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Medios

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N. 3

M arzo de 1909

A Ñ O X X IV
52 .

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I

Turin — Via Goltotengo N. 32.

SUMARIO: plegaria y v o t o s ......................................... 57
El terremoto del aS diciembre: Las primeras noticias 58
Entre las ruinas de Messina......................................... 61
Los d eta lles.....................................................................6a
El Educandado « Maria Auxiliadora > de Ali Marina 67
Por las v ic t im a s ............................................................69
D e n u e s t r a s m is io n e s : Matto Grosso (Brasil):
De Cuyabd al Rio Bermejo — Colombia: Ecos de
un Lazareto — Patagonia Central: Cuadro si­
nóptico del movimiento de la Misión desde A b ril de

/poj hasta Marzo de 19 0 8 ..........................................71
El Pbro. Don Luis R o ces.............................................. 77
E l c u l t o d e M a r ía A u x i l i a d o r a : E sp añ a : Sa­
lamanca, San G il • A m é ric a : Guatemala . . .
79
Gracias de Maria A u x ilia d o r a .....................................79
P o r e l m u nd o s a l e s ia n o : España: Barcelona.
Sarria — América: El Exmo. Mons. Cagliero en
Nicaragua. Buenos A tres, Barranquilla — Europa:
Aywailles, E s p e c ia ...................................................8*
Tesoro e sp iritu a l............................................................ 84
Necrologia y Cooperadores salesianos difuntos . . 84

PLEG/\RIA Y V O T O 5
íi, glorioso
^osc, £aíroi\o de la Iglí^ia Universal, umiídes le rogamos, gue asisías de un modo paríícular á íu ilusli[C pijofegidb, al gue or\íes se llamaba José ^ai[lo ^ ^
íi, j^alroi\o especial de lo^ o5i[ei[os, íc suplicamos los cuíijqs
con lu maf\lo y no permiías gue se aca5ei\^ de apodci[ar de ellos la
irijeligión y Ins ideas disolveníes.
^ li £aíi[ono de la f ía Sociedad ^alesiar\a, fe pcdiipos nos man­
des muchas V Buenas vocaciones para dilaíaif el i[eino de fios.
2 á "Vos, f adre ^anlo, os deseamos muefios años de vida, J12uc^o
BaBcis fi[a6ajado por fa gloria de Dios; íuminosísiiT\os ejemplos de
aBnegacióg, de cai^idad, de fe, de íodqs las virludes nos BaBéis dado,
paifa i[eslaurai[ fodas las cosas en Grisío. J^or eso imploran\os a i í)ios
de la \ida v f adí^e del siglo venidero gue os copserve la salud ^ la
e^síencia f endccid por vuesíijaparíc al Poletíri 3^f^siaqo.

El terremoto del 28 diciembre.
Las primeras noticias.
Anj^ustia Indecible — D. Rúa abre las puertas de
los Institutos Salesianos á los huérfanos del terre­
moto y manda su representante á Sicilia.
¡Cuán triste fué para nosotros el 28 de Diciem­
bre! Al amanaccr un espantoso terremoto, se­
guido dé un maremoto no menos devastador
sembraba desolación y ruina en las costas de
la Sicilia y Calabria. En pocos segundos los
edificios de Messina y Reggio y d e varios pueblecitos circunstantes, removidos en sus cimientos
se derrumbaron sepultando bajo sus escombros
á más de 200.000 víctimas; interrumpíanse
todas las comunicaciones, por modo que sólo
el día 29 eni])ezaron á difundirse las primeras
noticias que si bien graves eran muy inferiores
á la realidad.
Memorables quedarán cu los anales de la his­
toria la consternación do la península y el eco
vivo, unísono, universal. Por parte nuestra,
volamos inmediatamente con el pensamiento á
las tierras flageladas, unimos nuestro llanto al
llanto general, acongojados por la suerte que
pudiera haber cabido á nuestros colegios: Bova
Marina, Bor[iia, Soveralo y especialmente Mes­
sina y demás casas de la Sicilia. Angustiado,
eí Rvmo. P. Rúa telegrafió inmediatamente,
mas no obtuvo respuesta alguna.
I/i misma tarde del 29 llegaba al Oratorio
S. A. R. é I. la Princesa María Laetitia con la
Condesa Amalia Capello, para visitar los niños
calabrcses huérfanos por el terremoto del 1905.
Se entretuvo con ellos, dando á cada uno dulces
y un vestido nuevo y confortándolos con palaliras llenas de la boixlad más p u ra ; luego visitó
las Escuelas profesionales y dirigió á los jóvenes
palabras de aliento y complacencia. Nuestros
niños compreudieron perfectamente la delicadeza
de la visita de la eximia dama, tanto más que
habían empezado á husmear algo del desastre
y vieron entrar á la Princesa al cuarto del Rmo.
P. Rúa — obligado á guardar cama por una per­
sistente enfermedad en las piernas — con quien
«e entretuvo largo rato y salió visiblemente con­
movida.
Las pocas noticias que iban llegando aunque
aclaraban más y más la magnitud del desastre,
nos dejabaji sempre en la más cruel incerti­
dumbre sobre la suerte de nuestros hermanos y
alumnos; por lo que D. Rúa, noble heredero del

espíritu de caridad de nuestro Venerable Fun­
dador y Padre D. Bosco, expedía el mismo día
29 al Exmo. Arzobispo de Messina y al Emmo.
Cardenal deCatauia y á los Gobernadores de las
Provincias el siguiente telegrama:
« Angusiia.io y dudoso por la suerte de mis
hijos de Catunía y Messina. creo atraer sobre
ellos las misericordias divinas abriendo nueva­
mente las puertas de mis instiUUos á los huér­
fanos por el terremoto. Telegrafié Catania Inspector
Salesiano Dr. Bartolomé Fuscie que se ponga
ú orígenes V. E. y Gobernador civil para proveer
urgentes necésidades jóvenes que sufren, seguro de
cumplir obra de fe y patriotismo ».
También el 30 fué .de angustiosa, duda tanto
que nuestro amadísimo Superior- y Padre, ape­
sadumbrado aun máá por tío poder acudir en
persona al lugar de la catástrofe y abreviár un
silencio que tanto lo acongojaba, y consolar á
los supervivientes, envió al Rmo. D. José Beitello. Consejero General de la Pía Sociedad
Salesiana y ya Inspector de las casas de la Sicilia,
dándole por ayudantes al R. D. Calógero Gusmanó y D. Alfonso Tagliaferri.
La destrucción del Instituto Salesiano « S. Luis» de
Messina — ¿Todos muertos? — El númei''o de
las víctimas.
. Entre tanto los periódicos por una parte y
voces confusas por otra, nos quitaron toda espe­
ranza de incolumidad de los nuestros de Mes­
sina...

|Ah! qué dolor! Pero hasta recibir una comunicacicMi directa no se perdía toda la espe­
ranza. El 31 llega finalmente al Padre Rúa
un telegrama expedido el 29! de Catania,
anunciando la tremenda catástrofe, pero tam­
bién la salvación de muchos. El telegrama fué
confirmado por el siguiente expreso mandado
por el P. Bertcllo el i® Enero.
« Es lapriinera carta qtu escribo en el atlo nuevo
y debo confiarle noticias bien dolorosos. Llega­
mos esta tarde á las 4. siempre lisonjeándonos
que dada la solide» de la casa de Messina y s«
posición inmejorable, no debía haber sufrido
mucho. Mas he aquí la espantosa realidad. Han
muerto y están sepultados entre las ruinas los
hermanos sacerdotes: José Pascuali, Vicente Pirrello, Darío Claris, Antonio Urso, Arcángel Lo
Faro, y Mauro Rapisarda; los acólitos Mario
Manzini y José Venia, y el coadjutor fosé

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P3U L T T (D S

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— 6o —

I.on^o. Perecieron íambié?i 38 alumnos y los
sirvientes Antonio Marotta, Salvador Marotta.
Francisco Pirrello, Alfio Zuccarello. Los heridos
¡ueron muchos, pero ninguno de gravedad.
A l tener noticia del desastre — que en Catania
no llegó sino por la tarde — partieron el Sr.
Inspector y el P. Caniuto. y estuvieron en el sitio
fatal mientras hubo esperanza de prestar auxilio;
estaba todo sepultado en la oscuridad y en un si­
lencio de muerte... Ahora los hermanos supervi­
vientes con el director, que afortunadamente
quedó ileso, y 18 alumnos se hallan refugiados
aquí en el Instituto. Los demás están dispersos
en los hospitales 6 con personas amigas.
Los SaiesUdos de Palermo lateataa el salvamento
— Las proezas del Emmo. Cardenal Arzobispo
— El trabajo de los nuestros.
D. Rúa recibía contemporáneamente de D.
Atilio Garlaschi, director de las Escuelas Salesianas de Palermo, la siguiente ca rta :
Enero i®.
« Apenas hoy he logrado recibir noticias pre­
cisas de la suerte que nos cupo en Messina. Me
apresuro á trasmitirle las cartas recibidas.
El desastre es tan grave, que á pesar de ha­
llarnos á pocos pasos de la catástrofe quedamos
todos sin noticias, como si nos separaran miles
de leguas : telégrafo, teléfono, correo, ferrocarri­
les... todo quedó inutilizado. Las primeras no­
ticias nos hicieron creer que la ciudad se había
salvado, multiplicamos los telegramas... todo en
vano.
No bien comprendí que también los nuestros
hablan sufrido, envié salesianos á Catania para
informarse de lo que había acaecido en esa
vertiente y pensé en establecer compañías de so<corro por el litoral de Palenno-Messina.
Ea primera partió bajo las órdenes del P. Belloni, la segunda á las del P. Pappalardo: llevaban
abundante provisión de cognac, marsala, carne
en conserva, galleta etc. etc.. KmiK*zaron su
obra salvadora por Barcellona y Milazzo, mas no
pudieron proseguir á Messina, porque la natu­
raleza les cerró el paao en modo insuperable.
Dispersos por acá y acullá encontraban algunos
de nuestros educandos que escapados del desas­
tre, se dirigían á sus países y casas de campo y
obtenían noticias de otros llegados y recogidos á
bordo de los buques de auxilio.
Después de haber ensayado todos los medios,
y socorrido infinidad de gente distribuyendo
todos los \-íveres á centenares y miles de he­
ridos y gente que agonizaban por cl hambre y
la sed, vohieron quebrantados y tristes á Pa­
lermo.
. Aquí los temblores trataron de introducir el

desorden y el terror entre nuestros alumnos.
Esto me impidió de volar á Messina...
Todas las autoridades, la nobleza y la clase
rica obraron prodigios de valor, caridad y abne­
gación. Ha resaltado la caridad del Emmó. Sr.
Cardenal Arzobispo: se ha hecho todo á todos, ha
distribuido infinidad de limosnas, ha enmado
en todas direcciones piquetes volantes de sa­
cerdotes, seminaristas y juventud católica de
diversos círculos á cuyo fuente puso al heroico
é inolvidable Mons. Catalanotto quien trasladan- ‘
dose al lugar más castigado visita uno por imo á
los heridos, y les da, con el auxilio material,
el aliento supremo de las divinas esperanzas.
Por mi parte he hecho que todos nuestros sa­
cerdotes se turnen en el servicio de hospital or- '
ganizado á bordo de los buques que trasportan
miles de heridos.
¡Bendita la hora en que he cultivado entre
mis alumnos las Compañías gimnásticas! A
estas horas un piquete volante de nuestro Cír­
culo Esportivo Panormus, vuela por ahí con ad­
mirable arrojo á las órdenes de las autoridades
locales recogiendo cadáveres, desenterrando
heridos, sepultando á aquellos y Uevándo á estos
á bordo de los barcos. »
Con esta carta venían las otras de que habla
el P. Atilio.
Una del Director de nuestro floreciente Co­
legio de Messina termina así:
« Apenas me di cuenta del enorme desastre,
telegrafié al P. Inspector, á S. R. y á varios otros
pidiendo auxilio y no tuve respuesta alguna,
las comunicaciones estaban interrumpidas total­
mente! No le describo la grave é irreparable des­
gracia, soy incapaz, la cabeza me da vueltas.
Messina está completamente destruida; es im ce­
menterio ardiente; parece el fin del mvmdo.
Ruegue por nuestros pobres muertos, hermanos
y alumnos!.... »
Solemnes sufragios por los niños, Salesianos y Coo­
peradores victimas del desastre.
Era el último día del año, y por una tradi­
cional hermosa costumbre, el Rvmo. Rector
Mayor D. Rúa. debía dar las buenas noches (esto
es, decir dos palabras á los niños antes de ir á
dormir) á toda la comunidad reunida en el salón
de actos : salesianos, artesanos y estudian­
tes. Poco antes habla recibido el fatal tele­
grama, y lo comunicó á sus hijos. Los niños vi\^mente impresionados, le rogaron les permitiera
celebrar un solemne funeral por todos sus com­
pañeros, ó sea, los niños muertos allil D. Rúa,
conmovido profundamente por tanta piedad, no
sólo condescendió, sino que diri^ó ima circular ¿
á toda la ciudad de Turín in\ntando á tomar j
p.arte en dos solemnes oficios fúnebres en su-

J

— 6i —

fragio de los Salesianos, cooperadores y alumnos
muertos en el tremendo desastre, los que se ve­
rificaron los días 4 y 5 Enero. E l gran santuario
adornado de fúnebres crespones, correspondía
á la imponente tristeza de los corazones.
El día 4 antes de las i i habían y a tomado
puesto á ambos lados del catafalco, los Cír­
culos juveniles católicos de la ciudad, con sus
banderas enlutadas: merecen especial men­
ción el Instituto Social, el Colegio S. Juan Evan­
gelista, Artigianelli, el
Oratorio de D. Bosco
etc. eíc. como también representaciones de las
Escuelas técnicas y Liceos de la Capital piamontesa. E l pueblo llenaba el resto del gran Santua­
rio. Junto al catafalco el Rvmo. P. Rúa con
su Capítulo y secretarios y todo el personal
directivo y dirigido del Oratorio'
de S. Francisco de Sales. Cantó
la Misa el Dr. D. Francesia S. S. y
las armonías solenmes, majestuo­
sas, graves, de Graisbacher se
difundían desde el coro por todo
el ámbito del templo. ¡Cuán bien
interprepreta loá afectos del alma
la Schola Cantorum del Oratorio!
El celebrante consagraba la Pre­
ciosa Sangre en el rico cáliz de
oro que, tres años hace, personas
amantes regalaron en su primera
misa al doctor D. Darío Claris,
S. S., uno de las víctimas cuyo
cadáver quedó bajo las ruinas de
Messina!.
El oficio del día siguiente fué
igualmente concurrido. Celebró
el M. R. P. Felipe Rinaldi Pre­
fecto General de la Pía Sociedad
MESSINA
Salesiana.
Los sufragios en el Oratorio se
continuaron, por ocho dias enteros. (Todas las
casas Salesianas del mundo han cumplido con
este deber de justicia). Fijos nuestros pensa­
mientos en Messina hemos buscado noticias de
las cuales presentamos aquí un resumen.

Entre las ruinas de íHessina.
La estadística de nuestras víctimas.
Hoy todo el mundo sabe que pasaron de
200.000. las victimas del desastre sículo-calabrés.
Nosotros aquí en el Boletín SaUsiano sólo ha­
blaremos de nuestras pérdidas y esto para satis­
facer los deseos de los que nos favorecen con
su amistad.
El Rmo. P. Rúa, sabida la desgracia, como
queda dicho, en\nó al lugar al M. R. P. Dr.
D. José Bertello. consejero Profesional de la Pía
S>>ciedad Salesiana. Hé aquí su primera carta.

Enero 5.
...Ayer finalmenie fueme otorgado el permiso del
Gobernador Civil de Catania para entrar en Mes­
sina con el P . Fascie. No le voy á contar inciden­
tes de nuestra gira; aquí tiene lo que interesa.
Messina es un montón de ruinas, pocas son las
casas que han quedado en pié, y éstas gravemente
dañadas en el interior.
No hago detallada descripción de nuestro Colegio
porque exigiríi deniasiad) tiempo. Para quien
la había visto queda solamente el frontis con los
despachos del director y prefecto (v. la figura, trozo
a, frente), el locutorio y algunos cuartos de los
Superiores, mas no se puede entrar sin peligro.
A l ingreso del corredor queda intacta la oleografía
de D. Bosco y pareció saludarnos con su sonrisa.

— {en e l centro) El Insthulo Salesiaoo S. Luí».

La capilla, sobre la cual se desplomó el dor­
mitorio y la terraza superior (v. figura trozo a.
parte posterior) se puede contemplar desde la
calle y presenta el aspecto de un foso lleno de
escombros. Sólo allá en el fondo, en un lienzo
de pared, cual dominando las ruinas, queda en
pié la estatua de María Auxiliadora.
Del cuerpo principal (v. figura trozo b) cayó
todo el techo. E l muro que miraba la colina cayó
sobre el jardí.i como se vuelve la hoja de un libro,
dejando el hueco donde estaban la cocina y los
refectorios en la planta baja, y en la superior los
dormitorios, repleto de escofnbros, camas, mesas,
bancos y ruinas de las mismas ruinas.
E l brazo nuevo (en la figura falta; correspon­
dería al tozo c) y precisamente opuesto al fretüe
que yo no vi nunca, pero que era el doble de aquél
con planta baja, piso y terraza, lodo se desplomó
y trituró, no que.l.mio ni el más lijero fragm.n:-)

— 62 —

de pared. A llí están sepultados los P. P . Pascnali,
Claris y demás profesores sacerdotes....^
* Esta parte, escribe el P. Gameri S. S., se
allanó tanto que la sumidad del edificio se halla
al nivel del patio! »
E l mismo sacerdote que es secretario del

de los cadáveres, se continúen las excavaciones
alli donde se supone yacen los restos del P.
Pascual! y demás Sacerdotes, hermanos y niños
y se les dé la sepultura más decorosa que sea
posible 0.
Al mismo tiempo llegaban cartas de la Cala­
bria. Ninguna casa Salesiana sufrió graves daños:
la de Borgia tuvo algunas grietas; el seminario
de Bova Marina, dirigido por los Salesianos, su­
frió graves daños mas no hubo desgracias per­
sonales: auriqu: acampados en el patio quedaron
sanos y salvos.

Los detalles.
Como cayó el Colegio S. Luís de Messina.

%

MBSSI^A —• El comedor de ios nlQoe.

Sr. Inspector, envió el 6 al Rvnio. P. Rúa.
una estadística de los mucrt(>s del Colegio de
Messina.
« Eos Salesiauos del Instituto S. Luís eran ig,
los alumnos 105, los sirvientes 9. La noche del
<lesastre faltaban i i alumnos y un sirviente que
•estaban en sus casas. De los 121 presentes
se salvaron 70 y perecieron 51 — 9 superiores
38 alumnos y 4 sirviente?/) Y aquí- venia la lista
con
datos.

Muchos son los hermanos y amigos que nos
piden detalles. Transcribimos una carta de D. Lovisolo al Rvmo. P. Rúa.
Veneradísimo Padre:
Con el alma desgarrada y con un temblor in­
domable que agita mis miembros, voy á darle
algunos detalles de la horrenda catástrofe que
hundió á Messina y nuestro floreciente Colegio
el 28 de Diciembre p. p.. Pluma alguna podrá
dar una idea de la catástrofe que aterrorizó y
eiimundeció á los pocos sobrevivientes. Estos
encontrándose sobre las ruinas se abrazaban
silenciosos, petrificados por el dolor. Con todo,

¡Todas las demás casas salvas!
Para tranquilizarnos sobre la suerte de las
demás casas, el P. Bertello, con fecha 9 escribía
desde Catania:
« Acabo de llegar de S. Gregorio y Pedara. Nin­
gún daño en las personas sah’O un gran pánico
•queso va disipando. En S. Gregorio desperfectos
•deconsideración, mas ningún peligro próximo en
'la i>arte anticua de la casa, en la mieva algunos
nuuy ligeros, nada en la capilla en construcción.
E l mayor daño tm'o lugar en la cisterna, que
se abrió y dejó e^caj)ar el agua cu diversas
direcciones.
En Pedara algunas hendeduras ó grietas de
fácil reparación.
El 6 llegaron aquí un medico y un ingeniero
mandados por la familia del P. Claris para ver
si se puede extraer el cadáver y llevarlo á la
tumba de familia.
Partieron para Messina el 7 y con ellos envié
dos de los siqwrvivientes de la casa con la orden
de que si se logra proceder al ílesenterrainiento

MESSINA — Uno de los dormitorios.

venciendo el horror que siento al recordar
aquellas escenas, me pongo á contarle la destruc­
ción de nuestra casa, sólo porque V . R. lo desea.

Cinco confesores, entre ellos dos padres ca­
puchinos , pudieron admirar el 27 diciembre el
arranque de generosa piedad que animaba á
nuestros alumnos y que me daba á mi mismo
las más risueñas esperanzas para el nuevo año.
El día se terminaba con alegres cantos y músi-

i

— 6? •cas y ima gran lifa. En el discursito de la noche
les conté la visita que me había hecho el an­
tiguo alumno de Randazzo D. Jorge de S. Fratello, quien me había asegurado que después
■ de 20 años mantenía firmes y frescos los senti­
mientos de cristiana educación recibida en el
Colegio, los exhortaba á mantenerse siempre
firmes en sus buenos propósitos, y les auguré
■ sonriendo que dentro de 20 años los vería 5^0 á
todos \-irtuosos y buenos y ocupando altos pues­
tos en la sociedad; ellos me contestaron con
\ma sonrisa indefinible de ternura; ¡ Gracias! pero
dentro de 20 años i V . y a no vivirá. Y fueron á
dormir.
Dormían todavía a la s 5,20 del día 28, cuando
un sordo y aterrador rugido, seguido inmediata­
mente de un temblor ó sacudida \iolentisima de
toda la casa y un caer de puertas y ventanas y
viguetas de hierro, nos despierta de improviso.
Para mi fue un momento de mortal angustia. Por
el instante me pareció hallarme bajo la presión
de un sueño terrorífico: mas en el acto conocí
la realidad, y en ese instante que creí el último
de mi vida, recuerdo que me sentí como aplastar
entre la pared y el lecho, oprimido por el escri­
torio que me había venido encima y herido
por los cascotes que caían de la bóveda que se
desplomada. Lanzo un grito de espanto y de oraeión. « ¡Jesús mío, misericordia! Oh María! oh
ángel de mi guarda! oh D. Bosco! & y me lanzo
tambaleando, porque el suelo tambaleaba, á la
puerta que no sé cómo, encuentro abierta; me
•encuentro con los Padres Fariña y Virzí, que
gritan: ¡Auxilio! sálvenos! ¡Valor, hermanos! A
nosotros nos ha salvado la Santísima Virgen,
les grito, corramos á salvar á nuestros hijitos! *
Y me interno hacia el dormitorio del Angel de
la Guarda, que está sobre la capilla, y al salvar
la puerta siento un brazo que me aferra y la voz
del P. Fariña que grita: « ¡Deténga.se por amor
de Dios! ¿No ve el abismo? El dormitorio había
desaparecido arrastraudo consigo treinta cria­
turas con sus respectivos asistentes. Como denso
manto fiméreo, sobre todos se había extendido
la terraza, y todo sobre la capilla, que se había
hmidido varios metros.
I>e las ruinas se levantaba densa polvareda,
■ que impedía la vista y atajaba el respiro, mas
no ahe^aba los ayes y los desgarradores gemidos
de los moribundos! La lúgubre escena, iluminada
siniestramente por un mechero pálido de gaz,
desapareció como por encanto, dejándonos
envueltos en la más espantosa oscuridad.
No siendo posible acudir en su auxilio por
■ esa parte, los bendije, y nosotros tre«. tanteando
•entre las rumas y sosteniéndonos mutuamente
para no caer, llegamos al frente de la capiUa
bloqueada enteramente por las bóvedas hun­

didas. El P. Fariña se persigna , sube sobre
nuestros hombros, rompe á puños los vidrios
que coronan el portón y como una exhalación
salta adentro gritando: « ¡Hijos, no temáis, os
salvaremos á todos. ¡ A nim o! »
Pronto sale por el ventanillo el acólito Fucile
que, cayendo con sus niños, aunque herido y mal­
trecho, pudo arrástrame á un rincón.
Comienza el salvamento . Allí, junto á la puer­
ta, sacamos al niño Nicolás Jerace que con un
hilo de voz gime: « ¡ Adiós I » y muere... Tenía
quebrada la espina dorsal.
Cubiertos de heridas, se extraen el subdiá­
cono Batú que había caído de cabeza ante el
altar de la Virgen, y los alumnos Héctor Interdonato. Antonio Polistena y Antonio Barbera,
á los cuales trasladamos al aire libre. Nuestro
pensamiento volaba con inmenso dolor á los
otros dormitorios: mas todo era oscuridad y
á lo largo del edificio ruinas sin cuento, desplo­
madas las escaleras; ¿ cómo correr á auxiliar ?
E n medio del dolor y las lágrimas, grito repeti­
damente con fuerza:
« ¡Hijos míos, valor, va lo r! Y he aquí que lan­
zado al patío, como evocados por mi voz, se estre­
chan en tom o mío los acólitos Piacenti, Narrora,
y Sciuto, todos heridos y el acólito Amato, afor­
tunadamente ileso. Luego aparece \’clla el por­
tero, que da extraordinarias pruebas de valor
y se nos une para proseguir el lento y penoso tra­
bajo de salvamento, lo mejor posible así entre
las tinieblas: los heridos eran trasladados al
patio, nosotros medio desnudos,¡descalzos, cuan­
tos podemos estar de pie nos contamos, nos lla­
mamos por el nombre... somos apenas diez....
A los primeros albores del día lluvioso ¡ay
D ios! ¡qué expectáculo! Cadáveres pequeñitos
semi-escondidos entre escombros, algunos he­
ridos acurrucados acá y acullá j)resos de mortal
espanto, piedras y broza teñidas de sangre...
De todas partes se grita y pide auxilio;
mientras en todas partes también se trabaja
para extraer de entre aquella montaña de ruinas
y arrancar á la muerte tantas existencias amadas. Y o me esfuerzo por infundir aliento
en los demás pero en realidad era él más aterrado
de todos y completamente anonadado bajo el
peso del dolor.
L a fachada anterior del gran edificio estaba
sumamente agrietada, hendida; el techo caído
parte en el patio, parte sobre el dormitorio,
trocando en sepulcros los lechos. E l muro pos­
terior. que daba al jardín, cayó de un golpe
como arrancado de cuajo, replegándose como
una monstruosa página de un libro y arrastrando
consigo el dormitorio del Sdo. Corazón, la celda
del P. Mauro Rapisarda y todo el piso de las
clases y el estudio. Ahí ninguno se salvó, excepto



el asistente D. Tálamo y el niño Domingo Searano, que de lo alto del 3er piso fueron arrojados
á 20 metros de distancia sobre la calle pública
desmayados y heridos, mas no gravemente.
La nueva ala, que formaba como una herradu­
ra de caballo con el cuerpo del antiguo fabricado,
había desaparecido. Casi tragada por una grande
vorágine no dejaba ver más que pocos residuos
de la azotea allanada hasta el nivel del patio.
La habitaban nuestros queridos hermanos
sacerdotes: Claris, Urso, Pasquali, Lo Faro, Pirrello; el coadjutor Longo y los criados: Piirdlo Francesco, Zuccarello Alfio, Antonio
y Salvatore M arotta, todos irreparablemente
aplastados y hundidos. Nosotros dábamos
vueltas cautelosamente, entre los escombros, y
con voz lagrimosa los llamábamos por su pro])io nombre, aplicando el oido á las ruinas tem­
blorosas aun. En vano! Entre tanto llamaron
mi atención los jóvenes del dormitorio de San
Luís, los cuales puestos en salvo, merced á la
serenidad de espíritu del joven Bárbaro José,
se escurrían por una cuerda, que aquél formara
con sábanas y colchas é iban á parar al vecino
patio. |Deo gratias! El reducido número de los
sobrevivientes va aumentando á simple vista;
los jóvenes del dormitorio mencionado, todos
son puestos en salvo, excepto Francisco Scarano
y los dos Asistentes Manzini y Venia.
Pero, nuevos, desgarradores gritos me hacen
levantar improvísatnente los ojos hacia arriba:
diez niños del dormitorio „ María Auxiliadora ”
semi-desnudos, enloquecidos de miedo, agarrán­
dose á las paredes que amenazaban desplomarse,
volvían sus cabecitas hacia nosotros implorando
auxilio. ,.(Atrás, atrás!'’ gritamos desesperada­
mente, ,,en seguida os salveremos! ”
¿Cómo hacer? El P. Fariña y el P. Virzí
corren en busca de socorros. Hacia las i i he aqui
que vuelven con cinco soldados, de los cuales á
duras penas se habían podido hacer seguir hasta
el Colegio, pues se los habían disputado muchos
otros, para salvar otras víctimas. I,a excitación
de los que intentaban arrebatarnos aquel auxilio
llegó á tal punto, que una pobre mujer casi fuera
de sí por el abandono en que veía á su familia,
lanzóse contra el P. Virzí, tentando herirlo con
un cuchillo, mds viendo inútiles sus esfuerzos, se
lo tiró hiriéndolo ligeramente en un pié.
Cuatido vimos los soldados armados de azadas
y picas, se nos abrió el corazón á nuevas esperan­
zas. Mas ¡ay! también ellos acababan de escapar
de una muerte inminente, y llenos de terror por
el peligro corrido, no se encontraban en condi­
ciones de dedicarse á tan arriesgada obra de sal­
vamento. ¿Cómo, pues, salvar áaquellos pobres
niños que gemían allá arriba, aterrados por el
continuo temblor de las paredes?

6 4



Resultando vana la obra de los soldados, ten­
tamos nosotros solos la peligrosa liberación. El
P. Fariña y el clérigo Amato, asegurando una
cuerda á xma llave casi desmontada del fabri­
cado, los animaron á que se abandonaran en el
vacío, resbalando sobre la cuerda. Aquellos
buenos niños se santiguaban devotamente y con
valor varonil, agarrándose á aquella cuerda se
dejaban escurrir por ella, hasta que, á la altura
de tres metros, abandonando la extremidad de la
cuerda, daban im salto, yendo á caer entre los [
brazos de los superiores, que los recibían estre- •
criándoselos al pecho con alegría infinita.
Sin embargo, 6 de aquellos desventurados que­
daban arriba, aprisionados, incapaces de sustraer­
se á los escombros, mientras que á nosotros, sin
el auxilio de nadie, nos era imposible acudir en
su socorro. Amargados por las desesperadas voces
de aquellas inocentes criaturas y por los lamentos
de los heridos, obligados á estar al descubierto
sobre el desnudo suelo, no sabíamos y a qué par­
tido tomar. D. Fariña, D. Virzí y Vella partieron
nuevamente, atravesando montes de ruinas,
para buscar socorros, mientras yo, plantado en
la calle, conjuro á cuantos veo, vengan á salvar
á nuestros hijos. ¡Inútilmente! todos me miran
aterrorizados y me señalan á sus familias sepul­
tadas bajo las ruinas de sus propias habitaciones.
E l alto muro que circuía nuestro patio había
sepultado y envuelto á nuestros vecinos, que
salidos de sus bajas casas buscaban salvación al
descubierto...
Vuelven finalmente nuestros valerosos her­
manos, pero solos, desanimados, casi abatidos
mientras los gritos de los niños, suspendidos aun
en alto, continuaban destrozándonos el alma.
En medio de tanta desolación, postrados en
tierra, recitamos con viva fé una breve oración.
El cielo se serena como por encanto, y dos palo­
mas. describiendo un rápido vuelo sobre las
ruinas del edificio, van á posarse cerca de uno de
aquellos inocentes. Un grito de júbilo saludó
aquellas palomas, como á mensajeras de próxima
salvación.
E n el ínterin llega abatido, ansioso, empol­
vado, el Sac. D. Alberto Boeris, antiguo alum­
no del Oratorio y querido amigo nuestro, el cual,
después de haber salvado su propia \nda, la de
muchos seminaristas y de otras personas, venía
corriendo en nuestro socorro. Y fué de veras el
enviado del Cielo. Por algunas horas habíamos
trabajado entre las ruinas hundidas de la nueva
ala del instituto, pues de en medio de ellas salía
una débil voz, y finalmente se había descubierto
una cabeza empolvada que á duras penas se
reconoció por la del pobre P. Urso. El caro Boeris
corrió inmedatamente allí donde gemía el pobre
sacerdote, confortando con sus palabras al infeliz.



65

yj poniéndose él mismo á extraer las vigas con
las manos ensangrentadas, continuó su trabajo
con grande dificultad y peligro hasta que se ocultó
el sol. Y a el entero cuerpo del paciente estaba
descubierto y nos sonreía la esperanza de sal■ varlo; mas, jcuál no fué la pena del caro P. Boeris
cuando vió que la pierna izquierda del P. Urso esestaba fracturada sobre la rodilla, comprimida y
casi aplastada por una barra de hierro, sujetada á
su vez por grandes montones de escombros!... El
pobrecito languidecía por las agonías de muerte
V no podía sostenerse, pues tenía gravemente
herida la espina dorsal. I,e fueron suministrados
algunos calmantes y pareció reanimarse, tanto
que, conociendo la g^a^■ edad de su estado pidió
la absolución sacramental, que recibió con ma­
nifiestas señales de sentida piedad, pronunciando
fer\'orosas jaculatorias.
Roto el muro con una pica y abierto un agu­
jero con im cuchillo al rededor del pié encallado,
fué por fin sacado todo magullado. Rodeado de
los afectuosos cuidados de algimos sobrevi\nentes
llorosos, fué colocado con los demás heridos bajo
una tienda improvisada, donde, no obstante los
socorros que se le prestaron para reanimarlo, en
medio de la angustia general, exhaló su hermosa
alma, mártir de atroces tormentos, soportados
con resignación cristiana.
Durante esta angustiosa obra, el P. Fariña y
el clérigo Amato, los únicos de los nuestros que
quedaron totalmente ilesos, consiguieron extraer
de los escombros al joven Angel Russotto, leve­
mente herido y última víctima arrancada á los
escombros en aquel día.
Improvisadas algunas tiendas con sábanas y
colchas para reparar á los heridos, nosotros nos
cobijamos bajo los eucaliptos goteantes aun,
donde encendimos un poco de fuego, alimentán­
dolo con los marcos de las puertas y ventanas,
bas tinieblas eran espesas, la lluvia persistente
y las débiles voces de los niños, suspendidos aun
en alto, continuaban lacerándonos el corazón.
En la angustia, aumentada con la idea de nuestra
impotencia, nos fpregimtábainos mutuamente:
* ¿No nos será dado pues, salvar á estos an­
gelitos? »
Para hacer más lúgubre la escena y aumen­
tar en nosotros el desaliento, de la ciudad
incendiada, altísimas llamas enrojecidas se avan­
zaban vertiginosamente hada la colina, casi
para investimos. Algunos gritaron: < Huyamos
á los montes!» Pero no; ¿ qué hubiera sido enton­
ces de nuestros heridos y de los pobres niños
aislados allí arriba y cuya única esperanza
era el vemos, oimos hablar y rogar por su
salvación ? El P. Fariña de pronto se me acerca,
se quiere confesar, me abraza y me dice: * Ma­
ñana salvaremos á estos queridos hijos aimque



nos cueste la vid a ». Ma.s, aquellas voces eran
cada vez más débiles, funesta señal de que jun ta­
m ente con la voz se iba apagando la vid a en
aquellas criaturas.

Pasó finalmente la interminable noche llena
de trepidadones y angustias. A l despuntar el
alba del 29, el P. Fariña y Vella se apresuraron á
buscar socorros y camillas, cuando he aquí que
á las 8 llegan algunos soldados con orden expresa
del Comandante de la plaza, para que parta yo
en seguida con todos los sobrevivientes capaces
de andar. Y o no quería absolutameitte abando­
nar á aquellos amados heridos, pero la orden era
expresa y terminante: « Váyase! váyase, grita­
ban los soldados, de otro modo, el Director será
responsable de la vida de los sobredvientes.
Qué ¿no lo veis? Os falta todo: el incendio avanza,
es probable la explosión de un vecino depósito
de nitro-glicerina; el suelo tiembla bajo los pies.
Partid en segtiida! »
« ¿ Y los heridos ? »
E l P. Fariña me grita: « Parta luego con los
sanos. E l P. Boeris, el clérigo Amato y yo pensa­
remos en los heridos, los transportaremos al
puerto y nos volveremos á ver todos en Ña­
póles*
« ¿En Nápoles? >
« ¿En Nápoles? Es mejor enCatania, connuestros hermanos ».
«En Catania no!»
« ¡En Catania no! quizás esta ciudad habrá su­
frido la misóla suerte que Mesina ».
En medio de aquella agitación, rodeado de ima
veintena de niños, con D. Virzí y los clérigos Narrora y Piacenti, abandoné] la casa bendiciendo
desde el profundo de mi corazón, por última vez,
el campo de nuestros trabajos, 1(» muertos, los
heridos, todos, é invocando sobre todos el auxilio
del Cielo.
• Mas, no eran menores los peligros que nos
aguardaban en aquella inmensa extensión de
ruinas: paredes agitándose, arcos y piedras enor­
mes suspendidos y vacilantes, escombros que se
abrían en grandes hendeduras de las cuales
salían distintamente gemidos sofocados de in­
numerables víctimas;todo esto hada vacilantes
nuestros pasos é incierta la vida, que de continuo
íbamos recomendando á Dios y á María SS..
Si hubiera podido seguir el impulso de mi co­
razón sacerdotal, me hubiera absolutamente de­
tenido en aquel campo fúnebre; pero la obliga­
ción de proveer á los jóvenes sobrevivientes era
para mí más grave. Me paré sin embargo varias
veces, para absolver á los moribundos de debajo
de aquellas ruinas y para entregar á las pocas
familias sobrevivientes, algunos de nuestros co­
legiales. Después de dos horas de inderto ca­
mino llegamos al mar, pregimto á todos donde



66

se encuentra el buque preparado para Kápoles,
pero ning\ino contesta.
El mar estaba agitado; las naves estaban to­
davía á notable distancia y las sirenas silbaban
tristemente como si lamentasen la ruina de la
floreciente ciudad, el exterminio de una entera
población. Grité entonces nuevamente:«¿ Adóndg
vamos? » Y he aquí que se me presenta un an­
tiguo alumno del instituto, el Sr. D. José Raneri, que me abraza afectuosamente y me asegura
que Catania no ha sufrido daños, con el terremoto.
Corrí entonces á la estación, pasando sobre un
suelo poco firme y en gran parte invadido por el
mar, embarazado por los escombros y los monto­
nes de leña.
Henos por fin en la estación ferroviaria. Mi­
llares de personas descalzas, laceradas, tem­
blando de hambre y de frío se amontonan, se
empujan á fin de obtener un puesto en cualquier
vagón y escapar así de aquella tierra de desola­
ción y de muerte. También nosotros dimos el
asalto á un vagón y llegamos á conseguir un sitio
todos juntos: y sólo entonces elevando una plega­
ria de agradecimiento á la Virgen SS. nos pa­
reció estar fuera de peligro.
El tren avanzaba muy despacio, cuando he
aquí que para contristamos mayormente, entre
Galati y Scaletta, so nos presentó el terrible
expcctáculo de un horrendo naufragio.
iCrau unos diez náufragos que agarrados deses­
peradamente á tablas lluctuantes luchaban con­
tra las ondas con pasmos de muerte, invocando
inútilmente un socorro. Impuse silencio á los
viajantes del vagón y rezamos juntos una Salve
después, asomándome por la ventanilla,
en voz alta excité á aquellos infelices á la contri­
ción y les di la absolución, mientras el tren con­
tinuaba avanzando lentamente.
Al pasar por Alí vi con dolor el Instituto de
las Hijas de María Auxiliadora dermmbado;
pero supe ton alegría, que las hemanas y todas
las alumnas, menos una, se habían salvado del
desastre.
Finalmente, á las i8 llegamos á Catania y en
la estación fuimos acogidos con indecible cari­
dad por nuestros hermanos, que nos prodigaron
los cuidados más solícitos y amorosos, y nos
anunciaron que la tarde anterior, apenas se
esparció en Catania la noticia del desastre, el
Inspector y el Director hablan intentado partir,
pero que sólo aquella mañana habían podido
ponerse en viaje hacia la ciudad destruida.
Entre tanto, nuestros pobres hermanos, que
que<laban en Messina con el P. Bocris, veían el
incendio avanzar, siempre más espantoso. Asus­
tados, transjx)rtaron uno á uno los heridos á
un jardín situado en un punto más elevado; pero
á los intolicL^ les faltaban Wveres. Un señor que

^

pasó por allí, conmovido les ofreció pan, y una
mujer del vecindario preparó un puchero de
arroz, que el P. Boeris distribuyó entre los he­
ridos. Entre tanto el P. Fariña, viendo en una
senda cercana un rebaño de cabras, cogió una, y
dirigiéndose al cabrero: « Tomad dos pesetas,
gritó, dadme leche. * E l buen hombre, ordeñó
la cabra, lo cual fué una verdadera providencia
para los heridos y para aquellas criaturas que
allá en alto se morían de hambre y de sed. Efecti­
vamente, un valiente {cuyo nombre sentimos
muchísimo ignorar, por impedirnos manifestarle
nuestro reconocimiento) movido á compasión
de los gritos desesperados de aquellos niños,
únicos que interrumpían el lúgubre silencio de
la colina, proveyóse de una escalera, les alargó
una botella de leche; después, con la ayuda de
algún amigo consiguió, entre mil peligros, arran­
car de los escombros, algunos de aquellos afligi­
dos alojándolos en su cabaña. Intentar la sal­
vación de los demás, sin más ayuda, era absolu­
tamente imposible.
Entre tanto á las 4 de la tarde, después de 8
horas de viaje, llegaban al lugar del desastre el
Sr. Inspector, y el Sr. Director P. Camuto. A la
vista de Mesina destruida y del Colegio arrui­
nado, petrificados por el dolor, no podían proferir
palabra.
Pero su presencia consoló á los hermanos y les
infundió nuevos ánimos para continuar la obra
de salvación. Terminaba entre tanto la segunda
noche, obscura, lluviosa y triste por las continuas
sacudidas y por los prolongados lamentos de
dos niños, suspendidos aun sobre sus camas co­
gidas entre \ngas de hierro y cubiertas de escom­
bros. Para los infelices había concluido y a toda
esperanza, pues el P. Camuto en vano fué hasta
el mar en busca de socorro.
Es inútil decir que ninguno pudo cerrar ojo
tampoco aquella noche. Al despuntar el alba del
día 30, se corrió nuevamente en busca de auxilio.
Los nuestros temblaban al pensar que habían
de dejar morir de abatimiento y de miedo á
aquellos tiernos niños, cuando el P. Camuto, en­
contrándose afortunadamente con un grupo de
soldados rusos, se acercó á ellos, cambiando con
el Cabo algunas palabras en francés. Aquellos
bravos soldados, al oír que dos niños ^^vos aun
se encontraban en extremo peligro, proveyén­
dose de oportunos medios .de salvación siguieron
á nuestro hermano, el cual se \*ió obligado á
hacer el sordo á las piadosas súplicas de algunas
pobres madres que llorando le mostraban las
ruinas bajo las cuales estaban sepultados sus
hijos. Finalmente llegaron al Colegio y en xin
abrir y cerrar de ojos helos y a en el primer pi-so.
Allí, cogiendo ima escala, dando repetidos golpes
con la misma se abrieron paso á través del agrie-

— 67
tado pavimento del piso superior á donde llega­ conocemos sus vías, pero es deber nuestro ado­
rarlas!
ban los débiles gemidos de los niños heridos.
Ruegue por las ^*ictimas, amadísimo Padre,
Asegurada la escalera, prudentes y animosos, los
soldados la subieron velozmente y después de y su b^ dición venga á mitigar las heridas de los
una hora de fatigoso trabajo, arriesgando su pobres y pocos sobrevivientes y las angustias de
Su devmo. Hijo
\*ida, arrancaron también á la muerte á aquell<»
dos angelitos que hacía 54 horas que esperaban
Sac. Á K G E L Lovnsoio.
una mano salvadora.
Catania, 12 de Enero de 1909.
Pero, los víveres faltaban absolutamente y
las últimas gotas de leche habían refrigerado los
El Educandado ‘ ‘María Auxiliadora’*
labios de aquellos pobrecitos.
Era necesario proveer también á esto, de otro
de Alí Marina.
modo no hubieran mejorado de condición. ¿Como
untamente con las primeras noticias del
hacerlo? L a falta absoluta de medios de trans­
desastre, aparecieron sobre los diarios
porte les afligía, sumergiéndolos en una profunda
frases alarmantes sobre la suerte del
tristeza.
Por otra parte, tentar otros
medios de salvación en las tres •
partes del Colegio derribadas, sin
ayuda y sin ningún medio era
imposible, tanto mas que en dos
partes no se trataba de remo­
ver un monte de escombros sino
de escavar completamente dos
abismos de ruinas.
Entonces fué, cuando el P. Fa­
riña, el clérigo Amato, el caro
D. Boeris y D. Cavina venido de
Randazzo se lanzaron á una em­
presa desesperada. Después de
dar un último adiós á las ruinas
del Colegio é implorando el eterno
descanso de los que habían de­
jado de existir, cargándose sobre
las espaldas los heridos, uno tras
otro, en medio de una muche­
ALÍ MARINA — El Colegio <■ María Auxiliadora ».
dumbre de gente mara\*illada, los
transportaron á bordo y de allí
Colegio de las Hijas de María Auxiliadora, de
unos á Siracusa, otros á Nápoles, la mayor parte
á Catania. E ste es el fin desgraciado del Insti­ Alí Marina, y de sus educandos. La aprensión,
tuto de S. Luis de Messina.
producida por las noticias de los diarios, parecía
Ahora, afligidísimo Padre, estoy circundado
cofirmada jx)r el doloroso silencio, hasta que
de una multitud de niños, hasta hace pocos días finalmente un telegrama y seguidamente varias
felices y hoy inconsolables en su desventura. A l­ cartas, llegadas á la Superiora General del Insti­
gunos han perdido el padre ó la madre y otros á tuto cambiaron la triste ansiedad en un himno
ambos en el tremendo desastre. Yo los miro con­ de agradecimiento, no obstante la gravedad del
movido y busco el modo de animarlos á confiar caso. He aquí la carta de la Inspectora.
en Dios y en su amorosa Providencia.
Alí Marina, 29 Diciembre 1908.
En la prueba y en el dolor, me consuelan los
numerosos telegramas y cartas que recibo de
Reverendísima y ainadísima Madre:
nuestros hermanos lejanos; sus palabras \'ienen á
Henos aquí en un desierto! Han marchado
confortar este corazón, para siempre destrozado;
pero ¿ quién podrá llenar el vacío inmenso de tan­ algunas de nuestras educandas, y otras, cuyas
tas existencias, tronchadas á mí alrededor en familias quedaron bajo los escombros, han ido
tan breve espacio de tiempo? Pienso, que si el á Catania jimtamente con aquellas de sus com­
Señor ha permitido una tan grande desven­ pañeras que aun no han sido reclamadas por sus
parientes. ¿ Y nosotras? Aquí estamos en vilo
tura no puede haberlo permitido, sino* con una
sabiduría infinita. Nosotros, miserables, no horrorizadas, consternadas, aunque nos empe-

68

ñamos en conservar un continente que pueda
animar á los demás.
|Oh, Madre, Madre querida! Y o no le podré
expresar jamás el pasmo de ayer mañana!. Eran
las 5,20 y yo me hallaba al escritorio contestando'
algunas cartas, cuando de rcj)cnte oigo un rumor
inmenso. Apenas comprendí de qué se trataba,
subí volando las escaleras, aunque sacudida á
derecha é izquierda por la fuerza del terremoto,
lín.un rellano encontré seis educandas que huían.
Estaba ya para precipitarme en el dormitorio
para salvar á las educandas, cuandg he aquí que
el dormitorio desaparece, no presentándose á
mi vista más que ciclo y escombros!
¡Madre! lo que hice entonces, no lo sé; sé sola­
mente que si en aquel momento no enloquecimos
todas, fué un milagro! Acudieron entre tanto al­
gunas asistentes, postulantes y novicias y se
dieron á salvar cuautíis podían. Estercita estaba
delante de mí enredada entre vigas y escombros,
pero conseguimos librarla. Varias educandas
se libraron por si mismas de las piedras y al­
fombras, esteras y salían de allí como fantasmas
de sus sepulcros, gritando con toda su voz:
« ¡Estamos salvas! estamos salvas! ¡María Auxi­
liadora nos ha salvado! t>
A algunas pequeñitas fué preciso arrancarlas
á viva fuerza de sus camas cubiertas de \dgas,
pues ellas no (¡uerían salir... en camisa! Queridas
inocentes! no, podían comprender el peligro! A
una niña, le rozó las sienes una gruesa viga y
perdió los sentidos: ella también fué salvada de
la muerte.
líntre tanto el viento nos apagaba á cada
instante las luces, dejándonos en la más an­
gustiosa oscuridad. Y o gritaba: « ¡Contad las
niñas; decidme cuántas faltan! s>
Me sentí coñfortada, cuando me vinieron á
decir: «¡Están todas, no falta ninguna!» Bajé al
patio, desde donde vi que el mar agitado em­
pujaba sus olas hasta cerca de nuestro edificio.
Nuestra situación pues, era terrible. Por una
parte el mar y por otra las casas derrumbándose.
La SS. Virgen nos ayudó. De pronto, una voz
anuncia que falta Sor Rosina. Una jovencita,
librándose de los escombros que casi la sofoca­
ban y que la habían herido en la cabeza nos dijo
que la asistente estaba aun bajo las ruinas. Ima­
gínese nuestra agitación! Había pasado ya
una buena media hora; se había implorado el
auxilio de algunos hombres y afortunadamente
éstos llegaron.
Se subió volando al donnitorio, se empezó á
separar escombros y finalmente se oyó un ge­
mido: « ¡Está todavía vival » gritaron todos.
Después de un trabajo febril por parte de aque­
llos valerosos hombres, se consiguió descubrir
la cabeza y el tronco de la hermana. Estaba



vistiéndose la pobrecita, cuando le cayó encima
parte de la azotea, quedando ella encorvada
hacia adelante. Su posición era bien penosai, arro­
jaba espuma por la boca. Acudió él sacerdote y
le dió la absolución. Creíamos qne.se nos moría.
Una gruesa 'viga la oprimía el estómago; hubo
pues, que buscar una sierra y serrar dicha viga.
Cogiéndola en peso, los hombres la transporta­
ron al patio. Mientras todos estábamos ali'viando
á la pobrecita religiosa llegan otras hermanas,
ansiosas, diciendo: Falta Maria Rizzo, una encan­
tadora niña; su papá había querido á toda costa
llevarla á vacaciones de Navidad; pero ella se
empeñó de quedarse con nosotras.
Üe dejo imaginar la angustia de nuestros co­
razones. Corrimos á donde suponíamos que se
pudiera encontrar la cama de María y empegamos
á cavar llamándola. Afortunadamente se oyó
una voz que decía: « Descubridme la cabeza, »
Habla sido oprimida por los escombros, pero ella
se defendió como pudo, ocultándose bajo las
sábanas y mantas. Al verse descubierta, saltó
ilesa, gritando: « María me ha salvado, María me
ha salvado; le daré gracias por toda mi vida ».
Descalza, en camisa, á tientas, entre Iqs escom­
bros, ella consigue también ponerse en salvo,
y corre ansiosa cerca de Sor Rosina, al rededor
de la cual estaban varios hombres y algunas her­
manas,
Mas, una nueva voz horrorizada grita: « Falta
Melina Messina, la sobrina de Sor Rosina. » Esta
vez el corazón de todos se heló de terror. Corri­
mos á su cama y la encontramos aplastada por
las vigas. Después de un largo, silencioso y febril
trabajo, después de prolongada y penosa fatiga
despunta finalmente la cabellera descompuesta,
luego la cabeza, en seguida los brazos, pero ¡ay!
el abandono en que yacía nos lo revela todo en
un momento. Callamos para no impresionar á
Sor Rosina, que se agitaba entre las contorsiones
de una penosa agonía, que afortunadamente su­
peró con felicidad. A la buena Melina se le pro­
digaron los cuidados más urgentes; fricciones,
senapistnos, etc. etc., durante dos ó tres horas;
pero su hermosa alma halña volado al Cielo. Para
consuelo suyo, le digo que murió como un verda­
dero ángel.
Por la Inmaculada había hecho su primera
Comunión; tenía
anos y había pedido fervo­
rosamente á Dios que la hiciera morir antes de
salir del Colegio, si es que después había de co­
meter un pecado mortal. Algunos días antes había
dicho á Sor Rosina: < Con qué gusto moriría
ahora; he hecho una confesión general y me he
acusado de todo, de todo; he llorado mucho mis
pecados. No tengo en la conciencia nada que me
inquiete.’ >> Dios misericordioso la escuchó y se
la llevó consigo el dia de los Inocentes!



Mañana, la Uevaremos al lado de nuestra que­
rida Madre (i).
Sor Rosina sufre, pero goza al mismo tiempo.
He aquí la historia dolorosa de la mañana del
28 diciembre. Los dos donnitorios del lado de los
baños sulfurosos, están totalmente destrozados
no quedando piedra sobre piedra. E l resto de la
casa, salvo el subterráneo, está destrozado é
inhabitable. Por gracia de Dios quedaron en pié
las escaleras y el corredor central; esto nos
ha dado la facilidad de salvar á nuestras
mnas.
La mitad de la bóveda de la iglesia se ha dernimbado; las paredes peligran. En casa nos
hemos quedado solamente cuatro; las demás
han partido para Cataiiia, Mr scali, Bronte, etc..
Aquí no es prudente quedarse: la noche pasada
más de veinte dormimos bajo el techo de la esta­
ción. Esta noche, las que hemos quedado iremos
á dormir sobre un \*agón.
¿ Y M ^ in a ? Estábamos en una angustia ho­
rrible ^ b re su suerte. Los trenes no riajahan.
E l telégrafo no funcionaba. Finalmente pasó
por allí un tren y un joven nos aseguró que las
hermanas se habían salvado. Y o estaba decidida
á ir á buscarlas, pero esta mañana han pasado
por aquí horrorizadas. Sor Carlotta envuelta en
un chal. Sor Inés desfigurada, la Directora toda
magullada. Me dijeron que se habían salvado
todas por milagro y gracias al heroísmo de nues­
tros buenos soldados. Sor Claudina estuvo dos
horas bajo los escombros sin poder recibir au­
xilio.
Los pobres Salesianos de Messina, perecieron
cinco ó seis bajo las ruinas y también algunos
de sus alumnos. No tengo noticias de Barcellona.
Las comunicaciones están interrumpidas. La
devastación reina por todas partes. Messina está
arrasada éigualmente Reggio,Villa, Bagnara etc..
<iSerá aun necesario que le diga que no sé reca-

'

I

(i) La Madre (nota la Rma. Siiperiora GenemI) es Sor
Magdalena Morano, primera Insj>ectora de Sicilia, que
hace pocos meses murió, dejándonos en profundo des­
consuelo. A la edad de 30 aflos, atraída del eíq)Iritu del
Venerable D. Sosco, entró en el Instituto fundado jror
el mismo Venerable poco tiempo hacía, consagrando en­
teramente á dicho Instituto, !a mente, el coraión las
fuerza.^ y la vida entera. Mand.nda á Sicilia, primera­
mente como Maestra, fué después elegida Directora é
Inspectora de aquellas casas, en las cuales ejercitó un
admirable apostolado, dejando á su muerte, fundadas
18 casas florecientes, dedicadas á la educación de la ju­
ventud femenil. Mujer fuerte, en los peligros y en las
necesidades recurría á María Auxiliadora, con una fé
«n Igual. Recuerdo, que durante la novena de Navidad
del 1899 se levantó una horrible borrasca que amenazaba
demoler una parte del Colegio de Ali. Sor Morano,
mientras la Comunidad estaba reunida en la iglesia, de­
lante del SS. Sacramento expuesto, baja al patio, y pomeiido de cara al mar embravecido, una estatuita de
Mana Auxiliadora, promete expeciales oraciones de re«nocimiento. solicitando gracia. Y la gracia se obtuvo.
^
continuo enfureciéndose, pero sus olas cambia­
ron direcaón y el Coi^io fué salvo.

6 9



pacitarme, que no sé lo que debo hacer j* Las
sacudidas se repiten á intervalos, y si bien me
encuentro en el subterráneo, me obligan á esca­
p a para no ser imprudente. Disponga un triduo
de acción de gracias, pues á esta hora debíamos
estar muertas y estamos aun en rida. Diga á
todos en nuestro nombre que María Sraa. es
buena, buena, buena! Enrieme su bendición.
No repaso esta carta porque me da pena, y
porque huyo, pues la tierra tiembla toda.
Mañana, si Dios quiere, partiré para Cataiüa á
fin de ordenar á toda aquella gente que está allí
amontonada. Madre, \-euga en nuestro auxilio;
ruegue por su
Afma. Hija
Sor D écim a R occa
Hija de Marta Auxiliadora.
Varias otras casas de las Hijas de María Auxi­
liadora sufrieron daños, pero no tuvieron \ íctimas.
En Trecastagni cayó un muro del jardín y en
la casa é Iglesia se abrieron grandes grietas. En
Barcellona la casa quedó inhabitable. En Mascali Nunziata, el sacudimiento fué tremendo,
pero no se sufrieron daños.
E n Messina, donde las Hijas de María .-Auxilia­
dora tenían una casa que ocupaba la parte baja
de la ciudad, quedaron todas bajo los escombros,
pero afortunadamente pudieron sacarlas de allí
vivas y casi sin daño, de modo que aquella ma­
ñana misma del 29, después de ún viaje penoso y
mal vestidas, ellas daban gracias á Dios, en la
Capilla de sus hermanas de Catania, por haberlas
librado de inminente peligro.

Por las víctimas*
Y ahora, amados Cooperadores, sentimos la
necesidad de implorar abundantes sufragios por
tantas almas y auxilios espirituales y materiales
para los supervivientes.
¡Oremos! L a admirable porfía de caridad que se
despertó en el mundo, aliviará los dolores de los
heridos, saciará el hambre y apagará la sed de
tantos infelices. Pero ¿quién infundirá la resi­
gnación en tantos corazones adoloridos? Sola-'
lamente la gracia del Señor.
«Mientras rogamos por los difuntos — escribe
el Revino. P. Rúa á todas las casas salesianas —
recomendemos también al Dios de las consolacio­
nes y á la Madre de los afligidos y auxilio de los
Cristianos, los desolados parientes que lloran
la miu;rte de seres queridos. ¡Oh Dios mío! dad
vos consuelo á las madres, á los padres, á los
hermanos, á las hermanas, á Í(Wparientes de mis
hermanos y concededles la fuerza de hacer con
cristiana resignación el sacrificio'que las p>obres
* *



7 0

víctimas hall hecho seguramente en el supremo
instante de su vidal »
IvO misma plegaria, oh amados cooperadores,
elevémosla por todos cuantos lloran á causa del
terremoto. Mas unamos la acción á la oración.
« Iva horrible catástrofe, que arrojó en la cons­
ternación y en el luto á tanta gente, — escribe
á los directores de nuestros colegios el P. Cerrnti, consejero escolástico mayor de la Pía So­
ciedad Salesiana, — y arrasó dos florecientes
ciudades, conmovió profundamente los cora-



gra de dolor, abrió sin más las puertas de sus ins­
titutos á los huérfanos que dejaba el terremoto.
Su ejemplo debe transfundirse en nosotros; en
nosotros y en los niños confiados á nuestro amor.
» Convencidísimo estoy que todos los niños de
nuestros colegios y oratorios, por vosotros infor­
mados del horrendo desastre 'y sus funestas con­
secuencias, no vacilarán en poner en vuestras
manos, según su posibilidad, sus regalos, sus
pequeños ahorros, para aliviar aún en parte in­
significante la miseria de tantos hermanos suyos.

AYWAILLES (Beiglo) — Escuela dominical del Instituto S. Rafael.

zoncs, no sólo en Italia, sino en todo el mundo
civilizado, y suscitó y suscita grandes actos de
heroísmo y generosidad, mostrando una vez más
qué fuerza de solidaridad y frateniidad, ó lo
que es lo mismo, de caridad cristiana, alberga
todavía la sociedad cu dondequiera que penetró
el Cristianismo. Al frente de este movimiento que
marca y marcará época en la historia de la huma­
nidad, vemos á nuestro veneradisimo Superior
General, D. Rúa.quien, apenas tuvo indicios de la
mortal desgracia, sin reparar en gastos ni sacri­
ficios, sino inspirándose en la generosidad de su
corazón, que es el corazón de D. Bosco, que san-

especialmente los que son de su edad: los jóvenes
y niños. Formar á los niños desde los primeros
años en el ejercicio de la caridad, es obra eminen­
temente educativa en sí misma, y deber sacro­
santo para nosotros, hijos de D. Bosco, que con
justicia ha sido llamado el S. \'icente de Paúl
del siglo X I X . »
Iras palabras del Superior no cayeron en vano.
De todas partes llegan ofrendas. Im itad el ejem­
plo, cooperadores, para dar á vuestros hijos una
elocuente lección práctica de caridad y frater­
nidad.
- .

DE ^ÍUEST[^AS MI5IOJMES
tiiatto Grosso (Brasil)
De Cuyabá al Rio Bermejo.
U na excursión afortunada.
(Relación del P . Báizola).
{Co7itinuación).
'abiendo caminado 15 kilómetros lle­
gamos á la hacienda, h o y. abandonada,
de Correiiteza, y nos detummos á exa­
minar’ el lugar, causa de tantas desgracias.
A o rilla del S. L o ren zo — E spléndido
palm ar — L a fiesta de M aría A u x. —•
Cam pam ento abandonado — E sp e ra n za s.
Nos esperaba una densa floresta por entre
cuyos seculares árboles debíamos andar 45 ki­
lómetros, que poco antes estaban
sin senda ni vereda conocida.
Afortunadamente, entre marzo y junio, nue­
stro gtiía, el- infatigable D. Luís Estévez, había
practicado una, por donde podían pasar los carros.
Abrir caminos en llanura es ya difícil, pero cuando
se trata de 70 km. de montana, con 45 de selva, es
algo que raya en lo heroico. 12 km. adelante, nos
hallamos á orillas del S. Lorenzo. E l lugar no
podía ser peor para pernoctar.
Pero como el río estaba crecido y había que
pasarlo á nado, resolvimos esperar hasta el otro
día con la confianza de que bajara, como sucedió.
Los mosquitos se encargaron de damos serenata
y caricias durante la noche.
Antes de proseguir, celebré Misa bajo tienda
de campaña. E ra el 23 de Mayo. 45 km. más allá
vive la familia Rodríguez, en cuya casa determiné
celebrar nuestra grande fiesta. Mucho trabajo
nos dió el Vadear el rio, por lo cual nos era impo­
sible llegar aquella tarde á la hacienda. Mandé á
nuestro fiel compañero Manuel á que le a visp a
que al día siguiente, más tarde ó más temprano,
llegaría á celebrar en su casa.
Esguazado el rio, se presenta de nuevo la flo­
resta. A los 25 km. salimos por algunos instantes
de su oscuridad misteriosa, experimentando la
misma sensación que á la salida de im túnel.
Estábamos en una altiplanicie, y un panorama

espléndido se desplegaba á nuestra \dsta. Estaba
cubierta de palmas de coco y de aqiMSSÚ, que
forma el ordinario alimento de los indios. Pare­
cíame estar en las encantadas colinas del A/o»ferrato. Mi primera exclamación íué ;
- ¡Qué hermosa viña se podría plantar aquíl
Prouto se desvaneció la claridad. Bajando,
entramos de nuevo en el túnel misterioso de la
seh'^a. A su entrada, observamos un campamento
abandonado. Por los rastros, dedujimos que más
de 190 indios acababan de pasar.
Es costumbre de los indios cuando viajan,
escoger cada familia su sitio para pasar la noche
ai pie de un árbol ó arbusto, y limpiarlo diligen­
temente en forma circular, en cuj’o centro encien­
den una hoguera. Mientras tanto, los jóvenes im­
provisan un hoMto, ó sea un círculo mayor, en
proporción al número de hombres, para sus reu­
niones particulares, y ellos también por una sola
noche. Cubren el sitio con gran celeridad y sen­
cillez, clavando estacas y poniendo palos trans­
versales, que tapan con hojas de palma de
aquassn ó acury.
He dicho que acababan de pasar. Los compa­
ñeros que \'eníau detrás oyeron el ladrido de los
perros, y el indio Moraes, que nos seguía, oyó
la gritería de los salvajes en medio de las palinas.
Ansié ir á verlos al instante, pues no debían
estar muy lejos, pero prevaleció el deseo de ce­
lebrar la fiesta de Maria Auxiliadora con aque­
llas familias que me estaban esperando.
Por lo tanto, caminando algunos kilómetros
más, salimos de la selva, que los indios llaman
Camandode y, habiendo encontrado un poco de
agua, nos quedamos á pasar la noche.
Era la noche en que espontáneamente todo
corazón salesiano se dirige hacia el Santuario de
Valdocco y se representa vivamente el esplendor
de esas fiestas y el recocíjo de ese amor tierno
y religioso. Penetrado de estos pensamientos,
me olmdé de que estaba al abrigo de un árbol
secular de una selva salvaje y en los dominios
de salvajes tribus, y me figuré hallarme en Turín,
en el Oratorio, al abrigo del manto de María
Axixiliadora, gozando con mis hermanos de la
grande fiesta de la Madre.
Pero la realidad se impuso. Mas ni aun en­
tonces, padre, ni en ninguna circunstancia se

— 74 —
contra todo? lof indios, sino sólo contra el que
obrare mal.
Todos aprobaron con el acostumbrado :
— H uí hut hu!
— Y ahora, proseguí, mandad llamar al Ca­
pitán Andrés para que él y los suyos se compro­
metan á no perseguir más á los braides del Buyyty.
Sabed también que el capitán grande me ha
dado muchas cosas para distribuir á los Bororos
buenos, y esto lo haré mañana.
Mas vosotros decís que los Bororos no han
dado muerte á los braides: esto no es cierto. El
año pasado mataron al joven Melchor Bordes sin
causa alguna ; mientras que si los braides han
muerto á algunos bororos, se vieron forzados,
porque perseguidos y amenazados por ellos de
día y de noche.
Entonces se excusaron, echando la culpa á los
del Baire José y del Capitán Andrés. « Xísos son
malos y no quieren obedecer ni estar con los ca­
pitanes buenos •>.
La discusión se prolongó, pero al fin se com­
prometieron á obedecer al capitán Grande y
seguir mis consejos.
El día siguiente 26, los hice reunir á todos
frente á mi tienda, para que oyeran la Santa
Misa. iQué lindo cuadro! mas no teníamos foto­
grafía!
Después de Misa les hablé del P a ja i Grande,
y recordando los tiempos de la Colonia Teresa
Cristina les dije que como entonces no habían
amado al P a ja i Grande, éste nos había retirado
<le allí para mandamos á fundar la Colonia del
Sdo. Corazón, donde los Bororos eran más buetios, y sus hijos tan civilizados, que habían ido
con su banda al Bacurireu {esto es á la Exposi­
ción) de Río Janeiro. Remaché luego lo dicho
el día anterior á solos los hombres.
Después de la función religiosa, los hice poner
en fila y les repartí los objetos traídos: pedazos
de tela, pañuelos, anzuelos, bramante, hilo, espe­
jos, cuchillos, tijeras, agujas, etc. etc.. Había 130
personas, y faltaban algunos que habían ido á
pescar y cazar. Mucho me afligió el ver tan pocos
niños.' Pregunté la causa y me dijeron que
¡habían muerto! Es verdad, recuerdo que años
atrás oí hablar de una epidemia que se cebaba
especialmente en los niños.
Luego invité á algunos á que me acompañaran
hasta la aldea de Jorigui-Jaru.
E ncuen tro con el fam oso «.<P ilo to » y el
C ap itán « P e rig o » — C urioso episodio
— E ncuen tro con otros 150 indios.
La aldea distaba más de 30 km. en la dirección
del Tadarimanña. Partimos. El camino que
tomamos era un sendero hollado únicamente

por los indios. No obstante, íué feliz y á las 5
de la tarde estábamos frente á la aldea. Pero
como ésta se hallaba al otro lado y el río tiene
120 metros de ancho, resolvimos plantar las
tiendan para pasar la noche. Con todo entré en
una canoa con dos indios, y ganando pronto la
orilla, continué hasta la aldea, y quedé pasmado
al verla tan grande. Había 22 cabañas. Nada
sabía yo de esa gente; mas en una de ellas topé
con el famoso Piloto, el indio « tuerto de un ojo
y del otro no muy sano &, bajo de estatura, ro­
busto , siempre terrible, á quien j uraron matar los
habitantes del Araguaya por creerlo autor del
asfsinato de un tal Villela, pero para con nos­
otros siempre cortés.
Le comuniqué el objeto de mi visita, enco­
mendándole hablara con los demás jefes durante
la noche y que por la mañana pa.'^aran el río para
oír la misa y recibir los buenos rególos que les
traía.
El me recordó los años pasados en la colonia,
me repitió que me quería mucho, que había he­
cho siempre mucho en favor de los misioneros;
pero que ahora estaba falto de camisa, calzones,
frazada, cuchillo, hach?, agujas, hilo, anzuelos
y ..... mil cosas más. Le contesté que cumpliera
bien mi comisión y quedaría contento. Pobre
Piloto! Pasó la noche contando á grito herido
las rail y una maravillas de los Misioneros.
En otra choza encontré al no menos famoso
capitán Perigo, que estaba sufriendo de reuma­
tismo: lo consolé é hice las mismas recomen­
daciones. De veras era ya tiempo de vernos!
Como S. R. sabe, el P. Malán y yo, lo habíamos
mandado llamar desde nuestra primera excur­
sión, á los montes de -la Transfiguración, pero
él llegó el día después de nuestra partida. En mi
segunda excursión llegó dos días después, con
80 indios, á cinco de los cuales dejó en Ponte de
fedra, para que me esperasen y condujesen á sus
aldeas; pero también ellos, habiéndome espe­
rado uu mes, se marcharon y yo llegué tres días
después. Al fin los encontré y nos saludamos co­
mo viejos amigos, aunque nos veíamos por pri­
mera vez.
Al otro día, repasé temprano el río y ful á la
aldea. Todos estaban y a en mo^'imiento para
pasar á la otra banda, donde « verían al Papai
Grande y recibirían cosas muy bonitas *. Apesar
de todo, volví á recomendarles que pasaran todcíS
(pues me interesaba contarlos). Comprendí que
habían entendido muy bien mis deseos, porque
me llevaron á \-er una mujer enferma, la cual
no podía pasar al otro lado. I^a consolé diciéndole que la tendría en cuenta como si pasara,
para el efecto de los regalos.
Pero debía presenciar una buena. El terreno
que media entre la aldea y el río está lleno de

pantanos. Como no quería mojarme, pregunté
cuál era el camino más seco. Inmediatamente
alza la voz nuestro Piloto y se ofrece á acompa­
ñarme por un sendero que él creía el mejor; pero
que nos llevó á las orillas de un gran pantano.
No sé decirle cuán mortificado quedó; mas en el
acto me midió de ima mirada y á todo trance
quiso pasarme en sus hombros. Temeroso de
disgustarlo, me resigné. Pero llegando al medio,
y siendo el indio bajo de cuerpo, me hallé cor los
pies en el
y poco á poco con las rodillas mo­
jadas, mientras el indio reía y gritaba á más no'
poder:
— lint burro Padre... imi caballo- padre... imi
tapiru padre. Y o soy el borrico del Padre! soy
el caballo del Padre! sdy el buey del Padre!
Y á cada frase, una carcajada y yo me hundía
más. Por fortuna salimos sin que el baño fuera
total.
Desde un punto visible á todos dije la Mira;
era otro espectáculo digno de contemplarse:
una misa á las orillas del río, á la entrada del
bosque, á la presencia de una turba salvaje que
contempla atónita y reverente!
Les hablé del Papai Grande (Dios) y de la
Muga Grande (María Sma.) y repetí lo dicho en
la otra aldea.
E n seguida, los hice formar y los conté. Com­
prendidos los pocos ausentes eran unos 150. Vi
con gran satisfacción unos 30 niños, que Dios
mediante, pronto serán educados religiosa y ci­
vilmente en la Colonia del Sdo. Corazón.
Por primera cosa, hice repartir una pieza de
tela á las indias, que por estar lejanas de toda
comunicación con los civilizados, no tenían nada
absolutamente, luego di á cada uno \-arios ob­
jetos de que quedaron asaz contentos. A Piloto
y Perigo les di todo lo que deseaban: también
me mostré pródigo con los capitanes Cuiá,
José. Tuagogo. los cuales quedaron más que con­
tentos. Como les dijera que iba á Cogueau y
Arojari para buscar el sitio para una nueva co­
lonia, me dijeron que no rae convenía, sino que
era menester fundarla entre ellos, porque hay
abundancia de peces y caza, pues hay 100 km.
de selva. Talvez tengan razón, mas no quise pri­
varme de la visita al Arojari, porque me lo ha­
bían pintado como lugar muy apropiado. A.«í
fuéque partí al Tribujau, á la casa de nuestro
excelente guia Luis Estévez, adonde llegamos
á boca de noche.

alegría. Todo el elemento femenino de la familiar
Rodríguez, que no vive muy lejos, estaban allí
para confesarse: había cuatro niñas que debían
liaccr la primera Comunión. E l 28 en la Misa, y á
la presencia de todos los indios, tuve el consuelo
de distribuir 14 Comuniones. Más tarde admi­
nistré algunos bautismos y así el día se pasó con
mucho gozo y contento, aumentados toda\4 a
con la llegada de 10 indios que venían en busca
del Misionero. Eran los que faltaban en Jorigui,
que al saber del padre Juan, habían recorrido
35 km. hasta encontrarme. ¡Cuánto me enterne­
ció el ver allí á los dos más viejos de la pldea!
¡No habían querido privarse del consuelo de ver
al Padre blanco y bueno! Llegaron muy fatigados
pero todo lo dieron por muy bien empleado
« por veime y recibir tantas bonitas y útiles cosas
que jamás habían visto! »
Esa misma tarde escogí tres indios, jóvenes
y robustos, que me acompañaran al Arojati, de
donde tomaríamoF un cam ino‘desconocido para
todos y por senderos abiertos á machete.
A l rayar el alba del 29 partimos en el nombre
del Señor en dirección d d Oriente. Dos indios
precedían abriendo trocha con hachas y mache­
tes ; el tercero llevaba los arcos y flechas. De­
cididamente la fortuna nos favorecía; dimos con
la senda que habían llevado 122 indios poco an­
tes, y el camino estaba algo abierto.
Al cerrar la noche acampamos á orillas del
Arareieau: al darear la aurora dije misa y pasa­
mos el río con felicidad, y pera que ésta fuera
completa, nuestro guía descubrió un dervo,
disparó y cobró la presa, que fué maná para ese y
los siguientes días.
Mas no todo debía ser prosperidad. Hubimos
de pasar multitud de corrientes, y al vadear un
insignificante torrente, tropezó la muía que iba
con d bagaje y cayó la carga en el agua. Fué un
instante! corrí á salvar las hostias... mas ya estapan hechas una masa... Sentí la contrariedad
porque no podría celebrar la Sta. Misa; pero tam­
bién aquí adoré la voluntad de Dios y resolví
aumentar el número de las comuniones espiritua­
les, para suplir en lo posible la sacramental, que
es el verdadero alimento d d misionero.
{Continuará).

F ie sta de la A sce n sió n — M ás in dios _
F a ta l caíd a.

E c o s de un L a za re to .

Con gran admiración mía, encontré en el Tribu-ou, á 27 indios esperándome, árídos de algún
r^alo. Era el 27 de Mayo, vigilia de la Ascen­
sión, fiesta que había resuelto pasar en santa

Colom
bia
Tomamos las siguientes noticias, de una carta
d d celosísimo apóstol de los leprosos y... sanos
de Colombia, el R. P. D. Evasio Rabagliati.
Facilitado por el limo, y Revmo. Sr. Herrera
Restrepo, Arzobispo Primado de Colombia, ha



7 6

confirmado centenares de niños y adultos en el
IvOzareto de
di Dios.
Dentro de poco sci podrá disponer de un hos­
pital capaz para 200 enfermos, y ha empezado
á construirse otro de iguales dimensiones.
Anuncia que para la fiesta de Nuestra Señora
de las Mercedes se inaugurará un lazareto insta­
lado en apropiado edificio de dos plantas, coste­
ado en gran parte con limosnas recogidas en Bo­
gotá
El número de los niños leprosos recogidos en
el a.silo « P. Miguel Unia » es de unos setenta.
Los pobrecitos tienen una banda de música c< n
instrumentos traídos de Milán. La banda es una
verdadera bendición para aquellos infelices.
En los últimos meses nuestras cuatro iglesias
viéronse embellecidas con preciosísimas estatuas
.de las Escuelas profesionales Salcsianas de Bar­
celona.
El Gobierno ha introducido en aquel lazareto
moneda acuñada expresamente. Cuatro son las
piezas: de uno, dos. cinco y diez centavos. A po­
cos pasos del lazareto se hace el cambio el dia del
mercado. I,os forasteros que venden á los enfer­
mos cobran en la moneda especial del lazareto;
pero como ésta pierde su valor al salir de allí,
antes de irse la entregan á la oficina de
cambio, en donde los empleados, gente sana toda,
entréganles la moneda nacional equivalente.

Palagonia Central
C uadro sinóptico del m ovim iento de la
M isión d esd e A b ril de 1905 h a sta M arzo
de 1908.
ara completar y confirmar lo que he­
mos dicho acerca del progreso de la
Misfóii salesiaiia en el 'rerritorio del
Chubut publicamos la siguiente estadística:
.4 «o
1905 1906, 1907 1908 Total
Bautismos de civiliz. 58 213 260 236 767
»
indios 16 157 240
X90 603
Confirmaciones
170 462 451
526 169
Matrimonios
14
28
24 120
54
Comuniones
1121 1611 3238 860 6830

y



Año
1905
Alumnos
56
Oratorianos
64
Alumnos
7G
Oratorianas
lio
Enf. del hospital
3

1906 1907 1908 1909
70
71
90 . 287
118
76
'79'
337
126 l i o
172 478
i68’ 160 166 604
20
31 113
59

Nótese;
1) Todos estos datos han sido sacados diligen­
temente de los registros que se conservan em la
. Misión.
2) A los bautismos registrados sería necesario
añadir otros 250 administrados por dos Salesianos de Viedma y registrados en aquella pa­
rroquia.
'
3) Entre los indios bautizados, se cuentan; ca­
ciques, viejos, adultos y familias enteras.
4) Las confirmaciones administradas por dele­
gación llegan á dos mil; pero no han sido todas
registradas por haberse perdido un registro en
una misión del campo.
5) De las 6830 comuniones, se han computado
solamente las distribuidas en Rawson á per­
sonas seglares en las fiestas y ocasiones extraor­
dinarias.
6) Los alumnos pertenecen al Colegio de niños
dirigido por los Salesianos; las alumnos al Co­
legio de niñas dirigido por las Hijas de María
Auxiliadora; dígase lo mismo de los Oratorianos
y Oratorianas. E n el cálculo del año 1908, se
han computado no sólamente los alumnos y
aluiniias de Rawson sino también los de Trelew.
7) E l hospital es sólo para los hombres: el nú­
mero indica el total de los enfermos albergados;
pero la farmacia con la distribución de las medi­
cinas, auxilia á muchos otros.
8) Es necesario obser\'ar que el personal que
durante el año 1905 llegaba apenas á 10 her­
manos, en el 1906 subió á 12, á 13 en 1907 y en
el 1908 á 16 individuos. De esos sólo 4 son sacer­
dotes, los demás son clérigos y coadjutores de
los cuales uno ha pasado á mejor vida y dos, á
causa de su delicada salud, están fuera de com­
bate.
9) Finalmente los gastos sostenidos para esta
misión, subieron en menos de tres años á más de
100.000 liras (112.000 pesetas) esto es 11.746. 43
en 1905; 30.138,78 en igo6, 67.873,49 en 1907.
Mayores serán aún los gastos del año 1908,

El Pbro. D. Iiuis Rotea
ECONOM O G E N E R A L D E L A

P IA

S O C IE D A D

S A L E S IA N A .

’ s la bondad, de consuno
con la amabilidad, virtud
poco común, y a itre los
pocos que la poseen son raros los
que se ven ataviados con todos
sus atractivos y niú-s raros aún
los que saben prodigarlos á los
demás con tan admirable gene­
rosidad. que más bien parezcan
ángeles que hombres. Es su paso
sobre la tierra semejante á la
ráfaga que deja tras sí un meteoro
luminoso en su paso por el firma­
mento, y aún cuando se prolon­
gase hasta los cien años su vida,
llena de obras de caridad y ajena
á la más leve acrimonia, resenti­
miento ni ofensa, resultaría asaz
breve para todos. Esos seres res­
plandecen vivificando y se eclipsan
repentinamente, pero la luz irradiadaen su fugitivo paso deja esculpido en todos los corazones un recuerdo bueno,
santo, imperecedero.
Entre esos hombres tan raros, podemos colocar, sin duda alguna, al malogrado
Ecónomo General de nuestra Pía Sociedad Salesiana. Rmo. D. Luís Rocca, arreba­
tado casi repentinamente á nuestro carino, á la temprana edad de 55 años.
Nacido en Milán el 6 de julio de 1853. había y a cursado en su patria las clases
primarias y las de Retórica, cuando, contando sólo 15 años y habiendo oído los mi­
lagros de caridad que en nombre de Dios iba cumpliendo un humilde sacerdote piamontés, pidió y obtuvo de proseguir sus estudios en Turín, en el Oratorio de D. Sosco.
Ingresó el 18 de setiembre de 1868 y quedó luego admirado á la vista del magnífico
templo que. sólo pocos meses antes, había sido consagrado á María Auxiliadora; pero
mucho más sorprendido quedó ante la maravillosa caridad de D. Sosco para con los
niños pobres. El Venerable á su vez desde los primeros días echó de ver la piedad, el
candor, el talento y la singular dulzura del joven milanés, y viéndole enriquecido con
las mejores cualidades de un óptimo salesiano, un año después, precisamente en el
día de su compleaños, le d ijo : •' Esta tarde vestirás la sotana ». E l joven Rocca no había
sentido hasta entonces xm llamamiento bien seguro á la carrera sacerdotal, pero Dcm
Sosco había hablado, y él, conociendo bien quien era D. Sosco, con obediencia tan
pronta cx>mo alegre vistió el hábito el 6 de julio de 1869, dedicándose desde aquel
momento con celo y ardor á las santas obras de su Maestro.
Elegido asistente, sus primeros cuidados, prudentes, esmerados, afectuosos,
fueron para los artesanitos del Oratorio, con quienes habría pasado gustoso su vida.

Pero, conseguido, por consejo de D. Bosco, el título de Bachiller, comenzó, por insi­
nuación del mismo, á frecuentar los cursos universitarios en Turín, hasta laurearse en
Matemáticas y en Ciencias Físicas y Naturales.
Destinado en Octubre de 1874 á nuestro Colegio Municipal de Alassio, y ordenado
allí mismo sacerdote el 18 de diciembre de 1875, permaneció allá por más de 20 años;
primero como profesor, como prefecto más tarde y por último como Director y Rector,
manifestó en tan variados é importantes cargos un entendimiento superior á su co­
metido, una inalterable bondad de corazón y tan raro criterio práctico que le gran­
jearon en todo tiempo el más respetuoso afecto tanto de sus hermanos como de
los alumnos todos sin excepción alguna.
Monumento imperecedero de su morada en Alassio es aquel observatorio meteo­
rológico fundado por su iniciativa y el que le proporcionó la satisfacción de estrechar
amigables relaciones con hombres tan célebres como el barnabita P. Denza y el Emmo.
Card. Maffi que le apreciaban mucho.
Elegido Ecónomo General en 1895 y debiendo presidir técnicamente á toda cons­
trucción, empezó á desempeñar su nuevo cargo tan loablemente, que, mientras se
cautivó la estimación de valientes artistas, embelleció nuestra Pía Sociedad con
hermosas construcciones. Y á la verdad á él son debidos, para no hablar sino de los
más recientes, los Institutos Salesianos de Oáwi^im, Lubiana y Viena, siendo tam ­
bién mérito suyo el haberse podido levantar tan pronto el nuevo y majestuoso templo
de Sta. María Libertadora en Roma.
Imposible sería el enumerar sus virtudes en un breve elogio. Baste lo siguiente
que las compendia todas. Pin una de las visitas que su buen padre le hacía mientras
él era todavía clérigo en el Oratorio, pidió informes sobre el comportamiento de su
hijo: « Querido D. Lorenzo, le contestó D. Bosco, su hijo tiene im gran defecto!.....
lis demasiado joven; por lo demás posee todas las dotes requeridas para inducirme
á nombrarle Director! » Pero entre las admirables que lo adornaban resplandecía en
modo particular la caridad.
Acólito, sacerdote, superior, D. Rocca cifraba todas sus delicias en asistir á los
enfermos y en auxiliar á los moribundos; y á la verdad podría decirse que la muerte
lo encontró precisamente en el desempeño de su ministerio, pués habiendo salido de
casa A eso de las 3 p. m., para visitar una enferma en la misma ciudad de Turín, cum­
plida la buena obra, notaron que sus piernas eran algo vacilantes; en efecto salvado
el umbral de la puerta, hubo de sentarse falto de fuerzas en la escalera, donde le sor­
prendió una emorragia cerebral privándole casi al instante de sus sentidos. Transpor­
tado solícitamente al Oratorio, á pesar de los más amorosos cuidados y de las más
fervorosas preces por su preciosa salud, bendecido repetidas veces por el solícito y
acongoj ado Rector Mayor D. Miguel Rúa, y amorosamente rodeado de todos los demás
superiores, su hermosa alma volaba á reunirse con D. Bosco en el Paraíso á las 9 yY^
de la mañana del día 21 de Enero.
Su cadáver, expuesto durante más de un día en la capilla ardiente, fué objeto
de respetuosas muestras de cariño por parte de personas de todas las clases sociales;
y los funerales celebrados el día 23 con crecidísimo concurso de ex-alumnos, admira­
dores y amigos, fueron la más irrefragable pnieba de la grande estimación y del imiversal afecto de que gozaba el inohndable hijo de D. Bosco.
Rogad también vosotros, beneméritos Cooperadores y beneméritas Cooperadoras,
por el eterno descanso del alma del P. Luis Rocca, y descienda el perfume de
\-uestras oraciones como sua^•e bálsamo á mitigar nuestro amargo dolor.

EL CULTO

de f\/[aria Auxiliadora.
N o s tenen^os la persuasión de qu e, en la s v icisitu d e s d 'to ro s a s de loa tiem n o s que
atravesam o s, no nos quedan m ás con suelos que lo s d sl C ie’ «, y entre é sto s, la pod erosa
p rotección de la Víri^en bendita, que fu é en tod o tie.n po el A u xilio d e lo s C ristian os.

Pío X.

• ^ lí!

I

J12üdrc de Bondoef i de poder, cuvos n^isericordios no ficnci\^ número ni los Iriutifos

auorismo, co^^liiiuod exicndiei|do vucsíi|;o nioiifo prolcdor por lodo
guc por lodos Í03 dnibilos del mundo resuelle vuestro
Jesús

J
C

V

nomSrc

el mundo; líaccd

junio coi^ c f

nombre

de

de José; que de lodos las parles del orbe ,sc eleve a ( cicfo con amoij csla jacu-

laforia, embalsamada con el
del anciano:

aij^oma de la

inocencia

del niño

^ lo

sup^cii|a

cspcijaiiAa

J32aijía, Jju¿;iliuni Cbi-isíioqorum! 0 ra pro nobis!

ESPAÑ A.
SALAMANCA. — Da. Matilde Arias nos comu­
nica con el entusiasmo del alma sinceramente
devota la hermosa fiesta celebrada en honor
de nuestra Reina en el pueblo de Arubayona,
Era la primera vez. y se ha adquirido gran
honor el Sr. Párroco D. Juan Txirenzo y algunos
caballeros y damas. El cuadro de Jfaría Auxi­
liadora campeaba bajo un arco triunfal, adoinado de centenares de luces y de flores. La Misa
de las 8 brilló por la Comunión general, y la de las
10 por el hermoso panegírico en que el Sr. I.orenzo cantó las glorias de María Auxiliadora y
la obra redentora del V. P. Rosco.
La repartición de innumerables estampas con­
tribuyó á propagar la de^'oció^ á la Celeste Madre.
SAN GIL. — La Asociación de María Auxilia­
dora ha honrado á su Patrona muy dignamente.
Mención especial merecen el director, el m. i. d.
Robustiano Carra y el orador, dr. d. Antonio
Martínez y M., director del real Seminario do
S.Carlos. que realzó el mérito y alcance de los coo­
peradores salesianos y elogió al V. P. Rosco, cual
genio que dejó modelos admirables de toda clase
de obras sociales. También se portó muv bien
la capilla de música bajo la dirección de Don
Alejo Cuartero.

se prestaba culto á María Auxiliadora. Los coo­
peradores y fieles reedificaron la iglesia. E l día
de la traslación de la imagen los fieles dieron 70
duros-oro para pagar el estandarte artístico que
recibieran de Italia.
Celebráronse magníficas funciones de iglesia
y una conmovedora procesión.

í

p

Madre, gracias I
No me es posible expresar mi gratitud de padre
por el gran favor que me ha hecho María Aux..
Un hijo' m ióse hallaba lejos de mí, con evidente pe­
ligro de perderse; cuantas diligencias había hecho
para cambiar la situación se habían desvanecido
cual si yo persiguiera una quimera. E n tal estado
las cosas, vino á mis manos la interesante alocu­
ción del Rvmo. P. Rúa con m otivo del X X ani­
versario de la muerte del Ven. Juan Bosco. Ofrecí
mi limosna para el templo de María Libertadora
en Roma, y pedí tm favor que se relacionase con
la suerte de mi hijo.
E ra el raes de mayo... redoblé mis súplicas, poco
después redbí una carta del P. Cera, director de los

A M É R IC A .
GUATEMALA (Guat.). — E l año de 1907 un
terremoto destruyó la iglesia de Belén, donde

(I) DedaraMa qae, obe^leatas á l«* Decretos ód Papa (JrbiM VMI
j otros Postinees, m esteeócw s preveair es aiaféa moá» el }sicio de
ooestra Sasta Madre la Iftesla ea las reiadoses de íavoret oblealdoa
■ediaate la istercesióa del Ves. Jasa Boaca. N . d. L r.

Ro —
Salesí.inos de Ibagué, diciéndome que mi hijo esta­
ba en su Colegio. ¡Gracias, Madre mial
Cali, (Colombia), Sept. 1908.
G u s t a v o C h a c ó n , Coop. Sal.

B a h ía B la n c a (Arg.) — Me quebré un brazo, y
una noche me sentí atacada de fuertes dolores en
todo el cuerpo, que me impedían la respiración.
Estuve asi durante algunas horas y como el mal
se prolongaba, tomé en mis manos la medalla de
M. A. que llevaba al cuello y besándola le prometí
á Moría que si amaneciera buena, publicaría la
gracia y daría una limosna.
A.si fué, rae dormí y al despertar estaba sana.
Nbre. 1908.
M a n u e l a H e rves

C in d adela (Menorca).— Desde mis primeros años
al empezar los estudios serios, sentí ima dolencia
en los ojos que fué aumentado hasta el pimto que
no podía leer una sola linea de carácter regular.
Varios años estuve sometido al trato de los especialista.s, obteniendo apenas alguna mejoría tem­
poránea. E l año p. p. no veía ni con lentes ni sin
ellas, y en circunstancias en que necesitaba la vis­
ta: acudí á Mária Auxiliadora, y poco después
empecé á leer sin lentes y sin la menor pena y ari
he seguido después de 12 años de enfermedad.
Diciembre de 1908.
J u l i o M. G a r n i e r .

C u en ca (Esp.) — Enfermó gravemente nuestro
confesor, y á juicio de los médicos era su última
eufennedad. Imploramos el auxilio del Ven. Bosco,
y él ñas obtuvo de María Aux. la curación del citado
sacerdote. Hoy está de nuevo cumpliendo con noso­
tras su ministerio. Enviamos nuestra oferta y pu­
blicamos la gracia.
Diciembre de 1908.
Sor M a r í a N a t ivid a d d e S. A gu st ín
A badesa de las
CoHcepcionistas franciscanos-vulgo A ngilicas.

F ig u e ra s (Esp.) — Enferma de un tumor en la
espalda, quisieron los médicos abrirlo para que
no inficionara el pulmón, lo cual me espantó mu­
cho. Me puse una medalla de M. A., la invoqué, le
luce una pequeña promesa y al siguiente día las
facultativos observaron con asombro que el tumor
se había abierto por si mismo sin causarme el menor
daño.
Diciembre 15, 1908.

J. M.
G ra n a d a (Nic.) — E l pobre obrero T. S. se em­
briagaba brutalmente y de resultas le atacó un
fortisimo vómito de sangre que no le quería cesar.
Eui á visitarlo, y quitándome mi medalla, se la puse
al cuello, explicándole que era medicina para el
alma y pma el cuerpo. A la presencia de todos cesó
el mal. el paciente se durmió, y aunque débil, dos
días después pudo seguir trabajando.
Es de advertir que esa noche no tomó medicina
alguna.
Sbre. 30, 1908.
I sabel (ír a n a ix í.

G uam o (Col.) — Enfermó una niña de catorce
meses de una relajación tan violenta de estómago,
que no retenía nada y no le cesaba el vómito.
Conocedor de los prodigios de María Aux. en favor
de los que la invocan con fe. acudí á Ella. Cuando
todos creían que la niña no amanecería viva, em­
pezó la mejoría y hasta hoy está buena y sana,
disfrutando de las bondades de María.
Diciembre 1908.
F elippe T e l l o .

M adrid (Esp.) — Muchos favores debo á M,
A .. Me curó de una enfermedad molesta y dolorosa
que en vano combatían los médicos. — Una tía
mia se vió atacada de pulmonía fuhninante: desa­
huciada de los médicos y y a viaticada, colgué á su
cama la imagen de M. A. y empezamos su Novena.
Sanó. — Lo mismo sucedió con un enfermo de gra­
vedad.
Diciembre

190S.

M. P e t r a D íaz A. deOjESTo.
N iza M on ferra to (Italia). — Ante todo advierto
que leyendo el Botetin Salesiano se me amnentó
mucho la confianza en María Auxiliadora y Don
Bosco. Ahora relataré algxmas gracias que esa con­
fianza me ha merecido. L a más grande es la salud
de mamá. Mucho la imploré por que me apenaba
mucho verla sufrir; -porque su enfermedad era la
enfermedad moral de muchas personas y porque
era im serio obstáculo para poder yo ingresar en
el Instituto de las Hijas de María Aux.. Catorce
años llevaba de enfermedad cruel, siete en cama
cuando el último año la acometieron ataques peligrc«ísimos, de que habla el médico (i) en esta
íonna; ., Fueron cinco y iodos de congestión cerebral
que con otro nombre llamo apoplegía del cerebro: en
cada U7 1 0 de ellos estuvo expuesta á la hemorragia
cerebral, con lo cual hubiera quedado muerta ó con
hemiplejía. E l mecanismo de este fenómeno, — en
la señora, — me es desconocido, comó lo es á dos compañeroS con quienes consulté..... Sin embargo ella
curó y hay que atribuirlo á la acción providencial:
Dios la salvó porque asi le plugo. Lo que después
le dió fui una branconeumonia, de que también Dios
N. S. quiso salvarla."
En uno de los últimos ataques mi madre re­
cibió los Santos óleos y el Sacerdote Dr. Grondona
esperaba el momento en que diera señales de con­
ciencia para confesarla; después quedó tan insen­
sible que los mismos médicos dudaban si estaba
viva ó muerta. Entonces acudimos con más instan­
cia á D. Bosco y colgamos al cuello de la paciente
un pcdacito de indumento del Venerable. Ella
volvió en si.
Más tarde le dió el ataque de pulmonía á que
alude el doctor y también en esta ocasión el re­
cuerdo del V. P. Bosco alejó la muerte.
Hace ya un año que no tiene necesidad de tomar
medicinas.
También á mi padre le concedió una grada María
Aux.. Le atacó una fiebre pem idosa y el médico te(i) A la vista tenemos la carta del Dr. de la Tcrre
(L. R.).

— 8i —
inia no pudiera resistir su segundo ataque. Este
vino. Se le dió al paciente la Bendición de M. A. y
contra lo natural la fiebre cesó bruscamente.
Le debemos también ima transacción en un en­
gorroso asimto de intereses, mi feliz viaje á Italia
y mi vocación religiosa. Todo esto pasó en Guadalajara.
Diciembre 7 de 1908.
Sor F e l ic it a s T h o m é .
Dao también, con toda la efnslón de sn alma, gracias i
Alaría Aaxiiiadora y envían ana lim osna:
Aracena (Esp.). — D a . Zuisa Rincón R . por ha­
berle sanado una hija enferma de reuma. — D a.
Rafaela Ramos, por varios favores.

Azogues (Ec.). — D .J . S. M. por haberle librado
de ahogarse, cuando vadeaba el rio crecido y cayó
el caballo.
Barcelona — D . Mansueto M orató envía 25 ptas.
para un oficio en acción de gracias por la curación
d e un hijo suyo.
Boca S . Carlos (Nic.). — D . G uillerm o Alvarez
O , hallándose verdaderamente grave y con hemo­
rragias desastrosas, invocó á M. A . y le sanó.
Burgos (Esp.). — D a. Francisca Monteverde, por
muchos favores.
Cali (Col.). — D . J u lio Aragón B ., por un favor
— D . B . E ., por dos gracias — D . Evaristo Va­
lencia, por un señalado favor — D . A . R ., por h a ­
ber librado del tifo á un sobrino — D . F . A . por
un favor — Por la misma razón D . Csnón Castillo,
D a. Juana V. de Castillo, D . F . N . — D . Justiniatio Lasso, por el señaladísimo favor de sanarle
cuatro hijos atacados de mortales enfermedade.s —
Una Señora por el mismo favor á una hija que
además se resistía á tomar medicinas — D a. Ma­
nuela R engifo, por haberla sanado de violentos có­
licos que la amenazaban de muerte — D a. V. L .
V . de Q .. por haberla sacado bien de apurados tran­
ces — Además un muerto, que dejó encargado
mandar á Turín una limosna en agradecimiento
por haber hallado en su vejez una persona fiel que
lo acompañó y sirvió hasta su muerte. El decurión
d e estos amadísimos cooperadores ha enviado las
limosnas, que suman 30 pesetas oro.
Cantalapiedra (España). — D a. A . D . por favores
recibidos — D a. Agapita M artin, por haberla ali­
viado en sus dolencias. Limosna 5 ptas.
Córdoba (Arg.). — D a. Rosario G . de Rodríguez,
por un favor — Lo Srta. Blanca Celia B . por ha­
ber curado de dispep.sia crónica á su sobrinito.
Cuenca ( Ecuador). — D . Rafael G uillen, por ha­
ber concedido la salud á una hermana gravemente
enferma, 2 sucres lim. — D . Rosendo N ivelo, por
haberle librado del enjuiciamiento — D . Pablo Moscoso, por varías gracias.
Cuenca (Esp.). — D . C. S á n c h e z , haber sa­
nado de terrible monomanía nevrasténíca á una
hermana suya.
Cuzco (Perú). — D . J . F . por haber dado visi­
ble^ socorro á un campesino moribundo á quien por
vivir lejos de todo centro era casi imposible soco­
rrer espiritual y materialmente — D . M . C, V. y
D . y. P . P . por su vLsible protección en una cir­
cunstancia asaz peligrosa, 2,50 pts. lim. — D . P .
■ S*. P . J . por la salud obtenida.
Diríamba (Nic.). — D a. M aría Baltodano poi un
favor, 10 pesos plata lim.
E l Pau de Baratona — Da. María de Lateo, ñor
un favor.

Gaseneño (Esp.). — D a . Perpetua M artines, por
un favor, una pta. lim.
Gerona (Esp.). — D . R . M alas y P . Guytó, por
la protección dispensada en la enfermedad de su
hijo Ignacio — D a. Rostía Surroca y P lans por un
favor.
Granada (Nic.). — D a . D om itila de M orales por
haberle sanado, 10 pesos lim.
Guadalajara (M éj.). — .S*. F . G . T . por haber
obtenido favo.'-es espirituales para su padre.
Ibagué (Col.). — D a. Mercedes C. de M ontealegre,
por un gran favor.
Jerez de la Frontera (Esp.) — D . fo s é de los Ríos
por un favor recibido, 2 ptas. — La srta. A . F . por
varías gracias.
L a Plata (A rg.). — D a. Alejandrina G . Moreda,
por su auxilio manifestado claramente en la persona
de su hermano que cayó instantáneamente enfermo
de un mal grave y extraño.
Lim a (Perú). — D . J o sé de Cora y L ira , por un
gran favor.
Madrid (Esp.). — Una devota por haberte sanado
un hermano suyo enfermo de tifo.
Mataró (Esp.). — D . Pedro R osello Pbro. por
varios favores personales y por la salud de otra
persona.
Mompox (Col.). — D . E . Cárcamo C. por haberle
curado una pierna contusa, y proporcionado un
empleo.
Pariguán (Venez.). — D . Pedro R . Gimón F . por
haber curado de erisipela á una hijita que enfermó
en el campo, lejos de todo centro y poblado.
Pinoso (A lie. Esp.). — D . Luciano Pino, por un
favor — D . Antonio Cerda, por un favor.
Río S . Juan (Nic.). — D . J o sé M a. Roque por
haberle sanado de unos tumores.
Salamanca (Esp.). — D . R , P . M . por haberle
devuelto la salud á su madre y á una sobrinita —
D . Germán Fernández, por un favor recibido —
Bedmar, por haber curado á su padre gravísimo.
Sallent — D a. M aría Cascancasas por grandes
favores á un hijo suyo.
Santiago (Chile). — D a. Mercedes Luisa de Jarabrán, por haber hecho desaparecer una hernia á su
único hijíto.
S . José de Costa Rica — D a. Silvia de Castro
Ureña, por la salud de dos sobrinitos suyos.
Tetis (Esp.). —• Una devota por favores y envia
5 pts. — Otra, por lo mismo.
Valcheta (Rio Negro). — D a. Ignacia Rom ero,
por haberla curado de una tos muy pertinaz.
U. D . por haber curado milagrosamente de un tu­
mor peligroso á una sobrinita.
Valdecomenas de Abajo (Esp.). — D . Dem etrio
M artínez, por haber sanado' á su hijo de hidrofo­
bia, 1,50 pts. — D . Clodomiro Ortega, i pta. y
hacen lo mismo D a. M aría M artínez, María la reto, y Vicenta M artínez por Ídem.
P ID E N O R A C IO N E S .
Granada (Nic.). — D a. Guadalupe Sandoval y
D a. Concepción Cabrera.
Guatemala — El Dr. M. S . M. — D a. María de los
Dolores O. M. y Da. M. de la M. de los Dolores.
S . Martín (Guat.). — D a. Mercedes de Itúrbide.
Zapatoca (Col.). — Una persona que desea la
felicidad en su estado.
P E N S A M IE N T O . — Orad los unos por los otros
para (jue seáis salvos (Santiago Apóstol).

POR E L M U N D O SA LE SIA N O
-J)

ESPAÑ A.
Bareelona — Práctica y simpática idea. — Decididaineute el Corazón de Jésua dulcísimo hade
reinar en España, según la profecía del P. Hoyos;
y la poética cumbre del Tibidabo ha de ser su
trono jnás])reciado según la visión del V. P. Bosco.
I/3S I lijos del Ven. — á qiiienes parece que la Divina
Providencia les confie la erección de los templos
del Sgdo. Corazón — se han compenetrado de la
idea y hacen esfuerzos inauditos para coronar
jironto y bien la obra.
Todos los Salcsianos, todas las Hijas de María
Aux., todos los alumnos y alumnas de sus colegios
e.scuelas y oratorios festivos, todos los Coopera­
dores salcsianos de España laten ál unisono' en este
pensamiento, Por eso todos oran, todos obran con
ese fin, Advenial reifnutn lnum. Cor Sacralissimum.'
es su grito de combate.
Pero es preciso que la idea crezca y se difunda,
y que la voz salvadora resuene hasta los picos mtís
cIe\'ados del Pirineo y ha.sta loá senos del Cantá­
brico; urge que de toda'España se levante un movi­
miento potente, vigoroso hacia el Corazón de Jesús
y hai;ia el Tibidabo ; la obr^ no ^ de una ciudad
ni de una provincia, la obra es d?, la gran nación
española: el templo del Corazón de Jesús es na­
cional. votivo y expiatorio,
Para propagar la idea han creado los- Salcsianos
de Sarriá una publicación intitulada E l Venera­
ble Hosco y el Tibidabo: es el ,.órgano mensual del
Templo nacional, votivo y expiatorio” . A la vista
tenemos el primer número, que lleva la significa­
tiva fedia de 0 Enero. i Qué bien escogido el día
do hacer su aparición ! Declarando nos está su
objeto: hacer conocer la gloria del Sgdo. Corazón
do Je.súsl
De las primeras páginas se puede dedudr ya
el objeto de la revista.
Además de los dos grabados simbólicas, una
bonita íotc^rafia nos pone delante la fachada
de la cripta ijue habrá de inaugurarse este año de
1909. No hablamos del contenido. <jue nos parece
interesante.
Quizá cuando este número llegue á las manos de
nuestros lectores, ya hayan visto dos ó más del
citado ..Organo mensual del templo del Tibidabo.”
ICntre tanto saludamos eon efusión al nuevo co­
lega y le deseamos vida larga y triunfos sin fin.
Sarriá (Uarcelona-España). — El jueves 21
de Enero salieron á paseo por las pintorescas
colinas del Tibidabo y de S. Pedro Mártir los 400
alumnos de las Escuelas Profesionales y el C o ­
legio del StUUo Angel, con su respectiva banda.
Mientras estaban merendando alegremente acertó

á pasar el Sr. Gobernador de la Provincia y los
niños, que lo reconocieron, prorrumpieron en
vivas, mientras la -banda tocaba un paso doble.
El Sr. Ossorío se detuvo y felicitó á los Supe­
riores por el respeto que mostraban los alumnos
á la autoridad, señal evidente de una educación
moral bien entendida. La banda entonó la Marcha
Real, que el Sr. Gobernador oyó déscubíérta la
cábeza. Resonó un nuevo ¡v iv a ! y el Jefe de la
Provincia continuó su gira ecuestre y los niños
su ascensión á la montaña.
(De E l Co>-'reo Catalán).

A M É R IC A .
El Exmo. Mons. Cagilero en Nicaragua.
E l 5 de Diciembre hizo su entrada triunfal en Nicaragua el Delegado de Pío X . L a prensa' local palpita
de entusia-smo, fiel eco del sentimiento pdpiilár; nos
da detalles tan importantes, que tairibién á nosotros
acostmnbrados á. contemplar impasibles las visitas
de los reyes á sus pueblos y de los soberanos á sus
colegas en el mando,-también á no.sotros nos-ha­
cen saltar de gozo estas. relaciones vibrantes, por­
que Vemos horizontes de luz y claridades de gloria
sobre esos pueblos jóvenes y vigorosos, hijos de la
inadre España.
Extractamos á manera de crcuica desnuda lo que
diceu los diarios de su visita á León,

Se nombró una comisión de vecinos para ador­
nar la ciudad y levantar los arcos de triunfo.
E l 5 á las 6 a. m. llegó á Corinto S. E. en el vapor
,.Santa Cruz.” E n el muelle le aguardaba ima repre­
sentación del alto clero de León, el Sr. Ct^ra del
ptierto y persouajes eminentes de la metrópoli y
de Cliiuandega. líntonóse el Himno Nacional mien­
tras desembarcaba y se le conducía á la iglesia y de
alli á la casa del Sr. D ’Arbelles, con un séquito uumerosísimo. El puerto y la iglesia estaban de gala,
ostentando los colores de la bandera papal.
En Chiuandega se le tributó otra ovación espléndida.
De alli siguió para León. Los departamentos en­
lazados con la linea férrea- enviaron á la ciudad
enorme concurrencia. L a larga via estaba literalmente
m entecuoiercaaeno
cubierta de no intemunpido.pabellón,
miemuiipuu.'.paueuün, festolesit»lies, colgaduras en las casas y cadenas de rosas y fioros. En la plaza de S. J uan estaba el primer arco
de triunfo. Allí había niñas vestidas de ángeles,
llevando algunas insignias papales. Bajo la direciñón de D. Luis F. Quintero, la orquesta entonó
el Gloria
y se continuóla marcha, con tres
bandas.
Conmovedor fué el encuentro del Delegado con
el Obispo Sr. Pereira y Castellón: ^ te presentó

p


^
p

■ '.*

-

á Mon«?eñor tm cnicifijo. cuyos pies besó y se orga­
nizó la entrada litúrgica. A los reflejos del sol po­
niente desfiló la cruz de oro, en pos de dos filas de
sacerdotes con capas riquisiitias y acetres de plata
en las manos i la C i ^ pontifical, el, .diácono asis­
tente con el báculo, el alto clero y los prelados, el
palto riquísimo y luego en coche abierto el Enviado
del Anciano del Vaticano, acompañado del Jefe po­
lítico D. Rubén Alonso, y comandante de Anuas
TOn sus ayudantes.
La basílica presentaba xm aspecto imponente. A
su puerta se hicieron las ceremonias del caso.
El Delegado ocupó su trono, repulgado con tercio­
pelo grana y se cantó el TeDeum, terminado el cual
se puso en pie. y con voz vibrante y en correcto cas­
tellano dió á todos las gracias en nombre de Pió
X , y la Bendición papal. En este momento se esca­
pó del pecho de la multitud el aplauso y los vivas
hasta entonces contenidos.
De ahí pasó al Seminario, que entre adornos de
exquisito gusto artístico, ostentaba los retratos
de P í o X . Mons. Cagliero y el Episcopado centro
americímo. Entró por el jardín donde se levanta
el busto en bronce del limo. Sr. UUoa y Larios. Era
ya de noche y el Seminario parecía uno de aquellos
palacios encantados que han celebrado los poetas.
El jardín imitación del de Arrayanes de la AJhambra, tenía sxis árboles cuajados de racimos de luces
multicolores. En los pisos altos, entre torrentes de
luz, los retratos precitados y las imágenes de las
catedrales del Centro América, y S. Pedro en Roma.
Nada digamos del salón de recepciones.
las 9 de la noche fué el paseo de coches, á fin
de que Mons. Cagliero pudiera ver la ciudad ilu­
minada.'
Entre tanto la piedad aumenta, la simpática
bonflad'que respira el Enviado del Padre Santo ha
producido efecto mágico en las almas, el amor al
Vicario de Cristo crece y el gusto por las cosas de
la Religión se extiende.

‘ .i
l.

!?■
i:-'

Buenos Aíres. ^— Sentimos publicar tarde y en
cortq>endio la.s noticias que traen ,,EI Nuevo Tem­
plo” y la ,,Perla del Plata,” pero nuestros buenos
amigos saben lo que es la tiranía del espacio.
— 350 jóvenes ex-alumnos y 40 aprendicéi del
Patronato obrero realizaron el 11 de Octubre una
pere.grinadón, á Luján. Oyeron la misa en el Camarin, lugar predilecto de los hijos amantes, y co­
mulgaron todos sin excepción . Lo que más gusta
en esta noble juventud es el valor con que pisotean
el cobarde miedo llamado respeto humano.
Reunidos á las 2 en el Hotel Comercio el ex-alitmno Capitán CabalUro pronunció im breve discurso,
del cual e.xtractaraos este solo pensamiento:
«Se dijo recientemente en xm Congreso: ,,...la
juventud no existe en cualqxxier terreno que se la
bxisque: social, político, intelectual... y en el católico,
puede decirse que en la república no existen jóve­
nes Católicos.” Concepto tan amplio no podemos
aceptarlo, es imposible que podamos mirar con
indiferencia xm reproche tan amargo para nuestra
generación; con los hechos mostramos y mostrare­
mos lo contrario. H oy nuestra alma está de fiesta
y nos cabe la plena satisfacción del deber cumplido.»

8 3

-

— De los Colegios Salesianos de Buenos Aires
que llevaron en peregrinación mil seicenios niños
d ice,,,La Perla” : „U na sola reflexión inspiran esos
niñ os: si la sociedad actual padece de anemia la
savia denlos Hijos de D. Bosco será suficiente para
imprimir nuevos vigores y energías más poderosas
cada dia, á la fe y á la piedad.... Los que no habéis
contemplado ese cuadro de i .600 ángeles postrados á
los pies de la Virgen, ni soñar jxxiréis las bellezas qixe
encierra. Todo es frescura y espontaneidad en estos
jóvenes todo tiene el sello de la educación cristiana."
— E l 31 fueron los Institutos de las Hija.s de
María Axxxiliadora. „L as niñas llevaban retratada
en sus semblantes la modestia y la piedad.... Y a
están á los pies de Jesús Sacramentado: es la ino­
cencia ansiosa de fortificarse coxi la Santa Comu­
nión. ¡Ay! son tantos los peligros que la agixardaul
Memorables son cu los anales del Santuario estas
peregrinaciones en las que forman más de mil qui­
nientas jjíñfls.jquc dejan en el alma la esperanza de
xma vida más cristiana en la sociedad.” ,,La Perla
del Plata.”
N .B .— Copiamos estos juicios no porxxna vana
satisfacción, si no porque ellos coiifinnan lo que
hemos afirmado repetidas veces: que la obra del
Venerable Juan Bosco y por consigxxiente los
cooperadores salesianos tienen asignada por la
Providencia xma gran misión social, que deben
necesariamente cumplir.
Barranquilia (Col.) — Verdadero triunfo es
para la Religión el primer Certamen catequisHco
verificado el 29 de Noviembre en sesión solemne,
bajo la presidencia de Mons. Carlos Valiexxte. Vica­
rio General de la Arquidiócesis y los Sres. Párroco
y Vice-párroco del Rosario, Inspector de las Escue­
las públicas; Hermanos Cristianos y Superiores
Salesianos. Todos quedaron sorprendidos y com­
placidos de la precisión y prontitud de las respuesta.s sobre todo el Catecismo, se veia que lo com­
prendían bien.
Al acercarse los tres últimas triunfadores á re­
cibir el premio preguntó monseñor ,,¿Se premia
el adelanto en la Doctrina ó Ja prontitud? ponjue
si es lo primero, todos merecen igual premio.”
Siguieron cantos, poe.sias y un brillante discurso
del P. Briata, director de las I'scuelas y parroquia
salesianas, y cuando el acto se iba á dar por con­
cluido se entxxsiasraó el Doctor ^'aliente y dirigió
su inflamada palabra á los niños para que lx,*ndijeran á Dios que había traído á la ciudad
educadores tan sabios, y exhortarlos á practicar
la Religión, de cuyo conocimiento habían dado
tan brillante prueba.

EUROPA.
Aywailles (Bélgica). — Se abrió el Instituto de
S. Rafael, como casa de descanso del personal y
para escuela gratxiita de los niños de los alrededo­
res. Se inaugxiró con 20 niños que al fin del año die­
ron brillantes exámenes. H ay xm comité que pro­
porciona premios á los más aplicados.
Especia (Italia). — E l Ven. Juan Bosco, dice
« U Cittadino di Genova », adivinó el brillante

-

porvenir que esperaba á la llanura de Migliarina
y encargó A sus hijos que levantaran allí una ca­
pilla y abrieran un Oratorio festivo, lo cual se
efectuó, pero las condiciones eran tristes. Final­
mente, debido á la caridad de celosas señoras que
regalaron el terreno y procuraron recursos, se ha
hecho un edificio bastante bueno.

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NECROLOGIA
= = l l l = = =
En Barcelona (España) dejó de existir la Sra.

Dna. María Sagrera y Puig de Pascual,

TESORO ESPIRITUAL
Los Cooperadores Salesianos que confesados
y comulgados^ visiten devotamente una iglesia
ó capilla piiblica, ó si viven en comunidad, la
propia capilla, y rueguen según la intención
del Sumo Pontífice, pueden ganar las siguientes
indulgencias;

á la temprana edad de 25 años. Amante, como toda
su religiosa familia, de las obras salesianas las distin­
guió con su caridad y benevolencia. Soportó su en­
fermedad con una alegría de que sólo son capaces las
almas escogidas y murió como en un arrobo de
amor de Dios. Al joven esposo y á toda la familia,
nuestro más sincero pésame.
En la misma ciudad murió

D. Baltasar Farriol y Morell
Secretario del Ayuntamiento,

Plenarias. En todo tiempo:

varón de grandes prendas personales. Con su plu­
ma y sus simpatías favoreció mucho á los hijos de
1. ®El día que dieren su nombre á la Unión
D. Bosco. Fué muy devoto del Sgdo. Corazón
de Cooperadores;
de Jesús. A la familia nuestro sentido pésame.
2. ®Una vez al mes, el día que cada cual quiera
En Carmena falleció tras larga enfermedad
escoger;
.3 ®Igualmente una vez al mes, el día que
D. Gabriel Pérez Carruaoa.
asistan á la Conferencia:
También él amaba á los Salesianos y les prestó
4. ®Asimismo una vez al mes, el día que hagan
su cooperación decidida. Los tres han muerto con
el ejercicio de la buena muerte;
todos los auxilios y la Bendición Apostólica.
5. ® El día que por primera vez se consagren
al Sgdo. Corazón de Jesús;
6. ®Cada vez que por ocho días consecutivos
Cooperadores Salesianos difuntos.
se retiren á hacer ejercicios espirituales.
Dña. Gertrudis de Perojo y Camps, Barcelona
7. ®E n artículo de muerte, si confesados y co­
Esp.
mulgados, ó almenos contritos, pronunciaren
D. Macario Izaguirre, Carmena Esp.
devotamente el Sino. Nombre de Jesús con la
D. Manuel Acal, Carmona Esp.
Dña. María M. de Pérez, Campello Esp.
boca á ser posible, 6 al menos con el corazón.
Dña. Navidad Garda de E., Madrid.
Dña. J ose!a Sánchez. Madrid.
En ef mes de Avril.
D. Juan Portalatín, Madrid.
I®. El día 2. Fiesta de los Dolores de María
D. Benjamin Movilla, Madrid.
Santisinm;
D. Gabriel M. Romero, Pedfo Bernardo [Esp.).
2®. El día 4. Domingo de Ramos;
3®. El día I I . Pascua floritla.
c-C.

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica:
Gerente: JOSÉ GAMBINO.
Establee. Típ. de la S. A. Int. para la B. Prensa
Corso-Regina Margherita, N. 176 -T U R IN .

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