BS_1891_08

Ficha

Título
BS_1891_08
Descripción
Boletín Salesiano. Agosto 1891
extracted text
AÑO VI. -N . 8 .

Sale una vez al mes.

AGOSTO de 1891.

BOLETIN SALESIANO
Debemos ayudar á nuestros liermanos ¿ fin de cooperar á la
difusión de la verdad
a il S. .Ic-Ax, 8).
Atiende á la buena lectura, á la
exhortación y á la enseñanza.
( I T im o t ii . IV, 13).

Entre las cosas divinas la más t\i>
vina es la de cooperar con Dios
á la salvación de las almas.
iS . D i o n i s i o ).

£1 amor al prójimo es uno de
los mayores y más excelentes
dones, que la divina bondad
puede conceder á los hombres.
(El DoetS. F r a x c . de Sales'.

Cualquiera que recibe á un niño en
m i nombre, á mi me recibe.
(M a i h . XVIII).

Os recomiendo la ñinez y la ju ­
ventud : cultivad con granda
esmero la educación cristiana;
proporcionadles libres que en­
senen á huir el vicio y á pra­
cticar la virtud.
(P ío IX t

Redoblad todas vuestras fuerzas
á fin de apartar á la niñez y
juventud de la corrupción ó
incredulidad y preparar asi una
nueva generación.
(L eón X III)

-í-§3( D IR E C C IO N en el Oratorio Salesiano — Calle de Cottolengo N 32, T Ü R IN (Italia)

SVM.4RXO:
La cuestión sobre el estado obrero y la Carta Euciolica de Sa Santidad Leou X-111.
Exposición en loa Talleres Salesianós de Sarriá {Dareelona.)
Una nueva Casa Salesiana nel Chile.
El Pbro 1). Luis Calcaguo en Italia.
Trabajos decorativos en la Iglesia do María Auxilia­
dora.
El Emo. Cardenal Alimonda Arzobispo de Tnriii.
Historia del Oratorio de Sau Frauoisco de Jíules.

LA CÜESTION SOBRE EL ESTADO OBRERO
y la Carta Encíclica de Su Santidad el Papa
Léon XIII sobre la condición actual de la
ciase proletaria.
N ada en nuestros días tiene mus suspen­
sos los áuiiuos ni preocupa de un modo
más serio la atención de los Gobiernos y
de los particulares como la guerra que
ba estallado en las relaciones de amos y
jornaleros. Todos convienen que es pre­
ciso dar pronto y oportuno auxilio á los
hombres de la ínfima clase, quienes en
su m ayor ]>arte se bailan en una condi­
ción desagraciada y caljimiíosa. Entrega­
dos los obreros, por la eondiciou de ios

tiempos, á la iulm m anidad de sus amos
y á la desenfrenada codicia de sus com­
petidores, á em peorar su suerte ba lle ­
gado la voraz usura, la cual, auuque más
de una v e z condenada por sentencia de
la Iglesia, signe siempre, bajo diversas
formas, la misma en su ser, ejercitada
por hombres avaros y codiciosos. Júntase
á esto que los contratos de las obras y
el com ercio de todas las cosas está cas’ j
todo en manos de pocos, de tal suerte
que unos cuantos hombres opulentos y
riquísimos lian puesto sobre los hombros
de la multitud innumerable de jiroletarios un yu go (pie difiere poco del de lo.s
esclavos.
En virtud de estas consideraciones y
liara que se vean bien los i>riucipios (pie
han de dar á esta contienda la solución
(pie demandan la V(u*dad y la ju.sticia,
Ku Santidad Leou X I I I ha tratado con
ta l sabiduría la cuestión, (jue la E ncíclica
publicada recientem ente á este fin no ha
podido menos de ser 'universalmente ctv
lebrada, hasta el punto de obtener el
aplau.so de los mismos enem igos de la
Iglesia, debiendo reconocer que si no se
acude á la R eligió n es im posible haiiur
soliK'ión ninguna aceptable en tan diíicil
y peligrosa materia. Si remíidio ha de

— 94 Vüuer el nial que aliora padece la socie­
dad liuinana, este rem edio no puede ser
otro (jiie la restauración de la v id a ó
instituciones cristianas. Cuando las so­
ciedades se desmoronan, exige la rectitud
(jue, si se (juieren restaurar, vuelvan á
sus j»rincipios <juc les dieron el áer; por­
que en esto consiste la perfección de
todíis las así)c.iacÍones, en trabajar x)or
conseguir el fin para (pie fueron estable­
cidas, do mamn-a (pie los m ovim ientos y
actos do la sociedad no los produzca
otra causa (pie la que iirodiijo la misma
sociedad; por lo cual, desviarse de su íin
es cafermar, y v o lv e r d él es sanar.
Jai Encíclica de Su Santidad es un
doítiimeiito preciosísimo (jiie conviene sea
de lodos conocido, y ya (pie no nos es
jiosible jiublicarlo íní(.‘gram entc cu las
(corlas columnas do nuestro Boletín, nos
complacíanos en rci>rodiicir al monos la
})arte más im jx u ta iite :

]><‘ s ig iia l€ liu l in e v it a b le .
En la sociedad (ávil no ]med(íii todos ser
iguales, los altos y los bajos. A íaiian se, es
verdad , j)or ello los Hocialisina; pero es en
vano y contra la naturaleza misma de las
cosas ese ufan; poKpie la naturaleza misma
ha puesto en los hombres grandísimas’y muc.hísimas d(‘.sigualdade.s. No son iguales los
talentos de todos, ni igual el ingenio, ni la
salud, ni las fuerzas ; y á la necesaria desi­
gualdad de estas cosas, síguese espoiitáneamoiite desigualdad eu la fortuna. Lo cual es
claramente convejúeufe á la utilidad, así de
los particulares como de la comunidad; por­
que necesita para su gobierno la vida común
de fac.ultades diversas y oficios divei'sos; y
lo que á ejercitar estos oficios diversos priiicipalísimameiit(i mueve á los hombres, es la
diversidad do la fortuna do cada uno. Y i)or
lo que al trabajo corporal toca, ni aún en
el esiiulo (le In ¡noirnein había de estar el
liombro completamente ocioso ; mas lo que
para esparcimiento dcl ánimo habría enton­
ces libremente buscado la voluntad, eso
mismo después por necesidad , y no sin fa­
tiga, tuvo que hacer en expiachiiv desupe4'ado. MnliUtn xn‘<¡ la tierra en tu obra ; coa
a/annt comerás tic ella todos los dias de tu
rida (l). Y del mismo modo no han de tener
Iin en este mundo las otras penalidades, por­
que los males que al pecado siguieron son
ásperos de sufrir, duros y difíciles, y de ne­
cesidad lian (le acompañar al hombre hasta
lo último de su vida. Así que sufrir y pa<loeer es la suerte del hombre, y por más ex­
periencias y tentativas que el liombre haga,
(1) G vn . m . 1 7 .

con ninguua fu erza, con ninguna industria
podrá arrancar enteramente de la vida hu­
mana estas in(íomodidades. Los que dicen
que lo pueden hacer, ios que al desgraciado
pueblo prometen una vida exenta de toda
fatiga y dolor y regalada con holganza c in­
cesantes placeres, lo inducen á error y lo
engañan con fraudes de que brotarán algún
día males mayores que los presentes.

A p m o u ía d e la s c la s e s s o c ia le s .
Es un mal capital el figurarse y jiensar
que son unas clases de la sociedad por su
naturaleza enemigas de otras, como si á los
ricos y á los proletarios los hubiera hecho
la Naturaleza para estar peleando los unos
contra lo.s otros en perpetua guerra; lo cual
es tan opuesto á la raz(3ii y á la verdad,
que, por el contrario, es ciertísimo que, así
como en el cuerpo se unen miembros entre
sí diversos, y de su unión resulta esta dis­
posición de todo el sór, que bien podríamos
llamar simetría, así en la sociedad civil ha
ordenado la Naturaleza que aquellas dos
cla.ses se junten concordes entre s í, y se
adapten la una á la otra de modo que se
equilibren. Necesita la una de la otra ente­
ramente; porque sin trabajo no jiuede haber
capital, ni sin capital trabajo. La concordia
engendra en las cosas hermosura y orden;
y al contrario, de- iiua per})etiia lucha no
puede menos de resultar la confusión junta
con una salvaje ferocidad. Ahora bien : para
acabar con esa lucha y hasta para cortarlas
raíces mismas de ella, tiene la Ueligióu cris­
tiana una fuerza admirable y múltiple. Y eu
primer lugar, el conjunto de las eusefianzíis
de la Keligióii, de que es intíirprete y depositaria la Iglesia, puede mucho para compo­
ner entre sí y unir ú los ricos y á los pro­
letarios, porque á ambos enseña sus mutuos
deberes, y en especial los que dimanan de
la justicia. I>e estos deberes, los que tocan
al proletario y obrero son : poner de su parte
íntegra y fielmente el trabajo que libre y
eipiitativamente se ha contratado ; no perju­
dicar en manera alguna al caiútal, ni hacer
violencia personal á sus amos; aí defender
sus propios derechos abstenerse de la fuerza,
y nunca armar sediciones ni liacer juntas
con hombres malvados que manosameiite les
ponen delante desmedidas esperanzas y gran­
dísimas promesas, á que se sigue oasi siem­
pre un arrepentimiento inútil y larjuína de
sus bienes. A los ricos y á los amos toca:
que no deben tener á los obreros por (isclav o s ; que deben eu ellos respetar la digni­
dad de la persona y la nobleza que á esa
persona añade lo que se Huma carácter de
cristiano. Que si se tiene en cuenta la razón
natural y la filosofía cristiana, no es ver­
gonzoso para el hombre ni le rebaja el ejer­
cer un oficio por salario, pues le habilita el
tal oficio para poder honradamente sustentiir

ir

t'
— 05 —

gn vida. Que lo que verdaderamente es ver­
gonzoso é inhumano es abusar de los hom­
bres, como si no fuesen más que cosas para
sacar provecho de ellos, y no estimarlos en
más que lo que dan de sí sus músculos y
sus fuerzas. Ordénase asimismo que en los
proletarios se tenga cuenta con la Religión
y con el bien de sus almas; y x>or esto,
deber es de sus amos hacer que á sus tiem­
pos se dedique el obrero á la i^iedad j no
exponerlo á los atractivos de la corrupción
ni á los peligros de pecar, ni en manera al­
guna estorbarle el que atienda á su familia
y el cuidado de ahorrar. Asimismo no im­
ponerle más trabajo del que sus fuerzas pue­
den soportar, ni tal clase de trabajo que no
lo sufran su sexo y su edad. Pero entre loa
principales deberes de los amos, el i>rincipal
es dar á cada uno lo (jue es justo. Sabido
es que para fijar conforme á justicia el l í ­
mite del salario, muchas cosas se han de
tener en consideraciónxjero en general de­
ben acordarse los ricos y los amos que opri­
mir en provecho propio á los indigentes y
menesterosos, y de la pobreza,ajena tomar
Qcasión para mayores lacros, es contra todo
^recho divino y humano. Y el defraudar á
lino del salario que se le debe es uu gran
crimen que clama al cielo por venganza.
Mirad que el jornal que defraudasteis d los
trabajadores clama; y ciclam or de ellos suena
en los oídos del Señor de los ejércitos (1). F i­
nalmente, con extremo cuidado deben guar­
darse los amos de perjudicar en lo más mí­
nimo los ahorros de los proletarios, ni con
violencia, ni con engaño, ni con los artifi­
cios de la usura; y esto aún con mayor ra­
zón, porque no están ellos suficientemente
protegidos contra quien les quite sus dere­
chos o los incapacite para trabajar, y poniue
sus habere.s, cuanto más xiequefios son, tanto
deben ser más respetados.

tiaua, en que como en x>riucix)al fundamento
estriba la razón y el sér todo de la Religión,
á saber, que cuando salgamos de esta vida,
entonces hemos de comenzar de veras á viA'ir. Porque no crió Dios al hombre i)ara
estas cosas quebradizas y caducas, sino x»ai-<k
las celestiales y eternas; ni nos dió la tierra
por habitación perpetua, sino por lugar do
destierro. Abundar ó carecer de riquezas y
de las otras cosas que se llaman bienes, nada,
importa para la bienaventuriuiza eterna; lo
que importa más <iuo todo es el uso que do
esos bieues hagamos. Las varias p^'n^itidades
de que está como tejida la vida mortal, no
las quitó Jesucristo con sn ropiosa mlención,
sino las trocó en incentivos de virtudes y
materia de merecer, de tal suerte, (pie niugiuio de Jos mortales puede alcanzar los bie­
nes sempiternos, si no es caminando sobre
his ensangrentadas huellas do Jesucristo:
Si sufriéremos^ rcinarémos también con
(1).
Tomando fÁ de su voluntad trabajos y tor­
mentos, x)or admirable modo tein])l(3 la fuerza
de estos mismos trabajos y tormentos; y no
sólo con su ejemplo, sino con su gracia y
con la esperanza que delante nos ])one do
un premio eterno, hizo más fácil el sufrir
dolores.
Adviértesé, x^or lo tanto, á los que timien
riquezas, que no libran ellas de dolor, ni eu
nada aprovechan xmra la eterna bienaventu­
ranza, sino (lue antes dañan (2) ; que deben
á los ricos infundir' terror las extraordina­
rias amenazas que Jes hace Jesucristo (3) ,
y (xue ha de llegar un día en que darán en
el tribunal de Dios severísiina cuenta del
uso que hicieren de sus riqueza.s. Acerca del
uso que se debe hacer de las riquezas, hay
una doctrina excelente é iinx>ortaiitísinia, que
la filosofía vislumbró, pero que la Iglesia
Xierfeccionó y enseña y trabaja xmrquo no sea
sólo conocida, sino observada ó ajdicaóa á
las costumbres. El principio fnmlameutal de
esta doctrina es el siguiente: (pie so debe
It u e n u s o d e l o s bic^iies.
distinguir entro la Justa posesión del dinero
La obediencia á estas leyes, ; no es verdad y el uso justo del mismo dinero, l ’ oseer al­
que bastaría ella sola á quitar la fuerza y gunos bienes en iiarticuhir, es , como iioco
acabar* con las causas de esta contienda í antes hemos visto, derecho natural al hom­
Pero la Iglesia, enseñada y guiada por J e ­ bre; y usar do e.se derecho, mayorinenlo
sucristo, aspira á algo más grande j es decir, cuando se vive en sociedad, no sólo es lícito,
ordena algo que es más x>erfecto, y pretende sino absolutamente necesario. Lícito es que
cüii ello juntar en unión íntima y amistad el hombre posea ahjo eomo propio. Es, además,
una clase con otra. Entender lo que en ver­ para la ciilu humana necesario (t). 3Ias si se
dad son y apreciar en lo que de veras valen pregunta qu<; uso se debe hacer de esos bie­
las co.sas perecederas, es imposible, si no se nes, la Iglesia, sin titubear, responde: (Juanfo
ponen los ojos del alma en la otra vida que d esto, no debe tener el hombre las cosas ex­
no ha de tener fin ; la cual vida, si se quita, ternas como propias, sino como comunes; es
perecerá inmediatamente el concepto y ver­ decir, de tal suerte, que fácilmente las comu­
dadera noción del b ien , y hasta se conver­ nique con otros cuando éstos las necesiten. P o r
tirá este universo en un misterio inexplica­ lo cual dice el Apóstol: Manda á los ricos de
ble á toda investigación humana. A sí, pues, este siglo... que den y que repartan franealo que del magisterio de la naturaleza misma
aprendemos, es también dogma de la fe cris( 1 ) I I ad T im . n . 1 2 .
(1 ) J *C . T , 4 .

(2) K a t t b . XIX. 2 3 -2 4 .
I2 i I.n r VI. 2 4 2 '..
. 4 ) I I TI
a. 2 .

— 9G —
mente. Verdad es que á nadie se manda so­
correr A otros con lo que para sí ó para los
suyos necesita, ni siquiera dar á otros lo que
para el debido decoro de su propia persona
lia menester, pites nadie está obligado á vivir
de un modo que á su estado no convenga (1 ).
Pero satisfecha la necesidad y el decoro,
deber nuestro es, de lo que sobra, socorrer
A los indigentes. L o que sobra dadlo de li­
mosna (2). No son éstos, excepto en casos de
extrema necesidad, deberes de justicia, sino
do (airidad (uistiana, A la cual no tienen dereclio de contradecir las leyes. Porque ante­
rior A las leyes y juicios de los hombres es
la ley y juicio de Jesucristo, que de muchas
maneras aconseja que nos acostumbremos A
dar liniosiia : Cosa más bienaventurada es dar
que recibir (3 ); y que tcndrA por hecha o
nogada A sí propio la caridad que hiciére­
mos ó negáremos A los pobres: en cuanto lo
hicisteis li 1(110 de estos mis hermanos pequeHitos, á M í lo hicisteis (4). En suma; los que
mayor abundancia de bienes han recibido do
Dios, ya sean estos bienes corporales y ex­
ternos ó espirituales é internos, para esto
los han recibido, para que con ellos atien­
dan A su perfección propia y al mismo tiempo,
como ministros do la Ilivin a Providencia, al
l>rovücho de los demás, vlsi, pues, el que tu­
viere talento, cuide de no callar; el que tu­
viere abundancia de bienes, vele no se entor­
pezca en él la largueza de la misericordia; el
que supiere un oficio con que manejarse, ponga
grande empeño en hacer al prójmo participante
de su utilidad y provecho (5).

£1
n o r e b a j a , a n t e s b ie n
e n a lle c e a i h o m b re .
A los que carecen de bienes de fortuna
ensénales la Iglesia A no tener A deshonra,
como no la tiene Dios, la pobreza, y no aver­
gonzarse de tener que ganar el sustento tra­
bajando. Todo lo cual lo confirmó con sus
obras y hechos Cristo Nuestro S eilor, que
para salvar A los hombre.s se hizo pobre siendo
rico (0 ); y aunque era Dios é Hijo de Dios,
quiso, sin embargo , mostrarse y ser tenido
l)or liijo de un artesano; y aún no rehusó
gastar mía gran parto de su vida trabajando
como artesano. ¿ Y o es este el artesano hijo
de Morid ? Quien este divino ejoiuplo tuviere
ante los ojos, eiiteuderA más fácilmente lo
<iue sigue, A saber: que la verdadera dig­
nidad y excelencia del hombre en las cos­
tumbres, os decir, en la virtud consiste; que
la virtud es patrimonio común á todos los
mortales, y que igualmente lo pueden alcan­
zar los altos y los bajos, los ricos y los pro­
letarios ; y que sólo A las virtudes y al méM) ir-T I, (jnnpiít. S2.

6.

(3 ) Clip. -XI. 4 1 .

<:u Aot 'r. XX,
(4 > M nth. XXV. 4 0 .
(.’■<> S. OrP-’ . M aiíii. in K v a n g , n « m . IX, n. T.

I I . Coriuth. Tía, 9.

r ito , en quien quiera que se h allen , se ha
de dar el premio de la eterna bienaventu­
ranza. Y no sólo esto, sino que A los afligi­
dos por alguna calamidad se ve más inclinada
la voluntad del mismo Dios, pues bienaventui'ados llama Jesucristo A los pobres; amantísimamente llama A s í , para consolarlos, A
los que están en algún trabajo ó aflicción;
y A los más abatidos y A los que injusta­
mente son oprimidos, abraza con especial
amor. Cuando estas verdades se conocen,
fácilmente se reprime la hinchazón de ánima
de los ricos y se levanta el abatimiento del
de los pobres, y se doblegan los unos A ser
benignos y los otros á ser humildes. Y de
esta suerte, la distancia que entre unos y
otros quisiera poner la soberbia se acorta y
no habrá dificultad en conseguir que se unau
con estrecho vínculo de amistad la una y la
otra clase.

I n t e r é s d e la I g l e s i a .
N o se vaya A creer que la Iglesia de tal
manera tiene empleada toda su solicitud en
cultivar las almas, que descuídelo que per­
tenece A la vida mortal y terrena. — De los
proletarios quiere, y con todas sus fuerzas
procura, que salgan de su tristísimo estado
y alcancen suerte mejor. Y A esto no poco
ayuda aún con atraer A los hombres y for­
marlos A la virtud. Porque las costumbres
cristianas, cuando se guardan en toda su in­
tegridad, dan espontáneamente alguna pros­
peridad A las cosas exteriores, porque hacen
benévolo A Dios, principio y fin de todos los
bienes; reprimen esas dos pestilencias de la
vida, que con harta frecuencia hacen al hom­
bre desgraciado Aun en la abundancia, el
apetito desordenado do riquezas y la sed de
placeres ( 1) ; y hacen que los hombres, con­
tentos con un trato y sustento frugal, suplan
la escasez de las rentas con la economía,
Iqjos do los vicio s, destructores , no sólo de
pequeñas haciendas, sino de grandísimos cau­
dales , y dilapidadores de riquísimos patri­
monios. Pero fuera de esto, provee la Iglesia
lo que ve convenir al bienestar de los pro­
letarios, instituyendo y fomentando cuantas
cosas entiendo que pueden contribuir a ali­
viar su pobreza. Y sobresalió siempre tanta
eii este género de beneficios, que la colman
de elogios hasta sus mismos enemigos. Tanta
era entre los cristianos de la antigüedad más
remota la fuerza de la caridad, que muchas
veces se despojaban de sus bienes los ricospara socorrer A los pobres, y así íio hahia
ningún necesitado entre ellos (2). A los diá­
conos, Orden instituida precisamente para
esto, dieron los Apóstoles el cargo de ejer­
citar cada día los oficios de la caridad: y
el apóstol san Pablo, aunque oprimido bajo
el peso del cuidado de todas las iglesias, ¿a
(U Strdix om m nm m alorum e*.' eupid iiat (I T im .
í :;) A c t« r. iv , 3 *.

t i, 10 1.

mm

— o:
dudó, sin embargo, emprender trabajosos
viajes para llevar él en persona una limosna
á los cristianos más pobres. Los dineros que
los cristianos, cuantas veces se reunían, v o ­
luntariamente daban, los llama Tertuliano
depósitos de Ja picdml, porque se empleaban
en alhnenfar en vida y enterrar en muerte á
Jos necesitados, á los niños y niñas pobres y
huérfanos, á Jos ancianos que tenían en sus
casas y también á Jos náufragos (1), De aquí
poco á poco se fué formando aquel patrimo­
nio que, con religioso esmero, guardó la Ig le ­
sia como jíropiedad de familia de los pobres.
Y no sólo esto, sino que halló el modo de
socorrer á la multitud de desgraciados, qui­
tándoles el empacho del mendigar. Porque
como Madre común de ricos y pobres, pro­
moviendo en todas partes la caridad hasta
im grado sublime, estableció Comunidades
de lieligiosos é hizo otras muchísimas útües
fundaciones, para que, distribuyéndose por
ellas los socorros, apenas hubiese género al­
guno de males que careciese de consuelo.
Hoy, en verdad, hállanse muchos que, como
los gentiles de otros tiempos, hacen capítulo
«ie acusación contra la Iglesia de esta misma
excelentísima caridad, y en su lugar les pa­
rece que pueden poner la beneficencia esta­
blecida y regulada por leyes del Estado.
Pero la caridad cristiana, de la cual es pro­
pio darse toda al bien del prójimo, no hay
ni habrá artificio humano que la supla. De
sola la Iglesia es esta virtud, x>orque si no
se va á buscar en el Sacratísimo Corazón de
Jesuscristo, no se halla en parte alguna; y
muy lejos de Cristo van los que de la Ig le ­
sia se apartan.

A c c ió n d e l E s ta d o .
Lo que más eficazmente contribuye á la
prosperidad de un pueblo, es la pr(»bidad de
las costumbres, la rectitud y orden en la
constitución de la familia, la observancia de
la Religión y de la justicia, la moderación
en imponer y la equidad en repartir las car­
gas públicas, el fomento de las artes y del
comercio, una floreciente agricultura, y otras
cosas semejantes que cuanto con mayor em­
peño se promueven, tanto será mejor y más
feliz la vida de los ciudadanos.
Con el auxilio, pues, de todas éstas, así
como pueden los que gobiernan aprovechar á
todas las clases, así pueden también aliviar
muchísimo la suerte de los proletarios, y esto
en uso de su mejor derecho y sin que pueda
nadie tenerlos por entrometidos, porque debe
el Estado, por razón de su oñcio, atender
al bien común. Y cuanto mayor sea la suma
de provechos que de esta general providen­
cia dimanare, tanto será menos nece.sario
tentar nuevas vías para el bienestar de los
obreros....................... .... ............................
(1)

Apol. ir, 3).

Deben, además, religiosamente guardarse
Ir.s derechos de todos en quien quiera que
los ten ga, y debe la autoridad pública pro­
veer que á cada uno se lo guarde el suyo,
evitando y castigando toda violación do la
justicia. Aunque en el proteger los derechos
de los particulares, débese tener cuenta prin­
cipalmente con los de la clase ínfima y po­
bre. Porque la raza de los ricos, como quo
se j)uede amurallar con sus recursos propios,
necesita menos del amparo de la pública au­
toridad ; el pobre pueblo, como carece do
medios propios con que defenderse, tiene quo
apoyarse grandemeute en el patrocinio dol
Estado. P or esto, á los jornaleros, quo for­
man partí de la multitud indigente, debo
con singular cuidado y providencia cobijar
el Estado.

R e s p e t o ú In p r o p ie d a d .
Pero será bien tocar en particular algunas
cosas aún de más importancia. Es la prin­
cipal que con el imperio y valladar de las
leyes se ha de poner en salvo la propiedavL
juivada. Y sobre todo, ahora, que tan grande
incendio han levantado todas las codicias,
debe tratarse de contener ai pueblo dentro
de su deber; porque si bien es permitido es­
forzarse, sin mengua de la justicia, en me­
jorar la suerte; quitar á otro lo que es suyo,
y so color de uua absurda igualdad apode­
rarse de la fortuna ajena, es cosa que pro­
híbe la justicia, y que la naturaleza misma
del bien conuiu rechaza. Es cierto que la
mayor parte de los obreros quieren mejorar
de suerte á fuerza de trabajar honradamente
y siu hacer á nadie injuria; pero también
es verdad que hay, y no pocos, imbuidos de
torcidas opiniones y deseosos de novedades,
que de todas maneras procuran trastornar
las cosas y arrastrar á los demás á la vio­
lencia. In terven ga, pues, la autoridad del
Estado, y poniendo un freno á ios agitado­
res, aleje de los obreros los artificios corrup­
tores de sus co.síumbres, y de los (juo legí­
timamente poseen el peligro do ser robados.
Una mayor diuación ó una mayor dificul­
tad del trabajo, y la idea de que el jornal
es corto, dan no pocas veces á los obreros
pretexto para alzarse en huelga y entregarse
de su voluntad al ocio. A este mal frecuente
y grave debe poner remedio la Autoridad
pública, porque semejante cesación del tra­
bajo, no sólo daña á los amos y aún á los
mismos obreros, sino que perjudica al co­
mercio y á las utilidades del Estado; y como
suele no andar muy lejos de la violencia y
sedición, pone muchas veces en peligro la
pública tranquilidad. Y en esto lo más eficaz
y más provechoso es prevenir con la auto­
ridad de las leyes, é impedir que i)ueda bro­
tar el m al, apartando á tiempo las causas
que se ve han de producir un conflicto entre
los amos y los obreros.

— 98 -

R e s p e t o á 1» Kc*lig;ióii.
Asimismo hay en el obrero muchas cosas
fine, «lemniidan que el Estado, con su prote<-«'.jdii, las asegure. Las primeras son los
bleiies del alma. Porqtie esta vida mortal,
aunque buena y apetecible, no es lo riltimo
para que hemos nacido, sino camiuo sola­
mente ó instrumento para llegar á aquella
vida del alma (lue S(irá completa con la vista
de la verdad y el amor del sumo bien. E l
alma es la que lleva ex]u-esa en sí la ima­
gen y seinejany.a do Dios, y donde reside <*1
señorío (pie se ordenó al Inunbro ejerciese
sobre las naturalezas inferiore.s íi ó l , obli­
gando A las tierras todas y al mar á que
j)ara })rovecho del liombre se le sujetasen.
Jlenchid ¡a tierra y tened xeñorío mhre loa pa­
ira de la mar, y aobrc laa avea del cielo y aobrc
iodos loa animales que se mueven sobre la
tierra (1). En esto son todos los hombres
iguales ; ni hay distinción alguna entre ricos
y ])obres, amos y criados, príncipes y parti­
culares, puesto que uno mismo es el iSeñor de
todos (2). Nadie puedo impuiiemenío hacer
injuria A la dignidad del hombre, de la que
el mismo Dios dispone roa gran reverencia,
ni impedirlo <iue ti(uula A aquella perfección
que os A projtósito para la vida sempiterna
que cu el cielo le aguarda.

tUi la s tiestas.
5Iás aún ; ni el Iioinbre mismo, aunque
quiera, imede en esta parte permitir que se
le trato de uii modo distinto del que A su
naturaleza conviene, ni querer que su alma
.sea esclava, pues no se rí’ata aquí de dere­
chos do <iue libremente pueda disponer el
hombre, sino de deberes que le obligan para
con Dios, y que tiene que cumplir religio­
samente. — Síguese de aquí la necesidad de
descansar de las obras ó trabajos en los días
festivos. Lo cual no se ha de entender de
una mayor faculbid que al hombro se con­
ceda de vagar ociosamente, y mucho menos
de esa vacación, que muchos desean, fautora
lie vicios y promotora del derramamieuto del
dinero, sino del descanso completo de toda
operación laboriosa consagrado por la Keligión. Cuando al descanso se junta la Ueligióu, aparta al homlu'o de los trabajos y ne­
gocios de la vida cotidiana, para levaidarle
A pensar en los bienes celestiales y A dar el
culto (pie de justicia debe A la eterna D ivi­
nidad. Eli esto principalmente consiste y este
<‘8 el lili primario del descauso que en los
días de tiesta se ha de tomar; lo cual Dios
sancionó con una ley especial en el Antiguo
Testamento : Acuérdate de sant{tiear el día de
iuibado (3) 5 y con su ejemplo lo enseñó, con
aquel descanso misterioso 4pie tomó cuando
lU <len. I. 2 8 .

(2) Itom. X. 12.
|3/' Ksod. XX. S.

hubo fabricado el hombre: Y reposó el día
séptimo de toda la obra que había hecho (1 ).

E q u id a d e n e l t r a b a jo .
P or lo que toca A la defensa de los bienes
corporales y externos, lo primero que hay
que hacer es librai’ A los pobres obreros’d'e
la crueldad de hombres codiciosos que, A ñu
de aumentar sus propias ganancias, abusan
sin moderación alguna de las personas, como
si no fueran personas, sino cosas. E xigir tan
gran tarea que con el excesivo trabajo se
embote el alma y sucumba al mismo tiempo
el cuerpo A la fatiga, ni la justicia ni la hu­
manidad lo consienten. En el hombre toda
su naturaleza, y consiguientemente la fuerza
(pie tiene para trabajar, estA circunscrita con
límites lijos, de los cuales no puede pasai-.
Auméntase, es verdad, aquella fuerza con el
uso y ejercicio, pero A condición de que do
calando en cuando deje de trabajar y des­
canse. Débese, pues, procurar que el trabajo
de cada día no se extienda A más horas (Je
las cpie permiten las fuerzas. Cuánto tiempo
haya de durar este descansa se deberá de­
terminar , teniendo en cuenta las distintas
especies de trabajo, las circunstancias del
tiempo y del lugar, y la salud de los obre­
ros mismos. Los que se ocupan en cortar
piedra de las canteras ó en sacar de las pro­
fundidades de la tierra hierro, cobre y cosas
semejantes, como su trabajo es mayor y no­
civo A la .salud, así A proporción debe ser
más corto el tiempo que trabajen. Débese
también atender A la estación del año, por­
que no pocas veces sucedo que uiia clase de
trabajo se puede fácilmente soportar en una
estación, y en o tra , ó absolutamente no se
puede, ó 110 sin mucha dilicultad.
Einalmeiite, lo que puede hacer y A lo que
puedo abalanzarse un hombre de edad adulta
y bien robusto, es inicuo exigirlo A un niño
ó A una mujer. ilA s aún; respecto ¿e los
niños hay que tener grandísimo cuidado que
no los coja la fábrica ó el taller antes que
la edad haya suñcieiitemente fortalecido su
ütierpo, sus facultades intelectuales y toda
su alma. Como la yerba tierna y verde, así
las fuerzas que eii los niños comienzan A
brotar, una sacudida prematura las agosta :
y cuando esto sucede, ya no es posible dar
al niño la educación que le es (lebida. Del
mismo modo hay ciertos trabajos que no es­
tán bien A la m ujer, nacida para las aten­
ciones doiuésticas; las cuales atenciones son
una grande salvaguardia del decoro propio
de la mujer, y se ordenan naturalmente A la
educación de la niñez y prosperidad de la
familia. En general debe quedar establecido
que A los obreros se ha de dar tanto des­
canso cuanto compense las fuerzas emplea­
das en el trabajo, porque debe el descanso
ser tal que renueve- las fuerzas que con el
lU G en . II, 2 ,

m m



00

ejercicio se cousumieroii. En todo contrato
que entre sí bagan los amos y los obreros,
¿aya siempre expresa ó tácita esta condición,
que sea provisto coiiveiiieutemeute al uno
V al otro descanso; pues contrato que no
tuviera esta condición sería inicuo, porque
á nadie es permitido ni exigir ni prometer
que descuidará los deberes que con Dios y
consigo mismo le ligan.
S a la r io .



ebo de procurarse aquellas (*osas que son
menester para sustentar la vida, y estas co­
sas no las bailan los pobres sino ganando
un jornal con su trabajo. Luego, áun con­
cedido que el obrero y su amo libremente
convienen en a lg o , y particularmente en la
cantidad del salario , queda , sin embargí),
siempre nna cosa que dimana de la justicia
natural y que es de más peso y anterior á
la libre voluntad de los (pie baciMi el con­
trato, y es ésta: (pie el salario uo debe ser
insuüciente para la sustentación de un obi'ero
i (pie sea frugal y de buenas costumbres. V si
I acaeciere alguna vez (pie el obriu'o, obligado
^ de la necesidad ó movido del miedo do un
mal mayor, aceptase una condición más dura
; (pie, aiimpie no (piisi(*ra, tuviera (pie aceptar
I x>or imponérsela absolutamente el amo ó el
I contratista , sería eso liacmii* violencia, y
contra esta violencia reclama Injusticia. Poro
cu estos y semejantes casos, como es cuando
se trata de determinar cuántas horas habrá
de durar el trabajo en cada una de las in­
dustrias ú oticios, (pié medios se habrán d(í
emplear para mirar por la salud, especial­
mente en los talleres ó fábricas, para (pie no
se entrometa eu esto demasiado la Autori­
dad, lo mejor será reservar la decisión de
esas cuestiones á las Corporaciones de (luo
bablarémos más abajo, ó tentar otro camino
para poner en salvo, como es justo, los de­
rechos de los jornaleros, acudiendo el Estado,
si la cosa lo demandare, con su amparo y
auxilio.

Vamos abora á apuntar una cosa de bas­
tante importancia, y que es preciso se euídeuda muy bien para que no se yerre por
ninguno de dos extremos. Dícese que la can­
tidad de jornal ó salarióla determina el coiisentiuiiento libre de los contratantes, es decir,
tíel amo y del obrero; y qu e, por lo íanto,
cuando el amo ba pagado el salario (pie pro­
metió , queda libro y nada más tiene que
ba<ter; y que sólo entonces se viola la jus­
ticia, cuando, o rebusa el amo dar el salario
entero, ó el obrero entregar completa la tarea
á que se obligó ; y que en estos casos, para
que á cada uno se guarde su derecho, puede
la autoriilad pública intervenir, pero fuera
de estos en ninguno. A este modo de argu­
mentar asentirá difícilmente, y no del todo,
quien sepa juzgar de las cosas con equidad,
porque no es cabal eu todas partes; fáltale
ana razóii de muebísimo peso. Esta es que
el trabajo no e.s otra cosa que el ejercicio de
la propia actividad, enderezado á la adqui­
sición de aquellas cosa.s que son nece.sarias
A s o o iu fá o iie s .
para los varios usos de la vida, y principal­
mente para la propia conservación. Con el
La experiencia de la poipiedad de las pro­
sudor de tu rostro comerás el pan (1). Tiene, pias fuerzas mueve al hombre y le impele á
pues, el trabajo humano dos cualidades (pie juntar á las projiias las ajenas. Las Sagradas
en él puso la naturaleza misma: la primera Escrituras dicen: Mejor es que estén, dos ju n ­
es cpie es persomd, porque la fuerza con (pie tos que uno solo ^ porque tienen lu ventaja de
se trabaja es inherente á la persona y ente­ su compañía. Si uno raifere, le sostendrá el
ramente propia de aquel que con ella tra- otro. ¡A y del solo, que ruando cayere no tienebaja, y para utilidad de él se la dio la na­ quien le levante! (1). Y tamlmuj : FA hermano,
turaleza : la segundares que ea neicsario, ayudado del hermano, es como una ciudad'
porque del fruto de su trabajo necesita el
fuerte (2). Esta propeiisióji natural es la (piehombre para sustentar la vida , y sustentar mueve al boiiibro á juntarse con otros y for­
la vida es deber primario natural (pie no mar la fiüciedail c iv il, y la (pío del mismo
bav más remedio que cumplir. Aliora, pues, modo le hace desear formar con algunos de
si se considera el trabajo solamente eu cuanto sus conciudadanos otras sociedades ]iequees personal, no hay duda que e.stá eu liber­ fias, es verdad, é ijupeu-fectas, pero verda­
tad del obrero de pactar por su trabajo un deras sociedades. Mucho diücreii estíis so­
salario má.s corto, porque como de su volun­ ciedades de a(piella grande sociedad (la civil)
tad pone el trabajo, de su voluntad puede porque difieren sus fines próxiuios. K 1 fin de
contentarse con un salario más corto, y áun la sociedad civil es universal, i>orque no es
con ninguno. Pero de muy distinto modo se otro que el bien común de <jue todos y cada
habrá de juzgar si á la cualidad de personal uno tienen derecho á participar ])roporcíose junta ia de necesario^ cualidad que podrá nadamente. Y por esto se llama pública, por­
4-on el entendimiento separarse de la perso- que por ella se juntan entre sí los hombres
i.alidad , pero que, eu realidad de verdad , formando un Estado (3). Mas al contrario,
nunca está de ella separada. Efectivamente: las otras sociedades que eu el seno, por de­
'-usteutar la vida es deber común á todos y cirlo así, de lu scKJÍedad civil se adunan, llá:\ (Mida uno, y faltar á este deber es un cri­
(1> S. Thom. Coixira impvgnan'.ct D A euku.n et leligionein,
men. De aquí necesariamente nace el dereII.
( U G e n . l i l , 19.

E c c l . IV. 9-10.
( i ) P tV T . X V IJl, 19,



100

maiifíe y en verdad son privadm , porque
aquello á que i)róximaiDeiite se enderezan es
al provecho ó utilidad privada que á solos
los asociados x><ii‘tenece.
, pues , sociedad
privada la que se form a para llevar á eaho
algún negocio privado^ como cuando dos ó tres
hacen socAcdad para negociar de consuno (1).
Ahora bien : aunque estas sociedades privaílas existen dentio de la sociedad civil, y
Hon de ella como otras tantas ]>artes, sin eiubargo, de suyo y en general no tiene el Es­
tado ó Autoridad i)ública })oder para prohi­
bir que existan. J'ovque el derecho de formar
tales sociedades privadas es derecho natural
al hombre, y la sociedad civil ha sido insti­
tuida i)ara defender , no })ara aniquilar , el
dereelio natural: y si prohibiera á los ciu­
dadanos hacer entre sí estas asociaciones,
se eontradeciria á sí propia, porque lo misino
ella que las sociedades privadas nacen de
esto único ])rinci])io, á saber: que son los
hombres jxir naturaleza sociables. H ay al­
gunas oircunstanciíis en que es Justo que se
opongan las leyes á esta clase de asociacio-



dades, y se la ha hecho violando múltiples
derechos, porque las hgi> aprisionado en uua
red de leyes civiles, las ha desnudado del
legítimo derecho de persona moral, y las ha
despojado de sus bienes. Sobre los cuales
bienes tenía su derecho la Iglesia, tenían el
suyo cada uno de los individuos de aquellas
Comunidades, y lo tenían también los que
á uu fin determinado dedicaron aquellos bie­
nes y aquellos á cuya utilidad y consuelo se
dedicaron. P or lo cual, no nos sufre el áuimo
que no nos quejemos de semejantes despojos
tan injustos y perjudiciales, tanto más, cuando
vemos que á estas Asociaciones de hombres
católicos, pacíQcas de veras y de todas ma­
neras útiles, se les cierra completamente el
liaso, y al mismo tiempo se establece por ley
la libertad de asociación, y de hecho se con­
cede e.sa libertad con largueza á los hombres
que meditan idaues perniciosos á la Reli­
gión In mismo que al Estado.
Cierto es que hay ahora un número mayor
que jamás hubo de asociaciones diversísi­
mas, especialmente de obreros. De muchas
de ellas no es este lugar de examiuar de
dónde nacen, qué quieren y por qué camino
van. Créese, sin embargo, y son muchas las
cosas que confirman esta creencia, que los
gobiernan, por lo común, ocultos Jefes que
les dan una organización que no (iice bien
con el nombre cristiano y el bienestar de los
Estados, y que acaparando todas las indus­
trias, obligan á ios que con ellos no se quie­
ren asociar, á jiagar su resistencia con la
miseria. Siendo esto a s í, preciso es que los
obreros cristianos elijan una de dos cosas:
ó dar su nombre á sociedades eu que se
jionga á riesgo su R eligió n , ó formar ellos
entre sí sus propias asociaciones, y juntar
sus fuerzas de modo que puedan animosa­
mente libertarse de aquella injusta é intole­
rable opresión. Y" que este último se (leba
absolutaiuoute escoger, ¿quien habrá que lo
dude, si no es él que quiera poner eu iuniiueiitísimo peligro el sumo bieu del hom­
bre ? . . ■....................................................

(ionlradiga. Y en semejantes casos estíl en
su derecho la Autoridad pública si impide
que se formen; usa de su derecho si disuelve
las ya formadas; itero debe tener sumo cui­
dado do no violar los derechos de los ciuda<lanos, ni so pretexto de pública utilidad es­
tablecer algo que sea contra razón. Porque
á la leyes, en tamo hay obligación de obe­
decer , en cuanto convienen con la recta
razón, y consiguientemente con la semiiiterna
ley de Dios (2).
Y aquí traemos ó la mente las varias Aso­
ciaciones, Comunidades y Ordenes religiosas
(pie la autoridad de la Iglesia y la piadosa
volujitad do los cristianos produjeron, las
cuales cuanto hayan contribuido al bienestar
del género humano la historia ánn de nues­
tros días lo está diciendo. Semejantes socie­
dades, si con la luz sola de la razón se exa­
minan, se ve claro que, como fue honesta la
«•aima ]>or que se fundaron, fné natural cí
derecho con que se fundaron. Pero por lo
(pie tienen do religiosas, sólo á la Igle.sia
están en rigor de Justicia sujetas. Is’ o luicilen,
UNA EXPOSICION
pues, sobre ellas arrogarse dei’echo ninguno,
ni tomar sobro sí la administración de ellas
en los Talleres Salesianos de Sarria (Barcelona).
los poderes públicos del Estado; á éste más
(D e l Diario Catalán).
bien toca resju'tarlas, conservarlas y, cuando
el caso lo demandare, impedir que se violen
E l domingo iiltimo tuvo lugar eu los T al­
sus dereehovS. Jx) cual, sin embargo, vemos leres íSalesiauos, la solemne inauguración de
que se hace, sobre todo en nuestros tiempos, la Exposición que presidi(3 el Reverendísimo
muy al contrario. En muchos lugares ha señor Obispo de Astorga en compañía del
liecho el Estado violencia á estas Comuni- muy lltre. Dr. Don Pecíro Casas y P a ia u ,
Arcediano de esta Catedral, y del Rdmo.
(U S. Tlm m . n*.
P. Riualdi, Director del establecimiento.
(J) /.a l«.w A«iMana,
fa n a
raM n d « Iav «n ciMin/Aff
ror^ortiia con /«» recia rocHn. y
r » tnauifenta quf. te
Numerosa cuanto distinguida concurrencia
deriva de lu í>y eten ia . íf.i* ci» c k a i C o t - n p ij-ta de la x u ú n .
asistió á tan importante acto, que demostr<5
te llama l.-y
ir net no Uetu- » r de lev.
máe bien de
cierta cís Icucm» iS . Tino .1.
Thtol. l - l l , qiiuc«i. la , a. aj.
uua vez más el celo é iuteligeucia con que



101



los humildes hijos de Bon Boseo siguen la sianos para que les proporcionasen trabajo.
Después de ejecutada una gran marcha
hermosa senda de la caridad que su bene­
final, pasaron los concurrentes á visitar la
mérito Fundador les trazó.
S.
E. el Sr. Obispo pronunció un elocuente Exposición, haciendo todos grandes elogios
discurso saludando ü los asistentes, enalte­ de los objetos de escultura, dibujo, carpin­
ciendo las virtudes de los Padres Salesiauos tería, imprenta, encuadernación etc., Jete.,
y recomendando á la caridad de los católi­ muchos de los cuales pueden competir con
cos, las necesidades siempre crecientes de su los do los priucii)ales establecimientos indus­
obra regeneradora. Las palabras del limo. triales de España y del extranjero.
Keciban también nuestra enhorabuena los
Dr. Grau conmovieron profundamente (i cuan­
beneméritos Padres Salesiauos y cuantos
tos las escuchaban.
La banda de música de la casa salesiaua bienhechores por ellos se interesan.
alcanzó nutridísimos aplausos, mereciéndolos
no menos entusiastas los jóvenes artesanos
que desempeñai'on un precioso diálogo de
circunstímcia.
NOTICIAS VARIAS.
También fueron muy aplaudidas las poe­
sías y, sobre todo, el elocuente discurso del
l'i i a
S a lo s ia iia o ii O i i l o .
distinguido Presidente de la Congregiidóii
Habiendo nuestros Misioneros de Concep­
de la Inmaculada y do San Luis Gonzuga,
don Víctor Gibert de Serra, que versó sobre ción y Talca recibido un aumento de perso­
nal, han tenido el consuelo de abrir una nueva
la cuestión obrera.
Describió á grandes rasgos el estado actual Casa en Ghucbunco, en los afueras do San­
de la Sociedad perturbada profundameute tiago, capital de Chile. Abrióse precisamente
por las escuelas socialistas que han logrado el día de María Auxiliadora, el 2 i de mayo,
mrancar la fe del corazón del obrero. Ma­ con el nombre de Instituto de Don Bosco.
Llamados por el lievmo. Sr. Arzobispo de­
nifestó que la Iglesia únicamente podía re­
generar la Sociedad y que su Santidad el bíamos poco después tomar á nuestro cargo
Papa León X I I I , dolorosamente preocupado el Asilo del Carmen en el centro de dicha cacomo amoroso qjadre, del malestar que aqueja ]»ital; pero á causa de la revolucióu que aflige
á la clase obrera, en su magnífica Encí­ ii aquél país, como las tropas del Gobierno
clica J>e Conditione Opifictnn ha señalado la se hallan alojadas en dicho Asilo, no ha sido
causa del mal y su remedio. H izo resaltar posible complacer aún al ilustre Prelado.
la profundidad y alteza de miras en que está
inspirado el documento pontificio, enume­
K 1 l* i»e s b o . D o n L u is C a lca g-n o
rando las cuestiones que trata, y repitió las
e n I t a lia .
palabras que el señor Obispo de Madrid di­
rigió á cuatrocientos obreros: « Me habéis de
En abril del afio en curso llegó á Turín.
]i(‘rmitir, señores, que concluya recomendán­ el Director de la Misión Salesiaua de Quito,
doos á todos la lectura y estudio de la su­ Sr. Don Luis Calcagno, para tratar do la
sodicha admirable Encíclica de Xiiestro San­ fundación de una Casa en lliobamba y de
tísimo Padre León X l l l , que es la gran carta otra, más tarde, en Cueiicíi para los indios
económica del mundo moderno y un rico te­ orientales, no menos salvajes y desdichados
soro doctrinal para armonizar los intereses que los de la Tierra del Fuego.
de patronos y obreros y volverlos á la unión
Poco hace que yendo á liorna ofreció al
y amor fraternal. »
Santo Padre loa sentimientos de filial reve­
En la segunda parte demostró que la Obra rencia y afecto no sólo de nuestros Misione­
de Don Bosco, había sido ins]>irada por Ala­ ro- de Quito, sino de todos los fieles de aquel
ria Auxiliadora como el remedio adecuado á noble país.
las necesidades modernas y que el obrero
liegresará á los Talleres del Sagrado Co­
que salía de los Talleres Salesiauos realizaba razón (Quito) en otoño con numerosos M i­
el ideal del obrero cristiano, cumpliendo sus sioneros.
deberes religiosos y trabajando con empeHo
é inteligencia, impresa en la frejite la má
T r a b a jo s d e c o r a tiv o s
xima de nuestro gran poeta Verdaguer :
Treballa, pensa, Ilu yta, mes eren, es- e n la i g le s ia d e M a r ía A u x ilia d o r a .
l>era y ora. »
Continúase la obra con gran actividad y
Qui enfonza ó alsa ‘Is pobles es I)e u ,
á .satisfacción de las personas de gusto y en­
que ‘ Is ha creat. >
Terminó alentando álos jóvenes, y niños para tendidas eu el arte. E l trabajo de decora­
que la Exposición les sirviera de saludable ción es elegantísimo; el de los cuadros del
estímulo, proponiéndoles como modelo de san­ Via Crucis digno del más renombrado escul­
tidad y aplicación á S. Luis Goiizaga, al cual tor, y el de las pinturas de la cúpula obra
Don Bosco profesó singular devoción,y exhor­ maestra de Rollini.
tó á los Cooperadores y Bienechores Sale-



-102



bondad, y muchas veces se ha repetido sin
temor de errar que i>odía tener adversarios
pero ningún enemigo.
Todos lloran ahora su muerte, y los Salesianos más que todos. La muerte del Car­
denal Alimonda es para nosotros una in­
mensa desgracia. ¿(Juién nos amaba como
A r z o b i s p o ele X u r iii.
él ? Cuando era aún obispo de Albenga asis­
tía gustoso á las academias y solemnidades
lía desaparecido una de las inteligencias religiosas de nuestro Colegio de Alassio, per­
niAs robustas y preedaras de nuestro siglo y teneciente á su diócesis. Alentábanos con
lo <|iie es aún niás doloroso para nosotros sus afectuosas palabras y llenaba de grandes
ha (hisaparecidü el amigo y bienhechor por demostraciones de aprecio á nuestro Padre
exí'P.lemda, el jmdre de los Salesianos.
Don Hosco. E l 2ü de enero de 1874 pronun­
E l ( 'ardenal Aliciando delante de
inojida nació en
sus seminaristas el
Géii(»va el 23 de
panegírico de San
octubre de 1818 y
Francisco de Sales
murió en la niisina
decía: ¿Yd<jmle te
ciudad el 30deMadejo, amiyo 7UÍo y
yo del año en cur­
padre venerando del
so. Kennía en el
Clero, Juan Boscof
más alto grado dos
A tí se te reveló
nobilísimas cuali­
desde niño la vir­
dades <iue ]>o(ías
tud de nuestro San­
veces se hallan
to, y de él apren­
juntas: genio y co­
diste la delicia, larazón, el vuelo del
santidad , la dul­
águila y el candor
zura y todas las
de la paloma. Arvirtudes cristianas
rebataíia con el
que te adornan. De
el tomaste el con­
brillo de su pala­
bra y persuadía
cepto y el espíritu
de tu benemérita
con su rica y pode­
rosa argumenta­
Congregación Saleción. En sus Oo7i*
siana. Yo la vi na­
fcrnidaíi^ <pie Ibrcer y dilatarse como
niaii doce volúme­
planta del paraíso
nes , se armonizan
que cultivada en la
con dulce consor­
tierra se ha desarr­
cio la ciencia y la
ollado <) la mane­
fe. Cesar Cantú las
ra que los santos
ha apellidado un
monasterios de la
prodUjio (le ciencia
V is ita c ió n . San
i¡ enidición, (tpolo
Francisco de Sales
(jia religiosa ¡a más
revive en tí y llena
j/reci<(8(t que ha pro­
de benejieios d la
ducido la Italia^ i¡
sociedad.
la cual difícilmente
To te tributo este
2>odrá llcijar á ser
aplauso para dar
hl Emo Oardenal Alimonda.
superada.
r.i'pausión d migraElogios semejan­
fitud, puesto que de
tes han merecido sus donnis obras: Ix'azona- los trabajos de tus hijos se alegra y regocija
■miento sobre el Doqma de la Inmaculada ('onmi querida J>iócesis^ mas superiores son los
eepeión^ ('on/ereueia sobrelAdero y la Italia, encomios y agradcídmienfos que recibes de la
raneyíriats^ M i Obispado, ¡>iscursos pastorales Iglesia Católica cuyo gremio incrementas en
y académicos y las amenísimas narraciones
Europa y América por medio del apostolado
Ih 'l alba al ocaso y Flores y FstrcUas.
salesiano que d- tantos niños educa, d ta?itos
I'oro por poderosa que fu era la mente del bd¡-baros convierte y d Uintos cristianos sanCardonal Alimomla más notable era aún su iijieal
corazón. Todo el que llegaba á él sentíase
Y como si esto no fuese aún suficiente
como fascinado con su amable sonrisa y su para manifestar su afecto, pocos días después
paternal benevolencia. En Genova como en repetía iguales sentimieutos en otro panegí­
Albenga y como en Tarín mayores (pie los rico pronunciado en la iglesia de nuestro Co­
triunfos de su elocuencia fueron los de su legio de Alassio.

EL EMO. CARDENAL CAYETANO ALIMONDA

— 103
Este afecto á Bou Bosco y á los Salesianos fué credeudo en él de día eii día y lo
expresó sobre todo al ser Arzobispo de Turíu y siujíularmentíi en la última enfermedad
de Bou Bosco.
Espei'amos que ambos vivan ya colmados
de doria en el Paraíso.

H IS T O R IA
del Oratorio de San Francisco de Sales

T en nuestro Oratorio ¿ qué sucedió de
particular! — Un madero encendido, largo
de 0 á 7 metros, cae á pocos pasos de nuestra
pequeña y vieia casa, que hubiera sido aplas­
tada é incendiada en un momento, si la mano
de Bios no la hubiese protejido. La mieva
iglesia todavía en construcción hubiera que­
dado en malísimo estado, ya que, si bien
próxima á ser bendecida, no había aún nada
de obra de carpintería. B e aquí que estando
por todas partes abierta poco ó ningún daño
se la ocasionó. Lo que sufrió más, fué nues­
tra habitación, en la que se abrió una gran
bendedura: por demás es d ecir, que vidrio
no quedó ni tan sólo uno: las ventanas, es­
tando cerradas se abrieron y muchas fueron
lanzadas contra las paredes y hechas pedazos.
Una puerta trasera de la capilla, que de
muchos meses no se había abierto, ya fuera
por dificultad de la cerradura, yn porque
con la humedad sin duda se había hinchado,
f^ué lanzada en medio de la misma.
Otro tanto pasó á otra puerta que cerraba
la bodega del vino de la casa, separándola
de sus goznes y dando así libre entrada á la
pequeña casa de Baco; aunque no se dió lugar
á que nadie tuviera que ir á dormir antes
de la hora acostumbrada. Keferiremos un
hecho que por lo que tiene de extraordina­
rio y sobrehumano, es d’-guo de notarse.
Entre nuestros amiguitos, había uno de edad
de 13 años; trabajaba de herrero, de exce-'
lentes costumbres y sólida piedad, al cual
Don Bosco apreciaba mucho y siem^ire po­
nía por moddo á sus compañeros de taller.
Sucedió que este jovencito, un año antes de
la explosión cayó enfermo •gravemente, lle­
gando su estado á tener que administrársele
los Santos Sacramentos; y un día entre el
delirio y como inspirado de lo alto, se puso
á gritar: ; A y de Turínl ¡ A y de Tarín I Sus
amiguitos le dijeron:
— ¿Porqué dices ¡ A y ; A y J

L

— Porque se ve amenazado de un gran
desastre, respondió.
— liCuálf
— üu terrible terremoto.
— ¿Cuándo será!
— E l año próximo. Y ; ay de Turíu e l 2«
de ab ril!
— ¿ Qué es, pues, lo que debemos hacer J
— Bogar mucho á S. Luis que proteja al
Oratorio y á los que lo habitan.
Poco tiempo después moría saiitamento en
el Hospital del Y . Cottoleiigo. Debido á su
rara virtud y al acento con que pronunciaba
el ¡A y ! nuestros Joveucitos guardaron mucho
tiempo la impresión, sacaron no poco fruto,
y por ellos solicitado, mañana y noche so
anadió en las oraciones dichas en comu­
nidad, un Fater, Ave y Oloria á S. Luis, con
la invocación : -16 onnii malo — libera uofs,
práctica que todavía existo en nues­
tras Casas.
En general los daños materiales ocasio­
nados fueron inmensos; de los edificios más
próximos, muchos para su reedificación tu­
vieron que levantarse de nueva planta ¡ nom­
bróse por el Gobierno una Comisión de pe­
ritos, para que entendiera en el asunto é
indemnizara lo que fuera posible, principal­
mente á las casas de los más pobres. La C o­
misión dió también algo á nuestra Casa,
entregando á Don Bosco trescientos pesetas.
Antes do terminar-idácenos hacer una x>eqneña observación. Después do las dos ex­
plosiones, y amenazando una tercera todavía
más terrible, muchísimas x’ ^rsonas las más
vecinas, y los enfermos que ax>enas podían
tenerse en lü é , se trasladaron á un camx)o
inmediato, Junto á nuestro Oratorio , y do
cara á la iglesia en construcción. Yeíase á.
los unos haciendo comentarios sobre la exX)losión, á los otros hablando sobro la Jus­
ticia y misericordia del Señor, quién pedía
perdón, y quién prometía reformar .su vida
y costumbres, quiénes se eii<*omendabau á
todos los Angeles y Santos del Cielo, y to­
dos sin excepción manifestaban su confianza
en María, recordando su antigua misericor­
dia para con los turineses. De aquí, que la
iuvocáraii en aquella terrible circunstancia,
recitando el Rosario, y haciendo resonar en
el aire sus alabanzas. Es bueno decii’, que
en aquel campo, hoy día, levántase el tem­
plo dedii-ado ú ;María Auxiliadora, á donde
acuden de todas partes, mil y mil fieles á
pedir consuelo en sus afiiccióiies , fortiileza
en sus tribulaciones y medicina en sus en­
fermedades , á la vez, que á deponer sus ex­
votos que recuerden las gracias obtenidas
por intercesión de tan Excelsa Señora.

— 104 —

R c g la in e n t o (1).
C a p ít u l o X X X I I .
Sociedad do socorros mutuos. — Su reglamento. __
Examen de los alumnos de la escuela nocturna. —
BendicWn y primera Misa en la iglesia de S. Fran­
cisco de Sales. — Las funciones de la tarde. — Ac­
ción de gracias. — Música. — Poesía. — El Alcalde
<le Turín. — El periódico L a P a tiia . — Carta de
Mons. Fransoni. — El primer decenio de la historia.

TJn<a coiía so pos luibííi olvi<lado, acaecida
en nuestro Oratorio á linea del año l-S.")!), y
<le lii (!ual creeino.s oportuno decir dos pala"bras en esto lujjar. Después <lo dadas los
leyes de la Relbrma civil y del Estatuto, de
lo cual hablamos ya eu su tiempo, se for­
maron varias Asociaciones, las cuales bajo
el manto de caridad y lilaiitropía, tendían
pervertir eu sus reuniones las ideas de sus
miembros, mezclándose en las cosas de poUtica y relighhi.
Una do estas Asociaídones ftió la llamada
Sociedad de Obreroa, la cual en sus prin­
cipios ya demostró sus tendencias anti-católicas. Muelles de nuestros compañeros y amiífos que habían dado su nombre, no tardaron
en advertir que habían puesto el pió en una
trampa, y fueron pronto sagaces en saberse
íilejar de e lla ; con tod o, algunos pocos se
quedaron, pero bien pronto'palparoil las con«ecuencias en su fó y costumbres. P or este
motivo para impedir que los jóvenes estemos
del Oratorio se inscribiesen en tales Socie­
dades peligrosas, Don Bosco procuró esta­
blecer una entre ellos, que atendiese á la vez
que al bien corporal, al bien espiritual de
sus individuos. Comenzó á insinuarlo á los
de más edad, exponiendo su íhi, ventajas y
condiciones, y fué unánimemente aprobado
eu proyecto. La sociedad, por lo tanto, bajo
©1 nombre de Sociedad de socorros mnttiosj fué
inaugurada el primero de julio de ISñO, mar­
chando completamente organizada eu el tin
que se bahía jiropuesto. Do lo que so de­
duce que la primera semilla de aquella nu­
merosa Sociedad ó Unión de obreros católicos,
de la que más tardo se han ido estableciendo
otras eu muchas ciudades de Ita lia , fuó
ochada por Don Bosco entre sus jóvenes del
Oratorio (1 ). riacenos poner aquí por entero
su líeglamento, ya sea para recordar el he­
cho, ya sea i>ara que sirva tle norma á quien
quisiera ihndar otras; hechas siempre aque­
llas variaciones que de tiempo, lugar y per­
sonas fueren necesarias.
( 1 ) E st» Men «qnl mvt«r, qii«> 1 » prim ern S neM a d d*
('lUvtiev*.
en Ita lia , iu é la «le T u r in . fim eatlH eu 1 Ü7 1 i im putaos de unos cu án to s ^ oortM oa jú v eú ea.

1. E l fin de esta Sociedad es el de so­
correr á aquellos comxjañeros que cayeren
enfermos y que por carecer involuntaria­
mente de trabajo, se halláren necesitados.
2. Xinguno podrá ser admitido en la So­
ciedad, si antes no está inscrito en la Oouipañía de S. Luis, y quien dejare de pertene­
cer á ésta, sea cual fuere el motivo, deja de
ser considerado como miembro de la Sociedad.
3. Cada socio pagará cinco céntimos to­
dos los domingos; y no podrá gozar de los
privilegios de la Sociedad hasta después de
seis meses de su aceptación. Teniirá dere­
cho á ser socorrido por la Sociedad, si al
momento do entrar se paga 1,50 ptas. y no
está ya enfermo ó sin trabajo.
4. E l socorro para cada eufenno será de
50 céntimos diarios, hasta el día de su com­
pleto restablecimiento.
En caso de que el enfermo estuviese en
algún asilo para su curación, cesará el so­
corro, y este se le dará cuando hubiere sa­
lido de é l , para el tiempo de su convale­
cencia.
5. Aquellos que, sin culpa propia, estu­
vieran sin trabajo, comenzarán á percibir el
socorro, ocho días después de su desocupa­
ción. Cuando el subsidio debiese prolongarse
m ^ allá de veinte d ía s , el Consejo, deter­
minará lo que juzgue conveniente, sea para
su aumento ó disminución.
6. Se aceptarán con vivo agradecimiento
todas las ofertas hechas á beneficio de la
Sociedad, y se bará todos los años una
colecta particular.
7. Quien por algún tiempo dejase d© pa­
gar la .ciiola que le corresponde, no podrá
gozar de las ventajas de la Sociedad, á no
ser, que satisfaga las cuotas vencidas, y por
espacio de un mes no podrá pretender cosa
alguna.
8. La Sociedad estará compuesta de un
Director, Vice-Director, Secretario, Vice-Se( 1 ) A l Rofflmnonto p recetlía cato peqneBo prrtlojto: H e aquJ.
qneridus ló v e u e s, un R uglaincntu p a ra T u o etra S o cied ad E l
u3 s e r v ir á do norm a p a ra qu e re in e ou olla e l ord en y m archo
co n p roap on d ad . N o puedo menos do a la b a r v u e stro empeOo y
d ilig e n cia ou p rom overla. T a n sólo ah orrad u n ro a l p o r sem ana
y e sto quo tó n poco c u e sta en expen d erse, un d ía en con trará
su buen resu ltad o . T e n é is p or m i p arto to d a m i ap robación ,
bo lo 8 t. 08 rw om len d o que a l a p a r q u e os m o stráre is celosos
p or e l bien «lo la S o c ie d a d . no o lv id é is la s re g la s d e la Comp aflia do S . L u is , do lo c u a l depende la p a rte fu n d am en tal, e s U
08 lo d el alm o. E l SoUor d erram e la v e rd ad e ra ca rid a d y la
v e rd ad e ra a le g ría on v u e stro s co ra zo n e s, y e l tem o r d e D ios
acom pa&e to d as v u e s tr a s aocioneii.
6

J u a s B o s c o , P b ro .
A l fin ib a ad h erida
sad a:

Ib cé d u la

d e la in scrip ció n

a s i ex p re ­

E l jó v e u
h ijo do .
.
h a b ita n te e n ............................
d e oñein
. . ■ . h a sid o ad m itid o en la
Socioda«i
e l d ia . . .
d e l m ea . , .
d e l ano 18
P o r el R eglam en to h a pagado ce n t. 2 3 .
E l Steretario

£ i D ire e ior

IF
^

105 -

cretario, cuatro Vocales, un Visitador y Sus­
tituto y ua Tesorero.
9. Los que compondrán la Junta direc­
tiva, á más de pagar con exactitud todos los
domingos los cinco céntimos, tendrán espe­
cial cuidado en hacer observar las reglas de
la Compañía de S. Luis y atender, así, tanto
á la propia santificación como á la de los
demás.
10. E l Director nato de la Sociedad, es
el Superior del Oratorio. Éste cuidará que
los Vocales cumplan con su deber, y que las
necesidades de los socios sean satisfechas
conforme el Eeglamento.
11. E l Vice-Director, ayudará al Direc­
tor , dará al Secretario las órdenes opor­
tunas para las juntas , y expondrá á la D i­
rección, cuanto pueda ser útil al bien de la
Sociedad.
12. E l Secretario estará encargado de
recoger las cuotas de los domingos, anotando
puntualmente á aquellos que cumplen con
su obligación, con los que usará toda clase
de amabilidad y deferencia. Es también de
su incumbencia, el entregar las papeletas al
Tesorero, para que anote el nombre, apellido
y domicilio del enfermo; todas las decisio­
nes de importancia, dimanadas de la Dü'ectiva, serán registradas por el Secretario. En
estos quehaceres será ayudado por el V ice­
secretario, el cual si hubiera necesidad hará
sus vece.s.
13. Los cuatro Vocales darán su parecer,
en todo lo que se relacione al bien de la So­
ciedad, y darán su voto tanto en lo que
tienda á las cosas de administración, como
en el nombramiento de algún miembro.
lá. E l Visitador nato de la So(áedad, es
el Director espiritual de la Compañía de San
Luis. Éste se presentará personalmente á la
casa del enfermo, atenderá á la necesidad y
hará la debida relación al Secretario. Obte­
nida de éste la oportuna i>apelcta, la entre­
gará al Tesorero, de quien recibirá el socorro
asignado al enfermo. A l entregar el socorro
el A’isitador, tendrá especial cuidado de re­
cordar al enfermo alguna máxima de nuestra
santa líeligión, animándole á recibir los San­
tos Sacramentos si viera que se agravaba
en su enfermedad. En esto será ayudado
del Sustituto, debiendo demostrar gran pre­
mura en ayudar al Visitador, especialmente
en llevar el socorro y consolar á los en­
fermos.
lo . E l Tesorero estará encargado de los
fondos de la Sociedad, y dará cuenta de ellos
cada tres meses. íío podrá dar cantidad al­
guna sin un escrito, que traído del Visita­
dor esté firmado por el Director, y en el cual
se exprese ser cierto lo que se demanda.
16. Todo empleado desempeñará su cargo
por espacio de un año; podrá empero ser
reelegido.
17. La Dirección cada tres meses ren­
dirá cuenta de su administración.

IS. E l presente Reglamento comenzará
á regir el primero de Julio de 1859 (1).
iXuestras escuelas nocturnas iban en g^an
aumento y dando sus buenos resultados, fre­
cuentadas tanto por los alumnos de la Gasa
como por los externos. Para estimularlos al
estudio, Don Bosco hacía dar de cuando en
cuando, e.xámenes públicos, á los cuales in ­
vitaba á las personas más notables de la
ciudad. Uno de estos se dió el domingo
16 de mayo de 1852, en presencia de lo más
escogido de la sociedad turinesa, entro los
cuales se contaban algunos miembros del
Cabildo municipal. E l exámen versó sóbre­
las siguientes materias: 1®Lectura y escritura j
elementos de aritmética, sistema métrico-decimal y gramática italiana; 2" (leograña sa­
grada, llistoria Sagrada del Kiiovo Testa­
mento, canto y música; 3® Recitación de her­
mosas i)oesias y prosas, con dos diálogos
titulados: Viaje á Palentina y L7 joven sin
2)remio. Recordamos aquí, lo que dijo en tal
ocasión el sacerdote Sr. A p o r ti; que no
solo no se podía esperar cosa mejor de jó ­
venes trabajadores, que todo el día están coa
el martülo, la lezna ó la aguja en las manos,
— al ver la prontitud y claridad con querespondían, — sino aun de aquellos que todo
el día están metidos entre los libros, en los
bancos de la escuela y que oyen las expli­
caciones de su maestro. A l ün se repartie­
ron los premios que no cousistieroii tan sóloen aplausos, sino eu varios objetos propor­
cionados por los biehechores.
Entre tanto con las limosnas , que venían
de varias manos caritativas, con Ja subven­
ción de la Casa Real, con otro subsidio pro­
veniente del Economato, y con el dinero pro­
ducido por la lotería, las obras de la iglesia
de S. Francisco de Sales, adelantaron de tal
manera que eji el mes de junio estaban ya
terminadas. E l Sr. Dr. D. Franc.isco Vallauri,
su señora esposa y su muy digno hijo el sac.erdote Don Pedro, se encargaron del altar
jnayor. E l comendador Don José Dupré, adornó la capilla de S. Luis que está entramln
á mano izquierda, poniendo un altar de már­
mol. Los nobles esposos, Sres. inanjiníscs
Domingo y María Fassati, se encargaron dol
segundo altar lateral, dedicado á la Santí­
sima V irg e n , adornáronlo con una preciosa
imagen de María y hermosos caiuleleros de
bronce. El Sr. Don Miguel Scanagattí. re ­
galó otro juego de candeleros ; Don José Gafasso, costeó el púlpito ; y otros biehechores
contribuyeron á la orquesta con su corres­
pondiente órgano. En suma, si Don Bosco
empleó en aquella ocasión toda su actividad
acompañada de un celo extraordinario, la
buena piedad de las personas, y mejor, la
D ivina Providencia, lo conforto siempre con
( 1 ) V é w e e l lib r íto titu la d o Saciedad de toeorrot m ú ív o e d »
jm io d iv td a o d e l a C onspafiie d e S. T.nia, erig id a en el O ra­
to rio d e San F ra n cia oo d e Salea. — l'n r in , tip o ¿ ra fia d e Sj>eér a n i j P e rr e ro , 1 S 5 0 .

— lOG —
sil valiosísimo apoyo. P or lo que, «ItimadavS
ya las obras y preparadas las cosas necesa­
rias, se lijó el día para su solemne bendi<;ión, y dedicación al divino culto; acto que
tuvo lupir el 20 d e ju iiio , tercer domingo
desjHiés de l'entecostós, fiesta solemne en
Turiii en honor de María Santísima, bajo el
título de la (UniHolación. Seríamos muy exteuMü.s si (inisieraiuos referir todo lo notable
de este día, ya que para nosotros fué una
fiesta mhs bien única que solemne.
Se levantó á la entrada de nuestro patio,
un arco <Ie colosal altura, con un rótulo que
en gruesos caracteres <lecía :
Con onraotoroH iloradon
nMui'iliiriiinoH p or todos la d o s ;
V iv a utorimniunto cato dia.

De la Curia Arzobispal de Tarín fuó de-

^

puós la iirimeva M isa, dirigiendo al fin un
docto discurso, á la gran multitud de jovencitos y otras ])orsonas do la ciudad.
PíU’ü lo mós bello de la fiesta fué por la
larde. Aposar de su gran éapacidad, la igle­
sia se llenó de gen te; predicó nuestro J>ou
Hosco; y entre las varias cosas que dijo re­
cordamos los cambios realizados eu aquel
s itio ; de lugar de recreaeióu , en puesto de
oración; de lugar de charlatanería^ en jmesto
de alabanza al Señor; de lugar de liberti­
naje y lieencia, — i>or hallarse vecina uua
mala taberna poco antes destruida, — en
imesto de santa alegría y de amor de Dios.
Ibisó luego á exorfavuos, cómo debíamos hon­
rar siempre aquel bendito lugar, con nuestra
asistencia, interviniendo en las fundones, y
frecuentando los sajitos sacramentos. Finaímeute manifestó que las iglesias materiales
son uua figura de nuestras almas, llamadas
templos del Espíritu Santo, insíámlonos á
1 conservarlos siempre limpios, esto es sin pe' cad.o; para (|ue el Sefior se complazca fijar en
él su inorada por el tiempo presente,, á fin de
que después nos hagamos dignos de entrar
' eu la suya bienaventurada i)or toda la eter­
nidad.
Una eompaiiía de la Guardia Nacional asis­
tió á nuestra fiesta , ya jiara conservar el
órden, ya para darle mayor esplendor, baeiondo salvas en el a«*to de la bendición
<íon el Santísimo, lo cual produjo un admi­
rable efecto. Con ella formaban parte los
guerrilleros del Oratorio con sus fusiles de
palo y sin gatillo. Estas y otras cosas por el
estilo, llamaroa tanto la atención, que fueron
de gr.ui satisfacción á las personas piadosas
y do admiración ú las mismas del mundo.
Eu la misma timle, habían venido al Ora­
torio los promotores y promqtoras de la lo­
tería, varios miembros del CÍeix) y de la no­
bleza turinesa, y muchas oti'as personas que
Imbiaii tomado á gran empeño la construoeión do la nueva iglesia. Entre otros se veia

á los dos hermanos Cavour, al marqués Gu.stavo y al conde Camilo. Concluidas las re­
ligiosas funciones, Don Bosco los reunió eu
uu lugar preparado al efecto, que fué eaBualiueuto el de la antigua capilla, y allí les
dió la más espresivas gracias por todo cuanto
habían h ech o, no sin referir antes bre­
vemente, lo que se había llevado á cabo,
debido á la solicitud de los unos y á la ca­
ridad de los otros; demostrando con suma
complacencia que íos esfuerzos de todos ha­
bíanse visto felizmente coronados aquella
maiiaua con la bendición del sagrado ediñcio. Dijo también que sus deseos eran el de
recompensar generosamente á cada uno los
muchos sacrificios hechos y las tantas penas
sufridas, pero que no siéndole esto por sí
mismo posible, había hecho y haría rogar á
los jovencitos del Oratorio, para que Dios
derramara toda clase de gracias y bendi­
ciones sobre cada uno de ellos e n 'la vida
presente, y los adornara con una hermo.sísima corona de gloria en la futura.
A la cordial alocución de Dou Bosco , si­
guió un ludio motete musical del célebre José
Blauchi, de grata memoria, cantado por un
coro de jovencitos del Oratorio, de entre ios
cuales, recordamos á Secundo P e ttiv a , de
edad de 15 años, quien hizo uua parte de solo
con una voz tan dulce y sonora que tocó las
fibras de todos los corazones, arrancando de
entre los circunstantes uua salva de aplausos.
En aquella ocasión nuestro Dou Bosco, eu
verdad puede decirse, gozaba de alegría re­
tratándose en él la figura del profeta David,
cuando cantaba y bailaba delante del Arca
santa. A pesar de las grandes ocupaciones
de estos días, supo invocar la musa y com­
puso una oda do circunstancia, (lu e'en su
sencillez fué bullada delicadísima. A nom­
bre de sus coadjutores y de sus hijos dcl
Oratorio, fué leída por un jovencito á dichos
señores, quienes la escucharon con suma com­
placencia.
A estas funciones Don Bosco había in vi­
tado al Sr. Alcalde de Tarín. Hubiera ve ­
nido, como lo liizü, cuando se colocó la pri­
mera piedra , á no hallarse completameute
imposibilitado de efectuarlo, lo cual se dignó
manifestar con una muy atenta carta que
prueba los religiosos seutimieutos del Presi­
dente del JIunicipio de Turín y el aprecio
que profesaba á la Obra del Oratorio, ¿ e
aquí como escribía á Don Bosco, en fecha
18 de ju n io :
« El infrascrito ha recibido con gran sa­
tisfacción la atenta invitación que vuestra
liustrísima se ha servido enviarle. Y tiene
el sentimiento de manifestarlo que debiendo
asistir en comisión con el Municipio á las
funciones religiosas d eN tra. Sra. de la Con­
solación, que tendrán lugar en el mismo día
por la mañana, y luego por la tarde á la
junta de la Cougregaeióu de la Caridad, le
impiden por completo satisfacer los vivos

— 107 —
todos lados al cultivador del campo del Se­
ñor. Nada diremos de aquellos liombres que
se unieron á Don B osco, y le secundaron
con el más ardiente celo; mas sí, nos place
hacer mención de las mil diversas formas y
variedades con que la cavidad de la pobla­
ción quiso contribuir al sosteuimieuto de
esta santa obra. Enviaban sus socorros per­
sonas de todas edades y condiciones : ri­
cos V pobres, grandes y pequeños, era por
decirlo a s í, un inmenso socialismo perma­
BELLO^'0, Alcalde. »
nente y ju sto ; ya que movido do un santo
y admirable sentimiento, cada uno contri­
A esta solemnidad sea, por el biien orden buyó conforme sus fuerzas lo lu'rmetían ; el
con (U í se llevó á cabo, sea por el noble pintor con su cuadro, el comerciante con sus
fin á que iba encaminada, se le dio tal im­ géneros y el propietario con sus diversas dá­
portancia, que no sin motivo se ocuparon de divas ; no faltando la miijor que siempre ba
ella los diarios y entre estos el que en aquel sido la primera, cnuiulo se trata de Hoyar ú
cntoucee se publicaba titulado La Jytna.\\
cabo una obra de caridad, en c.ontribnir en
aun cuando sea un iieriódico político, ju z­ todo cuanto estaba á su alcance.
gamos del caso poner aquí lo que dijo en
« V así vereis, cu la exposición de olijetos,
aquella circunstancia ya como liara memoria para la lotería eu Ucnelicio del Orat-orio, td
de aquél tan señalado d ía , ya pava (pie se sacrilicio de la diversión, del paseo y de los
vea de qué manera los hombi-es políticos juegos infantiles, todo como donativo para
consideraban la Obra del Oratorio con rela­ socorro del juibre : ^■cl■cis a esta caridad nuilción á los bienes que podían de ella venir tiforme é indirecta, como proveniente de se­
á la sociedad. Dice así:
res sensibles y delicados <jue son los (pie
« Tenemos á gTun dicha el poder ocupar­ componen la mayor parte de las obras de
nos liov al dar principio á nuestros escri­ beneficencia, patrocinando y manteniendo por
tos, de uno de aquellos asuntos que muchas medio del brutal dinero al menesteroso (tomo
veces han sido causa de nuestras cavilacio­ ser de clase más ordinaria y menos inteli­
nes, para que fuera á la vez útil é intere­
gente.
sante, esto es, de una obra de beneficencia.
« Hemos dicho brutal, porque creemos que
Nuestra dicha, pues, la hemos hallado en aiinel que como medio niateiial está obli­
medio de esta sociedad de la cual todos los gado á llevar á cabo una obra que oti*o ini­
dia.s manifestamos sus desventuras. Ocasnm cia y lleva á término, está en el caso del
será esta para dejar por nii momento la soldado, que en el combate está sujeto á la
•nluina á la vez mal cortada de la política, obediencia del general que manda : y no se
cuva ciática venimos liaciendo de cuando en entienda qnc al decir brutal, queramos ni
cuando, para tratar del asunto (luo como j)or mucho censurar la santidad de su deber.
decimos siempre ha tenido interés en nuestro Sea lo que fuere la misión que Don Bosco
lia puesto bajo la advocación de S. brau^ « Donde quiera que se halle un corazón cisco de Sales, es grande y digna de toda
ceneroso, allí se eiicontimráii simpatías para consideración. Sacar á la juventud did ocio de
aquel, que, con el celo de un filántropo, con la los días festivos, para mantenerla en una re­
perseverancia de un apóstol y con la fe <le ligiosa y hone.sta ocupación, es cosa tan iml a
un cristiano, sacrifica los más bellos anos de su que deber nuestro es, tener (pie recurrir a la
vida, vence toda clase de obstáculos con la sencilla cnanto sublimo pluma del autor jiara
sola firmeza de su voluntad, tan constante
explicarla.
.
,
cuanto resignada, y llega después de mu­
« É l confiesa lialK'.r visto « con iirofiim a
chos años de per.severancia, á ver realizada tristeza, á aquellos, qne habiéndose dedicado
una obra, digna de estar hermanada cau las por espacio de algún tiempo a aprendei- aliustituciones de im Fpée, de un As.sarotti y trun arte ú oficio, vienen después que lle­
de un Cottolengo. l ’ ues si (lucremos recor­ gan á poseerle, á l>a«ar el día festivo mal­
dar los principios de cómo estos lle^ aron a gastando en juegos y recreaciones mundanas
cabo sus obras, veremos cuanta semejanza la PLMiueña retnbiición qne reuniííron con d
tienen con la de Don Bosco, y como i>or los trabajo de bala la s<?maiia. Desimso por ello
bienes que de ella pueden reportarse, es (le p(iner coto á tamaño mal, y del cual pue­
di"na de estar al lado de la de los auteno- den seguirse funestísimas consecuencias, ueres Y deber nuestro es, — después de ha­ terminó abrir una casa en donde pcnler
ber hablado de las dificultades que tuvo que reunir á unos y á otros mi dichos días fes­
superar, — alabar el generoso desprendi­ tivos ; enseñándoles el modo de cumplir con
miento de muchas personas, que á pesar de sus deberes religiosos, y darles á su vez ins­
hallamos en tiempos tan calamitosos, y en trucción. dirección y consejo, con que un día
medio de una tempestosa política , supieron ' sepau llevar cristiana y hone.sta vida.
avudar eu la empresa, allegando recursos de

deseos que tiene de poder concurrir á h\
l»ella fiesta del Oratorio de San Francisco
de Sales, celoso cual ninguno por el bien
de nuestra .iuventud trabajadora, ya que ye
cu su obra modo de educarlos en la religión
para ser un día útiles á la sociedad.
F o t lo que ruega á S. 1. acoja benigna­
mente la más respetuosa veneración que le
profesa

;

— IOS —
lié aquí la obra que Don Bosco viene
anunciándonos con tanta sencillez, y que em­
prendía ayer consagrando el Oratorio do San
Francisco de Sales en Valdocco. E l Oratorio
es sencillo y modesto como quien espera de
la generosidad pública su decoro: pero su
ambiente está lleno de Heles, y éste es el
más bello ornamento de la Casa de Bios.
Estos íieles encontrábanse ayer como en tro­
pel iluminados ])or aquel s o l, cuyos rayos
son una bendición para aquellos que están re­
vestidos de tranquila y religiosa alegría. Todo
concurria á luicer guardar memoria eterna
de tan feliz d ía; eterna por una parte, para
aquellos que están ai>artados del vicio y que
deben reconocimiento á la institución; y por
otra, i»aru aquellos que la patrocinaron, re­
cibiendo además este tributo de gratitud.
« L a función religiosa fué solemnísima ,
propia de tales circunstancias. Una persona
que por-su emijiente virtud y por su vasta
erudición es el hoiior del clero, el pastor del
rebaño del Borgo Dora, leyó una admirable
composición, en la cual desarrolló los sanos
caracteres de la Iglesia cómo templo de
Bios y casa de oración. Bebemos confesar
que al ver cómo con aquellas palabras
<liclins con tanta sencillez y lógica, y despoja­
das de los presuntuosos conceptos cíe una elo­
cuencia i>oinposa sabía exponer la santidad
do iiuestra fe, la superioridad de nuestra re­
ligión , las creencias de los otros pueblos,
nos creíamos transportados á aquellos tiem­
pos en los cuales se predicaba al pueblo reu­
nido bajo el inmenso templo del Cielo ó en
medio de las selvas, la palabra de aquél
Bios que murió por nuestra salud. »
( Continuará.)

El Apostolado de la Oración.
Esta precio.sa Asociación proporciona in­
numerables gracias, mediante prácticas muy
sencillas. iQ ué se necesita, en efecto, para
ser socio del Apoíífoúu/üf Teniendo la ÚedMÍrt
de agregación, basta hacer diariamente, por
la mañana, ofre(;imiento de todas las oracio­
nes, obras y trabajos del d í a , según la in­
tención del Corazón de Jesús, á lo que suelo
añadirse la recitación de un radrvnu(\\tro,
Avnnaría y Credo. Esto solo basta para ga­
nar incontables gracias.
Esta Asociación conipreude tres grados:
el j)riinoro tiene jior práctica el ofrecimiento
de las obras antedichas; el segundo, rezar
diariamente una decena del rosario por las
intenciones recomendadas. Los que pertene­
cen á estejgrado, alistados como deben estar
€U el primero, se reparten en coros de quince

])ersonas. E l tercer grado lo forman aquellos
que cumpliendo con las condiciones del pri­
mero , aceptan hacer cada semana ó cada
mes la comunión reparadora.
Ventajas del apostolado. — 1“ Berecho
especial para participar de las promesas liecbas por Xuestro Señor á la Beata Marga­
rita en favor de los que procuren la gloria
de su divino Corazón. — 2“ Participación
especial en las oraciones., penitencias, Comu­
niones y Misas de las principales Ordenes re­
ligiosas, de más de 120 Congregaciones re­
ligiosas, 40,000 Parroquias, Comunidades ó
Asociaciones católicas, y trece millonea de
sacerdotes ó fieles voluntariamente alistados
en esta santa Alianza de oraciones y de celo.
La cédula de agregación puede obtenerse de
los 1*1*. de la Compañía de Jesús.

E L DESCANSO D EL DOMINGO.
L a Liga popular, establecida en Francia
para promover el descanso del domingo, pro­
pone algunos medios muy adecuados para la
realización de obra tan importante. Figuran
entre ellos:
1" L a propaganda por medio de opús­
culos que circulen con iirofusión y que den
á conocer las ventajas que la religión , la
sociedad y los intereses materiales lograrán
con ese descanso.
2® La formación en cada barrio, de una
corporación que procure atraer á todos los
hombres honrados, residentes en él, á la abs­
tención en tal día do todo trabajo.
3® La formación en cada ciíidad y en
cada pueblo de xiua asociación que procure
jíor todos los medios posibles promover tal
descanso.
4" L a propaganda individual realizada
constantemente por medio do la conversa­
ción .
5® La protección á los comerciantes, pro­
fesores y artesanos, que observen dicho des­
canso , i>refiriéndoIos invariablemente á los
que lo quebrautan.
Con los fines indicados, se han establecido
las asociaciones de Lyóu y de Tolosa, y de­
ben haber empezado ya sus trabajos las de
Lila, Burdeos, Tours, Besan^ón, Euán, Montueon, ísantes y Xauey.
La Liga, deseosa de restablecer el descanso
del domingo, pone á disposición de sus miem­
bros, además de exceleutes libros, el notable
opúsculo de M. Fenelon Gibou intitulado:
L a Cruzada del Domingo^ cuya 2* edición ha
visto ya la luz pública.

Con aprobación de la Ant. Eclesiistica-Gcrcnte JOSa GAMBDíO
Turin Tipografia Salesiana — 1891.

Fecha
1891.08