BS_1905_03

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Título
BS_1905_03
Descripción
Boletín Salesiano. Marzo 1905
extracted text
Rcdaccióq y T^dm iqistracióq
y?a Cottolcngo, 32
AÑO X X — N. 3



Publicación mensual

SUMARIO: Dios en la f a m i l i a ....................................... 57
El Representante del Sucesor de Don Bosco en
A m é r i c a ........................................................................... 60
De nuestras M isiones: Colombia : Por los Leprosos
— Patagonia Meridional: De Punta Arenas á Ulti­
ma E s p e r a n z a ................................................................. 64
Gracias de María A u x i l ia d o r a ....................................... 72





Turin- Italia.
M A R ZO de 1905

Crónica Salesiana : Bernal — Carabancliel alto — Cin­
dadela — Valencia — Barranquilla — Buenos Aires 76
V ariedades: Relatos históricos de las misiones salesianas de la P a t a g o n i a ............................................. 78
El R. P. D. . Ibera en España — Bibliografía . . .
80
Memorias Biográñcas de Mons. Luis Lasagna. . .
81
Necrología: A la grata memoria del P. Ernesto Oberti 84

D io s en la fam ilia
L a familia está enferma de
ausencia de Dios.
( A p a r i s i V G u i j a r r o ).

vínculo más suave y más
fuerte á la vez que une á los
hombres, es el de la fa­
milia : el que une á los
padres con sus hijos, al hermano con
sus hermanos. Este santo vínculo per­
manece fuerte é inquebrantable cuando
el temor de Dios y de su ley lo for­
tifica y mantiene, cuando el egoísmo
no corroe el amor de sus miembros.
Es la familia el templo del amor y
la escuela de la virtud: los padres, sus
naturales sacerdotes y maestros. En
ella debe adiestrarse el hombre á las
luchas de la vida, aprender la vía del
bien y el verdadero conocimiento de
Dios. La naturaleza ha rodeado á los
padres de amor y de autoridad para
L

que instruyan y corrijan á sus hijos.
El amor de los padres y el respeto de
los hijos aseguran el buen resultado
de este apostolado del hogar. Las ins­
trucciones paternales son las que mejor
grabadas quedan en el corazón, por ser
las primeras y porque las inlorma el
amor. Deber es de los padres sembrar
en el alma de sus hijos los primeros
gérmenes de la virtud y de la fe.
Representa la familia los tres fuertes
lazos que unen á los hombres entre sí:
la Religión, la autoridad y la propiedad :
la religión con el amor, la autoridad
con la sumisión, la propiedad con el
trabajo. Dadme que estos tres vínculos
estén sólidos y enteros en la familia,
y nos resultará en la sociedad el pro­
ducto de toda esta santa fuerza depo­
sitada en cada hogar, multiplicada por
la unión de las familias y bendecida
por el Señor, que protege y bendice

-

5 8

todo lo bueno y todo lo santo. Porque
la familia es el espejo de la sociedad,
que á su vez es la agrupación de familias
unidas por los lazos de la religión, por la
fuerza de la autoridad y por el derecho
de propiedad. Como el hombre no está
hecho para vivir aislado, sino para el
conjunto, cada familia es como una
pincelada en un cuadro ; cada una de
por sí contribuye á la formación y per­
fección del cuadro y todos ellas juntas
y harmonizadas por mano hábil, forman
el paisaje, el cuadro admirable de la
sociedad humana, obra maestra de las
manos de Dios. Pero es siempre la
familia el origen, la fuente de esta
harmonía; en ella, por decirlo así, se
preparan los colores que han de her­
mosear ó deturpar el cuadro. Y es por
éso que los errores de hoy se dirigen
á romper esos tres grandes lazos de
la familia, infiltrándole el veneno de la
incredulidad y de la rebelión, para dejar
caer la sociedad en el abismo del vicio
y de la anarquía.
sí!
* si!

— El primer vínculo de unión es el
de las creencias. Cuando en el hogar
reina un solo Dios temido, adorado y
servido con la misma fe, y ese Dios
es el verdadero, reinará en la familia
el amor, la virtud y la paz. Mientras
que nada causa tanta desunión entre
los individuos como la de creencias
diversas; y es esta una barrera tan
insuperable, que ni siquiera el amor,
con ser tan atrevido, consigue traspasar:
la desigualdad de ideas religiosas es
la más profunda* de la divisiones. La
diversidad de creencias crea diversidad
de intereses, diversidad de costumbres
y diversidad de sentimientos, lo cual
no puede concillarse con la unidad y
amor que debe reinar en el seno de
la familia. Dios, siempre Dios en la
familia, Dios en la sociedad, porque
« si reina socialmente Jesucristo, todo
va bien, vívase en monarquía ó en re­

-

pública. Si se echa de la sociedad á
Jesucristo, se echa la luz y el orden,
y reinan las tinieblas y estallan las
tempestades ».
— La sumisión y la obediencia es
á la familia lo que la 'disciplina al
ejército, el orden al estado. Los padres
son por derecho natural superiores á
sus hijos, deber de éstos es obedecer
á aquellos: ésta es la ley de Dios, de
Dios, sí, porque si arrojamos de la
familia este sér, principio de unidad y
de amor, la familia se desmembrará;
entre padres é hijos no existirá más
que un lazo de gratitud y de sangre,
que se podrá romper cuando el capricho
ó la pasión lo impongan. Dios, siempre
Dios en el hogar, y reinará la paz, la
sumisión, el amor y el sacrificio; qui­
temos de en medio á Dios y su ley y
veremos discordia, egoismo y rebelión.
Sin la autoridad que viene de Dios,
la fuerza es ley, el más justo y el más
grande es el más fuerte.
« En las sociedades católicas, dice
Donoso, el hombre obedece siempre á
Dios y nunca obedece al hombre. Si
en las familias católicas el hijo obedece
al padre, consiste ésto sólo en que Dios
ha querido que el padre le represente
en la familia y en que ha hecho de la
paternidad una cosa venerable y santa.
Si en las sociedades católicas el pueblo
obedece á la autoridad suprema, obe­
deciéndola, sólo á Dios obedece, que
ha querido que esa sociedad le repre­
sente en el Estado, y que sea una cosa
santa y augusta. Toda podestad viene
de Dios.'i*
Si la unión sólo existe por conve­
niencias, se puede romper la unión y
renunciar á las conveniencias.
Nada más terrible y nada más ló­
gico que la rebelión de los hijos en las
familias sin Dios.
— A este desequilibrio en la familia
corresponde otro en la sociedad, por­
que ésta se resiente de las virtudes ó
vicios de aquella. < El mundo ya sabe

I

— 59 —

leer, decía Aparisi, y ha visto que sus
reyes no tienen el óleo santo en la
frente, sino la espada en la mano: el
mundo ya sabe leer y ha comprendido
que los grandes fundamentos de la so­
ciedad humana, la Religión, la autoridad
y la propiedad de la familia, son sólo
fórmulas vacías que á nada responden.
No habléis por tanto de derecho, de
religión, hablad de artillería, de infan­
tería y de caballería: si mandáis por que
sois fuertes, mirad que no os falte la
fuerza, ó que otra mayor no la rompa. »
Se empezó por declarar el estado indifendiente de Cristo, y se concluyó por
negar el origen divino de la autoridad:
se dijo después que el pueblo, y sólo el
pueblo era el origen del poder, y el pueblo
lógico también en ésto, ha dicho: si Dios
no manda en la tierra, si yo soy la auto­
ridad y el poder, yo soy libre, yo me
rebelo, no quiero frenos ni trabas: y
va cumpliendo la amenaza }Dios quiera
que no pueda realizarla! — En la familia
y en la sociedad existe una autoridad
indipendíente de toda voluntad humana:
Dios les ha dado á los padres y á
los reyes el título de la paternidad
y la realeza, para que eduquen á sus
hijos y á sus súbditos en la sumi­
sión al deber: si la Religión ' no con­
sagra esta superioridad, tendremos hijos
rebeldes á sus padres, pueblos rebeldes
á sus reyes, reyes y pueblos rebeldes
á Dios: ó padres sin entrañas, auto­
ridades tiranas, y el reino del temor
imperando en el mundo. La historia
hubiera debido enseñarnos algo, pero
por desgracia olvidamos pronto las lec­
ciones que Dios nos da en la historia.
Pero hoy se cree que la instrucción su­
plirá al temor de Dios, y que la ciencia
y la educación laica allanarán el camino:
como si los hombres de hoy no fueran
hijos de los hombres de ayer, y la
ciencia tuviera la fuerza y el poder de
la divina gracia.
— Hay otro vínculo en la familia,
y es el de la propiedad; el trabajo da

derecho á poseer: el padre trabaja para
sus hijos cuando éstos aun no pueden
ganarse el sustento; los hijos trabajan
para sus padres cuando éstos han per­
dido su vigor y necesitan del descanso
de la vejez. El fruto de este trabajo se
funde y forma la propiedad, que des­
pués se divide, cuando los hijos llegen
á ser padres, para empezar el mismo
camino, para formar otras propiedades
santificadas por el trabajo. Pero, hasta
contra este sagrado fruto de la fatiga,
se levanta el error y dice: La pro­
piedad no existe, la propiedad es un
robo. Y nació ese ejército de socialistas,
que acechan el momento oportuno para
repartirse los despojos de los ricos. ¡Y
pensar que hay padres, que ganándose
honradamente su sustento y el de sus
hijos, creen ésto y lo defienden! Si
se les dijera que lo que ganan, que el
pan que comen sus hijos no es suyo,
es robado, no lo creyeran; y sin em­
bargo gritan que la propiedad no existe.
— Si quitamos este natural derecho
de poseer, nadie trabajaría, porque to­
dos trabajan para poseer; y si á pesar
de ésto, ese monstruoso dios-estado,
que ha inventado la loca imaginación
del socialismo, obligara á trabajar á los
hombres sin el estímulo de la propiedad,
veríamos que el mundo se convertería en
una gran turba de prisioneros condenados
á trabajos forzados. También en el tra­
bajo entre su dosis de amor; trabaja,
suda, se sacrifica un padre para dar
sustento á su esposa y á sus hijos, á
quienes ama; para prepararles un por­
venir más desahogado: la necesidad de
los que ama y la esperanza de verlos
en mejor estado, le estimula al trabajo.
Quitad de por medio este santo y suave
estímulo del amor, y habréis suprimido
esa gran masa de trabajadores que, al
paso que labran su fortuna, aumentan
las comodidades y goces de la vida.
Contra estos tres baluartes de la fa­
milia, que lo son también de la so­
ciedad, dirigen todas ¿u:. envenenadas

— 6o —

saetas 'Oclos ios amigos de la mentira,
esos hombres inexplicables, que se com­
placen en arrancar la le de las almas
y el amor de los corazones, y que por
instinto de pérfida locura quieren des­
hacer venerables instituciones y santas
creencias, sólo con el deseo de derribar,
y de sembrar el mal. Y no vengan
llamándose amadores y protectores del
pueblo, porque corromper las masas,
infiltrarles el veneno de la duda y remo­
verles las pasiones, no es amar, es odiar
el pueblo y odiarlo con odio satánico.
i A y de la familia si en las rudas
tempestades que le prepara el error, no
se aferra á lo único que puede sal­
varla : Dios y la Iglesia.
Dios y la propiedad, Dios y la au­
toridad, son las grandes y firmes bases
del mundo. Dios en sus mandamientos

dice: Honra á tus padres; no robarás:
esto e s ; sé sumiso á tus mayores, y
no formes tu propiedad con menoscabo
de la ajena. La Iglesia protege la pro­
piedad como protege la inocencia y pu­
reza de sus hijos, y por éso los impíos,
antes de llegar á repartirse las riquezas
de los ricos, quieren borrar de la tierra
el nombre de los dos grandes defen­
sores de la propiedad y de la autori­
dad : Dios y la Iglesia.
* t.

Dirigid vuestros ojos al taller de Nazaret, el modelo inmortal del hogar cris­
tiano. Jesús era sumiso á María y á
José, y trabajaban todos bajo las dulces
miradas de Dios. Allí reinaba el Señor,
la obediencia y el trabajo: por éso la
paz, el sacrificio y el amor señoreaban
en aquella pacífica morada.

El REPEESEITAITE EEL SUCESOR DE DOI ROSCO
EN

AMÉRICA

(Correspondencia de D . Calógero Gusmano á nuestro Rector Mayor, D . M iguel Rúa)

E n C añ ar — H a cia C uenca — O tro p e ­
lig ro so incidente.
UESTRO viaje seguía con las mismas
dificultades, alternando las subidas
con las bajadas; los panoramas en­
cantadores con precipicios horribles; los padeci­
mientos j>rescntes con la es|^ranza de alegrías
futuras. Antes de llegar á Cañar, capital del
cantón de su mismo nombre, vinieron á nuestro
encuentro á caballo muchas distinguidas per­
sonas, entre las cuales el hermano del ex-Presidente de la República, Dr. Luis Cordero, deán
do la catedral de Cuenca, acompañado por el
incansable apóstol de los Jíbaros, nuestro Padre
Mattana. cuya esi>esa, larga é imponente barba
nos le había hecho desconocido; hacía ya 15 años
que no le habíamos visto. No es fácil describir
el agasajo con que nos recibieron en la ciudad.
Clero. Municipio y pueblo parecían haberse
puesto de acuerdo i‘»ara saludar al Visitador Salesiano y pedirle la fundación de unas Escuelas

de artes y oficios en Cañar. Fué aquella una serie
continua de suplicas de particulares y corpora­
ciones, que ofrecían casas y recursos y demostr: ban la necesidad urgente de un Instituto Sal •
siano. Si hay momentos en que se sienta pe. a
por falta de personal para las fundacione>,
creo habrá sido este uno para D. Albera.
Al día siguiente temprano, montamos á ca­
ballo para llegar aquel mismo día á Cuenca, la
segunda ciudad interior de la República, Atenas
del Ecuador, ciudad culta y gentil. A algunas
horas de la población nos salieron al encuentro
unas cincuenta personas á caballo, y Don Albera
cambió de cabalgadura. Es opinión general por
aquí que el cambiar cabalgadura después de un
largo viaje da reposo y alivio al cuerpo, y parece
que ésto no sea una ilusión y que en realidad pro­
duzca tales efectos. D. Albera, pues, se encontró
rodeado de amigos y cooperadores, yo por tanto
piqué espuelas á mi caballo y me pasé de la reta­
guardia, á que solía ir, á la vanguardia. Pero la
comitiva se quedó atrás y yo temiéndome algún

— 6i —
percance, vuelvo atrás, y veo que D. Albera
había vuelto á caer con peor suerte que la vez
anterior. A l caer, la pierna izquierda quedó bajo
el caballo que le dió tal golpe, que se le hinchó
horriblemente la pierna y hasta temimos exis­
tiese alguna fractura; por tres días tuvo que
estarse en reposo en su cuarto. Los Padres Redentoristas le hospedaron en su casa, y yo no
puedo imaginarme caridad más amable, aten­
ciones más delicadas que las que con nuestro
Superior usaron aquellos buenos religiosos. Dios
se lo pague no sólo á ellos, sino también á todos
los demás hermanos suyos que en varias Repúb­
licas de Sud-América nos trataron y acogieron
con exquisita caridad durante nuestro largo
viaje.
L a O bra de D on B o s c o en Cuenca.
También en Cuenca la obra salesiana recibió
el sello de las obras de Dios. Dispersos nuestros
hermanos el i8g6, durante la presidencia de
Aifaro, las prósperas escuelas de artes y oficios
cayeron en manos poco prácticas y no acostum­
bradas á tratar con la juventud, y de aquellos
talleres en poco tiempo no quedó más que Un
recuerdo, y el edificio mismo de las escuelas se
encuentra ahora en lamentable estado. Pero no­
sotros necesitábamos tener en Cuenca al menos
una residencia, por ser esta ciudad la puerta
natural del Oriente del Ecuador y punto muy
á prop>ósito para sostener las misiones de los
Jíbaros. El R. P. Rúa asi lo entendió, como no
podía menos, y envió los recursos necesarios
para hacerse de una modesta casa. Por ahora
nuestros hermanos han vuelto á Cuenca y alter­
nan la educación de algunos pobres niños con
el sagrado ministerio, oficiando en el Santuario
del Sdo. Corazón de María, de quien son muy de­
votos los cuencanos. Cuenca está situada á
2580 m. sobre el nivel del mar ycu enta30.000 ha­
bitantes : la vista que ofrece al viajero es her­
mosa, y goza de una temperatura, con relación
á la altura, bastante benigna. Son elegantes sus
eglesias, especialmente la de los Redentoristas
y del Sagrario, y en el centro de la ciudad hay
una extensa plaza con una fuente magnífica.
Cuenca ha dado á la Repúblita grandes letrados,
y merece el título de ciudad docta y culta.
En Cuenca vive grato el recuerdo del P. Calcagno, el primer superior de las Casas Salesianas
del Ecuador. No pudiendo p>or falta de salud pe­
netrar en las fiorestas de los Jíbaros, se hizo
retratar con algunos indios que él mismo había
recogido en la casa de Quito, y aquella fotogra­
fía, que ahora adorna las salas de las casas prin­
cipales de Cuenca, (i) habla bien claro del celo
(ti E sta foto^raíta la reprodujim os en nuestro Btrfetin en el
número de septíem bre d el ^ io pdo. >904.

apostólico y de los generosos planes de aquel
eximio Salesiano, planes que desbarató el des­
tierro y la muerte.
D e nuevo en v ia je —
tu siasm o y peligro.

En

S ig s ig — E n ­

Duran<-e el tiempo que D. Albera permaneció
en Cuenca recibió numerosas visitas, i>ero no
pudo devolverlas porque los dolores que sufría
en el pie no se lo permitieron. El día i i de junio
volvimos á emprender el viaje con dirección á
la misión de Gualaquiza: después de una marcha
de trece horas, llegamos á pasar la noche en
Sigsig, la última pioblación que atravesamos
antes de internarnos en la floresta. Sigsig puede
con razón llamarse la parroquia de María Auxi­
liadora ¡ Cuánta devoción á nuestra tierna
Madre ! A miles se cuentan los asociados á la
archicofradía de María Auxiliadora y en los
alrededores hay numerosos pilares y capillas
dedicados á la Virgen de D. Bosco, y nosotros
pudimos ver algunos de ellos. El P. Mattana es
un apasionado propagador de esta devoción, y
sus frecuentes misiones por los pueblos de la
comarca producen frutos copiosos de salvación.
Para formarse una idea de la actividad del Padre
Mattana, basta saber que en ocho meses dió
39 misiones en otras tantas parroquias, y no es
raro verle pasar noches enteras en el confeso­
nario, como atestiguan los fieles.
En Sigsig se esperaba al Visitador de los Salesianos con un entusiasmo indescriptible : unos
150 de los principales señores de la ciudad con
el clero á la cabeza, todos á caballo, salieron á
algunas horas de distancia, á recibir á D. Albera.
Dió la coincidencia que el día antes habían lle­
gado á Sigsig, no sé porque, unos quince soldados,
que no teniendo nada que hacer, porque aque­
llas poblaciones son de suyo pacíficas, bebieron
más de lo regular. Cuando nosotros llegamos á
la entrada del pueblo, las casas todas estaban
completamente iluminadas, y los 150 caballos,
animados por los cantos y alegres vivas á los
Salesianos que por todas partes se oían, hadan
un ruido increíble. Aquellos buenos soldados,
que nada sabían del caso, al ver tanta gente á
caballo, que sé yo lo que se habrán creído, y uno
de ellos tuvo la mala suerte de plantarse y parar
el caballo de uno de la comitiva, un ex-coronel,
quien creyéndose ofendido, dió un puñatazo
al soldado, no m uy fuerte de piernas, que cayó
ni suelo. ¡Allí fué Troya!.... al fin nos retiramos;
oímos algunos tiro s, un grito y después varias
voces. Después supimos que los soldados, negros
todos, al verse solos, emp>ezaron á descargar sus
fusiles contra las casas. De veras que no nos
gusto la broma, no por el peligro personal, sino
más bien por el buen nombre de la institución

62 —

que representábamos. Aquella misma noche
salió para Cuenca una representación del pueblo
para enterar de lo sucedido al General Andrade,
magistrado generoso y cortés, quien apuró los
hechos y castigó á los soldados. Estos al día si­
guiente, libres ya de los efectos de la bebida, al
vernos pasar por el camino, se arrodillaban y
nos pedían la bendición.
Después de dar las gracias á toda la población,
al Sr. Párroco y á los Señores todos, por el afecto
y la cortesía con que nos habían tratado, y á la
Divina Providencia, que en medio de tantas
privaciones materiales y morales, de fatigas y
contrariedades, nos había deparado aquel oasis
de afecto, bálsamo restaurador para el corazón
de D. Albera, seguimos nuestro viaje para Gualaquiza. Desde allí en adelante no encontramos
ya pueblos, sino tambos, no casas, sino ranchos.
Así anduvimos por tres eternos días, molestados
por incesante lluvia, que no nos permitía ni
siquiera dirigirnos una palabra, ni distraemos
contemplando las bellezas de los paisajes.

sioneros. No se ven las habitaciones de los Jí­
baros ; sus chozas hay que ir á buscarlas en
medio del bosque, como se iría en busca de la
cueva de los leones ó de los nidos de las aves.
Grandes centros de población entre los Jíb^os
no existen ; sus chozas están aisladas á inmensa
distancia unas de otras : quien no esté acostum­
brado á aquellos senderos tortuosos y complica­
dos, corre peligro de andar tres, cuatro y hasta
veinte kilómetros sin encontrar una vivienda, y
de caminar por semanas enteras sin dar con
alma humana, y lo que es peor aún, perderá el
horizonte y no será capaz de saber donde se
encuentra, por donde ha venido, ni á que parte
dirigirse: ¡ay del pobre misionero si el guía le
abandona ó le hace traic ión ! Muchas veces las
chozas de los salvajes están rodeadas por lazos
insidiosos que pueden causar la muerte al in­
cauto viajero. Pero antes de seguir el relato, creo
no sea fuera de proposito apuntar algunas datos
acerca del origen de esta misión.

E n G u a la q u iz a — A sp e cto de e sta región.

E l V ic a ria d o de G u a la q u iza — L a casa
de la M isión — Solem ne T ed eu m .

Llegamos por fin á la suspirada Gualaquiza.
Nuestros hermanos con los ojos arrasados en
lágrimas, y sonrientes, se arrojaron en brazos
de D. Albera, considerando más bien que al
Superior, al Padre, en cuyos brazos se abando­
naron gritando : ¡Viva el progreso del Oriente !
Porque aquella visita señalaba un verdadero
adckmtoi Nueve años hacía que existía aquella
misión y aun no la había visitado ningún Supe­
rior, y los Misioneros con transportes de a le ^ a
continuaban besando la mano del Superior, y
casi no creían que la que estrechaban entre sus
manos y regaban de lágrimas, era verdadera­
mente de D. Albera, á quien muchos de ellos
habían visto en Europa.
Los lectores del Boletin no pueden formarse
una idea de lo que quiere decir llegar á Gualaquiza, especialmente cuando se trata de un
hombre de la salud de D. Albera. Todos nos acon­
sejaban que no emprendiésemos semejante viaje,
y {X)cos eran los hermanos que estaban de nues­
tra parte. El mismo intrépido Mons.Costamagna,
cuando supo que estábamos en Gualaquiza, no
pudo menos de decir que había sido una impru­
dencia del joven secretario: pero sea dicho con
perdón de D. Albera, si lo hecho fué imprudente,
toda la culpa no la tuvo el secretario.
Es Gualaquiza un valle no muy extenso
formado j>or la confluencia de dos ríos que
reunidos toman el nombre de Gualaquiza.
No es im pueblo, sino un desierto, ó mejor dicho,
una floresta ; sólo existen algunas casas habi­
tadas por blancos, que viven allí algunos meses
del año, asegurados por la presencia de los mi­

El 6 de Octubre del 1888, el dignísimo Presi­
dente del Ecuador, Dr. D. Antonio Flores, en
una carta llena de piedad filial á la Cátedra de
S. Pedro y de solicitud por los pobres salvajes,
participaba á Su Santidad que los representantes
de la Nación, reunidos en el Congreso y Senado,
habían decretado solicitar de la Autoridad ecle­
siástica competente, la erección de cuatro Vi­
cariatos Apostólicos en el territorio Oriental de
la República: el i® de Ñapo, el 2® de Maca y
Canelos, el 3®de Méndez y Gualaquiza y el 4®de
Zamora; implorando al mismo tiempo que los
dos primeros siguiesen á cargo de los beneméritos
Padres de la Compañía de Jesús, y del Orden de
los Predicadores, el tercero confiado á los Salesianos y el cuarto á los Franciscanos.
El inmortal León X III, que nada anhelaba
tanto como propagar el reinado de Jesucristo,
después de tributar un merecido elogio al Jefe
del Gobierno por tan sabia decisión, presagio de
halagüeño porvenir, le prometió tomar en
cuenta la propuesta, que había sido ya presen­
tada al estudio de personas competentes: y el
8 de febrero de 1893 la Secretaría de la Congre­
gación de los negocios eclesiásticos extraordina­
rios, publicaba el decreto, erigiendo el nuevo
Vicariato Apostólico de Méndez y Gualaquiza,
decreto que llegó á manos de nuestro venerado
Rector Jlayor en la fecha del faustísimo Jubileo
Episcopal de S. S. León X III. Los confines del
nuevo Vicariado, según el mencionado decreto,
son los s i l e n t e s : Al N. el río Apatermona que
desemboca en el Morona, al paso que éste des­
agua en el Marañón; al S. el río Zamora, que con



6 3

el Santiago desemboca en el Marañón ; al E . los
ríos Morona y Marañón; al O. las diócesis de
Cuenca y Loja.
Gualaquiza está situada á 730 m. sobre el nivel
del mar, y encima de una loma, que se eleva
sobre el llano unos 30 m., está nuestra casa, que
domina casi por completo el valle. La casa es
poca cosa, una iglesia en medio que encierra lo
mejor que hay en la misión, y dos brazos de
edificio de madera revocada con barro ; es inútil
decir que los desconchones y rendijas abundan.
En los cuartos entran el agua y el sol á sus an­
chas y para dormir se busca un rinconcito
donde la lluvia no moleste.



conocían y sabían que si su Obispo no venía, era
sólo porque una fuerza superior no se lo permitía,
pero que vivía entre ellos con el afecto de su
generoso corazón.
Después de dejar el vestido de viaje y aseados
un poco, sentimos la necesidad de postrarnos á
los pies de Jesús Sacramentado para darle gra­
cias : el Tedéum que cantamos nos salió tanto
más espontáneo del corazón y de los labios,
cuanto menos solemne era el ambiente ; yo no sé
si el canto era litúrgico y armonioso, sólo sé que
en aquel momento la alegría nos dominaba y
daba á los versículos una inflexión y un tono in­
descriptibles. Y mientras pronunciábamos el

Colombia — V is ta del Lazareto de A gu a de Dios.
Las ventanas*en su mayor parte no tienen
antipuertas, y en sí esto no sería lo peor, porque
aun de noche la temperatura no baja nunca de
17®: lo malo son los vampiros, esos merodeado­
res nocturnos sedientos de sangre, que aprove­
chan la pobreza de los nuestos para chuparles
por la noche la sangre, dejándolos débiles y ren­
didos y á veces con la parte ofendida, hinchada.
Noté que los vampiros se nutren con preferencia
de sangre indígena y joven, y sobre todo se ceban
en los animales, que no pocas veces mueren de
debilidad. Y o tomé mis precauciones á costa de
asarme de calor, y gracias á Dios, no recibí la
desagradable visita del vampiro.
Entramos por fin en la casa de la misión, merta
de nuestras fatigas. E n el aposento de D. Albera,
el mejor de la casa, ocupaba el puesto de honor
el retrato del Vicario Apostólico de Méndez y
Gualaquiza, Mons. Costam agna; los Jíbaros lo

Salvum fac fopulum tuum Domine, á mi mente
se presentaban, como en un cuadro, los miles y
miles de infelices salvajes que viven en las flo­
restas del Vicariado, con sus bárbaras costum­
bres y con el estado lastimoso de sus alm as:
pensaba que hace veinte siglos que la sangre de
Jesucristo se derrama, y casi inútilmente, por
ellos, y que sin embargo ellos también tienen
derecho á ser hijos y pueblo de Dios. ¡Oh si bas­
tase nuestro total ofrecimiento para la conver­
sión de esos miles de almas ! ¡si Dios quisiera
servirse de los pobres Salesianos como instru­
mento de sus misericordias hacia estos infelices!
Mientras estos y otros semejantes pensamientos
cruzaban veloces por nuestra mente, Jesús Sa­
cramentado nos bendijo : en la capilla no se oía
ni siquiera el ruido del aliento : pero el Señor lee
en lo profundo de los corazones.
(Se continuará).

-

64

-

T)

E NUESTRAS MISIONES
w

C O L O M B IA

En favor de los pobres leprosos
{De la correspondencia del P. Evasio Rabaglia(i)
I.
N u evo L a z a r e to en el D epartam ento
de Santander.
OMO recordarán nuestros lectores, el
P. Rabagliati escribía con fecha z8 de
Abril del año p. p.do. al R. P. Rúa,
que estaba decidido á obtener á costa de cual­
quier sacrificio el traslado del lazareto de Con­
tratación á otro punto más saludable y adecuado
dcl DeiJartamento de Santander, que es donde
más abundan los infelices leprosos.
Con otra carta fechada el 3®de Junio, el P. Ra­
bagliati anuncia el buen éxito de su excursión
á Sincarota, Socorro, Sangil y Bucaramanga,
capital del Departamento de Santander, en favor
de los pobres leprosos de Contratación. Y añade :
<í E l Gobierno aceptó gustoso mi propuesta,
de buscar otro lugar para el lazareto de Contra­
tación, y designó oficialmente á un médico y un
tercero , conocedor de aquellos parajes, confor­
me las prescripciones del Congreso pasado que
exigen al menos tres miembros para formar la
Comisión ad hoc, la cual goza de plenos poderes,
y tanto que sus decisiones no pueden ser desecha­
das ni modificadas por nadie. En este caso la elec­
ción no era ni diíicil ni dudosa.
« El nuevo lazareto de Santander, me decía
el Sr, ObisjM) de Socorro algunos días antes, debe
ercgii'se aquí * y me señalaba un punto en el
mapa. El mismo punto me indicaba el Gral.
González Valencia, elegido Vice-Presidente de
la República \>ot seis años. « La divina Provi­
dencia. me decía, ha creado aquel sitio únicameitte para que en él se levante el gran lazareto
de Santander; allá debe ir la Comisión si quiere
encontrar lo que busca. ♦ Siguiendo estos sabios
y respetables consejos, la Comisión se dirigió sin
más al punto indicado.

Es este un largo valle coronado de altas mon­
tañas inaccesibles, de la altura de 600 metros :
desde la cima al fondo, pasando por el único
sendero practicable, se tardan dos largas horas
á caballo. Atraviesa el valle un deliciosísimo río
geográficamente llamado Sube, pero que el pue­
blo llama Jordán, por la virtud prodigiosa de
sus aguas, especialmente contra las enfermeda­
des de la piel. Unas treinta casas dispuestas al­
rededor de una ermita, componen la población
de todo el valle. A la distancia de cinco ó seis
kilómetros, cierran el valle algunos inmensos
peñascos, que parecen puestos allí artificialmente
para impedir el paso á los que quieran salir de él.
El clima es cálido y seco, como conviene á los que
sufren la lepra; las aguas frescas y cristalinas
brindan un baño delicioso.
— Y a tenemos el problema resuelto, dijo la
Comisión al verlo, aquí caben con toda comodi­
dad de seis á ocho mil leprosos : los pobres en­
fermos no podrían desear un sitio que más ven­
tajas les ofrezca. Pero habíamos echado las cuen­
tas sin la huéspeda, como suele decirse, y poco
faltó para que la Comisión tuviese que retirarse
y de prisa, para huir de los peligros, que al prin­
cipio creíamos fantásticos y que después se vie­
ron ser reales. En pocas palabras diré de que se
trataba.
Apenas supo la población nuestra llegada y
el objeto de nuestra inspección, el espanto cun­
dió por ella ; la colonia de leprosos en aquellos
parajes será la muerte del comercio de aquella
aldea y por miedo del contagio, nadie se atreverá
á penetrar en aquel valle, lo que implica la desa­
parición de la aldea. Por tanto se nos dió á co­
nocer indirectamente que nuestra presencia en
aquellos lugares no les agradaba y que era mejor
que nos fuésemos. Por prudencia acudimos al
Acalde, única autoridad del pueblo, y a que el
párroco estaba ausente y enfermo, para que nos
defendiera de los lazos que pudieran tendemos,
y para que nos acompañase y nos proporcionara
los datos necesarios. Pero puso mil pretextos, y
cuando llegó la hora de la inspección no apa­
reció. Entonces comprendimos que el asunto era
más grave de lo que nos habíamos creído. Pero
con todo salimos, y sin guí*», porque ninguno se



6 5

hubiera ofrecido para ella. Llegados á un punto,
uno de mis compañeros se pára y me muestra
una fila de piedras atravesadas en el camino y
puestas allí exprofeso para cortamos el paso. En
medio había una gran piedra con una inscrip­
ción en rojo, que decía: Adelante si sois capaces,
y veréis... y debajo se veía pintada la forma de un
puñal. Algunos pasos más allá encontramos un
arco hecho con espinos, bajo el cual era forzoso
pasar. Evidentemente las amenanzas se diri­
gían á nosotros, y estuvimos en si nos volvía­
mos atrás : pero después, pensando que quizás
todo aquello no era más que una broma pesada
de algún ocioso, ó una amenaza de algún ]úllo
que quería reirse á costa nuestra, proseguimos
la inspección. Nada nos sucedió, pero al volver
no pasamos por el pueblo, para evitar encuentros
desagradables y quizás peligrosos; nos pusimos
en viaje y al cabo de dos días llegamos á Buc.aramanga.
La Comisión presentó al punto ál Gobierno una
minuciosa relación de sus gestiones y tuvo la
suerte de verla aceptada y confirmada sin la
menor observación. Y para quitar la única dificuldad que se presentaba, ésto es, la oposición
de los habitantes de Sube, la Comisión propuso
al Gobierno la compra de todas aquellas casas,
que pueden servir de base para el futuro lazareto,
y la conducción á Sube de todos los leprosos de
Contratación. Nuestras propuestas fueron apro­
badas y se determinó, tratándose del bien pú­
blico, de expropriar á los habitantes de Sube de
sus casas y terrenos para convertir aquel valle
en un gran lazareto, que será sin duda el mayor
de Colombia y quizá del mundo entero, pues el
número de los infelices leprosos del Departa­
mento de Santander no bajará de 25 ó 30 mil. »
II.
E n A g u a de D io s y en Cauca.
Tulua (Cauca)

io

de Agosto de 1904.

M i venerado y amadísimo Padre D. Rúa :
He estado y a en Popayán, capital del depar­
tamento de Cauca, y presentemente me en­
cuentro en viaje de vuelta á Bogotá. Salí de ella
el 12 del pdo. Junio ; mi intención era no pa­
rarme en ninguna parte, y ésto por varias razo­
nes, especialmente para tener que cumplir la
misión que Gral. Rafael Reyes, recientemente ele­
gido presidente de Colombia, me había confiado,
ésto es, de llegar á Popayán y persuadir al mé­
dico Sr. Santón á que se quedase en Colombia,
pues se sabía que estaba para partir con rumbo
á Francia. Pero á causa del extravío de una de
las cuatro bestias que había tomado para el viaje,
tuve que ir á Agua de Dios, de donde me sepa­



raba solo un día de viaje, para remediar el con­
tratiempo y pedir á nuestros hermanos que me
prestasen una bestia de carga. Me dieron la
muía, pero con la condición de que me quedase
un día para celebrar la fiesta de N. S. del Carmen
con mayor solemnidad.
L a fiesta de la V irg e n
Agua de D ios.

del

Carm en en

No me fué iwsible rechazar la propuesta y
consentí, pudiendo asistir así á aquel espectá­
culo único quizás en el mundo : ver por la ma­
ñana á la mayor parte de aquellos mil setenta y
siete leprosos acercarse al banquete cucarístico
en honor de la Virgen del Carmen, que es la Patrona del lazareto ; verlos volver después á las
9 á oir las glorias de María y por la tarde á la
solemne procesión, durante la cual la estatua de
la Virgen fue llevada en triunfo por las calles
del pueblo. Cierto que en otras parte se hacen
procesiones y fiestas con mayor aparato y es­
plendor, pero más tiernas y conmovedoras, por
el número y clase de los concurrentes, que en
Agua de Dios, éso no. Este es un privilegio reser­
vado desde hace muchos años á los lazaretos de
Colombia, y en especial á éste. Razón tenía el
Padre Albera, cuando al visitar este Lazareto
dos años hace en iguales circunstancias, afirmaba
que fiestas semejantes no las había visto nunca
y que quizá no las volvería á ver.
H a c ia C a u ca - • U n coloquio con el D o c ­
tor Santón — O tro laza reto departa­
m ental.
A l día siguiente muy temprano me puse en
viaje con dirección á las Cordilleras, á cuyas fal­
das llegué después de tres días emijlcados en
atravesar las inmensas y cálidas llanuras del
Tolim a; la de más difícil acceso es la lla­
mada Quindio, el espantajo de los viajeros, es­
pecialmente cuando el tiempo es lluvioso como á
mí me tocó. El segundo día de viaje, la muía que
llevaba la carga, perdió el equilibrio y rodó hasta
el fondo de un barranco. Y o desperaba de salvar
nada, y creía encontrar muerta ó inutilizable la
muía y rotos los baúles : pero no hubo nada de
éso, y después de media hora de involuntario
descanso, proseguí el viaje, pero tomando más
precauciones para e\útar catástrofes irreparables
en estos parajes. Pasadas las Cordilleras, á tal
altura que á pocos metros de distancia se veían
las nieves perpetuas y el viento helado nos daba
en la cara, nos encontramos en el Departamento
de Cauca. En la primera estación telegráfica, me
encontré con un aviso del Dr. Santón (que había
llegado aquel mismo día de Calí) y que decía con
laconismo telegráfico: Por circumstancias par-



ticulares de familia debo salir antes del tiempo
fijado. Miércoles saldré para puerto de Buena­
ventura donde me embarcaré para Panamá y
Francia. Este telegrama desconcertaba todos
mis planes. Estuve pensando algunos momentos
y después respondí : Martes al mediodía estaré
en ésa para comimicarle noticias importantes de
parte del Presidente de la República. Me puse de
nuevo en viaje y andando sin parar, ni siquiera
de noche, pude llegar el martes á la hora conve­
nida.
Pero todo fué inútil : ni las instancias del Go­
bierno de Bogotá, ni del Gobierno local, ni mis
ruegos lograron que el Doctor cambiase su reso­
lución. Desgracias graves de familia comunicadas
por telégrafo le obligaban á salir cuanto antes,

Colombia

66



más completa que en esta materia se haya publi­
cado hasta hoy fué premiada con medalla de
oro en la Exposición universal de Paris del 1900
y ganó después el gran premio del Instituto de
las ciencias de Francia. E l Dr. Nansen de No­
ruega, llamado por el Gobierno de Cauca y no
pudiendo aceptar el ofrecimiento de esta (ÍSlicada
y difícil misión por razones y a expresadas, re­
comendó al Dr. Santón, que le hubiera podido
dignamente substituir. Añadiré por último, y
pásmense y escandalícense los sabihondos del
viejo mundo, que el Dr. Santón es un Benedic­
tino.....
Pero mi misión en Cauca no se limitaba á ver
y conferenciar con el Dr. Santón tenía además
que formar con otros dos miembros nombrados

B anda m usical del L azareto de A gu a de Dios.

con el primer buque que zarpase ; en efecto al
día siguiente por la mañana salió para el puerto
de Buenaventura en el Pacífico.
Pero mi largo viaje no resultó del todo inútil,
y ya que no pude conseguir que el célebre Icprólogo se quedase, pude al menos departir con él por
varias horas y aprender normas y datos científicos
de gran importancia para mi misión y que espero
lK>ner en práctica á su debido tiempo. Este cele­
bérrimo leprólügo, que fué uno de los Presidentes
del Congreso de Berlín celebrado el 1896, y que
es considerado como uno de los mejores especia­
listas que de todas las partes del mundo asistie­
ron á aquella as;imblea, no es aún muy viejo,
pero ha tenido ya tiempo para visitar todas las
naciones del mundo en que más ó menos reina la
lepra. Su magna obra Z.rLe/>rosí, de 600 páginas,
y que según el parecer de los doctos, es la obra

por el Gobierno local, la Comisión para escoger
los puntos convenientes para la erección de los
Lazaretos departamentales de Cauca : para ésto
era necesario que yo fuese á Popeyán, capital
del Departamento y sede de las Autoridades,
y así cumplir la segunda parte de mi misión.
Empleé otros tres días en ir desde Calí á Popayán ; llegué el 30 de Julio y me hospedé en el Se­
minario mayor dirigido por los buenos Lazaristas
franceses que allí se han refugiado últimamente.
La misión era bien fácil de cumplir. El mismo
Dr. Santón á ruegos del Gobierno, había elegido
pocos días antes el sitio destinado á Lazareto,
á un kilómetro de la ciudad cerca del cementerio.
La Comisión no hizo más que examinarlo y apro­
bar la resolución del Doctor francés y enviar la
información al Gobierno general de Bogatá.
E sta es una victoria para nosotros. Hacía ya

— 67 —

años que yo predicaba desde el púlpito y sos­
tenía en las conferencias, que los Lazaretos se
debían eregir en las ciudades ó en los alrededores
de alguna población importante, y ésto por mu­
chas razones que no es del caso repetir aquí;
sostenía además que los lazaretos no debían tener
forma de colonias, como los actuales de Agua de
Dios y Contratación, sino de verdaderos hospi­
tales reservados únicamente á los leprosos, ex­
ceptuando sólo los religiosos y religiosas que
deben asistirlos y ayudarlos á bien morir, pero
hasta ahora todo era predicar en desierto. Pero
el Dr. Santón en su memoria que dejó escrita
en francés y que ha sido traducida y publicada
en grande edición oficial, se manifiesta de mi pa­
recer, y es de esperar que de ahora en adelante
tanto el Gobierno general como los gobiernos
locales la tomarán como norma y facilitarán
de este modo también el éxito de la misión salesiana.
El día 7 de este mes, en presencia del Sr. Ar­
zobispo y de todas las autoridades eclesiásticas
y civiles, di una Conferencia en la catedral de
Popayán para dar ánimos á todos á prestar apoyo
moral y material á esta obra de regeneración
social y de caridad cristiana.
Ruegue á este fin, amado Padre, y bendiga á
este su afmo. y humilde hijo en J. C.
E V ASIO

R A B A G L IA T I, Pbro.

N .B. Del éxito de sus apostólicas expediciones
en el Cauca ya ha hablado en la carta publicada
en el número anterior: la publicamos antes que
ésta, si bien la fecha sea posterior, porque nos pa­
reció conveniente dársela á conocer antes á nues­
tros lectores.

PATAGONIA MEF^IDION/\L
De Punta Arenas
á Ultima Esperanza.
{Carta del R. P. Mayorino Borgatello).
Rdmo. y Amadísimo Padre D. Rúa,
Por disposición divina y bondad especial de
Mons. Fagnano he recibido de nuevo este año
el encardo de dar misiones en el Sud de la Patagonia. Como lo rígido de la estación no me per­
mitió \isitar el territorio Argentino, he recorrido
sólo el chileno. L a misión, de la que le remito
ana succinta relación, duró 28 días.

En la isla de Dawson — El Duque de los Abruzos
— De viaje — El Salto y Mina Marta — En
busca de una pobre familia — Hacia Última
Esperanza.

Antes de emprender la misión, fui á la isla de
Dawson á buscar seis caballos. Me embarqué
pues el 21 de febrero á bordo del ]>equeño vapor
Sur de Punta Arenas en compañía del Gober­
nador Ecclesiástico, D. Carlos Maringer, que
deseaba conocer aquella misión; de los hermanos
D. Pedro Marahini, D. Boido, D. Juan Kuscoire
y de tres jóvenes de Punta Arenas ; uno de ellos,
Dubois, huérfano francés debía quedarse en el
Colegio de Dawson. La travesía fué para todos
bastante mala á causa de lo revuelto que estaba
el tiempo. El vaporillo era juguete constante de
las olas, y nosotros para sostenernos teníamos que
agarrarnos. Finalmente, después de cinco horas
de horrible navegación, llegamos á la Punta de
S.Valentín, que es donde está la misión del Buen
Pastor; descansamos allí dos horas y continuamos
nuestro viaje con dirección á la misión de San
Rafael. E l joven Dubois al desembarcar dió un
profundo suspiro y exclamó ; Y a no saldré nunca
de aquí. El pobrecito había padecido tan fuerte
mareo, que para no volver á pasarlo estaba
dispuesto á renunciar á Punta Arenas. Dilu­
viaba durante el viaje y siguió lloviendo á to­
rrentes por la noche. Habiendo escampado á
las 10 del día siguiente, cargaron caballos y
bueyes para Punta Arenas.
vuelta fui poco
más ó menos como la id a ; pero el vapor no se
movía tanto de babor á estribor, sino sólo de
popa á proa, y eran tales los embates de las olas
al romperse en la proa, que parecía que de un
momento á otro iba á zozobrar. A éso de media
noche llegamos á Punta Arenas.
Mientras hacía mis preparativos para la misión,
llegó á bordodel crucero «Liguria» á Punta Arenas
S. A. R. el Príncipe Luís de Saboya, duque de
los Abruzos. Como Mons. Fagnano estaba en la
Misión de la Candelaria, fuimos el P. Bernabé,
el P. Antonio Bergese y yo á bordo para visitarle.
Apenas llegamos al muelle, le vimos desembarcar
de su lancha, vestido de paisano, é iba á dar un
paseo por la ciudad. Le saludamos en nombre
de todos los Salesianos de Punta Arenas y sus
dependencias y le invitamos á visitar nuestro
Colegio. Su A lteza nos preguntó si vivíamos
todavía en el mismo sitio en que él nos había
visitado algunos años hacía, y si eran los mismos
misioneros. Le respondimos que sí, y él nos pro-

1



68



metió que iría aquella misma tarde ó á la ma­ hay una isla que se llama Otvay. En Río Verde
ñana siguiente. Cuando le dijimos que habíamos existe una gran manufactura de grasa; en estos
leído su obra sobre su viaje al Polo, y que sen­ últimos tres meses se mataron más de tres mil
tíamos que hubiese vuelto de su arriesgada terneras y algunos millares de ovejas.
expedición con algunos dedos mutilados, se
Más allá de Rio Verde, visitamos la hacienda
sonrió afablemente. No es nada, no es nada, nos del Sr. Dudis, holandés protestante que nos trató
respondió, y nos estrechó la mano con mucho con mucha cortesía. Los criados de este señor
cariño. ¡ Qué sim¡)ático es este augusto príncipe!
son todos católicos, y todos oyeron la Santa
Llevábamos con nosotros algunos objetos
Misa y muchos comulgaron. Atravesamos la
curiosos de la localidad y de los indios asilados plaza de la Bahía de Skyring y Aguas del Des­
en nuestras misiones, como fotografías, arcos, ' pejo y tocamos en el Salto y Mina Marta. El
flechas, etc. y le suplicamos se dignase aceptar
Salto es una hermosísima cascada de agua crisaquel humilde obsequio como muestra de nuestro
afecto y respeto, y 61 tuvo la exquisita bondad
de recibirlos y mandó á algunos marineros que
llevasen aquellos objetos á su gabinete. Y o sé
que los examinó atentamente y se los enseñó á
todos los oficiales, conservándolos como re­
cuerdo de nuestra misión de Punta Arenas.
Dcsj)uós vino á visitarnos y encomió altamente
el incremento de nuestra misión, admiró nuestro
pequeño museo territorial y el observatorio me­
teorológico ; al partir nos dejó una buena limosna
para nuestros huérfanos. Que el Señor se lo
pague y lo proteja bajo las alas de su Providencia.
Salí, pues, en compañía del catequista Pablo
Cofré, y el 27 de Febrero llegué á casa del Se íor
J. Cordonnier, francés que vive en el Paso del
Avestruz, y allí administré un bautismo y una
confirmación. Hallábase allí mucha gente reu­
nida para el mercado y todos vinieron al día
siguiente, domingo, á oir la santa Misa. Pasé dos
noches sin dormir, por que me lo imj^idieron los
continuos mugidos de 300 animales encerrados
en un coiTal cercano. Visité después las haciendas
de los Sis. Rocca, Roux. Ladouch y Jousseaux,
en Palomares (donde administré dos bautismos,
ocho confirmaciones y dos comuniones); de allí
Colom bia — U n a fam ilia de leprosos.
pasé á las haciendas de Merie y al liótol del Señor
Detaillo en Rio Verde, en donde celebié la misa
en un elegante salón, anudándome su hijo Er­ talina y rodeada de copudos árboles que hacen
nesto, alumno de nuestro Colegio de Punta Are­ de aquel lugar un verdadero edén. El agua mana
de un alto monte que dista unos 6 km. y que se
nas y que estaba de vacaciones.
El i>anorama de Rio X'^erde y del canal de llama Cerro Castillo, porque tiene la forma de
O tvay es magnífico. Algunas pocas casas pin­ un castillo de la edad media con sus torres y
tadas de varios colores y con el tejado encar­ almenas, como si fuera obra de arte; mientras
nado se extienden en la plaza ; el mar se estrecha que no es más que un capricho de la naturaleza.
en aquel punto formando un canal de unos 300 En Mina Marta pocos años hace se encontraron
metros de anchura, que serpentea por algunas algunos estratos de hulla y se constituyó uña
leguas á modo de rio. Detrás de las casas se sociedad francesa para explotarlos. Se dió prin­
levantan colinas verdes y hermosas á las que cipio á las escavaciones que al empezar dieron
sirven de fondo en el horizonte altas montañas buenos resultados, pero después todo resultó
cubiertas de nieves eternas; frente á las casas inútil : las muchas casas que allí se habían cons-

T



tniido y un ramal de ferrocarril todo quedó
abandonado ; más tarde los salvajes incendiaron
las casas ; en fin que se gastaron allí más de un
millón de pesos y después resultó que el carbón
no era bueno.
Para vadear el Río Grande, que ahora se
llama Río Pérez y que tiene más de 50 metros
de ancho en su desembocadura, tuvimos que
costearlo por unos dos km. hacia su nacimiento.
Pero como una alta montaña nos cerraba el
paso, tuvimos que andar varios km. por la orilla
del mar por entre enormes peñascos y con el
agua hasta el pecho de los caballos. Al fin no
pudimos seguir tampoco este camino y nos
vimos obligados á internarnos en una espesísima
selva, cuyo suelo era un profundo pantano;
tardamos seis eternas horas en atravesarlo. Por
fin llegamos cuando Dios quiso á la extrema
punta del sud de la bahía de Skyring y encon­
tramos á una familia europea con 4 niños aun
por b autizar; este fué el único objeto que allá
nos condujo. ¡ Pobre gente apartada de todos,
lejos desde hace 9 años de toda sociedad ci\ñl!
Tuve que sudar no poco para acercarme á
aquellos pobres niños, que apenas me hubieron
visto, se echaron á correr. Pero tuve el consuelo
de regenerarlos á todos con el santo Bautismo y
de administrarles el Sacramento de la Confir­
mación.
De vuelta á Río Verde, nos pusimos en camino
para Ultima Esperanza. Durante el viaje visité
á tres numerosas familias chilenas: por fin lle­
gamos á la Laguna Blanca, que es bastante
extensa y para dar la vuelta alrededor de ella se
emplean ocho ó diez horas á todo galope de ca­
ballo. A sus orillas están las haciendas del Señor
W'agner, alemán, cuyos hijos educados en
nuestros colegios conservan grata memoria de
sus institutores ; un poco más allá encontramos
las haciendas de los Srs. Arnaud y Bombalot,
franceses. En Morros Chicos visitamos otras
varias haciendas y fábricas pertenecientes á
íranceses, ingleses, alemanes, chilenos é italianos.
Desde allí nos dirigimos, por territorio argentino,
á Morros Grandes, para tomar el camino de
Ultima Esperanza. Vadeamos varios ríos, algunos
bastante caudalosos, como el Río Esperanza, el
Tranquilo, el Penitente, el Rubén y el Turbio :
estos tres últimos forman cerca de Morros Gran­
des el Río Gallegos. Llegamos por fin, después
de atravesar la Cordillera, á Ultima Esperanza-

6g —

Porvenir de Ultima Esperanza — A las faldas de
Sierra Dorotea — En el H6tel — La cueva de
Mylodón — 19 de Setiembre de 1903 — ¡ Pobres
Tehuelches! — De vuelta.

Hace pocos años que estos confines del Terri­
torio de Magallanes se va }X)blaudo. El pano­
rama que presenta al que, viniendo j)or el camino
de Morros Grandes, pasa por las faldas de la
Sierra Dorotea (cadena de montañas de la altura
media de 500 m.) no puede ser más hermoso.
Destácase á la izquierda una corona de agudas
montañas de 1500 metros de altura media,
cubiertas de nieves perpetuas; en el fondo,
algunas modestas y risueñas colinas cubiertas
de apretado boscaje y de hierba : en el llano
duerme el mar tranquilo como un lago, salpicado
de islas y penínsulas, que se va estrechando
hasta formar como un río angosto de agua sa­
lada. De lejos tiene el aspecto del lago de Gi­
nebra. A la derecha, montes de unos 500 metros
de altura, y entre éstos y el mar se extiende un
valle fértilísimo de abundante hierba y apiñados
arbustos. En general el clima es más benigno
que en Punta Arenas, la vegetación es más
vigorosa, los pájaros abundan y se ven muchas
plantas que en Punta Arenas no se conocen. En
varios puertos y ensenadas que forma el mar,
hay casas, tiendas y almacenes, propiedad de
algunos almanes, rusos, franceses, y chilenos. En
el puerto de Arturo Prat se ha trazado el plano
de un pueblo, y á tal fin se han distribuido ya
más de cien lotes de terreno, de 25 por 25 m. ]>ara
fabricar casas: y según parece, entusiasmo no
falta. Con el tiempo Ultima Esj>eranza llegará
á ser un centro importante. Al menos cada mes
hay buques de servicio entre Ultima Esperanza
y Punta Arenas, lo cual facilita el incremento de
la nueva población.
Poco antes de llegar á Ultima Esperanza, en
las faldas de la Sierra Dorotea, me encontré con
un pobre anciano que caminaba solo sobre un
jumento y lloraba por los vivos dolores que por
todo el cuerpo sentía. Las ruedas de un carro le
habían pasado por la cintura, y el pobre hombre
creía morir de tantos dolores. Apenas me divisó,
manifestó su alegría y me suplicó que le con­
fesase. Era un buen chileno que habitaba á unos
cien kilómetros de allí y deseaba llegar á casa
antes de m orir: no sé si el pobrecillo lo habrá
conseguido. Sin que se apease le confesé y después
se encontraba más consolado y contento. El S ^ o r



le había concedido esta gracia que un año antes
había negado á un obrero tocado por la misma
desgracia y que murió sin ninguno que lo aliviase
y confortase, casi en el mismo lugar en que había
caído este último. ¡ Imperscrutables son los
juicios de Dios !
En Ultima Esperanza nos alojamos en una mo­
desta fonda, llamada Libertad, cerca del puerto
Condor, en la cual habitaban tres familias con
catorce niños. Preferí alojarme en esta fonda
para poder instruir á aquellos niños; pero, á
pesar de tener un buen cuarto, pasé la primera
noche de claro en claro sin poder dormir un
momento. Habíame retirado á las nueve y me­
dia de la noche, y estaba ya para quedarme
dormido, cuando entraron en la fonda tres bo­
rrachos que subieron haciendo barullo hasta el
último piso. A uno de ellos se le oceurrió la
peregrina idea de hacer subir al caballo, y
cuando lo tuvieron arriba se estuvieron diver­
tiendo con él todo la noche. ¡ Figúrase lo que
habré podido dorm ir! A la m añana. siguiente
vi al hostelero, que con toda la familia había
dormido en un aposento contiguo, y protesté,
pero con mucha llcma me dijo que aquello era
ya cantar viejo en su fonda y que no había
por que e.Ktrañarse. Paciencia, dije para mis
adentros, veremos si podremos dormir esta noche.
Existe en Ultima Esperanza una gran cueva
conocida con el nombre de Cueva de M ydolón;
dista una hora á caballo del puerto Condor y
está situada en una colina á 330 m. sobre el
nivel del mar. Es un portento de la naturaleza.
En la entrada mide 80 metros de anchura por
50 de altura, y tiene 8om .de profundidad. La
bóveda es lisa y regular como si fuera obra de la
mano del hombre. A medida que se adelanta, las
dimensiones disminuyen, de tal modo que el
fondo no mide más que 15 m. por 10. El interior
está bien alumbrado. En medio de la bóveda
hay una grieta que parece dividirla en dos
partes, una más alta hacia la entrada, otra
más baja hacia el fondo. Encima de la cueva
la colina se alza aún 50 m., y cae perpendi­
cular como una muralla. Un tercio de la cueva
es de una materia como grava y barro que
parece cemento; lo demás es de roca viva. Cerca
de la entrada se ven seis 6 siete grandes mon­
tones de terrizo que deben haberse desgajado
de la colina hace muchos años, pues sobre algunos
de ellos crecen arbustos y plantas de más de dos
metros. Bajo uno de estos montones de tierra
habita un austriaco que ha construido allí su

7 0



choza como un ermitaño. A este buen señor le
llaman Mylodón, por haber descubierto los
huesos y pellejo de dicho animal antediluviano
en la caverna conocida con este nombre. Estos
fósiles vendidos á algunos museos de Europa
produjeron una cuantosa suma. También yo
tuve el gusto de recorrer de una á otra extre­
midad esta cueva y sacar de ella algimos objetos
curiosos para nuestro museo de Punta Arenas,
algunas piedras, un poco de polvo que parece
rapé, un hueso y un pedazo de pellejo de m y­
lodón con pelo cerdoso de unos o.10 m, de largo.
La cueva es seca, excepto un punto en que por
la bóveda se ñltra un poco de agua que forma
una fontana fresca y cristalina. E l suelo le'han
escavado muchas veces y en él han encontrado
varios huesos de animales antediluvianos y
otras 27 clases de animales que y a no existen.
En Ultima Esperanza bendije un cementerio
situado en una islita frente á frente del puerto
Arturo. Diez cristianos duermen allí el sueño
eterno. Uno murió aplastado por un carro, otro
asesinado, dos ahogados, etc. Los pobrecitos que
se ahogaron pasaron de repente de la alegría á
la muerte. Era el día de las fiestas patrias, el 19
de Septiembre de 1903, y varios jóvenes, algunos
de ellos algo bebidos, se embarcaron en un bote
para dar un paseo ; el mar estaba en calma y el
el día hermosísimo. Apenas se habían alejado
unos cien metros de la playa, algunos empezaron
á bromear y á moverse demasiado en el bote,
de modo que éste se puso quilla arriba y to­
dos aquellos jóvenes cayeron al agua. Con mil
dificultades los compañeros de otro bote consi­
guieron salvar á algunos, pero tres de ellos pere­
cieron lastimosamente. Dos cadáveres fueron
hallados al día siguiente, pero el otro aún no se
ha podido dar con él. Ninguno de los tres que
murieron se esperaba semejante desgracia al
embarcarse : pero Dios nos advierte á cada in­
stante ; Estote paraii! estad preparados.
A l cabo de cuatro días, salí de Ultima Espe­
ranza y pasé el Río Zurdo visitando al Cacique
Mulato con su tribu : aquí pude administrar
tres bautismos y tres confirmaciones. Estos
pobres Tehuelches van desapareciendo : cada
año se van haciendo más raros. El aguardiente
los mata, como la pulmonía acaba con los pobres
fueguinos. Estas dos razas pronto desparecerán.
A la misa que celebré en casa del Mulato asis­
tieron con gran devoción todos los indios y
numerosos obreros, que por casualidad se encuentraban allí.

— 71 —

De Río Zurdo nos dirigimos á Río Gallegos
Chico, á casa del Sr. Doolan, irlandés que tiene lo
hijos todos fervorosos católicos: aquí administré
un bautismo y dos confirmaciones. Prosiguiendo
nuestro viaje, tocamos en Laguna Rom ero, y
Dinamarquero, en la hacienda del Sr. Cámeron,
escocés católico que nos trató cortésmente : de
allí fuimos á Cabeza del mar, donde varias fa­
milias nos dispensaron una cordial acogida ; una
familia protestante me prometió colocar á sus
tres hijas en el colegio de nuestras Hermanas y

Territorio de Magallanes — Ultima Esperanza

me trató con mucho respeto : á los niños y niñ=.s
les regalé una estampa.
La última noche la pasamos bajo tiendas cerca
del Río Pescado. Estaba ya muy avanzada la
noche, soplaba un fuerte viento, y nosotros an­
dábamos aún por la pampa buscando un refugio
para pernoctar y dar agua á nuestros caballos
que estaban más cansados que nosotros. Lle­
gamos por fin á las orillas del Pescado y allí
acampamos, y levantamos nuestras tiendas,
pero molestados continuamente por el desaso­
siego de los caballos y por una multitud de zorros
que venían á roer las sillas de montar, no pu­
dimos pegar el ojo. A l día siguiente, fiesta de
S. José, nos levantamos á las 4 y media, y después
de celebrar en la tienda el santo Sacrificio, nos
pusimos en viaje para llegar á casa aquel mismo

día, asistir á la clausura de la misión que se
había dado al pueblo en la parroquia y felicitar
á nuestro amado superior Mons. José Fagnano
en el día de su santo. El tiempo llu\’ioso y frío
nos molestó bastante, tuve que pararme en el
camino para confesar á un enfermo, pero con
todo llegué á casa aún á tiempo. Gracias á Dios.
El recorrido total fue de 1400 km., vadeando
18 ríos caudalosos y 38 torrentes, y viendo unos
45 lagos. Administré 20 bautismos, 40 confir­
maciones, 16 comuniones, 3 matrimonios, ce-

Puerto Condor — Puerto Arturo Prat.

Icbré 20 misas en público y bendije un cemen­
terio. He aquí, amadísimo Padre Don Rúa, el
recuento de mi misión en el campo. Llegado á
casa, á causa del cansancio, tuve que guardar
cama por algunos días, pero ahora estoy per­
fectamente bien. Bendito sea el Señor. Enco­
miéndeme en sus oraciones y me crea su siempre
obediente hijo y servidor
M AGGIORINO BO RG ATELLO
Pbro. Salesiano.

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72 —

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de M a r ía A u x ilia d o r a

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Nos tenemos la persuasión de que, en ¿as vicisitudes dolorosas de los tiejñpos
que atravesamos, no nos qitcdaji más cotisuelos que los del Cielo, y entre éstos,
la poderosa protección de la l'irgcu. bendita, que fu é en todo tiempo el Auxilio
de los Cristianos.
Pío K.
G ra c ia señ alad a de M aría A u x ilia d o ra .
En el invierno de 1898, observó mi mujer
cine stí le liinchaban l;i.s piernas primero, y
tlespués todo el cuerpo y la cara, en el trans­
curso de algunos días; y aun cuando aquello
no le producía grandes molestias, alarmado yo
por caso tan inusitado, llamé al facultativo,
el cual, después de tomar antecedentes y de
ciertas análisis, declaró que la enferma padecía
de un tremendo ataque de albuminuria, tanto
más grave, cuanto que se relacionaba con la
afección cardíaca que por entonces padecía.
Madre de numerosos hijos, y madre excep­
cional por sus virtudes y carácter, no tengo
para que decir el efecto que el fatal pronóstico
del Doctor produciría en toda la familia; pero
la cosa era urgente, el riesgo de morir inmi­
nentísimo, y no habiendo en la ciencia re­
medio al mal, lo busqué por otro lado.
Encargado á la sazón de la dirección de la
Casa Salesiana de Málaga el R. P. Marcolungo,
con ({Ilion me unía estrecha amistad, le rogué
que pusiera en oración á sus niños, como así
lo hizo en seguida; y al siguiente día, sin que
ol médico ni nadie se explicara la causa, mi
es|)0.sa pedía de comer, las análisis no dieron
el menor coágulo de albi'imina, y pasados
otros dos, en que sólo guardó cama á instan­
cias mías, se entregó á sus quehaceres habi­
tuales.
¿Y por qué ha aguardado V. tanto, se me
preguntará, pañi publicar noticia tan extraña?
Por dos razones: la primera es la atirmación sostenida del facultativo, de que, siendo
la curación inconcebible, el caso. m;¿ ó menos
tarde, había de repetirse; por lo que he que­

rido aguardar todo este tiempo para demos
trar q u e, con efecto, no se ha repetido; y la
la segunda, por mi deseo de hacerlo en la
solemme festividad que la cristiandad hoy
celebra, el jubileo de la Purísima.
¡ Bendita y alabada por siempre sea María
Inmaculada !
Ram ón T

ranguelo.

Málaga, 8 d e Dicembre de J904.

T o d o lo puede M a ría .
Después de pocos meses que una de mis
hermanas había sufrido una pulmonía, me es­
cribieron que estaba otra vez gravemente en­
ferma de otra pulmonía doble, y que de re­
sultas de la misma le había salido un gran
tumor en la espalda: los médicos trataban de
reventárselo, pero no se decidían, porque no
daba señales de madurez, y si tardaban en ha­
cerlo, era aún {>eor, por que ya empezaba á
dañarle las costillas. En la carta me decían
que si quería v e r por última vez á la en­
ferma, no tardara em ponerme en viaje. Y o no
me-desalenté, sino que confiado en la protec­
ción de María AnxÜiadora, les envié una me­
dalla de la Virgen y una carta, en la que
encargaba á los de mí familia que pusieran
la medalla al cuello de la enferma y empeza­
ran una novena. Al cabo de pocas semanas
recibí una carta en la que se me anunciaba
que mi hermana estaba perfectamente curada:
la pulmonía y el tumor habían desaparecido.
Más tarde otra hermana mía c:ayó grave­
mente enferma de tifus: ya se le habían ad­
ministrado los S. Sacramentos. Pero María
Auxiliadora, á quien acudí con toda confianza
y cuya medalla llevaba la enferma, no la aban-

él

— 73

donó. A los tres días empezó á mejorar y hoy
está perfectamente restablecida.
Muchos otros favores podría narrar, que
M. Auxiliadora nos ha concedido, pero basten
estos para demostrar su immenso poder.
J. B a d o s a , Salesiano.
Ciudadela-Menorca, 20 de Octubre de J904.

¡H o n o r y g lo r ia á M a ria !

A principios de Abril de 1897, habiendo en­
fermado un hermano de un fuerte tifus, la
ciencia médica lo combatió en breves días,
cambiándose éste en una mortal apendicitis,
seguida de un vómito incesante por espacio
de seis días, sin que las medicinas pudieran
surtir efecto alguno; y no viendo esperanzas
de vida en mi querido hermano, la familia su­
mida en pena y dolor, implora de la Santísima
Virgen Auxiliadora, le conceda la gracia de
recibir el Santo Viático, ofreciendo para ésto
hacer la novena y ponerle al paciente al cuello
la medalla; llamóse inmediatamente á un confesor,
el cual al salir de la pieza del enfermo, llama á
los de la familia diciéndoles; tengan conformidad,
no pasa de esta noche. Toda su familia y amigos
rodeaban su lecho, y llegadas las tres de la
mañana se presenta el estestor de la muerte;
mas i oh prodigio! grita el enfermo, ríe, se
incorpora en su cama diciendo: estoy sano,
estoy sano. María Auxiliadora le había curado.
Se publica este favor para que todos los
cristianos acudan con fe á tan bondadosa Madre.
Ju l ia

María

Pardo.

Bogotá (Colombia); Octubre, 2 de 1904.
G loría á M aría A uxiliadora.

I. — E l R. P. Nicanor Carpió C ., capellán del
Lazaretode Cuenca (Ecuador), hace público, como
le ofreció á Maria Auxiliadora , que hallándose
atribulado y en circunstancias muy penosas, re­
currió en varías ocasiones á la Virgen de Don
Bosco, solicitando el remedio de sus males. Lleno
de confianza hizo varias veces la novena, ofre­
ciendo además publicar los favores que obtuviese.
Y la bondadosa Madre, cuya caridad es inmensa
y cuyo corazón se duele del dolor de sus hijos,
acudió en su auxilio, como si se empeñara en
no ceder á otro el interés de aliviar y consolar
á quien abrumado por el peso de sus trabajos
se arrojaba en brazos de su ternura; pues al
cabo de breves días y del modo más oportuno,
se vió el dicho Doctor tan favorecido, que' el
mismo no acertaba á creer si tanto le había pe­
dido; con lo que vió confirmado el dicho de
los santos: que María conoce nuestras necesida­
des mejor aún que nosotros mismos podemos
conocerlas.
Por este m otivo y para mayor gloria de nues­
tra cariñosa Madre, cumple su promesa, ofre­

ciendo una limosna como prenda de su gratitud
hacia Maria SS. Auxilio de los Cristianos.
n . — Atanasio Jangua da públicas gracias á
la Virgen Auxiliadora por haberle librado tic la
cárcel en la que fue detenido por el espacio de
trece meses, por puras sospechas , gastando en
su justa defensa, pero siempre inútilmente, más
de 300$, ahorro de muchos trabajos y sudores
de muchos años. Como tributo de amor hacia
la Virgen de Don Bosco prometió hacerle una
gran fiesta el 24 de Mayo de este año, y de.sea
se publique esta gracia para que sus comjjañcros
los pobres encarcelados, acudan á Su Libertadora
y Madre, Maria A uxilio de los Cristianos.
Cuenca (Ek:uador), 3 de Octubre de 1904.
Bendita sea María.

Una vez más tengo la honra de escribir yo
también los favores que la Santísima Virgen
hace á los con confianza la invocan. Manuel
Belén Lucio, esposo de la Sra. Cooperadora Jo­
sefa Lucio , ha padecido tres años de disintería,
asistido por médicos, tanto en la Costa como en
el interior, sin obtener la salud que buscaba.
Por fin se resolvió á implorar amparo y pro­
tección de Maria Auxiliadora, y desde la Costa,
á donde fué enfermo, escribe que está san o ; y
agradeciendo á la Santísímma Virgen tan mani­
fiesto favor, envía la ofrenda que la había pro­
metido si le devolvía la .salud perdida, que no
encontró en lo humano, suplicando se digne
publicar este insigne favor.
La misma esposa me ha hecho la relación y
el encargo. El enfermo sanó y es de Santiago.
F ern an d o N üñez.

Santiago (Ecuador) Mayo de 1904.
Estando jugando mi hijito Jesús Benigno, so cayó
de la acera que tiene dos metros de aluna. Del
golpe quedó como muerto, y su hermana al traér­
melo y presentármelo pálido y sin movimiento, me
dijo que se había reventado cayendo desde lo más
alto de la acera. En aquel momento triste para el
corazón de una madre, clamé á María Auxiliadora
prometiéndole si conservaba la vida de mi hijito,
liacer una limosna y publicas la gracia : al momento
pedi una medalla y se la puse ai cuello al niño.
Inmediatamente se quedó profundamente dormido
con un sueño apacible y tranquilo: cuando des­
pertó pude observar que tenía un hueso roto en el
lado izquierdo; me aconsejaron que llamara mi
curandero, pero yo que había leído en Ho l k t I.n
muchas gracias extraordinarias, no dudé en aban­
donar la curación en manos de Maria Auxiliadora,
y con gran confianza en su poder é invocando su
santo nombre, apliqué la medalla al lugar de la
rotura. No en vano Maria se llama Auxilio de los
Cristianos; á los tres días, mi hijo estaba comple­
tamente sano. ¡ Mil veces bendita nuestra dulcí­
sima M adre!
M a n y a (Nícaragna), Septiembre de 1904.
C an ' d i d a R o s a O r t e g a d e A l v a r a d o .

J

— 74 —
María oye á sus hijos.
Kn el me.*? de Febiero del presente año encon­
trábame suniamente aflijida; tres sobrinitas que
tenia A mí cargo fueron acometidas por terribles
enfermedades: la mayor tenía un gran tumor en
un ojo y todos temíamos perdiera la vista; en tan
críticas circunstancias acudí á María Auxiliadora,
ofreciendo hacer una novena, confesarme y comul­
gar. No fui desatendida ; al tercer día de la no­
vena, la niñita no tenía novedad, gracias á María.
La segunda fué acometi<la de una terrible enfer­
medad desconocida en la casa, y sin recurrir á mé­
dico ni medicinas nu; dirigí á María Auxiliadora,
poniéndole á la niñita una medalla al cuello, em­
pezó la novena, ofrecí dar una limosna, y á los
pocos dias la niñita estaba enteramente curada.
A la tercera le salieron unas úlceras en la parte
interior de la nariz, ofrecí dar una limosna para
María Auxiliadora y mis súplicas fueron oidas, con
la presente doy cumplimiento á lo ofrecido enviando
una limosna, pues la niñita está enteramente curada.
Sinedejo (Ecuador], ai cíe Octubre de 1904.
A n a V ic t o r ia M o n t e s .

Maria Auxiliadora no desoye nunca
á los tribulados.
En el mes de Junio del presente año sufría un
miembro <le la fatnilia un gran golpe en la cabeza.
Tres dias estuvo entre la vida y la muerte y sin
poder hablar y uno de los facultativos lo había ya
<lesalniciado. Estando ya con las convulsiones de
la muerte y aflijida toda la familia por que el en­
fermo no se podía siquiera confesarse, levanté mis
ojos á la que es con.suelo de los aflijidos, y le pedí
que al menos le concediera el habla para que se
inidiera confesar; después que se cumpliera la vo­
luntad de Dios. No ftieron inútiles mis súplicas,
porque el 8 de Setiembre puedo recibir los santos
Sacramentos y ahora aunque no está bien del todo,
esperamos que pronto se pondrá bien con la gracia
de Maria. Cumplo hoy mi promesa de dar una limo-íiia, hacer una novena y publicar la gjacia en
el B o l e t í n S a l e s i a n o .
Una devota.
Rosario de Santa I-'v (República Arxeiitiiia),
Octubre tti de 1904.

Dan también, con toda la efusión de su alma, gracias
á María Auxiliadora y envían una limosna:
Alicante (España)
Un Cooperador Sales. Rinde
público homenaje de gratitud á Maria Auxil. por
una gracia recibida.
Ainbía (España) — Fe/i.v Prieto: hallábame gra­
vemente enfermo y conociendo mi lastimero estado,
acudí á Maria Aux. prometiendo una Misa y public.tr la gracia: obtenida ésta, cumplo con gratitud
lo prometido.
Barcelona (España) — Fhdra A*, vda. Sacaneh:
gracias á Maria Aux. por un favor alcanzado: en­
vío una limosna y público la gracia, conforme lo
ofrecí.
Bilbao (España)
Carmen Arenaza de .Manza­
nos: H.nllábase mi querido padre en sus últimos
momentos, y no pudiendo recibir el Señor por Viá­

tico, efecto de grave sofocación, invoqué á María
Aux. pidiéndole hiciera á mi padre la gracia de
poder recibir el Viático antes de morir, ofreciendo
una liniosnita. A l instante fui atendida: al enfermo
le paró la sofocación, se tranquilizó y pudo recibir
al Señor.
Cantalapiedra (Salamanca) — A . G ., A . D . y
I. C. en agradecimiento por favores recibidos de
Maria Aux. dan una limosna.
Carcajeóte (Valencia-España) — D . T. y Carmen
Anglasell, agradecidas por gracias obtenidas, dan
una limosna.
Cieza (Murcia) — Dolores Iglesias. Había estado
15 dias de fiebre tifoidea, y á poco tuve una re­
caída grave con fuertes calenturas que me impedían
tomar ningún alimento, y me daban ataques de
asfixia tales que muchas veces crei morir. Empe­
zaron los <le mi familia una novena á Maria Aux.
suplicándole me concediese la salud: cada día de
la novena iba marcando un grado de mejoría, hasta
que el último dia de la novena me encontré com­
pletamente sana. Sea bendita Jlaría Auxiliadora.
Cuenca (España) — León Culebras y Alejandro
Palomo dan gracias á Maria Aux. por favores re­
cibidos.
Colonia Novo Toríno (Prov. Sta. Fe, Rep. Ar­
gentina). — Señora Victoria Destefanis de Davicino
da gracias á la Virgen por haberle librado repeti­
das veces el hijo José de graves enfermedades, y
ofrece una limosna.
Cuenca (Ecuador) —• Remigio Romero y su se­
ñora Aurelia Cordero dan testimonio de gratitud á
Maria Aux. por un señalado favor. Su hija Cle­
mencia se encontraba á las puertas de la muerte.
En medio de tal tribulación todas las personas de
la casa se reunieron para pedir á María Aux. la
salud de la enferma. ¡ Cuál no sería la sorpresa de
todos, cuando al concluir la plegaria advirtieron que
la niña estaba ya fuera de peligro. Dichos señores
hacen público este favor, prometiendo con todo su
corazón amar más y más á la Auxiliadora de los
Cristianos.
Illescas (Ecuador) — Ignacia Samaniego, agra­
decida á Maria Aux. por una gracia temporal muy
señalada.
Huercal (Almería) — Una devota, por una gracia
obtenida.
Jerez de la Frontera (Cádiz) — Maria del Carmen
S. é I .: Mil gracias á Maria Auxiliadora por ha­
bernos resuelto un asunto que le teníamos ya por
perdido. Da público testimonio de gratitud y ruega
á tan buena Madre siga .siendo nuestro poderoso
auxilio.
La Plata (R. Argentina) — Juana M axurell Coop.
S a l.: doy gracias á Maria Aux. por varios favores
recibidos y envió una limosna para .su Santuario.
Oviedo (España) — Magdalena Mene'ndez, agra­
decida á Maria Aux. por dos favores recibidos,
manda una limosna para su culto.
Pante (Ecuador) — Unyíí/,-estaba preso sin culpa.
No sabiendo á quien acudir para mi liberación, me
acordé de Maria Aux. y de las gracias que concede
á sus devotos. Recurrí con devoción á Ella, y á
los dos dias recobré mi libertad. Bendita sea Maria
.-\uxiIiadora.
Ibídem — Vicente Am dn, profundamente con­
movido por la bondad de Maria Aux., envió una
limosna que había prometido.

— 75 —
Quito (Ecuador) — Z . E . M.viriquc, por haber
obtenido la salud de un pariente mió gravemente
enfermo, sólo con invocar á María Aux. y prometer
una limosna. — Una Cooperadora: se propagó entre
una familia adversaria una calumnia con la cual
hubiera tenido eterna amargura en mi matrimonio:
acudí á María Aux. ofreciendo una limosna y Ella
me escuchó: todo ha quedado en silencio. — M.
Ch. A .: encontrándome enfermo recurrí á María
A u x .: Ella escuchó mis ruegos y yo agjadecido
cumplo mi promesa. — Una ^ñora da público tes­
timonio de gratitud á María Aux. por una gracia
recibida. — J . M. Coop. S a l.: Me encontraba gra­
vemente atacada al corazón: como en otra ocasión
parecida, acudí á María Aux. prometiendo una li­
mosna. Gracias á la bondad de María, me encuen­
tro perfectamente restablecida. — E . C . da una

Uitlnifl Esperanza - Puerto Coosuelo.

importante limosna por haberse resuelto con el au­
xilio de María un asunto sunramente diHcil y de
grande importancia.
Riobamba (Ecuador) — Fernando Nútiez: Ofrecí
á María Aux. una limosna si me libraba de un
empleo desagradable para el cual había sido ele­
gido por la Autoridad Su|>erior: atendida mí pe­
tición, cumplo lo ofrecido.
Salamanca (España) — Laura Vega, agradecida
á María Aux. por varios favores recibidos, manda
celebrar una novena de misas y una misa cantada
con Manifiesto. — D . Cesárea da gracias á María
Aux. por una gracia recibida y manda una limosna.
San Marcos (Ecuador) — E lisa Cabrero, por ha­
ber sanado de un fuerle dolor. — Miguel Palomeque, por un favor recibido.
S, Pablo de Ordal (Tarragona) — D . M. J/. da
gracias á María Aux. por haberme curado de dos
enfermedades que me pusieron al borde de la tumba:
en reconocimiento á tan buena .Madre puse el nom­

bre de María Auxiliadora á una hija mia dada a
luz felizmente durante una de mis dos enfermedades.
Sarria (Barcelona) — La E . M. Abadesa del R.
Monasterio de Pedralves manda una limosna en
acción de gracias á María Aux. por haber conce­
dido la salud á la Srta. Mercedes M ir Deulojem.
Valencia (Esptóa) — Salvador Cebriá envía un
ex-voto por un gran favor recibido. — Concepción
Colomer, entregó dos limosnas por otros tantos
favores recibidos.
Ibidem — D . Mariano Sibicón. Un niño de lo
años llamado Ricardo de los Ríos tenia un flemón
en la pierna que le impedia andar: le ancosejé que
acudiera con fe á María Aux., y asi lo hizo: al dia
siguiente el mal había ya desaparecido.
Vigo (España) — Consuelo Iglesias. Hacía diez
días que un hermano mío venia padeciendo agudos
dolores en el cuello que le impedían niover la ca­
beza y hasta andar: hice una novena á María Aux.
prometiéndole publicar la gracia, y desde el primer
dia empezó á notarse mejoría en el paciente, y hoy
está completamente sano. Agradecida á tan buena
Madre cumplo lo prometido. - - Hacia seis dias
que sufría yo agudos dolores de neuralgia que me
impedían todo trabajo y no me dejaban descansar:
el día de la Natividad de N. S. fui á confesar y
comulgar, pedí á María Aux, que me aliviara y le
prometí una novena. En seguida me sentí mejor y
hoy me encuentro completamente buena. Bendita
sea María Aux.
X** — E . y S. P . Hallándose mi hermanito con
tos ferina, acudi á María Aux. prometiendo publi­
car la gracia si le sanaba: gracias á María, mi her­
manito de un mes de edad, está sano.
X** — Marta Bueno: Eternamente agradecida á
María Aux. por haber devuelto la salud á mi hijita de seis meses afecta de bronquitis y por ha­
berse dignado escuchar mis ruegos, sanando á una
pobre madre que, después de haber recibido los
SS. Sacramentos, se encontraba ya en la agonía.
Bendigo el nombre dulcísimo de María Auxil. y
doy público testimonio de gratitud.
X** — Manuel Della García de 12'años de edad
sufría desde hacía seis meser
-dos dolores en
un p ie : habiendo acudido
.jre á María Aux.
y prometido publicar la gr^
.1 paciente curó casi
instantáneamente el dia 8 de Septiembre, Cumple
gustoso lo prometido.
Zaragoza (España) — L . G. Coop, S a l.; doy in­
finitas gracias á María Aux. por muchas gracias
recibidas de tan buena Madre, y en prueba de gra­
titud doy una limosna para su culto.
Súplica ¿ M. Auxiliadora.
D . Francisco Cabañá de Bañólas (Gerona-Espafia)
suplica encarecidamente á los Cooperadores y Lec­
tores pidan á María Auxiliadora que le conceda, si
le conviene, la vista que ha perdido de resultas de
una enfermedad.
N. B. — Suplicamos encarecidamente á los agra­
ciados , se sirvan indicar con claridad el nombre
y apellido, y el pueblo, provincia y nación de su re­
sidencia. Si la cualidad de la gracia exige que se
conserve el incógnito, sírvanse advertírnoslo y pu­
blicaremos sólo las inicíales; pero necesitamos saber
la proveniencia precisa de las gracias ¡jara poder
responder de su autenticidad. Es cosa que viva­
mente recomendamos.



76

1


4-

4 -

RÓNICA SA L E SIA N A

nario Salesiano. Ningunos los medios de que dis­
poníamos, por lo que nos limitamos á solemnizar
tan fausto día con la magnificencia de corazones
purificados y fervientes. Nos preparamos con so­
lemne novena, que consistió en Santo Rosario, co­
pla piadosa, sermón y Bendición con S. D. M. Por
una parte sentíamos en el alma no poder festejar
dignamente á la Virgen sin mancilla y por otra nos
alegraba el pensamiento de haber empezado así
nuestro gran P. D. Rosco, experimentando de este
modo los efectos de nuestra amada pobreza.
El día 7 á las 4 de la tarde entonado el Ve/ii Creator SQ procedió por el nuevo Sr. Inspector R. P. Ra­
món Zabalo de esta provincia Céltica á la bendición
de las sotanas que impusoá los noveles adscritos,
cinco de la Céltica y tres de la Andaluza, los que se
encontraban verdaderamente conmovidos. También
tuvo la dicha de emitir los santos votos D. Guillermo
Gil, primero y último á quién impuso la bendita li­
brea de Cristo, aquel gran apóstol y virtuoso, que fué
D. Ernesto Oberti (q. s. g. h.). La alegría de estos
nuevos soldados de D. Bosco re reflejaba en sus
rostros. El Señor de la miés mande muchos santos
imitadores. El 8, solemnidad de la Inmaculada,
todo por doquier respiraba pureza y alegría. María
fué la reina de nuestros corazones, de nuestras pa­
labras y de todas las acciones de aquel dia inolvida­
ble. A las 7 i\2 hubo Misa de comunión general.
A las 10 Oficio solemne, cantándose con gusto y
afinación la Missa Tertia de Haller. Por la tarde
á las 3. Vísperas solemnes y sermón, finalizando
la fiesta sagrada con la Bendición de S. D. M.
Luego se entretuvo á los numerosos niños del
nuevo Oratorio festivo con una variada rifa, saliendo
éstos muy contentos y animados. Acto seguido
tuvimos Academia literario-musical en una sala lu­
josamente adornada, destacándose la Sda. Imagen
de la Inmaculada entre multidud de variadas luces
eléctricas, atrayendo á si las miradas de los pre­
sentes por la hermosura y angelical candor que se
traslucía en la obra maestra de nuestro inmortal
.Murillo.
La ejecución de los números indicados en el pro­
grama fué acertada, cosechando cada uno de ellos
repetidos aplausos de los entusiasmados presentes.
Como que nuestra Casa es nueva aún, está falta
de todo lo necesario para el culto, las escuelas, la
música etc. Recomendamos á nuestros Coopera­
dores que no se olviden de ella, y la socorran con
generosidad : nosotros les prometemos nuestras ora­
ciones y nuestra perpetua gratitud.
CARABANCHEL ALTO (Madrid). — Nos escriben;
Que él Señor bendiga y haga florecer este pe­
<i Grandes en verdad eran los deseos que anima­
queño plante!, que ha inaugurado su existencia con
ban á los Superiores y alumnos de esta incipiente
un himno á la Virgen Inmaculada, reina de nuestra
casa (del S Jo. Corazón de Jesús de Carabanchel Alto
España y de nuestras almas.
_¡Uadríd) para celebrar con pomjui y suntuosidad
la fiesta de la más pura de las criaturas, nuostra
CIUDADELA ( M e n o r c a ) . — Nos escriben : Nuestro
Madre Inmaculada Auxiliadora, fiesta que fué, sino
Colegio de S. Luis progresa y adquiere inmensa
la inauguración oficial de la casa, qne ann no se
ha hecho, la inauguración intima de este Semi­ popularidad: nuestras fiestas, aún las más intimas,

BERNAL ( B u k n o s - A i r k s ). — Colegio Pío IX de Artes
y Oficios. — Tomamos de una correspondencia: La
Asociación de Santa Cecilia, establecida en los Cole­
gios Salesianos de la República Argentina, ha dado
una prueba de lo consolador que es la práctica del
Mota Propio, que la Santidad de Pió X emanara de
Roma para todo el orbe católico, celebrando con
pompa inusitada la fiesta de la Virgen Sta Cecilia,
bajo cuyos auspicios milita dicha Asociación.
Si intentara poner de manifiesto los dulces recuer­
dos que conservan cuantos asistieron á la solemnilUul, excederia los limites de una suscinta relación
con la <iue entiendo comunicar á los lectores de
nuestro Boletín qtie también en Buenos Aires se
trabaja con anhelo por la noble causa de la res­
tauración de la música sagrada.
Prueba de ello fué el número de concurrentes
cpie superando la cifra de 200 han lucrado la in­
dulgencia Plenaria conmlgando en la Capilla de
Bernal.
Kntre los objetos que se tuvieron presentes al cele­
brar dicha solemnidad, figura la colación de diplomas
á los nuevos miembros que, previo examen, son admi­
tidos á formar parte de la Asociación. Con este fin
reuniéronse en Bernal los alumnos de 8 Colegios
con sus respectivos maestros; y es digno de elogio
el empeño con que los asistentes al acto se cambia­
ban ideas y se daban explicaciones entre si.escogitando medios para poner por obra cuanto está con­
tenido en el Documento Pontificio. Y en la práctica
resulta verdadero cuanto se dijo, desde el momento
<|ue fielmenteSehan interpretado partituras di^Canto
Gregoriano según Solesmes, de Gruber, Sthele,
Singemberger, Antolisei. Pagolla. Dogliani y otros
autores de pulso: no faltaron cantos alegres y chis­
tosos que entretuvieron ya en la mesa dátidose el
buen apetido nuisicado unos á otros ya durante la
representación del drama Culpa
Perdón del R. P.
J. B. Lemoytte, con himnos, romanzas, etc.
Kntre la alegría bulliciosa de los pequeños mú­
sicos se sortearon los números de una Ri/a á be­
neficio de la .'Asociación.
Al dar término á esta rápida relación quiero digir una palabra de aliento á cuantos trabajan por
la buena causa tle la música sagrada ; pues si bien
es verdad (pie muchas son las dificultades con ipie
se tropieza, son también grandes los consuelos que
se perciben cumpliendo los deseos del Anciano ve­
nerando del Vaticano, el Sumo Pontífice.

son fiestas populares, y la población de Cindadela
acude frecuentemente á la Casa Salesiana, que va
captándose las simpatías de todos: los alumnos pa­
san de 600.
El domingo 15 del p. pdo. Enero en el Colegio
Salesiano tuvo lugar una fiestecita verdaderamente
simpática. Se tratada de honrar á D. Manuel Hermida, á quien los Salesianos y alumnos aman como
á padre cariñoso. A este fin se reunieron, á las 5 de
la tarde, en el salón de actos, los alumnos, las au­
toridades eclesiásticas y civiles, entre las que de­
bemos mencionar al Sr. Obispo y al Sr. Alcalde.
Entre el numeroso público que llenaba de bote en
bote el ancho salón, se distinguían numerosos in­
dividuos de todas las clases sociales, obreros, co­
merciantes y las más distiguidas personas de la
ciudad.
Aquella era realmente una reunión popular, por­
que el pueblo en masa habia acudido alli llevado
de un sentimiento sólo ; el sentimento de la gra­
titud y del afecto hacia tan buena institución, cuyo
único fin es la salvación de la juventud y propagar
la ilustración y el progreso cristiano.
La ejecución acertada de un hermoso programa
dejó dulcemente impresionado al público, que con
satisfacción contemplaba y admiraba las buenas
cualidades de sus hijos en el arte de declamar y
de cantar.
Habló el Sr. D. Angel Ruíz saludando al que
era obieto de la fiesta, en nombre de los padres
cuyos hijos reciben educación en el colegio.
También hizo uso de la palabra el señor Notario
Dr. D. Antonio Anglada, quien saludó al Sr. Ins­
pector, en nombre de todos los Cooperadores de
esta ciudad.
Los vivas y aplausos que salian espontáneos del
corazón de todos se alternaban sin cesar.
En último habló el P. M. Hermida dando las
gracias á todos los presentes y animándoles á seguir
en la noble tarea de salvar á la heróica y noble
Cindadela , procurando á sus hijos una educación
sólida y en todo conforme á las máximas de Cristo.
VALENCIA (E s p a ñ a ). — Cortamos de La Voz de
I 'alenda:
Por la Obra de Don Bosco. — £1 año anterior publi­
camos un articulo sobre tan importante tema, sobre
esa Obra que salva é instruye á la niñez, y que
por tanto, prepara las generaciones venideras plantan lo árboles que el dia de mañana habrán de dar
sazonados frutos en esta sociedad tan necesidada
de hombre justos, rectos é ilustrados.
Grande es la labor de los hijos de Don Bosco,
tin grande, que Su Santidad Pío X, el pasado
agosto, dirigió al Rector Mayor Don Rúa una carta
entusiasta y paternal, en la que dispensa su bene­
volencia a la Sociedad Salesiana, ensalza al ilustre
Don Bosco, modelo de humanas virtudes y bien­
hechor de la sociedad civil.
Su Santidad recomienda la santa empresa espi­
ritual de Don Bosco á todos los cristianos, consi­
dera, dentro de la condición de los tiempos, la
formación de las almas de los jóvenes como la
cosa más importante, y excita á los católicos á fi­
gurar como Cooperadores salesianos, á quienes
Pío X , al igual que Pió IX y León XIII, concede
bendiciones é indulgencias, deseando que los 300,000
cooperadores actuales se multipliquen cada dia.
El Papa, el supremo Maestro, habla bien elo­
cuentemente de los Salesianos , que gracias á la
Providencia, se han extendido por todo el mundo,
con más de 350 casas.
La de Valencia (calle de Segunto, número 25)

que ha progresado j’a mucho, no es lo que de­
biera ser (i), dada la proverbial caridad de los va­
lencianos; alli existen actualmente 85 alumnos inter­
nos y 250 externos que reciben instrucción gratvúta
de artes e industrias, y de primeras letras.
Los domingos pasan de 350 muchachos los que
alli se congreg^an , resucitando el Oratorio /estivo^
cuna de la fundación de Don Bosco, que empezó
apartando á los niños de la peligrosa holganza,
divirtiéndoles y enseñándoles en su mibigroso Ora­
torio.
Entre las industrias que se practican en las lla­
madas escuelas pro/essiona/es (talleres), según el
lenguaje salesiano. están la imprenta, carpintería y
zapatería. Es admirable ver á los pequeños obreros
trabajar bajo la mirada de Dios y el estimulo de
la piedad.
Causa verdadera pena que á este progreso de la
casa salesiana de Valencia, á este impulso generoso
de los beneméritos hijos de Don Bosco haya (pie
poner limite por falta de recursos.
Es necesario que la caridad fomente en Valencia
lo que en Barcelona, Sarriá. Utrera y Sevilla está
lleno de vida.
Los hijos de Don Bosco, cual nuevos conquista­
dores, han medido los términos de la tierra, en­
contrando en las cinco partes del mundo bendicio­
nes y auxilios. ^
¡Valencia también es generosa y agradecida, y
más tratándose de la salvación de la juventud!
J o s é M. A p a r i s i .
BARRANQUILLA (C o l o m b ia ) — Cortamos de £¿
Siglo periódico local:
Esperanzas. — Grato sobremanera nos fué el asistir
el jueves último, fiesta de la InmaculadaCoucepción,
á la función que los RR. PP. Salesianos dieron en
el patio de la casa cural de S. Roque. Se trataba
de bendecir la primera piedra ’de la Escuela de
.\rtes y Oficios; el programa que anunciaba el acto,
fué ejecutado en todas sus parles con gran compla­
cencia de todos los concurrentes.
La piedra destinada al efecto fué bendecida por
el Protonotario Apostólico, residente en esta ciucla<i,
y colocada en la parte N. E. de dicho recinto,
junto con una redoma que contenia algunas mo­
nedas y una lista con los nombres de las actuales
autoridades de la Iglesia y la República, los padri­
nos de la fiesta y los cooperadores salesianos de
Barranquilla. Los Sres. Dres. Rogelio García y
Pedro A . Manotas con palabra fácil, elocuente y
correcta dieron á conocer á todos los presentes, el
objeto é importancia de la obra que se comenzaba,
y lo trascendental que era, por la influencia que
ejercería en la educación de la juventud más me­
nesterosa de esta ciudad. Hubo en seguida alguiios
cantos escogidos y un gracioso sainete. Amenizó
la fiesta la Banda Salesiana compuesta toda de
niños, y terminó con un corto discurso del P. Supe­
rior de los Salesianos en Colombia, R. D. Antonio
Aime, en el que dando las gracias á todos los bien­
hechores de la obra salesiana, explicó también
el objeto de las Escuelas-Talleres dando á conocer'
en todas sus palabras un corazón lleno de genero­
sidad y amor á la juventud,
( i ) Transcribimos estas líneas, no como un reproche
á la hermosa é hidalga Valencia, porque bien saben
los Salesianos lo que le deben, sino jiara excitar la ca­
ridad de los Valencianos que en todos los tiempos y en
todas las obras dignas y grandes, han demostrado la
hidalguía y generosidad de sus corazones; lo hacemos
para presentarles una obra digna de su atención y
caridad.

-

Es verdaderamente digno del mayor encomio el
ver como mientras se oyen por todas partes voces
que lamentan nuestras desgracias, hay aún hombres
generosos que se alzan para cortarlas ó ponerles al­
guna valla, ya buscando el mal en su centro para
destruirlo, ya en su simiente para impedirle que se
desarrolle y crezca. Este es el obfeto de esta obra
que se ha principiado y que esperan los salesianos
llevar pronto á feliz término, contando con el auxilio
de todas laS personas de buena voluntad. De esas
Escuelas-Talleres han de salir útiles obreros que
practiquen sus deberes y que conozcan también
sus derechos. El contribuir á su construcción es
pues una obra filantrópica por excellencia, y como
dijo elegantemente en su discurso el Dr. García:
« Es un templo que se levanta al trabajo, que
dignifica al hombre y lo engrandece; que lo hace
Sehor, porque lo liberta, templo augusto en donde
no se escuchará otro ruido que el de las artes
apagando la ola de las pasiones mundanas, y el de
la voz del artesano grato, cuando al declinar el sol,
se postre ante su Dios para
ciarle gracias por haberle con­
cedido « El pan nuestro de
cada dia. »
BUENOS AIRES— CoUeglo PíoIX
— Almagro por la Inmaculada. —
Dice E l nuex>o templo de S,
Carlos: También la Parroquia
de San Carlos el domingo i i
de Diciembre, ofreció á la
Virgen Inmaculada su ferviente
homenaje, que fué como com­
plemento de la fiesta del 8 que
se celebró solemnisima espe­
cialmente por la mañana. —
Docienlas cincuenta niñas y
ciento cincuenta niños recibie­
ron el dia de la Inmaculada
su primera comunión ya en la
Cripta, ya en el Oratorio Fes­
tivo de S. Francisco de Sales,
con otros setenta entre niños y niñas del Oratorio
de S. Antonio: muchos otros niños y niñas que en
varias solemnidades del año habían sido promovi­
dos á la primera Comunión, la renovaron en este
domingo, de manera que se ha calculado que en
derredor de la Virgen Inmaculada en este barrio de
Almagro brillaban conjo e.strellas m il tiernos cora­
zones, que en este jubileo recibieron al Cordero
inmaculado. Grandiosos también eran los prepara­
tivos para la tradicional y solemnisima Procesión
de la Inmaculada; toda la población estaba en moviniiento y la expectativa pronosticaba un aconteci­
miento. El tiempo luchó contra toda esa buena
voluntad y quiso frustrar las esperanzas de tanta
jtívoniud: pero no venció. — Ya desfilaba la pro­
cesión y se ponían en movimiento los estandartes,
cuando se desató la tormenta y empezó á llover á
olmaros, inundándose todas las calles. El limo.
Mons. Costamagna, que 26 años hace inició esas
procesiones, entretenía con ferviente sermón á los
apiñados feligreses en la Cripta: salían los encarga­
dos de la proces.sión para ver el tiempo, que no
daba señales de componerse: hubo que ceder y de­
terminar que la procesión se trasladaría á otro do­
mingo. — A las 6112 p.m. apareció por un instante
el sol y con él se reanimó la esperanza de todos
los niños y de un grupo de feligreses, que no sa­
bían resignarse á diferir la Procesión más allá
de la octava de la Inmaculada: un gjito de entu­
siasmo, que fué como un piebiscitOt prorrumpió del

7 8

-

corazón de todos: que se haga la Processiónl
Y la procesión se hizo con perfecto orden, con
suma devoción y con éxito felicísimo. — El esta­
llido de las bombas, el sonido de las campanas, y
las armonías de dos bandas de música avisaron al
vencidario, que salió á venerar la hermosísima /«maculada ya tan conocida y amada en Almagro,
donde ha obrado tantos prodigios. La processión
recorrió las calles Artes y Oficios, San Carlos,
Castro Barros y Victoria, y tomaron parte todas las
Asociaciones piadosas de la Parroquia, aunque
muchos de sus miembros ya se habían ansentado.
Jamás se vió una procesión como ésta, en la que
todos (una dos mil personas) oraban y cantaban
con acompañamiento de banda, sin que hubiese la
menor interrupción ó la más leve irreverencia. _
Una vez más Almagro ha dado prueba de su fe y de
su cultura moral y religiosa. Para el domingo 18
quedó aplazada la Velada en honor de la Virgen,
que ha de poner término á nuestro tributo filial en
honor de Maria Inmaculada.

Regiones Magellánicas.

VARIEDADES
fielatos históricos
de las misiones salesianas de la Patagonia.
Las primeras Comuniones en el desierto
de Chichinal.

Las armas argentinas en 1879 habían empren­
dido la conquista del desierto de la Patagonia, y
los Misioneros salesianos las habían seg^uido con
la Cruz, para suavizar el rigor de la guerra.
El Cacique Sayhueque, á las insinuaciones de
uno de los PP. Misioneros, se había rendido con
sus Capitanejos y sus setecientas lanzas.
El Cacique Yancuche creyó mejor ponerse en
salvo y, cruzadas las cordilleras, se pasaba á la
vecina República de Chile.
Su hijo D. Miguel y Capitanejos con trecientos
mocetones se acogieron á las promesas y condi­
ciones del gobierno, y las dos tribus bajaron de
las Cordilleras y se establecieron en la vasta y
fértil planicie de Chichinal, en la margen derecha
del Rio Negro, á 90 leguas de Viedma.

— 79 —
Sayhueque trocó los toldos, abiertos á todos los
vientos, con chozas de palos á pique revocadas con
barro; las cubrió con carrizo y, con cierto órden,
distribuyó en la vasta llanura, y á manera de un
campamento, á las numerosas familias de su tribu.
Miguel Yancuche, más inteligente y sagaz, colocó
su gente á orillas del Rio y formó una pequeña
aldea, con plazuelas y calles flanqueadas de ranchos
y un pozo común de agua, cerca de su modesto
rancho, pero más aseado y cómodo y con una en­
ramada al frente, que lo defendía de los vientos.
El gobierno cumplía con generosidad sus com­
promisos, y á los dos caudillos, que habian de­
puesto las armas y optado por la civilización cris­
tiana, les pasaba los víveres en carne y harina,
yerba, azúcar, etc.; pero faltaba cumplir con la
parte más importante, la instrucción religiosa y
su conversión al Catolicismo , como lo manda la
Constitución argentina.
Los misionerios salesianos se ofrecieron para tan
honrosa y santa empresa.
Desde Patagones , donde habían establecido su
primera Casa de misión, cruzaban en distintas di­
recciones el campo, recorriendo á caballo centena­
res y centenares de leguas por ambas márgenes del
Río Negro.
Catequizaron á muchos indios, bautizaron sus
criaturas y recibieron á muchos de ellos en los Co­
legios de Patagones y Viedma , declarada capital
del vasto territorio.
A fines de 1887, Monseñor Cagliero, Obispo ti­
tular de Mágida y Vicario Apostólico de la Patagonia (hoy Arzobispo tit. de Sebaste), se embarcaba
en el vaporcito de la escuadrilla y remontando el
Río, en ocho dias llegaba á Chichinal, donde le
esperaban los misioneros D. Domingo Milanesio y
D. Bartolomé Panaro.
El Capitanejo Clencheu, enviado por Sayhueque,
y una deputación del Cacique Yancuche recibieron
á Su .Señoría lima, con todos los honores de un
parlamento indio.
El comandante y la oficialidad de la pequeña
guarnición local, con algunos soldados acompaña­
ron á Monseñor á su humilde habitación.
Era un rancho revocado con barro interior y exteriormente; el techo estaba cubierto de ramas
secas, la puerta de tablas con grandes rendij.as y
un gran agujero servia de ventana que daba libre
paso al viento y al polvo.
Lo más ancho de la choza se destinó para ca­
pilla, y un rinconcito de tapia con catre de cam­
paña y cueros por colchón, fué todo el mueblaje de
la Catedral y Palacio del señor Obispo. Los Padres
Misionerios se refugiaban todas la noches entre las
matas, y el catequista, por falta de cocina, prepa­
raba, detrás de la choza, la comida al aire libre.
La misión duró como tres m eses; primero se
bautizaron y se confirmaron todas las criaturas;
luego empezaron las instrucciones del Catecismo, y
mañana y tarde los niños y niñas grandecitos asis­
tían á la Doctrina cristiana, que se les explicaba
en indio y en castellano.
Los adultos y mocetones, los padres y madres
de familia recibían la instrucción á parte.
Un rancho desocupado, el mejor que se pudo en­
contrar, servia de capilla. Asistían por lo regular
los dos Caciques con su gente.
Instruidos suficientemente, en grupos de cua­
renta á cincuenta, los trescientos paisanos de Yan­
cuche, los setecientos de Sayhueque y muchos otros
de varios capitanejos en Choele-Choel y en Roca,
recibieron el Sacramento del Bautismo y Confirma­

ción y ratificaron con la bendición del Obispo, sus
uniones matrimoniales.
*
Los más aventajados de entre los niños y las
niñas fueron objeto de mayores cuidados y más
esmerada instrucción, para prepararlos á recibir la
santa Comunión.
El 8 de Diciembre, fiesta de María SS. Inmacu­
lada, fué escogido para el acto más importante de
la vida, para la primera Comunión de ocho jovencitas del capitanejo Chencheu, las cuales descolla­
ban por su virtud, sencillez y piedad recibidas con
el santo Bautismo.
Llegada la víspera de tan hermoso día, nuestras
neófitas asistieron con particular atención á la ins­
trucción en la que se les hablaba de la S. Euca­
ristía, del grande amor de Jesucristo para con miestras almas y del celestial alimento con que Dios
las sustenta en la tierra hasta admitirlas á parti­
cipar de su resplandeciente gloria en el Paraíso.
Las niñas parecían transformadas en sus .sem­
blantes, ¡ tan grande era el deseo de recibir al Dios
de los inocentes, el Pan de los A ngeles!
Monseñor, rodeado de sus misioneros, antes de
despedirse para ir á sus chozas, les recomendó
que á la mañana siguiente volviesen bien limpias,
limpias las manos, las caras y vestidos, y más que
todo, recomendóles no se olvidaran del ayuno ne­
cesario para recibir la S. Comunión.
A las pobres indiecitas no les fué difícil arre­
glarse, pues sus vestidos consistían simplemente en
un pedazo de género ceñido al cuerpo por un cin­
turón de lana, tejido y teñido por ellas y una manta
con que envolvían la persona con más que regular
decencia.
La caballera suelta y recogida con una cinta les
servia de velo, la tez cobriza de los brazos excu­
saba las mangas, y los pies los llevaban desnudos
y sin calzado; todos sus atavíos, pues, consistían
en sus almas bellas, en el semblante sencillo y en
su continente modesto.
Amaneció el ocho de Diciembre con.toda su be­
lleza estiva; el aire de Chichinal era, en aquella
mañana, más puro y la luz más suave que en las
ciudades de Europa.
£1 afortunado tropel de niñas y de niños se dis­
puso con órden en la modesta capilla; asi.sticron
al Santo Sacrificio de la Misa, celebrada por el
señor Obispo; rezaron en común las oraciones y
oyeron con atención particular el sermoncito que
Monseñor les dijo, en preparación á la santa Co­
munión.
Y como Su Señoría dudara de si alguna hubiese
comido ó tomado agua, les preguntó si estaban en
ayunas, pues el Santo Sacramento del Altar debía
recibirse sin haber probado antes alimento alguno,
y le contestaron que desde la víspera anterior no
habian comido nada.
Fué, pues, todo un acontecimiento y una fundón
religiosa revestida de gracia y singular novedad,
la primera Comunión de nuestros neófitos de Chichinal.
Ostentaban sobre sus pechos la cinta celeste con
la medalla de la Purísima; sus rostros traslucían
el dulce candor de sus almas y sus corazones re­
bosaban de la alegría más pura y santa durante
toda aquella mañana.
Por la tarde asistieron á la instrucción de cos­
tumbre y se retiraron á la puesta del sol, después
de redbir la bendidón del señor Obispo.
A l día siguiente volvieron á la misión, oyeron
otra vez la S. Misa y aprendieron el rezo del santo
Rosario, regresando como á las nueve á sus pobres
ranchos.

m
- 8p Al anochecer del mismo día, acabada la instruc­
ción dél Catecismo, nuestras neófitas*y demás com­
pañeras se despedían con el semblante cada vez
más sencillo y lleno de contento.
Monseñor, desde la puerta de su choza, las ben­
decía complacido y con manifiesta satisfacción les
acompañaba con su cariñosa y paternal mirada.
Ya se iban alejando, cuando un grupo de entre
ellas se para, y una de las más grandecitas se ade*
lauta y dice a Monseñor: padre, hambre.
Monseñor entonces, volviéndose al Catequista,
que estaba á su lado, le d ice: — Dale la poca
carne que nos ha sobrado.
La niña la recibe y corre hacia las compañeras.
Mas andados unos pasos, por segunda vez se de­
tienen y se ponen á conversar con marcado interés
unas con otras.
Vuelve á Monseñor la niña y repite: « Padre,
hambre. »
Monseñor, creyendo no fuera suficiente la carne
que le había entregado , dice al Catequista: bueno,
busca el poco pan cjue tenemos guardado para este
noche y tráemelo... eran unos seis mendrugos se­
cos, y se los entrega á la niña que se apresura á
alcanzar á las compañeras, pues la estaban espe­
rando.
Parte con ellas los panes y no se mueven... mi­
ran á Su Señoría con aire incierto... y por tercera
vez, la embajadora vuelve y d ice:
« Padre, tener hambre... mucha hambre...
Pero, hijas mias, contesta Monseñor: os hemos
entregado todo lo que tentamos y no sabría con
que regalaros más...
Kntonces la niña mostrando el pan y la carne
recibida: « Gracias, Padre, gracias, ¿pero cuando
comer? »
— Cuando os agrade, ahora, esta noche, mañana...
— ¿Y Comunión y ayuno?
A estas exclamaciones Monseñor comprendió la
etiuivocadón en que habían caído las pobres in*
(lias y les dice: « ¡H ijas benditas... el ayuno de
la Comunión está proscripto sólo para la mañana
en que se recibe, no para todo el día y mucho me­
nos para el día siguiente...!
» Corre, pues, y diles á tus compañeras que
pueden comer cuando quieran, como quieran y
ahora mi.smo, pues la Comunión la recibisteis ayer
por la m añana...! »
Las pobres neófitas habían ayunado con motivo
de su primera Contunión , como 48 horas largas,
sin probar nada ni tragar una sola gota de agu a...»
No es para contado, como se haya apresurado
la niña á llevar el permiso de comer á las otras
compañeras...
Kntre lloros y risas de gozo se echaron á correr
hacia sus rattchos y acosadlas por el hambre, comiat), por el mismo camino, los pocos panecillos
recil)lilos. dando liasta mordiscos á la carne cruda
que llevaban...!
I Qué sencillez, qué equivoc.ición y qué tremendo
ayuno para estas pobres indiecitas...!
.■ \dmiremos é imitemos la fe robusta, la bondad
y la sencillez con que Dios es recibido, amado y
servido por los neófitos del desierto!

611R.1P. Jllbera en €$paña
A m ediad os de F eb rero salió de T u rin
el R. P . P A B L O Á L B E R A , D irecto r E s ­
p iritu al de la C on gregación S a le sia n a , con
el objeto de v is ita r la s c a s a s sa le sia n a s de
E sp a ñ a y P o rtu g a l. H ace dos años que
el P . Á lb e ra v o lv ió de la v is ita general
de la s c a s a s de A m erica , que duró dos años
y m edio, y com o h ab rán podido v er los
lecto res en la relación que de dicha visita
se da en el B o letín , en tod as p a rtes fué
recib id o con gran a g a sa jo , digno de su
alto c a rg o y del celo que desp legó en
su ard ua m isión.
M ientras anunciam os á nu estros C oope­
rad o res tan g ra ta v i s i t a , auguram os á
nu estro ven eran do S u perior, un felicísim o
v ia je y cop ioso fruto de bendiciones y de
consuelos.

L ibros regalados á esta Dirección y que
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substanciosa obra del Dr. Reinstadler, con cierto
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Me felicito de la aparición de este libro del P.
Carlos Lasalde, conspicuo y erudito escolapio de
España, libro que á mi modo de ver es el primero
en su clase, porque no deben considerarse como
tales los del P. Benito Feliu y algún otro, que
aparecieron en el siglo XVIII.
Me felicito también del feliz pensamiento que h.a
dirigido la confección de esta obra, en la que se
respira un suave ambiente de amor á la lengua, á
las ciencias y sobre todo á la religión y á la jjatria ».
(El R. P. Felipe Estévez).

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42S pág.), en rústica fr. 2,75, en tela con cortes
encarnados (n. 34) fr. 3,40, en chagrín ín. 70)
fr. 4,50. B. Herder, Friburgo de Brisgovia (Ale­
mania).
El Discípulo del Corazón de Jesús. Manual publicadÓ
por el P. Benito Vélez, religioso de los SS. CC.
(Picpus), en 24® (xiv y 456 págs.) con un gra­
bado: en tela cortes encarn. 2,25. B. Herder,
Friburgo de Brisgovia (Alemania). Magnifica co­
lección de enseñanzas cristianas, de oraciones
devotas y de cánticos sagrados.
Las tres Vírgenes Negras del Africa Ecuatorial, por J.
Bouhours, traducción y adiciones del R. P. Julián
Rodrigo, director del Colegio de PP. Agustinos
de Ronda (Málaga), 3* edición. Un tomo en 8®,
de más 300 págs. en rústica 1,50 pesetas, en tela
inglesa 2 pesetas. Juan Gilí, editor, Cortes 581,
Barcelona.
Las tres Vírgenes negras es un cuadro por todo
extremo subyugador y realisimo de las miserias,
crueldades y hecatombes que la esclavidud produce
en el A frica; asi como también de los generosos
esfuerzos, de los grandes sacrificios y de los glo­
riosos triunfos de los misioneros católicos, que tra­
bajan con ardoroso celo para impedir aquella afrenta
de la humanidad y de la religión y para extender
las saludables verdades evangélicas en los más
apartados y tenebrosos confines de lasciva Africana.
Vade mecura Sacerdotis para el año 1905 (4®año). El
Vade mecum Sacerdotis es una agenda de bol­
sillo en texto latin y español, elegantemente en­
cuadernado (pasta flexible), contiene un tarjetero,
lapicero y lápiz. El sacerdote encuentra en él para
cada día del año los datos necesarios de litur­
gia, rúbricas, etc., etc. Adenjás cada página con­
tiene un espacio en blanco para consignar en él
las notas relativas á los actos diarios de su minis­
terio sacerdotal. La obra está dividida en 5 par­
tes. La parte primera contiene el Calendario; la
parte segunda: Corte de Roma y episcopado de la
Am érica; la parte tercera: Pequeño formulario
litúrgico: la parte cuarta: M:dicina usual; \a
parte quinta: Dietarios para la confesión de los
niños y para la visita de los enfermos. — Poj>el¡n
Hermanos, 3, rué Séguier, París, V I, precio 1,75,
franco de porte 2,25 fr.

íD c m o r Í a $

R ¡o g r á íÍ ( a $
DE

M O N S. L U IS L A S A G N A
(CoiUimiadón).

C a p ít u l o X X I V .
Medita las misiones del Brasil — Viaje de explo­
ración — Con el Obispo de Río Janeiro — Loa
hijos de los esclavos— E l Emperador Don Pe­
dro II — Visita del Pará — Visión del MattoQrosso.

En el año de 1877 vino á Turin el limo. Sr. Don
Pedro Lacerda, Obispo celosísimo de San Sebastián
de Río Janeiro, y demoró algunos días en el Oratoiio de San Francisco de Sales. No se sabe de otro
Prelado que más íntimamente haya conocido á
D. Bosco, en más aprecio le haya tenido, ó más
afecto le haya cobrado. E l buen Obispo se mostró
dispuesto á cualquier sacrificio á fin de tener en
su diócesis á los Salesianos para confiarles tanta
pobre juventud, necesitada de instrucción y edu­
cación. En Diciembre volvió al Nuevo Mundo,
alentando la dulce esperanza de ver cuanto antes
en su diócesis un Instituto Salesiano, pero esta es­
peranza quedó fallida por muchos años, porque
hasta Mayo de 1882 nada se había emprendido
aún al respecto. No se ha de creer sin embargo que
D. Bosco hubiese olvidado sus promesas, como
que estaba preparando misiones para el Brasil,
donde su perspicacia, ó mejor dicho, una lumbre
sobrenatural le señalaba un fértilísimo campo de
acción para sus hijos. Por lo demás, sus proyectos
y previsiones acerca de aquel vastísimo Estado
habían constituido el tema principal de sus pláticas
con D. Lasagna. cuando éste había vuelto á Eu­
ropa, tanto más cuanto el Brasil era el sueño do­
rado de nuestro Misionero y el objeto de sus más
vivas aspiraciones. Por éso, apenas hubo arreglado
todo en Villa Colón y demás casas de sus Inspecto­
ría, ya no pensó sino en poner en efecto las ideas
de D. Bosco. La siguiente carta nos descubre los
diversos sentimientos que le agitaban al acometer
la nueva empresa.
Queridísimo Padre en N. S. ] . C.
Le escribo dominado por una honda impresión.
Dentro de cuatro días, acompañado del buen Teo­
doro, me embarcaré para Río Janeiro. Así es que,
como V. puede figurarse, mi mente, mi espíritu
están preocupados por la magnitud de la empresa
que vamos á acometer y por el porvenir que en
aquel vastísimo imperio aguarda á los jóvenes mi­
sioneros de D. Bosco. Mi corazón, pues, se halla
dominado por la zozobra y poi grandes temores.

— Sa­
pero animado al mismo tiempo por esperanzas
aún más grandes.
Aquí, en esia República del Uruguay, hemos
tenido que luchar encarnizadamente con la ma­
lignidad de las sectas. Pues bien, aUá se aumen­
tará el númeio de estas mismas dificnltades, á las
que vendrán á unirse las de un clima malsano,
fiebres y enfermedades con frecuencia mortíferas.
?Y por éso hemos de abandonar á la ruina á tantas
almas? Si la codicia de enriquecerse atrae á las
playas brasileñas á tantos avariciosos traficantes
europeos, que muchas veces caen exánimes sobre
los montones de oro recogido ¿el celo de las almas
no podrá llevar allá á los Misioneros Salesianos,
que han consagrado la vida á conquistar nuevos
secuaces á Jesús? V. conoce las entemecedoras
instancias con que nos piden socorro los celosos
Obispos del Brasil quienes, viéndose poco menos que
solos en una esfera vasta é ilimitada, descorazo­
nados y rendidos , imploran auxilio con voces que
desgarran el corazón. Es, pues, y a tiempo de volar
en su ayuda, sentar allá nuestros reales y regar
con nuestros sudores aquellas extensas y desam­
paradas comarcas.
Mas antes de aventurai allá la primera hueste
de Salesianos, la prudencia aconseja que alguien
los preceda á fin de explorar el terreno y elegir en
aquella inmensa superficie algún punto extratégico y menos expuesto a) peligro. Confortado con
su bendición, amadísimo Padre, y ateniéndome
fielmente á las instrucciones que V. me ha dado,
emprenderé este primer viaje que ha de abril- á
nuestra Pía Sociedad las puen.as de un imperio
cuya extensión excede los tres cuartos de Europa.
Así es que el martes, g de Mayo, en compañía
de nuestio Teodoro zarparé de Montevideo con
rumbo á Río Janeiro. Elegí con preferencia esta
circunstancia, porque me brinda la buena ocasión
de acompañar en el viaje á Mons. Mocenni, que
acaba de llegar de Chile é i.á al Brasil en calidad de
internuncio de la Santa Sede. Fuera de que tra­
tándose de un paso tan difícil y de tan suprema
impoitancia me pareció conveniente darlo en un
mes consagrado á nuestra buena Madre María
Auxiliadora, tiempo en que. no sólo en Tuiín, sino
en toda Italia se elevan tantas plegarias y se tribu­
tan tantos honores á esta gran Bienhechora del pue­
blo Cristiano, é insigne Patrona de los Salesianos.
Acaso mi viaje de exploración abarque grandes
extensiones, pues muy probablemente pasaré de
la provincia de Rio Janeiro á la de Para, con\*iene
á saber, del Sur a’ extremo Norte del gran imperio,
recorriendo toda la costa occidental bañada por
el Océano Atlántico , hasta las bocas del río más
grande del mundo, el Amazonas. Desde ahora me
propongo tenerle al corriente de todo y en\'iarle
rroticias circumstanciadas de los diversos puntos
que iré tocando.
Hace varios días que tenemos furiosísimas bo­
rrascas en el vecino Océano y que el viento Pam­
pero arrecia y brama espantosamente en nuestro
derredor j.\hl no quiera Dios que suframos á
bordo del Eyuaíaur las agonías que sufrimos el
1876 en el í¿>ena. Mas no quiero evocar tristísimos
recuerdos. Fiemos en Dios y en la protección de la

Virgen y zarparemos intrépidos del puerto de
Montevideo con rumbo á la metrópoli del Brasil.
¡Qué el Arcángel S. Rafael nos salve de tantas
tormentas y de la voracidad de los peces!
Bendíganos á todos, querido Padre. D. Bosco,
y créame en el Señor
Su afmo
L U IS L A SA G N A Pbro.
V illa Colón, Mayo 6 de 1882.
La navegación de Montevideo á Río Janeiro
fué sobremanera próspera y feliz. En llegando al
puerto se despidió D. Lasagna de Mons. Mocenni
con quien había trabado íntimas relaciones, y di­
rigió sus pasos hacia el seminario donde halló al
limo. Sr. Laceida, cansado y rendido por haber
predicado los Ejercicios Espirituales á su clero.
Amorosísimos y paternales fueron los agasajos
con que le recibió el Obispo, que no se apartó un
instante del lado del Misionero. Ensanchábase el
corazón del Pastor con la dulce esperanza de recibir
finalmente el socoiro prometido y de poder al cabo
mirar por la salvación de tantos pobres niños.
Y la opoitunidad allí de un instituto á la manera
de los de D. Bosco, bien se le podiá alcanzar al
que considere la ley que once años atiás había
promulgado el Emperador D. Pedro II. No pareciéndole hacedero el suprimir de un golpe la escla­
vitud, lo que en su concepto resultaría de grave
daño á la agriculutura hasta entonces atendida
exclusivamente por los esclavos, tomó un término
medio, es decir, declaró libres á todos los hijos de
esclavos que naciesen después de la promulgación
de dicha ley. D e aquí la urgen-Üsima necesidad
de institutos y escuelas en donde se educasen é
instruyesen aquellos pobres muchados que pulu­
laban por calles y plazas, si no se quería que en
el estado de libertad crecieran más descuidados
é infelices que antes. Además era menester un asilo
para los innumerables niños que la fiebre amarilla,
con sus frecuentes recrudecimientos en las más
populosas ciudades brasileñas, dejaba huérfanos
y desvalidos. Por las calles de Río Janeiro se to­
paba con centenares y miles de estos desgraciados,
que sin padres ni parientes , sin país y sin hogar,
luchando con el hambre y reducidos por la miseria
y los escándalos, se daban al hurto y al vicio.
Bien es verdad que de cuando en cuando el go­
bierno cogía una redada de ellos y los distribuía
forzosamente .entre los proprietarios de las gran­
jas; pero sea por que los maltrataban, sea tam­
bién poique no estaban enseñados á ningún tra­
bajo, ello es que los miserables huían y reaparecían
en la capital, hasta que la prisión, el calal^zo ó la
sepultura les daban un último desdichado asilo.
E l lim o. Sr. Lacerda, que bien conocidos tenía
aquellos horrores al hablar de ellos senda con­
movérsele las entrañas y rompía en prolongado
llanto. No es, pues, de extrañar que el mismo Don
Lasagna, enternecido hasta derramar lágrimas,
solicitara con tanto apremio que se satisficieran
los deseos de aquel santo Obispo y se abriera un
puerto de salvación donde tan-ta pobre juventud,
arrancada de las garras del vicio y del hambre,
pudiera rehabihtarse, instruirse en las verdades

-

de nuestra santa religión y aprender un oficio con
que ganarse el pan honradamente.
Quien no fuera D. Lasagna se habría sentido abru­
mado por el cúmulo de tantos males y se habría
entregado al desaliento; mas él era de otro temple.
El exceso del mal avivaba las llamas de su celo.
Anunció, pues, con gran júbilo al limo. Sr. Lacerda
<ue no estaba lejano el momento en que de los volve­
ría con los Safcsianos que deberían cuidarse de los
• hijos del pueblo, á su vastísima diócesis. Entonces
fué cuando, de acuerdo con el Obispo, decidió esta­
blecer un Instituto Salesiano en los collados de Nictheioy, frente al inmenso puerto de Rio Janeiro:
pero á causa de la fiebre amarilla que estalló por
aquellos días en el estado de Río, dicho colegio no
se pudo abrir hasta el 4 de Julio de 1883.
Concurrieron no poco á estimular el ardentísimo
celo de nuestro Misionero las finas atenciones con
que le recibieron las autoridades civiles del Brasil.
El mismo Emperador D. Pedro II tuvo la digna­
ción de admitirle á una audiencia privada en su
palacio de Petrópolis el 4 ía de Pentecostés, y de­
partir familiarmente con él. Quiso que se le infor­
mara minuciosamente sobre el origen de los Salesianos, su objeto, su misión en la Iglesia de Dios,
los métodos que seguían en la educación é instruc­
ción de la juventud, los medios con quelogiaban
mantener á los niños pobres y los resultados obte­
nidos. Cuando se hubo dado cuenta exacta de los
Oratorios Salesianos, de los hospicios, talleres,
tipografías, granjas agrícolas, y de las Misiones
en la Patagonia y en las Pampas, altamente satis­
fecho manifestó vivos deseos de ver muy en breve
trasplantada á su imperio la Institución Salesiana,
prometiéndole su augusta protección.
De Río Janeiro siguió D. Lasagna á Pemambuco,
á Ceará y al Marañón y en todas partes fué reci­
bido con particulares demostraciones de res­
to y estima por esos vigilantes centinelas del
pueblo de Dios, los Obispos, Pintábanle todos con
los más vivos colores el estado lastimoso de tantas
almas, especialmente de tanta juventud confiada
á sus cuidados, y le suplicaban que los ayudase.
Por mandato de D. Bosco visitó las provincias
de Pará y Amazonas, donde se encontró con aquel
hombre de celo ardiente, de sobrehumano denuedo
y actividad, en ingenio y elocuencia único, Mons.
Antonio Macedo Costa, cuyo nombre registra la
historia entre ^os de los más insignes prelados de la
Iglesia Universal. Persuadido de hallar en el Padre
Lasagna un hombre capaz de comprenderlo y de
sentir sus penas, con los ojos arrasados en lágrimas
le mairifestó como tenía más de cuarenta parro­
quias vacantes y centenares de tribus salvajes que
convertir; le dijo como había emprendido para es­
tablecer una gran escuela de agritultura y de artes
y oficios para confiar su dirección á los Salesianos.
Y no habiéndole dado el P. I.asagna respuesta defi­
nitiva, el 22 de Julio de 1882 escribió el celoso
Obispo al Cardenal Ludovico Jacobini, Secretario
de estado de S. S., rogándole que, con su influencia
y la intervención del Sumo Pontífice León X III,
recabara de D. Bosco lo que él temía no conseguir
por sí mismo.
Pero no terminan aquí los proyectos de misiones
trazados por D. lasagn a. Asaltóle á este tiempo

/

8 3

-

la idea de penetrar en el corazón del Brasil, donde
más abundaban los salvajes, conviene á saber, en
el Estado de Matto Grosso; empresa bien atrevida
y para espantar á cualqiuera que no estuviese como
él devorado por sed ardorosísima de almas. Y á
fe que nada faltaba para poner á piueba la santa
audacia de este novel Fiancisco de Javier; ni la
extención, que es de casi millón y medio de kiló­
metros cuadrados, ni el embrutecimiento de los
habitantes, más parecidos á fieras de las selvas
que á criaturas racionales, ni los peligros de la
vida del misionero que eran gravísimos, como
lo había experimentado poco antes el céleb.e y
audacísimo explorador francés Crévenu. bárba­
ramente asesinado con su escolta de soldados y
de guias; ni finalmente la carencia absoluta de
heraldos del Evangelio en aquellas regiones. En
efecto, de boca del mismo celosísimo Obispo de
Cuyabá, que había ido en persona á Montevideo
para abogar por su causa, sabía D. Lasagna que
en una diócesis tan vasta no había más que quince
Sacerdotes. Desde aquel día los pobres hijos de aquellas vírgenes florestas fueron el blanco de sus
más tiernos afectos, de sus más solícitos cui­
dados. Y a no volverá á escribir á Don Bosco
sin pintarle la miseranda suerte de aquellas criatu­
ras y sin pedirle misioneros que enviar á aquellas
regiones, Y no paró hasta que sus súplicas no llega­
ron al corazón del buen Padre y no fueron colmados
sus deseos. L a esperanza de tener Sacerdotes y Cate­
quistas para M atto Giosso exalta su ardorosa ima­
ginación, anticipándose á los aconcecimientos, ya ve
en aquellos vastísimos yermos surgir aldeas y ciu­
dades con sus iglesias y campanarios, y multipli­
carse los institutos de educación cristiana. Le
parece contemplar á aquellos salvajes embrutecidos,'
elevarse á la dignidad que corresponde al rey de la
creación, conquistar una decorosa holgura y, lo que
más impiorta, hacerse cristianos y salvar sus almas.
¿Qué más? En el éxtasis de su celo contempla
una numerosa falange de Salesianos que desde
las írias comarcas de la Patagonia se van adelan­
tando hacia el Norte y difundiendo é irradiando
á su paso en todas direcciones la luz del Evangelio,
mientias por otra paite sus fantasía le representa
á otros Misioneros que bajo los rayos de un sol tro­
pical, descienden hacia las Pampas y la Patagonia
y, arrojando ellos también entre aquellas bárba­
ras tribus la semilla de la palabra divina, las con­
quistan para la civilización y para la Iglesia. Y a
asiste con el pensamientos á la ternísima escena
que se verificará cuando estos obreros evangélicos,
hijos del mismo Padre, salidos de opuestos puntos,
después de habei cubieito toda la América Meri­
dional con una red de Misiones y de Institutos de
D. Bosco, se encuentien y se den la mano. * ;Qué
encuentio!, exclama, ¡que día aquel! ¡oh! quiera
el Señor apresurarlo en su infinita misericordia
para la salvación de tantos pueblos sepultados
aún en las tinieblas de la barbarie. »
É l por su parte nada peí donará para que se
cumplan tan estupendos y atievidos proyectos, y
á una señal de la Providencia, responderá sin tar­
danza : Ecce adsum.

continuará).

-

8 4

R la grata memoria del P. €rnesto Divertí.
No se borrará su recuerdo de nuestra mente ; su
amable figura vive aún entre nosotros con sus obras
y el ejemplo de sus virtudes. Y por éso, porque nos
es dulce y consoladora su memoria, no nos cansa­
remos de repetir su nombre ni de llorar su muerte.
Sóanos, pues, permitido transcribir aquí algunas
lincas de dos Salesianos que le conocieron de cerca,
para que resulte más viva y real la simpática fi­
gura de aquel verdadero y digno hijo de Don Bosco.
Habla el R. P. Pedro Ricaldone, Inspector Salesiano de Andalucía, su amigo, su discípulo é ín­
timo conocedor de su vida.
« Era el P. Oberti un distinguido y celosísimo
obrero evangélico en el que brillaban todas las cua­
lidades y dotes del Apóstol infatigable y del digno
hijo de Don Bosco. Se había consagrado desde sus
más tiernos años á la sublime obra de la regene­
ración de la juventud, alistándose y militando bajo
el glorioso lábaro del insigne Apóstol de la niñez.
En i88i formaba parte en la primera expedición
que nuestro venerado Fundador enviaba á España,
instalándose en Utrera, donde gracias á la generosa
y caritativa esplendidez del Exmo. Sr. Marqués de
Ulloa primero, y más tarde del malogrado Exemo.
Sr. D. Miguel Murube. pudieron los Salesianos echar
los sólidos cimientos de aquella fundación que había
de ser como el primer eslabón de una venturosa ca­
dena cuyo desarrollo, hoy sumamente consolador.no
nos es dado definir. A los impulsos de las celosas ini­
ciativas del P. Oberti el Colegio de Utrera alcanzó
justificado renombre, llegando á figurar en primera
fila entre los centros de educación más renombrados
de España. Ni los incesantes cuidados del Colegio
fueron parto para que no desplegara las actividades
de su celo incansable en otras obras encaminadas
á buscar la gloria de Dios y el bien del prójimo. —
Varón prudente y de consejo, inalterable en toda
circunstancia, previsor, caritativo, de corazón sensibilisimo y agradecido, emprendedor sin aspa­
vientos ni desmayos, todas estas nobles cualidades
de su ánimo le granjeaban la universal estimación
V lo rodeaban de incalculables prestigios, habién­
dose podido apreciar siquiera en parte las grandes
simpatías de que gozaba, el día en que los Supe­
riores. confiándole una árdua y delicada misión, lo
destinaban á Madrid, confiriéndole al poco tiempo
el cargo de Inspector de la Provincia Céltica. —
Nada le arredraba en el cumplimiento de su espi­
noso cargo : todo le parecía poco cuando se trataba
dei bien de las almas y jamás tuvo consideraciones
para
buscando tan sólo con un desprendimiento
á veces heroico hacerse digno de su misión y de
Don Bosco.

-

Profesaba un amor ternísimo á María Auxilia­
dora, cuyas glorias y devoción se afanaba en propa­
gar sin descanso. Impulsado por ese cariño filial
estaba en la actualidad levantando una magnífica
Iglesia á nuestra excelsa Protectora, y ardía en
deseos de verla cuanto antes abierta al culto. Cuan­
do ya se acercaba ese momento afortunado le acbmetió la rebelde enfermedad que debía llevarle
sepulcro. María Auxiliadora quería que la viese
rodeada de célicos resplandores bajo las eternas
bóvedas del Alcázar celeste.
A los que hemos tenido la dicha de admirar sus
ejemplos y de participar de los solícitos desvelos de
su ardoroso celo, tan sólo nos queda rendir este
último tributo de admiración y afecto á sus \ñrtudes, elevar fervientes plegarías al Altísimo por
su alma é implorar los sufragios de cuantos lean
estas líneas necrológicas para el malogrado é inol­
vidable P. Ernesto Oberti, sobre cuya tumba entre­
abierta aún, derramamos una última lágrima im­
pregnada de amor inmenso. »
En una carta necrológica que nos remite D. E. L.
dice de é l: « Quien lo haya conocido y tratado de
cerca no se cansará jamás de admirar y hablar de
sus virtudes. Resplandecía sobre manera en él una
rara prudencia que unía á un carácter firme y
amante del bien. Tanta era su modestia y porte
exterior que les bastaba tratarle una vez á las per­
sonas más finas y exigentes, para que quedaran
prendadas de él, ansiando sólo su conversación y
su presencia. Exquisitamente bondadoso, jamás
dejaba de agradecer ni el más mínimo servicio.
Todo lo cual, junto á una piedad muy alta y á una
amabilidad sin lisonja, hacía de él un verdadero
retrato del Obispo de Ginebra, San Francisco de
Sales. Enemigo de la alabanza, no quería nunca
que se diera publicidad ni ruido á sus obras, detrás
de las cuales, aún de las más grandes desaparecía su
persona. Cuidaba ds sus súbditos como un verda­
dero Padre, nombre que siempre se le dió por su
exquisita amabilidad y trato. ¡ Cuántos corazones
lloran hoy la pérdida de ese Padre ! ¡ Cuántas
almas han perdido un sabio consejero, un incom­
parable am ig o ! Pero esperamos que si en la
tierra hemos perdido un Padre suavísimo, hemos
ganado un intercesor en el Cielo.
¡ Adiós, P. Ernesto, adiós ! Los sudores, que has
derramado por esta tierra bendita de España, serán
abundantísimo riego para la Obra de Don Bosco
que crecerá siempre hasta hacerse grande y gigan­
tesca, Has muerto en Roma... ¡cuánto sienten tus
hijos no poseer t\is restos a q u í! Pero, loado sea Dios
que así no lo quiso. Acepta este recuerdo que en
nombre de todos tus hijos deposita sobre tu tumba
uno de ellos á quien hiciste mucho bien y que te
pide que desde el cielo le bendigas.
In memoria aterna erit justas.
R . I. P .

Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica:
Gerente: JOSÉ GAMBINO.
Turi n. Tip. Salesiana (B). — V ia Cotlolengo, 3»-

t

1

Fecha
1905.03