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                Título                        
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                        BS_1929_08
                                            
        
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                Descripción                        
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                        Boletín Salesiano.  Agosto 1929
                                            
        
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                extracted text                        
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                        Año X L iV - N . 8.
 
 Agosto, 1929 .
 
 BOLETIN SALESIANO
 REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
 
 ROMA Y TURIN
 ¡Dias inolvidables! ¡Espectáculos grandiosos! Apóstol del siglo X I X . Pero la relidad ha
 ¡Visiones de Cielo! ¡Emociones jamás sen superado todas las previsiones: nos hemos
 ados! Todas las expresiones del lenguaje encontrado con una luz esplendorosa superior
 humano son incapaces de dar una idea de a la capacidad de nuestra retina; el panorama
 ha resultado tan extenso y grandioso que no
 lo que vimos y sentimos en Roma y enTurin
 durante las fiestas de la Beatificación de nues hemos podido abarcarlo, ni divisar siquiera
 sus gloriosos horizontes.
 tro Padre y Fundador Don Bosco.
 En Roma, donde se despliega toda la majes
 Cuantos asistieron decían lo mismo: Im
 tad
 del culto católico en el más grande templo
 posible dar una idea que se acerque a la
 de
 la
 Cristiandad, todo jué extraordinario.
 realidad; los que i}os oigan no prestarán je
 La
 afluencia
 de fieles de la Ciudad Eterna y
 a nuestras palabras: ¡qt^ lástima que no se
 el
 enorme
 concurso
 de peregrinos venidos de
 encuentren aqui presentes tantos y tantos
 '
 toda
 Italia
 y
 del
 mundo
 entero, que la Basí
 amantes de la Obra de Don Bosco como hay
 lica
 de
 San
 Pedro,
 con
 asombro
 de los mismos
 en el mundo entero!
 y es que la glorificación de Don Bosco ha romanos, era incapaz de contener; el momento
 indescriptible de la aparición de la gloria del
 sido obra de Dios y la Omnipotencia Divina
 tiene medios sobrados a su alcanee para so Beato, qtte suscitó aquella prolongada tempesbrepujar indefinidamente las más halagüeñas stad de aplausos mezclada con las lágrimas
 de casi todos los presentes: por la tarde la
 previsiones humanas.
 bajada del Papa en silla gestatoria para ve
 Las fiestas de la Beatificación de Don Bosco
 han pasado; pero su recuerdo permanecerá nerar al nuevo Beato y bendecir a la multitud
 en el alma de cuantos las presenciamos como que le aclamaba y que le hizo decir que nunca,
 algo grandioso, sublime, hondamente con ni en las circunstancias más solemnes, había
 movedor. Habíamos suspirado aquellos dios, visto tanta muchedumbre, tanto entusiasmo,
 nos los habíamos imaginado como un aconte- tanto fervor: la soberbia iluminación de la
 cimiento glorioso para nuestro Padre y Fun Basílica, que el Papa quiso juera extraor
 dador, como la ascensión a un alta cima de dinaria y que una noche primaveral la
 do divisaríamos espléndido mundial panorama hizo aparecer como una visión de cielo; la
 de admiración y homenaje hacia el grande memorable audiencia concedida por el Papa
 
 226
 
 y
 
 El Beato D od B osco en los esplendores de la Gloría Vaticana.
 
 227
 
 ¡Pío X I, desde la Basílica de S. Pedro, ha elerado al honor de los aliares al grande Apóstol de la Joveatod
 que OD dia le caotÍTara coa sos ▼irtodes.
 
 a toda la familia salesiana, congregada en el
 patio de San Dámaso, durante la cual su
 corazón de Padre se desahogó en aquella
 inolvidable alocución, toda amor y admiración
 a Don Bosco y a su Obra: el solemnísimo
 triduo en la Basílica Salesiana del Sagrado
 Corazón, la colocación de la primera piedra
 del nuevo grandioso templo a María A uxi
 liadora, el número de Cardenales, Obispos y
 personalidades que asistieron a iodos los
 actos, todo fué extraordinario, conmovedor,
 inolvidable.
 Y iodo esto se puede decir que no fué sino
 una preparación de lo que luego presenciamos
 en Turín. La ciudad donde el nuevo Beato
 desplegó toda su actividad se ha manifestado
 agradecida y sus quinientos mil habitantes,
 como un solo hombre, han querido participar
 al homenaje.
 Son inútiles las ponderaciones.
 Aquel cortejo triunfal que acompañó los
 venerandos restos del nuevo Beato desde la
 que fué su tumba de Valsalice, hasta el altar
 lei^antado en la Basílica de Maria A uxilia
 dora, al cual tomaron parle más de lO O mil
 personas y que fué presenciado por varios
 centenares de miles que aclamaban al nuevo
 Beato, arrodillándose a su paso con los ojos
 arrasados en lágrimas: aquel incesante acudir
 de muchedumbres ávidas de ver la urna del
 Beato y tocar en ella objetos de piedad: aquel
 sin fin de trenes extraordinarios, jamás regis
 trados por la compañia de ferrocarriles )• que
 durante dos o tres dias no hicieron más que
 trasportar a Tarín masas humanas, pueblos
 enteros, para rendir homenaje v encomen
 darse a Don Bosco: el número extraordinario
 de Príncipes de la Iglesia y Obispos, el solem
 nísimo triduo en la Basilica de María A uxi
 liadora con asistencia pontifical de tantos
 Obispos, con el canto de la maravillosa Misa
 del Salesiano PageUa, con ¡os panegíricos
 
 pronunciados por tres Cardenales, con la
 trasmisión radiofónica de cantos y discursos;
 aquella colocación de la primera piedra del
 Instituto Rebaudengo para formación de
 Misioneros maestros de oficio; todo alcanzó
 proporciones inesperadas, todo se desarrolló
 con un orden perfecto y sin el menor inci
 dente desagradable, cosa que no dejó de ser
 notada como verdadero prodigio.
 Y ahora, trascurrido casi un mes de iaru
 gloriosos acontecimientos, allí está la Urnadel Beato Don Bosco, visitada sin cesar, cu
 bierta siempre de flores, rodeada constante
 mente de velas votivas, con miles de corazones
 que todos los •días se arrodillan ante ella para
 implorar gracias del nuevo Beato. Varios
 son los hechos verdaderamente prodigiosos
 cuya fama va extendiendo el entusiasmo por
 doquier: un niño ciego que abre los ojos a la luz;
 un hombre tullido que recobra el movimiento;
 una tuberculosa en íiltimo grado curada ins
 tantáneamente; un joven postrado desde tres
 años en el lecho por una tisis ósea que, iras
 una aparición del Beato, se levanta comple
 tamente curado; otro hombre que se convierte
 tras muchos años de alejamiento de Dios.
 Estos y muchos otros hechos similares au
 mentan la fe y la confianza de las almas
 buenas, que rodean continuamente el altar
 del nuevo Beato.
 Nuestros amados Cooperadores y henemé
 ritas Cooperadoras deben participar en gran
 medida de este júbilo y entusiasmo; teniendo
 en cuenta que para ellos el Beato Don Bosco
 ha de ser cspecialisimo protector, pues ya en
 vida manifestaba tan grande afecto y gratitudhada los que le ayudaban en sus santas em
 presas. ¡Aumente en iodos la fe y confianzaen el valimiento de un santo cuya beatificación
 ha sido rodeada de tanto esplendor de gloria
 y veneración y digamos todos con todo el
 afecto de nue^rras almtis:
 
 BEATE JO AN N ES BOSCO, ORA PRO NOBIS!
 BEATO JUAN BOSCO, ROGAD POR NOSOTROS!
 
 229
 
 Las grandes fiestas de la Beatificación
 LOS DIAS DE ROMA
 (del 2 al 7 de Junio).
 Con la mente llena de los más gratos re
 cuerdos e impresiones y con el corazón re
 bosando de los más ardientes afectos de amor
 y veneración hacia el \Tjle. Juan Bosco,
 nos dirigimos a la Ciudad Eterna para asistir
 a la glorificación del Apóstol de la Juventud.
 Ibamos preparados para sentir emociones
 fuertes, extraordinarias; pero la realidad
 superó tanto la previsión, que los
 afectos de nuestra alma se agol
 paron a menudo a nuestros ojos
 en forma de lágrimas dulcísimas
 de emoción y alegría.
 Desde luego renunciamos a po
 der describir lo que vim os; son
 cosas y escenas que al presenciar
 las el alma las siente, las goza,
 quedando inundada de la satis
 facción más íntima, del goce más
 puro; pero luego le resulta impo
 sible dar ni la más pálida idea de
 cuanto, en medio de tanta con
 moción, ha presenciado.
 Nos limitaremos a referir el sucederse de los actos que por sí
 mismos tienen una elocuencia su
 perior a toda ponderación
 
 misma satisfacción, idénticos afectos, una
 común alegría, que a todos hermanaba, pa
 reciendo que los distintos acentos de tan
 variadas lenguas resonasen en una única ex
 presión, por todos comprendida, de amor y
 entusiasmo hacia el Padre común, Don Bosco.
 
 Llegada de Don Rinaldu
 E l miércoles, día 29 de mayo, una voz
 se extendió desde el Colegio Salesiano del
 
 Los días que precedieron.
 L ’e^amos a Roma el martes
 día 28 de mayo por la tarde y
 al llegar al Colegio Salesiano una
 animación inusitada nos decía que
 algo grandioso se preparaba. Salesianos, alumnos, exalumnos y
 Cooperadores de todas lenguas y
 naciones circulaban por los pa
 tios, entre obispos y personalida
 des que iban en aumento a medida
 que se acercaba el stispirado día;
 a cada tren que llegaba a la pró
 xima estación de Tennini, nuevos
 grupos de peregrinos engrosaban
 el número de los y a llegados. En
 todas las caras se veía pintada la
 
 Cuadro dd Beato en la Logia exterior de la Basílica.
 
 230
 Sagrado Corazón a los demás Colegios y
 por las pensiones y hoteles de la Ciudad:
 Va a llegaj a Roma el Sucesor de Uon Bosco,
 Don Felipe Rinaldi, que viene para asistir
 a la gran fiesta. Roma, que acogió varias
 veces en triunfo al que va a ser proclamado
 Beato, quiere dar a su sucesor una prueba
 de afecto y especial cariño. Los andenes
 de la estación se llenan pronto de una abi
 garrada muchedumbre: Obispos, Superiores,
 Salesiauos, alumnos, exalumnos, Coopera
 dores y admiradores de la Obra Salesiana;
 banderas, estandartes, bandas de música,
 gentes de diferentes naciones y clases so
 ciales, todos unidos en un único afecto,
 tributan al sucesor de Don Bosco una cari
 ñosa ovación, apenas su paternal figura
 aparece en la ventanilla del vagón que lo
 conduce. Ivn seguida se improvisa una mani
 festación y entre las acordes de las bandas
 de música, los himnos de los alumnos y
 exalumnos y las aclamaciones de la mul
 titud, el buen Padre es acompañado al
 próximo Colegio Salesiano, cuyo patio queda
 en un momento lleno de público que, des
 pués de renovar la más cariñosa ovación
 al Sucesor de Don Bosco, escucha su palabra
 conmovida, que recuerda las visitas memora
 bles hechas a la Ciudad Eterna por Don
 Bosco, que ahora va a recibir en ella la más
 grande de las glorificaciones.
 Nuevos grupos de peregrinos van lle
 gando sin cesar y el entusiasmo y animación
 aumentan por momentos.
 
 E ¡ Cardenal Salesiano.
 'Una de las notas simpáticas de estos días
 es la llegada del Cardenal Salesiano, Emmo.
 Augusto Hloiul, Primado de Polonia, que
 desde su lejana diócesis se ha dirigido a
 la Ciudad Eterna en aeroplano, siendo el
 primer purpurado que ha usado este mo
 dernísimo medio de locomoción. Al aeró
 dromo acudieron gran número de perso
 nas, especialmente de la numerosa colonia
 I>olaca. residente en Roma, junto con los
 representantes diplomáticos de la Polonia,
 para dar la bienvenida al Cardenal, que
 bajó del aparato (xm rostro alegre y son
 riente, mostrándose altamente satisfecho del
 viaje efectuado en dos etapas, con escala en
 Viena. En seguida en automóml dirigióse
 al Colegio Síilesiano, donde se le tributó
 una cariñosa acogida.
 
 Los Cardenales Españoles.
 España, tierra privilegiada, que recibió
 el año 1886 al Beato Don Bosco en la ciudad
 de Barcelona, en medio de los mayores
 triunfos y muestras de veneración, ha que
 rido hacer acto de presencia en la glorifi
 cación celestial de su gran Bienhechor. No
 en vano desde hace y a 50 años los Hijos de
 Don Bosco trabajan en la noble Nación
 Española y esta tierra de hidalgos ha que
 rido corresponder a sus desvelos y trabajos,
 que hoy se desarrollan en más de 50 insti
 tuciones, casi todas dedicadas a la Juventud
 pobre y obrera.
 Con verdadero sentimiento de gratitud
 recordamos el magnífico gesto del Cardenal
 Primado de las Españas, el Emmo. Sr. Don
 Pedro Segura. Un asunto de especial impor
 tancia lo llama a Roma a donde se dirige
 en forma rigurosamente .privada. Faltan
 pocos días para reconocer los restos del que
 va a ser proclamado Beato; el tren que lo
 conduce a Roma no ha de pasar por Turín
 y sin embargo el bondadoso Cardenal, que
 tanto quiere y admira a Don Bosco, decide
 hacer una desviación de pocos horas a su
 viaje, sólo 'para poder celebrar una de las
 últimas misas sobre la Tumba del Venerable,
 a fin de encomendar a su intercesión y vali
 miento los asuntos que a Roma le llevan y
 poner bajo la protección del nuevo Beato
 su amada Arquidiócesis y a España entera.
 Un telegrama que anuncia su llegada a
 Turín pone en seguida en movimiento la
 Casa Madre de losSalesianos, que recibe agra
 decida la preciosa visita; y la gratitud se
 trueca pronto en honda emoción y venera
 ción profunda, al escuchar las palabras del
 ilustre Purpurado, que presenta a Don Bosco
 como un santo de importancia mundial;
 al oir de sus labios palabras de apostólico
 celo y al contemplar su figura aureolada
 de las \-irtudes mas refulgentes.
 Pero no bastaba. España ha querido orga
 nizar una Peregrinación Nacional para ren
 dir un homenaje colectivo al Beato Don Bosco
 y otro Cardenal Español, el de la Sede Pri
 mada de Tarragona, Emmo. Vidal y Barraquer, ha querido unirse a los Peregrinos
 para participar en nombre de España a las
 fiestas de Roma y de Turín. Precediendo
 de pocas horas al grueso de la Peregrinación
 llegó a Roma por la mañana del día
 de
 Junio, siendo objeto de una entusiasta y
 
 231
 
 Magnífico aspecto que ofrecía ta BasíSica V^aficaua duranfe el PonUfical.
 
 232
 
 cariñosa acogida eii el Colegio Salesiano donde
 le recibieron, junto con el Cardenal Hlond,
 gran número de Obispos y nuestros Supe
 riores mayores, la muchedimibre de Coope
 radores exalumnos y alumnos que llenaba
 el Colegio.
 
 Llega la Peregrinación Española.
 Un tren especial condujo por último a
 Roma la Peregrinación Nacional Española.
 Los 200 peregrinos de todas las Provincias
 de España, a cuyo frente venía el líxcmo.
 Sr. Dr. D. l'élix Bilbao, Obispo de Tortosa,
 fueron recibidos por numerosos miembros
 de la Colonia Española que pudieron co
 nocer la hora de la llegada y dado lo avan
 zado de la hora, fueron en seguida conducidos
 a los respectivos hoteles.
 
 E l gran día.
 Por fin amaneció el suspirado día 2 de
 junio, lln sol espléndido cafnpeó durante todo
 el día en el Cielo de Roma, dando aquella
 nota de luz y alegría que tanto contribuye
 al éxito de estas gloriosas jornadas. Pero
 un sol más radiante, un fuego mucho más
 intenso ardía en todos los corazones: el amor
 y el entusiasmo por Don Bosco. El gran día
 de la glorificación de Don Bosco había lle
 gado y todos se disponían a presenciar los
 grandes actos de la liturgia católica y a
 contemplar y a aclamar al Vicario de Jesu
 cristo cuando en medio de los esplendores
 del Cortejo Pontificio, acudiera a la Basílica
 para venerar al nuevo Beato.
 
 La Beafiñcación.
 A última hora se había hecho otra tirada
 de tarjetas de entrada para satisfacer las
 piadosas ansias de los gnipos de peregrinos
 que no cesaban de llegar. La inmensa plaza
 de San Pední jíresentaba el característico
 aspecto de atiimación de las grandes oca
 siones. ¿Cuántas personas asistieron a la
 función? ¿60. 70 mil personas? ¿Para qué
 entretenerse en cálculos? La más grande
 Basílica de la Cristiandad estaba llena hasta
 rebosar y la muchedumbre se extendía por
 la plaza de San Pedro
 l)e la logia central de la fachada de la
 Basílica, pendía un artístico cuadro del
 
 Beato con una inscripción en verso latino
 que traducida dice: A l entrar en el Templo
 venera a Juan Bosco — al cual Pío X I
 reinante en la Santa Ciudad — ritualmenie
 ha inscrito en el catálogo de los Beatos —
 Pídele que defienda a la Juventud de las
 asechanzas del infernal enemigo — Y que
 proteja a la Nación Italiana, a fin de que
 habiendo vuelto a Cristo — tribute a este Rey
 inmortal, homenaje de alabanza» Y al pene
 trar en el atrio de la Basílica otro cuadro
 representaba una escena característica de
 la vida del nuevo Beato, llevado en triunfo
 en hombros de los niños por él regogidos,
 con la siguiente inscripción: « Con alegre
 clamoreo llevan en hombros a Juan los jugue
 tones jóvenes a quienes anima sólo el amor d.
 En el interior de la BasiUca, a ambos
 lados de la Confesión, de los enormes pi
 lares que sostienen la maravillosa cúpula
 de Miguel Angel, pendían otros dos cuadros,
 reproducción de los milagros que han servido
 para la glorificación del nuevo Beato, con
 las siguientes inscripciones: « Sor Provina
 Negro, habiendo invocado el patrocinio del
 Venerable Siervo de Dios Juan Bosco, fun
 dador de la Pía Sociedad Salesiana, es sa
 nada instantánea y perfectamente de una llaga
 circular en el estómagos. «La señora Teresa
 Callegari, enferma de poliartritis aguda in
 fectiva, complicada con otras graves enfer
 medades. invoca confiadamente el auxilio del
 Siervo de Dios Juan Bosco, fundador de la
 Pía Sociedad Salesiana y se ve instantánea
 y completamente curada».
 En las tribunas levantadas en el vasto
 presbiterio tomaron asiento un gran número
 de personalidades que hacían corona a los
 10 Cardenales y
 Obispos, al Capítulo
 Superior de los Salesianos y de las Hijas de
 María Auxiliadora que asistían al grandioso
 acto. Entre ellas notamos la presencia de
 distinguidas familias españolas: Sres. MartiCodolar, Eontcuberta y Baronesa de Ribelles de Barcelona — Sres Urquijo de Bilbao
 — Sr. Bauer de Madrid y Srtas. Curt de
 Alicante,
 A la hora anunciada, la espléndida ilumi
 nación eléctrica dcl interior de la Basílica
 anunció que se acercaba el suspirado mo
 mento. P'l Obispo celebrante se revistió de
 • los ornamentos Pontificales y enseguida el
 Secretario del Cabildo de San Pedro dió
 lectura al Documento Pontificio de la Bea
 tificación que traducido del latín dice así:
 
 233
 
 CARTA A PO STÓ LICA
 en la que el Venerable Siervo de Dios
 Sacerdote J U A N
 
 BOSCO
 
 Fundador de la Sociedad de S. Francisco de Sales
 y de las Hijas de María Auxiliadora
 es proclamado Beato.
 Admirable es Dios en sus Sanhs, que durante
 su vida terrena, emplean todas sus energías en pro
 mover la gloria de Dios y la salvación de las almas.
 E l Dios de Israel les dará virtutem et forti*
 tudinem, {Ps. 67, v. 36) para que, superando
 
 de tal manera, que ya desde, aquellos tiernos
 años se distinguía Juan por la pureza de sus
 costumbres y por su índole apacible y suave.
 Dotado de agudo ingegnio y de portentosa me
 moria, repetía a sus compañeros, con admi
 rable precisión, las pláticas que había oído en
 la iglesia a su párroco, o a otros predicadores; y
 no contento con esto, en los días de pesta, —
 como anticipando su futura misión — reunía
 a sus amiguitos, y bajo el pretexto de entrete
 nerles con sus amenos y variados juegos, los
 instruía en las verdades de la Religión y los
 invitaba luego a cantar las alabanzas de Dios y
 de su Santísima Madre.
 
 S . E. el Cardenal de Tarragona, Vidal y Barraqner y el Obispo de Torfosa Dr. Félix Bilbao,
 acompaRados del Cónsul de España, al salir de saladar al Príncipe Humberto de Saboya.
 
 todas las dificultades que el mundo les ofrezca
 y venciendo a todos sus adversarios, lleven a
 feliz térrrAno las santas empresas que se habían
 propuesto.
 Y en el piadoso sacerdote Juan Bosco, Fun
 dador de los Salesianos, se cumplió a maravilla
 esta promesa de los Sagrados Libros.
 E l 16 de agosto del año 1815, cerca de Castelnuovo de A sii, en una pequeña y agreste aldea,
 nació, de padres piadosísimos, Juan Bosco, rei^ndo aX día siguiente las aguas saludables
 del Sanio Bautismo.
 Habiendo perdido el padre en tierna edad,
 pesó su priinera infancia en la casa tnatema,
 en medio de la privación y de la pobreza.
 La madre, irisig-i¿ por sus virtudes y ver~
 daáfro modelo de educadoras, supo infiltrar en
 su hijo senlir.-.'.entos profundamente cristianos.
 
 Instruido en los primeros rudimentos de las
 letras por su propio párroco, frecuentó luego
 las Escuelas de Castelnuovo y más tarde las
 de la ciudad de Chieri. Y en todas partes
 se comportó como alumno ejemplar, a pesar
 de las dificultades que le producía su pobreza,
 pues tenia que subvenir a sus gastos, con el ejer
 cicio de diversos oficios y profesiones, como
 labrador, dependiente, aprendiz, y otros pesados
 trabajos.
 Cumplidos los 20 años, vistió el hábito cleri
 cal, e ingresó en el Seminario Arzobispal de
 gracias a la ayuda y a los consejos del
 B, "*o Cafasso, a quien .siempre profesó pro
 funda
 y obediencia.
 E n este Seminario, se entregó con entusiasmo
 a
 de la Filosofía y de la Teología,
 y
 una •■ '•z sacerdote, prosiguió por tres
 
 234
 a'iíos los estudios de Teología Moral y Sagrada
 Elocu'&ncia en el Colegio Eclesiástico de San
 Francisco de Asis, en Turln.
 Finalmente, en el ailo 1841, ordenado sacer
 dote. la Víspera de la Sma. Trinidad, celebró
 su Primera Misa en la Iglesia de S. Francisco
 de A sis, de Tiirin, con el mayor recogimiento y
 sin ostentación alguna; y para la fiesta del
 Corpus Christi cantó solemnemente la Misa en
 Castelnuovo, en medio de sus compatriotas, que
 asistían a la hermosa función profundamente
 conmovidos.
 Novel sacerdote, durante cinco meses desem
 peñó el cargo de vicario en Castelnuovo, con
 admirable celo y caridad ejemplar; pero el Espí
 ritu dcl Señor estaba en él, y le llamaba provi
 dencialmente a cultivar una porción más vasta
 de .w viña.....
 Habiendo entrado en el Colegio Eclesiástico
 de San Francisco de Asís, en Turin, escogió
 como guia y consejero de su alma al Beato Cafasso, y bajo su acertada dirección, se dedicó
 al ejercicio del sagrado minisierio, visitando
 las cárceles y hospitales, en donde cosechaba pre
 ciosos y abundantes frutos. Era sobre todo cons
 tante en oir las sagradas confesiones, y todo lo
 que hacía y decía en el santo tribunal, se dirigía
 únicamente al mayor bien de las almas. Se pro
 puso como modelo a San Francisco de Sales,
 intentando, con la imitación de sw paciencia y
 mansedumbre, atraer los pecadores a Dios y a
 senlimicnios de verdadera penitencia.
 No perdonó sacrificio con tal de conseguir tan
 santos fines: hasta tal punto que, para poder
 confesar a los soldados alemanes, se dedicó al
 estudio de su lengua, y en poco tiempo y con
 admirable perseverancia,
 si* objeto.
 Para hacerse entender de ios rústicos e igno
 rantes. empleó todo
 ingenio en exponer en
 forma amena y agradable la ciencia apoiogé'íica c histórica. Además, ya desde aquellos dias,
 no abandonó nunca el deseo de hacer bien a ¡os
 niños y jotrncilos, que, privados de toda edu
 cación e instrucción cristiana, vagabtxn por las
 calles ,v plazas, alejados de Dios y de las sendas
 de la verdad y de ¡a juAicia.
 .4 partir de la festividad de la Inmaculada
 dcl año 1841, empezó a rcutiir en la iglesia de
 San Francisco de Asis, de Turin, a numerosos
 jovencitos, atrayéndolos admirablemente con sus
 buenas maneras y admirable pacteneia. Y de
 este nunio nació el primer Oratorio, que el Siervo
 de Dios, por .-jm gran humildad y devoción a
 San Francisco de Sales, llamará «salesiano *.
 La incipiente obra se vió bien pronto blanco
 de toda suerte de dificultades que tendion a ha
 cerla desaparecer. Pero aquí estaba el dedo de
 Dios. Trasladado el primer Oratorio de su pri
 mera sede al Hospital de Santa Filomena, de
 a<^MÍ a San Pedro in Vinculis, luego a la casa
 Moretta, finalmente, en el mes de abril del año
 
 1846, sentó sus reales en la pobre morada de
 un suburbio de Turin, llamado Valdocco.
 A lli el siervo de Dios, con la protección divina
 y el visible auxilio de la Santísima Virgen, obró
 grandes maravillas.
 E l Oratorio, dedicado a San Francisco de
 Sales, fué favorecido con oportunos privilegios
 por el Arzobispo de Turin, y el mismo Pev
 Carlos Alberto lo tomó bajo su real protección
 y soberana tutela.
 En poco tiempo se fundan otros oratorios
 semejantes al primero: el segundo, dedicado a
 San L uis se inauguró el año 1847; a los dos
 años se inauguró el tercero, dedicado al santo
 Angel Custodio; pasado algún tiempo, se fundó
 el cuarto, bajo la protección de S. José.
 y en ellos, el Siervo de Dios concibió y em
 pleó un nuevo método llamado preventivo, para
 educar cristianamente a la juventud, teniendo
 presentes las máximas de San Felipe Neri.
 Ayudado por su santa Madre, que, abando
 nando la aldea había acudido al lado de su
 hijo, fundó en su propia casa, en el año 1847,
 junto al Oratorio, un Instituto para recoger a
 los jóvenes abandonados, y educarlos en los sen
 timientos cristianos. De este Instituto, como de
 fructífera semilla, nacieron los innumerables
 Colegios e Institutos que hoy día dirigen tanto
 los Sacerdotes Salesianos, como las Hijas de
 María Auxiliadora.
 Y a fin de que la obra que había concebido
 el Siervo de Dios en pro de la juventud, no pere
 ciera con el transcurso dcl tiempo, después deaconsejarse con personas prudentes, especial
 mente con el Beato José Cafasso, y animado por
 nuestra Predecesor, de feliz memoria. Pío P a 
 pa IX , fundó el siervo de Dios la Pia Sociedad
 de Sacerdotes de San Francisco de .Sales, y luego
 también ¡a Congregación de las Hijas de Marta
 A uxiliadora.
 La Sociedad de San Francisco de Sales, na
 cida el año 1S58, se desarrolló de manera, que
 la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares,
 en nombre de la Sede Apostólica, la alabó y en
 careció en el año 1864, nombrando como Supe
 rior General o Rector Mayor ad vitam al
 mismo Siervo de Dios, el cual, adaptándose a
 ¡as exigencias de los tiempos, redactó las Reglas
 o Constituciones, que fueron aprobadas, el año
 1S74 P^''
 citada Sagrada Congregación Ro
 mana, después de cinco anos de ¡a Aprobación
 de la misma Pía Sociedad.
 En el año 1872 el Siervo de Dios fundó otro
 Instituto, el de las H ijas de María Auxiliadora,
 las cuales, mediante los votos de pobreza, cas
 tidad y obediencia, habían de dedicarse a h
 educación de ¡as niñas, a imitación de los Sa
 lesianos.
 Para robustecer y difundir ambas institu
 ciones, Juan Bosco titvo que pasar por grandes
 trabajos, soportando las dificultades con alegría
 
 235
 'y fortaleza, y sufriendo con paciencia toda suerte
 de molestias y contrariedades.
 ¡ Y no paró ahi su actividad!
 Sino que, trabajador infatigable siempre que
 se trataba de la salvación de las almas, fundó
 en Turin, en Valsálice, un Seminario para la
 formación de sacerdotes misioneros, a los que
 envió a las últimas regiones de la América del
 Sur, a fin de iluminar con la luz de la fe y de la
 civilización cristiana a los pobres infieles que en
 aquellas inhospitalarias regiones moraban.
 Finalmente, para acabar de enumerar las
 obras llevadas a cabo por el Siervo de Dios,
 baste recordar las Instituciones tanto de los
 Cooperadores Salesianos — que ayudan al
 desarrollo de las Obras Salesianas — como
 de la Obra de María A uxiliadora para promover
 
 Por la (arde:
 
 £1
 
 piar; amantisimo de la pobreza, no buscó nada '
 para si; estuvo siempre dispuesto al trabajo, ni
 su afán de la salvación de las almas; fué prudentisimo en los más difíciles negocios, que emprendió
 hasta para el bien general de la Iglesia; dotado
 de sobriedad ejemplar, despreció las comodidades
 de ¡a vida; en una palabra, dejó tantas cosas dig
 nas de imitar no sólo a sus hijos sino también
 a todos los cristianos, que, aún en vida, era y.
 con razón, tenido por santo.
 E l día
 de enero del año 1888 descansó pia
 dosamente en el Señor.
 Sus mortales despojos, fueron expuestos, pri
 mero en el cuarto donde murió; luego, revestidos
 con los ornamentos sacerdotales, en el templo
 de San Francisco de Sales, en donde se celebró
 el funeral, al cual asistieron devotisimamente
 
 Papa se postra, conmovido, a los pies del noevo Beato.
 
 las vocaciones eclesiásticas, y asimismo las Igle
 sias edificadas por el siervo de Dios con limosnas
 recogidas en todo el mundo, entre las cuales nos
 place recordar la que edificó aquí en nuestra
 alma Ciudad, la Basílica Parroquial dedi
 cada al Sdo. Corazón de Jesús, en el Castro
 Pretorio, y el Santuario erigido en Turin a
 María Auxiliadora.
 y todas estas obras las llevó a dichoso término
 este Siervo de Dios, porque trabajaba no para
 su lucro o saiisfacción personal, sino única
 mente para la mayor gloria de Dios y la salvación
 de las almas.
 Hasta su muerte trabajó con constancia en
 las obras emprendidas, dando luminoso ejemplo
 de todas las virtudes; sobresaliendo por su fe in
 quebrantable y cristiana fortaleza y por el ardiente
 amor a Dios y a su Saniisima Aladre; fué devo
 tísimo del Romano Pontífice y de esta Santa Sede,
 a pesar de las dificultades de los tiempos; supo
 renunciar a si misino con una humildad ejem-
 
 más de cien mil personas: Obispos del Piamonte,
 Canónigos. Párrocos de todas partes de Italia,
 y una multitud de alumnos de los Colegios,
 venidos aún de las diócesis de Francia y de
 Suiza, para asistir a los funerales.
 Fué depositado su cadáver en el Seminario
 de Misiones de Valsálice. y ha sido siempre
 aquel lugar la meta de infinitos peregrinos, con
 movidos y atraidos por la fama de santidad y
 celestiales carismas de que el Siervo de Dios,
 estaba dotado. Y esta opinión de sanio en que
 era tenido Juan Basco, lejos de entibiarse con
 el transcurso del tiempo, se iba haciendo más
 pujante cada día. Por lo cual se empezó a tratar
 en la Sagrada Congregación de Ritos la causa
 de Beatificación del siervo de Dios, y nuestro
 predecesor Pió P . X en virtud de un decreto
 del 24 de julio del año 1907, ordenó la Intro
 ducción de la Causa.
 IJevadas a cabo con toda escrupulosidad las
 pruebas de la heroicidad de las virtudes del
 
 236
 Siervo de Dios, Nos, con el solemne Decreto del
 20 de febrero del aüo 1927, sancionamos que el
 Venerable Siervo de Dios Juan ¿iosco, ejercitó
 las virtudes en grado heróico.
 Habiendo empezado a tratar luego de los mi
 lagros llevados a cabo por Dios, mediante su
 intercesión, después de ponderar con severisimo juicio todas las circunstancias, habiendo
 juzgado estudiados y absolutamente verdaderos
 dos ' de los muchos milagros llevados a cabo
 después de la muerte del Siervo de Dios, Nos,
 con otro Decreto, el día i<)de marzo del presente
 año 1929, declaramos que constaba su veracidad.
 Habiendo, pues, dado ya la sentencia sobre las
 virtudes y milagros, faltaba sólo por discutir
 el Vble. Siervo de Dios podía, con seguridad
 ser incluido entre los celestes bienaventurados.
 Esta duda nos fué propuesta por nuestro
 dUt'cHsimo hijo Alejandro Verde, Cardenal de
 la Santa Romana Iglesia, Ponente de la Causa,
 en la Congregación General habida en Nuestra
 presencia, el día 9 del mes de abril del presente
 año, y todos los presentes, tanto los Cardenales
 como los Consultores, de los Sagrados Ritos,
 unánimemente dieron su respuesta afirmativa.
 Pero Nos, por tratarse de cosa de tanta impor
 tancia, no quisimos dar nuestro parecer hasta
 haber pedido ayuda al Padre de las luces, con
 fervorosas preces. Habiéndolo hecho asi, final
 mente, el tercer domingo después de las fiestas
 de Pascua de este mismo año, después de cele
 brar el Sacrificio Eucaristico, y estando presentes
 nuestros amados hijos S. E. R. el Card. Camilo
 Laurenti, Prefecto de la Coyigregación de Ritos,
 S. E .'R . el Cardenal Alejandro l'erde. Ponente
 de ¿a Causa, Angel Mariani, Secretario de la
 Congregación de Ritos, v Carlos Sahtti, Pro
 motor de ¡a Sania Fe, declaramos que pedia
 procederse con seiínridad a ¡a soletnne Eealificación del Vble. S icn ‘o de Dios Juan Rosco.
 y' siendo esto asi. cumpliendo los deseos de
 toda la Sociedad cíe Sacerdotes de San Francisco
 de Sales, y de la Congregación de las Hijas de
 María Au.vHiadora, y de todos los Cooperadores
 y ahnnnos Salcsianos, con Nuestra Apostó
 lica .lutoridad damos facultad, a tenor de las
 presentes Letras, para que el \'ble. Siervo de
 Dios Juan Rosco, sacerdote secular de Turin,
 sea llamado cu h sucesivo con el nombre de
 Reato, y que su cuerpo y reliquias, pueden
 proponerse a la vcnetiición de los fieles — más
 wo .sacarlas en ptihlicas procesiones — y su ima
 gen pueda ser decorada i'o» /.» aureola....
 Además, con Nuestra Autoridad Apostólica,
 concedemos que se pueda recitar su Oficio y
 Misa, toiios los años, tomándolo del Común de
 Confesores «o Pontificcs, con oraciones propias,
 por Nos aprobadas, segtin ¡as Rúbricas del
 y dii Breviario Romano.
 La recitación de ^este Oficio y la celebración
 de la Misa, la concedemos únicamente para la
 
 arquidiócesis de Turin, en la que nació y murió
 el Vble. Siervo de Dios; y además en los templos
 y capillas de todo el mundo que pertenecen a la
 Sociedad de Sacerdotes de San Francisco de
 sales o a la Congregación de las Hijas de María
 A uxiliadora, para todos los fieles que están obli
 gados a recitar el divino Oficio; y por lo que a
 las Misas se refiere, para todos los sacerdotes
 tanto regulares como seczUares, que acudiesen
 a las Iglesias en que la fiesta se celebra.
 Finalmente concedemos facultad de celebrar
 las solemnidades de la Beatificación del Vble.
 Siervo de Dios Juan Rosco, en los templos arriba indicados, y en los dias que la legitima au
 toridad señalare, dentro del año, servatis servandis, después que se hubieren celebrado las
 solemnidades en la Patriarcal Basilica Vati
 cana, sin que a ello se opongan las Constituciones
 y Ordenaciones Apostólicas y los Decretos de
 non cultu promulgados, y cualesquiera otras
 cosas en contrario.
 Queremos, además, que aún con los ejemplares
 impresos de la presente, mientras estén firmados
 por mano del Secretario de la referida Congre
 gación de Sagrados Ritos, y lleven el sello del
 Prefecto, tengan la misma autoridad, aún en
 las disputas judiciales, que la que tendría la
 expresióti de nuestra Voluntad, c6n la exhibi
 ción de Ja presente.
 Dado en Roma; junto a San Pedro, bajo el
 anillo del Pescador, el día i i del mes de junio
 del año 1929, octavo de nuestro Pontificado.
 V. Card. Gasp.\rri, Secret. de
 listado.
 
 Pocas personas oían el precioso documento;
 pero todos aquellos miles de almas lo intuían
 y con el corazón palpitante de emoción y los
 ojos fijos en la maravillosa }:¡oria de Beniini,
 en. cuyo centro un velo ocultaba todavía
 la imagen gloriosa del nuevo Beato, parecían
 querer adelantar el suspirado momento.
 Termin») finalmente la lectura del Decreto;
 el órgano empieza a preludiar el Te Dctim
 y en aquel instante cae el velo que cubría
 la Gloria del Beato, que aparece rodeac.o de
 centenares de luces y potentes reflectores.
 K. momento es de un efecto inimaginable.
 Todos aquellos miles de corazones laten
 con violencia; de todos los ojos se desprenden
 dulces lágrimas de consuelo, amor y vene
 ración; todas las manos se unen en un
 aplauso cuya intensidad crece, se agiganta,
 toma las proporciones de una fragorosa
 tempestad, y que durante varios minutos
 da desahogo a los afectos de tantos cora
 zones. El mismo personal del Va'icano y los
 
 237
 
 írecuentadores habituales de estas ceremo
 nias se sienten profundamente conmovidos
 y dicen que no recuerdan un momento tan
 emocionante.
 Después de este primer desahogo sigue el
 canto del Te Deum que el públio corea con
 entusiasmo y terminado el cántico de acción
 de gracias, el Celebrante por vez primera
 hace oir el Oremus en el que se imploran
 las bendiciones de Dios por intercesión del
 nuevo Beato.
 
 -
 
 La Bajada de! Papa,
 Si por la mañana había sido grande el
 entusiasmo e incontable la muchedumbre,
 por la tarde el entusiasmo y la muche*
 dumbre aumentaron; el Papa había de
 bajar en forma solemne a la Basílica para
 venerar al nuevo Beato, y todos los hijos
 querían ver al Padre y participar de su
 consuelo y alegría.
 A pesar del gran número de guardias
 
 La grao familia Salesiana recibida por S . S . en el paiio de S . Dámaso.
 
 En seguida empieza el grandioso Ponti
 fical, ejecutando la Capilla Julia una solemní
 sima Misa a seis voces del Maestro de la
 misma. Capilla.
 Durante toda la ceremonia los ojos no
 se apartan de la efigie del Nuevo Beato,
 representado en acto de remontarse, elevado
 por los ángeles, hacia la gloria del Cielo.
 A las doce dadas y cuando, terminadas
 las funciones sagradas, se fué apagando
 la grandiosa iluminación, el público fué
 desfilando para tomar un poco de alimento
 y volver cuanto antes a la Basílica para las
 funciones de la tarde.
 
 italianos y pontificios que en diversos sitios
 regulaban la entrada, la muchedumbre es
 tal, que resulta imposible e\*itar la aglome
 ración con las consiguientes molestias; pero
 todos las soportan resignados, con la espe
 ranza de la vista consoladora que e-peran.
 Sesenta mil personas con el billete per
 sonal llegan a entrar en el Vaticano. Un
 mayor número queda en la inmensa plaza
 de San Pedro, que parece cubierta como de
 una capa de hormigas humanas que le dan
 un aspecto de extraordinaria animación
 En el interior el aspecto es todavía más
 deslumbrador que por la mañana. El pú-
 
 23S
 blico mós compacto, las tribunas más
 llenas, el cuerpo diplomático casi completo.
 I/)S Obispos son más de cien; 26 son los
 Cardenales,
 I^arga es la espera pues el público ha acu
 dido con gran anticipación. K 1 Papa para
 complacer al mayor míinero ha de entrar
 por el fondo y no por el centro de la Basí
 lica.
 Se ilumina nuevamente la gloria del Beato.
 l'U momento culminante se acerca; resuenan
 los primeros aplausos. Es el cortejo Ponti
 ficio que se aproxima. Guardias suizas, guar
 dias nobles, Monseñores. Caballeros de capa
 y espada, Cardenales..... Una procesión única.
 Cuando la muchedumbra vislumbra la
 figura del Papa que en el atrio de la Basí
 lica acaba de subir a la silla gestatoria, no
 puede contener el entusiasmo: vivas, aplau
 sos, pañuelos y sombreros, que se agitan,
 lágrimas: la ovación crece, se agiganta; a
 medida que los diversos sectores de la Ba
 sílica ven aparecer la majestuosa figura del
 Papa, se forman como nuevos ríos de entu
 siasmo que van a aumentar aquel mar ya
 desbordante, alcanzando el máximo cuando
 el Papa llega al crucero, haciéndose así
 visible a toda la muchedumbre; gritos,
 ajúiiusos, saludos, todo aumenta, y tras
 breve tregua se renueva con mayor inten
 sidad. Y en tanto el Padre de la Cristiandad
 pasa en hombros de los que le llevan, son
 riente, bendiciendo, hondamente conmo
 vido.
 Llegado al Presbiterio desciende de la
 silla gestatoria y se postra ante la gloria
 del Beato, deteniéndose en largo coloquio
 de oración con aquel mismo con quien un
 día compartiera pan y techo.
 Se exjx)ne el Sino. Se canta el himno del
 nuevo Beato y el Arzobispo salesiano Mons.
 D ’Aquino Correa da la trina bendición con
 S. D. M. Terminadas las sagradas funcio
 nes se acerca a Su Santidad el Superior Ge
 neral de la Congregación Salesiana, y le
 ofrece el precioso relicario con una reliquia
 insigne del Beato, que el Papa agradece
 grandemente. También le es presentado el
 anciano salesiano D, Juan Bta. Francesia,
 de 91 años de edad, que \*i\*ió con el Beato
 desde el año 1S50 hasta el 1888 y que asiste
 con emoción esj>ecialisíma a la Beatificación.
 Terminados los saludos y ofrecimientos,
 el Papa \*uelve a subir a la silla gestatoria
 y en la misma fonna de antes reproducién
 
 dose con más intensidad si cabe, las mani
 festaciones de cariño y entusiasmo, atra
 viesa de nuevo la Basílica para volver a sus
 habitaciones. Son las siete de la tarde.
 Poco a poco el inmenso público va aban
 donando la Basílica. Ríos de gente se forman
 en la gran plaza que se va llenando a pesar
 de su inmensidad, hasta parecer bien pronto
 un inquieto mar de cabezas humanas. El
 Papa se asoma a una ventana para gozar
 del raro espectáculo; pero, dada la distancia,
 su presencia no es notada, tanto más que
 la atención del público es atraída por las
 maniobras de la gran iluminación, que em
 pieza enseguida a ser encendida.
 
 La iluminación.
 Inútil querer der una idea del fantástico
 espectáculo. Todas las líneas arquitectó
 nicas de la Basílica, cúpula y fachada, son
 siluetadas por luces de dos clases: velas
 encerradas en vasos de papel transparente,
 y recipientes llenos de sebo y gruesas me
 chas que producen una llama rojiza y cen
 telleante, de un efecto extraordinario. 430
 hombres encienden entre emocionantes acro
 batismos las ocho mil y pico de luces.
 Dos momentos tiene la iluminación: la
 encendida progresiva de las pequeñas luces
 y la rápida, casi contemporánea de los
 grandes recipientes de sebo y mecha.
 Toda Roma, aprovechando la i)lacidez
 de la noche primaveral acude a ver el mag
 nífico espectáculo. La circulación de la
 plaza está asegurada por un completo ser
 vicio de orden y sin cesar da entrada y
 salida a una multitud interminable. Las her
 mosas colinas que rodean la Ciudad Eterna,
 y los sitios estratégicos se ven cubiertos
 de público que admira el espectáculo desde
 lejos.
 Por ser, además, fiesta nacional, muchos
 edificios de la ciudad lucen \dstosas ilumi
 naciones. Por todos conceptos resulta una
 noche de gran fiesta.
 Sólo el cansancio, después de un día de
 tan grandes emociones, hace que el público,
 después de media noche, se vaya retirando
 para dar a los miembros el necesario des
 canso.
 Pero aún entre sueños el alma sigue go
 zando con la dulce \*isióu de las escenas
 del día que dejarán en ella imborrable re
 cuerdo
 
 239
 
 La fornaboda.
 Si el 2 de junio fué día de fiesta gene
 ral, de goce y alegría para toda la Iglesia
 que vió elevado al honor de los altares a
 un nuevo Beato, el día 3 reservaba'alegrías
 especiales a los Hijos de Don Bosco, a toda
 la inmensa falange que forma la familia
 salesiana. E l Santo Padre quiso conceder
 una Audiencia especial a todos los elementos
 salesianos que habían acudido a la Ciudad
 Eterna para el fausto acontecimiento, para
 decirles palabras que habían de quedar como
 e l más dulce recuerdo en todos los corazones.
 
 apareció en el histórico Patio a los acordes
 del Himno Pontificio, toda la asamblea pro
 rrumpió en entusiastas aplausos y en ^•ivísimas e insistentes aclamaciones al Padre
 común. Restablecido el silencio la Schola
 Cantorum del Colegio de Roma entonó las
 aclamaciones en honor del Sumo Pontífice
 y la Schola de la Crocetta de Turín ejecutó
 un solemnísimo Oremus Pro Ponlificc.
 En seguida el Rector Mayor de los Sale
 sianos, P. Rinaldi leyó un devoto y filial
 discurso de acción de gracias y de homenaje
 al Santo Padre. Y apenas hubo terminado se
 acercó al Trono Pontificio para besar el Pie
 
 Don Felipe Rinaldi, después de leer el discurso, se posira anie el Sanio Padre
 que lo eniretiene en cariñoso coloquio.
 
 L a gran reunión fué convocada en el
 grandioso patio de San Dámaso del Palacio
 \'aticano. Allí acudieron los Superiores sale
 sianos y de las Hijas de María Auxiliadora
 con todos sus alumnos y exalumnos, coo
 peradores y cooperadoras presentes en la
 Ciudad Eterna. De 15 a 20 mil personas se
 congregaron en el grandioso patio. Asis
 tieron también a la Audiencia los Emmos.
 Sres. Cardenales Gasparri, Vidal y Barraquer de Tarragona, Gamba y el salesiano
 Hlond con más de 30 obispos y un gran
 número de prelados. Prestaban servicio de
 honor la Banda de la Guardia Palatina y
 otras dos bandas de los Colegios Salesianos
 de Roma y de Turín.
 Cuando a eso de las 6 el Santo Padre
 
 de Su Santidad, pero éste no lo permitió y
 se entretuvo unos minutos con él en afectuoso
 coloquio mientras la multitud prorrumpía
 en una entusiasta ovación.
 A l ver que el Papa se dispom'a a hablar
 un religioso silencio dejaba oir los latidos
 de los corazones y el Santo Padre con voz
 fuerte y sonora empezó: ■; Alabado sea Jesu
 cristo* y cuando todo el auditorio hubo con
 testado *Sea para siempte bendito y alabado*,
 continuó:
 
 Hora solemne.
 Horas hermosas, solemnes, gloriosas se han
 vivido en este ambiente que bien puede llamarse
 famoso en iodo el mundo, aún sin referirse más
 que a las que la Divina Bondad nos concedió
 
 240
 
 asislir sobre todo dnruiUe el año Santo y en otras
 circunstancias. Pero raras veces hemos podido
 contemplar lo que en estos momentos vemos y
 contemplamos:
 Una tan grande muchedumbre de escogidos
 hijos del Papa y de la Iglesia, tanta gloria y
 tanta alegría de verdadera caridad, tanto entu
 siasmo de piedad filial, tantas demostraciones
 de fe, de verdadero amor a la Santa Iglesia, a
 esta antigua Santa Romana Iglesia, Madre de
 todas las Iglesias y al Vicario de Jesucristo
 Padre de las almas. Padre común de lodos los
 creyentes. Y todo esto en el nombre ya tan au
 gusto y glorioso en lodo el mundo, en el nombre
 de Don Juan Poseo, que no sólo ha alcanzado
 la gloria terrena y mundial sino la celestial y
 eterna, en el nombre y en la Gloria del Beato
 Don Juan Poseo (Aj>lausos).
 Vosotros, amados hijos, sabéis, saben muy
 bii ii todos los presentes, cómo participamos con
 todo nuestro conteón, con toda nuestra alma a
 
 vuestra gloria y a 'vuestro regocijo; porque tam
 bién Nos (ya lo hemos repetido muchas veces y
 siempre con gran ■ consuelo) nos contamos, no
 sólo entre los admiradores de Don Poseo sino que,
 por especial gracia de Dios, nos contamos en el
 número de los que lo han conocido personalmente,
 de los que de él recibieron afectuosas y paternales
 muestras de benevolencia y estamos por decir de
 paternal amistad, como era natural que fuera
 entre un veterano glorioso del sacerdocio y del
 apostolado católico y un joven sacerdote, joven
 entonces, que ahora ya lo veis envejecido y que
 vosotros habéis venido a consolar con vuestras
 demostraciones de piedad filial (Grandes aplau
 sos).
 
 Os damos por ello las más rendidas gracias,
 amadisimos hijos, y tenemos la convicción de
 que habéis tomado parte a nuestro Jubileo Sa
 cerdotal en manera infinitamente más impor
 tante que con estos a su vez tan gratos aplausos,
 con vuestras oraciones, por las cuales os damos
 
 I. Pinza de M aría Auxiliadora.
 a. Calle Cottolengo. — 3. Santuario de Alaría Auxiliadora. — 4. Primitiva V o
 d d internado. — 9. Clases y estudios de los estudiantes. — 10. N uevo pabellón para talleres. — ix . Clases y donnteri
 16 y 17. Casa de las Hijas de M . A , — 18. L a grande Editorial S. E. I. donde se im prim e el Boletín Sáleaano. '—
 
 especiales gracias. Y nos produce especial satis
 facción, al evocar tan gratos recuerdos, ver en
 derredor nuestro a los veteranos de los alumnos
 salesianos, a los obreros de la primera hora, de
 aquella primera hora que es siempre más difícil
 y más ardua, cuando se trata de empezar los
 surcos y de arrancar a tierras todavía incultas
 los primeros frutos de un cultivo primitivo.
 ¡Gloria y honor a vosotros, antiguos soldados de
 la Institución Salesiana, a vosotros, primeros
 compañeros del Beato Juan Bosco!
 Y sed bienvenidos también todos vosotros,
 congregados de todas las partes del mundo para
 hacer más grandiosas y solemnes las primicias
 de veneración a vuestro, o mejor dicho a Nuestro
 glorioso Beato, que Nos por gracia de Dios hemos
 podido elevar al honor de los altares. Y no sólo
 nos habéis hecho gustar más vivamente con vues
 tra presencia esta elevación a los honores de los
 altares, sino que nos habéis hecho también más
 vivamente sentir y gustar aquella paternidad
 
 universal que la Divina Providencia quiso, en
 su bondad y en sus inexcrutables designios,
 confiar a nuestro pobre corazón. Nunca como
 en estos momentos en que (.'irnos alrededor nuestroalmas tan fervorosas y ¡lenas de caridad cris
 tiana, reunidas de todas las partes dcl mundo^
 sentimos ser verdaderamente el Padre de todos
 los creyentes, de toda ¡a gran familia católica,
 que vosotros representáis tan dignamente, tan
 grandiosamente; que vuestra sola presencia
 constituye un testimonio elocueniisimo de los
 méritos del Beato Juan Bosco y de la fecundidad
 y mérito de su Obra.
 
 La gran familia salesiana.
 Cuando pensamos que vosotros, salesianos
 y salesianas, alumnos y alumnas, exalumnos y
 cooperadores, prelados, oi»ts^os y cardenales
 no SOIS más que una representación, una débil
 representación de la muchedumbre que, en es-pi-
 
 TU R IN : L A C IU D A D SA L E SIA N A DE V A LD O CCO .
 Vista del Oratorio de Don Bosco tomada desde un aeroplano.
 En el ángulo superior aparece en igual escala la primitiva casa Pinardi. [Maravillosos contrastes de las Obras de Dios!
 
 illesia de San Francisco. — 5. Habitaciones de Don Bosco. — 6. Edificio del Capítulo Superior. — 7 y 8 Patios
 átonos. — 12. Lavaderos y ropería. — 13. Oratorio Festivo- — 14. Teatro interno. — 15. Antiguos talleres. —
 .•— 19. Sucursal de la Parroquia. — 20. Hespedería. — 21. Almacenes. — 22. Lugar del célebre Prado Füippi.
 
 242
 ritu, como en grande visión apocalíptica vemos
 tras de vosotros, en medio de vosotros, nuestro
 espíritu se siente verdaderamente arrebatado de
 admiración y de alegría. (Cuántos son los hijos
 de Don Dosco y los que participan de su Obra?
 Aún contando sólo los actuales, son millares y
 millares: los salesianos de ocho a nueve mil y
 las benenu'ritas Hijas de María Auxiliadora de
 siete a ocho mil. Y ¿cuántos son los alumnos
 salesianos? Esta pregunta la contestaremos con
 la misma respuesta que Nos acaba de dar^uestro
 Superior Mayor, a quien hace unos momentos
 preguntábamos si podía darnos, al menos con
 alguna aproximacü'n, el total de los alumnos
 salesianos en la actualidad: y modestamente nos
 contestó que no lo sabía, que no podía dárnoslo.
 He aquí una hermosa muestra de modestia, que
 resulta al mismo tiempo una soberbia afirmación,
 pues equivale a decir: Son tantos que ni siquiera
 
 sabemos cuántos son.
 
 La educación crísfiana.
 Nos congratulamos con vovotros, amadísimos
 hijos, en cualquier lugar, en cualquier oficio en
 cxialquier grado, hasta el más humilde, os en
 contréis de esta grande familia, de este glorioso
 ejército, verdadera defensa del bien y de la\verdad.
 Cuando se considera el valor de una sola alma,
 cuando se piensa qué tesoro es una sóla educa
 ción cristiana, educación cristiana como la
 entendía Don Bosco o sea, profunda, completa,
 exquisitamente cristiana y católica; cuando se
 piensa en este tesoro multiplicado por tan gran
 número de secuaces y de medios, se prueba ver
 daderamente un grande sentimiento de alegría
 y de gratidud hacia Dios, que sabe suscitar
 obras tan grandes, y mantenerlas vivas y hacer
 las prosperar en este misero mundo, en donde,
 es siempre tan pertiiias la lucha del mal contra
 el bien, del error contra la verdad cristiana. Nos
 congrattilamos con todos y cada uno de vosotros,
 amados hijos: con toda la grande familia saley en esta contemplación consoladora de un
 pasado tan fecundo de bien encontramos la se
 guridad prometedora de un porvenir siempre
 más espléndido, siempre más rico de frutos
 espirituales, para la gloria de Dios, para la
 evtensión y consolidamiento del Reinado de
 Cristo, para la salvación y saniipcación de ¡as
 olmas, para honor y gloria de la Santa Iglesia,
 Esposa de Jesucristo. No podríamos haceros,
 amados hijos, otro augurio mejor, ni más pa
 ternalmente cariñoso, que éste, en este momento
 en que vuestra Obra se ilumina con tan hermosos
 resplandores de tus divina, cuando Nos ha ca
 bido la dicha, por gran misericordia de Dios,
 de elevar a vuestro y Nuestro Beato Don Bosco
 al honor de ¡os altares, levantando uh borde del
 velo de oro que oculta a nuestras miradas los
 esplendores del Cielo, procurando dar a conocer
 
 acá abajo algún destello de la grande gloria que
 le rodea allá arriba, justa recompensa de sus
 inmensos merecinientos.
 
 Gloría pafrís, fílü sapientes.
 Pero a la gloria celeste tiene que corresponder
 la gloria terrestre y vosotros hdbeis venido aquí
 precisamente para establecer esta correspon
 dencia mediante la expresión de la veneración
 mundial con que centenares de miles de almas
 invocan doquiera y veneran con vosotros al
 Beato Don Bosco. Pero vosotros teneis que pen
 sar además que la gloria principal del Beato
 en esta tierra está en vuestras manos y depende
 de vosotros. No es nuestra la palabra que ahora
 pronunciamos sino de Dios: « Gloria patris filii
 sapientes ». Vuestro Padre será glorificado con
 la mayor gloria que aún humanamente puede
 tributársele, si vosotros sabéis ser hijos sabios
 y dignos de tan gran padre; si sabéis como ahora,
 y siempre más y mejor, entender su espíritu y
 el de su Obra, para continuarla siempre mejor,
 como él quería, sin medir el trabajo {Nos mismo
 recordamos lo que el repetía como gloriosa di
 visa: Quien no sabe trabajar no es salesiano);
 sin regatear la dedición completa. {Nos parece
 todavía verlo con nuestros propios ojos), la abne
 gación de todo lo que se refería a su propia per
 sona para cuanto pudiera contribuir al bien
 de las almas. Y Nos mismo recordamos las her
 mosas palabras que él, mirando hacia el porve
 nir con genial intuición, Nos decía cuando con
 él Nos congratulábamos por haber visto cosas
 tan hermosas en su Casa, en sus talleres, en sus
 escuelas. Y tened en cuenta que no se trataba
 del bien en si mismo, sino de los medios para
 hacer el bien, en los cuales él se adelantó a los
 tiempos con la seguridad de una felicísima
 inspiración. A 7iuestras palabras de compla
 cencia, él, que como ya sabéis, hablando de si
 mismo se expresaba siempre en tercera persona,
 contestó: * Cuando se trate de algo que se re
 
 fiere a la causa del bien, Don Bosco quiere ir
 siempre a la vanguardia del progreso *.
 
 E l frufo de la Beaíifícación.
 Esta palabra que Nos recogimos un día de
 los labios de vuestro Padre, amadísimos hijos,
 es la que pensamos dejaros como recuerdo, come
 fruto, como propósito y conclusión práctica de
 esta hora magnifica que Nos habéis procurado,
 ¡Cuando se trate del bien, de la verdad, del
 honor de Dios y de la Iglesia, del Reinado de
 Jesucristo, de la salvación de las almas, siempre
 a ¡a vanguardia del progreso! Sea este vuestro
 santo y seña, sea el acicate continuo que os anime
 a adelantar siempre animosos por los gloriosos
 caminos por los que os incitan a caminar la
 
 243
 palabra, el ejemplo y ahora la intercesión del
 Beato Juan Sosco.
 Con esta magnifica visión del pasado y pre
 visión del porvenir os impartimos la Apostó
 lica Bendición; todas las bendiciones que habéis
 venido a pedir al Santo Padre en tan hermosa
 circunstancia, a todos y a cada uno, niños y
 mayores, para todas las personas y cosas que
 ridas a vuestro corazón, sobre todo y sobre todo$,
 descienda nuestra paternal bendición y perma
 nezca siempre *.
 
 .í i 't í
 ^
 
 ;
 
 E l triduo de Roma
 en honor del Beato.
 Los dias 4, 5. y 6 de junio fueron dedi
 cados al solemnísimo Triduo en honor del
 nuevo Beato, que se celebró en la Basílica
 Salesiana del Sagrado Corazón de Jesús,
 una de las últimas Obras llevadas a cabo por
 el mismo Beato, por encargo especial de
 Su Santidad León X III.
 
 :
 
 .................. I
 
 ::v;.
 
 .
 
 c O l 'i i • j : i j : r ; n , i í i r ! r • d f i
 
 Por la noche del gran día la Basílica Vaticana aparece como una TÍsión de cielo.
 
 La Bendición del Papa.
 Apenas terminado el conmovedor dis
 curso, el Papa se levantó para impartir la
 Bendición Apostólica. Toda la imponente
 asamblea, conteniendo a duras penas su
 entusiasmo, recibió la bendición en actitud
 reverente y piadosa; pero apenas pronun
 ciada la fórmula sagrada, prorrumpió en
 aplausos y aclamaciones interminables, mien
 tras el Papa, bajando del trono y rodeado
 de los cardenales y obispos, se adelantó
 hasta el borde del estrado, recorriéndolo
 todo, saludando y bendiciendo repetida
 mente a la entusiasta muchedumbre que
 lo aclamaba. Y los aplausos y aclamaciones
 continuaron aún cuando el Papa se hubo
 retirado, no acertando los presentes a dejar
 tm lugar donde habían probado tan hondas
 emociones.
 
 E l dia 4 celebró la Misa de Comunión el
 Superior General de los Salesianos, Don
 Felipe Rinaldi; pontificó la Misa solemne
 el Cardenal Gamba, Arzobispo de Turín;
 por la tarde dijo el panegírico del Beato
 el salesiano Mons. Luis Olivares, Obispo de
 Nepi y Sutri. E l día 5, la misa de Comunión
 General fué celebrada por el Emmo. Car
 denal Laurenti, Prefecto de la Sagrada Con
 gregación de Ritos; el Pontifical de las 10
 estuvo a cargo del Cardenal Luís Capotosti y el panegírio) de la tarde lo dijo con
 su arrebatadora elocuencia Mons. Carlos
 Salotti, Promotor General de la Fe. El día
 6 celebró la Misa de Comunión el Emmo.
 Cardenal Alejandro Verde, Ponente de la
 Causa; a las 10, (alebró Misa solemne Pon
 tifical el Cardenal Salesiano Mons. Augusto
 Hlond, Primado de Polonia; el panegírico
 de la tarde estuvo a cargo del Emmo. Car-
 
 2H4
 
 denal Gamba, Arzobispo de Turín e impartió
 la Ueiidición con S. D. M. el Emmo. Car
 denal Pedro Gasparri, Secretario de Estado
 de Su Santidad y Protector de la Pía So
 ciedad Salesiana.
 Todo contribuyó al esplendor de este
 Triduo, que resultó un grandioso homenaje
 que la ciudad de Roma tributó al nuevo
 Beato. Ea Basílica del Sagrado Corazón
 luciendo sus mejoros galas y una esplén
 dida iluminación tanto interna como externa;
 la magnificencia de las sagrados funciones
 que se desarrollaron con todo el esplendor
 de la liturgia católica; los cantos ejecutados
 por grandes masas polifónicas con extraor
 dinaria perfección; los altísimos personajes
 que oficiaron y asistieron a las sagradas
 funciones; la multitud que llenaba el espa
 cioso templo y todas sus adyacencias; todo
 fue digno del homenaje que la Ciudad
 ICterna quiso rendir al grande fundador,
 al educador insigne, al paladín esforzado
 de la Iglesia y del Vicario de Jesucristo.
 
 Colocación de la primera piedra
 de ¡a Obra Pío XI.
 Para qire nada faltara a un conjunto tan
 solemne y grandioso, uno de los mimeros de
 las fiestas de la Beatificación en Rom a íué
 la colocación de la primera piedra de la monu
 mental Iglesia de Maria Auxiliadora, que
 forma parte del nuevo grandioso edificio que,
 como homenaje a Su Santidad Pío X I en su
 año jubilar, la Congregación Salesiana está
 levantando en la ciudad de Roma. El conjunto
 de jiatias y wlificios ocupará un área de 40.000
 metros cuadrados y comprenderá tres obras
 principales: Un internado con totlos los ade
 lantas motlcrnos j>ara la enseñanza de Artes
 y Oficios, capaz para unos 400 alumnos; un
 externado eon Oratorio Festivo y todas las obras
 complementarias, y la graudo Iglesia de Maria
 Auxiliadora, qu$ será un centro de difusión
 tle vida cristiana, para el nuevo barrio que se
 está fonuando alre«.ltHlor de la Vía Tusculana.
 ba nueva Iglesia tendrá 75 m. de largo, 30
 de ancho y ¿3 de altvira alcanzando en el cru
 cero una anchura de 40 metras.
 Ofició el sngra<Ío rito el Canlenal \'icario
 Emmo. Basilio Pompili. hallándose presentes
 los Eimuos. Cardenales Cerretti, Gamba. I.auri
 y Hlond, varios obispos salesianos, nuestro
 Sui>erior General con los demás miembros
 dcl Capítulo Superior y gran número de auto
 ridades y pereoualidades de Roma, de Turin
 y del extrimjero.
 
 LAS JORNADAS DE TURiN
 (del 9 al 16 de Junio).
 Preparativos.
 Si bien es verdad que la grandiosidad de
 los actos realizados en Roma, en la primei*
 Basílica de la Cristiandad y m presencia
 del Santo Padre, no pueden ser igualados
 en parte alguna, con todo, las fiestas de T u 
 rín, se acercaron mucho a la grandiosidad
 romana y la superaron en amor, en entu
 siasmo y en afluencia de peregrinos.
 Días de intensa actividad fueron los pre
 cedentes al segundo domingo de junio. Ea
 Casa Madre de los Salesianos estaba rebo
 sante de salesianos de todas las partes del
 mundo, allí reunidos para rendir su tributo
 de amor al Padre a quien pronto iban a
 ver en la gloria del altar. Muchos habían
 llegado recientemente de Roma; otros, los
 más, venían con escuadrones de niños de
 todas las regiones de Italia y del extranjero.
 Y la ciudad también se veía repleta de
 forasteros. Desde tres días antes hubo de
 suspenderse en las estaciones de Turín el
 despacho y recibo de toda suerte de mer
 cancías porque los numerosos trenes especi.iles que llegaban a la capital del Piemonte
 apenas eran suficientes para trasportar a la
 multitud de peregrinos que deseaban asistir
 a los solemnes festejos.
 Agréguese a esto los centenares de ve
 hículos de toda clase y capacidad que traían
 los peregrinos de los pueblos comarcanos y
 de otras proWncias, y se podrá tener una
 pálida idea de la gente que acudió a Turín
 en estos días para festejar al santo pianiontés, al apóstol de la juventud.
 Como para electrizar más a la gente y
 corresponder a su confianza y afecto, Don
 Bosco quiso mostrar desde aquellos días
 su valimiento sobrenatural, y fué precisa
 mente en Valsálice, la \dspera de su tras
 lado, cuando quiso con un prodigio osten
 tar su gran poder, curando y devoh-iendo
 la vista a un niño casi ciego, que en brazos
 de su madre, aguardaba ansioso la dicha
 de \-isitar el cuerpo del Beato. Como éste,
 por razones fáciles de comprender, no se
 podía exponer a la pública curiosidad y de
 voción, madre e hijo, se dirigieron a la ca
 pilla del Colegio de Valsálice, y fué allí,
 ante un cuadro del Beato, donde se obró el
 
 245
 
 Despoés de cnarenfa aBos. el
 
 qocto
 
 Beafo deja la paz de la tnmba de Valailice.
 
 246
 prodigio, pues de repente, el niño que antes
 no veía sino imágenes borrosas e imper
 fectas, exclamó en un arranque de alegría;
 — ¡Mamá, mamá, ya veo, ya veo!
 La voz del prodigio se extendió como un
 reguero de pólvora por toda la ciudad y
 a las primeras horas de la tarde ya era el
 tema obligado de todas las conversaciones.
 
 La fíesía.
 Así caldeados los ánimos, amaneció el
 día memorable de la traslación. Desde las
 cuatro de la mañana, sin cesar en todo el
 día, empezó la afluencia de devotos hacia
 los alrededores de la Basílica de María Auxi
 liadora, punto de cita de todo Turín, de todo
 el Piamonte, y de todo el mundo salesiano.
 La multitud no cabía en la iglesia y para
 facilitar el cumplimiento del precepto se
 instalaron varios altares al aire libre en
 donde se decían misas sin interrupción; uno
 de ellos en la plaza de María Auxiliadora.
 Delante, una gran masa de devotos asistía
 con ejemplar compostura y recogimiento
 al santo Sacriñcio, mientras el movimiento
 general de la plaza, con sus continuas ondu
 laciones y oleadas de gente seguía sin cesar...
 Se erigió otro altar en uno de los patios
 interiores del Oratorio, sin contar las Misas
 que se iban diciendo en el templo de San
 Francisco de Sales, en la capilla Pinardi,
 en \ü Iglesia sucursal y en las habitaciones
 de D. Bosco.
 
 En Valsálice,
 A las primeras horas de la tarde nos tras
 ladamos a Valsálice, para presenciar el
 comienzo del cortejo.
 Las calles que debía recorrer la urna del
 Beato estaban ya tomadas por la fuerza
 pública, que impedía la circulación de toda
 suerte de vehículos y a ambos lados del Paseo
 Reina Margarita, en la plaza de la Catedral
 y en otros diversos puntos por los que debía
 desfilar la manifestación, se habían levan
 tado grandes tribunas para el público, y pese
 al elevado precio de las localidades-desde
 10 hasta 50 liras — estaban llenas de gente,
 que con toda paciencia aguardaba la hora
 de ver pasar el Santo. No menos mara\*iUa
 causaban los que a ambos lados esperaban
 en pie, manteniéndose con una constancia
 mara\dllosa en su puesto, desde las dos
 
 hasta las ocho de la tarde, sin dar muestras
 de cansancio, antes con creciente interés
 a medida que se aproximaba el ansiado mo
 mento.
 Fué un problema el tener que atravesar
 el corto espacio que nos separaba de Val
 sálice, pero llegamos por fin allá cuando
 empezaba a movilizarse la comitiva.
 Allí se encontraban ya la mayor parte de
 los Prelados salesianos que junto con el
 Card. Hlond quisieron acompañar el cuerpo
 del Beato durante todo el trayecto.
 También quiso prestar este homenaje a
 D. Bosco el Emmo. Cardenal Gamba, Ar
 zobispo de Turín, quien a pesar de ins
 tarle, atendida su edad y lo largo del
 trayecto, a que hiciera como los demás Prín
 cipes de la Iglesia y autoridades, incor
 porándose al cortejo en la Catedral, insistió
 en quererlo acompañar desde Valsálice
 aduciendo como motivo, su relación espe
 cial con Don Bosco como exalumno y Arzo
 bispo de Turín.
 A las 2 y media D. Rinaldi da la orden
 de trasladar la sagrada urna al jardín del
 Instituto. E l alto honor corresponde al
 grupo de Ex-Alumnos, que se disputan la
 preciosa carga.
 Bajado de la habitación en donde se
 encontraba, el cuerpo del Beato es depo
 sitado en una riquísima urna, adornada con
 primorosa talla, ejecutada por los alumnos
 de las Escuelas Salesianas de San Benigno.
 La urna es montada sobre un chasis
 ofrecido por la casa constructora, y ador
 nado con toda magnificencia.
 Los exalunmos, alrededor del glorioso
 cuerpo, dan escolta de honor.
 A llí vimos, representando a las florecientes
 agrupaciones de sus lejanos países, a los
 delegados de España, Sres. Durán y De las
 Heras; de la Argentina, Prof. Amadeo P.
 Barousse, Mario Balbi y Pedro Ballerini;
 del Uruguay, Sres. Avelino Breña y Ponce
 de León.
 Iban alegres y orgullosos de conducir la
 carroza y de formar corona alrededor del
 Padre.
 
 La salida.
 Se inicia la procesión. Abre la marcha
 la Banda de Música del Oratorio, seguida
 de los alumnos y exalumnos del Colegio
 de \*alsálice. Luego el clero, en doble fila,
 precediendo a los Obispos Salesianos.
 
 247
 
 248
 La larga fila de Prelados, está compuesta
 por los ICxcmos. Mons. Mederlel, Arzobispo
 de Madrás, Mons. Guerra, Arzobispo de
 Verissa, Mons. Coppo, Obispo de Paleopolis, Mons. Sak, Vicario Apostólico del
 Alto Luapula; Mons. Mathias, Vicario Apos
 tólico del Assam, Mons. D'Aquino Correa,
 Arzobispo de Cuyabá, Mons. Olivares, Obispo
 de Nepi, Mons. Coniin, Vicario Apostólico
 de Méndez y Gualaquiza; Mons. Couturon,
 Administrador Apostólico del Registro de
 Araguaya, en B rasil; Mons. Emmanuel,
 Obispo de Sabina, Mons. Jara Vicario Apos-
 
 deValsálice un ^^.va formidable.... lís impo*
 nente el momento en que D. Bosco deja
 aquellos lugares santificados por su pre
 sencia. Se siente la tristeza del momento.
 Los frondosos árboles del patio interponen
 sus ramas, en un último abrazo de despedi
 da, como para impedirle él paso, y hay
 que cortarlas, para qu? con su roce, no se
 estropee la urna.
 Y empieza el triunfo. Apenas salido del
 Instituto, la aglomeración de fieles se hace
 imponente.
 Todos tienen en sus gargantas el mismo
 grito, en sus labios el mismo canto,
 en sus corazones la misma plegaria.
 L a estrechez de la calle, impide,
 empero, que se demuestre el en
 tusiasmo de la multitud en toda
 su grandiosidad.
 El desfile sigue por media hora,
 antes de llegar al puente Hum
 berto, desde donde ha de em
 pezar a regirlarizarse el cortejo,
 ya que la gente que hasta ahora lo
 formaba, no es sino una parte
 insignificante. Los demás se en
 cuentran esperando su tum o en
 la vastísima plaza Vittorio Veiieto,
 y en las amplias calles adyacentes.
 Gracias a las providentes me
 didas tomadas, la plaza Vittorio
 Veneto, presenta una aspecto orEI estundaríe y los dos banderas españolas, qne. escolladas
 por numeroso {{rupo de pere^ínos. formaron en el cortejo.
 denádo. Se ven todos los diversos
 grupos que han de formar en la
 tólico de Magallanes y Mons. Muncrati, procesión, formados por separado, con sus
 insignias, banderas, carteles; y en orden
 Obispo de Volterra.
 Cierra la larga fila de Obispos salesianos perÍQito, a medida que les toca el turno,
 el Ummo. Cardenal
 Hloy\d, Primado se van moNulizando.
 Son diez y nueve los grupos que integran
 de Polonia, que precede inmediatamente la
 el cortejo. Cada uno de estos grupos sería
 urna del Beato.
 Detrás de esta avanza el límmo. Cardenal suficiente para nutrir una manifestación.
 Gamba, Arzobispo de Turín, con numeroso Pasan de treinta las bandas de música que
 sétiuito formado por el clero de su arqui- a inter\’alos ofrecen una nota de animación
 a los cantos'de la muchedumbre.
 *
 diikesis.
 Desde las graderías de la Catedral asis
 A ambos cardenales les dan \*istosa escolta
 los Caballeros del Santo Sepulcro, Caballe- timos al imponente desfile. Lo presencian
 lleros de la Orden de Malta y de la Orden desde aUÍ también todos los Excelentísmos
 de Sat\ Silvestre, todos con sus riquísimos Sres. Obispos, dando un magnífico es
 y vistosos uniformes, que compiten en mag pectáculo con el brillo de sus colores y
 nificencia con las púrpuras de los Carde la magnificencia de sus vestiduras. A los
 nales.
 cuatro cardenales que también esperan en
 Alrededor de D. Bosco ocupan el puesto la Catedral suitiarse al Cortejo, les son pre
 de honor los miembros del Capítulo Supe parados sendos sillones para que puedan
 contemplar cómodamente el des^e.
 rior de la Congregación Salesiana.
 Al avanzar la urna, resuena en los patios
 Y este da comienzo, por fin
 
 249
 
 El desSh.
 E l primer grupo está constituido por las
 niñas de los Oratorios de las Hijas de María
 Auxiliadora de Turín, comprendiendo las
 secciones de Hijas de María, Huérfanas,
 grupos gimnásticos, Colegios de Turín, el
 Círculo María Mazzarello, y termina con
 una nutrida representación de Ex-Alunmas.
 El segundo es el de los Oratorios Salesianos. Pasan los de la Crocetta, Mouterosa,
 San Pablo con su Banda, Valsálice, Marti-
 
 legios que las Hijas de María Auxiliadora
 dirigen en el Piamonte, al que sigue el grupo
 octavo, integrado por nutridas representa
 ciones de los Colegios Salesianos del Piainonte.
 El noveno, que fué uno de los más intere
 santes, lo formaban la Unión de Jóvenes
 Católicas, la de Mujeres Católicas, los Jó
 venes Católicos y la Unión de Caballeros
 Católicos, cerrando el grupo los círculos
 católicos universitarios
 En el grupo décimo tenían una numerosa
 
 El caerpo Diplomático se ane al homenaje a Don Bosco.
 En el centro ei Excmo. Sr. D. Alejandro £.scudero. Cónsul de Espafia.
 
 netto, San Unís Gonzaga, y San Francisco
 de Sales, el primer Oratorio fundado por
 D. Bosco. E s una fila interminable.
 E l tercero y cuarto grupo están integra
 dos respectivamente por un gran número
 de Baldas y « Piccole Italiane», ataviados
 con \dstosos uniformes.
 En el quinlo forman las Compañías y
 Colegios no salesianos de Turín. de ambos
 sexos
 El sexto, los Colegios Salesianos de Martinetto, San Juan y el Oratorio de San Fran
 cisco de Sales, tres imponentes filas de
 niños internes.
 E l séptimo k ) constituyen todos los Co-
 
 representación las Cooperadoras Salesianas,
 y Damas de María Auxiliadora, los E x
 alumnos de D. Bosco y Cooperadores Sale
 sianos.
 El undécimo estaba formado por represen
 taciones de las casas que las Hijas de María
 Auxiliadora poseen, tanto en Italia como en
 los países extranjeros.
 A continuación desfilaban, en puesto de
 honor, la Casa de Valsálice, las Congrega
 ciones religiosas de mujeres y el Instituto de
 las Hijas de María Auxiliadora con el Con
 sejo General, formando un grupo imponente.
 E l grupo décimo tercero iba precedido de
 la cruz procesional, seguida de los clérigos
 
 250
 salesianos y de otras Congregaciones; —
 Seminarios Diocesanos, Sacerdotes del Co
 legio líclesiástico (del que fué alumno
 el Beato) — el clero salesiano en cuatro
 interminables filas.
 ICl décimo cuarto lo componían las Congre
 gaciones y Ordenes religiosas, con sus Supe
 riores generales y Provinciales, el clero dio
 cesano, Párrocos, Rectores de Iglesias, Fa
 cultad Degal, Facultad Teológica, Canónigos
 de las Colegiatas y de la Metropolitana.
 K1 décimo quinto lo formaban los Exmos.
 Prelados, Obispos, Arzobispos y Cardenales
 con su séquito.
 Inmediatamente a continuación de este
 grupo venía la urna del Beato, rodeada del
 Capítulo Superior de los Salesianos y los
 Presidentes internacionales de los Coope
 radores y Kxalunmos de Don Bosco. Tam
 bién iban en este grupo algunos repre
 sentantes de la familia del Beato.
 A continuación venía el grupo décimo
 sexto, integrado por las Autoridades civiles
 y militares, el cuerpo Consular, la Comisión
 de Honor, y los Alcaldes de todas las ciu
 dades del Piamonte ‘ en donde hay alguna
 obra salesiana.
 I4OS dos últimos grupos, que cerraban el
 cortejo, estaban integrados por una nutrida
 representación de entidades políticas, cultu
 rales y patrióticas, entre las que merecen
 especial mención la representación de la
 <( Unión Enseñantes Don B osco» y la Uni
 versidad de Turín con sus Profesores y
 numerosos alumnos.
 Cada uno de estos grupos promovía, a
 su paso, calurosas ovaciones y halagüeños
 comentarios de parte del numeroso pú
 blico estacionado para verlos pasar, por
 que todas decían algo al corazón de los
 admiradores de D. Bosco. Eran objeto de
 cariñosas ovaciones las juventudes de Oistelnviovo, pueblo natal del Beato, las de
 la Ciudad de Roma, la Asociación de Padres
 tle Familia, con varios centenares de so
 cios que reflejaban en sus rostros el entu
 siasmo y el convencimiento.
 Pasa, entre mue.stras de especial compla
 cencia. un escuadrón de alumnas de las
 Hijas de María Auxiliadora, artísticamente
 ataviadas, llevando sobre el pecho una
 banda de seda, con los nombres de todas las
 ciudades del mundo donde los Salesianos
 o las Hijas de María Auxiliadora tienen
 fundado algún Colegio o centro.
 
 Se anuncian con nutridos aplausos la
 presencia de las representaciones de Polonia,
 de España y de Francia, con numerosos ma
 nifestantes, ostentando sus banderas y es
 tandartes.
 También es acogida con viva simpatía
 la vresencia de dos negros del Congo Belga,
 en representación de las misiones salesianas.
 Pero entre todos estos grupos, debemo.s
 mencionar ei más numeroso, d más disci
 plinado y uno de los más simpáticos: es el
 grupo de más de diez mil personas, formadopor los Cooperadores, Cooperadoras y E x 
 alumnos Salesianos: todos orgullosos del
 acto que allí les reúne, parecen querer ma
 nifestar al mundo entero, el santo orgullo
 de que se sienten poseídos por pertenecer
 a la Obra que fundó el Beato D. Bosco.
 Y pasan numerosos y recogidos, con las
 banderas e insignias de todas las naciones,
 ofreciendo a la multitud, que con respeto los
 contempla, el bello, espectáculo de la fuerza
 y de la juventud, asociada a la virtud y a
 la religión.
 A continuación vienen los sacerdotes con
 sus albos roquetes y magníficas vestiduras,
 precediendo al nutrido grupo de Obispos
 Salesianos y al Cardenal Hlond, cuya púr
 pura y majestuosa presencia cautiva la
 atención de todos los ojos, que se \’nelven
 a él con admiración y cariño.
 
 P asa el Beafo.
 En esto empieza a notarse algo especial:
 cesan los murmullos de las conversaciones;
 un silencio solemne y religioso invade a la
 multitud; se nota un movimiento de agítatación en la masa; unos se arrodillan, otros
 se ponen de pié y se santiguan. Es que
 aparece la urna, filigrana de arte, tesoro de
 riquezas; pero lo que atrae y cautiva la
 atención y los corazones de todos, es aquel
 cuerpo, que se ve a través de los cristales,
 aquel cuerpo bendito de Don Bosco, cuyo
 rostro aún sonríe a la multitud;.... Pasa
 Don Bosco....
 Y aquellas calles que un día cruzara el
 humilde sacerdote, triste y apenado en busca
 de recursos con que mitigar el hambre de
 sus asilados: aquellas calles que no hace
 muchos años le veían rodeado de turbas
 de pilludos, vendedores de cerillas, limpia
 chimeneas, vendedores ambulantes, le ven
 ahora rodeado, si, de niños como aquellos
 
 251
 
 pero también de los más egregios Príncipes
 de la Iglesia y de las más distinguidas auto
 ridades de la Capital.
 La turba de niños de hace cincuenta o
 sesenta años se ha transformado hoy en
 otra turba de más de quinientas mil almas,
 que al paso de D. Bosco entona un himno
 triunfal, celebrando entre aclamaciones de
 entusiasmo, la vuelta al Primer Oratorio
 del Padre de los niños, orlado con la aureola
 de la santidad
 La presencia de la urna produce donde
 quiera un religioso silencio en la multitud,
 que se arrodilla y reza.... Y Don Bosco pasa,
 
 de Nápoles, y Nasali Rocca, de Bolonia,
 precedidos de una interminable fila de Arzo
 bispos y Obispos, asistidos por sacerdotes y
 familiares.
 
 A rzobispos: Pisani, titular de Costanza,
 MontaneUi de VercelU, Del Rio de Oristano,
 Piovella de Cagliari, Longhtn de Treviso,
 Ballerini de Pavía, Curi de Barí, Ferráis
 de Catania, Conforti de Parma, Menzani de
 Piacenza, Bussolari de Modena, Bartolomasi
 Arcivescovo Castrense.
 Obispos : Ferretti de Macerata, Calahrese
 de Aosta, Ressia de Mondovi, Rossi de
 
 La Urna qae contiene las preciadas reliqaiss del Beato.
 
 bendiciendo a todos.... y mientras procede
 lentamente para llevar a otros grupos su
 bendición y su sonrisa, los anteriores se
 ponen nuevamente en pie, y desahogan su
 entusiasmo y su amor hasta entonces con
 tenido, en gritos de júbilo, en exclamaciones
 y cánticos de inmensa alegría.
 Y este es el espectáculo que ofrece el
 paso de Don Bosco durante todo el trayacto
 Son más de dneo kilómetros, los que re
 corre la urna en medio de una ovación ininte
 rrumpida, de un continuo fluir de lágrimas,
 y de im incesante perfume de oraciones.
 
 Los Prelados.
 Al llegar a la plaza de la Catedral, la urna
 se detiene, mientras se incorporan al Cor
 tejo los Emmos. Cardenales, Maffi, de Pisa
 Vidal y Barraquer, de Tarragona; AscaUsi
 
 Susa, CaUarossi de Belluno, Fogar de Trie
 ste, MaUeoni de Grosseto, Oberli de Saluzzo,
 CasUÜi de Novara, Mentía de Mantua,
 Pella de Casale. Saín de Fiume, Cosíantini de Spezia, Memgazzi de Comacchio,
 Filippeüo de Ivrea, Travaini de Cuneo,
 Principe Endrici de Trento, Spandre de
 Asti, Milone de Alessandria, Garigliano de
 Biella, De Amicis, Auxiliar de Genova,
 Pinardi, Auxiliar de Turín, Del Ponte de
 Acqui, Abbate di Yerres, Castróle de la
 Facultad Teológica de Turín, Mazzini de
 Filadelfia, Sanmigtiel de Venezuela, Du Bois
 de Annecy, Bilbao de Tortosa, Ricard de
 Niza, Aguirre de Sorocaba, BeÜoso de San
 Salvador, Caro de L a Serena, Font de Tarija, Builes de Santa Rosa, Orliz de Cha
 chapoyas, ^fassa de Rio Negro. En total,
 49, que, sumados a los 6 cardenales y a los
 13 prelados salesíanos anteriormente men-
 
 ----
 
 252
 
 ci :nacIos, forman un total de 68 entre Car
 denales, Obispos y Prelados.
 Con ellos acaba de organizarse el cortejo,
 que prosigue su marcha por la calle X X Sep
 tiembre, pasando ante los balcones del
 Palacio Real, en donde aparece el Príncipe
 Heredero de Italia, que conmovido, pre
 sencia con las Princesas y altos personajes
 de la Corte el hermoso espectáculo de fe
 que se desarrolla ante sus ojos, y cuando
 
 aclamaciones y cantos recorre Don Bosco
 el espacio que le separa de su Basílica, a
 donde llega después de cinco horas de triunfal
 recorrido.
 Al aparecer la urna ante la plaza de María
 Auxiliadpra, nos sorprende un magnífico
 espectáculo: la iluminación de la Basílica.
 Las luces han erigido también su poema,
 para sumarse a la grandiosidad general.
 La airosa cúpula, parece un ascua de oro.
 
 Alj(unoa de los Excmos. Obispos y Prelados que esperaban en la Catedral el momento de unirse al cortejo.
 
 la urna dol Beato pasa ante su balcón, se
 descubre reverentemente, y con profunda
 unción y piedad cristiana, se santigua, y
 reza.
 -\l desembocar en el Paseo Regina Mar
 garita la carroza triunfal, la masa humana
 se agitantu. líiitra en el barrio de D. Bosco.
 y allí es el entusiasmo más grande, más
 sincero, más popular. Todo son gritos, ple
 garias en alta voz, óantos; nadie se recela
 de demostrar pxlblicamente sus sentimien
 tos, porque en aquellos instantes todos sien
 ten lo mismo, todos tienen una oración que
 hacer, una gracia que pedir, una promesa
 que formular. Y así, entre inintermmpidas
 
 parece como el nimbo de gloria que se eleva
 sobre la frente del Beato, para dar a enten
 der al mundo entero, la gloria de que en el
 Cielo se halla revestido.
 
 En la Basílica,
 Mientras las autoridades e in\ntados van
 entrando a duras penas en la Basílica, a
 causa de la emorme concurrencia que difi
 culta todo moidmiento, la urna es colocada
 sobre un catafalco, de donde puede ser
 contemplada por la multitud que no podrá
 tomar parte en las funciones que se lie\*arán a cabo dentro de la Basüica, ya rebo-
 
 -L
 
 253
 
 sante de selecta concurrencia, formada
 exclusivamente por las autoridades que han
 tomado parte en el cortejo.
 Y la plaza se cambia en un templo, en
 donde sólo se oye el canto a Don Bosco,
 canto que nadie se cansa de repetir, y que
 cada vez crece en entusiasmo, en fervor y
 en intensidad, hasta tomar proporciones
 indescriptibles, de esas que hacen preci-
 
 la iluminación, verdadero alarde de riqueza
 y buen gusto, que hace de toda la Basílica
 un ascua de oro, lo primero que llama la
 atención, es, en puesto preeminente, sobre el
 altar mayor, el cuadro de la Gloria del
 Beato, el mismo que fue expuesto en San
 Pedro el día solemne de la Beatificación,
 radiante de luz, envuelto en riquísimas
 franjas de púrpura y oro. A los lados, debajo
 
 La Urna precedida por tos pajecHos. y el Card. Hlond. a qnien escolian los Caballeros de Malla.
 
 pitar las pulsaciones de nuestras venas y
 los latidos del corazón.
 Por fin el cueipo del Beato es llevado a
 la Basílica. Su entrada es recibida al canto
 del Iste Confessor compuesto por Pagella.
 Y como hay instalados altavoces por la
 plaza y por las calles adyacentes, la multi
 tud, aimque no pueda ver nada, se siente
 unida en espíritu a los de dentro, y o}*e sus
 mismos cantos, reza las mismas plegarias
 y responde a los mismas oraciones, conser
 vando en los intervalos un silencio solemne
 y completo.
 Entre tanto el interior de la Basílica pre
 senta un aspecto imponente. Sin hablar de
 
 de la bóveda de la Basílica, se ven también
 los cuadros de las prodigiosas curaciones ya
 mencionadas, de Sor Provina Negro y Teresa
 Callegari.
 E n el altar mayor toman puesto los
 Emmos. Cardenales, a la derecha: a la iz
 quierda ha3’ preparados varios sillones, que
 ocupan el Principe Humberto de Saboya
 y sus nobles Hermanas, que han querido
 también rendir su tributo de cariño y vene
 ración al santo turinés. Padre de los niños.
 En medio de la Basílica hay los sillones
 destinados a los Obispos y Prelados y a los
 lados, en los lugares libres, ocupan el suyo
 las autoridades e in\útados, el cuerpo dipió-
 
 254
 
 María Auxiliadora acoge en su Basílica, los venerandos restos de su preclaro Apósfol.
 
 mático y consular y los pocos felices que han
 logrado entrar en el templo.
 Y tiene lugar la solemne función. E l Iste
 Confessor de Pagella, resuena en las vastas
 naves como un himno de triunfo.
 Kl Cardenal Gamba se dispone a dar la
 Bendición con el Sino., mientras, para no
 privar a la multitud que afuera se aglomera,
 de esta dicha, el Cardenal Ascalesi, se dirige
 a la puerta de la iglesia y sobre un altar
 improvisado al lado de la Basílica, visible
 de toda la plaza, imparte a su vez la Bendi
 ción con S. D. M., acto que se repite al
 mismo tiempo en la Plaza del Rondó.
 Y con este acto se dan por terminados
 los festejos de este día. Pero la multitud no
 sabe separarse de la plaza de María Auxi
 liadora, y se extasía ante la contemplación
 de la Basílica iluminada oon más de 15.000
 bombillas, resultando un conjunto grandioso.
 Es imposible dar un paso por la plaza:
 en algunos sitios el río humano nos lle\-a
 en volandas, sin permitirnos ni fijar los
 pies en el suelo; parece un milagro que no
 sucedan desgracias.
 
 Y así por horas y horas, hasta las once
 de la noche, en que un providencial agua
 cero, convence a la multitud de que es ya
 hora de buscar en el retiro de la propia
 estancia un poco de reposo a tantas fatigas
 y a tantas emociones.
 
 Primer día del Triduo.
 Los días 10, I I y 12 son destinados al so
 lemnísimo triduo en honor del nuevo Beato.
 Desde las cuatro de la mañana en que
 fué abierto al público el grandioso templo
 de María Auxiliadora, la afluencia de fieles
 fué y a extraordinaria, y fué creciendo de
 manera que era un verdadero problema
 aún para los de casa, el poder penetrar en
 la iglesia, porque materialmente, no se
 podía pasar. Las Misa? y las comuniones no
 cesaron un instante, hasta la última función.
 Pero la multitud afluía especialmente a
 \*euerar la urna del Beato del que no acer
 taba a separarse. Quería poner en contacto
 con ella todos los objetos piadosos imagi
 nables. Cuatro o cinco clérigos, renován-
 
 T
 255
 dose con frecuencia no liacían más
 que satisfacer estos deseos del pue
 blo, que ofrecía rosarios, medallas,
 estampas, toda clase de objetos
 piadosos.
 Por la mañana dijeron Misa el
 Rvmo. Superior Genaral, D. Feli
 pe Rinaldi y el Card. Maffi, Ar
 zobispo de Pisa.
 A las 10 dió comienzo en la
 Basílica la gran Misa Pontifical ce
 lebrada per S. E . el Card. Ascalesi,
 Arzobispo de Ñapóles, y con. asis
 tencia de todos los Cardenales,
 Obispos y Prelados, lo que dió a
 la función caracteres de solemnidad
 extraordinaria. Se interpretó la Misa
 en honor del Beato Juan Bosco,
 compuesta para esta ocasión por
 el Maestro Salesiano Pagella, inspi
 rándose en un motivo creado por
 el mismo Beato, en una de sus
 canciones. El grandioso coro, for
 mado por la Schola cantorum del
 Instituto Teológico Internacional
 y por la de los alumnos del Ora
 torio, constaba de 300 voces que
 hacían estremecer las bóvedas de
 la Basílica, con sus grandiosas melo
 días, especialmente las que com
 ponen el final del Gloria, el Sanctus
 y el Benedictus. A l órgano se sentó
 Fanfásfico aspecto qae ofrecían por la noche
 la plaza y la Basilíca de María Auxiliadora.
 el Maestro Mattei, primer orga
 nista de Italia.
 al mundo entero las solemnidades de estos
 E l templo estaba rebosante de selecto
 auditorio, pero la plaza y los patios del días inolvidables, los discursos de los pre
 Colegio, en donde varios potentes altavoces lados y la grandiosidad de la fiestas.
 A las seis, se cantaron las Vísperas, con
 hacían oir las melodías y ceremonias que
 asistencia de todos los Rvmos. Prelados,
 en la Basílica se llevaban a cabo, estaban
 también atestados de gente, que con reli y a continuación ocupó la sagrada Cátedra
 gioso silencio y edificante piedad, se unía el Emmo. Card. Augusto Hlond, Salesiano,
 a los del templo, formando así una única para enaltecer, con elocuencia soberana y
 entusiasmo filial, la excelsa figura del Beato,
 asamblea.de muchos millares de personas.
 Por la tarde, con ocasión de las funciones que supo oponerse al torrente devastador
 religiosas, se repitió el mismo espectáculo; de la descristianización que las sectas sis
 pero la afluencia de gente no disminuyó temáticamente Ue\^ban a cabo, trabajando
 im instante; pues en los intervalos eran tan en la sombra o a la luz del día, pero siempre
 tos los que querían visitar el cuerpo del con acti\4 dad y creciente éxito. Don Bosco
 Beato que la plaza, la Basílica y el Oratorio supo infiltrar en la sociedad el instinto de
 estuvieron en todo momento atestados de lo sobrenatural, y con sus obras y con sus
 gente, que, gracias a las disposiciones to milagros, hizo ver al mundo entero que no
 madas, podían pasar ante la tumba del se puede prescindir de Dios si se quiere
 Beato, depositar sus plegarias y salir para que la humanidad siga el camino del pro
 dejar sitio a la multitud que les segma. greso y de la paz. Don Bosco supo llevar a
 La < Radio Torino » se encargó de radiar cabo su obra, dedicándose por completo a
 
 256
 la educación de la juventud, enseñando el
 nuevo sistema basado en la caridad cris
 tiana y el temor de Dios; a este fin fundó
 sus Oratorios, sus Institutos, en donde la
 juventud aprende a servir a Dios con ge
 nerosidad, sin respetos humanos. Hoy el
 laicismo tan en boga el siglo pasado, ha
 pasado a la historia; y la jrrventud ya no
 siente reparos en practicar públicamente sus
 creencias y en mostrarse profundamente
 cristiana, como lo demostró ayer, desfi
 lando valientemente por las calles de Tarín
 por espacio de más de cuatro horas, con la
 frente alta, con la sonrisa en los labios y
 la pax en el alma, lista es la jirventud for
 mada por D. Rosco.
 Termina el Cardenal su brillante discurso
 con un caluroso elogio a la obra salesiana
 e invocando una bendición especial del
 nuevo Reato sobre la Iglesia y sobre el
 nuind'^ entero.
 continuación el Cardenal Nasalli Rocca,
 dió la trina Bendición con el Smo., termi
 nando así los solemnidad religiosa del pri
 mer día del triduo.
 Por la noche, a las nueve, de nuevo el
 bellísimo espectáculo de la iluminación,
 atrajo a las inmediaciones de Valdocco ima
 inmensa muchedumbre, que parecía no
 querer apartarse de los lugares venerandos
 en donde D. Bosco había fijado de nuevo
 su morada
 
 Segundo día del Triduo,
 Sin disminuir un punto la enorme afluen
 cia de devotos y admiradores de D. Bosco
 se han llevado a cabo los actos anunciados
 en el programa de las fiestas, con toda
 solemnidad y entusiasmo; el mismo ambiente
 de piedad, la misma concurrencia, la misma
 grandiosidad en las funciones religiosas. Hoy
 ha celebrado el Pontifical S. K. E l Card.
 Hlond, y por la tarde después de las \'ísperas solemnes, ocupó la cátedra sagrada el
 ICmmo. Card. Nasalli Rocca, quien nos
 presentó a D. Bosco en su aspecto de edu
 cador de la juventud obrera, por la que tra
 bajó toda su vida, abriendo las admirables
 Escuelas 1 roftóionales, hoy ya extendidas
 en todo el mundo y en donde se fonnan
 obreros hábiles en su oficio, y al par, per
 fectos cristianos, que sabrán regenerar la
 si>ciedad, llevando a sus hogares, profun
 damente religiosos, el aiubieute de la piedad
 
 y virtudes cristianas de que se empaparon
 en los santos lugares en donde se educaron.
 Dió la Bendición con su D. M. el Cardenal
 Ascalesi.
 
 Ultimo día del Triduo.
 También hoy la radio Torino se ha en
 cargado de trasmitir al mundo las fiestas de
 Tarín. Tal vez nuestros misioneros de le
 janos países hayan podido, en un parén
 tesis de su vida de trabajo y sacrificio, es
 cuchar la caldeada palabra del Cardenal
 Gamba, que egta tarde ha querido clausurar
 con un discurso todo corazón y amor, las
 fiestas del triduo en honor a D. Bosco. Ha
 puesto de relieve la grandiosa figura del Beato
 como modelo de sacerdote, haciendo re
 saltar sobre todo su piedad y su corazón
 paternal, comprensivo y amoroso. La emo
 ción del Cardenal se comunicaba a los oyen
 tes sobre todo cuando se explayaba en re
 cuerdos personales, en los que ponía todo su
 afecto de hijo y todo su entusiasmo de admi
 rador sincero
 El Cardenal Mafli, dió a continuación
 la Bendición con S. D. M., da^do por ter
 minado con este acto el triduo solemne, en
 el cual Turín entera, vestida de fiesta, ha
 vi\ddo en á^aldocco, sintiéndose orgullosa
 de ser la cuna del grande santo, que como
 irresistible imán hace de su tumba el centro
 de atracción del mundo entero.
 Por la noche por última vez, acudió la
 gente a extasiarse ante la Basílica iluminada
 y a oir los acordes de la Banda <<Cardenal
 Cagliero». La muchedunbre más numerosa
 que nunca y más entusiasta, si cabe, for
 cejeaba sin cesar para poder penetrar en el
 templo a venerar la Urna que encierra los
 venerados despojos del que manifestó su amor
 a Dios, sacrificando toda su vida en bien
 del prójimo. ¡El pueblo ama a quien le ama!
 
 ADHES I ONES .
 Del sinnúmero de telegramas y cartas reci
 bidos por nuestro Superior General con mo
 tivo de la Beatificación de Don Bosco copiamos
 alguno:
 C o a apro&ocMa de t* amforidmd ecJesiéaítcm.
 Gereol*! O . D O .M E N IC O G.\RN ERI.
 Eslablecimicnto Tlp. de U Si>cic<lad Editora iDlerMOOaal - Torta
 Carao Regima M a r g íe r ilt , 171.
 
 
        
- 
                Fecha                        
- 
                        1929.08