BS_1913_04

Ficha

Título
BS_1913_04
Descripción
Boletín Salesiano. Abril 1913
extracted text
AÑ O X X V III * N. 4

A bril de 1913

Edición de España

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T u rin — V ia Gotíolcngo N. 52.

SUMARIO. — L a caridad en la educación. X . . . 85
Vigésimoquinto aniversario de la muerte d e D . Bosco . 8;^
Tesoro espiritual . . . . ■ ............................................ 94
De n u e s t r a s m i s i o n e s . — R epública A rgentina:
Primavera de f e en las o r illa s del R io N e g ro . 95
Libros regalados a nuestra R e d a c c i ó n ...................... 97

X.

Learning by doing. (i)

« Aunque T>. Bosco reunía en. su
Oratorio muchachos de índole, cos­
tumbres, educación y posición social
tan diversas, no hay que suponer por
eso que sería su Oratorio una behetría
sin orden ni disciplina. » (2)
Copiamos esta frase de las Memorias
porque después de leer el artículo an­
terior, podría sospechar algún lector
suspicaz no sé qué desórdenes y con­
tusión en un colegio gobernado con
tales principios. Con todo, ahondando
un poco en ellos, se ve claramente que
es la caridad cristiana que, a ejemplo
de Jesucristo, busca la oveja perdida,
dejando en el redil las restantes; el
objeto principal de los apostólicos des­
velos de D. Bosco eran aquellos niños
(1/ V. número anterior.
(2) Memorias T . III, pág. 86.

^

^

G racias de M aría .Auxiliadora
. ................................ 9 ^
P o r m . m u nd o s a i . e s i a n o : El su cesord e D .Bosco
en España. — Noticias varias: M alaró, S. I\ib¡o
— Asociación de ex-A lnnnios: l i g o ...................... 10c
M emorias biográficas de M ons. L u is Lasagna
. .n o
N ecrología - Cooperadores S.ilesianos d iiu n los . . n i

«que no recibían instrucción religiosa de
niiigtíngénero y vivían alejados déla igle­
sia: aquellos que, por lo mismo, necesita­
ban que se les sanease primero el corazón,
arrancando las malas raíces que el mal
ejemplo y la corrupción precoz habían
echado allí: para sembrar luego la se­
milla de las virtudes » (i). No por esto

descuidaba a los buenos. De entre ellos
« había escogido algunos para que le
ayudasen, y a éstos los educaba de un
modo especial » {2). Pensando en su fu­
tura Sociedad y destinando ya con pre­
visión profética algunos para los cargos
que en ella debían ocupar, instituyó
gran niimero de empleos y « los en­
comendó a aquellos jovencitos que, por
su buena conducta y juicio, le pare­
cieron más aptos para desempeñarlos,
haciéndolos, por decirlo nsí, sus ofi­
ciales y ayudantes de campo. Les adíi) Ib. pág. 87(2) Ib. pág. 86.



virtió que él no entendía con eso im­
poner leyes ni preceptos; y como solía
dejarles la responsabilidad de su co­
metido, limitándose a vigilar a fin de
que cada uno cumpliera con su deber,
ellos se tomaban muy a pecho el des­
empeño del propio cargo. De este modo
las cosas del Oratorio comenzaron
a ordenarse con gran provecho de
los niños..... A veces les daba algún
regalillo, una estampita, un libro o
cosa por el estilo, terminando siempre
por indicarles la hermosa corona que
les esperaba en el Cielo » (i). Estos
niños, puestos en contacto con los pi­
huelos que pululaban por todos los
rincones del oratorio, venían a ser la
levadura santa que difundía por toda
la masa su virtud santificante. Los
« hirichini », viéndose rodeados de la
simpatía con que los virtuosos los
trataban, se encariñaban con ellos, lo
cual es ya aficionarse a la virtud con­
creta; la superioridad moral y el nú­
mero de los hombres de orden quita­
ban a los otros las ganas de hacer
diabluras sonadas, eclipsándose el mal
y formándose así una atmósfera sana;
tanto más, que los buenos estaban
casi siempre al lado de los revoltosos,
ligados a estos por la relación de pro­
tegido y protector. A veces un buen
ejemplo o un buen consejo simpáticos,
la misma vergüenza de aparecer lo que
eran en el fondo, perdiendo con ello
la estimación que los buenos les ma­
nifestaban , hacía que los malos se
fuesen reportando poco a poco. Así
la amistad iba trocando los chispazos
de envidia en expansiones de respeto,
y la virtud se hacía amable y fácil.
Si caían, y hay quesuponer que caerían
b a stan te , allí estaba cerca el buen
amigo, sin aire de superior, que en vez
de empedemirlos en el mal con una re­
primenda agria, los alentaba al bien
con una amistosa adN'erteucia. ayudán­
(i) Ib. jxip. 95-96.

86



doles de obra a reparar el mal hecho,
reconciliándolos con el compañero ofen­
dido, o con el superior, moviéndolos,
muchas veces al arrepentimiento so­
brenatural y a la reconciliación con
Dios por medio de la confesión: en
fin, introduciéndolos en la vida cris­
tiana (i).
Los buenos no salían menos ga­
nanciosos con este saludable ejercicio
de la más hermosa de las virtudes.
¿Qué maestro no ha probado el efecto
que produce en un revoltoso el en­
cargarle del orden? El sentimiento de
la responsabilidad y la honrilla, .a la
cual no hay corazón insensible por
recto que sea, de ejercer autoridad
y servir para algo, influyen tanto en
los malos como en los buenos.
Pero no es solaniente la seriedad
que el cargo da al niño. E l bueno,
encargado de proteger, no de espiar,
al malo, pronto empieza a mirarle
con cierta simpatía mezclada de soli­
citud. Ya no le parece tan culpable:
en primer lugar porque procura que
no lo sea para que tenga buen éxito
su m isión; después, ve de cerca la
specie boni con la cual engañamos,
aunque sea momentáneamente, nues­
tra conciencia todos los mortales para
hacer el mal. Aquellos niños que Don
Bosco constituía en ángeles guardianes
de los otros ángeles cuidos, iban com­
prendiendo la fatalitad, por altos desig­
nios de la Providencia permitida, que
había contribuido a la perversión de
sus protegidos: el mal ejemplo no
buscado, las máximas perversas apren­
didas sin querer, el ambiente doméstico
malsano y tal vez incrédulo que ellos
no habían escogido, y otras mil causas
involuntarias juntam ente con la propia
debilidad y malicia, eran más que su­
ficientes para inspiraras en parte aquel
D. Bosco iiabía instituido para e.sto un carpió
es(>ecial * Lox P a cifica d o resVéase T. III, pát'*
104 <le las .Mesnorias.

-

87

celo delicado, aquella compasión so­
brenatural que caldeaba el alma de D.
Bosco. E ste por su lado no dejaba de
encender en sus almas el santo fuego
de la caridad, « los reunía todas las
semanas y, como experto general, los
animaba con fervorosas palabras a
permanecer fieles en su puesto (i) ».
Aun prescindiendo de esta formación
superior que llevaba a los más generosos
por un camino de más alta perfección,
la educación ordinaria del conjunto
ganaba con ello muchísimo.
Así disipaba en unos y otros equí­
vocos y desconfianzas que en la vida
de colegio producen horas amargas y
en los días de la vida son causa de
desventuras sin cuento. E l conoci­
miento de los niños por p arte del
niño es la preparación para el conoci­
miento de los hombres por parte del
hombre: ese aquilatar en su justo li­
mite las acciones del prójimo, distin­
guiendo lo que hay de malicia y lo que
hay de fatalidad, es ejercicio precioso
de la ciencia de la vida: eso también
induce a juspreciar los propios-actos, y
a resolver los casos cotidianos de moral
vivida por los que viven con nosotros,
fin caer en el optimismo bobo que des­
conoce la realidad de la protervia hu­
mana, ni dar en ese pesimismo injusto
que desconfía de todos porque cree que
la virtud es una palabra huera.
¿Y qué mejor modo de hacer pene­
trar en el alma de los niños la idea del
deber social que el Espíritu Santo nos
recuerda al decir que « cada hombre
debe cuidar de su prójimo»? Para rea­
lizar la solidaridad humana, no basta
creer en la filiación divina; hay que ha­
cer efectivo ese sentimiento, dándole
forma externa que lo eduque y desa­
rrolle. E l « amaos unos a los otros »
ya no no es pura fórmula, para un
niño que desde los primeros años de
(i) Memorias T. III, pág. 96.

-

vida social, (que tales son los años
de la escuela) comenzó a realizarlo
ayudando a sus condiscípulos; e irá al­
canzando mejor su sentido a medida
que lo vaya poniendo en práctica. ¿Qué
mejor medio de extinguir la envidia que­
jumbrosa y de purificar el natural deseo
de ser más para descollar, transformán­
dolo en este otro de ser mejor par servir
más, que no m ata la emulación sino la
dirige a un ideal noble y santo? De­
cidle a un niño, más espabilado que su
vecino, al cual comienza a mirar con mal
disimulado desprecio, que, si Dios le
ha dado más talento sin mérito alguno
por su p a rte , no ha sido solamente
para bien suyo, sino también para
provecho de la sociedad, para que en­
señe al otro más lerdo; y sin más, que
le repita la explicación de la dificuldad
del problema que el otro no sabe re­
solver, que le ayude a vencer su cor­
tedad sin favorecer su pereza en todo
lo que sea cuestión de inteligencia,
etc. etc. Si lo hace con este espíritu,
que por otra parte es m uy fácil de
infundir, acabóse el desprecio del uno
y la envidia del otro. Ambos rectifican
conceptos errados; la idea de esta so­
lidaridad sugiere los actos ; y los actos
depuran y aclaran la idea para que se
embeba en la conciencia del niño. El
rico comprende prácticamente que Dios
lo hecho rico para servir al pobre; el
pobre ve que ya no hay por qué mal­
decir al rico, sino bendecir a Dios que
los ha hecho hermanos..... Da miseri­
cordia y la verdad se salieron al en­
cuentro; y la justicia y la paz se be­
saron... E l lerdo se mostrará agradecido
del bien que se le hace ; y el despejado,
quedará ufano de haber hecho un favor
que le honra, lo cual engendra en él
ima disposición para volver a hacerlo
otra vez.
Algún escrupuloso dirá que tal vez
habrá peligro de vanidad por parte
del últim o; mucho mayor Iq había



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antes, agravado por el desdén. Si de
hecho es más despejado, poco se ganará
con afectar desconocerlo; el amor
propio del niño le revelará muy pronto
la realidad de las-cosas, exagerándolas
por supuesto; a parte de que es can­
didez muy grande el creer que el niño
lo ignora. I^a humildad no ha consistir
en desconocer los beneficios que Dios
nos ha hecho; sino en reconocer qrie,
grandes o pequeños, a él se los debe­
mos todos y que nos pedirá cuenta del
uso que de ellos hicimos. Tampoco debe
confundirse la vanidad con esá satis­
facción íntima que colorea las mejillas
del niño, cuando comprende que ha
hecho un beneficio, es decir, una obra
laudable; porque aun los más santos
experimentan el placer de hacer bien, y
los que no lo somos, hasta por eso
(\ue se ha dado en llamar el egoísmo
de la virtud, sabemos que hacer un
beneficio es apuntar un crédito en
nuestro haber. Conviene muy mucho
engolosinar el corazón del niño a las
expansiones generosas; después de todo,
el utilitarismo no es fundamento de la
Moral, pero es una de las razones po­
derosas para ser bueno; Un gran pe­
dagogo ha dicho que uná É tica sin base
personal, es repulsiva; y- si bien la base
personal solidísima la da la Religión,
Jesucristo con sus eternas promesas
de eterna bienaventuranza en la otra
vida, no huelga que el niño vaya viendo
que el ayudar a nuestro prójimo es
un deber fácil, muchas veces agradable
y casi siempre útil. El maestro cristiano
sabrá añadir razones de orden 5uperror, más claras todavía; pues no del)cmos hacer el bien sólo j>or el placer
de hacerlo y por la gratitud y estima
que con ello nos granjeamos, sino por­
que así lo manda nuestro Padre co­
mún que está en los Cielos, el cual con­
sidera hecho a sí mismo el menor be­
neficio hecho al más niin de nuestros
hermanos. Y aunque los premios de la

-

otra vida nos vuelven a la esfera del
utilitarismo: es un utilitarismo neces-

sario, como decía el pedagogo citado,
para que el deber tenga interés personal
e interese de veras, lo cual es útil para
to d o s: y si el premio eterno, además
de someterlo al deber estricto, lleva
el niño más allá y lo hace héroe de la
caridad, mejor todavía.
Así se lo hacía comprender teórica
y prácticamente el gran apóstol de la
caridad, Vble. Juan Bosco, a los jovencitos que comezaban bajo su direc­
ción. entre los bribonzuelos de la ba­
rriada de Valdocco, aquella misión pro­
videncial que él había iniciado en los
campos de Becchi. Las frases ardientes
que salían de su encendido corazón, ha­
cían prender en el corazón de estos
niños el fuego santo de la caridad; y al
mismo tiempo que colaboraban ya con
él a la salvación de la juventud pobre
y abandonada, de la cual muchos de
ellos formaban parte, se iba delineando
en sus almas una vocación especial que
la gracia de Dios fortificaba cada vez
más. D. Bosco, con estos ejercicios de
celo generoso, les hacía gustar de ante­
mano la gloria del apostolado, y se de­
cidieron a hacerse apóstoles de la ju­
ventud. El goce profundo, sobrenatu­
ral, de salvar las almas, la satisfacción
santa de verse rodeados de chicuelos
para conducirlos a Jesús, y llegar a
ser ellos también capi dei birichini,
facilitaba la obra de la gracia que la
Providencia quería llevar a cabo en
aquella palestra de futuros misioneros.
— D. Bosco tiene mucha razón, de­
bieron pensar; estos compañeros nues­
tros, y otros muchos que vendrán, ne­
cesitan un sacerdote como D. Bosco
que los haga buenos y dichosos con
la dicha que da la virtud, la fe y la
esperanza del Cielo. jHay tántos des­
graciados que no lo serían si se les
enseñara a no serlo! Guiados por este
santo singular que nos lo enseñó a



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nosotros, podremos enseñárselo a otros
muchos; y esas almas que nosotros
redimiremos también « del hambre y
del vicio » nos bendecirán; la sociedad
nos considerará como bienhechores de
la humanidad, y Dios N. S. nos pre­
miará cumplidamente en la otra vida.
Quedémonos, pues, con D. Bosco, sea­

mos santos como él, educadores como
él, apóstoles como él...
María Auxiliadora realizaba en estas
almas el sueño del vaquerillo de Becchi;
la Pía Sociedad Salesiana era ya algo
real: estos jovencitos la formaban en
espíritu.

Los últimos días, (i)

viesen gandeamus el día de mi jubileo sacerdotal;
V . falta, faltaré yo también.
E n fin, un mes antes de la Purísima fué a
consolar a un sacerdote de la casa, D. Luis
Deppert, gravemente enfermo y sacramentado
ya, y le dijo: ¡Animo! No te toca esta vez; hay
uno que debe ir en tu lugar. E l sacerdote sanó
y él fué el primero de casa que murió, en la
misma cama en que yacía entonces D. Luis, por­
que la suya era incómoda para el servicio de los
enfermos, y se cambió por aquella. Aunque sus
palabras no lo dijeran, el continuo disminuir de
sus fuerzas anunciaba el fin no lejano de sus días.
Por más que se ocupaba incansablemente en
proyectar y hacer ejecutar nuevos designios,
por más que asistía a todas las reuniones y leía
y anotaba y confrontaba las innumerables car­
tas que recibía, aunque conservaba la dirección
inmediata de la Pía Sociedad y era el alma de
todo, y a en el 1884, estaba reducido a tal ex­
tremo, que el célebre Dr. Conibal, de la Univer­
sidad de Montpeller, examinándolo por más de
una hora en Marsella, se vió obligado a decir:
Por rtíüy maravillosas que sean las cosas que se
cuentan de D. Bosco, -para mí el mayor milagro
es que viva todavía, estando tan acabado. Es como
un traje muy usado que, para que se conserve, es
preciso tenerlo en un armario.
E n efecto, en i§85 comenzó a no i>oder ca­
minar sin cruzar las manos a la espalda para
hacer un poco de contrapeso; en 1886, encor­
vándose siempre más, tuvo que usar y a un bas­
tón; en 1887 fué preciso que alguno lo sostu­
viese para andar y, finalmente, los dos últimos
días antes de guardar cama, no pudiendo ya te­
nerse en pie, se arreglaba con un sillón de ruedas
para encontrarse hasta el último momento en
medio de los que dirigían su Pía Sociedad. Cayó,

En el año 1887, que fué el último de su \dda,
D. Bosco habló muchas veces de la necesidad
de adquirir pronto un sitio en el camposanto
para su supultura y comenzó las gestiones con
el Municipio. Pero como las cosas iban muy
despacio, decía bromeando al Ecónomo de la
Pía Sociedad: Mira, si no te das prisa, cuando
yo muera me llevarán a tu cuarto; piénsalo bien.
Y volviendo a insistir, añadía: Arréglale; si el
día de mi muerte no está listo el puesto del ce­
menterio, me llevarán a tu cuarto y en seguida
procurarás eficontrarlo. Otras veces decía:
No me pongas en un terreno comprado; bús­
came un sitio en una de nuestras casas.
Quiso también a toda costa que se consagrase
en mayo del mismo año la iglesia del Sgdo. Co­
razón de J esús en Roma; y cuando se le decía que
había trabajo para un año y otras dificultades,
firme en su opinión, exclamaba: Será verdad;
pero la iglesia debe consagrarse en mayo. Y
dió la razón, que no se entendía entonces, de
esta insistencia, diciendo al Ecónomo: Terminad
pronto esa ^lesia; de lo contrario, mis ojos no
la verán.
Se hablaba de su jubileo sacerdotal, que debía
celebrarse en 1891, y le gustaba tratar este ar­
gumento; pero más de una vez dijo a sus ínti­
mos: Os equivocáis.
Yendo a visitar a una piadosísima bienhechora
de las Obras salesianas, la condesa de Orsi,
que estaba y a grave de la enfermedad que la
llevó al sepulcro, le dijo: ¡Ah, señora Condesa!
V. falta a su palabra. Me prometió regalar a
mis niños del-oratorio dos becerros para que tu(1) V . núm . anterior.

{Continuará).

— 90 —
como valiente, en la brecha y con las armas en
la mano.
El 2 de diciembre celebró la última misa con
gran fatiga y en voz muy baja, en lacapillita
contigua a su citarto, interrumpiéndose con pro­
funda emoción. El' día después, quiso oirla so­
lamente y recibir la santa comunión; a las pa­
labras «Ecce Agmis Dei » rompió a llorar.
ICl 6 se hizo bajar, y fué la última vez, al San­
tuario de María Auxiliadora para asistir a la
función de despedida de un grupo de misioneros

vez fuera los misioneros, la muchedumbre entró
en el presbiterio y se agrupó en tomo de D.
Bosco. iCuántas palabras de compasión! ¡Cuán­
tas lágrimas! ¡Cuántos lo bendecían llamándolo
santo! A l atravesar el patio fué aclamado frené­
ticamente por los niños y se retiró cansadísimo
a su alcoba.
Por la mañana del día siguiente, la ida de los
misioneros se compensaba con la llegada de
Mons. Cagliero que vem'a de la América. Sal­
vado por milagro de una caída en la cordillera,

S. PABLO (Brasil) — Alumnos que tomaron parte en el certamen.
que partían para el Ecuador. Entró ou el presbi­
terio aloyado cu su secretario D, Ernesto Viglietti y el acólito J. Eesta, niieutras D. J. líonetti hacía la plática de desi>edida; pero la plá­
tica más eficaz la hi/’..» el ¡wbre 1>. Bosco que
arrastraba su consumido cuer(K). Todos se le­
vantaban para verlo. Mons. I.eto dio la bendi­
ción con S. D. M., dirigió algunas palabras a los
misioneros y despidiéndolos los bendijo. Eué
una Cvsccna tenúsima. I^os misioneros j)asaron
uno por uno a stiludar a D. Bosco que lloraba
como ellos; abrazaron por última vez a los her­
manos y se dirigieron a la puerta principal. Una

había oído en su interior una voz que le decía:
Ve a Tarín y asiste en sus últimos momentos a
D. Bosco. Y D. Bosco había mandado a trénova
a D. J. B. Lemoyne para que en su nom1)re y
eu el de el Capítulo Superior, le anticipase el
más cordial recibimiento.
No es para descrito el gozo que produjo esta
llegada en el Oratorio. Hermosas inscripciones
en las esquinas de la casa saludaban al Obispo
salesiano; cien banderas ondulaban en los patios,
mil y mil vivas, mezclados con los acordes de la
banda, atronaban el ambiente. Ternísimo fu«
el encuentro con D. Bosco. Este sentado en so



cuarto, apenas lo .\ñó le preguntó: ¿Cómo estás
de salud? Y lo abrazó, entrechándcdo contra su
ccFrazón, llorando como un niño y besándole
repetidas veces el anillo.
Por la tarde llegó el obispo de Lieja, Mons.
Doutreloux, para pedirle la fundación de una
casa en su ciudad. D. Bosco parecía rehusar;
pero el otro día,’ fiesta de la Purísima, con ma­
ravilla de todos respondió afirmativamente. E l
Señor le había inspirado que le era grata la
fundación. E l 8 apareció en el comedor arrimado
al Obispo de Lieja. Pocos minutos después de
la cena, se levantó para volver a su cuarto. A l­
guno le dijo: ¡Anímese que hemos de ver su wjt&í
de oro!
A estas palabras, se paró en el umbral, vol^•ióse. miró al que se las decía y respondió: Sí,
sí; veremos. ¡La misa de oro! ¡Son cosas graves,
cosas graves!
Mons. Cagliero le presentó al otro día una
superiora de las H ijas de María Auxiliadora
que venía de la Patagonia y otra hermana que
venía del Uruguay. Estas, que vohuan después
de diez años a ver a D . Bosco y la patria, traían
consigo una niña de doce años, que el intrépido
Mons. Fagnano había salvado con otros salvajes
en su primera excursión a la Tierra del Fuego.
Mons. Cagliero, al presentársela a nuestro Vble.
Padre, le decía; He aquí, carísimo D. Bosco las
primicias que le ofrecen sus hijos ex últimis fi~
nibus terrae. L a pequeña, arrodillada, con acento
semibárbaro aún, prosiguió: Os doy gracias,
carísimo Padre, por haber mandado, vuestros
misioneros a salvarme a mí y a mis hermanos.
Ellos nos han hecho cristianos y nos Ipn ábierto
las puertas del cielo.
D. Bosco con dulce sonrisa y el rostro bañado
en lágriinás, demostró cuán^ le gustaba aquella
primera flor, traída de tan lejanas tierras que
formaron el objeto de sus más ardientes deseos.
El i6 salió a paseo en coche con D. M. Rúa y
B. E. Viglietti, y encontró al Cardenal Alimonda bajo los soportales del paseo de Víctor
Manuel. FU Arzobispo exclamó: ¡Oh, D. Juan,
B. Juan! y subiendo al carruaje lo abrazó y besó
con ternura. Muchos curiosos se pararon a ver
aquella tierna escena y más de uno dijo; ¡Cuánto
se quieren! E l coche prosiguió lentamente hasta
la calle Cemaia donde el Cardenal se apeó y
B. Bosco con los suyos volvió al oratorio. Al
llegar a la escalera, rendido por la fatiga, le dijo
a B. M. Rúa: E s la última vez que la subo.
Sabía y sentía que estaba cercano su fin.
La tarde d d día después, unos treinta alum­
nos de las clases superiores subieron a su cuarto
para confesarse. Se les advirtió que no era oporhiBo darle tal molestia; pero no se movieron,
•leseando a toda costa tener aquel consuelo.



Lo supo D. Bosco, y aunque comprendía que
le causaría grave fatiga, dijo y repitió varias
veces: ¡Es la última vez que podré confesar­
los! Y muy conmovido los hizo entrar; en
efecto, fué la última vez que confesó D. Bosco.
E l 20 hizo la comunión en cama; después se
levantó ocupándose, como venía haciendo desde
hacía cuarenta aiios, en bendecir, consolar,
socorrer y aconsejar a los que se le acercaban.
Por la tarde salió de nuevo a paseo por vez
postrera. Se le llevó al coche en su sillón; a
pesar de las repetidas instancias de sus hijos,
fué la primera vez que lo permitió y también
la última.
Esta salida le dió ocasión para hacer una
advertencia grave. Al volver, llegando al Paseo
de la Reina Margarita frente al santuario de
Valdocco. un ex-alumno que había venido a Turín para sus negocios, hizo parar el coche. Que­
ría ver a D. Bosco, y sabiendo que había de
pasar por allí, lo esperó en mitad de la calle.
También H. Bosco tenía ganas de verle, y le
dijo:
— ¿Qué tal van tus cosas, querido?
— Así, así; niegue V. por mí.
— Y de alma, ¿cómo vamos?
— Procuro ser siempre un digno alumno de
D. Bosco.
— Gracias. ¡Bravo! Dios te lo pagará. Ruega
tú también por mí. Y se despidió de él bendiciéndolo y añadiendo:
— Te encomiendo mucho la salvación de tu
alma; vive siempre como buen cristiano.
Vuelto a casa, fué llevado a su cuarto; y vol­
viéndose al jefe de los'que lo llevaban, pues todos
se habían prestado a liacerle aquel servicio con
grande alegría, le dijo: Haz la lista; te pagare
todo de una vez.
Poco después, le visitó el médico de cabecera
el cual lo encontró muy grave, ordenando que
se metiese en cama; aquella tarde le dijo él al
acólito J. Festa; Ahora tólo me resta hacer una
buena conclusión.
En los días sucesivos fué empeorando. La
tarde del 23 fué a \risitarlo el Card. AHmonda
que lo abrazó y besó tiernamente. D. Bosco se
quitó el gorro y le d ija Eminencia, le suplico
que ruegue por mí para que pueda salvar mi
alma.
Después añadió; L e encomiendo mi Congre­
gación. Y se echó aflorar. El Cardenal lo animó,
le habló de la conformidad con la voluntad de
Dios y le recordó que había trabajado mucho
por el Señor. Viéndole con el gorrito en la mano,
se lo puso el mismo Cardenal *en la cabeza; y
D. Bokx) muy conmo\rido dijo: He hecho siem­
pre lo que podía, hágase en mí la santa volun­
tad de Dios.

-

92 —

— Pocos, observó el Cardenal, podrán decir
otro tanto a la hora de su muerte.
Y D. Bosco repuso: Tiempos difíciles, Emi­
nencia; he pasado tiempo difíciles... Pero la
autoridad del Paj)a... ¡la autoridad del Papa!
Te he dicho ya a Mons. Cagliero que se lo diga
al Padre Santo; los salesianos están prontos
a defender la autoridad del Papa donde quiera
que tral)ajeii, donde quiera que se encuentren.
Y al decir esto tenía el rostro encendido.
— Sí. querido D. Bosco, respondió Mons.
Cagliero que estaba al pie de la cama; lo re­
cuerdo. Esté seguro de que haré su encargo al
Padre Santo.
— Pero V., D. Juan, repuso el Cardenal,
no debe temer la muerte; ya que ha recomendado
tanto a otros que estuviesen preparados.
— Muchísimas veces, continuó Mons. Ca­
gliero; más aún, era su tema favorito.
— Se lo he dicho a los otros, añadió él en tono
humilde; ahora es preciso que los otros me lo
digan a mí. Y quiso que el Cardenal le diese la
bendición: este al despedirse lo abrazó de nuevo
y lo besó, profundamente conmovido.
La víspera de Navidad por la mañana pidió
la comunión en forma de Viático, repitiendo
a algunos sacerdotes que estaban en torno
suyo:
— Ayudadme, ayudadme vosotros a recibir
bien a Jesús. ... yo estoy confundido.... In manu* Utas Domine commetido spiritum nieum.
— Era una escena conmovedora por demás.
No se oía más que sollozos. Hasta Mons. Ca­
gliero, que ejecutó la sagrada ceremonia, la in­
terrumpía llorando.
La gravedad aumentaba. Una hora antes
de media noche, manifestó que pidiesen una
bendición especial al Padre Santo; recibió
luego la Extrem a Unción, y dijo a Mons.
Cagliero:
— Sólo pido una cosa al Señor: que pueda
salvar mi pobre alma. Os encargo que digáis a
ios Salesianos que trabajen con celo y fervor.
¡Trabajo, trabajo! A¡)licaos siempre e incan­
sablemente a salvar las almas.
El día de Navidad obtuvo la bendición d d
Sumo Pontífice, el cual apenado <»por la enfer­
medad de D. Bosco rogaba por él ».
Acudieron a visitarlo Mons. Bertagna, Obispo
titular de Cafaruaum, y Mons. Leto, Obispo tit.
de Samaría: también habían venido el de Cá­
sale, Mons. Chiesa, Mons. Manacorda, de P'ossano, y Mons. Teodoro Valfré de Bonzo, Qbispo
de Cúneo. La mucliacha de la Tierra del Fuego
no paraba, preguntando a las Hermanas por
D. Bosco: luego corría a la iglesia a rezar de­
lante del SS. Sacramento; su rostro bronceado
aparecía con frecuencia bañado en lágrimas.

E l día de S. lísteban el Cardenal vino a des­
pedirse, pues debía partir para Roma. Derra­
mando abundantes lágrimas abrazó y besó re­
petidas veces a D. Bosco y lo bendijo.
Vino también la Superiora General de las
Hijas de María Auxiliadora a pedir la bendición,
y D. Bosco le dijo: gí, bendigo todas las casis
de las H ijas de María Auxiliadora; bendigo a li
Superiora general y a todas las Hermanas.
¡Que procuran salvar muchas almas!
L a salvación del alma fué la última adver­
tencia que dió a los exalumnos; y la salvación
de las almas el común recuerdo a los Salesianos
e Hijas de María Auxiliadora.
Los periódicos publican todos los días el bo­
letín sanitario. E l oratorio se ve continuamente
asediado de gente que quiere noticias. Los te­
legramas se suceden a cada momento; hay un
movimiento extraordinario, un continuo vai­
vén de corresponsales de periódicos-italianos y
extranjeros, y directores de las casas de toda
Italia, P'rancia y España.
Llegan noticias, hasta de países remotísimos,
de que se hacen plegarias públicas, privadas,
triduos y novenas. E n muchos monasterios,
conventos y comunidades se reza con un fer­
vor emocionante.
E n el Oratorio los hermafios se turnan hasta
de noche delante del Tabernáculo; en el altar
de María Auxiliadora arden continuamente
velas y lámparas.
En muchas de nuestras casas hay adoración
continua del SS. Sacramento. En muchísimas
familias los Cooperadores lloran, ofrecen a Dios
la propria vida, y hacen votos y promesas.
D. Pablo AÍberh, llegado de Marsella, dice al en­
fermo: — Y a van dos veces D. Bosco, que V.
llega hasta las puertas de la eternidad, y des­
pués se vuelve atrás por las plegarias de sus hijosEstoy cierto de que esta vez sucederá lo mismo.
Y D. Bosco res¡>onde: — Esta vez no vuelvo.
Sin embargo el 31 diciembre quiso que le die­
sen de nuevo la bendición de María Auxilir*
dora, y al emi>ezar el año, em¡)ezó a mejorar vi­
siblemente.
La tarde del 7 de enero, por consejo del
médico se le dió un poco de pan molido y un
huevo. Antes de tomar aquel alimento, se quitó
el gorro, hizo la señal de la cniz y rezó llo­
rando. Temíamos que le hiciera daño; sin em­
bargo, le sentó muy bien y con insólita viveza
empezó a jiedir razón de mil cosas. Quiso no­
ticias de Roma, del Papa, de las fiestas del ju­
bileo sacerdotal y del Oratorio; quiso también
hablar con algunos clérigos. Nunca se había
encontrado tan bien.
A l anochecer dijo a D. Juan B. Lemoyne:
— ¿Cómo se explica que una i>ersona, después

— 93 —
de 21 días de cama, casi sin comer, con la mente
debilitada en extremo, de súbito vuelva en .sí,
perciba cualquier cosa y se sienta con fuerzas y
caá capaz de levantarse, escribir y trabajar?
Sí. me siento sano en este momento, como si
nunca hubiera estado enfermo. Si alguno pre­
guntase d cómo, se le podría responder: Qtiod
D m imperio, tu prece Virgo potes... E ste no
es mi último m omento; podrá ser dentro -de
poco; ahora, no.
Esta parada de la enfermedad era efecto
de las oraciones que se alzaban de muchas par­
tes del mundo a la Virgen S.S. Y fué una gracia
señalada, porque así pudo ordenar muchos ne­
gocios, dar muchos avisos para la marcha del
Oratorio, y decidir acerca del personal de algu­
nas casas. Aun cuando pasaba los días casi ador­
mecido, era admirable al despertarse el verlo
continuar lo que había empezado antes, dar
alguna orden, indicar alguna disposición legal
ohádada por los que debían ejecutarla, etc. Los
médicos se maravillaban de esta constante acti­
vidad y lucidez de mente.
En aquellos días llegaron muchos peregrinos
franceses, belgas, suizos, ingleses y alemanes,
que venían de Roma para ver al siervo de Dios
y recibir su bendición. Y él, en cuanto puede,
los recibe con cordialidad, les recomienda mu­
cha caridad para con sus hijos, los salesianos;
y él se encomienda también a las oraciones de los
peregrinos; después cediendo a sus instancias,
los bendice. Llegando a saber que los médicos
habían impedido que entraran algunos, se mues­
tra muy apenado.
D. ^liguel Rúa le dice que todos se interesan
muchísimo por su salud; y que en la portería es
continua la afluencia de distinguidos perso­
najes, añadiendo que, no sólo los periódicos
católicos, sino también aquellos que le habían
sido hostiles, escriben de él ahora con respeto.
El le responde ; Hagamos bien a todos; mal, a
nadie.
El 24 de enero lo visitó Mons. Richard, Arzo­
bispo de París. D. Bosco le pidió su bendición y
el Arzobispo se la dió; pero luego, echándose de
hinojos, suplicó a D. Bosco se la diera a su vez.
Sí. repuso éste; bendigo a V. E. y a París. Y yo,
añadió el Cardenal, anunciaré a todo París que
le llevo la bendición de D. Bosco.
Por desgracia la mejoría no se sostuvo y des­
apareció; D . Bosco voKúó al estado grave de
un mes antes.
El 28 de enero, antes de recibir la santa co­
munión dijo en voz baja: ¡Pronto será el fin! Y
Inego dijo a D . Juan Bonetti: D i a los niños que
I05 espero en el cielo. Estas palabras fueron reríbidas con mucho afecto, pero aumentaron la
común tristeza.

E l día de S. Francisco de Sales, exteriormente
alegre campaneo, cantos, misa pontifical en la
iglesia; y dolor en todos los corazones. Por la
mañana D. Bosco hizo su última comunión y
quedó aletargado todo el día; por la tarde re­
conoció y bendijo todavía al Conde de Incisa
mayordomo de la fiesta, y a Mons. Rosaz,
obispo de Susa, que había hecho el pane­
gírico.
Y a no sale de su letargo sino cuando se le
habla del Cielo y de cosas del alma; si le dan ali­
mento o bebida, lo rechaza con las manos. D.
J. Bonetti le sugierió la jaculatoria: >
— Maria
Mater gratiae, tu nos ab hoste protege... — Y él
añadió: — Et moríis hora suscipe.
D e vez en cuando exclama: — ¡Madre, Ma­
dre! ¡Mañana!
A eso de las seis exclamó de nuevo: — ¡Je­
sús... María... Jesús... María os doy el corazón
y el alma mía...! In manus tuas Domine commendo spiritum nieian... ¡Oh Madre, Madre!
¡Abridme las puertas del cielo!
Con las manos cruzadas va repitiendo mu­
chos textos de la Escritura, que en general ha­
bían sido su norma en toda su vida; — Diligile
inimicos vesiros... Benefaciie his qui vos persequuntur... Quaeriie regnum Dei...
A l sonar el Angelus se le invita a que sa­
lude a la Virgen con las palabras Viva María y
las repite con voz inteligible y devota. Durante
la noche todavía, muchas veces, levantando la
mano izquierda pues la derecha y a la tiene rí­
gida, dice: ¡Há'iase la voluntad de Dios! I'inalmente cesa de pronunciar las palabras: pero
todo el día y la noche siguiente levanta de
cuando en cuando la mano izquierda del niisnio
modo, para ofrecer al Señor la propia existen­
cia. Estaba en sus últimos momentos.
A las diez antemeridianas del 30 de enero
Mons. Cagliero comienza las letanías de los
agonizantes, estando presentes muchos sale­
sianos. Los médicos habían dicho que ix)r la
tarde o antes del alba del nuevo día D. Bosco
habría volado al Cielo.
A tal anuncio, la nueva se difunde por el
Oratorio y destroza los corazones. Los herma­
nos suplican que se les deje ver una vez más y
D. Rúa permite que todos le besen la mano
Reúnense silenciosos en pequeños grupos» en la
capilla privada y uno a uno desfilan por la al­
coba del moribundo. E l está tendido en su hu­
milde lecho, con la cabeza un poco levantada
e inclinada sobre el hombro derecho; tranquuo
el rostro, los ojos entornados y las mano- exten­
didas sobre la cama. En el pecho tiene un cru­
cifijo, y a los pies de la cama se ve la estola
morada, símbolo del sacerdocio.
Los hijos afligidos se acercan de puniillas, se

— 94 orrodillan un instante y llorando estampan un
beso en aquella ñiano que tantas veces los ben­
dijo. Son centenares, pues acuden también los
que inoran en las casas cercanas: con ellos se
turnan los niños de las clases superiores y los
niayorcitos de los artesanos. Todo el día con­
tinuó este esqiectáculo doloroso. Todos traían
medallas, crucifijos, rosarios y estampas para
tocar con ellos al padre, y guardarlos como re­
cuerdo de su paternal bendición.
I’' n tanto, llegó un telegrama del Ecuador que
anunciaba la feliz llegada de nuestros misione­
ros a Guayaquil. D. M. Rúa se apresuró a dar al
buen padre la noticia; él abrió los ojos y volviólos
al cielo.
Mons. Cagliero y Mons. Teto le sugerían alter­
nativamente jaculatorias. Las más frecuentes
son: Je^H, spes mea, miserere mei: María Au~
xilu m Chrislianorum, ora pro nobis.
Hacia las cuatro postmeridianas entra el
conde de Radicati, gran bienhechor del Oratorio.
A las ocho aparece en el cuarto el Confesor D.
Juan Giacomelli, pero D. Rosco no da señales
de conocerlos.
Id 31 de enero a la una y tres cuartos, entró
en la agonía. D. M. Rúa se puso la estola y vol­
vió a comenzar las oraciones de los agonizantes,
que había ya empezado y suspendido dos horas
antes. Llaman a prisa a los otros Superiores, y el
cuarto se llena en un santiamén de unos treinta
sacerdotes, clérigos y seglares. Todos se arrodi­
llan. Llega Mons. Cagliero a quien D. M. Rúa
cede la estola para pasar a la derecha del ago­
nizante, e inclinándose al oído del amado Pa­
dre, le dice con voz sofocada ¡x>r el dolor; —
¡D. Rosco, estamos aquí nosotros sus hijos! Le
pedimos jierdón de todos los disgustos que jxir
causa nuestra ha debido sufrir; y en señal de per­
dón y paternal benevolencia dénos una vez toda\ia su bendición; Y o le alzaré la mano, y pro­
nunciaré la fórmula. iEscena ternísima y des­
garradora a la vez!
Tmlos se indinan y D. Miguel Rúa, sacando
fuerzas de su misma congoja, pronuncia líis]>ala.Sras de la l>endición. moviendo la mano paraliza­
da de D. Rosco, e invocíi la protección de María
Auxiliadora sobre todos los presentes y sobre
los otros Stilesianos esparcidos por la faz de la
tierra.
A las tres de la mañana llega de Roma otro des­
pacho con la l>endición apostólica para 1). Rosco
gravemente enfermo. Mons. Cagliero había leído
ya el Vroficisccre, aiando a las 4 ^2
campana
de María Auxiliadora daba el toque de las Ave­
marias; todos los presesentes rezaron el
D. Juan lk>netti susurró al oído de D.
Rosco la jaculatoria, que días antes había re­
pelido: — ¡Viva María! ICl estertor, que lúgu­

bremente se oía desde hacia hora y media, cesó.
Durante algunos instantes la respiración dd
moribundo se hizo libre y tranquila; después
cesó también....
— ¡D. Rosco muere! exclamó D. Domingo
Belmonte. Todos se apiñaron en tom o del lecho
y le vieron dar tres suspiros con breve inter­
valo... Mons. Cagliero le sugería las últimas ja­
culatorias: — ¡Jesús, José y María, os doy el co­
razón y el alma mía! — D. M. Rúa y los demás
Superiores, Directores, Sacerdotes, clérigos y seglares, agonizaban también de dolor con el
buen Padre.... que nos abandonaba en la tierra
para esperarnos en el cielo... ¡Había pasado en
esta vida 72 años, 5 meses y 15 días! Mons. Ca­
gliero dijo suspirando la oración Snbveniie, Sancti
Dci, y bendiciendo el sagrado cadáver, suplica
al Señor le dé el descanso eterno. La estola
que Monseñor tenía al cuello se le puso al di­
funto, y en sus manos el crucifijo que tantas
veces había besado.
Todos cayeron de rodillas y rezaron el Deproficndis, mezclando suspiros, gemidos y sollo­
zos. Luego se levantó D. Miguel Rúa, y, vol­
viéndose a los hermanos con voz ahogada por el
llanto, dijo: — ¡Somos dos veces huérfanos!
Pero consolémonos; si hemos perdido un padre
en la tierra, hemos adquirido un protector en el
cielo. Y nosotros mostrémonos dignos de él, si­
guiendo sus santos ejemplos.
¡Eran las 4 y 43 minutos de la madnigada del
31 de enero de 1888, día para nosotros siempre
memorable....!

T E S O R O E SP IR IT U A L.

Los Cooperadores Salesíanos que confesadoi
y comu/f^ados, visiten devotamente una iglesia
o cainlla pública, o si viven en comunidad, la
propia capilla, y nieguen según la intención
del Sumo Pontífice, j>ueden ganarlas siguientes
indulgencias plenarius:
Cada mes:
1. Un día cualquiera de libre elección.
2. El día en que hagan el Ejercicio de lo
¿ucua mueric.
3. El día en que tengan conferencia.

DE MUESTRAS MI5IOJMES

REPÚBLICA ARGENTINA
<P =0
P R I M A .V K R A

D K

en las orillas del Rio Negro.
{Carta de D. José M. Brentana, Pbro)
V iedm a, 21 de diciem bre de 1912.

Rvtno. Sr. D. Pablo Albera:
Estuve en Pringles para verme con D.
, Andrés Pestarino el cual, al mismo
' tiempo que hace prodigios de celo por
todo el Territorio en sus largas expediciones
apostólicas, comunica a su parroquia la fe más
profunda y activa.
Pringles cuenta 500 habitantes, y no obstante,
ri muchísima gente en la iglesia durante la no­
vena que prediqué, como preparación a la her­
mosa fiesta de la Purísim a; más de doscientas
personas, entre las cuales había 50 jefes de fa­
milia, tomaron parte en la devota procesión que
recorrió más de un kilómetro, por un camino
salpicado de flores con cuatro altares en los cua­
les se paraba rezando y cantando.
La fe en los centros de la Patagonia que tie­
nen la fortuna de tener establemente el misio­
nero, va tomando un desarrollo y esplendor
magníficos. Viedma y Patagones son la mejor
prueba.
Por Plores del Campo, periódico bisemanal
que se publica en nuestra escuela tipográfica
de Viedma, se había hecho V. una idea de la
vida religiosa que felizmente va arraigando en
las orrillas del Río Negro; sin embargo, permí­
tame, amadísimo Padre, indicarle en ésta al­
gunos datos.
La mejor prueba de las profundas raíces que
echa la fe en un pueblo, es la frecuencia de los
Sacramentos; y grande y siempre creciente es el
número de los fieles de Viedma y Patagones que
se acercan a la sagrada mesa, especialmente el
primer viernes de mes. Y no crea que esto lo
hacen solamente los niños de nuestros col^ ios y
las niñas de las Hijas de María Auxiliadora;
hay muchas mujeres casadas y padres de fa­

e

IL

milia, que viven una vida enteramente cristiana,
recibiéndo con frecuencia a Jesús Sacramentado;
algunos lo hacen todos los días y procuran
ayudar a los sacerdotes a cumplir las prescrip­
ciones del Sumo Pontífice, preparando sus hijos
para el grande acto de la primera comunión
apenas llegan los niños a la edad conveniente.
Lo que son y lo que valen, como poblaciones
católicas, Viedma y Patagones, se vió admira­
blemente en las fiestas de sus respectivos pa­
tronos. E n Viedma el 24 de septiembre, con­
sagrado a la Virgen de la Merced, hubo qui­
nientas comuniones; más de mil personas con­
currieron a las sagradas funciones, y más de
cien hombres tomaron parte en la procesión que
llevó en triunfo la imagen de su bendita Patrona. E n Patagones la nota caterística de la
solemnidad titular fueron las numerosas pri­
meras comuniones.
Todo ello es fruto de la enseñanza catequís­
tica que se da en nuestros colegios.. E n el de S.
Francisco de Viedma, hubo a principios de no­
viembre, un certamen catequístico tan empe­
ñado que, después de dos horas y media de lu­
ch a, cuando fueron proclamados vencedores
siete niños, el público presente rompió en aplau­
sos frenéticos, que se mezclaron después con las
notas sonoras de la marcha triunfal. No fué
menos interesante la prueba que dieron las
aluranas de la floreciente escuela de religión,
que dirigen las Hijas de María Auxiliadora.
A este consolador incremento religioso coo­
peran eficazmente las numerosas asociaciones
piadosas que aquí florecen, como las Damas de
las Conferencias de S. Vicente de PaiU, las Hijas
de María y la del Círculo obrero, el cual reúne
regularmente cada raes importantes asambleas
de más de 150 socios.
Pero, dejando aparte los demás datos, el mis­
mo templo nuevo de Viedma, y a abierto y casi
terminado, es una prueba palmaria. Al mismo
tiempo que con sus esbeltas líneas y lo gran­
dioso de su mole, sus columnas de granito y
arcos majestuosos, altas torres, y la cruz que
domina la ciudad, es la más hermosa obra ar­
quitectónica del Territorio, dice también lo que
es el pueblo de Viedm a; y dirá a la posteridad

90
que, bajo los auspicios de la cruz de Jesucristo,
se han abierto los surcos fecundos de donde
brotó el porvenir comercial de Río Negro. Los
cimientos de esta obra monumental, que hon­
raría a una gran ciudad, se echaron en 1901. La
terrible inundación de 1899 había dejado muy
mal parada la antigua capilla, que se alzaba en
el ábside del nuevo templo. Mons. Cagliero ini­
ció los trabajos, pero debió hacer esfuerzos de
actividad para encontrar los recursos necesarios,
ayudándole en ello el Dr. Tello, Gobernador del
Territorio. También los provicarios que suce­
dieron a Monseñor, prosiguieron tenazmente la
empresa. D. Esteban Pagliere llamó al arqui­
tecto salesiano D. Ernesto Vespignani, para
mejorar el plano primitivo; y el templo surgió
poco a poco, merced al celo incansable de una
junta de Señoras y a los subsidios del Gobierno.
Estos, desgraciadamente, faltaron en el preciso
momento en que eran más necesarios, y los saIcsianos se vieron obligados a contraer una
deuda de más de 30.000, pesos para poder inau­
gurar el nuevo templo, aunque incompleto toda­
vía. lín efecto, terminado el pavimento y trans­
portado al fondo del ábside el altar de la capilla
vieja, se abrió el templo al sagrado culto el 2
de julio, bendiciéndolo solemnemente Mons.
Costamagna.
No puedo pasar en silencio las pruebas de
fe y de gratitud a Mons. Cagliero que estas
poblaciones le dieron con motivo de su jul)ileo sacerdotal. A l mismo tiempo que una
soI)erbia cniz pectoral de oro purísimo, ador­
nada con piedras preciosas y esmaltes, iba ca­
mino de la América Central, para atestiguar al
magnánimo apóstol el gozo de sus primogénitos
de la Patagonia, éstos acudían a la misión que
Mons. Costamagna y otros salesianos predicaban
en Viedma. y asistían en gran número a una
misa pontifical en acción de gracias. También
el Sr. Gobernador y el Jefe de Policía, acom­
pañados por un gran número de nuestros ex­
alumnos, asistieron a dicha función. En aquel
día el Exmo. Sr. Gobernador cantó un himno
espléndido a los méritos de los Hijos de Don
Bosco, que vale la pena recordar.
« Y o conozco desde años ha, decía el Dr.
Gallardo, a los salesianos, a ^ to s hijos del tra­
bajo. Los he visto heraldos de civilización en
la.s heladas Tierras Magallánicas, en las Islas
Malvinas y de los Estados, en los puertos del
Archipiélago fueguino, educando a los indíge­
nas para incorporarlos a las naciones cúñlizadas. Ix»s he contemplado con regocijo en el
Chubut, en Sta. Cruz y Rawson, en medio del
elemento inculto de los pueblos de nuestras
campiñas, para encaminarlo por la \-ía del pro­
greso. Los distinguí al pie de las gigantes cor­

dilleras del Neuquén, en Junín de los Andes y en
Chos Malal, fatigados siempre en su misión
redentora. Más tarde en Viedma y en la vasta
zona del Río Negro, donde han levantado este
vasto colegio y este templo monumental, or­
gullo de los indígenas y de los extranjeros; los
v i también, caminando siempre hacia los más
noLles ideales, continuar su misión, que es ha­
cer todo el bien posible a sus semejantes ».
Sentimientos de grande admiración manifes­
taba no ha mucho también el Dr. Rm'z Mo­
reno, Director Nacional de los Territorios Na­
cionales, visitando nuestro hospital, la far­
macia, el nuevo templo, nuestras escuelas pro­
fesionales y los colegios de S. Francisco y Ma­
ría Auxiliadora de Viedma; igual maravilla
le causó al Sr. Inspector de Ferrocarriles y Te­
légrafos, D. Julián López, el colegio de S. José
de Patagones. Este sobre todo se quedó encan­
tado al ver las clases de nuestra escuela téc­
nico-comercial, que procura no sólo hacer bue­
nos tenedores de libros, sino que además abre a
los alumnos otros empleos, como el de telegra­
fistas. E l Señor López quedó sumamente com­
placido de los ejercicios que los niños hicieron
en el gabinete telégrafico, después de haber él
hablado telegráficamente con ellos.
Este floreciente instituto dió al fin del mes
pasado una pública prueba, con ocasión de la
clausura del año escolar, que fué muy apreciada
por el Presidente del Consejo Escolástico, su
digno Secretario, el Subprefecto, el Capitán de
la Libertad y otros oficiales del mismo barco,
y también por muchas y distinguidas familias
que habían acudido a presenciarla. Es opinión
general que los niños reciben una instrucción
tan esmerada como en los establecimientos
congéneres de la Capital.
En Viedma, además, da risueñas esperanzas el
curso teológico, que comenzó este año, y era uno
de los más ardientes deseos de Mons. Cagliero.
En suma la Obra de D. Bosco redobla sus fnttos consoladores en la Patagonia, y lo que le
granjea la simpatía de toda clase de personas
es también el buen nombre de los ex-aluinnos,
en todas partes entusiastas.
Hasta en Junín de los Andes, el 4 del último
agosto, fiesta de Sto. Domingo, se fundó, en
homenaje al antiguo director y Párroco, D.
Domingo Milanesio, un nuevo Centro de más
de 30 socios, que tuvieron fiesta religiosa en la
parroquia, una velada músico literaria en el Co­
legio y un banquete familiar.
E n Viedma la Asociación de los Ex-alumnos
va extendiendo su acción, como las Uniones de
Italia y de la Argentina, con sus secciones de so­
corros mutuos, de cultura social, deporte y de
clamación. Esta ultima inauguró sus tral^ajos

— 97 “
el 8 del septiembre pasado y a la función, anun­
ciada con cohetes y amenizada por la banda,
acudió la flor y nata de Viedma. También por
otro titulo se capta las simpatías la Obra de
D. Bosco; me refiero al interés que los Salesianos
se tomaron por los menores de edad, sobre todo
nuestro infatigable inspector, D. A. Pedemonte.
Este envió el lo del coriente a D . José A. Mújica,
defensor de aquellos en el Territorio, una nota
importante exponiéndole la necesidad de darles
una educación suficiente; y el Dr. Mújica, al
mismo tiempo que le respondía gentilmente que
estaba de acuerdo en todo con él, diciéndole que
solamente « por medio de la educación de la
masa popular, se puede llegar al perfecciona­
miento de las instituciones patrias, como decía
una eminente personalidad del Gobierno, pues
¡a educación es el secreto del engrandecimiento
y de la prosperidad de los pueblos », le manifes­
taba también el deseo y c la eficacia de la coo­
peración salesiana, para llevar a cabo una
obra tan humanitaria. »
Amadísimo Padre, estas tierras prosiguen
su marcha por el camino de la civilización con
paso rápido y audaz; es nuestro deseo y nues­
tro deber indicarles y acompañarlas a ideales
cada vez más sublimes; desgraciadamente nues­
tras fuerzas son insuficientes para atender a sus
necesidades. Antes que los salesianos de la Patagonia puedan andar por sí mismos, se necesi­
tarán muchos años; tenemos, pues, necesidad de
que V. nos ajnide. Los ejemplos de abnegación
y virtud, sembrados por algunos de los nuestros,
no han caído en terreno estéril. La Junta que
se constituyó para elevar un monumento de
mármol a D . Evasio Carroñe, el que fundó, jun­
tamente con Mons. Cagliero, el Hospital y la
farmacia de Viedma, prosigue con ardor la obra
y ha comenzado los trabajos; estos días, otra
comisión trabaja con admirable actividad para
festejar la misa de oro de nuestro amado D. J.
N’alinotti, Párroco de Patagones. Estas y otras
pruebas de afectuoso reconocimiento nos con­
mueven y nos hacen lamentar más el bien que
podríamos hacer, y no hacemos por falta de
fuerzas. Si cien sacerdotes celosos llegaran hoy
a la Patagonia, en seguida encontrarían todos
campo vastísimo para ejercer el sagrado minis­
terio.
En otra, si es que con ello no le robo un tiempo
demasiado precioso, hago cuenta de exponerle,
con la palabra elocuente de los hechos, las necesMades más urgentes de la Patagonia, donde
a primeros de septiembre se inauguró una vía
férrea de más de lOO kms. a Fortín Mercedes;
otros trabajos importantísimos continúan con
gran entusiasmo. Que el Señor nos dé el consnelo de ver crecer sin cesar también el progreso

moral y religioso de estos pueblos, que es el
único progreso que puede asegurar la indus­
tria y el comercio.
Acepte, amado Padre, nuestros filiales obse­
quios y tenga la bondad de encomendar al Se­
ñor al que tiene la dicha de ofrecerse de V.
afmo. y humildisimo hijo in C. J.
J osé B r e n t a n .\. P6ro.

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La Manta lAteraria. (Comedia, 2 actos). Un folleto
en 8.®, o’75 ptas.
Para ninas y señoritas.
¡(iK Muñecas. (Zarzuelita, i acto). Letra, o'so pe­
setas. Música, 2 ptas.
Las Mentirosil/as. (Comedia, 2 actos). Un folleto
en 8.®, o’75 ptas.
¿a Envidiosa. (Zarzuela, i acto). Letra, 0*75 pe­
setas. Música, 4 ptas.
Hay otras muchas en prensa y en preparación.
Formación moral y religiosa de las niñas. A las ma­
dres, a las educadoras, a Jos catequista.s, a los
sacerdotes. Por el autor de la Pratique Progressive
de la confession et de la direction. Traducción cas­
tellana de la 2.» edición francesa, por D. Luis
Carreras, Pbro. Un tomo en 8.® menor, esmerada­
mente impreso con tipos modernos y claros, a ptas.
2'25 en rústica y 3 con bonita encuadernación de
tela inglesa. — Por correo, 2*35 y 3’ io.
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EL CULTO

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de María Saxiliadora

Nós tenemoi la persuailóo de que, en las vicisitudes doloroaas de los tiempos
que atravesamos, ao oos quedan más consuelos que los del Cielo, y entre estos,
la poderosa proteccidn de la Vir{en bendita, que tu¿ eo todo tiempo el Auxilio
de los Cristianos.
pío x .

GRACIAS DE MARIA AUXILIADORA.
Socorro (Col.).— Enfermó de gravedad mi único
hijo varón, en términos que i>erdimos la esperanza
de su reposición. Muchas veces, durante su enfer­
medad, me postré ante mi Dios misericordioso
para pedirle ejue tomara mi vida, pero que con­
servara la de mi hijo, sostén de mi hogar. El dia
de mi mayor angustia, me dirigía al templo a re­
petir mis ruegos y en mi camino me encontré con
\mn señora piadosa, quien debió ver en mi sem­
blante la intensidad de mi sufrimiento, y me dijo;
« l ’onga por intercesora a María Auxiliadora,
ofrézcale su novena; pero hágala Ud. mismo. ».
Practiqué el consejo principiando en el acto; y al
volver a mi casa, el Médico Sr. Dr........ que con
solicitud y finura velaba a la cabecera del en­
fermo, me manifestó que se había presentado un
síntoma que le parecía muy favorable. Desde este
momento se tranquilizó mi espíritu. ¡Estaba
hecho el nülagrol Y hoy, gracias a Dios, veo libre
a mi hijo de su cmelisima enfermedad.
Entre otras cosas, le ofrecí a María Auxilia­
dora, madre de nuestro Redentor, publicar este
favor, y lo hago con toda la satisfacción de que
es capaz el corazón de un padre agradecido y
creyente.
Diciembre de 1911.
U lp ia n o T o l e d o A rios.

Córdoba (República Argentina). — Hacía pró­
ximamente cuatro meses, que mi hermana, Rosa
Palanco do Ruiz se había establecido en la ciudad
de Rosario, disfrutando de buena salud. El dia 2O
de abril me llega, sin ningún antecedente de enfermetlad, un telegrama cu estos términos; « Rosa
muy grave y sin csjx?ranza ».
En la angustia que producen noticias seme­
jantes, acudí con fe ciega a María Auxiliadora,
ofreciéndole, entre otras cosas, publicar el mila­
gro si se restablecía la salud de mi hennana. Inlucdiatamente, apesar de que el telegrama daba
a entender que era inútil, comencé una novena de
tres Padre nuestros y una Salve a María Auxilia­
dora, y emprendí el viaje a Rosario. Idegado allí,

x

supe que ami vivía; pero ecuché con sumo pesar
de boca de los médicos, que, como máximun, ten­
dría dos días de vida, pues tenía muy mal los ri­
ñones con complicación al corazón que no podía
dejarla vivir más.
Ante tal declaración, alenté mi fe y esperé contra
toda esperanza. Sólo María Auxiliadora podía
aún curarla, y sólo de ella esperé la curación. Con
el consentiuüento de los médicos, aplicamos a la
enferma un remedio casero en nombre de María
Auxiliadora, y con él la enferma experimentó la
primera mejoría.
Al día siguiente, se le dió la bendición de María
Auxiliadora, y desde este momento continuó mejo­
rando sin retroceso alguno, con asombro de los mé­
dicos, hasta encontrarse perfectamente restable­
cida tal cual se encuentra hoy.
Esta es la historia sencilla de un gran favor
de la Auxiliadora del pueblo cristiano, y que
pone de manifiesto que los que tenemos fe en
ella nunca perdemos la esperanza, porque cuan­
do hemos agotado la ciencia de los hombres, nos
queda Dios con su sabiduría infinita para provar
nuestra fe y enseñamos a esperar. Sumamente
agradecida a María Auxiliadora, y en cumpli­
miento de mi promesa, lo publico y firmo.
S alomé P olanco A vila.

Lim a (Peni). — Caí gravemente enfermo con
neumonía aguda. Ixw facultativos, a pesar del es­
mero con que me atendían, dudaban del éxito de
sus remedios.
En estas dolorosos circunstancia recibí la \-isita
de mi querida liemiana M. Teresa. Hija de María
Auxiliadora, acompañada de otra hermana, quie­
nes con la caridad que caracteriza las Hijas del
N'enerable D. Bosco, ofrecieron solititar de la
comimidad el rezo de una novena a María Auxi­
liadora. poniendo en sus bondadosas manos el que
me concediera la \*ida, siquiera fuese por la falta
que hacía a mis seres queridos.
Pocos días antes del fin de la novena, sentí
que nuestros megos eran escuchados, porque, aun
cuando la enfermedad estuviera en toda su fuerza,
yo estaba convencido de mi curación.

— yy Así fué que al tenninar las oraciones, los facul­
tativos me declararon fuera de peligro. Fuerza es
reconocer que María Auxiliadora accedió a nues­
tras súplicas, ilustrando a los facultativos para el
mejor desempeño de su misión.
•Madre mía Auxiliadora, recibid la expresión de
nuestro filial reconocimiento!
Octubre de 1912.

C arlos

G. M ac hie .

Madrid. — Hacía más de año y medio que tenía
unhermano enfermo del ^tómago. No podía tomar
otra cosa más que huevos y leche; y aun esto
muchas veces se veia obligado a arrojarlo junto con
materias biliosas.- Después de consultar varios
médicos y usar muchas medicinas sin resultado,
éstos querían someterlo a una operación suma­
mente peligrosa. En trance tan apurado, yo <}ae
estaba enterado, resolví hacer mía novena a Mana
Auxiliadora, aconsejando al mismo tiemjx) a mi
hermano, que no luciera semejante operación y
que se encomendase a la Virgen de Don Bosco.
Poco tiempo después de terminada la novena, re­
cibo ima carta de mi hermano diciéndome que .-.e
hallaba muy mejorado; y hoy, gracias a tan buena
Madre, se halla perfectamente sano.
En acción de gracias y para gloria de María,
hago pública esta gracia en el Boletín Salesiano.
Enero de 1913.

P. S. S. S.

Valencia (España).— Como cooi>erador Saiesiano invoco a María Auxiliadora en las tribula­
ciones. y estando enfermo un liijo mío así lo hice
obteniendo la curación. Doy gracias públicamente
a la poderosa Madre de Dios.
J osé M. A parisi , abogado.

Dao también gradas a María Auxiliadora y envían
limosna:
Bogotá (Colombia). — Juan de Dios Leal, f>or
haberle sacado de un terrible apuro, en el cual va
le venian tentaciones de atentar contra su vi<la. —
Id.: Elena Z. Cortés, por haberla'librado de uiia
operación quirúrgica. — Id.: Mercedes P. de Al­
vares, por haber salvado la vida a un nietecito
muy querido. — Id.: Alberto de Francisco, por
haberle proporcionado una colocación. — Id.: M. L.
de V., por haber salvado a un hijo suyo de un
ataque cerebral y haber librado a otro de la am­
putación de un dedo.
Boconó (Venezuela). — Genoveva Brieeño, por
un favor recibido y envía 5 pesos. — Id.: María
Elisa, por haber curado a una sobrina suya de
meningitis gravisima y envía su limosna.
Baracaldo (España). — M. P., por haber salvado
a su hermano de un cólico fortisimo que pudo
traer graves consecuencias.
Cartagena (Colombia). — Rosa A. P.de Caviedes.
por muchos favores obtenidos y envía un peso de
limosna.
Caracas (Venezuela). — L. de Derizbeitía. por
un señaladísimo favor.
Coachí (Colombia). — M. M. B., por haoerle
de\TjeUo la salud que desde hace nueve años creía
per’ida.
Cali (Colombia). — Dolore.s E. de Bolaños por
haberle sacado bien de un parto diiídl en el a-al se

vió a la» puertas de la muerte. — Id.: SantiagoRomero por haberlo curado de la tisis que le tenia
ya sin esperanzas de vivir.
Delecsol (Ecuador). — Benjamín Samaniego, por
haber alcanzado la curación de una grave enfer­
medad y envía un sucre de limosna.
Leiva (Colombia). — Clementina de Mnrique,
por un grandísimo favor y envía 100 $ de limosna.
Ludo (Ecuador). — Florentina Segarrn, por haber
alcanzado la curación de una pierna y inaiula un
sucre de limosna.
Managua (Nicaragua). — Agustina Padilla, por
liaberle sanado los ojos y envía 20 pesos. — Id.:
Antonia López, por haberle curado los labios de
una grave inflamación, y manda 15 pesos. — Id.:
Delfiiia de Silva, jiorque, habic-ndo caído su esposo
en el camitto y habiéndole pasado sobre el pecho
una carreta machucándolo y dejándolo como muerto,
ella imploró el auxilio de la Virgen prometiéndole
nna ofrenda, y la Virgen hizo que cuando el métlico le examinó le halló enteramente sano. Ofrece
57 pesos y medio.
Maracaibo (Venezuela). — Rosario de Chiguiguirá, por haber librado a su padre de uuos ata­
ques; envia su limosna y se hace cooperadora.
Huesca (España). — José Tormo y esposa, i)or
haber curado a sus dos hijos Pepito y María Teresa.
La Coruña (España). — E. U., por varios favorés
y manda 20 ptas de limosna.
Lima (Perú). — L. S., por haber curado del tifus
a vatios de su familia. — Id.: N. N., por hal>er
devueUo la paz a su familia. — Id.: Una hija de
María Auxiliadora, por varios favores. — Id.; Una
devota, por haber librado a su madre de una en­
fermedad.
Guayaquil (Ecuador). — Clemencia Jlalavé, por
haber sacado bien de dos operaciones a una querida
herma.ia, y envía 5 pesos de limosna.
Nueva Colombia (América). — A. C. de A., por
haberle solucionado un asunto del cual dependía
su porvenir con un milagro potente.
Orense (España). — C. M. R., por haberla librado
de unos ataijues que la ponían a las puertas de la
muerte, y manda todos los meses la limosna ofrecida.
Pamplona (Colombia). — Emilia Mendoza, por
varios favores y envía una limosna.
Puebla de Montalbán (Espai'm). — Salvador Ma.
.Muncharaz, por un favor y envia su limosna.
Sigsig (EcuadorL — Bersabé Avila, por haberla
sanado de una grave enfermedad.
Sueca (España). — Rosario Camilleri, por ha­
berla curado de una debilidad extrema que amena­
zaba con un fatal desenlace, y envía una limosna.
Valencia (pjspaña). — Concha Albelda, por un
favor y manda celebrar varias misas en acción de
gracias. — Id.. Milagros Giner, por dos favores y
manda celebrar dos misas. — Id.: Concepción Kos.
por haber curado a su padre y manda también li­
mosna para dos misas.
X. — C. M., por haberle curado una ulcera que
tema en el estómago.
Zapatoca (Colombia). — Una cooperatlt>ra, pejr
haber curado a una persona muy querida y envía
una limosna. — Id.: Ana F. de Acevedo. por haber
devuelto la salud corporal y espiritual a un liermano > envía 50 pesos de limosna. — Id.: Fran­
cisca Gómez de Serrano, por haber librado de una
fuerte puimonía a su hijo y envía la limosna ofre­
cida - Id.: Josefa de Acevedo, por la curación
de un niño y envía 100 $ de limosna. — Id.:
Dadores C. de Salazar. por haber devuelto la salud
a su hija María, y envía cien pesos de limosna.

POR EL MUNDO SflLESiílNO
El sucesor de D. )3osco eq España.
CIUDADELA (Menorca).— La visita de Nuestro
tRino. Superior General a Cindadela ha sido im

aparecer el barco en el puerto salieron dos traineras
tripuladas por jóvenes de lo más selecto de la ciu-

CIUDADELA (Menorca). — El colegio en la visita de D. P. Albera.
awntecinvieiito tpie no podíamos entrever siquiera.
cosa ijicreible la simpatía proftmda que la obra
salesiauu ha despertado en el corazón siempre ge­
neroso de los baleares. Sentimos en el alma no po­
der relatarla por extenso; pero dificultades ajenas
a nuestra voluntad nos permiten apenas dar esta
sucinta reseña que el Correo Caiaidn de Barcelona
e.vtractó el ¿o de enero.
El i' Albera llegó a Mahón el 19 del mismo mes por
la mañana, acompañado de su asistente el Profesor
IV Bretto y del I^vincial P. Maníredini. A j>esarde
lo temprano de la hora, ya le esperabtm en el
umclle el Muy Iltre. Delegado del Gobierno y de­
más autoridades, un señor Canónigo en represeu•lución del señor Obispo y numeroso pueblo. Al

dad. Rodeado del pueblo que le aclamaba el P. Al­
bera se dirigió a la iglesia de la Concepción y cele­
bró en el altar de María Auxiliadora, dirigiendo
después una fervorosa alocución al numeroso gen­
tío.
Los señores Conde de Torre-Saura y don J. MSintes tomaron en sus autos al General y a sus
acompañantes y se dirigieron a Cindadela.
En el camino vió desbordarse el entusiasmo po­
pular. Jamás nos hubiéramos im a n a d o que los
salesianos gozaran de tanta popularidad y que en
tanta admiración se tu\*iera a su General. En todos
los pueblos del trayecto se le esperaba, las cam­
panas se echaban al ^•uelo, el Cura y el Alcalde le
daban la bienvenida, los paisanos le aclamaban.

El, liumilde y sereno, sin perder en lo más mínimo
la admirable igualdad de su espíritu, de cuando
en cuando decía; « ¿Pero por quién toman al po­
bre P. Albera? ¡Ab! pero no me lo hacen a mí, lo
hacen al Ministro de Dios, al jefe de la familia
salesiana », y subiendo al pulpito daba las gracias.
En Ferrerías llegó al delirio el entusiasmo, siendo
ovacionado y aclamado el Rvmo. P. Albera, por el
pueblo a cuya cabeza figuraban el Sr. Alcalde y
Cura Párroco.
Un kilómetro antes de Cindadela, ya le espera­
ban el señor Obispo y el señor Alcalde con su sé­
quito. Quince coches con la nobleza ciudadelana
fonnaban el cortejo. Las calles estaban engalana-

Por la tarde hubo una gran conferencia en San
Agustín, siendo orador el M. I. señor Canónigo Ma­
gistral.
Ix)s días siguientes no fueron menos llenos.
Las misas de comunión concurridísimas; la Nie­
lada del 30 por la noche fué soberbia. líutre los
oradores sobresalieron el Notario señor AngUula,
el Presidente de los Antiguos alumnos D. Pablo
Capella y M. Iltre. Sr. Samix>l y Palós, Con.silinrio
del Círculo Católico, y el señor Cabiüler, concejal
del Ayuntamiento. Jamás st* vió más solítiaridad
de sentimientos. Todo Menorca, sin distinciones ni
reservas, se ha unido para tributar el homenaje al
Superior C»eneral de los Salesianos.

C I U D A D E L A (Menorca) — Les antiguos alumnos con el Superior General.

das; toda Cindadela estaba esperándole. AI apearse
del auto del Conde estalló ima salva inmensa, colosal.
El venerando Prelado y el primer teniente de
•Mcalde don J uan Simó Oliver, le dirigieron la bien­
venida en nombre de la ciudad.
I.,a gente se arrodillaba a su paso pidiéndole la
bendición; los niños le aclamaban; todos le presen­
taban rosarios y medallas para que los bendijera
J tocara; las madres le presentaban sus hijos.
Entre el inmenso gentío se le llevó a la iglesia de
María Auxiliadora y se cantó el Te-Deum.
Luego fué al palacio episcopal; los balcones de las
cssas estaban engalanados; las bocacalles osten­
taban arcos triunfales; hubo suelta de palomas; la
banda llenaba de acordes el aire; los niños vitoleaban. En fin, ha sido ima cosa mmea vista en Me­
norca.

SARRIA. — El 24 de enero por la mañana
regresó de Menorca, nuestro Revmo. Su¡x?rior
(icneral, acompañado de los PP. Bretto y Manfredini.
La prensa de Barcelona publicó, con profusión
de detalles, la brillantisima recepción y las entu­
siastas y calurosas manifestaciones de amor, que la
católica Menorca tributó al s^undo Sucesor del
\'enerable Bosco.
En la tarde del 24, el Exmo. y Rvmo. Sr. Obispo
Dr. Laguarda, devolvió su visita al Rvmo. P. Al­
bera, con el que se entretuvó durante algiin tiempo:
también saludó a los R.R. P.P. Bretto, Maníredini y M^hetti, dando a todos una prueba de su
paternal cariño.
El 27 a las 3
de la tarde el Drculo deportivo
« D. Bosco » V los « Alabarderos de María Auxilia-



102

dora » ejecutaron un Festival extraordinario en
lioiior del Rvmo. P. Albera.
A los alegres acordes de un brillante paso-doble
ejecutado j)or la banda de la casa, desfilaron los
Alabarderos y Gimnastas, siendo recibidos con
una nutrida y prolongada salva de aplausos.
Colocados frente a.la Presidencia y con la ban­
dera nacional <lesplegada, im gimnasta dió un
¿Viva el l^apa! y el Capitán de los Alabarderos, un
¡Viva A's/jada.Gsiendo ie.spoudidos ambos por todos
los presentes, mientras la banda interi>retaba la
marcha real española.
J^ido un saludo al Rvmo. Rector Mayor, en el
que se le dedicaba el festival y se le ofrecía la
Presidencia Honoraria de ambos Círculos, empe­
zaron los gimnastas sus ejercicios.
Evoluciones, ejercicios individuales en las para­
lelas y barra fija, entretenimientos de ciclistas, y
los bonitos ejercicios gimnástico-suecos, nos en­
tretuvieron agradablemente cerca de dos horas.
Ros puntos mas interesantes del programa fue­
ron los campeonatos de salto libre con obstáculos,
lanzamiento de ¡xíso y salto con jx-rtiga, que
fueron ganados respectivamente por los gim­
nastas Juan Aguilar, Celestino Gamcro y Alfredo
de la Hoz, para los (pie tuvo el Rvmo. Padre Al­
bora palabras de felicitación y enhorabuena.
Fiesta de S. Francisco de Sales. — Este año ha
revestido la fiesta de nuestro excelso Patrono un
esplendor y solemnidad muy superior a la de los
años pasados: pues debido a la presencia de nues­
tro Revino. Sr. t“'ui)crior General, que presidió los
solemnes cultos del día, acudieron también im buen
número de Sres. Cooperadores, y di.><tinguidas reliresentacioncs de Comunidades religiosas, dando
así con .su asistencia mayor realce a la fiesta.
Aun a los que están acostumbrados a ver nues­
tras funciones de iglesia, en las que toman parte
lunneroso clero, (juc mueve a devoeóin ¡)or la gra­
vedad y exactitud con que practica las ceremo­
nias; aun a los habituados a c.scuchar los anuoniosos cánticos del gradual y oir Uis misas de Perosi y
I.otti, y de otras grandes figuras del divino arte,
intcriiretada.s con gusto y afinación, con acom­
pañamiento de toda oninesta; aun a las que
están hechas a pre.seuciar esas nunierosí.simas
comuniones (pie, a jx'sar de ser distribuidas jior
varios sacerdotes, durim mas de media hora, aun a
e.sas, décimas, llanm la atención la gran soleuuiidad
con que celohramas el día de nuestro Patrono, día
(pie dejó recuerdos imperecederos en el corazón
tic todos.
El E muo. y Rvmo. Sr. Obisixi de la DiiSc^sis, Dr.
Eaguarda, nos Imbia prometido venir a celebrar
la mi.sa de la comunidad: jicro el caloso Pastor
juzgó una falta de atención y delicadeza venir a
celebrarla, estando entre nasotros el Rvmo. Padre
General.
Celebix). pues, (^ste la musa de comunidad, v
muchas fueron los que ixmtemplarou i.'onmovidos
el hemuxso e.s¡xcláculo de centenares de jóvenes
que recogidos y fervorosas iban a recibir en sus
Jechos a Cristo Je.sús: y esta iiu]>onente mani­
festación de amor a Jesús Sacramentado, preci-sa-



raente en estos tiempos de apatía e indiferencia re­
ligiosa, hizo derramar lágrimas a muchos de los
circunstantes.
La misa solemne fué oficiada por el muy Iltre.
Sr. Dr. D. José Portóles, Canónigo de esta S. 1. C .;
y el P. Fierro S. S. con su acostumbrada elocuencia
presentó al numeroso auditorio al melifluo S.
Francisco de Sales como modelo de celo v activi­
dad por la causa de Cristo, excitando a todos a tra­
bajar como el Santo por tan sublimes y sagrados
intereses.
Por la tarde, después del solemne canto delá/a^nificat, tuvo lugar la conferencia reglaynentaria a
los Sres. Cooperadores.
El conferenciante. Muy Iltre. Sr. Canónigo Ma­
gistral de esta S. I. C., liabló durante una hora al
selecto público de la Obra vSalesiana ; y con la imcióii de un verdadero apóstol y palabra.s per­
suasivas, demostró, en párrafos llenos de doctrina
y elocuencia, que la Obra del inmortal D. Bosco,
es una Obra providencial, por los tiempos en que
aparece y por las circunstancias especiah'simas en
(pie vivió su ínclito Ihindador; el que. a pesar de mil
obstáculos }’ contradiciones, pudo realizar su noble
y santo ideal iiuspirado por el Cielo.
Pero no basta, decía el Sr. Magistral, no basta
que la Divina Providencia haya hecho aparecer en
nuestros tiempos la Obra Salesiana; preciso es
que los Cooperadores ayuden en su santa misión
a los salesianos; ix)rque Dios, en su providencial
economía, hace aquello que los hombres no i>ueden, pero deja a éstos lo r]ue está a su alcance.
Precúso fué, en los comienzos de tan benéfica insti­
tución, que se viese de una manera ostensible la
intervención de Dios, y así vemos que no escasean
los milagros; pero una vez formada la Obra,
deja a su.s Cooperadores la misión de protegerla y
ayudarla.
Demuestra a contimiadini el conferenciante
que el título de Cooperador ennoblece al que lo
lleva; y más aún. no .'i<)lo es una gloria, en cuanto
se coopera a la salvación de las almas, sino que es
también una obligación ; puesto que todos estamos
obligados a buscar el bien de mic.stro prójimo.
Tcnuinada la (^onfereucia. subió al pulpito el
Rvmo. P. All>era, expresando su agradecimiento a
los Cooperadores y manifestando su alegría al ver
realizadas tres profecías que el inLsmo oyera de los
labios del Venerable D. Bosco, cuando, aun en los
comienzos, no contaba cxdii recursos de ningiin ge­
nero y con niucha.s dificultades. En primer lu­
gar veía cumplidas las palabras del Venerable al ha­
blar de grandes colegios llenos de niños y con per­
sonal ad(x:uado: y lo que entonces muchos juzga­
ron una IcKMira es hoy una realidad.
Lo projiio ha ocurrido cx>n la propagación de la
devoción de María Auxiliadora; v en cuanto a lo
(jue dijo de una gran Basílica al Sgdo Corazón de
Jesús, sobre la cmnbre del Tibidabo,\z en camino
de ser un hecho.
Finalizaron los aritos de la tarde con la bendi­
ción solemne cxjn S. D. M. dada por el Superior
General.
El 30 por la mañana marchó el R\-mo. P. Albera,

con los P.P. Bretto y Manfredini, para visitar
las demás casas.
La despedida fué conmovedora; y entre los ni­
ños de Sarriá y Barcelona quiso pasar el R\‘mo. P.
Altera los últimos momentos de su permanencia
en la hermosa ciudad condal.
Al arrancar el awío que nos llevaba tan cariñoso
Padre, resonaron los aplausos y vivas, acompa­
ñados de las bendiciones de todos al segrmdo Suce­
sor del Venerable D. Bosco.
VALENCIA. — La visita del P. Albera a Valencia
formará una de las más hermosas páginas de la
crónica salesiana; su corta pennaneucia en esta
dudad constituye ima serie no interrmnpida do

VALENCIA

actos a cual más grandioso y má.s tierno; su paso,
cual el de los santos, fué motivo de grande adiniradón. reverencia, respeto y amor; cual el de los
hombres ilustres, de grandes muestras de afecto y
simpatía y de mil atentas distinciones por parte
de los hijos de esta hermosa tierra que iban a
ponía en obsequiar con sus finezas al ilustre
huésped.
Enterada Valencia, j)or la prensa, circulares
impresas ad hoc, proclamas y programas de la
próxima visita del gran apóstol, esperaba gozosa
su venida, suspiraba por el momento de p>oder disfru­
tar de la presencia del amado Padre, ansiaba el
instante dirhngn de poder besar la mano del Santo
y recibir su bendición; anhelaba la hora de su lle­
gada, para dar expansión a sus grandes y nobles
sentimientos aclamándole y •vitoreánd^e.
So Llegada. — Llegó a esta ciudad el Padre

Albera el día 6 a las 5 y 20; inuclio antes de la hora,
los andenes de la estación rebosaban de nmneroso
y distinguido público, que aguardaba impacien­
te el momento de saludar y besar la mano del va­
rón ilustre.
En ellos hallábanse el Sr. Deán de esta B:isiliou,
Dr. D. José Navarro Darras; el M. 1. Sr. 1). l'élix
Bilbao, Secretario de Cámara, en n'pn.\scntacióu
del Excelentísimo Sr. Azobisjx); los muy iluslrOvS
señores Canónigos Dres. Barbarrós y l'ont; Senador
D. Manuel Polo y Peirolón, diputado jnoviucial
Sr. Belda, concojaloa Sres. Guillém, U(Klrigue7. de
Cepeda, Casanova, Pcrraz y Cruz; Rvdos. PP. Juan
y J uan y l'ilil>erto Pus.sct (S.S.): Curas Párrocos de
las Iglesias de Santa Mónica y Nuc.slra Señora del

El recibimiento.

Pilar; Pbros. Sres. Palamantes y Martínez, Juez
Sr. Bal, D. Ricardo y D. Pcrderico Trenor, señores
Barones de I.,a Linde y láauvi, Sres. Prósjjer, PLscopo, Cruz Benso, Marti (N. N.), Pablo Ramos,
Carrau (D. Pablo), Quinigle, Montón, Cantos, Monten^ro, Vallbona, De Ros (D. Ramón), Colomer
(D. Antonio) y el Dr. D. Juan Pérez Luda. Con la
Sra. Baronesa de La Linde acudieron también la
Marquesa de Velliscas y la Sta. de Roja.s. Tam­
bién esjjeraban al P. Albera, el P. Viñas, Superior de
la Casa Salesiana en Valencia, y el P. Echalecu.
A la hora señalada entró en agujas el tren en que
venia el General de los PP. Salesianos, redbíeiúlo
el segundo homenaje al desfilar por delants de él
y ofrecerle los primeros respetos el numeroso pú­
blico alli reunido. Decimos el segimdo homenaje,
pues el primero se lo habían tributado ya en J átiva
una comisión de Antiguos Alumnos, formada p'jr

— 104 —
los Sres. D. Francisco Casanova, D. Vicente Belloer
y D. Joaquín Aznar, que en compañía del P. Pre­
fecto, no sabiendo resignarse a esperar el momento de
su llegada, salieron a su encuentro. A estos se unieron
el Abad de aquella Colegiata y varios Canónigos.
Kn Alcudia había sido ya recibido por una co­
misión de Cooperadores de CanaLs, que le acompa­
ñaron hasta este pueblo, donde fué obsequiadísimo
en casa de I). Vicente Guzmán, gran bienhechor
de la casa salesiana.
Terminado el desfile y saludos en la estación, el
P. Albera subió a un automóvil, en donde se tras­
ladó al colegio acompañado del M. I. Sr. Deán
y Secretario de Camara. I.,e seguía mía gran co­
mitiva cu diferentes coches y automóviles.

público, estacionado en dicha plaza, que iba au*
mentando cada vez más, haciendo imposible el
desfile a pesar de lo ancho de la calle.
Los balcones estaban adornados con preciosas
colgadiu-as y algunos artísticamente iluminados, las
puertas y las ventanas de las casas llenas de gente
que salían a aclamarle inimdados de gozo los cora­
zones: así lo demostraba el entusiasmo con que lo
hacían.
Hubo escenas llenas de emoción: madres que
con sus hijos en lós brazos abríanse paso entre la
multitud, hasta llegar al automóvil para hacerles
besar la mano del Padre y recibir su bendición,
Al llegar al colegio, el entusiasmo era indescripti­
ble: imuenso público llenaba la plaza, iglesia, pa-

VALENClA — üurante la velada.
El entusiasmo a medida que se acercaba al co­
legio iba creciendo más y nuis. Hu la Plaza de Sta.
Ménica le esjuTaban niillams de ¡>ersonas de todas
condiciones, y 300 niiuw vo.stidos de gimnastas con
su bimdcrn, la banda de música y cometas del co­
legio. los Antiguos Alumnos y niños del Oratorio
festivo cí^n sus res|H'ctivas banderas. AI vislumbrar
<‘l automóvil en (jue venia el P. Albera. un estmendoso y prolongado aplauso acomjMu'iado de mil
^•ivas y aclamaciones entusiastas, salidas espóntimoomente de mil j>ochos agradecidos, llenaron los
aires: la banda dejó oir las herniosas melodías de
un alegre jiasodoblc y los niños, fonnados de cuatro
cu fondo \- precedidos de su bandera y b;uida de cor­
netas. desfilaron por delante el automóvil. A éstos
siguieron kis niños del Oratorio festivo y Anti­
guos Alumnos, la banda, que no sabia interrumpir
su marcha durante el largo trayecto y el inmenso

tios y diferentes departamentos del establecimien­
to: la fachada del colegio, iluminada con focos eléc­
tricos y bengalas, y adornada con colgaduras y ban­
deras; sobre la puerta uu precioso arco levantado
por los Antiguos Alunmos. El efecto era fantástico,
la emoción iiienarable.
Al bajar el P. Albera del auto eii medio de las
aclamaciones no interrumpidas y de los acordes,
de la banda, que apenas se apreciaban, se dejó oir
el estmendo de una larga traca y al mismo tiempo
se dispararon preciosos fuegos artificiales.
El P. Albera. no sin gran dificultad, pasó a la
iglesia artísticamente adornada, donde, apoyado
sobre un reclinatorio, presa de ima tierna emoción,
escuchó el canto de la Salve.
Acto seguido, el Sr. Superior, subió al púlpitoy
dió las gracias al imnenso gentío allí congregado.
Luego pasó el P. Albera a rma de las habitacio-

-

lo ; —

nes del colegio donde despidió a todas las Conii^k»les.
Visitas. — Apenas los valencianos vieron la
simpática 7 respetable figura del virtuoso Padre,
ántíeron sus corazones tocados de tal atracción,
que no sabían resignarse a alejarse de su lado, ni a
retirar sus miradas siempre fijas en el rostro vene­
rando del Sucesor de D. Bosco.
Se creían dichosos pudiendo lleg^ a besar su
mano, y su gozo era indiscriptible al poder estar a
su lado.
Tan grande ha sido el número de visitas que
recibió durante los pocos días de su estancia, que
puede decirse que ha desfilado por delante del

pío lleno de fieles, entre los que figuraban distin­
guidas j>ersonalidades, cooperadores de la labor •
salesiana, ostentando muchas señoras y señoritas
la medalla de Maiia Auxiliadora.
El P. Calasanz estuvo elocuentísimo tanto en la
exposición del tema « Don Bosco y su Obra » conuí
en su desarrollo. Compara bellamente con S. Jo.sé de
Calasanz a D. Bosco, al alma dol niño con una
nave abandonada en medio del mar cuyo nnub'.^
y destino se ignora.
Estudia la oj>ortunidad de la hmdación .salcvsiana y dc.spués do hablar extensamente de esta
obra y de los Cooi>eradores, (jue el ora<lor considera
como su complemento, termina describiendo con-

V A L E N C I A — La Presidencia.

P. Albora todo Valencia; unos para tener la sa­
tisfacción de saludarle, otros para pedirle su ben­
dición y todos para presentarle sus respetos y es­
cuchar tiernas y acertadas palabras de sus labios.
El dia 7 por la mañana fué a visitar el Exmo. Sr.
Arzobispo en compañía del P. Bretto y el P. Maníredini. S. E. le devolvió la visita y los invitó a su mesa.
Couíerencía. — El dia 8 a las 4 de la tarde, se
hubo en la iglesia del Salvador una solemne
Conferencia presidida por el Exmo. Sr. Arzobispo,
el P. Albera, el M. I. Sr. Rector del Seminario,
Br. D. Rigoberto Domenech; el M. I. Sr. Secre­
tario de Cámara y Gobierno, Dr. D. Félix Bilbao;
el P. Bretto, Maufredini y Viñas. El conferenciante
filé el elocuente orador Rdo. P. Calasanz Rabaza,
Asistente interprovincial de las Escuelas Pías.
A la hora señalada, se hallaba el espacioso tem-

im bellísimo párrafo la obra ae ¡laz social que
Dios lleva a cabo por medio de los humildes salesianos, y dando al P. Albora la bienvenida en nom­
bre de Valencia.
Terminado que hubo el P. Calasanz, subió al
pulpito el P. Albera, y, en castellano muy correcto,
manifestó a los valencianos su agradecimiento por
el apoyo que prestan a los Salesianos, afirmando
que en ningtma ciudad de Europa, había presen­
ciado ima manifestación de simpatía más expontánea v universal que en Valencia.
Sus sencillas palabras de aj)óstol conmovieron
hondamente a los fieles.
Acto seguido, varias señoras hicieron ima co­
lecta, repartiendo a los concurrentes fotografías
del P. Albera, mientras los niños de nuestras escue­
las cantaban hermosos motetes.

— io6 —
Tenninó el acto con la exposición de S. D. M. y
la bendición dada por el Exnio. Prelado, asistido
por los Canónigos M. I. Sres. D. Félix Bilbao y
I). Elias Olmos Canalda.
Todos los concurrentes salían admirados de la
sencillez evangélica de nuestro amado Superior.
Gran homenaje. — Si todos los dias que per­
maneció entre nosotros el P. Albera fueron días
llenos de dulces emociones, de gratas sorpre.sas
y de tiernos e imperecederos recuerdos, lo fue de im
modo especialísimo el domingo, día 9. En este día el
entusiasmo que había reinado en los anteriores se
trocó en locura, desbordó en frenesí. Valencia,
con la suntuosidad que la caracteriza y la gran-

pequeño para contener el número extraordinario de
jóvenes, antiguos discípulos del colegio, que allí
se habían reunido, para escuchar las inspiradas
palabras llenas de santa emoción que debía di­
rigirles el. amado Superior.
Entró el P. Albera en el local en medio de los
entxisiastas aplausos y ovaciones de sus queridos
Antiguos Alumnos; y fué a colocarse bajo un her­
moso dosel, en el que figuraba el retrato del P.
General entre guirnaldas y flores primorosamente
entrelazadas, y las banderas de los alumnos y exalunmos.
Se empezó el acto recitando el Sr. Presidente
una hermosa jxjcsia.
•í,'-

VALENCIA — En la gran pista.
deza de sentimientos que la animait, demostró
Imsta la evidencia tpte las ideas elevadas (jne de
ella se tienen resultan mezquinas y wmo una
sc>mbra resjK'to al cueqK» <ine la i>nxince. al com­
parar. las con sus actos.
La Comunión. I.a grnn fiesta del domingo cotnenzó jwr nna nnmciwisima y devota comunión
a las 7 y
.
1.a iglesia se hallaba atestada de fieles de tedas
comliciones: mujeres y hombres, jóvenes v niños,
riavs y jwbres. todos habían concurrido a recii>ir
ele manos del Padre, el Pan de los Angeles.
El número no se puede precisar; lo (jue sí ¡mcele
afirmarse es que la misa comenzó a las 7
v se
terminó a las 10 menos cuarto.
A las I I , hora en que debía el P. All>era dar la
conferencia a los A. Alumnos, el Centro resultaba

Un prolongado aplauso coronó la declamación.
Euego declamó con no menos acierto el Sr. D.
\’icente Broseta una preciosa salutación al Pa­
dre y canto a \^alencia que fué también muv aplau­
dida.
Habló a contittnación el P. Albera con tal emo
ción y sentimiento, que sus palabras p>entraban
hasta lo intimo del corazón v sin duda constitui­
rán para los Ex-aluninos un grato recuerdo.
Trató de las obras de los A. Alumnos, del gran
bien que éstos están llamados a reportar a la so­
ciedad. citando hechos que confirmaban sus pa­
labras. I./es dijo que la prueba mas eficaz de la
acción fecunda de la Obra Salesiana la constituian
ellos mismos.
Su discurso fué escuchado con gran silencio y
aplaudido con frenesí.

Hallábase presente el Sr. Perez Lucía, quien a
instancias de los A. A. improvisó un magistral dis­
curso de gratitud y admiración al P. General y a
su obra. Hizo ligera historia del desenvolvimiento
del colegio salesiano, ensalzó la clase obrera, y, en
nombre de los obreros valencianos, dió las gracias
al P. Albera. Terminó diciendo que la Obra Saledana y SUS admiradores habrán triunfado, cuando
hayan hecho desaparecer la última escuela laica. El
público le dedicó ima calurosa manifestación de
afecto.
A las 12 y % se dió im banquete íntimo a al­
gunos cooperadores y amigos.
Sentáronse a la mesa, a derecha e izqmerda
del P. Albera, el limo. Sr. Fr. Franci.sco Simón,
Obispo Titular de Equino; Senadores Kxmos. Sres.
D. Manuel Polo y D. Rafael Rodríguez de Cepeda;
ei Abad de Játiva, Sr. Pía; Concejales D. Antonio
Guiliem y D. Simón Casanova; D. A. Colomer, los
Rdos. Padres Salesianos Bretto, Manfrediui, Vi­
ñas, Candela y Echalecu; D. Enrique Vallbona,
D. Vicente Martí, D. Vicente Guzmán, Sr. Cabedo,
y D. Juan Pérez Lucia.
Grandioso festival en la pista del colegio. —
las 3 y
en pimto se comenzó el Gran Festi­
val, acto imponente, manifestación de adhesión,
y amor de todo Valencia. La gran pista del colegio
estaba rica y artísticamente engalanada. Al re­
dedor de la misma se habían levantado agrandes
palcos.
Ocuparon la presidencia los Exinos. Sres. Arzo­
bispo de Valencia y Obispo-Príncipe de Andorra
y d limo. Sr. Obispo titular de Equino, subiendo
alestrado entre los saludos de la apiñada gente y el
regocijo general de la multitud, que esperaba con
ansia el momento de la fiesta.
A derecha e izquierda de los prelados sentóse
el Sr. Alcalde D. Femando Ibáñez, senadores Sres.
Cepeda y Polo, concejales Sres. Guiliem, Rodrí­
guez de Cepeda, Mcléndez, Criado. I'erraz y Casanova, y diputado provincial Sr. Calatayud.
F.l Deán de esta Basílica, M. 1. Sr. I). José Navarro
Darás, Abad de la Colegiata de Játiva D. Jo.sé
Pía, Sr. Barón de Llauri, D. Ricardo, Unri(j\te y
Federico Trenor, Sr. Conde de Montomes, I). José
Prósper Bremón, D. Vicente Lasala, D. Manuel
Fernández Montenegro, D. Luis Gestóse, D. Ma­
nuel Simó, D. Antonio Colomer, D. Eduardo Sanz,
D. Luis Lucía, D. D. Vivó, M. I. Sr. D. José Marco
Colomina, D. Francisco Ibañez Duart. 1). Gregorio
Uuch, D. Pascual Cruz, Padres Manfredini, Bretto
y Candela; Sres. Martí y Albacar, D. Miguel Tasso,
i»tario Sr. Pons, D. José Lajara, D. Francisco
de Paula Nogués, D. Vicente Marti, D. Enrique
Vallbona, Sr. Hernández y D. Vicente Guzmán.
Además los Rdos. PP. Prefecto del Colegio de
S. José. Alfredo Simón y Tusset con una comisión
de colegiales; Hennano Director y Comisión de los
Uaiistas. representación de los P.P. Escolapios.
Ccauisiones del Colegio de Vocaciones Eclesiásticas
r del Asilo de S. Juan Bautista y otras muchas
«omisiones y representaciones.
Al empezar el acto, entra en la pista el autóaiovii del Sr. Giner S. Antonio, conduciendo a

cuatro niños vestidos a la edad media, dos de prín­
cipes y los otros dos de pajes; estos últimos lleva­
ban sobre artísticas bandejas programas del acto
que los primeros iban presentando a las autorida­
des e invitados.
Acto seguido, a los acordes de un alegre pasodoble
ejecutado por la banda de cometas, desfilaiv mar­
cialmente 300 niños imifonuente equipadew que
arrancan atronadores aplausos por svi exactitud y
gallardía en las diferentes evoluciones. Después
del canto de un precioso himno, ejecutan con gran
exactitud el primer cuadro de gimnasia que premia
el auditorio con una ovación delirante.
Luego pasa a ocupar la tribuna el P. Viñas,
Director del Colegio, quien con frases cortas j>ero

VALENCIA — Evolucionia.
enérgicas y sentimentales presenta al P. Albera y
le ofrece el .saludo de los Sale .iaii(..s.
Cuando lleguéis a Italia, tenuina diciendo, decid
a todos los Suj)eriores, que el Colegio de Valencia
imita con entusiasmo y amor sin limite.s el ejem­
plo y el espíritu del Apóstol de la Juventud, de
nuestro fimdador el Sto. 1). Bosco, a cuya obra de­
dicamos todos los entusia.sinos y la fe de nuestras
almas. Un estruendoso aplauso coronó sus pala­
bras.
Terminado el discurso del P. Viñas, los niños eje­
cutaron una preciosa jota a cuatro voces con acom­
pañamiento de la banda. El público se entasiasma
con ■ sus alegres mclodia.s que aplaude repetidas
veces. Pasa enseguida el Dr. D. Manuel Polo, ilustre
Senador, a ocupar la tribuna. Comienza su elocuente
discurso ammeiando el encargo que el P. Viñas
le hiciera de saludar al P. Albera, en nombre de
Valencia con lo que él se cree muy honrado. Hace
un parangón entre la escuela laica y la escuela sale-

io8
8iana v va notando magistralmente sus diferencias.
Ivn la escuela salesiana, dice, no se inculca odio
al alumno para los católicos o anticatólicos, ni aún
la intolerancia religiosa, pues demasiado saben los
hijos de D. Bo.sco que la Religión es un obsequio
racional de la criatura al Criador, y, por lo tanto,
que la Religión se la ama cuando se la conoce bien,
pero no se imj>one.
Va luego demostrando como la escuela sale­
siana no es rctrógada, ni memorista, ni verbalista.
Habla luego de las Escuelas Talleres.
Tennina dando un ¡Viva a la Virgen del Pilar!
como aragonós, y otro a María Auxiliadora, como
cooperador salesiano.
Una extraordinaria ovación resuena al final de
su discurso.
Sigue un ameno dialoguito que entretiene rego­
cijadamente al piiblico por unos instantes, y excita
.'^u curiosidad al ver la fiel interpretación con que
los niños representan sius respectivos pa¡xíles.
Terminan los niños su acertada labor, ofreciendo
al P. Albora un precioso corazón de flores artificia­
les, símbolo de sus corazones y amor, que le entre­
gan dos niños vestidos de ángeles.
Ocupa finalmente la tribuna D. Antonio Guillem,
concejal de este Ayuntamiento, quien saluda al
P. Siq)crior en nombro de los Cooperadores.
Comienza diciendo que las indicaciones de los
salcsianos, que ól tomaba por mandatos, le habían
obligado a ocupar aquel lugar. Continuó su bri­
llante discurso glosando las palabras que D. Bosco
tlirigió al Arzobispo de Turín al visitar éste por
tez primera el naciente Oratorio de Valdocco.
Dijo que su visita venía a premiar los desvelos
de sus hijos y a recoger la ofrenda de vítores y
aclamaciones, de sonrisas y de lágrimas, de bendi­
ciones y de agradecimiento, que le presentaban para
que las depositara sobre el sepulcro de D. Bosco,
como el mejor homenaje que se le jxxlía rendir a la
virtualidad de su obra y santidad do .su vida.
Grandioso será, decía, el monumento que eri­
giréis a vuestro fundador D. Bosco y al que todos
aportaremos nuestro óbolo; ]íero siempre será
una mole fría de priedras y bronce; en cambio,
esta otra estatua que fundimos al calor de nues­
tros amores, estos bloiiucs llenos de vida que for­
man cada una de c.stas casas, esa imagen de vues­
tro fundador que esculpís y cinceláis en el corazón
de vuestros nlunmos, son la continuación de sus
enseñanzas; la lente de los siglos la agrandará y
perdurará cu la historia y en La vida, mientras haya
un cristiano que p\ie<la cantar las glorias de la Igle­
sia, que ha hecho suyas las (jue conquistó D. Bosco.
Tenninó pidiendo la funclación de otro oratorio
en el sur de esta ciudad, para que María Auxilia­
dora asentara su trono en los dos polos del eje de
Valencia.
El orador fué intcmnnpido varias veces por los
aplausos, recibiendo una ovación al terminar.
Con una preciasa zarzuela ejecutada por loo
niños con gran gusto y afinación dióse por temiinado el acto.
I.a batida tocó un pasodoble mientras desfilaba
ja presidencia.

Seis mil personas. — Tal es el número en que
la prensa calcula las que asistieron al actomuciias más fueron las que. siéndoles imposible
entrar en la gran pista, se vieron obligadas a re­
troceder y marcharse, no sin gran disgusto. Puede
con toda la verdad asegurarse que este acto fué un
verdadero acontecimiento. Los vecinos afirmaT,
que nunca habían presenciado tal concurrencia en
la Calle S^imto.
En efecto, se hacía imposible el tránsito; tal era
el número de automóviles y corruajes y tal la
afluencia de gente. La línea de tran-vúas había
puesto servido especial; con todo no daba a basto;
apenas éstos llegaban eran tomados por asalto.
El lunes por la tarde dió el P. Albera una pre­
ciosa conferencia a los niños que frecuentan nues­
tras escuelas. En hennosas y sentidas frases
los exortó a la piedad y al trabajo, les dió las gra­
cias por el homenaje que le habían tributado; y ter­
minó saludándolos y despidiéndose de ellos v de sus
padres, a quienes encargó saludaran también en su
nombre puesto que a él se le hada imposible.
Luego ofreció a los niños irnos paquetes de cara­
melos que se repartieron inmediatamente.
E l mismo día, lunes lo, en el Correo de Madrid de
las 7, partió el amado Superior, acompañado del
P. Bretto y el Superior Provincial de la Bética.
En el Colegio les despidieron con gran senti­
miento los niños internos y externos, almimos del
Oratorio Festivo, Antiguos Alumnos y altas perso­
nalidades que le acompañaron hasta la estadón,
en donde le esperaban muchos cooperadores y
amantes de la obra.
El cuadro fué verdaderamente tierno; los niños
no sabiendo separarse de él, seguían el automóril
dándole continuos vivas. I<as personas mavores en
medio del sentimiento que se dibujaba en sus rostros
no hacían más que repetir: Es un San/o. Entre
tanto nuestro Superior General se alejaba, llevando
en su corazón un grato e imperecedero recuerdo de
gratitud para con todo Valencia: « ¡Ahí, decía, yo
esto no lo olvidaré jamás; es imposible olvidarlo: a
todas partes donde xxiya, hablaré siempre de estos
actos que me han inundado el corazón de santo con­
suelo; mi estancia en Valencia formará mi mis gm/o
recuerdo *.
Tenninemos, pues, didendo que el paso del P.
Albera por Valencia fué un verdadero triunfo. I<a
Iglesia le ofreció sus respetos, el Poder cinl mil
exquisitas atenciones; el Poder militar su incondidonal apoyo; el pueblo sus simpatías v admira­
ción; los niños su cariño; la prensa sus mejores
páginas; Valenda entera su afecto y amor.
MATARÓ (Barcelona). — Después de la visita de
nuestro amadísimo Superior General, que dejo b-'
ánimos caldeados de santo entusiasmo para pro­
seguir las faenas escolares, los alumnos se prepara­
ron para la fiesta siempre simpática del amable
patrono de nuestra Pía Sociedad, S. Francisco <k
Sales. La preparación próxima nada dejó que desear
así que, en la vigilia hervía el colegio, los unr^adomando la capilla, los otros ensayando sus cantos,
y los actores por su parte no se esmeraban menos:

el mismo entusiasmo se notaba, según dice el cro­
nista, en la parte religiosa y la comimióii general
del día de la fiesta, dos de febrero, fué tan edifi­
cante como era de esperar. El Sr. Director, Rdo.
p. Calasanz, celebró la misa solemne en la cual
pronunció im brillante panégirico del santo Após­
tol del Chablais el Consejero escolástico del co­
legio, D. Julio Gamier.
Alternando la higiene del espíritu con la del cuerpo.-dieron un soberbio paseo estraordmario el 4,
martes de carnaval, que juntamente con las carnavahí^fí-^ les proporcionó exijansiones tan liigie-

VIGO. — Con el título de « ütia importante obra
social » publica el « NoíicUro " un extenso artículo
ponderando las grandes ventajas de las Uniones de
nuestros exalumnos. I/>s de Yigo las coiupremlen
también y han jx'iisado fonnar la c o r r c s iK > iu iie n te
asociación y entrar así oficialmente en la gran

S. PABLO (Brasil) — El salón del Liceo durante el certamen catequístico.
nicas como divertidas, para volver con nuevos
brios al trabajo que es la prosa de la vida.
S. PABLO (Brasil). — Honrado con la presencia
de S. E. el Sr. Arzobispo, tuvo lugar un lucidisiiDo certamen catequístico en que tomaron parte
bs alumnos del Oratorio festivo anejo al Liceo de
Sgdo. Corazón. El Sr. Presidente del Consejo Central
de la Doctrina Cristiana pronunció un discurso de
“ícasión y el Dr. De T,ima entregó solemnemente
•* bandera al vencedor. Un público selectísimo
t(daudió con entusiasmo 0 los valientes Incita­
dores.

Federación Internacional, que tan hermosos frutos
está dando en todas las comarcas donde ha sido
sembrada la semilla salesiana. El domingo 2 de
marzo, se reunieron en el pintoresco teatro de las
Escuelas de San Matías para cambiar impresiones
y tomar acuerdos. Pasaron unos ratos de rego­
cijada expansión al calor de los recuerdos de días
felices, que }'a no volverán, agasajados por los Salesianos con el cariño que tantas veces Ies mos­
traron.
De la reunión dice el colega de Vigo; «Asistieron
de ochenta antiguos alumnos y se recibie­
ron numerosas adhesiones de muchos puntos de
distintas regiones españolas y de América.
Era de ver la alegría y emoción de los muchos
jóvenes que estaban en la reumón, al encontrarse
con otros que habían sido sus condiscípulos de la

— lio —
infancia, a quienes creían muertos o que no verían
más, y al saber que aquellos que creían haber per­
dido para siempre por la emigración, estaban gozan­
do de salud y buena posición en muy lejanas tierras.
Presidió la reunión el ilustrado y cariñoso.direc­
tor del colegio Padre Honorato Zóccola y el ba­
tallador Padre Germán Lampe.
El I’adre Zóccola pronunció breves y sentidas
frases al verse con sus discípulos antiguos^ de los
que había estado separado largos años, expli­
cando el objeto de la reunión.
Describió los grandes beneficios de tan impor­
tante asociación.
Se procedió a nombrar junta directiva, siendo
aclamados por unanimidad por los antiguos ahunnos, como presidente honorario el Padre Zóccola,
consiliario el Padre Lampe y como presidente efec­
tivo el ilustrado sacerdote don Segundo Estévez.
El resto de la jmita quedó elegida también por
umuümidad en la siguiente fonna:
Vicepresidente, don Enrique Montenegro; se­
cretario, don Guillermo Leyra; vicesecretario, don
IJenito Alvarez; vocales, primero don Salvador
l'errín; segundo don Gustavo Baanionde.
Se habló de preparar un gran recibimiento al Ge­
neral de la Obra Salesiana, Padre Albera, que estará
en esta ciudad el día i6 de Abril próximo.
El presidente señor Estévez pronimció algunas
palabras agradeciendo la buena volmitad de todos
y su nombramiento.
I./OS antiguos alumnos le ovacionaron.
El entusiasmo entre los reunidos era muy grande,
asistiendo muchos que están estudiando en los
centros docentes de nuestra región, y que vinieron
a esta ciudad exprofeso para formar parte de la re­
ferida agrupación Salesiana.
Nuestra sincera felicitación a la naciente socie­
dad y su junta directiva, y especialmente al director
del colegio y Padres xjue la secundan en tan impor­
tante lab cí.»

MEMORIAS BIOGRÁFICAS
D E M O NS. L U IS L A SA G N A
CAPÍTULO XLVIII.
En alas de ta caridad — Conferencias en IVlercedes
— El hipnotismo desenmascarado — Una conver­
sión en Paysandú — Bendice la primera piedra
de una nueva iglesia en Las Piedras — Una de­
cisión providencial
Los efectos de un ciclón —
Los presentimientos del corazón — Con rumbo a
S. Pablo — Promueve en Río Janeiro una gran­
diosa fiesta en honor de Cristóbal Colón — En
Quaratinguetá — Un escándalo reparado — Iras
y amenazas enemigas
Perdón y heroísmo cris­
tianos — ¿La venganza?
Los ardientes votos de los Salesianos y alum­
nos de Villa Colón estaban cumplidos. Habían
podido disfrutar de la ambicionada compañía
del buen padre: la palabra de éste había reso­
nado de nuevo en sus oídos animándolos a todo.s

al trabajo, a la piedad, a una vida verdadera­
mente religiosa y cristiana. Con él habían cele­
brado la fiesta de María Auxiliadora, mucho más
espléndida por la presencia del amado padre y
por la intervención de numerosos amigos y bien­
hechores. Mas aun quedaban sin satisfacer los
deseos de muchos hijos lejanos ; y su paternal
corazón no podía lograr sosiego mientras no
quedasen todos contentos. Y héle nuevamente
en viaje para visitar las otras casas de los Sa­
lesianos y de las Hijas de María Auxiliadora,
donde hacía más de un año que era aguardado
con impaciencia.
Así es que, siguiendo el diario de su secre­
tario Don Bernardino M. Víllaamil, le hallamos
el 26 de mayo en Mercedes donde, después de
excitar a nuevo fervor a los Salesianos, predica
a las Hermanas de Ntra. Sra. del Huerto, da
conferencias a las Sei^oras de S. Vicente de
Paúl, a las Hijas de María, a las Hermanas de
San José y a los Cabreros Católipos. Más aún:
trabaja con todo ahinco en la iglesia parroquial
donde predica una serie de instrucciones para
precaver a aquella buena población contra el
hipnotismo. Demostró con argumentos • contun­
dentes que aquél es contrario a la ley de Dios,
porque ninguno debe abdicar la dignidad de!
hombre libre conforme lo hace el hipnotizado
cuya voluntad tjueda como encadenada a la del
hipnotizador: demostró que es contrarío al sexto
y al séptimo mandamiento, porque a la per­
sona que sufre tal influencia, sobre todo si per­
tenece al sexo débil, puede convertirse en ins­
trumento de inmoralidad o de fraude: y final­
mente lo condenó porque hoy día no se pueden
deslindar con precisión los límites del hipno­
tismo y del espiritismo, en el que interviene y
obra el demonio. Concluyó sus instrucciones
probando cuán sabia y prudente es la Iglesia
Católica que prohíbe el uso del hipnotismo, por
más que ciertos médicos porfíen en juzgarlo
lícito e innocuo. Y a fe que había en Mercedes
gran necesidad de una palabra clara, docta y
autorizada sobre tal argumento, porque todo el
mundo .se liada lenguas de los seductores pro­
digios hipnóticos obrados por un cierto Conde
de Dax, que alcanzaba gran boga en aquellos
países por haber hecho algunos experimentos
públicos. Para que su predicación resultara fruc­
tuosa, Monseñor se encomendó a las oraciones
de todas las comunidades religiosas y de tod«
las almas buenas de aquella ciudad. Y efecti­
vamente Dios bendijo sus esfuerzos, y el nombre
y las doctrinas del hipnotizador quedaron muy
pronto sepultados en el más profundo olvido.
A poco ya estaba el celoso Obispo entre
los Salesianos de Paysandú donde permaneaó
diez dias confesando, predicando, confirmando.
Aquella buena población correspondió fielmente
a su celo, porque se notó con regocijo la vuelta
de muchas almas a la amistad de Dios. Entre
otras no debemos pasar en silencio la señonta
Catalina Sambers de veintiún años que, dando
libelo de repudio a la secta protestante con todos



III

sus errores, volvió generosamente a la verda­
dera Iglesia, la Católica, que es la sola áncora
de salvación. Administróle sub conditione el santo
bautismo y en el acto en que, alentándole en
el rostro, impuso al demonio que saliera de ella
V dejara el puesto al Espíritu Santo, pronun­
ciando con toda autoridad de ministro de Dios
aquellas palabras del ritual : E xt ab ea, spirUtis
imiunde et da iocmn Spiriiui SanctOy la joven
sintió en todo su sér un estremecimiento miste­
rioso que fué bien advertido por el Ministro y
por cuantos asistían a la ceremonia. ¡Tan cierto
es que al demonio le apesadumbra sobremanera
el tener que abandonar un alma de la que injus­
tamente se ha enseñoreado!
De vuelta a Villa Colón, acomete otra em­
presa en extremo ardua y costosa. Todas las
veces que visitaba el noviciado de Las Piedras
le afligía el ver aquel salón destartalado que
servia de capilla. Deseaba de todas veras pro­
veer a aquel instituto de una iglesia correspon­
diente a su desarrollo; pero siempre tenia que
luchar con la escasez de recursos. Finalmente,
convencido de la necesidad de aquella obra,
sin más fondos que una ilimitada confianza en
la Providencia, ordenó que se comenzaran los
trabajos, y el día 9 de junio escogido por aque­
llos Salesianos para celebrar la fiesta de María
Auxiliadora, bendijo la piedra angular de la nueva
capilla. ¡Por^desgracia no logró verla terminada !
El 20 de junio fué a Montevideo para visitar
al Obispo Diocesano, Mons. Mariano Soler, al
Cónsul General del Paraguay, D. Matías Alonso
Criado, y al Conde Antonelli, Ministro Italiano
en la República. Como había determinado pa­
sar el dia siguiente en el Colegio del Sagrado
Corazón de Jesús, en la calle Mercedes, con
motivo de celebrarse solemnemente la fiesta ti­
tular del instituto, no volvió por aquella noche
a \’illa Colón : resolución providencial, porque
de haberlo hecho, acaso habría corrido graví­
simo peligro. Aquella noclie se desencadenó un
ciclón de nunca vista violencia. Todo el techo
de una galería que da entrada al Colegio Pío
fué derribado al suelo, y el tejado de un gran
dormitorio arrebatado por el vendaval. Los
escombros, desfondando el cielo raso del apo­
sento del Obispo, fueron a caer sobre la cama
y el agua penetró en tal abundancia que inundó
todo el local. María Auxiliadora había dispuesto
que Mon.señor estuviese ausente y él le dió las
más sentidas gracias.
El Elspiritu Santo nos enseña que el camino
de los justos es como el sol que se levanta por
el Oriente y a medida que avanza en su carrera,
va creciendo en esplendor hasta llegar a la pleni­
tud del día: Jusiorum semita^ quasi lu x splendcTts,
proc(dit et crescit usque in perfecium diem (i).
¿Y quién no ve que estas palabras correspon­
den exactamente a nuestro Apóstol, a quien con
justicia podemos llamar fulgente lumbrera de
ía Iglesia? Arrójase denodamente a las obras del
i!; Prov. IV', 18.



apostolado, ensancha cada dia la esfera de su
acción, y llegando con las virtudes y la digni­
dad de obispo al punto culminante de su car­
rera, irradia torrentes de luz y de vida por donde
quiera que pasa. Ha ejercido su benéfica influen­
cia en los institutos salesianos del Uruguay,
ahora es menester que haga otro tanto en la
parte oriental del Brasil de donde hace más de
un año que- falta. Y este su ardiente deseo lo
realizó en agosto de 1895.
El dia de la Asunción de María Sma., des­
pués de haber celebrado poiuificalmente y pre­
dicado, a eso del anochecer se embarcó en el
Desierro, llevando consigo a diez personas,
entre Sale.sianos y Hermanas de María Auxilia­
dora. Era una ¡laric tiel personal que babia des­
tinado para la escuela de agricultura de Cachoeira do Campo y ¡>ara los Colegios de niñas
de Ouro Preto y Ponte Nova, que [)ensaba fun­
dar muy ¡)ronto en el Estado de Minas Gcracs.
A su salida del Colegio Pío se le podía leer en
el semblante un insólito misterioso sentimiento
de tristeza. Con asombro de todos qui.so hacer
testamento, dió varias órdenes, demostró parti­
cular ternura a los hermanos y alumnos, y a
los que mostraban sorprenderse de ello les res­
pondía: « ¡Nadie sabe lo que puede suceder en
viajes tan largos!.. » Y sin embargo había em­
prendido otros mucho más largos y azarosos,
sin asomos del funesto presentimiento que ahora
le embargaba. Dios inspira a los suyos.
©

^ V K ^ O R O r v O G I A ..

©

Exnio. e limo, li Dr. Fray \mím J. Valdéi
O B IS P O D E S A L A M A N C A .

En el balneario de Busot (.Alicante) entregó su
alma a Dios este ilustre cooperador, digno ¡xjr su
inteligencia y actividad de figurar al ludo de los exi­
mios prelados salmantinos. La Ínclita orden agustiniana le contó entre sm hombres ilustres a [>esar
de tener tantos. En Filipinas comenzó su vida pú­
blica uniendo el celo de las alma.s con un acrisolado
patriotismo: y se ganó tal fama de d(x:to y pru­
dente, que, al establecerse los Padres Agustinos en
EscoriaJ, fué nombrado Director dcl i<.eal colegio
de Alfonso X II y más tarde Rector de la Univer­
sidad de María Cristina. Volvió de nuevo a Filipi­
nas y fué consagrado Obispo de Puerto Rico, sin lle­
gar a tomar posesión de su .sede, a causa de la guerra
que separó aquellas colonias de la madre patria.
Representó en la Alta Cámara a la diócesis de Za­
ragoza y finalmente tomó posesión de la diócesis
de Salamanca el 23 de marzo de 1905. Allí pudo
apreciar la Obra de D. Sosco que su antecesor, el
malogrado P. Cámara, había establecido con tanto
entusiasmo. El P. Valdés continuó prodigando a los
Hijos de D. Bosco las simpatías que el P. Cámara
les había manifestado, y vió con sumo placer la
inauguración del c o l^ o nuevo de María Auxi­
liadora.
El Patronato no disfrutó menos de las tiernas



II2

aolicitudes dcl celoso Pastor; y cuando proyectaba
grandes mejoras, el Señor lo llamó a darle el pre­
mio de sus fatigas. Ivo encomendamos muy enca­
recidamente a las oraciones de muestros Coopera­
dores cuya Pía Unión ilustró con su caridad y su
ciencia el P. Valdés.

D. Manuel Felip y Sinías.
Entregó plácidamente su alma a Dios el día 3
de febrero.
Hombre de grandes cualidades, parece que re­
cibió de Dios el encargo de desmentir con sus obras
la zarandeada opinión de que la virtud es encogida
y la perfección cristiana incompatible con los ne­
gocios y la vida en sociedad.
Inteligente y laborioso, carácter templado en
In lucha, consagróse por completo al trabajo, to­
mando por nonna la honradez y logrando en po­
cos años ocupar un lugar preeminente entre los
mejores fabricantes de Cataluña y, por lo mismo,
de España.
Un trabajo tan intenso, lejos de debilitar su fer­
vor, le unía más a Dios, armonizando en su cora­
zón por admirable manera la prosa del trabajo y
la poesía del e.spíritu. Tan cierto es que todo tra­
bajo es oración, cuando la gracia vivifica nuestra
vida.
El Señor, que le amalja ciertamente como amigo,
le presentó el cáliz de la tribulación, y él no rehusó
beber. Perdió por completo la vista: acudió a
todos los medios luunanos, agotó cuantos recursos
cuenta la ciencia, pero siempre sometido por com­
pleto a la voluntad de Dios. El mal era i.icurable,
y admirable fué su resignación. « No siento, de­
cía una vez a su confseor, haber perdido la vista
<lel cuerpo, porque Dios me ha abierto más los ojos
del alma. Conozco más a Dios y le amo más ».
Hace poco más de dos años, le sobrevinieron
unos agudos dolores en un pie y se le acentuó ima
dolencia que venía sufriendo en los riñones. I^s
médicos, verdaderas eminencias, declararon que
•los dolores eran bastantes para causarle la muerte.
Mucho sufrió y se temió jku su vida. Pero devo­
tísimo como era de María Axixiliadora, acudió a
Ella, y se vió libre de su enfennedad.
El 3 de febrero, día que |x>r exigirlo las rúbricas
se dedicaba a la Purificación de la Virgen, sintió
•opresión en el pecho, síntoma a que no se dió im­
portancia, pero que alanuó a su médico de cabe­
cera Dr. Ilorta, quien dispuso que inmediatamente
se llamara a su confesor, que lo era el P. Carmelita
Rafael dcl Niño Jesús. Con uua fe digtxa de un
sonto y con una resignación i>ropia de \m corazón
unido al Corazón de Cristo, hizo el holocausto de
su vida, se encomendó a Jesús. José y María,
cuyos nombres repetía, besando con fervor el
Crucifijo y se despidió de su familia.
Conservó el uso de sus facultades hasta el último
histante, y con la mayor serenidad pasó de este
numdo al otro, una hora después de sentir la opre­
sión.
El finado era entusia.sta cooperador Salesiano y
•como tal, devotísimo de María Auxiliadora y del
flagrado Corazón. En agradecimiento de varias



mercedes otorgadas por la Sacratísima Virgen,
tanto él como su señora, hicieron valiosos regalos
al Santuario de Sarriá.
El arco grandioso de 11 arañas que frontea el
altar mayor y abre la majestuosa iluminación
eléctrica, inaugurada a la llegada del R\Tno. D.
Albera, se debe casi en su totalidad a eU<». Y ha­
bían prometido acabar la hermosa fachada del
Santuario, si alcanzaban mi favor que solicitaban,
favor que la Virgen no tuvo a bien conceder.
En su casa tenían un Oratorio dedicado a Ma­
ría Auxiliadora, 5' todos los primeros viernes oían
misa en él y comulgaban de mano de un salesiano.
Pocos días antes de morir, tuvo el consuelo de
recibir la visita del Rvmo. D. P. Albera, que fué en
persona a testificarle la gratitud que a él y a
virtuosísima señora. Doña Eloísa Pérez, les guar­
dan los Salesianos.
Suplicamos a uue.stros lectores ima oración por
el alma de tan virtuoso caballero, padre de los
pobres, esposo modelo, trabajador activísimo,
bienhechor insigne de dos grandes instituciones ca­
tólicas: los Salesianos y los Carmelitas Descalzos;
y damos el más sincero pésame a su Señora %'iuda
y demás miembros de la familia.

Cooperadores Salesianos difuntos.
ESPAÑA.

Sra. Da.TeresaSaleta V. deMartorellCa/ef¿i(Baiña).
» » Tecla Contreras, Cuenca.
Rdo. Sr. D. Juanillo Escudero, Cuenca.
Sr. D. Jaime Veray, Calonge (Gerona).
'» » Ramón Rodríguez, Cuenca
» » Francisca Saurs. Gerona.
Sra. Da. Francisca Saurs, Gerona^
Sr. D. Joaquín Oliver, Gerona.
.) > Manuel Martínez, Gascueña (Cuenca).
•' ') Román Gascueña. Gascueña (Cuenca
Sra. Da. Narcisa Matas. Huerta Ob. (Cuenca).
D » Rafaela Tomás v. de Boncells, La Disbal (Ge­
rona).
Sr. D. Francisco Gil, Valencia.
Sra. Da. Sebastiana Toscano, Cartaya (Huelva).
Sr. D. José Cordero, Lepe (Huelva).
Sr. D. José Rodriguez, Alearas (Albacete).
Srg. Da. María Madugal, Lepe (Huelva).
Sra. Da. Carmen Juárez, Cartaya (Huelva).
Sra. Da. Euisa López .Cartaya (Huelva).
Sr. D. Antonio Bustamante, Jerez (Cádiz).
Rdo. Sr. D. Manuel Martínez, Párroco, M''neste (Ba­
dajoz) .
Sra. Da. Concepción García, Sevilla.
Sra. Da. Matilde Pérez, Sevilla
Sra. Da. Ana Caro, Sai'Wti.
Sra. Da. Josefa García, Sevilla.
Sra. Da. Elena Escartín, Briesca (Huesca).
Con aprobación de la .Autoridad Eclesiástica:
Gerente: JOSE GAMBINO.
Establee. Tip. de la S. A. Int. de la Buena Prensa
Corso Regina Margherita, N. 176- TURI^^«

Fecha
1913.04