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Título
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BS_1891_07
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Descripción
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Boletín Salesiano. Julio 1891
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extracted text
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AÑO VI.
Sale nna vez al mes.
N. 7.
JULIO de 1891
BOLETIN SALESIANO
D ebem os a y u d a r é, n u e s t r o s h.er*
m a n o s á. fin d e c o o p e r a r á la
d if u s ió n d e l a v e rd a d .
S. JuAX, 8).
A tie n d e á la b u e n a le c t u r a , á la
e x lio r ta c ió n y á l a e n s e ñ a n z a .
(I Timoth. IV, 13).
E n tr e l a s c o s a s d iv in a s l a má.s d i
v in a e s l a d e c o o p e r a r c o n D io s
á l a s a lv a c ió n d e l a s a lm a s .
iS . D i o x i . s i o ) .
E l a m o r a l p ró jim o e s u n o de
lo s m a y o r e s y m á s e x c e le n te s
d o n e s , q u e l a d iv i n a b o n d a d
p u e d e c o n c e d e r á lo s h o m b re s(E l DoctS. F u a n c . de Sales).
C u a lq u ie ra a u e r e c ib e á u n n iñ o e n
m i n o m b r e , á m i m e re c ib e .
(M a t h .
Os re c o m ie n d o l a ñ in e z y l a j u
v e n tu d ; c u ltiv a d c o n g r a n d e
e s m e ro l a e d u c a c ió n c r i s t i a n a ;
p ro p o r c io n a d le s lib ro s q u e e n
s e n e n á h u ir e l v ic io y ^ p r a
c ti c a r la v ir tu d
(Pi.) IX).
I^ e d o b la d to d a s v u e s t r a s fu e r z a s
á fin do a p a r t a r á la n iñ e z y
j u v e n t u d d e la c o rr u p c ió n é
in c r e d x ü id a d y p r e p a r a r a s í u n a
n u e v a g e n e ra c ió n .
(L kon X III).
D IR E C C IO N e n el O r a to r io S a le s ia n o — C a lle de C o tto le n g o N . 32, T U R I N (I ta lia ) )>)$-{—
S u m a rio :
Un A silo Salesiano en Belén.
Celebración de la fie sta de M aría A uxiliadora.
L a obra de D on Bosco y el Em o. C ardenal Bausa.
V isita d el célebre Don P o tlü e r a l O ratorio Salesiano.
U na M isa ejecutada p o r m i coto de 800 cantores.
Iglesia de M aría A ux iliad o ra en T uríu.
U na v is ita al Asilo del Sagrado Corazón en Roma.
Una M edalla de p la ta á la C olonia A grícola de la
N avarra francesa.
Barcelona. — In s titu to de San Jósé.
Sarria. — T alleres SaleijianoB.
E n Colom bia.
Los verdaderos am igos d el pueblo.
Gracia do M aría A uxiliadora.
M uerte del C ardenal Alimouda.
H istoria <lel O ratorio de San Francisco de Sales.
B ibliografía.
tro ánimo hablar de ella con detención en
el número próximo, nos concretamos por
ahora á dar esta noticia á nuestros Coope
radores, quienes celebrarán síiber que el Ins
tituto de Don Bosco comienza sus trabajos
en Asia y se fija en la ciudad misma en que
nació nuestro Divino Salvador.
CELEBR.iCIO.^ HE LA FIESTA
d e M a ria A u x ilia d o ra .
La fiesta de María Auxiliadora ba sido en
el presente año un verdadero triunfo do fo
y devoción en la iglesia consegrada á la Vir
gen Santísima eu Valdocco. ¿Qué diiemos
del comrurso inmenso de fieles, del inconta
ble número de confesiones y comuniones y
de las vivas manifestaciones de piedad f Pre
UN ASILO SALESIANO
viendo que la afluencia de gente sería ex
traordinaria se Juzgó conveniente celebrar
e u IS elé u .
dos veces la tiesta, esto es el ‘J í y 25 de
El C de junio varios religiosos saleaiauos mayo. La idea fué verdaderamente sabia y
partieron de Marsella para ir á establecerse feliz ; y no era posible solenmizar mejor la
eu Beléu cou el objeto de atender á la edu- fiesta de María Auxiliadora y el quiucuagécaeióu de los niños pobres albergados en el simo aniversario de la ordenación sacerdotal
Asilo fondado por el celoso y dignísimo ca de Don Bosco.
Eu todo el mes dedie.ado á honrar á nues
nónigo Belioui, quien se propone dar mayor
ensanclie á su importante obra. Siendo nues tra augusta Madre y Protectora la iglesia
A
— 78 —
veíase, particularmeiíte eu las tardes, llena
de fieles: la elocuencia del sacerdote sale«iano l)o 2i Tomas Pcutore fué grandemente
estimada y fructuosa.
El 23 el Sr. Don Eua liizo la conferencia
de co.stumbre á los Cooperadores y Coope
radoras.
X’ OxHcrvatore CattóUco dice lo siguiente
con resj)ecto d la fiesta del día 24 : « La so
lemnidad do María Auxiliadora es todos los
años celebrada con gran afecto y devoción
á la vez que c,on singular pompa por los
religiosos Salesianos de Tarín: y el inieblo
acude en un número infinito al templo de
María que lia llegado ú ser una fuente inex
tinguible de celestiales iavores. Desde la al
borada basta el anucliecer inmenso era el
gentío que llenaba la igle.sia, la i>laza con
tigua y los vastos patios del Oratorio de San
Francisco de Sales, centro del Instituto del
inmortal Don .luán L ohco. A fin de que tan
gran muchedumbre pudiera satisfacer su deNoción, eu este año se determinó celebrar
doblemente la fiesta, esto es, el domingo 24
y con igual esplendor el lunes 2.5.
;Mas lo qne en esta ocasión fué superior á
todo lo de los afios pasados fuó la ejecución
de la Misa I'apac MarccUi del célebre Palestrina , proclamado fénix de los ingenios de
la música sagrada.
Nada tan admirable como el arte con que
este maestro insigne triunfa de toda dificul
tad, la gracia con que adorna las partes y
engalana el conjunto. En el Kirie inspira
profundo recogimiento y devoción, el Glona
es vivo, animado como la celebración de un
triunfo, el
solemne y magestuoso, el
Sanetns angélico , el Agnus dulcísima y su
blime x)legaria. Con razón en su tiempo el
Sumo Pontífice Alejandro YII exclamaba :
« Esta es la música digna de Poma, y que
conviene cultivar y difundir de manera que
resuene en todas las iglesias. »
Dicha Misa fuó cantada on la iglesia de
!María Auxiliadora por un coro de más de
doscientas voces: el Oratorio de San Fran
cisco de Sales i>roporcionó los contraltos y
sopranos; el Asilo Salesiano de San Juan
Evangelista y el Seminario Salesiano de Valsalice los tenores y bajos. El éxito de la eje
cución fué sobremanera feliz, gracias á 'la
más diligente preparación bajo la sabia direc
ción del Maestro Dogliaiii.
Y fueron también muy dignos de notarse
el Introito, el (fnidual y Coniunio en mú
sica Gregoriana. Jluehos experimentaron sólo
entonces una como verdadera revelación de
la naturaleza, excelencia é iucreible eficacia
de las melüilias gregorianas, y comprendie
ron la acertada razón con que la Iglesia lo
considera y i)i*oclama el más digno intérprete
de su mente y corazón.
Nos congratulamos vivamente con los dig
nísimos Superiores do la Congregación de
San Francisco de Sales por el singular em
peño y acierto de sus ti’abajos en favor de
la música sagrada.
El 25 la concurrencia y solemnidad de la
fiesta fué casi como en el día anterior. Ha
llábanse , entre otros, no pocos peregrinos
que habían hecho largo camino á pie para
asistir á la fiesta. El buen párroco de Casale
hablaba conmovido y edificado de la devo
ción manifestada por muchos de sus feli
greses en semejante peregrinación.
En la Misa solemne ofició pontificalmente
el limo. Sr. Bertagua, Obispo de Oafarnaúm.
En las Vísperas y bendición solemne ofició
el limo. Sr. Obispo de Samarla, y el pane
gírico fué pronunciado por el Sr. EUeua de
Brescia.
Estas fiestas han dejado en todos los áni
mos la más grata y profunda impresión.
Hemos recibido varias relaciones de gra
cias extraordinarias obtenidas X)or mediación
de María Auxiliadora, algunas de ellas sol>remanera maravillosas, y de las cuales ha
blaremos eu el Boletín próximo.
Muchos fieles al celebrar la solemnidad de
María Auxiliadora, no olvidaron que en este
día 89 cumplían cincuenta años de la orde
nación sacerdotal de Don Bosco y fueron á
■N^ilsábce á visitar .-íus reliquias y encomen
darse á- su intercesión. Fué particularmente
de notarse un grán número de sacerdotes
extranjeros que quisieron tener el consuelo
de celebrar la misa en el altar de la capilla
erigida á la memoria del Fundador de la
Sociedad Salesiana, como también el Círculo
Obrero de San Joaquín que le ofreció un
hermoso trabajo artístico simbólico en cuya
base se lee:
A Marw Santísima Aux^iliailora en el jubi
leo sacerdotal de Don Bosco los Obre7'os Gatólicos de la Sociedad de San Joaquín, 24 de
mayo de 1891.
-►5111
lllllllllllll
1111m i J X I I
LA OBRA DE DON BOSCO
Y E L E M IN E N T IS IM O
C A R D EN A L BAUSA
Arzobispo de Florencia.
El 12 do marzo (dice el Giorno, diario de
Florencia) nuestro Arzobispo el Bmuio. Car
denal Agustín Bausa fué recibido con toda
solemnidad por los excelentes religiosos del
Oratorio de la Inmaculada Concepción, donde
después de adorar el Santísimo Sacramento
honró con su presencia la Conferencia hecha
á los Cooperadores Salesianos por el Direc
tor de la casa mencionada.
La Obra de Don Bosco es una de las mu
chas joyas que brillan en el jírecioso manto
de la Iglesia de Cristo. Nacida hacia la mi
tad del presente siglo, muéstrase en ella el
r
— 70 —
sello de D ios, como quiera que imposible
■sería que iiubiese obtenido tau extraordina
rio desarrollo si la benigna Providencia no
la hubiese excogido para poner valla á la
í^ran influencia »lel socialismo amenazante.
” La Obra de Don Bosco parece destinada
á ser como un desmentido permanente con
tra la impía incredulidad que va difundién
dose tanto entre la juventud que se educa
como en el pueblo ignorante, pues que sien
do su origen y crecimiento ostensiblemente
prodigiosos prospera y se dilata de una
manera asombrosa. A la verdad á fines
de AS90 existían 250 casas sostenidas por la
generosidad de excelentes Cooperadores y
Cooperadoras, y en las cuales se educan y
mantienen como 200,000 ñiños. Tenemos no
ticia de importantes fundaciones de Asilos
y Misiones en Asia, en Africa y en América
doude, sin salir de la Patagonia salvaje,
cuéntanse como cincuenta centros de Mi
siones.
El sostenimiento y vida de tan colosales
obras está confiado sólo á la divina Provi
dencia, pues que tan pobre es la Sociedad
Salesiana que á la muerte de Don Bosco
no tenía dinero ni siquiera para pagar el
pan; pero el Cielo vela por ella, y las obras no sólo viven sino que se dilatan sin
oesar.
La conferencia de que arriba liemos ha
blado es un documento lleno de preciosas
observaciones y sobremanera edificante, como
que da á conocer el espíritu de abnegación
y el celo por la gloria de Dios y la salva
ción de las almas que anima á los educa
dores salesianos; las numerosas solicitudes
que el Instituto recibe para la fundación de
nuevas casas en países que gimen bajo el
yugo del mal, y donde se encuentran á mi
llares los niños que en calles y plazas viven
expuestos á corromperse y ser para siempre
desgraciados. Por esto la Obra de Don Bosco
encaminada á recogerlos, educarlos y sal
varlos , merece la más decidida protección.
Así lo demostró Su Eminencia quien, termi
nada la conferencia del Director del Asilo,
expresó con vigor y admiración el consuelo
qae sentía al considerar tan excelsa Obra.
< E lla , dijo, está animada del espíritu de
caridad de San Vicente de Paúl y del espí
ritu de dulzura de San Francisco de Sales.
Si bien Don Bosco voló á la patria de los
bienaventurados, aun continúa viviente su
espíritu en sus hijos Salesianos, á la manera
que el espíritu de Elias quedó en Elíseo y
continuó obrando prodigios en la tíeiva. Pero
o cuál es el espíritu salesiano? Cuando ahora
doce años fui invitado á una reunión efec
tuada en la iglesia vecina de Badia donde
una piadosa sociedad se proponía levantar
un monumento viviente á la memoria de
Pío IX, se nos preguntó qué genero de ins
tituto era más necesario en nuestra dio
cesis de Florencia. ; Acaso él de los padre.s-
Oratorianos, él de los de Calasaiis ó él de
tantos otros no menos hermosos que éstos f
Xo, era menester uno que reuniese el espí
ritu de todos, y eu consecuencia fueron lla
mados los Salesianos. Era justo y conve
niente. La Europa se halla agitada violen
tamente x>or los obreros; y hé aquí á Don
Bosco que con sus Salesianos recoge á los
hijos de los obreros para que crezcan labo
riosos y honrados. Desterrado ahora de la
escuela el catecismo, podrán foruuu’se hom
bres doctos eu las ciencias profanas, pero
lio en la de Dios. I*ues bien, los Salesianos
al recoger á los hijos de los pobres obreros
iunto con enseñarles la ciencia infúudeiilcs
la sana moral y la religión. Abandonados al
lu’esente los niños ya por incuria, ya por
suerte desgraciada de los luidros de familia,
los Salesianos los proliijau y con amorosa
vigilancia y singular régimen los forman
buenos ciudadanos y cristianos. Para sinte
tizar mi juicio sobre el Instituto Salesiauo
básteme decir que lo anima el espíritu de Don
Bosco , espíritu grande, multiforme, como
grandes y multiformes sou las obras de la
iglesia; espíritu laborioso á la manera de
San Vicente de Paúl y de San José de Oaiasans; espíritu dulce y manso como 61 de
un San Francisco de Sales; espíritu abne
gado y celoso en especial por el bien de los
niños cual él de San Felipe Xeri.
Este es mi juicio sobre el Instituto Salesiano, y por esto le acuerdo todo favor, le
ayudo con todas mis fuerzas, le estoy reco
nocido por todo el bien que hace á la niñez
en nuestra Florencia y me congratulo muy
de veras con vosotros, mis queridos fieles,
])orque sal'.éis bien apreciar la benemérita y
liermosa Obra de Don Boseo. »
VISITA DEL CELEBRE DON POTHIER
A L O U A T O IU O S A L K S IA S O
y al Seminario de Misiones extranjeras de Yaisállce.
De paso para Roma con el objeto de ins
truir el coro de los Seminaristas de San Luis
de los franceses y de tomar parto en el Con
greso celebrado en honor do San Gregorio
Maguo, el Kev. Don Pothier, benedictino
de Solesines y restaurador del canto grego
riano, se dignó \isitar nuestro Oratorio de
Turki y Seminario Salesiauo de Valsálice y
hacer ia más intere-saiite conferencia sobre
las ^íelodías Gref/orianm.
El docto religioso habló de las diversas
especies de canto llano, y mostró teórica y
prácticamente la manera de ejecutarlo. Xada
más natural, más gracioso, sencillo é impo
nente que el canto gregoriano oído de la
boca del Padre Pothier. La impresión pro-
— so —
ducida al oír el Veni Creafor^ el Tedeum^ las
Lamentaciones^ el Gradual^ Conjiteminiy Alcluja etc. cantados por él no podrá borrarse
jamás en cuantos tuvimos la suerte de es
cucharle.
Lo que más llamó la atención del audito
rio fuó la ejecución del canto no ya amarti
llada como se oye ordinariamente, sino ani
mado del acento rítmico cuyo efecto es sobre
manera grande y mayestuoso. Percíbese en
toda su original belleza la melodía suave y
mística; eutiéndense con más claridad las
palabras y su sentido, y por fm la ejecución
es más breve y agradable.
La visita del ilustro Don Pothier servirá
do grande aliento y ensofianza para los alumuos del Seminario Salesiano, los cuales se
esmeran en cultivar el canto litúrgico según
los preciosos principios do la escuela del
li. P. Pothier, autor de Las ^íelodía8 Gre
gorianas , obra que es considerada como la
mejor de cuantas se hayan publicado hasta
ahora por lo que respecta á la estética, his
toria y arqueología del canto litúrgico.
UN A MI SA
ejecutada por un coro de 800 cantores.
En repetidas ocasiones nuestro amado P a
dre Don Poseo había expresado el deseo de
que se ejecutase en la iglesia de María Au
xiliadora una misa en canto gregoriano por
todos los alumiios del Oratorio de Tarín.
Esto parecía al principio un problema de di
fícil solución, de modo que por varios años
el i)royecto quedó forumlado ax)enas como
un deseo; i)ero por fin en el presente ano se
llevó á la práctica, y con la ayuda de buenos
maestros el éxito llegó á ser tan feliz que
l>rodujo singular asombro. La ejecución de
la misa tuvo lugar el día de la festividad de
Síin José que se celebró con gran i)omi)a y
esplendor.
Los cantores se hallaban divididos en dos
coros que se alternaban: doscientos jóvenes
entre sopranos y contraltos cantaban en el
coro alto y los demás en número de seis
cientos respondían en la iglesia delante del
l)ueblü. Unos y otros acompañados por el
órgano produjeron un efecU> el más armo
nioso, imx)ünente y sux)erior á cuanto era de
esperar.
¡Oh, qué hermoso, qué conmovedor y su
blime es el canto gregoriano! oíamos d nmcIkis espontáneamente exclamar: y tanto
fiu' el aplauso que obtuvo el canto de la
misa que hubo de repetirse varias veces más
en distintas festividades.
K1 deseo de Don Boséo se ha realizado á
satisfacción general, y por ello nos alegra
mos muy de veras.
IIM.I;.l 1.1 t.il.
Iglesia de María Auxiliadora
EN TURIN.
La insigne protectora del Instituto Salesiauo es María Auxiliadora. A ella es á quien
debe el éxito de sus trabajos y los medios de^
edificar sin número de casas é iglesias.
Cuanto Don Bosco realizó en su larga y
laboriosa vida lleva el sello de la bondad de
María, la cual apareciéndosele en persona le
indicó el lugar del martirio de los santos
Adventor y Octavio para que allí le edifi
cara un temjdo.
Cuando se comenzó el edificio, dice Don
Bosco, no tenía más de cuarenta céntimos;
pero tamaña deficiencia de recursos sirvió
ixara que se manifestase de un modo más
patente la intervención de la Reina del Cielo,
quien demostró de este modo que ella misma
se encargaba de proporcionar los medios para
la obra en que se proponía derramar á to
rrentes sus gracias. En efecto la iglesia en
forma de cruz latina, que mide una super
ficie de mil doscientos metros cuadrados, co
menzada el 27 de abril de 1SC5 y consagrada
con toda pompa el 9 de julio 1868 fuó edifi
cada sin que se hiciera ni una colecta. Aedijicavit sibi domum María, El costo alcanzó
á más de un millón de pesetas; y un pro
lijo registro prueba que de esta cuantiosa
suma, como ochocientas cincuenta mil pese
tas han sido ofrendas de x>ersonas que con
elliis han manifestado su reconocimiento por
una gracia ó favor especial obtenidos. « Po
dría asegurarse — son palabras de D. Bosco
— que cada piedra de este edificio es un signo
do la bondad y del poder de la Reina del
Cielo..... Mas aún, agrega: nos hallábamos
casi en vísperas de la solemne consagración
y faltaban todavía casi todos los objetos ne
cesarios para el servicio religioso. ¡Cosa sin
gular! Sin que se hiciera indicación alguna,
coniciizó á llegar un x>recioso cáliz, una ca
sulla, después otra, luego albas, amitos, corliorales, cotas, incensarios, candeleros, velas,
cruces, misales, atriles, sacras, vinajeras,
campanillas, x>ara todos los altares, y en tan
justo número que ni un solo objeto faltó,
fué inútil, iii vino sobrante... Podría imagi
narse que una xx^rsoua hubiera andado indicaudo á cada oferente lo que se necesitaba.,
— 81 —
Pero j cómo t si eran de diversas ciudades,
provincias y países y cada cosa rememoraba
un beneficio conseguido f »
Las gracias y favores derramados con lar
gueza por María én el tiempo que se le edi
ficaba aquella iglesia no han cesado todavía,
y basta leer el interesante oprisculo publi
cado por las Lecturas Católicas de Turíii en
el mes de mayo del año en curso, titulado
L^invocammo e ci esaud'i, para advertir los
prodigios obtenidos durante la ornamenta
ción que actualmente se hace del mismo san
tuario.
l'N,\ MEn.\I.!„\ DE PLATA
il nuestra Colonia Agrícola de la Savarra Francesa.
El 10 de marzo último la Sociedad de Agricultura del Varo ponía en manos del IMreetor de nuestra Colonia Agrícola de Na
varra una metlalla de plata por las inqmrtantes plantaciones y sobresaiieiite dirección
de la escuela de agricultura.
El Presidente de la Sociedad hizo por este
motivo los más entusiastas elogios con ros])ecto á la educación dada ó los pobres por
el Instituto de Don Bo.sco.
Santuario de María Auxiliadora en Turín (Italia).
DNA VISITA AL ASILO DEL SASRADO CORAZON
EN
KOMA.
El 25 de abril el Asilo del Sagrado Cora
zón de Jesús en Eoma recibió una visita que
dejará indeleble memoria en nuestro ánimo
y en él de nuestros niños. Su E. el Príncipe
Altierí, Superintendente de las escuelas pon
tificias, excelente amigo de Don Bosco, dig
nóse visitar una por una todas las clases del
establecimiento, los talleres y cuerpos de edi
ficio en construcción. Aprovecharon nuestros
alumnos esta ocasión para expresarle los sen
timientos de mayor afecto y reconocimiento
y tocar en su honor las mejores composicio
nes de nuestro repertorio. El Príncipe se
manifestó sumamente complacido no sólo de
la recepción que se le hizo, sino también
del orden observado en la casa y de la edu
cación que se da en ella.
s a* A . i>í A
Barcelona.
IN S T IT U T O U E SAN JO S É .
(De la Revista Popular de 27 de mayo
de 1891).
« Solemnísimos han sido los festejos con
que los reverendos Salesíauos hau querido
conmemorar el año de su instalación, obse
quiando á María Auxiliadora en la capilla
del Instituto, que bajo la aílvocación del glo
rioso san José y por la munificencia de la
malograda D* Dorotea han abierto en la
calle de Floridablanca, lindando con la ca
rretera denominada Cruz Cubierta, con el
exclusivo fin de dar educación é instruir á
la clase pobre y fabril, que en extremo pu
lula por los indigentes barrios de Ilosta-franchs y sus contornos.
— S2 > Después (le tres días de ejercicios, que
como preparación á la fiesta y al augusto
a(;to de primera Comunión dirigió por la mafiana y tarde un reverendo Padre de la Com
pañía de Jesús á los alumnos que diarianic.iilo y en número de cuatrocientos asisten
k las clases en que se halla distribuida la
ensorianza de este Centro, y por la noche
un reverendo Padre de las Escuelas Pías ú
los concurrentes en las clases nocturnas y
reca’eo (hjiuinical, que por vez primera teiiíali
(pie recibir la Sagrada Comunión, ú las ocho
(íe la manána del segundo día de Pascua do
Pentecostés el muy ilustro señor Canónigo
Penitenciario do la Santa Basílica Catedral
celebró el incruento Sacrificio, y después de
una breve pero arrebatadora exhortación dis
tribuyó el angélico Pan ú sesenta y nueve
niños, cuya edad en su mayor parte era de
diez y siete años, que por vez primera asis
tían ú tan celestial bainiuete, y á otros treinta
y (ñuco, que por compañerismo y ardientes
deseos de cooperar ú tan esplendente acto
so asociaron. Una vez terminado se obsequió
á todos con un desayuno, si bien insiguiíicunte en el fondo, más que laudable y su
perior en la forma, por ser un indefectible
y ])orenne testimonio de que con la caridad
todo se consigue.
» A las diez , la escolanía del recreo do
minical , preparada por hábil ó inteligente
maestro salesiano, cantó con melodía y mu
cha afinación la Misa de la Santa Infancia,
composición de Mons. Cagliero, vicario apos
tólico de la Patagonia, y después del Evan
gelio el Padre Jesuíta, como digno remate
de los Ejercicios, expuso en catalán y á gran
dilocuentes rasgos los motivos de tal fiesta,
desarrollados con brevedad y concisión, al
tiemi)o que con entusiasta sentimiento, las
ideas de que María sabía las necesidades
de cada uno, podía socorrerlas y quería ha
cerlo, terminando la peroración con elocuen
tes frases dirigidas al concurso, á que no
olvidara el acto por la mañana realizado, y
tuviera ilimitada confianza con la que con
propiedad es intitulada Marta, Atu'ilium
Okristiauorum.
» Por la tarde y á las cinco terminaron las
funciones con solemne bendición, habiéndose
cantado por la mencionada escolanía el Tantum ergo del renombrado Gluk, y después en
el patio la banda instrumental que redentenmuf'e so ha constituido bajo la maestra
batuta dcl l-i''í'ciorde la Ks«*olanía, dió ine
quívocas pruebas de que no eran infruciuosos los desvelos que á tan edmnitivo arte s«m
consecuentes, como t^i^mbiéu de los senti
mientos de gratitud que á todos los alumnos
vivifica, y que sus deseos son los de apro
vechar en cuanto les sea factible, tocando
c‘,-n singularísima afinación varias y escogivias piezas, que hijas de celebérrimas lantasias cu el horizonte clá.sico-sacro-musical,
constituyen el ivpertorio que de distintas re
giones, así nacionales, como extranjeras, se
ha procurado el ya citado profesor.
» Así por la influencia de ios hijos de
Don Bosco (Q. E. G. E.) se fecundiza una
barriada tan pobre, tan menesterosa y tan
fabril de la comercial Barcelona; se da al
bergue moral á más de quinientos niños,
ilustrando su inteligencia con los conoci
mientos que son precisos para no naufragar
en el bon’ascoso oleaje del mundo. »
Sarriá.
T A L L E R E S SA LESIA NO S.
('Correo Catalán de 20 de mayo).
La fiesta en obsequio á María Auxiliadora
celebrada anteayer en los Talleres Salesianos
estuvo luiiy lucida-y más concurrida, si cabe,
que en los años anteriores. Muy notable fuó
el número de Oomuniónes repartidas por la
iiiañaua y admirable era la devoción con que
aquellos pobres niños cumplían tan augusto
acto. La Misa de Gounod fué ejecutada á
toda perfección por la escolanía (le la casa,
celebrando el Santo Sacrificio el Edo. Dr. Juliá. Cura-párroco de lítra. Sra. de los Aj í geles. El sermón estuvo á cargo del Edo.
don Bernardo Vergés, Beneficiado del Pino
y Eector de la Casa de 3Iisericordia de esta
capital. Habló el orador de María Auxilio
de los Cristianos, animando á todos á que
acudan á esta i)oderosa Madi’e en las necesi
dades de la vida.
Por la tarde tuvo lugar la conferencia de los
Cooperadores y Cooperadoras Salesianos en
la misma capilla de los Talleres. Entre la
numerosa concurrencia había nobles é ilusti-es damas de esta capital. El mencionado
Dr. Juliá, que ya otra vez había dado esta
conferencia en la iglesia de Belén cuando
Don Bosco {Q. E. G. E.) vino á ésta, dedicó
su inspirada palabra á los oyentes manifes
tando lo oportuno que son Íos Talleres, re
creos domiuicídes y demás obras salesianas,
pai'a regenerar á los hijos del pueblo y en
esi)ecial de la clase obrera. Después de la
solemne bendición con S. D. M ., la banda
musical de los Talleres dió un magnífico con
cierto tocando con su acostumbrado ajuste
l)iezas de muy difícil ejecución. Terminó di
cho día con una bonita iluminación en los
patios de la casa, destacándose en nn grande
aasparenle Ja imágeji rio IMaría Auxilio de
los Cristianos, que tan justamente humada
la Virgen de Don Bosco por el sin número
de prodigios obrados en favor de las Obras
salesianas de toda la cristiandad.
— a'? —
EN COLOMBIA.
XiOS Salesianos de Bogotá para dar mayor
solemnidad á la Conferencia qne de cos
tumbre se Lace en la celebración de la fiesta
de San Erancisco de Sales, liabían querido
trasladarla para el tiempo del regreso de su
Director el Sr. Don Bvasio Eabagliati.
Pero los celosos Cooperadores optaron por
que no se retardase. Lo que está prescrito
para San Francisco que se baga para San
Francisco, dijeron, y luego á la llegada de
Don Eabagliati se bará otra. Fué, pues, ne
cesario obedecer; y ellos mismos se encarga
ron de dirigir las invitaciones. La Confe
rencia fué presidida por un Obispo, y un
señor, no pudiendo venir á causa de su en
fermedad, manifestó- por escrito que se obli
gaba á la construcción de una Casa para Salesianos, con tal que se edificara una iglesia
magnífica contigua á dos Colegios, uno para
niños y otro para niñas.
Los verdaderos aiigos del pneWo
E S C R IT O P A R A L O S S A L E S IA X O S
por el lli:strí$imo Sr. Obispo de Málaga.
( CoTilinuación).
Y.
El Sacerdote católico, como tal y por virtud
de su Sacerdocio, es el liombre de D ios,
abogado de su causa, puesta siempre en li
tigio, defensor de sus sagrados intereses,
perpetuamente comprometidos, y hostia á él
sacrificada, porque el sacerdote debe vivir
como víctima de amor; pero es á la vez que
el hombre de Dios, y sobre este punto no
podemos menos de llamar la atención del
lector, el liombre del pueblo, en favor del
cual ó para cuyo beneficio ha sido consti
tuido; pro hominihiis constituünr.
Jesucristo liizo por los hijos de Adán
cosas en verdad estupendas, y que suponen
un amor tan sin medida, que sólo podía
caber en el pecho de un Dios. Ensenó toda
verdad : dió las normas de la verdadera vir
tud, y abrió un raudal de aguas de vida
eterna, para regar con ellas la tierra del
corazón: y todo esto lo dejó á los hombres
de todos ios siglos anhelando que se aprove
charan del riquísimo tesoro, que bien á su
costa les compró. Mas no quiso el mismo
ser el inmediato dispensador de estos valiosos
dones, sino escogió para ese ministerio au
gusto al Sacerdote, que fué merced á tan
señalada dignación, según el pensamiento
de Cristo, el hombre del pueblo tanto como
el hombre de Dios. Él es el encargado de
comunicar á las gentes y esplicaiies los
secretos divinos: él es el que les intima los
mandamientos li ordenaciones del Legislador
celestial y de su santa Iglesia; él es en fin
el llamado á administrarles ó franquearles
las invalorables riquezas contenidas en los
sacramentos.
Si de todos los sacerdotes puedo y debo
esto decirse, con más razón aun que do loa
otros, hemos de afirmarlo del Obispo. Es el
Episcopado en efecto, según la doidriua ca
tólica, la plenitud, la perfiaxión dol sacer
docio cristiano, su último ápice lo cual vale
tanto como asentar que el Obispo participjv
de Cristo con más abundancia que los demás
sacerdotes, siendo en este sentido y bajo este
resiiocto más bojubro do Dios que ellos: y
como es cierto ó indudable ([uo á medida que
en nosotros crece la nnióu con Dios, aumén
tase la adhesión al prójimo, es evidente que
el Obispo por su vocación y estado á la vez
que más hombre do Dios que los sacerdotes
inferiores, es asimismo más hombro dol pueblo.
S. Pablo’abona esta doctrina en las magní
ficas epístolas que dirige á Timoteo y Tito
al hablar sobre las cualidades que adoruai’
deben al que de la dignidad episcopal fue
investido, pues uo se limita á exigir (pie sea
sobrio, ju sto , perfecto, irreprensible, sino
que ordena además que se distinga por la
benignidad, por la afabilidad, |)or la hospi
talidad, etc.
S. Francisco de Sales fué Obispo, y Obispo
perfectísimo. íTo buscó, no pretendió el honor,
sino á él fué llamado, como Aarón. Antes
de aceptarlo fue menester á los superiores
sostener una porfiada lucha con su humildad,
lucha en. la que no se declaró vencido, sino
cuando invocadas en el divino Sacrificio de
la Misa las luces del Espíritu Santo, y hecha
larga y ferviente oración unte el Taberná
culo, entendió que su rcsisíeintia no podía
agradar ya á Dios.
A tan excelentes disposiciones de parte
de Francisco com*si>ondieron las misericor
dias divinas. Oigamos hablar do su consagra
ción á un historiador de su vida: « A mo
dida que el Obispo consagrante iba ejecu
tando las ceremonias, Francisco véía clara y
distintamente cómo la SS. Trinidad obraba
en su alma los misteriosos efectos signifi
cados por los ritos visibles, confiriéndole con
la imposición de las manos el Espíritu Santo
y todos sus dones; con la unción en la ca
beza la dignidad de representante de Jesu
cristo en la tierra; con el libro de los Evan
gelios, puesto sobre los hombros, la misión
de predicar, etc., etc. »
¿Cómo, pues, no habrá de ser Francisco
el hombre del pueblo por antonomasia? Él
mismo lo decía después recordando el día
memorable de su consagración episcopal:
« Entonces me quitó Dios á mí de mí mismo,
con el fin de tomarme para sí y darme á los
— 84 —
pueblos, y de que no viviese sino para Él y
para ellos. »
Lo oiiíil se cumple al pie de la letra, Franci8(!0 es pródigo de su palabra; predica todos
los días sin temer que se gaste su reputa
ción de orador; predica en todas partes, lo
mismo ante numerosos concursos que ante
reducido auditorio: predica con cualquiera
ocasión, no ya sólo en las más augustas so
lemnidades sino en sencillas fiestas; y esto
lo hace llevado por su amor al pueblo. Ko
es predicador de la corte ni de los grandes,
pues aunque á unos y otros habla desde la
cátedra sagrada cuando razones poderosas le
obligan, el ordinario teatro de sus predica
ciones es su ])ropia diócesis; á nadie se
niega, estimándose como 8. Pablo deudor á
todos, pero se‘resorva especialmente y se da
al pueblo.
Es pródigo á la vez que de su palabra de
su tiempo y de sus fuerzas. Sus excursiones
ai)ostólicas por el Chablais, aun antes de su
elevación al Ej)iscopado, son una página de
gloria en la vida de Francisco. Larga tarea
fuera contar los mil interesantes episodios
de que está llena esa bella campaña, esa
guerra en la (juc el héroe lucha solo y cou
inaudito valor por conquistar, aunque sea
palmo á palmo, el terreno que en aquellas
ásperas comarcas arrebató á la Iglesia el Pro
testantismo. Baste decir que es, como Julio
César en sus expediciones, un prodigio de
actividad, y un portento de valor. Mi^tiplícaso ou tal manera, que parece hacer á cada
momento el milagro de la biloeación, y á tanto
grado llega su esfuerzo, que sin temor alguno
espolio su salud, más de una vez comprome
tida con tan penosas fatigas, y aun la vida
misma, contra la cual fraguaban iuiquas ma
quinaciones los protestantes. Y todo ¿por
quéf Cierto que en alguna ocasión Francisco
tuvo el inefable consuelo de ver caer á sus
plantas, deshechos en llanto, hombres ilu
stres por la posición social, por los talentos,
por la ciencia, etc., ote.: poro aunque por
estos ti'ab.'viaba el varón de Dios, el pueblo
sencillo, mas dócU por lo común y más fácü
de ganar, era preferente objeto de sus afanes.
No por otra causa que por allanar á éste el
camino de la reconciliación con Jesucristo,
pásase largas horas on el confesonario, espe
rando á los pecadores, come el divino Sídvador esperó á la Samaritaua junto al pozo
do Siquóu. Si el enfermo le necesita, no se
desdeña, sino antes en ello goza, do ir á
visitarle, sentándose junto á su lecho de
dolor, y consolándole con su piüabra dulcí
sima. El pobre por fiu, el menesteroso jamás
llama á las puertas de aquel hermoso cora
zón y se le cierra: al contrario, abrénsele
de par en par, saliendo, si así nos es per
mitido decirlo, de aquel alcazar de la mise
ricordia y el lUüor socorrido y alentado.
Francisco lleva su generosidad hasta el
punto de sacrificar en aras de su amor al
pueblo sus gustos y sus iuclinaciones. La
corte no tiene para él atractivos; el aire
que allí se respira nunca convino a las per
sonas piadosas, enemigas del disimulo, de la
voluptuosidad y de la disipación que siempre
reinó en aquellos centros; sin embargo si
estallan discordias entre un príncipe y sus
vasallos, el hombre de Dios sabe inmolarse
y se presenta en la corte para intervenir en
la contienda ,y zanjarla con su poderoso
ascendiente. No mira con indiferencia los
fueros de la autoridad, que deja siempre bien
parada, pero para el pueblo, alucinado, más
que perverso ó crimiiuil, guarda sus particu
lares simpatías.
Tantos y tan repetidos lieclios nos permi
ten asentar como verdad, puesta fuera de toda
controversia, que es Francisco el hombre del
pueblo. Poro si aun alguna duda abrigaran
ios espíritus suspicaces, que á nada ni á
nadie creen, apelaríamos á otra prueba... Se
lia dicho muchas veces que el estilo es el
hombre, verdad indisputable, toda vez que
nuestro modo de expresarnos de ordinario
revela los ocultos arcanos de nuestro inte
rior. El hombre impetuoso tiene estilo vivo;
sus palabras semejan violentísimo torrente,
que se precipita ruidoso por las penas. El
hombre tenáz y de tesón lo tiene enérgico y
firme. La voz del manso es como la brisa
blanda de la mañana. Quien posee un cora
zón tierno, se expresa más que con frases
bien construidas con gemidos y suspiros, y
en fin las almas exquisitamente delicadas
producen pensamientos delicados, que toman
cuerpo externándose en delicada forma.
Siguiendo este criterio, conviene que estu
diemos á 8. Francisco de Sales como escritor
liara que sepamos lo que es como hombre.
Tiene una incomparable dulzura, un candor
sin igual, una fluidez de peusamieutos que
admira, una facilidad de palabra que pasma,
una frescura de colorido que cautiva; pero
sobre todo es claro, seiiciUo; elocuente con
la elocuencia del que escribe para que todos
lo entiendan. No hallaréis eii él nebulosida
des, abstracciones metafísicas, concepto soscuro s; al contrario, aun las verdades más
abstrusas, las presenta llanas, aclarándolas
cou oportunísimas comparaciones, tomadas
ordinariamente de la naturaleza. Digámoslo
eu una frase. Francisco reúne todas las dotes
de un escritor popular.
Permítasenos en apoyo de nuestro aserto
hacer todavía uua observación, llay épocas
de rebajamiento , eu las que apenas se en
cuentra un santo, como hay años eu que re
corremos la campiña auu eu los días de la
primavera, y casi no tropezamos cou uua
flor. En cambio existen periodos históricos
en los cuales esos varones, esas mujeres pro%udeuciales, modelo de todas las virtudes, se
multiplican. Algo de esto acaece eu el siglo
de 8. Francisco. Cuando éste brillaba ro
deado de una multitud de nobilísimos espí-
— S5 —
tipado , pero el mal se agravaba de día en
día hasta el punto que tuvo que meterse en
cama; el jueves 12 de los ^rrientes el mó
dico, al ^isit:l^la por la mañana declaró gra
vísimo el estado de la paciente, desconfiando
de poderla salvar, porque lo que tenía la
enferma era una pulmonía, que por J i o haber
acudido á tiempo era ya tarde para aplicarlo
ningún remedio, y que era el caso do proparar á la paciente para recibir los Santos
Sacramentos. Tal era el estado do la enrerma
y la opinión del facultativo.
Por la tarde de ese mismo día se presentó
en dicho huerto, Don Jlanuel llórales, Chan
tre del Peal Colegio do Corpus Christi, y
Cooperador salesiauo, acompañado de su se
ñora y demás familia : al enterarse del estado
de la'paciente y al ver la allicción do la fa
milia procuró animarles y les exortó á que
no desconfiasen de la Ib’ovidencia Divina, y
les mandó que hicieran una novena á María
Auxiliadora. Aquella noche el ])adre lla
mando á sus cinco pequeñuelos y la anciana
abuela , se postraron ante una imagen de
María Santísima, con los brazos en cruz y
lágrimas de fervor en los ojos rezando la
novena y pidiendo á María Auxiliadora, sa
lud para la enferma. Acabado el rezo de la
primera noche, la misma paciente , que en
todo el día no había podido tomar ni ali
mentos ni medicina, xxidió y tomó ambas
cosas, pasando la noche con marcada tran
quilidad.
A la mañana siguiente el médico la en
contró notablemente mejor y declaró que es
taba ya fuera de peligro. Concluidos los nueve
días de la novena la enferma se levantó de
la cama.
Todos los que la vieron antes y que la
ven ahora declaran á boca llena que allí se
ha operado un verdadero milagro.
Esta familia agradecida al singular favor
recibido de María Auxiliadora, me ha par
GRACIA DE MARIA AUXILIADORA
ticipado su deseo de inscribirse en la aso
ciación salesiaiia á tiu de coadyuvar en la
medida de sus fuerzas, porque son pobres,
á la benéfica obra á que se dedican los CooS e . D on B u a :
])eradores sale-ianos y al efecto ahí le re
Tomo la pluma para dar á V. conocimiento mito los nombres para (lue los inscriba V.:
de un favor alcanzado por mediación de Ma Bartolomé Gironés Koch , Serapia Cardona
ría Auxiliadora; á fin de que si \ . lo cree Sanchi.s, Serapia Sanchis Cuenca.
Mi Kdo. Señor:, deseo con toda mi alma
conveniente lo publique en el Holctín de la
Asociación, conforme al deseo de la familia propagar tan grata devoción á María Santí
favorecida, y en prueba de gratitud á María sima, y para mayor éxito en la empresa me
alegraría recibir el lioletxn que publica la
Santísima.
El hecho es el siguiente: Serapia Cardona Asociacióu todos los meses, á fin de hacerlo
y Sanchis de unos 43 años de edad, habita leer y que algunos se enteren de lo que se
con su marido Bartolomé Gironés Boch y propone la Asociación Salesíaiia.
No me olvide V. en sus oraciones ante
cinco hijos, el mayor de los cuales tendrá unos 15 años, en la huerta, partida de Me- María Auxiliadora.
Aprovecho la ocasión para ofrecerme de
lilla y huerto inopiedad de D. Juan B. Domenech.
^
y.
3f. B.
La Serapia el día 7 de los conieníes se ^
S
alvadou
E
stela Pro.
sintió indispue-sta, creyó al principio que lo
V a leo c ix , 24 m a jo do
que sentía no sería mas que un ligero cons
litus, que de él recibían luz y t^alor, llenaba
con su nombre la Francia otro hombre ex
traordinario, otro sol, que. volteaba por los
espacios, seguido de magnítico cortejo de
hermosos astros, S. Vicente de P a u l, el
padre de los Lazaristas ó Sacerdotes de la
Misión, el fundador de las Hermanas de la
Caridad. Entre los destinos de estos dos
hombres había diferencias : cada cual tenía
órbita distinta pai-a moverse; pero ambos
eran santos, y no podían menos de compren
derse mutuamente. Francisco conoció pronto
lo que Vicente valía, y le encomendó la di
rección de las religiosas de la Visitación de
París, encargo que Vicente, lleno como es
taba del espíritu de Dios, desempeñó á ma
ravilla. Vicente por su parte quedó prendado
de Francisco, apenas le vió: y solía decir
que el Obispo de Ginebra era á su entender
exactísima expresión de Cristo, en tal manera
que si hubiese do representarse al divino
Maestro, cuando ■súvía en la tierra, no se lo
hubiera figurado sino como era Francisco de
Sales;
Y no sin motivo: la humildad del Obispo
de Ginebra, exenta de toda afectación, re
cuerda la humildad de Cristo: su dulzura
es parecida á la dulzura de Jesú s: entre la
bondadosa condescendencia del Santo y la
de Nuestro Señor hay rasgos marcadí.simos de
semejanza : Francisco es en una jíalabra otro
Cristo. 4 Cómo, pues, en tan perfecto retrato
había de faltar uno de los caracteres mas
salientes del Maestro? Si el Mesías se pre
sentó en el mundo como amigo del pueblo, su
hijo amadísimo, el Obispo de Ginebra, no
podía dejar de ser en esto como en lo demás
su imitador, mereciendo tan hermoso título.
—
m
N E C R O L O G IA .
Muerte del Emmo. Cardenal Cayetano Alimonda.
A lii llora presente se lia difundido por
todas partes la noticia de la muerte del ama
dísimo Arzobispo de Turín, ocumda en Ge
nova el dO de mayo, á las 0,/)0 p. in. La
mentamos profiindatiiente esta desgracia. El
Emmo. Cardenal Alimonda insigne jior su
ciencia, ingenio y piedad, escritor y confe
rencista de primer orden fuó un amigo ín
timo y un verdadero admirador ó imitador
de Don Bosco, y no cesó de manifestar en
todas circunstancias su aprecio íi la Congregucáón Salesiana. Ee<;omendainos su alma á
las oraciones de nuestros Cooperadores y
Cooperadoras.
Bocomeiidamos asimismo el alma del Sa
cerdote 1)011 filian Bonetti, uno de los Su
periores do la Sociedad Salesiana. Voló al
cielo el 5 de Junio, día de la Jiesta del Sagrailo Corazón de Jesús.
Hablaremos de sus trabajos y preciosa
muerte en el iiúiueto siguiente.
m STORTA
del Oratorio de S an Francisco de Sales
Capítulo XXXI.
Explosión de un polvorín. — Peligro de mayores desas
tres. — Heroísmo del sargento Sacchí. — El som*
brero de Don Bosco. — Visible protección de María
Santísima. — Varios hechos que lo prueban. — El
joven Gabriel Fassio. — El P a / e r y A jvo á S. Luis.
— Daños en el Oratorio. — Salvación. — Una re*
flexión.
Era el ano de isr>2, cuando una terrible
desgracia, como rayo venido del cielo, ponía
á la ciudad de Turín en peligro do ser con
vertida en un luontim de ruinas ú la vez que
en tumba de sus habitantes.
Kn medio del arrabal do D ora, cerca de
donde so levanta el monumento ú San Pedro
ad Vincula, hallábase una fábrica con tres
almacenes de pólvora. Do aipu (¡iie dicho
arrabal tuviera en su seno un formidable
enemigo, más terrible todavía que las mis
mas hordas salvajes, dadas al saqueo y á la
rajiiüa.
Xü bien eran las doce menos cuarto de la
mañana del 26 de abril, cuando una pequeña
chispa, motivada por la imperfección de una
máquina, salía de un laboratorio. — Prende
dos granitos que halla en los cedazos, se co
munican éstos con un pequeño montoncito
86
—
de pólvora de caza, de éste pasa á otro, éste
lo comunica á otro de m ina, y así sucesi
vamente j en un iustapte prodúcese tal es
truendo que hace temblar á la ciudad, des
quiciando muchas puertas y no dejando vi
drio entero en balcones, ventanas y vidrieras
cerradas. Salta en el aire la gran fábrica, las
casas vecinas vense derribadas, dos hUeras
de gruesos morales son partidos por medio
cual si ñieran pequeños arbolitos j piedras,
clavos y barras de hierro se cruzan por el
aire, y como inmensa tempestad caen sobre loe
edificios, calles y plazas, á manera de pro
yectiles lanzados por inmensa bomba, ame
nazando por doquier estragos de muerte. A
400 metros de distancia caen piedras de cuasi
el peso de una arroba; treinta hombres que
trabajaban en el polvorín, unos son heridos
gravemente, otros mueren abrasados y otros
quedan sepultados en ios escombros. Entre
tanto, una estensa nube de humo, cual fú
nebre manto, cubre la ciudad de Turín, os
curece el sol y la llena de terx'or; no parecía
otra cosa, sino que llegaba el fin del mundo.
Quien g rita, quien llora, quien huye y sin
saber á donde, ya que se ignora el punto y
la causa del desastre. Corre poco á poco la
voz de lo sucedido, y muchos de la ciudad
dirigen sus pasos hacia el polvorín; una vez
ya cerca, vense arrastrados por nna in
mensa multitud de ios que siendo vecinos á
la catástrofe anunciaban mayores desastres.
Por el contrario, otros de más valor. Juntos
con los soldados y la autoridad civil y acom
pañados de S. M. Víctor Xauuel se diiágen
al lugar del peligro; entre estos se encon
traba nuestro Don Bosco.
En el momento del primer gran ruido, en
contrábase en la sala de la exposición de
objetos destinados para una. lotería. Y al
temblor que se notó en los edificios, salió al
momento á la calle para saber lo que su
cedía. En el mismo instante déjase sentir al
segundo estruendo, y poco después cae un
saco de avena á su lado, faltando poco para
(pie le aplastara. Advierte que el siniestro
había sucedido en el polvorín, distante oOÜ
metros del Oratorio. :5tás que andar volaba,
dirigiéndose á casa con el temor de hallar
en ella un sin número de desgracias. El Se
ñor quiso no fuera así; la encuentra desierta
y que habían huido todos sanos y salvos
á los campos y prados vecinos.
Visto esto, sin perder tiempo y sin atender
al peligro, corre al lugar del desastre, á fin
de prestar á algún pobre infeliz, los auxilios
de su sagrado ministerio. Por casualidad
encuentra en el camino á su madre, la cuad
trata de entretenerle, mas en vano. Llegado
al punto, ábrese paso por entre la muche
dumbre y llega al pié de los mismos escom
bros ¡ Que terrible espectáculo coiiiempla !
Vense esparcidos acá y acullá cadáveres,
piernas y brazos; óyense voces desgarrado
ras que salen de entre los escombros de la
_ R7 —
humeante fábrica, y eu todos ve retratados que atribuía su heroísmo en aquella circuns
la tristeza y pavor debidos ai inminente tancia, á la protección de María.
Por esto sólo, pronto fué el blanco de los
peligro de una tercera explosión} que á
efectuarse hubiera producido una terrible sarcasmos, desprecios y calumnias principal
carnicería aun entre los vecinos más apar mente de aquellos á quienes el nombro de
tados. Afortuifadamente , parte , los dos Dios y él de su Augusta Madi-e suena mal
almacenes á que se había prendido fuego, y á sus oídos.
Sin embargo, recibió del Gobierno una meque habían sido causa de tantas desgracias,
sólo contenían algunos centenares de kilo dalla de oro, de la Guardia Nacional una co
gramos de pólvora, al paso que, á pocos rona, y de la Municipalidad loa honores de
metros de estos, se hallaba un tercero que Ciudadanía, el de llevar una calle su nom
contenía setenta mil kilogramos. Hubiera bre y una pensión vitalicia anual de
sido un terrible volcán, pues á inflamarse pesetas. Ojalá que uii día la ciudad do Tuno sólo todo el arrabal de Hora, sino buena riu pueda ver elevado un monumento á
parte de Turín va á pique. ¿Y quien salvará Sacchi, en (jue se perpetúo su arrojo y piedad.
En cuanto á nuestro Don Bosco, tuvo el
á Turín? Lo salvará María por medio de un
su devoto, que es muy justo estampe aquí su consuelo de dar la absolución á uu pobre
obrero que sacado de entre las ruinas, muti
nombre y pase así á la posteridad.
Ls este el sargento Pablo Sacehi de Vo- ladas las costillas y despedazado casi lodo
ghera, jefe de los obreros de dicha fábrica, su cuerpo, estaba en los últiiuos momentos
salvado como por milagro del estrago. Por do su vida. Y si bieu uo le fué ])ennitido
tres veces es sacudido y cebado á tierra qite- avudar en tan difícil tarea con sus propias
dando como muerto á causa de la explosión. manos, con todo prestó un gran servicio su
Se levanta á pesar de todo , medio tosta sombrero. Fué el caso que en el momento
da la cabeza, piernas y brazos, y echando de mayor peligro, no se tenía con que llevar
sangre por nariz, boca y orejas, y en medio agua para apagar el fuego que se había
de nna conñisión inexplicable, entre la mor prendido en la estera cercana á los barriles
tandad de sus compaueros y entre los llan del terrible enemigo; cuando de prontu acútos y gritos de desesperación, él demuestra dele á Sacchi la feliz idea de apoderarse del
tal perspicacia y serenidad de espíritu, que sombrero de Don Bosco, y cual si fuera un
es superior á todo encomio. Parados los re cubo presta con él tan singular servicio —
petidos sacudimientos ocasionados por el es entretanto llegaban las bombas y demas au
trépito .de la esplosión, nota que está todavía xilios — diguo mas bieu de risa, si el caso
salvo el tercer almacén, y que ya se había lo requisiera. Este episodio muchas veces y
prendido fuego á una estera que allí había. con grande'satisíacción suya y nuestra nos
L1 peligro de verse con la muerte en los labios lo ha referido el valeroso soldado.
Fue y es general la persuasión que á un
no le espanta, corre al punto, quita la estera,
permanece allí y pide auxilio. Su arrojo y especial favor del Cielo, se debe so salvara
valor, hace que algunos ciudadanos, acudan 'i’uríii de grandes desastres. Los primeros eii
á prestárselo; se unen á estos algunos sol experimentar esta protección, fueron los asi
dados y bomberos, ocupados los unos en ex- lados en la Casa de la Divina Frovideiieía.
tiuguii’ el fuego y los otros eu trasladar los El piadoso Instituto so levantaba á poca dis
barriles que en niimero de 800 estaban al tancia del polvorín, y algunas de sus depen
macenados. Este trabajo ejecutado con suma dencias no distaban más de ochenta á cien
prontitud y del cual salieron felizmente, metros. En tan terrible explosión, desplomá
ronse techos y paredes; mesas , armarios y
duró hasta las cuatro de la tarde.
Así eu este día de angustia, Turín, sal otros muebles, quedan destrozados, y otro»
vóse por la intercesión de María y el he son echados acá y acullá con sumo estré
roísmo de un hombre, que la invocó y le pito; desqníciansc puertas y ventanas, llue
pidió auxilio eu tau horrible desgracia. Hasta ven de todas partes astillas, pedazos de
hoy día Tésele i)ostrado todos los sábados hierro, piedras, ladrillos y mil y mil otras
delante del alter de la Virgen Consoladora, <msas. Con todo y estar en medio de tan
para ofrecer su voto de agradecimiento no formidable lluvia de proyectiles, no se tuvo
tanto por haber salido con vida de tan se que lamentar la más mínima desgracia entre
gura muerte, cuanto x>or haber sido el me las mil trescientas personas que allí se re
dio de salvar á tantos de sus hermanos. Este fugiaban, siendo la mayor parte niños, cie
hambre sencillo y de buenas costumbres, de gos, tullidos, locos y enfermos. Muchos cre
parado por m Divina Pro\iiieucia para ser yeron ver ante sus ojos la terrible muerte,
la salvación de Turín, dada su robustez, que con afilada guadaña iba presto á segar
valor y edad juvenil, recibió en los primeros mi¡5 vivía.s, mas no ¿aó as». Yacía el enfeimo
días, toda clase de atenciones y altas consi en su cama, se desmoronaba e; techo y los
deraciones de afecto y reconocimiento de trozos caían ó á su alrededor ó á sus pic.s;
b^da clase de personas: mas no tardó mucho pendían otras veces grandes trozos de ma
en ser acibarado con la hiel de la ingratítud. deros , daba tiempo á que se pudiera sacar
Llevado de su buena fé, dijo pubiicauientej zl paciente ¿el punto del peligro y pronto
—
veníase abajo. En la sala en que estaban los
iiiiios, desprendiéronse multitud de trozos del
techo y ni tan siquiera uno cayó en el lecho
de aquellas inocentes criaturitas. En el de]>artamento de los fatuos y dementes, había
veinte cuTiias, y en el término de ti-es años
no so había visto un lecho vacío, almenos
antes del mediodía; i>ero en este día cual
si ])resagiaran algún funesto suceso, habiánse
levantado todos antes de las doce. En esto
sucede la cxi>losión, y un grueso madero desprendiilo del techo, abre un gran boquete en
el suelo desploinúndoHO parte de la muralla
y aplastando un lecho.
Es todavía niús palpable la visible pro
tección de IMaría, en lo (jue se refiere á. sus
imógenes. En todas las ilepeudencias hállanse armarios, mesas, sillas y otros mue
bles, rodando por el suelo y hechos afiicos,
pero Olí uingmia se ve que tan siquiera —
cosa maravillosa — el cuadro de la Virgen
se liaya desprendido del clavo que lo sos
tiene.
En la enfermería llamada do Sta. Teresa,
ó la altura do dos metros, había una imagen
do María metida dentro do una campana de
vidrio; caen entrambas al suelo, y ambas á
dos quedan coniplotamento intactas. En el
espacioso dormitorio do los huérfanos, todas
las ventanas que mirahan al x>olvoríu, esta
ban tapiadas á cal y canto; en el momento
do la oxidosión todas se destrozan, á ex
cepción de dos, de las que pendía el cuadro
de María. En un corredor subterráneo, que
daba jiaso de una á otra casa, á la altura
de unos tres metros y colocada en una pe
queña bóveda se hallaba una imagen de la
Keina de los Cielos. Cuando de resultas de
la explosión todo el muro se derribó, no pa
rece sino, como que se hubiera cogido la
imagen y con todo tiento se la colocara en
cima de su pedestal, y rodeada de todos los
escombros esparcidos por el suelo; parecía
viva y como si quisiera dar valor y ánimo
á los que por allí transitaban pidiendo au
xilio. En la cajúHa privada, que más bien
jnidiera llamarse rico santuario por las pre
ciosidades dignas do veneración que encie
rra , y que tanto apreciaba el venerable
Cottoleugo, hallábanse colgados de la pared,
como unos 800 cuadros do todas dimensio
nes, en los que se veneraban las imágenes
(lo los santuarios más célebres y milagrosos
del mundo, dedicados eu honor de tau Au
gusta Señora.
Estaba eshi (japilla situada frente por
fteute del polvorín, de manera que á la pri
mera sacudida no era de extrañar toda vi
iiiese á tierra. Lo que uo sucedió. Vomita
su lava el terrible volcán; en las dependen
cias, á espaldas de dicha capilla separadas
de estas por la misma pared, grandes ar
marios y mil otxos muebles, van por tierra,
destrózaiiso puertas, y los cerrojos que las
ciemm rómpense cual frágiles cuerdas ó dé
88
—
biles listones. Y con los cuadros ¿pasa otro
tanto ? Al contrario ; quedan estos muy bien
colgados de sus respectivos clavos, y sin
que á uno siquiera le falte la más mínima
parte de su vidrio.
En la iglesia de la casa hay una capilla
de líuestra Señora del Rosario, la cual está
cerrada por un gran cristal: cuando á dis
tancia de seis metros se hunde el gran arco
que sostenía la cúpula de la iglesia, viene
abajo el órgano que estaba colocado en una
de las tribunas y llévase consigo parte del
arco que circuia el cristal de la sagrada ima
gen ; inas María como Reina y Señora, no
jiermitió que ni tan sólo se le cayera uno de
sus pendientes.
Pero todavía se ve más patente la admi
rable protección de María, en este d ía, en
los dos hechos siguientes. Eu el atrio que
da entrada al piadoso Instituto del venerable
Cottoleugo, y cerca de las dos puertas que
dan salida á la calle, había adherido á una
sencilla mesa un cuadro, de un metro de
largo, de la Virgen Consoladora, pintado de
mimo maestra. Dicho cuadro lo propio que
hoy, estaba guarnecido por su correspon
diente marco y vidrio, con flores, exvotos y
otros adornos. Ante él acostumbra rezar quien
entra y quien sale el Ave María. El atrio de
la parte interior que introduce al patio, se
encontraba de frente al polvorín y sin nin
gún resguardo de por medio. De aquí que
en la doble explosión de los almacenes, de
tal manera fué sacudido, que se abrieron con
violencia las puertas cerradas del Instituto í
eu las ventanas no quedó vidrio entero y aun
las mismas hechas en mil pedazos, en la
calle Doragrosa y á distancia de más de un
kilómetro del i)unto del suceso, uo se veía
vidrio entero; eu dicho atrio fueron arroja
dos como terrible granizada, ladrillos, pies
d ras, hierros y estacas, grandes armariocolocados en la parte opuesta al cuadro son
derribados en un momento, y una gran puerta
de nogal cerrada con grueso cerrojo divídese
en dos p artes, rompe éste y raja el ángulo
de la pared, eu la cual estaba colocado el
cuadro de la Virgen. ¿Y que ocurre con este
cuadro? ¡Maravilla providencian
De todo, es lo único que permanece en su
puesto, sin la más mínima señal de estar
deteriorado. La bella efigie de María, pare
cía como decir con dulce sonrisa á sus atri
bulados hijos : Ko temáis, yo aoy¡: Uffo sww,
noljte timere, seré vuestro escudo, vuestra
defensa y sostén. Un señor de la (dudad que
á poco euti-ó eu el pórtico del edificio, al ver
el cuadro de la Virgen (jon su vidrio y de
más, como si nada hubiese sucedido, al paso
que eu la casa y calles inmediatas no se
hacía otra cosa que andar sobre cristales ro
tos, no pudo menos de conmoverse y llorar
cual si lúera un uiiio á vista de tal prodigio.
Como se v e , imx)osible es explicarse esto
por causas físicas, ya que excede los límites
— S9 —
regulares de la naturaleza; y así palpable lluvia de teíivs, que de otra manera le hubieran
mente hemos de reconocer la mano de Dios ; dejado en mal estado. Era una escena tierna
omnipotente y la protección de su Santísima al par que conmovedora, el oir exclamar á
inocentes criaturitas : « | Perdónanos,
Madre que velaba por el bien de la ciudad estas
Madre
nuestra! jperdonauos! ¡seremos buenos,
de Turín.
Hay todavía otro hecho si lo dicho no pero muy buenos! » Y en verdad que á no
basta, superior á todos los otros, y en el que ser por su misericordia no se explica el he
se ve más 4 las claras la protección de la cho. » Hasta aquí lo dicho por Mons. A u
Excelsa Señora en este suceso; y para que glesio (1).
De las referidas maravillas, la do la oo no pierda el brillo la narración léanse
mismas palabras de Mons. Luis Auglesio Inmna es la que llamó más la atención, aun
Superior en aquel entonces, hacia ya diez 4 los mismos judíos, quienes al verla más
años, de dicho famoso Instituto del venera pqr curiosidad que por otea cosa, coiilesarou
ser un verdadero milagro.
ble Cottolengo.
Pasado el día, un hombre de mala vida y
Dice a s í: « Entre los departamentos que
miraban al polvorín por sus dos lados y el de peor lengua que blasfemaba contra Dios
más próximo de todos, era el llamado « Na- por el desastre, mientras examinaba los rezaret, » pobre, de un piso y 4 distancia ape sultsvdos y cuando vió cara á cara á María,
nas de SO metros. En los bajos había sobre X)uesta en su débil columna y adornada con
unos vmnte fatuos, y en el x^iso superior su corona, no pudo menos que exclamar:
unos treinta niños raquíticos y enfermos, de \Aq\d seguro hay demonios! ya que esto tíacuatro á nueve anos; tanto el ediücio como turalmenie uo se explica. El pobrecillo, sin
la trabazón del techo venía 4 apoyarse sobre duda los tendría en su cuerpo, y de ello ten
una püastra puesta en medio de la estancia. gámosle comi)asióu. El diablo cuando hoce
Encima de ella y en el otro piso había una las cosas no las hace á mediíis, y á serle po
columna de tierra cocida que había servido sible derribar la columna, hubiera hecho otro
en la construcción de un horno, y sobre ésta tanto con la Imagen. Y a s í, está tuera de
levantábase una estatua de la Inmaculada toda du d a, que María , Madre amorosa, en
Concepción, alta de un meteo, y hueca por aquella circunstancia al hallarse rodeada do
dentro, adornada de sencilla^escama y de tantas ruinas quiso ser pilar de dura roca
una hermosa corona de doce estrellas; ha- y baluarte de sus hijos asilados y del mi.smo
bríase dicho que estaba aquí, como centi Turín.
Y de ello conserva la prueba no ya por
nela y escudo de la Casa, ó mejor dicho para
hacer la oposición 4 las leyes de la natura lo dicho, sino aun por lo acaecido en varios
leza, trazando los límites y dirección que otros puntos. En el convento de las Magda
debía seguir la exxdosión de los dos alma lenas, distante 400 metros del polvorín, en
cenes, que 4 tan corta distancia se hallaban la Casa llamada Kefugio de Sta. Filomena,
y cuyo resultado se ha dicho en x^arte. En en el antiguo Conservatorio, y en los tres
la continuada lluvia de proyectiles, que de Institutos de la Marquesa Bardo, no se la
toda clase y tamaño eran lanzados contra el mentó desgracia alguna personal. Había en
pequeño ediücio llamado Nazaret, la columna este último el numero de 500 entre religio
86 ve pronto acribillada |jor la terrible me sas y jovencitas, sanas y enfermas, y ni una
tralla , al paso que 4 María se la ve coro sola sufrió daño alguno. Eii la Casa Kefu
nada como antes sin que le haya hecho la gio se veían eu las x)aredes, — aun á media
más mínima mella, j Quién, X)u6s, no la reco noche, — las señales de tantos i)royoctiles;
nocerá , saludará y dará gracias por haber cu las Magdalenas cayó una piedra de diez
sido tan fiel Guarda y amorosa Defensora? kilogramos, y todavía so enseña un armario
Aún más; el techo todo agrietado, en parte lleno de piedras, trozos de hierro y cosas
derribado, y rotos los maderos, precipitó mul semejantes, recogidos de los que liabísiii caído
titud de tejas en donde estaban reunidos los en las salas y (corredores, sin que ni una de
niños, los unos recogidos en su pequeiio le las cien personas que había, fuera dañada
cho ó cuna, y los otros sentaditos en su silla ni eu poco ni en mucho. Todavía más; ha
ó jugando; hubiérase dicho que ni uno tan llábanse eu la enfermería dos Hermanas, que
sólo podía escapar de muerte tau x>i’óxima, de mucho tiempo no se habían levantado de
V persuadidas de ello muchas personas acom la cama. Aquella misma mañana sobre las
pañadas de las Hermanas entermeras, acu once, pideu i>ermiso á la Superiora para le
dieron á prestar auxilio á aquellas inocentes vantarse é ir al jardín, á fin de poder tomar
criaturitas. |Y cual no sería su alegría al un poco de aire más puro. Contra su volun
ver que ni xiuo tan siquiera había recibido tad accedió á ello la Superíora. No bien es
el más mínimo daño? De los niños los más taban ya en el jardín, cuando sucede el he
ágiles huyeron y los tímidos ó imposibilita cho, y*prouto cae un gran madero ‘sobre el
dos se acurrucaron en sus camitas. Entre
ellos se halló uno á quien en la explosión
í l ) V e « e L e m *ravifilie d e lta D iv in a F r o t v - ^ m a n e ü a I n
se le había volcado la cuna, peco de tal ma cola $aa Caen cce. p e r Vintereeetúm e d tlla 8 S . 7erg\ne. — T »nera que quedando debajo se víó libre de la T iao , p r e e » U C » t . P i e t r o M a r i e t t i , 1877.
— Uü —
tejado de la ejilermen'a, (iiie Jiuudíéndole peiieti'u eu ella y precisamejile va á dar en el
lecho de las dos Hennanas.
Estaban las pobres religiosas Magdalenas,
lionas de inmenso dolor y apesadumbradas
al (ionsiderar que habían de romper la clauHiii’a en busca de asilo mils seguro. Iban ya
A salir, cuando ven venir una cándida pa
loma {Y])osai'so en lo más alto del edificio.
Considerándola como portadora de íelíz nueva,
dicen : si se inar(dui, nos marcharemos no
sotras, y si so queda nos (luedaremos taml)ii;n nosotras, (¿iiedóse la buena x)aloma
hasta las cuatro de la tarde, y en el inter
medio llegó ini enviado del Gobienio á manilbstarles que nada debían temer, por haber
ya dcsai)are(;itlü el peligro.
f ContimiaráJ
nes y oraciones son la expresión de la más
sólida y tierna piedad, ejue sus ejemplos es
tán discretamente escogidos y que, jior con
siguiente, la publicación de este devociona
rio hará más amable y fructuosa la devociíin
del Bles de María, tan simpática y universal
entre los pueblos cristianos ('Correo CatglánJ.
A í d a d e S . L u is G o n z a g 'a . — Para
alentar á la juventud á imitar Tas virtudes
de San Luis ’Gonzaga y encomendarse á su
intercesión el sacerdote salesiano Doctor Don
Juan B. Fraucesia acaba de publicar en nue
stra Tix)ografía de SanBenigno un pequeño vo
lumen, que es un precioso -compendio de la
vi-.bi del Santo.
Varios periódicos lo han elogiado por su
siinpli(!idad, daridad y animación del estilos
Lleno está de importantes y tiernas consi
deraciones y es de recomendarse encareci
damente á la niñez.
B ib lio g r a f ía .
M e s ele M suúsi I iim a c u la e la , por
Don Roüolfo Vergara Antúnez^ Pbro. — Con
el celoso ])ropósito do extender, arraigar y
popularizar la devoción á la práctica del Mes
<*oiisagi‘ado á IMaría, el piadoso aTitor de este
opús(iolo ha ordenado su libro, basándolo en
el (pío por primera vez se publicó en Chile
el ano iSol al introducirse en aquel Estado
esta Uernísima devoción. Agotado el primi
tivo y conservando las oraciones que habían
adipiiridü más popularidad, en el presente
el Sr. Antúnez procura resumir en las con
sideraciones de cada día alguno de los inte
resantes liechos de la liistoria de la Virgen,
deduciendo de cada uno la reflexión moral
<]U6 Huye naturalmente de los mismos.
Es inútil decir que éstá escrito por mano
ex])orta con el íin de inducir el ánimo á la
l>rúctica de las cristianas virtudes, coadyu
vando no poco la acortada elección de los
ejemplos con que termina el ejercicio de
cada día.
Una hermosa novedad lia introducido el
autor en su libro, consistente én la práctica
de una romería espiritual á alguno do los
Santuarios más celebres del mundo cristiano
eu cada uno de los cuatro domingos que se
contiüiiou dentro el mes dedicado á las glo
rias y alabanzas de la Aladro del Amor Her
moso. Así 80 eucieude el entusiasmo de los
Heles, y, ya que no sea dable á todos unirse
corpoialmente á los piadosos peregrinos que
tienen la suerte de llevar sus oí’teudas amo
rosas á los piés de la Peina del Cielo, seanos permitido unirnos con ellos en espíritu
para participar de su eutusiasmo, como de las
gracias tpie eu tuu solemnes ilías prodiga
nuestra amorosa j\üadre. Por últiiuo, debe
mos eu justicia decir cou el censor de la
obra, despuós de haber saboreado sus edifieiuites y bellas páginas, <pie sus meditacio
V id a d e S a n A g ;u sitín , por el sacer
dote Doctor Dox J u l i o B a r b e é i s de la Pía
Sociedad de San Francisco de Sales. Es una
edición popular encomiada por eminentes Car
denales y Obispos, que escrita en italiano ha
sido traducida y publicada luego en francés y
que Uü tardará en salir también á luz eu espanol. Digno es de notar lo que dice su es
clarecido autor:
San Agustín, uno de los genios más pro
digiosos del mundo, disipado en su juventud,
llegó á perder la fe j pero á los 32 años de
edad la divina misericordia le tocó maravi
llosamente en el corazón y le ai'raucó de los
deleznables placeres y doctrinas. Su conver
sión ha llegado á ser, después de la de san
Pablo, una de las más celebradas por la Igle
sia Católica; pero su vida no es aún bas
tante conocida; que el pueblo gusta leer sólo
lo que bien comprende, y si no lee la vida
de San Agustín es porque no se había basta
ahora escrito especialmente para él. Por en
cargo de mi muy amado Padre y Superior
Don Bosco, he emprendido este trabajo con
el liu de llenar tan lamentable vacío. Era
harto extraño, en electo, ver aparecer cons
tantemente el nombre de san Agustín eu la
hi.storia de la Iglesia, verlo citado en todo
libro de ciencias eclesiásticas, de ascética y
polémica, advertir que á él pertenecen casi
como dos tercios de las homilías y lecciones
del breviario y que no obstante esto no era
más conocida su vida que la de los demás
sautos. Ko he intentado hacer una obra de
erudición ó literaria propiamente dicha; he
querido más bien enderezar mi escrito á la
vida práctica y mejoramiento de las costum
bres , y halágame la confianza de no haber
trabajado eu vano.
Tributar uii nuevo homenaje á este Santo
y procurar el bien de las almas ha sido,
pues, el móvil de mi ruda tarea.
— 91 —
Y pues son tantos los desgraciados Agus
tines que en nuestros tiempos se engolfan
en los placeres, espero que al ver los admi
rables efectos de la gracia en el Padre y
Doctor de la Iglesia para obligarle á con
vertirse , no pocos después de haberle imi
tado en sus extravíos le tomarán por modelo
en la firme resolución de volver á Dios para
siempre.
***
Al componer esta obra, no es fuera de pro
pósito decirlo, he probado especial consuelo
en notar la extraordinaria semejanza de San
Agustín con San Francisco de Sales, glo
rioso patrono de la Pía Sociedad Salesiana,
ó la cual me cabe la honra y diclia de per
tenecer; semejanza que más y más he com
probado á medida que he ido compaginando
los hechos de la vida que doy á luz.
Eli efecto, con excepción de la juventud
continente en san Francisco y desordenada
en san Agustín, vemos á ambos esclarecidos
obispos marchar con paso igual en la vía de
la santidad y ejercicio de unas mismas fun
ciones. Preiiarados con detenidos estudios,
ambos recibieron en poco tiempo la unción
sacerdotal, ambos estimados singularmente
por el obispo que los ordenó de sacerdotes,
llamados fueron á servirles de coadjutores y
á sucederles en la cátedra episcopal. Sin de
jar de conservar hasta el fin de la vida su
diócesis respectiva, uno y otro tuvo ocasión
(le alejarse de ella; uno y otro predicó con
celo infatigable la verdadera doctrina contra
los errores de su tiempo y escribió obras
inmortales; y como los herejes conspiraran
contra ellos, salvados fueron por idéntica
giucia. Ambos fundaron una orden religiosa;
ambos están canonizados y proclamados Doc
tores de la Iglesia.
Pero donde la semejanza es más perfecta
es en la práctica de sus virtudes sublimes.
A la verdad uno y otro fueron tan humildes
y dulces que pueden ser propuestos como
modelos de humildad y mansedumbre; y si
en nuestros días en queriendo designar al
santo en quien la dulzura y humildad pa
recen más características y sobresalientes al
punto se piensa en san Francisco de Sales,
creo que antes de aparecer este santo todos
señalarían del mismo modo á san Agustín.
Santa Chautal era de sentir (^iie la virtud
que más brillaba en San Francisco de Sales
era el vivísimo celo por la salvación de las
almas; otro tanto puede decirse de san Agus
tín. En ambos ésta fué su obra capital.
Debo ahora explicar mi propósito. Dos ca
minos hay que conducen al cielo: el de la
inocencia y el de la penitencia. Algunas al
mas privilegiadas han recorrido el primero,
más hermoso, más fácil, más seguro, más
.
conforme á la divina voluntad y propio para
alcanzar más copiosos méritos: por este ca
mino es por el cual el Señor querría vernos
(.enderezados á todos. Pero la mayor parte
de los que se salvan, como quiera que des
graciadamente caen en el pecado,- deben
marchar por el segundo. De consiguiente
hay dos géneros de vidas de santos: las
unas que nos presentan á esos amigos de
Dios que vivieron en la tierra cual si fnerau
ángeles del cielo, que si bien, como hijos do
Adán, eran de frágil barro, no obstante con
servaron inmaculada la tímica bautismal y
volaron al paraíso sin conocer , por decirlo
a s í, los abismos de la maliiúa humana ; las
otras, por el contrario, nos muestran á los
santos que fueron en un principio i>ec.adores,
más ó menos entregados á las i)crversas in
clinaciones del orgullo y los seuUdos y que
viniendo á conocer poco á poco el precipicio
hacia el cual cainiuabau, detuviéronse á
tiempo, eiiipeñárouse con todas sus fuerzas
en vencer sus malas inclinaciones y c-on la
ayuda de Dios, llegaron después de mil com
bates y victorias á la más sublime perfección.
En una y otra clase de vidas fuerza es
admirar igualmente la obra de la gracia y
alabar á ITuestro Señor que con medios tan
varios como maravillosos sabe llamarjios á sí.
Pero si se considera la utilidad práctica que
se obtiene con la lectura de las vidas de los
santos me parecen preferibles las que nos
hablan de aquellos que habiendo sido antes
pecadores.expiaron en seguida sus faltas por
medio de la penitencia.
El mismo San Agustín es de tal opinión
y recomienda leer especialmente estas últi
mas. En verdad que pobres, débiles y peca
dores como somos, seutimos cierto desaliento
al compararnos con los santos que se man
tuvieron en admirable inocencia; mas cuando
vemos un hombre que, primeramente exti’aviado y sumergido en el m al, emprende en
seguida su propia reforma y consigue llegar
á la más alta santidad, no encontramos ex
cusas para mantenernos en nuestra miseria,
y el corazón tocado con saludables remordi
mientos siéntese movido á exclamar como
San Agustín: « ¿Porque no podrá hacer yo
lo que tantos han hecho? » Ellos eran pe
cadores como yo y quizá más pecadores (jue
y o ; ellos experimentaron graiid(is angustias
y (lificultades para romper con el mundo, con
los vicios y darse á Dio.s. Con todo no se
desalentaron ante ningún obstáculo y consi
guieron la victoria. ¿Por qué vacilo en se
guir su ejemplo?
Tan persuadido e-staba San Agustín de esta
verdad que no tuvo reparo alguno en dar á
conocer en sus Confeaiones todos los errores
con que se había hallado oscurecido su es
píritu y eu señalar todas las repugnantes
llagas que el vicio había, producido en su
corazón, queriendo así indicar aun á los que
más esclavizados se encuentran por las pa-
—
02
sienes y abismados en el mal, el camino que
deben seguir para rehabilitarse y recobrar
la inocencia perdida.
Con este mismo ün me he resuelto á pu
blicar esta humilde obrita, propia para pro
ducir los saludables frutos que se esperan
de tal género de vidas. Leedla con corazón,
querido lector, leedla «-on buena intención y
siinpli(údad de espíritu, y seguro estoy de
que será de gran provecho para vuestra
alma; os devolverá quizá la paz por la cual
tanto suspiráis; y quizá rompiendo resuelta
mente, á vuestra vez, las cadenas que os re
tienen en el pecado, según las palabras de
David, repetidas por san Agustiii, diréis al
Sefior : « Ilahcis roto mis cadenas, Dios mío:
os ofreceré una hostia de alabanza > (1). Y
no os contentéis con leer vos solo este libro;
si alguna utilidad reporta á vuestra alma,
regalad á otros con semejante beneficio y
difundid su lectura entre vuestros parientes
y amigos. Con semejante proceder podréis
confiadamente aplicaros estas palabras del
misino san Agustín : « Habéis salvado un
alma, habéis predestinado la vuestra » (2).
Réstame sólo decir dos palabras sobre el
procedimiento empleado en la composición
de este trabajo Teniendo siempre en mira
hacer como he dicho un libro útil, he procu
rado que la narración sea apropiada a núes
tros tiempos y en especial á la juventud del
día; he excogido lo mejor que he encoutrado
de cuanto conozco escrito por buenos 'auto
res, me he esforzado en exponerlo en forma
comprensible y agradable aun á las inteli
gencias menos cultivadas y he citado las pa
labras del mismo Santo cuando ha sido
oportuno.
A fin de que esta vida fuése la más fiel
y verídica posible, he ocurrido á las propias
obras de San Agustín, he consultado la re
lación de Posidio, que con él vivió como
cuarenta anos, y brevemente, pero con gran
exactitud, escribió su vida. He tenido ade
más á la vistsi la líintorUi. de San Agustín
de Poujoulat, la de Santa Móii iva del Obispo
Büugaud y las AcUis y Pociriua de San
Agustín del R. P. Antonio íMaría Pallavicini
de la Congregación do los Canónigos Regu
lares do Letrún ; me he servido de numero
sas historias eclesiásticas y en espe<ual de
la dol (hudenal Oisi y de la dol célebre
Rohrbac-her, de varios <líc<*iimai'ios, etc.
Me he ihdeniilo con preferoncia en la con
versión de San Agustín, haciendo resaltar la
bondad de Dios para con é l, á fin de que
tal enseñanza nos sirva de provecho. ¡ Quiera
Dios haya injertado en mi intento !
—
Y ahora me dirijo á vosotros, jóvenes que
ridos. Aceptad con benevolencia el libro que
os ofrezco. « Tomad y leed, » os diré como
la voz del cielo que habló á S. Agustín (1);
instruios y estad eu guardia contra las se
ducciones del vicio, tan poderoso y universal
eu nuestros días. ¡ Ah! ¿no lo veis vosoti-os
mismos I
A cada instante y pordoquiera trátase de
desacreditax á la Iglesia, al Papa, al sacer
docio, á la religión de Cristo, se hace burla
de la piedad , se dan mil injuriosos apodos
á los buenos católicos, y lo que es aun más
sensible se aplauden, como cosas dignas de
un noble espíritu y de un corazón generoso,
las más viles acciones, las infamias y pasio
nes más vergonzosas, indignas de cualquier
hombre y sobre todo de un cristiano. En esta
Vida veréis lo que se debo á Dios y á sus
enseñanzas, de que respeto es menester pe
netrarse hacia la Iglesia, el papado y el sa
cerdocio ; veréis cuán sublime es la verda
dera piedad y cuánto debe venerar el cris
tiano precisamente lo que el muudo desprecia
como innecesario ó inconveniente. Estimaréis
en qué aprecio deba tenerse esa bondad del
todo humana y natural que puede hallarse
aún en ios corazones más corrompidos y que
se querría sustituir á la verdadera bondad, á
la bondad evangélica. En este libro se os
representarán como en un teatro los dos ma
yores vicios de la juventud: el orgullo y la
iucontiuencia que la ciega y arrastra á la
perdición. Debéis aprovecharos de la triste
experieucia ajena para preservaros á vuestro
turno de todo daño. Aprended de un joven
que probó todos los goces de la v id a, que
fué uuo de los genios más eminentes del
muudo y que, como he dicho, la Iglesia
cuenta entre sus más grandes santos ó ilus
tres doctores; aprended de él á conocer al
muudo, á Dios y á vosotros mismos, á honrar'
la fe de Jesucristo, á evitar las malas com
pañías, las perversas máximas, la corrupción
de las pasiones y á observar una vida digna
del hombre y del cristiano. Y si os veis ya
eu la uecesiílíul de reformar una vida disi
pada, aprended de Agustín el medio de con
vertiros , y sabed que no hay más que uno
solo : la sincera humillación delante de Dios
y la imitación de Jesucristo. ¡ Felices voso
tros, (pieridos jóvenes, si os esforzáis coustaiiteiueute eu realzar vuestros corazones!
I Dígnese el Señor, por intercesión de su
glorioso siervo San Agustín, concedeitMj esta
gracia, haceros felices en el tiempo, felices
por toda la eternidad! ¡Dígnese asimismo
acordarme ú mí la de salvar algún alma! >
<1) C o n f. iib . V I I I , 9
(O ¿Hrtipift». Dvmíiií, rinrwla mea¡ tibi neriUcabo kotliaa%
lawiit.
{'¿) .iitimam «dirá*!». (iHímam ruat.)
Coa aprobtciÓQ de la .\u t. Eclesiástica • G erente JO SÉ G.VMBIXO.
Turin, 1&91 — Tipo^nrafta Salesiana.
-
Fecha
-
1891.07