BS_1888_10

Ficha

Título
BS_1888_10
Descripción
Boletín Salesiano. Octubre 1888
Fecha de publicación
1888.10
extracted text
ANO I I I . - N. IO.

Sale una Tez al mes

OCTUBRE 188S

BOLETIN SALESIANO
Instruyó al pueblo y divulgó todo lo que había hecho.
Buscó las doctrinas útiles y escribió documentos
rectísimos y llenos de verdades. Las palabras de los
sabios son cómo punzas ó clavos, que penetran pro­
fundamente, y nos íueron dadas medíante nuestros
maestros por el único pastor.
( E c le s ia s té s

X II, 9, 10 y 11)

No se engañarla mucho quien intentase atribuir
principalmente á la prensa malvada todos los males
y la deplorable condición de las cosas, á la cual
hemos llegado actualmente..., los escritores católicos
deben con todas sus fuerzas volverla en bien de la
sociedad.
(L e o n X III)

.E l peligro, Sto. P adre, está en la continua
difusión de libros infames; y para poner un dique
á este mal inmenso, yo no veo otro remedio, que la fun­
dación de una imprenta Católica, puesta bajo el patro­
cinio de la Santa Sede. De esta manera, no hacién­
dose esperar nuestras respuestas, podrémos con mayor
ventaja descender al campo de la lid y responder con
feliz éxito á las provocaciones de los apóstoles del
(S a l e s )
error.

La prensa periódica sometida á la autoridad je­
rárquica, revestida del espíritu de Jesucristo, viene á
ser un poder inmenso: ilumina, sostiene la verdad,
hace desaparecer el error, salva y civiliza; es cási
una forma de apostolado sublime.
( A l im o n d a )

UTRERA (Sevilla) — LIBRERIA SALESIANA — SAIÌR1À (Barcelona)
E L

JOVEN INSTRUIDO
EN LÁ PRÁCTICA DE SUS DEBERES
Y EN

LOS E J E R C I C I O S D E L A PI EDAD C R I S T I A N A
SEGUIDO

Oficio de la SS. Virgen, del Oficio de Difuntos
Y DE LAS VISPERAS DE TODO EL AÑO
p o r el Sacerdote

JU A N
U n t o r n it o

BOSCO

e n - 5 2 . 1 P e s e t a e l e je m p la r .

Es una nueva edición publicada en nuestra tipografia de Sarria y está dividida, como las
anteriores, en tres partes. En la primera encontraréis tocio lo que debeis practicar y lo que
debeis huir para vivir cristianamente.

I

En la segunda se encuentran reunidas las principales

oraciones que están en uso en las parroquias y en las casas
fin, contiene.el Oficio de la Santísima V irgen,

las Vísperas

Difuntos. Encontraréis además un pequeño diálogo

de educación. La tercera , en
de todo el año y el Oficio de

sobre los fundamentos de nuestra

santa

religion católica, adaptado al tiempo en que vivimos. Añadimos al fin una corta colección de
canciones espirituales.

TURIN — Libreria Salesiana

TURIN

SELECTAEXLATIIS SCRIPTOBIBYS INYSVI SCHOLAM
L

PLAVTI (M. T. A ttii) Trinumus. Ad recentiores editiones exegit, anim adversio­
nibus a u x it et schol. praelectionibus accommodavit Tir. V allaurius. — E d itio
3a; un voi. de 144 pág........................................................................ Peset. 0 60
IL — Aulularia. Ad recentiores editiones e x e g it, anim adversionibus a u x it et
scholasticis, praelectionibus accommodavit Thomas V allaurius. — E ditio 4a;
un voi. de 130 pág.................................................... .....
» 0 60
ill. CISARIS (C. J u lii) Se k ilo civili commentariorum lib e r I et II. — E d itio 3a, un .
voi. de 68 pág............................................................ .....
» . 0 25
IV. — Be k ilo gallico commentariorum lib e r I et II. — E ditio 6a, un volúm en de
52 pág.......................................................................................................
)) 0 20
V. CICERONIS (M. T u llii) Cato la to r, seu de Senectute et de Somnio Scipionis. —
Un voi. de 48 pág.
. . . . . . . . . . . . . .
» 0 20
VI. — Epistolarum selectarum lib e r I. — E ditio 3a; un voi. de 48 pág. * » 0 20
VIL — Epistolarum selectarum lib e r IL — Un voi. de 40 pág.
. . » 0 20
V ili. — Philippica ¡II in E Antonium et oratio pro A rchia poèta. — Un voi.
de 32 pág.
.......................................................................................... »
0 15
IX. NEPOTIS (Cornelii) litae excellentium imperatorum in usum adolescentulorum .
— E ditio 4a; un voi. de 112 pág.
............................................. »
050
X. TACITI (Cornelii) lita C. Julii Agricolae. — Un voi. de 32 pág.
. » 0 20
XL HORATII FLACCI (Q uinti) Ix libris Odarum selecta cum notis. — Un voi. de
76 pág........................................................................................................»
0 25
X IL — Satyrae et Epistolae selectae cum notis. — Un voi. de 64 pág.
» 0 20
X III. CICERONIS (M. T u llii) Be Senectute ( traduzione in ita lia n o ). — Un voi. de
48 pág................................................................
))
0 40
XIV. LIVII (T iti) istoriar™ lib e r I. — E d itio 4a; un voi. de 68 pág. » 0 30
XV. — Historiarum lib r i X X I et X XII. — E ditio 5a; un voi. de 120 pág. » 0 40
XVI. OVIDII IASONIS (Pub.) Ex operibus selecta in usum scholarum . — E ditio 4a;
un voi. de 64 pág......................... ................................. .....
o 0 20
XVII. CVRTIS 1VFI (Q.) De rebus gestis Alexandri la g n i ; H istoriarum lib e r I li et IV.
— Un voi. de 80 pág.......................................................................... »
0 30
X V III. PHAEDRI (A ugusti lib e rti) Fabularum Aesepiarum iib e r I et II crebris notis
exornati. — E d itio 3a; un voi. de 32 pág. . .............................»
0 15
XIX. PHAEDRI (A ugusti lib e rti) Faublarum Aesepiarum lib e r I I I , IV et V , crebris
notis exornati. — E ditio 2a; un voi. de 48 pág...........................»
0 15
XX. PLINII (Caecilii Secundi) Ex epistolis selecta. — Un voi. de 48 pág. o 0 20
XXI. SALLYSTII (C. Crispi) De conjuratione Catilinae h isto ria . — E ditio 3a, un voi.
de 49 pág.
......................................................................... .....
» 020

Sale ima vez al mes.

AJffO I I I . - N. 10.

OCTUBRE 1888

SALESIANO
Debemos ayudar á nuestros herma­
nos à fin de cooperari’ á la difu­
sión de la verdad.
(III

Cualquiera que reciba á un niño en
mi nombre, recibe á mí mismo.
(M a t . XVIII)

8. Juan, 8)

Atiende á la buena lectura, á la ex­
hortación y á la enseñanza.
(I Tra. iv, 13)

Entre las cosas divinas la más di­
vina es la de cooperar con Dios
á la salvación de las almas.
(S.

D ionisio)

Un amor tierno hácia el prójimo es
uno de los más grandes y excelen­
tes dones, que la divina bondad
puede hacer á los hombres.

Os recomiendo la niñez y la juven­
tud; cultivad con grande empeño la
educación cristiana; proporcionadles
libros que enseñen á huir el vicio
j á practicar la virtud.
(Pio IX)

Redoblad todas vuestras fuerzas para
retraer á la niñez y juventud de
las insidias de la corrupción y de
la incredulidad y preparar de esta
manera una nueva generación.
(LEON XIII)

(El Doct. S. Franc, de Sales)
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S ”u :n a L a r io z Próxima salida de Misioneros Salesianos para Pa­
tagonia y Tierra del Fuego — El Rosario y Leon X I I I — La
Santísima Virgen Auxiliadora en la República Argentina — No­
t ic ia s a m e ric a n a s : Tierra del Fuego ; República Argentina ; Chile
— Viaje de los Misioneros Salesianos á Quito — Historia del Oratorio de S. Francisco de Sales — Los Funerales — Valentin 6
la vocación contrariada.

tiiiiiiiiiiiiin iiin iiiiiiM iiiiiiiiiiiiiM iiii Mf 11ii 111iiLLLi n 11Mh_mj 11n1111:11111: m iiiim iiiim iiiiiiiiiin iiii mini n iiiiiiiiiiiiiiiiiiin iiiiiim iiiim iiiiiiiiiín in im im

ímTilíTmii 1iTFi 111T1i'iTIíñTiTiiTí1'11'iTiTiimii í;7TTiT7ì7ìT?Ti111'11ii 1iiTilmi miiTiiììììiìì iTiiumTiiTTi1iiinii 1inTTTiTTml'imTniiiiniTmiiTiiTii 1iTìiTTJIrííñTñi1¡1ìwiiììT

PRÓXIMA SALIDA
DE

M IS IO N E R O S S A L E S IA N O S
para Patagonia y Tierra del Fuego.

Como saben ya nuestros lectores
hállase este año entre nosotros el
lim o . Sr. D . Juan Caglierò, V ica rio
Apostólico de la Patagonia. A llá ,
desde lo más remoto de aquellos de­
siertos escuchaba la inspiración de
ve nir pronto á Europa, dada la avan­
zada edad de nuestro amadísimo Pa­
dre D . Bosco; y no se engañó, pues
que dicho santo varón espiró en sns
brazos, dos meses despues de su lle ­
gada.
Para confortarse y ver nuevamente
á los caros hermanos Salesianos, su­
mergidos en el dolor por tan'grande

Turin(Italia)

é irreparable pérdida, venía también
de las lejanas Tierras del Fuego nues­
tro caro hermano, ítdo. Sr. D . José
Lagnano, Prefecto Apostólico de aquellas regiones.
A hora, movidos por el deseo de ir
á unirse con los compañeros que de­
jaro n en el Campo Evangélico, pien­
san volver á sus respectivas Misiones.
Pero como allá la mies es abundan­
tísim a y pocos, relativam ente á la
necesidad, los obreros, irán esta vez
acompañados de número considerable
de Misioneros. Son cerca de 50 entre
Sacerdotes, Catequistas, Coadjutores
ó H ija s de M aría A u x ilia d o ra , los
que en. el próxim o mes de Noviembre
emprenderán viaje por los mares aus­
trales, y d ivid irá n entre ellos los tra ­
bajos Apostólicos del B ra s il, U ru ­
guay, A rgentina , Patagonia , T ierra
del Fuego y Chile.
Esta expedición supera en número
y gastos á todas las precedentes ; pues
hay que proveer de personal á más
de 30 establecimientos, abiertos en aquellas remotas Misiones para evan­
gelizar á los que todavía se hallan en
estado salvaje , completar la instrue-



118

cion y educación de muchos Neófitos
que vacilan aún en la fe y sostener
las muchas colonias de Europeos,
Franceses, Españoles, Alemanes é Xtalianos que, movidos la mayor parte
por, el deseo de im aginarias riquezas,
se exponen, en aquellos vastos de­
siertos , á perder miserablemente sus
pobres almas.
Nuestros Cooperadores se persua­
dirán fácilm ente de que tan colosal
expedición exige no pequeños gastos
y sacrificios á nuestra Pía Sociedad
Salesiana.
X)e suerte que nuestro carísimo Su­
perior, Sr. D . M iguel B u a , que sos­
tiene las varias obras dejadas por el
siempre llorado Padre Don Bosco,
recurrirá, por medio de una circular,
á la generosa caridad de todos los
buenos Cooperadores, á fin de que
se dignen proporcionar, ya por sí ó
por medio de sus amigos, los auxilios
y medios necesarios con que cubrir
los enormes gastos y lle va r á cabo la
referida expedición.
E l confía en el Señor y en la ca­
ridad de nuestros buenos Cooperado­
res, quienes se dignarán atender sus
súplicas, dirigidas únicamente á pro­
mover la mayor gloria de Dios y sal­
vación de las almas.
tumi i M1111n111111i M111;11111111111111n11111111111111mu mü m iiiiiiiiiiiiiiiu iiiiÍh iiií! iii iiiiiinim iiiiiiiiniiimiiTniiimiii m iü iiiiini inni mniiÍimíiiíhiiihÍÍÍii
•TiTiT11¡7¡i i ;iTííi i ilTi i~¿i mrniTTi 111ruTTiTiTni; uiTITrriTrm7iTrm^ imìTTTTTnTidTiTTini iTìiTì¡TiiTi mi iÌTTiTit;iiTi mnT7rri7TrñTri77rr7rriTTTrn^^ i ;iíflnTiTi i ¡iriiTTiTr

E L ROSARIO Y LEON X III.
Hé aquí la devoción predilecta de María.
A E lla recurrió Sto. Domingo para po­
ner un dique á los males con que los A lbigenses, seduciendo á considerable número
de alm as, desolaban la Iglesia y llenaban
las ciudades de desórdenes y vicios. Des­
pues de muchas oraciones se le apareció
la Santísima V irg e n y le aconsejó que pre­
dicase la meditación de los misterios go­
zosos, dolorosos y gloriosos de Ntro. Señor
Jesucristo y de E lla misma, uniendo ade­
más las oraciones vocales repetidamente
para significar las muchas instancias que
suelen hacer los niños pequeños á sus ma­
dres cuando quieren ser oidos. Así fué ins­
tituido y predicado el santo Rosario. ¿Y
qué ventajas se sacaron ? La herejía íué
vencida y en breve la desolación que los



Albigenses causaban en el mundo dism i­
nuyó y desapareció. Cuando más tarde los
Cristianos eran amenazados por las tropas
Mahometanas, que esperaban invadir la
Europa y saquear sus ciudades, el Pontí­
fice de aquellos días, S. Pío V, consiguió
entera victoria., intimando á los pueblos
que meditasen devotamente los misterios
del santo Rosario, rogasen á Dios y á Ma­
ría Santísima con las oraciones que acom­
pañan las referidas meditaciones. Y mien­
tras las piadosas Confraternidades invocaban
en Roma y en el mundo católico el auxilio
del Señor y de la Reina del Paraíso con
la oración mental y vocal del santo Rosa­
rio, se obtuvo por los guerreros cristianos
la famosa victoria de Lepanto, la cual de­
rrib ó para siempre la soberbia de los Ma­
hometanos.
Ahora el Padre Santo, vigilante centi­
nela de Is ra e l, en medio de los muchos
males que por todas partes atormentan á la
casta esposa de Jesús, in vita á sus hijos
con amorosa insistencia á la devoción del
santo Rosario. En efecto, apénas subió al
trono pontifical, con el fin de aumentar en
los fieles la piedad, quiso se consagrase
todo el mes de Octubre á la V irg e n del
R.osario exhortando á todos lo rezasen cada
día en la iglesia, durante la santa Misa, ó
bien privadamente en sus propias casas,
abriendo además los sagrados tesoros de
las Indulgencias. Actualmente quiere que
dicha fiesta del R osario, que suele cele­
brarse en el p rim e r Domingo de Octubre
á comenzar del corriente año, además de
ser elevada á rito m a y o r, tenga oficio y
misa nueva para uso del Clero de toda la
cristiandad. Por cuyo motivo, al modo que
Pío V I I fué el Pontífice de María A u x ilia ­
dora, Pío IX de la Inmaculada, nos parece
podemos decir que Leon X I I I será llamado
por todos los cristianos no sólo el docto,
el sabio, el rey de la paz, si no también
le añadirán, el hermoso título de Pontífice
del Rosario. Y él, nuevo Gedeón nos quiere
guiar . para restaurarnos en la fuente de
Israel, es decir, en la gracia, en María que
es la celestial dispensadora de todas. Ge­
deón era mandado por Dios para combatir
contra Madian, enemigo implacable de Is­
rael, y pueblo muy numeroso. Venció Ge­
deón. No menos numerosos son los que hoy,
ó con la indiferencia, ó con el desprecio,
ó con el vicio hacen frente á la Ig le s ia ,
ocupan sus campos y amenazan con inmensos
males al pueblo fiel.
Tomemos en mano el Rosario, nos dice



119

el Santo Pontífice, y sea como la antorcha
que tenían en las manos los soldados de
Gedeon. Nuestra devoción, nuestra oración
sea luz á la mente, llama y v ig o r: y todo
esto hemos de sacarlo de la meditación de
los misterios. Además aquellos valientes,
dice el L ib ro de los Jueces, combatían g r i­
tando: Domino et Gedeoni! Por el Señor
y por Gedeon. Y nosotros, en medio de las
duras pruebas en que nos encontramos, com­
batamos por la gran V irg e n JNtra. Señora
y por Leon X I I I , y la victoria coronará
nuestras banderas: la paz volverá á la I glesia, las almas se salvarán y las bendi­
ciones de Dios caerán á torrentes sobre
todos los pueblos. Debemos, pues, no arre­
drarnos nunca y tener siempre presente lo
que dijo S. Alfonso de Ligorio sobre esta
santa devoción : ¡ Cuántos bienes ha pro­
porcionado al mundo la devoción del sanco
Rosario! ¡á cuántos ha encaminado á una
vida santa! cuántos han hecho una buena
muerte y se han ido derechos al Paraiso ! »

La Santísima Virgen Auxiliadora
en Sa República Argentina.
( Conclusion)
IV .

Un joven cío 18 años de edad, cuyo nombre
y familia se omiten por razones de prudencia, se
encontraba desahuciado ele los tres médicos que
en consulta le visitaron hallándose tendido en el
lecho del dolor por una consunción en tercer
grado que le consumía la vida.
En tal estado, y esperando el momento de es­
pirar , una piadosa mujer que frecuentaba la
casa solicitó de la madre del enfermo metiese
entre las almohadas donde se apoyaba la cabeza
de su cadavérico h ijo , la medalla de María
Auxiliadora y que le pidiese con fe la gracia
que deseaba conseguir. A tales instancias la ma­
dre accedió y entregando á la misma mujer el
estipendio de una misa rezada la mandó al Señor
Gura Párroco para que al día siguiente la cele­
brase en honor de María Auxiliadora. Así pasó
toda aquella noche de tristeza para la desconso­
lada familia y numerosas personas que la acom­
pañaban. Venida la mañana, el médico de cabe­
cera fué á visitar al enfermo creyendo más bien
encontrarlo cadaver, pero grande fué su asombro
cuando al examinarlo exclamó : « Nada tengo
que hacer aquí ; ha habido un cambio radical.
La causa la ignoro, pero es lo cierto que el en­
fermo está fuera de peligro y muy bien. » En
efecto; á los 18 ó 20 días el joven montaba á
caballo para pasear, lo que sigue haciendo con
frecuencia sin molestia alguna y con más salud
que antes. ¡ Qué motivos estos tan poderosos

para poner nuestra confianza en María siempre
Virgen, siempre Pura, siempre Dulce, Clemente
y Pía, y desterrar de nosotros los errores en
que vivimos por falta de fe y de temor de Dios !

V.
E l niño de pecho Victorio Hinsi, hijo de Don
Victoriano y de Da Avelina Tobal se encontraba
próximo á espirar, según declaración del médico
que le asistía en la enfermedad de fiebre in fla ­
m a to ria ,. Una mujer que se hallaba presente
quitóse del cuello una medalla de María xAuxiliadora que llevaba pendiente y la colocó sobre el
del niño. A l momento se mejoró y continuó así
hasta quedar completamente sano. Pero la pia­
dosa mujer principió á notar desde aquel día,
que se desprendió de la medalla, cierta decaden­
cia en sus fuerzas . físicas que le obligó por ú l­
timo á postrarse en cama. Afligida por su en­
fermedad pidió con instancia á la madre del niño
le llevase su medalla que pendía del cuello del
h ijo , salvado por intercesión de María A uxi­
liadora. ¡Que caso tan singular.! Quitarle al niño
la medalla y caer de nuevo enfermo todo fué
uno: y besar la referida mujer su ansiada me­
dalla, colgándosela al cuello y.verse comple­
tamente restablecida , fué el prodigio más pa­
tente. Triste la buena madre por cambio tan
repentino, suplicó se le proporcionase una me­
dalla de la Virgen María Auxiliadora, la que
pudo conseguir al segundo día de lo ocurrido.
¡Nuevo milagro ! Apénas el niño enfermo se vio
con el Escudo de María volvió á su completo
estado de salud, la que sigue gozando con ale­
gría de sus padres que procuran lleve siempre
su hijito la medalla de María.
Otros muchos beneficios obtenidos por in ter­
cesión de María Auxiliadora en este pueblo de
Quilmes pudiera citar ; pero me abstengo de re­
ferirlos por falta de comprobantes para ello. Sin
embargo haré presente que, gracias á la miseri­
cordia de Dios , la fé no se ha perdido en los
corazones de los hijos de esta localidad, y que,
teniendo por patrona á María Inmaculada, acu­
den á ella en sus necesidades y siempre quedan
llenos de consuelo. En medio de la corrupción
del siglo y dèi desenfreno de las pasiones es un
consuelo ver en este pequeño pueblo tres con­
gregaciones religiosas, Apostolado de la Oración,
Jesús Nazareno é Hijas de María que, pisoteando
el respeto humano, cumplen exactamente con sus
deberes , viéndose varias comuniones diarias y
unas 500 mensualmente.
¡Gloria á Jesús y á M aría!

N O T I C I A S A M E R IC A N A S
TIEKEA DEL FUEGO

A fin de continuar la historia de nuestras m i­
siones en la Tierra del Fuego, publicamos algu­
nas cartas que desde allá escribía el Rdo. Sr.
Fagliano, antes de ponerse en viaje para Europa,
pidiendo auxilios materiales y personales.

.........

120

Io

Puntarenas, 3 de Abril de 1888.
Carísimo S?\ D. M iguel Rua :
Le he escrito últimamente en contestación á
la circular, y ahora, habiendo recibido del limo.
Sr. Caglierò la noticia de su nombramiento como
Rector Mayor, cumplo mi deber manifestando el
placer que sienten todos los hermanos en haber
hallado otro padre en su persona. Yo no puedo
pensar en la muerte de D. Bosco sin llorar á
lágrima viva , y me cuesta creer que se haya
m u e rto , pues se me figura verlo á cada mo­
mento. — He recibido sus últimos recuerdos y
los conservaré verdaderamente de corazón como
su última voluntad.
Viniendo ahora á nuestra Misión, le diré que
en el mes pasado tuvimos algunos consuelos.
E l día 25 de Marzo, dedicado por la Iglesia á
la memoria de la entrada de Jesucristo en Jerusalen , lo celebramos con toda solemnidad con
una misa cantada á tres voces, lo cual no se vio
jamás en estas lejanas regiones. Por la tarde se
bautizaron tres niñas indianas con asistencia de
muchísima gente. Se les puso por nombre, Fe­
licidad, Mariana y Josefina Páramo , que asi se
llamaba el lugar donde han sido halladas. Las
dejé al cuidado de una familia cristiana, á la cual
pagamos un tanto, para que las instruyan y eduquen moral y religiosamente.
La Semana Santa se celebró en la iglesia pa­
rroquial con la mayor pompa posible. Además de
la Comunión general del Domingo preparamos á
doce niñas que debían comulgar por primera vez.
Hasta ahora se vé poco movimiento religioso,
pero en cuanto á los niños y niñas se va obte­
niendo mucho y se obtendrá más cuando la pa­
rroquia esté del todo á nuestro cargo. Por varias
razones héme resuelto á aceptarla, como ya dije
al limo. Sr. Caglierò, el cual se hallaba también
de acuerdo.
Algunos italianos que extraían oro en un sitio
de la Tierra del Fuego , dejado el trabajo, ha­
bíanse dirigido hácia un puerto ; pero perdieron
el camino mucho antes de llegar y encontraron
algunos Indianos catequizados por mí en esta
última Misión. Mejor para ellos ; pues los auxi­
liaron enseñándoles por donde habían de ir y
dándoles algunos rascones y yerbas para que pu­
diesen sostenerse. Llegados á Puntarenas tu v i­
mos que darles casa y proporcionarles medicinas,
alimentos y vestidos, porque de lo contrarío se
habrían muerto muy pronto. ¡ Oh cuán agrade­
cidos se mostraron por el bien que les hicimos.
He dicho mejor para ellos, porque, hace ahora
seis meses , tres hombres, dos de Chile y uno
de la América del Norte, que iban en busca de
minas de oro, fueron robados y muertos por
los mismos indianos.
E l modo de reducir á vida social á estos in ­
felices salvajes es suministrándoles comida, ves­
tidos y educando á sus hijos. Anclan errantes

constantemente por necesidad, pues deben ir á
buscar comida de una parte á otra. La Misión
inglesa, establecida hace ya diez y ocho años al
Sur de la Tierra del Fuego ha hecho poco, pero
este lo hizo del modo sobredicho.
¿Podrá nuestra Congregación disponer de cien
m il pesetas para este objeto? ¿Podrá adquirir
un terreno, sostener tantos Indios, abrir casas y
etc. ? Es esta una pregunta á la cual toca res­
ponder á los Cooperadores y que hallará favo­
rable solución si se mira á la felicidad de las
almas de dos m il infelices.
Con el prim er vapor saldré para Malvinas, en
compañía de un hermano nuestro; allá me que­
daré algunos días para ver cómo se puede tra­
bajar en esta viña que el Señor se ha dignado
confiar á nuestro cuidado.
Dígnese encomendar en. las oraciones de todos
esta Gasa y nuestros pobres Indianos, y á los
Cooperadores nuestra misión,,
Suyo afino. en J. y M ,7
José F a u n a n o , Pbro.

l í o

Porto Stanley, 13 de Mayo de 1888,

M uy querido Sr. D. M iguel R u a :
Hállome todavía aquí, en compañía del. sacer­
dote Diam ond, en esta misión de las islas Mal­
vinas. Desde el día 20 del mes pasado, que de­
sembarcamos aquí, hasta hoy, pude comprender
á fondo las grandes necesidades de esta pobla­
ción católica en medio de tanta gente protes­
tante. — ¡ Qué consuelo para tantas familias el
poder oir la santa Misa, confesarse y mandar
sus niños á aprender ei catecismo! Hasta ahora
el Misionero estaba algunos días aquí y después
se iba á otras islas , lo cual era un mal muy
grande, porque teniendo ios Protestantes su her­
mosa iglesia y un m inistro siempre fijo, algunos
católicos se unían de vez en cuando á ellos y,
ya por ignorancia o por comodidad , mandaban
sus niños á ellos para que los bautizasen y con­
traían matrimonio en presencia del ministro.
Hemos arreglado ya uno de estos matrimonios y
estamos trabajando para arreglarlos todos, agran­
dando así en esta tierra el reino del Señor. Se
explica el catecismo dos veces á la semana , en
la capilla católica, á los niños y niñas , dáse la
bendición todos los Miércoles y Domingos y se
celebran las acostumbradas funciones de nuestras
casas. En dos Domingos hemos visto ya conside­
rable aumento de fieles, y hasta algunos protes­
tantes han asistido últimamente á las funciones
de la tarde. María Auxiliadora nos ayudará á
salvar tantas y tantas almas , especialmente en
este mes dedicado á Ella.
Ahora es tiempo de invierno,, todo está cubierto
de nieve ; sufrimos vientos fríos y frecuentes
lluvias. Actualmente tenemos alquilada la casa
donde vivimos, teniendo que pagar 37 pesetas y
50 céntimos cada semana.

Í2 Í
Si estuviese autorizado compraría un terreno
de unos veinte metros de largo por ciento de
ancho unido al de la ig le sia , y edificaría una
pequeña casa y escuelas...
Suyo afmo. en J. y AL,
J osé F agnano , P b ro¿

EEPUBLIOA

a b g e n t iia .

La Plata, 20 de Febrero de 1888.

M uy Belo. P adre:
Sabrá ya sin duda que de un año á esta parte
hállome á la dirección de una nueva casa, pe­
queña, sí, al presente, pero, según todas las pre­
visiones humanas, de un gran porvenir. La ciu­
dad de la Plata, capital de la más vasta ó im ­
portante provincia de la República Argentina,
cuya fundación tuvo lugar en el año 1883, ha
llegado ya hasta el punto de contar una pobla­
ción de cincuenta m il habitantes, y si sigue de­
sarrollándose como hasta ahora será ciertamente,
dentro de pocos ños, una de las ciudades más
florecientes y renombradas, no solamente ele la
república, sino también de toda la América del Sur.
Privilegiada por su posición topográfica, trazada
por completo á la Europea, con espacioso canal
•en construcción que , desde el rio ele la Plata
llegará muy pronto á los lados de la ciudad, pro­
porciona ventajas de una importación directa del
extrangero , de modo que rivalizará un día con
Buenos Aires, capital de la República. ¡Si viese
Lid. que edificios tan grandes y majestuosos ! E l
Tribunal, la Intendencia, los palacios ministeria­
les, el de los ingenieros, los bancos, los merca­
dos, la estación, etc. son verdaderos monumentos
de arquitectura, de esplendidez extraordinaria,
que pueden competir con cualesquiera de los de
Europa. Las calles, las plazas, son magníficas y
nos hacen recordar muchas veces las de nuestra
hermosa Turin. Esto respecto á la parte ma­
terial.
Desgraciadamente, por lo que toca á aquello
que más interesa y que debiera servir de ter­
mómetro para hacerse una idea justa de la ver­
dadera felicidad de un pueblo, no se puede decir
lo mismo. Figúrese Ud.? cincuenta m il habitantes
deben contentarse con tres, no diremos iglesias,
si no iglesitas, pues no contendrán más que qui­
nientas personas. Se habían echado los funda­
mentos de una catedral de proporciones enormes ;
pero á lo mejor de la obra se suspendieron los
trabajos. ¡Dios sabe cuando se proseguirán!....
E l número de los sacerdotes es casi lo mismo,
proporcionado al de las iglesias; son siete, dos
de los cuales, ocupados casi exclusivamente en
la instrucción escolástica, pueden considerarse
como nulos en el ejercicio del ministerio. ¡Es
una cosa que da pena ! En m i pueblecito, que
no cuenta más que 3000 habitantes , hay cinco
sacerdotes. ¡Que contraste! Esperamos, sin em­
bargo, que cesará pronto esta situación desola­
dora. Se ha tratado , algunas semanas hace, en
la Cámara de Diputados y Senadores, del pro­

yecto de un obispado en esta nueva ciudad , el
cual fue aprobado y sancionado casi inmediata­
mente por el Gobierno nacional. Y como á causa
de la expulsion del Nuncio apostólico, limo. Sr.
Matterà, las relaciones diplomáticas entre la Re­
pública y la Sania Sede habían sido interrum ­
pidas, el 19 de Noviembre del año pasado salió
para Rom a, como enviado extraordinario del
Gobierno, el lido. Sr. Canónigo Mileiades Echague con el fin de restablecer la armonía entre
los dos poderes. Hay esperanzas de que , Dios
mediante, se arreglará todo muy pronto. Indu­
dablemente será una gran ventaja para los asun­
tos religiosos de estos países. Supongo que el
encargado de tan honrosa misión, como es muy
amigo de los Salesianos, pasará por el Oratorio.
Me han asegurado , no sé con qué fundamento,
que apénas se realize la elección del obispo, se
procederá ipso facto á la erección de tres pa­
rroquias, mientras actualmente funciona una sola.
Sería ya un gran paso, del cual podríamos feli­
citarnos. Esta providencia, prescindiendo de todo
lo demás , traería consigo al menos doble nú­
mero de sacerdotes. Yo hago votos para que
tan hermoso proyecto se convierta muy pronto
en una consoladora realidad, para bien de tantas
almas de buena voluntad que j Tacen ahora como
adormecidas por falta de medios, aptos para rea­
nimar en sus corazones el espíritu de piedad.
Pasando ahora en modo especial á nosotros
debo decir que nuestra posición actualmente no
es muy buena. Habíamos venido con las espe­
ranzas más lisonjeras. El Gobierno nos había
prometido generosamente la propiedad de un te­
rreno de 120 metros de largo por 60 de ancho con
una subvención mensual de 70 escudos. E l m i­
nistro, de quien dependía el buen éxito, era nada
menos que el padrino de nuestra iglesia y su
señora esposa la madrina, dos excelentes personas
á las cuales esta naciente casa debe muchos fa­
vores. Pero sucedió lo siguiente : en Mayo del
año pasado se revocó el personal gubernativo y
m inisterial y todo cambió por completo. Los que
se interesaban por nuestra causa, por razones
que no es preciso referir, se retiraron, y noso­
tros nos quedamos, como suele decirse, á la luna
de Valencia. Empero, de algunas semanas á esta
parte, la Providencia dispuso que encontrásemos
nuevos auxiliares y tenemos fundados motivos
para creer que la cosa terminará bien. Nuestro
Inspector no espera más que la decisión favo­
rable del gobierno para aumentar, si puede, el
personal y fundar al propio tiempo un pequeño
colegio de niñas dirigido por las Hijas de María
Auxiliadora. Son las primeras religiosas consa­
gradas á la educación, que vendrán á plantar su
estandarte en esta nueva ciudad, y con sumo
placer serán recibidas por las familias que saben
dar á la educación cristiana la importancia que
se merece. Presentemente si tenemos la comida
y vestido lo debemos á los 35 alumnos externos,
cuya mensualidad es por cierto muy tènue , sin
contar los que no pagan nada. Respecto á la
capilla , como es privad a, tampoco recibo nada.
Apenas si se puede pagar la cera con las limos-

122

nas que se recogen. Ye, pues, Ud., que, como k
decía, nuestras condiciones de vida son poco
satisfactorias. Por el bien espiritual que resulta
de nuestros pequeños esfuerzos en favor de una
parte de la población, no nos faltan motivos para
dar gracias al Señor. En las dos Misas que se
dicen todos los domingos, la iglesia está siempre
llena de fieles, y son muchos los que reciben con
frecuencia la sagrada comunión.
Lo que también no deja de ser muy provi­
dencial es ver que los dialectos monferrino, piamontes y genovés, á los cuales había ya dado
un adiós , me sirven ahora de una manera ma­
ravillosa en el tribunal de la penitencia, al cual
se presentan muchas personas que lo habían de­
jado, desde hace ya muchos años, tan solo por­
que no había sacerdotes que supiesen dichos dia­
lectos. Uniformándonos al espíritu de D. Bosco
y teniendo presente el fides ex auditu del Após­
tol , predicamos todos los días festivos , por la
mañana y tarde, y es digna de alabanza la aten­
ción con que nos oyen , si bien nuestro estilo
sea esencialmente popular. E l Oratorio festivo
está bastante frecuentado. E l número de los alumnos podría, sin exageración, duplicarse si no
nos faltase el local y personal.
Esperamos que el viaje á T urin de nuestro
caro Prefecto D. Valentín Gasinis, no será esté­
r il y que su vuelta al nuevo mundo, regocijado
con numerosa compañía de valerosos hermanos ,
no dejará de producir en nuestras casas el efecto
de una rociada benéfica. Así sea. Concluyo su­
plicándole me bendiga y niegue por su afino, y
muy reconocido hijo in corde Domini,
F é lix Càprioglio , Pbro.

CHILE.
Santiago, 27 de A b ril de 1888.

Rdmo. y muy amado Padre :
Habría querido esperar aún otros dos días para
escribirle y darle noticias do los solemnes fune­
rales que en honor del amadísimo padre Don
Bosco se celebrarán mañana á las nueve en la
iglesia catedral de esta ciudad ; pero como la
carta no saldría si no de aquí á 15 días, pues
no hay más que dos salidas de vapores para Eu­
ropa cada mes, aprovecho en seguida la de ma­
ñana, prometiendo en la próxima escribirle otra
vez más detenidamente sobre los referidos fune­
rales.
Por el Boletín Salesiano de Marzo nos ente­
ramos minuciosamente de la muerte y sepultura
de Don Bosco; in ú til es que le diga de cuáles
afectos llenan nuestro corazón las circunstancias
de esta dolorosa pérdida : todas se encierran en
dos palabras ; aflicción y resignación. En tanto
nosotros nos quedaremos como antes, hijos de
D. Bosco, siervos humildísimos del Señor, bajo
la obediencia de nuestros amados Superiores, y
en particular de la de Ud. que, con tanta satis­
facción de todos, el Señor nos dio por nuevo Ca­
pitan y Rector Mayor de nuestra Sociedad.



En la actualidad hállome con el Director Sr.
Rabagliati, pues fuimos llamados por el limo. Sr.
Arzobispo para representar la Sociedad Salesiana
en las solemnes honras de mañana. A ye r habla­
mos con Su Exc.a ó insistió mucho en que acep­
tásemos alguna casa de las tantas que nos ofre­
cen en esta capital. Nos convidó también á
comer con él y se habló muchísimo sobre las
futuras fundaciones.
Los funerales celebrados en Concepcion en bien
del alma de Don Bosco fueron hermosísimos y
asistió muchísima gente y numeroso clero. Tam­
bién fue muy solemne el de T alca, celebrado
ayer con inmensa concurrencia ; nos regalaron
todo lo necesario para adornar la iglesia y
más de cincuenta hermosísimas coronas. Los ami­
gos y cooperadores fueron los que hicieron todo
por amor á D. Bosco y á sus hijos. Por el
próximo correo recibirá Ud. las oraciones fúne­
bres que se pronunciaron en Concepcion y Talca.
Aquí la función será mucho más espléndida y
grandiosa..
Es increíble, amado Padre, el amor y venera­
ción que los Chilenos tienen á D. Bosco , de la
cual disfrutamos también nosotros, como hijos de
tan gran padre. Tenía razón el limo. Señor Ca­
glierò en alabar tanto á los Chilenos , si bien
no vivió entre ellos más que dos meses y medio.
La casa de Talca va adelante y muy bien;
tenemos ya buen número de niños externos, y
muchos son los que frecuentan el Oratorio fes­
tivo ; varios niños grandecitos que estudian latín,
15 jóvenes artesanos, cuyo número aumenta de
día en día á medida que los albañiles y blan­
queadores nos van preparando la casa. Como
ésta ha sido, hasta hace poco tiempo, hospital, no
puede servir de colegio sin antes hacer muchas
reparaciones y cambios que, como Ud. sabe,
cuestan no poco tiempo y dinero, por cuyo mo­
tivo no hay más remedio que ir despacio. Sin
embargo, gracias á la Divina Providencia que no
nos abandona, creo que antes del fin de año
podremos aceptar al menos unos 50 internos. Son
todos muy buenos y dóciles, de costumbres sen­
cillas, muy amigos de la oración y deseosos de
recibir con frecuencia á Jesús Sacramentado: —
Cuántas vocaciones , amado padre, nos prepara
el Señor en este lindo jardín de Chile, que tiene
necesidad de jardineros ! Podemos decir con ver­
dad : Todos nos buscan, todos nos quieren. Lle­
gados ayer tarde, hoy hemos recibido tres peti­
ciones de casas nuevas. Naturalmente les decimos
que ruegueri y esperen para cuando venga el limo.
Sr. Caglierò.
Bendíganos, amadísimo Padre, y en particular
á mí y á los compañeros de Talca ; la buena
voluntad no nos falta, pero somos pocos ; niegue
por sus hijos de Chile , á fin de que no sean
menos fieles Salesianos que los Salesianos de Eu­
ropa.
Suyo humildísimo hijo en J. y AL,
D omingo T omatis , Pbro.

Ì23 —

VIAJE DE LOS MISIONEROS SALESIANOS
á Quito.
(Continuación),
A eso de las 11 de la mañana del día 12 de
Enero , saltamos en tierra. Me presenté al Go­
bernador de la Provincia, quien tenía ya encargo
del Gobierno para recibirnos y ayudarnos en todo
lo que necesitásemos, lo cual hizo con suma
cortesía y gentileza. Nos proporcionó á prisa
todo lo necesario, porque , á las 4 de la ta rd e ,
debíamos embarcarnos en un vaporcito de rio.
No nos paramos más tiempo en Guayaquil por
muchas razones , pero sobre todo por librarnos
de la fiebre amarilla que en aquellos días hacía
no pocos estragos.
Es delicioso aquel trecho de viaje por los
magníficos panoramas que á cada momento se
presentan á la vista. A l día siguiente, muy tem­
prano , llegamos á la ciudad de Babahoyo ó
Bodegas, término de nuestro viaje por agua. Nos
presentamos en seguida al párroco , el cual nos
permitió celebrar la santa Misa en la iglesia
parroquial, y quiso que nos quedásemos con él
hasta que encontrásemos muías y caballos para
proseguir el viaje. Tuvimos que esperar dos días
para prepararlo todo , y finalmente, rezadas en
la iglesia las oraciones de los caminantes, mon­
tamos sobre nuestras mulas é, in nomine D om ini,
dirigímonos hácia los Andes el día 15 de Enero
á las 9 de la mañana.
Aquí empieza la poesía.
Eramos ocho personas á caballo, ocho pobres
Salesianos que, despues de 40 días de penoso
viaje, iban á exponerse á miles y miles de peli­
gros y trabajos , pero siempre alegres , si bien
cansados, y llenos de confianza en el Señor. Nos
acompañaban cuatro arrieros semi-indígenas. Yo
temía mucho por los hermanos que, nada prácticos
en cabalgar, parecíame verlos caer en tierra á
cada momento. Temía también nos cogiese la
lluvia en medio del camino , pero aun en esto
dignóse el Señor favorecernos. Alegres y con­
tentos continuábamos nuestro camino al paso, al
trote, al galope; pero, despues de algunas horas
de viaje , empezó á reinar entre nosotros cierto
melancólico silencio, interrumpido por el monó­
tono ruido de los pasos de las mulas y el continuo
arre arre de los arrieros.
La carretera empezaba ya á perder la forma
de ta l; podía llamarse con mayor propiedad
canal, pues á cada paso encontrábamos pantanos
y fosos llenos de agua y fango. A eso de las 12,
llegados á un lugar compuesto de algunas casas
muy pobres, nos paramos con el fin de descansar
algún tanto y tomar algo que refrigerase nuestro
pobre estómago, enteramente vacío, pero no en­
contramos más que huevos , los cuales hicimos
pasar por agua y los comimos con gusto, y, sin
otra cosa más, montamos en nuestras ínulas y
proseguimos nuestro viaje. La cuestión íbase
haciendo cada vez más sè ria , y el hambre y
cansancio nos debilitaban poco á poco. Pudimos

resistir hasta Playos , pueblecito compuesto de
tres ó cuatro casitas y una posada.
Deo gra tia s ! A l anochecer, entramos en
aquel Hotel universal; no nos fijamos en la cua­
lidad de los alimentos.... eran muy buenos y
bien condimentados.... por un excelente apetito.
Quisimos despues reposar un poco, pero no había
más que tres camas. Por último nos resolvimos
á dorm ir en el suelo , y puedo asegurarle que
ninguno tuvo necesidad de que le cantasen la
nana para tomar sueño. Por la mañana temprano,
si bien nuestros huesos no dejaban de hallarse
no poco doloridos, preparamos todas las cosas y
continuamos nuestro viaje. E l camino, que al
principio nos pareció ser bueno , ftié haciéndo­
senos cada vez más pesado y difícil. Hemos
costeado durante varias horas un torrente de agua
muy límpida llamado el rio Cristal,, y aquí fue
donde empezamos la compra de terreno. Pasamos
por una floresta oscura, llena de plantas de va­
rias especies y á nosotros la mayor parte desco­
nocidas. Había árboles altísimos de cuyas ramas
pendían largos hilos que creimos al prin­
cipio
fuesen alambres telegráficos; despues
de haberlos observado atentamente, juzgué fuesen
raíces de plantas parásitas que en número abun­
dante se alimentan sobre aquellos monstruosos
árboles. No nos cansábamos de admirar las plantas
de banano, cacao, etc. cargadas de flores y frutos.
¡ Cuánta vegetación ! N i áun en el Brasil he visto
tanta. Siguiendo adelante, encontramos una especie
de túnel oscuro , formado por espesas ramas de
árboles que se unían totalmente, formando her'mosísimabóveda. ¡ Pobres de nosotros! E l camino
consistía en una sucesión de fosos y barrancos
llenos de fango, y las desgraciadas mulas sudando
y resollando fuertemente, apenas si podían le­
vantar las patas. A los referidos fosos y barrancos
uníanse otras m il dificultades; grandes piedras,
troncos de árboles y no pequeños lagos atrave­
saban nuestro camino.... Nos encomendamos á
la Sma. Virgen Auxiliadora con todo nuestro
corazón. Dije que en este día se empezó á com­
p ra r terreno, frase americana, que quiere decir
caerse del caballo. Pues bien; mientras todos
procurábamos guiar las mulas lo mejor que po­
díamos, oimos un grito y despues un ruido como
de cuerpo que cae de una altura; me volví atrás
para ver lo que era y diviso al fondo de aquel
oscuro túnel á D. Ciriaco Santinelli que se
hallaba hundido en el fango. Me horrorizó cuando
vi también la mula que estaba sobre parte de
su cuerpo. Pero también en esta ocasión Dios
Ntro. Señor y la Santísima Virgen nos favore­
cieron. Díjele, pues, que se levantára y viniese
pronto, mientras yo le detenía la mula que , de
repente, habíase levantado y echado á correr
precipitadamente. Entonces I). Ciriaco se levantó
todo enlodado, se sacudió la sotana y se vino
junto á mí. ■
— ¿Se ha hecho daño? le pregunté.
— No, señor, respondió, las patas de la mula
tocaron solamente la sotana.
— ; Oh ! ¡ dèmos gracias á Dios por todo !
Parece que semejante género de saltos le guste
mucho á nuestro Pbro. Santinelli , pues era la



124

tercera vez que involuntariamente se caía de la
mula, sin que, gracias á Dios , en ninguna se
hiciese el mínimo daño.
A las 10 de la mañana, llegamos á otro lugarcito llamado Ceibas, donde pensamos tomar alguna
cosa. No había pan, ni carne, ni otra cosa alguna
más que huevos crudos : le dije á una mujer que
nos calentase un poco de agua, eché dentro los
huevos y nos los sorbimos con no poco apetito,
apagando despues la sed con agua no muy lim ­
pia y zumo de caña de azúcar.
— Adelante, dije, prosigamos el camino, her­
manos, ahora que la máquina está provista de
carbon... ¡adelante!... — Y anclando, aislando lle ­
gamos á eso de la una de la tarde á Balsapamba,
pueblecito situado á los pies del monte Torneado,
habitado por numerosos y buenos Indios. ¡Pobre
gente ! La habitación más hermosa es la iglesita,
hecha con paja y fango. Hombres y niños corrían
detrás pidiéndonos medallas, y las madres, arro­
dillándose ante nosotros, nos presentaban sus
hijitos, diciendo : Padre, dé Yd. una bendición á
este pequeñito. Invocamos de corazón sobre todos
ellos, miles y miles de bendiciones del Cielo, y
habríamos querido pararnos un poco con aquella
buena gente, pero nos urgía subir pronto el
monte para librarnos de la noche en lugar lleno
de florestas y deshabitado.
¡Oh caro Padre! ¡S i hubiese Yd. visto á sus
hijos subir por aquel terrible sendero lleno de
peligros! De continuo nos veíamos expuestos ante
precipicios tan espantosos que nos hacían temblar.
A cada peligro, que no eran pocos, levantábamos
nuestra mente á Dios, nos encomendábamos á él
y repetíamos frecuentemente con todo fervor la
jaculatoria: Mai*¿a A u x iliu m Christianorum, ora
pro nobis.
Entre las gracias señaladas que recibimos en
este trecho de viaje, merecen particular mención
las que el Señor concedió al Pbro. Mattana y al
maestro sastre Sr. Maffeo. Habíamos subido ya
más de la mitad del monte, y al pasar por un
sitio muy peligroso, donde teníamos que rodear
una costa sobre un horrendo precipicio, la mula
que montaba el Sr. Maffeo resbaló hácia el pre­
cipicio. ¡Fué un momento te rrib le! La pobre
bestia pudo detenerse con no pequeño esfuerzo
y volver nuevamente al sendero, librando en tal
modo al caballero y á sí misma de una muerte
segura. ¡Oh! [v iv a María Sma. Auxiliadora!
Un poco más adelante el Pbro. Mattana se cayó
de la mula en un sitio también peligroso y no
se hizo mal alguno ; todo lo cual muestra bien
claramente cuánto Dios Ntro. Señor velaba sobre
todos nosotros.
Llegados á la cumbre del monte Torneado,
creíamos se hubiesen terminado ya las subidas ,
pero por el contrario advertimos que nos
hallábamos aún al principio. Se descubrió allá á lo lejos un grupo de casitas , y nuestros
arrieros nos dij eron ser el pueblecito de Pazo ,
en el cual habríamos podido pasar la noche. M uy
bien, les dije, tenemos mucha necesidad de comer
y descansar.
Eran las cuatro de la tarde cuando nos bajá­



bamos de las mulas con los huesos dislocados y
el estómago no poco enflaquecido. Pero ¡pobres
de nosotros ! aquí nos esperaban nuevos contra­
tiempos : la Posada estaba cerrada.
¿Cómo hacer? ¿Dónde pasar la noche ? — Aquí,
aquí, Padre, gritó un hombre embriagado; venga
Yd. aquí, y será bien tratado. — No le hice
caso ; pero una persona de aspecto bastante de­
cente me dijo que la casa de aquel hombre era
el único lugar donde habríamos podido pernoctar
más cómodamente que en cualquier otro sitio.
Fué, pues, preciso aceptar la invitación.
Digno, por otra parte, de una descripción bien
detallada es este nuestro nuevo alojamiento. Se
componía de varias estacas plantadas en tie r­
ra de cualquier modo ; el techo era de paja
y tenía dos alcobas formadas con grandes troncos
de árboles. Una de las referidas alcobas estaba
destinada para nosotros, la otra servía de cocina,
dormitorio, etc. á los dueños de la casa. E n tra­
mos en nuestra estancia que estaba amueblada...
es decir, á los lados había dos tabiques de caña
cubiertos con esteras y pieles de buey m uy viejas
y llenas de polvo y otras muchas miserias. Había
también un cajón todo apolillado , una porción
de sacos viejos, pedazos de tra p o , carozos de
verdura, patatas, bananos y etc. No había ven­
tanas, ni tampoco hacían falta porque entre una
y otra estaca no solo podía pasar aire y luz si
no también la mano y el brazo entero.
Todas estas cosas nos las iba indicando el
dueño como para dejarnos la posesión de su casa
y luego nos invitó á sentarnos sobre aquellos
restos de museo fino mientras nos preparaban la
cena.
— Sepa que no queremos grandes cosas , le
dije: prepárenos un poco de carne cocida y basta.
—■ Padre, no tenemos carne.
— ¿Y huevos?
— Pues cómo no, Padre ; muchos.
— Bien, caliente un poquito de agua y tráiga­
nos huevos.
— Bien, bien, Padre.
— Pero pronto, ¡ eh !
— En seguida vengo, voy á buscar agua.
— ¿ A donde ?

— Allá abajo.
¡ Santo Dios ! Tenía todavía que ir hasta el río
para buscar agua.
Interin íbase agolpando mucha gente que me­
tía un ruido atroz. Unos eran arrieros que
pensaban pasar la noche con nosotros, otros In ­
dios, mujeres y niños que querían la bendición
de ios Padrecitos, como ellos decían, y también
alguna medallita, estampa ó rosario.
Cansados, con grande hambre, en medio de aquella
muchedumbre, no sabíamos que hacer: el agua
caliente no llegaba.
— Hermanos, dije, metamos dentro de casa
nuestros baúles y procuremos arreglar con ellos
nuestras camas.
Dicho y hecho : señalé á cada uno su lugar y
bien pronto engañamos el hambre y el tiempo
con tan entretenido y alegre trabajo.
Uno cogía baldes , otro sacudía las pieles de

i 25 —
bueyes, otro limpiaba las esteras.... y en poco
tiempo pusimos nuestra habitación medianamente
ordenada.
Nos trajeron por fin una calabaza llena de agua
sucia é hicimos en seguida un poco de buen
caldo con una gallina que habíamos matado poco
tiempo antes ; luego asamos un pollo y á las 7
nos pusimos á comer.
Era digno de ser visto cómo cada uno de noso­
tros, sentado sobre su baúl y apoyando los brazos
sobre una tabla de cañas con un pedazo de carne
en la mano, sin platos, ni tenedores, comía con
hambre verdaderamente canina... Reinaba silencio
sepulcral y tan solo se oía el stridor dentium.
Repuesto algún tanto nuestro estómago, senti­
mos la necesidad de dar descanso á los huesos;
rezamos nuestras oraciones y cada cual se echó
en la cama que poco antes se había preparado.
Ésta componíase de un baúl, ele una caja ó de
un moníon de cañas.
Sin embargo, antes de poder arreglar totalmente
las referidas camas, tuvimos que emprender una
lucha encarnizada contra una gallina que pre­
tendía ocupar nuestro puesto; con la turba de
sus polluelos la echamos fuera varias veces y
siempre volvía pasando no por la puerta, sino
por las aberturas de nuestra habitación. Perros y
gatos ladraban y mayaban tiernamente por fuera
y muy cerca de nuestro tabique, movidos quizá
por el deseo de venir á roer los huesos que
habíamos dejado en tierra.
Para librarnos del aire que comenzaba á dejarse
sentir muy fresco, colgamos en las paredes
nuestros manteos y otras piezas de ropa , y de
esta suerte, á la claridad de un velonciio y rié n ­
donos de vez en cuando, nos acurrucamos en
nuestras blandas camas, esperando á que viniese
el sueño.
Mientras yo iba quedándome dormido , siento
detrás de mí un ruido y luego veo que las es­
tacas que sostenían mi cama se movían un poco.
Me levanté, y : — ¡quién va! grito. — En esto
oigo un gruñido. A l instante comprendí lo que
era. Un eerdito que, al pasar, había rozado en
las referidas estacas ; ¡ pobrecito ! ¡ quizá, ocupá­
bamos su puesto i
Se durmió lo restante de la noche muy tra n ­
quilamente.
(Se continuará)

HISTORIA DEL ORATORIO DE S. FRANCISCO DE SALES
(Continuación del cap. X II).
Y no demostraron su afecto' tan solo con pa­
labras y lágrim as, sino también con hechos.
Viendo que los recursos humanos no daban es­
peranza alguna, imploraron los del cielo con ad­
mirable fervor. Divididos en diferentes grupos se
alternaban, desde la mañana hasta la noche, en
el santuario de la Consolata para pedir por in ­
tercesión de María la salud de su más fiel amigo

y amoroso padre. Con este fin encendían luces á la
milagrosa imágen , oían misas y ofrecían comu­
niones. Por la noche no se acostaban sin haber
hecho ántes alguna oración particular por el po­
bre Don Bosco, invitando también á la familia
para que hiciese otro tanto: algunos velaban
toda la noche rogando por él. Hubo también
quien llegó á hacer promesa de rezar el rosario
entero por un mes , un año y aun por toda la
vida. Varios ajamaban en aquellos días á pan y
agua y otros prometieron ayunar por meses y
años si , por intercesión de María , Don Bosco
recuperaba la salud. Sabemos en realidad que
varios jóvenes albañiles, en cumplimiento de sus
promesas; ayunaron rigurosamente durante varios
días sin dejar de atender á sus pesados trabajos.
¿Cuál será el fruto de tantas oraciones y buenas
obras?
Era un sábado del rnes de Julio , dia consa­
grado á la Augusta Madre" de Dios. Las ora­
ciones , comuniones y mortificaciones ofrecidas,
no tenían número ; sin embargo había llegado la
noche y ni la más ligera sombra de mejoría nos
podía dar esperanza de que el Cielo oiría nues­
tras súplicas. E l enfermo habíase agravado , de
suerte que los que lo asistían creían no pasaría
la noche. Del mismo parecer eran también los
médicos reunidos en consulta. D. Bosco, por su
parte, sintiéndose completamente sin fuerzas por
las continuas pérdidas de sangre, había ya ofre­
cido al Señor su vida en sacrificio y no pen­
saba más que en entregar el alm a, de un mo­
mento á otro, en manos de su Creador. En tan
tristes momentos, mientras los presentes lloraban,
él con aire sereno y tranquilo los animaba ; á
veces interrumpía el silencio con algún chasca­
rrillo para que estuviésemos más alegres y resig­
nados con la voluntad de Dios.
Pero ¿será cierto que la muerte tronchará
una vida tan preciosa para nosotros , y de­
jará en nuestros corazones llaga tan profunda
y cruel ? — No ; la piadosísima Virgen no aban­
donará á tantos jóvenes que lian colocado en
ella todas sus esperanzas. Ella se ha compade­
cido de nuestras lágrimas , ha acogido nuestras
súplicas y nuestros votos ; los ha presentado ante
el trono del Altísimo, nos ha conseguido la sus­
pirada gracia, y, en fin, se ha mostrado nues­
tra verdadera y amorosa Madre. Por su bondad
maternal y por la misericordia de Dios, aquella
noche que, según cálculos humanos, debía marcar
el término de la vida de nuestro Director y
Padre, marcó en vez el fin de nuestro dolor.
Hácia la media noche,, el Rdo. Dr. Sorelli, que
le asistía para encomendarle el alma y recoger
su último respiro, se sintió movido á inspirarle
que también él lo acompañase en sus oraciones
y pidiese á Dios la salud. D. Bosco contestó : —
Deseemos hacer siempre la santa voluntad de
Dios. — A lo menos, repuso el señor B o re lli,
diga : Señor, si os place, restituidme la salud ;
pero D. Bosco no quería. — Hágame el favor ,
m i querido D. Bosco , insistió su tierno amigo,
dígnese repetir siquiera estas pocas palabras. —
D. Bosco para consolarlo accedió y, con voz dé-

_

1 2 6

M l y apagada, dijo : — Sí, Señor, si así es vues­
tra voluntad, dadme la salud. — A l oir esto, el
Sr. B orelli enjugó sus lágrimas y, recobrando
serenidad, exclamó : — Bueno, esto basta, estoy
tranquilo. Parecía haber conocido que solo fal­
taba la oración de D. Bosco para conseguir lo
que tanto pedían, y no se equivocó. Pocos mo­
mentos despues, el enfermo se quedó dormido y
al despertarse ya se hallaba fuera de . peligro y
como resucitado á nueva vida. La discreción nos
obliga á reservar el secreto de tan repentina
mejoría. Por la mañana fueron los Sres. médicos
Berta y Cafasso á visitarlo con el temor de en­
contrar ya un cadáver y despues de haberle
examinado el pulso, le dijeron : — Querido Don
Bosco , vaya ITd. á dar gracias á la Virgen de
la Consolata, que bien lo merece.
No tenemos expresiones con que describir el
consuelo que inundó el corazón de todos al saber
semejante noticia. Fue tanto el regocijo que, no
pudiendo manifestarlo con palabras, lo manifes­
tábamos con nuestras lágrimas. ¡ Qué cambio tan
conmovedor ! E l día anterior llorábamos de dolor
y pena, y al siguiente de inexplicable consuelo
y regocijo. ¡Viva Dios! ¡Viva Maria! gritábamos
todos ! ¡ viva Dios ! ¡ viva María ! repetimos hoy
también con millares de compañeros.
Este gozó y estos gritos de alegría se reno­
varon más solemnemente cuando D. Bosco, apo­
yado en su bastón, entró en el Oratorio. Era un
domingo por la tarde. Gomo ya sabíamos que
debía v e n ir, fuimos á recibirlo al Refugio. A l­
gunos de los más robustos lo colocaron en un
sillón y de allí lo trajeron en hombros al Ora­
torio, mientras todos los demás lo rodeábamos
con un entusiasmo y contento indecibles. La con­
moción era tal que la mayor parte lloraba y
también Don Bosco lloraba con nosotros. Fue
aquel un expeciáculo, una demostración de afecto
tan cordial, que bien pueden imaginarse pero no
describirse. E l Sr. Borelli nos dirigió una plática,
en la que , hablando del favor conseguido por
intercesión de María, nos exhortaba á poner en
Ella toda nuestra confianza y á demostrarle nues­
tra gratitud perseverando en el bien y frecuen­
tando con exactitud el Oratorio. También Don
Bosco pronunció algunas palabras. Entre otras
cosas nos dijo :
« Os doy gracias por las muestras de amor
que me habéis dado durante mi enfermedad ; os
doy gracias por las oraciones que habéis elevado
al Señor por mi salud. Estoy persuadido que á
ellas debo mi vida ; y por esto la gratitud exige
que la consagre completamente para vuestra fe­
licidad espiritual y temporal. Prometo hacerlo
mientras Dios me tenga en esta vida • ayudadme
también vosotros. »
Concluyó dejándonos el siguiente recuerdo :
« Mis queridos hijos , esta vez el Señor me ha
librado de la muerte por vuestras oraciones y lá­
grimas. Démosle las gracias con todo corazón,
pero no nos olvidemos que al fin llegará un día
en que, tanto vosotros como yo; tendremos que
m orir. ¡A h! sí, vivamos ahora como buenos cris­
tianos á fin de que llegue un dia feliz en que

~

nos encontremos reunidos en el Cielo, en donde
no se m uere, en donde no se conoce el llanto
ni el dolor. » En seguida se expuso el Santísimo
Sacramento y se entonó el Te Denm en acción
de gracias con gran fervor y recogimiento.
A i tener despues conocimiento de las promesas
y votos, bastante graves, que algunos habíamos
hecho sin la debida reflexión, Don Bosco, como
sabio Director espiritual, se apresuró á conmu­
tárnoslos con otras cosas más llevaderas y de
más utilidad para nuestras almas. En vez de los
ayunos nos aconsejó hiciésemos sencillas m ortifi­
caciones, redujo los rosarios enteros á una tercera
parte y á otras piadosas prácticas, los votos perpétuos á votos temporales y otras cosas por el estilo.
Esta enfermedad que puso á Don Bosco al
borde de la eternidad y que nos causó tanto do­
lor , fué á principios de Julio de 1846, año en
que precisamente él debía dejar el Refugio y
fija r su domicilio en el Oratorio de Valdocco.
Pero como no estaba todavía preparado el nuevo
local y además él necesitaba una larga conva­
lecencia, se trasladó á Murialdo de Castelnuovo,
su patria, para pasar algún tiempo en compañía
de la fam ilia.
Sin embargo , ni en Don Bosco ni en sus a~
lumnos se verificó el proverbio que dice : lejos
de la v ista , lejos del corazón. Nosotros éramos
siempre el objeto de sus pensamientos y deseo
como él también lo era de los nuestros. Aunque
el Rdo. Sr. Borelli, ayudado por los Sres. sacer­
dotes Pacchiotti, Yola, Carpano y otros, dirigía
con mucho acierto el Oratorio, sin embargo, fal­
tando D. Bosco, nos parecía que faltaba el alma
y el corazón. Por cuyo motivo hablábase conti­
nuamente de él y á cada momento se preguntaba
cuándo volvería y cómo estaba de salud. Des­
pues de algunas semanas de ausencia empeza­
mos á molestarlo con cartas ; más tarde , reuni­
dos en pequeños grupos , fuimos á visitarlo ca­
minando más de 20 kilómetros. Generalmente
salíamos de T urin por la mañana temprano y
regresábamos al anochecer. Además del deseo de
verlo y pasar algunos momentos con él, nos in ­
ducía á hacer estas visitas el saber que los jó ­
venes de aquel pueblo comenzaban á seguirlo y
y á formar un pequeño Oratorio en su casa.
Confesamos ingènuamente que se apoderó de
nuestro corazón un poco de celo y envidia, como
también el temor de perderlo. Un día le dijo uno
de nosotros : « O XJd. vuelve á Turin, ó noso­
tros nos venimos á v iv ir aquí. « Y él nos con­
soló diciendo : « Seguid mis queridos, seguid
siendo buenos y orando mucho; yo.os prometo
volver antes que el Otoño arranque las hojas ele
los árboles. »
En el próximo capítulo referiremos cómo esto
sucedió.
LO S F U N E R A L E S »
(Continuación)
Ni^za M o n fe rra to : Solemnes funerales por obra
de la Sociedad obrera católica en la iglesia de
S. Juan. Asistían en el presbiterio los tres

párrocos de la ciudad. Cantó la misa el Rdo.
pueden, se recomiendan á vosotros coit sus
Sr. D. Clemente Breto, director espiritual de
vahídos. Y tienen razón, pues su causa, es de
las Hijas de María Auxiliadora. Con éstas ha­
vida ó de muerte. ¿Que es lo que debo res­
llábanse también las monjas de Sta. Ana, agre­
ponderles?... » La respuesta fue un estallido
gadas al hospital c iv il y las de la Nieve al
de sollozos y lágrimas, y, á los prodigios pa­
asilo de la Infancia. Asistieron además las so­
sados, hallaron medios para añadir otros nue­
ciedades de obreros católicos de los publecitos
vos. Una cosa semejante vengo yo á deciros
Castelnuovo, Calcea, Cortiglione, Mombaruzzo
hoy, oh generosos Cooperadores de D. Bosco.
y Bergamasco, cada una con su correspon­
Vosotros habéis hecho mucho y , no pocas
diente bandera enlutada. Los habitantes de la
veces, correspondido al llamamiento que os
referida ciudad, que habían hospedado tantas y
hizo para que lo ayudáseis á sostener sus mi­
tantas veces á D. Bosco, acudieron en número
siones ; vuestra cooperación es visible. ¿Ten­
abundante á rogar por el reposo eterno de su
dré , pues, que invocarla? ¿Y por qué os he
alma. El socio presidente diocesano, el obrero
de ofender con dudar ? Pues bien ; también yo
Sr. B ro v ia , antiguo alumno nuestro , dignóse
os indicaré miles y miles de niños abandona­
dar las gracias á las varias asociaciones que
dos que esperan de vosotros la sentencia defi­
en aquel día habían venido á tomar parte en
nitiva. Para ellos es también cuestión de vida
tan santas y justas oraciones. Se reunieron
ó de muerte. Cuando ellos sean retirados del
todos al efecto en una gran sala y despues de
ocio, del vicio y de las malas costumbres , se
haber dado gracias á Dios con expresiones
salvarán ; pero si se les deja caminar en me­
llenas de afectuoso reconocimiento, por haber
dio de tantos peligros que por todas partes
estado durante nueve años bajo la paterna
les rodean, el demonio se enseñoreará de ellos.
dirección de I). Bosco, terminaba diciendo :
S í, os lo repito, de vosotros depende. ¿Qué
« D. Bosco no ha m uerto, si no que vive
respondéis ? Vuestra caridad, vuestro celo ,
siempre en el corazón del obrero católico, »
vuestro corazón, vuestro pasado me garantizan
y mostrando una carta que tenía escrita por
por completo lo futuro. »
el mismo D. Bosco, repitió la expresión de la N lie ro (Cerdeña) : Los miembros de aquel in ­
Unità C attolica: « Que ante la tumba délos
signe Capítulo y los Cooperadores Salesianos,
santos no se llora, sino se ruega, » é invitó
celebraron solemne misa fúnebre por el alma
á toda aquella asamblea se dividiese con el
de D. Bosco.
grito de otros tiempos: / Viva D. Bosco!
Ossignano (Toscana): Nuestro cooperador Sr.
Nizza Mare: Celebráronse solemnes honras en
Oraziani hizo celebrar funerales solemnes, por
la pequeña y devota capilla de nuestro in s ti­
el reposo eterno del alma de D. Bosco, con
tuto. Asistía el limo. Sr. Obispo , respetables
discurso fúnebre , en medio de gran concur­
señores de aquella ciudad y muchos Coopera­
rencia de pueblo.
dores. E l Rdmo. Sr. Fabre , Vicario General,
(Se continuará)
improvisaba una magnífica oración fúnebre.
No es nuestro intento reproducir aquí el cua­
dro, en pequeño, pues no nos sería tan fácil :
tan solo recordamos la última pincelada en
VALENTIN
extremo delicada — fue un caluroso apostrofe
á los Cooperadores salesianos :
Ò LA VO C AC IO N C O N T R A R IA D A
« Señores , les dijo, si D. Bosco hizo cosas
Separado ya aquí de los compañeros, privado
tan grandes que dejó atónito al mundo, fue
porque las enormes empresas que le inspiró de aquellas malas lecturas, el trato de nuevos y
la caridad más ardiente de Dios y del pró­ buenos condiscípulos , la emulación en clase , la
jim o , se encontraron con el eco generoso de música, declamación y algunas representacioncitas
vuestros corazones. Pues bien: ¿queréis que dramáticas en un pequeño te a tro , le hicieron
las obras de D. Bosco permanezcan sobre la pronto olvidar aquella disipada vida que por
tierra? Queridos Cooperadores,, de vosotros espacio de un año había llevado. Por otra parte,
depende. » Y aquí con un episodio de los Ac­ á su memoria venían con frecuencia aquellas
tos de S. Vicente de Paul aplicado felizmente palabras de su madre.... Huye del ocio y de las
á los de nuestro llorado D. Bosco, insistió sobre malas compañías. Bajo estas impresiones fue fácil
el mismo argumento. Dicho episodio era aquel á Valentin volver á sus antiguas prácticas de
piedad: sólo una continuaba siéndole d ifícil: la
hecho tan sabido de cuando S. Vicente , con­
siderando lo muy cansadas que las señoras de santa confesión. Dos meses llevaba ya en el co­
París estaban por lo mucho que les pedía, se legio. Se habían hecho novenas y celebrado
presentó un día ante ellas con un niño en los solemnidades en que los demás alumnos habían
brazos: « Señoras, les d ijo , en presencia de procurado acercarse á los santos Sacramentos :
Valentin no se había atrevido aun á confesar.
los males con que la Francia fue oprimida,
vuestra generosidad ha hecho verdaderamente Una noche el director lo llamó á su cuarío y
prodigios. Esto baste. Yo no quiero ponerla recordando lo mucho que le impresionaba el
nuevamente á la prueba; solamente os digo recuerdo de su madre, le habló de este modo:
que miles y miles de estos niños esperan en « M i buen Valentin, ¿sabes los recuerdos que
esta próxima sala su sentencia y, como mejor tiene para tí el dia de mañana?

128
— Sí, señor, que lo sé ; mañana hace años de
la muerte de m i madre, ¡ Oh, amadísima madre,
si jo pudiera yeros siquiera una vez ó por lo
menos oir una yez aun vuestra voz !
— ¿Harías tu mañana una cosa que sería muy
agradable á ella y- de mucho bien para tí mismo ?
— ¡ Oh , sí que la haría, costase lo que
costase !
— Haz mañana la santa comunión en sufragio
de su alma y le proporcionarás grande alivio ,
si por acaso todavía gime en las abrasadoras
llamas del purgatorio.
— Lo hago de muy buena gana , pero para
comulgar necesito confesar antes.... más si esto
ha de ayudar á m i madre y usted lo juzga
oportuno, yo me confieso ahora mismo con usted.
E l d ire cto r, que no esperaba más , alabó la
resolución, dejó que se calmára un poco su ánimo
y después lo preparó y confesó con recíproco
consuelo ; y al dia siguiente Valentin recibió la
santa comunión, rogando mucho por el alma de
su nunca bastante llorada madre.
Desde aquel dia, la vida del joven fue una
continuada satisfacción para su director, que no
perdió de vista á aquel hijo espiritual que habia
conquistado. Los libros malos y prohibidos que
aun conservaba Valentin, los entregó un dia á
su director para que los arrojase al fuego, y le
dijo: « Yo creo que quemándolos no serán más
causa de que m i alma se abrase en los infiernos. »
Las cartas que conservaba de los antiguos ami­
gos, sembradas de malos consejos , las hizo m il
pedazos. Y después de estas resoluciones, se en­
tregó completamente al estudio, escribiendo sobre
la cubierta de sus libros aquella sabia máxima
que su madre tantas veces le repetía : Huye de
la ociosidad y de las malas compañías. Envió
después una carta de felicitación por el año
nuevo al padre, proporcionándole el gran con­
suelo de que por ella pudiera conocer que su
hijo habia vuelto á las sanas ideas y piadosos
sentimientos que en aquellos primeros años de
su vida nutrieron su alma. Y así continuó todo *
el tiempo de su segunda enseñanza.
Recordando que en casa de su padre habia
varios libros y diarios malos, le escribió tantas
cartas, le hizo tantas caricias y promesas , que
al fin movió á su padre á complacerle , desha­
ciéndose de toda aquella mala lectura. También
acostumbraba el padre por frívolos pretextos, á
comer carne en los dias prohibidos, y Valentin
hizo tanto con su comportamiento, sus palabras,
y aun hasta con respetuosas y humildes adver­
tencias, que al fin alcanzó que su padre obser­
vase con exactitud las vigilias ordenadas por la
Iglesia, como lo debe hacer todo buen cristiano.



de vida que por tanto tiempo practicó con su
madre , bastó para que las venciese todas y abrazase el nuevo régimen con la mayor alegría.
Las vacaciones proporcionaban al padre gran
consuelo por los adelantes de su hijo,* en el que
á medida que avanzaba en años concentraba más
sus afectos y esperanzas. Llegó, pues, Valentin,
al último curso de sus estudios con una conducta
que nada dejaba que desear,* pero sin manifestar
en todos aquellos cinco años cuáles fueran sus
aspiraciones ni vocación.
Muchas veces habia preguntado al director del
colegio qué le parecía que debiera él hacer
cuando terminase la segunda enseñanza. « Sé
bueno, le respondía; estudia, ruega, y á su tiempo
Dios te hará conocer lo que más te conviene. »
— ¿Y qué deberé yo hacer para que Dios me
comunique su voluntad sobre m i vocación?
— San Pedro dice, que con las buenas obras
podemos alcanzar el conocimiento de la vocación
y el acierto en la elección del estado.
En la pascua del quinto año , cuando debían
empezárselos ejercicios espirituales, sintió gran
deseo de ocuparse de su vocación ; pues si bien
sentía grande inclinación al estado eclesiástico,
temía por otra parte no ser digno de él por su
mala conducta pasada. Para salir de estas dudas,
se presentó en aquellos dias al director, y tuvo
con él una conferencia que nosotros hemos ha­
llado escrita entre sus cartas; hela aquí:
Valentin. — ¿Cuáles son las señales por las
que se conoce sea ó no llamado un joven al es­
tado eclesiástico?
Director. — La pureza de las costumbres, la
ciencia y el espíritu eclesiástico.
— ¿Cómo conocer que hay pureza de cos­
tumbres ?
— ¿La pureza de las costumbres se conoce
principalmente en. la victoria sobre los vicios con­
trarios al sexto mandamiento, y en esto, como
punto delicado, es necesario someterse al parecer
del confesor.
— E l confesor me ha dicho ya que por esta
parte puedo entrar en el estado eclesiástico con
toda tranquilidad. ¿Pero y en cuanto á la ciencia ?
— En cuanto á la ciencia sométete al j uicio
de tus superiores, que ellos te harán las pruebas
oportunas en los exámenes.
— ¿Y qué es lo que se entiende por espíritu
eclesiástico ?
— Por espíritu eclesiástico se entiende la in ­
clinación y el placer que se siente en tomar
parte en ios actos y funciones religiosas que son
compatibles con la edad y ocupaciones.
— ¿Nada más?
— Hay además otra parte en el espíritu ecle­
siástico, que es de la mayor importancia, y esta
Capítulo V .
parte consiste en la inclinación á este estado por
la que uno se siente deseoso de abrazarlo con
Id a v o c a c i o n .
preferencia á otro estado, áunque este ofrezca
Cinco años llevaba Valentin en el colegio, con mayores ventajas y al parecer mayor gloria.
gran satisfacción de su padre y de sus superiores.
(Se continuará)
En el principio tuvo que vencer algunas d i­
ficultades para acostumbrarse á la nueva disci­
Con aprobación de la Aut. Eclesiástica - Gerente MATEO GHÍGLÍOIE
plina ; pero la reflexion de que aquel era el tenor
Tarín, 1888 — Tipografia Salesiana.

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Tusculanarum disputationum

lib e r II. In usum tiron um cu ra vit, adnota­

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I XXXV. SALITOTI (C. Crispi)

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