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Título
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BS_1896_01
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Descripción
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Boletín Salesiano. Enero 1896
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extracted text
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450 XI - N. 1.
Fablicación mensual-
Quien recibiere á un
niño en mi nombre, á
mí me recibe.
(Ma th . XVIII.)
Entre las cosas divi
nas, la más sublime es
la de cooperar con Dios
á la salvación de las
almas.
(S. D ionisio .)
El amor al prójimo es
uno de los mayores y
más excelentes dones
que la divina bondad
puede conceder á los
hombres.
(S. F ranc. de Sales.)
ENERO de 1896.
0< recomiendo la ni
ñez V la juventud: cul
tivad con prande esmero
.su educación cristiana;
y pro))orcionadle libros
que le enseñen á huir
del vicio y A practicar
la virtud.
{Pío IX.)
R edoblad %-uestras
fuerzas á fin de apartar
á la niñez y juventud de
la corrupción é incre
dulidad y preparar así
una nueva gener|ición.
(León XIII.)
DA MÍHI ANIMAS CUTERA TOLLE
«oltolengo, 32 — RSfíACOléN Y ADiVIINISTRACtóN — Tuna (Italia)
CARTA DE NUESTRO RDO. P. SUPERIOR MIGUEL RUA
í% lo s
COOPERADORES SALESIANOS.
B e N E ÍE É R IT O S
COOPERADORES:
URA2TTE el año pasado me
fué, por la bondad del Se
ñor, concedida la feliz suerte
de visitar á varios de nues
tros buenos Cooperadores,
_________ sobre el mismo campo de
su activa caridad, y no podéis figuraros
el gran consuelo y el gozo que experi
menté al poder constatar con m is mis
mos ojos el gran celo, generosidad y es
píritu de sacrificio con que promueven
1^ Obras Salesianas, que merced á la
bondad del Señor y á su constante ge
nerosidad, progresan, se desarrollan y en
todas partes cogen copiosos frutos en ven
taja especialm ente de la pobre juventud.
T no obstante de encontrarme en lejanos
paises, no me parecía estar entre foras
teros sino en m edio de una fam ilia cuyos
miembros viven unidos por el vínculo de
la caridad; y al dirigir la palabra á m is
benévolos oyentes be podido experim en
tar la mancomunidad de pensamientos,
de afectos y de deseos que existen entre
nosotros, el placer con que recibían las
noticias que les daba y las muestras de
simpatía y de buena voluntad con que
acogían m is x>ropuestas. Inútil es, pues,
que yo os exprese el placer que experi
mentaba mi corazón y los sentim ientos
— 9. —
del inás vivo reconocimiento que embargal)Jiu mi ánimo al volver de éste viaje.
iOuáii pocos son sin embargo los Coo
peradores que be ])odido visitar! ¡Cuan
tos á los <1110 solo de nombro conozco, y
á (luioiios tal vez no me será dado conocer
sobre esta tierra! Este pensamiento me
hace acoger con la más afectuosa solici
tud todas las ocasiones que se m e pre
sentan de poderme entretener con voso
tros , amados Cooperadores, si bien sea
solo por escrito. Este mismo pensamiento
es el (jue me dicta esta carta, en la que
con el corazón en la mano y como si en
familia nos encontráramos, quiero daros
brevem ente cuenta de lo hecho durante
el año (jue espira y do los proyectos que
abrigo para el (pie empieza.
Nuevas Casas salesianas en Europa y América.
Indudable es <pio no habréis, amados
Cooperadores, olvidado el propósito que
en mi carta del 1“ do enero del 1895 os
manifestó, de i>ro(!eder con más j)arsimoiiia durante el nuevo año en las funda
ciones; y así como vosotros aprobásteis
y alabaslois esta nuestra prudente de
terminación, muy grato os será saber que
])or lo (pie á nosotros toca cumplimos
ilelm ente nuestra promesa. Y no os da
rá í'sto ciertamente á creer que en nos
otros haya venido á menos ó bien en
alg(» disminuido la actividad que liemos
tenido la fortuna de heredar de nuestro
amado Padre Don B osco, p u es, gracias
sean dadas al Cielo, sobre nosotros no
ha caido seinejanto desgracia, ya que segiin nos habíamos projmosto, todos nues
tros esfuerzos y ¡lensamiontos los hemos
dirigido á consolidar las casas ya funda
das y á formar el ¡lorsonal que les era
necesario.
A pesar do todo esto y para no ]>ararnos ni un momento en el camino
que la divina Providencia se ha dignado
señalar á la Pía Sociedad Salesiana, el 4
de setiembre, al mismo tiempo que en
Milán so celebraban solem nes tiestas euearístieas, se dió mano á los cimientos
del nuevo instituto de San Ambrosio en
la metrópoli de la Lombardía : la caridad
de los ]\nianeses que tanto ha ya hecho
por los Salesianos, no nos ha de faltar,
esperamos, hasta conducir á feliz término
la obra con tan risueños auspicios co
menzada.
A l formular nuestro propósito de no
abrir nuevas casas, era nuestro ánimo
excluir las que segnin nuestra palabra
dada con anticipación, debían abrirse en
dicho año, tales son los orfanatos de Gorizia y de Tournay en Bélgica, los Ora
torios festivos de Gualdo Tadino en la
diócesis de jSTocera Um bría, el de Oulx
en la de Susa y los de Somma y Busto
Arsizio en la (le M ilán , cuya apertura
no nos pareció conveniente retardar por
más tiempo.
Fuera de Italia ocupan el primero y
principal lugar el estudiantado de San
V incent del Hort, en España; y las es
cuelas publicas en el ya existente Ora
torio de Tolón, en Francia.
Pero al mismo tiempo que me hacía vio
lencia á mí mismo para contener los ar
dientes deseos de extendernos más y más
por la Europa, me vi obligado á dirigir
todos m is esfuerzos y solicitudes á las
urgentes necesidades de varias de las
M isiones de América. A nte todo, para
impedir la dispersión de los Indios de la
colonia Teresa Cristina y que se perdiera
toda esperanza de poder civilizarlos, nos
filé forzoso aceptar la dirección que el Go
bierno del M atto Grosso, en el Brasil, nos
ofrecía, y al tener noticia de que el após
tol del M atto Grosso, el lim o. Sr. Lasagna (Q. E. P. 1).), estaba dispuesto á toda
clase de sacriíicios antes (¡ue dejarse es
capar esta preciosa ocasión (|ue se nos
ofrecía de la conversión de aquellos sal
vajes, me sentí conmovido hasta derramar
lágrim as; vosotros podréis leer en el Bo
letín las industrias de que los Salesia
nos de la colonia Teresa Cristina se va
len para síicar del embrutecimiento á
aquellas infelices criaturas, que de hom
bres apenas si la semejanza conservan.
La Misión de la Tierra del Fuego ha
tomado en estos últimos años tanto y
tan gran incremente, que ya no bastan
los Misioneros que la evangelizan, por
lo que para mejor hacernos conocer sus
necesidades y para con más facilidad
proveerlas, el Prefecto Apostólico M onse
ñor Fagnano, al venir á Turín, ha sabido
dar tal eficacia á sus palabras al perorar
la causa de sjiis amados fueguinos, que
ha conseguido volverse con un gran nú
mero de Salesianos.
A l anunciaros la última expedición de
Misioneros, la más numerosa desde que
D . Bosco inició las misiones de la A m é
rica, tuvim os cuidado de daros á conocer
las naciones á las que se dirigían y bien
— 3 —
recordaréis que hemos debido proveer á
M<yico, Colombia, Ecuador, Brasil, Perú,
Chile, V enezuela y A rgentina; y para
satisfacer las repetidas instancias del Pre
sidente de la Eepública de Bolivia, he
mos abierto dos escuelas de A rtes y Ofi
cios, una en Sucre y otra en La Paz.
Sin duda que os habrá causado gran ma
ravilla saber que á 107 ascienden los
Misioneros; á pesar de tan gran nú
mero, razón tenía el lim o. Sr. Costamagna al exclamar en su discurso de des
pedida, qiie son tantas las necesidades de
aquellas M isiones que ajienas si todo
aquel i)ersonal equivalía á una gota de
agua en medio del Occéauo.
Obras ileyadas á cabo por las H^as de María Auxi
liadora durante el 1895.
Para que esta sencilla reseña resulte
completa, necesario es deciros una palabra
al menos sobre lo hecho por las Hijas
de María Auxiliadora durante el año
pasado. A nte todo han podido posesio
narse de la casa de S. J o sé, no mucho
distante de la casa madre de !N'iza Mouferrato, destinada á la formación del
personal necesario x>ara las casas y las
Misiones. En Oauovvio aceptaron la di
rección del Hospital, y merced á la ge
nerosidad de un benemérito Cooperador,
pudieron extender, con un nuevo colegio,
las obras ya existentes en Giaveno. En
Turín han iuiciíido un Obrador con el fin
de instruir á las jóvenes en las labores
que les son j)ropias, y en Lugaguano,
gracias á los trabajos (ie aquel buen P á
rroco, han abierto un A silo, el Oratorio
festivo y un Obrador.
Satisfacción os ha de causar también
saber que en Bom a han fundado una
escuela infantil muy cercana de las es
cuelas que desde muchos anos rigen los
protestantes, y que en España han to
gado la dirección de un Orfanato en
Ecija, cerca de Sevilla; esto por lo que
á Europa respecta.
El lim o. Sr. Lasagna (Q . E. P. D .)
señaló el camino á las H ijas de María
Auxiliadora para introducirse en el Matto
Grosso, donde han establecido dos resi
dencias, una en Cuyabá y la otra en la
colonia Teresa Cristina, abriendo adediAs en el Brasil las nuevas casas de
Ajaras y de Lorena. Tam bién han fun
dado una casa en Mendoza (Argentina), y
otra en Puebla (Méjico).
Por último, las Hermanas de María
Auxiliadora que el año anterior se diri
gieron á Túnez, habiéndose visto obli
gadas á dejar la dirección del Orfanato
Reina M argarita^ iniciaron un Instituto
de educación con escuelas y Oratorio fes
tivo en el vecino i)ueblo de Manouva.
Rosas y espinas.
Por poco que atentam ente nos paremos
á considerar las alternativas del presento
año que ayer se preci})itaba en la eter
nidad, nos convenceremos que más que
ningún otro ha sido para nuestra Sociedad
un año de alegrías y de tristezas, de go
zos y de dolores, de rosas y de espinas.
Muestro corazón se llenaba de gozo al
ver crecer más y más cada día la estima
y veneración de que por todas partes se
vé rodeado nuestro amado padre Don
Bosco, que aún v ive en sus obras; de
consuelo nos llenaron las felices nuevas
de todos nuestros Institutos y M isiones,
bendecidos por el Señor; rosas de suaví
simo perfume han sido para nosotros las
muchas y, como esperamos, firmes voca
ciones con que María Auxiliadora nos
ha querido regalar, ó inm enso nuestro
consuelo al vernos rodeados, sostenidos
y animados por una cada día creciente
falange de Cooperadores, que unidos á
nosotros, cumplen la Misión (pie nos ha
sido confiada por la Providencia. Para
mí particularmente será además el año
1895 una fecha memorable, por cuanto
que él m e ha de recordar la devota jie*
regrinación que he podido hacer á Tierra
Santa. A l recorrer de nuevo con el pen
sam iento aquellos santos lugares, siento
renovarse en mí los sentim ientos de pie
dad que gusté al visitar Nazaret y al
postrarme en la gruta de Belén y ante
el santo Sepulcro. ¡ Sea bendito el Señor
que se ha dignado que m is hijos traba
jen en pro de la juventud de aquellos
pueblos, que fueron recorridos y habita
dos por la Sagrada Familia, y gracias do
corazón á vosotros que me habéis ayu
dado á sostener nuestras casas de Pales
tina!
M as no terminan aquí nuestros consue
los; otro y m uy grande debía aún propor
cionam os el pasado año, pues no bien hube
llegado á Italia asistí á un tan sublim e
espectáculo de fe, de celo, de caridad y,
necesario es decirlo, también de simpatía
hacia nuestra hum ilde Congregación, que
— 4 —
}uin mi (toimón lo recuerda con gozo y
conmovido. Y aliabéis comprendido que me
redero al rrim er Congreso Internacional
Halesiano. Januis podrá exprimir mi pluma
la gratitud (pie mi corazón siente para
con los Emilios. Cardenales ó lim os. Arzo
bispos y Obispos (jue honraron con su
])ro8encia nuestra asamblea, para la docta
Bolonia que tan generosa hospitalidad
nos proporcionó y para los congresistas
todos (lue con tanta unanimidad tomaron
liarte en nuestras reuniones. La fecha
do esto Congreso quedará escrita con ca
racteres de oro en la historia de nuestra
l*ía Sociedad.
La aurora del 23 do m ayo anunció para
los Salesianos un día mas de gozo, ya
que en ól la humilde Sociedad de San
Eraucisco de Sales presenció la consa
gración eiiiscopal de uno de sus hijos,
del lim o. Sr. Costamagua, en el Santuario
do María Auxiliadora, junto al que Don
Bosco le había acogido niño, hecho crecer
en la virtud y en la piedad y preparado
para las luchas del apostolado.
En el mismo Santuario pudimos pre
senciar algunos m eses después á los pies
do María Auxiliadora, á dicho Obispo ro
deado de 107 misioneros en el momento
do dar el último adiós a los jiarientes y
amigos jiara marídiar a la conquista de
las almas en las lejanas playas de la
A m érica; y para mi corazón de padre
filó también un gran consuelo recibir
un mes después la noticia de su feliz
arribo. ¿Qué m ás! A l mismo tiempo nos
llegaban cartas de América en las (pie
se nos notificaba que nada habían tenido
(pie padecer los Salesianos durante las
revoluciones del Perú, C'olombia y Quito.
Mas á estas rosas no debían cierta
mente faltar punzantes esi)inas, permi
tiéndolo así el Señor (pie sabe sacar bien
del mal y (pío no deja de ainainos cuando
con las tribulaciones nos visita. La i>rimora do ellas que traspasó mi corazón
cuando aún me encontraba en Tierra Santa,
fuó la noticia de la muerte del P . Dalmazzo, que recibí cuando me disponía á
partir de Beitgem al á Nazaret. La pérdida
de un hermano á quien tanto amaba y
tan benemérito de la Congregación Salesia n a , me hubiera ciertamente apesa
dumbrado aun cuando su muerte hubiere
sido plácida y trampilla, mas la noticia
de su trágico fin ha abierto una herida
tan profunda en mi corazón, que cierta
mente no so cerrará jamás.
; V (piién nos hubiera entonces dicho
que en ese mismo año debíamos recibir
otra noticia aún mucho más dolorosa!
La catástrofe ferroviaria que en un mo
mento nos ha arrebatado al lim o. Sr. Lasagna, el aiJÓstol del Uruguay y del Bra
sil, con otros cinco misioneros, es otra de
las más agudas espinas que nos han afli
gido. Ouán dura haya sido la prueba á
que ha estado sometido mi corazón, os lo
habéis podido imaginar vosotros, bene
méritos Cooperadores, que tanta parte o.s
habéis dignado tomar en mi dolor y que
tan afectuosas cartas me habéis dirigido;
no siendo menor el consuelo que he ex
perimentado viéndoos con gran devoción
asistir en gran número á los funerales
que por el eterno descanso de las vícti
mas de tan horrible catástrofe, se han ce
lebrado en todos nuestros institutos. Con
tinuad, os lo ruego, con vuestras oraciones
á sostener y perpetuar las m isiones y
múltiples obras que el fervoroso Obispo
m isionero, de quien lloramos la muerte
temprana y repentina, tan bien había or
ganizado y con tan risueñas esperanzas
comenzado.
La alegría que toda la familia Salesiana experim entó por la consagración del
lim o. Sr. Costamagna, fuó precedida i>or
otra dolorosísima pérdida, pues el día
anterior acompañamos á la últim a mo
rada á nuestro amado hermano el P.
Sala, Ecónomo general de nuestra Pía So
ciedad y uno de los más laboriosos hijos
de D. Bosco.
Y no bien se acababan de celebrar
lo solem nes funerales por las víctiiiuís
de la catástrofe, cuando otra .sensibi
lísima desgracia ha venido á lacerai*
nuestro corazón, con la muerte de
nuestro amadísimo P. M iguel Unía, el
Apóstol (le los leprosos de A gua de Dios,
que acababa de llegar de la Colombia,
(londe había podido escapar de terrible
enfermedad por especial favor del cielo.
Su muerte, acaecida el 9 del próximo pa
sado Diciembre, por un imprevisto acci
dente, ha amargado el gran placer que
X>robamos al volverle á ver de nuevo
y casi com pletam ente restablecido. Tam
bién os agradezco, amados Cooperadores,
las cartas de pésame que con este motivo
os habéis servido dirigirme de varios pun
tos diversos.
Y siendo tanta vuestra bondad para
con nosotros que consideráis como pro
pias nuestras p en a s, ella m e anima
á manifestaros otra de las espinas que
nos afligen, cual ‘es una notable dismi-
—5
nución de socorros materiales. X o es mi
ánimo indagar cuál sea la causa de esto,
pues me basta constatar este doloroso
hecho; es á saber, que durante el año de
1895 han sensiblem ente disminuido las
limosnas, por lo que solo con gran tra
bajo y esfuerzo se ha podido atender á
las principales de nuestras obras, cuyo
único apoyo es la caridad de sus bien
hechores. Sin duda que B ios ha querido
que en nosotros se acreciente más y más
cada día la fe viva en su D iviua Provi
dencia.
Los Misioneros.
Pero en ninguna otra ocasión como en
la que se nos presentó con m otivo de
la salida de los Misioneros, esta nuestra
fe ha sido m ás probada. U rgente y ne
cesaria era su salida para reforzar á los
hermanos que con im paciencia les espera
ban, y que apenas si podían sostener por
más tiempo el peso de sus fatigas; y j)or
oti’a parte, el lim o. Sr, Costamagna debía
anticiparse á la estación de las lluvias
que durante seis meses hacen intransita
bles los caminos, pues de lo contrario le
hubiera sido casi imposible dirigirse al
punto de sus M isiones. A pesar de todo
esto, apenas si contábamos con una mí
nima parte del dinero necesario para
el viaje y para proveerles de lo indis
pensable para atender á las necesidades
que en sus principios se les han de pre
sentar, y es por esto que el lim o. Señor
Costamagna dijo que antes de llegar á
sus M isiones se vería obligado á imi)lorar
la caridad.
Esto no obstante, después de maduras
reflexiones ó im itando el total abandono
en la D ivina Providencia que D . Bosco
practicó durante toda su vida, me resolví
procurarme el dinero necesario, en su
mayor parte á empréstito, y dejarles par
tir con la promesa de que "les ayudaría
mos cuando se encontraren en sus m i
siones; y partieron, s í, pero nos dejaron
1^ deudas; y es i>or esto que habréis re
cibido mi circular cuando ya ellos se
habían hecho á la vela. X o temáis, pues;
muestras lim osnas llegarán todavía con
tiempo y oportunidad, y siempre serán
bien recibidas. D e lo más profundo de
Jui <^raz6n os doy ya desde ahora las
gracias de los donativos que me habéis
tuandado ó que me mandaréis i>ara nues
tros misioneros.
A l inscribiros en la Pía Asociación de
los Cooperadores Salesianos, adoptásteis
nuestras obras, que por lo mismo son
también vuestras; y si los hijos de Don
Bosco han podido dar vida á sus varios
institutos y á sus misiones, y si en ade
lante podrán desarrollar estas y aipiellos,
á vuestra generosidad y á vuestros au
xilios se debo. ¿Qué fuera de las Obras
Salesiauas si por su desgracia les viniera
á faltar vuestra cooperación? Si para mí
no fuera difícil imitar el eiemplo de San
V icente de Paul, os presentaría una inünita caterva de pobres niños y gran nú
mero de neófitos dicióudoos: Su vida y
su muerte está en vuestras manos, ayu
dadme á salvar sus almas. Si, pues, entre
los beneméritos Cooperadores ó celosas
Cooperadoras se encontraran quienes du
rante el 1895 no hubieran mandado oferta
alguna, yo les suplicaría no demoraran
por más tiem po el cumplimiento de su
caridad, de la que tan urgente necesidad
sentimos.
Proyectos para el 1896.
En este estado las cosas, íUcil os será
com prender, beneméritos Cooperadores,
que no obstante y á ])esar de toda nues
tra buena voluntad, difícil nos será ex
tender cuanto quisiéramos nuestro campe»
de acción durante el nuevo año. Y i»ara
que si no todos, al menos los más iini)ortantes y oportunos entre nuestros muchos
proyectos, puedan verificarse, necesario se
rá ante todo que redoblemos nuestras ora
ciones al dueño de la mies, que tan ex
traordinaria y abundante se nos presenta,
para que mande numerosos operarios á
recogerla; y continuar importunando á la
D iviua Providencia para (jue venga en
auxilio de nuestras urgentes necesidades.
Pasando por alto lo que respecta á Eu
ropa, grandes y continuadas instancias se
nos vienen haciendo por el Rdmo. V i
cario Apostólico del Cabo de Buena Es
peranza, para que le mandemos m isione
ros que le ayuden en la conversión de
aquellos pueblos, y principalmente se cui
den de la juventud, entre la que los pro
testantes han ya comenzado su propa
ganda.
M ucho también m e satisfaría poder
fundar una escuela de Artes y Oficios en
Alejandría de E gip to, y m e es grato
anunciaros que los generosos esfuerzos
de los Cooperadores de dicha ciuda<l, se-
—
6
rán probablemente coronados de un feliz
éxito.
También i)arecc c[ue la D ivina Provi
dencia nos i)repara un gran campo de
acción entre la juventud de Palestina,
tan necesitada de instrucción y de ser
iniciada en las artes, en lo oficios y en
la agricultura; y necesario es que, á pe
sar de grandes esfuerzos y sacrificios, acu
damos á sostener la religión católica en
aquellos países donde los protestantes,
cismáticos y judíos fundan colonias, abren
escuelas y trabajan con gran actividad
en adquirir nuevos prosélitos.
Por último; varias'repiiblicas de A m é
rica nos tienden su mano rogándonos
abramos nuevas escuelas i)rofesionales
para los hijos del pueblo.
Conclusión.
Perm itidm e que al terminar, em ita un
voto. El Congreso Salesiano de Bolonia,
como so leo en su programa, se encami]iaba á dar más y más á conocer el es
píritu en que se informaba D . B o sco , y
á infundirlo y á acrecentarlo principal
m ente en el ánimo de los Cooperadores
y Cooperadoras; ¡ quiera el Señor que so
haya podido obtener este santo fin de
atiuella solemne asamblea, y que la en
cendida llama de celo que consumió la
vida do D. Bosco, prenda en nuestros co
razones para que todos a una voz con
él gritem os: Da inihi animáis!
¡Dignáos uniros conmigo para pedir al
Señor conceda á todos los miembros de
Tuiestra Pía U nión una tan señalada
gracia!
Kada nnis me resta que suplicar al
Señor haga descender sobre vosotros y
sobre vuestras familias sus copiosas ben
diciones ¡ Sírvase el Cielo concederos una
larga vida repleta de buenas Obras y
coronada á su debido tiempo con la pre
ciosa muerto del justo!
Kecomiendo á vuestras oraciones á to
llos los vSalesianos para que puedan obrar todo el bien que de ellos espera la
Providencia; igualm ente os recomiendo
de un modo especial os acordéis en el
conspecto de Dios, de los que la muerte
nos ha arrebatado, de todos los Coope
radores y Cooperadoras difuntos, y por
último de mí, que con el miis profundo
—
respeto y la más viva gratitud me repito
de vosotros, beneméritos Cooperadores y
Cooperadoras,
Obligadisimo servidor
M ig u e l P ú a , Pbro.
T n rín , 1 do E n ero d e 1896.
C O N F E R M C IA .
Celebrando la Iglesia el 29 del presente la
fiesta de nuestro glorioso patrón S. Francisco
de Sales, creemos conveniente recordar á nues
tros amados Cooperadores el número 4 de
los párrafos VI y VII de su Reglamento, que
dicen como sigue:
(i Cada ano se harán al menos dos Confe
rencias: una el día de la fiesta de María
Auxiliadora y la otra el de S. Francisco de
Sales: en ambas se hará una colecta para
el sostenimiento de las Obras Salesianas. Los
Cooperadores de los lugares donde no se
haya podido aún constituir una Decuria, y
los que no hayan podido asistir á la Confe
rencia, remitirán su ofrenda á la más pró
xima Casa Salesiana, por la vía más foca
y segura. «
Las normas ó instrucciones necesarias para
la Conferencia de que habla este número, las
encontrarán nuestros Cooperadores en las ¡or
inas Prácticas que ván en otro lugar de este
número. El argumento podría muy bien tomarse
de la carta del R. P. Rúa que publicamos al
principio.
« El dia siguiente á la fiesta de S. Fran
cisco de Sales, todos los Sacerdotes Salesianos y Cooperadores, celebrarán la santa
Misa por los socios finados. Los que no sean
sacerdotes procuren recibir la santa Comu
nión y rezar la tercera parte del Rosario. »
Encarecemos á nuestros amados Cooperador^
el cumplimiento, á ser posible, de estos artí
culos el día señalado ú otro más cómodo y
apto. También les recomendamos se acuerden
en sus oraciones de nuestro amado Padre Fun
dador D. Bosco, cuyo aniversasio de su muerte
es el último día del mes.
INMENSA CATÁSTROFE
N Eli número de diciembre próximo pasado anunciá
bamos á nuestros lectores la inm ensa desgracia que
había sobrevenido á la Congregación Salesiana, con
la muerte del lim o. Sr. Lasagna.
íío habiendo podido esperar más detalladas noti
cias para no retardar el Boletín^ nos limitamos á
publicar el conciso telegrama que recibió nuestro
superior el K. P. Eua. El 22 de noviembre recibimos por medio
de la prensa portuguesa telegramas más extensos y detallados
y que no creemos conveniente publicar, porque cartas y dia
rios brasileños llegados posteriormente nos dán más exacta idea
de la catástrofe.
La siguiente que se le dirige al E. P, Púa desde Guaratinguetá,
y que llegó al Oratorio el 4 de diciembre, dice como sigue:
G u a ra tin g u e tá 10 d e n ov iem bre d e 1895.
M uy R do . t amado P adre :
Pocos días hace que una horrible desgracia ha herido á nuestra
Congregación y sumergídonos á nosotros en la más grande de
solación y amargura. Creo que ya V . debe saber á qué me re
fiero, pues el P. Zanclietta se encargó de telegrafiárselo.
El día 3 el lim o. Sr. Lasagna terminó una Misión, que quiso
predicar él mismo, para contrarrestar la infame propaganda de
un desgraciado apóstata, quien después de haber escandalizado
con su conducta á toda la provincia de S. Pablo y héchose
protestante, se dirigió á este pueblo para continuar su propa
ganda. La M isión resultó expléndida y rica en consoladores
frutos, por lo que el lim o. Sr. Lasagna no cabía en sí de gozo.
Según estaba ya de antemano prefijado, el 5 tomó el tren
con su secretario el P . Bernardino V illaam il, con los P P . D o
m ingo Albanello y D om ingo Zatti, el clérigo Guillermo Bronchkauser, la madre Sor Teresa E inaldi, la superiora del Hos-
pital (le Oiiro P reto, Sor Petronila Im a s, la siiperiora de la
futura casa de Ponte N o v a , Sor María Cousirat, Sor Julia
Argontón, Sor Paulina H ert/niann y otras tres hermanas cuyos
nombres no recuerdo bien en este m omento; solo sé qu.e todas
ellas eran brasileñas, y á más una tal Sra. Lusso, madre de un
Salesiano, que vivía con las Hijas de María Auxiliadora. Su
objeto no era otro que fundar una Colonia Agrícola en Gachoeira
do Oampo, y dos Colegios de niñas en Ouro Preto y en Ponte
Nova. Llegaron felizm ente á la Narra do Pira/i?/, donde pasaron
la noche, y á la mañana siguiente continuaron su camino en
dirección á Lafayette y Ouro Preto, y siempre en un vagón
do 1“. clase, que el lim o. Sr. Lasagna había obtenido del Mi
nistro. A las tros de la tarde llegaron á Juiz de Pora, impor
tante ciudad de M inas Geraes; el tren en que iban llevaba un
retraso de dos horas y nada de nuevo les ocurrió al salir de
esta estación; los coches se encontraban de esta manera dis
puestos: un vagón de mercancías detrás de la máquina y á
continuación el coche que ocupaban nuestros hermanos, el correo
y los de 1®. y 2®. clase. A un Km. de esta estación apareció el
tren m ixto que venía de Lafayette á toda velocidad. En este
momento varias de las hermanas recitaban el Santo Eosario y
otras hacían la hora de guardia al Sgdo. Corazón; el P . Albanello
y el P. Zatti recitaban el Breviario y Su lim a, y su Secretario
se ocupaban también en prácticas de piedad.
A l advertir ambos maquinistas el peligro que corrían, dieron
coixtra vapor, pero siendo muy corta la distancia que les sepa
raba, no pudieron evitar el choque, que fué espantoso; nuestro
maquinista, sin embargo, con un arrojo digno del mayor encomio,
y con peligro de su propia vida, paró de un golpe la máquina,
evitando mayores desgracias. Por la violencia del choijue sal
taron las máquinas hechas pedazos, y el cocho correo penetrando
en (d de nuestros hermanos, arrastró primero á las hermanas y
después á Su lim a, y á su Secretario, quedándose á un metro de
distancia del P. Albanello, quien invocando á María Auxiliadora,
dió la absolución, y viéndose á sus ])ies á una hermana y al
clérigo, ayudado del P. Zatti les arrojó por la ventana, tirándose
ellos después. lilas ¡ qué horrible expectáculo se presentó ante
sus ojos! U n montón de ruinas y el cadáver de M onseñor todo
destrozado, y á su alrededor un silencio de muerte! Tan rápida
fué esta terrible escena, que es im posible describirla.
A l momento acudieron al lugar de la catástrofe innumerable
multitud de gente, y después de ímprobos trabajos, bajo el agua
que caía á torrentes, se consiguió sacar los cadáveres del lim o.
Sr. Lasagna, el de su secretario P. Beruardino Villaam il, los de
las hermanas Sor Teresa Einaldi, Sor Petronila Imas, Sor Julia
Argentón, Sor Eduvigis Gómez Braga y el de un fogonero; total
7 personas; las restantes respiraban aún, resultando con heridas
más ó menos graves.
La Sra. Lusso solo tenía sana una pierna; lo restante del
cuerpo estaba maguyado. H a muerto poco después. La hermana
Paulina Hertzmami tenía una x>i’ofunda herida en la cabeza y
una pierna y un brazo fracturados; es un milagro que no haya
Colegio de las Hijas de María Auxiliadora,
de Guaratínguetá.
í
muerto; y las demás con el clérigo, recibieron heridas de poca
consideración y de las que quedarán curados en 15 días, si no
se presentan complicaciones. Los cadáveres fueron llevados al
colegio de los RR. Padres Redentoristas que se han mostrado
verdaderos ángeles de caridad.
Estos son, amadísimo Padre, los detalles que de tan desgra
ciado accidente he podido recoger.
Las hermanas heridas se encuentran en Juiz de Pora asistidíis por otras tres que marcharon de Guaratínguetá al saber
la desgracia; y por noticias que acabo de recibir, sabemos que
su estado vá cada día mejorando. ¡Deo grafios! En dicho pue
blo se encuentran también los P P . Peretto y A lbanello; yo me
he quedado entre Lorena y Guaratínguetá para reanimar y
consolar á los Salesianos y Hermanas.
Este ha sido x>ara todos un golpe que nos dejó como muer
tos. ¡ Qué es lo que deberemos bacert El Señor en sus ines-
rfiirgMi I lili IáT .««
orutables designios sabe bien lo que se h ace, así que nos re
signamos á su santísima voluntad. Y o m e encuentro ya algo
más tranquilo y todos estam os en exi)ectativa.
Se han celebrado solemnísimos funerales por las víctim as de
la catástrofe, las cuales fueron sepultadas en el cementerio de
la Gloria de Juiz de Fora.
En todas nuestras casas del Brasil se han celebrado sufra
gios por las almas de nuestros hermanos. ¡H á g a sela voluntad
dol Señor, y ól nos saque de los muchos rompederos de cabeza
en que nos encontramos!
D ígnese V., amado Padre, bendecirnos á todos y en especial
á esto su afino, hijo
M iguel F üglino , Fbro.
Ampliando los detalles de la carta anterior y completando
la noticia, tomamos de algunos diarios de Juiz de Fora lo si
guiente:
IMPRESIONES.
Fácil es imaginarse la consternación causada por la catástrofe
no solo en Juiz de Fora, sino en todo el Estado de M inas Geraes, apenas el telégrafo comunicó la noticia, que llevó el dolor
y el luto á todo el Brasil, comenzando por los Obispos hasta el
último sacerdote y desde el jefe del Gobierno hasta el más hu
m ilde ciudadano.
En las frentes de la inmensa muchedumbre que había acu
dido al lugar del siniestro y al hospital para enterarse del estado
(le los heridos, veíanse impresos el dolor y la tristeza; y de
aquí fácil será comprender cual liabró sido la impresión causada
á las H ijas do María Auxiliadora y á los Salesianos que de
un golpe y de una manera tan terrible han perdido á sus Su
periores y á varios de sus hermanos.
El Edo. Vicario de Juiz de Fora telegrafió al momento al
Excmo. Sr. Presidente, al Ministro de Estado, al lim o. Sr. Obispo
diocesano y á las Gasas Salesianas del Brasil; y al punto le
comenzaron á llegar de todas partes telegramas pidiendo más
detalles y manifestando el dolor en todos producido por tan
desgraciado accidente.
El Ayuntam iento de Ouro Preto suspendió sus tareas en
señal de la más profunda tristeza y mandó una Comisión para
-
11
que lo representara en los funerales; lo mismo hizo la Dipu
tación Provincial; la administración del H ospital telegrafió al
Vicario de Juiz de Pora encargándole se hicieran solemnes exe
quias por los muertos, se depositaran flores y coronas sobre el
féretro y se dignara representarla. El Excmo. Sr. Presidente del
Estado de Minas Geraes telegrafió también en el mismo sentido,
encargándose el Gobierno de los gastos.
LOS FUNERALES.
Las campanas de la catedral y de todas las demás iglesias
de Juiz de Pora, comenzaron desde por la mañana del día si
guiente, 7 de noviembre, su lúgubre tañido que continuaron
hasta que fueron sepultados los cadáveres de las ilustres víc
timas, de esos cruzados de la religión que llevaban á aquel
Estado las obras de su ardiente celo y encendida caridad.
A las 9 Vs
inmensa oleada de gente se dirigía y apiñaba
en la Iglesia de la Gloria donde se celebraban los solem nes fune
rales. Toda la iglesia estaba adornada de negro, y en la nave
central se encontraban sobre un catafalco, en medio el cadáver
del lim o. Sr. Lasagna, sobre cuya riquísima caja había la mitra
y demás insignias episcopales; ’y á sus lados los del P. Villaamil. Sor Teresa Einaldi, Sor Petronila linas, Sor Eduvigis
Braga, Sor Julia Argeiitón y el del fogonero; todos ellos estaban
cubiertos de flores naturales y artificiales y de coronas y giiirnaldas ofrecidas por familias particulares y por las varias cor
poraciones representadas.
Después de la celebración de dieciseis misas rezadas, el Sr.
Vicario D. Venancio Cafe, asistido por los dieciseis sacerdotes,
cantó la M isa solem ne de Réquiem, durante la cual en todos los
asistentes se observó un profundo recogim iento y un grande
dolor retratado en sus semblantes. Asistieron todas las más
importantes familir,s de la ciudad y representaciones de las
autoridades civiles y militares, de las Congregaciones religiosa
y de Sociedades científicas. Estaban representados los tribunales,
el instituto de derecho de Minas Geraes, los pueblos de Ouro
Preto y Cachoeira do Campo, á donde se dirigían las víctimas,
el H ospital de Ouro Preto y los diarios L o Paiz, E l Correo de
M íhos, E l Bandolim , Etoile do Siid, E l Journal do B ra zil, E l
Tharol etc. eto.
Terminadas las exequias pronunció el Sr. Vicario un conmo
vedor discurso elogiando á las víctimas, y en modo especial al
12
limo. Sr. Lasiigna que tan acreedor se lia hecho á la general
estima, no solo en el Uruguay, sino también y más principal
m ente en el Brasil y en el Estado de M inas Geraes.
—
—
EL SEPELIO.
Inm ediatam ente después so procedió al entierro; era la una.
Se calculan en más de 6,000 las personas que asistieron, no fal
tando ninguna representación. Los cadáveres del lim o. Sr. Lasagna y de su Secretario eran llevados por los Redentoristas y
Salesianos; y los.d e las Hermanas por varias de las principales
señoras de la ciudad.
U na vez en el cementerio, varias de las autoridades ponunciaron conmovedores y elocuentes discursos.
El Gobierno costeará un suntuoso mausoleo.
Sobre la tumba se colocó la siguiente inscripción:
AQUI REPOUSAM NA PAZ DO SENHOR
ABENgOADOS DOS ANIOS
LOUDADOS DOS HOMENS
ADMIRADOS DE TODOS
OS PILHOS DE DOM BOSCO
VICTIMAS DE SEÜ APOSTOLADO
NA CATASTROPHE SEIS DB NOYEMBRO 1895 VIA CENTRAL
DA VERDADEIRA CIVILISAglO MESTRBS ET PREGONEIROS
0 LAUREADO PONTIFICE E SEUS COMPANEIROS
DOM LUIZ LASAGNA BISPO DE TRIPOLI
P. BERNAllDINO YILLAAMIL
MADRE THERESA RINALDI
IRMA HEDWIGES GOMES BRAGA
IRMA PETRONILLA IMAS
IRMA JULIA ARGENTON
D.‘ JOANNA LUSSO
REQUIESCANT IN PACE
0 ESTADO DB MINAS
PAR-t ETERNO RECONHEOIMENTO
AQUI LHBS ERIGE ESTE SIGNAL DE QRATIDAO
i
— 14 —
D esde M ontevideo nos escriben que antes de partir el lim o.
8r. Lasagna para el Brasil, quiso disponer de todas susj cosas
como si previese su m uerte; y á los que se extrañaban de esto
les decía: ¡D ios sal)e loque nos sucederá en este viaje!
EL lim o. Sr. Dr. D. LUIS LASAGNA
A P Ó S T O L D E L U R U Q U A Y Y D E L B R A S IL .
APUNTES BIOGRAFIOOS.
’ACió este valeroso apóstol en Montemagno de Monferrato
^ (Italia) el ano de 1850 y cuando tenía doce años, invitado
^ por D. Bosco, quien en unión de varios jóvenes había
pasado algunos días en dicho pueblo, ingresó en el Ora
torio de Turín, dando desde los primeros días señaladas
pruebas de inteligencia, de estudio y de piedad. En 1872
obtuvo el grado de doctor en la Universidad Real, orde
nándose de sacerdote en el año siguiente. Con notables disposiciones
de educador, se consagró á la enseñanza de los niños en los colegios
salesianos de Lanzo y de Alassio, donde dejó buen recuerdo de sí.
No era este sin embargo el campo que por la divina Providencia
le había sido señalado, y Don Bosco que conocía su celo y sus exce
lentes disposiciones para el púlpito, le eligió superior de los misio
neros que eu 1870 partieron para el Uruguay, á donde llegaron
después de un penosísimo viaje.
Eu Iklontevideo puso eu seguida mano á la fundación de un
colegio católico que desde sus comienzos empezó á dar ópimos frutos,
pues de ól han salido médicos, abogados, é ilustres ingenios de la
República. Coadyubó á la fundación del diario católico £ l B¡én, del
que ñié activo colaborador por varios años, combatiendo las teorías
materialistas y positivistas que desde varias cátedras se esparcían.
Sus artículos fueron muy alabados por la prensa católica americana
y después reunidos por sus discípulos en un elegante volumen. For
muló los estatutos de las sociedades católicas de las que bien pronto
se fundaron quince, entre las que se contaba una de obreros, por
cierto muy frecuentada, y dió vida á los Oratorios festivos que fue
ron recomendados en una pastoral y su reglamento aprobado por el
limo. Sr. Obispo de Montevideo. Oon no menor celo promovió en
15 —
todas paites las conferencias de S. Vicente de Pan!. En su ilimi
tada confianza en la divina Providencia, fundó numerosas casas, co
legios, asilos, oratorios festivos y centros de misiones, y en época
muy difícil aceptó la dirección de la vastísima parroquia dePaysandú.
Y no contento con esto, mandaba de cuando en cuando Misioneros
á catequizar á los Gauchos^ y á las varias colonias italianas que allá
existen, para facilitar á sus moradores el cumplimiento de sus de
beres religiosos. En 1881 empezó á promover la fundación de Ob
servatorios Metereológicos, siendo de éstos el principal, el existente
en Villa Colón, en el Colegio Pío IX, así llamado por haberlo el limo.
Sr. Lasagna dedicado á la memoria de aquel Augusto Pontífice, á quién
en una audiencia privada que obtuvo antes de partir á las misiones,
prometió dedicarle el primer colegio que fundara. La importancia y los
grandes servicios prestados por el referido Observatorio, lo habrán
podido ver nuestros lectores por las dos últimas cartas del limo. Sr.
Lasagna, que publicamos en el pasado Noviembre, como igualmente el
agradecimiento y alta estima de aquellos habitantes á que Su Erna,
se hizo acreedor desde un principio, por el gran impulso que dió á la
agricultura y á todo cuanto él veía pudiera redundar en provecho
espiritual ó material de ellos.
D. Bosco, conocedor de sus trabajos, manifestaba por ello gran
complacencia, aplaudía constantemente su celo y le confió las Misio
nes del Brasil, cuyo vasto Estado recorrió varias veces, fundando
casas y talleres en Nictheroy, S. Pablo, Lorena y otros puntos no
menos importantes. Pidió Hijas de María Auxiliadora y fundó casas
y oratorios festivos para ninas, al njismo tiempo que iniciaba nuevas
Misiones para la conversión de las tribus indígenas del Paraguay,
del Matto Grosso y del Estado de S. Pablo.
A su gran celo y actividad se deben á más de las fundaciones
de Villa Colón, Las Piedras y Paysandú, en el Uruguay, y S. Pablo^
Nictheroy y Lorena, en el Brasil; las de Montevideo, Canelones y
Mercedes, en la primera de dichas Repúblicas; y Guaratinguetá, Pindamonhaugaba, Pernambuco, Araras y Cuyabá, en la segunda; en
todos los cuales colegios se educan un gran número de jóvenes y de
niños y niñas pobres.
Grande era su influencia en todas estas repúblicas aún entre
los emigrantes, cuyo número es extraordinario, merced á su infa
tigable celo, á su prudencia y bondad.
Secundando los deseos de nuestro venerando fundador D. Bosco,
abrió en su vastísima inspectoría dos seminarios para informar en la
vida eclesiástica á los jóvenes que se sintieran con vocación al sa
cerdocio, para de este modo poder atender á las necesidades de
aquellas repúblicas y á sus misiones; y sus esfuerzos no resultaron
fallidos, pues aquellas casas Salesianas cuentan ya con varios sa
cerdotes americanos. Lo mismo hizo, y con iguales alagüeños re
sultados, en lo que respecta á las Hijas de María Auxiliadora, y
— 16 —
precisamente de estos colegios han salido el sacerdote Beriiardino
Villaamil y las hermanas Eduvígis Braga y Julia Argenten que han
sido víctimas en la terrible catástrofe que lamentamos.
Persuadido como estaba el limo. Sr. Lasagua de que el sacerdote
á cualquier parte que vaya si quiere promover el bien, necesita
hallarse enriquecido de gran ciencia y de profunda y sólida doctrina,
apenas pudo envió al centro del catolicismo, á Roma, áalgunos de
sus jóvenes clérigos para que allá cursaran los estudios filosóficos
y teológicos; y varios son, en verdad, los que en la actualidad fre
cuentan la Universidad Gregoriana, hoy tan floreciente, merced á
las sabias disposiciones del reinante pontífice León XIII.
A más de las lenguas antiguas griega y latina, y de su lengua
patria, la italiana, poseía con gran perfección el limo. Sr. Lasagna
el español, el portugués, el francés y el inglés, y por su mucha cien
cia y prudencia era tenido en mucha estima aún por los mismos
gobiernos que en no pocas ocasiones le otorgaron grandes poderes.
Guando en 1886 el P. Lasagua volvía por penúltima vez á América
con gran número de misioneros, recibió de nuestro amado P. D.
Boaco una pequeña cajita en la que se leía lo siguiente: esto -para
i). lasagna. El la tomó y sin saber que cosa fuera, la conservó como
precioso recuerdo del Padre. A l recibir, dos anos más tarde, la no
ticia de la muerte de D. Bosco, coordinando sus ideas se acordó de
la cajita y la abrió, encontrando en ella wna cadena de oro y una
tarjeta de un noble Oooperador Salesiano en la que de la una parte
se leía: por una gracia recibida de María Auxiliadora: y de la otra,
para el segundo Obispo Salesiano.
Y en efecto; el 12 de Marzo de 1893 ñió en Roma consagrado
Obispo por el Emmo. Oardenal Parocchi, y el 4 de Abril del mismo
año retornaba á América con treinta Misioneros. El ano pasado
estableció la nueva Misión de los Indios Coreados del Matto Grosso
(Brasil),é igual cosa se disponía á efectuar ahora entre los Indígenas
del Paraguay.
La muerte por consiguiente le ha arrebatado en el fervor de su fecun
do apostolado y cuando apenas contaba cuarenta y cinco años de edad.
¡ irumillemos nuestras cabezas resignados ante la voluntad del
Señor, y acatemos sus inescrutables designios!
El limo. Sr. Lasagua desde el cielo, de cuyos goces podemos
piadosamente pensar él ya disfruta, intercederá sin duda y obtendrá
del Señor las gracias necesarias para que los vastos proyectos que
en su mente abrigaba para la pronta civilización de los salvajes á
su celo confiados, se lleven á feliz término.
Al elevar nuestras oraciones al cielo por el eterno descanso del
alma del limo. Sr. Lasagna, no nos olvidemos del sacerdote y de las
cuatro hermanas que en su compíiüía perecieron mientras se dirigían
á cultivar otra nueva vina, animados del celo de la gloria del Señor.
— 17 —
LOS FUNERALES EN TURIN.
e l e b e íh o n s e eu el Santuario de María Auxiliadora el 5
^ del pasado Diciembre.
La inmensidad de la desgracia sobrevenida á nuestra Con
gregación y la carencia absoluta de noticias circunstanciadas
de la catástrofe, proporcionaban materia abundante á ima.
ginaciones ardientes para forjarse miles y miles de ilusiones
que halagaban y mantenían en el corazón algunos restos de esperanza.
Mas según la monumental iglesia de María Auxiliadora se iba enga
lanando y cubriendo de sus negros atavíos, aquellos restos, al desa
parecer, daban lugar á la realidad, si bien, amarga, aflictiva y dolorosa en extremo por su excepcional importancia y trascendentales
consecuencias. Ya no había lugar á dudas y era necesario resignarse)
el Señor había dispuesto de la preciosa existencia del limo. Sr. Lasagna, y al mismo tiempo que llevar al corazón la conformidad con
su voluntad santísima, preciso se hacía desahogarle y restañar la
sangre que de él manaba, con el refrigerio y alivio déla oración por
los muertos. ¡Y qué consuelos no experimenta el alma cristiana ago
biada por el peso de la pérdida de seres queridos, al poder levantar
su corazón á los cielos, al sumergirse en la oración, cuya eflcacia y
poder en favor de las personas que ama, la enseña la fe, y al abrigar
la consoladora esperanza del refrigerio que aporta á aquellas almas
queridas por medio de los sufragios! Una Beligióu que aún de la
misma muerte se sirve para extrechar el lazo de unión y la fraternidad
entre los hombres, no puede ser obra de hombres sino obra del mismo
Dios y por lo tanto divina. ¡Oh, sí, bendita, bendita sea!
Todo estaba preparado; la iglesia de María Auxiliadora vestida
de negro con ricas y elegantes colgaduras, que de todos los arcos y
columnas pendían artísticamente dispuestas, invitaban al alma á la
oración y envolvían el corazón en una tranquila y resignada tristeza.
En el centro del crucero se había levantado un imponente, gran
dioso y magnífíco catafalco. Su base estaba formada de un palco de
45 metros cuadrados, rodeado de barandillas y con escalinatas eu
dos diversos puntos para facilitar la subida cuando al terminar la
misa se dijeran los responsos. De este palco se elevaban á una gran
m
— 18 —
altura otros tres diversos cuerpos, imitación mármol los dos primeros,
y el tercero cubierto de paño negro j sobre él estaba la caja mor
tuoria. Eli las cuatro caras del primero se leían los siguientes ver
sículos tomados de la Sagrada Escritura: Cum adhuo júnior esseni^
quaesivi sapientiam in oratione mea. Ante templum poatulábam pro illa.
(Eccl. XXX, 18, 19). Quasi sol refulgens, sic Ule effulsit in templo Bei.
(Id. IV , 7). Sacerdos magnus^ qui in vita sua suffulsit domum, et in
(liebus suis corroboravit templum. (Id. IV , 1). Aestimata est affiictio
cxitus illorum, et quod a nobis est iter^ txterminium^ illi autem suntin
pace. (Sap. iii, 2). Eii sus cuatro ángulos ardían cuatro grandes lám
paras; en los del segundo se habían colocado cuatro angelitos en
actitud triste y llorosa; sobre la caja se veía la mitra, signo de la
dignidad de que se hallaba revestido el finado, y todo el catafalco
estaba rodeado de cirios.
Sobre la puerta del templo se colocó esta otr inscripción:
L’ETERNA. LUCE DEI CIELI
RISPLENDA ALL’ANIMA BENEDETTA
DI
MONSIG.
LUIGl
LASAGNA
VESCOVO TITOLARE DI TRIPOLI
SUPERIORE DELLE CASE SALESIANE DELL’ÜRUGUAY E BRASILE
CUI TUTTO ZELO PER LA GLORIA DI DIO
E TUTTO CUORE PEL BENE DEI SUOI FIGLI
UN FATALE DISÁSTRO
COLX STESSO SUL CAMPO DELL’EROISMO, DELLA FEDE E DELLA CARITX
RAPIVA APPENA NOVILUSTRE
CON PRODI COMPAGNI
IL 0 NOVEMBRE DECORSO
ALLE NOSTRE SPERANZE E AT. NOSTRO AMORE
O GENEROSI CAMPIONI DI CRISTO
VEGLIATE DALL'ALTO SOPRA DI NOI
INSINO A QUEL GIORNO CHE LA DIVINA BONTA
CI RACCOLGA TUTTI IN PARADISO
A eso de las diex empezó el solemne oficio que celebraba el limo.
Sr. Arzobispo, asistiendo al altar los limos. Obispos titulares de Cafaruaum y de Samada y varias otras dignidades de la Catedral.
Los cantores de nuestro Oratorio ejecutaron, como ellos saben hacerlo,
la misa del Terziani.
1
— 19 —
Terminada la Misa, pronunció la oración fúnebre el sacerdote
D. Pablo Albera, miembro del Capítulo Superior de la Pía Sociedad
Salesiana y por espacio de más de tres cuartos de hora, los numerosos
fieles que llenaban por completo el anchuroso templo, pendieron de
los labios del orador, quien supo admirablemente infundir en el ánimo
de sus oyentes los diversos afectos de que él mismo se sentía poseido;
tal era la eficacia de su palabra, el tono de tristeza que la acompa
ñaba y la grande habilidad y maravilloso atractivo con que puso de
relieve la virilidad y fortaleza de ánimo del limo. Sr. Lasagna como
estudiante, como misionero y como Obispo; que tal era el tema de
su discurso. Nada diremos aquí de él, pues, en su sustancia ya lo
decimos en la biografía que en otro lugar ponemos: esto no obstante,
nos es imposible callar un detalle que allí falta y que nos parece
importante para dar una vez más á conocer las diferentes maneras de
que N. Señor se vale para manifestarnos su voluntad en un punto
tan decisivo y de tan capital importancia, cual es el de la vocación;
y al mismo tiempo la correspondencia de su fiel siervo á la gracia.
« Se aproximaba á su término el año escolástico de 1865, y el
joven Lasagna terminaba con brillantez y éxito, en el colegio de Mirabello, sus estudios preparatorios para ingresar en la Universidad;
joven robusto y de no común talento, se sentía atraído al mundo por
su imaginación ardiente que le ponía delante un risueño porvenir de
triunfos y de gloria, y ya decidido estaba á abrazar la medicina. Muy
diversos eran, sin embargo, los planes que sobre él la divina Provi
dencia había de antemano trazado. Celebrábase en el colegio con sin
igual solemnidad la fiesta del angélico S. Luis Conzaga, y con este
motivo se representó en el pequeño teatro el drama titulado La vocación
de 8. LuiSj estando á cargo de nuestro joven Lasagna la parte de
Ayo dol Santo. En una de sus escenas, el Ayo procura disuadir á
S, Luis de su intento, valiéndose de mil aparentes razones; mas es
tal la eficacia y lafuerza con que el santo las rebate todas, que, abrién
doles camino la gracia, penetraron hasta lo más profundo del corazón
de Lasagna, y de tal manera le enternecieron y de él hicieron presa,
que al retirarse del escenario, no pudiendo contenerse, se arrojó en
los brazos de su maestro, con gran contento de éste, y le manifestó
la firme decisión que acababa de tomar de abandonar el mundo para
consagrarse á Dios, como en efecto lo hizo, vistiendo ese mismo ano
la pobre y humilde sotana del salesiano. »
Procedióse después al canto solemne de los re.'ípousos y absolu
ciones, siendo la música parte del limo. Sr. Oagliero y parte de
otros autores. Cinco fueron los responsos; el primero lo dijo el Obispo
titular de Samaría y á continuación el de Cafarnaum, D. Eúa, el
Párroco de Montemagno, pueblo del limo. Sr. Lasagna, y por último
el Edmo. Sr. Arzobispo.
A la una quedaron terminados tan solemnes funerales.
Nuestro amado Superior D. Eúa, ya desde los primeros momentos
i
—
20
—
de recibir noticia de la desgracia, mandó una sentida circular á
todas las Oasas Salesiauas, manifestando su deseo de que en todas ellas
se celebraran solemnes honras fúnebres por las victimas, según la
posibilidad y medios de cada una, y de que se invitase á nuestros benemé
ritos Cooperadores; y habiéndose en todas las casas celebrado no una,
sino varias misas, y habiendo sido tantas las comuniones, oraciones
y sacrificios ofrecidos por los Salesianos, Cooperadores y sus niños
de todo el mundo en sufragio de los muertos, nuestra alma se siente
aliviada y nuestro corazón desahogado del grande peso de tan enorme
desgracia; y de esperar es que el Señor se haya en su infinita
misericordia dignado aceptar tantos sufragios y aplicádolos á estas
almas, si de ellos necesitaban; por lo que les habrá ya alumbrado
el sol de la eternidad. Esto no obstante, continuemos orando y supli
cando al Señor, pues nunca nuestras oraciones irán perdidas, porque
no faltarán almas, en defecto de aquellas por quienes las ofrecemos,
que, encerradas en las extrechas cárceles del Purgatorio, de ellas se
sirvan y aprovechen para volar á los cielos.
Réquiem aeternam dona eis Domine.
IJf lux ])erpcUia hiceat eis.
Requicscant in pace.
Amen,
EL R. P. miGUEL UNIA
A PÓ ST O L D E LOS LEPR O SO S DE L A COLOM BIA
OEt completo no se había aún cerrado la tumba que recogió
eu su seno á los valerosos soldados de Cristo muertos sobre
el campo de batalla, y de quienes anteriormente nos ocupa
mos, cuando otra se ha abierto para recibir á otro no menos
valeroso soldado, al apóstol de los leprosos de la Colombia.
El E. P. MIGUEL UNIA dejaba la tierra por el cielo en
nuestro Oratorio de Tarín el 9 de Diciembre último, á la sola
edad de 46 años no enteramente cumplidos.
Apenas si hacía ocho días que entre nosotros se encontraba llegado
de Bogotá, de donde había salido el 14 de Octubre, por expreso man
dato de los médicos y de sus superiores.
A últimos de Julio había recaído de nuevo enfermo de tal gravedad,
que ñió necesario trasportarlo sin sentido á Bogotá, y sin sentido per
maneció por más de nueve días. Los muchos y notables médicos que
desde los primeros momentos acudieron á prestarle los auxilios de la
ciencia, llegaron á desconfiar enteramente de salvarle, pero María
Auxiliadora, que quería muriese entre sus superiores y bajo la sombra
de su santuario de Turíii, movida por las oraciones que en Bogotá,
Agua de Dios, Foutibón y otros puntos se la dirigían, le sanó repen
tinamente; tanto que habiendo el 11 de Agosto comenzado á darse
cuenta de sí mismo y de su estado, el 15 pudo celebrar la Santa
Misa y entonar un solemne Te Deum eu acción de gracias por la
salud obtenida.
Mas siendo grande su estado de postración y unánime el parecer
de los médicos en afirmar que si volvía en aquel estado al Lazareto
no viviría una semana, el P. Unia se rindió solamente á la obediencia
que le intimaba volver á Turín para recobrar sus perdidas fuerzas,
pues su decidido ánimo, como él mismo escribía al P. Búa, no era
otro que volver « aún á costa de muchos sufrimientos y de la misma
muerte * y si bien no ftiera que por solos dos meses, entre sus muy
amados hijos, para fundar un Hospicio de Huérfanos leprosos que
< es mi sueno continuo, decía, mas aquí todos se me oponen, no por
el Hospicio, sino por mi salud; así que deberé resignarme á esta dura
prueba. >
—
22
—
Pocos han sitio los días que ha sobrevivido á su llegada al Ora
torio; mas como si previese su próximo fin, no descansó un momento
en favor de sus leprosos; entre ellos estaba siempre su pensamiento,
ellos eran el tema constante de sus conversaciones y para ellos po
demos decir que han sido sus últimas palabras, sus postreros pen
samientos.
Sintiéndose algo mal el sábado, víspera de la Inmaculada Con
cepción de nuestra Madre María, no salió en todo el día de su habi
tación; la mañana del Domingo se levantó á las cuatro y se dirigió
á la iglesia para celebrar la santa Misa, mas encontrándola cerrada,
se volvió de nuevo á su cuarto, y no podiendo por más tiempo resis
tir la ardiente sed que le devoraba, rompió el ayuno, sintiéndose
poco después, tan terribles dolores de estómago que, hubo de trasladarse
á la enlérmería y ponerse en cama para no levantarse más. Su estado
no parecía tan grave, por lo que ni á los módicos ni á nadie ofrecía
serios temores; mas el lunes 0, á eso de las once de la mañana, re
pentinamente le sobrevino un fuerte ataque nervioso que no pudo
contrarrestar por su debilidad extrema, y en un momento voló á la
eternidad.
No parece sino que para su grande empresa era necesaria una
víctima y un intercesor en el cielo; y así, mientras el Superior de
los Salesianos en Colombia, E. P. Bvasio Eabagliati, recorre los pue
blos y ciudades de la Eepública para allegar recursos á fin do que
pronto sea un hecho el gran Lazareto Nacional; y mientras la pro
videncial Sociedad de S. Lázaro con la cooperación del Gobierno y
la caridad de los particulares, incansablemente trabaja por ese mismo
proyecto, cuyo primer inspirador fuó el P. Unía, éste, piadosamente
pensando, vuela al cielo y desde allí seguramente será un constante
intercesor y protector de su obra.
La admiración y la gratitud que el Gobierno de Colombia abri
gaba para con el P. Unía, eran grandes; le había dado plenos poderes
en el Jjazaroto, á su disposición había puesto el Correo y el Telégrafo,
siempre le autorizó para viajar
y en cochesde preferencia por todos
los puntos de la Eepública, y grande satisfacción y público regocijo fuó
saber que el Gobierno Italiano había honrado al P. TJnia con el título
de Caballero, y remitido algunos subsidios para su misión. Eran sus
amigos, admiradores y sostenedores de sus trabajos, todos loa hombres
de bien de la Eepública, á cualquiera partido que pertenecieran, y
de la prensa podemos decir que nunca habló del P. Guia, sino con
grandes muestras de admiración y respeto, no obstante que en su
obrar y hablar él no dejaba traslucir nada de extraordinario, nada
de lo mucho que su preciosa alma encerraba. ¿ Qué hubiera sido si
hubieran trascendido al público los muchos sacrificios por él cumplidos
y de los que solamente Dios llevaba cuenta, porque solo El los co
nocía, para largamente recompensárselos? ¡ A h ! entonces sí, entonces sí
que nos habríamos visto obligados á mirarnos unos á otros llenos de
— 24 —
asombro, y á levantar nuestros ojos y nuestro corazón al cielo, excla
mando. ¡Oh, Dios mío, cuan admirable sois en vuestros santos! Sí,
porque aquella alma encerraba en sí tesoros inagotables de caridad
y de amor que sacaba de la fuente inextinguible del Corazón de
Jesús; porque aquella alma de hierro á fuerza de ser grande, ha roto
las miserables cadenas que ú esta tierra la ligaban; porque, en fin,
Dios la llenaba toda, y ese Dios que tanto la amaba por verla muy
semejante á sí mismo, ha querido poseerla enteramente y satisfacerla
por completo sus ansias de lo infinito, hartarla con la contemplación
de su increada esencia, de sus divinas é infinitas perfecciones.
4 Porquó, pues, llorar la muerte de un mártir, de un apóstol ?
La Italia Eeale de Turín al anunciar la muerte del P. Unía, decía:
« No con lúgubres acentos debemos notificar esta muerte, sino con
los cantos de victoria y las palabras de gozo con que se acompaña á los
mártires al triunfo.
» Bélgica tiene la gloria de haber dado á la Iglesia y á la huma
nidad un P. Damián, el apóstol de los leprosos de la Australia; y
el Piamonte debe reivindicar para sí la misma gloria, por haber
también él dado á la heróica causa de aquellos desventurados, un
glorioso mártir; el alma grande del P. IJnia.
» Esta muerte cubre de gran luto á la Congregación Salesiana,
más al mismo tiempo la llena de inmensa gloria y ciñe á su cabeza
inmarcesible corona.
» Los leprosos y el Gobierno inglés erigieron al P. Damián un
monumento, y un monumento se levantará también al P. Unia en
Turín ó en Bogotá, campo de sus heróicas fatigas. Entre tanto pro
ponemos que en la iglesia de María Auxiliadora sea colocada una
lápida que recuerde cuando menos el nombre y la difícil misión de
este héroe, de este mártir de la cristiana caridad. >
Una grande y patente verdad es todo esto, como también lo es que
« morir para quien muero en Jesucristo, es saltar en el bajel que aporta
á las playas eternas; es dormirse cutre los hombres, y despertar entre
los ángeles », poro esto no obstante y á trueque de pecar de demasiado
prudentes, que más vale así en estos casos, elevemos al Señor nuestras
fervientes oracioues por su alma y ofrezcámosle con buena voluntad
nuestros disgustos, incomodidades y miserias en sufragio de un alma
que no se dió inoiuonto de reposo en el servicio del Señor; por un alma
que como líl mismo dice, hizo el mayor y el más grande de los sacri
ficios, cual es, dar su propia vida por la salud de sus hermanos.
i
^NUESTRAS MISIONES
B R A S IL
Misión Salesiana del Hatto Grosso.
En el Boletín del próximo pasado Se
tiembre dábamos á nuestros lectores la no
ticia de la llegada de nuestros Misioneros
á la colonia Teresa Cristina, j aliora tenemos
la satisfacción de publicar la siguiente carta
que desde allí dirigieron en Junio de diclio
año al limo. Sr. Lasagna (q. e. p. d.).
Colonia Teresa Ciástina.
Ibio. Y R dmo. Se . :
L fin liemos llegado felizmente ála Co
lonia Teresa Cristina. El 20 del pasado
Mayo acompañados del Sr. D. Alfonso
_______ Roche partíamos de Cuyabá en la lan
cha vapor AHíouieífa, y empleamos poco más de
cuatro días en atravesar el río Cuyabá, pues
de cuando en cuando nos parábamos para
bautizar y bendecir matrimonios. Llegados
al S. Lorenzo, la navegación se hizo en ex
tremo difícil, ya porque íbamos contra la
corriente, como por navegar en aguas des
conocidas j así que no sabiendo por donde
Íbamos, nos vimos precisados á marchar solo
de- día, jíues corríamos el peligro de enca
llar, ó lo que peor hubiera sido y de más
graves consecuencias, de chocar contra al
guno de los muchos troncos de árboles que,
arrastrados por la corriente, se encuentran
diseminados por doquiera: pero ni aún de
día podíamos caminar siempre, pues á cada
momento era necesario nos paráramos á fía
de cortar leña para la máquina, que como
T. Erna, sabe, es el carbón que por aquí se
usa. Aprovechándome yo de estas paradas,
me internaba en la selva en compañía del
Sr. Roche, para cazar pájaros y embalsamar
los, pues dicho señor me ha enseñado esta
operación; de este modo espero poder man
dar alguna cosa á nuestros museos de Villa
Colón y de Turín.
Los primeros en pasar con grandes em
barcaciones el río S. Lorenzo, hemos sido
nosotros ; pues antes de ahora, sobre él no
se han visto más que canoas. Este río es
generalmente menos tortuoso que el Cuyabá
y lleva mucha más abundancia de agua.
Desde su desembocadura en el mar hasta
el río Piguiry la navegación es fácil, mas
desde éste hasta el Tarigara, que es un
brazo del S. Lorenzo, el agua excasea bas
tante y esto porque penetra con mucha fuerza
por dicho brazo, así que el S. Lorenzo viene
á quedarse casi seco. Más arriba del Tarigara la navegación vuelve á hacerse fácil,
pero se requiere mucha atención para no
chocar contra alguno de los muchos troncos
sumergidos.
E i i o i i o i i l v o <.»on l o » l u d i o » .
Antes de llegar al Tarigara, bajamos á
tierra el Sr. Roche y yo y uot-amos pisadas
recientes de hombre, pero uo nos atrevimos
á seguirlas; pues algunos rugidos de tigre
nos dieron un susto mayúsculo: apenas
pasado el Tarigara vimos á dos ludios que
al momento de vernos se internaron en la
floresta. Paramos el vapor y empezamos á
llamarles á voces con el fin de hacerles al
gunos regalos, mas solo después de algún
tiempo se nos presentaron cinco indios que
nos espiaban, á cada uno de los cuales les
di un par de pantalones, continuando des
pués nuestro camino. Poco después nos en
contramos á casi toda la tribu de los BorososCoroados de la ya destruida colonia Isabel,
con su cacique, y un j>oco más distante lle
gamos al sitio donde se hallaba establecida
dicha colonia.
En el reglameqto de térras e coloyiigagoes
hay un artículo que dice « que el terreno
habitado por los Indios no puede venderse,
porque cuando los Indios hayan sido civi
lizados deberá distribuirse entre ellos. » En
virtud de este artículo, el terreno de dicha
colonia debía haberse reservado para los
Indios que la habitaban, pero no faltaron
quienes hicieran creer al gobierno que allí
no existían ya Indios, por lo que se les ven
dieron dichos terrenos. En verdad que los
Indios uo habitan ya la colonia porque los
nuevos amos los han arrojado con cajas des
templadas á otra parte, pero habiéndonos
visto á nosotros, llegó á la mañana siguiente
el cacique con toda su tribu. El cacique es
todavía joven, medio civilizado, sabe un poco
de portugués y está bautizado. Cuando niño
fué cogido y llevatlo á la ciudad, donde por
algún tiempo frecuentó la escuela, pero ya
ha olvidado todo y vive como los demás.
Hablando con él le dije entre otras cosas
que tal vez dentro de poco les mandaría un
sacerdote para que les ensenara á vivir
como civilizados y cristianos.
Pasadas algunas horas, se acercó al Señor
Roche preguntándole si era verdad lo que
yo le había dicho, en cuyo caso haría fa
bricar una hermosa cabaña para el sacer
dote; el Sr. Roche confirmó mis palabras,
pues ambos nos propusimos trabajar sin des
canso por la cansa de estos Indios, porque se
ría una crueldad abandonarles. Son salvajes,
es verdad, pero de buena índole, y mucho me
jores que los de la colonia Teresa Cristina:
— 26 —
tídvíi imposible rennirles con éstos, porque
inutiiainento se odian; no queda por lo tanto
otro remedio que formar otra colonia en la
<iue sin duda se recogerán mayores frutos que
en la de Teresa üristina. Con este fin, el Señor
itoübe se ha propuesto trabajar con ardor
con el gobierno á fin de que lo más pronto
posible pueda realizarse esta idea. Aquí he
mos bautizado á dos indios adultos que vi
vían con una familia cristiana.
Después de grandes dificultades, picadu
ras de mosquitos y un largo y pesado viaje,
llegamos el cinco do junio á nuestra colonia,
siendo recibidos entre el alegro sonido do
la banda militar y el disparo de salvas y
morteretes. También salieron á recibirnos
los indios con sus mejores galas y emx)leando
todo el repertorio de sus cumplimientos y
ridiculas ceremonias. Alguno do ellos lle
vaba solamente un frac sin mangas, otros
un deoálitro sin fondo en la cabeza y así
j)or el estilo, de manera que i)arocía una
comparsa do carnaval. Al día siguiente re
partimos á los indios la ropa que traíamos,
muy i)oca por cierto, con relación al nú
mero de ellos; esto no obstante quedaron
vestidos entro mujeres y hombres unos tres
cientos , pues á uno le dábamos una ca
misa y á otro un par de pantalones; mu
chos sin embargo han debido quedar en su
primitivo estado Adamítico. Ahora no dejan
<le molestarnos para q.ue les proporcionemos
mantas con que abrigarse durante la noche,
especialmente en esta fría estación; pero
¡tenemos tan pocas!...
TJiiti víctiiiiii clol XJulro.
Dos días después de nuestra llegada, en
contramos en una cabaña á una x>ubre india
á quien la noche anterior habían ya can
tado el Bamtrnrú (1) ])or encoTitrarse pró
xima á la muerte. Yacía la desgraciada en
el desnudo suelo y en medio á toda suerte
de inmundicias, no teniendo ¡lor almohada
que un pedazo do leño y una piel de mono
para cubrirse. Estaba reducida á los simples
huesos y apenas si le quedaba un hálito de
vida, pues hacía varios días que no tomaba
alimento alguno. Su cara estaba pintada con
Urncú (2) y algunas lineas negras, y su ca
beza y todo el cuerpo hasta la cintura, me
nos las manos, untado con resina, Urucú,
grasa y plumas *\e Arara, que es una espe
cie de papagallos; sus piernas se encontra
ban en un estado horrible y repugmmte á
causa de la resina negra de que estaban
llenas.
Estos son los preparativos que estos in
felices indios hacen para la muerte. Su res
piración era casi imperceptible, sus ojos los
(1) In co m p ren sible m ú sica y cau tos füuebree.
(2) P om ada cu c aru ad a cou que se em b ad u iu au los
salTigos d el b ra sil.
tenía desmesuradamente abiertos y casi apa
gados , su cuerpo apenas si podía moverse
y toda ella parecía destituida de los senti
dos. La bauticé bajo condición, si est capax,
y el Sr. Eocbe le hizo tragar una medicina
que traía consigo, después de lo cual nos
retiramos. Al cabo de dos horas volvimos á
visitarla y la encontramos bastante me
jorada ; el Sr. Eocbe le dió otra dosis
y nos retiramos para ver la mejor manera
de trasportarla á la casa de las herma
nas á fin de atenderla según su estado lo
requería y librarla de las garras del Baira
(brujo); mas no llegamos á tiempo, pues un
cacique nos anunció al x)oco rato que la pobrecita había muerto. No bien habíamos sa
lido nosotros de la cabaña, entro el haire y
cubriendo la cabeza de la desgraciada con un
pedazo de estera, entonó el Bacururú en
unión de los circunstantes; después ponién
dole un pie en el estómago y pasando su
mano por debajo de la estera, la sofocó :
temía el malvado que nuestros cuidados la
salvaran y que su profecía fuera de esta
manera desmentida. Cuando llegamos nos
otros era ya frío cadáver; varias mujeres,
en medio de infernales gritos de dolor, en
volvían sil cuerpo en una estera y el marido
rompía sus arcos y flechas y los arrojaba so
bre el cadáver; tomando después el vaso en
que la enferma había bebido la medicina,
lo rompió y cou sus pedazos se cortó por
varias partes horriblemente las piernas. Sa
cado el cadáver fuera de la cabaña por
cuatro robustos jóvenes, el baire y los indios
de la comitiva entonaron el bacururú, en
tanto que el marido y los parientes próxi
mos de la muerta, continuaban su horrible
carnicería, para cubrir con su sangre el ca
dáver : era esta una escena tal, que mis ojos
no i)udierou contemplarla jior más tiempo y
hube de retirarme; el P. Balzola se esforzaba
en impedir semqiante barbaridad, mas todo
inútil. Al día siguiente amaneció el marido
con una espantosa fiebre.
X>ill(‘ulta<les <le cstu
Muchas y grandes, aún mayores de loque nos
pensábamos, son las dificultades que en este
nueva misión se uos presentan. Ante todo
es necesario que aprendamos la lengua, que
á la verdad no es muy difícil: ya he podido
reunir unos doscientos cincuenta vocablos
y creo que cou otros tantos me posesionaré
bien de toda su literatura; de este nuevo
diccionario mandaré una copia á V. Urna, el
mes que viene, á serme posible. El mismo
idioma hablan los salvajes de la extinguida
Colonia Isabel; asi que esto nos facüiterá la
misión entre ellos: ya hemos empezado á
iniciar en el trabajo á nuestros salvajes, que
no son tan feroces como los pinten , sino
todo lo contrario ; y todos los días les visi
tamos, solo que sou demasiado exigentes y
nunca se encuentran satisfechos.
27 —
Los soldados aquí destacados son veiaticüico y para dar bueu ejemplo á los salvajes,
se embriagan con una desconsoladora fre
cuencia.
Nuestro trabajo es tan grande, que no sa
bemos como arreglarnos, pues somos misio
neros, gobernadores, delegados de policía,
jueces de paz, etc., etc. j debemos atender
á las exigencias é impertinencias de los sal
vajes, enseñarles á fabricarse mejor sus ca
bañas, á trabajar, á cultivar la tierra, y á
Dios sabe cuantas más cosas.
Cuando V. lima, venga, y esperamos sea
pronto, al ver nuestras tareas, se verá preci
sado á mandarnos nuevo y abundante per
sonal; fabrique sacerdotes y clérigos en abun
dancia, pues para todos abundará el trabajo.
El Sr. Roclie tiene intención de comprar
un pequeño vapor para ponerse al servicio
de la colonia y poder tener el bonor de
trasportar á V. lima, en su próximo viaje.
Este señor es un verdadero amigo nuestro
y se interesa por nosotros como pudiera ha
cerlo un verdadero Salesiano.
Termino rogando á Y. lima, se sirva sa
ludar á nuestros hermanos y bendecirnos á
nosotros, especialmente á su
Afmo. hijo in C. J .
J osé S olaei, Pbro.
Misionero salesiano.
UTKEIU (Sevilla)
Colegio de N uestra SeSoba del Carmen.
Una hermosa fiesta se celebraba en el Colegio del
Carmen, en Utrera, el día 17 de los corrientes; era el
objeto de ella la inaugnración de unos nuevos departa
mentos en el Colegio, y á la vez la repartición de pre
mios á sus alumnos. Para gloria de María Auxiliadora y
edificación de muchos, convendría aquí un poco de
historia que es la siguiente: El invierno p. p. y toda la
primavera fueron para estas comarcas tiempos de per
tinaces lluvias, por las cuales el número de trabajadores
sin jom^ y de pordioseros improvisados era excesivo;
diariamente se distribuían en nuestra porteria 120, 140
bollos de pan, mientras en el Asilo de S. Diego, á la
bora de la comida que se dá á los alumnos, otro buen
Damero de hambrientos, ansiosos esperaban devorar lo
qne á los niños sobrase. Viendo tanta necesidad por
P&rie del pueblo y por la nuestra estando en la de ensancbar el antiguo edificio para acabar de organizar el
Colegio, falto aún de muchas dependencias necesarias,
pensamos ocupar á unos cuantos pobres sacando tierra
de donde nos había de sobrar para edificar. A la vista
de unos cuantos trabajando j délos garl)aneos con que
á la bora de comer calmaban las ansias de sns estó
magos, otros y otros se pr^ntan pidiendo trabajo; impo
sible negárselo; elnúmero, pues,aumentasensiblomento
y hé ahí que, sin darnos cuenta y como im])ulsados por
la necesidad de socorrer á esos pobres que de todas
partes piden pan, nos encontramos con una gran obra
empezada. El dia veinte do Marzo se lo había dado co
mienzo del modo susodicho; pero una cosa pido otra;
se lia sacado mucha tierra, se han abierto profundos
cimientos, si no se rellenan con debidos materiales,
el trabajo hecho se pierde; do esta manera, de compro
miso en compromiso, de una exigencia áotra, vimos
como por sorpresa en pocos días asomai' unos muros
en que á la verdad no pensábamos por entonces. A
todo esto, como la caridad había sido el estimulo y el
cálculo había tenido poca parte , no se echó cuenta
con la huéspeda y y aquí la huéspeda era Iw, guita;
por consiguiente, á pesar de nuestra buena voluntad ,
no había otros recursos que suspender los trabajos. No
hay que callar que á la vista del nuevo edificio que or
gulloso ya se erguía á unos cuantos metros, nos en
cariñamos con él y por esto no poco sentíamos todos
dejarlo á medio empezar; puestos en esta necesidad,
¿qué haremos?......El espíritu de D. Bosco no muere;
sns consejos, sus ejemplos se recuerdan, nos animan,
nos empujan; por lo tanto, aun mientras parece inevi
table la suspensión de los trabajos, nuestra confianza
no disminuye. Llegó el día 23 de Mayo y fuó el día de
la Conferencia á los Cooperadores Salesianos de esta
Ciudad. A los que acudieron , después de hablarles el
Sr. Director, de las cosas do la Congregación en gene
ral, les habló do los asuntos particulares do esta casa,
de sus necesidades y proyectos: « Ahora mismo, les de
cía, estamos haciendo no pequeños sacrificios para poder
admitir á más niños en el Colegio y mejorar el Oratorio
festivo; esa obra que véis empezada lo ha sido también
para dar de comer á diestros obreros; unos alaban,
otros, y son los m:is, critican; los Salesianos sin repa
rar ni en estos ni en aquellos, sino fijos los ojos en su
amadísimo D. Bosco que se proponía el bien y lo eje
cutaba sin tantos cálculos, hijos, las más voces, no do
la prudencia, sino del egoísmo humano, emprendimos la
obra: hoy ^obiados por ella ])revemos que no la podre
mos seguir; no desmayaremos sin embargo; María Au
xiliadora , ella, cuya fiesta mañana celebraremos con
particular afecto y devoción , más pronto ó más tarde
nos ayudará ; basta hoy jamás ha faltado......*
El día siguiente se solemnizó la fiesta de nuestra
Madre ; después de una Comunión general, edificante
por el número y fervor de los fieles, llegó la hora déla
función. Predicó en ella nuestro dignísimo Sr. Arci
preste. Con la elocuencia que le es propia, demostró
como María nos ama á todos con amor de Madre; i>ero
con un amor de predileción, con nn amor especial ama
á los Salesianos. Su palabra, su acento, todo estaba
tan fundado en intima persuasión, tan empapado en
espíritu de verdadero afecto, de devoción y admiración
profunda, que visiblemente todos pendían de sos labios;
todos, cual más coal menos, se quedaron con nn pensamiente, con nn deseo, amar á María. Se concluyó e!
pan^íríco, se acabó la Visa, solemne; Henos de alegría,
de gozo inmenso, salen los nnos para sus casas, los otros
— 28 —
para sus patios...... entre estos se confunde un caba
llero; 08 el Kcxmo. Sr. D. M. M; es el amigo, el bien
hechor insigne, ya en otras ocasiones, do la Obra de D.
Hosco ; es el Cooperador Salosiano activo y eficaz; es...
poro ahora no es esto solo , ahora es para el Director
doesta casa Salesianaol Angel de. María Auxiliadora.
Mn efecto; entrándose el Sr. I). SI. SI. por la sacristía,
busca al Director, lo lleva hacia el lugar do los traba
jos emprendidos y, una vez allá, con una modestia y
liumildad toda propia de la Caridad Cristiana, « yo
<luiero, dice, quiero cooperar al desarrollo de esta obra;
cuento V. con 50.000 pst. Lo cpio pasara en aquel ins
tante por aquellos dos corazones, no es para dicho;
dolante do una prueba tan clara do la especialisima
protoccirtn do María Auxiliadora, no oran posibles pala
bras ; una vez más acababa do demostrar ipio nunca
será confundido quien en Ella confia.
Desdo entonces siguieron los trabajos volando, de
tal modo, <iuo el i)rimoro de Octubre pudimos disponer
de buen número do los departamentos nuevos.
(Se continuará).
NORMAS PRACTICAS
Con febrero daromos comienzo en nuestro Bocuyo fin no es otro que facilitar á nuestros muy
queridos Cooperadores y Cooperadoras la mejor
organización do su Pía Unión y los más soncillos
y adecuados medios para que sus obras y trabajos
en pro do la pobre juventud abandonada y de la
sociedad y do la Iglesia, rindan los más copiosos
y abundantes frutos.
Nada nos parece tmis d propósito que transcribir
en esto luímcro una parto de la conferencia que
nuestro celoso sacerdote D. Esteban Triono dirigió
d loa Cooperadores en la junta que so celebró en
Valsdlice el 11 de setiembre del uno próximo pa
sado y do la que dimos cuenta eu oí Boletín de
octubre del mismo año ; pues trata de la manera
práctica do celebrar las conferencias do Keglnmonto.
/rtói lila publicación de un M a n u a l l* i* íV etíeo
Para las c»»nferenciaa que el lleglainento pres
cribe en las fiestas de S. Francisco de Sales y
do María Auxiliadora, so procedo más ó menos
como sigue:
8i el Director. Condircotor ó Decurión fuero
Párroco ó Héctor de una iglesia en ella podrá tener
la conferencia, á la quo invitará á los Cooperadores
do la mejor manera posible, pues medios no le han
de faltar. Pero si no fuera ni Párroco ni Rector,
podi'á dirigirse á un Párrov'o 6 Rector amigo suyo
para que le permita celebrar dicha conferencia en
su iglesia : y si Uis Cimperadores do dicha ciudad
ó pueblo no fueran muchos, podría también celebrar
la confei'encia en un una sala ó capilla. Sucede, sin
embargo, con frecuencia quo en algunas ciudades
sea-grande el número de Cooperadoras y i>ocos
los Cooperadores y casi todos dignidades eclesiás
ticas. En este caso el Director diocesano podrá
suplicar al Sr. Obispo se digne dar él la conferencia,
como ya en varias partes se ha hecho, ó al menos
se digne presidirla y permitir que se celebre en
la capilla ó en una sala de su palacio. Hay sin
embargo Directores que prefiei’en, antes que omitir
la conferencia, invitar solamente á los Coopera
dores láicos, á las Cooperadoras y á otras pia
dosas personas.
La conferencia quo se celebra en la fiesta de
S. Francisco do Sales se empieza, por regla ge
neral, con la lectura de la carta quo cada año
publica el Rector Mayor eu el Boletín de enero v
en la que so dá cuenta do lo hecho por los Salo
sianos durante el año quo acaba de finir y lo que
80 proyecta durante el nuevo año. A continuación
el Director, ó bien otra persona si éste no puede,
dará la conferencia sobre alguno de los argumentos
siguientes ó sobre otros análogos:
Origen y misión de los Cooperadores Salesianos.
— Importancia de la cristiana educación de los
niños.— Medios prácticos para trabajar en pro
vecho de la juventud. — Instrucción religiosa de
los niños en casa y fuera de ella. — Celo cristiano
en favor de los jóvenes que se sienten inclinados al
sacerdocio ó á la vida religiosa. — Buenas lecturas
para la juventud y para el pueblo. — Misiones
entre los salvajes. Etc., etc., etc.
Al desenvolver el orador alguno de los citados
argumentos, ú otros semejantes 6 que parezcan
más convenientes, procurará citar algunos ejem
plos ó enseñanzas prácticas sacadas de las vidas
do S. Francisco de Sales ó de D. Rosco, ó bien
del Boletín Salesiano. Al final, si el Director lo
creyere conveniente, dirigir.á á los circunstantes
alguna exhortación, les recomendará gran gene
rosidad on favor do las obras y misiones salesianas, les animará á leer todos los meses el Bo
letín Salesiano y á difundir su lectura entre sus
parientes y conocidos, á unirse cada día más y
más con el espíritu y la oración á la gran familia
salesiana para gloria de Dios y bien do las almas,
les recomendará las almas de los Cooperadores
quo hubieren fallecido y por último recogerá la
limosna.
Donde la acción Salesiana pueda desenvol
verse con mayor actividad, se encarece la funda
ción de Juntas Salo.siauas ó mejor de Subjuntas
do Cooperadoras segvín las normas establecidas.
La experiencia demuestra el gran bien y los co
piosos frutos que se rejmrtan de estas Juntas. Se
les recomienda también á los Condirectores y á
los Decuriones la difusión do las publicaciones
editadas por las ti]>ografías salesianas, la fnndaciiiu de Oratorios festivos, el cultivo de las voca
ciones eclesiásticas y religiosas y la fundación de
círculos católicos de obreros y de otras obras ca
tólicas de grandes resultados prácticos para la
salvación de la juventud.
Coi aprobacióa de Ii iitorided SeletiisUea - Gerate JOSÉ GilBllO
Txirín — Tipografía Salesiana.
-
Fecha
-
1896.01