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Boletín Salesiano
R E V IS T A D E L A S O B R A S D E DON B O SCO
Año XXXVII — N r 12
Diciembre 1922
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Sumario» — Clorloso resurgir, — Co/oquios famiUares de D. Bosco (De ¡as memorías de la
Excma. Sra, Marquesa de Fassalt). — Trescienlos niños abandonados recogidos, en las Casas
de Misión de la Patagonía, — VIl'^ Congreso de Directores diocesanos de los Cooperadores
Salesianos en Turín, — Nueva palabra de alienta del Slo- Padre. — De nuestras Misiones»
Episodios de Misiones. — Culto de María Auxiliadora • Gracias de María Auxiliadora.
En las Hoi^os de Oro de la fundación de las Hijas de María Auxi iadora. ^ Por el mundo
Salesiano. — Los que mueren. — Indice genera/.
Indígena* de] Neuquén (Argentina)»
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Via eottolengo N. 3 2 * TOBIN» 9 (Italia).
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A v e n id a R e g i n a M a r g a r it a , 174 — T U R f N (Italia)
L U IS P IS C E T T A y A N D R É S G EN N A RO
S A C E R D O T E S S A L E S IA N O S
Theologiae Moralis Elementa
AD
C O D IC E M
VOLUMEN pRiMUM:
J U R IS
C A N O N IC I
EXACTA
THEOLOGIAE MORALIS FUNDAMENTIS
i ) De a ctib u s h um anis - 2) De con scien tla - 3) De tegibu s - 4) D e peccatis.
Volumen en 16, de 405 p á ^ : — Liras 15; franqueo postal Incluido, 16,50 Liras.
La Obra se halla dividida en siete volúmenes, de los cuales se ha publicado solamente el primera
Abarca dicho volumen los tratados fundamentales de la teología moral, a saber: J?e actibus humanis,
De Conscientia, De Legibus, De peccatis. Precede a cada tratado un esquema o cuadro breve de todo él
Hállase dividida la materia en cuestiones, capitules, artículos, títulos y subtítulos, de manera tan clara,
que halla el lector en la misma división un medio eficacísimo para facilitar la inteligencia del texto.
Tocante a la substancia del mismo, bastará solamente recordar la competencia del Doctor Luis Piscetta, cultivador insigne de las ciencias morales y del dereho canónico, decano de la Facultad teológio
de Turin, y, por espacio de cuarenta años, profesor de Teología moral en el Seminario Mayor de la
Arquidiócesis de Turin.
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- * i -i.
Su colaborador Don Andrés Gennaro, Doctor en teología, ensena desde hace muchos anos teología
moral en el Colegio internacional de estudios teológicos de la Pia Sociedad Salesiana.
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No contentos los autores con una simple exposición de teorías y opiniones, han querido tratar u
materia, con profusión de discusiones, y profundidad de argumentos, teniendo para ello en cuenta los
re.sultados científicos más modernos. De ese modo ofrecen a lo% estudiosos la manera de conocerá
fondo una materia importantísima para ejercer con acierto el ministerio sacerdotal.
Hállase el texto precedido de una lista muy extensa de proposiciones condenadas, cada una de laJ
cuales lleva al margen la cita correspondiente al número en que se hallan inscritas en el t.nchtnaxot
Symbolorum etc. de Denziger. A dicho elenco sigue un índice de escritores de ciencias inórales Y aisoplinas afines. Son al pie de seiscientos los autores, y pasan de mil las obras citadas, p una de w
bibliografías más completas, fruto del examen directo de muchas obras, y de la clasica de Hurter, titulad!
Nomenclátor litíerarm^ recentionis theologiae Catholicae, y comprobada con excelentes resúmenes di
Candé, Genicot y Lehmkul.
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Por último, cierran el texto dos copiosísimos índices. El primero es un Summario de mas de cua
renta páginas, que, conservando la división en capítulos y artículos de los diversos tratados, compendii
toda la sustancia de los mismos. Es una novedad que satisface al lector, que halla en dicho suman
un medio prático y sencillo para refrescar con poco trabajo la materia una vez aprendida.
El segundo es el acostumbrado indice analítico o alfabético, que facilita muchísimo el encontr
las materias que el lector quisiera tener presentes en el momento en que las necesite.
Seguirán al primer volumen, con breves intervalos, los otros seis, distribuidos en la siguiente forma:
Vol. II. — D B O B U G A T iO N iD U s H R G A D E U M K T N O S i p s o s ; (x® De virtutibus th eolog id s 2® De vittute religionis; 3® De prudentia, fbrtitudine el temperantia).
Vol. 111. — D B O B L IG A T IO N IB U S E R G A P R O X iM U M : (i® De iusHtia et ju re; 2® De tniuriis et restil»
tíone; 3® De contractibus).
Vol. IV. _ D E O B U G A T lO N in U S P K C U L IA R tB U S E T D K P O E N IS E C C L D S IA S T IC IS .
Vol. V . — D K S A C R A M E N T t S IN G E N E R E E T T>K Q U IN Q U E P R IM IS S A C R A M E N T I I N S P E C I E . (l® De &•
eramentis in genere; 2® De Baptistno; 3®De ConJirtHatione; ep De Eucharistia;
De Poenttentta; 6° Dt
E.t‘(temtt Lfnfione).
Vol. VI. — D E O R D IN E E T D E M A T R IM O N IO .
Vol. VIL — D E S E X T O K T N O N O P R A B C E P T O D E C A L O G l : D E .U S U M A T R IM O N II E T D B R A TX O N E SERV A N D A IN S A C R A M E N T ü R U M
A D M IN IS T R A T IO N K .
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Año XXXVII — N. 12.
Diciembre 1922
BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
R xD A caóN Y A
d m in is t r a c ió n
:
V ia C o t t o ie n g o , N.
3 2
- T U R I N (Italia)
GLORIOSO RESURGIR
La católica España, tierra de héroes y de
santos, de audaces marinos e insignes misio
neros, está dando al mundo un admirable espec
táculo de acendrado catolicismo, de su fe misio
nera, engendradora de veinte repúblicas cató
licas, glorificando a riño de sus hijos más ilus
tres, gloria de la Iglesia, orgullo de la raza, rey
de los misioneros, a S. Francisco Javier.
A esa gloriosa manifestación de fe y expanción misionera, no podían faltar los hijos de
D. Bosco, pues tienen como herencia la sim
patía por las miserias de sus semejantes, y no
otra cosa se aprende en la escuela de Javier.
Hijos de un aposto! misionero, porque misio
nar es educar entre el ruido estridente de las
sierras que muerden el acero o la madera, del
girar vertiginoso de los tomos, en medio de
las labores agrícolas de sus granjas, o bien ins
truyendo en las escuelas al hijo del obrero, o
reuniendo en los Oratorios festivos a miles de
niños del arroyo, analfabetos y salvajes, a quie
nes civiliza enseñándoles a rezar, y a conocer
su dignidad de hijos de Dios, van a Pamplona
a ofrecer como homenaje su lema: * Da mihi
animas caetera iollc •; que es- todo un programa
de evangelización, de progreso, oración y trabajo.
Al oir la súplica del Padre común de los
hombres, que se lamenta en su homilía de Pen
tecostés del sinnúmero de almas que'se pierden
todavía en las vastas regiones del Africa, la
India y la China, privadas casi por completo
de la luz del Evangelio, acuden presurosos al
resurgir misional de España para ofrecer sus
ser\dcios, con las luces y experiencias de sus
andanzas misioneras.
D. Bosco sabía que el hombre no se civiliza
sino cuando reza y trabaja, y ese sabio pro^
grama que produce abundantes y opimos
frutes, tanto entre los niños negros de la raza
L
blanca, que polulan por las calles y plazas de
nuestras grandes ciudades, como entre los salvajitos que campan por la Patagonia o las flo
restas del Africa, lo expondrán los dos Obispos
salesianos, misioneros ambos, haciendo aparecef
en la pantalla escenas conmovedoras, especial
mente de niños salvajes, ora aprendiendo las
letras en los colegios de misiones, ya manejando
los instrumentos de labranza en las granjas
agrícolas, o alegrando sus fiestas con charangas
y bandas de música.
Verán los niños navarros como, no y a sólo
en Pamplona, sino también en medio de la
China pagana, los niños se congregan, por insi
nuación del misionero, a rezar en la tumba de
su gran aposto!, S. Francisco Javier.
¡Quién sabe las impresiones que recibirán los
niños al contemplar, en su curiosidad, escenas
misioneras de tierras lejanas!
¿No será para muchos el toque de gracia,
del que broten los primeros impulsos de su voca
ción misionera? La vista de esos cuadros brillará
para algunos con fulgores de visión celestial
y empezará el cultivo de sus almas de aposto!.
He aquí un resumen de la conferencias de
nuestros Obispos:
C onferen cia d e M ons. VeralgUa.
DIA 24 — A las tres y media de la tarde un
público inmenso llenaba completamente la amplia
nave de la iglesia.
Al apare<^ en el pulpito el Vicario Apostólico
de Kuang-Tung, monseñor Luis Versiglia, salesiano, se le tributó una cariño.sísima ovación. Su
figura de asceta, con luenga barba entre cana, ya
más por los sufrimientos que por la edad, han» su
figura grandemente simpática.
El es italiano, pero se expresa correctamente
en español. < He venido, dice, a retemplar mi
— 244
e&}>íritu de :nÍ5Íoaero en esta t i ^ a bendita, cuna
(Id mayar de 3as missioneros de la hxmianidad, y
üfl líe de de ir que me siento inundado de luz y
lleno de valjtf-, iU brazo de Francisco Javier tiene
loclnvfa prolongaciones en esa China misteriosa
(jue tí de<9Ío convertir al cristianismo. Todos los
misioneros que actualmente trabajan en esas
dilatadas regiones, continuadores son del insigne
Ap(5stol navarro ».
En una serie de episodios y de aiujcdotas, illustradas con interesante proyecciones fijas, explicó
la nocida evangeli/.adora qíie desarrollan los hijos
de don Bosco. Su misión está enclavada muy
cerca de las tierras o de las playas donde expiró
Francisco Javier, y muy frecuentemente los Sá
leosnos se • rasladnn allá con sus niños para pedir
a San Francisco participación de su espíritu.
E l misionero pinta el estado en que se encuentran
los infelices paganos de esas tierras, sumidos to
davía en las tinieblas de la más crasa ignorancia
religiosa. líspeciahucnte la condición de los niños
y de.las mujeres, vivamente descrita por el misio
nero con casos que él mismo ha presenciado, des
pierta honda sensación en el público.
Cuenta la acción benemérita del misionero y
de la humilde religiosa, su válido auxiliar. Dada
la Indole del pueblo chino, el apostolado de la
mujer es absolutamente indispensable para educar
y catequizar a la mujer. Por eso los Salesianos se
han preocupado por llevar a las Hijas de María
Santísima Auxiliadora o Salesianos de don Bosco,
para que les ayuden en la magua empresa confiada
a sus cuidados.
Habla enseguida de las dificultades con que se
tropieza, de la escazez de personal y falta de
recursos pecuniarios, y termina suplicando al
pueblo que obtenga del Señor con ruegos y ora
ciones el remedio a tantas necesidades y se pueda
realizar así el sueño de San Francisco Javier al
morir en la playa desierta suspirando por la con
versión del vasto imperio.
Conferencia de Monseñor Comía, Salesiano.
El Vicario Apostólico de las Misiones Salesianos
de Mendez y Gualaquiza, territorio limitado por
las excelsas cordilleras de los Andes y los grandes
bosq\ie.s tropicales, es una figura muy interesante.
Oficial de telegrafistas durante la campaña de
la Tripolitania en 1898, se salvó milagrosamente
de la catástrofe en que pereció todo el ejército
italiano en la batalla de Adua. Del ejército de los
Reyes dé la tierra paso a la Milicia del Rey del
Cielo, alistándase bajo las banderas del grande
Educador. \’enerable J uan Bosco. Apenas profesó
filé eu\dado a la América española, donde ajite
todo se dedicó al estudio de nuestra lengua. Por
eso habla tan perfectamente el español, que
nadie creería que nació hablando la lengua de
Petrarca.
Comienza su conferencia describiendo el lugar:
altos montañas cubiertas de una vegetación exu
berante, riscx>s inaccesibles, caudalosos y torren
tosos rios. selvas impenetrables, guardan con
teoiorcso misterio las vegas, planicies y sotos
en que se albergan los indios. Esta naturaleza
bra-via y este aislamiento influyen terriblemente
en el carácter de los indios, que después de varios
siglo 1 permanecen aún en la barbarie que llega
hasta la antropofagia, cuando las deiñás tribus
se han dejado influir más o menos por la civili
zación cristiana.
En ima interesante serie de proyecciones, expli
cadas con palabra sencilla, pero cálida, con la
expresión de quien narra lo que vive, pasan ante
las vista de los espectadores oyentes la fauna, la
flora, los habitantes humanos de aquellos terri
torios. Aun sin decirlo el misionero, fe adivinan
las grandes dificultades que a su obra civilizadora
se oponen. Los bosques son verdaderamente
impenetrables, y el Misioñero, si quiere buscar
y hallar las almas, tiene que abrirse el paso a viva
fuerza a través de los bejucos, zarzales y árboles
imnensos donde frecuentemente acechan se' pientes
jigantescas, tigres, jaguares, osos y otras alimañas
feroces. Estas proyecciónes producen en el público
ima sensación profíinda. A veces el Misionero tiene
que pasar la noche en los árboles, como si fuera
un ave o un cuadnmiano, otras veces bajo choza
improvisada, rodeada de lumbre para auyentar
a las fieras.
Pero la mayor fiera es todavía el indio Jívaro,
alto, fornido, de musculatura verdaderamente
hercúlea que vive de guerra y de violencia. La
venganza es en ellos ley, la crueldad, costumbre.
La mujer, al igual que en todos los países bár
baros y en todos los pueblos no alumbrados por
el sol del Evangelio, no es la compañera del
hombre, es su esclava, su bestia de carga,
A pesar de todas las dificultades algunos frutos
ha sacado el Misionero. Cuando partieron para
América los primeros Misioneros Salesianos, d
Fundador les recomendó quo se dedicaran prin
cipalmente a los niños, porque solamente civili
zando a los niños se civilizaban los pueblos. Y
esto es lo que han procurado y procuran hacer
los Salesianos. El Misionero confirma sus palabras
con el relato de algunos episodios de niños gene
rosos que sou hoy los mejores auxiliares de les
sacerdotes.
Puede decirse que la jivarfa entra ya, después
de 25 años de rudo batallar de parte de los misio
neros, en las guías de la civilización. Y a cxinoccn
y aman a la Virgen María, ya muchos de ellos
saben rezar el Padre nuestro. Mucho hay que
andar aún, pero se andará, aunque cueste muclio
sudor y la NÚda misma de los misioneros. Para
tener este ^•alor se necesita la gracia del Cielo y
las recursos de la tierra. El Misionero pide a sus
oyentes le imploren estos dones del Altísimo.
Como el pueblo comprende la importancia
de las Misiones y siente profunda compasión
por los salvajes, especialmente de los niños,
son de esperar frutos copiosos del Congieoi
Misional de Pamplona y de las conferenci
de los misioneros.
De los Coloquios familiares de D. Bosco
(M em orias d e la E xcm a. S ra. M arquesa d e F a ssa ti),
Con motivo de la elección de D. Felipe Rinaldi
p^a Rector Mayor de la Congregación Salesiana,
vino al Oratorio el Excmo. Sr. Marqués Felipe
Crispolti para felicitar a nuestro Superior y ofren
darle, en tan grata ocasión, algunas noticias
inéditas respecto a D. Bosco, entresacadas del
libro de Memorias de la Fxcma. Sra. Marquesa
Fassati De Maistre, y que él habia recibido,
años atrás, de la hija de dicha Señora, de la
Baronesa Ricci Des Ferres.
í Se me habían traspapelado, decía el Sr. Mar
qués, y. por más que las buscaba, no daba con ellas.
Hoy, afortunadamente, me vinieron a las manos,
y con gran satisfacción, en nombre de mi Señora
y mió, le ruego las acepte. Hemos pensado que
el oir de nuevo la voz de D. Bosco. que sale de
cartas desconocidas, sería de su agrado y le pro
baría, de esta manera peregrina, su asistencia
paterna y vecindad. »
Ciertamente; el oir de nuevo la voz de D. Bosco,
tal como la escuchó una de las más ilustres familias
de sus bienhechores, ha de ser muy grato también
para todos nuestros amigos.
La palabra de D. Bosco, aun en las conversa
ciones ordinarias, era siempre de grande eficacia;
pero en la intimidad especiahnente, su sencillez
tenía im atractivo fascinador, irresistible.
He aqm' y de sus labios, la confirmación delica
dísima de un hecho extraordinario con el fin de
mostrar la singular asistencia del cielo sobre la
obra naciente de los Oratorios — del concepto
altísimo que D. Bosco tenía de la dignidad sacer
dotal — como muestra de los sueños o visiones
admirables, que durante la noche iluminaban su
inteligencia, revelándole el estado de las conciencias
y el porvenir de a lg i a s personas — la caridad
u^otable para los niños, aun para los más tra
viesos — la intervención manifiesta de la divina
Providencia en la construcción de la Basílica de
María Auxiüadora — y la soücitud e industria
pwa cooperar con la Providencia en el sosteni
miento y mmiutención de niños pobres, recogidos
en el Oratorio — la gratitud heróica de los niños
para con su bienhechor y padre — y por ultinao,
la profunda humildad con que ocultaba toda
manifestación extraordinaria, relacionada con su
persona, así como la eficacia admirable de sus
oraciones — y todo ello en infinidad de episodios
que se leen con satisfacción.
He aquí textualmente y con su proprio título
ms preciosas memorias que hemos espigado.
L a resu rrecció n d e C arlos (i).
Un día vinieron a llamar a D. Bosco para
que visitara a un qoven que frecuentaba el
'í? Cfr. LemoToe. Hda del Ven. Juan Bosco. Vol I
í«g- 430 y si¿le.
Oratorio, a la sazón enfermo. D. Bosco estaba
ausente de Turín y no volvió hasta dos dias
después, por lo cual no pudo llegarse a la casa
del enfermo sino al tercer día, a las cuatro de
la tarde. Con sorpresa vió que la casa estaba
de luto, colgando de la puerta, según costumbre,
paños negros con el nombre del difunto. A pesar
de todo, D. Bosco quiso subir para consolar
a la familia que encontró abatida y llorosa, y
de su boca supo que el hijo había muerto aquella
misma mañana. D. Bosco les rogó que le acom
pañaran a la estancia del difunto para verlo
por última vez.
Lo introdujo un sirviente. — Mientras en
traba — dice I). Bosco — me asaltó la idea de qire
el joven no estaba muerto — me acerqué al lecho
mortuorio y sin más le llamé por su nombre:
— ¡Carlos! — Entonces abrió con espanto los
ojos y presa de un profundo estupor me saludó,
añadiendo: — ¡Oh D. Bosco! V. me ha desper
tado de xm sueño horrible — A l oir aquella
voz, varias personas que estaban en la alcoba,
se escaparon aterrorizadas, dando gritos y
tirando los cirios por el suelo, mientras D. Bosco
se daba prisa para quitar el paño mortuorio que
envolvía al joven... Este continuaba diciendo:
— Me parecía que era impelido a una tenebrosa
caverna, tan estrecha, que me faltaba la respi
ración y me sofocaba. En el fondo, en un espacio
más amplio e iluminado, numerosas almas eran
llamadas a juicio, y yo veía, con temor creciente,
que muchas de ellas eran condenadas. Y a llegaba
mi turno y esperaba con terror su misma suerte,
pues había hecho mal mi última confesión,
cuando en aquel momento V. me despertó.
Entre tanto los padres del joven, enterado.^
de que el hijo vivía, llegaron gozosos a la habi
tación. El los recibió alegre, pero enseguida
les dijo que no debían esperar su curación.
Los abrazó y besó con efusión y siguió con
tando a Don Bosco su desgraciada caída en un
pecado, que juzgaba mortal, con el propósito
que había formado de confesarlo, y cómo al
agravarse la enfermedad envió en busca de
D. Bosco, pero no encontrándole le trajeron
otro sacerdote, para él desconocido, con el cual
no tuvo valor de confesar el pecado cometido.
Pues bién, Dios quiso hacerle vtr que había
merecido el infierno por aquella confesión sacri
lega. Se confesó con verdadero arrepentimiento
de sus faltas y recibida la absolución, se durmió
tranquilamente en el vSeñor.
Oí esta narración de boca del mismo D. Bosco
— 246 —
y he procurado escribirla con la mayor fidelidad
posible. — Nota de la Sra. Marquesa Fassati (i).
La dig n idad sacerdotal
en e l co n cep to d e D. B osco,
Un día muy crudo de invierno, mientras
nosotras estábamos junto al hogar, vimos
retirarse a 1). Bosco, pretextando que el calor
le molestaba.
— Y o creo, dijo mi hermana; que es la morti
ficación la que aleja del calor a D. Bosco. —
¿Y si así fuera? contestó D. Bosco. — Y o le per
mito a V. pensar de mi lo mejor que pueda, pues
por muy bien que juzgue, nunca será lo bastante,
si tiene en cuenta lo que debe ser un sacerdote.
Un su eñ o m á s efícaz qu e una m isión .
Durante la tierna novena de Navidad, Don
Bosco soñó con D. Cafasso por tres noches con
secutivas. La primera vez le pareció recibir con
sejos para la buena dirección del Colegio; la
segunda le advirtió que había algunos lobos
con piel de oveja que debía alejar, y, por último,
D. Cafasso le condujo por las dependencias de
la casa, pues deseaba darle algunas instruc
ciones.
En la primera habitación que visitaron, ha
llaron a Silvio Péllico examinando los docu
mentos de los alumnos, algunos de los cuales
estaban en regla y los firmaba, rechazando
los que no estaban en condiciones.
De allí fué conducido D. Bosco por su guía
a otro salón donde encontró postrados a varios
de sus discípulos, presa de graves enfermedades;
unos ciegos, otros cubiertos de llagas y algunos
hasta con el corazón carcomido. D. Bosco no
acertaba a separarse de aquel horripilante
espectáculo, pero D. Cafasso le alejó de alli,
diciéndole que iba a convidar a todos. Entonces
le acompañó a un aposento donde estaba ade
rezada una mesa con toda clase de dulces que
arrebataban los ojos, especialmente unos grandes
bizcochos que hacían la boca agua y que Don
Bosco no se cansaba de admirar.
límpezaron a desfilar los alumnos que, exa
minados, presentaron en regla sus documentos,
y todos recibían bizcochos, mientras los demás
permanecían en la puerta. D. Bosco hubiera
querido llamarles, pero D. Cafasso le detuvo,
diciendo;« Sus documentos no están firmados ».
Al menos quería entregarles bizcochos, pero
de nuevo le detuvo el guía con estas palabras:
— ;De niunguna manera! esos tienen el paladar
estragado por píldoras amargas y no podrán
(i) Las jwlabras r X o U <U la S ra . .Vat t/Hísa fa s s a ii»
•on d« su hija la Baronesa Rvcd des Ferres.
saborear este delicioso manjar, — D. Bosco
rogó entonces a su amado padre que le expli
cara el significado de cnanto veía, y al momento
tomándole D. Cafasso por la mano, le dijo:
« ¡Está atento! está atento » pero con voz tan
fuerte, que D. Bosco se despertó y se encontró
sentado en la cama. La impresión fué vivísima,
hasta el punto, que podía decir con exactitud
la situación en que se encontraban cada uno
de sus jovencitos.
Durante el recreo contó el sueño con toda
sencillez, y los alumnos le rodeaban, pregun
tándole' a porfia: — ¿Yo con quienes estaba?
— Cuando dos o tres de ellos comprobaron que
estaban tal cual D. Bosco les pintaba y se lo
comunicaron a los compañeros, la emoción se
apoderó del auditorio con vivas ansias de poner
en regla las cuentas de la conciencia con una
buena confesión, hasta el punto, que D. Bosco
dijo que ninguna misión había producido me
jores frutos, ni un cambio de vida tan fervorosa.
Cóm o se d esp e rd ig ó la ch u sm a d e Valdoco.
1860 — Cuadrillas de gente perdida se habían
propuesto aguar las funciones religiosas del
Oratorio de D. Bosco. A la puerta de la Capilla
hacían un ruido tan infernal, que un domingo
tuvo el sacerdote que suspender el sermón.
Algunos clérigos que salieron para hacer callar
a los malandrines, fueron recibidos a pedradas,
sin conseguir su intento. Por fin tuvo que salir
D. Bosco. A su vista, pusieron pies en polvorosa
aquellos golfos, pero D. Bosco logró detenerlos
y hacerse escuchar. Su arenga, en la que pro
testó de no querer abolir la raza de los golfillos,
terminó con ofrecer a los cabecillas: casa, co
mida y aprendizaje de un oficio.
— No os fiéis, exclamó uno, cuando os tenga
en sus manos, llamará a la policía y os encerrará
en la cárcel.
— No, D. Bosco es un buen hombre y yo
me voy con él. —
Y o también voy, dijo un segundo, porque
D. Bosco es bueno y generoso. Hubo un mo
mento de zozobra; después, poco a poco, todos
se entregaron diciendo: yo también, yo también
etc. —
En resumen, doce de la cuadrilla quedaron
con D. Bosco y los demás se alejaron. Condujo
a los nuevos huéspedes a la iglesia, y, como no
había camas, fué forzoso licenciarlos por aque
lla noche, con la promesa de volver al día
siguiente. Volvieron ocho y fueron distribuidos
de dos en dos para evitar corrillos, y a que se
trataba de pájaros de cuidado. De este modo
disolvió D. Bosco aquella banda poco reco
mendable.
— 247 —
La p rim e ra o fe rta para ¡a B a sílica
d e M arta A u xiliadora
1863 — D. Bosco emprende la construcción
de una iglesia. Días atrás nos comunicó sus
planes, interesándonos vivamente en la erección
de este templo dedicado a la Virgen, bajo el
titulo « Atixilium Christianorum », título que
íué aprobado por unanimidad.
Entre los numerosos amigos de D. Bosco,
había una persona que, aun apreciándole mu
cho, le negó siempre su ayuda.
Hace algún tiempo, envió este señor un niño
abandonado a D. Bosco para que lo aceptara
en el Colegio, y D. Bosco le contestó:
— No le pido nada por el niño, porque sé
que V. no quiere darme nunca nada para mis
hijitos; pero ahora que me decido a construir
una iglesia, le ruego me ayude con algo.
— Con mucho gusto, comtestó el señor, pero
(»n la condición de que la iglesia sea dedicada
a « María Auxilium Christianorum », porque
tarde o temprano, llega una hora,'en que nece
sitamos su auxilio.
— Descanse tranquilo — contestó D. Bosco,
que precisamente había determinado ese título.
.\quel Señor le entregó para la obra ocho mü
liras. He aquí, pues, más de lo que se necesita
para comenzar los trabajos y que empiece la
iglesia a levantarse. Prueba evidente de que
nada falta, cuando se confia en Dios.
Yadustrias d e D. B osco para a lim e n ta r
a su s p o b res p equ eS u elos,
De visita en la casa de la señora de la Rocca,
y mientras esperaba ser recibida, me encontré
a un individuo que había conocido antes y
olvidado después, y de cuyo nombre no podía
recordarme, por más que me esforzaba. Cuando
llegaron las señoras de casa, la Sra. de Rocca
dijo que había rogado a la Sra. Cibrario a pasar
por su casa, por que la señora de Foras tenía
necesidad de obtener una Cruz de Caballero
para cierto Señor. Concedida la cruz, la Sra.
de Rocca pide anotar en el libro de memorias
de la Sra. Cibrario el nombre de un pintor ex
tranjero. Después de algunos reparos, escribió
el nombre y prometió la cruz. Entonces la Sra.
Cibrario se volvió a mi bromeando y me dijo:
— Y V. Sra. Marquesa ¿no tiene alguna que
regalar?
— Y o dije que no, con dignidad. Por la tarde
vino D. Bosco a comer conmigo y le conté mi
visita: « ¡Oh si hubiera sido yo! — exclamó
D. Bosco — yo que tengo una letra de tres mil
liras que vence el primero de Mayo! ¡Y pensar
que hay una persona que la pagaría, si yo le
obtuviera la cruz de caballero, y otro que por
la misma distinción, se haría cargo del coste
de un mes de pan que monta a cinco mil liras...!
¿Qué hacer? Me reconcentro un momento y
exprimo mi cerebro para destilar una carlita
seductora, conquistadora, irresistible.
Veinticuatro horas después, la Sra. Cibrario
me contesta con otra carlita no menos seductora,
acompañada de dos diplomas de caballero, ya
firmados por el rey. Poco después iba yo gozosa
en busca de D . Bosco con las ocho mil liras en
el bolsillo. Pero está visto que en esta vida no
hay dicha completa, pues D. Bosco me recibió
diciendo: « ¡Lástima que debamos ya dos meses!
¡Ahora ando apurado con el mes de Marzo! »
Cóm o am aban a D. B osco los niños.
1863 — Nuestro apreciado D. Bosco fue
molestado últimamente por un terrible mal de
ojos. Llevaba ya tres semanas padeciendo,
cuando, un domingo, uno de los niños fué a
ofrecer al Señor sus propios ojos, diciendo que
no se levantaría de su presencia, hasta que Don
Bosco no fuera curado. En el mismo instante
pasó al discípulo la enfermedad del maestro.
Y o v i a D. Bosco perfectamente bien, mientras
el niño continuaba todavna, después de tres
d í^ , con los ojos muy malitos. Curó al recibir
la bendición de D. Bosco, aunque la rehuía,
por temor de que el mal volvñera a su propietario.
H u m ildad d e D. B osco y e fe c to d e
una M isa suga.
1868 — Ayer nos contó D. Bosco que ha
llándose gravemente enferma, casi en los um
brales de la muerte, uua señora milanesa
(hermana del Presidente del Senado, Casati),
su esposo le había telegrafiado, rogándole to
mara inmediatamente un tren especial para
trasladarse a Milán. D. Bosco le contestó con
toda tranquilidad que no le era posible, por
que se lo impedían algunos negocios que tenía
entre manos.
Le suplicaron de nuevo y otra vez rehusó,
aunque prometiéndole celebrar al día siguiente,
a las 7, según su intención.
A la mañana siguiente, y precisamente a las
siete, se despertó la señora como de un sueño y
preguntó porqué había tanta gente en su alcoba.
— Pues para curarte — le respondieron.
— ¿Curarme? ¿pero si yo no estoy enferma?
Le dijeron que probara de mover la pierna y el
brazo que tenía paralizados, y con asombro de
todos, los movió sin dificultad y requirió sus
ropas, que vistió y marchó a oír la Santa Misa.
E l día siguiente recibía D. Bosco un sobre
con seis mil liras para su nueva iglesia.
De las cartas de la Sra. Marquesa de Fassati.
— 248 -
Trecientos niños abandonados
recogidos en las Casas de Misión de la Patagonía.
Desgraciadamente abundan en todas las
grandes ciudades niños y jóvenes vagabundos
para quienes las calles y plazas son escuela de
vicios, pero en los puertos de mar el contin
gente es mucho mayor. Kn la ciudad cosmopo
lita de Buenos Aires, a donde acuden de con
tinuo multitud de emigrantes de todos los pue
blos y razas, el número de estos desgraciados
rebasa los diez mil.
El gobierno se ha visto precisado a crear un
« Patronato de Menores * que cuenta y a con
varias residencias en la Capital, donde recogen
a todos los huérfanos abandonados y delin
cuentes menores, de siete a los diez y ocho
años.
Como se comprende, no pueden ser garantía
de virtud, escuelas de perfección, esos correc
cionales donde se mezclan inocentes corderos
con lobeznos delincuentes, sin alicientes para
el bien obrar, ni más freno a sus travesuras
que la presencia de los guardias municipales
que los vigilan. Cuando, el número de plazas
se completa, se licencian unos cuantos, colocán
doles en casas particulares con una pensión
de cuarenta pesos* mensuales, y sus huecos sellenan con nuevos huéspedes.
Dos colegios salesianos de la Capital, con
más de ochocientos internos y siete Oratorios
Festivos con tres mil y pico de niños, ejercen
un verdadero apostolado, cuya benéfica in
fluencia es incanculable. Muchos de esos niños
hubieran ido a parar a los correccionales a
no haberlos favorecido nuestros Cooperadores
en el momento de la desgracia, conduciéndolos
a los colegios de D. Bosco. Sobre los ochocientos
colegiales, ciento cincuenta están admitidos
gratiütamente, por ser pobres de solemnidad,
y más de quinientos a media pensión.
Llenos los colegios y oratorios festivos, no
quedaban aún colmados el celo y caridad de
los hijos de D. Bosco. La perspectiva de los
Imérfanos y pequeños delincuentes era una pe
sadilla que no les dejaba descansar, y como la
caridad es industriosa, no pudiéndoles adnütir
en los colegios de la Capital, recurrieron a los
de sus Misiones, cuyos Superiores recibieron
con los brazos abiertos a los pobrecitos desgra
ciados. La primera carabana se envió hace siete
años, a los tres, la segunda y con la del año
pasado ya sumaban ciento diez, y pronto llega
rán a trescientos, según las últimas noticias.
A mediados del Junio pasado hizo lui año
que, el Rdo. Sr. Inspector de las casas salesianas de la Patagonia, D. Luis Pedemonte,
llegaba del colegio de Viedma a Buenos Aires
en busca de recursos.
Con gran trabajo había conseguido alguna
limosna, cuando recibió una invitación del Pre
sidente del « Patronato de Menores » para vi
sitar los correccionales y escoger, por su cuenta,
cuarenta de aquellos pobres niños.
« Dad y recibiréis », pensó para sí el hijo
de D. Bosco; « Da mihi animas caetera iolle *
y se encaminó a una residencia de la calle Tacuarí. ¡Qué cuadro se le ofreció a la vista! Habían
llegado más de cien infelices de los siete a los
diez y ocho años, escuálidos, descalzos, desar
rapados, llenos de hambre y de miseria. Con
el corazón oprimido por la pena se retiró, pro
metiendo volver enseguida para recoger al
gunos.
Inmediatamente se fué a la casa de la Sra.
Presidenta de las Cooperadoras de Buenos Aires,
organizadas en comité de protección de las
Misiones de Patagonia.
A l exponer sus propósitos el Padre Inspector,
replicó enseguida la Sra. Presidenta:
— Precisamente estos días y a instancias
suyas, he tenido que recoger limosnas; V. medice que se encuentra en grandes apuros y
estrecheces, que no podrá volver a Viedma si
no le proporciono una buena suma... y ¿encima
se carga con cuarenta huérfanos más?... A fe
que no le entiendo. ¡Eso es tentar a Dios!
— Oiga, señora, contestó tranquilo el Padre,
venga conmigo y de.spués hablaremos.
El misionero y la caritativa señora se diri
gieron al Patronato, para salir de él al cabo de
pocos minutos con las lágrimas en los ojos y
el propósito de socorrer tanto abandono.
Los trajes los regaló un almacenista; la madre
del P. Pedemonte proveyó las medias, y los
zapatos los costeó un buen italiano, el Sr. Bava,
pariente de Mons. Morgani.
Un poco adecentados, empezó el P. Pedemonte a elegir los de mejor conducta, entre
los más pobres y necesitados, hasta completar
el número de cuarenta, y presentó la lista al
Director del Patronato.
Este le tachó nombres hasta dejarle sola
mente catorce, y le devolvió la lista, diciendo:
— Puede llevarse estos catorce, pero no los
demás.
— ¿Y por qué no?
— 249 —
— Seacillamente, porque sólo a estos asig
na un subsidio el gobierno; para los otros no
podemos bacer nada: son huérfanos.
— Y o creo que por este motivo debe aten
dérseles; hoy únicamente son huérfanos, pero
sino se les cuida, mañana serán criminales.
— No dejo de comprenderlo, pero la ley es
ley y no los considera para nada.
— Pues bien, termina el P. Pedemonte, pre
cisamente por ser huérfanos merecen nuestras
despertando la curiosidad de los transeúntes,
se dirige al Colegio de Santa Catalina, para salir
esa misma tarde camino de Viedma, a nove
cientos Kilómetros de Buenos Aires.
Era el 23 de Junio, víspera de la tradicional
fiesta de D. Bosco, el cual sin duda, desde el
cielo, seguiría con amorosa mirada tan bella
imitación de su apostolado. Llegados a Bahía
Blanca, desciende la mitad; parte queda eii
el colegio de esta ciudad y el resto se dirige a
M onte R o m (T u rto ) ■ N ueva l{le«la de la V irgen d : l R o m H o.
preferencias; me los llevo ahora mismo, aunque
ei gobierno no me dé nada.
— Sea en buen hora, pero me extienda una
declaración donde conste que V . no exige nin
guna subvención por ellos.
Hízolo el P. Pedemonte, con asombro del
empleado y a continuación, reuniendo a sus
cuarenta benjamines, los condujo al baño. Ies
entregó ropa y calzado nuevo y , así, aseaditos,
los llevó al despacho del Director para despe
dirse.
Ante aquellas caritas, pálidas aun, pero ani
madas de un soplo desconocido de nueva vida,
asomáronse las lágrimas a los ojos del buen
Director, que se alejó a ocultar su conmoción,
despidiéndoles con la mano.
El alegre batallón sale de aquella casa y.
Roca, distante seisíúentos Kilómetros, a orillas
del Rio Negro. La otra mitad continuó con el
P. Pedemonte hasta el colegio de Viedma, al
que llegaron el día 24 de J unió de 1921, siendo
recibidos con agasajos por los del Colegio.
Algunos días después de la llegada enfermó
uno de la (^rabana, que apenas contaba siete
años. A l examinar sus documentos, se vino a
co n o« r que era hermano de uno de los condu
cidos anteriormente y que residía en el mismo
colegio. ¡Fué ta l la alegría del pequeñín, que
se puso bueno como por encanto!
Días más tarde cae en cama otro de los
jovencitos. Todo su anhelo era morir con el
sacerdote al lado. Deseaba ver, asimismo, por
última vez, al sacerdote que le había procurado,
recogiéndolo, una muerte tan dulce y cristiana.
— 250 —
Por fortuna, D. Luis Pedemonte volvía aquellos
días de sus correrías apostólicas. Apenas lo
vió el joven, cuando entró a visitarle, empezó
a llamarle por el nombre, con los ojos arrasados
en lágrimas, a besarle la mano repetidas veceé,’
dándole las gracias por la caridad que había
usado con él. Temía el morir sin verle, decía,
pero ahora muero contento.
Todos se portan muy bien y puede asegurarse:
que el ochenta por ciento da un resultado excelen
lente. lU sistema de D. Bosco obra también
entre ellos maravillas.
Entre tanto, la Divina Providencia bendecía
la caridad de los hijos de D. Bosco, enviando al
Padre Pedemonte la manutención de sus pe
queños.
Con todo, al finalizar el año, las necesidades
y apreturas de la Misión eran grandes. Llegó
un momento en que el P. Pedemonte no sabía
como pagar las deudas, y procurar lo necesario
])ara los asilados. ¡Malas Pascuas de Navidad
se preparaban!
PU (lia 22 de Diciembre, después de las ora
ciones de la tarde, decía a les niños: <> ¡hijos
míos, estamos a la cuarta pregunta! D. Bosco
en estos casos quería que se rezase y pidiera
con más fe. Hagamos también nosotros un
triduo con fervor, empezando desde mañana,
para que la Divina Providencia nos proteja.»
A l día siguiente, primero del triduo, partía
el P. Pedemonte para I'ortín Mercedes, donde
está el noviciado y cursan los estudios los que
se preparan para la Misión Salesiana de la Patagonia. En la capilla del colegio se venera una
devota imagen de María Auxiliadora, obra de
Kollini, que D. Bosco bendijo y entregó a Mons.
Cagliero el año 1887. Allí también se empezó
un triduo el día 23, que terminó, a los pies de
aquella venerada imagen, el día 24.
No se hizo esperar el socorro de la Provi
dencia. E l día 27 de Diciembre llegaba un te
legrama urgente para D. Luis Pedemonte, en el
que se le llamaba a Buenos Aires, ^"uela allá
y se encuentra con que el Gobierno concede
un subsidio estraordinario, atendiendo una an
tigua petición suya.
L a noticia se divulga por la ciudada y da
lugar a otras limosnas de los particulares.
Aunque considerables, no llegaban todavía
para enjugar la deuda, pero era una prueba ma
nifiesta de que Dios no dejaba de la mano a sus
pequeñuelos.
No hay que olvidar que Mons. Cagliero había
establecido ya, desde el año 1S97, recoger en
las Casas Saíesianas de la Patagonia todos los
niños huérfanos y abandonados que se encontra
ran en los territorios de las Misiones, y que su
Caritativo propósito se cumplió sin interrup
ción, desde aquella fecha hasta el presente.
Lo demás debían conseguirlo los huerfanitos
con sus oraciones.
Por último, el día 28 de Diciembre, el Presi
dente del « Patronato de Menores », convencido
de que las Casas Saíesianas de Misiones, lejos
de la Capital, eran el lugar más indicado para
sus protegidos, llamó al P. Pedemonte, y,
en nombre del Gobierno, le entregó una suma
respetable para construir nuevos brazos de
edificio en los colegios de Viedma, Bahía Blanca,
Fortín Mercedes y Roca.
De este modo, confiaba a la Obra de D. Bosco
en Patagonia la educación permanente de tres
cientos huerfanitos y abandonados.
Establecido el contrato, pitdo el P. Pedemonte
saldar sus deudas y emprender las obras, conven
cido de que la Divina Providencia, merced a
los tuegos de D. Bosco y de todos sus hijos,
continuará sosteniendo a tanto niño desgraciado
como cobijan aquellas Casas, y de donde sal
drán, mediante el sistema salesiano, hombres
de provecho, ciudadanos honrados.
¡Y pensar que con la ayuda de nuestros Coo
peradores, ese bien se puede centuplicar!
InaDpiañón de la Iglesia de la Viigen del Rosaiia
en Monte Rosa, Turín
Hacía tiempo que se notaba la necesidad de
una iglesia en este extremo de la ciudad.
Desde que el Oratorio Salesiano « Miguel Rúa »,
empezó a congregar abundantísimo número de
jóvenes, los Superiores pensaron en una iglesia,
donde pudieran, tanto los que concurran al Ora
torio festivo como sus familias, atender cómoda
mente a sus prácticas religiosas.
Por fin, el deseo se tradujo en obra, y el prin tr
domingo de Octubre, Mons. Constancio Cástrale,
Obispo de Gaza y Vicario General de la archidiocesis, bendecía el templo y consagraba el altar,
dedicado con la iglesia a la Virgen del Rosario.
Asistieron a la bendición: el Rvmo. Don Felipe
Rinaldi, varios sacerdotes, distinguidos coopera
dores y numerosos niños y fieles, que elogiaban
unánimes la labor provechosa que llevan a cabo
los Salcsianos en este extremo de la ciudad.
Siguió a la inauguración solemne novenario
del Rosario, que se mó concurridísimo.
La iglesia, de estilo romano, es muy henno.'.'i
y de gusto estético exquisito. Mide la el^ante
nave 40 m. de largo por 10 de ancho.
Tan feUz y oportima inauguración es, sin duda,
augurio de abimdantes frutos espirituales.
— 2 Sl —
VII“ Congreso de Directores Diocesanos
de los Cooperadores Salesianos, en Turín
El 19 de Septiembre se reunieron en Valsalice, cabe la tumba de D. Bosco, los Directores
Diocesanos, de los Cooperadores Salesianos.
Numerosos eclesiásticos : Monseñores, Canó
nigos, Arciprestes, Párrocos y simples Sacer
dotes, llenaban el local de sesiones, presididos
por el Rector Mayor de los Salesianos, Rdmo.
D. Felipe Rinaldi, con el Rdo. D. Pedro Ricaldone. Prefecto General, D. Esteban Trione, el
abogado, caballero Félix Masera, presidente
de la Asociación Nacional de los Antiguos
Alumnos, el diputado Sr. Fino, el catedrático
Sr. Bettazzi etc..., que completaban la presi
dencia.
Al terminar el Hmno « Oración y Trabajo »
con que fué recibida la dignísima presidencia,
tomó la palabra el Rvdmo. D. Felipe Rinaldi,
para dar la bienvenida a los señores asambleístas.
« Os agradezco en el alma, dijo, el interés que
os tomáis por las Obras de D. Bosco. Celebro
que seáis tan numerosos este año; pues nunca
se habían reunido tantos. Parece que, a medida
que aumentan las tumbas de nuestros Padres
(son ya tres los Rectores mayores allí anterrados), crece el número de los admiradores
y amigos de tas Obras Salesianas.
Tenemos motivos sobrados para bendecir
a Dios, y felicitamos mutuamente por el bien
grande que se lleva a cabo.
La Congregación Salesiana os está sumamente
reconocida por el valioso apoyo que le prestáis.
O b jeto d e n u e stra reunión.
Todos sabéis que se trata, os lo dice también
el anuncio que tenéis en la mano, de la difu
sión del programa de D. Bosco entre los Coope
radores salesianos. Como podéis comprobar
por vuestro ministerio, alortunadamente hallegado el momento, como afirmaba D. Bosco,
en que el nombre de Cooperador salesiano es
S’nónimo de católico, y por lo tanto, el pro
gramo que D . Bosco trazara a sus Cooperadores
es hoy el de todo católico, ya que se les inculca
la acción religiosa social, la dirección de la ju
ventud, difusión de la buena prensa, desarrollo
de vocaciones eclesiásticas y sostenimiento de
las Misiones etc etc...
Era preciso, por consiguiente, que nos reu
niéramos a cambiar impresiones y tomar acuer
dos para el mayor desarrollo de nuestros ideales,
y trabajar con acertada dirección.
Por otra parte, y como aumenta el número
de nuestros amigos y colaboradores, los Direc
tores Diocesanos, debíamos conocemos mutua
mente, pues el conocimiento de nuestro número
y fuerza lleva al ánimo nuevos entusiasmos.
Debo recordaros que, a más de las obras s o
ciales que lleváis entre manos, tenemos las Mi
siones, cuj’a importancia se acentúa con el
ingente desarrollo que van tomando. Primero
era la Patagonia, en el extremo sur de la A r
gentina; Matto-Grosso, en el corazón del Brasil;
los jívaros del Ecuador, Gualaquiza y Rio Negro,
misión ésta que habían abandonado otros Ins
titutos y que nos ha confiado el Santo Padre.
Siguieron Palestina, Esm im a y China. Aquí
tenemos nuestro Vicariato y ayudamos al
Vicariato portugués. Es el momento oportuno
para la evangelización de China; hoy se desa
rrolla, de.spierta como de un letargo de varios
siglos, y entra por la corriente de las ideas y
vida moderna, con ansias de renovación. Si no
acudimos con presteza a informar su desarrollo
con el espíritu y chúlización cristiana, es de
temer que sean el día de mañana los más peli
grosos para el orden social.
Tenemos cuatro o cinco millones de almas
a nuestro cuidado que desearíamos hacer pronto
cristianos; ellos mismos sienten la necesidad.
Su conversión depende en gran parte de los
medios con que contemos. Y a hemos enviado
bastantes misioneros que levantan escuelas
para educar a los niños, que son la esperanza del
porvenir.
Y por último, se nos ha confiado el Vicariato
de Kimberley, en Australia. Considerad la
situación de aquellas gentes, donde actualmente
no hay más que im sacerdote y cuatro religiosas,
y os convenceréis de la necesidad de enviar
con urgencia operarios, por que la mies eS mucha.
Para atender a la formación del personal, se
impone la inmediata erección del o Instituto
Cardenal Cagliero », destinado a plantel de
misioneros. Esto, como comprendéis, necesita
de vuestro concurso, y por eso os hemos lla
mado, para que manifestéis vuestro pensa
miento sobre este particular.
Se trata de una obra, no sólo de caridad, sino
de justicia; es preciso poner manos a la obra,
no podemos desatender los intereses religiosos
y de civilización que nos reclaman millones de
hermanos desgraciados, en nombre de Cristo.
E l Santo Padre, que sigue con interés núes-
— 252 —
tras iniciativas, nos envía el siguiente tele
grama, para bendecirlas y alentarlas: « Ocasión
asamblea directores y celadores pía Unión Coo
peradores Salesianos y sacerdotes ex-alumnos
D. Bosco, Santo Padre hace férvidos votos tomen
sabias, eficaces determinaciones, en vista grandes
necesidades actuales jxiventud, pueblo, envía
de corazón Bendición Apostólica augurio abun
dantes gracias celestes ». C a r d e n a l G a s p a r r i .
Una salva de aplausos coronó la lectura del
alentador telegrama, procediéndose, a conti
nuación, al estudio de las normas presentadas
por la Dirección.
He aquí el programa:
N O R M A S P A R A L A A C C IÓ N IN D IV ID U A L
Y
C O L E C T IV A
DE
LOS
CO O PERAD O RES.
I.
.A .O O l^ l.a
а) El cooperador salesiano debe t levar diaria
mente alguna plegaria a María Auxiliadora, para
que bendiga y desarrolle las Obras Salesianas según
¡as necesidades de los tiempos.
б) Cada cooperador procure ayudarlas como le
permitan sus medios, enviando directamente al
Superior General las limosnas * para sostén de las
obras de la Asociación » en conformid.ad con el
reglamento de la Pia Unión {cap. VI n° 3),
c) E l co ‘perador difunda el conocimiento del
espíritu y Obra de D. Bosco, asi como las necesidades,
tanto generales como particulares. Haga conocer la
Pía Unión de los Cooperadores y aumente el nú
mero; propague la devoción de María Auxiliadora
y se interese por las Misiones' salesianas.
d) Sostenga, según el programa de Cooperación
Salesiana, las obras de la localidad, prestándose a
enseñar el catecismo en las parroquias y -oratorios
festivos, y propagando la buena prensa.
II.
^ o o l< !> n
o o le o tlv c i.
a) En toda reunión, los Directores diocesanos
recuerden a los Cooperadores que la Pia Unión es
un complfmento de la Congregación Salesiana, y
que por lo tanto, debem vivir su espíritu y tien n
la obligación de ayudar al desarrollo de la Obra
Salesiana.
I) Se inpongan como, obligación el dar las dos
Conferencias prescritas por el Reglamento, aprove
chando la ofíwiJn para iiwmóir
socios.
c) iTfii'irH al Rector Mayor la colecta de esc^
reuniones.
d) Procuren la correspondencia directa de los
socios con el Rector Mayor, a fin de que puedan
recibir alguna ves saludables consejos de parte
suya, y él, a 5M ves, pueda agradecerles personal
mente stis ofertas.
tf) Den conferencias sobre ¡as Misiottes Sale
sianas, sobre todo donde la Obra Salesiana es poco
conocida, a fin de procurarles_^_ medios, no solo en
metálico, sino también ornamentos, ropas etc. que
sirvan para las iglesias. Oratorios festivos. Mi
siones etc....
i) Para desarrollar con más fruto el programa
de acción trazado en el Reglamento de la Pia Unión,
sírvanse de las normas directivas aprobadas en el
V III Congreso, tanto en lo que se refiere a la acción
religioso social, según las necesidades locales, espe
cialmente por medio de la devoción a Jesús Sacra
mentado, de María Auxiliadora y la veneración al
Santo Padre, como respecto al fomento de vocaciones
eclesiásticas y religiosas, la difusión de lá buena
prensa, de los libros salesianos, la asistencia a los
niños pobres y abandonados, segiín el espíritu de
D. Bosco.
g) Hacer propaganda por medio de la prensa
periódica o diaria, según el espíritu de D. Bosco,
que Pío X deseaba ver difundido por ciudades y
pueblos.
4) Apoyen, como puedan, la reuniones dioce
sanas y regionales de los Cooperadores que convo
quen los Directores o Inspectores Salesianos, íwí
como las nacionales e internacionales promovidas
por el Rector Mayor y la Junta Central.
t) Tomen interés por la difusión del Boletín
Salesiano, comunicando a la Dirección los nombres
de los nuevos Cooperadores que lo deseen, y los
cambios de domicilio, defunción de los mismos etc...
En un ambiente de cordura y competencia, se
fueron estudiando, una por ima, las diversas
normas del programa, aportando los reverendos
asambleístas luces y esperiencias que harán más
eficaz su actuación.
Era de admirar el celo de los dignísimos Direc
tores diocesanos por la propagación de los Obras
de D. Bosco, con cuyo espíritu están identificados.
Fuera de desear que todos nuestros amados Coo
peradores del imuido entero, respiraran, vivieran
la vida salesiana tan intensamente como estos
Directores diocesanos, muchos de los cuales tra
taron íntimamente a D. Bosco.
Fueron muy aplaudidas y aprobadas, entre
otras, las proposiciones siguientes:
lo Comenzar una intensa propaganda mi.sionera en preparación al 50 aniversario de las Mi
siones Salesianas, que se celebrará el año 1925.
2® Divulgar la vida de D. Bosco, como medio
para obtener nuevos Cooperadores Salesiano.s.
Idem del Boletín Salesiano, inculcando que no se
liinite su lectura al que lo recibe, sino que lo hagan
circular entre amigos y conocidos.
3® Aprovechen los Sres. Párrocos los perió
dicos y hojas parroquiales que dirigen, para inter
calar episodios de la vida de D. Bosco, o retazos
del Boletín Salesiano.
4 Aconsejar a maestros y directores de colegios,
academias etc. los libros de escuela editados
por los salesianos, que tanto provecho repoitan
a la juventud.
5® Pónganse en las escuelas cepillos, para os
niños de las Misiones, como medio educativo.
6® Las reuniones de Cooperadores tengan
finalidad práctica y local.
J
— 253 —
Terminó la reunión Mons. Pinardi, que había
llegado mediada la asamblea. Vengo, dijo, a
traer la bendición del Cardenal Richelmy, pero
vengo, además, como antiguo alumno.
Me llena de satisfacción el oir que Cooperador
salesiano es sinónimo de buen católico. Estoy
plenamente convencido de que el espíritu de
D. Bosco trasformará el mundo, y de que los
Cooperadores serán los directores.
oro de todas ellas, se leyó -..n telegrama del Papa,
que todos acogieron con una salva de aplausos.
A continuación pronunció un elocuente dis
curso sobre la « organización de antiguos alumnos
sacerdotes », el abogado Félix Masera, presi
dente de los antiguos alumnos del Piemonte y
de Italia.
Es la prm era reunión, decía, de antiguos
alumnos sacerdotes. Nuestra reunión no debe
VII« C ongreso de D ire c to re s D iocesanos en T u río .
Hago votos para que estas reuniones se veri
fiquen con frecuencia y produzcan abundantes,
opimos frutos.
Antes de terminar, se redactó un expresivo
telegrama al Santo Padre, en agradecimiento
al suyo.
RcDiiiio de antlgoiis alomgos saceidates.
El 30 de Septiembre se reunieron, por vez
primera, en el Oratorio de Valdocco los antiguos
alumnos sacerdotes, uniéndose a ellos los Direc
tores Diocesanos.
Abrió la sesión el Rvdmo. D. Felipe Rinaldi,
saludando a los nuevos congresistas, y cele
brando verlos unidos con los Directores Dioce
sanos, en mancomunidad de ideales y espíritu.
Se leyeron a continuación adhesiones dé Sres.
Obispos y ima carta del Sr. Obispo de Asti,
lamentando no poder asistir. Como broche de
reducirse a una simple manifestación de sim
patía hacia los hijos de D. Bosco, sino que, des
pués de nuestra reunión, debemos salir dispues
tos a trabajar. No nos damos la mano única
mente para saludarmos, sino para ponemos
de acuerdo.
Explica la organización de los antiguos alum
nos: local, regional, nacional e internacional.
Manifiesta ed deseo de que los antiguos alum
nos sacerdotes formen, en los lugares o pueblos
donde residen y no haya colegios salesianos, los
centros de antiguos alumnos.
Es contrario a que los antiguos alumnos sacer
dotes formen otra agrupación que no sea la
exitente, siendo preferible que permanezcan en
la federación general para que den ajemplo o>n
sus virtudes.
Les invita a tomar parte muy activa en
las reuniones generales, pues se promete grandes
ventajas de su benéfica influencia. Que el órgano
de la federación circule en vuestras manos.
— 254 —
ya que es el vínculo de unión que persigue
ideales comunes y nos trasmite la sabia salesiana.
Termina augurándose del celo de los sacer
dotes, de'su amor a los Salesianos, abundantes
frutos para la Federación de Antiguos Alumnos.
Fué muy ovacionado.
A continuación habló el teólogo Rdo. Gribando,
de Moncalieri, discurriendo con elegancia sobró
la « actividad individual del sacerdote, antiguo
alumno t>. Nosotros somos, decía, espirito salesiano; llevamos en nosotros sus rasgos, como
los hijos los llevan de sus padres; somos miem
bros de la Familia Salesiana, y por lo tanto, por
doquiera debemos esparcir sur perfume. Debe
mos conducir el espíritu de de D. Hosco a la fami
lia, y sostener y dirigir a los antiguos alumnos
de nuestras parroquias. No es difícil entendernos
e simpatizar con ellos, pues hemos andado el
mismo camino y bebido en la misma fuente.
Al terminar su brillante discurso fué muy ova
cionado.
Entre otras conclusiones, fueron bien acep
tadas:
1° Todo sacerdote antiguo alumno procure
reunir y formar centro con los antiguos alumnos
de la localidad donde resida y no lo haya.
2° Que en los Oratorios festivos no falte un
cuadro de D. Hosco y Domingo Savio, y, se
hable de ellos.
3° Que se celebre la fiesta de María Auxilia
dora.
Cerró la sesión el Rvdmo D. Rinaldi, recomen
dando el espíritu de D. Hosco en su apostolado.
Después del ágape fraternal, se dirigieron
los congresitas, en devota romería, a la casa
nativa de D. Hosco.
La satísfación marcada, que todos revelaban,
es claro indicio de halagüeños frutos.
Nueva palabra de aliento del S. Padre
La Obra del V. Fundador de ¡a Familia Salesiana
es verdaderamente grande y providencial.
En el mes de Julio p.p. el Rvmo. D. José
Vespignani, actual director general de las Escue
las Profesionales y Colonias Agricolas Salesianas, e inspector que fué de las casas de la A r
gentina, depositó a los pies del S. Padre el óbolo
de los niños y niñas, ex-alumnos y oratorianos
salesianos e hijas de María Auxiliadora, de aque
lla floreciente república americana.
La oferta que, a razón de lira por oferente,
alcanzaba la suma de 35.000 fué muy del agrado
del S. Padre, ya que de ella dijo que era « una
cosa significativa, muy significativa, y a po ser
tradicional, pues tiene origen en una enseñanza
del mismo D. Hosco, ya también por el m'miero
tan grande de oferentes de la presente ocasión *;
a todos los cuales juntamente con sus parientes
envió su bendición, y no contento con esto,
])or mediación del lúmuo Card. Secretario de
Estado les daba de nuevo las gracias, contes
tando a la dedicatoria con que D. Vespignani
acompañó la oferta, con la carta que a conti
nuación publicamos.
S 6 0 RBTARIA DB BSTADO
DB SU SANTIDAD
Eu el Vaticano a 35 de julio de 1933.
Rvmo. Sr. Director de las EscueUs Profesionales
y Granjas Agricolas Salesianos;
Con suptta alegría y satisfacción ha recibido el
S . Padre los sentidos afectos que SS. exponía en
SU afectuosa del 10 del corriente. Viva commoción
embargó el corazón del Sto Padre, aunque ya le
eran conocidos los maravillosos triunfos que la
Obra Salesiana obtuvo en la Argentina, triunfos
que hacen recordar la -parábola evangélica del
grano de mostaza, crecido hasta convertirse en
árbol frondoso, en cuyas ramas los pájaros del
cielo encuentran benéfica sombra para sus nidos.
La obra del V. Fundador de la familia salesiana
es verdaderamente grande y providencial, >’ sí
creció y se multiplicó fué porque vivió siempre
bajo la acción benéfica y fecundante de las bendi
ciones de Dios y de su Vicario, y tal incremento
no puede menos de agradar al Supremo Pastor
de las almas que que ve extenderse y ampliarse
siempre nuis y más el reino de Jesucristo. Lle
guen, pues, a las 35.000 amadísimas ovejillas del
rebaño que se encuentra en la lejana Argcnthui
las
sentidas gracias del S. Padre, el cual,
como prueba de su paternal afecto, envía a los
hijos lejanos, no por esto menos queridos que los
que de cerca le rodean la Bendición Apostólica.
Con la expresión de mi más sincera estima tnc
profeso de V. S. Afmo para servirle
F.
Card. G a s p a r r i .
Rvmo. Sr. D. José Vespignani
Director de las Escuelas Profesionales Salesianas de D . Bosco.
J
m m
CHINA
El
nucDO o rfa n a to d e 5 b iu -C h o iD
(Continúa la relación del Mieionera
P. Cario M. Braga)
III.
L a construcción.
Si en los países civilizados, donde abundan
arquitectos y albañiles prácticos y toda suerte de
materiales, es dificultosa y lenta la construcción
de edificios, figúrense lo que no será en China
que se carece, por decirlo así, de todo: hay para
perder la paciencia y echarlo a rodar.
Se engañaría, no obstante, el que se creyera
que el obrero chino carece de aptitudes y descottoce los secretos del arte; no, lo que ocurre es que,
avaro y egoista de sus energías físicas e intelectuales,
hombre sin carácter ni fuerza de voluntad, re
huye toda fatiga y se entrega al trabajo sin interés,
obrando maquinalmente, sin cuidarse de la solidez
de la obra y atendiendo sólo a su vista exterior.
Porque hay que tener en cuenta que el chino se
paga de las apariencias y con tal que la fachada
sea de buen parecer, poco le importa que el interior
resulte un establo mal acondicionado.
El móvil de sus acciones, su preocupación
constante es el aparecer y figurar, pudiéndoseles
aplicar, con toda verdad y justicia, las palabras
de la Escritura: ut videantiir ab hominibus », que
es el código fundamental de su vida física, moral
e intelectual: todo está bien y es lícito, con tal
de que se guarden las fonnas y apariencias.
De-sgraciadamente no ha desaparecido tadavía
la época del fariseísmo. Si el pueblo chino turiera
el coraje de examinarse, conocerse a fondo y aqui
latar su pobreza moral, buscaría la verdad, que
es la libertad, la salvación, y se echaría en brazos
de la Iglesia, de Jesús que por tantos siglos aguarda
el ósculo de este desdichado pueblo. Pero, cegados
y satisfechos con esa miseria de bienestar y civi
lización, en que \*iven estacionados, no pueden,
uo aciertan a fijar sus ojos en el radiante sol de
justicia. Christus, Deus NosUr, que ansia disipar
las tinieblas que los en\-uelven, para darles la
'■ ida de la gracia, y con ella, el verdadero pro
greso.
Comienza los trabajos
y cuánta ignorancia!
¡Cuánta paciencia...
El empresario que se ha quedado con la obra,
es un joven inteligente y honrado, bastante prác
tico en construcciones europeas, por haber tra
bajado en el ferrocarril Cantón Shiu Chow.
Los obreros son todos chinos, aunque de diversas
regiones; hablan distintos dialectos y sus apti
tudes difieren mucho.
Logramos, sin cuestionar ni enfadamos, que
al comenzar los trabajos no hicieran sacrificios
a los ídolos, para que alejaran el viento y la lluvia,
y les evitarmi desgracias, como asimismo, que
no encendieran velas a los espíritus, al salir y
ponerse el sol.
Loá -.abajos, al principio, marcharon viento
en popa, sin tropiezos ni entorpecimientos; pues,
gracias a Dios, el tiempo nos favorecía y los obre
ros trabajaban animosos y contentos.
Para que todo procediera con orden, armonía
y la debida solidez, fué precisa vigilancia con
tinua y observaciones incesantes.
A los consejos y hormas prácticas de Mons. Versiglia, se mostraron por algún tiempo indiferentes
y aun desconfiados los obreros; pero poco a poco,
y a fuerza de ver los buenos resultados, llegaron
a convencerse de que también en el Occidente
puede haber hombres sabios y prudentes, y em
pezaron a interesarse por sus observaciones.
Todos los días había que repetirles, con las
mejores fomias, los mismos avisos, idénticas
normas e instrucciones.
Cuando cometían algi'm disparate en la ejecu
ción del trabajo, no convenía, en manera algmia,
inmutarse, reirse o reprender al interesado, de
lo contrario, se declaraban en huelga, pero no al
modo de las de Europa, sino que, dejando el
trabajo, se sentaban a fumar hasta acabar con el
tabaco, exigiendo, además, amnento de comida
o de vino. Para tenerlos contentos había que
halagar su amor propiio con razonamientos como
el siguiente: ♦ \'osotros, los chinos, sois los obre
ros más inteligentes y capacitados del immdo,
la flor y nata de la humanidad; nosotros, en cam
bio, i>obres occidentales, no sabemos trabajar
ni enseñar *. A estas palabras respondían con un
murmullo de protestas, actos de humildad y
exCTisas, diciendo que ellos son los ignorantes,
los que nada saben.
Con semejantes alabanzas, y en todos los tonos,
había que condimentar, muy a pesar nuestro,
todas 1 ¿ conversaciones, y todos los días, ya que
el obrero chino, como todas las personas de escasa
cultura y poca elevación moral, son vanidosos,
avaros de su reputación, temorosos del juicio
sobre sus cualidad^ y persona.
Lo Tnát; difin'1 fué reducirles cuando se empeñaron
en modificar el plano, pues ellos, que no habían
construido jamás casas de dos pisos, no se capa, citaban de las medidas, ni de las condiciones de
estabilidad.
— 2^6 -Ordinariamente, los cliinos no presentan planos
para hacer las casas; se entienden con el empre
sario sobre los huecos y habitaciones, y lo demás
es igual para todas las construcciones.
Fué precisa toda la habilidad, calma y dulzura
del Sr. Obispo, para conseguir que ejecutaran
todo el plano, aceptando, no obstante, una modi
ficación in.significante y secundaria, para dar
una pequeña satisfacción a su amor propio.
Un día en que por casualidad, presencié su
al muerzo, un mócete me dice a quemarropa:
— Oye, Fadre, ¿por qué te interesas tanto por
los trabajos? En fin de cuentas, tú no eres el que
nuestros labios: « Leva ociilos hios: ecce, Salvatoi
venit solvere te a vinculo » joh. China desgraciada
Deseo convertir dos pobres rapazueíos —
empeño.
Vaac
Mientras avanzaban las obras-, era cuestión di
pensar en los alumnos. El día 22 de Octubre de
1919, llegué, por vez primera, a Shiu-Cliow coi
la nostalgia de la patria, que me oprimía el corazón
con el recuerdo vivo de los niños. Oratorios, Co
legios, de los exploradores y otras cien imágene
que me representaba la fantasía. Miraba cor
' i ' . i'r
IV
SHIU^CHOW (C hioa). ■ Bl nuevo o rfa n a to de la M isión S alesia n a en HO'SI.
pagas..., déjalo, pues, correr... Además de que,
poco te lucen tus afanes, pues aun note has com
prado la mujer. ¿Te paga bien el Obispo? ¿Te da
bien de comer? ¿Cómo te trata?
Eos demás me lucieron también preguntas
curiosísimas, que me arrancaron ima sonora
carcajada. Con todo procmé satisfacer su curio
sidad, y les dije:
— Nosotros, los sacerdotes, con los fieles, el
Obispo y el ‘ Papa, fonnamos una grande familia
o sociedad, y trabajamos, cada cual en su esfera,
aunque todos persegjuimos el mismo fin: practicar
la venladera religión, para ganar xm trozo de
paraíso.
Esta vez fueron ellos los que se descalzaron de
risa, oyendo mis humildes pretensiones.
Quedé apenado, no por la risa en si, sino por
la evidencia, tantas veces comprobada, de que:
<
homo non percipit ea, quae suní Spiritus Dei, y subiendo al andamio más alto de la
obra, recé con más fe y fer\-or que nunca la ora
ción que, en aquellos días, pom'a la Iglesia en ’
fijeza y dulzura a los numeróse^ y alegres niños
cliinos, como para saludarles y hacerles comprendei
que habían llegado sus amigos.
Mi acompañante, P. Figo, me daba razón d<
todo cuanto pudiera interesarme y desperta:
mi curiosidad. Luego que llegamos a las alrede
dores de la puerta oriental de la ciudad, muj
cerca de nuestra residencia, mi cicerón me hizc
obser\-ar el armazón de una cabaña, de la cua
no quedaban más que algunos pies derechos y é
follaje del techo, y me señala un montón de trapoí
movedizos, capaz de causar náuseas y hacer ace
lerar el paso a un novato como yo. En efecto
apreté el paso, pero mi acompañante me detuvo
y dijo; * obserim bien aquellos andrajos ». Me
fijo en ellos, con repugnancia, y ¡oh dolor! descubro
entre los guiñapos las caritas de dos rapazueíos,
tan sucios y demacrados, por el hambre y la mi
seria, que los creí dos monstruos de la natura
leza. En vano busqué en sus ojos la luz y brillo
que revelan %*ida e inteligencia.
Apenado y moWdo a compasión por tanta
— 257 —
miseria, les hubiera abrazado y llevado conmigo,
como un don de Dios, a pesar de la repugnancia
que causaban.
Quise acercarme, pero ellos, asustados, sallaron
de su nido y se escabulleron, dejándome confuso.
Al llegar más gente prosegm nu camino, pero ya
no les olvide más; acariciaba la esperanza de ha
cerlos cristianos en día no lejano.
■ Los encontraba con frecuencia, especialmente
al anochecer, cuando buscaban algún abrigo para
¡pasar la noche. Escogían, generalmente, un cajón
^ande. que, durante el día, servua de mesa a un
carnicero, y por la noche, de cama para aquellos
pobrecitos. Allí se resguardaban del frío, acurru
cados y pegados el tmo al otro, cubriendo encima
con la pesada tapa. Duraitte el día vagaban por
calles y plazas, aprovechando cualquier descmdo
de los vendedores para aligerarles la carga, o,
rondando por los puestos de carne, sopa, arroz etc..,
verdaderas cocinas ambulantes, para pedirles
aigtmas sobras con que acallar un poco el hambre.
Cuando nos encontrábamos de frente, como
todavía no conocía la lengua, me contentaba
con sonreirías y manifestarles de cualquier modo
mi afecto. Procuré hacerles algún regalillo, pero
la primera vez que les ofrecí dos monedas, las
rehusaron despreciativamente, sin duda porque
se las ofrecí en público, a la vista de muiros cu
riosos, no pensando que hasta el hambre- y la
miseria tienen sus delicadezas y nobles repugnan
cias.
Cuando comencé a balbucear el chino les salu
daba afablemente siempre que les encontraba,
y ellos, los muy tunantes, se me burlaban, repi
tiendo a grandes voces el saludo, con mi pronun
ciación defectuosa, que variaba completamente
el significado. Lás más de las veces evitaban mi
encuentro, y, escondiéndose detrás de las puertas
de las tiendas, gritaban; ;Fan-Kuail diablo extran
jero!. No obstante sus groserías, no perdí el
initno ni desmayó mi interés por ellos; al contrario,
su grande miseria moral, intelectual y física, me
aguijoneaban más y más; confiaba que con el
tiempo, y a fuerza de dulzura y paciencia, redu
ciría su natural salvaje y los haría hijos de Dios.
Una mañana los encontré, a poco de salir de
casa, pero, preocupado con no se que asunto, no
me di cuenta de ellos ni les saludé, como de costum
bre. Ellos, que esperaban el saludo, sintieron
que no les hiciera caso y pasara de largo, por lo
que empezaron a Uamanne y saludar. A l volvenne,
Í2S encontré sonriendo y festivos. Aproveché la
ocasión, y les in\'ité para que me acompañaran
a Ho'Si. Aceptaron mi propuesta, y, alegres
como imas castañuelas, me siguieron largo trecho.
Encontramos a un vendedor de cacahuetes y les
compré nnAs perrillas para los dos, pero, a poco,
tomaron las de Villadiego.
Después de algún tiempo, ios encontré de nuevo
y logré llevarlos a casa. Llegaron hasta el patio
y allí se plantaron, y lu ^ o que comieron alguna
Cosa, se echaron a correr.
Una tarde muy fría de in^^emo, cuando volvía
70 de Ho-Si, hallé a mis amigos acurrucados en
ú portalón de una tienda, pegado el uno al otro
y tiritando de frío. El cajón grande, que por tanto
tiempo les sirvió de albergue y cama, había desa
parecido. Me acerqué a ellos, les saludé y les
invité para que \Tnieran conmigo a la residencia,
donde encontrarían pan y alojamiento. Aceptaron
gozo.sos y se %'inieron conmigo, entrsindo, esta
vez, hasta la cocina. Les hice calentar a la lumbre
y encargué al criado que les diera buena cena.
Como estaban medio desnudos, busqué unos
pantaloncillos y chaquetas y se los di. Todo lo
recibieron los pobrecitos con alegría, y se vistie
ron decentemente, con gran cou.'^uclo de mi co
razón que, viéndolos, por fin, contentos y amigos,
juzgaba poderlos vestir también prouto de Cristo.
En un santiamén devoraron la cena: arroz y
companage, en medio de la mayor alegría y tranqlüüdad, pero cuando yo subí al piso en busca
de imas mantas para donnir, empiezan a gritar
como condenados, y, echando a correr, de cuatro
saltos desaparecieron en la calle.
He de confesar, con franqueza, que aquella
tarde sxifrí bastante, no por la jugada de los niño.s,
sino por no haber encontrado toda\'ía acceso a
su corazón, y haber ganado la partida satanás,
cuando ya estaban en la casa del Señor.
IV.
L os prim eros alum nos.
Primer alumno — Un enfermero en ciernes
—
Bautiza a su madre.
Entre los dones ofrecidos a Mons. Versiglia el
día de su consagración fué, sin duda, el más
apreciado a su corazón de Aposto!, la ofrenda
del niño A-Fuk, hijo de un leproso, presen
tado el 31 de diciembre por los Salesianos
del Shiu-Chow. Dotado A-Fuk de imaginación
despejada, fácil conversación, algo pillo y viva
racho, es un verdadero pihuelo de D. Basco.
Su madre, que había quedado sola por haber
ido su marido a im lazareto, abrumada ante el
pensamiento de su impotencia física y material
para mantener aquellos pedazos de su corazón,
en vano se fatigaba noche y día a fin de conseguir
el necesario sustento.
Este continuo esfuerzo no podía menos de
consimiir sus ya debilitadas fuerzas, llegando a
tal extremo, que cierto día, llevando a casa el
arroz, su comida predilecta, rendida por las con
tinuas privaciones, cayó desfallecida ocasionán
dose una grave herida en la mejilla derecha.
Llamado D. Cncchiara por el niño A-Fuk,
acudió en socorro de la d e^ a d a d a , desinfectó
la herida e hizo la primera ciua. Viendo el niño
la gravedad, no se apartó ni un momento de la
cabezera de la cama, asistiendo a su madre con
aquella diligencia, amor y cariño que conmovía
a cuantos lo presenciaban. El hacía los recados,
tenía a pimto las medicinas, cumplía las prescrípdones íacultátivas, cuidaba de sus hemiauitos
y como si el día fuera poco para atender a su
madre, velaba su sueño hasta que rendido por el
-
258 -
cansancio apoyaba su cabeza en la cama vencido
par el sueño,
Temeroso de <[ue su madre, sumamente débil,
])U(liera morir sin recibir antes el Bantismo,
mientras ella descansaba, veíase al niño con las
manos juntas y su mirada en el cielo, pidiendo
al Señor la transformación del corazón de su
madre y la renuncia a las supersticiones paganas,
interesándole la salvación de su alma. Apro
vechó su facilidad de palabra para instruir de
mil maneras a su madre y darla a conocer las
principales verdades de la fe, oidas en otro tiempo
<le boca del Misionero. Le hablaba de Jesús y del
Baraiso, y poco a poco, obtuvo que repitiera con
él las oraciones de la mañana y de la noche. La
buena madre escuchaba con placer a su diminuto
catequista, quién apenas contaba once años,
llegando a suspirar por el día en que pudiese
recibir el Bautismo, y Dios en sus inexcrutables
designios le anticipó este día de una manera inexperada.
Cierto día sintió la enferma completo desfalle
cimiento y un fuerte temblor se apoderó de todos
sus miembros, perdiendo los médicos toda espe
ranza de salvarla. A-Fuk escuchó la terrible
sentencia en silencio: «Tu madre ya no sanará ».
Le aterró el pensamiento de verse solo en el mundo,
pero lo que más le entristecía era la lejana ausencia
tU-1 Misionero, quién no llegaría a tiempo. ¿Qué
hacer? momento sublime: el animoso hijo derrama
el agua saludable sobre la cabeza de su madre y
da la vida de la gracia a quién un tiempo le dió
la del cuerpo. Pero Dios premió tanto amor filial
aun en este numdo, haciendo obrar al Sacramento
como eficaz medicina en aquel cuerpo estenuado
y resistir la crisis; y hoy, tras ima larga convalescencia, madre e hijo dichosos, sienten más íntimo
y vivos los vínculos de la sangre santificados con
los de la gracia.
Apenas hizo señal de separarse de sus nietecitos,
estos rompieron a llorar y el viejo enternecido
mezcló sus lágrimas con las de los niños sollozando
fuertemente. Sus lágrimas me conmovieron, que
también los chinos poseen im corazón noble.
Uno tras otro llegaron cuatro alumnos más.
Reunidos la tarde del 3 de Abril los siete niños
internos, que por su infantil alegría se les apellidó
los siete gozos de S. José, después de habernos
postrado ante la imagen de María Auxiliadora
para ofrecerle nuestros trabajos, bendecidos por
Mons. Versiglia, cargamos con los pocos muebles
que aún quedaban en su pobre residencia y ba
jamos hasta el punto de unión de los dos ríos.
Apenas la barca emprendió el rumbo, comenzaincs
el rezo del santo Ro.^ario y mezcladas las argen
tinas voces con el suave murmullo de las crista
linas aguas subían al ciclo, como grato perfu
me en estas idolátricas regiones, en reparación
del culto que los paganos prestan al demonio,
llamando la atención de los pescadores y barqueros
y viendo en lontananza otra barquilla parecíame
oir la voz del Divino Maestro: « Sínite párvulos
venire ad me... ialium est enim regnum coelorum ».
Como en la extensa Patagonia, así en China,
la primera llamada de J esús es al corazón de la
niñez, tierno retoño de la vida que simboliza la
eterna juventud de Dios.
Por fin llegamos a la meta, llamada Ho-Si, donde,
con la ayuda de los trabajadores, alegres por
nuestra llegada, trasportamos nuestras cosas al
orfanotrofio prometiéndoles una serenata. En
cendieron sus grandes linternas y prepararon
una fogata, colocándose todos en semicírculo.
Comencé mi repertorio musical y al notar la agi
lidad de mis dedos rodearon el annonimn y se
miraban irnos a otros, extrañados de mi rápida
digitación: pero los pobrecitos, no avezados a la
música pronto sintieron el cansancio y me rogaron
que les acompañara sus cantos populares. Teniiinado el entretenimiento nos reunimos en uua
Inauguración del orfaaotroño con siete alumnos — Las ñestas — * El Papa » — « Tres sala, y, sin saber cómo, recayó el discurso sobre el
Papa. Siguiendo las nonnas de nuestro Ven.
Ave Marías*,
D. Bosco, tejí las glorias tan merecidas del repre
A fines de marzo llegaron otros dos alumnos sentante de Jesucristo. Les dije que había hecho
del lejano pueblecito de Foug-Tong acompañados un llamamiento a todos los católicos en favor
de las Misiones y especialmente de las de su patria,
de su abuelito, todo un caballero, afable, cortés,
cuya única preocupación era la de educar cristiana que en la pasada guerra europea, como padre
y socialmente a sus nietecitos. Satisfecho de su afligido ante la lucha fratricida, puso en juego
visita a las varias dependencias del Colegio, al cuantos medios tenia a la mano para evitar tanta
llegar al donuitorio, (pietló muy extrañado al sangre, socorriendo aún materialmente a las
comarcas más necesitadas, por lo que mereció las
ver aquel amplio salón rectangular sin división,
alabanzas y honras hasta de sus enemigos, o sea
jnopio de nuestros Colegios y preguntó: — padre,
esto no está toiluvía terminado, aquí faltiui las de aquellos que no le tienen por su padre; final
ceUhis para cada niño; ¿Cómo podrá concluir un mente les hablé de la predileción con que trató a
centenar en pocos días? — Respondíle sonriendo: sus henuanos, los cliinos del norte, acudiéndo en
el local está terminado y es capaz de con socorro de cuantos padecían el hambre, y del ca
tener a todos los alumnos. Y a continuación riño t^ue nutre por los niños y por los obreros.
Segm'an con el mayor interés la narración,
le expuse nuestro sistema. Al saber que los niños
estaban constantemente asistidos por el Superior, pues ya le reconocían como a padre, y terminado
serenóse al punto, se puso de rodillas j>ara danue mi discursito les invité a rezar tres Ave-Marias:
liis gracias y volviéndose a los niños les dijo: « Sed una por el Papa, la segunda por la Pía Sociedad
siempre sumisos y obedientes... Marcho contento, Salesianá y la tercera por los Bienhechores de la
ponjiie os dejo en buenas manos. lOh qué fortuna Misión.
Mientras los niños reposaban, después de haber
la vuestra, pues estáis asistidos por un sacerdotel »
— 259 —
rezado las oraciones de la noche, se agolparon a
mi mente, al vigilar su inocente sueño, los recuerdos
de Turín, María Auxiliadora, D. Bosco, D. Albera,
realizador de los sueños del Venerable sobre la China
y pensando en los principios de la Obra Sa^eúana,
que bajo el manto de María Auxiliadora cobija
hoy a centenares y centenares de hijos del pueblo
de todo el mxmdo; veía en lontananza crecer y
agigantarse nuestras misiones de China, nacidas
del diminuto grano de mostaza, y sentíame rico
de fe y de esperanza en nuestra presente necesi
dad e indigencia.
Las máíricuías
—
También acuden ¡as niñas.
Al llegar el alba del siguiente día, fiesta de la
Anunciación, comenzaron a llegar niños de toda
edad y condición, con libros, cuadernos, plumas,
pizarrines, para ser matriculados en nuestra
escuela externa.
Eran los mismos que a la llegada de Mons. Versiglia a Shiu-Chow le rodearon al ver su paternal
sonrisa y que en este momento acudían para
enterarse de cuanto les había preparado el Obispo
de los niños. Mas con ellos se presentaron un
buen numero de niñas, esperando obtener también
días un puesto, pero tu\ieron que marchase
desconsoladas ante la imposibilidad de su admi
sión. Dos de ellas, sin embargo, con la esperanza
de ver premiada su constancia se presentaban
cada día, pidiendo ser admitidas.
Las consolé con la promesa de que pronto ven
drían las Hijas de María Auxiliadora y harían
por ellas cuanto nosotros hacíamos por los niños.
Después se pensó aceptar únicamente a los cristia
nos y a los hijos de los catecúmenos a fin de poder
con mayor facilidad y fruto aplicar el sistema de
D. Bosco, basado en la Religión, en la presencia
de Dios y en el horror al pecado. No siendo sufi
ciente esta medida se recurrió también a la edad,
pues se presentaron un buen número de cuatro
y cinco años. Y aquí me sucedió un caso curioso:
mientras preguntaba a cada uno su edad; sepa
rando a mi lado a los mayorcitos, he aquí que se
rae presenta uno, sin duda aleccionado por sus
padres, de ojos vivos y penetrantes y le dije:
(Cuánto años tienes? El, clavando sus ojos en los
míos y como quien estaba seguro de lo que decía,
rae respondió: « ocho *. Viendo su desparpajo le
pre.sté fe, colocándole entre los elegidos sin pensar
tti im engaño. Terminada la elección les conduje
al s^undo piso, donde estaba el local adaptado
para clase y de improviso \Tielvo a preguntar al
mismo: ¿Cuántos años tienes? y él, con la misma
ingenuidad y rapidez me dice: i cinco », y luego
dándose cuenta de lo que había dicho, responde:
no, « ocho » y bajó los ojos avergonzado. Com
prendí el engaño de que había sido objeto y con
buenas maneras lo bajé adonde estaban los demás
para entregarlos a sus respectivas familias. Lu^o,
rodeado de aquellos inquietos y bulliciosos chinitos,
atravesé la bajada de los huertos y ellos, acari
ciados por los primeros rayos de la mañana, ento
naron el Ave-Maria. Embelesados los hortelanos
con aquellas armonías nunca oídas, suspendían
sus labores para sonreír a aquellos miisicos en
ciernes, mientras en mis oidos resonaba tm eco
más suave, del canto entonado por la misma SS.
Virgen: ¡Beatam me dicent omnes generationes!
Los primeros niños — Nuestros juegos — Una
muestra de delicadeza ■— Es mejor dar cuatro
piruetas en el aire que pudrirse en un sofá,
Como la escasez de personal y la no abundancia
de medios materiales nos habían obligado a admil ir
pocos niños, al menos se les permitió a las demú.s
participar de nuestros juegos, si bien tuvimos
que utilizar para nuestras recreaciones im prado
más o menos rectangular, pero sin piedras; pues
el terreno .destinado para patio estaba ami ocu
pado por los materiales de las obras, y además no
estaba allanado ni bien definido. Fueron los pri
meros días una sucesión de escenas y episodi^vs
más o menos trágicos y curiosos, necesitándose
no poca paciencia para poner en orden aquella
algarabía infantil.
Acostiunbrados los elimos únicamente a las
escaleras de mano, subían y bajaban hasta el
segimdo piso ayudándose con los pies y con las
manos, pero llegando al fin se abstenían de mirar
por la ventana, porque les venían vértigos, y
para bajar se agarraban todos de la mano y con
mucha pausa descendían, escalón por escalón,
hasta llegar al suelo, donde respiraban llenos de
satisfacción, como si hubieran llevado a cabo
una gran obra.
Los chinos poseen vm gran número de juegos
sedentarios, pero carecen en absoluto de juegos
de agilidad, destreza y moinmiento; no siendo
de extrañar que recibieran los nuestros como
mía revelación. Los enseñé, en primer lugar, el
juego de los ladrones, con otro nombre que
atrajera su atención y estuviese al mismo tiempo
de moda: « La caza de los piratas *. I'ué acogido
con grandes muestras de alegría haciéndose difícil
la división, pues todos querían hacer de piratíw.
Explicadas las reglas, se comenzó a jugar y aquí
fué Troya; cada uno hacía su parte al natural, y
poco faltó para que terminara en tragedia, dán
dose de puñetazos, los míos, para no dejarse atar
y los otros, para amarrarlos con cuerda.s de bambú;
no faltando gritos, alguna que otra palabrita
mal sonante, y jay! del que se mueva del sitio
fijado a los prisioneros... Con mucha paciencia
y constancia logré evitar, poco a poco, cuantos
obstáculos y peligros ofrecía aquel juego tomado
con tanto frenesí, exortando al principio de cada
partida a no dejarse llevar de la pasión del juego.
Se sucedían sin interrupción las partidas, siendo
cada día mayor el numero de los jugadores y de
los espectadores, obreros, soldados, comerciantes,
pescadores, transeúntes, todos se detem'an para
vemos correr sin necesidad del opio, ni del vino
caliente. Tan pronto como los niños se adiestraron
en el juego y se sintieron capaces de jugar por sí
solos, con la escusa de mi cansancio, tuvieron
la delicadeza de rogarme que únicamente les
hiciera de juez y preparándome una especie de trono
con ramas y hojas de árboles, me hicieron pre-
— 2ÓO -senciar desde allí sus juegos. Para entretener mi
forzado ocio me ofrecieron semillas de calabazas,
patatas dulces y cañas de azúcar; pero advierta
mi lector, antes de hacérsele la boca agua, que
se requería no pequeña mortificación para llevar a
la boca aquella dulcísima y refrescante caña de
azúcar, ofrecida por unas manos muy sucias y ne
gras, y sacada de unos bolsillos más sucios.
ICntre los jovenes más aficionados al juego había
dos chinos robustos y vivarachos quienes pimtualmente se presentaban en las horas de recreo,
llevando a la espalda la que había de ser su futura
esposa, y como las -nenas ponían el grito en el
cielo si las dejaban en el suelo, se veían obligados
los desgraciados jovenes a correr con aquella
mochila sobre las espaldas, y Cuando cogían alguno
o eran presos, ambos se alegraban o se entriste
cían.
Voy a contar otros dos hechos a que dió lugar
este juego. Una tarde apareció de improviso el
padre de uno de aquellos amigos raios y con duras
palabras le riñó, porque jugaba con tanto delirio,
y no contento con esto pasó, de las palabras a los
hechos y le largó un bofetón que el niño esquivó,
gracias a la agilidad adquirida en el juego. El
padre, más enfurecido aún, toma una piedra para
lanzársela al hijo el cual, haciendo uso de sus
piernas, se había alejado; pero en este momento
un atronador aplauso desconcierta a nuestro
hombre; ¿qué era? ¿qué había pasado?... eran los
piratas, quienes cu aquel momento habían conse
guido libertar a sus prisioneros.
Pasada la ovación, se comienza el juego nue
vamente y aquel hombre, ante aquella escena
tan nueva para él y tan llena de vida, queda como
«isiniismado por espacio de dos horas, y, con la
piedra en la mano, sigue con sus ojos todos los
molimientos del juego sin darse cu ^ ta de la
puesta del sol y sin sentir los estímulos del apetito,
hasta que el hijo, desde lejos y con cautela, le
llamó para cenar.
Una impresión semejante, pero de otro genero,
les causó a los maestros del pueblo y de la ciudad,
apesar de ser tan austeros y de no querer ceder
un punto en el rigor de la etiqueta que les caracte
riza.
Algunos de ellos me habían visitado con fre
cuencia y al verme ahora en medio de tantos
niños, los cuales gritaban y corrían sin parar un
momento, no les pareció bien tanto barullo y
algazara, pero sus alumnos fueron mi mejor de
fensa, puesto que algrmos de ellos, mezclados con
los nuestros, habían aprendido el juego y se lo
enseñaron a sus compañeros, y al poco tiempo,
por todos aquellos contornos se jugaba con tal
pasión, con tal gritería y con tal vivacidad, que
mis queridos maestros Sin-Sang comenzaron
también ellos a interesarse y encontraron el ju^o
más higiénico, más saludable y más expansivo
que las chupadas de tabaco y la taza del malí
simo the, en los mullidos sofás de sus salones de
recreo.
Sac. Carlos M. Braga
Misionero Salesiano.
E t 3 Í s o c Í i o s
El “San Fu” tiene una medalla prodigiosa.
Iba ya a despedirme de los numerosos cate
cúmenos de Son Lom Thien y volverme a la
residencia principal de Cñin Kong, cuando se
me presentó un cristiano que, haciéndome una
reverencia, me dice:
— Padre, te ruego que vengas a K u Hang,
pueblecito cercano, donde una familia quiere
hacerse cristiana. Me presentó enseguida a un
hombre, de unos cincuenta años, que me liizo
uua profunda reverencia. « Este espera, de
seguro, un favor del misionero, dije para mi
capote y en efecto, después de los saludos de
nibrica, añadió:
— Padre, yo te pido, por favor, uua medalla.
— ■ ¿Una medalla? ¿Pero tú sabes lo que es?
Sin duda, la confundes con uno de vuestros
idolillos.
El cristiano que lo acompañaba terminó
diciendo: E l quiere decirte que ha venido, para
que le inscribas con toda la familia entre los
catecúmenos, y pases a entretenerte un poco
en su casa.
— Y tú no sabes lo precioso que es mi tiempo?
Con cara de dolor y ojos suplicantes, pro
rrumpió el pagano:
— ¡Si supieras. Padre! tengo una hija de
diez y ocho años, que hace varios meses está
poseída del demonio; sufre lo indecible, y me
temo que, de un momento a otro, muera \*íctima
de ese mal espíritu. He recurrido a todos los
medios, sin reparar en gastos; he invitado a los
sacerdotes de los ídolos, al bonzo, a los monjes
de Buda, y hasta el mismo sacerdote del diablo,
pero todo en vano. Le han hecho muchos exor
cismos y conjuros; me han sacado el dinero y
comido muchos pollos, y, sin embargo, mi hija no
ha mejorado; antes, por el contrario, es más ator
mentada que antes. Este buen cristiano me ha di
cho que, si nosotros adoramos a vniestro Dios y po
nemos a la hija una medalla, sanará ciertamente.
—
— ¡Y tú, Antonio, pregunté al cristiano,
¿cómo has sabido de la joven endemoniada?
— Estaba trabajando en mi campo, cuando
oí gritos desaforados de mujer. Levanté la
cabeza y \*í, con asombro, a una joven, todo
descompuesta, correr a través de los sembrados»
gritando:* ¡El demonio! iqueAuene el demonio! ,
Movido a compasión, volé a socorrerla y tras
ella llegué a su casa. Ante aquella escena de
alboroto y desolación, me recordé en seguida
de cuanto el Padre nos había dicho tantas veces
sobre el poder de María Auxiliadora, y entonces,
volviéndome a los circustantes, les dije: * Estad
atentos a lo que os voy a decir. Y o conozco un
medio eficaz para salvar a vuestra hija. Y o adoro
a un Dios omnipotente, y el San-Fu, que pre
dica mi religión, tiene una medalla prodigiosa,
a la cual teme el demonio más que al fuego,
y cuj^a vista no puede soportar ».
— Y por eso he venido yo aquí. Padre, para
que me des la medalla.
— Por fin, he comprendido de qué se trata.
Pero, oye, para recibir la medalla, es preciso
que creas en nuestra santa religión. Por lo tanto,
debes destruir tus ídolos y dejar todas las su
percherías, y disponerte a creer cuanto te
enseñe el misionero. Entonces tendrás la me
dalla y María Auxiliadora te sanará la hija.
El pobre hombre rae escuchaba con las manos
juntas y, a todas mis palabras, asentía con im
movimento de cabeza.
— Haré cuanto me digas, añadió, pero,
sálvame a la hija.
Una ola de compasión y de ternura invadió
todo mi ser. Me parecía ya un hecho, no solo
la salud de la desgraciada joven, sino también
la conversión, a la fe, de toda una familia. No
sé como, espontáneamente, me vino a la me
moria el recuerdo de Jesús, cuando por los cam
pos de Galilea, arrojaba a los demonios del
cuerpo de los poseídos, y, en aquel momento,
perdido en la inmensa soledad de la China pa
gana, sentí, como nunca, la grandeza y dignidad
del sacerdocio de Cristo. L a esperanza divina
inundó mi alma. Murmuré con fe viva algunas
oraciones y , llamando a los catequistas, me
dirigí a la casa de la endemoniada.
Todo el camino lo pasé rezando y pidiendo
a Dios usara de misericordia con aquella in
feliz. Entro tanto, Antonio me contaba hechos
parecidos, ocurridos a otras mujeres, que ahora
eran ministros del diablo. Esclavas suyas, ellas
interrogan a los espíritus sobre acontecimientos
pasados, y a los que las pagan bien, le cuentan
todo, con precisión, juntamente, se comprende,
con una sarta de asquerosas mentiras, que los
paganos creen a pies juntillas. De este modo
se propaga el culto del demonio.
26i
—
Llegados al lugar, me anuncié con el saludo
cristiano. « La paz del Señor sea en esta casa »,
y, en seguida, me presentaron a la joven. En
aquel momento estaba tranquila, pero en su
rostro se advertía claramente la huella de grandes
sufrimientos; tenia los ojos extraviados, cente
lleantes y hurtaban el encuentro con los mios.
E l catequista empezó a enseñar a los hombres
la señal de la cruz, y otro tanto hacía la cate
quista con las mujeres. Explicaron su signifi
cado e insistieron en la necesidad de abandonar
su culto idolátrico, para adorar al único y verda
dero Dios. Mientras tanto, yo destniía todos
los ídolos, bendecía la casa y distribuía cate
cismos. Pregunté, por último, a la posesa sobre
lo que había explicado la catequista, y si creía
verdaderamente en el poder de la Madre de
Dios. A l responderme afirmativamente, le im
puse la medalla de nuestra celestial Protec
tora, en medio de la temerosa expectación de
todos los presentes.
Han pasado y a tres meses desde aquella fecha
y la joven continúa alegre y tranquila. Libre de
toda persecución diabólica, goza de buena
salud y es, con toda la familia, una ferviente
catecúmena.
De este modo, se hace amar y venerar en
China María Auxiliadora, arrebatando al de
monio los corazones, cuyo dominio creía seguro
para siempre.
Cian-Kong (Nam Yung) lo Mayo 1922.
E s t e b a n B o sio .
Misionero Salesiano.
BIBLIOGRAFIA.
Hemos recibido de la Librería Luis Gilí, Editor
Córcega, 415. Barcelona. Apartado 415.
Por mi fe, por el P. Mariano Rodríguez HoiHi
yuelo. Párroco de Sincé (Colombia).
Lecciones de apologética y exposición de cues
tiones palpitantes hoy día contiene el presente
libro, que debiera nutrir la inteligencia de nuestros
jóvenes, como complemento pudiéramos decir
de la classe de apologética, pues con él en la mano
podrán refutar con argumentos irrebatibles, mejor
diremos, pulverizar a los que en presencia suya
quieran desprestigiar a nuestra sacrosanta Religión.
El mejor elogio que podemos hacer de P or sii
FE es repetir las palabras del sabio Arzobispo de
Cartagena (Colombia), estampadas en el Prólogo
que avalora la obra. Dice así en síntesis:
Estando Agustín sumido en el error oyó una
voz que le dijo: ioüe et lege. Siguió el consejo, tomó
la Santa Biblia, abrió, leyó y quedó convertido.
Joven querido, a cuyas manos llevó la providencia
divina este libro, tómalo, léelo, devóralo, y te
sentirás animado a marntiar con entusiasmo y
perseverancia por la senda del bien.
cCULTO
I
de María Auxiliadora
SÓM itn e m o t la persaaalóa de que, ea la s vicisitudes dolorosas de lo s th m pos que atravesam os, no n os quedan más consuelos que lo s d el Cielo, y e a tie
éstos, la poderosa protección de la Virgen bendita, qu e fue ea todo tiempo e l
A u xilio de lo s Cristianos.
P 'O X.
^
^
•O
ó-
Siguen los hiunios de Maiia lluxtliaiioia
Su entronización en los hogares
Barcelona-España.
Eu el tercer Congreso Español de Antiguos
Alumnos Snlesiauos, por boca del digno Presi
dente de la Federación, D. José Durán, se for
muló el voto de (¡ue todos los que se educaron en
cosos salcsianas consagraran a María Auxiliadora
sus familias, y en prenda de ello, entronizaran
en sus hogares a su divina Protectora. La pro
puesta fué acogida con delirantes aplausos, que,
sin duda, D. Bosco subrayaba desde el cielo.
El mismo Sr. Duran quiso dar ejemplo de lo
<jue hadía propuesto. Y al efecto, el domingo
siguiente, a la terminación del Congreso, invitó
ul muy Revdo. P. Branda a realizar este deseo.
Se reunieron un gran número de Antiguos
Alumnos. La venerada imagen campeaba en lugar
preferente de la sala. Y allí el P. Branda empezó
por beitdecir la estatua. Enseguida el P. Fierro,
en un breve discurso, explicó la significación del
acto que se celebraba. Luego el jefe de familia
pronunció la fórmula de entronización, expresa
mente compuesta para la circunstancia, y todos
los presentes la repitieron.
Fué un acto conmovedor.
Y ¿quién sabe? ¿No será acaso el principio de
una nueva manera de testificar a María Santí.sima nuestro amor, nuestra confianza, nuestra
completa dedición a Ella?
Entre timto, felicitamos efxisivamente al Sr.
Durán.
Mes de M aría A uxiliadora en Portoviejo
Ecuador.
Eti la capital manabita se celebró con gran
devoción y fervor en el presente año, el hernioso
mes de mayo y la novena preparatoria y fiesta
de nuestra excelsa Madre, María Auxiliadora. —
Desde el día 30 de Abril, nuestro virtuoso Párroco
el K.vdo. Patlre O., Dr. Justo León R í o s , liizo la
invitación a los fieles y en especial a las liijas de
María, a tomar parte activa en los obsequios
con que se honraría a la Santísima virgen. Tanto
los unos como las otras, aceptaron gustosos tan
laudable invitación, y en la medida de sus fuerzas,
tributaron a la augusta Madre de Dios, junto
con sus fervientes preces los sinceros afectos de
su corazón. En un trono de luces y de flores obstentábase la hennosa efigie de la Reina de todas
las gracias, y allí cotidianamente recibía las sú
plicas de sus amantes liijas; ofreciéndole, por la
mañana antes de la santa misa, la lectura propia
del día, con la meditación, en seguida tres ave
marias cantadas, luego el Santo Sacrificio con
muchas comuniones diarias, a medio día i'isitas
al Santísimo Sacramento en honor de su Madre
y por la tarde a las 7 p. m. la distribución piadosa,
consistente en el rezo del santo Rosario con la
primera ave maria de cada decena cantada por
el pueblo, luego mi canto religioso, • después una
lectura espiritual con ejemplos; en seguida cantos
de las letanías Lauretanas y para tenninar un
canto popular. — I^os jueves y domingos se so
lemnizaba más con la exposición de Su Divina
Maje.stad. — El 24 fué celebrado de un modo
especial, precediendo a esta fiesta un quincenario
de misas cantadas realizando en este día el esplen
dor de culto con el amnento de las commiiones
que pasaron de cien. El panegírico corrió a cargo
del Vble Sr. Cura Párroco, Rvd. Padre Dr. Justo
León R í o s S. O. — quien puso de manifiesto la
influencia del Cristianismo eu todos liemi:^.
mediante la intervención de la que es el Auxilio
de los Cristianos. Al mismo tiempo hizo ver la
feliz coincidencia de esta fecha con la fiesta de
nuestra Patria Ecuatoriana, y con tal motivo los
justos regocijos profanos competían a la par con
los que en el templo se ofrecían a la verdadera
Libertadora. Por la tarde se hizo ima pequeña
procesión, recorriendo las naves del Templo y can
tando la cuarta parte del rosario. El día 31 como
fin del mes se obsequió a la Madre de Dios, además
de la misa cantada, con numerosas comuniones
y una primera de unos 25 niños y niñas, conve
nientemente preparados por el \T>le Sr. Cxira
Párroco. En el mismo momento tuvo lugar la
recepción del Bautismo de mía niña de 9 años.
—
quien hizo también su primera comunión; todos
estos actos eran acompañados con cantos ade
cuados. A las 2 de la tarde se hicieron la renova
ción de las promesas del Bautismo y en seguida
se procedió a la colocación de cinta de Hijas de
María a unas cuantas niñas y a ótras que fueron
admitidas como aspirantes; luego cantóse la
despedida de la Santísima Virgen. La ceremonia
del ofrecimientos de las flores espirituales, dejóse
para el primer domingo, día de retiro de las lEjas
de María.
M aría A uxiliadora en R iobam ba
Ecuador,
El mes de María Auxiliadora, celebrado este
año con entusiasmo y fervor extraordinario, no
podía menos de ser coronado con una solemnidad
inusitada. La gran concurrencia de fieles a las
funciones religiosas de la mañana y de la tarde,
y sobre todo las muchas comuniones, han puesto,
una vez más, de manifiesto la influencia que la
Virgen de D. Bosco ejerce en nuestro pueblo.
Y si la novena que precedió a la fiesta re\ñstió
un carácter grandioso y extraordinario, en los
días 23 y 24, hubo un verdadero desborde de
amor y devoción a nuestra excelsa Madre.
En efecto, desde las primeras horas de día 23,
notóse una fervorosa animación, ora en el colegio
para adornar con altares, banderas y gallardetes
el recorrido de la procesión, que debía verificarse
por la noche, ya en el templo y fuera de él, dispo
niéndolo todo, para el mayor realce y solemnidad
de la fiesta.
A las 6 comenzó el rezo del santo Rosario,
s^uido del canto de las letanías lauretanas. Cantó
las excelencias de la gran Madre de Dios el Rvdo.
Sr. Cura de Cubijiés, Dr. D. Víctor M. Ruiz, que
estuvo felicísimo. Acto continuo salió la proce
sión, recorriendo los pórticos del colegio, ilmninados con centenares de luces. Delante de los
altares se recitaron hermosas poesías a María
.Auxiliadora.
Terminada la procesión, se dió la Bendición
con S. D. M. La verbena resultó grandiosa, con
derroche de globos y fuegos artificiales que divir
tieron a la mnnerosa concurrencia, que acudió
al templo y colegio salesiano.
Por fin llegó el día 24, día de emociones y espe
ranzas; desde las primeras horas de la mañana
el templo estaba cuajado de fieles, que acudían
a rendir sus homenajes a María Auxiliadora e
implorar sus gracias y bendiciones. A las 7
se
celebró la misa solemne, que ofició el P. Director
de la Archicofradía, y predicó el Rvdo. P. Redentori.sta, León Urlicie, que puso de relieve las
glorias de la Virgen de D. Bosco.
A las 2 de la tarde se agregaron a la Archicofradía 150 socias, que recibieron con verdadero
gozo de sus almas la insignia de cofrades.
Nuestros plácemes al religioso pueblo de Riol>mnba que tan solemnemente sabe celebrar a
so Madre.
2Ó3
—
L ugo (l^paña). — Hallándose una paricnta
mía en peligro de muerte y no pudiendo conseguir
que se confesara y recibiera la Sda. Comunión
por estar rodeada de personas hostiles a nuestra
fe, hostilidad de la que ella participaba, se la
encomendé llena de confiaiua a María Auxilia
dora. Rezamos el rosario, y al llegar a la iii\^ocación « Auxilium , Chrisiianorum » pensé cu la
enferma y ofrecí a la Virgen mandar celebrar
ima Misa, si nos alcanzaba que recibiera los vSacrameutos. La protección de María no se hizo
esperar. El día sigmeute la misma enferma pidió
mi confesor y recibió con feivor los Sacramentos.
Cumplo gustosa lo ofrecido, y deseo hacer
pública mi gratitud a María Auxiliadora de la
que sigo esperando muchas gracias.
ELADL4. MURIES.
Barceloxa. — Mi liijo Pedro (para el cual va
otra vez obtuve señalada protección de María),
púsose gravemente enfermo de « grup » (garrotillo), pero tan rápidamente y de tanta gravedad,
que el médico de cabecera y mía de las princi
pales eminencias de esta Capital, desconfiaron
de salvarle.
En tan apurado trance acudimos a María, en
su protección de Auxilio de los Cristianos, devol\deudo a nuestro hijo la salud tan deseada.
Agradecido a tan buena Madre envió ima li
mosna para las Misiones y ruego se publique la
gracia en el « Boletín Salesiano *.
10 de Junio de 1922.
P edro Cortes.
Salamanca. — Curado por María Auxiliadora.
Hacía bastante tiempo que padecía ataques
de nervios, que me imposibilitaban para todo
trabajo. Recurrí a María Auxiliadora, haciéndole
una visita en su iglesia de S. Benito, el día dos de
Mayo, y héte aquí que al salir, noté que d mal
había desapareado por completo. Mi esposa,
a la d e a d a a tan singular favor, me invitó a pu
blicarlo en el Boletín Salesiano, lo que cmnplo
giistoso.
7 Mayo 1922.
JOSE Calama Sanz.
P uebla L arga (Valenda). — Mi hija María
de nueve años de edad, se puso gravemente en
ferma la víspera de Na\idad de 1921. Acentuóse
la gravedad el día 26, hasta el extremo de pensar
que se moría aquella noche y no dar los médicos
esperanza de vida. Acudí entonces a María Auxi
liadora, comenzando una novena pública cen
misa y preces en la iglesia del pueblo. Continuó
la gravedad de la eufermita, como si la Virgen
quisiera probar nuestra confianza, y al quinto
— 264 - día de novena comenzó a mejorar mi liija, que
hoy se encuentra perfectamente bien, después de
amargos sufrimientos.
En agradecimiento a la Santísima Virgen,
deseo se publiciue este singularísimo favor, como
prometí, y ofrezco la limosna de 25 pesetas.
Abril de 1022.
M. S. F.
T aIvAVERA. — Agradecida a la Sma. Virgen
Auxiliadora, por haberme librado inesperadamente
a un hijo de fiebre violenta, deseo publiquen la
gracia eu el Boletín Salesiano.
5 Mayo 1922.
Una devota.
Zaragoza. — Cumplo la promesa de publicar
en el Boletín Salesiano los favores recibidos de
María Auxiliadora, especialmente el de salir
bien de una operación dificil en la vista.
No es esta la imica ocasión en que soy favore
cida por esta buena Madre.
Agradecida le envió cinco pesetas de limosna.
Febrero 1922.
F. B.
Caras anchei.-Ai .to. — Habiendo alcanzado
por la intercesión de María Auxiliadora ima
gracia que deseaba muchísimo, pues era de grande
consecuencias en mi vida, y habiendo prometido
publicarla en el Boletín Salesiano, cumplo gustoso
la promesa, haciendo de este modo pública la
protección de tan buena Madre.
23 - 7 - 1922.
P. R. S. S.
PÁJARA de F uErteventura (Canarias). —
Habiéndome ocurrido un caso de interés en la
familia y presentándose de dificil solución, acudí
a María Auxiliadora con una novena, prome
tiendo publicar la gracia, si me era concedida, en
el * Boletín Salesiano p y enviar una Ihuosna.
lOh prodigio! El último dia de la novena quedó
el asunto arreglado a beneficio de todos y de un
tercero, a quien deseaba favorecer.
En agradecimiento a tí, mi buena Madre, cum
plo con mi promesa, enviando la pequeña ofrenda
de 15 pesetas en favor de los huerfanitos de tu
venerable siervo Don Bosco. ¡Seas siempre amada
y agradecida!
10 mayo de 1922.
J uana Ma . D oeores F ajardo N egrin .
Buenos Aires (Argentina). — Había prome
tido a María Auxiliadora, hará cosa de lui mes,
uua misa y publicar en el Boletín la gracia, si me
la concedía. He obtenido cuanto deseaba y ello
me anima a pedir nuevos favores.
Por todo le doy gracias a María Auxilia
dora y le prometo propagar, más y más, su devo
ción.
M. L. R.
Cooperadora Salesiana.
B uenos Aires . — Sumamente agradecidos
por una gracia muy señalada, recibida de María
Auxiliadora, enviamos un pequeño recuerdo para
su mayor gloria.
María Saeaberry de Onagoity
J uan S. Onagoity.
L ebrija (Colombia). — Hace algún tiempo
sufrí ima horrible enfermedad en la que fui desa
huciado por los médicos, y al efecto, estuve al
borde del sepulcro, porque la fiebre era tan vio
lenta, que casi nadie confiaba en el restabledmiento
de mi salud. Agotados los recursos de la ciencia
médica, acudí a María Auxiliadora, ofreciéndole
una comunión y una pequeña limosna para las
obras salesianas, y mi súplica no se hizo esperar:
tres días después la fiebre había cesado y ya en
convalecencia, pude seguir un tratamiento mé
dico. El día en que pude recibir la Sagrada Co
munión, en que todavía me sentía imposibilitado
para caminar, ya pude hacerlo sin dificultad.
Posteriormente mi esposa y niñas han impe
trado el auxiho de la bendita Madre y han sido
oídas con prontitud asombrosa.
Hoy lleno de gratitud inmensa hacía esa Madre
tan bondadosa, hago esta publicación y envío
xma limosna de 2 pesos oro.
Andrés D íaz Calderón.
B arranquh,i .a (Colombia). — Por motiva
de enfermedad, acudí a Mana Santísima Auxi
liadora, prométiendole que si recobraba mi salud,
enviaría una limosna a .su Santuario de Turín y
haría publicar la gracia en el « Boletín Salesiano ».
Como mi súplica fué oída, tengo el gusto de enviar
a Ud. adjunta a esta carta, una letra No. 613250
por valor de ciento ochenta liras para el Santuario
de María Auxiliadora en Turín.
Deseo me diga una Misa a la Santísima Virgen,
rogándola por mí, y me haga el favor de publicar
la gracia en el < Boletín Salesiano *.
Septhve. 4 de 1922.
DIONISIA SUMOSA R.
MEJICO. — Después de dos enfermedades,
casi consecutivas, mi hija Isabel Peral fué ata
cada gravemente de meningitis siendo desahu
ciada por dos facultativos. Habiendo hecho cele
brar una Novena de Misas en honor de María
Auxiliadora, desde el primer día de la Novena se
le empezó a notar mejoría, y al terminarla estaba
enteramente fuera de peligro.
Agradecida por tan gran favor, hago púbhca
la gracia.
Agosto de 1922.
J osefina Z.
de
P eral.
Guadalajara (Méjico). — Habiendo caído
gravemente enfermo nuestro amado Sr. Director
D. José Sutera. a la vuelta de un largo viaj^
empezamos una ferv’orosa novena a María Auxi
liadora, para que la muerte no lo arrebatara a
nuestro cariño.
El sexto día le administraron los últimos ba-
2Ó5
crainentos y parecía inminente el desenlace, pero
no por eso desconfiamos de obtener la gracia.
El último día de la novena estaba conjurado el
peligro, y hoy sigue en franca convalescencia.
¡Gracias, María Auxiliadora!
P edro L ópez.
H abana (Cuba). — Habiéndose quedado mi
madre de 8i años de edad, la Sra. Cármen Man
tilla y O’ Famil, Vda. de Acebal, completamente
paralizada, (X>mo resultabdo de mía grave enteritis
que había sufrido, acudí a los auxilios de la ciencia,
pero todo fué en vano; el tiempo pasaba, y la
anciana cada vez más impedida, sólo podía con
gran dificultad, entre dos personas, trasladarse
de la cama al sillón y de éste a la cama. Al prin
cipio de la paráUsis, busqué ima sirviente para
que me ayudara, pero como la asistencia era
fuerte, pues había que estar cargando a mi mamá
día y noche, no me duraban más de dos días. So
licité y obtuve una Sier\'a de María que estuvo
mes y medio, y también tuvo que marcharse. Y a
llevaba la madre siete meses de parálisis, y al
verme sola con la anciana enferma, en situación
tan desesperada y sin poder asistir a la oficina,
que'es mi único medio de subsistencia, acudí a
María Auxiliadora, comencé tma novena. Itice
que mi mamá, que tenía el cerebro perturbado,
pero a ratos consen'aba alguna lucidez, empe
zara también la novena, pidiéndole que la devol
viera el movimiento a sus miembros y pudiera
caminar, y antes de terminar la novena, mi mamá
se levantó una noche del sillón y salió andando
como si nada tuviera, y su cerebro quedó desde
ese momento en completo estado de lucidez.
El día 28 de Mayo, hizo dos años de este por
tentoso milagro, de nuestra milagrosa Auxilia
dora; mi madre tiene hoy 83 años, y continúa
completamente bien. ¡Gracias, Madre mía!
Junio de 1922.
Carmeea Acebad
1
y
Mantilla.
Villa R osario - Víbora (Habana).— Desde
lo uiás íntimo de mi corazón te agredezco. Madre
mía, el haberme concedido visitar tu Basílica dé
Turín y comulgar en ella, como tanto deseaba.
Sirva de aliento a mis queridas amigas de la Archicofradía de la Habana, y 110 dejen de acudir,
en. todas sus necesidades a María Auxiliadora,
seguras de ser atendidas por tan buena Madre.
Septiembre de 1922.
Ros.\Rio R iberon
de
M.\rtinez .
Sta. Cruz (Cuba). — Recurrí a María Auxihado-;i, pidiéndole curara a un hijito mío de tm
año, que sufría ataques tan dolorosos, que daba
lástima el verle. Como fui escuchada y el niño
sigue bien, ciunplo la promesa de publicar la
gracia en el Boletín Salesiano y envió una limosna
para los huerfanitos de D. Bosco.
Seis meses más tarde operaron a mi esposo de
apcadicitis, operación que encomendé muy de
vera.^ a María AuxÜiadora, y salió satisfactoríaine:';ie. Por todo, mil gradas a tan buena Madre.
E. G. DE R.
L as P iedras (Uruguay).— Estando a punto
de perder los padres, acudí al auxilio de María
que me los libró de todo pehgro. La demencia
que amenazaba a la mamá también desapareció.
Otras gradas me ha concedido María Auxiliadora,
por todo lo cual le estoy agradecida.
Enmo tma limosna y ruego se publique cu el
Boletín.
Agosto de 1922.
E nriqueta Sosa.
Caracas (Venezuela). — Doy gracias a María
Auxiliadora por haber devuelto la sahid a mamá.
Envió una limosna para una misa y deseo se pu
blique la gracia en el Bokiin Salesiano.
Julio 21 de 1922.
Carmen Seijas . Cooperadora.
Dan (ambléo gracias a ÍHoría Auxiliadora.
Barcelona (España). Dña. Dolores Seira, por
grada obtenida, da una limosna, 50 pesetas, y
manda dedr tma misa.
5 . Andrés (Barcelona). — Dña. María Vilá,
por grada obtenida, envía una limosna.
Huesca. — L. P. por una curación peligrosa,
obtenida por intercesión de María Auxiliádora.
Valencia (España). — Dña. Nieves Santamaría,
por haber alcanzado la salud de una sobrinita,
y envía una limosna. — Id. Matilde Santamaría,
por el mismo motivo.
Puebla Larga (Valencia). — D. Constantino
Taléus, por haber conseguido de María Auxilia
dora la s^ud de su liija; Dña. Sánchez de Tortosa
Jesús, da gradas a María AuxiUadora y envía
una limosna.
Vigo (España). — Dña. Práxedes I/acruz, da
gracias a María Auxiliadora por favores recilúdos.
Chinandego (Nicaragua). — Dña. Rafaela de
Yscaza, da gracias por favor recibido y envía
limosna. — Id. Dña. Josefa Salazar, por gracia
recibida.
Girón (Colombia). — Dan gracia.s y envían
limosna: D. Esteban Mantilla M.; Sra. Mariana
Gómez de Prada; Sra. María Valdivieso O.; María
Herrera de Piña; Matilde Valdivieso; Simón
Vargas y José Jesús Pinilla.
Guichón (Uruguay). — Dña. Celmira Suárez
de Fonteba, da gracias por favor recibido y envía
limosna.
E l que quiera regenerar una ciudad o un
pueblo no hallará medio más poderoso que abrir
tm Oraíorio Festivo.
■ \*enerable Bosco.
— s66 —
En las Bodas de Oro de ia fundación
de las Hijas de María Auxiliadora.
¡Dios es admirable en sus obras!
Como el grano de mostaza, semilla diminuta,
después cjue germina y desarrolla se trasforma
en arbusto gigantesco, en cuyas frondas anidan y
se cobijan las aves del cielo, del mismo modo el
Instituto de las Hijas de María Auxiliadora,
nacido de la humildad de María Mazarello, plan
tada por D. Bosco en el jardín de Mornese, brota
lozano, se desarrolla y extiende en exuberante
florescencia por la redondez de la tierra, atrayendo
con el aroma de sus perfmues a las mariposas de
la inocencia que revoletean y liban gozosas las
virtudes en sus innmnerables vergeles.
D. Bosco, ángel de la juventud, custodio de
las virtudes que hacen encantadores a los niños,
los cobija bajo el manto de su caridad, que hace
brotar de la nada colegios por doquiera, donde
al calor de las sonrisas de María Auxiliadora
crecen lirios de aroma delicado conro Domingo
Savio, encendidas rosas como D. Andrés Beltranii,
serafín de amor, flores que emulan las virtudes
de los santos, que saben a mieles de Paraíso, que
perfuman con aromas de Cielo.
Un grito de iüegría, de júbilo y trixmfose escapa
del pecho de D. Bosco a la vista de las flores
(jue coronan los altares de María, pero se ahoga
en su garganta y no acierta a desplegar los labios.
Las niñas, la mitad de las flores de los jardines
de Cristo, plantadas con sudores y regados con
sil preciosa sangra, inclinan mustias sus corolas,
sofocadas por los vahos fétidos del mundo, o
caen marclütas en capullo por el fango, deshojadas
por manos criminales sin piedad.
¡María AuxiUadora!... clama con dolor D. Bosco,
no abandones la suerte de esas niñas; dales una
madre que las cultive y guarde.
... El 5 de agosto, el obispo de Acqui daba el
hábito a 15 jóvenes, recibía los votos trienales
de once de ellas. María Mazarello ya era religiosa,
y el Santo Fundador la hada superiora con el
nombre de Vicaria.
Había salido a luz el Instituto de las Hijas de
María Auxiliadora, que sin saberlo, había ido
disponiendo aquella predilecta de la Virgen, que
había nacido a la sombra de una ennita de María
Auxiliadora que se consolaba en el peligro de sü
enfenuetlad con la contemplación de una imagen
de María AuxiUadora. que sintió un inmenso regocijo
al recibir aquel dulce talismán de María Auxilia
dora que la etiviara Don Bosco, (una medalla).
lilla había, sin saberlo, preparado la fundación,
y D. Bosco. soplándole en la frente, la había iníonnado de vida.
Desde entonces, bajo la égida protectora de
D. Bosco, y con los fervorosos alientos que le
comunicaba la santa fundadora, el Instituto
comenzó a crecer para extender sus ramas por el
mundo entero. Los fervores del principio fueron
tales, que se hizo necesaria la intervención de
D. Bosco para moderarlos. María era más que
superiora, ima madre llena de ternura y ent^eza,
que sabía apoderarse del corazón de sus súbditas
para llevarlos a Dios, y las virtudes que florecían
en aquel naciente jardín, atraían con su fragancia
a muchas ahnas deseosas de ir por los caminos
de Dios.
María se multiplicaba y se concentraba reu
niendo las inmensas energías de ^dda y de espíritu
que atesoraba su alma para transfundirla constan
temente en esa serie de generaciones de hijas
que esparcidas por el mundo entero, habían de
florecer y verse cargadas de fruto abundante y
aromoso. Pué, dentro del Instituto de María Au
xiliadora. la proyección gigante de la otra jovencita de músculos de hierro que trabajaba en los
viñedos de Valpenusca, dejando atrás a los más
avezados en el trabajo...
Su corazón modelado por la piedad y el celo
de las almas en los duros trabajos, había llegado
a la intuición de las almas. Aquella su modestia
ejemplar y aquella entereza de carácter con que
supo llevar a sus compañeras a la fundación del
santo Instituto de las Hijas de María Ausiliadora,
sin imperativos que hieren, con dulces insinua
ciones que arrastran, con inmensa caridad que
obliga, con una tenacidad y constancia que no
se doblan, la acompañaron durante esos años
laboriosos en que la Providencia le había éneo
mendado el gobierno y la fonuación espirituade aquella falange de heróicas obreras de la vina
del Señor.
La amaban... la amaban... y por eso la seguían
por los ásperos caminos de la virtud y del sacri
ficio con la mayor naturalidad.
Su piedad a toda prueba, sobre el fundamento
de una fe inconmovible que no admitía vacila
ciones, y su amor al trabajo por la gloria de Dios,
fueron las características de la virtud de María...
y para hacerlo todo más atnable, tuia sonrisa
angelical en los labios... Así quería ella a sus hijas...
y así fueron sus hijas...
Por eso al apartarse de su lado la llevaban en
el corazón. La llevaban esculpida en el alma... y
fueron como ella, piadosas y amantes del trabajo.
Y supieron como ella transfxmdir en el corazón
de sus alunmas el espíritu de su madre; la piedad
y el amor al trabajo con el cortejo de todas las
virtudes florecieron en tomo de ellas, de tal suerte
que mía casa de las Hijas de María Auxiliadora,
no viene a ser otra cosa que el desarrollo de aquel
gennen oculto en el tallercito de costura de Mornese,
en que las niñas y las maestras trabajan, oran y
se aman en los dulces esparcimientos de la caridad.
En 1881 había de remontar el \nielo hacia el
Paraíso. Había acompañado a la tercera expedi
ción que abandonando la patria llevaba todo un
— 267 —
tesoro de amor a las playas sudamericanas, y al
vtflas dar el último adiós a la patria, le llevaron
consigo el corazón. Sus fuerzas caían, pero a pesar
de ello su espíritu se mantenía valiente, y su ca
ridad no le pennitía dejar de consolar a sus hijas
de Francia. En Saint-Cyr el Señor la avisa de la
hora de la partida. Caída en el lecho del dolor y
confortada con los Santos Sacramentos, está
resignada a la voluntad de Dios. Sólo le pide el
morir entre sus hijas de la Casa Madre... el Señor
escucha sus deseos.
En Niza la reciben en triunfo... lEran las albri
cias de su triunfo inmortal de la glorial El Señor
le había comunicado la hora de la partida y ella
la había anunciado. Su recaída había de ser para
expirar cantando un canto de amor.
Murió cantando!... Sus ojos estáticos debían de
contemplar algo que la incitaba a subir a la gloria.
Sus hijas lloraban y ella les pedía que cantaran.
Al caer la tarde, vuélvense de la vina cantando
los cansados viñadores... Habían trabajado con
ahínco... había regado con el sudor de sus frentes
el campo de sus afanes, y volvíanse con la espe
ranza de ver transformadas las gotas de sudor en
racimos dorados... Y al volver a su hogar, vudven
cantando...
Así volvía al hogar la dulce viñadora de las viñas
del Señor. Cantando cantos de amor.
Eos hombres no comprenden cómo se pueda
cantar en las horas angustiosas de la muerte.
Sólo los santos cantan cuando mueren, porque
la muerte no es para ellos el ténnino de la vida,
sino la aurora inmortal de la verdadera vida.
Murió cantando alabanzas a María... y los
ángeles vinieron a recibirla cantando hinmos a
la virtud y al amor.
A aquel canto postrero había de responder en
todas partes del mundo un coro gigantesco de
millares de voces inocentes, repitiendo sin cesar
alabanzas a María; y esos cantos que resuenan
coostantenieiite en todas las casas de María Auxi
liadora, ecos de aquel cauto postrero, habían de
constituir el perenne himno de gloria con que las
tiijas honran a la madre.
Las fiestas jubilares, grandiosas, de Niza, broche
de oro, con la coronación de María Auxiliadora,
de cuantas vienen celebrándose con esplendidez
por todos los colegios esparcidos por el unmdo
¿qué son sino la glorificación de las virtudes de
esta gran religiosa, hija digna de D. Bosco, la
confirmación del triunfo y desarrollo de su obra?
Gozosos podéis contemplar desde el cielo, glonosos patriarcas, la portentosa fecundidad y
desarrollo pujante de vuestro trabajo, admiradóu del mundo. De vuestros vergeles, exuberantes
de flora escogida, recibiréis de continuo ramilletes
perfumados, que serán, sin duda, las joyas más
preciadas de \Tiestra inmarcesible corona.
Las flores sencillas del campo Hati perfumado
con su aroma las r^ o n es todas de la tierra.
Se han trasformado en frutos de inestimable
precio y se han multiplicado en innumerables
generaciones.
Ahora florecen para siempre en los jardines de
la inmortalidad.
Por el Mundo Salesíano
La Saaeiiota de las Hijas de Mana laiiliadora.
E l 8 de Septiembre se reunía en Nizza Monferrato, Casa Madre del Instituto de las Hijas
de María Auxiliadora,. el 8* Capítulo General
para la elección de Superiora.
Bajo la presidencia del Rvdmo. D. Felipe
Rinaldi, Delegado Apostólico del Instituto, se
trataron cuestiones vitales, que llevarán por
seguros derroteros el desarrollo creciente del
floreciente Instituto. Se procedió a la elecciósi
de Superiora, siendo reelegida, por unanimidad,
la Rvdma. Sor. Catalina Daghero.
Es la segunda Superiora General del Insti
tuto, y a que sucedió a la fundadora, Sor. María
Mazzarello, muerta en honor de santidad, el
año 1881. E n la actualidad cuenta 66 anos.
Rogamos a Dios para que la conserve •aún
por largos años, al frente de su Instituto.
PANAMA (Centro América). — Antiguos Alumnos.
Hará cosa de im año que en la risueña repú
blica de Panamá se agruparon, a semejanza de
otras naciones, los antiguos almunos salesianos.
Un nmueroso grupo de jóvenes, inteligentes
y entusiastas, han dado vida a la sociedad, deno^
minada: « Unión de Antiguos Alunmos », que
hoy se desarrolla pujante, trasmitiendo sus enlusiasiuos, con su órgano ♦ Albores *. a todos los
antiguos alimmos de la República.
Que María Auxiliadora y D. Bosco bendigan
sus buenos deseos, para que lleguen a ser modelo
de asociación, entre los Antiguos Alunmos Sale
sianos del mundo entero.
BILBAO (España) — Iniuguraclóu de un Oratorio
festivo.
Por fin, es una realidad el Oratorio festivo
salesiano en nuestra ciudad.
Amablemente invitados por el Padre Director
del Colegio Salesiano de Baracaldo, asistimos
ayer a la inauguración del local, viejo caserón,
trasformado, con su huerta, en campo de recreo
de los niños de Bilbao. Y a tiene su capilla, con
hermoso altardto, donde nutrir sus ahílas con
sana doctrina, y salón de actos y canix» de recreo,
donde expansionar, honestamente, sus energías
juveniles los días festivos.
A nuestra libada, im enjambre de niños se
divertía en el patio, del cual habían tomado po
sesión. Los Cohetes, bombas y elevación de globos,
jimto <X)n la algarabía de los chicos, indicaban
los preparativos de la fiesta.
Representación del clero, oxjperadores y anti-
— 268 —
j'iios alumnos, realzaban con su presencia la so
lemnidad del acto.
llvlegó por fin el momento deseado! El señor
arcipreste, revestido de capa pluvial, se dirigió
a la capilla rodeado de los sacerdotes asistentes
del señor director y diferentes comisiones. I^os
niños de Baracaldo entonaron un himno a D. Bosco
y, en tanto, el sacerdote en el altar leía la oración
y bendecía soleimiemente la casa y Oratorio.
iKué xm momento de intensa emoción! Todos
mirábamos la radiante faz de María, que en lo alto
del altar parecía sonreír alegre ante tamaña empre
sa. |E1 espíritu de D. Bosco inmidaba aquella casa!
Terminada la bendición, el señor arcipreste se
dirigió a lo.s fieles felicitando en nombre del ilustrísimo señor Obispo, primeramente a los bene
méritos Hijos de D. Bosco, por haber llevado a
la práctica lo que hace años parecía irrealizable;
a las caritativas damas y cooperadores salesianos
que tanto trabajan por esta obra; y a los niños
(le Bilbao por tener ya una casa en la que hallar
honestos recreos los días festivos, cumpliendo los
deberes religiosos.
Luego que terminó de hablar se cantó la
salve y se repartieron estampltas recordatorios
de la solemne inauguración.
Y a está, como dijo muy bien el señor arcipreste
en su plática, sembrada la semilla de lo que con
el tiempo será árbol gigantesco. Los Salesianos,
in.scparables amigos de la juventud pobre y aban
donada, han tomado posesión de su residencia
en Bilbao.
Son pobres, muy pobres, como los pequeñuelos
que tienen a su cuidado. ¿Quién les ayudará en su
empresa? ¿Quién les proporcionará los innume
rables objetos de que se halla desposeída esta
nueva fundación y que son esenciales para el
ejercicio de su sagrado ministerio? ¿Quién sufra
gará los gastos que dicho ministerio impone?
i Pueblo de Bilbao! |Villa de las grandes empresas!
A tu sombra se acogen los Hijos de D. Bosco. No
vienen en son de triunfo, sino pobres y humildes,
como son ellos, rebosantes de alegría y de entu
siasmo, a tomar bajo su custodia la niñez pobre
y abandonada.
A tu caridad acuden los Salesianas para lograr
sus santos fines. ¿Acudirás a su llamamiento?
¿Corresponderás al titán esfuerzo de éstos heroicos
religiosos?
Quiera Dios que así sea y la semilla que hemos
tenido el honor de ver sembrar crecerá gigmite,
cobijando bajo sus ramas millares de niños que
pagarán tu esfuerzo en la tierra con una vida
honrada, fruto de una educación esmerada neta
mente salesiana y en los cielos con ferviente pleguritus ptira sus bienhechores,
SALTA (Argentina). — La fiesta de S. Luis.
Resxiltó muy divertida como todas las demás
tiestas celebradas en el Colegio Salesiano, la de
San Luis Gonzaga, celebrada el dondngo 23.
La.s bandas de este establecimiento llcuiaron
(.\*u sus armoniosas notas los aíres, despertando
desde Uus primeras horas a sxxs habitantes y atra
yendo la juventud Sidteña al Colegio Salesiano.
A las 7 y ^ se celebró la primera misa, acu
diendo a ella tantos niños que la pequeña Capilla
era insuficiente para contener los niños que habían
ido a pedir a su Santo Patrono su protección.
Fué celebrada por el Venerable Deán de la
Catedral doctor Máximo Figueroa, quien dirigió
sus elocuentes palabras a los oyentes.
Al Sagrado banquete participaron los alumnos
internos y ex-alumnos.
A las 12. hubo un cordial almuerzo entre los
alumnos, ex-alvmmos y superiores del Colegio.
Después se dió apertura al bazar que desde las
8 a las II había pennanecido bierto, habiendo
en él 2.000 números premiados.
A las 15 reuniéronse todos los niños y los demás
concurrentes para la procesión y bendición, en
la c^ue en momentos oportunos dirigió el Rdo.
Padre Director del Colegio Salesiano de Tucumán,
Lorenzo Massa, imas breves palabras.
Entre tanto llegó el padrino de la fiesta señor
Luis de los Ríos y señora que fueron recibidos en
medio de aplausos, vivas e liip, hip, hurra de los
niño*.
La bendición fué dada fuera de la Capilla por
no poder dar cabida a los 800 y más niños.
Acto seguido se repartieron caramelos regalados
por el padrino y estampas en recuerdos de esta
gran fiesta.
Terminado esto, empezaron de nuevo las nu
merosas diversiones y juegos preparados por los
ex-alumnos y superiores acompañados con nume
rosos premios.
Luego subieron a las tablas los representantes
de la chistosa comedia; «Un boleto sino te pincho».
Felicitamos al Director y a los superiores y
alumnos, que saben dar tanta briUantéz a las
fiestas celebradas en este Colegio.
LOS QUE MUEREN
Doña Ernestina Bullrich de Mosquera.
« Confortada con todos los auxilios de la reli
gión, falleció ayer esta distinguida y piadosa
dama, de.spués ele una vida entregada de lleno a
la práctica de las virtudes cristianas, y acrisolada
su alma por larga y penosa enfermedad, sobrelle
vada <x>n achnirable resignación, ofreciendo sus
sufriniicutos al Señor por la Obra Salesiana.
Apenas conoció la Obra de Don Bosco por la
lectura de la vida del Venerable Fundador de los
Salesianos, se encariñó con la Institución y (¡iiiso
ser Cooperadora Salesiana.
El año 1900 cuando se realizó en Buenos Aires
el Congreso Internacional de Cooperadores í^alesianos, el Rdo. P. Pablo Albera, que lo presidió
en representación del Rdo. P. Miguel Rúa, Rector
Mayor de la Pia Seriedad Salesiana, quedó suma
mente edificado y complacido por hallar un ntícleo
— 269 —
d caballeros católicos y distingmdas damas que
se habían compenetrado perfectamente del espí
ritu de la Institución, cuya finalidad es de tra
bajar en la regeneración social, educando al niño
pobre y huérfano por la piedad y la caridad cris
tianas.
La Señora de Mosquera perteneció desde su
organización a la Comisión de Damas Coopera
doras y fué por muchos años la activa, inseparable
compañera de trabajo de la inoUridable primera
Presidenta, Señora Enriqueta Alais de Vivot.
El Rector Mayor de los Salesianos, con aplauso
de toda la Comisión, la designó para ocupar el
cargo de Presidenta al fallecer la Señora de Vivot.
Cuantos conocieron las hermosas prendas mo
rales que adornaban el alma de la Señora Ernes
tina B. de Mosquera, lamentan con razón tan
sensible pérdida.
La piedad cristiana, la modestia y sencillez
e\'angáicas, el cuidado de su hogar, la educación
cristiana de sus hijos, y con esto la dedicación
generosa y constante en fomentar las iniciativas
de la obra de Don Bosco en favor del niño pobre,
faeron las preocupaciones de esta caritativa dama,
cuya desaparición constituye un luto para la
dase proletaria.
Cuando se resolvió la fundación del colegio
León X III para los Huerfanitos de Don Bosco,
como fruto práctico del congreso de cooperadores,
en compañía de las demás distinguidas damas
salesianas, después de contribuir con su cooperadón personal, superando las críticas de personas
que no conocían la obra salesiana,' la señora de
Mosquera se ofreció para ir a solicitar el óbolo de
ia sociedad.
¡Con cuánto gozo hablaba de esta obra donde
hoy se educan más de seiscientos niños! Para
dios cada año renovaba sus trabajos en la colecta
del I. pan de cada día ».
Una de sus más intensas satisfacciones, en sus
postreros días, fué el recibir ima carta del R. P.
Vespignani, presentándole al nuevo inspector de
los salesianos y asegurándole que los salesianos
de Turín, en imión con centenares de niños de los
colegios de Italia, rezaban a María Auxiliadora
pidiéndole para ella y para su apreciable familia
los consuelos de la fortaleza y resignación en su
dolor, y si fuera voluntad de Dios, la mejoría en
su enfermedad.
La señora de Mosquera había cumplido su
misión en la tierra. Estaba preparada para el
ddo, como fimdadamente creemos.
Dios la premie largamente en el Cielo.
Tancredi Torteilo.
En Bemal (Argentina) pasaba a mejor vida, el
lo -ie Septiembre, el insigne cooperador D. Tan
credi' Torteilo.
La obra salesiana pierde en él im generoso
cooperador; las instituciones católicas uno de
sus mejores elementos; la población uno de sus
riejos hombres de los que más crédito y simpatías
gozaban, por eso lo llora toda la vecindad.
El deceso del señor Torteilo, por una conocida
c inquebrantable ley del espíritu humano, corres
pondió a su \*ida. Fué ésta cristiana, serena y
fecunda en buenas obras; y así se le presentó la
muerte, con la indefectible luz de la esperanza en
una vida mejor, y con esa envidiable serenidad
que en trance tan supremo causa la paz del ahna,
según él mismo lo manifestó a sus acongojados
déudos, momentos después de recibir la santa
unción. Y murió cantando las alabanzas de la
Virgen y esperando en la ^’ida eterna con el candor
de un niño y la convicción de un patriarca.
Vaya a su atribulada esposa e hijos nuestro
más sentido pésame.
D. Angel Pita López.
En la madrugada del día 4 del próximo pasado
Septiembre, dejó de existir en Vigo confortado
con los santos Sacramentos, el bondadoso presbí
tero, párroco jubilado de Guanajay (cuba), D. Angel
Pita López.
Había nacido el señor Pita en Ares (La coruña)
el día 25 de Mayo del año 1855; contaba pués en
la actualidad, 67 años.
Era el finado párroco de gran consejo, afable
en su trato y muy caritativo. En los años que
ejerció el ministerio parroquial mostró gran celo
por la salvación de las almas, habiendo conquis
tado en su parroquia el afecto de sus feligreses,
especialmente de los hmnildes y necesitados. La
Obra Salesiana pierde en él un decidido bienhechor.
Descanze en paz el celoso e inohúdable sacerdote.
O íro s C ooperadores d ifu n to s:
Simacota (Colombia). Anastasio Flores, Agripina Belytrán, Rosalía Quintero, de G, Concepción
Gutiérrez. Vicente Vega.
Jumia (Colombia): Rdo. D. Eduardo Villamizar.
Labaíera (Colombia); Sr. D. Leocadio Camacho.
Caldono (Colombia): Daniel Vivas.
Córdoba (Argentina): Abel Bustamante; Luisa
Comba; Vicente Fernandez; Felicita Mauassero;
Celestino Rocha; Santiago Carlos; Aldon Torres;
Catalina de Toledo; Cecilio Vera.
Indice general de año 1922
Documentos.
Carta del Rvdmo. Sr. D. Felipe Rinaldi a los
Cooperadores Salesianos, pág. 3. — Centenario
de la Congregación de Propaganda Fide, 60. —
El nuevo Rector Mayor a los Cooperadores Salesianos, 155. — Trabajo y Oración, 179. — Memo
rable audiencia Pontifidal, 189. — La voz del
Papa, 211. — Xueva palabra de aliento del Sto.
Padre: « La Obra del Ven. Fundador de la Fa
milia Salesiana es verdedaramente grande », 254.
Artículos de Ilustración.
Asamblea de Cooperadores, 30. — Cooperación
Salesiana, 85. — III Asamblea Nacional de An
tiguos Alumnos Españoles, 216. — VII Congreso
de Directores diocesanos de los Cooperadores
Salesianos, en Turin, 251.
— 270 —
Artículos de Colaboración.
Una lápida a la memoria de D. Migud Rúa, 27.
— A la luz de im Centenario. 51. — La Iglesia
de luto, 54. — Tenemos Papa, 58. — Fiestas de
S. Francisco de Sales, 59. — Almas gemelas, 83. —
El nuevo Pupa, 86. — Hablemos de Misiones, 90.
— Exposición de ornamentos sagrados, 91. —
Hablemos de Misiones, 115. — Recordando a
nuestro Patrón, 118. — El primer Nmicio de la
Nación Polaca y los lujos de D. Bosco, 119. —
Aurora de Mayo, 135. — Nuevo Rector Mayor,
147. — Triunfos de Mayo, 151. — Bodas de Plata
de la fundación de las Hijas de María Auxiliadora
en Barcelona, 170. — Bodas de Diamante, 181. —
El adiós de los Misioneros, 213. — En la fiesta de
S. Juan, 220. — Glorioso resurgir, 243. — Tres
cientos niños abandonados, recogidos en las
Casas de Misión de la Patagonia, 248. — En las
Bodas de Oro de la fundación de las Hijas de
María Auxiliadora, 266.
Antiguos Alumnos.
Asamblea General de Antiguos Alumnos meji
canos, 20. — Reunión de Antiguos Alunmos en
Puebla (Méjico), 100. — Ex alumnos de D. Bosco
(Argentina), 204.
Memorias.
Quién era D. Albera, 10. — Funerales de tri
gésima, 41. — En sufragio del P. Albera 71.
Vida de D. Bosco.
Coloquios familiares de D. Bosco, 245.
Misiones.
China: Una visita a Chi-Heng, 33. — A merced
de la lluvia, 69. — Una visita a los distritos del
Vicariato de Shiu-Chow, 92 y 121. — India-Con
rumbo al Assam, 127. — Continúa la visita a
Sliiu-Chow, 156. — Nuevo orfanato de ShiuChow, 162. — Más del orfanato de Scliiu-Oiow,
191. — De nuestras Misiones de China, 255.
— Del Assam-India, 223. — Episodios de Mi
siones, 125, 198, 227, 261.
Aniversarios.
Año jubilar de la fmidación del Instituto de las
Hijas de María Auxiliadora. 28. — Apertura del
Centenario de S. Francisco de Sales, 29.
euUo de María Auxiliadora.
Fiestas de María Auxiliadora en Almagro (Ar
gentina), y Encinasola (Salamanca), 17, — Inau
guración de una imagen en Baracaldo (Bilbao),
63. — El ^’Oto de un pueblo, Morella (Méjico), •63.
— Una capilla a María Aiixiliadora en S. José
del Valle (Cádiz), 98. — María Auxiliadora en la
Habana (Cuba), 200. — Coronación de María
Auxiliadora en Morella (Méjico), 229. — María
Auxiliadora en Lebrija (Colombia), 231. — Su
entronización en los hogares, 260. — María Auxi
liadora en Portoviejo (Ecuador), 262.
María
Auxiliadora en Riobamba (Ecuador), 263.
G r a c ia s de M a ria A u x ilia d o ra .
Véame las páginas: 17 y siguientes; 65 sigtes;
98 y sigtes; 136 y sigtes; 168 y sigtes; 202 y sigtes;
231 y sigtes; 266 y sigtes.
V a rio s .
Gracias de Domingo Savio, 67. — Monumento
a Domingo Savio, 139. — Causa de Beatificatión
del Siervo de Dios Leonardo Murialdo. 61.
B ib lio g r a fía .
Prensa Salesiana, 32, 62, 70, 89, 138, 261.
N o ticia s.
España: Bilbao, 73 y 267. — Ecija, 204 —
Jerez de la Frontera, 138. — Madrid, 103 y 234.
— Salamanca, 173 — S. José del Valle 73 — Talavera de la Reina 73 — Utreva 104.
Extranjero: Alejandría, 108 — Argentina 106
— Buenos Aires, 43, 102, 107 — Bemal, 22, 204,
235 — Beleu 103 — Cartago 108 — Camagüey 104
— Italia 205 — La Plata, 22 — Lima, 74, 107 —
Loreto 236 — Panamá 267 — Salta 268 — San
tiago 75 — Tanjore 139 — Tierra Santa 237. —
Tuemuán 204 — Turín 29, 167 — Villa Colon 75.
Véanse páginas: 20, 89, 153, 172, 205.
N ecrología.
Muy Iltr. Sr. D. Mariano Amaya y Castellano,
44 — Rdo. P. Leopoldo Chanzal, 45 — Rdo.
P. Ed.vigio PeoUni, 45 — Da. Virginia de Chinchigo, 45 — Srta. María Teresa Ortiz Arrieta, 45
— D. José Vallarino, 45 — D. Luis Morillo, 46 —
Da. Angela Caprioglio, Vda. de Zanello, 46 —
Emo. Card. Almaraz, 76 — Exemo. Sr. D. Pascual
Morganti, 77 — Srta. Asunción de Alvear y Abaurrern 77 — Rdo. D. Ricardo Beobide, 77 — limo.
Sr. D. Pedro de Escalante y Prieto, 109 — Dr.
D. Manuel Sánchez de Casiro, 109 — D. Manud
Canalles y Perales, 109 — D. José Luis Lanza,
109 — D. Angel Zanini, n o — Sra. Da. Estaurafina Ramírez de Paredes, 141 — Exemo. Sr. D.
D. Baltasar Estupiüán, 174 — Dr. D. Emilio
Lamarca, 206 — D. Francisco Saralegui, 238 —
Sra. Da. Dolores Lara. Vda. de Lozano, 238 —
Da. Ernestina BuUrich de Mosquera, 268 —
D. Tancredi Tortello 269 — D. Angel López 269.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEMINIANO FERRARI.
Establee. Tip.de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TURIN
s o c iK O A J D
i i v 'i'K i ^ : v A C io > r A .i ^
A v e n i d a R e g i n a M a r g a r it a , 174 - T U R I N (Italia)
FRANCISCUS VARVELLO
Sacerdos Pbilotophiae Profetsor Íd Seminario Salesiano apud Taurinentet
INSTITUTIONES PHILOSOPHIAE
Pars I. U ogica
Libellae io,oo. Apud exteros: Hbellae 14,00
Pars II. M etaphysica.
Vol. I. Complectens Metaphysicam generalem seu Ontologiam.
Libellae 6,00. Apud extesos: Hbellae 8,50
Vol. II. Complectens Metaphysicam specialem seu Cosmologiam, Pneumatologiam et
Theodiceam
.
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Libellae 12,00. Apud exteros: libellae 16,50
Pars III. E th ica et Jus naturae.
Vol. I. Complectens Ethícam
.
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Libellae 5,00. Apud exteros: libellae 7,00
Vol. II. Complectens jus naturae .
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ro,oo.
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»
»
14,00
Institutiones PhJlosophlae, quas clarissimus prof. Varvello in scholis per ampHus triginta
annos experientia efformatus pro Seminariorum alumnis conscripsit hoc precipue habent pretium
quod ponderatae et scriptae sunt pro discentibus nuper e g^j^mnasiis egressis, minime vero pro
universitatis alumnis. Hiñe earum bene elaborara elementa ad non facilem disclplinam discendam
itudiosos alliciunt. Hac dote exornata opera philosophica ceteris hujus generís latine scriptis iacillime praeeminere videmur.
ÜCCELLO R. P. SEBASTIANUS. — Phllosophia sch olastica ad mentem S. Thomae. Ed. 1921.
Tomus i*“ . Lógica - Ontologia • Cosmología.
Libellae 19,00. Apud exteros: libellae 26,60
Tomus 2“ . Psychologia - Theodicea - Ethica (Philosophiae epitome histórica cum léxico scholast. verborum Josephi Zamae Mellinii).
.
Libellae 15,00. Apud exteros: libellae 21,00
ARTURUS Sac. CONELLI. — Compeadium philosophiae generalís seu fundam entaüs.
Libellae 2,50. Apud exteros: libellae 3,50
GUIDI Sac. P. AL.
P rin cip ia Philosophica Aristotelis Divique Thomae fere verbis expressa
atque ad scolanim usum disposita. 3 volum i:
Vol. I. Logicam et Metaphisicam generalem complectens.
Vol. II. Cosmologiam, Psychologiam et Theodiceam complectens.
Vol. III. Ethicam.
Libellae 15,00. Apud exteros: libellae 21,00
S. Thomae Aquinatis Opera:
Summ a Theologlca díligenter emendara, De Rubeis, Billuart et alíorum notis selectis ornata, cui
accedunt septem locupletissimi indices, quorum unus esi auctoritatum Sacrae Scripturae, alter
quaestionum, tertius rerum omnium praecipuarum, quartus dogmatum ad hodiernas haereses
confutandas, quintus locorum seu doctrinarum ad explicandas Epístolas et Evangelia Doniini*
carum et festorum totius anni, sextus auctorum quibus usus est D. Thomas, septinius locorum
ad usum catechistarum. Accedit lexicón Scholasticorum verborum Josephi Zamae Mellinii, quo
explicantur verba máxime inusitata et locutiones praecipuae D. Thomae et aliorum Scolastícorum. 6 vol. in-8 max. Editio Taurinensis 1917. Libellae 80,00. Apud exteros: libellae 112,00
In omnes S . Paul! Apóstol! E p ísto las commentaría, cum Índice rerum memorabitium. 2 vol.
in-8^ max. Editio Taurinensis emendatissima.
Libellae 33,00. Apud exteros: libellae 46,50
C atena aurea in quatuor E vangelia. 2 vol. in-S** max. Editio Taurinensis emendatissima.
Libellae 32,00. Apud exteros: libellae 45,00
In evangelia S . M atthael e t S . Joannls com m entaria. 2 vol. in-8^ max. Editio Taurinensis
e m e n d a t i s s i m a ............................................... Libellae 32,00. Apud exteros: libellae 45,00
Summ a contra G entiles, seu de veritate CathoHcae Fidei. Editio Taurinensis emendatissima.
Libellae 12,00. Apud exteros: libellae 16,50
Q uaestiones dlspu tatae et quaestiones duodecím quodlibetaies ad fidem optimarum editionum di<
ligenter recusae. Editio Taurinensis emendatissima. Libellae 45,00. Apud exteros: libellae 63,00
Sum m a Th eologlca. Editio romana ad emendatiores editiones impressa et noviter accuratissime
recognita et a Leone XII P. M. áureo numismate donata. 6 vol.
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® O C IE r> A I>
K O I T O R A
________ A v e n id a R e g in a M a r g a r id a , 174 - T U P I N (Italia)
BVANQEUA - SACRA SCRIPTURA.
BOVIO Sac. FRANCISCUS. — CONCORDANTIA EVANOELIORUM.
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NOVUM JESU CHRISTI TESTAMENTUM juxta vulgatae editionis exemplar Vaticanum cum appeo.
dice. Editio ¡n 32, carta indica, subtili ac solida.
Contectnm linteo, sectíone rubra.
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CORNELIUS A LAPIDE. S. J. — COMMENTARIA IN QUATÜOR EVANQELIA recognóvit subjectisque notis illustravit et ad praesentem sacrae scientiae statum adduxit D. D. Antonios Padovani,
Philos. ac S. Theol. S. Scripturae et Theol. dogmaticae in Seminario Cremonensi Prof. ac
Episc. tit. quidem Canopitan., Auxiliaris vero Episc. Cremonensis. — Editio 1921, additis in
appendice Commissionis Pontificiae de Re Bíblica Responsis, Propositionibusque per Decretum
Lamentabili reprobatis et proscriptis quae ad Evangelia refereutur, cum índice analytico ac índice
rerum praecipuarum. 4 vol. iri-8» max, pag. 2060 .
Libellae 80,00. Apud exteros: libellae 110,00
— IN OMNES S. PAUL! EPISTOLAS recognovit subiectisque notis illustravit, emendavit et ad prae
sentem sacrae scientiae statum adduxit D. D. Antonius Padovani, cum índice analytico ac índice
rerum praecipaurum. 3 vol. in-8®, pag. 1800 .
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Libellae 55,00. Apud exteros: libellae 75,00.
VOSTÉ Fr. JAC. M. O. P. Lect. S. Theologiae et S. Script. Lie. Professor exegeseos Novi Testamenti
in Collegio Angélico de Urbe. — COMMENTARIUS IN EPISTOLAS AD THESSALONICENSES
(Accedit appendix in decretum commissionis Biblicae, 18 Junii 1915).
Libellae 9,00. Apud exteros: libellae 42,00
BIBLIA SACRA juxta vulgatae exemplaria et correctoria romana denuo edidit divisionibus logicis analysique continua sensum illustrantibus ornavit A. C. Fillion. Vol. in-8o, pag. 1400.
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BIBLIA SACRA vulgatae editionis Sixti V, P. M. jussu recognita et Clementis VIII auctoritate edita.
Ex tribus editionibus Clementinis critico descripsit, dispositionibus logicis et notis exegetias
illustravit, appendice lectionum hebraicarum et graecarum auxit D. Michael Hetzenauer O. M. C.
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CODICES JURIS CANONICl.
CODBX lURIS CANONICl Pli X, P. M. iussu digestus, Benedicti Papae XV auctoritate promulgatus,
praefatione Emi. Petri card Gasparri et Indice analytico-alpbabetico auctus.
Editio minuta in-i8 (cm. 9.4X15) characteribus nitídis lectuque facillimis, charta subtili non
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Editio \n-iZ ut supra cum/ontium annoiatíone .
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Editio in-ia ut supra cum fontium annotationc .
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diusculis .
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INDEX LIBRORUM PROHIBITORUM Leonts XIII, P. M. auctoritate recognitus SS. D. N. Bene»
dicti XV JUSSU ediíus, ^raemiituntur coiistitutiones apostolicae de examine prohibitorum liLibellae 6,00. Apud exteros: libellae 9,00
R e d a c c ió n
y A d m in is t r a c ió n ; V ia
C o t t o le n g o , 32 • T U R I N .