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Julio-Agosto de 1915
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Turín - Via Coüolcngo N, 3 2 . ^ ^ ^
SUMARIO. Por la p a z ................................................ 85
...................................87
Los Cooperadores Salesianos
Vida del Ven. Don Bosco
....................................... 90
D e n u e s t r a s m i s i o n e s : Flores y frutos: Una flor
de la Patagonia. Los ángeles de la Tierra del Fuego 95
Entre emigrados: Más de la mano negra . . . .
98
Algunos hechos atribuidos a la intercesión del Ven.
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Q
.
Juan Bosco.................................................................100
Tesoro espiritual....................................................... lOi
El C u l t o d e M a r í a A u x i l i a d o r a — Las fiiestas
de María Auxiliadora — Gracias de María Auxil. toa
P o r k l m u n d o s a l e s i a n o : Noticias varias— Ora
torios festivos — AntiguosA lu m n o s......................107
Necrología y CooperadoresSalesianos difuntos . . i i i
POR LA PAZ
incendio, en lugar de
extinguirse, va tomando
mayores proporciones. Di
ríase que el género humano
padece un ataque progre
sivo de demencia furiosa. Esto, si algo
prueba, prueba la impotencia de una
civilización puramente humana, la banca
rrota definitiva de una civilización que
ha querido arrojar de sí todo lo sobre
natural, para basarse únicamente en lo
terreno, en lo finito, en lo humano.
¿Dónde está hoy ese altruismo susti
tuido a la caridad? ¿dónde la frater
nidad y el amor a la Humanidad (así
en abstracto) sustituido a la filiación
divina y al amor al hombre por Dios?
Ayer no más, leíamos en los grandes
diarios y en las revistas científicas,
que las guerras habían pasado a la
historia, porque el progreso humano las
había hecho imposibles.
L
j Pobre progreso! ¡pobre civilización
divorciada de Dios!
Cuando Jesucristo pronunció su Se-rmón de la Montaña y echó las bases
de la verdadera civilización, donde no
son mentira ni quimera la igualdad, la
fraternidad, la libertad, el altruismo, la
abnegación,terminó con estas palabras,
que los acontecimientos de hoy hacen
de una < actualidad palpitante ».
€ Quien escucha mis instrucciones
y las practica, será semejante al hombre
cuerdo que fundó su casa sobre la
piedra firme; y cayeron las lluvias, y
los ríos salieron de madre, y soplaron
los vientos, y dieron con ímpetu contra
la casa; mas no fué destruida: porque
estaba fundada sobre la piedra. Pero
quien oye mis instrucciones y no las
pone por obra, será semejante al hom
bre loco que fabricó su casa sobre la
arena; y cayeron las lluvias, y los ríos
— ^6 —
salieron de madre, y soplaron los vien
tos y dieron con ímpetu contra aquella
casa, la cual se desplomó y su ruina
fué grande >.
Nuestra civilización positivista y ma
terialista había fundado su casa, y la
había fundado sobre la arena. La tem
pestad se ha desatado y golpea la
casa y la casa bambolea y se derrumba.
Está visto, hay que fundar sobre la
roca. Y la roca es Cristo. Es lo único
positivo.
El Sport, los cañones, los acoraza
dos, los trenes blindados, los brillantes
programas, el cesarismo, la democracia,
de nada valen cuando los vientos se
desencadenan; de nada valen, porque
los vientos sacuden la móvil arena
sobre que están fundados.
¡ Si al menos sacáramos esta gran lec
ción de esta guerra feroz que ha puesto
al descubierto todas las llagas puru
lentas de una civilización sin Dios!
Individualmente todos estamos con
vencidos de ello, todos, porque una
exigua minoría de soñadores no tiene
valor. Pero es importante, pero es ne
cesario que lo reconozcamos y lo re
mediemos también nacionalmente, hu
manamente; es preciso que sanen no
sólo los átomos, sino las agrupaciones
de ellos, los organismos, las sociedades,
los Estados.
Y cada cual debe trabajar para este
gran fin, en la medida de sus fuerzas.
Poco será lo que cada uno de noso
tros puede hacer, pero ese poco es
necesario hacerlo; la reunión de esos
pocos formará un total no despreciable.
Por esto recomendamos vivamente
a nuestros amados Cooperadores y
lectores orar y trabajar con este fin.
¡O rar! sí; reconocida nuestra impo
tencia, la impotencia de todos los me
dios meramente humanos, se hace in
dispensable acudir al Cielo, como nos
lo recomienda con insistencia D. Bosco,
como lo ordena el Papa, como el mismo
sentido común lo demanda. Pidamos
al Espíritu Santo ilumine a los que
rigen los pueblos, ablande los cora
zones, los predisponga a la paz, a la
paz, a la caridad, al amor fraterno, al
respeto de los derechos ajenos, a la
justicia, a buscar el reino de Dios.
Y para que nuestra oración sea más
acepta, pongamos por intercesora a
nuestra celestial Madre Auxiliadora.
Estamos precisamente en el año cen
tenario de su fiesta litúrgica. Ella, que
oyó las súplicas humildes y renydió
las necesidades de entonces, no dejará
de hacer hoy lo propio.
Mas no basta orar; añadamos la
obra; trabajemos porque en nuestra
persona, en nuestra familia no haya
nada que ofenda los ojos purísimos de
Dios; sino por el contrario, todo le
mueva a bendecirnos. De aquí la ne
cesidad de frecuentar los Santos Sa
cramentos, de rendir públicos home
najes a Jesucristo, Rey de las nacio
nes, Legislador Supremo; de hacer
obras de misericordia; de suprimir
superfluidades; de practicar la morti
ficación cristiana o por lo menos pri
varnos de placeres que, como los es
pectáculos y el lujo, son un verdadero
insulto a los que luchan y sufren.
Aconsejamos también a todos nues
tros Cooperadores aprovechen este
tiempo para entronizar en sus casas
el Corazón Sacratísimo de Jesús, y que
esta ceremonia sea precedida y seguida
de un trabajo fervoroso para conocer
y amar más a Jesús, « su doctrina, su
vida, su gloria *, como « es voluntad >
de nuestro Santísimo Padre el Papa.
¡Que Dios . derrame sobre nosotros
la abundancia de sus misericordias, y
del uno al otro polo resuene la salu
tación evangélica: Gloria a Dios en la
altura y paz en la tierra a los hombres I
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Los Cooperadores Sa/es/anos
Era nuestro deseo empezar en este número una
serie de artículos sobre la cooperación Salesiana,
para tratar con alguna detención y profundidad
tan importante argumento, deshaciendo equívocos,
deslindando campos, fijando netamente el con
cepto, tratando de poner en claro las ideas, ya
que v a llegando el tiempo de organizar definiti
vamente las fuerzas que hasta hoy hemos dejado
más o menos independientes.
Pero muy a tiempo nos llega el discurso-con
ferencia del Exmo. Sr. Arzobispo de Bolonia a los
Cooperadores de su amada ciudad y diócesis. Y
como contiene mucho de lo que nosotros pensá
bamos decir, hemos creido conveniente tradu
cirlo casi por completo y casi a la letra, para que
sir\’a de base y como de apoyo a nuestras po
bres palabras.
Discurso de 5* E. Reuma.
ÍDons. ^orge Gusmini, Ar
zobispo de Bolonia, a los
Cooperadores Salesianos.
El programa de los Cooperadores Salesianos.
Suelen los Cooperadores Salesianos reunirse
todos los años en general asamblea para hablar
de su simpática Institución y al mismo tiempo
para escucliar tma exhortación que los estimule a
corresponder siempre mejor, y a que no a su vo
cación, sí al oficio o misión que asumieron con
cierta solemnidad delante Dios y ante los hom
bres. Y nada más hermoso y atractivo que hacer
esta exliortacióii, porque es a la verdad espléndida
la bandera bajo la cual se han alistado, y más es
pléndido aún el lema que en ella campea: Ser buencs para sí y hacer el bien a los demás.
' Sí, verdaderamente espléndida es la bandera y
más espléndidas las palabras porque, ser buenos
s^ ún el espíritu de la Institución Salesiana, es ser
buenos s^ ú n el espíritu del Evangelio, espíritu
que se compendia en aquel gran mandato de Jesús:
« Sed perfectos como ^'uestro Padre que está en
los Cielos; * y hacer el bien a los demás, s^ ú n el
mismo espíritu, abraza una misión que tiene algo
de apostólico. Y a la verdad, si los Cooperadores
Salesianos no son propiamente im instituto reli
gioso, son empero un apéndice de él, y para serlo,
necesitan vivir del mismo espíritu Ahora bien,
el espíritu de cualquier instituto religioso, y en
particular del Salesiano, que es instituto de apos
tolado, es espíritu de mayor perfección.
¡Maravilloso pensamiento que coloca a los
Cooperadores Salesianos en primera fila en este
incensante trabajo de restauración cristiana, in
dividual y social, que es, desde hace tanto tiempo,
la aspiración de todas las almas buenas, el centro
del movimiento del Clerp y del Eaicado católico
de todo el mundo! De donde resulta que la pri
mera parte del grograma; ser btteno, es también el
principio de la segunda: hacer bien a los dt'nuis.
Y a la verdad, si la acción de los Cooperadores
Salesianos no ha excluido obra ninguna del ám-'
bito de su propio movimiento, particularmente las
que miran al bien material y moral del pueblo y
de la juventud; si por el contrario parece que para
cada una de ellas tiene mi impulso especial; la
primera de todas, empero, está aquí: 'evantar es
piritual y moralmente el pueblo, en especial la
parte más abandnoada de él, para hacer el pueblo
verdaderamente de Dios, para hacer de él la
gens sancta, el populas adquisitionis de que habla
el Espíritu Santo.
¡Cuánto gozaría yo si pudiera lanzarme de lleno
en este doble campo para atizar con nuevo fuego
vuestro celo a fin de que llevarais adelante con
mayores energías la gloriosa empresa; tanto más
que el bien que produjeran mis pobres palabras
en vuestros corazones, redundaría en bien de
esta ciudad y de toda mi amada diócesis, cuyo peso
gravita sobre mis espaldas, pues cuanto mejores
Cooperadores Salesianos seáis, seréis mejores au
xiliares míos y de mi celoso Clero.
El Centenario del nacimiento de D. Sosco.
Pero una circimstancia particular llama raí
atención, porque llama la vuestra: este año se
cumple el primer Centenario del nacimiento del
grande hombre que vive y obra en la grande,
o mejor, en las grandes instituciones Salesianos:
el Vble. D. Juan Bosco, que veía la luz en Castelnuovo d ’A sti el i6 de agosto de 1815, y no es po
sible hablar a los Cooperadores Salesianos este
año, sin entretenerlos acerca de aquel a quien
reconocen como a su Padre y P'undador.
¡Oh! ¡cuán bellas y maravillosas son las di.sposidones de Dios en orden a su Igle.sia y a los Ins
titutos Religiosos, que forman su más fúlgida
corona.
...D. Bosco ha levantado el edifido de su propia
santidad y desarrollado su apostolado salvador,
entre los desórdenes de las revoludones... Y por
esto, hablando de D. Bosco no me alejaré dema
siado de lo que quena y debía dcdros a los (k>ope-
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de las virtudes, para que éstas se perpetúen a
través de las generaciones; no sólo con los ejemplos
sino también con la sangre. ¡Oh! que todos los
liijos puedan exclamar com un santo orgullo: <•¡So
mos hijos de santos y jamás nos rebajaremos a
cometer acciones indignas!* F ilii sanctorum sumus.
Mas ¿qué decir de la madre? Margarita Occhiena no fué solamente una buena madre, sino
una santa madre, que con la sangre, con la leche,
con la palabra, con el ejemplo, con la educación,
se trasfundió completamente en el hijo. Si D.
La primera parte del programa: Ser bueno para sf.
Bosco fué bueno, perfectamente bueno, después
Ser bueno para si, es, pues, la parte primera
de Dios se lo debe a su madre, que uniendo en sí
y fundamental del programa que D. Bosco escribió
también todas las solicitudes del padre, ejercitó
en la espléndida bandera que desplegó cuando
en él la suavidad y la fuerza, la autoridad y la per
llamó a su lado a los Cooperadores Salesianos.
suasión, llegando a hacer de él un hombre que en
Pero antes de escribirla para ellos, la escribió,
su apostolado unirá admirablemente las cualidades
bajo la acción maravillosa de la gracia, con su
de la acción paterna y de la materna, como pocos
admirable vida en las páginas inmortales de la
santos o quiz \ ninguno y las practicó con tanta
historia de los Santos. Porque D. Bosco fué bueno,
perfección y continuidad. De esta mujer se pu
cada día más bueno, hasta llegar a ser perfecta diera tejer un panegírico espléndido, pues no so
mente bueno.
lamente fué parte importante en la \’ida invidual
;Ah! pudiese yo entrar en este sublime misterio
de Juan Bosco, sino también, en su \iá& sodal.
de bondad siempre creciente, que fué la vida de
Y o querría que comprendieseis bien la importan
D. Bosco! me parece que os liar a penetrar en e l ' cia de as buenas madres y de su educación en
misterio nuls sublime y admirable de la partid
nuestras familias, porque desgraciadamente el
pación que de su bondad otorga el Creador a la
torbe lino de nuestra vida moderna, toda exterior,
creatura. Dios al hombre, cuando quiere levan toda aparente, parece que v a haciendo desapa
tarlo a la cumbre de la perfecdón.
recer el molde...
Porque es imposible hablar de verdadera bon
Dones naturcles.
dad si no se empieza en Dios, que es la Bondad
por esencia, el absolutamente bueno: unus est
Por lo demás. Dios fué de suyo profundamente
b.mus, Deus. (Mat. X IX , 17). Si en la creatura hay
pródigo en dones naturales y sobrenaturales
una centella de bondad, es una participadón de El.
para con D. Bosco... (Aquí enumera estos dones:
La bondad de Dios, es por sí misma, en orden al
inteligencia, memoria, tenacidad para el tra
hombre, de carácter sobrenatural; y es la partidbajo, etc.). D. Cafasso, que lo segm'a, no sólo en su
pación de esta bondad la que hace a los hombres
vida exterior, sino también en la interior, con la
buenos y perfectos. Sin embargo, también en el
mirada excrutadora de los santos, respondía a los
orden natural el Señor comunica al hombre algo
que le pedían un juicio sobre D. Bosco: Es un
de su bondad y perfección, preparando en este
misterio; pero añadía, para que nadie osara mo
orden la base de lo que les dará en el orden sobre
lestar sus trabajos, ni aun en los momentos más
natural.
difíciles: i Es necesarij dejarlo hacer; dejarlo ^brarl
radores Salesianos si me hubiera propuesto desarro
llar el admirable programa de vuestra institución,
puesto que hablando de D. Bosco, no haré otra cosa
que poneros delante im maravilloso modelo del es
pléndido prograjua: Ser buenos para si, y hacer
bien a los demás, como quiera que de él se puede
afinnar lo que del Divino Salvador dice el E van
gelio, que antes comenzó a obrar y después en
señó: Coepit Jesús facere el docere (Act. I, i).
La raíz de la bondad de D. Bosco.
La raíz de la bondad a que se levantó D. Bosco,
la encuentro yo en su familia, l'rancisco Bosco,
su padre, es un bueno, un honrado, casi diría un
santo campesino; y si D. Bosco lo periHÓ muy
niño, cuando no potlía valerse de sus ejemplos y
enseñanzas, es cierto que en su sangre heredó
algo de esa bondad, que no se perdió durante
toda su vida y que fué parte fundamental de su
carácter, l ’orque, amados míos, no es atá\*ico
solamente el mal. sino también el bien, v pasan a
los hijos las buenas cualidades de los padres; de
donde nace para éstos la obligación de no per
vertir la propia naturaleza en los vicios, de conoerN-arla pura, de perfeccionarla con el ejercicio
Un hecho que se repite én la vida de los Santos.
Pláceme aquí llamar la atención sobre un hecho
que. si bien es espléndido en D. Bosco, no es aislado
sino que se repite en casi todos los Santos y en
partiailar en aquellos que están destinados a al
canzar su propia perfección mediante el aposto
lado de santificar también a otros, y es que nunca
son idiotas en inteligencia ni débiles de carácter;
sino que, en el orden natural, tienen cualidades
que forman la base adecuada a las sublimes opteraciones a que la gracia los eleva para hacerlos
pterfectos a semejanza del Padre que está en los
cielos, e instrumentos aptos para continuar y en
sanchar sobre la tierra la misión redentora del
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« 9
Hombre-Dios. Pedro y Pablo, Santiago y Juan,
Agustín y Gregorio... fueron grandes talentos
grandes caracteres, hombres, aim de tejas abajo,
extraordinarios. Y esto sucede no tansolo con los
hombres, sino también con la mujeres. Así Esco
lástica y Clara, Teresa y Catarina, Chantal y Barat,
y en su misma sencillez, Margarita Occhiena, fueron
a la verdadjnujeres prodigiosas, aun por sus cua
lidades naturales, dignas de que Dios las escogiera
para la grande misión que les confió en la tierra.
Dones sobrenaturales.
Si Dios favoreció tanto a D. Bosco cu el orden
natural ¿qué no habrá hecho en el orden sobre
natural, desde el principio de su existencia ?
Las obras de Dios son siempre, no sólo armó
nicas, sino también progresivas: de donde se de
duce que sobre estas almas derrama sus gracias en
medida extraordinaria. Y así vemos que desde
niño ofrece cosas extraordinarias. Su amor a la
pureza, su fer\'or en la piedad, el celo por la sal
vación de las almas forman el carácter de su per
fección indi\'idual y se manifiestan en él desde
su infancia con im empuje maravilloso. L a madre
le enseñó, como a Tobías la suya timere Deum...
ei abstinere se ah omni peccato: a temer a Dios...
y abstenerse de todo pecado. * (Tob, I. lo) Y así
fué él: no sólo huía del pecado como de la serpiente,
sino que sabía alejarse de toda ocasión, especial
mente cuando se trataba de la bella virtud.
¡Grande enseñanza para nosotros, amados Coope
radores. porque la base.de una verdadera bondad,
de toda perfección propia y del trabajo por el bien
de los demás, está en la pureza de la vida. E sta pa
rece una parte meramente negativa de la virtud,
y si queráis, así es; pero sin que nosotros lo advir
tamos se hace cada día eminentemente positiva,
pues, huyendo de lo ejue es deshonesto se hace mío
casto, guardindo.se de la soberbia, se funda el
alma en la humildad, y así en lo demás.
Naturalmente este amor a la pureza procedía en
él de su espíritu profundo de piedad, que bien
pronto se manifestó en él... Desde que gustó las
delicias de la santa Comunión, fué ésta para él
una necesidad y ejerda atracción irresistible
sobre su alma; atraedón y necesidad que encendió
en su corazón el celo de las almas y esa ansia ar
diente de hacer partidpar a todos, especialmente
a los niños, de las delidas que él experimentaba
al unirse cou su Dios...
La norma da la perfección.
En este movimiento de piedad y celo, ejercitado
en un campo custodi^ o por la pureza de la vida,
nadó y se maduró su vocación al sacerdodo.
Sentía una grande atracción hada Dios y hacia las
almas, que son esposas de Dios. Paredale por una
—
parte que Dios lo quería fuera del mundo para
dedicarse a su propia perfecdón; y por otra que el
contacto con el mundo le daría mayor facilitlml
para hacer bien a las almas, llevarlas a Dias, sal
varlas Y ima vez conocida su vocación, (lióse a
alcanzarla con todas las fuerzn.s de .su alma. |Y
cuánto le costó! contfadicdoncs de familia, fati
gas fuera, hasta llegar a verse como mi peregrino,
como un desterrado en su propia familia, hasta
tener que separarse de la persona m;\s amada (pie
tenía en el mundo: su madre. Y todo lo hi/.o exm
generosidad sublime, hasta poder decir con toda
verdad: DDminus pars haereditaiis mcac; — iu es
qui restitues haereditaUm meam mihi. P,salín. X\0Pero aquí está el secreto de su iierfección; y es un
gran doemnento para nosotros, que frecuente
mente lo olvidamos y creyendo trabajar y pro
pagar acumulamos ruinas sobre el alma. L a norma
y medina de nuestra perfecdóii, no es otra sino
hacer la volutad de D íím. Y Jesucristo mismo
nos as^uró, no solamente que había venido al
mundo para hacer la voluntad de Dios, .sino que
esto era el prin<úp:o de su vida, su alimento y su
bebida (Joan. IV , 34). Y esto no valía sólo para .sí
sino para todos los que quisieran caminar en
pos de El...
Epilogando.
Preparado así en su perfecdón individual, se
dispone admirablemente a la otra; la de santi
ficar a los demás. Pero antes de lanzamos a se
guirlo en este campo, que él recorre a pasos de gi
gante, haciendo milagros de celo, detengámonos
un momento para recoger como en una síntesis
cuanto hemos didio sobre la obra de su santificadón personal. Hemos admirado la acdóu de
Dios, que da el deseo y comunica las fuerzas para
realizarlo, y por otra la obra de D, Hosco (jue escm ta el deseo y que, a costa de sacrificios, priva
dones, y te;iiendo por base la pureza <ie la vida, lo
realiza. Así como es progresiva la obra de Dios,
es progresiva la obra de su corre.spondencia. De
este modo, desde los primeros días de su consagradón sacerdotal, fué un sacerdote perfecto. Re
cojamos. amadísimos m os, esta enseñanza; hoy
nos la da D. Bosco, pero él mismo no hizo sino
tomarla de la vida de Jes ís, que, mientras se pre
paraba a la grande misión, pr ficiebat aetate et
graíia apud Deum ei homines. Recojámosla por
que es importantísimi en sí y más importante aun
para nosotr<5s; y a que pasan las gracias, que son
la obra de Dios, pasa el tiempo, que es el ambiente
en que esta obra se desarrolla, pasan nuestras
propias fuerzas, que son los instrumentos para su
realizadón, y queda una sola cosa; nuestra respKmsabÜidad. K o quiero dictaros aquí una meditación,
pero el aigiunento merece que cada uno se la de
dique seriamente.
(Concluiraj
—
90
—
VIDA DEL VEN. DON BOSCO ’
CAPITU LO III.
El niño predestinado..
Quien va de Castelnuovo a Miirialdo descubre*
al pasar frente a i Becchi, una serie de casitas
sobre la colina, y deja a la derecha un prado som
breado por árboles. Bn él ejercieron de pastorcitos,
primero José y luego Juan Bosco.
Juan Filipello. compañero de éste. dice, refi
riéndose a ese tiempo: « Y o iba a pastorear con
Juan Bosco, que entonces tenía cerca de diez
años: él cautivaba la admiración de quien lo mi
raba, porque el verlo por una parte tan modesto y
luuuilde y por otra tan alegre y festivo, robaba el
corazón. Y o solía decirle: — « Juan, tú no dejarás
de ser alguna cosa », E l respondía con sencillez:
— ♦ IvO espero a.
Esta quietud campestre favorecía nmclio en
Juan el C'píritu de oración. Cada vez que tocaba
el Angeltis, se de.scubría la cabeza e hincaba las
rodillas para saludar a María Santísima. E l citado
P'ilipello añade que tal era el transporte de Juan
por la oración, que muy anrrnudosu voz argentina
hacía resonar aquellas colinas con el canto de
himnos sagrados. Y Mariana Occhiena afirma
con la mayor sencillez y convicción, que no pocas
veces la Virgen Santísima se apareció en ese
tiempo a su sobrino mientras guardaba las vacas,
y que hasta le dirigió la palabra.
Elegó el año 1823 y Juan cumplió los 8. Su
madre, entreviendo que la Divina Providencia no
lo destinaba a la vida del campo, quiso mandarlo a
la escuela; pero encontraba graves dificultades,
sea porque el pueblo de Castelnuovo distaba
cinco quilómetros, sea porque esto le imponía
gastos que ella no podía hacer. Manifestó su de
seo a Antonio, que tenía ya 20 años; pero éste se
opuso resueltamente.
— ¿Porqué mandarlo a la escuela? ¡Q ue coja
el azadón y trabaje como yo!
Antonio no miraba con buenos ojos a Juan:
y Margarita, amante sobre todo de la paz domés
tica, q\ie miraba como el mayor tesoro después de
la gracia de Dios, no insistió por entonces. Durojite el invierno quiso mandar a Juan por algu
nos meses a la escuela de Caprigíio, pero no lo
consiguió por no ser el niño de vse distrito. Ix>grólo, sm embargo el año siguiente. Era maestro
un sacerdote llamado Don Lacqua (2), y bien
(i)
cuanto aquí se narra damos una fe puramente
humana, declar..ndo que, como hijos sumisos de la Igle
sia Católica, no queremos de ningún modo prevenir sus
juicios.
( 3 ) En luilia Dom, con el ai>e11ido. es el tratamiento
que se da a /<u sacenio/ís. Equivale al Mosín de Ca
taluña y .\ragón. — Es i>or lo menos un error de termi
nología escribir Dom Bosco, Dom Albera. y mucho más
Dom Ortúiar. Dom Garda, >*a que el titulo Dom está
reservado a los Revdos. PP. Benedictinos y otros monjes.
pronto cobró grandísimo amor a su nuevo disdpulo, interesándose de un modo partictilar por su
instrucción, y más por su educación cristiana. Sor
prendido de sus admirables dispoáciones, empezó
a darle iiistrucdones privadas, fabricando sobre
los cimientos echados por Margarita, y amplió así
sus ideas cristianas: le enseñó los medios para con
servar y atimentar la gracia de Dios, para acercarse
con provecho a los Santos Sacramentos, la nece.sidad de la mortificación cristiana. Era im gran
paso que Dios hacía dar a Juan hacia adelante.
Parece que desde entonces tomó cariño a varias
mortificaciones y penitendas, practicándolas se
cretamente, y que en consecuenda de los narra
ciones de Don Lacqua, se estimulase a imitar a
algimos Santos. Y aunque sólo frecuentó la es
cuela durante el invierno, y esto descontando
muchos días dedicados al pastoreo, y aunque
durante el verano dió gusto a su hermano Antonio
poniéndose a trabajar en el campo, sin embargo
hizo no pocos progresos en el estudio y la virtud.
Por este tiempo corrió un gravísimo peligro.
E n una encina había visto una hermosa nidada
de pájaros y quiso cogerla con algunos compa
ñeros. Algunos de éstos intentaron subir al árbol,
mas no pudieron. Jtian en un abrir y cerrar de
ojos trepó tronco arriba. Pero el nido estaba en
la extremidad de una rama paralela al suelo, que
se doblaba al peso del cuerijo. J uan llegó al n id o ;
lo tomó; pero al volver atrás se le resba'aron, los
pies y aunque trató de ganar el tronco sasteniéndose largo rato con las manos, al fin cayó, necesi
tando luego tres meses para reponerse d ¿ golpe.
Algún tiempo después sucedió otro hecho que
mientras demuestra en él xma exquisita sensibili
dad de corazón, manifiesta el prop>ósito que
ya
desde entonces, de consagrarse por completo a Dios.
Habiendo cogido un mirlo, lo encerró en una
jaiüa, lo adiestró al canto, enseñándole varias
tonadas, que le silbó hasta hacérselas aprender
de memoria. E l pájaro formaba sus delicias y hasta
ocupaba de tal modo su corazón, que apenas pen
saba en otra cosa; cuando im día, al volver de la
escuela corrió a recrearse con él. según costumbre:
mas ¡oh dolorl la jaula estaba salpicada de sangre
y el pajarito medio devorado por el gato. ¡Pobre
Juan! sintió tal pena, que echó a llorar y duró
sollozando algimos días sin que nadie ni nada lo
grara consolarlo. Finalmente se puso a meditar
sobre la causa que tanto lo afligía, sobre la frivo
lidad del objeto en que había puesto el corazón,
sobre la nulidad de las cosas de este mimdo, v
tomó una resolución superior a su edad: <no apegar
nunca el corazón a ningima cosa terrena » (i).
E l ejercicio de las virtudes le era y a familiar.
\t) Bastantes ailos más tarde encontró en el seminario
de Chieri un joven digno de él: Luis Comollo. Ante
candor tan virginal, ante sencillez y pureza tan grande
Otros cuatro o cinco muchachos pastoreaban
las vacas cerca del él, abandonándose al juego sin
preocuparse de ellas. Fastidiados im día de que
Juan se n ^ a b a casi siempre a tomar parte en ellos
por leer, después de invitarlo repetidamente lo ame
nazaron y de las amenazas pasaron a los hechos,
maltratándolo cruelmente. Juan no se defendió,
aunque era más fuerte y rnást ágü que ellos, sino
que al acabar de pegarle, les dice con gran sere
nidad: — ¡Podéis seguir golpeándome, que yo no
jugaré, porque quiero estudiar y hacerme sacerdote!
Los muchachos quedaron tan admirados y con
quistados por tanta paciencia, que se le aficiona
ron mucho, y cuando él acababa de leer o de rezar,
interrumpían los juegos y corrían a su lado; y él,
con la más encantadora sencillez les contaba \m
ejemplo edificante y ameno, los instruía en cosas
de R e l^ ó n o los llevaba a su casa ante sus altarcitos, en los cuales campeaba siempre la Virgen, y
allí los invitaba a persignarse, a rezar una Ave
María, a cantar alguna alabanza.
Firme estaba y a en estos santos propósitos,
cuando una voz misteriasa le dió a entender su
futura misión.
Recuerdo de la Consagración de Mona. Aquino.
de costumbres, Juan no pudo resistir, y entró en Intima
amistad con ¿I. Pero aunque este carifio no tenia nada
de sensible ni de terreno, porque era puramente espi
ritual y encaminado únicamente a la perfección cristiana,
al adelantamiento en el estudio, a la mutua edificación;
esto no obstante tuvo que arrepentirse también de él.
La muerte del virtuoso amigo (de quien escribió una
bellísima biografía) le cauaó tan gran dolor, que de
nuevo hi20 el prop^ito de que ninguno, fuera de Dios,
tomarla posesión de su corazón. Y sabemos qne para
cumplirlo tuvo que imponerse no pequeños sacrífidoe y
violencias aún más tarde entre ios niños de sus orato
rios y colegios.
Y no extrañe el lector estos detalles. Era tanto el ca
riño que tenia por lodos sus alumnos, que de cuando
«n cuando les contaba algunos hechos de so vida para
estimularlos al bien. Y nosotros hemos atesorado
narraciones.
E s im punto solemne enJa vida de nuestro Ve
nerable Ftmdador, tan importante, que antes de
exponerlo, nos parece conveniente declarar la
fuente de donde lo tomamos.
E l 21 de marzo de 1858, el antiguo pastordllo
de i Becchi, que llevaba 20 años de sacerdocio,
hallábase a los pies de Pío IX . El Papa le mandó
exponerle los ordenes del Oratorio Salesiano, loa
motivos y causas que habían determinado su
fundación, las dificultades que había tenido que
superar: y al saber que muchos jovendtos de grande
y extraordinaria virtud habían vivido y vivían
aún allí, pr^untóle si él mí<^TTin no había tenido
alguna orientadón espedal, algima dírecdón
—
extraordinaria para el desarrollo de su obra. Y el
Siervo de Dios, con filial abandono comenzó a
contíir al Padre Santo cuanto se había presen
tado a su fantasía en fonna de sueños, visiones,
que en parte se habían realizado ya. E l Vicario
de Jesucristo lo escuchaba con smna atención
vi.siblemente conmovido, y al tenninar le acon
sejó poner por escrito cuanto le había contado,
consejo que nueve años más tarde, en otra audien
cia memorable, se convertía en tm solemne man
dato, que D. Bosco tuvo que ejecutar.
K1 manuscrito, que permaneció celosamente
oculto durante su vida, y se halló a su muerte en
tre sus papeles, tiene este título: M m rias del
Oratorio del 1825 al 1855. Exclusiva>nente para los
Socios Salesianos. Para la Congregación Salesiana.
E s un monumento de admirable humildad, en
donde describe con ingenuidad lo (jue cree demos
trar la intervención divina en su misión y en sus
obras. Se extiende en la narración de sus empresas
en medio de los niños, primero en Castelnuovo y
Cliieri, luego en Turín y en el Oratorio; nada
dice que ptteda manifestar sus virtudes; y como
Moisés y S. Pablo, da juicios severísimos sobre
varias de .sus acciones, de tal modo que sorpren
dería al lector que no lo hubiera conocido o
que ignórala los testimonios de sus contempo
ráneos.
lié aqxií ahora cómo narra su primer sueño:
« A los 9 años tuve un sueño que me quedó pro
fundamente grabado por toda la vida. Me pare
ció encontranne cerca de casa, en un patio muy
espacioso, donde había una gran multitud de mucliachos ditúrtiéndose. Algunos reían, otros juga
ban, no pocos blasfemaban. Al oír semejantes
blasfemias me lancé sobre ellos, empleando piu'ios
y palabras para hacerlos callar. En aquel momento
apareció un Hombre venerando, noblemente ves
tido. L’ n manto blanco le cubría toda la persona;
pero su cara era tan re.splaudecicnte, que yo no
podía fijar en ella la vísta. El me llamó por mi
nombre y me ordenó ponerme a la cabeza de aque
llos niños, agregando estas palabras: * No con los
golpes, sino con la dulzura has de ganar estos
tus amigos. Pónte, pues. inme<liatamente a ha
cerles una instrucción sobre la fealdad del vicio
y la belleza de la virtud '. — Confuso y espantado
resi>ondí ípvc yo era un pobre niño ignorante, in
capaz de hablar de Religi n a aquellos jovoncitos.
lín aquel momento, totios acjiiellos muchachos,
dejando las riñas, los bochinches y las blasfemias,
se recogieron cu tomo de Aquel que hablaba. Casi
sin saber lo rjue decía, agregué;
— ¿Ouién sois Vos, que me mandáis una cosa
imposible ?
— Precisamente porque estas cosas te parecen
imposibles, debes hacerlas posibles con la ol>edieucia y con la adquisición de la ciencia.
— ¿Dónde, con qué medio jiodré adquirir e.'.ta
ciencia?
•— Y o te daré la Maestra bajo cuva sabia di
rección puetles liacerte sabio, sin quien toda sa
biduría resulta Uv<etlad.
— ¿Pero quién sois vos que así habí is?
92
—
— Y o soy el Plijo de Aquella a quien tu madre
te enseñó a saludar tres veces al día.
— Mi madre me manda no juntamene con
personas que no conozco. Por esto, decidme ^mestro nombre.
« En aquel momento vi delante de F 1 una Se
ñora de aspecto majestuoso, vestida con im manto
tan resplandeciente, como si cada pimto de él
fuera una estrella fulgidísima. Viéndome cada
vez más confundido en mis pregimtas y respuestas,
me hizo señas de que me acercara, y tomándome
por la mano: — ¡Mira! me dijo. Y al mirar, noté
cjue todos aquellos niños habían huido y en su
lugar vi una multitud de cabritos, de perros, de
gatos, de osos y de otros varios animales. — He
aquí tu campo; he aquí dlnde debes trabajar tú,
siguió diciendo la Señora. Hazte hmnilde, fuerte,
robusto; y lo que en este momento vieres que su
cede con estos animales, debes hacerlo tú con mis
hijos.
« Volví entonces la vista y he aquí que en lugar
de los animales feroces apareció una multitud
de mansos corderos, que saltando gozosos acu
dían alrededor de aquel Señor y de aquella
Señora.
« E n aquel punto, siempre en el sueño, me eché
a llorar, y le rogué a la Señora se dignara hablarme
de modo que la comprendiera, porque no entendía
nada de lo que pudiera signiñear todo aquello.
Entonces E lla me puso-la mano sobre la cabeza
diciéndome: — • A su tiempo lo comprenderás
todo. En aquel nroniento me despertó un ruido y
todo desapareció. Quedé aturdido. Me parecía
que me dolían las manos de los pmieta-os que
había dado, que la cara me dolía por los bofetones
que me habían dado aquellos bribonzuelos; luego
aquel Personaje, aquella Señora, ocuparon de tal
modo mi mente, que por toda la noche no pude
volver a domiinne.
í Por la mañana me apresuré a contar el sueno,
primero a mis hermanos — que se echaron a reir
— y luego a mi madre. Cada cual le daba su inter
pretación. Mi hermano José decía: — Tú llegarás
a ser pastor de cabras, de ovejas y de otros ani
males. — Mi madre: — ¿Quién sabe si no llegarás
a ser sacerdote*? — Antonio, con desabrido acento;
— Tal vez serás un capitán de bandidos. — Pero
la abuela, que sabía mucha teología y era anal
fabeta. dió la sentencia definitiva diciendo: —
No se debe dar crédito a los sueños.
«Yo era del parecer de mi abuela- s3n embargo
nunca me ha sido posible quitarme de la cabeza
este sueño. Las cosas que expondré en seguida,
darán a esto algmia significación. Y o siempre he
callado todo; y mis parientes no hicieron caso de
ello. Pero cuando en 1838 fui a Roma para tratar
con el Papa de la ongregación Salesiana, él hizo que
U contara cuanto tem'a, aunque fuera sólo en aparencia. carácter sobrenatural. Conté entonces por
primera vez el sueño de los 9 años. E l Papa me
ordenó que lo escribiera literalmente, en detalle v
lo dejara como estímulo y consuelo a los hijos de
la Congregación que formaba el objeto de aquel
viaje a Roma ». Hasta aquí D. Bosco.
—
CAPITU LO IV.
El saltimbanqui apóstol.
En su sueño, Juan había escuchado la t o z que le
decía: « No con los golpes, sino con la dulzura debes
ganar estos tus amigos. Ponte, pues immediata■ mente a instruirlos.
Con el anuncio de la misión recibía, pues, el
mandato de ponerse immediatamente a la obra.
Pero ¿qué podrá hacer un pobre pastorcillo?
Dios no da sólo las órdenes, sino que sugiere y
provee también los medios de realizarlas. Y así
lo hizo con el campesinito de i Becclii, de un modo
sencillísimo y natural, como insólito y maravi
lloso.
Yendo con su madre a los mercados, Juan había
conocido un buen número de chiquillos de los ve
cinos pueblos, y muchos otros habían trabado
relaciones con él cuando comenzó a frecuentar los
Catecismos en la parroquia. Las alabanzas del Sr.
Cura, que para estimular a los niños les decía;
* Vosotros sabéis bien poco de Catecismo, Bosco
no sólo lo sabe, sino lo canta, * habían llamado la
atención y la admiración de muchos, sobre el pequeñuelo de i Becchi. Y él viéndose circimdado
de una especie de veneración de sus coetáneos,
comenzó, con la mayor naturalidad del mundo,
a entretenerlos con la narración de variadas his
torietas, de las cuales no dejaba de sacar alguna
máxima o moraleja. Mamá Margarita era para él
una incomparable maestra en este arte.
Muy hábil debía de ser en estas narraciones,
porque al verlo corrían a él los niños para que se las
contara, y también muchos adiiltos, atraídos pri
mero por curiosidad, movidos luego de venera
ción, lo buscaban y lo seguían, de modo que no
era raro verlo en los campos de Castelnuovo, Mur.aldo y otros poblaciones, rodeado de un gran
auditorio que miraba como un doctor ni niño ma
ravilloso y lo escuchaban con avidez y atención.
Nació, pues, en la rígida estación u ra especie de
porfía entre los vecinos, para tenerlo en sus casas
y pajares, con el fin de escucharlo. Y en la bella
estación, particularmente en los días de fiesta
por la tarde, comenzaron aquellas reuniones nu
merosas de niños y adultos en i Becchi, las cuales,
con gusto y proveclio de todos se continuaban
por horas y horas.
He aquí cómo.
En los mercados y ferias había obseiv’ado obmo
la muchediunbre pendía ordinariamente como
estática, de rm charlatán o un saltimbanqui.
Hacerse hábil en juegos de destreza para entrete
ner a los muchadios y a las personas del vecin
dario, le pareció el medio más fá d l y expedito
para cautivarse su atención y tener ocasión de
d ir^ rles alguna buena palabra. Y en efecto, él
carecía de riqueza, de denda, de posidón sodal.
Además i Becchi, las viviendas del caserío, esta
ban aisladas, y esto difícultaba las reuniones.
Convenddo de que la novedad de xm espectá
culo era el mejor medio para cumplir sus deseos,
pidió a su madre permiso de ponerlo por obra.
93
—
Margarita, celosa y axúsada, se lo concedió des
pués de pensarlo bien. Y él, apenas se hubo ha
bilitado, comenzó a dar espectáculos.
En xm prado de i Becchi existían varios árl>oles,
y entre dios xm fuerte j>eral mosqxieruelo. l'e
éste y de algxin otro a alguna distancia, ataba
xma cuerda: luego preparaba la mesita ron la
alforja: finalmente colocaba una silla y extendía
el tapete para los saltos. Cxxaixdo todo estaba pre
parado y todos ansiosos de ver el espectáculo,
frecuentemente invitaba a los asistentes a rezar
la tercera parte del Rasado: de.spxxés entonaba inia
copla religiosa, sxibía .sobre la .silla y les decía:
— Ahora, oíd la plática que hizo esta mañana
el Capellán de Murialdo.
Algunos se impacientaban y despechaban:
otros rezongaban a media vez diciendo que de
pláticas estaban hartos: otros se disponían a m ar
charse... por el momento. Y Juan, encaramado
sobre la silla como xm general y en actitxxd re.suelta de modo que se hacía obedecer hasta de los
adultos, les decía a los impacientes.
— Ah! sí? Marchaos en buen hora, pero os ase
guro que si volvéis cuando ejecuto los juegos,
sabré echaros y no volveréis a poner el pie en mi
patio.
Ante esta amenaza todos cedían y escuchaban
inmóviles sxxs palabras. Luego se santiguaba y
daba principio al espectáculo. Era ixna maravilla:
el pastorcillo parecía xm saltimbanqui de profe
sión. No había juego que hxxbiera visto, que no su
piera ejecutar exactamente.
Pero para ir a ferias y mercados y para proveerse
de cuanto era necesario para estas diversiones se
necesitaba dinero. ¿Qxxién se lo proporcionaba?
El mismo Juan. I/OS pocos cuartos qxxe le daba .su
madre, las propinas (jue ganaba, lo que le producía
la venta de pájaros y otros pequeñas industrias,
todo lo destinaba a e.ste fin.
En el manuscrito dice; * Aquí me preguntaréis
si mi madre se confomxaba a que llevara esta vida
tan disipada y perdiera tanto tiempo haciendo el
saltimbanqui. — Os diré que mi madre me que
ría mxxcho y yo tenía para con ella una confianza
ilimitada y sin su permiso no hubiera ni siquiera
movido un pie. E lla lo veía, todo, lo obserx’aba
todo, y me dejaba obrar. Más aún, rae suminis
traba diligentemente lo que pudiera necesitar.
Ix» compañeros mismos y los espectadores me
proporcionaban de buena gana cuanto necesitara
para darles aquellos anhelados pasatiempos >.
Así Mamá Margarita, con su buen sentido y con
esa intxiición natural al alma que vive del amor
de Dios, facilitaba en su Juanito el desarrollo de
la misión extraordinaria a que Dios le llamaba.
Un niño, xm campesinito que a los diez años se
impone a sxis compañeros y a gente mayor que él,
que habla con franqueza en público, que se habi
lita para hacer lo que agrada a la gente con tal de
obligarla a rezar y oir xm sermón, no es xm hecho
que se verifique todos los días, si y a no es com
pletamente nuevo en la ríd a de los santos.
Llegado el mes de rioríembre, cuando las pri
meras niex'es hicieron imposible el trabajo del
—
campo. J uan quiso volver a la escuela, pero Antonio
re.uuíiuió y Margarita creyó prudente ceder.
Pero el Señor se apresuraba a otorgarle el mayor
de los consuelos. E n aquel tiempo ningún niño
se admitía a la sagrada comunión antes de los
doce o catorce años. E l mismo José Cafasso, de
quien hablaremos más adelante, no la había hecho
sino a los 13, y Juan vió satisfechas sus vivas
anhelos de los diez eiños y algunos meses, en la
Pascua de 1826. La puntualidad e inteligencia con
que había tomado parte a los Catecismos de la
Parroquia movieron al Rector de Castehiuovo
a hacer esa excepción.
L a buena Margarita quiso asistirlo ella misma
y prepararlo al grande acto. Tres veces lo llevó
a confesarse. Durante la Cuaresma le había dicho
repetidas vece.s: — Juanito mío, Dios te preparara
im gran regalo; pero procura prepararte bien,
confesarte bien, no callar nada al confesor,
orrepentirte bien y promete a Dios ser mejor en
lo venidero. — * Todo se lo prometí, agrega el
Vblc. en sus Memorias; si he sido fiel. Dios lo sa b e».
— Por la mañana del gran día no lo dejó hablar
con nadie, lo acompañó a la iglesia y comxrlgó con
él, rezando juntos con graiidísmia devoción la
preparación y acción de gracias que el celoso Pár
roco D. Sismondo hacía rezar a todos en alta
voz y alleniativaniente. No quiso que se ocupara
en nada material aquel día, sino que lo empleara
todo rezando, leyendo, meditando. Y entre los
avisos que le dió, son memorables los siguientes,
que le repitió varias veces:
— ¡Oh amado hijo mío, este es un gran día para
ti! Estoy persuadida de que Dios ha tomado po
sesión de tu corazón. Prométele hacer todo lo po
sible para conservarte bueno hasta la muerte. En
lo venidero comulga frecuentemente; pero ¡cui
dado con liacer sacrilegios! Confiésate siempre
bien, sé siempre obediente; toma parte en los
Catecismos y sermones con buena voluntad; pero,
por amor de Dios, huye como de la peste, de los
malos compañeros!
Y D. Bosco dejó escrito:
« Conservé y procuré practicar los consejos
de mi piadosa madre, y me parece que desde ese
día ha habido un mejoramiento en mi vida, es
pecialmente en la obediencia y la simiisión a los
demás, en lo que experimentaba antes grande re
pugnancia, queriendo siempre hacer mis obser
vaciones pueriles a los que me mandaban o me
daban buenos consejos».
Después de su primera comunión, Juan con
tinuó con mayor celo su a^>ostolado. Desde el
año precedetite había inaugurado, como se ha
visto, esa especie de Oratorio festivo compatible
con su edad y su instrucción. Esto siguió hacién
dolo por varios años, creciendo siempre el fruto
de s\is palabras, a medida que aumentaba el cau
dal de sus conocimíeirtos.
En varias circunstancias se dió a conocer que el
campo destinado por la l'rovidencia al aposto
lado del hijo menor de Margarita era mayor de lo
que entonces pudiera parecer.
Tenía Juan once o doce años cuando ocurrió en
94
—
ima fiesta, un baile en la plaza de Murialdo. Esa
el tiempo de la función de la tarde, y él deseando
truncar aquel escándalo, fuése a la plaza a per
suadir a la gente que interrumpiera aquel ju ^ o y
acudiera a las Vísperas. No faltaron los que
protestaron; pero él, sin darse por entendido, pú
sose a cantar una canción religiosa popular, con
voz tan melodiosa, que todos lo rodearon como en
cantados. Entonces, encaminóse a la iglesia can
tando y todos le siguieron y entraron con él.
Cuando el sol se ponía ya, vohdó a la plaza,
donde el mterrumpido baile se había reanudado
con mayor ardor. Era ya oscuro, cuando se puso a
decir a las personas que le parecían más juiciosas;
— E s tiempo de ir a casa; el baile comienza a
ser peligroso. Nadie le hacía caso. Entonces se
puso a cantar como antes, y al eco dulce y casi
mágico de su voz, cesaron las danzas y se despejó
el sitio. Todos estaban agrupados a su alrededor,
y cuando terminó, le ofrecieron varios regalos y le
rogaron que continuara. E l continuó cantando,
pero no quiso aceptar nada. Los promotores del
baile, que con el abandono del mi mo veían cesar
sus ganancias, procuraron hacerlo callar; mas fué
en vano, y sus razones persuadieron a la mayor
parte de la gente, que abandonó la plaza y así
cesó el baile.
Una tarde debía haber ima plática en una al
dea vecina. L a casa de Dios no estaba toda llena;
en cambio llenísima de hombres estaba la plaza,
que con su gritería impedían la sagrada fimción.
De repente se oyó una trompeta; era un juglar.
Nadie pudo contener a los muchachos, que sal
taron de los bancos y se precipitaron a la puerta,
quedando eu breve desierta la iglesia. Ante este
hecho Juan sale también de la iglesia y abrién
dose paso por entre la gente, va a colocarse en la
primera fila de espectadores. Todas las miradas
se dirigieron por un momento a él, y muchos le
.señalaban con el gesto y con la mano al jiiglar,
como diciéndole que allí tenía un competi'.lor. Y
él, que había dejado con pena la iglesia, resuelto a
vencerlo a lodo trance, salta al centro y desafía al
juglar. El desafío es aceptado al instante. La victo
ria es del pastorcillo, y el juglar recogió sus uten
silios y se marchó al momento. Juan se dirigió a
la multitud: y la invitó a entrar de nuevo a la
iglesia ¡y fué obedecido!...
Otra vez una persona entretenía im corrillo con
cuentos poco decentes, adornando su narración
con frases que sabían a blasfemias. Juanito, ape
sadumbrado al ver que no se podía ünponer si
lencio al uno ni alejar a los otros ¿qué hace?
Había en el sitio dos árboles; toma una cuerda, la
suspende de ellos, y la turba, comprendiendo tan
hábil maniobra, abandona al maldiciente y se
agrupa en tomo de J uan, quien salta a la cuerda,
se suspende en ella, ejecuta molinetes, camina a lo
largo de ella con la seguiridad con que pudiera en
una carretera y da un espectáculo que durando
hasta entrada la noche, hizo olvidar al otro sujeto
y sus palabras y sus cuentos, tomando cada cual,
muy alegre y edificado, el camino de su casa.
{Continuará).
FLO RE5 Y FRUTOS
(De las Memorias de onestros Mliioaieros).
U na flor de la P atago n ia.
Entre las más preciadas flores con que plugo
al Señor adornar los Territorios de la Pampa
Septentrional, uno hay que será siempre cé
lebre por su hermosura y perfume. Trasplan
tado de sus nativas soledades a esta ciudad, y
de aqifl a Roma, se cautivó la universal admi
ración y atrajo las miradas de personajes emi
nentes y las del mismo Santísimo Padre Pío X ,
de venerada e indeleble recordación.
Hijo del Gran Cacique Manuel, Ceferino
Namuncurá nació en Champay (Río Negro) el
20 de agosto de 1888 y fué baxitizado en Choele-Choel por el misionero D. Domingo Milanesio e I24 de octubre del mismo año.
Prevenido por los suavísimos carismas de
la gracia, desde los albores de la razón comenzó
a brillar por una singular sencillez y pureza
de costumbres, dulzura y sua\údad de modales:
cualidades que fueron creciendo continua
mente durante su vida errante en las Pampas
interminables y en los años bellos en que se
preparaba al apostolado.
Era muy niño cuando, jugando con unos
compañeros, cayó en las revueltas ondas del
Río Negro, siempre profundas y traidoras.
Sus padres acudieron a los gritos de los com
pañeros y viéndose impotentes para salvarlo
ni aun para socorrerlo, alzaron, llenos de dolor,
los brazos al cielo, implorando piedad, y el Se
ñor que es siempre Padre amoroso, los escuchó:
las aguas arrebatadas depositaron más abajo
sobre las arenas de la playa, al niño salvo y sano.
Desde aquel día Ceferino, movido sin duda
por el Espíritu Santo, comenzó a suplicar a sus
padres lo trajeran a Buenos Aires, para apren
der la manera de ayudar más tarde a sus com
patriotas.
Y en efecto, mediando los buenos oficios de
aquel incomparable Magistrado que fué el
doctor D . Luis Sáenz Peña, entonces Presi
dente de la Répública Argentina, nuestro cole
gio Pío IX de Buenos Aires acogía en su seno
al afortunado niño, el año de, 1897.
Aquí, como atestiguan unánimemente sus
Superiores, hizo rápidos progresos en la virtud
y el saber; y edificó a todo mundo por su dili
gencia en prepararse a la primera confesión
y más tarde a la primera comunión.
E l 2 de noviembre de 1901, cuando en Alma
gro se festejó el Cincuentenario de la entrada
de Mons. Cagliero en el Oratorio Salesiano de
Turín, Ceferino saltaba de gozo por la ocasión
que se le ofrecía de tomar parte en la velada
que en tal circumstancia se celebró. Y todos
recuerdan como el jovencito, después de re
cordar las relaciones de su familia con el ac
tivo Prelado, lloró y nos hizo llorar a todos,
al enumerar los beneficios recibidos. ¿ Qué
sería de nosotros, exclamó, si tú no nos hu
bieras mandado los Misioneros? ¿Qué sería
de mí si tú no hubieras pasado por mi casa?
¿Quién nos había enseñado el camino del cielo?
Después de Dios, a ti te somos deudores de
tan insigne beneficio.
Eran los sentimentos que brotaban en su
corazón, en donde prendía y se agigantaba el
anhelo de salvar las almas, especialmente las
de sus amados Patagones. ¡Oh! no es fácil decir
cuán grande era la delicadeza de su corazón y la
bondad de su ánimo. Lo saben los que lo tra
taron, lo atestiguan sus numerosas cartas, que
respiran bondad, fervor, magnanimidad.
Desde Viedraa, adonde había sido trasladado
con la intención de tenerlo en un clima más
conveniente a su salud, escribía en 1903 a un
misionero que había ido por unos meses a
Italia:
... E s para mí una gran satisfación poderle
manifestar mis deseos. Y o pienso siempre en
\'. y en Mons. Cagliero, y encuentro siempre
modo de consolarme cuando me viene a tentar
la melancoHa, recordando los santos consejos
que me daban cuando se hallaban en Viedma...
¡Oh! ¡cuánto le agradecería si allá rogara por
su pobre Ceferino ante la imagen de María
Auxiliadora... porque tengo grande necesidad.
Dentro de pocos días tengo que ir a mi casa, cerca
—
96
del río Aluminé, y ¡quién sabe cuántos asaltos
me dará el demonio para bacerme caer en sus
manos y arrojarme de precipicio en precipicio!
Pero si V. ruega por mí a nuestra amada
Madre María, Hila me salvará y no permitirá
que yo, siendo su hijo, pase a ser esclavo del
demonio, que es su acérrimo enemigo...
«Yo voy mejorando poco a poco y espero que
el Señor y la Santísima Virgen me devolverán
pronto la salud, si es para mayor gloria del Se
ñor y bien de mi alma.
» Aquí en Viedma me han dado el dulce ofi
cio de sacristán del Colegio, oficio a la verdad
envidiable, porque es tan dulce estar cerca de
Jesiis, encerrado por nuestro amor en el Santo
Tabernáculo ».
La Divina Providencia que tan paternalmente
lo asistió en los colegios de América para for
marlo en la virtud y en la ciencia, dispuso que el
venerando Mons. Cagliero, elevado entonces a
la dignidad arzobispal, en premio de las fatigas
apostólicas sostenidas en la evangelización de la
Patagonia, lo trasladase a Italia a él, hermosí
sima flor de esas tierras regeneradas, para que
pudiera prepararse mejor al apostolado, pri
mero en colegios nuestros, después en seminarios
de la Eterna ciudad, en la medida que lo per
mitiera su delicadísima salud.
Con gran delicia de su alma pasó los primeros
meses de su vida en Italia, aliado del inolvidable
D. Rúa, a la sombra del santuario de María
Auxiliadora, junto a la tumba de nuestro Vble.
Padre D. Bosco. ¡Cón cuánto fervor rezaba ante
el altar de donde D. Bosco habíase despedido
de sus primeros misioneros! E ra tal su recogi
miento que pudo creerse que gozaba éxtasis.
En septiembre fué conducido a la presencia
de Su Santidad Pío X . En aquella memoranda
audiencia peroró ante el Soberano Pontífice
la causa de sus compatriotas con tales acen
tos, que arrancó las lágrimas al Vicario de
J esucristo.
Pero el Señor, que había encendido en su
pecho la llama del apostolado, quiso hacer más
heroica y meritoria su correspondencia, dán
dole a entender que se contentaba con la buena
voluntad.
Al principio del año escolástico, mientras los
diarios se ocupaban con gran complacencia del
joven principe patagón, él con encantadora sen
cillez se retiraba a proseguir sus estudios en el Co
legio de Villa Sora. cerca de Krascati. Pero des
graciadamente, mientras su ;üma se encendía
más en santos propósitos, su salud, en vez de
mejorar decaía más y más, hasta que fué con
ducido a la casa de salud de los Fatebcnejrateili, en Roma, en donde expiró el i i de mayo
de 1905, con señales inequívocas de gran \*ir-
—
tud. Entraba en los 18 años y estaba para ter
minar el Bachillerato.
Ceferino Namuncurá vivirá siempre como
un modelo de piedad y candor, como un es
pléndido ejemplo de lo que pueden las verdades
reveladas, de lo que puede la gracia en un alma
generosa y sencilla, como un fruto preciosí
simo de las fatigas de nuestros misioneros.
Su muerte despertó vivo sentimento en cuan
tos lo conocieron y nos ha dejado la certeza de
Ceferino Namuncur¿,
que, volando a la posesión del premio eterno,
ha emprendido un incesante apostolado de ora
ción en favor de sus correligionarios.
Sus restos descansan todavía en Campo Ve
rano, pero se espera poder trasladarles a su
tierra natal.
Plegue a cuantos lean estas brev’es noticias
de tan preciosa flor del desierto, recordar su
exquisita fragancia, su correspondencia a la
gracia de Dios.
Buenos Aires, 1915.
En el primer Decenio de la muerte de Ceferino.
J o sé V e s p ig n a n i , Pbro. Sal.
—
97
Dfi las Memorias de los Misionero P . S. S.
Los ángeles de la Tierra del Fuego.
E l Señor nos los dió, el Señor nos los qxiitó...
Sii nomen Domini henedicium. Dios había r^ a lado a esta misión de la Candelaria tres graciosos
niños y una niña, de los más listos y buenos que
haya yo conocido, verdaderos ángeles en carne,
y mientras nos prometíamos de ellos las mejores
esperanzas, la muerte nos los ha arrebatado
casi improvisamente, a poca distancia el uno del
otro.
Dotados de raras prendas, se hacían estimar
de todos. Fácilmente aprendieron la lengua y
el catecismo, mereciendo ser admitidos a la
Sta. Comunión en edad muy tierna. ¡Con qué
inocente devoción se acercaban casi diariamente
al Sagrado Banquete!
E l primero que voló al Cielo, Julio Ciaciar,
hijo del indio Ona Matías, tenía unos diez años.
El día antes de su muerte se confesó, le admi
nistré la Extrem a Unción y le prometí que al
día sigiente le llevaría la Comunión. Pero con
gran asombro me lo veo muy temprano en la
iglesia en brazos de su madre, porque siendo
Domingo quería oir misa. Durante ella la madre
lo tuvo sobre las rodillas casi agonizante, y
ambos comulgaron con gran feiv^or y edifi
cación.
Vueltos a casa, nuestro querido Julio fué
empeorando, y a eso de las cuatro de la tarde,
durante la función de iglesia, conservando hasta
el último momento despejada su inteligencia,
volaba al cielo, precisamente en la fiesta del
Purísimo Corazón de María, 24 agosto de
1913-
Poco después lo siguió Aníonino Esperanza,
hijo de José, indio Alacaluíe, también de diez
años. Muchas veces su madre (ya que estaba
enfermo hacía casi un mes) lo llevaba también
a la iglesia y hacía con él la Santa Comunión.
Era una escena ternísima.
Pero notando Antonino que a todo andar se
le acercaba la muerte, quería siempre junto a sí
el sacerdote para que lo bendijera y rezara con
él que continuamente oraba sin cansarse.
Acabó plácidamente, sin agonía, y todos los
Santos quisieron llevárselo a celebrar su fiesta
en el cielo el i de noviembre de 1913.
Sofía Lamen fué a encontrar a sus dos com
pañeros en la hermosa fiesta de la Presenta
ción de María Santísima 21 de noviembre del
migmrt año. Madrastra se había mostrado la
naturaleza con esta niña, negándole encantos
exteriores; pero la gracia la había compensado
—
con sus celestes carismas. Negra, de labios grue
sos y salientes, los cabellos rizados y espesos
que le llegaban casi hasta los ojos; a primera
vista parecía
tma mona; ciertamente en
nada se parecía a las razas ona y alacaluíe, sino
más bien a la africana.
Pero cuanto más fea era exteniamente tanto
más hermoso era su carácter, que la hacía una
verdadera joya. En inteligencia, l>ondad de co
razón y piedad superaba a todas sus compa
ñeras. Cuando alguno la despreciaba o hacía
aspavientos de su fealdad (y no era raro el caso)
en lugar de tomarlo a mal, de airarse o entris
tecerse, sonreía graciosamente y parecía gozar
al verse despreciada.
Tenía trece años y no pasaba día sin comulgar,
haciéndolo con tal recogimiento y devoción,
que encantaba a cuantos la veían. Cuando
podía recibir la bendición de María Auxilia
dora, se ponía fuera de sí por la alegría y la
pedía cuantas veces se le presentaba la oca
sión. Era también un perfecto modelo de obe
diencia; nunca se n ^ ab a a nada por bajo y
humillante que fuese.
Flor tan delicada de virtud no podía per
manecer mucho tiempo en esta tierra y la Vir
gen se la llevó el día de la Presentación, con
todos los auxilios de la Religión y sin la menor
agonía.
Su memoria no se borrará jamás;sus maestras,
condiscípulas y amigas la miran como una intercesora delante de Dios y narran hechos ma
ravillosos debidos a su intercesión.
E l xiltimo de estos ángeles que volaron este
año al Paraíso fué el querido y simpático joven
Juan Kosepay, de doce años, hijo de indios onas.
Si los anteriores eran buenos, éste era inmejo
rable. Ingenio despejado, costumbres sencillas,
índole mansísima, voluntad enérgica, corazón
de oro. 01>edecía siempre con la sonrisa en los
labios. Nunca se le vió triste, y por eso era que
rido de todos. En el altar, ayudando a los divi
nos ofidos con su sotana, parecía un San Luís.
El Señor se apresuró a recoger esta hermosa
flor antes que vinieran a ajarla las pasiones, y
los ángeles la transplantaron a los eternos pen
siles el 10 de didembre de 1913, después de haber
redbido los Sacramentos, asistido hasta el fin
por un sacerdote y varios Salesianos.
También él se fué sin agonía. Pocas horas
antes de expirar, quizá previendo la muerte
decía con insistencia: « ¡Recemos, recemos! ».
Estrechando el Crudfijo lo cubría de besos hasta
que pronundando la jaculatoria « Jesús, José
y María, expire en vuestros brazos y en paz el
alma mía entregó SU hermosa alma al Crea
dor. |3 Iuerte santa como la vida, muerte envi
diable!
« *
-
Así mueren los niños del desierto, los hijos
de los salvajes de la Tierra del Fuego!... Y no
son sólo estos cuatro, sino muchos los que así
viven y mueren.
Sin duda que duele el ver partir tantos que
ridos angelitos que animan y hacen concebir las
más halagüeñas esperanzas; pero por otra parte
causa alegría el pensamiento de la felicidad
eterna que han conseguido. Recuerdo las pa
labras de IvCÓn X III, de feliz memoria, cuando
le dije que los Fueguinos morían fácilmente:
« Paciencia! me contestó, con tal que se sal
ven! Si Dios así lo dispone, conformémonos
93
con su santa voluntad y cumplamos nuestra
misión: estos queridos angelitos que ahora se
recrean ante el trono de Dios, serán nuestros
intercesores! ».
Permítaseme presentar estos ejemplos a los
niños de Italia, de Europa, de todos los países
civÜizados y decirles: Imitadlos! Laudóte, pueri,
Dominum, laudóte nomen Domini!
Misión de la Candelaria (Rio Grande) Tierra del Fuego.
M a y o r in o B o r g a t e l l o Pbro.,
Misionero Salesiano.
(De una relación del P. Tedeschi, Salesiano).
M ás de la Mano Negra.
Un sastre me vino a rogar que me interesara
para colocar a su hija única en un instituto.
— ¿Para qué? le pregunté. No teniendo sino
una ¿no es mejor que viva con V.?
— ¿A qué pro? L a Mano Negra me la ma
taría irrimisiblemente. Vea esta carta; es la
primera que recibo.
La carta estaba escrita en una jerigonza en
que había italiano, dialectos... blasfemias... ha
blaba de visiones en que el escribiente había
visto a la niña decapitada, cortada en trozos,
su sangre bebida por los perros, y se firmaba: La
Mano Negra, envolviendo la rúbrica en una pro
fusión grotesca de puñales, cráneos, huesos
descarnados.
Lo animé a tomar la cosa en broma y acudir
a la policía.
Pocos días después volvió con la mujer y la
niña; ésta, inconsciente de todo, daba vueltas
por la sala mientras los padres, pálidos y tem
blando, seguían con ansia sus movimientos como
si temieran verla salir y caer en las manos de la
Mano Negra.
No comprendían nada. No sabían decir sino
tres palabras: ¡Colegio!... ¡Mano Negra!
Escribí una carta, poniendo de manifiesto la
situación de la familia, y la niña fue aceptada.
Otro día se me presenta un hombre y me
dice:
(i) Véase número de Marxo-Abríl.
— ¡Padre, soy yo!
— ¿Cómo? tan pronto libre?
— Precisamente, vengo a darle las gracias
por el bien que me ha hecho. V. me ha sacado
de la tumba y nos ha devuelto la vida a mí y a
mis hijtos.
¡Pobre hombre!... E l padrón de infamia había
desaparecido de su frente. Podía presentarse a
la sociedad y decir:
«¡Soy un hombre honrado! »
Por una infeliz casualidad se había encon
trado una mañana oscura, cerca de una casa
donde minutos antes la Mano Negra había ro
bado un niño. Fué arrestado por sospecha y re
tenido luego sobre deposición de una muchacha.
Procesado y declarado culpable, fué conde
nado a 49 años y diez meses de cárcel celular.
Apeló de la sentencia; la mujer vino a rogarme
me interesara por ellos; tomé las más amplias
y seguras informaciones, extendí una larga
relación probando la coartada, demostrando
su ningunísima comunicación con la Mano Negra
y excluyendo hasta la sombra de cooperación
en el delito. Quince días después estaba libre.
Luchas Sociales — L a ,,Christian Labor
Union“ — E l trabajo del Secretariado.
Los emigrados latinos, y particularmente los
italianos, andan remolcados al elemento he
breo, que mangonea las Uniones Profesionales
y se sirve de ellos como instrumento dócil para
huelgas y boicotajes. Este sistema de boicotaje
y huelga tuvo al principio su éxito, y los indus-
—
99
tríales se inclinaron ante la fuerza y aumentaron
el salario y disminuyeron las horas de trabajo.
Pero pronto vino la natural reacción. Muchos
patronos firmaron un tratado de defensa y se
obligaron a no entenderse con las Uniones Pro
fesionales. Y para no sufrir el boicotaje abrieron
sucursales en los centros limítrofes y encarga
ron el trabajo a Europa, des\nando así la base
de la mano de obra y la ganancia del obrero.
Centenares de fábricas se cerraron, mientras los
cabecillas de las Uniones, con un cinismo crimi
nal seguían empujando al pueblo por el ca
mino de la intransigencia, aparentando tomar
en serio la revindicación de los obreros. La
lucha terminó con la intervención de la policía,
que metió en la cárcel a los más exaltados.
Quien salió perdiendo fué, como siemi;pre, el
obrero, que por culpa de los agitadores tuvo que
sufrir el hambre, la persecución y la cárcel.
Las Uniones han venido depravando la intdigencia y el corazón obreros, particular
mente por medio de la prensa; confunden y
bastardean los conceptos de derechos y debe
res, excitan las más viles pasiones, blasfeman
de lo sobrenatural: Dios es una quimera, Cristo
un soñador; es preciso sufrir poco y divertirse
mucho; más allá de la tumba no existe nada...
¡guerra al capitalista! ¡venga la revolución
social!
Bien puede imaginarse el efecto de estos pe
riódicos que a millares pasan de mano sin que
sus lectores sepan distinguir el bien del mal.
Tamañas calamidades provocaron una reac
ción saludable, y la señorita siciliana Gina
Giordano enarboló la bandera de la oposición,
comenzando por las Obreras de la aguja, con el
fin de emanciparse de la tirana camarilla que
los explotaba y fundar un sindicato dirigido
por italianos y basado sobre el orden y la ju
sticia.
Temple de la mujer fuerte y profundamente
católica, afrontó serenamente todas las dificulta
des y supo extender el movimiento a otras in
dustrias y constituir un Comité permanente que
asegurase la victoria con un programa social
que salvando los derechos sagrados del obrero,
mejorara sus costumbres, realzara su moral.
Se puso de acuerdo con el Sr. Arzobispo y
surgió la organización Católica bautizada con
el nombre de Chnstúin Labor Lnion (Unión
Obrera Cristiana). E l piimier centro se abrió
en la casa salesiana de las 12 calles. E l trabajo
será largo y paciente, pero no fracasará porque
el pueblo, cansado de las Uniones, está con nos
otros. E l trabajo social del Catolicismo es ne
cesario, y cuando se principia con fe y prudencia
V se continúa sin desmayos, la \*ictoria es se
gura.
—
Termino con un breve prospecto del trabajo
ejecutado por el Secretariado en este año i^ltimo.
Niños colocados en Instituciones Católicas
360.
Recomendaciones para trabajo, 210.
Repatriaciones, 194.
Familias asistidas 250.
Colocados en hospitales 42.
Instancias a la clemencia de los Jueces 34.
Instancia al Gobernador para la clemencia
ejecutiva 6.
Instancias de perdón ante la corte de los
Niños 30.
Diligencias para auxilio legal, 12.
Comi>ensaciones obtenidas por accidentes de
trabajo, 3.
Recomendaciones de desembarco a personas
detenidas en EUis Istans (lugar donde abordan
los barcos de inmigrantes), 44.
Recomendaciones para diversas Homes for
Aged people (Asilos de vejez) 44.
Casos de adopción de huérfanos. 12.
Relaciones de casos a la Sociedad Protectora
de la Infancia, 21.
Auxilios para obtener la cédula del trabajopara los niños y niñas 12.
Licencias para ejercer el comercio en pe
queño, JÓ.
Prácticas con la corte de las Relaciones do
mésticas, 12.
Casos varios de diversas clases 1441.
Esto es lo que hemos podido liacer con la
gracia de Dios. ¡Continúe E l bendiciéndonos
en este trabajo importantísimo cuanto pesado
y difícil!...
Eur.ENio T
e d e s c h i,
Salesiano.
I m
i jo i r t o - n - t e .
Los florecientes Secretariados de Inmi
gración que dirigen los Salesianos en los
Estados Unidos, Argentina, Chile, Brasil,
Uruguay, Egipto, Asia Menor, etc. no se
limitan a los Emigrados Italianos, sino que
extienden su obra a todos los Europeos y
particularmente a los Españoles. En Argentina
y otras repúblidas americanas hay Escuelas
y Oratorios Festivos dedicados especial*
mente a los niños españoles.
X 3 EX
— lOO —
llgunos hechos alrihuidos a la intercesión del Ven. Jnan Bosco (1)
Cura de enfermedad mental.
Juan Pautasso, teniendo a su señora gra
vemente atacada de una enfermedad mental,
declarada casi incurable por los especialistas,
vino a Valsálice con su hijito a encomendarse a
D, Bosco. haciendo celebrar la Santa Misa en la
tw nba (en honor de María Auxiliadora), pro
metiendo al mismo tiempo una limosna si
obtenía la gracia y publicarla en el Boletín
Salesiano.
Ahora, curada completamente, de impro
viso, ella misma viene a cumplir su promesa
ante la tumba de D. Bosco.
Valsátice, 14 de marzo de 1915.
M ig u e l V o t a , Pbro.
Salva a mi hija.
¡Gracias al Vble D. Bosco, a quien debo la
vida de mi hija!
El 31 de enero mientras estaba a la ventana,
perdió el equilibrio y cayó al suelo, a más de
4 metros. Ea faz se le tom ó cadavérica, perdió
las pulsaciones: había reportado una grave
herida y estaba moribunda.
Entonces me dirigí al Vble. Bosco pidiéndole
la salvación de mi liija y prometiendo una li
mosna. Después de un día de ansias terribles,
mi hija queda improvisamente fuera de peligro
Y preguntándole cómo era aquello, me respon
dió: «Mientras no daba señales de vida, me pa
reció hallarme en una grande sala donde había
varios personajes, y un sacerdote venerando,
el cual me dijo: — ¡Vuelvete a la vida! — Era
D. Bosco. a quien me había entregado coa todo
mi corazón *.
Vnlledolmo, ai de febrero 1915.
A n a Ma r í a L.\ D u c a .
Lo resuelve a recibir los Sacramentos.
El 26 de enero fui a \*isitar, un enfermo des
ahuciado. de pulmonía. Tenía más de 75 años.
Comprendía el peligro, pero no quería confe
sarse y recibir la Extrem aunción. La mujer y
<i) Solamente fe humana damos a lo que aquise dice.
los hijos lloraban desesperados y le decían:
« Así como has hecho testamento, puedes arre
glar las cuentas de su alma. Pero él no quería
oir esto.
E n aquel estado de cosas me vino la inspira
ción de hacer una novena a María Auxiliadora
poniendo a D. Bosco por intecesor. A él le dije
de corazón: ¡Amado D. Bosco, tú que siempre
fuiste escuchado, ruega por este pobre enfermo
y consuela su familia!
Pocos días después, precisamente el 31 de
enero, aniversario de la muerte deí Siervo de
Dios, el enfermo se decidió a confesarse, recibió
el Santo Viático, la Extrem a Unción y expiró
asistido por nuestro excelente capellán. Anoto
también esta circunstancia, porque éste quería
marcharse, mas no lo pudo por causa de la nieve.
Stazzena, 26 febrero 1915.
M. N.
Cura de mal de ojos.
Debía hacer un viaje y me sentía impedida
por un grave mal de ojos. Después de algúm
tiempo de cura médica, resolví hacer la última
prueba, mas el éxito fué el mismo, añadiendo
el facultativo que el mal era gravísimo. Enton
ces me dirigí a D. Bosco y le dije: ¡Oh D. Bosco,
encárgate t ú ! » Inmediatamente me sentí
mejor y poco después pude efectuar el viaje.
.A,gradecida, publico la gracia.
Nápoles, febrero 1915.
R. A.
Alivia un intenso dolor.
Haciéndose una noche muy agudos los do
lores hepáticos que me atormentan y no que
riendo molestar a esas horas al médico, pero no
pudiendo tampoco soportar los dolores, me
hice traer una reliquia de D. Bosco, y me san
tigüé con ella diciendo al Vble.: «¡Siquiera hasta
mañana y especialmente por mi marido, haced
cesar estos dolores! «
Instantáneamente cesaron los dolores y «m
ellos la hinchanzón del hígado y hasta hoy no
los he vuelto a sentir.
Llena de reconocimiento hago público tan
gran favor y le ruego que, pues se apiada de los
J
— lOI —
que sufren, sostenga y reanime nuestro valor
y el de todos nuestros parientes.
Turin, febrero 1915.
J o s e f in a A l ü f f i P a s q u a r io .
D eshace una calumnia.
En marzo del año pasado fué acusada la sra.
B. F. de haber esparcido voces contra el buen
nombre de su familia. Esto la deshonró ante
sus parientes y le alejó su apoyo, que era el
único que tenía, hasta el punto de querer
echarla de la casa por su maledicencia, según
decían. La infeliz no tenía manera ninguna de
probar su inocencia, no prestándose fe ni si
quiera a sus juramentos, y no queriendo las
personas con quienes se decía haber murmurado,
presentarse a declarar la verdad. Entonces ella
puso las cosas en manos de D. Bosco, y pocos
días después la familia reconoció su inocencia y
son sus miembras los primeros en darle las gra
cias de haber así devuelto la paz a la familia.
¡Gracias le sean dada de parte mía por tan
gran favor!
Sinigalia, enero 18 de 1915.
P a u l in a B e n e d e t t o F.
la misa. « ¡Porqué D. Bosco no podría hacer lo
mismo ahora desde el cielo? » se dijo; y oró
con gran fer\’’or. A la mañana siguiente se pre
sentó al niño en la iglesia: recibió la Primera
Comunión; desayunóse como los demás y du
rante el día comió con excelente apetito sin que
desde entonces se haya quejado ni le rei>etidü la
calentura. D. Bosco había concedido la gracia.
Para dar mayor autoridad al hecho, inser
tamos a continuación copia del certificado que,
a petición de la familia, expidió el medico que
visitaba al m uchacho:
« El que suscribe, Doctor en Medicina y Ci
rugía, con residencia en esta Ciudad:
Certifica: Que el día 23 de Mayo próximo
pasado visité eu su domicilio, calle de Aguilera,
n.o 21, al niño Antonio López Pérez de nueve
años de edad, el cual se encontraba en cama
con fiebre alta, de 40 grados, y según el parecer
del que suscribe no se encontraba en disposi
ción de levantarse, habiéndolo encontrado al día
siguiente levantado y completamente apirético.
Y para que conste expido la presente que
firmo en Alicante a once de julio de mil nove
cientos catorce ».
Dr. E m ilio A r a n b u n .
Alicante, diciembre 1915.
C ura inesperadam ente.
liando una limosna para el monumento que
se le está levantando en Turin a D. Bosco, por
que por su intercesión he obtenido inesperada
mente la curación de una enfermedad que me
atormentaba desde hace muchos años.
Bastó que se lo rogara, y me vi curada sin
medicinas. También hace dos años me alcanzó
una gracia señalada.
S. Juan de T^Uo, febrero de 1915.
J o s e f in a C a r u g o .
Curación repentina.
El día de María Auxiliadora debía hacer la
Primera Comunión el alumno de nuestras
Escuelas Antonio López y Pérez. Pocos días
antes xma fiebre muy subida le impedía levan
tarse de la cama, de modo que todos descon
fiaban pudiera realizar el grande acto.
Una persona que mucho se interesaba por el
niño, asistiendo, como de costiunbre, a la so
lemne novena, en la Víspera de la Fiesta, oyó
leer aquel hecho de la Vida de D. Bosco en que
nuestro buen Padre convidó en París a un mu
chacho enfermo a que el día siguiente le ayudara
A n to nio R e c a s e n s , P6ro. Sed.
TE SO R O
E S P IR IT U a t.
Los Cooperadores Salesianos que confesados
y comulgados, visiten devotamente una iglesia
o capilla pública, o si viven en comunidad, la
propia capilla, y rueguen según la ititencíón
del Sumo Pontífice, pueden ganar las siguientes
indulgencias plenarias:
Agosto.
1. — El
2. — El
3. — iil
Septiembre, i. — El
2. — El
3. — El
4. — El
5. — El
Oefabre
i . — El
2. — El
3. — El
6 Transfiguración del .Señor.
15 Assunción de Ntra Señora.
16 San Roque.
8 Natividad de la B. Virgen.
12 El S. Nombre de María.
14 Exaltación de la Santa Cruz.
15 í^osSietedoloresdelaSm a.V.
29 Dedicación de S. Miguel Are.
7 El Smo. Rosario.
I r La Maternidad de la B. V . M.
16 La Pureza de la B. V . M.
Fuera de esto, pueden ganar tres más cada mes:
I" un día de libre elección, que bien puede ser el
Primer Viernes; 2® el día del Ejercicio de la Buena
Muerte; 3* el de la conferencia mensual.
E L CU LTO
de liaría /Auxiliadora
------ =
Nói tenemos la persuasión de que, en las vicisitudes dolorosas de los tiempos
que atravesamos, no nos quedan más consuelos que tos del Cielo, y entre estos,
la poderosa protección de la Vlrien bendita, que lué en todo tiempo el Auxilio
de los Cristianos.
pio x.
La fiesta en Turín.
Jamás se había sentido como este año la
necesidad de la oración y del auxilio de María.
Por esto jamás desde el año de la consagración
del Santuario se había visto tanta piedad, tanto
entusiasmo. Pero ha sido un entusiasmo melan
cólico, resignado más que explosivo y gayo.
El Mes comenzó, como siempre, el 23 de abril,
con dos sermones diarios, uno por la mañana
y otro por la tarde, confiados, respectivamente,
al R. P. Anzini y al insigne P. Trione, que pa
rece haber vuelto a sus mejores años.
La afluencia de fieles crecía de día en día,
particularmente desde el 27 de abril, día en
que se celebró el Cincuentenario de la coloca
ción de la primera piedra del Santuario. Para
dicha solemnidad se trasladó ex professo desde
Ferrara el Emmo. Cardenal Julio Boschi, grande
admirador de D. Bosco y sus obras.
Como en años anteriores, cada domingo del
mes, vino al Santuario a comulgar y cantar
un Oficio solemne alguno de los cercanos Insti
tutos Salesianos, como los de Valsálice, el Martinetto, S. Benigno Canavese, etc. Los autores
preferidos fueron Pagella, Perosi, Ravanello y
I.otti.
Durante la Novena desfilaron por el piílpito
los mejores predicadores del mes mariano en la
ciudad (y eran cerca de 60 las iglesias en que se
celebraba).
La asistencia ha sido sobre toda ponderación.
Lo más bello, tierno e imponente ha sido el
Triduo de Cuarenta Horas. Tres días y dos
noches sin interrupción ha estado el Santísimo
Sacramento expuesto en el Altar mayor, y
podemos decir, sin temor de exagerar, que todo
el Turín católico ha venido a postrarse ante El
adorándolo humilde, ardientemente. Durante el
día se turnaban cada hora los institutos de edu
cación de la ciu dad; un sacerdote salesiano les
dirigía un fervorín; ellos oraban, cantaban, llora
ban. Por la noche, los miembros de la Adoración
nocturna, y tuvieron por oradores en las res
pectivas Horas Sanias a S. Emcia. el Cardenal
Arzobispo y al Doctor Biancini. Imponente y
conmovedora fué la comunión de la media
noche del 23 al 24, distribuida infra missam por
el Rvmo. P. Riualdi y varios sacerdotes que le
ayudaban.
La fiesta de Pentecostés celebróse con todo
el esplendor a que se prestan los numerosos
medios de que dispone el Santuario.
Igual cosa sucedió con la Solemnidad d<? María
Auxiliadora. La primera misa de comunidad la
celebró S. E. Mons. Cástrale, Obispo de G a za ;
la segunda S. Emcia. el Cardenal Arzobisiío
Richelmy, ambas con su correspondiente fer
vorín.
líl Exmo. Sr. Valfré, Arzobispo de Vercelas,
trasladóse expresamente a Turín para la fiesta:
él pontificó las primeras y segundas Vísperas
y el Oficio solemne del día 24. — La Escolanía
ejecutó una grandiosa misa de nuestro fecundo
P. Pagella.
Por la larde tegió las glorias de María A uxi
liadora y dió la Bendición Solemne el Em.mo
Cardenal Richelmy. La Escolanía ejecutó un
precioso Tanlnm ergo de Mons. Cagliero.
La procesión no pudo hacerse par causa de la
guerra, estando en Italia prohibidas las aglo
meraciones de gente. En cambio se hicieron
dos hermosísimas procesiones internas, por los
vastos patios del instituto, con el Santísimo
Sacramento, al inaugurar y al cerrar las Cua
renta Horas. A ellas tomó parte también in
mensa muchedumbre.
Del fervor desplegado por los fieles puede
dar una idea el número de comuniones, que el
solo día 24 pasaron de 26.000 (veintiséis mil). Du
rante el mes se distribuyeron más de 60.000
(sesenta mil).
Peregrinos hubo muchos, no obstante las difi
cultades de la guerra y de la movilización ge
neral.
¡Oh! cuán edificante y conmovedor era el es
pectáculo de los militares, que antes de mar
char al frente de batalla pasaban por el Santua
rio a pedir la bendición a María Auxiliadora y a
arreglar las cuentas de su conciencia y comulgar
quizás... muchos de ellos por última vez... de
las madres, de las esposas que venían a pedir
fuerza para soportar generosamente la prueba
e implorar por sus hijos y maridos, que mar
chan a la muerte, y sobre todo de los niños...
Oh! que el Señor escuche tanta súplica y ponga
fin a esta guerra, que es a un tiempo el castigo y
la vergüenza de la humanidad!
Durante el Octavario sigue la afluencia de
personajes y fides. E l 25 vino a celebrar S. E.
Mons. Bortolomasi, Obispo*de Derbe, y mien
tras escribimos, viene principalmente la nobleza
del Piamonte a postrarse ante la Virgen de
D. Bosco.
SARRIÁ BARCELONA. — Bendicióa de las naevas
campanas. — Empezó el mes con la imponente
fimdón de la bendición de las campanas, d 24 de
abril. Bendíjolas el M. Ilustre señor Obispo pre
conizado de Gerona, doctor Más, asistido de Rdos.
Padres Salesianos, con el ceremonial de rúbrica.
Pendían de dos soportes guarnecidos de follaje y
flores, colocados junto al presbiterio.
Fueron padrinos del solemne acto, don Luis
Martí y Codolar y su señora esposa doña Consuelo
Pascual; don Luis Martí Codolar y Pascual y su
señora esposa doña Victoria Baster de MartíCodolar; don Sebastián y don J avier Martí y
Codolar y doña Soledad Martí y Codolar de Colom e hijas; doña Joaquina Martí y Codo'ar, viuda
de Pascual; señoritas Consuelo y Angeles Martí
y Codolar, todos ellos insignes y beneméritos
cooperadores v admiradores de la Obra Salesiana,
y a quienes distinguió el Venerable Don Bosco
cuando estuvo en Barcelona, visitándoles en su
casa torre de Horta, donde la distinguida familia
levantó un monumento y a en vida del Venerable
Fundador como recuerdo de tan preciada visita.
También fueron padrinos los señores marqueses
de Alós; don Miguel Jim yent y su hija señorita
Montserrat; doctor Riera Vilaret y su señora es
posa don José Prat Maignon y su señora esposa;
don José Prat. Maignon Azara.
Todos ^os referidos señores padrinos ocuparon
asientos de preferencia <x>ntiguos al presbiterio
frente las campanas que apadrinaban, de las que
pendía un lazo azul <X)locado en el badajo, del que
tiraron al finalizar la ceremonia, haciendo sonar
las respectivas campanas.
También asistieron a tan solemne como piadoso
acto el señor alcalde de Sarriá, don Daniel Mota,
acompañado del secretario de aquel Municipio don
Femando Sans y Bohigas, Rdo. don Ignacio Mer
cader, ecónomo de Sarria, acompañado de un Rdo.
señor Vicario; doña Mercedes Rojas, Rdo. don
Pedro Lisbona, don José Pascual do Fonlcuberta, don José Bofill y esposa doña María Colom
de Bofill, doña Rosario Pascual de Plana, dona
Pilar Pascual de Porgas e hijos don Rafael Pas
cual y esposa doña Mercedes de Elias, los Directo
res de los Colegios de Sarriá, Mataró y de Son
José de la calle de F^oridablanca, Rdos. Padres.
Ernesto Miglietti, José de Calasanz y Julián Massana, señoritas de Cirera Xiró, etc.
Acabada la ceremonia de la bendición el M.
Iltre. doctor Más pronunció tma bella y sentida
plática,explicando el significado celestial que tie
nen las campanas de llamar a los vivos, llorar a los
difuntos y deshacer las tempestades con sus res
pectivos toques.
Felicitó efusivamente a los padrinos por haber
costeado sus respectivas campanas, y elogió me
recidamente la benemérita labor de la Obra Sale
siana.
Las campanas fueron bautizadas con los si
guientes nombres:
Sagrado Corazón de Jesús, María Auxiliadora,
San José, San Francisco de Sales, San Juan, San
Felipe, San Pedro, San Miguel, San Luis, Santa
Ana, San Benedicto, San Enrique, Nuestra Se
ñora de las Mercedes y Santo Domingo.
Temúnó la ceremonia con la exposición del
Santísimo, canto del Tantum ergo y Reserva, fi
nalizando la fiesta con el canto de la « Salve » por
todos los niños.
Varios fotógrafos impresionaron clichés de los
padrinos y de la bendición.
Antes de la ceremonia la brillante banda de la
Casa interpretó en el patio escogidas composicio
nes. (De i:l Correo Catalán).
— El 19 mayo dió la Conferencia a los Coope
radores Salesianos el M. R. P. D. Pedro Ricaldone. Director General de las Esaida.s Agrí
colas y Profesionales Salesianos.
Sabemos que a la Fiesta tomaron parte Su
Emcia. el Cardenal Kctto, R. E. el Sr. Dr. 1).
Antolín López Peláez, Arzobispo de Tarragona,
S. E. el Dr. D. Enrique Reíg, Obispo de Bar
celona, y que predicaron elocuentes sermones los
doctores Manuel Mestres, Alfonso M. Ribo, pro
fesores del Seminario barcelonés, y Julián Massana. Director del Colegio Salesiano de la misma
ciudad, y el M. I. Dr. D. Isidro Gomá, del CabÜdo de larragona, y que la procesión fué un
verdadero triunfo. Detalles no podemos dar.
porque a la hora de entrar en máqtiina, 3 de la
tarde del 12 de junio, no los hemos recibido to
davía. E n este tiempo los correos sufren grandes
atrasos e irregularidades.
— Tenemos noticia de que en todas las ciuda
des españolas donde hay casas salesiauas y en
otras donde no las hay, pero donde los Coc^>eradores son numerosos y entusiastas, se han cele-
—
104
brado solemnísimamente las fiestas, tomando
parte la flor del clero y del laicado Católico. La
razón alegada y la falta de espacio nos impideir en
trar en detalles, y nos lo perdonarán los intere
sados.
SALAMANCA (España). — Santuario de María
Auxiliadora. — A la ínclita ciudad de Salamanca,
famosa en los anales de la ciencia, ha cabido la
gloria de poseer imo de los pocos santuarios que
bajo la advocación de Auxiliadora de los Cristia
nos están dedicados en España a la Virgen Sma.
Cerca de estación del ferrocarril, en ima calle
dedicada al P. Cámara, Obispo de Salamanca, e in
signe promovedor de la Obra salesiana en esta
ciudad, se levanta el grandioso Instituto de María
Auxiliadora, de moderna y elegante construcción
con una fachada de oclienta metros de larga toda
de sillería y coronada en su mitad por una esta
tua de María Auxiliadora.
La iglesia. — Formando parte integrante del
edificio, puesto que constituye su pabellón dereclio, se encuentra la hermosa iglesia de María
Auxiliadora, no muy grande en porporciones, pero
bella, artística y elegante, siendo digna de alter
nar con los numerosos monmnentos artísticos de
Salamanca, no sin razón llamada por su valor y
abundancia de ellos: * Roma la cliica ».
A l entrar en ella, si no nos sentimos anonadados
por la imponencia de su mole in por lo gigan
tesco de sus proporciones, hállase sin embargo el
alma dulcemente embelesada, por la elegancia de
las líneas, por la esbeltez del conjunto, por la
pulcritud de los detalles y por la piedad que res
piran todas sus imágenes y adornos.
I<a iglesia es de estilo romano, con planta y cu
bierta de basílica. Un arco de medio punto forma
el encuadrado para el altar mayor: el retablo es
senci’lo: en su centro se levanta el trono de María
Auxiliadora, coronado por grande y hermoso
dosel en cúpula: en dos hornacinas laterales, ele
gantes como el conjunto, están las estatuas de
S. Francisco de Sales y de San Imis. — A los la
dos de la Iglesia hay otros dos hermosos altares
de S. José y el Sdo. Corazón de Jesiis de estilo
conforme con el altar mayor.
L as dimensiones del templo son: 35 ni. de largo
por 9 m. de ancho por n m. de alto. E l decorado,
el artesonado, el púlpito, altares, estatuas y con
fesionarios, todo de gran pureza y pulcritud de
líneas, son obra del Maestro Salesiano, D. José
Recascns, Director de la Escuela de Carpintería
y Talla de la Casa salesiana de Sarriá.
La inauguración del Instituto e Iglesia de María
Auxiliadora tuvo lugar durante los días 9, 10, i i ,
y 12 de octubre de 1909, con m uy grande solemni
dad y conairso de fieles. Bendijo la nueva iglesia
el Exm o. Sr. F ia y Francisco Valdés, Obispo de Sa
lamanca, quien además predicó en ella el primer
día con mucha unción y celo apostólico. Durante
los tres días hubo misa de Pontifical oficiando los
Sres. Obispos de Salamanca, Astoiga y CiudadRodrigo. E l segundo día ocupó la cátedra Sagrada
el Exmo. Sr. Dr. D. J ulián de Diego Alcolea, actúa]
—
Prelado salmantino, entonces obispo de Astorga.
E l tercer día habló con grande elocuencia el M.
I. Magistral de esta S.I.B.C. Dr. D. Nicolás Pereyra.
L a iglesia sirve actualmente para el culto del
anejo Instituto, para el cual fué edificada. Los
salesianos y sus niños honran a porfía a su Madre
María Auxiliadora. Se celebra con grande solemni
dad su fiesta, y novena: y todos los días 24 de
cada mes tiene cultos especiales. Todos los anos
se celebra también la Procesión de María A uxi
liadora, que recorre las principales calles de la ciu
dad y que es una de las procesiones más lucidas
y hermosas que aquí se celebran. Los Salesianos y
niños del Instituto de María Auxiliadora toman
en ella la parte principal que les corresponde.
L a fundación de la Iglesia, así como la del Insti
tuto de María Auxiliadora es debida al impulso,
cooperación y ofrendas de muchas y beneméritas
personas cuyos nombres scripta sunt in libro
vitae.
RODEO DE EN MEDIO (Rep. Arg.). — Trigo de
María Auxiliadora. — E l R. P. Domingo Milanesio, celoso misionero Salesiano que desde mu
chos años evangeliza las apartadas regiones de la
Patagonia nos refirió la siguiente anécdota:
Hallábame, dice el ilustre misionero, visitando
un colegio salesiano de nuestras misiones; el Di
rector me acompañaba por las diversas, depen
dencias de la casa explicándolo todo minuciosa
mente. De pronto nos hallamos en una casita al
fondo de la puerta, que me llamó la atención.
Pregmité que había adentro y me dijo sonriendo:
En este cuarto tenemos trigo de María Auxi
liadora.
— ¿Trigo de María Auxiliadora?
— Sí, ese trigo le pertenece; no es nuestro.
— Si Vd. no se explica...
— Con mucho gusto le diré la historia de ese
trigo.
No lejos de aquí vive un Cacique cristiano, de los
más fcr\-ororosos, dueño de un vasto trigal. El
año pasado el trigo prometía en estos lugares una
cosedla más abundante que de ordinario; pe
ro le estaba reservado im terribe flagelo: vióse
un día aparecer ima compacta manga de langosta
hambrienta que venía a destruir tantas esperanzas,
camino de los trigales. Vió el Cadque el peligro
iiuuinente, un vivo dolor se apoderó de él v ya
la desconfianza se abría paso en su alma, cuando
asaltóle de pronte ima idea salvadora; dirigién
dose a María Auxiliadora de la cual era muy de
voto, le dijo estas palabras:
* ¡Oh María Auxiliadora, salva mi trigo y yo te
prometo la mitad de la cosecha! *.
Dijo, y retiróse a descansar, abandonando su
campo a la custodia de la Madre de Dios.
Entre tanto aquella noche cayó la langosta sobre
los trigales exuberantes arruinando completa
mente la cosecha.
A l día siguiente corrió el Cacique a inspeccionar
su campo y vió con gran sorpresa que su trigo es
taba como lo dejara el día anterior; la langosta
—
105
no había osado invadir ese campo; creció el asom
bro del Cacique al ver completamente devastadas
las cliacras vecinas y con el corazón agradecido á
su celestial Patrona exclamó:
* iGracias, María Auxiliadora; Tú fuiste la guardiana de mi campo! T ú alejaste el flagelo; tuya
es la cosecha *.
Y agradecido cumplió fielmente su promesa.
El Padre Milanesio quedó conmovido a este re
lato y en su corazón dió gracias a Dios por haber
permitido xma difusión tan grande del culto de
María Auxiliadora entre los salvajes de la Patagonia.
(De La Virgen de D. Bosco: hoja de propaganda
de Rodeo de en Medio (Rep. Arg.).
Gracias de liaría /Auxiliadora.
—
—
B u ca ra m a n g a (Colombia). — Hace algimos
meses me hallaba en gravísimo 3- doble peligro de
muerte. Apercibida de mi situación, como tam
bién de la inagotable bondad de Nuestra Santí
sima Madre María Auxiliadora, acudí a Ella con
gran fe y esperanza, y le ofrecí una limosna de
treinta pesos y publicar el milagro, si me concedía
la salud. No se dejó esperar la Santísima Virgen,
pues a los pocos días estuve completamente cu
rada y libre de los serios peligros que nre amena
zaban.
Algún tiempo antes estuve a punto de perder
una niña, hija mía, debido a una enfenuedad
que se resistió a todos los recursos humanos que
pude conseguir.. Volví mis ojos a María A uxi
liadora y le oíred hacerle su novena para obtener
la salud de mi hija. Principié ijimediataiuente a
cumplir lo ofrecido, y antes de terminar estuvo
completamente sana.
De todo corazón doy gracias piiblicamente a
María Auxiliadora por tan grandes favorc.s, envío
la limosna y escribo esta reladón y suplico sea
publicada en el D<.letin Salcsiajio.
No%'iembre, 1914.
B élés ' S e r r a n o d e M.
B o g o tá . — Tuve algunos vómitos de sang"e
y llegó mi enfermedad al más grave estado, de
modo que me vi en trance de muerte. El P. Báez,
salesiano, vino a confesarme, mas yo no podía ha
blar. E l me avudó y luego me administró la Santa
Extremaimdón. y como segm'a empeorando,
me encomendó e’ a’ma. Todos creían que me mo
rir a v as! lo aguardaban de un momento a otro.
Entonces el Hermano Amortegxií, que acompa
ñaba el Padre, sacó m ía medalla de María Auxi
liadora V le dijo me la diera. Y o la tomé con mi
débil mano y le rogué me devohúera la salud.
Poco a poco la fui recobrando y al poco tiempo
estaba restabledda del todo. Y o reconozco que
—
debo mi salud a María Auxiliadora, y le doy las.
más rendidas gradas.
Enero, 1915.
J u l ia C . V a r g a s .
C ó rd o b a (Rep. Arg.). — Hace tro.s años, me
comunicaban de casa la tristísima noticia de (pie a
m i madre le habían sobrevenido rojjcntinamciite
trastornos cerebrales: me dedan también que
varios médicos le habían recetado, pero en vano;
y que a juicio de algimo de ellos, iba a íiuedar de
finitivamente en estado tle demencia.
Inme<iiatamente les aconsejé comenzaran una
Novena a María Auxiliadora, prometiendo pu
blicar la gracia si se obtenía la curación; y al
mismo tiempo la cm|)ezamos mis hermanos y yo.
Dió principio mi padre a una Novena, con todos
los de familia, tenninó la primera, y ya se notaba
alguna mejoría; empezó una segunda, y como al
fin de ésta, aiui no estaba del todo bien, comenzó
por tercera vez la Novena a María Auxiliadora
con más fe
confianza, esperando arrancar de
sus piadosísimas manos la tan susjnrada gracia.
¡Bendita se is. Madre mía, amantísima, que
quisistds enjugar nuestro llanto, recompensado
la firme esperanza con que os invocámos! En efectoai fin de la tercera Novena le dió un ataque vio
lentísimo y quedó como muerta por espacio de
20 m ñutos, y poco a poco fué recobrando los
sentidos, de manera que cuando vino el sacerdote
que se había llamado, pudo confesarse y hacer sus
cosas con pleno conocimiento. Esto sucedía por
la tarde y a la mañana siguiente estaba del todobien.
Apenas estuvo sana, me escribieron: empero nopubliqué enseguida la gracia, porque deseaba
cercioranne de las circunstancias en que se había
realizado. Y me dicen que se debe puramente
a la intercesión de María, siendo así que durantelas novenas no se le daba ningún remedio,,
porque los médicos habían juzgado ser inútil
cualíjuier medicina. Yo, lo' confieso, temía le
volviese de nuevo; y van ya tres años (jue está
mu)’ bien. ¡Alabad y ensalzad todos a María,
pues que grande, grandísimo es su poder ante el
trono de la Divinidad I
8 Mí'rro 1915.
L'n humilde hijo de D. Bosco
I'.ternamenle agradecido.
G ero n a. — Después de algunos años de mal
éxito en los n^ocios y no pudiendo arreglarlode ningún modo, pedí a la Vii^en Santísima nos.
concediera la gracia de que se aquí en adelante
tux-iésemos mayor acierto y felicidad, prome
tiendo si me concedía la gracia, lo publicaría en
el Bcleiin Salesiano y dar la limosna de 20 pesetas.
En poco tiempo estaba todo arreglado del modoque yo deseaba. ¡Mil gracias. Madre querida!
T. B. R.
S a n t a A n a. — Fm' sorprendido desde los pri
meros días de Enero, de una enfermedad, q u t
del Q al 16 de Febrero tomó una gravedad fu l-
— io6 —
minante, desarrollándose una bronquitis aguda.
Los mejores facultativos se reunieron en consulta,
el 15 y 16, día este en que recibí el S. Viático, y no
obstante emplear las medicinas más activas, de
clararon con desconsuelo que mi vida se extinguía
y que no pasarían muchas horas sin que llegara el
-cmnplimicnto de su pronóstico. ¡Yo también
conocía mi gravedad, y llegó el momento en que
inclinando mi frente ante la voluntad soberana,
me rendíaeUa, diciendo: ♦ ¡toda esperanza está per
dida, hágase Señor, tu voluntad! » Mis tres hijas,
y mi hermana, llenas de mortal angustia, redobla
ron sus amorosas quejas con María Auxiliadora,
ofreciéndole cien pesos para esta Capilla, donde han
sido entregados yá, al digno Superior Pbro. Don
José Misieri, y que harían publicar este prodigio
si lo concedía. H oy puedo yo también dar testi
monio de mi salud, añadiendo que no obstante
tomar un alimento muy Ujero, estoy como si me
alimentara de carne, vinos etc., no obstante tambicn, mi edad de 82 años, sin pérdida de energías
y en pleno goce de mis facultades. Rindo pues,
m i homenaje de gratitud, a María Auxiliadora,
Madre bondadosa, llena de misericordia.
R
afael
P
in t o .
S a n C a rlo s (Nicaragua).— Estaba Da. Jose
fina de Gutiérrez y a desaliuciada de un. cáncer a
la garganta. Sus hijas acudieron llenas de con
fianza a María Auxiliadora, empezando inmedia
tamente una Novena. Al noveno día la enferma
se vió completamente libre del mal. Llenas de
gratitud hacemos pública la gracia y mandamos
una limosna de 40 francos.
M a r g a r it a G u t i é r r e z y Hermanas.
Dan tambiéa gracias a Maria Auxiliadora y envían ana
limosna:
Allariz. — Da. Socorro Barreiro, por un favor.
Alta Gracia. — D. Laureana Beatriz Saballos, ro
.pesos.
Barcelona. — D. Dolores Sánchez, y manda ce
lebrar una misa. — D. C. N., D. P. R., el niño
José Espadaler; Da. Josefa Más, por gracias y fa
vores. Todos mandan una limosna al Santuario de
Sarriá.
Cali (Colombia). — D. César Romero, D. A l
fonso Quintana, D. Micaela Torres vda. de Del
gado, D. Julio Romero y familia por un portentoso
socorro en un trance muy apurado.
Carabobo (Ven.). — D. Luis T. Paradal, por tres
grandísimos favores.
Coruña. — D. i£. U. por varios favores, ptas. 71.
Cerrito. — Da. Rebeca de Saavedra, 2,50; Da.
Zoila R. de García, 2,.so; D. Cesarina de Tascón,
5 ; D. Débora de Tascón, 5.
Córdoba (Rep. Argent.). — D. Erna Valdés, D.
Herminia de Cejos; D, Rita González (de Alta
•Gracia), D. Felisa Ario de Garzón, 5 pesos; D.
Rosario N. de Ordóftez, D. Maria Sánchez, 10 pe
sos ; Da. Felisa Molina, D. F. S. de Romero, D.
Eduardo Guglielmetti, 5 pesos; D. Veneranda Gu
tiérrez, I peso ; D. Teresa Cehnllos.
Comalopa. — Da. Eutinia Fernández y Da. Fi<ieHna Ortega, i i pesos.
Chamical (Rep. Arg. 1. — D. Nicolás Cabrera
Almonacid, por haberle sanado de graves y conti
guas enfermedades, D. C. Celvero.
Cuenca. — D. Adolfo Angula Pbro.
Diriamba (Nic.). — D. María Rojas y hermanos.
Castillo Viejo. — D. Maria Hernández Aguilar.
Choachí (Col.) — D. C. A. Guevara por haberle
conservado milagrosamente la vida.
El Durazno (Rep. A rg .).— D. M. Dionisia Peyrera.
Esteli (Nic.). — D. Francisca Rodríguez, D. Abigail de Mejía, D. Baltasar Mejía.
Girón (Col.). — D. Tránsito Serrana de Dictes;
F. G. S. por la salud recobrada; D. Ana L. Ro
dríguez G ., D. Bárbara de Serrano; D. Ester Reyes
de Atálora.
Granada. — D. María Josefa de Rivas, por gra
cias y favores; Dr. Adán Cuadra, 2 pesos; D. Ma
tilde Rosales, 2 ; D. Jacinto Rivas, i.
Hogueña. — D. José Sánchiz.
Jinotega. — D. Beltrán Cuaresma, 5 ps.
Jinotepe (Nicar.). — D. Tiburcio Gómez, 5 pe
sos; D. Juan M. Avilés, 6 p s.; D. M. A. por va
rios favores ; una devota de Maria, por id. ; D.
E. C. Bermúdez, 3 pesos; D. Esmeralda Rodrí
guez; D. Isaac de Román, por varios favores.
Gerona. — El R. Sr. D. José Rufet, Pbro. y da
5 ptas.; una devota, 5; D. A . S. P. por la salud
recobrada; D. Antonio Pérez y D. Carmen Lora,
por los prodigios obrados en una liijita suya de
ocho años.
Madrid. — D. T . T . G. por muchos favores;
D. M. R. por eficaz protección en momentos di
fíciles ; D. Mariano Bruld y Eschauzier; D. Encar
nación Llisás; D. Carmen Atermín, por gracias y
favores.
Matagalpa (Nic.). — D. María Arauz, D. Mer
cedes Portillo.
Molino del Rey (Esp.). — D. M. Sebastiana Comas,
Managua. — D. Maria Luisa Pereira del Valle,
por la salud recobrada.
Morales (Col.). — D. Hipólito Gamboa; D. Juana
M. Gómez; D. Teodoro López F. por la salud recobmda y otros favores, frs. 10.
Mosegosa. — D. León Fontosa.
Nandaime. — D. Mercedes Fletes, 8 pesos.
Pontevedra. — Un devoto de lu Virgen, 50 ps.
Rivas (Nic.). — D. Celina de Hurtado.
Salado (Col.). — D.Angelino Ortega y S ra .; D.
Rosario Silva ; Da. .Sahistiana Benitez ; Da. Gavina
Domínguez; Da. Joaquina Vernaza de Collazos;
Da. Carmen Charria de Ceballos.
Rama (Nic.). — Da. Aurelia Ramírez, 12 p s.;
D. Baltasar Ramírez.
S. Carlos (Nic.). — D. Josefina Gutiérrez.
Santiago (Esp.% — Da. Dolores Gómez Bases,
por la salud recobrada, 50 p s .; D. Diego Bugallal
Pita por un favor y manda 50 ptas. para el templo
en construcción en Vigo.
S. Andrés (Col.). — D. Florinda Pinto de V . por
una gracia y da 2,50 ps.
Turria (Col.). — D. Juana M». Gómez, por favo
res recibidos.
Ushuaia. — D. José Musso, por un favor, 10 pe
sos argentinos.
Vigo. — Una devota de Maria Auxiliadora 5 ps. ;
D. Julio Alario Vaquero, por varios favores reci
bidos y manda ia limosna de 3 p s .; D. Edita Rosa
agradecida a Maria .Auxiliadora manda una limosna:
D. Teresa Caamaño da gracias a Maria Auxilia
dora por un favor recibido y manda celebrar una
misa en su honor.
Zurgena (Esp.). — D. Josefa Egea Sánchez, por
un favor, 1 pta.
X 3IX
POR EL MUINDO SfILESIIENO
N O T IC IA S V A R IA S
Mons. d*Aquino Correa.
Diferida por varias circunstancias la consagra
ción episcopal de este dignísimo hijo de D. Bosco,
se verificó solemnemente sólo el 1° de enero en la
cuidad de Cuyabá (Brasil), de cuya Arquidiócesis■
es Auxiliar con derecho de sucesión, llevando ahora'
el título de Obispo de Prussiades. Do consagró el
mismo Sr. Arzobispo, asistido, por Mons. Freita,
Obispo de Corumbá y Mons. Malán, Obispo titu
lar de Amiso. Fueron padrinos S. F . el Sr. Presi
dente del Estado y el Exm o. sr. Conde d ’Eu, re
presentado por el Coronel Joaqiiín Parias Albemaz. Todo Cuyabá se sentía lleno de gozo por el
alto honor a que veía elevado uno de sus hijos.
Mons. Malán.
Inmediatamente después de Pascua partió
Mons. Malán para Registro de Araguaya, con el
objeto de tomar posesión de su Prelatura. Ix>
acompañaba una caravana de 30 personas, entre
las cuales 17 bororos que estaban terminando su
educación literaria y profesional en la Escuela Agrí
cola de Coxipó y en el Lyceu Salesiano de Cuyabá.
Mons Malán ha llevado consigo gran provisión
de ropa y utensilios domésticos y agrícolas para
sus indios.
Esperamos noticias y hacemos fervientes votos
por aquella amada misión.
Nuevo Obispo Salesiano.
H a sido preconizado Obispo de Am ata y Admi
nistrador Apostólico de Santiago de Cuba, el M.
R. P. D. José Guerra, Secretario de S. E. Mons.
Cagliero, D e lg a d o Apostólico de Centro América.
Al nuevo Prelado le ofrecemos nuestras oracio
nes y hacemos votos por su feUcidad.
Gonmemoraciones de Don Bosco*
En muchas ciudades de Italia las ha habido
grandiosas. L as principales han sido las de Bolonia
Milán, Turín, Alejandría,
Mona. M a l i n .
En Bolonia se reunió una representación de la
ciudad, imponente por el número y la calidad, eu
la Sala de los Notarios. Llevó la voz en la asamblea
el insigne filósofo y orador P. Salvador!, Oratoriano. Con gran original desarrolló su curioso
tema * el color de la verdad », demostrando cómo
D. Bosco, precisamente « porque amó la verdad
hasta el extremo, llegó a transformar la sociedad,
sin im programa, sin una regla. Es el alma que
busca libremente la verdad y la encuentra. E s la
grandeza y superioridad de una fe, de ima reli
gión que lo envuelve todo, lo vence todo, lo divi
niza todo ».
E n Milán fué organizada por el Círculo Juan
Bosco, 3' tuvo lugar en el vastísimo salón del insti-
— io8 —
tuto de los ciegos. Tomaban parte en ella Obispos,
Dijmtados, representaciones de todas las obras so
ciales, conséjales del Ayuntamiento etc. etc.
Ilállabase en Milán de visita el Re\tno. P.
Oeneral D. Pablo .'libera y el entrar en la sala,
le improvisa el piiblico un recibimiento impo
nente.
La voz oficial la llevó el abogado D. Juan PaIcnri, quien en s'ntcsis genial trazó la figura de
D. Bosco, sin olvidar a mamá Margarita « a quien
se debe, dijo, si la Iglesia tiene un santo más y la
juventud su mayor apóstol ».
Una nota asaz simpática fué la del «cavaliere»
Cappi, quien hizo votos porcpie Milán dedique
cuanto antes una calle a D. Bosco. como Turái
y otra.s varias ciudades.
P'l Rvmo. P. Albera cerró la velada, dando gra
cias a los (¡ue intervinieron y recordando amenos
by edificantes episodios de D. Bosco. Antes de di
solverse la reunión, llegó un telegrama del Padre
Santo, bendiciendo el acto y la Obra Salesiana.
. lín Tarín un Círculo científico promovió Cotífervncias de cultura, y quiso cerrar su serie con
una sobre D. Bosco y sus obras, « que son, dijo
el Presidente, el abogado Rinaudo, el elemento
mayor de civilización que ha producido el siglo
X IX •.
Id orador escogido fué el Salesiano D. Antonio
I^'asulo, qrrien dió una admirable conferencia con
proyecciones lumiirosas, sobre las principales manifc.stadones de la Obra Salesiana.
Xo menos importante fué la de Alejandría.
Tomó parte el Sr. Obispo y grande ^ personalidadc.í cclcsi-isticas y civiles.
bOTA. — Para conferencias s bre D. Bosc ' y la
Obra de D. Bosco en sms múltiples aspectos, para
conocer bien su espíritu y su alcance peda^ógic >
y s cial, «) conocemos naiia tan completo y claro
como la Institución Salesiana, lo que es y ío que
hace, publicada en Sarriá de Barcelona. líu tres
años lleva ya do.-< ediciones. Tiene más de 300
páginas y cuesta sól >2 pesetas {en rica.). Es w>» libro
que debiera p se.r todo Cooperad r Salesiano y todo
amante de la Pedag 'gia y de las ciencias sociales.
- - En abril de este año le escribía al autor de
ella el Sr. Director de la nueva casa salesiqna de
la intelectual e industrial ciudad colombíani de
Mcdeilin: « A dos añ>s de distancia de la publi'
fuíf.hj de Ui 2* Edición de su obra, le felicito corílMhneníe por e'la.
tiene cntusi :sma.lo a medio
y YO, que ya he distribuido v.irijs docenas
de ella, pido inmediatamente 50 ejemplares más,
que no serán los úLimos •>.
Nosotros nos adherimos al Sr. Dir:ctor m'dellineuse y lujcenios votos porque tenga muchos imitadores
en es' de prop'^gar libros iin buenos y tan ú iles.
L l libro está adeiuás muy bien c cr:to e impreso.
VILLA COLÓN. — El monumento de Mons. Lasagna. — E l 25 de abril se inauguró en Villa
Colón el monmnento dedicado por el Uruguay al
Apóstol salesiano.
« Proporciones extraordinarias, dice E l Bien,
alcanzó el homenaje tributado a Monseñor La
sagna, con m otivo de efectuarse la inauguración
del monumento al ilustre Obispo salesiano.
« A pesar de la copiosa lluvia que cayó ima hora
antes del acto, los concurrentes fueron numerosí
simos, encontrándose entre ellos muchos ex-alumnos y amigos que fueron, de Monseñor Lasagna.
« Ivas nuevas y progresistas instituciones de
Exploradores Orientales de las Parroquias de la
Metropolitana, San Francisco y Aguada, y los
artesanos de las Tíscuelas D. Bosco, concurrieron
en trenes expresos.
« Los asistentes llenaban todo el espacio libre
hasta el portal que dá a la avenida Lezica.
« Comenzó a desarrollarse al programa con la
banda Salesiana. Se tocó el himno Nacional y
luego los niños entonaron el himno a Monseñor
Lasagna, dirigidos por el Padre Consolini.
* E l doctor Luis Pedro Lenguas ocupó la tribuna
pronunciando un hermosísimo discurso lleno de
sinceridad y de brillo.' Habló en nombre de los
ex alumnos.
fl Le siguió el Rdo. Padre Juan de Dios Moratorio, Director del colegio Pío, quien habló con alta
elocuencia a nombre de los Salesianos del Uru
guay.
<
■ Habló e’ Rdo. Padre Pablo Consolini, en repre
sentación de los colegios y misiones salesianas del
Brasil, leyendo en portugués un bellísimo discurso.
« Luego el doctor José Jlirauda, en represen
tación del Centro de Juventud Católica Monse
ñor Lasagna, pronunció breves pero hermosas pa
labras llenas de oportunidad y de sentimiento.
Tocóle a seguir el tum o al doctor Zorrilla San
M rrí.n.Fué aquel un momento feliz de quien conoce
y posee como nadie el secreto de pensar y conocer el
corazón de sus semejantes. L a palabra de nuestro
gran poeta, vibró en aquel ambiente con toda la
fuerza y todo el calor que le prestaba el alma,
que se difundía eii ella como una expresión sonora
del afecto y de la admiración que, alcanzaban en
en aquel aclo la forma de im magnífico homenaje
a la figura del Obispo salesiano.
« Pocas veces ese mundo de ideas y sentimien
tos que sacude en una hora solemne el alma de im
auditorio congregado en asamblea de tributo apoteósico. halló un intér|)rete más elocuente que el
que tuvo en el doctor Zorrila el público reunido
para honrar la memoria del Prelado que tanto
supo honrar su investidura.
• Todo el auditorio vibró con e' doctor Zorrilla
y habló magníficamente por su voz.
«Y el orador daba forma aUí a un sentimientc.
—
que latía vivo en su corazón en el que la memoria
de Monseñor Lasagna tenía un culto.
• Satisfacía además una necesidad de su espí
ritu, él que se había sentido ligado por una íntima
y afectuosa amistad a Monseñor Lasagna, a cuyas
extraordinarias virtudes rindió en todo momento
el tributo de la más franca y justiciera admira
ción.
t Habló en nombre del Paraguay, de la buena
República del Paraguay, que tanto amó Monseñor
Lasagna, y que unió sus vínculos con el Uruguay
y el Brasil entre sí.
• Nos relató la venida a América de Monseñor
Lasagna. Era joven, casi im niño, dijo, y nos ba
109
—
que en el templo había muchas est tuas, que no
jx)dían compararse con la que se levantaba a su
frente, pero que con el tiempo, la estatua de Mon
señor Lasagna, caminaría hasta entrar en la Igle
sia y formar con los santos que se veneran
« Este final fué recibido en medio de grandes
aplausos
« Entre los concurrentes había numerosos sacer
dotes de las diversas instituciones del país y del
Clero seglar.
r Monseñor doctor Ricardo Isasa, presid a el
acto acompañado de Monseñor Nicolás Luquese,
Vicario General de la Arquidiócesis
«Con el caer de la tarde se comenzó el regreso al
M OGLlANO V E N E TO — La nueva iglesia dedicada a María Auxiliadora,
biaba de Don Bosco, que en aquel tiempo se en
contraba realizando las obras de su gran aposto
lado.
« Habló de las cualidades extraordinarias del
rememorado: de su acción en el Brasil y de su
muerte en el choque del tren en que viajaba. Mon
señor Lasagna s 61o tuvo tiempo de decir; « enconiendábs a María Auxiliadora », e instantes des
pués moría él con sois compañeros de labor, y
muchas Hermanas Salesianas.
« L a presencia de un núcleo de éstas en el acto
del domingo, hizo que el orador hablara de ellas
en forma tal, que de los ojos de muchas pereonas
brotaban lágrimas.
Terminó el doctor Zorrilla de San Martín,
dps^rrnhaudo una hermosa figura retórica. Dijo
centro, llevando todos los concurrentes, gratísisimas impresiones de la fiesta y de las atenciones
de que fueron objeto de parte de los R R . PP. Salesianos *. (El Bien, 27 abril 1915).
MOGLlANO VENETO — E l 19 de mayo se inau
guró solemnemente la Iglesia de María Auxilia
dora, anexa al instituto Salesiano. E s una joyíta
de arte románico. La imagen de nuestra dulce
Protectora domina desde im mosaico veneciano.
Nue.'tro amado Rector Mayor, Rvmo. P. Albera
celebró la primera misa y S. E. el Sr. Lughin. Obis
po de Tre\-iso, dirigió im elocuente discurso a
los numerosos fieles, entre los cuales el Alcalde
con una nutrida representación del Ayimtamiento.
— I 10 —
O R A T O R IO S F E S T IV O S
TURÍN. — Certamen catequístico. ;— Presi
dido por el M. R. Dr. Sr. D. Julio Barberis, Di
rector Espiritual General de la Pía Sociedad Salesiana, se verificó el i8 de abril un magnífico cer
tamen catequístico en el primer Oratorio festivo.
líOS centenares de niños concurrentes dieron es
pléndida prueba de su seria preparación y de su
amor por ese librito sublime que se llama Catecismo,
que contiene la esencia de la más alta filosofía y
de la teología más profunda.
l/os vencedores recibieron relojes, trajes, li
bros.
— La Pascua. — De mil pasaron los Oratorianos que, cuidadosamente preparados, hicieron
la comunión pascual el Jueves Santo, con edifi
cación de toda la parroquia de María Auxilia
dora.
Cien de ellos se acercaban por vez primera a la
Sagrada Mesa.
— Comnovedora fué la peregrinación que el
primer domingo del mes mariano, hicieron a la
tumba del Vble. Bosco. Muchos de ellos sé man
tuvieron ayunos hasta las 9 para poder hacer
la Santa Comunión ante el sepulcro del amado
Padre.
BOLONIA. — Ix>s numerosos frecuentadores
del Oratorio salesiano celebraron una bella fiesta
en honor de sus bienliecliores, a la cual tomaron
parte desde el Sr. Arzobispo y los marqueses de
Masili y Durazzo hasta la representación de la
Juventud Católica Boloñesa. El Director de ésta,
D. Juan Manizzi pronmició un lindo discurso, am
pliación de este pensamiento con que empezó;
• Es consolador ver cómo, i» r ley de antítesis,
doíiuiera resuena la blasfemia y se obra el vicio,
surgen estos benditos Oratorios festivos, santua
rios de oración y palestra de virtud ».
Kl Secretario manifestó cómo la asistencia media
era de 250 niños y agregó que durante el verano el
Oratorio funciona todos los días y tiene escuelas
veraniegas.
En la distribución de premios, 250 niños reci
bieron trajes y libros.
CAM."ELLO (Alicante). — I x s Estudiantes Salesianos del Seminario de Campello. han fundado
tma Academia cieutifico-liUraria. titulada « Bene
dicto X V 9 cuyo órgano es una revista quincenal,
llamada « Aurora Teológica ».
E l objeto de la Academia, está claramente in
dicado en el primer número de la Revista.
... «Los que de la vida en los colegios pasamos
al Estudiantado Teológico, conocemos perfecta
mente nuestro deber : robustecemos en la virtud
y adqrurir la ciencia...
« E l sacerdote hoy día debe estar más que me
dianamente versado en todos los ramos del saber
humano, para servir de luz al entendimiento y de
sol a los corazones de los fieles y custodiar el de
pósito de la fe, de tan varios modos debatida...
« ... L a manera práctica de completar y as^urar
nuestros conocimientos es... la disertación, la dis
puta sobre diversos asuntos: Teología, Filosofía,
Ciencias, Historia... con arreglo a im reglamento
fijado de antemano ».
A la vista tenemos el reglamento, y a la verdad
es cuanto de práctico y amplio se pueda desear.
L a revista tiene carácter privado: pero hacernos
votos porque llegue a ser de carácter .público, pues
tiene trabajos bellísimos, y, naturalmente se irá
perfecionando día a día.
Felicitamos al Estudiantado y saludamos al
nuevo col^ a.
'
A N T IG U O S ALUM NO S
SARRIÁ. — El 25 de Abril acudieron nume
rosos a las Escuelas Salesianas de Sarriá, para
celebrar en fraternal confianza, la fiesta de la
, , U n ión ", los Antiguos Alumnos de dicho insti
tuto. A pesar de las distancias, a las 7 estaban
reunidos.en el hermosísimo templo, cuya fachada
nueva estaba recién inaugurada, y allí oyeron
Misa y recibieron la Sagrada Comunión, de
mano de uno de sus antiguos Superiores. ,,E n
aquel momento, nos escribe uno de ellos, nos
parecía rejuvenecer varios años, y V . no se ima
gina cómo nos sentíamos verdaderamente Hijos
de U. Bosco y estrechamente unidos. Todo
cambia en esta vida, todo es inconstante, menos
el amor en Cristo y en los ideales que de Cristo
proceden y que tan hondamente han grabado
en nuestros corazones, sin ruido y sin ostenta
ción, nuestros amadísimos M aestros." Después
del desayuno, visitaron detenidamente la casa,
que tan bien conocen, pero que tantas nuevas
— III —
emociones despierta siempre. A lgo nuevo pu
dieron hallar: la torre, las campanas, el órgano
del Santuario, que el celo de los amados Supe
riores y la caridad de los Cooperadores han
añadido.
A las 10 tuvieron un oficio solemne, siendo
celebrante el antiguo alumno R. P. Fray Alfonso
de Barcelona y cantando ellos la Missa Pontificalis, de Perosi, bajo la dirección del antiguo
amado Maestro D. Juvenal Vilani. Acto seguido
pasaron al salón de actos, donde escucharon la
férvida, la autorizada palabra del venerado y
amadísimo Padre D. Manuel Hermida, quien en
aladas frases, dichas con esa sencillez y ese
amor profundo del Padre que sabe que siempre
es amado porque siempre ha amado, y amado
en Dios y por Dios exclusivamente, los exhortó
al trabajo activo a imitación de D. Bosco, a la
piedad, base de toda vida cristiana, prenda de
bendición celeste, a la unión, a la caridad: las
pocas palabras del antiguo Director, fueron un
verdadero programa de orientación, que graba
das quedarán en el alma de esos entusiastas y
anhelosos jóvenes. Hablaron también el P. A l
fonso, el actual Sr. Director de la casa, Rdo.
D. Ernesto Miglietti, y resumió y dió las gra
cias el Presidente D. José Castells.
El banquete fraterno fué un modelo de cor
dialidad. L a velada, ídem. Bajo la dirección del
antiguo director de escena, D . Angel Ramos,
representaron hermosas piezas.
En suma, fué una jornada de recuerdos, de
afectos íntimos, de cordialidad y alegría neta
mente salesiana. Y para estrechar más los vín
culos, varios de los Antiguos Alumnos íe inscri
bieron como cooperadores, para gozar de los
numerosos privilegios de esta Institución.
El día siguiente tuvieron un solemne funeral
por los socios difuntos.
VIGO — En la hermosa dudad atlántica han
inaugurado los Antiguos Alumnos una Sociedad
de mutuo soc~ rro y un Circulo de recreo. En los
vastos salones tienen una buena biblioteca y nna
gran mesa de billar, regalada ésta por Da. María
Boníu, vda. de Rodríguez.
Hemos recibido dos hermosas Pastorales sobre
Marta Auxiliadora y el Vble. Bosco, una del Sr.
Arzobispo de Buenos Aires, y la otra del Sr.
Obispo de S. Juan de Cuyo. Estando ya en
máquina este número, reseiv’amos al siguiente
el ocupamos acerca de ellas.
M. I. Dr. D. Juan Ballester Clarainunt.
Pasó a mejor vida, como anmidamos en d pa
sado número, el 7 de abril en Barcelona. Tenia
55 años. Era Canónigo Penitendario.
¡Cuántas almas por él dir^idas llorarán su dolorosa pérdida! Y ellas sin duda formarán su mejor
corona a los ojos del Dios de las misericordias.
E l doctor Ballester fué durante largos años
censor eclesiástico de oficio y a su vasta cultura
ascético-mística debemos obras tan apreciables
como « E l Sagrado Corazón de Jesús espejo de
amor y de dolor »traduedón d d francés; las a Pro
mesas del Sagrado Corazón de J esús », obrita muy
popularizada, y últimamente, cuando las fiestas de
canonizadón del Beato José Oriol, publicó una
extensa y bien documentada a Vida de San José
Oriol #, escrita por espedal encargo del Eminen
tísimo Cardenal Casañas. Actualmente la enfer
medad última le ha sorprendido escribiendo una
vasta obra predicable sobre el Sagrado Corazón.
Era entusiasta partidario de las teorías literarias
de su sabio compatrido Milá y Fontanals.
H a sido su muerte como una ofrenda generosa
rendida al Corazón de Jesús cuya gloria celó en
vida tan virtuoso sacerdote.
E ra im apóstol. ¿Qué título más glorioso puede
anhelar un sacerdote? Y era un apóstol del Sa
grado Corazón de Jesús, la más ilustre prosapia
del celoso sacerdote en nuestros días. En elocuen
tes sermones, en libros repletos de piedad, en pro
pagandas incansables del Apostolado de la Oradón,
del Seminario como su Director, en fiestas solenmísimas... en todo destacaba hacía anos el
privilegiado espíritu del enamorado del Corazón
del Redentor Divino! A todas partes llegaba con
sus ensueños, que eran ima imagen y un altar para
el Sagrado Corazón. En el Seminario logró encum
brar sobremanera el Apostolado de la Oradón; y
aUí, para formadón de los jós'enes aspirantes al
sacerdocio, fimdó una nutrida Biblioteca con las
mejores obras sobre el Corazón de Jesús. Llegado
a la Catedral con su dignidad de Canónigo Peni
tenciario. una de sus primeras obras fué un altar
y un predoso retablo de Llimona para el Corazón
— I 12 —
Divino. Objeto, en fin, de toda su protección y
propaganda era el Templo Expiatorio del Tibidabo al Corazón de Cristo; y allí queda una de
las columnas de la cripta erigida con el producto
de la venta de su libro: « Las promesas del Sa
grado Corazón ».
Y en aras de ese amor y por el celo de tan ben
dito apostolado, ha consumido prematuramente
su vida. ¡Que el Señor la haya recibido y coronado
gloriosamente!
J<a Familia Salesiana, y especialmente las co
munidades de Barcelona, Sarriá y el Tibidabo,
lloran su muerte como la de un padre queridísimo.
¡Bendiga él desde el cíelo el Templo Expia
torio del Tibidabo, que fonnaba su sueño doradol
L a casa salesiana de Barranquilla, le debe mucho
a la inovidable y malograda extinta. Cuando en1902, estando el país en guerra, llegaron los pri
meros Salesianos a esta ciudad, sin conocer a nadie
y sin contar con los recursos y con las cosas más
necesarias, al paso que se veían rodeados de un
sinnúmero de dificultades, la Sra. Elena fué para
ellos un verdadero paño de lágrimas; se lo facilitó
todo y los ayudó en todo con un cariño verdade
ramente maternal.
Su recuerdo, pues, será imperecedero y pedire
mos siempre a Dios con gratitud por ella.
-1^
Cooperadores Salesianos difuntos.
ESPAÑA
D. José Mayorga, Pbro.
Murió en Cartago de Costarica. El Padre Mayorga
regentó el Hospicio de esta ciudad antes de llegar
los Salesianos. Después regaló la mayor parte de
sus bienes al dicho Hospicio; esos niños eran su
delirio. — E l día de María Auxiliadora hacía una.
fiesta espléndida.
El Padre murió pobrísimo. pero murió como un
santo. La Madre Celeste se lo llevó al terminar su
fiesta. ¡Tenga muclios imitadores!
D. Pompeyo Beltrán
Murió el 7 de abril en Valladolid, donde se ha
llaba interinamente. Era una persona verdadera
mente popular en Orense. Su carácter afable
le había granjeado universales simpatías. Era
actualmente catedrático de Agricultura en el
Instituto, del (¡ue fué algún tiempo Director; fué
además, miembro de la Corporación municipal.
línviamos nuestro más sentido pésame a la fa
milia del finado, en tanto que lo encomendamos a
las fer\'orosas oraciones de nuestros cooperadores.
Sra. Elena Castet de Ferrans.
Esto iumcjorable madre de fanulia y excelente
cooperadora salcsisma, murió tranquilamente, rica
de méritos doUuite de Dios y estimada de cuantos
tuvieron la diclia de conocerla, el día 14 de marzo,
en la novena de S, José, Patrono de la buena
muerte, de ipiicn era devotísima.
Barcelona. — Sta. Da. María del Carmen Cros y Balart;
Sta. Conchita de Dalmasses S . ; Da. Pilar Serrallés y
Pont; Sta. Da. María de las Mercedes de Erasmo y de
Janer; Da. María Carbonell de Marcer; Da. Magdalena
Modolell Vda. de Nogués; D. Enrique Elspiel; D. Luis
Suñé y Molist; Exma. Sra. Da. Emilia Caries Marquesa
de Castellar Vda. de Tolrrá; D. José Badal y Amigó;
Exmo. Sr. Conde de Moy; D. Antonio Castañer y No
guera; D. Antonio Xiró; D. Joaquín del Alcázar y Sa
leta ; D. Federico Odolé.
Murcia. — R. D. Francisco Perez Marín.
AMERICA
Buenos Aires. — D. José Huber; Da. Ernesta de
Rosa; Da. Bárbara L. B. de Daguino, Da. Victoria C.
de Franquelli.
Comatapa. — Atanasio Fernández; Jacinto Fernández;
Felipa Ligarte; Bonifacio Alvarez; Juana Cordero; José
E. Sequeira; Eslébaua Duarte; Eugenio Duarte; Toribio
López.
Nasaya. — Daría Gutiérrez ; Florencia Parrales; Luisa
Bend.aña; Delñna de Castro; Srta. Josefa Gutiérrez.
Boaco. — rilaría Montoya.
Granada. — Sara Sáenz.
Chinaudega. — Ermtnia Montealegre; Ursula E. Rocha.
Camoapa. — Antonio Solano.
La Conquista. — María M. Lobo.
Sta. Teresa. — Anselmo Mina.
Granada. — Magdalena Quintana; Matilde F. de Pérez
Estad preparados, porque la muerte viene cuando
menos la aguardéis.
La oración quita al sepulcro su terrible silencio.
Cada misa bien celebrada a bien oída saca muchas
almas del Purgatorio.
Con aprobación de la .Autoridad Eclesi istica:
Gerente: 'JOSE GAM BÍN O.
Establee. Tip. d éla S. A. In t.d e la Buena Prensa.
Corso Regina Margherita, N. 176- aTURIN