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AÑO X X V III - N. 8
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A g o sto de 1913
Boletín $nk$iano
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Edición de España
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Turin — Via eoUoIcngo N.
S U M A R IO .
El monumento a Don B o s c o ...................................... 201
El Cincuentenario del prim er C olegio Salesiano . 204
De n u e s t r a s m i s i o n e s . — C hin a: Librad o d e una
banda de p ira ta s — B rasil: G ratas noticias de
las Colonias de los B o r o r o s ...................................... 206
^
E l C u l t o d e M a r í a A u x i l i a d o r a : L a solem ni
dad en el Santuario de V a ld o c c o ................................ 209
G racias de M aría A u x i li a d o r a ......................................2 11
P o r e l m u n d o s a l e s i a n o : E l sucesor de D. Bosco
en E sp añ a : Salamanca, B éja r , l'ig o , Santiago,
C orulla — Noticias v a r i a s ...........................................ai.'j
T esoro e s p ir it u a l..................................................................... 227
D a. Isabel Serra de C h o p i t e a ........................................... 228
El monumento a D. Bosco.
üR fin, hemos tenido la
dicha de ver el boceto
definitivo que perpetuará
en medio de la plaza
de María Auxiliadora la
amable figura de D. Bos
co y la gratitud de sus ex-alumnos.
Mucho debió reflexionar el Jurado
antes de decidirse, porque el número y
el valor artístico de los bocetos pre
sentados dificultaban en gran manera la
elección. Eran 62 bocetos en los cuales
59 escultores habían querido dar forma
plástica a la gran figura de D. Bosco;
todos ellos habían estudiado al hombre
que debían representar y cada uno
había creado para ello un boceto. T o
dos esos 59 artistas habían dicho su
palabra acerca del gran apóstol; todos
lo habían retratado en medio de su
obra grandiosa que aparecía en cada
boceto con una belleza especial. ¡Si
hubiera sido posible fundir en un bo
ceto solo todos los rasgos geniales dis
tribuidos en cada uno! De a h íla dificutad de elegir; pero, por fin, la ne
cesidad de decidirse, puesto que el año
del centenario se acerca, puso término
a los titubeos que el mérito relevante
de varios bocetos justificaba sobrada
mente; y el Jurado se decidió por el
de Ca)^etano Cellini de 'I'urín, aprobado
en el segundo concurso abierto con los
cinco artistas premiados.
D. Bosco, pues, ya tiene su monu
mento conmemorativo. Nos reservamos
para otra ocasión el presentarlo a los
lectores, contentándonos por ahora
con darles la fausta noticia.
D. Bosco tiene ya su monumento,
hemos dicho; pero nuestros lectores
saben de sobra que hay ya varios mo*
—
20 2
nuinentos de D. Bosco. Queríamos de
cir un moiuimento especial, no sólo por
que se levantará en el mismo teatro
de sus apostólicas proezas a comme
morar el primer centenario de su naci
miento, sino porque ese monumento
es la ofrenda de los discípulos al maes
tro, y reviste, como hemos dicho en
otro lugar, todos los caracteres de un
acontecimiento en la historia de la
Pedagogía. Para convencerse de ello,
basta echar una ojeada a las listas de
los donativos, y se ve en seguida que
todavía el educador vive en el alma
de sus educandos, a los cuales supo
hacer tanto bien y persiiadirlos de que
se lo había hecho. Por eso los exalum
nos de las escuelas salesianas reclaman
para sí la gloria de haber propuesto el
monumento y el mérito de llevarlo a
cabo. « En efecto, dice uno de ellos, el
Prof. Gribaudi, es verdad que hay muchos
admiradores de las obras de D. Bosco,
que hay muchos también que tuvieron
la gloria de cooperar con él al cum
plimiento de aquella misión de cris
tiana caridad que Dios había confiado
a la obra de D. Bosco; sin embargo,
somos nosotros los exalumnos los que
más directamente hemos podido gozar
de los beneficios de las obras del Padre,
y es natural, por tanto, (|ue seamos los
primeros en las demostraciones de gra
titud con que se va a celebrar el cen
tenario del nacimiento de D. Bosco. »
Ahora toca a los exalumnos de todo
el mundo hacer efectiva su gratitud.
Por de pronto hemos de notar ya con
gran complacencia que hay algunos que
no se han contentado con mandar la
otrenda que a su posición económica
convenía, sino que la van repitiendo
según la gratitud los impulsa.
No se podía esperar menos de los
exalumnos de D. Bosco y esa es la
prueba de que lo son de verdad; puesto
que los buenos sentimientos que la
educación salesiana cultivó en ellos, dan
ahora sus hermosos frutos. Así la
erección del monumento viene a con
firmar una vez más cuánto lo merece
D. Bosco y a demostrar el valor peda
gógico y apologético de su obra.
« Y en verdad, como notó el Pro
Familia de Milán, no solamente nu
merosos artistas han tenido ocasión de I
meditar largamente la vida y obras de
D. Bosco para ver de qué manera se
podía resumir en una impresión esté
tica la admiración y el afecto inspirados
por él; no sólo los miles de personas
que visitaron la exposición han podido
confrontar estas impresiones con la
idea que ellos se hicieron de D. Bosco,
renovando así en sus impresiones y
juicios la memoria del santo; más
también los críticos, al examinar los
trabajos, miden, no tanto el valor de
la perfección técnica, cuanto la corres
pondencia del D. Bosco figurado con
el O. Bosco real. La base del esfuerzo
de los artistas y de las apreciaciones de
los críticos es siempre.la grandeza de
aquel a quien se quiere representar.
Y por eso, antes de que exista el vertladero monumento, en su mismo pe
ríodo preparatorio, cumple ya la misión
por la cual ha existir; y ello no será
una especie de deiula que pagada de
una vez al gran bienhechor, ya no
hay poi'íjué pensar en ella ni en él; an
tes bien, será una excitación perpetua a
vivir con él, a penetrarse de su espí
ritu y a continuar cada vez con más
intensidad la obra por él comenzada.>
Y volvemos a notar otra vez que
esta excitación, este estímulo perenne,
perpetuado delante de las alma por el
bronce y el mármol, viene precisamente
de aquellos que fueron objeto de las ma
ternales solicitudes de esa obra misma
cuya difusión y prosperidad se estimula
con el monumento,
Pero oigamos de nuevo al Presidente
déla Federación Internacional. «El Con
sejo directivo de nuestra Federación y la
Comisión ejecutiva del monumento, con
la ayuda moral de los Superiores y de
la Sociedad Salesiana, han hecho cuanto
estaba de su parte para llevar adelante
los trabajos preparatorios; ahora debe
comenzar el trabajo de todos nuestros
círculos y asociaciones de exalumnos,
para llevar a feliz término el monu
mento que hemos decretado levantar
a nuestro amado Padre >.
¡ Pero son tántos los exalumnos de
D. Bosco! Muchísimos de ellos en
vueltos tal vez en la confusión de esta
vida vertiginosa que caracteriza nuestra
edad; perdidos quizá en una lejana ciu
dad o aldea a muchos kilómetros de la
patria y del colegio que los educó, ni si
quiera sabrán que se trata de dar cuerpo
real a uno de los sentimientos que
ellos llevan allá en el fondo de s\i co-
M ILÁN (Italia). — Alumnos de la primera comunión.
Hace pocos meses desde que esto
se escribía; y el trabajo comenzó y pro
gresa con esa rapidez que comunican
a las obras materiales los impulsos
vehementes de una muchedumbre. Las
listas de donativos se suceden, se re
piten y crecen con un entusiasmo que
recuerda aquellas explosiones populares
de amor y veneración que D. Bosco
recibía de millares y millares de jó
venes por él educados.
razón. Por eso quisiéramos que lle
gara hasta ellos la voz de estos ex
alumnos que tenemos la dicha de ver
de cuando a nuestro lado; que oyeran
aquellos también alguna de estas frases
que nosotros oímos con tan consola
dora frecuencia de los labios de nues
tros antiguos discípulos, que hallaría
sin duda eco muy grato en su almadespertando allí los dulcísimos recuer.
dos de la alegre niñez, adormecidos
—
204
por el trajín de la vida, que los va
alejando cada vez más de aquellos días
felices cuyo encanto crece a medida
que se van alejando.
Y no solamente esos exalumnos le
janos, también nuestros coperadores
las oirán con suma complacencia, por
que esa educación es el suspirado fruto
de sus limosnas.
Terminamos, pues, poniendo para
unos y para otros estas palabras del
primer numero del Boletín de los ex
alumnos.
« Tenemos completa seguridad de
que los buenos Cooperadores salesianos no verán con malos ojos esta nues
tra decisión de alzar por nuestra propia
cuenta el monumento a D. Bosco, por
que ella es la prueba mejor de que la
obra de O. l^osco y sus cooperadores
no fue vana.
Vosotros, generosos Cooperadores,
ayudasteis de mil maneras a D. Bosco
y a sus salesianos; y nosotros mostrán
donos agradecidos a la obra salesiana,
tenemos que mostrarnos agradecidos
también a vosotros, que en esa obra
tuvisteis tan gran parte.
Y ahora nosotros tenemos la pala
bra, amigos exalumnos. Démonos la
mano como buenos hermanos y tra
bajemos para preparar un recuerdo
digno dé nue.stro gran Padre. Estamos
esparcidos por lejanísimas tierras, ha
blamos lenguas diversas, y hasta somos
de diverso color; pero fuimos,educados
con los mismos principios, y hemos res
pirado el mismo aire en los colegios sale
sianos. Cuando, al viajar por el mundo,
oímos pronunciar el nombre de D. Bos
co, nuestro corazón late con alegría y es
trechamos con fraterno afecto la mano
del que pronunció con reverencia el nom
bre de nuestro Padre. ¡En el nombre de
D. Bosco nos sentimos hermanos!
Consagremos, pues, en bronce y
mármol esta hermosa unión de los
corazones y de las alm as; sepa el
mundo entero cuán profunda es en
todos nosotros la gratitud a D. Bosco
y a los continuadores de su grande
obra de caridad y cristiana civilización.»
í l Cincuentenario íel primer Colegio Salesiano
<1E ra en O ctubre de 1863. D . Bosco envió en
tonces algunos de sus hijos a fundar el pequeño
seminario o colegio de S. Carlos en Mxrahtüo
Monferrato, colegio que en 1870 fué trasladado
a Borgo S. Martino. Jefe de la expedición era
Ib Miguel R úa el cual apenas contaba 26 años...»
A sí principiaba este año su carta anual a los
Cooperadores el Sr. D. P. Albera, que se en
contraba entre los primeros que se alejaban
del O ratorio para fundar fuera de Turín el pri
m er colegio salesiano e im itar los ejem plos de
caridad y celo de Ven. Padre fundador, v' ¡Quién
hubiera dicho, añadía él, que ei\ el breve espacio
d e cincuenta años la Pía Sociedad Salesiana
iiabía de alcimzar ima expansión tan rápida
y prodigiosa, y que el humilde infrascripto había
d e ser llam ado por la D ivina Pro\'idencia a
gobernarla después de D . Bosco y de su primer
sucesor D . Miguel R ú a !»
Y era viWsimo el deseo tan to de los actuales
superiores y colegiales como de los antiguos
alumnos del Colegio de S. Carlos, que el sucesor
de D. Bosco no faltase a las fiestas del cincuen
tenario.
Pero se hallaba en E spaña y no fué posible
aplazar dichas fiestas, a las cuales se unió en
espíritu « deseando a todos que nos podamos
reunir un d ía en el cielo con D. Bosco y los otros
superiores ».
E l domingo 7 de marzo los alegres ecos de la
banda anunciaban el principio de las fiestas,
en tan to que los alum nos acogían con júbilo y
viv as a Mons. Ludovico dei Marchesi Gavotti,
Obispo de la diócesis, que celebró la misa de
comunidad. D. Felipe Rinaldi celebró la otra
en representación d ¿ R ector Mayor.
Después de las funciones religiosas, se descu
brió una lápida conm em orativa. A la ceremonia
—
205
asistían el Sr. Obispo y el Prefecto de Casale,
representantes de las autoridades ciWles y
escolásticas, el Sr. Alcalde y numeroso público.
Entre los discursos q; se pronunciaron el del
abogado Sr. Miglioli fué un himno de alada poesía
a sus Superiores difuntos. Term inado el acto,
se pasó al refectorio cu5*as mesas ocupaban
trescientos cubiertos. A los brindis se leyeron
muchas adhesiones y el abogado D. T u lio Maestri se hizo aplaudir calurosamente al hablar
de la educación cristian a ; el Subprefecto, l'>on
~
y a los acordes de la banda se fué cada uno a sus
ocupaciones con el corazón rebosando de los
m ás placenteros sentimientos.
E n estas solemnísimas fiestas tom ó gran parte
la población. E l Sr. A lcalde tu vo la atencióu
de publicar el siguieente manifiesto:
« Recordemos — decía — que así como la buena
semilla esparcida por nuestros agricultores en
estas feraces llanuras y fecundada por el calor
del sol da copiosas meses; asi también la se
milla sembrada en los corazones ardientes v tiernos
BORGO S. M ARTINO (Italia). — Un grupo de e*-alumno8 preBcntcs el
Felipe Rinaldi y el Sr. Obispo, que hablaron
después, fueron tanbién m uy aplaudidos. E l resto
del día se pasó entre el concierto de la banda y
una fantástica iluminación.
E l segundo día acudieron muchísimos sacer
dotes, pues el domingo anterior habían estado
ocupados en el sagrado ministerio. E l Sr. Obispo
cantó la misa de Réquiem por los Superiores y
alumnos difuntos. H ubo nuevam ente discursos
y aplausos delante de la lápida, y nuevo ban
quete en el cual los oradores hicieron revivir los
felices días pasados en el c o l^ o . V olvió a ha
blar el Sr. Obispo que se mostró altam ente satis
fecho por haber asistido a tan cordiales festejos,
»7
de abril.
almas de la juventud estudiosa dió a la patria va
lientes defensores y doctos ciudadanos que la ilus
traron.
E l domingo venidero cuando el alegre tañido
de las campams pase como un grito de alegría por
encima de los campos en flor, volviendo nuestro
pensamiento a Dios y con el corazón lUno de amor
fraterno, celebremos la creceinte fortuna del Colegio
de S. Carlos para bien de nuestros hijos y mayor
gloria de esta tierra de valientes. A sí habremos cum
plido un acto de debida gratitud, rindiendo un
nuevo homenaje de sincera devoción a nuestro
Borgo amado ¡7.
x n x
DEJVÍUESTRAS MISIOJNÍES
C H IN A .
Librado do nna banda de piratas.
(Carta de D . G . P ed r a zzin i Pbro. a l S r . D . P. A lte r a )
Macao, 33 de Abril 1913.
Rvmo. Padre:
[Viva M aría Auxiliadora cuyo mes com ienza
hoy! Escapado m ilagrosamente de una banda
de piratas cum plo la promesa de hacer público
m i reconocimiento.
V olvía de la misión de Seak-Kei en una de
aquellas gabarras chinas de dos o tres pisos, re
m olcada por un vaporcito, cuando al volver un
recodo del río, una descarga de fusilería nos ad
virtió que nos las habíam os con una cua
drilla de piratas.
L a niebla había favorecido los planes de los
foragidos. y la posición que habían escogido era
inexpugnable.
Nuestro remolcador llevaba seis soldados,
pero estos asustados por la sorpresa, después
de una débil resistencia, cortaron el cable y
huyeron a M acao porque creyeron inútil resistir.
L a gabarra llena de pasajeros y de ricas mer
cancías sin defensa alguna, fue fácil presa de
los bandidos.
U na granizada de balas nos obligó a acurrucarnos todos como pudimos en la parte inferior de
la gabarra. N o me detengo, amado padre, a des
cribir el pánico de los viajeros. Del primer
piso iban pasando al segundo, y del segundo se
dejaban caer resbalando al fondo de la em bar
cación que estaba lleno de sacos de arroz, siempre
perseg\iidos por la lluvia de balas que venía de
las orillas. Pero el fuego no cesaba. U n gran farol
que ilum inaba la bodega saltó hecho pedazos
las balas silbaban sobre nuestras cabezas, atra
vesando con un seco chasquido la m adera del
casco. Finalm ente se oyó un toque de com eta.
Cesaron los golpes; y después de un Ínstam e
de angustiosa zozobra, una horda de facinerosos
invadió la gabarra y aparecieron en la escalera
unos cuantos con los fusiles chados a la cara.
Se nos intim ó que saliésemos todos y que entre
gáram os el dinero y objetos de yalor bajo pena
de muerte. Todos se apresuraron a salir. Con la
confusión producida al entregar las cosas yo me
escurrí por una escotilla y me agazapé entre dos
cajas en un com partimiento vecino. L a gente se
despojaba de todas sus prendas y luego ve
nían a ocultarse tam bién en aquel escondrijo.
*Yo hubiera dado de buena gana el reloj y
el poco dinero que llevaba; pero mi cualidad de
europeo podría despertar en aquellos tigres el
odio de raza, y me pareció m ejor esconderme lo
m ejor que pude. L os piratas, no contentos con
lo que se les había dado, com enzaron a registrar
con gritos y amenazas a los pasajeros m ás ricos,
usando violencias brutales.
U n pobre anciano que se había olvidado de
entregar su reloj, recibió tan tremendo golpe en
la frente con la culata de un fusil que cayó re
dondo a m i lado; al caer se agarró instintiva
m ente a un bolsón de dinero que un vecino quería
esconder, y el bolsón se volcó esparciéndose el di
nero a mis pies.
Dos se echaron encima del viejo con la rapidez
de un relámpago, lo alzaron en vilo sobre una
caja y se oyó un disparo.
Cerramos los ojos instintivam ente y el terror
se apoderó de nosotros.
L a bala le había atravesado un brazo y el he
rido cayó en un rincón de la bodega como un saco
de arroz. Y o estaba alU al descubierto, casi solo,
con un bolsón de monedas de p lata volcado a mis
pies. Me tapé la cara con una m ano y supliqué
a la Virgen Santísim a que me ayudara prome
tiéndole publicar la gracia. Y ésta fué pronta,
plena, generosa: la gracia que la M adre concede
a sus hijos. A lzo los ojos y m e encontré en
frente de tres piratas auténticos: en medio el
cabecilla con una pistola Brow ing en una mano v
la com eta en otra, a los lados dos compañeros
armados hasta los dientes y uno con el fusil tod a\ia humeante.
— ¡L o jan!... {¡Venerando europeo!) dijo el
cabecilla; ¡N eini pá, wt sai K iengf (Tú no miedo,
no h ay para qué temer). — Y en efecto, subió
dos p>eldaños de la escalera y grito a su mesnada:
¡Cuidado que h ay un europeo! ¡A y del que
le toquel — Adelantóse, y cogiendo una silla.
— 207 “
como un señor de su casa que honra a un hués
ped, me ofreció asiento; luego recobró su ceño
de verdugo, y desapareció por un cam arote con
lo o .
Desde m i silla contem plaba y o un espectá
culo de desolación. A qu ella probre gente despoja
da de sus objetos tem blaba postrada en tierra.
Los ricos, adem ás de haber sido robados, yacían
en el suelo heridos y con la ropa desgarrada; los
bandidos, siempre insaciables, daban vueltas en
entre la niebla cargados de botín y sin dej ar rastro
de sí.
Después de un cuarto de hora, cobramos ánimo;
prestamos a los heridos los cuidados necesarios
y salimos al aire libre. Pasó tod avía una hora
larga de penosa ^ p e c ta tiv a , y apareció por fin
una lancha de soldados que nos remolcó hasta
Macao.
Ahora me encuentro feliz aquí entre mis her
manos, y el pensamiento vuela a Turín para po-
M ILÁN (Italia). — Oratorio Salestano de Via Copérnico.
tomo de ellos y los atorm entaban más y más.
Entre los sicarios había uno que no había
oído la orden del jefe, y al verm e tranquilo di
rigió furioso el cañón de su fusil a m i pecho...;
pero intervinieron rápidam ente otros dos y le
arrancaron el fusil de las manos. D ios nuestro
Señor fué ser\*ido que, después de una hora de
angustia, sonase la com eta; los piratas, dispa
rando por u ltim a vez contra los sacos de arroz
para cerciorarse de que no había nadie, se reti
raron. L a vo z del capitán prohibió bajo pena de
muerte vo lver a pisar la cubierta, y aquella cu a
drilla de foragidos, que serían unos cincuenta,
armados todos de pies a cabeza, desaparecieron
li
nerme en espíritu a los pies de M aría A uxiliadora
y cum plir mi promesa. Bendiga amado padre,
a este su h ijo que por segunda vez, debido a
la protección de la Virgen, sale ileso de tan
terrible lance.
Bendiga tam bién esta misión de la China que
d a y a tan buenas esperanzas.
Desde que nos encontramos aquí, se abrieron
cinco nuevas capillas, pequeños granos de mos
ta z a que esperamos ver transform ados en ár
boles gigantescos, que cubran con sus benéficos
ramos nuestra fértil provincia de HcungShan.
Bendigam os a todos, y que esta bendición se
—
2o 8 —
extienda a los nuevos operarios salesianos que se
están preparando para esta misión.
Aprovecho la ocasión para recomendar a
nuestros buenos cooperadores y celosas coopera
doras la capilla que pronto construiremos en
Seak-Kei. O bjetos de iglesia, ornamentos sa
grados, medicinas y cachivaches de farm acia
nos serán providenciales en las circunstancias
en que nos encontramos.
Dispense, amado Padre, la libertad que me
tom o, y bendiga de nuevo al que respetuosa
m ente le besa la mano y se ofrece de V . afmo.
hijo in C. J.
Juan P
e d r a z z in i.
Misionero Salesiano.
BRASIL
Gratas nolirias de las [olonias de los Bororos.
{Carta de D. Juan Bálzola al Sr. D. P. Álbem).
C olon ia de S . José. Sangradouro,
19 de m arzo de 1913
Timo. Sr. D. P. Alhera:
racias a Dios, tam bién esta vez tengo
que darle buenas noticias.
T u v e el gusto de hacer una visita a
la siempre querida Colonia del Sgdo. Corazón
y a la de la Inm aculada en com pañía del incan
sable D. Antonio Malán. K 1 día de Reyes, once
años después do la fundación de la colonia del
Sgdo. Corazón, tu v e el consuelo de celebrar en
esta colonia la misa de comunidad en la espa
ciosa c a lilla inaugurada poco ha. ¡Qué alegría
al verla casi llena de hijos de la floresta , que ele
vaban al Señor sus plegarias ¡>or los misioneros
sus bienhechores! Recordé entonces los prime
ros años en que debí celebrar bajo la pobre
tienda, sobre un altar de cañas que durante el día
m e servía de mesa, y en continuo peligro de
vernos asesinados, como ahora después de diez
años, nos revelan los indios con toda candidez!
Mi emoción y la de los demás se aumentó
cuando el Sr. Ins\)ector adm inistró el santo bau
tism o y bendijo el m atrimonio de nueve fa
m ilias. elevando así a 24 el número de las fam i
lias cristianas de los Bororos de la colonia.
Y si tan ta alegría m e produjo el reco
los
frutos de tan tos sacrificios y sudores prodigados
en los primeros años, no es menor el gozo que
experim ento en esta colonia de S. José que
aun no cuenta cuatro años de existencia. Tam
bién aquí el Sr. Inspector tu v o la fortuna de
bautizar y bendecir el matrimonio de dos ca
ciques, Anacleto y Luis, y con estas dos son
y a cuatro fam ilias cristianas.
P ara ellas hemos comenzado a construir una
aldea. Tenem os y a hechas cuatro casas de
ladrillos, que en parte están to d a vía cubiertas
de paja. E sto influye mucho sobre los indios;
tanto, que más de una fam ilia m e h a rogado
q\ie las prepare al bautism o y al sacramento del
m atrimonio para la otra venida de D. Antonio
Malán.
E s en verdad consoladora la confianza que
tienen en el misionero, especialm ente en el
Inspector, pues comienzan a comprender que
todos trabajam os para su bien. Se dan cuenta de
que cumplimos nuestras promesas, que las
grandes plantaciones que llevam os a cabo son
para darles de comer; y esto los anima. Y por
cierto que la tierra gracias a Dios nos da lo su
ficiente para vivir; pero esto no nos quita el tra
bajo, más aún, lo aumenta.
N o deje, amadísimo Padre, de rogar por esta
misión. Encom iéndela tam bién a las oraciones
de nuestros beneméritos cooperadores, a fin
de que podamos alcanzar las gracias necesarias
para salvar muchas almas y asegurar así la
salvación de la nuestra.
Reciba en tan to nuestro m ás cordial saludo y
bendíganos a todos; pero especialm ente a su
Almo, hijo en Jesús y María
Juan
B
alzo la
.
JJuisamos a nuestros celosos cooperadores de ¡a República de Guatemala que,
habiendo renunciado el R de a b ril e! Rudo.
Sr. D. Pedro J. Palacios Pbro. a l cargo
de Director Diocesano de los Cooperadores,
autorizamos en su lugar a l Sr. Dr. D. Fe
derico ñüéualo. que desde hace tiempo ha
prestado importantes servicios a ¡a Pía
Unión de Cooperadores Salesianos.
Damos gracias públicamente a! Sr. Pa
lacios de lo mucho que ha hecho por ¡a
Obra Salesiana, doliéndonos en e l alma de
que el estado de su salud no le permita
continuar en su cargo. Le deseamos pronto
restablecimiento, dando gracias también a
los cooperadores que quieran seguir pres
tándonos su generoso apoyo.
=n
^
I4P<Í
EL CULTO
de María Auxiliadora
Nós tenemes la persuasión de qne, ea las vicisitades dolaratas da les tiempos
qoe atravesamos, ee nos quedan más consuelos que los del Cielo, y entre estos,
la poderosa protección de la Virten bendita, qoe faé en todo tiempo el Auxilio
de loa Cristianos.
pío x .
LA SOLEMNIDAD TITDLAR
1^
<1
España. Su palabra escuchada con religiosa
avidez descendió suavísim am ente a los cora
EN EL
zones de los oyentes y llegó conm ovida al trono
SANTUARIO DE VAL DO CC O
de M aría A u xiliadora como un himno de gra
titu d por tan tos beneficios. Después de las
23 de abril el siempre grato mes de nuestra
vísperas solemnísimas en que ofició S. E . Mons.
Castelli, Obispo de Susa, la m ultitud que se
Patrona, atrayendo m ultitud de fieles las her
mosas pláticas que m añana y tarde predica
reunió delante de la iglesia para adm irar la
espléndida ilum inación exterior del Santuario,
ban en el Santuario D . Antonio N otario y Don
superó todo cálculo. N o sólo la plaza donde to
Albino Carmagnola.
L a frecuencia de los Sacramentos, que co
caba la banda del Oratorio festivo, sino tam bién
las calles adyacentes y paseos estaban llenos
menzó y a desde el principio, fué aumentando
sin cesar, así que todas las m añanas hacían
de un gentío innumerable.
L a basílica estuvo abierta todo el día y casi toda
falta dos o tres sacerdotes para distribuir con
la noche llena de fieles que entonaron con piedad
tinuamente las comuniones. E l 15 se vistió el
y fervor conmovedores el Magnifical a las doce,
Santuario sus mejores galas para la n o v e n a ;
y, a pesar de las lluvias que cayeron algunas
repitiéndose antes y después plegarias y cantos.
tardes, el vasto tem plo se veía siempre atestado
de gente, que a veces daba el edificante espectá
naciones y devotos en tan gran número que era
Con el esplendor de otros años comenzó el
culo de asistir desde afuera, por no caber más
dentro, a las devotas prácticas, arrodillándose
en el atrio para recibir la bendición.
E l aniversario de la coronación fué celebrado
con especial pompa, interviniendo Mous. Cás
trale, Obispo tit. de Gaza. L a víspera de la
fiesta D . Esteban Trione dirigió la palabra a
los Cooperadores; después de él nuestro que
A l amanecer comenzaron y a a venir peregri
difícil entrar y salir de la iglesia. Pasaron de
ocho m il las comuniones distribuidas por la
m añana. A la misa pontifical de Mons. Castelli
y al elocuente panegírico del Prof. Carmagnola,
asistió tan ta gente que en tribunas y esquinas,
coro y capillas, no había un lugar vacío.
L a procesión fué imponente. H abían acudido
romeros y devotos hasta de las m ás rem otas
pro\incias de Ita lia y del extranjero. A las 19
ridísimo R ector M ayor D . P. A lbera cau tivó
la atención del inmenso auditorio, contando las
comenzó a desfilar el pintoresco cortejo. L o
m aravillas que en favo r de la O bra Salesia
había hecho M aría A u xiliadora y él presenciado
señoras y m adres cristian as; venían después
otras filas m ás com pactas aún de jóvenes
en sus viajes por A m érica y últim am ente por
alumnos y ex-alum aos, divididas aquellas y
i
abrían dos interminables filas de niños y niñas,
—
210
éstas en grupos cuyos vistosos estandartes bri
llaban a los últim os rayos del sol. L uego cente
nares de acólitos y sacerdotes, pequeño clero y
niños y niñas ricam ente vestidos que daban a la
procesión su característica. L a hermosa imagen
recorrió así en medio de sus hijos las calles cer
canas. entre dos filas de gente devota o curiosa
que cubría materialm ente las calles del trán
sito, a cu yas invocaciones y plegarias se unía
el alegre repiqueteo de las cam panas y los ecos
de cinco bandas, todo ello envuelto en la luz de
un crepúsculo juim averal. A l volver la imagen,
se iluminó la fachada del tem plo y la devoción
extalló en un Magníficat que se alzaba de aquel
mar de cabezas humanas como un salmo gi
gantesco. Otro momento de inefable emoción
filé cuando S. E. apareció en la gradinata del
Santuario con S. D. M. en las manos, para dar
la bendición al pueblo. I>e la plaza y de los bal
cones y ventanas colgados de fiesta y llenos de
luces salió un ¡ v i v a ! a Jesús Sacram entado
que conm ovió a los más serenos.
Luego se repitió el espectáculo de la noche
procedente; parecía la muchedumbre que no
sabía cómo abandonar el tem plo, y la plaza
continuó llena hasta bien entrada la noche.
SANTIAGO (Chile). — Tomamos de E l Mensajero
de María Auxiliadora. — Con todo esplendor se
celebró en la « Gratitud N acio n al» la festividad de
María Auxiliadora.
Extraordinaria fué la afluencia de gente a las va
rias funciones que fueron oficiadas por las limos.
Sres, Obisjxjs Dr. D. Miguel Caro y Dr. D. Augusto
Klincke.
¡Cuánta devoción y recogimiento en esa mul
titud de fieles devotos de María, que como una
oleada avanzaba hasta la Sagrada Mesa, rodeando
al ministro del altar para recibir a aquel mismo
Jesús (lue vio un día la tierra tan lleno de bondad
y de dxilzura!
Contribuyó, sin duda, a elevar más las almas a
Diiví. cu íntima y filial couuuúcación, la música
estrietmneute litúrgica, que se difiuidía solemne
IXir el templo, envolviendo las pelgarias de loá co
razones.
Pedemos decir con verdad c¡ue la fiesta de nues
tra celestial Patrona ha respladecido también con
claridades de aurora sobre las sombras que en vano
intentaron amontonar en tonu> nuestro, la perfidia
y el odio sectarios, jd/cfi/íta csi iniquiUts sibil
—
¡Viva, por tanto, María Auxiliadora!
A alimentar las y a intensas alegrías de esta so
lemnidad, vmo la sorpresa jubilosa del regreso del
limo. Señor Internuncio. Su presencia en nuestro
colegio hizo que le tributáramos sencilla pero es
pontánea manifestación de cariño. L a voz de la
inocencia y del reconocimiento tuvieron en esta
circunstancia modulaciones que habrán mitigado
un tanto el amargo dejo de esas otras voces re
beldes, que hemos oído en estos días atronando las
calles.
Por último, cerró los actos solemnes, en honor de
la Auxiliadora, la hennosa conferencia del Sr. Luis
Iglesias a los Cooperadores.
Y así terminó el 24 de mayo tan rico en frutos de
piedad y gratas emociones.
BOGOTA.— Que en toda la República y de ima
manera especial, en su devota y culta Capital, se
ama a María Auxiliadora, se demostró una vez
más con la fiesta que en su honor se celebró el
24 de mayo. Por hallamos en la O ctava de Corpus
y estar la Basílica ocupada, no se pudo celebrar allí
la fimción; pero eso nada impidió para que se hiciera
derroche de lujo en nuestra iglesia. Ilmninada con
centenares de lamparillas eléctricas, se destacaba
en un fondo azul la hermosa Virgen; comnovida
debió de contemplar a la numerosa multitud ijue,
a sus plantas, iba a rendir homenajes y pedir fa
vores.
S. E. Mons. Higuera pontificó; ocupó la cátedra
sagrada el Doctor Zaldúa; fué una oración ma
gistral tanto por lo bien que desarrolló el tema
como por la materia que expuso. A toda orquesta y
con un coro de setenta voces seinterjjretóla.V/isa
Festiva del Mtro. Meureur.
Por la tarde tuvo lugar la conferencia sobre las
obras salesianas; la dictó el Doctor Castro, vicerrec
tor del Seminario; su palabra fácil y convincente
hacía resaltar muy bien las obras que sabe realizar
la obra del ümiortal Don Bosco.
Acto continuo el Ilustrísimo Señor Herrera, Ar
zobispo primado, dió la bendición con S. D. M. y
después la papal.
L a gente se fué retirando y la iglesia quedó sola;
la Virgen pcm.mecia allá, en su fondo azul, ro
deada de centenares de lamparillas eléctricas y
sonriendo, contenta de sus amantes hijos.
iá
—
2II
G ra d a s de M aría A u xilia d o ra .
P ariagu án . (*} — E n el mes de maj'O d d pre
sente año salí en lo más fuerte del verano del
Concilio; en compañía de dos hombres que me
ayudan en mis trabajos, a quemar el desmonte de
una porción de tierra de agricultura cercana a la
casa de campo que habito con mi familia. Doy
principio a la quema, y como a las nueve de la
mañana ordeno a mis compañeros apagaran el
fuego, presintiendo, debido a la mucha brisa que
había, volara ima chispa a la sabana inmediata y
se me quemara la casa que estaba circuida de gran
des pajares. E l fuego se dominó y tomé todas las
precauciones a fin de conjurar cualquier peligro
que pudiera sobrevenir. A las tres de la tarde del
mismo día salí con imo de los peones a amadri
narle un caballo cerril que estaba domando. Nos
retiramos de la casa como xma legua; y al regreso,
todavía muy retirados, alcanzo a ver humo y
supuse sería en mi casa. Salgo inmediatamente
corriendo y ¡cual no sería mi asombro a medida
que me acercaba, viendo que el ñicendio armientaba con una velocidad extraordinaria! Llego y se
presenta a mi vista la destrucción de mi casa y con
ella la de todos los víveres que tenía almacenados.
Encuentro a mi esposa en la mayor angustia con
mis dos hijitos pidiendo auxilio. Mi angustia íué
horrible al contemplar el espantoso cuadro que se
ofrecía a mi vista: mis casas circuidas jwr voraces
llamas y mi familia sin pan y sin abrigo. Invoco a
María Auxiliadora en compañía de mi esposa pi
diéndole nos protegiera en tan apurado trance ofre
ciéndole publicar la gracia en el Boletín Salesiano.
Pongo manos a la obra con los dos peones y el ser
vido de la casa a ver si podíamos dominar el fuego
con ramas verdes, que nos amenazaba por el norte
y este a una distancia de diez o doce metros de la
casa. Cambia incontinenti el viento y dominamos
el fuego por el lado del este; pero para el lado del
norte el cambio le era favorable al más pronto al
cance de la casa. Viendo mi casa seriamente ame
nazada por este lado, y sin esperanzas y a de do
minar el fuego por lo exiguo de los medios de que
disponíamos, imploro nuevamente a M. A., la
—
que nos h a salvado de una catástrofe inevitable,
pues, gracias a la Divina Protectora de la Obra Salesiana, m i casa quedó ilesa del terrible elemento
que la amenazaba; advirtiendo que el fuego llegó
a cuatro metros de las casas, donde tenía, como ya
he dicho, depositados todos mis cereales, habicmlo
perecido todos los arboles frutales que mi csptxsa
había plantado en el patio. ¡Gracias infinitas te sean
dadas, oh excelsa Protectora de la Obra de Don
Bosco! Envío cinco bolívares para los huérfanas
de los Padres Salesianos de China en agradeci
miento a tan señalado favor.
Mayo de 1913.
R.jiF.^k l Sl.MÓ^í I'iGUERA y Señora.
*
*
*
B a rc e lo n a . • Hallábase nuestro hijo |x>strado en
cama desde hacía tres meses, sufriendo lo.s efectos
de una grave enfermedad en el vientre, sin fuerzas
v a para resistir por más tienqK). E l médico (lue lo
asistía, viendo que no adelantaba, dijo que era con
veniente que lo viese otro facultativo; y el día si
guiente tuvimos consulta, diciendo los médicos (jue
lo tenían de operar y tanto si lo operaban como si
no, era muerto. ¡Cual no sería nuestro desconsuelo!
Entonces acudimos a María Auxiliadora, le pu
simos la medalla y rezamos una novena pidién
dole la gracia de que encontrase un remedio para
que no se tuviera que operarle. Dios nuestro Señor
y la Virgen Santísima nos lo atorgaron al inomeirto, salvando a nuestro hijo, que ahora está
completamente bien.
¡Viva María Auxiliadora!
Mayo de 1913.
josH R o vira - D olores P ujai.kt
*
* »•
B u en o s A ir e s (.\rgentina). - Habiendo enfer
mado gravemente mi señora con una fiebre puer
peral altísima (41
.), los médicos no daban es
peranzas de vida pues había que hacerle una ojieración, y el estado de la enferma, debido a su gran
debilidad y a lo muy adelantado de la infección,
restaba casi el total de las probabilidades de éxito.
Con el corazón traspasado de dolor rogué a Ma
ría Sma. Auxiliadora me concediese la salud de mi
querida esposa; hice rezar ante su altar ima misa y
las oraciones especiales para estos casos y le
coloqué una medalla de la Virgen. Hoy, gra
d a s a un verdadero m i li t o de María Sma. A uxi
liadora, mi esposa se encuentra fuera de peligro,
habiendo tenido completo éxito la oj)eradón.
Ateniéndonos a las prescripciones de N. S. M. Igle
Agradeddo de todo corazón a tan gran benefido
sia, no entendemos dar a estas gracias más valor que el
V a otros más, remito veinte pesos y h ^ o decir
qae merecen atendibles testimonios human »s.
una misa en su honor, rogando se publique esta
gracia en el Boletín Salesiano a gloria mayor de
María Santísima Auxiliadora.
L u is E s f e r t ,
Cooperador Salesiano.
Dan también xmclan a María AuxUladura y envían su
limosna:
Abia de la Obispalía (Colombia). — Anncleta
Ibcrráiz, por un favor singular.
Barcelona (Esp.). — Una devota de María Ausíliadora, por haber librado a una sobrinita suya de una
grave enfermedad, y manda celebrar una misa en su
honor, — Id .:]. D., por haberla librado de una grave
tribulación, y manila 5 ptas.de limosna. — /íí..-Una
hija de María, Rosa S., Carmen X., dos hermanas,
I. P., y mandan limosnas para la nueva iglesi?.
Bogotá (Colom.). — Maria Vargas, por haber de
vuelto la salud a una persona muy querida. — Id.:
Allierto de Francisco, por liaberle concedido a su
padre una colocación muy ventajosa. — Id.: Una
familia, por un gran favor.
Cali (Col.). — Ctílsa Caicedo, y envía tres francos
para una mi.sa. — Id.: Bárbara Santacruz, y envía
francos 10. — Id.: Liborio López F., por haber
sanado a su esposa de grave enfermedad, y envía
fes. 35. — Id.: Joat/uiii I., por un favoi, y envía
5 Jilas. — Id.: Jacinto López, por varios favores
y envía 50 ptas. de limosna. — Id.: María Luisa
Z., por haber librado a su hijo de una fiebre ma
ligna, y manda su limosna. — Id.: Paulina Iz
quierdo, por haberla librado de un parto difícil y
manda 200 ptas. — Id.: B. Palacios, por varios
favores, y manda una esterlina de limosna. — Id.:
Víctor Finisterra, por varios beneficios, y manda su
limosna. — Id.: Remedios G. de Echeverri, por ha
berle curado un hijo de penosa enfermedad, y envía
un liólar. — Id.: Eduardo Velasco, por liaberlo
librado de una calumnia , y Adelaiila V. de Velazco, por haberla curado de un fuerte reumatismo,
y envían una limosna.
Cuenca (Esp.). —- Una devota, por un gran favor
y cuvia a ptas. de limosna.
Cácota (Col.). — Adolfo García, por liaberle al
canzado un señalado favor.
Calote (Col.). — Aura Saudoval, por haber reco
brado la salud, cuando ya estaba desahuciada,
liabiendo recibido la Extrema Unción.
Chinandega (N icaragua). — E lisa T e ig e rin o , por
gran des favores recibidos y A . M artínez por iiaherle m ejo n u lo a su m arido.
Güican (Venezuela). — Antonia Montoya, por ha
berla librado de una muerte cierta y otros favores.
Roldanillo (CoL). — Clemencia Mótoa de Mor
cillo, y envía fes. 20, por varios favores. — Id.:
Buenaventura Belinin, por varios favores, y manda
fes. 10. — Id.: :\ García, por favores, y manda
t ’25 pt.\s. de limosna.
L a U nión (C ol.). — Jesús Gonz<ález R ., por va
rios fav o res, y envía fes. 5. — Id .: Belisa C. de
E sco b ar, y m anda fes. 5. — Id .: Juan de Dios
G iró n , por h aberlo librado de un fuerte cólico que
le sorprendió en un lu g ar do n d e no había ni mé
d ico ni sacerd ote, y m anda 25 ptas.
L a Coruña (C ol.). — E . U ., por varios favores
y envía 48 p ta s. d e lim osna.
Purificación (C ol.). — S e v e ria n a V . d e Manrique,
por haberle d evu elto n rílagrosaniente la salud, y
m anda su lim osn a. — Id .: P. M anrique, p o r varios
favores m uy esp eciales, y m anda una limo.sua.
Preira (C ol.). — E telv iu o A . de E ., por varios
favores, sobre todo por haber d evu elto a un hijo
suyo un ojo ipie y a se daba por perdido, y envía
42 pesos d e lim osna.
Pasto (C ol.). — E telv in a A ria s de D elgad o , por
haberle curad o un hijito, y envía 25 fes.
Q uebracho (U ruguay). — H erm inia de N iell, por
haber d evu elto la salud a su hijito y otros favores.
S . Dom ingo (R ep . D om in icana). — E . Bobadilta,
por dos gran dísim os favores.
S . Joaquín (C ql.). — A lip ia R . de A lva re z, por
haber librad o a su hija A n a M aria de una grave
enferm edad para cu ya curación los m édicos exigían
una operación dificil y d e éxito in cierto, y manda
su lim osna.
Socorro (C o!.). — A . de Jesús G ó m ez, por ha
berle librado de una enferm edad d e lo s riñones
qu e le tenía p o strado eii cam a.
V illaherm osa (C ol.). — U na devo ta, por varios
favores, y envía una lim osna.
Y b a g u é (C ol.). — U na devota de M aría Au.xiliadora, j)or haberle arregla d o un n egocio d e mucha
im p o rtan cia. — Id.: U n a co o p era d o ra, por haber
d evu elto la salud a su anciana m adre.
Yurobo (C ol.). — M am uta H u rtad o , p or haber
d evu elto la salud a su señora m adre y otros favores
y m anda 7,50. — Id .: C a sild a Prado y otras per
sonas, por v a rio s favo res y m andan 11,40 p ta s .—
Id.: V ice n te O ch e ve rri, p or un favo r recibido, y
envía una lim osna de 50 p tas. — E ufrasia Díaz de
C ., por haber recup erado la salu d , y envía una
lim osna de 50 p tas. — Id .: L in o M ejia, p or varios
favores recibid o s, y envía una lim osna de 12 ptas.
— Id .: Juana M. Paz, p or haberle librad o un hijo
de haberse alio gad o , en el rio C au ca, y envía una
lim osna de 50 p ías. — I.d: Ism ael E cheverri, por
haberle d evu e lto la salud a un s o b rin ito , y envía
una lim osna d e 30 p tas. — Id.: ja v ie r a O rtiz, por
haber recup erado la salu d una herm ana, y e iu ía
una lim osna d e 10 ptas. — Id.: Purificación Gue
vara, p or haberle vu elto a vida a una h ija, y envía
lo p tas. — Id .: A leja n d rin a D e lg a d o , por haber
recuperado la salud, y en v ía una lim osna da 20
ptas. — L u isa S án ch ez, por un fav o r recibido, y
envía una lim osna de 20 ptas.
POR EL MUNDO SdLESISNO
El Sucesor de D. Poseo eq España.
SALAAIANCA. — E l viaje triunfal de nuestro aiuadí.süno Superior continúa y las apoteosis de Cin
dadela , Valencia y Airdalucía se rej)iten en las
ciudades de Castilla. H oy cedemos la pluma al
cronista de E l Salmaiitino que así relata el ^ de
abril el recibimiento de Salamanca.
f Aunque la tarde era tempestuosa y el ciclo ame
nazaba con sus nubes, el valor del entusiasmo y
los arrestos del cariño nos llevaron con impaciencia
a esperarle. Hacía tiempo que todos hablaban de
él; suspirábamos por conocerle; todos le queríamos
antes de su llegada. Suena con música tan rega
lada a los oídos este nombre consolador de Pía
Sociedad Salesiaiia, que cuando llegó la noticia de
que el Sui>crior general, P. Albera, nos visitaba,
todos los corazones latieron con alegría, el júbilo
y el regocijo pintó su sonrisa en nuestros la
bios. Fuimos a recibirle, a estrechar su mano,
a mirar su aspecto senillo, franco, bondado.so.
relxísante de ternura, que extasía a la juventud
que le venera; y a las tre.s de la tarde, tomamos el
tren para aguardarle en Gomecello.
Allí nos saludamos los <}uc, como vijía.s, íbamos
delante para dar el grito de bienvenida. Don Angel
García. D. lorenzo Aniceto, D. Antonio Camino,
D. Emilio Martín, D. Francisco Pacheco. D. Ix>l>e
Pérez. D. Avelino Hcniúndcz, D. Angel Vázquez
de Parga, I). Francisco de la Concha, D. Andrés
García Tejado. D. Federico Bm.si, D. José Gallego,
D. Bemardino Alvarez, D. Antonio Maldonado,
D. Tomás Moro, D. Cipriano Sánchez, D. Nicasio
Ro<lríguez. D. Isidoro Moro, D. Eduardo Ruíz,
D. Enrique Martin, D. Enritiue Prieto Ganiacho,
D. Félix Plaza, D. Imciano Vicente Caballero. Don
Costantino de Lucas.
El tren llega; los aplausos y vítores comienzan,
y en la estación, el P. Juan, superior de los Salesianos Salmantinos, hace las presentaciones, en
medio de ^-ítores y aclamaciones y el religioso son
de los cánticos sagrados, que no se intemiinpen en
todo el \-iaje. Allí se nos agrega D. Hipólito Bar
tolomé, que en el camino nos habla del recibimiento
en Cantalapietra. Las autoridades eclesiásticas de
dicho pueblo y los primates de la vecindad salieron
a tributar sus respetos al venerable sucesor de
D. Bosco.
En Salamanai. — H a sido im entusiasmo natu
ral, desbordado, ensordecedor. Iwos andenes re
pletos de innúmera muchedumbre que se agol
paba ix>r ver la venerable figura del egregio visi
tante. Resonaron de nuevo vivas atronadores, y
desfilaron autoridades y prestigios de nuestra
ciudad, testimoniando la cortesía, resjxíto y agra
decimiento que guarda Salamanca jiara los grandes
hombres beneméritos de la religión y de la so
ciedad.
Allí vimos representaciones del Cabildo Catedral,
con D. Ceferino Andrés Calvo, Vicario capitular;
Diputación provincial. Ayuntamiento, párrocos,
clero, profesorado de la Universidad e Instituto,
oficialidad y jefes del regimiento de Albuera y
zona militar. Audiencia. Juzgado, padres Jesuítas
y Dominicos.
Hennoso aspecto el de la carretera. Rompen
la marcha los ciclistas del colegio salesiano, con
sus uniformes; después, las secciones gimnásti
cas con banderas; en el atttomóvil de la reli
giosa familia de Vega camina el re\nno. Don
Pablo Albera. con los señores Vicario capitular.
Presidente do la Diputación y Alcalde. T,a marclia
era lenta, sosegada al ]>:i-so de los ñiños y de la
muchedumbre (jue, delirante, ])rorrumpía en aplaus<rs V grites de ji'ibilo. Tal debe .'^cr el triunfo de la
fe cuando .se pu>ea victoriosa, ])cro humilde, en
medio de aclamaeione.>,. Delnus, infmi«lad de coches
escollaban la carrera.
En el Colegio fué el deslxtrde del entnriasmo:
los niños, agrupadí’S eji la escalinata, cantaron el
«Himno •: el pueblo se agnipal)a también, aplaudien
do y vitoreando. Así son lí» grandes manifestaciones
de nuestra religión. Y o he pre.senciado visitas de
hombres que hemos dado en llamar egregios, corf>nándoles de aureolas pasajeras, y el pueblo, atónito
mudo. frío, ha presenciado el desfile con la indife
rencia de quien no puede llamar dignamente con
sus obras al corazón del pueblo; pero ayer. Sala
manca en masa, la católica, la que sabe conocer
las obras sociales de las instituciones católicas,
espontáneamente, sin algazaras, con la fe de sus
creencias v el fert'or de su espíritu tradicional, en
silencio, ha probado a la faz de los cielos que
en el corazón de los que aman a Cristo hay un lugar
muv digno para los que van por el mundo espar
ciendo la santa semilla de la doctrina redentora.
Por eso, los \*ivas son incesantes, los aplausos
no cesan, el ardimiento ctmde, los niños vociferan
de júbflo. y hombres de saber, de valor, de ciencia,
de honradez castiza, vienen desfilando, poniendo
* «
-
214
en sus palabras ante D. Pablo Albera la rendida
voluntad de sus obsequiosos respetos.
Un niño con acento solemne, con voz vibrante
y palabra candente, sobre mía silla, haciendo re.sonar en uno los latidos de todos los niños salesianos, da la bienvenida al ilustre sucesor de D. Juan
Hosco. ICl arrobamiento sobrecogió los espíritus
y inoiiicntos después era más ruidosa la salva de
aclamaciones (jue siguieron al saludo del niño
José María Gil.
Acto continuo inundóse el templo de fieles, se
expuso el Santísimo, y después del solemne Te
Deum en acción de gracias, dió la bendición eucarística el revino. P. Albera.
—
emoción de su alma y termina diciendo: « Os llevo
aquí dentro de mi coarzón ». La función religiosa
celebrada en la histórica iglesia de S. Benito el día
siguiente, domingo 6, revistió los caracteres de
solemnidad de los otros actos. Los caballeros que
recibieron el Pan Eucarístico de manos del P. Al
bera fueron mmierosísimos; de las señoras no se
diga nada pues la iglesia estaba atestada. Por la
tarde el incansable cooperador salesiano D. Manuel
Marín y Rojo, Maestro de Cantalapiedra, subió a
la sagrada cátedra, y con generoso arranque v
verbo migido expuso- en vibrantes párrafos las
ideas de sociedad cristiana y moderna, sintetban<lo en cuatro puntos el programa que esta iiltima
SALAMANCA • Alba ile Termes. — El Sr. D. Pablo Albera y sn séquito salieado de la Iglesia de S. Teresa.
Con este principio, .se adivina ya que la estancia
del 1*. AllK'ru en Sulauuuica fué. por decirlo así,
continuación de este recibimiento. Para la velada
había en el salón lo nuis selecto y lo ni;\s culto de
Salamanca: cloro catedral y los párrocos, dipu
tados, concejales, profesores de la Universidad,
InstiUilo y Xomnü, militares, grandes propieta
rios. imblieistas etc. A los discursos electrizantes .se
sucede rúfag;rs de exquisita ix)csia. luego oleadas de
uiclodía deliciasa, las vocecitas argentinas do lo.s
niños aUenian con kvs varoniles acentos de las
hombres, y el Sr. Capellán de Albucra cierra la serie
con un idilio v>rienlal que se repetía a las orillas
del Tormos. Por fin se levanta el P. Albera y no
encxicntra palabras para expresar su inmensa satis
facción. Abrumado por tantas simpatías, .su acento
ligeramente tembloroso manifiesta la profunda
presenta para la soñada regeneración .social; a sa
ber: estado docente, apoderamicnto de la juventud,
neut"ílidad de la enseñanza y laicismo de la misma,
prc.seutando testimonias irrebatibles para demostrar
la inqxjsibilidad de estos sistema.s para la próspera
marcha de las sociedades, que tienen su esperanza
de salvación en el programa de Don Bosco, ora
ción y trabajo », emblema de felicidad en la tierra
y en la otra vida. Subió después al pulpito nuestro
Revino. Rector Mayor cautívando los ánimos con
la unción evangélica de sus palabras. Después de
la bendición, se repartieron medallas recordato
rias que el público recibía con gran entusiasmo.
Uno de los deseos más ardientes del P. Albera
al pisar tierra castellana fué ^*isita^ la tumba de
aquella mujer incomparable que veneramos en los
altares con el nombre de Teresa de Jesiís.
—
215
I El 7
abril, dice E l Sahuantino del 8, tres
automóviles cedidos g al'
■ •líente por los seño
res \'ega, Galván y Boiu. , conducen a los ex
cursionistas. Mü gracias a tan cumpUdos ca
balleros, que así testimonian sus consideraciones
al ñustre huésped que nos honra en estos días.
Van D. Pablo Albera, señores Manfredini, Bretto.
rector y prefecto de los Salesianos; Lucas, capellán
de Albuera; Bartolomé, ilaldonado con su distin
guida señora, y Tapia, Sobrino, Rodríguez De
Arcos y García (Juan y Avelino), y aunque la
mañana es fría, el entusiasmo es grande, porque
la emoción anida en los pechos.
has campanas tocaban a triunfo y las majestuo
sas notas del órgano llenan los ámbitos del templo.
El rernno. P. Albera, celebra la misa y da la conuuiión a los compañeros de viaje. Después, con
templamos las veneranda''- reliquias. Aquel autó
grafo de la Santa, que lleva en sus caracteres la
historia muerta de un pasado; un pedazo de encina
del monte Perales, en el cual vése ima cruz, for
mada por una chispa eléctrica, que desgajó el árbol
añoso, dejando intacto a imo de los duques que
invocó a la Virgen a\*ilesa; la urna de los restos,
la capüla donde murió la Santa, el brazo encerrado
en relicario argentino, y sobre todo aquel corazón
müagroso, el corazón más grande de la mujer más
santa. También paseamos por las colunmatas que
surgen en el llagar que será un día Basílica de Sta.
Teresa de Jesús. En el libro de lúsitantes todos
pusimos nuestros nombres, y el Re\Tno. P. Albera,
mi pensamiento en italiano, impetrando de la
ilustre reformadora la Conservación del espíritu
de D. Bosco en la Coi^regación Salesiana. Regresa
mos: el pueblo y autoridades eclesiásticas y reli
giosos carmelitas, nos despidieron afables. E n el
camino, de vuelta, el cielo seguía gris, el ambiente
de fríos, y para mayor variedad en la marcha, un
retraso originado por percances ordinarios en ex
cursiones automovilistas.
Don Pablo Albera hablaba emocionado de la
gloriosa castellana, recordando sus reliijuias, a la
vez que examinaba unas fotografías y medallas
que Don Avélino García le presentaba como re
cuerdo del viaje. »
Por la larde hubo mía velada infantil en la que
los niños lo hicieron todo, dando al acto una fres
cura e ingenuidad que encantaron una vez más
el paternal corazón de nuestro Reiuno. Superior.
Los cooperadores buscaban toda clase de pre
textos para disfrutar de la amable compañía de
D. P. Albera; uno de ellos decía el 9 desde las co
lumnas de E l Salmantino, planeando el « ban
quete de honor » que querían ofrecerle.
. .....Antes que banqueteamos y gozar en honor
de nuestro festejado, están la severidad de su ca
rácter y la representación de su persona; no le da
remos un banquete; pero como en las ansias de
todos está el acompañar al reverendísimo P. Albera,
para obligarle a estar más en nuestra compañía,
i^mos los que podamos, los que le queremos, los
que admiramos su obra social y educadora, a comer
a su lado, a estar unas horas Tnás en su compañía.
Xos reuniremos los que llevamos unas mi.sma.s aspi
—
raciones e ideales, para conversar, como hennanos,
de los triunfos de los liijos de D. Bosco y de kis
esperanzas venideras... »
« y así fué. Elcom edordelosnuios, en el cual la ca
ridad de D. Bosco reunía todos los días a los beneliciados por la obra salesiana, engalanado como reque
ría el caso se vió lleno el martes 8 ¡x>r U'is bieulKH.'hores. La delicada cordialidad, la exi)ansióu de unos
mismos sentimientos, los brindis saturados de
sincero cariño, hicieron pasar a nuestro Héctor
Mayor una hora deliciosa. Al lin se despidió ix)U
temísimas palabras de los ilustres comensales
diciendo tjue « su corazón se (}uedaba allí ¡)or<jue
se le habían robado en Salamanca ».
Al volver de Béjar, todavía pnsó en Salanianea
el II sábado, recibiendo pruebas de veneración
y afecto tanto más delicadas, cuanto más de acer
caba el momento de la partida. lista se verificó
el domingo por la mañana. Todo Salamanca se
conmovió a su salida como se había comnoi’ido a
la llegada. La desi>edida no fué menos afectuosa
y entusiasta que el recibimiento y algunos coo
peradores le acompañaron en el tren durante un
largo trayecto.
BÉJAR. — L a mañana del 9 salió para Béjar.
En la estación se habían congregado para recibirle
todas las autoridades eclesiásticas, civiles y mili
tares, el director de la Escuela Industrial, los Jefes
de Correos y Telégrafos, los Presidentes de la Cá
mara de Comercio y Sociedad Económica y Amigos
del País, Registrador de la Propiedad, diputado
provincial Sr. Méndez, comisiones del Centro Social
y Juventud Católica, Junta Directiva de Coopera
dores y buen número de éstos, y de antiguos alum
nos del Colegio Salesiano, y representantes de la
prensa local.
Al descender del tren, se oyeron vivas entasiastas y estallaron! voladores en el espacio. ICl as
pecto simpático de D. P. AIIkth j)rodujo de.s<U‘
luego gratísima impresión. lx>s cjue le e.si)erabaii
en apiñado grupo abrieron calle y por ella paso el
P. Albera amable y sonriente, recibiendo los sa
ludos de toíios.
E n varios coches, ofrecidos galantemente ¡sjr
sus dueños, se dirigieron el P. Albera y su comitiva
al Colegio Salesiano. Durante el trayecto se repitie
ron las manifestaciones de sñnpatía. En la plaza
Mayor se habían reunido muchas personas, osten
tando los balcones colgaduras de los colores nacio
nales. Pero donde se desbordó el entusiasmo fué
a la lib a d a al Colegio, a cuya puerta se encontra
ban formados todos los almnnos, a más de una
multitud de personas ávidas de conocer al ilustre
huésped. Eué un momento altamente emocionante.
Después de las presentaciones que hizo el Sr.
Director del Colegio, pasó la comitiva al salón de
actos, adornado con sumo gusto. Allí un alumno
declamó muy bien una hermosa poesía de bienve
nida al P. Albera. L u ^ o el Alcalde, Sr. SánchezCermdo, en sentidas frases le dió la bienvenida en
nombre de los presentes y del pueblo de Béjar,
y encomió la labor de los Salesianos en esta ciudad,
presentándole como prueba palpable, el homenaje
que le tributaban las fuerzas vivas de la ciudad,
a las cuales se unía él ¡Mr creer así interpretar los
deseos de sus conchidadanos. Fué muy aplaudido.
Acto seí»uido, los ajuninos del Colegio cantaron
con gran afinación y no menos entusiasmo rm himno.
ivl P. Albera, muy conmovido, manifestó su gratitiul por el recibimiento que se le había hecho,
*•¡joniue me habéis recibido — dijo con encantadora
.sencillez
como .se recil)e a los grandes personajes,
mostrando con ello la simj)atía, que Béjar siente
por la Obra Salesiana, o a la que rogó se siguiera
cooperando.
Se pase; luego a la capilla, y el P. Albera celebró
el Pan de los Angeles de su mano, y el recogimiento y compostura con que lo habíanhecho; v
les exhortó a perseverar en el bien y en las práticas
cristianas aun después de que hubieran saUdo del
Colegio.
Los cooperadores salesianos quisieron testimo
niar su adliesión al Revmo. P. Albera para lo cual
le ofrecieron un banquete, que se celebró el mismn
día diez a la ima de la tarde, en uno de los salones
del Colegio elegantemente adornado con hermosos
tapices.
En la presidencia, D. P. Albera tenía a sus lados
a las airtoridades (^ue asistían, y superiores sale-
BÉJAR (Salamanca) — El P. Albera con los salesianos y alumnos.
el Santo Sacrificio, y la Schola Cauinnnn entonó
uUMdemne /V ÍVarn.
A tod(Vs estas actos asistieron jíersonas, qtie no
habían bajado a la estación y (pre recibieron al
P. Albera cu el Colegio, lín el le esix'rabau tanbiéu
la fundadora D. Felü«a Esteban y otnus distinguidas
Seuoríis.
En la tarde dol mismo día, recibió D. P. Albora a
las Autig\uvs Alumnos con los que conversó afa
blemente.
Al día siguiente a las ocho, celebró la Misa
de Conumión para los alunmas del Colegio,
durante la cual el coro de niños ejecutó escogidos
motetes. Al filial de la misa, dirigió la palabra a las
niños que le escuchaban con la mayor atención.
Dijoles que se había conmovido teahncnte al ver
el número creciclisimo ijue se había llegado a recibir
sianos que con él vinieron. A los brindis hablaron
el presidente de los cooperadoresD. Jerónimo Gómez
Rodulfo Yagüe, el Sr. Presidente D. Julián Mm’ioz.
el P. Maiifredini, el Alcalde, el Juez de instrucción,
el Director del Colegio y el diputado provincial
D. José Méndez. Todos fueron muy aplaudidos. El
P. Albera. que al levantarse a hablar fué objeto de
una cariñosa ovación, dió las gracias a los allí
reunidos, por lo que él calificó de iimierecido home
naje de cariño.
A las seis de la tarde, tuvo lugar, en el salón de
actos del colegio la solemne velada literario-musical en honor del Revmo. P. Albera.
En el escenario se instaló la presidencia, acom
pañando al P. Albera las autoridades y personas
de mayor significación.
E l N'ice-presidente de los cooperadroes D. Felipe
—
217
—
Gómez Moñibas. notario, y el doctor. D. Ramiro pueblo vigués y del cariño con que éste ama la
.\rroyo leyeron dos admirables discursos, que fue obra de D. Bosco.
E l día 17 los periódicos de V ^ o llenaban cohrniron intemmipidos varias ^*eces por nutridas salvas
de alpausos y ovacionados al concluir. D. Andrés nas y columnas para relatar el recibimiento gran
Rubio Polo declamó vma hermosísima poesía ori dioso pocas veces visto.
Dejemos hablar al cronista de E l Noticiero :
ginal titulada « Canción de bienvenida », que entu
« L a ciuclad de Vigo ha demostrado ayer cuanto
siasmó a la selecta concurrencia que llenaba el
teatro; aplaudieron también una poesía del an es el cariño que siente por la Orden Salesiana, acu
tiguo alumno D. Máximo Hernández titulada diendo, digna y numerosamente repro.sentada, a la
4Gratos recuerdos »; un saludo en francés del pro estación, agolpándose en los calles que recorrió la
fesor del Colegio D. Luis Conde y un hermoso diá comitiva y reuniéndose todas las clases sociales cu
logo « Homenaje de amor », que conmovió al P. fraternal consorcio cir el amjrlio patio del Colegio de
.Ubera e hizo pasar un buen rato al airditorio. Un la Ronda.
E l pueblo vigués ha demostrado una vez más
coro de niños interpretó m uy bien varios números
musicales, sobre todo una Jola Navarra, a cuatro que sabe ser agradecido, (pie no olvida nunca los
voces, original del P. E. Itúrbide C. JI.
que tuvo favores cpie se le hacen, que ve gustosísimo la obra
de civilización cristiana que la Orden Rcligio.'ia,
que repetirse.
Por fin habló D .P . Albora, coimiovidísimo, dando cuyo general es nuestro huésiied, viene realizando.
Tocios conveiúan anoche en que, a fresar de ha
las gracias a todos los que habían tomado parte en
llarse trabajando todos los obreros y empleados a la
tan amena velada celebrada en su honor.
Con la misa de los cooperadores, visitas a las hora en que llega el tren correo, el recibimiento
autoridades y obsequios de la fundadora del Co dispensado al P. Albera había sido lucidísimo
legio Da. Fehsa Esteban, pasó casi todo el 11 en que como pocos.
Con pueblos hidalgos como el vigués se puede
hizo también ima visita a la patrona de Béjar, la
Virgen del Castañar, que desde la pintoresca colina contar siempre; y con pueblos como este, (jue sa
protege a su querida ciudad. Todavna tuvo tiempo ben apreciar en su justo valor las obras (jue en .su
para dar una conferencia que no se cansaban de favor se hacen, da gusto sacrificarse en su ob.se(piio
oir los cooperadores. Por lÚtiino les dió la ben y trabajar con energía y tesón por su prosperidad.
L a jom ada de ayer ha sido gloriosa para la his
dición con S. D. M; como despedida, y luego tomó
toria de Vigo.
de nuevo el tren para Salamanca.
E l Padre Honorato Zóccrola, director de los SaEn la estación adonde acudieron autoridades, coo
peradores y antiguos almnno^, niños del colegio lesianos en \'igo, ha recibido los siguientes ofreci
y numeroso público le de.spidieron con aclama mientos de coches y automóviles para acudir a la
ciones y muestras de profunda estima; y volvió a estación al recibimiento del 1’ . Albera, como
Salamanca con el corazón henchido de gratas emo efectivamente acudieron.
líxcm a. Sra. Condesa de Torrecedeira, coche y
ciones, dejando en Béjar un recuerdo imperece
automóvil; doña María del Río, \ iuda del Río.
dero.
coche y automóvil; don Jo.sé Suárez Pumariega,
VIGO. — Si ha.sta ahora a duras penas hemos po automóvil; el Kxemo. Ayuntamiento, su cocáic;
dido hacer mi extracto de cartas y ¡«.-riódicos, para don Ricardo Santoro, coche; don Toiin'is .Saiitoro,
contar a nuestros lectores las pu.jlicas demos coche: don Antonio I^fx'Z de Neira, coche.
A todos los nombrados y a los muchos (pie de
traciones de simpatía con (juc las jirincipales ciu
dades de E.spaua han recibido a nuestro amadí mil fonnas han ofrecido y ]>restado .su concurso
simo Rector Mayor, hoy tpie estamos casi al fin para que las fiestas organizadas en honor de nues
de esta marcha triunfal lo vemos mucho más d i tro ilustre huésped re.sultasen más es])lendoro.sas,
fícil. A la vista tenemos los periódicos de la encan envían su teílimonio de jirofunda gratitud lascotadora ciudad gallega y no sabemos ix)r donde em munidades salesiana> viguesas.
En la estación. — Desde las cuatro empezaron a
pezar ni cómo concluir. El mi.smo tamaño de nues
tra revista nos impide y a copiar la primera plana de acudir a la estación <^el ferrocarril numerosísimas
El Noticiero de Vigo del i6 de abril, dedicada toda personas, pertenecientes a todas las clases sociales,
ella a saludar al P. Albera y presentarle a la po deseosas de rendir un tributo de admiración y ca
blación v^^uesa. Una artística orla hace de marco al riño al Superior C»eneral de la Obra Salasiana.
Allí vimos entre otras personalidades a los pá
saludo, historia de la obra salesiana en V ^ o y da
tos biográficos del P. Albera que sonríe en el cen rrocos de Santa María. San Francisco y Santiago,
tro amable y humilde, como un victorioso conqins- al M. I. señor Deán de Tuy, al canónigo señor Co
tador de almas en medio de la propia epopeya. De ronas, casi todo el clero vigués y una representa
los hermosos párrafos, que llenan las seis largas co- ción del convento de Capuchinos formada por los
PP. Guardián y Bartolomé. El Golxíniador militar
Imnnas del colega y de los otros periódicos de la
ciudad, no podemos tomar con harto sentimiento general Crespo y su ayudante el Comandante señor
ni una palabra siquiera, que a otras cosas debemos Rodríguez; el alcalde accidental señor Lago, acom
dedicar el espacio, y aun así tememos cansar a los pañado del concejal señor Botana que también
lectores. Sin embargo, nos serviremos principal- llevaba la representación del Círculo Católico, y
mente de las crónicas de dicho periódico católico, del Secretario señor 01i^'ié: el comandante de Ma
que ha sido el mejor intérprete de la hidalgma del rina señor conde de Villar de Fuentes; el J uez de
2.8
primera instancia señor Gómez Pinero; el mmiicipal señor Méndez Brandón; los diputados provin
ciales señores I./ema. I^ópez de Neira y Senra, no
acudiendo el señor Iglesia por impedírselo su de
licado estado de salud, según comunicó en cariñosa
carta al P. Honorato Zóccola; el J efe de Telégrafos
señor Sevillano; el del Cable Alemán señor Backer;
el ingeniero de las Obras del Puerto señor Cabello;
el Presidente de la Asociación de Turismo señor
Oya, y los señores lasad a, Padín, Sotelo, Pineda,
Sonto, vSos, Andrade, Trullenque (D. A.) Raviña
y otros muchos cuyos nombre sentimos no recor(liir. Nutridas representaciones de todas las entidarle.s católicas, así de hombres como de mujeres,
entre ellas la Presidenta de Cooperadoras de la
—
Con el P. Albera llegaron el P. Clemente Bretto,
Ecónomo general de la congregación; el P. Maniré-'
dini. Inspector de la Tarraconense y de la Céltica
que acompaña a su Superior desde Barcelona, el
P. Salvador Fernández, Superior de la casa de
Orense, el Padre Honorato Zóccola y el Prior de
la Colegiata don Faustino Ande que fueron a
esperar al ilustre viajero a Redondela.
E l señor Ande fué presentando al P. Albera
a las pereonalidades y comisiones que habían acu
dido a recibirle, e iban desfilando y besando la
mano al eximio religoso.
Inspira éste desde los primeros momentos pro
fundísima simpatía porque ofrece el aspecto ve
nerable del apóstol, y estereotipada en su rostro
VIQO — Llegada a la estación.
Obra Saicsiann señora Condesa de Torre Cedeira
y la de la Archicofradia de María Auxiliadora doña
lílisa Naharro de Raviña: irtnohísimas c<xqx.Tadonus y scH'ias de la Obra Salesiana; nu nutrido gnqx'S
de ex-alumnos y numeroso piiblico.
Ihiera de la estación se hallaba mucha gente
cpio so extendía por la explanada y jwr las alturas
t[uc dt)niinan la estación.
Numenxsísiinos coches y no pocos automóviles
formaban en aciuella amplia plaza. Merece citarse,
ademils, una sección de ciclistas ex-alumnos (pie
debían escoltar el coche.
Ijt ¡legada. --- A la hora señalada entró el tren
<x>rreo en :^ujas. l ’ na salva de lom bas anunció al
pueblo <iue el P, Albera llegaba.
En ia ventanilla venía el venerable anciano que
fué cariuosísiinamente saludado por cuantos llenabiui el andén.
tiene una amable sonrisa que atrae y sub3'uga.
Más de veinte minutos tardó en recorrer el pe(pieuo espacio íjuc le separaba de la puerta de sa
lida. siendo objeto de repetidisimas muestras de
cariño.
Subió al coche del Aj-iuitamieuto, acompañindole el Gobernador militar, el Alcalde 3- el P. Zóc
cola. I.,a sección ciclista rodeó el carruaje 3' caá
a su paso anduvo hasta el Colegio de la Ronda.
La lucidísima com itiva recorrió las calles de
I^epanto, Urzáiz, Píncipe, Circo 3* Ronda; en to
das ellas se agolpaba el público para saludar al PAlbera, que sonriente 3* cortés devolvía el saludo a
la multitud.
l o s coches de los invitados detu\*iéron.se ante la
puerta del Colegio 3' el del A3*untainiento penetró
en el patio.
Este se hallaba artísticamente adornado conguir-
—
2 X9
naldas v farolillos que hadan, un hermoso túnel,
rematado por un elegante arco. L a fachada del
edificio también estaba adornada con guirnaldas.
Sobre la puerta principal, ondeaba la bandera espa
ñola.
Los niños del Colegio formaban a la derecha
llamando la atención la banda de cometas y tam
bores y los gimnastas que formaban con una correc
ción perfectamente mñitar; a la izquierda apiñá
base el público. Hallábanse mezcladas todas las
clases sociales, y en el fondo se veía im nutridí
simo grupo de señoras.
El momento en que entró en el patio el carmaje
que conducía al Padre Albera fué en extremo emo
cionante. La multitud prormmpió en aplausos nu
tridísimos: la banda mencionada tocó mía marcha
V los niños a coro cantaron un hinuio de bienve
nida y se disparó una salva de bombas.
El respetable anciano, descendió del coche vi
vamente emocionado y, aproximándose a los niños,
los estuvo escuchando complacido un largo rato.
Después avanzó hacia la capilla en medio de ima
fonnidable ovación.
En la capilla. — E n un instante se abarrotó de
gente la espaciosa capilla del colegio.
El aspecto que ofrecía el templo era encantador.
Las grandes mejoras que en su decorado se in
trodujeron, realzábanse con dos imágenes nuevas
que fueron muy justamente elogiadas.
El Padre Albera arrodillóse en un elegante ,re
clinatorio, teniendo a su derecha al señor Deán de
Tuy y a su izquierda al Gobernador militar y al
Alcalde.
Imnediatamente se procedió a exponer a S. D.
M. oficiando los PP. Manfredini y Perramóu y el
párroco castrense señor Pérez. Después de la ben
dición, el Padre Albera adelantóse hasta el altar y,
volviéndose al público, pronmició las sigmentes pa
labras en correctísimo castellano, que adquiría
dulces modulaciones gracias a su acento italiano.
Señoras, señores: Vuestra piedad os ha reunido
a los pies de Nuestro Señor Jesucristo para darle
gracias como acabáis de hacer: esto significa cjue
vuestra fe es verdaderamente viva, que vuestra
piedad es ilimitada. Bien hacéis jxorque todo viene
de Dios, y ix>r todo hay que dar a Dios gracias.
Y o me uno con vosotros y también doy gracias
a Dios por haberme concedido la dicha de visitar
a España y conocer la gran nación española y la
gran fe que hay en los españoles.
Y o quería venir de incógnito, que nadie se mo
lestase en acudir a esperar a este sacerdote; pero
todos salisteis a recibir al Suixerior de los Salesianos para testimoniar el cariño a éstos y las ansias
que tenéis de fonnar rma generación nueva, obe
diente a las autoridades: y la obediencia sólo puede
inculcarse con la educación religiosa }• con los ejem
plos de los de arriba.
Con vuestra presencia no honráis solamente a
este pobre sacerdote; honráis además a mi querido
padre don Bosco. Todos sabéis que éste fué un
santo sacerdote, animado de una ardiente caridad
hada los niños; vosotros deseáis testimoniar v-uestra
gratitud a nuestro santo fundador, y esto os lo
—
agradezco más que si el testimonio fuera para mí.
Es, además, e.^'e acto manifestadón de que apro
báis la tarea de nuestros hermanos, que así se ani
marán a seguir siempre adelante.
Estoy conmovido y no puedo manifestar tt>da
mi gratitud; pero roga.é aM aria AxixiUadora pura
que os pague la deuda de gratitud xjue para «.h)!!
vosotros tenemos. Dios bendiga a toilos los pre
sentes. a sus familias y a Vigo cuten\ pura que lo
gréis prosperidades materiales y his espirituales
que proporciona nuestra santa religión.
Muchas gracias a todos.
Después, cantó el coro la Sal^•e y se dió por
tenuinado el acto.
Todos los concurrentes felicitaroiv a la comu
nidad salcsiana de Vigo, cu la perwma de su digní
simo director, Padre Zóccola. A tan merecidas fe
licitaciones añadimos la nuestra muy eiiUisiasta
por el éxito alcanzado ayer.
E l banquete. — E l día 17, los salesianos de Vigo,
queriendo agradecer a las autoridades viguesas y
cooperadores las finas atenciones xpie habían pro
digado a nuestro venerando Rector Mayor, los in
vitaron a la modesta comida con ejue celebraban
la estancia del amado Padre. Por ello se adomó
lindamente el y a lindo salón del colegio, y allí ac\idieron las autoridades y distinguidos caballeros a
ofrecer otra vez sus xrespetos al sucesor de D. Bosco.
Ocupaba ima de las cabeceras de la mesa el P.
Albera. que tenía a su derecha al Gobernador civil,
señor García del Valle, llegado en el rápido; al J uez
de primera instancia; Presidente de la Asociación
de Turismo, sei'ior Ova; Ecónomo general de la Or
den, P. Bretto; Insixector general de la Tarraco
nense y Céltica, P. Manfredini; J uez municipal, scrñor Méndez Brandóu; director de 1-a Concordia,
señor I.,ema: párroco de San Francisco, señor Do
mínguez, y presidcxite de la Juventud Católica,
señor Carsi. A la izquierda el Alcalde accidental,
señor Lago; el profesor de .\natonn'a de la Univer
sidad de Santiago, señor Barcia Caballero; el siqK*rior de la ca.sa. P. Honorato Zóccola; el señor So
telo Piñeda, Ixíuemérito ixroteclor de la Onlen; el
Comandante, señor Rodríguez; el Cajxellán cas
trense, señor Pérez; el señor Montero MejxUo, re
dactor del Heraldo de l
el señor Agrá, redactor
del Earo, y el P. Gemían 1/anqK-.
La otra cabecera, era presidida por el Kxemo. se
ñor Obispo, que tenía a su derecha al Gobernador
militar, general Crespo: el diputado provincial,
señor Neira; el representante del Círculo Católico,
señor Botana: el párroco de Santiago, señor Mar
tínez Vázquez; el diputado provincial, señor Senra;
el familiar del Obisjx). señor Vidal, y los señores
Padín y Esteve (D. S.). A la izíjuierda del prelado,
estaban el Comandante de Marina, señor Conde de
Villar de Fuentes; t í diuptado provincial, señor
I./ema; el señor de la V ^ a , de*-n de Tuy; el señor
Cabello, vicedirector de la Escuela de Artes e In
dustrias. que llevaba también la representación del
señor Requejo, director de la de Artes y Oficios,
que no pudo asistir por estar su señora enferma;
el Comandante de Artillería, señor Souto; el Prior
de la Colegiata, señor Ande: el redactor de Noli-
—
220
Clero, señor Martínez Pereiro, y el párroco del Sa
grado Corazón. P. Perranión.
Cuando se descorchó el champagne, se levantó
a hablar el diputado provincial señor Sénra.
línijjczó diciendo que nunca con tanta honra
como en este acto levantábase como vocero del
pueblo cristiano de Vigo, para dirigir
efusivo
saludo al ilustre P. Albora, que en nombre de la
caridad y del amor vi ' a afianzar en nuestra ciu
dad la benemérita obia de Don Bosco.
Dirigiéndose a aquél, dícele qvie está en un pe
dazo de tierra española, patria de imiumerables
mártires, de excelsos santos, apoyo de la fe, martillo
de las herejías y espada de Roma: nuestra religio
sidad es nuestra única gloria; el día que la perda
mos. volveremos al estéril cairtcnalismo.
Dice que debiendo Kspafia a la Iglesia la exis
tencia. no puede n\mca ser apóstata.
I'ustiga a los propagadores de doctrinas vi
tuperables, y dice que estas deben contrarrestarse
con visitas como la del P. Albora, que proclaman el
í'.mor q\ie el hombre debe a Dios y a su prójimo.
Repito lo que un gran artista de la palabra dijo
en la capital de mi patria: Para curar la gran crisis
de amor cjuc padecemos, es necesario que vengáis
a este país y recojáis de la calle y otros lugares peo
res a la niñez, para inculcarle el amor a Dios y al
prójimo y el respeto a las autoridades.
Mxicha falta hace la obra salesiana en todas par
tes , ¡■ >ero HUIS que en ninguna, en Vigo.
Pide a los concurrentes nieguen a Dios por nues
tro prelado, ¡)or los salesianos y por él mismo.
Y terminemos, dice, cantando con los ángeles:
¡Gloria a Dios en las alturasy en la tierra paz a los
liombres de buena voluntad!
Grandes aplausos.
Se levanta a contestarle el P. Albera y dice
que vino a Vigo a pasar la primavera después
del invierno aguantado en Salamanca. Mucho
bueno me dijeron de Vigo. pero las realidades su
peran a las esperanzas, pues aquí se ven congre
gadas todas las autoridades: a los gobernadores
civil y militar, alcalde, comandante de marina,
juez primera iiustancia: nadie falta aquí, y esto au
menta mucho la buena opinión cpie yo tenía for
mada de Vigo.
Por todas partes me ^•co honrado y en estas hon
ras veo al cariño que Vigo tictie a mis henuanas
los salesianos; éstas proseguirán cada vez con mayor
entusiasmo su obra, y yo conservaré siempre muy
grato recuerdo do esta visita.
Termina manifestando ouiln profunda es la gra
titud q\ie por \hgo siente.
Gran ovación.
llabltui después el Sr. X^ago que agradece al P.
AUx'ra las clogicvs (¡ue este dirige a Vigo y mani
fiesta el cariño con <jue se mira allí la Obra sale
siana. Ruego el Sr. Cabello le saluda en nombre
de {*00 alunuuvs de la Escuela indvLstrial; ambos
oyeron muclras aplamos. Al levantarse el ilustre
patricio Sr. Neira le saludan los comensales con
cariñosos aplaiusas.
Sov el tle nuis edad de los presentes, dice, puesto
qi\e ya cumplí los 8o amique no los represente. En
—
mi larga vida desempeñé varios cargos, asistí a
muchos banquetes: ningimo fué tan respetable
como es este.
Felicito al P. Superior de esta casa por haber
congregado aquí a todas las autoridades locales
y de la provincia, y felicito también a todos por el
significativo convite con que fuimos obsequiados.
Grandes aplausos.
Después de dar gracias, se levantó la mesa, or
ganizándose animadas tertulias hasta la hora de
la velada.
La velada.— E l aspecto que ofrecía el grandioso
salón del Círculo Católico en el momento de
empezar el acto era de.slimibrador.
Desde la entrada estaban magníficamente ador
nados con plantas, guirnaldas y flores los pasillos
y pasainano,s. I<as coimnnas que sostienen la tri
buna estaban adornadas con guirnaldas y banderas
españolas, italianas, gallegas y de esta provincia.
Sobre la boca del escenario había im magnífico
cuadro de María Auxiliadora, y a los lados el es
cudo pontificio y el de San Francisco de Sales.
En el escenario se hallaban hermosamente or
lados con guirnaldas los retratos de Don Bosco y
Don M. Rúa.
E n el sitio preferente de la tribima se había le
vantado tm pequeño templete, adornado con col
gaduras de terciopelo rojo, cubierto con mi dosel
del mismo color y flanqueado por una bandera
española y otra italiana.
E l techo estaba adornado con cintas de colores,
combinadas de tal suerte, que figuraban bande
ras de las dos naciones.
E l conjimto del decorado era magnífico, siendo felicitadísimo el señor Carsi, director de estos trabajos.
Ocupaban el templete el P. Albera, Exemo. Se
ñor ObLsjK», Gobernador civil señor García del \'alle.
Alcalde accidental señor Lago, Deán de Tuy se
ñor de la Vega, señor Botana por el Círculo Cató
lico, señor Barcia Caballero y P. Zóccola.
E l brazo derecho de la tribxma estaba ocupado
por caballeros, el izqxüerdo jx>r antiguos alunmos
y el patio de butacas jxir las señoras. L a concurren
cia era extraordinaria, iiunejusa; nunca vimos en
el Círculo Católico tanta aniittación como en la
tarde de ayer.
I,a aparición del P. Albera y las autoridades
produjo luia atronadora e interminable ovación.
Imego, el cuarteto de « I a Filarmónica * ejecutó
admirablemente La marcha de la consagración de
Meyerbeer, y a esta siguió el bellísimo himno de
Garlaschi que cantaron llenos de entusiasmo los
niños de los dos colegios Ronda y Arenal.
Don Faustino Ande, el culto Hterato, leyó unas
cuartillas tituladas: « Vigo al P. Albera ».
L a presencia del señor Priores acogida con gran
des aplausos.
Sus cuartillas, modelo de poesía y estilo correcto
y soberbio, hacen resaltar el amor que V%o siente
por la Obra Salesiana.
Hace 21 años celebró su primera misa en esta
ciudad, y después cuando volvió, se encontró con
que merced a las explendideces de don Leopoldo
Gómez se le habían adelantado los salesianos. y los
—
221
niños que en el Arenal le saludaron la primera vez
imitando el graznido del cuervo, le besaban des
p u é s respetuosos la mano.
Calcula que los salesianos educaron a 3.600 niños
V éstos constituyen la mejor corona de sus edu
cadores.
Demuestra la reación católica que en esta ciu
dad se viene iniciando.
Saluda en brillantísimos párrafos al Padre Albera y le dice que quiere conserve buenos recuer
dos de los g a lla o s cuando vuelva a Italia, y le pide
que los niños de las escuelas salesianas eleven una
plegaria por todos nosotros a aquella gran señora
que se llama María Auxiliadora.
—
público con la zarzuelita D. Bosco Pastorcillo, y
seguidamente o cú p ala tribima el Dr. D. Juan
Barcia Caballera, gloria de la facultad de medi
cina y de las patrias letras.
Nada diremos del incomparable disctxrso del
ilustre médico e inspiradísimo poeta; ya lo sabo
rearán entero nuestros lectores, y podrán apreciar
por sí mismos si las repetidas ovaciones con que se
recibían sus filigranados períodos no eran justifi
cadas.
A l levantarse de nuevo el telón, aparece en es
escenario un nutrido grupo de balurriccks. Varit»
de ellos entonan \mas jotas (lue son muy bien reci
bidas por el auditorio.
VIQO — La velada eo el salóo del Cfrcalo Católico.
I/a concurrencia que había interrumpido con
aplausos al señor Ande, le premia al final con ima
ovación.
El Presidente de la Juventud católica. D. Ma
riano Carsi, ofrece luego la velada al P. Albera y
su discurso entusiasma al auditorio que le interumpe
rompe sus brillantissimos párrafos con aplausos sin
sin cuento. Los niños recitan con singular desen
voltura también sus versitos, y a continuación el
Presidente de los Ex-aluranos, D. Segundo
Estévez, se hace aplaudir repetidas veces al ensalzar
la pedagogía salesiana cuyos beneficiosos efectos
el mismo había experimentado.
Aplaudidísiina ^ e la poesía E l Oratorio festivo.
Luego los niños volvieron a hacer las delicias del
Luego se pone en escena el número Unus amor
mutis linquis, consistente en saludos en español
francés, italiano, alemán, latín, inglés, griego, es
pañol (representando a América) y gallego, decía mados por alumnos salesianos que lucían bandas
con los colores de la naciones que representaban.
Este íué un número que obtuvo gran éxito.
Terminóse dando tm viva a Don P. Albera en
todos los idiomas dichos.
Aplaudióse tanto este número que los jóvenes
alumnos hubieron de salir a escena.
Representóse luego el dialoguito titxilado Un
ramillete de flores, que consistió en el ofrecimiento
de un ramo de flores al P. Albera.
También ^ ra d ó mucho al público.
IXJS niños entregan a Don P. Albera el obse(juio siendo muy aplaudidos.
Inmediatamente el P. Albera se dirige al esce
nario en medio de una gran ovación.
Un la escena aparece xm grupo de gallegos: la
gaita da al aire sus melancólicas notas, ima pareja
baila, el coro canta y el piiblico, demostrando su
regionalismo, premia con xnia ovación indescrip
tible el trabajo de tan distinguidos paisanos y del
Sr. Victori que los dirige. Habla el P. Albera.
Señores; Me parecería faltar a un deber si no
dijera algunas palabras de agradecimiento.
Hace veinticuatro horas (pxe estoy en Vigo y
fueron todas ellas horas de las más dtilces alegrías
Re])ito lo de ayer: os agradezco todo lo c[ue por
mí habéis hecho porque representa vuestra sim
patía por nuestra obra.
Agradezco de xm modo especial los sentimientos
carii'iosos de los niños, (jue han dejado en nxi corazóix recxxcrdos xjue ni tiempo ni distancia borra
rán; agradezco a todos los que haix hablado lo que
clijeroix de nuestra misión qxxe demostraron co
nocer íntimamente.
Ivsjxeramos en vxxcstra ayuda para poder cxxmplir uxieslras fines. No faltando la bendición de
Dios ni vuestra sinxpatía, nuestras tareas irán
siem¡)re adelante.
vSiempre recordaré lo (pxe he visto y oído en esta
buena cixxdad.
U1 inmon.so gentío le ovaciona cariñosamente y
con ello se da jx»r tenninado el grandioso acto. »
Pasamos por alto otros de menor importancia
y las visitas de ilxxstres personajes; pero no podemos
resistir al <leseo de copiar algxmos pensamientotos
de la coxxferencia que nuestro Superior dio el i8
a las cooperadoras. Después de contarles algxmos
episodios tcnxísiinos de la vida de nuestro Vble.
Fundador, eixtre otras cosas d ecía:
• Uix todas i>artes son los cooperadores y coope
radoras mxestro apoyo, jxero en ’ iixgxma conxo en
V'igo. Cxxando vi este edificio tan henixoso, pregmité (púén lo había levantado, y ixxe res{)ondió
el qxxerido Padre Honorato: I,as generosas coojx*radoras cjue repre.st‘ntau a Providencia en esta
casa.
Y conxprolxé tanxbién. qxxe no solanxento es grande
vue.stra caridad, sino ()xxe es delicada, mhxxxciosa,
reveladora de la madre de fanxilia qxxe no olvida el
más ¡xetiueuo detalle, listo se pnxeba con la nxaiiera (jxxe txxvisteis ile anx'glar la capilla, con el
modo cjxxc txxvisteis tic rtvihinne: eix todm los actos
coxx xjxxe xxxc obsetjxxiastcis.
Un otras partes kxs Solesiiuxos proponen las obras
(pie delxeu hacerse, y los cooperadores las ejecutan;
aijuí no es así: aijuí propoixéls vosotras y las obras
so ejecutan, y se que vosotras ejueréis qxxe se anx])Hc la casa para (jue sean edxicados más niños
|H>bres. *
En ¡a Parroquia del Sgdo. Corazón. — El sá
bado 19 txxvo esta apartada Parnxiuia la dicha in
mensa de hospedar, axxixque por breves horas, al
segxmdo Sucesor de D. Hosco. A las ocho cix pxuxto
de la mañana hizo su aparición el aixxado Padre en
el patio las Escuelas, siendo recibido y acia
mado entusiásticamente por los niños y numerosos
fieles bajo el elegante arco que en su honor se había
levantado. I^e recibieron los niños cantando todos
xm bonito himno coral y siendo saludado por va
rios de ellos en diversos idiomas. A continua
ción, se trasladó el venerable Superior a la iglesia
entre los xntores y pruebas de cariño de los alumnos
y de los muy numerosos fieles, que asistienni
luego al Santo Sacrificio y recibieron la Sgrda.
Comxmión de sxxs venerandas manos. Durante la
misa, los niños cantaron con gran xm<nón mo
tetes corales de Otaño, Mas y Serracant, Brxmet
y otros. Terminada la Santa Misa el Padre Al
bera habló; ¡qxxé hermosas cosas habló!... mani
festando lo mucho que le había complacido el
ver a tanto pequeñuelo en actitud tan devota
y el fervor con que aquellos rapadnos recibieron
a Jesiis.
Más tarde, uxxestro amadísimo Superior \*isitó
las dependeixcias de nuestra modesta casa y reci
bió numerosas visitas de los insignes bienliechores
de aquellas Escuelas.
A l medio día hubo xm convite de carácter ín
timo, al qxxe fueron invitados entre otros los in
signes bienliechores de estas Escuelas Sres. de G.
Barbón, D. Guillermo Oya y su simpático y dis
tinguido hermano D. Alberto.
Estos tomaron asiento a derecha e izquierda del
Rvmo. D. Albera. Asistieron, además de los Sres.
D. C. Bretto y D. J. Manfredini, el Sr. D. Antonio
Neira Diputado provincial el Sr. D. Angel Pita her
mano del gran bienhocor de esta Casa D. Manxxel,
el Comandante de Artillería D. Eduardo Souto
y algunas otras distinguidas personas.
Por la tarde a eso de las se is, después de haber confereixciado con los henxxaixos de esta Casa, devolrió
el Rvdmo. D. P. Albera la visita a la distinguida
familia de Barbón, donde le colmaron de aga
sajos, felicitándole cada uno de los bellísimos
hijitos coxx poesías en francés y otras lenguas;
después, lo ob.seqxxiaron con un esplendido te, eii
el salón regio, rodeado de toda la familia. No es
para descrito lo espléndidos que se manifestaron,
como .siempre, en proporcionar todos aquellos obje
tos y medios, que crex’crou habían de axnxdar a
dar mayor brillantez a la visita del distingxiido
huésped.
Complacidísimo salió el P. Albera de taix agra
dable visita, y, tomando el automóvil que le tenía
dispuesto el Comaixdante de Artillería Sr. Souto.
se dirigió nuevamente al Colegio de S. Matías.
I,a mai'iana del domingo la dedicó a los ex-alumixos que habíaix axnidido de las prox'intúas gallegas
a saludarle. En la misa de comuni<)ix les dirigió su
aninx<^a palabra, confinnándolos en los buenos pro
pósitos y en.señanzas del colegio. Pcxxxs momentos
antes, había bendecido la hermosísima bandera
del colegio y de alxí tomo pie para encender sus
almas eix 1<5S santos amores de Dios y de la patria.
Tuvo párafos de emoción hondísima qxxe conmo\rieron los corazones de los adolescentes y de las
demás pxersonas, sobre t<ído cuando decía: ♦ Probablcnxente no volveremos a vem os más en el
mundo; si tal sucede, que hagamos to lo s una co-
roña en el Paraíso alrededor de nuestro padre D.
Bosco...».
Siguió después la comida íntima en la cual el
amadísimo Superior departió a su gusto con los
jóvenes, con esa familiaridad reverente tan caracte
rística de nuestros colegios. A los postres el P.
Lampe prommció tm elocuente brindis al cual con
testó el P. Albera ratificando las promesas recípro
cas de amor y fidelidad inalterables.
Una nota melancólica fué el críelo grisáceo y llu
vioso, que había sustituido al azul plateado que se
refleja ordinariamente en la incomparable ría de
Vigo; los pobres mucríiachos tuvieron que re
nunciar al grandioso festival deportivo, que, dada
la afición que a ello tienen y las condiciones excep-
bíau aquellos rapazuelos. Después en el patio, se
lanzaron voladores, se soltaron globos, se sacaron
fotografías y el buen Padre repartió muchísimos
caramelos.
Nuevamente volvió a la iglesia que estaba otra
vez llenísima: la gente mayor había sustituido a
la menuda, ávida de contemplar a s\i gusto las
facciones de aquel Padre, cuya justa fama de sonto
había y a llegado a sus oídos.
Les dió la bendición cx>n S. D. M. y pnmunció
después ima seutidísüna plática que el auditorio
escuchó con religiosa atención.
Dicen que las horas de la dicha vuelan con in
decible celeridad y así debe de ser. puesto que las
escasas horas que el P. Albera pasó con nosotros
ViQO — El P. Albera con loa ex-alumoos.
Clónales del patio, hubiera resiútado uno de los me!wes actos.
De nuevo en la parroquia. — E n tanto partió el
Iwen Padre para visitar el Oratorio festivo del
^do. Corazón, siendo recibido por multitud de
niños, mientras el estampido de los cohetes y boni
llas atronaba el espacio.
Llegada la hora de la bendición, el templo
parroquial era materialmente insuficiente para
contener a tanto rapaz, que habían acudido para
manifestar su cariño sincero al que había hecho
wya la frase del Maestro; Dejad que los niños ven
dan a mí.
Con gran entusiasmo fué cantado el A ve maris
^tella, el Taiitum ergo y demas cánticos, finaloando con el himno eucarístico. Antes de salir
te habló también el cariñoso Padre, exhortándolos
tener una verdadera y filial devoción a la au
nóla Auxiliadora de los Cristianos. Mientras des^•^han los niños ante él besándole las manos, el
fe repartía preciosísimas estampas de recuerdo,
C-c no hay que decir con qüé al borozo las reci-
nos parecieron segundos. Así pues, llegó también
para nosotros el término de la dicha, el momento
en que el venerando sacerdote había de des|>edir.se
de la Parroíjuia; y allí hubiera visto el cristiano
lector a las puertas del tem]>lo una abigarrada mu
chedumbre. al barrio entero, de.sc'oso de aclamar
al bondadoso Padre. No es para descrita la explo
sión de entusiasmo que su aparición produjo, y que
se manifestó en aclamaciones, vítores y ovaciones
que sólo terminaron cuando el coche que se lo lle
vaba se perdió de vista, llevándose consigo multi
tud de afectos y de amores de la sufrida clase que
habita el apartado barrio del Arenal.
Su gratísima visita no se Ixnrará jamás de su
memoria y será fecunda en resultados consola
dores.
E l día 21, después de decir misa en el oratorio
privado de D. Manuel Pita cuya piadosa familia
le colmó de cariñosa atenciones, volvió al c o l^ o
de la Ronda y subió al automó\ríl de Sr. Pumariega,
acompañado de los PP. Bretto, Manfredini, Zoc
o l a y Perramón, saliendo para Pontevedra con
—
224
objeto de saludar al Sr. Gobernador que le había
invitado a almorzar.
Ix)3 niños y antiguos alxunnos y cooperadores le
hicieron un afectuosa despedida y con tiemoa
adioses de una y otra parte el auto se puso en ca
mino.
EN SANTIAGO. — Por la tarde llegó a Santiago
para visitar el sepulcro del Apóstol. A pesar del
de.seo que tenía de pasar inadvertido, en la estación
luimerosos niños de las escuelas, distinguidas per
sonalidades y una corai.sión del Ayuntamiento
con el Sr. Alcalde, el canónigo D. Ivcopoldo Eijo,
profesores de Universidad y gran numeró de gente,
le tributaron un recibimiento tan afectuoso como
inesperado. Al siguiente día, celebró la mi.sa en la
cripta de la Basílica compostelana; y luego, como
el Sr. Cardenal deseaba la fundación de una co
lonia agrícola, fueron a ver el terreno el Sr. Eijo,
el P. Bretto y el P. Manfredini.
CORUNA. — Y a saben nuestros lectores que Ui
la ciudad hercuhna hay un núcleo de entusiastas
cooperadores que han ofrecido repetidas veces a
los hijos de D. Bosco la Escuela popular gratuita.
Estos cooperadores deseaban inmensamente la vi
sita de nuestro Rvmo. Rector Mavor.
liste deseo era un deseo muy eficaz; a sí que el
Sr. D. Juan Ozoves mandó su automóvil a San
tiago el 2i; y el 22 por la mañana, como portadores
del mensaje en que se suplicaba al R. P. Albera su
visita a la capital de la provincia, salieron en otro
a\itomóvil el Sr. Exmo. Sr. Marqués de San Mar
tin y los canónigos Sr. Varela Madariaga y í^r.
R ey Blanco.
E l mensaje era del siguiente tenor;
i A l livdo.P. Albera, Superior General de la Con
gregación Salesiana.
Reverendisimo Padre:
I.,os cooperadores de la obra del venerable Don
Bosco en la ciudad de la Coniña. queriendo xmir
.s\i voz a la de todcís los católicos de las regiones
españolas, q\ie manifestaron con elocuente júbilo
la afectuosa devtK'ióu (jue profe.sun al Instituto
Salcsiano y al benemérito hijo de María A u xi
liadora q\;e felizmente lo rige, ofrecen a Vuestra
Reverencia CvSte homenaje de finne adhesión, en
el cual desean también expre.sar todo el amor que
sienten hacia la Congregación y hacia su digní
simo SujH'rior ('icneral.
Con nuestro filial saludo encarecemos más y má.s
a V. R. la siiplica muchas veces rci>etida. no va
jxn los coo^xíradores, sino por todos los católicos
ctmnñoses. de q\ie, conio muy esi>ecial favor que a
María Auxiliadora encomiendan para ejue Ella le
sugiera a
R. el eficaz medio de concederlo, ansian
recibir los beneficios de xma fundación salesiana.
Aqvií donde el joven y el obrero están solicita
dos i>or falsos educadores que los conquistan para
las huestes de los en em iga de Dios: en esta ciudad,
en la cvml todavía no existe ningihi instituto re
ligioso consagrado a la enseñanza, y en donde en
cambio hay varias obras tan beneficiosas y tan
cristianas como la Escuela Popular Gratuita, que
—
florecerán más espléndidamente fortalecidas con la
savia de la Congregación, tiene que sentirse de un
modo extraordinario la necesidad de los Salesianos, ülamados a ser heraldos de la paz y de fe
licidad en nuestro pueblo.
L a visita de V. R . a Galicia dejará mi recuerdo
gratísimo e imperecedero, si a ella siguiera el esta
blecimiento de ima Residencia, aquí ya planeada,
contairdo con valiosos ofrecimientos, que aun en
fecha reciente recibió el P. Manfredini, cuando a
él hicimos este mismo ruego, que con indedbk
satisfacción renovaríamos personalmente ante Y.
R. si, como es nuestro más íntimo deseo, tuviéra
mos el honor de sahidarle en la Coruña.
Confiando en su bondad, no dudamos R. P. al
canzar la satisfacción de este anhelo de los cató
licos cormieses, y en especial de los cooperadores
q\;e muy fervorosamente pedimos a Dios la pros
peridad de la bendita obra salesiana y que para su
mayor esplendor conserve y bendiga la vida de
V. R.
La Coruña, 24 de febrero de 1913 *.
E l recibimiento lo relata el Eco de Galicia del
23 en estos términos:
« Fué entusiasta y en extremo cariñoso el reci
bimiento que se ha dispensado al insigne y ve
nerable anciano que regenta la Congregación Sa
lesiana.
Mucho antes de la hora que estaba anunciada
para su llegada, veíase concurridísima la plazuela
de los Angeles.
Ante la casa de los Sres. de Ozores Pedresa, en
donde se aloja el ilustre huésped, colocáronse en
dos hileras todos los ahunnos de las Escuelas Po
pulares Gratuitas, acompañados de sus re.spectivos
profesores.
En el vestíbulo del edificio aguardaban la lle
gada del P. All)era nutridas representaciones del
clero parro(iuial. cabildo colegial y demás entidadades católicas.
A las seis de la tarde hicieron su entrada en la
expresada vía, los dos aritos (jue conducían al su
cesor de Don Bosco y a su séejuito.
En los vehículos venían D. Javier Ozores, el
Marqués de San Martín, el Sr. de Caiii[X)amor, DSegundo Varóla, D, Ubaldo Rey Blanco, D. Juan
Ozores, el reverendo padre Albera, con su secie
tario el P. Bretto. el Inspector provhicial, P. Manfrediui y P. Zóccola, su|>erior de la residencia sale
siana cu Vigo.
A l ai)cnr.-;e el insigne sucesor de Don Bosco, h
tributaron una cariñosa y prolongada salva df
aplausos los niños de las Escuelas Populares.
E n el amplio zaguán de la casa de los Sres. Óf
Ozores fué recibido el P. Albera por todas las co
misiones y entidades.
Momentos después verificóse la recepción.
Por la hxjosa sala del domicilio de D. Juan Ozo
res, desfilaron ante el P. Albera. el juez de Instruc
ción. señor Infanzón; el muy ilustre señor Abad de
la Colegiata. Sr. Ruiz de la Cuesta; comisionesdeí
cabildo colegial. R R . PP. Dominicos, el clero de
Santa Lucía y San Xicolás con sus rectores, el PVlsitador de la Orden T. de San Francisco, el p4-
IP
— 225 —
noco de Santiago, capellanes de los estableciinienlos rdigiosos, comisión del clero de San Jorge, de
'la Liga Católica de la junta de damas, que regen
tan las escuelas nocturnas para jóvenes obreras,
de las Juventudes Católicas y Jaimisia, Patronato
Católico Obrero de San José, de las Escuelas Populans Gratuitas, de los cooperadores salesianos y de
¡as redacciones de Galicia Nueva. Requeté y E l Eco
de Galicia, etc. etc.
También acudió más tarde a cumplimentar al
ilustre huésped, el gobernador civil Sr. Romero
Donallo.
Don P. Albera estuvo largo rato conversando afa-
entre los fieles al ver la simpática figura del vene
rable sucesor de Don Bosco.
Después de celebrar la misa, dirigió breves pala
bras a los fieles, enviando tm cariñoso saludo a la
Coruña y expresando su gratitud por la acogida
que se le tributó, ensalzando la obra de las congre
gaciones de la Coruña, de las que se e,speran grandes
frutos.
Acercáronse a la Mesa Eucarística uuincrasas ]>ersonas, recibiendo el Pan de los Angeles de manos <lel
venerable salesiano.
Invitados por el Sr. Ozores, sentáronse ayer a su
mesa, acompañando al ilustre huésix^d, 1). St'guudo
VIQO (Parroquia) — lio grupo de los alumoos de las Escuelas parroquiales coa el P. Albera.
blemente con las distintas comisiones que le salu
daron.
Hoy irán a visitarle otras entidades que ayer no
pudieron hacerlo *.
En su número del 24 voEna dicho diario católico
a dar cuenta a sus lectores de la estancia del P.
Albera en la Coruña y de los obsequios de que era
objeto. De el tomamos lo siguiente:
j Como estaba anunciado, ayer a las siete y media,
celebró el santo sacrificio de la misa en la ^lesia
parroquial de Santa María del Campo el i n s ^ e
socesor de Don Bosco, R . P. Albera.
Las naves del antiguo templo estaban ocupa
das por numerosos fieles, entre los que figuraban los
socios cooperadores salesianos de esta capital.
Al entrar el ilustre General salesiano en el sagrado
Jacinto, ha causado una grata y profunda emoción
V’ arela, y los reverendos padres Manfredini, Bretto
y Zóccola. el Marqués de San Martín, el antiguo
alumno de los salesianos D. Jesús Gómez Ríbadulla y las familias de D. J uan y D. J avi. r Ozxjres.
A saludar al General de los salesiano.s fueron
ayer mañana numerosas y distinguidas persona
lidades.
Por el domicilio de nuestro estimado amigo D.
Juan Ozores Pedrosa desfilaron comisiones de cen
tros y entidades de importancia, así como respe
tables personas que ocupan significados puestos.
Acudieron también varias religiosas en repre
sentación de las casas de oración a que pertenecen.
A todos contestó agradecidísimo el P. Albera.
Dado el poco tiempo que se detuvo en la Coruña
no pudo devolver las visitas a las personas que ha
bían acudido a saludarle.
—
226 —
L a velada, que tuvo lugar en el local de las Esudas populares gratuitas, fué una fiesta alta
mente simpática.
Antes de la hora anunciada, el salón del piso
princi])al estaba ocupado en su totalidad por un
público selecto y numerosísimo. Sobresalían ele
gantes y bellas damas de nuestra buena sociedad
que con su presencia daban realce a la velada.
líl P. Albera, antes de dar comienzo el acto, vi
sitó las distintas dependencias del centro, acom
pañado j)or la celosa Directiva de las Escuelas.
Admiró el perfecto orden que se obscr\-aba. ha
ciendo elogios del museo donde están expuesto.s los
que deseamos rendiros, como prueba de este mismo
reconocimiento y de nuestro entusiasmo e inque.
brantable adliesión a la Institución Salesiana.
Las Escuelas Populares no podían ni debían
dejar de tomar parte de ima manera activa en el
homenaje de entusiasmo que el pueblo católico de
la Coruña rinde a vuestra Reverencia, para demos
traros la admiración que siente por los lujos del
Venerable Don Bosco, del' cual sois dignísimo re
presentante; por eso 03 ofrecemos esta velada, mo
desta desde luego, porqxie modestos son nuestros
recursos, ijero grande i>or los nobles sentimientos
que la inspiran; fijaos en éstos solamente para
he
■ ' H: -
VIQO (Parroquia) — 0. Pablo Albera es medio de los niños del Oratorio festiro.
trabajos hccluvs jxir los alvunnas y de los que en
otras ocasiones ñas hemos ocupado.
Después del liimno y la Salve, entonados por
los ahunnas, el digno presidente de las líscuelas,
nuestro cstimadt) amigo señor Marques de San
Martín pronunció el siguiente discurso, que con
gusto reproducimos gracias a la atención del se
cretario de dicho establecimiento, señor conde
de Canillas.
'> Reverendo Padre:
Como humilde representante de las Escuelas
Populares Gratuitas de la Coruña, tengo el honor
de dirigiros en su nombre dos palabras: ima para
expresaros nuestro agradecimiento por que hayáis
hoíu-ado esta modesta casa dignándoos visitarla,
y la otra para redaros (jue aceptéis este homenaje
que podáis otorgamos vuestra indulgencia por las
muchas deficiencias de que seguramente ha de
adolecer.
Bien quisiéramos que este obsequio pudiese
estar a la altura de nuestros deseos, para poderos
demostrar de ima manera digna de vuestra Reve
rencia la admiración que sentimos por la Institu
ción de D. Juan Bosco, por esa Obra privilegiada
que como pocas demuestra palpablemente que ha
sido inspirada por Dios ».
Pasa después el orador a describir con admira
ble síntesis histórica el origen y desenvolvimiento
de la obra salesiana, deduciendo de su maravillosa
fecimdidad el entusiasmo general que la venida de
su caudillo había despertado en España. Y luego
continuaba:
« Este entusiasmo grande con que en todas partes
—
2?7
os reciben, Rvdo. Padre, en. nosotros es auxi mayor •
porque hay algo que nos liga.
En esta casa amamos al obrero, al niño pobre,
por él y para él la Escuela vive.
Vos, Rvdo. Padre, sois el representante de una
Orden todo amor, todo cariño para el desheredado,
para el pobre.
El amor a los humÜdes nos une, pues: crea lazos
entre vosotros y nosotros que nadie puede romper.
Vosotros, los beneméritos Padres Salesianos, con
la protección del cielo, con las virtudes de que dais
constante ejemplo, con esa caridad que constituye
el sello que os caracteriza, habéis logrado los
óptimos frutos que todos cantamos y celebramos.
Nosotros, más pequeños, sentimos en este ins
tante la vergüenza de nuestra pequenez, porque
quisiéramos poder presentaros una úistitución
acabada, digna de vuestra visita, Rvdo. Padre;
pero mostramos lo que tenemos, acogiéndonos a
Nuestra indulgencia que tiene que ser muy grande,
cuando os habéis dignado aceptar este modesto
obsequio, dispensándonos con ello un honor que
os agradecemos con toda el alma.
Con ella también os damos la bienvenida con
cretándola en las palabras que el uso ha hecho
vulgar, estáis en vuestra casa, pero nunca dichas
con tanta verdad; porque esta casa,' obra del inol\-idable y virtuoso caballero D. Camilo Rodríguez
I/3sada la fimdó precisamente estudiando y admi
rando la de Don Boscc; es, pues, hija vuestra.
Nuestro mismo fundador, desde las primicias
de su obra, fué el que nos inculcó a los que, y a viejos
hoy. contribuimos a la realización de su proyecto,
el entusiasmo y cariño que sentimos por la Socie
dad Salesiana; cariño y entusiasmo que por nues
tra parte procuramos también transmitir a lo.s
demás que con nosotros comparten la labor de di
rigir estas benéficas E.scuelas.
Por eso. la Junta directiva de las mismas, fiel
guardadora del espíritu del llorado y amado Ca
milo Rodríguez Losada, con entusiasmo y con el
cariño de hijos a padres saluda y da la bienvenida
por su conducto a los que hoy encaman el espíritu
del admirado y venerado Don Bosco ».
Después de otros interesantes mímeros del pro
grama, se alza la figura venerable y simpática del
Superior general de los Salesianos, Don P. Albera.
Interés había por conocer en la Coruña al suce
sor de Don Bosco, y lo hemos conseguido, gracias
a los cooperadores salesianos de esta ciudad, entre
los que figura como uno de los más entusiastas.
Questro buen amigo D. Jesús Gómez Rivadulla.
El P. Albera es saludado con xma ovación pro
longada antes de hablar. Hecho el sDencio, habla
un tanto emodonado. Diñase que, lejos de nacer
en Italia, es orixmdo de alguna provincia castellana.
Tal es la corrección con que se expresa en nuestro
lenguaje.
Agradeció las atenciones de que había sido
objeto y dirigió frases laudatorias al presidente
de las ^ cu ela s, señor Marqués de San Martín, que
se honra NÚstiendo el glorioso uniforme de oficial del
arma de Artillería.
Animó a los niños a seguir de mayores el buen
—
camino iniciado en las Escuelas, siendo hombres
buenos y NÚrtuosos.
Su disciirso, hermoso y de párrafos brillantes, fué
objeto de entusiastas aplausos.
L a tercera parte del programa se cumplió en ol
patio del local.
L a zarzuela La J'irgen de la Roca tuvo una esme
rada interpretación, así como el monólogo Rl gaitero, que declamó un reputado artista. *
Pero se acercaba la hora en que nuestro mnadísinao Superior debía desj>etlirse de sus ejuevidos
cooperadores y de aciuella tierra pintoresca <pie cu
España se llama la Suiza española jxu los encanto,s
con que la naturaleza la ha embellecido. El mismo
día 24, el tren correo debía conducirle a Santander,
doivde se iban a repetir los mismos honores poríjue
allí disfruta también la obra salesiana de las mis
mas sñnpatías. Ix)s cooi>eradores ejue tanto le ha
bían agasajado a la llegada y durante su estancia
en la Coruña, extremaron sus atenciones al despe
dirle, acudiendo a la estación donde se repitió la des
pedida afectuosísima que más de una vez hemos
descrito, y ésta pasaremos por alto, dejando a
nuestros lectores el gusto de adivinarla y aplau
dirla.
N O T IC IA S V A R IA S
MILAN.— En el oratorio Salesiano de Via Copémico se verificó el 6 de abril una fiesta de alegría
inolvidable. Más de 350 nulos rebullían en el ora
torio p£wa celebrar la fiesta de S. J osé. Casi todos se
acercaron a la mesa eucaristica y algunos lo
hacían por vez primera. Después de la función
religiosa electrizó al menudo auditorio con su pa
labra amena y pintoresca el Pbro. 1). Cosme Zonca;
y para recuerdo se lomaron varias fotografías con
2 de las cuales oniamos hoy las colmmuis de nues
tro Boletín.
T E S O R O E SP IR IT U A L.
L os Cooperadores Salesianos que confesados
y comulgados, visiten devotam ente una iglesia
o capilla pública, o si viven en com unidad, la
propia capilla, y rueguen según la intención
del Sum o Pontífice, pueden ganar las siguientes
indulgencias plenarias:
Para ei ises de igosU):
E l dia 6. Fiesta de la Transfiguración de N. S.
Jesucristo.
E l dia 15. Fiesta de la Asunción de María Sma.
E l día 16. Fiesta de S. Roque.
Cada m es:
1. U n día cualquiera de libre elección.
2. E l día en que hagan el Ejercicio de la
buena niuerie.
3. E l d ía en que tengan conferencia.
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Da. Isabel Serra de Chopitea.
Nació Doña Isabel Serra de Chopitea el i6 de
Junio de 1838. líducada desde niña en la escuela
de su Santa Madre Doña Dorotea (de tan santa
memoria) se íué formando y preparando su co
razón, para la prática de las virtudes. Desde muy
niña se distinguió por su buen corazón y afabili
dad de trato con todo el mundo, imido, a una se
riedad y recto juicio, improprio de sus pocos años.
Como dice frecuentemente una hermana suya
♦ Isabel nunca fué niña », siendo una de sus preo
cupaciones annonizar intereses y suavizar asp>ere4tas. Casó a les 29 años, o sea en 1867, con D. Gustavo
•de GLs¡x:rt. Ingeniero, pcrtenencientc a una dis
tinguida familia de Barcelona. To<la la serie de
unos de matrimonio, hasta la muerte rep>ontina de
su tiuerido esixxso. acaeciíla en circunstancias ver
daderamente commovedoras, el 20 de noviembre
de 1881. triuiscxirren dulcemente, consagrada a su
esposo, y al cuidado y educación de sxis hijos,
■ xlonde comienza vcrtladeramente su vida de con
tinuo sacrificio. Al verse viuda con seis hijos pe
queños a ciuienes educar para las luchas de la
villa, y sobre todo para el ciclo, se lanza resuelta
a sus deberes de madre.
A los nueve meses de la muerte de su marido,
pierde otro apoyo, su querido padre; que no se
liabía separado mmea de lado de sus padres, pues
a causa de halxerse casado la última de sus hermauas, se quedó a v m r con ellos.
Madre e liija. pues, perdieron a sus maridos con
diferencia de pocos meses, dedicándose, desde en•tonces. Doña Dorotea a sus grande s caridades, y
repartiendo Doña Isabel sus deberes, entre sus hijos
y su madre, con la cual coadyuvó en numerosas
obras de piedad, debiéndose a su iniciativa, la fun
dación de las Conferencias Salesianas.
A la muerte de su idolatrada madre Doña Do
rotea acaecida el 3 de abril de 1891, entra a susti
tuir a ésta en numerosas instituciones benéficas
como son: la presidencia de dichas Conferencias
salesianas. Hospital del Sagrado Corazón, con
tribuye largamente a la fundación de las Escuelas
de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de
Gracia y a otros muchos asilos y asociaciones de
prolija enumeración. Teniendo siempre abierta
su mano, para socorrer al prójimo caritativamente
y sin preferencias enojosas.
Después de pasar por numerosas pruebas, a que
Dios la sujetó en sus inescrutables designios, llega
a la mayor de todas, la muerte de su hija mayor
Pilar dejando siete hijos, el mayor de ocho años;
encontrándose por segimda vez con obligaciones
(le madre de estos siete nietos, a la edad avanzada
de sesenta y nueve años y ofreciendo este nuevo
sacrificio al Altísimo con resignación ejemplar.
Desde esta fecha su buena naturaleza, atacada
por tan duros golpes y por otras de diversa índole
comienza a dar señales de decaimiento, esteriorizadas por un ligero temblor, en todo su cuerpo;
preludio de aquella terrible enfermedad nerx'iosa,
(jue no la dejó hasta la tumba; y que la tuvo imjK)sibilitada en im sillón durante dos años, presa
siempre de un continuo malestar, con la cabeza <X)mpletamente serena, ofreciendo a Dios sus sufri
mientos, y siendo el ejemplo de cumitos la trata
ban por aquella paz y dulzura que no la abandona
ban atm en medio de tan terribles pruebas.
E l domingo veinte de abril de 1913 sintiéndose
algo febril, es trasladada a su lecho, en donde por
temor a alguna complicación se le administra el
S;uito Viático, a pesar de haber comulgado la mis
ma mañana. Vuelve a recibir al Señor a la mañana
.siguiente; y conservando claras todas sus faculta
des hasta el último momento, y después de una
breve y suave agonía, sin estertor ni congoja, en
trega el alma al criador rodeada de todos su hijos
' el lunes 21 de abril de 1913 a las chico de la tarde,
la que fue modelo de damas y ejemplo de esposas
y madres cristianas.
Sobresalen entre sus virtudes en primer termino
su caridad para con el prójimo, tanto en la forma
de estar siempre dispuesta a scxxirrerlo, ya ma
terial, y a morahneute, como por el cuidado que
puso en e\*itar siempre en sus conversaciones la
menor palabra (}ue pudiera lastimar reputa<úones
ajenas o en permitir que en su presencia se hiciese.
Solía decir con frecuencia con el Evangelio: «No
jiugéis y no seréis juzgados ».
De esa conducta se originó siempre una gran
corriente de simpatía en todos los que la rodeaban y
que tan sinceras lágrimas ha hecho verter a tantos
que la amaban.
Con aprobación de la .Autoridad Eclesi.ística:
Gerente: JO SE GAM BIN O.
E stab lee. T ip . de la S . A , In t. d e la B uena Prensa
C o rso R egin a M argherita, N . 17 6 - T U R I N .