BS_1925_07

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Título
BS_1925_07
Descripción
Boletín Salesiano. Julio 1925
extracted text
^ ¡ 1

m

BOLETÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON ROSCO

Año XL.

JULIO, 1925

Número 7.

E l Be a t o J o s é C a f a s s o

nació eu Castelnuovo de AsU en el i8 ii, m urió en T urín en el i86o.

R edacción

y

A d m in ú trac ió n : V ia C ottolengo N. 32 - T U RIN , 9 (Italia).
a

r

COOPERADORES SALESIANOS
o m odo práctico para m oralizar la sociedad.
Es el periódico oficial de las Obras y Misiones Salesianas, que se envía
mensualmente a los Cooperadores Salesianos y a las Cooperadoras Sa­
lesianas, o sea a los que sostienen dichas Obras y Misiones.
Saie^íano.
Fundador de las Obras y Misiones Salesianas y de los Cooperadores
Salesianos es el Venerable Padre Don Juan Bosco (1815-1888) apóstol de la juventud y fundador
de la Pia Sociedad Salesiana y de las Hijas de María Auxiliadora.
'^ B o /e í/n

Cooperadores
Salesianos,

L a Unión de los Cooperadores Salesianos — como dice Don Bosco — no
crea vínculos de conciencia y por lo tanto pueden participar las familias
seglares y religiosas, y los institutos y Colegios, por mediación de sus
padres o Superiores.

Las condiciones establecidas por Don Bosco para ser inscriptos en la Unión de Cooperadores
Salesianos son:
1. Tener 16 años de edad.
2. Gozar de buena reputación religiosa y civil.
3. Estar en grado de promover por sí mismo o por otros, con oraciones, ofertas, limosnas
o trabajos, las Obras de la Pía Sociedad Salesiana..
N B. — Los que desean inscribirse entre los Cooperadores y sobre todo aquellos que proponen
nuevos socios, refiexionen sobre la tercera de las condiciones, requerida por el Venerable Fun­
dador; es a saber: que puedan promover por si o por otros, con oraciones y limosnas — que
compensen por lo menos el envío gratuito del « Boletín » — las Obras Salesianas.
Los pedidos de inscripción envíense directamente al Rector Mayor de los Salesianos, Cottolengp
32, Torino, 9 — Italia.
En el Cincuentenario de las prisiones Salesianas (1875-1925) recomen­
damos a todos la celebración de Jornadas Misioneras a favor de las
Misiones Salesianas, para que se difundan con su conocimiento sus mu­
de earidüd.
chas necesidades — extendiendo el marco de las simpatías y procurán­
doles el' apoyo de todos los buenos — Es cierto que las Jornadas Misioneras no recogerán de
golpe la ayuda necesaria. Nuestros Misioneros piden por ejemplo con insistencia diaria, génein
y objetos para el sagrado ministerio, y principalmente telas, vestidos, calzados, para sus huér­
fanos y neófitos, medicinas y mil otras cosas necesarias para el inicio de la vida civil de los nue­

Obra grande

vos cristianos.

Indicamos pues, a las C osíis de Comercio, esta grande obra de civilización y de fe, rogán­
doles quieran enviar al Rector Mayor de los Salesianos Don F E L IP E R IN A L D I, Coitolongo, 32 - TORINO (9) - Itqlia, cuanto estimen oportuno dar a las Misiones Salesianas. 3
Señor, por las fervorosas plegarias de los protegidos, bendecirá sus negocios proporaOT»
damente a su generosidad.

Bnofo de
ias ofertas.

Ruégase en\'iar las limosnas y ofertas direciamente al Rmo.
Mayor de los Salesianos, que es asimismo el Director General de la Lm®
de Cooperadores Salesianos y de las Cooperadoras Salesianas, con esta
dirección: Rmo. Sr. Don F E L IP E R IN A L D I - Oratorio Salestaiu

CoUolengo, 32 - TO R IN O (9) - Italia.

BOLETIN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO

Año XL.

JULIO, 1925

Número 7.

S u m a r i o : Crís/o e» la vida Je ¡a humanidad, — Conmemorando el sueño de D on Bosco, —
E l Cooperador Salesiano debe ser oiro Don Bosco. — D e nuestras Misiones: Cuarenta días de
excursión por la región del Indanza (Ecuador^. — Cos(um&res de los Bororos ante de conocer
el Misionero. — Crónicas de ^ u siraiia. — Culto de María Auxiliadora: La apoteosis de María
Auxiliadora, — G racias. — Por el mundo salesiano. — Los que mueren.

Cristo es la vida de la humanidad.
Yo no sé cuando los hombres se convencerán
deuna vez para siempre que fuera de Jesucristo
no hay redención posible, que E l es el único
que puede salvamos, calmar nuestros dolores,
corar nuestras llagas y armonizar la vida social.
¿Qué es lo que han conseguido los sabios de
todos los tiempos en seis mil años de experien­
cias con sus innumerables teorías y sistemas,
con sus prolijas investigaciones para hacer más
Ü«*adera la vida, calmar las ansias del corazón
kumano y hacer más perfectos a los hombres?
Basta hojear la historia de la humanidad
para convencerse de la inutilidad de sus esfuer*05. para persuadirse de que todos los experitt*Qitos realizados prescindiendo de Jesús y
®s doctrinas han fracasado miserablemente,
<^do no han contribuido a empeorar las situaoones que intentaban remediar.

Todo se ha ensayado y probado para hacer
la tierra un paraíso, para mejorar la surte
W individuo y de la sociedad, pero todo en

*ano.
Es necesario renovarlo todo, han clamado
vulgo ignorante y sencillo los agitadores de
*5 pasiones humanas, el mundo es demasiado
^ 0 , y la mala organización social es la causa
* nuestra desventura. Demos al traste con
‘Odo lo antiguo, rompamos los viejos vínculos
y nueva aurora de paz y bienestar alegrará
existencia.

^ saagnentas revoluciones señalaron su paso
la tierra prometida, que ningún pueblo
disírutado, con Eanto y ruinas.

culpó, después, para continuar expió­
l a * a los ilusos, a las monarquías y a la aris****cia.que mantenían con sus privilegios, y

se nevaron a nobles y reyes a la guillotina para
libertar a los pueblos de la esclavitud y darles
gobiernos democráticos, panacea universal;
pero tampoco las repúblicas han podido brindar
a sus súbditos la anhelada dicha.
En vista de los continuados fracasos, y te­
miendo los falsos redentores las represalias de
las masas, vilmente engañadas, señalan nuev.os
objetivos para enardecerlas y arrastrarlas al
abismo y a su propia destrucción: achacan la
persistencia de sus males y la inutilidad de sus
esfuerzos a la cruel avaricia, al sórdido egoísmo
del capital, que explota a las clases obreras, y
se exige como remedio la división de la riqueza,
que la propiedad pase a ser patrimonio común,
haciendo desaparecer las castas, la odiosa desi­
gualdad de clases que deben fundirse en un todo
homogéneo con la utópica fórmula de: « libertad,
igualdad, fraiernidad »; y como $sta transición,
este cambio tan radical, están convencidos
que no lo podrán realizar ni repúblicas, ni demo­
cracias, ni el mismo socialismo, recurren con­
fiados al comunismo de la dinamita y la pistola,
al sovietismo de Lenín para que a cualquier
precio y con toda suerte de medios, por bár­
baros e injustos que sean, impongan la dicta­
dura del proletariado.
Y a lo han realizado en parte, sacrificando
para ello con crueldad inaudita cientos de miles
de víctimas. ¿Pero han conseguido con tanto
estrago el fin apetecido? Las voces de protesta y
de maldición, los gritos de dolor que no han po­
dido sofocar ni la sangre vertida a torrentes ni
las mazmorras rusas, nos dicen con espantosa
>>1ortit^rÍa que en aquel desdichado país, donde
se ha proscrito a Dios y la virtud es una quimera,

— 196
sabida que cuando el Evangelio no ilumina los
profundos abismos de la mente humana y las
inteligencias se pervierten, todas las acdows
son consiguientes a esa per\’-ersión. Entonces
las costumbres privadas y públicas se degra­
dan, los caracteres se deforman, el verdadero
progreso, el moral, se detiene, y el sensualisiro
arrastra al hombre hacia los bajos fondos ce
un materialismo escéptico y grosero. Con el
concepto materialista de la vida y sin un prin­
cipio moral que frene las pasiones depravadas,
la inmoralidad se impone, triunfan la incredu­
lidad, el cinismo y la brutalidad. El materia­
lismo, a su vez, engendra el utilitarismo en
que cada cual busca satisfacer todos sus ins­
tintos, originando catástrofes como la de h
última guerra en que fueron sacrificadas a inno­
bles egoísmos más de diez millones de víctimas.
Estos son los frutos de la ciencia humana,
de la soberbia de los hombres, que creyeron
bastarse a sí mismos. Después de un continuo
tejer y destejer y de edificar sobre arena mil
teorías e hipótesis descabelladas, la lucha más
espantosa que han visto los siglos coronó sus
elucubraciones con escombros y muerte.
Inútilmente se afanan los sabios para dar
con un específico que pueda curar los males
que trabajan a la sociedad. E l único remedio
es volver al cristianismo que nos regenerará
por la caridad y la verdad, restituyendo la pai
al corazón y la tranquilidad al espíritu. Es
necesario convencerse que la religión crisüani
es el factor más importante de la felicidad, de
la unión y la armonía, de la justicia y prospe
ridad social.
Fuera de la religión no hay bienestar posible.
J b s Os q u b k s p h r a .
Jesucristo, como ha dicho muy bien Donoso
Cortés, será siempre la solución de todos los
con la misma o mayor intensidad, no obstante
problemas, el fin de todos los d o ^ a s , la
nuestras invenciones químicas, que cuando
fluencia del orden divino, del universal y dri
miCvStros abuelos las combatían con emplastos
humano, la llave de todos los secretos, alfa y
de higos y de patatas?
oniega de todas las cosas. .
ivl aumento del trabajo, la construcción de
« Cristo es la \rida de la humanidad, el
máquinas industriales, la aplicación de los nue­
<[ue puede salvamos, el gran médico que pao*
vos descubrimientos, el mejoramiento y pro­
curar nuestras llagas, el único maestro, la
greso de la agricultura, ¿han sido parte para
ranza suprema del mundo. Las naciontó Q*
calmar las corrientes contrarias que agitan a la
de El se alejan decaen y sucumben; las int^'
sociedad, para a lm ar el malestar reinante, la gencias que no le reconocen se marchitan,
tremenda crisis social que atravesamos? Des­ corazones que no le aman se agostan y mueren ••
graciadamente, no.
Pero, al menos, con la cultura el hombre se
***
habrá perfeccionado, dignificado en la vida
social, elevado a una esfera de virtud superior.
Menos aun. Nunca como en medio de los esplen­
dores de nuestro falso progreso, se ha acen­
tuado tanto la miseria espiritual del hombre.
Y no podía ser de otra manera. Escritores impios,
filósofos disolventes han trabajado diabólica­
mente para descristianizar el mundo, y es cosa

reinan como soberanas la tiranía, la desolación,
la miseria y la muerte.
Pero ¿y las admirables conquistas del pro­
greso, los descubrimientos científicos, el desa­
rrollo de la industria y del comercio, no contri­
buyen a la felicidad humana, a la dignificación
del hombre, a su elevación espiritual?
Cuando el progreso es meramente material,
cuando la cultura se divorcia del Evangelio no
hay felicidad posible, todo es engaño y prin­
cipio de disolución. Observad sino a nuestra
sociedad, que hace gala de vivir entre los esplen­
dores de admirables conquistas, que a boca
llena llama progreso. ¿Somos hoy más felices
que lo fueron nuestros padres? ¿No nos torturan
el dolor y las enfermedades tan a su placer y

< Como el sol en el mundo físico ilumina, ^
ciende y vtivifica, así Jesucristo Sacramenta^
con su real presencia alumbra la inteligencia
los hombres para que conozcan su
hasta en sus detalles, y la abracen; y end«^
y robustece sus corazones para que la
quen, conforme a los designios de su ado

lisima voluntad, que es la regla eterna de la
Precisamente la ausencia de Dios en nuestra
moral, del orden, de la justicia y de la verdad.
vida y sociedad es la que ha hecho retoñar los
Desde el sagrario. Dios hedió hombre, nos vicios paganos. E l interés desmedido, la am­
colma de favores y nos engrandece con sus bición.ilknitada, las discordias ooiitimia.s que
mejores dones principalmente cuando le reci­ hacen imposible el vivir. El hombre ya no es
bimos en la sagrada Comunión, instante solemne Un hermano para el hombre, es un enemigo a
en el que paternalmente se hace una misma cosa quien hay que explotar y esclavizar. Los pue­
con nuestra pobre alma, que le sirve de templo blos, las multitudes sin Dios son como las aguas
y de altar, ofreciéndole en íntimo consorcio un del mar sin diques ni barreras, donde el desemhomenaje filial de reconocimiento, de amor y
freno deja correr impetuosamente todas las
de profunda admiración
pasiones y donde el hombre se reduce a la triste
Acudamos, pues, a los tabernáculos. ¡Oh! si situación del salvaje.
los hombres cerrasen sus oídos a las seducciones
Lejos de Jesús no puede haber paz, tranqui­
de la serpiente infernal, que mostrándoles el lidad del ánimo, la alegría del vivir. Sólo unién­
árbol de la cienda del bien y del mal, les dice:
donos a él en la eucaristía podremos saciar los
<Comed de sus frutos y seréis coftw dioses », y
anhelos del alma y gozar la felicidad posible
se dirigiesen más bien al árbol de la \nda plan­ en la tierra.
tado en medio del paraíso; esa balumba de
Con razón decía el célebre orador Monsabré
males de todo género que pesa sobre los pueblos hablando del tabernáculo, de la Eucaristía
desaparecería, para dar lugar a la paz, a la ^que es el centro augusto de todos los sacraconcordia, al bienestar, y al verdadero progreso ' mentes, canal de la gracia de la redención,
de la sociedad y felicidad de los individuos.
abismo misterioso de donde brota la fuente
A estos tabernáculos se refería el real Profeta misma de la gracia, prolongación y multipli­
cnando cantaba embelesado por su hermosura: cación de la presencia de Dios humanado en
■ ¡Cuán amables son tus tabernáculos, Señor de este valle de llantos y destierros, renovación
;’js virtudes! M i alma anhela y desfallece por los del holocausto del calvario, reencarnación del
¿Irtos del Señor. M i corazón y mi carne se re- Verbo en cada uno de los miembros místicos,
i:oci¡aro7i en el Dios vivo »,
glorificación en la tierra de la naturaleza y de
A la manera que la serpiente de bronce se le- la humanidad, supremo perfeccionamiento de
rantaba entre las tiendas de los israelitas cuando la unión más íntima y apretada, que concibirse
peregrinaban por el desierto, para curar de las pueda en este numdo, entre Dios y la creatura,
mordeduras mortales de lasj serpientes que se prenda de nuestra resurrección y final engran­
arrastraban por el suelo, siendo señal y prenda decimiento, altísimo símbolo y foco enérgico
de salvación su vista; del mismo modo el ta ­ de la unidad de la Iglesia, honra del cristia­
bernáculo se alza en los campos de la Iglesia nismo y memorial en fin, según canta el Sal­
mista, de todos los prodigios de un Dios, bon­
vara fortalecer el espíritu de los creyentes con
d pan de vida que proporciona, y cicatrizar dad y misericordia por esencia.
con la gracia que comunica las heridas abiertas
Es de esperar que cuando la humanidad
f-or el mundo, el demonio y la carne.
haj'a recorrido todos los senderos de la vida,
De aquí la necesidad absoluta de acudir a se haj'a asomado a todos los abismos y haya
cte manantial de vida si queremos remediar sentido la desilusión de todas las cumbres, vol­
nuestras necesidades y cambiar la faz de las verá sus ojos cargados de lágrimas de esperan­
^ edades humanas.
zas al único que puede calmar su sed, al único
¿No sería una locura imperdonable viv ir en que puede llenar sus anhelos: al Maestro que en
miseria como hijos pródigos cuando se nos el tabernáculo brinda a los hombres de nuestros
brinda con la abundancia de todos los bienes días, como en otros a la Samaritana, sobre el
® la casa paterna? ¿Cómo no han de experi­ brocal del pozo de Jacob, el agua que refrigera
mentar los horrores de las enfermedades mo- para siempre.
que secan el corazón con el fuego de las
Acerquémonos al Tabernáculo. Las nubes
'^ncupiscencias y de los vicios más repugnantes, de errores, los fantasmas de prejuicios, las pre­
• los hombres rehúsan poner sus ojos y a « rvenciones y cobardías se desvanecen, como
-~se al árbol de la salud y prenda de salvación, por encanto, en presencia del Se! de la verdad;
- Je«s sacramentado, médico divino? ¿Cómo las pasiones más turbulentas se calman cuando
• “jurar el hambre que padece la sociedad Jesús eucarístico toma posesión de nuestro co­
• -demá si se alejan del pan del cielo, del ado- razón, al par que germinan las grandes vir­

Jesús que h a dicho: t Yo soy el verdadero tudes que hacen de los hombres ángeles y hace
-’j ái lida; el que viene a mí no tendrá hambre de la tierra un cielo anticipado
tni cree no tendrá sed jamás? *.
Jesús es la vi^a de la humanidad.

— 198 —

R o m a . — E l E mmo . C a r o . C a g l i s r o , e l M i n is t r o d e I n s t r u c c i ó n P iíb l ic a y e l R d m o . D. I
R in a l d i d i r i g i é n d o s e a l a c t o c o n m e m o r a t iv o d e l “ S u e n o ” d e D o n B o s c o .

e lipe

Conmemorando el sueño de D. Bosco.
Satisfactorias sobremanera son las noticias que
van llegando de todas las partes del mundo, donde
hay Salesianos, Cooperadores y amigos de Don
Bósco, de las fiestas entusiastas que se celebran
para conmemorar el centenario del gran sueño
del pastorcillo dei Becchi.
Pero si por doquiera se festeja el acontecimiento
con iiiterós y entusiasmo, doude la conmemora­
ción ha culminado por su grandiosidad, ha sido en
Roma, en la Capital del mmido católico.
Transcribimos, para que no se crea que la
pasión de hijos amantes nos ciega, la reseña que
hada del acto mío de los diarios más leídos el
Corriere d'Iialia.
« Para conmemorar un sueño, por la belleza
ideal de un sueño, ayer tarde, primero de marzo,
se congregaron en el espacioso patio de la Obra
de Don Bosco en Rouia, con mía multitud de
personas de todas las clases sociales, el Emmo.
Cardenal Cagliero. venerable misionero, el Sucesor
de Don Bosco, Rdmo. Don Felipe Rinaldi y el
Eiciuo, Sr. Ministro de Instrucción Pública,
D. Peviro Fedele. Se trataba de rendir im home­
naje digno ol maestro incomparable que, en la

humildad de una fe luminosa, había seguido la '"ía
refulgente que le marcara aquel sueño sublime...
]Qué espectáculo más hermoso! A q u e llo era una
corona viva de juventud: niños y niñas, alumnos
de Don Bosco; una multitud de hombres que re­
presentaban a la sociedad entera: oficinistas, edu­
cadores, soldados, sacerdotes, etc., reunidos todcs
en nombre del amado Maestro, de quien se enor­
gullecen llamarse hijos — ex-alumnos de Dor.
Bosco — como tan galanamente dijo el orador que
cantó las glorias del padre, el abogado Félix Bla­
sma, digno representante de los que se formaron
en las escuelas de Don Don Bosco — y que, peneneciendo a todos los países, raza.s, e d a d y a todas
las clases sociales y a los diferentes colegios sale­
sianos, esparcidos por la redondez de la tierra, no
saben ni pueden definirse mejor y más acertada­
mente, que llamándose los ex-alumnos de Do:
Bosco.
Cien años hace (y era Año Santo como el pre*
sente), Don Bosco, niño todavía, tuvo el sue-'
dulce y misterioso que conmemoramos; vió pn*
meramente un grupo numeroso de niños dtl
arroyo que reñían, blasfemando como turcos, Ci

indignado, procuró restablecer el orden a palo
limpio: después ima majestuosa Señora y un Señor
de soberana presencia le condujeron jimto a otro
grupo, este era de animales: perros y gatos que
también se peleaban ladrando y armando una
zambra infernal — pero que, a ima señal maravi­
llosa, se trocaron en rebaño de mansos corderillos.
Después de cien años, aquel sueño es una rea­
lidad — espléndida, palpitante, grandiosa — es
mía historia admirable que interesa ya a millones
de glTTifl.s que labran su destino o corona en las
Escuelas, en las Misiones, en la vida cotidiana, en
la oración y la esperanza; todas las criaturas que
saludan a Don Bosco como al más grande y mássanto de los maestros que la Iglesia e Italia hayan
regalado al mundo en nuestro siglo... *.
El gran acto a que alude la reseña transcrita,
se realizó en el patio del Colegio Salesiano del
Sagrado Corazón, de Roma, adornado con gusto
artístico. Da concurrencia fué nimierosa y selecta.
En el centro se colocaron los directores de colegios
y muchos profesores de escuelas públicas y pri­
vadas, juntamente con personajes de relieve en el
campo científico y algunos prelados.
Para las autoridades se reservó tm magnífico
palco. A las i6 y 15 la banda de música ejecutó
la marcha real, momento en que, aclamados entu­
siásticamente, entraron el Emmo. Cardenal Cagliero, el Excino. Sr. Ministro de Instrucción Pú­
blica y el Rector Mayor de los Salesianos, Rdmo.
D. Felipe Rinaldi.
El comendador Sr. Poesio inició la serie de los
discursos, saludando con efusión a las autoridades
y, a continuación, presentó al numeroso público
el orador oficial, abogado Sr. Masera, de cuyo
grandilocuente discurso recogemos algún concepto.
Del discurso del abogado Masera.
.... ¿Por qué tanto pueblo, humilde y culto,
no solo en todas las regiones de Italia, sino tam­
bién de la otra parte de sus fronteras evoca con
s^aor el sueño del pobre pastorcillo dei Becchi de
Castelnuovo?
¿No es acaso este el pueblo que sólo anhelaba
conquistas económicas, tan febril en las luclia.s,
los odios, al que únicamente interesaban las afirínadones de la ciencia, las victorias de la fuerza
bruta, y que ahora se inclina reverente al recuerdo
de un Sacerdote, que pasó por la tierra sonriendo
y beneficando, humilde, obrando maravillas en
nombre de Cristo?
Aquí tenéis, señores, un hecho elocuente y
nsevo en la historia de la pedagogía: la vuelta
Imponente, organizada de los discípulos hacia
-» maestros, de hombres adultos y libres que
^ iT ian por ese mundo inmenso tan deseado,
’ todo y ser tan desgarrador y aflictivo.
Vuel\en los es-alumnos salesianos a sias co­
y a ^ y oratorios festivos, «1 encuentro de sus
•• :--v;da
maestros y compañeros, pero vuel•cn, no impelidos por los recuerdos diUces y me'C-cc.;.-- de ia niñez, que se esfuma en lontao porque Don Bosco forma el encanto

de su corazón, lo llevan grabado en el alma,
porque en su alma hay algo de su vida, de su luz...
Todo hombre grande, las figuras de relieve son,
a la vez, acción y reacción del momento liistórioo
en que viven, y la historia de estas acciones y
reacciones es la historia de la civilización.
- Don Bosco nació en el 1815; y el período que
corre entre esta fecha y el año 1845, período rico
en acontecünientos políticos, abmidanle en movi­
mientos revolucionarios, fecimdo en ideas socia­
les y patrióticas, es el períodp precisamente de su
juventud y civilidad, es decir, el de su fonuación.
Característica de la época es la preferencia por
los humildes y los débiles: y Don Bosco que siente
esta tendencia procura animarla de espíritu cris­
tiano, y por eso entre los humildes prefiere a los
más pobres, a los más débiles entre los débiles,
a los niños desamparados, pata redimirlos de la
miseria física y espiritual; y viviendo las aspira­
ciones de su tiempo crea instituciones capaces de
satisfacer esas necesidades, sin re\'oluciones san­
grientas, abriendo, a fuerza de trabajo y de fa­
tigas ima nueva \tía, que otros podrán condensai
én ima palabra; hijo de su época, avanza conju­
rando los males corrientes y sembrando semillas
de un futuro más feliz.
Emprendedor, trabajador incansable para el
bien, para el Señor, evita la guerra con las sectas,
partidos y hombres- que se oponen a su obra, y
con frecuencia mantiene relaciones aun con aque­
llos mismos con cuyos principios e ideas no está
de acuerdo, para servirse de ellos en el desarrollo
de su programa y de aquellas obras que deben
suplantar las funestas que provocaron más o
menos inconscientemente los mismos que le prestan
su apoyo. Don Bosco aprovecha las buenas cua­
lidades, que no faltan en ningún hombre, pensando
que para hacer el bien, su bien, quizá necesite de
todos.
Y en este espíritu informó el ánimo de los suyos,
con este proceder les dejó la norma, el método, el
sistema conforme al cual debían formarse para
llegar a ser, a su vez, maestros de los demás, y de
este modo lograr vida perenne para su institución.
Y a el divino Maestro dijo en su tiempo a los Após­
toles: « Os he dado ejemplo para que obréis como
yo he obrado 1.
Terminado el magnífico discurso oficial, que fué
premiado con calurosos aplausos, un joven alumno
del (X>legío dirigió sentido saludo al Sr. Ministro
de Instrucción Pública, en nombre de todos sus
compañeros.
A esa delicadeza correspondió inmediatamente
el Sr. Ministro y también él tejió su elogio entusiasta
al insigne educador que se llamó D. Bosco.
* Cuando yo era catedrático, dijo, de la R. Uni­
versidad de Turín, algmia que otra vez me dirigía
al c o l^ o salesiano de Valsálice, donde probaba
una gran consolación apoyando mí frente sobre
el mármol que guarda los restos de Don Bosco,
y en esos momentos ie pedía al gran educador
me iluminara y confortara en mi obra modesta de
humilde maestro de escuela... ».
Coronó la hermosa comnemoración el venerando



200

P. Francesia, imo de los pocos vivientes de los
primeros alumnos de Don Bosco, el cual, seño­
rilmente, como notaba el Corriere, en un ímpetu
de conmovedora poesía de intimidad, todo alegría
im^xísible de expresar, nos hizo sentir a todos,
(jue el tCvStimonio casi centenario de aquel sueño
que se había convertido en consoladora realidad,
llevaba en la historia vivida la vida ideal de un
sueño.
En Casteinuovo de Ast¡.
A poca di.stancia de tiempo de la grandiosa
conmemoración romana, que apenas hemos esbo-

R om a. — L l e g a d a

del

R dm o . D.

F E L irs



rangón, este paralelo estaba presente en la mente
de todos cuantos peregrinos tomaban parte en ü
homenaje de amor hacia Don Bosco que promorió
la « Unión de Maestros
En la casa de Don Bosco.
■ La imponente caravana partió en numerosos
automóbiles de la Plaza de María Auxiliadora v
se dirigió al caserío dei Becchi, algo distante de
Castelnuovo, para visitar la casa nativa de Dea
Bosco.
A los profesores de todas las escuelas superiores,
secmidarias y primarias, se imieron varios devotos

R in a l d i. — H o m en aje

zado, se celebró en Castelnuovo de Asti, patria
de D. Bosco, otra no menos solemne y expresiva,
el 21 de mayo, en la que tomaron parte doscientos
maestros de la * Unión D. Bosco i.
i No basta valorar las Obras Salesianas —
observaba justamente el Corriere de Turín — si se
quiere valorar en toda su grandeza el hombre que
(lió vida y energía a esas obras: es necesario para
ello salir de la Basílica de María Auxiliadora, como
han hecho ios socios de la l ’nión de Maestros «Don
Bosco ' y llegar hast.a la casucha dei Becchi de
Catehiuovo, donde vió la luz primera el gran peda­
gogo. Es necesario, por lo menos, hacer este para­
lelo: Valdocco-Bcíxlñ. La casa humilde, pobrisima donde nació nuestro hombre y la grandeza
de la ciudad en que vivió y murió. Entonces se
conocerá también el porqué de las otras mil casas
salesianas esparcidas por el mmido. Y este pa-

a

D on Bo sc o

educador.

de los contornos, de manera que la plazuela q"-’
se extiende entre la casita de Don Bosco y e l ^ '
<úoso templo votivo que se halla de frente, erigid'
en honor de María Auxiliadora para celebrar el
centenario del nacimiento de Don Bosco, apenaacabó la misa de diez, se llenó completamente.
En seguida se dió comienzo a la breve, sendlh.
pero patética fiesta conmemorativa. El Rdo.
Mateo Fassano, profesor de las escuelas muniopales de Turín y miembro del Consejo direcíitde la Unión de Maestros « Don Bosco », mientra:
im grupo de maestras entona un canto relig'*'^
se encarama a la rústica escalerilla de madera v
conduce a la alcoba del Venerable, y desde aque»^
peldaños, que para todos son más sugestivos
una artística tribmia, expone el signific'do de - •
ceremonia, en que tantos maestros de d iv^ .
escuelas se han dado cita en este lugar para

narse reverentes ante el gran maestro, a quien no
nombra porque se halla presente al acto, pues se
le siente en espíritu, junto a cada uno de los congiegados, con. la fuerza de su doctrina y la luz de su
grandeza.
El rector del Santuario, Rdo. P. Cottrino recoge
dos banderas que cubren parte de la fachada^ y
aparece una lápida de mármol con la siguiente
inscripción: « Los Maestros — de ¡a Unión Don
Sosco — reunidos en devota asarnblea, cabe la cuna
del Maestro, ofrecen, como homenaje, esta lápida el
21 de Mayo de 1925 ».
Un aplauso cerrado, conmovedor saludó la

R o m a . — H o m e n a je

a

D on Bo sc o

derredor. Hoy, sin embargo, se realiza también
este su deseo; los maestros han venido a encontrarlo,
han venido a ver como de ima pobre ca.s\iclm de
labradores, se puede partir a la con<iuisla tiel
mimdo en nombre de Jesucristo. Este día será,
no cabe duda, un día memorable: y estoy seguro
que la bendición de Don Bosco descenderá sobre
la falange de los educadores cristianos que se han
reunido en la casa del Maestro ».
Por último y en nombre del Inspector de ense­
ñanza, habló el profesor Sr. Zucchelli. A ixdco la
carabana descendía por la pintoresca colina, ca­
mino de Castelnuovo.

educador.

dedicatoria, que glosó el orador del modo sigmente:
« Esta lápida no es ni debe ser otra cosa que la
primera piedra de un monumento grandioso que
por voluntad de cien mil profesores católicos de
todo el mimdo deberá erigirse para perpetua me­
moria del Maestro de los maestros ».
Y hace entrega del recuerdo al Sucesor de Don
Sosco, que se halla presente en la ceremonia.
El Rdmo. D. F ^ p e Rinaldi, conmovido ante
tan manifiestas pruebas de afecto, dice:
« En este mismo lugar tuvo Don Bosco el sueño,
•qnel sueño que le indujo a ser educador. Aquí
® esta plazoleta, entonces un pedazo de prado,
loando aun no contaba más que diez años, de
pies sobre un carcomido taburete empezó a hacer
^ maestro a sus contemporáneos... Sólo una
oosa no pudo realizar durante su vida, a pesar de
baberla deseado tanto; reimir a los maestros a su

— H abla

el

C o m e n d a d o r Po e s i o .

A! pie del Monumento.
Llegaba a Castelnuovo cuando la gente salía
de la misa
de la parroquia. Los almnnos
del Colegio Salesiano vienen al encuentro de los
maestros, que se dirigen al monumento de Don
Bosco, sito en la plaza mayor, y allí depositan ima
hermosa corona de flores. También el acto que
aquí se realiza es breve y austero. Desde la basamenta del monumento saluda a los visitantes el
comisario del lugar, en nombre de Castelnuovo, y
evoca la figura del gran ciudadano, diciendo que
se congratula de ver en su pueblo natal a los
maestros que procuran imitar a Don Bosco, co­
piando su espíritu de caridad y bondad en la noble
misión social que desempeñan.
Le contesta el profesor Gribaudi, agradeciendo
las halagadoras palabras que el comisario les ha

------

202



nerla, no con la prevención de la duda. Este es d
modo de buscar la fe.
El orador, aplaudido de continuo, asegura que
habla por experiencia personal; que halló la fe
cuando se despojó de su yo, de toda soberbia de la
razón para trocarse en el niño que va a Jesús coi
el alma sedienta de luz.
Desde el astrónomo al físico, desde el técnico
al estudioso de las ciencias ocultas, siempre que
la ciencia quiere decir ima palabra completamente
suya, se renueva la ruina de Simón Mago. Es nece­
sario ir a Dios sin soberbia, con la humildad que
debe ser característica de la criatura que se acerca
al Creador. Con esta humildad y la bondad que
de ella se deriba, será fácil hacer caminar a los
niños por el sendero trillado por Don Bosco.
Por xiltimo habla el profesor Rodolfo Bettazzi,
profesor del R. Liceo Cavour, diciendo:
Con esta reimión se festeja una fecha principa­
lísima de la vida de Don Bosco: el centenario del
sueño que determinó a Don Bosco ser educador.
Sueño que al rapazuelo dei Becchi le dijo clara­
mente: « Aprende y después enseña a los niños ».
Pero estas palabras no debemos creerlas im impe­
rativo que solo se refiera al niño de Castelnuox o,
sino a todos aquellos que trabajan en el canipu
de la formación de la juventud.
.Y ante todo ¿qué debe hacer el educador pr:.'.
asimilarse el espíritu de Don Bosco? Mirar <u
misión como un apostolado. Para ser verdaderas
educadores sería necesario ser santos, pero si
no es posible, al menos debe haber en nosotros la
voluntad decidida de lk,:,ar a la perfección.
Después, en la escuel '., más que saber se nece­
sita corazón. Corazón tiuv quiere decir amor, airor
infinito por los niños que se nos han confiado.
Bendita sea nuestra misión y benditos los niños
que Dios nos envía para (jue podamos dcsarrolbr
completan'iente nuestra santa y admirable misión.
Amemos a los niñps, jxjrclue en ellos amamos nues­
tro deber, este deber que el educador debe sentir
más que cualquier otro deber <jue Dias ha im­
puesto a los hombres.
Ante la ley nosotros tenemos la obligación de
instnúr, pero ante Dios tenemos la obligación de
educar, y nasotros educadores cristianos no pode
La asamblea.
mos, sin hacemos culpables, dividir estos
Desptiés de tm rato de antena charla, se reunie­ deberes, sino que los dos deben fmidirse en una
ron de nuevo eit el teatro del colegio, para cambiar sola obligación annónica: la de formar hombres.
Para que nuestra actuación sea completa, n'*
impresiones y tomar algunas acuerdos.
El ingeniero y profesor Sr. Bianchi, Presidente basta solamente amar a los niños, es necesani’
del R. Liceo Oioberti. de Turin, y Presidente tam­ saber hacerse amar de los propios almrmos. A
bién de la Tnión de Maestros « Don Bosco », tomó hacerse temer? dirá algimo. Desgraciadamente
la pitlabra. primero pant agradecer al Ministro muchos maestros no tienen otra mira que e.^!a, y
de 1. P. y al Gobentador de Turin la adhestói' íjue olvidan o no saben que la mejor manera de Iiactise
lum enviado a la asatnblea, y, después, a todos las temer es la de que los niños le amen primero.
autoridailes del lugar. Hace votos para que por Entendiendo de este modo la enseñanza, los frut<^
doquiera se multipliquen las representaciones de que nos prometemos son cosa segura. Si os apart^
del amor al niño, os apartáis indefectiblemente w
la Unión Don Bosco:
.
Para conseguirlo, continúa, es necesaria la fe. vuestra misión...
Inyectemos , además, en nuestros alumnos o
pero no una fe apareitte, sino la que procede del
alma, que surge, en nosotros, como mta fuerza amor al trabajo. Si la sociedad moderna sufre,
irresistible y nets intpele a hacer el bien. ¿Y cómo sufre más que por nada porepue el trabajo no ^
se obtiene esta fe? Jesús nos responde: « Llamad entiende y acepta en sentido cristiano... Enseñe­
y se os abrirá ». Pedirla con la esperanza de obte­ mos a los niños la resignación cristiana del trabajo:

dirigido, y manifiesta la satisfacción, el orgullo
<iue sienten todos los reimidos al verse en íntima
relación con la familia salesiana.
Los educadores, señor Comisario, vendrán a
menudo a Castelnuovo en peregrinación de amor,
para cobrar alientos con cpie proseguir su misión.
La humilde casita dei Becchi se visita con lágrimas
eji los ojos, go/.osos de la fortima que nos cabe,
ciertamente envidiada por miles de educadores.
K 1 espíritu de Don Sosco debe flolar, no sólo
en los colegias salesianos, sino también en todas
las escuelas, porque en todo orden de estudios
se puede aplicar el métotlo del Maestro cristiano,
el método que enseña a amar al niño y a trabajar
para salvar las almas de los alumnos, sin lo cual
el educador no puede salvar la suya. Y esto de­
bemos hacerlo sin reparos ni miedos ridículos,
con la frente erguida, de manera que cada curd
ciunpla debidamente su misión. ¿Qué era el edu­
cador ante el paganismo, y qué significa para d
cristianismo? Ivl educador pagano era fonnador
de inteligencias; d educador cristiano es fonnador
de almas.
Pues bien, antes de abandonar este lugar, no
nos contentaremos con tm saludo a Don Bosco,
sino que haremos un juramento solemne de man­
tener, a cuahiuier precio, la noble misión de edu­
cadores cristianos.
Nutridos aplausos coronaron el discurso del
comendador Sr. Gribaudi, Director de la Escuela
Superior de Comercio, de Turin; los alumnos del
colegio entonaron el himno a Don Bosco y, a con­
tinuación, desfilaron todos hacia la Casa salesiana.
En el ágape fraternal, doscientos comensales
rodean con jubilosa alegría la mesa que preside
el Rdmo. D. Felipe Rinaldi, abundando al fnu.l
los brindis y saludos cariñosos. Todos se congra­
tulan de haber podido tomar parte a esta simpá­
tica romería y entonan himnos al si.stema educa­
tivo de Don Bosco. El Rdmo. P. Rinaldi se leyanió
a recoger y agradecer las cálidas manifestaciones
de simpatía, leyendo, por último, el telegrama
<|uc el Mini.'^tn) de Instnu'ción Pública, Exauo.
Sr. Fedele, eiwía para saludar ’a los congregados
u la sombra de Don Bosco.



203

T de este modo seremos maestros segiín el espíritu
¿e Don Bosco.
El orador tenuma su elocuente discurso hadendo votos para que en todos los ramos de la
enseñanza se formen nuevas secciones de la
Unión de Maestros « Don Bosco ».
A continuación, la secretaria Sra. M. Turco lee
las adhesiones, con lo que la reunión toca a su fin.
Luego se cursan telegramas al Papa y al Mi­
nistro de Instrucción Pública, y se abre una breve
discusión que se concreta a propuestas prácticas.
Cierra el acto con broche de oro el Rdmo. D. Fe­



lipe Rinaldi que, todo conmovido, muestra el deseo
ardiente de poder ver otras remiiones .semejantes
de educadores que admiren a Don Basco y anhelen
imitarlo, y desea verlas en Castelntiovo, donde el
recuerdo del Maestro flota vivo y .suge.stivo. Agra­
dece a los oradores el espíritu eminentemente .sulesiano que han mostrado y deja a todos, como
recuerdo de tan grata fiesta, el consejo que Sídla
dar Don Bosco: « Haceos amar y os haróis tamhión
temer; y de ese modo obtendréis de vuestros alum­
nos lo que queráis y ejerceréis sobre ellos una in­
fluencia profunda y saludable.

e 5333 S)®®®©©3 ®®©©®3 ®®®©©©®®®®©®®3 ®©©®®®®®®0 ®©®©®3 ©©©®©©©¿iS>©©0 ©33©®0

El Cooperador Salesiano debe ser otro D. Bosco.
En vista de que no pocos lectores del Boletín
Salesiano no tienen concepto exacto de lo que
sea o signifique ser Cooperador Salesiano, hemos
creído conveniente dar a conocer la obrita que,
para ilustrar a este respecto, escribió tres anos
ha el Rdmo. D. Pedro Ricaldone, Prefecto
general de nuestra Congregación, obrita justa­
mente elogiada y estimada en el campo sale­
siano, como lo atestiguan las numerosas cartas
recibidas en esta dirección con motivo de su
publicación.
Después de decir en su introducción que
catre los Salesianos y los Cooperadores Salesianos no hay más diferencia que la que pro­
viene de la vida común, pues tanto a unos
como a otros se les propone el mismo programa,
teniendo éste para todos el mismo fin y la misma
acción, y que por lo mismo Ids miembros de la
v-ongregación Salesiana consideran a todos'los
Cooperadores como otros tantos hermanos en
Jesucristo, termina el sabroso proemio hacién-ose esta pegunta; ¿Quién será el mejor CooSalesiano? interrogación que cierra
dcl modo siguiente: « S. Basilio dió un día esta
sablime definición del Cristianismo; Definitio
^^rtsiianismi imitatio Christi: esto es, que Cris­
tianismo quiere decir imitación de Cristo».
Permitidme, continúa, que os dé hoy una de•^^iidón lo más exacta posible del ^ píritu Salesano y de la acción Salesiana, y que, copiando
^ efecto el pensamiento de San Basilio, os diga;
^emperadores y Cooperadoras de las Obras Saletodo vuestro programa se compendia
y- la imitación de D. Bosco. S. Cipriano escri(i) que « aquel que hiciera mayores esfuerzos
reproducir en sí mismo a Jesucristo, seria
■■
cristiano. » Pues yo digo que aquel que

copie mejor en sí mismo a Don Bosco, será el
mejor Cooperador Salesiano ».
Sin encarecer su lectura, porque es intere­
sante por si misma, ni elogios de nuestra parte
para recomendarla, porque no los necesita,
ofrecemos, sin más, las primeras páginas.
P R IM E R A PA R TE .
E L COOPER.A.DOR S.\LESI.\XO ES OTRO D . BOSCO
QUE S E S.\XTIFIC.\ A SI MISMO COK LOS C E L E S ­
T IA L E S AU X ILIO S D E L A FE.

yMarav/7 /as y prodigios.
Admirada:^ las turbas al ver los prodigios que
obraba el Salvador, decían: Quidnam est hoc?
;Qué es c.>to? Qualis
hic? ¿Quién es éste que
manda a
• ispírilus inmundos, y al viento, y
al mar y le obedecen? (i).
Esta es la pregunta (jue la humanidad se
hace siempre a sí misma cuando presencia
cualquier j>ortento extraordinario.
Quidnam
h'X? ¿Qué es esto? se preguntaban
hace poco las muchedumbres de Turín, de Mar­
sella, de París, de Barcelona y de otros muchos
sitios al pasar el humilde Pastorcillo de Becchi
y ver multiplicarse las maravillas y los prodi­
gios.
Dichosos aquellos pueblos que imitaron el
noble ejemplo del Centurión, puesto que él,
mientras el pueblo deicida consumaba el más
execrable de los delitos y Dios el acto más
sublime de amor, habiendo presenciado los
portentos obrados por Jesús que expiraba en
la Cmz, con amor y valentía exclamó: € V'erdaderamente este era el Hijo de Dios » {2).
Q u a lis e st h ic, q u ia v e n li e l m a r e o b ed iu n t e i f

• i--.’ istia n u s n em o d ic itu r r e c le , n i s i q u i L h r is io ,
itus, qu o ad v a le a i, c o n s eq u a tu r .

Ma t th ., V III, 27.
(aj V e r e t 'i l i u s D e i e r a l iste.

( M a t t h .. X X V i l , 54J.

— 204 —
Dichosos vosotros que sin pretender ade~
lantaros a los juicios de la Iglesia os asociáis a
los hombres más insignes de nuestra época, y
con caracteres de oro habéis querido también
vosotros escribir en la portada del gran libro
<londe se consignan para eterna memoria las
maravillas de inefable celo obradas por el gran
Siervo de Dios: Digitus Dei est hic (i).

L a respuesta hemos de escucharla de los
mismos labios de la Verdad increada.
Cuando los discípulos asombrados pregun­
taron a su Divino Redentor la causa de un
estupendo prodigio por E l obrado, les res­
pondió: « En verdad os digo que si tuvieseis fe,
cuanto un grano de mostaza, diríais a este
monte, cámbiate de este lugar a aquel y el monte
os obedecerá y nada os será imposible» (i)
Es más. En los solemnes momentos de la
última cena, cuando Jesús dió a sus Apóstoles
los últimos recuerdos, les repitió las mismas
palabras, expresión suave de la más consoladora

La causa.
Pero nosotros no debemos contentarnos sola­
mente con hacer constar y admirar el hecho.

CA 3TBLN U O V O D E A S T l.

— LoS

M AESTROS D E LA "U N IÓ N

Los ejemplos de las almas escogidas deben
obrar en el hombre como fuerza irresistible que
convenza la inteligencia y arrastre la volimtad
a una fecunda imitación. Ante el luminoso
cuadro de la vida de D. Bosco, preguntémonos
cual fué la fuerza misteriosa, el admirable se­
creto de los portentos de caridad obrados por
aquel que su siglo llamó el Hombre Milagro.
que de un modo especial ha de movemos es
el poner esta causa de relieve, señalarla a todas
las almas buenas, para que la utilicen, a fin de
reproducir, cada una en su esfera de acción, los
mismos efectos e idénticas maravillas de celo.
(I) Exo»d., v m , 19.

D.

BOSCO” D E L A N T E LA CASA NATIVA D E

D.

BOSCO.

y grandiosa promesa: « En verdad, en verdad
os digo, que el que cree en Mí, hará las mismas
obras que Y o y aún mayores » (2).
La fe.
¡La fel E sta es la causa de las estupendas
maravillas hechas por las almas grandes.
(i) A m í n qu ip p e d ico vo bis, s i h a b u e r ilis fid em , s iM
g r a n u m sin a p is , d ic e tis m o n h h u ic : T r a n s í hiñe
e t ír a n s ib it, e t n ih il im p o ssib tU e r i t vobis. ^.Ma t í ü .
X V II , 19).
(2) A m e n , am en d ico vo bis, q u i c r e d ii in me, •
qu ae eg o f a c i ó e t ip se f a c i e t , e t m a ja ra horutn

JOANN., X I V , 12).

— 205 —
Ln historia de los prodigios que conmovieron
al mtuido fué la historia de los resplandores de
la Fe.
Abrid el Evangelio: no hay maravilla que no
sea fruto de la Fe. Eos ciegos ven; oyen los sor­
dos; cúranse los leprosos, y resucitan los muertos
por la Fe.
La respuesta de Marta, que el mismo Jesu­
cristo premió con la resurrección de Eázaro,
es un torrente de luz que va delante e ilumina
con celestes resplandores las excelsas grandezas
del mundo de la Fe.

Recorred las páginas de la historia: los por­
tentos realizados por los innumerables már-

C aSTELNCO VO d e

A STI. —

Los

fe que estrecha al hombre con Dios, como al
hijo contfa el seno de su madre; que hace insa­
ciable los ardores de su celo por la salvación de
las almas, que nos hace serenos y fecundos,
porque da a nuestro brazo la fuerza de la omni­
potencia divina; de aquella fe que en expresión
de S. Juan Crisóstorao, « es la luz dcl alma y
puerta de la vida » (i), de aquella fe que lo
abarca todo en vastísimo abrazo, como escribe
San Bernardo; de aquella fe que en los potentes
latidos de su \rida encierra todos losfriunfos y
todas las ideas de bien.
Y no temo empequeñecer la figura sublime
del Siervo de Dios concentrando, toda su gran-

MAESTROS D E LA “ U SIÓ N

tires, por los eximios émulos de la santidad,
por los apóstoles de todos los tiempos, por Bewto, Bernardo, Domingo, Francisco de Asís e
Ignacio de Loyola, por Javier y nuestro Pa­
trono Francisco de Sales y por otros mil héroes
de la Iglesia de Cristo, son los portentos y mi^*gros de la Fe.
D. Basco fué un hombre de Fe.
Xo os cause extraneza si, en vista de los pro­
digios realizados por D. Bosco, procuro sintetoda la grandeza moral de este gigante de
^ u d y de acción, proclamando que fué ante
y sobre todo un hombre de gran fe.
^ D, Bosco fué hombre de gran fe. De aquella

DON

BOSCO ”

A N T E E L MONUMENTO D E L M A E ST R O .

deza en la grandeza de su fe. Empequeñece a
D. Bosco quien únicamente lo mira por de
fuera.
Entre las maravillas de que Dios quiso sem­
brar los espacie®, entre sus obras exteriores y
las perfecciones de su Esencia infinita hay sin
duda un abismo, que tratándose de Dios es un
abismo infinito.
Ahora bien: permitidme decir que entre las
maravillas obradas por D. Bosco y los tesoros
de su alma escogida; entre D. Bosco exterior
y Don Bosco interior hay también un abismo:
limitado, es cierto, por tratarse de un hombre;
pero si«npre habrá un abismo.
ÍU F id^ s lu m e n est a n im a e, o sliu m v ita e (In sym bo l).

Cuarenta días de excursión
por la región del Indanza, Ecuador.
[Rdacion del misionero salesiano D. Carlos
Crespi al Rdmo. P. Rinaldi) (i).
También esta vez me ha querido acompañar
el P. Plá, añadiéndose a la comitiva, con gran
sorpresa de nuestra parte, cinco robustos J i­
baros y una jibarita, en traje de gala. La muchachita, a usanza de esta gente. lleva una cesta
con mandioca y plátanos, y tres de los cinco
jíbaros son los que traicioneramente nos aban­
donaron, en la última excursión, en lo intrin­
cado de la floresta, con inminente peligro de
perder allí la vida.
Nos alcanzaron en el camino y tranquila­
mente continuaron con nosotros, como sí nada
hubiera pasado pocos días antes. H ay que
verlos como lucen sus galas y que marcialmente
caminan. Cuando ellos quieren, parece que llevan
alas en los pies, y n o ^ a y europeo, por guapo
que sea, capaz de seguirles.
Y o no quise perder la hermosa ocasión que se
me presentaba de hacerles algiin bien, por lo
que, dejando atrás al otro compañero con los
mozos de carga, seguí con ellos hablándoles de
la hermosura de la moral cristiana y de la ne­
cesidad de vivir bien.
A eso de las tres llegamos a la Jiharia de
Antonio y, mientras los amigos de viaje, gri­
tando como endemoniados, se cruzaban los
saludos de rúbrica, yo reuní a los muchachos,
todos vestidos a lo adamita, para enseñarles
un poco de catecismo.
Después de dos largas horas de brega, me
veo llegar a los mozos, pero no venía con ellos
el P. Plá. Dándome cuenta del grave peligro
tlue corría, envié en su busca algunos jibarítos
de los más ligeros, para ver si daban con él, y
]xir más \*ueltas que dieron no pudieron encon­
trarlo y se volvieron cuando el último crepús­
culo iluminaba la inmensidad de la floresta,
diciéndome entre risas y chanzas que no se le
voía i>or parte alguna.
Erró el sendero.
Entretanto se echo encima la noche, oscura
como boca de lobo, amenizada con la sinfonía
(I) Véase ai

B oUH h

de

I h h ío .

no aprendida de toda suerte de insectos y bicharracos. Acongojado sobremanera, yo no
sabía que hacer. No quedaba otro remedio que
encomendarlo a Ma- ía Auxiliadora.
E l buen hermanó, con todo y la experiencia
de sus 50 años, desconocía la gran dificultad de
orientarse en el laberinto de los senderos de la
selva, y al querer aventurarse para llegar donde
yo estaba antes que los mozos de carga, se en­
redó entre las veredas de caza que conducen
al corazón de la oscura e impenetrable floresta y
y a no le fué posible dar con el sendero verdadero.
Y lo peor es que no llevaba ni una mala manta
para resguardarse del frío, ni cerülas para hacer
fuego, ni armas para defenderse contra los
animales feroces de que abundan aquellos
parajes.
Como buen misionero, resignado a todo, se
acurrucó entre los grandes raigones de un árbol
gigantesco, dejando, a distancia y como centi­
nela, una medalla de la poderosa Auxiliadora,
para que velara por su vida.
A empeorar la situación contribuyó una
lluvia persistente que no dejó de molestar toda
la noche. Tal vez la oscuridad, aunque parezca
paradoja, se la hizo más llevadera, pues impidió
<iue viera, si es que pasó, la serpiente venenosa
que se deslizaba entre el ramaje, o el puma o
el tigre hambrientos que estuvieron olfateando
la presa, a la cual no podían acercarse porque
la defendía la Virgen.
•Si el pobre P. Plá pasó la noche velando,
con el rosario en la mano, tampoco yo pude
pegar el ojo. Al primer canto del gallo, a eso
de las cuatro de la mañana, envié en su busca
a gente práctica de la selva, pero, después de
una hora de búsqueda fatigosa, se volvieron
desconsolados sin haberlo podido encontrar.
Yo, en tanto, dije la Sta. Misa con todo el
fervor posible, y después de un buen rato de
explicación del catecismo seguí la excursión
hacia otras jibarias, pero cuando ya llevaba más
de una hora de camino, he aquí que me dá
alcance un jibarito y me dice con la voz medie
sofocada:
— ¡Ha llegado el Padre! ¡Ha llegado el
Padre!...
Contento como si viera el cielo abierto, le
en\*ié el altar portátil, con el \*ino de la misa
bien escondido, para que no lo \nera el jibarito,
pues se lo hubiera bebido todo, y además algu-

— 2 0 7 ---nos metros de tela a fin de que por ellos le
dieran las mujeres cuanto necesitara para repo­
nerse de las-privaciones cansancio de la noche
precedente.
Iloáeado por 60 salvajes amenazadores.
Aligerado del peso que me agobiaba, continué
la difícil marcha bajo una lluvia torrencial
y molesta, y después de unas cinco horas.de
gran fatiga llegamos a la Jibaria de Ramón,
que se halla camino del río Santiago.
Mi presencia en aquellos lugares fué acogida
con una gritería feroz. Eran unos 6o indios
robustos y armados hasta los dientes, venidos
ticl Pongo, gente sospechosa, guerreros dis­
puestos a despachar presto a cualquier extran­
jero.
Procuré ganármelos con buenos modos y
frases amables, no recibiendo por respuesta más
que insolencias y carcajadas sonoras. Ale acer­
qué a uno de ellos por parecerme de mejor ca­
tadura y, señalando el collar que adornaba su
robusto cuello, le dije:
— ¿Qué quieres que¡ te dé para que me lo
regales?
— ¿Qué es lo que tienes tú, extranjero? —
me respondió con altanería.
— Tengo espejos, cuchillos, agujas, machetes,
pólvora y municiones.
Dame la pólvora.
— ¿Cuánta? — le digo mostrándole un pa­
quete.
— Toda...
Por la respuesta insolente comprendí que era
inútil cualquier trato con él. Saqué la má<iuina
lotngráfica y le invité a que se pusiera delante.
No lo hubiera hecho. Una clamorosa protesta
ceneral casi me hiela la sangre en las venas.
Puede imaginarse, amado Padre, mi desi­
lusión y pena grande al verme recibido de una
manera tan brutal, después de haber caminado
durante 12 horas bajo una lluvia torrencial
para anunciar a estos infelices la palabra de
paz y de amor.
La hora de la muerte.
Cuando j*a había perdido toda esperanza de
í ' ierles hacer algún bien, oigo una voz, a mi
espalda, temblorosa y con dejos de dolor, que
dice:
— Padre, tu debes llevar el remedio infa-le. Me vuelvo y veo a pocos pasos a un jíbaro
*?ndido sobre una estera, hecho y a un cadáver,
los ojos hundidos en las cuencas y el cuerpo
-^ro, como si estuviera carbonizado. Me acer­
qué a él. pero no pude reconocerle. El, en cambio.

me conoció en seguida, por lo que continuó di­
ciendo:
— Tu eres el Padre bueno que, cuando yo
salí de Gualaceo, nje diste mucho dinero para
comprar chicha, simientes y alimentos para el
viaje. Ahora me estoy muriendo. Ale duele

E í. JÍBARO T a SDU KN I-A M i BIÓS DB MÉNOBZ.

mucho el estómago. Tu debes llevar en las al­
forjas el remedio infalible: de seguro que lo lle­
vas, porque eres bueno.
Le hice un pequeño reconocimiento, por el
que me convencí que no había remedio jx>sible.
Los ojos me derían claramente que se hallaba
en estado preagónico: se trataba de una terrible
fiebre colérica que lo había reducido en poco
tiempo a poco menos que un cadáver. Humana­
mente no había salvación ni medicinas que
pudieran disputar a la muerte su víctima.
Ante un caso tan desesperante y trágico.



208 —

hubiera deseado que D. Bosco hiciera un mi­
lagro, para mostrar a los bárbaros salvajes que
le rodeaban el gran poder del Dios del misio­
nero. Con todo, juzgué más conveniente reco­
mendarle el alma y animarle a bien'morir, para
lo cual debía rezar al buen ía d re Dios que tu­
viera misericordia de él y lo admitiese en el
cielo, y no le dejara caer en las garras del de­
monio.
Casi agonizando, el pobrecito continuaba
pidiendo, mientras se le vidriaban los ojos:
— Dame el remedio infalible, el remedio
infalible: en la Misión lo tienes.
— Ven en seguida, hermano.
— Corre... corre de prisa y tráemelo, para
que no muera.
Y vencido por los dolores y esfuerzos que
hacía, cayó de nueyo como muerto, mientras
las mujeres se desataban en exclamaciones
plañideras.
De recomendé de nuevo el alma y le di la
absolución s«& conditione,. pues estaba bauti­
zado, y entre los atronadores gritos de los 6o
jibaros que le rodeaban me puse a desandar el
camino hecho, en compañía del hermano del
moribundo.
Después de cinco horas de marcha acelerada,
nos alcanzaron en la floresta los cinco jíbaros
anii^ s, diciéndonos que el enfermo y a había
muerto. Nos paramos y les invité a que repi­
tieran conmigo una oración a Dios para que lo
recibiera en el paraíso.
Su conversación, sin embargo, tenía poco de
paraíso. Parecían furias del infierno, respirando
odio, venganza y muerte.
Y a es cosa sabida. Cualquier muerte que su­
ceda, estos salvajes la atribuyen a brujerías de
sus enemigos, y su única preocupación es descu­
brir al brujo causante de la. muerte para asesi­
narlo brutalmente.
Al caer de la tarde me juntaba con el querido
Padre Plá, que me empezó a narrar su aventura,
y después de rezar el Rosario y refocilarnos
con algunos plátanos, nos tendimos a descansar.
Btuialidad salvaje,
A la mañana siguiente, muy tempranito, se
reunieron todos los jíbaros del contorno para
oir la Sta. Misa. Y o. no obstante, eché de menos
a un jíbaro del valle de T:ariimbiza y, extra­
ñado de su ausencia, determiné ir a buscarle a
su casa. Dicho y hecho. Mientras el P. Plá se
entretenía con los jibaritos del lugar, yo me
interné en la floresta, a pesar del tiempo llu­
vioso y de que los senderos estaban resbala­
dizos por demás.
A las tres horas de un caminar pesado y fa­

tigoso, ya estaba en la jibaría de Santiago
Ramón.
Este es uno de los jíbaros de Gualaqiiiza, so­
berbio y feroz como él solo, a quien en la antigua
Misión algunos le persiguieron ^a muerte. Me
recibió muy atento, y, a una insinuación mía,
reunió a sus trece hijos, entre chicos y chicas,
para que oyeran un poco de catecismo y apren­
dieran, al menos, a santiguarse.
Después de media hora de lección, ya estaban
cansados los rapazuelos, por lo que hubo que
suspender la escuela. A cada cual le regalé una
aguja grande, para ellos es regalo muy grato.,
y a las mujeres un espejo por cabeza. Les invité
a que se pusieran todos delante de la máquina
fotográfica, para llevarme un recuerdo de ellos.
— Y o no quiero, ni tampoco mi mujer —
me respondió secamente Santiago Ramón —
los muchachos, en cambio, lo harán con mucha
gusto.Entre tanto había dejado de llover y salimos
al huerto para sacar las fotografías. Escogí
el lugar y en un santiamén estaban ya retratados
los chiquillos. Tocó el tum o a las mudiachas,
pero estas, más medrosas, se escondían por la
cabaña, sin hacer caso de mis amables invita­
ciones. Entonces el padre, sin tanto requilorio,
dejó escapar algunas frases, duras como golpes
de martillo, y acercándose donde ellas se acu­
rrucaron temblando al oirlé, las aferró por los
cabellos, dos por cada mano, y como si fuerafi
mazorcas de maíz las trajo hasta donde yo
estaba, medio metro elevadas de tierra.
A l ver semejante brutalidad la sangre se n^e
subió a la cabeza y un torrente de palabra-?
duras se me venían a la lengua para descalificar
su bárbaro proceder; pero me cortó la palabra
en los labios, diciendo:
— Tú no eres jíbaro, y por tanto no sabe>
nada. Los jíbaros hacemos así. Saca en segiudu
tu fotografía que las chiquillas y a están dispustas.
La serpiente X, muy venenosa.
Sacada la fotografía, y una vez in\*itado a les
muchachos a que \nnieran a la Misión, doiice
serían recibidos con cariño, me dirigí hada la
hacienda del Tapia, a la que llegué con el P- Pl^
al anochecer.
A los colonos se les había avisado ya con unos
días de antidpación, y todos se habían reunida
muy contentos para recibir las beudidones o®
Dios.
Concluidos el rosario y la plática, se confe­
saron con manifiesto recogimiento y buena dis­
posición, después de lo cual pasamos la noche
a la buena de Dios en humüde alojamiento

— 209 —
A la mañana siguiente, celebramos la misa
en ima miserable cabaña de dos pisos.
Tres días antes, el jovencito que la cuida,
había matado, mientras cortaba cañas de azú­
car, una serpiente muy venenosa, llamada ser­
piente X por la figura en forma de X que lleva
en la cabeza. L e encargué que le sacara la
piel con todo el cuidado posible, y para se­
carla la había colgado del bajo techo de la
casucha.
.\\ otro día, al rayar del alba, nos pusimos a
celebrar la misa en el miserable tugurio, y puede
imaginarse, amado Padre, la impresión que yo

E c u a d o r . — J íb a r o s

de la

Concluidas las dos misas y dados algunos
recuerdos a los colonos para conservarse en sus
buenas disposiciones y costumbres, emprendi­
mos el viaje hacia la última hacienda, llamada
la Peña Blanca.
Atravesamos el hermoso valle que riega el
río S. Antonio, y en él pude enriquecer mi co­
lección botánica con algunas- especies de he­
léchos singularísimos, nunca vistos en todo el
Oriente ecuatoriano recorrido.
{Continuará).
C arlos C respi Pbro.
Misionero Salcsino:

M isió n

l im p ia n d o sus a r .m as .

Costumbres de los Bororos
antes de conocer al Misionero.

expenmentaría cuando, al elevar la Sagrada
Hostia... veo que el Santo X de la Redención,
^ encontraba con el emblema de la serpiente
lídemal, con la serpiente X que pendía sobre mi
cabeza con la boca abierta.
Tam igui Cucirenda.
Los dos emblemas opuestos: el eterno enemigo
los jíbaros y el manso Cordero de la RePróxima a ser madre, Tamigui gozaba ya
<kndón...
anticipadamente las alegrías de la maternidad,
‘-'H escalofrío recorrió todo mi cuerpo, y al pues se le figuraba que estrechaba entre sus
elevar el Sagrado Cáliz con la Sangre precio- brazos a su críaturita y se miraba en sus ojos
^ m a de Jesucristo, mientras dos jibaritos se como en un espejo. Con el cariño con que lo hace
^iclinaban en adoración con devoción profunda, tma madre, había preparado para su hijito la
sm interrumpir las palabras litúrgicas, no noblia, especie de faja, para llevarlo colgado
í --£ men->s de pedir a la potente Auxiliadora
ál seno o suspendido en la espalda, a usanza de
V -acab ara con todas las serpientes endemo- las mujeres bororas. E lla misma había arrancado
^ --as que, con su veneno mortífero, con- * de un árbol, en la floresta, un pedazo de corteza
^Arrestan los generosos esfuerzos de ios obreios que, a fuerza de macerarla, trasTormó en algo
«vangélicos.
flexible y mórbido como un lienzo. También

son debidos a que ha quedado sin iumolar
algún niño, nacido después de un sueño de mal
agüero.
A todos impresiona y convence esta opinión
e inmediatamente- se pasa reseña a cuantos
niños hay en la aldea de pocos años. No son
pocas las sospechas que caen sobre el regordete
y vivaracho Pioduddo que juega inocente en
derredor de Tamigui.
Su padre que se hallaba presente en la reu­
nión, al oir el nombre de su adorado pequ^
ñuelo, sintió que le faltaban las fuerzas; se le­
vantó como pudo, echó mano de su estera y se
marchó acongojado a su cabaña. Sin saludar a
nadie, se sentó junto al fuego. Tamigui, con la
solicitud en ella habitual, le ofreció en seguida
unos tubérculos asados, sirviéndose como de
plato de unas , hojas de palmera entrelazadas;
pero, contra su costumbre, el marido los rechazó
indignado y tomando un‘ tizón de la lumbre
encendió un grueso cigarro que fumó nervioso,
moviendo la cabeza y gesticulando con las
manos.
— ¿Qué es lo que tienes? — le preguntó
asustada Tamigui.
Y él, después de una larga aspiración que
parece obstacu’ aba algo que le impedía ensan­
char el pecho, respondió entre dientes: — Nada...
no tengo nada.
— ¡No es verdad! a tí te pasa algo ¿estás
enfermo?
— Te he dicho que no tengo nada. Pero...
mis pensamientos son negros como la noche.
He oído lo que dicen los Bororos...
— ¿Y qué es lo que dicen?
— Piensan mal de tí y de nosotros. Creen
que nuestro hijito sea la causa de la epidemia...
¿Has tenido algún sueño antes de que naciera?
Tamigui se estremeció de pies a cabeza con
tan fuerte sacudida que hasta se le despertó
el pequeño Pioduddo, que dormía sobre sus
rodillas: pero no tuvo valor para decir una
palabra.
— ¿Por qué no respondes? insistió su marido.
Y a hace algunos años que el pequeño Pio— ¡Oh! si que recuerdo el sueño que tuve
dudd'o abrió los ojos a la luz del día.
hace
cuatro tecqite, años... Mira el niño llora.
La noche oscura, pavorosa ha tendido sobre
el pueblecillo bororo su negro manto: silencio Lo haré dormir de nuevo y después te lo contare
profundo reina por doquiera. Y a hace algún todo. — Se tendió sobre la estera con el pequeño
tiempo que no se oye la voz estentórea del en los brazos y se cubrió con una manta raída,
cacique narrando las gestas de su raza o dando despojo quizá de algún blanco que fué víctima
cuenta de la crónica del día: solo se ven algunos en una de las correrías de los Bororos.
¡Vaya una noche aquella para la pobre Ta­
hombres demacrados tendidos en la plazuela,
que en los momentos de descanso que les con­ migui! Encontrados sentimientos: la lucha entre
cede una tos pertinaz que les consume, discurren al amor maternal y el temor supersticioso la
agitaron de continuo. Sólo al despuntar el ^ha
sobre ios estragos que causa la epidemia en la
pudo conciliar el sueño, que fué una horritóe
aldea. Cada cual da su parecer y, por último,
uno de ellos habla de esta manera: — Me atre­ pesadilla. Cuando se despertó, contempló pof
largo rato a su Pioduddo que dormía sonrientevería asegurar que estos males que nos aquejan

pensó en la cuna. Para procurársela debió, con
rudo trabajo, descortezar un gigantesco couraiari estrellensis, corteza que con golpes de
maza e iuniersioues en el agua redujo a una
especie de estopa, a la que, embadurnada, le
dio la forma de cuna.
Pero ¡cuán cierto es que en esta vida no hay
dicha completa! XJn sueño que tuvo antes de
ser madre vino a turbar su alegría y a compro­
meter su futura felicidad.
La noche antes de dar a luz había soñado
que, yendo por la floresta, topó con una ser­
piente, y al querer huir se despertó. Para un
civilizado y cristiano no significaría nada ni le
hubiera dado importancia alguna, pero para
Tamigui era una cosa seria. I'anática como todos
los de su tribu y supersticiosa y llena de pre­
juicios como ellos, quedó desconcertada y aba­
tida. Reaccionó, sin embargo, y dominando la
primera impresión, comenzó a razonar consigo
misma, diciendo; — ¿será posible que yo deba
sacrificar a mi hijito por un sueño? ¿Qué ha
hecho él de malo? Y , no obstante, esta es la
dura ley de los boro ros... un sueño de este gé­
nero y en estas circunstancias condena a mi
hijito a ser sofocado, apenas nazca, para librar
a la tribu de alguna desgracia.
Para alejar pensamientos tan funestos se
puso a atizar la lumbre la que, al reavivar su
llama, iluminó la faja y la cuna cercanas, y a
su vista el sentimento materno se sobrepuso a
todos los prejuicios de raza.
— No revelaré a nadie el sueño que he tenido,
y así mi criaturita vivirá...
Y supo disimular tan bien su afán y preocu­
paciones que ni siquiera su marido so dio cuenta,
y así vino al mundo el pequeño Pioduddo curircii
y pudo escapar a la muerte que le preparaba una
superstición diabólica, con lo que la cabaña se
llenó de gozo y de encanto.

En aquel momento entraba su marido en la
cabaña, más descompuesto que el día anterior,
por lo que, sin mediar otro saludo, dijo:
— No quiero oirlo más, que. me repitan otra
vez que nosotros somos los causantes de la
epidemia. ¿Dime, de una vez, tuviste algún
sueño antes de que naciera nuestro hijo?
La pobre mujer, cogida de sorpresa y sin
tiempo para reflexionar, empezó a hablar sin
saber lo que se decía: afirmó, negó, dijo y se
desdijo cincuenta veces, pero el marido entendió
lo suficiente. Poco después, todo el vecindario
rodeaba la cabaña gritando indignado contra
la pobre Tamigui.
it:
* «

niño. Asesinos... Unas convulsiones y la \dctima
ya es un cadáver. La señal de su muerte la dá
la madre a la puerta de la cabaña con un ngiií!»'
lamento, que anuncia a la tribu que la Wctinia
ha sido inmolada.
%
El sol horrorizado se oculta en el occidente, y
durante la nociré no cesan las cantilenas y la­
mentaciones alrededor del cadáver, liasta que
la aurora anuncia un nuevo día. Entonces los
bororos se retiran a sus cabanas cansados, pero
con la satisfacción del que ha cumplido con un
sagrado deber, y la esperanza cierta de verse
por ello libres de la epidemia que los diezma.
Esta escena cruel, una de tantas, demuestra
el tiránico dominio de vSatanás sobre los Bororos
antes de que los misioneros rompieran las ca­
denas de su esclavitud.
Amados lectores, que habréis temblado de
horror al leer esta triste escena, agradeced al
Señor la gracia de haberos hecho nacer en países
civilizados y de familias cristianas, y no olvidéis
de pedir a Dios que socorra a tantos de nuestros
desgraciados hermanos que aun no conocen la
dulce y libertadora doctrina de Jesús.

A la caída del sol de aquel mismo día, el
drama tenía su fatal desenlace.
Los bororos, hombres y mujeres, pintarra­
jeados de negro la cara 3’’ todo el cuerpo, según
les sugería su superstición, rodearon la cabaña.
Todos* sin embargo, se mostraban satisfechos,
pues habían dado con la causa de la epidemia
y ya no deseaban otra cosa.
C esar Ax bisetti Pbro.
También Tamigui se había resignado a su des­
Misionero Salesiano.
ventura. Como si en ella se hubiera extinguido
de un golpe el sentimiento materno y cedido
el puesto a una cínica resignación, llora, pero
su lloro no parece el de una madre desconso­
lada, sino más bien una cantilena rítmica, pro­
longada, artificial.
{El Rdo. D. Filemón López al Boletín Salesiano).
El pobrecito Pioduddo, inocente y ajeno a
Camarvon, Enero de 1925.
cuanto contra él se tramaba, no oponía resis­
tencia alguna a lo que le hacían: era como corMi reverendo y estimado Padre: Pronto \ an
derito que preparaban para el sacrificio. Se a cumplirse los diez meses de.sde que, enviado,
deja tender sobre la esterilla y mira trasoñado, por la obediencia, tomé, en nombre de nuestra
ora a la madre que, entre suspiros, le baña de Congregación Salesiana, posesión de la Parro­
un denso Uquido encamado {el urucií), ora al quia de Nuestra Sra. de la Estrella, que así se
padre que prepara las plumas con los colores llama la capillita de zinc que la fe de estfs
distintivos de la familia y que deben adornarle buenos católicos de Camarvon dedicó a la bma.
la frente.
Virgen.
Cuando el adorno de la pobre víctima está
terminado, hombres y mujeres entonan el canto
Situación y clima.
de los agonizantes, una cantilena monótona
Esta población se halla al N. lí. de la Aus­
acompañada por el ruido destemplado de unas
calabazas especiales, que agitan después de tralia. a unas 500 millas de Perth, que es la
firtroducir en ellas semillas duras que golpean capital del distrito, y 900 , más o menos, dt
paredes. Dominando la fatídica murga se Broome, residencia del Vicario Apostólico. Ix>s
®ren los lamentos de la madre, de Tamigui. habitantes no pasan del millar, debido a que
A poco se abre paso entre la multitud el Barí, gran número pasa la vida en cortijos, distantes
^ desalmado hechicero... Llega traicionero muchos centenares de millas del pueblo y dise­
}anto a la inocente víctima, y con sangre fría, minados en una extensión enorme. H ay algunos
impropia de un ser humano, tapona con su mano caminos rurales, y algunas estancias tienen
i^tuerda homicida la boca y nariz del angelito, teléfono y reciben la correspondencia dos o tres
Mientras con la derecha le oprime despiadado veces por mes. L a riqueza principal es la gana­
^ abdomen. Paia evitar todo movurniento, dería y la lana, pues este es uno de los impor­
sostenían las manos y pies del pobre tantes centros del merino. He visto rebaños de

Crónicas de Australia.



212



miles y miles de ovejas, de las cuales la menor anglicana, más conocida por la iglesia de In­
estación cuenta con más de lo.ooo y hasta con glaterra, a la presbiteriana y a la Católica. Las
tres iglesias se hallan muy próximas, estando en
50.000 las mayores.
medio, no sé si por suerte, la católica, la que,
Es curioso ver durante el tiempo del esquileo,
• que aquí dura nueve meses, veinte y más hom­ si bien es más pobre en cuanto a edificio que las
bres trabajando en diferentes puestos con má­ otras, es mucho más rica, porque contiene a
quinas movidas a vapor, y, después, llegar carro­ Jesús Sacramentado, dueño del Universo.
En general la gente frecuenta poco la iglesia;
matos tirados por diez y más camellos, trayendo
desde distancias de 10 y 20 días de camino el domingo que es el único día disponible, y que
enormes cantidades de lana para llenar vagones por tantó debieran dedicar al Señor, los protes­
enteros. Estos camellos los traen del Africa y los tantes de las dos iglesias citadas lo destinan a lo
guían árabes. Son para estos menesteres el que ellos llaman Prenic, paseos de todo el día
al bosque, yendo, a lo sumo, a la vuelta a cantar
ganado más indicado, pues como tienen que
algo a la iglesia. L a iglesia católica, por el con­
andar millas y millas donde no se encuentra
una gota de agua, sólo ellos pueden resistir. trario, y esto me llena de alegría el alma, siem­
Además resultan económicos, pues se mantie­ pre se halla concurrida, en modo especial los
días festivos en que se dicen dos Misas-: una a las
nen de balde en el bosque.
La posición de la población no puede ser más siete y otra a las diez de la mañana. Por la
encantadora. Cercana al mar, tiene muy buenas tarde un buen número asiste al Rosario, sermón
calles, algo primitivas, y sus casas son de ma­ y Bendición con S. D. M. A estas prácticas reli­
dera, con techo de zinc, que sostienen pilares giosas las llaman devociones, para distinguirlas
de los Services , ser\úcios, de los protestantes.
de portland o madera para librarse de uno
L a gente es atenta, tolerante y fina, respetán­
de los enemigos más molestos en la Australia:
dose mutuamente y ayudándose en cuanto
la hormiga, y sobre todo la hormiga blanca.
E l clima es cálido en verano, aunque el viento pueden, por lo que no es de extrañar que los
que reina de continuo lo hace tolerable y lleva­ protestantes sean los mejores auxiliares de los
dero. Durante el invierno resulta como el tiempo católicos, aun cuando se trate de edificar su
de primavera en España, si bien algunos días iglesia y escuelas, pues suelen decir qué lo
resultan algo frescos por la intensidad de los mismo da una reli^ón que otra, y a que todo
es cristianismo. Mire lo que me pasó a mí hace
rocíos. De agua potable está muy bien surtida.
Algunas huertas producen hortaliza en abun­ poco, cosa que hubiera escandalizado en nuestras
dancia, y si algo falta para el consumo lo pro­ ciudades de España y que aquí es cosa corriente
vee la plaza de Perth que envía todas las se­ y debida. Se trataba de una lotería benéfica y
manas sus barcos con frutas y hortalizas de fui invitado a su inauguración. No fué pequeña
mi sorpresa al verme en la presidencia, porque
todo género. Da vida no es cara, si se exceptúan
así es la costumbre, teniendo a mis lados al
los objetos de lujo y vestidos que se pagan bien
alcalde y al pastor, arabos protestantes, o)mo la
por ser productos que envían América del Norte
mayor parte del público que ocupaba el salón.
e Inglaterra. Da carne baratísima, a causa de la
Repuesto de la primera impresión, tuve que
abundancia que hay en los bosques.
L a población tiene también su central de pronunciar el discursito de ocasión, cosa que
correos y telégrafos, a la cual llegan todas las todos esperaban con interés, por ser el primero
semanas aeroplanos con viajeros y correspon­ que yo pronunciaba en una reunión semejante.
Parece que fué del agrado de todos, pues cató­
dencia.
En cuanto a centros dé cultura, tiene una licos y protestantes no regatearon aplausos.
Debo confesar que la cosa no es tan fácil como
buena escuela del estado con un maestro y
varios auxiliares, siendo frecuentada por buen parece, pues se trata de un público tan diverso
número de niños y niñas. También es muy con­ en cuanto a opiniones religiosas, y por lo general
currida la que dirigen las Monjas de la Presen­ el sacerdote católico suele hablar a auditorKS
tación a la que asisten, a pesar de ser netamente de las mismas ideas.
católica, lujos de protestantes en unión de los
niños católicos. Son muy apreciadas. Baste
Algunas sombras del cuadro.
decir que hasta los hijos del ministro o pastor
Pero no todo son virtudes y cordura entre
protestante reciben lecciones en las monjas.
esta gente, también tienen su lado flaco, bra
de las cosas que me han impresionado más desa­
I^eliglosidad,
gradablemente, es el exceso en la bebida. Hay
Los habitantes de Camarvon pertenecen a aquí unos hoteles, en España se íes Ilamana
una de las tres iglesias siguientes: a la iglesia con más propiedad paradores, donde vienen a

— 213 —
pasar los trabajadores del campo la temporada
de descanso. Hartos de trabajar, pues en los
bosques no se dan un momento de reposo, parece
que quieran resarcirse pasando los días que
tienen libres en completa y vergonzosa ocio­
sidad. No teniendo otra, cosa que hacer sino
fumar y beber, resulta que esas pobres gentes
que vienen a la ciudad a rehacer su organismo
y cobrar nuevas fuerzas, acaban de arruinarse
con el abuso de alcoholes. No es raro encon­
trarse con algunos de estos infelices que 'llegaron

escuela que dirigen las momjas, dar clase de
baile a una señorita seglar y bailar niños y
niñas. Cada pueblo tiene sus costumbres.
Origen de esta Misión,
En general, a todas las parroquias católicas
de la Australia se les da por aquí el nombre de
Misión.
Esta parroquia de Carnarvón data de pocos
años, pues antes solo de vez en cuando solía

A u s t r a l i a (K i m b e r l b y ) — In d íg e n a s

la población con centenares de libras ester­
linas, los cuales a las pocas semanas, las han
derrochado. Y lo peor es, que al no estar acostum­
brados sus cuerpos a vinos y licores, algunos
-^n víctimas del alcoholismo, yendo a parar
^ hospital.
a estos apartados lugares han llegado
sociedades secretas o masonería, y si bien
•Jcen que no son como las de Europa, en el fondo
-^n los mismos lobos con diferentes collares.
Tas diversiones se reducen al baile y al cine:
®te cada dos j^ r tres, y el otro dos veces jx>r
*®ana. Ea única manera de recolectar «linero
obras benéficas, es el baile y !as loterías,
--r ^ es corriente ver danzas hasta en los
y en los salones que pertenecen a las
•ítesias. No es extraño, pues, ver en la Tní«;Tng

También

c r is t i a n a s d e

Be a g l e Ba y .

venir a visitarla un sacerdote de la próxima
ciudad de Geraldton, hoy día residencia del
Obispo de la diócesis, y a la que hasta el pre­
sente ha pertenecido Carnarvón. De residenci
sólo han estado tres sacerdotes, y estos por dos
o tres años. A l tomar posesión del Vicariato
señalado a los Salesianos nuestro Rdo. P. Coppo
y ver que los habitantes de sus diócesis eran
pocos, se estudió la manera de aumentar el
número de la población, solicitando para el
caso la realización del proyecto que había de
unir al Kimberley los puestos comprendidos
desde Carnarvón hasta Broome; y después de
maduro examen y exponer el asunto al Sr.
Obispo de Geraldton, se convino en mandar el
proyecto a Roma, cosa que verificó el Delegado
Apostólico.

— 214 —
recibidor y la otra reservada, con su cocina a
bencina y otro departamento para despensa.
A l derredor de la casa hay algo así como un
jardincito que le da mucha gracia. La iglesia,
m uy pobre, es un rectángulo de unos 9 metros
de largo, por cuatro dp ancho. Posee en el centro
un sencillo altar con su sagrario mu}'^ lindo, y a
los lados del présbiterio' hay dos pilares que
Nuestro viaje*
sostienen, el uno al Sgdo. Corazón dfe Jesús,
Hallábame yo a la sazón, y muy ajeno a y a la Virgen de la Estrella del Mar, el otro.
esas tratativas, trabajando en una pequeña mi­ De ornamentos no hay más que lo estricta­
sión de la floresta, a unas 150 millas de Broome, mente necesario para el culto.
Como la actual capilla' es insuficiente, tene­
cuando llega el salesiano P. Siara, a caballo,
con orden de presentarme a nuestro Sr. Obispo. mos en proyecto una muy hermosa y bastante
Como la impedimenta de un misionero ambu­ capaz, para la cual ya se han reunido 700 libras
esterlinas, cantidad todavía muy reducida,
lante no es mucha, pronto montamos a caballo,
y en marcha hacia donde llamaba la obediencia. dado lo caro que es aquí la construcción por
Llegados a, Beaglc Bay, tomé un barquichuelo tenerse que traer todo de fuera.
Los católicos mantienen al párroco con sus
a vela, y a la media noche ya estaba en Broome.
Al día siguiente me presento a Mons. Coppo, limosnas, y hay una sociedad, llamada Aliar
que me dice, después de abrazarme: necesito Society, que sufraga los gastos de la iglesia.
E n seguida comencé a trabajar con los niños
un sacerdote para ía parroquia de Carnarvon.
V. ya posee el inglés, ¿ss siente con ánimos para y difundir la devoción a María Auxiliadora.
ir allá? — Con la ayuda de Dios y la obediencia, Las familias que voy visitando se muestran muy
satisfechas y dispuestas a ayudarme.
para ir a cualquier parte, le dije.
El primer funeral a que asistí, fué al de una
— Me basta esto, replicó satisfecho el Sr.
Obi.-ípo, vaya, y lo que V. no pudiera hacer, lo pobre víctima del alcoholismo, si bien no murió
por efecto del vino, sino por haber ingerido ve­
hará el Señor.
A los dos días, y en compañía del buen Coad­ neno en vez de licor. Puede imaginar que muerte
más desastrosa.
jutor Sr. Gómez, embarcamos en el Bambra, y
Durante ocho meses he bautizado 30 niñrs
después de 5 días de viaje, estábamos en la
y
cuatro adultos. Se han celebrado dos matri­
nueva residencia.
Nadie nos es]>eraba en l?i estación. Cargamos monios: uno de católicos y mixto el otro. Laí
con nuestras maletas y en busca de nuestra Comuniones todos los domingos pasan de 50, y
casa. Topamos con un niño en la calle, y yo le diariamente son unas 20, incluyendo las de lapregunté en inglés, bárbaro, por el Presbiterio. ocho momjas. En este tiempo he visitado tam­
bién dos estaciones muy distantes de la parre— Allí está, Padre, dijo inocentemente,
mientras me señalaba una iglesia, cuyo cam­ quia^ predicando mirión a los católicos que halle
panario remataba una hermosa cmz. Pero el en ellas. Resultado: 25 comuniones y un bau­
niño, después de pensarlo un poco, me dice: es tismo, catcquesis doce.
En la parroquia, después de estudiar bien
la iglesia de Inglaterra.
el
asunto, he abierto una biblioteca que está
Y a me parecía a mí que no podía ser aquel
hermoso edificio la capilla católica, con techo de dando buen resultado tanto para los católicos
zinc, de tiue me habían hablado. Continuamos como para los protestantes, y espero la risita
caminando a la aventura, hasta que a poca de Mons. Coppo para establecer algo que sea
más salesiano. Una gran cosa sería abrir escue..'’.
distancia divisamos una capilla, pintada todo
de música instrumental, a la que estoy segur-"»
de encarnado y con la cruz blanca. lista debe
de ser la católica, nos dijimos, y a ella nos diri- que asistirían los mismos protestantes; pero
jimos con la persuasión de que se trataba de para eso se necesitaría un músico, de los que
nuestra parroquia, lo que efectivamente resultó tanto abundan por nuestras casas de EuropEl campo se presenta prometedor y halagüeño
ser verdad. Al lado hay una pequeña casita, el
Presbiterio, y en ella nos acomodamos tranquila­ Esperamos con la ayuda de Dios y las oradones
de los buenos Cooperadores cosechar abundante
mente, como en casa propia. Es una casita muy
mona, de ladrillo y techo de zinc, con su ba­ mies.
De Su Rcia.
randa a la calle y rodeada de una valla de madera
afmo. S. S.
por detrás.
F
ilemón
' L ópez Pbro.,
En ella encontramos todo lo necesario para
Misionero Salcsi-ino.
la vida. Dos bonitas habitaciones, una para

Kntre tanto, y como el Obispo de Geraldton
necesitara los servicios del sacerdote que se
hallaba aquí en Carnarvon, de párroco, solicitó
de Mons. Coppo el envío de un sacerdote salesiano, tanto más que muy en breve esta pobla­
ción pertenecerá a su jurisdición.

La apoteosis de María Auxiliadora.
Si la fe de un pueblo debe juzgarse por la
devoción, por el amor que profesa a la Virgen
Santísima, hay que concluir que la fe de los
Turineses, del Piamonte, porque de todo él había
representantes en las fiestas de María Auxilia­
dora, es grande, es una fe ^ugorosa.
Durante todo el mes de mayo, por tres años
consecutivos, venimos observando las manifes­
taciones de acendrado amor a María Auxilia­
dora de estos buenos, entusiastas católicos, y
con satisfacción íntima, con la alegría grande
del hijo que ve honrada, aclamada a su madre,
advertimos que estas manifestaciones van en au­
mento, toman proporciones grandiosas, se hacen
cada vez más im ponente.
Por temor de que se nos tache de exagerados,
que se nos diga que nos ciega el amor de hijos,
ropiamos lo que de las fiestas dice el Corriere, el
diario católico más leído de la can ta l dei Piamonte.
« Las fiestas que anualmente se celebran en
honor de María Auxiliadora, este año, por con^rso y entusiasmo de pueblo, han superado
toda expectativa: es el triunfo que la misma
Santísima Virgen hizo ya ver a Don Bosco
^ n d o se le apareció en Valdocco, triunfo que
se renueva cada año haciéndose siempre más
grandioso e imponente.
jlmposible enumerar los peregrinos que han
estos días a postrarse a los pies de la
Auxiliadora para agradecerle sus favores y
*®ufiarle sus cuitas! Eran peregrinos del Piade Italia, del mundo entero, porque la
p oción a María Auxiliadora, debido al celo
^ los Salesianos, asume y a la prerrogativa de
lo c ió n mundial.
íQuién puede calcular el gentío inmenso que
^ visitado la Basílica de Valdocco durante las

40 horas consecutivas que estuvo abierta, o sea,
desde la Vigilia de la fiesta hasta la media noche
del día de María Auxiliadora?
Toda la noche de la vigilia la iglesia estuvo
atestada de fieléfe que se renovaban continua­
mente. A las nueve de la mañana y a era impo­
sible entrar en la Basílica, porque coro, tri­
bunas, y hasta la misma sacristía estaban llenes.
A no pocos de los peregrinos oímos decir con
frecuencia, que es necesario agrandar ya la
iglesia.
L a v e la san ta i
Al anochecer del día 23, después de las V'íspems solemnes <jue pontificó S. K. Mons. Umberto Ro&si, Obispo de Susa, mientras en los
alrededores del Santuario los vecinos encendían
devota iluminación, como homenaje a la Madre
celeste, la fachada, cúpulas y estatuas que co­
ronan el templo se convertían en un foco de
luz que rasgaba las tinieblas, y dentro de la Ba­
sílica comenzaba fervorosa la vela santa que,
entre cantos y plegarias debía prolongarse hasta
el alba. A media noche empezaron a distribuir
la Comunión y a rezar misas, que y a no se in­
terrumpieron hasta pasado el mediodía.
A las diez pontificó S. E. Mons. Rossi, asis­
tiendo el Emmo. Cardenal Maffi. Se cantó la
•■i Misa del Papa Marcelo » de Palestrína, ejecu­
tada con maestría por la Schola Cantorum del
colegio, que dirigía el Maestro Dogliani y acom­
pañaba al órgano el Rdo. D. Juan Pagella.
Si imponente resultó el conjunto de ceremo­
nias y maravillosa la ejecución de la Misa, el
sermón, a cargo de uno de los más famosos pre­
dicadores de Italia, coronó magistralmente las
funciones de la mañana.

— 2 I6 —
Fuera nuestro gusto ofrecer a los lectores
del Boletín integramente la hermosa pieza ora­
toria, pero estrechados por la exigencia del es­
pacio nos limitaremos a transcribir alguno de sus
pensamientos. Refiriéndose al sueño de D. Bosco
decía: <t Cien años han pasado desde aquella
fecha. E l sueño se ha cumpÜdo, el gran visio­
nario del caserío dei Becchi, puesto en ridículo
por sus mismos allegados y parientes, el que fué
escarnecido como demente, el gran apóstol de
la niñez pobre y desvalida, ve su obra completa.
¿Y quién fué la guía inspiradora? Don B oscq
mismo nos lo dice: Ella, la Auxiliadora del
•cristiano, fué mi maestra.
Ella forjó en la fragua de su amor divino y
templó en el yunque de su fortaleza, la potente
Obra Salesiana; E lla tejió con sus divinas manos
el admirable y riquísimo manto que, partiendo
de este soberbio santuario, extiende sus pliegues
por todas las naciones de la tierra.
Don Bosco y la Auxiliadora son dos nombres
que es imposible separar. No terminó la devo­
ción a la Santísima Virgen, bajo este gloriosí­
simo título después de la bataña de Eepanto,
cuando las armas cristianas, b ajo .la égida del
prócer español Juan de Austria y del auxilio
de nuestra Madre, hicieron enrojecer las aguas
del golfo con la espumante sangre agarena. No
-concluyó la devoción a la Auxiliadora, después
de la maravillosa victoria obtenida bajo los
muros de Viena por el valiente Sobieski con el
auxilio protector de María, no acabó la devo­
ción a la Auxiliadora el ano 1815, cuando
Pío V II tornaba a Roma entre Uis aclamaciones
del pueblo que, ebrio de alegría y regocijo,
acogía a su Pastor después de largo destierro
e instituía s u . fiesta, no; no terminó entonces
su devoción, pues entonces se acrecentó, quizá
fué entonces cuando comenzó.
Aquel mismo año en Becchi, en una casa
desmoronada y pobre, nacía el soñador, nacía el
grande apóstol de su devoción, nacía quien debía
extenderla por toda la redondez de la tierra.
Esta fué la inspiradora de Don Bosco; por eso,
aun no hace 20 días, en Roma, el Ministro de Ins­
trucción Pública, no se arredraba en proclamar,
delante de una grande asamblea, que Don Bosco
era el mejor educador de los tiempos modernos;
por eso, aun no hace tres días, los maestros piamonteses acudían en peregrinación al campo
de los sueños para beber allí, para aprender en
la realidad el verdadero espíritu, la verdadera
enseñanza del Educador.
¡Felices vosotros, turineses, que poséis esta
joya de Basílica, desde donde se extienden
mara\HUosamente las obras salesianas; esta
tarde saldrán de aquí y recorrerán \mestras
•calles los estandartes de todas las naciones

donde los Salesianos con su obra extienden la
devoción a María Auxiliadora. Cuando los veáis
pasar, pensad que la única capaz de unir lee
corazones es Ella.
Aun resuena en nuestros oídos el retumbar
del cañón de la gran guerra. Das naciones se
aniquilaron unas a otras, aquí las veis a todas
hermanadas en el amor y en el beso de la Aim*
liadora, en el amor, en el beso de Don Bosco.
Eso puede el amor, eso puede la fe, eso puede
la devoción a la Virgen Auxiliadora ».

Imponente procesión.
Pero el espectáculo más ansiado del día, la
apoteosis más solemne y conmovedora ha sido
la procesión de la tarde, en la que han tomado
parte más de 10.000 personas y en la cual
contamos más de 250 estandartes y banderas
con siete bandas de música.
Abrían la marcha los exploradores católicos:
seguían las jóvenes de los Círculos Femeninos,
y detrás iba una nutrida representación de la
barriada de San Pablo, barriada que de im centro
bolchevista se ha convertido, por obra de los
Salesianos, en centro de florecientes obras cató­
licas: después marchaban jóvenes de ambos
sexos, hombres y mujeres de las parroquias y
oratorios festivos salesianos, de las varias obras
salesianas esparcidas en la ciudad, como son:
Monte Rosa, S. Salvarlo, Crocetta, Valdocco,
Martinetto, lyingotto, S. Juan Evangelista etc
Era un continuo sucederse de banderas abiga­
rradas, niños, jóvenes, hombres, mujeres con
él solo anhelo de rendir justo homenaje a la
Virgen de Don Bosco.
¡Qué hermosura ver tanta juventud entu­
siasta desfilar devota, alegre, tremolando al
viento sus banderas en manifestación apasionada
de su fe!
Tras ella iba, por vez primera y por concesión
del Papa, la insignia basilical, una espeae de
gran paraguas, de tela riquísima, por suerte
formando con sus colores la bandera española,
destinado en Roma, durante las procesiones,
a cobijar al clero en caso de lluvia. Le seguía el
hermoso estandarte de la Basílica, que tieW
la imagen de María Auxiliadora y debajo d
templo al que coronan estas palabras: ♦
es mi Casa, de aquí saldrá mi gloria ». Haciendo
cortejo al de la Basílica, van cuarenta y dos
estandartes de otras tantas naciones, debían stf
55, pero 13 no llegaron a tiempo, que muestran
las naciones donde, por obra de los Salíanos,
se ha difundido la devoción de la AuxiliadoraLlamaron la atención y provocaron comenta
ríos de simpatía los de China, Turquía, l^pt<^
Matto Grosso, no por su riqueza, pues eran k*

1

— 217 —
máí pobres y sencillos, sino por tratarse de
pueblos paganos.
Detrás venía el clero numeroso y los Sres.
Obispos: ilons. Pinardi y Mons. Rossi y el
Arzobispo !Mons. Gamba que precedía a la
majestuosa carroza que coronaba una bellísmia estatua de María Auxiliadora, hecha uu
foco de luz y rodeada de un jardín de flores.

El triunfo de M aría Auxiliadora.
El desfile imponente, que parecía no iba tener
fin, procedía por entre masas de pueblo llenas
de fe y admiración que se agolpaban en las
aceras para contemplar el vistoso cortejo y
saludar a la Reina del Cielo. Era un espectáculo
que hada estremecer de entusiasmo el corazón.
Personas acostumbradas a calcular grandes
aglomeraciones de pueblo, dedan que no ba­
jarían de 100.000 los espectadores estacio­
nados en lo largo de la \ría Cottolengo, Prín­
cipe Odón, Regina Margherita y Porta Palazzo.
El religioso silendo que dejaba oir perfecta­
mente los himnos y cantos sagrados, las marchas
que ejecutaban las bandas de música, se in­
terrumpía primqro con un murmullo y después
con una salva de aplausos cuando se acercaba
la carroza que conduda a la Virgen Auxiliadora.
Eran momentos de emoción profunda. Desde
ventanas y balcones arrojaban una lluvia de
flores y veíanse muchas madres elevar en alto
a sus pequeñuelos, que tendían las manecitas
a la Virgen, a quien sus madres suplicaban una
bendición, y, después, agradecidas, decir a sus
I^queñuelos que le dieran besos a María A uxi­
liadora, lo que ellos hacían llevándose la mano a
labios y abriéndola para echárselos a- la
Virgen. ¿Y qué extraño que el pueblo estuviera
entusiasmado si el mismo cielo nos estaba
mostrando una maravilla? Llovió copiosamente
los días precedentes a la fiesta y los que le siguie­
ron, en cambio, la tarde de la procesión, y a
pesar de que amenazaran obscuros nubarrones,
y truenos y rdámpagos quisieran amedrentar,
se veía como la .Virgen, que parecía querer
probar la fe de sus devotos, jugaba con ellas.
Y no cayó ni una gota, aunque los truenos
estallaban sobre nuestras cabezas, ruidosos
como los petardos finales de las tracas.
Por fin, entre dos luces, llegaba la Virgen a
SQ 'wintuario aclamada sin cesar por ingente
multitud.
Detrás de la carroza y en guardia de honor,
mciendo sus distintivos, vense dos centenares
^ estudiantes univemitarios de ambos sexos
hacen gala de su fe y amor a María.
AI llegar a la plaza de María Auxiliadora,
Qoe era un mar de cabezas, las campanas empe­

zaron a voltear jubilosas, al par que un torrente
de luz inundaba la fachada y cúpulas del templo,
arrancando un clamoreo de admiración. Dentro
de la Basílica el órgano estalla en un raudal de
notas festivas, armoniosas que se dilatan lle­
nando todos los ámbitos del templo.. Dentn>
entonan el Tantum ¿>go y afuera lo que a ciula
cual le dicta su corazón piilpitaiite de amor.
Mezclado entre la multitud delirante de en­
tusiasmo quería apuntar algifuas notas en un
cuaderno, que no veía entre las manos, porque
dulces lágrimas me nublaban los ojos.
{Bendita Religión católica, bendita María
Auxiliadora y su fiel Siervo Don Bosco que
nos hacen gozar momentos tan felices, probar
3’a en esta vida goces de paraíso.
Las fiestas no podían resultar más solemnes.

Cádiz {España). — ¡Gracias, Madre mía!
Encontrando grandes dificultades para seguir
mi vocación salesiana y continuar mis estudios
en el colegio salesiano de Cádiz' de donde salí con
permiso de mis Superiores para restablecer mi
salud en casa de mis padres, y como al desear
volver experimentara gran oposición para con­
seguir mis deseos, acudí confiado a María Auxi­
liadora, haciendo xuia novena con este fin ante
la iiiiágen que se venera en el colegio salesiano
de Málaga, prometiendo al mi.smo tiempo publicar
la gracia en el Boletín.Salesiano.
Con el poderoso auxilio de la Virgen de Don
Bosco desaparecieron las contrariedades, que pa­
r tía n insuperables, y lleno de alegría y satisfac­
ción me encuentro otra vez en compañía de mis
Superiores y compañeros.
Para cxmiplir lo prometido envío la presente
relación, esf^rando que la Snia. Virgen me ayu­
dará a seguir el camino emprendido.
U trera

J osé Campoy.

{España). — Me encomendé a María
Auxiliadora en ima necesidad, y me escuchó esta
celestial Madre. Foresto, muy agradecida, he dado
ima limosna para las hutrfanitas de una casa sa­
lesiana y publico la gracia en el Boletín Salesiano,
deseando se extienda más y más por todo el mundo
la devoción a la Virgen de Don Bosco.
F. M. de R.

Zaragoza {España). — Encamación Covián
da infinitas gracias a María Auxiliadora por haber
cobrado por su intercesión ima significativa déuda
en circunstancia apremiante, y en reccmipensa
del grande beneficio, cumple su promesa, enviando
una ofrenda para una Misa en acción de gracias,
que debe celebrarse en el Santuario de Turín.

— 218 —

Valverde dee Camino [España) ¡Gracias,
Madre mlal
Hace tiempo que debía publicar mi agradeci­
miento hacia la Reina del Cielo, María Santísima,
bajo el título mil veces consolador de Auxilio de
los Cristianos.
Sí, la Virgen Auxiliadora, por los méritos de su
fiel siervo, el Vble Juán Bosco, ha accedido favo­
rablemente a mis ruegos en varias ocasiones. Entre
otros favores especiales debo a tan buena Madre:
librar de ima muerte segura, en tiempo de epidemia
a un miembro de mi familia que se encontraba
gravemente enfermo. Sacar ileso del fuego rifeño
a mi hermano, que hacía su servicio militar en las
ingratas tierras africanas, devoviéndolo sano y
salvo al seno de la familia, que tanto había sufrido
en los días de su ausencia. Y por último, dar tiempo
misericordiosamente para que mi hermana pu­
diera recibir los Stos. Sacramentos antes de partir
para la eternidad, perdiendo a las pocas horas de
recibir a Jesús el uso de sus sentidos. ¡Gracias
Madre míal Y acuérdate que necesito otros fa­
vores de no menor importancia que los ya reci­
bidos. y en tu bondad misericordiosa espero, para
no ser confundida.
Sor M. DE J. Batanero.

Bto-I saacs [Colombia).— Profundamente agra­
decida a mi buena Madre María Auxiliadora, quien,
por intercesión del Venerable Don Bosco, siempre
ha oído mis súplicas; publico la gracia de haberme
devuelto la salud. En agradecimiento a los favores
recibidos de María Auxiliadora y el Venerable
Don Bosco, envío una limosna para los huerfanitos,
y recomiendo a cuantos se encuentren en apures
recurran a la protección de tan buena Madre.
Benigna P.

de

F reire .

Cali [Colombia). — Estando gravemente en­
fermo y reducido a la cama; y no valiéndome re­
medio alguno, imploré a María Auxiliadora para
que me sanara, y al mismo tiempo ofrecí una
limosna de 50 centavos. Hoy, viéndome restable­
cido, cmnplo mi promesa de enviar la limosna y
hacer publicar el favor para que todos pongan
su confianza en tan poderosa Auxiliadora.
Febrero 8 de 1925.
Alfonso Mañozca,

Idem. — Doy gracias a María Auxiliadora por
habenne salvado prodigiosamente de la muerte
en el mes de J unió del año pasado. Me acometió
una gran complicación de males, y ya no esperaba
sino morir. Pero ¡oh prodigiol no hice más que im­
plorar el auxilio de la Virgen de Don Bosco, ofre­
cerle hacerme cooperadora y publicar la gracia,
y en seguida tuve mejoría y hoy me encmitro
completamente bien. Cumplo mis promesas y en\-\o 50 centavos de limosna para los huerfanitos
■ del Venerable Don Bosco.

A n.\Tilde C.

de

SIarquez.

Idem. — Dan también gracias a María Auxilia­
dora y envían limosnas:
Isabel E. de Olave da 50 centavos por im favor
<¡ue espera recibir de María Auxiliadora.

María Antonia Sánchez manda 30 centavos por
haberle dado la salud a un sobrino que tenía dos
años de enfermedad.
Rosa V. García da 35 centavos por haber reci­
bido de las benditas manos de María Auxiliadora
tres favores.
Idem. — Mercedes Mosquera v. de García da
gracias a María Auxiliadora y a Don Bosco por
dos favores prodigiosos y envía seis pesetas para
los huerfanitos.
Febrero de 1925.
Sofía Prado manda 20 centavos por un favor
recibido.
Luisa S. V . de Nieva por im favor recibido re­
mite un peso oro.
Benilda Murillo da 50 centavos para los huér­
fanos por favores recibidos de María Auxiliadora,
y 20 centavos para la canonización de Don Bosco.
Alejmidrina Delgado, cooperadora salesiana,
da infinitas gracias a la Santísima Virgen por
varios favores recibidos, en particular por haber
librado de la muerte a tm hermano, a quien le
atacó im fuerte dolor. Ofreció una limosna para
las obras de Don Bosco, y cumple su promesa
enviando un peso (S i.oo) oro.
Rcfaela García M., decuriona'y cooperadora, da
infinitas gracias a María Auxiliadora por ^•arios
favores recibidos y envía una limosna de 20 cen­
tavos para los huerfanitos, y 20 centavos para la
canonización de Domingo Savio.
Febrero de 1925.
Leonarda L. de Guevara envía S 1.50 por varios
favores recibidos, para las Obras Salesianas.

T alca [Chile). — Encontrándome en un grave
peligro de perder mi alma, acudí con confianza a
mi Madre Auxiliadora, prometiendo suscribirme
al Boletín Salesiano y hacer publicar la gracia.
Las dificultades fueron venciéndose, por lo que
hago público mi agradecimiento y envío una mo­
desta limosna para la obra de tan querida Madre.
T eya.

Caracol Choluteca [Honduras). — Señor
Director del Boletín Salesiano. — Con gran júbilo
participo a V. el inmerecido favor que he recibido
de nuestra Madre Sma. la Reina de todo lo creado.
No es ya el primero, pues en varias otras oca­
siones me ha favorecido; pero en la presente en
modo singular.
Hace poco caí víctima de una grave enfermedad,
y viendo que los médicos no conseguían curann®a pesar de todas sus medicinas y solicitud, acudí a
la que es salud de los enfermos, invocándola bajo
el título de Jalaría Auxiliadora y prometiendo, s í
curaba, rma limasna y publicar la gracia.
Como esta buena Madrenoseliace rogar mucho,
yo obtuve mi curación completa, la que le comu­
nico para que todos sepan que la medicina infa­
lible es María Auxiliadora.
Santiago E spinal.



Libertad {Uruguay). — Encontrándome con
gran dolencia con un reumatismo horrible invoqué
de todo corazón a María Auxiliadora y pronto recibí
el ali\io que confiadamente esperaba de su mano
misericordiosa. Hoy, en señal de gratitud cumplo
mi promesa de publicar la gracia en el Boletín
Saiesiano y envío diez pesos para misas en su honor.
Manuel Cárdena.

Idem. — Cumplo con la promesa que hice de
publicar en el Boletín Saiesiano los favores recibidos
por mediación de María Auxiliadora si me concedía
lo que fervorosamente le pedía. Ea Soberana Reina
de los cielos atendió mis súplica y agradecida
envío una limosna para la celebración de una misa.

Carahsn María Sanabria.

Salto (Uruguay). — José y Virginia Lombardo,
dan gracias a esta buena Madre por liaberlos
auxiliado en sus enfermedades, especialmente
por haberle librado de la muerte en unas peli­
grosas quemaduras.

Artigo (Uruguay). — Pura Renart de Somma
desea imas Misas, para agradecer a María Auxi­
liadora por haberla mejorado -en su enfermedad.
Idem. — Julia G. de Ramos y María V. Renart
agradecen a María Auxiliadora los beneficios reci­
bidos en las enfermedades, y ruegan en la Santa
ilisa para que continúe su protección hasta la
vida eterna.
Diciembre 1924.
S.UJ Antonio (Uruguay). — Leoncio Pintos
da gracias a María Auxiliadora por sus auxilios
en favor de una hija enferma y de los continuos
favores que recibe.
Enero 1925.
P.\NDO (Uruguay). — Deseo hacer público mi
padecimiento a nuestra Sma. Madre María Auxi­
liadora por gracias especiales recibidas por su
mediación.
B linda D elfino .

Trinidad (Uruguay). — ¡María me devolvió
la salud! Habiendo sufrido una cruel enfenuedad
que me tuvo largo tiempo postrada en cama
afligida, acudí llena de confianza a María Auxilia­
dora con promesa de hacer durante mi mes la « Fe­
licitación Sabatina » en su honor, si me concedía
®ia notable mejoría y publicar la gracia. Hoy,
^radecida, cumplo mi promesa y envío xma li­
mosna a los hueríanitos de los «Talleres D. Bosco »
co Montevideo. [Gracias, Madre mía, por la gracia
concedida!
Una devota.
Dan también gracias a María Auxiliadora.
Co/i (Colombia). — Sres. Ruperto Victoria;
l^esto Herrera; Miguel Escobar; Hermelinda
de Soto; Carmen Domínguez; Gregorio
Jiménez; Mercedes Aragón de Lenis; María Josefa
)da. de Vallecilla; Dolores Jiménez; Francisca
^^gón de Cuevas, dan gracias a María Auxilia­
dora por favores recibidos y en\nan ima liTnf«Tia
niciio del Decurión D. Vicente Avala.
£l Carmen (Colombia). — Los Sres. Elíseo Co­

2 ig

-

llazos, Rafaela de Collazos y Beuilda Salazar de
Mondragón muestran su gratru l a la Virgen de
Don Bosco por gracias obtenidas y envían sus
limosnas para incremento de la Obra Salosiana.
Morales (Colombia). — El Decurión Saiesiano
Don Custodio M. G Villegas hace pública su gra­
titud a María Auxiliadora por las continuos mer­
cedes recibidas de tan buena Madre y envía su
limosna; y Da. Ana Flora López da gracias por
haber recuperado la salud invocando a María
Auxiliadora.
Pavas (Colombia). — Las señoras Concepción
Albán de Reina y María Albán dan gracias ren­
didas a la Virgen por varios favores y Vivían
limosna.
Silvia (Colombia). — Da. Mercedes Otero de
Suárez agradecida envía una limosna.
Méjico. — Las señoras María B. de Pefersen;
Concepción A. de Vallejo y Laura G. Vda. de
Alcalde manifiestan su gratitud por gracias reci­
bidas y envían limosna.
Montevideo (Uruguay). — Las señoras María S.
de Liesac y Flor C. de Gard hacen pública su gra­
titud a María Auxiliadora por haberles concedido
gracias señaladas.

G racia atribuida*
al Venerable Juan Bosco.

Montevideo (Uruguay). — En horas de grandes
amarguras, recurrí al Señor y no fui desoído. Sli
primera y única hijita, niña de 10 meses de edad,
fué atacada por mía septicemia; la que, después
de irnos días, hizo su localización pulmonar, dando
una bronco neumonia en forma hipertóxica.
La sentencia de los médicos consultados fué
unánime y fatal. •
En breve vería mi recién formado hogar sumer­
gido en luto y llanto. Sufría lo indecible; pero tenía
fe. Acudí al Médico Celeste... Uno de mis antiguos
profesores del Colegio Pío, llamado por mí, dió a
la enfermita la bendición de María Auxiliadora.
Después de animarnos a hacer un acto de com­
pleta resignación a la voluntad de Dios, nos acon­
sejó encomendarla al Corazón de Je.«5ús poniendo
como especial intercesor a nuestro Vble. P. Don
Bosco. Comenzamos la novena por el mismo Don
Bosco recomendada, prometimos publicar la
gracia, se odIocó una reliquia del Venerable en la
cuna de mi hijita y se ofrecieron misas y comuniones
con el mismo fin. Se oraba con fe; peio se nos so­
metía a dura prueba. Mi hijita iba decayendo visi­
blemente cada día: en agonía, era sostenida a oxí­
geno. En algunos momentos, una leve mejoría.
[Un rayo de esperanza! Luego la enfermedad
siguiendo su curso fatal. Para aumentar aún la des­
dicha, hasta un absceso de fijación que se le había
hecho antes, permanece completamente negativo.
Ante tan ruda prueba, a veces mi fe titubeaba;
pero rae rehacía de inmediato, pidiendo perdón
al Señor por mi poca fe, fruto de mi extenuación
física y de mi- fatiga moral.
Era el último día de la Novena y la terrible
enfermedad seguía siempre su marcha inexorable.

Con este dato me presenté al médico el cual me
diagnosticó ima apendicitis crónica y que tratara
de operarme a la brevedad posible. Sin demora me
trasladé a la Capital. Después de una semana de
tratamiento, el médico constató que la apendicitis
no podía traer los trastornos que yo sufría y que
seguramente debía tener alguna anormalidad en
el duodeno y que requería una pronta inten-encióu
quirúrgica.
Me sometí a la doble operación de apendicitis
y de gastroenterostoinía, confiando siempre que
Domingo Savió me hiciera la gracia completa.
Las operaciones resultaron muy bien, pero al
segundo día tuve una tremenda crisis, tanto
que los médicos me daban por nuerto. Abundante
.sangre manaba de las suturas de la operación. Sólo
podía salvarme un lavado con sonda por la boca,
¿Pero cómo habría podido tragar la sonda, ya
casi inconsciente, con vómitos y muy' .cerca (k la
agonía? Tuve lucidez suficiente para encomendóme
a Domingo Savio. Con grande admiración del
Doctor pude tragar la sonda y de este modo se
pudo lavar el estómago y librarme del envenena­
miento y de la muerte.
G racia atribuida
Encontrándome* ya muy restablecido y en ca­
mino de una. completa mejoría, cumplo con la pro­
a la intercesión de Dom ingo Savio,
mesa de publicar esta gracia acompañada de una
IQUIQUE {Chile). — Hacía, como 7 años que pequeña limosna para ayudar a la beatificación
sufría grandes dolores de estómago sin poder de mi santo protector.
JOSE A ld .\N.^ Pbro.
encontrar la causa. Durante este largo lapso de
tiempo acudía al médico con la esperanza de
obtener si no la mejoría, al menos; algún alivio.
Poro el mal aumetaba, haciéndonseme ya impo­
sible el cumplimiento de mis deberes. Uno de
los últimos días de Diciembre de 1923, después
de varios días de cama y de completo insomnio,
tuve un sueño muy singular. Después de seis
Los Sres. Cooperadores Salesianos. cum-*
horas pasadas en medio de los dolores más
atroces, me duermo plácidamente y veo a mi lado pliendo los requisitos de costumbre, pueden
al siervo de Dios Domingo Savio, de una belleza ganar Indiligencia plenaria:
tan soberana que no sabría describir. Lo acompa­
lO El día que se inscriben en la Pia Unión.
ñaban otros i>ersünajes celestiales que me parecían

Una vez' al mes, a elección de cada cual.
ser aquellos santos jovencitos contemporáneas
suyos, Prancisco Besucco, Miguel Magone, etc.
30 Una vez al mes, asistiendo a la confe­
ICmbele.satlo en esta contemplación, veo que Do­ rencia.
mingo Savio me sonríe dulcemente, se inclina y me
4” Asimismo, una vez al mes, el día en
toca la región del a^xhidiec. En ese momento veo
que
hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
que sale tle allí como un rayo de luz resplandeciente.
5° El día que por primera vez se consa­
Al des|jerlar notó que el dolor se había localizado
y lo notaba ptTfcctamente al lado del apéndice. gren al Sagrado Corazón de Jesús.
Domingo Savio me había indicado el sitio pre­
6" Siempre que hagan Ejercicios Espiritua­
ciso del mal.
les
durante ocho días seguidos.
Una curiasa coincidencia.

Volvía a mi hogar, ya muy entrada la noche,
después de visitar a algunos enfermos. Era la hora
en (jue tenninaba la Novena y sin saber por qué
volvía alegre, seguro de encontrar a mi hijita com­
pletamente bien. Y la hallé dormida tranquila­
mente; la fatiga había desaparecido; el pulso se
había nonnalizado, y el aspecto general me ha­
blaba bien claro de lo que acababa de acontecer:
nuestro Vble. Padre nos había alcanzado la tan
anhelada gracia, el último día de la Novena.
Hoy, 24 de Octubre, está completamente res­
tablecida y vsana. La alegría de nuevo sonríe en mi
hogar.
¡Alabados sean el Corazón benignísimo de Jesús
y nuestro poderoso intercesor y padre Don Bosco!
He querido hacer pública mi gratitud en el
« Don Bosco », a fin de que todos los ex-alumnos
salesianos aumenten sti confianza en el (jue amán­
donos con amor de padre en la tierra, continúa
amándonos y protegiéndonos desde el cielo con
mayor amor y más valiosa protección.
Andrés P astoriko, Ex-^lumno sales.

Donnía en la pieza contigua un caidjutor, el
cual compiulecido de mis dolores, me encomendaba
a la Snia. Viqteu. al Sgdo. Corazón y a D. Bosco;
V como notam que mi mal no cesaba, me encomendó
11.uy de corazón, al sier\’o de Dia'< Domingo Savio.
Esto sucedió <xímo a las seis de la mañana y coin­
cidía precisau'cute con el misterioso sueño. Esto
me lo refirió el evxuljutor Sr. Garda al día siguiente
dc.'^pués de la Misa.
Este es un dato nuiy itrpi>rtante, porque* hace
ver que yo estaba ajeno a toda predisposición a
semejante sueño.

Además, los siguientes días del mes de Agosto:

E l 6, Transfiguración de X. S. J.C .
> 15, Asunción de Xtra. Sra.
» 16, San Roque.
También pueden ganar otras muchas in in l
gencias plenarias y parciales, y gozar de
ríos privilegios, como puede verse en el
giamento o « Cédula de admisión a la P**
Unión *. a la cual nos remitimos.

AYAGUALO (El Sálvador\. — La fiesta del Papa.
Es tradicional el acendrado amor, la veneración
profunda que nutría, nuestro Venerable Padre
Don Bosco hacia el Smno Pontífice, el Vicario de
Cristo en la tierra; así que extraño fuera que los
alumnos de Ayagualo dejaran escapar la ocasión
que el 12 de febrero se les ofrecía. «Es el tercer ani­
versario de la coronación del Padre Santo », se decían,
«hay que solemnizarlo si queremos que D. Bosco nos
reconozca como hiyos suyos ». Y se ofrecieron al ,
Siuno Pontífice las Santas Comuniones y las ora­
ciones de aquella mañana y resonaron más tarde
en su honor las hermosas melodías gregorianas de la^
Misa de Angelis. Llega la hora de la academia y se •
alternan discursos y cantos, prosas y versos en
las armoniosas lenguas de Cervantes y del Dante
y por si poco fuera, se obliga a pagar su tributo
a la fiesta papal, también a las sonoras dé Cicerón
y Deraóstenes. Verdad es que en lugar de reimimos
en el teatrito preferimos encerramos en el salón de
estudios porque el tiempo sin ser con'Nridado, ofreció
su número y bien largo por cierto. Y mientras l a .
imponente tempestad (de vientos) se desencade­
naba, nosotros representábamos en nuestra fantasía
la que puso en apuros a los Apóstoles y nos decía­
mos interionnente que Jesús con la misma facihdad
apaciguaría las tempestades que se levantaran'
en nuestra ahna y repetíamos con mayor fervor
y entiisiasmo el himno en honor de su representante
en la tierra... Noi stretti al buon Pastor: con
puro e fermo cor comhatteremo ognor nel nomc dcl
Signor.
Dió realce a la fiesta la presencia de Doña J esús
Meza V . de Herrera que goza de la bien merecida
condecoración Pro Ecelesia et Pontífice, y de nuestro
Reverendo Padre Inspector, quien con palabras
llenas de emoción hizo vibrar de generoso entu­
siasmo nuestros corazones y al terminar expresó
el deseo de que se renueve todos los años y siempre
con mayor amor y entusiasmo una fiesta tan genninamente salesiana.
TACUBA (Méjico). — Conmemorando el primer
sseño de Don Bosco.
El domingo 19 de abril celebramos en esta casa
de Noviciado el centenario del primer sueño de
I*on Bosco, como lo prescribía en su última circular
dd pasado año nuestro amadísimo Rector Mayor.
Todo el día se pasó en viva expectación, pues
dos entusiastas salesianos de nuestra casita habían,
preparado im hermoso melodrama intitulado « El
primer sueño de D. Bosco *, que, a la verdad,
*®peró nuestras más halagüeñas esperanzas. ¡Cómo
» ensanchó nuestro corazón al ver aparecer en la
escena la grandiosa casa madre de Tuiín y
d monumento a nuestro \T>le. Padre, rodeado de
W banderas de las naciones en que ha echado

ik

raíces la Obra Salesiana, en medio de los mágicos
acordes del « Cantiam di Don Bosco, fratelli, le
(¡lorie... * Presidía el acto nuestro muy amado
P. Inspector, D. Pablo Montaldo, quien felicitó
a los que con sus sudores y fatigas nos habían pro­
porcionado un rato de alegría tan salesiana, y ma­
nifestó su satisfacción por el acto que en esos mo­
mentos estaba por verificarse, pues iba a repartir
a los Salesianos y novicios el libro de nuestras Cons-

E

l

TR IM liK

SUERO

DE

DON

BOSCO.

tituciones, traducido ya en nuestra lengua, en pre­
sencia de los santamente envidiosos a.spirantes.
¡Qué momentos tan conmovedores! Arrodillados
recibimos todos el libro tanto tiempo suspirado,
paredéndonos que nuestro Vble. Padre, cuyas
glorias y triunfos habíamos poco antes contem­
plado, bajado del cielo nos lo entregaba diciendo:
Hoc fac el vives.
Haga nuestro gran Padre que a]x>yados en la
fiel obseivancia de nuestras Constituciones y
empapados en su espíritu vivificador, podamos
cumplir la alta y difícil misión que el Señor nos ha
puesto entre manos. Esos son los ardientes vo;^or>
que ahora hacemos al paso que manifestan:os
nuestra gratitud a nuestros amados Superiores
mayores por disponer en toda nuestra Sociedad
la celebradrái de fiestedtas tan hermosas, tan
educativas, tan salesianas, en ima palabra, que
intmdan d pecho de gozo animándonos más y más
al exacto cumplimiento de nuestros deberes.



2¿2



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D. Antonio Valdivieso.
LOS QUE MUEREN

El Comendador Don. Domingo Repetto.
Murió en Buenos Aires, Argentina, con la paz
de los justos, el abril pasado, después de recibir
los auxilios espirituales.
Italiano de origen, pasó a la Argentina donde
con laboriosidad incansable labró una fortuna, que
puede decirse fué patrimonio de los pobres, pues
su caridad generasa no se cansaba de socorrer a
los necesitados, especialmente a sus connacionales
emigrados, para los que fué un verdadero Tobías.
Fué alma de cuantas sociedades se estable­
cieron para favorecer a sus compatriotas, tanto
material como cspiritualmente, debiéndose a él
la Sociedad Católica Italiana de Mutuo Socorro,
de Buenos Aires y las de algunas provincias.
Como buen italiano y católico, no podía menos
de ser gran admirador y Cooperador de Don Bosco,
no sólo para las obras que los Saletianos sostienen
en la Argentina, sino también en Tierra Santa,
particularmente para los huerfanitos de nuestro
colegio de Betlén. El se informaba de las necesi­
dades de las Misiones Salesianas y procuraba
favorecer en modo especial las que el Superior
General recomendaba en el Boletín Salesino.
También socorrió mucho al Secretariado Salesiano para Italianos.
Aunque estamos seguros de que el Señor habrá
premiado ya con largueza sus buenas obras, no
obstante lo recomendamos a las oraciones de
nuestros lectores. Reciba su cristiana familia nues­
tro sentido psésame.

D. Juan Montero.
Nos comunican de Santa Rosa, Pampa Central,
Argentina, que el 10 del febrero pasado expiró
plácidamente en el Señor este buen Cooperador
Salesiano, que en vida se llamó Juan Montero.
S\i muerte ha sido edificante, como su vida.
Hombre de comunión diaria, sufrió con paciencia
heróica la enfermedad con que el Señor quiso acr>
st>lar su espíritu, dejando a sus deudos Imninosos
ejemplos de virtud.
Ai par que rogamos por él y hacemos presente
nuestro scnrimienlo a su cristiana fauiüia, lo reco­
mendamos a las oraciones de los Cooperadores
S:tlesianos.

En Bucaramanga, Colombia, pasó a mejor vida,
el 26 del febrero pasado, el Cooperador insigne e
incansable Decurión, que se llamó D. Antonio
Valdivieso.
Católico chapado a la antigua, consagró toda su
vida al bien, haciéndose propagador entusiasta de
cuanto pudiera servir a la santificación propia y
del prójimo.
Amante de la Virgen, apenas conoció a Jlaría
Auxiliadora y la Obra de Don Bosco, se hizo en
su país el propagandista apasionado, lograndb que
muchos de sus compaisanos le secundaran en su
noble empresa, que tantas bendiciones y gracias
de la Virgen ha merecido.
• Y a María Auxiliadora le habrá coronado en el
paraíso. Con todo rezaremos por él y lo encomen­
damos a las oraciones de nuestros lectores.
Nuestro pésame a la familia amiga.

Dña. Carmen Pons e Iglesias.
En avanzada edad y tras penosa dolencia, voló
al cielo el 17 de Marzo, en Gerona, la entusiasta
Cooperadora Dña. Carmen Pons Vda. de Regás.
Durante su vida procuró siempre mostrar su
afecto a los hijos de Don Bosco. a los que ayudaba
con sus oraciones y limosnas en la educación de
los niños pobres. Amante de María AuxiUadora
se afanó por extender su culto por doquiera.
Esperamos que el Señor le habrá ya premiado
sus méritas; pero aún así nosotros rogaremos, al
cielo por ella.
Su nombre será recordado con cariño por los
Salesianos.
A sus hijos y demás familia nuestro sentido pé­
same.

R e com e nda m os a ¡as o ra c io n e s de aaesíros
p ia d o so s le c to re s la s a lm a s de lo s C ooperadores
d ifu n to s :

España: Rdo. Sr. D. Francisco Lagresa y Marti;
Don Narciso Figueias y Durán; Dña. Concepdói
Sánchez; D. José Herrero Fernández.
Barajas de Meló (Espjaña). — Da. Leonor Baló
\^da. de Colomer; Da. Carolina Amell y BofiU Vda.
de Batlle; Don Valentín Muñoz.
Colombia: D. Ignacio Palau; D. Rodolfo Cár­
denas; Dña. Mercedes Sanabria de Reyes.
Cali (Colombia). — D. Rafael Rincón.
• El Carmen (Colombia). — D. Leopoldo García.
Montevideo (Uruguay). — Sta. Irma Graz.
R. I. P.

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica: Gerente: GEM IN IAN O F E R R A R I.
Establee. T ip .d e la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margheríta, N. 17a - TURIN

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(Italia) TORINO - Corso Regina Margherlta, 174

Opera latina et litúrgica.
A LAPIDE E. P. Cornelius, S. I. — COMMENTARIA Hf QUATUOR EVAXGELIA rocognovit subíectisqno
notis ülustravit et ad praesentem sacrae Bcientiae statum adduxit DD. Antonius Padovaiii. Editio 1 1 1
eméndala, additis in Appendice Commiseionis Pontificiae de Re Bíblica Responsis, Propositionibusqiu'
per Decretum Lamentabili reprobatis et proacriptis quae ad Evangelia reforoutur, cum indico analytico ao indice rorum praecipuanim, 4 vol. pag. 2000 , in-8 max:
Lib. 80 —
Apud exteros:
» 100 —
— Eí OMNES S. PAULI EPISTOLAS recognovit subiectisquo notis ülustravit, emondavit et ad praesen­
tem sacrae sci6nt;ae Statum adduxit A. Pacovani, cum ind.ee ; nalytico ac i,.dico rcrura praecipuarum. 3 vol. in-8 m ai., pag. 1800. Lib. 55 . — Apud exteros: Lib. 70 .
BADII Sac CAESAR. — INSTITUTIONES JÜRIS CANONICI. Editio altera aucta. Vol. I. Introductio
in ios canonicom.
— Liber 1. Normae generales. — Liber II. De fersonis Lib. 16 50 — Apud exteros Lib. 20 —
Vol. IL De rebus. Lib. 20 . — Apud exteros: Lib. 24 .
ELAT Fr. ALBERTUS O. P. — COMMENTARIUM TEXTUS CODICIS lURIS CANONICI.
Liber I. Normae generales. Previo tractatu introductorio, et appendice subsequonte do legibus
ac libris liturgicis: Lib. 7 ,50. — Apud exteros: Lib. 9.
Liber II. De personis cum authenticis declarationibus usque ad diem 7 Julii 1921 (A. A. S. X III,
fase. 9 ): Lib. 30 . — Apud ex teros: L b. 36 .
Liber III. De rebas. Pars. I. De Saeramentis cum declarationibus authenticis usque ad diem
2 Augusti 1920 (A. A. S. X II, fase. 8). Accedit dúplex appeiidix, prima de relationibus ex libro V,
altera de formulis facultatura S. Congr. de P. Fide: Lib. 30 . — Apud exteros: Lib. 36.
— Pars II. De loéis et temporibue sacris. Pars III. De ctillu divino. Pars IV. De Magisterio .ecclesiastico. Pars V. De beneficiis áliisque insUtutis ecelesiaeiteis non collegialibus. Pars VI. De bonis
Eedesiae temporalibus, cum declarationibus authenticis usque ad diem 31 octobris 1922: Lib. 24 . —
Apud exteros: Lib. 30.
Liber V. De delictis et poenis (Sub praelo).

9 .50.
— JÜS DE PERSONIS, etc., praemisso tractatu De principiis et fontibus iuris canonia. Lib. 25 . — Apud
exteros: Lib. 30.
— JÜS POENALE et ordo procedendi in judiciis criminalibus. Lib. 6. — Apud exteros: Lib. 7 ,20.
CHELODI Sac. JOANNES. — JtlS MATRIMONIALE. Lib. 8. — Apud exteroe; Lib.

OODEZ JURIS CANONICI Pió X P. M. iussu digestus Benedicti Papae X V auctoritate promulgatus.
Praefatione E.mi Petri Card. Gasparri et indice analítico - alphabetico auctus. Pag. L X X II- 920 ,
Cliarta indica subtüi et solida. Contectum linteo, aectione rubra. Lib. 15. — Apud exteros: Lib. 18.
GARRIGOD-LAGRANGE Fr. REGIN. O. P. — THEOLOGIA FUNDAMENTALIS SECUNDUU
8. THOUAE DOCTRINAM. Pars apologética: De revelatione per Ecclosíam catholicam proposita:
— Opus juxta S. P. Benedicti X V optata sacrae praesertim juventutí commendatum. 2 tomí Lib. 45 .
— Apud eiteros: Lib. 54 .
GEMELLI AUG. O. F. M. — DE SCRUPIJLZS. Psycho-pathologiae specimen in usum confessariorum. Lib. 10. — Apud exteros: Lib. 12.
RON MOECHABERIS. Disquisitiones mcdicae in usum confessaríorum. - Editio sexta. Lib.
txti^ros; Lib. 15.

12. —

Apud

GRAiíAriCA Aloisias, Bíbliotbecae Ambrosianae Praefectus, — BIBLIORÜU SACRORUM lUXTA
VULGATAM GLEüfENTTWAM. Nova editio, 1922 , emendatissima. Breviario perpetuo et concordantiis aucta, adnotatis etiam locía qui in monumentis fidei soUemnioribus et in liturgia romana
li^-rpari consueverunt, in charla indica. Lib. 40 . — Apud exteros: Lib. 50 .

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(Italia) TORINO - Corso Regina Margherlta, 174

Opera latina et litúrgica.
JAQUET DOMINICUS 0. M. C., Archiepiscopus Salaminius. — PRAELECTIONES HISTORIAE ECCLESIASTICAE ad usum Scholanim. Cum locupletissimo indice analytico.
Volumen I. Áb aetatc Apostólica ad saeculum decimumprimum. l Lib. 30.
Volumen II. A sacculo decimosecundo usque ad vigesimum. — f Apud externe: Lib. 36.

LE GAUDIER P. ALPH. S. J. — DE PERPECTIONE VTTAE SPIRITUALIS. Accedunt dúo opuscola.
De SS. Christi Jesu amore et De vera Christi Jesu imitatione, emendavit P. A. M. Micheletti. Editio
cum indice analytico rerum et verborum quao in toto opere continentur. 3 vol. in-S® max., pag.
1560. Lib. 40 . — Apud exteroe: Lib. 60 .

BIISSAE DEFUNCTORUM ex Jlissali Romano desumptae accedit rifue absolutionis pro defunctis. Editio

novisBima iuxta typicam vaticanam. Iterum impressam in 4®parvo (20 X 30 ) rubro et nigro, charta
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Vol II. De flde- De Deo uno et trino - De Deo cremite et elevante. L. 25 . — Apud exteros: L. 30.
Vol. 111. De Deo sanctiflcante - De Deo remuneratore sen de gratia - De Sacramentis et de Novissimis. Lib. 20. — Apud exteros: Lib. 24.




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moribus accomodata.
Vol. I. De poenitentia- De matrimonio et de ordine (Pars dogmática simul et moralis). Lib. 25.
Apud exteros: Lib. 30.
Vol. II. (Theologia moralis fundamentalis) De virtutibus - De praeceptis - De censuris - Da
prohibitione librorum. Lib. 25. — Apud exteros: Lib. 30.

Vol. 111. De virtute iustitiaeetde variisstatuumobligationibus. Lib. 20. — Apud exteros: Lib. 24.
TANQUEREY AD. - QUEVASTRE M. — BREVIOR SYNOPSIS THEOIDGIAE MORALIS ET PASTORALIS. Pag. 650 Charta indica. Contectum linteo. Lib. 20. — Apud exteros: Lib. 24.
TANQUEREY AD. - QUEVASTRE M. - IIERBERT L. — BREVIOR SYNOPSIS THEOLOGIAE DOOMATICAE. Pag. 850. Charta indica. Contectum linteo. Lib. 20. — Apud exteros: Lib. 24.

Redacción y Administración: Vía Cottolengo, 3í2 - TURÍN.

Fecha
1925.07