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Título
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BS_1893_02
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Descripción
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Boletín Salesiano. Febrero 1893
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extracted text
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aS o
V in. - N. 2.
Fnblioaoión mensaal.
F£BBEB0 de 1893<
BOLETIN SALESIANO
Bebemos ay udax L n u e s tro s h e r
m anos á ñ n d e c o o p e ra r á la
difusión de la verd ad .
t l l l S. J uan, 8).
A tiende á la b u e n a le c tu ra , á la
ex h o rta ció n y á la en señ an za.
(I T im o t h . IV , 13.)
B ntre las cosas d iv in a s, la m ás s u - !
blim e, es l a d e c o o p e ra r con Diob
á la sa lv a c ió n de la s alm as.
(S. D i o n i s i o .)
£1 am o r a l p ró jim o , es u n o de
los m a y o re s y m ás e x c e le n te s
dones q ue la d iv in a b o n d a d
puede conced er á los h o m b res.
(E lD oct. S. F ranc . de Sales).
Q uien re c ib ie re á u n n iñ o e n m i
n o m b re, á m i m e rec ib e.
(Ma th . xv m .)
Os rec o m ien d o la ñ in e z y la j u
v e n tu d ; c u ltiv a d co n g ra n d e es
m ero su ed u c ac ió n c r i s t i a n a ; y
p ro p o rc io n a d le lib ro s q u e le en
señ en á h u ir d e l v icio y á p ra c
tic a r la v irtu d .
(Pío IX.)
K e d o b la d v u e s tra s fu erza s á ñn
d e a p a r ta r á la n iñ e z y ju v e n
tu d d e la co rru p ció n é in c re d u
lid a d y p r e p a ra r a s i u n a n u ev a
g en e ració n .
(L eón XIII.)
- ^ ( D IR E C C IO N en el O rato rio S a le sia n o — C a lle de C ottolengo N. 32, T U R IN (Ita lia ) ) S ^
S U M A R IO
Jubileo de S.S. Léon XIII.
iViva el Papa!
El Misionero Salesiano de América en el cuarto ceii*
teuacio
descubrimiento del Nuevo Mundo.
El Secreto de la
laica.
Noticias de nuestrasMisioueo. . 'Cierra del Fuego: una
nave Salesiana.
Las lecturas Católicas.
Ecuador. Talleres del Sagrado Corazón.
Colombia. Agua de Dios.
Uruguay. F iesta Salesiana.
Gracias d e‘María Auxiliadora.
_
a o t=
Historia del Oratorio de San Francisco de bajes.
DE
S . S . L i© ó n
El presente mes de febrero es de gran
gloria p ara la jglesia y el Pontificado.
Dios confunde así á sus enemigos y
demuestra que gobierna, conforme á su
promesa, el timón de la nave de San
Pedro.
El jubileo eiúscopal del Sumo Pontífice,
esto eSj el feliz aniversario del quincua
gésimo año de su consagración episcopal
es motivo bien fundado de fiesta que
llena de entusiasmo á los católicos del
mundo entero.
¿H ay acaso en la tienda persona más
ilustre que León X III f Todas las granse eclipsan delante de él.
n ru d e n te , enérgico y miseritem pla coA vista^de
de las naciones, previene f
los pueblos, y con maravillosa salAy*^*^
resuelve los más difíciles problemas so
ciales.
Enemigo invencible del error, señala
una á una las aberraciones de nuestro
siglo y confunde el espíritu del m al y á
los secuaces desgraciados de las doctrinas
de Satanás.
Anwano octogenario conserva vigorosa
la m ente y toda la actividad de la ju
ventud, con más la santidad que encanta.
Vicario de Jesucristo, Pastor suprem o,
M aestro universal y Pontífice infalible,
León X I I I es una prueba manifiesta de
la asistencia de Dios á la Iglesia. Si, a
— 18 —
Dios, que tan admirables cosas ha hecho,
(lebemos gratitud y alabanzas infinitas.
Católicos, alzad los ojos ab cielo, y con
solaos porque Dios está- con nosotros.
Expuesta la Iglesia á continuos com
bates, cada página de su historia nos
muestra uno de sus triunfos, y toda en
tera confirma la eterna palabra; que las
puertas del Infierno no prevalecerán
contra ella.
¡Qué toda la cristiandad celebre gozosa
el Jubileo del augusto Pontífice! Llamásele Padre vSanto, porque á la verdad
ama á sus hijos con singular ternura. Y
ahora para avivar el contento de todos
ha acordado las gracias siguientes (p :
1® Indulgencia plenaria álo s peregrinos
que vayan á Roma.
2® Indulgencia plenaria á los fieles que,
unidos en espíritu con los que van á
Roma, hagan una novena rezando una
tercera parto del rosario, ya en los días
que inmediataniento preceden al 19 de
febrero de 1893, ya en los que fijare el
ordinario do cada diócesis.
3® Indulgencia plenaria á cuantos h i
cieren los ejercicios espirituales ó toma
ron parte en las misiones que se die
ren en 1893, con tal que so confiesen,
comulguen y nieguen según la intención
del S. Padre.
4® Indulgencia de 300 días por cada
día do la novena, ejercicios ó misiones.
5® Dichas indulgencias son aplicables
á las almas del Purgatorio.
y]\jA gL PAPA!
Esto jCS el grito cu que llenos do jú
bilo prorrumpen los corazones do la cris
tiandad entera.
¡V iva el Papa! Días de honor y gloria,
días de fiesta sin par so iireparan al an
ciano veneranda que gobierna la Iglesia,
ul Padre ainadísimo do la gran familia
cristian a, al Vicario augusto de Jesu
cristo.
El 19 do febrero, como palomas a tra i
llas misteriosamente volarán á Roma la
mentó y el corazón de todos los fieles
(1) A udiencia dcl 16 de d iciem bre do 1802.
del mundo católico; y al contemplar en
el más alto personaje de la tierra tantostesoros con que le han dotado la natu
raleza y la gracia entonarán un himno
de purísima alegría y bendecirán mil j
mil veces al Señor.
¡V iva el Papa! Este es el grito entu
siasta que con toda el alma repiten los
hijos de la luz en los montes y en los
valles, en las ciudades y los campos,
entre las ondas de los mares y-hasta en
las arenas de los desiertos.
¡V iva el Papa! es el grito de la fe y
del am or; grito que encierra los votos
más fervientes al Cielo por la felicidad
del Pontífice Santo, por el cumplimiento
do sus constantes deseos y el triunfo
espléndido de la Iglesia. ¡Viva el Papa!
León Xlll y Don Cosco.
¡A h si viviese todavía Don Boseoí
¡ Cuánto amaba él al Padre Santo! Aun
del lecho de muerte su pensamiento vo
laba con frecuencia al Vaticano y con
el más tierno afecto hablaba de León XIII
con el Eminentísimo Cardenal Alimonda
que x^royectaba viaje á Roma.
La prim era vez que Don Boseo se en
contró en la ciudad eterna con Su San
tidad León X III filé cuando la Iglesia
llorando la muerte do Pío JX trotaba
de darle uu sucesor
H ó aquí
D. Bosco mismo describe
momento en su bellísima obra sobre
el nuevo P a p a :
« Un sacerdote forastero (así se esconde
en el anónimo) debiendo hablar con el
Cardenal Secretario de Estado sobre un
asunto urgente, caminaba por Jas salas
y corredores del V aticano, sin saber
dónde hallarle, cuando de relíente le pre
sentan al Caril. Camarlengo, el Emiuentísiino Pecci. El sacerdote contempla el
semblante angélico del Purpurado y con
afecto filial le dice:
— Perm ítam e V. Em. besarle la mano.
— ¿Quién sois?
— Un pobre sacerdote que al l \ «ir
ahora la mano de V. Em. ruega *con
firme esperanza para poder dentro (le
poco besarle el xú6.
— ¡Cuidado! que os prohíbo rogar con
'ta l intención.
— V. Em. no me i)uede prohibir que
niegue á Dios para que se haga lo que
sea de su agrado.
suSANTIDAD EL PAPA
LEÓN XIII.
20
— Os amenazaré con una censura.
— V. Ein. no tiene aún autoridad de
fulminar censuras; cuando la tendrá sabré
respetarla.
— ¿Quién sois?
— Soy N... (y Don Bosco dijo su
nombre).
— ¡Oh basta! no me habléis de esto;
es tiem ])0 de trabajar, no de chancearse.
Partió Don Bosco con el corazón lleno
de afecto liad a el futuro Pontífice, afecto
que unido á la mayor veneración le movió
á ir reiietidas veces á Roma i)ara ver y
oír al Pa]ia y presentarle los más delica<los lionienajes.
ÜS'o es, pues, fuera de propósito estam])ar aquí lo qtie Don Bosco decía con
respecto á León X I I I al celebrarse el
Jiilñho sacerdotal de Su Santidad.
Como se le pidiera un cautógrafo para
un Album (jue se quería publicar en
houor del Santo Padre, escribió: « Hago
míos todos los sentimientos de fe y esti
mación, de resp eto , veneración y amor
de San Francisco de Sales al Sumo Pon
tífice; rejiito gustoso todos los títulos de
gloria con ijue le han honrado los Santos
Padres y Concilios, y formando con ellos
á m anera do corona de piedras preciosas
la ciño á la cabeza del Papa...
-Tamás los miembros de la humilde
Sociedad ■de San Francisco de Sales se
se]>aren de los sentimientos de nuestro
Santo Patrono respecto á la Sede Apostó
lica ; acojan pronta y respetuosamente y
con simplicidad de mente y corazón no
sólo las decisiones del P apa sobre el
dogma y la disciplina, sino aun en las
cosas do libre discusión abracen la opi
nión que él como Doctor ])rivado sustenta
antes que la de cualquier otro teólogo ó
doctor del mundo.
¡ Ojalá que tal sea la línea de conducta
de los Salesianos y de sus Cooperadores;
más aún, que lo sea de todos los fieles
y en especial del C lero, i)orque á más
de los (lebores que los hijos tienen de
respetar á su padre, á más del que los
cristianos tienen de venerar al Vicario
(le Jesucristo, el P apa merece la mayor
deferencia, como (pie ha sido escogido
entre todos los hombres imis iln.stres por
su doctrina, m ás estimados por vsu pru
dencia, HUIS insignes por su virtud y
porque el Espíritu Santo le asiste partiüulai'mente en el gobierno de la Iglesia. »
—
Lcóh Xlll y los Salesianos.
Es para nosotros hijos de Don Bosco
jirenda de honor m uy estim ada el imitar
en todo y siempre á nuestro muy que
rido y venerado Fundador y Padre.
Si bien nuestro afecto y deferencia al
Santo P adre no haya tenido límites y
en él veamos al Príncipe de los Apóstoles,
al Vicario de Dios, los sentimientos de
Don Bosco, su corazón y su espíritu son
nuestro tesoro, sus palabras son las nues
tras, su conducta la que nos proponemos
seguir.
Los Salesianos, y sus Cooperadores con
quienes forman una sola familia, se ufa
nan, por tanto, en xireseutarse en la pri
mera fila en el ejército de los hijos más
sumisos y admiradores más decididos
del Gran Pontífice que rige los des
tinos de la Iglesia de D io s, el inmortal
León X III.
Nuestras escuelas y talleres, colegios
y asilos, oratorios y seminarios, colonias
agrícolas y m isiones, nuestra palabra y
nuestra acción, nuestra pluma y nuestras
im p ren tas, todo hasta la misma vida lo
ofrecemos rendidam ente al Sumo Pon
tífice.
La Exposición V aticana y la de Lon
dres, la de Bruselas y la de Barcelona
(1888), la de Colonia (1889) y la de
Edimburgo (1890) acordaron honrosos
])remios á nuestra tipografía de Turín
por el riquísimo volumen trabajado ex
presamente para obsequiar á Su Santidad
León X III.
De nuestras casas, tres están dedicadas
al P apa de un modo particular. L a pri
m era, con el nombre de S. León, es
la de Mnrsella fundada el año mismo de
la coronación del Pontífice reinante. La
segunda, en Lorena en el Brasil, llámase
de San Joaquín. La tercera, en la capital
de Colombia, se apellida de León X III.
¿Qué haremos ahora para celebrar la
fiesta que se aproxima?
El monumento salesiano que recuerdo
á la posteridad el glorioso Jiibileo episco^yal
de León X III está ya erigido, su inau
guración solemne tendrá lugar en este
m e s: es un monumento en que puso
mano Don Bosco mismo antes de volar
al cielo, monumento alzado con el óbolo
de nuestros amados Cooperadores y des
tinado al bien de los huérfanos de cual
quier parte de la tierra que lleguen
á él.
—
2\
'
Este grandioso monumento ofrecido al
Papa por los Salesianos y sus Coopera
dores es el Asilo del Sagrado Corazón
de Jesús en Boma, establecido ju n to á
la iglesia del mismo nom bre, qiie bien
sienta esta vecindad, pues Jesús decía:
Dejad que los niños se acerquen á mi.
¿Qué momimeuto más digno del P apa?
En él se compendia la obra Salesiaua, y
él es como un cuadro vivo de cuanto la
divina Providencia inspiró á Don Bosco
para bien de la Iglesia y consuelo de
su augusto Y icario: Oratorio festivo,
escuelas, clases diurnas y nocturnas, in
ternado, talleres para estudiantes, talleres
para artesanos, y no pocos seminaristas
y sacerdotes que se preparan i)ara múl
tiples trabajos.
Aquellos niños y aquellos muros repe
tirán diariamente y con elocuente voz
un grito dulcísim o: / Viva el Papa! ¡ Yira
el Jubileo episcopal de S. S. León X I I I !
EL MISIONERO SALESIANO DE AMÉRICA
6D el IV Centenario
del desenkimiento del Huevo Mundo.
i Oh Señor, Dios omnipotente y eterno,
creador de los cielos, de los mares y <le
la tierra, bendecido y glorificado seáis
en todo el universo, porijue os habéis
dignado perm itir que vuestro santo nom
bre sea predicado por vuestro humilde
siervo en esta otra parte del m undo!
Tal es la oración (]ue, hace cuatro
cientos años, Cristóbal C olón, con las
lágrimas en los ojos, elevaba á Dios
postrado en la tierra donde acababa de
enarbolar el estandarte de la cruz.
Tal es tam bién la oración que lleno
de gratitud y entusiasmo hace ahora el
Misionero Salesiano:
B endito-y glorificado seáis, amantísimo
Señor, que por efecto de vuestra bondad
infinita me habéis escogido entre vuestros
numerosos siervos y me habéis conducido
á este lugar para continuar la obra comen
zada por aquel héroe cristiano á quien
enzalsa todo el mundo.
E l antiguo y el nuevo continente, sal
vando toda distancia, y animados de igual
alegría, han celebrado el cuarto cente
nario del descubrimiento de América.
Haciendo la apoteosis de Colón se ha
festejado al apóstol de la fe, porque,
según las palabras de S. S. León X I I I ,
—
al atravesar el océano. Colón tenía la
más alta mira, cual era la de difundir
la predicación del Evangelio.
Aquel ínclit-o navegante con su genio
intuitivo veía ya en lo por venir disemi
nados los misioneros en toda América y
se felicitaba de participar de sus méritos.
Y ahora ve desde el cielo realizada su
previsión y se alegra de los triunfos que
la Iglesia de Cristo obtiene hasta en la
Patagonia y Tierra del Euogo.
Cierto es que apenas descubierto el
Xuevo Efundo se estableció una corriente
impetuosa de emigrantes en busca de
dinero, y que la sed del oro fué grande
obstáculo a la conquista es])iritual; pero,
dicho sea en honor de la Iglesia, jam ás
el Vicario de Jesucristo dejó de enviar
hombres apostólicos á arrojar la semilla
del Evangelio y regarla con sus sudores,
cuando no con su sangre.
Muchos son los héroes de la cavidad
que en cuatrocientos años han trabajado
con celo indecible en salvar las almas
de los Americanos indígenas: Eranciscanos. Dominicanos, Jesuítas, Mercedarios,
B enedictinos, e tc ., cuentan numerosos
campeones y quizá no pocos mártires.
E n cuanto á los Salesianos, puede <lecirse que son de ayer, si bien ya hace
diez y siete años que con todas las santas
industrias inspiradas por el celo de su
• fundador se empeñan en ganar almas
para el cielo. Llenos de confianza en la
Providencia y seguros de la protección
de María Auxiliadora continúan la grande
obra comenzada ])or C (dón, dan gracias
á Dios por haber suscitado aquel genio
para tan alto designio, y celebran do
todo corazón y en la mejor manera ])osible el cuarto centenario do tan feliz
acontecimiento.
Según lo hemos dicho en el Boletín
anterior, una numerosa expedición de re
ligiosos Salesianos ó H ijas de María
A uxiliadora recibió el 0 do diciembre
en la iglesia de María Auxiliadora la
bendición del diocesano y del su])erior,
dió un adiós á la i)atria y partió i>ara
América. E sta fiesta conmovedora en
extremo coincidió con la que los Sale
sianos hacían en Turín i)ara gloria do
Colón. Íío podía ser mejor interx)retado
el esi)íritu del descubridor del Nuevo
Mundo, ni tampoco* el de Don B osco,
como quiera que entre las cosas divinas
la más sublime es la de cooperar con Dios
d la salvación de las almas.
—
22
—
á la incredulidad! ¡ Son tantos los atracti
vos del mundo, demonio y carne (esta
última sobre todo), que le hacen suave
r>E LA
y resbaladizo al Ijombre el camino de
E N S E Ñ A N Z A L A IC A
la duda y de la negación ! ¡ Es tan se
------qp----ductora la lib e rta d ! ¡ Es tan bella la
( Son palahraa de Sarñd y Salvany).
ancha vida! ¡E s tan irreflexiva la ju
El objeto fie la Eevohición es pura y ventud ! ¡ Ejerce tan despótico ascendiente
simi)lemente la desoristianización del la moda!
Sucedía, empero, que un ateo hecho
mundo y la proclamación en él del falso
derecho del hombre rebelde, en sostitu- de esta manera rara vez llegaba á ser
€ión del derecho verdadero de la auto ateo (le veras. Parecíalo casi siempre á
ridad de Dios. Por esto todo lo que hasta primera vista; pero la antigua levadura
hoy se ha visto en el mundo con el católica permanecía más ó menos en el
nombre de Kevolución , no han sid o , si fondo de su corazón. El ateo de tal
bien se mira, más que las avanzadas de suerte construido blasfemaba, s í, como
ella, los tiroteos y escaramuzas que pre uu dem onio; maledecía al cielo, asesi
ceden al combate definitivo. liO que se naba frailes y saqueaba conventos, de
ha realizado y se va realizando en el rramaba veneno con su lengua ó con su
terreno de los sistemas políticos; las pinina, era, en una palabra, lo que hemos
transacciones y fórmulas conciliatorias visto en muclios de nuestros desdichados
que se han discurrido para ir sosteniendo, herm anos, bautizados como nosotros y
])or un día al menos, cierta aparente paz; educados por madres cristianas como
las reformas económico-sociales con que nosotros, que sin embargo han sido el
se amenaza al ric o ; los ideales utópicos azote de su fe y de su iiatria desde el
con que se halaga al pobre; las mil y principia de este siglo acá. Más que
una triquiñuelas legislativas con que se ateos, eran malos católicos al servicio
quiere tener amordazada á la Iglesia, todo del ateísmo. Así que, á lo m ejor, ó por
eso no son más que preparativos para el el mayor sociego de la e d a d , 6 por
último tremendo abordaje. Día vendrá, un rej)eDtiuo desengaño, ó por la voz
y será muy presto, ¡ojalá fuese hoy! en fervorosa de un m isionero, ó por cual
que no habrá más que des términos en quier otro de los medios que tiene la
el problem a, dos banderas en el campo divina gracia á su disposición, nuestro
de batalla. El ateísmo franco, que al fin fiero revolucionario acordábase, sin saber
todos se llamará así; y el Catoli como, de su primitivo ser de católico,
cismo e n tero , que ])or todos será con despertál)ase en él de súbito la fe largos
años aletargada, volvían á sus labios las
esto nombre reconociflo.
Entre tanto qiie esto no llega, es ine oraciones (le la niñez por tanto tiempo
vitable cierta confusión: el enemigo viste olvidadas, confesábase y envejecía y
á veces nuestro ])ro]>io traje y a<lopta moría tal vez como un santo, el que divnuestras mismas divisas para lograr de rante la mayor parte de su vida no fué
flanco lo que aún no podría de fre n te ; sino un verdadero instrumento y satélite
se contenta con ataques parciales, pero de Satanás.
Cada día estamos recogiendo en el
que con todo y ser ])arciales, cada día
se van más á la raíz. A hora bien; el confesionario y en el lecho de muerte
los últimos restos de esta generación cri
combate de hoy es el de la enseñanza.
minal, sí; pero, más aún que criminal,
Atended una observación.
lai Revolución, hasta hace poco, ¡lara seducida; cada día recobra Dios muchos
liaccr un ateo tuvo que deshacer antes de esos ¡módigos infelices, (pie con lá
un buen ó mal católico, porque no ha grimas en los ojos tornan al jiaterno
biendo en el mundo más que buenos ó hogar.
malos católicos, claro está que de nin
Por donde olarainento se ve que el
guna otra cosa podía echar mano pai'a trabajo revolucionario no producía así
formarse prosélitos. H acer de un cató resultados más que á medias. Primero,
lico, sobre todo de un mal católico, uu ]iorque nunca jiodía ser verdadera revo
a te o , no parece cosa difícil á* primera lución una revolución que en el fondo
.vista. ¡Son tantas las ])endientes ver no era hecha ni sostenida más que por
gonzosas por donde se iniede ir de la fe católicos. Segundo, porque esos mismos
EL SECRETO
- 23 <*atólicos revolucionarios no lo eran por
lo común toda la vida, y al fin de ella
salvaban muchos sus almas y procuraban
reparar los males causados, con buenos
«jemplos, ó aun con buenos escritos
tal vez.
No, el anhelo de la Revolución había
de ser, y era, y es hoy, tener revolucio
narios hechos ad Iwc: revolucionarios
francamente tales ó sea francamente
ateos; revohicionarios sin lastre católico
do ninguna clase que templase su fiereza
ó paralizase su acción; revolucionarios
con la menor probabilidad posible de
dejar de serlo ; revolucionarios, no hechos
de un católico deshecho ó pervertido,
sino hechos apriori, hechos tales al nacer
al mundo, ó por lo menos al nacer á la
vida intelectual. Sólo éstos serían revo
lucionarios sin resabio alguno de cleri
calismo, con todo el vigor de su savia
nativa, con toda la virginidad de su
temple infernal.
Para eso era indispensable tom ar al
hombre, no y a desde joven, sino desde
niño; no desde la edad de la educación;
no irle á buscar precisaineute al taller ó
á la universidad para conducirle al club,
sino ir como á tomarle del regazo de su
madre para conducirle á una escuela
especial. E sta escuela especial, donde se
ha de formar el ateo, claro está que no
puede ser ni la escuela sinceramente ca
tólica ni aún la simple escuela oficial en
que aún no se ha abjurado el Catolicismo.
Ésta escuela especial, escuela prepara
toria para el club, es la escuela la ic a :
escuela atea, dirigida por maestros ateos
para sacar discípulos a te o s; que tales,
según dicen por ahí, conviene que sean
los ciudadanos todos del x>orveiiir.
H e aquí la escuela laica. Lo que allí
se hace es lo siguiente, con lo cual se
le acabará de ver la satánica intención.
En i)rimer lugar se procura que el
maestro sea hombre sin Religión. N atu
ralmente, para formar discípulos a te o s,
lo procedente es ponerles por de pronto
á la vista del ejemj)lo ijráctico de una
vida atea. Conviene que los niños vean
desde us tierna edad que su m aestro,
del cual siempre tienen los niños un
concepto superior, no oye misa, ni entra
en la iglesia, ni resjieta al sacerdote, ni
saluda al crucifijo, ni vive casado en
regla con su m u je r, ni envía á bautizar
á sus hijos, ni reza en casa, ni tiene en
ella cuadros o libros de san to s, ni d a ,
en una palabra, señal alguna chica ni
grande de tener creencias. Eso natural
mente lo ven á todas horas los chicos,
y saben además de pó á i>á toda la
historia del personaje, y beben de esta
suerte en él las primeras lecciones de
incredulidad práctica, que han do hacer
de ellos en lo futuro hombres sin D io s,
sin ley y sin fe.
En segundo lugar se hace que los
textos ó libros que se pouen en luanos
de las tiernas criaturas estén saturados
de esta misma incredulidad que lenta
mente ha de envenenarlas y corromiierlas.
N ada de l>ios criador de cielo y tie rra ;
nada de alma espiritual é inm ortal; n.acla
de premios y castigos en la vida futura;
nada de Jesucristo y de Iglesia cató
lica ; nada de Catecismo y de Sacra
mentos ; nada, en su m a , de conceptos
de Religión, siquiera de la más rudim en
taria y trivial. Se quiere que el hombre
empiece á vivir como potro en la dehesa,
sin freno de clase alguna, con solos los
principios de una falsa honradez natural,
que le baste x)ara no ir á la horca ó al
l)residio. E sta es la educación del ciuda
dano Ubre, ¡y ta n libre, válganos Dios!
¡ Y a se le irán viendo al tal jiotro libro
los saltos y cabriolas que se perm itirá
con tal libertad!
En tercer lugar, n i aun como asignatura
de enseñanza, se le imi>ondrá al niño el
estudio <le su Religión. De suerte que el
niño poílrá saber x>or la geqgratla ó
historia, la mitología pagana, ó los ritos
de la su[»erstición celta, india ó del J a l)ou; pero nada de la verdadera Religión
de su i)atria y do sus i)adros, porque
ésta en tal escuela es considerada como
l)eligroso contrabando.
Emi)ero, que tales maestros no ense
ñasen Religión, menos mal fuera, aunque
I>or eso sería gravísimo m a l; pero lo peor
del caso es'q u e la enseñan á sus discí
pulos falsificada, eubrutecida, para que
desde niños la empiecen á aborrecer. Que
el P ap a es un malvado tiran o ; que el
clero es una casta explotadora y corrom
pida ; que los conventos son foco.s de
m aldades; que las iglesias son guaridas
de ladrones ó hipócritas; que el Sillabus
es el código de la reacción; que las
ideas religiosas son todas ignorancias y
a tra so ; que el catecismo envilece y em
brutece ; que el mónstruo de los tiemjms
presentes es lo que se llam a el jesui
tismo. Todo eso les enseñará el láico en
-■ 24
su escuela, porque todo eso es lo que
predica semanalmente en los periódicos
escandalosos que salen de ella.
Dígasenos aliora con toda imparcia
lidad. i Qué padre ó madre de buen juicio
jmede tolerar para sus hijos ó hijas tan
perversa educación I
— Alto a h í, sale muy altanero el
maestro láico ; enseñar no es educar. Y
en la escuela se debe dar sólo la ense
ñanza ; en la familia la educación. —
Pasemos por alto la x^riiucra falsed ad ,
esto es, la de que la escuela no deba ser
4 la vez casa de instrucción y de educa
ción ; pasemos por alto esta que es gro
sera mentira, porque en todos los siglos
y en todos los países los maestros de
enseñanza prim aria han entendido que
d eb ían , no sólo enseñar, sino ed u car,
porque realm ente en el niño estas cosas
son inseparables.Decidme; si en la escuela
dais una instrucción m ala, ¿es posible
que el niño adquiera con sola la familia
una educación buena? La instrucción versa
sobre las ideas, la educación i)riucipalm ente sobre los sentimientos y costum
bres ; pero dá la casualidad que no puede
haber sentimientos buenos y costumbres
buenas, si previamente se tienen ideas
malas. Niño con perversa instrucción es
moralmente imposible que sea luego niño
con honrada educación; edificio con ci
mientos de incrédulo, es dificilísimo que
tenga continuación y remates de edificio
cristiano j semilla de cardos y espinas en
la niñez, es imposible que dé en la edad
viril cosecha de buenos frutos. N o ; que
el Salvador lo ha dicho con inefable
verdad: Lo que siembre el hombre, eso co
sechará.
Cuando os tiente, pues, el diablo, ¡oh
l)adres! ¡oh m adres! i)ara que mandéis
vuestros hijos 4 una do talca escuelas
en que se ha suprimido el único prin
cipio de moralidad, que es la idea do
Dios, decios d vosotros m ism os:
« No puedo, porque sin el fundamento
del temor do Dios, mi hijo no xmede ser
hombre do bien. P o rq u e, por ejcm i)lo,
X>nra no ser ladrón es indispensable creer
antes que el robo es cosa m a la ; y no
jíuedo creer que el robo es cosa mala si
no consta cierto que hay una ley superior
que lo declare m alo, y no puede darse
esta ley superior si no se empieza por
creer en un legislador sui>remo que es
Dios. »
« No x>uedo, i>orque si mi niuo tiene
derecho á ser un mal cristiano, lo tiene
también á ser u n m al hijo, m al esposo,
mal padre y mal ciudadano; porque quien
se dispensa de sus deberes para con
Dios, lógico es que se crea dispensado
también de sus deberes para con los
demás hombres. H ay deberes ó no los
hay. Si no los hay para con Dios, no los
hay para con ninguno otro. Z el mimdo
h a de ser entonces ó un presidio en que
no reine otra autoridad que la brutal del
cabo de vara, ó una horda de' salvajes
en que cada cual haga lo que le aco'
mode al grito de « ¡Yiva la libertad! »
H é aquí lo que es la enseñanza llamada
Mica, he aquí el secreto de iniquidad que
se esconde tras los ¡nogramas de esa
falsa educación sin Dios. ¿TJn secreto,
he dicho? Es verdad, pero secreto a
voces, como suele decirse; secreto que
lo sabe todo el m u n d o ; secreto tan
púbUco que por lo mismo á nadie puede
ya engañar. La E evolución, al llamar
Mica a esta su enseñanza, no h a querido
sino llamarla atea, sólo que esta palabra
es dura de oír todavía para una gran
parte del pueblo: la otra escandaliza'
menos y guarda más las aparencias de
pudor social.
¡ Padres y m adres! ¡ No entreguéis vues
tros hijos é hijas á tales maestros de co
rrupción! i Cualquier mal do sus cuerpos,
cualquier vicio de sus almas es menos
terrible que ese calculado envenenamiento
de su prim era niñez! ¡Padres y madres!
¡Cometéis el m ayorde los crímenes cuando
dais vuestros hijos á tales centros de
perdieióu!
NOTICIAS DE NDESIRAS MISIONES
‘TIERRA DEL FUEGO
AdquisicióD de una nave para las Misión
Con fecha 20 de julio de 1891 Monseñor
José Faguano, Prefecto Apostólico de la
Tierra del Fuego, escribía de Puutareuas al
Eevmo. Señor Don R ú a, manifestándole el
progreso conseguido en la Misión de San
Rafael establecida en la isla de Dawson
(Tierra del Fuego), y le añadía: < Por des
gracia algunas ve<íes el retardo en recibir
los víveres llena á los indígenas de inquie
tud, y temo que esto llegue alguna vez á
causar consecuencias deplorables. Para evi*
— 25 —
tar semejante peligro me parece no sólo
conveniente sino necesario adquirir una go
leta de la cual poder disponer en tiempo
oportuno para d transporte de provisiones.
Repetidas veces ocurre que sin poder con
seguir una barca ni marineros, con inmenso
pesar nuestro, debemos esperar semanae y
más semanas llenos de aflicción por la suerte
de nuestras Misiones...
Revmo. Sr. Don Eua, por el bien de la
Misión, de nuestros bernmnos y de los po-'
bres salvajes yo no puedo vivir tranquilo
basta no salvar esta necesidad. Una goleta
ó pequeño buque de vapor es indispensable
para el servicio de la Misión de San Rafael.
A las súplicas de Monseñor Fagnaiio para
conseguir un barco uniéronse entonces las
de Don Rúa, y, gracias á la caridad de
nuestros Cooperadores, se pudo comprar un
barco, no de vapor como habría sido de
desear, sino de vela y demasiailo pequeño
para resistir á las tormentas de los mares
australes.
He aquí una carta en que el R. P. José
María Beauvoir nos da noticias de la conducdón del mencionado barco:
una espesa niebla y una lluvia desecha pu
sieron á prueba la paciencia de los tripu
lantes. Las olas que se levantaban como
montañas jugaban con nuestro pobre barco
y amenazaban con tremendo fragor sepultaxlo de un momento á otro en los proftimlos
abismos. ¡ Tristísimo recuerdo ! ¡ Cuántos ge
midos y cuánto espanto en aquellas horas
mortales í Pasó la mañana y la tarde y el
día entero sin que disminuyese un punto la
furiosa tempestad. Llegada la noche, au
mentó la zozobra: azotada la nave por uu
horrendo golpe de mar, sintióse un fracaso
indecible : era la vela mayor que caía al agua
con la entena correspondiente, al mismo
tiempo que so destrozaban en parte las de
más. Fué menester arriar las que quedaban
y seguir ú merced de las olas ú palo seco.
A poco nos vimos delante de un escollo
De Ghiloé á la Tierra del Fuego.
Puntarenas, 12 de Mayo de 1892.
R e v m o . S r . D o n R it a :
Después de una ausencia de cerca de siete
meses, me encuentro de nuevo en Puntarenas en la buena comxíaüía de los queridos
hermanos. Y tomando la pluma en los ratos
libres que me deja el cuidado de los niños
educandos le daré breve noticia de mi úl
timo viaje, emprendido por orden del muy
amado Prefecto Apostólico, Mons. José Fagnauo, para comprar una nave para el serMcio de la Misión de Tierra del lluego.
Tendré así ocasión de dar un testimonio
público de la extraordinaria protección de
María Santísima Auxiliadora , en señal de
viva gratitud por haberme librado varias
veces en tal viaje de inminente naufragio.
Habiendo partido de Puntarenas el 30 de
Setiembre del año pasado, no pude volver
basta el 1® de abril del presente. Como á
las 4? de la tarde de este día, catorce per
sonas embarcadas en la nave tan deseada,
dejábamos al puerto de Dalcahue, en Chiloé,
y, aprovechando el viento favorable, endere
zamos rumbo por los canales del archipié
lago, hacia el mar Pacífico.
De paso nos detuvimos apenas en Coraco,
tierra natal de nuestro piloto, y en Melinka,
una de las islas Guaitecas, residencia del
Gobernador marítimo. Por fin , á los cinco
días de viaje entramos en el grande Océano.
¡ Ay de nosotros ! que apenas tocamos las
aguas del Pacífico comenzó á baüar azoga
damente el barco sin aquietarse en treinta
horas : un viento fuerte de la parte de oeste,
I
gigantesco. Parecía llegaba nuestra última
hora; la consternación fué general; el pe
ligro inminente.
Sin medio alguno eu lo humano para evi
tarlo, todos invocamos el socorro del Cielo.
Las jaculatorias nos venían espontáneas á
los labios : ¡ J chú-h mió ^ misericordia! ¡Oh
Marioy concebida sin pecado^ rogad por noso
tros que recurrimos á Vos ! j María, AuxU
lium Ghristianorum^ ora pro nohis!
Y María vino en nuestro auxilio.
El piloto, rendido de fatiga, bañado da
agua y de sudor, haciendo todo el esfuerzo
posible para gobernar el tim ón, gritaba de*
tiempo en tiempo: ¡Valor, amigos miosl
Mas luego murmuraba en voz baja:*No hay
escapatoria; estamos perdidos.
Pero n o , q u e , á Dios gracias, la barca
tomó rumbo hacia alta mar, y sólo al aclarar
el día nos dirigimos á la costa.
Deseábamos llegar al puerto Otwai, en el
promontorio de Tres Montes; pero impelidos
por el viento continuamos aún nuestro viaje
j todo el día á palo seco, pasamos el golfo
Penas (ó dé las penas) y , por fin, llegada
, la tarde, conseguimos anclar en Puerto de
—
20
-Ballenas, donde pudimos tomar el reposo
de que tanto necesitábamos.
Restablecidos un tanto, continuamos viaje
á la mañana siguiente y en la tarde llega
mos á la isla Black donde nos detuvimos
para confortarnos corporal y espiritualmente.
Digo espiritualmente porque toda la tripu
lación, para cumplir aquí una promesa hecha
á María durante el ])eligro, se confesó y al
día siguiente, Domingo de llamos, recibió
la santa Comunión. Los que no ]>ndieron
hacerlo en aquel día no tardaron mucho en
cumplir su promesa, inclusive el piloto, el
cual asistía con frecuejicia á misa y á re
citar á coros el rosario conmigo y la mari
nería.
Continuamos camino, y entrando en el
estrecho inglós ó Angostura anclamos en la
isla Víctor, donde tanto por causa del viento
contrario como para reparar los daños sufri
dos nos detuvimos una noche y un día.
El jueves, aunque el tiempo no era mejor,
pasamos á la isla Saumarez, donde abun
daba la nieve.
En el puerto de Grappler encontramos
•una canoa con ocho Indios, á los cuales á
más do regalarles algunos vestidos y varios
embelecos los invité á acompañarme; pero
no pude conseguirlo.; espero ser más afor
tunado si los encuentro de nuevo.
El Sábado Santo el tiempo continuaba
tan malo como en los días precedentes, y sin
encontrar buen fondeadero casi nos estre
llamos contra uiia roca; nos pusimos , en
consecuencia, á la capa durante la noche.
Luego que rayó la aurora seguimos por el
canal, con gran jíeligro de extraviarnos á
causa de la niebla, y á las tres de la tarde
llegamos á Puerto Bueno.
Este puerto es más que bueno, excelente:
lo visité todo, Jio obstante la lluvia, y me
pareció encantador, un gran parque real
con graciosas islas, senos, caídas de agua y
prados bellísimos. No es, pues, extraño que
toquen aquí casi todos los buques que viajan
por estos mares. En este puerto encontramos
recuerdos del buque de guerra italiano Américo Vcspucio y de loa mercantes alemanes
Qvlf Suez y Koma. Habríamos deseado de
tenernos siquiera un d ía , poro en el in
terés de llegar cuanto antes á Puntarenaa, al día siguiente, si bien ora el de
Pascua de Résurrección, apenas celebrada
la misa y pronunciado un corto sermón, levamos'anolaa y nos dirigimos á la punta
Hamilton á la* rada Deep á donde llegamos
á los cuatro días, y luego, pasando por sirtes
y escollos, á un puerto seguro en el canal
do Tamar, aun sin nombre conocido y que
llamó de María Auxiliadora.
El 21 de abril soplaba im fuerte viento
sud-oeste, y como el piloto no conocía el
lugar, vacilaba en darse á la vela; pero
examinado un poco el fondo, nos resolvimos
á partir y cu breve nos hallamos en el es
trecho de- Magallanes que nos -recibió con
viento tan propicio que conseguimos andar
como sesenta millas en menos de cuatro
horas.
Se nos dilataba el corazón al pensar que
nos atareábamos á nuestra querida Misión.
Pero ¡ ay 1 á cuántos peligros esta expuesta
acá la vida del navegante... A cada mo
mento puede sobrevenir una borrasca impre
vista, dar en una pena ó en algún bajo y
salir de este mundo.
Nuestras ijruebas no habían concluido,
que otras no menos duras nos estaban re
servadas.
Después de una navegación propicia, con
viento en poca hasta las cinco de la tarde,
se oscureció de improviso, vino la noche tan
negra que no nos veíamos unos con otros,
una lluvia torrencial y un viento que deal>ertó de nuevo la más grande inquietud
en toda la tripulación. A nclar, sin conocer
el lugar, no era posible; contiiiunr el viaje
era en extremo arriesgado, á cansa de la
vecindad del estrecho de la Angostura y
del Ohroket en una parte cubierta de picos
y rocas. ¿Qué hacer? Nos quedamos á la
capa y con grandísimo temor nos pusimos
á voltegear de un lado á otro.
Mas en esta situación terrible siéntese de
repente un grito: ¡ Escollo, escollo! Era
nuestro hermano Forcina quien primero que
todos distinguía una gran roca contra la cual
íbamos ya á estrellarnos. Un instante más
y nuestra barca se precipitaba en la punta
norte de la isla Carlos III.
Se nos heló la sangre en las venas.
¡ Fuerza, fuerza, virar pronto! grita el pi
loto. Y todos á una, sin pérdida de tiempo
nos dimos á la maniobra y conseguimos des
viar el barco cuando ya estábamos sobre
aquella mole. ¡ Bendito sea Dios ! ¡ Gracias
sean dudas á IVIaría Auxiliadora quien di
rigía nuestros esfuerzos y nos demostraba
una vez más la eficacia de su protección!
Salvado este peligro, parecíame que no
podía temerse otro tan pronto; coutiiiuamo!toda la noche á la capa, y apenas comenzó
á aclarar, aprovechando el viento y la co
rriente favorables, alzamos velas y pusinios
rumbo á la isla de Dawson, que ya divisá
bamos.
Bajo entretanto á mi camarote cuando oigo
qne me llaman pava preguntarme si la barca
iba bien. ¡Cáspita! demasiado bien. Había
mos abauzado más de lo necesario y entrado
en el canal de la Magdalena. Nos empeña
mos en retroceder, pero se declaró un te
rrible uracán que impidiéndonos la maniobra
nos obligó á dingirnos hacia el promontorio
de San Isidro. Habríamos querido llegar en
tonces al puerto Famine; pero no bien había
bajado de nuevo á tomar un ligero alimento
siento un fracaso que me puso el alma entre
los dientes. Nuestra goleta había embancado
en un bajo de arena.
m
Monseñor Fagnano partirá conmigo bien
pronto en ella á la isla de Dawson.
Saluda cou todo afecto á V. 11.
Su afmo. hijo en J.-C.
J
osé
M a r ía
B e a u v o ir
Presb. Saltísiauo.
Lecturas Católicas
Las olas comenzaron á azotarla con gran
fragor. La nieve caía en abundancia y el
viento soplaba impetuoso. Arriamos velas
en el acto y nos pusimos á impeler la nave
afirmando palos en la arena. Todo esfuerzo
era inútil y corríamos gran peligro de que
perdiera el equilibrio y se l)undiese allí
mismo. Pasadas largas hora.s de vano tra
bajo, estábamos ya para embarrarnos en
una chalupa y salvar, al menos, la vida,
cuando me vino una idea. Sin decir nada
á nadie, me fui á rezar el Rosario en mi
camarote y luego la.s letanías lauretanas que
concluí con la oración Acordaos de San Ber
nardo ¡Oh portento! Apenas concluidas las
oraciones la nave se alzó como por eiifaiito
y quedó libre del bajo en que esftdta pvp'ja.
Era esta una gracia señalada de María Au
xiliadora y me atrevo á decir un verdadero
milagro.
Continuando viaje el 23 de abrí) llegamos,
por lin, todos salvos y sanos á Puntarenas.
Tales han sido, Sr. Don Rúa, las peripe
cias de mi viaje á Chiloé. Si V. R. lo cree
conveniente, puede hacer publicar esta carta
en el Boletín Salesiano para que mejor se co
nozca la protección bondadosa de María
Aiixiliadoi» y para expresión pública de mi
agradecimiento y del de mis compañeros de
ViajeGracias también á nuestros buenos Coo
peradores, qiie nos han proporcionado los
recursos necesarios para conseguir el b a r^
sobreílicho de tanto interés para el servicio
•^e nuestra Misión de la Tierra del Fuego.
A Dios gracias, la publicación meiisnal ,
titulada Lecturas Católicas^ fundada por Don
Bosco en 1853, tiene ya cuarenta años do
vida. Establecida con el propósito de enseñar
y defender la religión con libros morales y
amenos adaptados á la inteligencia de todo
el mundo, consiguió desde un principio exce
lente acogida, y muchas fueron his personas
ique asociándose á ella quisieron contiábuir
eficazmente al propósito de Don Bosco.
Era bien merecida recompensa para quien
no sólo Labia escrito y dirigido una buena
parte de dichas Lecturas, sino que por ello
había basta puesto en peligro su vida.
Al ver los protestantes que estas Lecturas
pasaban de mano en mano y tener conoci
miento tauto de la recomendación que hacían
de ellas prelados ilustres, como del encomio
que habían merecido de varios cardenales y
del mismo Santo Padre, trataron de comba
tirlas con las Lecturas Evangélicas; pero como
con este arbitrio sólo consiguieran atraer so
bre sí mayor desprestigio, empeñáronse en
una controversia con Don Bosco , que los
llenó de confusión.
Advirtiemlo entonces que no eran estos
los medios de hacer desistir á Don Bosco do
continuar escribiendo contra las sectas, in
tentaron ora halagarle con dinero , ora intiinidirle con amenazas.
Desíleñó indignado Don Bosco lo.s halagos
y Dios le libró de los inicuos atentados <jue
repetidas veces pusieron en peligro su vida.
Tan tremenda fué la luclja que no se podía
encontrar enTuríii quien quisiera encargarse
oficiHlinente de la revisión eclesiástica de
dicha publicación Dúo de los revisores res
pondía una vez á Dnu Bo.sr,o, restituyéndole
los manuscritos quo le bahía confiado al efecto: « Le devuelvo su trabajo en el cual
se encara con el enotuigo y le llama á la
controversia. Xo quíeii» contribuir con mi
nombre 'á una lucha que me x>uede costar la
vida; como que frescos están los recuerdos
de lo ocurrido al sacerdote Jiménez y á Mon
señor Palma. »
Informado el Arzobispo sobre las dificul
tades en que se tropezaba reconjendó que se
publicasen las Lecturas Católicas eJi Ivrea,
diócesis de Mons. Moreno, y así se hizo.
—
28
Los Valílenses, contra quienes se dirigían
especialmente algunos opúsculos fueron á
J^oii Bosco y le ofrecieron por lo pronto
<1000 liras, con la promesa de una suma
mayor para que no molestase á la secta;
l)ero el buen sacerdote, sin aceptar el vil
dinero continuó su empresa (1).
Los grandes bienes producidos por las
Lecturas Católicas indugeron á los Salesianos
ú establecerlas eii América, y hace diez
anos que al igual del Oratorio de Turín se estampan en la casa salesiaua de
Buenos Ayres para mantener la integridad
de la fe y mejoramiento de las costumbres.
Cada mes se da á luz un opúsculo de 100 á
150 péginas, que se envía á los seíiores suscritores que con su abono concurren al bien
de la sociedad y también de los nifios pobres
que se emplean en los talleres donde se im
primen las Lecturas y ú los cuales se destina
el producto que se obtiene de la venta.
X*rcci<» d e s u s c r ip c ió n
(pago adelantado).
En Buenos Aires : un año
pesos min.150
— En provimúas: —
—
1 7o
— En el extranjero : —
—
1 50
A los señores Suscritores, que quieran
<’onstitnir centros de suscrición, se les conce
derá un 10 \ de descuento.
Para los pedidos y precio de la suscrición
se ocurrirá á cualquier casa salesiaua, á los
respectivos agentes ó á la Dircción de las Lec
turas en el Colegio Fío I X de Artes y Oficios
en Almagro (Buenos Aires).
ECUADOR
Talleres Salesianos del Sasrado Corazóu.
Quito, 20 de agosto de 1890.
B ev .“®Sr . D. R úa :
El domingo primero de esto mes se voriílcó en esta casa la distribución de premios
á los niños de las escuelas de artes y oíicios
que más so han distinguido en el ano por
su conducta y aprovechamiento. En esta
misma ocasión se celebró un solemne acto
literario musical en honor de Cristóbal Co
lón y en celebración del cuarto centenario
del descubrimiento de este continente.
Asistieron al acto todos los obispos del
Ecuador, quienes por fortuna se hallaban á
la sazón en Quito, y también el Exemo. Se
ñor Presidente de la República, Don Luis
Cordero, grande amigo nuestro, los Coope(1) Vóaso T>on Bonco por d’Esiúucy, y Dan Bosco, ameuos y preciosos doouuieutos subte s\i vida poi uu
Cuuperadur ¿alu^úaiiu.
—
radores Salesianos y otros distinguidos se
ñores.
Ko le diré con cuánto entusiasmo fuó re
cibido el Exmo. Sr. Presidente, con cuánto
cada uno de ios ilustres Obispos , ni le ha
blaré del canto y música y de los discursos
y composiciones de diverso género que die
ron gran brillo á la fiesta. Quiero limitarme
á darle noticia de dos hechos que en tal
ocasión conmovieron singularmente á la con
currencia y fueron celebrados con grandes
aplausos.
Ua diploma.
A más de los premios y certificados
que en esta casa sirven de estímulo á los
estudiantes, confiérese el diploma de maestro
en su propio arte ú oficio al que concluido
el aprendizaje del ramo á que se ha consa
grado rinde con buen éxito un examen ante
una comisión de maestros. Nadie hasta ahora
había alcanzado este honor; pues siendo to
davía reciente la fundación de la casa nin
guno había llegado al fin de su aprendizaje.
Mas este año cupo la gloria de ser el pri
mero al joven sastre Rafhel P e ra , quien des
pués de rendir examen ante la comisión de
maestros y en presencia del Presidente de
la República, y jjasados varios meses de prác
tica como director del taller de Sastrería,
fué juzgado digno de recibir el diploma, y
establecióse en consecuencia dárselo el día
de la distribución de premios. En efecto al
acordarse en este acto las distinciones de
bidas á los aprendices de sastre el joven
Pera fué proclamado maestro en su ofi^cio y
el Exmo. Sr. Presidente mismo quiso poner
en sus manos el dixdoma al propio tiempo
do darle un apretato abrazo, que filó acla
mado con grandes vivas y aplausos de los
concurrentes.
No fuó esta la iinica recompensa del jo
ven, sino que recibió además una máquina
de cocer, varios útües correspondientes á su
oficio y buen número de monedas ganadas
en el taljer.
El buen joven pidió entonces licencia para
manifestar su gratitud, conmovido como es
de imaginarse ante los eminentes personajes
y los doscientos compañeros que le felicitii*
baii. Leyó, pues, uu sentido discurso eu el
cual expresó su reconocimiento á las Her
manas de la Caridad que le habían recogido
eu la calle, huérfano y desamparado, á los
magistrados de la nación que le abrieron las
puertas de este colegio y á los* Salesianos
que le han educado paternalmente y ense
ñado un honrado oficio. Hió por fin , un
adiós muy afectuoso á sus superiores y á sus
eompeñeros, de los cuales llegaba el tiempo
de separarse. Aquella escena fué la más
tierna que cabe.
*
á
I
— 29 -
£1 primer indio premiado.
lío fué menos simpátieo y conmovedor el
premio de un indio del país de Zambisa, no
lejos de Quito, llamado Pablo Qualiuano. Es
el primero de los siete indios albergados en
nuestro Colegio.
Cuando leído su nombre se alzó de su
paesto, y con los cabellos sueltos hasta los
hombros, descalzo, con calzón corto y poncho,
según costumbre de los indios, fué á recibir
del Presidente de la Eepública su premio,
todos los circunstantes prorrumpieron en fra
gorosos aplausos. Eecibido que hubo el
objeto que le estaba destinado, con gran sim
plicidad y lleno de contento lo estrecho afectuosamente. Eedobláronse entonces los
aplausos.
Estos dos hechos fueron los más celebra
dos en nuestra fiesta de 7 agosto.
Su Excelencia el Presidente de la Eepú
blica pronunció un discurso al terminarse
el acto, en el cual manifestó la más pro
funda satisfacción é hizo votos muy sinceros
por la prosperidad de la Obra Salesiana,
deseoso de que extendiese sus beneficios á
todas la provincias de la nación y en espe
cial á la de Cuenca su patria.
Quiera Dios que esta fundación tan de
seada del Excmo. Sr. Presidente no tarde
mucho en efectuarse.
Sírvase aceptar, Eevmo. Sr. Don Eua, las
expresiones de mayor respeto, veneración y
afecto de todos los Salesiauos de esta casa
y en especial de su humilde hijo en J. O.
G. E
occa.
Ya que hablamos de Agua de Dios cree
mos oportuno incertar aquí copia de la co
municación que tiempo há recibió el Eevmo.
Sr. D. Eua del Ministro de Colombia ante
la Santa Sede á nombre del Exmo. Sr. Pre
sidente de aquella nación.
Legación de Colombia
ante la Santa Sede.
N. 677
Roma, 27 do febrero 1892.
E
everendo
P
adre
:
En cumplimiento de una orden del Exce
lentísimo Seüor Presidente de la Eepública
me es grato presentar á Vuestra Eeverencia
la expresión de su reconocimifiito por la re
vocación de la orden en que se había dis
puesto que el Padre Unía, actual capellán
del Lazareto de Agua de Dios se ausentase
de Colombia.
En virtud de esa nueva providencia, dice
el oficio en que se me hace la recomendación
á que he aludido, muchos de nuestros com
patriotas que adolecen de una de las más
terribles enfermedades que pueden afligir á
la humanidad, continúan recibiendo los im
ponderables servicios que les presta aquel
abnegado religioso. El Gobierno y la Eepú
blica aprecian debidamente la heroica virtud
del Eeverendo Padre Unia y agradecen al
Superior de la Orden la benevolencia con
que ha acogido sus deseos.
Tengo el honor de suscríbirne de Vuestra
Eeverencia con la más distinguida conside
ración muy atento seguro servidor
Q. B, 8. M.
J o a q u ín J . V e l e z .
Reverendo Padre Don Búa Sector
del Inetituto Saleeiano.
C O L O M B IA
Agua de Dios.
Los diarios de Colombia del mes de junio
del p. pdo. contienen i)reciosos artículos so
bre los leprosos de Agua de Dios. El Padre
Ünia en diez meses pasados ya con aquellos
infelices ha podido cíuiocer las necesidades
principales, y entre éstas la de agrandar el
hospital, pues de día en día crece el número
de los enfermos. Escribió con este objeto al
Excmo. Sr. Presidente de la Eepública y
luego inició una suscrición entre los buenos
colombianos. Los primeros en responder á
su invitación fueron los 300 encarcelados del
Panóptico de Bogotá, quienes, con el per
miso del alcaide y de la Inspección respec
tiva, se suscribieron cada uno con un cuar
tillo (tres centavos). Esto les ha merecido
las más encarecidas gracias de parte de los
leprosos y grande aplauso del público que
no ha tardado eu seguir su generoso ejemplo.
U R U G U A Y
Fiesta Salesiana.
M o n u m e n to ¿ D o n D o ñ eo .
E l B ien, excelente diario de Montevideo,
con fecha 2.5 de octubre del afio p. pdo., da
noticia de una hermosa fiesta celebrada por
los Salesiauos el 23 del mismo mes en la
iglesia del Cordón de aquella ciudad.
Los Cooperadores y personas amigas del
Instituto Salesiano que concurrieron á ella
quedaron sobre todo en extremo complacidos
del discurso magistral de su dignísimo obispo el Illmo. Sr. Don Mariano Soler. To
mando dicho prelado por texto de su elocuente
discurso las palabras del Apóstol San Pablo
en que declara á los fieles coadjutores y au
xiliares de su apostolado, dijo que había
aceptado con gusto la invitación qnes e le
había hecho, porque era la primera vez que
— 30 iba á presidir una asamblea de esa índole,
y era también la vez priniera .que en esa
parroquia se ,c6lebrabpi unai reunión de los
Cooperadores Saleéianos, y porque además
estaba plenamente cónvencido de que se co
nocía muy poco esa obra admirable del es
clarecido y santo varón Don Sosco.
Agregó que si esta institución fuera bas
tantemente conocida entre nosotros se le ha
bría i)resíado, sin duda alguna, con mayor
decisión y generosidad todo el apoyo que
ella 80 merece.
Preguntando en qué consistía y qué e ra ,
la Sociedad de los Cooperadores Salesianos,
dijo en respuesta, que ella constituía una
Asociación Auxiliar del Instituto Salesianoj
una especie de Congregación ó Tercera Or
den Salesiana, que tenía algo común con las
demás órdenes de esa naturaleza j pero que
poseía un. carácter especial y un distintivo
peculiar y exclusivo, y éste consistía en su
misión providencial que es la de dedicarse á
arbitrar recursos para la educación de la
niñez desvalida y abandonada por la tutela
social.
En este orden de ideas prosiguió el sabio
Prelado ocupando agradablemente el ánimo
del escogido y numeroso auditorio que le es
cuchaba suspenso de su palabra, siempre sen
cilla y ajena de todo afeite, pero encauladora
y elocuente.
Hizo la apología de la Congregación Salesiaiia en breves y brilhmtes rasgos, seña
lándola como el acontecimiento religioso más
notable de los últimos tiempos. Citó, con
feliz oportunidad, las palabras encomiásticas
del eminentísimo cardenal Parocchi para de
mostrar la misión providencial de esa bene
mérita institución adaptada á las exigencias
y necesidades de la época actual.
Inquiriendo las razones de la particular
predilección que han manifestado siempre
por la sociedad de Cooi)eradores Salesianos,
tanto el inmortal Pontííice Pío IX , de feliz
memoria, como su sapientísimo y glorioso
sucesor León X III, que los llevó hasta de
clararse los primevos miembros Cooperadores
de esa hermosa sociedad, nos reveló el ca
rácter original de su espíritu observador y
reflexivo, en una argumentación de tirabuzón
lógica irrefutable.
León X III en las clarovidencias de su en
tendimiento privilegiado coutemi)ló la mar
cha de las sociedades hacía la democracia
pura, y al dar una solución suprema al gran
problema que agita todos los ánimos refle
xivos, á la cuestión capital de los tieuquís
imuleruos, en su encíclica sobre la condición
de los obreros, lierum norarum , vió eu la
masa popular el porvenir de las naciones
cristianas y civilizadas.
Dirigiéndose al pueblo abandonado, todos
los esfuerzt)s de las institnciíuies de i>ou
Bosco, halló eu esta obra magua de la ca
ridad apostólica el auxiliar msís eficaz y o
portuno de la misión redentora que ha aco
metido la Iglesia en la época presente.
Después de hacer resaltar vivamente la
analogía del fin que se propone la Coiigre
gación de Don Bosco, con el augusto pen
samiento del Pontífice reinante j concluyócon un bello y tierno símil su magnífica pe
roración.
^ Eeíiere un acontecimiento singular acae
cido últimamente eu Xueva York en que ha
sido protagonista un generoso bombero queentre las llamas de iiu voraz incendio, para
salvar la vida de un inocente niño, se arroja
de una altura de treinta metros , sostenién
dolo sobre la cabeza y pereciendo heróicamente á fin de conservar la existencia de
aquel sér más útil que él á la sociedad.
Nueva York consagra la heroicidad con
un soberbio monumento al mártir de tan su
blime abnegación por la salvación de un niño;
y el virtuoso Prelado, entusiasta por todo lo
que importa uu progreso para la educación
de la ninez y una grande redención para la
juventud, pide á sus antiguos y queridos
feligreses , levanten también su monumento
á Don Bosco, ese héroe glorioso en las árduas empresas, de la generación social y en
la educación de la clase proletaria, contri
buyendo en la capacidad de sus fuerzas á la
erección de la Escuela Taller de Niños po
bres.
Concluida la conferencia, varias señoras y
caballeros hicieron la colecta de costumbre
y el Prelado impartió la bendición con el
Stmo. Sacramento.
La Unitá' OattoUca aplaudiendo vivamente
el felicísimo pensamiento del Obispo del Uruguay hace suyo el consejo y escribe uu
notable artículo recordando á los italianos
que gloria de su nación es Don Bosco y que
con ningún monumento pueden meior enal
tecerle que con hacer perdurables sus obrsis,
con robustecer sus oratorios, asilos, escuelas
y talleres y coa protejer á sus misioneros.
Ese es en verdad el homenaje que se me
rece.
umuunumuuuuuuuu
GRACIAS DE MARIA AOXlLIADüRA
in íii‘iuoi*um . — I^Iuy querido
Sr. Don Rúa: Cumplo uu deber sagrado,
que me imponen los motivos de gratitud a
María Santísima Auxilio de los cristianos,
al referirle dos gracias obtenidas por la bon
dad de tan piadosa bienhechora:
Habiendo estado por algunos meses ocu
pado como capellán del Gran Hospital de
la ciudad de San Pablo, y teniendo cos
tumbre de visitar dos veces al día á los en
fermos, euconti-é una vez muy grave, á causa
de una inflamación pulmonar, á un italiano.
31 —
iíe acerqué é>su lecho, y tuve luego el sen
timiento de advertir que apenas tenía el
nombre de oristiauo. lío bien quise entablar
conversación con él, comenzó á blasfemar y
prorrumpir en imprecaciones contra los sa
cerdotes. Volví á él no menos de veinte á
treinta veces con la esperanza de que se
ofreciera un momento propicio para inspi
rarle confianza en Dios; pero siempre me
acogía con. insultos , desprecios é imprope
rios.
Perdía toda esperanza de ganarle el co
razón y me afligía el pensamiento de que
muriera impenitente. El mal aumentaba á
ojos vistas y la muerte parecía no terdar en
arrebatarle. Una mañana que iba ya á salir
del hospital para ir al Liceo del S. Corazón
una Hermana me llam a: el enfermo estaba
en las últimas y bronca la voz casi no po
día articular palabra.
Al sentir mi voz y la de la Hermana que
me acompañaba abrió los ojos y haciendo
gran esfuerzo tornó á los insultos esforzán
dose aún en escupirme á la cara.
Con el corazón oprimido, pero con viva
fe, recurrí á la Santísima Virgen y presenté
al desgraciado enfermo una medalla de María
Auxiliadora. Como no consintió en tocarla, ni
mucho menos en que se la pusiera al cueílo,
la ate al lecho junto á la almohada é in
vocando á la Madre de Dios en su ayuda
me retiré de allí.
¡ Oh maravilla! aun no había concluido de
bajar la escalera cuando rae llaman de nuevo:
el enfermo pedía confesor. Se confesó en
efecto y luego recibió la extremaunción con
signos manifiestos de grande arrepentimiento.
Una semana después lialláudome en el Li
ceo, donde daba clases me llaman á la puerta.
— ¿Quién est — Aquel italiano, poco an
tes moribundo en el hospital, ahora ya
sano venía á confesarse y comulgar y dar
gracias á María por haberle curado de su
enfermedad física y moral. Mostróme enter
necido la medalla que lleva al cuello con
profundo reconocimiento. Hó ahí iin lobo á
quien María ha cambiado ahora en cordero.
** •
Paso á referirle el otro hecho:
Enviado por mi Director, en el mes de
julio del año pasado, al Liceo de artes y
oficios de San Pablo, con ocasión de las
solemnes fiestas que allí se celebraban para
honrar al Sagrado Corazón de Jesú s, una
mañana que delante de la iglesia estaba
contemplando el grandioso edificio y el
magnífico templo ideados y dirigidos por
nuestro hermano Delpiano, veo llegar apre
suradamente una señora que con lágrimas
en los ojos pide un sacerdote italiano que
vaya á confesar á su marido que estaba á
la.s puertas de la muerte.
Fui en el acto. El enfermo estaba con el
alma entre los dientes. ?íe consoló desde
|
,
|
I
.
luego ver en su cuarto el retrato de nuestro
querido pmlre Dou Bosco, y no tardó en
recibir con gran fervor los santos sacra
mentos. Advictiendo la pobreza en que se
hallaba y la dificultad de cuidarse conforme
lo requería la gravedad de su m al, le pre
gunté si estaba dispuesto á ir al hospital y
le animé diciéndole que yo le recomendaría
á las Hermanas de Caridad las cuales lo
prodigarían toda suerte de ateuoioues, y
como no presentara dificultad, le dijo á su
hijo que viniera al día siguiente al Liceo á
saber el resultado de mi empeño. Puí luego
al hospital y habló con la Madre Superiora.
Informóse ella do la enfermedad y respondió
que le acogería gustosa; pero que, pues, el
mal era incurable y sin ejemplo de que al
guno sanara, creía que iio pasarían más de
ocho, días sin que el enfermo partiese al
otro mundo. Volví al Liceo pensando cómo
dar la noticia á la familia sin afligirla de
masiado y me encomendó á María Santísima
l)ara que uie inspirara el modo de expre
sarme. Vino el buen hijo do Pedro á recibir
la respuesta. — Ve, hijo mío, le dije, ve á
la iglesia, ruega por tu padre delante del
altar de María Auxiliadora y hasle alguna
promesa para que le sane, pues sólo ella
puede sanarle. — Fué el joven y allí con
la fe recibida de sus padres y robustecida
en el seminario de E r a , donde había cur
sado humaniciades, estuvo en oración una
media hora y volvió á mí. — Padre mío,
me dijo, le prometí á María que entraría en
la religión salesiana si obtiene la salud de
mi padre.
Pues bien al regresar á su casa encontró
má.s aliviado á su padre: le contó y también
á su madre la promesa que acababa de hacer,
y obtuvo de ambos completa aprobación; de
modo que no tardó en venir conmigo al co
legio de San Joaquín á Lorena.
J?ocos días después recibo una carta de
puño y letra de su padre: « Querido hijo,
le dice, me alegro de .saber que estás bien.
Agradezco al Señor la gracia que le ha
hecho, pues has encontrado un lugar pío y
santo como deseabas. ¡ Bendecido sea Dios!
María ha rogado por m í; y en corto tiempo
he pasado de la muerto á la v id a: hace ya
cinco días que dejé la cama, no me queda
más que la debilidad, pero el apetito es ex
celente y gano fuerzas de día en día.
» Querido mío, ruega de corazón por m
á Jesús y María.
No cardó el recién curado en hacer con
su mujer un viaje de tres kilómetros a pie,
para agradecer á María Santísima en el
altar que le está erigido en el templo del
Sagrado Corazón en los Campos Elisios, y
recibir allí la santa comunión.
El hijo recibió bien pronto la sotana y fué
admitido á la segunda prueba con entera
satisfacción de sus superiores.
La bondad de María con esta familia no
— 32 —
terminó aquí. Gomo ésta padeciese snma
estrechez, la hija ftié recibida gratuitamente
en el Colegio de Nuestra Señora del Car
men, dirigido por las Hijas de María Auxi
liadora, y loa padres encontraron á la vez
una buena ocupación. A menudo los veo en
Lorena, y no cesan de dar gracias á María
Auxiliadora por tantos y tan señalados be
neficios que de ella han recibido.
Pueda esta somera narración servir para
avivar la fe de otras personas.
Disponga S. D. liua de
vencer los sentimientos que le mueven á
ocultarse, extiende la mano á las personas
caritativas y manifiesta el bien que se ha
hecho para que sirva de aliento á socorrer
á los necesitados.
Esta consideración ha determinado á la
Comisión establecida para esta Lotería á
exponer brevemente el bien que se hace en
dichos Oratorios.
Todos saben que el sacerdote Don Juan
Bosco, deseoso de mejorar la condición moral
de la juventud abandonada, fundó tres Ora
torios para niños en tres de los barrios más
Su afmo. hijo en J . G.
necesitados de esta ciudad á donde los con
voca en el mayor número posible todos los
S e b a s t i a n G a s t a l d i , Presbítero Salesiano.
días festivos. Tales Oratorios tienen una ca
26 do J uulo de 1892.
pilla para loa oficios religiosos, algunas salas
para escuela y grandes patios para recreo.
Atraídos con premios, juegos gimnásticos y
boiiestos entretenimientos, los muchachos
los frecuentan llegan 4 veces á tres mü.
HISTORIA DEL ORATORIO DE FRANCISCO BE SALES que
Allí se les enseña lectura, escritura, canto y
(Gontlnuaoldn).
música ; varios señores de notoria piedad
hacen el catecismo y con paternal afecto
tratan además de proporcionar trabajo y
ocupación á los niños vagabundos.
IV u eva lo te r ía .— S o c o r r o d e l G o b ie r n o .
En el Oratorio de -Valdoeco existen tam
Mucho sintieron lo ocurrido los bienhe bién clases diarias y escuela tornurna para
chores do Don Bosco, y no demoraron en aquellos á quienes las circunstancias no les
ayudarle en este contratiempo. Con todo, permiten asistir á otra hora.
esta ayuda no bastaba á cubrir los gastos
En estas escuelas nocturnas, á las cuales
hechos y por hacerse en la nueva fábrica, asisten multitud de jóvenes, se enseña igual
y Don Bosco creyó conveniente solicitar mente á leer, escribir y la música vocal é
nuevamente la caridad por medio de una instrumental, con el fin de retraerlos de las
lotería. Quería por este medio dar ocasión á malas compañías que los pondrían en peligro
muchos líeles á tomar parte en un acto de de perder el escaso producto de su trabajo,
gran caridad ya con ofrecerdones, ya con tomar la moralidad y la religión.
ó colocar billetes; quería además excusar
Entre estos niños, ya de la ciudad, ya de
mayores desembolsos á sus bienhechores, y los afueras y lugares vecinos no faltan pocos
trataba por fin de proporcionarse los valores huérfanos en extremada pobreza y desam
necesarios para llevar á cabo la construcción paro á loa cuales se da p a n , abrigo y te
emprendida á despecho del enemigo de todo cho. A tal efecto se ha conseguido junto
bien, que en vez de ganar perdía, al mul al Oratorio de Valdoeco una casa donde ya
tiplicarse de este modo las buenas obras y se albergan ciento cincuenta (1), y donde
dar motivo á nuevos actos de amor de Dios so forman buenos cristianos y honrados ar
y del prójimo.
tesanos.
Apenas manifestó Don Bosco la intención
El alquiler, el mafttenimiento de las escue
de hacer otra lotería, muchas distinguidas las y capillas, oí sustento y abrigo para
personas se apresuraron á ofrecerse como ciento cincuenta asilados demanda, cierta
promotores y auxiliares: llegaron éstos á mente, crecidos gastos; y conseguir el di
trescientos cuarenta, y el número de objetos nero necesario para cubrirlos es el objeto de
recogidos á dos mil novecientos.
esta Lotería.
Digna es de ser publicada una especie de
circular difundida por la Comisión promo
(1) Hoy día su número se acerca á mil.
tora, concebida en los términos siguientes:
« Invitación á una Lotería de objetos cuyo
(Continuará).
l>voducto se destinará á los Oratorios de
San Luis, eii Porta Nuova, San Francisco,
en Valdoeco, y del Santo Angel Custodio,
en Yauchiglia.
La caridad evangélica que inspira al hom
bre las más hermosas obras de beneficencia,
si bien procura no atraer sobre sí las mi Coa aprobadóa de I t Aatoridad BcTeá^Üca • Gerente JOSÉ G1IBIN9
radas de nítdie, cuando la gloria de Dios y
T urla, U93 - Tipogr»fi» Sal««ÍAtiA.
el bien del prójimo lo exigen no vacila en
-
Fecha
-
1893.02