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Sale una vez al mes.

ANO V L'N . 2.

FEBBEBO de 1891

BOLETIN SALESIANO
D ebem os a y u d a r á n u e s tro s h e r ­
m a n o s á fin d e c o o p e ra r á la
d ifu sió n de l a v erd a d .
(III &. JUAX, 8).
A tie n d e ár la b u e n a le c tu r a , á la
e x h o rta c ió n y á la en se ñ a n z a .
( I T i m o t h . I V , 13).

D n tre las cosas d iv in a s la méis d i
v in a es la d e c o o p e ra r con D ios
¿ la sa lv a c ió n d e la s alm as.
(S. D i o n i s i o ).

U n am o r tie r n o h a c ia e l prójim o
es u n o d e lo s m á s g ra n d e s y
e x c e le n te s dones, q ue la d iv in a
b o n d a d p u e d e h a c e r á lo s h o m ­
b res.
(El Doot. S. F kanc . do Sales).

C u a lq u ie ra que r e c ib a á u n n iñ o en
m i n o m b re, re c ib e á m i m ism o.
(M a t u . x v m ) .

Os rec o m ien d o la n iñ e z y la j u ­
v e n tu d ; c u ltiv a d con g ra n d e
em p eñ o la ed u c ac ió n c r is tia n a ;
p ro p o rc io n a d le s lib ro s q u e en ­
se ñ e n a h u ir e l v icio y á p r a ­
c tic a r la v irtu d .
(Pío IX).
H e d o b la d to d a s v u e s tra s fu erza s
p a r a r e tr a e r á la n iñ e z y ju v e n ­
tu d d e la s in s id ia s do la c o rru ­
p ció n y de la in c re d u lid a d y
p r e p a ra r do e s ta m a n e ra im a
n u e v a g en e ració n .
(L eón XIII).

—tf^ ( D IR E C C IO N en el O rato rio S a le sia n o — C a lle C o tto len g o N. 32, T U R IN (Ita lia ) ) ^ i —

S u m a r io .

Laboremos.
Dos buenas noticias.
Noticias de nuestros Missioneros.
N oticias compendiadas.
Loa verdaderos amigos del pueblo.
H istoria del Oratorio do San Francisco do Sales.

LA BO R EM U S.
E l trabajo es el gran precepto dado
por Dios al hombre á las puertas de]
'E d é n : I n sudore vultus tui vesceris pane.
K ingón país ha dejado de conocerlo en
el transcurso de diezinueve siglos. En los
campos y ciudades, en montes y valles
todos los hombres obedecen á la ley del
trabajo. I n sudore vultus tui vesceris pane^
es él grito de las máquinas de los talle­
res , de los trenes y barcos de v a p o r,
es el de la actividad hum ana en cual­
quier modo que se desarrolle; esto se lee
en los monumentos de todos los tiempos,
en los pergaminos y libros de las biblio­
tecas, en las telas y mármoles de los mu­
seos; esto se repite en el pulpito y en la
escuela. Pero hoy es más necesario que

nunca el cumi)limiento de esta le y : así
lo exigen los intereses m ateriales, espi­
rituales y eternos.
N uestro Señor quiso alentarnos al tra­
bajo con su propio ejem plo: pasaba las
noches en oración y el día enseñando su
santa doctrina ,á las g en tes, sanando á
los enfermos, convirtiendo á los pecado­
res, haciendo á todos el b ie n , sin darse
descanso hasta morir en la cruz, aunque
u n a sola })alabra le habría bastado iiara
que se cumpliera su divina voluntad.
Los Ai)óstolcs, con el don de milagros
y siendo templos vivos del Espíritu Santo,
recorren provincias y naciones y trabajan
infatigables para difundir el reino de
Cristo.
Y regularm ente los frutos correspon­
den al trabajo. Dios lo dice; Obtendrás
el resplandor de mi luz, la lluvia de mí
gracia y portentosa mies con el trabajo.
L a conversión de los pueblos corresponde,
en verdad, á copiosísimos sudores. Si re­
cordamos las grandes glorias de las ór­
denes religiosas, do las inmensas familias
de santos, de aquellos conventos que fiieron baluartes de la fe y santuarios de las
letras y ciencias, prodigios de cu ltu ra,
civilización y santidad, vemos allí las fa­
tigas de sus fundadores ó hijos. Santo

— 18 —
Tomás de Aquino, que m uere á la edad jarlos etc. A l que no pudiera hacerlo por
de cuarenta y nueve años, nos deja die- sí mismo se le exhorta á anim ar para
zisiete volúmenes in folio que adm iran á ello á algún pariente ó amigo en estado
los sabios. S. Francisco J av ie r predicando de xJoder in estar sem ejante servicio;
5° Concurrir con oraciones y limos­
y bautizando recorre más vastos territo­
rios que A lejandro y César. TJn religioso nas .
que subió al pontificado, Sisto Y , acos­
tum braba d e cir: « Es m enester morir en
Trabajo de cada ano según sns fuerzas.
pié. »
A ctividad, celo, laboriosidad es lo que
No basta no hacer el m al sino que es
el precepto de Dios, la historia y el ejem­
aún
m enester hacer el biem Detúvose
plo de los Santos nos enseñan.
Hemos celebrado en estos días el ani­ Jesús u n día ante u n a higuCTa y como
versario de nuestro amado Fundador y la viera sin fruto la maldijo. E n otra
Padre Don 33osco, y al m irar el féretro ocasión refirió la parábola de los talentos
que suntuosamente adornado estaba bajo por medio de la cual condena severa­
la cúpula m ajestuosa de la iglesia de m ente al servidor perezoso que ningún
M aría Auxiliadora, y al recordar el ejem­ interés obtAivo del talento recibido. El
plo, las enseñanzas, las exhortaciones de cristiano debe, pues, cooperar al bien con
nuestro venerado X*adre parecíanos oír la todos los medios que posee. Dios más
que tan á menudo y encarecidamente nos exige de quien más ha recib id o ; pero de
h a c ía : « Trabajad, trabajad, hijos míos. » todos exige lo que corresponde á sus
Trabajo^ trabajo, como eco de su vida fue­ fuerzas; y así debemos empeñarnos en
ron las palabras que nos dijo poco antes que nuestro trabajo y caridad guarde»
de morir. Sírvanos esto de aliento para proporción con los dones de Dios á fin
continuar en el trabajo por excelencia de de obtener el premio que reserva á sus
buenos servidores: Serve bone et fideliSf
ganar almas para Dios.
intra
in gaudium Pomini tai.
Los enemigos de la iglesia y de Cristo
Señor N uestro no duermen empeñados
en guerra satánica, no debemos tampoco TTTYTTTTJTTyyyYyTTTTTTTTT yyy
nosotros dejar de combatir y trabajar por
la defensa de la verdad.

Acción de los Cooperadores.

DOS BUENAS NOTICIAS.

Tenemos el gusto de dar á nuestros
Particularizarem os .ahora las obras que buenos Cooperadores y Cooperadoras las
especialmente se recomiendan á los miem­ siguientes:
Habiéndose reunido el 8 de mayo de
bros de la P ía Unión de Cooperadores
1890 los Obispos de Turín y de Vercelli
Salesianos:
1® Promover novenas, trid u o s, ejer­ bajo la presidencia de Su Em inencia el
cicios espirituales ó instrucciones de Ca­ Cardenal Arzobispo A lim onda, Su Emi­
tecism o, particularm ente en los lugares nencia manifestó á los demás prelados
su intención de comenzar próximamente
más pobres y desamparados;
2® Siendo grande la escasez de sa­ el proceso sobre la vida, virtudes y mi­
cerdotes y inuclms las vocaciones que se lagros del Siervo de Dios Don Ju a n
pierden por falta de cultivo, es do suma Bosco, nuestro venerado Fundador, á fin
importancia pre.star ayuda á la educación de preparar así la introducción de su
de los jóvenes en (piienes se manifiestan cauvsa de beatificación. L a asemblea aclaros indicios de ser llamados por Dios I)robó la idea unánimemente, el 4 de ju ­
al estado eclesiástico. Don Bosco insti­ nio comenzóse, en consecuencia, el pro­
tuyó con este fm la Obra do M aría A u­ ceso en la forma canónica y muchas se­
siones se han celebrado ya al objeto por
xiliadora ;
3® Fom entar la difusión do las bue­ el Tribunal eclesiástico constituido por
nas lecturas y esforzarse en que se evite Su Eminencia.
la de malos libros y periódicos impíos;
4® Socorrer á los niños de uno y otro
P o r otra p arte el Sr. Presbo. Don Mi­
sexo que están en p eligro, i>rocurando
recogerlos, instruirlos en la fe, aconse­ guel B ú a , Superior General de la Pía

ip ü i

— 19 —
Sociedad Salesiana lia confiado al secre­
tario j confidente de D on Bosco el en­
cargo de componer una Tida completa de
nuestro amado P adre y de coleccionar
al efecto todos los documentos útiles para
la ejecución de ta n delicado y precioso tra­
bajo.
Séanos, por tanto, perm itido suplicar á
las personas que tuvieron relación directa
ó indirecta con D on Bosco que tengan
á bien
1° B ogar y pedir á otros que oren á
M aría A uxiliadora p ara que la causa de
su fiel siervo tenga el éxito que más
convenga á la gloria de Dios;
2®E nviar cuanto antes relación exacta
ile lo que se juzgue de interés para la
causa expresada. N adie ignora que un
nombre p ropio, una fe c h a , un insignifi­
cante detalle suelen ser de suma im por­
tancia y dar gran -luz sobre un hecho ó
avalorar su autoridad.
3° E nviar original (que será devuelto)
■ó copia de las cartas, billetes ú otros m a­
nuscritos dictados ó escritos en todo 6
e n p arte ó que siquiera hayan sido fir­
mados por D on Bosco.
4® D ar noticia de los escritos impre­
sos ó manuscritos que aun de un modo
privado han hablado del Siervo de Dios
y de sus o b ra s; y tam bién de los opús­
culos, artículos de diarios ó revistas que
se hayan publicado en cualquiera lengua
que sea.
Las comunicaciones serán recibidas con
profundo reconocimiento por el sacerdote
Don J u a n Lemoyne, Oratorio Salesiano,
V ia Cottolengo 32, en Turín.

HOTICIAS DE BDESTROS ffiSlONEEOS.
BRASIL
Visita del limo. Sr. Caglíero
al Liceo del Sagrado Corazón de Jesús en San Pablo.
San Pablo, 20 de setiembre do 1890.

A iliníSO IO T YEXERAJDO P a DEE :

E n la tarde del 3 de agosto tuvimos la
suerte de que el limo. Sr. Cagliero llegara
á hacernos una visita desde cinco años muy
esperada y deseada por nosotros. Varios de
nnestros superiores, muchos Cooperadores
Salesianos, algunos representantes del limo.
Sr. Obispo de la Diócesis, otros del Semi­

nario y de diversas comunidades, los miem­
bros de la Conferencia de San Vicente de
Paul, los RR. PP.. Jesuítas con una porción
distinguida de sus alumnos, nuestra banda
de música y una inmensa muchedumbre de
pueblo fueron á la estación á recibirle.
Luego que llegó en el tren fuó saludado
con la música y rodeado de sin número de
personas deseosas de besarlo el anillo y darle
entusiaste bienvenida.
Su Ilustrísima, visiblemente conmovido,
fué acompañado por la comitiva á la plaza
de los Goganazes, poco distante de nuestra
casa. Allí esperábanle los niños internos y
externos del Liceo, formados en larga Illa y
un gran gentío qne cnti'o vivas y al son de
la música le acompañaron hasta el colegio.
Parecía la celebración del triniifo de uu ge­
neral romano en el Capitolio.
El recibimiento que se le hizo en el Liceo
fué solemnísimo: iluminado estaba el gran­
dioso pórtico por centenares de luces y ador­
nado con festones y graciosas cenefas.
El limo. Sr. Cagliero y nuestro inspector
Don Lasagna, que llegó con é l, tomaron
asiento en los puestos de honor que les es­
taban preparados para asistir acompañados
de excogida concurrencia á un acto literario
musical con que se celebraba su visita.
Los niños leyeron en once idiomas hermo­
sas composiciones en prosa y verso; tres
Cooperadores pronunciaron breves, pero elo­
cuentes discursos, la banda tocó los mejores
trozos de nuestro repertorio y más de cien
cantores, niños de nuestro colegio, entonaron
admirablemente, con acompañamiento de la
música instrumental, el grandioso himno que
el mismo limo. Sr. Cagliero había en otro
tiempo compuesto en obsequio del venerando
Don Bosco, y luego el magnífico coro de la
Esperanza^ de Rossini, y una graciosa sere­
nata del maestro De Vecchi.
Despertábansele con ello á Su Ilustrísima
los más dulces recuerdos del Oratorio de
Turín y traíansele á la memoria los años de
la niñez con sus encantos. Terminada la
Academia Su lima, dió los más expresivos
agradecimientos á los Sulesíanos, á los Coo­
peradores, á los niños, á todos los que tan
bondadosa y cordialmente le acogían y con
singular elocuencia hizo memoria de los
tiempos en que treinta años antes tomaba
parte activa en actos como éste celebrados en
el Oratorio en honor de Don Bosco; habló
del grande amor de Don Bosco á los niños,
de ese amor sobrenatural que Ies dejó en
herencia á sus hijos Salesianos, y del afecto
especial con que ios niños correspondían á
Don Bosco. Sus palabras movieron profun­
damente los corazones de todo el auditorio,
que las recordará con vivo placer como que
parecían las de Don Bosco que por boca de
su ilustre discípulo, hablaba en esta oca­
sión.



20

de Snd América. El Sr. Don
Fiesta de san Ldís. — Siete Obispos hoDran nuestra monumento
José Vicente Acevedo había formado el pro­
casa con su presencia. — Fiesta de Primera Oo- yecto de edificar un colegio para las ninas
m unik.
pobres en las faldas de la mencionada co­
La dominica siguiente,, 10 de agosto, cele­
bramos con la mayor solemnidad posible la
fiesta del protector de la juventud, el An­
gélico san Luis Gonzaga. Jam ás, fuera del
Oratorio, he visto otra más conmovedora. La
naturaleza nos favoreció con tm día sin igual:
las numerosas Comuniones, la gran concu­
rrencia de fieles y bienhechores y la visita
apreciabilísima de siete Obispos contribuye­
ron á la grandiosidad de la fiesta y á ha­
cerla memorable en los fastos de esta Casa.
Celebró la misa conventual el limo. Señor
Obispo de Ceará, más de quinientas perso­
nas recibieron de su mano la sagrada Co­
munión y ciento quince de nuestros niños
acercáronse j)or primera vez á recibir el pan
de los Angeles. Siguió luego la misa del
Qmo. Sr. Pedro Lacerda obispo de Río J a ­
neiro é insigne bienhechor de nuestras Ca­
sas del B rasil; pontificó el limo. Sr. Cagliero, hizo el panegírico del Santo el limo.
Sr. Obispo Silverio, coadjutor del de Mariana,
dió la bendición con el Santísimo nuestro
muy venerado Obispo diocesano el limo.
Sr. Obispo Lino, quien nos ama como un
padre á sus hijos, y nos honraron con su
presencia el limo. Sr. Obispo coadjutor de
Bahía y el Revino. Sr. Antonio de Macedo
Costa, Arzobispo y Primado de la Iglesia
en el Brasil.
Cantóse por un coro de más de cien voces
con acompañamiento de orquesta la famosa
misa do san Miguel con el Sanetu^ y Agmis
!Í tres voces del limo. Sr. Cagliero, y en la
tarde la Esperanza de Rossini y el Tantum
t'rgo pastoral, composiciones admirables. El
nino. Sr. Cagliero pronunció ante numeroso
auditorio una conferencia digna del mayor
«logio. I Sea bendecido el Sagrado Corazón
de Jesús por tanto consuelo !

lina, con el propósito de confiarlo en seguida
á las Hermanas de María Auxiliadora, Para
empezar la obra esperaba tan sólo el con­
sentimiento del limo. Sr. Cagliero ; obtenido
ahora, se ha dado comienzo al trabajo y se
espera que en febrero una parte de la fá­
brica podrá ya servir para establecer la es­
cuela. ¡ Oh, sí, vengan muy luego nuestras
Hermanas á servir de ángeles tutelares donde
tanta es la necesidad! Vengan á proteger á
tantas almas esclavas de la ociosidad, de la
ignorancia y el pecado y á inspirarles nobles
y santos sentimientos que las santifiquen y
salven.
Excusado me parece hablarle de la exce­
lente recepción preparada en Ipiranga por
nuestro amigo. Los niños gozaron como
nunca y comieron con uii apetito y alegría
extraordinarios. El limo, Sr. Cagliero, Don
Lasagna y yo visitamos el gran colegio de
San Luis en Itú, dirigido por los Reverendos
Padres de la Compañía de Jesús.
La recepción hecha allí á Su Hustrísima
fué cordialísima, con música y grandes ma­
nifestaciones de afecto. Uno de los alumnos
expresó en nombre de todos sus compañeros
los sentimientos de cariño y simpatía con
que recibían la visita del Hmo. Sr. Cagliero;
y Su lima, contestó en portngnez para agra­
decerles, y luego después de misa hablóles
en buen español, lo que celebraron inmen­
samente.

Pequeño teatro. — Once Obispos lo enalteoen
con sn asistencia.

El 13 de agosto de 1890 será inolvidable
en la historia del Liceo de S. Pablo y quizá
en la de la Pía Sociedad. En dicho día para
celebrar la venida del Ulmo. Sr. Cagliero se
representó el bellísimo drama del R. Padre
Don Lemoyne, titulado Juan el obrero, con
Paseo á Ipiranga y á Itú.
acompañamiento de orquesta, compuesto por
El 12 de agosto, invitados por nuesti’o in­ el maestro De-Vecchi, y la farsa Los earacsigne Cooperador Dr. ]>oii José Vicente teres opuestos. Trasformáronse al efecto en
Acevedo los niños de nuestro Colegio acom­ teatro los talleres de carpintería, sastrería y
pañaron al limo. Sr. Cagliero y á Don La- zapatería, de 42 metros de largo por 10 li2
sagua en tranvía á Ipiranga, pintoresca co­ de ancho y con capacidad para 1400 perso­
lina que corona la ciudad, y muy célebre en nas. Entre los numerosos invitados veíanse
la historia del Brasil, j»or haber Don Pedro I varios miembros de la Academia Nacional,
proclamado en la cima de aquella la inde­ doctores en letras, profesores de seminarios,
pendencia nacional el 7 de setiembre de 1822. párrocos, canónigos y señores de las más
La banda musical alegraba con sus acordes ilustres familias. En primera fila, formando
y atraía la atención del público que compla­ semicírculo, estaban el Revei'endísimo Señor
cido observaba á aquella animada y entu­ Arzobispo Dr. Don Antonio Macedo Costa
con nuestro Obispo salesiano y casi todos
siasta juventud.
En Ipiranga se está elevando un monu­ los Obispos del B rasil: los de San P ablo,
mento i>atrio colosal, bajo la dirección del Río Janeiro, Olinda, Ceará, Maranhao, Pará,
hábil arquitecto tiirinés, el caballero Bezzi, Goyaz, Río Grande del Snd y el coadjutor
y que según se cree llegara á ser el primer del de Olinda, esto es, nn arzobispo y diez



21



obispos en el teatro de los pobres hijos del
pueblo, haciéndose pequeños con los peque­
ños y dando una prueba singular de estima
á los Salesianos.
Es menester reconocerlo, el Sagrado Cora­
zón , á quien está dedicado este Liceo, nos
protege de un modo particular; así Él dis­
ponía que los Obispos del Brasil reunidos
para tratar de los asuntos de alta importancia
para los intereses de la Iglesia en el Brasil,
se hallasen aquí precisamente en ocasión de
nuestra fiesta.
El 15 de agosto, solemnidad de la Asun­
ción de María, celebróse con toda pompa y
ofrecióse otra representación dramática en
honor del limo. Sr. Cagliero y, á pesar del
mal tiempo, favoreciéronnos cuatro Obispos
con su visita y la concurrencia fué numero­
sísima. Cantóse el himno á cuatro voces
Stramhotfo y Speranza, luego el Marinero y
el Zapatero (composición del limo. Sr. Cagliep) y se representó admirablemente el
bellísimo drama Las pistrinas^ de mi antiguo
y muy querido director Don Juan Bautista
Lemoyne.

no terminm^ ésta sin decirle que durante
este año se han hecho mejoras de gran im­
portancia : para la tipografía, que tenía dos
máquinas ^ se ha traído otra más de la cé­
lebre fábrica de Augsburgo en Alemania, y
que quizá sea la mayor que haya llegado á
San Pablo, y trájose de Magdeburgo un mo­
tor de gaz de fuerza de tres caballos, y que
es uno de los más perfectos que en su gé­
nero se conozcan. Se han impreso última­
mente veinte mil ejemplares do la Carta Pas­
toral colectiva de los Obispos del Brasil. Los
demás talleres han aumentado también su
pei'sonal y maquinaria j y á la verdad es do
gran consuelo pensar que donde hace cinco
años no había más que un inculto campo
ahora se levanta un gracioso santuario y
alegrau, con la actividad de numerosos ofi­
ciales y el rumor de las máquinas, magní­
ficos talleres, que presentan comodidad para
200 niños internos y corea de 300 externos,
grandes salas, dormitorios, refectorios, patios
etc. Al considerar el gran progreso obtenido
en la piedad y el estudio, y en la música y
demás artes j cómo no exclamar Ligitus Lei
€st hicf
¡Ah sin duda que el mismo Don Bosco se
Adiós dtl limo. Sr. Cagliero.
complacerá en ver desde el ciclo cuánto flo­
Teniendo con nosotros al Hmo. Sr. Ca­ rece su Obra!
Dígnese, Revmo. Sr. Don Rúa, bendecir esta
gliero y á nuestro Inspector Sr. Lasagna los
días volaron rápidamente hasta llegar él de casa á fin de que correspondiendo á las gra­
cias del Señor j)odamos trabajar conforme á
la separación.
El 16 de agosto, con gran sentimiento la mayor gloria de Dios y bien de las almas.
Con los sentimientos de mayor afecto, es­
nuestro, dieron á la casa d^e San Pablo un
tierno adiós y el 19 se hallaban en Nicthe- timación y respeto soy su muy
roy donde recibí una última bendición de Su
Bumilde hijo
Hustrísima.
P
.
G. G io r d a n i .
Su Hustrísima se retiró lleno <le profunda
satisfacción y consuelo j nuestros Cooperado­
res animáronse más y más en su celo, au­
mentóse el número de eUos y nosotros nos
sentimos mayormente obligados á trabajar
NOTICIAS COMPENDIADAS.
por la gloria de Dios.

Honrosa invitación. — Progreso de los talleres.
Después de la partida del Dmo. Sr. Ca­
gliero hemos recibido una apreciabilísima in­
vitación.
El 31 de agosto como fueran consagrados
los dos nuevos obispos de Cámaco y Eucarpia y el Eevmo. Sr. Macedo Costa recibiera
el palio de Arzobispo nuestra banda tuvo el
alto honor de ser invitada por los Prelados
mismos, para que fuera á tocar en la cate­
dral antes y después de la solemne ceremo­
nia. Además el Sr. Obispo coadjutor del de
Mariana nos distinguió con venir á celebrar
su primera misa de pontifical en nuestro hun^de santuario, y luego otros Obispos nos
visitaron de nuevo y alentaron á los niños
con elocuentes y preciosísimas exhortaciones.
Como Su Reverencia deseará sin duda te­
ner noticia del progreso de nu^tros talleres,

T i e r r a d c l F u e ffo . — Si la fjilta de
espacio no nos lo impidiese querríamos re­
producir aquí una interesantísima carta, re­
ferente á las misiones de Tierra del Fuego,
enviuda á la Propagación de la Fé en Lyón
por el Prefecto Apostólico Don José Faguano.
< Esta carta, dicen los Anales de la Pro­
pagación de la Fe, n° 373, nos transporta á
los últimos confines del mundo habitado en
el hemisferio austral, en el cual el celo de
los hijos de Don Bosco obra maravillas. Nues­
tros lectores conocen los grandes frutos con­
seguidos mediante su apostolado en la Patagonia septentrional, ahora tendrán ocasión
de conocer los consoladores ausjjicios con que
se comienza á formar más al sur una nueva
cristiandad. »
*
Nos conformaremos por nuestra parte con
presentar á nuestros Cooperadores un gra­
bado en qne_se manifiestan los rudimentos

— 23 —

— 24 —
de .la población que se va congregando en
la- isla de Dawson, cedida por 20 anos á los
Salesianos por el Gobierno de Cbile, á fin
de que los pobres indios de aquella tierra
glacial y que aun viven en estado de mayor
salvajéz sean favorecidos con los beneficios
de la civilización ó instruidos con los cono­
cimientos de la verdadera religión.
I>ct(ttupas Católicas en el Spasil.

— Hemos recibido una circular de líictlieroy en la cual se nos anuncia que las Jjecturas Católicas^ impresas allí en portuguez
por los Salesianos, comenzaban á publicarse
el l'’ de enero del presente año con más lujo
y elegancia, y que para regalo de los abo­
nados so imprimía un bellísimo almanaque
ilustrado.
Nos alegramos muy de veras del éxito de
esa propaganda digna de todo encomio. El
Señor consuele á los lectores ó impresores
de Las Lecturas GatóUca’S con grandes frutos
de gracia y con copiosas bendiciones:

Los verdaderos amigos del pneMo
ESCRITO PARA LOS SALESIANOS

por el lllustrísimo Sr. Obispo

de Málaga.

III.
Existe en la tierra una raza de hombres
que no se parece á otra alguna, distinguién­
dose de todas las conocidas por rasgos ca­
racterísticos , que dan á sus individuos una
fisonomía comxiletamente original y en ver­
dad maravillosa.
Son los hombres de esta raza los más be­
llos entre los mortales, tanto que su hermo­
sura aventaja con mucho á la de los hijos
del Cáucasoj su talla elevada y la perfecta
armonía de sus proporciones hácenlos supeliores á los habitantes del Septentrión, que
si nos admiran frecueutemeníe por lo gigan­
tesco de su estatura, casi siempre nos cau­
san desagradable impresión por sus desprojiorcioiiadas formas ; nadie le gana á fuertes,
mostrándose más duros en la fatiga que aquellos hijos de Espaíla, ganados para su
causa por el bravo Aníbal, á quienes no de­
salentaron ni los fríos glaciales de los Alpes,
ni la aspereza de montañas casi inaccesibles,
ui la falta de provisiones de boca: los más
esclarecidos genios, los varones que fueron
lumbrera de la ciencia, suiiieron menos que
ellos á pesar de que muchos no frecuenta­
ron las aulas, ni aun siquiera saludaron las
letras humanas: prendas nobilísimas de co­
razón los distinguieron, en tal manera que
ui T ito, á quien sus coutemi>oráneos apelli­
daron« delicia del género humano», ni Marco
Aurelio, del que tantas hazañas virtuosas
cuentan sus biógrafos, son á su lado otra

cosa que míseros pigmeos j en fin lo^ indi­
viduos de la raza, á que nos referimos, per­
sonifican, digámoslo a s í, ó son como encar­
nación de la ilustración verdadera, de la
acrisolada honradez y honestidad, de la es­
pléndida beneficencia, de la indulgente tole­
rancia, de la generosidad sin límites, y para
terminar con una palabra, de cuanto hay
bueno y grande.
No pueblan como las otras razas, regiones
determinadas del globo, sino se que hallan es­
parcidos por todas partes, en el mundo en­
tero. Encontrárnoslos en efecto en lae extre­
midades de Oriente, en ese suelo justamente
apellidado cuna y semillero de la humanidad
y en las tierras de Occidente; en los países
continentales y en las islas j en los llanos de
vegetación lozana, surcados por anchurosos
río s, y en la áspera montana, cubierta de
perpetua nieve y azotada por ventisqueros
y tormentas.
Ningún clima Ies es contrario, por ingrato
que sea; los ardientes calores de los trópi­
cos no enervan ni debilitan sus fuerzas, y
los hielos del polo no amenguan su vivaci­
dad: la vida de la montana no los hace in­
civiles é incultos; ni los afeminan los aires
del ameno y florido valle; el hábito de con­
templar el mar en las costas tormentosas no
los torna insensibles, ni misántropos el ais­
lamiento de las aldeas.
Su aspecto varia mucho; cada individuo
de la raza tiene su peculiar fisonomía, su
matiz predominante, si es lícito decirlo así,
en tal manera que no puede confundírsele
con ningún otro; y con todo eso al verlos
y compararlos, aun fijándose en los tipos
que entre sí más distan, porque los separan
enormes diferencias, se reconoce muy luego
sin género alguno de duda que pertenecen
todos á una familia.
Qué raza es esa, se preguntará? ¿Qué
casta de hombres es la que con tan bellos
colores se nos acaba de pintar? Son los
santos.
A nadie se parecen estos. La antigüedad
nos ha transmitido algunos, aunque pocos
nombres, rodeados de brillante auréola. Zoroastro, Gonfucio, Sócrates, ved aquí tres
grandes figuras idealizadas por la poesía, y
que á juicio de muchos, son los tipos mitó
acabatlos de belleza moral que es dado con­
cebir; sin embargo entre esos exciarecidoa
varones, á los que prestan secreto encanto
las sombras en que aparecen envueltos, y
los justos del cristianismo, media distancia
incalculable, la distancia que existe entre el
ángel y el hombre, que son seres de especie
distinta.
Los santos son valientes; riéndose sufren
la muerte, como se vió en los mártires: son
magnánimos; á las injurias responden con
beneficios; así lo hicieron los varones apos­
tólicos en todos los tiempos; son espléndi­
dos ; más vale dar que recibir fué siempre

SU divisa: su desinterés no tiene límites j su
generosidad tampoco : viven en humana
carne, como si fuesen espirites angélicos:
andan por el mundo, envueltos en el confuso
torbelUno de sus acontecimientos, y ni aun
se empolvan.
¿ Queréis nombres en justificación de estos
asertos? Leed las antiguas y las modernas
historias de Inés y de Sebastián : de Anselmo
y de Tomás de Cantorbery j de Juan de Dios
y de Vicente de P a u l: de Antonio el ceno­
bita y de Macario : de Luis Gonzaga y de
Juan Berkmans: y quedareis encantados.
jIS’ada tan bello, y á veces tan sublime en­
contraréis , no ya en la historia, expresión
de la realidad, sino aun éh las fantásticas
creaciones de la poesía profana.
Los santos viven en todas partes. La Igle­
sia , que se halla extendida por el mundo
entero, ha realizado idénticas maravillas
donde quiera que ha puesto su planta, y
dotada de prodigiosa virtud para formar
santos, no ha habido suelo tan ingrato, que
en él no los haya hecho nacer. ¡ Cuántos
produjo esa tierra de Oriente, hoy exterilizada por el cisma! Allí bridaron los Atanasios y los Basüios : allí Pablo y Antonio,
gigantes de la sociedad: allí Metodio y Ci­
rilo... ¡ Cuántos alumbraron como hermosos
astros con sus esplendores el Occidente;
Agustín, Gregorio, Ambrosio, Ignacio, José
de Calasanz, Teresa de Jesú s; magnífico
catálogo podría formarse de ellos. Húbolos
en el trono: húbolos en los ejércitos: húbolos
en las asambleas de los sabios : húbolos en
donde quiera. Ni aun las naciones más de­
gradadas han dejado de tener sus santos:
¿No acaba de enviar al cielo la Jndo-China
30,000 mártires?
La unidad en la variedad y la variedad
en la unidad es la marca que llevan las
obras de Dios. En todos los órdenes de se­
res se observa el mismo hecho. Una, dice
S. Pablo, es la claridad del sol y otra la de la
luna : cada estrella se diferencia de las otras
en su resplandor; y sin embargo el so l, la
luna y las estrellas se identifican bajo cierto
aspecto, formando la inmensa familia de los
cuerpos celestes, que cantan la gloria de
Dios, según el Profeta.
Si del cielo bajamos á la tierra notaremos
lo propio: entre la gigante palmera y el támariz, que ambos viven en el desierto ; entre
el ciprés y el sauce, uno y otro árboles fu­
nerarios; entre la encina vigorosa y corpu­
lenta y la yedra; entre el plátano y el rosal,
que acaso crece á su pié, hay marcadísimas
diferencias, y sin embargo es imposible á
cualquiera que tenga sentido común desco­
nocer que la palmera y el ciprés y la encina
y el plátano, lo mismo que el támariz y el
sauce y la yedra y el rosal constituyen la
gran familia de los vegetales.
En todas las obras divinas hallamos esa
rúbrica, esa firma, y de la universal regla

no se han separado los santos : mientras que
Pablo se multiplica y recorre incansable rei­
nos y provincias, Dositéo no sale del recinto
de su monasterio : en tanto que Cirilo pelea
con los herejes de su tiempo y Gregorio con
los de su época, Escolástica gime y suspira,
en el claustro. Fernando III rihe las batallas
del Señor con las arm as, ó Isidro trabaja
los campos de un amo á quien sirve en la
comarca de Madrid. Fraucisoo do Borja pre­
dica, Diego de Alcalá, Estanislao y mil otros
ni predican ni enseñan; Francisco de Asia
brilla por la humildad, Luis Gonzaga res­
plandece por la pureza, .lavier por el celo,
Pedro de Alcántara por la peiiitemúa, Pas­
cual es el santo de la Eucaristía, Bernardo
el de la Santísima Virgen..... en fin para que
más? La historia nos muestra como cada uno
de los santos ha seguido su camino, y tenido
su don. Al modo que en los días de la pri­
mavera el suelo se presenta cubierto de in­
mensa muchedumbre de llores, de mil ma­
tices y formas, que exhalan aromas diferentes,
así el campo de la Iglesia aparece ante nues­
tros ojos embellecido con la v.ariedad mara­
villosa de las múltiples virtudes de sus santos.
No obstante cuando miramos despacio á
los santos, venimos en conocimiento de que
todos son uno, porque en medio de la di­
versidad de sus perfecciones ostentan los
atributos de hijos de Dios y ciudadanos del
cielo, conviniendo unánimes en despreciar el
mundo y buscar eu el Altísimo su gozo y su
consuelo.
fSe cont¡nua7’dJ.

E IS T O m DEL ORiTORIO DE SAN FRANCISCO DE SALES
C a pítu lo X X V III.
Ejercicios espirituaies en Giaveno. — Ei mercader y (os
monos. — Visita á San Miguel. i— Vuelta á Turfn.

De los ejerí5Ício8 uiilitarea y asalto al huerto
pasamos á hablar de los Ejercicios espiritua­
les y batallas contra el demonio.
Eu setiembre de 1850 Don Bosco nos llevó
á pasar una semajia de santo retiro en el
seminario de Giaveno en tiempo que los se­
minaristas habían salido á vacaciones. Los
que estudiábamos en el Oratorio y buen nú­
mero de niños que estudiaban en las casas
de Don Bosco, que pudieron obtener per­
miso de sus padres, hicimos alegremente el
camino á pié, cantando morales canciones y
alabanzas y sirviéndonos de guía Don Eoberto Murialdo. Don Bosco^ ya para prepa­
rarnos la comida en Avigliana, ya para acompañar á algunos de nuestros colegas
que no podían hacer el viaje á p ié , se faé
en coche. Nos detuvimos en Avigliana para

f


hacer nuestra comida con un apetito tan
grande como nuestro contento.
Tuvimos entonces la suerte de estrechar
amistad con el piadoso y caritativo sacerdote
Don Víctor Alasonatti, quien desde aquel
día concibió tal estima i)or el Oratorio y tan
entrañable amor á Don Bosco que no mucho
después vino á sacriflcax su vida en com­
pañía de nuestro buen Padre y á servir de
prefecto, ecónomo y segundo padre hasta su
muerte.
Para los gastos necesarios en esta circuns­
tancia había obtenido Don Bosco un subsi­
dio de la Obra de San Pablo. Los predica­
dores fueron el canónigo Arduino, arcipreste
de la iglesia colegiata de Giaveno, eclesiás­
tico de gran doctrina y celo, y Don Bosco.
Ayudábales á confesar el estimable teólogo
Don Roberto Murialdo, director del Oratorio
del Santo Angel Custodio.
A fin de que tan piadoso ejercicio fuese
útil á mayor número de personas se permi­
tió tomar parte en él aun á los niños del
país, y así grande fuó el bien reportado.
Don Bosco trabajaba con un ardor inde­
cible. Aun en los recreos estaba siempre con
nosotros ó interrogaba, ora á uno, ora á otro
sobre los puntos de la predicación y los con­
sejos más importantes. Una mañana había
predicado sobre el escándalo: en la recrea­
ción siguiente, rodeado de niños, pregunta
ya á éste, ya á aquél, sobre la materia pre­
dicada. Nadie sabía dar satisfactoria res­
puesta. lA hl pobre de mí, exclamó Don
Bosco: ó yo he hablado en griego, ó voso­
tros habéis dormido. Entonces un chico dice:
— Yo, yo me acuerdo. — ¿De qué te acuer­
das t — Me acuerdo del ejemplo del merca­
der y los monos.
El cuento, á modo de semejanza había sido
el siguiente: Un mercachifle viajaba llevando
al hombro sus mercancías de uno á otro país.
En cierta ocasión sorprendióle la noche antes
de llegar á una ciudad. Era verano: el cielo
estaba estrellado y la luna alumbraba her­
mosísima. Cansado el viajero resolvióse á
reposar bajo las ramas de un árbol gigan­
tesco. Para repamrse la cabeza de la hume­
dad de la noche sacó de la cjya de mercan­
cías un gorro blanco, de los que llevaba en
gran número, se lo metió en la cabeza hasta
las orejas y se echó á dormir. Era {wiuella
una región abundante de monos y dicho ár­
bol estaba poblado de tales habitantes. Éstos
al ver cómo el mercachifle se había puesto
un gorro quisieron imitarle. ¿Qué haoeni
Viene uno, se acerca despacito á la caja de
mercancías, toma un gorro, se lo pone en la
cabeza y sube al árbol. Entonces todos, unos
después de otros, siguen el ejemplo hasta que
no queda- ni un gorro. El comerciante dor­
mía á pierna suelta: los monos con gorros
por primera vez de su vida dormían como
príncipes.
Al venir la aiuora, levántase el merca­

26



chifle para continuar su viaje; pero icuál
no sería su sorpresa al observar que habían
desaparecido todos los gorros ? ; Ay de m í!
exclamó, aquí han venido ladrones. Estoy
perdido. Mas luego con más reflección dice:
no, si hubiesen sido ladrones me lo hubiesen
robado todo, en tanto que sólo faltan los
gorros. Esto no se comprende. Alza enton­
ces casualmente los ojos al cielo y ve una
cantidad de monos con sendos gorros.
¡A h!, grita, éstos han sido los ladrones y
para obligarlos á dejar los gorros se pone á
tirarles piedras. Pero los monos saltando de
una rama á otra no cedían un punto. Des­
pués de largo tiempo de inútiles esfuerzos,
el mercachifle como desesperado se lleva la
mano al gorro que tenía puesto y lo arroja
en tierra. Los monos que ven éste, hace3i lo
mismo y en un abrir de ojos desde lo alto
del árbol cae una lluvia de gorros sobre el
afanado mercante.
Los niños, había concluido Don Bosco, se
conducen en cierto modo como los monos: si
ven á otros hacer el bien, lo hacen á su vez:
si ven hacer el m al, lo imitan con mayor
presteza. De aquí la necesidad de presentar­
les á la vista buenos y edificantes ejemplos
para que se alejen cuanto sea posible del mal.
Viendo Don Bosco que de cuanto en la
predicación había dicho apenas se recordaba
alguna histeria, puso gran cuidado en contar
ejemplos y usar de semejanzas en sus’ins­
trucciones. Con este medio consiguió mucho
para instruir á los niños y moverles el co­
razón.
En premio de nuestra docilidad y, para
nuestro recreo, al día siguiente de terminarse
los ejercicios Don Bosco nos llevó á paseo
al santuario de San Miguel, á donde nos
acompañó la banda de música de Giaveno.
Eué aquel un día delicioso. Nuestro caro
Padre cabalgaba • sobre un asno y nosotros
rodeándole, ora nos divertíamos con el ani­
mal , ora cantábamos aquella canción, que
nos era tan familiar:
Viva Don Bosco,
Che ci condtice
Sempre alia luce
Dclla virtu,
Che in lui men lucida
Giammai non fu .
Pero Don Bosco, variando el primer verso
cantaba: Viva Roberto, enderezando la ala­
banza al teólogo Don Murialdo. De tiempo,
en tiempo pasando por las orillas del pre­
cioso lago nos deteníamos para temar des­
canso en tanto que la música retumbaba con
poderoso eco en las montañas. Al oír tan
insólita melodía todos los pajarillos saliendo
de sus nidos, saltaban de rama en rama, los
pastores y labriegos venían á nosotros para
escuchar y hasta el asno parecía con las
orejas y su andar llevar el compás de la
banda. Eran escenas de indecible regocijo.

Al llegar á nuestro alojamiento fuimos reci­
bidos con gran cariño por los Padres Rosminianos que administraban aquel célebre
santuario. Visitamos la iglesia^ la casa y sus
recuerdos. I>on Rosco nos refería todo lo que
podía interesarnos.
Mas aunque todo lo que veíamos nos lla­
maba en extremo la atención otra preocupa­
ción nos venía A la mente. A eso del medio
día, á consecuencia del paseo y del aire puro
y sutilísimo que respirábamos, nuestro ape­
tito era hambre rabiosa. ííos parecía que la
comida tardaba un año y mientras visitába­
mos las curiosidades con ojo ávido mirába­
mos hacia el refectorio. Por fin llegó la hora
deseada y aunque no todos éramos miisicos
comimos con un apetito musical.
No teniendo cómo expresar nuestro agra­
decimiento á nuestros bienhechores nos con­
formábamos con cantar y tocar; y si grande
era nuestro contento, no menor era el de los
buenos religiosos que nos atendían con ex­
quisita caridad. Después de la comida y
recreo pasamos á cantar las letanías á la
iglesia y recibir la bendición del Santísimo.
Así invocada la protección del cielo se dió
de nuevo lugar á la música, y expresado el
mayor agradecimiento á los rtíigiosos de aquel
santuario, provistos de pan, fruta etc., vol­
vimos á Turín.
Al Uegár á San Ambrosio hicimos a lto :
se tocó la música y entre vivas y gran fiesta
nos dimos el adiós los de Giaveno y de Tu­
rín para continuar cada uno camino á su
casa.
Don Rosco y Don Murialdo nos entrete­
nían durante nuestra marcha con hermosas
historias. Como recuerdo de los santos Ejer­
cicios recomendáronnos entonces rezar cada
día un Avemaria para que ninguno de los
que habíamos tomado parte en aquellos ca­
yese en el infierno. jOh, con qué placer, nos
decían, haremos deliciosos paseos en el Pa­
raíso !
Cuando llegamos á Rívoli era ya de no­
che: la mayor parte estábamos cansados y
era menester andar aun como 12 kilómetros
para llegar á Turín. Don Rosco buscó óm­
nibus para que todos pudiéramos venir có­
modamente; pero éstos no bastaron y como
veinte niños debieron resignarse á continuar
viaje á pié.
Entonces Don Rosco llamó á uno de sus
auxiliares y le dió dinero necesario para res­
taurarlos con una buena cena antes de con­
tinuar la marcha. Con esto se les aumentó
el vigor y ánimo y continuaron caminando.
Para disipar el temor y el sueño se ocurrió
á una música de nuevo genero. Cada niño
valiéndose de dos piedras las hacía sonar al
compás del canto.
Conforme al consejo de Don Rosco: Servite Domino in laetitia, la animación no de­
cayó, y á las once de la noche todos está­
bamos en el Oratorio.

C a pítulo X X IX .
Ctmpra de la casa de Pinardi. — Visible manifestación
de la divina Providencia. — Destrucción de un burdel. — El Oratorio en paz.

El alquiler de toda la c4tsa de Pinardi,
aunque imponía gran sacrificio á Don Rosco,
había producido gran ventaja moral para el
Oratorio. Mas no era eso hjistante para nues­
tra tranquilidad. Los que antes habían te
nido alli sus conventículos no podían con­
formarse con la ü’juisformación debida á un
saceMote. Uno propuso al señor Pinardi to­
marle en arriendo la casa por un valor casi
doble que lo que pagaba Don Rosco; per<>
aquel honrado señor no quiso faltar á su pa­
labra y anu como buen cristiano, celebrando
muy de veras que su casa sirviese para una
santa obra, varias veces había expresado el
deseo de venderla á este fin ; mas, sea por
cariño que le tuviera ó por necesitar dinero,
pedía nada menos que ochenta mil pesetas,
sin que á la verdad pudiera valer más de
veinticinco á treinta mil. Don Rosco estaba,
pues, muy léjos de proyectar comprarla;
no obstante á principios de 1851 Dios ma­
nifestó cómo era dueño de los corazones y
destinaba aquel sitio para nuestro Oratorio.
El caso ocurrió del modo siguiente:
Era como el mediodía de un día festivo.
Los niños se hallaban en la capilla ; predi­
caba el señor Rorelli, y Don Rosco, á fin
de impedir desorden con la venida de los
niños que continuaban llegando, estaba á la
puerta del patio. En tal circunstancia el se­
ñor Pinardi se presenta á Don Rosco y en
tono de chanza le dice:
— Don Rosco, ^no querría Ud. comprar
mi casa?
— Dispuesto estaría á ello, si Üd. me la
ofreciese por un precio razonable.
— Se la ofrezco por lo que vale.
— I Cuánto?
— Ochenta mil pesetas.
— Entonces no hay para que hablar.
— Ofrezca, ofrezca Ud.
— No puedo.
— iE or qué?
— Porque el precio es demasiado alto y
no querría ofenderle con mí propuesta.
— ;Oh no, ofrezca lo que guste!
— En el mes pasado yo la he hecho esti­
mar por un amigo de Ud. quien me aseguró
que en el estado actual no vale más de vein­
tiséis á veintiocho mil pesetas; yo le ofrezo
treinta mil.
— 4 Regalaría unas 500 pesetas más para
alfileres de mi mujer?
— Haría el regalo.
— ¿Me pagaría de contado?
— Le pagaría cuando Ud. guste.
— Ríen ¿entre quince días?
— Entre quince días.

w

10
íír.'
— 28 —
— ¿Cien mil pesetas quien se desdiga?
— Aceptado.
El asunto quedó terminado en cinco mi­
nutos. i Pero dónde conseguir treinta mil pe­
setas en tan breve tiempo f Don Bosco y su
madre se liabían ya desprendido de cuanto
tenían para darlo á ios niños ; mas Dios que
había comenzado la obra y que no abandona
á sus siervos mandó lo necesario para el
objeto.
El caso fué harto providencial.
Habíase retirado el-señor Pinardi cuando
á poco llega Don José Cafasso, uno de los
mejores amigos de Don Bosco y más insig­
nes bienhechores del Oratorio. 'No acostum­
braba aquel dignísimo sacerdote visitarle en
día de fiesta, como que sus muchas ocupa­
ciones en la iglesia de S. Francisco de Asís,
de la cual era rector, dificilmente se lo per­
mitían.
— He venido á darle una buena noticia,
le dijo: una piadosa señora (la condesa Oasazza Eiccardi) me ha encargado le traiga
diez mil pesetas para que ü d. las emplee
en lo que crea más conveniente para la glo­
ria de Dios.
Deo gratiasj contestóle Don Bosco: vie­
nen como el queso sobre los macarrones j y
le refirió cómo, hecho el convenio de compra
venta con el Sr. Pinardi, comenzaba á idear
la manera de hallar el dinero.
Ambos sacerdotes vieron en lo que ocurría
la mano de Dios.
Faltaban empero aún veintemil pesetas; y
he aquí cómo las envió el Señor: Al día si­
guiente llegó á Turín un padre Eosminiano
á pedir consejo á Don Bosco sobre la colo­
cación de veinte mil pesetas.
— Dios es quien os envía, le 'dijo Don
Bosco, y explicado el motivo consiguió que
en muWo sobre la casa del señor Pinardi le
dejase aquella suma. Así en menos de vein­
ticuatro horas tenía Don Bosco en mano
treinta mil liras. Necesitábanse tan solo tres
mil más para el regalo de alfileres y escri­
tura de compraventa, y proporcionólas el
Comendador Don José Ootta, en cuyo banco
se firmó la escritura el 19 de febrero de 1851.
Como se ve en tal ocasión tuvoD . Bosco
una nueva prueba del favor que la divina
Providencia dispensaba á su Obra, y así au­
mentóse su confianza en que no habría de
desampararle jamás en lo porvenir. Creemos
que esta ilimitada confianza, este convenci­
miento tan profundo, no desmentido en más
de 40 años, haya sido una de las causas que
mejor explican la laboriosidad de D. Bosco.
El mundo mismo que á veces le consideró
audaz y hasta temeAvrio en sus empresas
vióso obligado en vista del éxito á llamarle
un hombre providencial.
Otra obra importante debía en aqiiel año
Uevarse á cabo para bien de nuestro Orato­
rio; esto es, la destrucción de un burdel existente á un x)aso de nuestra casa. Llamá­


base La Jardinera; y á ella acudían parti­
cularmente los días festivos una cantidad de
jugadores, bebedores y gente non sancta.
Organillos, pitos, flautas, clarinetes, violines,
bajos y contrabajos metían un bullicio inde­
cible todo el día domingo; y ocurrió á veces
que los cantores de nuestra capilla quedaban
casi confundidos y sofocados con aquella mú
sica.
Eepresentábanse á lo vivo por una parte
los hijos del siglo y por otra los de la lu z ,
la ciudad del diablo y la de Dios. D. Bosco,
para borrar la mala impresión que aquellas
bacanales pudieran despertar en nuestro ánimo, recordábanos con frecuencia las pala­
bras del Evangelio : El mundo se regocijará
y vosotros estaréis en la tristeza; pero ani­
maos que vuestra tristeza se convertirá en
alegría: Mundtis gaudehit; vos autem contristabimini; sed tristitia vestra vertetur in gaudium. A veces se presentaba él mismo al
burdel para rogar encarecidamente que no
se produjera tanto ruido, al menos durante
las sagradas funciones, y su petición era tan
suave é insinuante* que aquella gente acos­
tumbrada á dar rienda suelta á sus pasiones
y á no guardar consideración alguna, le com­
placía y respetaba.
Mas necesario era que tamaños desórdenes
cesasen por completo y para ello debía apar­
tarse la causa. Don Bosco quiso, pues, com­
prar esa casa; pero como la propietaria no
quisiera venderla, le pidió que se la arrendara.
No fué posible obtenerla sin comprar todo el
ajuar existente y hasta los útiles de la can­
tina y hostería. Don Bosco, confiando en la
divina Providencia no reparó en semejante
dificultad, y obtenido su deseo subarrendó
en seguida la misma casa á una persona
tranquila y honrada.
De este modo, destruida aquella fuente de
corrupción, el Oratorio quedó triunfante del
diablo.
En aquel mismo sitio de maldad hoy exis­
ten dos iglesias : la de San Francisco de Sa­
les y la de María Auxiliadora.
fSe continuará).

i Con aprobaeii^n ile la Aut. Ecclesíástfca - Gerente JOSÉ G^VMBIXO