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IX - N. 7.

Publicación mensual.

JULIO de 1894.

BOLETIN SALESIANO
Qiiien re c ib ie re & u n n in o e n m i
nom bre, ¿ m i m e re c ib e .
.

(lÍATH. XVIII.)

Os reco m iendo la n iñ e z y la ju»
v e n tu d ; c u ltiv a d co n g ra n d e es­
mero su ed u c ac ió n c r i s t i a n a ; y
p ro p o rcio n ad le lib ro s q ue le e n ­
señen á h u ir d e l vicio y & p ra c ­
ticar la v irtu d .
(Pío IX.)
Bedoblad v u e s tra s fu erza s & fin
de a p a r ta r á la n iñ e z y ju v e n ­
tud de la co rru p c ió n é in c re d u ­
lid ad y p r e p a r a r a s i u n a n u ev a
gen eració n.
(U :o x X III.)

D ebem os a y u d a r a n u e s tro s h e r ­
m an o s á fin de cooperoi' á la.
d ifu sió n de la v erd ad .
a i l S. Ju.vx, 8.)
A tie n d e & la b u e n a le c tu r a , á l a
e x h o rta c ió n y & la e n s e ñ a n z a .
(1 T i .m otu IV, 13.)
E n tr e la s co sas d iv in a s, lam A s su ­
b lim e , es la de c o o p e ra r con D io s
á la sa lv a c ió n de la s alm as.
(S. D io n i s i o .)
£1 a m o r a l p ró jim o , es u n o d e
lo s m a y o re s y m ás e x c e le n te s
d o n es que la d iv in a b o n d a d
p u ed e co n ced er á lo s h o m b re s.
(El Doct. S. F k a n c . do Sales)

- ^ ( D IR E C C IO N en el O ra to rio S a le sia n o — C alle de C ottolengo N. 32, T U R IN (Italia)

S U M A IU O .

años antes de ÍTuestro Señor Jesucristo,
el profeta E lias, avisado del cielo de la
pureza virginal de María, la tuvo por
dechado y ejemplar, y fundó para su ser­
vicio y culto una religión en el monte
Carmelo. A sí fué Elias el primero tam­
bién en edificar un templo para venerar
á la Virgen Santísima.
Sería nunca acabar el referir las gra­
cias extraordinarias y las muestras de
})articular afecto con que María favoreció
al santo instituto fundado por su siervo,
y no siendo este el lugar de bosquejar
ia historia de la Eeligión Carmelitana,
nos limitaremos á decir tan sólo lo que
se conforma á nuestro propósito. Era el
iGloria á la Virgen del Carmelo!
16 de julio de 1251. No dudando San
Simón Stoch, General de la Orden, que
BU religión había de crecer con el rocío
Entre todos los días del mes de julio del cielo, iiedía con gran fervor á María
hay uno mayormente amado de la cris­ Santísima, que pues los carmelitas eran
tiandad entera; uno que con santo y sus hijos, les diese alguna señal ó prenda
particular regocijo celebran los devotos en que declarase que era verdadera ma­
de María: es el día consagrado á solem­ dre suya. Obligada ella de estos ruegos
nizar á la Virgen Santísima del Carmen. se le apareció acompañada de innumera­
¿De dónde nace este interés universal en bles ángeles y luces, que hicieron cielo
honrar á la Madre de Dios bajo seme­ de la celda del Santo.
Venía sobremanera graciosa con el há­
jante advocación.
Vamos á verlo. Más de novecientos bito del Carmen, el cabello suelto, y cejGloria á la V irgen del Carmelo !
Loa a n t i^ o s alumnos del Colegio de Valsálice ante
la tum ba de Don Bosoo.
EspaJTa (Utrera). — Colegio Salesiano.
A-Mér ic a . — N oticias de nuestras misiones. — Ecuador.
El Vicariato de Méndez y Gualaquiza.
Talleres saleaiauos de Hiobamba.
Colombia. Una nueva fundación.
Una rara y hermosa in d u stria para socorrer á los
huérfanos de Don Bosco.
Gracias de María Auxiliadora.
Noticias varias.
Historia del Oratorio de S. Francisco de Sales.
Otro precioso documento en elogio del misal estam­
pado en la Tipografía Salesíaua.

— 82
ñida la cabeza con una corona imperial.
Traía en sus manos el santo escapulario;
y llegándose al Santo, se lo puso diciéndole estas palabras: « Muy amado hijo,
recibo el escapulario de tu orden, que es
señal do mi hermandad, y privilegio sin­
gular para tí y todos los carmelitas. El
que muriere con ól, no padecerá el fuego
eterno. Es señal <le salud en los peligros,
confederación dei)az y pacto sempiterno.»
A vista do tal hermosura y tal favor,
quedó el Santo absorto y rendido, y dió
infinitas gracias á la soberana R eina; y
viendo que so iba, envió en su segui­
miento toda el alma.
A otros devotos suyos ha honrado la
Virgen Santísima con semejantes favores;
á san Ildefonso de Toledo con una ca­
sulla, como también á Benito Werniense
y á Tomás Oantuarienso; á san Alberico,
abad del Cister, á san Korberto, funda­
dor de la orden premonstrateuse, a san
Roginaldo de la orden de santo Domingo
y a san Francisco de Sena, carmelita, con
el hábito de sus religiones, mas estos y
otros favores semejantes fueron persona­
les, y no se extendieron á más sujetos,
al paso que el santo escapulario que le
dió á san Sim ón, no sólo fuó privilegio
para ól y su orden, sino i>ara todos los
fieles que se agregaren á dicha religión;
y esto no por un tiempo limitado, sino
para siempre.
Es verdad que los religiosos del Car­
men habían usado desde un principio
llevar el escapulario ; pero diverso del
que trajo María; y por otra parte ocu­
rrió en este caso como cuando, después
del diluvio, dijo Dios á ÍToó, es á saber,
que pondría su arco iris en las nubes
por señal de ]>acto do amistad que sen­
taba con la tierra; y es cierto que el
arco aparecía en h\s nubes desde el prin­
cipio (lol mundo; pero sin ser entonces
más que un meteoro (pie forman Uis nu­
bes y el sol, despups fuó señal ile pacto
y amistad que estableció Dios con los
nombres, con lo cual, en cierta manera,
se obligó á no enviar más diluvios. Lo
mismo pasa eoii el santo escapulario, (pie
siendo antes vestido eomiiii de los mon­
jes, desdo que la Santísima Virgen lo dió
á san Simón fuó señal de paeto y herman­
dad que sentó con sus hijos y hermanos
los carmelitas tora sean religiosos, ora
simples cofrades), y prenda que les ase­
gura su protección y afianza sus favores.
Y es digno de notarse: el día de la

mencionada aparición fu ó , como se ha
dicho, en 16 de ju lio , y en esta misma
fecha celebra la Iglesia el Triunfo de la
Cruz; porque por virtud de la santa Cruz
los ínclitos reyes don Alonso de Castilla,
don Pedro de Aragón y don Sancho de
Navarra, el 16 de julio de 1212, ga­
naron contra el rey moro Mahomat la
famosa batalla de las Navas de Tolosa,
En efecto, cuenta la historia, que ve­
nidos á las manos los dos ejércitos,
como pareciera al principio que los moros
llevaban la ventaja, el rey don Alonso
con gran valor y esfuerzo, dijo al Arzo­
bispo do Toledo, don Rodrigo Jiménez,
que Je acompañaba:
« E a, Arzobispo, muramos aquí los
dos, » y el Arzobispo le respondió: « No,
señor, no moriremos, sino que alcanza­
remos victoria de los enemigos. » T
luego se conoció la ventaja de los cris­
tianos y el favor del C ielo; porque la
cruz, que un canónigo de Toledo, lla­
mado Domingo Pascual, llevaba delante
del Arzobispo, pasó por todos los escua­
drones de los enemigos, sin daño del que
la llevaba, con tirarle de todas partes
infinitas saetas. Finalmente los cristianos
alcanzaron victoria tan esclarecida, que
bien se vió que lo era del cielo, y no de la
tierra, pues que con muerte de sólo veinti­
cinco, perecieron doscientos mil bárbaros.
Con este signo vencerás^ dijo Dios á
Constantino, y este fuó el mismo signo
con que los cristianos vencieron á los
moros en la batalla de que hablamos.
María da á su vez á san Simón Stoeli
un signo de victoria. El que muera con
ól, le dice, no padecerá el fuego del in­
fierno, es decir, alcanzará gloriosa ó ine­
fable victoria.
Y no satisfecba la Virgen Madre con
haber honrado en diversas ocasiones á
sus religiosos cou el precioso título de
hijos y hermanos suyos, y con haberles
dado en la insignia del santo escapulario
una x^i’euda particular de su i)atrocinio
en vida y en muerte, añadió otro privi­
legio no menos admirable: Murió el Papa
Clemente V , en el año de 131-t, y es­
tando los cardenales con algunas diferen­
cias sobre la creación de nuevo pontí­
fice , se apareció la Virgen Santísima al
cardenal Jacobo Ossa, obispo x>ortuense,
natural de Aquitauia, dándole el nombre
que había de tener, que fuó Juan XXIIj
y le dijo: « Juan, Vicario de mi amado
H ijo , porque he visto la devoción que

me tienes, he pedido y alcanzado de mi
Hijo que seas papa y vicario suyo en la
tierra. Yo te libraré de tus adversarios,
y en correspondencia de esta gracia,
quiero que favorezcas á mi orden de los
Carmelitas, comenzada en el monte Car­
melo por Elias y Eliseo, y que confirmes
así la religión como la regla que ordenó
su siervo Alberto, patriarca de Jerusalén, y concedas, según yo lo he alcan­
zado en el cielo, que los religiosos de
ella, y los que por su devoción entraren,
en mi cofradía y trajeren su escapulario
llamándose cofrades suyos, y guardaren
castidad en su estado, y rezaren el oficio
divino, ó los que no saben rezar so abs­
tuvieren do comer carne los miércoles y
sábados, ganen el día de su entrada re­
misión de la tercera izarte de las penas
debidas por sus pecados, y en el de su
muerte indulgencia plenaria.
T si fueren al purgatorio, y o , como
madre de misericordia, en mis ruegos
continuos, oraciones, méritos y especial
protección los ayudaré para que libres
cuanto antes de sus penas, especialmente
el sábado inmediato á la muerte de cada
uno, sean sus almas colocadas en la
bienaventuranza. »
F u é , p u es, conforme se lo ofreció la
Virgen Santísima, hecho pontífice el día
siguiente el dicho cardenal, y llamado
Juan X X II, quien luego al punto des­
pachó bula, en la cual no sólo confirma
la religión carmelitana, su antigüedad,
sus privilegios, sino que á sus profesos,
haciendas y conventos los exime de toda
jurisdición que no sea la de la Santa
Sede. Y luego despachó otra, en que re­
firiendo la visión (pie tuvo de María, pu­
blica el favor (pie para su orden y co­
fradía había alcanzado de su divino Hijo.
€ Esta santa indulgencia, agrega, yo la
acepto, corroboro y confirmo en la tierra,
así como por los méritos de la gloriosa
Virgen y madre suya, Jesucristo la con­
cedió en los cielos. »
Innumerables son las indulgencias con­
cedidas á los cofrades del Carmelo, sin
cuento los milagros que ha obrado y
obra cada día el santo escapulario; de
aquí la gran devoción de los fieles á
María bajo el título de Nuestra Señora
del Carmen; de aquí que hasta muchos
ejércitos y naciones la hallan aclamado
como protectora; y no es vana su con­
fianza , pues la Virgen poderosa jamás
deja de escuchar á quien la invoca.

LOS ANTIGUOS ALUM NOS
del Colegio de Valsálíce
A N T E L A T U M B A D E D ON BOSCO

El 23 de mayo á las 9 li2 a. m. se reu­
nieron en el Seminario de Valsálice loa an­
tiguos alumnos de aquél grande y hermoso
colegio. Indecible era el contento que todos
ellos experimentaban al verse reunidos en
aquella casa de dulces ó inolvidables recuer­
dos , al volverse á ver después do largos
años que las circunstancias los habían se­
parado.
El Sr. Canónigo Don Luis Eondino, uno
de tales alumnos, vino de Pinerolo y celebró
la santa Misa, que le ayudaron dos antiguos
condiscípulos, en la capilla de la Dolorosa,
sobre la tumba de Don Bosco.
Concluido el santo Sacrilicio, se recitó un
Depro/undis, y luego, colocados todos en
torno de la tumba de Don Bosco, se descu­
brió un bajo relieve en marmol do Currara, que
habían hecho colocar recieiitemonto en uno
de los maros laterales de la tumba. El pre­
sidente de la reunión, Don Enrique Bulbo
pronunció entonces un hermoso discurso en
(¡ue manifestó su grande alecto á 1). Bosco
y á su Instituto, cuyos trabajos encomió al­
tamente.
Contestóle el presbítero salesiano D. Juan
Bautista Francesia, antiguo director de di­
cho colegio. Felicito á sus amados discípu­
los por la expresión de gratitud con que
honraban la memoria de Don Bosco, y se
congratuló de verlos allí reunidos y anima­
dos de la fe y piedad que les infundió aquel
Padre incomparable.
Hallábanse también presentes al acto el
Revmo. Sr. Don Eua y Mons. Marcos Pechenino; é invitados todos á hacer aquel
día penitencia con los Salesianos de Val.sálice, aceptaron el ofrecimiento y rebosando
de singular placer no cesaron de hacer los
más tiernos y expresivos recuerdos de Don
Busco.

— S4 —

E SPA Ñ A
UTRERA — Colegio Salesiano.
R evmo. S r . T). Miguel R úa .
Inolvidable y querido Padre:
La fiesta que acabamos de celebrar en
Iioiior y gloria de aquella que es el Auxilio
de 'todos los cristianos y en modo especial
de los bijos del insigne Don Bosco , puedo
asegurarle que no s6 con que palabras co­
menzar á relatársela, para que Vd. pueda
tener una idea siquiera, del esplendor y so­
lemnidad con que en esta iglesia del colegio
del üannen se celebró.
Desde el 23 del pasado mes de abril, em­
pezaron los cultos á esta soberana Reina con
el mes de María, durante el cual muebos
fueron los Heles que se acercaron á la sa­
grada Mesa y mucha la devoción que, du­
rante dichos ejercicios, hubo en nuestros
nifios y en las personas que asistían á ellos.
Pero lo que excedió á todo, fué la novena
que, como preparación á la fiesta de María
Sma. Auxiliadora, comenzó el 17 de mayo.
En ella, la fervorosa palabra de nuestro
amado Director, y la del no menos elocuente
sacerdote Don Francisco A tzeni, liermano
nuestro, nos mostró con mucha precisión y
claridad, el origen de la fiesta de María Au­
xiliadora, las bondades de la Sma. Yirgen
con todos los hombres, lo que todos le de­
bemos como á corredentora del género hu­
mano , y , sobre todo, lo propicia que la
hallamos cuando la invocamos con el título
de Madre y Auxilio de los Cristianos.
Llegó, por fin , el día que todos anhelá­
bamos , el día 25 de mayo. Y este ano au­
mentó nuestra devoción y entusiasmo, la
fiesta del Corpus que celebramos el día an­
terior; I admirable coincidencia de amor y
de ternura! No parecía si no que el Hijo
quería también por este medio, tomar parte
en la fiesta que celebrábamos á honra y
gloria de su augusta Madre.
A las 7 de la mañana se celebró la santa
Misa, en la que se fortalecieron con el Pan
de los fuertes, todos los niños del colegio y
muchas personas de fuera, todas amantes
de María Auxiliadora.
A las 10 en punto, salía á celebrar por
vez primera el santo Sacrificio el nuevo pres­
bítero Don Luis Maria Sutera, circunstancia
que commovía profundamente los corazones,
y los hacía rebozar de fervor y sant-a alegría.
Por concesión pontificia debidamente soli­
citada de Roma, pudimos cantar la misa de
María Auxiliadora, y los alumnos de este
Colegio, acompañados por el jóven maestro

de música Don Manuel Serrano, ejecutaron
la misa del mismo nombre de nuestro amado
Monseñor Cagliero.
El sabio y virtuoso párroco D. José M*
Ruiz y R uiz, fué el encargado de ensalzar
las glorias del sacerdocio católico, junta­
mente con las de María; y en verdad, con
aquella elocuencia que le es característica,
y con aquel lenguaje sublime y al mismo
tiempo sencillo que constituye la verdadera
poesía cristiana, nos dio á conocer la digni­
dad del sacerdocio católico, y cómo la San­
tísima Yirgen, fué siempre su auxilio pode­
rosísimo.
Después de la comida se celebró un acto
literario-musical en honor del nuevo sacer­
dote, en el que se leyeron algunos discursos
y poesías, todos alusivos á la dignidad y al
poder del sacerdote.
Pero, queridísimo padre, como todo tiene
fin en este mundo, también lo tuvo nuestra
fiesta. La plática que por la noche nos hizo
el presbítero Don Francisco Atzeni, puso
fin á ella y también á los cultos que por
espacio de un mes hemos tributado á esta
bondadosa Madre.
He concluido; pero antes dos palabras tan
sólo acerca de la fiestecita que en honor
también de María Auxiliadora celebramos
en el Oratorio festivo de San Diego el dia
de la octava del Corpus.
Con los ejercicios del raes de María nos
preparamos para el día de la fiesta; la tarde
antes se confesaron todos los niños, y el
jueves, á las 8 de la mañaua, en la capillita
del dicho Asilo, se celebró la santa Misa,
que dijo el Pbro. Don Luis M® Sutera, quien
dió en ella la comunión á los niños que se
habían preparado á recibirla.
La compostura y devoción con que oyeron
la santa Misa, dejó edificadas á las jiersonas
de fuera que la presenciaron. La alegría y
animación eran indescriptiblesj y sobre todo,
cuando los pobrecitos niños vieron el abun­
dante almuerzo que se les tenía preparado.
Quiera la Sma. Yirgen que no perdamos
tan fácilmente los frutos que de los ejerci­
cios á Ella consagrados todos hemos sacado
y que la alegría y animación que reina en
nuestros corazones , dure en nosotros hasta
que su divino Hijo Jesús nos llame á reci­
bir el premio que todos esperamos por la
protección y auxilio de María.
Dígnese recibir los homenajes de más sin­
cero y cordial afecto del último de sus Coo­
peradores que humildemente
B. S. M.
N. N.
Utrera, 1® de ju n io de 1894.

m

w

— 85

NOTICIAS DE NUESTRAS MISIONES

A .M É R I C A .
ECUADOR

El Vicariato de Méndez y Gualaqniza. - Aníecedcntes.
Antes de hablar de esta Misión confiada
á los hijos de Don Bosco recordaremos que
la Eepxiblica del Ecuador está dividida en
dos partes, de norte á s u r, por la altísima
cordillera de los Andes. Eu la del oeste hasta

esfuerzos se fundaron misiones en iN'apo,
Canelos y Macas. Mas esto era poco, y con
el objeto de obtener más pronta y efi^cazmente la conversión y civilización de los
bárbaros, el Congreso de aquella nación
acordó, el 11 de agosto de 1888, suplicar á
la Santa Sede se Aguase erigir cuatro Vi­
carías Apostólicas : una en Ñapo , otra eu
Macas y Canelos, otra en Méndez y Gualaquiza y otra en ¿amorra; y tuviese á bien
coufi.ar la primera á los Padres de la Com­
pañía de Jesú s; la segunda á los Domini­
canos , la tercera á los Salosianos de Dou
Bosco y la enalta á los Prauoiseauos; siendo
de desear que los Vicarios Apostólicos fue­
ran Obispos titulares.
El Sanb) Padre que nada desea tanto como

EL COLEdlO SALESIAEO EN QUITO.

el mar Pacífico hállanse las provincias de
Esmeraldas, Guayaquil, Cuenca, Loja, Biobamba, Ambato y Quito, donde eslA la ca­
pital, todas las cuales gozan de las ventajas
de la civilización. La del este, al contrario
está aún sumida en las oscuridades de la
ignorancia; su x>ohlación numerosa es feroz
y vive en la barbarie.
Deseoso el Gobierno del Ecuador de me­
jorar la condición de esta gente y de hacer
llegar los beneficios de la civilización hasta
los confines de la fiepública, escribió á
S. S. León X III á fin de que se establecie­
ran en aquellas regiones los hijos de San
reacio, los de Santo Domingo y las Eeligiosas ael Buen Pastor (1). Gracias á estos
(1) Carta del Presidente D. A. Flores a l Santo P a
die I,e<Sn X III de fecha 6 de octubre de 1888.

la extensión del reino de Jesucristo, so con­
gratuló de la súplica que so lo hacía, enco­
mió altamente la piedad y sabiduría del Go­
bierno Ecuatoriano y en carta de 30 de
enero de 1889 contestó al Presidente el se­
ñor don Antonio Flores, que ya había en­
cargado á personas prudentes el examen de
este asunto á ñn de llevarlo á feliz término,
según las prácticas de costumbre.
Conforme á esto el 8 de febrero de 1893
la Secretaría de la Sagrada Congregación
de los asuntos extranjeros extendía el de­
creto de ereción de un Vicariato Apostólico
en Méndez y Gualaquiza, y lo hacía llegar
á manos de nuestro licctor General en los
faustos días de la apertura del jubileo epis-'
copal de S. S. León X III.

Hallándose la ciudad de Cuenca á Icg

— 80 —
puertas de este Vicariato los liijos de Dou
Jiosco establecieron, en marzo del mismo
año, una casa que sirviera á los habitantes
del lugar y ii los Misioneros que hubieran
de ir d tral)ajar entre los salvajes.
Destinóse para esta importante misión al
sacerdote Don Ajigel Savio, antiguo y ce­
loso misionero; pero el Señor lo llamó á sí;
y entro tanto ha ido otro sacerdote joven y
robusto, Don Francisco Spiiielli, quien des­
pués de pasar algunos años en el colegio
conílado á los Saleaianos en Quito, se había
establecido el año pasado en la nueva casa
de Cuenca.
Le ha acompañado el Catequista Don J a ­
cinto Panchori, quien había partido de Turíu
en compañía de Don Savio, y á quien de­
bemos las noticias siguientes:

rato sin divisar nuestro deseado pueblo nos
encaminamos á una pequeña casa que vimos
en aquella soledad y sólo allí vinimos á caer
en cuenta de nuestro error. ¡ Paciencia ! di­
jimos ; con las equivocaciones se aprende;
volveremos atrás.
Mas antes de regresar, el dueño de la casa,
sujeto muy amable y de buen corazón, nos
preguntó :
— ¿Son ITds. acaso Hermanos de las Es­
cuelas Cristianas?
— No, señor, le respondimos: somos Mi­
sioneros Salesianos.
— ¡Oh! ¿hijos de Don Bosco, del gran
Don Bosco?
— Sí, señor.
— Tengan la bondad de descansar eu casa
un momento. Estoy leyendo con vivo pla­
cer la vida de tan santo varón.
Habíamos, pues, llegado á casa amiga.
Primer viaje de cxploratiéD.
Era la mano de la Providencia la que nos
guiaba y permitía aquella feliz equivocación
E e v íio . S u . D . E u a ,
del camino. En efecto la mujer del dueño de
casa era Cooperadora salesiana y conocía ya
Cuouca, 20 do uoviembre de 1893.
Descansamos un rato en
Doy gracias i'i Dios y á mis Superiores á Dou Bruzzone.
xdática con aquella familia, toma­
por haberme elegido para esta exploración agradable
mos uua excelente refección que nos propor­
del Vicai'iato de Méndez y Cualaquiza.
con gran gentileza, y de la cual
Me es muy grato anunciar íi V. R. que cionaron
necesitábamos, y nos despedimos con
con el Sr. Si)inelU liemos hechos la primera harto
gran reconocimiento.
escursióii á Cualaquiza, donde luimos reci­
Llegamos eu el día á Gualaceo, donde fui­
bidos con entusiasmo, no sólo de los pocos mos
perfectamente hospedados por el Señor
cristianos que allí hay, sino también de los Párroco
Don Nicolás Cisneros, grande amigo
salvajes Jívaros.
y
Cooperador
del Instituto Salesiano.
El viaje duró treinta y seis días; y antes
de emprenderlo, entre tanto llegaban las ca­
balgaduras pedidas por nuestro excelente
Sígsig. - La Virgen de Gualaqaiza.
amigo el Sr. Doctor Matovelle, implorárnosla
protección del Cielo, retirándonos por diez
Al alba de la mañana siguiente, celebra­
días á ejercicios espirituales en la Casa de ron la misa Dou Bruzzone y Dou Spinelli,
lo.s virtuosísimos Oblatos de Cuenca.
y despidiéndonos de nuestro generoso Pá­
Hechos los preparativos necesarios, y acom­ rroco xiasamos el río Gualaceo y continua­
pañados por el P. Bruzzone, director de nues­ mos la dolorosa ascensión.
tra casa de Cuenca, nos pusimos eu camino
Nos paramos breve rato en Chordeleg para
el 9 de octubre, día del gran Misionero de visitar al dignísimo Párroco, quien nos dió
América, san Luis Beltráu.
un excelente café , y , por fin , llegamos á
Sigsig. Pero antes de entrar en la ciudad
vemos venir á nosotros una muchedumbre
Do Cuenca á (luálacco.
de gente de á caballo que venía á recibir­
Nuestra primera jornada debía sor hasta nos. Eran los sujetos más distinguidos del
Gualaceo, el jardín del A zuay, á 2320 me­ imeblo, llevando á la cabeza á su amado
tros de altura. Durante algunas horas el Párroco Dou José Piedra.
camino luó bastante bueno ; poro llogaudo á
— Jíal comenzamos, dije yo j)ara mi ca­
la montaña comenzó á ser ingrato, difícil y pote; tras las rosas aparecerán las espinas.
peligroso. Un estreclio sendero en la roca Pero luego me tranquilizó el pensamiento de
viva conduce á las altísimas escarpas de la que quizá el Señor quiere levantar nuestro
gurgaiit-a del G-ualaceo. Allá eu el fondo espíritu no poco abatido todavía á causa la
corre el caiulaloso río del mismo nombre; muerte de Don Savio.
siéntese el fragor de su corriente; la tra­
La ciudad estaba de fiesta por nuestra
vesía por aquel paraje es horripilante, y el llegada. No contenta con haberse vestido de
mirar hacia abajo produce vértigos.
gala, y levantado arcos triunfales, derramó
A la mitad del camino hay un puente y uua lluvia de flores á nuestro paso; éramos
luego dos senderos, uno de los cuales es el vitoreados cou entusiasmo y la música y el
de Gualneeo. Nuestro guía, poco práctico, canto alegraba más y más nuestro corazón
tomó el otro, y como anduviéramos lai'go lirofuüdumente conmovido.

— S7 —
En seguida se encuentra el río Tigrej)ungo,
que, á pesar de sus corrieutosas aguas, pué­
dese vadear sin peligro.
Se vuelve á subir, por un trecho de al­
gunos centenares de metros, una cuesta em­
pinada, y después el camino va descendiendo
casi siempre por largo espacio, mantenién­
dose á la izquierda del Río Blanco.
Aquí nos hallamos en plena floresta tro­
pical : árboles gigantescos de toda especie
cubren enteramente las laderas de las mon­
tañas y ios estrechos y profundos valles. He
visto, á orillas del camino, monstruosos ce­
dros , que miden más de 15 metros de cir­
cunferencia eu su base; pero es de avertir
que, á pocos metros del suelo, disminuye
prontamente su corpulencia; redueiémloso
su diámetro á poco menos de dos metros y
con tales dimensiones, se levantan á enor­
mes alturas. Sin embargo, estos árboles,
verdaderamente colosales, son muy raros,
porque, al punto que el árbol llega á un
mediocre desarrollo, es circundado por nu­
merosas plantas trepadoras y parásitas {inatapaloé)y las cuales, en breve tiempo, lo aho­
gan y matan.
j Cuántas plantas medicinales é industria­
les , cuántas especies desconocidas habrá en
aquellas vírgenes é impenetrables selvas 1
La fauna no me pareció tan abundante
como esperaba. Las aves que he visto han
sido raras y de pocas especies: algunas ban­
dadas de loros, y otras aves más pequeñas,
en corto número, pero casi todas de plumaje
brillante, y adornado con variados y mag­
níficos colores metálicos. Oreo que esta ca­
rencia de ~s«olátiles se puede atribuir á las
frecuentes y torrenciales lluvias, las cuales
deben también impedir el desarrollo de los
reptiles; que, en el territorio de Gualaquiza,
son rarísimos. Habitan aquellas selvas al­
gunas especies de monos; hay jabalíes , ta­
piros, venados y carnívoros, pero, de estos
últimos, menos que en la sierra. A eso de
liis nueve del mismo d ía , llegamos á C/tigiiinda. pequeña población situada eu una
playa del riachuelo Chigüinda: está formada
por varias porciones de terrenos llamadas
entables, poco cultivadas y casi abandona­
das: solaniente tres familias tienen residen­
cia fija eu el lu g ar, otras van sólo para las
siembras y las cosechas. Chigüinda se halla
á una altura de. 1750 metros.
Seguimos nuestro viaje hacia el SE., por
el úuico sendero que atraviesa aquellas tu­
pidas florestas. De vez en cuando se en­
cuentran aquí también malos ‘pasos, escarpa­
das subidas y espantosas bajadas. Enormes
troncos de árboles caídos impiden el paso y
Tierras y bosques rírgenes* - Flora y faena.
muchas veces, no pudiéndose seguir adelante
sin grave riesgo, conviene desviarse del ca­
Difiteltades del viaje.
mino , salir por la cuesta de la montaña,
Poco más abajo de Granadillas, el camino . pasar por entre el cerrado ramaje de los árdesciende bruscamente hasta el Río Blo,ncOj j boles, pisando terrenos fangosos, resbaladique se esguaza por un puente de madera. 1 zos y enmarañados por redes de raíces^ que

El Sr. Párroco nos condujo á su casa,
donde nos liospedó con gran cariño y nos
colmó de atenciones.
Sigsig es el último país cristiano y civili­
zado en el camino de GrualaquLsa. Eu un día
de camino se llega á Cuenca; pero nosotros,
por el motivo indicado, empleamos dos. H á­
llase á las faldas de la cordillera de los A n­
des orientales y del Matanga. Anos atrás
era residencia de Misión. Su población es de
8000 almas. Muchos jívaros vienen acá á
hacer sus compras.
ÍTos detuvimos aquí todo el día 11 , en el
cual se nos ofreció á la vista un espectáculo
que manifiesta la fe de ios cristianos de
Gualaquiza, y su devoción á la Santísima
Virgen y á San José. Hacía tiempo que
aquellos habían enviado á Cuenca dos es­
tatuas, para repararlas: una de la Inmacu­
lada Concepción y otra de San José. A fines
de agosto vino á buscarlas el jefe político
con otras cuatro personas; y como tuviesen
conocimiento de nuestro viaje, nos suplica­
ron fuéramos eu su compañía, que nos es­
perarían eu Sigsig. Los habitantes de Sigsig,
antes de la partida de estos huéspedes ce­
lestes quisieron llevarlos procesionalmente,
con música, canto y gran concurrencia de
gente á una cercana colina, en donde les
ofrecieron preciosos obsequios.
Precedidos, pues, de tan noble y poderosa
vanguardia, dimos un abrazo de despedida
á Don Brnzzone, á nuestro querido bienhe­
chor , el Párroco y á los demás amigos, y
continuamos nuestro viaje.
El sendero es ahora más quebrado y fra­
goso; y es fama que es el peor de la Repú­
blica. ÍTos encomendamos á Dios, y adelante.
Por donde va María y San José puede uno
ir seguro.
Al caer el sol llegamos á Granadillas, al­
dea de indígenas, sin más que uua pobre
casa de blancos. En esta pasamos la noche;
pero era tan estrecha que no tenía más que
un cuartucho libre, el cual fuó convertido
en santuario de María. Encendieron allí luces
á la estatua, y todos rezamos el santo Ro­
sario. No hubo siquiera lugar para colocar
la estábua de San José con el honor que se
deseaba; y fué depositada en un ángulo,
para ponerla al abrigo de las aguas del cielo,
pues que llovía á cantaros.
Pasamos aquella noche como Dios quiso:
la buena voluntad de los dueños y su cris­
tiana caridad hacía muy llevaderas las pe­
nurias de tan humilde vivienda.

~

88



son nn verdadero peligro para el casco de nes. Solamente, un poco más distantes, se
liallan algunas chozas habitadas por pocas
las pobres muías.
A eso de las 12 del día llegamos (i la Ba­ familias. Erente al Rosario^ en la parte opuesta del río, se encuentra la otra pequeña
jada del Rosario,
población del Afjuacate, poco superior en ha­
bitantes á la del Rosario. Ambos lugares de
I'na escarpa espantosa. - Triste recuerdo.
temperatura cálida y de terrenos fértiles,
Aquí también el camino culebrea en una podrían ser cultivados con gran provecho
pendiente larguísima y espantosa, casi como de los colonos que los tomaran á su cargo.
la del (Jahmrio; se baja el estrecliísimo valle Pasámos la noche en el tambo de Ciickihasta el Río Blanco (altura de 1,200 metros), pamha, recibidos y tratados finamente por el
cuyo cauce se pasa mediante un peligroso Sr. Quintanilla. Este tambo está situado á
puente, ya en mal estado j en seguida el ca­ la derecha del río Blanco. A q u í, hace más
de 20 años, tuyo
mino coutimia pol­
lugar una espan­
la orilla derecha
tosa matanza, tan
del río hasta la
tristemente célebre
hacienda de Cuen estos lugares.
chipamha, siempre
El horrible acon­
con las penosas su­
tecimiento me filó
bidas y bajadas y
n a rra d o de este
nudos pasos. En
modo: «Tresjíva­
esto punto, el río
ros de Gualaquiza
desgarró el ramal
habían pedido ade la C o rd ille ra
lojamiento en el
que uiiia las mon­
portal del tambo;
tañas do su orilla
parecían amigos y
izquierda con las
se les concedió.
déla derecha; esta
Pero en la oscuri­
angosta garganta,
dad yen el silencio
a b ie r ta por las
de la noche; cuan­
a g u as d el Río
do el mayordomo,
Blanco tendrá una
tendido en sn ha­
p ro fu n d id a d de
maca , y los 30
unos 1000 metros,
peones que le acalculada desde la
compañaban, acos­
cumbre de la mon­
tados sobre el en­
taña de la derecha.
tablado, se habían
En algún punto
entregado á pro­
es tan estrechaque
fundo sueño, los
no se alcanza á
tres s a lv a je s se
distinguir el fon­
levantan silencio­
do; sólo se oye el
samente y, empu­
bram ido de las
ñando sus temi­
aguas, cuyo estru­
bles lanzas, arendo advierte que
rójanse como re­
deben caer de con­
lám p ag o s sobre
siderables alturas.
TRES JIVAROS DE GÜALAQUIZA
los desprevenidos
Horroroso es pa­
que acomp.iñaron á Cuenca á los Misioneros Salesianos.
trabajadores. La
ra el pobre viajero
primera víctim a
pasar por un estre­
cho sendero al borde de esta inmensa ro­ filó el “Mayordomo que, con el corazón atratu ra, cuyas paredes, eu algunos puntos, vezado de un lanzase, quedó casi instantá­
son perpendiculares sobro-el abismo. Pero, neamente muerto eu su propia hamaca. En­
atravesada esta peligrosa garganta, el hori­ valentonados por la muerte del jefe, los
zonte se abre: las montañas de la derecha jívaros se lanzan como tigres sobre los peones,
se abaten hacia el occidente y van poco á y 20 do ellos caen muertos por las lanzas
poco perdiéndose eu la grande llanura en de los tres salvajes. Cuatro peones solamente
cerrada entre el Zamora y el Bomhoiza: eu pudieron salvar sn vida con la fhga. » Este
tanto que las do la izquierda siguen el curso trágico acontecimiento {y otro de igual na­
turaleza, acaecido en la hacienda del Bomdel río, pero deprimiéndose mucho.
Hacia la mitad de la bajada del Rosario boiza, perteneciente al Sr. Guillermo Vega)
se encuentra una pequeña planicie: es en llenó de*espauto á los colonos del territorio
este punto donde existía la antigua pobla­ de Oualaqiiiza, y fué la causa principal
ción d e r
Actualmente no hay ves­ del decaimiento de aquellas poblaciones.
Frente á Cuchipamba, entre el río Blanco
tigios ni de la capilla, ni de las habitaeio-

r



y el San José, en clima saliiilable y terreno
fértil, se lialla el pueblecito ile esto mismo
nombre, habitado por unas veinte familias.
Su altura es de 1150 metros. Una vez que
se establezca la Misión en Qualaquiza, San
José se transformará ciertamente en una po­
blación importante. Dejando á Cucbipamba
pasamos al otro lado del río Blanco y de San
José. El camino sube hacia el S E ., hasta
hallar la Loma de las Tres Cruces. La muni­
cipalidad de Sigsig ha hecho componer al­
gunas leguas de este camino y á nuestro
regreso de Gualaquiza, encontramos á los
obreros del Sr. G-uillermo Vega, que estaban
al concluir una nueva trocha, con la cual se
evitará la empinada cuesta de San Joaquín.
fContinuaráJ.

R IO B A M B A
La escuela de artes y oficios.
(De la S irh ta 2funicipal deí 8 de febrero do 189i).

Hace más de dos años que se fundó en
esta ciudad este importante establecimiento,
destinado al progreso público y privado. Las
muestras del adelanto de los alumnos no de
jaron que desear en la exposición del mes
de julio último; y convencidos estamos de
que dentro de pocos años, tendremos en esto
lugar artesanos hábiles, honrados y cum­
plidos.
Ho solamente tiende la Escuela de Artes
y Oficios al perfeccionaraeuto en su apren­
dizaje, sino también á inculcar en los cora­
zones de los alumnos virtud acrisolada y
hábitos de moralidad. Es indecible el bien
que difunden eu este suelo los hijos del in­
mortal Don Juan Bosco, á quienes la socie­
dad riobambeua profesa gratitud justa é im­
perecedera.
Además de ser la Escuela de Artes y Ofi­
cios un establecimiento de instrucción, lo es
también de beneficencia, porque recibe eu su
seno á los infelices niños que gimen en la
desventura y no tienen pan. Allí reciben
< trabajo , pan y cielo , » cumpliéndose de
este modo la sublime misión del santo Bosco,
ejemplo de caridad.
« Caridad es amor. 4Quién no se rinde á
la influencia del amor ideal, del amor di­
vino, cuando da dichosamente con una Her­
mana de la Caridad ó un Don Bosco, un
Ozanam ó un Emilio Deschamps? Pero la
caridad representada por éstos y otros bien­
hechores del siglo, no se oculta tras los té­
tricos muros de los claustros, ni condena
todas las comodidades del mundo, ni rehúsa
derramar sus tesoros aún entre los descreí­
dos y los malos, cuando sufren ó padecen.
Esos justos se confunden con todos y á to­
dos consuelan j seres providenciales en este



triste mundo, llenan el lugar de las madres
muertas ó ausentes, instruyendo y educando
á los niños; alivian toda suerte de miserias,
asisten á los enfermos y consuelan á los alligidos. Cuán hermosamente dice el poeta ya
nombrado, que un Niño-Dios salvó al mundo
y que el mundo salva hoy á todos lo niños /» (! ).
Una de las mejoras más notables que ha
tenido Riobamba.en estos tiempos ha sido la
instalación de los Talleres Salesianos, y con
mucha razón fué uno de los más solemnes,
el día de su inauguración. Ño había corazón
que no latiera á impulsos do alegría inde­
cible, se pronunciaron muy lucidos discursos
y poesías, y se recibió á los hijos del dulce
Don Bosco como mensageros del progreso
y felicidad do esta población.
Para complacencia do'nuestros lectores pu­
blicamos á continuación el informo dol R. P.
Superior Antonio Fusarini, sobro el estado
do esta Escuela ou el año próximo pasado.
Sea esta la ocasión más oportuna quo te­
nemos, para aplaudir llenos do reconoci­
miento al It. P. Fusarini y á los demás i>rofesores que tan acertadamente dirigen este
establecimiento, deseando quo mediante su
enseñanza, cumplan eu la tierra la misión
sagrada de eu nunca bien celebrado Amdador.
Informe del estado de la Escuela de Artes y
oficios de Riohamba en el año de 1893.
1* Los alumnos quo desde el principio
del ano 1893 se están educando en el Esta­
blecimiento son 45, pero desde el mes de
octubre subieron á 54. Uno sólo de ellos es
externo, los demás son internos. Los niños
pobres costeados con los fondos de la Aduana
de 30 que eran el último trimestre de 1S03,
á princiiíios de 1892 llegaron á 32 y desdo
el mes de abril á 53. La I. Muiiicipjilidad
de Alausí ha sostenido durante el año con
sus propios fondos tres niños, y actualmente
cuatro. Los demás son mantenidos con los
recursos que la Divina Proví<loucia sumi­
nistra á los Salesianos.
2“ La conducta moral y religiosa do los
alumnos es muy buena, y el adelanto eji las
Artes y Oficios es satisfactorio, sí so consi­
dera el corto tiempo que estos talleres están
organizados. Los alumnos que presentemente
tenemos, dan esperanzas quo perseverarán
hasta terminar su aprendizaje. Sin embargo
el defecto general que todavía .se hace ob­
servar y deplorar en ellos es la falta de apli­
cación así en los oficios como en las artes y
estudios; hay que trabajar bastante para
vencer su marcada indiferencia y flojedad:
pero abrigamos la esperanza de ver poco a
poco coronados nuestros esfuerzos con más
felices resultados.
(1) Un enfent Diea sanva 1© monde.
E t le monde anjonrd’liul san re tona les enfanfe.
E m ilb D esciíam ps .

— 90
3“ Los profesores que se ocupan en la
enseñanza, y que se ocuparon todo el ano,
además de los seis Salesianos que forman
esta comunidad, son tres: un mecánico, un
zapatero y un sastre, todos ecuatorianos.
4° Los olicios que se enseñan son cuatro:
herrería-mecánica, carpintería, zapatería y
sastrería. Estos cuatro talleres, con la ca­
pilla, los dormitorios y el refectorio ocupan
todos los salones de la casa, de manera que
no hay lugar para recibir mayor número de
niños, ni i)ara establecer otros talleres. Ade­
más de la enseñanza del oñcio á que los n i­
ños quieren dedicarse, diariamente se les
dan clases de dibujo, música vocal é instru­
mental 5 y, por la noche, de lectura, escri
tura, gramática, aritmética, religión, historia
sagrada y patria, urbanidad etc. distribuidos
en varias secciones, según su capacidad y
adelanto.....
lUohamba, Eucio 10 de 1894.

El Director
A

n t o n io

F

ü s a e in i.

1^

C O L O M B IA
lo a nueva fiiiidaciiiD.
Fontiljdu, 24 do Noviembre de 1893

E bvmo. S e . D. Kua ,
.............. La aldea de Fontibáu, con dos
mil almas, está situada en una gran meseta
á liüOU metros sobre el nivel del mar, en la
l)arte occidental de Bogotá y á diez kilóme­
tros de distancia. Su suelo es calcáreo y are­
noso, y su temperatura varía apenas entre
10 y 14 grados.
Las casas están muy esparcidas, y aun­
que hay un buen grupo al rededor de la
iglesia parrívquial, muchas se hallan á con­
siderable distancia. No todas merecen el
nombre do cusuvS, antes bieu el de cabanas.
Sus habitantes se ocupan en la agricul­
tura y pastoreo; las patatas, el maíz y la
leche son su principal alimento.
No obstante que muchos, á causa de las
fuertes lluvias y malos eamiuos, pasau lar­
gos meses sin oír la santa Misa ni la pala­
bra do Dios, en todos se conserva viva
la fe.
La iglesia parroquial, del siglo xvii, es
pobre y está casi en ruinas, por haber sido
editieada en un terreno sedimentario, volcá­
nico , donde á poco de construida cedieron
los fundamentos.
Cinco aiu>s atrás, como estuviera en un
estado deplorable, se comenzaron allí cerca

los trabajos de otra mucho más grande;
pero apenas se habían levantado las mura­
llas á siete ú ocho metros de la tierra , sea
por falta de medios ó por dificultades ocu­
rridas en la junta directiva, se dejó de mano
tal empresa; y pocos meses hace se’ restauró,
en parte, la antigua, quedando aún mucho
por hacer.
La casa parroquial no está en mejor con­
dición que la iglesia: es una cartuja en pe­
queño, y se cuenta que fué edificada por un
piamontés de Mondoví, y que en ella vivie­
ron los jesuítas que servían la parroquia
hasta su lamentable expulsión, en 1767.
En 1891, por invitación del Párroco Don
Alfonso Emmauuel, grande amigo de los Sa­
lesianos, vino acá y me trajo en su compañía
el Director de nuestra casa de Bogotá, Don
Evasio Rabagliati. Mucho deseaba el Pá­
rroco renunciar su cargo y que se traspa­
sara á los hijos de Don Bosco; pero esto no
era posible á causa de la escaséz de salesia1108. El Párroco perseveró en su interés, ha­
bló con su prelado, y por fin el 22 de octu­
bre de 1893 ios Salesianos, llamados á aque­
lla parroquia por la Autoridad eclesiástica,
entraron á Fontibán, que los recibió por
aclamación general, con las campanas echa­
das á vuelo y al son de la banda de música.
Se cantó, al objeto, una preciosa misa, en
la que el sacerdote Don Leopoldo Medina
pronunció un elocuente y precioso sermón.
El contento experimentado por estos ve­
cinos al recibir á los hijos de Don Bosco ha
continuado en aumento, como lo manifiestan
con las obras.
Al día siguiente á nuestra llegada se pre­
paró un campo para el Oratorio Festivo que
establecimos una semana después; y pasan
ya de ciento los niños que lo frecuentan.
El Párroco nombrado por la Autoridad
eclesiástica es nuestro hermano Don Tomás
Talone, quien trabaja con celo infatigable.
Y como si los trabajos que le exige el cui­
dado de su feligresía fueran pocos, atiende
también á las necesidades espirituales de los
fieles de Engativa, parroquia vecina, cuyo
camino hace en dos horas.
Hemos comprado el terreno y las paredes
de la iglesia comenzada, a fin de que nos
sirvan para establecer el colegio; y es de
advertir que el dinero correspondiente á esta
compraventa, debe servir, según contrato,
para la reparación de la iglesia y casa pa­
rroquial.
La comunidad salesiana es aquí todavía
pequeña ; pero confiamos en Dios no tardará
en acrecentarla; y para conseguir esta gra­
cia rogamos á V. R. nos ayude con sus ora­
ciones, y nos dé como prenda de ventura su
santa bendición.
De y . R. afectísimo hijo en J. O.
M a t o e in o O ltvazzo

Sacerdote.



01

UNA RARA Y HERMOSA INDUSTRIA
para socorrer á 4os huérfanos de Don Bosco
-eEn los primeros días de Mayo presentá­
base á Don Rúa una piadosa persona y ponía
en sus manos una limosna de 53 pesetas,
diciéndole: « Señor, yo amo mucho la Obra
de Don Bosco y querría ayudarla generosa­
mente, porque sé que no hay dinero mejor
empleado que el que se le da á ella para el
bien de los niños desamparados y de tanta
suerte de personas. Pero no pudiendo so­
correrla como deseara, me he servido de un
extraño expediente para conseguir algunos
cuartos con que obsequiarle. Pido á mis ami­
gas y personas conocidas el papel en que
reciben envueltas las mercancíaa que Com­
pran, y cuando he reunido una razonable
cantidad, la vendo, y el valor que acabo de
darle es el fruto de esta industria.
Otras dos personas han seguido mi ejem­
plo; y tengo el gusto de darle lo que ellas
á su vez han conseguido, á saber, siete pe­
setas la una y cinco y media la otra.
Dióle conmovido nuestro Superior las más
expresivas gracias por tan ingeniosa caridad,
y le aseguró que tanto él como los huérfanos
y demás personas coufladasálos Salesianos
rogarían al Señor para que le concediese á
ella y á sus amigas abundantes bendiciones
para el bien de sus intereses espirituales y
temporales, larga vida, y por fin la gloria
del Paraíso.

GRACIAS DE MARIA AUXILIADORA
Señor Don Miguel Búa.
E stimadísimo S e . D. R úa :

Un sagrado deber á la Santísima '\'’irgeu
Auxiliadora, me poue en el caso de distraer
á U. de sus múltiples ocupaciones, contando
con que la bondad de U. me dispensará.
El día 1* del mes de mayo, del año 1893,
recibió un hermano mío materno, de nombre
Jorge Becembel, una mortal herida en la
pierna izquierda, recorriendo la bala como
una tercia por el tuétano y saliendo á poca
distancia del tobillo.
Los médicos declararon que si cortaban la
pierna moría, y si no, también, pues tras la
erisipela que se había presentado ya asomaba
la gangrena. Resignóse mi hermano á morir
y recibió los Santos Sacramentos. Entonces

-

acudí con gran contianza á María Auxilia­
dora ofrecióudole novenas, que el mismo en­
fermo rezaba con fervor; se alistó como coo­
perador salesiano y miembro del apostolado
de la oración.
El 20 de mayo, decían los médicos, que
necesitaba, si-por milagro vivía, seis meses
de cama para poder mover la pierna porque
el hueso estaba dividido en ti'es partes; y
¡ cosa admirable! á los 30 días del sucoso
comenzó á andar, ayudado de otras personas ;
á los dos meses y medio, anduvo con una
muleta, dos cuadras: á los cuatro meses es­
taba completamente sano.
Gracias á la Virgen Santísima. Como ofrecí
publicar la gracia para gloria do la Madre
de Dios, la he referido á ü . i)ura que se
digne darle cabida en el Boletín SalceianOj
cosa que le estimaría mucho.
Queda á las órdenes de Vuestra Reve­
rencia
y. 6. 8. m.
I nocencia G onzales
C ooperiulora S alealana.

Mayo 3 de 1894, Petare, A'^euezuola.

S e . D ir e c t o e d e l B o l e t ín S a l e s ia n o :

M^’ico, mayo 12 de 1894.

Mu y S e .

m ío *.

A fines del año pasado mi hija mayor,
que hacía poco tiempo, había sido afectada
de una fiebre tifoidea que duró 29 días, cayó
enferma de tifo, con tales caracteres de gra­
vedad que, al undécimo día creí no pasaría
del siguiente, sucumbiendo á su mal.
En tan congojosa situación, com])rendí que
no me quedaba sino un recurso : acudir á la
intercesión de María Auxiliadora: lo que
hice por medio de la uoveuita que le dedicó
Don Bosco.
El padecimiento de la enferma se agravó
en tal manera, que casi se perdió toda es­
peranza de salvación. Mas a ])esar de to<lo,
al vigésimo primero día, sobrevino una crisis
que terminó i»or una curación coinpletti.
Agobiado cou el peso de esta gran deuda,
tíiüto mayor cuanto menos merecida, la de­
posito con toda mi gratitud á los pies de la
Santa Señora, por medio do las presentes
líneas, que ruego á U ., Sr. Director, se
sirva xiublicar en el periódico de la Pía So­
ciedad Solesiana.
D r. M a n u el L e s t ie v e e e .

El Sr. Roberto Zamacona, joven de 18
años de edad, fué atacado por la enfermedad
Ramada escarlatina con calentura de 40 lj2
grados. El caso era grave, y juzgado irre-

— 92
mediable por el Dr. M arín, hasta el punto
(le que éste pidió que lo sacramentaran.
En el momento que estaba recibiendo el
santo Viático (era el (^a 17 de mayo) Jose­
fina Ortiz j pariente del enfermo , ofreció á
María Auxiliadora una limosna para este
Colegio salesiano y prometió publicar la gra­
cia, si obtenía la curación ; a! mismo tiempo
(lió á besar al enfermo la medalla de la
Virgen y se la colgó del cuello. — A los
pocos momentos comenzó e l' alivio , cuyos
rápidos progre­
sos sorprendie­
ron al Doctor,
tanto más cuan­
to que la escar­
latina era á ojos
vista maligna y
por esto mortal.
IIP
La gracia ora
mi
evidente.
I Bendita sea
María Auxilia­
dora!
Puelila (Mí^jico),
mayo 21 ilo 18ü4.

Tomás Pentore en Roma y en Lugo, el Pa­
dre Julio Barberís en Ivrea, el P. Bstéban
Trione en Saluzzo, CúneOj Moudoví, Breo,
Piazza, Alba, Pinerolo, Novara, Biela y Susa.
no sólo en Italia, que en España y Por­
tugal el E. P. Rinaldi invitado por varios
prelados é ilustres personajesy la ^ lia dado
en Ronda, Málaga, H uelva, Ooruna, Vigo,
Lisboa, Braga y Oporto; en Francia, Bél­
gica, y Suiza no han sido tampoco escasas
ni menos celebradas.
Dios premie
á los venerable
pastores, cabil­
dos , párrocos,
cooperadores y
demás personas
que favorecen
con su benevo­
lencia á la Obra
salesiana y con­
curren á soste­
nerla y propa­
garla.

iíí-'-y;
.•>.W^sí,V

NOTICIAS VARIAS
---- ® ----

Necrología.

San Juan L a ju n ta
(Sicilia).
Para lle n a r
los deseos del
am ado Carde­
nal D u sm e t,
los Salesianos
han establecido
un Oratorio Fe­
stivo en San
Juan La Punta.
Tan manifies­
ta es la utili­
dad de esta obra en dicho
lugar que ya
desde el primer
día se reunieron
200 niños.

Con la muerte
del Em'’ Carel.
José Dusm et,
A rzo b isp o de
Catania, ocur­
rida en la noche
del -i al 5 de
ab ril, ha per­
dido la Iglesia
una do sus lum­
En honor
breras y la dió­
cesis do Cata­
de santo Tomás.
S. E. el Card. Dusmet.
nia ni más ce­
El 12 de abril
loso pastor y
se
celebró en el
amante padre.
Seminario sale­
Los Snlesiauos
lamentan prolbndamente su muerte, pues era siano de Valsálice un hermoso acto literariouno de sus más decididos amigos y bienhe­ musical para celebrar la fiesta de dicho Santo.
Honraron el acto con su presencia muchos
chores. Encomendamos encarecidamente su
alma á las oraciones de nuestros Coopera­ distinguidos caballeros y en especial el ^Re­
verendísimo Sr. Arzobispo Riccardi, quien
dores.
pronunció un elocuentísimo discurso en elo­
gio de Don Bosco y su Obra.
Conferencias Salesíanas.
Sean dadas infinitas gracias á Dios por la
simpatía con que estas conferencias son es­
cuchadas en todas partos.
Preciosos han sUio los resultados obteni­
dos con las que ha dado hace poco el Padre

Oratorio festivo de S. José (Turín).

El 15 de abril tuvo lugar la repartición do
premios anual en dicho Oratorio. Pronun­
ciáronse hermosas composiciones en prosa y

f
— 93 —
verso, y con acompauamieuto de la música
iustrnmental se cantaron preciosos liimnos.
Pr^idió el acto el limo. Señor Eiclielmi,
Obispo de Iv rea , quien felicitó á los niños
por su asistencia al Oratorio Festivo, obra
de gran utilidad en nuestros días, y por su
aprovechamiento en los estudios, cuyas ven­
tajas sabrán reconocer más y más con el
tiempo.

HISTORIA DEL ORATORIO

d e S an F i'a n c is c o d e S ales

C

apítulo

xv

.

(Conünnación).
Entretanto los niños de la casa, al ver
tantos soldados colocados en diversos pun­
tos, como si se tratara de coger á un ladrón
ó a se sin o n o tardaron en esparcir la voz
que querían llevar á Don Bosco á la prisión.
Indecible fué la alarma y consternación
producida por esta noticia.
Los jóvenes, hechos unas furias, apenas po­
dían contenerse en los estudios y talleres j
todos pedían que se les permitiera ir en de­
fensa del propio i)^dre ó acompañarle á la
prisión. La escena fué tan conmovedora,
dice uno de los alumnos de aquel tiempo,
que sólo de recordarla vienen las lágrimas
á los ojos. Mucho costó tranquilizarlos y
persuadirlos de que no debían- temer se hi­
ciera el menor daño á Don Bosco. Conce­
dióse no obstante salieran al patio los ma­
yores, quienes yendo á Don Bosco, uno de
ellos le preguntó en voz baja : — ¿Nos per­
mite echar fuera á esta gente? — Eo, res­
pondió ; por el contrario, os prohíbo digáis
una palabra ó hagáis cosa alguna que x>ueda
ofender á cualquiera que sea. Nada temáis,
id á vuestros trabajos y animad á vuestros
compañeros á permanecer tranquilos.
Sin estas p.alabras de prudencia y de paz
habría ocurrido seguramente en aquella tardo
un desastre. Tan grande era la efervescen­
cia que reinaba en el Oratorio, que los mu­
chachos se habrían dejado hacer pedazos
por defender á Don Bosco*
Angustiadísimo estaba el sin par prefecto
de la casa, el sacerdote Don Víctor Alasonatti, brazo derecho de Don Bosco y como
un segundo padre de los niños. « Entre las
numerosas cartas que le llegan á Don Bosco,
decía él, puede suceder que alguna trate de
poKtica y desapruebe la anexión de la Eomania. Eso solo bastaría en estos días para
dar pretexto á que le molestaran. Y enter­
necido añadía: mejor sería que viniesen

contra m í; poco importaría que me metiesen
en la cárcel.
Llegó por fin el decreto. El delegado re­
vistiendo la insignia de su mando y rodeado
de cinco gendarmes, con voz imperiosa dyo:
En nombre de la ley intimo el allanamiento
de la casa del sacerdote Juan Bosco. Dábalo
á leer en seguida el famoso decreto, en el
cual se ordenaba igual cosa respecto del Üauónigo Ortalda, el sacerdote Don Cafasso y
el Conde Cays. 4 Era para ocultar est-a or­
den que el delegado había dejado el decreto
en la sala del Prefecto ?
La parte concerniente á Don Bosco estaba
concebida en los términos siguientes: « De
orden del Ministro de lo Interior procédase
diligentemente al allanamiento de la casa
del sacerdote Juan Bosco y hágase en ella
minuciosa pesquisa. Es sospechoso de rela­
ciones compromitentes con los Jesuítas, con
el Arzopispo Fransoni y con la Corte Pon­
tificia. Encontrada que fuere alguna cosa
que pueda interesar gravemente la vista
tiscal, procédase en el acto al arresto de la
persona indicada. »
Don Bosco dijo: Está bienj podéis ahora
ejercitar vuestra autoridad. Vamos á mi
cuarto.
Estaban escritas en el muro sobre la
puerta de ingreso de la biblioteca las pala­
bras que se leen t-odavía: Sea por siempre
alabado el Sanio nombre de Jesús y el de María.
Al llegar allí el abogado Tua las leyó en
tono burlesco; pero Don Bosco añadió de­
teniéndose : Sea por siempre alabado. Y antes
de terminarse una jaculatoria que se acos­
tumbraba cantar entre nosotros, se volvió
hacia adonde estábamos y pidió á dichos se­
ñores que se quitaran el sombrero ; mas como
ninguno se lo quitase observó: Habéis comen­
zado burlezcamente y es menester que con­
cluyáis con el debido respeto, por lo que exijo
que os quitéis el sombrero. A estas resueltas
palabras los abogados juzgaran conveniente
4-onseutir, y entonces Don Bosco terminó di­
ciendo : Benditp sea el nombre de Jesús Verbo
Encarnado.
Entrado que hubo en su habitación con
aquellos tres señores á los cuales acompañahan dos guardias, Don Bosco se entregó á
ellos, y 'comenzó entonces la más vergonzosa
escena. Principiaron los fiscales por regis­
trarle los bolsillos, el portamonedas, las so­
tanas, calzones, camisa, empajándole y dán­
dole vuelta de un modo tan grosero que
exclamó: E t cum sceleratis reputatus est.
— 4 Qaé oosa dice? preguntó uno.
— Digo que hacéis el servicio que otra
vez prestaron algunos al divino Salvador.
Pasóse en seguida al registro de la habi­
tación. Lo primero en que fijaron la vista
ñié un canasto lleno de cartas hechas pedazos
y de otros deshechos y basaras.
— A mí esto; nadie lo toque, gritó el
abogado Grasselli al descubrir un sobro con

w

— 9i —
el sollo lio los Estados Pontificios ; y púsose
con sus colegas á unir pedazos de carta, con
un afán como si tratara de liallar un tesoro.
En tan ruin trabajo se empolvaban los ves­
tidos y transpiraban sofocados.
— Mucho lo siento dijo Don Bosco.
— jQiió cosa? x^rognutó el abogado GrasBclli.
— Ver á personas como ustedes en tan
despreciable ocupación.
— Tiene razón, pero nuestro cargo, el ho­
nor, el deber lo exigen.
— ¡Es lástimaI Si os encontraseis en li­
bertad seguramente no os rebajaríais de este
modo. Es triste en verdad ver abogados,
funcionarios públicos, graduados honrosa­
mente en una Universidad, ocupados en se­
mejante oficio. Por lo que á mí toca os ase­
guro que preferiría barrer las calles antes
que empolvarme de esta suerte.
— Cierto, pero la necesidad tiene cara de
hereje. Lo mejor sería que para ahorrarnos
trabajo nos diera las cartas que buscamos.
— iQuó cartas queréis que os dé?
— Las que puedan interesar al fiscal.
— No puedo daros lo que no tengo.
— ^Puode usted negar que tiene cartas
de los jesuítas, del Arzobispo Pransoni y
del Papa?
— Os hablaré con toda franqueza; pero
decidme primero ¿creeréis sobre mi palabra?
— Siempre que nos diga la verdad.
— Quiere decir que no estáis dispuestos á
creerme; inútil es entonces cualquiera afir­
mación mía.
— Sí, le creemos, dijo uno.
— Lo creemos como al Evangelio, anadió
otro.
— Pues bien, si me creéis, podéis iros en
p a z ; porque ni aquí ni en toda la oasa en­
contraréis nada que desdiga de la dignidad
del sacerdote j nada que pueda interesaros.
— Sin embargo, se nos ha asegurado que
hemos de encontrar aquí el cuerpo del de­
lito.
— Si no queréis creerme j á qué me ha­
céis hablar? J^ías si no os imagináis que yo
sea un papamoscaa, debéis comx>reiuler en
todo caso que si hubiera tenido en mis ma­
nos cosas que pudiorau comproineterme las
hubiera destrozado oportunamente ó puesto
en lugar seguro.
Oontimiad vuestra pesquisa y ya veréis si
08 digo la verdad.
Euoron abiertos uno á uno los baúles, ar­
marios y cajones. No hubo objeto alguno
que escapara á la más prolija revista.
Adviniendo Don Bosco que el asunto era
largo, se puso á contestar algunas cartas
con aquella calma que jamás abandona al
justo que ha puesto en Dios su confianza.
Esto que vió el abogado Grasselli le dijo;
— Nada puetle escribir usted sin que pase
por nuestra vista.
— Está bien j leed lo que queráis. Y aque­

llos agentes, uno después de otro, se pusie­
ron á leer las cartas escritas; pero como
antes que fuese una leída sucesivamente por
todos, ya Don Bosco había escrito otra, —
¿Qué hacemos aquí? dijo el delegado; basta
que uno de nosotros las lea, entretanto va­
mos los demás á continuar la inspección.
Ocurrieron entonces algunos episodios que
convirtieron la visita domiciliaria en comedia,
Al registrar un armatoste, un cajón es­
taba con llave. — ¿Qué hay aquí? pregun­
taron con ansiedad.
— Cosas confidenciales, cosas secretas que
quiero no sean conocidas, contestó D. Bosco
desde su escritorio.
— ¡ Qué confidencias ni secretos! es me­
nester abrirlo.
— Excusadme: creo que todo ciudadano
tenga derecho do ocultar lo que puede re­
dundar en su honor ó infamia. Os ruego res­
petéis este cajón: son secretos de familia.
— Aunque sean los de Egipto j venga á
abrirlo ó lo rompemos.
— Pues que me obligáis, cedo á la fuerza.
Eué Don Bosco á abrir el cajón y volvió
á su ecritorio, dejándolos solos examinar á
su gusto. Los pesquisidores se figuraron ha­
ber dado con el cuerpo del delito y se agru­
paron anhelantes junto al cajón, cual si te­
mieran que se les escapara. Principiaron por
observar un x^f^fi^i^te: los semblantes rebo­
saban de gozo. A cada uno le parecía poder
ya decir: ¡Aquí está, aquí estdl El abogado
Tua abre una hoja y lee en voz alta: — El
Sr. Presbo. Don Juan Bosco, por pan su­
ministrado xmr el panadero Magra , debe
pesetas 7,800.
Esto no interesa; veamos o tra : — Por
cuero enviado para el taller de zapatería del
Oratorio, el Sr. Don Juan Bosco debe pe­
setas 2,150.
— Pero ¿quó cartas son estas? preguntó
uno de los agentes á Don Bosco.
— Puesto que habéis comenzado, conti­
nuad y lo sabréis?
— Abren una tercera, una cuarta hoja y
se avergüenzan al advertir que tales pape­
les no eran otra cosa que las cuentas por
saldarse de aceite, arroz, harina, etc. del
Oratorio.
— i Por qué nos burla de este modo! dijo
á Don Bosco el delegado.
— Yo lio me burlo de nadie. No quería
que mis deudas fuesen conocidas; vosotios
habéis querido verlo y saberlo todo ¡santas
pascuas! Si al menos os sirvierais pagar una
de estas cuentas haríais una obra de ca­
ridad.
Aquellos señores echaron á reir y pasaron
á otra cosa.
A poco encontraron el breve de S. S.
Pío lY , publicado arriba y querían llevarlo
consigo.
— Eso no, les dijo Don Bosco, porque es
un orisriual.

— 95 —
— Precisamente por eso debemos secues­
trarlo.
— Os daré copia. Aquí la tenéis impresa.
— Pero no es el original.
— Es copia fiel.
— Es una traducción.
— Pero está acompañada del texto.
— Veamos, dijo el abogado Grasselli, y
se puso á verificarla línea por línea, palabra
por palabra. Viendo que estaba conforme
con el original concluyó : — Es mejor para
nosotros la copia en que está al lado del
latín el italiano, de modo que es más fácil
de entender; y se contentaron con una co­
pia dejando á Don Bosco el manuscrito que
guardaba como preciosa memoria.
Empeñados eu bailar á toda costa algo
que pudiera interesar á sus jefes, los inqui­
sidores pasaron á la pieza contigua, que era
la biblioteca.
— i Qué libros son estos ? preguntó uno
de los abogados, señalando un grueso volu­
men de los Bolandistas.
— Son libros escritos por los jesuítas, y
sin interés para vuestra inspección.
— ¡ Cómo! ¿ libros de los jesuítas ? sean
todos secuestrados.
— Son demasiado gruesos, observó el de­
legado j se necesitaría una muía para lle­
varlos : veamos ante todo de qué tratan.
El que había propuesto secuestrarlos abrió
un volumen y después de hojearlo largo
rato, dijo: Vayan los libros y sus autores á
paseo j no se entiende n ad a: están todos en
latín. Si yo fuese rey aboliría el latín y i>rohibiría estampar libros en esta lengua. En
suma i de qué hablan estos libros!
— Este que tenéis en las manos contiene
la vida de San Simeón Estilita, varón ex­
traordinario, que aterrorizado con el pensa­
miento del infierno, temiendo perder su alma,
abandonó patria, parientes, amigos y se fuó
á hacer santa vida eu el desierto._ Salió de
allí en seguida y vivió muchos anos sobre
una columna, predicando contra los hombres
que tratan sólo de gozar de los pasatiempos
del mundo, sin pensar en las penas que están
preparadas en la eternidad á los pecadores.
— ¡ Basta, b a sta , que si continúa el ser­
món deberemos ir todos á confesarnos í_
— Precisamente, hoy es sábado, y mañana
la gran solemnidad de Pentecostés. A las
cinco comienzan á confesarse los niños del
Oratorio. ¡ Qué hermoso ejemplo daríais eu
ser vosotros los primeros!
— Hería cosa digna de trasmitirse á la
posteridad, reparó el abogado Tua, que nues­
tra pesquisa terminara en el confesonario.
— Preparaos, prosiguió Don Bosco; yo
estaré gustoso á vuestro servicio toda la
tarde, y obtendréis mayor fruto que el que
03 dé la investigación.
— Por lo que á mi toca sería inútil, dijo
el abogado Grasso j por ahora me falta el
arrepentimiento.

Entretanto habían pasado como tres horas
de trabajo perdido. El afán de tan ingrata
tarea, el calor y el polvo tenían ya fatiga­
dos y sedientos á los agentes. Lo notó Don
Bosco, y, movido á compasión, como entrase
á verle el joven José Buzzetti so pretexto
de una comisión, pero eu realidad de verdad
para ver qué le ocurría, Don Bosco le mandó
trajera- vino.
A esta hora habían ya salido do la clase
los alumnos y hacían su recreación ca.si en
silencio, formando grupos y discurriendo
entre el temor y la esperanza; otros iban á
la iglesia y rogaban por el buen éxito del
asunto, y todos estaban ansiosos de ver el
término de esta escena que los tenía con
el alma atravesada. Mas se los eiisamdLÓ
el corazón cuando vieron entrar á Buzzetti
con botellas y vasos al cuarto do Don Bosco.
Convencidos los pesquisidores de que Don
Bosco no era persona de inspirar temor al
Gobierno, conmovidos por la bondad y cor­
tesía que usaba con ellos en los momentos
mismos eu que ejecutaban tan odiosa orden,
concluyeron por estimarle y admirarle; y
dándole las gracias bebieron todos á su
salud.
Este hecho, la conversación anterior y las
bondadosas palabras de Don Bosco le ha­
bían hecho dueño en cierto modo del cora­
zón de los pesquisidores; por lo cual cuando
ya hubieron bebido les advirtió que había
dado la hora eu que los sábados se ponía á
confesar, que permitieran venir con este
objeto á los alumnos ó comenzaran ellos por
hacerla.
— Yo bien la necesito, dijo uno.
— Yo también, dijo otro.
— Y yo más que todos, concluyó el abo­
gado Grasselli.
— Pues entonces comencemos.
— Sería de ver lo que dijera la prensa,
observó el delegado.
— Y si vais á casa del diablo i irán á li­
braros allá los diarios y diaristas!
— Tiene razón, pero... basta; lo dejare­
mos para otra ocasión.
Eran ya las seis de la tardo: la habita­
ción de Don Bosco había sido registrada
hasta en sus rincones, también la biblioteca;
pero todo sin el menor fruto. Los pesquisi­
dores tenían no sólo sed sino apetito. Don
Bosco á su vez era esperado por varias per­
sonas , y los niños acostumbrados á confe­
sarse con él estaban allí aguardando junto
á los guardias. Los fiscales quisierou, pues,
irse sin más ni más. Pero Don Bosco les
dijo:
— Haced por escrito declaración sobre el
resultado de vuestra visita y partiréis en
seguida.
— La haremos en la oficina, respondió el
delegado.
— Yo convendría á vosotros ni á mí.
— ¿Por qué!

-- *JÜ —
— Porque podríais variar algo, como po­
dría liacerlo yoj es mejor que so liaga en
el acto.
— l*ero si no liemos encontrado nada.
— Escribid que nada habéis encontrado.
— I La suscribiríi usted?
— 8í, estando conforme á la verdad.
Así se hizo.
A las seis y media se retiraban del Ora­
torio los pesquisidores y los guardias.
Don Bosco fué luego objeto de las más
íií'ectuosas expresiones de todos sus ñiños,
los cuales procedieron con él casi como un
día los ángeles con el Salvador en el de­
sierto, cuando quedó libre de cierto pesqui­
sidor de que habla el Evangelio. Quién le
preguntaba si necesitaba alguna cosa, quién
lloraba de consuelo al verle libre, quién
quería saber lo que habían hecho aquellos
señores en aquellas horas mortales, quien
desaprobaba aquel acto de hostilidad, e tc.;
y él con semblante sereno y la sonrisa en
los labios contestaba á unos, consolaba á
otros, imponía silencio á quien criticaba y
nos invitaba á todos á dar gracias á Dios,
que nos había hecho dignos de padecer algo
por BU amor.
Esparcida la noticia del allanamiento en
Turín, no tardaron en venir sin número de
personas tanto de la nobleza como del pue­
blo, eclesiásticas y seculares á condolerse y
protestar contra la conducta del Gobierno.
Uno de los primeros en llegar al Oratorio
filó el Canónigo Luis Anglesio, Superior de
la Casa del Venerable Gottolengo , hombre
de gran virtud y santidad. Mas como no se
hubiera aún terminado la inspección y le
impidieran la entrada los guardias en la
puerta, le dijo al clérigo Juan Boggero que
estaba a llí: Diga á Don Bosco de mi parte,
que tenga valor y confianza. Hoy pone á prueba
el Señor el Oratorio de San Francisco de Sa­
les, el cual tomará en seguida tal incremento,
que su acción benéfica se e.itenderd fuera de
Turin y en muchas partes del mundo. Y fué
X)rofecía.
La serie de visitas continuó por varios
días. Muy severo ora el juicio do cada uno.
¿ De qué sirve decían que el Estatuto atlrme
que el domicilio es inviolable, y que no
puedo hacerse ninguna visita domiciliaria,
sino en virtud de una ley y en la forma
prescrita por cllat
I Dónde está la ley que autoriza una vi­
sita doiuieiliariu sin más fundamento que
una sospechal El Código penal acuerda tal
facultad únicamente al juez instructor, y tan
sólo cuando existan graves indicios que en
el domicilio del inculpado se puedan encon­
trar objetos útiles al conocimiento de la ver­
dad. l'ero aquí todo ha sido irregular: no
ha habido proceso de ninguna especie, ni
juez instructor} no ha habido más que ó
ignorancia de la ley ó arbitrariedad tiránica.
Si asi se viola el Estatuto por los funcio­

narios públicos ¿quién podrá estar seguro!
En verdad que ciertos empleados hacen un
pobre servicio al Gobierno con deshonrarlo
torpemente en Italia y fuera de Italia.
Tales eran los juicios que se hacían.
(Continuará).

OTRO PRECIOSO DOGDMElíTO
en elogio del misal estampado por la
Tipografía Salesiana.
Hó aquí una importante carta recibida por
nuestro Procurador General en Boma:
Müy B evdo. Sr . :
Entre los muchos elogios que se tributan al
benemérito Instituto Salesiano, en el que V. B.
ocupa el alto x>u.ó8fo de Procurador General,
merécelos también por el esmero con que
cultiva el arte cristiano, tan caro ahora y
en todos los tiempos al corazón de los cre­
yentes , ya que tanto contribuye al decoro
de nuestra santa religión. El Misal que acaba
de imi)rimirse en la Tipografía Salesiana de
Turin, y que se ha dignado ofrecerme V. E.
en nombre del Eevmo. Superior General
Don Miguel Búa es una nueva y clara prueba
de mi aserto. Es un trabajo que me ha ad­
mirado por su mérito verdaderamente espe­
cial } y ruego á V. B. sea al mismo tiempo
iutérxirete ante su Superior General de mi
sincero reconocimiento.
Soy con la mayor estima de V. B.
AfecUsimo servidor
M. C a r d . B

am polla.

Roma, 9 de abril de 1894.

Coi ipprotac 6 i do U iotorídad E cles iu tia - (k m t a JOSÉ GAXBISO.

Toriu —Tipogr&ña Salesiana.