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extracted text
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Instruyó al pueblo y divulgó todo lo que había hecho.
Buscó las doctrinas útiles y escribió documentos
rectísimos y llenos de verdades. Las palabras de los
sabios son cómo punzas ó clavos, que penetran pro{lindamente, y nos lueroti dadas mediante nuestros
maestros por el único pastor.
(E clesiastés X II, 9, 10
y
II)
No se engañarla mucho quien intentase atribuir
principalmente á la prensa malvada todos los males
y la deplorable condición de las cosas, á la cual
hemos llegado actualmente..., los escritores católicos
deben con todas sus fuerzas volverla en bien de la
sociedad.
(L eon X III)
#El_ peligro, Sto. Padre , está en la continui
difusión de libros infames; y para poner un dique ¡|
L a prensa periódica sometida á la autoridad je
a este m al inmenso, yo no veo otro remedio, que la fun
rárquica, revestida del espíritu de Jesucristo, viene á
dación de una imprenta Católica, puesta bajo el patro
cinio de la Santa Sede. De esta m a n e ra , no hacién ser un poder inmenso: ilum ina, sostiene la verdad,
hace desaparecer- el e rro r, salva y civiliza ; es cási
dose esperar nuestras respuestas, podremos con mayor
ventaja descender al campo de la lid y responder con
una forma de apostolado sublime.
feliz éxito á las provocaciones de los apóstoles del
(A l ím o n d a )
error.
(Sales)
fu n d a d o r de lo s S alesianos
P I& O T Ü S C IA B A
EN LAS EXEQUIAS SOLEMNES CELEBRADAS POR EL DESCANSO DE Sü ALIA
EL 28 DE ABRIL DE Í 8 8 8
el presbítero D. MIDI ANGELIAEA
Véndese al precio de una peseta y sn producto se destina
á beneficio de las Obras Salesianas.
JUAN BOSCO Y SU SIGLO
DISCURSO
Pronunciado por el Em.mo Sr.
CARDENAL ALIMONDA
E l LOS ITOEEALES DE TEIGÉSDIA
QUE SE CELEBRARON
EL
1°
D
E M
A
R
ZO D
E
1888
))
Entre todos ios elogios fúnebres pronunciados ante la tumba de D. Bosco,
ocupa el prim er puesto el de dicho Ern.mo Cardenal. Él, con su grande habi
lida d
y, como insigne pintor y escultor, supo representar en toda su be
lleza al santo hombre,
que, con sus maravillosas obras resplandece
de un
modo gigantesco en medio del siglo X I X . Dicho discurso ha sido traducido
en castizo castellano y francés, y esperamos que nuestros Cooperadores lo leerán
con gusto y edificación.
r
añ o h i .
Saie una ves a l mes.
- N. 8.
Debemos ayudar á nuestros bermanos á fin de cooperar á la difu
sión de la verdad,
AGOSTO 1888
Cualquiera que reciba á un nino en
mi nombre, recibe á mí mismo.
(M
a
t
. xviii)
(III S. -Idas, 8)
Os recomiendo la niñez y la juven
tud; cultivad con grande empeño la
educación cristiana; proporcionadles
libros qne enseñen á huir el vicio
y ápracticar la virtud.
Atiende £$s la buena lectura, á la es»
hortaoion y á la enseñanza.
(í Tim. iv, 18)
Entre las cosas divinas la más di
vina es la de cooperar con Dios
á la salvación de las almas.
(Pío IX)
(S. D ionisio )
Bedoblad todas vuestras fuerzas para
retraer á la niñez y juventud de
las insidias de la corrupción y de
la incredulidad y preparar de esta
manera una nueva generación.
Tin amor tierno hacia el prójimo es
tino de los más grandes y excelen
tes dones, que la divina bondad
puede hacer á los hombres.
(L
E
O
NX III)
(El Boot. S. Franc, do Sales)
>1 BIB.EGGIOM e
ne
l Oratori© Salesiano. —
G
a
lle Cottolengo M
°3 2 ,Turin (Italia)
S u m a rio : Felicitación á S, S. Leon X II I. — A la que
rida memoria de D . Bosco — Gracia de María Sma.
A uxiliadora — C arta de Cliile — Viaje de los M isio
neros Salesianos á Quito —■ Noticias de Patagonia —
Los funerales *— H istoria del Oratorio de S. Francisco
de Sales.
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A S. S. L E O N
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XI I I
EN EL DIA DE Sü SANTO
HOMENAJE Y FELICITACION DE LOS SALESIANOS
Y SUS COOPERADORES.
/V iv a Leon X I I I ! ¡V iv a el sabio y v i
gilante Sucesor de S. Pedro ! Este grito que
de todas partes de la tie rra llega á Vuestro
Trono, repiten llenos de regocijo, oh San
tísimo Padre, también en este año, postrados
á Vuestro pies, los Cooperadores y Coope
radoras Salesianos, para desearos toda clase
de felicidades en el hermoso día de la
fiesta de Vuestro Patrono S. Joaquin. Y así
como los hijos amorosos liábanse siempre
dispuestos á demostrar su reconocimiento
al Padre, así también nosotros para expre
saros lo sentimientos de admiración y g ra
titud que hácia Vos abrigamos en nuestro
corazón. Si nuestros deseos fuesen aceptos
al Señor, largos y felices serían Vuestros
días, oh Beatísimo Padre, y vuestros con
suelos serían tan inmensos como las arenas
del mar. ¡Pero qué tiempos tan dolorosos
alcanza el mundo!
A l modo que un día S. Juan Crisòstomo
saludaba á un glorioso antecesor Vuestro,
Inocencio I, así también nosotros podemos
repetir hoy, llenos de jú b ilo y entusiasmo,
ante las prodigiosas obras qu e, en medio
de tantas dificultades y peligros, lleváis á
cabo: — «Vos sois aquel piloto que tanto
más se esfuerza en v ig ila r cuanto más
oscura está la noche y proceloso es el
mar. Sobre Vos apóyase el mundo entero,
puesto que teneis que combatir al propio
tiempo por las Iglesias desoladas, velar por
los pueblos dispersados, por los sacerdotes
rodeados de enemigos y por obispos obli
gados á h u ir de sus diócesis y por último
atender á la conservación de las constitu
ciones de nuestros padres hoy día nefan
damente pisoteadas. » — A todo lo cual
Vos procuráis poner remedio con prodi
giosa actividad y sabiduría.
Sí, Santísimo Padre, todos los Salesianos
esparcidos en este y el otro em isferio,
admirando y obsequiando en Vos al V icario
de Jesucristo, repiten boy una sola palabra,
— ¡Todo por V os, oh Beatísimo P adre:
que debeis ser para el mundo la aproxima
ción de Dios, como fue en su tiempo vuestro
glorioso Patrono S. Joaquin!
i Y iv a Leon X III!
A LA QUERIDA MEMORIA
de D. BOSCO.
Los años pasados dábase cuenta m inu
ciosamente en el Boletín del mes de Agosto
de lo que los antiguos y nuevos alumnos
del Oratorio y los amigos de D. Juan Bosco
hacían para festejar el día del santo patrono
de su bienhechor y padre. También se refe
rían las alocuciones tan sencillas, afectuosas
y persuasivas con las cuales él mismo ani
maba en tales ocasiones á sus hijos para
que prosiguiesen por el camino de la v irtu d
y estuviesen siempre ligados con la obe
diencia y amor á la cátedra de S. P edro,
á confiar con singular fervor en el auxilio
de la Divina Providencia, y, en fin, á v iv ir
siempre bajo la materna protección de
María Sma. Auxiliadora.
Y este año ¿cuáles son los honores con
que los Salesianos han recordado el nombre
de D. Bosco? ¿con qué palabras suyas ha
remos que su corazón reviva ?
Y arios han sido los testimonios de nuestro
reconocimiento. En p rim e r lugar deben
mencionarse las comuniones y oraciones
hechas en sufragio de aquella alma bendita,
el día 24 de Junio. Luego debemos dar
cuenta de una diputación compuesta de
sacerdotes, estudiantes y artesanos del
O ra to rio , la cual fué á Yalsalice para
rogar con el mismo fin postrados ante
su tumba. E l mismo día una representa
ción del Círculo de la Juventud Católica
llevaba una corona y la colgaba en la lá
pida que con la elocuente sencillez de su
inscripción, hace singular contraste con la
grandeza de ánimo de aquel cuyos despojos
yacen en una pobre tumba. Sin embargo,
los niños estudiantes del Oratorio de San
Francisco de Sales, no podían pasar sin
festejar en alguna manera á su querido
Padre, y así lo hicieron por medio de una
hermosa academia. E l 5 de J u lio , pues,
colocado en medio de una preciosa deco
ración el retrato de D. Bosco, hecho por
el insigne pintor Sr. R o llin i, leyeron los
referidos niños estudiantes varias poesías,
de las cuales muchas eran hermosísimas,
ya por la armonía del verso como por la
nobleza de sentimientos, y todas llenas de
filia l afecto. Cantos antiguos, escogidas
piezas de música ejecutadas con armonio
y piano, y por últim o la palabra de Don
Miguel Rúa que recordaba cuánto D. Bosco
había hecho y sufrido por los niños, hacía
más solemne aquella academia, en la cual
habían tomado también parte los Superiores
del Oratorio.
¡ A li ! D. Bosco es verdaderamente digno
de tales demostraciones; él sabía amar á
todos ardientemente en Jesucristo, y era
amado también de todos como pocos hom
bres lo han sido en esta tierra. Las pa
labras que dejó escritas sobre su mesa con
especial encargo de que su Sucesor trasm i
tiese una copia á iodos sus hijos, despues
de su muerte, son una prueba de una y
otra cosa. Hé aquí algunos párrafos de la
referida carta. « Antes de p a rtir para la
eternidad, tengo que cum plir con vosotros
algunos deberes, y de este modo satisfaré
un vivo deseo de m i corazón.
» En p rim e r lug ar os doy las gracias
con el afecto más vivo del ánimo por la
obediencia que me habéis prestado y por
todo lo que habéis trabajado.
v Yo os dejo en esta tie r r a , pero tan
sólo por poco tiempo. Espero que por
medio de la in fin ita m isericordia de Dios
nos podremos encontrar todos en la eter
nidad bienaventurada....
» Os recomiendo que no lloréis m i
muerte. Esta es una deuda que todos de
bemos pagar, pero despues será abundan
temente recompensado cualquier trabajo
hecho por amor de nuestro divino Maestro
Jesucristo....
» Muestro prim er Rector ha muerto. Mas
nuestro verdadero Superior, Nuestro Señor
Jesucristo, no m orirá. É l será siempre
nuestro M aestro, nuestra G uía, nuestro
Modelo. Pero acordaos también que á su
debido tiempo será nuestro Juez y Remunerador de nuestra fidelidad en su servicio.
» Muestro Rector ha m u e rto , pero se
elegirá otro que tendrá cuidado de vosotros
y de vuestra eterna salvación. Escuchadlo,
amadlo, obedecedle, rogad por él, como lo
habéis hecho por mí.
» Adiós, queridos h ijo s , adiós. Yo os
espero en el Cielo....
» S it nomen Dom ini benedictum eoo hoc
nunc et usque in saeculum. In te , Do
mine, speravi, non confundar in aeternum.,
» Juan Bosco, JPbro. »
95 ~
cuántos que se le acercaban con espíritu abatido
se retiraban animosos y radiantes de contento !
En medio de las penas y dolores Don Bosco era
Saluzzo, 29 de Junio de 1888.
un perpetuo luminar celeste.
¿Quién podrá describir el regocijo de los suyos
R b o . Sr. D ir e c t o r :
y de todos los concurrentes á la iglesia de María
Auxiliadora el día en que, en permitiéndolo su
Cumplo con m i deber lleno de regocijo y jú
bilo. Hacía cinco días me hallaba ausente de salud, asistía á ella ? Presentada la piedra imán
casa con el fin de arreglar mis negocios, cuando, en una caja de agujas, éstas se agitan, se le
estando ya para regresar, me notificaron que mi vantan y agrupadas se estrechan con atracción
sobrino, único en la fam ilia, había caído grave irresistible. No de otra suerte vi un gentío innu
mente enfermo de hidropesía y se hallaba des- merable acudir á Don Bosco el día de la bendi
hauciado por varios módicos del pueblo. Con ción solemne que de su buen padre recibían varios
el corazón adolorado me acordé en seguida de misioneros salesianos al despedirse para i r á
María Auxiliadora. Recurrí, pues, á ella y le establecer una casa en Quito.
No quisiera ser enojoso y temo extenderme
supliqué se dignase librarnos de semejante des
gracia* Prometí mandar una limosna para la demasiado ; pero me parece volver allá cuando
decoración del templo dedicado á Ella en Turin, me entretengo en recordar la visita que hace
y lleno de confianza empecé una novena á esta época en los humildes días de m i vicia.
Antes de poner término á ésta voy á expre
augusta Madre.
Llegado á casa, y visto al sobrino en tan m i sarle en breves palabras la impresión que dejé
serable estado, no pude menos de llorar á lágrima en m i ánimo el estudio que allí hice del sistema
viva. Le procuré todos los remedios que el arte preventivo y de la P ía Sociedad Salesiana.
Para conocer á Jesucristo, no basta verlo en
aconsejaba; todo era' in ú til y los médicos in
sistían diciendo que le quedaban muy pocos días la cruz, es menester sabia educación...
En nuestra patria, por fortuna, tenemos buenos
de vida.
Pero ¡viva María! pues en el último momento colegios; se trabaja con creciente estímulo e ne i
de la desolación vino á consolarnos. ¡Cuán buena mejoramiento de ellos. Me son bien conocidos y
y benigna es esta Señora, que nos escucha , á puedo sostener que algunos nada tienen que en
pesar de nuestra indignidad! Antes' de que la vidiar á muchos más antiguos y bien acreditados
novena se term inase, habíase mitigado ya el de Europa. Y, sin embargo, lo confieso ingenua
mal, y en breve tiempo el buen niño sanó por mente el sistema introducido por Don Bosco en
sus establecimientos me causó tal novedad que
completo.
Había hecho promesa de publicar esta gracia, á Ud., educado en él, d ifícil le será imaginarla.
si fuese posible , y ahora ruego á Vd., Sr, Di- Prohibe nuestro código la pena de azote ; pero
rector, se digne darle colocación en el Boletín, el viejo adagio español la letra con sangre entra
cuando haya lugar. Suplicóle además me ben prácticamente significa que para aprender no lian
de excusarse el estudio y el trabajo , debiendo
diga á mí y á toda esta familia «
incluirse en éste la palmeta y un pedacito de
Suyo afmo. y S. 3. Q. R. S. M .,
látigo. E l castigo no escasea en la mejor de
nuestras escuelas ; todos hemos experimentado
A ntonio R e n á l d o »
castigos indefinidos, castigos públicos, ejemplares
castigos ; el castigo es el pan de cada día. Quizás
que á la naturaleza caída fuerza sea levantarla
á latigazos. Entre la máxima de San Francisco
CARTA DE CHI LE.
de Sales Todo por a m o r, nada por fuerza, y
el mote de la moneda chilena Por la razón ó
(C onclusión).
la fuerza, figurábame que aquella era poesía
No sabría yo expresarle, m i buen amigo., las mística y éste sentencia incontrovertible y única
impresiones de que en el Oratorio Salesiano me aplicable en la enseñanza. Pues si hay culpa ha
sentí dominado.
de haber pena, decía entre m í; el castigo se me
Guando me v i cerca de Don Bosco, ¡oh qué imponía á la razón; por duro que juzgara el
feliz soy ! decía para mí, y me empeñé en obser régimen punitivo lo justificaba; no conocía otro,
varle cuidadosamente. E l se daba todo á todos. y creía no hubiera sino éste con ejecución más
Lleno de ocupaciones, con la atención de tantas ó menos varia y modificable.
casas , de tantos niños que le miraban como á
Excusado, no obstante, me parece decirle que
padre, de tantos Salesianos y Cooperadores que la palmeta y otras industrias de tal jaez no
en él reconocían su mejor amigo, recibiendo más pueden llamarse frutas originarias de este país,
de doscientas cartas por d ía , con todo , parecía ni decirse importadas de la madre p a tria , la
no tener otra cosa que hacer que atender solí
España ; abundan en todo el mundo, tanto más
cito al que á él venía. Eran tan afables sus agrias cuanto más inculta es la tierra y mayor
palabras, tan reposado su ánimo , tan benévolo es el predominio del paganismo. Ahora podrá
en escuchar, que uno se figuraba baber llegado usted tener cierta idea de la mágica impresión
en el momento más oportuno y hallar un lugar que me produjo el sistema preventivo de Don
preferente en aquel gran corazón» ¡ Cuántos y Bosco, sistema en que el amor es . todo, que
GRACI4 DE MARIA AUXILIADORA.
excluye no sólo el castigo violento, sino que
procura alejar hasta su sombra. « La práctica
» de este sistema, dice Don Bosco, se apoya en
» la razón, en la religión, en el amor; confirmada
» está por la palabras de San Pablo : L a c a ri» dad es benigna, paciente; todo lo sufre, todo
» lo espera, iodo lo soporta. Por lo tanto ú n i» camente el cristiano puede aplicar con éxito
» el sistema preventivo. Para ello es necesario,
» en el educador, abnegación de sí m ism o,
» completo holocausto , suma vigilancia , acom» pañar siempre á los alumnos , enseñarles con
» el ejemplo , con amor de padre , servirles de
» guía á cada paso, prevenirlo todo, esto es, en
» una palabra, poner á los escolares en la im» posibilidad de faltar» A éstos se da amplia
» libertad de saltar, correr , g ritar á su gusto ;
» gimnástica, música, declamación, pequeño teatro,
» paseos , son eficacísimos medios disciplinares ,
» tan útiles á la moral como á la salud» »
Gomo San Felipe N e ri, el amigo por exce
lencia de los niños, Don Bosco les dice: « La;
» v irtu d es alegre. Haced lo que queráis; á
» m í me basta que no cometáis pecado. »
» Columnas de tal edificio, añade, son la misa
>> cotidiana y la confesión y comunión frecuente, »
E importa advertir que por comunión frecuente,
que muy encarecidamente recomienda, entiende
aconsejar la que se hace lo más á menudo, dia
riamente si es posible» Aún más, al alentar á
los pequeños á la primera comunión les dice :
« No atendáis á la edad; basta que sepáis distili» guir entre pan y pan y tengáis las nociones
» indispensables para que el Señor reine en
» vuestras benditas almas» » Hay otra práctica
que llama llave de la m oralidad, del orden . y
buen éxito en la educación , y consiste en una
brevísima exhortación y muy afectuosa q u e ,
después de las oraciones de la noche, el Director
debe hacer cada día á los alumnos..»
Más maravillado que yo quedó un m inistro de
la Reina de Inglaterra al visitar en Turin el
instituto de Don Bosco, observar el silencio en
que estudiaban quinientos niños, y saber que
como en un ano no había tenido que lamen
tarse , ni una palabra de disturbio, ni una
falta suficiente á siquiera amenazar con cas
tigo. — ¿Cómo es posible esto ? exclamó. —
Señor, le respondió el Director , el medio que
nosotros usamos no es aplicable en Inglaterra.
— ¿Por qué? — Es un arcano para quien no
es católico. — ¿Cómo así ? — La misa cotidiana
y la frecuente confesión y comunión son nuestros
más eficaces elementos ; sin ellos tendríamos que
ocurrir al sistema represivo. — Es verdad, te
néis razón ; nos faltan esos poderosos medios, y,
en la educación , no hay sino esta disyuntiva :
religión ó bastón.
E l sistema de Don Bosco, si yo no lo hubiera
visto en práctica, lo habría creído una quimera;
me ha hecho tanta impresión cual si hubiera
presenciado un asombroso milagro»
Gomo en la fisonomía del hijo suele á veces
reconocerse su padre, así en este sistema sobre
vive la üsonomía fiel de Don Bosco» En el Ora
torio Salesiano no se ven caras mustias , enfa
dosas, adustas ó sospechosas ; son plácidas como
la de su carísimo bienhechor y parecen gozar
de perpetua primavera. ¿Por qué? Porque son
criaturas del amor, educadas á la sombra y bajo
las protectoras alas del amor.
N« E l sistema represivo, decía D. Bosco, puede
» impedir un desorden ; ni siquiera servirá para
» corregir al delincuente. Se ha observado que
» el joven siempre recuerda el castigo padecido,
» conserva cierta am argura, desea sacudir el
» yugo y tomar venganza» De la corrección im» puesta por sus padres no hace memoria, de la
» del educador difícilmente se olvida , y . hasta
» siendo justa, algunos ha hahibo que aun en
» la vejez vengaron castigos impuestos de niños.
.» No ocurre ésto con el alumno preventiva y
» afectuosamente advertido ; ganado el corazón
» es sumiso; si falta, casi llega á desear el
» castigo. La razón más esencial en apoyo de
» este sistema es la movilidad ju venil, que en un
>> momento olvida el reglamento disciplinar y la
» pena con que le amenaza; así el niño á menudo
» aparece culpado y merecedor de un castigo
» en que no pensó y que por cierto habría evi» tado al aconsejarlo una voz amiga. »
Todo esto es exacto, justísimo admirable.
Y no es menos admirable la P ía Sociedad
Salesiana. Su misión.es la de Don Bosco: tra
baja infatigable en la enseñanza, en las misiones
entre cristianos y salvajes, en cultivar las voca
ciones al sacerdocio, en realzar la clase pobre y
abandonada ; sus preferidos son los niños. Con
tinuadora de la obra colosal del santo del siglo,
sigue siendo instrumento visible y providencial
de María Auxiliadora su muy amada y benefi
centísima patrona...».
Mucho me he extendido. No tengo yo la
culpa, que no lo es haber visitado el Oratorio
Salesiano y haber llegado á im plorar favor de
Don Bosco. Y ¡cómo callar lo visto entonces?
Reciba, m i querido amigo, la expresión de mi
sincero cariño y muy sentido pésame. Salude
respetuosa y afeciuosísimameníe á Don Rúa, al
limo. Sr. Caglierò... y disponga de su A. A. y S» S.
X. X.
VIAJE DE LOS MISIONEROS SALESIÁNOS
»
■
p ia tto .
Carta I.
A bordo del v a p o r la « France. »
21 de Diciembre de 1887»
M uy Udo. Sr, D. M igue l R úa :
Yiven aún en la memoria y sentimos también
en el corazón las dulces emociones probadas en
aquellos benditos momentos de la noche del 6
del corriente. Resuenan todavía en nuestros oi
dos las vibrantes y dulces palabras del limo»
Sr. Loto , el Adiós de nuestro querido superior
97
Sr. B o n e tti, las expresiones de tierno arnor de
todos los superiores y hermanos. Parécenos ver
al carísimo Padre D. Bosco ; sentimos aún co
rre r por nuestros rostros las lágrimas que su pa
terno corazón no pudo ocultar en aquel instante
solemne...
¡Querido Padre! Más de tres m il millas nos
separan ya de Turin , es verdad; pero nuestro
corazón está muy cerca de D. Bosco, no se se
para de los pies de María Santísima Auxiliadora,
hállase siempre delante de aquel santo Taber
náculo!... ¡Ah, sí! diga, Üd. Rdmo. Sr. B u a, á
aquellos santos y nobles Sres. Cooperadores y
Cooperadoras , que , mientras atravesábamos la
iglesia confundiendo sus lágrimas con las nues
tras , acercábanse á nosotros , saludábamos con
singular afecto, nos animaban, daban limosnas y
se encomendaban en nuestras oraciones, dígales,
sí, que aunque no ios conocíamos personalmente
hemos rogado y proseguiremos rogando por todos
ellos.
Nuestro viaje lia sido basta el presente muy
feliz. Buen tiempo; viento, en general favorable;
mar tranquilo. Demos gracias por todo á los Sa
grados Corazones de Jesús y de María. No faltó,
sin embargo, quien se mareó e indispuso un poco,
pero ahora ya estamos todos bien, alegres y
contentos. De mí puedo decirle que no sé como
dar gracias al Sdo. Corazón de Jesús pues á
pesar de m i delicada salud, no solamente no he
sufrido nada sino que me parece que he adqui
rido más fuerzas. De suerte que si sigo así podré
resistir el viaje á caballo desde Guayaquil á Quito.
En los dos primeros días no pudo decirse la
santa Misa; despues la celebré yo todos los días.
Los Pbros. Fusarini y Santinelli alternaban y
los demás recibían la sagrada Comunión. Desde
el Domingo, 18 del corriente, el Pbro. Matana
y otros varios , tuvieron el consuelo de ofrecer
codidianamente el Cordero Inmaculado.
Nada de extraordinario nos sucedió en el tra
yecto de este viaje: m ultitud ele peces, grupos
de delfines y atunes interrumpían de cuando en
cuando la monotonía que reinaba á bordo. Tam
bién dos grandes ballenas nos saludaron desde
lejos, arrojando por sus- colosales narices to r
rentes ele agua espumosa,.
La « France, » uno de los 25 vapores de la
Compañía, surca majestuosamente los mares, sin
mucho movimiento ni sacudidas del hélice, tan
comunes en otros vapores. Tiene 130 metros de
largura ; mide 4700 toneladas y Ja fuerza de su
máquina es de 3,300 caballos.
Dos largos corredores lo dividen interiormente
en casi toda s,p extension y dan entrada á los
camaroles de T* y 2a qlase que son muy bonitos,
limpios y cómodos.
Muy cerca de la popa está el comedor, que
puede contener cerca de 200 personas; he visto
pocos tan grandes y lujosos. Hay además tres
salas, una sirve para locutorio, otra para los fu
madores y otra para las señoras. E l trato á bordo
es excelente; alimentos frescos, limpieza, buen
servicio, etc. Bien querríamos nosotros tratar
también del mismo modo las almas de los pasa
jeros, aunque no fuese más que celebrando los
Domingos el santo sacrificio de la Misa sobre
cubierta ó bien en alguno de los tres salones.
Pero esto no nos lo permitieron, porque la sala
de las señoras era demasiado pequeña para conter á todos los pasajeros que deseaban oir la Misa.
Esta negativa nos ha contristado un poco pen
sando que en todos los viajes de nuestros her
manos se les concedió siempre celebrar la santa
Misa públicamente los días festivos, y sobre todo
pensando también que no nos era dado celebrar la
próxima solemnidad de la Natividad, pudiéndolo
hacer con gran pompa, pues venían á bordo 7
sacerdotes franceses, varias Hermanas de la Ca
ridad y otros religiosos legos. Estos ú ltim o s,
hijos del beato Juan Edes, se quedaron también
muy disgustados.
Mañana , á las 10 de la mañana, esperamos
tocar en la isla Guadalupe : nos pararémos pocas
horas, siguiendo el viaje hácia otra isla francesa,
la Martinique; aquí nos demorarémos un poco
más, pues hay que descargar y cargar mercan
cías, pasajeros, etc. Toearémos también, en Savanilla, puerto de Cartagena y el 22 esperamos
hallarnos en Colon (istmo de Panamá).
Concluyo por hoy rogando á IJd. se digne fe
licita r en nuestro nombre al caro Don Bosco, á
todos los Superiores, Cooperadores y hermanos
las próximas Pascuas de Navidad deseándoles un
buen fin y principio de año.
Dígnese además rogar por nosotros y especial
mente por su
A fm o . h ijo en Jesús y M a ria
Luis
C a lc a g n o ,
Pbro
Carta II.
Quito, I o de Febrero de I88S.
Rdmo. Sr. D. M iguel R ú a :
Pon fin, despues de un peligroso y largo viaje,
que duró 53 días , hemos llegado felizmente al
sitio tan suspirado por nuestro corazón, al lugar
de nuestro trabajo. Hemos llegado finalmente á
la reina de los Andes, á la bella y deliciosa ciu
dad de Quito. Beo g ra tia s ... y las damos con
todo nuestro corazón.
No quiero sin embargo anticipar noticias. Es
cribo de prisa porque las continuas ocupaciones
que ya nos rodean no me permiten hacer una
descripción prolija de las innumerables noveda
des que hemos visto. Tenga, pues, paciencia y
escuche lo que currente calamo, me dicta la me
moria.
En m i última habrá visto ya cómo Dios N tro.
Señor dignóse favorecernos hasta la isla Guada
lupe con un viaje felicísimo; lo mismo podemos
decir de todos lo restante que ha sido muy largo
y bastante peligroso. Gracias infinitas sean dadas
al Divino Corazón de Jesús.
Llegamos , pues , á Gadaltipe el 22 de Diciem
bre á las 8 de la mañana. Esta tie r ra , colonia
98 —
francesa, es una de las más hermosas del grupo
que forman, las Pequeñas Antillas ; se compone
de dos islas casi iguales separadas por un brazo
de mar muy estrecho, llamado Pilo Salado» La
isla oriental contiene un espacioso puerto, en el
cual se entra ^pasando por amenas y frondosas
islitas, cubiertas todas de bananos, cocoteros, cacaos y muchas otras plantas indígenas. Pocos
puertos he visto tan hermosos, deliciosos y có
modos : el de Rio Janeiro y Costantinopla tan
sólo — á m i juicio — pueden hacerle compe
tencia.
La tierra occidental ( llamada impropiamente
Baja-Tierra) puesto que està coronada de altas
montañas (en cuyas cimas elévase el majestuoso
volcan activo Soufrière de 1,559 m .)? tiene por
capital la hermosa ciudad del mismo nombre, á
la cual llegamos á las cuatro de la tarde del
mismo día. Nos paramos el tiempo necesario
para desembarcar la correspondencia y algunas
mercancías,- despues proseguimos adelante hácia
la isla Martinique.
Esta isla es magnífica, bastante grande y muy
poblada : mide de superficie unos m il kilómetros
cuadrados y tiene 167,000 habitantes, casi todos
negros, esclavos y libres. No hemos podido pa
rarnos en el puerto Port-de-France, capital de la
isla, por no tener patente limpia. Llevábamos á
bordo un marinero enfermo de viruela y por
consiguiente nos impusieron la cuarentena. Nos
vimos , pues, obligados á alejarnos del puerto,
buscar otro sitio más cómodo de la isla para
hace provision de carbon y desembarcar las mer
cancías. Aquí nos sorprendió un espectáculo en
teramente nuevo para nosotros. Por la playa
corrían de una á otra parte infinidad de negros
de toda especie ; podíase hacer muy bien un ver
dadero estudio antropológico. ¡ Pobrecitos ! Hom
bres, mujeres , niños todos sucios y casi desnu
dos esperaban con ansia que se acercase nuestro
vapor, el cual, apenas echada el ancla y abiertos
los depósitos de carbón, empezaron muy pronto
á trabajar con una agilidad indescribible. Quien
ha visto, en los dias de verano, despues de al
gún tiempo de lluvia, á las hormigas cuando sa
len de sus. hoyos, ó quien ha presenciado el movi
miento de m ultitud de gente en un desastroso
incendio, puede formarse una idea justa del tra
bajo de aquellos pobres negros: era un continuo
ir y v e n ir, cargar y descargar , corriendo pre
cipitadamente por todas partes del vapor con
cestas, cajas, baúles sobre la cabeza, y todo esto
en medio de cantos, riñas, gritos y etc. que ha
cían re ir al hombre mas serio de este mundo.
Sin embargo nosotros sufríamos al ver á aquella
pobre gente tan abandonada y habríamos querido
empezar en aquella isla nuestra misión, ponernos
en medio de ellos y hacerles ver que también
tienen un alma redimida con la sangre preciosí
sima de Ntro. Señor Jesucristo y por consi
guiente tienen derecho al Paraíso.
Salimos el 24 á las 7 de la noche, v ig ilia de
la Natividad. Nuestro vivo deseo era celebrar
la Sta Misa á las 12 de la noche en el salon
grande, pero el señor Comandante no nos lo per
mitió y nos dejó libre tan solo la pequeñita sala
de las señoras. No comprendo qué razón tendría
para prohibírnoslo, lo que sí es verdad que nunca
he viajado con tantas recomendaciones y, á pe
sar de todo, nunca me han concedido tan pocas
cosas como en este viaje. Paciencia. A las 11 l\2
de la noche, con mar bastante tranquilo , pude
celebrar la santa Misa y los hermanos recibieron
el Sdo. Cuerpo del recien nacido. ¡ Oh cuántos
y cuán dulces pensamientos se agolparon á nues
tra mente en aquellos felices inomentos ! Pensá
bamos en nuestro queridísimo Don Bosco , en
nuestros buenos niños, en nuestros caros herma
nos que quizá en aquella misma hora unirían
sus oraciones á las nuestras ; pensábamos en
nuestros generosos Bienhechores y Bienhecho
ras, que tanto nos han ayudado, y , en f in ,
de nuestro corazón enternecido, ante la con
sideración de la bondad de todos para con noso
tros sallan fervorosas oraciones al Nino Jesús,
suplicándole humildemente se dignase colmarlos
á todos de miles y miles de bendiciones. A la
hora fijada y cómoda para los pasajeros celebra
ron los otros tres sacerdotes salesianos , y des
pues nos pasamos toda la mañana comparando
nuestra posición con la de ios que residen en
ese viejo continente.
En T u r in , Génova, en todas las ciudades,
cuánta gente anda por las calles, que concu
rrencia en las iglesias, qué hermosos nacimientos
habrán preparado..... ¿y nosotros? Estamos aquí
encerrados en un pedazo de madera y á la dis
posición de las olas... Ellos estarán en medio de
la nieve, con un frío siberiano , y nosotros ba
ñados de sudor y sofocados por el calor.
Así discurríamos con nuestra mente fija en
Italia , cuando de repente óyese una voz amiga
que nos dice: Allá se ve tierra. Y no se equi
vocaba ; era el continente americano, la costa de
Venezuela: la saludamos con verdadero entu
siasmo. En tanto un estro, vapor continuaba su
carrera, pero nunca acababa de d irig ir su proa
hácia el punto deseado. Pasaron dos, tres, cuatro
horas y los pasajeros, conocedores de aquellos ma
res , empezaron á maravillarse de este nuevo i t i
nerario. Todos estábamos sobre cubierta deseosos
de divisar el puerto de la G uayra, cuando el
vapor dá vuelta la proa y cambia completa
mente de dirección. Sorprendidos de tal novedad
nos preguntábamos mutuamente la razón de ello
y por fin supimos despues que el oficial de guar
dia había dejado atrás por descuido la Guayra
y nos hallábamos ya muy cerca de puerto Ca
bello. Dicho descuido íué causa de muchos otros
contratiempos que le contaré desunes.
Tuvimos, pues, que volver atrás buscando por
espacio de dos horas el referido puerto» Final
mente se encontró y á eso de las 1 2 9 echaron
el ancla»
(Se continuará).
— 99
NOTI CI AS DE PAT AGONIA.
Sta. Cruz, 26 de Agosto de 1S87.
M. R. Sr. Director■:
Aprovecho un rato de tranquilidad para darle
cuenta de mí y de las peripecias de mi nau
fragio mientras navegaba en el vapor argentino
i Magallanes.
\ I o. S alida de Buenos A ire s. — E l M a g a lla
nes. —- P rim e ra s peripecias del v ia je .
I
i
!
\
I
Empiezo por narrarle m i salida de Buenos
Aires. Hacía ya dos meses que en los diarios se
venia anunciando k salida del vapor Magallanes
para las costas del Sur, del 20 al 30 de A b ril;
pero en ninguno de los días fijados se realij zaba dicha salida, de suerte que todos empe■ zaron á pensar mal sobre la futura suerte del
; referido Magallanes. Unos decían que se movía
¡ demasiado , otros que tenía la máquina en muy
' mal estado y la mayor parte aseguraban que no
¡ llegaría al fin de su viaje ni tampoco volvería
á ver á Buenos Aires. En fin, todos profetizaban
; alguna desgracia.
i
Yo me encontraba desde hacía ya algunos días
en nuestra casa de la Boca esperando que 11e; gase el día de la salida y finalmente el 5 de Ju« nio recibimos la orden de embarcarnos. Todas
i mis cosas las tenía ya á bordo y no tuve más que
! hacer sino irme á mi puesto acompañado del
! Rdo. Sr. X). José Bagnano, llegado.el día antes
; de Chile. E l vapor salió á las 10 de la mañana.
¡ Habían pasado pocas horas, cuando , no sé por! que entorpecimiento de la máquina tuvimos que
I pararnos durante varias horas en alta mar. A l sii guíente día rompióse la cadena del hélice y por
[ consiguiente otra parada. E l tercer día se des! compuso de nuevo alguna parte de la máquina
I por donde se escapaba tanta cantidad de vapor
i que apenas podían moverse los émbolos y se
I movía de tal modo — que los caracoles en com
paración son galgos — diría el poeta. Tuvimos,
pues, que pararnos por tercera vez para hacer
las reparaciones necesarias y llegamos á Pata
gones, como Dios Ntro. Señor quiso, despues de
cuatro días. Era el 9 de Junio, fiesta del Corpus
Christi. M i inesperada llegada causó gran rego
cijo en aquel Colegio , y no sé como decirle lo
muy cordialmente que me recibieron todos aquellos hermanos. A llí descansé y me repuse un
poco durante nueve días, al cabo de los cuales
nos pusimos de nuevo en viaje con los peores
presentimientos que se podían imaginar* despues
de las averías que el vapor había sufrido. Es
taba tan poco seguro de llegar á Sta. Cruz que
creí conveniente entregar á los hermanos de Pa
tagones algunas limosnas que me habían dado
para decir Misas.
No bien habíamos salido del río, cuando las
olas comienzan á agitarse y especialmente detante del golfo de S. Matías. Sufríamos todos
terriblemente , hasta que , entrados en el golfo
nuevo, arribamos á Puerto Roca para desem
barcar pasajeros y víveres destinados á la sub
prefectura y colonia del Chubut.
2°. E m boca dura del Deseado. — E l M aga
llane s en los escollos. — S usto de los
pasajeros.
A l amanecer del día 24, salimos del puerto y
tornanda rumbo hácia el Sur navegamos todo el
día 25 y parte del 26 por el peligroso golfo de
San Jorge. A la í 1{2 de la tarde entrábamos
en la embocadura del Deseado y despues de una
hora estábamos ya en el puerto. Pero cuando
cambiaba de bordada y empezaban á echar las
anclas sentimos un golpe tan violento y fuerte
que nos hizo mover á todos. Había encallado en
un peñasco llamado Piedra del Diablo.- Yo estaba
sobre cubierta con el médico Sr. Segers, que
iba á la Tierra del Fuego; había también algu
nos pasajeros que esperaban el momento de sal
tar en tierra. A tan inesperado sacudimiento y
creyendo no fuese cosa de cuidado nos reíamos
un poco, pero despues hízonos reflexionar sèria
mente. ¿Qué será esto? ¿Qué es lo que ha su
cedido? nos preguntábamos unos á otros. ¿Ha
brá chocado quizá en alguna piedra?... Atiende,
mira, observa... ¡A h! Todos se ponen pálidos...
la consternación es universal. Un silencio sepulcral reina por todas partes durante algunos m iminutos. Todos se miran mutuamente. ¡ Que ca
ras tan tristes! Algunos lloran y de todos se
apodera un miedo espantoso. De allí á poco
óyeso un grito que dice : ha dado en los es
collos ; por la parte de la máquina entra ya el
agua en la estiva, estamos perdidos... ¡A y ! que
tristes eran aquellas exclamaciones simultáneas
de dolor y espanto.
E l Magallanes empieza á volcarse é irse poco
á poco á fondo., prepáranse los botes, échase al
mar la lancha á vapor... ¡afuéralos salvavidas!.,
grítase por todas partes. Todos se mueven, unos
corren de un sitio á otro para buscar á alguien.
El marido llama á la esposa , ésta busca á sus
hijos, los coge en brazos y juntamente con ellos
llora corre y gime desconsoladamente. ¡ Qué es
cena tan triste ! ¿Qué momentos tan dolorosos !
Todos acuden con precipitación á la escalera para
bajar primero. En tanto rompen algunos las ca
denas y cuerdas de los botes y de la lancha á
vapor; pero á aquellos les faltan los remos y á
ésta el fuego, pues con tanto desorden y atropellamiento es imposible atender á todo. Mandan
todos, ninguno obedece y cada cual obra según
le parece con ta l de salvarse.
E l valor y energía son cualidades indispensa
bles de un capitan de marina. E l nuestro , por
otra parte muy bueno, habíase arredrado un
poco y su inacción fue causa de tan deplorable
confusion. Si no hemos perecido todos, lo debe
mos á la Divina Providencia, que, velando sobre
nosotros , retardó el completo hundimiento del
vapor hasta que todos nos pusimos en salvo.
— 100 3°. O bra de salvación, — E l equipaje y los
pasajeros en salvo en las o rilla s .
Yo bajé en seguida á mi camavate , cogí la
cajita de los santos óleos , una maleta , un saco
de vestidos de D. A. F. Forcina, nuestro coad
jutor,. y subí corriendo sobre cubierta. Despues
de haber procurado animar á todos los que se
ecercaban á mí, púsome á rogar á Dios Ntro.
Señor para que en medio de su infinida bondad
se dignase sálvanos: Domine , salva nos, p e ri
mus ! Invoqué también el poderoso auxilio de
María Sma. , estrella del mar y seguro puerto
de los náufragos. Hecho esto, quedé muy tran
quilo, y, si bien no sabía nadar, me ceñí el sal
vavidas á la cintura y me preparé para echarme
al mar cuando llegase el tiempo. E l Sr. Forcina,
que había venido junto á mí, siguió mi ejemplo,
y en tal posición nos estuvimos esperando cerca
de una hora. ¡ Qué hora tan triste, Dios mío !
Yo no me movía de m i puesto y delante de
mí todo era desorden y confusion. Los navegan
tes, iban, venían, corrían, gritaban, en fin, cada
uno, como era natural, se ocupaba de su propia
salvación. Uno agarraba una tabla, otro un sal
vavidas. Tarlos bajaban por la escalera á los
botes, algunos echábanse por medio de cuerdas
por uno de los lados de la nave en otros botes,
venidos á socorrernos.
Finalmente, y por gracia de Dios , la vos de
• un marinero nos avisó que bajávsemos á la barca
y yo asiéndome á una cuerda que estaba sujeta
al palo mayor , descendí y commigo también el
coadjutor Forcina. Con nosotros dos quedaba
completa la carga que podía contener el bote.
Cogimos los remos, y despues ele muchos es
fuerzos llegamos á la o r illa , padeciéndonos que
resucitábamos entonces. A l saltar en tierra, des
pues de haber dicho unánimemente : — Estamos
salvos ! — salió expontáneo de lo profundo de
nuestro corazón un Deo g ra tia s !
Entonces yo me adelanté algunos pasos muy
cerca del mar y di la absolución sub conditione
in articulo mortis á los que desgraciadamente
estuviesen al ahogarse en aquel instante ; rezé
despues algunas oraciones y me retiré. Todos
los que vieron este acto se conmovieron y por las
mejillas del valiente capitan , Sr. D. F élix Paz,
gobernador de la Tierra del Fuego, veíanse co*
rre r algunas lágrimas.
Mientras nos retirábamos hácia la sub-prefectura, distante como una m illa del lugar del de
sastre, dirigíamos, de cuando en cuando, nuestra
vista hácia allá y una vez nos pareció ver una
cosa negra que se movía al rededor del palo ;
de allí á poco advertimos el movimiento de una
bandera con señales de socorro. Empezaba ya á
anochecer. Nos paramos un poco y fijándonos
bien atentamente reconocimos ser un negro, ma
rinero del va p o r, el cual se habia subido á la
punta del palo y desde allí pedía auxilio. Man
damos en seguida un bote y se vino poco á poco
á tierra. Perecieron dos: el mayordomo y el
mozo de cocina v los cuáles habrían podido sal
varse si en aquel momento no se hubiesen en
contrado embriagados y hubiesen hecho caso á
quien quería salvarlos en el bote.
Las personas se salvaron pero los equipajes y
demás cosas se perdieron. Yo traía ocho cajas
llenas de objetos para la misión, cuyo valor as
cendía á varios miles de pesetas. Eran ornamen
tos sagrados , vestidos, medicinas etc., para dis
trib u ir entre los Indios, que me habían costado
varios meses de sacrificios, viajes y visitas.
5 o. P la y a desierta.
P re v is ió n generosa
de u n c a p ita n ita lia n o . — L a colonia del
Deseado. — L a caza 37' la pesca.
Nos hallábamos fuera de peligro, pero ¿ cómo
repararnos de la intemperie de la cruda estación,
en medio de las nieves y vientos polares, en
extremo trios? ¿Cómo proveernos de manteni
4 o. L a nieve. — E l Magallanes se v a á pique.
miento en aquel desierto? Doscientas personas
— U ltim a abso lución á q u ie n perecía. —
estábamos en aquella ribera; pero eran muy po
U n m a rin e ro salvado. — P é rdida de todas
cos los que pensaban en dar gracias á Dios por
la s cosas de la M is ió n .
haberles salvado la vida, antes al contrario oíanse
con frecuencia no pocas maldiciones y blasfe
Pero , libres ya de las olas, nos esperaban
nuevos sufrimientos en tierra. •Había caido mu
mias.
A pesar de todo la Divina Providencia había
cha nieve en los dos días antecedentes (24 y 25
previsto nuestras necesidades. Un capitan ita
de Junio), y en aquella hora (á las 4 de la tarde)
liano, el Sr. D. Antonio Oneto, previendo náusoplaba un viento muy frío por el sud-este. La
mayor parte estábamos mojados y tiritando de fragios por aquellos lugares había obtenido del
Gobierno Argentino , despues de muchas súpli
frío. Nos acordábamos del peligo pasado y de
cas, el establecimiento en estas orillas de una co
los que quizá en aquel mismo momento lucha
ban aun con el oleaje para llegar á tierra. Ve lonia , proveyéndola de víveres para dos años,
edificando casa y fundando una sub-prefectura
íamos el vapor que poco á poco se iba á fondo.
de marina para vig ila r la costa. E l Magallanes
Y en efecto, no habían pasado aun quince mi
nutos, cuando de repente oímos un ruido espan era el segundo buque que encallaba y naufra
gaba durante los tres años que hace se estable
toso y divisamos una formidable columna de
ció esta estación. E l primero fue el Rochester,
humo negro: era el Magallanes que desaparecía
velozmente de la superficie de las aguas. Tan ! buque inglés , cuyos restos vénse á poca dis
solo se veía la punta de la proa y algunos me tancia.
Llegamos, pues, á la colonia del Deseado que
tros del palo trinquete con un poco de vela, como
estaba provista de abundante galleta, arroz y va
para decir á los buques que por allí pasen: —
¡Alto ! ¡ mi rad !
rios otros víveres secos. Parte de ios viajeros
— 10Í
fueron albergados en casa del Comisario de la
colonia, situada á las orillas del norte, y parte
en casa de la sub-prefectura , al sur de dicho
puerto. Dichas casas eran de madera. Las p ri
meras cuatro ó cinco noches no nos fué posible
descansar, pues dormíamos en el suelo y sin ni
siquiera una manta. Sin embargo , no era poco
el hallarnos abrigados bajo techo. Más adelante
nos arreglamos mejor por medio de algunos col
chones, hechos por nosotros mismos. La comida
no faltaba y durante el día nos entreteníamos en
cazar y pescar. Cogíamos muchos moluscos ma
rinos que , bien compuestos, los comíamos con
mucho apetito todos los días.
6 o. Se espera u n buque. — Búscanse so»
corros. —* In c e rtid u m b re s .
Sin embargo vicia tan monótona y romántica
nos aburría á todos. Muchas veces íbáme por
las orillas del mar y allá rne pasaba algunas
horas observando si pasaba algún buque. Muchas
otras algunos gritaron : — Un vapor por allá —
y se engañaban. Lo que parecía velas blancas
no era más que la espuma de las olas que se
veían de cuando en cuando por el agitado mo
vimiento de las aguas. Otras se nos figuraba ver
un buque que iba desde el Cabo Blanco hasta
el norte del Deseado, y entonces, llenos de pre
maturo regocijo , nos poníamos á hacer señales
con el telégrafo internacional de banderas, y el
vapor, como quien no hace caso, volvía la proa
liácia el s u r , pasaba por las islas Pingüinos y ,
poco á poco, lo perfilamos de vista.
Por último el gobernador y los demás oficiales,
viendo que ta l estado de cosas no podía durar
mucho tiempo, se reunieron en consejo los p ri
meros días de Julio. Resolvieron formar una co
misión de individuos que fuese por tierra á Pa
tagones ó á Sta. Cruz á llevar la noticia del
naufragio y pedir socorros. Pero ¿cómo hacer?
¿Con que medios se contaba? Para ir á Pata
gones hay que recorrer nada menos que 600
millas en línea recta, desierto inmenso, monótono
y difícil de atravesar en una estación en que
los días son breves y las noches largas y muy
frías; además faltaban los caballos. Por otra parte
en Sta. C ru z, que se hallaba á 200 millas de
distancia , no se podían recoger suficientes so
corros para tanta gente. ¿Qué hacer , pues ? Se
establece mandar algún mensajero á Sta. Cruz
y desde allá mandar en seguida otras personas á
Puntarenas de Chile para fletar un vapor con
destinación al Deseado con el fin de socorrer á
los náufragos. Dicho y hecho. Se forma la comi
sión, se reúnen quince caballos ; en dos días se
prepara todo lo necesario y el 4 de Julio partía.
Eran cuatro caballeros capitaneados por el señor
D. Ramon 'Lista, gobernador de Sta. Cruz.
Como no estábamos muy seguros del buen
sexto de dicha expedición , apenas hubo salido,
ei formó otra para que, por mar, se dirigiese á
Patagones, en una barca salvavidas á vela. Esta.,
si bien era pequeña, podía llevar cinco personas
con todo lo necesario para v iv ir un mes.
La empresa era un poco más atrevida de la
primera, pero según se deliberó así se hizo. D i
cha barca partía liácia el norte al dia siguiente,
con muy buen tiempo y viento favorable.
7 o. lili M ercurio em barca á los náufragos. —
L legad a á Sta. Cruz.
Mucho fué el tiempo que tardaron en venir
os socorros. Finalmente el día 22 de Agosto
divisamos con placer inmenso un buque que rá
pidamente se acercaba á nosotros. Bien pronto
lo reconocimos. Era el vapor M ercurio, mandado
por el Gobierno Argentino á auxiliar á los po
bres náufragos del Magallanes en Puerto De
seado ; al llegar allá recibió aviso que otros dos
vapores habían naufragado en aquellos días, uno
enfrente á las islas de los Estados y otro en uno
de los muchos falsos estrechos de la Tierra del
Fuego, distante unas cuantas leguas de Usciuuaya.
E l valiente capitan Sr. Cerisola embarcó en
seguida á los náufragos del Puerto Deseado ó
inmediatamente tomó rumbo hácia el sitio donde
estaban los otros desgraciados. Y fué providen
cial su resolución, porque, conocidos los lugares
de la desgracia , pudo llegar á tiempo para re
coger, luchando con no pocas y gravísimas difi
cultades , treinta pobrecitos casi ya muertos de
frío y algunos agonizando.
Demasiado larga sería la relación de tan ter
ribles momentos ; solo le digo que aquellos po
bres náufragos no cesaban de dar gracias á Dios
y al capitan Sr* Cerisola, por haberlos salvado
de una muerte cierta ó inminente.
Por fin llegamos á Sta. Cruz, sitio de nuestra
residencia. E l día 27 el Mercurio salió para Pa
tagones y en él se embarcó nuestro Pbro. Don
Angel Savio.
Suspendo m i carta porque el vapor parte. Lo
demás se lo escribiré otra vez. Dígnese saludar
á todos y rogar por su
Áfmo. en J. £7.,
J ose M. B e a u v o ir , Pbro.
LOS F U N E R A L E S .
( Continuación).
Salm es (Bélgica): En la iglesia de los Rdos.
Padres Recoléis celebráronse solemnes fune
rales de trigésima. Mencionamos con sumo re
conocimiento este piadoso acto quel los refe ri
dos Religiosos y Cooperadores sa esianos se
dignaron hacer en sufragio del alma de nuestro
venerando Superior. Una óptima señora haciendo
llamamiento á las almas piadosas halló suficien
tes medios para poder celebrar dicha función
con toda esplendidez. Don Bosco había demos
trado ya amar con particular afecto á abuel
católico ó industrioso país, pues antes de bue
se viese obligado á guardar cama, prometió
abrir un asilo de huerfanitos en Lieja , acce
diendo á las instantes súplica del Ilustrísimo
Ì02
Sr. Obispo cíe aquella ciudad. Esta fué la ú l
fúnebre estuvo á cargo del Rdo. Sr. D. José
tima casa que E l recomendó á sus hijos., donde
Bosi, profesor de física y matemáticas del Se
esperamos nos acompañará con su bendición
minario. La concurrencia era numerosísima y
desde el cielo.
demostró patentemente lo mucho que amaba
Marsala (S ic ilia ): E l Rdo. Sr. Don Sebastian
á D. Bosco.
Álagna cantó misa solemne por el alma de M o g lia n o (Venaría): Devotos funerales en nues
Don Bosco , habiendo asistido crecido número
tra colonia agrícola A s to ri, con asistencia de
de Cooperadores y Cooperadoras.
muchos Cooperadores y Cooperadoras. E l limo.
M arsella (F ra n c ia ): Solemnes y espléndidos
Sr. Cherubin pronunció un elocuentísimo dis
funerales tuvieron lugar en la iglesia de San '
curso presentando á D. Bosco como un hom
■ José , una de las más hermosas y vastas de
bre humilde y generoso « que no se equivocó
aquella ciudad. Asistía el limo. Sr. Obispo de
en los designios de la Providencia, sino que
la Diócesis, rodeado de numerosísimo y elegido
se hizo de ella un testimonio incontrastable ,
Clero, muchos canónigos, casi todos los pár
embajador fiel, ministro activísimo, ángel cuanto
roco de la ciudad, representantes de todas las
lo puede ser un hombre, y solo, falto de todo
órdenes religiosas y muchas de las más no
auxilio terreno, entra en un campo vastísimo,
bles familias ; en fin , fué un triunfo para el
donde la miés es inagotable, emprendedor como
humilde apóstol de la juventud.
un héroe , pronto y resuelto como un m á rtir
M azzarino (S ic ilia ): Con asistencia de muchos
al sacrificio, abandonándose totalmente á la
Cooperadores Salesianos cantóse misa.solemne
divina Providencia. »
para no ia lta r , según se expresan, en rendir M o m fó a rim e (A cq u i): E l M. R. Sr. D. José
esta muestra de afecto á la memoria impere
Lazzarino, P rio r de S. Antonio Abad cantó una
cedera del constante amigo de la juventud
misa de requiem en su parroquia con nume
pobre y abandonada.
rosa y devota concurrenda.
M ila n : La Juventud Católica del Círculo de los M o n c a lie ri : Solemnes funerales en la colegiata
Stos. Ambrosio y Cárlos, celebró solemnes
de Sta. María por iniciativa, del Rdo. Párroco,
funerales en la iglesia de Ntra. Sra. de las
Canónigo Sr. Ballesio, antiguo y afectuoso aGracias, donde Don Bosco, dos años antes, ha
himno del Oratorio. Asistieron los canónigos ,
bía tenido una Conferencia con los Coopera
el clero y mucho pueblo. Difícilmente se vio
dores Salesianos. Celebró la misa el 'Párroco
tanta concurrencia de devotos reunidos. Todos
de 3. Víctor a l Corpo, Sr. D. Hermenegildo Po~
rogaban con singular fervor por el eterno re
glioni y pronunció el elogio fúnebre el Señor
poso de Don Bosco , llamado el amigo de los
D. Cárlos Locatelli, párroco de S. Satiro, co
niños, el celoso apóstol de Dios, el bienhechor
operador salesiano y ligado al difunto por tantos
de la humanidad.
títulos de caridad cristiana. La concurrencia
(Se co n tin u a rá )»
fué numesosísima, compuesta de varios Insti
tutos , Asociaciones , Círculos Católicos y Co
operadores Salesianos de la Diócesis. Commovió
mucho á todos la vista del célebre historiador
italiano Césas Cantil, que, á pesar ele su avan
HISTORIA DEL ORATORIODES. FRANCISCODESALES
zada edad , dignóse asistir á tan piadoso acto
con el fin de im plorar la paz de Dios para el
alma de aquel á quien tanto amaba. Suma- ^
( Continuación).
mente tierno , elegante y al propio tiempo aCon estos y otros auxilios semejantes, las cla
íectuoso estuvo el discurso fúnebre. Habló
especialmente de la fe de D, Bosco, que, como ses dominicales y nocturnas tomaron incre
á Abraham lo hizo ser padre de m ultitud de i mento sorprendente. Entonces comprendió Don
niños, infelices y pobres de todas clases. Pa- ' Bosco la necesidad de proporcionarnos otro lib ro
■ trem m ultarum g e n tiu m , como dijo Dios de j que sirviese de texto para la le ctu ra , despues
Abraham (Génesis, 17).
| que se hubiese concluido de leer el catecismo.
La gran misa fue acompañada por un buen ’! Examinó todas las historias sagradas que se li
número de célebres violinistas que se ofrecie gaban en las escuelas del Piamente, pero ninguna
ron á tocar gratuitamente, contentos de parti- : llenaba sus deseos. Unas contenían cuestiones
cipar á tan expontánea manifestación de amor largas y fuera de propósito , otras carecían de
popularidad , otras , en fin, estaban escritas con
hácia Don Bosco.
M ira b e lle (M o n f) : Siete dias despues del fa- 1 estilo demasiado alto. Además mucho hechos e~
llecimiento de nuestro amadísimo padre Don ran referidos con palabras que podían occasionar
Bosco celebráronse solemnes honras fúnebres ideas importunas en las tiernas imaginaciones de
en sufragio de su alma. Asistió casi toda la los niños. Sobre todo casi ninguno de aquellos
población y la sociedad obrera católica con su libros hacía resaltar los puntos que. debían ser
bandera enlutada.
v ir de fundamento á las verdades de nuestra
M o d ig lia n a : En la iglesia de Sto. Domingo tu santa Pe. Lo mismo ha de decirse de lo que se
vieron lugar solemnes funerales por el ama relaciona con el culto externo, es decir, la Con
dísimo y venerando Don Bosco. Celebró la fesión, la Eucaristía , el Purgatorio y otras en
santa Misa Mons. David Camilli y el elogio señanzas de importancia.
— 103
En semejante situación ¿ qué debía hacer Don
Bosco? Aun cuando sentía mucha aversion para
publicar obras, come él mismo lo confesaba, sin
embargo el amor á los niños lo indujo á vencerse.
Por lo tanto dedicóse bien pronto á formar una
historia que estuviese exenta de los defectos ar
riba mencionados, j al poco tiempo se publicó la
H isto ria Sagrada, p ara uso de las escuelas. Los
acontecimientos más importantes de la Biblia se
hallan expuestos en ella con lenguaje correcto es
tilo claro y sencillo, de modo que los niños en
tienden con facilidad y retienen en la memoria
cuanto leen. Acompañan Ja narración breves re
flexiones morales propias para la juventud. Con
cluye con un catálogo de nombres de geografía
sagrada, comparados con los nombres modernos.
Con semejantes dotes , la historia de D. Bosco,
ha tenido la más favorable acogida, de suerte que
cuenta ya doce ediciones y está muy generali
zada en las escuelas.
Una segunda necesidad se hizo sentir más
tarde, y fue un libro de piedad. Muchos eran
los que corrían en manos de todos, pero en ge
neral pocos llenaban las necesidades de los tiem
pos y de la juventud. Comprendiendo D. Bosco
esta nueva necesidad, y advirtiendo además que
los errores de los herejes Yaldenses empezaban
á insinuarse en nuestros pueblos, concibió la
idea de componer un libro que , además de las
oraciones que se rezan cotidianamente, salmos é
himnos, contuviese piadosas consideraciones apro
piadas á los niños, solidas instrucciones sobre
los fundamentos de la religion católica, sobre los
errores de los protestantes , sobre la verdadera
Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo y otras ver
dades semejantes. Con tales propósitos se dedicó
á formar un libro de piedad que intituló E l jo
ven In stru id o , del cual se han hecho ya ochenta
y una ediciones en italiano, y puede decirse ha
penetrado, despues de haberlo traducido en va
rios idiomas, en todos los establecimientos de edu
cación, talleres y familias cristianas.
Entre tanto nuestras escuelas marchaban con
viento en popa, y D. Bosco añadió las clases de
d ib u jo , aritmética y sistema métrico que en
breve debía adoptarse. Pero para esto era nece
sario un nuevo libro que en vano se habría bus
cado entonces. Nuestro Director y maestro no se
desanimó, y en breve publicó una obrita in titu
lada : E l sistema mètrico explicado a l alcancede todos, la cual fué acogida también con mucho
elogio, y ha visto ya la luz pública siete veces.
Más adelante hablarémos del resultado de las
escuelas dominicales y nocturnas , de las visitas
que se hicieron, de los aplausos y premios conse
guidos.
Concluiremos este capítulo pidiendo perdón á
la humildad de Don Bosco, si el amor á la ver
dad y el deber de gratitud nos obligan á pre
sentarlo como el Fundador de estas escuelas,
esparcidas hoy por toda Italia con grandes ven
tajas para los individuos y para las familias, y
con gloria para la nación que ve cada día desa
parecer más y más la falta de instrucción en
sus habitantes. Honor á quien corresponde.
C a p ít u l o
X IL
Den Bosco ere Sassi. — Los alumsios de las Escuelas
Cristianas. — Valor juvenil — Doble apuro. — La
caridad suple al milagro. — Enfermedad mortal.— Amor de ios niños á D. Bosco. — El restablecimiento.
— Fiesta cordial. — Visitas á B, Bosco.
En todas partes y en todo tiempo la juventud
ha sido afectuosa con los que la aman y buscan
su verdadero bien. Turbas de niños y jóvenes se
reunían alrededor del Salvador del mundo, por
que él los amaba más de lo que un cariñoso pa
riré á sus hijos. S. Felipe N eri hallábase siem
pre rodeado por multitud de jóvenes á quienes
el trataba con indecible afabilidad. Cuánto hayan
amado á Don Bosco sus alumnos, se ve patentemente por los hechos que pasamos á referir.
Además de atender al Oratorio y á las escue
las, Don Bosco "prestaba sus servicios en las cár
celes, en el Hospicio del Cottolengo y en el Re
fugio : era por lo tanto muy poco el tiempo de
que podía libremente disponer. De aquí nacía que
para componer los libros que juzgaba necesarios
y de que ya hemos hablado, debía ocupar las
horas de la noche, lo cual fué para él funesto.
Despues de algunas semanas de contracción su
salud, ya por sí misma algo delicada, se que
brantó de tal modo que los médicos le aconse
jaron desistiese de todas sus tareas sin o quería
exponerse á graves peligros en la flor de sus
años. E l 3r. teólogo B o re lli, que lo amaba más
que á un hermano , en vista de esto le ofreció
la casa del excelente sacerdote 8r. Abbondioli
cura de Sassi, situada á las faldas de la colina
de Superga, á fin de que descansase de sus fa
tigas. A llí pasaba D. Bosco la semana volviendo
á la ciudad el sábado para entretenerse el Do
mingo con nosotros en el Oratorio.
A pesar de las atenciones de su buen párroco
y de la bondad del aire , Don Bosco no experi
mentaba la mejoría que se esperaba. Una de las
causas de ello era , que estando muy cerca de
T u r in , muchos niños del Oratorio iban á visi
tarlo frecuentemente, y muchas veces le daban
no poco que hacer. Y no eran solamente los ñiños
del Oratorio , sino también los alumnos de los
Hermanos de las Escuelas Cristianas, que una
vez pusieron á D. Bosco en serios apuros.
Entre otras escuelas dichos religiosos dirigían
también las del Ayuntamiento de T urin , llama
das de Sta. Bárbara, á las cuales concurrían va
rios centenares de niños. D. Bosco iba todas las
semanas á confesar; casi todos eran sus peni
tentes. A l terminarse la primavera de aquel año
se hicieron los ejercicios espirituales. Durante
estos los alumnos esperaban á D. Bosco , pero
viendo que ni aun el último dia comparecía,
pidieron permiso para ir á verlo á Yaldocco. Lo
obtuvieron pero no lo encontraron allá, ó infor
mados de que estaba en Sassi, se formaron en
varios grupos y se determinaron á ir á dicho
pueblo. ¡Pobrecitos! No sabían que era un largo
viaje de no pocos kilómetros. A l ver que tenían
que pasar el Po y alejarse de la ciudad, habrían
— íG4 ~
debido desistir en su resolución y volverse al del almuerzo. Era, pues? preciso? además de sa
Colegio ; pero la consideración nunca ha sido la tisfacer á su piedad? proporcionarles alguna cosa,
v irtu d de la ju ve n tu d ? y escuchando las voces para comer ? pues el apetito no les faltaba. A
del corazón siguieron animosamente su camino. pesar de no poder el Gura repetir el prodigio de
E l tiempo era lluvioso y además? poco prácticos la multiplicación de los panes ? sin embargo su
de aquellos sitios, se extraviaron. Las personas plió al milagro con su generosa caridad. Todo lo
que encontraban les preguntaban : — ¿Adonde que tenía en su despensa lo. dio á aquellos po
vais? ¿A quién buscáis? — Yamos á Sassi? brecitos niños? y no alcanzando para tocios acudió
también á los vecinos. De tal modo se consiguió
¿en dónde está D. Bosco? — Os habéis equivo
cado? respondían los aldeanos ; es preciso que os refocilar lo suficiente á aquel ejército juvenil?
volváis atras? en cuanto á D. Bosco? no sabemos sin que en el regreso á su casa hubiese de la
quien es? ni donde está. E l párroco de Sassi no mentar desmayo alguno.
Pero si aquella mañana D. Bòsco y el gene
se llama así? ni en el pueblo hay sacerdotes con
ese nombre. Sin embargo? contestaban los jóve roso Cura se vieron en tan grande apuro ? los
nes extraviados ? nos han dicho que .Don Bosco maestros de las Escuelas Cristianas? los predi
está en Sassi ; allí debe hallarse. — Otros que cadores de los ejercicios y otras personas in v i
venían más atrás? tomando un quid pro quo? como tadas sufrieron un grave disgusto? pues á la hora
vulgarmente se dice? preguntaban: ¿en dónde fijada para la misa y comunión general? de cua
está Sássari? A lo cual la gente contestaba rién trocientos alumnos solo se hallaban presentes
dose : Sássari queda en Cordería ; es necesario unos cuantos; todos los demás estaban en Sassi
y varios perdidos por el camino. De aquí puede
embarcarse para ir allá ; — y los pobrecitos pro
seguían su camino mortificados. Finalmente? pues fácilmente colegirse cuánto amor profesaban atos en buen camino ? llegaron á Sassi todos lle quellos niños á D. Bosco ? y también cuán ina
nos de polvo ? transpirando y medio muertos decuado era Sassi para su descanso y restable
de hambre y cansacio. Eran más de trescientos.
cimiento.
Fué aquel día para el corazón de D. Bosco
D. Bosco se enterneció al ver aquella turba de
de inexplicable consuelo, pero para su salud
muchachos. — ¿ Qué queréis? hijos míos? les pre
guntó ? ¿Vuestros maestros os han dado licencia desastroso. E l sábado? regresando á Turin ? fue
para venir acá? IJno de ellos contestó por todos sorprendido por un desmayo y se vio obligado
del siguiente modo : « En estos días hemos hecho á guardar cama. La enfermedad se declaró muy
los. ejercicios espirituales; hoy se concluyen y pronto una bronquitis con fuerte tos y sèria
queremos confesamos con Ud. Ayer le hemos ! inflamación. A l cabo de ocho días D. Bosco se
esperado en Sta. Bárbara ; pero no habiéndolo vio reducido á los últimos de su vida. Despues
visto tampoco esta mañana? hemos ido temprano? de haberse confesado? recibió el Viático y hi E x
con permiso de nuestros maestros ? á Yaldocco trema Unción. Por último? sumamente resignado
y tranquilo? esperaba de un momento á otro su
donde nos han dicho que Ud. estaba aquí: En
tonces sin decir nada á nuestros superiores nos hora postrera. E l Rdo. teólogo S o re lli, que lo
decidimos á venir? pues creíamos poder regresar asistía con la asiduidad y amor con que lo habría
con tiempo al Colegio para oir la Misa y recibir asistido una madre? había perdido toda esperanza
la Comunión. Muchos de nosotros tenemos que de salvarlo.
Esta funesta noticia causó en todos nosotros
hacer confesión general y otros anual.
un dolor y pena indescribibles. A todas horas
Fácil es suponer el asombro de D, Bosco y
de sus amigos. No pudieron menos que admirar del día se veían grupos de niños que iban á in
aquel acto valeroso juvenil ; pero al mismo tiempo formarse del estado do su salud. No contentos
se encontraban en serio apuro. ¿Cómo confesar con las palabras? unos querían verlo? otros hablarle
á un número tan crecido de jóvenes? ¿Cómo y muchos asistirlo? prestándole algunos servicios.
mandarlos al Colegio para la comunión y tran E l médico había ordenado que no se permitiese la
quilizar á los maestros que ignoraban su para entrada á ninguno ? lo cual se cumplía rigurosa
dero ? Solamente para confesarlos á todos no ha mente. Esto dio ocasión á escenas conmovedoras.
bría sido suficiente una docena de sacerdotes ; y — Dejórnelo ver solamente, decía uno; no lo haré
ellos querían confesarse solo con D, Bosco. No hablar? replicaba otro ; — si D. Bosco supiese
fue difícil hacerles comprender que aquello era que estoy aquí? me dejaría entrar? decía alguno?
imposible? y que debían d ife rir la Comunión para y en fin? otras muchas súplicas semejantes que
el día siguiente. Hecho esto? D. Bosco ? aunque hacían constantemente? y á las cuales se respon
extenuado de fuerzas? empezó á confesarlos. Lo
día. — Vuestra presencia lo conmovería dema
ayudaron también el Gura ? el teniente y otro siado? y concluiría con el poco de vida que le
sacerdote? y todos estuvieron hasta la una de la queda. Además si permito la entrada á uno? de
tarde sin haber, podido aún confesarlos á todos. beré perm itirla á los demás. — A estas palabras
No se concluyó con esto el apuro. Aquellos aquellos excelentes jóvenes se echaban á llorar y
buenos niños de T u rin habían imitado á las conmovían á los circunstantes. — ¡Pobres niños,
turbas que seguían á Jesús en el desierto; preo exclamaba la gente? cuánto le aman!
cupados tan solo por el deseo de ver á D. Bosco
(Se continuara)
y confesarse con él? habían emprendido su viaje
C
Joe aprobación de la int. Eclesiástica — Gerente MATEO GHIGLIOIE
sin ningún género d'e provisiones ? sobre todo
porque creían poder regresar á su casa á la hora
Turin, 1888 —- Tipografia Salesiana.
111
L
im i
E l
ostica» y 6 en pasta
J
Y EN
T
SEGUIDO
del Oficio de la SS, Virgen, del Oficio de Difuntos
Y DE
LAS
VISPERAS
DE TODO E L A Ñ O
p o r el Sacerdote
Un to r n ito e n - 52. 1 P e s e ta el ejemplar.
Esta obrita está dividida en tres partes. En la prim era encontraréis todo
lo que debéis practicar y lo que debéis h u ir para v iv ir cristianamente. En la
segunda se encuentran reunidas la principales oraciones que están en uso en
las parroquias y en las casas de educación. La tercera, en fin, contiene el Oficio
de la Santísima Virgen, las Vísperas de todo el año y el Oficio de Difuntos.
Encontraréis además un pequeño diálogo sobre los fundamentos de nuestra
santa religion católica, adaptado al tiempo en que vivimos. Añadimos al fin una
corta colección de canciones espirituales.
Opera, quae in illo recensentur, nullis expensis transmittentur in
Italiam universam, atque aci terminos usque Italiae. Si vero in alias
regiones transmittenda sint, qui illa sibi volunt comparare, nobis
iustum pretium tradi curent vel per litteras cautas, vel per syngra
pham sive apublico epistolarum Diribitorio (libran za s d e l g iro mùtuo),
sive a publica Mensa nummaria (b ille te s de banco) acceptam eamque omni missionis pretio solutam. — In Italia: Alla Libreria
Salesiana, Torino: In Gallia: Librairies Salésiennes — Paris (Rue
Boyer, 28): Nice (Place d’armes, 1): Marseille (Rue des Remains, 9):
Lille (Rue. Notre-Dame, 288) — In Hispania: A la Libreria Salesiana.
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