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BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
Ano X L .
ABRIL, 1925
MONS. COMÍN r o d e a d o d e s u s JIBARlTO t.
Número 4»
COOPERADORES SALESIANOS
O m odo práctico para m oralizar la sociedad.
**Bo!eífn
Saiesiano,,
Es el periódico oficial de las Obras y Misiones Salesianas, que se envía
mensualmente a los Cooperadores Salesianos y a las Cooperadoras Sa
lesianas, o sea a los que sostienen dichas Obras y Misiones.
Fundador de las Obras y Misiones Salesianas y de los Cooperadores
Salesianos es el Venerable Padre Don Juan Bosco {1815-1888) apóstol de la juventud y fundador
de la Pia Sociedad Salesiana y de las Hijas de María Auxiliadora. •
Cooperadores
Salesianos,
L a Unión de los Cooperadores Salesianos — como dice Don Bosco — no
crea vínculos de conciencia y por lo tanto pueden participar las familias
seglares y religiosas, y los institutos y Colegios, por mediación de sus
padres o Superiores.
Las condiciones establecidas por Don Bosco para ser inscriptos en la Union de Cooperadores
Sedesianos son:
1. Tener 16 años de edad.
2. Gozar de buena reputación religiosa y civil.
3. Estar en grado de promover por sí mismo o por otros, con oraciones, ofertas, limosnas
o trabajos, las Obras de la Pía Sociedad Salesiana.
NB. _ Los que desean inscribirse entre los Cooperadores y sobre todo aquellos que proponen
nuevos socios, reflexionen sobre la tercera de las condiciones, requerida por el Venerable Fun
dador; es a saber: que puedan promover por sí o por otros, con oraciones y limosnas — qne
compensen por lo menos el envío gratuito del • Boletín % — las Obras Salesianas.
Los pedidos de inscripción envíense directamente al Rector Mayor de los Salesianos, Cottolei^
32, Torino, 9 — Italia.
O bPQ g P O n d s
En el Cincuentenario de las Misiones Salesianas (1875-1925) recomendamos a todos la celebración de Jornadas Misioneras ■ a. favor de las
d s C Q P ld a d ,
Misiones Salesianas, para que se difundan con su conocimiento sus ma
chas necesidades — extendiendo el marco de las simpatías y procurán
doles el apoyo de todos los buenos — Es cierto que las Jornadas Misioneras no recogerán do
golpe la ayuda necesaria. Nuestros Misioneros piden por ejemplo con insistencia diaria, géneros
y objetos para el sagrado ministerio, y principalmente telas, vestidos, calzados, para sus huéf
fanos y neófitos, medicinas y mil otras cosas necesarias para el inicio de la vida civil de los nue
vos cristianos.
Indicamos pues, a las Casas de Comercü), esta grande obra de civilización y de fe, rogái»*
doles quieran enviar al Rector Mayor de los Salesianos Don F E L IP E R IN A L D I, Cotí:'tengo, 32 - TORIN O (9) - Italia, cuanto estimen oportuno dar a las Misiones Salesianas. El
G|^or, por las fervorosas plegarias de los protegidos, bendecirá sus negocios proporaco^
damente a su generosidad.
Bnofo de
Jas ofeptas.
Cottclenzo, 32
Ruégase enviar las limosnas y ofertas directamente al Rmo. Rectal
Mayor de los Salesianos. que es asimismo el Director General de la Uuicc
de Cooperadores Salesianos y de las Cooperadoras Salesianas, con <sta
dirección: Rmo. Sr. Don F E L IP E R l^ A L D l - Oratorio Salesia»f
TO R IN O (9) - lUdm,
BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON HOSCO
Año X L .
ABRIL, 1925
Número 4.
S umario : S e acerca e l mes de M aría, — /^ememoranJo a¡ R d m o , D . M ig u el R ú a . — Una
visiftí a la E x p o s ic i in M isionera en el P^o/icono. — D e nuestras M isiones: "A \ fu d a d a la pobre
M isión de los f.b o r o s ,,. - Orfanotrofio Saiesiano de H o -S i en C hiña. - Fervor de vida cristiana
en el Assam . — M is v i jes en la Tierra d el Fuego. — C u lto de M ario A u xilia d o ra . —
Gracias de Aían’a A u x ilia d o r a . — — P o r e l mundo salesiano. — Dos gue mueren.
Se acerca el mes de María.
Y a vuelven las hojas a los árboles y ya ofrecen abrigo a los
pájaros; ya brotan las flores; ya canta el ruiseñor, ya la naturaleza
ríe de nuevo, despierta de su largo sueño, durante el cual cubrióse
con blanco sudario; al blanco hermoso, pero un tanto triste, sucede
el verde de mil tonos y matices, símbolo de la esperanza y precursor
del agradecimiento.
Todo esto nos previene que ya asoma él mes de María, el de
especiales cultos a la Reina del Cielo; el de las tiernas funciones de
alborada y de crepúsculo; el de íntima poesía; el de esplendores má
gicos; el de favores señalados.
Si queréis convertiros al bien y gozar de las verdaderas delicias
que no cansan ni fastidian, frecuentad la iglesia en este mes: Todo
respira allí espiritualismo y habla directamente al corazón: la Virgen,
los cantos, las flores y los niños inocentes que rodean el altar.
Preparémonos a celebrarlo dignamente; elevemos los corazones;
hablemos de él con entusiasmo a nuestros niños, a nuestros depen
dientes. a nuestros amigos, a cuantos nos rodean o tienen relaciones
con nosotros.
Lo que se ama, está siempre en la memoria y pensar en ello es
delicia verdadera.
Preparemos desde ahora las fiorecillas espirituales que hemos de
ofrecer a María Auxiliadora, junto con las rosas, lirios y azucenas
del jardín.
¡Viva María Auxiliadora!
—
S B P U L C R .O D B L R d M O . D O N
lO O
—
M i O U K L R Ú A E N V a L S A L I C E ( T ü R IN ).
Rememorando al Rdmo* Don Miguel Rúa.
Uno de los sentimientos más delicados que
adornan el corazón humano es, sin duda alguna,
el aprecio, la consideración respetuosa hacia
los grandes hombres que, por sus virtudes cí
vicas o religiosas, por sus talentos, se han ele
vado como faros luminosos por encima de la
generalidad de sus semejantes, marcando con
su estela luminosa el camino que conduce a la
gloria, a la grandeza de nuestro ser.
No hay quien no reconozca la influencia be
néfica que tanto sobre los individuos como sobre
los pueblos han ejercido en todo tiempo estos
seres privilegiados; por eso desde tiempo inme
morial, siempre y en todas partes, los pueblos
han honrado a los grandes hombres que mere
cieron bien de la patria, sea sacrificando por
ella su vúda, o dignificándola con sus virtudes,
con lo cual han mostrado, a la vez, la propia cul
tura y virtudes, pues np solo han manifestado
que el reconocimiento de los beneficios recibidos
no debe nunca envejecer, sino que al propio
tiempo han comprendido que la gratitud es
una \ñrtud educadora.
Renán decía que los santos, los sabios y los
artistas son los guías, los mentores de la huma*
nidad, sin cuyo consejo y ejemplos los pueblos
no darían un paso en el camino del p rogi^ .
Nada más cierto. B asta hojear las páginas
de la historia, biografía de la humanidad, para
convencerse de que sabios y artistas, y en modo
singularísimo y preeminente los santos, los
hombres vdrtuosos que emplean sus e n e ja s y
la vida toda en la propia perfección y en bien
de sus semejantes, son los verdaderos genera
dores del progreso de los pueblos. Ellos son los
que, al par que disipan con sus resplandores
las tinieblas que envuelvan al género humano,
purifican con el aroma delicado de sus virtudes
la atmósfera moral que los circunda; y no sólo
durante su ^*ida mortal, sino también después
de la muerte, porque sus ejemplos y enseñanzas
viven en la memoria de las generaciones suce
sivas ejerciendo saludable influencia.
Pero si en todo tiempo ha necesitado el mundo
de guías y ejemplos, el momento actual, s^un
nuestro entender, los ha menester más qp*
nunca. Pocas veces se ha hablado tanto de vir
tudes y progreso como en nuestros días, prueba
— lor —
elocuente de la carencia de ambas cosas. Es un
espectáculo que con frecuencia nos ofrece la
historia. Hubo un tiempo en que eran libres los
griegos y los romanos; obraban como ciudadanos
libres y no pensaban en formar frases quiméricas
sobre la libertad. Llegó un día en que fueron
esclavos, y la palabra libertad estaba siempre
en sus labios.
Así hoy, cuando el carro de los reformadores
del mundo se ha sumergido profundamente en
el fango, y cuando se declaran impotentes todas
las fuerzas para hacerle adelantar y con los es
fuerzos que sobre él actúan han quedado des
trozadas las ruedas, el grito de progreso y vir
tudes viene a turbar todas las cabezas, síntoma
inequívoco de retroceso y 'de enfermedad moral.
Basta examinar la vida moderna sin prejuicios
para convencerse de que un racionalismo frío
como sus cálculos y un naturalismo grosero
como las aspiraciones que persigue, han helado
las almas y congelado los corazones hasta de
los mismos cristianos, envolviendo la sociedad
en una bruma de escepticismo religioso que
ahoga los ideales de la fe y corta las ascensiones
que Dios puso en el corazón de sus hijos. Apar
tado de las vías del espíritu, el mundo camina
por los senderos de los intereses positivos, no
se preocupa más que de la materia, de la na
turaleza física, cuyos secretos quiere arrancar
para llegar al triunfo humano por medio de la
industria. Nuestra civilización es casi puramente
industrial, y de ella nos vanagloriamos, sin refiesionar que todo cuanto pueda darnos la na
turaleza física no vale lo que un átomo, un
raovámiento, un acto de caridad.
grano de incienso sobre carbones encendidos
de la caridad para perfumar el ambiente con
olor de sua\ddad, fué el salesiano Rdo. D. Miguel
Rúa, digna copia y sucesor del gran D. Bosco.
*
*
*
La vida de un grande hombre es un monumen
to elocuente; por eso el recuerdo de D. Migue!
Rúa, sacerdote ejemplarísinio, padre amante,
protector de huérfanos y desvalidos no se borra
Es necesario convencer a los hombres, a los
amantes del progreso indefinido, de que si los
esplendores de la verdad divina, la eficacia gene
radora de las virtudes no vivifican las ciencias
y las artes, no puede darse progreso verdadero,
prometerse un porvenir grande, digno de los
pueblos que se han amamantado a los pechos
E l s i e r v o d e D io s D o n M i g u e l R ú a .
del Cristianismo.
I>e aquí que, para espiritualizar la vida, nada
tsejor que poner ante los ojos y la consideración de la memoria. Y a hace años que murió. La
de los hombres, que son esencialmente imita mañana del 6 Abril del 1910 se difundía por
dores, las grandes figuras de los santos, de los va- Turín, y a poco por toda la Italia y el mundo
*i‘.Des virtuosos, porque sus virtudes y ejemplos, entero, la noticia de que en el Oratorio de Valrantamente contagiosos, contienen a la vez docco, junto al Santuario de María Auxiliadora,
' ua lección que instruye y una fuerza que arras- había muerto un santo. Desde entonces, e i
Dios se ha complacido en suscitarlos y lugar de apagarse su memoria como acontece
Prepararlos para despertar en los pueblos la con la generalidad de los hombres, su recuerdo
‘ccuadidad adormecida y hacer germinar las se aviva y su figura se agranda, pudiéndose
^ j'Ja s de las virtudes sembradas en su seno, decir de él con toda verdad que después de so
gérmenes del bien para que produzcan frutos muerte se destaca y se habla más de él que dude bendición.
ja n te la vida. Entonces le era posible ocultarse,
1 no de estos varones virtuosos que consu- pasar inadvertido y aún eclipsarse; pero ahora,
‘ 3íron su vida en el altar del sacrificio, como por voluntad del Altísimo que se goza en ensalzar
a sus santos, comienza a circuir su figura una
aquel encuentro el jovencito Miguel formuló
brillante corona, que a no tardar resplandecerá el gran propósito de su vida, a cuya realización
luminosa, como lo hace esperar el proceso in dirigió todos sus actos y consagró todas sus
formativo incoado en la Curia de Turín para energías: esUidiar a Don Bosco, imitar a D. Bosco
su Causa de Beatificación.
y vivir con Don Bosco y para sus obras.
Su muerte conmovió al mundo, ha. Iglesia
' Siguiendo este programa fué como D. Miguel
y todas las naciones en que los Salesianos pro Rúa llegó a la cúspide de la santidad, creció y
digan sus trabajos en bien de la juventud, llo murió completamente envuelto en los resplan
raron la desaparición de aquel magnánimo y
dores del Padre, hasta el punto que los nombres
generoso corazón que se interesaba por la feli de D. Bosco y D. Miguel Rúa forman el hermoso
cidad temporal y eterna de sus semejantes. El
e inseparable binomio, tan querido para Sale
angélico Pío X , Soberanos, Presidentes, Prín sianos, alumnos, Ex-alumnos y Cooperadores
cipes de la Iglesia y numerosas personalidades . que inspiran sus actos y modelan su conducta
de toda clase y gerarquía tejieron elogios de conforme a las enseñanzas y ejemplos de estos
la vida, méritos y virtudes del humilde sacer dos grandes santos.
dote D. Miguel Rúa, a quien el pueblo llamaba
D. Miguel Rúa en e f silencio de una vida hu
a boca llena y con gratitud, santo.
milde, no dejó escapar nada de las enseñanzas,
Más de sesenta mil personas desfilaron ante
de las santas intenciones, de los preclaros ejem
plos paternos. Todo lo recogió, como en hermoso
sus restos mortales para contemplar una vez
más el rostro de aquel hombre de bien que cáliz, en su corazón, haciéndolo sangre y vida,
había derramado a manos llenas beneficios, y
que luego iluminó su mente de apóstol. Por eso
unas cien mil se descubrieron e inclinaron res cuando el Señor llamó a Don Bosco al descanso
petuosas, murmurando palabras de gratitud eterno, D. Miguel Rúa estaba ya maduro para
y admiración cuando conducían su cadáver a recoger y dirigir la hermosa obra que formara
descansar junto a la tumba del qué fué su mo D. Bosco, la Congregación Salesiana. Entonces
fué cuando, aun conservando inalterable su
delo y padre, D. Bosco.
Grandes fueron las alabanzas que le tributó humildad, se reveló el hombre de Dios, el sa
también la prensa, reconociendo sus mereci cerdote santo, el lijo ideal de D. Bosco, el gran
mientos, lo mismo que sus virtudes, tanto re padre de los jóvenes. Entonces cuando, abrién
ligiosas como cívicas; pero aun cuando no se las dose su corazón como granada llena y madura,
hubieran tributado, ni nadie hubiera rendido empezó a difundir por el mundo todo y con
homenaje a sus méritos, bastaría el enco actividad asombrosa, el nombre, el espíritu y
mio, el juicio del Venerable D. Bosco sobre él las obras de D. Bosco; y durante su gobierno,
para columbrar toda su grandeza. « S i él qui que duró 22 años, la Familia Salesiana se pro
pagó por toda la tierra, llevando por doquiera
siera, pudiera hacer milagros », decía el Siervo
de Dios de D. Miguel Rúa. Y en otra ocasión: el reino de Dios y la civilización cristiana.
Este es el motivo que nos mueve en este dé
« S i el Señor me hubiera dicho: Imagínate un
joven adornado de todas las virtudes y aptitudes cimo quinto aniversario de su muerte a recordar
al mundo sal^iano la memoria de este gran
que tu puedas desear, pídemelo y yo te lo daré,
jamiís hubiera sonado con un D. Migttel Rúa ». hijo del Venerable Don Bosco, recuerdo que.
Y si aun no fuera suficiente este juicio apre al par que nos hará sentir santo orgullo por
ciativo del Venerable Don Bosco, puédese añadir, contarlo en nuestra ascendencia, nos excitará
a seguir sus ejemplos, camino seguro para llegar
lo que otro santo, Su Santidad Pío X , dijo del
a ser dignos hijos del Venerable D. Bosco.
Sucesor de Don Bosco, mientras todavía vivía:
Y mientras nos deleitamos contemplando
* Para mi la santidad de Don Miguel Rúa s«en espíritu su amable figura, aquel rostro de
pera a la del mismo D. Bosco ».
¿Y cómo, podrá preguntar alguno, llegó Jiombre de bien semejante a una flor perfumada,
D. 'Miguel Rúa, propagador incansable del es besemos con veneración y cariño sus sagradas
píritu y apostolado de Don Bosco, a tan alto manos, que enjugaron tanfas lágrimas, y al
impartir bendiciones sembraron en las alma?
grado de virtud?
Sin detenernos a examinar los caminos por sinnúmero de consuelos y esperanzas.
los que le condujo la divina Providencia ni a
ponderar los actos y vida que le lucieron here
dero de las virtudes del Padre, diremos que
E / que hace lim osna es como si
D Miguel Rúa. por insigne, especial beneficio
de Dios, conoció a D. Bosco, y lo conoció desde siena su dinero en un banco que ¡aínas
niño, desde cuando hacía los estudios elemen quiebra.
tales. Conocerlo y amarlo, todo fué uno. En
D on M iguel Rúa.
U n a v is it a a la E x p o sic ió n M isio n e ra
en el V atican o .
Es un día de Enero que parece de Mayo. El
sol llena de luz y de alegría las grandes calles
de Roma, donde rebosa amable la vida y más
para el peregrino turista que pisa por vez pri
mera las calles de la Ciudad Eterna, tantas veces
recordada en las horas de estudio, con ansias
de visitarla, enamorado de su grandeza histó
rica.
Atravesamos la plaza de S. Pedro llenos de
admiración, y con el corazón encogido ante la
inmensidad que nos envuelve, rodeando la Basí
lica Vaticana, nos dirigimos a pie, por la Vía
della Fondamenta, a la Exposición universal
de misiones, inaugurada, pocos días ha, solemnísimamente por S. S. Pío X I.
El billete de peregrino nos da derecho a en
trar. Unas señoritas ponen el sello del Comité
central en nuestro billete, y dejando a la iz
quierda uno de los jardines más bellos del V a
ticano, el Cuadrado, después de comprar el
Calendario Atlas de las misiones, para que nos
sirva de guía, llegamos al patio de la Piña.
Vemos en él varias casitas, mejor chozas, de
países misioneros.
Una está habitada por una familia jíbara,
cuyas estátuas revelan la fiereza de la casi in
domable raza de los jíbaros a la que los Salesianos trabajan para hacerla cristiana.
Entramos en la exposición, la recorremos y
no sabemos si aturdidos o asombrados ante lo
que acabamos de ver, salimos, el pecho henchido
de gozo y alumbrada la inteligencia con las lla
mas divinas del apostolado, cuyas páginas, es
critas con sangre muchas de ellas, acabamos
de leer y releer.
Dar una descripción acabada de la Exposición
¡imposiblel Las páginas todas del Boletín de un
año no bastarían.
Han concurrido unos 500 expositores y alíjunos de ell<K han mandado varios vagones de
objetos curiosísimos.
Pabellón de Tierra Santa«
En el patio de la Piña se levantan los primeros
pabellones. El primero está dedicado a Tierra
^anta, cuna del Cristianismo, y maravilla por
>'.?nificadón histórica. ¡Pórtico de mayor
magnificencia no podía tener la Exposición!
Mapas, plásticos casi todos ellos, de Palestina
o de ias ciudades donde se desarrolló la vida
*wentora de Jesucristo, bocetos en miniatura
de las iglesias católicas en Belén, Jerusalén,
Nazaret, en el Tabor y en el Getsemaní; tra
bajos preciosos de madreperla y olivo, la Cena
y el Santo Sepulcro, entre otros, hechos por los
palestinenses convertidos a la religión verda
dera; una reconstrucción del Calvario que mues
tra la disposición de la montana sublimemente
trágica donde murió el Redentor, el sepulcro
de Jesús y el de José de Arimatea, el lugar donde
Santa Elena halló la Cruz en la que Jesucristo
dió su sangre preciosa por redimir a la huma
nidad y las cercanas murallas y torres de la
ciudad de David; cuadros de misioneros que
regaron de sangre y sudor los parajes donde
moró el Salvador, llenan un amplio salón, el
más importante quizá, el de más dulces recuer
dos para el visitante, y acaso el que pone en el
corazón del mismo mayor tristeza, al ver lugares
santificados por Jesús Dios nuestro, en manos
mahometanas, sacrilegas y destructoras.
Un grupo escultórico blanco se nos antoja
un símbolo. Un judío sentado, atado el pie de
recho con férrea cadena muestra honda amar
gura: una mujer sentada en el suelo y la mano
izquierda apoyada en una pierna del judio
semeja la encarnación del dolor: un niño llora
inconsolable: de los ramos de un ciprés cuelga
una cítara: en letras encarnadas se lee esta ins
cripción: Super fiumina Babüonis.
Por no sabemos que inexplicable contraste,
el corazón se inunda de pena, y a la vista del
gnipo representativo de la esclavitud del pueblo
judío en Babilonia, se lloran los Santos Lugares
en poder de enemigos encarnizados de Cristo.
Alzamos los ojos y vemos pendientes de la pared
las figuras de Godoíredo de Bullón y de Tancredo. Están vestidas de hierro. Nos parece
que se animan y empuñan valientes la espada
para lanzar a los intrusos y reconquistar gene
rosos Tierra Santa; al mismo tiempo la imagen
dulcísima, evangélica de S. Francisco de Asís
adquiere vida ante nuestros ojos como para
decimos: « lo que no pudieron los cruzados con
la espada lo conseguirá el misionero con'el sa
crificio, con su sangre, con el m artirio». Copiosos
rayos de luz entran por las ventanas que dan
al patio de la Piña y bañan el pabellón « Cuna
del Cristianismo * de suave claridad. Que otros
rayos, los del Catolicismo, sol de verdad brillen
pronto sin sombras de ninguna clase en Pales
tina. Con sentimiento salimos de este pabellón.
H ay en él atractivo para pasarse largas horas.
— 104 —
Pabellón de la Historia
de las Misiones.
El pabellón segundo está dedicado a la His
toria de las Misiones. Es también muy intere
sante. Para mejor comprender la labor educa
tiva, de evangelización de la Iglesia desde sus
orígenes, está dividida la historia en cuatro
períodos, de todos los cuales se ven muestras
copiosas del esfuerzo del Catolicismo por con
vertir a los pueblos.
E l primer período comprende desde los Após
toles hasta el siglo V; el segundo, desde el siglo V
al X II, es el de la evangelización de Europa;
el tercero, desde el siglo X I I hasta el descubri
miento de América; es el de la predicación de
la doctrina de Jesucristo en Asia y Africa; el
cuarto es el período de las misiones modernas.
L a historia de las Misiones actuales, abundante
y completa, está en secciones especiales; se
necesita para conocer lo expuesto en este pa
bellón largo tiempo, del que nosotros carecemos.
Miramos complacidísimos un gran mapa
mural de los viajes de S. Francisco Javier, los
más apostólicos, después de los de S. Pablo;
una carta escrita por los cristianos de Oxu,
China, a S. S. Pablo V, para atestiguar su fe.
r'sta carta es de la Biblioteca Vaticana. Otra
carta, agradable por lo rara, enviada por la
Emperatriz Elena de la China al V n General
de la Compañía de Jesús. Está escrita en papel
seda y llegó encerrada en tres sobres. Nos llaman
la atención unos listoncitos de madera donde
hay en caracteres indios, lectura espiritual
para todos los días del año. Son de Erichinópolis.
Libros eruditísimos, escritos por sabios misio
neros, monografías. Algunas estadísticas ofrecen
amplio campo para conocer la labor altamente
educativa, sólidamente civilizadora del Cato
licismo. Un gran mapa mural del doctor Pieper,
titulado Orbis Christiantis ilustra maravillo
samente la difusión del Cristianismo desde'los
Apóstoles hasta el siglo V.
Pabellón de los héroes misioneros*
Al salir de este pabellón-, que puede muy bien
apellidarse « E l de la inteligencia de las misio
nes * se entra inmediatamente en el de los « héroes
de las mismas ». Es el pabellón del corazón, el
del sacrificio. Aquí no se piensa, sólo se siente
y se siente fuerte, muy fuerte. Misioneros ilus
tres, misioneros santos, misioneros mártires,
ángeles de paz cuyos retíalos cuelgan, in\útando
al apostolado, de las paredes, iluminadas con
la luz solar que se deshace en aureolas de gloria
para coronar las imágen^ de los avanzados de
la ci\’ilización única, la del cristianismo: ins
trumentos -de martirio: cadenas, azotes, palos
teñidos en sangre, mitras, báculos, ornamentos
episcopales enrojecidos igualmente con sangre
de misioneros mártires: mortajas jDios mío!
E l corazón casi no resiste. Y hay aquí manchas
de sangre derramada por Cristo, en Europa,
Africa, Asia, América y Oceanía.
Del fondo de nuestro ser se levanta un himno
de veneración hacia los misioneros de todos lc«
tiempos y bendecimos sus pasos al par que cla
vamos los ojos con respetuosa curiosidad en
las sandalias de S. Francisco Javier, que besa
ríamos con trasportes de júbilo para besar en
ellas las de todos los misioneros.
Vemos cartas de mártires misioneros, es
critas algunas pocas horas antes de morir. En
medio de la sala está un grupo escultórico que
representa al Pontífice S. Gregorio Magno que
envía a S. Agustín a la evangelización de los
bárbaros. El-alm a, lector querido, se empapa
en este pabellón de apostólico celo. Nosotros
quisiéramos que todos los católicos del mundo
visitaran la Exposición de misiones del Vati
cano y se detuvieran en este pabellón de héroes;
a buen seguro que todos se convertirían en
constantes bienhechores de las obras misioneras.
Para vosotros, campeones de Cristo Jesús,
nuestro aplauso, nuestras simpatías, el afecto
todo de nuestro pecho. De sernos posible ceñi
ríamos de verde lauro y de fragantes rosas
vuestras sienes venerandas. Cosas artísticas
hemos visto en Roma, intensamente hémos
gozado, más como en este pabellón vuestro ¡no!
Vosotros con Palestina sois el alma de la Ex
posición universal de Misiones. ¡Benditos seai^l
Museo etnográfico.
A Palestina, donde se oyeron por vez primera
las palabras de salvación eterna predicadas por
Jesús, y al heroísmo de los misioneros sigue un
« Museo etnográfico » donde se manifiestan con
carácter científico y apologético los varios es
tados ascensionales de la cultura de los pueblos
arrancados por el Cristianismo a la barbarie.
Este museo admirable da idea de los beneficios
aportados por la Cruz a la civilización, y viene
a ser, por consiguiente, como una síntesis de
la Exposición misionera.
En el pabellón de América septentrional y
central, que está a continuación, exponen obje
tos de sus misiones en estos países los Francis
canos, Redentoiistas, Jesuitas, Oblatos y 1®^
Religiosos del Corazón de María.
Campea en el medio una bella estátua del
P. Enrique Marquetta, S. J. descubridor <
nacimiento del río Misissippí; es un facsímil de
la colocada en el capitalio de Washington.
— 105 -
Salón de “ Propaganda Fide„.
El cansancio se nota y eso que estamos, como
quien dice, al umbral de la Exposición. Llega
mos al salón central de Propaganda Pide. Está
decorado con rica tapicería. Dos grandes plás
ticos muestran al visitante los territorios donde
la Congregación de Propaganda ejerce juris
dicción, y grandes mapas murales y clarísimas
estadísticas dan a conocer el desarrollo de la
S. S.
P ío
XI
INAOGURA LA
difusión del Cristianismo en las diversas partes
del mundo.
Vemos la biblioteca misionera. Contiene
millares de volúmenes. Cuando la visitamos no
«stá aun terminada. E n ella las varias entidades
misioneras, cuyos nombres se leen en inscrip'jones de colores diversos, exponen la bibliograde sus misiones. \^emos también cartas au
tógrafas de Papas y de Emperadores y decretos
^ténticos de Shares y Sultanes de distintas
-cas. En un saloncito hay revistas misioneras
pobtícadas en todas las lenguas.
Ln pabellón, minúsculo en comparación de
; ^demás, el del Pat|iarcado latino de Jemsada a conocer al peregrino algunas costumbres.-r.’'slimitanas actuales, y diversos tipos, cuyos
^ se destacan como blancas margaritas en
campo de verdosas hierbas en su cara acei■ donde se adi\'ina una e^^resión que,
■ Cinismo puede decir * gracias * ál visitante.
que indicar un gesto de extrañeza al \erse en
aquel lugar.
Misiones salesianas de América del Sur.
Avanzamos. Hemos de bajar una escalera
de cuatro o cinco peldaños. Dos cocodrilos con
la boca abierta parecen intentar cortamos el
paso. Nos fijamos en unas vitrinas artística
mente hechas donde se ven instrumentos colo-
EX PO SICIÓ N M ISIO N E R A .
cados de tal modo, que pronto nos atraen. Las
miramos con gran curiosidad. Constituyen un
museo etnográfico en pequeño. Nos fijamos y
otros visitantes no están menos sorprendidos
íjue nosotros y de sus labios brotan frases de
admiración. En unas fajas azuladas se ven en
letras blancas estas palabras ^ Misiones Sale
sianas » de América del Sur. Estamos ante la
exposición de la misión salesiana del Matto
Grosso que se presenta completísima, acabada.
Se ve clarísimamente la labor civilizadora del
misionero, según el espíritu salesiano, desde
que se acerca al salvaje por vez primera, llevado
de la caridad de Cristo, hasta que le entrega
redimido a la sociedad: cristiano y trabajador.
E n otras \*itrinas se presenta « la sorpren
dente actividad misionera de los salesianos »
como reza la guía de la exposición. Ofrece una
\4 si6n ^ ad a b ilísim a . En sitio preferente, el
primer misionero salesiano y civilizador de la
Patagonia, D. Juan Cagliero, hoy Cardenal, a
caballo. Muy cerca utía piel de guanaco cosida
con correas igualmente de guanaco. Es sencilla
mente la cama que este misionero intrépido,
usaba para tomar el necesario descanso, en sus
correrías apostólicas. Aves de pintado plumaje,
animales, reptiles entre los que llama la aten
ción una serpiente boa corpulenta, grande y
negruzca, otras serpientes raras; una colección
de mariposas del Matto Grosso; frutas varia
dísimas; minerales; trajes de colores subidos;
arcos, flechas, pieles, cuadros plásticos que
ponen de relieve la labor del misionero, estátuas
con cabezotas abultadas, gruesos labios, color
cobrizo, con expresión indescifrable; bustos
coronados de plumas de todos los colorés del
iris, pero abigarrados, fuertes que nos hieren
desagradablemente la retina, otras estátuas
de recia musculatura en pie, armadas de lanza
o arco como si fueran guardianes de la exposi- ,
ción, dan a esta parte sugestivo aspecto, y se
ve la Patagonia, salvaje hace cincuenta años
y cristiana hoy merced al sacrificio de los mi
sioneros enviados por el Ven. Juan Bosco en
1875Y en medio de este conjunto que tanto nos ‘
complace, que tan elocuente habla a nuestro
corazón salesiano, que tan hondo cariño des
pierta en él, se alza majestuoso, blanco grupo
escultórico del Ven. Juan Bosco que abraza y
catequiza a los indios de América, cuyos labios
se abren para decirle lo que el hijo del gran ca
cique Namuncurá: « ¿Qué,hubiera sido de nos
otros si no nos hubieras enviado tus misio
neros? i>.
Será debido al ambiente que respiramos,
será, acaso, que los amores que dan vida a nues
tra vida se despiertan vigorosos, será todo unido,
no lo sabemos ni nos detenemos a. indagarlo.
E n nuestra mente aparece grandiosa la figura
del Ven. Juan Bosco, llenando con su espíritu
el mundo entero.
Muchas veces hemos estudiado al Ven. Juan
Bosco y le hemos admirado, pero aislado; al
contemplar su herniosa estátüa aquí en el V a
ticano, en la Exposición universal de misiones,
que demuestra la robusta e inmortal vitalidad
de la Iglesia Católica, vemos palpablemente
¡Dios sea loadol la misión excelsa del Venerable:
sus frutos y la fecundidad perpetua, en todas
las latitudes, de la obra salesiana en el campo
de la educación y de la evangelización de los
pueblos, y presentimos cercana la glorificación
del nuevo Apóstol de las misiones, de la cual
es dulcísimo eco el himno que multitud de co
razones, antes paganos, le cantan agradecidos
en América, India, China y Australia, porque
apenas nacida su congregación en\’ió a muchos
de sus hijos primogénitos a enseñarles el ca
mino verdadero del cielo.
Con el Padre aclaman estos mismos corazones
a los Caglieros, Lasagnas, Costamagnas, Fagnanos, Jordanes, Malans, Bálzolas, Milanesios y
otros cien, cuyos retratos al lado de la estátua
del Venerable, hablan de abnegación y de he
roísmo sembrados en los desiertos y en las sel
vas, y de arcos de triunfo para el espíritu sale
siano, todo caridad, para la Iglesia Católica,
E s mediodía. Las campanas del Vaticano
tocan el Angelus. Con la fantasía en piadosa
peregrinación por las tierras donde trabajan
los misioneros salesianos, lo rezamos, para que
el Dueño divino de la mies los bendiga, y salimos
de la Exposición para volver después. Necesi
tamos descansar. Hemos vivido tres horas de
continuada atención y de gran afecto, si bien
nos han parecido tres segundos: tan rápidas
han pasado y tan felices han sido.
*
*
Por la tarde volvemos a la Exposición. El
tiempo primaveral. E n la plaza de San Pedro
grupos de peregrinos que ganan el Año Santo.
Da Exposición más concurrida que por la ma
ñana. Estamos en el pabellón del Asia occiden
ta l que nos dá muestra de Siria, Armenia, Mesopotamia y Arabia con ' sus costumbres tan
diversas de las nuestras, con sus hombres y
mujeres de triste mirada y con su catolicismo
valerosamente defendido.
Los Capuchinos, Carmelitas descalzos, Sa
lesianos, Asuncionistas, Jesuítas y Lazaristas
son las congregaciones que predican el Evan
gelio en estas regiones y lo sostienen a costa
de ímprobo trabajo y de ,heroísmo.
Nos llam a la atención un herbario bíblico
coleccionado por las Hijas de María Auxilia
dora que, en unión de los Salesianos, exponen
en este pabellón sus trabajos en Palestina, y
complacidos nos enteramos de que las congr^
gaciones fundadas por el Ven. Juan Bosco, ia
de los Salesianos y la de las Hijas de Mam
Auxiliadora, son de las que, después de 1»
Franciscanos, sostienen más obras de aposto
lado católico en Tierra Santa.
Tres pabellones seguidos, amplios y bien or
denados, están dedicados a la 'India, Ceilán f
Indochina. E n el primero campea celestial .*
estátua de S. Francisco Javier, apóstol de 1**
Indias y patrono de las Misiones Católicas Eos
Menores Capuchipos, Jesuítas, Salvadorian^
las Misiones extrajeras de París y de Milao.
Salesianos, Dominicos y Carmelitas
en secciones que dan al \úsitante idea de a q u e l»
lejanas tierras, exponen sus trabajos de
— 107 —
gelización, las obras de caridad que sostíenSn
y las dificultades que han de superar para el
triunfo de la civilización cristiana. Son pabello
nes sugestivos, atrayentes. I/ ds ojos no saben
donde fijarse. Idolos feotes, pero de gran ri
queza, pagodas, templos de Buda o de Confucio
con su arquitectura llamativa, tan lejos de la
nuestra, industria, filosofía y literatura; sacer
dotes indios que miran con desconfianza
y en son de amenaza al misionero cató
lico, todo un mundo nuevo, para noso
tros, lleno de animación y colorido, pero
con una.vida que no es la nuestra, de
tinieblas en medio de la bstentación, en
el que aparece como bella esperanza el
misionero que trabaja y ora, y la blanca
toca de las religiosas que le ayudan en
su misión di\rina.
vasto como el mundo, y consuela y cura por
medio del misionero, para el cual las llagas de
los infieles, que limpia y besa con amor, son la
puerta para entrar en su corazón y ganarlo
para Cristo.
A l salir del pabellón del dolor y de la caridad
visitamos los dedicados a las obras auxiliares
de las misiones. Son siete. En ellos la obra Pon
Eq los jardines del Vaticano.
Hemos terminado la visita de los pa
bellones situados en el patio de la Pina y
sin detenemos entramos en la sección
médica. ¡Qué cambio! A la vida ha suce
dido la visión de repugnantes enferme
dades: vimela, peste bubónica, lepra,
tuberculosis, de llagas asquerosas y de
otras, pestes mortíferas. Brazos, piernas,
dorsos, cabezas, rostros llenos de úlceras,
de postemas, granulentos, cuerpos lla
gados con expresión de dolor profundo,
cadavéricos nos hacen experimentar esca
lofríos y sentimos d deseo de cerrar los
ojos ante tanta miseria humana, tantos
sufrimientos, tantas lágrimas, y salir de
í5te lugar porque la primera impresión
que recibimos es repulsiva y en extremo
repugnante.
Repuestos de esta impresión dolorosa,
nos enteramos que en el pabellón se
presentan las enfermedades tropicales y
V l S T A D E UNO D E L O S P A B E L L O N E S D E L A E X P O S IC IÓ N .
coloniales más comunes, ante las cuales se
t-trellan muchas veces los trabajos del
Eiirionero, al cual se indican las causas de las tificia de la Prop^ación de la Fe, la Santa In
°usmas y los medios para preservarse a sí mis fancia, la obra de S. Pedro Apóstol, generales
óos y a los convertidos de los terribles estragos y centralizadas en Roma, exponen sus trabajos:
que en los unos y en los otros ocasionan.
su difnsión, sus frutos. Las dos primeras son
Las causas de las enfermedades, los medios bien conocidas: agrupaciones de hombres, la
de transmisión, y los efectos preventivos y
primera, de niños la segunda, que rezan por las
~¿«icinales se pueden apreciar con más de o- misiones y las ayuidan con limosnas. L a tercera
• ''■ uta microscopios puestos a disposición del se propone educar clero indígena, para cuando
Péblico.
se desarrollen y fundamenten sólidamente las
En el fondo hay un grupo donde está S. Fran- misiones, establecer la Jerarquía eclesiástica.
>10 de Asís en medio de los apestados y de
Otras obras auxiliares de mísfones depen
• - dolientes, y unos religiosos, hombres ym uje- dientes de determinadas órdenes religiosas o
^ qu; medicinan caritativos a los que sufren. de una nación en particular, hacen ver también
Li Cruz se extiende sobre el campo del dolor. en estos pabellones sus esfuerzos generosos por
— io8 —
ayudar a los misioneros. Son pabellones de pro
paganda que dicen, muy al vivo, cuánto puede
hacerse poí las obras misioneras. Ante ellos ¡có
mo se ensancha el corazón y cuán.pequeñitas
resultan aquellas almas que escatiman una
oración o una monedita para las misiones!
Estadística.
L a exposición de estadística es sencillamente
elocuente. Ocupa larguísima galería. Número.s
y más números, siempre números de años de
fundación de las diversas misiones, de misio
neros, sacerdotes o laicos, que en ellas han tra
bajado, de bautismos, confesiones, comuniones,
matrimonios, pláticas en tierra de infieles: de
iglesias, capillas, escuelas, asilos, hospitales,
granjas agrícolas, escuelas profesionales, ora
torios festivos sostenidos a fuerza de sudor y
recio trabajo por los misioneros. ¡La caridad
misionera representada en guarismos! '
E n el Stand salesiano, de una sencillez muy
artística, vemos en las paredes, cubiertas de
blanco y azul, una oleografía del Ven. Juan
Bosco, un retrato del Rector Mayor actual de
los salesianos, Rdnlo. Sr. D. F. Rinaldi a la de
recha, y otro de la Superiora General de las
Hijas de María Auxiliadora, R. M. Vaschetti,
a la izquierda, debajo varios cartelones, más
de una veintena, unos sobre otros, pero que se
pueden leer fácilmente donde se ve la labor de
los Salesianos y de las Hijas de María Auxilia
dora, en los cincuenta anos que llevan de mi
sioneros; a los lados fotografías clarísimas, ní
tidas de las casas de formación de misioneros
salesianos e liijas de María Auxiliadora; en el
suelo, a derecha e izquierda, bonitos atriles con
libros que hablan de misiones salesianas, y en
medio un globo terráqueo donde se v^en seña
lados los países en que están enclavadas, con
una clase de alfileres caprichosos y originales,
y arriba, dominándolo todo, la imagen de
María Auxiliadora inspiradora y sostenedora
del bien que las congregaciones del Ven. Juan
Hosco siembran en el mundo p a g a n ).
Todas las órdenes religiosas tienen hermoso
apartado especial, revelador de sus trabajos.
A la entrada de esta sección una imagen de la
Virgen Santísima, de rostro purísimo, ofrece
el mundo coronado con la cruz a los misioneros.
¡Es la Reina de las misiones! Hemos visto a
más de un misionero pasar ante ella, detenerse,
mirarla y sonreir de gozo.
Pabellones de Australia
y del Japón.
Los pabellones de Australia y del Japón no
están aun abiertos al público. Nosotros entramos.
Apartados a medio terminar, pero que ya dicen lo
que van a ser. Vemos muchos obreros clavando
puntas, o abriendo cajas que contienen objetos
misioneros; religiosos con barba, subidos en
escaleras, colocando aquí una tela rara, allá nn
libro, una colección de pájaros nunca vistos,
o tipos extraños: oímos martillazos y hablar
diferentes lenguas.
A la izquierda del pabellón de Australia, en
el fondo, miramos la exposición de la misión
salesiana de Kimberley. E stá casi terminada
y presenta, como halagüeña esperanza, el por
venir espléndido del Vicariato austráliano, re
cientemente confiado, dos años hace, a los sa
lesianos.
Africa.
Africa tiene cinco departamentos. Dos del
norte, uno del oriente, otro del centro y el úl
timo del occidente. Magnífica manifestación
del celo evangélico de los Capuchinos, Jesuitas,
Padres Blancos, Franciscanos, Padres del Espíritu'Santo, Misiones de Lion, Siervos de María,
Benedictinos, Salesianos, Oblatos etc... etc...
son todos ellos. Dorñina el color negro y les
labios abultados de los africanos. Viendo estes
pabellones con la atención debida, en uno ce
los cuales campea una estátua del Cardenal
Masaia, apóstol insigne de las misiones, puec'e
reconstruirse la vida entera del continente afiicano. ItO que tantas veces se ha estudiado ¿e
manera abstracta en la geografía sin inten's
ninguno, se ve aquí claro, intuitivo. En la ex
posición del Congo belga, en la cnal, como en
la del Congo francés, no aparecen en sitio vi
sible y conveniente los nonrbres de las congrega
ciones que los civilizan, admiramos un bello
grupo, negro por supuesto, que representa
escenas de la misión salesiana de ElisabetviÜc.
También nos enteramos que de esta misión .se
ha extrenado y a interesantísima película qne
bien pronto podrá verse, traducida la letra en
castellano, en España y América española.
Junto a una columna vemos un curioso perga
mino con el Ave María escrita en lengua madagascar.
China.
Los dos liltimos pabellones ¡China! Son n»
mundo. Aquí se pierde uno. Baste decir que
China es, quizá, donde hay en la actualida
mayor movimiento misionero y que apenas
habrá familia religiosa que no tenga en ¿1*
asignadtf un campo de apostolado. Los sal^
sianos tienen el Vicariato de Shiu-Chow y a
distrito de Heung-Shan.
Telas de rica seda, rameadas, vajillas trar®*
parentes con miles de dibujos, aunque un tanto
monótonos, muebles suntuosos, habitaciones
completas de familias acomodadas o pobres,'
cachivaches sin fin; fauna abundante y ñora
variadísima, artísticas pagodas doradas, ídolos
panzudos, rechonchos y nada guapos, libros
escritos en chino donde está expuesta la filosofía
ylaliteratura de.esta inmensa región del mundo,
dan a estos pabellones aspecto de bazar in
menso, en el que se ven cortejos de soberbios
mandarines, escenas religiosas que mueven a
risa y a compasión, escenas domésticas que
E c u a d o r . — C a sa
ig l e s ia
airosa y gallarda se nos clava suavemente en
la retina. En las cuatro paredes de la terraza
vemos otros tantos grandes cuadros plásticos
de misiones leáanas: un sacrificio pagano del
Assam, India, las escuelas profesionales y Ora
torios festivos en las misiones salesianas de
China, una procesión pagana de Tanjore, India;
rehabilitación de la mujer y de la familia, Congo
belga. En el lado izquierdo de la terraza, diente
a la cúpula de S. Pedro, un aparato ingenioso
con vistas de las misiones de los hijos del Ven.
Juan Bosco.
o b l a m isió n e n
acusan la ignorancia más espantosa, escenas
públicas: bailes, bodas etc... que dicen el estado
úe abyección del pueblo chino; escenas de hami>re, de miseria, de dolor, de muerte.
¡Cuántas tinieblas cubiertas con paños de
*dal La mujer esclava; los niños abandonados,
las costumbres prostituidas, la superstición
imperando señora. Instintivamente mas acorciamos de Jesús, Redentor divino, y le pedimos
ayude a los misioneros para que el Evangelio
ilumine pronto al pueblo chino y rompa las cade ignorancia religiosa que le aprisionan,
calimos a una terraza que da al espacioso y
jardín Cuadrado del Vaticano en el que
^ lee en lengua italiana esta inscripción, for
®Ada con verdes plantecitas y flores: * Año
. :')25 » Pío Papa X I.
<.dpula de S. Pedro, obra de Miguel Angel,
S an Mi g u e l
de
Ag u a c a t e.
He terminado la visita de la exposición uni
versal de misiones, bien calificada de balcón
del mundo, abierto en el Vaticano. Un sacerdote
nos llama la atención. E l Papa, el Papa, nos
dice lleno de alegría, paseando arriba, en el
pinar que está situado allá, al lado derecho del
jardín. Xos asomamos y vemos la blanca silueta
del Pontífice. Un guardia le dá escolta a dis
tancia. Muere la tarde. Los rayos del sol po
niente caen dorados sobre la cúpula de la primera
cated^ l del mundo, después de formar en el
horizonte diadema de púrpura y oro. En nues
tros oídos resuenan las palabras del Pontífice
Pío X I, a quien miramos como a inesperada
\TSÍón, regalo del cielo: « Hemos inaugurado
esta Exposición a honor y gloria de Jesucristo,
cuyo reinado llevan los misioneros a los confines
del mundo >.
“ Ayudad a la pobre Misión
de los Jíbaros,,.
{Carta del Vicario Apostólico Mons. Domingo
Comin al Rmo. D. Felipe Rinaldi).
Los Jíbaros son astutos y supersticiosos.
Inclinados al aguardiente, se lo buscan y be
ben con avidez; pero temen que les haga daño.
Un jíbaro, de nombre Tibiraa vino a visitarme
en compañía de otros: tenía en el pecho una
enorme cicatriz de un golpe de lanza, recibido
de un enemigo sin lograr vengarse, y se mostraba
sospechoso, pues era la primera vez que me
veía. Para ganarme su confianza le ofrecí un
vasito de aguardiente. No lo aceptó, aunque
dejaba ver en el rostro que le gustaba, y en fin
declaró que se abstenía por temor que el maíz,
sembrado hacía poco, no le diese buena cosecha.
Son muy supersticiosos: tocante a este punto
creo que no tengan igual. Una vez vf que daban
mucha importancia a un pavo montés que ha
bían cazado en un viaje. Recogían con cuidado
todos los huesos que no podían romper con sus
poderosas mandíbulas, y tenían cuidado con
el perro. Supe qué peligro querían evitar.
Si el perro llegara a comer aquellos huesos, el
fusil perdería el blanco, y sería inútil para la
caza.
Todo lo explican con la voluntad del bnijó.
Ni siquiera la muerte natural la admiten si no
es por brujería de alguno, o por alguna venganza
no tomada. Nosotros combatimos continua
mente estas supersticiones, haciendo resaltar
toda su ridiculez; mas, para desarraigarlas sería
preciso cambiar de un golpe su índole; ésto se
obtendrá solo con el tiempo, con un gran tra
bajo y con la paciencia, y sobre todo con la
gracia de Dios,
Al presenciar estos episodios les dije que no
hicieran caso de tales tonterías, pues los brujos
son todos hechiceros y engañadores. E l más
anciano me respondió:
— Cristianos no saber... brujo ser muy malo,
embrujar todo... embrujar cx¿echa, embrujar
puercos, embrujar yuca; y todos morir, morir...
Y lo decía temblando; tanta era la convicción
con que hablaba
Los brujos.
Los brujos son los más picaros de todos, y
gozan de un inmenso prestigio, fundado solo
en el miedo que inspiran. Embusteros de primer
orden, que han aprendido por tradición algunas
ceremonias ridiculas con las cuales pretenden
curar las enfermedades o alejar los. malos espí
ritus de las familias y de los individuos, casi
diría que son aún más sanguinarios, porque con
la mayor facilidad hacen al inocente objeto
de la más cruel venganza.
Nada extraño seria que a veces tuviesen real
mente comercio con el demonio. E l famoso
brujo Xerembp aseguraba que hablaba directa
mente con Passuka {el demonio), y se transfor
maba de tal modo, y realizaba tales cosas que
no se podían explicar. Y nosotros sabemos que
donde no reina Jesucristo, Satanás goza de
mayor intimidad con sus adeptos.
Un tal Cugush me decía que los brujos del
Ñapo son los más terribles, porque enseñan la
maldad a los demás, y solo con una mirada
pueden lanzar agujas y alfileres que van a cla
varse en cualquier parte del cuerpo, hasta en
las venas y en el corazón, causando enferme
dades.
L a brujería es un oficio fácil y cómodo. Los
brujos, sin trabajar, tienen tarachis, cerdos
bien cebados, gallinas etc... y todo cuanto pue
den desear, pues nadie se atreve a negarles nada,
por miedo.
Estos desgraciados, de los que el jefe de casa
es el rey de la jibaría, se temen mutuamente;
y por consiguiente no viven seguros ni aún los
de la misma casa, si no que están siempre en
guardia para defenderse en caso de ser agredidos.
Cada uno vale cuanto valen sus armas, pues,
para ellos no existe otro valor moral que el de
la fuerza bruta; y son muy audaces cuando el
número y la seguridad de la empresa están en
su favor. Y es cierto que a nadie se teme tanto
como al brujo, del que según ellos, es imposible
defenderse, porque no se conocen sus artimañas
Conocen el bien y el mal, pero son temblemente vengativos.
Con todo, la idea de la bondad o malicia de
las propias acciones infundida por Dios en el
alma humana, existe también en el alma de
los jíbaros más feroces.
Ciertamente comprenden que el robo es un
E cu a d o r — R e s id e n c ia
d e l o s m is io n e r o s e n
mal. Un salvaje me decía: < No hay que tomar
los bienes ajenos: tonto, muy tonto siendo el
qae roba ».
Pero es claro que al misionero repiten lo que
han oído de labios del misionero. Hablan tam
bién de paraíso y de infierno, como lugares de
premio y de castigo; pero no comprenden la
nobleza del perdón, y la venganza es para ellos
un título de honor, y , me atrevería a decir, una
necesidad social; por eso la consideran como la
finica norma de su código. Para ellos quitar la
vida al enemigo es la cosa más natural, es él
ejercicio de un derecho, es un acto de justicia,
reconoddoporlos mismos parientes déla víctima.
Un Jíbaro, como tantos otros, habiendo ase
sinado en Gualaquiza a un enemigo suyo, llevo
ccmsigo, como botín de guerra, un hijito de la
víctima,
,
El niño creció en casa de Machambra^ y ahora
le árve y respeta como si fuera su padre, a pesar
de saber la tr a e c a muerte del autor de sus días.
Kancha es el nombre de un jíbaro que fué ase
sinado con gran parte de su familia hace dos
años. Se salvaron de la matanza dos jóvenes,
que viven ahora en la misión, y su madre. Esta,
resignada con su suerte,'pasó a servicio del ase
sino de su esposo, y vino con él a visitar a
sns hijos y a mí. Bien se echaba de ver en ella,
cu su aire melancólico, el recuerdo doloroso
de la noche fatal de su desgracia, pero al mismo
bempo una cierta resignación. Sus hijos Ramón
7 Mariano Navicha, están en la casa de la Mi
Mén d ez ,
sión, saben la doctrina y han recibido el bau
tismo. Poco a poco se les ha ido enseñando que
la venganza del cristiano es el perdón, y han
prometido no ser malos como los demás jíbaros.
Cuaudo los asesinos se marcharon, Mariano
me dijo: ♦ Monseñor, .]bien lorecuerdol aqdellos
son los asesinos de mi padre: pero yo no quiero
ser como ellos... » f las lágrimas brotaron de sus
ojos.
Hay que educar a los nióos.
Entre tanto, nosotros trabajamos. Recoger
los niños en las residencias, como internos, para
educarlos mejor, es uno de los planes por nos
otros más acariciados, y al que queremos dar
la preferencia, sin parar mientes ni en gastos
ni en sacrificios.
En Indanza y en Méndez tenemos ya un grupo
de niños que viven con los Misioneros, recibiendo
la instrucción y, sobre todo, habituándose al
orden y a la virtud.
E s cierto que se requiere paciencia y mucha
paciencia- Cada día, repito, hay que darles tiem
po para que con la cerbatana vayan a los bos
ques a su diversión favorita: la caza. Mariano
Navicha es uno de estos jíbaros, y me procuró
una grata.sorpresa cuando, con gran recogi
miento y pronunciando exactamente las pa
labras, me ayudó la Sta. Misa. Un día tardó
en voh'er a la Misión, y llegó cuando estábamos
a mitad de la comida. Después de haberme sa
ludado, se dirigió a su lugar en el refectorio;
pero antes de sentarse, hizo la señal de la cruz y
rezó con devoción el Ave María.
Estos ejemplos influyen mucho en los demás
jíbaros, sobre todo en los niños, que al verlos
vestidos con decencia y rodeados de cuidados,
desean ser del número de estos afortunados.
En una de tantas visitas, un jibarito, para
lograr quedarse en la Misión, recurrió a la astucia
de esconderse, mientras su padre volvía a casa.
Los Jíbaros tienen mucho afecto a sus hijos,
y por nada del mundo los cederían si se qui
siera retirarlos de la floresta. Pero si se trata
solo de confiarlos a la Misión, que está tan cerca
y donde pueden visitarlos continuamente, no
se oponen; antes, algunos están dispuestos a
mandárnoslos, para que aprendan a hablar y
leer como los Cristianos.
En realidad, aprecian a los Cristianos; se
sienten inferiores a ellos, y a que saben son los
que les construyen los fusiles, vestidos, espejos,
agirjas, etc. etc. Uno, observando el panorama
con. los gemelos, pretendía aferrar con la mano
los objetos que los lentes le aproximaban. No
se cansaba de mirar y mirar el instrumento, y
al fin exclamó: ¡He aquí que cosas hacen los
blancos! ¡Y nosotros nada!
¡Pero hay mil diíícuitades!
Amadísimo Padre, nuestra obra es más costosa
de lo qué se cree, y necesita de la ayuda de todos.
Los .trabajos que tenemos entre manos, son
complejos y difíciles. Con nuestras solas fuerzas
podemos hacer poco o casi nada; y tenemos
absoluta necesidad de la ayuda de los buenos,
de muchas oraciones, de mucLas limosnas, para
hacer frente a los grandes gastos que requieren
las residencias del Vicariato.
Por mi parte, estoy plenamente convencido de
que la evangelización de estos salvajes es, prini.'ipalísimiunente, obra del Señor.
¡Ah! si el BoUUn escribiese en caracteres cu
bitales; t Ayudad a la pobre Misión de los Jí
baros!... ».
Tengan todos bien presente que nuestra ac
ción no se limita al campo religioso, sino que se
trata contemporáneamente de la conquista de
esta tribu a la civilización, conquista dificilísima,
dada su índole y malos hábitos, que son seculares.
Perdone mi insistencia, amadísimo Padre, y
dígnese tener presentes en sus oraciones a todos
los Misioneros y Cristianos del Vicariato de
Méndez y Uualaquiza. Nosotros rogaremos por
Uáted. principalmente hoy que empieza el Ju
bileo de Oro de las ^fisiones del \>n. D. Bosco.
Cticncii, 11 novii'mbrc 1924.
Su af.mo hijo en J. C.
0 D. OOMix Obispo titular de Ohba
í ’íf, Ap. de Méndez y Gualaquiza.
Orfanotrofio Salesiano
de Ho-Si en China.
[Relación del Misionero D . Carlos Braga al Sr
D. Felipe Rinaldi).
Rvdmo. Sr. D. Rinaldi:
Debiera haberle escrito conforme el Señor
nos abría los tesoros de sus gracias y maduraba
algún fruto; conforme D. Bosco, con su visible
asistencia, con los triunfos de su método, ali
mentaba nuestra fe, vivificaba nuestra espe
ranza y aumentaba nuestro amor.
No lo he hecho por falta de tiempo: sabe V.
que cuando se tienen sobre el corazón un cen
tenar de chinitos, cuando h ay que servirles de
padre, de madre, de médico, enfermero, coci
nero, barbero... bebiendo proveerles de todo
lo necesario desde la pluma para escribir hasta
el vestido... y a más de esto se tienen casas e
iglesias en construcción, cristianos a que aten
der, catecúmenos 'que evangelizar, ciertamente
que no queda tiempo para escribir...
Y ahora escribo, aunque sea con mucho re
traso y con grande sacrificio, para pagar la
deuda de gratitud contraída con tantos bien
hechores, los cuales, con corazón de hermanos
nos han-auxiliado en tan difícil empresa.
E l Señor se ha dignado bendecir nuestras
fatigas; ha cambiado en lágrimas de alegría
nuestras tristezas; alguna vez nos ha tenido sus
pensos con la ansiedad de la esperanza, mas
solo para hacemos gustar mejor el placer del
éxito feliz.
I.
Un centenar de nuevos huéspedes*
Comenzaré mi narración desde Mayo de 1922
para seguir cierto órden cronológico y poner
a María como principio de toda empresa.
Precisamente el primer día de su mes nos
abría María Auxiliadora los tesoros de sus gra
cias. ¿Se recuerda V ., amadísimo Padre, de
aquel jovencito que, con dos frases dichas en
piamontés, pude arrancar de las manos de los
soldados enfurecidos?... L a Sma. Virgen no dejó
la empresa a medias; me ayudó a librarlo tam
bién de los lazos de Satanás. L a misma tarde
de su liberación lo conduje a los pies dé Maitó
para que le agradeciese el favor que le había
dispensado y a fin de que Ella infundiera la fe
en su corazón. Como no sabía rezar, repitió
algunas invocaciones que le decía en su áspen»
dialecto.
Siguió acudiendo asiduamente a la
todos los domingos y con frecuencia aun en los
—
U 3
días de trabajo, mientras le .duró el miedo y el
recuerdo de la gracia obtenida, después... y precisamente no por su mala voluntad, comenzó
a enfriarse, vi\úó como un pájaro del bosque,
como im estraño. E n un pueblecito, distante
un par de horas de nuestra casa, había podido
encontrar trabajo y arroz; y así los domingos
le parecía fatiga muy grande recorrer tal camino.
De vez en cuando hacía una escapadita y no
tomaba a mal mis dulces amonestaciones. Ter
minaba siempre por excusarse diciendo: « Pa-
H o S t (C h in a ). — H u b r f a n i t o s
—
lesiano, por invitación del Boletín se iniciaba la
semana universal de oraciones y buenas obras,
para impetrar las gracias y bendiciones celestia
les sobre los Misioneros, sentimos la inmediata
repercusión en estas lejanas tierras de la Cliina,
Precisamente el domingo por la tarde, se re
fugiaron dentro de nuestros muros más de un
centenar de hombres por haber comenzado nue
vamente y de improviso la caza brutal de los
portadores y el saqueo de las casas y de los ga
llineros. No puedo negar que tal aumento ines-
d e l a p r im e r a y s e g u n d a
dre, tengo que ganarme el arroz », escondiendo
en la cruda realidad de tal frase, mil dificultades.
Cierta noche vino a visitarme, y estaba tan
cambiado que solo pude reconocerlo al oir su
voz, por mucho que esta se hubiera vuelto ca
vernosa y triste. Pocos harapos cubrían su
cuerpo flojo y encorvado: — « Padre, ayúdame,
yo me muero! ». No murió aquella noche, vivdó
todavía una semana auxiliado por nuestra ca
ndad que le proveyó alimento y medicinas; le
confortó con palabras-cariñosas y con los ritos
sacados; lo preparamos convenientemente para
reabir el bautismo, y apenas purificado por
^ agua bautismal, al surgir la aurora del i* de
^ y o , repitiendo la jaculatoria: Marta, AuxiChri%tianoTwn, ora j>ro me, expiró como
^ niño que se duerme en los brazos de su
niídre.
El ;’omingo 7 de Mayo, en tanto que en él
•*otnario de Valdocco v en todo el mundo su
elem enta l
perado de inquilinos *era un grandísimo incon
veniente. El número de huérfanos era y a más
que suficiente para tenemos en movimiento de
la mañana a la noche; y aunque solo fuera el
tener siempre delante tales hombres, el encon
trarlos por doquiera (pues el aldeano chinés se
mete en vuestra casa como si fuera el dueño,
entra por todas partes, se fija en todo y de todo
quiere explicación) quería decir que siempre
había que estar con ojo avizor. Otra dificultad
era el poder tenerlos ocultos. No obstante, a
pesar dei aumento de trabajo, de la vigilancia
y cuidados que requerían, los acogí como un
dpn de Dios, como si María Auxiliadora hubiera
recogido el rebaño disperso. Mí lengua comen
zaba a soltarse, y en lugar de las sonrisas, de
los cumplimientos y de los « Hao, hao. hao t del
primer año, podía y a dar razones, exponer ar
gumentos y cumplir una obra de formación.
¿Cómo no ver manifestarse en esto la voluntad
— II4 —
de la Virgen? A las cinco los reuní a todos en la hacia la puerta; el soldado al verme, retrena su
capilla que y a era insuficiente para los colegiales. irá y queda un momento perplejo, mas súbito
K1 que no encontró puesto se colocó en una clase quiere lanzarse de nuevo sobre la presa inerme.
desde cuyas ventanas podían seguir los ritos Rápidamente' pude aferrar sus brazos y me
sagrados y oir distintamente la voz del sacerdote. deshacía en buenas palabras para calmarlo, pero
Al verme rodeado por tanta gente, y al leer en él se enfurecía más cada vez y gritaba a más
no poder. Vinieron en mi auxilio tres de sus
sus rostros- no la acostumbrada indiferencia y
la desaprensión sistemática de las cosas del alma, camaradas más prudentes y juiciosos que él:
sino un ansia nueva, un vivo deseo de instruirse, se lo llevaron fuera del colegio y lo iudujeron a
de entender y escuchar, no podía ocultar mi meter el puñal en la vaina y a dejarse de locuras.
emoción y siéndome imposible elevar mi estilo Y o les acompañé hasta el dintel y nos despedi
alzaba la voz procurando comunicar al audi mos con las inclinaciones de etiqueta.
Eos refugiados habían presenciado la escena,
torio mi entusiasmo y mi alegría.
Y , cuando Jesús los bendecía le supliqué que mirando a través de las celosías, y al volver
les distribuyera el pan y que nutriese sus co en medio de ellos no me atreví a reprender al
imprudeiíte, viendo el terror y la angustia que
razones.
Quienes más compartieron mi alegría e in le'em bargaban. Todos a una le decían: * jDa
tuyeron la importancia de la nueva ocasión gracias a la Virgen por haber escapado bien!
que se ofrecía de hacer algún-bien a aquellas Verdaderamente que el Señor te ha salvado! »
Eps'jóvenes externos, con el^arroz y la verdura
almas, fueron nuestros alumnos que, apenas
salimos de la iglesia, se me acercaron alegres, para los parientes refugiados en el colegio, traían
también muchas fiores para adornar el altar;
dicieudoL« Padre, predica siempre así ».
« Con muchísimo gusto y a condición de que y todos los alumnos en las horas que estaban
vosotros seáis tan buenos y obedientes que pueda libres de sus ocupaciones rodeaban a porfía la
ahorrar voz, energías y lucidez de mente hasta , imagen de la Virgen. Los cantores preparaban
esta hora >. Y el entusiasmo, la alegría y el la misa solemne, los músicos piezas de banda
fervor, no fueron cosas pasajeras. Se repetían y el pequeño clero el servicio del altar.
Además de aquellas frescas flores que perfu
cada día y tanto más cuanto les había prome
tido llevarlos a todos, cristianos y no pristianos, maban diariamente el altar de María, prepa
al fin del mes, a la ciudad para celebrar la fiesta raba poco a poco otras flores que por cierto ha
bían de serle más gratas, y a que serían de su
de María Auxiliadora.
I^a S.ma Virgen que en su día quería conce propio jardín: eran estas flores, seis de nuestros
demos la paz, nos daba cotidianamente pruebas alumnos: flores nacidas en medio de aqudlos
inequívocas de su amorosa protección: ninguno palúdicos arrozales, entre los miasmas de una
sufrió violencia o injusticia alguna, y confir vida sin Dios, trasplantadas y desarrolladas en
maba la fe incipiente con delicadezas espe la tierra sana y fértil de nuestro orfanotrofio;
eran de los más asiduos en acudir a honrar a la
ciales de su misericordia.
El domingo 15 de Mayo, apenas había mon \'irgen con sus oraciones y sus alabanzas. Ella
tado una especie de guardia a la puerta, cuando mostró lo grato que le era tal ofrenda y su amor
un mozo garrido, alegre y bonachón, fuerte maternal nos deparaba una alegría imp^e^^sta.
Para inducir a los catecúmenos a recibir el
como un cargador del muelle se unió por su
gusto y sin el distintivo prescrito a la defensa bautismo no fué menester insistencia alguna,
de la puerta. Al tom ar de mi gira a las casas no encontré dificultades en su mente ni obstá
de los cristianos, después de confortar y animar culos en su corazón. Viviendo en un ambiente
a los pocos que habían quedado para cuidar verdaderamente cristiano, no veían más que una
de los arrozales y de los huertos, habiéndolo justa solución al problema de su vida: hacG»
encontrado sentado en las escaleras de la en hijos de Dios, miembros de su Iglesia. Y aún
me parece ver a ios pequeños catecúmenos, po
trada, le dije que se ocultara y .q u e no dejara
tan a la %nsta sus fuertes espaldas y su pecho niendo sumo empeño y atención para e\dtar aún
cuadrado. A fuer de buen chino me dejó hablar, las faltas más leves, prolongar sus oraciones y
repitió unas cuantas veces: « hei-loo! Hei-loo! >' dirigirse con más frecuencia y fervor a Ma^.
recuerdo sus ardientes deseos de instrucaoo
y no se movió del sitio.
No había puesto aún los pies en casa, cuando catequística; recuerdo sus preguntas ingenuas,
siento que me llaman con gritos desesperados: las dudas de su infancia espiritual, su immensa
«iSin-fu! ¡Sin-ful». Me \*uelvo y veo al desobe alegría al ver que pronto habían de recibir al
diente centinela que corría hacia mi, perseguido buen Jesús en sus puros corazones. A fin de dar
por un soldado que \*ibra en el aire un puñal mayor importancia a la ceremonia y animarltf
a prepararse cada vez mejor, una tarde, después
queriendo herir al fugitivo. Retom o corriendo
— II5 —
H o S i (C h in a ) — H u e r p a n i t o s
de la plática, leí los nombres de los destinados a
recibir el santo bautismo, invitándoles al mismo
tiempo a salir de sus puestos y a presentarse
ante la imagen de María Auxiliadora para im
petrar de E lla gracia tan señalada.
Había entre los que presenciaban la breve
ceremonia un grupo de alumnos externos, de
los más asiduos y vivarachos, y v i reflejarse en
sus caritas un sentimiento de profunda tristeza
que por de pronto no supe explicarme.
{Continuará]
Carlo B raga Pbro.
Misionero Salesiano.
Fervor de vida cristiana
en el Assam.
{Carta de Mons. Luis Matías a Don "Rinaldi.
Shillong, 20-11-24.
Amadísimo Padre:
En ei mes de mayó, como y a le fué comuni®®do, y en ocasión de la simpática fiesta de María
^®^adoia, nos decidimos a reunir los catóKhassi para facilitar la difusión de la ins
c c i ó n religioso-catequística. E n aquellos días
*®®bábamos de imprimir un nuevo y comP^*to « Catecismo * en lengua khassi, para que
d e la t er c er a elem en t a l.
estudiándolo el pueblo, comprenda mejor la
grandiosidad de nuestra sacrosanta religión.
E l acto resultó verdaderamente consolador y
tod<», misioneros y fieles, han salido con el alma
henchida de entusiasmo. Nos parecía hallamos
en los primeros siglos déla Iglesia, cuando todos,
pastores y fieles, formando un único corazón
y un alma sola, se excitaban mutuamente al
bien en aquellas frecuentes reuniones y tomaban
todos la palabra para expresar con sencillez
y candor sus pensamientos, que iban dirigidos
sobre todo a obrar el bien y a ejercitarse en las
virtudes cristianas.
Uno de los temas más discutidos fué el con
cerniente al certamen catequístico: y se deter
minó que en cada pueblo fuera anunciado por
los catequistas un certamen general que debía
celebrarse anualmente, llevando a los premiados
de los diferentes pueblos a Shillong el día del
Corpus Christi, para tomar parte a un último
e interesantísimo certamen que presidirá el Pre
fecto Apostólico; todos en esta ciudad recibirán
un valioso premio, pero al Principe del <xrtamen,
ai heroe que después de reñido combate logre
mantenerse en pie, se le obsequiará con un
premio e^>ecialísimo.
A l primer certamen, amadísimo Padre, to
maron parte los padres y madres de familia
con sus fajjitos y hasta los catecúmenos: era ver
daderamente conmovedor ver sobre los mismos
bancos familias enteras, hombres, mujeres y
—
II6
niños de ocho años, respondiendo todos con
tal sencillez y desparpajo que sus respuestas,
arrancaron los aplausos de todos los concu
rrentes. Lo más sorprendente fué que hubo de
cerrarse el certamen sin poder dar a ninguno el
honroso título de « Príncipe ». Treinta individuos
sabían tan bien el catecismo, que no se les pudo
hacer caer.
Entre estos había muchos de nuestros liuérfauos, y un niño y una niña de la « Santa In
cumplirán del mejor modo posible las prác
ticas de piedad, como el ejercicio de la buena
muerte etc.
3) Todos serán apóstoles, catequistas y ayu
darán al Misionero según las ne.cesidades.
4) E l periódico « K a ling Khristan » (La fa
milia cristiana) será el órgano del movimiento
y dirección.
5) Propagarán el amor a la Auxiliadora y la
devoción al SS. Sacramento.
EU PRIMER CERTAMEN CATEQUISTICO EN ASSAM (INDIA).
fancia » que sabían el catecismo de coro. Adjunto
le remito la fotografía de los premiados, donde
verá también madres con sus hijos y algunos
catecúmenos que serán bautizados en el mes
de diciembre.
Otro punto que se discutió en el Congreso fué
la -i organización de cooperadores salesianos en
tre los Khassi ». L a idea es singular y el medio
de realizarla un tantico nuevo, pero queremos
que en Assam se verifique presto el dicho de
D. Bosco; « Vendrá día en que el nombre de
cooperador salesiano será sinónimo de buen ca
tólico *.
He aquí los principales principiois directivos:
1) Todos los cristianos serán alistados en la
asociación de Cooperadores.
2) Todos tendrán el reglamento de la Pía
Unión, y. bajo la dirección del catequista en los
pueblos y de los Misioneros en los centros.
Y a hemos empezado a trabajar y con
la gracia de Dios esperamos hacer fructífero
nuestro trabajo. A esta asociación se unirán
las varias Compañías religiosas para la parte
espiritual, y todas las asociaciones para la ma
terial.
Todo esto, amadísimo Padre ¿no le parece
consolador? Pues bien, haga rogar muy mucho
a nuestros celosos cooperadores y suplíqueles
nos a>*uden también materialmente, para- qre
con sus valiosas oraciones y los medios rrateriales de que, habernos necesidad, podamcs
mantener convenientemente este apostolado qw
tanto bien ha hecho y que, con la bendición
cielo, seguirá haciendo en el porvenir.
Su aff.mo hijo in C. J.
L uis Matías , Pbro.
Pref.cto Apostólico.
C ad ena
dk m ontañas
y
v e n t isq u e r o s a l
N .E .
de
U sh ü a y a .
M is v ia je s en la T ie r r a del F u eg o .
Pbro. Alberto M. De Agostlni.
Otras paradas aquí y otros momentos de
intensa trepidación. Después de dura lucha, con
admirable mstóstría y sangre fría ha vencido
Agustín las mortales insidias del hielo y de la
roca, y desde un sitio iniHsible para nosotros
nos da la voz de [Adelante!... Superado este
mal paso, notamos con satisfacción que hemos
avanzado muchísimo. ¡Animo! no puede estar
ya muy lejos la cima. Varias lastras de espan
tosa verticalidad caen sobre nuestras cabezas;
tanteamos la roca y la encontramos firme y
leal. El tiempo y las intemperies, mucho más
intensas en estas alturas, la han solidificado y
purificado. Por una resquebrajadura que enojntramos en aquellas paredes, llegamos a la
cresta septentrional que conduce a la opuesta
vertiente del M Olivia.
El cielo, que hasta este momento se había
mantenido sereno, se obscurece y llegan hasta
nosotros de la vertiente opuesta algunas nubes
acompañadas de \'iolentísimas y heladas ráfagas
del NO., ocultándonos de cuando en cuando
el hfirizonte.
Este nuevo contratiempo nos desconcierta
pero DO nos abate. En el rudo rostro de los guías
se lee su ferrea voluntad de vencer cueste lo
que cueste, y la victoria no puede estar lejana.
Ha emprendido y a Agustín su subida por la
tendedura y le veo aparecer y desaparecer a
trechos, hasta que le vi erguido e inmoble sobre
la cresta del monte. Escapóse de su pecho un
P«o de admiración y sorpresa. Supuse que
hubiera descubierto algo muy singular e impre-'•onante, y en efecto, cuando estuve a su lado
'1 cue se abría bajo nuestros pies^ perfectamente
.por más de mil metros de profundidad,
tí VnrJe de Carbájal y el rió Olivia, que serpentea
su centro en grandes espirales. Avanzamos
infinitas precauciones por la tenue cresta
pedriscos móbiles y casi en vilo, teniendo
a un lado y a otro horripilantes precipicios Al
cabo de unas docenas de metros vimos ante nos
otros una afilada aguja que en un principio crei
mos fuera la punta, pero detrás de ella se erguía
otra más elevada, indudablemente la cúspide.
Una explosión de alegría estalla en nuestros
ánimos.
Tocamos en un santiamén el vértice del primer
torreón, descendemos lentamente hasta una
profunda grieta, subimos a la pared opuesta
y podemos dar el 'grito de la victoria. Hemos
llegado a la tan suspirada meta, hemos hollado
con nuestras plantas aquellas vírgenes excelsi
tudes. Son las diez y media. Desaparecen como
por encanto nuestras ansias y angustias de poco
antes, la fatiga y el cansancio nos abandonan
y con el corazón henchido de alegría elevamos
un himno a Dios que nos ha tenido de su mano,
enviamos un caluroso saludo a nuestra querida
y lejana patria y a la noble Nación Argen
tina, cuya bandera ondeará dentro de pocos
instantes sobre aquel audaz torreón
Pénense inmediatamente los guías en busca
de piedras para formar sólido pedestal al asta
de la bandera, y queda ésta desplégada al viento
al cabo de media hora de trabajo.
Cumplido este sagrado deber, descansamos
y echamos un bocadillo.
No puede ser más severo y majestuoso el
panorama que se desenvuelve • ante nuestros
ojos, pero sólo podemos observarlo a intervalos
y a través de los girones de nubes, que impe
lidas por el viento pasan en torno a nosotros en
precipitada huida.
Suspendidos en el .espacio en aquel casco de
roca de pocos metros cuadrados, vemos todo
alrededor el v a d o absoluto; tan sólo de trecho
en trecho sobresalen de entre las nieblas algunos
picachos, afiladas agujas injertadas en la cresta
ocddental y en la oriental del Monte O lid a.
— r i8 —
El
b r u jo d e u n a a l d e a
de
R fo G r a n d e .
Al Oeste, en la hondonada, aparecen núcroscópicas las casas de Ushuaya, como en un ta
blero, y el Canal de Beagle, y más allá las islas
Navarino y Hoste, atravesadas por elevadas
cadenas de montanas, que destacan del azul
oscuro de las aguas del Pacífico.
A septentrión y a levante descubrimos una
fuerte barrera de montes y de picachos desco
nocidos, cubiertos de nieve, entre los que dis
tinguimos la cúpula helada del monte Comu,
que los domina a todos. Es el último gigante
que en la extremidad oriental de la Sierra de
Valdi\4 eso representa a su ciclópea progenie.
C im a M a r c i a l
Hora y media permanecimos allí; a las 12
abandonamos la punta y con extremada pni*
dencia y grandes precauciones emprendimos
la dificilísima bajada. En la más elevada y em
pinada torrentera nos servimos de una cuerda
suplementaria de 50 metros, que después de
doblada en dos mitades iguales, pasa Agustín
alrededor de una roca que sobresale y muy
sólida. Bien agarrados a la cuerda nos dejamos
resbalar suavemente y uno a uno hasta el fondo.
Mayores precauciones y calma empleamos para
atravesar las últimas y angostas torrenteras
hasta que abandonamos las oscilantes rocas
de aquel formidable torreón. Cuando posamos
nuestras plantas en las paredes de hielo del
ventisquero, nos consideramos al seguro y res
piramos con mayor satisfacción, pues no obs
tante las insidias que se celaban en su empina
dísima cuesta, nos parecía ahora sumamente
fácil, después de las dificultades y peligros mu
cho mayores que habíamos superado. Lo pa
samos en poco tiempo, así como también el
espolón rocoso, y llegamos al último ventis
quero desde el que contemplamos con íntima
satisfacción fa terrible pirámide del M. Olma
que se erguía sobre nuestras cabezas y nos mi
raba ahora negra y hosca bajo un cielo de plomo.
A las 4 Y2 llegamos a nuestro campamento,
en el que pernoctamos. A la mañana siguiente
emprendimos nuestra última jornada, y a me
dio día entrábamos en Ushuaya, donde ya desde
él día anterior habían divulgado la noticia de
nuestro triunfo los Oficiales del acorazado * Al
mirante Bron », fondeado en la bahía, los cuales
habían comprobado el éxito de nuestra ascen
sión con el telescopio de a bordo.
Con grande complacencia contempló toda la
población aquella magnífica tarde y los días
siguientes, el pabellón argentino, que ondeaba
sobre la cúspide del M. Olivia, creída hasta en
tonces inaccesible.
,
Con la subida al M. Olivia terminaba el pro
grama que nos habíamos propuesto con nuestra
expedición.
y c a d en a s e p t e n t r io n a l d e
Ush u a y a .
m
o
C Ü L T O
de María Auxiliadora
SÓ8 tenemos la p en aaslóa de que, ea las vMsItades dolon sas de loa tlvmpoa que atravesamos, ao nos quedan m is cooaaelos que los del Cielo, y eaiie ^
éstos, la poderosa protección de la Virgen bendita, que fue en todo tiempo el v
Auxilio de loa Cristianos. '
pio X.
€>
La devoción a María Auxiliadora.
Origen — Sello divino — Santuarios.
La devoción a la Sma. Virgen, como A u x i
liadora de los Cristianos, es tan antigua como la
Iglesia, pues siempre se la ha invocado como
eficaz y cuasi-Omnipotente Protectora. Ya San
tiago imploraba su protección, aún viviendo
Ella, y es de creer que hacían lo mismo los
demás Apóstoles.
La Historia de las Naciones Cristianas y espe
cialmente la de'España, está sembrada de hechos
X documentos que acreditan y prueban que
Mana ha sido invocada siempre implícitamente
como Auxiliadora, y que Ella no ha negado
nunca a los cristianos su poderoso Auxilio.
Ixpñnto. — Pero este titulo y la invocación
lauretana son relativamente modernos. Todo el
mundo lo sabe, pues van unidos a uno de los
hechos bélicos más gloriosos para España y para
la Iglesia, y más beneficiosos para el mundo.
En agradecimiento de la victoria obtenida sobre
los Turcos por los Cristianos capitaneados por
Don Juan de Austria en las aguas de Lepanto,
San Pío V ., Sumo Pontífice, decretó que se aña
diera en las letanías lauretanas la invocación:
Attxtlium ChristiaTtorum, ora pro nobis. Auxilio
de los Cristianos, ruega por nosotros. Esto acae
cía en Octubre de 1571.
Primera Cofradía. — La primera Cofradía que
ae constituyó bajo el amparo de María Auxilia
dora,-data desde 1683, en ocasión de la invade los Turcos en el Austria y la toma de
Viena. El duque de Baviera, — que al lado de
Juan Sobieski, rey de Polonia y Carlos, Archi^ u e de Lorena, peleó por la liberación de- ia
Capital austríaca, en donde obtuvieron una vic
toria milagrosa; — suplicó al Papa Inocencio XI
bendijera a Cofradía de María Auxiliádora
^ e bajo la dirección de un Padre Capuchino,
asbían formado los fieles en Munich de Baviera.
El Padre Samo concedió lo que se le pedía,
®on Billa del 18 agosto 1685, enriqueciéndola
Coa induleencias. A ella se agregaron bien pronto
Emperadores del Sacro Romano Imperio,
^ Reyes, el Alto Clero y los fieles de Europa.
BI primer Santuario. — Créese que ha sido
el de Elspoleto, Italia, que se hizo célebre por
los inumerables íavores que la Virgen conce
dió, allí.
La fíesta y la Misa propia. — La devoción
y el titulo de María Auxiladora van unidos ínti
mamente a la Historia de la Iglesia y a las
vicisitudes y glorias de los Papas. Napoleón I
se atrevió a poner sus manos en el Vicario de
Cristo y encarceló a Pío VIL La Providencia
castigó al Conquistador, y el Papa, que al A u
xilio de María atribuía su libertad y la conser
vación de su vida, coronó la imagen de la
Virgen de la Misericordia que se venera en Savona, donde él estuvo preso cinco años, y de
cretó que se celebrara todos los años una fiesta
en honor de María Auxiliadorá el 24 de Mayo,
gloriosa fecha en que él entró triunfante en
Roma el año de 1814; siendo ésta la primera
vez que resonaron en las majestuosas bóvedas
de S. Pedro las sáficas estrofas del Saepe dum
Christi, los lindos versículos y los tiernos Oremus de la misa dedicada exclusivamente a Marid
Auxiliadora.
El primer cuadro. — Desde hace siglos se
venera en Pésaro (Italia) un cuadro de la Virgen
vencedora con el cetro, y oprimiendo un dragón.
Muchos historiadores ven ahí el origen de la
imagen de María Auxiliadora. Para mi. empero,
opino, que lo tuvo más tarde. Digo lo mismo
de los célebres estandartes de Ntra. Señora de
las Victorias, que regaló D. Juan de Austria a
las reltgfiosas dominicanas de Barcelona, que hoy
se pueden ver en el convento de Montesión de
dicha ciudad. En 1817 presentaron al mismo
Pío VII un cuadro de la Virgen, destinado al
Santuario de Sta. María in Monticelli para que
lo bendijera. AI verlo se conmovió profunda
mente el Papa. ¿Quizá le recordaba alguna vi
sión? ¿quizá se relacionaba con algún episodio
de su vida tan agitada y triste, aunque siempre
gloriosa, siempre grande y siempre santa? El
hecho es que se postró y exclamó con ternura,
bañado en lágrimas: ¡Auxilium Christianorum,
ora pro nobis!
•
Los exvotos que en el santuario se ven y los
devotos que a todas horas rezan al pie del cuadro.
atestiguan los inmensos favores que allí se digna
conceder la Virgen bajo el titulo de A u xilio de
los Cristianos.
A esto llamo yo sello divino, porque los mi
lagros y gracias y el crecer de la devoción son
prenda de que Dios se complace en que María
sea honrada e invocada bajo ese título gloriosisiino, que es como el grito del alma comba
tida, como el suspiro del corazón, como el ge
mido del hombre que anhela remontarse al cielo
y se ve detenido en su carrera.
E l Ven. Juan Bosco. — Llegamos ya al Ve
nerable Juan Bosco, Fundador de los Salesianos,
de las Hijas de María Auxiliadora y de los Coo
peradores Salesianos, cuya historia es el tejido
de las bondades de María Auxiliadora, es el
Sello divino vivo y palpitante. Niño pobre, huér
fano de padre desde la temprana edad de dos
años, mediante la predilección de María llegó
a sacerdote, y movido por un impulso que hizo
de él el'hombre providencial de estos tiempos,
empezó a predicar a sus niños — porque Don
Bosco nació con el don de niños — comenzó
y no cesó jamás de predicar a sus niños, a sus'
millares tle niños,, la devoción a María Auxilia
dora. ¿Quién es María Auxiliadora? le pregun
taban. Y él se lo explicaba y les anunciaba
grandes cosas para un futuro no muy lejano.
« La devoción a María Auxiliadora, invadirá el
inundo, les decía; será la devoción reina y no
habrá cristiano que no la invoque bajo ese titulo».
Visiones del genio, raptos del .poeta, desva
rios del loco sublime, éxtasis del Santo, lla
madlos como queráis; reconoced esto si, que
sale de lo común lo que voy a narrar. En la
época en que más abandonado y perseguido se
vela Don Bosco — no podía un santo ni un
genio carecer de persecuciones — congregaba
a sus niños, causa de tanto sufrimiento, en
un prado desierto de las afueras de Turín, y les
decía: « iMirad el templo!; ved a María Auxi
liadora sonriente y bendiciéndonos desde la cú
pula! [Está coronada de luces!» Ellos nada veían.
Pero lo decía Don Bosco y se vería algún día.
Cuando al llegar de mi lejana Patria a la
plaza de María Auxiliadora, vi el templo y la
cúpqla coronada con la soberbia estatua de
bronce dorado, y contemplólo todo iluminado
por un mar de bombillas eléctricas multicolores
que le daban un aspecto semejante al del Pilar
en grandes ñestas, caí de rodillas y bendije a
a la Providencia. ¡Oh Juan BoscoJ ¡es ésta la
realidad-de tus sueños! [asi fueron los de todos
ios buenos!
Los sueños, pues, debian realizarse.
Pasaron los años.
Baio la protección de María Auxiliadora, con
ducido por su mano, Don Bosco fundó su Obra
e infundió tul amor a María Auxiliadora en sus
numerosos alumnos, que estos se hicieron após
tole.s de la nueva devoción; y el pueblo, con
e.se instinto natural, tan filosófico que tiene, co
menzó a llamar k María Auxiliadora: Lá Virgen
de Don ^osco.
B a r a c a l d o {Espan(C\. — Tengo sumo gusto
en cumplir la promesa que hice a la Santísima
Virgen de don Bosco, María Auxiliadora, si me
obtenía tres, gracias que deseaba. Agradecida a
tantas bondades de la que es el Auxilio de los
Cristianos, le doy las gracias más expresivas
por los tres favores alcanzados mediante su po
derosa intercesión, y la suplico continúe siendo
mi auxilio en todas mis necesidades.
Por estos y otros favores recibidos os doy,
querida y bondadosa madre, las más rendidas
gracias.
M a r ía P é r e z .
G ir ó n {Colombia). — Hacia tiempo que venia
padeciendo ataques, al parecer nerviosos, que
me inutilizaban por completo. Acudí a la Virgen
Auxiliádora en demanda de alivio, prometiéndodole, si' me curaba, ordenar unas misas, dar una
limosna a los pobres y rezarle el rosario com
pleto en lo que me quedara de vida. La Virgen
Santísima escuchó mis preces y me concedió la
salud tan deseada, gozando hoy de perfecto bie
nestar.
Agradecida cumplo mi promesa y hago pú
blica la gracia.
E. R. de R.
G ir ó n {Colombia). — Victima de una grave
enfermedad que me puso a dos dedos de la
tumba, pues los médicos me desahuciaron, in
voqué con todo fervor a María Auxiliadora,
pidiéndole de corazón me diera la salud. U
Virgen, Madre bondadosa, accedió, como otras
vece» a mis ruegos. Completamente bien, de.‘CO
se publique la gracia en el Boletín Salesiano,
para gloria de la Virgen de D. Bosco.
üná Cooperadorñ.
G ir ó n {Colombití). — Muy reconocido a les
favores de nuestra Madre María Auxiliadora,
cumplo mi promesa haciendo p ú b lic a esta graat
especial q u e me ha concedido.
Hallábase mi esposa gravemente enferma y
con poca probabilidad de curación, pues <k*
reputados médicos la habían ya desahuciado,
declarando que solo por milagro se saK-am.
Sin esperanza en lo humano, imploré con todo
mi corazón a la que es Salud de los enfenn«
y Auxilio de los Cristianos, prometiéndole ^
gunás misas y una limosna para las Obras d*
Don Bosco. ¡Cosa admirable! A}>enas
promesa, esa Madre amorosa devolvía la vida
a mi esposa, que hoy goza de perfecta salud,
llenando de alegría mi desconsolado hogar.
Sirvan las presentes líneas para mayor glofi*
de Dios y honra de María Auxiliadora.
R il o R o d r íg u e z R-
— I2 I —
Girón (Colomóia). — Habiendo recibido un
especial favor de la Santísima Virgen en su
advocación de Auxilio de los Cristíanos, doy
rendidas gracias a tan bondadosa íntercesora, y
gustosa remito la limosna ofrecida con destino
a los huerfanitos de Don Bosco.
No es la primera vez que María Auxiliadora
ha mostrado su bondad para con mi familia;
pero al presente he sido yo el favorecido per
sonalmente por esta buena Madre.
Hace un mes que por consejo de los médicos
tuve que someterme a una triple operación, no
muy peligrosas en si, pero con mucha probabi
lidad de serias complicaciones, cosa que se me
advirtió claramente para disponer mis cosas con
tiempo.
Con franqueza debo confesar que el pensa
miento de la muerte me atemorizaba, y no me
podia resignar a perder la vida, máxime reco-
A na. M e n e n d e s A r a n g o .
Manabí-R io c h ic o [Ecuador). — Deseando sean
conocidas las maravillas que obra con sus de
votos María Auxiliadora, me apresuro a dar a
conocer el gran favor que a nosotros nos ha
concedido.
S b i l l o n o (A s s a m ). — U n M i s i o n e r o S a l e s ia n o
Como siempre nos encomendamos a la bondad
1 protección de tan buena Madre, sólo a Ella
^ deber la vida de mi hijo Gil Segundo, que
**tuvo a punto de perderla con un disparo de
de fuego, providencialmente desviado, si
■ Hcn, para que sin duda reconociéramos su in•crc«ión, le atravesó el brazo izquierdo, pero
-n interesar las arterias ni el hueso.
¡Gracias, Madre mía, por tan señalado favor
a la vez es una lección oportuna para mí
*íscuido paternal, pues había permitido el uso
-- anna«: a mis hijos pequeños, cosa tan peli•^trsa como equivocada!
-p a d ecid o en vío una pequeña lim osna para
'' Santuario.
S egu n d o J. N a v ia .
^ ada: f ja r a (Méjico). — Por favor ruego a
■‘^^^caón del Boletín Salesiano, publiquen en
revista estas, lineas que envío en agradecia María .Auxiliadora.
e n t r e l o s n iñ o s d e l a
S a n t a In f a n c i a .
nociendo que hasta el presente pocas buenas
obras y méritos llevaba por delante.
En estos momentos de angustia, acudí a María
Auxiliadora, poniendo por intercesores a D. Bosco
y Domingo Savio, prometiendo, si conseguía
salir con bien de las operaciones, publicar la
gracia en el Boletín Salesiano.
Con gran contento mío y no poca maravilla
de los que me operaron, todo salió mejor que yo
hubiera podido desear.
Con las más rendidas gracias a tan buena
Madre y solícitos protectores, hago público el
favor para que sírva de aliento a cuantos se
hallen en trances apurados, a fin de que recurran
con entera confianza a la Virgen de Don Bosco.
P ed r o L ó pez.
G u a d a l u p e (Uruguay). — Hago pública mi
eterna gratitud a María Auxiliadora que se digno
consolar mi atribulado hogar, cuando gemía a
—
122
■ causa (le la K^ave enfermedad que llevó al borde
de la tuinl)a a mis queridos hijos José y Luís,
dcsiiliufiados por los médicos.
Kn tan amíustioso trance, les encomendé con
fervor a María Auxiliadora, con la promesa de
hacer rezar una misa y publicar la gracia en el
Uüleiin Salesiano.
l,a Virgen Sina, oyó mis súplicas, devolviendo
la salud n mis hijos y con ella la alegría a mi
afligido corazón.
Muv agradecida a tan excelsa Madre, cumplo
mi itromesa haciendo publicar la gracia para
mayor gloria de Dios y aumento en los fieles
de la devoción a María Auxiliadora.
M a r ía R o cca d e M o r e n o .
M o v i k v i i 'EO (Urtigxtay). — Debo hacer pú
blico
para satisfacción filial mia y para esti
otros que puedan hallarseen coyunturas
análog.i.s a las mías
mi agradecimiento pro
fundo liana la Virgen Sma. Auxiliadora.
hhi -eutiembre último debí someterme, por vez
primera en mi vitla. a una intervención quirúr
gica. Al pon- rme para ello en manos del ür.
Luis P Lengua.s, dignísimo ex-alumno del llo
rado Obisoo La.sagna en el Colegio Pío de Villa
Colón, no dejé a la vez de invocar íntimamente
la proieci-ióii de la Virgen del Ven. Bosco, para
■ que guiara y asistiera el bisturí de dicho nota
bilísimo cirujano.
No me desoyó tan bondadosa Madre, Sahis
inñrmoitim; y hoy, completamente restablecido
-de una operación grave y profunda, puedo volver
íi reanudar de lleno mis tareas salesianas.
¡Quiera el cielo'que con ellas, cumplidas a lo
Ven. Don Bosi'O, pueda demostrar que mi gra
titud es hondamente práctica, y aumentar el nú
mero de los que conozcan, invoquen y amen a
María Auxiliadora!
m u l o de
A r n o L do C . d e i . B e r n a s c o n i
Pbr. Salesiano.
E stación K ody(.íg \jf.z f(/ru,^uayj. — El Sr. D.
Angel Diaz sufrió .serias quemaduras con alcohol
por haberse inflamado un recipiente que estaba
junto a él.
En el hospital donde pasó a curarse se com[ilicó el mal con una pulmonía que lo ponía en
peligro de muerte.
Una señora conocida io encomendó a María
Auxiliadora, prometiendo una limosna para los
niños de Don Bosco si le sacaba con bien de
aquel trance dificil.
Como el favor fué concedido y el interesado
se halla completamente bien, cumplo hoy la pro
mesa y ruego sea publicada la gracia en el Bo
letín Salesiano.
C l a r a S c a g l ia d e M o z z o n e .
M o n t e v id e o
— La Santísima
Virgen, nuestra bondadosa y compasiva Madre,
no desampara nunca a los que a Ella acuden en
demanda de protección y auxilio. Una vez más
hemos experimentado los efectos de su solicitud
—
maternal, en el favor que acaba de dispensamos.
Nuestro hijito Alfonso, de cuatro años de edad
se hallaba, a causa de unas cataratas, privado
casi por completo de la vista. En Buenos Aires
lo vieron varios médicos, entre los cuales había
opiniones contradictorias: unos consideraban ne
cesario, de inmediato, él operarlo; otros creían
preciso aguardar aun hasta el año próximo, para
practicar la operación.
En esta disyuntiva, y, adem.is, por la circuns
tancia de estar el niño sumamente nervioso.
pa.samos por unos momentos de indecisión y de
inquietud, que turbaba nuestro espíritu, temiendo
que, lo que al fin resolviéramos, no llegara a
ser lo más acertado; y que, hásta pudiera causar
un mal irreparable a nuestro querido hijito. Acu
dimos a la Santísima Virgen, pidiéndole quisiera
iluminarnos y concedernos la gracia que anhe
lábamos; prometiéndole hacer celebrar una Misa
cantada y comulgar en ella, si se dignaba favo
recernos.
No fué defraudada nuestra esperanza. Ella nos
proporcionó un hábil oculista que nos infundió
gran confianza en el éxito de la operación. Se
decidió que esta se realizara el día 25 de Mayo.
Estando ya todo dispuesto, el mismo Doctor, sin
duda por inspiración de la Virgen, cambió de
parecer en cuanto a la fecha; y determinó hacerla
el día 24 de Mayo, consagrado a María Auxi
liadora. Grande fué, desde ese momento, nues
tra esperanza; porque vimos en ésto una seña!
inequívoca de que la Virgen quería favorecemos
en su gran día. Y asi sucedió. El niño fué ope
rado con toda felicidad; y en pocos días se halló
curado. Ha recobrado la vista; aunque ésta es aun
muy débil y debe, según opinión del médi(»,
irse fortaleciendo poco a poco. Esto será tam
bién obra de la celestial Protectora; en cuy»
auxilio, hoy, más que nunca confiamos con
viva fe.
Al hacer pública manifestación de nuestra
gratitud a la Santísima Virgen, para que uir.
vez más sea glorificada su misericordiosa bonc.t y su poder; no podemos menos también,
agradecer a todas las bondadosas y caritaiiv''
personas que nos han ayudado con sus oracioncy con sus delicadas atenciones en esta circu''^
tancia; y muy especialmente a los médicos >
Hermanas del Hospital de Niños, de Buer.>
Aires; y al excelente médico oculista que le
y para quienes conservaremos eterna graiitc^
I s id r o J . F rancia
y A m a n d a R o v ir a d e
C aracas (Venezuela). — V ictim a de g^-enfermedad, nuestro pequeño hijo se vio ai bcr del sepulcro, desahuciado de los médicos -y
esperanza alguna de curación.
En tan doloroso trance nos acordamos^poder y bondad de María Auxiliadora,
nos encomendamos empezando una nov-r'n.i-^
vez que <x)locrábamos una medalla suya eo ^
cuello del enfermito. Desde ese momenio^^^
menzó la mejoría, y a los pocos días scrcrpor completo.
— 123
Agraiíecidos a María Auxiliadora, enviamos
una limosna para su culto y hacemos público
tuesiro agradecimiento.
J uan C ruz y S e ñ o r a .
C aracas (Venezuela). — Después . de once
años de enfermedad, mi esposo se encontró a
las puertas de la nuerte, sin que remedio alguno
pudiera aliviarle.
Acudí a María Auxiliadora celebrando su no
vena, y con asombro de todos los que conocían
la gravedad del enfermo, el paciente recuperó la
salud, quedando perfectamente curado de su en
fermedad.
Me es grato hacer pública mi gratitud a la
gran Madre de Dios, María Auxiliadora.
G r e g o r ia d e B ü it r a g o .
Dan también gracias a María Auxiliadora.
Castillo de Albarañez (España). — D. Alejandro
Julián, por favor recibido.
Cuenca (España). — Dña. Jesusa Escomilla,
por gracia alcanzada y envía limosna.
Cuevas de Velasco (España). — Sras. Isabel
del Río y Benilde del Río, por varios favores y
envían limosna.
Huéiamo (España). — Dña Nicasia Pérez, por
la salud de su padre y ofrece limosna.
Valdecanas (España). — D. Juan de la Vega
y Dña Casimira Mora, por varios favores y en
tregan limosna.
Salamanca (España). — D. Juan Charro, por
favores recibidos y envía limosna.
(España). — D. Clemente SuarezNuñcz,
agradecido, ofrece una misa y limosna.
Beiar (España). — Dña Cesárea C. de N.
envía limosna.
Rio Gallegos (Argentina). — Dña M. B M.
por varios favores recibidos y envía limosna.
Labateca (Colombia). — Los Sres Eleuterio
Lmí . Rosa Julia Villamizar, Joaquín Züñíga,
Miguel Arias, Roberto La Rotta, Rosalía M. de
Parra y Carlos L. Bermüdez, dan público testinjonio de su intensa gratitud a María Auxilia
dora por haberlos favorecido generosamente en
sus necesidades, y envían una ofrenda para el
sostenimiento de la Obra Salesiana.
Man^ibi-Riochico (Ecuador). — Dña María Lidia
de Inirago, por curación de su hijo y envía
limosna.
Rioc'mco (Ecuador). — Dña. Raquel María
Bravo, por gracia en favor de su hermano y
®via limosna.
Rocafuerte (Ecuador). — Sres. Segundo Y.
ííavia, Carmen M. de Navia y Pedro Pablo InN. manifiestan su gratitud a María Auxi■ ladora por varios favores que les dispensó y
una ofrenda para el sostén de la Obra
^lesiana.
Jerez México). — Dña. Concepción Orozco,
í®*’ la curación de su mamá y envía limosna.
Por el Mundo Saleslano
-¿f
CIUDADELA {Mcn. Esf>.). — Una calle a Don
Bosco y un monumento a Domingo Savio.
Feliz coronamiento han tenido los íe,slejo.s que,
con motivo de las Bodas de Plata de la Obra Sa
lesiana, en Menorca, celebraron el 8 de Febrero,
Salesianos y Cooperadores de aquella católica
isla.
Conocida es en el mundo salesiano por el amor
entrañable que profesa a María Auxiliadora, a
qtiien, no contentos sus habitantes con enlrouizurla
en las familias, le dedicaron tiempo hace una de
las calles de la capital, .Cindadela.
El amor a María Auxiliadora, debía llevar na
turalmente al cariño y reconocimiento hacia el
que fué el instnimento providencial de la propa
gación de esta devoción, hacia el Venerable Don
Bosco. El pueblo de Cindadela esperaba mía oca
sión propicia para mostrar su gratitud hacia este
Apóstol y la halló oportunísima en la celebración
de las bodas de plata del colegio. Y así, mientras
el pueblo levantaba expontáneamente un monu
mento a Domingo Savio en el patio de entrada del
colegio, como apoteosis del sistema preventivo,
el Excelentísimo Ayuntamiento acordaba dar el
nombre de Don Bosco a mía de las calles de la
ciudad, como manifestación de afecto y gratitud
hacia la benéfica labor de.sarrollada por sus hijos.
Nos complacemos en presentar a nucslros lec
tores el acta de la Excelentísima Corporación.
« La Comisión Municipal Penuanenle del ex
celentísimo Ayuntamiento de esta Ciudad, dese
ando dar una prueba de gratitud y afecto a los
Padres Salesianos hijos del Venerable Don Juan
Bosco, en la celebración de las Bodas de Plata del
Colegio Salesiano que, durante los veinte y cinco
años de pennanencia en esta localidad, no hun
desperdiciado sacrificio ni trabajo alguno para
inculcar en los cerebros de los numerosísimos uíños
la educación y la instrucción ideados por D. Bosco,
en la sesión pública celebrada el día treinta y imo
de Diciembre de J924, acordó por unanimidad,
para perpetuar la memoria de los beneméritos
Salesianos, denominar calle de « Don Juan Bosco »
a la actual calle de la Cruz de esta ciudad.
Ciudadela, 7 Febrero de 1925.
Sebastian Febrer, Secretario ».
— Festejos ea honor de S. Francisco de Sales.
Interesantes son las noticias que nos llegan de
todos los c e ltio s salesianos de España, .sobre las
fiestas realizadas en honor de nuestro insigne
PatuOT, S. Francisco de Sales. No sólo las funciones
religiosas, sino hasta las conferencias reglamen
tarias a los Sres. Cooperadores, han resultado
brillantes y concurridísimas, prueba ehxmente de
que en la gran familia salesiana, en la que iudui-
—
124 —
inos a Cooperadores, exalumnos, e hijos de Don
Bosco, se vive intenso el espíritu de este gran
Santo.
De entre las numerosas noticias enttesacamos
rmas líneas de la relación hermosa y completa que
hace el diario de Córdoba de las fiestas realizadas
en aquella capital.
Ui fícsta de San Fraacisco
en el Colegio Saleslano.
«Los dignos hijos de Don Bosco, que representan
en Córdoba la grandiosa obra salesiana, celebraron
el domingo último, con toda solemnidad, la fiesta
de su titular el Doctor de la Iglesia San Francisco
de Sales.
Conjuntamente con la fiesta del excelso Patrono
conmemoráronse dos fechas gloriosas: la del svteño
misterioso que a la edad de nueve años tuvo el
fundador de la obra salesiana y la de las misiones,
apostolado sin ejemplo, que ha llevado a los rin
cones más apartados de la tierra las sabias ense
ñanzas del Cristianismo.
A las ocho y a las nueve de la mañana, en la
iglesia de María, Auxiliadora, celebráronse Misas
de Commiión general, en las que recibieron el Pan
de los Angeles los alumnos internos y externos del
Colegio, muchos antiguos alumnos y numerosos
fieles.
A las diez se celebró una Misa solemne.
El altar mayor se hallaba profusamente ilumi
nado y la iglesia concmridísima.
lít director del colegio, Rdo. D. Sebastián Pastor
dió por la tarde la conferencia a los Cooperadores.
Con esa elocuencia sencilla, persuasiva y sin
cera que caracteriza al’virtuoso y Immilde salesiano,
explicó el amplio significado de la obra de Don
Bosco, en sus aspectos moral, religioso, pedagó
gico y educativo.
Hizo la apología de San Francisco de Sales y
enalteció la vida de Don Bosco, fundador de la
obra salesiana.
En períodos elocuentísimos, que llegaron al
corazón de los concurrentes, narró el bello y mis
terioso sueño que tuvo el venerable Padre Don
Bosco. a los nueve años de edad, en el que la divina
providencia trazó al santo sacerdote el camino
tiuc había de seguir en la vida.
El venerable Padre, al contar su vida al Pontí
fice que por aquellos tiempos regía la Iglesia, re
lató su sueño cu la siguiente forma:
« Me parecía estar en la pradera que rodeaba
nuestra casa, entre mía multitud de niños que se
divertían. Me fijé algún tanto y advertí que blas
femaban; lleno de indignación, me arrojé sobre
ellos y quise corregirlos a golpes. \’i entonces a
mi lado a un personaje vestido de blanco y cuyo
rostro no pude ver a causa del resplandor que
despedía.« Debes atraerlos, me dijo, con la caridad
y la mansedumbre *. Y me ordenó que les dirigiera
una instrucción sobre la fealdad del pecado y la
hermosura de la virtud. Me excusé alegando mi
ignorancia y me eché a llorar. El me animó a cum
plir la orilcn diciendo que era el Hijo de la Señora
que mi madre me había enseñado a saludar tres
veces al día.
Iba a obedecerle, cuando apareció ima Señora
•llena de majestad. En aquel momento el grupo
de niños se cambió en tma multitud de animales
de diferentes clases, cuando acercándose la Señora,
me dijo:
« Este es tu campo; aquí tienes que trabajar.
Lo que veas que pasa a estos animales debes ha
cerlo un día con mis liijos ».
Entonces aquellos animales fueron trocándose
en mansos corderillos, que brincando y balando
trataban de festejar a aquel personaje.
Don Sebastián María Pastor, glosó de modo
admirable el sueño de Don Bosco, diciendo que
este lo interpretó y practicó educando a los niños,
llenándoles él corazón de amor y de fe.
A continuación el orador hizo resaltar la trans
cendental importancia de las misiones salesianas
que en el interregno de cincuenta años han llevado
las predicaciones de Jesucristo a las cinco partes
del mundo.
Hizo un férvido llamamiento a los cooperadores
salesianos para que continúen ayudando a la obra
con sus axmhos materiales y morales.
Dijo que la familia salesiana la constituían los
alumnos y exalumnos y los cooperadores.
Agregó que la obra de Don Bosco no era exclu
siva de los Salesianos, sino que la formaba toda
la sociedad, puesto que al bien de la misma iban
encaminadas sus enseñanzas.
Terminó con un canto a María AuxiUadora,
suplicando a la excelsa Madre, conceda sus gracias
a los que ayudan y colaboran en la empresa Sale
siana cuyo primordial fin es educar cristianamente
a la juventud.
SANTIAGO {Chile). — Ya es un hecho la graD F^
deración de los Exalumnos Salesianos de Chile.
Chile no podía quedar a la zaga en el movimiento
de organización de los Exalmnnos salesianos. Ha
cía tiempo que esperábamos la fusión en un solo
organismo dirigente de los muchos y florecientcf.
centros diseminados por todas la ciudades de la
República donde hay colegios salesianos, y p(*r
fin vemos realizado cmuplidamente nuestro deseo.
Leemos en i La Cuestión Social » órgano de loe
exalumnos de Concepción:
* A fines del mes de Octubre, tuvo lugar en San
tiago la celebración de un Congreso de ex-alumnos,
estando representados todos los Centros de Chile.
Por fin se han cumplido nuestras aspirademes,
cuales eran las de poder unimos todos bajo una
misma mano, para poder trabajar con más deci
sión y provecho.
La Unión es la fuerza. — Unidos podremos ma
nifestar ante las demás sociedades que somos diffX*
de que se nos tome en cuenta, por que somos mu
chos y bien organizados.
La Federación de ex-alumnos ha dado en todos
los países magníficos resultados, siendo, en algunas
nadones, tma fuerza que se hace tomar en cuenta
por la sociedad y aún por los poderes públicos.
Nuestra Gran Federación será de un
enorme para todos los jóvenes que han tenido *
dicha de recibir las sanas enseñanzas de los hij<^
del gran Don Bosco.
En estos tiempos en que se siente ima atmós
fera muy pesada que envuelve al orden social de
nuestro país, es de suma necesidad que todo el
elemento sano se agrupe alrededor de las buenas
sociedades y forme así una fuerte mimalJa, en donde
se estrellen los elementos malsanos que quieren
la ruina de la Patria.
Todos los jóvenes que han salido de los Co
la o s Salesianos, deben ingresar en los Centros de
exalumnos, que están bajo la dirección de sus an
tiguos maestros y así poder oponer ima trincliera,
junto con las demás sociedades de bien, a los que
quieren barrer con el orden social.
[Compañeros, imámonos y así sabremos hacemos
respetar!
¡Bien por los Exalumnos chilenos! A trabajar,
a realizar la gran misión que la Providencia les
señala en el mundo.
URUGUAY. — Visita del profesor De Vuyst a la
Escuela Agrícola Salesiaoa de Jackson.
El profesor De Vuyst, director del ministerio
de agricultura de Bélgica, figura descollante en
el mundo científico, visitó ha poco la República
del Uruguay, dando una serie de conferencias
acerca del problema del equilibrio de profesiones,
tan de actualidad en el mundo entero.
Mostró con su autorizada palabra que la única
sidución del difícil problema está en la educación
y orientación de la juventud hacia la agriculttira,
medio adecuado para restablecer el equilibrio social
y lograr el robustecimiento de la especie humana.
Que por medio de la agricultura y su racional
increniento, puede establecerse el equilibrio, es
indudable, ya que el desequilibrio nace del exiguo
náinero de individuos que a ella se dedican en re
lación con los que siguen otras profesiones. Por
otra parte, es cosa evidente que la vida de campo es
la más propicia para robustecer la especie humana.
Como conclusión, propone establecer una ense
ñanza internacional de agricultura.
Terminadas sus sabias conferencias, el ifustre
pufesor, que es ima de las figuras más salientes
da la agricultura moderna, visitó, acompañado
de eminentes personalidades de nuestra República,
la Escuela Agrícola salesiana de Jackson y la Fa
cultad de Agronomía de Sayago.
Halagados por esta predilección del sabio belga,
una pregunta aflora a nuestros labios: ¿qué habrá
vwo en nuestra Escuela Agrícola, modelada según
el sistema de Don Bosco, este ilustre profesor?
^Acaso el tipo de escuela para realizar sus nobles
we^es de pacífica reforma social?
No responderemos, como parte interesada, a
esta pregunta, ho cierto es. que cuantos perso(^ocedores de las cuestiones agronómicas,
“SQ visitado nuestro país, no ha regateado elogios
• nuestra humilde E sc u ^ , que en diez añfts de
*®®^sante trabajo ha formado ima pléyade de
^ncultores inteligentes y amantes, de la tierra.
{Inglaterra). — Interesante reonión de
«dores ingleses.
febrero pasado y bajo la presidencia del
de Pel¿, Dr. Brown, que dió principáo al
acto con saludo cariñoso a todos los congregadc«.
se celebró la grande reimión de los Cooperadores
ingleses.
El acto se realizó, en el Westminster Hall, es
pacioso salón, junto a la catedral de Westminster,
lugar en que los católicos verifican las asiuiibleas
importantes.
Digno de conocerse es que el Lord Mayor, ni
no poder asistir por enfenuedad, se hizo represen
tar y que también estuvieron presentes los dos
Sherifs que, junto con el Lord Mayor, son las tres
principales autoridades civiles de Loiulrcs, este
año los tres católicos por dignación del cielo, caso
único en la historia de Inglaterra, después de la
reforma protestante.
El director del colegio salesiano de Londre.s,
expuso y explicó el sueño que cien años hace tu\ o
el Ven. Don Bosco.
A continuación habló un profesor laico, director
de uno de los principales colegios de la capital,
quien en su magistral discurso probó al selecto
auditorio como Dou Bosco es el precursor de la
educación católica moderna, del periodismo po
pular y de la acción que los seglares católicos in
gleses realizan en unión con los sacerdotes.
El Emmo. Cardenal Boume llegó a tiempo de
leer im telegrama afectuoso que el Papa enviaba
a los reunidos, saludándoles y bendiciéndoles.
Aprovechó a su vez la ocasión para declarar que
en relación al tiempo es el primer Cooperador inglés,
ya que hace 40 años que fué inscrito en la Unión
de Cooperadores por el luismo Don Bosco, a su
paso por París.
También se leyó im telegrama del Rdmo. Rector
Mayor de los Salesianos. D. Felipe.Rinaldi, que
se adhería al acto y hacía votos por el buen éxito.
Que María Auxiliadora bendiga el celo y buenos
propósitos de los Cooperadores ingleses, a fin de
aumenten mucho en bien de las obras católicas
de su nación, y en especial de la niñez.
LOS QUE MUEREN
D. Miguel Escursell y Quitart.
Después de haber recibido los Santos Sacra
mentos y la Bendición Apostólica, falleció en Sarriá, Barcelona, el 3 de febrero, nuestro queridí
simo bienhechor D, Miguel Escursell y Ouitart.
Caballero intachable, había ejercido altos em
pleos en la administradém local, mereciendo justos
elogios de sus conciudadanos por su rectitud 7
desinterés; pero donde pudo apreciarse todo su
valer, fué como contratista de obras públicas en
las qne se hizo famoso por su bondad, laboriosidad
y honradez. Prueba elocuente del aprecio que se
— 126 -le tenía, fuó el acto del entierro que resultó una
manitestación popular.
Cedió a la Congregación salesiana tmo de sus
hijos, no sin gran sacrificio de su amor paternal,
y cuando esperaba con santa impaciencia'asistir
a su primera misa, ya cercana, Dios lo llamó a re
cibir el premio de sus buenas obras.
Reciba su afligida familia y nuestro querido
hermano en Religión el sentido pésame de los SaIcsianos, que ofrecerán sus oraciones por el eterno
descanso del finado.
la brillantez de estos actos: « Es necesario trabajar
por los Salesianos y ayudarlos hasta el sacrificio
tratando de prepararnos un lugarcito bien junio a
ellos en el Paraíso ». ¡Y siete días después, la Au
xiliadora de Don Bosco le decía qtie ese su sitio
estaba ya preparado, y la llamaba junto a sí para
ocuparlo, y precisamente un sábado del hermosomes de las flores!
A su hijo D. Luis Arturo Cámpora, exalunmo
y Cronista general del IX Congreso de Coopera
dores, recientemente celebrado en Buenos Aires,
y demás familia la manifestación de nuestro dolor
con la promesa de nuestras oraciones.
D. Antonio M. de Torres Castro.
En Utrera, Sevilla, pasaba a mejor vida el pri
mero de Enero, confortado con los Santos Sacra
mentos y la Bendición Papal, el oficial de caballe
ría, D. Antonio M. de Torres de Castro, gran amigo
de los hijos de D. Sosco y protector generoso de
cuantas obras necesitaban de la caridad cristiana.
Con el Excino. Sr. Marqués de Ulloa, pariente
suyo, ocupa lugar preeminente en el cariño y gra
titud de los Salesianos, que no dejarán de. pedir
al Señor contimiamente por el eterno descanso de
tan generosos protectores de la Obra Salesiana.
De seguro que nuestro Ven. Padre D. Bosco les
habrá ya preparado un lugar glorioso entre los
bienaventurados de la Familia Salesiana.
Mientras hacemos llegar a su familia nuestro
péíame, rogamos a los Cooperadores una oración
por el eterno descanso de este nuestro amigo y
bienhechor.
Dna. Rosa Montaldo de Cámpora.
En San Nicolás de los Arroyos, Argentina, en
tregaba su alma al Creador, el 22 de Noviembre
de
Dfla. Rosa Montaldo deCá mpora, entu
siasta protectora de las Obras de Don Bosco y
l ’rvsidenta de las Cooperadoras Salesianas.
Digna liijáde su buen padre, el cal»aHero cristiano
que mereció por su caridad generosa para con los
Salesianos el que éstos le dieran con cariño el nom
bre de * Papá I, Dfia. Rosa íué toda su vida una
ttmiirt para los hijos de Don Bosco, a quienes
amaba como a los suyos propios. Prueba de ello
la alegría (jtie experimentó al ofrendar al Instituto
de las Hijas de María Auxiliadora, la mayor de
sus hijas.
Ni los años ni sus muchas atenciones enfriaron
su entusiasmo por hus Obras de Don Bosco; pues
aun poco aules de morir, y cuando en San Nicolás
vlc los Arroyos, Salesianos y amigos de la Obra se
disix)nían a celebrar congrau des festejos el Cin
cuentenario de la llegada a la Argentina de los
primems hijos de Don Bosco, Düa. Rosa deda a
una hermana suya, comentando gozosa la acti
vidad y entusiasmo prestado por los suyos para
D. José Luis Amadeo.
Con Don José Luis Amadeo, distinguido Coronel
del ejército argentino, muerto cristianamente en
Buenos Aires, el 2 de Enero, pierden los Salesianos
un cariñoso amigo y decidido protector, pues
desde el año 1875 en que conoció a los hijos de
Don'Bosco, no cesó jamás de prestarles su con
curso.
La gloria que alcanzó como militar en las dos
o tres campañas en que actuó, no fué parte para
que se desinteresara de sus obras caritativas, antes
al contrario, su gran corazón, a quien no Uenaban
las glorias de la tierra, se complacía en promover
las vocacioiie.s eclesiásticas, llevar consuelo a los
pobres y enfermos, como socio de las Conferencias
de S. Vicente de Paúl, y procurar la educación de
los niños abandonados y más pobres.
El Señor, que tiene en cuenta hasta un vaso de
agua ofrecido por su amor, habrá ya recompen' sado con creces la caridad de este buen cooperador
.salesiauo, por quien elevaremos nuestras preces
al cielo.
{Recomendamos a tas otaciones de nuestros
piadosos lectores las almas de los CoopeiadoKS
difuntos:
España (Barcelona). — Sr. D. Pedro IlometCarbonell; Sra. Dña. Julita Daumas y Dah;;a.
de Cros; Sra. Dña. Conchita Meslre; Sr. D . Juan
Marvi y Badia; Sr. D. Eleuterio González tiutierrozArcas (España). — Rdo. Sr. D. Rafael Morales.
Bonilla (España). — Dña. María Pozuelo.
Valdecañas (España).— Dña.Valentina Cordecte.
Viüalbilla (España). — D. Canuto Caños.
Buenqs-Aires (Argentina). — Rdo. Sr. Canónigo
D. Felipe Fonticelli.
La Plata (Argentina). — Dña María CosU de
Ceriales.
R. I. P.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEMIN'I.ANO
Establee. Tip.de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margheriu, N. 174 - ^
(Ital'a) T O R I N O - C o r s o R e g in a M a r g h e r it a , 174
p R jfx e is e u s v a R V E L L O
Sácerdos, Philosophiae Prófessor in Sem inario Salesiano apud Taurinenses
IN S T IT U T IO N E S
P H IL O S O P H IA E
Pars i . C om plectens In tro d u ctlo n em ad ph ilosophia.n e t L osicam : Ltbellae
Libeliae 14.
ro. — Apud exteros:
Pars II. M e ta p h y s'ca .
V'ol. I. Complectens Metaphysicam generaiem sen Ontologiam: L . 6. — Apud exteros: L . 7.50.
Vol. II. Complectens Metaphysicam specialem seu Cosmologiam, Pneumatologiam e l Theodiceanu
L. 12. - Apud exteros: L. 15.
Pars III. E th ica e t Ju s n atu ra e.
Vol. I. Complectens Ethicam: L . 5. — A pud exteros: L . 7.
V ol. II. Complectens Jus naturae: L . 15 — A pud exleros: L . iS.
H O R arius M azzELua
A rchiepiscopus T areiuinus
PRAELECTIONES SGHOLASTICO-DOGMATICAE
BREVtO R I CUR^UI ACCO.M ODATAE
E D IT IO Q U IN T A R E C O G N IT A E T A U C T A .
Vol. i . T r a c ta fu s de v e ra R ellg io n e, de Scriptu ra» de T ra d itlo n e e t de E cciesla C hr stl: L. 2S
— Apud exK ios: L , 30.
Vol. II. T r a c ta tu s de D eo Uno a c T rin o e t de Deo C re a n te: L. 15. — Apud exiem s: L. is.
Vol. III. T r a c ta tu s de V erb o In carnato, de O ratia ChrIstI e t de V irtu tlb u s Infus s: L. *5. — Apud
exteros: L . it>.
Vol. IV . T r a c ta tu s de S a cra m e n tis e t de N ovisslm is: L . 15. — Apud exleros: L . 18.
PETRUS R A C C A .
THEOLOQIA M O R ALIS SYN O PSIS. — Breve opus ex sapientís.simis scriptoribus de re n ioitli e-fluctiim et ad normam novi Codicis Juris Canonict «xaialunj. — V o l. in*i6 pp. 700: J^. 12 >.
Amid
exteros; L. 15.
t r
>
,
DE CENSURIS L A T A E SE N T E N T IA E quae in Códice Juris Canoníci conlinentur commeiiiariohim di*
gessit JoAMNes C a v ig l io u . V o l. iu-t6 pp. 170: L . 3,75. — Apud exleros: L. 4,50,
PSALM O RUM L 'B E R I, — Edidit signisque modernis atixit F . V a l e n t e M. I. Vol. in-i6 pp. V'Ill-72:
*-• 3.50. — Apud exteros: L . 4,20.
Ediiio est elegantissim a novissim aque psalm oruta, liebraica lingua concinnata.
ALO ISIU S G R A M M A T IC A .
Q EOQRAPH IAE B IB LIC A B addita brevi nolitia Regíonum et Locorum . T extos cum 8 ta*
bularum origmalium. - Ediiio minor: L . 10. — A pud exteros: L. 12.
Q R A M M A TIC A E H E B R A IC \E cum chrestomathia et glossario scrípsit I t a l u s P izzi
i w t o r philol. linguarum orient. profcssor in R . Un. Taurin. V ol. in-i6 pp. XIl-232: L. 8. — Apud
«teros: L . 9,60.
t 't '
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RILEQIUM H IER 0 ?4YM IANUM , anno M D a Maximi Doctoris obitu recensuit adnotationíbns auxít
'ingeius Ficarra, prefaius est Félix Ramorimis, curant Pia Societas a .S. Hieronymo m m cupau evanjeius itahce pervulgandis. In-i6 pp. XII-236: L , 10. — Apud exteros: L. 12.
Scrij>u paraeneiica - Epitaphia - S cripta histórica - Scripta theologica et prJemica • Scripla exegetica.
S O O I R T A
E ^ o r 'I 'K I C E ?
C o r s o R e g i n a M a r g h e r lt a , 174 — T O R I N O (Italia)
PAR A L A S E M A N A SA N T A
O F F I C IU M
M A J O R IS
HEBDOM ADAE
ET OCTAVAE PASCHAE
A DOMINICA IN PALM IS USQUE AD SABBATUM IN A LEIS
JUX'TA ORDINEM BREVIARII
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Z,a
correspondencia a la Sociedad Editora Internacional
Corso Regina Margherita, 174 - Tarín 9, (Italia).
R e d a c c ió n
y A d m in is t r a c ió n ; V ia
C o t t o le n g o , 32 - T U R Í N .