BS_1988_01

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Título
BS_1988_01
Descripción
Boletín Salesiano. Enero 1988
extracted text
BOLETIN

SALESIANO
REVISTA FUNDACA POR SAN JUAN BOSCO EN 1877

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VVíi-'

«En e l g ra n p a tio de Valdocco, Heno de
m uchachos, reina un s ile n c io insólito. H a s­
ta lo s m ás p e q ue ños m iran h a c ia a q u e lla
ventana, tra s la que está m uriendo su
g ra n am igo...
— D e c id a m is m u ch a ch o s que lo s espero
a todos en e l Paraíso...»
(28 de diciem bre de 1887)

Mis queridos amigos Juanito y Mari:
jQué emoción sentimos todos al celebrar los
cien años de la muerte de Don Bosco! Si pa­
rece que fue ayer cuando Juanito lloraba in­
consolable por la muerte del Padre. Y Mari no
es tan viejecita, a pesar del siglo. Total, un si­
glo sólo son cien años; y medio, cincuenta.
Esa es la razón para pensar que Don Bosco
está aún a la ventana esperando, alentando,
impulsando. ¡Don Bosco vive!
J_
No llores, Juanito, que Don Bosco está vivo.
¡Mira hacia su ventana! ¡Mira cómo está sonriendo!
¡Nos bendice a todos:
Mira por el aire e i vuelo de su mano!

Os estoy viendo en el gran patio del Oratorio y
del mundo, con los ojos sin pestañear, fijos en
la ventana del Santo, a ver si se asoma y os
arroja, como siempre, un puñado de sonrisas
calientes.
¿Habéis oído bien las palabras que os ha di­
cho hoy Don Bosco? ¡Nos espera a todos en
ei Paraísol ¿Qué más queremos?
Hoy me echo con vosotros al patio para unir­
me a vuestro gozo más íntimo y decirle a
nuestro Padre las palabras más bonitas que
os he escuchado hasta la fecha;
D on Bosco: está e l gran patio todavía
hirviente de muchachos con los ojos
clavados en la luz de tu ventana.
Mas hoy e l patio es una playa inmensa
junto a tu corazón. Y late e l mar.

Carta „
a los nínos
de todas
las edades

Los jóvenes esperan e l relámpago
de tus labios cuajados de alegría
como s i renaciera tu amistad.
Los jóvenes esperan el acorde
de tu palabra con tu vida —¡Un grito
en la historia!— y e l vuelo de tus manos.
Los jóvenes del mundo, como entonces,
escuchan el clam or de tu respuesta:
«que nos esperas en el Paraíso...».
Igual que un faro, estás a la ventana,
reciente y centenario, infatigable,
esperando, uno a uno, a tus muchachos.
Recibid un abrazo de vuestro mejor amigo,

Padre RAFAEL

JUAN BUSCO:
don de Dios
o la Iglesia moderna

En el primer centenario de la muerte de Juan Bosco, que ahora estamos
inaugurando, es preciso reconocer que la actualidad y la importancia del
carisma que el Espíritu encarnó en san Juan Bosco es un don y un patri­
monio de toda la Iglesia. Los grupos que viven por vocación especial su
carisma de manera más intensa tendrán que avivar en la comunidad eclesial lo que significa hoy el mensaje de Juan Bosco para que ésta reconoz­
ca mejor la visita de Dios.
El mensaje de Juan Bosco es muy sencillo: somos portadores del amor de
D io s hacia los jóvenes, sobre todo a los más pobres y abandonados.
Anunciar el amor con que hemos sido y somos amados por Dios. Juan
Bosco lo traduce con un estilo muy personal; acercarse a los jóvenes, que­
rerlos sin medida para evangelizar educando y educar evangelizando. Lo
realiza tan magistralmente que uno de sus alumnos está ya hoy en los alta­
res (santo Domingo Savio) y otros podrán estarlo en breve.
Juan Bosco. joven sacerdote, ve que sus compañeros tienen miedo a los
jóvenes y prefieren otros apostolados. El se decide por los jóvenes Juan
Bosco queda impresionado visitando las cárceles de Turín cuando todavía
no tenía experiencia sacerdotal. Allí descubre que la población penitencia­
ria es sobre todo una población de jóvenes; más aún, descubre que, aun­
que salen de la cárcel, vuelven enseguida a ella. En su corazón comienza
a surgir una iniciativa: prevenir para que no lleguen a esos extremos. Juan
Bosco se lanza a las afueras de la gran ciudad que es Turín y allí recoge a
los que viven sin nada. Les proporciona pan, estudio, un oficio y una edu­
cación cristiana; que lleguen a ser buenos cristianos y honrados ciudada­
nos será su finalidad.
Hoy, en nuestro rnundo, el mensaje de cercanía y de amabilidad que san
Juan Bosco practicó sigue siendo actual entre una juventud que necesita
ser querida para poder escuchar el anuncio nuevo de que Dios nos quiere.
San Juan Bosco es un don de Dios a nuestra Iglesia. Un don que en este
Centenario podremos recordar y recrear, porque hay juventud por nuestras
calles que necesita ser querida y acogida.
«





Dedicamos las páginas de nuestra revista renovada a Don Bosco. El fue el
fundador del BOLETIN SALESIANO. Y lo hacemos en un número monográ­
fico. homenaje que le tributamos celebrando el día y el año centenario de
su muerte como señal de que aún vive entre nosotros con su espíritu y su
carisma.
P i
r

¡Eseríbidinos!

BOLETIN

SALESIANO
REVISTA DE LA RV<«JASA1£S1ANA

Afio Cl - N.° 1 • Enero 1968
D irector:
RAFAEL ALFARO
C onsejo de Redacción:
José Sánchez. Eusebío Mo­
reno, Juan José Bartolomé,
Angel Izquierdo, Conchi Mu­
ñoz. Jesús Rojano.
A dm inistrador:
Ramón Gutiérrez.
C onfecclonador:
Nicolás Ortega.
D irección, Redacción
y A dm inistración:
Alcalá, 164 - Tel. 255 20 00.
28028 MADRID.
Depósito legal: M. 3.044-1958
Imprime:
Inst. Pol. Salesianos-Atocha,
(C on censura eclesiástica.)

El Boletín Salesiano
se envía gratis
a ia Fam ilia Saleslana.
a sus bienhechores
y amigos.
Y se sostiene
con los donativos
de sus lectores.__________
EN ESTE NUMERO
Carta a los nlfios de to­
das las edades ............

2

Juan Bosco: don de Dios
a la Iglesia moderna . . .

3

Escriben los lectores . .

4

Juan Bosco (1815-1888):
Perfil p s ic o ló g ic o ..........

5

Don Bosco en dos pá­
ginas ..............................

6

De tal palo tal astilla . . .

10

Como si viera al Invisi­
ble .................................. 12
La canción de Don Bos­
co .................................... 14
La Familia Saleslana . . .

16

Un estilo de educación. 18
Don Bosco, más allá del
triunlalismo ...................... 20

¡Ojalá se lleve a cabo la
película sobre Don Bos­
co de la que habla el
BOLETIN SALESIANO del
mes de octubre! He leído
el artículo-entrevista con
mucha atención y con
un gran deseo de que
tengamos película. Pero
me parece que esto va a
ser «misión imposible»,
sueño agradable, anhelo
frustrado...
¿Quién va a correr con
todos los gastos que su­
pone una película? ¿Hay
algún actor que se pa­
rezca a Don Bosco en
su físico? Y, sobre todo,
¿cómo encarnar una fi­
gura tan grande y tan
santa como la de san
Juan Bosco?
Me daría una gran ale­
gría si me dijera que sí,
que se va a hacer la pe­
lícula. Sin duda ninguna
que habrá muchos como
yo, un poco desconfia­
dos, con 1a mosca tras
la oreja, que nos alegra­
ríamos con esta noticia
confirmada.
Nicolás Pérez
Sestao (Vizcaya)

Realmente hacía falta
estar un poco loco . . . . 23
Don Bosco, una muerte
que habla de vida . . . . 26
Donde Don Bosco se
hace africano ................ 28
Nuestra gratitud

............

30

Fueron a la Casa del
P a d r e ...............................

31

NUESTRA PORTADA
Bronce del busto de Don Bosco
que se halla en la Casa General
de los Saiesianos en Roma, obra
de los escultores Vincenzi y Anlert de Borogna
(Foto; José Luis Uene.)

N. de la R.—Le confir­
mamos que la película
ya está hecha y entre­
gada. Se estrenará en
Italia el 31 de enero de
1908. A ver cuándo po­
dremos tener la dicha
de contemplarla en Es­
paña.

^

^

^

Soy un estudiante de se­
gundo de Farmacia. He
oído hablar a uno de mis
amigos del «Voluntariado»

y he leído algunas cosillas sobre este tema, ¿No
podría darnos en su re­
vista alguna información?
Nosotros queremos ha­
cer algo por el tan caca­
reado Tercer Mundo. Uno
de estos amigos míos ha
pasado unos meses en
Guinea Ecuatorial y ha
venido encantado de su
trabajo allí y del trato tan
bueno que le ha dado
aquella gente. El dice que
si pudiera volvería otra
vez, y eso que dice que
allí carecía de todo y es­
taba un poco preocupa­
do por su salud. A mí me
ha metido un gusanillo
dentro y quisiéra ver qué
puedo hacer yo.
Luis Antonio G. M.
Madrid
N. de la /?.—En España
no hay el «Voluntaria­
do» oficial. Sólo existen
los «Cooperantes» en
Guinea. Pero hay mu­
chas otras formas de
ayudar.

“EL SINODO SOBRE
LOS SEGLARES”
He visto con satisfacción
que también el BOLETIN
SALESIANO se ha ocu­
pado del «Sínodo sobre
los Seglares». Le advier­
to que a mí me gusta
que se hable de «segla­
res», no de «laicos», aun­
que oigo y leo más so­
bre «laicos».
Los seglares somos la
gran mayoría en la Igle­
sia. Algunos dicen que
hemos estado dormidos

en el pasado y otros di­
cen que hemos estado
silenciados; pero pocos
escriben sobre todo lo
que los seglares han he­
cho en la Iglesia y en la
sociedad como seglares
comprometidos en su mi­
sión cristiana. Mi expe­
riencia es que siempre
he podido trabajar mu­
cho como cristiana, no
sólo en mi familia, sino
también en mi trabajo y
en mi parroquia. Si pu­
dieran hablar todas las
personas a las que, co­
mo seglar cristiana, he
atendido y los enfermos
a los que he visitado en
nombre de la parroquia,
sumarían muchos miles.
Me alegra el pensar que
el Señor me dirá; «Todo
lo que has hecho a ios
demás (pobres, enfermos,
marido, hijos, vecinos,
personas que has encon­
trado en el tren, en el
autobús...) a mí me lo
has hecho.»
Tengo que confesar que
no siempre me ha sido
fácil ver a Cristo en al­
gunas de las personas
con las que he trabajado
o por las que he trabaja­
do. ¡Qué caras tan tris­
tes, tan sucias, tan agrias,
tan repugnantes usas, a
veces, Señor!
Sigan escribiendo sobre
nuestro papel en la Igle­
sia, a la que nosotros
amamos y por la que
trabajamos, aunque no
seamos personas muy
cultas o estemos en lu­
gares de importancia.
Carmen M. G. Saicillo
Barrio de Pizarrales
(Salamanca)

sus

Antonio (hijo de su primer ma­
SU CARACTER
trimonio) y los dos menores,
José
y
Juan.
Este
último
na­
Rurales. Juan Bosco (JB) na­
V o lu n ta rio s o . JB tenía un
ció e l1 6 de agosto de 1815 ció en un año de aconteci­
temperamento
más bien vio­
en I Becchi. una aldeíta sin mientos notables y, en gran
lento, autoritario y dominante.
torre parroquial ni casi calles, parte, desastrosos: final de las
Decir que era un rapazuelo
que dependía del municipio guerras napoleónicas, el in­
insoportable e insolente resul­
de Murialdo. La ciudad más vierno había sido frígidísimo,
taría exagerado. Pero solía de­
próxima era Chieri. que dista las cosechas se malograron
del todo y, por lógica conse­ jar con tres cuartas de nari­
unos 30 kilómetros de Turín.
ces a su hermano mayor y
cuencia, el hambre se exten­
La mansión de los Bosco era
presentarte cara si hacía falta.
dió por todos los rincones del
una de las más pobres; mo­
Cuando
terminaba la tarea que
Piamonte. Francisco Bosco
destísimo edificio de una sola
tenía encomendada se esca­
era casi pobre de solemnidad
planta que daba de sí para vi­
paba al momento a jugar o
y no le quedaba más remedio
vienda familiar y establo para
hacer lo que se terciara; su­
que buscar algunos jornales
los animales domésticos. Unas
birse
a los árboles, coger ni­
entre la vecindad, ya que su
habitaciones oscuras, pero,
esquilmada hacienda no cu­ dos y emplearse a fondo en
eso sí, tan limpias que hacían
bría las necesidades familia­ toda clase de acrobacias con
olvidar su mísera realidad. Los
otros chicos o simplemente
res. Y se murió prontísimo,
Bosco vivían sin duda con
víctima de una neumonía (al­ solo. Para poder estudiar y
mucha pobreza, pero eran es­
abrirse al futuro, no dudó en
go incurable entonces). Todo
tupendam ente felices. Seis
'someterse
a toda clase de
esto cuando JB no tenía más
personas en total; Francisco,
humillaciones y emplearse en
que dos años.
con su esposa en segundas
tos trabajos más modestos:
nupcias, Margarita: con su ma­
zagal o ayudante de granja,
Piamontesas. Es una raza su­
dre, una abueliía bastante
aprendiz de zapatero y sastre,
achacosa ya, y sus tres hijos; frida y fuerte, mezcla de galos
mozo de café, trasnochar y
y romanos. El piamontés es
madrugar, soportar el frío y el
lento, prudente, paciente, rea­
hambre. El haber pasado por
lista y fiel. Valiente sin temeri­
esta «escuela» le curtió y le
dad. Su «sabiduría» está im­
valió mucho para luego em­
pregnada de un gran sentido
prender aventuras, audaces y
práctico, algo parecido al «sevariadas a más no poder. Hi­
ny» catalán. JB heredó, evi­
zo^ frente a situaciones muy
dentemente. esta «marca de
difíciles y a enemigos de alto
fábrica», que hará brillar, en
bordo. En resumen: una vo­
grado superlativo, a lo largo
luntad de hierro, dentro de un
de su ajetreada existencia.
cuerpo «incombustible», que

RAICES

Juan Bosco
(

1815 - 1888):

Perfil
psicológico

habría de ponerse más tarde
al servicio exclusivo de la ju­
ventud. Será ésta una causa
que él hará testarudamente
suya.
Sensible. Bajo esta corteza
tan dura había un corazón de
oro. Apenas ordenado sacer­
dote, se conmueve intensa­
mente al ver —por e je m p lo la lamentable situación en que
se encuentran los jóvenes de
la cárcel que él visita a me­
nudo. A lo largo de su vida
tuvo muchas y grandísimas
amistades. Pero demostró bien
claramente la compasión que
sentía por los jóvenes, espe­
cialmente por los más pobres
y abandonados. Y ése preci­
samente fue su único testa­
mento: «Amad a los jóvenes y
que ellos se den cuenta de
que los queréis mucho.» Toda
su vida se puede resumir en
esta corazonada del gran após­
tol y misionero de la juventud.
Y es que —como decía aque­
lla antífona de su fiesta— «le
dio el Señor un corazón tan
dilatado como las playas del
mar».
Alegre. Siendo joven, entre­
tenía a sus compañeros con
sus juegos de manos, prestidigitaciones de saltimbanqui y

equilibrista. Una vez sacerdo­
te, conservó su buen humor.
Prodigó mucho entre sus'chi­
cos la alegría, el teatro, la
música. Una de sus muchas
habilidades era tocar el órga­
no y el violín. Hizo escribir en
las paredes de sus colegios
el repetido rótulo de «Estad
alegres». Y los muchachos se
acercaban a él como las mos­
cas a la miel, y esto precisa­
mente en una época en que
el clero solía mantener dema­
siado las distancias. «Un san­
to triste es un triste santo»; no
fue éste ciertamente el caso
de JB, que se inspiró por
completo en la dulzura y ale­
gría de san Francisco de Sa­
les.

SU INTELIGENCIA
Memoria. La tuvo prodigiosa.
Siendo niño, fue capaz de re­
petir, punto por punto, un ser­
món que acababa de escu­
char. Una vez tuvo el «exitazo» de dar sucesivamente un
consejo a cada uno de los qui­
nientos alumnos, anteponien­
do cada vez el nombre del in­
teresado. Y es que, a la me­
moria mental, superponía la
memoria del corazón: querien­
do ser padre de todos, debía
conocerlos a todos.

Cultura. Allá, en el granero
de la casita de I Becchi, se
pasó largos ratos, tratando de
recuperar su retraso escolar,
estudiando y propinándose
grandes dosis de apasionada
lectura. Así adquirió una eru­
dición cultural enorme. ¿De
dónde, si no. pudo después, a
lo largo de su vida apostólica,
embelesar a toda clase de
públicos y en los temas más
diversos? Publicó libros y re­
vistas, dio conferencias en mil
y una circunstancias y supo
siempre estar a la altura en
toda clase de contactos hu­
manos. Aquel cura de pueblo
fue asesor de la máxima con­
fianza, por parte del Papa, en
la designación de obispos.
Nunca tuvo timidez alguna a
la hora de tener que entrevis­
tarse con los personajes más
importantes de su época.
Pío XI —que lo conoció muy
bien— lo definió como «una
inteligencia de élite, luminosa,
viva y perspicaz... El hubiera
podido tener un lugar reser­
vado y de gran rango entre
los hombres de ciencia».
Sentido pedagógico. Aunque
escribió poquísimo (únicamen­
te el famoso tratadito sobre el
sistema preventivo). JB se nos
revela como una de las figu­
ras señeras en el campo de

4
j
6

El escultor y ceramista Paco «Tito^^,
de Ubeda. traza e l perfil
de Don Bosco.

la educación cristiana. En re­
sumidas cuentas, fue un hom­
bre de realizaciones prácticas.
Estuvo en contacto continuo
con los jóvenes: fue algo con­
sustancial en él y se mantuvo
así durante toda su vida. Su
método educativo es una pe­
dagogía de amor, cualidad in­
nata en él. De su forja de
hombres salieron —y siguen
saliendo— multitudes de jó­
venes, «honrados ciudadanos
y buenos cristianos». Muchos,
ai verle actuar así, lo tuvieron
por loco. Pero esta entrega to­
tal a los jóvenes se convirtió
para él en opción irrevocable,
en irreversible locura.

dador de congregaciones, es­
critor y gran viajero? Estuvo
en peligro grave de morir a
los treinta años, en 1846. Se
rehizo casi milagrosamente,
pero a los sesenta y tres los
médicos le diagnosticaron co­
mo Irremediablemente decré­
pito. En sus últimos años de
vida hizo un esfuerzo conti­
nuado y extenuante por la
construcción de la basílica del
Sagrado Corazón de Roma
(encargo especial del Papa
León XIII), y esto arruinó defi­
nitivamente su salud.

SU MODUS VIVENDI
Pobreza. JB nació estremecedoramente pobre. Sin embargo, por sus manos pasaron cantidades colosales de
dinero para alimentar y dar
albergue a jóvenes totalmente
pobres, para construir colegios
e iglesias y para financiar sus
continuas levas de misioneros. Para ello imploró continuamente la caridad de los
ricos, intimándoles el mandato
evangélico de que hay que
dar lo superfluo a los pobres.
Y él —y lo mismo sus colaboradores— mantuvo hasta el
final su condición de pobre y
desapegado de los bienes terrenales. No se olvidó jamás
de aquella premonición que le
hizo su madre cuando entró
en el seminario; «Nací pobre,
he vivido pobre y quiero morir
pobre. Por eso te prevengo
que, si te haces alguna vez
rico, no volvería a poner mis
pies en tu casa.»
Trabajo. Su niñez y juventud
estuvieron sujetas a trabajos
domésticos y foráneos. Su vi­
da sacerdotal se vio desbordada por actividades de toda
índole. Dormía sólo de cuatro
a cinco horas cada noche.
¿Cómo es posible que este
hombre fuera, al mismo tiempo, educador, constructor, fun-

:
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Humildad. Virtud que debió ir
conquistando pasito a pasito,
a pesar del riesgo que le su­
ponían sus maravillosos éxi­
tos. Rehusó toda clase de
honores y distinciones. Supo
encajar también muy «depor­
tivamente» sus fracasos y hu­
millaciones inmerecidas. No se
vanaglorió absolutamente de
nada, atribuyendo siempre to­
do a la voluntad de Dios y a
la intercesión de María Auxi­
liadora, «con la que tenemos
todo —solía d e c ir - a pedir
de boca».

SU IDEAL

¡
'
‘ Supremo. No hubo nada en
su atormentada existencia que
j le pareciese inalcanzable. Tu­
i vo una vocación unidireccio­
! nal, un único plan de vida: el
! que se le perfiló en el sueño
¡ de los nueve años y que lue­
I go fue refrendado varias ve­
| ces en su vida en otras tantas
j visiones nocturnas. En un abrir
: y cerrar de ojos, dejaba fuera
| de toda consideración cuanto
se le ofrecía carente de este
' sentido. Su lema «Dame úni­
I camente almas y lo demás
para mí carece de importan­
• cia» excluía tajantemente lo
accesorio o secundario. Este
es el secreto de los santos;
ellos van a lo esencial. Se
mostró siempre exigente con­
: sigo mismo; con los demás
mezclaba la exigencia con

i

una bondad sin límites. Igual­
mente, con los jóvenes que
dirigía hacia la santidad, el
apostolado o la vida salesiana, ponía el «listón» lo más al­
to posible. Este fue el caso de
Domingo Savio, Miguel Magone, Francisco Bessuco... Qui­
so ser sacerdote siempre y
en todas partes y nada más
que sacerdote. Y no se desvió
jamás del camino prefijado.
Audaz. No quiso ser sacerdo­
te al estilo blandengue y abur­
guesado de tantos contempo­
ráneos suyos. Y todo eso al
precio de que le tomaran por
utópico. Tuvo cuajo para co­
menzar la construcción de
iglesias y colegios sin apenas
dinero; para fundar congrega­
ciones cuando las estaban ex­
pulsando de Italia y otras na­
ciones de Europa; para en­
frentarse a ios valdenses y
protestantes, empleando sus
mismos resortes; para enviar
misioneros salesianos hasta
Patagonia, último confín de
Sudamérica. Tenía esa fe que
traslada montañas. Su auda­
cia se fundaba únicamente en
la confianza filial con Dios.
Combativo. No tuvo más re­
medio que contar con enemi­
gos: es un «sambenito» del
que nadie se libra. Hubo ase­
chanzas y conjuras para qui­
tarle del medio, tanto física
como moralmente, El se de­
fendió como pudo en cada
circunstancia y trató buena­
mente de que se le fueran
abriendo todas las puertas, in­
cluidas las del Vaticano. Tuvo
una habilidad claramente evan­
gélica para abrir los bolsillos
de los ricos y ganarse los co­
razones de todos. Combatió
un gran combate y Dios le
concedió un gran trofeo. Triun­
fó a pesar de infinitas zanca­
dillas y penalidades. Hoy le
contamos entre los santos de
primera magnitud porque se
puso de parte de los pobres.

Georges Laíresse
(De Don Bosco aujourdhui)

7

Don BOSCp
en dos p ag in as
La biografía de san Juan Sos­
co es muy simple y muy com­
pleja. Muy simple porque pue­
de reducirse a una frase: «El
hombre que consagró su vida
a los jóvenes.» Y muy compli­
cada porque ha necesitado
veinte tomos de muchas pá­
ginas, lo suficientemente difíci­
les para reducirlas a dos. Ha­
gamos un esfuerzo.

■ EL SUEÑO
DE LOS NUEVE AÑOS
Juan Sosco nace en I Becchi.
un caserío de Casteinuevo de
Asti. del Píamente italiano, el
16 de agosto de 1815. Huér­
fano de padre a los dos años,
tiene la suerte de una madre
santa, mamá Margarita, que lo
educa con ternura y fortaleza.
Juan es el pequeño de tres
hermanos varones. Tiene una
inteligencia despierta, una ima­
ginación viva y una gran fuer­

za de voluntad. Es el jefe de
sus compañeros, a los que
les repite los sermones del
cura y los divierte con juegos
y cuentos. El mismo hará de
funambulista. cuidará las va­
cas y clavará sus ojos en los
libros, pues se le ha metido
en la cabeza que quiere ser
sacerdote.
A los nueve años tiene un
sueño que marca su vida. Se
halla entre una muchedumbre
de chiquillos que ríen, juegan,
y blasfeman. Juan pretende
hacerlos callar a puñetazos.
Aparece un personaje que lo
llama por su nombre y le dice:
«No con golpes, sino con dul­
zura, con amor.» También apa­
rece la Señora. Lo toma de la
mano y le hace ver el extraño
ganado de cabritos, perros,
gatos, osos y otros animales
feroces. «He aquí tu campo
—le dice—. Hazte humilde,
fuerte y robusto.» Enseguida
aquellas fieras se van trans­
formando en mansos corderi­
nos que hacen fiesta en torno
al Señor y a la Señora. Juanito rompe a llorar. No entiende
de qué se trata. La Señora
pone la mano en la cabeza
del muchacho y le dice: «A su

debido tiempo lo entenderás
todo.» Y despierta.
En breves rasgos vemos: su'
vocación (lo llamó por su
nombre), su m isión («He aquí
tu campo»), su estilo («No
con golpes»), su Maestra (la
Señora). «Quizás un día llega­
rás a ser sacerdote», adivina
mamá Margarita. Don Sosco
será un soñador, un vidente al
estilo de los profetas bíblicos.
Pero, a pesar de sus dificulta­
des, sabrá llevar los sueños a
la realidad.

■ “MI VIDA SERA
PARA LOS JOVENES”
Juanito Sosco es un crío de
pocos años. Un día se en­
cuentra por la calle al sacer­
dote. Sale corriendo a salu­
darlo. a charlar con él. El cura
no le hace caso: tiene mu­
chas cosas que hacer. El chi­
quillo se desahoga con su
madre.
—No me ha hecho caso el
señor cura.
—Hijo,' es que está muy ocu­
pado.
—Pero los niños también so­
mos personas que debe cui­
dar.
Y el pequeño confiesa con
voz profética: «Si un día llego
a ser sacerdote, dedicaré to­
da mi vida a los jóvenes.» Y
cuando Juan dice una pala­
bra. la cumple.

■ DIFICULTADES
EN SU CAMINO
Para ser sacerdote tiene que
estudiar. Pero los pobres no
tienen medios. Además, su her­
manastro, Antonio, se le opo­
ne radicalmente: «Yo no he
estudiado —le dice— y mira
lo fuerte que estoy.» Rápido
en reflejos, Juan le contesta:
«Tampoco ha estudiado el bu­
rro de casa y está más fuerte
que tú.» Esta oposición le obli­
ga a salir de su casa natal de
I Becchi. En la ciudad de
Chieri trabaja y estudia: hace
de camarero, de sastre, herre­
ro y carpintero. Da clases a
alumnos atrasados. Todo le
servirá para la fundación de

los primeros talleres de artes
y oficios para los aprendices.
Hace el bachillerato y funda
la «Sociedad de la Alegría»
con un grupo de jóvenes com­
pañeros de ciase. Ahí está la
raíz de uno de sus grandes
principios: «Santidad es ale­
gría». El saltimbanqui famoso
de I Becchi desafía a titirite­
ros y charlatanes para ganar
a sus amigos.
Recibe la ordenación sacer­
dotal el 5 de junio de 1841, a
los veintiséis años. Mamá Mar­
garita le dice unas palabras
inolvidables: «Comenzar a de­
cir misa es comenzar a sufrir.»

■ EL ORATORIO FESTIVO
8 de diciembre de 1841.
Don Bosco va a celebrar la
Eucaristía en la iglesia de San
Francisco, de Turín. El sacris­
tán encuentra a un pobre cha­
val en la sacristía y le manda
ayudar a misa. No sabe de
qué se trata.
—Entonces, ¿qué haces aquí?
De malas maneras, lo echa a
la calle a gritos y escobazos.
Interviene Don Bosco:
—¿Qué hace usted? ¿Por qué
le pega? ¿No sabe que es un
amigo mío? Llámelo ensegui­
da: tengo que hablar con él.
El muchacho vuelve cabizbajo
y temeroso. Lleva la cabeza
rapada y la chaquetilla sucia
de cal. Es un huérfano inmi­
grante. Term inada la misa,
Don Bosco entabla un diálo­
go. Le pregunta por su nom­
bre. por su oficio, por su fami­
lia, por su edad. Le pregunta
si sabe cantar. No. no sabe
nada. Y luego, la pregunta
clave: «¿Sabes silbar?» El cha­
val se echa a reír. Tiene die­
ciséis años y no ha hecho la
primera comunión. No se atre­
ve a ir al catecismo porque
es un grandullón entre los
pequeños, que le toman el pe­
lo. Y Don Bosco se ofrece a
darle la primera lección de
catcquesis. Empiezan con un
Avemaria.
Al dom ingo siguiente eran
nueve. Luego...

Así empezó Don Bosco su
obra, con una catequesis.
Después vendrán el Oratorio
Festivo y los centros juveniles
y los colegios y los internados
y las escuelas profesionales y
las residencias y las misiones.
Una obra que crece como el
grano de mostaza en los cin­
co continentes.

■ EL SANTO
DE LOS JOVENES

A su muerte, los Salesianos
eran 733, en seis inspectorías
o provincias, y 57 casas. Las
Salesianas eran 390, en 40
casas y 5 naciones. Los Coope­
radores eran más de 80.000.
Don Bosco tenía la gracia de
hacer con sencillez de presti­
digitador las cosas más difíci­
les, hasta los milagros. Eran
■ DON BOSCO
muchos los que decían que
EN CUATRO TIEMPOS
no podía ser santo porque era
Cuatro grandes etapas mar­ un «furbo» (un tunante). Pero
can el proceso creador de ha sido llamado «un hombre
de leyenda» (Víctor Hugo). «la
Don Bosco:
maravilla de su siglo» (Urbano
— De 1841 a 1848. Es la Ratazzi), «la unión con Dios»
etapa de los inicios de su (cardenal Alimonda). «el santo
apostolado juvenil.
de los jóvenes» (Pío XI).
— De 1848 a 1857. Período Murió ahora hace cien años,
difícil en la política de Ita­ el 31 de enero de 1888. Fue
lia. Comienza con sus es­ beatificado (1929) y canoni­
zado (1934) por Pío XI el día
cuelas profesionales.
de Pascua del Año Santo de
— De 1857 a 1875. Epoca la Redención. Hoy le llama­
de la fundación de los Sa- mos. sencillamente. Don Bos­
lesianos. Construye la ba­ co, como si viviera entre nos­
sílica de María Auxiliadora. otros. Su figura, simpática y
— De 1875 a 1888. Epoca atrayente, ha sido una revela­
de expansión por Italia, Eu­ ción del amor de Dios a los
ropa y América. Funda los jóvenes de nuestro tiempo.
Cooperadores Salesianos.
R. Alfaro

9

De ta l palo
ta l a s tilla
«Su mayor cuidado fue instruir
a los hijos en la religión, en­
señarles a obedecer y tener­
los ocupados en trabajos com­
patibles con su edad.»
Así define Juan Bosco a su
madre en la autobiografía que
escribió por orden del Papa.

Mamá Margarita, como es co­
nocida cariñosamente en la
Fam ilia S alesiana, es una
campesina que queda viuda
con tres hijos. En extrema
pobreza, saca adelante a sus
hijos y sobre todo se dedica a
educarlos. Mamá Margarita es
educadora:
• les enseña las «letras» que

ella sabe (la «educación»
popular);
• les prepara para los sacra­
mentos, siendo ella misma
la catequista de sus hijos.
Juanito Bosco no recibe
más catcquesis que la de
su madre para acercarse a
la primera comunión;
• está presente en los mo­
mentos importantes de sus
hijos diciendo aquello que
cree conveniente. Juan Bos­
co recordará siempre aque­
llos momentos antes de la
primera confesión, de la pri­
mera comunión, de la en­
trada en el seminario, etc.,
en los que su madre le ex­
presa con amor de madre
el significado de lo que va
a realizar.

AL SERVTCIO
DE LOS DEMAS
Esta santa mujer decide com­
partir la vida de su hijo sacer-

it í

• Palabras de Mamá Margarita
a Juanito Bosco e l día de la
primera comunión:
«Querido hijo mío: éste es un
día muy grande para ti. Estoy
persuadida de que Dios ha
tomado verdadera posesión de
tu corazón. Prométele que ha­
rás cuanto puedas para con­
servarte bueno hasta el fin de
la vida. En lo sucesivo, co­
mulga con frecuencia, pero
guárdate bien de hacer sacri­
legios. Dito todo en confesión;
sé siempre obediente, ve de
buen grado al catecismo y a
los sermones, pero, por amor
de Dios, huye como de la
peste de los que tienen malas
conversaciones» {MO, 9).

dote. Cuando éste llega a la
conclusión de que era inútil el
trabajo con los jóvenes si no
se les daba un cobijo, aban­
dona su casa y se hace la
criada de los residentes de su
hijo. Le cuesta salir de su ca­
sa. Pero el hijo sacerdote, des­
pués de invitarla a venir a Turín para atender las necesi­
dades de la cocina y limpieza,
le señala el crucifijo. Ella en­
tiende. Será la sirvienta de to­
dos los jóvenes que el hijo
recoge.
En el silencio más humilde
termina su vida la madre de
Don Bosco. Hoy descubrimos
en ella unos valores evangéli­
cos vividos con profundidad
gigantesca que nos llevan a
decir: de tal palo tal astilla.
Los santos engendran siem­
pre santos.

• Palabras de Mamá Margarita
a su hijo ¡a víspera de entrar en
e l seminario de Chieri:
“ Querido Juan: ya has vestido
la sotana de sacerdote. Como
madre, experimento un gran
consuelo en tener un hijo se­
minarista. Pero acuérdate de
que no es el hábito lo que
honra a tu estado, sino la
práctica de la virtud. Si algu­
na vez llegases a dudar de tu
vocación, ¡por amor de Dios!,
no deshonres ese hábito. Quí­
tatelo enseguida. Prefiero te­
ner un pobre campesino a un
hijo sacerdote descuidado de
sus deberes. Cuando comen­
zaste ios estudios te recomen­
dé la devoción a ésta nuestra
Madre; ahora te digo que seas
todo suyo: ama a los compa­
ñeros devotos de María: y. si
llegas a sacerdote, recomien­
da y propaga siempre la de­
voción a María» (MO, 28).

• Palabras de Mamá Margarita ante la opción vocacional (Juan
Bosco siente la duda de entrar en el seminario o de irse con los
franciscanos. El párroco ha hablado con la madre sobre el tema.
Estas son las palabras que escribe a su hijo):
«Te aconsejo muy mucho que examines el paso que vas a
dar y que. después, sigas tu vocación sin preocuparte en
absoluto de nadie. Pon por delante de todo la salvación de
tu alma. El párroco me pedía que te disuadiese de esta deci­
sión, teniendo en cuenta la necesidad que de ti pudiera te­
ner yo en el porvenir. Pero yo te digo; En asunto así no en­
tro, porque está Dios por encima de todo. No tienes por qué
preocuparte de mí. Nada quiero de ti. nada espero de ti.
Tenlo siempre presente: Nací pobre, he vivido pobre y quie­
ro m orir pobre. Más aún, te lo aseguro: si te decidieras por
el clero secular y, por desgracia, llegaras a ser rico, ni una
vez pondría los pies en tu casa. No lo ólvides.»

DIOS TE VE
¿Quién es Margarita?
Es una mujer cristiana que ha aprendido a vivenciar en sus
ocupaciones y en toda su vida una idea; Dios está en todo.
Dios te ve.
A sus hijos les inculca este mensaje: «Recuerda que Dios te
ve, que Dios está cerca, que Dios está presente.
Dios no es un lejano, sino alguien muy cercano.»
En las tiernas almas de sus hijos continuamente va dejando
caer esta idea: «Las pequeñas cosas que suceden cada día
no son pequeñas, detrás de ellas hay todo un mundo de
amor y el amor nunca es pequeño si es de verdad amor.
Pueden ser pequeños los gestos en que se refleja, pero es­
tos gestos se hacen grandes precisamente por el amor.»

YA ERES SACERDOTE
• El día que Don Bosco celebra la primera misa en su tierra na­
ta!. la madre le llama aparte y le dice unas palabras que e l nue­
vo sacerdote no olvidará jamás:
«Juan, ya eres sacerdote. De ahora en adelante dirás todos
los días la Santa Misa. Recuerda siempre bien esto: “Co­
menzar a decir Misa es comenzar a sufrir.” Cada mañana,
estoy segura de ello, rezarás por mí. Yo no te pido nada
más. Desde este momento no pienses más que en la salva­
ción de las almas. No te preocupes por mí.»

11

Escribiendo a los cristianos
de Filipos, su comunidad pre­
ferida, Pablo osó presentar­
se com o modelo de vida:
para ellos quería ser más
que un maestro a quien es­
cuchar un ejemplo que repe­
tir. Bien sabía que la tradi­
ción apostólica, aquella que
nace de un apóstol y que es
herencia en las com unida­
des por él fundadas, queda
constituida por la enseñanza
impartida tanto com o por la
convivencia experimentada:
la palabra apostólica, para
ser eficaz, ha de estar sos­
tenida por la vida del predi­
cador. El discípulo cristiano
tiene que haber oído cuanto
ha de aprender, haber visto
cuanto debe saber, haber
practicado todo lo que va a
predicar: un maestro cristia­
no no es quien más sabe,
sino quien mejor vive lo que
dice. El apóstol se convierte
así en «canon» para los su­
yos; su mejor enseñanza no
será su doctrina, sino su
forma personal de vivirla. Una
comunidad cristiana queda
bien fundada cuando tiene
su origen en un apóstol c u ­
yo magisterio aúna el evan­
gelio de Cristo y el testim o­
nio de vida.
La Familia Salesiana, que
tiene en Don Bosco a su
apóstol fundador, acepta su
magisterio y su persona: Don
Bosco «no es para nosotros
un simple recuerdo del paDeta/le de la estatua de Don Bosco
en el interior de la Basílica de San Pedro, de Roma.

«Lo que aprendisteis, recibisteis, oisteis
y visteis en mí. ponedlo p o r obra» (FIp 4,9).

12

sado, sino una presencia carismática, viva, operante y lan­
zada al futuro» (CG 21. 163). Al ser hijos de un apóstol,
nuestro patrimonio familiar incluye un evangelio que predi­
car y un apóstol que imitar. Como Pablo lo fue para los filipenses, Don Sosco es para nosotros el modelo de cuanto
hay que hacer: sus palabras y sus acciones, sus ideas y su
vida, su visión del mundo y sus esfuerzos por cambiarlo si­
guen siendo fuente de inspiración evangélica y base para
una fidelidad creadora. Y es que ia fideiidad al apóstol-pa­
dre pasa por la aceptación cordial de sus enseñanzas y por
la repetición creativa de sus opciones, supone la realización
de su programa y la vivencia de su estilo de vida: respon­
sabilizarse de la herencia es tarea de herederos; vivir como
el padre identifica a sus hijos: «El saiesiano de los nuevos
tiempos ha nacido con Don Sosco» (E. Viganó),
La obligada referencia a ia persona de Don Sosco hace posibie el que nuestro modo de ser cristianos pueda condu­
cirnos a la santidad: en efecto, nuestro modo «de ser santos
es el de ser salesianos» (E. Viganó). La santidad salesiana
es, así, una experiencia reai, modelada según un patrón se­
guro, que nos salva tanto de una huida hacia atrás, de la
nostalgia de tiempos’ ya pasados, cuanto de la ingenuidad
de entusiasmarse con el futuro sólo porque aún está por
venir. Además, siendo Don Sosco, «ese genio de la santi­
dad» (Pablo VI), ia expresión normativa de nuestra forma de
ser en la Iglesia, la santidad salesiana se nos presenta en él
como algo ya hecho, como un camino recorrido, abierto y
transitable: «Ese Don Sosco del Oratorio, fiel y dinámico,
sumiso y creador, firme y flexible a un tiempo, es el decha­
do del comportamiento que habrán de adoptar sus hilos»
(CG 20, 197).
A los cien años de su muerte. Don Sosco sigue siendo
norma de vida para los que viven su vocación cristiana bajo
su tutela y según su magisterio: su experiencia de Dios, ya
realizada de forma soberbia, es una apremiante invitación a
la experimentación, una llamada a su descubrimiento entre
otras generaciones de jóvenes. Su pasión por la juventud
constituye un desafío a nuestra fidelidad. Hoy, como hace
cien años, nos «es necesario aprender a su vera el modo
de reaccionar ante los estímulos de la historia» (CG 2 0 , 196).

Juan José Bartolomé

13

ción. Una canción alegre, in­
trépida. nunca contaminada ni
por la tristeza ni por la cobar­
día. Don Bosco fue un hom­
bre radiante, valiente y lumi­
nosamente alegre como un
venero de Dios. Pero ahora
está para morirse, en Turín,
mediado enero de 1888. Los
niños, en el patio, andan por
los rincones llorosos y taci­
turnos. Le rodean sus hijos
más íntimos: el obispo Cagliero, Miguel Rúa, Viglietti... Cagliero ha volado desde la Pam­
pa argentina desolada para
administrarle el viático. Escu­
chó, nítida, una voz por su
espíritu que le urgía: «Corre a
Turín, que Don Bosco se mue­
re.» Y ha llegado a tiempo pa­
ra viaticarle.
Don Bosco se incorpora dolorosamente en el lecho, ayu­
dado por sus hijos. Tiene los
ojos fatigados y le duele es­
pantosamente la espalda. En
un breve quejido, murmura:
«¡Pobre espalda, ya terminas
de llevar tu fardo!» Parece
que quiere recordar algo por­
que dice a sus hijos que se le
acerquen un poco más. Sí,
efectivamente, quiere rememo­
rar, a grandes trazos, porque
las fuerzas le escasean, su
canción, la canción de su vi­
da. Apenas susurra unas pa­
labras entrecortadas, pero son
lo bastante diáfanas como pa­
ra conmover al fervoroso audi­
torio. Así, empieza murmuran­
do:

Cien años dan mucho de sí
para anegarse en la belleza
de una Obra. Un poema que
haya durado cien años bien
puede decirse que. a la hora
de escribirlo, el poeta se es­
tremeció de gozo y dio en la
exactitud de la diana. Eso. ni
más ni menos, ha sido la
Obra de Don Bosco. que aho­
ra cumple cien redondos años
y se encuentra frondosa y

como recién estrenada. Diría­
se que sólo han pasado por
ella la lluvia del cielo y el sol
de Dios, pero no el tiempo,
que todo lo destruye y maltra­
ta. La Obra de Don Bosco.
trasminada de salesianidad y
de modernidad, es. más que
nunca, una rosa fresca recién
cortada del rosal del santo.
Fue su vida como una can­

• «La Maestra...» Por la me­
moria de todos cruza el pri­
mer sueño, a los nueve años.
Ha sido dura y costosa la ta­
rea de transformar las fieras
en corderinos, pero, al fin, ahí
quedan sus miles de jóvenes
por él redimidos. Ella lo ha
hecho todo.
• «Pobreza... sacerdote.» To­
dos comprenden. Nunca tuvo
un duro propio. Pasaron mi­
llones por sus arcas y nunca
se le pegó lo más mínimo,
porque le sobraba todo. Ama­
ba pocas cosas, como el «Poverello», y a éstas las amaba
muy poco. Sólo le enloque­
cían y deseaba ardientemente

las almas. «Da mihi animas,
coetera tolle.» Además, flota­
ban en su vida, tajantes, las
palabras de su madre el día
que cantó misa: «Te quiero
pobre siempre.» Juan jamás
quiso traicionar su pobreza.

Rúa ver al padre por última
vez. Todo el día 30 suben y
suben hasta su habitación gru­
pos y más grupos de jóvenes.
Besan la mano de Don Bosco
y lo miran intensamente. Así.
una jornada completa, carga­
da de emoción y silencio, de
llanto por dentro.

• «Garelli...» El aprendiz de
albañil, vapuleado por el sa­
cristán por no saber ayudar la
misa. Su primer alumno, ei
comienzo de su Obra. Justa­
mente el día de la Inmacula­
da. (Se le escapa una lágri­
ma. No ha podido celebrar
misa el último 8 de diciembre
en la tierra.)
• «Ei Refugio, el prado... Pinardi...» Su rostro se transfor­
ma, iluminándose. Corrió con
los muchachos de acá para
allá, siempre buscando en sí
mismo, buscando a Dios en sí
mismo. Como las coles —reía
entonces— que necesitan ser
trasplantadas para medrar y
hermosearse. Al fin, la casita
Pinardi, la primera célula un
poco sólida de su ilusionada
obra naciente. ¡Loado sea
Dios!
• «Madre...» Sí, también en
estos momentos solemnes y
últimos recuerda a su madre,
Margarita. Cuánto le ayudó y
alentó. Pero le viene a la
mente la escena del cansan­
cio y del abatimiento. Ella tam­
bién quiso marcharse de su
lado, agobiada por tanta tras­
tada muchacheril. El, Don Ros­
co, sólo le había mostrado
con los ojos el Crucifijo del
despacho. Bastó y sobró. Su
madre se había quedado con
él y sus muchachos hasta el
final.
• «Savio... Carmagnola...» ¡Ah!,
sí, recuerda ahora sus dos
mejores rosas del jardín del
Cratorio. La una, Domingo Savio, excelente paño con el
que fabricó un lindo traje, he­
cho a su medida, para rega­
larlo a Dios. La otra, sí, más
áspera y vital, pero de cora­
zón enorme y sincero, Miguel
Magone, el capitanejo de la
estación de Carmagnola. Le
bastan estas dos flores para
consolarse con sus perfumes

en las horas finales. ¡Alabado
sea Dios de nuevo!
• «Basílica...» Recuerda aho­
ra su iglesia a la Maestra del
Sueño, a su María Auxiliadora
del alma. La empezó con cua­
renta céntimos en el bolsillo.
Costó muchos millones. Fue
levantada mitad a golpes de
milagro, mitad a golpes de li­
mosnas. Cada milagro, un la­
drillo. Cada ladrillo, un detalle
de la Señora.
• «Tibi... dabo...» Por su men­
te cruza el viaje a España.
Doña Dorotea, los barcelone­
ses.'toda España volcada en
su persona. La entrega del
airoso monte para levantar so­
bre él un templo más, un hito
más por tanto como ha reci­
bido él.
Le quedan por recordar mu­
chos versos de su canción,
pero no resiste más su, cuer­
po. Faltan los misioneros, las
Hijas de María Auxiliadora, los
Salesianos, el amor al Papa,
la debilidad por la pluma, las
confesiones a jóvenes y pre­
sos, los ajetreos, los desvelos,
las incomprensiones... Pero él
se encuentra feliz porque al
final ha granado su sueño de
la infancia.
Los muchachos piden a don

Don Rúa quiere que les ben­
diga ahora a ellos, a sus pri­
meros salesianos. Recuerda
una frase suya: «Cuando ya
no pueda con mis fuerzas, le­
vantad mi mano derecha, que
yo os seguiré bendiciendo.»
Así lo hace su sucesor. Le­
vanta la mano derecha de
Don Bosco y bendice, bendi­
ce. bendice... Las campanas
de la iglesia de María Auxilia­
dora —cuatro y media de la
madrugada— suenan en la
noche. La canción de Don
Bosco, hermosa como pocas,
acababa en coro de ángeles
y en volteo de campanas. Ha­
bía sabido amar.
Han pasado cien años de su
canción y sigue más pujante
y armoniosa que nunca. Don
Bosco vive jubilosamente. Na­
die diría que murió hace cien
años. Porque lo muerto se ol­
vida pronto y él vive en más
vidas que cuando vivió la pri­
mera vez. Que viva mil años
más, mil veces más, en las
almas y en las voces, en la
juventud y en el ántiguo alum­
no, en la hija de María Auxi­
liadora y en el salesiano. en
el misionero y en el coopera­
dor...
Que viva siempre Don Bosco.
Que sea como un grito nuevo,
lleno de pujanza y de espe­
ranza, en este mundo que se
muere por falta de canciones
y de coraje. Sólo los que se
atreven a componer una can­
ción como la suya serán ama­
dos para siempre. Porque, co­
mo escribió Goethe con ra­
zón, sólo se aprende de aquel
a quien se ama. Y Don Bosco
amó como pocos. Por eso la
muerte —cien años ya— no
ha podido con él.

Constantino
Benito-Plaza

15

SDB____________________

ccss_______________

Salesianos de Don Bosco. Re­
ligiosos.

Asociación de Cooperadores
Salesianos (a modo de terce­
ra orden).

Son sacerdotes y laicos (co­
adjutores).
Viven en comunidades con
los mismos derechos y obli­
gaciones. salvo lo específico
al orden sacramental.
Portan en sí la responsabili­
dad de mantener vivo el carisma de Don Bosco en toda
la Familia Salesiana.

FMA
Hijas de María Auxiliadora. Re­
ligiosas Salesianas, como se
las conoce muy frecuente­
mente. Viven en comunidades.
Realizan entre la juventud fe­
menina el mismo trabajo que
Don Bosco realizó entre los
jóvenes. Son totalmente autó­
nomas, no estando supedita­
das a la autoridad jurídica de
los Salesianos.

Extendidos por todo el mundo.
No viven en comunidad y no
hacen votos religiosos. Pero
se comprometen, hombres y
mujeres, a vivir una vida apos­
tólica en el mundo según el
espíritu de Don Bosco.
Don Bosco quiso que forma­
ran una única Asociación con
los Salesianos, pero Roma no
lo vio oportuno. En su trabajo
se insertan en la Iglesia local
o en las obras de Salesianos
y Salesianas.

VDB____________________
Voluntarias de Don Bosco. Ins­
tituto secular fundado por don
Felipe Rinaidi, tercer sucesor
de Don Bosco, en 1917. To­
ma fuerza especialmente a
partir de 1956, bajo el impulso
de don Renato Ziggiotti, quin­
to sucesor de Don Bosco. La
novedad de este instituto es
la «plena consagración en la
plena secularidad». Las Volun­
tarias viven en sus familias,
ejercen su profesión y tienen
votos. No tienen signos exter­
nos que las distingan y man­
tienen una normal reserva so­
bre su condición de consa­
gradas.

AA.AA._________________
Antiguos Alumnos Salesianos.
Están agrupados en una Con­
federación mundial. Por la
educación recibida en las
obras salesianas, forman par­
te del carisma de Don Bosco.

16

NUEVAS RAMAS DEL
TRONCO SALESIANO""
Existen otras muchas agrupa­
ciones y congregaciones que,
por un motivo o por otro, soli­
citan pertenecer a la Familia
Salesiana.
Esto ha llevado a establecer
unos criterios para poderse
considerar miembro de la Fa­
milia y del espíritu salesiano
iniciado por san Juan Bosco;
afirmar en sus estatutos, se­
guir un proyecto de vida apos­
tólica conforme al espíritu sa­
lesiano, solicitar su incorpora­
ción a la Familia Salesiana
por mandato de su asamblea
o capítulo general y ser debi­
damente reconocidos por el
Rector Mayor de los Salesianos (Reglamentos Generales
SDB. 40).
En la Familia Salesiana, ios
Salesianos tienen una respon­
sabilidad peculiar: «Mantener
la unidad de espíritu y estimu­
lar el diálogo y la colabora­
ción fraterna para un enrique­
cimiento recíproco y una ma­
yor fecundidad apostólica»
(Constituciones de los SDB, 5).
La expresión «Familia Salesia­
na» fue pronunciada oficial­
mente por primera vez por el
Papa Pío XI el día 3 de abril
de 1934, dos días después de
la canonización de Don Bos­
co, a los reunidos en la basí­
lica de San Pedro con motivo
del gran acontecimiento; «Vo­
sotros representáis a aquellos
que habéis dejado en los di­
versos lugares de donde pro­
venís, toda la gran Familia Sa­
lesiana.»
De las más de veinticinco ins­
tituciones religiosas que han
sido fundadas por salesianos,
éstas son las que han sido
reconocidas oficialmente co­
mo miembros de la Familia
Salesiana:

• Hijas de los Sagrados Co­
razones de Jesús y María, fun­
dadas por don Luis Variara en
Agua de Dios (Colombia,
1905), para la asistencia ma­
terial, sanitaria y religiosa de
los leprosos.
• Salesianas Oblatas del Sa­
grado Corazón, fundadas por
monseñor Cognata en Bova,
Reggio Calabria (Italia).
• Hermanas Apóstoles de la
Sagrada Familia, fundadas por
el cardenal G. Guarino, co­
operador salesiano. en Mesina (Italia).
• Hermanas de la Caridad de
Miyazaki, fundadas por don
Antonio Cavoli y monseñor Cimatti en 1937, Japón,
• Hermanas Misioneras de
María Auxiliadora, fundadas
por monseñor S. Ferrando en
Shillong (India) en 1942. para
ayudar al clero local mediante
visitas a los poblados, orato­
rios festivos y actividades es­
colares.
Con reconocimiento previo,
pero todavía no oficial:
• Hermanas de María Inma­
culada, Krishanagar (India);
fundador; Laravoire Morrow.
• Hijas del Divino Salvador,
Salvador (Centroamérica); fun­
dador; Aparicio.
• Hermanas de Jesús Ado­
lescente, Campogrande (Bra­
sil); fundador; Priante.
Con sensibilidad para perte­
necer a la Familia Salesiana;
• Hijas de la Realeza de Ma­
ría. Bangkok (Thailandia).
• Esclavas del Corazón In­
maculado de María, Surat-Tani (Thailandia).
• Anunciadoras del Señor.
Hong-Kong (China).
• Misioneras del Buen Jesús,
Cuibá (Brasil).
Mediadoras de la Paz, Pocoes (Brasil).
• Hermanas Josefinas. Forta­
leza (Brasil).

m

n

• Hijas de María Corredento­
ra. Catanía (Italia).

17

de pedagogía y una espirituali­
dad; son un carisma, un don de
Dios a la Iglesia para evangeli­
zar a la juventud moderna. De
entre todos los escritos, ha sido
reconocido siempre como pri­
mordial el que lleva el título de
El sistema preventivo en la edu­
cación de ia juventud. Al hablar
de la importancia de este breve
opúsculo, E. Viganó, actual Rec­
tor Mayor de los Salesianos, di­
ce que representa una compo­
nente, «una síntesis vital de la
índole propia que nos distingue,
en el pueblo de Dios, como Sa­
lesianos de Don Bosco».

LAS COLUMNAS
DEL ESTILO EDUCATIVO
DE DON BOSCO

un
estilo
de
educación
Juan Sosco es, ante todo, sa­
cerdote cuando trata con los
jóvenes. Es decir, está urgido
por la necesidad de salvar las
almas. En los letreros que ador­
nan su habitación se encuentra
escrita esta frase: «Da mihi ani­
mas, coetera tolle.» Este cartel
es precisamente el que llamó la
atención del discípulo santo, Do­
mingo Savio, cuando llega al
Oratorio.
La urgencia del Evangelio Don
Sosco la realiza de una manera
personal, con un estilo propio.
A esta forma de realizar la sal­
vación en medio de los jóvenes
es lo que llamamos su estilo
educativo.

18

Las palabras ya lo dicen todo:
Don Bosco salva a los jóvenes
educando y educando con unas
determinadas acentuaciones.
Al presentar a Don Bosco no
podemos dar una lista grande
de obras importantes que ha­
yan pasado a la historia de la
pedagogía. Los escritos peda­
gógicos de Don Bosco, aunque
son numerosos, son breves. Tie­
nen la originalidad de contener
un espíritu, una manera de tra­
tar a los jóvenes, que ha sido la
que él ha utilizado y la que
quiere dejar como herencia a
todos sus hijos. Los escritos
pedagógicos de Don Bosco son
al mismo tiempo un «sistema»

Don Bosco apoya el edificio
educativo que durante toda su
vida puso en práctica sobre
tres pilares: razón, religión y
amor. Estas son sus palabras:
«Diverso, y casi diré opuesto,
es el sistema preventivo. Con­
siste en dar a conocer las pres­
cripciones y reglamentos de un
instituto y vigilar después de
manera que los alumnos ten­
gan siempre sobre sí el ojo vigi­
lante del director o de los asis­
tentes, los cuales, como padres
amorosos, hablen, sirvan de guía
en toda circunstancia, den con­
sejos y corrijan con amabilidad,
que es como decir; consiste en
poner a los niños en la imposi­
bilidad de faltar. Este sistema
descansa por entero en la ra­
zón, en la religión y en el amor;
excluye, por consiguiente, todo
castigo violento y procura alejar
aun los suaves.»
• Razón; Por una parte, inclu­
ye el ser razonables con los
alumnos, el tener una disposi­
ción de diálogo abierto con ellos,
el apelar a la razón y no a los
impulsos, que muchas veces
son causa de torpezas educati­
vas. Pero va más allá: se trata
de una valoración positiva de la
persona y de cuanto las cien­
cias del hombre hoy nos apor­
tan. Para Don Bosco es claro
que quien quiera anunciar el
Evangelio debe estar convenci­
do que lo anuncia a personas
que son racionales. Es necesa-

I

J

rio comprender al hombre y
comprenderlo de manera posi­
tiva.
• Religión: Pero tener en cuen­
ta la razón no quiere decir que
haya que ponerla como valor
supremo de cuanto el hombre
es. La fe pedirá en ocasiones
que el hombre dé saltos en el
vacío... para recibir y aceptar el
don de Dios. La religión tiene
unas fuerzas intrínsecas de edu-cación que es necesario redes­
cubrir y potenciar.
• Amor: «Me basta saber que
sois jóvenes para que os quie­
ra», solía repetir el Santo de los
Jóvenes. Para Don Bosco. el
amor a Dios le llevaba a amar
con predilección a los jóvenes,
a tener una especie de pasión
por los jóvenes. Este carisma
Don Bosco lo alimenta en una
continua meditación sobre las
iniciativas de salvación que Dios
ha realizado a lo largo de la his­
toria.

UN CLIM A_____________
PARA EDUCAR:________
FAM ILIARIDAD_________
Don Bosco tiene, a lo largo de
su trabajo con los jóvenes, una
experiencia que le va a marcar:
estar presente entre los mu­
chachos. Para este Santo de
los Jóvenes, la entrega es pre­
sencia, convivencia sencilla con
sus jóvenes. Conviviendo es po­
sible el encuentro, el diálogo, el
conocimiento mutuo, la con­
fianza.
Don Egidio Viganó, Rector Ma­
yor de los Salesianos en estos
momentos, al reflexionar sobre
el modelo de convivencia amis­
tosa que el Fundador inauguró
para todos los que llevan su
espíritu y su carisma, dice: «El
salesiano no sólo trabaja para
los jóvenes, sino que vive en
medio de ellos y con ellos...
Necesita, por tanto, aprender el
arte y el sacrificio de estar pre­
sente físicamente.»
El hecho de la confianza no se
crea porque los educadores
sean unos profesionales de la
oedagogía o porque éstos pon­
gan en práctica unos determi"ados sistemas de última hora...

Don Bosco está atento a todo
lo que es pedagogía nueva. Pe­
ro él intuye que hay un secreto
en la relación joven-educador
que supera todo sistema de
educación. El secreto es que
hay que llegar a convencerse
de que la educación es sobre
todo una cosa del corazón.
La entrega que se traduce en
presencia continua con el joven
no es un puro humanismo. Don
Bosco traduce la ley de la en­
carnación. la presencia de Dios
entre los hombres, en una pre­
sencia de los educadores entre
los alumnos para crear unas re­
laciones de familia, de confian­
za, de entendimiento. Son las
relaciones de familiaridad las
que hacen realmente posible el
hecho de la educación. «Sin
afecto no hay confianza y sin
confianza no hay educación»,
dejaría escrito el Santo.
El joven intuye cuándo hay afec­
to sincero y noble por él. El jo­
ven no se entusiasma porque
alguien ame a la juventud. El
joven sí que se entusiasma
cuando él se siente amado,
considerado. El gran mensaje
que Don Bosco deja a los su­
yos es éste: «Que los jóvenes
no sean sólo amados, sino que
se den cuenta que se les ama.»
Para llegar a crear un clima de
familia Don Bosco empleó siem­
pre unos medios muy sencillos:
participar en los juegos de los
jóvenes con entusiasmo y con
normalidad: acercarse a ellos y
entablar diálogo en sus conver­
saciones: corregir con dulzura:
saber disculpar y perdonan par­
tir del principio de que la mayor

parte de las faltas de los jóve­
nes son por ligereza y no por
malicia, de aquí que el educa­
dor sea como una voz amiga
que le advierte y le previene:
palabras personales (palabras
al oído) que manifiestan clara­
mente que la presencia del edu­
cador es una presencia activa,
capaz de aportar algo nuevo al
joven para su maduración per­
sonal.
El clima de familiaridad parte
de una premisa: la caridad. La
caridad lo comprende lodo, lo
disculpa todo, lo arriesga todo.
La caridad pone en el centro a
la persona del otro y todo sacri­
ficio es pequeño con tal de que
el bien se haga. La familiaridad
que Don Bosco crea como am­
biente propicio para toda edu­
cación está basada en la di­
mensión central del cristianis­
mo. Por eso para él educar es
evangelizar y evangelizar es
educar y todo ello desde la na­
turalidad de una familia.
La familiaridad provoca una co­
rriente de afecto, y así se pue­
de llegar a la interioridad de la
persona, donde todo se juega,
donde todo es posible. Cuando
un educador ha logrado llegar
al corazón de los jóvenes, allí
donde se construyen las moti­
vaciones y las reacciones más
íntimas, puede construir el hom­
bre desde dentro, desde el cen­
tro de la libertad. Todo en Don
Bosco tiende a esto: a llegar al
corazón del joven, a poder edu­
car desde el adentro más re­
cóndito. Esto sólo lo logra el
amor.

Alvaro Gínel

19

DON SOSCO.
MAS ALLA
DEL TRIUNFALISMO
UN INTENSO PERFUME...
¿Por qué los calonjes {como
gusta llamarlos, con un térmi­
no un tantico vetusto, el leído
y releído periodista sevillano
Antonio Burgos) oteaban el
horizonte, husmeaban los rin­
cones, se agazapaban asombradamente detrás de las co­
lumnas?... ¿Qué sorpresa era
aquella?... ¿Qué extraño rebu­
llir de faldas, qué bisbiseo tí­
mido invadía el ambiente?
¿Qué oleada de suave e in­
tenso perfume a un tiempo
vencía ai del incienso de la
despampanante y santa igle­
sia catedral metropolitana?...

I

20

¡Ah!... Las Hijas de María Auxi­
liadora celebraban el cente­
nario de la fundación de su
Instituto. Siete mil niñas, siete
mil, en formidables disciplina
y silencio, ocupaban las na­
ves del grandioso templo sevi­
llano. El fervor a flor de labios,
el papel de los cantos en la
mano, la participación unáni­
me. Y las Salesianas —así
llamadas comúnmente para
abreviar— al pie de cada gru­
po. Me habían solicitado subir
a un pulpito para animar las
entradas y el ritmo de aquella
masa cantora, en carne viva.
Arreciaron los acordes del pri­
mer órgano archidiocesano. Y
las manos eruditas del orga­
nista, avezadas a hermosas
partituras de género fugado,
enseguida se asombraron,
apenas abiertas todas las bo­
cas del gigante, al comprobar
que siete mil chicas pueden
cantar con un «tempo» entu­
siasta que nada tiene que ver
con el modorro avanzar de un
proboscidio por un selva... Fue
—digámoslo claro y pronto—
un formidable espectáculo. Pe­
ro al concluir la hermosa con­

celebración saltó la chispa del
comentario que, no por espe­
rado por mí menos molesto,
se concentraba en una sola
palabra: triunfalismos...

ARR IN C O N E M O S
DE UNA VEZ___________
ESTA PALABRITA...
Estoy segurísimo de que aque­
lla humilde campesina muerta
a los cuarenta y cuatro años,
santa María Dominga Mazarello, que desde la humilde pla­
cidez de Mornese había im­
pulsado el proyecto de Don
Bosco de trabajar con las ni­
ñas pobres al igual que con
los chavales y que había
aceptado ser cofundadora de
ese maravilloso ejército para
el apostolado juvenil que es el
Instituto de las Hijas de María
Auxiliadora, escuchaba con
singular emoción desde las
esferas celestes aquella ex­
plosión de acción de gracias
que las miles de alumnas an­
daluzas elevaban armoniosa­
mente desde Sevilla...
Triunfalismos... Hay vocablos
como venablos. Hay sofismas,
disfraces carnavalescos de la
verdad que a fuerza de ser
repetidos estúpidamente aca­
ban siendo aceptados como
argumentos apodícticos o po­
co menos... La sofística fue
un sistema filosóficos de es­
pecial difusión en la más flo­
reciente democracia griega...
Los hijos de Don Bosco, y
con ellos al unísono toda la
ancha y varia Familia Salesiana, nos llenamos de júbilo
al recordar aquel 31 de enero
de 1888 en que nuestro Pa­
dre llegó a su «dies natalis», a
su paso definitivo de este
mundo a la Bienaventuranza...

M i grupo de compañeros saíesianos de la Formación Permanente
de Campello, décima promoción, vio así nuestro compromiso de seguir
caminando tras tas huellas de! Fundador...

Monseñor Fulton Sheen decía
que los Saíesianos le recor­
daban la multiplicación de los
panes y los peces. Efectiva­
mente: tanto la figura del Fun­
dador como su Obra, enca­
minada a la formación integral
de la juventud trabajadora, han
cobrado tal poder de convo­
catoria en todo el planeta que
entre las familias religiosas
sancionadas por Roma, que
pasan de la cincuentena, si­
gue estando la Pía Sociedad
de San Francisco de Sales
(éste es el verdadero nombre
de la conocida vulgarmente
por Congregación Salesiana)
entre las tres primeras por el
número de vocaciones y por
la audacia y expansión de
sus múltiples apostolados.
Fue tan refractario el santo tuhnés a lo que hemos llamado
triunfalismo que para darle el
nombre a sus hijos y a su
obra fundacional acudió al dul­
ce obispo de Ginebra, patrono
de los periodistas, Francisco
de Sales, después de haberse
empapujado con la lectura de
sus sorprendentes obras y ha­
berse prendado de su huma­
nidad y de su espiritualidad.

UNA FRASE
PELIGROSA...
Los Saíesianos contamos con
un formidable tesoro hagiográfico-biográfico que justamente
nos envidian las demás fami­
lias religiosas; 19 tomos, die­
cinueve, macizos de documen‘os y anécdotas y cartas que
recogen el extraordinario cuTículum de Don Bosco. Una
simpática pandilla, formada
-ntre sus primeros seguido' ^s. se tomó en serio la tarea
"e coleccionar material, de
egar documentos. El propio

santo tachaba, corregía, ano­
taba, matizaba en los márge­
nes, suprimía... Y dos titanes
de la historiografía, Juan Bau­
tista Lemoyne y Eugenio Ceria, nos regalaron, tras pacien­
tes años de duro trabajo, esos
miles y miles de páginas que
por estos días gozan de es­
pléndida traducción española
en muy cuidada presentación
tipográfica. Pues bien: después
de quedarnos boquiabiertos
ante la actividad y la audacia
de este educador y escritor,
constructor de talleres y tem­
plos, predicador y viajero, tau­
maturgo y difusor de la devo­
ción a María Auxiliadora, im­
pulsor de las Misiones y fun­
dador de apóstoles seglares,
profeta y malabarista, amigo y
confidente de muy altos per­
sonajes de su tiempo, escu­
chamos el timbre de su voz
paterna que resume su largo
caminar en vanguardia con
estas palabras; Ella lo ha he­
cho todo. Claro, estamos en
el secreto de esta humilde
confesión. Ella señaló la ruta,
a partir del sueño curiosísimo
que Juanito tuvo a los nueve

años. Pero Don Bosco fue
quien lo hizo todo: con fatigas
sin cuento, con serenidad im­
perturbable, con punzantes es­
pinas bajo las espléndidas ro­
sas que hollaban sus pies,
con la luz misteriosa de sus
constantes y sorprendentes
sueños, con una pizca de pi­
caresca, con un fardo bien
abultado de confianza en la
Providencia, sin dejarse aco­
llonar, sabiéndose ayudar, ar­
diendo en ese fuego de amor
a los muchachos abandona­
dos hasta tal extremo incan­
descente que un buen día
dos reverendos le pusieron en
la puerta un coche para lle­
varle al manicomio...

HUM ILDES
O RIGENES...____________
Cuatro años antes de su
muerte Don Bosco conoce las
jornadas quizás más triunfales
de su vida. Llega a París au­
reolado por una fama de san­
tidad conseguida a pulso... El
cochero del lujoso vehículo
exclamará chuscamente; «Es

21

Curíosa fotografía de Don Bosco,
poco divulgada, en la gue bendice
a un bienhechor con su hijo
junto a un salesiano.
Don Bosco tenia escasa estatura
física, pero talla de apóstol gigante.

cenas de años; el ya citado y
beatificado don Miguel Rúa.

mejor llevar en una carroza al
mismísimo diablo que a un
santo...» Los prodigios se mul­
tiplican. Las multitudes se api­
ñan... La prensa francesa lo
retrata bajito de estatura, con
paso cansino y torpe, voz sua­
ve, mirada fatigada, porte sen­
cillo y modesto... Cuando Don
Bosco parte de la capital de
Francia le dirá a su infalible,
inefable, infatigable Miguel
Rúa: «¿Recuerdas aquella co­
lina a la derecha del caminito
de Buttigliera?... Junto a la
casita de mi madre, en aquel
prado verdeante, guardé va­
cas siendo niño. ¡Ah. si estos
bravos señores que me han
abrumado de cumplidos su­
pieran que han homenajeado
a un aldeano de Casteinuovo
d'Astü...»
De triunfalismos, nada... Pero
¿para qué nos serviría meter
debajo de la cama esta luz
cegadora en lugar de izarla
sobre el monte? ¿No lo ad­
vierte el Evangelio con clari­
dad meridiana? ¿Es que no
está necesitando nuestro mun­
do estos raros ejemplares do-

22

tados de bondad, entrega ge­
nerosa, corazón anchuroso en
medio de tanto enanismo, lo­
gomaquia, partidismo, cinismo,
mezquindad de cada día?...
Bien se cuidó Don Bosco de
publicar en los periódicos ita­
lianos de su tiempo los es­
plendores de su obra social,
la heroica, actividad de sus
misioneros en la lejana Tierra
del Fuego argentina y los fru­
tos saludables de su pedago­
gía basada en la religión, el
amor y la «amorevolezza»...

EL C O M P R O M ISO
DE SEG UIR _____
SUS HUELLAS...
Me gustaría rematar estos
apuntes humildes —que tie­
nen la torpeza pero también
el temblor adorable de un efí­
mero desahogo filial en la fe­
cha irrepetible del primer cen­
tenario de la muerte del san­
to— con una guinda cariñosa
para el provindencial a látere
que le acompañó durante de-

¿Recordará el amable lector
aquellas conmovedoras pala­
bras de Don Quijote en el úl­
timo capítulo de la inmortal
novela cervantina refiriéndose
a su escudero Sancho?... «Si
como estando yo loco fui par­
te para darle el gobierno de la
ínsula, pudiera agora, estando
cuerdo, darle el de un reino,
se le diera, porque la sencillez
de su condición y fidelidad de
su trato lo merece.»
Si el talante modesto pero
creativo y audaz de san Juan
Bosco no admitió ni sombra
del cacareado sentimiento triun­
falista que nos ocupa, ya es
de risa suponerlo en Rúa, fiel
discípulo donde los haya, pri­
mer sucesor, quintuplicador de
su obra, al que podríamos re­
tratar de un plumazo con aque­
lla referencia de santa Teresa
de Jesús a Pedro de Alcánta­
ra en el capítulo XXVIl del Li­
bro de su Vida: «No parecía
sino hecho de raíces de árbo­
les...» Tal era la constante
abnegación, humildad, auste­
ridad, trabajo, fidelidad, morti­
ficación, vida interior intensa
de Miguel Rúa al lado de su
maestro y padre, cuya muerte
lloró con lágrimas tan abun­
dantes que llegaron a dolerle
y a hinchársele los ojos...
Seguir el camino de Juan Mel­
chor Bosco Occhiena —Don
Bosco para los suyos— con­
tinúa siendo timbre de gloria y
de sano orgullo. Pero sobre
todo constituye un compromi­
so tremendo, arduo, porque a
pesar de que no llegaba a
medir un metro setenta de es­
tatura física, nuestro Padre
fue, indudablemente, un gigan­
te de la iglesia.

Juan Manuel Espinosa, sdb

Comienza un nuevo día y Don
Bosco celebra la Eucaristía
en la basílica del Sagrado Co­
razón en Roma. Es el 15 de
mayo de 1887. Don Bosco
celebra y su celebración se
interrumpe de pronto. Siente
un nudo en la garganta y en
su corazón, y éste es una ba­
rrera que cede, Las lágrimas
escapan; Don Bosco llora..,
«A su tiempo lo comprende­
rás todo.» Eran las palabras
de María en el sueño de los
nueve años, y este momento
ya había llegado. Habían pa­
sado sesenta y tres años y
ahora es cuando siente que
puede comprenderlo y abar­
carlo. Los pihuelos de su sue­
ño se han convertido en cor1 deros. ¡Es la historia de su vi! da!

"Don Bosco con jóvenes», pintura de Farbsiebdruck von Wemer Persy.

Realmente
hacia falta
estar
un poco loco

Después de infancia difícil pe­
ro serena, se pasea por su
adolescencia ruda y fecunda.
Por su juventud de trabajo y
estudio. En ella un encuentro
y un joven marcan su vida;
Bartolomé Gareili, el joven
aprendiz de albañil que a sus
dieciséis años sólo sabe sil­
bar. A partir de entonces co­
menzaría la búsqueda incan­
sable de techo, trabajo y pan
para sus muchachos; la crea­
ción de un hogar, una escue­
la, una sociedad de hombres
y mujeres entregados a los
jóvenes; el empeño de traba­
jar con el único fin de sem­
brar esperanza a su alrede­
dor; la puesta en marcha de
las escuelas nocturnas, los
contratos de trabajo para la
protección de sus aprendices,
sus instituciones y realizacio­
nes pedagógicas...






Como en una película, vuelve
a ver los rostros de los mu­
chachos de Turín que le pi­
den ayuda. Jóvenes emigran­
tes y obreros, abandonados al
abuso de sus patronos, a la
soledad y a la delincuencia.
Nuevamente le sonríe Magone. el jefe de aquella panda
de golfillos que encontró en la
estación de Carmagnola. Una

23

*
í<-.

1

.1

r

.

en su vida; aquellos cuatro­
cientos panecillos repartidos
entre sus muchachos, que sa­
lieron de una cesta más llena
al final que al principio de la
merienda. El misterioso y ami­
go perro «Gris», manso y ju­
guetón con los chiquillos, te­
mible como una fiera con los
enemigos que más de una
vez quisieron acabar con su
vida. Los cientos y cientos de
liras que llegaban a sus ma­
nos para salir al paso de tan­
tas deudas y necesidades: las
predicciones hechas a sus jó­
venes sobre la vida y el por­
venir...


X
Fresco del Templo de Don Bosco
en el lugar del nacimiento
del Santo.

X
vez más, recorre las calles,
los prados, los edificios de
Turín buscando un lugar don­
de reunir a sus muchachos
cada domingo.
Recuerda a la mujer admira­
ble de su vida. Mamá Margari­
ta, y su esfuerzo por criar,
vestir, enseñar, curar, catequi­
zar a sus muchachos.
Contempla su casa. Valdocco,
la casa de sus jóvenes. Aquel
lugar donde han surgido co­
mo por encanto iglesias, alta­
res. salas de juego, patios,
clases, teatros, laboratorios, ta­
lleres. máquinas...
Recuerda su sueño misionero,
de Pekín a Valparaíso, y el
primer adiós a sus hermanos
salesianos que partían desde
Génova rumbo a América,
dando así el primer paso que
convertía su sueño en reali­
dad.





Los talentos que había sabido
explotar para amar, animar,
dirigir, orientar, aconsejar. Ha­
bía llegado a ser para esto
narrador de historias, equili­
brista, saltimbanqui, mago, vio­
linista, camarero, estudiante,
escritor. ¡Cuántas noches ha­
bía consumido, cómo se ha­
bía consumido la lámpara de
su escritorio para escribir y
redactar tratados, comedias
teatrales, la Historia de Italia y
de la Iglesia, el almanaque
«Galantuomo», el periódico
para sus jóvenes, el catecis­
mo... Y se siente como tantas
veces apoyado en su escrito­
rio, en la modesta mesa de su
habitación.
No puede resistirse; algo lo
arrastra a navegar sobre las
olas del recuerdo. En esta
mañana de primavera, millo­
nes de rostros lo rodean, sus
amigos, sus grandes y peque­
ños bienhechores, sus colabo­
radores y cooperadores, sus
salesianos y salesianas, esta
gran familia que ofrece sus
brazos, su dinero, su tiempo,
sus fuerzas e intereses para
una misma y única misión.






En el centro de la acción de
gracias de esta Eucaristía, una
imagen se impone con mayor
fuerza, y entonces recuerda
Piensa en tantas cosas que
aquel día cuando, con su sola
se escapan de la lógica hu­
mana. pero que él ha sentido i perspicacia, evitó que lo lleva-

24

ran af manicomio de la aveni­
da Reina Margarita y envió en
su lugar a aquellos dos sacer­
dotes «que querían ayudarlo».
¡Loco! Sí, es verdad. Loco pe­
ro razonable: loco distraído,
delirante, soñador... Pues sí,
todo eso era cierto. A pesar
del llanto, ahora Don Bosco
sonríe. ¡Era necesario estar
loco, porque su locura era la
locura de la Cruz!

nos cristianos y honrados ciu­
dadanos: él, llamado a trans­
mitir a la Iglesia un nuevo es­
píritu, un estilo pastoral y
educativo basado en la ama­
bilidad, la religión y la razón;
él, llamado a contagiar la ale­
gría de vivir, porque el día a
día tiene sentido y Dios está
presente en nuestra historia.
Nunca se dejó ganar por sal­
timbanquis y charlatanes; tam­
poco se dejó engañar por el
brillo falso de las mejores po­
siciones sociales y económi­
cas. Ante todo, tenía que ser
fiel a sí mismo para poder ser
fiel a Dios y a su llamada.
«Está decidido. Lo he pensa­
do. señora marquesa. Mi vida
está consagrada al bien de la
juventud. Agradezco sus ofre­
cimientos, pero no puedo ale­
jarme del camino que la Pro­
videncia me ha trazado.» Es­
tas eran las palabras de Don
Bosco dirigidas a la autoritaria
marquesa de Barolo cuando
ésta le presentaba su ultimá­
tum: elegir quedarse con la
seguridad que le ofrecían su
hospital y sus niñas o el con­
tinuar solo, sin recursos eco­
nómicos, trabajando con sus
golfillos. Don Bosco eligió y
sacrificó su situación por lo
mejor: su Dios y su misión.

En el centro de esta Eucaris­
tía, cercana ya a su muerte,
Juan Bosco se dirige a Aquel
que ha sido la Luz de su vida,
la fuente de su alegría, la ple­
nitud de su servicio, la razón
de su ser, la certeza de su fe,
la esperanza de la eternidad,
el motor que lo impulsa a
amar y a dar la vida. Sí, Don
Bosco estaba loco por Cristo.
Desde su infancia no había
tenido m ejor amigo, ningún
otro amor, ninguna otra pa­
sión. Cristo, aquel que le ha­
bía hecho amar a todos, que
le había dado un corazón tan
grande como las estrellas del
cielo y las arenas de las pla­
yas. y que le hacía capaz de
no excluir a nadie, porque
amaba preferencialmente a los
excluidos.
Juan Bosco fuerte, encanta­
dor, astuto, vivo, tenaz, pro­
fundo. Así había llegado a ser
aquel Juanito nacido en I Becchi en 1815 y que había ofre­
cido un terreno propicio a su
Dios, abierto a su gracia y a
su presencia.








Cuando la Iglesia lo proclama
santo, el 1 de abril de 1934.
señala en él su más profunda
dimensión; la capacidad de
unión con Dios.
Su tenacidad había llegado a
ser, en el crisol de Dios, fideidad; su voluntad, disponibili­
dad: su riqueza, abandono: sus
dones, servicio; su inteligen■;'a. profundidad; su perspica; a. escucha: su sensibilidad,
mor; su grandeza, humildad;
J valentía y fuerza, dulzura,

Al final de su vida y de su vo­
cación Dios le espera y Ma­
ría, la Madre y Maestra siem­
pre cercana que lo ha hecho
todo, le anima y alienta. Es él
mismo, huérfano, obrero a ios
doce años, mozo de café,
aprendiz, estudiante, el que
ha sido providencialmente lla­
mado a ser apóstol y padre
de los jóvenes, director espiri­
tual, amigo que penetra los
¡ corazones: él, llamado a ha­
cer de sus muchachos bue­

i





Sí. Don Bosco. era necesaria
tu locura, porque estuviste de
tal manera apoyado en Dios,
fue tan grande tu confianza,
que supiste transparentarla en
todo lo que hacías. Tus mu­
chachos, aquellos primeros jó­
venes que tuvieron la suerte
de vivir en tu casa, de com­
partir tus fatigas, de sentirse
amados por ti, te ofrecieron el
mejor'de los cumplidos y re­
conocimientos, el mejor título
al que la gloria puede aspirar:
Don Bosco es Dios-con-nosotros, Jesús vive entre noso­
tros. jY la verdad siempre es­
tuvo en boca de los niños!

Conchi Muñoz, F.M.A.

25

Don sosco, uno muerte que habla de vida
El 31 de enero de 1888, hace
ahora cien años, muere en Turín Don Bosco. En esta fecha
conmemorativa puede resultar
muy aleccionador interesarnos
por el período último de su vida.
¿Cómo son, qué tienen de es­
pecial los últimos días del San­
to de los Jóvenes?
La respuesta que encontrará el
que se acerque a esa etapa fi­
nal de Don Bosco será sin du­
da ésta: ¡no hay nada especial!
Y es el mayor elogio que po­
demos hacer de él; sus últimos
días no se diferencian del resto
de su vida. También en ellos
están presentes su unión senci­
lla con Dios, su amor a los jó­
venes y a sus salesianos, su
empeño en trabajar por el bien...
Acerquémonos ya. a través de
algunas anécdotas, a esa eta­
pa. Nos encontraremos al Don
Bosco entusiasta, alegre, entre­
gado... que ya conocemos del
resto de su vida.

1 M IS IO N C U M PLID A
Siguiendo los últimos meses
de la vida de Don Bosco se
tiene continuamente la impre­
sión de que «la misión está
cumplida», que ya nada le re­
tiene en este mundo. Con razón
se emociona al escribir a sus
cooperadores el 19 de diciem­
bre de 1887 en una estampa:
«Al final de la vida se recoge el

fruto de las buenas obras.» Se­
guro que recordaba la misa ce­
lebrada meses antes, el 15 de
mayo, en la iglesia del Sagrado
Corazón de Roma, en el altar
de «su» María Auxiliadora. Se
pasó casi toda la misa llorando;
«Es que recordaba mi sueño de
los nueve años... Sólo ahora he
comprendido.» Si, sólo ahora
veía cumplida su misión, com­
prendía que su largo camino se
acercaba a la meta. ¡Y no había
sido precisamente llano, ni di­
recto, ni cuesta abajo...!
¡Qué distinto el desenlace de
su enfermedad de 1846, cuan­
do casi todos los golfillos de
Turín se pasaron horas y horas
pendientes de la salud de ese
joven cura que les quería y se
les moría...! Entonces todavía
estaba todo por hacer, y Dios le
devolvió la salud para que cum­
pliera su misión, ser padre y
maestro de los jóvenes aban­
donados... Sólo en aquella misa,
la del «gran llanto», siente Don
Bosco la satisfacción interior
que se debe experimentar ante
la «misión cumplida».

las horas interminables de con­
fesionario y de audiencias, o
los viajes a Francia y a Barce­
lona (1886).
Por eso el doctor Combal, de
Montpellier, puede afirmar: «Di­
cen que Don Bosco hace mila­
gros; el más grande, para mí.
es su existencia.» Y el médico
que le atendió los últimos me­
ses; «Don Bosco no muere de
nada especial. Es como la can­
dela que se extingue al agotar­
se el aceite.»
Prácticamente hasta el último
momento que se tuvo en pie
cumplió sus palabras: «Trabajo,
trabajo, trabajo.» «Descansaré
en el paraíso.» Consumió hasta
sus últimas energías por la sal­
vación de sus queridos jóvenes.
En su largo y difícil camino no
hubo un paso más lento que
los demás. En términos deporti­
vos —seguro que no le moles­
tarían—, podríamos decir que
corrió y corrió hasta «vaciar­
se»...

2 GASTADO
Y C O N S U M ID O

3 SUS GRANDES
AMORES_____________
HASTA EL FINAL

Los últimos años de su vida
Don Bosco sufre tremendos do­
lores en la espalda y va per­
diendo la vista casi por momen­
tos... Sin embargo, no perdona

Durante toda su vida Don Bos­
co nunca reservó nada para sí.
Todo era para sus «grandes
amores»: Jesús. María Auxi­
liadora... y los jóvenes. Y fue así

hasta el último momento. Como
botón de muestra traemos aquí
algún ejemplo de diciembre de
.1887 y enero de 1888.
Ante todo, el recuerdo constan­
te de sus jóvenes: «Decid a mis
chicos que los espero en el pa­
raíso», susurraba el 28 de ene­
ro. Y el día 30. con emoción
apenas contenida, pasan todos
por su habitación para besarle
entre lágrimas la mano.
Un mes antes, el 26 de diciem­
bre, había ido a verle un anti­
guo alumno del Oratorio, Carlos
Tomati. En cuanto sale éste del
cuarto, con gran esfuerzo llama
Don Bosco a don Rúa y le dice:
«Pagadle el viaje en mi nombre.
Pasa apuros...» ¡«Incorregible»
Don Bosco...! Sólo sabe pensar
en los demás, incluso en los
momentos en que lucha con la
muerte...
Y también el amor a sus salesianos: «Lo único que siento es
separarme de vosotros», con­
fiesa el 23 de diciembre a Pe­
dro Enría. Hace incluso el es­
fuerzo de bromear con los que
le cuidan, para aliviar su tarea.
Una tarde su secretario, don
Viglietti, trata de darle una taza
de caldo. Don Bosco alarga la
mano para tomarla, pero don
Viglietti no quiere soltar el caldo
por si se derrama. Y Don Bos­
co: «Ah, con que te la quieres
tomar tú. ¿eh?»

4 EN M ANOS DE DIO S
Sólo quedaba dar el salto últi­
mo a las manos de Dios. A las
4,30 de la madrugada del día
31 muere Juan Bosco, el cam­
pesino pobre y soñador llegado
a salvador de los jóvenes y
fundador de familias religiosas
y laicales. Seguramente se en­
contraría al instante con Jesús,
aquel hombre que le habló a
los nueve años y le encomendó

Pío XI. el 1 de abril de 1934, día
de Pascua del Año Santo de la
Redención, cuarenta y seis años
después de su muerte. Su culto
fue extendido a la Iglesia uni­
versal y su fiesta se fijó para el
31 de enero.
Desde su canonización es para
el mundo san Juan Bosco.
• En su oficio litúrgico se leen
estas palabras: «Dios le dio un
corazón grande como las pla­

« f.

' r
O

. l

.



m I,
I

V

^

«transformar lobos en corderos».
También estaría allí María, la
Madre, la Maestra, la que le
prometió que «a su tiempo lo
comprendería todo». ¡Cómo le
habían ayudado ambos! ¡Y qué
bien había cumplido él su mi­
sión. que quedaba ya en ma­
nos de sus salesianos,..!

El 29 de diciembre pide a don
Rúa y a Cagliero —el sucesor y
el primer obispo— con voz en­
trecortada; «Amaos, ayudaos.
- Prometedme que os querréis
I como hermanos.» Y pide a don
En definitiva, la muerte de Don
fe Rúa que cuando le falten las
Bosco no fue nada más —¡y
ftfuerzas y el habla dirija él mis­
nada menos!— que la lógica
i n o su mano para dar la última
conclusión de su vida entrega­
« e n d ic ió n a sus salesianos... Así
da a Dios y a los jóvenes. Ojalá
* 0 haría don Rúa a las dos de que cuantos le recordamos hoy.
la mañana del día 31 de enero.
a los cien años de su muerte,
. en unos instantes que ninguno
contribuyamos a que permanez­
K de aquellos salesianos, la maca vivo entre los jóvenes de es­
I yoría educados por el propio
te final del siglo XX.
I Don Bosco desde pequeños.
P olvidaría nunca... Era el gesto
5 UN CARISM A
~
I ’ simbólico del amor de un padre
I que siempre se ha acordado de
QUE PERDURA
^su s hijos, que los tiene en su
C orazón hasta el último aliento...
• Don Bosco fue proclamado
J j^ a bendición acompañaría la
solemnemente beato por el Pa­
^Multiplicación de la Congrega­
pa Pío XI el 2 de junio de 1929.
b a n Salesiana al servicio de i
■jos jóvenes.
I Fue canonizado, también por

yas del mar.» Y estas otras: «El
pobre y el necesitado bendeci­
rán tu nombre.»
Son los jóvenes de todo el
mundo los que bendicen su
nombre. «Basta pensar en Don
Bosco —escribe uno de sus
biógrafos— y una invisible y
tierna bondad se presenta ante
vosotros. Es él. el Santo.» Por­
que Don Bosco es un ser vivo;
está presente.
Esa es la sensación que expe­
rimenta todo el que entra en
una casa salesiana; el Santo
está presente no sólo en Turín.
sino en todos sus colegios del
mundo. Por eso, porque lo sen­
timos vivo, resulta fácil seguir
llamándole Don Bosco. Su
nombre y su espíritu sigue vivo
en sus hijos a través del espa­
cio y del tiempo. Don Bosco
hoy es un carisma que perdura
en la Iglesia por medio de su
Familia Salesiana.

Ya está en m archa eí prim er
N o viciado de Togo. Era uno
de los compromisos que los
Salesianos de España toma­
ban para e l Año Centenario
de la muerte de Don Bosco.
Por nuestra Redacción ha p a ­
sado e l salesiano Lucas Ca­
mino, que trabaja en Lomé
(Togo) desde la prim era hora.
De é i ha partido la idea de
escribirnos este artículo y de
enviarnos las fotos. Africa, ge­
nerosa. empieza a darnos sus
m ejores prim eros frutos.
«Donde Don Bosco se hace
africano». Este es un buen tí­
tulo para encabezar un estu­
dio de la misión salesíana en
Africa, especialmente en los
diez últimos años. La presen­
cia salesiana en Africa es de
vieja fecha. Poco después de
la muerte de Don Bosco, los
primeros salesianos fueron en­
viados a Argelia, en 1891,
cumpliendo un proyecto mi­
sionero que el Santo acarició
en vida.
Pero en la década anterior al
Centenario de su muerte, el
Proyecto «Africa, Nueva Fron­
tera» ha permitido a la Con­
gregación Salesiana doblar las
presencias, y aun sobrepasar
con mucho el número de paí­
ses africanos donde los hijos
de Don Bosco han ido asen­
tando el carisma y el estilo
peculiar de anunciar el Evan­
gelio que nos legó el Funda­
dor. Nuevos salesianos, Ins­
pectorías enteras, han suma­
do esfuerzos para que esto
fuera posible.

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:

j

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28

Toda la España salesiana, a
la llamada del Rector Mayor,
ha dado una respuesta generosa, y hoy las siete Inspectorías de Salesianos y las tres
Inspectorías de Hijas de Ma­
ría Auxiliadora tienen, todas,
alguna presencia en Africa. Y
con ellos, los Cooperadores.
Asociaciones de María Auxiliadora y los Antiguos Alum­

nos empujan con su entusias­
mo para que esta realidad se
consolide, para que Don Bos­
co se haga africano.

EL NOVICIADO
INTERNACIONAL
DE LOME
Situación eclesial. Togo es
un pequeño país del Africa
occidental, con 56.000 kilóme­
tros cuadrados y tres millones
de habitantes. La gente es
sencilla y pacífica, de un ca­
rácter extraordinariamente ale­
gre y de una acogida muy
abierta. Togo se abrió a la fe
de Cristo en la última década
del siglo pasado. La semilla
sembrada por los primeros en­
viados ha fructificado y en
1987 un cuarto de la pobla­
ción cree en Jesús. Las cua­
tro diócesis del país se van
consolidando. Especialmente
la diócesis de Lomé se ha
visto fortalecida con la llega­
da de abundantes vocaciones,
de tal manera que el clero
autóctono sobrepasa con cre­
ces al número de misioneros
que aún trabajan en esta Igle­
sia particular.
En este contexto eclesial, los
Salesianos fueron llamados a
Togo en 1982, incrementando
así la presencia de los institu­
tos religiosos de carisma uni­
versal y aportando a aquella
Iglesia el estilo de trabajo y el
amor de Don Bosco por los
jóvenes. En 1985 una nueva
presencia en Kara, al norte
del país, ensanchaba el por­
venir salesiano en Togo con
una orientación marcada en
favor de los jóvenes aprendi­
ces.

Perspectivas
vocacionales
En los últimos años han ido
despertando en Togo nume-

rosas vocaciones a la vida re­
ligiosa. Los Benedictinos de
Zogbegan, los Hermanos de
San Juan de Dios en Afagnan, los Combonianos, etc.,
así como las diferentes con­
gregaciones femeninas, han
visto llegar a sus puertas jó ­
venes deseosos de conocer y
de entrar en dichas congre­
gaciones religiosas.

bol nuevo, de savia virgen,
cuyo crecimiento y salud de­
pende, en gran parte, de nues­
tras oraciones y de nuestro
cariño.
Y, puesto que el acontecimien­
to hace historia de vida salesiana, dejemos constancia de
los nombres de estos jóvenes
venidos de Africa a la Casa
de Don Bosco;

Don Bosco ya está haciéndose
africano en ios nuevos países
donde se extiende su Obra.
He aquí los primeros novicios
de Lomé (Togo).

No es de extrañar, pues, que,
desde el principio, también los
Salesianos, apenas asentados
en el país, fueran testigos del
interés vocacional de los jó ­
venes por conocer a Don Bosco e integrarse en las filas salesianas.
Y esto explica que en el corto
espacio de cinco años con­
temos hoy en nuestra Familia
con dos miembros salesianos
togoleses. El hermano coadju­
tor Jusíice acaba de llegar,
terminada su primera forma­
ción en el Zaire, a la comuni­
dad de Lomé para ejercer su
apostolado en medio de sus
hermanos de raza. Asimismo,
en el Zaire acaban de profe­
sar sus votos en la Familia de
los hijos de Don Bosco Norbert (togolés) y Clément (de
Benín, pero que también hizo
su posíulantado en Lomé).

El Noviciado___________
Internacional de Lomé _
Esta semilla vocacional y la
presencia de seis postulantes
durante el curso 86-87 en
Lomé, así como las aspira­
ciones de otros jóvenes en
varios países de la zona pe­
dían con urgencia una aten­
ción especia! por parte del
Consejo General... ¿Dónde dar
cauce a estas aspiraciones?
¿Cómo, quién, qué hacer para
dar paso a estos deseos de
integrar la Familia de Don
^osco?

r

Lomé ha sido la ciudad

elegida. Así. e l 1 6 de agosto
de 1987 abría sus puertas ün
nuevo Noviciado a un grupo
de trece jóvenes africanos. Un
padre maestro de nuevo cu­
ño, el padre César Fernández.
Un asistente africano, de Gui­
nea Ecuatorial, el joven Car­
los Ndombe. Toda una comu­
nidad salesiana ilusionada. Y
una joven parroquia enamo­
rada de Don Bosco.
Todos les dimos la bienveni­
da. El Consejo General de
Misiones, don Lucas van Looy,
en nombre del Rector Mayor,
presidió la ceremonia de aper­
tura y tuvo tiempo, en su fugaz pero gozosa visita, de visitar los nuevos terrenos que
verán crecer la nueva CasaNoviciado que, en hornadas
futuras, ha de acoger a los futuros novicios de la zona.

De Togo: Consíant Kosse, Innocent Apezuké, Jean Marie
Adobolo, Joseph Koumakou.
De Benín: Adolphe Akoué y
Jean-Aurelien Lemondo.
De Costa de M arfil; Henri
Nenin,
De Cam erún:
Awova.

Albin-Michel

De Congo-Brazzaville: Jean
de Dieu Mianzokoma.
De Kinshasa (Zaire): Yves
Badibanga y Richard Mbuinga.
|
;
|
I


i

Una bendición del cielo. Sí, ;
una confianza ilimitada de |
nuestros superiores. Sí, un ár- I

De Guinea Ecuatorial: Car­
los Nguema y José Obama.
jBienvenidos, hermanos! Toda
la Familia Salesiana os saluda
con gozo y espera ver pronto
vuestro entusiasmo hecho rea­
lidad. vuestra ilusión florecida,
vuestra entrega recompensa­
da.

Lucas Camino

29

■■
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«F
^

envío una limosna. Pie­
C revillente (Alicante):
dad Milán.
Doy gracias al Corazón
de María Auxiliadora por
S ie r o de la R e in a
un favor muy señalado y
(León): Envían una li­
que le había pedido con
mosna para las obras sa­
todo fervor. A n típ a tro
lesianas y piden a María
Candela Pérez.
Auxiliadora les siga ayu­
dando en sus necesida­
Madrid: Doy gracias a
des. Sabi y Tani
María Auxiliadora y a los
santos salesianos por haBesande (León): Doy
ber superado mi esposo
gracias a María Auxilia­
un examen muy difícil.
dora por los beneficios
Envío un donativo para
recibidos y envío una li­
las obras salesianas.
mosna. Martina.
Calzada de V. (SalaC ruces-Baracaldo: En
manca): Por favor, ruego
agradecimiento por los
publiquen en el Boletín
favores recibidos de Ma­
Salesíano mi agradeciría Auxiliadora y de Do­
miento a María Auxiliamingo Savio, envía una
dora por un favor recibilimosna. SUvi.
do, entregando una limosna por las obras sa­
lesianas. Muchas gracias.
C. R.
Vigo: Doy gracias a don
Felipe Rinaidi, a quien
invoqué ante una delica­
da operación, saliendo
bien de ella. Envío una
limosna para las obras
salesianas, rogando se
publique en el Boletín Salesiano, Manuel Salgado
Torres.
Cardedeu (Barcelona):
Doy gracias a María Au­
xiliadora por los muchos
favores recibidos, rogán­
dole siga otorgándonos
sus gracias y cumplo la
promesa de enviar un do­
nativo. J. PH errera de P isuerga
(Falencia): Doy gracias
a María Auxiliadora por
favores recibidos. Deseo
que se publique en el
Salamanca: Agradecida
Boletín y envío una li­
a sor Eusebia Palomino,
mosna para las Misiones
envío una limosna y de­
salesianas. Emilia de la
seo se publique en el
Parte.
Boletín Salesiano. Cándi­
Carabanchel (Madrid):
da Barreña.
Doy gracias a María Au­
Salam anca: Me enco­
xiliadora y san Juan Bosmendé a María Auxilia­
co por el favor concedi­
dora. que nos libró de
do de ayudar a mis dos
una muerte segura. Me
hijos en unas oposicio­
caí ede una escalera de
nes un tanto difíciles; es­
piedra con un sobrino
toy segura que Ella puso
mío que llevaba en bra­
su mano para ayudarles.
zos y rodamos para atrás
L. Gómez Baeza.
bastantes escalones. Caí­
Azkoitia: Me acudido a
mos con gran fuerza ha­
María Auxiliadora y he
cía media escalinata y
sido atendido por su ma­
cuál no sería mi asom­
ternal bondad. Agradeci­
bro cuando nos levanta­
do, entrego una limosna
ron y vi que ni el niño ni
para su culto. J. M. L
yo habíamos sufrido nin­
Patencia: Doy gracias a
guna clase de daño. Con
María Auxiliadora por di­
mucho gusto doy una li­
versos favores recibidos
mosna a María Auxilia­
de tan buena Madre y
dora. Virgen tan milagro­

30

sa, rogándole que nos
siga favoreciendo. Deseo
que se publique en el
Boletín Salesiano. A. Mar­
tín Mateos.
Salamanca: Agradecida
a María Auxiliadora por
favores recibidos, envío
una limosna y déseo se
publique en el Boletín Sa­
lesiano. P. Tamames.
Salamanca: En agrade­
cimiento a María Auxilia­
dora por favores recibi­
dos, envío una limosna y
animo a todos a confiar
en tan buena Madre. De­
seo se publique en el
Boletín Salesiano. M ari
Cruz MatiHa.
Logroño: Doy gracias a
María Auxiliadora por fa­
vores recibidos y envío
una limosna. Deseo se
publique en el Boletín Sa­
lesiano. Teresa Alvarez.
Llaranes-Avilés: Por va­
rios favores recibidos de
Don Sosco y María Au­
xiliadora, doy gracias y
envío un donativo para
las obras salesianas. £ F.
Vigo: Doy gracias a san
Juan Bosco y a María
Auxiliadora por favores
recibidos y envío una li­
mosna para las Misiones
salesianas. Una devota.
Vigo: Por diversos favo­
res recibidos de María
Auxiliadora y de san Juan
Bosco. quiero manifestar
mi gratitud y envío una
limosna para las obras
salesianas. R. H.
Vigo: Doy gracias a Ma­
ría Auxiliadora por favo­
res recibidos. María Lui­
sa R.
Zamora: Damos gracias
a María Auxiliadora por
favores recibidos, pidién­
dole siga protegiéndonos
tan buena Madre. Envia­
mos un donativo para su
culto. Familia Fernández
Astudillo: Doy gracias a
María Auxiliadora por ha­
ber salido bien de una
operación quirúrgica y, al
mismo tiempo, por tantos
favores como nos ha
concedido en nuestro ho­
gar. Animo a todos a
que acudan a tan buena
Madre, que. como Auxi­
liadora, nunca abandona
a quien la implora con
fe. Agradecida, envío una
limosna para su culto.
Celerina Pascua!.

O viedo-M asaveu; En­
contrándome en una si­
tuación difícil para mi sa­
lud, acudí a nuestra Ma­
dre María Auxiliadora con
fe, pidiéndole me ayuda­
ra en este trance. Me
escuchó María Auxiliado­
ra. Agradecida, envío una
limosna para sus obras y
sigo pidiéndole me prote­
ja bajo su manto mater­
no y protector. Gracias,
María. M aruja C ollada
Madrera.
Armunia (León): Por fa­
vores recibidos de la Au­
xiliadora, envío una limos­
na e invito a todos a re­
currir a Ella con confian­
za y devoción. Una devo­
ta. P. C.
H errera de Pisuerga:
Doy gracias a María Au­
xiliadora por las gracias
obrenidas de María Auxi­
liadora. Espero que me
siga ayudando y me es­
cuche como hasta aho­
ra. Begoña.
León: Muy agradecida a
María Auxiliadora por los
inmensos favores recibi­
dos, deseo hacer pública
mi gratitud y entrego una
limosna para las obras
salesianas. A. M.
Vigo: Por un favor gran­
de recibido de nuestra
Madre María Auxiliadora
y san Juan Bosco. envío
una limosna para sus
obras salesianas y le pi­
do nos siga ayudando
como hasta ahora. F M.
L
Dan gracias a María Au­
xiliadora y a san Juan
Bosco por favores re­
cibidos y envían una
limosna;
Una devota, de Cádiz;
Carmen Sainero Claramunt, de Pinto (Madrid);
N. Martín B., de El Royo;
José Iglesias Barrena, de
Béjar (Salamanca); Ma­
ría Dolores, de Ibiza; una
devota, de Cádiz; Con­
suelo. viuda de Alvarez,
y Teresa Núñez Gonzá­
lez. de Celanova (Oren­
se); María Ugídes, de Gijón; R. Olvido, de Ma­
drid; María Barea Sizueta. de Las Palmas de
Gran Canaria; una de­
vota, de Herrera de Pi­
suerga (Falencia); Rosa
Casal Feijóo, de Celano­
va,

Fueron
a lo Casa
del Padre

nio escolar, y en Chile,
con los estudios teológi­
cos. Cuando volvió de
allí, ya sacerdote y con­
vertido en la alegría de
su casa, se encontró a
la Patria en llamas...
El 21 de julio de 1936
salía del colegio de Va­
lencia, conducido a la
Cárcel Modelo. En liber­
tad a los ocho días. Y el
3 de septiembre de nue­
vo a la cárcel. En las
cárceles acabó de tallar
su imagen con el pate­
tismo de las del retablo
de su pueblo.

Teófilo Rebollo
Rodríguez
Murió ya hace dos años
{2 de enero de 1986).
cuando iba a cumplir sus
ochenta y uno.
Era una espiga de trigo
candeal, como el de su
tierra palentina. Con las
aristas de su natural re­
traimiento y con las cua­
tro carreras apretadas de
granos para hacer hari­
na y pan blancos.
Diría yo que, a fuerza de
contemplar en su niñez
la expresión dramática
de pasión y de dolor de
las tallas de Juan de Juni del precioso retablo
de la parroquia de su
pueblo (Santoyo), comen­
zó don Teófilo a tallar y
esculpir en su propia ma­
dera la imagen de la bon­
dad. la humildad y el sa­
crificio. Y lo alcanzó a lo
iargo de su vida. Su lo­
grada imagen de altar
sigue viva en las Casas
Salesianas por donde
pasó.
Sin importancia la de sus
años mozos, en el cole­
gio de Santander, en el
Aspirantado de Campello,
en el Noviciado y cursos
de Filosofía en Sarriá. El
formón y la gubia tem­
blaban todavía en sus
manos de aprendiz.
Continuó su labor en Va­
lencia, durante el tiroci­

Su arreglo magistral del
pasaporte para pasar de
religioso a relojero dio
cierta poesía a sus pri­
meros momentos. Pero,
reconocida su condición
sacerdotal, pasó un año
por diversas cárceles y
checas. Disfrutó otro mes
de libertad. Pero volvió
de nuevo a la cárcel y
luego al batallón de tra­
bajadores. Al descampa­
do, con frío, a la intem­
perie, con un rancho de­
testable y trabajo agota­
dor, construyendo un fe­
rrocarril y una carretera...
Las gubias de don Teófi­
lo calaban místicamente
la madera de su espíritu
con arabescos adornos
de misas abreviadas en
la oscuridad y atencio­
nes sacerdotales a los
compañeros de calvario.
Ya en los días de la paz,
don Teófilo apareció ac­
tuando en la vida sacer­
dotal salesiana. Fue con­
sejero escolástico, sacri­
ficado y fecundo, porque
era siempre la espiga fá­
cil a dejar romper sus
aristas y apreciar la blan­
dura de sus granos. Era
el maestro eminentemen­
te práctico y al nivel de
todos los entendimientos.
Actuó como catequista y
prefecto. Y dirigió los co­
legios de Huesca, más
tarde su bonita iglesia de
María Auxiliadora y el de
Sant Vigens deis Morís,
sembrando siempre su
abundante experiencia
humana, sus grandes do­
tes pedagógicas y su in­
menso fervor sacerdotal.
Poseía el arte de contar.
A sus pies se arracima­
ban los muchachos para ’
oírle. Su palabra era pin­

cel que coloreaba los de­
talles. Su hablar se tro­
caba en sonido fecundo
que cautivaba y suspen­
día la respiración.
Si yo tuviera que pintarle,
lo haría cercado de mu­
chachos boquiabiertos en
medio de un patio salesiano y entre los ecos
de un leit-motiv que repi­
tiera incesantemente:
«Dejad que los niños ven­
gan a mí.»
Repartió a los niños su
sencilla sonrisa y lanzó a
los aires su fervoroso en­
tusiasmo por Dios, por la
Virgen y Don Sosco du­
rante los últimos años de
su vida en la casa y
templo del Tibidabo.
Hasta que un tumor ma­
ligno detuvo su lengua.
La lámpara se extinguía.
Eran los últimos chispo­
rroteos del apóstol: adiós
a sus patios, adiós a sus
aulas, adiós a su confe­
sonario, adiós... a todos.
El siervo bueno y fiel
empezó a descansar en
Dios y sigue con nos­
otros la figura amable,
sencilla, sacrificada, hu­
milde y bondadosa de
aquella espiga de trigo
candeal.
Sor Emilia Acevedo
t en Madrid-Daoiz. Sor
Emilita se nos fue ines­
peradamente el 11 de ju­
lio, como un cambio de­
finitivo hacia la otra ori­
lla. Se ha escrito de ella...
pero ella también ha es­
crito de lo cotidiano del
ser y sentir, del hacer...
hondo y sencillo, como
alma de artista que era.
He aquí dos muestras de
sus apuntes espirituales:
«Señor Jesús: Quiero
hacer de mí yida un igracias! muy grande, porque
te he sentido (tu presen­
cia) en estos días muy
cerca.
Te has dado a mí como
sólo Tú sabes hacerlo...
La luz y el amor de tu
Espíritu me guíen para
hacer en cada momento
lo mejor, lo que más te
agrade.»
«Sentimientos: Pequeñez
ante la grandeza de Dios,
gratitud por tanto don.

Certeza de mi nada ante
su poder y al mismo tiem­
po gozo inmenso de ser
nada y tener nada para
depender totalmente de
El.»

Doña Francisca Sanees
Lorenzo de Ramírez
t en Málaga en día 3 de
julio de 1987, a los no­
venta y un años de edad,
tras sesenta y tres días
en coma profundo. Ma­
dre de sor María Ramí­
rez Sanees. Juan Ramón,
Antonio y cinco herma­
nos más fallecidos.
Persona humilde, senci­
lla, agradecida de cuanto
recibía y caritativa, fue
dando mucho amor du­
rante toda su vida, no
sólo a sus familiares más
allegados, como hijos,
nietos, nueras y bisnie­
tos. sino a cuantas per­
sonas pasaban por su
lado.
Sufrió con amor las prue­
bas que el Señor le en­
vió; nunca se quejó, in­
cluso cuando se le pre­
guntaba siempre quitaba
importancia al dolor. Co­
operadora salesiana cien
por cien en el colegio
salesiano de San Barto­
lomé, en Málaga.
Educó a sus hijos como
buena cristiana, inculcán­
doles siempre el amor a
Dios y a María Auxiliado­
ra con espíritu salesiano.
Sus últimas palabras fue­
ron, antes de caer en
coma profundo, llamar a
María Auxiliadora, a sus
hijos Antonio y Teresa.
Sus florecillas eran: «Haz
mucho, lucha mucho, tra­
baja mucho, pero no es­
peres nada. El que bien
hace, para él hace. El
que mal hace, para él
hace. Todo se pasa; Dios
no se muda, la paciencia
todo lo alcanza, ^ l o Dios
basta.»

31

LIBROS PARA EL CENTENARIO DB ’88

COLECCION DON BOSCO
Don Bosco, una biografía nueva
(Teresio Bosco).
Don Bosco, ed. para jóvenes
(Teresio Bosco).
Don Bosco con nosotros (Pellissier).
Don Bosco. te recordamos.
Ejercicios Espirituales con Don Bosco.
Don Bosco con Dios.
Don Bosco (carta a los niños).
Don Bosco al alcance de la mano.
El sistema educativo de Don Bosco.
Florecillas de Don Bosco.
Don Bosco, cien años en España.

Obras fundamentales de san Juan Bosco.
Don Bosco, un poema de amor.
Mensajero de Dios.
El niño del sueño (tebeo 1).
Una casa para mil jóvenes (tebeo 2).
Por toda la tierra (tebeo 3).

NOVEDADES
Don Bosco en el mundo.
Memorias biográficas.
Memorias del Oratorio.
Don Bosco, profundamente hombre,
profundamente santo.

E D IT O R IA L
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Fecha
1988.01