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Título
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BS_1945_09
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Descripción
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Boletín Salesiano. Noviembre 1945
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extracted text
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Crónica de gracias
GERONA.—Después de dos añc« de peno
sa enfermedad y por consejo de los médi
cos, se decidió m í madre a someterse a una
d ifícil operación. Empezamos im a novena
y luego otra y otra. A l terminar la tercera se
hallaba curada sin intervención quirúrgica.
Ricardo González, S. S.
LA S PA LM A S.— Doy las más sinceras gra
cias a M aría Auxiliadora y a San Juan Eosco por \ss singulares gracias que me han
concedido. Cumplo mi promesa de hacer pú.
blica m i gratitud y, como exvoto, coloco
en el sitio más visible de mi casa las imá
genes de mis celestiales Protectores.— R. G. G.
M AD RID .— Nuestra h ija María, de doce
años, comenzó a sentir fuertes dolores de
cabeza. El médico pronosticó tratarse de me
ningitis. Acertó a visitamos en aquellos mo
mentos un sacerdote salesiano, el cual dió
la Bendición de M aría Auxiliadora a la enferm ita y puso una reliquia de San Juan
Bosco debajo de la almohada. Aquella mis
ma noche desapareció la gravedad, y al pre
sente nuestra h ija se halla completamente
curada. Hacemos celebrar una M isa a San
Juan Bosco y entregamos una lim c«na para
las 'Obras Salesianas.— Encam ación López.
M A D R ID .— En acción de gracias a M aría
Auxiliadora por una gracia alcanzada, envío
diez pesetas de limosna.— M. T. A., ex alumna.
MADÍ^ID.—Dm*ante el pasado mes de ma
yo im niño del Oratorio Festivo de Atocha
enfermó peligi\>samente de fiebres! tifoideas.
Los Catequistas y sus compañeritos le enco
mendaron con fervor a M aría Auxiliadora,
y al presente se halla completamente curado.
Mientras varios catequistas se ocupaban en
adornar el altar de la Virgen para la nove
na, uno de los niños se cayó de una larga
escalera de mano apoyada en la pared, sin
que recibiera daño alguno. Por éstos y otros
muchos favores obtenidos de la Santísima
Virgen, los oratorianos hacen pública su gra
titud a la Celestial Inspiradora de los Ora
torios Festivos.— R. P., S. S.
M A LA G A .— Aquejada de grave dolencia,
acudí ccmflada a San Juan Bosco. prome
tiendo la pequeña limosna de cinco pesetas
y la publicación de la gracia. A los pocos
días fui escuchada y hoy cumplo gu sto^ lo
prometido.— E. M. F.
M O N T IL L A (Córdoba).—Pedí a M aría Au
xiliadora me librara de varias dolencias que
me impedían continuar mis estudios, y fui
esciKshado; p w lo cual publico e l favor al190 —
canzado y mi gratitud en el B o letín . - C a
Aspirante Salesiano.
O NDA {Castellón).— H abiaido obtenido la
curación de uno de mis hijitos por medio de
la «N ovena de la confianza», hecha con mi
esposa al Sagrado Corazón de Jesús, ponien
do por intercesora a la Virgen Auxilio de
los Cristianos, envío la limosna de 25 pese
tas como donativo a la Obra Salesiana.—Jo
sé Mema M irábet Peydró.
P U N T A A L C IR IS (Ceuta).— Sufría desde
hacía cinco días intensísimos dolores en tma
pierna, sin que los médicos acertaran a mi
tigarlos. M e «icom en d é a M aría Auxiliadora
y me apliqué sobre el mal una reliquia de
San Juan Bosco. N o tardé en quedar dormi
do, y al desí»rtarm e me hallaba, sano. Agra
decido, publico la gracia y envío una lismosna.— P. F. M.
SAN TAN D E R .—El día de M aría Auxiliadora del corriente año se encontraba grave
mente «ife r m o un amigo m ío que, i>or cir
cunstancias especiales, corría peligro de mo
rir sin Sacramentos. L e encomendé a la V ir
gen de don Bosco y e l día 24 de junio mo
ría m i amigo confesado y comulgado. Cum
plo m i promesa de publicar la gracia y de
enviar 25 pesetas de limosna.— Angel Arce,
A. A. Salesiano.
VK30.— ^Hago pública mi gratitud a M a
ría Auxiliadora y a San Juan Bosco por ha
berme obtenido la salud y haber protegido
a mi hermano en la guerra. Entrego la li
mosna prometida.—S. G.
V IG O .—Repentinamente comencé a per
der la vista de tal manera que el día 10 de
mayo distinguía apenas la acera en la ca
lle. E l oculista afirm ó ser necesaria una ope
ración. Comencé ima novena a M aría Auxi
liadora y en seguida se inició la mejoría.
E l día de su fiesta pude asistir a la proce
sión completamente curada. Según lo pro
metí, envío una limosna y publico la gra
cia.— Irene R. del Busto.
V IG O .— Gracias sean dadas a M aría Au
xiliadora, que protegió a m i madre en una
dolorosa operación qiie ésta tuvo que sufrir
en los ojos, y a San Juan Bosco. que me
libró de unos fuertes dolores reumáticos,
los cuales m e impedían acudir a mis ocupa
ciones. Agradecida, hago celebrar dos mi
sas.— CoTicepción ATuiré.
Dan también gracias a M aría Auxilíadcua
y envían lina limosna: Una devota (Ronda\
Francisco de Asís (Vigo).
R E V I S T A DE
LAS OBRAS DE
DON BOSCO
Redacción
y
B O L E T I N
SAIESIANO
Adminisíración;
Alcalá,
164.
Apartado
A Ñ O LVIII
N O l i R E . 1 945
N U M E R O II
9134. • MADRID
S U M A R IO
El cristiano y sus difuntos.—Efemérides seculares: don Bosco en 1846...—De
nuestras Casas de Italia.— De nuestras Casas de España.— L a Siei*va de Dios
doña E)oi*otea de Chopitea.— Aspecto Apostólico de la Formación Profesio
nal.—In memoriam.
El cristiano y sus difuntos
cuatro clases o categorías podría
mos dividir a las personas según
la manera de comportase ante la muer
te de un semejante: las que se alegran
por miras egoístas y fines rastreros;
las que permanecen indiferentes; las
que se desesperan y se muestran in
consolables, y, por fin, las que, sin
tiendo sinceramente el trance, se re
signan a la voluntad del Señor y ado
ran humilde y amorosamente sus
inescrutables designios.
Sólo la conducta de estas últimas
puede llamarse cristiana. La de las
primeras es, ciertamente, criminal.
Las frías e indiferentes suelen ser, de
ordinario, hombres sin corazón y ma
terializados en sus negocios o en sus
placeres. Desesperarle y no hallar
consuelo suele ser signo de falta
de fe.
E
n
En la Misa de Difuntos lóense estas
palabras de San Pablo dirigidas a los
cristianos de Tesalónica: «N o lloréis
como aquellos que no tienen esperan
za» (I Ts. IV-12), y en el Oficio re
cordamos la resurrección de Lázaro,
el amigo de Jesús. Este milagro lo
obró Jesús a ruegos de Marta y M a
ría, hermanas del difunto. Sin embar
go, su intención en aquellos momen
tos era muy otra que la de únicamente
consolar a las atribuladas mujeres de
Betania. Pensaba entonces el divine
Redentor en todos los hermanos y her
manas, padres y madres, hijos e hijas,
parientes y amigos que en el correr de
los siglos hablan de acudir a El a de
cirle como Marta y María: Señor,
aquél a quien tú amabas lleva ya cua
tro días en la fosa.
El alma verdaderamente cristiana
oye resonar en el fondo del corazón
esta consoladora respuesta de Jesús;
Yo lloré «nv.rp Lázaro y le resucité.
Tuve también compasión de la viuda
de Naím y le devolví a su hijo... S
no resucito a la persona querida por
la cual lloras, sábete que he hecho 1(
m ejor para ti y lo mejor para ella.
Pero la resucitaré un día y estaréi;
juntos en mi reino, si también tú mue
res en mi gracia, en mi amor.
¿Está prohibido llorar por los difun
tos, sentir el vacío que deja la muer
te? Nó. La Virgen Santísima ilorí
amargamente la muerte de su Hijo,
y una espada de dolor traspasó su co
razón. Pero la pena debe soportarsí
cristianamente, caritativamente. E 1
— 191
dolor no debe ser tal que haga caer
en el abatimiento y, mucho menos, en
la desconfieinza hacia la Divina P rovi
dencia.
Por otra parte, llorar no siempre es
signo infalible de dolor generoso.
¡Cuántas veces se vierten lágrimas no
por el que se fué, sino por sí mismos
y por las consecuencias que la muerte
del amigo o pariente les ocasiona! Los
paganos (y los cristianos que viven pa
ganamente) lloran y olvidan. El buen
cristiano se serena y recuerda. Recuer
da a sus muertos para honrar su me
moria con una conducta digna de ellos.
Recuerda a sus muertos para aplicar
por su alma abundantes sufragios.
Leamos atentamente las hermosísi
mas oraciones que la Iglesia eleva a
la muerte de sus hijos. ¡Oh, y de
cuánto honor rodea a esos cuerpos que
quizá están ya corrompidos! En sus
cantos la Iglesia nos enseña y nos
anuncia sus esperanzas: el cuerpo que
inciensa deberá resucitar un día en
la gloria si, en la adhesión a la volun
tad de Dios, ha sido el compañero del
alma que lo ha dejado.
¡Qué lección para los que quedan
si quieren encontrar de nuevo un día
a aquellos que les preceden en la tum
ba, pero especialmente les preceden en
la Patria! A l igual que los que nos han
.precedido, también nosotros morire
mos. ¿Qué les queda a los muertos?
¿Qué me quedará a mí de cuanto haya
hecho por las criaturas?
Si los muertos pudieran hablarnos
nos dirían: No os dejéis dominar por
las cosas de la tierra; pensad en la
eternidad: todo lo demás se desvane
ce como un sueño a las puertas de esa
eternidad única que subsiste con Dios.
Con El o ¡lejos de El!, lo que es la
desventura más grande.
« • •
Piensa, sí, piensa cuanto quieras en
tus queridos difuntos, pero cuando los
recuerdes dirígete a ellos con estas
palabras: ¡Oh, seres muy amados que
estáis ya al lado o muy cerca de Dios,
llevadme a El; ayudadme a mejor
comprender las verdades eternas y a
corresponder mejor al inmenso y mi
sericordioso amor de Dios para con
migo.
* * •
...y en él O ficio recordamos la resurrección
de Lázaro, el amigo de Jesús.
193 —
¿Queremos de verdad a nuestros
muertos? ¿Sí? ¿Qué hacemos por ellos?
Es fácil que se hallen detenidos en el
Purgatorio hasta satisfacer por com
pleto a la justicia de Dios. Ellos no
pueden valerse por sí. Mas nosotros
podemos ayudarles. Podemos y debe
mos. ¿Con flores?, ¿con coronas?... Sus
pétalos y sus cintajos no traspasarán
la losa del sepulcro. En cambio, nues
tros sacrificios, nuestras oraciones y,
sobre todo, la Santa Misa celebrada
en sufragio de las almas de nuestros
queridos difuntos penetrarán las nu
bes, llegarán hasta Dios para caer de
nuevo sobre las benditas almas del
Purgatorio cual lluvia bienhechora
que mitigará el ardor de aquellas lla
mas y apresurará la hora de su entra
da triunfal en los cielos.
P a m p l o n a .— Hermoso
gru
po de Zft niños que, des
de nuestra Casa de Pam
plona, y convenientemen
te preparados, han ido a
l a s Casas de Form ación
de la Inspectoría Salesiana Tarraconense para co
menzar
sus
estudios
de
Latín. Pidamos a l Señor
su
perseveraTicia
en
la
vocación.
EFEMERI DES
D o n
No
B o s c o
iba a eternizarse la permanencia del
Oratorio en los Molinos. Se hallaba
p e n d is te de respuesta un memorial de que
jas presentado por los molineros a l Munici
pio de Turín, cuando im secretario de los
Molinos hizo rebc»ar la copa con una larga
carta dirigida al Alcalde. l Y qué carta! En
ella se enumeraban acimentadas, y no preci
samente corregidas, todas las acusaciones
lanzadas contra don Bosco y sus muchachos,
Y se llegaba a afirm ar sin ambages que ta
les reuniones constituían un <isemillero de
Inmoralidad)).
Xa s autoridades, aunque no creían
la
exactitud de tales acusaciones, con fecha del
18 de noviembre, dieron orden a l teólogo
Borel de abandonar la capilla de los M oli
nos antes del día 1 de enero de 1846.
Don Bosco ammció a sus jóvenes la deli
beración del Municipio. L a noticia cayó en
tre ellos como una bomba. Alguno de los
mayores se dolió con don Bosco por consi
derar la orden como un ultraje inferido al
S a n to; pero éste se apresuró a responder;
—N o im porta: la Providencia se encargará
de d e f^ d e r a su debido tiempo a los ino
centes.
Y asi fué, pues no todos los adversarios
pudieron disfrutar de su victoria. E l Secre
tarlo, autor de la infam ante carta, no bien
la hubo escrito cuando se sintió atacado por
un v i o l e t o temblor en la mano deretíia y
tuvo que renunciar a l caigo. Tres años des
pués bajaba a la tumba, dejando tm hijo,
a quien don Bosco recogió abandtmado en
SECULARES
en
1 8 4 5
la calle y dió asilo seguro en su casa. Cháritas benigna est] La caridad es benigna y
acoge a todos igualmente. ( I Cor. X IU . L.)
¿Encontrarla don Bosco im sitio para re
u n irá sus jóvenes? Difícilmente, L a gente
estaba asustada, pues conocían todos el ca
so del cementerio y el más reciente del Se
cretario en los Molinos. Incluso perscmas
buenas y ricas tenían miedo de dar entrada
a don Bosco y ai Oratorio en alguna de sus
propiedades.
« A l mismo tiempo—dejó escrito don Bos
co—entendían todos que oponerse a lo que
nosotros hacíamos era op<merse a la volun
tad del Señor. N o quiere esto decir que man
dase tan terribles castigos precisamente pe
ra vengamos, sino que permitía tales des
gracias para indicar que no quería que na
die hostilizase a nuestro Oratorio.»
Don Bosco y el Teólogo Borel se encomen
daron a Dios y decidieron seguir adelante
en su empresa, costase lo que costase. Por la
mañana los muchachos acudían a la plaza
de los Molinos, donde ya les esperaba don
Bosco. Cada uno venía avituallado para to
do el día. Hecha la señal de partir, e l Santo,
en ayimas y enfermizo, se ponía a la cabeza
de la a l ^ e caravana y
conducía hacia
las afueras de Turín, bien a Sassl, bien a
Nuestra Sefim a del Campo o a l M onte de lot
C^uchinos, etc. Llegados a l a ‘ meta, don
Bosco se ponía eX punto a confesar. Con fre
cuencia ^ o x it r a b a algún buen sacerdote que
se prestaba con gusto a jrudarle.
Luego celebraba la Santa Misa y explica
ba brevemente el Evangelio. Por la tarde.
— 1B3
reunidos de nuevo en la iglesia o en algún
patío contiguo, después de un poco de ca^
cequesis y la siempre muy amena platiquiUa de don Bosco, éste llevaba a los jó v «ie s
a dar una vuelta por las alegres colinas
que rodean la ciudad, les obsequiaba con pan
V fruta y, cuando el sol comenzaba a ocul
tarse tras de los Alpes, emprendían todos
el camino de regreso a Turín.
Don Bosco, antes de llegar a l Refugio, so
lía entrar en alguna iglesia acompañado por
varios jóvenes para recibir la Bendición del
Santísimo Sacramento.
¡Y
Dios e s tr ía
con é l !
(De las «M em orias Biográfi
cas»,
tom o
n, cap.
xxxvi.)
De nuestras Casas de Italia
N o resistimos a l deseo de comunicar a
nuestros Cooperadores algunas de las noti
cias que nos van llegando de Ita lia y de
los Superiores. El Revdmo. Sr. D. Pedro Berruti, Prefecto (^ n e r a l de la Congregación
Salesiana, en una extensa carta circular a
los Salesianos, después de haber puesto de
manifiesto la caridad héroica hacia los ni
ños pobres y huérfanos de que hacen de
rroche muchos hijos de don Bosco en regio
nes devastadas por la guerra, d ic e :
«P ero la obra que tal vez cosecha los re
sultados más sorprendentes y patentiza de
forma más impresionante el admirable arro
jo de nuestros hermanos en socorro de la ju
ventud abandonada, es la de los asi llamaios «chicos de la calle». Iniciada por deseo
jxpreso y con la bendición del Padre Santo,
la alcanzado desde e l primer momento pro
porciones insospechadas. 'Muchos oratorios
-lan dado comienzo a im a sección para esxtó muchachos sin menoscabo, antes con
evidente provecho de los oratorianos, los
mejores de los cuales colaboran, con las dejidas cautelas, en esta crt>ra de regeneración.
\sí Se ha hecho en Roma, Nápoles, Mesina,
Palermo, Bari y en otras muchas ciudades.
En el Hospicio del Sagrado CJorazón de
Jesús (Roma), además del floreciente Orax>rio festivo y cotidiano, al que asisten más
le 400 muchachos, se dió principio a \m
auevo tipo de oratorio diario para los lim
piabotas, vendedores de cigarros, maleteros
/ demás muchachos que se ganan el pan
ífreciendo sus humildes servicios a m ilitá
i s y paisanos. Son jovencitos que acuden
i la ciudad desde los suburbios y pasan la
mañana ocupados en su humilde trabajo
> pequeño comercio. Hacia el mediodía co
mienzan a entrar en el patio del Sagrado Co
razón. q u e ‘ no tarda en convertirse en un
lormiguero de muchachos macilentos, su
des y andrajosos. Su número ha ido oons:antemente en aumento hasta alcanzar en
«to s días (m ayo) la c<msoladora c i f r a
le 602. Juegan, van a la iglesia para la cam
—
tequesis que se les da a diario durante tres
cuartos de hora, pasan a una gran sala don
de se les suministra cada día una ración de
«menestra», 'pan y com panático; después
vuelven al patio a jugar hasta que se hace
hora de regresar a sus casas.
Para seiscientos muchachos de esta cate
goría se h a movilizado un grupo de veinti
trés clérigos de este Estudiantado-Teológico,
quienes, con admirable 'espíritu de generosi
dad, se ocupan por tum o en la asistencia
en el patio, en la catcquesis, en el reparto
de la comida, en lavar platos y cubiertos, en
la limpieza, cura y desinfección de los mu
chachos, muchos de los cuales van cargados
de insectos o padecen enfermedades de la
piel.
E l Padre Santo sigue el desarrollo de es
ta obra, que le proporciona no poca alegría;
las autoridades eclesiásticas y civiles la ad
miran, aplauden y alien tan ; la población
entera se halla atónita ante los admirables
efectos obtenidos por nuestros Hermanos,
que en pocos meses han transformado a
los golfillos en chicos buenos, religiosos, edu
cados a pesar de sus vestidos andrajosos y
de sus pies descalzos; ya no tienen la mirada
torva, sino vn rostro sereno y a le g re ; a la
mueca burlona h a sucedido una sonrisa afec
tuosa, y en vez de blasfemias se oye decir
por las calles el «Alabado sea Jesucristo».
«Los chicos de la calle» fueron definidos
«e l producto más triste de esta tristísima
guerra.» Pero a l calor del Oratorio esas flo
res marchitas reviven, y centenares de ros
tros demacrados y envejecidos prematura
mente adquieren de nuevo los ojos inocen
tes dé la niñez.
A los sacrificios persemales nuestros Her
manos tienen que añadir los no pequeños
gastos d e la comida diaria. Pero hasta aho
ra el Señor ha mantenido la promesa d e
dar al que da. y asi pueden proseguir su
sacrificada y dí^>endiosa obra de caridad,
seguros de que la D ivina P ro vid ^ K ia cum
plirá la palabra.
1. C a s a M a d re (.Vaidocco): Destruido por
E l Mandrión se ve frecuentado por 300
las bombas un gran pabellón de 73 x 15 con
«chicos de la calle» de una barriada vecina,
270 camas y moblaje (11), y perjudicado el
la mÁ<; tristemente famosa de toda Roma.
edificio adyacente.—Incendiado y destruido
Lios com iaizos fueron trágicos por demás,
el gran salón de asambleas.—Gravem ente
y pueden compararse con los del Oratorio de
perjudicado el edificio del Oratorio Festivo.
Vánchiglia en los primeros tiempos de don
B is c o : blasfemias, amenazas, pedradas, pis
Escuelas de Catecismo, salas de reuniones
tolas encañonadas contra los Salesianos, y,
y teatro (13).— Gravemente averiado por las
cuando sonaba la campanilla para ir a la . bombas el edificio del taller de encuadema
iglesia, aquello quedaba desierto. Han pasa
ción.— Bombas incendiarias redujeron a pa
do pocos meses y aquellos muchachos y jo
vesas los depósitos de madera de la carpin
venzuelos están desconocidos; la vida del
tería, el techo de la tipografía y el material
Oratorio se desenvuelve regularmente como
de los talleres de electromecánica.—Otros
en todos los restantes, mientras siguen aflu
graves daños fueron ocasionados por numero
yendo más y más golíillos y muchachotes
sísimos cohetes incendiarios caídos sobre di
que poco a poco se han visto vencidos por
versos pabellones de la Casa, e incluso sobre
la benevolencia y por el invencible atracti
vo ejercido por los hijos de don Bosco.
el Santuario de M aría Auxiliadora.
Y como estos dos, otros nueve oratorios
2. C r o c e t t a (Ateneo P o n tific io ): Gravefestivos o diarios reúnen cada día, o por lo
mMite perjudicado y hecho inhabitable.
menos los domingos, centenares y centenai-es
3. O r a t o r io « M o n t e R o s a » ; Iglesia ave
de niños abandonados de Roma, la cuál, en
riada; órgano incendiado; salón de asam
la obra alentada por el Padre Santo de
bleas destruido; Casa averiada«los chicos de la calle» bate e l «récord» con
*
4. M ir a f l o r e s XCoéegio San E duardo) :
sus once oratorios.
Iglesia y Casa gravísima y repetidamente
* • *
fl.irA-n7Ada.s por las bombas.
5. S a n P ablo : Gravemente averiados los
locales de clase y el gran salón de asam
Los daños causados p>or la guerra sólo
bleas.
en nuestras Casas de la ciudad de Turín,
6. S a n J u a n E v a n g e l is t a : Oratorio arra
eon los siguientes:
sado por las bombas y Casa e iglesia perju
ii ) Los núnjCTOS entre paréntesis hacen referencia al
dicadas.
Las Casas de Turín
grabado de la página siguiente.
P a m p l o n a .— Parte de la exposición de premios con que fueron obsequiados los niños del
O ratorio Festivo.
— 195
Pa m p l o n a .— Feria d e l
Festivo.
O r a t o r io
(TraTiscribimos lo$ dos siguientes párrafos
de la Prensa local del 25 de septiembre y
1 de octubre, respectivamente.)
«Los niños del Oratorio Festivo Salesiano
han celebrado su día, el día de su feria.
Era hermosa, valiosa, abundantísima, co
mo se nos había anunciado.
Todo e l día fué un desfile continuo de
personas: unas, para ver la feria, para la
cual habían mandado valiosos artículos o
generosos donativos: otras, alegres como los
mismos niños, pasaban a contemplar lo que
en la feria había para orientar a sus hijos
en la buena elección de objetos... porque
los niños podían elegir.
Se presentaban con los vales correspon
dientes ai número de asistencias al Orato
rio y, con ellos, adquirían cuantos objetos
caían dentro del número de vales que po
seían. i Era el premio a su constancia y es
tímulo a su educación! ¡Cuán alborozados
salían con hermosos cortes de traje, cami
setas, juguetee, libros... y golosinas, que no
faltaron para saturar la tarde de alegría!
Sumamente satisfechos vimos a los Pa
dres Salesianos
^1 éxito colosal de la
feria y muy agradecidos a la eficaz a 3Uida
de los que en esta bendita ciudad de Pam
plona Se dan cuenta de la preciosísima la
bor social de la Congregación Salesiana.»
« Y a dimos el pasado martes una reseña
del día de la gi-an Feria de los simpáticos
oratorianc^.
Los objetos aparecían a la vista de los
niños ordenados por muestras y «^ u p ad os
por miles... Había para todos mucho y bue
no. Con las marcas de asistencia se tiene
derecho a jugar en los patios a toda clase
de juegos y deportes, a entrar en el teatro
o cine todos los domingos y fiestas, y a ad
quirir el día de la feria anual todo cuanto
sus marcas les permitían, que puede ser des
de un magníñco traje hasta un lápiz para
la escuela.
Esos niños que entre catecismo, clases de
cultura, ferias y diversiones aprenden a ser
hombres, estarán por siempre agradecidos
al salesiano que les recibió, les educó y les
puso los medios de divertirse hasta hacer
los hombres, y agradecidos a las personas
pudientes y comprensivas, que con su genero
sidad hicieron posible la gran obra cristia
no-social de la juventud.
Cuanto pongamos en manos de esa pro
videncial Congregación religiosa será tra
ducido no sólo en importantísimos bienes
espirituales, sino en ventajas materiales pa
ra la sociedad: la industria será la primera
beneficiada.
Dadle templos y os dará cristianos.
De nuestras (s
Dadle patios y os dará jóvenes fornidos
en el cuerpo y « i la voluntad; el patio es
la m ejor palestra de educai;ión cuando el
educador, como el salesia.ao, está siempi-e
constantemente entre sus niños, con pater
nal vigilancia, sonriente y amablemente en
tretenido con ellos.
Dadle talleres y os dará obreros, obreros
en el más alto sentido de la palabra, capa
citados técnicamente, honrados, cxútós.
i Ayudadla y que pueda ampliar sus iMiredes y recibir a muchos jó v e n ^ más!>
M A L A G A .—Modo práctico de e je r
cer la ca rid a d .
Publicamos en estas páginas del B o l e t ín
tina fotografía de Málaga. En d ía se ven dos
pequeños grupos de niños que rodean a
un salesiano. De los niños del p r im ^ tér
mino nos ocuparemos, D. m., en el próximo
número de la revista, cuando demos noti
cia de la actividad desarrollada en nuestra
Casa de M álaga a favor de los niños po
bres mediante la Obra del Oratorio.
El salesiano que aparece en la foto nos
da ocasión para exptmer brevemente y co
mo de paso tma verdad que debería consti
tuir m i sentido motivo de noble orgullo y
de consuelo para los católicos todos. E l sa
lesiano en cuestión es extranjero. L a na
cionalidad no importa. Como él. otros mu
chos religiosos y católicos han tenido que
abandonar su patria y venirse a la nuestra,
donde, por encima de todas las diferencias
TuR ÍN : Vista general de la Casa Madre de .la ?.
da de esto etístia. La caridad de los buenos y e
mos en Dios, que hará surgir de los escombros
196
11
Isas de España
raciales, políticas e ideológicas, han sido
recibidos como hermanes, y donde ellos han
trabajado con amor desinteresado y gene
roso, viendo
nuestros compatriotas, espe
cialmente en los más pobres y necesitados,
la imagHi de Jesucristo, e l primogénito de
la gran fam ilia redimida. Este milagro de
caridad y de amor en medio de un mimdo
cuya ley parece ser el odio, sólo lo puede
presentar la Iglesia Católica.
Ocupémonos ahora de los otros tres ni
ños. Las palabras que siguen ccmtribuirán
en parte a confirmar las que preceden.
Son tres niños arrancados de la calle por
la generosidad de dos piadosas familias.
Los dbs de la derecha, R afael y Ramón Gón.
gora, de nacionalidad holandesa, se encuen
tran en el mayor abandono. L a guerra los
ha arrojado, juntamente con sus padres, de
su país natal. L a madre muere tuberculosa
degjués de m il penas, trabajos y suírimienr
tos. El padre gana e l sustento tocando por
las tabernas, m i^ tr a s los niños cantan canci<mes de su tierra y r e c c «a i imas moneditas que les entregan las almas buenas. El
ambiente, sin embargo, no es el más propi
cio para sus almitas candorosas. 'U na señora.
' holandesa también, la viuda de Laan, da
c<m dios, lc « lleva a su casa, los cuida, los
mima y les hace de madre. Poco después
los lleva al Colegio Salesiano. Ella se enc a t ^ de todo. Los niños reciben la enseñan
za y la educación salesiana, mientras la se
ñora recibe más niños y espera en estos
días, precisamente, una expedición áe Ho-
landa. ¡Caridad cristiana, que hermosa eres,
qué divina eres!
El otro niño, el de la izquierda do la foto
grafía, se llama Miguel T oitcs y es español.
Tiene diez años, pero conoce ya por expe
riencia prtpia muchas, demasiadas penas de
la vida. Circunstancias especiales, que Dios
permitió sin duda para su bien, le ponen
en la necesidad de dedicarse a la venta de
lotería. Un día presenta sus millones en es
peranza a irnos señores que desayiman en
un céntrico restaurante de Málaga. El aire
vivo y despierto del muchacho llaman la
atención de aquellos señores y se inicia el
d iálogo:
— ¿Cómo te llamas?
— Miguel Torres, para servir a Dios y a
usted.
— ¿Sabes leer y escribir?
—No, señor. Nunca he estado en la es
cuela.
— ¿ Y te gustaría ir a ella?
— A mí, ¡m ucho! Pero tengo que gfuiar
para m i y para m i abuela.
Algunas preguntas más y un tiempo des
pués M iguel entraba en el Colegio Salesia
no. Sus bienhechores, D. Andrés Sánchez
de la Rosa y dema P ila r Sáenz, perdieron un
h ijo de esa edad y en este rapazuelo han
depositado, todo el amor que e l difunto dejó
en vacío.
¡Cuántos ejemplos como los referidos po
dríamos traer si ello estuviera en el estilo
ordinario de nuestra revista! Pero no im
porta que los nombres no se conozcan. Los
conoce Dios y basta.
Nosotros sabemos que los hay y nos ale
gramos de que en este mundo, gracias a la
Iglesia Católica, florezcan aún rosas de amor
y de caridad entre loe cardos y las espinas
del odio y del egoísmo.
C A R a B A N C H E L a l t o ( M a d r id ) .—
C u rsillo N o cio nal de A po stolado
O b re ro .
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lí Ce»; «V.í--- :> 14 ‘. .¡a et' íMccb tFAco-t leóeael Otetene n
toción Salesiana en Vaidocco. Hace un siglo na
de M aría Auxiliadora lo hicieron todo. Espereobras com o un día las hizo surgir de la nada.
Tuvo lugar durante la primera quincena
del pasado septiembre en nuestra Casa de
Carabanchel Alto. Organizado por el Ins
tituto Central de Cultura Religiosa Supe
rior, fué dirigido por D. Aresio González de
V ^ a . actuando de Director Espiritual y de
Secretario, respectivamente, el Rvdo. D. Am
brosio Día^. S. S., y D. Tomás Cerro, Tom a
r e » parte en el cursillo 43 obreros proceden
tes de varias provincias. L a sesión de clau
sura fué presidida por los directores acadé
mico y e ^ iritu a l del cursillo y por el teñor M artínez Pereíro. en representación de
la Junta Nacional de A. C. E. ¡ el Sr. Lizcaro.
PCh: el Consejo de Jóvenes, y el CkmsUiario
del mismo Cemsejo, Rvdo. D. Evaristo Felíu.
— 197
JLFk
S X E R V A
D E
D I O S
Doña Dorotea de Chopitea
C O O r »K R ÍlD O K A
íContiniuición.)
XI I
principios de febrero de 1886 tuvo do
ña Dorotea el consuelo de ver termina
dos y funcionando los cuatro nuevos talle
res comenzados el año anterior en Sarriá.
Asimismo, pudo ver en marcha una de las
obras más acertadas y beneficiosas de don
Bosco, cual es la «O bra de M aría Auxilia
dora», que tiene por fin e l fomentar y sos
tener la vocación sacerdotal de 1<^ jóvenes
que se distinguen por su piedad y amor al
estudio, pero que, por su edad ya algo ade
lantada y por su 'escasez de medios materia
les, se ven impedidos de seguir la llamada
divina. L a Sierva de Di<» formó una comi
sión de señoras que trabajaron con grande
A
MÁLAGA.— G r u p o
IM —
fotográfico a q « e s g alude
en la reseña.
(I)
celo y generosidad en esta obra, arrastradas
por el ejem plo de quien las presidia.
Pero la mayor dicha y alegría que doña
Dorotea probó en este año y. seguramente,
la mayor también de toda su vida, fué la
visita y trato que tuvo con don Bosco, el
anciano taumatm-go de Turín, que llegó f
Barcelona el día 7 de abril de 1886.
L a Sierva de Dios conocía al Santo por
fotografías y por referencias orales y es
critas de sus hijos y de sus numerosos ad
miradores y devotos, entre los cuales se con
taba el entonces Obispo d e Milo, luego Car
denal de Sevilla, Mons. Spínola, que había
escrito tm bellísimo opúsculo titulado «Don
Bosco y su Obra», impreso por la tip<«rafía
Católica de Barcelona el año 1884. Pero nos
otros queremos creer que el Señor había con
cedido a su Sierva otro modo de conoci
miento del Fundador de la Congregación
Salesiana, modo que quizá podi-ia llamarse
sobrenatural. Conocido es de todos que don
Bosco estuvo en Barcelona dos veces: una
natural y ordinaria en abril-mayo de 1886;
otra, m aravill<»a y extraordinaria, la no
che del 5 a i 6 de febrero del m ismo año. En
esta visita, sin moverse d e Turín, había ha
blado con el Director de la Casa Salesiana
de Sarriá, don Juan Branda, dándole órde
nes de expulsar de la Casa a unos alumnos
cuya mala conducta era un peligro para
los demás niños.
Cuando ai día siguiente don Juan Bran
da fué a celebrar la Santa Misa en casa de
doña Dorotea, que celebraba su fiesta ono
mástica, díjole la Sierva de Dios apenas le
vió aparecer en el umbral de la pu erta;
—¿Sabe?... Esta noche he soñado con don
Bosco.
El tiempo y los acontecimientos demostra
ron que don Branda, por lo menos, no ha
bía soñado. Y quizá tampoco doña Dorotea.
Con este suceso se le acrecentó a la buena
señora el deseo de que llegara cuanto an
tes el Santo a nuestra patria, de oír sus pa
labras. de gozar su presencia; deseo que era
tanto más vehemente cuanto su e ^ ír itu es
taba más identificado con el de don Bosco.
Cuando don Juan Branda supo e l día fijo
de la llegada del Santo, mandó recado a
doña Dorotea para participarle que carecía
de muebles con que preparar una sala para
(i) Dés« « nuestras palabras únicamente el valor de
un testimonio humano que en nada intenta prevenir el
Juicio de la Iglesia.
l£LS muchas personalidades que, s^uram ente, acudirían a visitpar al Santo. —N o se apu
re usted—contestó ella,—yo subiré y lo arre
glaremos todo.
Y a l punto envió pintores que adecenta
sen el recibidor, y mandó muebles ricos de
su casa para adornarlo. Luego, ella misma en
persona, ayudada por sus hijas, quiso arre
glar y acomodar la habitación que habría
de ocupar'don Bosco.
Cuando éste llegó a Barcelona doña D o
rotea se hallaba ^ t r e la multitud inmensa
que llenaba la estación y las calles próximas.
Cincuenta carrozas pertenecientes a otras
tantas familias de la aristocracia barcelo
nesa se disputaban el honor de llevar al
anciano sacerdote turinés. El Santo eligió
el carruaje de la «m am á de los Salesianos
de España».
— ¡Oh, doña D orotea!— dijóle don Bosco
al verla.— ¡ Todos los días le pedia a l Señor
que me concediese la gracia de conocerla
antes de m orir!
L a carroza condujo al Santo al palacio
de la Sierva de Dios. L a buena ancianita
no sabia lo que le pasaba con la presencia
de tal huésped en su casa, y la que descolla
ba entre todas las personas caritativas de
Barcelona y más que ninguna otra podía
creerse con algún derecho ante el Funda
dor de loe Salesianos, delante de don Bos
co parecía una niña que ni a hablar acerta
ba, y esto no por poquedad y encc^:lmlento, sino porque en su humildad se t ^ i a
en nada en la presencia del Santo.
Todo su afán era contemplarle, oírle, ob
sequiarle. Durante los dias que don Bosco
permaneció en Barcelona, doña Dorotea pro
veyó a todo. Ella cuiáaba y preparaba el
alimento que se había de servir a don Bos
co, y a fin de no fatigar al santo anciano,
se abstenía de hablarle con la frecuencia
que hubira querido, contaitándose con re
cibir su bendición, que don Bosco daba a
la muchediunbre arrodillada en el patio, asis
tir a su misa y ser testigo de no pocos he
chos milagrosos que sucedieron en aquel
tiempo.
iCoiitbiuará.)
Don Bosco bendice a una niña enferma y la cura. Detrás del Santo aparecen los Sier
vos de Dios don M iguel Rúa y doña Dorotea de Chopitea, y el sacerdote salesiano don
Juan Branda. (Cuadro del pintor Ranvto BorreU en la capilla de San Juan Bosco en
Barcelona.)
— 19*
ASPECTO APOSTOLICO
de la f o r ma c i ó n p r o f e s i o n a l
Conferencia pronunciada por el Rvdo. D. Rómulo Piño!, S. S. en la Asamblea
Nacional de Asesores Religiosos Sindicales.
(Condusión.'
L a Escuela de Ponimción Profesional ha
de ser, por consiguiente, en prim er lugai-,
la C ASA D EL A P R E N D IZ , donde él haUe
am or sincero y desinteresado, que es de lo
que principalmente carece.
En práctica, y permitidme que lo diga con
palabras de mi Santo Fundador:
Nuestro sistema, el sistema con que de
beremos acercamos y educar a los jóvenes
religiosa y profesionalmente, está basado en
las palabras de San Pablo: ^Chantas patiens est... Om nia suffert, o m n i a spercot,
om nia sustinet.» ( I Cor. x n i, 4-7.) « L a Ca
ridad es benigna y paciente-, todo lo sufre,
todo lo espera y lo soporta todo...y> Y sigue
don Bosco: E l D irector debe vivir •consa
grado a los alumnos, no aceptar ocupacio
nes que le alejen de su cargo; aun más,
estar siempre que pueda con ellos, a no ser
que estén p o r otros debidamente atendi
dos... Los maestros, los jefes de taller... han
de ser de acrisolada moraXidad... Los alum
nos no han de estar nunca solos... Procure
cada uno que le amen si desea que le te
man.
Una vez que el muchacho entra en este
ambiente de caridad cristiana, en que el D i
rector es padre, y los maestros hermanos
mayores que enseñan, que corrigen amorosa
mente y a todos preceden con él ejemplo
<y en esto consiste la verdadera camarade
ría y la verdadera hermandad), el sacerdo
te Uene abierto el camino de las almas:
y como él logre que esos muchachos vivan
horas llenas en gracia de Dios y prueben
qué significa tranquilidad de conciencia, ele
vación sobre las bajezas a que im tiempo
estuvieron entr^ados, la primei-a parte de
la batalla está ganada. Luego vendrá (si
así podemos llam arla) la normallzaci&i de
los espíritus, rodeándolos de medios y faci
lidades para que sigan avanzando en aque
lla vida en que no habían soñado ni ha
bían podido soñar.
Naturalmente que esto supone una serie
d e condiciones básicas de or^;anizacíón tal
vez, no lo niego, difíciles de lograr. L a D i
rección y el personal docente deben vivir
íntimamente penetrados y animados d e l
mismo c ^ o apostólico. El sacerdote no ha
de ser im inspector religioso que gira de
aoo —
cuando en cuando una visita protocolaria.
El sacerdote, para quien recabaría el car
go de Director de la Escuela Profesional, ha
de ser t í alma de ella y no una mampara
para ocultar posibles pequeñas o grandes
delincuencias'dtí personal empleado, o bál
samo suavizador de los arañazos que per
sonas sin la suficiente finura de conciencia
o de modales habrán de dajr a los pobres
muchachos. De ser así, que no será, serían
preferibles escutías aconfesionaies en abso
luto.
L a Escuela de Formación Profesional, si
ha de ser hogar o suplemento del h{^ar.
ha de t ^ e r cariño y amor de hermanos y
no h a de estar privada de aquéllas diver
siones y medios de expansión juvenil que
le hagan olvidan* al muchacho rincones in
fectos donde, infaliblemente, se habría de
destruir la labor de la Escuela.
Con miras a esta formación d tí hombre
completo, cual es e l hombre verdaderamen
te cristiano, la organización de la Escuela
Profesional deberá atender a la cultura, que
podríamos llam ar complementaria p a r a el
productor, a base de todos esos conocimien
tos que le den d e i d a d humana en la vida,
le perm itan «iju ic ia r p o r c u e ita propia
los acontecimientos y le sirvan de solaz,
y aun de defensa, en los. momentos de aflic
ción o descanso, como son, re^>ectivamente, los conocimientos gramaticales, geográ
ficos, jurídicos, históriccs y artísticos, siem
pre que se evite é l peligro de una erudi
ción tanto más pedante cxianto más super
ficial.
Y o pido a Dios que no tarde mucho en
llegar ei día en que el Pontífice de Roma
pueda decirles a nuestros mucha<Aos d e
España educados en las Escutías de For
mación Profesional creadas por nuestro Catidillo, lo que P ío X I les decía a im grupo de
alumnos salesianos:
«D ad gradas a Dios }>or que no recibís una
educación cristiana ordinaria, sino una edu
cación como saben darla los hijos de ckm
Bosco; no una educación cualquiera, sino
profunda, cuidadosa: ta l que pueda llenar
cumplidamente todas las necesidades d e 1
alma y de la vida.»
C arabanchel
A lto
(.Madrid).-—Profesores y
alumnos del Cursülo
lado O brero.
Nacional de Aposto
' I
Así cumpliremos el programa trazado
en 1937 por el entonces Cardenal Pacelli,
hoy glorioso Pontífice reinante, Pío X I I :
«P a ra reconducir a Cristo las diversas ca
tegorías de hmnbres que le han negado, es
menester ante todo reclutar y form ar en
su seno mismo auxiliares de la Iglesia que
comprendan su mentalidad y sus a ^ ir a c io
nes, que sepan hablar a su corazón con un
espíritu de fraternal y caritativa compren
sión. Asi, los primeros apóstoles de los obre
ros serán los obreros.» (Restauración sociaL)
N'a, por de pronto, antes que lleguen esas
juventxides a la madiuez, serán ellos mis
mos apóstoles de sus mismos padres, como
lo estamos v ia id o a diario, porque e l fru
to más sazonado y a la vez más sabroso de
la educación reli^osa lo constituye e l es
píritu de santo y desinteresado proselitismo.
que se llama c ^ o por la salvación de las
almas, y que no es difícil de prender en el
co ra z¿ i dé los jóvenes cxxando éstos s o n
educados íntegra y totalmente s e g ú n los
principios de la Pedagogía católica.
« Y mañana serán hombres», podemos de
cir nosotros con m a y o r razón que nadie.
Hombres, verdaderos hombres; esto es, PO RTA D O R E S DE V ALO R E S E TE R N O S ; pero
portadores conscientes, gozosos, optimistas,
imperiales, porque es im perio cuando Cos
hombrea están alegres y llenos de grandeza,
ia grandeza del cristiano, la grandeza del
trabajo cristiano, que nos hace semejantes
a Aquel que trabajó humilde y desconocido
en un taller de carpintero, p e r o que ha
sido y es e l único Redentor de la huma
nidad, Jesucristo Nuestro Rey. a quien sea
r»l honor y la gloria.
H e dicho.
Si b i e n rectificando algunos errores de
transmisión, damos a conocer a nuestros
lectores la alegre noticia comunicada por
la Agencia Logos desde Roma, esto es, que
ha sido ya incoada la (Üausa de Beatifica
ción del Siervo de Dios Ceferino Namuncurá, h ijo del gran Cacique araucano, don
Manuel Namuncurá, llamado «e l último rey
de la Pampa». Ceferino, educado p o r los
Salesianos en Buenos Aires y en Viedma, fué
llevado a Ita lia por Mous. Cagliero. y allí
murió, a los dieciocho años de edad, mien
tras Se hallaba cursando los estudios sacer
dotales. Su encanUdora biografía será pu
blicada en breve por LE C TU R A S C A T O L I
C A S DE SA N JUAN BOSCO.
—
201
IN M6MORIAM
D. Juan M arín de! C am p o y Penalver
El mes pasado dedicábamos el editorial del
B oletín al libro EL S A N T IS IM O R O SARIO .
En este mes pasamos por el dolor de tener
le que dedicar unas líneas necrológicas a
su autor, el insigne cooperador salesiano
D. Juan M arín del Campo y Peñalver, que
falleció en M adrid el día 5 de octubre p. p.
Don Juan M arín era una de las primeras
figuras entre los Cooperadores Salesianos
de España, y lo era no sólo por su antigüe
dad (desde hacía casi sesenta añcs), sino,
y principalmente, por su actividad. P e r o ,
además, D. Juan h a sido, de un modo es
pecial, cooperador del B oletín S alesiano y
de las publicaciones que éste alienta, en las
cuales ha colaborado con su pluma, con
su experiencia en e l t e r r e n o de la prop a g a n d a católica y con su valiosa bi
blioteca puesta siempre a nuestra disposición.
P o r lo mismo queremos, porque es nues
tra obligación, ampliar en su honor y a su
memoria los límites ordinarios de estas no
tas necrológicas.
«D on Juan Marín del Campo había nacido
en Mora de Toledo, guardando por su tierra
natal el más profundo y entrañable afecto.
Una gran parte de su vida la dedicó al
estudio de humanidades. Su formación ca
tólica arraigadísima le integraron en la pri
mera fila de los comentaristas religiosos, lle
gando sus colaboraciones a alcanzar a casi
toda la Prensa de Madrid y provincias, siem
pre bajo la dirección del prestigioso publi
cista Sánchez Asensio, quien le introduio en
las letras prensísticas, en las que en seguida
hubiera de culminar.
En «E l Siglo Futuro», de Madrid. íué M a
rín del Campo una de las principales figuras,
integrando t í prestigioso triunvirato c o n
«F abio» y «Mirabais. En todo su valor se
202
—
celebraban los sabrosos comentarios al día
religioso bajo e l título «H ojas de calenda
rio», que después contmuaron en «E l Alcá
za r» bajo el mismo título, hasta hace un
año, en que se trocó por el dé «L a Iglesia
y los días», en cuya sección fué el gran pe
riodista fiel continuador de la obra emnrendida.
Sus conocimientos perfectos de teología v
filosofía cristiana y el ya popularizado seu
dónimo de «Chafarote», encubriendo su au
téntica personalidad, hizo que muchos lec
tores intei-pretasen a través de sus escritos
que se trataba de un autor no seglar.
Hombre de vida .austerísima, cristiano pa
dre de familia, de ortodoxa y depurada ideo
logía, constituyeron sus virtudes sobrada
ejecutoria para que durante el dominio rojo
fuese sañudamente perseguido, pasando, in
clusive, p>or el dolor espiritual de la péidida de su valiosa biblioteca religiosa, con
siderada como im a de las mejores entre las
de su índole.»
Estas líneas las hemos tomado del diario
«E l Alcázar». Sobre cuantas alabanzas se le
dediquen a i inolvidable y queridísimo «C ha
farote», xma ha de campear sobre todas:
D. Juan M arín del Campo era un católico
a carta cabal. Su catolicidad no ha conocido
jamás medias tintas ni términos m edios:
católico en sus pensamientos, católico en sus
escritcw, católico en su actuación privada,
católico en su familia, católico en sociedad,
católico en vida y católico en muerte. Po
dríamos llenar un grueso volumen de he
chos y anécdotas que confirman nuestras
palabras. Basten algunos.
Una sola vez legraron llevarle al cine. N o
volvió jamas. ¿Razón? Una escena fugaz y
rápida de danza poco decorosa. Sus escritos,
su conversación y hasta su sonrisa refleja
ban un alm a que alguien, en estos díws, ha
llamado infantil. Nosotros preferimos lla
marla angelical.
Sospechó en cierta ocasión que intentaban
apartarle de la redacción del periódico. —Si
tal hacen porque sigo escribiendo como ca
tólico, será para m í la mayor gloria—afirm ó
entusiasmado.
Entre los autores de su biblioteca, muchí
simos y tod<» ellos de primer orden, no se
encuentra ni uno solo del campo opuesto o
de la vereda del medio. N o ha mucho le
preguntamos por las obras de Víctor Hugo.
—Ese autor—nos respondió con noble ufa
nía—no puede entrar en m i ca sa : ¡ no escri
bió bien de la Iglesia!
¿Intrasigenfce? Con e l mal, en grado su
mo. Sin embargo, no le hemos oído nunca
una palabra de crítica contra nadie. Habla
ba bien de todos los buenos; ensalzaba has
ta las nubes a los escritores del campo cató
lic o ; admiraba y p ro p ^ a b a toda suerte de
publicaciones destinadas a hacer el bien...
Pero jamás se perm itió zaherir a nadie ni
menoscabar la fam a de los otros. Cuando
n o podía hablar bien, callaba.' «N o juzguéis
y no seréis juzgados», era lá frase con que
cortaba en seco todo conato d e murmuración.
Cuando hace unce meses murió su hija,
él
la preparó a recibir los Santos Sa
cramentos y le hizo la recomendación del
alma. Y a cuantos le daban el pésame, res
pondía: —^Vino a la tierra para ganar el
Cielo. H a muerto bien; ha cumplido su fin.
Como gran católico, sentía tma verdade
ra devoción tierna y filia l hacia la Sede
Apostólica. Para él. la palabra del Papa es
siempre infalible. A l nombrar al Sumo Pon
tífice lo hacía invariablemente con algún
calificativo de r e s p e t o : «E l gloriosísimo
León X III... el Papa Pío I X ¡e l Gi^ande!»,
etcétera.
Los Cooperadores Salesianos, y también
otros que no lo son, conocen cuán en el
alm a tenía él la Obra Salesiana. — Si se edi
tara junto todo lo que he escrito sobre la
Congregación y don Bosoo— ^nc« decía ccm su
admirable sencillez,— ^no bastarían v a r i o s
gruesos volúmenes.
Los Superiores Mayores hicieron con él
una excepción muy raramente repetida: le
regaiaron las «M em orias B ic ^ á fic a s », jde
don Bosco (edición extracomercial), y la co
lección del B o l e t ín S a l e s ia n o español, fran
cés e italiano desde e l primer número. ¡ Y
qué bien supo emplear «C h afarote» esas
fuentes de documentación!
Propagó de un modo particular las LEC
T U R A S C A TÓ LIC A S , la O B R A P IA DEL
S A G R A D O C O R A Z O N DE JESUS DE R O
M A y la devoción a M a iía Auxiliadora.
UN FAVOR EXfRAORDINARlO
Un día sonarán las trompetas del Juicio
y, después de ser juzgad(», los buenos irán
a gozar de D i o s . Cuanto mayores hayan
sido el amor y la caridad que nos hayamos
tenido unos a otros, más apretado será el
abrazo que nos dEu-emos y más intensa la
alegría que habremos de sentir al reunirnc» con nuestros seres queridos.
Debemos am ar a los vivos; pero más es
pecialmente a los difuntos. ¿Qué haremos en
este Mes de las almas dél Pu rga toriol
Recuerden nuestros lectores el favor ex
traordinario otoi^ado por la Santa Sede a
la Congregación Salesiana, es decir, la O B RA
P IA D E L S A G R A D O C O R A Z O N DE JE
SUS E N RO M A, en cuya Basílica se cele
bran diadam ente y & perpetuidad SE IS m i
sas por todos aquellos, vivos o difuntos, que
hayan dado por si o por otros, U N A peseta
de limosna para e l sostenimiento de los
niños pobres ^ la Casa Salesiana que se
levanta jim to a la misma Basílica.
Actualmente, d i c ^ limosna puede hacer
se efectiva ^ cualquier Casa Saleaana de
España y en e l B o l e t í n S a l e s ia n o , Alca
lá, 164, Madrid.
Era esta su devoción predilecta. Las Hijas
de M aría Auxiliadora saben bien que la casa
de don Juan les sirvió de asilo en momen
tos aciagos y de persecución, y en ella en
contraron generosa acogida, pan y desinte
resado afecto. Para dichas religiosas fun
dó y escribió dui*ante siete años la revistUla
titulada L a e s t r e l l a del n o r t e , en la que po
nía toda su alma enamorada de Mai'ia.
Don Juan, tan buen coopeiador salesiano.
nunca exigió nada de la Congregación. Al
cabo de tantos años de eficacísima coopera
ción, no se atrevía ni siquiera a recomendaiun niño en alguna de nuestras Casas de
Madrid.
Más de una vez había manifestado deseos
de morir, como Mons. Seguí', escribiendo
de la Virgen. Esta buena Madre le cumplió
plenamente sus deseos, pues los últimos ar
tículos que dictó para «E l Alcázar», hasta la
antev^pera misma de su muerte, trataban
acerca de la verdadera devoción a María
Auxiliadoi'a.
Poco antes de m orir llegó a visitarle un
sacerdote salesiano que le dió la Bendición
de M aría Auxiliadora. A l recordarle que es
taba saliendo por aquellos días su líbrito EL
S A N T IS IM O R O SA R IO , exclam ó: — ¡ La
gloriosísima Vencedoi-a de Lepante, «Auxilium Christianorum »!
Fueron las últimas palabras que se le en
tendieron. Momentos después, plácidamente,
casi sin agonía, el viejo luchador de la ver
dad y valeroso soldado de Cristo, se dormía
en el abrazo eterno del Señor. Tenía ochen
ta años.
Entre los muchos telegramas de pésame
recibidos i)or su esposa, escogemos éste del
Excmo. y Revdmo. Sr. Obispo de Pam plona:
<Su santo esposo mi gran amigo, modelo aca
bado de caballeros y escritores cristianos, go
za ya de Dios y es nuestro intercesor p ^ e roso. Acompañándoles natural dolor separa
ción, concedo indulgencias, ruego consuele
usted.~06tópo Pamplona,
A su esposa, doña Josefa; h ijo político,
don Cristóbal: hermanos, n i e t o s , biznieto
y demás familia, n u ^ tro más sentido pé
same.
Doña Dolores S o las Sidro
Don A n gel G ó m ez G ó n g o ra
Con la diferencia apenas de un mes, es
tos dos virtuosos esposos entregaron su alma
al Señor los días 4 de julio y 1 de agosto en
la ciudad de Montilla, a la avanzada edad
de setenta y ocho años y ochenta y dos
años, respectivamente. Llamóles el Señor a
gozar e l premio a que se hablan hecho acree
dores por su amor a los pobres y por sus
virtudes profundamente cristianas.
Duiante los días de enfermedad del que
rido don Angel,- veíase afluir a su puertagran cantidad de menesterosos, no a implo
rar limosna, sino a pregimtar e interesarse
por su salud. A la noticia de su fallecimien
to, se oyó de labios de muchos necesitados
esta frase: «H a muerto el padre de los po
bres de Montilla.»
Nutrían en su corazón ambos esposos \ma
devoción especial hacia M aría Auxiliadora
y hacia la Obra de don Sosco, devoción y
afecto que han transmitido como legado precioso y herencia riquísima a sus hijos, de
quienes se gloriaban que fuesen todos an
tiguos alumnos salesianos.
Desde estas páginas del B o l e t ín damos
nuestro más sentido pésame a sus desconso
lados hijos y rogamos a los lectores demues
tra revista sufraguen abimdantemente sxis
almas.
LECTURAS CATOLICAS
FU N D ADAS POR SAN JU A N BOSGO EN 1853
N O V E N T A Y DOS AÑOS DE VIDA.— MAS
DE M IL V O LU M E N E S PUBLICADOS.— M I
LLO N ES DE E JE M P L A R E S ESPARCIDOS
POR TODO E L MUNDO
•oOOOo*
Cada mes sale un tomito
de más de cien páginas.
•oOOOo-
No tarde en suscribirse
BOLETIN
Suscripción al año: 15 pesetas.
SALESIANO
(................................)
T ifogzafía OI LA S. E. I . - A lcalá , 164.-ÁCa d k i »
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Fecha
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1945.11