BS_1916_04

Ficha

Título
BS_1916_04
Descripción
Boletín Salesiano. Julio - agosto 1916
extracted text
r

Julio-Agosto de 1916

AÑ O XXXI - N. 4

i p - ^ ---------------------------------------------- ^
,/

Boletín $ak$iaho
Q

(?

<? L )^ C ^

Turin — Via Gottolengo N.

S ;.M ARIO. L a Cooperación Salesiana - II
. . .
85
El Día de la Prensa C a t ó l i c a ...........................................88
El Cardenal C a g l i e r o ...........................................................89
Tesoro e s p i r i t u a l ......................................................................90
Vida del V en . Don B o s c o ..................................................... 91
D e NUESTRAS M i s i o n e s : Ix»s p ro d ig io s d e M aría

Auxiliadora en C hina
..................................................... g6
A los n i ñ o s ................................................................................99

52.

X)

E l C u l t o o e M a r í a A u x i l i a d o r a : Indulgencia pie-

n an a para el 24 de cada mes — L a Fiesta en el
Santuario de T u rin — G racias de M. A uxiliadora lo i
P o r e l m u n d o s a l e s i a n o : E l V II Congreso Inter­
nacional de los Cooperadores Salesianos — Noble
iniciativa del Superior de los Salesianos — H uésped
ilustre — Inauguración de la capilla funeraria de
D on R úa — Antiguos Alum nos — Noticias varias 106

La Cooperación Salesiana.
II.

Organización.
organización de los C o o p era­
dores Salesian os es muy sen­
cilla , y conviene que todos
la conozcan. H e aquí cómo la trazó
D. Bosco, y la conserva el pequeño
Reglam ento.
¡A

1° Todo individuo que haya cumplido los 16
años puede ser Cooperador, con tal que tenga la
firme voluntad de cumplir las reglas de la Asocia­
ción.
2® L a Asociación se pone humildemente bajo
la protección y benevolencia del Soberano Pontí­
fice, de los Sres. Obispos y de los Párrocos, de
quienes dependerá en absoluto, en todo lo que se
relacione con la religión.
3® E l Superior de la Congregación Salesiana es
a la vez el Superior de esta Asociación.
4® E l Director de cada casa de la Congr^adón
está autorizado para inscribir a los sodos, enyos
nombres, apellidos y domicilio, deberá transmi­
tir al Superior General para ser anotados y con­
servados en el registro general.
5® En las localidades donde no exista casa al­
guna de la Congregación, y donde los asedados
lleguen a diez, se nombrará un jefe con el nombre

de Decurión, prefiriéndose siempre un sacerdote,
y en su falta im seglar de conducta ejemplar. Este
se pondrá en relación con el Superior de la casa
más inmediata.
6® Todo Cooperador puede, según las dreunstandas que se presenten, exponer al Superior lo
que juzgue conveniente deberse tomar en con.''ideradón.

7® Trimestralmente, o más a menudo sí fuere
necesario, se publicará un boletín iniiireso, que
dará cuenta a los sodos de las cosas propuestas,
hechas o por hacer, y al fin del año se les comuni­
cará la nómina de las obras que se crea más con­
veniente promover en beneficio del prójimo. Se
partidparán al mismo tiempo las defunciones de
los sodos ocurridas durante el año, a fin de reco­
mendarlos a sus oradones.
8® E l día de la fiesta de S. Francisco de Sales y
de María Auxiliadora, cada Decurión reunirá a
sus. Cooperadores, para animarse recíprocamente
en la devodón hacía aquellos celestes protectores,
invocando su patrodnio a fin de perseverar en
las buenas obras emprendidas, según el espíritu
de la Asodacoón.

T a l fué la forma en que D . Bosco
organ izó en un principio la Pía Unión
de los Cooperadores. Com o se ve, es
un sencillo pero muy práctico sistem a
de vida activa cristiana, del cual pueden



servirse a m aravilla los señores O bispos
y Párrocos, en cuyo obsequio particu­
larm ente se ideó, para las obras so­
ciales de las diócesis y parroquias.
M ás tarde, y precisam ente el año de
1882, viendo que por la m isericordia
de D ios, los socios se m ultiplicaban, re­
solvió añadir algunos detalles, am ­
pliando aquellas bases, pero sin variar
en lo más mínimo el espíritu. Publicó
en consecuencia un nuevo librito, que
fué por algún tiem po el único Manual
del C o o p e ra d o r; en el añadía las N o r­
mas generales, que dirigen la vida del
cooperador en cuanto cooperador. N o s­
otros las trasladam os aquí com o do­
cumento y com o base.

86



persona para la aceptación, hablará de ello con el
Director, o a lo menos le en tr^ ará el nombre y
apellido para que lo inscriba en el registro local.
Piará lo mismo siempre que vénga a saber que al­
guno h a sido agregado por cualquier otra ^*ía.
9® Cuando se mandan en un solo paquete todos
los Boletines de la Decuria, cuidará de hacerlos
llegar solícitamente a destino.
10® Todos los años habrá por lo menos dos con­
ferencias : ima en la fiesta de 5 . Francisco de Sales
y otra en la de Marta Auxiliadora.
ir® Según las circunstancias, el Decurión podrá
anticipar o diferir dichas Conferencias, escogiendo
para ellas el tiempo y lugar más cómodos a los
Cooperadores y más provecliosos a su alma y a la
Asociación. T.a invitación se hará o con un a^•iso
desde el púlpito, o por medio de una cédula o por
aviso personal.
12® E l Decurión presidirá la reunión. Los
que han de desarrollarse serán: el sufragio de los
Cooperadores difuntos, las Misiones Salesianas, la
necesidad de educar bien la juventud, el método y
modo de enseñar el Catecismo, etc. o también, se
leerá im trozo de la vida de S. Francisco de Sales
1° I/5S Decuriones, según nuestro Reglamento
son jefes de diez o más Cooperadores y Coopera­ o de la Historia del Oratorio de S. Francisco de
Sales.
ras del lugar.
13® E n las Conferencias tendrá por mira el in­
2®Se ruega al Sr. Cura Párroco sea él el Decurión
formar a los socios en el celo por la Religión y las
de los Cooperadores de su Parroquia.
buenas costumbres, el sacrificio, la caridad, la
3* Si él no pudiese hacer esta obra de caridad,
dulzura, que son las virtudes características en
podrá rogar, aun a nombre del infrascrito, a un
que deben distinguirse los Salesianos y sus Coo­
buen sacerdote o a un buen seglar de su confianza,
peradores.
que le su])la, tomando el título de Vicedecurióu.
14® También podrá in\'itar a presidir las confe­
4° Si en xma parroquia se pueden constituir
varias decurias, el Sr. Cura Párroco será el Jefe o rencias a . una persona respetable constituida en
dignidad eclesiástica, o bien al director de mi ins­
Director, y no pudiéndolo, lo suplirá im sacerdote
tituto salesiano.
de su confianza, con el título de Vice-Director.
15® También corresponde al Decurión, anotar
lín las ciudades diocesanas, se suplica el Re\-mo.
en un registro especial los ofertas que en las con­
Prelado se digne nombrar lui miembro del Cabildo,
quien presidirá a todos los Decuriones }• Coopera­ ferencias o en cualquier ocasión hagan personas
caritativas para favorecer a las q b r^ salesianas
dores de la ciudad. — Donde exista una casa salesiana, el Director de ésta es también d Director y enviarlas al superior de Turín. Anotará la oca­
sión en que se lucieron dichas ofertas, y si han
de los Decuriones y Cooperadores del lugar.
sido privadas, mandará también el nombre del
5® Todo Decurión tendrá registrado nombre,
apellido, dirección de los Cooperadores de su De­ oferente.
Todo lo referente a la conferencia en lugares
curia. y se pondrá en relación con el Pbro. D. Juan
donde hay varios decurias, tocará al Director y
Bosco, Superior de la l^ia Asociación.
6® Cuando un Cooperador enfenuare, el \’icetle- en su ausencia, al Vice-Director.
16° A medida que aumenta el numero de los
curión al infonunrse, lo visitará caritativamente y
Cooperadores, el Jefe o su sustituto propondrá
le prestará tollos los auxilios, consejos y asistencia
al Superior algún celoso Cooperador, para nom­
que lo fueren posibles. E n caso de muerte invitará
brarlo fonnalniente Decurión.
a todos I0.S Cooperadores a rogar por él y dará
17® Tengan a bien el Decurión y el Jefe, presen­
aviso a la dirección de 1 urín, para que se inscriba
tar al Superior sus observaciones y las propuestas
en el catálogo de los Difuntos y se le apliquen todas
que juzgaren útiles para la buena marcha de la
los oraciones y sufragios que prescribe nuestro
obra.
Reglamento.
7 ®También es oficio del Decurión hacer conocer
la Wa Unón a las personas que tengan todos los
E stas N ortnas no eran sino una am ­
requisitos para ser inscritos en ella. (Aqm enumera
pliación
y explicación del Reglam ento,
los requisitos).
m
ientras
se preparaba un M atm al com­
8® Cuando hallare una persona dispuesta a
entrar en la Pía Unión, le tomará el nombre, ape­ pleto. E ste no lo pudo term inar D.
llido y dirección y los mandará a Turiu, para su
Bosco, debido a sus continuos viajes
agregación y el envío del Di^hma y del Boletín
y a las variadísim as ocupaciones que
Saksiar.o. Con todo, en los lugares donde haya
im Director, el Decurión, antes de proponer una
llenaron sus últim os años. Pero su di<rno
&

-

8 7

Sucesor, el venerado S r. D . Rúa, tomó
a pechos este asunto desde el principio
de su R ectorado, y a los pocos años,
después de no pocas reuniones con ce­
losos e inteligentes D irectores D io ce­
sanos, salió el M a n tial teórico-práctico
de los D ecuriones y D irectores de la P ía
Asociación de los Cooperadores Salesia?ios.
En él se confirm aron las anteriores N or­
mas, como directivas de la acción de los
Decuriones, y se com pletaron con otras,
dadas al D irector Diocesano, al Celador y
la Celadora y a los Comités Salesianos.
El D irector Diocesano es el centro
del movim iento salesiano de una dió­
cesis: presid e a los D ecuriones y C o n ­
directores o V iced irectores de la misma,
y se m antiene en continua relación con
el Superior, a quien presenta las obser­
vaciones y propuestas que cree nece­
sarias o convenientes para la buena
marcha de la A sociación.
El Condirector o Vicedirector es el
Jefe de los D ecuriones de los pueblos
y ciudades más im portantes de una
diócesis. E s elegid o por el Superior,
a propuesta del D irector D iocesano.
Hace en su pueblo o ciudad lo que el
D irector en la ciudad diocesana, y se
mantiene igualm ente en continua rela­
ción con el Superior.
E l Celador y la Celadora son € coo­
peradores celosos » que ayudan a los
D irectores y D ecuriones a d esarrollar
el program a que se les asigna, y pro­
mueven directam ente, y de d iversos
modos, la Cooperación Salesiana.
Un núcleo de celadores y celadoras
forma un Comité Salesiano, cuya utili­
dad práctica, al lado de un D irecto r
y en beneficio de la O b ra Salesiana
local o general, no sólo es visible, sino
que es preciosa y fructífera aun cuando
se com ponga de pocos m iem bros.


*



E stas son las líneas gen erales de la
O rganización de los C ooperad ores Salesianos.

-

Si nuestros lectores se han fijado,
no habrán dejado de advertir cómo
D . Bosco pone por centro de toda la
acción, al C ura Párroco, je fe nato y
director, por voluntad de D ios y de la
Iglesia, de todo el movimiento católico,
sea religioso o social. — Lejos de menoscobar la autoridad del Pastor y de
entrabar las obras parroquiales, la C o o ­
peración Salesiana es un excelente ins­
trum ento de misión y de trabajo;
« >•>

C abe aquí una observación im por­
tantísim a, y es que D . Bosco deseaba
una unión íntima entre el Superior
G en eral de la Pía Sociedad Salesiana
y todos los m iem bros de ésta; por vo­
luntad expresa de D. Bosco no so la­
mente los D ecuriones y C eladores, sino
todo C o o p erad or puede exponer libre­
m ente al Sup erior G eneral cuanto estim e
conveniente para el increm ento de la
A sociación.
E l R eglam ento determ ina claram ente
las relaciones entre los cooperadores
y sus jefes locales, y las determ inan
tam bién, si bien se observa, las Normas arriba citadas. E stos deben inte­
resarse por ellos, pueden y deben apro­
vecharse de su trabajo, pero también
deben favorecer su relación con el Su­
perior G eneral.
Igualm ente los Inspectores Salesianos,
que ejerciendo autoridad sobre las casas
Salesianas de una provincia y a veces
de una vasta región, en sus frecuentes
viajes se ponen frecuentem ente en con­
tacto con los Cooperadores Salesianos,
tienen el derecho y el deber de asis­
tirlos, dirigirlos y facilitar sus relacio­
nes con el Sup erior G eneral.
A quien considere el ideal que D .
Bosco se formó sobre sus Cooperadores^
le parecerá esto la cosa más natural
del mundo. D o s fueron los m otivos que
principalm ente le impulsaron a fundar­
lo s : I® m ultiplicar, organizándolos, el



88

-

numero de las personas activas, deci­
C uanto más íntima sea la unión de
didas a trabajar en bien del prójimo, los miem bros de la P ía ’ Unión a su
en especial de la juven tud, y 20 inte­ Centro, que es el Sup erior General,
resarlas directam ente en sus propias tanto m ayor será su fuerza.
obras. Por este doble objeto, o sea, de
Por ser ésta la prim era norma direc­
ensanche de actividad benéfica y de tiva de nuestra organización, hemos que­
directo apoyo a la O b ra Salesiana, rido recordársela a los C elad ores, D e­
quiso que ellos se propagaran y que curiones, D irecto res y a los mismos
desarrollaran su program a de acción en Señores Inspectores Salesianos, quizá
su propia residencia, ciudad o aldea, y al haciéndonos pesados y molestos. Pero
mismo tiempo tuvieran fija la vista y la im portancia misma del asunto lo
el corazón en el C entro de la entera requería.
familia, que es cabalm ente el Superior
f Continnará).
G eneral. Sucede aquí en pequeño lo
qué sucede en grand e en la Iglesia,
de quien la Pía Sociedad es una rama:
los cristianos de todas las diócesis y
de todas las parroquias trabajan de di­
versos modos en sus propios lugares,
pero sin perder nunca de vista el C en ­
tro de la Iglesia general, que es la
S an ta Sede, con el Sumo Pontífice a la
Tarde, porque tarde han llegado a
cabeza.
nuestras enanos e l « A/ani/iesto de la
E sta unidad de dirección, .esta ho­
m ogeneidad de vida, es la causa prin­ Ju7ita N acional de la Buena Prensa >
cipal, o por m ejor decir, única, de que y los demás documentos, debido sin duda
el Boletín Salesiano, en sus diversas a l entorpecimiento que los set'vicios de
lenguas, se publique en Turín, donde correos internacionales sufren en este
reside el Superior G eneral de la Pía
tiem po; publicam os nuestra adhesión ab­
Sociedad. Bien sabía D . Bosco los in­
soluta, entusiasta a l establecimiento del
convenientes a que la publicación se
exponía y los sacrificios a que daría D ía de la Prensa C atólica. Con muy
lugar; mas todo lo pospuso a la uni­ buen acuerdo se ha fija d o p ara todos
d ad de miras y de dirección. E scri­ los años e l 2g de ju n io , festiv id a d de
biéndose y publicándose el órgano de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, día
la A sociación bajo la m irada del S u ­
de la F e, d el celo Apostólico, del amor
perior G eneral y de su Consejo; más
a Cristo y a su Santa Iglesia, del sa­
aún. recibiendo de él los impulsos, si
no en detalle, sí en sus líneas generales, crificio, del m artirio.
Hacemos nuestros todos los votos y
hay una seguridad moral de no desviar.
Esta unidad es ley universal; a ella está todas las resoluciones de los Señores
atenido cuanto tiene orden y concierto:
Obispos y la Junta Central, y rogamos
en el sistem a planetario hay un centro
a nuestros lectores y Cooperadores se
de gravitación adonde converge todo
asocien con generosidad a f o 7'nm r el
movimiento y de donde irradia todo
Tesoro N acional de la Buena Prensa.
impulso y toda energía; en el cuerpo
humano hay un corazón o un cerebro
que hace lo p ropio; en todo ejército
hay un caudillo suprem o.

ElDíadela PieDia[alólita.

-

El Cardenal Cagliero

Eiiiflsiasiiio de la Pataoonia por su Cardenal.
De Viedma nos escribe el P. Manachino:
La noticia de la elevación de S. Emcia. el Car­
denal Cagliero fué recibida con delirante entu­
siasmo en toda la Patagonia, a la cual el Purpu­
rado perteneció de un modo especial desde 1885
a 1904.
Apenas el telégrafo comunicó lacónicamente el 7
de diciembre « Cagliero Cardenal», las campanas
del majestuoso templo de Viedma, la banda, de
música, la sirena de la tipografía de Flores del
Campo, la difimdieron por toda la capital del Río
X ^ o , donde a su E m da. se le recuerda con ad­
miración profunda, con ardentísimo afecto.
En un abrir y cerrar de ojos, empezó a verse el
patio lleno de gente: eran exalumnos: médicos,
abogados militares, obreros, comerciantes, que
venían a felicitar al superior de la Misión. De to­
dos les labios brotaban estas expresiones : « ¡Bién!
¡Mons. Cagliero merecía la Púrpura! ¡Ha trabajado
tanto! iha hecho tanto bien! ¡Es un verdadero
Hijo de D. Bosco! »
Los superiores del Instituto, no queriendo ceder
en amor a nadie, le dedicaron al nuevo Cardenal
la distribución de premios y la exposición; y el P.
Pedemonte, Inspector de las Misiones, inritaba
desde el pulpito el día de la Purísima, a todos los
habitantes de Viedma a elevar un himno de gra­
titud al cielo y especiales oraciones, segi'm la
intención del Sumo Pontífice y del Cardenal
Salesiano, anunciando al propio tiempo cjue, en
atención a las fatigas y sacrificios del Cardenal,
con el nuevo año, de 1916, empezaría a funcionar
en los locales del Colegio Salesiano una Escuela
Nortfial Popular en la cual los hijos del pueblo, tan
amados por S. Em cia. podrían continuar su edu­
cación intelectual y moral.
También el trisemario Flores del Campo salía el
9 de diciembre en edición extraprdinaria de lujo,
dedicada a S. Em cia. con este epígrafe:
t A l Emmo. Cardenal Dr. D. Juan Cagliero, Gloria
del Episcopado Católico, Astro luminoso de la Pía
Sociedad Salesiano, Jefe y adalid de los misioneros
de D. Bosco, Apóstol de la Patagonia... *.
Los Ex-alumnos, no contentos con esto, organi­
zaron
demostración popular que se verificó
el 25 de diciembre, imponente, numerosfeitna. Fué
un día inoE-idable, y es imposible formarse una

89 idea del acontecimiento; se necesitaba haberlo
presenciado.
Entre los discursos pronunciados, snbresalió el
el del Dr. Crespo. Puso de relieve cómo, a jwsar
de las comodidades extraordinarias que la civiliza­
ción ha traído para viajar en estas regiones, quien
emprende im viaje al Sur, lo piensa antes bien.
«Imaginémonos lo que esto era 30 años hace, con­
templemos la inmensidad desierta, sin más medio
de transporte que la muía y el caballo, sin víveres,
sin agua, sin dónde repararse de los huracanes es­
pantosos, de los abrasadores rayos del sol y ten­
dremos una idea, sólo una idea del hombre qvie con
frente serena, con la sonrisa en los labios afrontó
todas estas incomodidades, unidas a mil penas
morales, sin más ambición que la cumplir, i)or
amor de Dios, su misión de Apóstol...#.
Los sacerdotes Salesianos Misioneros, en su
mayoría alumnos del Cardenal en el Apostolado,
hoy encanecidos ya, y próximos a ir a recibir la
corona de los que han legítimamente combatido, se
reunieron en Bahía Blanca para los Santos Ejer­
cicios Espirituales y enriaron mía carta a S. San­
tidad, por conducto del lutcmimcio, Mons. Locatelli, gran admirador de la Obra Salesiana, para
agradecerle la distinción dada a su Jefe. Dice así:
C olegio d e D. Bosco, Bahía Blanca, Enero 22 de igi6 .

Beatísimo Padre:
Los Sacerdotes Salesianos, Misioneros de la Paiagonia, recogidos en número de 42 en Ejercicios
Espirituales, después de haber dirigido su mente
y su corazón al Divino Maestro y de purificarse con
su Sacratísima Sangre, dirigen su corazón, su mente,
su altna entera, al Vicario de Jesucristo, al Sucesor
de S. Pedro.
Vuestro nombre dulcísimo, oh Hcatisimo Padre,
resuena cottu> una melodía inspiradora en nuestros
labios y en nuestra corazón. Vuestra paterna bondad
nos comueve profundamente. De ella habéis querido
damos una nueva prueba elevando a la Sagrada Púr­
pura al Card. Cagliero, ángel tutelar de este Vicariato
Apostólico, donde trabajó y sufrió desde 1885 a 1904,
y donde su memoria vive y la bendicen todos los co­
razones:
Permitid, Beatísimo Padre, que no sólo en nues­
tro nombre, sino en el de todos los fieles que evange­
lizamos, de todos los Cooperadores y Cooperadoras,
Exalumnos y alumnos confiados a nuestros cuidado.
Os demos dás más rendidas gracias.
Vuestra grande figura, Beatísimo Padre, la te­
nemos siempre presente, y trabajamos, sufrimos, y si
es preciso, moriremos para sostener y defender la
Sede Apostólica, como Tíos lo enseñó con la palabra,
la pluma y el ejemplo nuestro Vble. Padre D. Bosco.
Las palabras que con ya moribunda voz pronun­
ció nuestro Vble. Fundador en su lecho de agonía:
t Doquiera vayan, procuren los Salesianos soste-



ner la autoridad del Soberano Pontífice e insinuar
e inculcar respeto, obediencia y filial amor a la
Iglesia y a su Jefe »; las llevamos grabadas profun­
damente en el corazón, y con la gracia de Dios nos
mantendremos fieles a ellas hasta el último respiro.
Con estos sentimientos, Beatísimo Padre, al
paso que Os besamos humildemente el Pie, implo­
ramos sobre nosotros, sobre nuestros bienhechores y
amigos, la Bendición Apostólica.
Siguen las firmas.

h [eDlro Aiiiénca
Donde S. ISmcia. residió como Delegado Apostó­
lico de 1908 a 1915, ha sido también inmenso el
júbilo. A la vista tenemos muchos periódicos, que
no podemos ni siquiera extractar por falta de es­
pacio.
lín S. José de Costarrica, barrio y parroquia de
S. Prancisco de Paula, han colocado sus admira­
dores una lápida con esta inscripción:
Para perpetuar la memoria — Del Cardenal Juan
Cagliero — de la Congregación Salesiana — primer
Delegado Apostólico en C. A. — insigne benefactor
de esta iglesia — donde ejerció el Sagrado ministerio
durante tres años — La junta edificadora y el ve­
cindario — agradecidos y jubilosos — E l año del
Señor M CM X V .
Y en efecto S. Emcia. predicaba mucho y pasaba
largas horas en dicha iglesia oyendo a los peni­
tentes en el tribunal de la penitencia, y como
dijo D. Eladio Prado, en su magnífico discurso
cuando se inauguró la lápida,* levantó el culto, mo­
vió el celo, cultivó la piedad, despertó la devoción,
avivó la fe; esta iglesia es testigo de ello... a ma­
nera de santuario, venían aquí fieles de todas par­
tes, atraídas por el celoso Pastor: parecía un lugar
de peregrinación, y es p>or(|ue sabían que aquí
encontrarían al misionero con su sencillez nutrida
(le afabilidad y el corazón henchido de la genero­
sidad más aiu])lia >.

Las Hijas He María üDXiliaHora.
El ilustre Purpurado fué el piriiuer Director Ivspíritual del Instituto de las H. H. de María Au­
xiliadora. 1,0 nombró D. Bosco mismo, Venerable
l’undador de ellas como de los Salesianos. No es
extraño, piares, que su elevación haya sido cele­
brada en sus casas, como un acontechuiento de
familia. I.as más afortunadas fueron las de las
cinco Ci\sas de Roma, que pudieron presenciar
muchas de las ceremonias, presentarle sus res­
petos a nombre de todo el Instituto y recibir sus
visitas y bendiciones.
La j^rimera manifestación la recibióS. Emcia. en

9 0



la Casa Inspectorial de la Via Marghera, adonde
habían ido por razón del Consistorio la Rvma.
Madre Catalina Daghero, Superiora General, con
otras Madres del Capítulo Supremo. 580 alumnas
saludaron a S. Emo. al entusiasta grito de ¡Vita
nuestro Cardenal! » E l salón de actos estaba ador­
nado con las banderas de las cinco repúblicas de
Centro América.
E l 30 de enero le dieron otras manifestación
de amor y adhesión las 500 álumnas del instituto
de la Sagrada Familia.
E l 6 de febrero les llegó su tum o a las del ins­
tituto del Transtíber. Más de 700 personas lle­
naban el hermoso salón Pío X . Además de las nu­
merosas hijas del pueblo había un escogido grupo
de eclesiásticos y seglares, bienhechores del insti­
tuto.
También las Alumnas y Oratorianas del Orfa­
nato de Jesús Nazareno en el Testaccáo le mani­
festaron su admiración y le obsequiraon con ca­
riño filial.
E n todas partes S. Emcia., con amor de hijo
cariñosísimo, ha cantado las glorias de D. Bosco,
atribuyendo a él, después de Dios, todo el bien que
ha hecho y los obsequios que recibe, y manifes­
tando su grande alegría al ver tantas y tan densas
columnas de jóvenes marchando par las sendas de
la virtud bajo la dirección de las H ijas de María
Auxiliadora, siguiendo las enseñanzas y los deseos
del Vble. D. Bosco.

T E S O R O E S P IR IT U a t.
L os Cooperadores Salesianos que confesados
y comulgados, visiten devotam ente una iglesia
o capilla piiblica, o si viven en com unidad, la
propia capilla, y nieguen según la intención
del Sum o Pontífice, pueden ganar las siguientes
indulgencias plenarias:
JoHo. — El I®, La Preciosísima Sangre de N. S. J. C.;
2, Visitación de María Snia.
Agosto. — El I I , Asunción de M. Sma; 16, S. Roque.
Septiembre. — El 8, Natividad de la Sma. Virgen;
14, Exaltación de la Santa Cruz; 15, Los Siete
Dolores de María Sma.; 29, S. Miguel Arcángel.
Octubre. — El 7, «fiesta del Smo. Rosario; 12, Ma­
ternidad; 16, La Pureza de la Sma. Virgen.
Además, pueden ganar otros tres cada nies:
I® un día de libre elección, que bien puede ser el
Primer Viernes; 2® el dia del Ejercicio de la Buena
Muerte; 3* el de la conferencia mensual.



9 1



VIDA DEL VEN. DON BOSCO
C A P IT U L O V .

La virtud puesta a prueba.
Algunas semanas después de la primera Co­
munión de Juan, tu^-ieron lugar en Buttigliera de
Asti los ejercicios espirituales en preparación al
Jubileo concedido por S. S León X II en 1826.
Juan iba pimtualmente a las instrucciones, con
otras personas de su caserío.
Una tarde volvía a su casa con \ui grupo de per­
sonas, entre las cuales estaba el nuevo capellán
de la aldea de Murialdo, Don Calosso, sacerdote
de eminente piedad, doctor en Teología, que acaba
de renunciar ima parroquia importante. A pesar
de su avanzada edad, hacía todos los días un largo
camino a pie, para asistir a la Misión.
Pronto le llamó la atención aquel niño de peqrreña estatura, de cabellos espesos y crespos, que,
desnuda la cabeza, caminaba en silencio con gran
recogimiento, y entablaron diálogo.
— ¿De dónde eres, hijo nuo?
— De Becclii.
— ¿Has venido tal vez a la Misión?
— Sí, señor Cura, vengo a asistir a las instruc­
ciones.
— ¡Mucho comprenderás!... Un sermón de tu
mamá te aprovecharía más.
—• N o deja mi mamá de hacérmelos; pero rae
gusta tanto oír los de los Misioneros! y me parece
comprenderlos.
— ¿Has comprendido algo?
— Todo, señor Cura.
— Si me dices cuatro palabras del sermón de
esta mañana, te regalo un real; aquí lo tienes.
— ¿Qué quiere V. (jue le diga, la primera o la
segrmda instrucción?
— Como quieras, con tal que me digas algo.
¿De qué trató en la primera?
— E l predicador habló de la necesidad de darse
temprano a Dios y no diferir la conversión.
— ¿ Y cómo desaxrollló este pensamiento? —
dijo el anciano ya admirado.
— ¿Quiere V. que le diga la primera, la segimda
o la tercera parte?
— Como quieras.
Y sin más ni más, el niño se pone a repetir toda
la instrucción, expone el exordio, y desarrolla los
tres puntos, a saber: quien difiere la conversión
se expone a que le falte el tiempo, o la gracia, o la
voluntad.
E l buen sacerdote, asombrado, lo dejó hablar
por media hora. Entre tanto, la mayor parte de
la caravana se había agrupado al rededor del ellos.
Todos conocían la prodigiosa memoria del Juan
V querían ver la impresión que en el nuevo capellán
producía.
Cuando el niño hubo terminado, dájole el sacer­
dote:

— ¿Y de la segunda recuerdos algo?
— ¿Quiere V. que se la repita?
— No, bastan dos palabras.
— Lo que más me ha impresionado, es In des­
cripción del encuentro del ahna del condenado
con su cuerpo, al sonido de la trompeta del juicio,
en el momento en que se reúnan para ser juzgados
y el horror que experimentará el alma a la vista
de aejuel cuerpo repugnante q\ie le sirvió de ins­
trumento de iniquidad.
Y se pone a repetir el diálogo entre el alma y el
cuerpo, tal cual lo había diclio el predicador.
E l venerando eclesiástico pasaba de sor^)resa en
sorpresa, y al fin le dijo con los ojos humedecidos
de lágrimas:
— ¿Cómo te llamas? ¿qué hacen tus padres?
¿vas a la escuela?
— Me hamo Juan Bosco; mi padre murió
cuando yo era muy niño; mi madre es viuda y so­
mos cinco en casa. Y o he aprendido a leer y escribo
algo.
— ¿No has comenzado el Dotiato? (i).
— No sé lo que es eso.
— ¿Te gustaría estudiar?
— ¡Mucho, mucho!
— ¿Y quien te lo impide?
— Mi hermano Antonio.
— ¿Y por qué?
— Dice que es tiempo perdido, y quiere que
trabaje en el campo. ¡Oh! si yo pudiera estu­
diar!
— ¿Para qué quieres estudiar?
— Para ser sacerdote.
— ¿Y para qué quieres ser sacerdote?
— Para instruir a los niños; ¡liay tantos que son
buenos, pero c¡ue se hacen malos porque no hay
quien se ocupe con ellos!
— Este lenguaje resuelto y elevado en un niño
de pocos años hacía profunda im])resión en el
sacerdote, que no le quitaba los ojos de encima.
A l il^ a r a la bifurcación del camino le pre­
guntó si sabía a^nidar a Misa.
— Algo, contestó el niño.
— Pues bien, ven mañana a verme, que tengo
que decirte una cosa.
Y se separaron. A l día siguiente Juan acudió
puntualmente a la cita y ayudó a Misa al buen sa­
cerdote. Este lo introdujo en su casa, y sentán­
dose a su escritorio le dijo:
— Quiero escribir el sermón que predicó ayer
el Misionero. ¿Quieres dictármelo?
— E s muy fácil. Pero... no sé las palabras ita­
lianas.
— N o importa: habla como puedas.
Juan le dictó el sermón todo entero desde el exor­
dio hasta la peroración, haciéndole admirar una
(i) O sea la Gram ática latina. Donato fué para Italia
lo qu e para España Xebrija.

vez más su extraordinaria memoria (i). A l ter­
minar le dijo:
— Pierde cuidado; yo pensaré en ti y en tus es­
tudios. Díle a tu mamá que venga a verme contigo
el domingo y lo arreglaremos todo.
Puede suponerse la alegría de Margarita. E l do­
mingo se presentó con Juan a D. Calosso, quien
le dijo de siibito:
— ¿Sabe V. que su hijo es un prodigio de me­
moria? H ay que liacerlo estudiar.
— ¡Ya lo quisiera yo! ¡Pero hay tantas difi­
cultades! H ay otros dos hermanos; éste es el me­
nor; el mayor se opone a que estudie y me volvería
la casa al revés, si lo hiciera.
— No importa, dijo serenamente el santo sa­
cerdote, to<lo se arreglará. Haced lo que podáis;
pero este niño tiene que estudiar; esta es la volun­
tad de Dios.
— Sí, señor Cura, yo haré cuanto pueda para
cumplir este deseo que es también el mío.
Se convino en que D. Calosso mismo daría
todos los días una clasecita a Juan y que el resto
del tiempo lo consagrara a la labor del campo,
para no contrariar a Antonio. Pero éste, apenas
lo supo, montó en cólera, y sólo se calmó cuando
le aseguraron que las clases no comenzarían hasta
después del verano, cuando hubieran pasado las
faenas del campo.
Llegó el otoño, y Margarita no se atrevía a man­
darle el niño a D. Calosso. Este sufría, y un día que
encontró a Juan, le dijo.
— ¿ Y por qué no vienes? ¿Y tu mamá qué
hace ?
— [Oh Señor Cura! siempre hay dificultades.
Mi hermano no quiere.
— Quiera o no, tú debes comenzar. T ú vendrás
mañana y comenzaremos.
Juan se puso enteramente en manos del sacer­
dote. Y viéndose amado y comprendido, no tuvo
secretos para él. D. Calosso a su vez quedó enter­
necido de tanta confianza e inocencia
De la dirección de este eminente sacerdote quedó
Juan Bosco profundamente impresionado y agra­
decido. He aquí los términos con que declara en
sus Memorias las ventajas que de ella le derivaron;
« Filé entonces cuando comprendí cuánta im­
portancia tiene para un alma el tener por guía un
amigo fiel: esto me había fallado hasta entonces.
Entre otras costxs me prohibió una penitencia tpie
yo hacía hasta entonces y que no correspondía
a mi edad y condición; me estimuló a la frecuencia
de la Confesión y Comunión y me enseñó el modo
de hacer cada día un poco de meditación, o por
mejor decir, una lectura espiritual. Ix>s días de
fiesta, me queiiaba con él todo el tiempo que podía.
Ix» deiuiis días iba. siempre que fuera posible, a
a\'udnrle la misa. A partir de entonces, comencé
a gustar la vida espiritual; hasta allí había llevado
j*o una \nda material, obnuido maquinalmcnte,
sin darme aieiita de las cosas...».
A mediados de octubre comenzó la gramática
italiana y en Navidad la latina, que aprendió muv
(i) Y a sacerdote. D. Bosoo repitió muchas veces este
term ón, qu e recordó hasta los últim os dias de su vida.

92



pronto. Por Pascua, podía y a traducir alguna co­
sita del latín al italiano y del itaüano al latín.
— A este paso, le decía complacido su venerando
maestro, pronto vas a saber cuanto se puede apren­
der.
Parecía que el niño predestinado había llegado
al colmo de sus deseos. Antonio lo dejaba en paz.
Pero al venir la primavera, éste comenzó de nuevo
a murmurar. E l se mataba trabajando, mientras
« Juan hacía el señorito ». Trababa acres discu­
siones con Margarita, quien para vivir en paz or­
denó que Juan fuera m uy de mañana a la clase y
empleara todo el día trabajando en el campo.
Pero ¿cómo hallar tiempo para estudiar y ha­
cer los trabajos? — Una volimtad resuelta en­
cuentra siempre los medios para llegar a su fin.
Durante el camino, a la ida y a la Amelta, estudiaba;
en llegando a casa, tomaba en mía mano el azadón
y en la otra el libro, y se dirigía al campo. Llegados
atjuí, echaba una mirada de compasión sobre su
libro y lo colocaba sobre una planta o un mogote
y se ponía al trabajo. Pero al llegar la merienda, él
se apartaba, y su libro en una mano y el trozo de
pan en la otra, estudiaba y comía. E n cuanto a las
tareas y temas, hacíalos durante la comida y la
cena y en algunas horas robadas al sueño.
A pesar de tanta buena volimtad y tanto tra­
bajo, Antonio no estaba contento y repetía una
y mil veces que había que acabar con esas clases.
— ¿De qué sirve tanto latín en casa ? ¡Al trabajo!
¡al trabajo!
Y a podía decir y repetir Mamá Margarita que
el trabajo de Juan no era necesario para que los
campos estuvieran bien cultivados, que él hacía
ya más de lo que debía y podía. Bien podía verse
también cuánto trabajaba y se atareaba ella
misma en las sementeras, el cultivo, la siega, la reco­
lección... añadía que sacrificaría su dote para com­
pensar el trabajo que parecía dejar de hacer Juan.
¡Tiempo y trabajo perdidos! Se llegó a una escena
penosa, que D. Bosco refiere en estos términos:
f Un día Antonio se dirigió a mamá y a mi her­
mano José en tono de mandato y Ies dijo:
— H ay que acabar de una vez; yo no quiero
ver más esa gramática; yo he llegado a ser grande
y robusto sin tocar jamás esos Übros.
Entonces, bajo el dolor y la indignación que
estas palabras me causaron, le dije, lo que nunca
hubiera debido decirle:
— Tienes razón. Nuestro burro es más robusto
que tú 3' tampoco ha ido a la escuela. ¿Quieres
parecértcle tú?
A esta salida, montó Antonio en furor, y yo tuve
que encomendarme a mis piernas, que por fortuna
me servían mu3' bien, para escapar a una tunda
que me hubiera molido ».
A l volver el inváemo, terminan las faenas del
campo, Juan reanuda sus estudios con D. Calosso.
Mas no duró sino una semana. L a prudente Mar­
garita cedió a las continuas quejas de Antonio, que
llamaba a Juan el señoriio, el doctor en yerba. E l
niño sufría y lloraba, pero lo soportaba todo con
paciencia. I^a misteriosa voz del sueño s^ u ía re­
sonando sus oídos: ...«¡Hazte humilde, fuerte y
robusto! *



93

En efecto, otras humillaciones le aguardaban,
y si por un lado debían arraigarlo en la humildad,
por otro debían contribuir a fortificarlo física­
mente.
Tenía 13 años escasos, cuando, en febrero de
1828, tuvo que abandonar la casa paterna. Lle­
vaba a espaldas un atadito de ropa y algunos libros
piadosos que le regalara D. Calosso. E l aire era
inclemente, la nieve cubría la tierra; todo esto no
era propicio para disminuir su aflicción. De casa no
debía esperar ningún socorro; Antonio se lo había
prohibido formalmente a Margarita. Juanito salió
de su casa buscando trabajo para poder vivir.
Margarita misma había tenido que tomar esta
resolución en presencia de la enemiga de Antonio,
que se hacía más insoportable cada día. Nos pa­
rece que y a otra vez lo había mandado a Serra.
a casa de unos amigos de infancia, pero viendo que
por ser tan pequeño, no prestaba ninguna utilidad
a los huéspedes, temiendo serles gravosa, lo había
retirado.


Las madres se estimaban afortunadas de con­
fiarle sus hijos cuando tenían que alejarse de casa
o no los po^'an acompañar a la iglesia ellos mis­
mas. Por su parte, Juan, al paso que prodigaba
sonrisas y muestras de amistad a sus camaradas,
mostrábase m uy reser\'ado con las niñas.
Como los domingos iba a Moncuco para las fun­
ciones religiosas, pronto tuvo por amigos u toilos
los chicos de la vecindad. Idegó a obtener pusieran
a su disposición la sala de la escuela; y los días de
fiesta, este humilde criadito de un humilde cortijo,
reunía allí un gran número de niños. Estos, des­
pués de la Misa Mayor, se quedaban con él en la
iglesia y hacían solemnemente el Via Cnicis. —
E l Sr. Cura lloraba de consuelo al ver este flore­
cimiento de la piedad entre sus parroquianos pe­
queños.
Así inauguró Juan Bosco los Salones de Con­
ferencias.
Mas no hay que creer que era lodo agua de ro­
sas. Es verdad que nuestro Venerable llama este

A s ie n to d e l B a u tis m o d e D . B o s c o en e l R e g is tro de C a s te ln u o v o

Esta vez. J uan se dirigió a Moriondo, pueblo de
1500 habitantes, distante media hora de Castel­
nuovo, a unos conocidos. Estos escucliaron con inte­
rés stis cuitas, pero no lo aceptaron en su casa.
Una esperanza le quedaba: ir más allá; golpear a
la puerta de la familia Moglia, en Moncucco. El
dueño de casa estaba con toda la familia en la éra,
y preparaban los mimbres para atar las vides.
— Amiguito mío. estamos en in\*iemo, y los
que tienen criados, los despachan; nosotros no los
tomamos nunca antes de la Anunciación. Resíg­
nate y vuélvete a tu casa.
Juan prorrumpió en llanto. Sus lágrimas toca­
ron el corazón de los buenos campesinos, y le
recibieron.
En esa casa se manejó lo mismo que en Becchi.
Su afabilidad le ganó bien pronto el corazón de los
niños. En los días nevosos, cuando no hay nada
que hacer en los campos, los domingos, y fiestas,
reuníalos en el pajar, disponíalos en semicírculo,
y subiéndose en im montón de heno, les daba una
lección de catecismo o les repetía el sermón oído
en la iglesia, o les contaba un hecho edificante.
Otras veces, rezaban el Rosario o las Letanías de
la Virgen, o cantaban alguna alabanza sagrada.
— En la bella estación, estas reuniones las tenían
a la sombra de las moreras.

período el más hermoso de su vida — no dejaba
de tener su gran poesía eso de correr el mundo
solo, soHto, para ganarse el pan, — frecuentemente
hacía alusiones a él; y sin embargo eludía dar de­
talles cuando le tocaban ese punto. En sus Memo­
rias nada dice; una sola vez liizo esta declaración:
« A partir de esta éi>oca, apenas me despertaba
comenzaba inmediatamente a ocuparme en algo,
y este algo lo ¡)roseguía hasta el momento de
irme a la cama ».
Pero a su silencio lian suplido las declaraciones
de la familia Moglia, de los vecinos, del Cura de
Moncucco, D. Francisco Martina. De ellos hemos
sabido cuanto acabamos de decir. Y añaden que
jamás \*ieron en él nada pueril; jamás ninguna
de esas ligerezas propias de la edad; jamás se apro­
pió de nada ajeno, ni siquiera de una fruta; jamás
obseiv'aron en él «na mirada o un ademán menos
reservado. S u conducta era desde entonces la de
un hombre maduro, lleno de cordura.
— Era bien diferente de los demás niños, dicen
los Moglia; nos daba lección a todos!
Un día de verano, volvía a casa el viejo José
Moglia, con el azadón al hombro y bañado de su­
dor. Era medio d ía.' Oíase el toque del Angelus;
pero él no pensaba en rezarlo, cansado como es­
taba; jadeante se echó sobre un banco y descansó



94

un instante, cuanto vió en el tope de la escalera a
Juan, que igualmente fatigado había entrado poco
antes, rezando devotamente. .
— [Míralo! míralo! dijo el anciano riendo, nos­
otros los viejos nos reventamos de la mañana a
la tarde para ganar el pan, y él tan tranquilo re­
zando sin dársele nada.
Juan terminó su oración sin interrumpirla, y
luego, bajando, le respondió.
— V. ha podido ver si me he ahorrado en el tra­
bajo; pero con todo esto, es evidente que más he
ganado yo rezando que V. trabajando. Si V. reza,
por dos granos que siembre, le nacerán cuatro espi­
gas; si no reza, sembrará cuatro granos y le nacerán
dos malas espigas. Rece V. también, y en vez de dos
espigas, cogerá cuatro. ¿Qué le costaba a V. dejar
un momento el azadón y saludar a la Virgen? H a­
bría V. ganado tantos méritos como yo.
E l buen señor respondió:
— No está mal. ¡Un rapazuelo, dáirdome lec­
ciones! Y con todo, veo que no podría sentanne a
la mesa sin rezar mi Angelus. — Y desde ese día
no dejó nunca de rezarlo.
líl hijo de este mismo caballero tomó un día coiif>igo a Juan para plantar cuatro hileras de vides.
Juan estaba curvado hasta el suelo para atarlas
con mimbres. Fatigado de tan incómoda postura,
pidió un momento de descanso diciendo que le do­
lían la espalda y las rodillas.
— Sigue, sigue, le dijo el otro. Si no quieres
que te duelan las costillas cuando viejo, hay que
resignarse cuando niño.
Juan continuó en silencio en su trabajo, y mi­
nutos después dijo:
— Ve V. estas vides que ato ahora; pues le digo
que darán racimos mejores, producirán vino mejor
y más abmidante y durarán más que todas las
otras.
listas palabras se realizaron al pie de la letra
en cuanto a la cantidad, cualidad y dxiración;
todo el resto del viñedo fué renovado varias veces,
y las vides de Juan, con admiración de todos du­
raron y prosperaron desde 1828 hasta 1890 (i).
Pero la sed de estudiar era inextinguible en Juan
y no se \Hslumbraba medio alguno de satisfacerla.
Consigo tenía sus libros de religión y gramática
que D. Calosso le había dado, y no perdía ocasióu
de repasarlos y hojearlos.
I '11 día el dueño le preguntó porqué amaba tanto
los Ubres.
— Porque debo ser sacerdote.
— ¡Tñ sacerdote! — replicaban a coro los de la
familia ante esta afirmación mil veces repetida.
¿No sabes que para estudiar, se necesitarán nueve
o diez mil francos? ¿Dóndelos vas a pescartu? ¡Va­
mos, vamos! añadían golpeándole amigablemente
los hombros, si tñ no Uegas a ser Don Bosco, se­
rás siquiera Don Bocc (2).
(1) D . Bosco gunrdó el más du lce recuerdo de este
fenómeno, hasta la edad más avanzad». C id a vez qu e
venia a visitarlo algún m iem bro d e la fam ilia M oglia, le
pedia noticias de la vifía, y como sabía qu e Ies daba
contento, les m anifestaba el deseo de que le trajeran
algunos racimos.
(a) El
es el título qu e en Italia se da a los sacer­
dotes; equ ivale al Moséii de los Aragoneses. — E n la

— ¡Lo veréis! lo veréis! les replicaba Juan.
Por este tiempo brilló una fugitiva esperanza.
En septiembre del 1828, había ido a \'isitax a la
familia, el hermano de José Moglia, que era sa­
cerdote y maestro. Quedó asombrado y entusirsmado de las cuaUdades del criadito y se ofreció
a darle una hora de clase cada día. Juan aceptó
con gratitud, pero no pudo aprovechar gran cosa,
porque el eclesiástico no permaneció en casa sino
unas semanas, precisamente cuando más urgían
las faenas del campo.
Fué una nueva desilusión, pero no le impidió
ensayar de nuevo en el otoño siguiente, 1829.
E l Sr. Cura de Bloncucco, testigo atento de
cuanto Juan hacía y decía, se ofreció también a
darle clase. La familia Moglia le dió penniso de
aceptar este ofrecimiento. Pero siendo la distancia
de cuatro quilómetros, raros los días libres, y en
éstos non pudiendo ausentarse más de tres horas,
también este ensayo quedó infructuoso.
Pero a fines de diciémbre de este año, 1S29, brilló
de nuevo la esperanza: una mañana acababa de
sacar al campo el rebaño, y se encuentra de manos
a boca con su tío filiguel Occhiena, hermano de
Margarita.
— ¡Y bien! le dice éste ¿aquello va adelante?
— ¡Oh no! yo ansio estudiar; ¡pasan los años!
y siempre lo mismo!
— Vamos, no te quemes la sangre. Y o cumpliré
mi deber. Encierra los animales, vete a casa y düe
a Margarita que me espere.
Juan obedeció. Sus patronos quedaron sorpren­
didos de este encierro prematuro del ganado; pero
aceptaron sus razones, dejándole partir y deseán­
dole llegara a sacerdote según sus deseos.
Alejóse de aquella casa hospitalaria todo emo­
cionado, y de cxiaudo en cuando se volvía para’sa­
ludar a sus amigos y bienhechores, que desde las
puertas y ventanas lo miraban, con lágrimas de
admiración y ternura. No se habían imaginado
hasta entonces cuánto lo querían.
En el camino solitario que le llevaba a Becchi,
pensaba en la solución que el asunto iba a tomar.
¡Por fin se cumplirían sus anlielos! ¡por fin podría
segiiir su vocación!... Por lo demás, sin saberlo,
había ya avanzado en la carrera. Dios lo había ya
ejercitado en la dirección de los Patronatos y Ora­
torios festivos; le había hecho recorrer diversas
etapas de la condición del trabajador: labrador,
jardinero, pastor, viñatero, agricultor, sirviente...
y esto para infundir en su corazón un afecto parti­
cular a la Agricultura, j Benditas sean las disposi­
ciones de la Pro\-idencia Divina!
Radiante de alegría llegó a la casa paterna: pero
Margarita lo reprendió x-ivamente por haber dejado
la casa Moglia y le mandó volver inmediatamente.
Desconcertado vaciló, pero habiendo descubierto
en los ojos de tan amante madre un pensamiento
secreto, se retiró a esconderse tras una cerca, es­
perando a que llegara su tío. — Margarita había
procedido así para que Antonio no la creyese cóm­
plice de Juan.
Jerga de Castelnuovo, S o ce significa tarambana, cabeza
de chorlito.

-

95



y sin palabra. E ste lo reconoció y le echó una mi­
rada tan conmovedora, que lo llenó de dolor;
quería hablar y no podía; tomó entonces una lla\-e
de debajo de la almohada y se la entregó diciéudole por señas, que no se la diera a nadie y que to­
mara cuanto había en el cofre. Juan guardó la
llave y prodigó al enfermo los más afectuosos c\iidados. Tras dos días de agonía, el buen sacerdote
devolvía su alma al Creador, a la edad de 75 años.
Era el 4 de noviembre de 1830.
Con su muerte, morían las esperanzas de Juan.
Varios de los que habían a}mdado a asistir al ciifenno, le decían: « La llave es la del cofre; el di­
nero que guarda es tuyo; tómatelo. Otros em­
pero. le decían que no habiéndoselo legado ix)r
acto notarial, no podía en coircenda retenerlo.
E l niño reflexionó un momento y exclamó:
— No, no quiero ir al infierno por un jwco de
dinero; no quiero ni mirarlo ».
Todos admiraron tal desinterés, y varios le de­
cían que la voluntad del difunto era bien clara,
que sus palabras expresas cuando gozaba de
plena salud, el ansia con que lo había mandado
llamar, el haberle dado la llave y los ademanes
expresivos con que había acompañado la entrega,
no podían declarar más claramente su voluntad.
Entre tanto vino el heredero de D. Calosso con
otros parientes, y buscaban ansiosamente la llave.
Juan se la presentó. Abrieron el cofre. Había seis
mil pesetas.
— Respeto la voluntad de mi tío, dijo el here­
dero; toma lo que quieras.
Juan titubeó un instante. Era evndente la vo­
luntad del difunto; el heredero le autorizaba a
tomar el dinero.
— Pero no, exclamó, no quiero nada; prefiero
el cielo a todas las riquezas del mundo.
E n sus Memorias consignó el hecho ed estos tér­
minos: « Llegaron los heredores de D. Calosso y
yo les entregué la llave y todo lo demsís ».
Esta muerte fué un verdadero de.sastre para el
niño. Pasaban los días y nos cesaba de llorar. Vino
a aumentar su dolor el fúnebre doblar de las cam­
panas, que se dilataba de parroquia en parroquia
por la muerte de Su Santidad Pío VII, acaecida
el 30 del mismo mes de noviembre. Su postración
era tanta, que Margarita comenzó a temer jwr su
salud, y lo mandó a casa de su abuelo en Capriglio.
Mas no le dejó sin luz y consuelo la Divina Pro\'idencía. Ix-emos en sus Memorias; « En este
tiempo tuve un sueño durante el cual se me repren­
dió severamente por haber puesto mi esperanza en
los hombres y no en la bondad del Padre Celes­
tial ».
E l recuerdo de D. Calosso quedó prof^dam ente
grabado en d corazón. De él dejó escrito, con ese
sentimiento de gratitud, que fué siempre su \-irtud
favorita:
< He rogado siempre, y mientras viva, rogaré
todos los dfas por este mi insigne bienhechor *.
(i) M ás tarde este buen sacerdote decía a siis a m ig o s:
{Coníinuar<í).
• ¡C uánto m e pesa no haber condescendido a los deseos

Miguel mantuvo su palabra. Antonio se man­
tuvo en prudente silencio. Juan, que permanecía
en su escondrijo fué llamado, y todo quedó ar­
reglado. Miguel y Margarita se trasladan a Castelnuevo y suplican al Sr. Cura se digne dar dos o tres
boras semanales de clase a Juan. Pero él se ex­
cusa con sus numerosas ocupaciones, y les acon­
seja dirigirse al de Buttigliera, que podría satis­
facer sus deseos. Pero éste alega los mismos mo­
tivos ( i ).
Entonces vuelve a intervenir el excelente D.
Calosso. N o había olvidado a su pequeño alumno
en qmen había reconocido una verdadera voca­
ción sacerdotal, que no quería se perdiera. Lo llamó
y se hizo narrar todo cuanto había pasado desde
que no se veían, y la terquedad de Antonio.
— Juanito mío, tú has puesto en mí tu con­
fianza y por mi parte no ha de quedar defraudada;
deja a tu hermano y ven a mi casa, seré para tí im
padre afectuoso.
E l niño vohúó a su casa y comunicó el generoso
ofrecimiento. «Margarita y Miguel se alegraron so­
manera », dice D. Bosco en sus Memorias, y agrega:
«D. Calosso era para m í el ángel de Dios. Y o le
quería más que a mi padre, rogaba a Dios por él y le
prestaba cuantos servicios podía. E ra para mí rm
verdadero placer someterme por él a algún trabajo
humilde o penoso, y con gusto hubiera dado mi
^•ida por él. Con él adelantaba en un día más que
pudiera en una semana en mi casa. A su vez; el
hombre de Dios me tomó tal afición, que frecuen­
temente me decía;
— No te afanes por tu porvenir: yo te ayudaré
con todos los medios que estén a mi alcance; mien­
tras -v-iva, nada te faltará, y cuando muera, tam ­
poco nada te faltará o.
Antonio no dejaba en paz a su hermanito. Todas
las tardes lo llenaba de insolencias y burlas. Infonnado de esto D. Calosso, le dijo:
— Toma tu ropita y vente a mi casa. Y o no
te abandonaré.
Margarita tuvo la pena de volver a verlo partir,
j>ero como no había otra solución, se resignó. Y a
no temiendo esperanza de arrancar su consenti­
miento a Antonio, y queriendo a todo trance complir la voluntad de Dios sobre su hijo, aunque fuera
sacrificando su patrimonio, decidió repartir los
bienes. No faltaron las dificultades, especial­
mente por la menor edad de José y Juan; pero
aconsejándose con su hermana María Ana, pudo
l^ a r a la repartición sin di\-idir los corazones.
Mas otra gra\usima desgracia complicaba de
nuevo las cosas.
Una mañada de noviembre, D. Calosso había
mandado a Juan a hacer un recado a su casa; éste
acababa de ll^ a r cuando le avisan que se rnielva en el acto. É l sacerdote había sufrido un ataque
ap)Oplético y quería hablarle cuanto antes. Juan
voló a su lado y halló a su bienhechor en cama

de Juan! ¡S i hubiera sabido lo qu e iba a lle ga r a se r !»
A lo q u e un d ia contestó un interlocutor aU eTidillo:
« Por esto, señor, como dice e l refrán : h zz bien m ien­
tras puedas >. (N. d . R.).

D E J N ÍU E S T R A S

CIM A
Los prodigios de María Auxiliadora.
Macao, 20 de ju n io de 1915.

Amadísimo Padre Albera:
lie m p o hacía que deseáf'araos reunir a nues­
tros Cooperadores para cam biar ideas; pero no
se presentaba ninguna ocasión favorable.
Por este m otivo tampoco la devoción a María
Santísim a Auxiliadora había salido de la oscu­
ridad de nuestra capilla, casi exclusivam ente
destinada a los alumnos.
Pero vino el mes de María, y tuvim os una
buena inspiración: la de predicar todo el mes,
y alm r las puertas al público, dándole toda la
comodidad posiljle, así en el horario de las fimciones como en lo restante.
L a primiera tarde no había sino tres personas,
pero fueron aumentando de tal modo, que eii
breve no sólo ocupaban todos los sitios que
dejaban vacíos nuestros alumnos, apretíindose
gradualmente, sino que más de la m itad de
éstos tuvieron que retirarse a la sacristía y a los
coros para dar puesto a la gente.
Los últimos días, no sólo era inujonente el
gentío, sino que estaba lleno de entusiasmo.
K ra conveniente preparar una clausura digna
Muchos de los que habían oido hablar de la
Archicofradía de María Auxiliadora y de la
Pía Union de los Coo^xíradores Salesianos, nos
rogaban las estableciéramos y que comenzá­
ramos pronto las conferencias Salesianas.
A su deseo se realizó el mismo día de María
Auxiliadora. Después de las funciones — que
resultaron hermosísimas — el Rvm o. Mons.
de Costa Xuñez. Vicario General, dió la con­
ferencia. con profundo conocimiento de D. Bosco
y admiración por su Obra. Rsta ha sido la ])rimera conferencia salesiana en la China. A l final
do ella, exclamaban unánimente los o\-entes:
(De veras que no teníamos idea de D.
Bosco y de su Obra: no nos imaginábamos fuera
tan im iwrtante y tan bella. Por esto, nosotros
abrazaremos con toda el alma una obra tan bende­
cida de Dios, (írotegida por María Santísima,

M I

510M

E S

y que nos dará ocasión de hacer un gran bien
al prójimo!
— (No dejaremos de ayudarla con todas nues­
tras fuerzas!
N o pasó el entusiasmo con la fiesta. E n los
días sucesivos vinieron muchas personas rogán­
donos los adm itiéram os entre los Cooperadores
Salesianos, que tan elevados fines se proponen.
— A sí el primer Centenario de la Fiesta revistió
una im portancia particular en la China.
S e is a lu m n o s r e c ib e n e l B a u tis m o — H is ­
to r ia de a lg u n o s de e llo s — A p o s to la d o
d e u n a n iñ a y su r e c o m p e n s a .
Una circunstancia anadio belleza a nuestra
fiesta, y fué el bautismo solemne de seis alum­
nos. Convenientemente preparados, recibieron
las aguas saludables la vigilia, y el día de la
fiesta, su primera comunión. Algunos de ellos
tienen una historia edificante.
Uno es un niuchaclio listísimo, llamado Lei
Hon Juan Bautista, y me lo cedió el padre en su
lecho de muerte. — E l año pasado me encon­
traba un d ía en una de las residencias de la
Misión, cuando llega una pobre niña y me dice:
— Padre, por fin te encuentro. jHe dado
tantas vueltas buscándote! Debo pedirte un
favor.
— Di.
Ven a mi casa. Mi padre se está muriendo;
pero es pagano, y no quiere convertirse... Y al
decir esto, rompió a llorar. L a animé, la exhorté
a confiar en Dios.
— Ven, Padre, ven; tu palabra le tocará el co­
razón.
¿Cuánto tiempo hace que eres cristiana?
— Muy pequefiita me entregaron 'a las reli­
giosas de Macao; ellas me bautizaron y me edu­
caron en la Santa ReHgión de Cristo. Todavía
VIVO en el convento. Pero habiendo sabido que
mi padre estaba moribundo, la Superiora me
mandó a asistirlo. ¡Ah! Padre! durante todo el
mes de m ayo no he hecho sino pedir a la Vir<^en
su conversión. Cada día se muestra m ás obsti­
nado. Pera cada día crece mi fe de que Jesús
me concederá la gracia por intercesión de la
Virgen.

-

97

Mientras hablaba la niña, se velaban de lá­
grimas sus ojitos.
Inmediatamente m e puse en camino. A las
tres horas llegamos al pueblo. L a niña me in­
trodujo en la pobre casita y entró en el cuarto
del padre, dejándome en una salita, separada
de aquél par una pared m u y delgada.
E l hombre, al oír que rm sacerdote católico
estaba en su casa, prorrumpió en invectivas con­
tra la Rehgión, contra los sacerdotes, contra mí,
contra la niña que me había llamado.
Salió la niña llorando y m e dijo:
— Padre, ten paciencia, te he hecho ca­
minar inútilmente. M i padre no te quiere recibir.
— No te aflijas, entraré lo mismo.
— Te insultará.
— ¿ Y qué?
Y sin más, me entré en la alcoba. E l amigo
se volvió contra la pared y se tapó la cabeza con
las mantas. L o saludé y no me contestó. Me
acerqué a la cama, y con suavidad intenté des­
cubrirle la cara, diciéndole:
— Am igo ¿cómo estás?
— A ti no te im porta, respondió.
— Sí, amigo mío, me im porta muchísimo,
y he venido expresamente para hacerte una
\nsita y hacerte algún bien?
— ¿Bien a mí? ¿ Y no ves que todo se acabó
ya para mí?
— Pues por eso vengo; para ayudarte a con­
quistar una felicidad eterna.
Y m e puse a hablarle de la otra vida. Un
momento después, me dijo:
N o te canses, es inútil: so y sordo.
— ¡Bien, pues! Y a que tú no quieres escu­
charme, le hablaré a esta pared, que será más
dócil y cortés.
Y le v o lv í la espalda y me puse a hablar
contra la pared, de los juicios de Dios, de las
penas que aguardan a los que cierran los oídos
a la gracia.
Algunos minutos después, el pobre hombre
me interrumpió, pero con m ás blandura:
_ Padre, es inútil que te incomodes por mí.
Y o soy pobre y no tengo nada que darte. Tenía
esta hija, y no pudiéndola mantener, tu ve que
cedérsela a las rehgiosas de Macao y la han hecha
cristiana. Tengo tod avía un hijo de diez años
que para poder vivir, guarda vacas. Si tú quie­
res hacer algo por mí, tóm ate este niño y edú­
calo; que en cuanto a mí, te lo repito, nada tienes
que hacer.
_ Acepto de m u y buen grado el cuidado
dei mño, lo educaré y le haré aprender un arte.
¿E stás contento?
— Sí, me gusta.
_Pero hagamos también algo por tí.
_Commigo nada h a y que hacer, nada, te lo
repito!



— ¿Cómo que nada? Pero veo que tienes sed.
P edí una taza de agua caliente — y en las
casas chinas no falta nunca — disolví uno de
los cubitos de caldo concentrado que suelo re­
galar a los enfermos, preparé dos tacitas; l>ehí
ana para quitarle toda sospecha, y le di la
otra. Luego le regalé media docena de cubitos
para cuando, sintiera necesidad. Desjnics le
dije:
— Y ahora hay que pensar en el alma: por­
que mira, tú morirás, pero el alm a no morirá,
y yo quiero enseñarte el modo de hacerla eter­
namente feliz.
E l pobre me dejó hablar y escachó conmo\ndo
sin fingirse sordo. A poco me interrumpió di­
ciendo:
— Padre, ahora comprendo que quien viene
de tan lejos y no pretende nada de mí, sino que
m ás bien está dispuesto a ayudarme, no tiene
interés ninguno en engañarme y así creeré
cuanto me digas. Pero me siento m uy cansado:
déjame descansar y luego te escucharé de buena
gana.
_;
Dando gracias a Dios y a la Virgen, me retiré,
recomendándole meditara en lo que le había
dicho.
A l salir, vin o a mi encuentro la chiquilla,
radiante de esperanza, y le d i una m edalla de
M aría Auxiliadora para que se la pusiera al
cuello a su padre; le recomendé siguiera orando;
le enseñé bien el modo de bautizar; le advertí
de que en caso de peligro procurara obtener el
asentimiento a las principales verdades de
de nuestra santa fe, y le administrara el B au ­
tismo, y me retiré prometiéndole volver al día
siguiente.
Y volví; pero a m itad del camino me encuen­
tro con la niña que, entre la sonrisa de la satis­
facción por el triunfo y con el dolor de la per­
dida. me anunció la muerte de su padre, como
cristiano.
Poco después de mi partida, él mismo había
])edido a su hija que lo instniyera; le había
hecho muchas preguntas para conocer bien la
verdad, y por fin, pedido el Bautismo. L a niña
quería esperarm e; pero viendo que el m al
avanzaba, le propuso las principales verdades
de nuestra Santa Religión pidiéndole un arto
de fe; le sugirió el de contrición y lo bautizó
con su mano tem blorosa. Su piedad y feiv'or le
habían merecido la gracia de engendrar para el
cielo al autor de sus días.
L a niña añadió que había vivido tod avía al­
gunas horas y que parecía transformado; le
había pasado la agitación, y calmo, sereno, tran­
quilo, aguardaba la muerte y sentía particular
com placencia en oír hablar de Cristo Nuestro
Señor y en repetir jaculatorias.
— Murió esta madrugada, añadió. Por c-sto
* *

-

prefiero que vengas para la sepultura, que deseo
sea m añana temprano.
Volvím e, avisé a todos los cristianos de los
alrededores, y como se tratab a de un pueblo com­
pletam ente pagano, procuré dar la m ayor so­
lemnidad posible.
Consolé a la huerfanita y de \Tielta para Macao, me traje al hermanito, el cual ha correspon­
dido m uy bien a nuestros desvelos. E n pocos
meses estudió toda la D octrina y esperaba an­
siosamente la fiesta de la Virgen para recibir el
Bautismo. Da Virgen lo ha eschuchado, llenan­
do de consuelo a la hermanita, que tan to ha
hecho por su padre y por él.
L a h is t o r ia de o tr o s d o s n iñ o s — P r u e b a s
y v ic t o r ia s — « N o p u ed o ni q u ie ro c o n ­
s e n tir » — H e ro ís m o p re m ia d o .
Dos de los recién bautizados son hijos de una
fam ilia distinguidísima, que perdió sti for­
tuna en la giterra ruso-japonesa. N o pudiendo
mantener su numerosa prole, el padre pidió dos
puestos en el orfanato, que nos apresuramos a
conceder. L os dos niños, conocedores de la
nobleza de su sangre, no se desdeñaron de apren­
der un oficio como los demás, y aunque paganos
y criados con bastante regalo, se sometieron en
el acto de todo en todo a la vid a de comunidad,
incluso las prácticas religiosas; m ás aún, pi­
dieron ellos mismos ser instm ídos en la Religión
y fueron de los más constantes y aplicados.
Querían que los' bautizáram os el primiero de
enero ; pero no creyéndolo nosotros pntdente,
lo sintieron mucho, pero sin disminuir ni su fer­
vor ni su buena voluntad.
Pero tenían que sostener, más que una prueba,
una verdadera lucha, lucha heroica y digna de
ser conocida. Llegaron las vacaciones. ¿Cómo
portarse entre tantas sui>ersticiones como hay en
la familia? L a buena voluntad los hace agudos:
cada vez que ven a la madre y a la familia
preparar las \-iandas para los sacrificios, se
escabullen bonitam ente de la casa. Llega la
hora solemne, toila la fam ilia debe hallarse pre­
sente, se busca a los colegiales y no los hallan en
ninguna parte. Como todo está preparado, la
ceremonia se lleva a cabo igualmente.
Calculando cuándo ha terminado la ceremonia,
\-uel\-en a casa, no sin temor, pero preparados
a todo.
Cae sobre ellos una lluvia de regaños y de­
nuestos ; pero ellos la reciben en silencio, firmes
en su propósito de sufrirlo todo antes que ofender
a Dios, a quien han resuelto adorar. L a estra­
tagem a tiene suceso una, dos y hasta tres veces.
Pero llega la ceremonia en que toda la familia
debe hallarse presénte, so pena de alguna
gra\’e desgracia: el padre llam a a los dos des­

9 8

-

obedientes, los encierra en un cuarto y confía
su guarda a uno de los hijos mayores. E l asunto
es serio. L lega la hora solemne; todos deben
postrarse ante las tabillas de los antepasados y
adorar (i). jY aquí viene el heroísmo! L os dos
niños rehúsan adorar. L a ira de toda la familia
descarga sobre ellos. N o basta; el padre toma
tma actitud en extremo severa, y cogiendo por
el brazo al m ayor, lo arrodilla y lo postra \-iolentamente. E l menorcito se retira en un rincón
y se cubre la cara con las manos. E l padre lo
coge. E l se resiste. Aquél, enfurecido exclama:
— ¿Conque tú desprecias mi autoridad? ¿con­
que desprecias a nuestros antepasados?
— No, papacito, no; responde; yo no te
desprecio: y tú bi n sabes cuánto te quiero y te
respeto: cada día ruego por tí al Señor del Cielo.
— ¿Por qué, pues, no tributas el debido
honor a nuestros antepasados ? ¿ n o temes
atraer sobre nosotros sus maldiciones?
— No, papá, responde el pequeño teólogo,
las bendiciones y la fortuna dependen del Se­
ñor del Cielo ¿ y cómo se pueden esperar si le
ofendemos?
Algo se calmó el padye, y le dijo:
— T u hermanito, que está en el mismo co­
legio, h a consentido a m i voluntad ¿por qué
no has de hacer tú lo mismo?
— ¡Oh papá! él no h a consentido; y si lo ha
hecho, no era su intención y sabrá reparar su
falta. Y o no consentiré jamás.
E l m ayorcito rompió entonces en llanto, di­
ciendo: No, no he consentido ». — N i el padre
ni la fam ilia insistieron más.
E sta escena me la contó el padre mismo bas­
tante tiempo, después, cuando tras ima larga
serie de tratos, me otorgó un documento legal,
dejando a sus hijos com pleta lil>ertad en asuntos
de religión y prometiendo no retirarlos de nues­
tra casa hasta terminada completamente su
educación.
(i) Los dioses pen.ites o <loiiiésttcos qu e adoran los
chinos, colocados en armnrius abiertos ante la puerta
principal, difieren según los sitios, funciones y gustos per­
sonales. Pero en todas las casas chinas se encuentran
los dibses de la cocina y ías lahUUas d e los antepasados.
E l dios de la cocina, qu e en origen debió de ser un dios
del fuego, d a cuenta anualm ente al Señor de! cielo, según
creen los chinos, de la conducta de la gente confiada a
su s cuidados y vigilancia.
L as tablillas fu n e r a r ia s , a qu e la relación del Misio­
nero alude, tienen generalm ente 20 centímetros de largo
por 10 d e ancho; las inscripciones qu e contienen, indican
la dinastía reinante, el nom bre y cualidades del difunto
y las dos letras sacram entales de los chinos chen-wei.
mansión d el alm a, porque a las tablillas se adhiere el
alm a cu y o nombre llevan. L as tablillas son negras, las
letras doradas. L as colocan en aparadores, por orden de
nacim iento, en forma d e árbol geneaUSgico.
O frendas. L es ofrecen alim entos: arroz, carne, vino,
alcohol, te, añadiendo incienso, areca, betel, procuran­
do acom odarse al ofrecer estos presentes, a los gustos
qu e el difunto manifestó en vida.
Com o se v e, hay en todas estas prácticas un fondo
de sui>erstición y hasta de idolatria.
N. d. R.


Pasó así otro año entero; llegó la fiesta de
María A uxiliadora y ni aun entonces creimos
oportvmo acceder a los ardientes anhelos de los
dos neófitos. ¡Pobrecitos! jNo hallaban paz!
— ¿ Y si morimos? decía muchas veces el pequeñito.
— ¡E stad tranquños! E n caso de peligro, os
bautizaré... y ... si muriereis sin Bautismo, os
bastaría su deseo.
Se calmaban por un tiempo. Y renacían los
temores.
A mediados del u. p. abril, cuando comenzaba
la preparación de los bautizandos, les pregunté
si seriamente deseaban el Bautismo.
— ¡Oh Padre! ¿y nos lo preguntas?
— ¿Pero si papá se opone?
— ¡Dios ante todo, Padre!
— ¿Pero si esto os impone duros sacrificios?
— ¡Dios ante todo! ¡A todo estam os dis­
puestos!
— ¿ Y si papá y m am á os desheredan, os
abandonan?
Una gruesa lágrim a rodó por sus mejillas.
Callaron im momento; y el m ás pequeño dijo
con resolución;
— ¡Pues...! la Virgen nos ayudará.
Y el m ayorcito añadió:
— E n tal caso, rogaríamos al Señor Director
que nos hiciera de papá.
Estas palabras m e conmo\neron. L es puse
la mano sobre la cabeza y les dije:
— Todo está arreglado. Preparaos, pues. Os
queda un mes solo. Dios os bendice; la Virgen
os protege.
Los chiquillos salieron saltando de contento
y fué edificante su preparación; se les veía el
feiTor en el cumplimiento de sus deberes y el
recogimiento .en la oración.
Xo puedo describir su regocijo al saber que
se anticipaba un día el Bautismo y que podrían
recibir al día siguiente la Santísim a Eucaristía.
Como hombres provectos en las vías del espí­
ritu, pasaron el triduo de retiro espiritual y ya
en la \rigilia veíase que la gracia del Señor los
inundaba. Desde el 24 de m ayo hasta hoy no
han dejado un d ía de recibir al Celestial Hués­
ped! ¡E l les conser\*e tan to fervor!
Tam poco carece de interés la vid a de los
otros tres bautizados; m as no quiero abusar de
su paciencia, y termino, amado Padre.
Con estos consuelos que, cual rocío refrige­
rante, nos m anda el Señor de vez en cuando; en
especial cuando después de m uchos sufrimien­
tos y trabajos despunta alguna florecilla como
éstas en este terreno espinoso y difícil, nos sen­
timos suficientemente compensados de los sa­
crificios que debemos sostener en nuestra de­
licada misión.
Sí, ¡salvar los niños! E ste será siempre nuestro
i

99



grito, y con ta l de lograrlo, no retrocederemos
ante ningún obstáculo. ¡Tengan nuestros be­
neméritos Cooperadores la caridad de sostener­
nos con sus oraciones y limosnas!
Y concluyo, amado Padre, pidiéndole \ma
bendición especial para todos nuestros Cooi>cradores en la China, para los nuevos cristianos
y para todos nosotros, sus hijos sumisos y aman­
tes.
De V . R.
Afnto. hijo in Corde Jesu,

Luis

V

e r s ig l ia

M is. Sal.

n

L O S

n i n o s .

Para vosotros, amados tim ignilos, ha
traducido d el inglés e l P . F ierro un
m agnifico libro del P . Rickaby: D e Niño
a hombre. E s 7uuy hermoso y muy ba­
rato. Pedidlo como regalo a vuestros
padres, como p 7'emio a vuestros maestros,
y citando deseéis hacer un obsequio a un
amigo, regaladle e l D e Niño a hombre.
L eed un capitulo cada dia durante tres
meses y veréis cuánto aprovecháis. A h i
va un capituto para iiwestra.

GRATITUD
Dicen que hay en el Africa una tribu salvaje
en cuya lengua no existe una palabra equixHtlente a las nuestras agradecer, dar gracias.
Citando a estos salvajes se les hace algún regalo,
responden a lo sumo en estos términos: « Esto
me servirá, esto' me será útil ».
A nosotros nos extraña mucho este fenómeno,
porque la carencia del vocablo deja suponer la
falla del sentimiento. Y la gratitud es un senti­
miento tan hermoso y tan noble, que constituye
una de las mejores señales de bueno y elevado
corazón. Una persona muy conocedora de los
niños y muy práctica en asuntos de vida juvenil,
decía una vez: *' Y o no he visto nwxca a un ingrato
hacer una cosa buena *.
E n general los niños no son ingratos. Pero
suelen agradecer tan solo los beneficios, que re­
ciben personal, individualmente, y no los co­
lectivos, los que se hacen a toda su clase, como
serian la instrucción y educación de la escuela;
d d mismo modo qtu suelen enfadarse mucho
más por una reprensión personal, que por una
dada a toda la clase.

^

o °OooO

8

®0oooo° W

®oooo°®

8

«"f

°eoO

®

E L CU LTO

de María Saxiliadora
N6s leaemos ta pertaisl6a de qoe, eo las TicIsUudei dolorosat de tos (lempos
que atravesamos, no nos quedan más consuelos que los del Cielo, y entre estos,
la poderosa protección de la Virfcn bendita, qoe iud en todo (ienpo el Aniillo
de los Cristianos.
Pio x.

/fea?

iDilDipflíia plenatia para el 24 de cada Dies
S. S. Pío X , de g . m., con R escripto
de 24 de enero de 1906 concedió a
todos los fieles cristianos que tomam
parte al piadoso ejercicio del 24 de cada
ines en fwnor de M aría A u xilia d o ra
en las iglesias y oratorios públicos de
Is Pía Socied ad Salesiana, el privilegio
de la Indulsfencia Plenaria. — A h ora
S. S. Benedicto X V , en R escripto de
24 de M arzo de 19 14 , ha extendido,
por siete años, este privilegio a todas
las iglesias y O ratorios públicos en
donde esté erigid a la A rchicofradia de
los devotos de M a A a A u xilia d ora .
Con el fin de extender este privile­
gio al m ayor número posible de cris­
tianos, roofamos a los Sres. Párrocos
y R ectores que erijan dicha A so cia ­
ción en sus iglesias, para lo cual se
debe:
1° Presentar los Estatutos de la A s o ­
ciación ál O rdinario para obtener el
decreto de erección canónica: — nos­
otros los mandarem os gratuitam ente;
2° com unicar la erección al R ector
M ayor de los Salesianos para la agre­
gación a la A rchicofradia, acto me­
diante el cual se comunican todas las
indulgencias y privilegios.
>C3 E X

L

La Fiesta ep el Sanlvatlo de fu i.
No menos grandiosa y bella que en los triun­
fales días de la coronación, ha sido este año la
fiesta de nuestra Excelsa Madre y Patrona. Inau­
gurado solemnemente el mes el 24 de abril jxir
S. E. el Sr. Pinardi, Obispo Auxiliar de la Arcliidiócesis, diariamente han ido armientaudo la con­
currencia, el ferx'or, el entusiasmo. Los oradores
del mes. Rdos. Gallo y Mitté, Salesianos, han sa­
bido cumplir dignamente su cometido.

indulgencia plenaria
M ies quoties, in perpeiuum.
Su Santidad Benedicto X V , que no pierde
ocasión de manifestar a los humildes hijos de
D. Bosco su augusta benevolencia, ha dado
una prueba de su gran corazón, concediendo
un nuevo y grande p rivilegio a la Basílica
turinesa, cual es una Indulgencia plenaria seme­
jante a la de la Porciúncula. Para colm o de
delicadeza, el Padre Santo lo com unicaba.a
nuestro Rvm o. R ector M ayor, por medio de
un autógrafo. He aquí los <locumentos.
Súplica del P. Albora

Beatísimo P a d re :
Prosttado a vuestros Pies, que humildemente
besa, e l Sacerdote Pablo Albera, Rector Mayor
de la P ía Sociedad Salesiana, respetuosamente
expone a Vuestra Santidad;
que en vista d el incremento que cada día
toma la devoción a la Virgen Santísima bajo
e l título de M aría A uxiliadora, difundida en
todo e l mundo;
que e l 24 de mayo, una muchedumbre in­
mensa de devotos, venidos de todas partes de
Ita lia y aún del extranjero, visita la Basílica



102

edificada por e l V . D . Basco, tan numerosos
que llenan los grandes patios y la plaza adya­
centes;
que para hacer más fervorosa y fructuosa
la devoción a María Auxiliadora, contribuiría
mucho, según e l parecer de no pocas personas,
una Indulgencia Plenaria toties 'quoties, otor­
gada a todo e l que visite su Basílica de Valdocco e l día de la fiesta;
e l infrascrito suplica a Vuestra Santidad se
digne conceder este fa v o r a la Basílica de
M aría Auxiliadora, con la promesa de que se
rogará siempre según las intenciones de Vuestra
Santidad
E l humilde suplicante
P a b l o A l b e r a , Pbro.
T urin, 3 de M ayo de 1916.

Respuesta de Su Santidad.

Para m anifestar la viva confianza
que tenemos en la intercesión de M aría
A u xilia d ora , N os es muy satisfactorio
acceder a la instancia del R ector M ayor
de la Congregación Salesiana de Don
Bosco, y concedemos que todos los fieles
que visiten la B asílica de Valdocco en
Turin, e l 2¿j. de mayo, puedan ganar
toties quoties la Indulgencia Plenaria
en la form a acostumbrada, y que dicha
Indulgencia sea aplicable a los difuntos.
Contrariis quibuscumque minime obstantibiis.
Del Vatic.nio, 13 de m ayo de 1916.

B E N E D I C T U S P. P. X V .
E l piávilegio es insijiiie, y los fieles sabrán
agradecerlo y aprovecharlo.
L a Indulgencia se gana desde las primeras
vísperas, o sea desde el 23 por la tarde, hasta
la medianoche del 24. cada vez que se visite
la iglesia, rezando según las intenciones de Su
Santidad.
Roguem os, reguem os mucho según las in*
tenciones del Sum o Pontífice. Unidos con él,
estam os unitlos con Jesucristo.
¡Hendiga María Auxiliadora a nuestro San­
tísim o Padre Benedicto X V , corone sus nobi­
lísimos esfuerzos para obtener la paz de las
naciones, haga que el Jefe Suprem o de la
Iglesia, el V icario de Jesucristo, ocupe aun en
la Sociedad civil, el puesto que a su altísima
dignidad y a su misión universal corresponde!



El Em.mo Card. Caglíero.
Por expresa voluntad del Soberano Pontífice,
ha venido a presidir nuestras fiestas nuestro Emi­
nentísimo Hermano el Card. Cagliero.
Su Eminencia salió de Roma el día 13, y des­
pués de haber visitado al Emmo. Card. Maffi,
Arzobispo de Pisa, al Exmo. Sr. Marenco,, Salesiano, Obispo de Massa-Carrara, y a los Salesianos
de Especia y San Pier d'Arena, U ^ó a Tuiín el
sábado 20 a las 7,55 de la tarde.
Selecta y numerosa concurrencia le esperaba
en los andenes internos de la estación, haciendo
corona a los Señores Obispos Cástrale y Pinardi y
a los Rvmos. Padres Albera y Ricaldone.
Todos los elementos de la ciudad y Provincia
estaban allí representados para tributar homenaje
al liijo ilustre del Piamonte, que después de ha­
berle dado gloria con acciones dignas de leyenda,
ingresa en la ciudad por vez primera vestido de la
sagrada púrpura. A llí estaba el Cabildo Metro­
politano, en nombre propio y en representación
del Emmo. Card. Arzobispo Richelmy, enfermo
en cama desde hace algunas semanas; había se­
nadores, diputados, concejales, profesores de la
Universidad y de los Liceos, oficiales del Ejército,
varios cónsules de naciones extranjeras, entre los
cuales el de Colombia Sr. Faillace, Caballero
Oficial de la Corona, quien puso su automóvil a
disposición de la comitiva, el de Uruguay, Ar­
gentina, Perú, representaciones de la Unión Con­
servadora, de la Prensa Subalpina, de los Patro­
natos, Comités. Uniones Católicas y de Benefi­
cencia, etc. etc. E l Alcalde, ausente por razones
militares, y el Gobernador de la Provincia, ausente
por la misma razón, se hicieron representar ofi­
cialmente, y mandaron autógrafos a S. Erna. —
E l elemento popular estaba admirablemente re­
presentado.
A l entrar el tren en agujas, estalló un ¡Viva!
y un aplauso cordialísimos. S. Erna, descendió del
coche reservado, ágil, sonriente, fresco, a pesar del
viaje y de sus 78 años. Sa varonil figura, donde se
ven los rasgos de un carácter enérgico y donde las
fatigas han impreso su huella, se templa con ese
aire de exquisita amabilidad que le gana las sim­
patías donde quiera se presenta.
Rápidamente se hacen las presentaciones, y una
niña le presenta un lindo ramillete de flores, en
nombre del Sr. Aichelburg, Jefe de la Estación
Central.
A l aparecer en el andén exterior, estalla una
ovación de la multitud allí congregada, que se
prolonga mientras S. Emma. y su comitiva ocupan
los automóviles que debían llevarlos al c o l^ o salesiano de S. Juan Evangelista y de allí al San­
tuario de Valdocco.
E n S. Juan le da la bienvenida el colegial marquesito Della Chiesa, pariente de Su Santidad,
y contesta S. Emma. con gran temiura y bondad
a los entusiasmados alumnos.
L a entrada en el Santuario de María Auxilia­
dora fué conmovedora, imponentísima. L a plaza
estaba repleta de gente, que prorrumpió en acla­
maciones al aparecer los automó\Tles. Los agentes

— 103 —
de policía abrieron el paso, m uy estrecho, y desfi­
laron los coches lenta, solemnemente, mientras las
campanas se echaron a vuelo y los centenares de
lámparas eléctricas que adornan el Santuario, se
iluminaron. A llá en lo alto sonreía la VirgenAusiliadora, sonreía a ese hijo primogénito que ayudó a
D. Bosco a edificar el Santuario, que ocupó tantas
veces gloriosamente su pulpito y su coro, que llenó
su vasto recinto con las armonías de su genio mu­
sical, que dilató su nombre y su culto en tantas
naciones, que en su nombre y en el de su Hijo
Jesús, sacó grandes regiones de la barbarie a la
civilización cristiana.
¡Cuántas y cuáles iinpre.'íiones debieron surgir
en el corazón del Apóstol artista!
Subió al presbiterio; oró un instante, ascendió las
gradas del altar y pronunció un breve discurso.
Por sus mejillas se desHzó silenciosa una lágrima.
Su voz, emocionada, temblaba en un principio.
Recordó los años de su niñez, los de su juventud,
los de infancia de vida religiosa (que fueron tam­
bién los de la Pía Sociedad), su consagración
episcopal... Habló del Sumo Pontífice, de cuánto
sufre por la guerra cruel que ensangrienta la hu­
manidad, exhortó a orar, a implorar la conversión
de los pecadores, y a que « no hay paz para los
impíos », y terminó dando la Bendición que el
Padre Santo le había encargado dar en su nombre.
Se expuso el Smo. Sacramento, y el coro entonó
un solemne Te-Deum, compuesto por Cagliero
40 años hace.
E l vasto patio estaba iluminado a la Veneciana,
los alumnos y oratorianos le esperaban allí y le
tributaron una calurosa ovación al salir de la
iglesia. Ea banda preludió las armonías de im
himno compuesto muchos años hace por él en honor
de D. Bosco, y los alumnos entonaron las palabras
de circunstancia que el poeta Lemoyne, Salesiano,
anciano también, ha compuesto. S. Erna, subió
a una tribuna y saludó a los niños, retirándose
lu^o, con sus Salesianos, y confundido con ellos.
A l día sigmente hubo en el salón de actos de la
Casa Madre una solemne velada en honor del Pur­
purado. También aquí estaban representadas
todas las Autoridades y todos los elementos sanos
de la Región. Ea música toda, (menos el himno,
que era de ocasión, compuesto por Dogliani sobre
palabras de Lemoyne), era de S. Erna. ¡Cuántos
recuerdos, cuántas impresiones no debieran des­
pertar en su alma, varonilmente sensible, esas
armonías del Oh Dies feliz, compuestas para las
inauguración del Santuario, del VOrfanello, canto
delicadísimo, donde el educador derramó todos los
recursos de su fantasía y de su fe, donde el padre
vertió todo su amor para rantar la muerte de rm
ser querido y consolar el afligido corazón de tm
huerfanito! ¡Si nosotros mismos nos sentíamos
transportados a ese ambiente legendario!
Eos discursos y poesías, pocos y selectos, fue­
ron dignos del festejado. E l venerando historiador,
cantor de D. Bosco, D. Juan Lemoyne, el ilustre
profesor D. Francisco Cerruti, Director General de
Estudios en la Pía Sociedad Salesiana desde el año

de 1886: el grande liistoriador Rinaudo, antiguo
discípulo, casi compañero de S. Emm^., concejal
del Ajamtamiento, director de la Instnrcción
púbhca del Municipio; Gribaudi, profesor de Incido,
presidente de los A n t r o s Alrimnos de Turín,
el anciano laureado poeta Bianchetti, el vonernmlo
Dr. Francesia, salesiano, compañero del P\iri)\irado,
evocaron tiempos heroicos, cantaron los méritos
de S. Erna, quien, atentísimo, coimiovido, siguió

fíaxUiam ChrieUanoram, ora pro noble.
el desarrollo de la velada y la cerró con un dis­
curso breve, feliz, admirable.
Dió gracias; manifestó que aún se sentía vigo­
roso, joven, y con ese grat^jo tan natural en él,
dijo que Sn Santidad se negaba a creer que tenía
78 años y que le había mandado ir a su pueblo y
enviarle desde allí copia auténtica de la fe de Bau­
tismo; protestó que la púrpura no se le había
dado a él sino a la Pía S^ íedad Salesiana, su
madre; y pasando de aquí a sus núsiones, exclamó
conmovido, o m exquisitas inflexiones de «na.

w
— 104 —
voz en que se revela todo el corazón; « Y o recibo
los honores del triunfo, como los generales. Y
mientras tanto, los soldados, los Misioneros hu­
mildes que yo capitaneé, y que son los verda­
deros vencedores, los verdaderos civilizadores de
la Patagonía, siguen allá, oscuramente, derramando
sudor y sangre... ellos, ellos son los que merecen
estas demostraciones. Dios los remunerará...».
Este mismo día por la mañana \nsitó S. Emma.
al Cardenal Richelray, enfermo desde hace meses,
y recibió las visitas oficiales del Ministro Boselli,
del Conde Rossi, Alcalde de Turín, c[uien vino
en el automóvil de gala del Ayuntamiento,
acomjniñado de pajes y maceres. Su E m da. las
devolvió al día siguiente. Muchas otras ha reci­
bido, y hecho algunas.

Las Cuarenta Horas.
E l 22, con una Misa solemne y una procesión
con S. D. M. por las patios del Oratorio, empezó
el triduo de las Cuarenta Horas, durante las cuales,
de día y de noche, sin interrupción se sucedían
los fieles, viéndose siempre lleno el Santuario.
Nota extremamente simpática la daban los
diversos institutos de la ciudad, que en devotas
peregrinaciones se alternaban sin cesar. Distin­
guidos oradores les hacían fervorines y dirigían
oraciones especiales para alcanzar el beneficio de
la paz y por las demás intenciones del Soberano
Pontífice. Hubo horas solemnes de adoración, y
se predicaron ocho horas sanias, todas de cuatro
puntos, alternados con lümnos y motetes.

La solemnidad.
Seis señores Obispos tomaban parte en la
fiesta, pontificando las Primeras Vísperas S. E.
Mons. Marenco, Salesiano.
A la I comenzaron las Misas, con una cantada
por el Rvmo. P. Rinaldi, l’refccto General de la
Pía Sociedad Salesiana, procesión por la iglesia
y Bendición del Smo. Sacramento. A his 6 celebró
el Rvmo. P. Albora y a las 7 Su Tíimna. el Car­
denal Cagliero. No se puede decir que ésta fué la
hora de la Ct>muniou general, porque desde la
I fué una wmunión general hasta las 12. Muchos
hombres, muchas militares se acercaron a la sa­
grada mes;i. Su Euuua. estaba ^^siblcmcntc con­
movido al ver renovarse el espectáculo que presen­
ciara U>s días inolvidables de la consagración del
Santuario, cuando la Virgen derramaba prodigios
u manos llenas, por medio de s\i fiel siervo el V.
D, Bosco.
A ciertas lloras del día no se podía dar un paso
cu el Santuario, esencialmente en las primeras de
la mañana, a la misa solcnuie y a las Vísperas.
L as mismas tribunas reservadas se llenaron de
tal modo, que eminentes pei'sonajes tuvieron que
qued;irsc en pie, soportando contentos esa mor­
tificación, por amor de María Auxiliadora.
Tuvo lugar la Misa mayor a las 10, pontificando
Mons. Marenco y asistiendo S. Erna, en capa magna.
Las Hscolanias reunidas del Oratorio, Valsálice y

Foglizzo cantaron la misa X I I del Mtro. Pagella,
acompañada por su autor y dirigida por Dogliani,
el veterano del Santuario.
A l terminar el último Evangelio pronunció
S. Emma. una alocución maravillosa. Su voz, á
cascada por los años y las fatigas, resonaba vi­
brante, apostólica, llenando los ámbitos del templo.
Fué un canto esa alocución, un canto lleno de
dulces reecuerdos y de esperanzas más dulces aún.
Evocó los tiempos en que esto era prado, y él, niño,
retozaba con otros niños bajo la mirada solícita
de D. Bosco. Una tarde, D. Bosco se mostraba
preocupado. Les había dicho: « rogad, rogad mucho
a María Auxiliadora; momentos de prueba son
éstos ». De repente, su mirada se queda fija en im
punto: — fl ¿No la veis? ¿no la veis? — ¿qué,
D. Bosco? ¿qué? — ¡A María Auxiliadora! ¡qué
hennoso templo! ¡sobre la cúpula EUa sonríe y
bendice! — No vemos nada. — ¡Yo lo veo todo!
Y veo que de este templo parten escuadrones y es­
cuadrones de sacerdotes, acólitos, coadjutores, y van
a todas las naciones de Europa y a las de América,
y al Asia, y al' Africa, penetran en países salvajes
y paganos, llevando doquiera el nombre de María
Auxiliadora, y ganando las almas para Cristo! •
L a profecía es hoy una realidad. Y o no empecé
a comprenderla bien sino 40 años hace, cuando
partíamos de este templo los primeros Misioneros
Salesianos. « Practicad y predicad la devoción a
María Auxiliadora y al Santísimo Sacramento, y
sabréis lo que son los milagros », nos dijo D. Bosco.
Y lo hemos visto.
Y a mí me -dijo en p articular: < T ú verás a
María Auxiliadora reinando en muchísimos lu­
gares del nuevo y del antiguo mimdo ». Y la
devoción a María Auxiliadora es hoy mimdial.
Las tres Américas y el Asia y el Africa nos acom­
pañan en este instante.
Aquí S. Emma. trazó a grandes rasgos la his­
toria épica de la civilización de la Patagonia,
Tierra del Fuego, Islas Malvinas, la que se está
llevando a cabo de los Bororos, los Jíbaros, los
Banibas, los Qiinos, los ludios, y pasando con afor­
tunada transición, a las circunstancias tristísimas
porque atraviesa Europa, con su cortejo de viudas
y huérfanos, exclamó: «Aquellos pueblos salvajes...
no, digo mal, ya no son salvajes, aquellos cris­
tianos recién incorporados en la fe. lioy ruegan
con nosotros, rezan unidos con el Papa, y con el
Papa imploran la paz de las naciones. Nuestra
vieja Europa, con su civilización excesivamente
material, con su ciencia, que casi no se acuerda
de sus luces sino para negar a Dios, sufre el castigo
de sus refinamientos y de su impiedad, ¡y no lo
reconoce! I/ds pueblos recién convertidos tienen
la sencillez del Evangelio, y oran llenos de fervor.
¡Esperemos!».
S. Emma. terminó con una invocación terní­
sima, implorando, en imión del Sumo Pontífice,
¡la paz, la paz, la paz!
Muchas personas lloraban conmovidas. Apesar
de sus 78 años, el Cardenal Cagliero es todavía
el orador apostólico de palabra de fu ^ o , de ade­
manes rápidos y solemnes.
Desde las 8 de la mañana se había desencadenado

— 105 —
la lluvia, persistiendo tenaz durante todo el día.
Esto no obstante, el concurso fué tan numeroso
y más que los otros años. Grupos de peregrinos y
de suplicantes se turnaban sin cesar en las horas
de la tarde, de modo que los directores del San­
tuario tu\*ieron que improvisar no pocos discursos,
porque las multitudes querían oír una palabra so­
bre María Auxiliadora. ¡Oh! cuánta fé! ¡cuánta
devoción! B1 cielo tiene que oír estas súplicas, y
convertir a Europa, para poder perdonarla, se­
gún frase del Cardenal CagUero.
A las 4 de la tarde hubo Rosario y Bendición
para comodidad de los peregrinos, y a las 6,30 las
Vísperas ^ntificales, el panegírico del P. Gallo y
la Bendición solemne, dada por Su Ennna.
Hasta la media noche el pueblo siguió rezando
y cantando en el Santuario. Visiblemente se ad­
vierte, y diríamos se palpa, que la devoción a
María Auxiliadora circula poderosa, como la savia
a los principios de la primavera. E l pueblo siente la
necesidad de orar, de clamar i\ cielo, de implorar
sus bendiciones; siente también, con más intensidad
que antes, que esta tierra es de verdad un valle de
lágrimas, un destierro, un campo de lucha, y desea
elevarse, purificarse, \nvir la vida sobrenatural...
El día 28 se clausuró el mes, con im pontifical de
Mons Pinardi. E l mismo Prelado dió la conferencia
a los Cooperadores. A ambas funciones asistía su
Emma.
¡Oh inolvidable fiesta de María Auxiliadora!

GRACIAS DE MARIA AUXILIADORA.
E l Carm en .— Hacía dos años que venía yo su­
friendo horriblemente de una grave enfermedad, que
los médicos juzgaban incurable. Mis padres y her­
manos hicieron cuanto Inmianamente es dable en
estos casos; pero en vano, pues la enfermedad .seguía
rápidamente su curso, hasta quitarme todo apetito,
de suerte que pronosticaban muy cercano mi fin.
Sucedió que im día vino a verme un tío mío,
y ofreciéndome un ejemplar del Boletín Salesiano,
me dijo: '■ L,ee esto y verás que hallarás el remedio
a tus males ». Su lectm a agradable me entusiasmó
y sobre todo avivó en mí la fe en la bondad de la
Virgen, que a millares otorga prodigios a sus de­
votos. E l efecto fué encomendanne muy de veras
a tan excelsa Señora; y para asegurarme su favor
no titubeé en dar mi nombre a la Pía Unión de los
Cooperadores Salesianos y ofrecer treinta francos
para los huerfanitos del \'en. D. Bosco. Lo que
no pudo ningún remedio Inmiano, lo hizo María
Auxiliadora, que, con asombro de todos, me sanó
completamente. Hoy, henchido mi corazón de
gratitud, cumplo lo ofrecido y deseo se publique
este prodigio en el Boletín Salesiano.
Man u el B urbano D.
30 O ctubre de IQ15

Nota. Por extraordinaria abundancia de material,
vemos obligados a remitir al próximo número
ctrT~ muchas gracias.
Oto tambiéo {radas a .Haría AoxiHadora j eorías aaa

Uaosu:
Arrecife (Canarias). —

D. Domingo Galindo

Espino y Da. Isabel Bem'tez, por la curación de
tma hija epiléptica.
Barcelona — Da. Carolina Vda. de Cortada, por
la curación de una hija desahuciada.
Barranquilla. — Un devoto, por varios favores.
D. Luis C. del Real, por un gran favor.
Bucaramanga — D. Luis J. Gálvez, ])or la cu­
ración de una hijita. — Da. Clcofé Silva, Da.
Elena Silva, Da. Concepción Sih’a y envían 10
pesos oro.
Buenamadre — Da. Plorencia Morales Sánchez,
5 ptas.
Bogotá — Da. Josefina Echeverría, por haber
librado de la muerte a su señora madre.
Bttenos Aires— Da. María E. Moré. 5pesosm .n.
Espinal — D. Ix>renzo Belmonlcs, por varios
favores, i peso fuerte.
Guatemala — D. M. I. por la curación de su
amada madre.
Hondón de los Frailes — D. Antonio Almaraz
Mine, por su milagrosa curación de unos tumores.
Lamarque — Da. Juana B. de Tejada, por una
gracia, 2 pesos m. n.
Girón — D. Rafael Ordóñez O. por la airacióu
de su señora madre. — Da. Luisa Reyes de \’aldiríeso, por la milagrosa curación de su liijo. - Da. Nieves Ordóñez de Serrano, por la curación
de un hijto. — Da. Petra González Arenas, jx>r
haberle de\melto la salud. — Da. Visitación
Prada de M. por su curación milagrosa.
Maferit — Da. Concha Pudela y otra Devota
de M. A. por haber ambas recobrado la salud.
Palomar — Da. Máxima Pascual de MontÜla,
por varios favores.
Pamplona (Col.). — D. Clodomiro Llanes, por
la salud recobrada.
Buzafa. — Da. Ampara Puchal Praga, por la
salud recobrada.
Salamanca — Por favores recibidos: un devoto
de M. A. ptas. 5 — Otro devoto ptas. 2.
Talayera de la Reina — Un devoto de María
Auxiliadora, por al curación de su padre, grave­
mente enfermo. - - L. R. por una gracia.
Teruel — Da. M. C. V. jxir la curación de su
padre, y haber devuelto a su lado personas que­
ridas, 3,50 ptas. para una Misa.
Tucumán— D. Julio Zabaleta, Pbro., i>or un
gran favor.
Valencia — D. J. D. S. por una gracia recibida.
3 ptas. Da. Elvira Gil, por la curación de su buena
madre. — Una devota, por igual favor. — Da.
Ana Ibarra, por favores recibidos, 5 ptas.
Vera — Da. Luisa de A ynat y Albarracín, por
su milagrosa curación estando desahuciada de
cxiatro médicos y sacramentada, manda cantar
tma Misa.
Valladolid — D. J. V. S. por la curación de la
señora Facunda Martín Sándiez, 5 ptas.
Vich — D. Salvador Carrera, por la curación de
su hija.
Vigo — C. A . M. por una gracia, 5 ptas.
Vigo — Da. R ita Feijoo de Buet, da las más
expresivas gracias al V. Bosco, por un favor muy
grande que le ha alcanzado y envía una limosna
para su canonización.



io6 —
Salesianos diferir el Congreso, pero el Sr. Arzo­
bispo se opuso a ello.

P O R E h m u n o o s flh E s ifln o
El Vil Eoogreso iDletoaclonal
de los [oopeiadores Saleslaaos.
b

I

La estrechez de espacio nos había impedido dar
detalles de este importante acontecimiento, del
cual hicimos ya mención en varios números pa­
sados.
Preparado por dos Comités, uno de caballeros
y otro de damas, se reunió en S. Paulo del Brasil
los días 28, 29 y 30 de octubre y lo coronó una solemlie conmemoración de D. Bosco el 31.
Debía presidirlo un miembro del Capítulo Supe­
rior de nuestra Pía Sociedad, pero las calamidades
de la guerra lo impidieron.
A pesar de todas las difici\ltades y del enorme
desequilibrio económico que en la repxiblica pro­
dujo en un principio la catástrofe europea con la
cesación de ciertos tráficos importantísimos y la
disminución y riesgos de los demás; los activos
Comités resolvieron no diferirlo más y reunirlo
como homenaje a María Auxiliadora y la grata
memoria de D. Bosco en su Centenario.
He aciuí una sucinta relación de lo que se hizo
en esos días, memorandos por el número y calidad
de Congresistas y^por las adhesiones recibidas.

L a a p e rtu ra .
Del programa se eliminó la parte festiva; lo
demás salió a maravilla, debido a la presencia de
espíritu y extraordinarias dotes del Exmo. Sr.
Arzobispo, Presidente del Congreso.
Este se abrió con la Misa solemne del Espíritu
Sanio y el canto del Veni, Creator Spiritus.
A las 9 se verificó la solemne recepción de los Pre­
lados, que venían de la Capital Federal. Aun
estaban bajo la impresión del naufragio; el día an­
terior, desde los balcones del palacio cardenalicio
habían admirado y aplaudido aquella robusta y
disciplinada juventud que desfilaba marcialmente
por las avenidas de la gran ciudad, y bendecido a
sus profesores, y sentido inundado de gozo su co­
razón al ver los frutos copiosos de la educación
cristiana que se desarrolla segura bajo los auspi­
cios del Episcopado.
E n la estación « I m. L uz » reinaba un silencio profimdo, a pesar del grande concurso, y ima atmós­
fera de simpatía parecía difundirse al rededor del
Sr. Inspector, P. Rota, que, pálido, emocionado,
liacía los honores a los Exmos. Sres. Duarte de
Silva, Arzobispo de S. Paulo, Agustín Benossi,
Obispo de Nichteroy, Juan Neri, Obispo Campinhas, Alberto Gonzálves, Obispo de Ribeir.io
Preto. Juan Homen de Mello, Obispo del S. Carlos
do Pinlial, Lucio Autúnez de Souza, Obispo de
Botucatú, Francisco Aquino de Correa, Salesiano,
Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Cuyabá.

E l n a u fr a g io de la B a r c a « S é p tim a ».
Una prueba harto dolorosa aguardaba a los
Salesianos y a sus Cooperadores, precisamente
en vísperas del Congreso. E l 26 de octubre se ha­
bían trasladado a Rio Janeiro todos los alumnos
del Colegio Iñceo de Santa Rosa en Nictlieroy,
para obsequiar a S. Erna, el Cardonal Arcoverde
en el faiisto día de sus bodas de plata sacerdotales.
Alegres, satisfechos regresaban los alumnos con
sus profesores en un ferry-boat, llamado « Barca
Séptima » de esos (jue liacen regular servicio entre
las dos ciudades, (jue frente jx)t ix)r frente se mi­
ran a través de las azules aguas de la cneantada
bahía; cuando una falsa maniobra del piloto con­
virtió en luto y desolación tanto jiíbilo. E l ágil
barco chocó contra un escollo y en cuatro minutos
se' hundió en el Canal de Mon9agüé, a una profun­
didad de 20 metros. La noticia corrió instantánea­
mente de una extremidad a la otra del Brasil, por­
que la desgracia tiene las alas veloces. Dos horas
después del tlcsastre los diarios de S. Paulo daban
la triste noticia, añadiendo que habían perecido
casi todos. Y así hubiera sido sin la visible protec­
ción de María Auxiliadora, la pericia de los ma­
rineros de la escuadrilla móvil allí ancorada, y la
abnegación y heroico valor de los Superiores y los
alumnos mayores. 28 fueron las víctimas, entre las
cuales un profesor salesiano.
Indescriptible emoción y pena produjo la noticia
recibida miei\tras se enguirnaldaba y embanderaba
la casa para recibir a los congresistas. Quisieron les

In a u g u r a c ió n de se c c io n e s .
A mediodía se inauguraron las diferentes sec­
ciones. Todos los Congresistas se reimieron en el
salón de actos, donde JIons. Aquino pronunció
un discurso y bendijo los trabajos. Acto seguido
se distribuyeron los congresistas por secciones y
emplearon algunas horas discutiendo los temas.
En todas las actas se expresó un voto de profundo
duelo por el desastre de la « Barca Séptima »,
Todas estas discusiones fueron animadísimas,
cuantos tomaron parte conocían perfectamente las
materias y estaban animados del deseo de conso­
lidar más y más la obra Salesiana. Entre los ora­
dores se distinguieron D. Juan I^amenco, Profesor
de la Escuela Normal de S. Paulo, quien disertó
sobre las Escuelas Primarias y Secundarias, el Dr.
D. Carlos de Almaral, preriodista católico, que
habló sobre la Prensa Salesiana, el D r.D . Teodoro
Sampaio, que presentó un hermoso trabajo so­
bre Escuelas Profesionales.
L a s fu n cio n e s r e lig io s a s .
A l anochecer, celebróse en el Santuario del Sa­
grado Corazón tma solenme función religiosa.
Habló el Exmo. Sr. Benassi, sobre María Auxilia­
dora y D. Bosco, y entre los acordes de escogida
.miísica litúrgica, dió la trina bendición con S. DM. el Obispo Salesiano Mons. Aquino.
L a función se renovó todos los tres días, a la

á

— 107 —
misma hora. E l 29 cantó la glorias de María A uxi­
liadora Mons. Autunez de Souza y dió la Bendición
Mons. Gonzalvez, el 30 predicó el ilustre Homen de
Mello, Obispo de S. Carlos y bendijo el Sr. Obispo
de Campinhas.
Los diarios y revistas que se ocuparon de este
Congreso, consagran un recuerdo especial a la
música litú ^ c a , ejecutada mañana y tarde por los
Alumnos del Liceo Salesiano, y dicen que sin ella
no habrían resultado tan imponentes y bellas ni
las funciones de iglesia ni las Sesiones plenarias.
Los pequeños cantores, habilísimamente dirigidos,
enamoraron a todos los Congresistas, de la música
religiosa.
L a p r im e r a s e s ió n so lem n e.
E l 28 par la tarde se reimió la primera sesión
solemne en el salón de actos del Colegio Liceo, que
es una, de las más vastas salas de la ciudad. A las 8
en punto entraba S. E . el Arzobispo y todos los
Obispos que formaban la presidencia honoraria
del Congreso. E l Presidente del Estado mandó su
representante, no pudiendo tomar personalmente
parte. E n palcos reservados tomaron asiento el
Presidente del Congreso, el Ministro de Goberna­
ción y varios Senadores y Concejales . L a Asemblea
no podía ser ni más numerosa ni más selecta.
Abrióse con el canto de los Himnos Brasiliano y
Pontificio, escuchados en pie por los Congresistas.
En seguida tomó la palabra el Sr. Arzobispo.
Es imposible dar rma idea de su discurso. Recordó
la catástrofe que sumió en desolación a tantas ma­
dres y en duelo a la familia Salesiana; y evocando
uno de los episodios de la desgracia, exclamó;
* ...me siento orgulloso de ser brasiliano, cuando
pienso que uno de esos admirables niños, noble
jovencito y grande patriota, se lanzó a las ondas
para salvar la bandera de su batallón... ese joven
héroe había crecido a la sombra de la bandera de
D. Bosco... ¡Frutos del Sistema Educativo Sale­
siano! Hago votos porque el Congreso haga suyo el
espíritu de D. Bosco! » Terminó pidiendo que se
suspendiera la sesión en señal de luto.
Así se hijo. Y im cuarto de hora después volrió
a reunirse. Tomó la palabra Mons.Alves de Souza,
saludó con efusión a los Congresistas y mandó un
saludo a Su Santidad, como protesta de veneración
filial, terminando con otro a la grande patria
brasiliana, que reúne en su seno el VII Congreso
Internacional de los Cooperadores Salesianos.
La Escolanía ejecuta intachablemente el Laúdate
pueri, de Cappocci y ocupa la tribuna el grande
orador Comendador Tibertino Montir Pestaña,
para hablar de los Cooperadores Salesianos. Su
elocuente oración fué im estudio práctico sobre los
deberes y organización de los Cooperadores.
Se leyeron muchas adhesiones; la Escolanía
ejecutó otro motete, y apareció en la tribuna el
Dr. Lucio dos Santos, cuyos méritos, dice un diario
de S. Paulo, sobrepujan todo elogio: baste dedr
que el príncipe de los periodistas brasiiíanos lo
ha llamado el hombre más erudito de la nación.
Y tal se afirmó en su mararilloso discurso sobre la
Prensa. Majestuoso, analítico, lleno de síntesis y

^’uelos históricos, el discurso del Sr. Dr. Santos
será memorando en los anales del Congreso.
Vienen otros telegramas y adhesiones. Se leen
y aprueban las resoluciones prácticas para orga­
nizar la acción popular Salesiana, y la Asixiiiblca
in rita a Mons. Aquino a clausurar la sesión.
Entre ovaciones de simpatía se levanta el joven
Obispo y pronuncia un discurso corto, poro denso
-y tan cordial, que le conquistó todos los corazones
desde las primeras frases y se rió interrumpido
casi a cada frase por fragorosos aplausos.
L a reu n ió n d e l 29.
Con igual cnt\isiasmo se reunió la segunda
Asamblea. Abierta la sesión, se leyeron las adhe­
siones y telegramas de Arzobispos, Obispos, D i­
putados de varias naciones, especiahnente de
Italia; y luego se dió la palabra al Dr. Teodoro Sampaio, representante de los cooperadores Salesianos
del Estado de Balda. « A través de las discusiones
del Congreso, exclamó, pienso en el porvenir. Este
pertenecerá a la ciencia cristiana, a la caridad evan­
gélica, a la luz religiosa ». Y leyó su trabajo sobre su
las Escuelas profesionales y Agrícolas.— Por falla
de espacio, no reproduciremos a(iuí sus conceptos,
tan armónicos con la Obra Salesiana; pero sí
hacemos contar que supo de tal manera conquistar
al auditorio, que un diario de la ciudad calificó su
discurso de « finísimo trabajo hterario ».
Se cantaron algunas composiciones, y luego
Mons. Benedicto presentó a la Asamblea los De­
legados Argentinos, que fueron recibidos a los
acordes del Hinmo Nacional Argentino.
E l P. Pagliere, Consiliario de los Antiguos Alum­
nos de Buenos Aires, saludó al Congreso en nombre
de la República Argentina, entonó un himno a la
hospitalidad brasiliana, que ha permitido a la Obra
de D. Bosco desarrollarse y florecer, y tcmiinó
diciendo; « Cuando de vuelta a la Argentina me
pregunten qué he ^'isto en el Brasil responderé:
« He risto a D. Bosco viviente en los Salesianos y
en sus Cooperadores 1.
Mons. Benedicto anuncia la delegación uru­
guaya. Esta avanza mientras la banda entona el
Himno Oriental. E l Presidente de diclia Delega­
ción, Re\mo. P. Petini toma la palabra. Insinuante,
sencillo, jovial, conquista las almas desde las pri­
meras frases. Recuerda los vínculos que en D.
Bosco xmen a las dos naciones, brasiliana y uru­
guaya, evoca la radiosa figura de Mons. Lasagna
y los primeros Salesianos que, partiendo del Uru­
guay, fundaron en el Brasil; habla de la estatua
del Sagrado Corazón que, c»n los brazos abiertos,
campea sobre la fachada del Santuario, tal como
había soñado D. Bosco y termina presentando una
orden del día, aprobada por aclamación, y es ésta;
< E l Congreso hace votos por el pronto restableci­
miento de la paz mundial y por im desarrollo mayor
de la Obra ^ e s ia n a ».
L a Escolanía ejecuta el Ave María de la Opera
E l Guaraní, de Carlos Gómez, y sube a la tribuna
el antiguo Alumno, Dr. D. Benito Marinlio, para
desarrollar el importante tema; E l Sistema Edu­
cativo de D. Bosco. Como buen exaiumno, nutre

ic8 —
para con sus educadores un grandísimo cariño;
como orador de empuje, se ve interrumpido a cada
momento por aplausos y ovaciones. Sus aserciones,
demostradas casi siempre con la cita de hechos y
nombres conocidos, producen una impresión pro­
funda. Tras él habla el sen. Solarenga, y final­
mente Mons. Nery. E l no debiera hablar, los mé­
dicos se lo han prohibido; pero ¡cómo contener
la abundancia de afectos que brotan del alma? Y
en párrafos elocuentísimos manifiesta todo el
amor y la admiración que su corazón de Obispo
nutre para con D. Bosco y su Obra.
L a ú ltim a reu n ió n .
E ra llegado el último día. Mons. Benedicto
abre la sesión y empieza diciendo: « Doblemente
soléame es este día: primero, porque es el aniver­
sario de la ordenación sacerdotal de nuestro Exmo.
Metropolitano...». L a Asamblea salta en pie y
prorrumpe en un viva entusiasta al Pastor santo
y sabio, ejue agradece conmovido. Luego el orador
anuncia haber recibido un largo y hermoso telegríima de S. S. Benedicto X V . De nuevo se pone
en j)ie toda la Asamblea, prorrumpe en vivas al
Papa y fija sus miradas en el grande retrato del
Pontífice, que domina el aula. Monseñor lee el
telegrama y resuenan nuevos vítores, mientras el
pensamiento de todos vuela a Roma, al Vaticano.
Restablecido el silencio, habla de las Misiones
Salesiaiias el Obispo Salesiano, Mons. Aquino de
Correa.
Debía hablar el Diputado Sr. Parsos Miranda,
pero se lo iiupidió una incomodidad de la garganta.
Se da lectura a nuevas adhesiones: la Escolanía
torna a cantar el Laúdate Pueri, de Capocci, y se
le^'anta a hablar el Exmo. Sr. Arzobispo Duarte
da Silva. Dice que, como había muerto el Director
diocesano de los Cooperadores, reclamaba para sí
ese oficio; que Salesianos y Cooperadores cuenten
con él para todo, cuenten con su axitoridad, su
prestigio, sus bienes. — Todos sabían que el ve­
nerando Prelado amaba a los Salesianos, pero, a la
verdad, nadie se imaginaba que los quisiera tairto,
que los apreciara tanto.
E l P o n tific a l so le m n e .
E l domingo 31 de octubre tuvo lugar una im­
ponente función litxlrgica. E l Sr. Arzobispo y todo
s\i Cabildo entran en el Santuario Salesiano del
Sagrado Corazón, todos con capa magna verde,
mientras 120 cantores entonan el Ecce Sacados
Mtt¡:»us a 4 voces, del M.^ P'oschini. Además de
S. lixcia. asistían todos los Sres. Obispos arriba
mencionados.
Jamás se había \nsto solemnidad igual en el
SiuUuario ni cu la ciudad, y el esplendor de las
funciones fue tal, que impresionó vivamente a los
mismos Ihelados.
Buena parte de este magnífico efecto fué debida
al Peciucño Clero y a la Escolanía. Las partes va­
riables se ejecutaron en purísimo canto gregoriano.
I,a grandkvia Misa a 4 voces del M.° Albergoni,
precioso trabajo de amionía y contrapunto con
frecuentes frases melódicas, gustó sobre maneta.

Por la tarde se cantó el Te De«w solemne; pon­
tificó de nuevo el Sr. Arzobispo y predicó Mons.
Aquino. E l templo estaba atestado.
« D . B o s c o n iñ o ».
Concluida la hmción religiosa, los Coi^esistas
pasaron al salón de actos, para la solemne con­
memoración de D. Bosco. Se representó el melo­
drama en dos actos « D. Bosco niño », del M.°
Garlaschi. Entre imo y otro se leyó un afectuoso
telegrama de S. Erna, el Cardenal Arcoverde, Ar­
zobispo de Rio Janeiro. E l melodrama, vivo, va­
riado, atrayente, majestuoso, gustó inmensamente,
en especial el Acto segundo, con sus imponentes
coros finales.
Así terminó el V Congreso de Cooperadores
Salesianos. Si sus discursos y funciones fueron
una digna conmemoración del primer Centenario
del nacimiento de D. Bosco, sus conclusiones prác­
ticas servirán para acrecenter la obra de los Sale­
sianos y Cooperadores Salesianos, y especialmente
en la vastísima república del Brasil, para mantener
siempre vivo el espíritu de D. Bosco, a fin de que
cuanto antes tome en la nación el desarrollo que,
con vidente palabra, llena de gratitud, predijo
D. Bosco a la Obra Salesiana.
L a c a tá s tr o fe d e la B a r c a « S é p tim a ».
A lo dicho sobre la catástrofe de-la barca 7* aña­
diremos estos datos.
E l Salesiano que pereció fué el brasiliano D.
Octacilio Núñez, de 28 años, profesor y asistente
de los mayores. Con una presencia de espíritu admira­
ble, se ar ojó al agua y salvó sucesivamente ^alumnos :
cansado, quiso continuar su obra caritativa y las
ondas se lo tragaron con su sexto alumno a cuestas.
Entre los alumnos, httbo pequeñitos y mayorcitos.
La escena iristisima se verificó a la vista de nume­
rosas familias que habiendo acompañado sus hijos
al nutr, permanecían en la orilla saludándolos con
entusiasmo y cariño.
E l dolor fué tanto más vico.cuantomás improviso.
A todas las Familias, a todos los Salesianos, les
damos una ve: más nuestro más sincero pésame.

Noble inidatlva del Sopenor de los Salesianos.
Con este título ha dado cuenta la prensa ita­
liana de la fundación de un instituto Salesiano,
expresam ente para los niños abandonados o fiuerfanos por causa de la guerra.
E l Re\*mo. P. Albera, con una carta del 6
de abril dirigida al E xm o. Sr. Salandra, Presi­
dente del Consejo, puso la nueva casa a dispo­
sición del público.
Excelcniisimo Señor:
« Cuantas veces la Patria h a sufrido alguna
des\*entura, el V . Juan Bosco y su digno Su-

— 109 —
cesor D . R úa prestaron solícitam ente su con­
curso para ali\ñar las necesidades públicas.
Siguiendo sus ejempros, m e he esforzado siem­
pre yo tam bién en la m edida de nuestras fuerzas,
por acudir a las necesidades de la Patria. Aim
hoy son numerosos en las Casas Salesianas, los
huerfanitos asilados en las últim as d e d a d a s
que afligieron a nuestra Patria.
Desde ei prindpio de la guerra recomendé
vivam ente a m is dependientes que, en donde
quiera que haya casas Salesianas, socorrieran de
cuantos modos fuera posible, a los hijos de los
reservistas, de los prófugos y de nuestros sol­
dados.
Ahora, d e u d o aum entar cada día el número
de los huérfanos y de los abandonados, creo
Jegado el momento de prestar a la patria, en la
persona de tantos pobres niños, im auxilio
más inm ediato y eficaz.
Movido, pues, por este sentimiento, y a pesar
de que m ás de la cuarta parte de mis depen­
dientes están y a bajo las arm as y de que hayan
cesado casi com pletam ente los recursos que la
beneficencia pública nos proporcionaba, fiado
en la D id n a P rodden cia, en la caridad de las
almas generosas y en el apoyo de las autori­
dades, he resuelto abrir un Instituto exclusiva­
mente para niños de 8 a 12 años, que se en­
cuentren abandonados, bien porque sean huér­
fanos de m adre y tengan al padre bajo las armas,
bien porque hayan perdido en guerra al padre.
A este fin he destinado un vasto edificio •si­
tuado sobre una alegre y amena loma, llam ada
Monte Oliveto, en los alrededores de Pinerolo.
L as Autoridades, las Entidades, lo s bienhe­
chores, las personas que deseen colocar algún
niño que se halle en las susodichas circunstancias,
podrán dirigirse al Director del nuevo instituto.
A l participar a V . E . esta iniciativa, abrigo
firme esperanza de que se dignará prestarle
todo el apoyo de su autoridad, y a que la obra
teniendo por fin la educación de los niños para
hacer de e los buenos y laboriosos cuidadanos,
se propone los m ás altos intereses de la Patria ».
E l Sr. Salandra respondió inmediatamente,
agradeciendo la comunicación y expresando
al Superior de los Salesianos su v iv a satisíacción « por la generosa iniciativa, que continúa
la obra hum anitaria de los Salesianos #.
Hermosas cartas escribieron tam bién el Alcalde
de Turín, Conde Senador D . Teófilo Rossi y el
Gobernador de la Provincia, Sr. Conde Verdinois.
L a posición de Monte O liveto es encantadora.
E l local es amplio y hermoso. Cuando los Car­
tujos, expulsados de su P atria, vinieron a Italia,
escogieron ese sitio para fundar una de las fá­
bricas de Chartreuse, pero recientemente lo cam ­
biaron por otro, vendiéndolo a los Salesianos.

Huésped ilustre - Obra de amor.
Hemos tenido una gratísima sorpresa con In v i­
sita de ese gran peregrino del Sagrado Corazón,
que se llama P. Mateo Crawley-Boevey, quien,
procedente de Holanda y Francia para promo­
ver en Italia su grande Obra de la Ehitrouización del Sagrado Corazón de Jesús en las fa­
milias, vino a hospedaise en la Ca.sa Madre de la
Pía Sociedad Salesiana, y pedir, como decía, la
bendición de María Auxiliadora y de D. Bosco,
para su santa empresa. E l P. Mateo es, desde hace
muchos años, un entusiasta Cooperador Salcsiano,
y por otra parle ha tenido y tendrá siempre en los
liumildes hijos de D. Bosco admiradores sinceros
y colaboradores entusiastas en su alta empresa
de amor y de restauración del reino del Sagrado
Corazón.
En las "pocas horas que pasó con nosotros, nos
edificó su piedad Celebró la Misa en la capillita
del aposento donde murió D. Bosco.
E l sábado 6 de mayo dió el P. Mateo su primera
conferencia en Turín a la presencia de una nume­
rosísima audiencia, compuesta de la aristocracia
piamontesa, y en su gran mayoría, de las Damas
de la Acción Católica. A l oírle, pensábamos instin­
tivamente en España y América y en el designio
del Tibidabo, que es la nacional entronización de
sagrado Corazón de Jesús, complemento nece­
sario de la entronización en el hogar.
Con esa palabra fácil y ardiente de quien está
firmemente convencido de una idea, y que y a le
ha conquistado en el mundo entero tantas sim­
patías y adhesiones, narró el Padre la historia de
su obra admirable, llamándose simple instru­
mento de la voluntad de Dios; algunos de los pro­
digios de misericordia que Dios ha obrado para
demostrar que la obra viene de El; y exhortó a la
concurrencia a poner inmediatamente manos a
ella y emular lo que han hecho Colombia, España,
Holanda y la misma Francia.
E l Papa de la Eucarístia, Pío X , de v. m., al
bendecir la Obra díjole: * no sólo es cosa santa, sino
un deber *. Poco más o menos lo mismo le ha
dicho S. S. Benedicto X V , a q. Dios conscr\’c
largos años. E l ardor con que las diversas na­
ciones donde ha predicado, la han acogido es una
prueba más de que Dios la quiere.
Jesucristo ha de reinar en la sociedad, y lia de
reinar principiando p>or las familias que son las
células de ese organismo.
Entronicemos al Sgdo. Corazón en nuestros bo­
gares, donde se vive, se sufre, se lucha... hagá­
moslo el centro de nuestra vida, el R ey de nuestro
hogar.
E l domingo 7 en una nueva conferencia dió las
normas prácticas para llevar a cabo la obra, y
partió en s^ u id a para Novara y Milán, dejando
establecido un Comité muy activo y decidido,
que sin duda realizará la Obra.
Cuente el celoso Padre, con nosotros para su
santa empresa que es también la nuestra. ¡Que
Jesucristo reine, y reine socíalmentel

— lio —

Inaiiouración le la laailla laaeiaria le Ion Roa
E l 13 de abril se abrió al público la humilde capülita que guarda los restos mortales del Sucesor
de D. Hosco. La ceremonia fué modesta pero con­
movedora. En estos 6 años un Comité de carita­
tivas personas, admiradoras del extinto y de la
Obra Salesiana. habían recogido los fondos nece­
sarios para decorar luia tumba no indigna del
grande sacerdote. Los ingenieros Toumon y Momo
decoraron admirablemente la capillita y el Conde
Galateri esculpió en finísimo mármol una estatua
yacente, que es una maravilla de artej románicobizantina. Así, la caridad y el arte han hecho una
joyita, que se llamará en adelante: « capilla de
Don Rúa *.
E l Revino. D. Albern bendijo el sepulcro y ce­
lebró la primera Misa fúnebre. AvSistían el Alcalde
de Turín, conde Senador Rossi, los ingenieros, el
escultor, varias señoras y caballeros.
Dc-spués de la Misa hablaron m uy sentida­
mente el Rvmo. P. Albera, el profesor Rodolfo
Bettazzi y el Sr. Alcalde, quien declaró se sentía
orgulloso al hablar en nombre del Ayuntamiento
y de Turín entero y elevar un himno a aquella
Institución en que han brillado siempre dos amo­
res; el amor a Dios y el amor a la Patria.

PIURA (Perú). — E n esta próspera ciudad de­
jaron recuerdos gratísimos los Centenarios. Se
fvuidó la compañía de S. José, señal de que au­
menta y florece la sección de artesanos.
A las fiestas Marianas se prepararon los Salesianos, Alumnos y Cooperadores, con el mayor
entusiasmo y fervor durante el mes de mayo. E l 30
fué la fiesta solemne. Numerosísimas fueron las
comuniones; escogida la música; elocuentísimo
el panegírico, pronunciado par el Rvmo. P. Bunodiére, Rector de los Redentoristas.
Ivn este día quedó instalada la Archicofradía
de María Auxiliadora, con 60 socios, que lucían con
noble satisfacción sus cintas y medallas. Bien
puedo asegurar escribe el Ib Ortiz, que la Mrgen
de D. Bosco desde aquella fecha tiene mi lunor
especial, una predilección por Piura. Su devoción
se extiende rápidmnente, los 24 de cada mes son
otras tantas fiestas, el culto sube a su apogeo y son
tantos las gracias que derrama, que nuestro se­
manario I L a Campanilla 1 no las puede contener.
E l 16 de agosto fué el día destinado a la solenuie conmemoración de D. Bosco. Se cantó una
grandiosa Misa de acción de gracias, y la velada fué
digna de memoria. Mención especial merecen los
eximios oradores Tclguero, que enamorado de
nuestra Obra, comparte nuestros trabajos en la
educación.Urquiaga, quien desarrolló el tema ♦ Edu­
cación laica y Educación religiosa *, y el inspirado
poeta D. Enrique Ramos.
Los Antiguos Alumnos tu>ierou una reunión ex­
traordinaria y pues se convencieron de que la ac­
ción salesiana no se limita en los bancos de la clase,
sino que aconq>aña a sus alumnos durante toda la
vida, tomaron buenas resoluciones.

ANTIGUOS ALUMNOS
BUENOS AIRES. — Un colega nos dice lo si­
guiente : E n Marzo tuvo lugar la renovación fie
cargos de la sección Exalumnos menores, suceso
que dió margen a ima bella demostración de acti­
vidad juvenil. E n el periódico La Verdad halla­
mos algunos d atos, que pueden interesar a
nuestros lectores que siguen con simpatía el mo\’imiento de nuestros Antiguos Alumnos.
Presideron el acto el Sr. Consiliario y D. Tomás
Cerutti, quien dirigió a los presentes alentadoras
palabras, felicitándolos por su actividad y cons­
tancia asombrosas...
A l terminar la elección, pronunció un breve
discurso en nombre de la comisión saliente el se­
ñor Antonio Passalacqua...
Bella idea fué la de establecer la Asociación de
los jóvenes Ex-alumoos, cuyo objeto es robustecer
y practicar los sanos principios adquiridos en este
establecimiento educacional salesiano, y formar­
nos hombres de carácter, es decir, ciudadanos hon­
rados y dignos, en la verdadera acepción de la pa­
labra.
Somos jóvenes, es verdad, decía el Sr. Passa­
lacqua en su discurso, pero no de aquellos que
cifran sus delicias en los pasatiempos haciendo
alarde de su corrompida adolescencia; sino de los
que aman la práctica franca de la Religión, las
francas expansiones, las sanas compañías y las
diversiones honestas.
E l progreso de nuestro centro es palpable, pues
ha aumentado considerablemente el número de
socios y acrecentado también el espíritu de ac­
ción conjunta e individual.
La C. D. cree haber cumplido con fidelidad su
cometido, como lo comprueban las reuniones ce­
lebradas con regularidad, la acti\’idad del cuadro
dramático que tomó parte en múltiples represen­
taciones y actos públicos, el entusiasmo del grupo
esportivo que no decayó un solo momento en sus
tareas.
— Por nuestra parte felicitamos efusivamente a
estos jóvenes y les deseamos imitadores en todas
partes.
SARRIÁ-BARCELONA. — Fiesta de la Unión. —
A principios de mayo se celebró en las Escuelas
Salesianas de Sarriá la Fiesta de la Unión orga­
nizada por los Antiguos Alumnos. E l Reverendo
P. Inspector D . José Biuelli, celebró la Misa de
Comunión General. Durante el piadoso acto se
cantaron escogidos motetes. Después del desayuno
se dispersaron por la casa, admirando los talleres,
la iglesia, las campanas, etc.
A las diez hubo Oficio Solemne cantado por la
escolanía y orquesta de María Auxiliadora, siendo
celebrante el Rdo. P. José López, Vicario de la
Parroquia de San Cucufate, Antiguo Alumno de
la Casa de Sarriá. Prommeió el sermón el Reve­
rendo P. Massana, Consiliario de la

— III —
A las once se reunieron en el Salón de Actos,
con algunos Superiores. Tratáronse varios asuntos
de interés vital para los Antiguos Alumnos de
Barcelona, tomando algunos acuerdos.
Al mediodía y en el espacioso salón-comedor se
celebró un banquete galantemente servido por los
alumnos de la casa. Hubo varios brindis, siendo
celebrado en grande el discurso en verso del socio
señor Solé. A los postres se envió un telegrama
de adhesión al Rector Mayor Rdo. P. Albera, que
fué acogido con frenéticos aplausos. Acto seguido
se tomó una fotografía de los concurrentes.
Por la tarde el cuadro dramático de la Asocia­
ción obsequió a los Superiores y niños con una

S A R R IA

esa distinción se habían hecho acreedores con su
buena conducta; y comulgaron más de 400, es
decir todos los alumnos que tenían ya la primera
comimión. Varios de ellos se impusieron el no
pequeño sacrificio de una hora de camino, con un
tiempo lluvioso y frío y en circunstancias más bien
difícües.
A las 9 turieron otra Misa, rezaron el Rosario y
cantaron liinmos y motetes. Acto seguido, y enca­
bezados por la banda del establecimiento, se tlirigieron al mommiento erigido al compañero suntito y realizaron una preciixsa vehula, empezada
y tenninada con el t Himno de l'lomingo Savio *,
del Mtro. Bellver, cantado i>or más de 500 niños.

— R e u n ió n de E x -a lu m n o s .

representación. Amenizó el acto la Banda de las
Escuelas. Se recibieron varios telegramas de adhe­
sión que fueron leídos por el Sr. Secretario. Al final
del acto, el Reverendo P. Inspector dirigió la pa­
labra a los presentes, animándolos a seguir tra­
bajando con confianza y coiistancia.

NOTICIAS VARIAS
VALENCU. — Ea honor de Domingo Savio ce­
lebraron
simpática fiesta los numerosos alum­
nos de las Escuelas Salesianas. E l 8 de marzo
ingresaron en la compañía de S. Luis los que a

Por la tarde, después de ima conmovedora
función de iglesia, se tra-sladaron al salón de actos
para el concurso infantil de composiciones en lic­
uor del festejado, que fué un torneo singular, pues
todas ellas las leyeron sus autores tal como liabían
salido de su pluma. Cada autor consideraba a Sa­
vio bajo diferente aspecto.
Una serie de dialoguitos, basados en la vida de
Savio y cantos preciosos pusieron el broche a la
hermosa fiesta. A l salir del salón, todos recibían
dulces y otros r ía lo s .
Cuantos asistieron a la fiesta recibieron emocio­
nes inolridables.
SEVILLA. — Ua triunfo ha obtenido la Librería
Editorial de María Auxiliadora del cual creemos



112



se alegrarán cuantos se interesan por la causa ploradores. Ahora se han extendido a todos, por­
de la Buena Prensa, y es que todos sus libros que se ha reconocido, que son un elemento im­
de texto (Geografía, 2; Lecturas educativas, 3; portante. E l día de la inauguración se lee y co­
Historia Sagrada; Historia de España, Geome­ menta el Reglamento del Explorador, que en diez
tría Elemental, Aritmética, Nociones de Agricul­ artículos contiene los deberes de buen cristiano y
tura Moderna, han sido aprobados por RealOrden.
buen ciudadano y constituye la ley de honor que se
He aquí el comunicado que el Exemo. Señor obligan a guardar.
,
Ministro de Instrucción Piiblica manda al limo.
— 200 Exploradores Uruguayos \-isitaron la Re­
Sr, Director General de Primera Enseñanza.
pública Argentina, haciéndose admirar y aplau­
« limo. Señor: En el expediente promovido por
dir, por su religiosidad, noble coducta, disciplina,
D. F. De Selas, solicitando que varios libros de los
elegancia y garbo. A recibirles en Buenos Aires sa­
que es autor se declaren útiles para la enseñanza de
lieron 400 Ex25lordüores de D. Bosco.
Jas Escuelas, la Sección primera del Consejo de
Mucho nos alegramos de que los Católicos hayan
Instrucción pública ha informado lo siguiente :
sabido organizar católicamente estos grupos, que
* Examinados los siete libros reseñados, se ad­
en algunas naciones han convertido las sectas,
vierte desde luego que su presentación es esmerada,
con refinada crueldad, en un instrumento de lai­
la impresión limpia, la encuadernación sólida, res­
cización y corrupción.
pondiendo todo ellos a los dictados de la Pedagogía
y de la Higiene en cuanto a sus condiciones materiales
MERCEDES (R. O.). — Oratorios festivos. —
se refiere.
Dice una carta dirigida al Rvmo. P, Albera: A
« Respecto de su contenido obsérvase en ellos una
fines del año pasado se inauguró en la Parroquia
discreta brevedad.
de Santo Domingo de Soriano a cargo de la socie­
» Los principios se exponen con suma convición,
dad Salesiana, un Oratorio Festivo que se puso
.se ilustran con mucha claridad y se aplican cuidadobajo la protección de Santa Rosa de Lima.
.samentc en cada caso.
Fueron padrinos en la ceremonia la destingmda
* Las materias se exponen con disposición per­
señora Cooperadora Doña Rosa R . de Richarson
fectamente lógica, en estilo resuelto y lenguaje claro,
y su hijo. Este oratorio es el segundo que se funda
.siempre al alcance de las inteligencias poco culti­
en esta Parroquia que aunque de las más pequeñas,
vadas.
tiene más de cien kilómetros de radio. E l otro
« En todos estos libros se kan intercalado abun­
lleva el nombre de « Bemardino de Gusmán »
dantemente pequeños grabados, algunos de ellos
sacerdote
fundador del pueblo de Santo Domingo
primorosos, que son aliciente para el estudio y mo­
de Loriano.
tivo de ilustración y belleza, pudiendo servir a los
Se han establecido varios centros, donde seño­
7iiños como instrumento de su propia cultura.
t En su consecuencia, la Sección opina que deben ras y señoritas de buena voluntad, preparan la
ser declarados de utilidad para la enseñanza pri­ niñez de campaña para la primera comxmión, que
se efectúa en la gira que hace todos los años uno
maria *.
y S. M. el R ey (q. D. g.), conformándose con el de nuestros sacerdotes, apenas terminadas las
clases.
preinserto dictamen, se ha servido resolver como en el
E n el mencionado pueblo se están preparando
mismo se propone.
De Real Orden lo digo a V. I. para su conoci­ niños y niñas, con gran entusiasmo para el cer­
miento y demás efectos. Dios guarde a V. I. mu­ tamen Catequístico que se dará a fin de año.
chos años. Madrid, 4 de Diciembre de 1915.
Andrade.
Sr. Director General de Primera Enseñanza.
— Como se ve. el informe es muy halagüeño.
FclicitmiK^ de corazón n la Librería, que tan
merecidamente ve coronados sxis nobles esfuerzos.
>• hacc'mos votos ponjue libros que tal honor han
merecido, sean conocidos y abuntamente usados.
BUENOS AIRES. — Los Exploradores, En todos
los Oratorios festivos, anejos a los Colegios Salesianos de la capital y de la Inspectoría, se han
fonuado cuerpos de Exploradores de D. Bosco, por
\-olunlad del Rvmo. P. Vespignani, que tanto se
interesa por la educación integral de los hijos
del pueblo y que, a inütación del V. Bosco anhela
cristianizar y santificar todos los elementos e ins­
tituciones que, indiferentes en sí mismos, se prestan
al bien o al mal según quien los maneja.
Ix)S cuerpos suelen tener una banda o charanga,
y una sección de Cruz Roja,
Y a florecían en varios Oratorios festivos los E x ­

Nota. — L a exigen cias de com pagi­
nación, nos obligan a rem etir al número
próxim o los datos necrológicos de
S. E xcia. el l)r. D . V alerian o Menéndez,
A rzobispo de Valencia, y de S o r Eulalia Anzízu, insigne C ooperad ores Salesianos. L o s recom endam os vivam ente
a las oraciones de nuestros lectores.

Con aprobación de la Autoridad Eclesi.istica:
Gerente: JO SE GAM BIN O.
Establee. Tip. de la S. A. lut. de la Buena Prensa.
Corso Regina Margherita, N. 176- TURIN

Fecha
1916.07
1917.08