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CoUolenoo, 32
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m in is t r a c ió n
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E l amor al prójimo m «n o de los ¡jl
mayores y mas excolontos dones que i
Oa recomiendo la niüoa y U j u v c n - jll
> cultivad tmn Rrande esmero su •
Turin (Italia)
-túJ—ciJ—V»-Podoblad rnestrna fiiorxas A fln *
apartar A la iiines y jiiv.-ntud liej •
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:la divina bondad puede
concederi Aeducación cristiana; y proporrinnadle i , , cJ)rrupcion 6 in<>reilulidH.I v pro- I
♦ libros que la ensenen A Ijuir del sncio,! parar asi una nueva gonerarlon • ♦,
;ios hombres.
á practicar la virtud.
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(S. FiiASC. de Sales.) i;y
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(L kós x i u ) ! l ‘.
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ANO X X III — N. 6
PUBUOACíOfi MENSUAL
JUNIO de 1 9 0 2
OREMUS PRO PONTIFICE NOSTRO LEONE
OREMOS POR NUESTRO PONTIFICE LEÓN XIH
Dominus conservet eum, et vivíñcet eam, efc
beatum faciat eum iii térra, et non tindat eum
in animam ininiicorum ejus.
E l Señor le conserve, y le dé vida, y le haga
feliz en la tierra, y no lo entregue en las manos
de sus enemigos.
STTBtABIO—El Sagrado Corazón do Jesús .
. pág- lAS
Carta Enotolica de N. S. P León Papa XIII
. . . . 149
El Representante del Sucesor do D. liosoo-en A.Tnerioa . 155
Da KUKSTKAB UI8I0NK8. — Mfttto Gtosso (Brasilo) —Gnalaquiza (Ecuador) — Tierra dol Fuego............... 158
Gracias de María Auxiliadora ...............
. . . 154
A los n ifios................................................ 170
Variedades...............
.....................
. . 172
XuKSTUOS G rabados . —.San Agustín y Eoce Homo, escultura
de los talleros Salcsiniius do SarriA (Barcelona) —Alum
nos de los Colegios Salesianos de Lima y Callao (Perú) —
Nifios de la primera comunión del Oratorio Soleaiano de
Salamanca.
NURSIKA COKKRerO.NUXNCIA. — M éjioo..................................167
Crónica Salesiana.............................. ... . . . 168
icora%on
SU miel. N o ; porque, lia concluido la
O ctava del Saniísiiuo Sacramento, mas
es i>ara dar lugar al fervoroso M es del
ü x io (1) trae cada ano in variaM em eiite á la memoria del pueblo cris Sagrado Corazón.
¡ El Sagrado C orazón ! ; Oh que hermosa
tiano el recuerdo del Sagrado Co
razón de Jesús. L e está consagrado estepalabra y qué hermo.sísima idea para
herirle en lo v iv o ai mumlo a c tu a l! Pues
bendito m es; ésta e.s, pues, su devoción
Í«le qué está enferm o todo él, sino de
peculiar, ésta su espiritual cosecha.
L a gran semana de Corpua ha sido su tristísim a y angustio.sísima enferm edad
del corazón ?
prólogo. X o se cerrarán los Sagrarios,
D el corazón enferm o y corrom pido le
en todas partes abierto.s eso.s días; ni se
han venido todos los daño.s, y sólo por
quitarán del altár las laces y las flores;
la curación del corazón se le deben to
ni m engiiai’á la concurrencia de íieles,
como abejas solícitas en amoroso zum dos remediar.
M ucho sabe el mundo actual, mucho
bido en torno de la colm ena que guarda
ha investigado, mucho ha llegad o á com
(1) Sardá y Salvauy. Aüo sacro: tomo U.
prender. In ven tos ha realizado en cin-
J
— 146
cuenta años que bastarían para enorgu
llecer á cincuenta siglos. Asom bran sus
progresos: lo que fué ayer pasmo d é lo s
nacidos, queda h oy oscurecido por la
iiltiina invención que relega la novedad
del día antes á la categoría de rancia
antigualla.
M ucho sabe el m undo actual, mucho
imede, y, sin e m b a rg o , com padecedle....
N o es feliz.
M il veces he pensado si D ios le p er
m ite de go lp e tal lujo de portentosos
descubrimientos i)ara v er si así acaba de
convencerse el m uy van o de que con
esto sólo no se lo gra la felicidad. N o la
do la otra vida, claro e stá ; ])ero ni si(piiera la m iserable de la presente, que
tan poca cosa es.
Eso ve, eso palpa, eso le am arga con
dolorosa exi)erien cia, y sin em bargo....
no le convence. Se lo dicen elocuentes
ora d o res, se lo explican famosos libros,
s o lo demuestran minuciosas estadísticas,
so lo comi)rueban pavorosos sucesos....
y sin em bargo.... no le convencen.
Es quo su mal no está en la cabeza,
que yerra por extravío ó por ignorancia
Su nial está en el corazón que am a el
error por(]uo le halaga, por lo tanto los
rem edios deben ser para éste.
A v ileza de afectos, nobleza de afectos;
á groseros impulsos, elevados im pulsos;
á terrenos ideales, divin os id e a le s ; á feos
amores de lodo, hermosos amores de
C ielo; á ciego afán ])or lo que pasa y
muere, v iv o anhelo por lo que no ha de
pasar ni ha de morir. H e aquí todo un
program a de contraria contrariis, que es
lireciso propinarle al enferm o cada día
más lánguido, si do un m odo ú otro se
ha do salvar.
E l corazón del hombre fué criado para
quo con sus buenas obras se lo acabase
de labrar ésto á im agen y sem ejanza de
Dios, A s í lo ha hecho él, pero en sentido
inverso. H a em pezado por hacerse dios
suyo la v il materia, y lu ego ha puesto
todo su empeño en asemejarse á esta tan
grosera divinidad. A s í que, en vez de
engrandecerse, todo su prurito ha sido,
podríamos decir, aehieai'so. i Cómo lo ha
logrado y cuán d ic a z le ha salido este
su loco a fá n ! ¡Cuán pequeño y cuán ra
quítico ha logrado hacerse e l hom bre su
|)vopio c o ra zó n !
N o es y a su corazóu como el de Dios,
á cuya d ivin a semejauza estaba llamado
poro ni siquiera como de mero hombre
que por lo menos debía ser. M enos que
hombre v a resultando el hom bre desde
que. llam ado á celestial perfección, ha
desdeñado tom ar por n iv e l de su talla
moral la i>erfección del mismo Hijo de
Dios.
M as he aquí que en los últimos tiem
pos el d ivin o S alvad or, como postrer
llam ada á los cora’zones decadentes, eml)obrecidos, en vilecidos, se ha dignado
revelarles más al descubierto las sublimidailes de su d ivin o Corazón. Como si
le dijese Jesús al mundo: « M ir a eu ti
lo que eres: contem pla eu M í lo que de
bías ser. A vergü én cete el contraste, y
séate m edicina tu propia con fusión.»
¿Salvará al mundo una generosa reso
lución suya en este sentido? N o lo sabe
mos; pero entre tanto muchas almas,
innumerables almas, han vu elto de n u eve
los ojos á este celestial m odelo de cora
zones para emprender en los suyos esta
obra regeneradora. L a saludable reacción
em pezó dos siglos ha, sosteniendo a l na
cer valeroso com bate con la heregía, se
ñal cierta de que el infierno v e ía con
susto la nueva bandera. V en ció, y h oy
reina y a sin contradicción en la Ig le s ia
de D ios, y es, dado esperar que llegu e á
reinar un día en el mundo. Y que el populnr estribillo do Ju n io: — Corasón
santo, — T ú reinarás, v en g a á resultar
verdadero cauto profético del pueblo de
Israel, cautivo hoy en el E g ip to revo lu
cionario, y afanoso por llega r luego, muy
hicgo, ¡oh sí!, á su libre tierra de pro
misión.
¡O h libertad del pueblo cristiano, su
je to h oy en todo el mundo á los hierros
ó ignom inias de la servidum bre más
odiosa! ¡T ú serás la prim era victoria del
Corazón de Jesús!
Cosecha de Junio han de ser fe rv o ro
sos cultos eu todas partes al Sagrado
Corazón. Constante o ra c ió n , repetidas
comuniones, contiim osdesagravios,m ayor
pureza de vida, celo incesante para pro
m over obras católicas, he atiuí la cosecha
que aguarda de nosotros Cristo en este
bendito mes para apresurar quizá la hora
de sus inefables misericordias.
¡Corazones, pues, corazones muchos y
fervorosos al trono del Sagrado C o ra zó n !
II
L a devoción al Sagrado Corazón de
Jesús es á la v e z un culto y uu apos
tolado.
-
147
Como culto es la veueracióu, el amo
roso obsequio tributado á la santidad
infinita de Jesucristo, D ios y hombre
verdadero, dotado por lo mismo de su
corazón como el nuestro, aunque unido
San A ^ s tín .
Bacnltura de los talleres Sslsaíanosde Ssrriá (Bnrcelonft).
inseparablem ente á la D ivin idad. Es la
gratitud al afecto entrañable que por no
sotros sintió mientras v iv ió esta vid a
mortal, y que siente aún h oy v ivie n d o
en los Cielos y en nuestros altares v id a
inm ortal y gloriosa.
Como apostolado es una verdadera
educación de nuestros pobres corazones
en ia escuela de este corazón ; es un es
tudio de este m o d e lo ; es como una irra
diación espléndida de sus purísimos afec
tos y sentimientos entre los cristianos
todos; es atracción hacia arriba, en con
traposición á las groseras tendencias que
nos arrastran constantemente hacia abajo.
L a devoción al Sagrado Corazón de
Jesús es en el fondo la devoción de to
dos los siglos cristianos. ¿ Kn qué siglo
no se ha tributado á la humanidad sa
cratísima de Jesucristo, unido á la D iv i
nidad, los homenajes más tiernos y fe r
vorosos ?
Sin embargo, en la form a en que quiso
reverarla el mismo Jesús á su ]>iadosísima sierva la beata i^Iargarita A lacoque, y eu el prodigioso de.sarrollo que
conforme á la promesa del mismo Jesús
ha obtenido en los pueblos modernos, es
una devoción verdaderam ente de actua
lidad y á todas luces lU’ovidencial.
D ios se manifiesta emistantemente en
su Ig le s ia del modo iiiás adecuado á las
necesidades de Ella. Cada manifestación
suya es siempre eu la historia un v e r
dadero rasgo de oportunidad.
Exam inem os bajo este punto de vista
la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
E l prim er error de nuestro siglo es lo
que i)odríamos llam ar la adulteración, la
fal.silicacióu de la d ivin a Persona de J e
sucristo. Se le tiene por algunos como
m ito ó tip o de leyenda, sin más exis
tencia real que la que han tenido los
fabulosos personajes de la m itología. P o r
otros, como un filósofo simplemenl;e tal,
que con m ejor fortuna que Jo.s demás ha
(lejado fundada una escuela llam ada Cris
tianismo. A lgu n os le toman únicamente
como refoninnlor pcdítico y social, como
el gran dem ócrata; faltando i)oco para
que le Uemen j»recur.sor <Ie M uzzini y de
Proudhón. A n te esos delirios en que lo
necio com pite con lo blasfemo, la Ig le s ia
Católica nos ofrece eu el culto del Sa
grado Corazón de Jesús la idea exa<;ta,
genuina y eva n gélica de su d ivin a i)ersonalidad, mostrándonos en E l e l V erb o
del Padre, la segunda Persona de la San
tísim a Trinidad, revestida de nuestra
carne, ofreciendo su Sangre por conquis
tarnos los derechos del Cielo, y derramando
á raudales de su purí.simo Corazón gra
cia, luz, consuelos, ejemplo.s y en.señanzas. Honrar, pues, al Sagrado Corazón
de Jesús es honrar su carácter d ivin o y
sobrenatural, en oposición á la falsifica
ción naturalista y racionalista que de él
pretende hacer la impiedad. ¿ N o es, pues,
un apostolado oportunísimo y fundameu-
f
—
148
tal iiropa^yar la devoción al Sagrado Oorn/ón de Jesúst
Y i<inó (lireiijos si bajando de las ideas
(i las costumbres contem plam os su opor
tunidad bajo este im nto de vista?
Las tendencias más pronunciadas en
nuestro siglo son un orgullo (pie sólo
]»uede calilicarse como merece llamán
dole satánico; un egoiamo tiiw brutal, (pie
podría decirse verdadera idolatría del
//o; y todo esto, no reconocido como
detecto ó rtu(pieza humana, sino e le v a
do á doctrin a, form ulado como siste
ma, condecoiado con el pomposo nom
bre de tilovsofía, llam ado positivismo. P o s i
tivism o, es decir, el culto de lo material,
de lo rastrero, en oposición á toda ele
vación del espíritu y del corazón; la
abdicación de toda aspiración, de toda
tendmuaa, de toda esperanza (pie no se
veíiera á lo (pie se palpa con las manos
y se go za con el cu e rp o ; el suicidio del
alma, (]ue so (piiere se asfixie á sí i>ro})ia m*gándose sistemáticamente lo que
constituye su único aire respirable, lo
sobrenatural. T a l vez no todos están en
el caso de averiguar y exponer los orí
genes de este contagio, pero ¿quién no
llora á cada paso sus resultados ? ¿Quién
no lam enta este general decaim iento de
los corazones, ese rebajam iento del ca
rácter que aun en lo bumano hace tan
raros los ejemplos de abnegación y de
sacrificio, tan comunes en los siglos de
fe? Nunca como hoy se tuvieron á sí
])ropios en tanta estim a los hombres, y
nunca como hoy fueron tan poca cosa.
Nunca como hoy .si* habló de patriotism o,
y nunca anduvieron tan escasos los sacritici(»s ]>or la patria. Nunca como boy
se blasonó de dignidad y de consecuencia,
y nunca como lioy fueron tantos los envileeidos y los inconsecuentes. Nunca
com o hoy se ensalzaron los derechos y
la emancipación del p u e b lo , y minea
fueron como hoy los derechos del pueblo
pisoteados. Nunca como hoy se habló
de pensar y de librepensam iento y de
derechos del pensamiento, y minea como
hoy se ha com ido más y se ha pensado
menos. Nunca como hoy se ha iireciado
el hombro de su corazón, y minea, sin
embargo, so ha visto más subordinado
el cora/.óu al estóm ago, el sentim iento
al eáleulo, el deber al interés. ¡ N o es,
pues, uu oportunísimo ai>ostolado levan
tar iiu poquito los corazones de ese ce
nagoso positivismo, poniéndoles á la vista
el Corazón modelo, haciéndoles leer en
este libro abierto lo que es abnegación,
lo que es respeto, lo que es caridad, lo
que es aspiración al Cielo, lo (pie es (iesprendim ieuto de la tierra, y tantas y
tantas otras cosas de las que el diccio
nario moderno parece haber perdido
hasta el vocablo con que se nombran ?
Y ese levantam iento de corazimes de
caídos y degradados ¿puede efectuarse
mejor que en nombrií y por la atrac
ción á la v e z suavísima y poderosí
sima de un Corazón humano que por
el misterio de la enc.aruacióu es á la vez
Corazón d iv in o ? P a ra que el hombre
pudiese salir del cieno de la miseria y
elevarse á regiones más nobles acercán
dose á Dios, D ios se ha dignado acortar
en cierto modo las distancias humanán
dose El, y poniendo en contacto con no
sotros para mejor atraernos y levantarmos. ¿Se puede, pues, cooperar m ejor á
las miras ajiiorosas de D ios que coope
rando á esa atracción que de nuestros
corazones quiere realizar por m edio del
Corazón Sacratísimo de su H ijo Jesu
cristo?
III
E l Sagrado Corazón brilla en el mundo
cristiano en el cénit de su esplendor. A probados sus rezos ó im ágen es; instiíiüda y elevada á primera categt)ría en el
rito su tiesta; consagrada recientem ente
á su honor y colocada bajo su patroci
nio la Ig le s ia universal, es com pleto el
triunfo de esta insignia del am or de
Cristo en todo la cristiandad. ¡T ú reinariis! Esta jn'ofética i)alabra del himno
))opular va cunpdiéndo.se en todas partes.
H o y ondea en todos los templos cristianos
trianfanto la bandera del Sagrado Co
razón.
Con ella y como ella y por ella logra
rán á la vez el anhelado triunfo los ac
tuales defensores de sus derechos sociales
y de su plena realeza y soberanía. ¡A d e
lante los soldados de la verdad católica,
guiados por esa bendita huella de luz,
que les trazan en la historia las perse
cuciones y las victorias del Sagi’ado Co
razón de Jesús!
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XI I I
A TODOS LOS PA TE IA R C A S , PfilM AD O S, ARZOBISPOS Y OBISPOS DEL ORBE CATÓLICO
■<-----------------
León Papa XIII
Venerables Serm anos: salud y bendición
apostólica.
Habiendo llegado al año vigésimoquinto
de nuestro apostólico ministerio y asombrado
N'ós mismo de lo largo de la carrera que en
medio de amargos y continuos cuidados he
mos recorrido, Nos sentimos muy natural
mente inclinado á levantar Nuestro pensa
miento á Dios, siempre bendito, que entre
otros muchos favores se ha dignado conce
dernos un Pontificado de duración tal que
apenas registra la historia algunos semejantes.
Así es que al Padre de todos los hombres, á
Aquel que guarda el misterioso secreto de la
vida, dirigimos Nuestro himno de acción de
gracias i>or imperioso movimiento de Nuestro
corazón. T ciertamente, la mirada del hom
bre no puede llegar hasta lo íntimo de los
designios del Señor en la prolongación, supe
rior á toda esperanza, de los días de Nuestra
ancianidad, punto en que no Nos cabe sino
la adoración y el silencio. Mas. á pesar de
ello, hay algo que sabemos perfectamente y
es que, si le plugo, si le place todavía, con
servar Nuestra existencia, Nos incumbo uji
grandísimo deber: el de v ivir para bioii y
engrandecimiento de su Esposa inmaculada,
la Santa Iglesia, y lejos de desanimarnos
por cuidados y iatigas, consagrarla lo que
Nos reste de fuerzas hasta nuestro postrer
aliento.
Luego de haber pagado el debido tributo
de gratitud á Nuestro Padre celestial, á quien
pertentMJe eternamente todo honor y gloria,
gratísimo Nos es volver á vosotros Nuestro
pensamiento y dirigiros la palabra, Venera
bles Hermano.s, porque, llamados vosotros
por el Espíritu Santo á gobernar escogidiia
porciones del rebaño de Cristo, participrUs de
esa manera con Nos en las luchas y los triun
fos, en los dolores y las alegrías del minis
terio Pastoml. No; jamás so borrarán do
Nuestra memoria las abundantes y repetidas
pruebas de religiosa veneración que Nos ha
béis pro<lig:uio <lurante el curso de Nuestro
pontificado, y ^^uo todavía multiplicáis, con
amorosa emula<nóu, en los actuales motneiitoR.
Unido ya íntimamente á vosotros por deber
y por paternal amor, esas pruebas, que Nos
son gratas sobre todo encarocimietJto, Nos
aprietan á vosotros con mayor fuerza, no
tanto i>or lo que ufectiin á Nuestra persona,
como por la inviolable adhesión que decla
ran á esta a]>üstólica Sede, centro y columna
de todas las de la catolicidad. Sí siempre ha
sido necesario que en los diversos grados de
la jerarquía eclesiástica todos los hijos de la
Iglesia se mautuvieran con gran celo unidos
por los vínculos de una recíproca caridad y
la consecución de unos mismos designos, de
manera que no tengan sino un solo corazón,
y una sola alma, esta unión ha venido á ser
en nuestros tiempos más indispensable que
nunca. Y , efectivamente, ¿qnién pue<le igno
rar la inmensa oonjuración de fuerzas hosti
les que tiende ahora á arruinar y á ba<?er
que desa^tarezca la obra máxima de Jesucristo,
— lüO procurando, con encarnizamiento que no co
noce límites, arrebatar al hombre, en el orden
intüUe<5tuaI, el tesoro <le las divinas verdades,
y arramair de raíz, en el orden social, las
instituciones cristiuiias míls santas y saludablosí .Todo esto vosotros miamos lo observíús
diariamente; vosotros, que Nos liabéis expre
sado más de una vez vuestra alarma y vues
tra antíiiatia, deplorando la multitud de preoc-upacionos, de errores y do falsos sistemas,
en que impunemente se imbuya á. la multitud.
¡Cuíiutos lazos no so tienden por doquier
contra las almas inocentesI {Cuántos ol>stáculo.s no se amontonan para debilitar, y,
cuánto sea posible, anular la acción do la
Iglesia! Y ent e tanto, como para añadir la
befa á la injusticia, se dice de la misma
Iglesia que no sube recobrar su antigua
virtud y que es iinpotente para encauzar el
torrente de desbordadas pasiones que ame
naza arrasarlo todo.
Bien querríaaios hablaros, Venerables Herjnanos, (le asunto menos triste y más con
forme á la feliz coyuntura que Nos mueve
á dirigiros la ))ahibra; mas nada autoriza
otro lenguaje, ni las pruebas por que atra
viesa la Iglesia, que exigen con las mayores
instancias un rápido auxilio, iii la condición
de la sociedad contemporánea, la cual, hon
damente trabajada en el orden moral y ma
terial, 80 encamina á más sombrío porvenir
con el abandono de las grandes tradiciones
cristianas, porque, en virtud de uua ley pro
videncial, (íoníinnada por la historia, no se
puede atentar contra los grandes principios
religiosos sin conmover al mismo tiempo las
bases del orden y de la prosperidad social.
En tales circúnstancias, para que las almas
recobren aliento y para aprovisionarlas nue
vamente de fe y valor, Nos parece que será
oportuno y útil consi(íerar atentamente en
su origen, en sus (musas y en sus múltiples
formas la guerra ínqdaeable que se mueve á
la Iglesia y, deehu’aiido las funestas conse
cuencias que entraña, señalar su remedio.
Besuene, pues, muy alto Nuestra palabra, aun
cuando ha de recordar verdades afirmadas
en otras ocasiones; sea oída, no solamente
IK>r loa hijovs de la unidad católica, sino tam
bién i)or loa disidentes, y lia.sta por los iiifelic(‘s que nada (^reen, ya que todos son
hi.jos del mismo Padre y* todos están desti
nados al mismo y supremo bien; sea acogida,
finalmente, como testamento, que, á la corta
distancia en que Nos hallamos de las puortíis de la eternidad, queremos dtjjar á los
pueblos, á modo de presagio de la salud que
á todos deseamos.
En todo tiempo ha tenido que luchar y
padecer jmr la verdad y la justicia la Iglesia
santa de Cristo. Instituida por el mismo di
vino Bedentor para proimgar en el mundo
el reinado de Dios, ha de conducir á la hu
manidad decaída, alumbrándola <x>n los res
allándoles de la ley evangélica, á su iumortal
destino, es decir, ha de ponerla en posesión
del infinito bien que Dios nos tieii prome
tido, y á cuya altuim jamás llegaríamos por
solas nuestras fuerzas: misión divina, que no
puede cumplir sin chocar en las innume
rables pasiones que nos legó el antiguo pe
cado y la eorriipciÓQ que el pecado intro
dujo, soberbia, codicia, desenfrenado amor de
los goces materiales, y contra los vicios y
desórdenes que todo eso produce, todos los
cuales han encontrado en la Iglesia el freno
más poderoso.
EL hecho de tales persecuciones no debe
maravillarnos. ¿Acaso no fueron anunciadas
por el divino Maestro y no sabemos que du
rarán tanto como el mundo? Y, eu efecto,
¿qué dijo á sus discípulos el Salvador cuando
les envió á derramar e) tíisoro de su doctrina
eu todas las naciones? Nadie lo iguora: «Se
réis perseguido de ciudad en ciudad á causa
de mi nombre; seréis odiados y vilipendiados;
seréis llevados a los tribunales y condenados
á los mayores castigos.» Y para animarles
á soportar tales pruebas. É l mismo se les dió
en ejemplo: « Si el mundo os oborrece, sabed
que primero que á vosotros me oborreció á
mi. » Si mundo vos odit, seitote guía me priorem
vohis odio kahuit{X). Esas son las alegrías,
esos los premios que el divino Salvador nos
promete en la tierra.
Quien juzgue sana y sencillamente de las
cosas jamás podrá descubrir la razón de se
mejante odio. ¿A quién ofendió jamás el di
vino Eedeutor, ni en qué vino nunca á des
merecer? Habiendo bajado del Cielo á impulso
de infinita caridad, predicó una doctrina in
tachable, consoladora, adecuada cuanto no se
puede ponderar para unir fraternalmente á
todos los hombres en la paz y el amor. No
vino á ambicionar grandezas terrenas, ni ho
nores mundanos, ni usurpó el derecho (le
nadie; sino, muy al contrario, se le vió mos
trarse iufinitameute compasivo cou los débi
les, los enfermos, los ])obres, los i>ocador68 y
los oprimidos, de modo que pasó por el
mundo derramando entre los hombres á ma
nos llemis celestiales beneficios. Fué, pues,
sencillamente un exceso de malicia de parte
de los hombres, exceso tanto más lamentable
cuanto fué un'is injusto; y, según la profecía
de Simeón, (jl Salvador se hizo blanco de
(mntradicción en la tierra: Signum cui contradiceitir (2).
Siendo esto asi, ¿hay razón para maravi
llarse de que la Iglesia católica, que es la
continuadora de la divina misión de Nuestro
Señor Jesucristo y la incorniptiblier deposi
taría de su verdaíl, no se baya libnwio de la
suerte que cupo á su Fundador? E l mundo
no varía. A l lado de los hijos de Dios se
hallan siempre los secuaces del gran enemigo
del género humano, de aquel que, rebelde
(1) Sau Juao, XV, 18.
(2) San Luca^j II, 34.
— 151 desde el principio con el Altísimo, es llamado
en el Evangelio príncipe de este mundo. Y
ved ahí por qué, en frente de la ley divina
y de quien se la presenta en nombre de Dios,,
este mundo siente hervir y levantarse dentro
de sí propio un espíritu de independencia, á
que no tiene ningún derecho. ¡ A h í ¡Cuántas
veces, con inaudita crueldad, con descarada,
injusticia; cuántas veces, en las épocas más
revueltas y para evidente mina de la socie-,
dad, los enemigos de la Iglesia se han for
mado en columnas cerradas á ün de destruir
la obra de Diosl
Si un género de persecución resultaba ine
ficaz, se probaba otro. Durante tres largos
siglos, el imperio romano, abusando de la
fuerza bruta, sembró todas sus provincias con
los cuerpos de nuestros mártires y enrojeció
con su sangre el suelo todo de esta sagrada
ciudad. Luego la herejía, unas veces disfra
zada, otras á cara descubierta, recurrió á los
sofismas y á toda suerte de pórfidos artificios
para desgarrar la armonía de la Iglesia y su
unidad. Como tromba devastadora se descadenaron después, por el ííorte, los bárbaros
y el islamismo por el Mediodía, dejando por
dondequiera que pasaban montones de ruinas
on inmensos desiertos. A sí se transmitió de
siglo en siglo la triste herencia del odio con
que siempre luchó la Esposa del Cordero.
Entonces sobrevino un cesarismo, tan des
confiado como potente, envidioso de la ajena
grandeza por.mucho que hubiera desarrollado
la propia, y que se aplicó de nuevo á dirigir
continuos asaltos á la Iglesia para arreba
tarla sus derechos y pisotear su libertíul.
Estalla el corazón de sentimiento contem
plando á esta Madre abrumada con tanta
frecuencia de indecibles angustias y dolores,
á pesar de lo cual, triunfando de todos los
obstáculos, de todas las violencias y, de to
das las tiranías, siempre fué alzando en
nuevos territorios sus pacíficas tiendas, sal
vaba de la destrucción el glorioso patrimonio
de las artes, de la historia, de las ciencias
y las letras, y, comunicando profundamente
el espíritu del Evangelio á todo el cuerpo
social, creaba la civilización cristiana, á que
deben los pueblos, sometidos al benéfico in
dujo de la Iglesia, la equidad cu sus leyes,
la suavidad de costumbres, la protección á
los desvalidos, la piedml para con los pobres
y desdichados, el respeto á los derechos y
dígnida<l del hombre, y por todo eso, y
«Danto es posible en medio de las ñuctuacioues humanas, aquella paz de la vida social
que procede del- prudente consorcio de la
justicia y la liber¿id.
Estas pruebas de la intrínseca bondad de
la Iglesia son tan sublimes y brillantes como
«OitCinuas, uo obstante lo cual, al modo que
sucedía en la Edad Media y durante los pri
meros siglos, también eu épocas más cer<^nas á nosotros vemos á la Iglesia combatida,
en cierto sentido más dolorosamente que
lÉ
nunca. A consecuencia dé antecedentes his
tóricos, ya bien conocidos, la llamada Ut)forma levantó en el siglo x v i el («fnmlurto
de la rebelión y, resuelta á herir á la Iglesia
en el corazón mismo, combatió <‘ontia el
Pontificado, cortó los preciosos vínculos do
la antigua uuidiul eu la autoridad y la fó
que, ccntuplicamh) muchas voces la fuerza,
el prestigio y la gloriiv, gracias á la harmoniosa concordia en unos mismos propósitos,
había reunido á todos los pueblos bajo un
sólo cayado y un sólo pastor, ó introdujo cu
las filas <TÍstíanas un principio funesto de
lamentable «lisgregación.
No afirmamos con esto que desdo el prin
cipio de aquel movimiento hubiera el propó
sito de desterrar el principio cristiano del
seno de la sociedad.; mas negando, por una
]>arte, sumisión á la supremacía do la Scile
de Roma, cansa efectiva y lazo de unidad,
y proclamando, por otra, el principio del
libre examen, conmovía basta en lo más
hondo de sus cimientos el divino edificio y
se abrió el camino á infinitas variiuúonos, á
la negación, á la duda eu asuntos de la imvyor importancia, en términos que la realidad
sobrepujó las previsiones de los mismos no
vadores.
Abierto así el camino, surgió entonces el
filosofismo orgulloso y burlón del siglo x v iii,
que fué más adelante. Hizo chacota de los
libros de la Sagrada Escritura y rechazó en
jauto las verdades divinamente reveladas, y
lo hizo con el fin de arrancar do la conciencia
de los i)ueblos toda creencia religiosa y bo
rrar en ellos hasta el postrer vestigio del es
píritu cristiano. De esta fuente manan el racioiialisiyo y el panteísmo, el naturalismo y
el materialismo, sistemas funestos y deleté
reos que reinstauraron con nuevas a]>aricm‘ias
antiguos errores, ya victoriosamente refuta
dos por los Padres y los Doctores de la
Jglesíji, de suerte que el orgullo de los siglos
modernos, por exceso de confianza en sus
proiiias luces, quedó herido de ceguera y, al
modo que le secedíó al paganisioo, vive de
quimeras, aun en aquello que esi>cci al mente
concierne á los atributos del alma humuua y
á los inmortales destinos que constituyen sa
glorioso privilegio.
La guerra contra la Iglesia tomó así nn
carácter de mayor gravedad que en el par
sado, no tanto por la vehemencia del ataq
cnanto por sn nníversulidad. La iiicreduli<laa
contemporánea no se limita, en efecto, á po
ner en dada, ó negar, esta ó la otra veníuil
de fe. Sus ataques se dirigen al conjunto
mismo de principios que la revelación con
sagra y la verdadera filosofía sostiene, prin
cipios santos y fundumeiitales que decUirau
al hombre el objeto final de su paso i>or la
vida, que le sostienen eu el cumplimiento de
sus deberes, que lo ínfuudeu en el alma for
taleza y resignación, y que, prometiéutlole
una justicia incorruptible y una felicidad
— 152 —
completa más allá de la muerte, le enseñan á
subordinar el tieiupo á la eternidad, la tierra
al Cielo, i Y con quó se reemplazan estas
máximas, estos incomparables consuelos que
suministra la fe í Con un espantoso escepti
cismo, que hiela los corazones y ahoga en
las conciencias toda üsi)iración generosa.
Como vosotros lo veis, Venerables H er
manos, harto han trascendido estás funestas
doctrinas del campo de las ideas á la vida
exterior y la esfera pxiblica., Grandes y po
derosos listados no cesan de practicarlas,
imaginando que íisí trabajan por la civiliza
ción y se colocan á la cabeza del progreso,
y (;omo si ios poderes públicos no debieran
concentrar en sí mismos y reflejar cuanto
hay de más sano en la vida moral, se creen
relevados de la obligación de honrar á Dios
públicamente, y sucede con sobrada fre
cuencia (pie, alardeando de permanecer in
diferentes con todas las religiones, de hecho
mueven guerra á la única establecida por Dios.
liste sistema de ateísmo práctico debía
acarrear, y, efectivamente, ha acarreado, una
profunda iierturbacióu eu la esfera de la
m oral; porque, como ya lo entrevieron los
sabios más famosos de la antigüedad pagana,
la religión es el principal fundamento de la
justicia y la virtud. Cuando se rompen los
lazos que unen al hombre con D ios, Legis
lador soberano y Juez universal, ya no queda
sino uu fantasma de moral, moral exclusi
vamente civil, ó como suele llamarse, indepeiuliente, la cual, haciendo abstracción de
toda razón eterna y toda ley divina, nos
arrastra sin remedio por una fatal pemliente
á la postrer consecuencia de proponer como
ley del hombre el hombre mismo. Incapaz
desdo este punto de elevarse eu alas de la
esperanza cristiana hasta el supremo bien,
ya no busca más alimento que el material
en los goces y comodidades de la vida; se
despiertan en él la sed de placeres, la codi
cia de riquezas, el inmoderado deseo de i"ár
pidasy desmedidas ganancias, aun con ofensa
de la justicia; eu él se iutlauia tmia suerte
de umbituonos y no só quó febril y frenética
avhloz de satisfacerlas, aunque soti de uu mo
do ilícito ; \K>r último, se apoderan de él, como
dominadores, el menosprecio de las leyes y
el desenfreno de las costumbres, los cuales,
geiievalizáiulose, producen una verdadera doeadeuoia do la sociedad.
i Exageramos, imr ventunw , las tristes
consceuenoiivs de los dolororos desórdenes
do que hablumosf No, i>orque ahí está á
nuestro alcauce la reiüidad, y la realidad
continua sobnulaiueute Nuestras deduciones.
Evidente es, en efecto, que si no sé la ro
bustece cuanto antes, hasta las bases de la
sooie^lad van á coumoverse, y que euvolveráu
eu su ruina los grandes priucipios del dere
cho y de la luoriü eterna.
De ahí provienen loa graves danos que ha
recibido toilo el cuerpo social, comenzando
por la familia. E l Estado secular, sin acor
darse de sus límites ni del fin esencial de
la autoridad que le compete, ha puesto la
mano en el vínculo conyugal, para profanarlo
despojándole de su carácter religioso; ha usur
pado, en cuanto le ha sido posible, el dere
cho que por ley natural asiste á ios padres
en cuanto se refiere á la educación de los
hijos y en miicbas partes ha destruido la
indisolubilidad del matrimonio, otorgando
la sanción legal á la licenciosa institución
del divorcio. Conocidos son los resultados
de semejantes extralimitacioiies y como han
crecido cuanto no se puede decir el número
de matrimonios, apenas esbozadas por el es
tímulo de pasiones vergonzosas cuando ya
disueltos eu trágicas contiendas ó en escanda
losas infidelidades. Y nada decimos de los
hijos de estos matrimonios, inocente descen
dencia que queda abandonada ó pervertida,
en unos casos por el mal ejemplo de los padres
y eu otros por el veneno que el Estado,
oficialmente ateo, les suministra diariamente.
A l par de la familia se ve puesto eu peli
gro el orden político y social, principalmente ^
por las nuevas doctrinas, que, atribuyendo
á la soberanía un falso origen, han destruido
así su verdadero concepto. Porque si la au
toridad soberana procede tbrmalmente del
consentimiento de la multitud, y no de Dios,
principio supremo y eterno de todo poder,
pierde á los ojos de los súbditos su carácter
más augusto y degenera en una soberanía
artifi(5ial que tiene por fundamento bases
inestables y movedizas, como la voluntad de
los hombros, de la cusü se la quiere derivar.
4 Y no vemos también las consecuencias de
este error en las mismas leyes? Con harta
frecuencia, en vez de ser la razón escrita^ esas
leyes no expresan sino la fuerza del número
y la voluntad predominante de un partido
político. Do esta manera se halaga el culpa
ble ai>etito de la multitud y se aflojan las
riendas á las pasiones del pueblo, hasta cuan
do turban la laboriosa tranquilidad de los
ciudadanos, salvo el acudir en los casos ex
tremos á la represión violenta y á la consi
guiente efusión de sangre.
Una vez repudiados los principios cristia
nos, que tan poderosa eficacia tienen para
sellar la fraternidad de ios pueblos y hacer
de la humanidad entera una especie de in
mensa familia; una vez repudiados esos prin
cipios, poco á poco ha ido prevaleciendo en
el orden internacional un sistema de envi
dioso egoísmo, merced al cual unas naciones
miran á hts otras, si no siempre con odio,
por lo menos xíou desconfianza de rivales; de
donde se sigue que en todas sus empresas
se olvidan fácilmente de los grandes princi
pios de moralidad y justicia y de la protec
ción á los débiles y los oprimidos. En el
deseo que les espolea de acrecentar indefi
nidamente su riqueza, las naciones sólo miran
ya á la ocasión y las circunstaucias, á la
1
— 153 —
utilidad del éxito y á la tentadora fortuna
de los hechos consumados, seguras de qae
nadie las inquietará después en nombre del
derecho y del respeto que le es debido:
principios funestos, que han proclamado la
fuerza material como ley suprema del mundo,
á los cuales ha de imputarse el progresivo
y desmesurado aumento de aprestos militares,
ó esta paz armada, comparable á los desastrosos
efectos de la guerra en bien de conceptos.
Semejante lamentable confusión de ideas,
ha heciio germinar en las clases populares
la iniquidad, el malestar y el espíritu de re
beldía, de donde se siguen la agitación y los
presentes desórdenes, que presaban tormentas
más espantosas todavía. La miserable condi
ción de parte del ínfimo pueblo, digno, cier
tamente, de regeneración y amparo, sirve
admirablemente á los propósitos de hábiles
agitadores y de modo especial á los del so
cialismo, los cuales, prodigando á las clases
más humildes toda suerte de falsos ofreci
mientos, preparan la consecución de los más
espantosos designios.
Quien se aventura por una pendiente pe
ligrosa, cae forzosamente en el abismo. Con
lógica que ha venido á vengar la conculca
ción de ciertos principios, hase organizado
una verdadera asociación de criminales. Do
tada de un instinto salvaje, desde sus pri
meras manifestaciones dejó consternado al
mundo. A consecuencia de su sólida consti
tución y de sus ramificaciones internaciona
les, en todas partes osa levantar su mano
execrable, sin temor á ningún obstáculo y
sin retroceder ante ninguna maldad. Rene
gando de todo vínculo social y menos pre
ciando cínicamente las leyes, la religión y
la moral, sus adeptos han tomado el nombre
de anarquistas y se proponen destruir la so
ciedad actual por todos los medios que pue
dan sugerir una pasión ciega y salvaje. Y
como la sociedad recibe la unidad y la vida
de la autoridad que la rige, contra la auto
ridad dirige sus tiros la niiarquía en pri
mer término, i Cómo no estremecerse de
horror é indignación, y al mismo tiemjm
de lástima, recordando el crecido número de
víctimas del anarquismo en e.stos i>08treros
años: emperadores, emperatrices, reyes, pre
sidentes de poderosas repúblicas, cuyo crimen
consistía en la suprema autoridad de que es
taban investidos?
Ante la inmensidad de males que agobian
á la sociedad y de i>eligro8 que la amenazan,
Nuestro deber Nos exige que advirtamos de
nuevo á los hombres de buena v o ln n t^ so
bre todo á los que ocupan pue.sto preeminente,
que del>en considerar, y á ello les conjuramos
en este momento, los remedios que exige la
presente situación, y, con previsora energía,
aplicarlos sin tardanza.
Ante todo conviene enterarse de estos re
medios y aquilatar su valor. Lo que desde
luego oímos ensalzar hasta los cielos es la
libertad y sus beneficios, cosas en que so
cifraba el remedio soberano y se veía un in
comparable instrumento de orden fecundo y
prosperidad. Pero los hechos han demostnido
luminosamente que la liberbid carecía do lii
eficacia que se la quiso atribuir. Ooufliotos
económicos y luchas de clases estallarou por
doquier, y no se ve apuntar por ningún lado
la aurora del día que ha de traer la paz so
cial. Mas prescindiendo de esto, y como cada
cual puede comprobarlo por sí mismo, tal
como se entiendo hoy, es decir, concedida
indistintamente á la verdad y al error, al
bien y al mal. la libertsid no conduce á otra
cosa sino á rebajar todo lo noble, santo y
generoso, y á franquear más libremente el
paso al crime’ i, al suicidio y á las pasiones
más abyectas.
También se ha sostenido que el fomento
de la instrucción, dando á la multitud ilus
tración y cultura, bastaría para sustraerla
de sus tendencias mjilsanas y contenerla en
los límites de la rectitud y la probidad. Mas
la dura realidad ¿no nos está demostrando
á cada paso para qué sirve la instrucción
que no va acompañada de una sólida edu
cación religiosa y moral? Por efecto de su
inexperiencia y de la fermentación do las
pasiones, el alma de la juventud sufre la
fasciuación de las doctrinas perversas y,
singularmente, de los errores que una pren
sa sin freno siembra á granel, los cuales,
depravando á la vez la inteligencia y la
voluntad, alimentan en la juventud el espí
ritu del orgullo y la insubordinación, que
tantas veces altera la paz de las famiiias y
de loa pueblos.
También se cifraron grandes esi)ora tizas
en los progresos de la ciencia, y, ciertamente,
la pasada centuria los ha visto bien grandes,
bien inesperados, bien imiraviliosos. Pero,
¿os acaso cierto que tales jirogrtíSíis nos ha
yan procurado la ¡llena y renovtulora abun
dancia de frutos que de ellos espenilisi el de
seo de tantas gentes? Cierto que el vuelo
de la ciencia ha abierto nuevos liorízoutes íil
entendimiento, y <¡ue ha ensanchsulo el im
perio del hombre sobre las fuerzas de la ma
teria, y que la vida terrena se ha suavizatlo’
en muchas cosas. Y , sin embargo, todos
sienten y muchos reconocen que la realidad
no corresponde á las es¡)eranzas. Y no se
puede negarlo cuando se contem¡ila el esta
do de los ánimos y las costumbres, cuando
se examina la estadística criminal, cuando
se escachan los sordos rumores que partea
de abajo y se observa el predominio de la
fuerza sobre el derecho. Sin mencionar to
davía las muchedumbres que padecen mise
ria, basta una ojeada, aunque sea rápida, á
cuanto pasa en el mundo, para comprobar
que una indefinible tristeza embarga las
almas y un inmenso vacío ekiste eu los co
razones.
£1 hombre ha podido hacerse dueño de la
— 154 —
materia; pero la materia no lia podido darle nismo no será un remedio eficaz y comifieto
si no implica la vuelta y mi amor sincero á
lo que no tiene, y en las grandes cuestiones
que se reñerou á> nuestros intereses más ele> la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
vados, la ciencia humana no ha dado solu E l cristianismo encarna, efectivamente, en la
ción; la sed de verdad, el hambre de bien, Iglesia católica; se identifica con esta socie
el anhelo do lo infínito que nos devoran, no dad espiritual y perfecta, soberana en su
han podido saciarse, y ni los goces y los esfera, que es el cuerpo místico de Jesucristo
tesoros de la tierra, ni el aumento de las y que tiene por cabeza visible al Pontífice
comodidades de lu vida han })odido calmar la romano, sucesor del Príncipe de los Após
angustia moral cu el fondo de los corazones. toles. Esta Iglesia es continuadora do la
i Habrá que mirar con desdén, habrá que misión del Salvador ó hija y heredera de la
redención; ha propagado el Evangelio y lo
renunciar (\ las ventajas que trae consigo la
instrucción, la ciencia, la civilización y una ha defendido á costa de su sangre, y segura
prudente y dulce libertad? Ciertamente que de la asistencia divina y de la inmortalidad
no. A l conti-ario; es preciso tenerlas en alta que le han sido prometidas, sin pactar ja
más con el error, permanece fiel al mandato
estima, conservarlas y aci'eceutarlas, como
capital de simio valor, porque constituyen que recibió de difundir la doctrina de Cristo
l)or todo el mundo y do conservarla en su
medios que, do suyo, son buenos, y porque
Dios los quiere y con su infinita sabiduría inviolable integridad hasta el fin de los siglos.
Maestra legítima de la moral del Evan
los ordena al bien y provecho de la familia
humana. Mas es necesario subordinar su em gelio, no se manifiesta solamente como con
pleo á la voluntad del Creador y no sepai-ar- soladora y redentora de las almas, sino
los nunca del oleiucnto religioso, en el cual también como manantial permanente de jus
reside la virtud, que, juntamente con una ticia y caridad y propagadora al mismo
eficacia especial, les comunica una verdadera tiempo que tutora de la verdadera libertad
y de la única igualdad posible aca en la
fecundidad. Tai es la incógnita del problema.
Cuando un ser orgánico perece y se corrompe, tierra. Aplicando la doctiina de su divino
señal es de que ha cesado de experimentar Fundador, mantiene en prudente equilibrio
la inüuoncia do las causas que le constitu y traza justos límites á todos los derechos y
todos los xirivüegios de la sociedad. La igual
yeron y dieron forma, y x>ara verle otra vez
sano y floreciente no hay duda de que se ha dad que predica la Iglesia no destruye la
do colocarle de nuevo bajo la acción vivifi distinción entre las diversas clases sociales,
cant© de aquellas causas. Pues bien; la ac sino que la conserva intacta, ya que hasta
tual sociedad, en su loco intento de huir de la misma naturaleza la impone. La libertad
su Dios, ha rechazado el orden sobrenatural que otorga para oponer obstáculos á la anar
quía do la razón, emancipada de la fé y
y la revelación divina, y se ha sustraído así
á la saludable eficacia del cristianismo, que abandonada á sí misma, no lesiona los dere
chos de la verdad jiorque son superiores á
os maniliestamoute la más sólida garantía
los de la libertad, ni los derechos de la jus
de orden, el lazo más fuerte de fraternidad
ticia, porque son suiioriores á los del número
y el inagotable manantial de las virtudes
y la fuerza, ni los derechos de Dios, porque
privadas y públicas.
De tan sacrilego abandono nace el desor son superiores á los del hombre.
La Iglesia no os menos feminda en bienes
den que ahora lu trabaja, y esta descarriada
liara el bogar doméstico, jiorque no solamente
sociedad debe volvei* al seno del cristianismo
si le importan vordaderamoute su calma, su combate á los perversos artificios que la in
credulidad pono en juego á fin de destruir
salud y su bícucstar.
Así como el cristianismo no xienctra en un la vida de la familia, sino que prepara, ade
alma sin mejorarla, tanqioco penetra en la más, y protege la unión y la estabilidad con
vida pública de una nación sin establecer yugales , cuyo honor, fidelidad y santidad
on ella ifl orden. Con la idea de iiu Dios que ampara y fomenta. A l mismo tiempo cimenta
todo lo gobierna y que es infinitamente sa y sostiene el ordeu civil y político, ofreciendo,
bio, infinitamente justo é infinitamente bueno, de una parte, eficaz auxilio á la autoridad
el cristianismo infunde en la conciencia hu y, de otra, mostráudose favorable á las jus
mana el sentimiento del deber, calma el su tas aspiraciones de los súbditos y á toda re
forma prudente; inculcando A resiieto á los
frimiento, apacigua los odios y engendra
héroes. Y si transformó la sociedad pagana, príuciiies y la obediencia que se les debe, y
y esa ti-ansformación fué una resurrección ver defendiendo los derechos imprescriptibles de
dadera, puesto que la barbarie fué desapare la concieuoia sin cansarse jamás. Y así es
ciendo á la medida que el cristianismo fué cómo, gracias á olla, los pueblos sometidos á
jiropagándoso, tembiéii ahora, después do las su influencia no han temido verse esclaviza
terribles saciulidas de la incredulidad, sabrá dos, i>orque la Iglesia ha detenido á los prínvolver á su verdadero eaniiuo y reinstaurar cii>es cuando les ha visto lanzarse por la
en el ordeu á los Estados modernos y las lieudiente de la tiranía.
naciones coutemxioráueas*
(S e continuaráj.
Pero eso no es todo. La vuelta al cristia
— 165 —
{Oorre»pondencia de D. Oalógero Qmmano d nneetro Sector Mayor D. Miguel Súa).
E e t m o . Sr . D. M ig u e l B ú a :
Amadísimo P ad re: E l día 7 de Mayo nues
tro vapor anclaba en el puerto de una sim
pática y por nosotros suspirada Ciudad. Eran
las 2 y media de la mañana. D. Malán y un
servidor nos levantamos de las redes que nos
habían servido de cama durante lo noche y
D. Albera durmió sobre unas tablas. A las
4 ya los primeros rayos de luz hacían algún
tanto visibles los objetos, y después de que
las Autoridades del puerto y sanitaria hi
cieron su respectivo examen, una elegante
barca y con diez expertos marineros vino á
recibir al Visitador de los Salesianos. En la
playa lo dguardaban más de quinientos entre
niños y ninas, la banda Salesiana, la de ma
rina y multitud de gente del pueblo. Tan
pronto conu) Don Albera saltó á tierra, la
banda tocó la marcha real y el himno na
cional, é inmediatamente después un vivara(dio y atrevido joveucito se adelantó, y ha(tiendo las veces de orador, le dió la bienvenida
al suelo brasileño, saludándolo en nombre de
la Compañía de S. Luís, de la que era Se(;retario, del Colegio Salesiano de S. Gonzalo,
del pueblo de Cuyabá y en general de la
nación entera: un espontáneo y prolongado
viva coulirmó sus palabras. D. Albera recibió
una verdadera y entusiasta ovación en el
trayecto desde el puerto al Colegio; veinte
minutos ó más tardó en recorrer el trayecto
que formaban las dos filas de gente, en las
que había personas de toda clase y condición.
También los marineros y soldados honraron
al Bepresentante de Nuestro Rector Mayor,
tocando sus bandas las mejores piezas de su
repertorio. En un artístico arco, colocado á
la entrada del Colegio se leía la siguiente
inscripción: Colle7idis»imo Bectoris Majorig
nuncio fausto adventus ejus die — Jüii pera*
mantés — populas commotus — juvenius festU
iwníe* — uno corde — salutem dieunt. Efec
tivamente : todos los buenos cuyabanos esta
ban en movimiento por este suceso. En todo
el tiempo que aUí permanecimos fué un con
tinuado homenaje que todos sin excepción
tributaron á nuestra ama<la Sociedad Salesiana. Las Autoridades Eclesiástica, C ivil y
Militsir visitaron y ofrecieron sus respetos á
este humilde hijo de D. Bosco.
Y a estamos en el B rasil: la primera imprwión no pudo ser más halagüeña. Esta vas
tísima República será el campo de nuestros
viajes por meses enteros y pasaremos de sor
presa en sorpresa en las 25 Casas Salesianas
que hay en ella. E l Brasil ocupa casi la mi
tad de la extensión de América meridional,
en los domingos en el santuario do Nuestra
íQué campo tan vasto tiene aquí abierto la
Obra Salesianal Esta tierra bendecida por
D ios; este nuevo edén enriquecido y ador
nado de cuanto la naturaleza tiene de bello,
posee el clima tropical y á la vez disfruta de
un clima dulce y agradable en extremo. Oro,
plata, azufre, carbón de piedra, variados y
valiosos cristales, mármoles finísimos, mer
curio y otros mil productos minerales encierra
en sus entrañas este viisto territorio. En uu
siglo, solamente el estiulo de Minas (xerives
ha extraído 615,000 kilogramos de oro.
Rico y abundante es cl reino minera!: pero
aun así, le supera el vegotul. Aquí t<».lo es
vegetación; pero una vegetación exuberante
y continuada: hay sitios donde se nvolecta
la uva cuatro veces al año. Las frutas tienen
colores más vivos, formas mucliÍHijim más
bonitas y lo que es mejor todavía, un sabor
mucho más exquisito que las conocidas en
casi toda Europa. Hemos visitado bibliotecas
curiosísimas, pues algunos de sus libros están
encuadernados con variadísimas planchas de
madera: todas ellas del Brasil: la naturaleza,
eu una palabra, es generosísima en todo con
esta región: posee el rey de los ríos, el caudal(»isimo Amazonas, cuyos afluentes son ma
yores que el V olga, Bhin y Danubio, lle
vando él solo al mar más agua que todos los
ríos de Europa. Estas son las pinceladas que
puedo dar de la República que ha de visitar
D. Albera, y después, atravesando los Andes,
iremos (D. m.) á las Repúblicas del Pacífico.
Veutidós días empleamos desde Biieuos
Aires á Cuyabá, capital del estado de Matto
— 156 —
Grosso. Friímos primero eu el Ladurio y des trabajan mucho; mas con todo eso es eu ex
pués eii el Nojao, vapores pequeiios y que se tremo .consolailor el movimiento católico que
viojii listan te biéá cuando los viajeros son se advierte. D. Albera ha distribuido á .cenmenos de ciiicueQtsi ó sesenta, pero si excede tinares.de fieles el Pan de los fuertes, tanto
el número no hay sitio. I>. Albora tuvo que eu la Capilla de María Auxiliadora, como en
dormir sobre dos bancos unidos y D .M alán y ■la parroquia de S. Gonzalo, con motivo de
las principales festividades que allí vse han
un servidor en una ospotúe de amaca. Algunas
iioíihos las pasamos -mal por los mosquito.s. . celebrado, como la Ascensión, Pentecostés,
María Auxiliadora, Corpus y el Sagrado Co
U. Midíin, actual Superior de las Casas,
a(;ompañó á Monseñor Lasagna en su primer razón de Jesús. Todos los que comulgaron
el día do María Auxiliadora eu la parroquia
viaje ú Matto Grosso: ora la quinta vez que
viajaba por estos piu’ajes, por lo cual los co de S. Gonzalo, presentaron á D. Albera un
nocía admirablemente, Muchos detalles podría escrito donde estaban todas sus firimis, ro
.dar de los puntos por donde pasamos; pero gándole que tuviese la bondad de depositarlo
mi relación sería muy pálida al lado de la' O lí la tumba de D- Bosco, cuando regresara
á Tui’ín. Cuando lea usted, amado Padre, es
hecha por Monseñor Lasagna y ya publicada
en el B o lm tín . ¡Qué apóstol tan digno de. tos nombres, so persuadirá que no fueron sohimoute Señoras las que tomaron parte eu el
imitarse 1 Focos días estuvo en el Paraguay,
y con todo eso. ;(¿ue recuerdos tan gratos, Banquete eucarístico.
Cuyabá consta de unos 18,000 habitantes:
dejó 1 Kn la sala de recibir de muchas Casas
ocupa el puesto de honor el retrato de Mon los Salesianos, además de atender en lo es
señor Lasagna. La esposíi del atdnal Presi piritual á todas las personas que vienen á la
C apilla, tienen á su cargo la del A silo de
dente de la República le enciende una Inz
Santa R ita , confiado á las Hijas de álaría
lina voz cada semana, pues le venera como
Au xiliadora, la parroquia de S. Gonzalo y
santo. Lo dijo á D. Albora que el único hijo
que tienen, se lo presentaron á Monseñor, re celebran la Santa Misa eu la Catedral y en
cordando esto hecho con seüeladas muestras la Iglesia de la Pasión : también dicen Misa
de alecto. Se hacía pequeño con los peque todos loa días y atienden al Oratorio festivo
Señora de la Guía. Tienen una Casa para los
ños, por lo cual se captaba al momento las
clérigos
adscritos eu Coxipó, y otra las Hijas
simpatías tle todos, dándole todos el nombro
de María Auxiliadora. I). Albera ha experide u[H>stol del Matto Grosso : eteütivameiite‘
los indios fueron el objeoto principal do sus mentiMlo gran oonsuelo al recoger las primi
preocupaciones. So privó hasta do su Secre cias de la buena semilla que su discípulo
tario para que fuese director, y lo hizo por Monseñor Lasagna sembrara eu aquel suelo,
pues ha recibido la profesión religiosa de siete
que era fíel intérprete de sus deseos. Cuyabá
ha ganado muchísimo cou la venida de los nuevos hermanos, cuatro de Cuyabá, y ben
Salesiauos. A l llegar éstos, solamoute tros dijo el hábito de otros cinco, así como tam
bién de varias Hijas de María Auxiliadora:
hacían el cumplimiento pascual y ahora, el
mismo 1>. Albora ha tenido que trabajar mii- excuso decirlo que en uno y otro sitio fné
recibido con señaladísimas muestras de afecto.
chisimo en los 10 días que allí hemos estado.
Para convencerse baste saber el estado ñoro- Hii señor de Cnyabá me jiseguraba que ja
ciente de las Asociaciones dol Sagrado Co más el Estado de Matto Grosso ha visto que
razón de Jesús, do la Santísima Trinidad, de 80 consagren á Dios de una vez, tal número
las Hijas de María, Cofradía de María A u de sus hijos: eu la actualidad no hay otros
religiosos que los Salesianos y las Hijas de
xiliadora, exhibiendo todas sus escapularios
en la proiíesiiin del Corpm, presidida por el María Auxiliadora. Eu Corumbá, ciudad me
nor que Cuyabá, pero bastante más rica y
Jixcuu). ó limo, Sr. Obispo, á pesar de su indis
posición: la del Sagrado Corazón de Jesús fuó con más movimiento comercial, hay clases
para externos: nuestros sacerdotes parece que
celebrada por 1). Albora.E l trayecto era largo,
y cou todo eso, uuis de la mitad de la gente de se multiplican, y atienden también á Ladala Ciudad iba acompaüaudo á la bouditi^ imor rio, donde se halla el arsenal brasileño; pero
gen. habiendocoigaduras por Ins calles donde iodo esto no es nada si se tiene en cuenta que
pasaba. También tomó parto la Compañía de el estado de Matto Grosso es cinco veces
4uayor que Italia, y solamente hay en él siete
8 . Luís, do nuestro Colegio do S. Gonzalo,
No 80 dt'spreude de todo esto que la im sivcerdotes, dos de ellos eu la Capital, advirpiedad no trate de destruir lo que el sacer .tieudo que el Vicario general tiene ya S‘2
dote católico hace en favor del reinado de años, sufriendo los achaques propios de su
Jcsacrist<K i>orque los espiritistas y unisoues aucianidacL ¡Pobre Señor! — Desde el pa-
•■udo N^oviembre, nos decía, liace qne ni ce Misioneros : hay un sacerdote brasilimo; poro
lebro ni veo á mi Obispo. Los otros están que dista de su pueblo muchos kilómetros,
epartidos por toda la diócesis (es la mayor empleándose 40 días en el viajo. ¡Cómo si>
leí mundo), padeciendo los pobres también aman los hermanos y cómo so nota <iuo lo
bastante. É l Seminario está completamente dos defienden una causa común! Y con todo
desierto hace muchos años, por lo que no se eso la separación fué necesaria, aumpio dopuede menos de bendecir á la divina Provi- loroaa por parto do unos y otros. Con todo
tlencia que ba enviado á los Salesianos y ha eso, quedan muy aatisfoolios así como tainbendecido sus fatigas.
biéii los niños y Cooporadoros al sabor que
E l Colegio de S. Gonzalo está lleno de ni- D. Albera jamás so olvidará de olios.
nos y no es suficiente para poder atender á
¡Cuánto sufre el corazón dol ro.ligioso al
todsis las peticiones. Los Superiores no tienen ver im
tan extenso y fértil, jóvenes
cuarto, pues hay que aprovecharlo todo: sus tan dóciles y bien dispuestos, ávidos de oir
dormitorios son las clases. Desdo luego re- la divina palabra do la que carecen ]>or taita
uimcio á describir el teatro y las academias de obreros evaugélicoal Así so ex])licn que
celebradas en el Colegio de S. Gonzalo, en el no haya ningún salosiauo que sienta haber
Asilo de Santa Rita y en Coxipó, resultjmdo dejado su patria por venir á América, pues
todas satisfactoriamente: sólo hablaré del he- todos reciben grandes consuelos e8i)iritiiah)s
<-lio que tuvo lugar el día de la aparición al ver los opimos frutos que producen sus
de S. Miguel Arcángel, ocho de Stayo, pri desvelos. Aproveche la ocivsióu pava decirlo
mera fiesta que celebramos en Matto Grosso.
á Jos jóvenes que so preparan para voníi’ á
Xos dijeron que un grupo de iudios, com estos lejanos sitios, y añádales que lejos d<;
puesto de diez hom bre y tres mujeres, se arrepentirse encontrarán cada vez más placer
dirigían á la Capital: iban casi completa- en estas regiones, pues Dios dispone los co
meute desnudos. Se vistieron de la mejor razones, y los Consuelos espirituales exceden
mauei'a jmsible y fueron presentados á Don á toda ponderación, aunque tengan que sufrir
Albera, recibiendo muy alegre tan grata sor los efectos de la lluvia, calor, frío, hambre,
presa: de ellos se tomó una fotografía. V e sed, sueno etc., etc, porque Dios lo recom
nían, según dijeron, á hablar con el Sr. Pre pensa aun en este mundo con muchas creces.
sidente, porque no querían continuar bajo la Eu la última misión que dió D. Bálzola tuvo
ilirección de los soldados, sino que deseaban de bautizar de una vez 28 niños, porque de
e.st{ír con los Salesianos. i Pobres indios ! Tie bía ir á otro sitio donde lo esperaban con im
nen mucha razón, aunque no diga la causa. paciencia: el mismo D. Alluíra bautizó cuatro
Xuestros hermanos trabin do establecer una iiinos en Matto Grosso mientras el vapor to
nueva colonia en medio de los Coroados. maba combustible. El día <¡ue visitó la Casa
Cerca de Goyaz han comprado ya el terreno, de María Auxiliadora se le presento una jo
por no estiir sujetos á las vicisitudes do la ven do unos 14 años y lo rogó que inandáso
imlíticíu y para secundar los deseos dol Aun sacerdote ¡mrquo su licrinaua no liabía
póstol de los indios que de todo corazón lo
iwdido confesarse desdo que saliq del Colegio,
deseaba, cuyo cumplimiento se llevará á y además liabía que bautizar varios iiímoh y
efecto. Nuestra salida de Cuyabá fué casi re bendecir algunos matrimonioH. lOn casos se
pentina, porque el vapor partió antes del día mejantes ¿habrá quien pueda negarse! Cnatido
establecido: es el único medio de viajar: en no 80 pueden remo«liar ciertas imcos¡da<les,
totlo Matto Grosso hay una vía forrea, de 80 desearía no saberlas, pues entonces so ¡laduciéndose de esto que éi conduce el correo: dece macho.
en los cuatro ó cinco días que para, so sus
Con estos iwnsamientos nos alejamos, mien
penden las ocupaciones ordinarias por aten tras la multitud daba su último adiós. Poco
der á la correspondencia y otros asuntos co después desapareció todo de nuestra visto;
merciales. Cuando se anuncia la salida, todos solo en lontonanza se veía el campanario de
se apresuran á enviar las cartas á bordo: á S. Gonzalo que hablaba eloeuentemeiito res
veces tarda en regresar un mes ó más, y pecto á las fatigas de nuestros hermanos.
nosotros no ]>odíamos detenermos aquí tanto
tiempo. P or esta razón fué preciso avisar á
D. Albera, que no estaba eu casa, y arre
glar todas las cosas para el via je : salimos
E l Maestro V a e e la Silv a e i , Coopera<lor
acompañados de nuestros hermanos y de los
niños. Eu el puerto había muchísima gente: Salesiano, acaba de escribir un himno á la
la banda tocó un himno de desx>edida, y sns 8ma. Virgen, de carácter popular, con destino
notas indicaban mncha tristeza: después que
despidió al Sr. Presidente del Estado, al Ge al Oratorio Salesiano de Madrid, que, á dos
neral y demás Autoridades, dió un abrazo á y tres voces, será canta<lo en breve y después
mie.stros hermanos y también á los niños. publicado para enviar ejemplares del mismo
Tan tierna des{>edida se comprende: las dis
tancias son enormes y ¡cuándo volverán á á todas las Casas y Oratorios Salesianos es
ver otro Superior I En aquella casa todos son i tablecidas en España.
ifit
M A T TO i W i m O
(f^raflü).
(Relación de 0. Juan Raizóla)
(G o n tin u a d ó n ). (1)
l*<»ril><>ioliiH y í r r i w e s p e lig - r o ís i. — A .
tri*íulíil>l«*M enoii«*iiti*ON. — Jbiiitro
loK Oí« inl>iw. — Iiiw peceioim U ojs poi*
I on liiílloK. — K«*|n*ÍNti*o en I un ca-
UOItN.
Animiulos iior e) feliz éxito que la misión
l)romotía, nos embarcamos nuevameute el 14
(le ju n io , aunque con mucha trepidación
por haber bastautos escollos y también por
que podíamos ser el blanco de las flechas de
los indios. Recobramos algún tanto la sere
nidad y al cabo do una hora vimos una enorme
cascada, por lo que se apoderó de nosotros
graTi temor. 1‘ ara evitar inayores males se
lanzaron los remeros al agua con el fin de
guiar las canoas con la mano; pero habiendo
llegado al principio de la cascada, la iini)etuosa corriente arrojó contra un escollo ú una
de ellas, siendo despedido el pobre piloto que
la guiaba nnis de tres metros de distancia.
Como si esta prueba no fuese sulidente para
ver la impo.sibilidad de continuar, se apro
ximó otra canoa, y el ipie la guiaba recibió
en el pecho un golpe tan fuerte que empezó
á echar sangre por la boca, recibiendo otro
marinero eu las piernas varias heridas gra
ves. Ante tan inminentes peligros y dificul
tades, casi huinauameiite insuperables, parece
ser que cruzó por la mente de todos el pen
samiento do regresar ú üuyabó. dejando para
imvjor o(u».sión la visib^ que pensábamos ha
cer á los habitantes de tan espesa floresta;
pen> ninguno se atrevió A manifestar semeiante idea; al contrario, después que repa
ramos los daños principales, emprendimos
nuovaíuonte el vii\ie.
Con la ayuda de Dios y de María A u xi
liadora vencimos todas las dificultades, y des
pués de pasar tan peligroso sitio, navegamos
algunos días siu que nos ocurriera nada espeidal, no encontrando (ui lo sucesivo ni cas
cadas 1. ni escollos: estábamos tristes al no
encontrar ningún indio, mucbo más al pensar
que podíamos disponer de pocos días por cou(1) Véanse loa n®*. de Febrero y Mano,
clnirse los víveres, en cuyo caso había que
regresar A Onyabá. Por fin, el día 18 por la
tarde vimos al primer salvaje, y como los
otros empezó A gritar, y dando unas palma
das indicó por signos que le llevásemos A la
orilla, donde estaba, algunos objetos. A l mo
mento nos dirigimos donde estaba, y eu vez
de uno eucontramos tres. Quise acercarme á
ellos para darles lo que llevaba; pero con
una rapidez inconcebible se dieron A la fuga:
puse los objetos en un lugar donde pudieran
verlos y me retiré. Por la noche acampamos
eu nn lugar donde había muchas pisadas de
salvajes, y entre ellos gran número eran de
niños, cuyo indicio era inequívoco de que
cerca de allí debía estar el núcleo principal.
Pasamos muy bien la noche y sin que na
die nos molestara : por la mañana ya íbamos
A entrar en las canoas cuando aparecieron
cinco indios en la margen opuesta del río :
articularon algunas palabras, para nosotros
incomprensibles, y snpusimus desde luego
que deseaban objetos de los que llevábamos.
Acudimos al momento, pero, como los ante
riores, huyeron tan pronto como vieron que
nos acercabámos. Continuaron hablando en
su monótono é ininteligible lenguaje, recor
dando la.s siguientes palabras: api ap quecó
arú (ü-uquecó, y aunque procuramos hacer que
nos entendieran por señas, indicándole que
fuesen A buscar A los otros y que no podía
mos perder el tiempo, huyeron, por la orilla
del río. A medida que íbamos más adelanto,
aumentaba el número de los indios, y ha
biendo llegado ú un lugar verdaderamente
estratégico por su posición, me persuadí de
que sin duda allí concluía nuestra existen
cia. Donde se encontraban los indios, se ele
vaba una pintoresca colina que iba A termi
nar cerca de la márgen del río, ocupando
sobro todo la falda y la cima, cuyas posi
ciones eran ventajosísimas para habernos de
jado muertos sin poder defendernos; pero sin
duda la divina Providencia les tocó en el
corazón y en vez de mostrarse hostiles, pa
rece que*con sus ademanes indicaban que les
diésemos algunos de los objetos que llevába
mos. Habiéndonos acercado á la orilla salta
mos A tierra y traté de darle algunas cosas
con la mano; pero ellos huían.
Compreudiemlo que sería fácil •atraerlos,
tomé buen número de espe.jos, collares, na
vajas pequeñas etc., etc. A l momento me ro-
-
159 —
dearon siete ú ocho niiíos, j con toda buena
fe alargfaban las manos para que les diese
alg:o, aleg;vándoso mucho al ver lo que le
daba. Les pedí algún regalo suyo y me die
ron algunos de los adornos que llevaban.
Eccí'-linmo.
£ s c n lt n n do los tulleres S*l<wi«nos d » SurrlA (BareeloD*).
Tiendo su actitud pacífica traté de coger á
un niño por la mano; pero huyó al momento,
y jnzgando qne esto pndiera traerme funes
tas consecuencias, rae contenté con ofrecerles
diversos obietos. Volvieron, aunque con mu
cho temor, y para dárselos tenía que alargar
el brazo todo lo que podía, y ellos los to
maban con las puntas de los dedos. lios tlol
lado opnesto hicieron los mismo, y anmpie
intenté qne cogieran lo (jue loa daba con la
mano, jamás lo piule conseguir, ^le d iiigi á
otro grnpo, acereúndomo bastante á un indio
joven qne tenía una calabaza llena do una
especie do harina y que comía con avidez,
y al tratar do acariciarlo, rt'troeedió inme
diatamente, sospecliando tjno lo iba á haeer
algún daño. Para demostrarles á todos mi
actitud pacífica me jworqiió á uu anciano,
recibiendo con marcada complacencia y son
risa los cuidados que lo prodigué y las mués
tras de amor y c^iriuo que le íiice.
A l ver la manera do tratarlo, todos aque
llos infelices* se acercaron ya sin miedo y
empezaron á examinarme do pies á cabeza,
llamándoles muchísimo la atención el traje;
pero sobre todo las botas, llogistraroii todas
las bolsas donde llevaba los objetos, me mi
raban por todas partes para ase,gurarso do mi
persona, tomando uu cortaplumas pequeño
que tenía y querían les diese el Oruciíijo y
el escapulario de la Sma. Virgen, creyéndose
con derecho á tomar todo lo que teníamos.
A mis compañeros Ies tocó la peor parte, pues
tuvieron que darles la camisa y el sombrero.
Los indios creyeron que yo debía hacer lo
propio. llamándoles sobremanera la atención
el hábito talar que llevaba. Como pude les
hice comprender que no podía acceder á sus
deseos, y Ies di otras prendas para la mujeres
y niños, siendo de notar que entre .150 no
liabía más qne dos de aquéllas, las cuales se
acercaron muy contentas á recibir trajea, man
tones, collares, etc., et<-..
En cnanto yo los entretuve uii buen rato el
Oateqnisbi D.SilvioqniHo tomar ima fotografía
do tan extraño como consolador grupo. A p e
nas vieron Ja máquina fotográfica creyeron
qne se les iba á hacer algún irial y trataron
de huir, y para calmarlos hubo que desistir,
|Kir loque han quedado priva<los los Jet tores
del K o le ’I’ín <1o un buen regalo, pues r<isueltaría des<le luego curiosa é interesante.
De improviso salieron de la selva 14 g i
gantes salvajes, muy altos y robustos, do asl>ecto feroz y completamente armado.s. La
manera de andar y las miradas que nos lan
zaban eran seguro indicio de que estábamos
en gran jieligro; pero al verlos algunos de
los otros indios les emi>ezaron á gritar que
no nos hiciesen nada qne éramos sus amigos
y bienhechores, y caml)ian4lo tan terrible a.specto, se acercaron á nuestros con dewos de
conocemos. A l momento les ofrecí pañuelos,
cnchilloB, espejos, transformándose al momento
al ver como nos portábamos con ellos.
Estando con ellos me invitaron 4 danzar
y á cantar el bamcurú, co.sa que jamíis había
visto al tratar can otros indios, y dtisde luego
accedí gustosísimo 4 sns deseos, pues des<le
luego v i sus corazones muy bien dispuestos,
y el Misionero tiene qne aprovecharse de
— IGO —
f^das líi« ocasiones favorables que puedan
|)reHentávH<de. Un anciano íi quien babía dado
un cmdnllo (5ortó al momento una rama de
un árbol, y á su manera me hizo comprender
lo átilüs que les oran talos instrumentos.
¡ Pobrccillos! iCuántas cosas las recibieron
como venidas del (Jielo, siendo la primera vez
que los indios do estas selvas hablaban con
personas civilizadas!
Mientras me eutrotuvo un poco con los 1-1
gipuites, los otros fueron á donde estaban
las canoas, limitándose al^principio á enseñar
los objetos á mis compañeros, x>oro después
empezaron á apoderarse de todo lo que nos
ora indispensable: no paró en esto, porque
yendo á mi departamento, se .apoderaron de
la manta y almohada y abriendo un baúl me
cogieron todos los libros y demás objetos que
en él había. Afortuiiadamento el jefe do la
expedición c.onsignió que lo dejaran todo á
excepción do la manta. Viendo el peligro que
había de que hicieran un nuevo saqueo, en
cargó á un negro el cuidado de todo, pero
los indios, creyendo que ora un blanco pintjulo de sogno, empozaron á rasp.arle la piel.
Otros asaltaron la cocina llevándose ollas,
cucharas, etc., etc., poniendo en gran aprieto
al pobre cocinero. Después que hubieron satisleeho su natural curiosidad, pues todo para
ellos era nuevo, dispusimos el viaje, hacién
doles comprender que después de unos cuan
tos días, volveríamos llevándoles otros obje
tos. Antes de separarme, di á cada uno una
medalla de María Auxiliadora que reoibieroii
con miudio gusto por haber visto que todos
los que iban en mi compañía la llevaban col
gada al cuello. Algunos me pidieron el Oru(•ifijo y aprovechando tím buena ocasión todos
lo besaron, y puestos de rodillas los dijo que
jíqnel Uombvo que estaba enclavado en la
Cruz, era D ios, Criador del Cielo y do la
tierra, y con (juien viviremos por siempre
después do la mnerto. lístuvieron con sumo
reeogimionto ai hacerles esta profesión de fe,
y después todos á la vez i>rorrumpicron on
una exclamación, queriendo con ella d ecir:
Todo lo hemos comprendido.
— JNi k ' v i i k
l'iiu
lUtiíraM . —
—^Vu<la<^ia iiiaiulUa.
Muy cansados embarcamos para volver á
easí\ tan to jwr la falta do víveres, cuanto
por haber terminado nuestra misión por esta
voz. Los indios nos acomi>añaron hasta la
orilla del rio. Krau las dos de la tarde y aun
no habíamos tomado absolutamente nada;
l>ero sawindo fuerzas do tlaqueza decidimos
uo pararnos hasta el sitio donde habíamos
dormido la noche anterior, couliados en que
allí podríamos tomar algún alimento sin ditleuUad alguna. A l llegar, después do dos
honis, fuimos sorprendidos imr multitud de
indios <1110 nos esperaban y que al momento
se lanzaron al agua para dirigir las canoas
á la orilla. Unos cincuenta que había en la
otra margen del río pasaron todos á nado
para venir donde estábamos, en tanto que
éstos, entrando en las canoas empezaran á
tomar objetos i)ara llevárselos. Semejante con
ducta ora más que suficiente p.ara exacerbar
á cualquiera de mismos compañeros, en cuyo
caso había sido inútil todo lo ganado ante
riormente, por lo cual resolvimos continuar
para vernos libros de semejante invasión. A l
gunos insistieron on querer acompañarnos,
verificándolo á pesar de nuestra insistencia
para que se quedasen. Nuestra conducta con
ellos no pudo ser mejor, por lo que nos pa
recía (pie no había por qué temor, por lo cual
continuamos con toda tranquilidad. Toco des
pués de partir vimos caer una floelia en el
agua y después algunas otras, yendo todas
on dirección á las canoas. A l principio crei
mos que fuese una demostración do afecto,
aunque manifestada de un modo bien extraño,
pero al ver que una de ellas paso casi to
cando la cara de un piloto y que otr.as va
rias cayeron muy cerca de las embarcaciones,
ya tomamos el asunto con seriedad. Los dos
hombros que estaban en la canoa que era
más porseguidsi, se arrojaron al agua, diciéndonos á nosotros que procurásemos alejarnos
de manera qii3 no fuésemos objecto de las
iras de los indios.
Continuaron descargando flechazos sobre la
canoa pequeña: el peligm ora mayor de lo
que podíamos figurarnos, por lo que remá
bamos con todas nuestras fuerza.s; pero estas
nos faltaron. Y o no hacía más (]uo recomen
dar á todos mis compañeros calma y pru
dencia, y por fin una flcc.lm me <xuitó de la
cabeza el sombrero, por lo cual hice graud<‘s
esfuerzos para detotenerlos, pues querían disl)arar contra los indios, en cuyo caso se ha
larían empeorado las cosas.
Fuó verdadeiamcnto providencial el conte
nerlos, mucho más sabiendo quo podían haber
disparado on pocos minutos más de 200 tijos,
pero esto hubiera sido nuestra pordici('>n, por
cino centonaros do indios habrían acudido cii
auxilio de los atacados, y ante un luimero
tan crecido, nuestra defensa ora im]msible,
]>or lo cual hubiéramos muerto en el río. Ce
saron las flechas y al reunimos, no sabíamos
qué hacer en tan críticos momentos: i)oeo
después apareció en la orilla dei río el jefe
de los asaltadores: iba cantando y nos pidió
algunos objetos, como si nada hubiese ocu
rrido. La indignación se manifestó en todos
los semblantes, y á duras penas pude conte
nerlos, putvs querían tomar los fusiles y hacer
fuego: creí oi>ortuno satisfacer los deseos del
cruel salvaje. E l mismo que poco háno recibe
uu flechazo eu la cara, le llevó los objetos,
marchando después los indios al centro de
la selva.
Era ya de noche y uo habíamos tomado
alimonto desde la tarde anterior, y no sabía
mos que hacer en vista de lo ocurrido. To
mamos uuas galletas y continuamos hasta que
la noche estuviera más avanzada. Bos horas
después tratamos de saltar á tierra con el fin
de descansar; pero no pudimos conseguirlo
por ser las orillas de una elevación colosal,
por lo cual decidimos dormir un poco en las
mismas canoas; pero ¿quién duerme después
de un día tan calamitoso 1 A l día siguiente
tropezamos con nuevas dificultades. No po-»
díamos continuar por el río á ca-usa, de la
corriente que era muy fuerte, por lo cual al
gunos tuvimos que andar á pie por tierra,
mientras los oti'os con gran dificultad lle
vaban las canoas adelante. Las consecuencias
se sufrieran al momento; casi todos enfer
mamos , teniendo los pocos sanos que que
daron auxiliar á los restantes; aunque las
circunstancias eran bien críticas, pues había
que atender á los enfermos y á la vez remar
del mejor modo que era posible.
(S e continuará.)
•---------------- ) € »
-----------------
{ jUAÍjÍ<5L’ i Í5A (to a d o r ).
'
(Relación de D. Francisco Mattana) (i).
(Continuación).
Valoi* i>u.eis!to á. pruetía^ — H^ficaoia
— ^uono liíríji’o y
l>auo involuntario. — lilu o l v a llo
de
'V u n ^ a u K a .
— E n c u e n tro
del
B r u jo l^atpué. —Señalera <le re d e n
ción. — £11 Oapltá.n s^audro.
A las 12 y después de muchas tentativas
pudo el jívaro C ep iti, hijo del Capitán Tucupí, pasar á la orilla opuesta donde le esIHjrábamos impacientes por saber si podría
vadearse el río. Nos dijo que era peligro
sísimo iK)r ser muy profundo é imimtuoso, y
que sólameute los jívaros más altos y que
saben nadar muy bien pueden atravesarlo;
aunque con gran peligro de imrecer arras
trados por la corriente. A l oir e.sto el desa
liento se apoderó de todos y nadie se atrevió
á ir á la otra parte. X o procuraba animarlos
á todos diciéndoles que se agarrasen de las
manos unos de otros para imderse auxiliar
mutuamente; pero el decaimiento era tal que
todos procuraban hacarme desistir de vadear
el río en aquellas ocasión. No era posible
permanecer en la orilla basta el día siguiente,
porque los densos nubarrones que cabrían
^ cielo , amenazaban llnvias torrenciales y
por consiguiente, creciendo más el río, el paso
sería más difícil, por lo que habríamos tenido
que 68]>erar má.s tiempo, las provisiones dis
minuirían y la desanimación haría qne los j í
varos se marchasen sin provecho alguno.
Cruzó por mi mente qu e: Yerba movent, exem~
pía trahunt, por lo cual, tomando un fuerte
( 1) Véase el nómexo de Febrero, p íg . 37.
bastón y levantándome la sotana, hice la señal
de la Cruz y acompañado del jívaro Juan
Cayapa de Gnalaquiza y el más fuerte do
toda la comitiv^ entré en el río. h’uí adelante
in nomine Domini y las aguas rao cubrían las
espaldas y amenazaban ahogarme; pero unas
veces andando y nadando otnis pasamos el
río y gracias a Dios en pocos minutos está
bamos á la parte opuesta. Tanto mis compa
ñeros como los jívaros estaban llenos de asom
bro, pues jamiis pensaron que yo atravesara
el río, y tanto es así que en el tiempo que
duró la travesía no dejaron de inirurmo.
Cuando vieron que el agua me llegaba muy
arriba, decían entre sí llenos do tristeza: E l
Padre Francisco ahogando pensando, y estaban
dispuesto á arrojarse al agua para salvar mi
vida, aun á costa de la suya propia. Cuando
llegué á la orilla sano y salvo, su alegría fuó
sin igual. Después me decían: Padre Fran
cisco, vos mucho valor habiendo, mucho nadar
y mucho río grande pasar sabiendo. Los que
quedaban al lado opuesto, me imitaron y
aunque con dificultad, atravesaron el río., en
tanto que yo estuve haciendo ejercicios de
natación para poder pasar otros ríos que hu
biese más houdos y peligrosos, y también para
poder socorrer á mis compañeros en caso do
necesidad.
Terminada felizmente tan arriesgada ope
ración, continuamos el viaje, llevando entre
todos los utensilios necesarios. Después de
caminar algunas horas nos paramo.s, tanto
porque algunos jívaros se sentían algo indis
puestos, cuanto que más adelante no encon
traríamos agua para celebrar la Santa Misa
y para hacer la comida. Una vez que hicimos
las tiendas de ciuiipaña, me dediqué á curar
si los eufermos y <lüs|>iió.s, en unión de nuestro
hermauo Avales y de silgnnos jívaros, pre])aré la cena, mientrsis los otros fueron á ver
si iK>díau cazar algo. Cuando todo estuvo
dispuesto, cenamos todos coa un ai)etíto fe
nomenal, y después de i)roparar la salvagina
cazada para la manaiia siguiente, nos acostanos. No habría transcurrido aún una hora,
cuando se dosencadenó una tormenta tan
fuerte que no parece sinó que los rayos qtierían destruir toda la floresta. Gracias á I>;os
nada nos ocurrió, á exceptión de que el sueño,
lleno de miedo por el formidable estampido
de tantos y tan coutiuuados truenos, huyó
de nosotros, y nuestros pobres cuerpos reci
bieron un abandante baño involuntario. A la
mañana siguiente encendimos una buena fo
gata para secar toda la ropa y calentar el
desayuno. Próximamente á la.s seis armamos
nuestro altarcrto jmrtátil, donde celebré el
Santo Sacrificio de la 5Iisa, administrando á
mis compañeros la Santa Comonión. Después
de dar gracia y de tomar el desayuno, con
tinuamos nnestro camino y á las doce lle
gamos á la cumbre de la montaña que separa
á Indanza de Xuuganza. Tomamos algún ali
mente, y después de admirar el bello paño-
— 163 —
rama quo se presentaba á nuestra vista, con
tinuamos en marcha y en dos horas llegamos
al río del mismo nombre, y prosiguiendo el
camino por la márgen derecha, encontramos
varios toldos d e le los jívaros, aunque inha
bitados, hasta que á las cuatro de la tarde pa
samos al lado opuesto de dicho río.
Con gran facilidad se podría poner el valle
de Ynngan/ai en comunicación con las po
blaciones cávilizadas por medio de un camino
que tiiese a Ohovilcleg. pasando por la Selva
■'7'^'^>Víb.
''J/: . mr:.'.
O. con el monte del mismo nombre y que la
separa de Indanza.
Dos horas después, y siendo ya de noche,
nos paramos, y mientras los jívaros fueron á
caza, se acercó nn médico jív a ro , llamado
Papué, en compañía de un hijo suyo de unos
doce años. Este era enemigo de los jívaros
que me acompañaban, y llegó adeude yo es
taba en el momento de preparar las tiendas
de campaña. Me conoció al momento por ha
berme visto antes en Gualaqniza, y saludán-
•
r ■
i-
, ; v.
'"i . t
Ahminos do los Colegios Siilenianos do Lima y Callao (Perú).
que divido li esta purroíiuia do la dcl ran.
A l pasar por (licha selva se encuentran los
jívaros en medio de la gente civilizjuhv, ocu
pando aquellos el fértil, iHíro casi despoblado
valle do Vunganza. El clima varía lügo del
do Indan/a, siendo muy siiuo, pues no se en
cuentra ningún pantano. Kn el centro la ve
getación es exigua; pero sus faldas son muy
fértiles, en las que se desarrollan toda clase
de plantas. Kl rio es menos caudaloso que el
de ludanza y corro de y . ú S. curveando
después hacia el E. Yunganza confina: al X.
con las montañas y selvas de Chordeleg y
del P a n : al E. con la conlellora que la seChupianza; al S. cou otra gran cor
dillera llamada Mucha por los jívaros, y al
dome afectuosamente le extrañó mucho el
yerme sólo en un lugar tan apartado y pe
ligroso. Tan pronto como los jívaros queme
acompañaban, me sintieron hablar con un
jívaro que para ellos ora desconocido, temiendo
algún jMjrcance, so armaron de fusiles, lanzas
y_ cuchillos para matarlo tan pronto como
vieran el menor movimiento agresivo; pero
al ver que hablúbamos familiarmente, se tran
quilizaron , no sin haber crnzailo entre ellos
palabrjtó algo duras y de haber amenazado
al bnijo (médico) Papué, su mortal enemigo.
La presencia del misionero hizo que después
se tratasen amistosamente. Desiinés de haber
hablado lo menos una hora, nos invitó á todos
á cenar en su casa, distante unos siete kiló-
T
1
1C3 —
metros. Agradecimos la invitación; pero
aquella noclie la pasamos donde habíamos
acampado sin poder dormir absolutamente
nada á causa de la lluvia torrencial que cayó.
Por la mañana se hizo lo de costumbre y
después de celebrar la Santa Misa y de co
locar eu aquel sitio una gran Cruz, empren
dimos el camino.
La Iglesia celebraba la fiesta de Santa
Lucía, virgen y mártir, y nosotros caminamos
en medio de una abundantísima lluvia que
doró hasta la cuatro de la tarde. Después de
dos horas do camino llegamos á la casa del
jívaro Papué, y ])or la prisa no hicimos más
quo saludarlo y decirle que al día siguiente
lo esperábamos, eu un tambo cercano, con toda
su familia para bautizar á los niñor 6 ins
truir á los demás. Sintió mucho que no nos
quedásemos allí, despidiéndonos hasta el día
siguiente: nos regaló gran cantidad de fruta.
Después de pasar el río Jananus encon
tramos á un anciano de unos 60 años, acom
pañado de dos mujeres. Empezaron á andar
de prisa para que no los alcanzásemos, y
habiendo hecho nosotros lo propio, nos acer
camos á ellos y les preguntamos de donde
venían, adonde ibau y si ora aquel el camino
de Méndez. Viendo el anciano que lo trataba
como ó verdadero amigo, me dijo : Yo siendo
e tn o Fia s
T IC IIIIA
I)I:L
del
el capitán Sando taita de Guatingui jioaro y de
Papué jívaro, haciéndome comprender de la
mejor manera que pudo que vouía de ciu'íu
de su hijo Papué y que iba á la suya : que
las dos mujei es que le acompañaban una ora
su esposa y otra una pariente; que el camino
de Méndez erji el que seguíamos. Me. preguntó
que quien era y donde iba con aquella gente,
respondiéndole que era el Padre Francisco de
Gualaqiiiza y que iba a visitar li les jívaros
de Mcmlez. Tan in'oiito como oyó mi nombre
so sonrio, y dámiome la mano, me dijo: A
vos Padre Francisco yo y Jibaros Mendeños
mucho gueríendo; yo á ros acomjjañandoy d mi
casa llegando, hay muchos puercos, gallinas,
2)ldtano, yuca, camotes, comiendo, parejo con
migo y jívaros mendeños viviendo mucho bueno
está, y nos sirvió de guía.
Después de dos horas y media de camino
y acompañados por incesante lluvia, desceñ
am os á un valle muy triste y sombrío. E l
agua no dejaba de caer, por lo que pernoc
tamos á orillas del río Cumza. Sando y su
mujer prepararon una excelente lumbre y
después la cena, pero antes de cenar tuvimos
que secar toda la rop a, pues toda iba com
pletamente empapada.
(Se continuaráj.
j^ e ^ .
l'L'IJCÜ
Cuchilloís, <íuohí»i*nw, riiM]>ti<loi% >'tiz ú le t e , éollui*e>-!.
Los cuchillos, cucharas, raspadores y algunas
Teces hasta los platos los hacen de conchas:
cuando en la playa encuentran fajas de hierro,
de los cajones y barriles, los hacen de esta ma
teria.
E l raspador ( Cham) era un pedazo de con
cha elegida entre las más consistentes y afiladas:
la sugetan después con correas á un pedazo de
leña y forma el mango. De este instrumento se
sirven para separar la grasa de la carne después
que han desollado el animal cazado, ó también
para quitar el pelo de la piel. De las conchas
más anchas hacen los platos ( Akoch’n ).
Los vasos para beber los hacen de corteza de
roble y después de haberla cosido con tendemes
© .
JJe a u ^ o íF
ó con juncos, la pulen con una mezcla hecha de
greda y ginsa. Cuando el vaso es mayor le ponen
una correa en forma de asa, y entonces tiene la
forma de una jarra y que ellos llaman Sme'ii.
La agujas no son otra cosa que espinas de
pescado, ó bien un hueso ó un pedazito de leña
bien aguzado; la llaman Chloken. No les falta
tampoco la escobilla ( Haciaa ó gacel) formada
por un manojo de yerba: también usan el peine,
(A in h ich b ’S omclicn) y consiste en una man
díbula de una especie de delfín pequeño, armada
con sus dientes. Hasta las mujeres fueguina.«i
tienen adornos para las orejas y cuello, y son
unos collares de diferentes tamaños y materia
(T o tl-K o ln ) . Los hacen con pedazítos de huesos
de pájaros ensartados sobre una trenza de ten
dones. Otras veces los hacen trenzas finas, te
niendo un número impar de vueltas, esto es o,
7, 9, 15 y hasta de 19, y otra veces los hacen
de Conchitas que ensartan artficiosamente soBre
trenza de tendones, y parecen perlas preciosas.
— 1C4
Los Ileyan las mujeres, especialmente las jóvenes;
raras veces algunos hombres.
También usan brazaletes (koehel) de piel de
guanaco, y entre las fueguinas, sobre todo, hay
sus modas. Además de los collares (T o tl-K o ln )
de los brazaletes ó pulseras y de los demás ador
nos, usan cosméticos y colores diferentes, blanco,
rojo y negro, según las diferentes circunstancias.
Se pintan media cara, de la nariz arriba, pero
varia según que sean jóvenes, madres de familia
ó viudas, y también con sus colorines indican
que están de fiesta ó de duelo. Los hombres por
lo regular llevan como adorno una especie de
diadema, que consiste en un frontal llamado
Tcochel, que es un pedazo de piel de la frente
del guanaco, que les ciñe la frente, sugetando
las dos extremidades con una trenza fina de ten
dones. Suelen pintarse también, no la cara tan
sólo, sino ademí^ todo el pocho. Esto especial
mente lo hacen cuando están dispuestos á pelear.
Mucho habría que decir de sus cánticos, tanto
festivos como fúnebres. Son interminables y duran
muchos días y noches, así como igualmente sus
ensordecedores gritos, no siendo posible compa
rarlos á nada, porque son ori^nalísimos por su
rareza y estravagancia, y tan indefinibles, que el
más experto músico se quedaría sin poder com
binar nada.
Su fiesta más. solemne es la noche del pleni
lunio. Sus gritos y voces con este motivo no
tienen igual, oyéndose en todo el contorno. Mo
tiva este alboroto' la superstición de que la Luna
nueva crece comiendo la carne de sus niños;
empero celebran su plenilunio porque entonces
estando llena no necesita robar más y por esto
festejan este acontecimiento. Dónde haya tenido
origen esta superstición y cual sea su sentido
místico ó figurado, aun no lo hemos podido ave
riguar.
SiiM iiicjroN. — Lj\io I»u, •polota, uvi r o l l u 3’ t i r o n i l> lu n e o .
Como todos los pueblos de la tierra también
los fueguinos tienen sus horas de distracción y de
entretenimiento. Ellos también pasan algunos
ratos de expansión. He aquí algunos de sus pa
satiempos.
La lucha es un juego con que prueban sus
fuerzas musculares, su agilidad y su viveza, pro
curando á todo trance no ser voncido por su rival.
Por eso los indios que sobresalen en gallardía y
arrogancia se desafian mutuamente. La lucha se
verifica entre dos indios colocados en el centro
de un círculo de expoetadores, quienes sin inter
venir en pro ni en contra de ninguno, siguen cou
su vista á los luchadon's eu todos sus movi
mientos. Los dos rivales se abrazan y cada cual
procura derribar á su adversario. Sou muy afi
cionados á este juego, con el exclusivo fin de
probar sus fuerzas. A veces se cambia en verda
dera riña, y produce consecuencias fatales entre
los lidiadores.
También les gusta mucho el juego de pelota
y la hacen de plumas ó de paja. Los jugadores
forman círculo y la hechan uno contra el otro,
procurando que nunca caiga al suelo.
La argolla es un juego más bien de niños. Con
siste en una argolla ó aro formado de yerba de
unos 20 á 25 centímetros de diámetro, que uno
tira haciéndolo rodar por una bajada, mientras
otros se adiestran á pasarlo por el centro con sus
ñechas.
El tiro al blanco lo hacen con las flechas y
arco. Cuando juegan lo hacen con sumo interés,
y después hacen también sus comentarios, dán
doles materia para muchas sesiones, especial
mente al reunirse al fuego por las noches.
o<-
.>.> ID E
MARIA A U X I L I A D O R A
c
✓i
•>i\* -'4'TJua tliíic il opoi’aoiíSn ©vitada.
A fines del año pasado me sobrevino una
grave enfermedsrd, y para su curación era
necesario hacer una opera<;ióu muy difícü,
para lo cual debía trasladarme á Barcelona.
Cuando ya se hacían los preparativos, una
amiga mía, muy devota de María Auxiliadora,
me dijo que me encomendase A Ella, dán
dome una medalla que al momento me puse
al cuello, ])rometiendo que si me curaba sin
ir á Barcelona, daría una limosna para su
iglesia de la Granja Salesiana , y haría ce
lebrar uua misív en su honor. Mis súplicas
fueron escuchadas, porque cuando vino el
médico, me encontró muy mejor;\da y dijo
que ya no tenía necesidad de que me hicie
sen la oi>eración.
Mil gracias á tan bondadosa Madre que se
dijrnó conceílenne la salud.
Gerona (EspaOa) 30 de Febrero del 1903.
Aliix í Iíuim Cliristiuiioi'UJii,
oi'u pi*o uobis.
E l 6 de Enero del presente año fui llamado
por la policía, en el momento que iba á salir
1
— IGo —
á Misa al pueblo principal, con el fin de en
riarme á practicar las diligencias de un su
mario contra anos dos homicidas, cuyo ase
sinato había tenido lugar el á del corriente
en una aldea.
Preparadas ya las caballerías que debían
eondncirnos al lugar donde se había cometido
el crimen, tomé una de ellas, pero siendo sólo
de carga, al sentir el ginete encima, me lanzó
al suelo, cayéndome de pecho y costado iz
quierdo. Desde luego conocí que sólo A María
Santísima debía el no haber quedado víctima
de aquella terrible caída, y aunque sané, mi
estado era deplorable. No teniendo ya espe
ranzas en lo humano, me dirigí A María
Auxilio de los cristianos, ofreciéndole rezar
su novena y dar una limosna de ocho sucres
para la Casa-Misión de Oualaquiza y publi
car la gracia en el Boletín Salesiano si
fuera posible.
María quiso ostentar su poder, pues á los
tres ó cuatro dni, en la festividad de Pente
costés, después de baber recibido los santos
Sacramentos, me sentí ya mejor, y ha conti
nuado la mejoría hasta el día de hoy.
Me complazco, pues, en cumjdir mis pro
mesas, deseando se publique esta gracia de
María Auxiliadora.
V íctor Samaniego .
Sigsig (Ecuador) Octubre 1 de IDOl.
>lax’ia proteste á. isas clovotos.
Un nino de nuestro Colegio fué á pasar las
va<.*aciones á una hacienda en conipafiía de
su familia, donde cayó gravemente enfermo.
Ivos médicos lo desbauciaron por lo que su
pobre madre, llena de dolor y amargura lo
encomendó á Jlaría Auxiliadora, viniendo á
decirme el estado de su bijo.
Estaba sin embargo resignada á que se
cumpliese en su bijo la voluntad de Dios;
le aconsejé que hiciese una novena á María
Auxiliadora, ofreciéndole además que man
daría celebrar una Misa y empezar en eas;i
una Novena; prometí además colocar yo mismo
un ex-voto en el cuadro de la Sautísima V ir
gen y publiciir la gracia si la conseguía.
Se empezó en casa la novena con todos
los niños; se celebró la Santa Misa en la
cual comulgaron casi todos loa compañeros
del enfermo. María oyó nuestros megos, pue-s
el mismo día que principiamos la novena,
Según supimos después, emiiezó la mejoría
dd alnmno y siguió paulatinamente, basta
que al terminarse la novena, encontrábase
el enfermo fuera de peligro.
A los pocos días tuvo una recaída; por
la segnnda vez se puso grave, y noevamente
fueron escuchadas nuestras oraciones; eu la
actualidad el niño sigue en su convalecencia,
y esi>eramos que dentro de poco tiem}x> es
tará de regreso al colegio para seguir sus
estudios.
Eu cumplimiento de lo ofrecido, he colo
cado el ex-voto en el cuadro de nuestra buena
Maílre y doy publicidad á este nuevo favor
de la Keina del Cielo, para «•onsuelo de los
que se encuentren necesitados. No en vano so
acnde á Ella pues es la tesorera do los di
vinas gracias, y de Ella ropotía nuestro
Padre D. Boseo: “ jCuan buena es MaríaI”
Sac. G uido Rocca.
Quito (Ecuador) 27 de Se¡itiembve de 15H)2.
araría oxira rt. un lioi'itlo.
La pluma so resisto á describir la profunda
ptMia quo se apoderó do mí cuando tuvo co
nocimiento del tunesto incidente que sufrió
un joven de quince años de eilad á quien yo
<’.ou exquisito esmero protegía desdo los pri
meros anos de su niñez. La necesidad le
obligó á solicitar una plaza en las minas de
Cartagena. Admitido este á trabajar eu cali
dad de bracero, continuó sus operaciones sub
terráneas, sin lamentar ni sufrir el más pe
queño contratiempo. La suerte que basta
entonces le había sido próspera y sin mezcla
de ningún quebranto para él, se le mostró
adversa y en uno de los días del mes de
Junio del ano 19oü fué víctima de uii buudiiniento. Extraído de entre los escombros, tras
ladáronle á uno de los establecimientos de
beneficencia más próximo, eu donde obser
vado atentamente jiorlos facultativos, resultó
con tantas y tan graves heridas, que la ciencia
desconfiaba curarle. En situación tan dolorosa
y triste permaneció uuos meses en el hospital,
sin que los remedios de la medicúna lograran
su restíible<;imieiito. Cansada de dilaciones
resolví por último traerlo á mi ca.sa y seguir
favoreciéndole como síom|)re con mis cuida
dos: acordáiid«)mcde la misericordiíulo María,
en unión de un liernianitx) del enfermo, ofrecí
1» limosna de una peseta á tan buena madre,
y hacer público el favor en oi Boliotín Ha LBsiANo, si le concedía la salud. Oyó nuestra
ferviente súplica la Virgen do D. Hosco. Eu
breve empezó á mejfirar y al presente, so en
cuentra con las heridas coinjdetamente cica
trizadas. Ix) hago público, como lo prometí, de
seando que todo redunde á mayor gloria de la
que con tanta razón es invocada como Auxi
liadora de los Cristianos.
M a r ía M
Zoigena (Almería) 15 de Febrero de 1902.
dns.
Reeol>i-a 1» salud.
El 10 de Noviembre cayó nuestra querida
mamá como herida por un rayo, quedando
instantáneamente sin sentido.
N o es para descrito el desconsuelo que
nos causó ver en tal estado á la que hacía
un instante esüiba conversando afiiblemeut©
con nosotros.
Nuestra primera diligencia fué avisar al
Bdo. Cura Párroco, el cual al verla en tal si
tuación no creyó oportuno administrarle el
Sacramento de la Extrema Unción; pues se-
— ICG í t e n o s ' A i r e s . Damos gr.acias á M. A. por
gáli 811 psjrecev como el <le todas las personas H
iuuiimerabltí'í favores recibidos, especiaimeute por ano
que la asistíamos era ya cadáver.
extraordiiiurio. M. y V. E. — B o a c o (Nicaragua).
No cabieíjdo en nuestra mente la idea de Doy gracias á M. A. por favores recibidos. J9r:acia
quedarnos sin madi’e, llenas do confianza en López.
O ) C í i p i a t A (Paraguay). Habiendo sido atacada
nuestra Madre, María Auxiliadora, mandamos
liebre amaiilla, á los tres días me acordé de M. A.
•<los velas liara que se encendieran delante de
y de jironfco me ha lé en conipleta salud. Fteforiana
■de su Sa«ra<la Imaííen <iue so venera en la Sanairia. — C a r m o n a (Sevilla). Hallándome en
Granja Halesiana, y nos recomendamos á las ferma jiur espacio de ocho meses á causa de anas caleuturus, acudí lieua de couüauza á M. A. prometién
oraciones do los ñiños asilados en dicha
dole publicar la gruoia, mandar decir una Misa y dar
<lranja, los cuales, sabedores de cuanto ocu
una liniüsiia, estando completamente bien, cumplo
rría, fueron iiunodiatamcntü á la Iglesia á mi prome.sa. Gracia López. — C a r t a j ^ e a a (Coiombiii). Doy las más expresivas gracias á M. A. por
rogar juir ella, lo que hicieron por cuatro
ios muchos y sefialados favores que de Ella he reci
veces durante el mismo día, y al siguiente
bido desde que mohice su devoto. Francisco Pacheco.
empezaron una novena.
O ) — O r a n a t l a (Nicaragua). Doy gracias á M.
No 80 hizo esiíorar la protección do María,
A. y niaudo la limosna de 10 reales por haberme li
pues aquella misma noche pudo recibir los
brado <le unos ataques que padecía. Julia Fajardo. —
I< Í. I « Í . Doña Tffnacia Espinoz» y Doña Pía Centeno,
Santos Sacramoiitos estando tan en pleno
ambas Cooperadoras Salesiauns, cían gracias á M. A.
nso do sus facultades mentales, que edificó
y la limosna de 5 pesos la primera y uno la segunda
á cuantos la rodeaban por la devoción con
por favores recibidos al invocar á tan buena Madre.
G r e i 'o m i (España). D. Agustín Berange dió 25 pe
ijiio recibió el Sto. Viático.
l ’imilmonto, luego do luchar por espacio setas de limosna y N. F . mandó celebrar una Misa,
ambos por favores recibidos de M. A. — G rr*n n a < la
<lc ocho (has entro la vida y la muerte, fuó
(Nicaragua). Doña Petrona Figueroa da gracias á M.
niejoramlo visiblemente basta el punto de que A. y la limosna de cinco reales por haber encontrado
una yegua que se le extravió, y D. Florencio Morales
en la época presento está gozando de completa
mandó celebrar cnatro Misas por favores recibidos^—
salud.
I d . I d . Enfermó gravemente un niño de dos anos
Gracias mil sean dadas á María Auxiliadora
y el Dr. Cantón declaró el caso incurable. Acudí á
M. A. y al presentarle al enfermito una imagen de
•rjue no hace los favores á medias: gustosas
cumplimos la promesa que hicimos de mandar la Virgen de Guadalupe,, pues no tenía otra, entró en
una limosna )mra su nuevo templo, y pnbli- franca convalecencia. Carmen Sáez de ¡¡alazar.
r.) — L a L l t > e i * t a d (Nicaragua). Una nieta
•carlo en el Boletín Salesiano á mayor
mía dotó días solamente, enfermó de crup. Invoqué*
gloria de María.
M. A. ofreciéndole una limosna y publicar la gracia.
R osa y Dolores Rie r a .
Geroua (Puente Mayor) Enero de 1902.
C u r a d o <le l a s -a r jr a n ta .
Habíamos celebrado en el Colegio la fiesta
do nuo>tra buena Mmlre, y al poco tiempo
«ontímo molestado i>or afecciones á la gar
ganta, que llegaron á (musanne graves dolo
res. ai imnto de estorbarme la respiración.
B1 Doctor no conoció bien los caracteres de
la enfermedad, dudando fuera angina ó d if
teria. Acudí con mis hermanos á María A u xi
liadora, prometiendo la publicación de la
gracia y una misa á María en el altar do
cata Capilla. La Virgen me escuchó, pues
dfsapaieciendo el jicligro en pocos días, no
he vuelto á sufrir molestias de esa ni de
ninguna enfermedad.
Agradecido á tan Excelsa Bienhechora y
cumpliendo la promesii, hago público el favor
para que todos conozcan el poder y la bondad
tle Mavím y no dejen de acudir á Ella en sus
necesidades.
A ntonio Scasso
Salesiano.
Shu Nicolás (Argentina) 13 de Febrero de 1902.
A .) — A .« u n o Í< S n (Paraguay). Mi mamá sufrid
un finarte ataque en el corazón: acudí á M. A. haoiómlole una promesa y obtuve la gracia que pedía.
Scala.
U ) — I3 U l> u o (EspaBa), Doy gracias á M. A. y
25 p<v*tas p a » loa fines de l.-\ obra balesiaua por faTores recibido* de tim bondadosa Madre. B. G. —
Tres rtíiis después la onfermetlad cedió y hoy se en
cuentra fiiera de peligro, por lo cual cumplo lo pro
metido. Ignacia li. do Postrada.
]M ) _ IM lu M a y a (Nicaragua). Enfermaron dos
de mis nietos y creí se morían: en medio de mis
aflicciones invoqué á M. A.: y á los tres días experinumtarou notable mejoría, por lo que deseo se publique
el favor recibido. C. de Xoijnera. — B X ^ i o o . Doy
gracias á M. A. por favores recibidos, sobre todo por
la curación de un uifio y de una persona de quien
<leclaró el máiUoo que la gangrena se a|>oderaria de
una herida causada por una quemedura. Gitada/«p«
If. de Barbolla. — Xdl. I d . AQo y medio hace que
pailooía del estómago. Acudí á M. A. prometiéndole
hacer una novena, dar una limosna, y publicar el fa
vor, y como haya conseguido la gracia cumplo la pro
mesa. E. Cantón Julio.
I> ) — P i n o s o (Alicante). Doy gracias á M. A.
y envío 5 pesetas de limosna por haber recobrado la
salud nii sobrina al invocar á tan buena Madre.
p'rancisro Garino Ijópez. Pbro. — P a t n g f o n o ®
(Argentina). Estando mi hermano gravemente enfermo,
aoiidí ú M. A. recobrando Ja salud: otras muchas gra
cias he recibido por lo cual con iimoho gusto desw
se publique en el Bolbtíx Salbsia NO. Rosario G. de
BiaL
Q ) — Q u i t o (Ecuador). Perdí unas alhajas de
muoho valor. Acudí á M. A. y las encontró entre ropa
' vieja que debía ya retirarse, por lo cual doy nna
limosna para el santuario de la Tola y deseo se publi
que la gracia. B. A. — I d . I d . Enfermé gravemente
de mal do corazón y puse to<la rai conthinza en M. A.,
aplicando una nie<lalla de tan buena Madre á la parte
dolorida. La curación fué casi instantánea, por lo
qne doy un ex-voto en prueba de gratitud. M. it.
S ) — S a n B l o r c o w (Nicaragua). Itoy cinco
pesos de limosna por favores aloansados al invocara
M. A. Baltasar Chacón. — S o n J a s é (Paraguay).
Doy gracias á M. A., por nu favor obtenido y envío
la limosna de 15 pesos fuertes. Ana Carlota Mendoza.
— S a n C n r l o s (Nicaragna). Estando grave un
— i6 7 —
hijo mío ofrecí áM . A. publicar la gracia y dar nua
liniosua 8Í le concedía la salud, y como la baya re
cobrado cumplo la oferta. Esmeralda de Vargas. —
_ T ) — T o l ú . (Cartagena de las Indias). Una Se
ñora obtuvo la salud al invocar á. M. A. y desea se
publique Ja gracia. J. Garnxer.
Ü ) — X J i* il> e la r ir e a (Argentina). Mi cuñada es
taba gravemente enferma y bahía cousiunido casi to
dos sus haberes inútilmente en medicinas por espacio
de tres anos. Acudí á M. A. prometiendo publicar la
gracia y ya puede atender á sn familia. Sean dadas
gracias tan buena Madre. Un Coopei'adar Salesiano.
UESTRA
1s
C O EEESPO N D EN O IA
'«S?
‘
MEMO.
R vm o . Se , D. Mig u e l R ú a .
Amadísimo Padre: Me permito escribirle para
darle noticia de la grandiosa fiesta celebrada en
esta casa en honor de nuestro Protector San Fran
cisco de Sales; fiesta que dejó en todos y espe
cialmente en los Cooperadores y Cooperadoras,
que asistieron en gran número, suavísimas emo
ciones. Grande fue la actividad de nuestros jovencitos en preparar todo aquello que debía hacer
bella y preciosa nuestra fiesta. Se aprovechó tam
bién esta ocasión pava bendecir solenuieiuente
loa amplios locales últimamente construidos. El
Excmo. ó lltmo. Sr. Dr. D. Próspero M. Alarcóu,
Arzobispo de M éjico, aceptó de muy buen gusto
la invitación para bendecir dichos locales, que
vienen á completar el grandioso Colegio Salesiano,
que principiado nueve años hoce, hoy se alza ma
jestuoso en medio de la floreciente Colonia de Sta.
Julia, para atestiguar la generosa caridad de los
buenos Mejicanos que desdo mucho tiempo supie
ron apreciar la obra de caridad cristiana de nuestro
amado Padre D. Bosco.
Una solemne y devota novena, preparó los
ánimos á la grandiosa fiesta celebrada el 9 de
Febrero. L a mañana de dicho día muchísimos de
nuestros Cooperadores y Cooperadoras quisieron
asistir á la Misa de comunión general qne fué
dicha por el R. P. Víctor Redondo , superior
de los religiosos del S. Corazón de María en Toluca. E l mismo padre dirigió breves, pero afec
tuosas palabras á los 10 niños qne por vez pri
mera recibían el Pan de los fuertes. A las 10 se
cantó la santa misa con la iimvor solemnidad
posible. E l celebrante fué el E. P , Salustiano
Carrera, superior de los P P . Jeauitaj» en Méjeo y
el diácono ol R. P. Alfonso Villagrán. Después
del Santo Evangelio, con gran elocuencia y piedad
hizo el elogio del Santo, el antes citabo, P. Víctor
Redondo. Trató de las virtudes del Santo, y de
mostró como D. Bosco le fué ana copia fiel y coneloyó exhortándonos á nosotros á qne practicásemos
tas mismas virtudes.
Nuestros cantores ejecutaron la Misa de Hattniann. Todos admiraron el couiportamiouto de
nuestros jóvenes en 'la Capilla, especinhuento ci •
de los que componían el pequeño churo que con
mucha exactitud y devoción hacía las ceremonias
sagradas.
Después de la misa algnuos do nuestros princi
pales Cooperadores se dignaron tomar parte en
nuestro modesto bampiete, presidido por el U. P.
Juan Bandera, llamailo comunemcuto *‘ E1 Sale
siano” p«)r el gmude afecto que lo uno con los
hijos do D. Bosco. Ktisotros estamos dobleimuite
reconocidos ú dicho Padi'c, poriiuo no obstante
que pocos días antes liubieso estado gravemonto
enfermo, aceptó gustosísimo nuestra invitación y
tomó liarte en nuestra fiesta.
A las 3 de la tarde la campana nos llamaba
á la capilla para la bendición con S. D. M. dada
por el R. P. Juan Bandera, después do la cual,
dicho padi-o con los ministros y el clero y gran
concurrencia de fieles fueron á esperar al Exorno.
Sr. Arzobispo que se dignó bendecir persounlmente
los nuevos locales. Nuestro amado Prelado después
de breve oración ante el Smo. Sacvainento, reves
tido de los ornamentos sagrados, subió, precedido
de los Srs. padrinos y del clero, á benilecir los
tres nuevos dormitorios cuya amplitud todos ad
miraban, pero especialmente Su Excelencia que
con una dulce sonrisa, manifestaba su satisfacción
al ver preparado un local para 180 niños que
dentro do poco deberán ocuparlo. Concluida la
bendición, todos pasaron al teatro, improvisado
en uno de loa pórticos del Colegio, donde tuvo
lugar una academia cómico mu.sico-lireraria. El Sr.
Arzobispo ocupó el puesto de lionor, haciéndole
cortejo nuestros óptimos Cooperadores y Coope
radoras á quienes dió las gracias jmr su venida
uno de nuestros jóvenes con un brevo discurso
de n]>ertura. Después do un canto de nuestros
jóvenes, pronunció un brillante discurKO el Sr.
Lie. D. Manuel F. de la Hoz, cuyo tema era ía
caridad inspiradora de D. JJosco en la ftindación
de 811 obra, protegUla de un modo extraordinario
p or ^faria Auxtliadora; obteniendo muclios y re
petidos upluiiHOS.
Gustaron iniuensanioute el boceU> •‘Saiaiids^*
de P. A. Bertón, y el sainete ‘^Lo8 baños de Viaregio'" desempeñado con mucha naturalidad. La
banda, que había recreado en los intennedios,
con nna marcha final dió la despedida á todas
las personas que intervinieron, las cuales se mos
traban satisfechas de todo cuanto se había hecho
y partían con un deseo más glande de ayudar á
esta obra tan benéfica para los hijos del pueblo.
Esta es en resumen, amado Padre, la fiesta que
hemos celebrado en honor de onestro glorioso
Patrono. Temiendo bacenne demasiado largo,
termino la presente pidiéndole su liendicióu para
esta Casa y todos estos sos hijos especialmente
para este qne se profesa de V . R. afino, hijo en
J. y M.
L dís G c .x ndis P iíko .
M éjico 20 d « Febrero de 1B02.
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R@NíI€á ^ A L E S I l l l
ANTIGUO CONTINENTE
M
S a r r ia ( Barcclona-EspnñaJ. — El día 24 del
pasado Mayo se consaííió la nueva Iglesia erigida
en honor <ie nuestra Madre, María Auxiliadora, y
que en esto mes hace un año fué bendecida é
inaugurada. Desconocemos los detalles de la im
portante ceremonia, los que daremos á conocer
en cuanto los coiio/camos, y no dudamos será
del agrado do nuestros Cooperadores y Coope
radoras, porque muchos de ellos han tomado
parte en la erección con sus limosnas. La fa
chada y torre aun no están terminadas, poro
Di<m mediante ya so concluirán, pues la devoción
á tan buena Madre y bajo un título que tanto le
agrada se propaga muchísimo de día en día, y
sus devotos hijos procurarán que en día no le
jano 80 eleve la torre y so concluya todo lo que
falta.
S e v illa (Eiipuñu). — Tomamos de “ E l Correo
(ie A h(?(i Íhcí« ” de aquella Ciudad.
« Conocido es por todos el hemioso proyecto
de l<ís Salisianos que deseosos de extender más
V más el campo do su benéfica acción social,
piensan edificar en este año un grandioso salóndormitorio dedicado á Su Santidad León X III,
ílestinado á albergar un gran m'unero de niños
huérf^auos y desamparados.
L a generosa idea ha tenido acei>tación y espe
ramos irán tomando cada vez más incremento las
laudables ini. iariviis desplegadas desde el princi]>io ]»or las almas caritjvtivas, y mucho más
portiuo acaba ilo obtener la premia ó garantía
más segura, de que pu>uto será una realidad
consoladora.
El anciano venerable que ciñe la triple corona
y, desdo las sublimes alrurns del Vaticano, imm-a
á lu Iliuuanidud los senderos quo ha de seguir,
levanta su mano augu.'ita, ostentando ol auillo del
pescador, y bendice a los iniciadores del proyecto
y á cuantos lo favorezcan.
Después do la bendición del Pontífice iquiéu,
pudiendo se negará A cooperar á la obraT
K1 proyecto pronto será una realidad.
Hé aquí el telegiama que el virtmtsísimo y ce
loso I). Pedro líicaldoue envió á liorna y lacóntestación obtenida,
mitorio, el cual será honrado con el nombre y
el busto de Su Santidad, para albergar á pobre;*
liuerfauitos, de los cuales los primeros diez serán
admitidos en este año Jubilar.
Mas como prenda do la Divina Protección y
para estímulo «le la generosidad do los corazones
caritativos, pide bumilmente Vuestra Bendición
para el piadoso proyecto, para los socios y alum
nos de las casas salesiauas aquí establecidas, para
todos los Cooperadores de esta Inspectoría y para
todos los oferentes que contribuyan á conmemo
rar el glorioso acontecimiento del Jubileo Ponti
fical de V. S. y al bienestar de tantos pobre.s
niños abandonados.
Gracia que etc.
Sevilla 20 de Marzo de 19Ó2. — Pedro Ricaldone.
A S. S. León X III.
Con fecha del día dos se recibió el siguiente
telenrrama:
Sace^-dote Pedro Biealdone Saleeinno:
Santo Padre agradeciendo pensamiento conntemorar Su Jubileo, mediante fabricación Salón-Dormi
torio, bendice iniciadores proyecto, Cooperadores y
Cooperadoras Salcsianos que le favorezcan.
Curd. Bampolla.
Nos congratulamos con todos y á todos adv( rtinioa lo que el Superior de' los Salp-^iaiios nos
encarga, pues liabieudo sido <;onsultado en estos
días si se podrían inscribir en el álbum que será
presentado al Santo Padre los nombres de las
]iersoiias ya difuntas, siempre que «e ofreciese
alguna liiuosiia eu sufiagio de sus alnuvs, nos
ruega hagamos público que desde luego se inscri
birán dichos nombres y que además los niños re
zarán cada día una oración especial en sufragio
de sus almas.
Para C 4 *n s eg u ir que ese hernioso pensamiento
pueda llevar.se á cubo más fácilinento se han im
preso unos hojas especiales que han de repartirse
con profusión.
E l Correo de A.tdalucía aboga j>or la realización
del generoso proyecto que hallará en sus colum
nas el más decidido apoyo.»
NUEVO
CONTINENTE
Beatísimo Padre:
El Sacerdote Pedro Ricaldone. Inspector de los
Sale8iam>s de la I^ovincia Bétiea, postrado al
l>eso del S Pié con los más vivos sentimientos
de sumisión filial humildemente expone:
Quo los Salesiauos instalados en la ciudad de
Sevilla, queriendo dejar un monmuonto perenne
quo conmemore el Jubileo Pontifical do V . S.,
en cuya celebración coincide proviileucialmente
el primer decenio de su instalación eu esta Capi
tal. ucoi-darou fabricar un grandioso Salón Dor
4 (a it o (Ectuidor).— Con mucho gusto insertaunis
una especie de resumen de lo ocurrido en esta
Casa durante el mea de Diciembre último.
L a novena de la Inmaculada se celebró con la
solemnidad que se acostumbra en nuestras Casas,
tomando en ella parte activa los RR. P P . Fran
ciscanos de esta Ciudad.
Todos los dias se celebraron dos misas en
nuestra capilla) la 1*. á las 5 y
y la 2*. de
— 169 —
comonidad á las 6 y 1/2 durante la cual se ento
naban hermosas alabunzas en honor de María
Inmaculada. L a Comunión de todos los días fué
muy numerosa. Terminado el santo sacrificio, el
celebrante dirigía la palabra á los asistentes.
La fiesta se celebró con la mayor pompa po
sible : reinaba en todos un entusiasmo que pocas
veces se vé; cada uno procuraba de algún modo
tomar parte en aquella solemnidad, y sobre todo
puedo asegurar, que ninguno de ios concurrentes
dejó de acercarse al Banquete Eucarístico: el resto
de la función fué agradable á todos.
El 17 del mismo mes fue el Director de Estu
dios de dicha Capital y examinó detenidamente
á los alumnos en las distiuUis clases que forman,
Aprovecharon la ocasión, para invitarle á una
velada literario-dramática que con tal objeto so
había preparado, asistiendo con verdadera oojuplacencia, siendo invitados también todos los
Cooperadores, el Clero, muchas do las principales
familias y muchos de los principales empleiulos
del Gobierno.
Durante esto acto vorificiulo en medio de nu
merosa y selecta concurrencia, se recitaron muy
entusiastas discui’sos, bellísinma poesías y so en
tonaron bermo.sos eúnticos. So puso en escena el
ya conocido drama E l Ave Marta,*' <juo fué
desempeñado con lucidez por parte dei casi todos
los actores y los que merecieron repetidos nplausos.
Es diguo' de particular mención el disem-so do-
Xiuos de la luimera comunión del Oratorio Salesiano do SalaJiiauca.
visitando los lalleres y toda la Casa en general.
El éxito de sus apreciaciones puede deducirse
del informe ijue ya conocen miosrros lectores.
La tiesta de Navidad se celebró con no menos
entusiasmo que la <le la Inmaculada Concepción,
y adeiiKÍs la Comunión jíeueral «le uietlia noche
fué ofrecida |>ara alcanzar gracias para el limo,
y Rnio. Sr. Av2«d)Íspo Mon.s, Pedro R. González
y Calixto, cuyas boda.s de plata de su c<»n.sagración episcojial se celebraba con gran fausto por
todas las clases sociale.s. También en aquella
noche, doce de nuestros alumnos hicieron la
primera comunión.
A l día siguiente, una comisión Ibriimda por
SalesÍJinos y alumnos y precedida por el .Sr. D i
rector fué á saludar al limo, y Rnio. Sr. Arzo
bispo, á fin manife.starle el afecto que le profesan
presentántlole la corona de «'omuníoiies.
El limo. Prelado se mostró muy satisf'-^bo.
grato y conmovido al recibir en palacio á i-us
hijos los Salesiauus, como con tanta amabilitad
los llama.
clamado durante cst^i fiesta ]mi’ el Cooperador y
distinguido v..te ecuatoriano Si'. D. Qtiiiililiuno
Sánchez, quien arruiict'i los más freiiéti«'os aplausos.
Concluyó dicha s<dciiinidiid con Iíih palabras
del limo. Sr. Arzobispo, palalnas inopias de un
pa«lrc, de un ]ia-stor «jue ama su gr«;y.
Hallántlose ¡iresenre el Dii«-cl<ir «le Estudios
apmvecbó el Sr. Arz«»1»ispo, para agra«lccerle pú
blicamente por el informe da«lo eu favor nuestro.
l » a P l a t a ( Aryentiiia).— Tomniiio.s de la revista
‘ ‘Santa CrciHa’' «le Bernal.
« La jKirte musical y acadcniia de la fiesta de
S. Fraucisi'o «le Sales cstiiv«> á cargo d«j la .ScAo/a
eantonnn de Bemal. En la misa «le Clomuiijúu
general, oficiada por el limo. Sr. Obispo Dioc<*xtno
J. N. Tem-ro, se cantó un «!«-vofo mot«-t<! de oportUDÍ«la«l del Mtro. Capocci. En la c«Miferencía «le
la tarde á la que asistir-ron numerosos C«Mi)M-ru'
dures salesianos á ]>eKar d(- H«-r iiu «lía feriarlo y
caluroso, tomó la palabra d limo. M«>ns. Alberti,
quien demostró una vez más con bu dÍBCurso que
— 170 —
en fiu corazón es un verdadero salesiano y un entuMÍasUi y decidido defensor de las obras de Don
Busco.
Ks muy digno de notarse que, concluida la
bendición con S. D. M. <‘ii «jue se ejecutó un
hernioso Tanium Enjo, concierto alternado con
sohi y coro, de nnigico efecto por su religiosa
unción, Muus. Alberci Humó espontiiueamente al
Director lie la asociación y en una (ie(|neña entre
vista recibió éste )>atabrus de congratulación por
los buenos frutos (jiio va reportiiudo la Asociación
de Sta. Cecilia y do aliento para proseguir en la
empresa conienziida, que es la empiesa de Dios
y de BU Iglesia.
La función músico-teatral mantuvo por dos en
teras horas la atención por lo variado de su pro
grama , de una coiicurrencía que no bajaba de
setecientas personas. Púsose en escena el melo
drama “ XoA Faatores en Belén" del R. P. Peilrolini que por las sencillas baladas, cliiirangns y
sorenatas pastoriles nos creiainos trasladados á
los tiempos de la bajada do Jesucristo á la tierra;
el ‘'T ittto ri7or»a” candorosa porfía do un liuéifano (|UO espera la vuelta de su ílifmita madre,
música «leí limo. Mon.s. Costnmagna. Durante un
entreacto pudimos oir un hermoso trozo á piano
y flauta de I I Fabro del Miro De Vecchi. La eje
cución do “ Xos Kanclieros" Sexteto del Mtro. Ca
ballero por lo gracioso de su siguiücad>, la mí
mica de sus intórpretes y por lo juguetona de su
música dejó por bien termiuada la función teatral.
G o i i o r » ! A d í a (Ar{ientinaj. — Leemos en “ L a
Vos de la L jlesia " de IIuenos-Aires.
« Mejuzguiía culpable, dice el-corresponsal de
este diario, si no relatara la bridante función
dramática y músico-literaria, que acaba de tener
lugar en el Colegio de M aría Auxiliadora, con
motivo do la solemne distribución de premios ú
las alumnas del mismo establecimiento.
Gratísima sorpresa ha sido ]mra la numerosa
y selecta concurrencia la ju’uucra función teatral
que han dado las niñas de General Acha, bajo
la inteligente y constante dirección de las benenióritas Hijas do María Auxiliadora.
Con éxito maravilloso han estrenado hoy su
lindo teatro rayando á grande altura las jóvenes
que tomaron parto en la escena.
El extenso programa bien nutrido y magistralmente aimuiizndo con declamaciones, cantos y
ejercicios gimnásticos.
Es la primera función de esta naturaleza que
se i>vesencia en la Pampa, y al i)arecer de todos
los que la han presenciado, ha sido verdaderanuMite hermosa.
Ko es posible describir, señor Director, la gnita
satisfacción de los padres y madres de familia,
al Ver hechas á sus hijas hábiles pianistas, ex
pertas actrices y patéticas cantoras.
Las alumims premiadas han sido 32, sin dejar
do merecer sinceros elogios las demás alumnas
del Colegio.
De maravilla en maravilla, del salón teatro pasó
la numerosísima concurrencia de señoras y caba
lleros á otix) salón, en que estabau expuestos
todos l<vs ti'alu\jos manuales hechos por las preci
tadas alumnas.
Este salón representa un espect.áculo para la
Pamiui. pues tiene todos los caracteres del buen
gusto, mucha paciencia y constancia por parte de
las Hijas de María Auxiliadora, evidente corres
pondencia en las niñas, y os un.a originalidad
pampeana.
Siento no poder dar más detalles, por amor á
la brevedad.
A l oscurecer, nos retiramos colmando de felicitacioues á las dignas educadoras de la juventud
y á las alumuas por ellas educadas. »
tina oración que no $e olvida.
El ihistrísimo Señor Dupanloup, en una alocución
á los zuavos pontificios en Roma, refirió el caso
siguiente: Era el año de 1835. Yo partenecía al
ulero de San Roque en P a rís; por largo tiempo
me había dedicado á enseñar el catecismo ú
los niños, y no sólo el catecismo laidimental
sino el de perseverancia al que asisten los
jóvenes, hombres y mujeres, hasta el día de
su matrimonio. Un día fui llamado para bendecir
el matrimonio de uno de mis oyentes, una pia
dosa niña que con toda regularidad asistía al ca
tecismo. Se desposaba con un joven muy cristiauo;
de suerte que era de esos matrimonios que pue
den bendecirse con placer y esj)eranza. Es eos
tumbre pronunciar en tales actos uu breve discurso,
y todavía me acuerdo de que cuando cumplía
este deber tuve una distracción. El que 1.a moti
vaba era un hombre uiuj’’ alto, no tendría menos
de dos varas, que me escuchaba do pié, cuando
todos estaban sentados; me miraba con fijeza y
sólo á tres pasos de distaucin, como que servía
de testigo. Su proximidad, su estatura, su asirecto
origina), su mirada insistente, bien comprenileréis
que bastaban á llamar mi atención. Concluida la
ceremonia, luego que los esposos con su comitiva
So hubieron retirado, salí de la iglesia y pensé
que todo estaba terminado. Pero no: al día si
guiente, á las cinco de la mañana, llamaban á
mi puertit; era el mismo recién casado que á toda
prisa Venia á buscarme para <{Ue auxiliase á uu
ouferiuo que estitba á la muerte. El enfermo era
su tío, aquel hombre alto que me había distraído
en la solemnidad de la víspera. De edad de se
tenta y cuatro años, transido de frío de la cere
monia había ido á la cama. Llamados inmediata
mente los médicos habían declarado que no había
recurso.
Salí al puuto y mientras me dirigía á su casa
creí oportuno preguutjir al joven que me acom
pañaba. Señor, ¿ es el tío de IJd. uu buen cris
tiano? — Es un buen hombre; pero parece des
cuidado un poco en sus deberes religiosos. —
jComprende le gravedad de su estado? Sí, no es
posible que se alucine. — ¿E s él quien me ha
mandado lla m a r? — S í, cuando advertimos su
peligro, le hemos preguntiido si quería le visitase
un sacerdote. No puso dificultad. Pero, ¿cual? No
conocía á ninguno. Entonces con su franqueza
habitual: < El que oí ayer, dijo, me ba parecido
bien ; con el me entenderé. »
Llegué á la calle Orus de loe pequeños campos
T entré en la fonda en que, habiendo venido
de provincia, se encontraba alojado. Jamás paso
— 171 —
ahora por aquella calle bíd sentir emoción á la
es... ya me acuerdo... veiuja d nos el iu reino... esovista <íe la fonda.
es... yo me acuerdo de haber recitado todo esto:
Me cutrodujei'on en la pieza del pobre anciano
¡olí! ¡que hermosa es esta oración!.... Y cuando
enfermo. Aquel gigante tendido en cama tenía el
llegó á estas palabras: 2^<^^'dónnnos nucstrus deudas,
aspecto de un moribundo. Luego que nos dejaron
de esto sobre todo me acuerdo muy biim, i'S k>^
solos, me aproximé á él y al punto me tendió la
que me ba hecho recordar lo deimbs ; mi madre
mano, y sin titubear me dijo: « Voy á morir y
me hacía decirlo cuando yo cometía alguna falta...»
quiero hacer lo que conviene en este caso. Tengo
De este imido acabó la oración. Y en seguida me
setenta y cuatro años.... y hace sesenta y dos que
¡lidió la r-ezánumis juntos y no se cansaba de yjno me confieso... soy un viejo militar. Alistado á
¡ictirla... Luego me ilijo : « l*ero ¡h ay otra! yo^
los catorce años, me encontré en todas las guerras
creo que mi uuuive mu liahlalia de una Santa
de la Revolución y del Im perio; nunca he j>enVirgen... Espero Ud... voy á enconírar esta ora
sado en mi alma, ni en su Cx’endor; mas no se
ción.... Con solo ammciármela la reconoceré.... >
por que siento la necesidad de no salir de esto
Y desdo bis jirimeras jnilabras : ¡Oh! sí, eso es,,
mundo sin reconciliarme antes con Dios, como si
exclamó: Dios te salve, Muria... ¿(¡iie más? llena
le hubiera conocido. »
eres de gi'acia.... y sólo coutimmlia: el Señor es
Impresionado con su ingenuidad y con su acento
cuntiyo..... todas las palabras iban ajiarecicmlo y
extraordinariamente sincero, « Pues bien, le dije,
renacían como por milagro en su alma. A l fin, i'il
yo le ayudaré y Dios nos ayudará; las cosas son
llegar á las últimas, prorrumpió eii llanto, y sin
bien fáciles con hombre.'^ francos como Ud.
poder contener sus hígriniHa. decía: « Santa2Íuria,
Después do cxamiiiaide y adotriuarle lo mejor
Madre de Dios, ruega por nosoíros pecadores, ahora
que pude, concluida la confesión, le d ije : Ahora
y en la hora de nuestra muerte. »
voy ádar á V. una penitencia. — ¡Una penitencia!
Ved lo que para «-se anciano habían sido esas
exclamó mirándome fijamente, ¿qué significa eso?
plegaria.s. Enseñadas por su madre en la iufancin,.
No tengo idea. — Así. pues, ningún conocimiento
eran gérmenes preciosos deposilmlos en sii alma.
tenía de la religión ni del sacramento de la pe
Y’ auuque ocultas por mucho tiempo, ajiarecían
nitencia.... Adivinaréis cuál sería mi embarazo....
al fin, en el momento supremo, asomando como
Veía á aquel liombre moribuudo, pobre auciauo
un rayo de luz la gracia de Dio.s, ¡nira lucir en
que no sabía una sola palabra del cristianismo...
la última hora, en la hora de su eternidad! La
Un instinto, un movimiento interior solamente le
decía sin cesar y so gozaba en re¡>etirlas. Mas,
detenniuaba á reconciliarse con Dios antes de
como se sintiese fatigado, me despedí pi ometién
morir..... Le expliqué lo que es la penitencia y
dole volver muy immto. En efecto, no demoré
le d ije : « Los padecimientos de Ud. son grandes;
en llegar, pues tenía vivo interés en darle la
ofrézcalos todos á Dios y esto me permitirá darle
santa Comunión. Comulgó con los sentimientos
fácil penitencia: rezará solamoute un PadrcmtvBtro
de ¡liedad más edificantes. Todo le había sido re
y un Avemaria, » V olvió ú mirarme con extiañeza,
velado por aquellas dos oraciones; y no tuve másdesde el foudo de su leclio : jiorque ^uu cuando
qUH enseñarle... Aún recuerdo cierta circunstancia
estííba tiiu jTOStiado conservaba todavía energía
como otras muchas que en el desempeño del mi
extraordinaria en la vista ; y me dijo: Padrenues
nisterio sacerdotal, son para mí, ¿inr sí solas,
tro, Avemaria, ¿que quiere decir? Y o no lie oido
pruebas concluyent««, improvistas, pero admihablar de eso. — Yn lo veis... ¡qué triste condi srables d é la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
ción! Aquel desgraciado liabía llegado á los se
Es la siguiente: lo había dejado yo iiu pequeño
tenta y cuatro años, y todo lo liabía olvidado....
crucifijo, advirtiémlolu que <|uizá no habiía otro
¡aún esas oraciones que desde muy niños se nos
en su ulojamiento. — A lo <¡ue me n'Spoudió son
enseñad balbucear! Su alma, en ndigión, era
riendo que en efecto no los liay generalmente en
como tabla rasa. Noquedalia nada, absolutamene
las fondas; lo estrechó en sus manos deHÍnilenada. Alcé los ojos al Cielo y cobrando valor
cieiites. lo llevó á sus labios y luego ul corazón.
comprendí que era necesario un milagro para
Vidví á las cinco do la mañana del día si
instruirle en un instante. Debe Ud. haber cono
guiente. Pregunté ]>or é l ; su sobrino y su sobrinu
cido estas oraciones, le dije, son las ni:is bollas
me contestnnui <jue liabía sufrido en extremo tod:^
do nuestra religión. Voy á recordárselas ; yo las
la noche. Me acerqué á él, en tanto <|Ue sus sodiré y Ud. me ncom[>auará.» Poniéndome de ro
brínos quedaban á algunos ¡msos de distancia^ y
dillas, junto al lecho, y tomándole la mano, co
le pregunté como estaba. « Muy bien, > me dijo.
mencé: Padrenuestro..... Me dejó lecitar Jas pri
— c Pero me han diclio que ha padecido mucho
meras invocaciones; mas cuando llegamos á estas
durante la noche. » — « L e han dicho eso, ¡mrquo
palabras: perdónanos nuestras deud<is, asi como
no sallen que Ud. me ha dejado un consolador. »
nosotros perdonamos d nuestros deudores.... de
— y sacando de debiijo de la almohada su ihhiio
pronto, estrechándome la mano v como sí se des
descarnada, y mostráudmiie <*1 pequeño crucifijo
pertara de un largo sueño: ¡O h ! me dijo, ya me
que yo le había dado: Vea Ud aquí el que me
acuerdo... Sí, creo que cuando era niño mi madre
consolaba, me dijo. Toda la noche he estaxlo re
me enseñó algo parecido... ¿Quiere Ud. volver á
pitiendo el Padrenuestro y el Avemaria y por eso
comenzar? — Principié de nuevo, y entonces, en
no he padecido.» : Cosa admirable! Ved ahí un
el acto, del fondo de su alma, de lo íntimo de
hombre que todo lo halda olvidado y qne de ana
sn coi-azóu, á U'avés de setenta y cnatro años, á
vez franqueaba toda dificultad para alcanzar la
través de tantas guerras y combates de diversos
salvación ; más uúu; se elevaba de) primer paso
génexos, reajwirecen vivos los recuerdos de su
á las más alta ¡lerfeccióu do la fé y confianza
madre y de Jas oraciones que en su infancia le
cristianas. Esas dos oraciones todo se lo habían
enseñaba. £1 mismo procura encontríir las palabras
revelado. Nunca he visto una entrada más pre
una á una. Y o los v i salir de su alma, como si
ciosa en la eternidad.
hubiesen cstnxlo escondidas, para gozar ahora de
la luz. Interraiupiéndose á cada paso, ¡oh sí, decía,
ya me acuerdo. Padre nuestro, que estás en lo*
---------Cielos... así es., santiücado sea el tu nombre... sí. así
— 1T2 —
-'A '-
(B«>roelona) 2’ 50 ptas. para España y 3’50 para
Ultramar y Extranjer«>; y á las «le Almagro (Bue
nos Aires), Bogotá (Colombia) y Niciheroy (Bra
sil). en portugués, 3’50 ps. m/u en la capital;
1’75 en las provincias de cada República, y 1’25 ps.
oro en el Exterior.
A T io S n o ro por D. Félix Siirdá y Salvanv,
S a n ta C e c i l i a . — Revista mensual de música
Presbítero, Director do la lieviHia Popular.
religiosa y litúrgica. — SMScrtpcio'» .• Fuera de
J^OB tomos do 550 á OÜÜ pág.. ilustrados con
It a lia : un semestre francos 6 ; un año fr. 10.
150 grabudtfS y 14 precÍ4)S!is láminas impresas
L a general simpatía que diariamente se va gaeii ]»ap«l mato superior. Precio : 8 pesetas (los
uand«) tan interesante Revista en Italia y fuera
doB tojuos) en rústica, 12 eiicuaderimdos en
de Italia nos mueve boy a recomen«larla por
tela y con plaucba especial y 15 con corte «lo
medio de nuestro Boletín á todos cuantos se in
rudo. Ijibreria y Tipografía Católica, calle del
teresan por le suspirada restauración del cauto
Pino, 5, Barcelona y Librería Salesiaua, Sarriáreligioso en el templo. Esta restauración que
Barcelona.
tanto terreno va ganando en otras regiones, no
Tan comicido es el Autor do esta obra que
es menos necesario lo que gane en la nues
serán ])ocos los católicos (]ue no hayan Icido a l tra, donde (doloroso es apuntarlo) tanto ha de
gunas de las muchas quo tiene escritjis ó su liegenerado el canto de aquella graveda»! «jue ca
vista P>p'iU iró por lo menos haya oido su nombre.
racterizó la música de nuestros antepasados! No
Para que mie8tr»)S lectores conozcan el mérito
es por el capricho de innovaciones alemanas;
ciüutíticü y literario de este libro, fíjense en el
pero en nombre del arte y en nombx’e de la Re
nrtícuh» do esto Boletín titulado E l Sayrado Co
ligión es fuerza «jue pidamos muy alto una
transformación casi t«>tal en nuestro templos en.
razón de Jesús y aunque no es todo, ni mucho
mono, lo {|ue el Autor dice acerca de este asuuto,
punto á música figurada. Y basta de digi’esiones.
L a Revista que eucarecidamente rec«uiiendamos
[>or él pueden cümprtmdor lo que será toda hi
obra, no desmereciendo en nada el resto de ella
creemos que tiene unos i«leales muy apt<*s para
este fin ; su texto, en italiano basrante fácil,
ú lo que xuiblicamos.
nunca baja de las 13 páginas, y en ellas distin
N o pone todos los Santos del año, sino los prin
guidos é iutelig'-utes escritores trarau cu«‘srioues
cipales, conteniendo además los meses de Marzo,
muy útiles y muy del día, á hi vez que otros cun
Mayo, Junio y Octubre dedicados respectivamente
áS.José, á la Santísima Virgen . al Sagrado Cora estilo burlesco unas vi'ces, satírico las más, nos
zón do Jesús y á la Virgen del Rosario; la novena
dan cuenta «le los pezzi dilettunti (f) ejecutados
en varias iglesias «le Italia con «>b8ervncioues
de la Purísima y un Octavario al Niño Jesús.
Su mérito es indiscutible y su utilidad grandí útiles también para otras «pie no son de a llí.....
sima, no solamente para los Sacerdotes, porque
El suplemento musical (|úe el T)iri*<!t«>r de la Re
en ella encoutraiúu materia abundante para ser
vista, Sr. M. Capia, aiiunciu de 8 páginas y «lue
mones, sino para tollos los fieles el leer los
«le ordinario se «mmplace felizmente eu propagar(l),
rasgos biográficos de los Santos y las considera
trae trozos «le lo.s más eachii-eci<los iiUK'stros eu
el arle c«>mo Botasso. Ravamdlo. Haller, Reciones que hace,
momli, etc... c«ui la gran ventaja de que son su
C a ló lU ’a ». — Hemoa recibido los
mamente varia«l«)s. Son unas veces motetes al
ítpúsculos correspomlientes ú Enero, Febi-on»,
Sacramento, «> la Virgen Sauiisima, «itras himnos
Marzi» y Abril do esta interesantísima publica
litúrgictis ó cautos bíblicos; son para una, dos,
ción mi imual do Sarriá. ocupántlosii el primero,
tres ó CMíiíi’O voces: así que, cualquium sea la
bajo el título de L a Orna y la Espada, tle un
e.scmda «le cjinto «le que disponga un maestro,
eitisoíUü «lo los primeros siglos do los Cristianos,
sieiujire encontrará jiara la suvn bastante que
vctrataiulo su aut«>r el Pbro. D. Luís Bottaro,
jHuler utilizar. Laiinpr«*sión es muy clara y correcta
muy bi«‘U los personajes y episodios que narra.
en papel de buena «jalidad. Olvidábasenos decir
Los iri-s Y«)lúmfiies ivstantes tratan do Euestros
también que «le «mamUi eu cuando el suplemento
Misioneros de ^uifo w el Ecuador y amiqaio enes un tr«izo religitiso para órgano ó armonia fácil
galanuth»s con el estilo lh»rido y elegante «le su
ó de me«liana dificultad. — No creemos, y nos
autor, miesm> qu«‘rido bormauo D. Juan B. Fian*
]iarece estar en lo cierto, que las t«‘ndencias de
cwia. «pie dt*sde luego hace su lectun. agradable,
la Santa Cecilia sean demasiado rigfuistas; y la
los o|úa«idi««s Idstóricos son muy intevesautes.
prueba es la lluvia do suscripciones que, según
eslamlo peí fectísimamento retratada en uquell«>s
afirma <*1 Sr. Uapra, lo ll«‘gau de todas partes
p«‘mma.ies la verdadera man8e«lumlu-o y paciencia
casi sin interrupción ; su música es gm ve como
«pm «lisiinguo á los ministros do Jesucristo.
Dios manda, pero mebldica y fácil. Dirigimos
Uet'omtuulaimvs eon tu«lo encarecimiento una
sobre t«ulo una palabra «le aliento á las iiersnnas
ve* más á miestnis lectores hvs L k «:tü u a S Ca t «>que se hallan al frente de alguna capilla, ó escuela
UCA8. En estos tiempos en «pie la impiedad pone
musical de niims. El deber «pie tienen de hacer
en juego tod«»8 los medios para desmoralizar al
vibrar eu el Santuario la lira sagrada y santa
pue*l)lo, nanea serán bastantes los esfuerzos de los
les ha de mover á no p<*r«loiiar medio alguno
cntóMc«>s y de las personas honradas jutra conjMira alcanzarlo : suscríbanse á la Revista que nos
trarrestavi«'s, pw^uigando la buena prensa, que es
ocupa y es|)eramo8 qnedanin satisfechos.
el im*«Ho más ^s>deixwo y del que más comúnmente
Las suscripciones corren «lestle el 1” de Julio y
se sirv«'n l«»s malos |mra sus depravados fines.
d«*sde el 1" do Euero. — Dirigirse al Sr. Don
Rycor«lém«nu»s de las palabras del innuirtal Pío IX ,
Marcelo Capia, director «le la Revista Santa C&el cual baldamio de estas lecturas «lijo: « No hay
dita, via Berthollet, 9, Turín, Italia.
cosíi más útil para pnmiover é iurt unar la pieilad
(1) E l saplemento «la l i a n a «le lSu2 llegA á 18 páginaa.
en el i.u«dd.» como las Lechu-as C«it«/irfi>t. » Se
publica catla mes un opúsculo de unas 100 pá
C« tfnWÓH ie k U ní4í 1 Iriuaftn - 6era(e; WSl GilBQO
ginas. costando la subscripción á las de Sarriá