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Boletín Salesiano
R E V IS T A DE LAS O BRAS DE DON BOSCO

Año XXXVII

S um ario. —

— N.”®8 y 9 — Agosto-Septiembre 1922

j> oración. Inapreciable inJulgencia concedida por S . S . P ió X ¡ a los
— Bodas de diamante de los Salesianos, Eminenihimo Cardenal Cagliero
Ji
— Autógrafo del Papa. — D e nuestras Misiones: China, — Episodios
de Misiones. — Culto de Marta Auxiliadora - Cracias de María Auxiliadora. — Por el
mundo Salesiano — Los que mueren.
Trabajo

amigos de D . Basco,
D . Juan Francesia.

Misiones Salesianas del Matto*Grosso. • N inos indios duranle el recreo.

BARCELONA (ESPAÑA) =

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Año XXXVII - N. 8 y 9.

Agosto-Septiembre 1922

^ ...............

BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO

Re d a c ü ó n Y A

d m in is t r a c ió n :

Vía Cottolengo, N. 32 - TURIN (italla)

TRABAJO Y ORACIÓN
Inapreciable indulgencia concedida por S. S. Pió XI
a los amigos de Don Bosco.
No encontramos palabras para expresar los
E l Santo Padre reconoció nuestras estrecheces,
sentimientos de gratitud que embargan nuestro
que lamenta el primero, y no obstante, le dijo
ánimo ante las continuas distinciones y favores en un tono de voz en que vibraba todo su celo
qne nos dispensa el Santo Padre.
apostólico: « Está bien, pero vea de estudiar con
El 6 de junio, 8 i aniversario de la primera sus consejeros también mis propuestas para
misa del Venerable D. Bosco, era recibido bon­ ayudar a aquellas pobres regiones, y el personal
dadosamente por S. S. Pío X I, en audiencia no le faltará; y, al mostrarme tantas almas que
privada, nuestro Superior General, D. Felipe
salvar, le asomaron las lagrimas a los ojos.
A continuación me recordaba con placer el
Rinaldi.
Después de recibirle y tratarle como amigo sistema educativo de D. Bosco; y , repitiendo
que se prometía mucho de la Obra Salesiana,
de antigua y estrecha amistad, le refirió que
había pasado dos días en el Oratorio en com­ declaró que hacía muchos días que pensaba
pañía de D. Bosco, admirando su exquisita
en los Salesianos y en su Rector Mayor.
Confuso y humillado, agradeció D. Rinaldi
amabilidad y calma inalterable, pruebas ine­
quívocas de su intima unión con Dios. Fas pa­ a Su Santidad, en nombre de toda la Familia
labras del Vicario de Jesucristo estaban impreg­ Salesiana, cuanto acababa de oir, asegurando
nadas de cariño, de veneración y estima hacia
que los hijos de D. Bosco, siguiendo el ejemplo
'uestro Venerable Fundador, y mostraba al de su Fundador, doquiera se encuentren, serán
propio tiempo tanta confianza en la Obra Sa- sumisos y obedientes al Papa hasta morir.
^3iana que D. Rinaldi se conmovió.
Agradeció el Santo Padre las manifestaciones
Con creciente afabilidad e interés expuso al­ de nuestro Superior, y le hizo observar que la
gunas ideas para trabajar con mayor eficacia • obediencia al Papa está en la esencia del espí­
fu la regeneración de la sociedad cristiana en
ritu de D. Bosco, y por lo tanto, arrancarla o
i s pueblos civilizados,y estaban tan en armonía disminuirla en la Sociedad Salesiana, sería des­
consonancia con el espíritu de D. Bosco que truirla.
-ucstro Superior estuvo a punto de exclamar
Animado D. Rinaldi con tanta bondad, pidió
‘ Beaiisimo Padre, los Salesianos nos esforza- algunas gracias al Sumo Pontífice, una de las
'-■ 'Hos para llevar a cabo cuanto desea S . S . »; cuales, tesoro precioso, será de eterna recor­
r^o, a pesar suyo, recordaba la grande escasez dación para los Salesianos, H ijas de María Au­
^ personal en que se encontraba,no pudiendo xiliadora, alumnos y antiguos alumnos respecti­
'•^udir a las necesidades de las misiones de China vos y Cooperadores.En el Santuario de María
'lue tanto prometen, a las nuevas del Assam Auxiliadora había concebido la idea, y por Ella
onde abunda la mies y escasean ios operarios, confiaba obtener tan señalado favor. Con sen­
-3S del Chaco Paraguayo, y por último, la de cillez, pero con calor, comenzó a recordar al
^ b e rle y en Australia que debe comenzarse \’icario de Jesucristo que D. Bosco inculcaba
este año.
siempre a sus hijos, con la palabra y el ejemplo.

J

— l80 —
el trabajo y la oración: cómo D. Bosco estabasiempre unido con Dios, aun en medio de las
más graves preocupaciones, y por último, que
Su Santidad podía conceder a los Salesianos, ■
a las Hijas de María Auxiliadora, a
alumnos
y antiguos alumnos, y a los Cooperadores un
tesoro, que los acuciara, a ejemplo de su Fun­
dador, a ser siempre más activos y unirse más
a Dios.
El Santo Padre escuchaba con marcada be­
nevolencia, pues al pararse un instante nuestro
Superior, indeciso sobre si debía o iio manifestar
por entero su ixínsamiento. Su Santidad lo
animó amablemente a proseguir. Continuó
D. Rinaldi diciendo que le parecía un medio
eficacísimo, para alentar a los hijos y amigosde D. Bosco a copiar la actividad y piedad del
Fundador, obtener una indulgencia especial
que se pudiera lucrar, toda vez que, al trabajo,
a la enseñanza, a la asistencia de los niños, al
estudio y a qualquier ocupación se rmiera una
devota invocación.
líl \’icario de Jesucristo se mostró tan com­
placiente a esta petición que D. Rinaldi no ti­
tubeó en presentarle la instancia que llevaba
preparada. L a tomó en sus manos el Santo P a­
dre, y al leer las primeras palabras « Trabajo y
Oración i>, observó: Trabajo y oración son una
misma cosa: el trabajo es oración y la oración es
trabajo. E l trabajo nada vale para la eternidad,
si no está unido con la oración, y ésta, para que
sea agradable a Dios, requiere la elevación de to­
das las facultades del alma. E l trabajo y la oración
son inseparables, y caminan a la par en la vida
ordinaria; no obstante, primero es la oración,
después el trabajo. Ora et labora ha sido siempre
la consigna de los santos, los cuales no han hecho
en ello, más que caminar sobre el ejemplo deNucstro
Señor Jesucristo. Para que la actividad stírt pro­
vechosa debe andar ligada con la unión íntima
cofi Dios », y accedía benignamente a la i^etición,
satisfecho de que los hijos de D. Bosco, le hu­
bieran pedido semejante favor.
Confía en el grande provecho que pronto
obtendrán los Salesianos de esta singular con­
cesión, mostrándose dispuesto a ampliarla,
siempre que ello sirva de estímulo para invocar
incesantemente sobre nuestros trabajos las
bendiciones divinas.
El documento se conserva cuidadosamente en
nuestros archivos, y por su virtud, los Sale­
sianos. Hijas de María Auxiliadora, sus alumnos
y antiguos, alumnos y Cooperadores de ambos
sexos, pueden lucrar, uniendo al trabajo cual­
quier devota invocación, cuatrocientos días
de indulgencia, Tofies quoties, como se expresó
el Santo Padre, devota quae ¡ibei invocatio labori
i'uHgetHr: e indulgencia plenaria, aplicable a las

ánimas del purgatorio, una vez al día, seinel in
die a jungeniibus lucranda
P ro gratia juxta infrascriptas preces.

25-6-1922. P Iü S PP XI.
J.
Beatísimo Padre,
El lema Trabajo y Oración, que nos ha legado
nuestro \’’enerable Padre y Fimdador D. Bosco,
nos inculca de continuo el deber que tenemos de
heniianar nuestro trabajo en pro de la juventud,
con la incesante unión de nuestro espíritu con Dios,
siguiendo los admirables ejemplos, que él mismo
nos ha dejado.
Conociendo la gran benevolencia de Vuesti.a
Santidad hacia la Obra Salesiana, benevolencia
repetidas veces demostrada, me permito implorar
de su corazón paternal una gracia que será ayuda
poderosa, para efectuar siempre con mayor per­
fección el programa contenido en ese lema.
Mientras derrodillas beso su pié, suplico humildemente a Vuestra Santidad se digne conceder
que los Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora,
sus alumnos y antiguos alumnos y los Cooperadores
de ambos sexos, puedan lucrar, cada vez que al
trabajo unan cualquier devota invocación, cuatro­
cientos días de indulgencia, y una vez al día indul­
gencia plenaria, aplicable a las almas del purga­
torio.
De V. S.
Humilde y devoto hijo
F elipe R inaldi Pbro.
Hemos querido mostrar en todos sus porme­
nores esta valiosa concesión, para que, tanto
los alumnos, como antiguos alumnos y coope­
radores, se hicieran fácilmente cargo de su im­
portancia y de la facilidad de aprovechar sus
beneficios. No se trata de una indulgencia conr
cedida, como de ordinario, a obras pias o prac­
ticas pia,dosas, sino directamente al trabajo
a que’ cada cual debe atender por necesidad;
sin más requisitos que la simple elevación de la
mente a Dios, acompañada de un pensamiento
o palabra de fe, como sería, a decir del Santo
Padre, un « fiaJ », alabado sea Dios etc.
¡Qué invitación más santa y hermosa! Si para
conocer a fondo el ánimo, el corazón de nuestro
Superior, no tuviéramos más datos ni hechos,
que esta solicitud para conducirnos al espintu
de nuestro Venerable Fundador y hacérnosle
propio, tendríamos más que suficiente.
Llamados a la escuela de D. Bosco de divefio
modo, ninguno de nosotros debe olvidar, que
aun las obras más grandes y aplaudidas por el
mundo carecen de va lo r,sin o se encaminan*
la santificación. « Para que la labor de los Sst^
sianos sea provechosa, afirma el Santo Pudre, debe

- i8 i —
ir precedida por la santificación personal. Y , para
pie lo consigan tnás seguramente, accedo gustoso
i la súplica que me han presentado, a fin de ayu­
darles a santificar su trabajo y enriquecerlo con el
tesoro de las indulgencias. Hasta el presente se
concedían a los fieles, a condición de que cumplie­
ran ciertas prácticas devotas, pero de hoy en ade­
lante las obtendrán los S atéstanos con su mismo
trabajo, siempre que unan a él cualquier invocación, por breve que sea. De esta manera podrán
conseguir, más fácilmente, mediante la habitual
unión con Dios, su santificación personal.
Animémonos, amados Cooperadores, y apro­
vechemos, para enriquecemos, este tesoro qué
la generosidad del Santo Padre ha puesto a
nuestra disposición. Cuando nuestro querido
Superior B . Rinaldi estaba para salir, termi­

nada la memorable audiencia, y pedía una ben­
dición especial para los Salesianos, los alumnos,
antiguos alumnos, y para todos los bienhechores
y cooperadores al oir el nombre de Cooperado­
res, se iluminó de alegría el rostro del Papa,
pues recordaba, que E l mismo era cooperador
salesiano hacía muchos años y por eso bendecía
con gusto a todos y cada uno de los coopera­
dores, sus familias, amigos y trabajos.
Queridos amigos nuestros, el Santo Padre,
Pío X I, que tanto nos ama y considera, desea
veros crecer en número y que sean eficaces vues­
tras obras; y para q\ie os fuera posible imitar más
fácilmente a D. Bosco, nos ha concedido privi­
legios tan especiales, que no dudamos en afirmar,
que su memoria durará cuanto los siglos y pa­
sará a la historia el recuerdo de tan gran favor.

EN LAS BODAS DE DIAMANTE
DE LOS SALESIANOS

Emmo. Card. Cagllero y D. Juan Francesia
El 14 de Junio fué la fecha memorable en
que estos dos preclaros hijos de D. Bosco con­
memoraban el 60° aniversario de su ordenación
sacerdotal; habida en 1862.

En Roma,
Para el Emmo. Cardenal Cagliero la fiesta
comenzó la tarde del mismo día 14, con la au­
diencia que el Papa concedió al ilustre purpu­
rado, para testimoniarle su afecto y alegría en
tan fausto acontecimiento.
El 15 celebró su Misa de Diamante en nuestro
Colegio del Sg^®Corazón de Jesús de Roma, distri­
buyendo la comunión a las niños y fieles. Pronto
U noticia era del dominio público, y empezaron
a llover, en cx>nsecuencúa, felicitaciones de los
Príncipes de la Iglesia, Arzobispos y Obispos,
como así mismo de distinguidos personajes ci­
cles, siendo de notar la del Exemo. Sr. Presi<lcnte de Ministros de Italia D . Luis Pacta,
amén de otras muchas de Senadores y Dipu­
tados, que se apresuraban a en\nar sus para­
bienes al preclaro hijo de D . Bosco.

En Frascati.
El Domingo siguiente, día 18, la ciudad de
Prascati quiso dar una imponente prueba de
*^*cto y reconocimiento a su amado Pastor,
íoda la prensa de Roma se interesó en el acon­

tecimiento. «La Tribuna», después de una com­
pleta biografía del Cardenal, describe así la
fiesta: « E n la Catedral, adornada como en las
grandes solemnidades, celebró su Eminencia
la misa de Comunión general. Más tarde-ofició
de Pontifical el misionero salesiano, Vicario
Apostólico en China, Mons. Versiglia. E n la
iglesia llena de fieles, había representación del
Ayuntamiento, de las autoridades, de las aso­
ciaciones políticas y religiosas, colegios, etc.
L a í'schola cantorum », dirigida por el maestro
Acquasanta, interpretó magistralmente la her­
mosa misa Benedicamus Domino de Perosi.
Por la tarde tuvo lugar una grandiosa velada
músico-literaria en la monumental iglesia de
Jesús, atestada de gente.
Presenciaban el acto distinguidas personali­
dades políticas y eclesiásticas. Pronunciaron
discursos de ocasión el Caballero Coronaldí en
nombre de la ciudad de Frascati; Mons. De Angehs en representación del clero y pueblo yla
Sra Piccirilli y Sr. Tamburano en nombre y re
presentación de las Señoras Católicas y Círculos
Católicos respetivamente. Ofrecieron al Emmo.
Cardenal un riquísimo cáliz con piedras precio­
sas, regalo de sus amantes diocesanos, y un her­
moso vaso bizantino, oferta del Abad de los
monjes orientales de Grottaferrata.
Muchas fueron las adhesiones al acto, entre
las cuales recordamos un telegrama del Papa,



i

del Ministro Añile, del Senador Valenzani y
otros más de personalidades políticas y reli­
giosas.
Fué una de esas fiestas que hacen época. .

En Tarín.
D. Juan Francesia, en cambio, celebraba la
Misa de Diamante, el mismo día del aniversa­
rio, día 14, en la Basílica de María Auxiliadora.
A pesar de es^ar los niños del Oratorio ausentes
ese día, se llenó el templo de fieles, que asistían
a la misa. Allí estaban con los admiradores de
D. Francesia todas las Hijas de María Auxilia­
dora de la localidad, las huérfanitas de la guerra,
el instituto contiguo. Obra Pia Barolo, cuya
«schola cantorum » ejecutó escogidas melodías
litúrgicas. E l venerable sacerdote estaba pro­
fundamente conmovido, pues como dijo des­
pués, había gozado las mismas alegrías que el
día de la primera misa.

Pero el deseo de todos era celebrar una gran­
diosa fiesta común en el Oratorio, donde el
Eminentísimo Cardenal y D. Juan Francesia
habían celebrado el mismo día la primera misa,
y al efecto, se fijó el Domingo 25 de Junio.
Se hicieron asimismo coincidir con esta fecha
las tres jornadas de Misiones, y el día 24, a ini­
ciativa del Comité de Sras. Patronas de las
Obras Sulesiauas, tuvo lugar una imponente
reunión en el teatro del Oratorio.

Asamblea del día 24 de Junio.
A las 16 y 30 en punto llegaban Sus Altezas
Reales el Duque y Duquesa de Génova, con
sus augustos hijos la Princesa Adelaida y S. A . R.
el Principe Eugenio Duque de Ancona, en compafiia de la Marquesa de B oyl y del Caballero
Conde lyeoncio Balbo.
Fueron recibidos los ilustre j>ersonajes a los
acordes de la marcha real y obsequiados por
nuestro Rector Mayor y las Sras Vice-Presidenta del Comité Condesa Elena de Agliano, Sra
Maria Mus.so-Croce con las Sras. Marquesas de
Scati, de Bisoy, Condesita María Teresa Ca­
rneruna.
En el teatro no se cabía. W Emmo. Cardenal
Cagliero, que estaba sentado al lado de los Prin­
cipies, le hacían corona Mons. Piani, Arzobispo
titular de Drama y Delegado Apostólico en F i­
lipinas; Moas, Comín. Vicario Apostólico del
Ecuador, Mons. Aguilera, Vicario Apostólico
de Magallanes. Mons. Olivares, Obispo de Nepi
y Mons. Pizzardo sustituto de la Secretaría de
Estado.

82

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Estaban representados el Alcalde de Turín,
el Gobernador civil y militar y numerosos Cón­
sules y familias de la aristocracia. El aspecto
era imponente.
Mons. Versiglia, Obispo Salesiano en China,
desarrolló una interesante conferencia, ilustrada
con proyecciones, sobre nuestras Misiones en
el Celeste Imperio, mostrando en primer tér­
mino las aberraciones religiosas de los Chinos,
y a continuación su estado de cultura y desa­
rrollo comercial, terminando su interesante
conferencia, con la descripción de los trabajos
realizados por los hijos de D. Bosco en la Misión
de Heong-Shan, al sur de Macao, y en el nuevo
Vicariato Apostólico de Shiu-Chow, al norte
de Cantón.
Fué agradabilísima, no sólo por lo interesante
del argumento, sino también, p>or su amena y
sentida exposición.

Ceremonia solemne del día 25.
A las 7 y 15 de la mañana del 25 de Junio,
cuando las campanas lanzaban al aire sus notas
festivas, entraba en el Santuario de María Au­
xiliadora el Einmo. Cardenal Cagliero, para
celebrar en nuestra compañía su Misa de Dia­
mante. E n el presbiterio asistían S. S. E. E.
Mons. Aguilera y IMons. Comín, el alcalde de
Castelnuovo, Dr. Filipello, y los parierrtes del
Cardenal.
L a «Schola Cantorum» ejecutó coií maestría
escogidos motetes, y todos nuestros alumnos,
estudiantes y artesanos se acercaron en masa
a recibir la Comunión de manos de su Eminencia.
A las 10, misa solemne que celebró el Rdo.
D. Juan Francesia. ’ Asistieron de Pontifical,
acompañando al Cardenal Cagliero, los Sres.
Obispos: Mons. Olivares y el enviado especial
del Papa, JIons. Pizzardo, sustituto de la Se­
cretaría de Estado, los cuales hacían corona
al humilde sacerdote.
¿Quién hubiera pensado hace 60 años, cuando
los dos jóvenes sacerdotes celebraban su primera
Misa en la himiilde iglesia de S. Francisco de
Sales, que les aguardaba un día tan glorioso y
feliz, en que podrían celebrar sus Bodas de Dia­
mante a los pies de María Auxiliadora, en tan
majestuosa Basílica, rodeados de hermanos
menores elevados al Episcopado, y que ri
mismo Santo Padre se asociaría a su regocijo
enviando im representante oficial? Sólo D. Bosco
hubiera podido adelantar algo sobre tan fausto
acontecimiento; pero de haberlo hecho, quizá
sus mismos hijos no hubieran dado crédito a
sus palabras en esa ocasión, tan extraordinario
y difícil les habría parecido^
E n el presbiterio asistía también con otras

-

IS3 -

representaciones nuestro Rector Maj'or. E l acto
resultó solemne sobre toda ponderación, siendo
íie elogiarla labor de la «•Schola Caniorwní>, que
interpretó a perfección las divinas melodías de
la Misa Soktnnis de Palestrina.

Alocución del Cardenal Rlchelmy.
De sorpresa en sorpresa, vemos aparecer al
Evangelio en el púlpito la veneranda figura

nación sacerdotal, porque 6o años de sacerdocio
es cosa admirable, que asombra, como lo muestra
el mismo Santo Padre en la magnífica carta que ha
emnado a S. Eminencia, y en la que encuentro
los mismos sentimientos que embargan mi ánimo.
Estamos presenciando cosas admirables: «Vidimus
mirabilia». Y a éste sentimiento de admiración
se asocia otro de amor y agradecimiento a Dios, por
las gracias que se digna conceder a estos sus hijos.
Es, ante todo, un sentimiento vi.sísimo de admi­
ración el que domina hoy en esta solemnidad, sen-

E l B m m o . C a r d e n a l C a(;IIero y D. J u a n P r a n c a s ta e n t u l B o d a s d e D ia m a n te .

del Emmo. Cardenal Richelmy, Arzobispo de
Turin. En el afecto que el santo y celoso Pastor
profesa a la Obra de D. Bosco, pues y a desde
jovendto fué entusiasta admirador de nuestro
Fundador, quiso asociarse a nuestras alegrías,
pronunciando al efecto una afectuosa y sentida
alocución que sentimos no poder reproducir
íntegra.
Eminencia, Excmos Sres,
Amados Hijos,
Cuando Jesucristo, Nuestro Divino vSalvador,
obró im gran prod^o, las turbas maravilladas
exclamaron: * Hoy hemos \*isto cosas admirables *:
* y^d:»tus mirabilia hodie». Creo que con razón
podemos también nosotros repetir en esta ocasión
las palabras del Evangelio. Es sin duda una gracia
e^Jedal de Dios, que su Eminencia, el Cardenal
C^liero y su querido hermano D. Juan Francesia,
puedan celebrar hoy el 6o® anivemaiio de su Orde-

timiento, que comparte con nosotros el vSanlo
Padre, como se desprende de su carta. Todos reco­
nocemos, al ver celebrar a un sacerdote las Bodas
de Oro de su ordenación sacerdotal, que es una
gracia particular que Dios le concede; porque son
muchísimos los que son consagrados sacerdotes,
pero muy raros los que alcanzan tal felicidad.
El mismo Venerable D. Bosco, cual otro Moisés,
estuvo tocando la meta con la mano, vió acercarse
el (tía por todos .suspirado, pero no llegó a él. Pues
si es gracia del Señor cnunplir los 50 años de sacerdo(3o, no cabe duda, que lo es mayor celebrar los
60 de ministerio. Y aquí vem<?s nosotros, no a un
sacerdote, sino dos, unidos por los rnás dulces lazos
de hermandad, celebrar juntos tan fausta fecha.
Esto explica nuestro asombro y maravilla, que
aumenta de grado, si consideramos la lozama de
que gozan a tan avanzada edad en todas sus facul­
tades físicas y esjárituales, hasta el punto, que
podemos repetir de ellos; « Yo me acerco al Señor
que renueva mi juventud.

— iS 4 —
Y no acabaríamos de admiramos, y crecería se reflejara hoy en vuestras pupilas; pero no, como
más y más nuestra maravilla, si contempláramos le vemos en alguno de sus cuadros, agotado ya
la vida ejemplar de los dos sacerdotes. Recordad por las fatigas y el peso de lo años, sino en la ple­
la mortal enfermedad sufrida en la niñez por el nitud de su vigor y juventud, como cuando ase­
límmo. Purpurado, sus fatigas sin cuento en cua­ guraba la curación a im jovencito moribundo en
renta años de Misiones en las selvas vírgenes de quien veía el futuro Aposto! de la Patagonia o
la Palagonia, expuesto a mil peligros de todo como cuando disfrutaba con los primeros triun­
género que nos recuerdan los enumerados por el fos literarios de D. Francesia o le confiaba,
joven clérigo aun, la preciosa joya de Domingo
a]M)Stol S, Pablo, los frutos copiosos recogidos, y
añadid ahora la dirección de una Diócesis, al par Savio. jPlazca a Dios que hoy se abra su gloria y
descienda en espíritu a nuestra reunión!
que sus trabajos en bien de la Igle.sia Universal y
Faltaríamos también a nuestro deber, si el re­
la solicitud por su amada Congregación, y no po­
dréis menos de agradecer a Dios un ejemplar tan conocimiento no lo hiciéramos extensivo a todos
los Cooperadores de la Sociedad Salesiana, y espe­
scMiicjante a su líspíritu Creador.
Considerad al mismo tiempo la persona de Don cialmente, a los que cooperaron a la formación
Juan l''rancesia, hijo del trabajo fecundo y .silen­ de estos sacerdotes.
Después de haber gozado, admirando las
cioso, .semejante a la violeta, (jue escondida pro­
diga su perfume; reparad en su semblante sereno hermosuras de esta fiesta, más línica que rara, y
y ojos vivos donde revolotea lozana la poesía haber dado por ella gracias a Dios, debemos maníy el ingenio y forzosamente exclamaréis: >iDigilus féstar el vivo deseo del alma, que ansia ver pro­
longada por muchos años aún, la vida del Enmio.
Dei cst hic #. Aeptí está el dedo de Dios.
Hermoso y justo es este sentimiento de Cardenal y del exhnio Profesor, ya qué es de tanta
admiración, como premio y alabanza que es de gloria, para la Familia Salesiana. Que se alarguen
sus méritos, pero a<iuf, en el templo santo, mien­ sus días, conservando el vigor que gozan, para
tras aguardamos que Jesús de.scienda al altar por qxre multipliquen el bien que han obrado hasta
mano de uno de ellos, no podemos ni debemos el presente. Elevemos nuestras preces, para que
pararnos en la contemplación de los dones que Dios les bendiga y colme de gracias, y puedan re­
Dios les luí concedido. Es preciso que nos remon­ novarse aún por muchos años, como augura el
temos al maiuanlial de estas gracias, a Dios, que Santo Padre, los ejemplos admirables de estos
las reparte gratuitamente, y por lo mismo, se queja ministros del Señor, para bien de la Iglesia.
Otro deseo, que rogamos a Dios bendiga, es el
si no se las agradecemos.
Da admiración, por lo tanto, debe dejar lugar de que, la Congregación Salesiana se mantenga
siempre a la altura de los ejemplos, de los dos sacer­
a la gratitud: Dios sólo es la fuente de todo bien,
y por consiguiente, a El le corresponde todo honor dotes que hoy festejamos. Contemplando al Emi­
y gloria. Y como sé que estos son los sentimientos nentísimo Purpurado, y a su apreciado hennano.
del Emmo. Purpurado, ejue hoy comparte con nos­ no podemos menos de reconocer en ellos aquellas
otros su algría y conozco a fondo la humildad de dotes que más distinguieron a D. Bosco, a saber:
una actividad incansable, acompañada de la más
D. Francesia, estoy seguro de hacerles un obsequio,
invitando a todos a dar gracias a Dios: «gradas tierna caridad con el prójimo y una estrecha unión
aí^amus Domino Deo nostro; vete dignum et jnsUim con Dios. Esto es el espíritu de D. Bosco, y no deben
los hijos, la Familia Salesiana, ni sus cooperadores,
est I».
En primer lugar, doy gracias a Dios por el honor descuidar el sublime programa: Oración y Trabajo.
que concede con estas fiestas a una Sociedad Reli­ El trabajo unido a la oración, he ahí, el com­
giosa tan joven y floreciente, y lo hago en nombre pendio de la vida sacerdotal del venerando Purpu­
de sus hijos esparcidos por todo el mundo, espe­ rado y de D. Juan Francesia.
Y ya que el Cardenal Cagliero ha consumido
cialmente del amabilísimo nuevo Rector Mayor
de la gran Familia Salesiana. De doy gracias en la mayor parte de su vida, activa y heróica, en las
nombre de la Arquidiócesis de Tarín que se gloria lejanas regiones de la Patagonia, nosotros debemos
de haber dirigido y consagrado a estos dos sacer­ (tanto más que el Santo Padre nos invita a pen.'íar
dotes. Le doy gracias |X)r el Piamoute, y por en las almas sumidas en el error), fonnularotrovoto.
todos los pueblos donde la Pía Sociedad Salesiana cual es: que esta prodigiosa actividad misionera,
trabaja con incansable celo por la gloria de Dios sea la característica de la Sociedad Salesiana. El
y la salvación de las almas. Y desde lo mas íntimo celo por la salvación de las almas, arda en cada
del corazón bendigo a la Divina Providencia, porque uno de nosotros, como ardía en el Venerable Don
ha querido honrar a mi querida Turin concediendo Bosco. Cuando se realizaban las profecías, hechas
por D. Bosco al jovencito Cagliero, fué cuando se
este consuelo a mi alma. lOhl recuerdo muy bien,
era yo muy joven todavía, los arrestos y celo en los añadió al escudo de la Congregación Salesiana el
primeros años de sacerdocio del Cardenal Cagliero lema: Da mihi animas cociera tolle*, que es la espresión más viva del espíritu de D. Bosco.
y del Profesor Francesia.
Por lo tanto, al agradecer a Dios el habernos
Cumplido este sagrado deber de acción de gra­
cias a Dios, no podemos ni debemos olvidar a concedido asistir a la solemnidad de hoy, rogamos,
María Auxiliadora, dispeitsadora de todos los para que a mayor gloria y consuelo de la Sociedad
favores. Gracias, pues. Madre Is’ uestra, y hacedlos Salesiana, se multipliquen sus hijos, y ^'uelen a las
extensivos al Venerable D. Bosco, vuestro .siervo más ap>artadas regiones a predicar el reino de Diosi
devotísimo. Quisiera que la figura de D. Bosco Reguemos para que todos los años se celebre más

I
— iSs —
foleiniie, a los pies de este altar, la cereiiioiiia de
.Irspedida de misioneros, más nmuerosos cada
\c7.. Y como fruto de estas jomadas de misiones,
pillamos al Señor que amuente en cada uno de
uasotros la fé, la esperanza y la caridad.
Que se indame y crezca nuestro celo, para
nidtiplicar nuevos apóstoles, dispuestos a lan­
zarse al campo evangélico; que aumente nuestra
generosidad, para socorrerlos.
Este es, mis amados o^'entes, el mejor modo de
celebrar la fiesta de hoy, llevando a la práctica
lo que hacía y enseñaba D. Bosco, imieudo la ora­
ción al trabajo y trabajando con celo, para salvar
las almas.
La memorable ceremonia terminó con la bendick'm Papal que dió el lünmo. Card. Cagliero,

Velada de honor.
Al anochecer tuvo lugar en el teatro del Ora­
torio un nuevo homenaje al Emmo. Cardenal
Cagliero, al que concurrieron numerosas auto­
ridades civiles y' religiosas e ilustres personajes
de la nobleza turinés, deseosos de .felicitarle.
Fué tal la afluencia de personas, que debieron
reducirse los asientos destinados para los alum­
nos en la galería.
La aparición del Cardenal, acompañado dé
nuestros Obispos, del Rector Mayor y todo el
Capítulo, fué saludada con una prolongada salva
de aplausos.

Remembranzas... por D. J. Francesia.
Apenas cesaron los aplausos, apareció en las
tablas, sonriente, D. Juan Francesia, que leyó
un canto lleno de afectuoso recuerdos. He aquí
algunos de sus conceptos:
Recordáis, Eminencia, el memorable día
que el Oratorio ante su altar os viera?
El júbilo, los cánticos, la música
que en tan fausta ocasión doquier se oyera?
¿Lo recordáis? ¡Cuán pocos éramosl
Todo desierto nos miraba el valle
Y hasta el Dora ruidoso'
En silencio corría aquella tarde...
Creció nuestra falange...
El prado se con\*ierte en plaza y calles...
Y como siempre, al alba, la matutina estrella
Aqm brilló María, pura y bella...

Autógrafo y regalo del Sto Padre.
f^pués del conmovedor y mu}’ aplaudido
*^!ito de D. Francesia, se adelantó a la tribuna
•i Re\mo. Mons. Pizzardo que dio lectura al
‘ "gusto autógrafo del Papa.
La asamblea escuchó en pié la lectura, que
í 'v.ó con un entusiasta ¡Viva el Papa!
A continuación, el enviado Pontificio pre­

sentó el regalo de S. S., consistente en una pre­
ciosa miniatura del Ecce Homo de Guido Reni,
ricamente montada en tafilete marroquí en­
carnado, con finísimos adornos de oro.
« Expondré, dijo Mons. Pizzardo, el pensa­
miento que me indicó el Santo Padre cuando
me encargó que trajera este don a Vuestra Em i­
nencia. Como el dolor que respira esta cara di­
vina, recordará a Su Eminencia las fatigas, do­
lores y privaciones soportados en tantos anos
de apostolado, de igual manera, la bondad di­
vina que fluye del mismo rostro, sea para \’uestra Eminencia prenda de consuelos sobrenatu­
rales, que el Santo Padre'invoca para Vuestra
Eminencia, como así mismo del premio grande
que le reserva en el Paraíso ».
Acto continuo se ejecutó una hermosísima
composición musical, titulada: E l gran coro y
cuarteto, compuesta exprofeso con cariño por
el Caballero Dogliani sobre el Saepc duin Chrisii
del Teólogo Cagliero, y cantado por última vez
completo en la Basflíca de María Auxiliadora
el año 1887. L a concurrencia premió con nu­
tridos aplausos el meritísimo trabajo.

Habla Alons. Aguilera.
Con dulce acento italiano habló en nombre de
los Salesianos el Obispo Misionero Mons. Abraham Aguilera.
Eminencia, Exentos. Señores,
Señoras y Señores,
El último se los Obispos, nacido en Cliile de
-América y Salesiano antes que nada, debo al favor
de los Superiores el grande honor de hablar en
nombre de los vSalesianos en esta hi.stórica academia
con que fe.slcjan la Misa de Diamante de su Car­
denal. ¡Qué espectáculo más grandioso ofrece el
mundo salesiano en esta-s fir-tas jubilares!
En Europa y America, en Africa y Asia, por do(¡uiera se halle un Salesiano, una hija de María
Auxiliadora, un Cooperador, un alumno o antiguo
alumno nuestro, se pien.sa y habla con admiración
y entusiasmo del Cardenal Cagliero.
En la.s grandes capitales: Roma, París, New-York
Buenos-Aires, Londres, Madrid, Santiago, RÍoJ aneiro etc. traducen .su amor, como aquí en
Turíii, en solemnidades religiosas y cívicas, que
fulguran \-ivos resplandores.
En las Ca.sas de Misiones de la Patagonia y
Tierra del Fuego, de la China y del A.ssam, del
Mattogrosso, y entre los Jívaros del Ecuador, de
Río Negro y del Chaco, del Africa y Magalla­
nes, serán más modestas; pero puede ser que más
conmovedoras las fiestas y alegrías. Será un pobre
misionero, que perdido en la sel\-a y cansado,
hoy piensa en el Cardenal y se reanima, o un pe­
queño indio que hace la comunión por el Aposto!
de las Misiones de D. Bosco, y sino, un fiero jí­
varo. que apoyado en su lanza, despliega los labios.

i86
avezados a palabras de venganza, para deshojar
una dulce Avemaria, acompañando al incansable
Saleslano, que, en recuerdo filial y nostálgico, evoca
las fiestas d^ Turín.
De todo el mundo salesiano se eleva un poema
espiritual de afecto, de alegría, de oración y devo­
ción. Así como al aparecer el sol en la mañana de
primavera, todas las flores elevan al cielo sus per­
fumadas corolas, del mismo modo en estos faustos
días, se eleva de tocias las Casas Salesianas un
himno solemne de agradecimiento y alabanzas,
por la Misa de Diamante del hijo predilecto de
D. Hosco, del primer misionero, Obispo y Cardenal
nuestro, o para decirlo en una palabra, segi'm frase
inspirada de S. S. Pió XI, de nuestra más licnnosa
gloria.
¡Cuán grande y magnífico es este concierto de
augurios y oraciones, que en ramillete armónico
se eleva, cual incienso perfumado, de la tierra salesiana al trono de D. Bosco, de María Auxilidora y
del mismo Dios, regocijando el paraiso con nuevo
rayo de luz eterna; ya que las grandezas que tienen
su origen y consistencia en el orden sobrenatural,
resultan siempre de gloria divina, y hacen repetir
a los angeles como a los hombres de Dios: Santo.
Santo, Santo es el Señor: a El solo el triunfo y la
gloria por los siglos de los siglos.
Y allá, en las alturas del eielo, donde únicamente
se sublima el hombre, el coro salesiano, más enfer­
vorizado y poderoso, impetra de Dios, para Su
Kminencia, más florida longevidad y, para nos­
otros, espíritu más semejante al suyo.
Mientras beso reverente la Sagrada Piírpura,
tengo la fortuna de ofrecer a Vuestra Eminencia
estos sentimientos, que comparten todos los Salesianos. Complázcase Su Eminencia, considerando
como el diamante más fúlgido y perenme de este
jubileo, una más amplia y pofm ida penetración
en el mundo, de aquel espíritu salesiano, que ha
hecho de \'uestra Eminencia, el instrumento di­
vino.' y sabio artífice, de las maravillas que celebra
la Sociedad del Venerable D. Bosco, con tanta
alabanza de la Iglesia Católica y del mundo entero.

Homenaje del Clero y de los niños.
Luego que sé terminaron los aplausos que
arrancó la elocuencia de Mons. Aguilera, tomó
la palabra el Teólogo Caballero D. Tomás Bianchetta, Párroco de la Anunciata y Presidente
del Colegio de los PárrcKos de Turín.
Con frase viva y elegante, ofreció al Eminentísitno Cardenal el homenaje de la Archidiócesis,
que se gloria de contarlo entre sus hijos, y se
asocia al tributo de admiración, por las obras
realizadas en sesenta años de sacerdocio y
treinta y ocho de episcopado, augurándole larga
y fecunda vida en beneméritos trabajos.
Un joven del Circulo Auxilititn, Carlos Anselraetti. alumno del Real Politécnico, promete
al Cardenal Cagliero, con robusta frase cristiana
y en nombre de los jóvenes del Oratorio l'estivo,
imitar su ai>ostolado uniéndose cada vez más.

real y espiritualmente a Jesucristo, para llevar
su espíritu regenerador a la sociedad.
E n un entreacto, se cantó la delicada romanz.;:
L ’Orfandlo: los versos son del clérigo Francesia.
y del clérigo Cagliero la música. Los dos esaicharon visiblemente comfilacidos su juvenil
composición, magistralmente ejecutada por un
soprano.

Discurso del Catedrático G. de Sanctis.
En medio de un religioso silencio, se levantó
a hablar el catedrático de la Real Universidad
de Turín y Director de la Real Academia de
Ciencia, Dr. Cayetano de Sanctis.
Eminentísimo Principe, .
Es un deber, que a los agasajos y homenajes
que hoy tributan a Vuestra Eminencia, se asodeu
cordialmente todos los amigos de la Obra Salesiana.
Ellos no pueden permanecer indiferentes; deben
celebrar con honda satisfacción, la grandiosa obra
religiosa y civil, que Vos, secundado por vuestros
hermanos, y siguiendo el ejemplo de D. Bosco.
habéis llevado a cabo y continuáis efectuando eu
la América del Sur.
Podemos decir, que allí se repite ahora y a Ir.
vista de todos, el prodigio que vió el monje n mano Agustín, cuando el gran Pontífice, S. Gngorio Magno, le envió de su convento a evangelizar
. a los ingleses; el mismo prodigio que contemplíiron las sacerdotes mandados de Roma a Bulgari;
cuando otro gran Pontífice, que se llamó XicoUsi.
compuso, para los neófitos, aquel sabio códig'amasado con la doctrina cristiana y la sabia y pnidente tradición romana, es a saber: el abrirse de
aquellos pueblos a la civilización, bajo los auspi­
cios del misionero.
De esta manera renueva hoy la Iglesia Católic.'.
por vuestra obra, bendicida por Dios, Eminenls.siuio Principe, y por la de vuestros hermanos >
demás misioneros, sus antiguos milagros. ¿Qmca
ha dicho que Iglesia e Imperio son mía trisu
ruina? Cierto que muchos y poderosos imperios
se han derrmnbado para siempre. Cayó el Imperio
Romano, expresión la más alta y admirable de la
civilización antigua, y que por su estructura parecía
eterno. Cavó asimismo el coloso Imperio de Carlos t
v Felipe II en cuyos dominios no se ponía el sol.
y desapareció, a pesar de sus prestigiosos generales
V reformas civiles, el Imperio de Napoleón. Y ¿que
decir de los imperios que vemos nosotros hundirn
miserablemente en niustros días, no obstante suannadas y soldados, y cuya potencia parecía in­
vulnerable?
En cambio, la Iglesia Romana sobrevive a 1.'ruina de todos los imperios, y no solo vive, sino que
también florece; de su añoso tronco brotan de con­
tinuo bástagos lozanos y fecundos, que la reju­
venecen, y llenan de consuelo el corazón de tod<s
los católicos.
Ahí tenéis en la Familia Salesiana, en su dC”
rrollo portentoso, en las obras que realiza, ya entre

r
— í 87
nosotros q en lejanas tierras de Jilisiones, una prueba CagUero tan dignamente encama, seréis ayuda
evidente de la actividad de la Iglesia en nuestros valiosa, y termino con este augurio, im factor im­
días. Leed las estadísticas de expansión salesiana portante en manos del Smno Pontífice, para apla­
y os congratularéis conmigo, tendréis motivo para car esos odios que tiñen de sangre la tierra, para
asociaros a los festejos que se tributan ai Emmo.
convertir, no sólo a los salvajes de la Patagonia,
Cardenal, digno representante de las \*irtudes que sino también al salvaje que se oculta en el fondo
animaron al Fundador de la Obra Salesiana.
del corazón de todos los que nos gloriamos de
Pueda ser que, cuando el i i de No\dembre de hombres civilizados, y convertirlo por el amor,
1875 D. Bosco os daba el adiós de despedida, y os ese amor que se canta en la Imitación de Cristo,
prometía, como luz y remedio en la vida de fatigas amor el más gra:ide, el más dulce y fuerte, amor
y peligros que os aguardaba, la ayuda de Dios con que no se satisface y reposa sino en Dios.
las palabras llenas de fé y esperanza del gran nriMerecidos aplausos cosechó el ilustre cate­
sionero S. Pablo: Omnia pos%ufn in eo qui me conjortat, pueda ser, digo, que aun confiando ciega­ drático.
mente en la Providencia de Dios, no esperárais el
ingente desarrollo que debía tomar en América
y otros lugares la Obra Salesiana de Misiones; los
incalculables y opimos frutos, que el Señor se pro­
A continuación habló el Dr. G. B. I'ilipello,
metía de la entrega absoluta de la volimtad de
Vuestra Eminencia a Dios. En ese abandono, alcalde de Casteinuovo.
encuentro yo la explicación de las maravillas impo­
Eminencia,
sibles a la sabiduría y cálculos humanos.
« Conquistaréis la Patagonia con sudor y san­
De aquellas bellas colinás que os son tan Q u e ­
gre, os decía D. Bosco, y veréis lo que son mila­ ridas, de la tierra feraz que os ha plasmado vigo­
gros ». Vertimos, en verdad nuestra sangre y
roso y fuerte como sus fmtos, en nombre de los
sudor, habéis escrito Vos, y vimos lo que son mi­ hijos de Castelnuovo, paisanos de D. Bosco y de
lagros. 'Ahora bien, ¿qué cosa ha multiplicado Vuestra Eminencia, reciba los más feivdentes, aumestras fuerzas entre fatigas y correrías misione- gurias y sinceros homenajes.
ras? ¿Qué es lo que os ha dado fuerza y acierto
Desde el día afortxmado del áño 1851, en que
para conducir a buen término, con ventaja y gloria con ansia febril os acercasteis por vez primera ai
de la Iglesia, como D elgado e Intemrmdo en las modesto sacerdote, que fué después vuestro vene­
Repúblicas de Centro América, negocios que hu­ rado Padre y Maestro, y a insinuación suya de­
bieran puesto en aprieto a los más versados en la jasteis nuestra tierra para sembrar y recoger en
vieja diplomacia? ¿Qué es lo que a Vos y a la Fa- otros campos, Castelnuovo os ha seguido, paso a
niilia Salesiana en una época de disensiones vio paso, en vuestro largo y fatigoso camino, en vuestra
lentas, no solo entre pueblos extraños, sino también brillante carrera de estudios, en el Oratorio y la
entre los que cobija el mismo techo y gobiernan las Universidad, en las manifestaciones geniales de
niismas leyes, mientras quedan sembrados de vue.stra música, a través de las fatigas y beroisuios
huesos hmuanos los caminos que vieron pasar de vuestra caridad en las epidemias y Misiones, en
los ejércitos más fuertes y numerosos que han vuestros triunfos de fé y éxitos diplomáticos, y
contemplado los siglos, y, que apenas tenuiiiados los por último, en vuestro apogeo y gloria con la in­
estragos de la gran guerra, se devora la pobre Eu­ vestidura Cardenalicia. Madre afectuosa y santa­
ropa en luchas intestinas, que ensangrientan sus mente orgullosa de tus triimfos, hoy te dice por
ciudades, ¿qué es, ¡oh, Eminentísimo Cardenal! lo mi medio: « Hijo mío, has obrado como bueno
^luea vuestra Obra a la Sociedad Salesiana, la con- y has merecido liien de la Patria >.
en un mismo sentir, fuertemente unida,
|Oh! cuán lejanos los tiempos, en que rapazuelo,
ajena a las divisiones de partidos y nacionalidades? asistía con devoto temor y buen propósito a la
1^ vuestra fidelidad a los principios de vuestro in­ patriarcal administración de justicia, a la sombra
signe Fimdador, la abnegación absoluta de vues­ del campanario, después de las ví.speras del Do­
tra Obra, que no se preocupa más que de ha mingo! ¡Cómo han cambiado las cosas! iCuánto
hacer el bien por doquiera, sin exclusivismos de tiempo ha pasado y cuantos hombres han muerto!
•irogún- género. Esto os ba permitido practicar Pero el recuerdo del muchacho piadoso y avispado,
aquel alto patriotismo, que consiste en honrar del clérigo edificante, del joven e intrépido sacer­
y hacer amar la Patria con obras de bien, dignas dote que en la epidemia del cólera socorre a los
Qe elogio, con elevado altruismo, que sin renegar atacados, consuela a los moribimdos y es sabio
üe la patria terrena la ensalza y glorifica, sir­ consejero de la salud pública, este recuerdo lo
viendo a la patria del cielo, haciendo el bien en cornserva y conser\-ará siempre Castelnuovo. Y
tioinbre de Dios a todos los hombres, sin distinción recuerda al valiente jefe de la grandiosa obra mi­
de nadones ni razas, de clases y de partidos, a sional salesiana, cuando, a pimío de partir a le­
esoi hombres, que necesitados de ayuda y vejados janas tierras, vino a pedir la bendición de su an­
todas las^ de^racias, se disponen a odiarse, ciana y venerada madre; recuerda vuestras afor­
«uites que tender la mano al hermano que sufre.
tunadas fatigas en la Patagonia, por cuya civili­
Vos, Eminencia, vosotros, queridos ber- zación habéis derramado parte de vuestra sangre;
Salesianos, custodios de las tradifciones de se regocija de la» resultados dp vuestro apostolado,
'tiestro Venerable Fundador, que el Cardenal y os aplaude al veros consagrar Obispo y llegar

Saludo de Casielnuovo.

— i88 —
más tarde a Vicario y Delegado Apostólico, y por
último, a I^ríncipe de la Iglesia.
Casteluuüvo se siente orgulloso con el honor
de Vuestra líminencia, porque si habéis Uevaao
por el inundo la fe y el nombre de Dios, la lengua
de Italia y la civilización de Roma, habéis tam­
bién. siempre y doquiera, dado prueba del buen
corazón, fraiujueza de carácter y lal.'oriosidad
de nuestra fuerte raza.
Y Casteluuovo, que ya otras veces os ha pro­
clamado públicamente benemérito ciudadano,
quiere hoy daros nueva prueba de admiración,
<ledicando al Cardenal Cagliero, para recuerdo
peremne de los venideros, una plaza, pequeña si
queréis, pero llena de recuerdos para Bu liniineiicia
y para nosotros, porque además de haber sido en
otro tiempo el foco de la vida de Castelnuovo.
resume, en hermosa trilogía, vuestra vida en el
país. Allí está la casa donde visteis la primera luz.
la que os recibió Obi.spo y la que es hoy residencia
(le nuestro Cardenal. Y si su Eminencia prende
fuego a la yesca que yace liajo la ceniza, podrán
erigir los de Castelnu&vo otro monmnento que
espera vuestro nombre, un etlificio que sea com­
plemento de nuestro Instituto Paterno, que no
j)uede acoger hov a cuantos a él acuden.
Pero sobre todo, Castelnuovo hace suyo el deseo
ardiente que domina a la a.samblea, desea que
Dios conceda a \’uestra Eminencia la dicha de ver
Santo a vuestro Padre y Maestro, y que nosotros
Ijodamos llamar, lo antes posible, el Santo de
nuestra tierra, al que ya fué su más esclarecido
ciudadano,

las Misiones Salcsianas Extranjeras^, como re­
cuerdo perenne del primer misionero salesiano.
Este anuncio fué acogido por el público con
entusiasmo indescriptible. E l auditorio se puso
en pié, gritando; ¡Viva el Cardenal Cagli^o!
y aplaudiendo sin cesar. E l Cardenal, conmo-\-ido
por tantas muestras de afecto, agradece con incli­
naciones de cabeza, y alza la mano para bendecir.
Leyéronse a continuación numerosas adhe­
siones de los Cardenales de la Curia Romana,
de los Obispos que dirigen la Obra de la fé en
las más apartadas regiones; de ilustres perso­
najes americanos y europeos, toda una serie de
nombres, augurios y felicitaciones.

Habla el Cardenal.

Por último tomó la palabra el Cardenal para
manifestar a todos su agradecimiento. Declara
solemnemente, que tanto de su carrera sacer­
dotal, como del haber escapado de la muerte en
la niñez, y de los éxitos en tantas empresas, le
es deudor a D. Bosco. Lo mismo podemos añadir
de D. Francesia.
« Si nosotros hemos conseguido puestos de
honor en la sociedad, y sobre todo, si hemos po­
dido hacer algún bien, y yo os aseguro que hemos
procurado hacer cuanto hemos podido, después
de Dios, se lo debemos a una persona. No a
nuestros padres, qi e los dos perdimos mu>
niños, ni a nuestrás madres, santas y buenas,
l’U alcalde recibió muchos plácemes, y el pero que no podían ayudarnos, sino a D. Bosco,
mismo Cardenal se.mostró muy reconocido.
que de jovencitos le hemos llamado Padre, que
hemos vénerado y escuchado como a Maestro
durante toda su vida, y continuamos venerando
y llamando Padre hasta hoy, y esperamos to­
De nuevo se renovó el entusiasmo de la con­ davía venerarle en la tierra, antes de que par­
currencia como al leer el autógrafo del Papa, tamos a darle las gracias al cielo ».
cuando D. Trione. antes de dar lectura al sin­
La apoteosis del discípulo resultó, al fin, apo­
número de adhesiones, dió en nombre de los teosis del maestro.
Superiores las siguientes noticias;
« Corno ya fné anunciado, la Patagonia, que
fué el campo de los más penosos trabajos del
gran misionero salesiano. ha querido demostrar
A L V E N E R A B L E H ERM ANO
su gratitud y reconocimiento al iniciador de
su civilización, poniendo el nombre de Cardenal
O B IS P O D E F R A S C A T I
Cagliero a una de las estaciones más próximas
a Patagones, de la nueva línea que se está consPIO PP. XI
IruyemUr. I.as tiestas de inauguración, que fucnm presididas por el Gobernador del territorio,
V e n e ta b le H e rm a n o ,
resultaron imponentes.
s a lu d y b e n d ic ió n a p o s tó lic a .
También la patria chica. Castelnuovo de Asti.
S i por todos es considerada como
ha demostrado el aprecio que profesa a su escla­
recido conciudadano, dando el nombre de Car­ especial del ciclo poder gtfsfar, después^ de
cuenta años, los goces inefables de las prur.tci^
denal Cagliero a su plaza central.
E l Consejo Su].)erior de la Pía Sociedad Sa- sacerdotales, ¡con cuánto mayor alborozo no ce­
lesiana ha determinado abrir en las cercanías bemos festejar a los pocos agraciados a
de Turin, y en breve fecha, un nuevo colegio ¡a misericordia divina concede celebrar,
que se llaniará « CoU'sio Cardeftal Cagliero. pura de sesenta años, sus bodas místicas de

Buena noticia.

Autógrafo del Papa,

CARDENAL JUAN CAGLIERO

— 189 —
con el Cordero Immaculaáo! Por eso no nos nia- y natural el consuelo espiritual que experimen­
ravilln. Venerable Hermano, el que de todas partes tarás en tan fausto acontecimiento, pues, si echas
U lleguen felicitaciones y augurios en el gratísimo una mirada retrospectiva, verás el largo camino
día en que por vez tercera lex'ita novel, renuevas cuajado de opimos frutos morales y religiosos,
ypftfr el ara sania el Sacrificio de la Nueva Lev.
sembrado de tesoros para la vida eterna. Y como
Sz regocijan contigo y con sobrada razón, los nu­ las penas y alegrías de los hijos lo son de ¡os padres,
merosos hijos de la Pía Sociedad Salesiana del Nos, compartimos gustoso contigo estos goces misVenerable D. Sosco, ya que tu eres su gloria más . ticos, y nos congratulamos de que tu buena salud
hermosa, no sólo por el esplendor de la sagrada nos prometa la lisonjera esperanza de ver aún
Púrpura, sino también y especialmente, por las por muchos años desarrollar fus vigorosas energías
dos características que en ti resplandecen en modo y celo inagotable, en bien de la iglesia. Este es el
particular, cuales son: la constancia con que en voto que hacemos de todo corazón, tnicntras nos
iodo tiempo, lugar y circunstancia te has mante­ asociamos a todos tus hermanos, esparcidos por
nido fiel a las normas y espíritu del gran Fundador el mundo entero, para elevar a Dios un himno fer­
y la incansable actividad que desde la Pntagonia, viente de acción de gracias.
teatro de tus primeras proezas apostólicas de celo,
Entre tanto, nos es grato invocar de todo cose extendió a las vastas regiones de la América razón copiosas bendiciones sobre ti y tu querido
Meridional y Central, suscitando con los aplausos hermano, amado hijo Nuestro D. Juan Bautista
y admiración general, entusiasmo de emulación
Francesia, gloria asimismo de la Familia Sale­
en tus mismos hermanos.
siana, y con el cual dividirás las alegrías inefables
Por esta tu infatigable y, mediante la gracia, del mutuo jubileo. Cofuo auspicio de los divinos
iruetnosa actividad misionera, civilizadora del carismas y prueba particular de Nuestro afecto,
bueco Mundo, Nos, creednos, sin temor de apar­ impartimos la Bendición Apostólica con toda la
tamos de la verdad, que sobre el horizonte cris­ efusión del alma, a T i, y a tu querido, hermano atiano de nuestros dias brillará tu obra con luz es­ mado hijo nuestro D. Francesia, a los Salesianos e
plendente, junto a la de otro ilustre misionero,
Hijas de María Auxiliadora, y en primer lugar
apóstol de las estepas africanas y cuya humildad a vuestro Rector Mayor.
franciscana fué merecidamente elevada a la cumbre
Dado en Roma, junio a S. Pedro el 14 junio de 1922.
de la dignidad CardmaUcia. E s más que legitimo
PIO PP. X I.

Memorable audiencia Pontificia
Somos admirador entusiasta de ia Obra de D. Bosco
y nos consideramos feliz de haberlo conocido.

Para unirse de otro modo a los solemnes ho­
menajes que tenían lugar en Turíii, con motivo
de las bodas de diamante del Kminentísimo
Cardenal Cagliero, el Santo Padre recibía en
audiencia particular, la tarde del Domingo, día
25 de Junio, en el patio de 5 . Dámaso, a los Su­
periores y alumnos del Colegio del Sagrado Co­
razón del Castro Pretorio, y de la Escuela Agrí­
a la de los huérfanos de la guerra, alos del Ora­
torio Festivo, al grupo de esploradores, una
representación de antiguos alumnos del Círculo
Sagrado Corazón y de los Cooperadores, en
junto más de mil personas.
A las 18 el Santo Padre, acompañado del
Maestro de Cámara, Mons. Caccia Dominioni,
r de los Camareros Secretos de turno, Mons.
^ o n e y Venini, y escoltado por la Guardia
^oble, bajaba al patio y ocupaba el trono.
*ScholaCantorum %entonó nnoL Aclamación
'•i Papa del maestro Antolisei.

A continuación, nn alumno se acercó a los
pies del trono y leyó un .sentido discursito, en
el que recordaba la presencia del luninentísimo
Cardenal R atti en el Colegio del Sagrado Co
razón, el julio pasado, cuando presidía la aca­
demia dantesca y la distribución de premios.
Terminó pidiendo la bendición apostólica.
Presentaron al Santo Padre un hermoso
álbum con las fotografías de la Academia, y
ejecutaron un bellísimo Oremus pro Pontífice del
maestro Antolisei. Terminó el acto con el si­
guiente discurso del Papa:
*Nos, somos, ¡oh amados! entre los más amados
hijos en Jesucristo, que me sois queridos parti­
cularmente como lo eran a Jesús, Nuestro Divino
Modelo, amados como germen y esperanzas del
fuiuro;Nos, somos de los más antiguos, y digo an­
tiguos para mi, porque vosotros nada sabéis toda­
vía de vejez: Nos somos, con intima complacencia.



IQ O

de los más antiguos amigos personales del Vene­
rable D. Bosco. Hemos visto a vuestro glorioso
Pudre y Bienhechor con nuestros mismos ojos.
Hemos estado jimios, cambiando impresiones,
comunicándonos, por largo espacio, ideas, pensa­
mientos y consideraciofies de importancia. Hemos
visto a este gran propugnador de la educación
cristiana y observado el modesto lugar que se re­
servaba entre los suyos, pero que resultaba ser un
eminente puesto de mando, vasto como el mundo
y tan benéfico como vasto. Por esto somos entu­
siasta admirador de la Obra de D. Bosco, y nos
consideramos felices de haberlo conocido, y haberle
podido ayudar, por gracia divina, con Nuestro
modesto concurso, en tan grande obra. En Italia, en
Galízia, en Polonia, desde los Cárpatos al Báltico,
hemos visto esta obra y hemos contemplado a los
hijos de D. Bosco, consagrados todos a su obra
santa, grande y benéfica.
Por eso nos enc&ntramos hoy con particular
satisfacción de nuevo entre vosotros; otra vez, des­
pués de aquella, que felizmente ha evocado el pe­
queño orador y en la cual tuvimos el consuelo de
comprobar vuestros progresos escolares, y entregar
con nuestras manos el premio a los más estu­
diosos.
Os saludo con el corazón y os felicito, al par que
nos felicitamos por haberos visto de nuevo, y os
concedo la gran hendició^i que habéis pedido por
x'ucstro interprete. Es una bendición para todos los
cujuí presentes, y que hago extensiva a todos los que
queréis representar y quieren ser representados por
vosotros: a vosotros los del Circulo, que repre­
sentáis el fruto maduro, la flor abierta de la Obra
dcD. Bosco: a vosotros alumnos internos y externos
del Colegio del Sagrado Corazón, y especialmente
a vosotros, huérfanos de la guerra, que por vues­
tra desgracia, sois los predilectos del Corazón de
Jesús.y por lo mismo sois también los más amados
y predilectos de Nuestro corazón, y a quienes qui­
siera aliviar con esta bendición (unta desventura: y
finalmente, a todos los que con los cantos e instru­
mentos habéis querido realzar esiaretmión. A iodos
os alcance nuestra bendición: pero ante todo y
sobre todo se dirija a los que con particular afecto
se cuidan de vuestra educación, a aquellos, que
en noffibrc de Jcsiis y del Venerable Bosco, vientrn
nutriendo vuestra juventud c*i los principios de
la educación cristiana, enriqueciéndoos con un
tesoro, cuya preciosidad no apreciaréis en toda Ui
vida, pero del que sentiréis cada día y a todas las
horas más sólidamente su inmenso c inestimable
valor.
No se os puede mirar, sin contemplar el gran­
dioso espectáculo que se ofrece y surge detrás de
vosotros, de miles, de centenares de miles, de mi­
llones de niños, de jói'cncs, de hombres maduros,
de todas las clases sociales, en totios ¡os organismos



de la vida, que han bebido en las fuentes del Ve­
nerable D . Bosco los tesoros de la educación cris­
tiana. Ese magnifico espectáculo es el monumento
más glorioso y grande que se puede elevar jamás
a vuestro Padre, y en cuya comparación, todo
monumento material resulta pobre y pequeño.
E n esta amplitud de miras, es hermoso iden­
tificarse con otra solemne fiesta, que hoy mismo
se celebra en Turin, en honor del que es honor y
ornamento de la Familia Salesiana, del Cardenal
Cagüero. Agradecemos a Dios el habernos conce­
dido contribuir con Nuestra particular compla­
cencia y paternal afecto al homenaje, que se tri­
buta al generoso campeón de la Obra Salesiana,
cuya labor, por su getterosidad, es obra de misio­
nero y de regeneración cristiana y civil de una
vastísima parte del mundo.
Nos alegramos, asimismo, de ver sentarse a su
lado la figura benemérita del sacerdote D. Juan
Francesia, velada por la modestia, y no obstante,
pura y sólida gloria de la familia de D. Bosco.
Nos es grato, por lo tanto, en este momento tan
precioso, derramar nuestras bendiciones sobre
todos vosotros: salesianos y alumnos; próximos
y lejanos. Que el espíritu de Dios descienda sobre
vosotros y con vosotros more, concediéndoos shs
gracias y favores. Que ella sea el broche de oro del
inestimable beneficio de la educación cristiana,
que recibís o habéis recibido bajo la dirección de
los hijos de D . Bosco. Que se conserve en vosotros
este tesoro, llegue a la plenitud y produzca abun­
dantes frutos, de que es fuente inagotable. Que esta
divina bendición os acompañe en todos los mo­
mentos de la vida, de esa vida, que a todos t»oso/ros,
pequeños y grandes, se os abre todavía y presenta
como inexplorada, y consagre todos vuestros nobU^^
sentimientos, y especialmente, el propósito de
conservar inviolables los principios de la edu­
cación cristiana y propagar sus beneficios c&n el
ejemplo de fidelidad intrépida y generosa a Jesu­
cristo, a su santa fé, a la santa Iglesia y ala
Sede. Este fué el privilegio, del cual el Venerable
D. Bosco os ha dejado el más elocuente ejemplo,
que Nos hemos podido leer y sentir en su corazón,
cuando pudimos comprobar, que por enama ¡íí'
toda gloria, colocaba la de ser fiel ser^'tdor de Je­
sucristo, de su Iglesia y su Vicario ».
Recibida la Bendición, los alumnos cantaron
todavía un himno con acompañamiento de
la banda.
Después el Santo Padre permiti d a todos lo»
Su¡)eriores besarle la mano e inmediataniei'i»^
se retiró a sus habitaciones, saludado con
salva de aplausos.
E n la segunda galería se asomaba el
para bendecir de nuevo a los alumnos, QU*
continuaban aclamándole, mientras la banda
repetía el himno pontificio.

CHINA

A tra v é s de la guerra*

lamentar incidente alguno. Terminada la faena,
cerramos las puertas y todo quedó en cahua.
Hacia el mediodía volví de nuevo a la ciudad,
y no me había apenas sentado para tomar un bo­
cado, cuando se me acerca el viejo portero, que,
ceremonioso y pidiéndome mil escusas, me dice:
Padre, perdona si te molesto, pero en la portería
hay ima mujer mal trajeada que desea hablar
inmediatamente contigo. Viene de muy lejos v
tiene mucha prisa. Yo no quería molestarte pero
ella insistía tanto, que he venido a decírtelo.

En eí C o le g io im p ro v is a d o . — E s tu d io d e l ca­
tecism o. — T r a n s p o r te de vig a s.

L a m u je r d e l m a n d a r la c r is tia n o de L o k -T c h o a g
— C u rio s a a la rm a .

A la mañana siguiente apenas alboreaba, re­
pasé el río y llamé a la puerta de la Elisión, que
:ne abrieron con mil precauciones. Encontré el
improvisado Colegio muy nmueroso, pues pasaban
de los cien los individuos de toda edad y condición.
Todos se habían levantado y a y tenían terminados
el aseo y la limpieza de sus habitaciones, como así
:nisiuo puesta al fuego el agua para cocer el arroz.
Alabé su diligencia, el aderto en la distribución de
las diversas dependendas, y les in\ ité a oir la
santa Misa. Rezaron con extraordinario fervor,
en tono de las grandes solemnidades, modulando
la \oz, de modo que era im primor el oirles, pues
aunque la lengua china sea áspera de .suyo por
las continuas nasales y guturales que la semejan
a un continuo estornudo, cuando habla con Dio.s
>abe encontrar dixlces acentos que llegan al co­
razón.
Tenninada la misa, les exhorté a aprovechar el
tiempo que forzosamente debían permanecer en
el colegio, para estudiar el catecismo. Mi pro­
puesta fué acogida con alegría, y apenas distri­
buidos los libros, se cousirtió la casa en grillera.
1.0S cristianos más ancianos se ofrecieron gustosos,
para enseñar a los pequeños la doctrina, comenzando
jx>r la señal de la cruz, que cuesta fatigas lograr
'}ue la hagan bien.
Los niños cou\drtieron en sala de estudio la
liabitadón que yo había reservado, colocándose:
í^lgunos recostados en la cama, otros sentados en
el suelo, y los más, en apretado rachno, al rededor
de mi escritorio. Encargué a los ancianos la asistmeia de los muchachos, encareciendo el orden
y la buena marcha de todo el grupo, para lo cual
se estableció un horario que señalaba las horas
principales de levantarse, acostarse, del rezo en
común y del estudio.
I>os hombres, y con ellos muchas mujeres, se
aprestaron con entu-siasmo para transportar
rigas, y en poco tiempo había en seguro trescientas,
llenando la plazoleta contigua a la Casa. Durante
este trabajo, ni se vió un soldado, ni hubo que

Me dirijo aprisa a la portería, y apenas mi
Iniésped me ve aparecer en el umbral, se arrodilla
e inclina proftmdamente, por tres veces, hasta
tocar el suelo con la frente; después, de pié, co:nenzó a discurrir largamente sobre el tiempo,
el viento, la lluvia etc. Al principio hablaba como
un mandarín, pero apenas, con una mirada furtiva,
se dió cuenta de mi barba incipiente, juzgó que se
las había con un novel y empezó a hablar en dia­
lecto Cantones, terminando en dialecto Hac-Ka,
interrumpida únicamente por ñus interjecciones
de ríibrica, ¡oh! ¡oh!
Cuando me dejó hablar le pregunté por el objeto
de su visita, }- como buena china, me contestó que
no era otro que el de presentarme sus respetos,
pues no tenía nada particular que comunicarme.
Creí que con esta respuesta se despedía, pero ella
se sentó tranquilamente, y tomando de nuevo
el hilo con desenvoltura y de.sparpajo me dice:
Padre, ¿no tendrías una habitación o cuchitril
para guardar algmias cosillas mías? Vengo de muy
lejos y no conozco a nadie, por eso te ruego que me
des hospitalidad; yo me contento con cualquier
cosa.
Su petición me puso en aprietos, porqué no
teníamos más habitaciones presentables que las
que usábamos. Le manifesté mi sentimiento por
no poderla complacer, pero me importunó de tal
manera, que hube de acompañarla a la parte de
edificio destinada a los forasteros, y mal llamada
casa, pues no tenía más que los muros pelados
y el techo me-dio derruido. Le hice ver dos cuar­
tuchos y la cocina, sin atreverme a enseñarle más.
Y o estaba aveigonzado porqué no podía afrecerle nada mejor y ella, en cambio, se relamía de gozo y
no cesaba de exclamar: jOh, que hennoso! ¡Qué
bien estál ¡Miel sobre hojuelas! Estoy muy satis­
fecha de haber encontrado alojamiento tan coinodo y lujoso para una pobre como yo.
Dióme las gracias má-s efusivas y cordiales, y
recogiendo su carta de recomendación se dirigió
a la puerta, desde donde me dijo, ultimando de-

E l nueDO orfanato de 5 b iu -C & o ir
(Continúa la re la c ió n d e l l/lis io n e ro P. G arlo M -B ra g a )

II.



192

talles: Voy a la barca donde tengo una poca ropa
y vuelvo enseguida. Conmigo vendrán un tío, mi
hermano y dos criadas, y si me lo permite, traeré
líus maletas, algunas gallinas, una pareja de ánades
y un poco de arroz. Dentro de unos días llegará
mi marido, el mandarín de Loh-Tcliong... ¿Verdad
que no te sabrá mal? ¡Nada, una friolera! Sin
aguardar a que saliera de mi asombro y pudiera
hacerle mis ob.servaciones, y aun antes de que le
<lijera que sí, se alejó rápidamente.
No habían concluido aún los criados de quitar
las telarañas, tapar los agujeros de las ratas, y
allanar con tierra el pavimento, cuando se presen­
taron los huéspedes, que saludaron alegremente,
y sin más preámbulos tomaron posesión de su
Icjcal. Da poca ropa y maletas de (pie me habló,
resultaron ser más de treinta y algunas de ellas,
de las más abultadas y pesadas, las llevaron
a mi cuarto, con el pretexto de no caberles, pero
rogándome las alejara de la luz y las tuviera bajo
llave. Das gallinas serían unas cincuenta.
Kn la algarabía del aleteo y cacarear de las
gallinas, se me acerca el hermano do la mandarina
y me dice con ingenuidad, rara entre los clüuos:
i ’udre, hasta ahora he sido un mal cntecitiueno,
indiferente cu el cumplimento de mis deberes
para con Dios. Soy soldado y te aseguro que es
muy difícil observar los mandamientos de Dios,
pero hoy te prometo que he de remediar lo pasado,
proceder con más juicio y cumplir exactamente mi
obligación.
Y lo decía con tal compunción y sinceridatl
que me dieron ganas de abrazarle.
Al anochecer tuve la gran satisfación de ver
durante el rezo a nuestros inqidlinos derrodülas
u los pies de Mxria Auxiliadora.
No me había apenas dormido, cuando me des­
pierta el criado lleno de miedo y gritando: « Dadrones, ladrones ». Me puse a escuchar, y efectiva­
mente, oí grande alboroto, un ruido infernal,
l ’asudu la primera impresión, comencé a distinguir
el aleteo de los ánades y el rabioso ladrar del perro.
Me levanto, bajo al lugar del zafarrancho y me
encuentro que el perro había dado con el gallinero
y andaba a caza, desplumando gallinas y ánades,
(pie, para librarse de tan furioso cazador, volaban
de aquí para allá, sobre el hornillo y los anuarios,
tirando cazuelas, sartenes y haciendo añieexs todos
los cacharros.
H1 perro a mi llegada tomó los de Villadiego, y el
pobre criado respiró tranquilo, procurando ordenar
aquel desbarajuste.
V n co m p á s de esp era . — S in m a te ria le s .

Tasaron algunos días sin novedad. A los momentckS de angustia y zozobra .sucedieron la tran­
quilidad y la calma, casi la nonuaüdad de la vida.
Se abrieron de nue\o, aunque <xm precauciones
las tiendas, se animaron las calles y el comercio
empezó a vivir de nuevo, ya que las noticias de la
guerra eran menas alarmantes y los piratas de­
jaban vivir en jxiz. Yo pasaba la iKxdie y casi todo
el día entre los buenos cristianos del improvisado
colegio de Ho-Si.



Kra un espectáculo conmo^■ edo^ el que ofrecían
aquellos hombres de edad madura, probados per '
las vicisitudes de la vida y curtidos en todas ks
fatigas, estudiando el catecismo remüdos en 1.
iglesia, y cantando coplas, piadosas con la sumisión
y obediencia qxre pudierair hacerlo los niños.
Dos cristianos, haciendo de maestros, se repar­
tieron en grupos para hacer más provechosa su
labor y rogaban comnigo al buen Dios, para que
bendijera nuestros trabajos e hiciera germinscon el sol de la divina gracia, la semilla que seu:brábamos.
Dos chiquillos y los jovencitos eran los más
atentos, asiduos y entusiastas de las explicaciones
(jue se daban; reinaba en todos alegría desacos­
tumbrada. Era Dios que alentaba su naciente lé
con favores especiales. En efecto, las remesas
(le víveres, agua y leña llegaban regularmente,
y durante la estancia con nosotros, no tuviiiK <
que lamentar desórdenes ni incidentes de ningún
género.
En mis continuas idas y venidas a la ciudad,
Iiacía vo algmias escapadas por la orilla del río
en busca de ladrillos, cal y maderas, para la cons­
trucción del Orfanato, pero desgraciadamente
no encontré nada durante dos meses. Mucho sen­
tíamos todos la demora; pero por otra parte, nos
consolaba el pensar que los obstáculos eran prueba
de que el Orfanato era muy grato a Dios y que
nuestros sufrimientos y contrariedades eran nada
comparadas con los deD . Bosco, considera<nones
que ahogaban las quejas antes de que asomaran
a los labios.
O tra p e tic ió n de h o s p ita lid a d . - U n a num erosa
f a m ilia se a lb e rg a en e l g a llin e r o .

Volvía un día mu}’ de mañana de una infruc­
tuosa excursión, cuando me anunciaron la
de un personaje importante, con atribuciones de
casi un gobernador de nuestras ciudades. Parco
en palabras, pero cumplidísimo en las fonna.'^,
cambiamos las frases de rúbrica con los consabidos:
¡oh! ¡oh! ¡ohl ¡ah! ¡ah! y las inclinaciones de cos­
tumbre, entregándonos mútuamente las tarjetas
de visita. Hecha la recíproca presentación y decla­
ración de p(xieres, y después de discurrir breve­
mente sobre generalidades, me pidió una habita­
ción o dos, o tres o cuatro, para él, su mujer, 1<’S
hijos y criados; jHjrque él debía marchar enseguid«‘‘
(X)u moti\o de la guerra, y quería dejar en seguro
a los suyos. Tenninó diciendo; Sé que tu adoras a
un Dios pcKleroso, qxxe os ordena dar posada al
peregrino; ábreme por lo tanto tu casa y cumple
los preceptos de tu doctrina ».
Me apresuré a (X)utestarle que le hubiera reci­
bido gustasísimo, pero tropezaba con una difi­
cultad, cual era la de carecer de un local digno «v
su autoridad y noble familia. No satisfecho fii
convencido con mi respuesta, se levantó el í>r.
1,00, asi se llamaba mi hombre, y abriendo un.:
puerta me dice: iOli! mira; esta habitación parece
hecha para mí, está en la planta baja, cerca de la
portería, sin sol ni demasiado aire. Su salida me
convenció de que mi barbita ni siquiera le había

193
infuadido respeto reverencial, por lo que le dije;
— Sr. Loo. este es el despacho , la sala de recibo,
el estudio, el archivo y biblioteca del Sr. Obispo.
— Entonces me servirá esta otra, contestó
rápidamente, mientras se adelantaba
empujaba
otra puerta.
— Este es el cuarto de los criados y como ves
aún es pequeño para ellos.
— Los criados los mandas a otra parte, aunque
sea al gallinero.
— Poco a poco, para nosotros los criados no
son burros de carga ni máquinas que debemos



a Mons. X'ersiglia, que volvía sin tenninar su Visita
Pastoral a causa de la guerra. Enseguida le puse
al corriente de todo, hasta de los deseos del Sr. Loo
que quería habitar nuestro gallinero.
El día siguiente hételo aquí de nuevo todo
risueño, y haciendo al Sr. Obispo las mistnas peti­
ciones que lue hiciera a mí el di a anterior, como
si se tratase de tma cosa nueva; pero a la primera
negativa se plegó, contentándose con habitar el
gallinero, refugio seguro, máxime Iremolandti al
aire la bandera tricolor italiana.
vSe llaníó a los albañiles, (jue improvisaron c<)n

I n a u g u r a c ió n d e l n u e v o O r fa n a to « C r ls tia n o > d e S h iu > C tio w .

explotar, sino hermanos ei> Jesucristo; los conside­
ramos como hennanos y comprenderás ejue no es
su lugar el gallinero.
No se desconcertó nuestro hombre, al contrario,
dibujó en sus labios ima sonrisa y se coló de ron­
dón en el jardín, cuya puerta estaba abierta, y de
allí pasó al huerto donde saludó galantemente
a los huéspedes, que ya se habían acomodado y se
hallaban como príncipes, según manifestaban. Por
du, y como si fuera el dueño de la ca.sa, abrió el
gallinero que no tenía cielo raso, ni xddrios en las
ventanas, y en cambio, no faltaba basura. Miró
? remiró todo, acabando su inspe z( ión con una
carcajada, como si hubiera dado con una vena
de oro. Se deshizo de nuevo en cumplimientos
y agasajos y se marchó diciéndome: X'olvere
prernto; te mego que no alquiles a ninguno ese
hícal. Por la noche tuve la satisfacción de recibir

1^

cañas de bambú un cielo raso y retocaron el pavi­
mento; .se pusieron los cristales en las ventanas
y a p>oco quedó transformado el gallinero en de­
cente alcoba, que pudo cobijar a toda la familia
del Sr. I.,oo con gran satisfacción suya, pues juz­
gaba en tiempo de guerra más seguro im gallinero
que cualquier otro aposento.
P a ra m í la b u a rd iH a . — N o s o tro s n o hem os
v e n id o a n e g o c ia r. - - M as in q u ilin o s .

Xo habían apenas los nne\ os inquilinos tomado
pacífica posesión del gallinero, cuando ya me en­
contré al Sr. Obispo bregando por convencer a un
joven, exp>erto comerciante de la ciudad que fre­
cuentaba haría alí?án tiemj» la casa, de que no
había más aposentos disp>onibles, a no ser que
se resignara a \*ivir en la buardilla, vieja, ruinosa


}• sucia, abierta a las intemperies, de modo que
Íiacía peligroso el habitarla. ¡Quién lo creyera!
l')ste joven de porte elegante, (llevaba en la oreja
izcjuierda un hermoso pendiente de oro), aceptó
imnediatamente el dormir bajo teja vana, aun
antes de ver el local.
Por tercera vez me tocó, no sin vergüenza,
sacar los trapos al sol, subiendo por una escalera
])digro3a hasta el zaquizamí, líl observó minucio-samcnte todo, hizo sus cálculos y mirándome con­
tento y satisfecho me dijo; Cabemos todos y cómo­
damente.
Mandaré enseguida a los albañiles para asearlo,
arreglar el piso y tapar las goteras, y mañana nos
tienes aquí alojados. Bajando la escalara faltó
poco, para que en medio de sus exclamaciones:
o ¡oh! lolii ¡qué hermoso! ¡qué bello! * no bajara ro­
dando, pues se rompió un travesaño y hubiera
caído, dando volteretas, a no cogerlo por las manos.
Acercóse al Sr. Obispo y le dió las más rendidas
gracias. Le acompañé hasta la puerta para recibir
y hacerle la última reverencia, pronunciando enfá­
ticamente ¡oh! ¡oh! Pero el nuiy' ladino, apenas
me vió solo, se me acerca y me dice muy quedo al
oído: — ¿Cuánto crees tú que me llevará tu Obispo
por el local? Es ittejor contratar enseguida y esta­
blecer el precio.
A tan inesperada prcgiuita, se me presentó tan
t-ívida y miserable la tacañería china, ese espíritu
egoísta (jue busca siempre lo suyo, ese utilitarismo
tan repugnante, que se me escapó un sonoro Pe­
cunia tita tecum stt in perditione, con tal fuego y
expresión, qtie mi interlocutor se acoquinó y dió
<los pasos atrás. Pero después, viéndome sonriente
insistió: — Los protestantes quieren diez dólares
por habitación, ¿lYi cuanto quieres? ¿Cuánto
ipicrrá el Obispo?
— El Sr . Obispo no quiere ni una perra. Los
católicos no venimos aquí a comerciar, ni a ganar
<linero, buscamos otra cosa. Le expliqué en cuatro
palabras la gran diferencia que hay entre la Igle.sia Católica y el Protestantismo, que dividido
en mil sectas se une para combatir, y vilipendiar
la Iglesia Católica de Jesucristo.
Quedó convencido de mis razonamientos, que
me agradeció, encargándome trasmitiera sus sen­
timientos de admiración y reconocimiaUo al Sr.
Obispo, y mientras marchaba, me dijo:
— Perdóname, pero los negocios son negocios
y es conveniente entenderse bien.
Como ven, hasta atiuí obró como verdadero
comerciante. A poco llegó con toda la familia y
parentela, cerca de veinte peronas. Terminada la
guerra, se mostró generoso sobremanera; entregó
buena cantidad en dinero, regaló pollos, embutidos
y dos palomitas. Vo hice cuanto pude para con­
vertirlo a la fé, sin lograr que le iluminara la gra­
cia divina, ni tener la salúsfacción de verle en el
re^lil de la Iglesia: no supe merecer de Dios esta
gracia. Leyó el catecismo de cabo a rabo, lo
alabó, asistió con frecuencia a los rezos en couiún;
es un buen amigo, ipie nos quiere, j>ero no es cris­
tiano.
El buen joven, una \ ez en .su comercio, comenzó
a liablar de la misión católica^ donde daban alo­

194



jamiento sin pagar ni una perra. Esta buena no­
ticia, oída por sus amigos y conocidos, se esparció
por la ciudad con la celeridad del rayo. Todo
aquel día fué un honniguero de gente, de toda
clase y condición, que suplicaba por im rincoucito.
por un lugar cualquiera. Se atendió a los más nece­
sitados y terminamos por ocupar le leñera, el baño,
la despensa y todos los rincones donde se almancenaban materiales para la obra, y cuando no fué
posible alojar más personas, admitimos en depósito
mercancías, baúles, objetos preciosos, documentos
comerciales, bancarios y judiciales... todo un museo
de antiguidades.
T e m o re s fu n d a d o s y n o tic ia s exageradas.
P a d re , re ce m o s ta m b ié n p o r e l abuelo.

Tantos temores y precauciones estaban justifi­
cados. Había llegado la noticia del incendio de la
ciudad de Lok-Tchon°; como asimismo la llegada
del general chino Ma-Tzi con sus tropas a las
puertas de Yan-Tak, nuevo Atila, que llevaba
todo a sangre y fuego, profanando iglesias, asesi­
nando cristianos, degollando mujeres y niñas a la
\ ista de sus padres, y cometiendo toda clase de
tropelías.
Iso había comunicaciones tel^¡ráticas, postales
ni fluA'iales, como tampoco circulaban trenes, lo
cual amnentaba la alarma, multiplicando el temor.
Nosotros ini.smos, aparentando cahna para rea­
nimar a los demás, no podíamos ocultar la preocu­
pación y cuidado por el Salesiano D. Pa.soti, que
se hallaba en una provincia invadida por piratas
de contiin;o y amenazada al presente por un azote
peor.
Al anochecer pasé el río, esperando llegar a
tiempo para dar las buenas noches a mis valientes
colegiales, y p>oder calmar la ansiedad que habrían
producido las malas noticias del día, propagadas
con la velocidad de las ondas hercianas.
hallé consternados; se habían enterado de
todo y aun lo habían exagerado, como ocurre en
esos caso.s. Sabían c[ue el feroz general se hallaba
a media hora de camino; que los bandidos, que
habían saqueado Lok-Tchon^, estaban en los
alrededores de Shou-Chow, y que el día siguiente
asaltarían la ciudad, abandonada ya por los sol­
dados rieles y el mandarín.
Les hice ver que exageraban, que sus noticias
tenían mucho de falso y que lo mejor era rezar con
fer\ or. Lo.s más pequeñitos se pegaban a mí, me
tiraban de la sotana y me llamaban sin cesar,
como si yo pudiera conjurar a mi antojo aquel pe­
ligro. Cuando tuve mi buen número en mi rededor
los llevé a la capilla y les hice arrodillar en la-s
gradas del altar. Allí pidieron por sus padres y
lamilia, por su desgraciada patria, para que la
China entrara de una vez por el camino de la
cixdlizacióu, de la iinica civilización verdadera y
posible, la civilización de Jesucristo. Después de
rezar largo rato, y cuando yo creí que estaríau
cansados, no sollo por la posición, sino también
por lo fuerte que rezaban, les hice levantar para
salir, pero un pequeñito de cinco años ine detiene
y dice: %Padre, recemos también por el abuelo i.

Su inocente salida nos hizo reir, pero el niño re­
petía con más fuerza; « Sí, recemos por el abuelo ».
Le dimos gusto y los niños voh ieron a .rezar.
I.a insinuación del niño fué sin duda una inspi­
ración, porque al día siguiente supe que preci­
samente la tarde anterior y a la hora que rezaba
con los niños, los soldados llamaban a la puerta
de su casa, c^ue guardaba el abuelo, marchándose
sin más, mientras forzaban las puertas de otras
y robaban a viva fuerza cuanto encontra­
ban. ¡Cosa rara! pero así sucedió.
Los cristianos, impresionados por los aconteci­
mientos, montaron una guardia en las afueras.
Armaron a los más valientes con fusiles viejos,
espingardas, trabucos, alabardas, y material de
museo de que se podía esperar todo menos un tiro.
Los elegidos para la defensa lanzaban fuego por
los ojos, orgullosos con sus armamentos. Hacían
la guardia por tumos durante la noche y se atre­
vían llegar hasta sus cabañas, sitas en la catupiña.
Gracias a Dios, no tuvieron ocasión de mostrar
sus habilidades y dar pmeba de su espíritu gue­
rrero. El saber que estaban armados y dispuestos
a defender sus vidas y bienes, contribuyó en gran
manera a contener los desmanes de una banda de
ladrones, compuesta de soldados y gente alle­
gadiza, (salida no se sabe de donde, pero con in­
tenciones de vivir del trabajo ajeno.
Me han robado el hijo que estaba en la Casa
de ¡a Misión.
Acalmba de llegar un día de Ho-Si, cuando se
presenta una catecumena del mismo pueblecito,
sudorosa y jadeante. Da pobrecita se esforzaba
por aparecer tranquila y serena, pero eran tales
sus angustias, desesperación, miedo y cólera a la
vez, que para reprimirlas y esforzarse en sonreír,
bacía cada mueca, se le escapaban tales sollozos
Y se le entornaban de tal manera los ojos, que
cualquiera la hubiera juzgado loca.
— ¿Qué tienes? ¿Qué me dices de nuevo?
¿Porqué estás tan asustada? ¿Te encuentras mal?
A estas categóricas preguntas contestó como
buena china. }Oh no! he venido a la ciudad a
comprar algunas cosas.
— Y para venir a la ciudad a comprar cualquier
cosa ¿es necesario llegar jadeante, medio muerta?
¿Es que te han robado los soldados el dinero?
— No, mira; el dinero lo llevo aquí, y abrió
la mano que los guardaba.
— Pues entonces ¿qué has venido a hacer aquí?
la repliqué; comprendiendo que quería comuni­
carme alguna grave noticia y no se atrevía.
— He venido a hacer algunas compras. Los
soldados no me han quitado el dinero, sino el liijo,
aquel que estaba contigo en la Misióir.
— Pero ¿cómo? ¿Han entrado los soldados
cu casa?
N'o. no; él esta mañana, apenas tú te fuiste,
salió para pedirme algimas cosas que necesitaba;
le vieron los soldados, le cogieron y se lo llevaron
Consigo. Ven, ayúdame a salvarlo, a volverlo a
casa.

— Tu hijo estaba seguro en el Colegio, pero
ha querido hacer el hombre, y mira lo que le ha
sucedido. Hay miles de soldados en la ciudad y
centenares de cuarteles, ¿cómo lo vamos a res­
catar?
— ¡Oh! yo te acompaño, me respondió apre­
suradamente la pobre mujer. Y o sé donde lo han
llevado. \’amos, pues me temo que se lo lle\'ou
fuera esta noche. Tu ya sabes como les tratan,
que no les dan de comer, m les cuidan, ni les pagan
y por añadidura los cargan como bestias. Me lo
decía con tanta pena, y la vi tan descorazonada,
que decidí salir con ella inuiediatajueute.
Cogí, por lo que pudiera ocurrir, aunque sin
mala intención, un buen bastón, y caminamos
más de media hora por obscuras y estrerlms ca­
llejuelas, llenas de iuimindicias, hasta que llegamos
a la puerta secreta do uu cuartel. Ella abrió cau­
telosamente la puerta, y señalándome al hijo con
el dedo» me dijo: lallí está!
Estaba tumbado sobre la paja, tan atemorizado,
desconocido y fuera de si, que apenas pude cono­
cerle; ni tenía fuerzas para saludarme.
Me acerqué resuelto y comencé a desatarle las
cuerdas que le apretaban fuertemente las muñecas,
en medio de la admiración de un centenar de sol­
dados, que observaban llenos de asombro la
escena. Y a estaba para salir, cuando, despertando
de la borrachera de opio un soldadote, me corto el
paso gritando: no puede ser, no sé puede. Este
muchacho es mi faquín; harto trabajo me costó
darle caza esta mañana.
— Yo en cambio te digo que este muchacho,
es un cristiano mío. mi amigo. Tú afirmas que e.s
tu faquín, díme: ¿Cómo se llama? Hadme ver la
matrícula. xSi es, como dices, tu criado ¿qué cosa
le has dado de comer hoy? ¿Cuánto le pagas?
No sabiendo que responder a mis preguntas,
quiso coger al muchacho por las nianos, pero se
lo impedí ixjniéudome en medio de los dos. y
mientras razonaba con el soldado, caminaba hada
atrás, llevándome de calle al muchacho. De nin­
guna manera quería entregarlo por la bagatela de
diez dólares, pero cuando llegué a la puerta, el
muchacho de dos saltos llegó a donde estaba .su
madre, que lo abrazó llorando. Me quedé a la
puerta, para impedir que el soldado le .siguiera;
después me marché, didéndole con voz sonora
en piamoutés: Tú estás bien, no te muevas. Mi
lenguaje terminó la empresa; el soldado volvió
refunfuñando a su pajar, y yo alcancé enseguida
a mis protegidos. La mujer me rogó que llevara el
hijo al Colegio, pues ella iba a comprarle algunas
cosas.
A l olor de la cena.
Cuando entré con el hijo pródigo al colegio
fué grande la algazara de sus compañeros, pero
duró poco tiempo, pues otra vez se prezentó la
madre del muchacho gritando: Padre, los soldados
están a la puerta de casa y quieren tirarla y entrar
a toda costa. Ven a defenderme.
— ¿Cómo has podido venir tú, si los soldados
están a la puerta?

— ig6
— lie salido por los huertos y he venido a lla­
marte.
— ¿lias e.scondido tal vez en casa alguno de
Ins obligados a llevar los bagajes inihtares?
— No, yo no he escondido nada ni a nadie.
ha complací. Cuando llegamos a la casa ya se
habían marcharlo los soldados. De dentro salía
im olorcillo apetitoso de asado, y al entrar por la
puerta de los huertos me encontré con un ban•juete medio prepararlo, para celebrar la libertad
del hijo de manos de los sóldados. Knciina de la
mesa habla un tostón casi asado y algunos
ánades pelados y aderezados para la sartén. Esto
me explicó el coraje de los soldados hambrientos
a la puerta, encontrando natural, aunque no
ilelicado, sus amenazas, pues esperaban una costi
lleja de cerdo o una pechuga de ánade para cena.
Al contemplar después la cara de asustados
de los pocos que habían quedado en la cocina para
deíender la presa, en ca.so de asalto, no pude con­
tener la risa e hice algunas observaciones a la
mujer, (luc me miraba asombrada, no explicán­
dose mi alegría en cosa tan seria para ella. Mira
\ ieja, le dije, no es prudente preparar estas cenas
en tiempo de carestía, y menos estando llenos lo.s
caminos de soldados hambrientos. Y además,
mi buena mujer, hoy es vienxes, y aunque tú no
seas todavía cristiana, te hubiera ahorrado, un
susto la abstinencia. Si Dios no ha permitido que
los soldados invadieran tu ca.sa, se lo tlcbes a su mi­
sericordia. ([ue es grande. Vale por tanto la pena
de ejue hagas hoy un poco de penitencia, guar­
dando para mañana el cerdito y preparando hoy
peces para la cena.
Mis razones devolvieron la calma y buen hmnor
a todos: salieron unos de los escondrijos, otros
bajaron <le la buardilla y jimtos dimos gracias a
Dios por haberles sacado de aquel apuro.
A la mañana siguiente me envió, la buena vieja,
un cuarto del tostón, un ánade a medio asar y dos
botellas de vino, destilado del arroz, presente que
agradecieron y devoraron mis colegiales con el
mejor apetito.
E n la au se n cia d e l Sr. O b isp o . — A d q u is ic ió n de
vig as. — L o s p ir a ta s . ■ A p re s a n a l S r . T ong .

A pesar de la guerra y sus vicisitudes, Monseñor
Versiglia soñaba con su Orfanato y aprovechaba
todas las ocasiones para proveerse de materiales,
entrar én tratos con los maestros de obras y probar
todos los medios para continuar las obras, evitando
2>nrndas dañosas.
Cuando ya se habían vencido casi tovlas las
ilificultadcs, y estábamos a punto de continuar,
tuvo el Sr. 0 bis|)O que ausentarse. 1-U viaje que
debía hacer no era nada agradable ni seguro, ha
Misión estaba infestada de piratas e invadida por
millares de soldados de diversas provincias, que
hacían la empresa temeraria juzgada humana­
mente, pero no inqx>sible, para los que se abando­
nan a la Providencia Divina, que ha prometido
su asistencia a los apóstoles de su doctrina.
Al marcharse Monseñor y quedar sólo cou mil
diversos asuntos entre manos, me propuse poner

en práctica su encarecida recomendación de alle­
gar los materiales necesarios, para construir la
casa de los pequeños huérfanos.
El día después de su partida vino un comerciante
de maderas a ofrecerme una gran partida, que
había logrado conducir a Shiu-Chow, eu medio de
mil peligros y aventuras. Acepté gustoso su ofre­
cimiento y nos fuinros al río para tratar de la
compra.
No encontré la madera en condiciones, y me
apresuré a volver a casa, llegando providencial­
mente a e.so de las tres. Atravesado el umbral,
oigo un vocerío confuso, y me encuentro al por­
tero hecho tni ovillo, muerto de miedo y al criado
pálido como un difunto, con la lengua negada al
paladar. Me dirijo al jardín de donde venían las
voces y se oían los lloros, y al abrir la puerta se
echan todos a correr gritando: los piratas, los la­
drones. La mujer del mandarín cayó al .suelo medio
desmayada; mientras los demás gritaban, y los
niños corrían que se las pelaban.
— ¿Qué ocurre, qué pasa? grité a todo pulmón
para hacerme oir. Al conocer mi voz, páranse en
seco los que corrían; levántanse los que había por
el suelo y todos vienen y se me echan a los pies,
levantando las manos y pidiendo protección y
amparo. Todos quieren hablar a la ^•ez y explicarme
lo ocurrido, pero las lágrimas, la angustia y el
miedo no les permiten enlazar las ideas. La mujer
del mandarín, un poco reanimada, no cesaba de
gritar: Salvad a mi hermano. Los demás gritaban
a coro: Los piratas, Padre, los piratas; esconde
nos mejor. Los soldados han llevado preso al Sr.
Tong y lo van a fu.silar enseguida.
Luego que se calmaron un poco me hice ex­
plicar por mí maestro de chiuo lo ocurrido. Habían
entrado tres soldados, que cogieron y ataron al
hermano de la señora del maiularíu y se lo lialnan
llevado, no sabían con (pie intenciones.
— ¿Y no lo ha seguido ninguno de vo.sotros.-'
— Sí, tus do.s criados José y Pedrito, pero no
sabemos por donde han marchado.
Las mujeres continuaban .sollozando y .«e a•^u^•
taban catla vez que abrían la puerta u oían al­
guna voz extraña, poniéndose a gritar. El asunto
era serio de verdad; ya no se trataba de mías ga­
llinas o tostones, de qienes se querían apropiar
injustamente, sino que se trataba de la vida de lui
hobre. No sabía que hacer. No me resolvía a ir en
busca del huésped, porque no se podía dejar la
casa eu el estado de ánimo en que so encontraban
lodos y a riesgo de que no me hallaran los eriado.s,
en caso «le (jue vinieran en mi busca. Por otra
parte, no tenía una persona prudente con quien
aconsejarme.
l ’ero eu nuestra pobre y desprovista capilla,
estaba María Auxiliadora, y a Ella recurrí con toda
confianza. Llamé a todos, lo.s reuní en la iglesia a
los pie.s de la Madre de los afligidos, y con lágrimas
y sollozos de los más, le pedimos nos inspirara lo
que debíamos hacer para salvar al infeliz Sr. Tong.
Me levanté lleno de confianza; ya no me sentía
solo. Hice escribir inmediatamente a mi maestro
una carta para el mandarín, poniéndole al co­
rriente de todo, y rogándole atendiera a la sega-



n ?



estudiar el terreno. Yo lo vi cuando salía de la
iydesia. pero no hice caso, porque soldados y foras­
teros entraban como en su casa. Me extrañó que
no me devolviera el saludo, pero al verle hablar
con el maestro no le di ninguna importancia. Poco
después marchó y refirió a los amigos sus imprevsiones, y a continuación establecieron vigilancia cerca
de la Misión para verte salir y entonces dar el
golpe. Cinco minutos hacía que tú habías salido,
cuando se pre.sentaron tres, vestidos de soldados,
a la puerta. Abrió el viejo portero, y al ver aque­
El S r. T o n g en lib e r ta d . — F ia de ¡a g u e rra .
llas caras de poco amigos, quiso cerrar, pero se 1*i
impidieron, apuntándole al pecho los re\'ól\'ercs.
Cogí el sombrero y el bastón y eché a correr.
Junto a la salida me encuentro .a la comitiva de los Guiados por el espía a mi escondrijo asustando a
todos, me prendieron, y atadas las inauos atrás,
soldados, del criado y de la víctima. Y o no daba
crédito a mis ojos. A primera vista parecía que se como un malhechor, me obligaron a seguirles.
habiaii vuelto las tornas, que los nuestros traían
Salen a la calle llamando la atención de los (jue
el soldado a casa, pues venía entre los dos. Muy pasaban que se admiraban del valor de los sol­
al contrario. Me paré de golpe, y esperé a cpie los dados, por haber pescado a un bribón. Oía algunos
tres atravesaran el umbral y se hallaran junto al insultos e imprecaciones que me dirigían, pero no
me cuidaba de recogerlos, tanta era la incertidum­
otro vestíbulo; entonces dije bajito a los criados;
cerrad la puerta enseguida.
bre de mi suerte.
Pero estaban tan atolondrados y aturdidos
Al pasar delante de la puerta del mandaríu,
que me entendieron demasiado tarde, porque quise gritar para interesar a los soldados de
habiendo comprendido el soldado mi orden, echó guardia, pero casi me costó cuatro puntapiés, y a
a correr como un gamo a la puerta, aunque no puñetazos y empujones me condujeron fuera de
con muy buena fortuna, pues se cerró antes de lo la puerta septentrional de la ciudad, al pié de una
que pensaba, cogiéndole los dedos y quedando colina llena de sepulcros, donde me echaroíi al
suelo y me hicieron esta intimación:
como ratón en la trampa.
— Si quieres conserx'ar la x4 da, debes entre­
Esto ajiimó a todos. El criado José, joven esbelto
y forzudo, cogió por el cuello al malandrín, porque gamos inmediatamente quinientos dólares.
•— Yo protestaba que no tenía dinero, y que
tu\o el gusto de morderle las manos mientras
Pedrito atrancaba la puerta principal, antes que si lo había en la Misión no era mío. Por respuesta
entraran los conrplices del malhechor, llamados recibí una lluvia de bofetadas y puñetazos, con
por él a grandes voces. No se daba por vencido la amenaza de fusilanne en el acto. Mientras se
todavía el bribón y continuaba forcejando entre cebaban en mí aquellas bestias feroces y descar­
los brazos de José, que le sujetaban como unas gaban golpes sobre mis espaldas, recé con toda
tenazas' pero cuando le apuntaron a la frente con mi alma un Ax’emaría, poniendo el negocio en
uu ba.stón. cuya empuñadura semejaba un revolver,
manos de la Virgen, seguro de que me auxiliaría.
Después de la tremenda paliza me pidieron de
se amansó como un corderillo. José le decía: Con­
dúcete bien y estáte quieto, porqué también tene­ nuevo el dinero. Entonces intervino José, diciendo
mos xm fusil ¿entiendes? y lo metió en seguro en con su cahna habitual a los locos que me maltrata­
una habitación apartada. Arrestado el pirata, fui ban :
— Vosotros queréis el dinero ;no es verdad?
a cuidar al Sr. Tong, que sangraba por las manos
y las roílillas, y lo encontré en la iglc.sia, arro<lillado Aquí no lo tiene. De tenerlo, estará segurameiite
tlelaute de liaría Auxiliadora. Aguarde a que desa­ en la Misión; vamos allá y tal vez lo encon­
hogara su corazón, dando rienda suelta a .sus afec­ traréis.
Consultáronse mutuamente los cuatro bribones,
tos y pudiera con paz y tranquilidad dar gracias
y paredéndoles bien la propuesta del criado, orde­
a la Virgen.
Cuando le curaba después, me narró el suceso naron la \ uelta, colocándonos a mí y a José a los
como sigue: Tú recordarás, Padre, que muchas lados del soldado desamiado y los otros lre.s,
vec<> el Sr. Obispo te indicó que despacharas la detrás de nosotros, amartillando los revólveres.
criada que había traído mi hennana. Si lo hubiéra­ Nosotros tres delante, caminábamos ligeros, por
mos hecho, no habría ocurrido esto. Por fin, ayer eso llegamos un poco antes que nuestra escolta
larde, se decidió mi hermana y la despidió, con de honor, v dio lugar a que quedaran fuera, cuand<j
hartO' motivos para ello. Una vez en la calle, la tú mandaste cerrar la puerta.
El pobre Sr. Tong tenninó la narración conmo­
mujer se encontró con una cuadrilla de piratas,
antiguos conocidos, á los que confió los secretos vido y didéndoiue:
— Padre, bautízame enseguida, pues creo con
de sn ama, diciCndoles que tenia mucho dinero
toda el ahna. Si no hubiera sido por la protección
y obe los preciosos.
Enseguida combinaron los bribones el modo de la Virgen, a estas horas estaría muerto.
El bribón que cogimos fué arrestado por el man­
de desbalijarla. Ua criada sabía que tú estabas
ayer en Hc-Si. y que Monseñor había partido y la darín, que me pidió mil escusas por lo ocurrido, y
casa estaba sola, siendo por lo tanto fácil la eni- quería que yo mismo estableciera la pena del reo.
presn. En efecto, esta mañana mandaron a uno a Me contenté con decirle, como en otra ocasión

rielad de la Misión, y a la iiitangibilidad de cuantos
se habían refugiado en ella, sin pago de iiingiin
género. No habían salido todos de la iglesia, cuando
llegó Pedrito, valiente muchacho que se había
portado como un hombre, pues había seguido pi­
sando los talones a los malhechores, y me
dijo: Padre, ven enseguida porgue los soldados
quieren fttsilar al Sr. Tong; se encuentran junto a
la puerta septentrional de la ciudad.

— igS —
semejante lo había hecho el inolvidable D. Olive:
• Juzgadle según vuestras leyes ».
ha vuelta del Sr. Tong disipó las temores, re­
nació la alegría y de todos los corazones se elevó
un himno de gracias a María Auxiliadora, por
haber salvado tan admirablemente al que la había
invocado con fé.
Dos días después terminó la guerra. El Colegio
quedó como jaula sin pájaros, pues los alumnos
voh’ieron a sus labores; en cambio, se llenó el galli31CVO de ocas, patos y gallinas, que enyiaban los
agradecidos huéspedes. El Sr. I.<oo marchó a Cajxtóu y de allí a Macao. El mandarín de I^ok-Tchong
con su señora qui.so a.sistir a la consagración de
Moas. Versiglia, en prueba de reconocinúento por
cuanto había hecho por él y su familia y le regaló
una magnífica litera.
,
Con la tranqulidad recobró el comercio su nor­
malidad y pudimos finalmente ad({iiirir los mate­
riales necesarios para la construcción del Orfanato,
comenzando los trabajos el 30 de Noviembre de
1920, día primero de la Novena de la Inmaculada,
para nosotros de feliz augurio.
{Continuará).
D. Cart.os María Braga ,
Misionero Salesiano.

Episodios de m isiones

Un lirio silvesíre.
A medida que las tropas argentinas avanzaban
l>or el valle del Río Negro, del Neuquéu y de
Chubut, los indios se retiraban huyendo a las
gargantas y hondanadas de las cordilleras.
Harto trabajo les costó a los Misioneros Salesianos el encontrarlos en sus madrigueras e ins­
truirlos en la religión, haciéndoles gustar las
satisfacciones de la civilización cristiana.
Un grupo numeroso de familias se había re­
fugiado en las faldas de Sierra Colorada, en un
lugar desconocido por completo y sin comuni­
caciones con las dennás tribus. Eos padres, antes
de la huida, habían sido catequizados y bautiza­
dos por los misioneros, y por eso ellos transmi­
tían a sus hijos, como Dios les daba a entender,
sus buenos sentimientos y cuanto sabían, pero
veían privados a sus pequeños de la gracia re­
generadora del bautismo.
A fines de Noviembre de iqoo, llegaban a
\’iedma, a la casa central del Vicariato Apostó­
lico de la I'atagonia Septentrional y Central,
dos indios, caballeros en sendos caballos, y ves­
tidos a su manera. El joven era cliileno y se di­
rigió a la parroquia en busca del cura; y la mu­
chacha a su vez, aconsejada por algunos que

había allí, se fué al Colegio de las Hijas de María
Auxiliadora.
Sor Teresa, encargada de atender a los pobres
y especialmente a los indios del campo, se acercó
a ella con amabilidad, preguntándola con dul­
zura: — ¿De dónde vienes? ¿Cómo te llamas?
¿En qué puedo servirte?
— Me llamo Francisca, y vengo para hacerme
cristiana y a que bendigan mi matrimonio.
Mis padres son cristianos pero y o no, y mi ma­
dre me dice que no viviré tranquila ni será feliz
mi matrimonio, porque no soy crististiana.
— ¿De dónde vienes?
— ¡Ah! hermana; de lejos, de muy lejos. He­
mos empleado catorce días en el viaje a caballo,
y he pasado mucha sed y hambre.
— ¿Cómo se llama tu pueblecito?
— No sé decirlo. Se encuentra allá abajo,
muy dentro de la Sierra Colorada. Pero oye,
hermana, y o debo arreglar todo hoy, porque
mi marido quiere volver enseguida. Se la con­
dujo al misionero. Por la tarde volvió conten­
tísima, y apenas vió a la hermana le dijo; Oye,
hermana, me quedo ocho días; mi marido estará
con el misionero y yo contigo. ¡Qué alegre estoy!
Tú me enseñarás lo que debo saber y el padre
me hará cristiana, hija de Dios. ¡Qué felicidad!
A la mañana siguiente acudió puntualísima.
Enseguida aprendió a hacer la señal de la cruz,
las oraciones y las principales verdades de nues­
tra fé. Un día la llevó la hermana a la capilla
del colegio, y la pobrecita no salía de su asombro,
contemplando las columnas, el altar, la balaus­
trada, el sagrario y las pinturas. Se paró delante
el cuadro de María Auxiliadora y maravillada,
exclamó: « ¡Qué hermosa señora! ¡Cuánta gente
tiene a su derredor! » ¿Qué es esto?
— Es María Auxiliadora.
— Y ¿aquél niño que tiene en los brazos?
— E s Jesucristo, cuando era j^equeno.
— ¡Ah!; Y ¿aquella señora es su madre?
— Sí, la madre de Jesús. ¿Acaso no decimos
en el Credo, que Jesucristo Hijo de Dios nació
de Santa María \’irgen?
— ¡Hijo de Dios! Y o cuando sea cristiana
también seré hija de Dios... ¿Entonces, seremos
los dos hermanos?
— Sí, querida Francisca. Jesucristo es nues­
tro hermano; será tu hennano, y debemos pro­
curar tenerlo siempre con nosotros, no man­
chando el alma con el pecado.
— ¡Hermoso! ¡hermoso! Y o tendré siempre
a Jesús conmigo, en mi corazón. En el fondo de
la capilla había un crucifijo. Francisca se im­
presionó profundamente al \'erIo y exclamó;
¡Pobrecito! ¡pobrecito!...; ¡Cuánto sufre!...
— Aquel, Francisca, es et nifiito que has visto
en los brazos de la A’irgen. Cuaiuio llegó a la

199
edad de treinta años, dejó a su Madre para ir
a predicar la doctrina del cielo, el Evangelio.
Fué el primer misionero.
— ¡Oh! ¿Sí? ¿Jesús fué misionero?
— Cierto; pero los malos, en lugar de con­
vertirse, comenzaron a odiarle hasta que le
prendieron y condenaron a morir en una cruz.
Por eso decimos en el Credo: « padeció bajo el
poder de Pondo Pilato; fué crucificado; muerto
y sepultado... » ¿Lo recuerdas?
— Sí, sí; y continuó rezándolo hasta al fin.
El día siguiente asistió a la misa 3’ comunión
de las niñas y hermanas. Estaba conmovida.
.\penas \dó a la hermaife Teresa la acosó a pre­
guntas, pues quería saber el misterio que se celabraba, conocer el origen de la comunión, cuan­
tas veces comulgaban...., y a cada respuesta,
^e exdamaba admirada y llena de alegría. ¡Dios
sólo sabe lo que pasaba por su alma en aquellos
momentos!
Ciertamente que su alma bella, no embru­
tecida por la ignorancia y brutalidad salvaje,
debió experimentar goces suavísimos al primer
contacto con Jesús. Como había \'ivido suspi­
rando por el misionero con ansias de ser cris­
tiana, dicha que sólo conoda por las vagas
enseñanzas de sus padres, y había conservado por
muchos años viva la llama de una fé que conocía
de lejos, no es extraño, que abrasada ahora con
la efusión 3' deseos de un corazón joven, viera
abrirse horizontes' no soñados, y probara dul­
zura desconocidas de amor, calma y bien­
estar.
Cuando conoció el sacrificio de la Misa y supo
que el Señor descendía cada día a confortar la;;
almas de los fieles, cayó derrodillas exclamando:
• ¡Jesús! ¡Jesús!... ¡Misionero divino! ». Se de.sbordaba ardoro.so un corazón virgen, que en­
contraba sus primeras delicias ante un misterio
de amor; eran las primeras manifestaciones de
gratitud y reconocimiento, que brotaban de un
alma que se sentía cercana a la felicidad tanto
tiempo deseada.
Cuando estuvo preparada recibió el bautismo
en presencia de su esposo, rústico chileno, que
lloraba de alegría al ver el candor de su esposa.
Hecibió también el Sacramento de la Confirma­
ción, V a continuación fué bendecido su matri­
monio. Francisca estaba fuera de sí, inundada
de alegría que no le cabía en el pecho. Fué, des■ ués, a saludar y dar las gracias a las hermanas,
tan contenta y satisfecha, que en presencia de
UQcentenar de alumnas.levantó los ojos al cielo,
diciendo: - ¡Cuántas gracias he recibido! ¡Cuánto
me quiere Dios! Ahora un ángel vela por mí 3" yo
fe veré siempre a mi lado ». Después, volvién­
dose a las hermanas, añadió: « decid al Sr. Obispo
lera Mons. Cagliero, a la sazón Vicario Apostó­



lico), que nos mande al misionero », 3’ se marchó
acompañada de las bendiciones de todas.
Poco después enseñaba el misionero, rodeado
de un grupo de salvajes que le escuchaban ató­
nitos, las verdades cristianas, y celebraba la
Santa Misa en aquel pueblecito, perdido en
la Sierra Colorada.
E l carácter dulce y bueno de Francisca, junto
con su tierna y fervorosa.piedad, ganaron el
corazón de su esposo, que despojándose de sus
asperezas y malos modos, empezó de nuevo a
cumplir como buen cristiano, y se conservó es­
poso amante y fiel.
Así premiaba Dios una virtud nacida en la
pobreza moral del desierto, >• crecida lozana y
vigorosa, aun en medio de la degradación sal­
vaje, por alimentarse de la esi)eranza divina.
JUAN' B er a ld i Pbro
Misionero Salesiano.

nyudad a las Misiones.

©urarjfe esfe año, soq ya varias
la^ expediciones de misioneros ^alesianos que han partido a diversas
regiones.
El último domingo de /Agosto, un
grupo de más de cuarenta se despe­
día de María Auxiliadora en su Ba—
silica de Turin. Fué un adiós conmovedor, del que haremos relación
detallada el próximo número.
Dentro de poco saldrán otros para
la nueva Misión de l^imberley en
Australia.
Estos viaje-íí y preparationes, ama­
dos Cooperadores, suponen tantos
gastos, que nuestros Superiores se
encuentran en grandes apuras.
Ayudadles, en la seguridad de que
Dios bendecirá largamente vuestra
generosidad.
Las limosnas dirigidlas al Rdmo..
D. Felipe Rinaldi, Rector Mayor de
los Salesianos. Via Cottolengo, 32'
Turin (Italia).

f 5-

CULTO
#

f de María Auxiliadora
#



/V<5s tenernos la perauaslóa de que, en ¡as vicisitudes dolorosas de lo s tiew pon q u e atravesam os, ao nos quedan más consuelos que lo s d el Cielo, y e n r íe

^

éstos, la poderosa protección de ¡a Virgen bendita, que fue en todo tiempo e l
A u xilio d e lo s Cristianos.
PiO X .

^
^

N

#

e

María Auxiliadora
En la Habana (Cuba)

T’U poético mes de Mayo de U)Z2 ha dejado en
la Habana imborrables recuerdos. Si Mayo en todo
el mundo CvS bello, poniue la naturaleza se cubre
íle verde alfombra salpicada de hermosas flores,
en la ciudad de la Habana, cantada por historia­
dores y poetas Perla de las Antilla'i. las flores son
tan excepcionalmente preciosas que no las hay
iguales en parte alguna de la tierra. En este paraiso
encantado, el más hermoso que ojos humanos
\'ieron, hus flores son dignas de una reina; mas
no de una reina cuakiuiera, no; dignas de la Reina
tic los Cielos. Por esto Mayo dejó en la Habana este
año inolvidables recuerdos; porque sus flores, las
mejores del mundo, exornaron por millones a la
Sma. Virgen María.
T,a .sociedad católica de la Habana durante
el mes mariano por excelencia, rindió pleitesía de
amor a la Reina de los Cielos, « Flor del Campo,»
V Lirio del \'alle
en cuyo purísimo caltz exhaló
sus más divinos perfumes Crísto Jesús. En todos
los templos y capillas, en todos los colegios catóHeos de uno y otro sexo, en los hogares cristianos,
en público y en privado, por todas partes, se ofre­
cieron flores a Marín; pero, las más lindas, las más
frescas, las más olorosas, y con ellas, millares de
corazones.
Cada iglesia y cada congregación ri\ alizó en
licstas esplendorosas, que pateuti/.an cuánto y
cuán de verdad se atna en Cuba a la Santísima
Madre de Dios y de los hombres.
Sin embargo, hay (juc hacer un aparto, aparte
cxcciK'ional, recordando los festejos que esta
casmopolita capital de las Antillas tributó a María
Santísima, bajo el encantador y glorioso nombre
de « Auxiliadora ♦ .

La archlcofradía.
Existe en la Habana, desde hace seis añas, í la
muy ilustre archicofradía do María Auxiliadora
erigida canónicamente hace tres en la regia Ca­
pilla de las Reverendas Madres Reparadoras, y

unida a la Basílica de Turín, Una ilustre y piadoíü
dama, Sra. Rosario R. de Martínez, devotísimo,
mejor aún, enamorada de María Santísima Auxilir.dora, trajo a la Habana esta devoción; y de tal
manera la ha extendido, y hecho amar, que hoy
se conmueven todos los corazones católicos al oir
sólo promunciar la celestial advocación:
María Aiixilium Christianorum, Ora pro nobts.
La muy ilustre archicofradía de María Auxilia­
dora está regida por la siguiente directiva:
Director: limo, y Rdmo. Dr. Manuel Arteaga
y Betancourt, provisor eclesiástico y Vicario Ge­
neral S. P. de la Diócesis de la Habana; Fundadora
y Presidenta: Sra. Rosario R. de Jlartinez; Vice:
Sra. María Obregón- de Santa Cruz; Secretaria:
Srta. María Antonia Ecay; Vice: Sra. Dolores Díaz,
Vda. de Ferrer; Tesorera: Sra. Dolores de la Noval
y Olivas; Vice: Sra. María Teresa F. Vda. de Salaya.
Damas todas ellas distiuguiáí.inas, y grande­
mente celosas en extender la devoción de la Siua
Virgen, pero de modo que .supera a cuanto las de-,
mas Asociaciones Marianas escogitan en loor y
alabanza de la gran Madre de Dios.
Así se ha manifestado este año, más solemne­
mente aún cpie en el anterior, en la Ciudad de la
Habana, en cuyos templos se ha celebrado con
inusitado esplendor la fiesta de María Sma. Auxi­
liadora, a tenor de un bien combinado programa.
En la C ap illa de las R.R. M adres Repara­
doras.
Los sagrados Cultos que la Archicofradía dedicó
a su Excelsa Patrona cu la Capilla de las Reveren­
das Madres Reparadoras fueron bellismios. Lo?
días 20-.:i-22 de Mayo la ideal Capilla, en la cual
constantemente es adorado el Santísimo Sacra­
mento, tuvo lugar un solemne triduo, durante
el cual, V las a 5 p. m. se rezó el Santo Rosario,
un ejercicio propio, .siguiendo el sermón y la Re­
serva. Ocuparon la Sagrtida Cátedra, Tespecti^amente. los Reverendos Padres Ramón de Diego.
Capellán dcl « Asilo de ancianos de Santovema *,
V Juan José Roberts, Notario mayor del Obispado.
Cuanto se diga del fervor y concurrencia al Triduo
sería pálido, pues sabido es que uo ha}' eu la Habana

I''



CajáUa a donde concurra ni más escogido público
ni más piadoso, señaladamente damas.
El día 23, segi'm animciaba el program^. se
rezó a las 8 a. m. una Misa de Comunión general
m la que, después de escuchar la autorizada y
cálida palabra del limo. Mons. Dr. Alberto Mén­
dez, Gobernador Eclesiástico de la Diócesis (S. P.)
ccHnulgaron nmnerosísimos asociados.

En la caridad.
Tenninado en la Capilla de las Madres Repara­
doras el solemne Triduo, continuaron los cultos
a María Auxiliadora en la magnífica Parroquia de
Nuestra Señora de la Caridad, Templo nacional en
el que se venera la Excelsa Patrona de Cuba. Este
mismo día 23, a las 7,30 p. lu. se rezó el Santo
Rosario; ocupó el púlpito sagrado el príncipe de
los Oradores Cubanos. Mons. Santiago G. Amigó,
protonotario eclesiástico, quien, con facilísima y
galana frase, y con insuperable maestría, cantó
las glorias de Ñlaría Auxiliadora, y los triunfos de
su arcliicofradía. A continuación, nutrido coro
de maestros en el di\’ino arte, interpretó maravi­
llosamente ima Salve. Tenuinó aquella memorable
manifestación de amor a la Vii^en con el ofreci­
miento de flores, y recitación de inspiradas poesías:
c Venid y vamos' todos
con flores a porfia,
con flores a María
que Madre nuestra es 8.

El 24 fué el más solemne día. A las 9, la muy
ilustre archicofradía honraba a su Patrona con
una Misa cantada, en la que ofició el Reverendo
Padre Fort, Párroco del templo de la Caridad.
Ocupó la Cátedra del Espíritu Santo el limo, y
Revmo. Sr. Director de la archicofradía, P. Ar­
tera, mara\'illando a sus oyentes con su elocuencia
fervorosa y fluida, palpitante de amor a María. El
coro se excedió así mismo en la interpretación
de la solerrmísima Misa. Después, la egregia imagen
de María fué tríunfalmente paseada por el interior
del majestuoso templo, rodeada de incontables
devotos que fervorosos cantaban huimos de amor
4 su augusta Patrona. Fiesta emociante y sun­
tuosa que hizo derramar muchas y muy fervientes
lágrimas de gozo. Colocada la veneranda imagen
ffl artísticas andas, sobre las que gallardeaban las
más frescas flores de nuestros famosos jardines,
bendecía a su paso a cuantos la invocaban oon
¡diarias del ahna y cantos del corazón. Terminada
la procesión, en la que formaron las más linajudas
damas y caballeros distinguidísimos, se procedió
a la imposición de medallas de María Auxiliadora.

En la Iglesia de Guanabacoa.
En la iglesia parroquial de Guanabacoa triunfó,
también María Auxiliadora, pues el día 25 se enhcoizó una rama de la archicofradía, después
de la solemne misar mayor, en la que predicó el
pirector. con el ferv'or en él característico. La
“piísima imagen de María ftié también llevada en
úiuuío por el interior del templo parroquial, en

201



medio de las aclamaciones y plegarias de inconta­
bles devotos. Entre éstos sobresale una ilustrada
y piadosa señorita (maestra de aquella ciudad),
la cual, agradecida a un señalado favor de !María
Auxiliadora, ha formado un coro de niñas para
aquella archicofradía. A l final de la procesión
se impusieron las Medallas de la \'irgen.

En la Capilla de los Padres Salesianos.
Los días 26 y 27 constituyeron nuevos triunfos
para María.
En la capilla de María Auxiliadora que los Padres
Salesianos tienen en la calle Cannen y I'igueroa
y Reparto-Mendoza, entre las cuales se está ele­
vando soberbiamente el gran « Asilo inelán » para
niños pobres a cargo de los Hijos de D. Bosco, tam­
bién se celebraron magníficos cultos a la Virgen.
El 26 se cantó una Misa de Réquiem por el eterno
descanso de todos los asociados difmitos, a quienes
se ofreció una numerosísima comunión. El día 27
comenzó solemne octavario, durante el cual,
todos los días, a las 9 a. m., se decía una Misa annonizada, rezándose a continuación el ejercicio de
María Auxiliadora. Durante el octavario se impu­
sieron numerosas medallas. Al fin del octavario,
y en el día 3 de Junio, hubo Misa de comunión
general con cantos de bellos motetes, seguidos de
un fervorín por el limo. Sr. Gobernador eclesiás­
tico.
El día 4, a las 9 se terminaron estos inolvidables
cultos con la misa cantada, después de la cual se
procedió a incorporar la archicofradía a los Padres
Salesianos, donde radicará en lo sucesivo. Ocupó
la sagrada Cátedra ese día el muy reverendo Padre
José Calasanz, salesiano, quien con broche de
oro cerró tanta solemnidad y tanto fervor inariano.
Como regio coronamiento a tanta grandeza,
fué sacada por tercera vez en andas la dulce imagen
de la Virgen, paseándola por las cuatro calles sobre
las cuales está edificando el grandioso <1 Asilo
Inclan », despidiéndose así de sus incontables
devotas. Lindas niñas pertenecientes a la asocia­
ción de « Pajes del Santísimo » ofrecieron flores y
recitaron poesías a María Auxiliadora cu e.sta
última fiesta.
Felicitamos a la Archicofradía de Jlaría Sma.
Auxiliadora de la Habana y señaladamente a su
ilustre Director, y a su piadosísima Sra. Presi­
denta.
¡Gloria a Alaría Auxiliadoral

E l misionero católico no va en busca de oro ni
de escondidos tesoros, sino en busca de almas, por­
que reconoce en el alma del esclavo más miserable,
unaimagen de Dios, y decubre la salpicaduras de
la sangre divina de Cristo.
Un misionero.



202

¡Gloria a María Auxiliadora!
iQué bien sabe la Virgen Santísima ayudar y
proteger a quien la invoca! Agotados estaban los
recursos a que humanamente se acude siempre
en trances apurados, y éste era alaniiaute en toda
la extensión de la palabra para qxiienes veíamos
luchar entre la vida y la muerte aun henuano,
lleno horas autes de vida y alegría.
¿Qué hacer? Virgen Purí.siiua, yo te ofrecí aque­
llos mouientos de amargura (¡ue solo (¡uien los pasa
sabe apreciar en lo que son, y le coloqué tu medalla,
medalla que besó con labios fríos..., pero con el
corazón ardiendo de amor y esperanza en tí.
Empecé una novena y te pedía su curación llena
de fe, de esperanza. No se hizo esperar tu protección,
pues ya aquel mismo día estuvo fuera de peligro,
# y días después volvió a ser la alegría de todas.
¡Gracias, Virgen Purísima! Cumplo llena de
satisfacción mi promesa de publicarlo en tu revista
para tu gloria y cstítnulo de todos.
¡Gloria a María Auxiliadora! Pmebe a experi­
mentar su protección quien no lo creyere.
Esles, Santandey, Mayo de 1922.
P. DE B arreda .
En Enero del presente año se me presentó im
panadi/.o en un dedo de la mano derecha que me
impedía, no sólo celebrar la misa, sino también
los menesteres ordinarios. Me encomendé a Don
Bosco, Domingo Savio, y especialmente a María
Auxiliadora, ofreciaido publicar la gracia en el
Boletín Salesiano. Tres médicos me visitaban y
acordaron amputarme el dedo, pero los médicos
del cielo dispusieron otra cosa. Hoy me encuentro
bien. Agradecido prometo continuar siendo devoto
siiyo y cooperador salesiano hasta el fin de la vida.
Miño {Galicia), Junio de 1922.
V íctor beelo Pbro.
Era el día de María Auxiliadora. Mi hijo Mateo
cayó enfermo con pulmuuía doblo que amenazaba
llevarlo a lu tumba, a pesar de las solícitos cui­
dados. Con fe viva y el amor intonso de una madre
lo encomendé a María Auxiliadora, cuya imagen
pendía de la cabecera de la cama, rogándole lo
conservara a nuestro cariño y para sostén de la
familia. Comnigo rezaba toda la familia, los pa­
rientes y muchas almas buenas.
Un tlía en que el mol se agravó de tal manera
que la muerte parecía inminente, me fui a la igle­
sia y supliqué con más fervor a la Mrgen de Don
Bosco, pro:\ietiendo una limosna y publicar la
gracia en el Boletin Salesiano si me concedía el
favor, Era la fiesta de María Auxiliadora. Llegué
a casa con el corazón lleno de esperanza y desde
aquel día mi hijo empezó a mejorar y en breve
estaba fuera de ¡K'ligro.



Hoy está completamente restablecido y se une
a toda la familia para dar gracias a tan buena
Madre, a quien visitaremos en su Santuario de
Turín. Mientras envío la oferta prometida, ruego
con todo el corazón a la Virgen para que continúe
dispensando su protección a mi familia.
Foglizzo {Italia), io-Vi-1922.
Carolina Gioco.
En seis años que fui almnno salesiano en el Colegio
Manfredini, aprendí a amar a María Auxiliadora.
En la tormenta infernal que me trastornó de
hospital militar en hospital durante la guerra.
María Auxiliadora estaba conmigo. Rogué en los
terribles sufrhuientos, especialmente en los dolores
atroces y fui escuchado. María Auxiliadora, la
Madre querida de mis años ju^ cíiiles, me volvió
de muerte a vida por tres veces, y por último, pude
abrazar a mi fanülia y entreganiie a mi trabajo.
Mi agradecimiento eterno a María Auxiliadora
y a la bendita Obra de Don Bosco.
Este {Italia), io-vi-1922.
Un antiguo alumno del Colegio Manfredini.
El 17 de Mayo último me encontraba con otros
compañeros arreglando una avería en la red tele­
fónica Villanueva-Pensiéu, cuando, no sé porqué
contacto de liilos, recibí fuerte corriente eléctrica,
quedando rígido y suspendido de los alambres.
Eran las xo y 45. Arrancado de rm tirón por uno
de los compañeros, caí desplomado al suelo como
muerto, donde permanecí en medio del campo.,
presa de indecibles dolores por espacio de dos
horas, hasta que en el tren de las 12 3'^45 me con­
dujeron al hospital de Alejandría.
Estuve mudo por diez horas, y gracias a los
cuidados de los médicos y de las hermanas pude a
los pocos días, de dolores 3^ ansiedades para mí
y la familia, salir sano y salvo.
En mi desventura tuve a María Auxiliadora eii
el corazón y en los labios, 3' a Ella elevo ahora un
liinmo de gratitud 3’ ofrezco una limosna.
Nizza Monferraio {Italia).
Carlos Malfato.
Hacía cinco añeis que un fuerte dolor de ca­
beza me molestaba sobremanera, especialmente
en los estudios. Me hice reconocer por varios mé­
dicos que me recetaron, aimque inutihuentc. hn
el mes de Ma3'o se acrecentó de tal manera que
empecé a dudar si pcKiría continuar mis e.studios.
Estaba desconsolado y 110 hacía mas que llorar
Me aconsejaron hacer una novena a María Ai^liadora v aunque titubeé en ello, por fin me decidí,
animado por unos compañeros que se unieron a
rezar conmigo.
Desde aquel día tuve que suspender los estudios
por lo que empeoraba, pero con gran sorpresa y
alegría quedé completamente bien el último día
de la novena. ¡Gracias, Madre mía! En reconocímiento a tan gran favor, haré una visita a tu San­
tuario apenas tenniiie el cursa
Alejandría {Italia), 13-VI-1922.
F rancisco R icci,
estudiante.

Hacía varios años que las enfennedades se ceba­
ban eii nuestra familia, y últimamente la cruz
pesaba tanto que se nos hacía insoportable. Para
colmo de desdiciias, empezaron a escasear los
bienes de fortuna ofreciéndosenos un porvenir que
desesperaba.
Recurrimos consternados a María Auxiliadora
y al ^’enerable D. Hosco, prometiendo, si obtenía­
mos la gracia, publicarla para que se conociera más
y más su valiosa intercesión.

resa Alzamora, en acción de gracia $ 2.00; María
Nati\ndad G. de Tovío, en agradecimiento por un
fa\-^or recibido por medio de las tres Ave Marías,
remite $ i.oo; Isabel Arango, por gracia recibida
de M. A. $. 2.00.
Balboa: Pilar de Canepa, a M. A. por gracia reci-.
bida le ofrece $ 2.00.
Colón: María C. v. de Herrera, a M. A. por
gracia recibida ^ 2.00.

R O M A . >- R e p a r t o d e p r e m io s e n e l a s ilo d e l S d o , C o r a z ó n .
El p r e s id e n te d e m in is tr o s S r . P a c t a .
S u E . e l C a r d e n a l C a ñ ile r o

Apenas había tenninado la novena desapareció
la enfermedad y tuvimos lo necesario para salir
de apuros.
Con lágrimas en los ojos publicamos la gracia
y rogamos para que no cese su protección sobre mi
familia.
Ti:r:n, 7 - V I - 1 9 2 2 .
P. S. P.

Ba:; también gracias a María Auxiliadora ■ por
recibidos:
Panamá: Vicenta Garaa, ofrece a M. A. por
grada recibida un paquete de velas y $ 2.00; Rosa
de Tam, por gracia recibida de M. A. le ofrece un
«-voto; Isabel Chiari, a M. A. por grada redbida
* 2.00; Laura Trelles, a M. A. por una grada red$ 2.00; Amalia Lngasti, a M. A. $. 3.00;
^^rmen Guerrero de Girón, a M. A. por ima grada
3-00; Una devota a M. A. le ofece $ 2.00; Ana Te-

Ocu: Una devota, a JI. A. por gracia recibida le
ofrece $ i.oo.
Chitre: Por gracias recibidas de M. A. envían,
María Luisa Sánchez $ 2.00, Aurora Rodríguez
$ 0.50, Francisca González S i.oo, María R. de
Mendoza S 2.00, Felida R. de Reina S 2.00, Ur­
sula Reyes S 2.00.
Santiago: Martín Miiñoz a M. A. por im favor
redbido le envía la limosna ofredda... $ 0.50.;
Mercedes Aizpúa a M. A. por im favor redbido
le envía su linosna ofredda... $ 1.10: Aurora Luna,
O .i o ; Baibina Flores, 0.20.
Aguadulce: Delia Pinzón por grada redbida,
$ 3.00, Juana Pinzón por gracia redbida $ i.oo,
Emperatriz A'argas por gracia redbida $ 1.00;
Cehnira Sucre a los huérfanos de D. Hosco $ 2.00,
Patrido Pimentel da grada a M. A. y le envía
$ i.oo, Sebastiana de Campos, por grada redbida
de M . A, $ 0.60, Adela T. Sáenz para el santuario
de Turín $ 10.00.

= ÍS v= S =

POR Eb NUnDO SflLESlílMO
BEKNAL (Rep. Argentina) — Pequeño congreso
de ias compañías de los Colegios Salesianos. —
Los dias 17, 18, 19 y 20 del ote. mes celebróse
en el Colegio Salesiano de la localidad im pequeño
Congreso Eticarístico al que tomaron parte activa
todos los colegios salesianos de la Repiiblica.
Fueron cuatro días de verdadero y creciente
entusiasmo, desde el -primer día de apertura en
que vino el limo. Sr, Obispo Diocesano Mr. Fran­
cisco Alberti a traernos su bendición de padre,
hasta la i'illima, solexime consagración de todos los
niños al Sacratísimo Corazón de Jesñs.
Imposible describir en pocas palabras todos los
arranques enlusiastas de esos juveniles corazones
inflauiados por el santo amor de Dios, las nume­
rosas y prácticas resoluciones tomadas, qvie han
de contribuir grandemente a despertar en lodo
los niño.s los ardientes y puro.s deseos de una vida
verdaderamente cristiana.
Ayer tuvo lugar la solemne función de clausura;
la líscuela ofrecía un aspecto mmca visto; todo
lo mejor se había puesto al sendcio de Jesús Sa­
cramentado para cantar sus glorias, para tribu­
tarle un verdadero homenaje de adoración.
Por la tarde efectuóse una gran academia literario-musical que resultó digno broche de tan her­
mosas fíestas.
[Gloria a Jesús Sacramentado!
TUCUMÁN — Un acto de justicia. — No hace
mucho el Sr. Manuel García Fernández, acau­
dalado industrial en Tucumán, tuvo un rasgo
espléndido y merecedor de aplauso al donar
la respetable suma de un millón de pesos para
con.struir una escuela de artes y oficios en aquella
ciudad, cuya dirección estará a cargo de los RR.
PP. Salesianos.
En el jardín de la república se lia iniciado un
simpático movimiento de gratitud hacia el gene­
roso donante, al que se Ip tributará un expre,sivo
homenaje popular. El P. E- de la provincia ha
tenido el acierto de adherirse oficialmente a
dicho homenaje, dictando al efecto el siguiente
decreto:
El Gobernador de la Provincia de Tucumán,
de ncuenlo con sus ministros, contribuye al home­
naje con mil pesos. Añadiendo que es deber de los
gobeniaulcs honrar y enaltecer estos actos de
justicia para sus autores y como enseñanza para
el pueblo.
— E.x-alumnos de Don Bosco. — Los ex-alumuos de Don Bosco de los centros Pío IX v
San Francisco de Sales, realizaron anteanoche un

expresivo acto de adhesión y simpatía al nuevo
inspector salesiano en la Argentina, R. P. Valentín
Bonetti.
A la invitación pasada a los miembros de ambos
centros, respondieron entusiastamente los ex­
alumnos, que en número de más de trescientos par­
ticiparon de la casi improvisada reunión.
llegado el momento de los brindis usó de la
palabra, en primer lugar, el Pbro. Doctor An­
tonio F. Das Neves de la C. D. del Centro de ex­
alumnos del Colegio Pío IX, ofreciendo el acto
y hablando especialmente en nombre de los
ex-aluinnos salesianos sacerdotes, Fué la suya
una alocución profunda e inspirada, que la
concurrencia recibió con entusiastas aplausos.
El Sr. D, José M. Samperio, vice-pre.sidente del
centro San P'rancisco de Sales, habló a continuación,
pronunciando un oportimo brindis igualmente
aplaudido.
Usó luego de la palabra el R. P. Jorge Serié,
presentando al nuevo Superior salesiano la adhe­
sión de la junta in.spectorial de los ex-alumnos
de Don Bosco. Se extendió en atinadas considera­
ciones sobre la misión que deben desarrollar los
ex-alumnos de Don Bosco en los actuales momen­
tos. Su improvisación elegante y robusta, en­
tusiasmó a los presentes.
Por último usó de la palabra, agradeciéndola
demastración como dirigida a Don Bosco y a su obra
y no a su persona, el R. P. Valentín Bonetti quien
recordó antecedentes .simpáticos de la asociación
de ex-alunmos e hizo público su propósito de con­
sagrar a ella su más entusiasta cooperación.
Los ex-alumnos de Bemal también están pre­
parando una función que realizarán el 20 del co­
rriente. en homenaje al Rmo. P. Valentín Bonetti
nuevo Inspector Salesiano. En el mímero venidero
publicaremos el programa.
EClJA. — Reparto de premios. — En la noche
dcl pasado domingo tuvo lugar en el hennoso
.salón teatro de las Escuelas Salesianos del Car­
men el hermosísimo acto del reparto de premios
a los innumerables alxmmos que, por su apli­
cación, comp>ortaniiento y asistencia a las aulas,
se han hecho acreedores al galardón y a la re­
compensa.
Estos benditos hijos del Venerable Don Bosco,
al revés que los * padrecitos » de la Patria que han
dado el cerrojazo votándose, a estilo de Juan Pa­
lomo, una pensioncita mensual de mil pesetejas
para lacre, obleas y demás vituallas, ellos ponen
feliz remate a sus prolijas tareas escolares, repar­
tiendo a manos llenas centenares de regale?, qii®



205

sin’en a los chavales de estímulo y acicate para
portarse como unos hombrecitos en el próximo
curso.
Los rigores de la canícula ecijana reclamando
estaban ya las imperiosas vacaciones, y con tan
plausible y achicharrante motivo, el incansable
e ÚLsostituible director de estas Escuelas padre
Giuseppe Bonet, organizó con el acierto en él pro\«erbial, ima agradabilísima velada litefario-musical, a la que asistió una selecta concurrencia y a
la que prestaron un tinte especial de simpática y
bulliciosa alegría, los chicuelos con sus risas cris­
talinas y charlas pintorescas.
Una mazurquita por la banda, que invita al
movimiento del « caderamen i, y empieza la distnbución de premios, consistentes en preciosos
libros, paletas de pintura, cromos artísticos, estaíuitas de metal dorado, hermosos crucifijos y
lujosísimos diplomas.
A la media hora, sobre la mesa en que se amon­
tonaban los premios, no quedaban otra cosa que
el tapete arrugado de los gañafoiies de la cliavalería y una botella de la Rambla, sin agua por aña­
didura.
Pintar la carita de satisfacción, el relanrpagueo
de júbilo que brillaba en los ojillos y la sonrisa
de infantil orgullo que retozaba en la boca de aque­
llos angelitos, cuando, cargados con sus diplomas,
vol\ ian saltarines a s il s bancos entre las estruen­
dosas ovaciones de la muchedumbre, tarea sería más
hacedera para una cinta de cinematógrafo que para
pluma tan escobillada como la del cronista.
A continuación celebróse en el tablado un cer­
tamen catequístico en el que los chiquitines dejan
con la boca abierta y pasmados de admiración a
los espectadores, con su soltura, desparpajo, pron­
titud en las respuestas y verdadera gracia con que
saben sortear los escollos de las preguntas que, sal­
teadas como los riñones, les hace el director con
más malas intenciones que xm * miúra », que sólo
busca revolcones.
Brillantísimo sin ponderación, resulta este
número del programa, que pone de relieve lo verdad
y práctico, y sin deslumbradoras componendas,
de la instrucción en las Escuelas ,Sale.sianas. ¡Bien
por los pequeños teólogos!
Una polca y un schotis nos arrancan con sus
balanceantes compases, de nuestro éxtasis admi­
rativo. y a continuación se pone en escena el gra­
ciosísimo .sainete que lleva por título «El criado de
ctmfianza », en el que Manolito Cobalea hace el
papel principal, que no lo haría mejor ni con más
ángel y %-is cómica el propio Casimiro Ortas; 11atuando sobre todos la atención y cosechando de­
lirantes palmadas el * maño •, que se cantó, pero
que de reteprimera, y se bailó la jota aragonesa,
tan bien o mejor que se baila a la sombra del tem­
ido de la Pilarica y a las orillas del Ebro.
Sólo sé decir, que hasta el padre Escapa saltaba
regocijado en su asiento y tocaba por lo bajo los
paÍiUo= con los dedos de sus manos, y ru^ o al
oraestro D. Edehniro que felicite en mi nombre
al simpático baturro que nos hizo pasar im rato
tan agradable.
Y como final de fiesta, y para despabilar y poner



como «los pinos >a los remolones que aun esperaban
más y que ya iio sentían ni el calor, la banda ru­
brica el acta y levanta la sesión con un bonito y
torero pasodoble, y allá va la multitud deshacién­
dose en elogios y liasta canturreándo.se por lo
«jondo » y con aires de jota esta copleja de
gratitud:
é Pa Vigen, la Pilarica;
pa bailá, los sevillanos;
péro pa enseñá, nenguno
cual los padres Salesianos ».
Estamos conformes de toda confonnidad: y
por si de algo vale, lo asegura y ratifica con una
copilla de... « bálsamo de Fierabrás» en la diestra...
El Duende de Canato.

Consagración de un obispo Salesiano.
El II de Junio, fiesta de la Sma. Trinidad, fué
consagrado Obispo titular de Chapapoyas en Lima
(Perú) ilons. Octavio Ortiz Arrieta de la Sociedad
Salesina.
La sagrada ceremonia tuvo lugar en el Santuario
de María Auxiliadora. Le consagró el Exemo. Sr.
D. José Petrdh, Nimcio Apostólico, asistiendo
Mons. Drinot, y Mons. Castro.
Había nutrida representación del clero y civil:
el Arzobispo de Lima Z!iIons. Lissón. los embaja­
dores de Italia y Brasil, el Presidente del Congreso
de los Diputados y del Tribunal Supremo; el
Alcalde, el Gobernador, el mismo Presidente de la
República, Dr. Leguía, que fué padrino de la cere­
monia y ofreció al nuevo Obispo un banquete de
honor en el Palacio del Gobierno al par que un
riquísimo anillo pastoral.
Al nue\’o Prelado le auguramos largo y fecundo
apostolado en sn extenso campo.
¿Ad nwlíos anTws!

Un real decreto de Italia.
Fechado 24 de Junio, nombra Comendador de la
Corona el R. P. Ernesto Vespiguani, por su.s mé­
ritos arquitectónicos y Caballero al R. P. 'Miguel
ToneUi, por los serx’icios prestados en pro del ele­
mento italiano residente en la Argentina, sobre
todo en los años de la guerra europea.
Ambos sacerdotes son Salesianos y muy cono­
cidos en nuestra sociedad.
Nuestros plácemes.

Ceremonias patrióticas.
R oma, jidio 17. — En el c o l^ o salesiano de
esta capital y en presencia del Cardenal Mons. Cagliero, del Jefe del Gabinete Sr. Facta, y de los
Ministros de Guerra, Instrucción Pública y Agri­
cultura, adf»iiiá.s de numerosos parlamentarios y
las autoridades locales, se celebró un- grandioso
acto eñ memoria de los Salesianos caídos en la
guerra.
Se pronunciaron varios discumos que fueron muy
aplaudidos por la concurrencia.

1
206

LOS QUE MUEREN
Dr. D. Emilio Lamarca.
lil pasado mes de Julio perdía la Argentina, y
con ella el mundo, a un gran paladín de la carisa
católica y los Salesiauos a uno de sus mejores
amigos, al modelo de Cooperadores, Dr. D. Emilio
Lamarca.
Era un hombre de carácter vigoroso, de vir­
tudes cívicas, un orador de fibra, clásico y cauti­
vador; un escritor de estilo purísimo y vibrante;
un cri.stiano admirable que aunaba al temple del
batallador la suavidad del asceta, el que acaba de
entregar su alma al Creador, y ascender a las re­
giones de la gloria sin menguantes y de la paz
sin términos y de la vida sin ocasos.
La .sociedad argentina y el catolici.smo social
pierden con él a un niilitante férvido, c;ue consagró
a la difusión de los ideales grandes todo el esfuerzo
de su mente y toda la energía de su larga existencia.
Organizador infatigable, supo desde el comienzo
de sus actividades mirar alto, muy alto, por en­
cima de todas las miserias lumiauas, atento sólo
a difundir el bien a manos llenas y a combatir
con imperturbada serenidad todas las nianifestacionos del mal.
La Iglesia Argentina también pierde con el
l>r, Lamarca uno de .sus hijos más preclaros;
cri.stiano convencido, católico práctico, fundaba
su fe en el profundo conocimiento de su religión,
en el amor purísimo hacia la Iglesia, cuyas normas
acató con la conciencia del sabio y cuyas leyes
observó con la sencillez del niño. Fué un creyente
perfecto.
Al abrirse hoy su tumba en la plenitud de su
\ ida y de sus méritos puede repetirse la enérgica
expresión de los Libros Santos: «vSu memoria no
morirá y su nombre .será repetido de generación en
generación ».
L o que pensaba de lo s S ale sla a o s,
e l m a lo g ra d o D o c to r.

Os remito como pnieba al final del discurso que
pronunció en la inauguración del centro de la í.iga
^iocial Argentina de S. Carlos.
Dice así: • Xo es pasible concluir, sin manifestar
(pío esta benéfica y haspitalaria casa me impre­
siona como un argumento de cal y canto en pro
de todo lo que os he dicho. Me encuentro ante los
liijtos de D. Bosco, quienes, sin más caudales que
.su fe en la Providencia y su voto de pobreza, em­
prenden y dan cima a obras de tamaña entidad.
Hablo ante los Salesianos, cuya segunda patria
es la Argentina, y cuya ñnica ambición es el reino

espiritual, ese reino cuyas huestes impertérritas
marchan sin cesar desde el Calvario hasta la fecha,
deshaciendo barreras de temperamentos hostiles,
de razas incultas y de cultas nacionalidades, pres­
cindiendo de limitaciones hmnauas, ya artificiales,
ya arbitrarias, e imprimiendo siempre al mundo
generoso impulso hacia la libertad, el progreso v
el bien supremo. Y todo ello a pesar de las repulsas
y de la rechifla y de los resentüuientos y de los
enconos y de las ingratitudes y axin de los ataques
de ese mismo mundo que befa, injuria y persigue
a sus bienhechores.
Bien pensado, en medio de ese mar de fondo que
por doquier agita las masas, en medio del escep­
ticismo reinante, de contrariedades odiosas, de
antagonismos de clase, de ese turbión de teorías
insensatas y de fatales doctrinas que se precipita
.sobre la sociedad y amaga labrar su decadencia —
francamente, la congregación salesiana surge como
un hecho estupendo, lui glorioso esplendor de la fe.
Ella vive en abierto contraste con un pasado
muerto, un organismo que sus adversarios se em­
pecinan en resucitar; ella es fecunda y elocuente
cuando muclios sufren parálisis, se intimidan y
enmudecen; ella es activísima, se impone con suave
humildad y vence la apatía de los que fluctúan
y desfallecen. Es que no teme sacrificarse por la
causa; por eso es firme cuando tantos vacilan y
caen, y por eso mismo rae enorgullezco ál aclamarla
como un baluarte de la civilización argentina.
En nombre vuestro, señores , y en el mío propio,
agradezco con toda mi alma a los reverendos
padres Salesianos su valiosí.sima cooperación,
su hermoso ejemplo y su grandiosa acción social.
Descanse en paz, el ilustre finado. El Boletín
Salesiano pide a todos sus amigos una oración
a la memoria del Dr. D. Emilio Lamarca.

El día 21 del próximo pasado Marzo nació a
mejor vida Doña Andrea Revenga de Flor, modelo
de mujer cristiana, socia celosa de la Archicofradía
(le María Auxiliadora y entusiasta cooperadora
salesiana. La Archicofradía ha perdido en ella uno
de sus miembros más activos, y los Salesianos una
madre.
En tan sensible pérdida nos consuela la fundada
esperanza de que su muerte será fecunda como la
buena semilla que al descender a la tierra, se mul­
tiplica y produce abundantes frutos. Ella ha em­
pezado ya su obra alentando desde el cielo a sus
amigas que siguen con fervor los ejemplos que les
ha dejado. Antes de morir encargó con interés el
cuidado del templo de liaría Auxiliadora y la pro­
tección a los Salesianos. Su piadosa liija Catalina,
en nombre de la familia y de sus amigas, recugió
con entusiasmo el legado, a cuyo cumplimiento con
sagrarán gustosos sus-energías.
Mientras reiteramos a la añijida familia nuestro
más sentido pésame, pedimos al piadoso lector una
oración por su eterno descanso.

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEMINI.AXO FERRARI.
Establee. Tip.de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina .Margherita, N. 174 • TURIN

Avenida Regina Margarita, 174 - TURIN (ItaÜa)

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Sacerdoi Philosophiae Professor in Seminario Saiesiano apud Taurinenses

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Institutlones Philosophiae, quas clarissimus prof. Varvello in scholis per amplius triginta
annos experientia efformatus pro Seniinariorum alumnis conscripsit hoc precipue habent pretium
quod ponderatae et scriptae sunt pro discentibus nuper e gymnasüs egressis, minlme vero pro
universitatis alumnis. Hiñe earum bene elabórala elementa ad non facilem disciplinam discendam
studiosos alliciunt. Hac dote exórnala opera philosophíca ceteris hujus generis latine scriptis facillime praeeminere videmur.
UGCELLO R. P. SEBASTIANUS. — Philosophia sch o lastica ad mentem S. Thomae. Ed. 1921.
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quaestionum, tertius rerum omnium praecipuarum, quarlus dogmatum ad hodiernas haereses
confutandas, quintus locorum seu doctrinarum ad explicandas Epístolas et Evangelia Domini*
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NOVUM JESU CHRISTI TESTAMENTUM juxta vulgatae editionis exemplar Vaticanuin cum appen*
dice. Kditio ín 32, carta indica, subtili ac solida.
Contectnra linteo, sectione rubra.
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Libellae 8,00. Apud exteros: libellae 11,50
CORNELIUS A LAPIDE, S. J. — COMMENTARIA IN QUATUOR EVANGELIA recognovit subjectisque notis illustravit et ad praesentem sacrae scientiae statum adduxit D. D. Antonius Padovani,
Pililos, ac S. Theol. S. Scripturae et Theol. dogmaticae in Seminario Cremonensi Prof. ac
Eptsc. tit. quidem Canopitan., Auxilíaris vero Episc. Cremonensis. — Editio 1921, additis in
appendice Commissionis Pontificiae de Re Biblica Responsis, Propositionibusque per Decretum
Lameniabili reprobatis et proscriptis quae ad Evangelia referentur, cum indice analytico ac indice
rerum praecipuarum. 4 vol. in-8'* max, pag. 2060 .
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— IN OMNES S. PAULI EPISTOLAS recognovit subiectisque notis illustravit, emendavit et ad prae­
sentem sacrae scientiae statum adduxit D. D. Antonius Padovani, cum indice analytico ac indice
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rerum praecipaurum. 3 vol. in-8*, pag. 1800 .
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