta y las anteriores
(Relación dd misionero salesiano D. Luis Cendo
excursiones del P. Colbachini, nuestra Misión
al Rdo. D. Felipe Rinaldi).
lleva ya realizada una grande y meritoria labor,
explorando una extensión de más de lo.ooo
Bahía Blanca, si noviembre de 1934.
kilónetros cuadrados y cerciorándose a la vez, de
Muy Rdo. Padre Rinaldi:
que toda aquella región hasta el Rio das Morles
no está habitada por los temibles Caíamos.
■ Y a que en esta República ha comenzado la
Deseo de los Superiores de esta Misión es de celebración del Cincuentenario de las Misiones
ir cuanto antes a ganar para Cristo y la civili de la Patagonia con los grandes festejos e impo
zación esas infelices almas que se hallan sumidas nentes Congresos de Buenos Aires, yo creo que
en la ignorancia, pero la empresa es muy di le procuraré a V. y a los buenos Cooperadores
fícil. Para ella carecemos de medios y de per una satisfacción con la breve reseña de una Mi
sonal. Dejando a un lado los peligros de la vida
sión que he podido dar entre lós indios del
a que generosamente se expone el misionero Neuquén, esparcidos por los valles de la Cordi
en los comienzos de mía misión de esto género,
llera de los Andes, no muy lejanos de nuestra
pues no le arredra la muerte a quien consagra residencia de Junín de los Andes.
su vida.al Señor, hay que pensar en proveer de
la indispensable ropa y en cierto modo hasta
En la tribu de Paiaefílú,
Una arenga
de la alimentación, primero para ganar y después
del
cacique.
para conservar adictos a centenares y quien
sabe si a millares de indios, porque no se conoce
Nuestra primera visita fué para la tribu del
el número, completamente salvajes, que ni
cacique Mariano Painefilú que habita las riberas
quieren trabajar ni saber de civilización.
del río Malleu.
Nuestra santa Religión no la aman, porque
Componen la tribu 29 familias con unas 215
los pobrecitos no la conocen ni hasta el pre personas, esparcidas en una extensión de 180
sente parece que hallaron almas generosas y
Kni^. Sólo con dos días de antelación pude co
sacrificadas, que quisieran o pudiesen enseñár municarles nuestra visita; y, a pesar de eso, a
sela. Hago mías en este punto, porque vienen
nuestra llegada ya se habían reunido unas So
al caso, algunas frases de: S. Pedro Claven
personas. Era el tiempo del esquileo de las
« No puedo expresar el dolor que siente mi co ovejas, y los indios no acostumbran a inte
razón al pensar que Dios es desconocido de
rrumpir fácilmente su trabajo.
tantos pueblos los cuales perecen porque no
E l recibimiento no podía ser más cordial,
hay quien les lleve la luz del Evangelio. Donde
pues los agasajos comenzaron y a antes de llegar
hay poca mies se ven tantos obreros sin trabajo,
a la residencia del cacique. Buen número de
mientras en otras regiones vastísimas los ope indios salieron a nuestro encuentro cuando aun
rarios son escasísimos, líl amor divino parece estábamos a gran distancia, y en el trayecto se
no sea mayor que la sed de oro que induce a fueron uniendo otros a la comitiva, formando
tantos hombres a surcar los m ares». Y en efecto,
una verdadera escolta de honor.
aquí vienen individuos de todas las nacionali
Una vez en la aldea, les hice una breve ins
dades en busca de oro y de diamantes, expuestos
trucción celebrando a continuación la santa
a los mismos peligros y penalidades que los Misa, a cuyo final repartí a cada uno la medalla
misioneroso y tal vez mayores, con el único fin de María Auxiliadora, y una bonita estampa
de hallar una efímera fortuna muclias veces
por familia para que colocasen en el lugar i.e
incierta.
preferencia de sus casas a nuestra celeste PaY o desearía decir a los que sienten en su trona. He dicho lugar de preferencia, para
corazón la vocación misionera que no titubeen
indicar un lugar un poco elevado donde no
un instante en abrazar de corazón una obra que puedan llegar las manos de los niños, pues no
es la más grande y meritoria, y vengan cuanto
cabe puesto de honor en chozas sin puertas m
antes a Siilvar tantas almas que se pierden, a ventanas.
fin de que les aprov-eche y valga la sangre que
Al caer de la tarde, y cuando j'a nosotros
por ellas derramó tan generosamente el Divino con gran consolación de nuestras almas habíamos
Salvador.
administrado el santo bautismo a 34 niños,
F r a n c is c o M. F e r n .\n d e z .
gente se disponía a volver a sus hogares, cuando
he aquí que el cacique monta sobre un cabaDo
Catequista Misionero Saksiano
—
— 145 —
blanco, y estando escoltado por sus dos hijos
dirige la palabra a los reunidos en estos tér
minos:
«No os déis prisa por volver a vuestras casas;
será mejor que acompañéis a los misioneros
hasta donde os sea posible. EUos son ministros
de Dios y rezan para que nos bendiga a nosotros
y a nuestros hijos; para que nos conceda cosecha
abundante; para que aleje de nosotros las enfer
medades y nos emrie la lluvia en la oportunidad...
Los misioneros nos quieren mucho y nos ayudan
siempre. Nosotros somos ignorantes y ellos nos
protegen para qué no abusen de nosotros. Este
J u n In
d e los
A n d e s . — C o lo n ja
oisionero fué el que en el mayo pasado me acompañó al Sr. Ministro de Agricultura para deícader nuestros derechos contra los que querían
a b a ta m o s 3.000 hectáreas de terreno. Fué
íste mismo misionero el que habló al Presidente
la República en nuestro favor y dijo al Mi^iistro que ninguno tiene derecho a entrometerse
w la tribu, y el Ministro ordenó telegráfica^^te al Gobernador para que mandara a
r^seo al intruso que todoé conocéis. Como éste
bsbajan mudio por nosotros los misioneros de
Junin, y yo tengo el encargo de deciros: — Man
cad aUí a vuestros hijos, porque serán bien recien el Colegio Salesiano; y vuestras hijas,
«i-a vez, al Colegio de las Hijas de María Auxi*^dora. Allí los vestirán bien, los alimentarán
- 1» educarán mejor; y luego que estén inssabrán defender nuestros intereses,
ninguno se aleje sin saludar a los misioneros
y agradecerles de corazón cuanto han hecho
por nosotros ».
Terminado el-patético discurso, todos vinie
ron a demostramos su profunda gratitud, como
había aconsejado el cacique, y luego fueron,
poco a poco, dispersándose hacia sus casas.
Entonces el P. Bonacina y yo montamos a
caballo y emprendimos la marcha hacia el /l//o
M alien.
En la región superior de este río topamos
con una veintena de familias sumando en junto
unas 115 personas, las cuales solicitaron tam
bién con instancia la protección del misionero.
de la
M is ió n . — L a
r e s id e n c ia .
Camino del lago fíuechú Lafquén.
En
Piedra Mala,
Poco después de nuestro regreso a la resi
dencia de Junin de los Andes, yo emprendí el
viaje solo hacia el lago Huechú Lajquén. Me
servía de guía el indígena Yaituqueo (Juan, An
tonio, Noé) el cual, conociendo bien la lengua
castellana, me podía servir de intérprete con
los araucanos. Tras no poco fatigosa caminata
por senderos tortuosos y difíciles, llegamos al
grandioso lago, cuya longitud no baja de 50 Km.
de largo, por 10 Km. de ancho y con profun
didades de hasta más de 200 metros. ¡Yo no
había visto maravilla semejante en mi vida!
A la orilla derecha de este romántico lago, de
espléndidos panoramas, tuve la suerte de hallar
y catequizar otras veinte familias, indígenas
casi en su totalidad.
— 1^6 —
K1 primer día del año celebré la santa Misa presentó a las autoridades y al pueblo y, al día
en casa de un querido Cooperador nuestro, el siguiente, me llevó en im vaporcito a recorrer
Sr. Pedro Novaa, durante la cual di cinco comu el Lago Lacar que tiene más de 35 Km. de lon
niones. De frente a nosotros teníamos el Lanin, gitud, con una profundidad espantosa.
A la orilla derecha del lago vive la tribu de
volcán apagado, a la altura de 3.000 metros,
dominando bosques seculares: de maderas riquí Curruhinca, que cuenta con 35 familias y unas
simas, surcados por arroyos de aguas cristalinas 280 personas. Visitamos a aquella pobre gente,
y todos oyeron con devoción la santa Misa, la
y con no pocos manantiales de aguas termales y
minerales; |un verdadero encanto de bellezas primera que se celebraba en aquella floresta.
Durante nuestra permanencia administramos
naturales!
El día siguiente la Misa la dije en casa de mi 18 bautismos y 25 confirmaciones. También
compañero de viaje, donde se reunieron unas aquí nos trataron con mucho miramiento y
treinta personas que la oyeron con gran devoción. respeto, agradeciéndonos la visita y alabando
Yaituqueo comulgó en ella; su mujer no pudo, a Dios que les había concedido tan gran
porque se había desmayado a causa del ayuno. favor.
A l enterarse el valiente cacique de que yo
Conviene tener en cuenta que eran las i i y 30
tenía
deseos de llegarme hasta el lago Nahuelde la mañana cuando llegamos a su cabaña.
También aquí di una medalla a cada uno, y Huapi para visitar todas las cabañas disemi
una estampa de María Auxiliadora a cada fa nadas por el camino, me acompañó hasta San
í^lartín y se me ofreció de guía.
milia.
'
Como en la Cordillera no hay caminos, es
Seguimos después orilla adelante del lago, y
en el lugar llamado Piedra Mala encontré 23 fa necesario conocer bien los vados de los ríos que
milias, con un total de 240 personas, las cuales hay que atrevesar; de ahí el que no se pueda
me aseguraron que jamás había llegado aUí uno aventurar sin la compañía de algún guía
el misionero. Buena prueba de ello el que tuve práctico.
Cuando llegamos a S. Martín, no^ encontra
que bautizar a muchos niños de algunas fa
mos con un grupo de estudiantes de universidad,
milias.
venidos de Buenos Aires, quienes, después de
haberse doctorado unos en medicina, otros en
En S. Martin de ios Andes. — La tribu
leyes, etc., deseaban recorrer aquella región
pintoresca. Enterados de que para tales excur
de Curruhinca.
siones no había otro más práctico que CurruVuelto de nuevo a Junín de los Andes, luego hinca, se dirigieron a él para contratarle.
que descansamos un poco e hicimos provisión
tué pequeña su extrañeza cuando oyeron de
de algunas cosas, partí de mievo con mi amigo labios del cacique que no podía servirles, porque
Yaituqueo. Costeando el río Chimchuin, pasamos había dado palabra al misionero de acompa
a caballo dos de sus afluentes; el Cornié y el ñarle y él no estaba dispuesto a faltar a ella.
Qnilquihue, e internándonos cada vez más en Entonces vinieron a mi, y yo de buena gana les
los Andes, después de nueve horas largas de hubiera complacido, y a que también ellos desea
camino llegamos al poético pueblecillo de ban ir al lago Nahuel-Huapi, y en este caso
S. Martin de los Andes, asentado a orillas éramos compañeros de viaje; pero a mi no me
del lago Lacar y al pie de altísimas montañas, era posible demorar la salida por algunos días
cubiertas de selva \drgen por la que corren como ellos intentaban. No queriendo variar
cientos de arroyuelos de aguas cristalinas que el plan de su itinerario, volvieron de nuevo . •
a menudo, forman vistosas cascadas. Rn tiempo cacique procurando ganárselo con una buena
no lejano, yo creo que esto será meta de tu suma de dinero. ¡Inútilmente! Curruhnci que
ristas, pues no tiene nada que envidiar en ría demasiado al misionero para abandonarle
su belleza a los espléndidos panoramas de
por unas monedas.
Suiza y Saboya.
S. iíartfn de los Andes es la residencia pre
S. Carlos
dilecta de nuestro intrépido hermano, Rdo. Don En el lago de Nahuel liaapi.
Zacarías Genghini, tan apreciado y querido
de Bariloche.
por todos, el cual, a fuerza de sacrificios, ha
Descansados ya, saludé al querido Padre
logrado edificar una pequeña iglesia parroquial
Genghini
y demás amigos de S. Martín, y aconict>n la casa aneja que sir\*e de residencia a los
pañado
de
mi cristiano y buen cacique, n®
misioneros También ha obtenido del Gobierno
un terreno espacioso para las Hijas de María ¡jusiiuos en marcha, bajo la protección de
.Auxiliadora ¡Con qué cariño y transporte de Santos Angeles de la Guarda. El viaje hacia o
a.egria nos recibió este querido hermano! Me lago Nahuel-Huapí, distante de S. Martín m»
—
— 147 —
de 200 Km., a través de selva virgen y por los
vericuetos de los Andes, en contLauo subir y
bajar por senderos imposibles, es verdadera
mente fatigoso y difícil. Vadeamos varios ríos
peligrosos, como el Meliquina, el Cáleuju y el
Traful, siempre a caballo y, gracias a Dios, sin
percance alguno.
De este modo pude durante el trayecto visitar a tantos pobres indios, esparcidos por
aquella región, animándoles a conser\mrse en
la vida cristiana, al par que bendecía sus fami
lias, tierras y ganados.
Entre tanto, mi buen Curruhinca pensaba en
todo, prodigándome cuidados y atenciones de
S.
M a r t í n d e l o s A n d e s , j u n t o a l l a g o L a g a r í P a t a g o n i a ),
padre. El me proveía la comida, que se hacía
dar de sus amigos y conocidos, y a la noche me
preparaba la cama con dos gruesas mantas de
las que tejen los mismos indios, a las que yo
ponía por cabecera la silla del caballo.
Después de cuatro días de viaje duro y con
tinuado, llegamos por fin a dar vista al Nahuelel mayor lago de la Patagonia. Es*senoUamente un pequeño mar, de gran profunditiÁd. Se extiende entre la cordillera de los Andes,
Qrcuído de im marco de vegetación exuberante,
^ uno de los más hermosos rincones de la Ar
gentina. Por la extraordinaria belleza del pano
rama y lo benigno del clima, está llamado a
'oier un hermoso porvenir.
En estos lugares es donde, hace ello unos dos^eníos años, los indios martirizaron bárbarapK-nte a los misioneros jesuítas que se habían
iríteraado desde Chile hasta el lago, llevados (te
celo por la salvación de las almas. Sobre la
.L
tierra consagrada con la sangre de aquelos
mártires, se alza hoy el pintoresco pueblecülo,
con 2.000 habitantes, llamado S. Carlos de Ihiriloche. E n medio del pueblo se halla la ñorcciente misión de S. Carlos Borromeo con la pa
rroquia de la Inmaculada y el hospital de San
Luís.
El director y demás personal me reciljiieron
con toda suerte de agasajos, usando conmigo
la caridad más exquisita. También el buen ca
cique Curruhinca se detuvo dos días, en los
cuales no dejó de hacer la comunión. Como sabe
leer un poco, me pidió una historia sagrada en
cuya lectura pasó absorto más de tres horas.
y antes de partir me rogó le procurase otros
ejemplares , pues desea que los lean y en ellos
aprendan sus hijos y toda su tribu.
Pcxx) después me alejaba también yo de
aquellos buenos hermanos, y, atravesando las
tierras del N^uguén y del Río Ne(>ro, llegué fe
lizmente a Banía Blanca, agradeciendo al Señor
y a María Auxiliadora las (xjnsoladones que me
habían proporcúonado en mí correría aposlcSlica.
Dígnese V., amado Padre Rínaidi, bendecir
nuestras Misiones de la Patagonia, escasa de
misioneros que puedan cruzarla en todas sus
direcciones, llevando a todas las tribus y ho
gares la buena semilla de la palabra evangélica.
Bendiga también a estos florecientes colegios
de Bahía Blanca y al que se profesa
hijo devollsimo
L u is C en c ío Pbro.
-
148 -
Orfanotrofio Salesiano
de Ho-Si en China.
[Continúa la relación del misionero Rdo. Don
Carlos Braga).
II.
Más de cien nuevos catecúm enos.
Una vez en el patio, y mientras muciios daban
la enhorabuena a los elegidos, congratulándose
con ellos, yo me acerqué a uno de los que se
mostraban más cariacontecidos, y le pregunté:
— ¿Qué te pasa, hombre, por qué estás triste?
Y rompiendo a llorar, me dice:
— Por que tu no quieres bautizarnos. Tam
bién nosotros somos de rii escuela. Y o creo en
Dios, no hago supersticiones, sé todo el cate
cismo, canto todas las oraciones y no he faltado
nunca a la explicación de la doctrina. ¡Si no nos
bautizas, es señal d(> que no nos quieres!...
Y se marchó llorando a todo trapo.
Confieso ingenuamente que aquellas hermosas
palabras 5' dulces lágrimas me conmovieron pro
fundamente, al par que me llenaban de consuelo,
pues me demostraban bien a las claras que no
había trabajado inútilmente; que la semilla
había caído en tierra fecunda y comenzaba a
brotar lozana y vigorosa, prometiendo para
dentro de poco hermosa cosecha.
Mi ilnico afán era el de hacerlos cristianos,
y a este fin iban encaminados todos mis esfuerzos
y oraciones; pero nunca hubiera creído ser co
rrespondido tan pronto. Veía sí todas las ma
ñanas a los alumnos externos asistir a la santa
Misa, rezar las oraciones en común y luego hacer
ellos solos algunas visitas a la iglesia: eran los
pajes de María Auxiliadora que se encargaban
de adornar con flores su altar; pero creí que su
piedad era fruto más bien del ambiente que 110
do madura reflexión, que no provenía de la
íntima persuasión de la mente y del calor verda
dero del corazón.
l'n a dificultad no pequeña, se oponía a la
realización de los deseos de estos buenos niños.
Kn sus casas y habitaciones todavía no se ha
bían destmido los ídolos; no se habían abando
nado las sitpersticiones y temíamos que, pe
queños aun y solos, debiendo presenciar tantos
ritos y ceremonias paganas, llegaran a naufragar
en la fe o la contaminaran con creencias no
santas.
A la mañana siguiente los hallé reunidos en
un corrillo, pero sin la alegría expansiva acos
tumbrada. Me acerqué a ellos y les conté algún
chascarrillo para excitar la hilaridad, pero la
risa era forzada y moría sin cuajar en sus labios,
prueba inequívoca que no interesaba el corazón,
lo cual no acontece cuando los niños están con
tentos.
— Tengo una buena noticia que daros, les
dije entre serio y risueño.
— ¿Cual es, cual es? ,
— Que pienso bautizaros.
No había terminado la frase, cuando ya me
habían rodeado, saltando y dando gritos de al^
gría, diciéndome mil ternezas, al par que algu
nos echaban a correr para comunicar a los amigos
la alegre nueva.
— ¡Man, man! (despacio, despacio): yo os
bautizaré; pero antes necesito que me obtengáis
una gracia de la Virgen, de la cual depende
vuestro bautismo.
— Dinos de qué se trata; somos varios y si
necesitas más gracias, una por cada uno, las
obtendremos todas... ¿Qué gracia es ella?
— Por ahora no os la puedo decir; basta que
sepáis que os interesa a vosotros, a vuestras
famihas y a todo el pueblo de Ho-Si.
Y la gracia que esperaba alcanzar de María
Auxiliadora, era la siguiente: que el día de su
fiesta, después de haberla proclamado reina de
nuestros corazones y auxilio de los cristianos:
de aclamarla vencedora de la herejía y triun
fadora del error, pudiéramos colocar su vene
randa imagen en el lugar que fraudulosamente
ocupaban ídolos grotescos, declarándola tam
bién Reina y Patrona de nuestro pueblo.
No creí oportuno explicar la cosa a aquellos
buenos hijitos, porque temía, y con fundamento,
que entusiasmados y convencidos de su fe.
aprovechando una ocasión propicia despojaran
los altares de las tabletas de sus abuelos, com
prometiendo con un acto de celo indiscreto el
fermento de convicción que se estaba realizando.
En efecto, eran ellos los que me habían traído
los ídolos de la pagoda para hacer fuego, los
que en uno de los paseos por las afueras del
poblado sacaron de otra pagoda unos feos ma
marrachos y los arrojaron a un estanque gntando: — Phu-sat, hao sei sin: que quiere dedr
Tomad un baño, señores ídolos.
Mi recomendación, por tanto, fué de que redo
blaran el fervor en las oraciones y evitaran ea
absoluto el pecado. Después tuve ocasión de
llamarles uno a uno y razonar largamente eos
ellos, sondeando sus sentimientos y propósito»,
para mejor dirigirlos, entusiasmarlos y preps*
rarles para ser los apóstoles, los catequistas T
salvadores de sus familias. L a respuesta q *
casi todos me daban era ésta: — Si el padre y
la madre quieren irse ai infierno, nosotros
remos ir al cielo. — A lo qüe yo les añadía: —
queridos amiguitos, no estaríais bien solos en ^
— 1^9 —
paraíso; debéis procurar que vaya toda la fa
milia, es necesario que trasplantéis vuestra casa
al cielo.
— Pero ¿y si ellos no quieren? — insistían con
acento doloroso.
— Pues vosotros debéis industriaros para que
lo quieran.
— ¿Y cómo, y cómo? — preguntaban con
ansia, abriendo desmesuradamente sus negros
ojos.
— Ante todo rezando al Señor, invocando al
Espíritu Santo, suplicando a María Auxiliadora
que convierta a vuestros queridos padres.
desvaneció todo temor y los ánimos recobraron
la calma. Nuestros protegidos abandonaron la
residencia del misionero para irse a sus casas, si
bien dejaron todavía bajo nuestra custodia sus
cosas. Mientras partían, yo les recomendaba
vivamente que no se olvidaran de las promesas
que habían hecho a la Virgen, y que vinieran
todos el día de su fiesta para mostrarle su gra
titud. iQué buena es María Auxiliadora! con
la paz llegada tan a tiempo, confirmó la con
fianza de todos.
líl 24 de mayo hicimos un poco de fiesta en
nuestra capilla, y no obstante ser día laborable
L o k C h o n g (C h in a ). — V i s t a
Hice, además, que a las oraciones fervorosas
de los interesados, unieran las suyas los joveneitos cristianos; era un consuelo el ver como ha
cían dulce violencia al Cielo para obtener la
gracia suspirada.
Fuera de nuestro recinto la guerra se ensa
caba cruel, por lo cual el temor del mañana
acongojaba todos los corazones, y entre tanto
nosotros declarábamos también la guerra en
nuestra casa y movilizábamos nuestras fuerzas,
pero no para humillar a enemigos y conquistar
territorios, sino para ganar corazones, iluminar
las intehgencias y mover las voluntades de tant<»
pobres paganos.
H 22 de mayo, la guerra fratricida que por
herios años está arrumando xma de las más ricas
provincias de la vasta China, cambia ímprovi^^ente de aspecto. Un poderoso ejército parhdano del sabio Sun-Jat-Sen, quien lo pagaba,
■■cla noche a la mañana muda parecer y se une
=las banderas de su antagonista Cin-Ku^n-Min.
“ Poras corrió la noticia, inmediatamente se
genbral.
y tiemiK) de trabajos inaplazables, muchos
vinieron a unir a nuestras alabanzas a la Virgen
sus oraciones. Caía la tarde y, a decir verdad,
j’o no estaba del todo satisfecho; me parecía
que faltaba algo, que la fiesta debía coronarse
con una manifestación de la potencia y de la
misericordia de María.
Hacía unos momentos que había salido de
una visita a Jesús Sacramentado con todos los
niños y les preparaba para una partida al marro,
cuando veo adelantarse por la puerta principal
y con paso ligero, a tres cristianos y un muchacho
externo, revelando en todos sus movimientos y
en la sonrisa que en vano procuraban ocultar,
una alegría intensa. Se abren paso por entre la
turba juguetona y, después de una rápida genu
flexión y reverencia, me besan con mil zalame
rías las manos y me tiran de los vestidos, a la
vez que me dicen con voz alterada:
— ¡Padre, buenas noticias, grande aconteci
miento! — y reían socarronamente, guiñando
los ojos a la usanza china. Que se tratara de
— 15°
algo importante, me di cuenta en seguida;
porque vestían como en las grandes fiestas, con
sombrero a la europea, cosa que el campesino
chino solo hace el día de año nuevo o cuando se
casa.
hes conduje a un saloncito que sirve de locu
torio, despacho, enfermería, escuela y otros
varios menesteres, y, haciéndoles sentar, les
ofrecí la tacita de té, de rúbrica.
— Padre, comenzó el uno, con largo suspiro,
mientras los otros con la cabeza baja esperaban
terminara su peroración para sorprender des
pués en mis ojos la impresión que me causaba,
y gritar, según costumbre:« ¡hao, hao! »
— Padre, hemos venido nosotros, los más
haraposos, pobres infelices, nosotros los inútiles,
hombres ignorantes, inurbanos, que carecemos
de méritos, que somos malos cristianos, grandes
pecadores, nosotros que continuamente te damos
la tabarra y somos indignos de estar en tu pre
sencia — toda una letanía de humildad china
(no siempre farisaica), que hubiera continuado
largo rato en el mismo tono, si el muchacho, a
pesar de una mirada furibunda del primer inter
locutor, no se desahogara de un golpe en la
siguiente forma:
— Padre, hemos venido a rogarte que nos
acompañes — y aquí se unieron envidiosas a la
voz del muchadio las de los otros tres: — hemos
venido para que tú destruyas nuestros ídolos y
las supersticiones de nuestras casas.
La comisión estaba cumplida. Sus ojos que
hasta entonces los habían tenido estudiada
mente fijos en el suelo, se clavaron inquiridores
sobre los míos, y como vieran reflejarse en ellos
la alegría, empezaron a batir palmas y ensartar
una serie de palabras halagadoras, hasta el pim'.o
(jue los niños que me esperaban impacientes para
continuar el juego, empezaron a aplaudir con
ellos y atronaban el patio con vivas estentóreos,
alegría y aplausos que se multiplicaron cuando
les comuniqué la interesante noticia: — Harenuís otra fogata de ídolos; contamos con más
de cien nuevos catecúmenos. — Como movidos
por una inspiración, todos se dirigieron a la
capilla a dar gracias a Jlaría Auxiliadora.
Mientras los niños se entretenían con la Virgen,
yo .quise que determinaran y pusieran bien en
claro las cosas; por eso, tomando un aire de seliedad, entre indiferente e incrédulo, fingida
mente se entiende, les puse la mar de dificuldades.
Kilos, sin embargo, me daban mil seguridades,
hacían mil protestas de fidelidad y daban aclarviciones.
— Temo que todo se reduzca a fuego de
pajas. Y que \niestro entusiasmo sea cosa de mo
mento, que pronto se disipará como el humo.
Me parece que todo esto es interesado, que entra
en ello el temor a los soldados y la esperanza
de protección por parte del misionero. Recordad
que hace dos años me hicistéis las mismas pro
mesas y no habéis mantenido la palabra. Es
necesario que penséis seriamente en los deberes
que impone el bautismo, la práctica de la fe.
A estas observaciones un poco durillas, ba
jaron la cabeza, y reconociendo haber faltado,
prometieroni enérgicamente la enmienda.
— Y después de todo, continué ¿quién sois
vosotros? ¿qué pintáis vosotros tres? ¿en nombre
de quién venís? ¿con qué autoridad habláis?
¿piensan, acaso, lo mismo los ancianos de vues
tras casas? ¿están todos de acuerdo? ¿es cierto
que quieren destruir sus ídolos? ¿están con
formes vuestros parientes en que se quemen los
altares de sus antepasados? Porque yo sé posi
tivamente que, al menos tres familias, son con
trarias abiertamente, y que han proferido frases
que encierran una amenaza. Con el Señor no
se juega, (Queridos míos. No quisiera que entro
nizada María Auxiliadora en vuestras casas
como Reina y Señora de las mismas, llegando
vuestros parientes para las ceremonias y supers
ticiones de primero de año, se permitieran in
sultar o profanar a la Madre de Dios.
Estas últimas consideraciones produjeron el
efecto de una ducha de agua fría.
— Es verdad, es verdad, murmuraban asus
tados. Es cierto que algunos de nuestros pa
rientes no están de acuerdo con nuestros propó
sitos, que son contrarios abiertamente... — V
bajaron la cabeza tristes y pensativos.
Les dejé que reflexionaran un poco; después
les consolé, animándoles con palabras de espe
ranza; — ¡Hombres de poca fe, qué pronto os
acobardáis! ¿Quién es el dueño de los corazones?
¿Quién es el que puede cambiar las ideas y
mudar la voluntad de los hombres?... ¿Acaso
yo? ¿Vosotros, tal vez?... T ’ien Chu!... ¡Sin Mu!..(¡el Señor! ¡la Virgen!). Animo y manos a la
obra; rezad, hablad, convenced a vuestra gente,
y lo demás corre de cuenta de María Auxihadora;
ella hará lo que nosotros no sepamos ni pódame^
Pero antes de daros una p.alabra definitiN'a.
invitad a los jefes de familia a que vengan a
hablar conmigo: es con ellos con los que debo
combinar la cosa.
{ConiintMrá).
C ar lo s B r a g a Pbro.
Misionero Salesiano.
Í5
E l modelo que dehe imitar todo crisha
Jesucristo: nadie puede vanagloriarse de perte*
cerle, si no procura imitarle.
D. Bosco.
La B a s ílic a d e M a r ía A u x ilia d o r a e n T a r ín .
Valdocco era un barrio de 35.000 alma-gi y rio
tenía más que una iglesia.
Es el año 1S65 y va a surgir el monumento de
las misericordias de la Auxiliadora. D. Bosco habla
con Pío IX . quien aprobaba la obra y además, por
propia iniciativa, sin indicación alguna, le aconse
jaba dedicarla a María Auxiliadora. Desde 1863
D. Bosco pidió permiso al municipio y... no se lo
quisieron dar. E l insistió durante dos largos años,
y seria interesante publicar sus cartas y notas,
ün día se decidieron a escucharle.
— ¿Tiene V. medios para edificarla? — le pre
guntan con soma los concejales.
— Eso corre de mi cuenta. E l Exnio. Aymitamiento cuide de autorizar a Don Bosco y él se
encargará de lo restante.
^tonces surgió otra nueva dificultad. Y o no
acierto a comprender el prurito de alguna gente
de meterse en lo que no les va ni les viene. Pues
el Ayuntamiento le pregmita: ¿Y qué titulo le
pondrá V.?
— ¡María Auxiliadoral
Y por causa del título retiraron la aprobación
y el penniso: les pareció que « ¡¡no estaba en ar®onía con las ideas de los tiempos!! ». En vano
decía D. Bosco que el título era lo de menos,
‘¡••eeso incumbiría a la Curia, no al Ayimtamiento;
la Curia había dado su aprobación, y el Papa
rjsmo lo deseaba. A l fin tuvo que valerse de una
docente estratagema para arrancar el permiso,
’
de fundar ima iglesia sin título (por el
'"-«uemo¡. Sobre una superficie de 1.200 metros
'ladrados se trazó el plano y se colocó la primera
^*113 el 27 de Abril. E l 28 comenzaron los Ira¡IXm Bosco tenía... 40 céntimos!
f*rodig¡os y favores. — E l 9 de Junio de 1868,
^ decir tres años después, la consagraba solemne--cnte Mons. Ricardi, Arzobispo de Turín. Había
'tí'.ado algo más de un millón de liras.
'.Cómo se edificó? La' iglesia debía ser uno de
edebres santuarios del mimdo, y se edífiró
P^-:ue Dios le puso su Sclio divino, se edificó como
* ñ^.'ló la Sociedad Salesiana: por una no inte
rrumpida cadena de prodigios, precisamente
porque las ideas de los tiempos lo exigían.
E n los Archivos se conservan los registros. Allí
he comprobado que más de S50.000 liras han sido
ofrendas de personas que con ellas han manifes
tado su gratitud a María Auxiliadora: curaciones
de toda especie, pleitos y negocios ya perdidos, que
por intercesión de María Auxiliadora se arreglaron
favorablemente, inminentes desgracias alejadas,
gracias, en fin. y milagros; de modo que D. Bosco
pudo afirmar que * cada piedra del edificio es un
signo del poder y la bondad de María Auxiliadora ».
Coronación y privilegios. — E l Santuario crece
en importancia cada día. Debido a la multitud
de gracias que allí se obtienen, el inolvidable
León X I I I coronó solemnemente por medio de
su Legado la imagen milagrosa el 17 de Mayo de
1903 y íuó como el broche de oro con que cerró
las obras y trabajos que le inspiró su entrañable
amor a la Reina de los Cielos.
Innumerables son los privilegios con (jue los
tres Papas han enriquecido el Santuario. Aquí no
puedo hacer mención de ellos. Solo nombraré dos
que concedió Pío X como recuerdo de .su Ju
bileo: T®E l privilegio del Altar Gregoriano al Altar
mayor del Santuario con las mismas indulgencias
y privil^ ios que el altar de San Gregorio de Monte
Celio en Roma; 2® Quien confesado y couiulgado,
visite el Santuario y niegue en él según la intención
del Sumo Pontífice gana Indulgencia Plenaria
perpetua cotidiana todos los dias, cumpliendo las
dichas condiciones.
E l santuario de María Auxiliadora tiene muchos
atractivos X>ara el viajero: su Escolanía es de las
mejores de Italia; en las grandes solemnidades
pone hasta 200 voces perfectamente educadas,
y está cerca de la famosa casa del Cottolengo, hos
pital sai generis, que abriga más de nueve mil en
fermos y se sostiene con la caridad diaria.
Parte del Sello divino de que he hablado antes
son las innumerables gracias y favores que Alaría
Auxiliadora ixtncxde diariamente a sus devoto.s.
Para convencerse basta hojear cualquier número
del Boletín Salesiano, y eso que cada Boletín no
— 152 —
publica sino las de su nación o lengua, y se im
prime en 9 lenguass.
Por eso las medallas o imágenes de María A uxi
liadora se han propagado admirablemente x>or todo
el mundo. ¡Cuántas cosas podría yo contar aquí,
si el tiempo y el lugar lo consintieran!
¿Cuántos son los templos dedicados a María
Auxiliadora? Innumerables.
Archicofradia. — Como Congregación Mariana
existe la Archicofradia de María Auxiliadora, cuyo
domicilio principal está en Turín, pero tiene rami
ficaciones en todo el mundo.
iban alejando más y más el día de la curaciói.
me acordé de los muchos favores que he obtenido
de María Auxiliadora y puse a m i esposo bajo su
protección, comenzando ima novena. Tenninó
ésta el día de S. Frandsco de Sales. Cuando al día
siguiente descubrí yo misma la herida para apli
carle los medicamentos de costiunbre, \i que la
pierna estaba completamente sana y en el lugar de
la herida tan solo se v d a una dcatriz.
Agradecida a tan buena Madre, después de haber
cumplido mi promesa de dar ima pequeña oíena
a la iglesia de los Salesianos dé esta ciudad, ruego
se haga público mi agradecimiento, publicando la
gracia en el Boletín.
C a t a l in a B itbiax .
B arcei ,ONA {España). — Viéndome desde hacía
varios meses impedido para hacer la vida de comu
nidad, acudí a María Auxiliadora con varias no
venas. prometiéndole desde el principio publicar
la gracia en el Boletín Salesiano, y así pasó algún
tiempo sin que mejorase en nada; pero después he
comprendido haber sido esto disposición provi
dencial, pues que, sin cesar de rogarle, aunque mi
deseo y petición eran de curar sin acudir a remedios
extremos, no obstante haber tenido que usar de
ellos, la gracia se me ha concedido con grandes
frutos espirituales, que tal vez no hubiera obte
nido con la curación rápida.
Le quedo igualmente agradecido por otros
muchos favores, principahnente por la perseve
rancia en mi vocación sacerdotal, pues conozco
haber sido hasta ahora guiado por su mano bondadasísiina.
Encomiéndense todos a María Auxiliadora y
verán como pronto sentirán los efectos maternales
de su protección.
B. M.
PuivRTO C abra [España). — H ad a algimos años
fjue era vícüiiia de dolores nerviosos con agita
ciones violentas a la garganta y al corazón, acom
pañado todo de un miedo exagerado que aumentaba
do día a i día. E n este estado y considerando que
tenía un pequeño hijo huérfano, que si yo faltara
quedaría solo en el miuido, acudí a la Sma. Vii^en
Auxiliadora, pidididole me devolviera la salud, y
en caso de obtenerla, interesarme por introducir
su culto en el pueblo con la visita doinidliaria,
además de entregar mía limosna y publicar la
grada cu el Boletín Salesiano.
Comencé una novena y con ella aupezó la me
joría, continué coa otra y, a poco, desaparedó la
aifenucdad.
Agradecida cumplo mi promesa.
DOI.ORES F. N egrín
H uesca (España). — Hallándose mi esposo
molestado por una pertinaz herida que le impedía
ocuparse en los trabajos de su ofido, y viendo que
los ranedios del médico lejos de ser eficaces pareda
E s t e l l a (Nav. Esp.). — Hallándose enfermo mi
hijo José María y acercándose los exámenes del
sexto ciuso de Bachillerato que debía rendir,
recurrimos a María Auxiliadora haciéndole dos
novenas, y no sólo recobró la salud, sino que obtuvo
un brillante resultado en sus exámenes.
E n agradecimiento hago constar ese hecho y a
la vez remito una pequeña limosna para las Mi
siones Salesimias.
V icto rl \n o L acarsa ,
abogado.
P u n t a N in f a (Chuhut, Patagonia, Argentina).—
Gracias ¡oh María Auxiliadora! — ■' ¡Cómo agra
decer tantos beneficios como recibí de tu soberana
mano!
Hallábase m i hija Magdalena Sarasa de Suguía,
muy gravemente enfenna, con complicación de
cuatro enfenuedades.
Tuvieron dos veces consulta varios médicos, v
no daban la menor esperanza de salud. En tal
apremiante situación, acudí a María Auxiliadora
con im novenario de Misas.
¡Cosa prodigiosa! Contra toda esperanza, co
menzó mía mejoría siempre creciente, hasta que
al mes y medio se vió fuera de peligro.
No contenta con esto, miré por el alma de n i
hija, la que no tenía su matrimonio arreglado por
la Iglesia.
Pues desaparecieron en im santiamén las dihcultades que lo estorbaban, y la paz volvió a mi
familia. Doy gracias infinitas por todo a mi Ce
lestial Bienhechora, y exhorto a los que se hallan
en apreturas a recurrir a tan bondadosa y potente
Madre.
F e r m in ia E l it a d e S arasa
C a íia g ü e y (Cuba). — Hallándose mi esposo
enfermo desde hacía más de im año con grave ^
ligro de im fatal desenlace, como as^;uraron van s
médicos, llena de angustia recurrí a María
fiadora con fe y esperanza, habiendo antes cco-v
sado y comulgado y hecho la promesa de dar im*
limosna x>ara las Obras de Don Bosco y pubbcar
la gracia en el Boletín Salesiano.
Comencé la novena, y pronto empezó la
v hoy que mi esposo se halla restablecido, comp*
muy agradecida mi promesa.
L eo n o r \ ' e l e z d e Barrd-
— 153 —
r*T,T {Colombia). — A fines del año pasado
enfermé de cólico hepático, y por espacio de dos
meses no encontré remedio que me aliviara, y viéndone al borde de la eternidad, acudí a la que es
Aadlio de los Cristianos y consuelo de los afli
gidos, y a los pocos días me v i libre de tan grave
enfermedad; por lo que doy gracias muy rendidas
a tan Soberana Madre, publicando, como prometí,
esta merced y enviando una limosna para los huerfanitos del \TDle. Don Bosco.
María A ntonia A ragón V. d e G id .
El. Carmen {Colombia). — Hallándose mi
esposa gravemente enferma, ofrecí a María Auxi-
.
al cabo de los cuales, y sin medicamento alguno, el
brazo recobró toda su flexibilidad y mo^’ünienlo.
Agradecida a tan singular beneficio, envío un
donativo para extender el culto de María Auxilia
dora.
F ilomena U rgei. de G on záuíz .
Chadchuapa [República del Salvador). — A
principios de Mayo último hallábase mi hijo en
fermo de mucho cuidado; yo temía un fatal desen
lace, que hubiera sido tanto más aflictivo en
cuanto que es padre de numerosa fanlilia. Kn oca
sión tan penosa, acudí a María Auxiliadora con
ima novena, confiando en su poder y bondad, y
B u e n o s A i r e s . — E x p o s ic ió n S a l e s i a n a . — S e c c i ó n D i d Xc t i c a .
^dora que daría una limosna para la Obra de
Bosco, si concedía la salud a la pobre enferma,
• ya al borde del sepulcro.
^ N’irgen Santísima oyó mis súplicas y me con- -iió la gracia deseada, pues mi esposa se puso
K=‘^ to bien y hoy goza de buena salud.
de gratitud cumplo m i promesa.
Marco T u u o C uadros .
ofrecí una limosna para la Capilla, que en su honor
se está construyendo en esta ciudad. Mi esperanza
no quedó frustrada, pues el 24 de Mayo, fiesta de
la Sma. Virgen, m i hijo estaba casi completamente
curado.
Agradecida, cumplo m i promesa y publico el
favor en honra de tan buena Madre.
G riselda V. DE H urtado .
Paxaíií. {Ceniro América). — Después de hasometido a una p^ grc»a operación, me
.
un brazo paralizado. E n tal situación yo p«3í
; le viva a María Auxiliadora que me obtu\-iera
el que volviera a su estado normal,
“ jiii p=ra ello hubiera de tardar un año; pero
-idad de esta bondadosa Madre, no pertal estado durara más de cuatro meses,
St a . T e c la {El Salvador). — Habiendo enco
mendado a Ufaría Auxiliadora el arreglo de un
asunto difícil, fuimos escuchadas por tan buena
Madre, pues todo se resolvió como deseábamos.
Reconocidas a tan singular favor, ctuniáimos
nuestra promesa de publicarlo en el Boletín Salcsiano y enviamos una limosna para las Misiones
del A.*wm.
-María y L u isa R uiz .
— 154 —
Montevideo {Uruguay). — Muy agradecida a
mi buena Madre María Auxiliadora por haberme
devuelto la salud, le doy las gracias más sinceras,
enviando luia limosna para la Obra Salesiana como
lo había prometido.
L . Y . M.
TA riba (Venezuela). — Hallándosegravemente
enferma una de mis alumnas, al momento de
comprender el peligro, llena de angiisüa por
temor de perderla, acudí a la que siempre ha
sido mi bubna Madre y especial protectora, pi
diéndole par intercesión de Don Bosco, la salud
de la enferma, ofreciendo publicar la gracia tan
pronto como hubiera mejorado.
Hoy, llena de gratitud, cumplo mi voto para
que todos se animen a invocarla en sus penas.
A na C . O rt eg a .
Directora del Colegio
L uisa CAce r es .
Dan también gracias a María Auxiliadora.
Barcelona (España). — Una Cooperadora por
variius gracias recibidas, entre otra, la curación de
su hijo, por lo que envía una limosna.
Cieza (España). — Micaéla Fernández, por favor
recibido y envía limosna.
Puerto Cabras (Canarias-España). — Cornelia
l'ajardo, Henuinia Martín Fajardo, Isidora Acosta,
y Amparo Martín Fajardo envían ima ofrenda por
gracias recibidas de la bondad de la Sma. Virgen
Auxiliadora de los Cristianos, a quien manifiestan
gratitud etenia.
Cali (Colombia). — Manuel Esteban Filigrana.
Mario Pinilla, Domitila E-spinosa de Guerrero,
Vicenta Bonilla V. de Mosquera, Margarita Pala
cios de Ruíz y Manuel M. González rinden público
testimonio de gratitud a la Auxiliadora de los Cris
tianos por favores que Ies concetUó y hacen una
ofrenda cu beneficio de la Obra Salesiana.
Tunia (Colombia). — Fidel Hurtado y Adelaida
Caicedo V. de Ramírez mandan mía ofraida por
favores recibidos.
Comaiapa (Nicaragua). — Candelario Alvarado,
Solera V. de Somaza, Anastasia Aragón, María N.
de Miranda, Tomás Rivos y otros muchos mani
fiestan su agradecimiento a la Sma. Virgen ¡ror
beneficios que les otorgó y por medio del honorable
Decurión Salesiiuio, Sr. D. Liberato Robleto, en
vían una limosna para sostén de la Obra Salesiana.
R(»M:» (Nicaragua). — Moisés Mendoza, por un
favor recibido metüonte la bondad de la Virgen
Auxiliadora, envía cuatro dólares jiara sostén de
la (.bra Siücsiaua.
Rama (Nicaragua). — Francisca Avilés, agradecx‘ a la Sma. \'irgen un beneficio que le otorgó
>• hace la ofrenda de dos dólares en favor de los
uiikis pobres del \*ble. Don Basco.
¡il Valle (Venezuela). — Silvana de Yrady da
infinitas gracias a María Auxiliadora por cuatro
favores que le ha concedido por mediación de
1). Bosco: el último ha sido im empleo para su
e.<poso, quien hacia seis meses que estaba sin
trabajo.
Por el Mundo Salesiano
J-
lia paso más en la Beatificación
del Ven. Don Bosco.
Verdaderamente el año 1925 resulta para la
gran Familia Salesiana im año de bendiciones, de
satisfacciones íntimas.
Empieza con ser el año centenario del sueño
maravilloso en que se le manifestó a nuestro Vene
rable Padre, en síntesis, su futuro apostolado reli
gioso-social; conmemoramos también el Cincuen
tenario de nuestras Misiones, breve espacio de
tiempo en que los Salesianos han recorrido la tierra,
co.sechando por doqidera mies abimdante, como lo
prueba la magnífica muestra misionera que, a
mstancias del Papa, han expuesto en Roma; los
Congresos y Exposiciones realizadas en diversas
naciones, especialmente en la República Argentina,
donde han revestido caracteres de grandiosisdad.
Y como si aim este conjunto de actividades y
de frutas, liirano de gloria para la Obra del j^ueño
soñador dei Becchi, fuera poco, se animcia para
el 3 de este mes de mayo la Beatificación del Ven.
Cafasso, amigo, consejero y padre espiritual de
Don Bosco; a quien guió con cariño y acierto en los
primeros pasos de su naciente Congregación Sal^
siana; y para poco más tarde, el 30 de Junio pró
ximo, tendrá lugar, como se lee en la.s Acta Apostolicae Seáis de Enero, la Congregación o Asam
blea antipreparatoria que ha de estudiar las vir
tudes de nuestro \'en. Padre, para pasar después
al de los milagros.
Mientras nos regocijamas en el alma por tan
grata nueva, rogamos a cuantos les interese U
noticia se imán a la Familia Salesiana para dar
gracias a Dios y a María Auxiliadora, y rogarles
al mismo tiempo nos concedan ver pronto la glo
rificación de su fiel Siervo.
Idea plausible.
En el número de marzo del Don Bosco e» Es/»3’ *•
órgano de los Antiguos Alumnos de esa naaw^
hallamos mía idea interesante que damos
gusto a conocer a todos los demás .Antiguos -4del mundo salesiano.
E l día 31 del pasado enero, el CrVc;?? ’ D. Boi. ^
de Madrid, celebró, bajo la presidencia de Monseóo.
Barlassina, Patriarca de Jemsalén, mía velada «í*houor de nuestro Vble. Padre.
..... E l Secretario de la Federación Nacioc-»D. Jesús Fernández, tuvo una felicísima idea q’sometió a la aprobación de los presentes.
Decía el Sr. Fernández que muchos .Antign*
Alumnos, a pesar de haberse educado en las C ^ '
SvTlesianas, no conocían a Don Bosco, y que ^
les pregimtase ¿quién fué D. Bosco? no sabrían cc®*
— 155 —
testar otra cosa sino que fué el fundador de la
Obra Salesiana, y hasta llegarían a contar algún
que otro hecho de su vida.
pero éso no es conocerle; y no conociéndole, no
se le puede apreciar en lo que vale, ni ser propa
gandistas de su obra y de su espíritu.
Propone pues el Sr. Secretario la siguiente idea,
que estamos segturos será recibida con agrado por
todos y llevada fielmente a la práctica.
Siempre que en un Centro de Antiguos Aluiunos
se celebre una reunión, bien sea pa ra Conferencias
Bu e n o s A i r e s . — V is t a
p a r c ia l o s l a
memorar el 50®aniversario de la Obra de Don Bosctí
en la Argentina. De él hemos entresacado la.s que
ilustran el presente número del liolftiu. Nucs.ro
deseo sería que el lector pudiese |xjr olln.s fonuarse
idea de la grandiosidad de la nmcstra, en la ([uo
tomaron parte todos los Colegios y algunas Onmjas
Agrícolas y Escuelas Profesionales, íjue los Salesiaiios y las Hijas de María Auxiliadora han abierto
en varias ciudades importantes de la Reptiblica
y en los territorios de la Pampa y de la Patagonia
desde el año 1875 al 1925.
E x po sic ió n D i d á c t i c o -P r o f e s i o n a l S a l k s i a n a ,
wales, apologéticas, científicas, literarias o de
vuaquier índole que sea, después del Ave María
^ que se comienza, léase un capitulo de la Vida
■ Venerable Don Basco.
pe este modo, poco a poco, y en el transcurso
• tiempo, llegaremos a conocer todas las sublimes
r •¿mas de la Vida del gran Sier\-o de Dios, y cada
nos sentiremos más orgullosos de ser sus hijos
trabajar bajo su bandera, en defensa de los
Jíses de la Religión y de la Patria ».
hacemos comentario alguno, porque la idea
- --újmienda por si misma.
Buenos a ir e s (Argentina). — Ecos de la Ex***^rión Dídáctico>ProfesioaaÍ Salesiaaa.
riaalmente ha lib a d o a nuestras manos un
de fotografías de la Exposición didácti<x>'
verificada en Buenos Aires del 11 al
-■ ^ Octubre, en la Calle Florida, 275, para coo-
BERNAL (Argentina). — La fiesta de Sao Fran>
cisco de Sales en el Noviciado Salcsiano.
Conmovedora al par que interesante fué la fiesta
que el Noviciado de Bemal, celebró el 29 del pa
sado enero, con motivo de la festividad de S. Fran
cisco de Sales.
Fué un día de intensa alegría y de halagüeñas
esperanzas |^ra la C oi^ egación Salesiana en la
República Argentina, que, en 50 años de vida, ve
germinar en floración hermosa los esfuerzos y
sudores de los primeros misioneros enviados por
D. Bosco,
Trescientos son hoy día los Salesianos que en
aquella generosa tierra trabajan por la niñez con
celo y entusiasmo, y en esa festí^dad de S. Fran
cisco de Sales nuevos soldados se agregaban a las
banderas de D. Bosco, pues ingresaban en la Cengregadóo Salesiana 61 novicios: 45 de los cualr;,
vestían la solana del sacerdocio, mientras los otros
— 156 —
coadjutores, se preparan al apostolado de las
Escuelas Profesionales y Granjas Agrícolas.
Asistieron a la función los Rdos. Padres José
\'espignani, Ponetti y . Pedemonte, miembros el
primero del Capítulo Superior de la Congregación
Sulesiana, e inspectores los otros de las Casas^que.
tenemos en la Repiiblica Argentina. Así se imicn
en un solo vínculo la Paternidad del anciano, que
ve florecer en su derredor los frutos de la simiente
fjuc con celo arrojó en aquel fértil campo, y la
Paternidad viril de los que ahora continúan la
labor por él comenzada, de los que siguen sus
huellas, teniendo en sus manos las riendas del go
bierno, y repartiendo el pan de la divina palabra
entre los hijos (jue D. Bosco les ha confiado.
jOjalá el número de obreros se multiplique en
fonua que no quede mies en la joven República
que carezca de los cuidados y cultivos debidos!
BRASIL. — La nueva catedral de Petroiína.
E l día 2 del febrero pasado, bendecía la priniera
piedra de la catedral de Petrolina, nuestro querido
Padre Malán. Obispo de aqirella diócesis.
E l nuevo templo será dedicado al Sgdo. Corazón
de. Jesús, bajo la protección de la Beata MagdaU-na Sofía Barat, Fmidadora de las Religiosas del
Sgdo. Corazón.
Segi'm costumbre del Brasil, hicieron de padriñes
en la solemne ceremonia numerosos personajes,
entre los cuales los Condes Hermano da Silva
Ramos y Prado Pereira Pinto, residentes en París,
y las familias francesas de los Barones de Thenard
Combaud y de los Serraz.
Su Santidad Pío X I, envió el siguiente telegraínai « Monseñor Malán, Obispo Petrolina (Bra
sil). — Roma, 1-2-1925. Su Santidad, altamente
satisfecho bendición piedra fundamental nueva
majestuosa catedral, bendice de corazón V. S., clero,
fieles, haciendo votos pronta realización nuevo templo
para gloria de Dios, sea centro gracias abundantes.
— Card. G a s I’ARUI ».
BRASIL. — Consagración episcopal del saiesiano
Rdo. D. Antonio de Almeida Lustosa.
En la iglesia-madre de Sao Joao D 'E l Rey, se
verificó el I I de febrero pasado, la consagración
episcopal del Saiesiano Rdo. D. Antonio De .Al
meida Eustosa, obispo de Liberaba en el Estado
do Minas. Pué co n sagróte S. E. Rdma. D. Elvezio
Gomes de Oliveira, arzobispo de Marianna, asis
tido por los Sres. Obispas D. Manuel Gomes de
Oliveira, obispo de Goyaz, y D. Pablo Alves de
Souza, obispo de Victoria. Los dos primeros son
hijo.s de D. Bosco.
A la ceremonia asistieron más de 100 sacerdotes
y gran número de fieles. La diócesis de liberaba
estaba representada por varios sacerdotes del clero
secular y regular y distinguidos caballeros.
PANA.MA (Centro America). — Visita ilustre al
Colegio Saiesiano.
E l 27 tlol enero pasado, el colegio saiesiano se
vio honrado con la visita del E xano. Sr. Dr. D.
Presentación Quesada, Vice Presidaite de la Re
pública de Honduras, quien por motivos particu
lares aicuéntrase de temporada eu Panamá. La
banda saludó la llegada del ilustre visitante, a
quien acompañaban el Dr. Velásquez y el GraL
Reina. Los alumnos guardaban formación en ks
corredores. A la presentación hecha pof el Re?.
Director, contestó un aplauso general, revelador
de la simpatía que provocaba la elegante y respe
table presencia del mandatario hondmeño. Uno de
los Salesianos le dirigió el saludo de estilo. A tma
señal del Sr. Director, todos los alumnos fueron a
ocupar sus puestos en los talleres y emprendiere»
sus tareas ordinarias. S. E. los visitó todee, mos
trándose sumamente interesado y complacido,
teniendo palabras de elogio para la Institución v
para el país que así se preocupa de la formación
del joven artesano.
Ultimamente el P. Director recibió un autógrafo
del E xano. Dr. Queseda, en que agradece los home
najes recibidos, y hace constar sus gratas impresio
nes y juicios particulares sobre el Hospicio.
VALENCIA (Venezuela). — La fiesta de S. Frío*
CISCO de Sales en el Colegio Saiesiano.
Fué esta fiesta mi modelo de cultura. En cuantos
a ella asistieron dejó impresiones gratísimas. El
Santo Obispo de Ginebra, dechado de caballero
sidad y apasionado de la ciencia, debió quedar
complacidísimo.
Precedió un triduo, en que predicó a los almnnos
el P. Director. E l domingo 8, en las misas de5v6
comulgaron las numefosas sodas de la Archicofradía de María Auxiliadora y en la de 7 los alumnos
internos y externos y un crecido número de t Oratoriános » o sea, de los que frecuentan el Oratorio
Festivo. Motetes escogidos realzaron el acto y U
palabra férvida del P. Director enfervorizó a los
comulgantes más y más.
A las 9 empezó el Solemne Pontifical. Asistían
a nuestro Prelado el Muy Discreto Provisor, d
P. Coronel, el P. Ribera, el P. Codecido, los Padres
del Colegio, el Seminario en pleno y reprc.sentantcs
de los Capuchinos y algunos otros sacerdote.^. En
sitio de honor asistió a la Misa el Exemo. Sr. Mi
nistro de Colombia en Venezuela, amigo persen^
del P. Director del Colegio. Despué.s del Evangcli'
subió a la sagrada cátedra el R. P. Pardo, proícv’
del Colegio, y pronunció una notabilísima oración
que confirmó plenamente la fama de orador
que venía precedido. Los alumnos del Colegio eje
cutaron una preciosa Misa del Maestro Botaizc
Después del Pontifical se desarrolló en uno cí
los extensos patios del Colegio tma animadísH^
partida de foot-ball, dedicad£^ al Sr. Obispo. E
Ejecutivo del Estado había galantemente cedin.’
la Banda y los jugadores entraron mardalmente
a los acordes de una marcha.
A l almuerzo de gala tomaron parte Mcwseñ'*'
el E xano. Sr. Ministro de Colombia, el M. D- ^
visor, el Clero que asistió a la Misa y el Seminaii'’
los doctores Vizcarrondo, Betancourt.
Ocando y varios otros caballeros. A la bota
los brindis, hicieron uso de la palabra el
P. Fierro, Director del Colegio, el Sr. Obispo J *•
Sr. Ministro de Colombia, Dr. Raimundo Ri'*'
quien lo hizo improvisando unos inspirados teo*
en loa de la ciudad de Valencia.
— 157 —
En la Iglesia,
En la fimción de la tarde, presidida también por
d Sr. Obispo, dió la conferencia a los Cooperadores
Salesiancs el R . P. Fierro, despertando hondo inte
rés y esperanzas grandes sobre la acción de la Obra
dé \l3le Juan Bosco. Tan complacido quedó el
Prdado, que pronimció una alocución en loa de
la Congregación Salesiana, como pocas veces lo
hemos oído.
Al temiinar el P. Fierro su Conferencia, revistióse
d Prelado de ornamentos pontificales, y avanzando
bada la barandilla, dijo, en síntesis:
«Habéis oído, amados hijos, la espléndida con
ferencia del Padre Director. Me ha conmovido
profiuidamente. Mi corazón de Pastor se abre a la
esperanza. No hay duda, el Oratorio festivo es la
solución de grandes problemas de la niñez y la
juventud. Hace pocos días gemía en mi alma escudiando las confidencias de un médico, que me
hablaba de la enorme corrupción de costumbres
que se está apoderando de nuestros jóvenes y
niños. Hoy, al ver lo que he visto y al escuchar los
programas que tan sencilla como elocuentemente
nos pone delante el conferencista salesiano, veo
con toda claridad que la Obra Salesiana tiene el
ranedio de innúmeras necesidades. También el
Colegio realiza m uy grandes bienes. L a educación
integral que dan los Hijos del Vble. D. Bosco,
revela en ellos a los grandes educadores; y la edu
cación es la mejor medicina de los males. En los
Salesianos veo validísimos auxiliares para la obra
ingente que pesa sobre mí como Pastor. Y o qui
siera decir a todos mis diocesanos: « Haced que
los niños frecuenten el Oratorio Festivo. Mandad
'ucstros hijos al Colegio Don Bosco *. Vamos a
daros la bendición con Su Divina Majestad. Que
el Señor Sacramentado derrame las suyas, muy
wpiosas, sobre los Salesianos, sobre sus CooperaQores (de los cuales soy imo bien entusiasta),
Sobre sus niños y sobre sus empresas *.
S. JOSÉ DEL VALLE (España). — Conmemora*
s**" dcl Siervo de Dios D. Andrés Beltrami.
Se realizó el 30 de Diciembre. E l recuerdo de la
^ ta brillante celebrada el año pasado, en este
fecha, con asistencia del Sr. Inspector, el
director de la Casa de Cádiz y otros señores que
entusiasman al ver como estas esperanzas de
Congre gación habían comprendido la grandeza
Andrés Beltrami y de D. Augusto Czartoriski:
recuerdo grato nos estimulaba para hacer algo
¿Pero cómo? jSí el año anterior se había hecho
^ o lo que estaba a nuestro alcance! El amor es generalmente fecimdo: tiene recursos
J^otables. Siempre se encuentra en D. Andrés
nuevo y sugestivo para los que atihelan imíalgo íntimo y grande, que aunque al exprecon palabras se lim ita y empequeñece, vuelve
* sus verdaderas proporciones al traducirlo en
**dics; al im itar lo que se admira.
es el secreto de nuestro entusiasmo. H av
nc-sotros una legión cuyos corazones laten
^ tí de D. Andrés: una onda sonora insignificante
palabra que recuerda algo de El, se ampli
fica en ellos, los hace vibrar mucho mejor que esos
resonadores que pregonan en alta voz los mensajes
que traen sigilosamente las ondas del teléfono sin
hilos.
L a del año pasado fué la fiesta que nos rc\cló
una grandeza que no conocíamos b ia i y nos enttisiasmó: ésta queremos que sea el pmito de partida
de una inritación continuada, de la fiesta grande
de los heclios, del apostolado salesiano... sufriendo
por Dios todo lo que sea preciso para cooperar
a la salvación de las almas.
Hubo cinco profesiones, entre ellas dos perj)étuas, que expresaron concretamente los ideales
de todos. No eran ellos solos; eran los Novicios
que anticipaban con el deseo ese momento deci
sivo: éramos los profesos que volvíamos al instante
feliz de nuestra profesión. Todos pensábamos en el
día en que emitió sus votos D. Andrés Beltrami y
en el creciente fervor con que cumplió sus promesas.
Esto fué el ahua, el centro de la fiesta. Lo demás,
entre lo que se destaca la velada músico-cientí
fico-literaria, no fué más que el marco, el intento
de exteriorizar algo impalpable, que pasaba dentro
de nosotros y que ahora sigue transformándonos,
airaentando nuestro fer\-or, haciendo brotar voca
ciones misioneras, deseos de apostolado. Queremos
emular a D. A. Beltrami como estudioso, pero
sobre todo como salesiano; queremos aprender
de él el trabajo intenso y abnegado y la alegría
en el sufrimiento; queremos ser los « Legionarios
de D. A . Beltrami » según propuso imo en su dis
curso, subrayado con el aplauso de todos. ,
H a sido esta una fiesta de esas cuyo recuerdo
no pasa; que empiezan entre el aparato externo
y continúan después, fonnando parte de la vida
ordinaria, dándonos aliento jjara mejorar las
almas y conducirlas a las regiones sublimes del
sacrificio.
Hasta aquí la comunicación. Ilennoso fuera
que abundaran por doquiera iniciativas del mismo
género y .se celebraran actos que tan provechosos
resultan para la ejeinplaridad de la vida cristiana.
VUOOESLAVIA. — Nueva fundación salesiana ea
Murska Sobota.
Prometedora se presenta la nueva fundación
salesiana en Yugoeslavia. Debida al celo del Dipu
tado D. José Klekl, apóstol del Prekmurje (antigua
Hungría Eslava), se ha dedicado a S. Martín, el
grande Obispo de Toius, que nació precisamente
en aquellas tierras de la antigua Pannonia, donde
se le tiene en gran veneración.
E l fin de la f imdadón no puede ser más excelente,
pues se propone la formación de sacerdotes para
la Iglesia. E l número de almnnos en la actualidad
es de 50, los cuales anhelan consagrarse al sacer
docio. Se espera que m uy pronto se triplique el
número.
Con este fin se están reuniendo recursos para
aumentar el edificio y hacerle mucho más capaz,
que pueda, al menos, reunir cómodamente 150
alumnos.
Con gran satisfacción vemos que la Obra de Don
Bosco se desarrolla pujante ea estas naciones de
centro y oriente de Eixropa,
-
IS8 -
LOS QUE MUEREN
iQ c :
mayor gloria de Dios, los hada coa verdadero
espíritu de apóstol, .animado por vivo sentimiento
de piedad especialmente a María Atixiliadora de
la cual era devotísimo, por eso poco antes de morir
pudo decir, que estaba contento porque había
let'^antado muchos tronos a iMaría Santísima.
Mientras rogamos a nuestros lectores una oración por el eterno descanso de su alma, damos
a su hennano D. José Vespignani, nuestro más
sentido pésame.
Rdo. P. Ernesto Vespignani.
Con el Revdo. P. Ernesto Vespignani pierden
los Salesianos de la Argentina ima de sus más
grandes figuras.
Modelo de religioso salesiano, contrastaba su
aire sencillo y trato amable con la gran cultura
tiue atesoraba.
Había nacido en Lugo, provincia de Ravena
(Italia) el 8 de Septiembre de i86i: en Octubre
de 1875 entraba en el Colegio Salesiano de A la c io
y poco después, atraído por la felicidad de la vida
salesiana, ^XHlia entrar en la misma Congregación,
recibiendo el santo hábito de manos del Venerable
Don Rosco, el 15 de Septiembre de 1878,
En 1888 fué ordenado sacerdote en Turín y
pocos años más tarde llegaba a Buenos Aires que
debía convertirse en centro de su actuación religiasa y artística.
Antes de hablar de sus numerosas obras de arqui
tectura, hemos de declarar que el arte fué para él
mi verdadero apostolado: en los magníficos tenrplos que sembró por toda América cantó en la
piedra las glorias de la fe y en los edificios escolares
cantó las glorias de la caridad cristiana: siempre
con el mismo elevadísimo espírit\i sobrenatural
<]ue debe animar a im religioso y a un sacerdote.
He aquí lo que de él dice \in diario americano:
« Como arquitecto fué el Padre \'espignani ima
notabilidad, especializándose en edificias para
iglesias y para colegios. Obras suyas son la ca
tedral de la Paz, en Bolivia, la iglesia de María
Auxiliadora, en Lima, el templo de S. Carlos, en
Buenas Aires, la catedral de I^a Plata, la iglesia de
Lujáu. la iglesia do los Buenos Aires, de los Padres
Mercetlarios, que ha dejado a medio construir, ^ r o
cuvos planos permiten continuar sin interrupción,
y, entre uasotros, en Montevideo, los Talleres de
b . Bosco, la catedral del Salto, y el colegio de las
Piedras (en construcción. E s autor, además, el
P. \’espigani, del proyecto del Santuario del Sa
grado Corazón en el Cerrito, que ha sido aceptado.
Gozaba el extinto de gran reputación por su ta
lento creador y por su vasta cultura, habiendo
obtenido primeras medallas de oro en exposiciones
de arquitectura de Montevideo. Chile, y última
mente en Perú, por el templo de María Auxi
liadora >.
Todas estas distinci<mes, sin embargo, no
fueron parte a altervir el sereno temple de su alma,
porque lodos sus trabajos iban encaminados a la
Srta, Amalia Angosto.
E l día 22 de febrero rg25 entregó su alma al
Criador la Srta. Amalia Angosto, de Cieza (España).
Fué la finada fer\'orosa devota de María Auxilia
dora y activa propagadora de su Obra Salesiana;
como Celadora cuidaba con toda oportunidad en
repartir puntualmente el Boletín Salesiano y re
caudar la cooperación de los Cooperadores. Los
qiie asistieron a sus últimos momentos quedanm
grandeniente edificados por la ejemplar resigna
ción a la santa voluntad de Dios, quien ciertamente
habrá a esta hora premiado la virtud de su fiel
sierva. L a encomendamos, sin embargo, a las ora
ciones de los Sres. Cooperadores.
R. 1. P.
Recomendamos a las oraciones de nuestros
piadosos lectores las almas de los Cooperadores
difuntos:
Eeva (España). — Rdo. Sr. D. Manuel Montero,
Arcipreste, Rdo. Sr. D. Juan B. Martínez, Federico
Aguüar, Francisco Fernández, Candido Elias,
Antonio Ruiz, E lia G de Agmlar.
Villa de D. Fadrique (España). — \ictoria
Slayoral. Celestina Marín, Primo Araque, Fran
cisco Zaballos, Rufino Jlaiizanero, Juan Pablo
Zaballos, Andrés Organero, Nicasia Díaz Marotc.
Petra Martínez, Bernardo Araque, Tomasíi Vulanueva, Juliana Villanueva, Pablo Araque, Petra
Sánchez Oro. Epifanio Gómez Carpenterio, Justa
Zaballos Manzanero. Bartolo Gómez. Enrique
Gómez. Melitona Gómez. Gregoria Ignacio.
Buenos Aires (Argentina). — Sras. Martina
Sagastizabal de Igartúa y María Silleris.
Sarmiento (Argentina). — Da. Gabriela S. de
Tardivo.
Pamplona' (Colombia). — Sr. D. Clodomiro
Llanes.
Tumaco (Colombia). — Sra. Oxipelia de PaiwSCaracas (Venezuela). — Rdo. D. Diógei^
Siverio; Da. Trina R ivas de Díaz; Da.
Pardo; Da. Francisca de \ amonde; Da. Soteo»*
Rivas; Da. Ehsa Chiltey y Rdo. D. SanliagJ
García.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEM IN IAN O
ec. Tip
Tip. de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Marghenta, N. I74 *
Establee.
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(<taMa) TORINO - Corso Regina Margherlta, 174
Opera íatina et litúrgica.
ALAPIDE R. P. Comeüus, S. I. — COMMENTARIAIN QUATUOR EVANGELIA recoffnovit snhi<‘Ot.is<nu'
notis illustravit et ad praesentem saorae scientiao statum adduxit DD. Antoniua I'adovani. Kilitio I I l
mendaia, additis in Appendiee Commissionis Poutifieiao de Re Riblion He8i>oii8Í8. Propoaitionibuaquo
per Decretum Lamcíílabiii reprobatis et prospriptis quao ad Evangelia refercutur, cum Índice ana
lítico ao indico rerum praecipuarum, 4 vol. pag. 2060, iu-8 max:
Lib. 80 —
Apud exteros:
» 100 _
— Di OMXES S. PAULI EPISTOLAS recognovit subiectisque notis illustravit, omcndavit et ad praosontem sacras scientiae Statum adduxit A. Pacovani, <um ind'ce j nalytico ac i dice nrum praeci
puarum. 3 vol. in-8 max., pag. 1800. Lib. 65. — Apud exteros: Lib. 70.
BADII Sac CAESAR. — INSTITU'iTONES JURIS CANONICL Editio altera aucta. Vol. I. Introductio
in los canonicnm.
— Líber I. Normae generales. — Líber II. De personis Lib. 16 50 — Apud exteros Lib. 20 —
Vol. II. De rebus. Lib. 20. — Apud exteros: Lib. 24.
BLAT Fr. ALBERTCS O. P. — COMffiEENTARIXJM TEXTUS CODICES lURIS CANONICI.
Liber I. Normae generales. Previo tractatu introductorio, et appendiee subsequente do legibus
ac libris liturgicis: Lib. 7,50. — Apud exteros: Lib. 9.
Liber II. De personis cum authontieis declarationibus usque ad diem 7 Julii 1921 (A. A. S. X III,
fase. 9): Lib. 30. — Apud exteros: L b. 36.
Liber III. De rebus. Pars. I. De Sacrameniis cum declarationibus autbenticis usque ad diem
2 Augusti 1920 (A. A. S. X II, fase. 8). Accedit dúplex appendíx, prima de relationibus ex libro V,
altera de formulis facultatum S. Congr. de P. Fide: Lib. 30. — Apud exteros: Lib. 36.
— Pars II. De ¡oois et iemporibus sacris. Pars III. De cuUu divino. Pars IV. De Magisterio ecele«iastico. Pars V. De beneficiis aliisque instiiutis ccclesiasticis non collegialibus. Pars VI. De bonis
EccUaiae temporaübus, cum dcclaraiionibus autheniieis usque ad diem 31 octobris 1922: Lib. 24. —
Apud exteros: Lio. 30.
Liber V. De delictis et poenis (Sub praelo).
CHELODI Sac. JOANNES. — JUS BIATRIMONIALE. Lib. 8. — Apud exteros: Lib. 9,50.
— JUS DE PERSONES, etc., praemisso tractatu De principiis et fonlibus iuris canonici. Lib. 25. — Apud
extoros; Lib. 30.
JUS POENALE et ordo procedendi in judiciis criminalibuB. Lib. 6. — Apud exteros: Lib. 7,20.
CODEX JURES CANONICE Pió X P. M. iussu digestus Benedicti Papae X V auctoritate promulgatus.
Praefatione E.mi Petri Card. Gaspaixi et indice analytico - alphabetico auctua. Pag. L X X II-920.
Chana indica subtili et solida. Conteetum linteo, sectione rubra. Lib. 15. — Apud exteros: Lib. 18.
GARRIGOU-LAGRANGE Fr. REGIN. O. P. — THEOLOGIA FUNDAMENTALES SECUNDUM
S. THOMAE DOCTRDíAM. Pars apologética: De revelatione per Ecelesiam catholicam proposita:
— Opus juxta S. P. Benedicti X V opiata sacrae praesertim juventuti commendatum. 2 tomi Lib. 45.
— Apnd exteros: Lib. 54.
■ ^EMELLI AÜG. O. F. il. — DE SCRUPULIS. Psycho-pathologiae specimen in nsum oonfessarioram. L'b. 10. — Apud exteros: Lib. 12.
SON MOECHASERIS. Disquisítiones medícae in usnm confessariorum. - Editio sexta. Lib. 12. — Apud
Lib. 15.
'•■ •-UlAriCA Aloisius, Bibliotbecae Ambrosianae Praefectus. — BIBLIORUM SACROBUM lUXTA
VULGATAM CLEMENTINAM. X ova editio, 1922, emendatíssima. Breviario perpetuo et concor¿^tiú ancta, adnbtatis etiam locis qni in monomentis ñdei soUemnioribus et in liturgia romana
consuevenmt, in charta indica. Lib. 40. — Apud exteros: Lib. 50.
S O C I E Í ' r A
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(Italia ) T O R IN O - C o rs o R e g in a M a rg h e rita , 174
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Opera latina et litúrgica.
JAQUET DOMINICUS 0 . M. C., ArcMepiscopus Salamiaius. — PBAELECTIONES HISTOBIAE EGCLESIASTICAE ad usum Scholarum. Cum locupletissimo indice analytico.
Volumen I. Ab aetate Apostólica ad saecalnm decimumprimmn. { Lib. 30.
Volumen II. A sácenlo decimosecundo usgue ad vigesimum. — f Apud exteros: Líb. 36.
LE GAUDIER P. ALPH. 8. J. — DE PERPECTIONE VITAE SPIRITUALIS. Accedunt dúo opuscuU.
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cum indice analytico rerum e|; verborum quae in toto opere continentur. 3 vol. in-8® mai., pag.
1550. Lib. 40. — Apud exteros: Lib. 50.
MISSAE DEFimCTOBVM ex Missali Romano desumptae aceedit ritus absolutionis pro defunctis. Editio
novissima iuxta typieam vaticanam. Iterum impressam in 4° parvo (20 X 30) rubro et nigro, charta
manufacta, uitidissimis ao novis characteribus impressa. Contectum linteo nigro. Lib. 18,50. — Apud
exteros: Lib. 22,50.
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Vol II. De fide - De Deo uno et trino - De Deo creante et elevante. L. 25. — Apud exteros: L. 30.
Vol. III. De Deo sanctifícante - De Deo xemnneratore sen de gratia - De Sacramentis et de Novissimis. Lib. 20. — Apud exteros: Lib. 24.
— SYNOPSIS THEOLOGIAE MOBALIS E T PASTOEALIS ad mentem S. Thomae Aquinatis hodkrais
moribus accomodata.
Vol. I. De poenitentia- De matrimonio et de ordine (Pars dogmática simul et moralis). Lib. 25.
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Vol. II. (Theologia moralis fundamentalis) De virtutibus - De praeceptis - De censuris • D#
probibitione librorum. lAb. 25. — Apud exteros: Lib. 30.
Vol. III. De virtuteiustitiaeetdevariisstatuumobligationibus. Lib. 20. — Apud exteros: Lib. 24.
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TANQUEREY AD. - QUEVASTRE M. - HERBERT L. — BREVIOR SYNOPSIS THEOLOGIAE DOG*
MATICAE. Pag. 850. Charta indica. Contectum linteo. Lib. 20. — Apud exteros: Lib. 24.
R e d a c c ió n y Adnninistraclón: V ia C o tto len g o , 32 - TU R ÍN .