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extracted text
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.HH.JLO 1887.
1
f
,1)
Debemos ayud:w á nuestros hermanos á fin de cooperar á la difusion de la verdad.
(III. S.
JUAN,
Cualquiera que reciba á un niño en
mi nombre, recibe á mí mismo.
(MAT. XVIII)
8)
Os recomiendo lfl, niñez y la juventud¡ cultivad con grande empeño la
eéluoacion cristiana¡ proporcionadles
libros q_u.e enseñen á huir el vicio
y á practicar 1:?. virtud.
Atienae á la buena, 1ecture., á la exhortacion y á
lfu
.
enseñanzr,
:r;ntre las cosas o.ivinas la más divina efl la. c1e coopenH' omi Dios ·
á la salvacion c1e las almas,
(Pro IX)
Red.oblBoit todas vuestras fuerzas para
retraer á la niüez y juventud de
IE,s insidias de la corrupcion y de
la inoredulidrtd y preparar de esta
manera una nueva generacion.
Un amor tierno .b.áoia el prójmo es
11no ele los más granc1és Tf ex eel entes dones 1 que '"'la di.vh{a bon(l8il.
pneéle ha,cer á los hombres.
(LEON Xlii)
El Doct. S. FRANC. de SALES.
---------
para pedirle con humildad y confianza las
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gracias ele que más necesita )an. .oOmO e ..
templo, á pesar de ser tan vastoj no podia
1
·
COntener tanta gente , mue lOS Se Vleron
precisados a esperar en la plaz~t para entrar 8_ medida c1rue los otros saliesen.
Los de·votos que asistieron a tan hermosa
funcion eran de diversas naciones. Este
atio tocó á los espafioles ser Priores de
tan solemne fiesta. Vinieron, pues, expresamente de Barcelona dos ilustres consortes
con sus tres hijitos , entre los cuales una
1 graciosa niña que recibió l)Or primera vez
~~ Jesús Sacramentado de manos del venerando D. Bosco, quien , en aquel precioso
dia atraía hácia sí la simpatia y veneracion ele todos. Al hallarnos presentes á
semejante concurrencia de gente, venida
de tan lejanas y diversas partes, nos pa-reció ver con nuestros propios ojos realizadas. las palabras del Profeta, que la Igle-sia aplica á la Sma. Virgen: « Vendrán
tus hijos desde muy lejos, y tus hijas se
' levantaran por todas partes: » Filii tui de
longe venient, et filic~e tuc~e de latere SU'Y'gent; hemos visto además practicado el
consejo que en el himno del Oficio de dicha fiesta, da la Iglesia á sus hijos diciendo
en nobilísimos versos, que el coro de las
vírgenes castas y de los inocentes niños ,
que el Clero regocijado, que el pueblo lleno
de agradecimiento y que en fin, todos los
Sumario.- La Fiesta ele María Anxiliaclora en Tclriil. -':Tiaj e de los ~\Iisioneros SaJPsianos y ele 1\Jons. Cagliero
a Chile-- Cartr, I: Desde Buenos Ail'es á Coneepcion
- Carta II: Los Salesianos en Concepcion- Cartet HI:
Pe.ligrosil caid!-l eh~ Mons. Cag·Eero. - Fiesta de María
Au:s:iliaclorft y Conferencia de los Cooperador 8 s Salesianos ~n los Taller'.'S ;¡ Colegio de Sarr;á (Barcelona). -- 1
Grama r1e I\la,'Üt Au:s:iliallora. -- Historio~ del Oratorio ·
de S. F!'fcncisco de Sales.
FIES rA DE MARIA AUXILIADORA
1
en TnrüL
El día Z4 de Mayo eeleJJróse eon extraordinaria pompa y solemnidad la fiesta de
María Auxiliadora en su Santuario ele Turin. Muchísima fué la concurrencia, extraordinaria la piedad de los devotos, espléndidas
las sagradas funciones, y especiahnente la
müsica suave y verdaderamente armoniosa.
Las calles que rodean el referido santuario estaban llenas de personas de todas
las edades y condiciones, no solamente ele
la ciudad sí que de otros lugares lejanos,
las cuales habian venido ora para cumplir
con sus votos , ora para dar gracias á la
celeste Bienhechora por los favores que
durante el año les hahia obtenido , y ora
-- 74
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órdenes van á porfía en celebrar las glorias de la celeste Reina :
Virgines castae, puenque pueri
Gestiens clerus, populusque gmto
Carde, Reginae celebraTe coeli
ll1unera certent.
Tomaron parte á las sagradas funciones
dos Ilmos. Obispos. Celebró la Misa de la
Comunion general Monseñor Basilio Leto,
Obispo titular de Samaria, y pontificó en
la Misa solemne y Y ísperas Mons. Eduardo
Pulciano, Obispo de Casale Monferrato. Su
Eminencia Rdma. el Cardenal Alimonda ,
nuestro veneradísimo Arzobispo, nos manifestó su sentimiento en no poder intervenir, por hallarse un poco indispuesto en su
salud.
Si la fiesta de Maria Auxiliadora salió
tan espléndida, juzgamos que haya contribuido . mucho á ello la novena predicada
por el M. Rdo. Sr. Cura Párroco ele Vigevano D. Antonio Colli, el cual coronó su
elocuente predicacion con un magnífico y
fervoroso discurso , pronunciado en el dia
de la solemnidad, demostrando á un pueblo
inmenso que Maria puede cuc1mto quiere,
y quiere ser el c~;uxilio de los cristianos.
Fué tambien muy buena preparacion á
la solemnidad la Conferencia de los Cooperadores y Cooperadoras, que el dia antes
por la tarde , tuvo lugar en el Santuario,
y en la cual el Pbro. D. Rua, Vicario de
D. Bosco, narró las fiestas que pocos días
antes, se habían celebrado en Roma por la
consagracion de la' iglesia del Sagrado Corazon; la cordialísima audiencia que el Pa~
dre Santo concedió á D. Bosco ; la bendi·cion especial que el Sum,o Gerarc:a dió á
todos los que hahian concurrido con sus
limosnas á la ereccion do la referida iglesia; el progreso de las Misiones Salesianas
en la Patagonia y la proteccion espec:ialísima de María Auxiliadora, que todavia en
estos últimos meses quiso mostrarla salvando milagrosamente de una muerte cierta
a M.ons. Cagliero, Superior d.e dichas Misiones.
Afortunada Turin, que puede asistir cada
año a una manifestacion de religion y piedad cristiana tan extraordinarÜl., que aviva
la fe, anima á la virtud y enajena las almas hácia Aquella, que con justo título es
llamada el decoro y ornaJnento de la Iglesia, el O/UXÜio poderoso del pueblo cristiano"
1
V1AJE A Cti i lE
DE LOS SACERDOTES SALESIANOS
Y DE MONS. CAGLIERO.
CARTA
I.
Desde Buenos Aires basta Conee¡1cion.
Concepcion de Chile, '7 de Marzo ele 1887
MuY H.Do. Y
QUERIDO
D. Bosco:
Deo gratias / Deo gt·citias ! Y tambien sean
dadas á la Sma. Vírgen Auxiliadora , á s. José,
á san Francisco de Sales y á nuestro Angel de
Guarda, que üm visiblemt:nte nos protegieron y
guiaron en este largo y peligroso viaje. Estamos
en Concepcion desde ayer, y mañana, si Dios
quiere , entraremos definitivamente en nuestro
nido ; quiero decir, que mañana mismo comenzaremos nuestro trabajo, por cuya razon le escribo
hoy.
1°. Salida de Buenos Aires. - IJlegada á
Mendoza. -- Nada le diré de nuestra salida de
Buenos Aires. Para nosotros la impresion fué
de veras profunda. Nos parecia hallarnos á los
pies de María Auxiliadora, en ese Santuario de
'l'urin, y que saludando á Jos hermanos y amigos de ahí y recibiendo la bendicion del amadísimo Director, descendiese tambien sobre nosotros la de nuestro carísimo D. Bosco. Salíamos
no para surcar los mares , sino para atravesar
los montes y montes tan altos como los .t\_ndes.
¿Los volverémos á pasar? ¡ Quién lo sabe! Nosotros lo tenemos por cierto. Pero así como de
los que salen de Turin son muy pocos los
que vuelven; asi tambien de los que salen de
Buenos Aires para ir á Chile , pocos serán los
que volverán. Paciencia; si no hay más que un
solo camino que conduce al Paraíso, es indudable que se encuentra en todas las partes del
mundo , y por consiguiente procuraremos andar
por él á fin de. reunirnos todos allá arriba, para
no sopararnos jamás.
Despues de 37 horas de viaje llegamos á Men·
J.uza. Nos habíamos propuesto seguir adelante
sín detenernos más que lo preciso , pero encontramos un obstáculo. En la estacion nos esperaba
un afabilísimo hermano de la Compañia de Jesús,
el cual , clespues de recoger con suma bondad
todos nuestros equipajes, nos llevó á la Residencia. Aquí los IlR PP ..Jesuitas, siempre tan
buenos y cariñosos con nosotros , nos trataron
con una atencion y fineza indcscribibles. Ellos
pues, se opusieron' á que saliésemos tan pront~
y nosotros no pudimos menos de condescender a
sus deseos. Cx·eíamos que despnes de haber celebrado la santa Misa podríamos proseguir nuestro -v:iaj e ; pero , nada de eso , nos respondieron
aquellos buenos Padres, es absolutamente imposible ; primero es preciso Jmscar los guias, preparar bien todas las cosas, visitar la ciudad y
sobre todo descansar un pocc. N o ;m dimos re-
-
husar y nos quedamos un dia entero. Los mismos Padres se encargaron de buscar los guias
á un precio bastante módico. Despues. de comer,
el mismo Superior nos acompañó á visitar los
conventos de los PP. Domínicos v Mercedarios.
Hemos visto la iglesia de los F1~anciscanos ; la
construyen todavía, y cuando estará concluida
será monumental. Fuimos á ver despues la ciudad antigua que está casi toda arruinada ; elévanse aún las columnas, los arcos y las torres
de las iglesias de los PP. Jesuitas , Domínicos ,
Franciscanos, Mercedarios , etc. Esta ciudad fué
destruida enteramente el año 1861 ; se volvió á
construir, pero en otro sitio , con casas mucho
más bajas y calles más anchas, por temor de los
terremotos. La vista ele aquella ciudad convertida toda en escombros nos llenó de dolor. La
Divina Providencia que todo lo hace bLen, permitió que acaeciese aqnella catástrofe el último
dia de una mision, á la cnal había tomado parte
toda la poblacion.
Cuando volvimos a casa nos ocupamos enseguida de los preparativos para el viaje; ó mejor
dicho, fueron los mismos Padres que se ocuparon de ello; cierto que nuestros hermanos de
Buenos Aires no habrían podido hacer más ni
mejor. Para nosotros fué nna leccion hermosísima
la que nos dieron aquellos fervorosos Padres, y
nuestro agradecimiento hácia sus muchos favores
será indudablemente eterno.
2°. Uspallata. - Los temporales. - Las
nieves. -Dos viajeros y sus elogios del pueblo Chileno. - Punta de Baca. - El dia 24
á las 8 de la mañana dejamos á Mendoza, despues de haber ofrecido el Sto. Sacrificio de la
Misa, y recibido la bendicion de aquel óptimo y
Rdo. Padre Superior.
Antes de llegar al pie de la montaña nos vimos obligados á atravesar una inmensa llanura
enteramente desierta y toda llena de polvo, que
nos molestó por cierto no poco. De suerte que
hasta las 3 de la tarde no pudimos comenzar á
internarnos por la montaña. A las 4 nos paramos
á descansar en un pequeñito rancho , donde pasamos la noche durmiendo en el suelo, sirviéndonos de colchon y almohada la silla y arreos
de nuestras mulas. Aquí encontramos dos viajeros que venían del interno de las montañas totalmente mojados, á causa de un fuertísimo tAmporal , que por aquí son muy frecuentes. Mal
presagio para nosotros que no teníamos con que
defendernos de la lluvia, dado el caso que nos
sorprendiese.
A las 4 de la mañana salíamos , pues, sobre
nuestras mulas en direccion á U spallata, donde
por fuerza los viajeros tienen que hacer noche,
sea cual sea el punto de donde vengan. Llegamos despues de 13 horas de camino. Durante
este trecho estuvimos en un tris que nos mojásemos. Por todas partes nos rodeaban los temporales; veíamos con temor aquellos negros nu·
barrones que pasaban rápidamente sobre nuestras cabezas, amenazando de ::lontínuo precipitarse
sobre nosotros.; pero, gracias á Dios, no nos
hicieron daño.
7 u,.,
Al salir de una garganta se nos presentó un
espectáculo magnífico. N os hallamos al frente de
otras altísimas montañas , todas coronadas de
JJlanco. Había caído la nieve sobre ellas durante
la noche anterior. Un ¡oh! de sorpresa, nos escapó á todos. ¡Qué hermoso ! exclamábamos, ¡qué
magnífico es todo esto ! y durante varias horas
disfrutarnos de aquella linda y encantadora vista.
A las 5 de la tarde llegamos á Uspallata. Aquí
encontramos á dos jóvenes espailoles que venian
de Chile. Nos dieron varios consejos muy oportunos para lo restante del viaje, ensalzaron hasta
las nubes la poblacion chilena , muy cristiana y
religiosa, elogiando extraordinariamente á la de
Concepcion, que eonocían muy bien.
El pueblo de Chile, decian, es eminentemente
católico ; el de Concepcion es beato. Al día siguiente por la mañana á eso de las 7, nos dirigimos há.cia un lugar llamado Punta de Baca y
al cual llegamos á las 8 y 112 de la noche, con
un fuerLísimo viento que por cierto nos hizo
sufrir bastante. Por vrimera vez , despues de
nuestra salida de Mendoza, creímos conveniente
tomar un plato de sopa y alguna otra cosa confortante, pues nuestro pobre estómago, molido ya
de tanto trotar , pedía alguna cosa sólida y caliente, tanto más que estábamos llenos de frio á
causa del viento que durante 13 horas habíamos
sufrido. Creímos por consiguiente muy justa la
peticion de nuestro estómago y dímosle lo que
necesitaba. Durmimos á las mil maravillas, cansados como estábamos de tanto caminar. Y como
eran pocas las leguas que debíamos andar al dia
siguiente, nos tomamos. la libertad de descansar
un poco más de lo acostumbrado.
3° El Puente de los Incas. - Ag·uas minerales. - Un Ateo. - A las 8 dadas salíamos
para el punto de parada, llamado puente de los
Incas. Un sol ardiente nos molestó muchísimo ,
como tambien lo muy despacio que caminaban
las mulas á causa del fuerte calor. Pero nos animaba el pensamiento que aquel dia el viaje sería
más corto que los demás, y efectivamente despues
de 4 horas y 1¡2 de camino llegamos al mencionado sitio. Aqni se nos preparaba una sorprendente mara villa , y era el Puente de los Incas,
colocado allá por la naturaleza sobre el rio Mendoza. Ya nos habían dicho lo muy precioso que
era, y por consiguiente íbamos preparados á disfrutar de tan linda vista. N un ca hemos visto un
espectáculo igual. Es una cosa que verdaderamente encanta. Un pintor que fuese bien diestro
en manejar el pincel, podría ciertamente pintar
cuadros lindísimos y variadísimos. Pero nor.otros,
ignórantes por completo del arte de Giotto , no
pudimos hacer ptra cosa más que admirar aquel
puente gigantesco, hecho no por mano del hombre , pues no sería posible , sino por la de la
Divina Providencia. A muy poca distancia del
puente hay varias fuentes de aguas minerales muy
saludables y recomendadas por los médicos para
muchas enfermedades. En aquella casa, llamada
albergue , encontramos á unas treinta personas,
venidas de las dos repúblicas limítrofes con el
único fin de tomar los baños. Nos decía el po-
-76sadero que en años anteriores y en aquella m1sma
época, solian venir algunos centen¡¡res de personas, únicamente para mejorar su salud por ·medio de los baños. -- Pero ?, cómo podía V. hospedar á tantas personas, le decíamos, siendo esta
casa tan pequeña ? - Es que no dormian aquí,
respondió, pues ciertamente no habría puesto
para tanta gente ; yo, la única cosa que les daba
era la comida, y despues ellos se las arreglaban
para dormir por los montes con tiendas militares. Esto sucedía todos los años; pero éste, añadia dando un fuerte suspiro, nada, absolutamente
nada, y yo sufro una pérdida grande, porque el
alquiler es carísímo y lo que entra poquísimo.
Y se comprende ; primero comem;ó el Gobierno
de Chile á cerrar el paso de las Cordilleras á
los Argentinos , cuando estos tenían en su casa
el terrible huésped del cólera; despues el Argentino cerró el mismo paso á los Chilenos,
cuando dicha enfermedad fué á visitarles. - Para
los viajeros el baño no cuesta nada , por cuyo
motivo nos tomamos la libertad y el gusto de
bañarnos una vez. El agua es sulfurosa, un poco
salada y bastante tibia : es un baño verdaderamente ~graclable.
En este albergue encontramos á otro fenómeno. ¿Quién, creerá V. R.? Pues á un hombre
que raramente se encuentra por estos parajes,
á un ateo. Habrán otros y quizá muchos , pero
no tan descarados como éste que pu"bliquen su
ateismo y hagan alarde de él. Hemos comido con
él, pero sin entrar en cuestion alguna. Pué despues de la comida y cuando se halló solo con
dos de nuestros acólitos, que comenzó á decir
que él era ateo y que no creía más que lo que
veía" No era necesario tanta ciencia para hacer
callar á aquel desgraciado , y así lo hicieron
nuestros acólitos. - Vd., díjole uno de ellos, es
Italiano. Algunos años hace no conocía la América, y sin embargo creía ya en su existeneia ,
y tanto es verdad que dejó su patria para venir
á estas tierras. Pocos días hace tampoco conocía V.
estas aguas minerales, y sin embargo vino desde
Mendoza, expresamente para verlas y sacar de
ellas algun provecho. - i Qué es lo que podría
responder aquel pobrecito á este argumento tan
preciso y adaptado á su objeccion? Salió respondiendo con tantas necedades y blasfemias, como
, p. e.: - Y o soy un hornbre honesto , á nadie
·maté ni robé : pues ¿por qné razon, si Dios existe,
no premia mi honestidad haciéndome rico y feliz? - ¡Qué disparate! Como si fuesen las riquezas las que hacen felices á los hombres ! Dijósele que hay ricos y sin embargo muchos son
tambien desgraciados, y por el contrario que hay
pobres y muchos son verdader,amente felices.
Fingió de no creer. Pero era tiempo perdido;
es inútil la discusion con quien no quiere convencerse nunca, y así dejamos la cuestion. Es
empero vergonzoso que haya quien se atreva á
jactarse de ser incrédulo y materialista. Esto no
puede ser, un poco de fe es necesario que conserven en su corazon , áun los más malos , y
todo se reduce á que quieren aparecer un poco
más despreocupados de lo que ya en realidad
lo son" ¡Desgraciados! ¡El Seilor se apiade de
ellos!
Aquella .noche nos fuimos un poco más pronto
á cama por tener que levantarnos al dia siguiente
á las 2 de la mañana , pues debíamos, segun el
consejo que nos habían dado, pasar la cumbré
de la montaña lo más temprano posible, porque
de lo contrario nos habría cogido la lluvia sinó
otra cosa peor. Dícese que graniza con mucha
frecuencia. A las dos, pues, estábamos ya en pié,
pero no pudimos salir hast::~ las 4, porque las
mulas se habían escapado , y era necesario emplear dos horas largas para buscarlas y prepararlas.
4°" El rio Mendoza"- Paso peligroso. -La,
cumbre de los Andes. - A las 4 dábase la
señal de salida, y lo hacíamos en medio de una
completa oscuridad. A pocos pasos de la casa era
necesario atravesar el rio Mendoza sobre alguna
cosa, la cual no hemos visto bien lo que fuese,
pero el guia nos dijo que era un puente muy
estrecho. Paciencia. Nos recomendamos á nuestro
buen Angel de la Guarda y despues pian pianito
lo pasamos como mejor pudimos.
Abríamos los ojos para ver donde metia la
mula los pies, pero era inútil, no veíamos nada;
sentíamos sin · e~bargo el ruido que las aguas
hacían al descender por una cascada. Hacia muchísimo frío v nosotro:-: tiritábamos no solamente
por éste sí qt;e por el peligro en que nos hallábamos. ! Ay ele nosotros si la pobre mula hubiese
dado un paso en falso !
N nestro ángel de guarda nos salvó de tollo
peligro, y por algunas horas pudimos , á pesar
del excesivo frio, seguir subiendo aquellas altas
y peligrosas montañas. Eran las 7 y iT2 cuando
comenzamos la subida , y llegamos á la cumbre
á las 9 en punto. El cielo estaba sereno ; ninguna nube oscurecía el horizonte, y nosotros no
pudimos menos que pararnos un ratito para ad,.
mirar aquel grandioso espectáculo. Nos dijeron
que cuando hubiésemoa llegado allá, estaríamos
á 22,000 pies sobre el nivel del mar, ó sea, á
5,500 metros. Yo no me atrevo á asegurar la
exactitud del eálculo. Nuestro guia que nos aseguraba tambien lo mismo, añaclia que solamente
el Himalaya, que tiene más de 8,000 metros de
altura; sobrepasaba á la punta de los Andes que
nosot'l.'os pasamos. Algunos de nuestros hermanos
que hacia ya algunos años no habían visto la
nieve , no se contentaron con verla , sino que
quisieron tambien probarla. A fin de prevenir
un mal que por aquí llaman pua, y del cual se
ven atacados con mucha frecuencia la mayor
parte de los pasajeros quitándoles enteramente
la respi.racion , llevábamos con nosotros , segun
el consejo que nos dieron, algunas cebollas , las
cuales dicen son excelente remedio para facilitar
la respiracion é impedir la sofoeacion. Es posible que esto acaezca en los dias de grandes calores, ó bien, á aquellos que hacen tan fatig·oso
camino á pié , pues nosotros estábamos en la
cumbre y respirábamos á las mil maravillas ;
ningun cambiamento en la respiraeion ni en todo
nuestro físico; los pulmones funcionaban })erfec··
tam~ente. D. Scavini quiso comer una cebolla ¿Qué gusto tiene'? le dije. - Es claro, pues de
cebolla, me res]Jondió, sonriéndose un poco. Débese notar que quien nos dió el consejo, nos
dijo que cuando estuviésemos allá arriba dichas
cebollas cambiarían enteramente de gusto, convirtiéndose éste en un dulce muy parecido al
del azúcar. Si aquel consejero intentó burlarse
de nosotros no lo consiguió. D. Scavini que la
probó, fué para burlarse de quien habia querido
burlarse de nosotros. Pero como el consejo nos
lo había dado una persona séria l yo creo muy
bien que esto suceda, mas en otras circunstancias, como ya dije arriba. En tin , nosotros llegamos en menos de dos horas y felicísimamente.
Desde allá dimos el último adios á los caros
Directores, hermanos y amigos de las Repúblicas
Arg·entina y del Uruguay. Desde allá saludamos
tambien aquella tierra que fné nuestra segunda
patria por más ele 10 años. Mi último saludo fué
para S. Nicolás de los Arroyos y para los carísimos hermanos y cooperadores que allí dejé ;
cumplía con esto una promesa. Vol vimos la vista
hácia otra parte y saludamos nuestra patria futura.
¡Te saludamos, oh tierra de Chile ; y vosotros,
ángeles tutelares suyos , acompañadnos en esta
segunda parte ele nuestro viaje y haced que esta
nuestra mision tenga un éxito felíz!
5°, La bajada de los Andes. ~ Juncal. Un lago y la Sociedad Inglesa con un acueducto. - Guardia Vieja. - Eran las 9 y 114
cuando comenzamos la bajada. La hicimos toda
á pie por consejo que nos dieron y por necesidad, pues se nos hacía peligrosa porque era muy
rápida. Además el sendero era estrecho y el terreno poco sólido por las nieves enteramente heladas. Corríamos peligro de dar una voltereta é
ir á tomar un baño en el rio llamado de los
Andes, que pasa al pié de aquella montaña y
distaba algunos centenares ele metros del sitio
donde nos hallábamos. Finalmente con muchísimo trabajo y despues de haber resbalado no
pocas veees, llegamos á la orilla del mencionado
rio Andes.
Empleamos hora y media para subie la montaña
y más de tres para bajarla . Pero po habíamos
concluido. Proseguimos bajando aún por dos horas y siempre por senderos impracticables hasta
una pequeñita casa-albergue, donde nos paramos
para descansar y tomar alguna cosa. Es conocida
por el nombre de Juncal. Estábamos estropeados de tanta fatiga; eran ya las 2 de la tarde
y no habíamos comido nada desde las 2 de la
mañana. Aquí, pues, comimos un buen puchero,
un poco de carne asada y por primera vez pro.bamos el vino de Chile. Todo lo encontramos
bueno, y excelente; el hambre es indudablemente
el mejor de todos los condimentos. Sentado á la
mesa con nosotros hallábase un forastero. ¿Han visto V des. aquella laguna que está al lado de
la montaña? nos preguntó. Sí, señor , respondímos. - Pues bien, continuó nuestro interlocutor, es una laguna formada con agua de nieves,
,muy saludable. Tiene 9 kilómetros de largo y 200
brazos de profundidad : no es muy ancha , pero
no importa. Hay agua para abastecer á una
grande ciudad. Se calcula que contenga 200,000,000
de litros, y dentro de poco, atravesando las montañas , llegará hasta Valparaiso , por medio de
tubos que se estan construyendo ya. Yo soy el
mayordomo de la empresa. -- Es una empresa
verdaderamente colosal, y los Ingleses que están
al frente de ella gastan millones de duros para
despues ganar lo doble con el andar del tiempo.
Despues de haber comido continuamos nuestro
camlno hasta un sitio que se llama Guardia
Vieja. Eran las 5 de la tarde, y habíamos andado durante 15 horas. El cansancio hizo que
nuestro sueño fuese tranquilo, y á las 3 ele la
mañana ya estábamos en pie, dispuestos á salir
para Sta. Rosa de los Andes, primera poblacion
que encuentra quien de la República Argentina
vá á la de Chile.
6°. Sendero dificil. -Entrada en Sta. Rosa
de los )1-'"ndes, - Durante las dos horas y media que pasamos en la oscuridad, nos vimos en
un contínuo peligro. Viajábamos por la orilla del
rio Andes y por un estrechísimo sendero. No
veíamos nada; queríamos ir á pie, pero sería
mucho peor, puesto que al menos la mula veía
un poco, mas nosotros nada. Aquí como en otras
varias circunstancias, nos encomendamos con todo
el corazon á nuestro Angel Custodio, á María
Auxiliadora y á san José, estando ciertos de no
caer en el precipicio.
Comenzó á rayar el dia y el peligro, si bien
continuaba, no era ya tan grande pues veíamos
alguna cosa. Finalmente el camino hízose más
bueno y bastante ancho. Entonces comenzó á levantarse el viento y con este tambien el polvo.
Paciencia; á la 1 y 112 de la tarde, llenos de
polvo, entrábamos montados en nuestras mulas
en la pequeña ciudad de Sta. Rosa de los Andes.
Cien caras nuevas salian á las puertas y ventanas para vernos ; ninguna burla, ningun insulto,
todos se quitaban el sombrero para saludarnos.
Hemos dicho: aquí estamos en pueblos cristianos, pues el hombre del siglo que tiene todavía
el valor de saludar públicamente al sacerdote
cuando pasa por su lado, es un hombre que tiene
fe. Indecisos sobre qué partido tomar, dijimos al
guia que nos llevase al albergue que estuviese
más próximo á la estacion, á tin de salir aquella
misma noche para Santiago. N os respondió que
no habia ninguno. Entonces nos dirigimos al albergue más cercano á la iglesia parroquial, á tin de
hablar al Sr. Párroco y ver si tenia alguna carta
ó noticia para nosotros proveniente de Concepcion.
Allí nos esperaba un sacerdote que para nosotros
fué un ángel bajado del cielo. Hacia ya dos días que
habia llegado á Sta. Rosa, habiéndolo mandado
expresamente el Sr. Vicario de Concepcion para
acompañarnos. ¡Cuánta bondad! Creíamos poder
salir para Santiago en el tren de las 6, pero no
nos fué posible. Una órclen formal del Sr. Vicario nos decia que no saliémos sino despues de
3 ó 4 días. - Es preciso descansar y recuperar
las fuerzas perdidas, pues se trata· de pasar por
pueblos infestados de cólera, por cuyo motivo
·- 78primero conviene estar bien de salud, nos decia
aquel buen sacerdote, y depues pensaremos en
la salida. Tuvimos que luchar bastante y acudir á todos
los argumentos de persuasion, á fin de que nos
abreviasen aquella larga permanencia. Estábamos
cansados, es v0rdad, pero no tanto que necesitásemos 4 ni 3 dias para restaurar nuestras fuerzas. Por último, despues de haber tomado sobre
nosotros toda la responsabilidad de lo que nos
pudiera suceder en el viaje , pudimos obtener
que nos dejasen salir despues de 24 horas. El
Sr. Cura Párroco de Sta Rosa, viendo seis Sa-·
lesianos, echó las siguientes cuentas : seis, dijo,
para Concepcion que ya tiene tantos religiosos,
son demasiado : yo que tengo una parroquia vastísima (y lo es, pues llega hasta las Cordilleras),
y que estoy enteramente solo, no basto para el
ministerio. De consiguiente se queden tres aquí
para ayudarme. El buen sacerdote hablaba movido por su mucho celo, y espera aún que cuando
Mons. Cagliero pase por allí atenderá á su peticion.
7°. Santiago.- El cólera.- Panguilemo, las
fumigaciones y el baño. ·-A las 10 y 112 de
la noche entrábamos en la capital de Chile. Habríamos deseado hospedarnos en una de las muchas casas religiosas que allí hay , pero como
era tarde, no nos hemos atrevido. Por la mañana
temprano, mientras íbamos á la estacion, pasamos por el Colegio de los RR. PP. Jesuitas, en
cuya capilla celebramos la Sta. Misa. Nos recibió el mismo Superior, que no pudo obtener de
nosotros ni siquiera que visitásemos el Colegio,
pues era tarde y queríamos tomar absolutamente
el tren de las 9.
Habíamos recibido de Concepcion la órden de
no pasar por Santiago, ó bíen de pasar corriendo.
En efecto , el cólera hacia un mal inmenso en
aquellos dias. Recuerdo que aquella mañana, mientras tomábamos una taza de café en una de las
salas de la estacion , algunos , viéndonos y j uzgándonos extrangeros, exelamaban llenos de admiracion : vatr:entes son estos pad1·ecitos, muy
valientes. Otros leían el diario y no hallando
más que unos 40 muertos del dia anterior decian, es mentira, puesto que ayer hubo más de
180 muertos y todos del cólera. La cifra oficial
notaba que ya habían sido enterrados cerca de
3000 cadáveres en Santiago solamente. Más de
20,000, los menos valientes, se escaparon á otros
pueblos lejanos.
A las 4 de la. tarde llegamos á una pequeña
estacion poco distante de la ciudad de Talca,
llamada Panguilemo. El tren se para; un guardia entra en el vagon : - Seüores , dice, aquí
es necesario bajqr; los viajeros que van al Sur
tienen que hacer 24 horas de observacion. Y fué preciso obedecer. Se díó inmediatamente
principio á la fumigacion , primero á los equipajes y despues á las personas. Habían construido
una especie de garita , por una pequeña puerta
introducian las maletas, por debajo encendían un
poco de fuego mezclado con azufre y otras materias, y de este modo ditbase la muerte á los
microbios, escondidos quizá en alguno de los rincones de las maletas. Vino tambien un poquito
más tarde nnestro turno. En aquella illisma garita nos metian uno á uno ; el humo era tanto
que apénas se podía respirar, y para hacerlo era
necesario levantar bien la cabeza. Entonces por
medio de un mecanismo se cerraba todo herméticamente á excepcion de la cabeza que quedaba
fuera. Así nos tenían durante algunos minutos cayéndose de risa todos los circunstantes. - Oye,
oye, cómo gritan los microbios , decian los más
bufones; mira, exclamaban otros, cómo chorrea
la sangre de las pobrecitas víctimas ! ¡Oh si estuviese aquí presente algun miembro de la sociedad protectora de los animales! - Esta operacion duró algunas horas. Despues nos anunciaron
que era preciso tomar un baño. Ninguno de los
pasajeros creyó que semejante anuncio fuese serio y verdadero, y por consiguiente aquella tarde,
ninguno lo tomó.
Por la mañana dióse el mismo aviso á todos
los que querian salir en el tren directo de las
i2. Entonces algunos suplicaron al médico que
los dispensase de aquella ceremonia. Todo fué
inútil , ó el baño ó 5 dias de observacion. Habian preparado al efecto un vagon con baño á
ducha, pero con una presion fuertísima. El encargado de dichv vagon echaba en el agua algunos líquidos, cuya eficacia solamente el doctor
conocía. El pobre paciente entraba dentro, y
cuando se hallaba debajo del aparato, le caia de
improviso el agua encima como si fuese una llu~
via y con tal ímpetu que parecía granizo. La
operacion era corta, pero dolorosa para los delicados ; sin embargo era necesaria; se trataba
de destruir el bacillus coma, puestos entre la
piel y la carne, y que :;;e habian escapado en la
noche precedente á fuerza de fuego. ¡Pobres animalillos! O el fuego ó el agua, pero la destruccion estaba decretada. Cumplidas todas estas ceremonias, teníamos derecho al cflrtificado del paso
libre, y así nos lo dió en toda forma el señor·
Doctor, y nosotros nos pusimos en viaje en direccion á Concepcion. Seis hor¡:¡s aún de tren
directo y despues nos hallamos entre buenos y
excelentes amigos. Este pensamiento nos consolaba en extremo.
8". San Rosendo y el Vicario Capitular. Concepcion ; acogida. - A las 3 estábamos
en la estaeion de S. Rosendo. Aquí nos esperaba
una hermosa sorpresa , en la cual nunca hubiéramos pensado. El Sr, Vic.ario , el Sr. Vicario,
exclamó nuestro guia. Y nosotros saltamos inmediatamente en tierra , para besar la mano de
nuestro primero é insjgne bienhechor. - Avete
(atto buon viaggio, miei cari Salesiani? nos
preguntó creyendo que viniésemos de 'rurin y
no supiésemos aún hablar el castellano. Se alegró muchísimo cuando nos oyó hablar en dicho
idioma. Nos entretuvimos con él algunos minutos, respondiendo á varias preguntas que nos
hacia, todas referentes á D. Bo:,co, á hl Congrega~
cion y á nuestro viaje. Con el Sr. Vicario venia
otro grande amigo y bienhechor nuestro , el incansable protector de los pobres huérfanos de
-79Concepcion, el joven poeta y ahogado Dr. Don Sr. Secrbt.ario y el Sr. Dr. D. Miguel Prieto,
Miguel Prieto, condiscípulo é íntimo amígo del quisieron honrarnos quedándose á comer con nogran vate y ferviente católi~o oriental, Señor sotros en dicho dia. D. Bosco y nuestra amada
Dr. D. Juan Zorílla de S. Martin.
Madre la Congregacion ocuparon toda la converDespues de una segunda fumigacion, que nos sacion.
hicieron en la misma estacion, subimos al vagon
En medio de ella se levantó el S. Vicario y
en compañía de nuestros caros amigos y bienhe- lleno de conmocion dijo : - Dos son los dias
chores , y de allí á pocos minutos salimos para para mi célebres durante mi Vicariado; el priConcepcion. Empleamos tres horas en llegar y mero fué el en que llegaron los religiosos Esnos parecieron cortísimas, por el vehemente de- colapios, el segundo es este, en que me fué conseo que teníamos de llegar allá. Finalmente lle- cedido poder abrazar á los hijos de D. Bosco. gamos. ¡Qué espectáculo! ¡ quó recibimiento á los Debo decir aún á fin de hacer ver cuánto sea el
pobres hijos de D. Bosco! Una multitud de per- afecto que nos tiene este buen Vicario, que apésonas nos esperaba y daban las manos saludán- nas habíamos llegado á Sta. Rosa de los Andes,
donos con sumo afecto Jr cariíio. Nosotros, llenos cuando recibimos el telegrama que literalmente
de confusion por una parte y por otra de or- l trascribo: Sal'ndo afectuosamente á Vds.: Dios
gullo al considerarnos hijos de D. Bosco, atra- 1 bendiira á los hiios de D. Bosco. Deseo ab1·avesamos la estacion , dando gracias á todas· a- .zm·lo~' cuanto lxntes. María A uxiliadm·a los
quellas personas , que tan claras muestras de protegerá. Dornin.9o B. C1·uz.- ¿No es verdad
benevolencia nos daban. Entre dichas personas que e,stamos en buenas manos? Basta por hoy.
hallábanse algunos sacerdotAS seculares , varios Tengo aún materia para otra larga carta, y proRR. PP. Jesuitas, Escolapios, Domínicos, Fran- curaré mandársela lo más pronto posible.
ciscanoR y Mercedarios, como tambien el Excmo.
Concluyo suplicando á V. R., queridísimo Don
Sr. Presidente de la Audiencia Dr. Don Carlos Bosco, se digne dar las gracias en nombre de
Rizzo Patron, católico de palabra y corazon.
todos estos salesianos á nuestros hermanos, co~
Los ricos son muchos, nos dijeron; los pobres operadores y amigos, que con sus oraciones nos
muchos más: á estos los con ociamos ta mbien no- ayudaron á obtener del Señor tanta felicidad en un
sotros, y todos se sonreían cuando pasábamos,· viaje tan largo y peligroso. Fué de veras la mano
mostrando en su frente serena la alegria que de la Providencia que nos guió visible y patersentían en su corazon, porque veian en nosotros . nalmente. Solamente lamentamos una desgracia
lo,; futuros amigos y padres de sus pobrecitos y es la de haber caido de la mula el infrascrito,
hijos. Varios distinguidos personajes del Clero y pero sin hacerse daño alguno. Otro pequeño inde la nobleza, entre los cuales el mismo Presi- conveniente fué, el haber perdido á D. Daniel,
dente de la Audiencia, nos acompañaron hasta la pero en pocas horas pudimos encontrarlo ; no le
Casa de la Providencia , donde pára el Sr. Se- digo el cómo ni el por qué por ahorrar tiempo.
cretario Don Hesperidion Herrera y donde fué Por lo demás todo anduvo bien. Hasta nuestros
hospedado nuestro D. Milanesio la primera vez dos enfermos se sintieron mejor. D. Pedro no
que desde Patagonia vino á Chile. Aquí tuvimos tose tanto como antes ; D. Daniel se siente tamtambien otra sorpresa.
hien mucho mejor y esperamos que ambos congo. Al pie de. los altares. - En medio de tinuarán mejorando hasta sanar totalmente .....
los amigos. - Entramos en la iglesia contígua,
EvAsio RABAGLIATI, Pbro.
donde nos esperaban los 12 pr·imeros huérfanos
que había asilado en nuestra casa Escuela- Talle1·es de 8. José, el caritativo Sr. Secretario. Nos
arrodillamos al pie del altar profusamente adornado é iluminado. Detrás de nosotros venia una
multitud de pueblo, para ayudarnos á dar graCARTA H.
cias á la Divina Providencia por el felíz viaje
que habíamos hecho. Las monjas de la ProviLos Salesianos en Concepcion.
dencia, acompañadas de sus 100 huerfanitas, entonaron un solemne Te Deurn en música con Aguas Calientes, en la orilla del Rio Nehueve, 25 de Marzo
acompañamiento de armonium.
de 1887.
.
Parecía que nos hallábamos en nuestro pe1°. Tómase posesion de la nueva casa. queño Santuario de María Auxiliadora de Buenos
Aires. Fueron nuestras hermanas las que nos La Divina Providencia. - Despues de haber
dieron el último a dios al pie del altar, y fueron descansado dos dias en la Casa de la Providenotras hermanas las que nos dieron el primer sa~ cia, pedimos nos dejasen ir al Colegio, futuro
ludo con un cántico religioso al pie de otro al- campo de nuestras fatigas; pero por todas partes
tar. Despues el Sr. Vicario leyó en el r:ltuallas se nos presentaron dificultad_es. Nos exponian la
oraciones en accion de gracias por el felíz viaje. incomodidad del sitio, la ninguna preparacion, el
Es necesario que suspenda por hoy, pues temo inconveniente de dedicarnos inmediatamente al
hacerme demasiado pesado , y además robarle trabajo des pues de un viaje tan largo y otras
mucho tiempo. Aí'íacliré solamente que los tres muchas dificultades casi todas exageradas, mu~
caros personajes que nos vinieron á esperar en chas fantásticas y ninguna que nos convenciese.
}a estaeion de San Hosendo, el Sr. Vicario , el Nosotros respondíamos tan solo esto : si el nido
l
--- 80 -
no está preparado , nosotros lo prepararemos,
pero es preciso que nos hallemos allá, pues de
lo contrario las dificultades no solamente no desaparecerán, sino, lo que es peor aún, aumentarán. Finalmente lo hemos logrado y al llegar
allá encontramos un sin fin de cosas que arreglar á fin de hacer habitable nuestra casa. Ver~
daderarnente parecía un querer tentar á la Divina Providencia ; no teníamos camas, ni cocina
ni pan, en fin , nada , y sin embai·go queríamos
quedarnos allá. Nosotros decíamos: la Providencia nos ha llamado aquí , pues aquí estamos ;
ahora toca á Ella el proveernos ele todo lo que
necesitemos. Y así lo hizo. Antes del anochecer
lo teníamos todo. Uno nos regaló las camas, otro
las sábanas y cobertores ; cierto bienhechor nos
mandó todo lo necesario para cenar ; una bienhechora el vino para algunos dias, y otros muchas
otras cosas. En fin, vimos palpablemente desde
el primer di a que la Providencia es verdaderamente una buena madre, y que no abandona jamás á los que en ella confian.
Lo que más necesitábamos era una capillita
interna, para celebrar la santa Misa en casa y
tener con nosotros al Rey de los reyes. Para
prepararla tropezamos tambien con muchas difi- ·
cultades, pues no teníamos nada más que un
cáliz, que Don Scavini habia traido consigo de
Montevideo. No importa; nosotros comenzamos á
arreglar un pequeñito altar. Una persona que
nos vió ocupados en aquella tarea, . nos preguntó
si teníames ya con qué adornarlo, á lo cual respondimos que no; pues bien, nos elijo, yo les
mandaré todo lo necesario. Otra se ocupó de las
casullas, albas, amitos y demás ornamentos ; despues de dos días celebrúbamos ya Ia santa Misa
en casa. Pero nos faltaba aún el tabernáculo y
tambien hubo quien nos lo proveyó. Además no
teníamos el copon y un buen sacerdote nos regaló uno muy hermoso.
El Señor, como bueno y amoroso Padre , nos
proveyó de todo, y lo que es más aún, pl'imero
á nosotros y despues á sí mismo ; de allí á pocos
días desapareció aquel vacío que notábamos contínuamente, pues teníamos con nosotros al Dueüo
de la casa, Jesús Sacramentado. .Entonces nos
pareció más hermosa la referida casa y al mismo
tiempo riquísima, á pesar de toda aquella pobreza que nos rodeaba.
2°, Descripcion de la Casa. - Bien pronto
comenzamos á pensar tambien en nuestros huérfanos presentes y futuros. Todo el cuerpo del
edilicio se compone de 4 salones; dos , que forman la fachada, son de 20 metros de largo por
5 y 1/ 2 de ancho , y otros dos á los lados, que
tienen 40 metros de largo y son anchos como
los de la fachada. Dichos salones no tenían ninguna division. Uno había sido destinado ya para
capilla; otro para locutorio , dormitorio de los
Salesianos y taller de zapatería; lo cual se hizo
por medio de separaciones con tela verde. Quedaban aún dos salones; parte de uno la destinamos para dormitorio de los niños, en el cual
podrán estar unas 30 camas ; la otra parte para
una escuela de externos , capaz de contener un
centenar de niuos, que por cierto son numerosisimos en este vecindario y no tienen ninguna
escuela municipal. El otro· salan tiene varias separaciones y servirá para cocina , despensa , refectorio etc. El taller de carpint8rÍa, que ya funciona un poquito, tiene un puesto reservado, y
es un magnífico sotechado de madera colocado
al lado d~l edilicio. Junto á éste hay un vasto
terreno.
Hé aquí, en breve , nuestra actual posicion.
Quizá á alguno se le ocurrirá decir que es mala,
pero á nosotros nos parece muy buena y hermosa, que promete mucho porque comienza con
poco ó casi nada.
Así comenzó la casa ele Buenos Aires en medio de privaciones, siempre pobre, siempre llena
de deudas, y sin embargo fué poco á poco progÍ·esando hasta llegar á tener mús de 300 alumnos internos, que la Providencia quiso confiar á
los Salesianos.
Estos mismos pdncipios tuvieron casi todas
nuestras casas comenzando por el Oratorio de
Turin, y todas fueron poco á poco fioreciendo
con el auxilio del Seuor.
Esperamos que la Providencia tomará tambien
bajo su proteccion a ésta y se desarrollará como
toclas las demás.
Una uommüclad religiosa se ofreció á lavarnos
la ropa gratis; otra nos mandó camisas, calzoncillos, sábanas , etc. para nuestros pobres huérfanos; un caritativo señor nos regaló alg·unos
millares de ladrillos para hacer varias reparaciones en casa y levantar una columna en medio
del patio , sobr~ la cual debíamos colocar una
magnífica estátua de S. José que nos habia regalado otro bienhechor. Bien pronto, habiendo
entrado en casa con nada pudimos, decir que lo
teníamos todo. Deo g1orxtúxs.
Añadiré que desde la primera domínica de
nuestra llegada se inauguró el Oratorio festivo
con un concurso extraordinario si se considera
la ninguna publicidad que se le dió : eran 90 los
niños que jugaban con nosotros y que despues
asistian al catecismo. Esperamos que aumentarán cuando tengamos todo lo necesario, como
juegos, regalitos, loterías y etc.
3°. Espíritu religioso de la poblacion de
Chile. - Deseo grande de oir la palabra de
Dios y frecuencia de Sacramentos. - Grande
y muy grata fué la sorpresa que nos causó la
solemne novena de S. José , hecha en la iglesia
de la Providencia. Nosotros juntamente con nuestros pocos huérfanos procuramos hacerla con
toda devocion, puesto que se trataba de obtener
del grande Patriarca su santa hendicion sobre
nuestra casa á él dedicada. Lo que más nos
llamó la atencion en dicha novena fué la devocion y religiosidad del pueblo de Concepcion.
Ciudad beata , la llamó un señor español con el
cual hablé dur:mte la primera travesía por las
Cordilleras; y pude convencerme que lo es de
hecho.
Todas las noches acudia un concurso inmenso
de toda clase de personas á las funciones religiosas, asistiendo á ellas con una devocion y re-
-81cogimiento verdaderamente edificantes. Puedo decirle que nunca tuve la satisfaccion de predicar
á un auditorio tan numeroso y respetable corno
aquel. Y despnes qué sencillez, qué modestia en
el vestido de las mujeres chilenas ! Inútilmente se
emplearía el tiempo en buscar sobre alguna de
tantos centenares dt? cabezas una ftor, una cinta
ó alguna otra cosa que pudiese llamar la atencion
de los circunstantes. Todos los vestidos son oscm·os,
todo luto; el lujo no entra aún en las iglesias
chilenas, y oj~:,;_lá que no entre nunca. - Padre
mio, me decía el Sr. Vicario en una conversadon que teníamos familiarmente el mismo dia
de la llegada, la poblacion de Chile tiene hambre do dos cosas, que son 5 de la palabra de Dios
y de Sacramentos.
Y á lá verdad la frase no tiene nada de exa~
gerado para quien conoce esta cristiana poblacion. Que tenga grande hambre de la palabra de
Dios lo puedo decir yo, como tambíen quien haya
.entrado una vez en una iglesia en tiempo del
sermon. Que tenga además grande hambre de Sacramentos, és tambien cierto. Seiscientos comuniones se distribuyeron en la iglesia de la Providencia un Domingo de la novena de S. José.
El dia de la fiesta comulgaron más de mil personas, debiendo advertir que no eran todas mujeres, como sucede en otras partes, pues aquí el
sexo masculino está muy bien representado. Cada
dia de la semana, en todas las iglesias de la Con-·
cepc.ion, hácese su corona de Comuniones~ Aquí
la Asociacion del Sagrado Corazon de Jesús está
muy floreciente. Los solos Padres de la Compañia do .T esús tienen inscritos en sus registros á
más ele 2,500, los cuales frecuentan los Sacramentos á lo menos una vez al mes; y esto sucede en proporcion en todas las otras iglesias, ó
mejor dicho, en todas las iglesias de Chile. Decíame el otro dia uno de los Padres Franciscanos de la ciudad de Chillan que, solamente en
su iglesia , han distribuido durante el año pasado, más de 85,000 comuniones.
4°, Mons. Cagliero no llega.- Ansia y temores. - Monseñor es esperado con vehemente deseo. - En medio de aquella felicidad
que disfrutábamos al vernos tan amorosamente
protegidos por la Divina Providencia, sentíamos
sin embargo una grande pena é inquietud en
nuestro corazon viendo la ya demasiado larga
tardanza de Monseñor, el cual habría debido lle·
gar á Concepcion desde los primeros dias ele
Marzo, y á más de esto no teníamos de él ninguna noticia. Su última carta, escrita á Buenos
Aires desde el desierto de la Patagonia, decía :
« Salgaa para Concepcion de Chile los seis destinados para aquella casa, y procuren hallarse
allá en los primeros días de Marzo, tomando el
camino más breve : yo les precederé ó llegaré
con ellos para la inauguracion. » Y ya estábamos
á 13 y todavía no babia llegado.
Esto nos hacia sospechar mal. Nosotros para
consolarnos, ó mejor dicho, para distraernos, hacíamos mil y mil r.onjeturas. - Quizá habrá encontrado cerrado el paso de las Cordilleras por
causa del cólera , decíamos , y se habrá vuelto
atrás para continuar su m1s10n; ó bien habrá
nevado sobre las montañas y no podrá pasar.
Paro todo era un medio para engañarnos á sabiendas. ¡Alguna desgracia habrá sucedido ó á
Monseilo:r ó á alguno ele sus compañeros ! Este
era el pensamiento de todos, pero ning·uno se atrevía á manifestarlo. Para salir de aquella incertidumbre el dia 14 se mandó un telegrama á
Patagones , suplicando á nuestros hermanos nos
mandasen alguna noticia sobre el particular. Nada.
Ninguna respuesta ni buena ni mala. Súpose
despues que el telegrama no pudo ir á su destinacion.
· En tanto el Sr. Vicario habia, por precancion,
advertido á todos los párrocos ele la frontera, que
notificasen inmediatamente á Concepcion cualquier cosa quo supiesen aeerca de Monseñor.
Lo esperábamos , pues , como á un ángel del
cíelo. Esta diócesis al presente está sin Obispo,
porque E;l ya elegido, Mons. Blait, no fué todavía consagrado debido á su mal estado de saludo
Deseábase aprovechar la ocasion de la venida de
Monseñor Cagliero, para dar mayor solemnidad
á la ceremonia de la consagracion y conferir las
ordenaciones sag1'adas á algunos clérigos. Era
tambien esperado por muchas otras razones y
principalmente para tratar de nuevas fundaciones.
El mismo dia de nuestra llegada recibimos un
parte telegráfico ele Valparaiso , en que se nos
decía fuésemos inmediatamente allá , para abrir
una casa. El Sr, Vicario nos habló de una casa
y terreno en Traiguen, última parroquia confinante con los Araucanos. En Talca, ciudad importante, nos esperan tambien. De- Santiago vino
un sacerdote á invitarnos. El Ilmo. y B.dmo. Sefwr Arzobispo quiere que vayamos ;llá, pues la
casa está ya preparada. Todos estos Señores estaban deseosos ele ver á Monseñor y tener algGna
contestacion.
5°. Aviso de la caida de Mons. Cagliero
sobre los Andes. - Finalmente el clia 15 recibimos una carta de Chillan. Era corta, pero
clecia mucho. « N o tengo el gusto de conocer á
V. R., me escribía uno de los Padres Franciscanos, pero créome en el deber de dirigirle estas
cuatro líneas para darle una dolorosa noticia.
Ayer recibí una carta de las Cordilleras con la
firma de Don Domingo Milanesio, en la que me
dice ha sucedido una desgracia á uno de los
Misioneros de la Patagonia, y nada menos que
al mismo Mons. Cagliero. El caballo que montaba se enfureció y comenzó á correr precipitadamente hácia un abismo terrible. Monseñor no
podia salvarse. A ninguno le era posible ayudarle por ser el sendero estrechísimo y lleno
de piedras y peñascos.
Entonces Monseñor viéndose perdido sinó se
echaba del caballo, pues eran inútiles todos los
esfuer.-ws que hacia para refrenarlo y el precipicio
estaba ya muy cercano, se dejó caer en el sitio
que le pareció menos peligroso ; pero por desgracia dió con la espalda un fuerte golpe e_n uno·
ele aquellos peñascos, quedando por algun tiempo
sin poder hablar y como muerto. Se teme que
tenga dos costillas rotas. Híznse algunas otras
contusiones, pero de poca importancia. Se mandaron inmediatamente las medicinas que pecha ;
además un poco de vino generoso y otros comestibles para el pobre enfermo. La desgracia
sucedió el 0 del corriente á las 8 de la mañana,
á trefl días de camino de Chillan, en el sitio llamado Agua~ Calientes, á la orilla izquierda del
río Nehueve, enfrente á la Cordillera llamada del
viento. Haga V. R. lo que juzgue más conveniente en tan críticas circunstancias.
» Suyo, etc.
p. QUESADA. »
demás uno solo era mi deseo, uno solo el pensamiento que me preocupaba : llegar cuanto antes
para salir una vez de aquella cruél incertidumbre que tanto me hacia sufrir. Por cuya razon yo no me fijaba ni en lo hermoso ni feo del
viaje; despreciaba los peligros que me salian al
paso, me parecían larguísimas las noches, porque
durante ellas no pocha viajar y quizá tambien
era demasiado severo con el pobre caballo, el
cual si bien galopaba .mucho, sin embargo me
parecía que muchas veces andava demasiado despacio.
Finalmente , despues de 4 diDs de subidas y
bajadas, llegué, gracias á Dios, sin el menor inconveniente á la casa-cabaña donde sufria Mon. señor. Era el dia 24 á las 10 de la mañana .......
EvAsiO RABAGLIATI, Pbro.
El misterio era ya descubierto y la tardanza
y silencio de Monseñor tenían su explicacion. La
desgracia que nosotros todos temíamos , había
sucedido reálmente, y parecía aún mayor de lo
que nos la habíamos imaginado. El dia 3 de
Marzo, mientras los Salesianos llegaban á Santa
Rosa de los Andes al pie de la gran Cordillera, Monseñor caia por aquellas montañas con
peligro de perder la vida. ¿Qué hacer, pues? Me
CARTA Ili.
fuí inmediatamente junto al Sr. Vicario para que
me diese su consejo y apénas hubo leido la carta,
Peligrosa caida de Mons, Cagliero.
suspirando profundamente : - Pobre Monseñor,
1°, Misiones en el desierto. - Durante 4
exclamó, ¡ qué desgracia ! Pero la Vírgen Auxiliadora lo asistirá y protegerá. Ahora es preciso meses , nuestra rnision por el desierto fué benque V. salga inmediatamente volando por si ne- decida de un modo particular por Dios Ntro.
cesita de su nsistencia y para tenernos al cor- Señor y coronada de copiosos y consoladores fruriente de todo lo que pueda suceder.
tos. Tocamos en los siguientes puntos: Negro
Procúrese todo lo necesario para el pobre pa- Muerto, Choel-Choel, Chichinal, establecimientos
ciente y mañana con el directo salga para Chi- de Sta. Flora, Boca y las Cavañitas, colocados en
llan, Apenas llegue V. donde está Mons. bésele las orillas del Rio Negro. Despues, recorridas
el sagrado anillo en mi nombre, ruéguele que 90 leguas por las orillas de los rios N euquen y
me mande su bendicion , dígale que aquí le es- Agrio, hicimos otras dos estaciones : una en Coperamos con los brazos abiert()S y que venga dihue y otra en Norquin, situado al pie de las
cuanto antes para concluir su cura entre noso- Cordilleras, donde Monseñor bendijo una capilla
tros. - Despues mandó un teleg1•ama á los Pa- provisional, dedicándola á Sta Rosa de Norquin
dres Franciscanos de Chillan en los siguientes y nombrando Capellan de ella á Don Bartolomé
términos : « Director Salesianos de Concepcion Panaro. Luego entrando en las faldas de las Corda gracias, y rueg·a tener preparados para ma- dilleras hácia el norte, pasamos los rios Trocuñana. hombres y caballos, para ir á la Cordillera man, Reineleo, Arileo, Lileo y Nehueve, todos
del viento. ~>
confluentes del N euquen, en cuyas riberas hiziEl Sr. Vicario había adivinado todos mis pen- mos otras cuatro estaciones.
samientos y satisfecho mi más grande aspiracion.
En Malbarco estuvimos muy cerca del Rio
Salir inmediatamente era mi vehemente deseo.
N ehneve, en un lugar llamado Aguas Calientes
6°. D. Rabagliati en busca de Mons. Ca- (á causa de una corriente de agua tibia que pasa
gliero. ~ Al dia siguiente ( 16) á las ocho de por allí en el invierno), distante 18 leguas de
la mañana, con el tren directo, salí para Chillan N orquin. Habíamos recorrido felizmente 250 lecon un médico-quirurgo , el cual, al ll•:Jgar á di- guas predicando en muchisime.s partes. En este
cho pueblo, no se sintió con fuerzas para hacer larguísimo viaje nos recibieron y trataron siemun viaje tan . largo y fatigoso , pues estaba un pre bisn las autoridades militares y civiles, como
poco enfermo. Pensaba tambien que á su llegada tamhien otras muchas personas privadas á las
:Monseñor no tendría ya necesidad de su cura ' cuales estamos sumamente agradecidos y muy
y auxilio.
en particular al Sr. D. Lucas Becerra, en cuya
En Chillan monté sobre un buen caballo y con casa fuimos hospedados durante una mision de
un jóven práctico de aquellos montes salí para cuatro dias. A este señor lo habia conocido yo
las Cordilleras. Sin embargo el guia conocia poco el año 1883 , cuando fuí á dar una mision do.
aquellos senderos, más bien de cabras que de ocho dias. 'Tanto él eomo su consorte son excehombres , por cuyo motivo no queriendo expo- lentes católicos, y suelen hospedar á los Salesianerme al peligro de perderme, me ví obligado á nos cuando pasan por aquellas partes.
ir detrás de una caravana que se dirigia hácia
2°. Salida de Malbe.rco. - Primer dia de
aquel mismo sitio. Nada le digo de este viaje, viaje sobre los Andes. - El clia 2 de Marzo,
pues poco más ó menos, sería una repeticion de á eso de las dos de la tarde, concluida la mision
todo lo que le dije ya en mi carta anterior. A- e11 Malbarco , nos preparábamos para otra que
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teníamos que dar en un lugar llamado Chacay macla lYlala Couhuello, palabra indígena , que
Mlei-hue , distante de aquí siete leguas. Hasta quiere decir , coral del caballo. Aquí, pues, nos
este punto habíamos tr·aido caballos muy mansos esperaba el Señor para regalarnos una parte de
y dóciles, por lo que no tuvimos desgracia al- la cruz de su Divino Hijo.
Antes de salir nuestro caro Monseñor preocu~
guna. Pero despues se nos cansaron y nos vimos
obligados á cambiarlos por otros , que tomamos pado por una cosa que , ni aún él mismo sabía
prestados. Mucho mejor sería que no lo hubié- darse razon de lo que fuese, nos encargó que le aco~
semos l1echo. Monseñor parecía que presagiaba modásemos bien fuerte la silla. Así se hizo, pero
alguna desgracia, pues no se resignaba á montar ni tampoco esta precaucion sirvió para evitar la
tan gustoso sobre un caballo desconocido, si bien, desgracia. Habíamos recorrido como unas dos
segun decía su dueño, era dócil. Manifestando su millas por la cumbre de aquel alto monte, cuando
de repente el caballo que nuestro Monsefíor mondisgusto á los que le acompañaban decía : ¡ Qué dura necesidad es esta, tener tantos caba- taba empieza á corcovear y dar saltos y brincos
llos, y nu poderlos montar porque están muy can- tremendos, echándose despues á correr desesperasados! Pero en fin, paeiencia. No puedo que- damente por la escarpada falda de aquella sierra,
jarme pues me quejaría de la caridad que me toda sembrada de abrojos y peñascos.
Aquellos fueron momentos de ag·onia para nohacen. - Despues se encomendó de todo corazon
á María Sma. Auxiliadora, para que se dignára sotros, que veíamos á nuestro amado Obispo en pecubrirlo con su manto de madre y librarlo de ligro de la vida. Habríamos querido arriesgar y
hasta perder nuestra vida con tal de salvar la
todo peligro.
Salimos acompañados del dueño de la casa se- suya, pero temiendo que el caballo se asustase,
ñor D. Lucas y de ocho señores más, que para aún más, creímos más conveniente no movernos.
obsequiar á Monseñor y á los demás Misioneros, ¡Dios mio, Dios mio, ayudadlo! En tanto nuestro
se dignaron venir hasta la mitad del camino. pensamiento esta];la suspendido y concentrado en.
Nuestro deseo era ir á la orilla del rio Curileo una inevitable desgracia , cuyas consecuencias
para hacer dos estaciones, y despues otra en las ignorábamos y temíamos fuesen terribles.
Pero Dios Ntro. Señor quiso que Monseñor
inmediaciones del rio Malbarco que habría sido
la última y desde donde emprenderíamos el vütj e conservase su presencia ele espíritu y encomenpara Chile , atravesando las Cordilleras en di- dándose de todo corazon en las manos de María
Auxiliadora, reparó en un lugar donde había
reccion á Chillan.
En este camino descendimos por tres cuartos menos piedras. Entonces se echó del caballo evide hora las profundas orillas del rio N ehueve. tando así la muerte , pues si hubiese dado con
Lo vimos y despues de haber subido un monte . la cabeza en aquellos peñascos ¡ Dios mio! Se'
muy alto, bajamos al profundísimo álveo del Neu- habría hecho trizas.
Acudimos pronto en su socorro, lo levantamos,
quen, rio bastante caudaloso , que pasamos muy
pocas leguas distante de su nacimiento. Luego, le preguntamos si se habia lastimado nmcho, pero
siguiendo un sendero que serpenteaba de una él no podía hablar ni respirar, permaneciendo en
parte á otra sembrado de piedras, subimos por este estado poco más de dos horas. Al caer, habia
la cuesta de otro monte y fuimos á pasar la invocado á nuestra buena Madre María Santínoche en una cabalia abandonada situada en una sima. ¿Podremos decir que Ella desatendió los
hermosa oasis con una pequeña corriente de agua ruegos de su predilecto hijo? No, nada de eso.
cristalina. Sus propietarios viven actualmente Si María permitió la caída, sin embargo no peren la Veranada , es decir, en las praderas que mitió que fuese mortal, como debia serlo segun
están en el seno de las Cordilleras. Despues de opinion de todos. Y además, ¿quién le dió aquella
haber comido un sabroso puchero, que nos pre- serenidad· de ánimo y tranquilidad de corazon
paró nuestra caritativa escolta, nos acostamos hasta el punto de permanecer alegre y áun chisalegremente ú~ nomine Domini.
toso en medio de los dolores que le oprimían ~
En efecto, apénas volvió un poco en sí y pudo
3°. Siniestros presentimientos. - Mons. Cagliero cae del caballo. - Al apuntar el alba pronunciar alguna palabra , lo hizo sonriéndose
del dia siguiente, hecha 1a meditacion y tomado y de una manera chistosa á fin de tranquilizar
el mate en vez del café, ensillamos nuestros ca- á los hermanos que acongojados y con los ojos
ballos. Luego que hubimos dispuesto todo para llenos de lágrimas le rodeaban : - nada, no es
salir, nos despedimos de seis de aquellos señores nada, dijo, y llamándome despues á mí, añadió:
que nos habian acompañado, e11tre los cuales se Y tu ¿por qué lloras, querido Milanesio ? Y vohallaba el Sr. D. Lucas Becerra, quedándose to- sotros ¿,por qué os angustiais tanto ? No os afiidavía con nosotros tres, quienes , haciendo un jais, no, pues no es tanto mi mal como vosotros
grande sacrificio , se décidieron á acompañarnos pensais. N o hagais como los niños. Al fin y al
hasta el lugar destinado para la última parada cabo creo que de tantas costillas como tengo no
y mision.
me he roto más que dos, y ¿os parece mucho?
Nos guiaba un Vaqueano ó práctico de aque~ Una ó dos menos no es nada. Animo, hijos mios,
llos lugares y detrás venian tambien algunos ne- ánimo. Todo pasará. Consolaos y estad alegres. gociantes chilenos, con el objeto de aprovecharse Despues levantando ]os ojos al cielo y alzando un
de la mision para vender sus mercaderías.
poco más la voz,-¡ Oh! dijo, el Señor lo ha queMarchábamos alegres y bien con el fresquito rido así y así sea; hágase ahora y siempre su santíde la mañana , y subíamos por una Sierra, lia- sima voluntad. ¡ Maria Auxiliadora, rogad por mí.
4 o Tranquilidad de ánimo en Monseñor
·- De allí á un poco nuestro buen Obispo comenzó á sentir los dolores de la caida. Le meparamos como mejor pudimos una cama con" todos los cobertores que llevábamos, y despues lo
colocamos en ella pues él no podía ni siquiera
moverse. Luego mandé á llamar á aquellos seí'íores que una hora antes se habían separado de
nosotros llenos de entusiasmo. Por fortuna el
paso del Neuqueu les había entretenido un poco,
de suerte que en breve tiempo recibieron el
aviso. Vinieron inmediatamente al lugar del desastre y fué tal la impresion que recibieron, que
se quedaron frias y blancos como cadáveres.
El señor Becerra , que ama á lYionser1or con
todo el afecto con que un hijo ama á su padre,
viéndole en tal estado y creyéndole próximo á
morir no pudo contener las lágrimas. Monsellor,
haciéndose de cargo de lo muy conmovido que
estaba, trató de animarlo cogiéndole la mano y dirigiéndole con sonrisa las siguientes palabras :
- Ah querido Sr. D. Lucas; ahora tengo necesidad de sus servicios. ¿ Sabría V. decirme si por
.estas cercanías hay algun herrero? N u estro amigo que no comprendió que Monseñor lo decía
de broma, creyó al principio que estuviese fuera
de. sí, pero des pues pareciéndole que había hablado de veras le contestó : -· Sí, Monseñor,
respondió, es difícil pero no imposible; con un
poco de tiempo y paciencia lo podré encontrar :
- Cierto que dicho buen Señor creyó que sería
para herrar los caballos, y á fin de cerciorarse
mejor le preguntó: -- Pero, dígame Monseüor,
¿para qué quiere V. al herrero? - ¡Toma¡
contestó Monseñor con la sonrisa en los labios
y estrechándole con más fuerza la mano, pues
para que me arregle estas dos costillas, que tuvieron la desgracia d~ sali.rse de su lugar en la
caída.
¿Quién diría que el que hablaba de esta manera tenia la palidez de la muerte en su rostro,
y podia juzgarse que se hallaba á las puertas dé
de la eternidad? Y sin embargo es así. Monseñor
padecia, }Jero no quería que los demás padeciesen
por causa suya ; de consiguiente se esforzaba en
mil maneras para consolarlos y lo obtuvo , porque desde aquel momento todos concibieron la
dulce esperanza de que si la desgracia era grande
no era empero irremediable. Monseñor eonfiaba
mucho y con él tambien todos los que se hallaban presentes.
En tanto el caballo que habia sido causa de
tan terrible caida se habia parado á una legua
de distancia, al pie de una roca muy alta. Don
Mateo Víllogra, nuestro Vaqueano y los dos negociantes pudieron alcanzarlo en veinte minutos y
traerlo amarrado al sitio donde nosotros estábamos ...
DoMINGO MILANESio, Pbro.
o
(Se contim(ará)
o
FIESTA
MARIA AUXILIADORA
YGONfERENGIA DE lOS GOOPERADORES SAlESiANOS
en los Talleres y Colegio de Sarriá
(Barcelona).
RDo. SR. D. :MwuEL RuA.
Querido Padre: No dejo de ~mponer que este
año habrán celebrado. V des. en esa la fiesta de
nuestra buena Madre María Auxiliadora con la
pompa y solemnidad que suelen hacerlo todos los
años.
Aquí la hicimos· tarnbien nosotros con toda la
suntuosidad y devocion posibles. Nos preparamos
á ella con 9 dias , durante los cuales, todas las
tardes despues de los ejercicios acostumbrados,
se predicaba el sermon y luego se daba la bendicion con S. D. M. En dichos dias acudia muchísima gente, tanto por la mañana á recibir al
Señor Sacramentado, como por la tarde á oir su
divina palabra, todo lo cual era seguro indicio
ele lo muy bien que se preparaban para celebrar
tan. santa como hermosa fiesta, y de la gran devocwn que el corazon de estos buenos Catalanes
siente hácia nuestra celeste Madre y Patrona, la
Vírgen Sma. Auxiliadora.
En efecto ; el día de la fiesta , 24 de 1\.fayo,
fué en verdad sorprendente el gentío que tanto
ele este pueblo como de la vecina capital, acudió
á la Capilla de estos Talleres, como tarribien en
extremo edificante la devocion y recogimiento
con que asistieron á todos los actos religiosos.
U no de los más concurridos y digno de particular elogio fué el de la mañana , esto es , la
Misa de la Comunion general, en la cual despues
de haber oído una breve y fervorosá plática, se
acercó á recibir el Pan de los Angeles un extraordinario número de personas.
A las 10 se celebró la Misa cantada, cuya música fué ejecutada por nuestros niños con mucho concierto y perfeccion. El panegírico estuvo
á cargo del conocido orador sagrado, Predicador
de S. M., Dr. D. José Picó y Salviá.
A las 5 de la tarde empezaron los actos de la
conferencia, que nuestro sabio y virtuoso Prelado
se dignó presidir. Ocupó tambien la sagrada cátedra el mencionado orador Sr. Picó, quien, con
voz dulce y llena de uncion cristiana, puso por
tema. aquellas sublimes palabras del Di vino Maestro : Maiorem charitrxtem nemo habet , ut animam suam ponat quis pro amiós stús. Nadie
ama tanto como el que ·sacrifica la vida por sus
hermanos. »
En su primera parte presentó una nutrida a-·
pología de la Iglesia Católica, un bellísimo cua~
dro histórico de cuyo fondo destacaba la excelencia de la divina mision del salesiano, que ha
logrado cambiar la faz de las áridas playas de
la Patagonia , de la República Argentina, y del
Brasil, haciendo sentir su influencia tanto en el
terreno científico como en los dominios del arte
t}flce. Penetrando en esta cuestion del poder temporal de los Papas, probó entre otras cosas que
en la época de los mayores desastres para el
imperio del Occidente, Italia se babia conservado
siempre grande , porque vivia bajo el abrigo y
amparo de Roma. Que en ésta la desolacion apénas reinaba un clia, porque la rnano reparadora
y benéftca ele los Pontífices Romanos , lograba
guardar intacto el tesoro de la religion , de las
leyes, ele las ciencias y del arte. Aiíadió que Italia, llevando á Roma una invasion usurpadora
se h ahia olvidado ele su orígen, cl0 sus glorias y
ele sus tradiciones y si lo había hecho con menosprecio de toda razcn y de toda justicia, lo
hahia hecho igualmente~ en perjuicio ele los derechos de todas lar3 nacioneii católicas; porque es
forzoso reconocer que Roma no estuvo nunca
destinada ú ser la capital de un territorio , sino
la capital del m<m(lo: Que conservaba los sepulcros df~ muchos mártires y confesores de todas
las partes ele la tierra, y los que á ella acudían
para venerados y visitar las reliquias de las catacumbas, no poclian ser e:x:trangeros en aquel
suelo sagTado. Que en la Ciudad eterna debe
residir la eabeza visible ele la Ig-lesia que da su
henclicion á los Reyes , á los Obispos y á los
pueblos y que Obispos, Reyes y pueblos habían
de tener la certeza de que el Soberano Pontífice
era independiente y libre como Pasto1' :/ Maestro. Terminó tan feryorosa eomo elocuente conferencia con el siguiente llamamiento á la Italia en
nombre de la católica España : << Roma , decia ,
es ele la Iglesia U ni versal , Roma es de los Vicarios de- Cristo. Coloca de nuevo ¡oh Italia!
esa preciosa joya en la tiara del Pontífice H. ey,
qne el mnndo considerará tu accion más grande
y n1ás heróíca devolviéndola, que vió grande tu error arrebatándola. »
Todo cuanto pudiera decir á V. del entusiasmo
del auditorio al oir estas palabras, pronunciadas
con sagrado fuego por el elocuente orador señor
Picó, sería poco. Nosotros no nos olvidaremos
jamás de esta conferencia, que indudablemente
ha de producir abundante fruto en las almas, y
bienes de felicidad para estos Talleres Salesianos.
Despues se concluyó con la hendicion del Sanel que sacrifica la vida por sus hermanos. »
Entrando nuestro orador en otras considera- tísimo Sacramento dada por el Exmo. é Ilmo.
ciones, dijo que los Cooperadores han ele formar Sr. Obispo. Luego , mientras nuestra brillante
una sola familia con los Salesianos , unirse con banda ejecutaba nerfectamente varias y b'onitas
estos en la propagacion de la fe, esperanza y ca- piezas con sus magníficos y númerosos instrurielad, virtudes de que han de estar adornados mentos, nuestro amadísimo Prelado y varios otros
para gozar de )os tesoros espirituales, concedidos ilustres personajes, dignáronse visitar los talleres
por el Vicario de Jesucristo; no buscando sola- y ver las obras de engrandecimiento que actual·
mente niüos pobres y abandonados, sí qne tam- mente se están haciendo.
Debo decirle tambien que fueron muchas las
bien suficientes recursos y limosnas para atender
á las necesidades y sostenimiento ele las misio- familias disting·uiclas que vinieron de Barc0lona,
nes, como lo recomienda D. Bosco.
para dar una prueba más del aprecio y cariño
Por último el Rdo. Sr. Picó, teÍ'minó su con- con que miran el bien inmenso que está haciendo
ferencia con un cariñoso recuerdo á Su Santitad la salvadora obra de D. Bosco, y los felices reLeon XIIl , primer Cooperador Salesiano, cou sultados que ha de experimentar, ep. no lejano
motivo de las bodas de oro que en breve tiempo clia, toda la España y muy en particular el prinha de celebrar, encareciendo á todos que contri- civaclo de Catalnüa. Su Santitad Leon XIII, se
buyesen con limosnas y otros efectos , para ha- dignó coronar nuestra fiesta con su particular
cer menos aflictiva la sitnacion del Romano Pon- Bendicion, enviando en la misma mañana del 24
en las esferas del mundo social, no menos que
en el hogar doméstico.
Refiriéndose despues el orador de una manera
particular á la institucion salesiana , y enumerando con vastisimos datos las grandiosas ·yentajas que ha prestado y estA prestando á la humanidad, con la educacion artística y religiosa
en sus talleres , dijo; << el hombre poseido de
la caridad se da á sí mismo en todo cuanto es.
El apostolado con todos sus trabajos ha sülo
siempre la donacion del hombre como inteligencia. ¿Qué i.nterés m neve á nuestro D. Bosco en
todas sus empresas ? Ninguno. En ellas no recoge sino la privadon, la pobreza, la enfermedad, el pelígro y la muerte. Su eelo se reduce
á la gloria de Dios y á la felícidad de sns niños
llolwes y abandonados. Encendido su corazon Gon
la llanta del amor , quiere cumplir el deseo de
,J esncristo. Sus CH'lYWS son el Crucifijo; sn elocuencia, la caridad. Cuando un pueblo le ha oído
y viviendo segun su ley es feliz, Don Bosco se
regocija inmensamente , viendo el triunfo de su
conquista. Por esto deja la Italia para venir á
Espaila; detiénese el tiempo neeesario, establece
estos talleres y luego corre á otra parte para
hacer lo mismo y si la muerte no le detuviere
en su carrera (quiera Dios sea muy l~jana), el
mundo entero vería al apóstol salesiano, porque
el amor nunca dice, basta. El protestantismo ha
querido parodiar al incansable misionero Don
Bosco. Fué á hacerle la guerra hasta en la_ Tierra
del Fuego, pero ¿qué ha hecho ? Especulaciones
mercantiles, l_ev:mtando, en vez de templos y
talleres, factorías 2 cuya sombra ha difnndido sus
libros y mhim::ts de egoismo y persigue al sacerdote católieo, al hijo de s. Francisco de Sales.
Falto de caridad y no buscando sino la tierra y
el dinero, se ha lanzado allá donde ha previsto
el goce y la abundancia ; y se ha retirado de
donde l1a visto la privacion 3r el sacrificio , dejando el campo al misionero de la verdad. El
protestante lo rnismo que el :fllántropo, no saben
sacrificarse. El sacrificio busca solo la caridad :
cuanto más padece, euanto más se humilla, tanto
más se esfnGrza , c:"ece, y se dilata porque oye
siempre aquella palabra: Nadie arna tanto como
-86á nuestro Ilmo. Prelado el siguiente telegrama:
Roma , giorno 24 , ore 6. - A Monsignot· Ve-
scovo di Barcellona. - Santo Pad1·e autorizza
V. E. R. di comunicaTe l' apostolica Benedizione
implorata dal sacm·dote Branda, peT Con(erenza
Cooperatm·i, Cooper·at1·ici Salesiani.
MocENNI, sost. Segret. di Stato.
Concluyo encomendándome en sus oraciones y
·en las de nuestro amadísimo y venerando Padre
D. Bosco, y besándole respetuosamente la mano
·
me repito de V. R.,
Humilde hijo in Domino,
JuAN BRANDA, Pbro.
Sarriá, 30 de Mayo de 1887.
GRACIA DE MARIA AUXILIADORA
S. Benig·no, 18 de Mayo ele 1887.
MuY RDo. S:a. DIREC'ro:a:
Por mucho que prediquemos é inculquemos
la devocion y confianza que en la Augusta Madre
de Dios, María Auxiliadora, debemos tener, nunca
será demasiado. ¡ Oh si conociesen los hombres
la bondad del Corazon de María, cori cuánto
mayor ardor la amarían y con cuánta más frecuencia la invocarían en todas sus necesidades !
María es verdaderamente el Auxilio de los cristianos, ó más bien, la Madre de los cristianos,
Madre sumamente tierna y amorosa, y de la que
no se lee en la historia de i9 siglos, haya desatendido , ni siquiera una vez , las humildes y
.
fervorosas súplicas de sus hijos.
Esta gran verdad hube de experimentarla yo
mismo en el invierno pasado, cuando hallándome
de repente sepultado en medio ele un mar inmenso de fuego, vímo libre ele él como por una
mano invisible, pudiendo salir de tan gravísimo
peligro , y en brevísimo tiempo quedar enteramente sano de mis grandes y profundas quemaduras; Narraré á V. el hecho suplicándole al
propio tiempo se digne publiC-arlo lo más pronto
posible en el Boletin , órgano de María Auxi~
liadora, á fin de que pueda satisfacer sino en todo
á lo menos en parte, mi deuda de especial agradecimiento hácia nuestra Soberana Señora, y se
conozca cada vez más la bondad del Corazon de
María para con los que en Ella confian.
Hallábame, pues, en la tarde del 27 de Febrero del corriente año, muy cerca del lugar
donde tenemos una máquina que prepara y distribuye el gas por toda esta casa. Habiendo notado que éste escapábase por alguna parte, me
aproximé á dicho sitio y efectivamente ví que
por un grifon mal construccionado perdíase una
eonsiderable. cantidad. El aire ambiente estaba ya
totalmente saturado, y casi todo el que salia afuera
depositábase en las paredes y por el suelo. El
olor era tal que sofocaba completamente la respi:racion; sin embargo pude hacer á toda prisa las
reparaciones que juzgué más necesaria;:; par im·
pedir aquella pérdida de gas.
Hecho esto, y cuando ya me disponía á salir,
veo de repente y con la rapidez de un relámpago que se enciende todo aquel ambiente produciendo una detonacion tan fuerte como el disparo de un cañon : la casa se movió de tal modo
que todos mis compañeros salieron precipitadamente de sus cuartos, creyendo hubiese sido un
fuerte terremoto.
En tanto yo hallábame rodeado de aquellas
voracísimas llamas, que alimentadas por tanta
materia como se había esparcido ya, se condensaban, agrupaban y comprimía~ con una fuerza
y rapidéz indescribibles. En aquel tremendo instante pronuncié el nombre de María y despues
cerrando los ojos y suspendiendo la respiracion
para evitar que el fuego penetrase interiormente,
me arrojé con toda mi fuerza hácia la puerta á
iin de salvarme. Mucho tuve que luchar para
poder llegar á ella, pues la!:i llamas con una fuerza
misteriosa me impedían totalmente el paso. Sucede á quien camina en medio del fuego lo que
al que va contra una fortísima corriente de
viento , que además de no poder dar un paso
adelante, debe esforzarse para sostenerse en pie
y no ser derribado por tierra. Pero en tan gravísimo peligro venit adiutrico pia Virgo , pues
cuando ya casi falto de fuerzas estaba para consumar el sacrificio de mi vida , me hallé , sin
· saber cómo, en un corredor bastante distante
del lugar incendiado. Apenas volví en mí dije
inmediatamente: gracias, oh María, salva tam. bien la casa, sálvanos á todos.
Sí, la mano piadosa de María me había librado de la müerte, y dejado con el ánimo tan
contento y tranquilo , como el de quien se despierta de un plácido y sosegado sueño ; y al
mismo tiempo lleno de tanto valor que me hallaba aún dispuesto á volYer entre las llamas,
siempre que una justa razon lo requiriese.
Mi quemadura era muy profunda , especialmente en la cabeza y en las manos. Al dia siguiente mi cara parecia la de un mónstruo humano jamás visto.
El médico creía que difícilmente podría vivir
muchos días, pues temía que se desarrollase alg·una enfermedad cerebral. No me es posible
describir con palabras lo mucho que sufria cada
vez que me ponian las manos ó los hierros encima de las llagas. Si no fuese por la Sma. Vírgen que me ayudaba á sufrirlo todo con paciencia, cierto que me habría desesperado y hasta
deshecho todo con mis propias manos. Al considerar mi deplo1•able estado acudía á mi mente
un terrible pensamiento, que por cierto me hacia
sufrir muchísimo más que la quemadura del
cuerpo : era, pues, que áun sanando quedaría tan
deformado que no podría ser promovido á los
sagrados órdenes. Este pensamiento preocupaba
tambien mucho á mis buenos superiores. Sin
embargo yo conservaba interiormente alguna esperanza, pensando que quien había hecho lo más
salvándome lá vida , haría tambien lo menos ,
sanándome en tal modo que pudiese continuar
-- 87
~-
--------------------------------------------------------------en mi vocacion. Y en efecto, María me concedió
tambien esta g·racia y muy abundantemente ,
puesto que despues de diez y siete dias pude
levantarme de cama y vestirme por mí solo ; y
actualmente me encuentro perfectamente sano,
¡,;in señal alguna duradera.
Sea, pues, mil veces bendita y alabada nuestra '
celeste Bienheehora y así como en esta ocasion
me salvó de Le muerte librándome de aquellas
llamas, así ta1nbien la ruego con todo nü corazon, que ]ne n,-,_·ude con_ su poderosa proteccion
á vivir de tal manera, que clespues de la muerte
no me halle oblig·aclo á ser precipitado en las
llamas eterna~~ del infierno.
Dije que el Boletin es el órgano de María
Auxiliadora, y con mucha razon. Puesto qne es
notorio que María Sma. Auxiliadora fué precisamente quien se sirvió de Don Bosco para difundir la Pia Sociedad de S. Francisco de Sales,
y que en la actualidad tan prodigiosamente promueve, protege y conserva. Pues bien, el Boletzn teniendo por objeto el hacer conocer y
promover esta grande obra, hace tambien conocer
y promover los intereses de María. Esto debe ser
ele grande consuelo para los Cooperadores Salesianos , quienes socorriendo á D. Bosco con los.
medios á sus alcances posibles, socorren indudablemente la Obra del Corazon misericordiosísimo
de María , y esta buena y amorosa Madre no
podrá menos de recompensáeselos con gracias señaladísimas tanto espirituales como temporales.
Suplicándole nuevamente se digne publicar en
su Bolctz:n esta doble y hermosa gracia , tengo
el honor de profesanue de V. S. S .. S.
Q. B. S. lVI.,
JuAN BTA. U sEo, Acól.
HISTORIA DEL ORATORIO DE S. FRANCISCO DE SALES.
((Jo ntimtacion).
CAPITULO V.
P1·ogresos del 01·atorio en el 1-iospitalito • lP1·incipios de
las escuelas noctm·nas • Ei 01·atorio t;·asladado á San
Ma.·tin • Empiezan los obstáculos de los hombres •
la mano de Dios.
Continuamos la historia del Oratorio repitiendo
la relacion que nos han hecho dos amigos , el
Rdo. sacerdote Sr. D. Miguel Rua, y D. José
Buzzetti, ambos testigos y tambien partes en lo
que publicamos.
En la capilla contígua al edificio del Hospitalito el Oratorio marchaba perfectamente. Los
días de fiesta, los niños acudían en gran número
para confesarse, oír Misa y tambien para recibir
la sagrada Comunion , que era y es todavía el
principal medio con que el P. Bosco aleja á sus
jóvenes del vicio y del pecado. Despues del medio
dia que se ensei'íaba el catecismo , se cantaban
cánticos sagrados y ense¿:uida tenia lugar una
instruccion propia para ellos, no muy larga, pero
amenizada con ejemplos edificantes. Antes y despues de las funciones, los jóvenes se divertían
bajo la vigilancia del buen P. Bosco, del teólogo
Borelli y de los jóvenes más juiciosos y de mejores costumbres. La recreacion se hacia en una
pequeña callejuela que todavía existe entre el
monasterio ele las Magdalenas de la marquesa
Barolo y el hospital Cottolengo.
En aquel tiempo empezó el P. Bosco las escuelas
nocturnas qne por su grande utilidad , muy en
breve se abrieron en varias otras partes y hoy
se hallan establecidas en toda Italia. De este
modo muchos jóvenes del Oratorio en las tardes
de los dias de trabajo ú una hora fija antes
ó despues de cenar acudían á la habitacion
del
Bosco y dei teólogo Borelli, y estos dos
saeerdotes , siempre prontos para favorecerlos,
trasformaban sns piezas en escuelas y les enseñaban á leAr , escribir y hacer cuentas. Para
muchos fué esto un beneficio vel'daderamente
extraül'dinario, pues sin semejante medida habrían
continuado siempre sin conocimientos ele ning·una.
clase, por no poder desatender el trabajo para
concurrir á las eseuelas públicas.
Siete meses habían trascurrido desde que el
Oratorio se hahia establecido en el Hospitalito.
Habia aumentado considerablemente el número de
jóvenes que lo frecuentaban; nosotros ya nos
habíamos aficionado á él, y esperábamos que
hahria seguido aún por largo tiempo en aquel
mismo lugar, para nosotros muy cómodo. Pero el
séptimo mes del año 1845 perdimos completamente la esperanza. Aunque la marquesa Barolo
estimaba y apreciaba todas las obras de caridad,
sin embargo debiendo inaugurarse el iO de agosto
de dicho año su pequeño hospital , quiso que el
Oratorio se trasladase á otra parte. Se le hizo
observar que el local destinado para Capilla ,
escuela y recreo de los jóvenes, no tenia ninguna
comunicacion con la parte interior del establecimiento ; que además se habría usado grande empeño para que todo procediese con órden ; pero
la buena marquesa no quiso condescender de
ningun modo; e!'a la dueña, y fué necesario obedecer.
Por lo tanto nuestro P. Bosco se encontró de
nuevo en apuros ; pero no por eso se desanimó.
Lleno de con:tl.anza en la Providencia divina, presentó una solicitud al Municipio de Turin, y mediante las recomendaciones de1Arzobispo Franzoni
consiguió la iglesia de S. Martín. U na vez
arreglado todo, un Domingo ele Julio, los jóvenes
se reunieron por última vez para oir la santa
Misa en la iglesia de S .. Francisco ele Sales.
Concluida la Misa, el P. Bosco comunicó el desagr,adahle anuncio : que era necesario desalojar
aquel sitio. Fué un momento ele turbacion y
tristeza, pero él con palabras oportunas supo
tranquilizarlos, y les pidió que despues de medio
dia volviesen ·para ayudarle á trasportar sus
objetos á la nueva iglesia. Todos fuéron puntuales : á las órdenes del P. Bosco todos se ponen
en movimiento. Quien toma un banco, quien un
reclinatorio ; este carga sobre sus espaldas una
P:
88 silla, aquel un cuadro ; uno lleva un candelero,
otro una cruz ; y formando una brga lila semejante á las que forman los grupos de emigrantes,
fuéron á asentar sus reales y establecer su cuartel
general en el lugar arríba dicho. Al oir el barullo ele aquellos jóvenes, la gente salia con curiosidad á las puertas de la calle ó á las ventanas, y todos preguntaban qué era aquello y adónde
iban. Esto sirvió en gran parte para hacer conocer el Oratorio al vecindario, y para atraer
muchos otros jóvenes de la ciudad.
I.,legados á su destino, el apreciable P. Borelli
con su sencillez y amabilidad más bien única
que rara, diríjió á los jóvenes el siguiente discurso:
« Las coles, queridos jóvenes, no crecen mucho
si no se trasplantan. Lo mismo podemos decir
del Oratorio nuestro. Hasta ahora ha sido trasladado de un lugar á otro ; pero en toclo'1 ellos
ha adquirido un aumento notable. En el Refu'lio
se demoró como el viajero en el hotel para descansar por breve tiempo , y despnes seguir su
camino hácia lugares mejores. Sin embargo el
tiempo qu.e allí estuvísteis no ha sido sin frutos,
y allí como en San Ftancisco tuvísteis socorros
espirituales, catecismo , sermones y diversiones.
En el Hospitalito ya teníais un verdadero Oratorio; teníais una Iglesia , un lugar apartado y
oportuno ; creíamos haber hallado un local permanente y de verdadera paz; pero la Divina
Providencia dispuso que saliésemos de allí y nos
trasladásemos aquí. ¿Estarémos largo tiempo? N o
lo sabemos. Pero de cualquier modo que sea,
esperamos que como crecen las coles .trasplantadas, así tambien el Oratorio aumentará en número ele jóvenes amantes de la virtud , amnentará la aiicion al canto y á la música, y con el
tiempo tendrémos no solo las clases nocturnas
sino tambien diurnas. No nos aflijamos, pues. Depositemos to~los nuestros euiqados en las manos
del Señor ; El nos ayudará. El ya nos bendice ,
nos proteje, nos proveerá de todo, y nos proveerá tambien del local conveniente para promover su gloria y el bien de nuestras almas.
Pero entretanto acordémonos que las gracias del
Seí'í.or forman una especie de cadena., cuyos eslabones están entre sí enlazados. No cortemos
estas cadenas i aprovechemos las primeras gracias
de Dios Y recibírémos otras tras otras. Corresponded de vuestra parte á los fines del Oratorio;
frecuentadlo, procurad instrui.ros y así con el
auxilio de Dios progresareis de virtud en virtud,
serés buenos cristianos , ciudadanos útiles , y
llegareis un dia á la patria celestial , en donde
la infinita misericordia de N. S. J. C. dará 8_
cada uno el premio merecido ».
Despues de estas pocas palabras, en accion de
gracias se entonó el Te Deurn, con Ell mayor recogimiento.
Aunque las palabras del apreciable P. Borelli
y del querido P. Bosco nos animaban, debemos
sin embargo confesar que el nuevo local poco
nos agradaba á los pequeños. En la nueva iglesia
no se podia celebrar Misa, ni comulgar, ni cumplir
con otras prácticas piadosas , de modo que los
dias de fiesta porla mañana, estibamos obligados
á dirigirnos á otras iglesias de Turin, y practicar
nuestras devociones con menos tranquilidad y
menos fruto.
No teníamos tampoco un sitio apropiado para
recreacion; debíamos recurrir A la calle y á la
plaza que está en frente á la iglesia y allí el
contínuo pa!iiaje de personas, de coches y caballos,
á cada instante interrumpia nuestras diversiones.
Sin embargo no pudiendo disponer de un local
mejor, nos conformábamos con el que teníamos,
esperando nos lo proporcionarían más tarde.
En este intermedio nos sobrevino un nuevo
disgusto. Aquí empiezan las oposiciones y persecuciones de los hombres. Algunos molineros, del)endientes y pensionarios y otros que no podían
soportar los gritos, cantos y saltos de cási 300
muchachos, se convinie1'on en presentar quejas
á la Municipalidad de Turin, pintando aquellas
diversiones con los más negros colores. Apoyados
en la prontitud con que los jóvenes obedecían á
las órdenes del P. Bosco, empezaron á decir que
dichas reuniones eran pelig-rosas y qne de un
momento á otro poclian suceder desórdenes y
tambien revueltas, Aüadieron que los mud1achos
arruinaban la· iglesia , tanto interior como exteriormente, y terminaban suplicando que se les
retirase el permiso de usar ele la iglesia y se
les prohibiese el reunirse en aqnel lugar. El.
Alcalde dió órclen se inspeciolJ<tsen los daños que
se deeian producidos, y contrariamente á lo que
se hahia denunciado se encontró la iglesia , las
paredes, piso y todo lo demás en su primitivo
estado. Solo se notó una línea hecha en una
pared por un muchacho con 1m clavo. Por esta
bagatela se armó un ::tlboroto infernal, y se reclam~ha la intervencion de la J'v'Iunicipalidad, como
si la ciudad fuése á desplomarse.
. (Continuará).
Suplicamos á las personas que deseen
mandar alguna limosna á nuestro amadísimo Fundador y Padre D. Bosco, ó bien
comprar algun libro en nuestra librería de
Turin, se dignen hacerlo por medio de carta
certi:ficad:'t y con la direccion siguiente :
SR.
D. JUAN BOSCO. -
tolengo, N. 32. -
Calle Cot-
Turin (Italia).
---------
~-~--------------
- Con-;;:~~bacion 1le ¡~A;t: -Ecl•Jshislica - ~ertll~H __!~'~-~ GIHGWIN!~