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Noviembre-Diciembre de 1916
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AÑO XXXI - N. 6
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Bokíín Saksiano
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Turin — V ia Coltolengo N. 32.
SUMARIO. La Cooperacióai Salesiana - IV . . . 141
Vida del Ven. D. B o sc o ...............................
144
Tesoro espiritual.............................................................I47
D. Juan L e m o y n e ................................. .... . . . 148
Mons. F a g n a n o ............................................................. 153
D e NUESTRAS m i s i o n e s : República Argentina: Dos
puentes improvisados — Nuevo Prefecto Apostó
¿ ¿^ * ^ 0 ^
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lico y nuevo Vicariato .\postólico............................*54
E l C ulto d e M a r í a A u x i l i a d o r a : Nuevo tem
plo de María Auxiliadora — Gracias de Maiía
Auxiliadora................................................................. 159
P o r e l m u n d o s a l e s i a n o : Cliarabancliel Alto —
Noticias A'arias . . . .
......................................... 163
Necrología — Cooperadores d i f u n t o s .......................167
4
La Cooperación Salesiana
IV .
Espíritu de Fe.
lo dicho anteriormente
se deduce que la Coope
ración Salesiana es ante
todo una vasta organiza
ción de las fuerzas cató
licas, bajo la bandera de la cruz y las
órdenes de los Prelados, para trabajar
por el reinado de Jesucristo, en con
formidad con las necesidades y exigen
cias de los tiempos. Cada uno de los
Cooperadores, como cada uno de los
Salesianos debiera, según la feliz expre
sión del R. P. Pedro Ricaldone, repro
ducir la imagen de D. Bosco, ser otro
D. Bosco en medio de los suyos.
El Cooperador debe continuar y au
mentar en el mundo ese apostolado
religioso-social que absorbió la vida de
E
nuestro Venerable Padre, siguiendo el
espíritu con que él trabajó. Su primera
cualidad, si quiere que su trabajo sea
fecundo y realmente salesiano, es la
la de ser Itofnbre de fe. Hoy día está
visto (si ya el mismo sentido común no
lo hubiera de antemano adivinado), que
no hay apostolado sin fe, y fe activa
y profunda; que no hay educación po
sible sin religión; que no hay socio
logía digna de sus altísimos programas
sí no tiene su ba.se en la religión de
Cristo; que sin eso ni se remedian ne
cesidades, ni se consuelan penas, ni se
convierten infieles, ni se civilizan sal
vajes, ni se se mejoran costumbres, ni
se hace nada de cuanto los Cooperadores
salesianos se proponen cómo programa.
Quizá cumpliera aquí una disertación
sobre el espíritu de fe y sobre los me
dios que consideramos indispensables
para adquirirlo y nutrirlo. Pero con
w
-
esto en realidad no haríamos sino enu
merar los deberes del buen cristiano;
y ello, si por una parte demostraría
plenamente la afirmación de D. Hosco,
tle {pie Cooperador Salesiano y buen cris
tiano son sinónimos, nada o poco de nuevo
nos diría,- a no ser que descendiéramos
a hablar del carácter especial que tomó
en nuestro Padre la piedad, de las ma
nifestaciones especiales de su fe, del
cello particular que dió a sus energías
espirituales, etc., lo cual nos llevaría
muy lejos, si bien no carecería de in
terés y provecho.
Dejámlolo, pues, por ahora, y reco
mendando a nuestros amados Coope
radores la lectura de la Vida de Don
Hosco y de los libros que, como « La
Institución Salesiana», « Los Oratorios
festivos >, «El Sistema Educativo del
Vble. Hosco », etc., explican o estudian
su espíritu ; no (jueremos, no debemos
pasar por alto un ejercicio que nuestro
Vble. Padre recomendaba, con insisten
cia, cual medio indispensable y seguro de
adelantamiento espiritual. Hemos nom
brado el Ejercicio de la Buena Muerte.
En el Manual del Católico, publicado
por D. Hosco en 1868, leemos estas
palabras, que parecen escritas expre
samente para los Cooperadores:
« i^unque sincera sea nuestra volun
tad de servir a Dios y llevar una vida
verdaderamente cristiana, sin embargo
tenemos necesidad de reforzarla de
cuando en cuando con ejercicios de
piedad y de nutrirla con saludables
refiexiones. Por tanto, tomemos la sa
ludable costumbre de tener cada mes
un día de retiro para hateritos cada dia
más celosos en el scrtúcio de Dios ^.
En estas sencillas palabras define el
gran Maestro la piadosa práctica y de
termina Sus fines.
*
* «
Y . como si aón le pareciera poco,
n . Hosco insiste, y tomando el tono
solemné^ del orador, exhorta:
142 —
« Escojamos cada mes el dia más"
oportuno, y meditemos con alguna de
tención las grandes verdades de nues
tra Santa Religión, en las cuales el
mundo piensa tan solo superficialmente.
Escuchemos la voz del Señor, que se
deja oír especialmente en el retiro.
Recibiremos gracias correspondientes
al celo que por nuestra salvación ten
gamos. No se nos pide sino un día al
mes. ¿ Y quién puede negarse a ocupar
cada mes un día en un negocio tan
importante? Hallamos tanto tiempo
para los negocios temporales, para en
tregarnos a los placeres y diversiones
y no hallaremos un día al mes, para
pensar algo más seriamente en la sal
vación de nuestra alma? »
A esta urorente
invitación hace secruir
o
O
algunas normas para hacerlo bien; ui^
breve examen de conciencia mensual,
varias meditaciones sobre el pecado, la
tibieza, el ajnor de Dios, la santificación
de las acciones ordinarias, sobre el celo,
la muerte... todas admirablemente aco
modadas al fin, y de tal naturaleza, que
no deben ignorarlas los que deseen co
nocer a fondo el espíritu de D. Hosco.
En la quinta meditación, que es
« sobre el estado de un alma qiie no
tiene celo, descubre por modo admirable
su gran deseo de suscitar numerosos
Cooperadores de su santo a[)ostolaclo,
almas que ardan en el fuego sagrado,
en el anhelo de procurarla salud eterna
del prójimo.
< El amor de Dios y el amor del
prójimo, exclama, hé aquí el fuego sa
grado que Jesucristo ha venido a traer
a la tierra, y que desea ardientemente
encender en nuestros corazones. ¿Hay
por acaso una centellica de él en un
alma que mira con indiferencia la gloria
de Dios y los ultrajes que se le infieren,
la salud o la ruina de sus hermanos?
Evidentemente esta alma traiciona el
primer mandamiento de la ley de Dios.
« En cuanto al mandamiento del amor
del prójimo, que es semejante al del
-
143 — ■
ahior de Dios, si nos obliga a socorrer
a nuestros hermanos en sus necesidades
temporales, nos impone con mayor razón
una obligación más estrecha, de ayu
darles en sus necesidades espirituales.
Nosotros debemos amar a nuestros her
manos como Jesucristo nos amó a todos
nosotros... para salvar nuestra alma,
lesucristo ha derramado toda su Sangre.»
y así, penetrado de esta verdad que
refuerza su pensamiento y lo esclarece
y nos deja vislumbrar en sus palabras
el dolor al ver la ruina de tantas almas,
manifiesta ya el atrevido pensamiento
de su vasta organización- y de lanzar
a todo el mundo el programa de la
cooperación salesiana.
« Es fácil, engañarse en esto del celo.
Algunos creen que es cosa exclusiva
le los ministros del culto el ocuparse
en la salvación de las almas. Este es
un grande engaño. En estos desgra
ciados tiempos el demonio trabaja a
más no poder para tentar y perder las
almas. Los herejes, los incrédulos, los
impíos, los malos cristianos, emplean
mil ardides para corromper la fe y las
costumbres... ¿ Y tendré yo la ruindad
Soy acaso yo el
de decir con Caín:
guardián de 7ui hermano? »
« Dios manda a cada cual tener cui
dado de su prójimo. Y entre tanto,
nosotros no.s dormimos, descuidando
una obligación de tamaña importancia...
Pero a la hora de la muerte será el
espantoso despertar. ¡ Qué tremenda
sentencia en el tribunal de Dios! >
♦
♦
Y por esto, confiando que la práctica
del Ejercicio de la buena muerte, con
su conjunto de gracias divinas, sea po
deroso a despertar los corazones y ha
cerlos salvar las fronteras de la piedad
individual, para lanzarlos a la generosa
práctica de la caridad, le dedica nada
menos que 38 páginas del manual a
dicho ejercicio, y al fin resume en estas
palabras sus admirables frutos:
« El fruto principal de este ejercicio^
debe ser un religioso desprendimiento
de las cosas terrenas, que en la muerte
hemos de abandonar, debe ser el au
mento en el amor de Dios, el horror
y la fuga de cuanto lo puede desagra
dar: un verdadero deseo tle trabajar
en nuestra santificación, con el ejercicio
de las virtudes proprias de nuestra
edad y nuestro estado ; la práctica cons
tante de las buenas obras».
Ahora bien, si el mejor fruto del
piadoso Ejercicio de la Buena Muerte
es « la práctica constante de las btienas obras », ¿cómo no recomendarlo a
los Cooperadores Salesianos, a quienes
él asignó como « fin fundamental *,
no sólo « el 'ejercicio de la caridad para
con el prójimo? »
Y ahora se comprende por qué Don
Bosco, que no quiso imponer a los
Cooperadores ninguna práctica especial
de piedad, no dejó de aconsejarles al
gunos días de Ljercicios Espirituales
durante el año, y de inculcarles cxplicitamenlc, por no decir prescribirles el
retiro mensual o Ejercicio de la Buena
Muerte.
Hé aquí sus palabras: están en el
Reglamento de los Cooperadores (i).
« A los Cooperadores .Salesianos no
se les prescribe práctica alguna exte
rior: pero, a fin de ejue su vida j)ueda
asemejarse a la vi<la religiosa, se h s
recomienda la modestia en el vestido,
la frugalidad en las comidas, la sancillez en sus hal)ilaciones, la modera
ción en sus palabras, la exactitud en
los deberes de su estado, procurando
al mismo tiempo que sus subordinadí>s
obsérven y santifiquen las fiestas.
€ Se les aconseja que tengan todos
ios años algunos días de retiro espi
ritual. El último de cada mes, o en otro
día que Ies fuere cómodo, harán el Ejer
cicio de la Buena Muerte, confesando y
comulgando, como si reahnente fuera
el último de su vida. Y a sea en el re
tí; Reglan), de los Cooj>. VIII, i® y 2®.
-
U4 —
tiro espiritual, ya en el de la Buena
Muerte, ganaran Indulgencia Plenaria»,
En estas palabras del Reglamento
está de mano maestra trazado un pro
grama de vida cristiana, cual pudiera
formularle» el dulcísimo Autor de la
Pilotea. La vida religiosa no es sino la
vida cristiana practicada hasta en los
consejos evangélicos. Sin llegar a tanto,
la de los Cooperadores se acerca mucho
a la de los religiosos salesianos. Así la
unión es más intima, y por lo mismo,
más eficaz.
lambién vemos atpií ordenado el
Ejercicio de que venimos hablando.
No es, pues, una novedad la exhor
tación de nuestro venerando Superior
General, para que los Cooperadores
se unan a los Salesianos en la práctica
de este Ejercicio; sino una explícita
recomendación de D. Bosco, expresa
mente bendecida por el Vicario de Jesu
cristo y enriquecida con Indulgencia
Plenaria.
Dada la importancia del asunto y la
que le daba nuestro Venerable Padre
y los frutos, que de él se prometía;
fácil será que volvamos sobre él, indi
cando algunos medios de que pueden va
lerse los señores Cooperadores y Coope
radoras para hacerlo provechosamente.
Anhelamos que la tercera rama de la
Familia Salesiana se úna decididamente
a las otras dos, y que celebremos juntos
este devoto Ejercicio que producirá fru
tos abundantísimos. Sería un recuerdo
precioso del Centenario del nacimiento
de nuestro amado Padre, ya que en
tonces, y como tal, lo propuso el Rvmo.
Rector Maj’or, el amadísimo P. Albera.
VIDA DEL VEN. DON BOSCO
C A P IT U L O VI.
Nuevas pruebas y consuelos.
I.a muerto dcD.Calosso había venido a truncar
bruscamente los estudios de Juan, y como el ano
escolar estaba ya adelantado se dificultaba tam
bién su outrodn en la esoiehi de Castelnuovo
d'Asti, donde, paralelo a las eleníontales esc ha
bía abierto un curso de latín. Pero Margarit.n,
decidida a todo, y ajoidadn por Miguel, que era muv
estimado en el pueblo, p\ido superar todos las
dificultades. Y así Juan entró en la escuela por
Navidades. l\iv o que vencer grandes dificultades
para pc)uerse al ni\-el de sus ccmqtañeros. pero lo
logró bien pronto.
Adeiuils. tenía que volver a casa a mediodía.
.\sí. entre las dos idas y vueltas tm ía que hacer
unos ao quilómetros casi siempre por entre la
uie\-e. el hielo, el fango. Para aliorrar gastos a sxi
madre, se quitaba los zapatos y hacía este camino
descalzo. Margarita, no tardó en advertir <jue esto
era peligroso a su salud y .suprinnó el viaje de medíotlía, diúidolc su rackui, que él diposilaba v
comía eii caso de im sa.stre llamado Juan Roberto,
buen sujeto, aficionado al canto gregoriano y a la
música. Pero como el iii\-ienio apretaba, acabó
por colocarlo en |>etisión en casa de dicho sastre.
E lla misma lo acompañó, y al despedirse, le dijo
esta palabra de orden:
— Sé devoto de la Virgen.
La clase del latín, instituida hacía poco, era
única, y cu consecuencia reunía toilos los alumnos
de los diversos cursos del gimnasio, bajo la direc
ción de nn solo profesor, que lo era E . Manuel Virano, del mismo Castelnuovo, hombre de grande
ciencia, rara habilidad para comnnicarU y sin
gular ascendiente sobre los niños. Metódico y or
denado, sus alumnos aprovechaban mucho si
querían.
Los progresos de ju;m llenaban de admiración
al maestro. Un día se asignó por lema para desarro
llar el episodio de Eleazar, que prefiere morir a
faltar a sus deberes. E l trabajo de Juan estaba
tan bien hecho, que no se creyó fuera de su co
secha ; rodó de mano en mano y todos los profeso
res quedaron admirados. Vino a parar a los de
Don Moglia, quien aseguró que era imposible que
lo hubiera hecho el estudiantino de Becchi. —
Con esto comprendió Juan que había perdido el
favor de su antiguo maestro. Y en efecto, por unn
de esos misterios del corazón humano, que sólo
Dios conoce, D. Moglia no miraba con buenos ojos
que Juan cambiara el azadón por los libros. Las
pruebas no habían terminado; con
lo prepaparaba la Di\-ina Providencia.
J I.
— U5 —
Margarita iba a verlo cada semana, v le llevaba
el pan. que debía durarle toda la semana. Gozaba
sobre manera al verlo, y mucho más al saber que
se mantenía fiel a sus recomendaciones, al oír
ponderar su piedad, su exactitud en el ciimplimiento de sus deberes, su asiduidad en las sagra
das funciones, que había llamado tanto la atención
del Sr. Cura, Don Dassano, que lo había encargado
de iinA sección de Catecismo.
Pero nimca faltan a la virtud tentadores. A l
gunos camaradas lo imútaron a jugar durante las
lecciones. Juan se excusó con su falta de dinero.
Ellos le sugirieron el modo de. procurárselo... ro
bándole los cuartas a Margarita o al bueno de
Juan Roberto. No faltó quien le dijo: ♦ i\'auios, es
tiempo de aprender a ^'i^'i^! '
— ;Cómo! respondióle Juan, ¡tú me aconsejas
robar! ¿Y no dices todos los días, rezando las ora
ciones: E l 7 “ «o robar? Quien roba es un ladrón,
y los ladrones tienen mal fiir. Mi mamá me ama
tanto ¿ y vo y a desobedecerle? Si tú y tus amigos
ejercéis esa industria, hacéis muy mal, y si la
aconsejáis a los demás, sois unos bribones.
E sta respuesta pasó de boca en boca, y desde
entonces nadie se atrevió a tentarlo; su profesor
informado de todo ello, le <X)bró singular carino
y los padres de familia exhortaban a sus hijos a
imitar sus ejemplos y frecuentar su compania; lo
amaban y ol^decían como ya los de Moncucco y
Murialdo, y no dejaban de irlo a \'isitar. Para ga
nar y conservar a sus am^mtos tenía muclias in
dustrias: yendo a casa, traía frutas que repartía
con ellos, admirándolos con tanta generosidad y
aprovechando la ocasión para liablarlcs de reli
gión y exliortarlos a la devoción de la Virgen. Es
pecial atractivo tenía para su corazón la iglesia
del Castillo, situada en la cumbre de la colina. A
ella iba a menudo, ya solo, y a con los amigos para
ofrecer a la Madre Celestial el homenaje de su de
voción.
En medio de esta felicidad, llevaba clavada una
espina en el corazón; la de no poder hablar fami
liarmente con los sacerdotes del lugar. E l párroco
era im dignísimo eclesiástico, instniido, celoso, ca
ritativo, escrupuloso en el cumplimiento de sus
deberes: pero era muy resers-ado e inaccesible a
los niños. I./JS demás sacerdotes eran como él. Juan
se daba cuenta ya desde entonces, de que el niño
necesita cariño, afecto, tutela maternal.
— Si yo fuera sacerdote, decía, procedería de
otro modo: iría a buscar a los niños, los atraería, los
amaría v procuraría hacerme amar de ellos, diri
girles la* palabra, darles buenos consejos y consa
grarme •totalmente a ellos, para salvar su alma.
¡Cuán feliz sería yo si pudiera discurrir im rato
con mi señor Párroco! Este consuelo lo tuve con
D. Calosso ¿por qué no lo he de poder tener con
los demás?
desahc^cs los tenia especialmente con su ma
dre. Ella, que sabía leer en su corazón, respondíale:
_ ¿Qué quieres? son hombres de ciencia, llenos
de pensamientos graves y no pueden descender
hasta los chiquillos.
_ ¿Pero qué les costaría decirme una palabrita,
entretenerse im ratito conmigo?
— ¿Y qué quieres que te digan?
— Una palabrita que aprovechara a mi olma.
— ¿Pero no ves que tienen tanto que hacer en
el púlpito, el confesonario y en todos los ministerios
parroquiales?
— ¿Pero es que los niños no somos porte tle su
rebaño?
— Sí, pero no tienen tiempo cpic i>erdcr.
— ¡Oh!... ¿conque jesixsíKrdítt el tienqK) cuando
se entretenía con los niños, cuando reprendía a
los aiKJStoles ix>rque los alejaban, y aseguraba
tjue de ellos es el reino de los cielos?
— Tienes nizón, pero qué quieres hacerle?
— Allí y verás. Si llego a ser sacerdote, quiero
censurar mi vida entera a los niños; no me verán
nunca triste y adusto, sino que seré yo siempre
el primero en hablarlos.
Juan adelantaba rápidamente en los estudios,
cuando un nuevo accidente vino a desconcer
tarlo todo. Su profesor, Don Vicano, fué nombrado
Cma de Mondonio. y dejó la escuela, para tomar
posesión de su beneficio en abril {1837). Le reem
plazó D. Moglia, que sin duda era instruido y pia
doso, pero que no podía couser\’ar la disciplina y
el orden, cosas tanto más necesarias cuanto que ios
alumnos eran diversísimos en edad, carácter e
instrucción. Además, el buen sacerdote se le liabía
metido en la cabeza que Juan, por ser de Becchi
no jK)día menos de ser un negado. La misma edad
de Juan, algo avanzada en verdad, pues tenía 16
años, era ya para el maestro una patente de inca
pacidad.
Juan cursaba el primer año. Un día asignó el
profesor los temas para dar los puestos en clase.
Juan pidió iwr favor que le penuitiera hac^ el
del tercer curso. El profesor soltó una carcajada,
V le res]x>ndió;
— ¿Pero qué te crees tú. tú de Becchi? ¿qué de
bueno saben hacer los de Becchi? Déjate de es
tudiar latín tú; vete a buscar setas y nidos... ¡tú
estmliar latín! ¡si no entenderás una jota!
A tan donosa respuesta, Juan no se desconcertó
V ix>r toda re.spuesta insistió en su petición. El
profesor redobló la dosis de sus diatribas. Pero
como el alumno insistía, cedió y le dió el tema de
tercer curso. Era una traducción del latín. Al cabo
de una hora. Juan la tenía terminada y se la pre
sentó al profesor. Este la tomó, y sin leerla, la co
locó sobre la mesa, dando a Juan una mirada de
compasión.
— Señor Maestro, le ruego que la vea y me
corrija las faltas, le dijo el alumno.
_ Pero si te he dicho que los de Becchi no sir\-pti para nada; ¿qué van a entender de latín los
de Becchi?
Aquí intervinieron los demás alumnos.
— Señor Maestro, léanos el trabajo de Juan,
queremos reimos de sus disparatea.
Acostumbrado a darles gusto en todo, desdobló
el papel, le dió im vistazo: estaba muy bien.
— ¿No lo deda yo? exclamó. Juan ha copiado
el trabajo.
Enconces el compañero que trabajaba ai lado
de Juan, se le^■ antó y observó:
_No, señor maestro, Juan no ha levantado los
— lijó —
ojos. Haga V . leer toda las traducciones a ver si
hay alguna igual.
La obser\'ación era justa. Mas no hubo medio de
persuadir ni profesor. líncastillado en su idea, re
machó más fuerte:
— <Pero que crees tú? ¿todavía no sal>es que
¡os de Becchi no sirven para nada? ¡para nada!
Kste incidente no hubo de ser inútil en la ^^da
del futuro educador. ¡Cuántas cosas no le enseñaría!
Por lo demás, sus compañeros aumentaron el ca
riño y estima en (¡ue le tenían.
Hemos dicho que Roberto era el organista de la
Parroquia. Juan, dotarlo de buena voz, comenzó
ríesele el principio del año a estudiar diligentemente
la música bajo su dirección. Aprendió así el cauto
llano y pronto se hajló tainbién en disposición de
ejecutar los solos en canto figurado. Al mismo
tiempo se ejercitaba en el violín, y aprovechando
de un viejo anumiio aprendía a acompañar.
Kn este año de 1831 se presentaron varias cir
cunstancias en que los cantores mostraran ;-us ha
bilidades: la elección de Gregorio X V I, la muerte
de Carlos I-'elice, la coronación de Carlos Alberto,
la muerte del Arzobispt) de Turín. Roberto estaba
entusiasmado con su discípulo, y sin saber, coojieraba a los designios de Dios. Su casa fué la
única escuela en que D. Bosco pudo estudiar mú
sica con alguna regularidad. ,Sin ella se hubiera
(pitídado probablemente sin saber un arte que le
había de servir tanto en su misión futura y que
habían de cultivar los suyos con tanto cariño.
Pero la música no era bastante a la extraordi
naria actividad de Juan, y para emplear útil
mente todo su tiempo, se puso a aprender el oficio
de sastre, l^ronto aprendió a coser y algo de corte.
Ix> que empezó por diversión y para no perder
el tiempo, tuvo bien pronto que continuarlo por
necesidad: la división del patrimonio y las exi
gencias de Antonio pusieron a Margarita en la im
posibilidad de pagar la pensión. Roberto le lúzo
propuesta ventajosas, j>ero Juan no las aceptó,
fijo siempre en su ideal. Y como sentía una gran
actividad en .sus venas y en la escuela se estudiaba
realmente poco, dió en pasar algunos ratos en la
herrería de un cierto Kvasio Suvio, y aprendió
a trabajar en la forja y a manejar la lima v el mar
tillo.
¡Admirables caminos de la Divina Providencia!
¿Ouién infundió en el e.spíritu de este campesinito
la inclinación a tantos oficios? ¿Quién lo puso en
tales circunstancias? Cierlaiucnte Aquel que destiuiúidolo a ser el fundador de las Granjas v liscueli\s profesionales, para los hijos hum ilde del
p\Kblo, {pieria (pie el huérfano encontrara en él
un padre que conociera su dura condición, sus
necesidades, .sus aspiraciones, sus costumbres, y por
lo mismo fuera todo para todos ellos.
1‘ 1 debía mantener y educar millares de niños,
sin tener renta alguna, fiado iónicamente en la Di\Mua Providencia, porque si a otros Santos, como
a su conterráneo el V. Cottoleugo, Dios les man
daba las limosnas sin ir a buscarlas, D. Bosco debía
hacerlas venir a costa de humillaciones y sacri
ficios. Así, habíalo dotado de un carácter acti\'0,
emprendedor, rico en expedientes y recursos, se
reno, calmo y paciente para remover obstáculos,
perseverante y prudente en el empleo de los medios,
afecriioso para ganarse los corazones.
En Becchi había acudido a mil industrias para
atraerse amigos y ganar lo necesario para yudar
a su madre. Igualmente ahora, hasta que reciba la
sotana, hará lo mismo, porque debe procurarse
a sí mismo todo lo necesario.
Un episodio nos demuestra lo industrioso que
era.
Celebrába.^e una gran fiesta en el vecino pueblo
de Matafia; en el centro de la plaza se levantaba
empinada la cucaña, en cuya cima había buenos
premios. Una griui muchedumbre presenciaba el
espectáculo. I,os chicos se ensayaban uno en pos
de otro a trepar por el resbaladizo palo; unos
U fa b a n a im tercio de su altura, otros a la m i
tad. *y resbalaban. Juan olisen'ó que los conten
dientes subían demasiado aprisa y sin tomar res
piro, de modo que cansándose muy pronto, su
propio peso los derumhaba. Juan hizo lo que debía
hacer más tarde con sus diversísimas eiíipresas;
eüipezó a trepar despacio, con gran calma, de
cuando en cuando se detema, cruzaba las piernas
y así descansaba.' La turba, que no entendía
la maniobra, comenzó a reíise esperando el mo
mento de verlo rodar al suelo. Pero viéndolo subir
y subir, hicieron silencio, contemplándolo con
admiración, y cuando la \'ieron en la punta, que
bamboleaba por ser muy delgada, prorrumpieron
en aplausos al vencedor. El extendió la diestra,
tomó una bolsa que contem'a 20 francos, luego un
salchichón y un fular, y dejando allí los objetos
de menos valor, para (jue siguiera el espectá
culo, descendió y desapareció entre la multitud,
que aplaudía con dehrio.
Y no fué la única vez que ganó semejantes pre
mios, que más que útiles, le eran necesarios.
Al fin de ese año, tan escaso en satisfacciones y
progresos literarios,’ voU*ió a su casa rcsij.mad(j,
pero siempre incierto de su por\'enir. Entre tanto
Margarita y su hijastro José, que ya tenía 18
años, liabían hedió compañía con un propietario
del jnieblo y tomado en aparcería un predio, a
mitad del camino entre Castelnuovo y Becchi, so
bre la fuente llamada Reneuta. José se había
tra.sladado a vivir allí, y ella pasaba unos días en
e.sta casa, otros en la de Becclú, según las necesi
dades y trabajos.
Juan vino a \n\-ir coii su hennano, con quien
tan tiernamente se amallan, y tuvo toda la como
didad de consagrarse a sus libros, de los (males tenía
ya una hibliotequita. Pero no queriendo ser gra%'oso a su hermano, tomó a su cargo el pastoreo
de dos vacas en el valle cercano, a>nrdaba en las
faenas del campo, hacía recados, y (xjmo en un
rincrón de la casa había formado un taJlercito,
se retiraba frecuentemente a remendar la ropa
suya y la de J osé. o repasaba los azadones, arados
y demás utensilios de labranza.
En Castelnuovo había (jstrechado relación con
un (xnnpañero llamado José Turco, cuyos p a d re
poseían una viña sobre la Reneuta, confinante con
el predio de José. Siendo sitio apartado y al abrigo
de los ruidos del camino. Juan se retiraba a ella
— M7 —
El 3 de noviembre de 1831 Margarita entregaba
con frecuencia, y desde allí N'igilaba las vacas,
a su liijo medio_hectolitro de trigo, para cpie. veiiaistodiaba las dos \'iñas y estudiaba tranquilo.
dic'ndclo comenzara a pagar la jieusión; y un pai
El padre de Turco lo \áó un día salirle al encuentro
sano, no teniendo qué darle y desbullo ayudarlo,
corriendo y lleno de alegría.
tomó su carro
le llevó hasta Chléri el baúl y
' — 'Q ué hay Juanito? ¿qué hay?
todo
su
e<[uipo.
— Buenas noticias, buenas noticias. E sta noche
Al día siguiente la generosa madre, cargo sobre
he tenido un sueño y he \nsto que seguiré mis es
sus
hombros uii saijuito do harina y maíz para
tudios, me haré sacerdote y seré jefe de muchos
niños durante toda mi ^áda. ¡Estamos, pues, se venderlo.s 011 Caf-.tcliiuovo >• comprarlo plumas,
papel liV^ros, mientras Jo.só I0.S despedía deseán
ñor. estamos!
doles buena fortuna— Pero no es sino un sueño, observó el caballero,
En Castelnuovo encontraron al joven Lms l*iT del dicho al hecho hay un gran hecho.
biiello,
gran amigo de la familia, y puesto (pie Mar— Diga V. lo que quiera; pero yo y a no temo
*';.rita tenía asuntos que despachar, le rogó acom
nada; seré sacerdote, tendré niucht)S, pero muchos
pañara a su hijo hasta Cliieri, adonde no lardaría
niños bajo mi dirección y les haré mucho bien.
ella en llegar.
Y así diciendo, voló a su escondida atalaya.
A la mitad dcl camino, en Arignano, se seiita1-1 día siguiente, al volver de Misa, entró en casa
icn
un ralo a descansar. Juan le hablaba al com
de esta buena familia, todo radiante de alegría.
pañero de sus estudios, de lo (pie había aprendido
Le preguntaron la causa y le instaron para que
en Catecismos y seniicncs; le prqionía obras de
les contara el sueño.
caridad, exhortándole a practicarlas, le daba
Y les narró que había \-islo una gran Señora,
cpcrlumsimcs consejes, por manera (pie adimraí.o
que tenía una numeroso rebaño, y le había dicho:
1-ilipdlo exclamó;
— Todo te lo confío a tí, Juanito.
_Vas apenas a empezar tus estudios y ya sal)cs
_ ¿Cómo podré yo cuidar tantas ovejas y
-tantas
cosas. Pronto serás párroco. - A lo (pie Juan,
tantos corderinos? ¿dónde los pastorearé?
mirándolo nniv serio de hito en hito, .-/e.siiondu);
— No temas, yo te asistiré. — Y desapareció.
— ■ ¿Párroco'? ¿Sabes tú lo que significa ser
Esta relación nos la hizo el mismo D. José
párroco?
¿cuáles son sus obligaciones? Cuando se
Turco V su hermana Imcía, y concuerda con esta
levanta de la mesa después de comer o de cenar,
línea de las Memorias de D. Bosco: A los i6 años
(.ebe j>ensar: ♦ Y*o lie cojiiido, pero mis oyejitos
lítve otro sueño.
¿tendrán todas lo necesario? « Lo cpie pasee fuera
Margarita, pesarosa de que el hijo hubiera per
dido va tanto titmi>o. re.^oh-ió ponerlo en el co i.e lo extrictaincnte necesario, debe dárselo a los
pobres. ¡Y cuántas otras gravísimas responsabi
legio municipal de Cliieri. Con una dulce sonrisa
le comunicó su determinación y empezó a pre lidades! ¡Ah! cjuerido 1-ilipello, yo no me haré jamás
párroco. \^oy a estudiar porque quiero consagrar
pararle el equipo.
Como la situación de la faiiiiha era bastante d i toda mi \áda a los niños.
Y así diciendo reanodoroii su camino y hilqiello
fícil, V a pesar de que Margarita procurara disi
(picdó
para siciiqire admirado del espíritu de ca
mular los sacrificios que x imponía. Juan no po
ridad que animaba a su compañero.
día menos de verlo, la dijo un día.
Margarita no lardó inueho. Al presentar a su
— Mamá, si me pennites, tomo un par de sacos
hijo a la Sra Lucía de Malla, le dijo:
y voy de casa en casa cuestuando.
- - A(iuí tiene V. a mi hijo, y acpií tiene la i>cnElla le dió su con.senlimieiito. Para Juan era y
<ión. Y o he hecho de mi parte lo que podía; el liara
fué siempre un gran sacrificio pedir limosna, pues
lo (lUC le corresiKinde; y espero (piedaréis satwíesentía natural repugnaiicia. pero queriendo ol^dios de él.
{Co>Utnu nd}.
decer a la intimación del sueño: Hazte huntilde,
fué a golpear a todas las puertas de Becchi, v Murialdo. I,as madres lo acogieron como un hijo, los
T E SO R O E SPIR ITU aL.
hijos como un hermano. Expuso sus necesi^<les y
Los Cooperadores Salesianos que ccnfe%ados
sus planes v recogió jian, queso, trigo, maíz.
A pesar de todo, esto era muy poca cosa p ^ a
y comuhados. visíten devotamente una iglesia
tantas necesidades. Entonces una buena mujCT
o capill" pública, o si viven en comunidad, la
expuso el asunto al Sr. Cura, quien a su vez hablo
propia capilla, y rueguen según la intencióa
con varios .señores del vecindario y recogieron una
del .Sumo Pontífice, pueden ganar las siguientes
cantidad, que mandaron a Margarita. Esta la re
cibió con reconocimiento y la empleó en com indulgencias plenarias:
S J o v ie m b r e 1
prarle las repitas que tanto necesitaba.
21. Presentación de Ntr-a. Sra.
preocupación de Margarita era hallar una
buena familia donde colocar a su lujo, y la en 23. Fiesta de Sta. Cecilia.
D iciem b re:
contró en la de una señora de Castelnuovo. que,
s. Solemnidad de la Ininiaculada.
viuda V con un lujo suyo, estudiante en Chien, »
25. Fiesta de Navidad.
había trasladado a esa ciudad para velar por el.
Además, poeden ganar otras tre* cada m es;
La pensión de Juan cjuedó fijada tn 21 pesetas
ic un día de libre elección, (jue bien puede ser e?
mensuales; pero com<» no podía pagar la s u im en
Priiner Viernes; 2» el día d el ¡íjerexeto de la Buena
tera. se com-ino en <}ue Juan compensara d resto
M uerte; 3» el de la conferencia mensual.
prestando algunos ser\'icios.
—
148 —
D. Juan Bautista Lemoyne
ignorantes de Cristo, predicando la devoción
a la Virgen Auxiliadora, sembrando el bien
por todas partes. Y cuando cesaba la admira
ción mirando el libro que delante de los ojos
teníamos, exclamábamos llenos de dulce emo
ción: D. Bosco vive aquí; él, el apóstol, el santo
coronado de gloria, nuestro Padre.
Por efeo al saber la muerte del Padre Lemoyne,
si bien besamos la poderosa mano que nos lo
quitó, experimentamos honda aflicción y descon
suelo. E l P. Lemoyne era para los Salesiauos
algo unido a D. Bosco y de él inseparable; le
profesamos todos cariño acendrado porque a
él debemos en mucho, el conocer el espíritu de
D. Bosco y sus mara\-illosas obras. Mas la
muerte nos lo ha arrebatado. ¡Ya no vive! Su
alma purísima voló perfumada con el rico aroma
de las mrtudes del religioso, a recibir el premio
a que una \ida intensa y continha de abnega
ción y sacrificio le hizo acreedor.
¡Descanse en paz el llorado biógrafo del Ven.
Bosco! Y recompénsele el Señor el haber, con
la vida que escribió, sabido trasfundir en el cora
zón de los Salesianos el espíritu de D.- Bosco,’
Padre amantísimo de quien él se preció hijo
reverente y sumiso.
Los que aun vm m os le pagamos con el tri
buto de nuestros sufragios. Las genernciones
futuras bendicirán su nombre.
¡El biógrafo insigne del Ven. J. Bosco ha
muerto!
|D. Juan Bautista Lemo\me ha pasado a la
ctcniidad!
Lágrimas de dolor, nos asoman a los ojos al
dar a los lectores del Boletin noticia tan sensible
al corazón de los Salesiana*?. Era 1). lem oyne
veneranda reliquia de los primitivos tiemjx>s
de la Congregación Salcsiana, historia \-iva del
Ven. Bosco, alma qxie supo encerrar en páginas
de bíblica sencillez el espíritu maravilloso y
extraordinario de nuestro Ven. Fundador, que
so comunica a los lectores que amantes saborean
páginas con tanta sinceridad y cariño escritas.
¡Cuántas veces al leer la \*ida de D. Bosco
escrita por el ilustre muerto, hemos tenido que
susjiender la lectura para contemplar a nuestro
Ven. Padre que se nos monstraba en ella ani
mado, santificado y r^ n e ra u d o a los niños,
salvando al obrero, siendo baluarte del Pajiado,
llevando la luz del E\’angelio a inteligencias
Ras&fos biográficos
Como ingresó ei P. Lemoyne
en la Congregación Salesiana.
Nacido en Genova, de noble estirpe, fueron
sus padres el Doctor Luis Lemoyne, médico
de la Casa real, y la condesa Frasca, dama de
nobilísimos sentimientos y modelo de madres
cristianas.
Emprendió en su ciudad natal la carrera ecle
siástica coronándola con feliz éxito ordenándose
de saceniore el 14 de junio de 1862. Mas su co
razón enamorado de Dios no se satisfizo. Quería
imirse más estrechamente a Jesús y anhelaba
una vocación más perfecta. E l mismo P. Lerao>*ne nos refiere, al declarar en el proceso de
la causa de Beatificación de D. Bosco, su lla
mamiento a las filas salesianas:
«En 1862, hacía dos años era sacerdote secu
lar y sentía fuerte inclinación a ingresar en una
— Í 49 —
orden religión; mas ningima de las conocidas
me atraía.
«Z^Ie habían hablado de D. Bosco como de
un santo, mas ignoraba tmnese el pensamiento
de fimdar una congregación. Fui a visitarle
en el mes de Julio a Turín, y hube de volver a
casa sin conseguirlo. D. Bosco, en aquella sazón,
estaba ausente. E l último domingo del mes de.
Septiembre, encontrándome en Belforte, pueblecilio situado junto a Ovada, pedí a la Virgen
Santísima me diera a conocer la voluntad de
Dios, respecto a mi vocación. Al despertarme
el día siguiente, oí una voz muy clora que me
decía: « ¡Va a Lerma! (pueblecito distante una
hora de Belforte) y verás allí a D. Bosco *. Nó
tese que no tenía noticia alguna de la ida de
D . Bosco a aquella región. Celebré la Santa
Misa dominado por este pensamiento, y temien
do fuese hijo de la imaginación, se lo comuni
qué al marquesito Carlos Cattáneo quien des
pués de escucharme me dijo: «Sea sueüo o no
sea sueño, vayamos a Lerma y preguntemos al
párroco
Procedimos según el consejo de Carlos.
Llegados a Lerma supimos, con no poca mara\’iUa nuestra, que D. Bosco era esperado en
aquel pueblo al que debía ir dentro .de muy
pocos días. D. Bosco llegó. Hablé con él y si
guiendo su in\'itación, pocos días después fui
al Oratorio de Valdocco, al lado de D. Bosco,
en cuyo instituto \’i\*í desde aquel día. hasta
la muerte del Venefable ».
pasada, de cuanto había hecho y pensado hasta
aquel día, y de los proyectos fonnados para ol
porvenir.
Fué aquel un paseo inohidable.
E l martes, i i de Octubre, D. Bosco. después
del desayuno, salió de Momese entre los aplau
sos y vivas de la multitud, acompañado de diez
jovencitos aceptados como alumnos del Ora
torio, o del colegio salesiano de Lanzo. En el
punto en que la carretera se bifurca descendiendo
por una parte hacia Gavi, el P. Ivomo>ue se
despidió de D. Bosco quien con sonrisa encanta
dora le dijo; « ¿Cuando vendrás a Turín? »; aña
diendo enseguida el Venerable:
— Me jíermite que le tutee¿ no es verdad ?
— Sí, sí: tráteme como a hijo suyo. Dentro
de ocho días estaré con V. si Dios quiere.
Y mantuvo la promesa.
Lo que pensaba de la Pía
Sociedad Saleslana.
Después del P. Alasouatti, el P. I/emo3me fué
el primer sacerdote que entró en la Congregación
Salesiana. no tardando en tener clara intuición
del vasto campo que la Di\dna Providencia le
tenía reseiv'^ado.
Pocos días llevaba en el Oratorio, cuando
D. Bosco narró uno de sus sueños i>roféticos.
Cuando se retiraron a dormir los niños, se que
daron con el Siervo de Dios dos sacerdotes, uno
era el P. Lemo>me.
— Y bien, exclamó D. Bosco con bondad y
sencillez de padre, oigamos lo que piensa el
E í primer encuentro con D. Bosco.
P. Lemoyne sobre lo que acaba de oir.
— Estoy convencido, respondió éste, que
Singular fué este encuentro. D. Bosco miró
con mirada de amor al joven sacerdote, le pre la Pía Sociedaa Salesiana ha de difundirse en
guntó cómo se llamaba, cuál era su patria, y todo el mundo.
— ¿Qué dice V.? le interruminó el otro sacer
desijués le dijo: «\'^éngase V. conmigo al Ora
torio. — Y porqué no? respondió el P. Liemoyne, dote, que había siem])re vivido en el Oratorio.
Observe. En un tiem|)o D. Bosco no era dueño
fascinado de la bondad del Siervo de Dios.
D. Bosco por entonces no le dijo más. El Arci de nada y ahora ])oseemos un floreciente Insti
preste de Lerma le invitó a comer con D. Bosco, tuto en Turín, un colegio en Mirabello, otro en
quien durante la comida le habló largo y ten Lanzo, una magnífica iglesia en construcción...
dido del Oratorio de Turín, y de los medios para Se abrirá aun algún otro colegio en el Piemonte
salvar a la juventud de los peligros que la ame y basta. ¿Qué más podemos esj)erar?
— Si no estuviese cierto, respondió el P.
nazan. E l joven sacerdote escuchaba encantado
moyne, de que el porvenir de la Congregación
a D. Bosco, y de pronto le dijo:
fundada por D. Bosco, es como yo lo preveo, sin
— Si V. me acepta, iré gustoso a sit lado.
dilación regresaría a mi casa. Son bien distintos
— ¿Y con qué intención?
los destinos de la Pía Sociedad Salesiana.
— Con la de ayudarle en lo que pueda.
D. Bosco sonriendo aprobaba; el P. Leir.o>-ne,
— ¡No! le advirtió D. Bosco, las obras de
Dios no han menester el auxilio de los hombres. firme hasta la muerte en su pensamiento, se
— Entonces iré a su lado y V. me dirá lo mostró bien pronto, como si hubiese sido edu
cado en la escuela del Venerable desde los pri
que he de hacer.
— ViDga V. únicamente para salvar su alma. meros años de la infancia, fiel imitador de su
espíritu.
— Así lo haré.
Fijo siempre el ojo en D. Bosco, transfundía
Acompañando a D. Bosco a la ciudad de Mornese le habló durante hora y media de la ^■ ida en su alma, asimilándoselo, el modo de cultivar
y dirigir las almas de los jóvenes y la exquisita
puidencia en el desempeño de los negocios más
delicados, y comprendiendo cada vez más la
grandeza de la misión que Dios había confiado
a D. Bosco, comenzó con diligencia suma a
notar diariamente todo hecho o dicho de Don
Bosco, que le pareciera digno de memoria.
SencHIOt pero dulce episodio.
En el octavo volumen de la vida de D. Bosco
tiene el P. Eemoyne una bella página donde
habla de sí, aunque en tercera persona, que en
esto también se asemeja a su Maestro. Es un
sencillo episodio, que otro no hubiera recordado,
y que le acaeció en el ano de prueba pasado en
el Oratorio. Sólo sentimos que la traducción
no conserve el delicado aroma del original.
«Encontramos, escribe, en el cuaderno de
un Salesiano, entrado y a adulto en el Oratorio,
la siguiente página... (El Salesiano es él mismo).
«Vivía en cierta aridez de espíritu, que no
sabía explicarme,.y que me llenaba de tristeza.
D. Bosco, que en tantas otras circunstancias
me había pacificado el corazón con la abun
dancia de suaves consuelos, parecía haberse
olvidado de mí, ami en el día de su onomástico,
en que le declamé una poesía con gran afecto y
cariño, ni me miró, ni me dirigió una palabra; ni
siquiera un «está bien » pronunciaron sus labios,
como, llevado de amor, decía siempre para dar
aliento y premiar la buena voluntad. Como yo
sabía que D. Bosco conocía el interior de los
corazones, hice examen de concieucia para ase
gurarme no haber cometido falta alguna que
pudiera desagradarle.
o Hoy D. Bosco me ha sometido a una gran
jjnieba. Fue a visitar la tipografía donde estoy
de asistente. Los artesanos todos le miraron, y
según iba pasando junto a ellos se le acercaban
con respeto. Para todos tenía una palabrita, un
elogio, un consejo. Y o esperaba que al fin se
recordaría de mí. Pasó junto a donde me encon
traba, le besé la mano, fijando en éllosojos con
movido, en la persuasión de recibir el consuelo
deseado, pero D. Bosco no se acordó de mi,
non muid aspeüo,
né mosse colio, n¿ pie^ó sua costa
para decirlo con una frase dantesca, y esto a
pesar de haber yo pronunciado, segiin cos
tumbre, su nombre al besarle la mano. Luego
D. Bosco, me dije para mis adentros, está enfa
dado conmigo. No hay duda. ¿Qué le he hecho?
Y v i ser yo d único que no experimentaba las
caricias del Padre.
Con el alma herida cuanto se pueda imaginar,
y con re\*erente mirada, seguí a D. Bosco que
continuaba su visita. Allá lejos, en un rincón
apartado, se encontró aún con im jovencito,
que no es por decir, pero me parece era ligero,
distraído, y atui más diré, malo. ¡Y ved la bon
dad del Padre! D. Bosco se detiene junto a él,
se lo presenta afable al señor que acompañaba
y, sonriendo, le narró la vida, las virtudes y
milagros de aquel joven. Despu^ le mandó ir
a su sitio, y fingiendo no darse cuenta, le tuvo
por la mano algunos instantes, y bromeando
con él, le manda volver al trabajo, mientras
firme le sujetaba.
Me senté en mi sitio. Los ojos corrían por las
páginas del libro y puesta la mano en la frente,
procuraba fijar el entendimiento para penetrar
lo que leía, pero todo trabajo era inútil; no com
prendía nada, volvía a leer, y peor que peor.
L a tipografía se hallaba en el piso bajo y
algunas de las ventanas daban al patio.
Hallándome en distracción tan dolorosa de
pensamiento y de corazón, sentí golpear ligera
mente con los dedos los cristales de la ventana
que sobre mi cabeza había. Alcé maravillado la
vista. ¿Quién era?.., Era Don Bosco que desde
el patio donde se encontraba, quiso acordarse
de mí, y poner fin a aquella prueba, dándome
muestra de paternal afecto.
Quedé como sorprendido y mara\allado. —
¡Oh, es V. D. Bosco! exclamé. Y él con sonrisa
de inefable dulzura, me hacía señas con la mano,
y después como embelesadora visión de sueño
suave, desa¡)areció. ¿Qué podía yo hacer? ¿Qué
decir? — Gracias, D. Bosco, grité, alzándome
de la süla y abriendo de par en par la ventana.
¡Gracias por su bondad! D. Bosco no oyó nada,
y sólo al volverse otra vez atrás me pareció
oirle: «Adiós, está alegre! ».
Recobré la paz y fui de nuevo dueño de mí.
Me había probado, y aduanando mi necesidad
con afecto de padre la quiso satisfacer. La sonri.sa que acompañó al constielo la ter^o gra
bada en la memoria y en el corazón ».
£ / Director de Lanzo.
Terminado d año de prueba, el to de No\dembre de T865, prometió a D. Bosco vivir a
su lado toda la vida, y el \^euerable le mandó
de director al colegio de Lanzo.
«Kn este tan delicado cargo, escribe D. Albera, brilló bien pronto, por su gran prudencia
aun en los asur.tv)s más difíciles. Obraba como
había %nsto obrar a D. Bosco durante el año
de pnieba pasado en el Oratorio. Era para los
Salesianos y alumnos padre amantísimo; pre\*eía cualquier deseo y se afanaba ¡)or tener a
todos contentos, aun exigiéndoles el exacto
cumplimiento de los propios deberes. Lejos de
criticar las acciones de los hermanos, tenía como
norma, al hablar en público, o alabar o callar.
— 151 —
En privado, empero, no dejaba de amonestar
con sua\^ energía, ora al imo, ora al otro, y
escuchando y resolviendo dificultades conse
guía, casi siempre, calmar los corazones juve
niles y hacer reinar la paz y la armonía entre
caracteres, que aunque dedicados a un mismo
apostolado, eran opuestos. Buen número de Salesianos trabajadores sin descanso, y que aún viven,
reconocen haber recibido del P.Lem oyne.en el
tiempo que a su lado \i\ieron, la formación
religioso-pedagógica salesiana. ¡Oh! con qué ha
bilidad ponía en práctica la gran máxima de
todo el sistema educativo de D. Bosco, de que
el director debe ser ante todo el padre, el con
sejero, el guía cariñoso y solícito de los liennanos a los que ha de atender más que a sí mismo!
Cuidaba con gran esmero a los hermanos,
no abandonándoles jamás a sus propias fuerzas,
ni aún cuando demostrabam singular pericia
pedagógica. Obrando así les infundía poco a
poco el espíritu salesiano y se granjeaba la con
fianza sin límites de sus súbditos, quienes a su
vez iban a porfía en obedecer, no sólo los man
datos sino las más simples indicaciones y deseos
de su director.
(' Prestaba solícitos cuidados, cultivándolos
con particular sabiduría, a los arbolitos trans
plantados del \dvero de un colegio, al jardín
cerrado de nuestra amada Congregación, no
ohddando, tampoco, a los niños y jóvenes que
no mostraban indicio de ser llamados al estado
religioso o sacerdotal, teniendo el consuelo de
preparar para los cargos civiles multitud de
alumnos ^ue fueron honor del colegio donde se
educaron y corona de su Director. Poseía, en
efecto, una táctica peculiar, toda suya, en la
dirección de los jóvenes, ya fuera en las instruc
ciones, o en el confesionario. En los coloquios
particulares hablaba tan derecho al corazón que
su palabra y a fuese de instrucción o de con
sejo, o bien de amonestación, quedaba impresa
con caracteres indelebles. Prueba palmaria de
ello fué la reunión celebrada en el colegio de
Lanzo para conmemorar el quincuagésimo ani
versario de su fundación, en la que numerosos
alumnos venidos de todas partes y de todas las
clases sociales, no acababan de manifestar el
afecto y gratitud al amado Director de quien
ensalzaban las virtudes y la bondad de cora
zón ».
E l biógrafo de D. Bosco.
E l nombre del P. Lem05Tie, como biógrafo
de D. Bosco, será eterno. X i aun en los anos
vi^^dos en Lanzo dejó de anotar las obras más
memorables que realizaba D. Bosco; prosiguió
siempre, cual laboriosa abeja, la recolección
comenzada el día que por primera vez pisó los
umbrales del Oratorio, disponiendo Dios se
encontrase pro\údencialmente, en muchas oca
siones al lado del Venerable, cuando este obraba
o decía alguna cosa extraordinaria.
A l confiarle D. Bosco seguro del más lison
jero éxito la dirección del naciente Instituto
de las Hijas de María Auxiliadora, tuvo que
pasar a Niza Monferrato, pero en esta nueva
residencia así como en los cinco años que aúyíó
en Momese, no descuidó la preciosa labor que
entre manos traía, encontrando tiempo adenuls
para componer poesías e himnos, y publicar
libros de amena lectura y numerosos dramas y
comedias encaminadas a instniir a la juventud.
Sabía multiplicar mara\nllosamentc las energías
de su robusta fibra y la exTiberancia de su esco
gido ingenio, por la que D. Bosco le llamó a
Turín, y le nombró secretario del Capítulo
Superior y director del Boletín Salesiano, que
dirigió durante cinco años.
Dios Nuestro Señor disponía así los aconte
cimientos, para que fuese el P. Lemoyne el
que con más intimidad tratara a D. Bosco en
los últimos años de su preciosa existencia y
pudiera oir de labios del Venerable, la narra
ción de las extraordinarias y estupendas obras
que la D m n a Providencia había realizado y
realizaba entre nosotros.
Por todo esto y por el acendrado amor que
D. Lemoyne profesaba a D. Bosco, era natural
que, a la muerte del Padre, se le escogiera para
la grandiosa obra de coordinar y publicar las
Memorias biográficas de D. Bosco, de las cuales
nos hizo gustar poco a poco, ocho gruesos volú
menes (de más de looo páginas cada uno). El
noveno, que se ]>ublicará en estos días, pudo ser
corregido casi hasta la mitad, por el mismo
autor. Para lo que falta de la vida de D. Bosco,
diez y ocho años aún, dejó con diligencia y pa
ciencia suma recogido copioso material.
Huelga decir una palabra siquiera acerca del
valor de tan grandioso trabajo, que une indiso
luble el nombre de D. Lemo}me al del Venera
ble Fundador. Nuestros beneméritos cooperadorés tienen una prueba en la Vita del Ven.
Giovanni Bosco que ofreció al público en dos
tomos y que D. ra., prónto aparecerá en caste
llano.
Grave reserva al parlar de si.
Nos es consolador exponer detalladamente
estos pormenores de la vida del llorado P. L e
moyne, porque, amante del retiro y del silencio,
evitó siempre hablar de sí, aun pudiendo ha
berlo hecho con humildad.
L a primera entre\ústa con D. Bosco, el her
mosísimo episodio que le acaeció en el ano de
prueba pasado en el Oratorio, al par de otros
hechos, los narró el mismo en las Memorias,
pero siempre en tercera persona; pudiendo ser-
— 152 —
vir como ejemplo, la narración que en el tomo
noveno pag. 246 hace de la primera misa cele
brada por D. Bosco en el santuario de María
Auxiliadora, el 9 de Junio de 1868:
«Tuvieron, dice, el consuelo de ayudarle a
misa D. Juan Bautista Francesia y D. Juan
Bautista Tem oyue». Pone su nombre porque
así lo había hecho D. Bosco en la Rmiembranza,
en que él mismo publicó la reseña del solemne
octavario.
Continúa el 1^. Lem oyne:«Vuelto a la sacristía,
D. Bosco se entretuvo algún tiempo después de
larga acción de gracias con una señora a quien
y a conocía, y que venida a Turín con motivo
de las fiestas, le habla sido presentada por un
hijo suyo, sacerdote salesiano a quien D. Bosco
dijo: <(No serás tú el único Salesiano de tu fa
milia! »
* Profecía singular! En la familia de este sa
cerdote vivían aun cuatro hennanos inclinados
a todo menos a la \’ida religiosa y una hermana
de corta edad; y he aquí que catorce años
después, en 1882, la hermana ingresó de modo
enexplicable en el instituto de las Hijas de
liaría Auxiliadora, y veinticinco años después
de la predicción, un hermano, por circunstancias
que no se podían preveer, abrazó el estado reli
gioso en la Congregación Salesiana. De este
último habíale dicho claramente D. Bosco al
hermano salesiano, en 1886 revelándole el nom
bre: — Quiero conquistar lo para mí.
Da señora era la madre de D. Juan Lemoyne;
y la nueva conquista, su liijo Vicente, que entró
Salesiano y se ordenó de sacerdote y asistió a
su hermano en la agonía. '
Su intimidad con el Venerable
D. Juan B. Lemoyne mantuvo siempre \dvo
tu el corazón el amor a D. Bosco.
Doquiera se encontrase, cualquier fuera la
jíersona con quien entablaba conversación, le
tenía absorto el pensamiento y la memoria de
D. Bosco, tomaba notas, preguntaba y acla
raba. no perdonando fatigas con tal de aumentar
su aa'hivo, que custodió con tanto celo, que a
Uis profanos llegó a parecer exageración.
" El mismo D. Bosco le secundó en este artliente deseo del corazón. En los últimos años
de su vida cuando le prohibieron leer a la luz
artificial, pasaba las noches de in\'ieruo, parte
cu el retiro, parte en la oración, o bien recibía
a alguno de sus íntimos, entre los cuales mmca
faltó el P. Lemo\*ne. Todas las noches iba inde
fectiblemente al cuarto del \*enerable a pasar
una hora en su compañía y en aquel tiempo
haciéndole incesantes preguntas, escuchó de
los labios de D. Bosco la narración de los prime
ros años de su ^^da. de los pasados en el seminario
y de los primitivos tiempos del Oratorio, reco
giendo de esta manera, como en manantial, el
material para el primer tomo de las Memorias
y para la biografía de Margarita Bosco, madre
del Venerable.
«En una de aquellas veladas de invierno,
solía narrar el P. Lemoyne, D. Bosco me recibió
silencioso y en silencio permanecí sentado a
su lado más de media hora.
— ¿Estás aquí, Lemoyne? dijo de pronto
D. Bosco.
— Sí, Padre, le respondí.
Y como recalcando las palabras con voz muy
queda añadió.
— Tú... tendrás... una larga vida.
— Muchas gracias, le dije.
Enmudeció de nuevo no volviendo a hablar
más en toda aquella noche...».
Este amigo y discípulo amantísimo de Don
Bosco sintiendo sobre sus espaldas en los úl
timos meses de la vida, el gran peso de los acha
ques y de los años, recordó en más de una oca
sión aquella lejana tarde y las palabras de
D. Bosco; y a un hermano, a quien varias veces
había recordado esta confidencia le preguntó:
— Tengo 77 años. ¿Te parece haya de vivir
aún largo tiempo?
Continuamente pensaba en el cielo; pero así
como nunca dejó este dulce deseo, así tampoco
desistió hasta el último día de su vida, recibidos
ya los Santos Sacramentos, de pensar terminar
la Vida de D. Bosco!
Antes de morir el \’enerable había dicho al
P. Lemojme que se_cuidara; que diera todos los
días im paseíto. necesario a su vida sedentaria,
como al enfemio la medicina; mas el deseo de
trabajar sin tregua le hizo estimar superfino lo
que era necesario. La última vez que salió de
casa filé el carnaval y en la curesraa del año
pasado, para llevar los consuelos de su minis
terio sacerdotal a un ex-alumno su5’o... muy
necesitado de esos auxilios. Cuando en esa oca
sión salió de casa, no ponía los pies en la calle
desde el mes de junio de 1912, cuando después
de celebradas sus bodas de oro sacerdotales, fué
a dar las gracias al Emmo. Cardenal Richelmy
por la parte que en las fiestas había tomado.
Después de cumplimentar al insigne purpu
rado fué, lo que estimaron todos un aconteci
miento, a Valsálice a \*isitar las tumbas de Don
Bosco y de Don Rúa.
Su muerte.
De algunos anos a esta parte la fibra robusta
del P. Lemoyne iba cediendo al tiempo y a la
fatiga. Trabajado por los achaques, hacía un
año que no podía celebrar misa en el San
tuario, teniendo, empero, el consuelo de decirla
en una capilla privada.
— 153 —
En los días primaverales bajaba aun a la
Basílica a visitar a Jesús Sacramentado. Con
la belleza del tiempo pareció cobrar ali\’io y
adquirir ene^ías, que no fueron sino pasajeras.
E l 12 Agosto, p. p. sevió obligado a guardar
cama y a contentarse con recibir la co
munión diaria.
Agravado repentinamente la mañana
del 14 de Septiembre último, D. Albera
le administró con toda solemnidad el Santo
\’iático recibiendo el enfermo a Jesús a
quien tanto había amado y hecho amrr,
con gran recogimiento y amor. E l Erairo,
Cardenal Cagliero, que estaba a su cabe
cera, le sugería piadosas jaculatorias, ro
deándole además el lecho, su hermano
^ricente, la hermana, Hija de María Au
xiliadora, los Salesianos y el clero de niños
del Oratorio.
Pocos instantes después le dieron la
Extrema Unción y recibida la bendición
papal, con agonía calma y serena como su
\ida, a las 6 de la tarde voló plácidamente
su alma a la mansión de los bienaventu
rados. I). Albera con lágrimas en los ojos
rezó el De profundis y arrodillado con los
demás superiores del Capítulo, junto al
cadaA'er ofreció el primer tributo de de
votos sufragios, rezando el Santo Rosario
por el eterno descanso del alma del que
rido D. Lemoyne.
Mons. Fagnano
Los funerales.
Se celebraron el 16 de Septiembre y
constituyeron un plebiscito de estima y
veneración tributado al santo sacerdote,
no sólo de parte de los Salesianos y
alumnos, sino también de numerosos ad
miradores de toda.s las clases sociales.
Conspicuos miembros del Clero y de la no
bleza de Turín, y numerosas representaciones
de asociaciones católicas y de institutos reli
giosos, se unieron con unánime afecto, a las
largas filas de Salesianos e Hijas de María Auxi
liadora, que venidos de muchas casas, acom
pañaron los restos mortales de D. I^emojTie al
Camposanto.
Una oración.
No se la n i^ u e ninguno de los lectores del
Boletín a este incomparable y eximio hijo de
D . Bosco.
Con un lacónico telegrama le comunica el
R. P. Xai, Su¡)erior de las Casas de Chile, al
Revmo. Rector Mayor la muerte del Apóstol
de la Patagonia Meridional y de la Tierra del
Fuego, el ínclito hijo de D. Bosco, compañero
del Emmo. Cardenal Cágliero, Prefecto Apostó
lico de sus Misiones, acaecida el 19 de Septiembre
en Santiago de Chile.
Es otro gravísimo luto para la Pía Sociedad
Salesiana.
Siendo tan relevante su figura, le dedicaremos
algunas páginas en el próximo número.
Mientras tanto lo encomendemos a las ora
ciones de nuestros lectores.
* *
'<1
DE JSÍUESTRAS MISIONES
R EPÚ BLICA A R G EN TIN A
D os puentes im provisados.
{Carta del P . Müanesio).
Buenos Aires, 12 de Octubre de 1915.
Revmo. P . Albera,
IGUIENDO el refrán: « más vale tarde
que nunca » le diré brevemente los
principales acontecimientos de nues
tra misión de Pringles, pueblecito situado a
orillas del Río Negro, a go kms. de Patagones.
Me encontraba en Viedma, cuando recibí
orden de trasladarme a Pringles para predicar
la Novena de la Purísima.
¡Qué de impresiones no experimenté en ese
viaje! En los primeros diez años de mi misión
en esas tierras, el único medio de transporte
era un viejo rocín; hoy es un elegante auto
móvil. Entonces se empleaba un día entero;
hoy bastan tres horas. Entonces llegaba uno
más muerto que vivo; hoy llega uno dispuesto
a celebrar la Santa Misa y predicar. ¿No le
parece, amado Padre, que tenemos derecho
también nosotros de cantar las maravillas del
progreso?
Una gran novedad encontré: el pueblo par
tido en dos... ix>r dos grandes canales abiertos...
por la inundación de i8gg. El uno se halla a los
pies de la colina que amuralla el valle; el otro
pocos a metros del río.
Desde el principio de la Novena advertí que
dichos canales imj)edíau el paso de la gente de
la colina y doliéndome en el alma que no pudie
ran asistir a las funciones, resolví jjoner remedio
como mejor me fuera dado.
De acuerdo con nuestros buenos hermanos
el P. Eranc y el Hermano Sikora, y fiados en la
cooj->eracióii de los vecinos resolvimos construir
dos puentes, siquiera para gente de a pie. A
algunos les i>areció esto un sueño, mas no a
nosotros, acostumbrados ya a vencer estas
dificultades. No se trataba de puentes propiametrte, sino de pasarelas, para lo cual bastaban
unas docenas de \ngas. de tablas y de clavos.
El primer día trabajamos nosotros solos;
pero el segundo se nos unió el Comisario, D. Fran
cisco Muratorio, quien no solamente prestó su
inteligente concurso personal, sino que ordenó
a media docena de sus agentes vinieran a ayu
damos. En dos días tendimos el primero; tiene
diez metros de largo.
Con mayor empuje pusimos manos al se
gundo, que debía medir no menos de 50 metros.
Pero precisamente el primer día casi tenemos
que llorar una grave desgracia. E l hermano
Sikora y yo habíamos bajado para sondear
la profundidad, y creíamos poderlo hacer desde
un carro; cuando repentinamente el caballo
resbaló y cayó en un remolino. Y o pude saltar
adonde el agua era poco profunda, pero el her
mano, que quería sd v a r el caballo, desapareció
con él bajo las aguas.
Vestido como estaba, me arrojé al agua, y
logré sacar primero al hermano y luego al animal.
Era el 30 de noviembre; interrumpimos por
ese día los trabajos y los continuamos con
mayor ardor al siguiente. Cuatro días después
prestaba sus servicios al segundo puente.
Eos vecinos, llenos de gratitud, no cesaban
de admirarlo. Diez y seis años hacía que el
agua había cavado esa división entre las dos
fracciones, y si durante la seca no se interrum
pían las comunicaciones, durante los meses de
lluvias y crecientes cesaba el tránsito a pie, con
grave perjuicio de todos.
Muchos de los que veían estas dos obras
decían a algún espíritu fuerte, {que allá también
los hay): — « ¿ Y no preguntaban Vs. para qué
sirv'en los Curas? » Uno de ellos se quejaba luego
amargamente de que en 16 anos no se hubiera
hecho nada, y que un fraile, ayudado por unos
cuantos vecinos, hubiera llevado a cabo en pocos
días una obra tan necesaria.
E l día de fiesta tuvo la Virgen Purísima una
buena corona de comuniones. Ea procesión fué
muy. numerosa y devota. Varios gallardos jó
venes se disputaron el honor de llevar en sus
robustos brazos el paso de la \"irgen. Iba la
estatua adornada de flores y guirnaldas. El
pueblo devoto la acompañaba y le pedía su ben
dición para sacudir una vez el hitlo de la indi
ferencia y v^encer definitivamente eíe enenJgo
formidable que se está apodeiando hasta de
— 155 —
las energías de la juventud; parece imposible,
— no sólo por aquí, sino en todo el mundo; el
respeto humano. — |Ohl que la Virgen Santí
sima escuche las oraciones y premie la buena
voluntad de todos los amados vecinos de Pringles!
D e T . R. afmo. hijo in C. J.
D om in g o M il a n e s io ,
Misionero Satesiano.
Del Este al Oeste de la Patagonia.
ii^elación dd P . Juan Beraldi).
Junín de los Andes, 6 de mayo de 1916.
Amadísimo P . Altera,
Después de haberme pasado casi im año
en nuestro Colegio de San Pedro de Fortín Mer
cedes, situado en la margen izquierda del turbio
río Colorado, fui destinado por la obediencia a
nuestra casa de Viedma, punto central de las
misiones de la Patagonia y residencia que fué
del Esm o. Cardenal Cagliero, primer Vicario
Apostólico.
En Viedma y Patagones.
Hallé nuestra casa de Viedma m uy floreciente.
Es el colegio de S. Francisco de Sales con sus
alumnos internos y externos, un verdadero
jardín para las Casas salesianas de la Patagonia,
puesto que de allí se esperan muy hermosas
vocaciones. No otra cosa que flores verdaderas
de ameno jardín son los estudiantes de Filo
sofía y de Teología que nuestra dulce madre
María Auxiliadora ha venido reuniendo para
mandarlos en breve a difundir la luz del Santo
Evangelio por toda la Patagonia.
Recibí gran consuelo viendo el grandísimo
bien que se hace en la ])arroquia con las flore
cientes Hermandades, Círculo de Obreros y
Asociaciones; con las funciones tan solemnes y
litúrgicas realzadas con la presencia de nume
roso Qero; con la frecuencia de Sacramentos,
asistencia a la Sta. Misa aun en los días de labor
y con el Oratorio festivo. Impresión gratísima,
repito, me produjo nuestra Parroquia, que por
belleza y majestad semeja una Catedral y que
llamaríamos el San Pedro de la Patagonia;
el bien incalculable que allí recibe multitud
de niños necesitados quienes gozan una verda
dera felicidad en nuestra Granja Agrícola i- San
Isidro ». la caritativa asistencia que reciben los
enfermos recc^dos en nuestro Hospital de
-San José*, y finalmente la concurrencia a la
Farmacia Salesiana que gratuitaihente reparte
las medicinas a los pobres.
Es la casa de Viedma un como Hospital
Cottolengo (i), si bien más pequeño; es un
milagro continuo de la Di\’ina Providencia y
casi diría una obra especial entro las de su
género, y que se explica sólo con decir: Digitus
Dei est hic.
Nuestra tipografía de «San Francisco de
Sales »tra 1>aja sin cesar y con la hoja trisemanal
« Flores del Campo » y otros trabajos, contribuye
eficazmente a defender la causa católica.
Y ¿qué decir del l^enéfico apostolado que allí
ejercen las Hijas de María Auxiliadora? líducan
ellas más de 200 niñas entre internas y externas;
van cultivando en la piedad más de 80 hijas de
María y la numerosa asociación de los Angeles
Custodios; tienen a su cargo las asociaciones
de mujeres y el Oratorio festivo; prestan ayuda
a las familias menesterosas y a los enfennos
por medio de las damas y señores de la Sociedad
de S. Vicente de Paúl, son en una palabra,
verdaderas auxiliadoras nuestras en la sah'ación de las almas.
E l espíritu genuinamente salesiaiio que há
bilmente infundió desde el principio el Emmo.
Cardenal Cagliero, primer Vicario Apostólico,
revolotea todavía sobre todas nuestras casas.
No parece sino que el mismo D. Bosco \dve y
trábaja entre sus hijos e hijas y como intré
pido guía los lleva a la conquista de las almas
en tierras donde sus sueños se van realizando.
Ferrocarriles y automóviles comienzan ya a
devorar las distancias más grandes. Hasta
nuestro querido Inspector D. Luis Pedemónte
hace sus \najes en automóvil, marchando cual
ángel de ]>az sobre las vastas llanuras patagó
nicas a \nsitar las más apartadas misiones y a
llevar socorros a los hermanos.
¿Qué diré de nuestra ])arrc)quia del Carmen
de Patagones? y nuestro «ok-gío de San José?
Era el Carmen de Patagones una antigua for
taleza española, levantada para contener las
invasiones de los indios; y es actualmente una
hermosa ciudad, separada de Viedma por el
grandioso río Negro, cuyas aguas silenciosa
mente besan las orillas, unidas por el incesante
ir y venir de vapordtos y lanchas de remos.
La SSma. \'irgen del Carmen cuya protección
jamás faltó a su querido imeblo de P a tro n e s
en las públicas calamidades, pide ahora un ma
gnífico Santuario.
Y a se comienzan a recoger limosnas, y el
Vicario Foráneo, nuestro hermano D. Pedro
Bonacina ha puesto manos a la obra que para
sí pide la Virgen Santísima.
(1) Es este un vAsUsimo hospital de Tuna, que al
berga más de 6,000 enfermos de toda clase y no cuenta
con más rentas que ia Divina Providencia. Lo fundó el
Vble. José Cottolengo, Canonizo de Turín, cuya beatifi
cación parece ímminente. Fue casi contemporáneo deJ
Vble. Bosco. — N. d. R.
— 156 —
La parroquia es de las más extensas de nues
tras misiones. En ella trabajan- en compañía
del celoso Vicario, el virtuoso párroco D. Mateo
Valinolti y el siempre regocijado y popidar Don
Carlos Cavalli quien por muchos años fué el
amado l'cHi)e Neri de Bahía Blanca, y actual
mente de Patagones.
Nuestro Colegio de San J osé es un arca de sal
vación para la juventud. Cuenta entre internos
y externos más de 250 niños y tiene un flore
ciente Oratorio y su Círculo de Obreros.
Las Hijas de María Auxiliadora ejercitan
también en Patagones un fecundo apostolado
para con sus 300 y más alumnas, para con las
señoras y señoritas por medio de la asociación
de las Hijas de María y para con las Antiguas
Alumnas, Damas del Sagrado Corazón de Jesús,
(le San José y San Vicente de Paúl.
La buena semilla de la palabra de Dios, es
parcida en estas tierras \irgenes por nuestros
primeros misioneros, está dando y a riquísimos
fnitos.
De Fortín Mercedes a Bahía Blanca. — Reunión
Inxpectoríal.
E n tres horas de automóvil y otras tantas de
ferrocarril fui desde Patagones a Fortín Mer
cedes, bajando desde la estación Pedro Litro.
Lo i)rimero que se pasa es el río Colorado, así
llamado por el color de sus aguas, que a la verdad
son más bien turbias que no rojas. Enseguida
tropieza uno con el \istoso ])anorama del Co
legio nuestro San Pedro, que levantado sobre
mi otero muy pintoresco, se halla rodeado de
verdes árboles y de una fértil llanura donde
abundan los \dñas, los cereales y pastos y en
que hay largos paseos de copudos Mamcjs y
jiequeños canales de regadío que toman las
aguas del río por medio (le dos enormes ruedas
hidráulicas. Allí pude admirar una gruta artiñcial con brotes de agua; un liennoso jardín
donde hay en abundaiuda \-istosas flores, hier
bas aromáticas y plantas medicinales, numerosas
vacas y caballos en la pradera y un guanaco
para diversiém de los niños; v i también (ios mo
linos de viento en la parte más alta, que proveen
de agua al Colegio y al nuevo lavadero a vapor;
en la parte baja y sobre la orilla izquierda del
río. la casa de nuestros hortelanos con su campo
cubierto de \*erde; y finalmente un homo de
cal de reciente construcción. Las a|>ariencias
tlel Colegio son mexiestas; pero comodidades
tle estuílio, clases, dormitorios, enfermería,
comedores, biblioteca, (dase de canto, dependen
cias i>ara misioneros y forasteros y pórticx»s
amplios, no le faltan.
Fnito es todo ello de los sudores y sacrifiídos
de nuestros hermanos, y particulannente, del
P. Bonacina, fundador de esta misión donde
trabajó por 20 años, y de su fiel auxiliar D . Car
los Morelli, actual misionero de la devastada
zona del Colorado.
En poco más de tres horas me planté en Bahía
Blanca desde Fortín Mercedes, pasando antes
por las dilatadas pensiones agrícolas y pasto
riles de los Hermanos Luro, y después por otras
colonias de mucho tráfico, surcadas por una red
de ferrocarriles que pronto harán a la ciudad
rival de Buenos Aires.
Hasta el año 1890 no fué Baliía Blanca sino
una pequeña población y un como país de al
deanos; mas el Emmo. Cardenal Cagliero divisó
su porvenir y le dedicó el empeño que se dedica
a una parte predilecta del rebaño. No pudiendo
atenderla él personalmente, hizo venir del
Uruguay al misionero, P. Miguel Borghino,
quien secimdado por los de aquí, hizo verdaderos
prodigios..
E l dió vida a la parroquia donde bien pronto
empezó a florecer la piedad cristiana, de tal
manera que fué necesario levantar enseguida
un grandioso templo digno de una ciudad, que
aumentaba extraordinariamente. E l fué quien
guiado por Mons. Cagliero, su capitán, acabó
por ganar para Cristo este importantísimo
campo en que el demonio había sentado sus
reales. E l fundó el colegio « Don Bosco », el más
importante de la ciudad y en el que se educan
más de 700 alumnos; levantó para las Hijas de
María Auxiliadora otro colegio del mismo nom
bre donde hay mas de 500 niñas; y él finalmente
fué d alma y la vida d d Colegio e Iglesia dona
dos a los Salesianos por la generosidad d d ca
ballero D. Luis Abreu.
Juntéme en Bahía Blanca con numerosos
hermanos. Directores y Delegados de las casas
reunidos allí con el P. Luis Pedemonte nuestro
querido Inspector para hacer los Ejercicios
Espiriuales y celebrar d Capítulo.
Tomáronse en las reuniones importantes
deliberaciones para el progreso de las Misiones
y sobre todo para d bien de nuestros niños. En
vista de que la guerra europea ha cerrado para
nosotros las puertas de la esperanza en eso de
recibir anuida se estudió el modo de sacar voca
ciones de nuestros Colegios de la Patí^onia.
Tenninó este primer Capítxilo Inspectorial <xm
la fiesta de S. Francisco de Sales, la cual resultó
por cierto solemnísima debido a la presencia de
tantos Directores y misioneros allí reunidos.
Desde Bahía Blanca a Cboele-Choel, Roca, Alen,
Neuqueo y Junio de los Andes.
Cdebrada d i i de Febrero la Sta. Misa en la
capilla de las Hijas de María Auxiliadora, y
dado d adiós a los hermanos y superiores d d
Colegio « Don Bosco » tomé el tren para OwdeChoel. Viajé t(?da la nexhe y al romper d alba
—
157
-
de la mañana siguiente, llegué a la ansiada chor D. Abel José. Toda su familia me N-olvieroii
estación, desde donde hube de caminar media a pedir la erección de una capilla y sacerdote.
A l partir al día siguiente y despedirme del
hora, en un carro de mala muerte para llegar
P. Aceto se apoderó de mi cierta Iriiíloza y
al histórico pueblo de Choele-Chod.
Catorce años hacía que no había visto tan hondo sentimento. Tom é a la estación , >’ to
mando el tren, partí a juntanne con los hermanos
importante misión.... ¡Qué emociones tan dulces
y cuántos recuerdos!... I^a última vez que allí y niños del colegio de S. Miguel. Encantador
estuve fué en ig o i cuando tuve la dicha de acom es el panorama que en algunas horas de viaje
pañar a nuestro Vicario Apostólico, a raíz de contemplaron mis ojos por toda la orilla del río:
la espantosa inundación qus arruinó las pobla inmensas posesiones agrícolas, vastísimas pra
ciones y nuestras misiones próximas al Río deras. multitud de tugurios y aldeas de indios,
Negro. Era entonces Choele-Clioel capital muchos de los cuales fueroir bautizados 30 años
provisonal del territorio y residencia de las hace por Mons. Cagliero y hermanos misioneros
primeras autoridades. Encontréme allí sano y cuando aquellos formaban tribus bárbaras, las
robusto todavía a uuesstro ^áejecito misionero cuales viven ya entre los Europeos. A medida
D. Anselmo Domenico, apóstol de estas gentes que el trén va acercándose al antiguo país de
y tierras. Celebré la Sta. Stisa en la capilla Roca los ojos se alegran viendo los milagros de
de casa y pedí humildemente al Sdo. Corazón la agricultura: Viñedos interminables y cam
de Jesús se mo\dera a compasión por estas al pos inmensos de plantas medicinales, de cerea
mas, mandándonos pronto buenos operarios les y árboles frutales.
El Gobierno Argentino ha gastado allí una
a esta viña. E n el recorrido que desde Bahía
Blanca hace el ferrocarril a Roca, Neuquén y verdadera mina de oro a fin de proveer a aquellas
Zapála (22 horas de tren), ¡cuántas poblaciones regiones de agua por medio de canales que son
están sumidas en la miseria y abandono!... Son una presea honrosísima de ingeniería moderna.
escenás que parten el corazón. Mi antiguo com A l ver después de 14 anos el Colegio de San Mi
pañero y hermano misionero, me invitó a mon guel se levantaron en mi corazón muy vivas
tar en su carro de labor y se brindó a acompa emociones, y deseoso de llegar presto a Junín
ñarme a la Isla Grande de Choele-Choel for de los Andes sólo me detuve un día. También
mada por la misma corriente del río. Tiene esta visité el Colegio de María Auxiliadora, donde
isla 240 km. cuadrados de superficie con unos reciben cristiana educación las hijas del país y
dos mil habitantes. Pásase el río con una gran donde tienen a.silo las niñas huérfanas.
Visité al día siguiente en compañía del in
balsa o puente flotante que traslada de un
extremo a otro a los viajeros con sus vehículos cansable P. Brentana dos poblaciones agrícolas,
y caballerías. Llegado al centro de la Isla a la Alien y Cipoüetii. El primero es un ¡)aís de hon
población denominada <1Fray Luis Beltrán #, rados españoles, trabajadores incansables y
tuve la suerte de ver a nuestro amado D. Juan excelentes católicos. Aquí el Gobierno Argentino
.\ceto ya casi acabado por los trabajos y sus edificó un gran Hospital Regional que nada
muchos sacrificios. Don Juan Aceto no puede tiene que envidiar a los de construcción mo
ya más; está cansado, enfermo y hasta algo derna. Levántese el segundo j>aís sobre la orilla
•desanimado por no tener un hermano ni un izquierda del río Netiquen; j)ocos años hace (¡ue
sacerdote que le ayude; da compasión el verle. existe y sus habitantes son de diversíis naciona
Pide personal y nadie aparece. Así que no es lidades y costumbres. ¡Cuánto trabajo para el
P. Brentana, único sacerdote encargado de
¡wsible hacer milagros. Turín solamente podría
a>-udaríe. Con solo que recibiera un poco de tantas almas. Ix>s domingos tiene que binar,
l>ersonal, el hombre llevaría a cabo un proyecto predicar y explicar el catecismo. Fuéle dado al
muy importante. Como buen arquitecto, ha país el nombre de Cipolletti por orden del Go
hecho el plano que es una verdadera joya de bierno, para así honrar la memoria <lel insigne
Escuela Agraria, en la que piensa recoger mul ingeniero que llegó a cambiar esta zona patátitud de huérfanos de la Patagonia. También gónica en florecente centro de agricultura.
Desde Cipolleti me trasladé a Neuquén a
tiene ya el plano de un pequeño Santuario al
Sagrado Corazón de Jesús, a la entrada cabal donde llegué hacia la tarde a juntarme con el
mente de la naciente población F ray Luis Vicario Foráneo D. Fabricio Soldano, hermano
Beltrán * por donde los Ingleses construyen queridísimo nuestro. Es Neuquén una dudad
que apenas cuenta 14 años de existenda y sin
el ferrocarril de Conesa al puerto S. Amonio
sobre las costas del Atlántico. Detúveme en embargo y a es sede de las principales autori
esta Isla una semana para poder \isitar la dades d\-iles y militares del Territorio. Nace
región de Lamarque de 7800 almas. Anduve en junto a la confluencia de los ríos Limay y N'euquén, que forman el Río Negro, el rey de los
Dmpañm del misionero D. Anselmo Domenico.
Celebré y prediqué en casa del insigne bienhe ríos de la Patagonia. Allí me detuve cun el F,
Brentana para dar una misión a los io8 prisio
neros de las Cárceles Territoriales, la que ter
minó con unas cuarenta Comuniones, algunas
de ella^ hechas por vez primera. Los Padres
Brentana y J. Tosí vinieron expresamente a
dar un rato de expansión a las recluidos la misma
tarde de la fiesta; y durante una hora alegra
ron lo que Dios bien sabe a aquellos pobres
presos. Tengo para mí que en el Neuquén no
bastará derramar sudores y sacrificios; será
preciso que la sangre de los mártires fecunde
aquel suelo.
Partí de Neuquén para Zapata (última esta
ción del ferrocarrril) y allí tuve que sufrir tales
contrariedades que estuve por tomar nuevamente
el tren y volverme.
Cuando en 1902 hizo nuestro Vicario Apostó
lico visita pastoral desde Chos Malal a Junín
de los Andes en dos meses de penoso viaje, era
Zapata un desierto sin otros habitantes que un
propietario inglés que tenía un terreno de 40
leguas de extensión. Actualmente merced al
ferrocarril es y a un jjequeño centro comercial
donde todos son negociantes.
Durante el verano y cuando los caminos
están en Imena dispocisión, hace el viaje un
automó\nl desde Zapala a Junín (225 km.) en
un día. Y o mismo tuve que viajar en él, desem
bolsando para ello más de cien pesetas. Durante
el trayecto, tan pronto se ve uno casi en la
cumbre de una montaña, como en las mayores
profundidades; ora desciende en vertiginosa
carrera por rápidas crestas, como detiene su
marcha por las empinadas e irregulares su
bidas de las carreteras, o bien comienza el
auto a recorrer lugares donde los altos y bajos
no tienen intemipción, pues de todo hay por las
fantásticas cordilleras de los Andes.
Al fin, cuando ya el sol comenzal a a ocul
tarse tras el velo de las montañas, mis deseos
se cumplían por hallanne al fin de mi viaje.
Pasé en un puente flotante el río Aluminé y el
Chwiehuim y entré en Junín de los Andes más
muerto que \nvo.
Triste situación de ia Mission.
Cuando comencé a jíensar en la triste situa
ción ]>or que atra\desa esta desolada misión,
no pude menos de sentir vivo dolor. En ella
encontré a mi amado hennano el P. Genghin
solo y sin ninguna ayuda con el peso encima del
pequeño Colegio «Don B osco» para pobres
indios, con la dirección espiritual del Colegio
de las Hermanas y con la Parroquia.
Nada digo de la misión del campo, porque
líesele hace años no se puede ir allá por no haber
personal. El querido y benemérito veterano
Padre Milanesio hace ya dos años que falta y
actualmente se encuentra en Buenos Aires en
158 fermo. D. Augusto Crestanello fué llamado a
dirigir la misión d d Comodoro en el Chubut.
D. Félix Ortiz y el clérigo Togneti fueron des
tinados a Fortín Mercedes y la misión de Jtmín
de los Andes quedó con solo un sacerdote. Las
deudas no faltan; debemos a los comerciantes
más de 5000 pesos y no sabemos como pagarlos,
puesto que las salidas son más que las entradas.
I/OS paredones de la casa, ventanas y puertas,
todo amenaza ruina. La antigua iglesia parro
quial está cerrada por estar próxima a venir
al suelo.
Cuando el Emmo. Cardenal Cagliero la visitó
en 1902 estaba esta misión m uy floreciente.
Ahora atraviesa una terrible crisis. Confiamos
que nuestros buenos Cooperadores y Coopera
doras no nos abandonarán y nos enviarán so
corros. Entretanto, mándenos
amadísimo
Padre, algún hennano misionero porque esta
misión se halla en la agonía.
Bendíganos al P. Genghini y a este
Su afmo. y humilde hijo en / . C.
J u a n B e r a l d i.
----------------------------------
Nuevo Prefecto Apostólico
y nuevo Vicariato Apostólico.
Con decreto de la S. C. de Propaganda Pide,
ha sido nombrado Prefecto Apostólico de la va
stísima Prefectura de Rio Negro (Estado de
Amazonas - Brasil) el Rvmo. D. Lorenzo Giordano, ex-inspector de las Casas Salesianas del
N. del Brasil.
E l nuevo Prefecto Apostólico se encuentra ya
en el inmenso territorio de su misión. A él y
a su celoso coadjutor Rdo. P. Balzola, la expre
sión de nuestros más fervientes votos y la pro
mesa de nuestras oraciones.
— También con decreto 4 octubre 1916, la
Sagrada Congregación Consistorial, elevaba a ia
categoría de Vicariato Apostólico, el territorio
de Magallanes, campo de las fatigas de nuestro
malogrado Mons. Fagnano. La sede principal
del Vicariado sera a Puntarenas.
Reguemos al Dueño de la miés que mande
muchos obreros a su viña.
jK ios niños.
Y a que vosotros no podéis, al me
nos por ahora, ir a las misiones y
convertir infieles, rogad mucho por los
misioneros, ofreced por ellos vuestras
comuniones, mortificaciones, visitas,
misas etc. y participaréis de su mérito.
jQué grande cosa es salvar las almas!
EL CULTO
de María Auxiliadora
•■
---------------- -----------------------
Nós lenemoa li pcrsuatión de que, en lat TlcUltudes doloroaaa de loa (lenpot
qne airaveiacnos, ao noa quedan m ii consuelos que los del Cielo, jr entro cilos,
la poderosa protección de la Vlrpea bendita, que iué en lodo tiempo el Auxilio
de los Cristianos.
x.
NUEVO TEMELO DE MARIA SS. AUXILIADORA
B oineo^ Hatísna] Peroano al ptíiner Cestenaiia de la ladipeidencía
Como prometimos en el número anterior, publi
camos la circular del Rvmo. Sr. Inspector del Perú
y Bolivia, en la que se recomienda la erección del
nuevo y gratidioso templo dedicado a María A u
xiliadora acompañada dal proyecto del mismo.
U n lla m a m ie n to a lo s P e ru a n o s .
En la noble porfía con que toda abna peruana
se va preparando para celebrar el glorioso Cente
nario de la Independencia de la República, no
puede quedar indiferente la Institución Salesiana,
que de su Fundador el Ven. D. Bosco aprenrlió
a considerar como su segmida Patria el suelo donde
se levanta una de sus casas y trabajan sus hijos.
Pero, tratándose del Perú los Salesianos tienen
motivos especiales para asociarse al comim entu
siasmo para la celebración de la clásica fecha. Ellos
minea olvidarán la benévola acogida que se les
l)rindó en el país, las manifestaciones de cariño
•ecibidas de todas las clases sociales y el apoyo
de los poderes públicos.
Por consiguiente, en prueba de nuestra ^ atitu d
al Pueblo Peruano hemos pensado trabajar con
aliinco en la prosecución de los trabajos del nuevo
Templo de María Auxiliadora, que ya es una ver
dadera necesidad para este nuevo barrio de Lima,
destinado a ser su mejor boulevard, y contando
siempre con la ayuda de la Divma Prcxúdeucia
que
ahora no nos ha faltado, y con d ai>oyo
de todo buen Peruano, presentarlo terminado
para 1921 como Homenaje Nacional al primer
Centenario de la Independencia.
L a colocación de la primera piedra se verificó
el 24 de Mayo de 1906, como recuerdo imperece
dero de las Fiestas Centenarias de Santo Toribío
y del cuarto Congreso de los Cooperadores Sale
sianos.
Después de los ritos preliminares celebrados
fe
por S. S. lim a, y Revma. Mons. Santiago Co.stamagna. Obispo titular de Colonia y Vicario Apos
tólico de Méndez y Gualaquiza, S. S. lim a, y Revma
Mons. Manuel Tovar, Arzobispo de Lima, bendijo
la primera piedra.
Apadrinaron el acto: S. E. el Señor Presidente
de la República Doctor José Pardo y su Señora
Doña Carmen Heeren de Pardo, representados por
el Sr. Dr. Jorge Polar, Ministro de Justicia y Culto
y su Señora Doña Carmen E. de Polar.
Asistieron a la ceremonia el lim o, y Revmo.
Mons. Manuel Segundo Bailón, el limo, y Re\aiio.
Mons. Carlos García Irigoyen, entonces Secretario
de S. S. Ihna. y Revma. el Sr. Arzobispo, y otras
distinguidas personalidades.
Por causas ajenas a la buena voluntad de los
hijos de Don Bosco y a la oorre.spondencia de la
Ciudad de Lima tuvieron que suspenderse poco
después los trabajo.s.
Pero al llegar entre nosotros el distinguido ar
quitecto Salesiano P. lírncsto Vesiiignani, se modi
ficaron los planos y, alentados |x>r el Ivxnio. Sr.
Delegado Apostólico Moti.s. Angel Jacinto Scapardini, quien en repetidas ocasiones expresara su
deseo de ver cuanto antes levantar las paredes del
nuevo Templo, y <xmfortados con la aprobación
y bendición de Nuestro dignísimo Sr. Arzobispo,
ixemos puesto otra vez mano a la obra resueltos a
superar toda dificultad confiando en la generosi
dad de todos los Peruanos y de im mí>do parti
cular de los Limeños y de los devotos de María
Auxiliadora.
Una manera bastante práctica de contribuir a
la erección del Templo es suscribirse para un metro
cúbico de pared (Soles 25) o im metro cuadrado de
superficie cubierta (Soles 125).
Y para facilitar esta manera de contribuir y
que esté al alcance de todos, aún de los menos
pudientes, se ha mandado preparar libretas-ta
lonarios para el metro cúbi(x>, de 125 Cédulas de
a 20 centavos cada una.
Asimismo se ha preparado libretas-talonarios
para el metro cu a d ra d de superficie cubierta, de
125 Cédulas de a I Sol cada una.
— i6o —
Para estímulo de las personas que en su bondad
querrán contribuir a obra tan excelente, vamos
a indicar por de pronto algunas de las ventajas
a que tendrán derecho:
1. Se llamarán Socios Protectores los que dieren
o recolectaren una suma superior a looo Soles.
BUlos tendrán derecho a honras solemnes a su
muerte, recibirán como recuerdo una hermosa
Oleografía del cuadro de Maiía Auxiliadora que
se venera en Turín y llevarán grabados sus nom
bres en una lápida de mármol en la ftitura iglesia,
dándoseles su respetivo diploma.
2. Las personas que dieren o colectaren por 4
metros ciaadrados de superficie cubierta o 20 me
tros cúbicos (Soles 500), se llamarán Socios Bien-
CARABANCHEL ALTO (Madrid). — Un gran
amigo de la Obra Salesiana nos envía esta rela
ción, que agradecemos cordiahnente. —
Fiesta de María Auxiliadora. ~ Imposible es
trasladar al papel ni la imagen de las sublimes
fiestas con que estos buenos novicios homaron
a nuestra Madre María. Ellos en ese hernioso mes
de Mayo, en que la misma naturaleza con inumerables encantos invita a los hombres a juntarse
a ella para elevar un canto de amor a la Reina de
los cielos, rodearon la hermosa imagen de María
Auxiliadora de una nube de rosas, azucenas y mil
y mil variadas florecillas, símbolo de las virtudes
que se proponían imitar en obsequio a María, em
blema también de las virtudes que pedían a esta
__
L I M A i^Perú)
Nuevo templo de María Auxiliadora.
Itechorts y tendrán grabados sus nombres en una
lápida, entregándoseles su respectivo di])loma con
una estampa oleográfica de María Auxiliadora.
3. l.as personas (jue se hagan cargo de un metro
cuadrado de superficie ctibierta recibirán diploma
de Socios ccn»<ri6í<>’et»á’.v con una estampa de María
Auxiliadora.
4. I.4U5 peisonas que se hagan cargo de un metro
cúbico serán Socios Celadores y recibirán diploma
y \tna cstiunpa de María Avtxiliadora.
Tanto en esa casa salesiana como en las demás
de la República se hará continuo recuerdo de
nuestros bienhechores y cada día elevaremos al
Cielo nuestras súplicas implorando sobre ellos y
sobre sus familias las di\inas l>cndiciones.
Lima 6 de Junio de 1916.
José R a y n e r i,
Inspector d< los Salesianos.
X 3 EX
buena Madre para las niños que algún día estarán
bajo sus cuidados.
Tampoco dejaron de saludar a tan benditísima
Madre con expresivos y aniioniosos cantos en la
función del mes de María.
E l día de la fiesta fué el del entusiasmo y del
amor en que Filósofos y Novicios dieron la más
palpable prueba del acendrado cariño que profe
san a la Virgen de D. Bosco.
A los primeros albores saludaron a María con
el alegre toque de diana por la Banda de la Casa;
cantóse a las 10 una Misa solemnísima, agradando
muclio, tanto por lo exquisito de la composición
musical y su óptima ejecución, como por la exac
titud y solemnidad de las ceremonias, principal
mente en el pequeño clero.
Por la tarde llevaron en procesión a nuestra
amantísima Madre por los hermosos paseos de la
finca donde se había reunido gran concurso de gente
del pueblo, que quedó admirada del amor y entu
siasmo que estos pequeños hijos de D. Bosco pro
fesan a María Auxiliadora.
— i 6i —
Gracias de M aría 3 u \llia d o ro .
^
■
-
En los campos de batalla.
Hoy en iodos ¿os campos de batalla
se invoca fervorosamente a Afana Auxiliadora. Cuando la paz haya exten
dido sobre el mundo sus benditas alas
y podamos reco^^er documentos de todos
los frentes, podremos ofrecer a ¿os de
votos de Mana Auxiliadora irrefraoablcs pruebas de la ternura y bondade de
7iuesira Aladi'e para con sus devotos.
Sus medallas ostentan, triunfantes, sobre
el pecho, los cascos, las armas de los
soldados; ante sus imágenes se pi'ostran
humilde y confiadamente las compañías
y escuadrones al comenzar las acciones,
entre el fi'agor de ¿as artillerías, en los
momentos de tregua: y su nombre dul
císimo, cual augurio de consuelo y ven
tura, se repite de tienda en tienda en
.los destacamentos y en los hospitales
donde yacen los heridos.
A h í va una nuestra. E l que escribe
es un teniente salesiano.
María Auxiliadora ha sido siempre nuestra
Madre; pero desde que el deber nos tiene en los
ensangrentados campos de batalla, nos asiste
más visiblemente. Hallándome en el frente,
preservado milagrosamente de las balas, cogí
por la intemi>erie, una fuerte bronco-pleuropulmonía. Habiéndola descuidado ]X)r dos días,
se convirtió en enfermedad aguda y pasé siete
días con una fiebre de más de 40®. De cuando
en cuando perdía los sentidos, y los últimos
tres días estuve tan gra\-e, que el médico mi
litar declaró luego que no se explicaba cómo
podía yo \Hvir. Llegó el día de la crisis. L a fiebre
llegó a ios 41 y medio. Y o me ahogaba: mi cuerpo
se endureció y ¡jerdí del todo la senábilidad.
Llamaron de prisa al sacerdote para que me
administrara los últimos Sacramentos. Mien
tras tanto recobré el cono cimiento y me
daba cuenta de mi estado. Y yo mismo,
con un lucidez de cabeza y una calma
que no eran mías, res7>ondí al sacerdote, y
cuando me rezaron el Profictscere, esperaba
j'a el soplo de la muerte. En aquellos solemnes
momentos, pensando que iba a comparecer ante
d tribunal de Dios a dar cuenta de tantas gra
cias recibidas, tuve miedo y acudí filialmente
a María Auxiliadora; y entonces, como en un
sueño me pareció ver el Auituario para mí
tan qirerido: v i a nuestra amadísima Madre sobre
su altar, y a sus pies multitud de personas
buenas rogando por mí; y no solamente me
pasó el temor, sino que adquirí la seguridad
de que no moriría.
Llegué cu efecto hasta el último trance; pa
recía qué de un momento a otro iba a exhalar
el último aliento; los enfermeros querían ya
vestirme y habrían ya ordenado ir a tomar las
andas para trasportar mi cadáver.
Pero la Virgen Santísima me miraba con ojos
de predilección. A eso de las dos dé la ma
drugada un sueño reparador sucedió a las an
gustias de la agonía, y cuando me desi>erté
la fiebre había bajado a 38. En breve desii])areció toda amenaza, me repuse en pocos días
y de la enfermedad no me quedó ni rastro. Y
ahora héme de nuevo en mi batallón y en mí
sitio de combate, seguro de q\ie María A u x i
liadora, que me ha salvado hasta ahora, me sal
vará en lo sucesivo, para hacenne reanudar un
día, que espero no esté muy lejano, mis antigiias
ocupaciones, mis clases, mis tareas con mis
amados niños... con mayor entusiasmo, consa
grado total, únicamente a su santo servicio.
E. G. Teniente.
Durante el invierno pasado sufrí una caída
que me causó la rotura dcl ícimir izquierdo,
y me tuvo enclavada ])or largos meses en la
cama con dolores agudísimos.
Los cuidados que me ])rodigó el facultativo
y ios fangos de Acqui me aliviaron no poco;
pero a pesar de todo no me movía sino con gran
dísima dificultad, apoyándome en las muletas,
que y a desesperaba de poder dejar. También el
médico me decía que no curaría de la cojera y
que me resignara con mi suerte. Xo me di por
vencida y quise experimentar una vez más el
poder y bondad de María Auxiliadora y de Don
Bosco. Me trasladé al Santuario de Valdocco,
recé con toda la efusión de mi corazón y ese
mismo día pude acercarme a la santa comunión
sin el auxilio de mis muletas, después de casi
un año que no podía dar paso sin ellas.
Ahora estoy completamente curada, y con
el corazón lleno de gratitud a María Auxilia
dora y a D. Bosco que me alcanzaron del Sa
grado Corazí'in de Jesús esta gracia.
Alice Caste1]o, Mayo de 1915.
F r a n c is c a M a s s a r a .
—
1Ó2
C ádiz.
líu 191I4 al estallar la guerra Europea,
fué llamado al frente de batalla un cuñado mío,
esposo de mi (picrida hermana dejándola en el
mayor desconsuelo con una hija de corta edad.
I/k*iia de compasión hacia ella,'invoqué a María
Auxiliadora suplicando me concediese la gracia
de devolvérsí-lo sano y salvo.
Hice varias jíromcsa.s que cumplí fielmente,
pero en cambio mi amadísima madre María Au
xiliadora me ha pagado con creces. Durante el
uño (pie estuvo en la guerra corrió grandes peli
gros; en una ocasi(>n fueron muertos sus dos ca
ballos; otra ve?, estalló un obiis tan cerca de él,
(jue le alcanzó un casco destro?.ándole el revólver
y derribándolo al suelo saliendo ileso milagrosa
mente. Por último la Piwndencia <iui.so que el
dueño de la fábrica donde prestaba sus servicios
no pudiera encontrar quien lo su.stituyera en la
fabricaciem de cierto metal utíli.simo, y enterado
el ministro de la guerra, fué llamado por él en
tregando .sus anuas con gran reg(xijo. Para de
mostrar mi gratitud por tan grande merced, doy
una limosna para que digan luia misa en el Asilo
Kscncla « S. Ignacio » de los P. P. Salesianos.
A na D ebüurthoumieu e I raoi.a .
C a ra b a n c h e l. — Habiendo perdido la colocación
que servia ])ara atender las necesidades de mi
familia, pedí a María Auxiliadora me concediera
un medio pronto para atender a mis perentorias
necesidades. No bien hubo acabado la Novena, mi
señora se encomendó a D. Bosco y cuando ya
se creía casi impo.sible, recibí una credencial con
la (¡ue podré atender a mis deberes de esposo y
padre. Por esta gracia envío 75 pesetas que ofrecí
a María Auxiliadora.
lo Marzo de 1916
D ionisio G arcía V inubza .
M olina de A ra g ó n . — Estando nuestro hijo José
Luis con el .sarampión, se le retiró repentinamente
la erupción y tan mal .se pu.so el enfeniúto, que
creimos .se mxs moría aiiuel día. Después de pasar
unos días con alta fiebre se presentó la tan te
mida complicación de la meiúiigilis; siete días
estuvo el niño entre la vida y la muerte sin dar
la nuVs pcciueña muciitra de sensibilidad. Perdida
toda e.speruimi en los medias humanos, hubimos
de do|)asitar uue.stra iiltima esperanza cu María
Auxiliadora y por b iew s momentas colocamos
en la cuna del eiifenuito, mm jx’qucña estatua
de la buena Madre mientras iu\*ocábamos su
protección. Esto .sucedía a inedia noche y a la
mañana siguiente notó el médico una visible me
joría que paulatinamente fue acentuándose ha.sta
el completo restablecimieulo de nnestro liijito,
(juc hace un mes lo juzgálKimos ¡lerdido y hoy
lo venias jugar >• reír sin la más ¡>e(pieña huella
de tan terrible enfenuedad.
Para los huérfanos del V . D. Bosco remitimos
una pe<\ucña limasna. y ixnno público Ic'slitnouio
de gratitud a nuestra Protectora escribimos es
tas lineas.
26 de Enero de 1916.
M. í.iEKtEDK.S V-XLCÁRCEL DE G. V.XRELA.
—
E sp in a l. — Con placer imnenso doy a la publi
cidad un favor muy insigne que he alcanzado por
mediación de María Santísima.
Mi anciana madre agonizaba después de algunos
meses de atroz pleuro-puhnom'a. Los facultativos
habían agotado todos sus recur#3S y acabado de
declarar imposible toda curación ¡ Qué de angustias
y zozobras!
Pero en buena hora me aimerdo de los iimumcrab’. ei milagros obrados por la que es Auxilio de
lo.s Cristianos, y hago resueltamente esta promesa;
diré nueve misas seguidas en su honor y publicaré
i-l hecho, si resultare favorable mi súplica.
Y ¡oh prodigio! la enfermedad hace crisis pronto,
y la reposición es completa.
Todos dijeron que ha sido milagro, pero yo no
me he atrevido a calificarle de tal, por haber in
tervenido causas segundas o naturales; lo cual 110
obsta ])ara que mi corazón agradecido publique
el suceso y cante las alabanzas de esa Reina com
pasiva, que socorre y que consuela cuando se halla
perdida toda esperanza acá sobre la tierra.
Ella es la que ha hecho ordenar y disponer las
causas naturales, hasta obtener la curación de mi
querida madre y Ella por consiguiente la que ha
obrado como causa principal y eficiente tan insigne
curación.
Sirv'a este sencillo relato para cpie se difunda
cada día má.s y más en el pueblo cristiano la con
soladora y simpática devoción de lia ría Auxilia
dora.
Junio de 1915.
F. S. D. Pbro.
C a rta g e n a (Col.). — No tengo palabras con que
agradecer la tierna bondad de María Sma. Auxilia
dora para conmigo. Nuestro Señor quiso probar
hondamente mi corazón de madre, permitiendo
({lie todos mis siete hijos fueran, en menos de 24
horas, atacados por la terrible enfermedad del
sarampión, sufriendo indecibles dolores.
El 2.} de mayo, día en que los Ccxjperadores SaIcsianos cclehramas las glorias de iiue.stra Celes
tial Patrona, la enferme<lad había llegado a su
momento má.x criti'.*o: yo. como (oprimida por el
dolor, aproveché el momento en que. ]>asando en
proce.sión la bendita imagen de María Auxilia
dora delante de mi casa, me arrodillé y con las
lágrimas en los ojos y con fe aidiente supliqué a
la Virgen que salvaia a mis liijos. Y efectivamente
Mana Auxiliadora tuvo piedad de esta pobre
madre, pues al cabo de poco tiempo mis adorados
hijos se vieron libres de la enfermedad, sin quedar
sitpiiera señal alguna.
Otros prodigios más de carácter íntimo me pro
digó nuestra celestial Madre, que aprovechando
la ocasión agradezco hoy públicamente, para que
a \ústa de tan palpable protección se aumente
nuestra fe y crezca el número de sus devotos.
Cumplo igualmente la promesa de enAuar una li
mosna para el sostenimiento de la Obra Salesiana
del \'eu. Don Bosco.
Agosto 24 de 1915.
R osa A. P . d e C a v ie d e s
POR EL MUNDO SflLESlílNO
CARABANCHEL ALTO (Madrid) — Fiesta del Sdo.
Corazón de Jesús. — E l raes de Mayo fué como
ima preparación para el de Junio, y la fiesta de
María Auxiliadora, lo fxié de la del Sdo. Corazón.
Preparados los espíritus y enfervorizados los co
razones por frecuentes y sentidas platiquillas lie*
garon a la fiesta.
E l altar, en medio de la más litúrgica seriedad
cual con^•iene al R ey de los Cielos, mostrábase
adomadísimo; y si cuando la fiesta de María Auxi •
fiadora rebosaba alegría de suerte que no se podía
menos de seiiitr impulsos cariñosos por María,
ahora respira devoción y reverencia-haciendo caer
de rodillas y adorar la Magestad de Dios allí pre
sente.
Por la tarde llevaron a nuestro R ey por la dila
tada finca, adem ada con banderas y gallardetes,
en medio de cantos y mrisicas. Era conmovedor
oirles cantar con profunda convicción:
Venid y la promesa
Cumplid de vuestro amor,
Venid, y en nuestra España,
Reinad, reinad, Señor )
Xo había expectador que no sintiese la grandio
sidad del acto; que llegó al colmo aiando un novicio
con voz entrecortada por la emoción y dirigién
dose a la custodia, le recuerda una a una las pro
mesas todas que a los hombres hiciera y a las cjue
nosotros respondíamos, con lágrimas en los ojos:
¡Vos, Señor, ¡o prometisteis!
También en esta fiesta desempeñó un buen papel
la pequeña Banda de esta Casa.
Imposición de la Sía. Sotana.
¡Día dichoso
acjuel en que se vieron realizadas las más risueñas
esperanzas y cumplidos los más nobles, deseos de
un puñado de jóvenes generosos!
A los pies del altar, con la sotana en los brazos,
esperaban el momento tan suspirado de d e n u
darse el traje secular para vestir la sotana salesiana.
Bendijo el santo hábito el Revdo. Sr. Inspector
y después uno a uno Ies fué quitando el traje raun
danal y poniéndoles el uniforme de D. Bosco, del
Papa, de Jesucristo. Dichosísimos se mostraron
aquel día los norídos, como expresaron muy bien
en una hermosa velada, jurando fidelidad a Don
Bosco y estimando más un palmo de su pobre
sotana que los ricos brocados de los reyes.
Consuelo grande causó en los que asistimos a
acto tan grandioso, pues nos hacía recordar la
promesa de nuestro Ven. Padre, de que la Pía
Sodedad Salesiana crecería muchísimo y se exten
dería por toda la tierra.
En este día, tan querido de todos los Españoles
por ser la V irgoj del Pilar, el hermoso rosal de la
Congregación salesiana produjo catorce capullos,
que serán el día de mañana licnnosísima-. rosas,
que extenderán por doquier el suave aroma de la í
virtudes y el buen olor de Je.sucristo.
MALAGA. — -Vun no se ha borrado de la ciu
dad el recuerdo de la visita del inohudable P. A l
bora, y los Cooperadores, cspocialmonte el Sr.
Obispo Auxiliar, el limo. Sr. Dr, D. Manuel Gon
zález, el popularísimo ex-arciproste de IIuelv:i,
D. Baldomcro Guiara, nuestro insigne bienheclior,
el Dr. D. José Gálvez, médico de renombro univer
sal, no pierden ocasión de mostrar su amor ])or la
Obra de Don Bosco.
Aprovechando ellos la visita de nuestro mnn lo
hermano el P. Fierro, que venía de Italia y tiaía
recuerdos del Revmo. P. Albera, del P. Rinaldi,
de D. Pedro Ricaldone y demás Superiores, orga
nizaron \m acto que se concretó en una conferencia
salesiana, con la asistencia activa del insigne Pre
lado y de lo más granado de la ciudad. E l acto
tuvo lugar en la hermosa iglesia de S. Juan, galan
temente ofrecida por su dignísimo Cura-Párroco,
el 15 de Octubre, día de Sta. Teresa.
De las amplias reseñas que le dedicaron La
Defensa y La Unión Mercantil, entresacamos lo
siguiente;
La justa fama que como sociólogo .se atribuía
al humilde sacerdote, quedó el domingo afirmatla
con un nuevo tri\uifo.
Con sencillez y claridad extraordinarias disertó
sobre la inflnencia de la Socic<lad Síilcsíana en hi
resolución del pavoroso problema social.
Comenzó con un párrafo dedicado a mu-:4tra
ciudad, haciendo constar cuánta era su satisfacción
al hablar en Málaga, cmijorio de ri(iueza y de tra
bajo, que presagian un jxjrvenir brillante, jx>rquc
el trabajo es actividad y la actividad es vida.
Unos queridos amigos — dice — y admiradore •
de D. Bosco me invitaron a dirigiros la palabra
desde este lugar y como el maestro nos en-señó
a ser complacientes, héme aqm' dispuesto a con
versar con vosotros .sobre lo que es el espíritu de
D. Bosco.
Con palabras de Pío X expone la necesidad de
que en todas partes se viva el espíritu del fundador
de los Sales’anos cuyo lema, por razón de las ne<'esidades de los tiempos que víríó, muy parecidos
a los actuales, fué; ¡Trabajo! ¡Trabajo! y Oración!
— Sabido es que la revolución trajo como
arma certera para herir de muerte a la sociedad,
la disgregación, la di\TSÍón, ojnvirtiendo en áto
mos las espléndidas organizaciones del pasado, y
erigiendo en sistema el individualismo, y por con
siguiente el egoísmo.
—
164 —
El profíraina redentor que puede sintetizarse
con esta frase: el uno por el otro y Dios por todos, se
cambió i>or el de cada uno para si, con lo cual se
facilitó la opresión de los débiles y se preparó la
lucha por la existencia, la lucha con vistas esclusivnni i:tc al mendrugo, que lüzo al pobre, al
obrero
en el rico su constante opresor.
Y cuando consiguió aniquilar a los gremios, se
intentó provocar una reacción a espaldas del E van
gelio. Y vino el Socialismo.
Contra este sistema opusieron sus energías y
lucharon sin descanso insignes paladines del cato
licismo, como Ketteler, Donoso, Üahnes,
[Y cosa admirable! cuando este último excla
maba: E l conflicto social solo puede ser resuelto por
la comunidad religiosa, vasta organización de las
fuerzas católicas, Don Bosco y a estaba ensayando
su vasta organización de las fuerzas católicas.
. ;Don Bosco! ¿Quién era Don Bosco?
De modo magistral retrata la figura de D. Bosco,
llamándole faro de luz vivisinia y reflector llamado
a iluminar al mundo.
Mas comprendiendo que el trabajo aislado no
sería fmetuoso, pensó y lleva a la práctica la orga
nización del que podríamos llamar tercer grupo
de su Obra: el de los Cooperadores para que fuesen
en manos de los Obispos y Párrocos un instrumento
poderoso de bien.
Seguidamente define lo que es el Cooperador
Salesiano, dicendo que no es sólo un señor o señora
qtie se acerca de comulgar sino contribuye al
sostenimiento de las fundaciones, sino que tiene
otros y más principales deberes.
E l orador los enumera y concreta de modo
atlniirable.
Dice que fué su idea que cada casa salesiana fuese
La Casa del Pueblo en sentido católico, sin inmi
scuirse, eso sí, en política, porque la política desune.
Cuenta la liistoricta de un rey que llamó al morir
, a sus siete hijos y les entregó a cada uno una varita
para que la rompieran, Todos lo hicieron con faci
lidad, pero luego unidas las siete ninguno ni
el más forzudo piulo romperla. Con esto (juiero
demostraros, dijo el agonizante, que si os disgre
gáis fácilmente seréis vencidos, pero sí os uní--como esas varas, no habrá poder que os destniya.
Dedica varios párrafos nutridísimos de santa
doctrina a demostrar la importancia de la prensa,
|x)Kiue sin la prensa genuinamente católica todo
sería, si no.estéril, muy difícil.
Hace falta,'dice, proteger la buena prensa ayuliándola a gor^r vida más próspera que la que hoy
disfruta.
Lo propio quiso D. Bosco hacer con los cató
licos. con sus Cooperadores.
La clase obrera. — E l otro de los factores es la
educación de la clase pobre, para lo que no debe
perdonarse ninguna clase de sacrificio, creando al
efecto donde no los haya o fomentando y vigori
zando los ya existentes, oratorios festivos donde se
recoja a los niños el domingo para acostumbrarlos
o cumplir sus di Wn-s religiosos y sociales y para
santificar la fiesta.
También tienen gian importancia las escuelas
profesionales donde sobre la base de una sólida
educación cristiana se forma el obrero capaz y
el artista estudioso que sean el orgullo de su patria.
Aboga por la unión de los niños pobres y ricos
para que los primeros se acostumbren a ver en los
s^undos sus protectores y bienhechores y los
segundos en los primeros sus hermanos necesita
dos del algo material, que Dios les concedió a ellos.
A ello tienden las casas salesianas.
Dedica un recuerdo especial a la ’de Utrera, la
primera casa salesiana de España, legítimo or
gullo de Andalucía.
/.as misiones. — Habla de las misiones organi
zadas por Don Bosco, que han logrado arrancar
de la barbarie a tribuj salvajes que hoy son pueblos
florecientes y hablan el idioma de Castilla.
A todo esto llama el Apostolado Salesiano. Pero
ante todo las obras locales.
Aquí tenéis mía Casa Salesiana, que quizás
muchos no conozcáis, en donde hay asilados, a
los que se enseña un arte, y se les prepara para
la vida futura. Protegedla, haced que esta casa
sea lo que debe ser, la casa del pueblo católico de
Málaga. Haced que sea como el centro de esta ac
ción católica, de que os he hablado.
Un elogio al Prelado. — E n varios párrafos muy
elocuentes dedica frases de elogio a nuestro limo.
Sr. Obispo Auxiliar al que llama Salesiano de Co
razón, aconsejando a todos que sigan sus sabias
indicaciones, por que en materia social, como en
todas, el Prelado Auxiliar, es una competentísima
autoridad. Y tennina ensalzando en términos
elocuentes el trabajo; habla de la vida de activi
dad y de la vida de sacrificios, y cita algunos versos
de los colocados al pié del monumento a Torrijos,
diciendo que si hay ipie ir al sacrificio, que se vaya,
que las puertas de la gloria abiertas están para
los mártires.
Demos a la acción católica todas nuestras fuerzas,
y sí sufrimos, bendito .sufrimiento, y si sucumbimos
lo haremos como los héroes. Fomentemos la cul
tura y la educación, y en nombre de Dios os digo
que pronto recogeremos los frutos.
Y gracias, termina, por la paciencia con que me
habéis escuchado y al Corazón de Jesús, pido que
os bendiga, y os ilumine y dé fuerzas para que al
fin de la vida podáis decir: «Señor, he cumplido
mi deber!»
***
E l Sr. Obispo desde el altar mayor dice dirigién
dose a los fieles, que el padre Fierro, con toda sua
vidad ha dicho una cosa qua a él le ha sabido a
queja.
l i a dicho que en Málaga hay una casa de Sale
sianos, que quizás no conozcáis, y esto es una pena
muy grande, pero una verdad más grande que la
misma pena.
Y o amo a Don Bosco y a su Obra, y voy muchas
veces a esa casa de S. Bartolomé. En las Casas
Salesianas he visto el Evangelio en acción. Exhorta
a todos los Malagueños a hacer ío mismo, a conocer
a los Salesianos, a amarlos, pues no sólo necesitan
los Salesiano.s dinero para ellos, lo que pido es que
los que pueilen les alienten con su trato, les ayuden
por todos los medios a su alcance, porque hay que
— i6s —
reconocer que su misión es trascendental; que esos
niños que recogen del arroyo y que abandonados
serían carne de presidio, los de\nrelven a la socie
dad convertios en hombres iitiles para la patria.
Haciendo la advertencia de que no quiere hablar
en tono de sermón, sino como padre que es el tono
que más le agrada, ruega a todos dediquen algo
de su atención a la Obra de Don Bosco.
Y o. dice, quise tener Salesianos en Huelva y
no pude conseguirlo y al venir a Málaga y encon
trarme aquí con ellos he sentido verdadera satis
facción y por ellos me intereso.
Elogió las buenas condiciones que reconocen
en los Malagueños por lo que con una poquita
de buena voluntad puede coitsej^rse mucho.
L a función terminó con la bendición del Prelado.
SALAMANCA. — Hallamos en un periódico
local las siguientes líneas, que no dudamos ale
grarán a nuestros lectores.
Brillantísimas lian sido las calificaciones obteni
das, en los exámenes de Bachillerato, por este im
portante Centro de educación y cultura en todos
los años que lleva de existencia,, lo cual demuestra
claramente la bondad y excelencia del método pedag ^ c o salesiano, basado en el Sisiema preventivo
del Ven. Juan Bosco, que, si bien para el profesor
es el más árduo y laborioso, para el alumno es el
más racional y provechoso, dando resultados jamás
imaginados.
E l éxito, empero, obtenido este año, supera
toda\-ía los de los anteriores y constituye un gran
triunfo de la Pedagogía Salesiana, como lo prueba
con persuasiva elocuencia, el siguiente cuadro,
que comprende el resultado completo de los exá
menes verificados en el mes de Junio, en el Insti
tuto General y Técnico de Salamanca.
Aquí copia el cuadro completo de alumnos, asi
gnaturas y exánienea resultando 133 sobresalientes,
122 notables, 76 aprobados y un suspenso. Relacio
nando el número correspondiente a cada nota con
el número de exámenes resulta este hermoso porcentage; Sobresalientes 40.06%; notables 36,74%;
aprobados 22,90% e cu-peusos 0,30%.
Nueve aiiurmos obtuvieron en todas sus asigna
turas la nota de sobresaliente.
fué el Rev. P. Ferrato, S. J., quien dictó también
la inscripción de la lápida, que dice así:
E n esta iglesia — el Ven. Juan Bosco — en los
aíws de 1831-35 — estudiante y artesano —
medio de estrecheces _v di/icultades — entre ¡as
fatigas del trabajo y del estudio - - reunía compa
ñeros y amigos — para ¡as instrucciones caieijuisticas — de los Padres de la Compañía de Jesús
— como preludio — de su mundial instituto - de los Oratorios festivos — de su noble apostolado
en pro de la juventud. — Para perenne recuerdo
— Los habitantes de Chieri.
Presidieron la ceremonia S. Enicia. el Cardenal
Cagliero, el Alcalde de la ciudad, el diimtado
del distrito, el P. Ferrato. el Comité Ejecutivo
y las autoridades civiles y edésisasticas. Se
recibieron adhesiones de Cardenales, Senadores,
Diputados. Pronunciaron elocuentes discursos
el Alcalde Sr. Bottero, comendador de la Co
rona. y el Emmo. Cardenal Cagliero. Filé una
ceremonia inohridable.
La lápida mide metros 2,80 x 2,20 y está
surmontada por un medallón de bronce.
El Cardenal Cagliero y los procesos
de BeaüRcacíón de D. Bosco y Domingo Sanio.
Durante la segunda quincena de Julio y pri
mera de Agosto el Emmo. Cardenal Cagliero
prestó sus declaraciones en los procesos de Bea
tificación y Canonización de nuestro amadísimo
Padre y de su piadoso alumno Domingo Savio,
instituido ])or mandato de la Santa Sede en la
curia arzobispal de Turín.
Las declaraciones en la Causa de D. Bosco
fueron trece, y en la de Domingo Savio cuatro,
durando, por término medio, cuatro hora.s cada
luia.
¡Reguemos a Dios por el éxito feliz de estos
procesos y que acelere el día en que veamos
nimbadas con la auréola de los Santos las frentes
de D. Bosco y de su alumno queridísimo!
La Beatificación del Vble. Cottolengo.
Chicri a D* Bosco.
La dudad de Chieri. ilustre por sus recuerdos,
inauguró solemnemente una lápida conmemorati\*a en el muro de la iglesia de S. Antonio, en
la plaza Cavour, como recuerdo del tiempo que
en su seminario y en su distrito pasó el Funda
dor de los Salesianos. El promotor de la obra
E l mismo día que Chieri dedicaba la lápida
a D. Bosco, en el Vaticano, a la augusta presen
cia del Pontífice, Monseñor Verde, Secretario
de la S. Congregadón de Ritos, daba lectura
al Decreto de aprobadón de los dos milagros
propuestos para la beatificadón del Siervo de
Dios, Ven. Cottolengo, Fundador de la admira
ble Pequeña Casa de la Divina Providenda
en Turín.
Esto significa que dentro de pocos meses
saludaremos Beato ai caritativo Canónigo turinés; pues aprobados ios milagros, no resta, en
Ü
— i6 6 —
el procedimiento ordinario de la Sagrada Con
gregación, sino reunir otra congregación plenaria ante el Santo Padre para espedir el así
llamado T uto (a« tuto procedí possit ad solemnem... beatificationem?).
Deo gralias! exclamamos de lo íntimo del
corazón, llenos de alegría fraterna.
PINEROLO — Instituto para los huérfanos de
Jíuerra. Con solemnidad y cordialidad extraordi
narias, se lia inaugurado en Pinerolo, pequeña
ciudad del Piemonte, el Instituto « D. Bosco »
para niños huérfanos a causa de la guerra, ofre
cido magnánimamente por nuestro Superior G e
neral. que siguiendo las huellas de D. Bosco.
no perdona sacrificios cando se trata de la sal
vación y bienestar de la juventud abando
nada.
Ya más de 30 son los huérfanos acogidos y
la caridad de los cooperatiores no deja faltar
nada a estos pequeños seres desgraciados.
América honrando a Christo y a España,
Dos notas muy simpáticas nos ha traído el correo
de la Argentina con motivo del centenario de la
independencia cpie ha celebrado aquella Republlca. Thia es el grandioso homenaje de adoración
rendido a Jesucristo en la ciudad de Buenos Aires
como terminación del Congreso Eucarístico, que
ha sido uno de los números más interesantes del
programa de fiestas nacionales.
E l día 23 de Julio fué el designado por el Con
greso para la celebración de tan solemne homenaje,
que constituirá una brillatite página en la historia
religiosa de la Argentina. D e las extensas reseñas
que del acto publicó el gran diario bonareense
La Nación, recogemos los sigttientes datos:
• Salió el Santísimo colocado en un precioso
templete tiue llevaban sobre sus hombros seis
sacerdotes. re%*estidos de casulla; detrás iban los
líxcmos. vSres. Arzobispo. Delegado Apostólico,
limos. Obisjxxs d e ' Catamarca, de Da Plata, de
Córdoba, tic Cuyo y de Paraná; varios monseñores,
curtís párrocos, superiores de Ordenes religiosas.
Todos los curas o encargados de iglesia o capilla
revestidos de casulla, y los demás. los mismo que
his seminaristas coa roquete.
E l desfile comenzó a la una desde la plaza Majmr
y tardó hasta las cuatro y media en llegar a la
plaza del Congre.so.
Erente a la Catedral, donde estaba ex|)uesto el
Santísimo, antes de iniciarse el desfile el clero y
los seminaristas cantaron d Fangt lingua. acom
pañados por la banda de Policía. La ejecución de
este canto resultó uno de los detalles solemnes del
acto por el efecto que combinaban las voces, la
música y el numeroso gnipo.de sacerdotes, con las
altas autoridades eclesiásticas, revestidos todos con
sus insignias.
En la comitiva figuraban los ministros de la
Guerra, de Marina y de Obras públicas; muchos
senadores y diputados, el více presidente electo
de la República Dr. Luica; jefes del Ejército y
de la Annada , ex-ministros, representaciones de
todos los elementos oficiales y particulares v Comi
siones de_todas las Ordenes religiosas.
L a catedral, la Casa del Gobierno y demás edi
ficios públicos durante el paso dé la comitiva
lucieron expléndidas iluminaciones y también
fueron encendidos todos los faroles del trayecto.
Las tropas formaron en la carrera, luciehdo uiiiforme.s de gala.
En la plaza del Congreso se estacionó una mu
chedumbre inmensa. Presentaba un aspecto bri
llantísimo.
E l Sr, Arzobispo, revestido de pontifical, asistido
de brillante séíjuito religioso, dió la bendición
papal con el SSmo. Sacramento. E l acto fué emo
cionante, recibiéndola la muchedumbre arrodillada
y en medio de un silencio conmovedor: Después
las bandas militares ejecutaron el Himno Nacional
que fué cantado por el público
Según cálculo de varias reseñas que hemos
leído, el número de los que formaron en la pro
cesión se aproximó mucho a doscientos mü, y en
lo que todos están conformes es en que jamás \nó
Buenos Aires una manifestación pública tan so
lemne, tan soberana, tan magnífica, tan numerosa,
ni tan respetuosa y aclamada como la Procesión
Eucarística, en la que el Dios-Hombre Nuestro
Señor Jesucristo Sacramentado fué paseado ben
diciendo las plazas y avenida.s de la gran metró
poli sud americana. ¡Bendito sea Jesucristo en el
Santísii.í^ Sacramento del Altar!
Los elementos radicales se han retorcido de
rabia ante el inmenso triunfo de la piedad católica,
y en la Prensa, y en la calle y en el Parlamento
htm tratado de desaliogar su encono. V a antes
habían presenta<lo un memorial al señor ministro
de la Guerra, (ieiieral Aliaría, para que no per
mitiera que los militares fueran en la procesión.
\ el ministro de la Guerra, respondiendo cual
cum¡)lía a tanta osadía. 110 sólo ordenó que for
maran varios regimientos escolta y rindieran
anuas al Santísimo y autorizó a las bandas de los
regimientos que realzasen con sus acordes la magiiificeticia del acto de suprema adoración, sino
que acompañado de varios ministros, generales,
jefes y oficiales (todos de uiüfonne), senadores,
diputados, intendente municipal (éste llevaba ei
guión), iba él mismo haciendo la guardia de honor
al Rey de reyes y Señor de los señores, al Señor
de los Ejéreitos.
-Asi ha sabido responder el Ejército argentino
a sus notorios y tradicionales sentimientos cató
licos. i Bien por los católicos argentinos!
Junto a esta deniostración de amor a Jesús
Sacramentado hemas de consignar otra de afecto
Y . amor a España que hicieron muy pocos días
después los Argentinos. A l hecho de Jiaber elevado
el Gobierno español al rango de Embajada la re
presentación diplomática de España en la Argen
tina. ha respondido aquel Gobierno con otro pro.
yecto de ley sancionado y a por las Cortes, elevando
— i 67 —
también a Embajada su representación diplomái'ca eá I^ a n a . De los brillantes discursos que se
pronunoSáwHí^n este motivo en las Cámaras,
tomanioseqmo muestra el siguiente fragmento:
Lo^iVÚiculos de España, la madre Patria,
comoijBNlSianios los Argentinos, nos demuestran,
pcrqi^^e'^ánten, y si se quisiera concretarlos
basta^SBBoVdar que hablamos español'y que
en n u é » a ^ n ^ a , que es expresión nacional, se
cantaroÜÍím?stTas glorias, se elabora nuestra
ciencia y^íifcdi^Éiteu nuestras leyes.
.
•
•
........................................................
España, v i ^ ugfc su vida y por su obra, joven
siempre por
y su valor, tuvo dominio:'
extensos, en Iqs
jamás se ponía el sol. Pobló
esta tierra ben(||í^‘ <le América, forjando el ca
rácter de la ráÜ?qj’ realizó la obra colosal de la
conquista en la^áí^l v^^icra a la naturaleza y 1o.í
hombres; sembrd , puetiás que nacieron viriles y
(jue honrando la eneígía^dé gus mayores, tomaron
al propio cargo la Wé¿f*3 e ^ c e r la propia patria;
por eso aquí se luché,"se
y la patria se hizo.
Pero la separación pc^tica. no.modificó. ni j)odia
por la misma
modificar los vínculos*
oor
es de alterarse
razón por la cual no soii^sg
ientos de lo:
las corrientes de los ríos nf'"
océanos!
' jKiéfc*
La obra del Congreso de Tmmuián glorificada
v reconocida allá, en una y'^otra parte, por los
descendientes de aquellos conquistadores que en
dos continentes derrocharon con valor temerario
semilla de energías y ejemplos de altivez, fundió
a los pueblos de arabas naciones de manera defi
nitiva. porque nos une con la coincidencia sincera
de ideales levantados que son en la vida colectiva
y en la vida personal, los único:; eslabones sólidos
V perdurables.
Señor Presidente: Propiciamos la creación de
esta Embajada como retribución de cordialidad,
i'omo medio de agregar un nuevo lazo a los que ya
nos unen con España, madre de naciones, a quien
le ha sido dado contemplar en plena acción la v ic
toria de sus hijos, y satisfacción a los miles de
Esj^añoles que trabajan en nuestro suelo, contribuvemlo a su progreso ».
^ r .r \ í
N E e R O L O G I H
D. Leopoldo Gómez Moure.
Des¡)ués de larga y penosa enfermedad fa
lleció en la ciudad de Vigo el celoso Cooixjiador
Salesiano D. I„eoi>ol(lo (n^mez Moure.
líntusiasta de todas las obras buenas, a las
que favoreció con largueza, tuvo para nosotros
afecto verdaderamente paternal.
Mucho le del>e a él la acción católica en Vigo:
sobre ser un cristiano verdaderamente práctico,
edificó el magnífico local que es hoy Círculo
Católico de Obreros; dió a lo.s Salesianos los
terrenos en que se levanta el Colegio de S. Ma
tías, a cuya construcción contribuyó eficaz
mente con sus limosnas: y \*iendo la insufi
ciencia de la capilla del Colegio, estableció ui
la parte baja de su casa la capilla de María
Auxiliadora, abierta al público y en la que se
realiza un gran bien.
Fortalecido con todos los sacramentos, la
bendición papal y la de María Auxiliadora,
que recibió repetidas veces durante su enfer
medad, entregó al Señor su hermosa alma, lle
vando consigo el cariño y afecto de cuántos
le conocieron.
Una oración para el eterno descanso de su
alma.
e O O P E R a O O R E S D IF U N T O S .
Valencia (España).
P . José y 1>. Enriq*:;
Vallbona Auferil, hermano, insignes coopera
dores de las obras salesíanas.
Jamundí (Colombia). — Sra. Leonor O dí
Le<')n.‘ Ismenia F. de Baróna, Rosario V de
Mulato, Juan B. Rodríguez y Barbara Benítes.
***
Estos sentimientos no son privativos de la
República del Plata. Toda la América latina, desde
California hasta el polo antártico nutre para ron
la Madre idénticos sentimientos y anhela una unión
espiritual y económica completa. Rafael Reyes
ex-presidente de la simpática y culta Colombia,
hace años viene peregrinando por toda América,
predicando esta cruzada. ¡Es justo, es natural que
los que tenemos la misma sangre y hablamos la
misma lengua, rivam os estrechamente unid<» y
tengamos comunidad de intereses y reciprocidad
en todo!
i
INDICE DEL AÑO 1916.
E N ER O -FEBRERO .
Don Pablo Albera a los Cooperadores Saleáanos
..........................
E l Instituto de las Hijas de María Auxilia
8
dora
....................................................
lO
Documentos Salesianos
.....................
13
E l primer Cardenal Salesiano
. . .
14
El Centenario en A m érica.....................
18
B ib lio g ra fía ................................................
18
Tesoro e s p i r i t u a l .....................................
— i68 —
+■
De nuestras Misiones; Un puente sobre el
Indanza - Un Diploma al P. Pedemonte
Gracias de María Auxiliadora
. . . .
Favores de Don R o s c o ...............................
Por el mundo vSale.siano; E l Santo Padre y
la nueva vida de Domingo Savio — Las
Escudas Salesianas del Arte del Libro en
Leipzig— A la memoria de Mons. Lasagna — Antiguos Alumnos — Noticias
varias — N e c r o lo g ía .......................... .....
19
21
22
26
M ARZO -ABRIL.
La Cooperación Salesiana - 1
. . . .
Documentos S a le s ia n o s ................................
Tesoro espiritual
............................... .....
El Cardenal C a g l i e r o ................................
La fiesta patronal en T u r í n ..........................
De nuestras Misiones: E l P. Bálzoia en Tu
rín — China; Una inundación en el HeungShan — El Sr. Obispo de Cuenca y las
Misiones de Méndez y Gualaquiza — La
India
....................................................
Favores del Vble. B o s c o ..................... ^
Ecos de los C e n t e n a r i o s ..........................
Gracias de María A u x ilia d o r a .....................
Bibliografía
...............................................
Por el mundo salesiano: Málaga, Turin,
Ramsey, Valencia, Buenos Aires, Panamá,
La Paz
....................................................
N ecrología— Cooperadores Salesianos di
funtos ..........................................................
29
34
35
36
38
39
42
43
50
51
52
55
M AYO-JUNIO.
j Amemos al Sagrado C o ra z ó n !.....................
Nueva Prefectura Apostólica confiada a los
Salesianos
...............................................
Tesoro e s p i r i t u a l ..........................................
El Emmo. Card. C a g l i e r o ..........................
Auras del T i b i d a b o .....................................
El culto de María Auxiliadora: Oración a
María Auxiliadora
...............................
Gracias de María Auxiliadora
. . . .
Portentosa gracia de Domingo Savio . .
Ecos de los C en ten a rio s................................
A los n i ñ o s ....................................................
Por el mundo salesiano: El Congreso de
antiguos alumnos en Buenos Aires . .
Necrología — Cooperadores Salesianos
difuntos
...............................................
57
58
71
72
74
75
76
77
78
80
81
84
JULIO-AGOSTO.
La Cooperación Salesiana - II .
E l día de la Prensa Católica . .
E l Cardenal Cagliero
. . . .
Tesoro espiritual
.....................
Vida del Ven. Don Bosco . . .
De nuestras Misiones: Los prodigios de Mafia
85
88
86
90
91
Auxiliadora en Chilla . . . .oH.p.xt . 96
.......................... .
A los niÁos
99
El culto de María Auxiliadora: Ihd^i^|6&Sia
plenaria para el 24 de cada m es^^ I.,a
Fiesta en el Santuario de Turín
cias de María Auxiliadora
. jí, ^
• 10
Por el mundo salesiano: E l VT'^-Cg y g ^ n
Internacional de los Coopergdores-.^lesianos — Noble iniciativa del Suf«rior de
los Salesianos — Huésped ilustra -«fínauguración de la capilla funeraria de Don
Rúa — Antiguos Alumní^'; — ^Noticias
106
vanas
SEPTIEM BRIÍc
RE.
La Cooperación Salesiaijá - í f t . . . . 1 1 3
La conquista cristiani^dp lá^ atagon ia a la
fé y a la civilización,por ^ C a rd . Cagliero 115
Ecos de los Centeüesiíe -r- í*atagoma . . i i g
Tesoro espirituaR ír
¡ i ; ; : .......................... 121
L a Obra de D. Bdsoo-en la Rep. Argentina 121
De nuestras Misiúíri^^*’ China: E l rescate de
las niñas cíéiMs ' • .....................................125
E l Culto de María.;'Auxiliadora: Nueva ca
pilla en honor ae María Auxiliadora —
Fiestas de María Auxiliadora — Gracias
de María A u x ilia d o r a .................................. 127
B ib lio g ra fía ........................................................ 133
t Por el mundo salesiano: Mons. Félix Guerra
Arzobispo de Cuba — Mons. Olivares,
Obispo de Nepi y Sutri — Barcelona: En
el Tibidabo — Monumento en el Cerro de
los Angeles — Malaga: Entronización del
Sgdo. Corazón — Quito — Instituto para
sordo-mudos en Ñ á p e l e s ........................138
Necrología: Sra. Da. Virginia Belloc — Coo
peradores difuntos
.................................. 139
N OVIEM BRE:-D ICIEM BRE.
La Cooperación Salesiana - IV
Vida de D. B o s c o ............................
Tesoro espiritual . . . . . . .
D. Juan Lemoyne — Mons. Fagnano
De nuestras misiones: Dos puentes im
provisados — Nuevo Prefecto Apostó
lico y Nuevo Vicariato Apostolice .
El Culto de María Auxiliadora: Nuevo
templo de María Auxiliadora . . .
Gracias de María Auxiliadora
Por el mundo salesiano — Carabanchel
alto — Noticias v a r i a s ......................
Necrología — Cooperadores difuntos
141
144
147
148
154
159
161
163
167
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica:
Gerente: JO SE GAM BIN O.
Establee. Tip. de la S. A. Int. déla Buena Pren^^.
Corso Regina Margherita, N. 1 7 6 -TURIN