BS_1923_06

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BS_1923_06
Descripción
Boletín Salesiano. Junio 1923
extracted text
o

r

Boletín
REVISTA

DE

1
Salesiano

LAS O BRAS

Año XXXVIII — N. 6.

DE

DON

B O 'S C O

Junio 1923

S u m a rio . — ' ‘Yo soj, eí Camino, la Verdad j, la Vida” . — Fígaros de Misioneros Saleitonoi; El Cardertal Caglíero.— El Revmo. Don Felipe Rinaldi con los Antiguos Alumnos
de Roma. — Los Salesianos en los confines de la Rusia. — Se inicia la causa de beatificación
de Pío X . — La obra de las misiones despierta simpatías. — Tesoro espiritual. — Misión
del Assam: Vacaciones del “ Puja” - Episodios de las Misiones. — Culto de María Auxi­
liadora. - Gracias de María Auxiliadora. — Por el mundo salesiano. — Los que mueren.

MitioaesSalesíaaas de U Chin* — Alumno* de M.cao, bautizados el 24 df mayo de 1922.

r-

□ » R e d a c c ió n

v

A d m in is t r a c ió n : Y la (Sottolengo N. 32 » T U R IN . 9 (Ita lia ).

■N C 3 r

A v e n i d a R e g i n a M a r g a r l d a , 174 - T U R Í N (Ita lia )

THEOLOGIA DOGMATICA, MORAMS, MTSTIGA, PASTORALIS, Ete.
B A C C A Sac. P E T E U S . — Theologiae moralis synopsis. B reve opas ex sapientissimís scriptorn)ii8 de E(i Moríüi cductum et ad normam a o v i Codicis Juris Canonici exaratam: Libollac 12,50. Apud exteros: libellae 16,50.
M A Z Z E L L A IIO K . Archiep. Tarentinus. — Praelectiones Scholastico-Dogmaticae breviori
cursai accomodatac. Editio qainta recognita et aucta.
Vol. I. — Tractatus de vera Religione, de Scripíura, de Traditione et de Ecclesia Ghristi.
Libellae 25. — A pad exteros: libellae 30.
Vol. I I . Tractatus de Deo Uno ac T rin o et de Deo Creante: Libellae 25. — Apad exteros:
libellae 30.
Vol. I I I . — Tractatus de Verbo Incarnato, de Qratia Ghristi et de Virtutihus infusis:
Libellae 25 — Apad exteros: libellae 30.
Vol. IV . — Tractatus de 8acramentis et de Novissimis: Libellae 25. — A pad exteros:
lib. 30.
8E B A S T IA E I Sac. N IC O L A U S S. Tbeol. et atriasqae iaris Doctor, Cancellarius a Brevibus.
Apüstolicis P ii P P . X I . — Summarium Theologiae Moralis ad Codicem Jaris Canonici
accoinodatam cam lacapletissimo indice analytico:
Editio qainta maior (1920). In -8 max.: Libellae 9,50. — A p a d exteros: Libellae 12,50.
Editio sexta minor-manaalis. In 24° (cm. 9 x l 5 ) charta indica pondere minimo, pag. 650.
Linteo contocta: Libellae 14,50. — A pad exteros: libellae 18.
N A V A L P . F E A N C IS C U S Missionariis FilÜs S. Cordis B. V. Mariae. — Theologiae asceticae
et Mysticae cuisus, ad asum Seminarioram, Institatorum religiosoram, clericoram, necnoD
Müdcratorum animaram. Prim a versio latina ab auctore recognita et adprobata: Libellae
8,50. — Apud exteros: libellae 11,50.
G A E K IG O U -L A G E A N G B F r. E E G IN . O. P . — Theologia fundamentalis secundum S. Tho»
mae doctrinam. Pars apologética: De revelatione per Ecclesiam catholicani proposita.
Editio 1921 emendata. — Opas ja xta S. P . Benedicti X V opiata sacrae praesertim juventuii commendatum: 2 te mi. Libellae 45. — Apud exteros: libellae 60.
G U E Y P. J. P E T E U S S. J. — Compendium Theologiae moralis recentioribus actis Sanctae
Sedis legibus Codicis Juris canonici accomodatum, habita simul rationeitalici juris. cura
P. Eaph. Tummolo ej. Soc. etc. 2 vol. Libellae 50. — Apud alias naílones: libellae 65.
C A P P E L L O Sac. F E L I X S . J . — Tractatus canonico-moraiis « De Sacram entis»,juxta codicem
juris canonici: Vol. I. De Sacramentis in genere (De Baptisino, Confirmatione et Eucharistia) 1921: Libellae 20. — Apud exteros: libellae 26.
C A E B O N E Sac. C. Theologiae et Juris Canonici Doctor, in Seminario EegionaU Apulo-Lucano,
Theologiae Dogm. et Sacrae Eloquentiae Magister. — Examen Confessariorum ad Codicis
Juris Canonici norman conciunatum; Libellae 12,50. — Apud exteros: libellae 16,50.
M U N E E A T l Sac. D A N T IS . — Frontuarium pro ordinandis et confessionis examinandis;
Libellae 4,50. — Apud exteras nationes: libellae 6 .
A N T O N E L L I Siic. J O S E P II. — Medicina Fastoralis in usuin confessiariorum et curiarum
ecclesiastieanim. Editio quartu in pluribus aucta. Accedunt 94 íigurae et 25 tabulae anatomicae eoloratae. 3 vol.; Libellae 60. — Apud exteras nationes: libellae 80.
C llE L O D l Siic. JO A N N E S . — Jus matrimoniale ju xta Codicem Juris Canonici: Libellae 6,50.
Apud extoras nationes: libellae 8.
S. A i i l 'I l . M. D E L IG O E IO . — Theologia moralis. Editio nova cftm antiquis editionibus diligenter eollata; in singulís aiictorum allegaticnibus recognita notisque criticiset commen*
tariis illustratu cura et sludio P . Leonardi Gaudé e Congr. Ss.mi Eedemptoris, 4 volum.
paginis 3200. ln-4o, charta manufacta: Libellae 75. — Apud exteros: libellae 100.
P. O E M E L L l A U G . O. F. M. — De Scrupulis. Psycho-pathologiae specimen in usum confessarionmi: Libellae 12,50. — Apud exteros: libellae 16.
G E N IC Ü T Ed. S. J. — Casus conscientiae propositi ac soluli. Opus postumum accommod*tum ad Theologiae moralis insiitutiones ej. auct. Editio 4®adnormam Codicis Juris reco*
guita et pluribus casibus aucta a J. Salsmans S. 1. etc.
Libellae 34. — Apud exteros: libellae 40.

Año XXXVIII -

N. 6.

Junio 1923,

Vi
B O LE TÍN SALESIANO
REVISTA DE LAS OBRAS DE DON BOSCO
R e d a c c ió n

v

A

d a iin ist r a c ió n :

V i a C o t t o le n g o , N . 32 - T U R I N (Ita lia )

“ Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida „
Con el alma enajenada de dulces emociones
y el corazón dilatado por el amor, bebido a
raudales al pie de los altares de María, llegamos
a la clausura del poético mes de las flores, de
kfi cantos y de las tiernas expansiones filiáles.
Todavía resuenan en nuestros oídos, cual
Inalada música, las tiernas alabanzas y acen­
tos amorosos que la piedad de los amantes hijos
«ntonara durante el hermoso mes de Mayo en
ios ámbitos del mundo, saturando los aires de
agradables armonías; vibran aún de júbilo
hsbóvedas de nuestros templos al eco de himnos
«tnsiastas y de ardientes plegarias a la Auxi•^ora de los cristianos, que sonríe entre nubes
<ie incienso y agradece los obsequios de sus
•ierotos hijos, y ya la Iglesia, que con tino ex­
quisito distribuye en el curso del año sagrado
sas devociones y fiestas, nos invita a celebrar
las finezas del Amor divino, los inefables ar•lores del Corazón de Jesús.
Y es que el culto de la Reina de los cielos,
damor y los obsequios que tributamos a María,
digna preparación para llegar al Corazón
'■
‘i Jesús, un puente de rosas por el que del rede la Madre pasamos confiados a los brazos
-d más tierno de los Padres, de los altares de
Abogada y Protectora, a la mesa enca­
l c a donde se nos da como alimento del alma
d inito bendito que María nutrió para nosotros
su vida.

Cenemos desgraciadamente tiempos difíciles,
•^ os nubarrones, iluminados a intervalos
por íulgores siniestros, se ciernen sobre el hode nuestra desgraciada sociedad. Por
reina el malestar, se incuba el odio
^*rq>era
anarquía que pretende imponerse
“^talmente, con la razón de la fuerza, resolver

con la dinamita y la star problemas insolubles
a procedimientos y doctrinas que. no alimente
y dicte el amor, a preceptos y ' consejos que
no sean los del admirable sermón de la mo7 itaña,
de celestiales aromas, cuyos efluvios de fe, de
esperanza y de caridad regeneran ai individuo,
a la familia, y la sociedad.
A l sacudir los hombres, engañados por falsas
fábulas y ficciones que fomentan las pasiones
y halagan el orgullo, el suave yugo de la buena
doctrina y renegar de las leyes morales que de
ellas se derivan, y a las cuales no quieren so­
meterse, el renacimiento pagano ha penetrado
y difundídose en todas las manifestaciones de
la attividad humana, desorientando al indi­
viduo, disolviendo la familia y corrompiendo
la sociedad, que, falta de espíritu cristiano,
retrocede a la barbarie, escribiendo páginas
de execrable salvajismo, incapaz de sostenerse
en el sendero que conduce los pueblos a la paz
y prosperidad sólida y duradera.
Saturado el ambiente de concupiscencias,
el hombre se degrada y corre en pos de ruines
satisfacciones y placeres, sacrificando los de­
beres más sagrados de la conciencia a las co­
modidades, ambiciones y apetitos caprichosos
que le exige su egoísmo.
E l mundo ha olvidado que no sólo de pan
\dve el hombre, y por eso todos sus esfuerzos
se dirigen a conservar la vida animal a la que
supedita los intereses más caros del alma;
y de aquí la depresión del espíritu público, la
corrupción de las costumbres, los rumbos egoís­
tas de la política, ios deseos inmoderados de
goces y riquezas en todas las clases de la so­
ciedad, la ductilidad de los caracteres para aco­
modarse a todas las situaciones y prestarse a
todas las intrigas y especulaciones, por desdo­
rosas e inmorales que sean.

— i64 —
¡Cuánto nos hemos apartado, cuán lejos
estamos del espíritu de los primeros siglos cris­
tianos, cuando los hombres se amaban como
hermanos, siendo la admiración de los paganos,,
y se respiraba y envolvía a la sociedad el am­
biente perfumado con los ejemplos y enseñanzas
de Cristo que sostenía, confortaba y levantaba
los corazones de los fieles a la región de nobles
y elevados ideales, hasta el sacrificio de la vida
en homenaje a su Dios!
El espíritu cristiano reinaba en la familia
y en la sociedad, reglando las relaciones pú­
blicas y privadas de los que mandaban y obe­
decían sin provocar litigios, sin ‘d ar lugar a
disensiones ni luchas fratricidas que amenazan
hoy acabar con nuestra decantada civilización
y progreso, con nuéstra carcomida sociedad.
Si queremos evitar la ruina espantosa que
nos conmina, conjurar la catástrofe que ya
r

Basilica del Sgdo. Corazón de Jesús en Roma.
(Colegio Saleslano).

causa estragos en la desventurada Rusia, de­
bemos ante todo reconocer nuestros yerros,
tornar sobre nuestros pasos, purificar el am­
biente viciado que nos asfixia y renovar en la
vida el espíritu cristiano.
La conservación de las cosas no se verifica
sino por sus mismos principios generadores.
Y como el principio generador de las sociedades
cristianas ha sido el amor del Corazón de Jesús,
es preciso que ese mismo amor sea el principio
restaurador. Él puede salvar al mundo sin ne­
cesidad de aprestos de guerra, que nada valen
contra la corrupción que se desborda y el egoísmo
que engendra odios y suscita luchas. E l sólo
puede elevar a los indi\*iduos, y con ellos las
naciones, a la más alta perfección y llenarlas
de vida y lozanía, haciendo circular por las
venas de estas corrompidas sociedades la savia
celestial que brota de su divino Corazón.
El culto del Sagrado Corazón de Jesús, decía
el inmortal León X I I I , fué ordenado por Dios
para curar las llagas de la sociedad moderna;
el egoísmo que es la idolatría de sí mismo,'o

el culto de la propia sensualidad o del propio
orgullo; el egoísmo que, substituyéndose a Dios
y poniéndose sobre la humanidad, todo lo re­
fiere a sí, usurpa todo lo que pertenece a los de­
rechos de Dios, de la Iglesia y del hombre in­
dividual y social, ese egoísmo que rompe todos
los lazos de la vida social y cristiana, comba­
tiendo a la vez la religión y la moral, la autoridad
y la ley, la propiedad y la familia y originando
todos los males •que lamentamos, las revolu­
ciones que han conmovido y conmueven la
paz de los hogares, turbado la tranquilidad de
los pueblos y ensangrentado las naciones.
Por eso ha sido un misericordioso propósito
del más generoso amor, poner a la vista del
hombre soberbio, egoísta, rebelde a toda auto­
ridad y freno, ávido sin mesura de los bienes
terrenos y de los placeres sensuales, im Corazón
divino, que no está animado de otros sentimien­
tos que los de una humildad profundísima, de
una mansedumbre inalterable, de una obediencia
perfecta, de un desprendimiento sin ejemplo,
de una pureza y santidad sin igual.
Cuando Cristo vino a la tierra, el mundo era
un campo de cadáveres que por espacio de
cuarenta siglos habían venido descomponién­
dose. Por ninguna parte aparecían señales de
vida sobrenatural.
E l grande imperio romano con sus ingentes
riquezas, palacios y ejércitos poderosos, ese
imperio que dilató sus dominios por todo ri
mundo conocido, y es hoy objeto de alabanzas
por haber llegado, en el apogeo de su esplendor,
a rodearse de majestad, civilización y cultura
exterior, encubría con sus ricos despojos y vis­
tosos ropajes lacras nauseabundas, podredum­
bre y descomposición moral espantosas. Las
pasiones y vicios más repugnantes eran pasea­
dos en carrozas de triunfo por calles y plazas,
y, elevados a la categoría de divinidades, r^*
bían el homenaje de los vicios en ellas divini­
zados.
L a dignidad humana yacía en la degradacióo
más humillante. Más de las tres cuartas partes
de la humanidad arrastraban las cadenas ^
la esclavitud sin poder mitigar su desgraca
con la esperanza de una vida mejor.
Tal era el aspecto del mundo cuando
comenzó a predicar sus celestiales doctrinas
y a prodigar las palabras de vida que brotaban
de su amante Corazón. Pero al beber la bO’
nianidad doliente las aguas vivas que de so
Corazón adorable corrieron en el Cah'ano*
donde se inmolaba por nuestra redención, ®
las sociedades paganas, encenagadas en ^
\*icios, se restablece la dignidad humana, dO"
recen las virtudes y brotan por doquiera fruW*
de vida eterna. A los Nerones y Calígulas, ti*

— IÓ5 —
ranos sin entrañas, suceden reyes como los Fer­
nandos, Recaredos, Enriques, Eduardos y
Luises, padres misericordiosos de sus pueblos,
)• a las desvergonzadas damas romanas, don­
cellas como Eulalia, Inés, Cecilia etc... puras
como fragantes azucenas, que corren al martirio
para conservar inmaculado el lirio de su vir-

Cudro qa« te venera en la Basílica del S^do. Corazón.

ginidad, y, en aquellos pueblos donde reinaba el
egoísmo y se ignoraba el sacrificio, los ricos y
los poderosos venden sus haciendas y reparten
sus cuantiosos patrimonios a los pobres, y
cuando no les queda otra riqueza que su vida,
la consagran a enjugar lágrimas, amparar al
desvalido y remediar todas las calamidades
Iranianas.
Pues bien, las mismas causas producen idén­
ticos efectos, ayer, hoy y siempre. L a sociedad

actual, para levantarse del sepulcro en que
yace, libertarse de las ligaduras que la de­
tienen, y sacudir el sudario nioftuorió que la
cubre, ha menester de la voz poderosa del Sa­
grado Corazón, d d Soplo de su amor miseri­
cordioso. Las fuerzas humanas son impotentes;
ni las ciencias, ni las artes, ni la industria poseen
el específico que ha de restituir la ^^da casi
extinguida.
L a salud deseada debe ser principalmente
el fruto de una gran efusión de caridad, de esa
caridad cristiana que es la síntesis del Evan­
gelio y el más seguro antídoto contra el egoísmo
corroedor de nuestro siglo. Y esta caridad tiene
su origen en el divino Corazón de Cristo, de
donde mana para salud del mundo.
¡Ah! si los cristianos, el mundo todo, com­
prendiera los tesoros que hay ocultos en el ado­
rable Corazón de Jesús, y los deseos que tiene
de .ofrecerlos para enriquecer nuestra pobreza,
alumbrar nuestra ignorancia, consolar nuestras
tristezas y curar nuestras enfermedades;, de
seguro que correrían a E l como los ciervos se­
dientos a las fuentes de aguas cristalinas, como
inocentes mariposas en tom o de la lumbre de
irresistibles, atractivos, como enfermos al am­
biente saneado que asegura salud y vida.
Levantemos la bandera del Corazón de Jesús,
consagrémonos a E l con nuestras familias,
nuestros bienes, y con cuanto de su liberalidad
hemos recibido; que su imagen presida nuestras
salas, santifique nuestros gabinetes, corone
los palacios, adome las fachadas, defienda las
entradas de las casas y reine en nuestros co­
razones.
Esforcémonos por honrar durante el mes de
Junio, consagrado al dulcísimo Corazón, sus
finezas de amor. Pulsemos la lira de nuestros
sentimientos hasta hacerla estallar en amor
de quien nos amó hasta romperse y desgarrarse
en el árbol de la craz por nosotros; derramemos
generosos al pie de sus altares el perfume de
nuestros más puros afectos, a fin de que no nos
alcance el reproche que por medio de la santa
de su devoción dirigió a los hombres:« He aquí
este Corazón que tanto os ama y en recompensa
no recibe de la mayor parte de los hombres
sino ingratitud y olvido ».

Quien está dotado de verdadera paciencia, sufre
con igual firmeza de ánimo tanta aflicción que
acarrea oprobio, como la trae la mayor estima.

S. Fraocísco de Sales.

I
— i66 —

F ig u r a s de M isio n e ro s

S a lesia n os

El Eminentísimo Card. Cagliero.
{Continuación)
E ! dlpíomático.
Pero el cardenal Cagliero fué también un buen
diplomático.
La característica misionera de su vida tuvo
tal predominio sobre todas las demás manifes­
taciones de ella que, a los ojos de algunos, que­
daron eclipsadas las otras actividades de Ca­
gliero como, por ejemplo, la de su vida diplo­
mática.
El no habla hecho reservas sobre el objeto
de su vida: trabajar por Dios; él que no retro­
cedía nunca ante las dificultades que se pre­
sentaban; que no tenía más predilección que
la de hacer la voluntad de Dios, se sirvió tam­
bién de la diplomacia para dilatar el reino de
Dios.
Las pasiones políticas que desgraciadamente
alborotaron por muellísimos anos las repúblicas
centrales de América, perturbando el orden
civil, habían producido también en el campo
religioso la gradual alteración de los ánimos
que acabó por llevar, por lógico resultado, a la
ruptura definitiva de toda relación de aquellos
estados con la Iglesia.
Tan tristes condiciones de cosas fué por lo
tanto continuo objeto de cuidadosas diligencias
por parte de los sumos Pontífices que, deseosos
de tener un contacto más inmediato y eficaz
con los numerosos hijos de aquellas repúblicas,
pensaban desde hacía tiempo en la manera de
reanudar aquellas amistosas relaciones que
habrían sido para ellas sumamente ventajosas.
Pero se necesitaba el hombre « ad hoc ». Ca­
gliero llamado de Italia y promovido arzobispo
titular de Sebaste, por los tantos servicios pres­
tados a la iglesia, había recibido de la Santa
Sede el cargo de visitador apostólico de las dió­
cesis de Italia septentrional, cuando un tele­
grama lo llama urgentemente a Roma.
En una reunión de cardenales, convocada
por el pontífice Pío X de santa memoria, cabal­
mente con el intento de restablecer las relacio­
nes diplomáticas con los estados centrales de
América, el cardenal Rampolla, conocedor
sagaz de las cosas y de los hombres, había pro­
nunciado en aquella alta asamblea el nombre
de Cagliero. El ilustre purpurado que. cual se­
cretario de estado de León X I I I había tenido
ocasión de conocer las cualidades de mente y

de corazón del celoso hijo del venerable Don
Bosco, recordó que Cagliero, simple misionero
aun, había desplegado \in gran tacto dipíomático, manteniendo personalmente las más cor­
diales relaciones con los hombres políticos de
varios estados que estaban en abierta contra­
dicción con el Vaticano, y eso con el fin apostó­
lico, felizmente alcanzado, a pesar de muchas
dificultades, de impedir que se sancionasen
leyes contrarias a la moral cristiana; hizo re­
saltar' que era debido a sus diplomáticos ma­
nejos si fueron. restablecidas las relaciones di­
plomáticas de la República Argentina con la
Santa Sede, interrumpidas desde hacía doce
años; si no fué aprobada la ley del divorcio;
y si se escogieron obispos según el corazón de
Dios, los cuales hicieron reflorecer el clero y la
religión en aquellos pueblos, y, por fin, que
había muchos motivos para abrigar halagüeñas
esperanzas si se confiaba la empresa a uña mente
tan sabia, a un corazón tan grande,' a una tan
dulce energía de apóstol.
Y Pío X , con el unánime consentimiento
de los cardenales, acogió con marcada compla­
cencia la propuesta que presentaba tales ca­
racteres de felices resultados.
E l que estaba presente en el encuentro de
monseñor Cagliero con el sumo Pontífice, para
la notificación del nuevo e importantísimo
cargo, dijo que el humilde obispo, procurando
substraerse al peso de’ un cargo tan oneroso,
exclamó con el acento de una respetuosa ne­
gativa:
— ¡Santidad, soy viejo!...
— ¡Verdad, contestó con amable sonrisa el
Pontífice; pero yo soy más viejo que vos, y Uet’o
a cuestas el peso de tosa la iglesia.
Y monseñor Cagliero, siempre dispuesto a co­
rrer adonde la obediencia y el bien de las almas
lo llamaban, con sus setenta años cumplidos,
dejó la ciudad eterna para acometer con jo*
venil ardor la nueva empresa.
’ Grande fué el entusiasmo de aquellas repú­
blicas cuando supieron su nombramiento de
delegado, apostólico y de enviado extraorinaiio; e igual al entusiasmo fueron los festejos
con que le recibieron.
Es inútil decir que no faltaron dificultades
de índole delicadísima, especialmente en ciert^
regiones, en las que fué necesario todo el celo



i 67

y todo -el tacto de un ánimo grande y de un
corazón iluminado por la sublime caridad del
Di%ino Maestro. Pero, poco a poco, bajo el suave
influjo de la más grande dulzura, que nunca
le faltó en las arduas empresas de su celo tenaz,
toda resistencia fue vencida, como por encanto.
Los obispos y jefes de gobierno, honrando y
venerando en el representante de la Santa Sede
al consejero ilustrado e integérrimo, al amigo
leal y sincero, cooperaron con la mayor buena
voluntad al feliz desempeño de su altísimo
cargo.
No hay, pues, que extrañar si por su habilidad
diplomática se reanudaron muy pronto las más
cordiales y estrechas relaciones entre aquellos
gobiernos y la Santa Sed<í, tanto que de algunos
de ellos se logró hasta la re^'isión y corrección
de la legislación social, conformándola con el
espíritu cristiano.
Su acti\ddad, que tenía siempre por base un
carácter apostólico adamantino « hacía pro­
digios », y así lo atestiguó el pontífice Pío X en
un breve que le dirigió con motivo de su jubileo
de oro.
Sla/esiano fervoroso.
Pero, sobre todo, Cagliero fué salesiano y lo
es todavía, a pesar de haber asistido al ocaso
canónico de su salesianismo, transformándose
en cardenal.
Una vez, en los tristes días de prueba para
Don Bosco, el padre Cagliero, en la antesala de
monseñor Gastaldi, arzobispo de Turín, soli­
citaba una audiencia. E l arzobispo, de carácter
algo fuerte, pero que estimaba y apreciaba mu­
cho al joven salesiano, le hacía notificar que
estaba dispuesto a recibir al padre Cagliero
pero no al salesiano; y el padre Cagliero contes­
taba a su arzobispo, que « Caglieros no salesianos no existía ninguno *.
El episodio concuerda perfectamente con
toda la vida de Cagliero y dice elocuentemente
con cuánta tenacidad el cardenal estaba adhe­
rido a Don Bosco y a su ol)ra.
El vió en la obra de Don Bosco la obra de
Dios y se adhirió a Don Bosco, pero sobre todo
a la obra salesiana, como debe uno adherirse
al mismo Dios. Y hoy todavía, el cardenal, en
el portentoso brío de sus ochenta y cinco años,
tiene el entusiasmo de la juventud por la obra
salesiana, que constituye el motivo de su exis­
tencia.
El cardenal Cagliero perteneció a la obra de
Don Bosco, no sólo como los hombres de vo­
cación, sino por una vocación especial.
Estamos en diciembre de 1884. En el ora­
torio de Don Bosco se nota un movimiento in­



sólito; es la víspera de una partida de misio­
neros, nuevamente encabezados por Cagliero.
En aquellos días se había realizado un he­
cho que impresionó grandemente a Don Bosco
y a los suyos; el cumplimiento de tma predicción
hecha repetidas veces por Don Bosco, de un
obispo salesiano: el nuevo obispo era Cagliero.
Habían pasado cabalmente treinta años
desde la visión sobre el lecho del joven Cagliero,
cuando Don Bosco, por luz sobrenatural, había
reconocido en la paloma que aleteaba sobre el
moribundo la plenitud del Espíritu Santo, que
lo habría cubierto con su sombra y al fin, Don
Bosco, por primera vez, abrió entonces su boca
para revelar el secreto.
Y no fué aquella la única predicción del
venerable Don Bosco, ni la sola referente al
P. Cagliero.
El fué de Don Bosco. N o hace todavía dos
años que el eminente purpurado vió verificarse
otra predicción de su maestro, cuando la Santa
Sede lo eligió obispo de Frascati, que Don Bosco
también le había profetizado. Bien podemos
decir, pues, con razón que él pasó toda su larga
vida bajo el ojo de su padre, que era como la
sombra persistente sobre su camino y la razón
de su existencia.
Es indudable que no todos los primeros dis­
cípulos del venerable fueron salesianos como •
Cagliero. Por el afecto que Don Bosco le tenía,
desde que Dios se lo había señalado como ins­
trumento de grandes cosas, el cardenal Cagliero
puede llamarse, hasta cierto punto, el discípulo
predilecto.
El joven Cagliero salvó varias veces la vida
a Don Bosco, y además de haber siempre corespondido a la confianza que había puesto en
él, tuvo la suerte de poderle cerrar los ojos en
su última enfermedad.
El 24 del mayo pasado, día consagrado a
María Auxiliadora, en el Hospicio del Sagrado
Corazón, nos fué dado asistir a un hermoso es­
pectáculo. En la hora de la comida, apareció
el cardenal; entre los centenares de rapazuelos
que pueblan el Hospicio del Castro Pretorio,
corrió una especie de corriente eléctrica; los
más pequeños corrieron al encuentro de su emi­
nencia y empezó la tradicional cadena.
E l cardenal Cagliero, que daba la mano a los
dos más pequeñitos y éstos que se enlazaban
con la larga cadena de los otros que tan amoro­
samente arrastraban al cardenal h'‘ sta la mesa;
y la misma escena se repite en las grandes oca­
siones.
N o dejó de **are<»mos que la cosa tenía su
lenguaje. L a cadena que vinculó a Cagliero a la
obra salesiana, todavía no se ha interrumpido;
por aquellos hijos del pueblo que representan

i

— i68 —
siempre los pupilos de Don Bosco y que el car­
denal acaricia; por su obra, aun hoy día amo­
rosa y continua, el cardenal Cagliero continúa
la misión que Don Bosco le confiara.
Y en la nueva etapa de hoy, el augusto prín­
cipe de la iglesia recordará sin duda un pensa­
miento de Don Bosco, manifestado cabal­
mente hace ahora sesenta años, y el augurio de
uno de sus colegas.
Kn la academia que tuvo lugar en honor de
Cagliero, en ocasión de su ordenación sacerdotal,
uno de sus compañeros, el acólito Pedro Berutti,
que fue más tarde obispo de Bigévano, a insi­
nuación de Don Bosco, dió principio a su com­
posición con el texto: Dedil te in lucent gcntinm
ni portes nonten tneum usque ad finem terrae.
Ba palabra del Espíritu Santo, que resonó
entonces como augurio y promesa de toda una
vida según el espíritu de Dios, ahora, cumplida
ya la gran misión, resuena como palabra de
consuelo y satisfacción por el deber cumplido
y como sello de todo el bien obrado en su larga
y escabrosa tarea.

El Rdmo. D. Felipe Rinaldí
con los Antiguos Alumnos de Roma.
Con ocasión de la visita a Roma del Rdmo.
D. Felipe Rinaldi, tuvieron los antiguos alumnos
salesianos de aquella capital su asamblea anual
en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús,
reunión que resultó una manifestación entu­
siasta de reconocimiento y afecto hacia la per­
sona de nuestro venerado Superior, encarnación
de la Congregación Salesiana y fundador y alma
a la vez de las asociaciones de Antiguos
Alumnos.
Estos asistieron numerosos a la misa que el
domingo, día 25 de ^larzo, celebró el Rdmo.
D. Felipe Rinaldi. oyendo de sus labios un
caluroso fervorín. Conmovía ver a tantos se­
ñores y jóvenes acercarse devotos a recibir el
pan de los ángeles de manos del nuevo Rector
Mayor. Con seguridad que no hubieran podido
los antiguos alumnos romanos demostrar con
ningún otro acto mejor y más elocuentemente
su amor y adhesión a los principios cristianos
que recibieron con la educación en los colegios
salesianos.
Terminada la función religiosa, pasaron todos
al refectorio para el desa>nino, donde reinó

franca cordialidad y alegría. E l Rdmo. P. Ri­
naldi y el comendador Sr. Poesio saludaron
con sentidas frases a los concurrentes, quienes, a
su vez, les premiaron con una salva de aplausos.
Ba fotografía de conjunto que se sacó en ese
momento, se encarga de perpetuar la sa­
tisfacción marcada que se advertía en todos
los rostros.
A las diez de la mañana, y presidida por el
caballero Sr. Montalbretti, se reunió a deliberar
la asamblea. Hacían corona en el estrado al
Rdmo. P. Rinaldi y al Eminentísimo Cardenal
Cagliero, los miembros del consejo directivo de
la Unión de Roma e ilustres personajes de la
ciudad, bienhechores de la Obra Salesiana.
A l finalizar los trabajos de la reunión, el
Rdo. Sr. Inspector de aquella provincia, P.
Francisco Tommasetti, tuvo frases de encomio
para todos los que habían tomado parte en la
asamblea. E l diputado Sr, Mártire habló con
el fuego y elegancia que le caracterizan en nom­
bre de los periodistas presentes, siendo premiado
con aplausos, y, a continuación. Monseñor Salotti, conocido ya en el mundo salesiano por
su hermosa vida de Domingo Savio, cantó un
himno de alabanzas a la Obra Salesiana y a
su insigne fundador. Cuando se levantó a hablar
el diputado Sr. Cavazzoni, fue saludado con
nutridos aplausos que, justificaron merecidos,
los elogios que tributó a la labor realizada por
los hijos del Venerable D. Bosco por doquiera
con grande honor y simpatías para la nación
italiana.
Coronaron aquel torneo de cariño, elogios y
entusiasmos las palabras del Rdmo. P. Rinaldi
que, conmovido, agradeció las alabanzas y
afectos manifestados con tanto calor hacia la
Obra e hijos del Venerable D. Bosco, intere­
sando a todos, para que continuaran favorecién­
doles en lo sucesivo como lo han hecho hasta
el presente.
Por la tarde hubo una preciosa representación
teatral en honor del Rdmo. Superior. Así ter­
minó la asamblea que resultó una alentadora
afirmación de los antiguos alumnos de Roma.

Hasta en el amor de las virtudes puede haber
exceso, y sucede a veces que el desearlas demasiado
acarrea su pérdida.
S. Francisco de Sales.

— IÓ9 -

Los Salesianos en los confines de Rusia.

Casi a la mitad del camino entre las famosas
fortalezas de Ossowiec y Grodno, que tanto in­
terés despertaron durante la guerra europea,
se asienta la hermosa población de Rózanystok,
puesto avanzado de la Obra Salesiana en el
Norte de Europa. Por la importancia de la labor
que en ella desarrollan actualmente los hijos
de Don Bosco, y la no menor que tendrá, como
punto de partida, el día venturoso en que los
nisos les abran las puertas para trabajar en
aquella vasta nación, consignamos algunos
datos históricos, seguros de que interesarán a
nuestros Cooperadores.
Hacia fines del siglo X V I I , un rico magnate
de la familia de los Fyszkiewiez, que poseía
inmensos latifundios en esta región, hizo cons­
truir sobre una pequeña colina que dominaba
la extensa campiña una capilla en la que colocó
un hermoso cuadro de la Virgen, que, cosa sin­
glar, había pintado un protestante de Grodno.
El pueblo, a quien gustó mucho el cuadro,
comenzó a frecuentar la capilla con fe y de­
voción, que la Virgen premió con señalados y
continuos favores. Corriéndose éstos de boca
en boca, se extendió la fama de la imagen tautnaturga por los contornos, atrayendo gran
número de fieles que movieron al rico y reli­
gioso señor a edificar una iglesia mayor, y con­
fiarla a los fervorosos Padres Dominicos que
habitaban en Polonia desde el tiempo de los
beatos Jacinto y Ceslao.
Estos buenos religiosos, dedicados con ab­
legado y apostólico celo a las necesidades es­
pirituales de los peregrinos , edificaron un nuevo
V majestuoso templo de sillería, capaz de con­
tener a 7000 personas y desafiar, por su solidez,
acción demoledora de los siglos.
La venerada y milagrosa imagen ocupó el
centro del altar mayor, desde donde continuó

derramando a manos llenas sus gracias, con­
virtiendo el santuario en centro de peregrina­
ciones, no sólo de los contornos, sino también
de países remotos. En vista de los prodigios y
del provechoso celo que desi)legaban eii bien
de las almas los hijos de Sto Domingo, las auto­
ridades eclesiásticas de Wilna convirtieron el
santuario en parroquia.
Desgraciadamente pronto se desencadenó fu­
riosa persecución religiosa que acabó con tanta
maravilla. E l despótico gobierno de los Zares
de Rusia, que no veía con buenos ojos aquel
foco de fe católica, que distanciaba del cisma
a gran número de sus subditos, quiso acabar
con él, para lo cual comenzó por expulsar a los
buenos religiosos Dominicos, a quienes sustituyó
por clero secular; pero como aquellas tiránicas
medidas non surtieran el efecto que se prometían
sus peiv'ersos inspiradores, el año 1886 snpri-

ROZANYSTOK (PotonlM). — Santnsrio Mariano.

mieron la parroquia y convirtieron el santuario
en templo cismático griego, entregándolo, sin
cuidarse de las protestas de los católicos, al clero
cismático. Que el cielo desaprobaba aquellos
atropellos de la herejía, se advirtió claramente
al cesar por completo la gracias que la Virgen

— 170 —
concedía, y que no se volvieron a repetir hasta
que el santuario volvió a manos de los católicos.
Los popes rusos se esforzaron, cuando se
vieron dueños de un lugar tan venerado, por
covertir este faro de íe católica en centro de
])ropaganda cismática, miras que apoyaban
moral y materialmente los gobiernos del Zar,
ya que secundaban admirablemente sus planes
políticos, pero el pueblo católico no se dejó
sorprender.
Despechado el gobierno por la inutilidad de
sus esfuerzos, recurrió a otro medio que, de
haber durado largo tiempo, hubiera producido
el resultado apetecido. Envió a Rózanystok
una numerosa comunidad de monjas cismá­
ticas con la misión de abrir un asilo infantil y
colegio de niñas, a más de otras instituciones
sociales. El plan no podía ser más astuto ni
satánico. Si hasta entonces se habían frustrado
cuantas tentativas hicieron por arrancar la fe
de los adultos, era casi seguro que con la educa­
ción de la juventud en el cisma la victoria sería
completa y duradera.
El año 1901, llegaba a la población un grupo
de 40 monjas heterodoxas, provistas de dinero
y del material pedagógico necesario para la
educación de 500 jovencitas a las que debían
inocular, gota a gota, los errores ^de Focio, des­
lumbrándolas con el brillo de la ciencia.
Y como difícilmente se abre paso el error
cuando se presenta desnudo y desenmascarado,
procuraron, para engañar más fácilmente a
aquellos buenos cristianos, dar a las funciones
de iglesia, que encomendaron a un sacerdote
apóstata, las apariencias de católicas.
Pero el hombre propone y Dios dispone. T o ­
davía no habían terminado los preparativos de
esta nueva y solapada propaganda cismática,
cuando estalló de improviso la guerra europea
que dió al traste con todos sus proyectos. A las
primeras tioticias del desastre ruso y del avance
arrollador de las tropas alemanas, las monjas
cismáticas levaron anclas, llevándose consigo
el cuadro milagroso y ocho magníficas lámparas
del santuario.
Cuando el ejército vencedor acampó en los
alrededores de Rózanystok, los católicos vol­
vieran a ocupar el santuario que abrieron
do nuevo al culto como parroquia, después de
reparar los desperfectos de los combates que
se desarrollaron en sus cercanías.
Llegada de tos Saleslanos.
N o obstante el celo que desplegaba el sacer­
dote secular, a cuyo ministerio habían con­
fiado el Siintuario, después de la retirada de
los rusos, las autoridades eclesiásticas compren
dieron que era preciso, si se debía atender de­

bidamente al culto y necesidades espirituales de
los numerosos peregrinos que allí acudían, entre­
garlo a los cuidados de una comunidad religiosa.
Conocida la labor provechosa que los Salesianos desarrollaban en algunos centros de Po­
lonia con aplauso y simpatía de los católicos,
se presentaron al Padre Provincial, rogándole
aceptara la dirección espiritual de aquel vene­
rado templo, para honra de María y bien de
aquel pobre pueblo que tanto había tenido que
sufrir para hacer frente a la herejía. La invita­
ción la apoyaba encarecidamente el Nuncio
Apostólico de Polonia, Monseñor Aquiles Ratti,
hoy Pío X I , gloriosamente reinante, y los Salesianos , a pesar de la escasez de personal, se
hicieron cargo del santuario el año 1919.
N o fueron muy halagüeños los principios de
su apostolado en el nuevo campo de trabajo.
A la penuria por que atravesaba aquella her­
mosa región, después de las devastaciones y
estragos de una cruenta glierra, se añadieron
las penalidades de la invasión bolchevique del
año 1920.
E l 26 de julio', cuando el ejército bolchevique
avanzaba victorioso hacia Varsovia, después
de haber caído en su poder la poderosa fortaleza
de Grodno, aparecieron a las puertas del antiguo
monastério algunos soldados, armados hasta
los dientes, que se habían destacado del grueso
del ejército con ansias de pillaje, los cuales,
sin miramiento al lugar ni a las personas, en­
traron a saco, registrándolo todo, incluso los
bolsillos de los sacerdotes, a quienes arrebata­
ron relojes, cortaplumas etc., y llevándose con
las ropas y demás objetos que hallaron a mano
4000 marcos que la colonia agrícola del lugar
tenía allí depositados.
Poco después se costituía en el vecino pueblo
de Dabrowa un comité revolucionario, com­
puesto en su mayoría de judíos, y el 7 de agosto
tomaba posesión del patrimonio del monasterio
como dueño indiscutible. L o sellaron todo,
prohibiendo a los Salesianos tocar nada, mien­
tras ellos se llevaban lo mejor que había, y lo
distribuían entre los diversos centros bolche­
viques. Los Salesianos lo hubiéran pasado muy
mal, pues les habían despojado hasta de lo
más indispensable, .a no haberlos socorrido el
pueblo con solicitud más que fraterna, y librado,
no pocas veces, de vejámenes con su enérgica
interv'ención.
Po fin, se alejó la tormenta y los Salesianos
pudieron continuar su misión fructífera. Hoy
ya, a los tres años de humilde y asiduo trabajo,
se desvanece como el humo el espectro del error
cismático que se cernía amenazador por estos
contornos, y el santuario tom a a ser foco de
piedad y religión.

— I7 I —
En todas las fiestas de la Virgen, el santuario
se llena de fieles que acuden con fe a rezar ante
el cuadro milagroso que de nuevo concede a
raudales sus gracias, desde que desapareció el
cisma del lugar santo. También es grande la
devoción que profesan a María Auxiliadora, y
son muchos los favores que esta buena Madre
les concede, como lo prueban los exvotos que
cuelgan de su altar.
Frutos cosechados.
No era posible que los Salesianos limitaran
su acción al servicio del santuario, ya que para
ellos es ima necesidad vivir rodeados de ju­
ventud, y menos viendo que los niños, extra­
viados por las doctrinas cismáticas, se perdían.
Durante 50 años se habían puesto en juego
todos los medios imaginables para arrancar la
fe del corazón de los hijos de Rózanystok, y era
preciso edificar donde sólo se había pensado
en destruir. Afortunadamente pasan de 200 los
jovencitos que hoy reciben sólida educación ca­
tólica en las escuelas de Don Bosco, muchos
de ellos huerfanitos llegados de Rusia donde
han perdido a sus padres, unos de miseria, otros
de peste, y no pocos por l^s balas homicidas.
El antiguo convento no es conocido; semeja
un inmenso enjambre donde los niños cursan
las primeras letras o se ejercitan en el aprendi­
zaje de zapateros, sastres, carpinteros, etc, o
bien aprenden la horticultura, floricultura, po­
micultura etc., en una granja floreciente.
Y como si lo apuntado no apagara el celo de
estos buenos Salesianos, enseñan el catecismo
en varias escuelas públicas de la extensa pa­
rroquia que tiene, a lo menos, 72 km^. Hijos
de Don Bosco, que se multiplicaba para llegar
adonde hacía falta prodigar el bien, debían acudir
en socorro de los pobres párrocos que, por lo
dilatado de sus parroquias, formadas por va­
rios pueblecitos, algunos distantes lo , 15 y 20
Km. de su residencia, y variando el número de
sus feligreses entré 6 ,000, 10,000, 20,000 y 25,000
almas, no podían atender a la enseñanza del
catecismo en las escuelas. Mirado bajo este as­
pecto, bien podemos considerar a Rózanystok
y sus contornos como campo de misión, máxime
si se considera que abundan los cismáticos y
njahometanos.
Este año de 1922 hemos tenido el consuelo
de ver entrar en el seno de la Iglesia católica
a varios de esos pobres que están fuera de nues­
tra comunión, especialmente cismáticos. Su
pope, que habita en el territorio de la parroquia,
ve con honda pena que se le alejan sus ovejas
para ingresar en nuestro redÜ, atraídas por el
cucante, de la doctrina católica y la majestad
de su culto, y el infeliz se esfuerza en vano por

imitamos, aunque no se le oculte la inutilidad
de su empeño, y aún él mismo abandonaría se­
guramente su iglesia, si no le detuviera el in­
terés de la famüia.
A completar nuestra obra llegan las Hijas de
María Auxiliadora que harán extensivos a las
niñas los beneficios que de los Salesianos re­
ciben los niños. Convenía que las religiosas
católicas sembraran con amor y sacrificio en el
corazón de las niñas la buena semilla que los
cismáticos pretendieron arrancar con tenacidad
digna de mejor causa.
Quiera María Auxiliadora bendecir los su­
dores de estas religiosas que, en unión de los
Salesianos, se esfuerzan por hacer florecer en
la noble tierra polaca, y a las puertas de la in­
mensa y cismática Rusia, las virtudes de la vida
cristiana.

Se ¡Dicia la ím de beatilitacillD de Pie l
L a fama de santidad que ya gozaba en vida
Pío X , crece de día en día y se extiende por todo
el mundo católico, atrayendo a su sepulcro nu­
merosos peregrinos.
Las continuas relaciones de gracias y favores,
algunos milagrosos, obtenidos por la intercesión
del venerado pontífice, ha movido a todos los
Cardenales de la Curia Romana a pedir la intro­
ducción de su causa de beatificación y canonización.
Pcsiulador de la causa ha sido nombrado el
muy Rdo. Padre Pierami de los Benedictinos de
Valleumbroso, Abad de Santa Práxedes.
El nombramiento de po.stulador lleva la finna
de los Cardenales: Vannuteli, Merry del Val,
Gasparri, De Lai, Granito de Belnionte, Van
Rossum, Ranuzzi, De Bianchi, Sbarretli, Gasquet,
Laurenti, Cagliero, Vico, Lega, Billot, Elirle. Scapinelli, Sili, Bisleti, Cagiano, Bonzano, Fru hvvir h,
Boggiani, Giorgi, Morí, Ragonesi, Tacci, Marini
y Benlloch y V ivó que, de visita en Roma durante
esos días, en compañía de la peregrinación española,
se asoció a los demás Cardenales para pedir la
glorificación de las virtudes del gran Pontífice.
El nombramiento de poslulador ya ha sido
registrado en la Congregación de Ritos. Probable­
mente se nombrarán también postuladores en
las diversas diócesis y lugares donde pa.só la vida:
Francia, Treviso, Riesi (su pablo natal), Mantua
Veneciay Roma, en cada ima de las cuales se ins­
truirá proceso canónico.
La Familia Sialesiana tiene sobrados motivos
para alegrarse, pues a más de ser Cooperador
Salesiano, Pío X distiuguió a la Congregación
Salesiana. de enyo espíritu estaba prendado hasta
el punto de anhelar fuera el que respiraran todos
los católicos.
Unamos nnestras preces a los trabajos de los
Cardenales, para qne pronto podamos venerar
en los altares a nuestro protector.

— 172 —

LA OBRA DE LAS MISIONES
despierta simpatías por doquiera.
Antes de tornar al campo de mi apostolado,
quisiera manifestar mi sentido agradecimiento
a cuantos Cooperadores se han interesado por
las Misiones Salesianas de la China, entregán­
dome generosamente su limosna.
En mi largo viaje de propaganda a través de
pueblos y ciudades, llamando a la caridad de
los ricos y de los pobres, he topado en todas
partes con almas desprendidas y corazones sen­
sibles y generosos a quienes impresionaban
de veras las descripciones del misionero.
Camino de Italia, me decía una señora en
el buque: « Sr. Obispo, dentro de poco la son­
risa de un angelito alegrará nuestro hogar, y
yo quisiera que, aun antes de que abriera sus
ojos a luz del día, tuviera ya dos protectores
en el cielo. Tome e.sta limosna. L e ruego que
ponga los nombres de Pedrito y de María a un
niño y una niña de esos pobrecitos que recogen
y bautizan in articulo moríis ».
Luego que llegué a Italia, me v i rodeado
por amigos y hermanos que se perecen por co­
laborar con nosotros, propagandistas entu­
siastas de las misiones y bienhechores insignes
de nuestras obras que llegan en su generosidad
hasta el heroísmo.
Mientras daba una conferencia en Milán,
una señora, visiblemente conmovida, quería
ofrecerme algo para nuestros huerfanitos, y
como no llevava dinero, se quitó una sortija
con diamante que tenía en un dedo y me la
entregó gozosa, para ayuda de tanto niño des­
graciado.
En la misma ciudad, los jovencitos de la
« Unión Misionera » del colegio salesiano, me
decían, mientras ponían en mis manos el fruto
precioso de sus sacrificios: « Monseñor, nuestro
gusto sería que le acompañara alguno de los
compañeros a la China, para trabajar en bien
de los niños; pero al no ser posible, porque no
nos lo conceden, acepte al menos esta pequeña
oferta: son nuestros ahorrilUs y deseamos
qvie sirvan para bautizar a uno de aquellos niñitos que los misioneros trasforman, antes de
morir, en otros tantos angelitos, a fin de que
ruegue en el cielo por nosotros, sea el protector
del colegio y alcance del Señor que aquí broten
muchas vocaciones para misiones ».
Predicaba un día en el Santuario de María
Auxiliadora de Turín. Me di cuenta de que una
señora se enjugaba las lágrimas y sacaba un
billete de su bolso. A medida que continuaba

la conferencia, la señora, cada vez más con­
movida con los detalles de los trabajos de los
misioneros y de los sufrimientos y miseria espi­
ritual de aquellas pobres almas de los chinos,
hurgaba en el bolso y sacaba nuevos billetes.
Cuando entré en la sacristía, se me acercó y me
alargó cuanto tenía en la mano, que eran varios
billetes: unos de 25 liras, otros de 10 y algunos
de I lira; en total 100 liras.
Sr. Obispo, me decía un alumno mío qué
veía después de 16 años, permita que yo tam­
bién le entregue mi limosna para sus chinitos.
— Gracias, le contesté, se que tú trabajas para
ganarte la vida, y, por tanto, la oferta es fruto
de tus sudores. — Es verdad, y, abriendo su
cartera, me puso en las manos cinco billetes
de 100 liras. Extrañado, le envolví en una mi­
rada interrogativa, pues comprendía que aque­
lla no podía ser su limosna, y que fuera otro
su propósito. — Bueno ¿y para quién es este
dinero? le pregunté. — Para V . — ¿Para mi?
— Sí, me contestó sonriendo, y no se mara­
ville; es dinero que entrego a interés, y ese in­
terés es la bendición de Dios que espero para
mí y mi familia.
Invitado para asistir a la distribución de
premios en un colegio de monjas, las niñas,
apenas, me vieron, comenzaron a preguntar
quién era el Obispo de las barbas.
— Es un obispo salesiano, misionero en la
China.
— ¡En la China! ¿En aquel país donde mal­
tratan y dejan morir a los niños?
— Sí.
¿Y dónde los misioneros los recogen
para bautizarlos? — Sí, allí precisamente.
N o sé lo’ que pasaría entre las mayorcitas,
el caso es que, antes de term inar la academia,
una alumna se adelantó al escenario y , después
de dirigirm e breve y respetuoso saludo, invitó
a todas sus compañeras para que rogaran a las
mamás que, en lugar de comprarlas dulces y
juguetes, les entregaran el dinero que todas las
colegialas ofrecerían al misionero en fa vo r de las
niñas chinas. A los pocos días recibía diez liras
en monedas con una carlita de una de las niñas,
ausente en aquella fiesta, que decía: <' Monseñor,
esas monedas que le envío son las que me dieren
los papás y parientes para dulces; he querido
mandárselas en piezas, para que se haga cargo
de m i buen deseo en regalarlas *.

Y ¿qué decir de las jóvenes obreras que, en
número de cien, trabajan en un taller, y qu*.

después de haber oído mi conferencia, movidas
a compasión por la relación de tanta miseria
como reina en China, me entregaron la respe­
table suma de lOO liras? Cada cual hacía la
oferta con una intención particular: la una
ofrecía 40 liras para el bautismo de una niña;
otra, para alcanzar la salud de su padre, en­
tregaba 25 o 30, y no faltaron quienes pedían
la conversión del hermano etc.
Me creo obligado también a mostrar públi­
camente mi gratitud a la generosa región Valtellina, donde pude apreciar un incomparable
espíritu cristiano práctico. Un excelente co­
merciante, que ya en diversas ocasiones me
había favorecido con ofertas considerables, se
me presentó de nuevo, acompañado de dos hijitos, cada uno de los cuales me traía sus ahorrillos.
— Después de todo lo que V. ha hecho por
nuestras Misiones, le dije, ¿por qué se molesta
más y obliga también a los niños? Seguramente
que estos dinerillos les cuesta a ellos alguna le­
gítima satisfacción.
— Sí, Excelencia, me contestó; pero conviene
que se acostumbren desde pequeños a dividir
con los pobres los bienes que Dios les ha con­
cedido a ellos. — Confieso con franqueza que
no sabía que admirar más en aquel señor, si su
caridad generosa o su exquisito tacto educativo.
Pero, no sólo en Italia, sino también en otras
naciones he sido testigo de rasgos generosos,
de corazonadas edificantes. Generalmente, los
que viven alcanzados comprenden mejor las
necesidades de los demás. Me invitaron a ce­
lebrar la Santa Misa en uno de nuestros Orato­
rios festivos de España, de esa hidalga nación
que no conocía, y cuyo grato recuerdo no se
borrará ya jamás de mi memoria; y al terminar
la función, dirigí cuatro palabras a los ocho­
cientos rapazuelos que lo frequentan. N o bien
salí de la Iglesia, se me acerca uno, muy pobre
a juzgar por las ropillas que vestía, que me besa
contento el anillo y me deja a escondidas una
moneda en la mano. Eran los diez céntimos que
le había entregado la madre para el panecillo
del almuerzo. N o pude contener las lágrimas.
Por la tarde, durante la breve conferencia
que di a los mismos niños, reunieron entre eUos
treinta pesetas, que me entregaron alegres como
unas pascuas. ¡Y pensar que eran de los niños
más pobres de Barcelona!
En otro colegio de España, un niño, más
\nvf< que el hambre, se moría por formar parte
de los grupos de fútbol; pero, huerfanito y
pobre, no tenía la peseta que se necesitaba.
Lleqó en aquellos días para verle un bienhechor
que se cuidaba de él, y el niño se animó a pe­
dirle la suspirada peseta, que felizmente logró.

Aquella misma tarde entrábamos en el co­
legio Monseñor Comín y un servidor, dando
seguidamente una conferencia sobre las misiones.
E l muchacho en cuestión, conmovido de verdad,
corre al Director y le entrega la peseta para los
misioneros, pero con encargo de no decir nada
a su bienhechor.
¡Tanto puede un impulso generoso hasta en
el corazón de los niños!
En el mismo colegio, otro niño quería dar
algo a los misioneros, y, no teniendo a mano
más que un pequeño espejo de plata, quizá
recuerdo querido de la madre, vino a besarme
la mano y me puso debajo, con delicadeza, su
niinúscolo capital.
Tía, decía un alunmo de nuestro colegio de
Mataró, déme un duro y tómelo V. después de
mi alcancía, pues quiero darlo para salvar chinitos pobres.
En China, nos han dicho que suelen abandonar
a los niños en las calles y en los caminos, y los
misioneros deben recogerlos, bautizarles y
después criarlos; pero no pueden recoger a
todos por falta de dinero. — Sí, querido, le
respondió la buena señora, besándole en la
frente. Tu también eras huérfano y el Señor
te deparó quien te cuidara. Por eso es muy justo
que tú hagas algo por los pobres chinitos que,
desgraciadamente, no serán muchos los que
piensen en ellos. — Y sacando del portamonedas
25 pesetas: — H e aquí, hijo mío, un duro lo
entregas en tu nombre y los otros cuatro, en
nombre de la divina Providencia. — Y el niño
me trajo lleno de alegría la oferta.
En España también, un alumno de nuestras
escuelas externas, cada día, cuando terminaba
la misa y los demás compañeros marchaban
a casa, él se acercaba cautelosamente al cepillo
de las misiones salesianas y dejaba caer alguna
cosa. El sacristán avisó al Director que, por fin,
le sorprendió una mañana. — ¿Qué haces por
ahí cuando todos están fuera? le preguntó el
Director. — Nada, respondió el niño turbado.
— ¿Qué has echado dentro del cepillo? — Una
pieza de diez céntimos. — Pero ¿cómo puedes
tú hacer todos los días una limosna, sí eres
pobre? A l muchacho se le encendieron las me­
jillas, pero, vencido por la amabilidad del Di­
rector, le confesó que todas las mañanas echaba
en el cepillo lo que en casa le daban para com­
prarse el desayuno. — Y ¿no sientes hambre?
— Sí, señor, pero me pongo a jugar y me dis­
traigo. — Y a la verdad, quien le hubiera visto
en el patio correr y brincar como un cabritillo,
el primero en todos los juegos, no hubiera sos­
pechado que llevaba más de un mes sin des­
ayunarse, para ayudar a las misiones.
¡Oh, mis queridos amiguitos de España y de

Italia, yo os saludo! Os llevo a todos en el co­
razón, y de vosotros hablaré con gusto a los
niños de China, para contarles vuestros rasgos
tiernos y generosos, mostrándoles las ine­
fables grandezas de vuestras jóvenes almas
cristianas!
Existe en la Lorena francesa una numerosa
colonia de trabajadores italianos, que no bajará
de 10.000 personas. Les di una conferencia, y
ellos me entregaron uaa respetable suma, que
recolectaron en homenaje al Obispo compatriota.
A la mañana siguiente vino a visitarme un buen
obrero que trabaja en las fábricas de acero, el
cual, después de saludarme respetuosamente,
aunque algo azorado, me dijo: « Sr. Obispo, le
agradecería que me dijera de qué habló ayer
tarde. — De las misiones de la China, mi buen
amigo ¿que no estuviste presente? — No, señor,
estaba de tumo en el trabajo. — Puedes venir
esta tarde que daré una conferencia al elemento
francés. — Lo siento, pero no puedo. Por las
tardes estoy siempre en las fábricas. — Y me
miraba el buen hombre como el que quiere
pedir un favor y no se atreve. Y o, sin más, le
pregunté si podía servirle en algo. — Sí, Mon­
señor, me contestó enseguida; me han dicho
que su Excelencia habló ayer de niños mori­
bundos y abandonados que los misioneros re­
cogen y bautizan... ¿no es verdad?
— Así es, efectivamente. — Pues bien, si
no se ofende, quisiera entregarle mi limosna
para aquellos desgraciados. — Muy bien, mu­
chas gracias; la acepto con gusto y haré rezar
por V. — Precisamente, eso es lo que yo deseo.
— Esperaba que me ofreciera algún franco,
cuando veo, con no poca maravilla, que saca
dos billetes de a lOO francos y me los entrega.
Conmovido por tanta generosidad, le aseguré
que rogaríamos mucho por él y su familia.
— Mi familia, me dijo tristemente, tiene
otras ideas que las mías. Ruegue a Dios que
los convierta.
Y me besó la mano suspirando.
En la ciudad de Hayange, me encontré con
la Superiora del hospital, religiosa ejemplar,
que me invitó para que hiciera una visita a sus
enfermos. Acepté gustoso, y recorrí todas las
salas, prodigando palabras de consuelo a los
pobres pacientes. Quedaron tan satisfechos,
que inmediatamente encargaron a la hermana
enfermera para que me entregara loo francos
reunidos entre todos.
Sería cuento de no acabar, si hubiera de re­
latar todos los hechos edificantes de que he sido
testigo en mis viajes de propaganda.
Las buenas niñas del Patronato de Mulhouse
y las de la Casa de la Providencia de Thionville,
hicieron una colecta que me enviaron, para

corresponder a mi visita, como me decían en
la carta.
A todos repito de nuevo mis rendidas gra­
cias, y pido a Dios para que les bendiga y premie
su caridad. Nosotros les recordaremos siempre
y, en cambio, les rogamos que no se olviden de
nosotros y de nuestras necesidades, así como
de las de nuestro Superior D. Felipe Rinaldi.
A él pueden dirigirse para cualquier encaigo
que tengan para nosotros.
Dios quiera que vuestra generosidad res­
ponda siempre a la medida de nuestras nece­
sidades.
^

L u is V e r s ig l ia

Obispo titular de Caristo
y Vicario Ap. de Shiu-Chow, China.

Además de la indulgencia plenaria diaria e
indulgencia de 400 días, aplicables a las almas del
purgatorio que, según la xxltima concesión de
Pío X I , podemos lucrar, siempre que unamos a
nuestro trabajo cualquier devota invocación,
pueden ganar los Sres. Cooperadores Salesianos,
cumpliendo los requisitos de costumbre. Indul­

gencia plenaria:
I® E l día que se inscriben en la P ia Unión.
2® Una vez al mes, a elección de cada cual.
3® Una vez al mes, asistiendo a la conferaicia.
4® Asimismo, xma vez al mes, el día en que
hagan el Ejercicio de la Buena Muerte.
5® E l día que por primera vez se consagren
al Sagrado Corazón de Jesús.
6® Siempre que hagan Ejercicios espirituales
durante ocho días seguidos.
Además, los siguientes días del mes de Julio:
E l I, Preciosísima Sangre de Ktro. S. J.
I 2, Visitación,
í 16, I.a Virgen del Cariren.
También pueden ganar otras muchas indid-

gencias plenarias y parciales, y gozar de varios
privilegios, como puede verse en el Reglamento
o * Cédula de admisión a la Pía Unión », a I»
cual nos remitimos.

E n la M isión d el A s s a m
durante la s V a c a c io n e s d e l “ P u ja ” *
[Relación del salcsiano P , Pablo Bonardi).

Shillong, 14 de noviembre de 1922.
Amadísimo Padre Rinaldi:
Hace irnos meses me encargaron del Orfanato y
de la escuela externa de San. Antonio. Como era
aatoral, introduje enseguida las costumbres salesianas: recreos, la oración en común, las buenas
noches (cuatro palabras que se dirigen a los edu­
candos después del rezo de la noche, para orear
stis almas con algún buen pensamiento), etc. etc.;
y adorné las aulas, corredores y demás locales de
servicio con cuadros de María Auxiliadora, de
nuestro Venerable Padre D. Bosco y del angelical
Domingo Savio, a quien ya conocen y aman estos
buenas niños. Para que no faltara detalle algtmo,
hasta en los pxSrticos liemos colgado cartelones
con máximas que recuerdan las de los claustros
del Oratorio de Turín, no faltando nada por esta
parte para que nuestro orfanato se parezca a un
colegio salesiano.
Para seguir una costumbre establecida por
nuestros antecesores, y que nos sirve a maravilla
para continuar eii estas tierras lo.s primeros tiempos
del Oratorio y de D. Bosco, aprovechamos las
vacaciones del * Puja », época de lo.s grandes sacri­
ficios religiosos de la India, para realizar el paseo
escolástico.
El salesiano, especialmente si es misionero, no
debe olvidar eu estas circimstancias la misión
que nuestro Venerable Padre ejercía con sus niños
durante la gira de vacaciones a través de las aldeas
del Piamonte: de aquí que nosotros, siguiendo sus
enseñanzas, hayamos conv^ertido el paseo en
apostolado, mostrando por mía parte, con la
alegría y buenas formas de nuestros alumnos, las
plácidas e íntimas satisfacciones que gozan los
que practican la religión católica, y por otra,prodigando las fundones de nuestro miuLsterio a
los fieles desparramados por las chozas de los
«ampos y los jxíblados.
Con gusto le envío estas cuartillas, donde ha
Dará condensadas las alegrías que hemos disfrut«io en nuestra venturosa excursión, y el bien
^ e hemos procurado a esta gente sencilla y buena,
que ansia ver al raLsionero católico, o el « Phadar
«orno ellos le llaman.
El tiempo se presentaba, contra nuestros te°iores, espléndido y al parecer estable, así al menos
®os lo aseguraban los entendidos, apoyándose

en señales, para ellos infalibles, que anuucinbnn
el final de la temporada de lluvias, que por más
de seis meses nos había abmrido de lo lindo.
A C h e rra p o o n je »
Ultimados los preparativos de viaje y a.signado
a cada excursionista su hatillo, me dirigí al motor
offire de Labán, servicio de automóviles, acompa­
ñado de una veintena de hueríanitos que había
quedado con nosotras por no tener con quién
pasar las vacaciones. Alquilamos mi camión grande
que nos condujo en menos de tres horas de buena
marcha, por entre los hermosos pinares que pue­
blan estos montes Khassis, a Sohra, pueblo que
los ingleses han bautizado con el nombre de Cherrapoonji. Aquí termina nuestra excursión de
lujo y comienza el verdadero paseo, que enco­
mendamos a la fortaleza de las piemas.
Como el tiempo lo llevamos contado y distri­
buido por etapas, y a la de Cherrapoonje le co­
rresponde pK>co, lo invertimos, bien aprovechado,
en visitar la capilla y escuelas de la Misión, estas
iiltimas en ruinas desgraciadamente, y lo restante,
eu tomar im bocadito de prisa y en pie, como los
hebreos en el desierto, y ver a la ligera los contornos,
los ricos yacimientos de hulla... y en marcha que
es tarde y el camino largo.
Gracias que la impedimenta no nos estorba
gran cosa, pues, aparte de la merienda, los dos
sacerdotes {D. Manuel Bars y un servidor de V.)
no llevamos más que la ropa puesta: la sotana
blanca, el sombrero de corcho, un par de zapatos
lamafticos y la indispensable caña de bambú que
nos sirve de bastón y de defensa contra las culebras
que abundan. Los niños van todavía más holgados,
porque a excepción de alguno que lleva camisa,
lujo aristocrático por estas tierras, los demás se
contentan con im pantaloncillo; los zapatos no
los conocen sino por haberle» visto en los pies
de algiín extranjero; caminan descalzos que es
un gusto, aim sobre piedras y entre matorrale.s,
lo que prueba que tienen la piel bien curtida a
fuerza de aire, sol y roce continuo.
jQué contentos van! triscan como cabriíillos y
no saben de que modo manifestamos su agrade­
cimiento, la satisfacción q<le les produce nuestra
compañía, el que tomemos parte, tan a la llana,
en ima excursión para ellas llena de encantos,
evocadora de m il dulces recuerdos, a travé.s de
colinas conocidas, de valles y caseríos donde la
mayor parte vieron la luz primera y gozaron tanto
en sus inocentes juegos.
Escalada ’una cima, rezamos una Avemaria a
María Auxiliadora antes de lanzamos loma abajo
bada la planide en que se destaca un vasto

176
campo sembrado de piedras sepulcrales, que le
dan un parecido a nuestros cementerios. Es
cosa rara encontrar tantas lápidas reunidas en
un lugar, porque ordinariamente los Khassis
acostuirrbran, después de haber quemado a sus
muertos en la floresta, enterrar los huesos al borde
de las colinas o en las hondonadas, colocando
encima tres piedras verticales y paralelas entre
si. a guisa de tridente, y una horizontal sobre pies,
a manera de mesa, para imuolar las víctimas
propiciatorias.
Hitos fúnebres de ¡os Khassis.
Ya que, sin querer, hemos venido a parar al
cementerio de los Khassis, me voy a pennitir una

H

mk

Una vez en el lugar del crematorio, y antes de
comenzar la macabra operación, esparcen por el
suelo arroz crudo 5- lo rocían con Kiaid, especie
de licor que extraen del arroz, como para bende­
cirlo o consagrarlo.
Ordenado todo, colocan las parihuelas sobre
un caballete en forma que, el muerto quede coa
la cabeza hacia el Oriente, los pies al Occidente
y el vientre al Sur, y encima del cadáver hacen
mía pila de leña y heno.
Los primeros que aplican el fuego son los pa­
dres del difimto, siguiéndoles en orden los parientes,
amigos etc. con la particularidad que. una vez
hayan pasado todos, no se debe tocar más el fuego,
pues de lo contrario padecería el muerto.

m

ASSAM . — Ig le s ia de C h erra p o o n ie.

pequeña digresión sobre los ritos fúnebres que
usan estas pobres gentes.
Luego que muere un individuo, lo tienden sobre
algmia estera; le ponen un huevo de gallina encima
del vientre, en la mano derecha cualquier moneda
y al lado un plato más que regular, lleno de arroz
cocido, bananas, frutas de Kuai y hojas de tynpew
(parecidas a hus tlel tabaco y que a ellos les gusta
mucho luasticar).
Llegado el momcuto de sacar el cadáver de
casa, lo colocan sobre parihuelas de bambú, le
cubren con los trapas mejores que tienen, y se
ptme en marcha el fúnebre cortejo. El más viejo
de las presentes coge el plato de las viandas que
estaba junto al difunto, y durante el trayecto, y
cominaiulo siempre al lado del féretro, lanza al
aire puñados de aquella comida, que no pocas
veces van a parar a las narices de los acon\pañantes
o de algilu transeúnte.

Cuando la pira está a todo , quemar, sacan el
huevo famoso que habían colocado sobre el vientre
del cadáver y lo estrellan con fuerza en el fuego.
Poco a poco se va consumiendo el cuerpo en medio
de horribles muecas y convulsiones que, a otros
que no fueran estas gentes famUiarizadas coo,
estos espectáculos horripilantes, causarían espanto
y náusea.
Luego que el fuego ha tenninado su misión,
devorando sin piedad las carnes, los amigos lo
apagan con agua, y entra en escena el Non^kni'i,
sacerdote, que recoge las huesos y los entrega con
respeto a la madre del difmito o pariente
próxima (está prohibido consignarlos a los hom­
bres), la cual los envuelve cuidadosamente en un
lienzo blanco, jmitamente con tres conclias y
iüerba llamada tangtyüi, después de haberlos ro­
ciado tres veces con aceite.'
Preparado el envoltorio, lo meten en una olla

1
— 177 —

de barro cocido, que tapan hemiéticajiiente,
aunque luego le hacen un agujerito para que el
muerto pueda respirar.
Allí mismo impro\nsan una casucha cuadrada
de piedra, como las que su el^ hacer los chiquillos
por Europa en sus juegos, y dentro colocan la
olla, cubriendo por encima con una gruesa losa.
Encerrado el cadáver o mejor dicho los pocos
restos, se despide el duelo y cada cual a su casa.
Durante tres días vuelven al sepulcro, llevando
al muerto viandas de arroz cocido, frutas y Kwai.
"Esta sepultura es provisional, pues en ella no
deben permanecer lo restos más tiempo del que
la familia necesite para reunir el dinero que se

y beneficio de los vivos, bueyes, ovejas, cerdo.s y
pollos etc. en número que varía según la posibi­
lidad de la familia del extinto, y con todo se pre­
para im gran banquete.
Terminada la fiesta, colocan los restos del di­
funto en el nuevo sepulcro, donde descansará
’tranquüo, pues no hay cuidado que vaya uinguuo
a molestar su reposo.
Cierro aquí el paréntesis, que Im res\iltado
algo largo, y continúo mi narración.
El villorrio que hay al lado del campo funerario
descrito, se llama Matfvm/wA, que etimológicamente
significa: piedra de sal, sin duda porque antigua­
mente abundaba en yacimientos de esta sustancia.

A S S A M . — M o au m en tos se p u lcra let.

fequiere para atender a las gastos del sepulcro y
se¡x;Uo definitivo.
Entonces se convoca de nuevo a toda la familia,
parientes y amigos del finado y se organiza otra
vez el fúnebre cortejo, que se dirige adonde de­
jaron los restos la vez primera. De allí los sacan
y acompañan a la nueva morada entre inacabables
lloriqueos que recuerdan los de nuestras plañi­
deras de antaño.
El camino que recorren lo van sembrando de
P^ueños cucuruchos de papel llenos de arroz, y
SI haj' otros caminos o senderos qiie cruzan el
qne llevan, los ciegan a la entrada con troncos y
^ o s verdes para que el muerto no se extravíe
Entretanto, en el patio o corral de la casa del
difunto, levantan una cabaña con ramaje y hojas
que pueda contener cuatro personas, y allí colocan
1» oUa de los restos. El sacerdote da comienzo a
sacrificios, d^oUando, én sufragio del muerto

Las cabañas tienen los cimientos de piedra de
granito labrada, de que hay muchas y buena»
canteras, y lo restante, que termina en forma de
barraca valenciana, es de bambú, cubierto de
paja y hoja de los árboles.
Aquí no hay todavía ni cristianos ni catecú­
menos, y la gente que se agolpa curiosa a las
puertas para vemos pasar, contestando fríamente
a nuestro saludo, nos hace suponer sea la primera
vez que ven al misionero.
A la salida del pueblo se yerguen dos soberbios
monolitos fimeraríos, luio a la derecha y otro a
la izquierda, y cada cual con su mesa de sacrificios.
H ada Lalíkynsew.
A los diez minutos de camino de Mavvnünh .‘ Cpresenta a la \'ista el encantador panorama de
los majestuosos montes de Laükynscw y su her-

- 1 7 8 que v i llover, me encogí de ánimo y pensé más de
moso valle que se despliega al final como gran­
lo debido en el diluvio.
dioso abanico, formando el llano de Sylhet. Para
Adosada a la iglesia está la casa del misionero
llegar a Lailkynstw, es forzoso salvar altos y bajos,
y las escuelas, capaces éstas de albergar con hol­
y como el valle es hondo y las vertientes rápidas,
gura a una treintena de niños. De ellas hicimos
la bajada resulta muy dificil y la subida opuesta
los excursionitas nuestro alojamiento, sirviendo
muy fatigosa. iLástima que no hayan tendido
a la vez de comedor y dormitorio, pues, apenas .
un puente gigantesco que uniera las dos cimas!
cenamos, nos tendimos a dormir en el suelo, porque
Lo pasaríamos con más gusto, aun expuestos^ a
esta buena gente no gasta otra cama, sin olvidar
los cosquilieos del vértigo, que no subir y bajar
nos de encender antes una fogata dentro de la
las empinadas laderas. Pero como no todas las
sala, para alejar la compañía de culebras y escor­
cosas han de estar' a la medida de nuestro gusto;
piones, pero convirtiendo el dormitorio en una
Ipaciencia y barajar!
raposera poco agradable por el humo.
Para recobrar ánimos y aminorar la seasación
A la mañana siguiente, luego que celebramos
de la fatiga, entonamos una canción y nos lan­
la
Misa, salimos a dar una vuelta por el pueblo
zamos sendero abajo por encitna de las duras
y visitamos a las familias cristianas, que nos
losas de granito. D e cuando en cuando encontrába­
acogían gozosas; después estuvimos contem­
mos al lado del sendero obeliscos, que los niños
plando el hermoso panorama que embellece sus
llaman « U Mot *, medio deshechos por los terre­
contornos.
motos y acción demoledora del tiempo, y que
son monumentos destinados a perpetuar la me­
moria de los muertas, sepultados generalmente
Panoramas encaaiadoreSf
en otros lugares. Frente a ellos, hay en el sendero
pero mucha miseria.
doble fila de bancos de piedra que sirven de des­
canso al viajero, y en modo particular a los * nonA l sudeste de Laitkynsew se extiende el inmenso
gkilnong » especie de faquines, que llevan a espaldas,
llano del Sylhet. salpicado de pequeñas lagunas
de un pueblo a otro, mercnncias e impedimenta
y cortado por la cinta azulada del majestuoso
de los viajeros. Es de suponer que. al descansar
río Surinu que lo cruza soñoliento en mansa co­
frente a los obeliscos, recuerden a los difuntos,
rriente. Varios afiuentes llegan por entre tupidos
cuva memoria perpetúan.
bosques a engrosar su caudal que, rebasando a
b e estos * Mot • con asientos de piedra al lado,
menudo el cauce, fertiUza los prados vecinos,
se encuentran muchos en esta región; lo cual no
cubiertos de verdor.
es de extrañar si se tiene en cuenta la máxima de
Desde la altura en que estamos, y que domina
los bengaleses: * haced el bien a los vivos en obse­
la llanura, enfocamos nuestros gemelos en diversas
quio de los tniieriO'! ».
direcciones, descubriendo bellezas sin cuento,
En las cercanías del pueblecito de Tyma. esca­
riquezas baldías que el hombre no aprovecha,
lonado en el espolón del monte que se intema
pues no distinguimos pueblos ni chozas por parle
en el valle, comienzan los bosques de naranjos,
alguna.
cruzados por numerosos senderos que cortan el
vSirven de marco a la inmensa planicie los rnont»
nuestro y por los cuales desaparecen algimos de
Khassi que la limitan al oeste en dilatado semi­
nuestros huerfanitos para abrazar a los seres
círculo que, con sus picos uniformes, semeja una
queridos que moran por aquellas cabañas. Noso­
corona. De ellos se precipitan rumorosas hasta
tros continuamos la ruda ascensión hacia Laitkynuna docena de cascadas que, en su calda, bordan
sew, sudando la gota gorda.
las rocas salientes de blanca espuma. Una de 1^
Poco antes de llegar nos sale al encuentro Febián,
más imponentes se llama Ka Likai en memona
el catequista del pueblo, seguido por mi grupo
de la desgraciada mujer que, loca porque el marido
de niños cristianos que m » manifiestan de mil
había dado muerte a su hijo, se precipitó de lo
modas el contento (pie les produce nuestra visita,
alto a sepultar .su dolor en los hervideros de su
y todos juntos hacemos la entrada triunfal.
abismo.
Las numerosos y profundos valles son un en­
canto de poesía: munnullo de arroyuelos, canto
£ n Laitkynsew.
<le cigarras, aromas de azahar que se despreiidm
Aciuí encontramos una iglesia monísima, cons­ de los numerasas n^aranjos silvestres; hennosas
plantas de café, plátanos y de árboles que
truida en parte con piedra, y lo restante con
producen frutos parecidos a los del cedro, de
madera y planchas de cinc; pero en mal estado
pulpa roja y del tamaño de la cabeza de un
de conservación a causa de las lluvdas y de la
hombre.
acción devoradora de las honuigas blancas, que
Los cristianos nos reciben en sus cabañas con
todo lo invaden y destruyen. Por lo que se refiere
visibles
muestras de afecto, que nosotros iworna lluvin.s, creo no equivon'amie si afinno que esta
pensamos, ejerciendo (íon ellos nuestro miiústeno
debe sor la región dcl globo donde más agua cae,
porque esto no es llover, es diluviar, llover a cán­ y confortando a los enfermos, a quienes entre­
gamos medicinas.
_.
taros o a mares. Acostumbrados Vdes. a la lluvia
Esta pobre gente lo espera todo del misionero,
de Europa, dificilmente pueden formarse idea
especialmente la salud del alma y del cuerpo.
con lo que v o pueda decirles, porque es algo extra­
jH ay que ver la confianza ciega que tienen ex
ordinario. b e mi se decirle que la primera vez

nacstra instrucción médica y en la eficacia de los
remedios que les propinamos!
— ¿Por qué. preguntamos a ima familia del
pueblo de Mavolong, no conducís al médico este
enfermo, para que le visite y recete convenien­
temente?
— No, Padre, nos respondieron, nosotros no
necesitamos ir a ningún médico; nuestro médico
eres tu que nos devuelves la salud, porque Dios
está contigo; dale ,tú la « davvai * la medicina, y
nuestro enfermo sanará,
Y no filé posible convencerles de lo contrario.
Pero ¿cómo arreglamos para contentar a todosr porque abundan las enfermedades, y al­
gunas son propias de estos lugares, y nosotros
no llevamos más que las medicinas más usuales,
y por otra parte, nuestros conocimientos médicos
no van muy lejos. A veces, nos ^•emos obligados
a darles algún remedio general, con el cual quedan
satisfechos y nosotros nos libramos de embarazos.

{Continuará).

P ablo B onardi Pbro.
Alisionero Salesiano.

Episodios de la s m isiones
Sangrienta tragedia
entre Jívaros del Ecuador.
{De mui carta del misionero salesiano P . Salvador
a SM Vicario Apostólico Mons. Comin).

Le escribo bajo la dolorosa impresión del trá­
gico suceso de sangre que ha sembrado espanto
y luto en esta nuestra Misión de Méndez.
La jibaría de los Navichas, donde V. E. fué
recibido con tanta cordialidad y agasajo, y en
que pasó, tan satisfecho, la última noche de su
^ j e Pan-Méndez, ya no tiene nada de lo que
tanto prometía y alegraba su corazón de padre;
el pueblecito de casas espaciosas que se reunía
en derredor de la Missión, está despoblado, y
alas risas, cantos y algazara infantil ha sucedido
slencio profundo que semaja el pueblo a un
Cementerio.
La noche del 22 de diciembre, ima banda de
®ás de 60 indios, pertenecientes a las jibarías de
2aramhiza, Junganza, Chiipianza y Gualaquiza,
A ta ro n la jibaría de Navicha, dando muerte
^los jefes Ramón, Víctor, y Solano.
Las mujeres y los niños se los llevaron con^ 0, como botín de guerra.
De h bárbara matanza y cautiverio, pudie­

ron escapar los joveucitos Chumhia y Chupi,
que ahora viven con nosotros en la Misión, re­
pitiendo a todas horas que vivirán siempre en
nuestra compañía. ¡Dios lo quiera!
E l espectáculo que ofrecían los cadáveres
de los jefes asesinados, era horripilante: yacían
en medio de un charco de sangre, acribillados
a lanzadas y balazos. Se veía a las claras que
los viles asesinos se habían ensañado en las
pobres víctimas, satisfaciendo bajas pasiones
de odio.
¿Qué cuales fueron los móviles?
É l odio y nada más que el odio, que alimen­
tan sin cesar estos infelices, y la sed de sangre,
instintos salvajes innatos en estos indios jíbaros.
El que preparó la tragedia, a ciencia y paciencia,
fué nuestro viejo vecino, la momia de Chungiu,
secundado por sus siete hijos y numerosos pa­
rientes.
¡Con qué disimulo y cautela meditaron el
plan y dieron el golpe!
Cuando el primer día de año nuevo se supo
el asesinato de Jémhoe, el astuto viejo, que sin
duda tenía ya meditado y decidido su crimen,
vino gimoteando a la Misión, y se querellaba
de que en pocos meses había perdido su partido
seis hombres.« Esto no puede ser, es necesario aca­
bar con tantas muertes 9, me repetía sin cesar.
Pocas semanas después, vestido con las me­
jores ropas que tenía, y pintarrajado como
nuncio de paz, y luciendo el clásico collar de
dientes de momo, ejecutoria de sus hazañas y
antiguo valor, comenzó, acompañado de sus
hijos y nietos, la visita a los jefes del bando con­
trario, predicando la paz y conjurándoles a
poner término de una vez a tanto estrago.
E l muy bribón logró convencer a sus enemigos,
que depusieron su enojo, dando crédito a sus
hipócritas manifestaciones de amistad.
A la vuelta nos manifestaba gozoso el éxito
de sus conferencias. Los más satisfechos, sin
embargo, éramos nosotros que, por fin, veíamos
reunidas amigablemente en la iglesia las fa­
milias de los Navichas, Chumgiu y otras, hasta
el presente enemigos irreconciliables.
Comenzaron a visitarse, y se ayudaban mu­
tuamente en las labores agrícolas. Todo respi­
raba paz y tranquilidad. ¿Quién hubiera ima­
ginado que era la calma que precede a la tem­
pestad?
Los indios vecinos nos mostraban grande
afecto y confianza, especialmente Puéngera,
primogénito de Chumgiu, que me enviaba a la
Misión sus hijos con frecuencia, y él mismo pa­
saba días enteros en nuestra compañía.
Pero he aquí que, en junio, muere repenti­
namente, de pulmunía, un tal Nanguita de
Jurupás, y el feroz Maschanda, atribuyendo

— i 8o —
la muerte a sortilegios de Puéngera, loco de
coraje, y después de un violento altercado, le­
vanta el puño amenazador y decreta su sentencia
de muerte con estas palabras; « Necábrusti t>;
|Ay de ti, miserable, me la pagarás! —
K1 pobre amenazado vino a mi para que apla­
cara al terrible Upano, lo que, a Dios gracias
conseguí, a fuerza de razonamientos y consejos.
Cualquiera que hubiera visto entonces a
estas familias salvajes, hubiera creído que se
habían reconciliado y sometido de verdad, y

Y aquí estamos, amado padre, otra vez com­
pletamente solos.
La noche del 22 del mes pasado, los indios
que vivían en el contorno se marcharon, después
de saciar sus venganzas, y no se han dejado
\^r más.
La jibaría de frente, teatro de la horrible
carnicería, está desierta. Una cruz de palo, plan­
tada sobre la fosa que guarda los restos de los
tres hermanos asesinados, convida al viajero
a rezar por el alma de aquellos infelices, y pedir

ASSAM. — Corteio fúnebre.

que cáminaban viento en popa por el camino
de la honradez y civilización. Desgraciadamente
no duró mucho nuestro optimismo, porquería
triste realidad nos vino a sacar de engaño.
Ahora nos damos cuenta de que todo era fin­
gimiento y mentira, juego cmel, urdido y soste­
nido por todo el año con rara habilidad e hipo­
cresía.
Nuestros sueños se han desvanecido como
el cuento de la lechera. « Si continúan frecuen­
tando así el catecismo, nos decíamos, y con el
mismo deseo de aprender, dentro de poco con­
taremos con un buen grupo de jíbaros instruidos,
qvie nos ser\’irá a maravilla para atraer y afi­
cionar a la Misión a otros muchos indios qire
vagan por la selva, los cuales vendrán a vivir
en nuestra compañía ».
¡Pobres de nosotros! — Jaguá nuke murrá,
Shnor pujáhuci. — nos decía un día el joven
indio Aiúi: vv el jíbaro, como el tigre, debe vivir
solo, errando en la espesura de la floresta ».

al buen Jesús que amanezca pronto el día en
que reine soberano en estas florestas, obligando
con su amor a estos salvajes a quebrar la lanza
traicionera y postrarse de hinojos a sus pies.
Santiago de Méndez, 27 diciembre 1922.

S alvador D uroni Pbro.
Misionero

Jamás toméis tan a pechos un negocio, qu-: d
temor del mal éxito llegue a inquietaros:
el resultado en manos de Dios.
S. Francisco de Sales.

CULTO

de María Auxiliadora
Nós íeaem os la persaasióa de qae, ea ¡as vicisitudes dolorosas de los </am«
p os que atraw satnos, n o nos quedan m ás consuelos que los del C ielo, y e a n e
éstos, la poderosa pro tecció n de la V irgen bendita, que fue en todo tiem po el
A u x ilio de lo s Cristianos,
p jo x .

Confianza en María.
El año de 1864, en que nuestro Ven. Padre
Don Basco daba comienzo a la edificación del
Santuario de María Auxiliadora, en Turín, fué
incitado a predicar ima misión en Montcmagno,
pequeña aldea de Piamonte (Italia).
Llegado, supo que en esos parajes no llovía
desde muchos meses; y por lo tanto, los campos,
las campiñas, las mieses y los viñedos, se resen­
tían por la falta de agua, y todos presagiaban
una tristísima cosecha.
Don Bosco sube al piilpito y dice sin más: « Venid
todos a la misión, arreglad todas \-uestras partidas
con Dios, desterrad de vuestros corazones el pe­
cado y el día de la Asunción, término de estos
Ejercicios Espirituales, la Santísima Virgen derra­
mará sobre vuestros campos una lluvia abundante
y benéfica ».
Estas palabras, pronunciadas con seguridad
y acento misterioso, conmovieron hondamente;
cundió la voz por toda la villa y fué tal el con­
curso de personas a los ejercicios de la Misión,
que el vasto templo parroquial resultó insuficiente
para contenerlas.
El eco de las palabras de Don Bosco llegó tam­
bién al pueblo vecino; sus moradores, lejos de
convertirse, burlábanse del predicador y de la
fe piadosa de los de Montemagno.Entre tanto el día señalado se acercaba; el cielo
permanecía sereno, los rayos del sol eran cada
vez más abrasadores, el calor más sofocante que
nunca; de Uu\’ia no se veía el menor indicio.
D. Bosco, tranquilo, sosegado, confiado finneraente.
en la máxima del Evangelio: « Buscad primero el
de Dws‘, lo demás se os dará por añadidura *,
proseguía su misión con celo admirable, infati­
gable, predicando, confesando, aconsejando, reccRiciliando enemigos, extinguiendo escándalos...
ayudábanlo dos sacerdotes, quienes más tarde
cwifesaron que en su \-ida no habían trabajado
fanto como entonces.
Finalmente llegó el día de la clausura de la
misión: todos perfectamente purificados en el
sacramento de la Penitencia, ofrecieron a María
mía edificante y conmovedora Comimión General.

i

A l salir del templo las miradas se dirigían hacia
lo alto: ni una nube en el cielo... muchos mene­
ando la cabeza manifestaban sus temores y des­
confianza; todos aperaban el cimiplimieuto de
la segunda parte de la máxima del Evangelio:
i y las demás cosas {los bienes temporales) se os
darán por añadidura ».
Por la tarde, al repique de las canapanas, se
congregaban nuevamente los fieles en el templo
para el canto de las Vísperas y para escuchar la
última plática del Misionero. Empieza el canto.
Don Bosco paseábase por la sacristía con cierta
inquietud, preguntando a menudo al cielo con
sus miradas y mandando al sacristán al campa­
nario para que observase; más el bueno del sa­
cristán volvía diciendo: « Más despejado que
nunca » El tiempo urgía, las Vísperas llegaban a
su término; era preciso subir al pulpito, ¿cómo
presentarse al pueblo que había cmnplido con
su deber y que aún no había visto realizado el
pronóstico del predicador?... Este, antes de subir,
envía por última vez al sacristán a la torre; a poco
vuelve diciendo que el cielo estaba como antes;
sólo una ligera nubedlla asomaba en el horizonte
y avanzaba lentamente.
Esa nubedlla hizo recordar a Don Bosco la
que había apareddo en el monte Cannelo, a los
ruegos del Profeta Elias, después de tres años de
sequía; por lo que subió al púlpito lleno de con­
fianza, encomendando el asunto a la Santísima
Virgen.
No había el Venerable terminado el exordio,
cuando un trueno prolongado se deja oír... y a
poco la obscuridad y el mido de las primeras
gotas de agua anundaban que la lluvia finalmente
caía, y siguió cayendo con abundanda y en la
medida que todos deseaban.
Mientras d aguacero azotaba con furia las pa­
redes d d templo, Don Bosco predicaba y su acento
revestido de algo extraordinario, fué im himno
de gratitud, de alabanza, de admíradón al Señor
y a su Santísima Madre.
Y mientras en d pueblo de Montemagno, aiyos
fídes estaban recc^dos en d templo, caía una



i 82

lluvia benéfica, en la aldea vecina, cuyos habi­
tantes habían organizado una fiesta pública y
licenciosa para burlarse del misionero y de la fe
de los de Montemagno. se desencadenó im terrible
temporal cjue, acompañado de rayos y ^drisco,
arruinó por completo las plantaciones e inutilizó
todas las cosechas.
¿No es este un hecho que confinna la bondad
de Marín para con lo.s que la aman y vi\-en en paz
con su divino Hijo? ¿No prueba también la gran
coiifijnza que el Venerable Don Bosco tenía en
la Madre de Dios?

CÁDIZ (F.sf>aña) Abril 15 de 1023. — Educado
en la escuela de D. Bosco donde se nos inculcó
desde la infancia tierno afecto y filial confianza
a María Auxiliadora, nada más natural que, al
llegar un- momento en que necesitaba alcanzar
una gracia señalada de suma importancia y tras­
cendencia para mi vida, me dirigiera con fe viva
a tan buena Madre.
Prometí en mi .súplica hacer público mi agra­
decimiento en el Boletín Salesiano, lo que hoy
cumplo gustoso.

J uan E scobar .


H uesca {Esf>añ,i) Abril 1923. — Habiendo sido
destinado mi hennano José a Monte-Arruit, la
familia quedó sumida en el dolor al considerar
los peligros que le amenazaban. Confiando en la
poderasa ayuda de María Auxiliadora acudimos
en demanda de su protección.
Y a había llegado mi hermano a Africa y hacía
lui mes estaba con los de su Compañía preparán­
dose a próximas operaciones militares, cuando
María Auxiliadora, escuchruido nuestras súplicas,
dispuso las cosas de numera que fácilmente José
obtuvo el deseado penuiso de volver a la Penín­
sula con la persuasión de no volver a pisar tierras
moras. Pocos días después obtenía uua plaza en
el Regimiento de esta ciudad.
N o habían pasado tres meses cuando fué in­
cluido en el sorteo de soldados que debían ser
destinados a Mclilla. Recordando la visible pro­
tección que la Virgen del Yble. Bosco nos había
dis^Hinsado hacía poco, nuevamente acudimos a
Ella, y no cu vtmo, pues el número que obtuvo
fué muy elevado, dejando askrestablecida la tranquili<lad en el hogar.
Dos meses más tarde debía yo también hacer
la revista militar. Humanamente hablando, muy
pocas eran las esperanzas de obtener un resultado
feliz. Pero no por eso me desimimé sino que po­
niendo totla confianza en nuestra buena Madre,
di este peligroso paso, con tan buen éxito que
hoy me hallo completautente libre de toda pre­



ocupación, sin temor a que sobrevengan los grandes
inconvenientes que me amenazaban.
Desde lo más íntimo de m i corazón doy gracias
a María Auxiliadora por la bondad verdadera­
mente maternal con que siempre ha escuchado
mis súplicas, invitando a cuantos se hallen nece­
sitados acudan a Ella en la seguridad de obtener
cuanto deseen.
F. S. B._ Saiesiano.

Granada [España) i i de Enero de 1923. —
Enfenno desde mucho tiempo de un mal atroz y
que aumentaba mis dolores, especialmente en
ciertas épocas del año, y como desahuciado de
los médicos, me acogí a la Virgen de Don Bosco.
y, después de haber rezado por varios días, pro­
metí publicar el milagro en caso de que hubiese
obtenido la curación. Y , ]oh bondad de María
Auxilio de los Cristianosl, hoy me encuentro
totalmente curado.
Sirva esta publicación para aumentar la fe y
el amor hacia la Reina celestial.
Manued F igueroa.
VlEEA D. F adriquE [España). —^ Ix)s espo^
Domínguez tenían gravemente enfenno a su hijo
I,orenzo, preocupándoles mucho su e.stado. En
tanta ansia, resolvieron acudir con grande fe y
esperanza a la Virgen Auxiliadora, de quien co­
nocían la bondad maternal y piadosa hacia sos
devotos, que a Ella recurren en sus necesidades.
L e prometieron enviar 23 pesetas y 10 reales para
los huerfanitos del Vble. Don Bosco y hacerse
Cooperadores Salesianos, si le conseguía la salud
al querido liijo. L a Virgen, siempre Madre de
misericordia, atendió los ruegos de los angustiados
padres, porque el enfenito recuperó la salud y
con ella volvió la tranquilidad al hogar. Cumplen
gustosos con su promesa, deseando a la vez hacer
piiblico testimonio en el « Boletín Salesiano * de
su eterna gratitud a la excelsa Señora.

VlLEA DE D. F adrique [España). — Tres
Cooperadoras y devotas de María Auxiliadora,
agradecidas a su celestial Patrona por haberles
devuelto la salud a algunos queridos enfennos de
su familia, mandan cada una su ofrenda por
conducto de su activa Celadora.
Düa. R osaíia Marín.
B uenos A ires (Argentina) 12 marzo 1923- 7 "
Encontrándome preocupado por una materia
de clase (jae debía remediar en el examen de
reparación, comencé una novena a María Auxi­
liadora por intercesión de Domingo Savio, pro­
metiéndole si Ella me alcanzaba la gracia de
salir bien en dicho examen, publicarla en el Be*
letín. Antes de termiuar dicha novena alcancé U
gracia suspirada.
Agradecido a tan buena Madre y a mi angéh<^
Protector Domingo Savio, doy testimonio
blico de mi gratitud, pidiendo se publique en «
Boletín Salesiano, la gracia obtenida.
M. A. D.

— i 8? —

Manantiales {Argentina-Corrientti) 30 octubre
de 1922. — Hallándome enferma de gravedad y
cQ un lugar retirado, donde no había médicos
sino a larga distancia, sin facilidad para acudir
a ellos, contando solamente con toda la buena
voluntad y conocimientos de un cuñado farma­
céutico, acudí a la misericordia’ de nuestra que­
rida Madre María Auxiliadora, para que tuviera
piedad de m í y me concediera la salud y que no
permitiera se enfermara un hijito de 4 meses,
qne he tenido que amamantar varios días durante
la fiebre, prometiendo publicar la gracia y dar
una limosna; y habiéndome obtenido esta Madre
de misericordia tan grande beneficio, cumplo
hoy con mi promesa.
Margarta V idal de Maxjriño.
Buenos A ires {Argetiiina). — 22 de Febrero de
1923. Hacía tiempo que un pariente mío venía pa­
deciendo de los riñones, sin qne los varios médicos
que consultó y diversos remedios que le dieron
lograran mejorarlo.
Fui a visitarle y le insté a que hiciera con la
famiha tma novena a María Auxiliadora, poniendo
por mtercesor a D. Bosco. Y o mismo me uní a
ellos y prometí publicar en el Boletín Salesiano
la gracia. E l .segxmdo día de la novena sufrió un
violento ataque que nadie creyó superara, pero
con admiración de todos, después de varias horas
dolorosas, se adormentó y, al despertar, el médico
le declaró fuera de p eli^ o . E l ultimo día de la
novena comulgó con toda la familia en acción
de pacías, y yo cumplo la promesa haciendo
público el favor recibido.

E rnesto J. F rigerio .
'Tumaco {Colombia) 7 marzo de 1923. — Enfennó gravemente mi querida mamá con ataque
bilioso y fuertes cólicos. Era tan grave el ataque
que los médicos llegaron a desconfiar de su sal­
vación, dada la edad en que se encuentra. Se le
administraron los santos Sacramentos, y yo,
enloquecida por el dolor de creer perder a mamá,
invoqué a María Auxiliadora y, aplicándole con
fervor la reliquia del Vble. Don Bosco, que me
recomendó tanto una amiga, le ofrecí a este
sien-o de Dios, si curaba a mi mamá, dar para
sas obras la limosna de veinte pesos oro.
Después de más de im mes de cama, entró en
completo restablecimiento, hallándose hoy ya
muy niejorada.
Como este milagro lo debo a María Auxiliadora
y al Vble. D. Basco, agradecida cumplo con mi
ofrecimiento, haciendo pública manifestación de
grati uJ ptor medio del « Boletín Salesiano *, y a
In vez cumpliendo con mi promesa.
A dela H errera P.
Ca l i {Colombia) 15 septiembre de 1922. —
Pasé una temporada de muchos apuros y suírinúentos por estar sin ocupación. Encomendé el
asunto a la SS. Virgen Auxiliadora a quien aprendí
* amar e invocar desde muy tierno.
Promelíle que si me salía colocación, publi^^ria la gracia y le mandaría una limosna, empe­

ik

zando en el mismo tiempo una novena. Humana­
mente no tenía esperanza, ni probabilidad nin­
guna de hallarla.
A l siguiente día de haber acabado la novena,
sin saber como, quedé colocado en una situación
mucho mejor de la que yo hubiera podido e.spernr.
H o y bendigo y bendiceré eternamente a la Virgen
Santísima.

V. E. C.

T umaco {Colombia). — Romelia de Arias,
agradecida a María Auxiliadora por varios fa­
vores que le otorgó, ‘ manda la ofrenda de dos
pesos oro para el sostén y de.sarroUo de las obras
del Vble Don Bosco.
Ca l i {Colombia). — La SS. Virgen, por inter­
cesión del Vble. D. Bosco, me concedió la gracia
de sanar a mi madre de una grave enfermedad
que la tuvo al borde de la sepultura. Rindo a
Ella el testimonio imperecedero de mi gratitud,
y cumplo la promesa de la limosna qtie le ofrecí
de 50 centavos y hacer publicar el favor.

A sunción A rtV .ón G.
Cali {Colombia). — D oy gracias a María Auxi­
liadora por haberle concedido la salud a mi hija
que estaba grave. Creyendo que de la enfennedad
que tema moriría, invoqué a María Auxiliadora
para que la sanara, ofreciéndole una limosna.
Ella, siempre bondadosa, se dignó escuchanne,
porqiie la niña recobró la salud y hoy se encuentra
bien. Deseo que esta gracia sea pubHcada, y mando
una limosna de 50 centá\’os.
Mercedes B onilla .
B ucaramanca {Colombia). — Dulcísima y
Purísima María Santísima Auxilio de los Cristianos,
Reina de los corazones, os doy rendidas gracias
por los constantes favores que me habéis prodi­
gado, y muy especialmente por sostenerme en el
empleo que desempeño. Seáis siempre bendiia
alabada, ensalzada y glorificada.
J. A . N.
CerriTO {Colombia). — Ester de González,
Mercedes Sanábria, Débora de Tascón. Hortensia
Tascón, Carmen de Otero. Lucrecia Tenorio,
Dr. Eloy González y Josefina N. hacen pública
manifestación de gratitud a María Auxiliadora
por varios favores que les dispensó y envían una
ofrenda para el sostén de la Obra Salesiana.
Y umbo {Colombia). — Varias personas devotas
de María Auxiliadora y Coop>eradora«5 Salesianas.
hacen pública manifestación de su intenso amor
y viva gratitud a la bondad de la SS. Virgen por
haberles prodigado varios y preciosos favores, y.
por intermedio de la activa celadora salesiana,
Srta. Rafaela García, envían una ofrenda para
el sostén de las obras del Vble Don Bosco.
H.ABANA (Cttba). — Me hallaba prostrada en
cama y en vísperas de una seria operación. El
sólo pensar que debía someterme al clorofonno
me horrorizaba, robándome la tranquilidad, üna

i84-

buena amiga me habló de María Auxiliadora y
íle las gracias que continuamente concedía a los
que acudían a su inlercesión. En el Boletín Salesiano que me entregó leí la relación de no pocos
favores recibidos, (fue me movieron a pedirle para
que se interesara por mi.
Poco a poco perdí el miedo al cloroformo, y,
cuando llegó el momento de la operación, yo
misma me extrañaba de mi tranquilidad.
L a operación salió bien, gracia que yo atribuyo
y agradezco de corazón a María Auxiliadora.

P itar V ázquez L uzon.

intención todo el mes consagrado a tan Buena
Madre; mandé decir una misa en su honor y otra
al Sdo. CorazónMuy pronto comprobé que d auxilio no se
hacía esperar. H o y esa persona cumple con sus
deberes de cristiano y pertenece a im centro cató­
lico. Deseo se puljlique esta gracia en el Boletín
Salesiano para honra de tan Buena Madre y eterna
gratitud de m i alma.
L eonor S. F errando .

Dan también gracias a María Auxiliadora.

ROCAFUI-RTK {Ecuador-Manabl),
Febrero 20
Vigo España). — José Manuel Vázquez Sema,
de 1923. — Leí una vez el « Boletín Salesianq »
hace pública su gratitud a la Virgen de D. Bosco
de I)on Bosco, y A'iendo tantos testimonios de
por un señalado favor que le otorgó y en^'ía una
agradecimiento a esa Madre de Don Bosco, que
ofrenda para su culto.
fué María Auxiliadora durante su vida aquí y
Cobán (Guatemala). — Si a. Concha Archila
después allá, como no se puede dudar, leí y
de Ponce, Auita de Iturride, Romelia Méndez,
me agradó tanto, que desde ese momento la
Francisca Ponce y Dominga Pérez envían una
escogí por abogada en mis defensas, protectora
en mis persecuciones y refugio en mis necesi- . limosna en agradecimiento a la Virgen Auxiliadades, y como yo sufría ima enfennedad (aunque ' dora por especiales favores que les otorgó.
Montemorelos (México). — Guadalupe Parás
lio grave), la cual me repetía cada tres meses,
y Cannen Hinojosa, dan infinitas gracias a María
en una de mis últimas repeticiones acudí a mi
Auxiliadora, que por intercesión del Vble D. Bosco
buena Madre y desde ese momento se me fué
les otorgó el arreglo de dos grandes necesidades,
(por decirlo así) mi enfennedad. Ofrecí una Misa,
de difícil solución.
(jue mandé decir y oí el día 18 del presente mes.
Caracas (Venezuela). — Carmen Seijas Cook,
N o me cabe la alegría en el corazón al ver tan
hace pública manifestación de su' gratitud infinita
inesperado milagro de esa bondadosa Madre.
a María Auxiliadora por im singularísimo favor
Hace algunos meses remití una limosna por n’ anos
con que benefició su casa.
de la I'residenta de los Cooperadores Salesianos
Betijoque (Venezuela). — Ignacia M. Perdomo
en esta, para los pobrecitos del Vble Don Basco
e Isabel Rivas de Salas, hacen pública manifes­
de esa; en agradecimiento también a esa buena
tación de su v iva ^ a titu d a la Virgen de D. Bosco
Madre, a lo cual ofrecí también ser Cooperador
por favores obtenidos mediante su intercesión, y
Salesiano.
acompañan una ofrenda para ayuda de la Obra
J uan F rancisco R odríguez D.
Salesiana.
P anamá , marzo 15 de 1923. — Estando de
Ibid, — Julia Rosa Lera, envía una limosna eii
trúnsito por este litoral istmeño, fui víctima de
petición de oraciones de los niños salesianos para
una enfermedad. A l ser examinado por tres de
conseguir de la Virgen un favor.
los más afamados médicos del lugar, diagnosti­
Yumbo (Colombia-Valle). — Francisco Ferrerosa,
caron que para curarme era necesario hacer una
envía un peso oro. implorando las oraciones de
operación quirúrgica.
los huerfanitos del Vble. D. Bosco por su salud.
En tales circmistancias y teniendo poco dinero
Yumbo (Colombia-Valle). Dña. Gertrudis Vda. de
para atender al gasto que me ocasionara la ope­
Puente, da público testimonio de su devoción y
ración, lleno de fe recurrí a la Soberana del Cielo,
gratitud a María Auxiliadora por im favor que
Marín Auxiliadora, y le pedí me alcanzara la
ie otorgó y manda un peso oro para su Santuario
gracia de sanarme sin que para ello hubiera nece­
de Turíu.
sidad de la operación: hiego fui a ver a otro mé­
Yumbo (Colombia-Valle). — Angelina B. de
dico, quien me mandó xuia medicina, con la que
Espinosa, hace una ofrenda en favor de la Obra
a i>ocas días estuve mejor y ahora creo estar bien.
Salesiana por la conseguida salud de su espaso,
Ruego que esta y obras varias gracias recibidas
cuya gracia atribuye a la intercesión bondadosa
se ptibliquen en el Boletín Salesiano como testi­
de la Virgen Auxiliadora.
monio de mi gratitud a María Auxiliadora.
Popayán (Colombia). — Quedo inmensamente
A lfonso Ma . Quintana .
agradecida a María Auxiliadora por habemie
concedido la curación de un niño que sufría broVw c.VAV {Montevideo). — Una persona de mi
quitis crónica. M. L. V. vda. de C.
Ti'lacvón a la cual veía indiferente en materia de
Cerrito (Colombia). — Nepomuceno Valdés.
religión, me infundía serios temores sobre su
agradece a María Auxiliadora dos señalados fa­
porvenir. N o confiando en los medios de razón,
vores recibidos mediante sn intercesión, y envía
imploré el auxilio del délo, iniciando algunas
una limosna para los huerfanitos de D. Bosco,
prácticas piadosas. Ihise sobre todo mi esperanza
en la que fué y será siempre d auxilio de los cris­ de.seando se haga pública su gratitud para coQ
la Virgen.
tianos, María Auxiliadora, haciendo según mi

Legionarios de Domingo Savio.
Sabido es que Domingo Savio goza éntre los
Salesianos españoles y niños que se educan en
sus colegios de admiración y simpatías nada
comxmes.
Amantes de D. Bosco y de cuanto con él se
relaciona, vieron en Domingo Savio una de sus
obras maestras, el ideal de la juventud salesiana,
el modelo que el sabio pedagogo y buen padre
plasmara con cariño para que sirviera de ejem­
plar a cuantos niños acuden a los colegios de
su Obra a nutrir el espíritu de sanas doctrinas y
enriquecer de virtudes sus corazones.
Domingo, por su parte, parece que se com­
place en regalar a sus devotos y admiradores
con gracias abundantes.quq para ellos alcanza
del Señor, como no pocos testimonios lo acre­
ditan, los que a su vez, no contentos con re­
crearse en la contemplación de sus virtudes,
que esparcen fragante aroma, lo aclaman como
protector, y le erigen, en agradecimiento, mo­
numentos en los patios de recreo para que pre­
sida y santifique sus juegos y expansiones, y
por ültimo, llevados de su entusiasmo generoso,
despliegan en su honor la heróica bandera de
los legionarios, bajo cuyos pliegues se congregan
animosos todos las alumnos salesianos que anhe­
lan emular la vid a 'y virtudes del angelical Do­
mingo.
He aquí la hermosa proclama que los Supe­
riores de los colegios salesianos de España han
puesto en manos de sus educandos:

Domingo Savio! ¡Haceos sus Legionarios imi­
tando sus grandes \drtudes! S i los Legionarios
militares derrochan sacrificios y valor y sangre
por trozos de terreno materiales, ¿qué no deberéis
hacer moralmente y que sacrificios os parecerán
imposibles para conquistar todo el Cielo?
¡El que es digno Legionario de Domingo
Savio durante la \dda, puede contar con que
este digno Capitán vendrá a recogerlo en punto
de muerte para agregarlo a su gloriosa legión
del Cielo!
¡Viva María Auxiliadora!
¡Viva Don Bosco!
¡Viva Domingo Savio!

Bases de los Legionarios.
Base 1^. — L o s L egiokarios . Los Legionarios
de Domingo Sa\-io no, son una Congregación ni
A.sodación religiosa; son un grupo de jóvenes
buenos, \t.vos, a l^ e s , estudiosos y entusias^s.
que decididamente se proponen imitar a Domingo
vSavio en la \irtucl y aplicación al deber, hacierdo
lo que se manda pronto y bien.
Base •-*. — .Admisión. Se inscriben volimtaiiamente; no. se expulsa a ninguno. Cuando alguno
mereciera ser expulsado por su mala conducta,
los demás ejercerán sobre él nn verdadero aposto­
lado de celo y caridad ha.sta conseguir hacerlo
digno de sus compañeros.

Base 3». — Organización. Los Legionarios
se componen de Aspirantes, Legionarios y Juntas.
Base 4» . — D IS T IN T IV O S . Todos llevarán por
distintivo el boloncito de Domingo Savio.

Base 5*. — L ema . El lema del Legionario es,
\\Antes morir que pécari!

{Amigos y admiradores de
Domingo Savio!
¿Recordáis aquel sueño-visión de D. Bosco en
<íue veia a Domingó Savio glorioso, tremolando
en sus manos una bandera blanca, ca-pitaneando
infin id a d ^ jóvenes, que cantaban un Himno
especial al Místico Cordero, Cristo Redentor?
¡¡Esa infinidad de jóvenes que conquistaron
d Cielo, eran los que en la tierra habían imitado
virtudes de su modelo Domingo Savio!!
Quizá D . Bosco os vió también a vosotros en
«se número afortunado. ¿Envidiáis la suerte de
Domingo Savio y de los que le seguían? ¿Queréis
Hregaros un día a ese ntUnero de escogidos en
á Cido?
¡Acogéos ahora en la tierra a la Bandera de

Base 6*. — E l V iv a . Recuerdo del coinpromifio
del Lema será un ¡¡Viva// con la derecha levan­
tada en señal de fidelidad y energía en observarlo.
Base 7* — Los enemigos. L os enemigos del
Legionario son:
El pecado mortal: z® el respeto
humano; 3® Pereza en el deber.
Ba-se 8*. — L as V irtudes . Las virtudes del
Legionario son: i®. Piedad religiosa; 2®. Pureza de
costumbres: 3® Caridad con el prójimo.
Base 9». — I deaues. Verdaderos ideales del
Legionario y que con mucho entusia.smo debe
respetar, practicar y defender: L a Religión. —
L a Patria. — María Auxiliadora. — E l Papa. —
L a Congregación. — Don Bosco. — Sus estudios.
— Sus padres. — Sus superiores. — Sus compa­
ñeros y de un modo especial Domingo Savio, Su
periódico predilecto será el * Oratorio Festivo ».
Ba.se 10. — E n ee Colegio . L os Legionarios
serán el alma y animación de todas las fiestas

— i86 —
religiovsas; el movimiento de nuestros patios con
sus juegos; la alegría de los paseos y excursiones
con sus marchas y con sus cantos salesianos,
religiosos, escolares y patrióticas.
13a.se I I . — Bk a t if ic a c ió n . Todos los días
rezarán un Padre nuestro por la pronta beatifi­
cación de Domingo Savio, y los 9 de cada mes
aplicarán su comunión y oraciones para el mismo fin.
Base 12. — L im o sn a . T^ s Legionarios darán
una limosna para la causa de Beatificación, una

peseta al año.
Base 13. — g de Marzo. Los Legionarios cele-

por Grupos de 24 en recuerdo de María Auxilia­
dora; y en los desfiles, homenajes o manifesta­
ciones escolares, se presentarán formados gimnás.
ticamente.
Base 17. — B anderines . Cada Grupo tendrá
su Banderín. Estos serán eminentemente salesiancs
con nombres de D. Bosco, — P. Rúa, — P. Albera, — P. Rinaldi, — Miguel Magone, — María
Auxiliadora; nombres de virtudes, — Caridad, —
Piedad Salesiana, — Pureza, nombres de Lemas,
como: Oración y Trabajo. — [Fuera el respeto
humano! — ¡Viva el Papal — Fuera pereza —

Monumento ■ Domingo Savio en Sarriá (Bsp.).

brarán de un modo especial y solemne el 9 rfí Marzo,
día de Domingo Savio. El domingo antes o después
de dicho día se celebrará un Homenaje y mani­
festación escolar ante el Monumento o cuadro de
Domingo Savio, donde se cantará el Himno; se
leerán las Bases de las Legionarios y se prometerá
solemnemente cumplirlas.
Base 14. — F e d e RíVCION. Los Legionarios de
cada casa se relacionarán por medio de sus juntas
formando una verdadera Federación de Legio­
narios, organizando, cuando los superiores lo
permitan, frecuentes visitas y actos que sirvan
de animación y estímulo.
Base 15. — P equeño Misionero. E l Legionario
en vacaciones ha de ser como Domingo Savio, un
pequeño misionero. Se pondrá en relación con su
Párroco, o Cura encargado, y se le ofrecerá para
ayudar la Sta. Misa y para lo que quieran mandar.
Mantendrá también correspondencia epistolar con
los Superiores del Colegio.
Base 16. — Grupos. Los Legionarios se dividirán

¡Guerra a los malos compañeras. — ¡Siempre
alegres! — ¡Guerra al pecado! — ¡Guerra al mal
hablar! etc.
Base 18. — L a gran bandera . Presidirá todos
estos banderine.s una hermosa Bandera a Domingo
Savio con el Lema « Antes morir que pecar » y su
retrato.
,
Base 19. — A spirantes . Habrá un solo grupo
de aspirantes que se prepararán para cubrir bajas
en los diferentes grupos de Legionarios. P a s ^
voluntariamente a Legionarios, o bien escudos
por los superiores o bien elegidos por ellos inismoí^Base 20. — J untas . Cada Grupo tendrá na
Jefe, un Tesorero, el Abanderado y tres Ayu iavUi-

CÁDIZ (España). — Entronización de Dotniflp
Savio en el patio. E l día es sereno. E l sol bañ*
de oro los eucaliptos y acacias de nuestro pabo
y hace rdiucir sobre las hojas, como perlas,

gotas de rocío de la pasada noche. Un grupo de
muchachos se arremolina al rededor de otros dos,
que se abren paso hasta llegar al centro del patio.
Pocas minutos después la descarga de un petardo
anuncia que Domingo Savio ha sido entronizado
en el patio. Y efectivamente, Domingo aparece
apoyado sobre él capitel de una columna, como
pidiendo tm monumento, y entre dos banderas
españolas que le sirven de pabellón, y por cierto
que ni a propósito podían unirse mejor tan su­
blimes ideales.
Domingo, que personifica la virtud que nos
lleva a Dios, y la bandera española que simboliza
al rey, y éste a la patria, y lo que es más: Domingo
aparece en el mismo lugar donde apareciera el
retrato de nuestro monarca en el día de su ono­
mástico. Y bien hecho; porque Domingo, .si no es
nuestro rey, será nuestro caudillo, y reinará en
las voluntades, y reinará en los corazones de cada
uno de estos niños y tendrá un ejército con sus
infantes, con sus caballeros ecuestres, con sus
granaderos, sus legionarios que estarán dispuestos
no solo a que reine sobre ellos, sino a extender su
reino por toda Andalucía. Allí está para recibir
sus homenajes, y estos no tardarán.
La academia.
No fué una academia más. Fue im desborda­
miento de cariño. Fué ima exposición de senti­
mientos. Fué una porfia. Fué la encamación de
una idea que flotaba en el ambiente, que llenaba
la mente de todos, porque en aquella noche, en
cada niño había im Domingo. Y en efecto, todo
nos habló de él. Y nos habló de Domingo la poesía
que agotó sus epítetos, y atrajo las nacaradas
nubes y el rosicler de los cielos para presentárnoslo
como visión celeste; y nos habló intuitivamente
la prosa en aquel ingenioso diálogo del salto de
la piola en que al saltar cada imo había de respon­
der a im hecho o dato de Domingo siendo nece­
sario que se quede para que los demás salten, el
que no sabe o no se acuerda. I*a vida de nuestro
héroe como preciosa sarta de rosas, fué corrida
y recitada en un momento.
Habíanos elocuentemente, el otro diálogo en
que Domingo separa a los que se pelean, página
siempre antigua y siempre nueva porque arraude las páginas de la infancia que en todos
tiempos fué pendenciera, porque los mojicones
de la niñez dan abrazos en la vejez. Y como si
nuestra lengua no fuese bastante se acudió al
latín y al francés y por si nuestras voces no fuesen
potentes para penetrar en los cielos para que
i^omingo las oyera, las acordadas y vibrantes
notas de nuestros músicos le prestaron su fuerza
y, en fin, como girón arrancado del cielo, entre
nebulosas gasas y torrentes de luz aparece Domingo en gloriasa apoteosis. E l piano preludió
una marcha triunfal. Los alumnos sorprendidos,
batieron palmas; y el telón cayó lentamente,
mientras los nífins repetían: Difundía su eterna
fragancia. — Tu constante apacible virtud. —
Impregnada de fe y esperanza. — Y de amor
fcTi-oroso a Jesús.

BAHIA. BLANCA (Argentina). — El Presidente
Alvear en el Colegio Don Bosco. — El presídeme

y sus acompañantes, seguidos por el pueblo, se
dirigieron al Colegio Don Bosco; allí se esperaba
con manifiesto entusiasmo al ilustre visitante.
A lo largo del patio, formaban los boy scoul.s
del cuerpo de exploradores. En las avenidas del
jardín, se hallaban los alumnos del establecimiento.
El centro había sido destinado a numerosas ÍA'
millas de nuestra sociedad.
A la entrada del doctor Alvear, fué recibido
con entusiasmo delirante, con aplausos frenéticos,
entremezclados con vivas.
Llegó el doctor Alvear al sitial que se le había
reservado, acompañado del intedente municipal
y de las autoridades del colegio.
Las diferentes bandas de mú.sica ejecutaron el
Himno Nacional, que fué coreado por los aintnnos
y la concurrencia. Luego el oininno Frauciso
Cignetti recitó una poesía, original del Padre
J. Pesce, significando los votos de bienvenida al
dignísimo presidente. Por la belleza de sus con­
ceptos, su factura literaria y la euloiiación con
que fué dicha, mereció general aprobación.
Seguidamente usó de la palabra el director del
colegio R. P. Carlos Pesce, exteriorizando su
congratulación por el honor que dispensaba al
establecimiento el doctor Alvear, cuya entrada
sonaba a gloria, por el alto cargo del ilustre visi­
tante y por la prosapia de su abolengo. Dijo que
en ese momento los pequeños educandos rendían
al doctor Alvear todo el afecto de que rebosaban
sus corazones; que para éstos su figura era im
ejemplo de %-irtudes patrióticas altamente pre­
ciosas; que para el colegio era tm estímulo a prosegmr en sn obra de formar la inteligencia v el
carácter de los futuros ciudadanas. Al finalizar,
los nutridos aplausos que refrendaran cada uno
de los párrafos del discurso, .se tradujeron en una
verdadera ovación.
Déspués, habló el presidente, con palabra
sencilla, sinceramente sentida, .sin florilegios re­
tóricos.
Manifestó que se sentía vivamente emocionado
de la acogida que se le tributaba, que le halagaba
no por vanidad personal, .sino como un expolíenle
fiel de que en su persona se rendía culto a la patria;
que le era grato contemplar a ese enjambre infantil
que plasmaba su inteligencia y su bondad para
devolver a la patria que los cria con cariño y
orgullo su tributo de bien y de gratitud; que con
niños como éstos tenía la seguridad de que la
República Argentina no tardaría en consolidar
siLs prestigios como nadón de relieve en los campos
de la cienda, del trabajo y de las artes.
Imposible sería seguir al doctor Alvear en su
brillante pieza oratoria sin restar mérito a sus
palabras im p r^ a d a s de patriotismo, revela­
doras de su esperanza en los grandes destinos
de nuestra juventud estudiosa, que traducían la
emodón de su calurosa acogida.
El doctor Alvear meredó, al finalizar, la má.s
estruendosa de las aclamadones, prolongándose
los aplausos largo rato.
Acto continuo, el presidente y su comiti\a

i88 —
iniciaron su partida, mientras la banda de las
exploradores ejecutaba el himno a la bandera.
La concurrencia saludaba al doctor Alvéar a
su paso, con nutridos aplausos, que éste agradecía
con pruebas de verdadero reconocimiento.
LAS TABLAS (Panam á).— Labor digna de im¡«
taclón y alabanza. — (Carta de un celoso Coo­
perador Salesiano al Rdino. D. Felipe Rinaldi).
Reverendísimo Señor:
Vengo recibiendo el « Boletín Salesiano » desde
el año de gracia de 1912. Por la lectura que con­
tiene he podido apreciar debidamente el incre­
mento de la Pía Sociedad Salesiana en sus diversas
í.\ses: esta circunstancia y el hecho de hallarse
fundada en esta población la Pía Unión de Coo­
peradores desde el año 1914 en que felizmente
vino aquí lui representante de ella, de la capital
de la República, el malogrado sacerdote D. Sal­
vador Bottari, me obliga a dirigerle estas líneas
con el laudable propó.sito de hacerle una breve
reseña del estado de nue,stra Asociación, y de los
progresos de ella, desde aquella fecha, esperando
su voz de aliento, por ser Ud. hoy, por altas de­
signios de la Providencia, digno Sucesor del R e ­
verendísimo D. Pablo Alijera (q. de D. g) y por
tanto Jefe de la Pía Sociedad fundada por el
inmortal D. Juan Bosco.
Data la fundación de la Congregación aquí del
14 de Marzo del año arriba expresado: se nombró
la Directiva, que desde entonces viene prestando
imjiortahtes servicios, compuesta del personal
que más adelante le diré, directiva que fué desig­
nada con el beneplácito del Rdo. sacerdote pro­
motor de ella y con la aquiescencia del señor cura
de la parroquia. Dos años después hice traer de
lispaña, de la acreditada casa de don José Quixal,
un primoroso altar e imagen que fueron inaugu
rados el 22 de A bril de 1916, dando al Culto pu­
blico a nuestra Madre, con visibles demostraciones
de júbilo y crecido número de fieles.
H oy tenemos inscritos los socios que en lista
adjunta verá Ud. En dicha lista van los nombres
de aquellas Cooperadores que habiendo pasado
a mejor vida, esperan de nosotros un sufragio
para sas ahnas. Le ruego se sii^m agregarla al
Registro General de esa ciudad para los efectos
de las indulgencias vinculadas por la Iglesia a
favor de la Congregación.
lie sostenido en mi carácter de Encargado,
las Conferencias mensuales, con más o menos
asisteticia de cohennanos: esos conferencias se
dán el 2® domingo; y para el Culto a María Auxi­
liadora, se ha señalado el día 24 de cada ínes,
acto este último que se realiza con la asistencia
de los congregantes en el propio altar de que he
hecho mención, siendo ofrenda del día la recepción
de los Santos Sacramentos de Penitencia y Eu­
caristía.
Desde el próximo pasado Enero ha quedado
establecida la Conuuüón Reparadora que, con el
fa\’or de Dios, va en aumento cada día: se reco­
mienda ocasionalmente que en las familias reinen
las buenas costuttibrcs, que se respire ambiente
de piedad: se frecuenten los sacramentos, an*biente

y medios indispensables para que perdure el sen­
timiento cristiano, se obtengan favores especiales
y se mantengan unidos los corazones y las volun­
tades; vengo indicando a los cooperadores y demás
católicos la urgencia de establecer, sostener y
practicar como medio de verdadero adelanto
espiritual y reforma social, la suavida.d, dulzura
y caridad del Corazón de Jesús, a fin de ganar
almas a Jesús é infrmdir ese mismo sentimiento
en la vida de familia, en la colectividad y espe­
cialmente en la educación de la juventud, tan
expuesta hoy a los perniciosos resultados del mal
ejemplo; que se dé el mayor esplendor y solemnidad
posible a las sagradas fuirciones; que haya Adcración perpetua del Santísimo Sacramento; que
.se entronice la imagen del Sagrado Corazón de
Jesús en los hogares, y que cada socio viva con­
forme al espíritu cristiano, que informa el carácter
de nuestra Congregación, llenando los respectivos
deberes.
Además de las precedentes reglas procuro dar
cuenta a los socios del estado general de la Sociedad
vSalesiana, leyendo tanto las noticias que nos trae
el « Boletín » con sus bien elaborados informes
regionales de los R . R . P. P. dispensos, como
aquéllas que tiene carácter local allí, relacionadas
con las sabias disposiciones adoptadas por el
Honorable Cuerpo de Superiores; las gracias
otorgadas por intercesión de la SS. A^irgen y del
\'ble Bosco, y, en fin, de todo aquello que de
manera directa ha de influir en el ánimo de los
cooperadores para su propia sal\’ación.

D irectiva
Presidenta. — Doña Paula Marín.
I . Vicepresidenta. — Señorita María ' de los
Santos Villarreal,
2®. Vicepresidenta. — Señora doña Isabel Villa­
rreal de Grimaldo.
Tesorera. — Doña Slercedes Espino López.

Secretario y Encargado de dictar las Conferen(ias. — Pablo Alba P.
Comprendiendo m i obligación hago parfíci^
de nuestra labor al Rdo. señor Director del Hospicio
de Huérfanos de Panamá, don Antonio Russo,
dándole cuenta oportuna del giro de la Pía Unión.
Temporalmente se le en\dan algmias Hmasnas a
beneficio de los niños de ese establecimiento:
trabajo actualmente por hacer real un donativo
de los Cooperadores de Las Tablas a beneficio de
las Elisiones; es éste uno de mis más vehementes
deseos en pro de aquellos generosos Apóstoles
del bien y de las víctimas que yacen sepultadas
en las tinieblas del error y de la ignorancia: su
redención se impone en aquellas lejanas tierras.
Quiero aprovechar esta feliz ocasión para rogar
al Reverendísimo Rector Mayor se digne en\-ianne
ima pequeña reliquia de D. Bosco, a ser posible,
y medallas de María Auxiliadora. Ojalá la reliquia
pudiese remitirse incrustrada en un relicario,
que fijaré en el altar de nuestra Patrona, y las
medallas serían distribuidas entre los socios par®
beneficiar con su producto a las Misiones.
De Ud. con todo respeto, atento servidor
P ablo A lba P. Cooperador.

SANTIAGO DE CHILE. — . Hermosa cadena de
formar en las filas gloriosas de estas valientes lucha­
doras de la santa causa social católica, para que
aoión. — N o de otro modo puede llamarse a la
sania obra que desarrollan las religiosas Salograran cuanto antes conqui.star el corazón del
pueblo tan disputado por los enemigos de Dios
lesianas con el mantenimiento del Centro de
y de la Paz, formando la más hermosa e intermi­
Es-alumnas, compuesto de las jóvenes que,
nable cadena de imióu y fraternidad cristiana.
habiendo terminado sus estudios y debiendo
alejarse del techo que las cubriera con tanto ca­
N . R . C.
riño durante algunos años, sienten en sus almas
la necesidad imperiosa de seguir ligadas por algún
QUITO (Ecuador). — En el Oratorio festivo Savínculo a las buenas maestras que, con tanto
lesiaao.
amor y sacrificios, supieron ilustrar su inteligencia
E l domingo pasado, 21 de Enero, visitamos la
y modelar su corazón conforme las enseñanzas
benéfica obra que, en pro de la moralización y
recreación honesta de la niñez, establecieron
y doctrinas profundamente sabias y puras de la
igltóia católica.
últimamente en esta capital los Reverendos Padres
¡Qué espectáculo más hermoso puede admirarse
Salesianos. E l Oratorio apenas tiene un mes de
lo días en que las ex-alumnas se reimen al lado
existencia y ya cuenta con más de 350 niñas que
de sus maestras!
concurren asidxiamente, todos los domingos, a
recibir las sanas y educadoras en.señanzas reli­
La alegría brota expontanea de todos Ips cora­
zones; maestras y alumnas se sienten felices al
giosas y sociales dadas por los organizadores y
encontrarse reunidas aunque sea por algunos .ftmdadores de aquella obra salvadora, los R R .
momentos. Pero esta hermosa miión encierra en
P P . Izurieta y Bolla, quienes merecen el apoyo
sus fines un objetivo admirable por los nobles
y estímulo de nuestros buenos católicos, pues
ideales que persigue y que ya se \-en realizados
con su actuación abnegada y patriota están con­
en gran parte. Los problemas sociales católicos
tribuyendo decididamente al mejoramiento de
se han resuelto allí a la sombra de María Auxi­ nuestro pueblo, el cual, gracias a esos apóstoles
liadora, y bajo la sabia dirección de sus dignas
de la clase obrera, los hijos de Don Bosco, recibe
hijas. Una academia Obrera Femenina ha sido
nociones de trabajo, de religión y aim momentos
fundada a mediados del pasado año a la que acude
de distracción y grato esparcimiento que le impide
un centenar de mujeres que debiendo permanecer
la disipación, embriaguez y desperdicio de sxis
en las fábricas durante el día y deseosas de adqmrir
jornales en los días de fiesta y descanso.
conocimientos para su intdigencia, aun no culti­
-Ojalá los católicos pudientes cooperen a los
vada, se sacrifican hasta lo increíble, para llegrr
ingentes gastos que demandan las múltiples obras
a beber en la fuente pura de la verdad y la sabi­
del Oratorio, el cual cuenta por lo pronto, con
un buen cine, varios juegos de gimnasio, ima de
duría, las aguas saludables de los conocimientos,
e.sas bandas üifantiles, con instnmiental propio,
que, a raudales generosos Ies suministran un grupo
llaumdas charangas. Próximamente se instalarán
de jóvenes ex-alumnas de María Auxiliadora.
Qué lecciones de abnegación más admirable po­ también im carrousel y muclios otros juegos y
demos tomar nosotras que vivimos encerradas
atrayentes diversiones. Y a propósito de la coo­
peración para los gastos del Oratorio los R R . PP,
en la indiferencia, la pereza, el egoísmo. ILse grupo
se manifestaron muy reconocidas con el Ilustríde mujeres trabajadoras en las que se encuentran
simo señor Arzobispo, quien lia obsequiado gene­
de todas edades, hasta 55 años, ha respondido
rosamente una fuerte suma de dinero, con la que
entxisiastamente a la organización fundada para
ellas con el fin de proporcionarles los verdaderos
se han costeado las diferentes secciones del gimnasio
bienes, que podrán en el futuro crearles- una situa­ y los juegos que están actualmente al serncio
de los niños.
ción mejor y han resuelto sacrificarse dos, tres
años, .si es necesario, para conseguir lo que anhelan
En el Oratorio no sólo se proporcionan distrac­
con toda su alma.
ciones sino que también a la vez se educa, incul­
Y las jóvenes ex-altunnas que se sacrifican por
cando, sobre todo en los niños que no han recibido
ellas con la más grande y más verdadera abne­ instrucción católica, nociones de religión, de mo­
gación, dedicándoles su tiempo, sus distracciones,
ralidad, de trabajo, de urbanidad y cumplimiento
de los deberes para consigo mismo, los semejantes
su salud, su dinero, su persona; y más que todo
y Dios.
.su corazón, lleno de la más exqtiisita ternura,
sin aspirar a recompensas ni reconocimiento de
Llenos de regocijo y abrigando esperanzas en
un porvenir mejor, oímos las oportunas y bien
sus obras admirables y silenciosas, que, como la
meditadas exhortaciones y atinados consejos
humilde violeta, sólo pueden descubrirse por el
dados a 1( » niños por el R . Padre Izurieta. Oímos
exquisito aroma que exhalan.
Amante de toda obra femenina que vaya enca­ también los ensayos de hermosos himnos y cán­
minada a fines nobles y católicos, he querido
ticos sagrados, d aprendizaje de algimas ora­
ciones y la enseñanza de varias nociones de ca­
honrar las columnas de nuestra pequeña hojita
tecismo.
con un homenaje de admiración para el grupo de
Bien por los educadores y bienhechores de
señoritas del Centro de Ex-alumnas que, unidas
nuestra niñez desvalida; vaya para ellos nuestra
a las santas religiosas Hijas de María Auxiliadora,
siguen el camino que ellas les trazaron en su in­ franca voz de estímulo y aplauso, y ú.iicamente
fancia. Ojalá todas las jóvenes que han sido eduDios sabrá recompensar abundantemente sus
cada<- por las Hijas de María Auxiliadora, fueran a
desvelos, fatigas y cristiana abnegación.

— igo —
edificio que levantó a fuerza de sacrificios en Oporto
para albergar a los desheredados de la fortuna,
qtte alejará con su cariño de padre de la senda del
crimen y del deshonor, ¡para entregarlos más tarde
a la sociedad transfonnados, mediante la sólida
educación cristiana y aprendizaje de oficios, en
hombres honrados y ciudadanos de provecho.
En la entrevista con Don Bosco^ que la Di\-ina
Providencia le deparó, y de la cual databa su ad­
miración y amor por la Famüia Salesiana, es­
cuchó del Siervo de Dios palabras de aliento y
sabios consejos para continuar su benéfico aposto­
lado. con la promesa fonnal de hacerse cargo de
su obra los Salesianos el día que él faltara.
Víctima de la persecución religiosa que se desen­
cadenó en Portugal con el advenimiento de la
república, tuvo que abandonar el suelo patrio
para salvar la vida, y trasladarse e España, donde
halló hospitalidad amiga.
Durante su estancia en las ciudades de Vigo y
Sevilla, visitaba con frecuencia los colegios sale­
sianos, para departir como hermano con los sa­
lesianos y entretenerse algunos ratos con los niños,
por los que sentía grande afecto.
Llamado a Roma por Pío X , fué considerado
por sus virtudes y privilegiada inteligencia, reci­
biendo de Su Santidad continuas pruebas de pa­
ternal afecto.
Desempeñó a satisfacción de todos cuantas
encomiendas se le hicieron, especialmente la co­
ronación de la Virgen de « Altagracia > en la Re
pública Dominicana.
Lleno de méritos y consideración, expiraba en
los brazos del Señor el 29 del Enero pasado.
A l par que dirigimos a su atribulada familia
nuestro más sentido pésame, rogamos a los Sres.
Cooperadores xma oración por el eterno descanso
del finado.

Otros Cooperadores difuntos:

Einoa. St. D. Sebasln Lelti lie yauontellos.
E l 29 de Enero fallecía en Roma un gran bien­
hechor y eixtusiasta admirador de la Obra Salesiuna, el Exauo. Sr. D. Sebastián Leite de Vasconcellos. Arzobispo de Dumieta.
Figura rek'\ante del Clero portugués, por su
acrisolada virtud y vasta ciencia, consagró las
energías de sus mejores aüos al florecimiento de
las virtudes cristimias de su pueblo y regeneración
moral de los jovencitos que pululan por el arroyo,
víctimas de los vicios y del cruel abandono de la
sociedad paganizada.
l-'ruto de su buen corazón y del ardiente celo
por la salvación de las almas de esos pequeñuelos
desgraciados, fué el v Asilo de San José », henuoso

V iU i Fradrique (E s p .).-S ta .M o d e s ta Ignacio.
Girón (Colombia). — Eitgenia Honniga de
Herrera, Dominga Alba de Rivera, Cristina Pinzón
de Prada, Ana Dolores Ordónez O., Guillermo
Mantilla Reyes.
Ocaña (Colombia). — Luis Rizo.
Cali (Colombia). — D. Juan Ramón Orejuela.
Retiro (Colombia). — Dña Camielia Perdomo.
Las Tablas (Panamá). — Dña. A u ^ stin a Nieto.
— Dña Anacleta Nieto. — Dña Benita de Barría.
— Dña. Cannen C. Vda. de Vázquez. — Don
Casiano Nieto. — Dña. Cecilia Alba Ch. — Don
Cecilio Pérez. — Don. José del C. Castillero. —
Don. José del C. Heniández. — Don. Juan Alberto
Castillero. — Dña. Juana López. — Dña. Leona
de Vega. — Dña. Librada Nieto. — Don Luciano
Hernández. — Dña. Margarita Espino. — Dña.
Ma. Torribia Batista. — Don. Manuel Domínguez.
— Dña. Pastora T de Mora. -— Dña Petra M. de
Castillero. — Dña Salvadora Quinzada. — Dña.
Saturnina Muñoz. — Dña. Saturnina Pérez.

Con aprobación de la .■\utorÍdad Eclesiástica: Gerente: G E M IN IA N O F E R R A R I.
Establee. Tip. de la Sociedad Editora Internacional. — Corso Regina Margherita, N. 174 - TU RIN

s o o i E í i > A r >

J E i > i 'r o i e A

A v e n i d a R e g i n a M a r g a r i d a , 174 — T U R Í N (Ita lia )

NOVUM MISSALE
ex decreto Sacrosaiicti Coacilii Tridentiui
taaiinni
MUr iiUiiUlUllUi restitutuni S. Pii V. P. M. jussu editum alior

rum Poutificum cura recogniturn a Pió X reformatuin et SS.nii
D. X. Benedicti X V auctoritate vulgatum.
1) Editio t ^ i c a Vaticana nigro tantum improssa, cum nibrieis italicis literis resultantibus,
in charta subtili sed solida. Cm. 1 7 x 2 6 marg;iiiibus comprehensis.
Sine tegumento: Libellae 30. — Apud exteros: libolUie 42.
Contectum: 1) Semipelle ac tela, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 60. ___
Apud exteros: iib. 84.
2) Tota pelle rabeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 80, — Apud
exteros: libellae 1 1 2 .
3) Tota pelle rúbeo colore, auratis foliis, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in
planibus: Libellae 100. — Apud exteros: libellae 140.
2) Editio Turonica ju xta typicani Vaticanam. Cm. 2 3 x1 5 . Impressum rabeo nigroque
colore. Sine tegumento: Libellae 70. — Apud exteros: Iib. 8n.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo áureo, sectione rubra. Libellae 84. — Apud exteros: lib. 90.
2) Omnia ut supra N . 1 sectione vero aurata. Libellae 91. — Apud exteros: libellae 100.
3) Tota pelle, cum titulo áureo, sectione rubra. LibeEae 112. — Apud exteros: libellae 120.
4) Omnia ut supra K . 3, sectione vero aurata. Libellae 140. — Apud exteros: libellae 150.
3) Editio Turonica ju xta typicam Vaticanam {IÍ7. 14 typus 2 8 x1 9 ). Impressum rabeo
nigroque colore. Jextus illustrationibus nitet, chrolibinaque impressione adeo perbelli refulget,
perspicuitas literaram visum non laedit. Mínimum est pondus hujus Missalis (2 K g .) ut
í pueris ecelesiis inservientibus ferri potest.
Sine tegumento: Libellae 70. — Apud alias nationes: libellae 80.
Contectum: 1 ) Semipelle uc tela rabeo colore, sectione rubra,.titulo ac cruce deauratis:
Libellae 125. — Apud alias nationes: libellae 140.
2) Tota pelle rabeo colore, sectione rubra, titulo ac cruce deauratis: Libellae 200, — Apud
dias nationes: libellae 220.
3) Tota pelle, rúbeo colore, auratis foliis, titulo deaurato in dorso ac cruce aurata in plañís:
Libellae 225. — Apud alias nationes: libellae 245.
4) Editio Turonica juxta typicam Vaticanam, manualis 1922 (era. 10 x l 5 ) . Editio in óm ­
nibus cum editione concordans, charta indica tenui et solida, cum characteribus magnis et.
perspicuis rubro et nigro impressis, accuratissima.
Sine tegumento: Libellae 28. — Apud exteros: libellae 40.
Contectum: 1) Linteo, cum titulo áureo, sectione rubra: Libellae 35. — Apud exteros: L i­
bellae 47.
2} Omnia ut supra, sectione vero aurata: Libellae 40. — Apud exteros: libellae 56.
5) Editio I Taurinensis, 1921, iuxta typicam, comraodissima, in paginis conficiendis com*
Dwditatis ratione habita, íere numquam lectorem ab una ad aliam paginara remittens, pag.
piteut cm. lix 2 3 Y ¿ , rabro-nigro impressae, cum lineis rubris in quadrum ductis, characte^bas nitidissimis apposite fusis, lectu valde idoneis.
Editio haec in duabus chartis diversis venit:
In charta indica subtili ac solida (Missal. religat. gramm. 600 pondo)
In charta a machiaa crassiore (Missal. religat. gramm. 1100 pondo).
Sir.' tegumento: Libellae 50. — Apud exteros: libellae 65.
...
1 ) Semi-pelle rabea ac tela eiusdem colorís in plañís, titulo ae cruce in plañís,,
íolus coloratis (vel infectis coloribus): Libellae 75. — Apud exteros: libellae 97,60.
2; Tota pelle rabea, foliis coloratis, titulo in dorso ac aurata cruce in plañís: Libellae 90.
" Apud exteros: libellae 117.
3) Tota pelle rabea, deauratis foliis, titulo in dorso ac aurata cruce in plañís: Libellae 100..
exteros: libellae 130.

A v e n i d a R e g i n a M a r g a r i d a , 174 - T U R l N (ita lia )

CO DEX

IITRIS C A N O N IC I

Pii X Pontificis Maximi iussu digestus, Benedicti Papae X V auctoritate promulgatus, praefatione E.ini Petri Oard. Gasparri et indice analytico-alphabetieo auctus.
1) Editio minuta in-1 8 (cm.9 i ^ X l 5 ) characteribus nitidis lectuque faciUimis, charta subtili
non translúcida.
Sine tegumento: Libellis Italicis: 7,50. — Apud exteros: Lib. 9.
Gum tegumento: 1) Linteo contectum cum titulo áureo in dorso: L ib . It. 12. — Apud ex­
teros: Lib. 13,50.
. -r.-,.
A J
4.
2) Pelle contectum dorso, áureo titulo in dorso, foliis intonsis: Lib. It. 14. — Apud exteros:
Lib. 15,50.
. . ^
A
3) Chagrín contectum dorso et angulis, cetera linteo, nervis m dorso distmctum ornamentís aureis et tessellis cum titulo et stemmate áureo foliis intonsis: Lib. It. 15.
Apud
exteros: Lib. 16,50.
2) Editio in-18 — ut supra — cum fon'tium annotatione.
Apud exteros: Lib. 12,50
Sine tegumento: Libellis Italicis:
10,50
Apud exteros: Lib. 17,—
Cum tegumento: 1) ut supra: Lib. Ital. 15,—
Apud exteros: Lib. 19,—
Cum tegumento: 2) ut supra: Lib. Ita l. 17,—
Apud
exteros: Lib. 20,—
Cum tegumento: 3) ut supra: Lib. Ita l. 18,—
^
. .
3) Editio Manualis in-12 (cm. 1 2 x 191/2) cliaracteribus paulo maionbus ac perspicuis,
cbarlíi subtili.
Apud exteros: Lib. 14,50
Sine tegumento: Libellis Italicis:
.11)50
Apud exteros: L ib . 20,50
Cum tegumento: 1) ut supra: Lib. Ita l. 17,50
Apud exteros; Lib. 22,50
Gum tegumento: 2) ut supra: Lib. Ita l. 19,50
Apud exteros: Lib. 23,50
Cum tegumento: 3) ut supra: L ib . Ita l. 20,50
4) Editio in-12 — ut supra — cum fontium annotatione.
Sine tegumento: Libellis Italicis:
16,50
Apud exteros: Lib. 20,
Cum tegumento: 1) ut supra: Lib . Ita l. 23,—
Apud exteros: Lib. 26,50
Cum tegumento: 2) ut supra: Lib. Ittil. 25,—
Apud exteros: Lib. 28,50
Cum tegumento: 3) ut supra: Lib. Ital. 27,50
Apud exteros: Lib. 31,—
5) Editio in-8 (0111.16/2x26), cum fontium annotatione charta crassiore, cliaracteribus
grnuiiiusculis.
Sine tegumento: 1) Libellis Italicis:
Cum tegumento: 2) ut supra: Lib. Ital.
Gum tegumento: 3) ut supra: Lib. Ital.

21,—
32,—
35,—

t -i. «rApud exteros: Lib. 25,
Apud exteros: Lib. 37,—
Apud exteros: Lib. 40,—

Litterae .universae-ad nos remittendae, hac signentur inscriptione quae nostram offlcinam aliarum caput, respicit;
__
,
^
SOCIETA EDITRICE INTERNAZIONALE. — Corso Regina Marghenta, 174.
TORDíO (9) (IT A L IA ).
Quomodo in diem deposcentibus obtemperabimus.

R e d a c c i ó n y A d m in is t r a c ió n : V i a C o t t o le n g o , 32 - T U R Í N .

Fecha
1923.06