BS_1913_02

Ficha

Título
BS_1913_02
Descripción
Boletín Salesiano. Febrero 1913
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V ia Golfolcngo N. 32.

SUMARIO.
La caridad en la educación. V II............................. . 29
Asamblea de los £x-alumnos salesianos del Piamonte 33
Tesoro espiritual . . \ ..................................................35
D e n u e s t r a s m i s i o n e s . -.- Brasil: £/« maje de
exploración al Rio V e r m e l h o .................................. 36
Gracias de María A u x i l ia d o r a ....................................... 46

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P o r e l m u n d o s a l e s i a n o : El sucesor de D. Bosco

en España. — Noticias varias: Santander, Cindadela,
Barcelona. — Asociación de ex-Alumnos: Madrid,
Osiui^cim..........................................................................49
Memorias biográficas de Mons. Luis Lasngna
. . 53
Cooperadores Salesianos d if u n t o s .............................. 56

L a c a r id a d e a la e d a ca ció a *
VIII.

Odio al pecado
y grande amor al pecador, (i)
a que venimos hablando de la
caridad de D. Bosco para
con los niños, considerándola
más bien por el lado pedagógico que por el lado social, no pode­
mos pasar en silencio uno de los rasgos
de esta caridad, el cual no deja de
tener interés.
A imitación del divino Maestro,
que había venido a buscar, no a los
justos sino á los pecadores, el cora­
zón de D. Bosco sentía angustias de
muerte al ver que se perdían las almas
de tantos niños perdidos. Sus simpa­
tías por los extraviados, la compasión
infinita que se desbordaba de su tierno
corazón a la vista de los golfos, ence(1) V . número anterior.

rrados en las cárceles o abandonados
por las calles, no eran otra cosa que
ansia devoradora de salvarlos a ellos
y salvar sus almas. Para ello Dios le
había dado una especie de visión in­
tuitiva y profunda de la realidad espi­
ritual del alma humana y de los do­
nes sobrenaturales con que el Creador
la ha embellecido. E l contemplaba
con honda amargura en aquellos ¡cobres
niños, a través de la carne sucia y de­
gradada, el alma, la imagen viviente
de Dios, afeada por hábitos inmorales,
corrompida por pasiones nefandas, enbrutecida en el fango de los más viles
instintos. Lo pedagogos célebres no pen­
saban en ellos; la ciencia de la edu­
cación era demasiado señoril para ba­
jarse a la hez del pueblo; fué preciso
que la caridad se lo advirtiera repe­
tidas veces con ejemplos heroicos. La
sociedad los despreciaba, tratándolos
como a réprobos de la humana especie,

— 30 —

y llegando con sus castigos hasta donde
no llegaba con su protección, poseída
de una crueldad parricida imcomprensible, creaba cárceles en vez de escue­
las para acabar de perder a los
hijos que no había querido educar.
Semejante monstruosidad había de
conmover hondamente el alma de Don
Bosco, creada expresamente por la
infinita Bondad para rehabilitar, me­
diante la eficacia redentora del amor,
a aquellos desgraciados, sumidos en
sus propios vicios por el desprecio y
la incuria de los que debían cuidarlos;
y determinó sacarlos de la atmósfera
corrompida de la inmoralidad, cuyo
símbolo trágico era la lobreguez he­
dionda de la cárcel, elevándolos a la
atmósfera pura y radiante de la virtud,
de la fe y de la esperanza. Su grande
obra considerada en su conjunto no
es más que la actuación abnegada de
sus santos anhelos; no obstante, exa­
minando algunos de sus detalles, se ve
tan palpable la tendencia pedagógica
de su caridad, que le acredita de inno­
vador genial no solamente en la his­
toria de la Pedagogía, sino también,
y tal vez por eso mismo, en la historia
de la cristiana caridad.
Una manifestación característica de
esta tendencia educativa era la pre­
dilección con que trataba a los más
necesitados intelectual y moralmente.
Los fines y procedimientos de esta pre­
dilección dan a conocer la singularí­
sima harmonía con que obraban sus
portentosas facilidades de educador y
apóstol. Por lo que a la predilección
se refiere, en el Reglamento, hizo
de ella precepto para sus hijos; las
obras de ese amor especial ocupan
miles y miles de páginas en las Me­
morias biográficas. Del Reglamento
basta recordar los artículos siguientes:
« Los esfuerzos y solicitud de los
maestros deben dirigirse especialmente
a la categoría de los dijiciles, de los

díscolos. » Hablando de la educación
intelectual, encarga con mucha in­
sistencia que « los más tontos sean
el objeto de sus cuidados; animarlos
siempre, no envilecerlos jamás
« Muestre el maestro, dice en otra
parte, mucha estima y afecto a todos;
pero especialmente a los de tardo in­
genio. Evítese la perniciosa costumbre
de abandonar a sí mismos a los negli­
gentes y cortos. »
No es que él despreciase a los buenos
y a los despejados; pero su corazón
le decía que no son los sanos, sino los
enfermos los que tienen necesidad de
médico. E n efecto, cuando allá por los
años de 1847, en la plenitud de su acti­
vidad, pensó en escribir su Regla­
mento, en él no hizo otra cosa que
reducir a artículos algo de lo que ve­
nía practicando desde muy atrás. Para
confirmar esto, su biógrafo nos advierte
que (i) « Don Bosco quería que for­
masen parte de su Oratorio no sólo los
jovencitos más ignorantes para ins­
truirlos, sino también los malos para
convertirlos, con tal que no diesen
escándalo a los buenos; deseaba que
éstos sirvieran de modelo y estímulo *a
aquellos ».
Tal vez alguno objetará que de esta
manera ponía en peligro la moralidad
de los mejores, y por un beneficio de
dudoso éxito hecho a losgolfillos, podría
hacer un daño irreparable a los inocen­
tes; que en vez de servir los buenos
de modelo a los malos, servirían éstos
de mal ejemplo a aquellos; y las demás
razones que se aducen al tratar de los
malos compañeros. Todo ello es verdad
y Don Bosco no podía ignorarlo; con
todo, cuando escribía en el Regla­
mento que, « practicando el Sistema
preventivo, los niños que entren en
algún instituto con hábitos malos, no
pueden perjudicar a sus compañeros.
{1) Memori.ns V . III, pág 8S.

r

_

31 _

ni los buenos podrán recibir daño
alguno de ellos », ataba bien los cabos;
porque él contaba con medios para im­
pedir el escándalo, caso que lo hubiese; o
más bien, como hábil educador, sabría
inutilizar su influencia sacando bien
del mal; querm valerse de esos mismos
niños de < fr is ti abitudini > ( i ) para sízludable experiencia de los otros y educar
en éstos las más altas virtudes sociales,
enseñándoles a practicar la verdadera
caridad.
Y aquí no se sabe que admirar más,
si la delicadeza de su bondad o la
penetración de su genio. Las deformi­
dades físicas, la miseria y las llagas del
cuerpo son repugnantes; sin embargo,
inspiran lástima aun a los menos sensi­
bles. Para percibir, empero, en todo su
horror lastimoso la deformidad moral
que es mil veces más repugnante, que
repele como la ingratatitud y mancha
como la impureza, se requiere un
alma mucho más delicada. Los defectos
físicos inspiran compasión al que los
contempla porque, en general, hacen
a los que se ven por ellos deformados
humildes, dóciles y agradecidos para
con aquellos que los consuelan o so­
corren; los defectos morales, además
del peligro de infección mucho más
grave, tienen algo de profundamente
repulsivo porque hieren lo más noble,
lo más íntimo y delicado de nuestro
ser, 7 exponen al que pretende cu­
rarlos, no sólo al contagio, sino tam­
bién a ser víctim a de esos defectos
mismos en lo que tienen de inhu­
mano y antisocial. « Las ideas filan­
trópicas, decía uno de los oradores
del Congreso de los cooperadores salesianos, habido en Chile em 1909 {2),
en teoría son m uy bellas y, enunciadas
con un poco de entusiasmo, atraen;
pero puestas en el terreno de la práctica
(i) Ibi. lo. cit.
(i) Actas del sexto Congreso de los cooperadores Sale*
áar.os Los Oraiorios festivos. Estudio del Sr. D. Goa*
**lo San Maitln, Pbro.

son muy distintas: desaparece lo poé­
tico y no queda más que lo real. Cuando
se trata de niños, de la ingenuidad, de
los atractivos de los niños, creemos
en ello, porque nosotros sólo conoce­
mos a los niños de caritas blancas, de
ojos vivaces, de cabellos rizados; pero,
señores, 110 se trata de esos niños
cuando se habla de Don Bosco. Hay
que figurarse al chicuelo criado en la
choza infecta o a la intemperie de la
calle, con la cara deformada quizás
por los vicios paternos, contraída por
el prematuro sufrimiento, tostada por
todos los soles, con el vestido sucio y
harapiento; lleno el corazón de los
instintos bravos 3^costumbres groseras,
aprendidas en las borracheras del pa­
dre o en los iracundos arranques de
la madre; esos que no tienen más que
mgratitudes para la mano que los aca­
ricia; esos que olvidarán de noche en
el hogar lo que un alma celosa les
haya podido enseñar en todo el día.
¡Ah!.... eso y a es otra cosa; el hombre
que se acerca a esas pequeñas fieras. —
víctimas inocentes inmoladas a los
vicios de la familia y muchas veces
a la desgracia, — no se acerca a ellos
impulsado por vana poesía, sino por
sacrificio, por celo cristiano ». Y Don
Bosco había sufrido esas ingratitudes
y vilipendios; sabía muy bien hasta
donde llega el asco repulsivo, el ins­
tinto feroz y la perversidad brutal del
cachorro de la bestia humana. Muchos
lo insultaron, otros lo robaron; no po­
cos pagaron sus beneficios con calumnias
infames y delaciones mortificantes, al­
gunos llegaron a atentar contra su
vida. Mas precisamente por eso; por­
que eran desgraciados sine afectione,
como dice D. Pablo; porque el ser in­
grato y desalmado es la desgracia más
grande por ser en sí un gran mal y por
ser además un mal horriblemente re­
pulsivo que no conoce el mismo que
lo padece, porque el pecado es el sumo
mal, Don Bosco los amaba a pesar

— 32 —

de todo eso, precisamente por todo eso,
con infinita ternura, y no paraba mien­
tes en la ofensa que le hacían a él. sino
en el daño terrible que se hacían a sí
mismos. ¿ Y cómo no había de ser así,
si ya a los cuatro años, cuando apenas
comenzaba a saber expresarse, no sabía
dar otra razón a su madre que le re­
prendía porque se juntaba con malos
compañeros? Con la cara ensagrentada por los golpes de sus buenos ami­
gos, corría a su madre para que se la cu­
rase. « La madre al verle en tal estado, le
decía: — ¡Posible! ¡Todos los días te­
nemos gresca! ¿Por qué te juntas con
semejante compañía? ¿No ves que son
malos? — Por eso mismo me junto con
ellos; estando conmigo son mejores y
no dicen ciertas palabrotas. — ¡Y en
tanto vuelves a casa descalabrado! —
¡Ha sido una desgracia! — Muy bien.
¡No te juntes más con ellos! — ¡Ma­
dre...! — ¿Has entendido? — Si es por
daros gusto lo haré; pero si estoy con
ellos hacen lo que yo quiero y no ri­
ñen. — ¡Bueno! Tendrás que venir a
curarte muchas veces. ¡Mira, — con­
cluía ella inclinando un poco la cabeza
— mira que son malos, malos!
Y Juanito inmóvil esperaba la última
palabra de la madre, la cual, después
de haber reflexionado un poco, como
si temiese impedir una buena acción,
le decía: — Sin embargo, hazlo.
Maravillosas, continúa el biógrafo,
son estas razones en unos labios que
todavía balbucían » (i).
Sí por cierto; maravilloso sobrema­
nera; y si maravilla el hijo, no sorprende
menos la madre. — / S/n embargo,
h a z lo ! Júntate con los malos, aunque
te rompan la cabeza, con tal que les
hagas bien.
Pero aquella mujer ¿sabía lo que en­
señaba, autorizándole para juntarse con
los picaros, exponiendo, además del pe­
llejo, la inocencia de su hijo? ¿Estaba
(i) Memorias V. I, i>ág. 49.

segura y a de la virtud de aquel educador
en agraz, que ni las malas palabras ni las
malas obras que podrían venir después,
vencían su corazón de madre para
prohibir rotundamente lo que allá en
su imaginación consideraba como un
verdadero apostolado? L 'emos esto,
que se prestaría a m uy serias reflexio­
nes, y volvamos a nuestro asimto; que
en el fondo no es más que la aplica­
ción en grande de esta resolución heroi­
camente evangélica, formulada por una
mente de cuatro años y sancionada
por una madre campesina que no sa­
bía leer. ¡Admirable es Dios en sus
santos!
E sa predilección, pues, por los malos
que brotaba del deseo ardiente de con­
vertirlos, formaba parte de los senti­
mientos más profundos del alma de
Don Bosco; y estos sentimientos se
manifestaban en cuanto la ocasión se
presentaba, y se comprende que se pre­
sentaría con mucha frecuencia. « A ve­
ces, dicen las Memorias (i), entraban
en el Oratorio jóvenes corrompidos,
con ideas falsas en la cabeza, rebeldes,
sensuales, poco aficionados a cosas de
iglesia, holgazanes y tenidos por peli­
grosos. L a expulsión del Oratorio era
lo último. Primero los aislaba de los
pequeños e ingenuos, de los que tenían
inclinaciones parecidas o eran de virtud
débil, y los rodeaba de amigos sinceros
y seguros ». Pero no por eso podía
evitar todos los escándalos « y cuando
sucedía alguno, él, que en las desgra­
cias materiales se conservaba muy
tranquilo, se mostraba entonces muy
apenado y exclamaba: ¡Qué desastre,
qué desastre!... Y si el escandaloso
no se enmendaba, lo echaba de casa
juntamente con los cómplices » (2).
Harto preveía él que admitiendo gen­
te de tal calaña, el escándalo era ine­
vitable tarde o temprano; pero había
(i) Memorias V . III, pág. 566.
(a^ Ibt. pág. 568.

— 33 —

I

otros intereses superiores en admitirlos,
la expulsión debía de ser lo último.
También la Sabidirría infinita per­
mite el mal para sacar mayor bien; y
Don Bosco sabía mejor que nadie el
efecto moralizador de los demorali­
zados. Perdónenos el discreto lector la
antítesis; por algo la Santidad divina
manda a este mundo tantas almas co­
rrompidas. Adoremos los designios de
Dios......
No es preciso de ser un pozo de cien­
cia pedegógicapara darse cuenta de que
un maestro hábil puede sacar mucho
partido de la presencia, hasta cierto
punto inevitable, de los niños malos
para educar a los buenos. Margarita
Occhiena, madre de nuestro Vble. Fun­
dador, lo había comprendido con pas­
mosa intuición sin haber leído jamás
ningim tratado de educación moral;
el hijo por su parte manifestaba ya
desde sus má= tiernos años haber he­
redado la intuición educadora de la
madre, aumentada con otras dotes
excepcionales. Y así como las trave­
suras de los pihuelos de Becchi, sir­
vieron a Juanito Bosco para desarro­
llar sus admirables disposiciones y edu­
car sus nacientes virtudes, del mismo
modo utilizaba él la presencia y las
picardías de los granujillas que asilaba
en su Oratorio para palestra de los
mejores. Desde luego que cuando niño
no estaba él solo; estaba a su lado un
admirable educador, su madre; pero
entre niños muy malos, como él mis­
mo dice, nació su vocación; del trato
con ellos brotaron en su corazón una
compasión grande de su desgracia
y el ansia profimda de salvarlos. ¡Y
EOS maravillaremos si por medio de
los pobres, ignorantes y corrompidos,
al paso que mejoraba a éstos, hacía
de los buenos santos, y de los mejores
apóstoles como él? Pero esto merece
artículo aparte.
(Continuará).

H B I M DE LOS E K fllD lD S SALESIO S
c ie l

El i6 de diciembre tuvo lugar eu el Oratorio
la reunión de los exalmnnos salesianos dcl Tianionte, qué resultó numerosa, ordenada y pro­
vechosa.
Nuestro queridísimo Rector Mayor celebró
para ellos la misa en el coro del Santuario de
Jlaría Auxiliadora y a las 9,30 se abrió la se­
sión en el teatrito, adornado como de costum­
bre en tales ocasiones. Entre los presentes había
eclesiásticos y seglares de toda edad y condición,
unidos por un mismo ideal, el de hacerse pro­
motores de un grande homenaje a D. Bosco. En
efecto, fin principal de la reunión fue hacer salir
del Piamonte. cuna de las Obras de D. Bosco.
un impulso eficaz y casi dirección de la activi­
dad, que los exalumnos deberán desplegar para
erigir el monumento a D. Bosco, y para la pre­
paración del segundo Congreso internacional con
los correspondientes festejos.
Presidía el Sr. D. Pablo Albera, al cual hacían
corona el Sr. Barón, D. Antonio Manno, Sena­
dor del Reino, el Sr. Conde D. Alejandro Arborío Mella, el Sr. Faá, el abogado Sr. Fino,
Mons. Muriana y varios Superiores de nuestra
Pía Sociedad.
Después de-un saludo del Sr. Gribaudi y la
lectura de numerosas adhesiones, entre las
cuales fueron muy aplaudidas las del lúnnio.
Card. Richelray, Mons. Morganti. Arzobispo
de Ravena, y las de los Sres. Obispos de Asti,
Novara, Aosta, Chiavari, y Massa Carrara. el
Conde de Arborio ocupó la presidencia y dió
la palabra al Sr. D- P- Albera.
E l Sucesor de D . Bosco dirigió un paternal
parabién a los presentes, llamándolos apósto­
les del espíritu de D. Bosco. pues si se pueden
contar los salesianos. no se pueden contar los
antiguos alumnos que se convierten en incan­
sables propagadores de las ideas de D. Bosco
en la sociedad.
Después se pasó a la presentación de dos ór­
denes del día.
E l primero, que explanó el Sr. Michelottr,
trataba de " La publicación de un Boletín de la
Federación internacional: criterio y modalidad t.
Hélo aquí con sus conclusiones.

La primeia asamblea de los ex-alumnos salesianós piamontesest
Considerando que, sin un órgano central di­
rectivo e informativo, resulta prácticamente
imposible actuar las decisiones, tomadas acerca
del primer tema en el primer. Congreso Inter­
nacional, especialmente <i la difusión del cono­
cimiento de la Federación y de sus actos, junta­
mente con los de las »Sociedades confederadas». y
Notando que el movimiento de los exalumnos,
admirablemente aumentado después del pri­
mor Congreso, crecerá mucho más en los años que
anteceden a 1915, de modo que el espacio que
el Boletín salesiano nos concede con tanta gene­
rosidad será insuficiente, delibera:
Que el consejo Directivo de la Federación
pul)lique un Boletín propio, el cual pueda to­
marse eventualmente como órgano oficial del
Comité ejecutivo del Monumento a D. Bosco,
dejando al arbitrio del expresado Consejo todo
lo que se refiere al modo y criterio de la publica­
ción, teniendo en cuenta las opiniones mani­
festadas en la asamblea.
E l segundo, relativo a la <1 acción de los
alumnos para la erección del monumento a D.
Bosco » fué comentado por el abogado Sr. Fino
en Un discurso de elevados conceptos y sincero
entusiasmo, que en resumen viene a decir;
Recordando el aplauso unánime y caluroso con
el cual fué acogida en el primer Congreso In­
ternacional la propuesta de erigir un monumento
a D. Bosco « en Turín, en la plaza de María
Auxiliadora, en el mismo lugar en que D. Bosco
transformó suelo y almas, fundó la madre pa­
tria de su gente, envió sus colonias por el mundo
y les dió el lugar perpetuo de reunión»;
Considerando el alto y singularísimo signifi­
cado que tomaría en la historia de la Pedago­
gía dicho monumento, siendo obra principal­
mente y homenaje solemne y mundial de la gra­
titud de los ex-alumnos al gran educador y
apóstol;
Considerando que los primeros y mayores be­
neficios de la labor i>edagógica y humanitaria
de D. Bosco lo recibió el Piainonte y Turín,
In asamblea delibera:
I ° Que. así como la idea de! monumento par­
tió de los ex-alumnos, del mismo modo salga
de ellos también la organización y la propaganda
para las suscripciones, que se deben recoger
especialmente entre los antiguos y actuales
alumnos de la obra de D . Bosco.
2° Que la propuesta de la asamblea pia-

montesa la recoja y haga propia el Consejo
directivo de la Federación Internacional y
que la transmita a todas las Uniones confede­
radas.
3® Que Turín y el Piamonte tengan la parte
principal en las suscripciones para el monu­
mento.
Para ello propone:
I ®Que los ex-alumnos, oradores y escritores,
se presten a las indicaciones de los comités lo­
cales para dar conferencias, presidir asambU'as,
redactar artículos, números únicos, opúsculos,
y, en fin, todo lo que pueda servir para poner
de relieve los grandes méritos sociales y pedágógicos de D. Bosco.
2® Que los ex-alumnos promuevan también
fiestas, veladas, funciones, rifas de beneficen­
cia, etc. para facilitar las suscripciones.
3® Que las Uniones y Círculos piamonteses y
turineses de los exalumnos secunden todas
aquellas formas de organización y propaganda
que el Consejo directivo de la Federación crea
convenientes, para que el aviso, que se extenderá
por todo el mundo, tenga éxito feliz y los áni­
mos se dispongan a las grandiosas fiestas de
1915.
A las 12 hubo una comida social a cuota fija
a cargo del Comité promotor. Cerca de doscien­
tos se reunieron en torno de D. P. Albera, y al
fin D. Juan Francesia les dirigió un delicado sa­
ludo en unos versos llenos de afecto a D. Bosco.
A las 15 se reanudó la asamblea.
D. Juan Ernesto Barolo trató brillantemente
de la « Necesidad de promover congresos y reu­
niones locales de exalumnos para prepara.se
convenientemente a las fiestas de 1915 * y
ron aprobadas las conclusiones siguientes.
La primera asamblea de los exalumnos del
Piamonte:
Considerando el alto significado religioso y
civil de las fiestas conmemorativas del próximo
centenario del nacimiento de D. Bosco;
Considerando que la glorificación del Padre
puede ser un medio poderosísimo para difundir
su espíritu en la educación de la juventud y en
la formación civil y cristiana de la familia;
Considerando que la experiencia demuestra la
eficacia de los congresos y reuniones no sólo para
ía propaganda de las ideas , sino también para
la unión de los pensamientos y para despertar
nuevas energías;
hace votos:
I® Para que todos los Delegados piamonteses

— 35 —
que intemnieron en la presente asamblea ini­
cien otras reuniones y asambleas en la residen­
cia de la propia Unión.
2* Para que tales reuniones se renueven perió­
dicamente: a) a fin de conocer colectivamente
y discutir las indicaciones del Consejo directivo
de la Federación relativas al monumento;
6) a fin de oir el parecer de cada socio acerca
de las obras especiales que deben llevarse a cabo
en la época de los festejos, las resoluciones prác­
ticas que se deben tomar para facilitar las sus­
cripciones y los temas que se deberán tratar en
el segundo Congreso internacional.
El Sr. D. Alejo Pretto habló de los «Medios
prácticos para facilitar, aumentar y asegurar la
inscripción de los exalumnos en las Uniones y
Círculos t, explanando las resoluciones o pro­
puestas.
Considerando de evidencia indiscutible, la con­
veniencia y necesidad de buscar y actuar tales
medios, la asamblea
propone:
1° Que los presidentes de las uniones se en­
tiendan con los Directores de los institutos salesianos, para que les den las direcciones de los
alumnos que, habiendo cumplido los años de
estudio o aprendizaje profesional, se trasladan
a la ciudad o pueblo en que está establecida
la Unión.
2° Que se considere incumbencia importan­
tísima de cada Unión el formar el registro de las
direcciones, teniendo cuenta exacta de los cam­
bios ocurridos durante el año.
3° Que cada exalumno, por compañerismo,
procure notificar al Presidente de la Unión la
llegada, a la ciudad o pueblo, de los exalumnos
que allí establecieren su domicilio.
4* Que las Uniones turinesas estudien el modo
de tener un edificio que llegue a ser, no sólo do­
micilio de las Uniones de Turín y del Consejo
directivo de la Federación, sino también una
casa modelo, para los exaluinnos que hacen los
primeros experimentos de la vida, y que esta
casa sea dedicada a la memoria del malogrado
D- Miguel Rúa.
5° Que los exalumnos que viven en una loca­
lidad donde no hay Instituto salesiano o Unión,
se inscriban en la Unión más cercana a su domi­
cilio o en la central de la capital de provincia.

Las discusiones procedieron en la forma más
serena y eficaz al mismo tiempo y pusieron de
manifiesto la cariño filial que los exalumnos
de los Institutos Salesianos conservan a D. Bosco,
aim después de las más turbulentas vicisitudes.
A l fin, a propuesta de D. Félix G. Cune, la
asamblea deliberó, para hacer más jnonta y
eficaz la actuación de las anteriores delibera­
ciones, especialmente las que se refieren a la
erección del monumento a D. Bosco con la coo­
peración de todos los exalumnos y para empe­
zar cuanto antes los trabajos de suscripción,
que se fonuase una comisión regional pianiontesa
entre los exalumnos, y que en cada instituto sa­
lesiano se instituya, bajo la inspección dcl D i­
rector y del Presidente de la Unión, una comi­
sión local.
A l mismo tiempo se determinó que los Presi­
dentes de las Uniones turinesas y los Directo­
res de las casas salesianas se reúnan en di­
ciembre para tomar acuerdos. Con los para­
bienes del ilustre Presidente de la asamblea,
Sr. Conde de Arborio, una improvisación bri­
llante de Sr. Betazzi y un discurso fraternal de
D . P. Albera, que expresó a todos su profunda
satisfación por el feliz éxito del congreso, éste
terminó a las i8.
Por la noche la sección dramática del < Cír­
culo Juan Bosco » dió una función de gala en
honor de los asambleístas.
Nos prometemos poder hablar pronto de los
frutos de la lucidísima asamblea.

TESORO

E S P IR IT U A L .

Los Cooperadores .Salesiauos que confesados
y comulgados, visiten devotamente una iglesia
o capilla pública, o si viven en comunidad, la
propia capilla, y rueguen según la intención
del Sumo Pontífice, pueden ganar las siguientes
indulgencias plenarias:
Para el mes de Marzo;

D ía 14. Los Dolores de la SS. Virgen.
» 16 Domingo de Ramos.
• 23. Domingo de Resurrección.

DE [MUESTRAS MI5 IOJME5

BRASIL
Un viaje de exploración
ai

Río Vermelho.

{Relación del misionero D. G. B . Couturon).
Cuyab&, septiembre de 1913.

Reverendísimo Sr. D. P . Albera:
on muchísimo gusto, aunque después
de hacerle esperar involuntariamente
bastante tiempo, me pongo a cumplir
la promesa que le hizo nuestro querido e infa­
tigable apóstol de los Indios, T>. Juan Bálzola,
al participarle lacónicamente el resultado de
sus exploraciones por la cuenca superior del S.
Lorenzo y Vermelho, con cuatro mozos indios edu­
cados en nuestras colonias y el infrascripto (i).
En cam ino,,— Hospitalidad en el campo. — En*
cuentro inesperado. — Buena pesca. — La misa.
— Correfo Grande. — En las chozas. — Danza
original. — Colocación de una cruz.

Bien provistos de hachas, cuchillos, hoces,
mantas, vestidos, anzuelos, perlas artificiales,
espejos, etc. y después de despedimos de nuesqueridos hermanos y amigos, nos pusimos en ca­
mino con un sol ardentísimo el 15 de septiem­
bre.
Viajamos todo el día sin incidentes y al
anochecer pedimos hospitalidad al propitaiio
de ima fazenda, el cual nos la concedió muy
cortésmente. L a hospitalidad en el campo es
un sagrado deber, que se cumple indistinta­
mente con cualquier viajero, y de modo espe­
cial con los misioneros, dando el paso de éstos
buena ocasión a las familias cristianas para
bautizar y confirmar los hijos y también lega­
lizar los matrimonios.
Prosiguiendo el camino, encontramos el 19
del mismo mes, en tm sitio llamado Corrego do
(i) Esta relación completa las breve noticia que nos
envió D. Juan Bilsola, publicada ya. K Boletín de junio

Capao, en casa de un pequeño propietario, tres
indios dedicados al trabajo del campo; atrave­
sando después los magníficos pastos del Mimaso, que se extienden en lontananza, donde
pacen más de 10.000 caballos, además de inmen­
sas vacadas y rebaños de corderos, encontra­
mos en la Tapera, al subir las colinas del mismo
nombre, una numerosa tribu de indígenas que
viven habitualmente en pequeños grupos. Se
encontraban allí reunidos para celebrar una de
sus fiestas, llamada Maguru. E n vano les ha­
bíamos pedido noticias de su tribu, ninguno
sabía dárnoslas; pero mientras hacíamos nos­
otros mil conjeturas, hirieron nuestros oídos
unos gritos lejanos, que maravillaban mucho
en el silencio ordinario de aquellos parajes.
Nos acercamos por aquel lado y pudimos
distinguir diferentes voces humanas; después,
un rumor de arboleda, producido por las ramas
de aguassú, palmeras que tienen las ramas do­
bladas hacia abajo am anera de tejado. No había
duda, aquello era su morada. Un /Deo graiias!
nos brotó de lo íntimo del corazón; la divina
Providencia se manifestaba visiblemente en esta
circunstancia; no podíamos figuramos que
hablamos de encontrar tantos indios y tan
pronto.
Pero nuestra admiración creció todavía
cuando divisamos en una meseta un cuadro
curioso. Una larga hilera de Bororos volvía de
pescar, encorvados bajo el peso de la abundan­
te pesca. Cada uno traía 30 pacús (casi 70 Kg. de
peso) con suma facilidad. Una tira de corteza de
un árbol les sirve de cesta. Enristran los peces en
esta cuerda im provisada; y atando los cabos
con un gmeso nudo, la ponen en la cabeza, de­
jando la frente libre y los peces colgando por
la espalda.
Algunos reconocieron a D. Juan Bálzola,
pues le habían visto en la colonia Teresa Cris­
tina, le salieron al encuentro y con pocas pero
cordiales palabras le recordaron las pasadas
aventuras.
Nos detuvimos junto a una aldea pro^úsional; y mientras nuestro cocinero nos preparat*
un poco de arroz, visitamos sus chozas invi­
tándolos a oir misa a la mañana siguiente, des-

-

37-

pués de lo cual les daríamos los deseados re­
galos.
El capitán vino la misma tarde a restituir­
nos la visita, diciendo que al otro día se encon­
trarían todos sus compañeros a su debido tiempo
para asistir a la santa misa.
En efecto, apenas despuntaba el día y ya
estaba de vuelta a preguntamos si era hora. A
nuestra respuesta afirmativa respondió él con
unos silbidos, y en menos de diez minutos todos
los Bororos se hallaban en derredor de nuestra
tienda. Arreglado el altar, D. J. Bálzola comenzó
la misa y el indio Marcos respondía con toda
precisión. Durante todo el tiempo del santo sa­
crificio aquellos buenos hijos de la floresta es­
tuvieron en respetuosa actitud, asombrados de
ver uno de los suyos tomando parte en él. T er­
minada la misa, el celebrante les dirigió una
breve plática, y luego comenzó la distribución
de los regalos. ¡Qué regocijo! ¡qué fiesta para
aquellos pobrecitos! ¡Cuánto hemos deseado
que nuestros amados cooperadores estuvieran
presentes para participar de nuestra satisfac­
ción!
Después de la primera etapa, era necesario
continuar, pero nos faltaba el guía. E n vano
habíamos buscado un indio civilizado que co­
nociera los caminos. Le dijimos al capitán, que
se llamaba Enrique Bocoduré, si podía damos
uno de los suyos que fuese práctico, y puso dos
a nuestra disposición, ordenándoles que nos
condujeran a la aldea más próxima. Partimos,
pues, para Cuyabá-Mirim, rio que pudimos
atravesar con una canoa prestada por uno
de nuestros amigos; pero nos quedamos allí
cerca, porque la falta de agua en aquellas in­
mensas llanuras nos obligaba a viajar de noche
para disminuir un poco las molestias de la sed.
Era un tiempo de extraordinaria sequía; tu vi­
mos que continuar viajando de noche y descan­
sar de día, hasta el pie de una cordillera que nos
permitió viajar normalmente, y llegamos el 23
al Corrego Grande donde fuimos recibidos al son
de una clamorosa danza {el hacururú).
Esta aldea es sin duda una de las más bo­
nitas por sus cabañas, y una de las más pobla­
das de la tribu. Con mucha sorpresa encon­
tramos allí unas 26 casas monísimas y un
edificio central [bahiio) de 20 metros de largo y
de 5 a 10 de ancho. E l número de los habitan­
tes pasa de 300; contamos en fila unos 289, a
los cuales se deben añadir algunos enfermos
que no pudieron preséntame, los cuales recibie­
ron los regalos en su propio domicilio. I^a mayo­
ría de estos salvajes medio civilizados cono­
cían a D. Juan Bálzola, pues habían vivido con
él en la Colonia Teresa Crimina, confiada en
otro tiempo al cuidado de los nuestros. Apenas

terminamos, el capitán nos invitó a visitar su
gente y el mismo se ofreció a hacemos de ci­
cerone. A l acercamos los perros añilaban de un
modo feroz; pero el capitán que iba delante les
iba propinando unas coces tan vigorosas, que
producían inmediatamente el efecto deseado, y
los chuchos se metían para dentro rabo entre
piernas.
Por precaución, además, cada uno de noso­
tros iba armado de una gmesa estaca; según
es la gente, así son los usos.
A l revés de lo que pasa entre nosotros, aquí
nadie se mueva a la llegada de un forastero;
cada cual continúa su trabajo como si tal cosa.
Como estaban occupados en los preparativos
de una gran fiesta, trabajaban con una acti­
vidad febril; las mujeres con grande premura
amasaban una pasta de harina [cangica), que
viene a ser allí el plato principal, y confeccio­
naban unas tortas sui generis, con otros platos
cuyos nombres no sé; los hombres no hacían
más que pintarse de urucum, trazando en la
cara y en el pecho ciertas líneas simbólicas y
X>oniendo sumo cuidado en su adorno, ya que la
fiesta es sólo para ellos, pues a las mujeres les
está prohibido el asistir.
E n el interior de las habitaciones no se ven
ni lechos ni sillas, ni bancos ni mesas. Para dor­
mir, extienden en el suelo una estera hecha de
hojas de palma. L a almohada es cosa vedada,
porque les torcería la postura del cuerpo que
conservan siempre muy derecho. Solamente se
nota alguna vasija de tien a cocida, de su pro­
pia fabricación, arcos, flechas, y nada más. Las
pro\TSÍones son las indispensabels para su vida
nómada; frutos de la selva, cocos, jalubds, araxicunt etc., algunas raíces de ntanioc y mazor­
cas de maíz, en cantidad necesaria para el día.
Si la caza o la pesca son abundantes, comen
hasta atracarse; si no, guardan el hambre para
mejor ocasión.
Por último visitamos el bahiio, que viene a
ser para ellos una especie de cuartel, donde los
hombres pasan la mayor parte del día. Encon­
tramos allí varios mozos tendidos perezosa­
mente en el suelo, que comentaban el bacucurú
rehaciéndose de las fatiga del baile. ¡Qué bue­
nos colonos tendrá el Gobierno brasileño el día
que estén civilizados!
Después de la visita, como era ya tarde, nos
retiramos con nuestro cicerone a las tiendas
para tomar algo; y él nos evitó la molestia de
invitarle pues se invitó por sí mismo.
A la mañana siguiente, celebramos temprano
la santa misa y asistieron todos, niños, mujeres
y hombres, excepto los enfermos. ¡Una escena
conmovedora! ¡Lástima que no tuviéramos una
máquina fotográfica!

-

Después de la misa, tomamos informaciones y
comenzó la distribución de las cosas que duró
no menos de 4 horas. Las mujeres no podían
hacer callar los niños.
Por la tarde a eso de las cinco, nos esperaba
una graía sorpresa. Los jefes de la tribu nos in­
vitaron para que asistiéramos a una de las dan­
zas más originales. Veintitrés mozos, altos y
robustos, cubiertos de plumas y flores, bien
alineados, esperaban la señal para comenzar. Al
dar la señal el capitán, el fornido grupo, como
un solo hombre, recorre dos veces el vasto re-

38 -

Había uno que nos llamó particularmente la
atención; un mocetón de hermosas líneas y gestos
desenvueltos. Era uno de los tres indios que D.
Juan Bálzola había llevado a Europa en 1898
y se llama Federico. Vuelto a su patria, se fué
a su aldea natal; pero no encontrado maestros
que continuaran su civilización, volvió a la
vida primitiva de la floresta y hoy es uno de los
jefes de la aldea.
Después del baile, según su costumbre, para
saber lo que pasaba en los otros parajes de la
tribu, los jefes nos rogaron que permitiéramos a

MATTO GROSSO (Brasil) — Una misa en la selva.

dn to donde hacen sus maniobras, saludando
otras tantas profundamente a los jefes presen­
tes. Entonces el capitán, soplando en una es­
pecie de flauta y agitando en el aire dos cabofas,
comienza una serie de mommientos y contor­
siones extrañas y dificilísimas que los otros imi­
tan. y er seguida se pone a saltar dando zapa­
tetas en todas direcciones, mientras los guerre­
ros continúan sus movimientos dando saltos a
lo largo y a lo ancho. Causados ya, se retiran
todos; un compañero les echa sobreel cuerpo un
vaso de agua fría, y así com luye el espectáculo.
Esta danza, tan extravagante en sus movi­
mientos, es, sin embargo, hermosa por la actitud
de los danzantes y la uniformidad de los caden­
ciosos meneos.

nuestros indios pasar la noche con ellos en el
baJiito. De buen grado se lo concedimos; pero
esto nos pudo perjudicar, porque nuestro mu­
lero tenía el padre en la aldea sin que nos­
otros lo supiéramos. Este, en efecto, juntamente
con los jefes instaron al mozo para que se que­
dase con ellos, abandonándonos; pero la res­
puesta que él daba siempre a sus instancias era
esta: « E l blanco no tiene quien le cuide los
mulos, y yo no debo abandonarlos *. jQué buen
corazón! ¡Dios le recompense la lealtad de que
dió tan hermosa prueba! (1).
(l) E q una visita de D. Antonio Malán a las colonias
contrajo matrimonio religioso 7 se estaoledó definith'a*
mente en la colonia de S. José, donde sigue siendo uno
de los indios más honrados, merecedor de toda nuestn
confianza.

— 39 gular. Luego le vino la ocurrencia de añadir al­
gunas raíces de manioc y algunas docenas de
peces. E ste exceso le costó bien caro. A eso de
media noche oí la voz de nuestro Quico que gri­
taba:
— ¡Padre! ¡Padre! ¡Ven en seguida! ¡Marcos
está muy mal!
Me pongo la sotana y corro a veile; estaba
casi moribundo, y algunas horas antes le ha­
bíamos visto lleno de salu d 'y de vida. Mi pri­
En la colonia. — Recuerdos. — ¡Cuánta fe! —
mer pensamiento fué encomendarlo a la reina
Contratiempo. — Las hormigas. — Reposo. —
de los médicos, María Auxiliadora; luego, me­
La india Rufina. — De nuevo en camino.
diante algunos remedios y fricciones, procura­
Caminamos 8 horas largas por un terreno are­ mos que recuperase los sentidos. Gracias a Dios
noso, recreando la vista a lo largo de la senda después de media hora de angustia, pasó el pe­
con las hermosas plantaciones de cauchus, cor­ ligro; pero, para no cansarle demasiado, apla­
tados de alto a bajo, de cuyas numerosas cor­ zamos el viaje, empleando el día en ocupaciones
taduras corría un líquido lechoso; y al caer la del sagrado ministerio y bendiciendo dos ma­
noche llegamos a la colonia. E sta lleva y a 30 trimonios.
L a mañana del 28 de setiembre muy temprano,
años de existencia y se halla situada sobre la
orilla derecha del S. Lorenzo, frente a la Sierra nos dirigimos a las fuentes de río Madeira en
Pieboga. Tuvo tiempos bastante prósperos, ha­ cuyas márgenes hallamos los pacíficos indios
biendo visto en su area más de 400 indios en de que hablé antes. Un viento helado que so­
camino de civilizarse entre 100 o 150 civi­ plaba del Sur no nos permitió cerrar los ojos
toda la noche; y por la mañana, aunque era la
lizados.
Era una bonita aldea con algunas casas cu­ fiesta de S. Miguel Arcángel, y nos acordába­
biertas con tejas (lo cual aquí es un verdadero mos especialmente de nuestro D. M. Rúa, tu vi­
lujo); tenía una casa bastante cómoda para el mos que privamos, bien a pesar nuestro, de la
director y una capillita de la cual quedan sola­ satisfacción de celebrar la santa misa.
Aquella mañana fuimos echados muy tem­
mente las paredes. E l viajero que al pasar hoy
por allí oye hablar de la prosperidad de esta prano de nuestras tiendas, y obligados a huir
colonia, no ve más que ruinas. Salvajes y civi­ lo más pronto posible, por una multitud de hor­
lizados la han abandonado totalmente y la migas, llamadas correfao que nos acometieron
acción del tiempo no tardó en hacerse sentir. por todas partes. Volvimos de nuevo hacia el
De los magníficos campos de maíz, de judías, S. Lorenzo y lo pasamos el 1° de octubre.
manioc y caña de a zú c a r, r.o queda nada; Este lío arrastra un caudal de agua muy con­
las malezas y gramas han nivelado y confun­ siderable y corre con bastante impetuosidad;
dido todo campos y huertas, prados y bosques. ha engullido muchas mercancías de las cara­
No sin grande amargura volvió a ver el P. Bál­ vanas y he hecho numerosas víctimas, siendo
zola este centro, que había dirigido durante tres muy peligrosa su travesía.
Afortunadamente encontramos una pequeña
años y donde había derramado tantos sudores.
Una cosa, no obstante, nos consoló, y fué el piragua que nos prestó un gran servicio, y
observar el espíritu religioso de la gente que nos permitió atravesarlo con todo el bagaje
vive allí todavía; todos los sábados se reúnen sin graves inconvenientes. Nuestras cabalga­
para rezar a los pies de la Virgen, cantando las duras lo pasaron a nado y por poco quedan
letanías y otras alabanzas. l o s dos domingos allí dos. Llevadas por la corriente, nadaban de
anteriores a nuestra llegada, habían hecho una un lado para otro; y no se hubieran salvado, si
procesión para pedir la lluvia. ¡Pobre gente! un tronco muy grande que había caído al río
iQué necesidad tienen de que los visite un sa­ y estaba atravesado de orilla a orilla, no les
cerdote de tiempo en tiempo! Es conmovedor hubiera dado un punto de apoyo, mientras nos­
el verlos cumplir aún con tanto fervor las prác­ otros acudíamos a socorrerlas. Sin perder
ticas de piedad que de nosotros han aprendido tiempo nos volvimos al Vermelho, para trasla­
damos a un sitio donde hay algunas familias
diez años ha.
Poco faltó para que tuviéramos que lamentar de Goyaz, que se dedican a la agricultura y a
aquí la pérdida de uno de los nuestros. E l in­ la industria ganadera. Habían pasado dos
dio Marcos, después de haber comido con nos­ años desde que el P. Bálzola les había hecho
otros, volvió a comer con los compañeros, los una visita por encargo del Gobierno; y aquella
cuales se tragaron una tortuga de tamaño re­ buena gente se alegraron muchísimo de volPara perpetuar el recuerdo del misionero,
antes de despedirnos, invitamos a los indíge­
nas para que asistieran a la colocación de una
auz, que algunos de ellos habían construido el
día antes, según nuestras indicaciones. Todo se
hizo con la mayor sencillez; D. Juan Bálzola
pronunció una plática de ocasión y , despi­
diéndonos de ellos, nos encaminamos hacia la
colonia Teresa Cristina.



verío a ver. Hicimos una parada más larga de
lo acostumbrado para dejar descansar los ani­
males, instruyendo en tanto en la religión a
aquellas familias y proveyéndonos de lo nece­
sario para la avanzada; entre otras cosas nos
hada falta un guía.
Entre el pequeño número de salvajes que v i­
ven en aquellos contornos, hay una mujer que
antes se llamaba Rufina y ahora Isabel, la cual
en 1884 ayudó al Comandante Duarte a so­
meter aquella fracción de la tribu de los Bororos;
más tarde volvió a la vida errante y llegó a ser
capitana del terrible grupo de sus feroces com­
patriotas que asaltaban, incendiaban, asesina­
ban y talaban todo lo que encontraban a su
paso. Cuentan, por ej., que la familia de Sr.
Manuel Ignacio, de i i personas, fué com­
pletamente exterminada, como dice la relación
publicada por el P. Malán en 1902. Cansada fi­
nalmente esta amazona, abandonó el teatro de
sus fechorías, y cambiando de nombre quiere
vivir escondida para que la dejen en paz. El
guía que por suerte encontramos, y nos prestó
un precioso y desinteresado servicio, fué el Sr.
Luis Estévez Rodríguez, hombre de unos se­
senta años, fuerte y robusto, que goza de grande
estima y reputación entre los Bororos, puesto
que ejerce con ellos la medicina.
Provistos de todo lo necesario para 15 días de
viaje, saludamos a aquellas familias que tuvieron
la atención de acompañarnos por un buen tre­
cho de camino; y nos entramos resueltamente
en el corazón de la floresta virgen.
Abriéndonos paso con hoces y cuchillos. — La
misa en el bosque. —
Impresiones. — En el
Aroyari. — El vado de un río. — Rodeados
de fuego. — Heroísmo de los indios. — Sin
agua. — Noche triste.

Una nube de insectos vinieron a perseguirnos
todo el día, produciéndonos hasta en los ojos y
las orejas dolorosas punzadas; algunos, llamados
carapatos, se agarran de tal modo a lá piel,
que es preciso arrancarlos a viva fuerza. Hacia
la tarde tuvimos un nuevo género de lucha.
Nos hallábamos en plena floresta y debíamos
abrirnos el canrino con las hoces y cuchillos,
lo cual, como se comprende, es muy jx;sado. Hu­
bimos de emplear tros horas y media para andar
media legua. A pesar de las peripecias del día
y la fatiga de la marcha, no nos abandonó el buen
humor, porque nuestro guía no cesaba de con­
tam os liistorietas y cuentos que amenizaban la
penosa marcha. Y a estábamos acostados y casi
dormidos, y todavía sentíamos la voz de nues­
tro hombre que quería, aun medio dormido,
continuar su cuento que repetía por décima
vez a título de novedad. La impresión de la

primera noche en aquellas inmensas florestas no
tiene nada de póetica, y yo no hablaré de ella.
A l rayar el alba celebramos como de costumbre
la santa misa. Sin duda que aquellas majestuosas
selvas veían por vez primera la celebración de
nuestros augustos misterios. Y o estaba muy
emocionado; algo divino e infinito llenaba la
atmósfera y nos hacía tangible la divina omni­
potencia. Del fondo de nuestro corazón brotó
una plegaria por tantas pobres almas que vi­
ven errantes en aquellas soledades; almas que
encomendamos, además, a las fervientes oracio­
nes de cuantos suspiran por el desarrollo del
reino de Cristo. Después fué preciso continuar,
internándonos en el corazón de aquellas vír­
genes selvas, caminando siempre rodeados de
una vegetación exuberante y abriéndonos paso
por entre las resistentes lianas, gruesos bam­
búes, matorrales y arbustos espinosos, todo ello
con grandes molestias.
Entre aquellas gigantescas palmeras que sa­
cuden allá arriba su soberbia cabellera, las or­
quídeas balsámicas y una innumerable variedad
de plantas propias del clima ecuatorial, cuyos
ramos parecen mecerse en los brazos de gran­
des lianas, la floresta resulta el ensueño del
poeta y el terror del caminante. Nadie puede
hacerse una idea precisa de las dificultades que
allí se encuentran, si no las ha experimentado.
No son las serpientes de extraordinaria largura y
grueso, ni las onzas, lo que espanta más; sino
los innumerables insectos, venenosos a veces, y
las duras fatigas a que hay que someterse a
causa de la configuración de la Matta virgem (la
selva virgen) y de la triste necesidad de atra­
vesarla con bestias de carga. ¡Y decir que llevá­
bamos con nosotros una docena!
Continuando, pues, nuestro viacrucis, el 6 de
octubre llegamos al Aroyari. uno de los asilos
donde se reunieron algunos Bororos cuando se
les trató como alimañas feroces. Estos no quie­
ren ninguna relación con los civilizados; \Tiven
completamente aislados en absoluta desnudez;
sin embargo, fabrican unas tazas, platillos y
otras vasijas que no hemos visto entre los otros
indios. Tal vez sabían esta industria de los an­
tiguos habitantes del seitao, que fueron sxis
víctimas.
Informados de su estado, habíamos reservado
para ellos los mejores regalos, incluso las telas
más \TStosas, a fin de que nuestro paso les fuera
causa de alegría. Nos aprovechamos de sus
buenas disposiciones, para informarnos de la
situación de las otras aldeas cercanas, y nos
dieron las más seguras y completas informacio­
nes. Pero en vista de las dificultades crecientes
que se oponían a nuestra marcha, estábamos
ya para desistir de la empresa; no obstante, e



4 1

pensamiento de que con nuevos esfuerzos y
con algún refuerzo nos sería posible continuar
nuestro itinerario nos alentó, y nos decidimos
sin más a proseguir.
Escogimos tres hombres de buena voluntad,
los cuales, mediante una conveniente retribu­
ción, se determinaron a ayudamos- precedién
donos para abrir el sendero a través la selva,
y nos pusimos de nuevo en viaje.
Doce hombres de alta estatura nos a\’udaron
también para pasar un río que corría no lejos
de su aldea. Apenas llegaron, en un abrir y
cenar de ojos, cogieron los bagajes, se los pusie­
ron en la cabeza, se metieron con ellos en el río
y en diez minutos lo esguazaron con sorpren­
dente facilidad. Era un espectáculo curioso
ver a flor de agua, como si fueran hongos que
se movían sobre le superficie del río, las cabezas
de los indígenas con nuestras maletas y ces­
tas, luego nuestros m ulos, y por fin nosotros,
los misioneros, nadando con toda nuestra fuerza
para no separamos de la comitiva. X a travesía
salió muy bien. Llegados a la orilla opuesta,
tuvimos que trepara una meseta que tenía
irnos veinte metros de a ltu ra , cuya subida era
casi perpendicular y muy arenosa. Y a creíamos
haber llegado a la cima, cuando de improviso nos
vinimos todos abajo y nos encontramos de nuevo
en el agua. Para hacer subir a las bestias no
hubo más remedio que hacer una especie de
gradinata. y atándoles una cuerda al cuello,
las subíame s una por una, casi a la fuerza. Des­
pués de haber pagado a nuestros ayudantes con
algunos metros de tabaco arrollado, los despe­
dimos y proseguimos la marcha.
Pasada media hora, se nos pone delante otro
río; repetimos la maniobra para vadearlo, y
adelante. Pero k s ondulaciones se sucedían
a las ondulaciones; subíamos y volvíamos a
bajai para volver a subir y bajar continuamente,
y la noche se nos venía encima. Serían las seis,
hora en la cual ordinariamente las caravanas
se paran y toman precauciones para pasar la
noche.
La prudencia aconsejaba suspender el viaje,
porque habíamos pasado algunos sitios donde
había habido fuego; y aun se veían troncos hu­
meantes, otros carbonizados y otros hechos ya
ceniza.
Sin reflexionar mucho sobre el caso, seguimos
caminando. Pero después de un cuarto de hora,
la atmósfera comienza a hacerse pesada, un humo
denso nos oscurece poco a poco el horizonte y
en menos de cinco minutos un espantoso chis­
porroteo nos ad\*ierte que el fuego está cerca
de nosotros. Los bambúes con el calor y la
presión del aire estallaban en todos los sentidos.
Lo único que debíamos hacer era batimos en re­



tirada. Desventuradamente el fuego nos había
envuelto, cortándonos el paso. Atizado por un
viento impetuoso y favorecido por la dispo­
sición del terreno ondulado, el incendio había
tomado proporciones enormes y se extendía
amenazador, formando en torno nuestro un
círculo de fuego. E l momento era trágico. Sin
esperanza de poder volver atrás, no nos que­
daba más que un recurso, al.rinios un portillo
a través de la línea de fuego que avanzaba
hacia nosotros.
Tan sólo el tentar buscarlo a derecha o izquier­
da, sería locura. Pasamos revista a los animales
para ver si todo estaba en orden y. encomendán­
donos a nuestra celestial Madre, hicimos de lo
más íntimo de nuestra alma un acto de con­
trición, y al fuego. Este avanzaba cada vez más
y estaba y a a unos treinta metros; el aire era
sofocante, el calor insoportable hacia salir por
nuestros poros gruesas gotas de sudor, el ter­
mómetro marcaba y a 42° y continuaba su­
biendo a ojos vistas. Con un arranque deses­
perado tentamos el paso y fuimos bastante
afortunados; f>ero nuestras bestias, como esta­
ban cargadas, recalcitraron y se quedaron atrás.
E ra’ preciso abandonarlas o exponerla vida que
acabábamos de salvar con tanto trabajo. El
caso era bien triste. Estábamos cansados y
apenas podíamos y a tenernos en pie. Nos vol­
vimos a nuestros fieles indios que eran mucho
más fuertes que nosotros. Las lágrimas asoma­
ron a los ojos de uno de ellos, y rodando por sus
mejillas fueron a humedecer las ce; i'.as calientes;
luego le vimos partir veloz como un gamo.
Otro le siguió inmediatamente. En tres o cua­
tro saltos pasaron la zona de llain s y conti­
nuando la carrera, alcanzaron los animales que
huían espantados del fuego. Haciendo esfuer­
zos hercúleos lograron traerlos; pero ¡en qué
estado! ¡Pobres bestias 1 Daban lástima. El
arrojo de estos indios se explica porque son
mucho más resistentes que nosotros, acostum­
brados como están a vivir en sus chozas junto al
fuego, respirando un humo molestísimo. Con esto
no quiero disminuir en lo más mínimo el mérito
de su heroica hazaña ; Dios me libre. Si nosotros
estamos vivos todavía, después de la Virgen
Auxiliadora, se lo debemos a ellos; y por cierto
que se lo manifestamos allí mismo con mucho
gusto. Tal acto de valor no les valdrá segura­
mente ana condecoración, peto les procurará
grandes beneficios en esta vida y el galardón
del cielo en la otra.
Apenas nos \nmos salvos, nuestras primeras
palabras fueron un Agimus tibí graiias... que
nos salió del corazón; luego, un poco más tran­
quilos ya. procuramos dejar aquellos lugares de
desolación para buscar un abrigo, respetado
*•

— 42 —

por el fuego; la noche se extendía ya sobre la
selva. Por fortuna el abrigo no distaba más que
un centenar de metros; pero se había apoderado
de nosotros una sed ardorosa y no era posible
encontrar una gota de agua... ¡y pensar que por
la mañana debíamos atravesar dos ríos!
Kra tal nuestro cansancio que no tuvimos
fuerzas para armar la tienda; cada uno se tendió
como pudo sobre las monturas de los animales.
No encontrando ni siquiera una brizna de hierba
en todo el contorno, los dejamos atados toda la
noche, después de haberles echado algunas hojas

la sed. Finalmente nos levantamos. D. Juan
Bálzola dijo la misa con unas gotas de agua que
había conservado en la cantimplora, mientras
los indios hacían escavaciones en diferentes si­
tios. E sta vez afortunadamente encontraron un
hilo de agua. ¡Deo gratias! Este socorro provi­
dencial nos permitió hacer un poco de café, v
pudimos tomar un piscolabis. D . Juan Bálzola
había celebrado la misa bendado, pues se había
herido de bastante gravedad el párpado izquier­
do en en la carrera que nos salvo de las llamas.
También yo me hice un rasguño de dos o tres

M A I T O G H O S S O (B rasil), — Colonia de la Inm aculada a orillas del Río das Garíjas
La rt-sitiencia iie ios misioneros. — Las casas de ¡os indios.

de palmera, cuando hubimos reposado un poco’
La noche iba pasando lentamente; y si bien no
dormíamos, ninguno decía palabra. Hacia las
diez, uno de los indios, no pudiendo resistir
más, se levantó en busca de a g u a ; dirigióse
a un regato seco, comenzó a escarbar en
la arena y, encontrando un puñado de ella hú­
medo. vino a traemos la grata noticia. Aunque
renqueando, todos lo seguimos al punto, ar­
mados de azadas y zapapicos. Cada uno ponía
al mal tiempo buena cara, procurando infundir
en los demás el entusiasmo que estaba lejos de
sentir. Pero nuestra esi^eranza se disipó, y tu­
vimos que voh*er cabizbajos a nuestro duro
lecho, esi>erando el día para poder apagar

centímetros en un muslo con una rama cor­
tada que se atravesaba en el camino. Pero no
tuvieron las heridas, a Dios gracias, graves con­
secuencias; como tampoco las tuvieron les nu­
merosos arañazos que cubrían el rostro y las
manos de nuestros compañeros de expedición.
De nuevo en el agua. — ¿Retroceder? — Dulces re­
cuerdos. — En el Aigierl. — Sorprendidos por les
Indios. — Feliz encuentro. — Cambio de obje­
tos. — ¿ P or qué no hay niños? — Nociones
de medicina.

No pudimos partir hasta las i i , pues tuvimos
que arreglar los cinchos gastados y las montura.s
que se nos descosían. Al cabo de media hora.

43 —
encontramos un charco de agua negruzca; sin
embargo, olvidando las precauciones higiéni­
cas, bebimos cuanta nos pareció y nuestros ani­
males no acababan de lamerla con avidez ex­
traordinaria. E l día pasó como el anterior, inenes
el incidente del incendio. E l ocaso del sol ríos in­
vitaba a plantar las tiendas, y nuevamente nos
vimos obligados a pasar la noche sin agua y las
cabalgaduras sin pienso. Para hacer un poco de
café, tuvimos que filtrar diez veces el agua cenegosa que habíamos exprimido del fango
mismo. E l jefe de la caravana, que llevó a cabo
la operación, cortó en dos pedazos de un golpe de
zapapico ima gruesa y peligrosa serpiente; y arro­
jándola a un lado con mucha indiferencia, conti­
nuó su trabajo. Un día más de viaje con seme­
jantes incomodidades era suficiente para dejar­
nos sin fuerzas, tanto a los hombres como a las
cabalgaduras. Resolvimos pues volver atrás...
A las dos de la noche (era domingo) estábamos
ya en pie, y llamamos a los indios cristianos para
oii misa, en la cual rogamos al Señor para nos
guiara durante la expedición.
Entre tanto nuestro pensamiento volaba a
Tuiín. Hablamos de nuestros buenos Superio­
res, de nuestro Venerable Fundador y de los
amados hermanos cuyas fervorosas plegarias
por los misioneros se elevaban a I>ios, y nos
parecía oir la Salve que todos los días rezan
por nosotros. Cuando volvimos los ojos a la
realidad que nos rodeaba, teníamos el corazón
emocionado ^ los ojos llenos de lágrim as;
nuestro valor se había reanimado y nuestra
alma estaba dispuesta a sufrir nuevas penali­
dades. Cogimos un hacha, tallamos en un
grueso tronco una cruz grande para dejar un
recuerdo del paso de los soldados de Cristo;
y retractando la resolucción tomada el día
anterior, volvimos a proseguir nuestro camino.
¡Feliz y santa inspiración!
A eso del mediodía, pisábamos las orillas del
Rio Taradimana, donde nos esperaban los tres
indios que nos habían precedido. Nuestra pri­
mera ocurrencia fué preguntarles quién había
dado fuego a la floresta; y nos respondieron muy
tranquilos que habían sido ellos ¡para dejamos
expedito el camino! ¡Apoco nos lo dejan tam ­
bién expedito para la eternidad!
Caminamos río arriba'm ás de 300 metros, y
apareció a nuestra vista una pradera encan­
tadora; al instante nos apeamos y, aunque la
aldea estaba lejana, determinamos pasar allí
el día. ¡Cuántas fatigas de un día para otro!
Pero protegidos por la Virgen Auxiliadora, cuyo
auxilio habíamos pedido con tanto fervor, las
íbamos sobrellevando con facilidad.
Mientras reposábamos un poco, vimos algu­
nos indios del Aigieri que vem'an a pescar en el

río. Como estábamos ocultos en un repecho y i'.o
lejos había una cascada rumorosa, nos cogieren
desprevenidos. A l vernos, no obstante, comen­
zaron a gritar y se dieron a la fuga. l\Iandamos
en seguida nuestros indios para explicarles
nuestras intenciones y hacerlos venir. Se acer­
caron y en pocas palabras logramos persua­
dirlos de que nada tenían que temer de nosotros;
y dándoles un poco de tabaco y algunos pañuelos,
los despedimos, rogándoles que avisasen a sus
com¡iañeros. Al día sigiriente nos dirigimos a
su aldea.
Bordeando enoime.> precipicios y llevando los
mulos de la mano, bajamos a una profunda ca­
ñada; luego faldeamos una gran montaña y a
jxjco llegamos a la aldea de los indios. Un cen­
tenar, entre hombres y mujeres, nos espiaban
a través del ramaje. Por cierto que esta inspec­
ción no nos daba buena espina; una flecha podría
muy bien salir de la espesura; pero D. Juan Bálzola les dirigió algunas palabras en su jerga y
uno de ellos se le acercó con dos o tres niños.
E l Padre aprovechó la ocasióu y metiendo las
manos en los bolsillos, sacó algunas chucherías;
habíamos ganado la partida y ellos comenzaron
a tratarnos sin recelos. Acercáronse los otros
con toda confianza y todos recibieron, alguna cosilla, con la promesa de darles algo mejor el día
siguiente.
Los hombres se destinguían por la talla y ro­
bustez, no ordinarias entre los B ototos ; una
veintena de ellos medía más de un metro y diez
centímetros de tórax; no nos quitaban los ojos
de encima y en ellos se veía pintada la sorpresa
de vernos ¡)or allí.
Los niños se quedaron estáticos contemplando
nuestras cabalgaduras; las seguían por doquiera
para verlas pacer en el campo y no se cansaban
de observar cómo movían las largas orejas. I^ts
¡preguntamos si conocían a otros hombres como
nosotros, y nos dijeron que habían encontrado
alguno en sus correrías, ¡pero ¡Por aíjuellos pa­
rajes no habían visto ninguno; algunos, que
tenían el pelo ya un poco grii, decían que siem­
pre habían creído que en el mundo no había más
gente que la de los Bororos.
De esto se puede colegir loque pasaría en su
imaginación al vemos sacar de los baúles tantas
cosas y tan bonitas. Pasamos tres días en su
compañía y y a nos habíamos hecho amigos; pero
había que pensar en volver. Además de la caza
que ellos mismes nos daban durante nuestra
la estación, mediante el cambio de alguna frus­
lería que para ellos valía mucho, nos hicimos con
algunos objetos de su fabricación, como pen­
dientes en forma de menguante, dijes que se
ponen en el labio inferior, collares de dientes de
tigre, pulseras de dientes de mono etc. etc. Tam-

— 44 —

bien Ies sacamos algunas cazuelas, tazas, platos
y jarros muy bien hechos; en una palabra, todo
aquello que puede dar idea de su estado e in­
teresar a la etnología, como puede verse en nues­
tro museo de Coxipó da Ponte.
Lo que impresiona más al viajero son las
habitaciones de este pueblo, aun en estado pri­
mitivo, su absoluta pobreza y el no verse ape­
nas niños de uno a tres años. Nos preguntamos
si los esconden o no los tienen. Hemos procu­
rado averiguarlo, y la hipótesis siguiente nos
pareció la más probable. Los recien nacidos de-

se puede decir que les son habituales; lo mismo
los constipados, de los cuales hacen poco caso;
las enfermedades de la vista son comunísimas;
las mordeduras de las serpientes, y de cual­
quier insecto venenoso, no tienen remedio y po­
cos escapan délos que llegan a padecerlas; va­
rías veces hemos AÚsto escenas horririlantes.
Tienen, sin embargo, algunos conocimientos de
medicina ; o por mejor decir, conocen el uso de
algunas plantas medicinales. Ufean, por ejem­
plo. el iayugá contra el reuma y las enfermedades
del hígado; la dottradinha como febrífugo; el

MATTO GROSSO (Brasil). — Indios de nuestras colonias casando.

fectuosos, como es sabido, \4 ven poco general­
mente y por eso son escasos; los otros con fre­
cuencia son víctimas de los sueños extravagan­
tes que suelen tener sus padres, o de la negli­
gencia de las madres que, llevando consigo los
infantes, los dejan expuestos al frío y al calor, a
la lluvia y al viento, y a las mil privaciones de
su \4 da errante. Si sobreviven, una epidemia,
la difetria u otra enfennedad, los ataca y mue­
ren o docenas, no habiendo para ellos ningún
remedio.
De ahí que entre los adultos haya pocos con
defectos físicos: la obesidad es caso rarísimo
«ntre ellos, es más común la hidropesía. Los
reumas, en comparación de otras enfermedades,

algodaosinho contra las enfermedades internas;
el amendoim y la promeria para las mordeduras
de las serpientes, la salsa de gomo do campo con­
tra la anemia, el isterismo, etc. etc.
De vuelta. — En Jorigui-Paru. — ¡Buena gente!
— Otros indios. — Llegada a Cuyabá. — Fr**
tos del viaje. — Concinsión.

Volvimos por el mismo camino de la ida, con
la diferencia de que siendo y a más prácticos,
pudimos evitar fácilmente algunas fatigas ine­
vitables al que hace por vez primera el tra­
yecto.
Volvimos a ver todas las familias de aqudlos
lugares halladas a la ida, y tuvimos que sep»*

— 45 —
ramos de nuestro buen guía Luis Estéves, que
nos prestó un gran servicio y debió sufrir mu­
cho por nuestra causa. Después de un poco de
reposo, dando a todos im fraterno adiós, el 17
de octubre nuestra caravana si dirigió a JoriguiParu, otra aldea indígena que tiene muchas re­
laciones con los habitantes del Matto interior.
Aquí abundan también individuos que tienen
la conciencia muy negra y su presencia no nos
inspiraba mucha confianza.
No obstante, aparentemente nos recibieron
muy bien; y nosotros, acabado el ordinario intenogatorio y habiéndoles distribuido los re­
galos, continuamos nuestra marcha. Ni un día
pasó sin sus correspondientes aventures, pero
como no fueron de grande importancia, las paso
por alto.
La inmensa zona, de la cual recorrimos 45 Km.
por día, comenzaba averse más poblada. Según
avanzábamos, íbamos encontrando las fazenáas,
en las cuales nos daban cordial hospitalidad,
y en todas ellas menudeaban las ocasiones de
ejercer el sagrado ministerio. Estos buenos cam­
pesinos tienen la hermosa costumbre de poner a
la puerta de sus casa una cruz; así que, hasta en
la cubre de los montes más altos se ve la señal
de nuestra redención. ¡Qué alegría se siente al
encontrar por todas partes el símbolo angusto
de nuestra fe! No puedo callar otros pormenores
que evidencian el sentimiento religioso de aquella
gente.
Encontramos una persona que, habiendo re­
cibido una gracia señalada de María Auxilia­
dora, llevaba al cuello una medalla de laVirgen
de D. Bosco, que había recibido 13 años antes de
manos de Sor Rosa en la colonia Teresa Cris­
tina. Cada familia tiene un pequeño oratorio,
en el cual se reúnen de cuando en cuando \ ara
orar. ¡Qué espectáculo tan edificante!
En Trionphe hay un propietario que se llama
Quico Ferreira, el cual tiene en su casa ordina­
riamente 25 Bororos, que le prestan grandes
ser\-icios trabajando desde el alba al ocaso.....
Al pie de la cordillera vimos también 64 Bororos
ocupados por un propietario en las faenas
agrícolas. Teníamos pensado visitar un lugar
donde habita ima ramificación de esta misma
tribu, la cual, habiendo roto toda relación con
ésta, vive esparcida por las llanuras de la cuenca
del Tarigará; pero la estación lluviosa que se
nos venía encima, podía hacernos prisioneros en
los pantanos o en las mesetas que quedan ro­
deadas de aguas periódicas, y no hemos querido
comprometemos.

Procuramos apesurar el paso, \dsitando so­
lamente Cade y la Aboliiion; saludando de
camino a nuestros queridos hermanos de Palmeiras, nos encaminamos a Cuyabd,' y el 25 de
noviembre tuvimos la dicha de abrazar a
nuestros hermánanos de 5 . Gonzalo.
Nuestra primera acción fué entrar en la capiEa, consagrada a María Auxiliadora, y darle
gracias sinceramente por la singular protección
que nos. había dispensado en el largo y peligroso
viaje de 70 días en medio de las florestas, ex­
puestos a la intemperie, durmiendo en la tierra
desnuda y al aire libre y comiendo de cualquier
manera. A pesar de tantas privaciones, nos sen­
tíamos contentos de haber padecido algo por
N. S. Jesucristo.
Recorrimos 265 leguas brasileñas que hacen
unos 1749 km.; visitamos 13 aldeas y en ellas
I15 casas y chozas; hicimos el padrón de 363
vecinos, 46 de los cuales son capitanes (o jefes),
7 haires (fetiches de la tribu); 377 mujeres y
281 niños; que dan un total de 1074 habitantes.
E n este número están comprendidos sól* los in­
dígenas. Bendi.irnos también i i matrimonios y
administramos los sacramentos de la peniten­
cia y eucaristía a im buen número de personas
Se regeneraron también en las aguas del santo
bautismo más de ciento, entre niños y adultos,
y recibieron la confirmación unos cuarenta.
Finalmente, tuvimos ocasión de sembrar la semüla evangélica donde hacíamos una parada;
y creo que ha caldo en buen terreno y que pro­
ducirá a su tiempo copioso fruto. Pongo punto
final a esta relación, amadísimo Padre, pi­
diéndole perdón de haber abusado de su be­
nevolencia y de haberle robado un tiempo,
precioso para sus graves ocupaciones; termino,
pues, encomendando, en nombre de nuestro
Inspector, P. Malán, toda la tribu de los Bo­
roros a sus oraciones y a las de nuestros coo­
peradores.
Antes de soltar la pluma, le mando el saludo
cordiaEsimo de nuestros compañeros de viaje,
que desean mucho verle y se encomiendan tam­
bién juntamente con nosotros a sus oraciones, a
fin de que no nos hagamos indignos instrumen­
tos de la divina misericordia.
Acepte, reverendísimo Padre, los sentimien­
tos de nuestro fiEal afecto; y bendiga de un modo
especial a su humEdísimo y afmo. hijo
in Carde Jesu
J uan B . C outuron ,

Misionero Salesiano.

EL C U LTO

de Naría auxiliadora
Nte teaemos la persttaaida de qoe, eo tas vicisitudes dolorosas délos tienpoi
que atraveaanot, ao oes quedan nds consuelos que los del Cielo,; entre estos,
la awleresa aro^cccMa de la Vir{eu bendita, que lué en todo tieapo el Auxilio
de les Crlsllasos.
pio x.

GRACIAS DE MARIA AUXILIADORA.
S e v illa . — líl niño Manuel Pereira, mi primo, se
hallaba enfermo de un catarro intestinal y se había
iniciado ya la meningitis, pero en estado tan grave,
que el médico que lo asistía, creyó indispensable
una consulta.
Se avisó para esto al Doctor Mmga; reimídos él
y D. Manuel Vázquez, unánimemente dijeron que
para el niño no habla remedio.
Inmediatamente acudí a María Auxiliadora y
aquella misma noche se inició la mejoría contra el
dictamen de los médicos, la cual mejoría continuó
hasta que el enfermito obtuvo su completa cmación y hoy se encuentra sano y robusto. Agrade­
cida por tan señalado favor, mando decir ima misa
a María AuxiUadora en acción de gracias.
Junio de 1912.
E l e n .x P e r e i r a .

M a ta ró (España). — Hallábame en meses mayo­
res, cuando por indicación del médico se celebró
consulta acerca de mi estado; y aunque se me di­
simuló la gruvedíid y el peligro inminente, no dejé
d e comprender que sin la protección divina hubie­
ron resultado insuhcícntcs los esfuerzos de la cien­
cia humana. En mis largas horas t'e tristeza acudió
a mi mente el recuerdo de los prodigios realizados
por la protección de María Auxiliadora; y desde
aquel momento esta idea fue la única luz que
brilló en la continua noche de mi espíritu abatido.
Impulsixda por esta esperanza, aprovechando mía
h >ra en que mi estado me permitió salir de casa,
sin darme cuenta de la imprudencia que cometía,
fui al colegio de los PP. Salesianos. sola y sin que
nadie lo supiera, a rogar a dichos PP. que lucieran
una novena con los niños a María Auxiliadora; yo
también por mi parte empecé la novena aquel
mismo dia con la creencia de que la Virgen Sraa. se­
ria verdaderamente mi Auxiliadora.
Aunque ignoré siempre el propósito de los mé­
dicos. fué precisa la operación quirúrgica para

x

salvar cuando menos el sér que llevaba en mis en­
trañas, toda vez que no había casi salvación para
mí, según supe más tarde. Momentos antes de la
operación, el especiaüsta, dirigiéndose a ima per­
sona muy allegada mia, le dijo: «Encomiéndeme
V . a Dios * con lo cual dejó entrever un triste de­
senlace.
E l resultado fué tan feliz como inesperado; un
precioso niño lloró fuertemente, llevando la ale­
gría al ánimo de los presentes: y gracias sean
dadas a María Auxiliadora, yo de dia en dia fui
mejorando notablemente, de manera que en la fes­
tividad de Ntra. Sra. de las Mercedes pude ser lle­
vada a mi casa sin sufrir la menor molestia.
H oy mi liijo Ramón cumple dos años y, lo
que yo, estó bueno y sano. Para edebrar esta
gracia singular y continuada, y para mayor gloria
de Dios y de María Auxüiadora que, tan sin méri­
tos míos, ha querido ostentar su poderosa protec­
ción, lo hago púbüco en este Boletín salesiano, a
fin de que aumente la devoción y culto a María, que
quiere ser llamada y es Auxilio de los cristianos.
Agosto de 1912.

F . H . de P.
S a r riá -B a r c e lo n a . — Habiendo sido invitados
por un celoso Párroco a participar de una de las
mejores y más hermosas procesiones de la ciudad
condal, fuimos muy gustosos ima representación
de estas Plscuelas de Sarriá, llevando la bella ban­
dera del Patrón de los obreros S. José.
No habíamos aún llegado a la mitad de nuestro
trayecto, cuando un inesperado incidente turtó
nuestro recogimiento, causando un temor general
en todos los alh presentes.
Un guardia del cuerpo del seguridad revo­
cábase en el suelo, dando fuertes puñetazos
por im lado y por otro, y mordiéndose los dedos
victima de un ataque. A l instante me separo de mis
compañeros, dejando el blandón para auxiliar al
paciente. E n mi auxilio vinieron más tarde un
cabo de la Guardia Civil, un teniente de Infan-

]

— 47 —
teria, un oficial de Seguridad dos, o tres guardias
del mismo cuerpo y uii señorito.
Con gran esfuerzo logramos poderle quitar, por
lo que hubiera podido suceder, el revólver y el
sable. De cuando en cuando el enfermo parecía
reanimarse, pero a los pocos instantes volvía de
nuevo a sus revolcones y a dar profimdos y dobrosos gemidos; así estuvimos por espacio de imas
dos horas y había instantes e que parecía que iba a
expirar. E n estos críticos momentos quise valerme
de la intercesión de la que es verdadero Auxilio
de los cristianos: y como traía conmigo algimas
estampas de esta celestial Madre, le puse ima en-

S e v illa . — Doña Carmen Galiani fitó atacada de
pulmonía doble con la grave circunstancia de estar
para dar a luz.
Según los médicos D. Juan Lermo y D. lañs
Elena, reunidos en consulta, moriría irremisi­
blemente, si llegaba la hora del parto en Uui an­
gustiosa. situación.
Perdidas por completo las cs|>erauzas, aconsejé
que encomendasen la enfenna a Jlaría Auxiliadora.
Procmé hacer lo posible para animar a aquella
angustiada familia, y yo comencé con las niñas de
mi colegio una novena a la Sma. Virgen. ICn cuanto
se comenzó ésta, se inició inmediatamente una no.

MATTO GROSSO (Brasil). — Colonia de S. José en el Sangradouro.
Residencia de los misioneros. — Casas de los indios.
•úna de su pecho. ¡Oh maravilla! Al instante pide
«1 enfermo agua; da señales de que entiende, pero
no puede hablar; me coge de la mano y me la
acaricia. Después de un cuarto de hora, empieza a
hablarme y má.«t tarde se pone conmigo a andar.
Le parece que me conoce y no se quiere separar
de mi lado; se eonríe y dice que ya tiene fuerzas
para andar, y efectivamente era verdad. Empézamos a caminar, teniendo unn larga conversación
sobre d prodigio que María Auxiliadora habia
obrado en él. y me comunica que ya la conocía,
que era la Virgen de D. Bosco. y que apenas pu­
diese vendría a visitarla y a darle las más rendidas
fradas al Santuario de Sarriá.
Octutre de 1913.
J osé M. S. L le o n a r t.

table mejoría; y al tercer día la enferma dió a luz
felizmente, con gran asombro de los médicos,
quienes no satáan darse cuenta de cómo se liabia
verificado tal curación.
Pasados unos dias, la enferma estaba completa­
mente
y fuimos a encargar una misa para
María Auxiliadora en acción de gracias, la que
oímos la enferma, una servidora y otras personas.
¡Bendita sea nuestra celestial Madre que tanto
nos ama!
Junio de 1913.
R

o s a r io

O rtega.

Maestra de niñas.
Ib a g u é (Colombia). — E ra el 14 de ^ o sto del
año 1910. Encontrál^se mi madre en el lecho del
dolor, victim a de nna enfermedad mortal. Los

médicos ya no daban la menor esperanza de repo­
sición, cuando finalmente imo de ellos, acudió al
último medio de la ciencia: dióle a mi madre im
narcótico, con el fin de cortarle la enfermedad;
pero en vano. Eran las tres de la tarde y mi
madre ya había perdido el uso de los sentidos, y
estaba para exhalar el último suspiro. E n tal
trance me postro de rodillas e invoco a la Virgen
de D. Bosco. Esta Madre de bondad y misericordia
oyó mis súplicas, pues al cabo de una hora mi
madre volvió en sí; reconoció el milagro de la V ir­
gen Auxiliadora y le pidió la concediera la gracia
de visitar su templo, que dista im largo trecho de
casa. Gracias a la Reina del cielo, a los ocho días
obtuvo el favor solicitado, pues estaba perfecta­
mente curada de la mortal enfenncdad.
Otra gracia smgidarisima debo a María A uxi­
liadora, la de haber salvado milagrosamente la
vida a mi abuelita que cayó también enfenna de
gravedad y sólo la bondadosa Madre pudo devol­
verle la salud.
Profimdamente agradecido a la Madre de Dios,
prometí publicar estas gracias en el Boletín Salesiano y dar na limosna para la construcción de
su templo; u hoy lleno de alegría cumplo gustoso
mi promesa a fin de que María Auxiliadora con­
tinúe dispensándonos su protección.
Septiembre de 191a.

Pablo E. V e l o s o .
Daa también gracias a Maria Auxiliadora y envían so
limosna:

Alcañiz (España), — Una familia, por varios fa­
vores y manda celebrar 20 misas.
Archidona (España). — Josefa Rosal, por una
gracia muy señalada y envía 25 pts. de limosna.
Atenas (Costa R ica).— Josefina de Olivares, por
haberle curado a su hijo Jorge, desahuciado ya por
los médicos, y envía una limosna.
Barcelona. — M. M. N., por un favor y manda
celebrar una misa en acción de gracias.
Barcelona. — Manuel •Felipe y Elvira Pérez, por
un favor muy importante, y envían su lintosna. —
id.: Unas devotas, por un beneficio especial.
Baeza (Esp.).— Andrés Linares, por iiaberlo cu­
rado instantáneamente de una enfermedad pertinaz.
Boconó (Ven.). — Petra María Briceño, por Itaberla sanado de una terrible enfermedad, y envía
una limosna.
Cantülana (Esp.). — Pastora Rubio, por haberla
librado de unas calenturas itifecciosa.s que alcauiaban
loa 41® y décimas, y envía 25 ptas. de limosna.
Concepción (Paraguay). — Candelaria Cabañas,
por un favor singular que considera verdero milagro.
Cerrito (Col.). — Nicomedes Tenorio y Débora
de Toescóu, por favores obtenidos.
Calceta (Ecua.). — Rosa Carmen Zambrano de
Vera, por haber salvado a sus cuatro hijos de un
gran peligro.
Castillo Albaráftez (Cuenca). — Sinforosa Montalvo, por haber_ devuelto la salud a su hija Petra
y envía 2 ptas. de limosna.
Chalchuapa (El Salv.). — Una hija de María Au.xiliadora, por itabcr librado a una hermana de una
angina peligrosa.
Cali (Col.). — Anunciación S. de Arce, por ha­
berla curado de una enfermedad crónica y se hace
cooperadora. — Id .: Soledad Cárdenas, por haberle
salvado milagrosamente la vida en un parto difícil.

4 8

— Id .: Anunciación S. de Arce, por favores obte­
nidos y ofrece 25 pesos.
Canuto (Ecuador).— JoséJ. Marcillo, por haberle
librado de una pertinaz enfermedad que le venia
molestando desde hacía 16 años, y manda una li­
mosna. — Id .: Narcisa Vera, por haber curado
milagrosamente una herida a un joven que se había
herido con un puñal ai caer de una azotea, y manda
ima limosna. — Id .: F . V . Vda de P., por haberle
devuelto sano y salvo a un hijo después de muchas
peripecias y peligros pasades en el servicio militar.
Córdoba (Argentina). — Lola de Moyano, por
una gracia recibida.
Cartagena (Col.). — Francisco Pacheco, por un
favor recibido y remite un dollar de limosna.
Caldono (Col.). — Benjamín Zarria, por favores
obtenidos y ofrece 30 pesos.
Ensenada (Argentina). — Josefa Mayoz de Arana,
y envía 20 francos de limosna.
Fontiveros (Avila). — Damiaua Martín, por haber
curado a su nieta Visitación, y da 2 ptas. de limosna.
— A . B., por un favor obtenido y da 5 ptas.
Granada (Nic.). — Josefa de Argüello, Angélica
de Jacoby, José F. Lugo y Carlota v. de Argüello.
Guasdualito (Ven.). — Amando Quevedo, por
muchos y singulares favores, y envía 40 pesos de
limosna.
Guayaquil (Ec.). — H . Portés, por haber de­
vuelto la vida a su hermano que ya creían muerto.
La Coruña (Esp.). — E. U., por varios favores
y envía 25 ptas. de limosna.
Sarriá (Esp.). — José Martínez, por haber librado
a su hijo de unas anginas que anenazaban com­
plicarse con la difteria.
S. Miguelito íNic.). — Mateo Avalos.
S. Marcos (Nic.). — Josefa B. Espinoza y Pilar
Espinoza.
S. Pablo de Ordal (Esp.). — Teresa Massana,
por haberla librado de un grave apuro, y manda
una limosna.
S. Marcos (Nic.). — Pilar M. de Espinoza, por
haber librado a su hijo de un gravísimo peligro,
y por otros favores,
Soledad (Col.). — Laura González, por haberla
salvado de una muerte segura, y da 200 pesos de
limosna.
Las Palmas (Gran Canaria). — Teodomira Mar­
tínez, por haberle arreglado un asunto dificil, y
manda 7 ptas. de limosna.
S. Bartolomé de Lanzarote (Canarias). — Un de­
voto, pot haber conseguido la salud milagrosa­
mente, y envia 5 ptas. de limosna.
Tonacatepeque (El Salvador). — Joaquín Cortés,
por haberle librado de una sentencia inicua, que
de efectuarse, lo hubiera arruinado. — Id.: Este­
fanía Escobar, por haber librado milagrosamente
a su hijo Luis de una fiebre fulminante, y envia
una limosna.
Uriego (Cuenca). — Una devota, por favores ob­
tenidos.
Villamanrique Esp.). — Francisca Díaz, por ha­
ber curado a su mietecita en un trance desesperado.
Yamundi (Col.). — Dolores Sardi, por varios fa­
vores obtenidos y envía cien pesos de limosna.
Yamundi (Col.). — Felisa Coucedo, por favores
obtenidos y ofrece 50 pesos.
Yaritagua (V en .).— María E. Gutiérrez, por uní
curación y manda 10 ptas. de limosna.
Zarza de Tajo (Cuenca). — Regina Aragón, pof
un favor.
Zurgena (Esp.). — Josefa Egea, por un favor y
manda una peseta de limosna.

POR Eb MUNDO SflLESIIlINO
El sucesor de D. Poseo eq España
y a saben nuestros lectores, nues­
tro queridísimo Superior General, D.
Pablo Albera, ha comenzado su visita
alas casas de España, donde le esperaban con
acompañándole en su viaje el Rmo. S. D. Clemente
Bretto, Ecónomo General de nuestra P ía Socie­
dad. No es la primera vez que D. Pablo Albera
pisa tierra española; pero será la primera visita
oficial. I/3S salesianos de España han procurado
prepararle im recibimiento que sea expresión del
singular cariño y veneración que le profesan. L a
primera casa que tuvo la dicha de hospedarle fué
la de Mataró. Los periódicos de la ciudad le han
dirigido entusiasta bienvenida, publicando su re­
trato y datos biográficos. L a información que de­
bemos a nuestros cooperadores de España, para
quienes D. P. Albera es el sucesor de D. Bosco
en el sentido más amplio de la palabra, nos resul­
tará un trabajo no sólo agrable sino también fá­
cil. pues la prensa católica de las ciudades por don­
de pasa, va concentrando en él las simpatías y mere­
cimientos de la obra salesiana: lo difícil será esco­
ger.
El 8 de enero por la mañana llegó a Mataró.
El Sr. Inspector, P. Manfredini, con los otros Su­
periores que salieron a recibirle Je demostraron
su cariño filial colmándolo de atenciones; los ni­
ños no cabian en sí de gozo.
« E l Colegio Salesiano de nuestra ciudad, dice
el Diario de Mataró, está de enhorabuena. Esta ma­
ñana con grandes muestras de cariño y entusiasmo
que el talento y la bondad despiertan siempre en
los corazones juveniles, era recibido el Superior
General de la Congregación Salesiana, el Rmo. P.
Pablo Albera.
La casa artísticamente engalanada... los niños
formados en correctas filas, bullendo de entusiasmo
y lanzando al aire alegres \*ítores y marciales can­
tos... el alborozo dibujado en el rostro de todos...
una sentida bienvenida dirigida por un colegial al
Superior General... fueron las notas recogidas en
el recibimiento que esta mañana se le tributó.
A las dos de la tarde U ^ó la banda de Sarriá
para amenizar las fiestas con que se quería cele­
brar la
E l Sr. Director, P. Calasan z, y los
demás hermanos, sobre todo el P. Massana, no
omitieron por su parte nada, para que el acto
resultara una demostración de afecto al amadí­

C

OMO

simo Siqierior. Entre las visitas de distiuguidáív
personalidades y el cambio de inijiresioues con
los hennanos y sus niñas, que gozaban sobre mu­
ñera con la presencia del amado Superior, se
ansia,
pasó el resto del día, dejando para el siguiente la
demostración oficial, que había de .ser\ma brillan­
tísima velada, a la cual acudieron las autoridades
chriles y eclesiásticas para presentar ^us obsequios
al Sucesor de D. Bosco. E l día siguiente, 9, después
de la comida se notaba ya una animación extraordi­
naria. A las tres y media numerosos grupos de la
flor y nata de la ciudad y familias de los educandos
fueron llenando el espacioso salón de actos que a
los pocos momentos ofrecía animadísimo aspecto.
Delante de todos y verdaderamente apiñados se
veían los ciento veinte y más colegiales que ocu­
paban ima parte niinima del salón, y todo el resto
quedó a disposición de los concurrentes a la fiesta;
al poco rato y a el salón, completamente lleno, era
incapaz de contener la numerosa concurrencia
que, a pesar de ser día laborable, fué a tributar un
homenaje de veneración y cariño al digno sucesor
del Venerable D. Bosco. La banda estacioiióse en
el patio contiguo al salón de actos desde donde eje­
cutó su escogido re]>crtorio.
En medio de mía entusiasta salva de aplau-sos y
a los acordes de un'airoso paso-doble, pasó a ocu­
par la pre.sidencia el Rmo. P. All>era y al erguirse
su simpática figura en el estrado pre])arado, una
viva emoción conmovió todo el pñblico, dominado
por los efluvios de santidad <iue dimanan de aquel
semblante siempre sonriente, de aijuel exterior
humilde, pero que atrae y fascina los corazones. A
sus lados tomaron asiento los piuy ilastres señores
Arcipreste y Alcalde de esta ciudad, el Rdo. P.
Clemente Bretto, Ecónomo General de la Congre­
gación Salesiana que acompaña al P. Albera du­
rante el viaje que hará por todas las casas salesianas de España, el M. I. Sr. Juez, el Rdo. Cura-]>árroco de San Juan y San José, el Rtpo. Sr. Ins­
pector de las Casas Salesianas, P. Manfredini, va­
rios Padres Escolapios, reverendo Sr. Director de
Vallderaía, D. Angel Fábregas, D. Pabro Sast, D.
Manuel Cuyás, D. Mariano Bordas, exdiputado a
Cortes. D . Jerónimo Bordas, señores March y Cabañes, Rdo. Pedro Barbena, señor Brunet y mu­
chas otras personalidades que sentimos no recor­
dar.

-

5 0

-

líinpezó la velada con una hennosa Obertura quisiera destruir las iglesias, y abatir los altares, no
maí»istralmcnte ejecutada por la banda de las Es­ serían los ex-alumnos de las casas salesianas los
cuelas Salesianas de Sarria y en seguida el Rdo.
últimos en combatir la revolución y apoyar la santa
Sr. l)ircctor del Colegio, P. Calasanz, pasó a dar la causa de la Iglesia Católica. Y si bien es verdad
bienvenida al P. Albera. Dominado de grande en­ que estos resultados no los obtiene a veces mo­
tusiasmo al contcmj)lar el hermoso aspecto del mentáneamente la educación, hay que tener en
salón, completamente lleno, tuvo palabras de en­ cuenta que no en vano es comparada la juventud a
comio para la ciudad de Mataré que tan bien sabía las flores, las cuales hasta que han reimido los gra­
obsecjuíar al Superior General de los Salesionos, dos de calórico necesarios, transcurrida la prima­
que arrancaron del público entusiastas aplausos.
vera y gran parte del verano, entonces dan los frutos
Después manifestó cuán justificado era aquel en­ apetecidos. Añadió que para él como para todos los
tusiasmo, ])ues se trataba de am hombre eminente­ padres allí presentes cuyos sentimientos interpre­
mente grande y que tenía a mucha honra fuera la taba, era su más ardiente deseo que la bendición
casa de Mataré la primera que visitaba el digno y
del Rmo. P. Albera cayera sobre sus liijos como
santo sucesor del Venerable D. Bosco. Una estre­ prenda de prosperidad. Su elocuente discurso fué
pitosa salva de aplausos coronó sus últimas pala­ coronado con ima nutrida salva de aplausos.
bras. ICn seguida, cuatro niños declamaron un herEn seguida la Schola cantorum del Colegio ejecutó
nio.so dialoguito, saludando en nombre de sus com- una hermosa composición catalana « A la Ve^e
¡)aiieros al Superior General; llamaron mucho la de Montserrat * del laureado maestro y compositor
atención por la naturalidad y desenvoltura de su F. Bnmet, que fué muy aplaudida. Después, en
declamación; y acabaron con mi viva entusiasta al nombre de los ex-alunmos, el joven F . Bnmet di­
P. Albera ejue contestaron todos sus compañeros rigió al Rdo. P. Albera im afectuoso saludo, ro­
con toda la fuerza de sus pulmones y en medio de gándole se acordara en sus valiosas oraciones de
fragorosos aplausos. Acto seguido, la banda ejecutó todos sus compañeros, presentes, sino corporal­
lu .sinfonía S h i nostri mouti, de De Giovanni, con mente por las circunstancias, al menos en espíritu.
su peculiar gusto. Terminada la pieza, mía salva de Después de una serenata romántica « Hermanee »
aplausos saludó al ex-diputado a Cortes por Berga ejecutada por la banda, se puso en escena el her­
1). Mariano Bordas, que empezó su discurso consimoso cuadro dramático « E l llanto de un A ngel»
derando.se como muy diclioso de poder tomar parte del salesiano B. Vidal, que fué muy aplaudido. Re­
en aquella gran manifestación de afecto al sucesor presenta ima lucha entre el genio del inal y el ángel
de 1). Bosco, diciendo que bien reconocía que, a pe­ de los pueblos salvajes para disputarse su dominio,
sar de lo espléndido del acto, eran nada aquellas hasta que aparece el genio de las misiones mos­
exterioridades en comparación de los afectos que trando a D. Bosco como salvador de aquellas razas,
dominaban todos los corazones. En elocuentísi­ y al aparecer su nombre bendito se hunde el genio
mo párrafo describió la conmovedora escena del del tnal y aparece en una hermosa aureola la figura
Calvario, hasta que la lanza de im soldado abrió el de D. Bosco rodeada de ángeles y de luz. Produjo
Divino Corazón de Jesús, que derramó las últi­ ima gratísima impresión al final de este hermoso
mas gotas de su sangre para la redención del hu­ cuadro el liimno, cantado por todos los colegiales al
mano linaje, se paró en la sed de almas que mani- P. Albera, del maestro de música de este Colegio
fe.stó Jc.sús en la Cruz, en la donación que nos hizo P. Juan Lesclinik. Concluido el himno, levantóse el
de su Madre como Madre nuestra, para mostrar P. Albera, que fué ovacionado, y en medio de un
luego como de la herida del costado de Cristo han religioso silencio mezclado de veneración, escuchó
brotado según los necesidades de los tiempos las el auditorio su afectuosa palabra. Dió las gracias
Ordenes religiosas, y que a fines del siglo X IX y al a cuantos habían contribuido a la esplendidez de
alborear el siglo X X ha aparecido providencial­ aquella fiesta; a las dignas autoridades eclesiásticas
mente la Congregación Salesíana, cttyo fundador y civiles de la localidad, al Rdo. Clero que en tan
D. Bosco tiene admirables rasgos desemejanza con gran número había acudido al acto, a las represen­
el Crucificado, pues también la sed de almas le taciones y a todos los amigos de la Obra salesiana;
coiusumía, también díó a sus niños como madre a su hizo ver como si los salesianos hacen tanto bien en
propia madre, también sufrió contrariedades y el mundo, lo deben a la eficaz cooperación de tan­
jHTsecucioucs para llevar a cabo y propagar sti tas almas buenas que por ellos se interessan, y
grande obra, líusalzó después la educación sale- concluyó prometiendo acordarse de todos al lle­
siana c'onio eminentemente católica y jx>r tanto gar a Turín, junto a la tumba del venerable D.
muy útil al individuo, a la familia y a la patria;
Bosco, y encomendándose a las oraciones de todos.
a la patria sí. aunque parezca que no existe rela­
Una salva de aplausos, manifestación espontá­
ción entre el Colegio y la patria, pues así como en nea del afecto, acogió sus palabras; y mientras la
Italia no hacen ni enseñan los salesianos ninguna banda tocaba un hermoso pasodoble del salesiano
clase de política, pero llegado el caso hubieran los I. Villani, se desarrolló una escena conmovedora
jóvenes educa<los en sus colegios, llevados por sus pues todos los concurrentes, lúsiblemente conmohondas convicciones católicas, presentado sus j>e- \-idos, iban a porfía a besar la mano al P. Albera, a
chos en la brecha de la Puerta Pía cuando la revo­ oir una palabra de sus labios, a presentarle sus hijos,
lución arrebató al Papa sus estados, también en y para todos tenía una palabra de afecto y agrade­
España los salesianos no tienen ni enseñan ninguna cimiento.
clase de política, |>ero fruto de su educacitSn prác­
A l salir del salón de actos una nueva sorpresa
ticamente católica, si un día la fiera revolucionaria
nos esperaba; era la iluminación del patio que coa

I
— 51 —
centenares de luces ofrecía hermosísimo aspecto.
Mientras desfilaba la mimerosa concurrencia, la
banda ejecutó hermosas piezas; al regresar a la
estación volvió a pasar por la ciudad y tocó de­
lante de las Casas Consistoriales.
Por último, se concluyó la fiesta con la bendición
con S. D. i l . y el canto de im liimno de gracias al
Señor por el trimifo de su fiel siervo. *
Después de la velada, nuestro Rector Slayor re­
cibió varias visitas, dedicando el resto del día a las
afectuosas expansiones de la vida doméstica con
sus amados hijos los salesianos.
El día lo en retomo de las atenciones de que le
hicieron objeto las autoridades, visitó las Casas
Consistoriales, donde fué recibido por el Sr. A l­
calde, D. Emilio Arañó, y muchos señores tenien­
tes y concejales. Le mostraron con exquisita
cortesía las dependencias y Archivo de la casa
Ayimtaniiento, quedando D. P. Albera altamente
complacido de la simpatía que estos señores profe­
san a la Obra salesiana. Nuestro Superior firmó en
el álbum que el Aymitamiento tiene al efecto
para las notabilidades que lo visitan, escribiendo
poco más o menos lo siguiente: « Parto de Mataré,
llevando una impresión agradable de esta herniosa
ciudad, que se halla provista de todo moderno
progreso; agradecido por las atenciones de sus
dignísimas autoridades y haciendo votos para
que siempre consen*en sus ciudadanos sus glo­
riosas tradiciones religiosas y civiles. »
El Sr. Alcade ^ a sa jó a D. P. Albera con un
lujoso ejemplar de la obra « llu r o » (Historia de
Mataré) del malcarado historiador 13. José M.
Pellicer, y acompañado por todos los concejales,
bajó hasta la misma puerta para despedirle.
I-cs PP. Escolapios recibieron a nuestro Su­
perior con mucha simpatía, presentándole sus
íoscunlos y más niños, a los cuales animó a per­
manecer fieles a la instrución esmerada que re­
ciben de la Orden Calasancia. Los Hermanos Maristas lo recibieron también con sus numerosos
colegiales. El Hermano Director hizo la presen­
tación, lamentando que la premura del tiempo
no le permitiera agasajarle con un acto literario
y rogándole les permitiera besar su mano al ir
a la capilb donde esperaban oir su palabra, a
k» cual accedió D. P. Albera dirigiéndoles una
hermosa plática. A la salida los niños le vito­
rearon de nuevo y el Hennano Director pidió con
mucha delicadeza a nuestro Superior que conce­
diera e los niños media hora de recreo, interrum­
piendo agradablemente las clases. •
También el Sr. Arcipreste, el Sr. Cura-párroco
de S. Juan y S. José pudieron alcanzar una vi­
sita del Sucesor de D. Bosco. E n Barcelona ya
los cooperadores y salesianos le esperaban, y por
eso hubo de pensar en dejar a sus queridos hijos de
Mataré y tomar el tren para la ciudad condal. A
las tres de la tarde del 11 el andén de la estación
estaba lleno de salesianos, cooperadores y exalnnmos que habían ido a despedirle. Estos le
adamaron, y en medio de los vítores y aclamaciones arrancó el tren para Barcelona.
{CoTitintiara^.

S.4NTANDER. — Harto conocen ya nuestros lecto­
res el batallón «Auxilium » de nuestro colegio; pero
no creemos que habrá de causarles el relato do una
expedición en que ellos, los salc,sianos, D. Bosco
y su obra se han ganado la simpatía de muchos co­
razones q\ie no los conocían. Helo aquí tal como lo
refriere mi diario local.
E l henuoso y pintoresco valle de Villaescusa
interrumpió el domingo liltimo su vida de paz y
sosiego para entregarse a la más animada expan­
sión e inusitada alegría.
Se celebraba la inauguración de una coopera­
tiva que mejora la situación económica de lo.s la­
boriosos y honrados moradores de atiuellos poblado.s.
Invitados por el celoso cura párroco de la Con­
cha, don Valeriano Benito, alma de todo el m ovi­
miento católico-social que allí se está desarrollando
con tan halagüeños resultados, los soldaditos del
batallón « Auxilium » cuya dirección está a cargo
de los Padres Salesianos de esta ciudad, se encami­
naron con la marcialidad que los distingue a la es­
tación de Bilbao a las odio de la mañana.
Los acompañaban algunos de sus padres y va­
rias distinguidas personalidades de la localidad,
entre ellos don José María Gutiérrez Calderón.
A las ocho y media en punto partió el tren de
Ontaneda al son alegre de ima marcha militar eje­
cutada por la banda de cometas y tambores.
E n todas las estadones del trayecto los mismos
mardales ecos denunciaban al vecindario el paso
de la alegre e infantil comitiva.
En Táaño se apearon los pequeños soldados, que
en seguida se vieron rodeados de apiñada multitud
ávida de presenciar el desfile. Tras 1ueve descanso
y necesario rato de solaz, se dirigieron al vecino
pueblo de La Concha, que lucía vistosas colgaduras.
Los cohetes anunciaron la llegada d e l« Auxilium »,
y im gentío inmeii.so formado \)or los habitantes de
Guamizo, Villanueva y pueblos cercanos, le dis­
pensó entusiasta recibimiento.
A llí los aguardaban el cura-párroco don Vale­
riano Benito, don Marcial Solana, el alcalde y va­
rios concejales con el médico señor Bustillo.
Poco después la iglesia de aejuel pueblo era
incapaz de contener el numeroso concurso cjue allí
se había congr^ado y que oía devotamente la misa
solemne cantada por la capilla salesiana. Ix>s sol­
daditos ocupaban el centro y la escuadra de dimi­
nutos gastadores escoltaba el altar. Una sentida
plegaria cantada por un centenar de voces infantiles
dió fin al religioso acto. A l salir del templo y tras
brevísimos ejercicios militares, se procedió al aloja­
miento de las tropas, que fueron distribuidas por
compañías entre los pueblos de Idaño, Villanueva
y la Concha, y hospedados y colmados de agasajos
en las casas de los socios del Centro. Como todos a
porfía se disputaban el honor de tener soldados en
sus casas, la distribución resultó im tanto difícil;

— 52 —
aunque se trataba de un batallón, excedían en mu­
cho los preparativos de alojamiento al número de
alojados.
lis imposible dar detalles de las abundantes co­
midas y de los delicados obsequios por parte de
acpiellos buenos vecinos.
A pesar de todo, al toque de llamada formaron
en correctísimas filas y se dirigieron al campo de
operaciones i)recedidos, acompañados y seguidos de
un número extraordinario de espectadores.
Kn un inmenso prado, puesto a su dis^xisición
para este objeto, hicieron los niños diversas evo­
luciones, guerrillas y ataejues que llenaron de sa­
tisfacción a la numerosa concurrencia. Poquísi­
mas veces se habrá visto en aquel valle espectáculo
tan brillante y atractivo.
A instancias de los vecinos se vieron precisados
los niños a dar la vuelta por Villanueva para tras­
ladarse al Centro Católico. Una vez allí, cansados
y roncos, pero llenos de entusiasmo entonaron el
Himno del Batallón, que terminó con clamorosos
vivas y nutridos aplausos al Centro, al párroco de
la Concha, a los protectores del « Auxilium », a los
moradores de Villacscusa, a los Padres Salesianos
y a los simpáticos soldaditos.
CUJDADELA (Menorca).— L a pujante Asociación
de los ex-alumnos ciudadelanos que han dado ya
tantas pruebas de actividad y entusiasmo, con mo­
tivo de una hoja que circuló por Ciudadela patrocimmdo las escuelas laicas, por medio de la Jimta,
entrando, como ellos dicen, de lleno en las luchas
d .'lavid a, han impreso otra hoja, en la cual se echa
de ver el espíritu vigoroso y solDre todo la actividad
de la Asociación ante las cuestiones sociales que
atañen a los grandes intereses de la religión y de la
patria. L a hoja, firmada por la directiva de la Aso­
ciación, ha circulado por los hogares católicos e
indiferentes, llevando a ellos tuia voz alentadora,
joven, una voz de alerta que no sólo es protesta
enérgica, sino también pnieba palpable de la edu­
cación recibida. He aquí algunos párrafos finales.
« Nosotros, directores de una Asociación para
cuyos mmierosísimas miembros constituye el más
legítimo orgullo el haber sido educados en los sal­
vadores principios del Catolicismo y sanas máximas
de la moral cristiana, haciéndonos muy gustosos in­
térpretes de su unánime sentir, protestamos, no­
blemente indignados, del grosero ultraje que se nos
ha (jucrido inferir al querérsenas presentar, por el
mero hecho de se r educados religiosamente, como
capaces de las más degradantes bajezas e infa­
mantes acciones.
Kntradas ya de lleno en las luchas por la vida y
teniendo diariamente ocasión de poder apreciar
en todo su valor los benéficos efectos de la educa­
ción recibida, no podemos menos de sublevamos
luite la idea de que se quiera privar a nuestros ni­
ños de aquellas enseñanzas que han de constituir
para la Sociedad, d éla que serán algim día miem­
bros activos, finne garantía de que procurarán em­
plear sus energías en favor de su bienestar y ade­
lanto, nunca para su mina.
Amantes como el que más del verdadero progreso
UK ral de nuestra ciudad, levantamos muv alta nues-

nuestra voz de protesta contra el baldón de que se
la qmere hacer víctima, de anidar una escuda, la
práctica de cuyas enseñanzas nos conduciría de
degradación en degradación a todos los excesos y
vergüenzas del estado salvaje.
Celosísimos del buen nombre de nuestra querida
Ciudadela, no queremos que algún día pueda se­
ñalarla la Historia con ignominiosa[celebridad como
patria de im Morral y de un Pardinas. La Jimta
Directiva de los Antiguos Alumnos Salesianos.»
Por su parte « Nuestro Auxilio » órgano de la
Asociación, ha emprendido una campana ardorosa
contra las escuelas sin Dios, y su lectura seniiá
para abrir los ojos a muclios incautos que creen
de buena fe que esas escuelas no pueden producir
gran mal. ¡Que Dios bendiga los trabajos de estos
valientes ex-almnnos!
BARCELONA.— V>e la Gaceta de Cataluña, diario
católico de Barcelona tomamos lo siguiente, que
publicamos gustosos para agradecer a dicho pe­
riódico el interés que se toma por la obra salesiana.
<'E n el numeroso y abandonado barrio de Hc«tafranchs, en las calles de Floridablanca yRocafort,se
ve un edificio medio restaurado de los grandes que­
brantos que sufrió en la semana sangrienta de 1909.
Era un gran centro obrero y escolar. Más de 500 hi­
jos del pueblo obrero recibían allí educación gratuita.
E l Centro Obrero era numerosísimo, sus socios ha­
llaban allí diversión honesta, instrucción y amor.
Para atender mejor a las necesidades espiri­
tuales de aquella inmensa barriada, los directores
del centro benéfico y social habían empezado y
llevaban ya muy adelantada mía magnífica
iglesia, destinada al Patriarca San J osé, el Protector
de los obreros.
Vino la revolución, los incendiarios, después de
vacilar un tanto, pues aquella casa era verdadera­
mente popular, la incendiaron y destruyeron por­
que... al fin y al cabo eran frates los que la fundaron
y dirigían.
Eran los hijos del V. Bosco.
Pasada la tormenta, con mil trabajos y gracias a
la generosidad de sus cooperadores, los Rdos. PPSalesianos pudieron medio liabilitar los locales para
escuelas, escuelas gratuitas y ¡xipulares, y hoy hay
de nuevo allí 400 nifios pobres, todos hijos de obreros.
Y vuelve a funcionar el Centro Obrero.
Y aunque sin habitaciones apenas donde virir.
los Padres siguen trabajando! an entusiastas con»
siempre.
Y aliora desean con todos sus anhelos acabar la
iglesia, y hasta han reanudado las obras.
Hasta hoy se habían abstenido de ello por una
delicadeza que el pueblo barcelonés ha sabido apre­
ciar. f Por necesaria que sea esta obra, nos decía una
vez uno de ellos, por perjudicados que seamos no
continuándola, esperaremos hasta que las parro­
quias estén reedificadas *.
Y las parroquias, ya lo están, gracias a Dios, al
celo de nuestro ^*irtuosísimo Prelado y a la caridad
barcelonesa.
Ahora urge, urge verdaderamente, terminar esa
obra. Los niños y los obreros no tienen donde reonirse. Y son muchos.

I

Además, estando tan adelantadas las obras sena
un delito dejarlas arruinar. Con im pequeño es­
fuerzo todo se hará.
E|ste periódico gustoso se pone a las órdenes de
los generosos católicos para abrir una suscripción
en favor de esa grande y necesaria obra. »

MADRID.— Los ex-alumnos del Circulo « Vene­
rable Juan Bosco » quisieron celebrar el aniversa­
rio de la fmidación de nuestra Pía Sociedad el día
de la Inmaculada Concepción con una resolución
digna de todo encomio. Por la mañana comulga­
ron todos los socios y asistieron con edificante pimtualidad a las demás frmciones religiosas del día.
Por la tarde se reunieron en la sala del Círculo bajo
la presidencia del Rdo Sr. Director, D. Antonio
Castilla, el cual no pudo menos de alabar la cons­
tancia con que acuden a las sesiones y actos del
Círculo, celebró la fraternidad que entre los socios
reina, y por último les leyó la circular recibida dos
días flntps del Rmo. Sr. D. Pablo Albera, solici­
tando su concurso para el monmnento que a nues­
tro V. P. D. Bosco se ha de erigir en Turín.
La carta despertó en nuestros animosos ex-alum­
nos el más vivo entusiasmo, y determinaron co­
rresponder cuanto antes al llamamiento. Orgamzaron a este fin ima hermosa velada que se celebró
el 15 de diciembre.
Comenzó el acto con un discursito del ex-alumno Basilio García; siguió la comedia en un acto La
Estrella o La Providencia y el graciosísimo juguete
cómico de Vital Aza Noticia fresca, brillantemente
representados por la Compañía dramática del Cír­
culo; V terminó con una escogida sesión de cine.
El resultado de la fiesta fueron cien pesetas que
los ex-alumnos enviaron con indecible satisfacción
a la Comisión del Monumento. No es la cantidad
en sí, sino el afecto y la buena volimtad que revela
lo cual constituye mi ejemplo digno de imitación y
al mismo demuestra cuán vivo está en el corazón
de los exalumnos madrileños el amor al Vble.
Juan Bosco.
OsWI^ClM (Polonia-Austria). — Inauguración
de un nuevo edificio en el Instituto salesiano.
La imponente ceremonia fué ejecutada el 29 de
octubre por S. E . el Principe Obispo de Cracovia,
Mons. Adan Lapieha. S. E . acompañado por el
clero local y el de los alrededores, fué recibido con
gran entusiasmo en el Instituto, ocupado y a por las
autoridades civiles y escolásticas. Cuando hubo
celebrado la misa, se procedió a la bendición, des­
pués de la cual dirigió al pueblo estas palabras:
«Vine para conocer de visu esta bendita casa, de
cual habia oido hablar tanto; esta casa en la cual
centenares de niños aprenden a amar a Dios, la
religión y la patria, y al mismo tiempo a ganarse
un oan honrado, d^no de la dignidad del hombre.
Comiderando como se ha levantado de las ruinas en
tan poco tiempo, a pesar de innumerables dificul­

tades, grande y majestuosa, descubrimos un nuevo
rasgo de la Providencia divina, que, así como en
otros tiempos, suscitó también en los nuestros
hombres generosos para socorrer la humanidad ^
sus necesidades y dar a sus males un reiueilio
eficaz. E l peor de los males que hoy corroe a la so­
ciedad es el abandono de la juventud, la negligen­
cia suma con que se la instruye en sus deberes re­
ligiosos, sociales y católicos. Pero he aqui que apa­
rece un pobre sacerdote, el inmortal D. Bosco, tpie
con la única riqueza que poseia, la fe y la caridad
d e su gran corazón, funda institutos para venir en
ayuda de la sociedad cm l. La Obra de D. Bosco
crece, salva los Alpes y llega hasta nosotros (pte
ya gozamos de sus beneficios; y yo siento una gran­
dísima satisfacción por tener en mi diócesis este
Instituto. Que todas las bendiciones, implo­
radas en las oraciones de estas sagradas ceremo­
nias, desciendan cojjiosas del trono del Altísimo y
fecunden la obra que aqui se realiza. Hago también
los votos más ardientes para que la Obra de D.
Bosco se difunda más y más en nuestro pais y
multiplique entre nosotros aquellos frutos de ben­
dición que ha producido en otras naciones. V sea
prenda de tanto bien mi pastoral bendición. »
Hubo después misa solenme celebrada por S. E.
el Sr. Obispo de C^aco^’ia y sermón del Director
de nuestro Colegio de Viena. Por la tarde la banda
y la orquesta ejecutaron un brillante concierto y
luego hubo función dramática. E l augusto PrincipeObispo se despidió profundamente conmovido y
admirado de las confidenciales relaciones que el
sistema de D. Bosco establece entre alumnos y su­
periores.

MEM ORIAS B IO S R Á FIC A S
D E M O N S . L U IS L A S A G N A
CAPITU LO X V L I.
Una página de oro — El perfecto educador — V ir
d esid eriorum — Nunca dice b a s ta -- Su cate»
cismo — Las escuelas de religión — Propugna la
fundación de una Universidad católica y de una
Escuela Superior de Agricultura — Sus proyectos
para ei bien de la Congregación.
Recibido muy joven en las casas salesianas
cuando aun no era capaz de señorear su carácter
arrebatado y en extremo vivaz, no tardó en co­
nocer las imnensas ventajas del sistema preven­
tivo excogitado y puesto en práctica por Don Bo­
sco en la educación de tantos hijos del puetjlo.
Maestro a su vez. se atuvo escrupulosamente a las
de su gran Mentor, y logró encaminar
a un gran número de alumnos por los pasos de la
ciencia y de la virtud. Como Director, se le acre­
centó considerablemente el campo de educador,
campo que adquirió ilimitadas d im en sio ^ cuando
los Superiores confiaron a nuestro misionero la
alta dirección de muchos institutos. Aunqu- leja­
nos unos de otros, los dirigía con tal tesón, gracias

— 54 —
a su increíble actividad, como si cada uno de ellos
fuera el único de que debiera cuidarse. Ejercía
e.specialmente muy saludable influencia sobre los
Directores de cada colegio y sobre los maestros a
quiene.s guiaba en la ardua carrera; a los mismos
alumnos consiguió hacer gran bien, y ellos cono­
ciendo con cuánto afecto deseaba su aprovecha­
miento, corresj)ondían del modo más halagüeño a
sus ])aternales cuidados. Pero dejemos que nos le
pinte en su oficio de educador uno de sus afortu­
nadas alumnos, el Dr. Don Luis Pedro lenguas,
de Montevideo:
* Con admirable delicadeza sabía atraerse el
corazón de todos los que tenían la dicha de tra­
tarle y más aún el de sus discípulos, los que aban­
donábamos muchas veces los juegos y placeres
infantiles, por ir prendidos de su brazo y pendien­
tes de sus labios, por atjuellos queridos corredores
del Colegio Pío, extasiados en su conversación
amena que variaba desde his cuestiones más serias
y de verdadero interés científico, hasta los tiernos
relatos de la preciosa vida de D. Bosco.
«• Simpático, afable, cariñoso hasta la ternura,
atrayente como un imán, virtuoso como pocos,
sabio como el que más, así era Mons. Lasagna.
«• lia n pasado muchos años, pero los recuerdos
de mi vida en el Colegio Pío jamás se borrarán de
mi mente.
» ¡Con cuáivto amor y ternura no recibía las con­
fesiones infantiles de sus hijos! ¡con cuánta ama­
bilidad y cariño no infundía en el alma, el amor
grande a Jesucristo y el horror al pecado!
* Una palabra más, y quedará débilmente bos­
quejado Mons. Lasagna como padre afectuoso y
tierno: amaba a todos sin excepción. Pendiente de
sus labios estaba siempre una frase cariñosa, un-a
palabra de aliento que prodigaba de xm modo en­
cantador.
9 pnié, como maestro, un hombre nutrido de
ciencia, revelándose en él mía preparación poco
común. Cerebro bien preparado para la concepción
y la creación, trasmitía con sencillez sus ideas, y
cultivaba con lucimiento las jóvenes inteligencias
de sus discípulos.
* No descansaba en hacer comprender a estos que
la verdadera ciencia debe tener por base y fmidaniento a Dios, porque sólo en Dios existe la verdad.
* Cuantas veces los áridos estudios abatieron
nuestros ánimos cubriendo con decepciones y tristezixs nuestros juveniles horizontes, siempre encon­
tramos en el maestro cariñaso el bálsamo suave del
constielo que trocaba aciuéllas cu esperanzas y
éstas en alogrias.
» Consixlemdo como amigo, difícilmente se encon­
trarían manos más cariñosas ni pecho más franco.
* Una vez separado el discípulo del maestro,
vinculábanse más los lazos de la amistad que se cul­
tivaba con esmero, interesí'mdose tanto él en la vida
de los que fvxcron sus hijos y hoy eran sus amigos
como éstos en la vida del padre, del maestro y del
íjue hoy era su mejor amigo ♦ .
liste encomio, al par que un homenaje al mérito,
es un fiel bosquejo del ministerio de Monseñor en
la obra magna de la edtxcación, Couxo se ve, él se
esforzaba en copiar el dechado que tantos años

había tenido a la vista en la persona de D. Bosco.
Y tenía tal fe en el sistema preventivo, esencial­
mente salesiano, que de viva voz y por escrito, en las
conferencias y en la conversación predecía treribles
lances a los hermanos que se empeñaran en se­
guir otros rumbos, aplicando el método represix'o.
Pero si el Señor alabó a Daniel porque era varón
de deseos, vir desideriorum (i), no vacilamos en
afimxar que el mismo elogio corresponde a nuestro
obispo uiisionero. Por más que fuese lo que había
hecho para la mayor gloria de Dios y la salvación
de las almas, mucho más era a lo que aspiraban
sxxs anhelos. Esto lo hemos visto ya en los fr o ­
mentos alegados de sxis cartas; esto lo admiramos
en Las numerosas fxmdacioncs que ansiaba esta­
blecer; esto nos lo evidencia al fin su trabajo ince­
sante en la educación de la juventud.
Acongojábale grandemente el ver descuidada la
enseñanza del catecismo en las familias y en las es­
cuelas, debido sobre todo a la culpable negligen­
cia de padres y maestros; y al mismo tiempo se
afligía porque en muchos de los lugares que había
visitado faltaba un catecismo elemental como el
que nosotros aprendemos en el regazo de nuestras
madres. Sxispiraba por el día en que el Concilio
Vaticano volviese a reunirse para reanudar sxis
trabajos y dar á todo el mxmdo xxn catecismo
único a fin de grabar en todas las inteligencias con
las mismas palabras las verdades fundamentales
de nuestra santa Religión. Entretanto, a fuer de
hombre que no se paga de vanos lloriqueos,sino
que pone manos a la obra para remediar desde
luego, cuanto en si es, el mal deplorado, compuso
un catecismo en lengua castellana, en la intención
de difxmdirlo abxmdantemeute por medio de sus
tipografías. A la vista tengo su manuscrito que es
xm perfecto dechado de claridad y solidez de doc­
trina, a la par que de acierto en el método, y en
verdad que me pesa el ver tan valioso trabajo trxmcado por la prematura muerte del axitor. Habi.i
llegado a la Lección X V III que debía tratar .7 ’
EspifUu Santo. [Cuánto bien habría producido
este librito! Hubiera provisto a la instnxcción re­
ligiosas en las escuelas primarias. Mas esto no If
bastaba todavía, sino que aumentando su santa
actividad a medida de la magnitud y urgencia de
las necesidades, trazaba proyectos harto más
agigantados.
Scgxiia con gran interés el movimiento iniciado
en Italia en favor de las escuelas de religión. Al
paso que daba gracias a Dios de que para esta obra
tan necesaria en nuestros tiempos se hubiera dig­
nado valerse de los hijos de Don Bosco (siendo así
que la iniciativa correspondió a los Salesianos de
Panna, cuyos desvelos se ven hace muchos años
coronados eaon el éxito más halagüeño), determinó
hacer algo semejante y aun algo más en América.
Todos los años al ver salir del Colegio Pío xm buen
número de jóvenes, buenos, bien cimentados en la
piedad, pero tal vez no bastante aguerridos para
rechazar los asaltos del error, desembozadamente
enseñado en las cátedras de la Universidad, sentía
correr un escalofrío por sxis miembros, y suspirando
(i) Dan. X , ii.

— 55 —
exclamaba: * ¿ Cuándo podremos nosotros tam­
bién abrir escuelas de religión y cátedras de apo­
logética 3’ círculos universitarios ? » Es verdad que
la Asociación de ex-aliminos obraba milagros para
consen'ar los frutos de la excelente educación re­
cibida: pero si esto era poco ante la necesidad, para
sus deseos no era nada: mucho más era lo que anhe­
laba: soñaba con la escuela de religión y más aún.
Veía que para regenerar la sociedad, hoy es­
pantosamente' corrompida, no basta praporcionarla obreros cristianos, sino que también se ne­
cesita una clase dirigente inconmo\'ible en la fe re­
ligiosa y de costmiibres sin mancilla. ¿ Cómo for­
mar esta clase culta sino con las universidades cató­
licas? Mons. Lasagna deseaba sacar partido de la
sed de libertad )’■ de progreso que devora a las jó­
venes Rq>úblicas Americanas para fundar una
Unviersidad Católica por la pauta de las de Lovaina, Friburgo y Waslüngton,. y más completa
que las de Lila y León de Francia a las cuales el
gobierno sectario arrebató el derecho de conferir
grados académicos. Y a había manifestado su
proyecto a varios amigos íntimos, secretamente
para que los enemigos del bien no tentaran sofocar
antes que naciese una obra tan hermosa. A no ha­
ber sido arrebatado Mons. Lasagna antes de tiempo,
la América latina tendría hoy su Universidad Ca­
tólica (i): a nuestro apóstol no le faltaba denuedo
para acometer la empresa, porque cifraba toda su
confianza en la Pro^^ndencia de Dios.
Y ya que hemos empezado la enumeración de los
nobles proyectos nacidos al calor de su celo, conriene que la prosigamos, aimque Dios no haya que­
rido que se llevaran a efecto. Y a en otra parte in­
dicamos sus generosos esfuerzos en pro de la ^ ricultura y esjjeciahiiente de la viticultura en los
campos del Uruguay y los felicísimos resultados
que se obtuvieron. Pero él estaba muy lejos de haquedado satisfecho. E n la persuasión de que la
^ricultura seria una fuente in^ otable de riquezas
para aquellos feracísimos países y una garantía
contra las malas costumbres que rebosan en las
grandes ciudades, debido a la excesiva aglomera­
ción de personas, tuvo también la feliz idea de fun­
dar una Escuela Superior de Agricultura. Y ijara
llegar desde luego a algo de concreto, en su último
viaje a Italia p\xso manos a la obra empezando a
buáar los libros en diversas lenguas que le pare­
cían adecuados para allanar el camino y preparar
maestros. Muchas personas le prodigaron pala­
bras de aliento, consejos y recursos. Entre ellos
es digno de particular mención además del Caballero
Rinetti, el Teólogo Menina, Rector de San Hilario
en Casal Monferrato que le donó muchas y muy
preciosas obras de agricultura y revistas de gran
mérito que hablan adornado la riquísima bilbioteca
de Mons. Bava, Párroco de Casorzo. L a futura es­
cuela de agricultura, según su plan, había de re­
dactar un periódico con el que extendería amplia­
mente su esfera de acción. Pensaba también pro­
poner al clero de América la misión de promover
los adelantos de la agricultura, misión y a propuesta
'«> Hi.y han realizado esta empresa los católicos chi­
bóos. .'v'. del r.)

al clero de Italia por el sacerdote salesiano D. Carlos
María Baratta, y abrigaba la segundad de que
este empeño por el progreso material facilitaría al
sacerdote la conquista de las ahnas. ¡Plegue a Dios
que alguien haga suyas estas ideas, y, más afortu­
nado que Mons. Lasagna. logre ponerlas en efecto!
E l amor de la exactitud no nos deja pitsar por
alto otro de sus hermosos designios, aumiue tic
carácter íntimo y sólo conceniiente a la humilde
Sociedad Salesiaua. Amante de lo bello hasta el
entusiasmo, dcsebaba (juc, atenta la rapidísima
difusión de los úistilutos s;vlesianos, en nuestra
congregación se cultivase particularmente la arciuiteclura. Obsen’aba y con razón cpie ha llegada
a ser cxlraordñiario el número de casas c iglesias
que los Salesianos, con el apoyo de los CtHijieradores, van construyendo en todas las partes del
mundo. Acariciaba, pues, la idea de que todos es­
tos edificios, sñi menoscabo de la libertad que se ha
de conceder a los ingenieros, tuviesen algún rasgo
que los hiciera reconocer por hennanos, y de (jue
particularmente las iglesias, aun en pequeño, resul­
taran verdaderas obras de arte. É l mismo comenzó
a realizar este proy^ to destinando al estudio de
la arquitectura al hermano Domingo Deljiiano cu­
yos trabajos en el Uruguay y el Brasil constituyen
la admiración de todos los inteligentes. ¿Quién
no ve lo hermoso y acertado de tal propuesta ?
Finalmente, preocupándole en gran manera el
que la planta salesiaua donde quiera que medrase
produjera los copiosos frutos que D. Bosco aguar­
daba de ella, sin perdonar sacrificios pecuniarios,,
quiso que varios acólitos americanos viniesen a pa­
sar algunas años junto a la tumba de nuestro Fun­
dador, bajo las miradas de los Superiores Ma3"oro.s.
])ara beber en su verdadera fuente el espíritu saIcsiano. A l mismo tiempo dispuso que estos sus.
alimmos, frecuentando en Roma la Universidad
Gregoriana, aprendiesen la filosofía, la teología y
todas las ciencias eclesiásticas de los Maestros de­
signados por el mismo supremo Jerarca de la Igle­
sia. De los jó^^Jees salesianos de tal suerte mode­
lados en la virtud y en la ciencia se prometía un
bien imnenso para la pro\'incia encomendada a sus
desvelos. En esto también sus deseos y sus esfuerzos
revelan unn gran mente de vastísimos horizontes.
É l arrojó la semilla; la planta ha germinado y re­
gada con lee sudores de los misioneros no dejará
de crecer y de consolar a la Madre Congregación
con sazonaíEsimos frutos.
CAPITU LO X L V II.
Eo el Colegio Pío. — Quieren ser los primeros. — Un
aaiversario bie.i festejado. ■— Los goces de un
oasis. — Noble porfía. — Por ios obreros cató­
licos. — Congreso y exposición agrícolas. — ¡S i
tuviese alas! — Palabras de oro.

Innumerables atenciones y solicitudes habían
tenido a Memseñor por varios meses alejado del
Colegio Pío. en el que moraba tan a su gusto. Esta
ausencia y otras harto frecuentes lastimaban el
corazón de aquellos buenos hermanos, de los alum­
nos y de los numerosos y aficionados Coopera^



5 6

•dores de Montevideo. Era, pues, muy natural que
al gozar ahora de su amable presencia buscasen
ocasión propicia para demostrarle que entre todos
sus hijos del Uruguay y del Brasil los del Colegio
P ío IX eran los que más acendrado cariño le pro­
fesaban. Y esta oportunidad no tardó en presen­
tarse. Mientras el piadoso Obispo se había propuesto
•celebrar el segundo aniversario de su consagra­
ción episcopal en medio del recogimiento para re­
templar su espíritu, los Salesianos y las Hijas de
María Auxiliadora pensaban aprovechar aquella
fecha memoranda para festejar a su amadísimo
Padre y venerado Superior.
Monseñor tuvo qqe avenirse a pasar primera­
mente el 12 de marzo entre las Hermanas de María
Auxiliadora de Villa Colón, quienes habían reser\*ado
para tal día la hennosa ceremonia de la toma de
hábito de varias postulantas y la profesión religiosíi de ocho novicias. Fué una fiesta simpática
y digna de él. E l fervor de aquellas afortimadas jó­
venes que en aquel dia celebraban sus desposorios
con Jesucristo, y a íü se consagraban gozosas sin
límites ni reserva, los devotos cantos que resona­
ban entre aquellas pacíficas paredes, el júbilo que
resplandecía en todos los semblantes, las sinceras
■ demostraciones de afecto tributadas a Monseñor,
todo esto le produjo el regocijo y solaz que suele
hallar el cíuisado viajero en mi oasis delicioso.
El 14 de marzo les llegó su tumo a los Salesia­
nos y a los buenos almimos del Colegio de Villa
Colón y su fiesta resultó en verdad grandiosa y solenme. Inauguróse el dia con una comimión ge­
neral ofrecida a Dios según las piadosas intencio­
nes del amadísimo Obispo misionero, el cual des­
pués celebró pontificalraente la misá, acompa­
ñada de suave música compuesta por el maestro
P. Pedro Rota, salesiano. Asistió la flor y nata de
la sociedad de Montevideo, queriendo aquellos
generosos Cooperadores y celosas Cooperadoras
dar con esto una prueba del tierno y profundo
afecto que profesaban a Mons. Easagna. A esta
fiesta de familia acudieron también los artesjinitos de los Talleres de D. Bosco. llevando en dón una
sotana, un par de zapatos y algunos libros uitisticamente encuadernados, obras todas de sus
manos, ufanándose de mostrar jx>r tal manera
al Sui>crior su cariño y reconocimiento al par que
los adelantos que habían hecho en las escuelas pro­
fesionales. TamjxKO faltaron los aspirantes y no­
vicios de líOS Piedras que estaban impacientes de
\'cr tle nuevo el rosttro sereno de su amadísimo
Padre. Intervino también el Dr. D. Luis Piñevro
<lel Campo, Ministro de Relaciones Exteriores, de­
scoso de ¡xxtentizar a Monseñor Lasagna el aprecio
en que el Gobierno tenia sus esfuerzos por exten­
der las compustas del progreso. I<a .stdemne v e ­
lada músico-liten\ria que coronó el dia tuvo por
tema: <> Mons. I,as;igua y hus Misiones de Matto
Gros.w *. Es fácil argüir lo grato que le habrá .sido
la velada con este argumento predilecto para él.
Pero estirs filiales manifestaciones no habían de
menguar su actividad, y algunos dias de.spués
le hallanu^ ya ocupxXdo en hacer bien al Circulo
Católico de Obreros de Montevideo. Mientras es­
taba visitando los talleres s;tlosianos de aciuell.t



ciudad, vino una diputación de dicho Círculo a ro­
garle que predicara un triduo en preparación
a tma fiesta solemne. É l acatando las recomenda­
ciones de León X I I I contenidas especialmente en
la Encíclica De condiiione opificum y conociendo
a fondo la necesidad, extrema hoy día, de ir al
pueblo para hacerle conocer que sólo en la práctica
de las enseñanzas de Jesucristo se puede hallarla
solución del problema social, no pudo negame a la
galante invitación. E n las tres noches el buen Pre­
lado, dando suelta a su afecto hacia el menestral,
ante unos trescientos obreros reunidos en la iglesia
del Seminario, resolvió con profunda ciencia y finísimo tacto los más pavorosos problemas que agi­
tan la sociedad, poniendo en guardia a los oyen­
tes contra las fantasmagorías colecti\ústas que
deslmnbran a tantos incautos apartados de las
doctrinas de la Iglesia. EÍ día 24 de marzo todos
los socios del circuló, después de haber asistido a
la misa y recibido la santa Comunión, precedidos
de la bandera social y de la banda de música, qui­
sieron acompañarle hasta la casa salesiana. AUi,
tras un modesto desayuno, oyeron algunos elo­
cuentes discursos, y Monseñor, recordándoles la
grandeza de las repúblicas de Venecia y de Génova,
demostró que tal auge lo habían alcanzado practi­
cando paladinamente y sin respetos humanos la re­
ligión católica: otro tanto deseó al Uruguay al que
llamó su segimda patria, y aseguró que estos sus
deseos no serían vanos, si todos los obreros seguían
los nobles ejemplos dados en aquellos dias por los
socios del Círculo Católico de Montevideo. A l salir,
cada imo recibió ima obrita preparada por el P.
Torrielli, consiliario del Círculo, como recuerdo del
triduo y de la simpática fiesta.

{Continuar¿P^.

Cooperadores Salesianos difuntos.
E SPA Ñ A .
Sr. I"). Eustaquio Herráiz
Abia (Cuenca).
Sra. Da. Sofía Herráiz
» » Apolonia Collado
» » Césara Mora
Basaiuaua
»
» » Gabriela Grande
Cuenca
Sr. D. Proceso Escamilla
»
Sra. Da. Catalina Hernández V a. de Moreira ]'igo
Pontevedra.
Sra. Da. Cándida Granada Va. de Pereira
Pontevedra.
.Sra. Da. Dolores Codína
Barceh-na.
Sr. D. Canuto Agustí
»
» " José Vidal
»
« » José Rigas Franqiiesa
*
Sra. Da. Rosa l'ábregas
»

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica:
Gerente: JO SE G A M BíN O .
Establee. Tip. de la S. A. Int. de la Buena Prensa
Corso Regina Margherita, N. 176-TU RIN.

Fecha
1913.02