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Título
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BS_1905_02
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Descripción
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Boletín Salesiano. Febrero 1905
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extracted text
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LETIN
ESIANO
C>1
Redacción y Hdmiriisíración
Cottolcngo, 32
AÑO X X — N. 2
—
Publicación mensual
SUiVlARIO: La enseñanza del Catecismo.................. 29
Nuestro Boletín en eí año 1905
............................31
Documentos Salesianos................................................. 33
El Representante del Sucesor de Don Bosco en
A m é r ic a .................................................................. 35
De nuestras Misiones : Colombia : Por los Leprosos . 39
Gracias de María A u xiliadora....................................43
—
—
Turin-Italia,
F E B R E R O de 1905
Crónica Salesiana: Vigo — Béjar — En viaje por
alto mar— Salamanca— Venezuela — Patagones
S e ren a ....................................................................... 47
De Música relig io sa................................................ 50
Variedades: E xcelsior................................................. 53
Memorias Biográficas de Mons.Luis Lasagna . . .
54
Cooperadores Salesianos d ifu n tos...............................56
La enseñanza del Catecismo.
La fe proviene del oir y el oír
depende de la palabra de Dios
— Rom. X , 17.
acerca la Cuaresma, tiempo de
preparación y de penitencia. El
día del Señor se aproxima, y la Iglesia
nos convida á encender la lámpara de
la fe, ó á avivarla, para recibir al di
vino Esposo de las alm as; á ser como
vírgenes prudentes, vigilantes y so
lícitas. Ningún medio más adecuado
para obrar en el alma esta preparación,
como la consideración de las verdades
de la fe, el estudio de la moral, en una
palabra, la meditación del catecismo.
La luz de la verdad viene con el es
tudio, y el catecismo antes de ser prac
ticado quiere ser bien aprendido. Va
yamos, pues, á la pura fuente del cate
cismo á beber á raudales la verdad y
E
la salud, pero vayamos á él con su
misión y con sencillez, no como quien
vá á criticar y analizar, sino como quien
va á aprender, á percibir la luz en el
manantial mismo de la luz. Este librito
humilde y breve es el compendio de
las verdades dogmáticas, morales y so
ciales más elevadas: en él se encuentra
solución para todos los problemas y
respuestas á todas las cuestiones. To
das las especulaciones de los sabios,
todos los estudios de los doctos nada
han llegado á descubrir, ni jamás des
cubrirán, en el orden de la moral, que
vaya más allá del catecismo, por que
éste es el compendio del Evangelio, y
nada podrá inventar el hombre que
supere á este divino libro.
La incredulidad es hija, no del es
tudio, sino de la ignorancia y del or-
30
güilo ¿Por qué muchos sabios son in
crédulos? se preguntará — Porque son
sabios en otras cosas, no en religión,
porque todo lo estudian menos á D io s:
y si alguna vez le buscan, no es para
obedecerle y adorarle, sino para com
batirle y negarle. — La fe no es, se
gún piensan muchos, propia sólo de las
almas apocadas y de los entendimientos
cortos, nó, que la fe ha tenido y tiene
cabida en los entendimientos más ele
vados y en las almas mas sublimes y
nobles, La te no teme la luz, porque
la luz es su vida, su ambiente, es hija
de la luz de D io s: teme las tinieblas,
teme no ser conocida.
Durante el santo tiempo de Cua
resma, en que debieran callar los tea
tros, los bailes y las diversiones, para
dar lugar á la reflexión y á la penitencia,
ejerced, amados lectores, este santo apos
tolado del catecismo; es la mejor li
mosna que un alma pueda dar á otra
alma, pues se le da la fe, madre de la
esperanza y de la caridad.
A vosotros, amados Cooperadores,
se os pide algo más que el estudio del
Catecismo, á que estáis obligados por
el mero hecho de ser cristianos; se os
pide que lo enseñéis. — El espíritu no
puede imaginarse una acción más noble,
más grandiosa, más sublime que la del
que esparce la luz en las inteligencias,
del que enseña el camino seguro de
la eternidad. El que siembra en el alma
de los niños y de los ignorantes la se
milla de la verdad, derrama la vida y
siembra frutos que él y sus instruidos
han de recoger en el cielo. Vosotros
todos los que gemís sobre los males
del estado presente de las almas y los
ejue queréis ver pronto en la tierra el
reino universal de Jesucristo, apresurad
su completo dominio con vuestras ora
ciones. con vuestros ejemplos, con vuestra
candad, pero sobre todo enseñando, di
fundiendo y amparando la verdad, dando
á conocer las dulzuras de la fe — ¿ Por
qué el error tiene tantos secuaces en
—
el mundo? — Porque no se estudia el
catecismo, y por que los que deben
no lo enseñan. Tened entendido que
el terreno mejor preparado y más fe
cundo para el error es la ignorancia:
la ignorancia de Dios y sus preceptos
es el más nocivo de todos los errores
y fuente maldita de mil errores y crí
menes. ¡ Qué misión, pues, la vuestra,
si olvidándoos de diversiones innece
sarias y de ocios peligrosos, os dedi
cáis á enseñar á los niños y á los igno
rantes las verdades del catecismo! ¡Qué
consolador espectáculo verá los grandes,
á los ricos y á los instruidos bajar de su
grado, entretenerse con los niños y en
señarles á creer, á esperar y á amar
á Dios! ¡Esta sí que es una santa de
mocracia que con más títulos que la
democracia bastarda, puede decir: yo
amo el pueblo ! Si los ricos y los grandes
obraran así no tendrían tantos enemi
gos ni tantos envidiosos. ¿No sabéis
que los pobres y los soberbios están
poco á poco aguzando el puñal con
que pretenden mataros? ¿No sabéis
que en el alma de tantos infelices obre
ros anida el odio, el odio terrible é
irreconciliable contra el grande y el
rico? Pues vuestro deber es acercaros
á ellos, desengañarlos y decirles: no son
los ricos vuestros enemigos, son los
mentirosos, los impíos, que después de
haberos corrompido la mente y el co
razón, os dejan con toda la hiel del
rencor y de la duda en el alma y con
toda la miseria que antes teníais en el
hogar. — Acercaos, pues, al pobre
ignorante y enseñadles á creer y es^
perar, á vivir y á sufrir, porque la
vida es sufrimiento; enseñadles á espe
rar en el míís aüá, en el cielo, expli
cadles, en una palabra, el catecismo, y
esos rencores se irán apagando y esa
amenaza terrible que pende sobre el
palacio de los ricos, desaparecerá.
Todos los días llegan á nuestro co
nocimiento crímenes espantosos y es
candalosos sucesos. Todos esos desgra-
i
'r
1
_
ciados que se dejan arrastrar al crimen
por la ambición, por la venganza ó por
las pasiones, han sido corrompidos por
la prensa impía ó por la charla de los
revolucionarios, y no creen ó no prac
tican la fe, por que no la saben; el
error ha entrado en aquellas almas
vacías de verdad, y todo lo ha inva
dido. Si un corazón compasivo les hu
biera enseñado el catecismo, sin duda
no hubieran caido tan bajo.
Con más razón que nunca ahora es
necesario el catecismo, Antes en el hogar
y en la escuela se oía la explicación
del catecismo: ahora la mayor parte
de las naciones, llevadas por una li
bertad mal entendida, han suprimido
su enseñanza en las escuelas, y son
pocos ya los hogares en que se enseña
la ley de Dios. ¿Qué será de esos po
bres niños, si ni en casa oyen nunca de
sus padres una palabra de fe, ni en las
escuelas se Ies habla nunca de religión,
y por las calles tropiezan á cada ins
tante con escándalos y torpezas? Y de
esos niños saldrán los hombres de ma
ñana, y ¿qué llegarán á ser esos hom
bres si no saben ni siquiera los rudi
mentos del catecismo ? Es triste hasta
pensarlo. Hoy todos los cuidados se
reservan para las artes, las ciencias y
la instrucción, y se da más importancia
á un curso de gimnasia que al estudio
*del catecismo, j Es triste que nosotros
los cristianos á todo nos consagremos
menos al estudio de nuestra religión y
al arte de salvar el alm a!
Enseñad el catecismo á los ignoran
tes y á los niños: de ese modo pre
pararéis una generación de buenos, y
coadyuvaréis á la Iglesia en el esta
blecimiento del reino triunfante de Je
sucristo.
_
J ^ u c s ír o
„B o b tiri“
en el año 1905.
Con el 1905, nuestro humilde B o i . e t In entra
en su vijíésimo año de vida. En su vida mo
desta y tranquila, fuera de toda lucha y extraño
al movimiento de la gran prensa, pasa por etitre
el pueblo, contento sólo con despertar un buen
pensamiento en un alma sencilla, ó con mover
á caridad un corazón compasivo y bueno. E.s el
periódico de familia de nuestros buenos Coope
radores y les habla siempre de los interese,s,
las noticias, las esperanzas y las necesidades de
nuestra Pía Unión. Él es mensajero de las bon
dades de María Auxiliadora, relatándoos sus g lo
rias y sus gracias; el intérprete del espíritu de
D. Bosco y de su obra, y el estandarte de la fe
al narraros las conquistas de los Misioneros. En
él escribe la Pía Sociedad sus adelantos y sus
dolores, para que vosotros todos, que am.áis
esta Sociedad, participéis de sus íntimos senti
mientos y viváis en comunidad de ideas con
ella, y se estrechen entre los Salesianos y sus
Cooperadores siempre más íntimas y cordiales
relaciones. — Hace 20 años que el B o l e t ín
llama cada mes á las puertas de vuestra casa
para daros un consejo, una noticia, ó dirigiros
una súplica, á la que responde siempre con in
terés vue.stro generoso corazón.
Es de veras extraño, ó mejor dicho, provi
dencial el objeto y origen de nuestro Bf>í.t:TÍ.v:
ha sido fundado por la caridad inmensa de los
Cooperadores de D. Bosco, y se dedica á man
tener, en medio de ellos, encendida la llama de
la caridad y de la unión : ved ahí confundidos
en una sola cosa su origen y su objeto; la Obra
de D. Bosco, la obra de la caridad ; e.ste es su
principio, este es su íln, este es su horizonte, y
tal debe ser siempre. No os extrañe por tanto,
que el B o l e t í n no haga sus excursiones por el
campo de las ciencias, ni de las letras, y ni si
quiera de la crónica contemporánea: ésto sería
salir fuera de su órbita y degenerar de su pri mer p rin cip io : la caridad de D. Bosco y sus
Cooperadores le dió vida, esta misma caridad
lo sostiene, y sólo deben manifestarse en este
campo sus energías. Es, pues, nuestro B o l e t í n ,
podemos bien decirlo, único en su género;
dentro del horizonte de una Pía Sociedad, sin
salir un ápice de él, encuentra desahogo sufi
ciente para desarrollarse y crecer, j Grande é
— 32 —
intensa debe ser. por tanto, la vida, extenso el
canii>o de esta Sociedad!
Nuestra vida de familia, la vida interior de
nuestra Sociedad le anima, y á aumentar esta
intimidad y esta unión, á extender este
ya extenso campo
de acción y de ca
ridad, se dirigen to
dos sus esfuerzos.
*
*
*
Para facilitar la
pronta composición
é impresión del BoLEi’ÍN en ocho len
guas, y para que el
envío se haga con
mayor puntualidad,
la Administración no
ha ahorrado ni gas
tos ni trabajo. Has
ta hace pocos me
ses el B o l e t í n se
imprimía en la Tipografía del Oratorio de Turln , lo cual retardaba un poco la composición
por tener la tipografía mucho trabajo; pero
ahora se ha instalado en local adecuado la im
prenta i>ropia del B o l e t í n con todos los últi
mos adelantos del arte: Taller de cajistas, tipo
grafía con cuatro máquinas de gran rapidez,
estereotipia, plegadoras, etc. y por fin una her
mosísima Momtype ó máquina de componer.
Consta ésta de dos máquinas, que podremos
llamar, la primera máquina-lectora, que graba,
perforando una larga faja de papel, cada una
de las letras y signos ortográficos que se quie
ran componer ; la segunda, fundidora, que va
fundiendo y colocando en lineas y columnas lo
que trae escrito la faja de papel, que ha perfo
rado la piimera máquina, liste ingeniosísimo
aparato permite com[>oner el original con una
velocidad tres veces mayor que lo haría un ca
jista de imprenta. Los locales de los talleres
son nuevos, Itermosos é higiénicos y nos es
grato presentar á los lectores algunas vistas de
ellos.
Ved. pues, amados Cooperadores, que la A d
ministración no perdona fatigas y gastos para
presentaros cada mes con más puntualidad y
pulcritud el B o l e t í n , y es dado esperar que
vosotros corresponderéis con generosidad á estos
sacrificios. — El que á'veces encontréis en él, y
no serán pocas, impropiedades de lenguaje ó
crraltis de imprenta, queda explicado (y dispen
sado sin duda por vuestra bondad) con pensar
que el B o l e t í n se escribe é imprime en un país
«.ionde no se habla la hermosa lengua castellana.
y con la rapidez que requiere una revista, lla
mémosla asi, como la nuestra, escrita en 8 len
guas y con 260000 ejemplares de tirada.
Acoged, pues, con benevolencia, nuestro mo
desto B o l e t í n , que de vosotros no exige más
pago que ser leído y propagado: leedle y haced
que los demás lo lean, y en él encontraréis,
sino noticias de sensación ó artículos elegantes
y eruditos, almenos alguna noticia que os aliente,
algún pensamiento que os aproveche, ó alguna
gracia de María Auxiliadora que os estimule á
depositar en esta amabilísima Madre, vuestra
ilimitada confianza.
N .B . —• S i además de leerlo y propagarlo,
algún alma generosa y amante de su difusión,
quiere contribuir con sus limosnas á los ingentes
gastos que la impresión y envío ocasionan, se
recibe con gratitud lo que se nos mande. Para
cubrir rigurosamente los gastos, bastaría que cada
lector concurriera con 4 francos al año, y ésto
Máquina fundidora.
sin dejar á la Administración ganancia ninguna.
Pero el B o l e t í n no tiene cuota de suscripción
determinada, y se envía gratis á todos los que
deseen leerlo: sólo si se reciben con agradeci
miento las ofertas que para cubrir los gastos se
nos envíen.
L a R e d a c c ió n ,
— 33 —
Documentos Salesianos
Discurso pronunciado por su autor Mons. José Alessi
en la quinta Sesión del III Congreso Salesiano
el i6 de M a y o de 1903.
( Continuación).
Señores míos, en este movimiento
intelectual del feminismo moderno, se
echa de ver más que nunca necesario
un estudio más elevado y extenso de la Religión.
Sin ésto tendremos mujeres de mucha inteli
gencia, si queréis, pero de poco equilibrio, por
que sin la Religión que equilibra la razón,
fortifica la voluntad y gobierna el corazón, re
sultarán excesos de inteligencia, excesos de ima
ginación , pero faltas de voluntad y de senti
miento moral. La mujer será un monstruo, con
mucha inteligencia y poco corazón.
Por ésto yo os inculco, Señores, que fundéis
escuelas de Religión para las señoras y señoritas,
á fin de que este sentimiento intelectual que las
atrae y subyuga, no degenere en ellas y las lleve
á completa perdición. Fundad estas escuelas,
para que pueda preservarse la fe y la virtud de
la mujer moderna. Porque si se contenta con las
primeras fórmulas del Catecismo sin desarro
llarlas y profundizarlas, mientras por otra parte
no se contenta con la cultura elemental de las
letras y ciencias profanas; si orgullosa con su
ciencia, no frecuenta el catecismo ni los ser
mones de su párroco, por que no encuentra en
éí la elocuencia de un Lacordaire ó de un Alimonda; si se entera de todos los libros y asiste
á todas las conferencias, pero no se cuida de
^
ero ,
(*) Anunciamos con gran sentimiento que el limo.
Sr. D. José Alessi, canónigo de la catedral de Padua,
falleció el 17 de Diciembre del ano p. pdo. en
Giarre (Sicilia). Era un orador elocuentísimo, y no
hubo congreso católico á que el no contribuyese
con su sabiduría y eloquencia. Publicó varias obras
apologéticas y fundó un círculo de religión entre
los estudiantes de la Univereidad de Padua. Su
muerte ha causado gran dolor á todos los que le
coDodan.
conocer mejor y más profundamente las verda
des de la Religión, decidme ¿como podrá la débil
mujer resistir á los repetidos ataques de la incre
dulidad?.... Existen aún en un rinconcito de su
memoria vagas, sin precisión ni color, las an
tiguas fórmulas del Catecismo, pero cuando
los principios no son vivos y bien definidos,
la voluntad no les puede dar su imj^ulso. Y
cuando la religión haya quedado en el alma apo
yada sólo por conocimientos infantiles, mientras
la inteligencia ha llegado al estado de virilidad,
entonces la fe se devanece y con ella la moral
declina. Poco á poco se irá perdiendo el senti
miento del deber, se abrirán brechas en los pre
ceptos de la Iglesia, para ]^repararse á abrirlas
en los del Decálogo ¿Y desjiués?... acabaremos
con tener decadentes en el cristianismo; mujeres
mundanas que jirctenden conciliar la sed de
placeres y la relajación de costumbres, con un
vago sentimentalismo, ó por mejor decir, moda
religiosa, que se complace en aspirar el perfume
del incienso en ciertas éjXDcas ú horas del día,
como en otras gusta de la esencia de heno ó de
violeta.
Y además, suponed que una mujer semejante
tenga hijos que educar ¿cómo podrá hacerlo?
¿cómo ha de insinuarles una fe que ella no tiene?
¿cómo podrá formar en la religión el alma de
sus hijos? ¿cómo podrá preservarlos de los pe
ligros que insidiarán bien pronto la virginidad
de su fe y de sus costumbres?.....
Fundemos, pues, escuelas de religión para las
señoras y señoritas que aspiran á una cultura
elevada. No nos contentemos con los conoci
mientos que de las verdades religiosas han ad
quirido en la familia ó en el colegio, ni nos va
yamos á creer que los estudios apologéticos no
— 34 —
están hechos para sus inteligencias. Si es que
las consideráis capaces de la elevada cultura
científica, debéis admitir que lo son también del
estudio razonado de la Religión. Que antes bien,
hay una parte de la apología del Cristianismo,
que la mujer llega á comprender y penetrar
mejor que el hombre: ésta es la estética de los
dogmas, aquella estética maravillosa que cons
tituye por sí misma una admirable defensa del
Cristianismo, por que deja más de manifiesto
el divino fulgor que es el adorno de la verdad
eterna. De este modo, y gracias á las escuelas de
Religión, llegaréis. Señores, á evitar en este mo
vimiento febril de cultura, los peligros del fe
minismo, y prepararéis una generación de mu
jeres, de madres y de cristianas que sabrán des
empeñar su misión doméstica y social.
He terminado. Señores. Y o no he hecho más
que sembrar ideas como el agricultor del Evan
gelio. Vosotros me habéis aplaudido, y ésto me
consuela. Me consuela por que, como espero,
no habéis aplaudido la buena gesticulación del
sembrador, sino las ideas que siembra. Y estas
ideas, que vosotros habéis aplaudido, deben ser
semillas echadas en terreno fecundo y que bro
tarán.
Los herederos de D. Bosco, los Salesianos y las
hijas de María Auxiliadora nos han dado el
ejemplo, fundando importantes y prósperas
escuelas de Religión . Imitémoslos. ¿No somos
nosotros sus Cooperadores? ¿No sois vosotras.
Señoras, sus Cooperadoras? Seamos tales en el
verdadero sentido de la palabra. Los Salesianos
no pueden ocuparse de todo. A pesar del conso
lador desarrollo de su Congregación, pueden
repetirse de ellos las palabras de Jesucristo;
La mies es m ucha , pero pocos son los obre
ros. Nuesto del>er, pues, es ayaidarlos. Donde
existan escuelas de Religón fundadas por los
hijos de D. Bosco, contribuyamos celosamente á
su conservación y desarrollo con nuestra perso
nal cooj>eración ó con nuestros haberes. Donde
no hay Salesianos, hagámosnos los Cooperadores,
fundadores de tal Institución. La Obra de Don
Basco pertenece á la milicia móvil del Cris
tianismo y sus ligeros batallones se van espar
ciendo por el mundo para defender y salvar la
juventud y los obreros. Pero también nosotros,
como Cooperadores, tenemos una obra que rea
lizar. Nosotros representamos la milicia terri
torial. Por ésto,como esfera de acción á nosotros
destinada, nuestro deber es prestar la mano á
los Salesianos en sus empresas, según las nece
sidades de los tiempos y el espíritu del inmortal
D. Bosco.
A vosotras. Señoras, una palabra en particu
lar. El P. Carmagnola ha demostrado como la
mujer ha sido en todo tiempo la Cooperadora
del sacerdote en la gran obra de las Misiones
católicas, que tienen por objeto propagar por
todas partes la fe de Jesucristo. Sed, pues, vos
otras Señoras, las Cooperadoras de los Salesianos
en esta otra obra, no digo de propagación, pero
sí de conservación de la fe , que son las escuelas
de Religión. Y estad seguras de que Dios en su
día os dará la recompensa.
H ay un hecho en el Evangelio, que me ha
conmovido siempre vivamente. Jesucristo, du
rante su vida mortal, sólo á dos personas exigió
una explícita confesión de su divinidad: á un
apóstol y á una mujer: á Pedro y á Marta. Y
estas dos almas generosas confesaron su fe en la
divinidad del Maestro con el mismo entusiasmo
de corazón y con las mismas palabras : T ú eres el
Cristo, H ijo de Dios vivo. Y ambos recibieron
de Cristo una espléndida recompensa de su fe.
A Pedro le dió el Supremo Pontificado; ¿y á
Marta?... cierto que no podía darle una parte en
el gobierno de la Iglesia, pero sin embargo la
premió con una cosa no menor, con un milagro
de su poder divino, resucitando á su hermano
de ella, Lázaro, muerto hacía cuatro días. Se
ñoras, por medio de la fundación y cooperación
á las escuelas de Religión, vosotras, como Marta,
hacéis pública profesión de fe en la divinidad
del Cristianismo. Y , como Marta, mereceréis
igual recomp>ensa. Quizás haya algún Lázaro en
\mestra familia; hay además un gran Lázaro que
yace desde hace muchos días en la tumba; la
sociedad moderna. Pues bien; con las escuelas
de Religión vosotras arrancaréis al Cristo, ante
la tumba de este nuevo Lázaro, el grito tauma
turgo de : Láxare, veni foros!
1
— 35 —
El REPRESEJTilTE DEL SÜCESOR DE DOR BOSEO
EN A M É R I C A
(Correspondencia de D . Calógero Giismano á nuestro Rector Mayor, D . Mi^^uet RiiaJ
H a cia el O riente.
Nos paramos dos días en Guayaquil. El primer
día, domingo, celebramos la fiesta de María A u
xiliadora sin mucha solemnidad, pero con gran
concurrencia de niños.
El 2 de Junio por la mañana nos pusimos en
viaje con dirección al Oriente; un vaporcillo nos
llevó á la orilla opuesta del Guayas. Allí tomamos
el tren que en ocho horas nos condujo á Huigra,
recorriendo así toda la red del Ferrocarril del
Ecuador.
Huigra situada entre dos montañas y á la
orilla de un torrente, no es más que un grupo de
pobres y pocas cabañas algo más grandes que
las tiendas de camj)aña del ejército, pero peor
hechas y de tela que en un tiempo íué blanca y
que ahora no permite impunemente que ves
tidos limpios se rocen con ella. El tren en que
viajábamos llegó retrasado. En Guatagsi que
dista cuatro horas, nos esperaba un buen Coo
perador. Nos aconsejaron que no continuáse
mos la marcha; pero teníamos ganas de conti
nuar y para conseguirlo acudimos á la autoridad
legislativa, judiciaria, ejecutiva y administra
tiva todo á un tiempo; esto és á un joven capitán
de 25 años. Estábamos en el café principal; y
era aquello un continuo ir y venir de negros
que venían á tomar su copita ó copitas de licor y
nos miraban con un ojo que... vamos, no hubié
ramos querido estar solos con ellos. El Sr. Ca
pitán se mostró con nosotros muy cortés y nos
dió á entender que era imposible proseguir el
viaje.
— ¿Son Vdes. Europeos?
— Sí, Señor.
— Es esta la primera vez que viajan Vdes.
por estas tierras.
— ¡Eh! precisamente.
— Se comprende, no conocen Vdes. nuestros
caminos, que sino no insistirían tanto para aven
turarse de ese modo... Y continuó: — ¿Son Vdes.
Salesianos?— Este nombre que tantas veces había
llenado nuesto corazón de pura alegría y santo
orgullo, nos salió esta vez casi á la fuerza. Este
grato título de Salesianos no le repudiamos, no,
pero le pronunciaron temblorosos nuestros labios.
No deben oKidar los lectores de nuestro B old in
que el 1896 un decreto desterraba á los Salesianos
del Ecuador: es verdad que desde hacía algunos
meses otro Presidente gobernaba la República,
magistrado animado de buenas intenciones para
hacer progresar al Estado por medio de la paz,
de la unión y del concurso de todos los verda
deros patriotas; pero á nosotros se nos había
aconsejado viajar de incógnito; y es fácil de ex
plicar nuestra turbación si se tiene en cuenta que
quien nos hablaba era un capitán de j)olicía.
Nuestro interlocutor notó la turbación, y se apre
suró á d ecir; También yo conozco y quiero á
los Salesianos y soy su ex-alumno. Y se puso á
hablar de D. Luis, D. Ciriaco, de D. José, D. Fé
lix, antiguos superiores de la la Casa de Quito
del Protectorado que él con tanto placer recor
daba, ¡Y con qué dolor hablaba de aquella fa
mosa noche en que fueron desterrados! A l bueno
de Flores (que así se llamaba el Capitán) le pare
cía volver á aquellos dichosos días pasados en el
Colegio. Antes de darnos las buenas noches, nos
dijo que rogásemos por un pobre negro que ha
bían matado en las faldas de un monteciÜo cer
cano : el móvil de este crimen, creese haya sido
la sospecha de que llevase dinero. ¡Pobres negros!
decía, hace tres meses que no los pagan los em
presarios, y es fácil suponer les efectos de este
retraso : quien tiene algo de dinero aquí no está
seguro.
Nos dieron un poco de agua hervida que decían
era caldo y un vaso de cerveza, y esta íué nuestra
no muy abundante cena por aquella noche.
Poco después, cuando descansábamos, unos
veinte negros, todos de Jamaica, bebían cerca
de nuestras tiendas, lloraban y cantaban al re
dedor del cadáver de su compañero; el canto
era armonioso, pero triste y para nosotros mo
lesto, tanto por la hora como por los recuerdos
que despertaba.
Tuvimos, pues, que renunciar al sueño, á pesar
de las muchas razones que teníamos para recla
marlo tranquilo y prolongado. D. Albera, para
ayuda de males dormía en una tienda que
tenía un agujero: y el relente de la noche le pro
dujo un dolor en el cuello que le hubo de moles
tar no poco especialmente cuando iba á caballo.
M arch a fo rza d a y cu rioso vestid o.
Nos disponíamos, pues, á emprender un viaje
de cinco largos meses, casi continuado, á mar-
_
36
chas forzadas de á lo y hasta 14 horas diarias;
viaje ¡jcligroso por nuestra inexperiencia, por la
índole de los animales y por lo dificultoso de los
caminos. Pero antes de montar á caballo era pre
ciso transformarse. El misionero que se aventura
á un viaje hacia el Oriente, se ve obligado gene
ralmente á dejar la sotana, porque es demasiado
arriesgado llevarla yendo por matorrales y bos
ques, debiendo trej)ar por ásperas montañas y
vadear impetuosos torrentes: pero á nosotros
nos dolía en el alma quitárnosla, así que nos la
arremangamos hasta la cintura con
un buen cinturón de cuero, cosa indis
pensable para estos viajes, sino se
quiere uno exponer á roturas internas.
Pues se sufren saltos violentos, carreras
precipitadas, esfuerzos para agarrarse
y mantenerse en equilibrio; y si en estos
casos los riñones y el abdomen no están
bastante bien protegidos, es un milagro
si no hay que lamentar alguna lesión.
Nos cubrimos la cabeza, no conun/>anamá de anchas alas, sino con un gran
sombrero de paja forrado de hule; un
pañolón blanco al cuello; ancho poncho
nos colgaba de los hombros y nos cubría
el cuerpo, dejando ver solo nuestros
pantalones de piel de cabra no muy fle
xible, que nos frotaba á veces las pier
nas. La moda, por más rara y capricliosa que sea, de seguro no adoptará
nuestro modo de vestir, pero á todo
obliga la necesidad. Llevada conmigo
una brújula y al lado del Crucifijo
colgaba..... ¡un revólver! Y nadie lo
extrañe, porque en estos países es ne
cesario para defenderse de las fieras
que podrían salir al paso, y también
de algún otro que sólo se da cuenta
de tener uso de razón cuando ve que
el viajero va bien armado.
ineertidum bre.
Preparados y vestidos como he dicho,
y guiados por varios indios, montamos
á caballo, llegando á la factoría de un generoso
Cooperador de Guatagsi á las 10 y media. Des
pués de decir misa, recibimos un telegrama
del P. Fusarini, Inspector de las Casas Salesianas
dol Ecuador, diciéndonos que llegarla por la
tarde y que le esperásemos. Esto retrasaba
nuestro viaje. i>ero sin titubear, esperamos, por
que eran muchas las ganas que teníamos de ver
al P. Fusarini. quien hacía dos días á caballo
para visit.ar al Representante de D. Rúa.
Llegó por la tarde y con transporte le abraza
mos: después nos describió los peligros y necesi
dades del Oriente, esjxxrialmente de nuestra mi
sión de Gualaquiza. Pero en el ánimo de D. Al-
I
—
bera, las necesidades vencieron á los peligros,
y confiando en la Divina Providencia nos pusi
mos en camino. No faltó quien nos llamó teme
rarios, pero D. Albera lo fué y tenía que serlo
para cumplir su ardua misión. Si nos hubiéramos
dejado llevar por la prudencia humana, no le
hubieran visto nuestros pobres hermanos, que
aun estarían esperando su paternal visita. —
Un buen trecho nos acompaño el P. Fusarini,
pero tuvimos que separarnos: él se dirigió al
occidente y nosotros seguimos nuestro viaje
En las florestas del Ecuador.
H acia el Oriente.
El Ecuador está dividido en su parte más lar
ga, por la Cordillera de los Andes, altísima ca
dena de montañas que se extiende de Norte á
Sud, formando una muralla gigantesca, insuperrable, separando al Este del Oeste de la Repúb
lica no sólo materialmente, sino también en usos,
carácter y costumbres; y tan profunda es la di
ferencia. que es difícil que llegue el día en que se
unan. .\1 Occidente están situadas las 17 pro
vincias que forman la República, con valles fér
tiles y hermosos planos inclinados que van á
perderse en el Pacífico: en el Oriente no se conoce
r
— 37 —
el arte, solo reina la naturaleza salvaje. Desde
la cumbre de sus montañas, muchas de las cuales
llegan á tener seis mil metros de altura, se puede
abrazar con la mirada todo el Oriente que se ex
tiende á los pies de aquellos colosos como un
océano de verdura, semejante á las aguas azules
del Pacífico que se ven por el otro lado; y este ho
rizonte se extiende hasta los confines de Colom
bia, del Brasil, hasta divisar uno de los ríos mas
caudalosos del mundo, el Amazonas. La Cordi
llera se divide en varias ramificaciones; infinitos
son los ríos que en ellas nacen, los afluentes que
aumentan su caudal, los torrentes que los en
riquecen y que se labran un cauce aun por en
medio de la roca vi\*a.
M agn ificen cias de la n atu raleza.
Pasaría los límites que me he propuesto en
estos apuntes, si quisiera dar sólo una vaga idea
de la riqueza y de la magnificencia de esta tierra
encantada. A l atravesar la inmensa República
del Brasil, había admirado atónito los prodigios
de la vegetación, especialmente en el Matto
Grosso; pero aquí no tiene límites mi admiración.
La vegetación más suntuosa y brillante se ex
tiende por leguas, sólo interrumpida por cauda
losos ríos que arrastran muchas veces en sus
aguas pepitas de oro y plata. En el Oriente del
Ecuador viven miles de animales de div'ersas
especies, diferentes formas, aspecto y tamaño:
desde la hormiga, al soberbio león, desde el in
secto casi invisible á la serpiente monstruosa,
desde la humilde violeta á los árboles más cor
pulentos; la fauna y la flora con todas sus rique
zas y variedades han sentado sus reales en este
p aís: aquí los jardines se extienden por super
ficies inmensas y en medio de ellos se arrastran
enormes serjúentes como si quisieran impedir
la entrada y la violación. Bosques tupidos, valles
tapizados de un verdor casi dorado, en que ju
guetean miles de animales; colinas encantadoras
adornadas de soberbias palmeras que levantan
airosas la cabeza en medio de los arbustos que
las rodean; florestas espesísimás en que crece el
árbol del cacao, de la goma, resina, bálsamo,
pimienta y el olivo con mil hierbas y raices me
dicinales: lagunas extensas, límpidas y tranquilas
que reflejan en sus aguas las maravillas que las
cercan, como immensos espejos de limpio cristal.
Todo es bello y encantador, si se contempla desde
lugar seguro, desde las cimas de los montes. Pero
la escena cambia de aspecto si uno se ve obligado
á atravesarlo días y días á marchas forzadas.
Con bueno ó mal tiemjx), con buenos ó malos
caballos, con sol abrasador ó lluWa torrencial,
esta travesía es siempre arriesgada y molestí
sima. Nosotros, á pesar de todas las prevenciones
que habíamos tomado, unas veces íbamos cála-
lados de agua y penetrados de la humedad: otras
teníamos que abandonar las riendas del caballo
por que las manes estaban ateridas de frío: otras
el viento nos azotaba, cuando el sol no nos abra
saba la piel que se nos caía á pedazos.
Continúa la m archa.
Quien conozca á D. Albera, no se extrañará
si un hombre de su edad, delicadísimo, con poca
salud, algunas veces cuando se llegaba á un
tambo (venta) había que tomarle en i^eso y sensentarle en una silla, porque las piernas no po
dían sostenerle y el cuerpo inerte se abandonaba
á sí mismo. — ¿Y que es el tambo? — Es el lugar
de descanso para el caminante y donde pasa la
noche después de un día lleno de fatigas; sitio
marcado al cual debe llegar cueste lo que costare,
sino quiere pernoctar en las cimas de los montes
y tomarse una pulmonía. Y el temor de esta
enfermedad, infunde fuerza y aliento aunque
uno este rendido y medio muerto; cuando se
pone el sol todos se revisten de fuerza y de valor
y hace uno esfuerzos de que nunca se creería
capaz, porque al oscurecer hay que llegar al
tambo. Allí, si el indio que lo guarda es listo y
previsor, encontrará el caminante algo caliente,
único confortante que el estómago imperiosa
mente reclama; será agua con sal ó con un poco
de harina de maíz, de patata ó yuca, poco im
parta; con tal que sea caliente todo viene al
caso. Si uno llega inesperado, hay que esperar
horas y horas antes de gustar la sopa miserable.
El vino es una bebida desconocida, los del pais
beben alcohol, que se extrae de la caña de azúcar;
pero al que como nosotros, no esta acostum
brado, le abrasa el estómago.
Llegamos j>or fin al rancho y tomamos posesión
de la casa que debía hospitarnos: figúrese, era
un cuadrado de tres metros por cuatro de lado:
cuatro palos plantados en el suelo con un techo
de hojas de palma: el pavimento á causa de la
humedad se eleva algunos metros del suelo y
está cubierto con cañas partidas por medio, ho
jas de palma y esteras: los lados están abiertos y
sin reparo alguno. En aquel estrecho y miserable
espacio nos acostamos los dos; á veces me des
pertaba al más pequeño rumor y sobresaltado
miraba con ansia á D. Albera, temiendo que
revolviéndose en la miserable yacija dura y de
sigual, cayese por los lados con evidente peligro
de la vida. El tambo repara del agua pero no del
viento; y del agua no siempre, porque si el viento
da de lado te lo arroja á la cara si antes no se
infiltra por el techo de hojas y te cae gota á gota,
quitándote así aquellas pocas horas de sueño
que te son más necesarias que el mismo alimento.
Sólo la fe y el amor, que de ella dimana, puede
animar á uno para hacer semejantes viajes. Du-
-
3 8
-
desagradable y nos chapuzaban hasta los ojos,
bien que la lluvia se encargaba después de lavar
nos las manchas de barro.
Como los torrentes engrosaban, nuestros
indios, quitándose la poca ropa que llevaban
encima, se tiraban al agua para alcanzar la orilla
opuesta, llevando arrollada á la cintura una
cuerda; un cabo de esta iba amarrado á las bri
das de un caballo y de la cola partía otra cuerda
que iba á las bridas del otro caballo: y de este
modo caballos y caballeros entrábamos en el
agua, tirados por atrás ó por delante, según los
casos, mientras las piernas metidas en el agua
hacían de remos para ayudar á los caballos. Si el
animal resbala, un baño al menos era inevitable.
En algunas j)artes el agua caía de tal altura y
A um entan la s dificultades.
con tal Ímpetu que formaba un arco, bajo el
Era el segundo día de nuestro viaje á caballo; cual no muy cómodamente ni sin mojarnos, po
hacía varias horas que subíamos, y la cima de la díamos pasar. Lo peor es cuando bajo la hierba
montaña que queríamos atravesar parecía que hay pantanos, entonces es ella. A mi me sucedió
cada vez estaba más lejana, como si huyera de una vez sola. La pobre muía desapareció por
nosotros. La subida en aquel lugar es casi per- completo dejando ver solo la cabeza: yo me hundí
])endicular, el sendero angosto y con caprichosas con ella en el fango y para librarme tuve que
vueltas; los peldaños eran mal seguros y hechos renunciar á un zapato: los indios á fuerza de
de palos redondos,- aplanados más por el pié del pegar y arrear la muía, y después de media hora
hombre que por la mano del que allí los puso; de trabajo pudieron sacarla. Me lavé las manos
había que andar á pié, porque yendo á caballo se y la cara que no estaban del todo limpias, y dejé
marca uno y el corazón se encoge, y cuando se lle á la lluvia el encargo de lavarme la ropa.
ga á la altura ó al fondo del valle, se respira, se
E n el A z u a y — P e lig ro so incidente.
dilatan los pulmones y la sangre recobra su circu
lación normal: es que á la vista del peligro se
Habíamos llegado al Azuay, grupo informe de
sulrcn agonías y encogimiento y el organismo montañas pedregosas que debíamos pasar. De
padece.
trecho en trecho se veían horribles precipicios y
No pocas veces las manos deben ayudar á los era preciso apartar la vista horririzada para
pies para agarrarse, saltar y casi diría, volar de no impresionarse. D. Albera montó á caballo y
])cñasco en peñasco, abandonándose de un árbol se quejaba de rigidez en las piernas, pero no ha
á otro y trepando por aquellas subidas y bajadas bía remedio. Había que seguir en aquella posi
ásperas y peligrosas. Describirlas no es posible:
ción y por aquellos peñascos aún seis ó siete ho
liay pendientes difíciles y tortuosos que terminan
ras. Aún no eran las 12. Resbala el caballo y
en un sendero de medio metro y después en un
cae, i>ero por fin consigue ponerse de pie. Este
torrente; ¡ay dcl imprudente que, dejándose lle golpe cogió de sorpresa á D. Albera quien, por
var del empuje natural no detiene el pie! se vería
la inercia de las piernas y su poca práctica en
jxjrdido sin remedio. ¡C.uántos pobres animales,
montar, cayó dcl caballo quedando con un pié
abandonándose al ímpetu de la bajada no han
trabado en el estribo. ¡Ay de él si hubiera caído
encontrado la muerte en aquellas aguas ! Muchas del otro lado, el peso mismo del cuerpo le hubiera
veces la naturaleza cubre con ramos y ñores el
arrastrado á un abismo de más de 500 metros
abismo, y si uno no tiene á mano algo en que de profundidad! ¡Ay de él si entonces se mueve
agarrarse ó las ]ilantas no son fuertes, se preci el caballo! Y o iba detrás de D. Albera, y delante
pita v abismos de espantosa profundidad.
el indio que nos guiaba; di un grito de terror, el
El Oriente se llama la región de las aguas; por guía se paró, salté del caballo, y mientras el guía
todas partes se encuentra en abundancia este
tenía el caballo por las riendas, pude yo levantar
elemento indis|X‘iisable. i>ero también i>eligroso.
á D. Albera y sacarle el pie del estribo. La Virgen
Nosotros, para colmo de desgracias, hicimos el
.\uxiliadora á quien poco antes habíamos invo
viaje en la temjwrada de las lluvias. E l ]'>aso cado con el Angclits, nos tenía de su mano, y las
continuo de animales por los senderos había
oraciones que por nosotros se elevaban al ciclo
escavatlo hondos surcos que se llenaban de agua.
le habían ^ v a d o .
Los labres aninuales se atascaban hasta el vien
(b'e continuiirá).
tre y, al paso que los fatigaba, producía un ruido
rante las eternas y monótonas horas que pasá
bamos montados en nuestros pobres caballos,
siguiendo siempre de cerca á D. Albera, muchas
veces le veía agitado moviéndose en el caballo
sin encontrar una posición cómoda; veía que apenas podía sostenerse derecho sobre la cabal
gadura, y sufría al ver que nada podía hacer
para aliviarle: á veces al atravesar inmensos pre
cipicios que de un momento á otro podían arre
batarnos una existencia tan preciosa, lo confieso,
tenía tentaciones de aconsejarle que se volviera
atrás; pero pronto abandonaba tan tristes pen
samientos al recordarme que en todas nuestras
casas se elevaban continuas y fervorosas ora
ciones al ciclo.
;
— 39 -
D
E NUESTRAS MISIONES
e O L O M B lA
P o r los L e p ro so s — U n discurso
del S en ador Arango.
{Carta del P . Evasio Rabagliati).
Bogotá, 25 de Septiembre de 1904.
M i venerado y amadísimo Padre:
cruzada que hemos emprendido en
1 favor de los leprosos, así como nos va
captando las simpatías de ésto s, no
puede menos de atraer sobre nuestra pía So
ciedad las bendiciones abundantes y escogidas
del Señor. Si maravilloso fué el modo con que
Dios nos abrió las puertas de los Lazaretos, más
prodigiosa es aún la rapidez con que quiere abrir
ante nosotros un ilimitado campo de acción.
Nosotros por nuestra parte, haremos lo que nos
sea dado; pero es un espectáculo consolador ver
como la Colombia entera está animada y se dis
pone á sofocar á cualquier coste el horrible con
tagio de la lepra.
Entre estos fautores, verdaderamente bene
méritos de la patria, merece especial mención
el nuevo Presidente, el Excmo. Sr. Gral. Rafael
Reyes. He aquí el elocuente telegrama que me
dirigió.
Oficial - Urgente Bogotá, 14 de Mayo 1904.
P. Evasio Rabagliati - Socorro.
Agradézcole bondadoso saludo. Tengo con
fianza que pueblo y Gobierno colombiano si nó
por caridad, sí por deber propia conservación
arbitrarán fondos abundantes y suficientes para
establecer los lazaretos necesarios conforme
sistema Hansen para aliviar, distraer, consolar y
aislar á los desgraciados y por este medio acabar
con la lepra como lo ha hecho Hansen en poco
tiempo en Suecia y Noruega. Usted y los demás
hijos de D. Bosco son los enviados por Dios para
salvar á Colombia de este horroroso flagelo, y
como este asunto es para mi país más importante
que el papel moneda, que los ferrocarriles, que
la instrucción pública y que cualquiera otro, y
sólo comparable en su importancia á la conser
vación de la paz, debemos confiar que el próximo
Congreso sabrá ponerse á la altura de las necesi
dades de esta grande obra y dar al Ejecutivo los
medios para que en seis años estén todos los
leprosos de Colombia recogidos en lazaretos
sistema Hansen, en donde tendrán los consuelos
de la Religión, porque estarán asistidos j)or los
hijos y las hijas de D. Bosco y tendrán además
aseado y cómodo alojamiento, médicos y medi
cinas, bibliotecas de instrucción y de distracción,
parque y jardines en donde pasearse y solazarse
y abundante alimentación; ésto para los pobres,
que los ricos podrán tener alojamiento espe
cial pagado y con todas las comodidades que
quieran. El dilema es : acometer y coronar esta
obra en la forma dicha, ó que Colombia sea den
tro de pocos años una inmensa leprosería de la
que huirá la humanidad como de tierra maldita.
Pava ayudar á realizar la formación de los laza
retos Hansen, puede, P .R ., disponer de mi per
sona y de mis intereses. — R E Y E S.
Como puede ver, amadísimo Padre, la con
vicción de la necesidad que hay <le imjiedir la
espantosa propagación de la lejira, se hace cada
día más profunda en los que toman á pechos el
]K>rvenir de la República. Bien recordara V, R.
que en mis relaciones no me atrevía á llevar el
número de los leprosos más alia de
aunque bien j)ersuadido estaba de que la cifra
era mayor; pero ahora, después del memorable
discurso pronunciado por el senador Sr. Arango
en pleno senado, el número de los leprosos en
Colombia se reconocerá oficialmente superior á
cincuenta m il. Esta es una cifra verdaderamente
horrible, p>ero que ninguno se atreve á poner en
d u d a : que antes bien, bien considerado el ca
rácter de los infelices atacados por la lepra, que
odian la luz y buscan la oscuridad para que no
los conozcan, nadie ]x>drá llegar á saber en
cuanto sea inferior á la realidad este número
ya espantoso de por sí. He aquí los pasos más
importantes de
E l d iscu rso del Senador A rango.
Para mi tengo que la elefancía griega es el
problema más grave y que reclama más pronta
—
4
solución de cuantos se ofrecen en esta desgraciada
época á la consideración del Congreso y de la R e
pública entera. Que no se abrirá el canal por P a
namá, ó que se abrirá arrebatándonos miestros
derechos, gravísimo; que el Perú y el Brasil in
vaden nuestro territorio, y no tenemos un hombre
bastante hábil y bastante enérgico para que lo de
fienda, gravísimo; que estamos ahogándonos en
un mar de papel moneda y no acertamos cómo
medio de salvarnos, gravísimo; que no tenemos
cómo atender á las necesidades más urgentes de
la Administración pública, gravísimo. Para cada
uno de estos males y todos ellos juntos, son un
grano de arena en presencia de la montaña que
se nos está viniendo encima empujada por el con
tagio de la lepra.
Cuando en mis horas de retiro me entrego á la
meditación de la suerte que se le espera
dentro de pocos años á la Patria queri
da, si no
resuelve este espantoso pro
blema, me estremezco de pensar que to
davía se ríe en los hogares, que todavía
nos entregamos á las diversiones pú
blicas, cuando todos deberíamos llevar
el rostro severo y ¡a (rente inclinada bajo
el peso de profundas meditaciones.
E l problema á que me refiero
es un problema de aritmética al
alcance de los escolares, no para
destruirlo, sino para despejar la
pavorosa incógnita.
Todos vosotros habréis leído la
anécdota del ajedrez; pero yo me per
mito referirla, porque ella es la más
gráfiza representación del mal y de la
indiferencia que nos aquejan.
Cuéntase que en tiempos y regiones orientales
remotos, un monarca muy pagado del ajedrez,
llamó al inventor para recompensarlo con muni
ficencia. E l inventor, que tenía más talento para
pedir que para inventar, suplicó que si se quería
hacerle alguna g;racia, se contentaría con que se le
diera un grano de trigo por la primera casilla del
tablero de ajedrez, dos por la segunda, cuatro por
la tercera, ocho por la cuarta, diez y Jíffs por la
quinta, y asi en progresióti geométrica creciente,
las sesenta y cuatro casillas. E l monarca se sonrió
con ¡a humildad y modestia de la súplica, y ordenó
á su mayordímo que inmediatamente la satis
ficiera. Fuese a l granero con el agraciado, seguro
de poderle acomodar en las palmas de las manos el
acento de
dádiva; pero para cumplir fielmente
Sil wiJ»í/a/o. determinó hacer primero las cuentas,
y cuando hubo hallado la suimi de los términos de
la progresión, pa!i.ieció de asombro. N o había
en ¡0$ graneros del monarca, n i en los graneros
del pais, n i en ¡os graneros del mundo entero, trigo
suficiente para cumplir la promesa de su señor.
0
—
A s i se propaga la lepra en progresión gemnétrica creciente.
E l Dr. M anuel XJribe Angel, patriota que ha
envejecido pensando como hacerle bien á su pais,
refiere..... yo no puedo precisar sus palabras vi
sus números, pero seguridad tengo de no exagerar
los elementos; refiere que treinta ó cuarenta años
atrás había sólo dos leprosos en Aniioqiiia, y que
cuando escribía, el número se elevaba á qui
nientos.
E n el año de 1888, siendo yo Prefecto de la
Provincia del Sur de Antioqiiia, y preocupado ya
con el desarrollo de la lepra, formé la estadística
de los leprosos de la Provincia, y había entonces
uno diez. Esa semilla se fué propagando y exten
diendo hacia la hoya dcl Quindio, y hoy son mis
de quinientos los leprosos de esas regiones.
Boletín Saicsiano — Sección de cajistas.
M e refiero á los puntos del país donde muchos
ni sospechan que la lepra existe.
N o hace muchos días oí á un elocuente y sabxo
predicador que decía le habían referido que antes
de la guerra no había leprosos en Popayán, y que
A'u habían aparecido casos propagados por el
ejército. Y o debo decir la verdad, aun á riesgo de
que haya interés en desmentirme, porque sólo el
conocimiento de la e.xlenstón dcl mal puede mo
vernos á combatirlo: en la región que dominan
las plateadas cund)res del Puracé y del Sotara
había antes de la guerra y hay ahora número tan
crecido de leprosos, que basta f>or si solo para con
tagiar d toda la Nación en no muy largos años.
Y si consideramos el nútnero existente en las
costas, en Santander, Boyacá y Cundinamarca
habremos de concluir que el mínimo no puede fi
jarse en mc7ios de cincuenta mil. ¿ Y el máxttno?
Sólo Dios puede precisarlo, porque muchos que
pacecen sa»os están ya heridos de muerte; porque
—
aún bajo la sonrosada -piel de muchas doncellas
que son la alegría del hogar y el ornato de nuestra
sociedad, está el despiadado microbio ejecutando
su obra de destrucción y preparando, si no una
muerte prematura, s í una vida llena de sombras, de
dolores y de desesperación.
¿ Y tenéis idea clara de lo que son 50,000 lepro
sos? E l espíritu humano se forma idea de los gran
des números, porque los coynpara , los compone y
los descompone, pero no tiene poder imaginativo
suficiente para representarlos mentalmente en
su conjunto. M e permito, pues, valerme de una
comparaciófi para haceros sensible en alguna ma
nera el mhnero de 50,000 leprosos.
Suponed una noche serena, de aire diáfano',
las estrellas brillan esplendorosamente en el azul
profundo y casi negro del firmamento. Dad una
vuelta sobre los talones, dirigid luego la mirada
al cénit, y cuando todas las estrellas visibles hayan
herido con sus rayos vuestras retinas, multiplicad
esas estrellas por ocho ó por diez y poblad los de
siertos del vacío. Cuando estéis arrobados con la
magnificencia de ese espectáculo de soles que os
parecen innumerables, volved rápidamente los
ojos al suelo de la Patria y convertid , con esfuerzo
de imaginación, las estrellas en leprosos, y ten
dréis de ellos el espectáculo espantoso y desola
dor. Ahora formad la proporción del contagio
sobre la base de 50,000 leprosos, y la razón de
diez á quinientos en quince años, y no podréis
menos de concluir que dentro de treinta años no
habrá carne ¡mmana en todos los ámbitos de la
República para saciar la voracidad del microbio
del terror; lodos los Colombianos serán elefan
ciacos si no nos apercibimos á combatir el mal.
Señores: cuando una plaza es acometida por un
ejército de sitiadores, acuden á las murallas, á las
trincheras, á los reductos todos los ciudadanos y
hasta las mujeres y los ñiños á luchar con deses
peración; y si los fuegos eyiemigos abren una
brecha, a llí van los cantos, y si fio hay cantos á la
manos, van los muebles humildes y lujosos, si
tampoco hay muebles, van los hombres poseídos
de locura sublime á cerrar la brecha con sus cadá
veres. E s que cuando el peligro se torna inm inente y general, se extigue en las almas generosas
e l instinto de conservación individual para dar
lugar á otro instinto más noble y poderoso: el ins
tinto de la conservación social.
y nosotros estamos sitiados y acometidos con
rabia por un ejército más numeroso y mortífero
que cuantos haya presenciado el mundo; por un
ejército más numeroso y temible que el de Jerjes,
cuyas flechas se cuenta que obscurecían e l sol; por
un ejército tanto más poderoso, cuanto que batalla
de día y de noche, en orden admirable, en pro
fundo silencio y de modo invisible: por e l ejército
ir.fi lito de los bacilos de Hansen.
4 1
—
Sus soldados imperceptibles penetran en el
cuerpo humano, alteran profundamente las fun
ciones fisiológicas, y cuando han herido de muerte,
se presentan en la piel, como si dijéramos que
el ejército vencedor corona las torres, las almenas
y las murallas, y planta el estandarte negro, in
signia de guerra sin cuartel ni misericordia.
¿ Y qué hetnos hecho para la defensa? Estamos
como sentados y absortos á la orilla de un cauda
loso rio que hincha su «lasa por momentos, v no
nos apresuramos d retirarnos á las laderas de la
montaña antes que la inundación extienda s«s
ofidas fangosas por los ámbitos de la llanura y
nos sepulte para siempre.
Aprestémofws para la defensa con energía y re
cursos suficientes.....
S i yo tuviera autoridad nwral y fuerza material
á mi disposición, exigiría la décima parte de la
riqueza pública, y castigaría como traidor á la
patria y á la humanidad al que rehusara llevar
su parte á esta obra de salvación ......
¿Nos detefxdrá en la obra salvadora la consideración de nuestra situación económica? ¡N o, im
posible! Para despedazarnos como fieras se gas
taron por el Gobierno como ochocientos millones
de pesos; otros taiUos por los revolucionarios, fuera
del valor de la riqueza destruida; digamos tres
m il millones de pesos en tres años; y ¿por qué? Por
el placer de llevar un copartidario d lo que para
(odo hombre de honor y reflexivo debe ser un potro
de tormento y que se llama el solio de San Carlos.
Y si aun vivimos; si para una obra de destrucción
fuimos tan pródigos, ¿por qué no hemos de ser
siquiera generosos para una obra de salvación ge
neral?
Tened presente que si fios salimos de nuestra
indiferencia, a l fin veremos la patria ceñida de un
cordón sanitario que le pondrán las naciones ci
vilizadas para que no les llevemos el contagio.....
O convenimos en que la humanidad tiene un
destino providencial que nos hace solidarios en el
espacio y en el tiempo, y entonces cumplamos sin
vacilación nuestros deberes para con las generadones presentes y futuras; ó creemos que es una
reunión de individuos unidos por vínculos artifi
ciales y sin mutuas obligaciones, y cfüonces di
solvamos los Congresos, los Gobiernos y todas las
instituciones sociales y vivamos como las fieras
de los bosques y de los desiertos.
Esta es, amadísimo Padre, la pintura de la
horrible mina que el espantoso contagio de la
lepra está preparando á esta ilustre 6 hidalga
nación.
L a m iseria en lo s L a z a r e to s — P ia d o sa
industria.
Poco antes de salir de Popeyán, y terminada
mi misión, que era de fijar el sitio del nuevo
— 42 —
Laíjai'eto, me dijeron que había llegado á aquella
ciudad un pobre leproso ciego, llevado de la
mano por su mujer, y que venía escapado del
Lazareto de Agua de Dios. Quise enterarme del
motivo de su fuga, y el pobrecito me confeso
(pie se había decidido á emprender aquel largo
viaje á pie, aunque era ciego, para no morirse
de liambre. Encontré también en los alrededores
otro leproso joven aunque iba pidiendo limosna
á los transeúntes. Le pregunté el porqué no iba
a] Lazareto de Agua de Dios y mere.spondió que
hacia pocos días había Imido de él para no pere
cer de hambre y que ya era aquella la segunda
vez (pie lo hacía. Al mismo tiempo recibía de
nuestros hermanos de Agua de Dios y de las Au
toridades varios telegramas, en los cuales se me
pintalia con los más oscuros colores la situación
de mil cien leprosos pobres y faltos de recursos,
condenados á perecer de liambre: la exigua ra
ción ([ue semanalmente le pasaba la Junta de
Benehcencia de Bogotá, había sido por entonces
susjiendida ])orque faltaban recursos. La situa
ción de aquel lazareto no podíasermás lastimosa.
Entonces me decidí á partir enseguida para Agua
do Dios, ])ero ir con las manos vacías era lo mismo
que no ir. Eran por tanto dos las necesidades
apremiantes, ir ¡nonto y llevar algo con que
espantar el terrible enemigo del hambre. Con
las debidas licencias di una conferencia en la
('atoch al do Popayán, en presencia del Sr. Arzo
bispo, del Sr. (gobernador; de las demás autori
dades ech^siásticas y civiles y de una inmensa
muchedumbre de fieles. Lo que yo dije en aquella
conferencia no lo sé, solo sé que hablé por largo
do leprosos, de Lazaretos, de hambre y de ur
gencia en socorrerlos: terminada la Conferencia
me puse á la puerta de la Iglesia á pedir limosna.
Después eché mano del gramófono y, con carteles
en las calles, anuncié dos diversiones en dos días
diferentes, en la plaza jn'iblica. Y desde el balcón
de una casa, convertido yo en charlatán, me
puse á despertar los cantores y músicos del gra
fófono ]ior más de una hora: después dirigía un
fervorino al público , contando algunas de las
mil y mil miserias que encierran los Lazaretos.
1.0 último era la limosna, que yo mismo iba pi
diendo por entre el gentío , dejando á todos
en piona libertad de dar lo poco ó lo mucho que
el corazón los dictaba.
Era esta una prueba que yo hacía y de la que
tlojH'udía en gran parte el éxito de la misión que
me había propuesto realizar. Si la capital del
departamento respondía á mis esperanzas, las
demás ciudades hermanas, según mi parecer,
habrían seguido el buen ejemplo.
Terminadas las tres funciones, religiosa la una,
profanas las otras dos, conté el dinero recogido
que sumaba cerca de treintamil pesos:¿era mucho
ó poco? E l Sr. Arzobispo fué quien decidió la
cuestión con estas palabras: El que V., P. Rabagliati, haya recogido esta suma en tan poco
tiempo y en la temporada en que las familias
ricas se van á veranear, es un milagro de Don
Bosco. Nunca hubiera pensado en un resultado
tan felizmente extraordinario. E l Señor le
acompaña y bendice; vaya, pues, y que el ejem
plo de Popayán encuentre por dondequiera
muchos imita dores.
Por tanto me puse en camino. Lo principal
era recoger lo más posible en poco tiempo, así
que resolví pasar sólo por los centros de mayor
importancia. A l cabo de tres días llegué á Calí,
la ciudad más populosa del Cauca, y con dos
conferencias y dos entretenimientos públicos
con el gramófono, llegué á recoger 36000 pesos.
En pocas horas me planté en Palmira: las li
mosnas allí llegaron á 33400 pesos. Es digno de
recuerdo un caso que allí me sucedió: Un señor
se me presentó y me dijo: Me encuentro en cir
cunstancias pecuniarias algo críticas : aunque
tengo buena voluntad, no puedo darle nada para
sus leprosos: pero... aquí tiene mi caballo: vén
dalo ó haga una lotería, lo que saque es para su
misión. » Deo graiias /
Pasé á Buga, y recogí 3S000 pesos; en Tuina,
22000; en S. Vicente, 8300; en Cartago, iiooo;
en Pereira, 57000; en Sta. Rosa, 22000; en Manizales, 68,700, en Tresno, 4500. Las mujeres
pobres que no tenían dinero que darme, me ofre
cían objetos de valor, pendientes , anillos, al
fileres etc. que vendidos produjeron la suma
de 10000 pesos. T o ta l: 346000 pesos y un ca
ballo aún por vender.
Llegado á Bogotá me encontré con nuestro
P. Variara que me había precedido y había lle
gado el día antes del Lazareto de Agua de Dios.
No se necesitaron muchas palabras para conven
cerme que necesitaba dinero. Le entregué las
dos terceras partes de la suma recolectada, por
ser los leprosos de .\gua de Dios muy números,
y la otra parte la reservé para los de Contrata
ción, que se encuentran en las mismas circunsstancias.
Mil veces bendita la Divina Providencia:
Ella lo ha hecho todo: E lla me inspiró tan opor
tunamente esta misión en el Cauca, Ella la que
movió á compasión por los leprosos los corazones
de estos buenos habitantes; sin Ella quizá no
existiese hoy el Lazareto de Agua de Dios: los
más de los enfermos hubieran huido y muchos
hubieran muerto de hambre. ¿Y ahora?— Sea lo
que Dios quiera. Por un mes la crisis está ya
superada : y después... Dios proveerá.
Los Paires conscripH de la Nación se hallan
presentemente reunidos en Congreso plenario,
y la causa de los leprosos está ya en sus manos.
— 43 —
Pronto sabremos el resultado: procuraré tenerle al corriente de todo.
Bendiga á todos sus hijos é hijas de los Lazaretos y á los leprosos todos, que son también sus
hijos. Y créame en los SS. Corazones de Jesús
y María
Su afmo y obediente hijo
E VASIO R A B A G L IA T I, Pbro,
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de María Auxiliadora 1
jVós tenemos la persuasión de que, e7i las vicisitudes dolorosas de los tiempos
que atravesamos, no nos quedan más consuelos que los del Cielo, y entre éstos,
la poderosa protección de la Virgen be?idita, que fu é e?i todo tiempo el A u x ilio
de los Cristianos.
Pío X.
¡C uán buena e s M a ría A u x ilia d o r a !
Siempre que he acudido á su protección
nunca ha dejado de socorrerme, y hasta diré
casi milagrosamente, como podrá conocerse
por lo que le voy á rel'erir. Empezaré por
decir como he venido á ser cooperadora de
la obra de D. Bosco.
Un día había ido á visitar á una vecina y
mientras me entretenía, vi un B o l e t ín S a l e siANO, empezé á leerlo y sobre todo gustá
ronme las gracias singulares que la Virgen de
Don Bosco concede á sus devotos. No bien
me fué posible supliqué á los RR . Padres de
Fortín Mercedes que me admitiesen como
cooperadora. No le diré como al llegarme
mensualmente ese periódico yo lo leyera y
releyera, tanto me gusta y alimenta mi alma
en estos parajes casi desiertos, en donde se
vive como sino se tuviera alma que salvar,
pensando y ocupándose tan sólo de lo material.
Y hube pronto de experimentar el favor de
la gran Reina del cielo. Una hija mía de pocos
días ya estaba desahuciada por el facultativo.
Sintiéndolo yo en el alma, prometí hacer rezar
una Misa á María si me salvaba la hija. ¡Cosa
singular! mi hija empezó á mejorar y hace
cerca de dos años continúa gozando de per
fecta salud.
El hecho siguiente empero, demuestra muy
á las claras como María es verdaderamente
el Au.xilio de los cristianos.
El día 25 de Julio del año pasado 1904
estábamos mi esposo, un vecino y un com
padre mío al rededor del fuego conversando,
mientras nos calentábamos un poco: cuando
de repente se prende fuego la chimenea y
como soplaba un viento muy fuerte, al mo
mento estuvo todo en llamas. Asustados no
sabíamos que hacer: teníamos dos ó tres baldes
de agua, pero viendo que las llamas tomaban
grandes proporciones, mi esposo agarró un
hacha, subió al techo para cortar el mujincte
y así aislar el fuego. Pero una ráfaga de viento
impetuoso empujó por debajo de la chimenea
la llama amenazando incendiar toda la casa.
Nótese que las casas de aquí no son como la.s
de Europa. La que habito yo y que todavía
nos abriga, no cuenta ni un ladrillo;las paredes
son de manojos de pajas sostenidos con alambre
revocadas interior y exteriormente con barro,
y el techo de paja. Pues bien, al ver que el
viento empujó la llama por abajo y viendo el
cuarto ya casi todo en llamas, me acordé al
momento de la Virgen de D. Bosco y con fe
exclamé: « María Auxiliadora, si nos ayudas
en este apuro, haré publicar la grad a en el
B o l e t ín S a l e s ia n o
\ Poder verdadero de
la Auxiliadora! No bien hice la promesa, se
apagaron repentinamente las llamas y desa-
44
pareció instantáneamente todo j eligro. sin
emplear siciuicra una gota de agua. Todos
cjuedamos atónitos al contemplar tanta gracia,
y diciéntionos unos á otros: ¡Verdaderamente
es María Auxiliadora la que nos ha salvado
de una grande desgracia!
Digan lo que quieran los incrédulos y los
que por tliversidad de opiniones se ven pri
vados del cariño de esta Madre celestial. En
cuanto á nosotros le conservaremos eterna
gratitud.
Mando en mi pobreza una limosna para
que me aplit^uen tres Misas.
M ic a e l a d e A m o r e n a.
Fortiii Mercedes (R. Argentina), 31 Julio de 1904.
M aria A u x ilia d o ra
m e libró de una d o lo ro sa operación.
I Oh! cuán buena es María, puedo repetir
con Don Rosco! Su ternura de Madre amanlísima no permite nunca que sus hijos queden
privados de su maternal protección; así puede
exclamar el (juc subscribe. Hacía días que
estaba en misión en esta inmensa zona del
Colorado (Gobernación del Río Negro), y ha
llándome á ])oca distancia de nuestra casa de
Pringles, pensé ir allá para pasar la fiesta de
Corpus C h rísii en compañía de nuestros her
manos, y luego seguir mi misión. Mas, el
hombre propone y Dios dispone. El día de
la salida empecé á sentir agudos dolores en
un pie que seis años hacía me habían operado
en Montevideo. Juzgando fuera cosa de poco,
salí lo mismo; pei’o en vez de mejorar fui
empeorando de día en día y en poco tiempo
llegué á tal punto, que no podía ya suljir á
caballo sin sufrir dolorc.s casi insoportables.
Tal estado me obligó á dejar la misión y pensar
como curanno. Estaba á 40 leguas (220 km.)
<lc la Estación más cercana para ir á Hahía
Blanca: y ¿ cómo llegar en el estado en que
me hallaba? Dios empero, que como amoroso
Putlre vela siempre sobre sus criaturas, jamás
abandona á sus hijos. Un poco á caballo
y un poco en sti/guís, que unas personas ca
ritativas me facilitaron, pude llegar á la estación
Río Colorado para seguir la marcha á Bahía
Blanca. Nada diré de los dolores intensos que
sufrí en el largo y penoso viaje; pero cuando
se sufre para hacer bien al prójimo y con
resignación uno se siente aligerado. Los doc
tores después de visitarme, me dijeron que
debía sujetarme á una operación y que tenía
que ir á Buenos Aires. Fui á Buenos Aires y
uno de los mejores Profesores en cirujía del
Hospital clínico, díjome tainbiért que me pre
parara á la operación, esperando sin embargo
-
algunos días hasta que desapareciera con al
gunos tratamientos la inflamación.
Pueden imaginarse en que angustia me en
contraba, sabiendo ya por experiencia cuanto
debía sufrir. ¿Qué hacer en este trance? Pensé
que tenemos una Madre en el Cielo, la cual
nunca desoye á los que en Ella confían. La
supliqué de todo corazón me obtuviera la
gracia de librarme de la operación y para al
canzarla más fácilmente escribí al Sr. D 'rictor
de Fortín Mercedes (Patagonia), diciéndole me
encomendara á las oraciones de los niños. Mis
fervientes súplicas y las plegarías de estos
buenos niños subieron como el incienso al
Trono de Dios, y por intercesión de María
las dolencias desaparecieron, y á los siete días
de estar en Buenos Aires, el doctor me dijo
que ya no necesitaba operarme. La alegría que
experimentó mi corazón en aquellos momentos
no puedo describirla , sólo .diré que en el
colmo de mí alegría prometí eterno agrade
cimiento á tan excelsa y bondadosa Madre.
Pocos días después volví á Fortín Mercedes,
donde pude otra vez emprender mi labor con
más ahinco para mayor gloria de Dios y la
salvación de las almas.
Entre otras promesas que hice á la Virgen
por tan señalada gracia, prometí publicarla
en el B o l e t ín S a l e s ia n o , y hoy lo cumplo
con sin igual contento.
Gracias por lo tanto á María, Auxilio de
los Cristianos, verdadera consoladora de los
afligidos; sea siempre alabado y glorificado su
santo nombre.
J u a n V a i r a , Pbro. Salesiano.
Fortín Mercedes (R. Argentina), 15 de septiembre de 1904.
Conñanza en María.
El año pasado encontrábame muy mala de un
tumor y desahuciada de los médicos, quienes me
tlijeron que no tenia otro remedio que someterme
á una operación quirúrjica. En medio de esta
tribulación no me desanimé. Desde aquel mo
mento puse toda mi confianza en la que es Auxilio
de los Cristianos que todo lo puede y oye á sus
hijos que la invoquen con fervor y fe. Lleg;ado el
dia de la operación, cuando ya estaban todos los
médicos reunidos, hice poner un cuadro de Maria
Auxiliadora en la sala donde iba á efectuarse la
operación y llegado el momento, cuando me con
ducían á la mesa, pasé por delante del cuadro de
la Virgen y la esperanza penetró en mi corazón
como un rayo de luz que vivifica á una flor, y
desde lo intimo de mi alma le dirigí una plegaria,
ofreciéndole que si me sacaba con bien de aquel
trance tan terrible, publicaría su gracia en el B o
l e t ín S a l e s ia n o y sería cada vez más su verda
dera devota. En efecto la operación salió bien, y
no he vuelto á sentir nada de tan grave m al; hoy
pues me es grato cumplir lo ofrecido. Gloría sea
dada á la que es Auxilio de los Cristianos.
También me hizo la Virgen, el siguiente favor
de sacar con vida á mi esposo que se encontraba
en la guerra y regresó á nuestra casa sano y salvo,
como yo se lo pedia constantemente en mis fer
vientes oraciones á la Virgen.
Gracias sean dadas á María Auxiliadora, por
tantos beneficios.
L iv ia C .
de
M o n t ie l .
Colom bia (Estado Santander) C ú eu ta, A b ril lo d e 1904,
i Madre mía, seguid ampárandome !
Xo recuerdo haber pedido nada á tan buena
Madre que no me haya sido concedido. Este ve
rano fué atacado mi querido esposo de calenturas
malignas, llegando estas á 40 grados, por lo que el
peligro inminente: le puse al cuello una medalla
de María Au.xiliadora é inmediatamente comenzó á
bajar hasta quedarse completamente libre de mas. Pi
dióme avisara al confesor pues quería reconciliarse :
asi lo hice ; mas cuando este llegó ya había comen
zado á subir la calentura á 3S grados. Afligidísima
recurrí á María ofreciéndole dos velas y publicar
la gracia si le curaba y asi sucedió en pocos mo
mentos: quedóse enteramente tranquilo, desapare
ciendo para siempre las calenturas. En espera de
otro favor y agradecida á tan bondadosa Madre,
deseo se publique la gracia, mientras yo envió mi
limosna para su culto.
U7ia Cooperadora,
Sevilla, ju lio d e 1904.
Gracias, Madre m ía!
Empecé padeciendo una enfermedad en el vientre,
que aunque me decían que era de gravedad, me
dijeron dos médicos que era cosa de calma y que
me duraría tiempo: dicha enfermedad tenia para
tristes efectos y me quitaba una de mis más suaves
esperanzas. Hice dos novenas á María Auxiliadora
y cuando á los pocos dias me vieron dos médicos,
me dijeron que la enfermetlnd había desaparecido.
Empecé el mes de Mayo y le ofreci, si seguía mejor
y me devolvía mi esperanza de tener familia, publicar
la gracia en el B olf .t In S a i -k s ia n o y mandar una
pequeña limosna. Ella es la Reina de nuestra casa,
le pongo luz por las noches, en fm en todos mo
mentos acudimos á Ella, y gracias á esta benditísima
Reina, en mi casa hay siempre paz y alegría. Si
fuese á decir todo el bien que me hace, para mi
sola, no llegaban las columnas del B o l e t ín S a l e SIANO.
Orense (Espafla), Ju lio d e 1904.
M . M e r c e d e s B a l c .\r c b l .
Dan también, con toda la efusión de su alma, gracias
á María Auxiliadora y envían una limosna:
Alcudia (Isla de Mallorca) — P. 1). Coop. Sai..
agradecido á María Aux. por un favor recibido.
Alhaurín el Grande (Málaga) — Francisca Bravo
de Burgos: Encontrábase gravisimamente enferma
una hija mia;fios médicos desconfiaban de salvarla,
y se le administraron los Sacramentos: en tan apu
rado trance, la encomendé de todo corazón á María
Aux-, empecé una novena y le prometí visitar su
capilla y mandar decir una misa; en el mismo ins
tante empezó la mejoría, y hoy mi hija está com
pletamente restablecida. Bendita sea María Aux.
Alicante (Españal — Concepción Benlloch; estuve
enferma de unas calenturas, llegando á tal extremo
mi gravedad que .los médicos desesperaban de sal
varme: acudí con verdadera devoción á María Aux.
prometiéndole hacer una novena y publicar la gracia.
María escuchó mis oraciones y hoy me encuentro
completamente curada.
Buenos Aires (Argentina) — Josefa L .J , de Home:
Inmensos son los beneficios que María Aux. me
ha dispensado. Le prometí hacer una novena y pub
licar la gracia si concedi.a la salud á un;i persona
de mi familia; hoy se encuentra esa persona eompletamente restablecida, y yo, reconocida á la buiulml
de María -Aux., cumplo lo i>romelido.
Burjagot ( Valenci.a-Kspaña) — Teresa Potis v
Peris: Mi liijo Luis estaba gravisimo y la ciencia
médica era impotente para curarle. Recurrí á María
Aux., empecé una novena y jirometi varias prácticas
piailosas. Desde luego se notó mejoría en el en
fermo y hoy se encuentra del todo sano. Agrade
cida á Maria .Aux. cumiilo lo prometido.
Caracas (Venezuela) — .yaria de los Angeles
.^foya: Se encontraba un sobrino mió gravemente
enfermo de la garganta : en tan triste situación
acudí á la Virgen de D. Hosco, empecé una no
vena y ofrecí dar una limosna para la construcción
de su templo en esta ciudad y publicar la gracia.
No lardó esta buena Madre en escncliar mis súpli
cas, desapareciendo el peligro por com|)leto. Agra
decida cumplo mi promesa.
Comalapa (Nicaragua) : Liberato Robleto , Rosa
Fernández y Nicolasa Seqneira dan gracias á Maria
Aux. por favores recibidos.
Cuenca (Ecuador) Virginia $ilva, da gracias á
María Aux. por haber protegido repetidas veces á
su querido hijo Miguel lesús, librándose de varias
desgracias durante tres años de empleo en el ferroCiarril, y habérsele devuelto á casa cuando ya no
esperaba volver á verle.
Ibidem — Rosario Méndez: Tenia que emprender
un vi.aje de urgencia, pero me veia imposibilitada
por dolores en una pierna: pero, al invocar el
auxilio (le .Maria, los dolores desaparecieron. —
Carmen Arias, agradec.ida á Maria Auxiliadora por
halierla sanado de una grave enfermedad (|iie la
atormentaba.
Diría (Nicaragua) — Gertrudis Monterey de Or
tega Coop. Sil.: Tenia á mis dos hijos Ailriiín y
Gertrudis atacados de fiebre palúdica, iiiiedaiKlo los
dos en !astim<»so estado. Dos años le duró la gra
vedad á mi hijo y cinco á mi bija. En tan angus
tiosa situación invoqué el auxilio de María, ofre
ciéndole dar una limosna y publicar la gracia. Desde
entonces empezaron á mejorar y ln)y se encuentran
completamente sanos. Bendita sea María Aux.
Ibidem — Asunción Ulloa, da gracias á Maria
Aux. por haber obtenido la salud de su padre.
E l Almendro (Nicaragua) — Candelaria Morazán,
agradecida á María Aux. por haber obtenido la sa
lud de una hija gravemente enferma.
Granada (Nicaragua)
Plácido Alvarez: tenía gra
vemente enferma una hija mía; le puse una medalla
de Maria .Aux. al cuello, prometí liacer una limosna
y rezar la novena, y María oyó mis ruegos: mi
hiia está perfectamente restablecida. — Eugenia
Mjr/inez, da infinitas gracias á Maria Aux. por un
señalado favor obtenido.
Las Piedras (Uruguay) — Juan M. Sedras: cumplo
la promesa de hacer pública mi gratitud por haber
obtenido la cnaracíón de mí madre.
Málaga (España) — A . U. L., da gra<Has á María
.Aux. por un favor recibido.
Masaya (Nicaragua) — Ana Monterey de Pérez:
—
4 6
—
hermana que desde tiempo hacia venía padeciendo
hallándose mí hija Ana H. atacada de escarlatina y
una dolorosa enfermedad.— y .
A . agradecido
desahuciada por los médicos acudimos á Maria
á Maria Aux., por varios favores recibidos.
Aux. prometiendo hacer una limosna y publicar la
Valencia (Venezuela) — S. M.: Hallábame en
gracia. María oyó nuestras plegarias y hoy cumpli
gran tribulación por un negocio lleno de espinosas
mos agratlecidas nuestra promesa.
dificultades : acudí á Maria Aux. promedienc^ dar
Minglanilla (Cuenca-España) — Alejandro Fep'er:
Hallándose mi padre gravemente enfermo y sin es una limosna y publicar la gracia. Hoy que feliz
peranzas de vida, acudí á Maria Aux. prometién mente ha quedado resuelto el asunto, y libre ya de
esta pesadísima carga que me incomodaba moral
dole una limosna y hacer pública la gracia: agra*
y materialmente , cumplo lo ofrecido á tan buena
decido á la bondad de María cumplo lo prometido.
Madre. — . Francisco Limongi agradecido á Maria
De otros muchos favores soy también deudor á
Auxiliadora por varios favores recibidos, especial
esta cariñosa Madre.
mente por liaber curado á una hermana suya de
Montevideo (Uruguay) — Una devola da gracias
una enfermedad que sufría en los ojos. — Una de
á Maria Aux. por una gracia obtenida. — Concep vota: Cumplo con el deber de hacer pública mi gra
ción Marqúese agradecida á Maria Aux. por un
titud á M. Aux. por una señalada gracia que me
gran favor recibido.
ha dispensado. Atacado mi hijo de una grave en
Puellaro (Ecuador) — Vicente Terán: Mi señora
fermedad y desahuciado por los médicos, ofrecí
se encontraba en un trance apurado y sin esperan una limosna v publicar la gracia, si la conseguía.
zas de feliz éxito: ofrecí á María Aux. dar una li
mosna y publicar la gi acia. Maria se
tlignó escuclmr mis ruegos.
Quito (Ecuador) — Luis G. Calindo; Me encontraba bastante mal
de l:i vista á causa de una irrita
ción. Desde hacia dos meses sufría
agudisimos dolores, sin que ningúii
rt'uicdio lograse aliviarnu:. recurrí
á Maria Aux. ofreciéndole hacer
celebrar una misa y ahora me en
cuentro bien por completo. — Ga
briel Orbi: Tenia (|ue sufrir un diJícil examen, acudiá Maria Aux.
y el éxito fué superior á mis espe
ranzas. — Nicolás IHnlc: Me en
contraba con una enfermedad de
malas consecuencias: una sobrina
mia me puso en la parte dolorida
una medalla de M. Aux., y ense
guida empecé á mejorar tic modo
(pie hoy me encuentro perfectamente
sano. — D. Guido Rocca. Una Se
ñora de esta Capital fué atacada
de una violenta pulmonía: los
miembros de la familia invocaron
con fé á Maria Aux. ofreciéndole
Boletín Saieslano
Moaotype y estereotipia.
una limosna para su Santuario:
bien pronto la enfermedad empezó
Mi petición ha sido eschuchada y yo gustosa cum
á ceder y hoy ha desaparecido por completo.
plo lo ofrecido.
Vicenta de Llanos: Invoqué á
Santiago (lícuador) • Fernando
mi her
Maria Aux. en una gran necesid.ad y Ella vino en
mano Rafael estando enfermo ofreció á Maria Aux.
mi ayuda. Hago una limosna y publico la gracia
una limosna si sanaba: obtenida la gracia, cumple
según prometi. — S. A . S. agradecida á M. Aux.
lo prometido.
por un favor obtenido. - Carolina Sindoval da
Salamanca (España)
D. Jt4lián Massana, Salcgraci.as á .Maria.
siano, da á Maria Aux. infmiias gracias por haberle
Videgaray ( Méxi co) —
da gracias á
obtenido pronta curación en su enfermedad.
M. /Viix. por haber librado su casa de un horrible
Santander (España)
Nicolás de la Cavada, abo incendio que la amenazaba.
gado. hago [uiblico mi agradecimento á Maria .*\ux.
Vinces (Ecuador) - José M. Paredes Ramírez,
por liaberme resuelto satisfactoriamente un asunto
Decurión Salesia/io agradecido á M. Aux. que de
que veia yo sumameiUe (bficii.
volvió la vida á su querida mamá , que estuvo á
Trujillo (Venezuela!
dcl Carinen de Valero:
las puertas del .sepulcro.
la joven M. Paz Fernández, sufría desde hacia mu
Vigo (Pontevedra-España) — Concha Docet. Pedi
cho tiempo una cruel enferimnlad que traía en con á Maria Aux. una importante gracia, prometiendo
tinua angustia á la familia: acudí á Maria Aux. pi
publicarla, y mis ruegos no fueron desatendidos.
diéndole fervorosamente la salud de la enferma y
ofreciendo una limosna : encontrándose hoy la en
ferma perfectamente bien, doy infinidas gracias á
María y cumplo lo prometido.
Valencia (España) —
A da gracias á Maria
Auxiliadora por haber evitado que le hicieran una
dolorosa operación, — N . N . da gracias á Maria
Auxiliadora por haber obtenido la curación de una
— 47 —
■-
gxs . _y
*
-A-
ROÑICA SALESIANA
VIQO — Fiestas de la Inmaculada en la Parroquia del
Sajrado Corazón de Jesús. — Leemos en el diario
oaiólico £¿ Ancora de Pontevedra en su número
2*75 • « Mucho Sentimos, por falla de espacio, no
]»der dar una resena completa, ni síijuiera compen
diada, de los solemnes y por todos conceptos ex«
t aordinarios cultos que en honor de María Inniacula^ , se han celebrado en esta nueva parroquia
confiada desde un principio á la incansable labor
evangélica de los hijos de Don Bosco. Nada fué
omjndo, ningún detalle por insignificante que pareciera fué olvidado para que la fiesta resultara con
toda la brillantez posible, y digna en todas sus
part^ de aquella en cuyo honor se celebraba.
Días antes fué repartido un bien pensado y nu
trido programa de los festejos,
* Nada diremos de la Novena y solemne Triduo
predicado por el piadoso é ilustrado orador Don
Luis López, que tanto conmovió á los oyentes con
su sencillez y unción evangélica, ni d é la solemni
dad religiosa, ejercicios piadosos ; ni de la nume
rosísima Comunión general en la que por vez pri'’^^'tiieron el Cordero inmaculado 32 niúós de
ambos sexos; ni del reparto extraordinario de pan
a los pobres; ni de la función de la tarde del día
once, á la que puso digno remate un sentidísimo
y elocuentísimo sermón del Padre Félix, que entu
siasmó á los fieles que llenaban materialmente el
^mplo á pesar del tiempo malísimo que hacia.
Bástenos decir solamente que la realidad superó
en mucho los deseos mejor concebidos y las espe
ranzas más bien fundadas. Lo que si nos vemos
impulsados á no pasar en silencio es el acto con
movedor con que se hizo la bendición de la nueva
j d e
María Auxiliadora, atimirablemente ta
llada en tamaño natural, obra maestra y acaliadisima de las Escuelas Salesianas de Artes y Oficios
establecidas en Sarria (Barcelona).
» Cuando ya la iglesia e.staba llena de fieles y
antes de empezar la Misa mayor, á los acordes de
la marcha real, se corrió repentinamente la cortina
que la tenia oculta y la hermosa Imagen ofreció á
I” - ojos asombrados de los que alli estábamos, un
tinte de algo extraordinario que llenó nuestros ojos
de dulcísimas lágrimas, haciendo preludiar á nuestra
alma algo de la felicidad de que gozan los biena
venturados en el Cielo contemplando la gloría de
nuestra celestial Madre.
» Todo habla sido hábilmente calculado. La A'írgen -Auxiliadora con el bendito niño en los brazos,
su mirar compasivo y su dulcísima sonrisa, desta
cándose majestuosa de un trono de flores y de ánrodeada de blancas nubes, y de regueros de
brillante luz, dejaba en aquellos momentos toda la
parte material de que se componía, para trasfor
marse en una aparición celeste. Era un sueño de
Miinllo; la visión de un alma extasiada en las dul2ura< de lo infinito.
» Que María Auxiliadora se digne tomar pose
IL
sión de nuestros corazones y derramar, desde su
elevado trono, raudales de benéficas gracias sobre
esta parroquia, para que sea enteramente suya y
haga que tan grato recuerdo y devoción no se borre
jamás de nuestra alma hasta que disfrutemos ile
la eterna mansión de los justos.
BBJAR (S a l a m a n c a ) — El día de la Inmaculada. —
Nos escribe un Cooperador Salesiano: Amaneció
el suspirado dia 8, día grande, din rico eii liermosisímos recuerdos, y desde muy temjirano llegaban
alegres y presurosos los niños que en su corazón
albergan la inestimable joya de la pureza, de la
inocencia, de la candidez y del amor franco y
ardiente, porque el hálito helado y ponzoñoso
del pecado mortal no ha logrado aún empañar á
la mayor parte de esos corazones.
Y mezclando su alegría y gozo purisimo con la
natural alegría y gozo que en todos produce el
despuntar de la aurora, el amanacer de un hermoso
dia, con el no menos puro gozo v la no menor
expansiva, franca y comunicativa alegría del sale
siano, del hijo de D. Bosco, del hombre que á inte£valos deja de serlo para trocarse en niño y como
niño jugar, reir y saltar con esa porción predilecta
del Salvador, tornaban la casa salesiana en una
de esas glorias del inmortal Murillo. sobre la que
destaca siempre bella, siempre amante, la Purísima
Concepción.
¿Para qué decir, pues, que la animación en el
recreo era e.xtraordlnaria ? Esto lo adivina el que
haya vi.sto una sola vez una casa salesiana. ¿ Para
qué decir (jue se suspiraba por el instante de re
cibir en el pecho al Inmaculado Cordero? Esto
se supone. ¿ i’ara qué decir que el edificio y Ca
pilla se adornaron con esmero y caprichoso gii.slo?
Esto se calla por tradicional en los Colegios de
D. Bosco. ¿Que no se habla aquí del repiqueteo
alegre de los sagrados bronces? Por(]ue 110 los
tienen, que á contar con ellas ¿quién los dejaría
en reposo ni un instante? ¿Que deberé hablar dcl
recogimiento y unción, ni del numero de personas
que se acerraron al banquete eucaristico? Baste
decir que somos españoles; que España es la nación
por excelencia amante del Augusto Sacramento de
los Altares y asimismo de la sin par Emperatriz
de cielos y tierra, sobre todo en el hermoso titulo
que viene á ser una de las más eximias prerroga
tivas con que el Altisímo la adornó, su Inmaculada
Concepción. ¿Que en esta fiesta no debia faltaran
solemne oficio? ¿Y acaso no lo hubo? Pues sí lo
hubo > no podía menos de haberlo ¿ para qué decir
ó repetir lo que á todos es notorio ?
Lo que si quiero insistir es en la santa anima
ción é inusitado movimiento dentro y fuera de la
casa; en el número considerable de fieles de uno
y otro sexo como habían acudido para tener la
dicha de consagrarse en cuerpo y alma á la Virgen
Inmaculada, postrados de hinojos ante la hermo-
ll
-
^8 -
1
tamagna : Gracias, á Dios y á Maria Auxiliadora
sisima imagen de la Virgen de D. Bosco, de Maria
hemos llegado sanos y salvos á Montevideo y nos
Auxiliadora, como se complace en llamarla el pue
hemos librado de un tremendo desastre. Nuestro
blo sencillo á cuya noticia ha llegado la obra del
viaje era feliz por todos conceptos, no sólo por la
apóstol (leí Piamonte.
buena y ligera marcha de nuestro buque, el Orione, y
A las tres y cuarto ya no cabía un alma en la
el escaso movimiento de mar, que nos proporcionaba
anchurosa Capilla, á pesar de ocupar los niños el
presbiterio y sacristía; centenares y cientos de per la inmensa satisfacción de celebrar diariamente
sonas de todas condiciones y edades oian con re los cuatro sacerdotes que íbamos á bordo, el santo
Sacrificio de la Misa, y que los hermanos recibie
ligioso silencio y verdadera avidez la divina palabra,
<jue les dirigió el muy celoso y por todos con ran la S. Comunión, sino también por las seña
ladas muestras de consideración que nos dispen
ceptos virtuosísimo sacerdote 1). Segundo S. Rosaban el digno Sr. Capitán del buque, Don Carlos
¿liila, cuyo acento franco, paternal, espontáneo,
Picconi, la oficialidad y todos los pasajeros.
nos llegó al alma, arrancándonos espontáneas
Pero el dia 14 de Noviembre á las 2 y 40 de la
promesas de tiernisimo amor y fidelidad á Maria
madrugada, encontrándonos entre los puertos Bahía
Santisima.
y Victoria de la costa del Brasil (latitud 14'^ 42” S..
Iluminado con profusión el artístico altar, se
expuso á S. D. M. después de habernos consa Longitud 36®42” del Merid. del Greemvich), nuestro
buque sufrió una fuerte embestida, en la parte de
grado todos á su bendita Madre; y entonando un
babor de popa, de un vapor de la C*^ Inglesa dd
acordado y hermosísimo Te Demn, proseguido hasta
Pacifico. Nosotros dormíamos tranquilamente en
el fm por cuantos nos hallábamos presentes, divi
nue.stros camarotes y al sentir la fuerte sacudida
didos en dos coros, dimos gracias á Dios por el
señalado favor que nos concedía en la tarde
de ese ilia que para nosotros todos será de
gratísimos recuerdos.
Terminado el Taniuin ergOy tpie ejecutó
admirablemente y con suma atínación la
Schola cantonnn, se dió la solemne bendición
con S. D. M., y todos hondamente conmo
vidos, terminado tan hermoso acto, salíamos
satisfechos de haber cumplido como buenos,
á respirar el fresco ambiente en
los anchurosos patios, que de nue
vo se vieron tan alegres como al
amanecer.
Coronó la fiesta una bonita vela
da en el teatro, donde se leyeron
hermosas ó inspiradas poesías, es
cogidas jiiezás de canto y bonitos
números representables, alusivos
tollos á la solemnidad del día.
Fué, en conclusión, un día lleno
^
de santa obras, y todas selladas
con el espíritu de D. Bosco, de
ese espíritu eminentemente regener
ador, dado el actual estado de
cosas.
Boletín Saleslano — Sección de Impresores.
Nuestros más sinceros plácemes
á los Rvdos. Padres Salesianos,
que con tanto desinterés é inau
producida por el choque, saltamos como movidos
ditos sacrificios llevan á cabo la redentora
por resorte, y por cierto no con buenas impre
que su fmulador inició en el Piamonte; nuestro más
siones. Subimos á cubierta y allí pudimos cercio
sincero testimonio de gratitud y veneración á esos
rarnos de lo acontecido: por unos metros más cerca
ínclitos bienhechores de la humanidad que, sin
de la máquina que iiubiera embestido, la catástroie
otros recursos que los que el cielo les envía por
hubiera sido inevitable. Dióse la casualidad de que
medio de almas caritativas, como la de D'^ Felisa
en el momento mismo del choque se encontrase en
Fsteben, administran con sumo acierto esos inisel puente, en compañía del oficial de guardia, el
mos recursos y logran la eilucación é instrucción
Sr. Picconi, á cuya experta y atinada dirección de
de centenares de niños, en su inmensa mayoría de
bemos. después de la protección de Dios, que el
lodt» necesitados.
choque no produjera más averías.
Poco iHideiiios. pero éso }>oco cuenten con ello
Gracias á Dios y á María .-Viixiliadora salimos
los hijos de D. Bosco, y si hubiéramos podido ins
del peligro sin más percances que el susto consi
pirar con estas mal pergeñadas líneas la caridad
guiente." Después de lo ocurrido se celebró una
en alguna persona pudiente, nos daríamos por muy
'Misa de acción de gracias, en la parte de cubierta
complacidos y le rogaríamos de totlas veras que
entre la
y 2»^ clase para que todos pudieran
quiera coadyuvar con la Pia Sociedad Salesiana á
la benéfica obra á que todos sus miembros se han oírla, y otra en el salón de i ‘ . accediendo á los
ruegos de varios pasajeros. Por la tarde fuimos en
consagrado, intimamente convencidos que lo poco
ó mucho que hagan aquí abajo, lo hallarán centu comisión á obsequiar al Sr. Capitán y oficialidad,
celebrando de este modo el hecho providencial y
plicado allá arriba en el gran dia de la renninela pericia de los dignos oficiales. Sea pior todo ala
tación.
bado el .Señor y su Sma. Madre María Auxiliadora.
E n v ia je por alto m ar.
_Varias otras versiones del hecho se han dado por
los pasajeros del Vapor inglés, pero nosotros sin
Choque de vapores. — Nos escribe el R. P; L. Cos-
1
w
— 49 —
echar la culpa á nadie, por no ser peritos en la ma
teria, apuntamos solamente el hedió, y bendeci
mos la bondad del Señor que nos libró de tan grave
peligro.
SALAAL4NCA (E s p a ñ a ). — Cortamos de un Sema
nario local: « El domingo, 20 del pasado No
viembre, celebraron los Salesianos la fiesta á Santa
Cecilia, con gran pompa y solemnidad.
» Por la mañana, hubo misa cantada por los pe
queños GayarreSy y terminada ésta, se procedió á
bendecir una imagen de san José que se pondrá á
la veneración en la iglesia de San Benito.
Por la tarde ocupó la sagrada catédra, por pri
mera vez, el salesiano Don Rafael Tormo, quien
con elegante palabra, demostrando poseer grandes
conocimientos, hizo la apología de la Santa, te
niendo párrafos verdaderamente elocuentes.
» Después de la reserva, fueron los niños al
teatro que tienen los hijos de D. Bosco, donde' se
representó el drama San Hermenegildo, siendo de
sempeñado admirablemente por los socios de San
José, que demostraron ser verdaderos artistas en
las difíciles é interesantes escenas de la obra.
» Aquí terminaríamos la reseña de.esta función,
que como todas las celebradas por los Salesianos,
resultó simpática é interesante, por los personajes
que en ella tomaron parte, pero no. podemos menos
de decir dos palabras de la banda musical que han
formado los alumnos de dicho centro.
» En las primeras horas de la tarde; el patio de
la casa salesiana presentaba el aspecto de un dia
de gran solemnidad, pues estaba lleno de niños
que rebosaban alegría, ocupados en sus infantiles
juegos; aquello era una torre de Babel: pero cuando
empiezó la banda á ejecutar algunas piezas de su
repertorio, todo fué silencio y atención, pues la afi
nación y el gusto demostrado por los músicos lo
requerían. Verdaderamente fué un gran dia'para
los Salesianos, pues empiezan á ver los hermosos
resultados de su magnifica obra.
p Nosotros les enviamos á todos ellos y muy es
pecialmente al Director de la casa D. Juan Tagablue y al de la música D. Miguel Rodríguez, nuestra
sincera felicitación, y á los alumnos les deseamos
sólo que sigan por ese camino que es el que con
duce á la gloría del saber. »
VENEZUELA — El Exmo. Sr, Oral. Cipriano Castro,
Presidente de los EE. UU. de Venezuela. — El actual
supremo .Magistrado de la noble patria del Gran
Bolívar y demás héroes de la Independencia Suramericana . cuyo nombre encabeza estas líneas,
>■3 célebre en el mundo civilizado, por sus rele
vantes dotes de talento, de guerrero insigne y de
valor extraordinario, á pesar del alto puesto á que
le han llevado sus méritos indiscutibles por el voto
Unánime de sus conciudadanos, no se desdeña en
manifestarse públicamente creyente sin ambajes é
hijo sumiso de la Iglesia católica.
Su Santidad Pió X en testimonio de simpatía
envió al ilustre hijo de Venezuela, su retrato con
paternal y afectuosa bendición; sin duda, para agra
decerle las buenas intenciones que alberga, en pro
de lo intereses católicos.
Según la prensa del país, el eximio Magistrado,
se complace en visitar con frecuencia las ciudades
y pueblos de la nación, para enterarse de sus ne
cesidades y remediarlas con cuantiosas erogaciones
del Tesoro Público y de su proprio peculio. Los
templos han sido restaurados unos y edificados
otros, merced á su munificencia. Los hospitales v
asilos de beneficencia, lo mismo que toda obra qué
tienda á promover el bien material ó intelectual de
sus gobernados, encuentran eco simpático en su
magnánimo corazón.
El Señor Presidente ha mostrado especial devo
ción á la Santísima Virgen Auxiliadora, donando
cuantiosas limosnas para el Santuario que edifican
en su honor, los Rdos. Padres Salesianos de V a
lencia, para el que llevó á feliz término en la ciudad
de Caracas, un Sr. Trujillo, amante fervoroso de
la divina Madre. Nuestros votos son por la felicidad
del Sr. Gral. Castro y por la prosperidad de la
gran Nación Venezolana.
PATAGONES (.A r g e n t i n a ). — Cortamos de E l
Pueblo de Buenos .Aires: « I^as ceremonias popu
lares en honor de la Inmaculada asumieron pro
porciones tales que puede decirse constituyen los
festejos m.ís colosales vistos en Patagones.
La parte religiosa á cargo de los Salesianos fué
en extremo solemne.
Hubo ciento diez primeras comuniones, se distri
buyeron trajes á los pobres.
Las comisiones de damas y caballeros bajo la
presidencia del doctor Ilildemann ofrecieron vela
das musicales literarias sin antecedentes.
Durante las tres noches ha habido gran bazar,
fuegos artificiales de bonito efecto.
La procesión tuvo puede decirse á todo el pueblo.
Monseñor Cagliero desde Roma telegrafó la ben
dición apostólica á las comisiones y pueblo.
En resumen será un día memorable para Pata
gones. »
SERENA (Chii-e ). — Tomamos de La Reforma la
siguiente noticia : < Muy grata impresión ha dejado
en la numerosa y distinguida concurrencia, la bri
llante fiesta ofrecida el último domingo 20 de No
viembre á la sociedad serenense por el Colegio que
en esta ciudad dirigen los RR. PP. Salesianos.
Ya la prensa local ha dado cuenta de los diver
sos números que abarcaba el bien concertado pro
grama, restándonos sólo á nosotros algunas rellexiones que nos sugiere el gran éxito alcanzado por
el espléndido acto literario-niusical.
La magnificencia, arte y buen gusto con que es
taba arreglado el local en (]ue tuvo lugar el acto
que nos ocupa, fué un motivo más que suficiente
para que toda la numerosa concurrencia se mani
festara complacidísima desde que penetró en él.
Sólo escuchamos elogios bien merecidos de parle
de los concurrentes, para los RR, PP. que tan ar
dua tarea se habían propuesto en obsequio de
nuestra culta sociedad.
El órden más perfecto se observaba en el con
junto, como en sus menores detalles. Los alumnos
obedecían con sólo las miradas de sus Superiores,
cual sí fueran veteranos soldados de linea, habiendo
desempeñado sus diversos papeles con admirable
corrección en todos los números del programa.
He ahí, pues, un hermoso plantel de instrucción
que se hace digno del apoyo eficaz de las autori
dades y del público en general.
Los padres de familia tienen en él un seguro
asilo para sus hijos, en donde con la inapreciable
base del conocimiento de Dios, aprenderán muy
útiles enseñanzas que les abrirán vastos horizontes
en que poder dedicar sus inclinaciones de estudio
y trabajo.
Variados oficios tienen en ese Establecimiento
los alumnos y los Padres Salesianos con tino é in
terés los dedican á éste ó á aquél, consultando su
afición ó inclinación, como su salud y desarrollo
tísico.
50
La música y el canto como la declamación, son
atendidos con esmero por esos maestros como lo pro
baron admirablemente en su torneo del domingo.
Por éso no es raro que en Concepción la banda
de músicos subvencionados por la Municipalidad
sea formada por los alumnos del Colegio salesiano,
JCsto y muchas otras excelentes garantías ofrecen
á la consideración de un pueblo culto, estas Es
cuelas-Talleres, que con tanta abnegación é inteli
gencia, como celo evangélico, dirigen los RR. PP.
Salesianos.
ICs, pues, indispensable, que nuestras autoridades
y el vecindario en general, fijen su atención en el
que felizmente tenemos en la Serena, y procuren
ayiularlo eficazmente, á fin de tiue no tenga una
vida lánguida, sinó, al contrario, se manifieste
exuberante y produzca los sazonados frutos que
csl.'i llamado á ofrecer á la sociedad.
¿Qué colegio más práctico y moral puede desear
un buen padre para su hijo?
Terminaremos estas cortas lineas, haciendo una
llamada á la caridad tle las señoras y señoritas de
esta culta Serena, (pie han sido siempre las inicia
doras de toda obra buena, útil y moral, á fin de
<]ue, ya organizando conciertos ó bazares, puedan
llevar un positivo concurso que haga prosperar y
alcanzar robusta vida al Colegio Salesiano, de donde
liahrán de salir pronto miembros útiles para la fa
milia. la sociedad y la patria.
Sirvan estas mal cortadas frases de calurosa y
sincera felicitación para los RR. PP. Salesianos,
<iue á fuerza de grandes sacrificios lograron obtener
iin éxito tan completo en la hermosa fiesta del do
mingo, muy especialmente al Padre Superior, Padre
Rabagliati, inteligente director del Colegio.
De Música religiosa.
Barcelona, 6 de Enero de 1905.
M i muy sufrido y estimado amigo : Á l leer mis
dos cartas -pasadas, me ha dicho «nqiiidam {que
por oira parle no se entiende de música un gran
che) que parece que juego, como hacen los chicos
en mi ticrruca, á amagar y no dar, desde el
momento que a llí no doy. S i quiere decir que a llí
no doy latigazo á nadie, desbarra el quidam. Que
si mueve el rescoldo.algo encontrará a llí que son
brasas ; sino que probablemente no lo ranoverá
quien lo necesita y le harta
falta. Pero
¿ quién no huye de la quetna ? Y si se refiere á
que señalo el mal y no doy el remedio, tiene razón
el quidam, aunque no justicia. Porque bien habrá
leído que me lo he querido reservar para la presente.
Dejamos sentado i® que la Iglesia por lo que
<í música litúrgica se refería desolatione desolata
ost .• aquello era un caos; 2® que ha venido muy á
tiempo y sazón el Motu i^roprio. 3® que algo se ha
hecho, pero que se ha hecho muy poco. 4®y qtte por
co«s»giiiVH/c hay que hacer más y no echarse uno
en el surco.
¿ Por dótxde te parece, m» querido amigo, que ha
de empezar la Restauración ? Por los Seminarios
y Corporaciottes religiosas. Y ¿en qué tiempo?
Fuera andante, fuera modérate : hay que llevarlo
en allegro, en allegro agitato, en allegro feroce....
en un allegro cotno los de Rossini. S i se quiere
hacer algo, hay que llevarlo á sangre y batuta. Y
digo en los Seminarios y Corporaciones religiosas,
porque « en las Capillas ya formadas, dice el
P . Uriarte, á la manera rutinaria se estrellan con
tra las prevenciones inveteradas los deseos de los
hombres de buena voluntad ». Y en esas capillas
¿ qué han de hacer ? ¿ Cejar y dejar correr ? Ca,
hombre, n i por pienso : trabajar lo mismo, tra
bajar y sudar y ¡ bendito el que sucumbe en el tra
bajo / E n esta parte diré que muchos Maestros de
Capilla dan por gracia ó por desgracia con im
Señor Rector que se opone á tan sabia reforma. Yo
creo {tú me dirás, amigo, si me equivoco) que los
tales Señores Párrocos en vez de oponerse han de
enterarse primero si el maestro va por buen derro
tero y camino ; y si no va, llamarle al orden ; y
si va, animarle y dejarle ir que más sabe el loco
en su casa que el cuerdo en la ajena.
Y en esa empresa ya te lo he dicho, lo mismo
los particulares que las comisiones, han de ser de
cididas y no han de dar [á mi juicio) tregua ni re
poso. Las concesiones ahí son clavos que remachan
á otro clavo y que luego se harán muy difíciles de
arrancar : una concesión se hace costumbre : las
costumbres se inveteran y ..... échale un galgo. Los
tiempos van á decir si yo me equivoco. Pero, hom
bre, me dirás, ¿ tan convencido estás tú de que eso
es tan fácil y de que se puede hacer enseguida ? Yo
si, amigo del alma, yo sí, tan fácil lo creo y lo
veo, que siempre le diré lo que en mi pasada te
decía : que si no se hace es poique no se quiere.
Todas las objeciones que se pongan no tienen ni
la más insignificante importancia.
/ Pero si al pueblo es eso lo que le gusta ! Mira,
amigo mío, busca en el diccionario ámago y verás
lo que me produce á m í el oir ya semejante po
rrada. Pero, hombre, por amor de Dios no consxderemos al pueblo tan poco capaz ; dirán que al
burro hay que darle siempre paja porque la paja
le gusta. Dadle grano y verás si lo come también.
Lo que es que el grano cuesta y no está en ¡as
manos de todos ; desventaja que no ocurre aquí en
Música religiosa, porque el grano de la 7núsica
buena y litúrgica está y puede estar hoy en tnanos
del que la quiera. Que eso es grano y aquella otra
míísíca nada artística ó muy artística, pero impropia, no deja de ser paja y alfalfa, de que se
hacetx muchas veces execrable pesebre los coros y
capillas.
¡ .4 y, Señor ! ¡ y que falta hace el Jesús con el
látigo en la mano ! Créeme, mi querido amigo:
tanto me gusta esa ifnagen, que yo la haría poner
de relieve en iodos los coros de las iglesias, para
que si no les movía á muchos el amor de lo buexio
y lo sanio, les moviera el temor del castigo.
ir
— 51 —
/ Pero si dirán ..... y dejarán de decir..... que
aquello es una innovación, que aquello es capri
cho de unos cuantos alema-nados I La culpa será
de quien yo sé : ¿ hay más que hacer conocer á iodo
el mundo con avisos ó carteles á la puerta de las
iglesias que aquello es así porque lo ha dicho el
Papa, y porque debe de ser así? Póngase al público
el extracto de los órdenes de S . S. y ya verás como
el pueblo más cuerdo que lo que se cree, acata y
respeta las decisiones del Soberano Pontífice.
Esos son medios prácticos, me dirás ; pero para
difundir esas ideas y para levantar, como si dijé
ramos, tma cátedra de enseñanza y avisar y faci
litar el camino, se necesita algo más. Tienes mu
chísima razón; algo más se necesita. Y ese algo es
algo también muy positivo y que urge cuanto antes
llevar á cabo.
Hablo de la fundación de una Revista en las
principales capitales de España que, al estilo de
las de Roma, M ilá n y Turin, se ocuparan tan
sólo de Música sagrada y litúrgica. S u base, la
verdad, el arte y la intransigencia ; sus medios la
razón, la insinuación y el ejemplo, ( i)
A llí no se ha de respetar no digo á nadie, pero
á nada, según el precepto no recuerdo si de H o
rado ó quién : al que no va derecho se le endereza,
y siempre serán dos obras de misericordia corregir
al que yerra y enseñar al que no sabe.
Digo que uno de los medios sería el ejemplo, y
quiero decir que a l texto podrían acompañar unas
páginas de música que fueran verdadero modelo,
y que acabaran de poner en ridiculo esas compo
siciones que ruedan por las capillas y que consti
tuyen un verdadero churriguerismo musical.
A trueque de que me digas que voy picando muy
alto en consejos, voy á dar aquí un plumazo tra
zando la regla que, según m i pobre parecer, debe
regular toda composición religiosa -moderna. Y
para no decírtelo con mis palabras, d las que tú
quizá S í , pero otros no le darían peso, te transcri
biré aquí un párrafo que lo compendia tal conw
yo lo entiendo y quisiera decir.
{Habla en el Univers M r. Arturo Loih) :« Todo
el mundo conoce ya á que grado de agotamiento ha
llegado nuestra miisica moderna con sus dos solas
gamas. Los compositores no acaban de ponerse de
acuerdo sobre la harmonía, sobre los efectos de las
w>c« y de la orquesta. E l arte se halla en sus pos
trimerías. D e ahí es que según muchos, la música,
en el punto en que la han dejado Rossini y Meyerbe-er. no tiene otra manera de rejuvenecerse sino
bañándose en la fuente de la antigüedad. La ciencia
ie los modos gregoriaíios, el empleo de las anii(i) Recomendamos vivamente á los amantes del
arte divino la hermosa y bien redactada revista de
Música Religiosa “ 5 a«Ai Cecilia’ ' que se edita en
Bernal-Buenos Aires.
guas escalas, de que no son sino restos nuestros
dos modos mayor y menor, el recurrir con fre
cuencia á ese inagotable manantial de inspira
ciones melódicas, prestarían á nuestra mí/stci»
-una virilidad y una fuerza de que desgraciada
mente carece
iVo cabe decir n i sentir mejor.
Quedamos, pues, en que las composiciones han
de tener un tinte de antigüedad Victoriana y Palestrinina junto con la base sólida, viril, inque
brantable del canto gregoriano. .45/ nos lo dice la
razón, el arte y el ejemplo de que precisamente hoy
las composiciones más alabadas y escogidas no
son más que partos preciosos de la música vieja
y cristiana.
M ira, si quieres, amigo mío, las obras de Perosi, H allcr, Botazzo, Retid, Ravancllo, Pozzoli,
y un sinfín de buenas plumas ínodernas, y te con
vencerás de lo que digo.
Pero esta es mi última carta y por querer abar
car mucho, voy á apretar muy poco.
E n resumidas cuentas ¿ de qué música hemos
de echar mano?
¿ Quieres conocerla ? E l canto gregoriano es la
piedra de toque : cuanto -más ó menos se acerque
á ella una composiciófi, tenia por más ó menos
segura, y desecha la que en parte ó en todo se aparta
de este divino modelo. Pero éso es muy vago y te
leo en el fruncir de las cejas que no te satisface mi
regla y que no me entiendes. Vengamos á la
práctica.
La música en que no marchen siempre las voces
ligadas, lo mismo las bajas que las alias ; la mú
sica en que notes prolija repetición de palabras,
la más mínima transposición, los sentidos á solos,
duelos y tercetos concertados ; la música en que
observes largos y repetidos preludios, interludios
ó postludios de órgano ú orquesta ; golpes cor
tados de instrumentación ; una tal desmembración
de trozos que cada uno aparte y de por sí dicen una
pieza entera ; la música en que veas ligereza, cro
matismo exagerado, reminiscencia teatral, toda
esa música aléjala del templo, no la escuches ja
más y critícala siempre {á la música, no al autor)
con dureza y energía, como quién se duele y la
menta de una irreverencia al Dios de los ángeles
en su templo, de una profanación, de un pecado.
E n cambio recoge y fomenta con amor esa otra
música divina, grave, toda ella ligada y estrecha
mente unida e-nlre s í como el alma del justo que
la oye con su Dios, como la esposa de los cantares
se liga y une con e l Inmaculado Cordero.
Am igo, -me dirás, / y que patético le has puesto
de repente ! Te he decir con pena que siento dejar
la pluma ahora que verdaderamente entraba en el
campo de la cuestión, donde no veo li-nde n i hori
zonte y donde te podría escribir m is de una carta,
quizá más de un libro.
— 52 —
Pero en fin : fuerza es que concluya y cese de
molestarte más.
N o lo haré con todo, sin antes apuntarte {ya que
me lo pediste) los autores de que podemos echar
hoy mano con seguridad de no equivocarnos.
Te aconsejo en primer término los catálogos de
la Casa Capra de Turín, M ilán, Roma, Pustet,
y las que siguen igual derrotero. M e insistirás aún
más y te diré que los autores por ejemplo, de más
aceptación hoy por Ita lia son : Perosi, Botazzo,
Ravanello, M agri, Casimiri, Foschini, Carturan,
Thermign&n, Pagella, Mitlerer, Capocci {hijo),
H aller, Bottigliero, Terrabugio, y más ; que no es
posible nombrarlos iodos.
Y no creas que he sacado esta lista de ningún
me preguntabas que qué te decía de Eslava.
Para hablarte de Eslava, de sus obras y de sw
espíritu te diré, que á más de no creerme juez com
petente y acabado en la materia, no te puedo con
testar en pocas palabras. A tm hombre tan grande
debe estudiarlo u/n genio más grande que el mío.
Ccm todo te diré, que respetando la autorizada
pluma del P . B aixauli, cuyo articulo en Razón
y Fé es por otra parte un artículo muy sabio y de
mucha miga, no estoy conforme con él en poner
por modelo de música litúrgica al grande Eslava.
Eslava es grave, serio, religioso, se ha adelantado en mucho á stis tiempos, supo entresacarse
quizá de la atmósfera común que le rodeaba ; pero
con todo eso yo no me atrevo á llamarle, en todo y
Bolctin Saleeiaao — Sección de plegadoras.
catálogo, que eso cuesta muy poco, no, te la doy
sacada de los programas que universalmente se
ejecutan. Y desde luego es plana sino capaz de
corrección, pero .fí de aumento.
Eso coje : y deja á un lado á Cherubini, Mercadantc. muchísimo de Gounod, á Verdi, y á otros
autores grandes, que no porque sean buenos y por
por algunos admitidos, dejan de ser antilitúrgicos
y
en el tanplo. Lo mismo te digo de Handel,
Mozart, Rossini, y compañía. Que no puedo decír
telos todos, sÍM que por otra parte tú me dejaras de
pedir una infinidad de porqués , que no pueden
contestarse en
carta. sí«o en « h libro.
Y acuérdate, «mugo mío, que en m i primera te
decía que quizá no te iba á decir nada y faltaría
á la verdad si algo te dijera. ¡ A h / recuerdo que
sin salvedades, litúrgico. Las obras de Eslava
para iglesia {no sé si todas, porque todas no las
conozco) adolecen de muchos defectos que hoy no
admite en general la que yo llamaría Escuela
Religioso-litúrgica moderna.
Ese es mi humilde parecer, que por otra parte
estoy muy dispuesto á modificar si la debida Auto
ridad la modifica y corrige.
Pero, he de acabar. Dispénsame, amigo del.
alma, en todo cuanto te haya contrariado, ofendido
6 dejado de gustar. M i ba?tdera es luchar por el
arte verdadero en la iglesia de Dios.
N o soy de los que se asustan n i por el polvo, ni
por el ruido, n i por el agua bendita. Impávido y
tranquilo aguardo las innovaciones y refriegas
que se libren en ese campo de lucha y de arte. Ptro
— 53 —
^mpre aferrado á m i bandera caeré euviieüo en
ella como en un sudario, mientras no me la arran
quen de las manos la razón ó la muerte.
Soy y quedo siempre tuyo
afmo. amigo
ISM AEL S. S.
VARIEDADE.
E sta com posición fuó p rem iad a el 25 d e M a y o d e 1904 con
medalla de oro en el C o n curso intern acion al hispano-am ericano
que anualm ente se ce leb ra en L a P la t a p or in ic ia tiv a de la D ireción de la B ib lio te c a .
Desperté del sopor... Suena en la mente
cual zumbido del insecto bullicioso,
el eco del festín... Alcé la frente
y, al contemplar el cielo refulgente,
vibró en la lira el canto religioso.
Yo no quiero en la báquicas orgías,
mis vestiduras arrastrar beodo,
no quiero venenosas alegrías,
no quiero mancillar las alas mías,
ni vegetar parásito en el lodo.
Y pues la tempestad troncha las flores
que sin arrimo en el erial se mecen,
amo, cual cedro, cumbres y fragores
y á la fe divinal pido fulgores
hoy que las sombras de la duda crecen.
Sé que es mi vida viaje de un momento;
que polvo soy, pero de Dios hechura;
y no abandono mi bandera al viento,
ni al vicio el libre corazón sediento
de lumbre celestial... ¡ Sueño en la altura I
i Arriba corazón! En esa altura
el aquilón esforzará tu grito ;
i Arriba! y ruede la tormenta oscura;
el relámpago aligero fulgura
con mayor brillantez en lo infinito.
[Arriba corazón!... marca tus huellas
con trozos de bandera ensangrentados;
muere vertiendo luz... Esas estrellas
que surcan el espacio son más bellas...
{Busca ensueños de gloria perfumados 1
Cruzarán en redor turbas ligeras
las bellotas del vicio disputando.....
Déjalo perseguir vanas quimeras
á ese turbión de sucias calaveras
que á la entreabierta fosa va rodando.
I Les dirás que la vida es armonía,
y que está la creación de encantos llena?
que el hombre no nació para la orgia,
para huellas dejar de solo un día
como reptil en la movible arena?
¿ Qué le importa rodar al precipicio
al que tiene por patria el bajo suelo?
Clamará de la orgía en el bullicio:
« j Una madre sin Dios me enseñó el vicio
y una escuela sin fe robóme el cielo 1
I Les dirás que en la tumba vaporosa
no dormirán el sueño del olvido ;
y que el alma, radiante mariposa,
al cielo volará, desde la fosa,
come el ave de noche al patrio nido ?
¿ Que espíritu inmortal mueve este cieno,
que es fábula el placer, humo y vileza,
qué el mundo está de sinsabores lleno,
que rompa el cáliz del festín ameno,
porque la vida en el sepulcro empieza?.....
¿ Qué le importa sorber una por una,
las negras horas de let.al beleño
á quen subió del vicio á la tribuna,
si en torpe bacanal rodó su cuna
y en lúbrico festín concilia el sueño?
Desprecia tú los goces terrenales :
recuerda que inmortal es tu destino;
suspira por los bienes eternales,
y, en vez de señalar con bacanales,
señala con estrellas tu camino.
Y o no quiero pasar como esas flores
que á la tarde ludibrio son del viento...
En la tumba que oculte mis dolores
espero ver la cruz de mis amores
para mirar por ella el firmamento.
Y o no quiero en el fango del camino
revolcar mi sublime vestidura;
Reflejo soy de resplandor divino.....
i Recuerdo mi montaña!... Hoy, peregrino
en un valle sin luz, sueño en la altura 1
Que me place gozar en alta cumbre
de más amplio y magnifico horizonte;
rodearme allí de esplendorosa lumbre
y contemplar la loca muchedumbre
adorando un becerro al pie del monte.
Pláceme oir bramar los aquilones
y el retumbo escuchar de errante trueno,
y, junto á mi bandera hecha jirones,
conmover con mi acento á las naciones
de inspiración y de entusiasmo lleno.
Pláceme oir ¡ oh sol resplandeciente I
que, envuelto en nubes de encendida grana,
me digas, al hundirte en occidente:
€ Alza, poeta, la abatida frente,
que lumbre eterna lucirá mañana »
Yo escriberé con sangre á la subida
mis gigantes esfuerzos de victoria;
y allá en la cumbre vendaré mi herida,
y soñaré otra vez con la partida
bajo mi verde pabellón de gloria.
j Gloria 1 ambición del alma sonadora
que de zarza del valle hace una lira
y vuela á su mansión encantadora,
do junto á fuente azul, murmuradora.
Bajo eterno laurel vive y delira,
{Gloria! sediento el corazón ansia
que eternices la huella de mi paso!
¿ Podrá el pigmeo agigantarse un día?
S i ; vislumbrando mares de armonía
en esta sed de gloria en que me abraso.
Fijé á la Cruz la espléndida bandera,
emblema de mi estirpe soberana...
54 —
Luz de mi sér remóntase ligera
y escribe audaz en la anchurosa esfera:
¡No cantas hoy, para morir manaña!
Y yo quiero cantar. Dale tu aliento,
gigante fe, al exhausto peregrino.
Duerma el lodo en oscuro monumento,
yo no, que ansio en la región del viento
señalar con estrellas mi camino.
R am ón M o n t e r o B r o w n .
Pbro. SaUsiano
(Demorias Biográficas
DE
MONS. LUIS LASAGNA
(Continuación).
E l vapor La I-rance de Transportes Marítimos,
retardó algunos días la salida, y el 21 de Diciembre
los Misioneros se dieron animosos á surcar las ondas
del Océano. De este modo , antes de partir, tuvo
D. Lasagna el consuelo de saber que León X III
había dado á la Iglesia de Montevideo un nuevo
Pastor, un digno sucesor del Exemo. Sr. Vera en la
pereona del Exemo. Sr. D. Inocencio Jeregui, quien,
antes de tomar posesión de su diócesis, dirigió una
atenta carta al Superior de los Salesianos de Amé
rica. concebida en estos términos : « Los Salesianos
ocuparán siempre en mi corazón un lugar preferido,
y por ellos haré todo lo que me sea posible, á fin de
que crezca siempre el número de tan buenos obre
ros y el fruto de sus empresas. Deseo que V. R.
use conmigo toda la confianza y me manifieste lo
que de bueno pueda yo hacer por ellos; pues en todo
lo que esté de mi parte, pueden contar conmigo,
como con un buen amigo. »
Durante la permanencia de D. Lasagna en Italia,
D. Bosco tuvo ocasión do formarse una idea justa
y completa de las condiciones y necesidades de los
diferentes institutos dirigidos por él. Al mismo
tiempo, el bondadoso padre, pudo constatar el gran
adelanto que aquel su amadísimo hijo había hecho
y en virtud y prudencia, y admirar el tacto finísimo
con qííc había sabido superar tantas dificultades.
Por lo tanto, creyendo haber llegado el momento
oportuno para formar de las casas de Uruguay una
provincia separada, le confirió cHítulo de Inspector.
Esta decisión, debida á la prudencia de D. Bosco
ensanchó el liorizonte de los planes de D. Lasagna
y contribuyó no poco al desarrollo de la obra Salesiana en el Uruguay y Brasil. De esta manera, nues
tro Misionero con su viaje á la Euroj>a recuperaba
la salud, recibía suax'cs consejos y alientos de Don
Bosco y obtenía los medios más eficaces para ase
gurar el fruto do sus tareas apostólicas.
C apítulo X X III.
Navidad y Epifanía en el Océano — La velada
año nuevo — Providencia de un huérfano — E'
el puerto de Montevideo— Demostración filial-I
En el trabajo — Desquites del diablo — Unpr»|
fesor de molde — Feliz idea de los antifiwí
alumnos de Villa Colón — Incendio y restaura j
ción de la Iglesia de Paysandú.
Uno de los Misioneros, que formaban parte de la
expedición, nos dejó escritas con ameno estilo las
vicisitudes de aquel viaje y nosotros nos compla
cemos en cederle la pluma.
« Fué para nosotros este viaje hermoso en todos
sus aspectos. Algunas personas principales de -Mar
sella nos recomendaron al Capitán de la France, Sr.
Romané, quien, como cumplido y católico caba
llero, nos trató con la má.s exquisita bondad.
L a sala de i. clase estaba á nuestra disposición
y podíamos celebrar cada día la santa Misa; mo
chos venían á oirla y á recibir los SS. Sacramento?.
Los viajeros fueron todos para con nosotros muir
corteses, ó mejor dicho, afectuosos.
« Los días más hermosos que pasamos á bordo,
fueron los de Navidad y Epifanía. Por orden del
Capitán se levantó en cubierta un elegante pabe
llón adornado con colgaduras y banderas. En medio
se destacaba el altar; la oficialidad de á bordo se co
locó á la derecha, más atrás los vi. jeros de
y 2.
clase, á la izquierda los de 3. clase. El día de Na
vidad D. Lasagna celebró el Santo Sacrificio en
aquella hermosa capilla alzada entre el Atlántico y
el Mediterráneo, entre Europa y Africa, pues á las
4 de la madrugada habíamos pasado el estrecho
de Gibraltar. El lugar, el Misterio del día, el apa
rado , la m úsica, todo concurrió á conmover pro
fundamente el corazón de los asistentes. El Sr.
Director, terminada la Misa, dió las gracias al Sr
Capitán y á los oficiales y felicitó á todos por el
buen ejemplo de fe que habían dado, y auguró des
pués felices 1 ascuas. Por nuestra parte, quedamos
grandemente edificados al ver como todos hab?''
sabido vencer el respeto humano, y dimós fervo: 1
sas gracias al Niño Jesús porque, además de vewr
á habitar en nuestros corazones, se había dignado
presentamos una ocasión tan propicia para tmeer
que los demás lo ensalzasen y adorasen también.
No menos expléndida resulto la fiesta de la Epi
fanía.
« El día 3 de Enero se dió una alegre velada pan
inaugurar el año nuevo, y como consistía ésta es
pecialmente en declamación y música, nuestro SrDirector determinó que tomásemos parte acti\‘a
también nosotros, en la persuasión de merecer la
aprovación de nuestro venerado padre D. oseo,
quien desea que en la educación de los niños se dén
estas veladas tan útiles y tan amenas. *
Para mejor entender el hecho, es preciso saber
la razón p>or la cual D. Lasagna, no sólo permitió,
sino que casi mandó á sus hermanos prestarse para
el buen éxito de aquella velada. Había llegado á
saber que entre los cantos y declamaciones prepa
rados había algunas livianas y hasta indecentes
Lasagna había prometido contribuir, pero con
condición de ver antes el programa y de poder
minar todo lo que desdijera de una reunión á la
ual debían tomar parte Sacerdotes y Misionaros,
'ero en todo supo portarse con tan finos modales
tanta prudencia, que todos, sin exceptuar nin]^no, se sometieron á su arbitrio. E l en la velada
leclamó con singular maestría la hundiera bianca
val ponte di Venezia y la muerte del Conde Hugoino de Dante. Los demás Salesianos ejecutaron
también perfectamente su papel y merecieron fra
gorosos aplausos. Al final de la velada D. Lasagna
propuso hacer una colecta en favor de un niño que
había tenido la desgracia de perder á su padre du
rante la travesía. La propuesta apovada por la en
tusiasta palabra de D. Lasagna obtuvo el efecto
deseado y conmovió todos los corazones; todos
fueron generosos en dar y el infeliz huérfano se vió
con una buena suma de dinero.
La madrugada del 15 de Enero, el Frunce ancló
en el puerto de Montevideo, y á las 8 llegaron los
oficiales de la capitanía para hacer la visita sani
taria, y con ellos varios sacerdotes Salesianos de
Villa Cok n, impacientes y a por ver y abrazar á su
buen Superior, Grande fué la alegría que experi
mentaron ai verle perfectamente restablecido y al
saludarle Inspector del Uruguay. Pero cuando pudo
verse el aprecio y amor que todos sentían por él,
fué al desembarcar. Una interminable multitud de
niños le rodeó, v le asedió al instante; unos le besa
ban la mano, otros le abrazaban, y todos le pedían
noticias de su salud, del viaje y de D. Bosco. Entre
ellos había antiguos y actuales alumnos de Villa
Colón , había amigos y bienhechores, había todo
lo más granado de la población; y todos venían á
darle la bienvenida y á expresar su alegría por verle
ya restablecido en su salud. Desde el puerto le acom
pañaron hasta el Asilo de S. Vicente, colmándole
de rail atenciones. Allí le tenían preparada una mo
desta comida, dispuesta por los caritativos Coope
radores; los Misioneros después de ella se dirigieron
á Villa Colón y cantaron un solemne Tedéum en
a'-ción de gracias á Dios por el próspero viaje.
> Bien pronto se le puso delante á D. Lasagna una
ocasión de dar pruebas de su restablecimiento, por
que sin descansar del viaje, comenzó luego á dictar
ejercicios espirituales á los hermanos que para el
efecto se hallaban allí reunidos. Todos los oyentes
quedaron arrebatados de la unción en que estaba
impegnada su palabra, que si siempre había sido
elocuente va les parecía fascinadora é irresistible,
y comprendieron que caudal de celo, de piedad y
de ca.stizo espíritu Salesiano había bebido de nuevo
en el corazón de D. Bosco. Con un pers -nal retem
plado en la devoción, animado hasta el entusiasmo
por su palabra fervorosa y dispuesto á cualquier
sacrificio, comenzó el año escolar, que muy pronto
dió indudables presagios de felicísimo resultado.
Pero ci demonio no podía llevar en paciencia tanfas y tan sangrientas derrotas, dió el grito de alarV luego halló satélites prontos á romper lanzas
tu la reconquista del terreno perdido.
Entre los muchos que se hicieron instrumentos
del enemigo de las a1rña«» para combatir la Keligión
y la sacra moral, es digno de especial mención el Dr.
D. Francisco A. Berra, quien por sus menguadas
proezas y per\'ersas doctrinas, contribuyó no poco
á desdorar en aquellos países la excelsa misión de
la pedagogía. Este, que con la leche había mamado
las enseñanzas de la Iglesia Católica y que se \)rociaba de ejercer la noble profesión de institutor de
la juventud, se apresuró á renegar de todo senti
miento religioso y á erigirse en maestro y apolo
gista no sólo del natviralismo. sino dcl más desca
rado epicurismo y de abierta impiedad en un vo
lumen de setecientas páginas mortales, con el título
de Apuntes para un curso de Pedagogía. Con un
fárrago iirdigesto de falsos principios minaba el
Dr. Berra la obra de los Salesianos, que cimentan
la educación de la niñez en el catecismo y en las
prácticas de piedad: y repitiendo á cada paso la
pretendida incopatibilidad de la religión con la
ciencia, se daba aires de triunfador invic to. D. La
sagna, viendo tan desvergonzadamente hollada la
verdad, indirectamente calumniado su colegio é
indignamente desconocida la misión de la Iglesia,
en la educación, sintió subles'arse su espíritu, y
avergonzado del borrón , con que aquel impío
mancillaba el magisterio, tomó su docta y bien
cortada pluma para marcarle con el estigma de la
infamia y precaver á los incautos alumnos de la
escuela normal contra la ponzoña de aquellas doc
trinas. Por varios días, E l Bien Público, paladín de
la causa católica en el Uruguay, contenía artículo
que en rigoi de lógica y con palabra ya sencilla, va
picante, pero siempre clara , galana y atrayente,
conforme á las circunstancias, sacaban á la ver
güenza pública los errores del aseadereado peda
gogo.
Fué aquel un reñido combate, reñido contra la
escuela sin Dios y la invasión del naturalismo, que
descubrió á los lectores los graves yerros y las avie
sas tendencias de la educación laica, sacando con
secuencias terribles, pero lógicas: que probó hasLi
la evidencia como no es sólo vana, sino perjudicial
toda instrucción, que no tenga por base la religión
católica, que demostró palmariamente las inmensas
ventajas que redundan á la sociedad, á la familia
y al individuo, de la educación dada con arreglo
á los dictámenes de la religión y de la moral cris
tiana, pulverizando la irracional aserción de aquel
indigno pedagogo, de que los sacerdotes y religiosos
no han de consagrarse á la educación. Dirigiéndose
después á los jóvenes pueblos del América, el paso
que encomiaba su avidez de instrucción y encarecía
los progresos de ella, los ponía en guardia contra
esos ementidos apóstoles de la ciencia, que le que
rían arrebatar el más preciado don, la fe religiosa.
Siete fueron los artículos con que D. Lasagna de
mostró que las teorías del Dr. EÍerra eran contrarias
á la razón y á la fe: pero como éste osara defenderse,
segundó D. Lasagna con otros ocho artículos aún
más abrumadores y no paró hasta desembozaré,
mejor dicho, concluir y aniquilar los ruines so
fismas de su furibudo adversario, reduciéndole de
este modo á un bochoreroso silencio. El descalabro
fué tan completo, que al pobre Dr. Berra no le que
dó má-s partido que levantar sus trastos c irse á
—
56
traficar á otra parte con su apolillada mercancía.
Los artículos de D. Lasagna no debían vivir una
vida efímera como ordinariamente acontece con
todo lo que para los diarios se escribe; considerados
á parte y en su conjunto podían formar un verda
dero tratado de filosofía y pedagogía cristianas. Por
tal motivo la sociedad de los ex-alumnos de VülaColón con sabio acuerdo, los reunió en un hermoso
folleto que, terminada la polémica, tuvieron á gran
dicha ofrecer á su venerado Maestro y Director.
No es, pues, de exti’añar que por este y otros tra
bajos, E l Bien Público contase á D. Lasagna entre
sus más celosos y denodados colaboradores, como
lo proclamó el mismo periódico el 4 de Noviembre
de 1895, cuando con un largo artículo daba la fu
nesta noticia de la muerte y hacía el elogio del glo
rioso campeón de la Iglesia .
Sin embargo el demonio, vencido y abochornado
por una parte, volvió al asalto por otra: y esta vez
logró causar daños materiales hasta de conside
ración. El 26 de Marzo, un año después de la en
trada de los Salcsianos en Paysandú, durante la
noche, se prendió fuego al altar mayor de la Iglesia
parroquial, todo de madera preciosísima.
Sólo á éso de las dos de la mañana, cuando el
altar estaba ya completamente destruido y las lla
mas subían hasta la bóveda y sa'ían por Ieis venta
nas, reparó un sereno en el incendio. Los perjuicios
montaron unos ocho mil pesos. Este desastre afligió
profundamente á D. Lasagna, quien temía que esto
viniese á menoscabar el bien que se iba haciendo en
aquella parroquia.
Pero mitigó su pena la noticia de que pocos días
después, reuniéndose las autoridades, habían cons
tituido una comisión encargada de allegar fondos
para restaurar el altar y la Iglesia. Y en efecto, en
brevísimo tiempo se juntó la suma necesaria. No
sólo fueron resarcidos los daños del incendio sino
que además se constituyó una magnífica gradería
del valor de hasta tres mil pesos para subir al atrio
de la Iglesia. Así el Señor mostró una vez más que
sabe sacar el bien del mal.
(5 ¿ continuará).
Cooperadores Salesíanos difuntos
ESPAÑA.
Sr. D. Gustavo Peira,
Barcelona
Sru. D*. Avelina Buígas V . de Macla,
»
S. D. Federico Vallet y Piguet,
>
> » Bruno Cabot,
»
Sra. D*. Leonor Ofioz V . de Mestres,
>
» » Clementina Rosillo V . de Soriano, »
» » Presentación Ros BoUnches, Carcagente
(Valencia)
» •* Eustaquia Riñones,
Cuenca (España)'
» » Francisca Martínez,
»
»
—
Sr.
»
»
D. Angel Moreno,
»
>
» Francisco Navalón
»
»
» Juan Frañeo Sierra, (decurión Salesiano),
»
>
»
» Orencio Prado
Logroño.
Sra. D®. Pilar Fernández,Puebla
de Sanabria.
» »
María de la Cruz,
Pedroneras.
» »
Carmen Gómez,
»
» »
Manuela Crespo
>
» »
Luisa Miquel de Lasala,
Valencia.
Sr. D. Santiago Puchol,
»
» » Bartolomé Alfonso,
»
» » Vicente Dordóñez,
»
»
» Francisco Ferrer,
»
Sra. D®. Ignacia Laiz, Valdecobnenas de Arriba.
Sr. D. Justo G ard a
»
Sra. D “. Caya González,
Vega de Perros.
A MÉ R I C A .
Sra. D*. María V. de Parochena, Arequipa (Perú).
» » Gertrudis Fenández, Comalapa (Nicara
gua),
» » Antonia Sandido
»
»
» » Críspula Vázquez, Cabudare (Venezuela).
» » Rosaura Heredia
»
»
» » Perfecta Muñoz,
D irá (Nicaragua).
*
» Rosade Agustini, Montevideo (Uruguay).
» » María L . de Lumiento, »
>
»
» Sofía Lavandera.
»
»
» » Juana Cruzet
»
>
> » Juana Cué
»
>
» » Erminia M. de Martínez »
»
» » Josefa Ottondo,
»
»
» » Benita Ventura,
»
»
» » Rosa A . de Yakson
»
»
> » Carmen Plein,
»
*
Sr. D. Eduardo De la Hanti, »
»
»
» José Bacchietti,
»
»
> > Pedro Turena,
»
»
» Dr. D. Bernardo Terres
»
»
Sra. D®. Sofia Buchel V . de Laso, Quito (Ecuad.)
Sr. D. José Villagóm ez,
»
>
»
» Pedro Hidalgo, Canónigo, »
>
Sra. D®. Juana Riveras,
Rancagua (Chile).
» » Zoila Martínez,
S . Rosa (Venezuela).
* > Rosa M*. López.
»
»
Sr. D. Alejandro López
»
>
» José Rufino Sánchez, párroco Tarata (Perú)'
Sra. D*. Amasilis B. de Páez, Valencia (Venez.).
»
» Teresa Uslar Santamaría »
>
Sr. D. José Antonio Albornoz C .
>>
Sra. D®. Rafaela Barreto, Yaritagua
>
R. I. P.
Con aprobación de la Autoridad Eclesiástica:
Gerente: JOSÉ GAMBINO.
-
Fecha
-
1905.02