BS_1891_06

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Título
BS_1891_06
Descripción
Boletín Salesiano. Junio 1891
extracted text
ano v i .

N. 6.

Sale una vez al mes. ^

JUNIO de 1891

BOLETIN SALESIANO
Debemos a y u d a r á n u e s tro s lierm anos & ñ n d e c o o p e ra r á la
d ifu sió n de la verd ad .
( i n S. J uan, 8).
A tiende á la b u e n a le c tu ra , á la
e x h o rta c ió n y á la en señ an za.
(I T im óte , iv , 13).
E ntre la s co sa s d iv in a s la m ás d i­
v in a es l a de co o p e ra r con D ios
á la sa lv a c ió n de la s alm as.
(S. D ionisio ).
E l am o r a l p ró jim o es uno de
los m a y o re s y m ás ex celen te s
d o n es, que l a d iv in a b o n d ad
pu ede con ced er á lo s h om bres.
(El Doct. S. F ranCj de Sales).

C u a lq u ie ra que re c ib e á u n n iñ o en
m i n o m b re, á m i m e recib e.
(M a t e ,

x v i i i ).

Os reco m ien d o la n iñ e z y la j u ­
v e n tu d ; c u ltiv a d co n g ran d e
esm ero la ed u cació n c r is tia n a ;
p ro p o rc io n ad les lib ro s que en ­
se ñ en á h u ir e l v icio y á p r a ­
c tic a r la v irtu d .
(Pío IX).
A o d o b lad to d a s v u e s tra s fu erzas
á fin de a p a r ta r á la n iñ e z y
•ju v e n tu d de la cox'rupcion ó
in c re d u lid a d y p re p a ra r así u n a
n u e v a g en e ració n .
(L?ON XIII).

_ 4^ ( D IR E C C IO N en el O ra to rio S ale sia n o — C alle de C ottolengo N. 32, T U R IN (Italia)

le deja en el sagrario donde está iirisionero por nuestro amor y deseoso de col­
La Adoración Cotidiana Universal.
marnos de sus gracias.
El Centenario de S. Luis Gonzaga.
Otro ñu im portante que esta Obra se
Indulgencia de la Porziúnonla.
Coopeiadores de Yeneanela.
l^ropoiie es ól de robustecer en las fami­
Noticias de nnutras Mieioneti.
lias el espíritu cristiano que la Masone­
Vii^e de Kisioneros Saleeianos.
ría tanto se afana en pervertir; y de aquí
Prácticas en honor de la Sautíslma Virgen Marta.
que los miembro.s de la Adoración coti­
B1 altar de S. José.
Necrología.
diana inometaii emjieuarse en que vol­
viendo las familias á su antigua iiiedad,
recen las oraciones de la mañana y de
la noche, saluden á M aría con el Áiujclus,
bendigan la mesa, llamen al sacerdote al
lecho del enfermo, aun cuando no sea
próximo el peligro de muerte, recuerden
A JESUS SACRAMENTADO
en sus oraciones á las almas del P urga­
torio, etc.
en reparaclóii del abandono; ullrages con que
¿Quién dejará de com prenderla sautise le ofende
dad y oportuuidad de semejante trabajo?
¿Quién no advierte la necesidad de re­
generar las familias y de mejorar la edu­
INVITACION A TODO BUEN CRISTIANO.
cación de la niñez? Todos los males que
D igna de todo encomio es la Adoración nos afligen son la consecuencia de la cocotidiana universal destinada á avivar la n'upción de los principios y costumbres,
fe en la divina Eucaristía, centro y sín­ y nada bueno puede esperarse mientras
tesis de la religión católica, ofreciendo á la sociedad no se enmiende por su ba.se
toda suerte de personas un medio fácil y vuelva los ojos á su verdadero y único
de desagraviar á Jesiís Sacramentado de Salvador Jesús.
Los miembros de esta Obra admirable
las continuas ofensas de los hombres y
del abandono en que por largas horas se no quedan comprometidos con obligación
S 'C J I V E A .T Í .I O .

LA ADORACION COTIDIANA UNIVERSAL

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de ningún género, ni con prácticas, ni
oraciones especiales. Cada uno elige las
oraciones de su agrado y, teniendo tiempo,
hace una visita á Jesús Sacramentado. Lo
principal es que los criSíiauos se acos­
tumbren á no pasar indiferentes delante
de la iglesia, y entren á visitar á Jesús
que tiene sus delicias en j)ermanecer con
nosotros; que aun cuando vayan al trabajo
ó al paseo no dejen de saludar á Nues­
tro Divino Redentor, quieu no contento
con venir del cielo á la tierra y resca­
tarnos con su preciosa sangre, es en el
Santísimo Sacramento padre que vela por
sus hijos y escucha con ternura sus ple­
garias, pastor (juo alimenta á sus ovejas,
módico que sana todas las heridas. Y
nadie so acorcha á Él sin encontrarlo g e ­
neroso ; que á todos recibo con la misma
bondad (pie á san Ju a n su discípulo aluado, que á la M agdalená cuando con
lágrimas de arrepentimiento le regaba los
p ies, que á san Pedro arrepentido des­
pués de la negación y que al buen La­
drón enclavado en la cruz. ¡ A h ! que
bondad del Señor y que dicha la nues­
tra! El corazón de Jesús glorioso en el
cielo, palpita de amor igualm ente-en el
Santísimo Sacramento. ¿Que teméis? nos
(iice; yo estoy con vosotros, quiero ha­
ceros felices y salvaros. Si esto no qui­
siera no estaría con vosotros, ni vosotros
estaríais aquí.
L a Adoración coüdiana conviene á toda
clase de personas: á los g a n d e s y á los
pequeños, á los niños y a los ancianos,
al poderoso señor y al obrero indigente.
¿Quién no puede disponer de cinco mi­
nutos al día para tan precioso fin? ¿Será
j)osible que desborden de gente los clubs
y cafes, los teatros y paseos, las calles y
plazas y pormauozcan desiertas las igle­
sias? ¿H abran los jxsimtos y pasatiempos
del mundo de ocupar exclusivamente el
corazón del hombre? ¿Quién podrá mejor
satisñicerle (pie el A utor y dueño de todo
bien ?
Dichosas las almas que ván cada día
á la iglesia á recibir las bendiciones de
d csús.
Hacemos votos muy fervientes por la
propagación de esta santa Obra.



EL CENTENARIO DE SAN LUIS OONZANA.
Aproxímase la celebración del tercer
centenario del Santo.jiropuesto como mo­
delo especial y patrono de la juventud,
del Santo honrado en todos los países y en
sobremanera popular, el angélico san Luis
Gonzaga. A l m editar en su vida aprén­
dese á despreciar lo que el mundo ido­
latra y á am ar lo que desprecia.
El mundo sólo ambiciona riquezas, h«nores y placeres, y Luis sólo aspiró a las
riquezas del cielo, y , desdeñando todos
los halagos de la tie rra , abraza la hu­
mildad y penitencia, y profesando en la
Compañía del gran Ignacio de Loyola es
ejemplo acabado de perfecto religioso.
Los hijos de Don Bosco tienen muy
singular devoción á san Luis y cada año
celebráu con gran pompa su fie sta ; más
este año se solemnizará aún con mayor
esplendor y tenemos noticias de los gran­
des preparativos que ya se hacen al efect(3
en varios de nuestros colegios.
Nos alegramos por ello muy de corazón
y al mismo tiempo que en la iglesia de
María Auxiliadora le honraremos del me­
jo r modo posible en nombre de toda la
Sociedad Salesiana y de la P ía Unión de
Cooperadores y Cooperadoras, exhorta­
mos á nuestros lectores á tom ar parte la
más activa en este fausto aniversario, á
recomendar en las familias y sobre todo
en la niñez el amor á este ideal nobilí­
simo de xjureza y abnegación, de cons­
tancia en el cumplimiento de los santos
liropósitos y desprecio de las vanidades
y grandezas terrenas. Asegurémosle el
patrocinio de este ínclito protector de la
más delicada y preciosa de las virtudes,
y reguemos á san Luis defienda á la ju ­
ventud tan rodeada de peligros y tan
combatida con pérfidas asechanzas.

INDULGENCIA DE LA POGCIUNCULA,
Entre todas las indulgencias que están en
nso en la Iglesia, una de las más célebres,
tanto por su antigüedad como por lo ma­
ravilloso de su origen, es la indulgencia de
la Porchincula. Cuauáo tanto se entibia la
fe, (Consideramos muy litil ofrecer á las per­
sonas piadosas una reseña histórica de tan
singular gracia, á fin de ilustrarlas, de ex­
citar su confianza y de inspirarles un vivo
deseo de participar de tan precioso tesoro.

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— 67 —
S u o r ig e n .

A principios del siglo X III, á media hora
de la ciudad de Asís (Estados Pontificios)
liabía una muy pequeña iglesia, conocida con
el nombre de Nuestra Señora de los Ange­
les, que se llamaba igualmente la iglesia de
la Porciúncxda (1), á la que el santo funda­
dor de la Orden de Menores tenía una es­
pecial veneración. Allí acudía á menudo para
satisfacer la tierna devoción que profesaba á
María y á los ángeles, de los cuales ella es
la reina; allí se engolfaba en la oración en
medio de los armoniosos conciertos de los
espíritus celestiales, con los que tenía ine­
fable dicha de conversar, segi^ de ello dan
testimonio los historiadores de su vida; allí
logró finalmente, que Cristo Nuestro Señor
le concediese la gracia más extraordinaria
en favor de los míseros pecadores.
Compadecido el seráfico Padre San Fran­
cisco de la ce^iedad de los mortales, con
lágrimas y oraciones solicitaba continuamente
del Señor la conversión de tantos infelices,
y el perdón de las culpas y penas que por
ellas merecían. Sucedió, pues, por el mes de
octubre de 1221 que, estando una noche por
los referidos motivos muy angustiado el co­
razón de este enamorado de Cristo, mientras
que, desde su retiro de la Porciúncula^ (ña­
maba al Señor de lo íntimo de su alma, pi­
diendo por todos misericordia, y ofrecién­
dose para la salvación del mundo á ser víctima
de la caridad, la Ma-jestad divina le envió un
ángel en forma visible, el cual le dijo que
fuese á la iglesia, donde le esperaban Cristo
Xuestro Senc)r y su purísima Madre con nu­
merosa comitiva de espíritus celestes. Entró
en la iglesia, y atónito y reverente se postró
en tierra, no pudiendo soportar aquel divino
resplandor. En seguida la Majestad de Cristo
diiigiéuíiole amorosamente la palabra, le dijo:
« Francisco, ya que son tan ardientes tus
deseos de la salvación de las almas y á
* mí tan agradables, te doy i)ermiso para
» que pidas alguna gracia en'favor de ellas,
>• pm‘a consuelo de los fieles y exaltación de
» mi nombre. » El temor reverencial tuvo
un rato al Santo en delicioso asombro; pero
vuelto en sí, respondió: « Altísimo Señor y
* Padre de misericordias, atendiendo al pre» ció inestimable de vuestra sangre y á la
» sobreabundancia de los méritos de vuestra
» dolorosa muerte, os pido con toda humil* dad y rendimiento un favor muy del agrado
(1) E sta iglesia no era otra oosa qae nna peqae&ita
y ram osa c a p illa , anida á una porcioneita de tierra
qae allí contigua poseían los monjes de San Benito,
quienes generosamente cedieron el referido local y ca­
pilla a l restaurador de ésta, San Francisco, para fun­
dar alU el prim er couTento de su Religión. Hoy día
la antigua y propia iglesia d e la Poráuncuhi, cabeza
de toda la Ornen seradca, se baila situada bajo la
cúpula de uua basQioa, que ee una de las
gran­
diosas y magníficas de Italia.
I

» (le vuestra piedad para los hijos de vues» tra Iglesia: concededme, dulcísimo Señor
» mío, que todos los fieles que entren en esta
» santa casa contritos y confesados, ganen
» indulgencia plenaria y total remisión de
» todas las culpas, y queden libres de las
* penas debidas por la satisfacción, y redu* cidos al feliz estado en que los puso la
» primera gracia que recibieron eu el Santo
» Bautismo. Y Vos, Soberaua Reina do los
» ángeles y Madre de mi Señor, ya que vues» tra gran piedad os hamereMdoel glorioso
» título de abogada de los pecadores, sed la
> medianera con vuestro divino H ijo, á fin
» de que, por vuestra intercesión, conceda
» lo que no puede merecer este indigno es» clavo vuestro y pecador miserable. >
C(>u el mayor agrado oyó la Virgen Madre
la súplica de su (ievoto sitrvo , y dijo á su
H ijo: « Seuor mío ó Hijo dulcísimo de mis
entrañas, la petición que el celador de vues­
tra gloria y mi devoto Francisco ha hecho
á vuestra Majestad os repite mi amor, ale­
gando á favor de los hombres, de quienes
soy abogada, las humillaciones de esclava y
los privilegios de Madre vuestra á fin de
que concedáis ^ t a gracia. » Respondió el
Señor: « Francisco, mucho has pedido; pero
con medio tan eficaz como son los ruegos do
mi amantísima Madre, aun á mayores cosas
XJuede anhelar tu celo. Xo te concedo la in­
dulgencia plenaria que me pides, pero quiero
que vayas á mi Vicario, á quien dejé eu la
tierra plena potestad de atar y desatar las
prisiones de la culpa, y le intimes de mi
parte que es mi voluntad que confirme esta
indulgencia para que el mundo entienda la
estimación y aprecio que debe hacer de la
rúbrica dé mi Vicario, á quien dejó la fiel
secretaría de mis mercedes. »
C o n c e s ió n .

Desapareció esta celestial visión, y los com­
pañeros del patriarca de los pobres que ha­
bían alcanzado ver las luces y oir las voces,
aunque deseaban saber el misterio, pudo más
para detenerlos el temor que para avivarlos
la curiosidad. Aguardaron, pues ^ á que el
Santo saliese de la* Iglesia, y pidiéronle con
instancia por amor de D ios, que les diese
noticia de lo sucedido. No pudo negarse á
su petición, viéndolos tan enterados de las
prodigiosas señales que habían tocado, y así
1^ participó por entero lo acaecido, encar­
gándoles el secreto. La mañana siguiente
eligió uno de ellos por cjompañero, y se partió
á Pernea, donde á la sazón se hallaba el
Sumo Pontífiise. Obtenida audiencia y ha­
biéndole besado el pie, le dijo: Santísimo
Padre, po(M)a años ha, á diligencias mías se
reparó en los (jampos de Asís una antigua
ermita consagrada á la Madre de Dios, con
advoííación de Santa María de los Angeles.
En este nido nació y creció esta pobre Reli-



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giÓD de los Menores, favorecida con la pro­
tección de esta gran Señora: suplico, pues,
Immildemente á- vuestra Santidad q u e , á
líonor suyo y íí la mayor lionra y gloria de
Hu santísimo Hijo y bien de las almas, que
redimió con el precio de su sangre, conceda
indulgencia plenaria y remisión de todos los
pecados para aquellos que, conlritos y conlesados, visitaren esta iglesia, sin que para
ganarla tengan obligación do dar limosna
alguna. » Diíicultó el Papa la concesión, por
Iji circunstancia de pedir indulgencia plenai-ia sin obligación de dar limosna como cosa
opuesta al corriente estilo de la Iglesia ro­
mana , que m» concede semejantes gracias
sin gravamen de limosnas y obras pías, con
que los Heles se liagaii más capaces y se dis))ongaii más bien i)ura el logro de tales in­
dulgencias.
Preguntóle por cuántos años pedía la di­
cha indulgencia. 5A lo que respondió el seniíico I*atriarca: « Santísimo Padre, yo no
pido años, sino almas. » « No entiendo tu
petición, replicó el Papa, jcómo pides almast » Lo que yo pido á Vuestra Santidad,
respondió Francisco, es que todos los üeles
<]ue, contritos y confesados, visitaren la igle­
sia de Santa María de Porciúncula, queden
absueltos y libros de toda culpa y pena, como
(juedaron por la gracia primera del Bau­
tismo. » Quedó el Papa suspenso, y le dijo:
« Francisco, muy dificultosa es tu petición
y no practicada en la Curia. » Insistió el
Serafín de Asís, diciendo: « Santísimo P a­
dre, sepa Vuestra Sautidad, que esta peti­
ción no es mía, sino orden expresa de nues­
tro Señor Jesucristo, en cuyo nombre os la
intimo, y os hago saber que este'es el be­
neplácito de su adorable voluntad. » Estas
]>alabras hicieron tal impresión en el corazón
del Sumo Pontífice, que movido de impulso
divino, dijo tres veces: « Estoy satisfecho, y
te concedo la gracia que pides. »
Los cardenales que so halhu'on presentesextrañaron mucho esta resolución, é inten­
taron disuadirle de olla con estas razones:
« Beatísimo Padre, miro bien Vuosti*a San­
tidad que esta concesión, á más de ser ex­
cesiva, 08 peijmlicinl álos Santns Lugares de
Jerusalon y á las Estaciones de Roma, por­
que iquióu liabrá que se determine á pasar
por las incomodidades y peligros que tienen
tan largas peregrinaciones, si con monos gas­
tos y trabajo puede lograr en Asís lo que se
busca eu JonisalüuT... » Respondió el Sumo
Pontífice: « La concesión ya está hecha y
no conviene revocarla: lo que podemos hacer
es modificarla y limitar la indulgencia á un
día iiatund y determinado en cada año. »
Vuelto después al Santo, dijo: « Fraucisco,
yo de plenitud de potestad concedo que todos
los fieles que, contritos y confesados, visi­
taren la iglesia de Santa María de Porciúncula un día natural y determinado, que em­
pezará desde hv5 vísperas primeras hasta las



segundas del día siguiente, eu cada año ga­
nen indulgencia plenaria y remisión de todos
sus pecados, y esto perpetuamente. » Oyó
el seráfico Padre la resolución del Vicario
de Jesucristo y, hecha una profunda reve­
rencia, se despidió sin hablar palabra. Díjole entonces el P a p a : « Hombre sencillo.
¿adónde vas, y qué despachos te llevas que
hagan fe de este indulto? » Respondió Fran­
cisco : « Santísimo Padre, bástame la pala­
bra de Vuestra Santidad, porque siendo ésta,
como es, obra de Dios, corre á cuenta de su
providencia el que se haga notoria al mundo,
y tenga efecto su santa voluntad. Yo sé muy
bien que el notario que da fe de esta gracia
es Cristo, sabiduría de su eterno Padre j Ma­
ría es el cándido papel eu que se escribió
con caracteres de gloria, como todas las de]uás gracias que comprendió en ella el dedo
de Dios, ó sea el Espíritu Santo, y los tes­
tigos son los ángeles, de cuyo antiguo testi­
monio tienen la autoridad las obras del Al­
tísimo. » Esta respuesta hija fué de su fe y
humildad, que daban alientos á la firmeza
de su esperanza, fundada en la infalibilidad
de las divinas promesas. No se acordó .el Serafiu de Asís de los estilos de la curia, por­
que como negociaba con Dios, sacando sus
despachos del tribunal de misericordia, no
le ocurrió que fuesen necesarias humanas di­
ligencias excepto aquellas que le prescribió
la voz de IDios, cuando le mandó que diese
la noticia á su Vicario.
S u c o n fír m a c ió u .

. Después de concluida su audiencia, salió
San Francisco de Perusa para regresar á
Asís, y llegando á la mitad del camino, se
sintió interiormente tocado de la visitación
divina; y cómo tan i)ráctico eu las vías de
la perfección, acogió con jagrado estos mo­
vimientos, haciéndose más capaz de nuevas
gracias con la obediencia pronta á las divinas
inspiraciones. Apai-tóse del compañero bus­
cando la soledad, y en ella derramó como
agua su corazón eu hacimiento de gracias
por los frecuentes beneficios que recibía dé
la mano liberal de su Dios, y singularmente
por el btlen suceso que había tenido su pre­
tensión en la curia pontificia. Revelóle el Se­
ñor cómo la indulgencia que había aprobado
su Vicario en la tieiTa estaba ya confirmada
en el cielo. Participó después á su compa­
ñero esta alegre noticia para que le ayudase
á ser agradecido, correspondiendo en parte
con sus fervores á la grandeza de su obli­
gación. Llegó ^ convento de la Porciúncula,
y en los dos anos siguientes no tuvo efecto
Ja indulgencia, porque no .hubo oportunidad
do sacar los despachos para la promulga­
ción, á cansa de la turbulencia de los tiem­
pos y viajes del Sumo Pontífice. Afligíale
mucho esta dilación, por ver paralizado el
fruto que esperaba recojer á beneficio de las

— C9 —
almas j y así instaba al Señor que lo dispu­
siese con la suavidad y fortaleza de su pro­
videncia.
. Absorto estaba nuestro Santo en las dul­
zuras de la contemplación una nocbe de los
primeros días del mes de enero de 1223,
cuando el común enemigo, que basta enton­
ces había combatido al animoso soldado de
Cristo con fierezas y crueldades, mudó todas
sus baterías, y le acometió con lisonjas y
compasiones. Apareciósele como ángel de luz,
y le dijo: « Francisco, jcómo te das tanta
prisa por acabar con esa vida que ha sido
y será de tanto provecho para la universal
Iglesia? Gastar en la oración las noches en­
teras sin darle al cuerpo la necesaria refec­
ción del sueño, es una imi>iedad ajena del
cristianismo que, fundado en las máximas de
la caridad, condena que el hombre se dó
voluntariamente la muerte. Las virtudes de­
jan de ser virtudes, si tocan en los extre­
mos, y pierden toda su sazón, si les falta la
sal de la prudencia. La oración es un ejer­
cicio en que gasta el alma sus más puros
afectos, cuya nimiedad y eficacia sofocan el
calor natural, y consumen los espíritus vi­
tales del corazón, y cuanto tiene de prove­
chosa si es moderada, viene á tener de inútil
si es continua, porque flaqueando la cabeza
con la atención demasiada y la disipación
del espíritu, cuando se busca la devoción
se encuentra el delirio. No es esta la pri­
mera vez que te he dado este avisoj pero
viéndote tan poco corregido, temo que te
pierdas por caprichoso, y que con la nimie­
dad indiscreta de tu celo cortes los vuelos
á tu principal vocación, que es ganar mu­
chas almas. Ahora estás en la mejor sazón
de lograr este precioso fruto; porque tu edad
no es mucha, es madura, amaestrada de las
experiencias y ayudada de la opinión que el
buen olor de las virtudes ha ganado entre
los hombres. Tu Religión, aunque está bien
dilatada, todavía es planta nueva y tierna
que necesita del cultivo de tu mano. Si en
la breve ausencia que hiciste á la Siria se
marchitaron sus verdores, ¿qué esperas su­
ceda, si por la indiscreción de tus peniten­
cias perdieses la vida? Templa, pues, el ri­
gor de estas austeridades, y atiende á que
naciste para el bien de muchos, al que debes
posponer el tuyo propio. Fuera de que tu
mayor bien es ser bueno para todos; y este
motivo debe empeñarte á que atiendas en lo
posible á tu conservación. Conténtate con
los deseos de la mortificación, y deja su ejer­
cicio para los que tienen rebeldes sus pasio­
nes, pues la iglesia te ha menester más vivo
que mortificado, y dicho esto desapareció.
Como el dañado aliento de esta bestia es
venenoso, ocasionó en el corazón del Santo
un turbolento desasosiego, que le dejó bién
seguro de su infame causa. Levantóse de la
oración, desnudóse el hábito, y quedando en
paños menores, salió de la celdilla del ex­

tremo del huerto en donde oraba, y una.vez ,
fuera de la cerca, se arrojó en unas zarzas,
cuyas penetrantes espinas con el riesgo de su
sangre se convirtieron en bellísimas rosas,
unas blancas y otras purpúreas. « Oh mal­
dito.consejero, decía, ¿quitarme querías el
ejercicio de la penitencia? Claro está, qui­
sieras hacerme acomodado i)ara tenerme por
tuyo; pero así resijondo á la sofistería de tus
engaños con la sutileza do estas espinas. No
puedo vengarme de tu malicia, sino despre­
ciando tu soberbia, “y castigando en mi carne
con las puntas de este esi)iiio tus atrevi­
mientos. Desengáñate, rebelde ó inleliz es­
píritu, que no quiero vivir sin padecer, ni
he do buscar descansos, sino penas, para
sentir en bl modo que me sea posible los
dolores y tormentos que padeció por mi amor
mi maestro Jesucristo. »
Estando asi bañado eu su sangre y he­
cho su cuerpo una llaga, se aparecieron una
multitud de ángeles que llenaron de resplan­
dor todos ios alrededores. Diéronle los para­
bienes de tan insigne victoria, y le dijeron:
« Francisco, triunfador valiente de los en­
gaños del demonio, levántate, sal presto de
la espesura de esa zarza, y camina en se­
guimiento nuestro á la Iglesia, donde te es­
peran Cristo nuestro Señor y su llurísima
Madre y Eeiua nuestra. » Salió de la zarza
y se vió milagrosamente cubierto con una
ropa candidísima, cogiendo por mandato de
los ángeles doce rosas blancas y doce en­
carnadas de las muchas que produjo la zarza,
que fué instrumento de su martirio, tomó la
senda que guiaba á la Iglesia, la que á la
vista estaba cubierta y entapizada con pre­
ciosas alfombras. Entró en la Iglesia y vio
en ella á Cristo y su Santísima Madre asis­
tidos de innumerable multitud de ángeles.
Adoró postrado en tierra á la Majestad so­
berana, diciendo: « Omnipotente Dueño de
cielos y tierra y piadoso Salvador del linaje
humano, os ruego con humildad, por las
grandezas de vuestra inefable misericordia,
08 sirváis determinar el día «lidioso en que
haya de tener efecto la indulgencia que me
concedió vuestra dignación, por ruegos de
vuestra Santísima Madre y mi. Señora. Y á
Vos, Reina y Madre purísima, en quien han
tenido siempre feliz éxito mis esperanzas,
suplico loguéis á vuestro amautísimo Hijo
me conceda este favor para bien de las al­
mas redimidas con el precio de su sangre. >
A los ruegos de María Santísima, resiiondió
propicio su benditísimo Hijo , diciendo : —
« Francisco, yo te concedo lo que me pides
por mi Madre dulcísima, y quiero que el día
sea aquél en el cual mi • apóstol Pedro fué
desatado de las cadenas (el día V‘ de agosto)
empezando desde las segundas vísperas y
acabando en las del día siguiente, inclusa
la noche intermedia, durante cuyo tiempo,
cualquiera que éntre en esta Iglesia, alcance
la indulgencia plenaria que tú x^^diste. »

- 70 « Pero, Señor, repuso Praucisco, ¿cómo sa­
brán esto los hombres, y cómo me darán
crédito? — Esto se hará, respondió el Señor,
con mi favor y el auxilio de mi gracia; tú
entre tanto partirás á Roma y notificarás á
mi Vicario ser éste mi beneplácito, pues yo
moveré su corazón para que todo tenga de­
bido efecto. Y porque mi Vicario te dé en­
tera fe, llevarás á algunos de tus compañe­
ros, que están noticiosos de estas maravillas,
las rosas blancas y encarnadas que cogiste
de la zarza, y se las darás en mi nombre,
con lo <iue tendrán mi voluntad y tu pre­
tensión entero cumplimiento. > Dicho esto,
el coro de los ángeles entonó el himno Te
Deum ImidamuH, que concluyó con suavísima
armonía y desapareció toda aquella celestial
visión, dejando enajenado al Santo en júbi­
los de alegría.
Gozoso y condado, al día siguiente el se­
ráfico Patriarca, tomó tres rosas blancas y
tres encarnadas en reverencia del inefable
misterio de la beatísima Trinidad, y con tres
compañeros suyos partió ála ciudad de Roma,
y en San Juan de Letrán, habiendo ofrecido
los debidos homenajes al Sumo Pontífice, le
refirió todo el suceso, dando por testigo á
sus compañeros que estaban enterados de
tantos misterios. y para dar más fe á su
palabra le ofreció las rosas blancas y encar­
nadas. Quedó maravillado el P a p a , viendo
en el tiempo más riguroso ,del año y en lo
más crudo del invierno rosas de tan rara be­
lleza, frescura y admirable fragancia, y dijo:
< iQué testimonio más irrefragable de esta
verdad que estas rosas, en que veo y admiro
otras tantas maravillas, que son las voces
con que se explica la Omnipotencia? Creo
ser así como dices la voluntad de Dios; pero
el asunto se ha de proponer al consejo de
nuesti’os hermanos los cardenales, con cuya
aprobación y consentimiento tenga mayor
celebridad esta gracia. » Entre tanto, dió
orden á sus domésticos que en palacio aco­
giesen con decoro á aquellos religiosos y les
suministrasen cuanto hubiesen menester.
El día siguiente compareció el bienaven­
turado Padre con sus compañeros al consis­
torio sagrado, y postrándose en tierra, dijo:
« Dignísimo Vicario de Cristo, dignaos cum­
plir la voluntad del Señor y de la Virgen
Madre en la materia que os he propuesto. *
Respondióle el P apa: « Aunque ya me has
enterado de todo, vuelve, no obstante, á de^
cirio aquí en presencia de mis hermanos los
caiHlenalos. » Entonces, hecha una circuns­
tanciada relación de todo lo acaecido^, con­
cluyó Francisco, diciendo: « La voluntad de
Dios es que cualquiera que desde las vís­
peras del día 1® de agoste hasta las víspe­
ras del día siguiente entrare en la Iglesia
de Santa María de los Angeles de Asís, re­
ciba plena remisión de todos los pecados
que haya cometido desde el día de Bau­
tismo f hasta el momento en que éntre en

dicha Iglesia, y asimismo quede libre de la
pena por ellos merecida, coa tal que se haya
confesado con corazón contrito y humillado. >
En seguida el mismo Pontífice mostró las
tres rosas blancas y las tres encarnadas, que
fueron de grande admiración y placer á los
cardenales, tocando-su hermosura y oliendo
su suavidad.
Hablóse largamente de este asunto en el
consistorio, y irenetrado el Sumo Pontífice de
que esto había sido del agrado de Cristo, por
los ruegos de su inmaculada Madre, conce­
dió públicamente la indulgencia pedida , ó
más bien la confirmó. Escribió después al
obispo de Asís y á otros seis obispos de aquella comarca que el día 1® de agosto se
reuniesen en la referida iglesia para promul­
gar solemnemente la indulgencia de la Porciúnoula.
S u p r o m u lg : a c ió i i.

A la manera que las industriosas abejas
en loa alegres días de 1a primavera recorren
presurosas las flores y posan sobre ellas para
lamer y extraer coa su trompa el delicioso
almíbar que contienen, y recoger al propio
tiempo de los estambres el polen para fabri­
car l9j mas dulce y sabrosa miel, así también,
no sólo los vecinos de Asís y lugares comar­
canos, sino tambióFí muchísimos venidos de
lejanos países, anhelando el celeste rocío ,
acumolar tesoros de gracia y formar en su
interior el hermoso T)anal de las virtudes,
llegado el ansiado día de la promulgación
de la indulgencia de la Porciúnciila^ de todas
partes se veían afluir en tropel, solícitos de
su salvación, sin perdonar gastos ni fatigas,
con tal que pudiesen tener lá envidiable di­
cha de saborear las bendiciones celestiales y
ganar la especialísima y sin igual indulgen­
cia que de un modo tan solemne se iba á
promulgar. Se había preparado de antemano
un tablado, desde donde pudiesen los obis
pos i)romulgar la indulgencia.
Estando ya todo provisto, estos aconseja­
ron á Francisco que subiese á predicar en
el pulpito prevenido en el mismo tablado.
Obedeció el Santo, é hizo un fervoroso ser­
món, en el cual, ponderando las misericor­
dias del Altísimo, expuso lo que había su­
cedido, y concluyó diciendo, que tanto Cristo
Nuestro Señor como su vicario el Papa, le
habían concedido perpétuamente aquella in­
dulgencia para el día señalado. Al oir los
obispos que el Santo decía que la indulgen­
cia era perpetua, lo tomaron á m al; inten­
taron después reconvenirle, y le dijeron que
iban á publicar la indulgencia, pero dura­
dera únicamente por el espacio de diez años.
Francisco respondió con mucha humildad ,
que la mente del Sumo Pontífice era que la
indulgencia, fuese perpetua, que así se lo
había concedido el mismo Jesucristo y coiiflrmado Su Santidad. Poco crédulos los obis­
pos á las palabras del santo Patriarca, re-

La aparición del Angel
á San José

La preciosa muerte
de San José

— 72 —
^ /Solvieron rectificar lo que él había dicho
sobre la perpetuidad, y de común consentimiento de los otros, se levantó el obispo de
Asís, y, queriendo decir « por diez años, »
dijo contra su voluntad « perpetua. »
Súpoles mal á los otros, quienes, siguiendo
afiu en su primer modo de pensar, se levan­
taron, y sucesivamente con voces altas ha­
blaron contra lo mismo que sentían, mudán­
doles á todos el Señor las palabras, y dán­
doles á euteíider con este admirable suceso
(lue su voluntad era que la indulgencia fuese
])ei'petua, todos los años, conforme había pre«li(;ado San Francisco. Esto les causó grande
admira(úón. De esta manera, con entusiastas
aclamaciones y universal alegría de todos los
presentes, ñié promulgada la indulgencia do
la Porciúncula. Los obispos, no sólo recono­
cieron y publicaron ser ésta la voluntad de
Dios, sino que depusieron con juramento y
suscribieron á este prodigio. Iguales testi­
monios fehacientes dieron las autoridades lo­
cales y la nobleza de Asís, cuyos documen­
tos quedaron depositados en el archivo. Los
cronistas refieren que, cuando el seráfico
Padre predicaba el sermón, tenía en la mano
una cédula, y, elevando tiernamente la voz
y con gran fervor de espíritu leyendo lo
que en ella estaba escrito, á menudo repetía:
« Quiero enviaros á todos al paraíso. »
A iu p lia c i< » n .

La Iglesia, madre cariñosa de sus hijos,
viendo que los fieles apartados de Asís por
la distancia del camino ú otros inconvenieu tes no podían aprovecharse de ^ a c ia tan
singular, fué extendiendo y ampliando esta
indulgencia á otros puntos , hasta que por
concesiones de Gregorio XV de 4 de jiüio
i de 1622, y de Benedicto XIV de 25 de sej tiemble del741 etc., todo fiel cristiano puede
. actualmenie ganar la indulgencia de la Porciúncula en cualquier iglesia de religiosos ó
religiosas de San Francisco, sean de la fa­
milia que sean, ora estén las religiosas su­
jetas al Ordinario, ora no lo estén. Hay al­
gunas otras Iglesias en que, por especial
gracia de la Santa Sede apostólica, se puede
disfi'utar de este inapreciable tesoro.
C o n t lie io u c M p a r a g a n a r l a .

A tenor de las disposiciones pontificias,
para ganar la indulgencia de la Porciúnoula,
se requieren tres condiciones:
1* Confesión. El sacramento de la Peni­
tencia debe recibirse aunque uno no se con­
sidere reo de culpa grave; pero aquel que
no teniendo legítimo impedimento acostum­
bra confesarse A lo menos una vez cada se­
mana, y no sabe que haya cometido culpa
mortal desde la última confesión, puede ga­
nar esta indulgencia sin necesidad de vol­
verse á confesar fSa^r. Congr. Indulg. 15 decefnbr. 1841).

2^ Comunión. Toda persona adulta que
quiera, ganar esta indulgencia ha de recibir
la sagrada Comunión (1), y no basta la cos­
tumbre de comulgar cada ocho días ni aun­
que fuese con más frecuencia.
Advertencias. .1*. La confesión y comunión
pueden practicarse en cualquier iglesia (2).
2“ Pueden efectuarse, ya sea el día primero
ya el día 2 de agosto, y no importa que se
verifique esto antes ó después de la visita
de la iglesia eu la que puede ganarse la in­
dulgencia de la Porciúncula.
3^ Visita. La visita puede hacerse desde
las dos de la tarde del día 1®de agosto, hasta
la puesta del sol del día siguiente (3). Du­
rante la visita se han de dirigir algunas pia­
dosas sriplicas á Dios por la concordia entre
los príncipes cristianos, extirpación de las
herejías y exaltación de la santa Iglesia (4).
Xo está asignada la oración que se ha de
recitar, ni su duración, pero bastará rezar
seis veces el Padre nuestro, Ave Maria y
Gloria P atri, rogando por la intención del
Sumo Pontífice.
La dicha indulgencia de la Porciúncula,
puede ganarse tantas cuantas veces se re­
pita la visita. Una de las visitas puede cual­
quiera .aplicarla a sí mismo ; pero las restan­
tes deben aplicarse por modo de sufragio
para los fieles difuntos (5). Al empezar las
visitas es muy regular que cada cual pro­
cure aplicarse la primera visita para sí pro­
pio , y en las demás visitas para los difun­
tos, es muy del caso que en cada visita la
aplicación sea para algún difunto determi­
nado j V . g^:. una visita se aplica por el alma
del padre, otra por la de la madre, la si­
guiente por la de una hermana, etc., y sería
bueno que se sustituyese otro difunto para
el caso que no necesitase la tal indulgencia
aquel difunto para quien principalmeute se
aplica. Después de cada visita acostumbran
los fieles salir del templo, y después de un
momento vuelven á entrar para hacer oti-a
visita, y así se va practicando tanto el día
1° como el día 2 de agosto. De este modo
se hace eu todas i)artes, y á esta costumbre
aludía continuamente la sagrada Congrega­
ción, cuando, siempre que era consulté»
sobre si se podía ganar esta indulgencia tan­
tas veces cuantas se repetía la visita, res­
pondía, servandum esse solitum; esto es, que
se había de guardar lo acostumbrado. Fi­
nalmente la sagrada Congregación, para evi­
tar nuevas consultas, no se contentó con
responder que se guardase lo acostumbrado,
sino que respondió claramente que los que
(1) Gregorins XV, brevi Splendor, 4 jo lii 1622.
(2) Saor. CoDgreg. lud. 23 febraarii 1847 e t 8 j lÜ
1859.
(3) Id. Gregorius, b re ri Splendor, u t snpra.
(4) Id. id.
(5) Innoccntias X I, b re ri A ü a t, 12 janaaxii 1867.

1

— 73 —
por la Porciúneula visitaban las iglesias del
A las 10 de la mañana del 9 de diciembre
Orden de San Francisco, y oraban allí si­ la Pilcomayo zarpó del puerto, y á las 5 de
quiera por breve tiempo, ganaban indulgen­ la tarde llegaba á la bahía Harris y puerto
cia plenaria tantas cuantas veces repetían de San Raftiel, donde se nos esperaba con
la visita (1).
impaciencia, tanto por la necesidad de ví­
veres cuanto porque tratábase de la admi­
nistración del bautismo á búen número do
neófitos. Eli la playa nos esperaban los sa­
cerdotes Don Perrero y Don Del Turco, ro­
COOPERADORES DE VENEZUELA.
deados de los alumnos iiidígouas y de nues­
hermanos Farable, Porcina ó Ibañcz
Ante todo sean nuestras acciones de gra­ tros
ocupados
esta Misión, á la vez que dos
cias para Dios y su Sima. Madre María Au­ Hermanasen
de sus alumiias es­
xiliadora, por las bendiciones que ban derra­ peraban i\ acompafuulas
sor
Angela.
mado sobre la Piadosa Liga de los Coope­
Luego que desembarcamos todos viuiorou
radores Salesiauos, establecida en abril de
á nosotros y nos saludaron con repetidos vi­
1887 en Caracas.
A las constantes pruebas de simpatías que vas y entusiastas demostraciones de afecto.
de esa remota región recibimos, hay que Era una escena conmovedora que luicía re­
añadir la que nos acaba de dar por órgano cordar la suerte miserable de aquellos pobres
ílol celoso Director de los Cooperadores, salvajes en tiempos pasados yen los mo'.ívos
Pro. Dr. Eicardo Arteaga. Gratísima nos lia de su contento en lo presente.
Fuimos A visitar la Residencia y los tra­
sido la carta que nos ha dirigido con fecha
del 3 de abril del presente, y en contesta­ bajos de la nueva Casa que nos llenaron de
ción solo le diremos que vea realizadas sus satisfacción j tomamos una cena y reunido
esperanzas y que Dios, nuestro Señor, re­ después en conferencia con nuestros herma­
compense sus esfuerzos y la generosidad de nos tuve el gusto de saber que 33 indios, de
los cuales 28 adultos, se hallaban preparados
todos esos buenos Cooperadores.
Damos las más expresivas gracias al Hmo. para recibir el bautismo.
Sr. Arzobispo de Caracas, al Pro. Dr. Ar­
Al día siguiente visité las escuelas y ad­
teaga , al Dr. M. G. Euiz de Guarenas, al vertí el gran progreso obtenido: casi todos
Sr. B. Martínez de Guatire, al Pro. F. Monte- los ñiños saben silabear y no pocos leer de
verde de la Guayra, á la Sra. D^^ Paz de San­ corrida, escriben medianamente en sus cua­
tander de Valencia y á todos los demás Di­ dernos y en la pizarra y responden pausa­
rectores y Miembros de los diversos centros. damente en español á las preguntas de ca­
¡ Que nuestro padre Don Boaco ruegue por tecismo. La disciplina se consigue poco á
ellos desde el cielo y les alcance gracias co­ poco y cuanto lo permite la índole de esta
piosísimas para el alma y para el cuerpo, gente. En cuanto á la escuela de niñas be
para el tiempo y para la eternidad! ÍEstos quedado más y más convencido de la feli­
son loa deseos que forma nuestro agradeci­ cidad con que las Hermanas de María Au­
miento.
xiliadora obtienen los más favorables resul­
tados. Las educaudas saben leer , escribir ,
coser, lavar su ropa y ya han {wiquirido el
hábito de lavarse la cara y las manos varias
veces al día. Y en cuanto á instrucción reli­
NOTICIAS DE NUESTRAS MISIONES giosa es en gi’au manera consolador oh sus
respuestas.
Hermanas prepararon un traje nuevo
Visita á la isla de Dawsoo. - Snevos indios bautizados. paraLascada
uno de los neófitos, en tanto que
Puntarenas, 15 de dioiem'bre de 1890.
Don Ferrero, Don Del Turco y por fin Don
Pistone y nuestro hermano Forcina los pre­
E e v íio . S e . D on E u a :
paraban para tan solemne acto. El día 11
Celebrada la tiesta de la Inmaculada Con­ establecido para conferirles el bautismo se
cepción me embarqué para la isla de Dawsou inauguró la capilla recientemente edificada
en la nave de guerra chilena Pilcomayo, con é intervinieron como padrinos de bautismo
Don Pistone que había venido á pasar un para aquellos el capitán y oficiales de la
mes en Puntarenas, con un clérigo y cuatro Pilcomayo, y el Sr. Rousson, jefe de una co­
jóvenes en premio de su frecuente asistencia misión venida de París á estudiar esta re­
á las instrucciones del Oratorio Festivo, y gión. Después de un hermoso canto enseñado
con la Superiora de las Hermanas de María por nuestros clérigos se comenzó la ceremo­
Auxiliadora en Puntarenas, sor Angela Val­ nia en el más religioso silencio. El espectá­
culo era de enternecer los corazones: el reino
iese.
de Dios se dilataba con nuevas almas rege­
neradas por las aguas del bautismo.
Sacr. Congr. snlj die 23 februarii'1847 et S jc lii
Los nombres puestos á los nuevos cristialü50.

-

74 —

nos fueron los de nuestros Superiores y Coo­
peradores y Cooperadoras.
Concluida la función los indios llenos de
í?ozo y sintiendo la gracia del Señor, se dal)an contentos los nuevos nombres recibidos
y a<;udían á manifestarme su agradecimiento
y el deseo de que todos los salvajes tuvieran
la misma dicba de conocer la verdadera fe,
j)ara lo cual se oft’ecían ir á ellos con sólo
el objeto de inducirlos á. seguir su ejemido.
Estos deseos y este celo por la salvación de
sus hermanos me hacía recordar aquellos
tiempos de la Iglesia primitiva, en los cuales
recibidos por los Apóstoles el Espíritu Santo
disponíanse á i)redicar la palabra de Dios
hasta en los últimos confines de la tierra.
Una dulce idea venía ó halagar mi fantasía:
¿Acuso éstos llegarán á ser misioneros? ¡oh!
¡Dios lo quiera! Así se realizaría el ideal
tle Don Bosco de salvar á los salvajes por
medio de los salvajes.
liuegue V. R. para que esto suceda y junto
con pedir oraciones á los miestros con el
mismo objeto dígnese manifestar nuestro más
vivo reconocimiento á nuestros Cooperadores
y Cooperatloras á quienes en tanta parte se
debe la dilatación de la verdadera fe en estas
regiones.
De V. R. obligmo. y hum. hijo
J osé F agnano

Prefecto Apostólico.

VIAJK DE MISIONEROS SALESIANOS.
En el Boletín de marzo hablamos de la
nueva expedición de Misioneros Salesianos
que en dos grupos se hacía á América. El
l)riiuero destinado para la Tierra del Fuego
y Chile partió de Turíu el 5 de febrero y se
detuvo en Lyóii do Francia con el objeto de
hacer una peregrinación al célebre santuario
de Fourviére y visitar al Em""' Sr..Cardenal
y al Consejo central de la Propagación de
la Fe.
Al dar cuenta de su paso por aquella ciu<lad el Eco de Fo»n'<Vr<5 dice lo siguiente:
« En llegando al Santuario, á las diez de
la luauaua, los sacerdotes celebraron la santa
!Misa y los denuis misioneros la oyerón y re­
cibieron la santa comunión en el altar ma­
yor. Concluida la T^Iisa y antes de recibir la
bendición con el Santísimo el Revdo. Cah.
Pater, rector del Santuario, quiso darles un
saludo do muy cordial bienvenida á la vez
que un tierno adiós en medio de una nume­
rosa concurrencia que llenaba la espaciosa
nave central. « Yo no puedo dejaros partir,
venerables hermanos, les dijo, sin felicitaros
muy de veras y hacer ardientes votos por

el éxito de vuestros trabajos. Sois los hijos
de un Santo cuya vida fué un milagro con­
tinuado. Aquí conservamos de él el más pre­
cioso recuerdo; en este santuario le vimos
varias veces celebrar el santo Sacrificio y
mezclar las lágrimas de devoción con la san­
gre adorable de Nuestro Señor Jesucristo.
Las multitudes se aglomeraban junto á él
como á otro venerable Cura de Ars, á quien
se asemejaba fielmente en la virtud á la vez
que á vuestro patrono San Francisco de Sa­
les. Un día refirió aquí las glorias de nues­
tra iglesia y la justa satisfacción de los lioneses por haber edificado en honor de María
uno de los más hermosos santuarios del
mundo cristiano. »
4! Vosotros en Turín celebráis fiestas sun­
tuosas en honor de María Auxiliadora y no­
sotros aquí rivalizamos en las manifestacio­
nes de amor á María Inmaculada. Aceptad,
como recuerdo de vuestra peregrinación, la
carta pastoral que os ofrezco de nuestro
Bmmo. Cardenal Arzobispo, en la cual lee­
réis los prodigios obrados por María en esta
colina donde la Madre de Dios es en parti­
cular Reina de los Apóstoles y de los már­
tires , como que diezinueve mil cristianos
derramaron aquí su sangre por la fe de J e ­
sucristo ; sangre que ha sido semilla fecunda
que ha producido la grande Obra de la Pro­
pagación do la Fe, y gracias extraordinarias. »
« Muchos misioneros próximos á partir para
remotos países han venido desde entonces á
arrodillarse en este lugar santo: básteme re­
cordar al Beato Pedro Perboyre y á sus vale­
rosos compañeros. Vuestros nombres queda­
rán unidos al de aquellos y no los olvidaremos
jamás. Id á anunciar el Evangelio á los pue­
blos salvajes de la Patagonia donde animados
del espíritu de Dios muchos de vuestros her­
manos os esperan. Adiós, os acompañamos
con el corazón, y vosotros no nos olvidéis eu
vuestras oraciones. Que podamos formar un
solo corazón y alma de modo que con razón
nos sea dado repetir las palabras del Salm ista: Ecce quani bonum et qnain iucundum
habitare fratres in nnuni'f y que esta hora
dichosa no sea sino la aurora de la gloria
inmortal en que esperamos gozar con voso­
tros para siempre. »
Tales fueron las ideas expresadas por el
dignísimo Rector del Santuario en un dis­
curso conmovedor.
Los misioneros en saliendo de la iglesia
tomaron una refección y visitaron el nuevo
Santuario.
La asistencia de gran número de fieles y
de Cooperadores, los acordes del órgano, las

— 75 —
sentidas palabras del Sr. Can. Pater, el re­
cogimiento que inspira aquella iglesia y la
bendición del Santísimo contribuyeron á que
esta visita fuera gratísima é inolvidable.
Dicho Sr. Canónigo tuvo por fin la exqui­
sita atención de escribir los nombres de
nuestros Misioneros, y guardados en un co­
razón depositarlos en la basílica como un ex­
voto de los Salesianos.
iTuéstros Misioneros tuvieron en seguida
la suerte de ser recibidos con gran benevo­
lencia por el Emmo. Sr. Cardenal y luego
con no menor gentileza por el Sr. Presi­
dente, secretario y otros miembros del ConJejo Central de la Obra de la Propagación
de la Pe.
A las 3.25 de la tarde del día 5 tomaron
el tren para Burdeos y á las 8,24 de la ma­
ñana siguiente llegaron en esta ciudad á
alojarse ios Religiosos en el gran Seminario
y las Hermanas de María Auxiliadora en la
Casa de la Santa Familia, quienes les pro­
digaron toda suerte de atenciones, y por fin
partieron el 7 á las 2 posmeridiano en el va­
por Aconcagua.
Los misioneros destinados á Colombia par­
tieron á su vez con el Director de nuestra Casa
de Bogotá en el vapor Fernando Leasejgs.

PRA CTICA S
en honor de la Sma. Virgen María
OPÚSCULO

l e í P b r o . D o n F é l i x M. U a r t i n e z

I.
Rezar todos los días siquiera una parte del
Santisimo Rosario. — El Sumo Pontífice
León X I I I , considera esta devoción como
uno de los medios más eficaces para obtener
la conversión del mundo. Así lo creyeron
innumerables santos; entre otros, San Fran­
cisco de Asís, San Luis IX, rey de Francia,
San Bemardino de Sena, San Ignacio de
Loyola, San Luis Gonzaga, San Estanislao
de ¿ostka, San Juan Berkmans, etc., etc.
La crónica de su Orden, refiere que « haMendo sorprendido á San Antonio de Padua
an fuerte aguacero en despoblado, y no te­
niendo con qué abrigarse, colocó sobre la ca­
beza su rosario, rogando á la Virgen que le
defendiese de la lluvia. ¡ Cosa admirable!
Apenas acabó su oración, hé aquí que el ro­
sario, cual si se hubiese convertido en grande
y solidísimo techo, le cubrió y protegió .de
tal manera, que llegó á la ciudad sin que
le tocase una sola gota de agua. >

San Camilo de Lehs juzgaba esta devoción
tan propia de cristianos y sobre todo de
sacerdotes, que habiéndole dicho uno de és­
tos, que no tenía rosario, el Santo exclamó:
¡Cómo!
es estof ¡S é aquí un sacerdote
sin rosario^ un sacerdote sin rosario!
San Carlos Borromeo le llamaba la nids
divina de las devociones; San Francisco de
Sales, el megor modo de orar, que ocitpíi el
primer puesto entre las demás ordciones no
prescritas ó mandadas; y San Vicente de
Paul aseguraba haber oido decir al mismo
Santo, que si no estuviese obligado d rezar el
oficio divino, no rezaría otra cosa que el Ro­
sario de la Santísima Virgen.
La seráfica Doctora Santsi Teresa de Jesús,
no sólo acostumbraba rezar diariamente los
quince misterios, sino que compeudió en bre­
ves, pero divinas frases, sus principales vir­
tudes. F l Rosario, escribo la Santa, es nn
medio admb'able para retraer á los fieles de
las vanidades del mundo. — Bel Rosario tomé
yo aquellos dulcísimos y suaves afectos sobe­
ranamente eficaces para la unión del alma con
Dios.
El Santo Doctor de la Iglesia, autor de
las Glorias de María, San ^fonso María de
Ligorio, repite en muchas de sus piadosas
obritas, que entre todas las prácticas en honor
de la Santísima Virgen, ninguna hay más agradable á la Madre de Dios que el Santisimo
Rosario. El mismo Santo en su Teología mo­
ral, recomienda de un modo apremiante á
los párrocos que trabajen sin descanso por­
que todos sus feligreses recen todos los días
en familia el santísimo Rosario. — Además,
como San Francisco de Sales se obligó con
voto á rezarlo diariamente, y en su venera­
ble ancianidad, habiéndosele debilitado la
memoria, quería que los que le rodeaban le
recordasen esta obligación. Cierto d ía. du­
dando de haberla cumplido, preguntó a uno
de sus familiares: y como este respondiese
que sí, anadió el Santo estas palabras : Be
esta devoción pende mi salud eterna; cuando
dudo de haberla cumplido, dudo do mi predes­
tinación.
II.
Tener en casa una imágen de la Santísima
Virgen y obsequiarla lo m^or que sea posible,
á imitación de San Francisco de Paula. —
Cuán agradable sea á esta soberana Señora
el culto de sus imágenes, se demuestra ])or
una serie de prodigios, entre otros, el haber
restituido la Virgen Santísima á San Juan
Damasceno la mano que] los iconoclastas le
habían cortado por odio á los escritos en quo
defendió las sagradas imágenes.

m.
Llevar constantemente consigo una imagen
de la 3íadre Dios. - Así lo practicaba Luis XI,
rey de Francia. San Carlos Borromeo decreto
que á la entrada de todos los templos parro-

— 76 —
quiales liubiese una imágen de Nuestra Se- píritu Santo: ^ui elt¿cida?it nie, vitam aeter'
íiora y excitaba á todos en sus visitas pas­ nam hahébunt, los que me glorifican tendrán
torales para que siempre llevasen consigo la vida eterna. — Recles. 24, 31.
alguna de las imágenes de María, asegurando
que de esta suerte serían vencidos los espí­
ritus infernales. — ¿Amaremos menos á Nues­
tra Sefiora, dice un escritor piadoso, que los
EL ALTAR DE SAN JOSÉ
amadores del mundo á sus profanas criatu­
en la iglesia de María Aoxiliadora.
ras , cuyos retratos quieren llevar siempre
para contemplarlos A todas liorast
Nos-cabe la satisfacción de anunciar que
pronto se comenzará el trabajo de la deco­
IV.
ración de la capilla consagrada á San José
Andar siempre en presencia de María, á en el templo de María Auxiliadora en Tuxín.
imitación de Sa/n Agustín. — ¿Podríamos
El cuadro del Santo, obra de Lorenzoni,
hallar más ^an d e consuelo en las peiiíilida- es de reconocido mérito.
des y miserias de la vida? No sería este un
Beproducimos abora la imagen de las vi­
poderoso estímulo para obrar el bien?
drieras destinadas á la sobredicha capilla y
que acreditan al distinguido artista el caba­
V.
llero Serenó.
Saludarla afectuosamente con el Ave María al
pasar cerca de una iglesia 6 imágen suyas._
Saludaba San Bernardo de esta manera la
Imágen de la Virgen que está en el monasteno de Afllegliem, en el Brabante, y un día
NECROLOGIAS
esta tierna Madre le devolvió el saludo dicióndole: Dios te salvcj Bernardo.
EL PR IM A D O DEL B R A SIL .
VI.
La Iglesia perdía á fl.nes de marzo á uno de
Dedirle su hendición al acostarse y levan sus más ilustres campeones, al limo. Sr. Don
tarse. — San Estanislao de Kostka practi­ Antonio de Macedo Costa Arzobispo deBahía
caba esta devoción y mereció comulgar dos y primado del Brasil. Nacido el 5 de julio
veces por mano de los ángeles y que María de 1830 recibió esmerada educación en su pa­
Santísima le pusiese al Niño Jesús en los tria y en Francia.' Dotado- de gran ingenio
brazos.
resplandeció además por su virtud y ciencia.
Como Obispo de Pará hubo de sostener una
V il.
lucha tremenda, en la que mostró su valor
A l salir de casa pedir á la Yirgen Santí­ y celo singulares. El 23 de junio del año
sima que dirija nuestros pasos. — Por este pasado era llamado al Arzobispado de Bahía
medio (jonsiguió Santo Domingo la conver­ donde á poco le ha ocurrido la muerte. Pro­
sión de muchos pecadores y que María le movió con gran empeño las misiones y du­
asistiese á la hora de la muert-e.
rante su permaiieiieia. en Belén escribió re­
petidas veces á Don Bosco y por fin vino á
VIII.
hacerle visita al Oratorio de Turín con el
Rezar él Angelus aún en liúblico, si es po- objeto
de conseguir la fundación do una casa
siblCj al toque de las Ave Marías. — Aníigua- salesiana
en su diócesis. La escaséz de per­
niento se arrodillaban todos al toque de las sonal no permitió
satisfacer por entonces sus
oraciones j hoy so avergüenzan muchos hasta deseos. Deploramos
muy de veras el falleci­
de descubrirse la cabeza. San Carlos Bode este Prelado eminente y grande
rromeo no tenía empacho en bajar de la ca- miento
rroza ó del caballo, para rezar en la calle, amigo de nuestro venerado Fundador.
arrodillándose muchas veces aún sobre el
suelo fangoso.
EL DOCTOR D. CARLOS D’ESPINEY.
IX.
Nuestro excelente bienhechor y ami"o', el
Inspirar á forfo.f, pero señaladamente d los autor de la preciosa Biografía de Don Bosco,
hijos, subditos y domésticos la devoción d Ma- ha ido á recibir al cielo el premio de sus
ría. ~ Predicando un día acerca de las glo- virtudes. Era persona de profunda fe y gran
nns do esta divina Jladre, San Alfonso M. caridad , y por sus relevantes méritos fué
do Ligono, uno de sus más fervorosos hijós, nombrado por Su Santitad León X III Cabal­
quedó repentinamente arrobado en éxtasis, lero gran cruz de la orden pontificia de San
lleno de hermosura y resplandores el vene­ Gregorio Magno.
rable rostro, con la luz celestial que una
Recomendamos su alma á las oraciones do
Imagen de la Virgen reflejaba sobre él. — nuestros Cooperadores y Cooperadoras.
bi proimgásomos la devoción á Nuestra San­
tísima Madre, podríamos asegurar nuestra
Aut. Edesiáslica - Gtranlo JOSÉ GAMBI.NO
salvación, según aquellas palabras del Es­ Cou aprobación do laTuriu,
Tipografía Salesiana.

Fecha
1891.06