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Sale nna Tez al mes.
ANO V I.-N . 8.
UiBZO de 1891
BOLETIN SALESIANO
D ebem os a y u d a r á n u e s tro s h e r
m an o s & fin d e c o o p e ra r á la
d ifu sió n d e l a verd ad .
( m S. JUAK, 8).
A tie n d e á la b u e n a le c tu ra , á la
e x h o rta c ió n y á la en señ a n za.
(I T im o th . IV, 13).
E n tr e la s cosas d iv in a s la m ás d i
v in a es la d e co o p e ra r con D ios
á la sa lv a c ió n d e la s alm as.
(S. D i o n i s i o ).
E l a m o r a l p ró jim o es u n o de
lo s m a y o re s y m ás ex celen te s
d o n e s , q.ue la d iv in a b o n d ad
p u e d e co n c ed e r á lo s h om bres.
(E l Doct. S. F r a n c . d e Sales).
—
C u a lq u ie ra q u e re c ib e á u n n iñ o en
m i n o m b re, á m i m e rec ib e.
(M a t i i . x v m ) .
Os rec o m ien d o la n iñ e z y la j u
v e n tu d ; c u ltiv a d co n g ra n d e
esm ero la ed u c ac ió n c r is tia n a ;
p ro p o rc io n a d le s lib ro s que en
se ñ en a h u ir e l v ic io y á p r a
c tic a r la v irtu d .
«
(Pío 13.;.
R e d o b la d to d a s v u e s tra s fu erza s
á fin d e a p a r ta r á l a n iñ e z y
ju v e n tu d de la co rru p ció n é
in c re d u lid a d y p r e p a ra r a s i u n a
n u e v a g en e ració n .
(L b o n
xni).
DI RECCI ON en el O ratorio S alesiano — Calle de Cottolengo N. 32, T U R IN (Italia) ) ^ + -
SU M .'I.R IO :
Adiós á los Misioneros Salesianos.
Ju sta protección.
Am éei C-a : Monumento á Dou Bosco en la Eepública
Argentina.
E spaS a : Carta de Utrera.
Los verdadéros amigos del Pueblo.
Grácias de María Ain:iUadoru.
Necrología.
H istoria del Oratorio de San Francisco de Sales.
A D IO S
DE LOS MISIONEROS SALESIÁNOS
j eiwlencia d d apostolado católico.
De
Cattolica:
Después de celebrar con la pompa acos
tum brada la ñesta de San Francisco de
Sales y el aniversario de Dou Bosco los
hijos del inmortal Fundador del Instituto
Salesiano han solemnizado una de aque
llas ceremonias que por muchas veces que
le repitan jam ás dejan de contemplarse
sin indecible impresión. Nos relerimos á
la efectuada el 4 del corriente en la igle
sia (le María Auxiliailora, con motivo de
la partida de numerosos misioneros salesianos. Cantadas las vísperas subía al púlpito el R. P. Evasio liabagliati, Director
de la Casa de Bogotá (Capital de Co
lombia) y jefe de los religiosos que son
destinados á aquella República. Con pa
labra afectuosa y agradable, animada y
(docuente manifestó el ministerio del mi.sionero católico en general y pasó cu se
guida á hablar del misionero salesiano
en particular. ¡Cuán grande y hormo.sa
se presentaba la figura de semejante en
viado de Dios, al cual no ánima la am
bición de conquista, ni la avidez de te
rreno interés, ni el deseo de ver cosas
nuevas, ni él de hacer científicos estu
dios, y que sin otra mira que la gloria
de Dios y salvación de las almas atra
viesa valeroso el océano, traspasa las al
tas montañas, penetra en las tribu.s sal
vajes, en Ia.s Pampas de Patagonia y las
islas (le la Tierra del Fuego!
Terminado el discurso, que fué oído
por el numeroso auditorio con religioso
entusiasm o, el coro de infantiles y admirable.s voces del Oratorio entonó el
m oteto Veni dulcís Jesu, del Illmo. Señor
r
— 30 —
Oagliero y luego el Tantum ergo de Falconara, en tanto el Illiiio. Sr. Manacorda
daba la bendición con el Santísimo Sa
cramento. Su ilustrísima habló á su vez
é hizo notar el contraste que presentan
los dos am ores; esto es el terreno con el
espiritual y el irresistible ó incomparable
poder de la caridad cristiana que inspira
tan grandes y heroicos sacrificios. Pero
la parte más tierna, la más conmovedora
y verdaderamente patética de esta bellí
sima fiesta fuó sin duda alguna el abrazo
de despedida de los jóvenes m isioneros,
precedido de las santas y consoladoras
palabras que la Iglesia destina á los pe
regrinantes y seguido del vivo entu
siasmo de un golpe de pueblo que an
sioso contem])laba aquel espectáculo y
que se empeñaba en tom ar más activa
parte con besar las manos de los gene
rosos apóstoles en el momento que hacían
el sacrificio de cuanto puede halagar el
corazón en la patria ]»ara ir á las aj)artadns regiones de América á enseñar la
fe de Jesucristo.
Sobrehumana y divina es en verdad la
misión del apostolado católico en la cual
se informa y anima la vida del misio
nero. U na como fiebre de fundar colo
nias es la tendencia del siglo X IX en su
último périodo. Xo hay nación europea
que no trabaje con tal in te ré s: la colonia
base hecho una necesidad imperiosa de
la sociedad moderna. Pero ahora como
en tiempos pasados los nuevos coloniza
dores necesitan una especie de vanguar
dia que los preceda, la civilización m a
terial es ineficaz sin los sudores y sangre
de los héroes del cristianismo. Pues bien
estos precursores, estos héroes son los
misioneros (juienes con el conocimiento
de Jesucristo llevan á los salvajes el de
la verdadera civilización. La Iglesia del
Señor sufro j)aciente las am arguras, las
amenazas, las persecuciones con que hom
bres d<‘suaturalizados la oprim en; en la
mansedumbre y bondad de su corazón no
ve sino hijos que salvar y va á buscai'los hasta e i las más remotas é inos{)italarlas comarcas.
El mismo Gioberti, aun en la época de
su mayor extravío, veía al mundo actual
como un vasto reino (pie desertando de
la barbarie apresuraba sus pasos hacia
una cindadela que inexpugnable y ma
jestuosa conserva intactos los puros gér
menes de la civilización y acoge á todos
con amor.
ciudadila indestructible es
la Iglesia Católica^ dice él mismo / ella es
la que guarda el código y fuego sagrado de
la civilización moderna; ella la que poses
los secretos de salvación y protección celeste.
Roma es el Capitolio del mundo.
Hijo am ante de esta Iglesia, D on Bosco
dilata su corazón y extiende sus brazos
para favorecer á los infelices habitantes
del otro lado del Océano. Delegado para
esta santa misión por el Yicario do J e
sucristo recibe en 1875 la bendición pon
tificia y comienza la empresa que en po
cos años se ha realizado en casi toda la
América del Sur. Recuerda las palabras
del Evangelio encomendando á la Iglesia
el encargo de dilatar la pacífica conquista
con que llegue á formar un solo rebaño
y un solo pastor. Fiat, fiat, exclama con
viva fe y ardentísima caridad. Es m e
nester ir á los salvajes y convertir á los
bárbaros; y en el templo del Sagrado
Corazón en R om a, obra preciosa de la
caridad universal, levantado sobre la cima
del monte Castro Pretorio, deberá u n día
entonarse el himno de gratitud y reco
nocimiento de todo el género humano.
L a empresa acometida por D on Bosco
continúanla sus hijos, y la bendición del
Vicario del Señor se repite para confor
tarles y asegurarles la protección del Cielo.
P artid confiados y animosos ¡oh héroes
de Cristo! la voz del Papa, la asistencia
que vuestro Eundador y P adre os m ani
fiesta desde el Cielo os servirán de aliento
en las fatigas y i)eligros. Os acompaña
mos con particular afecto y hacemos vo
tos por el éxito de vuestros santos, nobles
y generosos trabajos.
JUSTA PROTECCION.
Protejer á los que obran el bien es cosa
justa, natural y debida. Tál protección es un
medio de premiar á los buenos y de corre
gir á los malos. Esa protección y esa corre
cción constituyen un deber para todo aquel
que puede practicarlas, y como todos lo pue
den, claro está que to(ios deben ajustar en
este punto su conducta á lo que pide la jus
ticia y el bien social.
A la verdad, fijemos la atención en los
hechos siguientes:
1*' Todos tenemos que frecuentar el mundo
délos negocios: los pobres para buscar trabajo
y para comprar las cosas necesarias á la vida
material; los ricos para comprar el producto
del trabajo ageno y atender á la subsisten-
1
— 31 —
cia y á la comodidad. Unos y otros gastan
diariamente sumas q u e , ju n tas, representan
caudales enormes.
2® Entre la multitud de tiendas y talle
res que existen en una ciudad, liay muchos
que son verdaderos focos de corrupción y de
impiedad donde, al salir de la escuela, se
pierden muchos jóvenes ; así como hay otros
que no ofrecen peligro serio ni para la fe,
ni para las buenas costumbres de sus em
pleados.
De estos dos hechos se deduce:
Que los católicos deben cuidar muy aten
tamente de saber á donde va á parar el di
nero de sus gastos diarios y deben emplearlo
de manera que favore>c(;a el trabajo católico,
esto es, el trabajo honrado y moralizador.
De lo contrario, ese dinero, que representa
crecidísimas sumas, vendría á ser una coo
peración al mal y por consiguiente la ruina
de la sociedad. Entonces el que lo gasta nuil
se convierte en instrumento de la injusticia
y de la corrupción.
Es cosa clarísima que los católicos tienen
el derecho y el deber de procurar la salva
ción de las almas en el campo del comercio
y preciso es no olvidar que las casas de co
mercio son, para nuestros jóvenes, escuelas
secundarias que producen, si son buenas, la
vida de las almas; ó su muerte si son malas.
El deber y el derecho deben movernos á pro
curar que las casas de comercio sean bue-,
ñas ; y esto lo conseguiremos dirigiendo nues
tros gastos á las que favorezcan el bien y
abandonando á las que obren el mal. De
este modo seremos instrumentos de justicia y
prosperidad.
La caridad es por excelencia el amor de
las almas: exige, dice san Pablo, que todos
nuestros actos se enderecen al mejoramiento
espiritual del prójimo: Oninia aedijieafionein
Jiant; lo que no iiariamos si dejásemos aban
donado á la impiedad el mundo de los ne
gocios.
Es evidente dice un ilustre escritor, que
si en virtud de un convenio universal, lu
cantidad enorme de nuestras compras coti
dianas, en lugar de ir á sostener el vicio y
la impiedad, como sucede todos los días,
fuese á favorecer con regularidad los esta
blecimientos (raíólicos; estos lograrían una
prosperidad siempre creciente, con grandí
simas ventajas ]>ara las buenas costumbres
y la pureza de la fe, en el mundo de los ne
gocios.
Si, con la firme resolución de proteger el
trabajo católico, dirigimos nuestros más in
significantes gastos de modo que corrijan á
los malos y recomi)ensen á los buenos, ha
bremos logrado, entre otras, una gran cosa
es á saber que nuestras acciones más comu
nes se conviertan en otros tantos actos de
caridad. Si al contrario, no permitimos que
la Eeligión ejerza su influencia en los nego
cios, nuestra vida sólo será una serie de ac
tos puramente materiales, egoístas y mun
danos.
Esta benéfica protección puede realizarse
individual y colectivamente.
Individualmente con procurar cada cu al:
1® Abstenerse rigurosamente do comprar
en casas que no guarden las fiestas ó que
de cualquier manera sean enemigas de la
verdad y del bien.
2® Dirigir todo el dinero de los gastos
ordinarios y extraordinarios á lo.s profesores,
artesanos, casa do comercio etc. que se se
ñalen por su respeto á la Ueligión y á la
moral.
3“ Influir, por medio de una constante
propaganda personal, para que amigos y co
nocidos hagan otro tanto.
Unas cuantas personas bien intencionadas,
una tan solo, en cada localidad puede, por
estos medios, lograr grandes frutos.
Colectivamente: En los lugares donde fue
sen varios los que quisieren unir sus esfuer
zos para lograr el fin indicado; fórmese una
Sociedad protectora del trabajo católico, atrái
gase á ella á las personas de buena volun
tad, discútanse los medios más adecuados á
las condiciones de cada localidad, hágase
por medio de buenos opúsculos una propa
ganda que alcance la mayor extensión posi
ble, y aprovéchese el concurso de todos los
buenos sin distinción de sexo ni condición.
Esto no es una novedad, ni una ilusión.
Así se ha practicado, así se está practicando
en varias naciones de primer órden; así lo
recomienda el bien de la patria, así lo acon
seja la sabiduría y la experiencia de los
grandes pensadores.
El cardenal Schwarzenberg, citado por la
Civiltá Gattolica, se expresa como sigue:
« Cumple á las asociaciones católicas buscar
los medios de introducir y aplicar las ense
ñanzas, los principios, los preceptos y los
deseos de la Iglesia en la vida del ciudadano
y de la familia; así como también entre los
hombres dedicados á los negocios y al córner^
cia. »
El comercio, los negocios absorben casi
toda la vida do casi toilos los hombres. A
los negocios encaminan actividad, memoria,
entendimiento y voluntad.
Aloralizar los jiegocios es, pues, poner al
servicio de Dios, do la patria y de la socie
dad una fuerza capaz do obrar los más es
tupendos prodigios.
T no hay un solo hombre, ni un solo, que
no pueda cooperar á tan grandiosa empresa.
— 32 —
Moiinmento á D. Boseo en la Bepúbliea Argentina.
En el diario de Buenos Aires , La voz de
la Jfilesiaj leemos lo siguiente:
« Los hijos del insigne bienhechor de la
infítiicia desvalida, tratan de erijir, en esta
cápilal, un monumento al fundador de la
Congregación Salesiana, Don Bosco.
« A ese fin se han repartido listas de suscrición entre los Cooperadores, para que és
tos recaben de sus amigos, los fondos nece
sarios para realizar la idea, tan religiosa
como eminentemente patriota, como bien se
advierte al tener conocimiento de la circular
que publicamos á continuación :
A Jos Sres. Cooperadores Salesianos
y d los Suscritores de las Lecturas Católicas :
« No bien concluyó su gloriosa carrera el
Sumo Pontífice Pío I X , una escogida reu
nión de Católicos Argentinos concibió la ge
nerosa idea de inmortalizar en esta capital
el nombre del Pontífice de la Inmaculada,
que un día i)isó el territorio argentino para
llegarse á venerar la prodigiosa imagen de
la Virgen de Luján. — A los Salesianos
cupo entonces la dicha de realizar aquel no
ble liroyecto de los Argentinos, inaugurando
con el producto de la caridad cristiana el
Colegio Pío IX de Artes y Oficios, estable
cido en Almagro á fines de agosto de 1878.
» Ha llegado la época en que se ha cieido
oportuno hermanar con el augusto nombre
de Pío IX otro, no menos simj)ático j)or los
beneficios hechos á la humanidad, él de Don
Bosco: dos almas y dos corazones íntima
mente unidos con el solo interés de salvar
la sociedad, educando la juventud, especial
mente los niños pobres y desamparados.
» En vano podríi objetarse contra este
nuevo proyecto do amor y gratitud la difi
cultad de los tieuipos, y las numerosas obras
de beneficencia, que van agotando las limos
nas do los católicos caritativos. — La fe en
la Divina Providencia, el afecto y venera
ción que los Argentinos profesan á. la me
moria de Don Bosco, y más aun la necesi
dad do ofrecer segura morada á taxitos niños
desamparados, mueven á los Salesianos á
dar principio á la nueva obra, que ha de ser
en esta Kepública monumento perenne de la
caridad cristiana en obsequio al Ai)óstol de
la niñez en nuestro siglo.
> Sabido es que Don Bosco no era muy
iunigo de mudos y estériles monumentos, y
para impedir que se le levantara uno en la
plaza de María Auxiliadora, ordenó por tes
tamento á los Salesianos que se colocara en
ella una estatua representando á Moisés, que
con su vara hace brotar un manantial de la
I
peña j símbolo del poder de la Fe y de la
Eeligión en beneficio de la humanidad me
nesterosa (lo que él bellamente aplicaba á la
vara de María Auxiliadora, que le propor
cionó los recursos de la caridad).
» Lejos pues de contrariar los deseos de
Don Bosco, hemos iniciado un monumento,
no de simple adorno ó vano recuerdo, sino
un nuevo cuerpo de edificio, capaz de 300
niños estudiantes de humilde condición, que
llevará el nombre de Obra de JDon Bosco, y
formará un solo todo con el Colegio Lio I X
de Artes y Oficios ya existente.
» Nuestros dignos Cooperadores y los be
neméritos Suscritores de las Lecturas Cató
licas conocen ya á Don Bosco, y los prodi
gios que la Virgen de Don Bosco, María
Auxiliadora, obró en favor de su Institución.
A ellos, pues, nos dirigimos, como á los úni
cos apoyos, que la Obra de Don Bosco tiene
en este País en medio de la escasez de re
cursos, con que estamos luchando.
» A los que á causa de las criticas cir
cunstancias del País no les es posible hacer
por ahora grandes limosnas, la caridad cris
tiana, que crece más y más, á medida que
se multiplican las necesidades de los pobres,
les ofrece ocasión de duplicar su actividad,
pidiendo á muchos una pequeña ofrenda^ como
que todo corazón bondadoso siempre se haUa
dispuesto á ayudar al niño desvalido, que
pide asilo, educación y trabajo.
» En una época como ésta, en que se han
proyectado tantas economías públicas y pri
vadas , no deja de ser oportuno el consejo
que Don Bosco daba á los que mucho temen
la pobreza, que « el medio más seguro de
» economizar aconsejado é impuesto por el
» Evangelio, es el de hacer siempre algutia
» limosna, aunque pequeña, en pro de los
» menesterosos, especialmente de los niños,
> que aun no conocen los medios para pro» poicionarse por sí mismos la subsistencia. >
» Los .'500 niños i)obres que se educan en
nuestro Colegio han querido ser los primero»
eu cumplir este hermoso acto do caridad; é,
imponiéndose privaciones y sacrificando lo»
pequeños premios de su trabajo, han tenido
la satisfacción de reunir 400 ps. min, valor
de la primera columna de hierro de esto
nuevo edificio. — Abrigamos la consoladora
esperanza de que nadie rehusará correspon
der á esta invitación, y de que cada uno
según sus recursos procurará imitar el ejem
plo de los pobres niños, que ex])erimentando
el beneficio de la cristiana educación, quisie
ran que ésta fuera común á toda la juven
tud pobre de la República.
» Esto confiamos alcanzar, si nuestros Coo
peradores y los Suscritores de las Lecturas
Católicas se dignan aceptar el caritativo cargo
de hacerse Colectores de limosnas^ por peque
ñas que sean^ entre sus relaciones, haciendo
circular la lista que les enviaremos, y dando á
conocer el fin humanitario al c u ^ se dirigen.
— 33 —
» Dios, que no deja sin premio ni siquiera
un vaso de agua dado en su líombre, con
cederá el galardón merecido á las personas
y familias que concurran á esta obra de ca
ridad cristiana,' y los pobres niños y niñas
que se educan en los veinte y cinco Colegios
<ie Salesianos é Hijas de María Auxiliadora
ya establecidos en esta Eepública, levanta
rán junto con los Niños y Niñas de todos
ios demás colegios de Don Bbsco sus manos
al Cielo, para que llueva toda clase de gra
cias espirituales y temporales sobre sus bienhecbores.
> Dándole anticipadas gracias por su ge
nerosa caridad, saluda á Yd. atentamente
8. S. 8. y G.
S a n t ia g o O osta m a g na , P bro.
Director del Colegio Pío I X
de Artes y Oficios.
'n r r i ! l ’i'U'paiL:llüiinDmmmiuiiiiiiiiltliiiuiMniniuiniiffli¡iiaRinirnBinmi:;miniiimai
C arta
de U trera.
E evm o. S e . D . B úa.
Esperando sea de su agrado tomo la pluma
para darle breve noticia de la muy simpá
tica y conmovedora fiesta de san Francisco
de Sales celebrada en esta ciudad de Utrera
el día 29 de enero.
Precedió á ella una novena solemne. Al
ver tanta gente reunida en nuestra iglesia,
al ver la compostura de los niños del cole
gio, al oir aquellas notas melodiosas inspi
radas por la devoción, el corazón se con
movía dulcemente hasta las lágrimas, mien
tras que una ardiente plegaria salía del pecho,
henchido de gozo santo y de saludables sen
timientos.
Predicaron durante la novena los Señores
Don Juan Padilla, Vicario y Cura propio de
Santa María; D. Francisco Parra Gura pro
pio de Santiago: el P. Nietta de la Compa
ñía de Jesús: y nuestro amado Padre y Di
rector del colegio del Carmen, D. Ernesto
Oberti: y siempre con grandísimo fruto. El
Revdo. Sr. José M* Camacho, Cura propio
de S. Andrés de Sevilla, pronunció el pa
negírico: y supo con rasgos maestros pintar al
Santo en todas las épocas de su vida, y mo
strarlo como modelo cumplido para los fieles,
cualquiera que sea su estado y condición. Si
otras veces habíamos gustado profundamente
la ciencia y el gran poder de la elocuencia
de dicho orador, parécenos que en esta oca
sión se excedió á sí mismo.
Asistieron á la función el señor canónigo
Don José Fraile, á quien nos fuó muy grato
tener tres días entre nosotros) los Bevdos.
.1
Sres. Párrocos de Utrera, el Sr. Don Juan
Padilla, y el Sr. Don Francisco Parra. Tam
bién nos honraron con su presencia el señor
Don Agapito Insaustí, tenor primero de la
catedral de Sevilla; el Sr. Don Ramón Soto,
sochantre de S. J u a n ; el Sr. Don Vicente
Peñalver, catedrático de filosofía en el Ins
tituto de Sevilla; y el Sr. Don Josó Uuiz,
licenciado en filosofía y letras y grande amigo nuesti'O.
El día siguiente 30 de enero se cantó la
misa por los Cooperadores difuntos, y cd sá
bado 31 sé hicieron solemnes honras ñiñobres en sufragio del alma del nunca bastante
llorado Don Bosco.
Por la tarde, hubo lugar la reunión acos
tumbrada de Cooperadores Salesianos, para
la conferencia do reglamento.
El referido Sr. Canónigo Don Josó Fraile,
abrió la sesión con cortas pero sentidas pa
labras sobre el deber que tienen los padres
de educar cristianamente á sus hijos, espe
cialmente en los tiempo.s aciagos presentes.
Habló después el Sr. Director Don Ernesto
Oberti, y dió á conocer lo que son los Coo
peradores Salesianos. « Muchos creen que el
ser Cooperador quiere decir tan sólo recibir
el diploma y el Boletín. Otros imaginan que
el Cooperador tiene que dar una suma fija
cada ano. Otros piensan que sólo el rico
puede ser Cooperador. Todos éstos están
grandemente equivocados. El Cooperador es
para los Salesianos ni más ni menos que un
amigo, un hermano. Ayuda y coopera con
la oración, con las obras, con las palabras,
con los escritos: en todo lugar, en toda cir
cunstancia , en todo tiempo, el Cooperador
mira la causa de los Salesianos, como causífc
suya propia: y de ella trata y por ella so
interesa como de los negocios de una misma
familia á la cual Salesianos y Cooperadores
pertenecen. Así entendida la obra do los Coo
peradores es eminentemente útil á la Con
gregación, y por consiguiente á la Iglesia
de Dios. »
Tal fué, en resumen, el discurso del señor
Director, que pronunciado con fuego y con
el acento del que habla por íntima persua
sión , dejó profundamente impresionado el
auditorio. El acto terminó con la bendición
del Santísimo, según prescribe el regla
mento.
Dígnese, Sr. D. Kua, recibir con benevo
lencia esta reseña hecha coa el intento de
participar al padre los goces espirituales de
los hijos; y sírvase bendecir al que tiene el
gusto de suscribirse afmo.
Cooperador SáUixaM,
— 34 -
Los Yerdaderos amigos del pueblo
BSCRITO PARA LOS SALKSIAKOS
por el llustrísimo Sr. Obispo de Málaga.
CO ontinuación).
Entre los carácteres comunes de los santos
hay uno, en el cual importa fijemos la con
sideración: son censores de las costumbres.
Desgraciadamente la mayor parte de los
hombres viven olvidados de sus deberes, de
jardo continuamente lo que de ellos pi
de su condición de seres racionales y su
altísima dignidad de cristianos. No sirven
la razón y la fe de reguladores á sus actos,
Binólas concupiscencias, las pasiones, las que
los llevan frecuentemente á donde ellos mis
mos no quisieran ir, pues aunque los desór
denes oscurecen la luz de la inteligencia,
jamás las tinieblas son tan completas que
nos impidan ver totalmente el abismo hacia
el cual caminamos y la sinrazón de nuestros
procederes. Cuando hemos abandonado la
órbita, que nos señaló el Criador, barto com
prendemos que vamos m al; sino que procu
ramos alucinarnos inventando pretextos y
motivos para disculpar y aun para justificar
nuestra conducta. El espectáculo de los san
tos echa por tierra todo el castillo que en
nuestra locura habíamos levantado, el pa
rapeto tras del cual pretendía nuestra mal
dad esconderse, y quedamos completamente
al descubierto, patentizándose á nuestros
ojos la iniquMud de nuestra vida, y la mala
situación en que nos hemos colocado respecto
á Dios y á nuestros semejantes. Por eso aun
que los santos no hablen, aunque no suban
al pulpito para tronar contra los desórdenes
y extravíos de los pueblos, aunque no em
punen la pluma para poner de relieve en
escritos llenos de noble indignación el repu
gnante cuadro de los vicios dominantes en
su época, es indudable que sólo con su pre
sencia predican, y que sus hechos, tan dis
tintos de los del rosto de hus gentes, son una
muda pero elocuentísima censura de las cos
tumbres públicas.
Quizá los pueblos al verlos y al sentirse
heridos so indignan contra esos molestos cen
sores, que vienen á despertar su adormecida
oouciencia y á turbar el reposo de su sueno.
Acaso instigados por ese senfimieuto insano,
los persiguen en ocasiones hasta con cruel
saña, rebajándolos eii el común concepto, y
aim calumniándolos villanamente, cual si
fuesen sus enemigos; pero los pueblos mis
mos en el fondo de su corazón sienten otra
cosa y saben que esos hombres, á quienes
detestan por que ponen de manifiesto su
modo injusto de obrar, son en realidad sus
amigos, sus verdaderos amigos, casi nos atrevemos á decir sus amigos únicos.
T no podían ser otra cosa. Prescindamos
de la noción teológica de la santidad, por
más que con sólo fijarnos en ella tenemos
resuelta la cuestión, pues si la santidad es
el amor de Dios, y el amor de Dios trae
consigo el amor del prójimo y el amor del
prójimo para ser legítimo ha de tener el ca
rácter de universal, es evidente que-la san
tidad engendra el amor del pueblo, amor
fuerte, amor generoso, amor constante, amor
llevado hasta la inmolación, por que se fonda
en Dios mismo.
Fijémonos sólo en el procedimiento, si de
esta manera podemos explicarnos, necesariopara llegar á la santidad. El tipo de esta
habíase casi perdido ó como perdido para
los hombres, desde que materializados por
el sensualismo, y viviendo la vida de la carne
se habían hecho incai)aces de entender las
cosas del espíritu; y aun más que nada in
hábiles para penetrar el misterio de Dios y
de sus soberanas perfecciones. Jesucristo
vino al mundo para mostrarnos ese tipo de
la santidad en sí propio, no consistiendo por
lo mismo desde entonces la obra de la san
tificación sino en la imitación de Cristo, de
chado perfectísimo de todas las virtudes,
desde la jnás humilde hasta la más grande.
Pero es de notar que uno de los rasgoa
más salientes del carácter moral de Jesu
cristo fuó su amor al pueblo. Jesucristo
amó á los niños; por eso reprendió á los
apóstoles cuando se los separaban, dicióndoles: Sinite párvulos ad me veiiire: dejad
que los pequeuuelos vengan á mí: amó á
los pobres, por lo cual defendió su causa, y
abogó por ellos con tanta eficacia, como que
afirmó que con él mismo se hacia lo que en
favor del pobre se ejecutara: amó á los desgríiciados, á quienes brindó con un asilo y
refugio en su corazón, que nada men’os que
eso significaba aquella frase profundamente
conmovedora: Venite ad me omnes qni laboratis
ct onerati estis et ego rejiciam vos: Venid á mí
todos los que estáis trabajados por el dolor,
y camináis cargados con el peso de la tribu
lación, y yo os fortaleceré: mas á todos es
tos amores juntó el del pueblo, j Porqué le
rodeaban las turbas constantemente yendo
en su seguimiento días enteros ? Porqué veían
las predilecciones que por él tenía el Celes
tial Maestro. ¿Dónde recluta éste sus após
toles f No entre los cortesanos de Herodes;
no entre los fariseos ni entre los doctores;
sino entre los hijos del pueblo. iCon quienes
anda de ordinario el Divino Salvador! Si
bien á nadie se niega, su cortejo fórmanlo
las muchedumbres, esto es, el pueblo. En fin,
su nacimiento, su casa de Nazaret, su vida
pública, todo nos revela el atractivo que el
pueblo tenía por Jesucristo.
Ved porque los santos, siendo copia fiel do
Jesucristo, á quien han procurado imitar
en todo, se han distinguido siempre por su
amor al pueblo. Aunque fuerau reyes, como
*
f
fc
'
el invicto s. Fernando, annque brillaran á chan, si se trata de lucir y de divertirse; en
modo de lumbreras por su ciencia, como santo sus convites emulan las prodigalidades de
Tomás, aunque Ies rodeasen la admiración y Lúeulo; pero jamás por puro amor del pró
loa aplausos del mundo como á San Vicente jimo hacen limosna, ó si la hacen es con
Ferrer, jamás dejaron de interesarse por el mezquinidad; su afecto á la Religión y á la
Iglesia, encarnación viviente de ella, os de
pueblo.
E s, digámoslo en nna frase, es que los ordinario mny tibio: así es que no entran
santos por el Iiecho de ser amigos de Dios en el templo sino el día festivo; el Sacer
dote, siquiera sea el Párroco, no pasa en sus
no podían dejar de ser amigos del pueblo.
palacios del dintel, y solo se honra y agivsaja á los que llevan hábitos morados ó ro
IV.
jos, es decir á los Obispos y Cardenales, por
Entre los santos de los últimos tiempos que se hallan ya á otra altura. Excepciones
hBj uno, menos amado sin duda de lo que hay muy honrosas, nos complacemos en re
serlo debiera á causa de que se le conoce conocerlo , de la regla común; pero desgra
poco ó se le conoce mal. No es su nombre ciadamente en el cuadro que hemos pintiulo
popular como los ele S. Francisco de A sis, ningún censor imparcial advertirá exagera
S. Antonio de Padua y otros, que invocan ción. Esa aristocracia sin embargo tan olvi
á cada momento sabios é ignorantes, grandes dada y todo como está de sus tradiciones
y x)equeÜos. Nos referimos á san Francisco cristianas, tan fría como aparece para lo que
de Sales. Aquellos que baii estudiato el ca á la piedad se refiere, reivindica como suyo
rácter y los liecbos de este hombre admira á san Francisco.
En efecto ia casa de Sales os de las más
ble y han leído sus numerosos escritos, en
los que parece palpitar su hermoso corazón, antiguas de Saboya: altos dignatarios, es
le miran justamente como un varón provi forzados capitanes y hábiles diplomáticos hidencial , y no creen exagerado, sino antes ciéroiila ilustre, figurando entre sus repre
muy puesto en órdeii, apellidarle gloria de sentantes, Gerardo de Sales, gentil hombro
del Rey de Borgoña Rodolfo I I I : Jordán y
los modernos tiempos.
En efecto; pocas almas ha liahido tan be Juan de Sales, aquel señor do gran poder
llas como la de san Francisco de Sales; nunca en el siglo XIV y este escudero do Luis XI.
Respetabilísima y muy antigua era también
36 encontró én su pecho hiel, ni amargura
en sus palabras, blamla.s siempre y suaves, la casa de Boisy á que pertenecía la seflocomo lo corriente del arroyo: en sn frente rita de Sionnaz, esposa más tarde del señor
brillaba Ja luz ; pero más era esta la luz del de Nouvelles, bravo militar que en repetidas
cielo, que la del talento, aunque indudable funciones dió muestras de raro valor, así
mente era grande, sublime la inteligencia de como acreditó singular habilidad en las ne
Francisco: en sus modales se notaba la li gociaciones para el tratado de paz de OhaDur.a y la distinción proj)ia de las personas teau-Caml)resis, concluido cutre los Reyes de
más cultas y mejor educadas, y en liii sn Francia y España.
Estos dos insigues personages, heredero el
conversación agradable, instructiva, .sali)icada de edificantes agudezas, si bien jamás uno de la casa de Sales y de la de Boisy la
cáustica ni satírica hacía su ti’ato por ex otra, fueron los progenitores de san Fran
tremo ameno: en su presencia se respiraba cisco , quien por lo mismo pertenecía á la
no el ambiente emponzofiado de este mundo, aristocracia de Saboya: no siendo su fami
sino el aire que resi)irarse debe entre los lia do esas, que empobrecidas so hundieron
ángeles y los bienaventurados en la Jeriisa- en la oscuridad, y solo conservan, coint» jus
tificantes do su procedencia, antiguos blasolem do las alturas.
Pero ¿ á quien pertenece Francisco de Sa jies, .sino de las (]uo sostienen el lustro do
les? ¿cuya es esta gloria? Todas las clases sil rango y disfrutan de universal conskieración.
de la sociedad se la disputan.
Sin embargo, preciso es decirlo. Francisco
La aristocracia de los blasones no es hoy
lo que filó en mejores días: frívola, llena de hacia poco caso de su nobilísima estiri>e, y
vanidad, piensa solo en cosas de tierra: el como si de ella so iiubíeso olvidado, Jamás
círculo de recreo, la novela y el periódico, nombraba para alardear do grandeza á los
las visitas, el teatro, el paseo, los viages, hombres con quienes estaba enlazado por los
las pai-tidas de diversión, ved aquí las gra vínculo.s de parentesco.
Las ciencias y las letras por su parte ale
ves ocupaciones de las gentes que forman lo
que se llama la alta sociedad: los que en gan derechos á la pertenencia do Francisco,
sus primeros aiíos frecuentaron las aulas ol y pretenden con más títulos que la aristo
vidáronse de lo que aprendieron, y el que cracia de la sangre, reivindicar por sí la
quiere echársela de erudito ostenta una eru gloria del preclaro siervo de Dios.
Dotado estaba Francisco por la naturaleza,
dición trasnochada, que liace reir: el des
prendimiento no es la virtud délos grandes I como hemos iiidica<1o autos, de rara.s prenentre ias eintles su))i‘e.saliaii un i>er8pípersonages: suelen dar mucha cuamlo de ¡
ahí ha de resultarles honor: tiran y d^ro- 1 cacisimo ingenio, un juicio clarísimo, augusto
i;
~ 3C
nmy delicado y una imaginación fresca y
lozana. Por su parte él cultivó estas diclios ^ diaposiciones naturales, dándose con alma,
vida y corazón al estudio de las ciencias y
las letras. Si á esto se añade que frecuentó
las escuelas más célebres de su tiempo, como
ftieron las de París y P adua: que asistió á
las lecciones de los maestros más eminentes,
que á la sazón había, como Jacobo Sirmond,
de quien aprendió la lengua y literatura grie
gas : Juan Francisco Suarez y Jerónimo Dandinij que le ensenaron la filosofía; el bene
dictino tienebrardo, que lo instruyó en el
hebreo y en la Escritura: y Guido Paneirolo, el famoso jurisconsulto, que le explicó
la ciencia del derecho, y en fin si se piensa
que no perdonó diligencia ni esíuerzo para
hacerse docto, se vendrá en conocimiento do
que en todos los ramos del saber Lubo <lo
salir consumado.
Hay en él además una cosa notable. De
ordinario, aun en este siglo nuestro, en que
tanta importancia se da á la forma, los hom
bres de cionma se cuidan muy poco del estilo, y desaliñados, incorrectos y hasta poco
castizos en el lenguage, sus escritos cansan,
cayéndosenos de las manos. Pero los de Fran
cisco no son así: dotado el santo varón de
una imaginación fecundísima, de una muy
amena erudición y de una palabra fácil y
elegante, cautiva en términos de que ordi
nariamente cuéstanos trabajo soltar sus li
bros.
A eso se debe él que se le haya dado un
lugar entre loa clásicos franceses, que la Iglesia le haya conferido poco ha el título de
Doctor, y en fin que se le haya nombrado
especial protector de la prensa.
No, pues, sin alguna razón la ciencia y las
letras proclaman suyo á san Francisco de
Sales.
Pero sale al encuentro de ellos el Sacer
docio cristiano y dice: Mis derechos son pre
ferentes á los vuestros; Francisco es mió.
T efectivamente, nada resalta tanto en
Francisco como el Sacerdocio. El es el centro
en derredor del cual gira su vida entera; los
dones de naturaleza y gracia, que le ador
nan, constituyen, por así decirlo, los arreos
y los ornamentos de su sacerdocio. Su ino
cencia y candor de ni2o, su tierna piedad
de adolescente, sus estudios de jóven no son
más que la preparación que al sacerdocio lo
disponen, como sus trabajos posteriores el cul
tivo de esa incomparable gracia, merced á
ellos en gran modo fructífera. Todo en Fran
cisco es por el Sacerdocio, y para el Sacer
docio. Ora..... para que la oración á manera
de riego fecundice tan excelente semilla. Lee
y estudia..... para darle savia de doctrina.
Escribe..... empujado por el celo sacerdotal.
Predica..... estimulado por su caridad de saoeniote. Trabaja incansable porque sacerdote
se cree operario de la viña del Señor y obli
gado á no estarse jamás ocioso; como sacer
i
dote vive, como sacerdote marcha siempre y
como sacerdote muere. Alguna vez le halla
mos en la corte, alternando con magnates,
príncipes y aun reyes; pero no es el espíritu
de vanidad el que á aquellos centros le lleva,
sino el espíritu del sacerdocio: va á buscar
aun allí no honras, no lauros, sino almas, la
gloria de Dios.
Todo desaparece en Francisco ante el Sa
cerdote: el hombre, el sabio, el literato....
Preguntadle como se llama, y no os dirá su
nombre de familia sino: El Obispo de Gine
bra. Preguntadle por su blasón, y os mostrará
la cruz que lleva en el pecho. Preguntadle
por ios libros en que aprende lo más sublime
y elevado de su ciencia, y con el dedo os
indicai'áel Crucifijo. Preguntadle donde tiene
sus amores y el nido de su descanso, y con
el dedo 08 señalará el Corazón de Jesús....
En fin ¿para que más hablar? Francisco es,
todo él, sacerdote desde los pies á la cabeza,
por dentro y por fuera, en el alma y en el
cuerpo : es solo sacerdote, nada más que sa
cerdote : no lo busquéis para cosa que no
tenga relación directa ó por lo menos indi
recta con el alma, por que no lo hallareis:
aquel carácter tan dulce, tan benévolo, tan
complaciente se levantará enérgico y os re
sistirá con fuerza: es Sacerdote siempre, de
día y de noche, en las horas de trabajo y
en las horas de solaz; en medio del mundo
y en el retiro de su gabinete. Francisco, con
cluyamos, es en toda ocasión y circunstancia
el mismo; el Obispo de Ginebra, ni más, ni
meno's.
No son, como se ve, malas las razones en
que el sacerdocio cristiano apoya sus recla
maciones acerca de la i)erteüencia de Fran
cisco.
Pero aun hay quien con fuerza g rita : Es
mió, y ese que esto dice es, ¿lo sabéis? el
pueblo.
Hemos hablado en otro lugar de la amis
tad, definiendo esa palabra amigo, que tan
dulcemente suena en los oidos de todo aquel
que sabe sentir. Sóanos lícito volver jü mismo
tema, recordando frases de un hombre célebre,
gloria de la humanidad y ornamento de la Igle
sia OatóU<^a.- Cuando Jerónimo, aíjuel esplen
doroso sol de Oriente, (pie por lautos años
ilumino al mundo declinaba hacia su ocaso,
un astro nuevo, brillante, magnífico se alzaba en Occidente. Era A gustín, el águila
de los Padres, el doctor de los doctores, como
bellamente lo ha apellidado Bossuet. Eiirre
los grandes genios existen misteriosas afini
dades, y á no ser que en medio de ellos alce
infranqueable muro la emulación, ponzoña
que suele introducirse en el pecho de los más
eminentes varones, unos á otros se atraen,
se acercan y se comunican. Si las estrellas
del cielo fuesen capaces de conocimiento y
amor, al verse unas á otras brillar aun do
lejos se saludarían, enviándose prendas de
su mútua simpatía. Esto acaeció á Agustín
n: —
no ha vuelto á padecer ataque al
y Jerónimo, en cuyas nobles almas no cabían mentó
guno; y hoy la madre ha venido trayendome
envidias ni mezquinas rivalidades. Los dos una
ofrenda para la iglesia de María Auxi
exclareeidos maestros no se conocían, ni se liadora
para manifestar así sureconocimieuto.
vieron jamás, pues cuando Jerónimo era en
C. F r a n c isc o T o m a s e t t i .
Roma durante el pontificado de S. Dámaso,
oráculo á quien todos consultaban, Agustín
7 d » agosto de 1890.
se hallaba en Africa envuelto todavía en sus
M e m o r íiL le n o v e n a . — Hacía uu aQo
errores y en sus vicios. Pero luego que el
hijo de Mónica, ya convertido, regresó á la qne mi hermana Elena sufría ile una enfer
tierra nathl, volvía los ojos , dice el abate medad dolorosísima del hígado, rebelde á
Lagrange, hacia los monasterios de Paula, de todas las medicinas administradas por los
donde salían tan admirables trabajos acerca más famosos médicos.
En marzo del presente año, habiendo in
de las santas Escrituras; y deseó vivamente
visitar á Jerónimo, ya anciano y oprimido vocado la protección de san Josó el mal dis
de dolores: mas su flaca salud no le permi minuyó seusibleaiente; pero más tarde re
tía emprender peregrinación tan larga j por crudeció de tal modo que la enferma estaba
lo cual envió á Belen, á Alipio, su más tierno á la muerte. Hicimos entonces una novena
y fiel amigo. Con ocasión de este viage, A- á Haría Aux fiadora y al punto fuimos es
gustín escribía ó Jerónimo estas bellas fra cuchados pues mi hermana sanó comphdaS in a M.
ses : No se conoce tan bien á aquellos, cuyo mente.
rostro se ve todos los días, como yo os co
W o y»r (l’ ru íi» Riniana), 15 do agosto de 1890.
nozco por vuestros escritos. Solo me falta
para conoceros todo entero haber visto lo
m e clió In sa lu d » — Atormen
que en realidad es la menor jjarte de vos tada durante tres años por una enfermedad
mismo, vuestra persona. Y aun puedo afir que repetidas veces los médicoá más distin
mar que la conozco, porque Alipio la ha guidos á l(»s cuales había visto, ha<bíau de
visto y Alipio es..... yo mismo: él y yo so clarado incurable si no me sometía á una
mos uno solo , por la amistad á lo menos , seria operación, vínome el pensamiento
pnes por la virtud él me lleva ^ a n ventaja. recurrir á María Santísima Auxiliadora y
¿No es hermoso este lenguaje? ¿No cau ¿como expresar mi consuelo cuando recobró
tiva esa idea tan elevada que A g u s ^ da milagrosamente la salud desapareciendo á la
de la amistad al pintar lo qne Alipio era vez los dolores y todo esto sin operación al
para él y él para Alipio?
guna?
Concluyamos de aquí que cuando dos aRuego á Ud. se sirva publicar esta gra
migos se aman de veras bien puede decirse cia para expresar así uii agradecimieuto lú
de ellos que el uno es del otro. En este sen mismo tiempo que acompaño uua ofrenda
tido el pueblo puede apellidar suyo á Pran- para el templo (ledicado á Mííría.
cisco de Sales, pues en efecto uno de los más
M a r g a r it a M o r in o .
hermosos títulos que 'decoran á este insigne
B r i , 1* de o c tu b re d e 1890.
Santo es el de amigo del pueblo.
GRACIAS DE M ARIA AUXILIADORA
C u r a c ió n m i l a g r o s a . — Hacía tiempo
que el joven B. M. sufría de epilepsia, cuyo
terrible mal solía acometerle en la noche con
peligro de que muriese sofocado. Grande era
el dolor y angustia de la familia, la cual
alarmábase y pasaba en vela cada vez que
esos ataques ocurrían. Por fortuna acordóse
un día la madre del enfermo de las muchas
milagrosas curaciones obtenidas por interce
sión do Alaría Auxiliadora y fué á ver al
R. S. Don Miguel Rúa para recomendar al
hijo en sus oraciones y de todo el Instituto
Prometióle Don Rúa qne cumpliría sus de
seos y entre tanto dióle una medalla de Matia Auxiliadora para que la colgase al cuello
dál doliente. ¡Oh milagro! Desde ese mo-
La señora María de Cavour enferma de
pulmonía fulminante estaba á punto de mo
rir, y como el médico manifestase queya_no
quedaba humana esperanza, el Cura Señor
Arate que había ocurrido para proporcionar
á la enferma los con suelos de la religión,
invitó á las personas que estaban con ella á
que recomendasen la curación á María Au
xiliadora. Todos convinieron en ello y ro
garon con gran devoción. I*oco después de
cía la misa el mismo Sr. Cura y pedía á
María Santísima la salud de la enferma. Pues
bien, ésta como despertándose de un sueño
recobró el habla que había perdido, cesó la
fiebre y desapareció todo peligro.
Días después vino al santuario de María
Auxiliadora en Valdoceo á manifestarle su
reconocimiento.
30 de noviembre de 1890.
A n t o n io D a io l a n o .
Presbo.
fDel registro de las gracias de María Aur
xÚiadoraJ.
—
NECROLOGIA
■Rn el mes de octubre de 1890 con la muerte
del Sr. I). Maximiuno Errázuriz, perdió Ohüe
á uno de los más ínclitos ciudadanos y mo
delo de cristianos. Su muerte ba sido eos
razón un duelo nacional y el Arzobispo mismo
do Ja ai(ptidiócesi8 de Santiago, en atención
á los relevantes méritos del Sr. Erráziiriz y
de sus grandes servicios hechos á la Iglesia
disi)U80 que se celebraran en sufragio de su
alma solemnísimas exequias en Ja iglesia me
tropolitana. De la oración fúnebre pronun
ciada i)or uno de los más distinguidos ora
dores sagrados de aquella república tomamos
lo siguiente: « El señor Don Maximiauo
Errázuriz fué uno do esos ricos generosos
que hizo consistir el patriotismo en la cari
dad, que es precisamente la que le constituye
en virtud cristiana..... Eué presidente de la
Cámara de Diputados y más tarde uno de
los sonadores más respetados por la cordura,
justicia y patriotismo de sus opiniones. En
la diplomacia prestó á la nación valiosos ser
vicios, siempre gratuitos, pues llevó su de
licadeza hasta no aceptar jamás sueldo al
guno en el desempeño de los puestos que el
bien público le exigía j y aun la llevó más
allá. Tratábase de una negociación impor
tante que él encabezaba como Ministro de
Chile. El éxito ])arecía dudoso. ¿Porqué, si
el negocio es bueno, no toma acciones un
capitalista como ÍJd.1 se le dijo. — Porque
no me parece correcto en mi carácter de Mi
nistro j m as, si mi abstención ha de contri
buir á la desconfianza, no tengo inconve
niente en tomarlas, contestó el Sr. Errázuriz.
Jíl resultado fuó leliz. Realizó después sus
acciones con brillantes utilidades, y auuque
liabía aceptado bajo su responsabilidad per
sonal el peligro do las' pérdidas , no creyó
conforme á su delicadeza aprovechar las ga
nancias j y acciones y utilidades, que repre
sentaban muchos miles do pesos, las regaló
gonorosameiite á las areas nacionales.
En sus magníficos establecimientos iiulu.'<triales y hasta heruiosos pueblos, debidos á
su tesón y nobles fatigas, atendiendo al bien
común, se preocupaba con paternal soUciliul
fiel bienestar moral y físico de todos sus em
pleados y obreros desde el más alto basta el
más miserable. A la sombra del templo que
costeaba con gusto y esplendor, se santificaba
y vigorizaba al trabiyo, para que el hombre,
al contiuuo contacto de la materia, no olvi
dase los destinos inmortales del espíritu:
allí estaba siempre el sacerdote para purifi
carle, consolarle, instruirlo y sostenerle.
.
La escuela cristiana era inseparable de sus
establecimientos. Allí estaba el hospital y el
lazareto, servidos por los ángeles de la ca
ridad y por las manos misnias de aquel rico
apostólico, para atender espiritual y corporalmeiite al enfermo. Este verdadero amigo
del pueblo cifraba sus delicias en ver á su
alrededor la x)az, la inocencia y la felicidad
de los suyos; en levantarse con la auriu'a,
santificar el día con la oración, el Sacrificio
Augusto y el Pan Divino, y luego en repar
t a las faenas, dirigirlas y vigilarlas ; en re
cibir generosamente y con patriarcal bon
dad al huésped ó al amigo, eu oír al caer
de la tarde el cauto del traoajador que torna
contento á sn familia y recibe las caricias
del hijo, de la esposa ó de la madre aman
tes y felices..... Los Templos, la Unión C.atólica, los Seminarios, las nuevas fundaciones
religiosas, la prensa y los colegios católicos
le tenían por sn protector magnífico, casi por
sn fiador obligado. (Joadyiivó con 50,000 tie
sos á la fundación de la Universidad cató
lica; daba sin contar páralos Seminarios de
Ancud, San Pedro Daiiiiauo y de Valparaíso.
La muerte lo ha sorprendido cuando se ocu
paba en el gran proyecto de dotar regia
mente á todas las parroquias pobres de la
arquidiócesis. Bu su testamento adopta á la
Iglesia por hija, y no contento con haberle
dado en vida centenares de miles, la lega
cuanto puede disponer de su cuantiosa for
tuna. j Verdaderamente fuó grande entre los
grandes amigos de Dios! »
Con el fallecimiento del Sr. Errázuriz he
mos también perdido los Salesiauos á uno de
nuestros más insignes b ie n lK n -h o re s , como
que siempre miró con vivo afecto ó interés
á las Misiones establecida* en Concepción,
Tabal, Puntarenas y Tierra del Fuego. Y aí
expresarle nuestro profundo agradeiámiento
por sus larguezas, acostumbraba repetirnos:
Tengo particular aprecio á los Salesiauos y
muchísimo deseo que vengan á establecer una
casa en mi fundo de Panquehue. Ño cesaré
de trabajar en mi propósito hasta conseguirlo;
quiero que me ayuden á moralizar, instruir
y santificar á todos los pobres de este lugar;
quiero además ser generosos con ellos para
(|ue Don Hosco lo sea conmigo. Acabábase
do aceptar su invitación y preparábanse ya
los misioneros que habían de ir á realizar
sus deseos cuando Dios le llamó á sí. Él le
tenga ya en su gloria y premie su caridad
con espléndida corona inmortal.
Recomendamos su alma en las oraciones
de nuestras Casas y en las de todos nues
tros Cooperadores.
— 39 —
Comenzáronse los trabajos en la primavera
de 1S51. Recordáronse entonces ciertas pala
HISTORIA DEL ORATORIO DE SAN FRANCISCO DE SALES bras de Don Bosco á que antes no se había
dado importancia. En 1846, cuando se reba
jaba el suelo del cobertizo de Valdocoo para
transformarlo en capilla, entreteníanse un
C a p ít u l o X X X .
día los niños en subir sobre la tierra que
Proyecto de !a iglesia de San Francisco de Sales. — Pro sacada de allí estaba amontonada. Era un
fecía 6 pronóstico. — Bendición de la piedra funda domingo. Don Bosco subió á su vez sobro
mental. — Discurso del P. Barrera. — Circular del
aquel montón y dirigiéndose á los alumnos
limo. Obispo de Biela. — Lotería. — Generosa sub
que se agrupaban á su alrededor hízolea
vención del Rey.
cantar una alabanza á Jesús y María y luego
Libres, con la compra de la casa de Pi- lea dijo; Sabed que un día en c.sí(J mismo lu
nardi, de los alborotos y desenfrenos que en gar se erigirá el altar do «aa iglesia] adonde
ella producían sus antiguos inquilinos y des vendréis vosotros para recibir la santa Comu
truida la fonda y burdel de La Jardinera^ nión y bendecir al Señor. Cinco años después
llegaba la ocasión de edificar una iglesia edificábase esa iglesia y el altar mayor es
más apropiada para los esplendores del culto taba precisamente en el lugar mismo indi
divino y para el creciente número de niuos. cado por Don Bosco.
Trabajóse con grande empeño de modo que
Si bien algo habíase ensaucbado la primitiva
no dejaba aún de ser pobre, estrecba y mez el líl de julio de 1852 se celebró la bendi
quina. Como por otra parte bailábase un ción de la primera piedra. Los seiscientos y
tanto debajo de tierra, siendo menester bajar más niños del Oratorio esparcieron por la
dos gradas para entrar en ella, era en extremo ciudad la noticia de esta fiesta y en la tarde
húmeda en invierno, sofocante en verano y en que se verificó fuó tanta la concurrencia
malsana en todo tiempo. Era, pues, no sólo que jamás habíase visto allí cosa semejante.
útil sino necesario coustmir una nueva sin Al Ilustrísimo Sr. Frauzoni Arzobispo de
T arín, que tanto nos amaba, correspondía
estos y otros inconvenientes.
Poco bacía que Don Jiosco había comprado ciertamente presidir aquella ceremonia; pero
la casa de Pinardi, cuando una tarde dijo á en aquellos aciagos tiempos el intrépido Pre
lado hallábase (desde agosto de 1850) des
Margarita su m adre:
— La capilla es demasiado estrecha, hú terrado en Lyón. Presidióla en su lugar el
meda y falta de ventilación j tiempo es de canónigo Moreno ecónomo general, y colocó
edificar una en honor de San Francisco de la primera piedra el comendador Don José
Cotta, excelente amigo de Don Bosco y biouSales.
hechor nuestro. Extendida la declaración de
_¿Pero cómo? Nada, absolutamente nada
tenemos, le respondió ella; sabe Dios de qué estilo encerróse dentro de la misma piedra
manera se alimentan y viven estos pobres con algunas medallas y moneda-s conmemo
niños. Una casa para el Señor es muy pre rativas. En tal ocasión el célebre P. Barrera
ciosa obra: ¿mas de dónde sacarás dinero? que allí estaba presente, conmovido á la
_ Si Ud. fuese rica me daría lo que le vista del inmenso gentío y de la imponente
ceremonia improvisó un precioso discurso.
pidiera?
« Señores, dijo, la piedra que acaba de sor
— Puede.s imaginarte con cuanto gusto.
— Pues bien, Dios, tanto más bueno y ge bendecida y colocada como fundamento de
neroso que Ud., tiene riquezas con que llenar la iglesia que se comienza tiene dos grandes
el mundo; espero que tratándose ahora de significados. Significa el grano de mostaza
una obra para .su mayor gloria, me dará en y formará místico árbol á cuya sombra ven
el debido tiempo y circunstancias lo que sea drán á refugiarse numerosos nirins. Significa
además que la Obra del Orrtorio basada eu
menester.
•
Llamado en consecuencia al ingeniero Bla- la fe y caridad do Jesucristo será como pie
chier para*que levantara el plano, llegó casi dra indestructible, contra la cual lucharán
al mismo tiempo Don Federico Bocea al cual en vano í'^s enemigos do la Religión y los
preguntó Don Bosco si quería hacerse cargo espíritus de las tinieblas. » El orador desa
rrolló en seguida su pensamiento con tanta
de la construcción.
elocuencia que el auditorio parecía hallarse
— Con mucho gusto, respondióle.
— Pero debo advertirle que podrían llegar estático pendiente de sus labios. Sus palacircunstancias en que el dinero me faltase ])ras fueron de efecto admirable y de tanta
verdad y previsión que se han cumi)lído i>croportunamente para los gastos de la obra.
fect.imeiite.
— En tai caso andaremos despacio.
Los muros levantábanse ya algunos metros
— ¡ Ah n o ! yo desearía que se hicie^ con
gran actividad y que dentro de un ano es sobre la tierra cuando faltaron á Don Bosco
los recursos. A 5'udado de algunas excelentes
tuviese concluida.
señoras había recogido 35,000 liras; mas ha
— Pues entonces se activará el trabajo.
— Bien, manos á la obra; nos ayudará la bíanse ya con.sumido y fiié entonces iiecessario recurrir á la beneficencia pública. El
Providencia.
— 40 -
h. 5
Hmo. Sr. Obispo de Biela Dr. Don Pedro diocesanos en tratándose de una obra tan '
Losanna considerando qne el nuevo edificio santa, tan útil y necesaria, aprovecho la oy la institución del Oratorio eran de mani portunidad para repetirme con la mayor es
fiesta ventaja para los aprendices de albañU timación y afecto,
f
de su diócesis, y los cuales residían gran
De
Vd.
Afino.
parte del año en Tarín, invitó á sus párro
J. P e d r o Obispo
cos á concurrir con sus limosnas y con este
Biela, 13 de setiembre de 1851.
fin publicó la siguiente circular:
G-racias á esta circular consiguiéronse mil
Uuy señor mió:
francos. Mas siendo necesarios más crecidos
Don Bosco ideó una lotería de obje
« El ínclito y piadoso sacerdote Don Juan recursos
tos,
y
al
efecto obtuvo el permiso del In
Bosco, animado de evangélica caridad, ba tendente General,
en decreto de 9 diciembre
emprendido la obra de reunir en Turín los de 1851. Para llevarla á cabo estableció.se
días festivos á todos los niños abandonados una Comisión, compuesta de muy distingui
y vagabundos del populoso barrio compren dos señores y señoras y solicitáronse ofren
dido entre Borgo Dora y Martinetto, de con das de todas partes. El Sumo Pontífice
gregarles en un conveniente local y, propor Pío IX, Su Magestad el Rey Víctor Manuel,
cionándoles honestos entretenimientos, de la Reina María Teresa, la Reina Aielaide,
instruirles y educarles cristianamente. T tal el Duque y la Duquesa de Géuova y en ge
toda la Corte real y toda la nobleza
ha sido su santa industria que la capilla neral
de Tarín concurrió con sus limosnas. El Go
preparada al efecto ha llegado á ser de tal bierno mismo á fin de favorecer esta Obra
modo estrecha que actualmente no puede decretó exensión de franqueo postal á todo
contener más de una tercera parte de los más pliego que se enviase por Don Bosco ó á él
de seiscientos niños que á él acuden. Deseoso se dirigiese. Se reunieron con esta lotería
do hacerles el bien trata ahora de construir 3,251 objetos que fueron depositados y ex
uua iglesia correspondiente á las necesidades puestos en una hermosa y gran sala propor
do aquellos, y con este motivo ha implorado cionada por el Municipio de Tarín tras de la
la caridad pública y con particular confianza iglesia de Santo Domingo. Se emitieron cien ,
bdletes á media peseta cada uno y ex
á esta provincia y diócesis dirigiéndose á mí mil
celentes amigos de Don Bosco eclesiásticos
haciéndome notar que más de la tercera y laicos encargáronse de repartirlos por to
pai'te de los niños que se reúnen en su Ora das partes. Como muchos se perdieran, solo
torio son de Biela, y que varios de ellos re se consiguió el valor corresi)ondiente á se
ciben aún de él hospedaje, son provistos gra tenta y cuatro mi!, del cual quiso D. Bosco
tuitamente de alimento y vestido, y ocupa participar al Pequeño Hospital do la Provi
dos en el aprendizaje de honrado oficio. La dencia, fundado por el venerable Cottolengo.
La Divina Providencia se mostró compla
caridad y la justicia exigen por lo tanto que
se escuche benévolamente su petición y así cida de esta caridad fraterna y concedió á
Don Bosco una recompensa, á saber: Como
ruego á tJd. tenga á bien recomendar esta na
mes antes de la colocación de la primera
santa, obra á sus feligreses, hacer una co piedra de la iglesia de San Francisco Don
lecta en un señalado día festivo y enviar el Bosco había hecho una solicitud al Rey Víc
producto á esta Curia, indicando el valor de tor Manuel, en la cual le recordaba agrade
ella -y la pijaroquia de la cual proviene.
cido la benevolencia dispensada por su Ma
» En tanto que los hijos de las tinieblas in gestad á los pobres niños del Oratorio, le
tentan abrir tin templo para enseñar el error daba noticia de la construcción de la nueva
y la perdición (1) no podrán ios hyos de la luz iglesia, rogábale ée dignase honrar la cere
no mirar con interés la construcción de uua monia con colocar la primera piqdra, y que
caso de no serle posible le rogaba tuviese .
iglesia donde se enseñe la verdad y .se tra- en
á bien seguir disponsaudo al Oratorio su probjye por la salvación de los compatriotas y lección soberana. Pues bien el 5 de julio de /
hermanos.
1851 Don Bosco tenía la satisfacción de re- .
» En la viva esperanza de que con las cibir de la Secretaría de Estado una carta
limosnas que se recojan en esta diócesis nos en la cual se aplaudían calurosamente sus ‘y.
quepa la satisfacción de ofrecer una conso trabajos, se le felicitaba por su patriótica y ¿
ladora ayuda al mencionado hombre de Dios religiosa empresa y por fin poco después un
al mismo tiempo que un público testimonio pliego con á acuerdo eu que se le concedían
de la piedad ilustrada y agradecida de mis diez mil liras para su Obra.
(’Continuará)
(1) A lude «1 tem plo que oonatrulaa los proteetsntee eu el
Fifforto E m a n u tU , ceros del ouel boy di» se T sa u e str»
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la Aot Eclesiástica • Gerente JOSÉ GAMBLVO
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