BS_1889_05.pdf

Medios

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IV.- N. 5.

Sale una vez al mes.

MAYO de 1889

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lns~ruyó al pueb.lo y diy"';llgó todo lo .q?-~ había hecho. ª No se engañaría mucho quien intentase atribuir
Bus9~ las doctrmas utiles y escr1b10 docum.entos ~ princ.ipalmente á la ~r~nsa ma.Ivada todos l.os males
rec~1s1mos y llenos de ve~dades. Las palabras de los ¡¡¡ y la deplorable condición de las cosas, á la cual

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sabiOs son como puas o clavos, que penetran pro- ;;;; h
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tunuamente, y dadas mediante nuestros maestros ~ emos ega o actua . ente ... , os escritores. católicos
~ deb.en con todas sus tuerzas volverla en b1en de la •
SOCiedad.
EcLESIASTÉS XII, 9, 10 Y ll) ~
(LEON XIII)

~ por el único pastor.

~

1

~
~~ñ!,
El peligro, Sto. Padre , está en la contínua ~
-~(GJ ~ifusión ~e libros infames; y para p~ner un dique ~

a este malmmenso, yo no veo otro remedio, que la funelación de una imprenta Católica, puesta bajo el patrocinio de la Santa Sede. De esta manera uo haciéndose esperar nutistras respuestas, podrémo~ cvn mayor
ventaja descender al campo de la lid y responder con
feliz éxito á las provocaciones d.e los apóstoles del
error.
(SALES)
.

La prensa periódica sometida á la autoridad je- 'l
~ .
.
.
•.
.
.
¡:¡ rarqmca, reve~t1da del ~sp1r~tu de Je~ucr1sto, viene á
~ser un poder mrnenso: 1lurnma, sostiene la verdad, •
ªhace desaparece¡· el error, salva y civiliza; es casi
ª una forma de apostolado sublime.
¡:¡\
(ALIMONDA)
~

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~·~~·~~·
Tnrin- Buenos-Aires- LIBRERIA SALESIANA - Sarriá

1
~

(Bar~elona)

CATECISMO EN EJEMPLOS
POR EL PRESBITERO

,

CAMILO ORTUZAR
Vol. 1° El Credo y la Oración.
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n. :ao·sco
POR CARLOS D'ESFI:t'fEY
CABALLERO DE LA ORDEN DE SAN GREGORIO EL GRANDE.

OBRA APROBADA
POR EL

INSTITUTO SALESIANO.
HO~RADA

CON EL APLAUSO DE SU EXCELENCIA EL OBISPO" DE NIZA
Y.DE OTROS PRELADOS

É ILUSTRADA

CON

EL

RETRATO

DE

D. ROSCO.

Traducción española.
EDICIÓN ELEGANri'E Y ESMERADA.

Estará pronto de venta en las Librerías Salesianas.

HORAE DIURNAE
BREVIARII RONIANI
EX DEOR. SS. OONOILII TRIDENTINI
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Sale una vez al mes.

AÑO IV.· N. 5.

Debemos ayudar á nuestros herma·
nos á :fin de cooperar á la difusión de la verdad.
(III S.

JUAN,

Cualquiera que reciba á un niño en
mi nombre, á mí me recibe.
(l\1AT. XVIII)

8)

Atiende á la buena lectura, á la exhortación y á la enseñanza.
(J 'l'IM. IV, 13)

Entre las cosas divinas la más divina es la de cooperar con Dios
á la salvación de las almas.
(S.

}lA YO de 1889

DIONISIO)

Un amor tierno hacia el prójimo es
uno de los más grandes y excelentes dones que la divina bondad
puede hacer á los hombres.
(El Doct. S. FRANC. de SALES)
~ DIR.ECCION en el Oratorio Salesiano. -

Conferencias Salesianas Fiesta de Santo Tomás de .Aquino en Valsálice y
bendicion de Su Santidad - En vi.age á las misiones - Curación de una niña y bendición de un
obispo.- Don Bosco y Ví(Jtor Hngo- Gracias concedidas á los Cooperadores Salesianos (Conclusion)
-Historia del Oratorio de San Francisco ele Sales.

Os recomiendo la niñez y la juventud; cultivad con grande empeño la
educación cristiana ¡ proporcionad
libros que enseñen á huir el vicio
y á practicar la virtud.
IPIO IX)

Redoblad todas vuestras fuerzas para.
retraer á la niñez y juventud. de
las insidias de la corrupcióu y de
la incredulidad y preparar de esta.
manera una nueva generación.
(LEON XIII)

Calle ele Cottolengo N° H2, Tu1•in (Italia) ;k-

SUMARIO: Mes de María -

Mes de Maria.
El 23 de abril ha comenzado en la iglesia
de María Auxiliadora en Turín el mes consagrado á la Madre de Dios.
A las 5 112 y 7 112 se dicen las misas de
la Comunidad, se recita el rosario, se canta,
y hecha la santa Comunión , se reza el devocionario.
Por concesión pontificia todos los fieles
que devotamente asisten á estos ejercicios
ganan tres años de indulgencia.
A las 7 postmeridiano , canto , predicación y bendición con el Santísimo. Los días
de fiesta esta distribución es á. las 4.
Son invitados encarecidamente á tomar
parte todos los Cooperadores y Cooperadoras ·que pueden asistir, y á los que no pueden hacerlo exhórtaseles á honrar con particular devoción el Mes de María para obtener de la Santísima Virgen todas las gracias espirituales y temporales necesarias.

CONFERENCIAS SALESIANAS.
Muchas son la relaciones que de las Conferencias hechas á nuestros Cooperadores en
la fiesta de san Francisco de Sales · hemos
recibido. Y grande es la satl.sfacción que experimentamos al advertir el incremento de
la Obra del amado Don Bosco, la gloria que
á Dios se da , el honor tributado á nuestro
santo Patrono , la piedad y caridad que se
aviva extraordinariamente en nuestros celosos bienh!3chores. N o siéndonos posible hacer mención de todas ellas nos concretaremos á dar breve noticia de la celebráda en
Roma:
·
El 27 de febrero, reunidos nuestros Cooperadores en la iglesia parroquial del Sagrado
Corazón de Jesús , en Castro Pretorio, después de una lectura sobre las virtudes ele
san Francisco de Sales y 'del canto preparado a.l efecto, subió al púlpito el Eminentísimo Cardenal Parocchi, Vicario General
de Su Santidad y benevolentísimo protector
de la Congregación Salesiana. He aquí algunas de las palabras pronunciadas por el
elocuente y sabio Prelado :
« Ya en su tiempo lo dijo Gamaliel á los
magistrados y ministros que maquinaban
la muerte de los apóstoles : « Cesad de inquietar á estas gentes ; si su proyecto es
obra de los hombres perecerá, y si es obra
de Dios en vano trataréis de contener sus
progresos. »

-50Yo aplico esta misma sentencia á la grande
Obra de Don Bosco. Si esta Obra fuese puramente humana, Obra tan sólo :filantrópica
según el espíritu del siglo, sin más mira que
la felicidad temporal y el bienestar en la
tierra, con la muerte ele este hombre la habríamos visto debilitarse, consumirse y perecer.
Mas por el contrario esta Obra después que
su fundador, como con razón esperamos, ha
volado al eielo en vez de concluír con él ha
tomado mayor vigor y nuevas al:=J,s , dando·
inequívocas pruebas ele su estabilillacl. Para
que teng~:'Lis una idea de esto, amados Cooperadores, ós indicaré siquiera los trabajos
realizados en este último año (Los enumeró).
Esto basta para mostrar el bien inmenso
hecho por los Salesianos en este año crítico
y tristísimo. Necesario es, sin embargo, para
que tan robusta vida se mantenga , que los
Cooperadores Salesianos con más empeño
que nunca redoblen su caridad y celo. El
venerando Don Bosco , ayudado ma.nifiestamente por la gracia sobrenatural clió vida
potente á sus empresas.
Bastába que se presentase para ganarse
las voluntades de todos, para cautivar los ánimos más rebeldes y vencer los sentimientos más hostiles. Su vista sola despertaba
indecible entusiasmo en Italia, Francia, España, donde quiera que llegaba. Aun en las
más importantes ciudades , como en París,
el pueblo corría á él y llenaba las iglesias
para escucharle. Todas las naciones del
mundo solicitaban sus fundaciones. &De qué
nacía todo esto? Era el efecto maravilloso
del inmenso, riquísimo cúmulo ele clones sobrenaturales capaces á asombrar y sacudir
al descreído siglo diez y nueve.
Don Bosco ya no existe. Es , pues , menester compensar su ausencia con nuestra
caridad, con nuestro celo á fin de que prospere su obra y obra de Dios.
Nuestro Divino Maestro, antes de subir
al cielo , dijo á sus apóstoles : « E~s conveniente que yo me vaya á fin de que podáis
recibir al Espíritu Paráclito. » Don Bosco
repetía asímismo en los últimos días de su
vida: « Conviene que yo me vaya; mi muerte
será un beneficio, porque si yo quedase con
vosotros podríais creer que la Obra Salesiana
es obra·· mía y no del Señor. Poned en lill
toda vuestra confianza. Él os ayudará y os
hará prosperar más aun que pudiera yo hacerlo. »
Estas palabras se hau cumplido. El Señor
había dicho de sus discípulos que harían
obras semejantes á las hechas por Él y mayores todavía.
No de otro modo ocurre á los hijos de
Don Bosco. Con la ayuda de Dios y vuestra
cooperación han b.echo y harán obras semejantes á l::l,S · de su Padre y aun mayores.
Muchas son las que deben ejecutarse. He
aquí algunás propuestas para el año de 1889.
- Anunció las recomendadas por D. Miguel

Rua, Rector Mayor de la Sociedad Salesiana,
en la carta publicada en el Boletín de enero
de este año. -Luego continuó: Permitidme
aquí, carísimos Cooperadores y Cooperadoras,
recordaros los ingentes gastos que los Salesianos deben hacer para el mantenimiento
de crecidísima muchedumbre de niños, para
proveer las escuelas, surtir los talleres y dar
la educación religiosa, moral y civil convenientes. Son ya como trescientos mil los niños recogidos en Casas Salesianas. Gran
parte de éstos recíbenlo todo gratuitamente;
los demás quizá no alcanzan á pagar la tercera parte del costo de su alimento. Ya podéis imaginar cual sea el presupuesto de la
Sociedad Salesiana. Pero hay más. En América deben mantenerse trescientos Misioneros salesianos. Si sólo para el viaje de 55
debieron gastarse más de 55,000 francos,
&cuánto no costarán los frecuentes y penosos viajes que se ven obligados á hacer en
sus dilatadas misiones? Figuraos por un momento á nuestra Italia como una de aquellas
Prefecturas Apostólicas y os formaréis idea
de la vasta extensión de las misiones que
deben recorrer. Y mientras ellos de todo carecen y viven de limosnas, necesitan edificar
casas, iglesias, escuelas para los niños, proporcionar vestido y atraer con regalos á los
salvajes para conseguir así enseñarles nuestra santa religión. &Qué· harán para obtener
los recursos indispensables sin la ayuda de
los Cooperadores~ Si algún concurso les ofrecen la Sociedad de la Propagación de la
Fe en Francia y la de Propaganda en Roma
es bien pequeño en atención á lo que necesitan. La razón es sencilla: La mayor parte
de las ofrendas que la Socieda.d de Propaganda recibe vienen de Francia. El año pasado, por ejemplo, de 1,800,000 francos dados
á la Propaganda &sa.béis con cuanto ha.concurrido la caridad de los franceses f Con más
de 900,000 francos; y esto mientras tienen
que sostener otras costosísimas obras de caridad, las escuelas libres, sobre todo, en contraposición á. las impías escuelas la;jc~s gubernativas , en las cuales se proscriben los
crucifijos y se desmoraliza á la creciente generación. Obra es ésta que cuesta millones
y millones á lo~ franceses. De aquí en con-.
secuencia que la mayor parte de las donaciones hechas á la Propagª¿fl.da sean destinadas á las misiones francesas. Justo es que
ele este modo se retribuya' la caridad á quien
la hace. Poca ayuda en tanto pueden recibir
las misiones italianas , las misiones en Patagonia que- son- esencialmente italianas.
Entre -las demas obras que reclaman particular auxilio de vuestra caridad hállase
también el Asilo del Sagrado Corazón en
Roma. Bien veis cuanto falta para concluír
esta obra de. tanta importancia. Si bien en
Roma hay facilidad de albergar á las niñas
pobres de cualquiera edad y condición, lo
contrario sucede con respecto á los niños.

-51

Para una población de 400,000 almas como
ésta son del todo insuficientes los asilos exisFIESTA DE S. TOMAS DE AQUIXO
tentes. Agréguese t~ esto que, regidos por
en Valsalice
leyes imprescindibles, lejos están de satisfacer
las exigencias generales. Sí, esta Obra e.s urY BENDICION DE SU SANT [DAD.
gente y los Cooperadores Salesianos deben
poner todo empefío para que terminada pronto
pueda albergar 500 y más niños.
Verdaderamente hermosa fué la fiesta que
Otra obra recomendada de nn modo especial á vosotros es la decoración del templo en honor de Santo Tomás de Aquino, prode María Auxiliadora en Turín, junto al tector de las escuelas católicas, el 14 de
cual está la Casa central de la Congregación marzo se celebró eu Valsálice en el SeminaSalesiana. A esta iglesia consagró D. Bosco rio ~alesiano para las misiones extranjeras.
Dwha por Mons. Basilio Leto, obispo tisu más viva solicitud,; mas no le fué posible
llegar á verla ornamentada con mármoles, tular de Samaria , una Misa eu que se dió
oro y pinturas. Los prodigios obrados , las la santa Comunión· á la porción escogida
numerosas gracias concedidas encendíanle el para futuras misiones, cantóse luego una
deseo de poner mano á la obra proyectada, Misa solemne por el teólogo Piano é hizo el
y ha llegado el momento de comenzarla, for- pa.negfrico del Santo el teólogo Vigo párroco
mando así como un mon~mwnto á lct rnemorü~ de Santa Julia, excelente escritor y orador
ele D. Bosco en honor de .Ma1·ía A uxilic~donr,. sag¡-ado. .
Después ele medio día tuvo lugar una soEstas son las obras más recomendadas al
celo de los Cooperadores Salesianos en el lemnísima academia :filosófico-literaria y muaño de 1889. Muchas son, es verdad;tpero sical, á la cual asistieron el ilustrísimo sevuestra. caridad no debe desmayar ni debi- ñor Basilia Leto , el Padre Denza , varios
litarse. Duele pensar que tan sólo para la ilustres canónigos y párrocos y crecido núpropagación de libros la protestante Ingla- mero de caballeros. El Eminentísimo Señor
terra desembolsa anualmente una suma diez Cardenal Alimonda (postrado en cama) no
veces mayor que la de la Propagación de la habiendo podido asistir ma.ndó en represenFe y la Sagrada Congregación de Propa- tación suya á su muy digno secretario el
ganda. Es harto triste que para la propa- señor Canónigo Don Rafael l!"'orcheri.
Los jóvenes müüoneros han merecido cumgación .del error expenda el protestantismo
· tanto oro, &y habremos nosotros de ser me- plido elogio. La disertación La Orea.ción senos generosos , menos anhelantes para pro- gún Santo Tomás y Alighier·i, del profesor
D. Mateo Ottonello, fué un trabaJo verdadepagar la verdadera fe~
¡ Ah l si los católicos en vez de emplear ramente clásico. Su esclarecido autor manien vanidades y fruslerías tanto dinero, con festó profundo conocimiento de la doctrina
daño á veces del bienestar mismo de las fa- del .Angélico Doctor y del divino Poeta.
milias, empleasen una parte de tales dispen- Hermoso y bien razonado fué el diálogo Un
dios en obras ele caridad ¡cuánto bien, no Rosrniniano y ~tn Tornistct; no de vana poléharían con eUo á los demás, á si mismos y mica, ni de apasionados argumentos mostró
la verdad del gran concepto de León XIII,
á sus familias !
·
Os recuerdo en conclusión que el Señor esto es , que quien en doctrinas filósoficas
hace en estos días pesar su mano aun con discrepa de santo Tomás da en escollos de
desgracias temporales porque nos hemos ol- todo género.
Bella , muy bella la poesía &t1~to Tomás,
vidado de Él y de las obras de caridad por Él
León
XIII, el Oard. Alimonda y Don Bosco.
recomendadas. Mas en su bondad y miseriBello todo el resto, pero lo que merece el
cordia infinita no intenta con esto perdernos
sino salvarnos. Requiere sí que cooperemos nombre de celestial fué la música. AQuién
á su gracia y beneficios, que hagamos bue- pudo oír .el Lattdate p'iwri de Capocci , ejenas obras y nos encendamos en el celo por cutado por voces que no podemos llamar
sino angélicas, sin sentirse como transportado
su gloria y la salvación de las almas.
..
Congreguémonos , pues, para ·escuchar su al Paraíso~
Terminada la academia con algunas palavoz y el Señor nos bendecirá', nos recompensará con largueza en la vida presente y e- bras del Rector Mayor de la Pía Sociedad
. Salesiana Don Miguel Rua y del P. Denza,
ternamente en el Paraíso. »
Confiamos en que las palabras de nuestro el Canónigo Forcheri expresó á nombre de
Protector el Eminentísimo Cardenal serán Su Emínencia el señor Cardenal cuánto senescuchadas no sólo en Roma sino en toda tía no haber podido asistir á esta fiesta, bien
·
Europa y América y general sea la coo- que vivamente lo deseaba.
Digna coronación de esta :fiesta 'fué la benperación á las obras destinadas al bien redición que solicitada del Santo Padre trasligioso y social.
mitió el telégrafo en estos términos : R.everendo Barberis Director · clel Seminario Sales:iano para las misiones extrangeras; El Santo

-52-

Padre complacido del telegrama recibido imparte con paternal afecto la implorada apostólica bendición. - Oard. RA.l\iPOLLA..
La bendición de Su Santidad no dejará
sin duda de atraer las bendiciones del Altísimo, y seguros estamos de que este Seminario llegará á realizar el bien inmenso que
al establecerlo proyectaba su santo fundador
Don Bosco.
(De la Unita Cattolicct)

EN VIAJE A LAS MISIONES.
A poco de la part~da de Mons. Fagnano
para la Tierra del Fuego embarcáronse en
Génova otros dos Salesianos en dirección á
Montevideo. He aquí lo que respecto á su
viaje uno de ellos nos escribe :
Las

~ieclras,

13 ele diciembre ele 1888.

AMA.DÍSil\W PADRE:

comulgar y entre ellos quince ele primera
comunión.
Antes ele presentarlos á recibir el Pan de
los ángeles oyeron con suma atención una
exhortación para darles á conocer mejor la
señalada gracia que Dios les hacía. Concluícla la Misa dimos á todos un piadoso recuerdo de tan hermosa :fiesta, y al retirarse
de la improvisada capilla tuvieron la grata
sorpresa de saber que el Capitán había hecho preparar un suntuoso almuerzo para festejarlos. Bien se comprende cuanto fué su
contento.
Esta circunstancia es lo más digno de notarse en nuestro viaje.
Todos mis compañeros me encargan sf!¡lu'darle afectuosamente y solicitar su paternal
bendición.
De Ud.
Obligc~dísi1no kijo en J. y 111:.

.rosÉ GA.l\IBA..

.
CURACION DE UNA Nll\lA

Después de muy feliz viaje hemos por :fin Y BEN:DICION DE ·uN OBISPO
llegado al lugar de nuestro destino. Con excepción de dos días siempre pudimos á bordo
celebrar la santa Misa. La Divina ProvidenGran rumor ha producido á prinCipiOs de ·
cia había dispuesto que nuestro Capitán fuese año la prensa lombarda á consecuencia de
todo un hidalgo caballero , el cual nos per- la curación alcanzada por una niña al recimitió celebrar todos los domingos sobre el bir la bendición del ilustrísimo Señor Riboldi
puente. Asistían al santo Sacrificio todos los Obispo de Pavía. Algunos diarios incréduoficiales y mil ochocientos pasajeros, con or- los han atribuido la curación á una mediden y recogimiento admirables.
cina, otros solamente han referido el caso y
Habiendo observado que entre los pasaje- no han faltado por :fin quienes lo clasifiquen
ros se hallaban muchos pobres niños de am- entre los milagros que Dios suele hacer '];wr
bos sexos quisimos hacerles diariamente dos medio de la santa Cruz. En el interés de
instrucciones religiosas. Debimos antes ex- dar á conocer á nuestros Cooperadores este
poner tal proyecto al Capitán para obtener hecho que presenta los caracteres de verdasu aquiescencia. El Capitán aplaudió la idea dero milagro, si bien nos remitimos al juicio
y puso para ello á nuestra disposición el ·de la autoridad competente , debemos ansalón de primera clase destinado á las se- tes notar que muchas veces Dios se ha
ñoras. Más aun , hizo colocar en distintos valido de la señal ele la cruz, en la bendipuntos de la nave varios avisos en los cuales ción dada por un Obispo para hacer granse recomendaba á los padres y madres de fa- des prodigios, que por otra. parte el demonio
milia que enviasen. á sus hijos al Cate- por una curación natural no mete tanto ruido
quismo.
cuanto a1gunos diarios que por este sólo
La recomendación fné acogida con entu- hecho se desmandaron contr-a aquel santo
siasmo y mañana y tarde nos veJamos ro- Obispo.
Y para. no correr peligro de cambiar en
deados de numerosos niños atentos {t las enseñanzas de vida eterna, proporcionadas con un á,piee lo ocurrido reproducimos la relaindecible placer. N o es fácil imaginar nues- ción hecha por la madre misma de la niña,
tra satisfacción en tales momentos.
según la vemos en el número 31 del OsserDesde lo íntimo del alma dábamos gracias vatore Cc~ttol-ico de Miláu.
á. Dios que tan hermosa ocasión nos proporPavía (Borgo Ticino), 6 ele febrero ele 1889.
Cionaba para hacerlo conocer y amar de aHabiendo leido los imperfectos relatos hequellos pobres niños , muchos de los cuales chos por los diarios de la ciudad sobre la
por vez primera oían las verdades de la fe. curación de mi hija Inés, de edad de once
Tal satisfacción fué todavía mayor cuando años, creo útil enviarle una :fiel narración
vimos {¡, muchos disp1,1estos á ·confesarse y del suooso.

---:- vu -

Declaro ante todo que no es mi ánimo proclamarlo como milagro ateniéndome al juicio
·de quien por derecho debe definirlo ; y menos aun intento denigrar la fama del doctor
Fossati , {t quien debo públicas alabanzas y
gracias por la sabia y delicada atención con
que ha Yisitado á mi hija. Sólo para esclarecimiento y en honor de la verdad me creo
en el deber de exponer lo siguiente :
Hace como cuatro meses que mi pobre hija
. Inés cayó á la cama con una fuerte :fiebre
que hizo temer fuera síntoma de Yiruela ó
de tifus. Atendida primero por el distinguido
doctor Faraoni lo fué después por el célebre
doctor Fossati , quien declaró que la· enfermedad era una aguda inflamación cerebral.
Los ojos de mi hija parecían indicar un
fuerte catarro y quizá ella hubiese perdido
la vista sin los cuidados del doctor Fossati.
Después de unos yeinte días , la :fiebre.
bien que cotidiana era débil ; pero afectada
la médula espinal , según declaración del
médico, Inés sólo podía moYer los brazos, la.s
manos y de derecha á izquierda la cabeza.
Cuando era necesario moverla sufría horriblemente. Padecía constantes insomnios, grandes conyulsiones y el alimento que tomaba
casi en el acto lo deyolvía. En Yano usó
·el médico de todos los recursos de la cien· cia y del arte , hasta el punto de decirme
yarias yeces que la enfermedad era superior
á la ciencia médica, que jamás había visto
curar perfectamente á una persona atacada
·de este mal y que por lo tanto para que mi
hija sanara sería menester un milagro de
Dios. La familia y yo, que nos inform{Lbamos de cuanto se refería á mi pobre enferma,
supimos además que á Yarias persona.s el
mismo señor Doctor había dicho que Inés
·debería morir á causa de la enfermedad ó
permanecer para siempre enferma.
Consultado el doctor Comini, director del
Hospital de Varese, tampoco dió ni la menor
esperanza de que mi hija pudiera sanar.
No obstante el médico qtte continuaba me·dicináudola suministróle :finalmente una preparación de esLricnina en forma de píldoras.
Varios días hacía que me había ordenado le
·diese dos al día, pero como advirtiese yo en
la receta que adem{ts en esa preparación entraba el mercurio, temiendo terribles efectos,
sólo le daba una que élla casi siempre al
momento la arrQjaba.
Conocida la ineficacia de estas píldoras,
sin decir nada al médico, dejé de dárselas y
procurando resignarme en la desgracia únicamente esperé en el Señor. Después de
rogar mucho á Dios y á María Santísima,
como tuyiese noticia de que el señor Obispo
debía yenir á haeer la Yisüa pastoral á la
iglesia de Santa María en Belén , animada
como mi hija de \Tiya esperanza en el consuelo que la bendición del Obispo, nos traería rogué á mi marido permitiese que Inés
fuera transportada á la iglesia para recibir

tal bendición. Obtenido su consentimiento, el
19 de enero tomé en brazos 'á mi querida
hija. Apenas me era posible tenerla y yo,
sin poder contener las lágrimas , entre mi
decía: - Sí , Señor , me resigno á vuestra
diyina, yoluntad; trabajaré siempre para mantener á, mi hija ; la haré preparar muletas ;
pero, Señor, z,quién podrá tenerle la cabeza~
Y mientras parecía que se me destrozaba el
corazón esperaba con impaciente alegría el
día siguiente~ En la mañana del 20 de enero
quise dar algún alimento á mi hija. Pero
ella me dijo : - N o , mamá , quiero recibir
antes la bendición del Obispo. A poco Yino,
eomo de costumbre, el médico y encontró un
tanto mejor á Inés ; pero sin poder moverse
ni gobernar la eabeza. Como me preguntara
si le había dado las píldoras , no poco confusa, procuré excusarme. Entonces él mismo
suministró á la enferma una píldora que en
el acto fué arrojada; dióle otra con una cucharada de vino y devolvióla también en
parte, viniéronle convulsiones y fué menester
que el médico ayudara á tenerla de las
manos.
Cuando el médico se hubo retirado pensamos sólo en efectuar el consabido proyecto.
A eso de la una del día, con la ayuda de
una piadosEL , señora, tomando en brazos á
Inés, eomo un cuerpo muerto , la transportamos á un eoche y llevada á la iglesia rogué allí se pidiera á Monseñor Ribolcli que se
dignara bendecir á mi pobre hjja. Vino Monseñor y la bendijo. Con esto volví contenta
á casa; recosté á mi hija sobre la cama y
tanta era mi esperanza de verla pronto sana
que yiendo á un gancho colgados sus yestidos, dije: - Inés, no pongo en el ropero
tus Yestidos porque tengo plena confianza
en que luego te los has de poner.
Me retiré á la pieza yeeina y rogué á Dios
me concediera la implorada gracia. Mi marid,o, que allí se hallaba, estaba enternecido.
En breve Inés experimentó una sensación
que prineipiando en el cuello continuó en
toda la espina dorsal. Se sintió llena de
fuerzas, movió libremente·la cabeza y, sentándose en la cama, llamó ¡ papá, mamá !
Aeudimos al momento y grande fué nuestro
estupor al verla sentada en cama.
- ¡Oh! Dios ¡ qué gracia! exclamé.
- io Quiere más~ me dijo Inés, y dieiendo
esto se l)uso de rodillas sobre la cama.
- a, Más todayía o~ y levantándose se puso
en pie. Mi marido y yo salimos para anunciar á los vecinos lo ocurrido. Cuando á poco
yolví encontré la estancia llena de toda elase .
de personas y allí en .medio á Inés que,
habiendo ya comido un pedazo de pan, \Tino
á mí.
Enagenada de gozo la tomé de la mano y
juntas fuimos á la iglesia parroquial á dar
gracias á Dios ·que había escuchado nuestro-s votos. Monseñor Yisitaba á la sazón las
clases de escuela cristiana, é Inés para ·ma-

nifestarle su. agradecimento acercósele á be . mismos"' que lo efectuaban. La prensa, que
sarle el anillo.lDesde aquella hora ha cesado de nadá se asombra, quedó atónita. Un diatoda :fiebre y ..su debilidad día por día va rista veterano y fino observador, después de
disminuyendo.~,:,:::¡
una de esas manifestaciones, escribía :
Esta es la narración exacta del hecho. Si
« París está sorprendido de la emoción
mi hija ha sanado por las píldoras del mé- que ag·ita rsu seno á· causa de un humilde
d.ico ó por la bendición del Obispo no lo sé, sacerdote!de la diócesis de Turín, el cual á
como tampoco entiendo eómo la enfermedad los ojos del mundo nada tiene que lo recode mi hija llamada antes meningite cerebral, miende.
ahora la llamen nerm:osa. Sól{) sé que mi hija
» &Cuál es la única preocupación de la caha sanado y doy gracias á Dios y á todos. pital en estos momentos sino la de ver y
acercarse á Don Bosco ~ ~ Dónde está~ &Qué
En fe de lo cual firmo
hace L.
.AGUSTINA J~o~no DE STORENI.
» La exaltación de los parisienses es actualmente casi unánime, y la irresistible atracción que mueve al pueblo en masa es ya
en sí algo como una maravilla » (1).
En efecto ese sacerdote era Don Bosco.
Si
este nombre agitaba {t la capital no sólo
BOSCO Y VICTOR HUGO~
en la superficie, como tantos otros, sino aun
, hasta el fondo era por ser el de un hombre
A fines de marzo de 1883 un anciano sa- que de tiempo atrás la fama había canocerdote italiano llegaba á París. Todo en él nizado.
indicaba simplicidad. Su semblante era afable,
En 1883, la vida de eAte santo- nombre·
su talla endeble y vacilante. Poco veía, casi que respetando el juicio de la Iglesia y sino miraba, débil era su voz, hablaba el fran- guiendo el de la voz pública le damos cés incorrectamente y con extranjero acento. por rara excepción, años hacía que se haDesde que este anciano sacerdote entró en llaba escrita y muy bien escrita. U no de sus
la capital la noti~ia tomó las proporciones amigos y admiradores que mucho tiempo hade un acontecimiento. Es digno de notarse. bía estado á su lado, en un libro lleno de
París semeja al océano ; un continuo flujo y gracia, vida , colorido y trescura , había rereflujo agita sus ondas humanas; pero las ferido los más admirables hechos de esta
grandes conmociones son raras. N o es por maravillosa existencia, pues el doctor d'Eslo regular la presencia de un personaje, por piney, autor. bien conocido de ese libro, no
ilustre que sea, lo que las origina. La ciu- tan sólo es médico sino también artista y
dad es constantemente recorrida por extran- poeta.
,
.
.
jeros de todo el mundo ; éstos son como las
Esa pequeña obra habla vemdo de N1za
aves de ese mar viviente y no bastan á tur- á París á divulgar prodigios que sólo se
barlo. Entre lo.s extranjeros hay distingui- encuentran en la vida de los grandes taudos artista.s , renombrados sabios , famosos maturgos ; algunos sin semejante y jamás
generales, ilustres obispos, cardenales, prín- oídos.
cipes, reyes, emperadores que visitan á PaContábase en ella que este hombre de Dios,,
rís y se retiran sin que á veces ni siquiera sin más recursos que los suministrados oporParís lo sepa.

tuna y maravillosamente por la Providencia
La capital ha visto todo eso, pero tiempo había edificado asilos para inmenso número
hace que no ha visto santos, á lo menos .de niños abandonados y que sin tener nada
santos extraordinarios, santos que hagan á; todos alimentaba; que había construido
milagros y habíase sabido - pues en París iglesias, fundado un instituto religioso , esse difunden pronto las noticias - que este tablecido y hecho prosperar obras de todo,
anciano sacerdote italiano era un gran santo, género. Sus trabajos hacen recordar á san
un santo taumaturgo, un santo de prodigio- Vicente de Paul. Dios había concedido algo·
sas obras , fundador de orden , uno de esos de su omnipotencia al san Vicente de Paul
hombres que sólo de tarde en tarde apare- de nuestros días. Con una palabra sanaba
cen en la historia de la Iglesia. He aquí á los enfermos y resucitaba á los muertos.
porque París quiso ver á este viajero, oírle, Las curaciones eran numerosas ; leía en las
acercársela y tocar el borde de sus vestidos ; conciencias, predecía lo futuro y veía lo .qu.e
quísolo con esas ánsias, ese frenesí ya sim- lejos de él sucedía. Los panes se multiplipático, ya hostil propios de la manifestación caban milagrosamente en sus manos. Habíale
de sus sentimientos que tan pronto se tra- ocurrido conducir solo á paseo, á dos horas
ducen en una aclamación como en un tu- y media de distancia, trescientos encarcelad?s
multo.
de la prisión de Xurín y en la tarde habla
Esta vez no fué un motín sino ·un verda- -vuelto con todos ellos , tranquila y naturaldero ensalzamiento, sincero y grandioso, que,
sin mandato ni citación alguna , se produjo
de un repente dejando maravillados á,· los
(1) LEóN ÁUBINEAU. Un'Í'Ve1'B, 5 c113 mayo ele 1883.

n.·

-55-

m nte como· hacía todas las cosas. De mil cuanto se· le preguntaba, hablaba al que se
modos habían atentado á su vida ; pero Dios le acercaba sin distinción de clases y recole había siempre protegido visiblemente. gido como si estuviera al pie del altar. Esta
Cuando viajaba solo durante la noche y se calma en vez de resfriar el entusiasmo lo enhallaba expuesto á algún peligro un enorme cendía. A ojos vistas , el pensamiento y el
perro gris, no se sabe de donde, repentina- corazón del hombre de Dios estaban más
mente se presentaba, le defendía y desapa- alto que la tierra y notábase en él algo de
recía. Una noche que el santo se disponía tan naturalmente extraordinario y de tan
á salir presentósele el perro y lo detuvo. A sencillamente sobrenatural que imposible era
poco vienen á advertirle que varios asesinos verle sin sentirse conmovido .
. rondan su casa.
Esperábasele largas horas, y apenas apaY no eran cosas que hubieran pasado en recía con los ojos bajos y angélica sonrisa,
los « negros años de la edad. media, » como la multitud, como electrizada á su aspecto,
gravemente dice Leconte de Lisie (1), ni eran entusiasta, lle:p.a de. emoción se echaba á sus
leyendas tomadas de los poemas de la In- pies , presentábale o~jetos de piedad para
dia. El señor d'liJspiney nombraba las per- ·que los bendijese, esforzábase en besarle la
sonas', lugares y citaba feehas todas harto mano y en tocarle el canto de las sotanas.
recientes. No es posible escribir f{tbulas de Fuerza, era abrirle paso á través del numetales condiciones .. Los. testigos están vivos roso gentío , en tanto que varias personas
aun para poder protestar, y no han hecho debían empeñarse en librarle de una oprereclamo alguno, ni la menor rectificación.
. sión. Pero tal protección no era bastante
N os inclinamos á pensar sin embargo que eficaz. El entusiasmo del pueblo era supeaun entre los católicos muchos se resistían rior.
á dar pleno asentimiento· á tan maravillosos
Esto duró más ele quince días (1).
hechos. Y si bien no se hallaban de ellOs
La ~a.sa en que se alojaba el santo estaba
separados por largo tiempo y distancia los cercada. Gra.n número ele visitas venían á
veían como en panoramas ; quizá no pocos pedirle una bendición especial , oraciones,
hasta los habían perdido de vista. Mas cons~jos, luces, consuelos; otros tan sólo por
cuando se supo que Don Bosco estaba en ver quien era ; porque á no dudarlo la cuParís pareció que todas sus maravillas aca- riosidad tenía no pequeña parte en estas
baban de entrar con él á, la capital. Las manifestaciones , hallándose unido el París
iglesias se disputaron el honor de su pre- frívolo al París cristiano. El hombre de Dios
sencia, de la celebración de su misa, de oírle á nadie se negaba ; después de dar sus días
una palabra. El santo nada sabía rehusar. daba sus noches. Bastaba esperar ; cada
Iba á todas partes donde le llamaban, y á uno entraba á su turno. Encontrábasele en
todas partes donde iba las muchedumbres su estancia con el mismo piadoso semblante
que espiaban sus pasos al punto le seguían. admirado en el altar , el mismo sencUlo y
Innumerables eran los que comulgab~m de bondadoso sacerdote tranquilo, afable y sonsu mano; otros contentábanse con verle y riente que se había distinguido entre la
escucharle. Asediado se hallaba hasta en la muchedumbre. Oomprendíase desde el 'prisacristía. Los sacerdotes no menos que los mer momento que· no se prestaba .sino que
fieles a.cudían á él y muchos de ellos, en se daba y uno á su vez sentíase movido
momentos que subía al altar, le decían una á darse á él. Varios que habían venido á
palabra al oído. Sus salidas, sus visitas, aun sorprender al santo se vieron dominados
de carácter privado y que quería tener se- por éL Así sucedió á un personaje ilustre
cretas , eran conocidas y anunciadas. Todos entre todos.
sus movimientos eran del dominio público.
II.
El público habíase apoderado del santo ;
le seguía, le rodeaba, le oprimía. Y el santo _ U na tarde un anciano de. noble aspecto,
si bien sombrío y altivo, sin dar
nombre;
se abandonaba en tales manos.
Al observar su semblante dulce y sereno pidió ver á Don Bosco. Introdu(lido en la
habríase dicho que nada de esto advertía. antesala, mientras le llegaba el turno, esperó
Ocuuió una vez que, no obstante ser siempre tres horas. A las once de la noche entró,
compacta la muchedumbre, dos niños, consi- saludó cortésmente al humilde sacerdote y
guiendo llegar hasta él , le tomaron sendas luego sin rodeos hízole su profesión de inmanos, como quiera que la bondad del santo crédulo, sobre todo en materia de milagros:
indicaba á las Claras que era todo para to- « Yo no doy la menor fe, le dijo, á· los midos. Dejóse así aprisionar, sin que intentara lagros que algunos van proclamando.» Este
romper cadenas que entrañablemente amaba. caballero, como se ve escogía bien el asunto
Necesario fué que alguien lo libertase. Su y sabía á quien se dirigía. Mas quería
sonrisa y conversación. con los niños· era al
igual de las almas inocentes. Respondía á
(1) Don Bosco no dejó definitivamente á París hasta

su

(1) Discurso de recepción en la Academia.

el 26 de mayo; pero su estadía allí fué interrumpida
por un corto viaje á Lille, donde aceptó la fundación
de un asilo.

-56-

quedar incógnito; habíase propuesto conocer sin .ser conocido y , por decirlo así , ver
sin ser visto. Esto le permitía obervar más
á su gusto. Sólo al fin de la conferencia!
subyugado por el irresistible ascendiente de
santo , que deseaba visitar de nuevo y
tenerle por amigo, descorrió el velo, tras del
cual se había ocultado. Este anciano incrédulo, á quien Don Bosco ni conocía ni trataba de conocer, era Víctor Rugo.
El eco de' las aclamaciones hechas en torno
de Don Bo"'sco llegó á los oídos del gran
poeta. Era natural ; y esto sobrado bastaba
para picarle la curiosidad y bull~rle en la
imaginación. Probable es que hubiera además leído los maravillosos sucesos referidos
por el doctor d'Espiney. Debió de ver entonces que también Don Bosco era uil. gran
poeta, un poeta en acción, no de otro modo
que él lo · era en estrofas. ¡ Qué sublime
poema , en verdad , el de esa existencia ligada á la tierra sólo por maravillas! ¡Qué magnífico apéndice á la La leyencla de los Siglos.
Para Rugo, sin duda, tales maravillas no
eran más que leyendas; pero tan puras, tan
encantadoras, tan conmovedoras y divinamente concebidas que debieron despertarle
envidia. Él, que se tenía por el primer poeta
de todos los tiempos y paises, nada había
ideado tan hermoso, y afirmábase que esto
era realidad. Como tal se escribía , se hablaba, se creía. Para que semejantes leyendas
pudieran acompañar á un hombre todavía vivo
fuerza era se hallase en· él algo de extraordinario. Ese algo era lo que atraía á Víctor
Rugo. Quería ver al hombre-leyenda como
hubo de decir en su lengu~je apocalíptico.
Familiarizado estaba con ellos en sus fantasías de poeta ; y esta vez iba á ver uno
de carne y hueso. lo Cómo perder la ocasión V
Al que tentado se sintiera á suponer una
antojadiza explicación de nuestTa parte ó no
acertara á explicarse la visita del gran
poeta al humilde sacerdote de Tn:rín únicamente le aconsejaríamos meditara el 1·etrato
que del autor de La Leyendn de los Siglos
recientemente ha hecho uno de sus amigos.
« En mi concepto , en mi concepto solamente, decía Alejandro Dumas en su ~on­
testación al discurso pronunciado por el sucesor de Víctor H ugo en la Academia, Víctor Rugo jamás salía de la leyenda. Sus
personajes , en realidad de verdad , no son
como los de nuestro planeta, ni. de las proporciones del hombre ; están más acá ó má,s
allá de la humanidad, en ocasiones, al contrario, por no decir al revés de los vivientes. Esto ocurre , sin duda, porque para él
la naturaleza tiene aspectos que no tiene
para otro alguno. Su ojo toto lo engrandece ;
ve á las hierbas altas como árboles y ~í, los
insectos grandes como ~í,guilas. »
Este juicio no es exclusivo de Alejandro
Dumas ...
F{wilmente se explica en consecuencia qué

disposiciones animaban al poeta al abocarse
con el santo: quería ver y comprobar.
En Don Bosco, de que tanto se hablaba,
en este sacerdote coronado de aclamaciones
y objeto de portentosos hechos, esperaba seguramente encontrar todo menos lo que encontró, esto es, un hombre sencillo, humilde
y afable ; pero fuerte, más fuerte que él, uno
de esos hombres que os dmninan y hacen de
vosotros lo que quieren sin que os lo adviertan. Nada tan irresistible como esos subyugadores de hombres que os penetran en lo
íntimo de las entrañas con una mirada en
que sólo sentís la bondad , si bien con ella
unida va la fuerza que os desarma y os cautiva. Los santos mejor que los poetas co.nocen
..... l'rwt d'appr·i'VO'iser les ámes (1).

En caso necesario Don Bosco habría hecho se le encariñasen los tigres. Pertenecía
á la raza de aquellos anacoretas que en el
desierto vivían en buena paz con los leones.
Pero esta virtud oeultá,hase tras del buen
natural de su sonriente fisonomía.
Cuando Don Bosco oyó la declaración de
aquel anciano á quien no conocía, no procuró conocerle, no discutió con él.
Contentóse con profundizarle el alma, como
á manera de sonda y diestramente, con una
serie de cuestiones.
'
Entre estas cuestiones particularmente dos
cogieron desprevenido al incógnito, le dejaron embarazado y reflexivo.
El santo encaminó la conversación de modo
que bien pronto pudo preguntar á su interlocutor:
"'- ¿ Qtu3 admft-ís respecto á la vicla .{1lt~Wl1J?
- N o perdamos tiempo en tratar esta cuestión ; hablaré de la vida futura cuando me
encuentre en lo ftituro.
El hombre que creía estar sobre los reyes
y que á lo más se dignaba enderezarles de
cuando en cuando consejos que parecían órdenes, no podía quedar impas.ible al sentirse
así preso por un bueno y anmano sacerdote.
Bien se adivina en su respuesta la altivez
con que trataba á los simples mortales. Pero
el santo lo tenía. Es {1, la verdad interesante
ver en el libro del señor d'Espiney, cómo
esa águila forcejea sujeta por aquella paloma.
Don Bosco, como si no advirtiera lo áspero
y seco en dicha respuesta, continuó tranquihimente sondeando á su hombre. Víctor Hugo
quiso complacerle. Hay candorosas audacias
que se perdonan á los niños y á los santos,
y de tales audacias Don Boseo estaba lleno.
Cuando hubo leído en el alma de Rugo
todo lo que quería leer, díjole por fin : ·
« Si tal es vuestro ánimo lo qué queréis entonces V Pronto no os pertenecerá el presente ;

(1) Les Rayons et les

On~b1·es,

:x:xxvn.

-57-

de lo futuro rehusáis se os hable &Cuál esperanza os queda~ »
A esta cuestión el poeta que erguida la
frente miraba al santo, dobló la cerviz y se
miró á sí en su propio interior. En lugar de
responder se puso á meditar.
Si el santo hubiera sabido con quien hal)laba, si hubiera conocido al pobre gran poeta,
tal como en sus obra.s se ha mostrado al público, no habría podido emplear un lenguaje
más á propósito para hacerle entrar en sí
mismo. Ninguna cuestión podía mejor descubrirle el vacío de su alma, el vacío inmenso oculto á sus ojos.
El noeta desterrando de su corazón las enseñanzas de Jesús nada había puesto en su
.lugar.
Había perdido la fe. Bien sabfa que de
tiempo atrás era un espíritu.
..... eff?'al!é pZ.ns CIWM'C qn' ebloni
Qni n' ose cNrc non et ne pent cN1·c

Ot~i

(1).

Resignado estaba :
Enfctnt8, 1·ésignons nous ct ,quil:ons notre ?'Oll·te
Tout CO?]JS traíne son omb1·e, et tont esp1·it son do·nte (2).

Pero si l:le había resignado á la pérdida
de la fe jamás había podido resignarse á
toda esperanza.
El autor ele los Octntos c1el 01·epúsmtlo , lo
había dicho,
'
..... est de ceu.x qu.i esperen t.

..........

·'

P.

RAGEY.

DON BOSCO.
U na de la.s señales que revelan con más
elocuencia el vicioso concepto que las sociedades modernas tienen de la civilización, es
el favor y el aplauso que tributan á todo el
que se dedica con algún fruto al estudio de la
materia, aun cuando sea para aprovecharla
en obras de destrucción y muerte y la indiferenCia y el olvido con que recompensa á los
cultivadores del espíritu, á los que se sacrifican por aliviar las miserias· humanas, ha-ciendo al hombre mejor y por consiguiente
más feliz, en aquel grado de felicidad posible en este valle de lágrimas.
Tenemos á la vista un folleto de pocas
páginas, impreso el año último en Barcelona
en la tipografía de los Talleres Salesianos,
que comprueba de un modo elocuente la observación que acabamos de exponer. Titúlase: Don .Bosco y s·zt siglo, discurso pronunciado 'por el Cardenal Alimoncla, Arzobispo
(1) Les Voix i.nté1·iem•es,
(2) Icl.

xxvn.

de Turín , en los funerales del varón: santo
ele aquel nombre.
En Barcelona ha sido conocido y admirado Don Bosco por todas las personas en
quienes ejerce todavía atracción lo bello
y lo bueno, porque esa ciudad tuvo la fortuna de ser uno de sus últimos campos de
acción ; pero en el resto de España, fv quién
conoce ni ha oído hablar del ilustre fundador
ele tantos asilos, ele tantas escuelas , de
tantos talleres, de tantos institutos de educación y de earida,d como dejó en el mundo ~·
Don Bosco es un personaje que ha pasado
casi inadvertido para la totalidad ele los periódicos dispensadores de la fama y el aplauso , y que sin embargo ha hecho en el
mundo, sin más armas que su palabra y su
doctrina, cosas grandes y duraderas. Hijo
de honrados campesinos piamonteses , de
quienes recibió sólida instrucción cristiana,
que es la instrueción por excelencia, se sintió desde sus primeros añor.; abrasado por el
divino fuego de la caridad y se consagró al
sacerdocio , escuela de abnegación , no tardando en revelar para la enseñanza dotes
maravillosas, de esas con que Dios distingue
á, sus predestinados. La educación, la primera y más augusta de todas las funciones
sociales, en todo tiempo, pero con especialidad en el presente, por los falsos derroteros que sigue, fué desde el primer momento
el punto ele mira exclusivo de sus afanes y
tareas. De todas las plagas de la vida contemporánea, la que desde el primer momento
encendió su celo evangélico , fu.é la de esa
multitud de niños que abandonados á sus
instintos , ó pervertidos por la moderna pedagogía, constituyen en todas partes un semillero de malos ciudadanos, de criminales,
un Yordadero peligro social. D. Bosco desde
los primeros ensayos demostró estar dotado
de un don casi sobrenatural para atraer y
disciplinar ~'L los infantes y adolescentes. La
amorosa palabra evangélica fué siempre de
grande eficacia con los niños, como fruto del
entendimiento divino, como obra de Aquel
que decía á sus discípulos: D~jad q~te los
niños se acerq1wn á mí. El humilde sacerdote
piamontés hizo con ella verdaderos milagros.
A su muerte ha dejado en Europa y en América fundaciones que se acercan al número ele doscientas. Para visitarlas se necesita la vida de un hombre. Imagínese el
lector el inmenso trabajo que representa tan
ingente creación y si hay medio de concebirla sin que venga á los labios el digit~ts
Dei est hic. Sólo con un don de atracción
especialísimo, y como hemos dicho sobrenatural, cabe que'tan gigantesca empresa haya
sido realizada por un hombre solo, por una
sola yoluntad desposeída de todo poder humano. ¡Maravillosa potencia del amor!
Un hecho que refiere el cardenal Alimonda
en su hermoso panegírico y que á fuer de
realizado en la misma ciudad de Turín, te-

-58-

nía entre los oyentes multitud de testigos en
estado de comprobar su certeza, bastará para
dar cabal idea del poder que ejercían la palabra y la persona de Don Bosco sobre los
niños y los jóvenes. Dando una vez los
Ejercicios en la cárcel de muchachos de la
antigua capital del Piamonte, salió tan edificado y satisfecho del respeto cariñoso con
que había sido escuchado, que determinó
premiar el buen comportamiento de aquellos
dándoles un día de campo y de libertad.
Manifestó al alcaide de la cárcel su deseo ;
pero éste, como era de esperar, le mandó
á paseo tildándole de loco. D. Bosco no
se desanimó y fué á exponer su demanda
al ministro del Interior, que era entonces
Urbano Ratazzi, el cual
oyó con la misma
disposición de ánimo que el alcaide ; pero
Don Bosco sabía mover las voluntades y comunicó su fé al ministro, que vino al fin en
lo que le pedía.
Y dicho y hecho. A los pocos días, y al
despuntar el sol, se vieron salir de la cárcel
n,ada menos que 300 muchachos, de lo peor
de la ciudad y su provincia, sin escolta, sin
policía, libres como el aire y gravitando todos al rededor ·de un sacerdote inerme, y
moviéndose con asombrosa disciplina según
su mando y dirección. Don Bosco los sacó
al campo, donde se entregaron á los solaces
de la libertad y del lícito esparcimiento. Ni
un solo acto de rapacidad ni de desobediencia empañó la alegre hermosura de aquel
día. Espectáculo verdaderamente inconcebible para la razón, sobre todo. en estos tiempos . .A. la caída de la tarde Don Bosco dá
la señal, y aquel enjambre bullicioso, esparcido por las frondosas arboledas de Stupinigi, se congrega sin resistencia y sigue tranquilamente al sacerdote, que los reintegra á
todos en la cárcel, sin que falte uno solo.
Actos de esta especie son superiores al alcance del genio. Para realizarlos se necesita
ser un Santo.·
. « Cuando recién ordenado de sacerdote
;;, (dice el elocuenteArzobispo de Turín) ten» dió Don Bosco la vista por el mundo, sin
» duda no se :fijó únicamente ni en una ciu» dad ni en una sola provincia, sino que
» abarcó al orbe entero, y como si fuera un
» profeta dijo: Es necesario renovar la faz
» de la tierra , es preciso trasformar las al» mas ; donde hay barro poner oro ; . donde
» hay odio infundir amor. » Con sujeción á
este plan, cuyo brillo deslumbra y cuya alteza produce vértigo á la razón, el humilde
sacerdote, armado de lo sobrenatural, de la
fe, comenzó el maravilloso desenvolvimiento
y la expansión de su obra redentora y en
su larga peregrinación fué sembrando po.r
todas partes oratorios, colegios, asilos y talleres. Mientras los gobiernos derraman tesoros que esquilman á los pobres contribuyentes .para .hacer de la educación una ciencia
profana, sin conseguir otro resultado que el

le

de crear un ingente cuerpo de profesores sin
discípulos y de estudiantes sin estudios, dejando cada día más oscuro el problema con
tan inmensos sacrificios perseguido , D. Bosco, silenciosamente, acudiendo á las fuentes
de la caridad y el amor y con el óbolo
de las personas de buena voluntad, va creando
por todas partes sus centros de enseñanza
y verdadera defensa social. Ya hemos dicho cuantas casas estableció. Fundó muchas
en Italia, ocho en Francia, dos en España,
una én Inglaterra, una en Austria-Hungría
y treinta y cuatro en América del Sur.
Hé aquí ·una bien y noblemente empleada
vida y que sólo puede recompensar el Autor
y Dispensador ele todos los bienes.
El opúscolo que ha dado motivo á estas
breves observaciones ha sido impreso en Sarriá (Barcelona.) en los Talleres Salesianos
fundados por el Santo (así le llama ya la
voz pública cristiana) y se vende en la Librería de los mismos Talleres y en el Oratorio de Tnrín á beneficio ele los huérfanos
asilados.
Aconsej~1mos á nuestros lectores que lo
lean, pues es además de una obra de elocuencia, una pieza literaria , vertida al castellano por la elegante y castiza pluma del
P. Miguel Mir. Es un nuevo y expresivo
testimonio de la asombrosa ·fecundidad de la
Iglesia, que á despecho ele la persecución
que sufre y del abandono en que la tienen
los altos poderes seculares demuestra á todas
horas ser ella el único vívero de hombres
capaces de librarnos de la decadencia y de
la barbarie que nos amenaza, hombres cuyo
imperio sobre los demás se funda en ol absoluto holocausto de sí 1nismos, como quiera
que en la tierra no se hacen nunca grandes
cosas sino mirando al cielo.
ÜEFERINO GONZALES BRAVO.

GRACIA~

a

CONCEDIDAl3

los Cooperadores Salesianos
(Conclusión)

2611 Los mismos que celebren una Misa por
su padre, madre ú otro pariente difunto , · ó
por cualquier Cooperador Salesiano, sacarán,
Dios mediante, del Purgatorio sus almas.
27 11 El Sumo Pontífice Pío IX concede por
el mismo Breve del 9 ele marzo de 1876 in
perpet~to una Indulgencia :Plenaria a todos
los. Cooperadores que, confesados y comulgados, se cons~graren al Sagrado Corazón
de -Jesús, y en 'todos los aniversarios ele la
misma Congregación.
Indulgencias parcütles.
28° Inclulgencia de 40 días cada vez que
visiten al Santísimo Sacramento.

-5929a Indulgencia de 100 días cada vez que
hagan un cuarto de hora de oración mental.
30a Indulgencia de 100 días cada vez que
asistan al sacriílcio de la santa ~fisa ó á los
Oficios divinos, en las iglesias ó capillas de
la Congregación Salesiana.
3P Indulgencia de 100 días á los que
·asista.n á las reuniones de los Cooperadores
Salesianos, donde tuvieron lugar.
32't Indulgencia de lOO días á los que concurran á las procesiones que se efectúen con
autoridad del ordinario, como también a los
que acompañen el Santísimo Sacramento en
las mismas, ó cuando se lleva á los enfermos, é igualmente para aquellos que, no pudiendo hacerlo, recen cinco Pater y A·ve por
Jas necesidades de la Santa Iglesia y por los
difuntos.
33a Indulgencia de 100 días á los que dén
hospitalidad á los pobres , reconcilien á los
enemistados , ¡traigan á la buena senda á
los estTaviados, y á los que enseñan á los
ignorantes los mandamientos de la ley de
Dios, y todo lo que sea útil para la salvación eterna ó que hagan alguna otra obra
de caridad.
34a Indulgencia de 100 día.s para aquellos
que visiten á los enfermos , los consuelen y
los instruyan.
35" Indulgencia de 300 días para los que
pública y privadamente enseñen la doctrina
cristiana.
36't Indulgencia de 500 días para los que
lean ó asistan á la lectura del reglamento.
37" Todos los :fieles que asistan á los divinos Oficios en las iglesias de la Congregación Salesiana, en la :fiesta y octava del
Oorptts Dornini y de la Inmaculada Ooncepción de la Virgen, ganarán 400 días en
los Maitines, 400 días en las Misas y otros
tantos en las Vísperas ; 160 días por cada
una de las otras horas. Dura.nte la octava
ganarán además 200 días en los maitines ,
200 días en las Misas, 200 días en las vísperas y 80 días por cada una de las otras
horas.
38" Cada viernes de cuaresma puede ganarse igualmente la indulgencia de 7 años
y 7 cuarantenas, y en uno de ·ellos la Indulgencia Plenaria, con tal de que habiendo
confesado y comulgado, visite alguna iglesia,
rogando en ella según la intención del Sumo
Pontífice.
39a La Indulgencia de 7 ·años y otras_ tantas
cuarantenas, en cualquiera de los días de la
novena del Nacimiento y además una Plenaria el primero y último día de ella.
Indulgencias concedidas á los Cooperadores Sa·
lesioo.os y que pueden gann.r todos los fieles de UD.9
y otro SéXo :
40a. Indulgencia de un año para todo aqueque gratuitamente enseñe los cánticos sal
grados, ó que haga alguna vez este piadoso

ejercicio pública ó privadamente , y otra de
100 días, cada vez que los canten en algún

Oratorio público ó privado (1).
41 a. Ganarán Indulgencia Plenaria, el último día del Mes de María, todos aquellos
que durante dicho mes hayan tomado parte
en sus ejercicios y particularmente en los
cánticos de la Iglesia.
42a. Indulgencia Plenaria una vez al mes,
todos aquellos que durante cuatro días de
:fiesta ó de trabajo, han tomado parte en
los cánticos 6 hayan enseñado á cantarlos.
43a. Esta Indulgencia e~ ·aplicable á los
:fieles difuntos (2).
44" Indulgencia de 300 días cada vez que
con el corazón contrito se diga: Maria Auxilium Christ-ianonnn, O'ra pro nobis.
(Br·eve de Pío IX de 9 de mayo de 1876)
45a. Indulgencia de 300 días cada vez que
se rezen las letanías lauretanas, y los que
las rezen todos los días , ganarán la Indul ·
gencia Plenaria en · las cinco solemnidades
de la Santísima Virgen, es decir, en los días.
de la Inmaculada Concepción, . Navidad,
Anunciación, Purificación y Asunción.
Indulgencias concedidas á las iglesias de la Con·
gregación de S. Francisco de Sales, en favor de
todos los Cooperadores y de todos los fieles de uno
y otro sexo :
46a. Todos los :fieles pueden ganar Indulgencia Plenaria, en el día de S. Francisco
de Sales, visitando alguna iglesia de la Congregación Salesiana.
(B'reve del 9 mayo de 1876)
47a. La misma Indulgencia, en la fiesta titular de cada iglesia de la Congregación ,
con tal de que la visiten confesados y comulgados.
(El 1nismo Bre-ve)
48a Teniendo la facultad de celebrar tres
Misas y dar la Comunión en la noche de
Navidad, ganarán la Indulgencia Plenaria
todos los fieles que tomen parte en cualquiera de las Iglesias de la Congregación ,
donde esté el Señor Sacramentado.
( Bre·ve del 30 julio de 1875).
49a. Como en todas las iglesias de la Congregación hay un altar previlegiado , todo
sacerdote regular ó secular podrá sacar ánima
. del purgatorio.
·
(Breve de Pío IX de 26 de febrero de 1875)
50a. Ganarán Indulgencia Plenaria todos
los :fieles que habiendo asistido , cuando
ménos, á más de la mitad de los sermones
(1) Por cánticos sagrados y religiosos se entiende todo salmo 6 himno ¡:eligioso, que sea cantado en
cualquier tiempo 6 idioma.
(21 Por un autógrafo de ·nuestro Santo Padre el Papa
Pío IX de 7 abril de 1858, fué otorgada esta gracia.. Los
originales de este autógrafo así como los de las demás concesiones especiales se conservan en el archivo
del Oratorio Salesiano.

-60-

En vista ele esto, deseoso Don Bosco ele
predicados durante los ejercicios espirituales
ó de las misiones dadas por los Salesianos, venir en ayuda ele aquella desgraciada ju. y habiéndose confesado y comulgado, visiten ventud trató de conseguir una estancia donde
la iglesia ó capilla donde se hacen estos albergar á los más necesitados. Todo lo que
piadosos ejercieios, rogando en ella según obtuvo fué un pajar, vecino al Oratorio,
la intención del Sumo Pontífice. Cada vez con un poco ele paja, algunas sábanas, cuque asistan á uno de estos sermones con el biertas y sacos.
.corazón contrito ganarán 200 días de inclulTanta solicitud fué en un principio muy
mal recompensada : U na tarde de abril las
gencia.
( JJ1isnw Breve)
atenciones prodigadas á un enfermo en la
ciudad
retuvieron á Don Bosco más que
51a Estando facultados los Directores de
de
costumbre
fuera de su casa. Al volver,
las Casas de la Congregación piua erigir
pasando
por
los
prados , donde se ha edifiy bendecir, con las respectivas indulgencias,
las estaciones del Vía-Crucis, en sus capillas cado posteriormente soberbios palacios, apeú oratorios internos, los :fieles que hicieren nas hubo llegado á la calle de Valdocco enallí los ejercicios espirituales, ó la Via-Cru- contró una veintena de rapazuelos de la hez
cis, ganarán todas las indulgencias concedidas del pueblo, los cuales sin conocer á Don Bosco
á los Religiosos Menores Observantes y Re- y su Oratorio dijeron al verle : - Estos sacerdotes son unos avaros.- Unos intolerantes,
formados de S. Francisco de Asís.
añadió otro. - Hagamos la prueba con ése,
( 1llismo Breve)
gritó un tercero ...
52"" Indulgenda de 3 años a todos aqueOyendo tan descomedidas palabras, Don
llos que, al menos con el corazon contrito , . Bosco apuró el paso; habría querido no verse
asistan á los ejercicios piadosos que se acos- en el caso de tener que pasar junto á esta
tumbran á hacer todos los días por la ma- pandilla; pero pues que ello era fuerza, como
ñana en las iglesias de la Congregación Sa- si nada hubiera escuchado - Buenas noches,
lesiana.
amigos , les dijo : ¿cómo estáis~
( .11fismo Breve)
-Nada bien, señor presbítero, contestóle el
más audaz ; tenemos sed y nos faltan monises ; páguenos U d. una pinta.
- Sí , señor presbítero , una pinta , una
pinta , gritaron todos ; · ele otro modo no lo
BISTORI ADEL ORATORIO DE S. FRANCISCO DE SALES dejamos andar.·
Y esto diciendo lo rodeaban tan estrechamente que no le era posible dar un paso.
- Con mucho gusto, responclióles el buen
sacerdote; si, con mucho gusto,. y pues sois nuC.A.PÍ'l'ULO XVI.
merosos no. sólo pagaré una sino dos pintas;
Necesidad de un asilo. - Un pajar. - El primer huespero quiero también acompañaros á beber.
ped. - El primer dormitorio. -- La p1·imera exhor- Cómo no, señor, ¡·bravo! ¡qué buen satación antes del reposo. - Discreta precaución. cerdote es Ud ! ¡ oh ! si todos fueran así. V amos,.
Humilde principio; bendición de Dios. - El llanto del
vamos á la taberna. de los Alpes, aquí vecina.
huérfano.
Y Don Bosco , movido de caridad y para.
atraer
al bien á aquellos haraganes los aMientras se procuraban los medios para
compañó
á la taberna.
hacer florecer la instrucción religiosa y liteCada
uno
puede imaginarse el espectáculo
raria en las escuelas dominicales y clases
que
a.Uí
ofrecía
un sacerdote con tal corona.
nocturnas de cada día, mientras con oporal
verlo
abrieron tamaños ojos; pero
Todos
tunas prácticas de pi~dad se excitaba ii la
no
tardando
en
saber quien era y qué movirtud á los niños del Oratorio necesario era
tivo
le
llevaba,
ninguno
se escandalizó.
poner pronto remedio á· otra necesidad. La
Don
Bosco
cumplió
su
palabra. Llamado
experiencia diaria había evidenciado á Don
el
tabernero
pidióle
una
botella
de vino y
Bosco que para ayudar eficazmente á alguluego
otra.
Así
que
vió
contentos
y afables
nos muchachos no bastaban las escuelas y
{~ los rapazuelos les dijo :
reuniones festivas sino que era menester a- Ahora vosotros debéis hacerme un serdemás un caritativo asilo. Muchos de ellos,
vicio.
en ve~dad , tanto turineses como forasteros,
- Sí, señor Don Bosco (ya conocido su
mostrabanse llenos de buena voluntad para
nombre),
mande lo que guste: no sólo un
darse á una vida ordenada y laboriosa ; pero
servicio
sino
dos y tres le haremos, porque
alentados á comenzarla ó proseguirla solían
de
hoy
en
adelante
queremos ser sus amigos.
contestar que no tenían pan , abrigo , ni
hospedaje alguno , que esto los obligaba á
(Se cuntimtará)
llevar una vida irregular y alojarse en lugares peligrosos que en un día les hacían Oon aprobación de la Aut. Eclesiástic8. - Gerente Ml'rEil GHIGI.IONE
olvidar los propósitos ele una semana.
Turín, 1889 - Tipografi8. Salesiana.

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