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Título
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BS_1888_06
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Descripción
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Boletín Salesiano. Junio 1888
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Fecha de publicación
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1888.06
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extracted text
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JUNIO 18S8
Instruyó ai pueblo y di vulgó todo lo que había hecho.
Buscó las doctrinas útiles y escribió documentos
rectísimos y llenos de verdades. Las palabras de los
sabios son como punzas ó clavos, que penetran pro
fundamente, y nos fueron dadas mediante nuestros
maestros por el único pastor.
(E c le s ia s té s X II, 9, 10 y 11)
E l peligro, Sto. P a d re , está en la continua
difusión de libros infames; y para poner undique
á este m al inmenso, yo no veo otro remedio, que la fundación de una imprenta Católica, puesta bajo el patrociñió de la Santa Sede. De esta m anera, no haciéndose esperar nuestras respuestas, podrémos con mayor
ventaja descender al campo de la lid y responder con
feliz éxito á las provocaciones de los apóstoles del
error.
(S a les )
UTRERA
(Sevilla)
-
LIBRERIA
No se engañaría mucho quien intentase atribuir
Z\principalmente á la prensa malvada todo* loe males
- y la deplorable condición de las cosas, i la cual
p hemos llegado actualmente-, ios escritores católicos
- deben con todas sus fuerzas volverla en Lien de U
¿ sociedad.
8
(Leo* X III)
I
;
La prensa periódica sometida á la autoridad je
-¡ rárquica, revestida del espíritu de Jesucristo, viene á
ser
un poder inmenso: ilum ina, sostiene la verdad,
I
¡|¡ hace desaparecer el e rro r, salva y civiliza; es casi
- una forma de apostolado sublime.
||
CAldaox»*)
II
SALESIANA
-
S iim i ( la m in a i
NOVENA
A U G U S TA M A D R E DE DIOS I
D O N J U A N BOSCO
T U R IN
— L ib r e r ia
S a le s ia n a
—
T U R IN
REPERTORIUMBIBLICUMSEUTOTIUSSACRAESCRIPTURAECONCORDAME; iuxta
vulgatae editionis exem plar S ixti V pontif. m axim i iussu recognitum
et Clementis V ili auctoritate editum . Praeter alphabeticum ordinem
in gram m aticalem redactae a Sae. Michael Bechis, et in fa llib ili
ecclesiae m agistro Sanctissimo I). Nostro Leoni Papae X III Dicatae.
— Dos volúmenes en 4° g r. de 2300 pág.
.
.
Pesetas 36 00
Poder reconocer el precio y valor de un trabajo tan grandioso é importante, como
con razón puede llamarse esta C oncordancia, está reservado á las personas estudiosas
y competentes en tan preciosa m ateria; y si el favor que ha encontrado, especialmente
en el Clero, puede considerarse como un elogio de la Obra y como indicio de su uti
lidad, debe estar justamente satisfecho el ilu stre A utor por el resultado obtenido.
En efecto; no tan sólo fueron considerables los pedidos que nos han hecho, si nó
también estimulantes é insistentes para que se llevase á cabo la Obra; y el mismo
Ern.** Cardenal Alimonda, Arzobispo de Turin, in te rvin o con empeño para que Su San
tidad se dignase aceptar la dedicación de la Obra, y no h a . dudado en declarar que
faltabá aún una Concordancia compilada en tal modo y que, al hacerla, el A utor había
satisfecho una verdadera necesidad del Clero.
A continuación insertamos dos juicios, de no pequeña autoridad, publicados en
íavur de esta Concordancia, lo cual hacemos para testificar más y más el verdadero
valor de dicho trabajo y para consuelo del Rdo. Compilador que con tanta constancia»
diligencia y trabajo ha sabido lle va r á cabo Obra tan colosal.
Consta de 2 grandes volúmenes en-4° de 1150 páginas cada uno, en dos columnas,
tipos pequeños y muy lim pios impresos en finísim o papel. — Véndese a l p re c io de 3 0
pesetas. P o r correo O pesetas más.
Cual sea la ventaja de una Concordancia Bíblica lo saben todos los que se dedican
al m inisterio de la Divina Palabra ó escriben libros, para lo cual es preciso casi siempre
alegar alguna autoridad. Sucede con frecuencia que uno no se acuerda de los textos
con exactitud y no se sabe cual sea el lib ro ó capítulo para consultar el contexto, y
por consiguiente no se cita donde sería oportuno ó se interpreta mal el sentido. Pues
bien; á esta necesidad lia puesto remedio el ilustre sacerdote de nuestra diócesis, Sr.
D. Miguel Bechis, con una perfectísima Concordancia. Pero ha hecho aún más. Ha obser
vado que, para muchísimas palabras era necesario, hasta ahora, recorrer columnas en
teras de voces para encontrar la que se deseaba, y para evitar tal inconveniente ha
A
S
O
U
I.-N
.0
.
Sale una Tez al mes.
JUMO 1888
BOLETIN SALESIANO
Debemos ayudar á nuestra herma
nos á fin de cooperar a la difu
sión de la verdad.
Cualquiera que reciba á un niño en
mi nombre, recibe á mi mismo.
(Mat. xvin)
(T
US. J o a n , 8)
Atiende á la buena lectura, á la ex
hortación y á la enseñanza.
(I T
d
c. iv , 13)
Entre las cosas divinas la más di
vina es la de cooperar con Dios
á la salvación de las almas.
(S.
D io n isio )
TJn amor tierno hacia el prójimo es
uno de los más grandes y excelen
tes dones, que la divina bondad
puede hacer á los hombres.
(El Doct. S. Fraxc. de Sales)
Os recomiendo la niñea y la juven
tud; cultivad con grande empeño la
educación cristiana; proporcionadles
libros que enseñen á huir el vicio
y á practicar la virtud.
IX)
Redoblad todas vuestras fuerzas para
retraer á la niñez y juventud de
las insidias de la corrupción y de
la incredulidad y preparar de esta
manera una nueva generación.
(Líos x n ij
DIRECCION en el Oratorio Salesiano. —Calle Cottolengo N* 32, Turin (Italia)
-
aún en esta tie rra p o r algún tiempo al
amado Padre.
También ellos se engañaban, pues aquel
silencio no era si nó señal de la muerte.
E l cablegrama mandado el .‘ ¿i de Enero se
perdió, sin que hasta hoy se haya podido
averiguar la causa. Creíamos, pues, que se
hallaban ya informados de la gran desgra
cia y era todo lo co n tra rio ; mandáronse
algunas cartas las cuales llegaron muy
LOS MISIONEROS
tarde. Los diarios locales anunciaban, al
gunos días despues, el fallecimiento del
e n la m u e r te d e D o n B o s c o .
fundador de los Salesianos, pero al p rin c i
Nos llegan de A m érica del Sur las p ri pio no quisieron creerlo y despues pusié
meras voces de dolor por la muerte de ronlo en duda. Un mes entero vivie ro n en
Don Bosco. ¡ Pobres hermanos ! Mientras se tan dolorosa incertidumbre.
internaban con singular denuedo en el
¡Pobres hermanos! Nosotros hornos te
campo de su misión, estaban muy lejos de nido el consuelo de o ir sus últimas pala
sospechar, que aquel á quien amaban como bras, contemplar su últim a sonrisa, d iv id ir
padre, el recuerdo más hermoso de su n i- nuestro dolor con el de los Cooperadores
Hez, lo único que tal vez les hacía desear y toda la ciudad y prepararnos poco á poco
el regreso á Europa, aquella alma grande durante la la rg a enfermedad á la necesaria
en cuyo nombre compendiábanse todas las separación preordinada por Dios Ntro. Se
virtudes, estimulo y consuelo para lle va r ñor, ¡Ellos nada de eso!
¡ Qué dolor tan grande cuando con certeza
á cabo la grande empresa de la salvación
de las alm as, había desaparecido de esta supieron que Don Bosco no estaba ya entre
tierra. Cuando recibieron por telegrama nosotros! Sólo en el Sagrado Corazón de
la noticia de la grave enfermedad de Don Jesús, el cual es la union del Cielo con la
Bosco, elevaron fervorosas oraciones al tie rra , de la Iglesia m ilitante y purgaute
Señor. A l notar el silencio que por algu con la triunfante, do todos los creyentes de
nas semanas se observó, creyeron que María las partes más remotas de la tie rra en un
Sma. hubiese obtenido la gracia dejando corazón solo y en una sola alma, hallaron
S iu » ia v io : Los Misioneros en la mnerte do D . Bosco — El Esano,
é lim o . Sr. Obispo de Rio Janeiro á los Salesinnos de la Casa de
Nictheroy, en la muerto de D. Bosco — Cartas de los .Misioneros —
E l Sdo. Corazón de Jesils y la humildad — Gracia del Silo. Cora
zón do Jesús — Historia del Oratorio de S. Francisco do Sales —
Exploración de la Tierra del Fue^o — Los Funerales — La Confe
rencia de los Cooperadores en ocasión de la Fiesta de Maria A u xi
liadora.
el consuelo en el prim er instante de tur
bación. En él se encontraron muy cerca de
Don Bosco, en ('*1 respiraron, al lado de los
hermanos de Europa, en él conocieron que
el espíritu del amado tinado había pasado
ú su digno sucesor y por lo tanto se^ con
solaron y, prosi# uieron, con grande esfuerzo
v valor, las obras emprendidas. Los Excmos.
é limos. Sres. Obispos de aquellas regiones,
que aman á los Salesianos con paternal
alecto, juntamente con muchos Cooperado
res y Cooperadoras procuraron en m il mo
dos consolar á nuestros hermanos, honrando
la memoria de Don Bosco y atendiendo,
con especial empeño, á la continuación y
prosperidad de la Pía Sociedad de S. Fran
cisco de Sales.
Empero los Salesianos de América sin
tiéronse obligados, por los latidos de su co
razón. á dirigirse á Europa y echar una
mirada hacia el Vaticano y Turin. — ¡ Quién
nos guiará! exclamaron. Y Leon X I I I , el
sabio profundísimo, respondía: — ¡El sacer
dote Miguel Rúa!
Cuando en Francia moría un Rey se anunciaba el hecho en la Corte y al pueblo
diciendo: — ¡E l Rey ha muerto! ¡V iva el
Rey ! — Y los Salesianos de América res
pondieron: — ¡D. Bosco ha muerto! ¡V iva
Don Bosco! y ahora para nosotros D. M i
guel Rúa es Don Bosco!
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El Excmo. élimo. Sr. Obispo
de Rio Janeiro
nida y , abrazándolo santamente , lo festejaron.
Sí, m uy bien podemos im aginar habrá sucedido
asi. ¿Y qué os lo que le habrá dicho Jesucristo?
— E uge, seme bone... Lo que hiciste en favor
de los pequefñtos, á mí lo hiciste, y ahora te lo
recompensaré. In tra in g a u d iu m D o m in i tu i....
¡Feliz Don Bosco, feliz, feliz!
Por consiguiente á vosotros, oh carísimos Sa
lesianos, yo os doy m il felicitaciones y por cierto
muy preciosas, p o rq u f tienen su origen en la fe
cristiana.
Pero... ¡Oh Dios mío!... ¡No faltan razones para
daros también el más sentido pésame! En la
muerte de Lázaro llo ra Jesús, y en la de Don
Bosco ¿cómo no llorarán los desconsolados y
tristes Salesianos?... ¡Llorad, pues, hijos míos, ó
mejor dicho, lloremos todos los que tuvimos la
dicha de conocer á Don Bosco, do experimentar
la bondad de su corazón, los beneficios de su ca
ridad !
Llorémos, pero como cristianos. Llorémos como
aquellos que piadosamente piensan que D. Bosco
está en el Cielo y allá no se olvidará de quienes
ha amado tanto sobre la tie rra y ahora ha de
jado sumergidos en el más profundo dolor.
¡Oh D. Bosco! acuérdate del pobre Obispo de
Rio Janeiro; el prim e r Obispo de América que
fué visitado por tus hijos cuando iban de viaje
hácia el rio de la P la ta ; el prim er Obispo del
Brasil, que en este Im perio abrió la primera casa
á tus queridos hijos. En la hora de m i pobre
muerte acuérdate de mí, y esto me bastará.
A vosotros, pues, amadísimos Salesianos, envió
m il felicitaciones y m i más sentito pésame, y os
aseguro que tomo parte en vuestro dolor, aflic
ción y tristeza. Dios os bendiga y consuele.
Vuestro afm o. am igo,
f P edro,
Obispo de S. Sebastian
de Rio Janeiro.
á tú i Salesianos de la Casa de N icih e ro y
en la muerte de D. Bosco.
Rio Janeiro, 6 de Febrero de 1888.
Queridlxlm /A Salesianos de m i corazón:
CARTAS DE LOS MISIONEROS.
I.
Sta. Eosa-Nictherov, 7 de Marzo de 1888.
Loa que Don Rosco está ei¡i el Cielo ! ¡Qué
felicidad, ¡cuánta fortuna para E l! ¡cuán grande
honor para los Salesianos! Ahora más que nunca
Don Bosco ayudará á sus hijos, que dejó; ahora
más que nunca los amará. Mucho más vale Don
Bosco en el Cielo que en Turin ó en Roma:
desde allá vé i sus amados hijos esparcidos por
toda la tierra, á todos lo» escucha y por todos
se interesa ante el trono de Dios N tro. Señor.
¡Qué dicha y felicidad para Don Bosco! ¡qué
honor para los Salesianos no es el tener á su
Padre entre los Santos y Angeles, cercano á Ja
Sma. Virgen y á Jesucristo! ; Qué Rosta tan her
mosa no se habrá celebrado en ]a gloria á la
entrada de este buen Sacerdote!... ¡Cuánta gente
salvada por medio de Don Roteo y de su» hijos !
Todos salieron al encuentro, diéronlo la bienve
M uy R do. y amado D. R iccardi:
Recibí su m uy grata la víspera do m i salida
para el B rasil, donde, por voluntad de Dios y cas
tigo de mis pecados, me hallo ocupando el puesto
del Pbro. Sr. Borghino. A tribuya el no haberle
escrito antes á dicho cambio de casa, y etc.
Le doy, pues, las gracias por la carta que me
escribió desde Lu, y alégrome de que la ida del
lim o. Sr. Caglierò á esas colinas haya sido tan
copiosa de consuelos. Lo que me dice de mis
parientes no me causa extrañeza, puesto que ya
sé que, para ellos, todo lo que es Salesiano, es
de familia y por consiguiente no me maravillo
de que hayan demostrado á Udes. tanto afecto.
Llegado aquí el día 22 de Febrero y acogido
muy cordialmente por todos los Salesianos, Coope-
— T i
pecialmente á m i, quo tanto le debía. Para mi (aé
radores y especialmente por el lim o. Sr. Obispo,
una verdadera sorpresa, pues esperaba de aquí
la prim era función pública y solemne que me
tocó disponer fué por cierto bien tris te : los fu á do* meses, poderlo abrazar y re c ib ir aún nna
vez más su bendición. Por cuyo m otivo halloin '
nerales de nuestro amadísimo Padre J). Bosco,
sumamente in tra n q u ilo y lleno de pena p o r haber
que hemos celebrado ayer.
perdido la ocarion de ir ¿ esa ron el lim o. Se
La iglesia estaba adornada con elegancia y
buen g u s to , con preciosos ornamentos qne nos ñor Caglierò. Higas-r en todo !a .«anta voluntad
del Señor.
prestó una benemérita Confraternidad de esta
Hemos celebrado las misas, flegua lo prescri
ciudad. P o r más quo era día de trabajo, el lu g a r
incómodo y el calor excesivo, sin embargo nues ben nuestras Constituciones, y ofrecido lo * sufra
tra capilla estaba lle n a , y de gente escogida, gios de comuniones y oraciones con los herma
mucho c le ro , representaciones de todas las O r nos, cooperadores y alumno?, y esperamos en la
bondad del Señor qae nuestro amado Padre habrá
denes religiosas y muchísimos Cooperadores y
recibido ya el prem io de ' i s trabajo* y de nues
Cooperadoras.
tras preces.
Cantó la Misa solemne Monseñor B rito , vicario
P o r nuestra parte dos empeñaremos con toda*
general de la Diócesis. Asistía el lim o. Sr. 0 nuestras fuerzas en corresponder á los deseca de
bispo y dos canónigos de la catedral. Cantamos
nuestros Superiores y redoblaren* * el celo en
la prim era Misa fúnebre del lim o. S r. Caglierò.
Concluida é sta , el Hmo. Sr. Lacerda 3ubió al las obras emprendidas por la Congregación Sa
lesiana , particularm ente en Jas M isione* de lo*
pulpito desde donde llo ró ó hizo también llo ra r
á todos, hablando con sin igual entusiasmo de salvajes y de la T ie rra del Fuego.
V ive n bajo nuestra responsabilidad siete de
D. Bosco, por espacio de dos horas y cuarto.
estos in fe lic e s , de los coales tres son ya cris
Yo no quiero discutir sobre si habrá ó no un
tianos y los otros cuatro serán bautizados e l día
orador más elocuente que nuestro Obispo, pero
que haya un corazón más g e n til y grande es de S. José, P ro te ctor de nuestra Congregación.
Tres días hace llegó i esta eí sacerdote Don
perm itido dudarlo, despues de la oración fúnebre
P a tricio Diam onl y espera podra sa lir en l <
que pronunció ayer. Hubo algunos momentos,
prim eros días de A b r il para la? Islas Malvina?,
especialmente cuando hablaba del amor que Don
cumpliendo de esta suerte el deseo !ei E m " '.
Bosco le había demostrado, en quo desaparecía
Cardenal Simeoni y llenando de inexplicable r< totalmente el hombre y quedaba tan sólo su in
gocijo los corazones de los cat -ln*. - J - Ib-ha*
menso corazón. O m nia om nibus fué su tema y
islas.
lo desarrolló admirablemente, demostrando cómo
Espero en estos dias anos trein ta Indios Fue
D. Bosco supo atender de lleno á todas las exi
gencias y necesidades de este siglo.
guinos qne quieren ser in stru id o s en anestra
Su adiós á D. Bosco fuó lo que más conmovió
R eligion , educar a sus hg<* cristianam ente y
al auditorio. Dló él mismo la bendición al féretro
bautizarlos. Nos hemos preparado ya para reci
y en el Oremus interrumpíase su voz por el
birlos, dándoles casa, vesti-dc?, cernida etc., pues
llanto... Bendito sea el Señor que, quitándonos
ellos no tienen nada, si se exceptúa la sola piel
al Padre común, ha dejado á los Salesianos de de guanaco qne les cobre an poco el ce rpo.
Sta Rosa otro que merece todo nuestro amor
¡Cuánto bien harían aquí las Hermanas y cuan
y reconocimiento.
tos gastos ahorraríamos ! E l Señor m andan l»x>
E l lim o. Sr. Obispo se queda aún con noso
socorros necesarios para esta m is ió n , de suerte
tros por algunos días; parece que so regocija
que podamos lle g a r á c o n v e rtir los Jos m il sal
hallándose en medio de sus liyos
vages, que recorren la T ie rra del F u e ro é islas
E l Colegio, gracias á Dios, va adelante bastante
adyacentes.
bien. Los niños son actualmente 80 externos y
Reciba, carísimo Sr. Rector, los sentim iento*
aumentan de día en día.
de dolor do ios Hermanos de esta Prefectura
Dígnese presentar los respetuosos afectos de Apostólica y crea que tollos anhelarlos santidlos hermanos de N ictheroy á los Superiores do carnos para hacer santa ta población de esta v illa
T u rin , espi Palmento al lim o. Sr. Caglierò, y
que el Señor nos ha mandado c u ltiv a r.
juegue por su almo, in corde Jesu,
Muchos recuerdos a lo? Miembros del Capitulo
de parto de todos, y eu particular de este su
P edro R ota, Pbro.
. t / h u h e rrru itiú en J. y M .%
JosK F .u w a .no, Pbro.
Freí. Apoad.
IL
Fanfaroni*, 10 ilo Marzo do 1888.
III.
Q ueridísim o S r. D. M ig u e l lin a :
8. F»Wo, (Brasil), • '
Hemos recibido la circular en que se nos par
ticipa la dolorosa noticia do la muerto do nues
tro amado Padro, y no nos ha sido posible con
tener las lágrimas, durante alguuos días, unto la
consideración do tan triste perdida, y uuiy es
M ix
Roo.
Man
Sn. R e c to r May*
Recibimos tu preciosísima carta de nuestro
(todo titu lo es poco) D. Bosco, ju n la m c n tc o n
la suya y la del lituo. Sr. Cagliare. Las leim os'
-
on conferencia repetidas voces y no puedo decirle
cual haya sido el consuelo que nos proporciona
ron en medio de nuestra grande aflicción...
E l dia ocho de este mes celebramos con la
m ayor pompa que pudimos los funerales. El
lim o . S r. I). L in o Deodato, Obispo diocesano,
que tanto amaba y veneraba á D. Bosco, p o n ti
ficó con asistencia de todos los canónigos, del
Exemo. S r. Gobernador C iv il, entusiasta a d m i
rador de las obras salesianas, do numerosas re
presentaciones del Seminario, varios colegios, dia
rio s, numerosa concurrencia do clero y Coopera
dores. Pronunció la oración fúnebre con suma
elocuencia el Hdo. V icario general. Nuestros niños
cantores ejecutaron la misa á tres voces del
lim o . Sr. Caglierò. Recibim os muchas cartas y
telegramas de pésame, que nos mandaron muchos
bienhechores, entre los cuales el señor In te rn u n
cio. que toma v iv o interés en las obras de Don
Bosco, y el Rdo. Padre S u p e rio r de los Jesuí
tas. Fné para nosotros en extrem o consoladora
esta demostración de estim a y afecto hacia nues
tro P atriarca, proclamado unánimemente sa n to...
O tro consuelo, también grande para nosotros,
es el tener en el Sr. D. M ig u e l Rúa un digno
sucesor de D. Bosco, preparado por sus propias
manos y ofrecídonos por él mismo.
Creo innecesario decirle que sus h ijo s de San
P ablo, co r u n u m e t a n im a u n a , le profesan
grande am or y le prom eten la obediencia y con
fianza qne tenían en D. B o sco , porque , además
de la fe que nos m uestra en su persona la
v o lu n ta ! de Dios, hemos te n id o , muchos de no
sotros . la gran dicha de conocerle y ver que
D. Bosco lo había cubierto con su manto mucho
tiempo antes de volar al Cielo.
Cuente, pues, con nosotros como con h ijo s de
votísimos y obedientísimos, y ténganos siem pre
presente en sus fervorosas oraciones.
Me es snmamente grato en la p rim era vez
que me d ir ijo á Ud. como á S u p e rio r general,
darle m uy buenas noticias de esta casa de San
Pablo. E l personal es poco, pero de excelente
espíritu ; tan solo de la salud corporal, es de lo
que podemos quejarnos. Los niños internos son
82, los externos llégan á 300, sin contar los del
O rato rio festivo. No tan solo continúa y va cre
ciendo la estima y amor de los Cooperadores,
sinó que la misma Cámara p ro vin cia l de d ip u
tados tomó vivo interés por el progreso del L i
ceo del Sagrado Corazón y concedió una lo te ría
de 50 contos.
N uestro santuario es cada vez más frecuen
tado. Se predica, explícase el catecismo y nume
rosas personas de fuera acuden con frecuencia á
re c ib ir los santos Sacramentos.
No pude re s is tir á la invitación hecha por el
lim o. Sr. Obispo, de d ar los ejercicios esp iritu a
les en los cuatro prim eros días de esta semana
’ santa á los principales católicos de 8. Pablo, la
m ayor parte Cooperadores y Cooperadoras salepianos y de las Conferencias de S. Vicente do
Paul. Plugo al Señor bendecirlos con el feliz
. éxito de más de 200 Comuniones. De recuerdo,
72
-
no encontré o tro m e jo r , que darlos á cada uno
la ú ltim a carta do D. Bosco.
Como ve, queridísim o Sr. R ector, no nos fal
tan consuelos..... el campo es m u y hermoso y
vasto... Oh si Ud. so dignase hacernos una v i
sita en estos paisos y v e r con sus propios ojos
esto santuario tan sim pático, á pesar de ser p ro
v iso rio en p a rte ; ve r tam bién el progreso de
nuestros niños artesanos de va rios colores, na
ciones ó idiom as; poder a s is tir á estas escenas
tan conmovedoras de los esclavos que trabajan
en los campos, é internarse en los s e ría o s , ha
bitados por muchísim os salvajes... ¡Cuánto bien
se puede hacer y á cuántas m iserias hay que
poner rem edio!... ¡Cuánto redundaría en benefi
cio de la Congregación y de las almas esta v i
sita !... ¡ Oh, venga... hermanos, aspirantes, niños,
todos lo desean... y yo más que todos, yo, que
tantas veces dejé escapar de m i corazón el do
loroso lam ento de hallarm e aquí casi abandonado,
porque D. L u is Lasagna, además de ser Inspec
to r, es D ire c to r de Colon... y nos puede conceder
m u y poco.
L o sé que el Sdo. Corazón de Jesús se in te
resa vivam ente p or su obra y sabe iu s p ira r ex
celente voluntad Á los niños aspirantes y soste
nerlos en el trabajo. Uno , entre ellos, da clase
re g u la r á 120 alumnos.
M u y Rdo. Sr. R ector M ayor, arrodillóm e á sus
pies para rog a rle se digne bendecirme á mí, á
los hermanos, niños, internos y externos, Coope
radores, todos h ijo s suyos, y , besándole la mano,
quedo con profundo respeto de Vd. afmo. y obedientísim o h ijo ,
J uan Giordano, Pbro.
EL SACRAD0 CORAZON DE JESUS
y la h u m ild a d .
Jesucristo en la g ra n d e obra d e l C ris tia
nism o esculpió enteram ente su p ro p ia fiso n o m ía ;
y ésta es la h u m ild a d (1). Éstas sublimes
palabras d irigíalas, algunos años hace, á los Ge
noveses en una do sus doctísimas Conferencias
el Emmo. Cardenal A lim o n d a ; sublimes pala
bras que revelan por sí solas el carácter y
los deberes del verdadero devoto del Corazón
de Jesús ; puesto que este carácter y deberes
se reasumen y perfeccionan particularm ente en
la práctica de aquella v irtu d que nuestro d i
vin o Redentor amó como la cosa más preciosa,
y la amó no tan sólo con las palabras sino también
con las obras y ejemplos, haciendo de ella la regla
constante do toda su vida y poniéndola como base
y fundamento de la nueva relig ió n.
L a hum ildad, como v irtu d , era absolutamente
desconocida al gen tilism o ; toda la lite ra tu ra de
Grecia y Roma paganas no tiene n i siquiera una
palabra que pueda significarla. Y es n a tu ra l,
porque faltaba la idea; aquellos dos pueblos, ab
sortos on la vida clamorosa oxtsrna, eran in ca (1)
L o s o b re n a tu ra l en el hom bre Y ol. i, Coaf. 12*.
— ra
paces de comprender las grandezas y suavidades
de la vida in te rio r, que se funda en la hum ildad.
Eos ejemplos que tantas veces se alegan de Só
crates y de Diógenes, están bien lejos de corres
ponder al concepto cris tia n o y único verdadero
de la hum ildad , puesto que el hum ildísim o Só
crates, según decir del mismo Rousseau, se mos
traba y fingía hum ilde para granjearse la ala
banza de la gente con falsa modestia, pecando de
este modo de finísim a soberbia, y el pobreeito
Diógenes demostrándose despreciador de la vana
grandeza de P la to n , complacíase con su tilísim o
o rg u llo de su cínica impudencia.
No hay soberbia m a y o r, exclama á este p ro
pósito aquel elevadísimo ingenio s. Agustín, que
la simulación de la hum ildad. S im u la tio h u m i
lita tis m a io r superbia est (1). La humildad, pues,
nunca se rep e tirá dem asiado, es una jo y a pre
ciosa , pero una jo y a propia de nuestra santa
re lig io n ; es una flo r, pero una flo r trasplantada
p or la mano de Dios en el ja rd ín de la Iglesia,
regada con la sangre de N tro . Señor Jesucristo ;
es un fruto, pero fru to crecido en el grande á r
bol del Cristianism o.
Y .la práctica de la hum ildad es precisamente
el fin que, inmediatamente despues de la fe y el
am or á la Sma. Eucaristía, se propuso aquel a r
diente y esclarecido p rom otor de la devoción al
Sdo. Corazón, S. Francisco de Sales. En efecto ;
él colocó la hum ildad como base y fundamento
de la órden que in s titu y ó y quiso que las H ijas de
la Visitación viviesen llenas del esp íritu de ab
negación y aniquilam iento de Jesús, cuyo encu
brim iento, no solamente á los ojos sino también
á ios mismos entendim ientos, duró por espacio
de 30 años, in te rru m p id o tan sólo una vez bre
vemente, esto es, en su conversación en el tem
plo y en la divina respuesta á su Sma. Madre
M aría (2).
Vosotras estáis m u e rta s, decía y escribía con
las palabras de s. Pablo á las H ijas de la V isi
tación ol santo Obispo de G inevra , vosotras esta is m uertas y vu e stra vida* está escondida con
C risto en D ios. M o rtu i enim estis, e t v ita vestra
est abscondita cum C h risto in Deo (3). Q uiere
decir, vosotras estáis m uertas á las cosas de la
tie rra , al mundo, á la carne, á los afectos te rre
nos; y la vida e sp iritu a l sobrenatural, de la cual
v iv ís actualm ente, escondida en Dios con Jesu
cristo que es p rincipio y fuente de ella , no es
in te lig ib le sino á la fe y al amor de D io s , p or
que precisamente consiste en el conocimiento y
en el amor de Dios.
Y á fin de que estas palabras quedasen siem
pre unidas con el sentido que e n cie rra u , y se
grabasen profundamente en la mente y en el co
razón, quiso que fuesen pronunciadas y tenidas
como perenne recuerdo ea el momento más so
lemne de la vida, es decir, en la profesión r e li
giosa.
(1) De sancta V irg in ita te . 43.
(2) Lucas ii, 46 y siguieutos.
(3) S. J uan, xv, 5.
Y no se díga que dichas palabras ó máximas
sirve n tan sólo para los religiosos y religiosas.
N o ; nada de eso. S. Pablo, de quien él las Loma,
las d irig ía indistintam ente á todos los cristianos
de Colosas y por ellos á todos los cristianos del
mundo, á la manera de aquellos que, resucitados
con Jesucristo, deben despojarse del hombre vie jo
con sus vicios y concupiscencias, y revestirse del
nuevo; creado p o r Dios en la ju s tic ia y santidad
de la verdad. No, no hay Cristianism o rin hu
m ildad, n i tampoco devoto del Corazón de Jesús
sin el e sp irita de abnegación y anonadamiento
de si mismo, que es lo que constituye su carác
te r principal.
Pero ¿cómo y en qué manera debe efectuarse
este anonadamiento? La respuesta es m uy fácil.
Dos son las partes de que se compone eí C ris
tianism o y que requieren nuestro consentimiento,
es decir, el dogma y la m oraL Dos. por con
siguiente , deben 3er los actos correspondien
tes de la humildad, á saber, el acto del en
tendim iento y el acto de la voluntad. P o r lo que
toca al p rim e ro no ofrece ninguna d ificu lta d , basta
solamente que echemos una lig e ra mirada á lo
que somos y á lo que nos rodea. La vida y la
m nerte, el am or y el dolor, el conocimiento natn ra l y el conocimiento por medio de la f e , lo
in te lig ib le y lo so b re n a tu ra l, todo está envuelto
en la oscuridad y en las tinieblas ; el m isterio es
el centro de todas las cosas, de todo lo que existe
y de todo lo v is ib le . Cuando Jesús, sabiduría
deL Padre , d ijo que sin él nada podemos hacer.
sine me n ih il potestis facere ( i ) , aludió no so
lamente á los actos de la voluntad sino también
á los del e ntendim iento, y diciendo nada quiso
e x c lu ir , como observa s. A u g u s tin , lo mucho y
lo poco, lo fácil y lo d if í c il, lo pequeño y lo
grande; nada absolutamente. Comprender ésto
á fo n d o , es la ciencia de las ciencias y al
propio tiem po el camino más seguro de salva
ción. Porque, como observa un profundo ingenio.
D ios, habiendo hecho ce n tro d e l universo y
fue?ite de n u e stra sa lva ció n un m isterio , ha o r
denado piadosam ente la s cosas de ta l modo que
todas nos dem uestren e l cam ino que conduce
a llá , y casi nos hagam os vio le n cia p a ra que
rernos s a lv a r ( i ) . Bendigamos, pues, en esto al
Sagrado Corazón de Jesús, y con la sumisión dei
entendimiento y la docilidad de la rueute, man
tengamos viva nuestra fe y bagamos que nues
tras obras sean m eritorias.
Pero la humildad del entendimiento no basta;
es preciso también U de la voluntad , porque
nuestra relig io n no es tan solo un coqjucto de
verdades creíbles, sino también de virtudes prac
ticables; no comprende solamente el dogma sino
también la moral.
Y ciertamente este segundo acto de la hum il
dad presenta mayores dificultades que el p ri
m ero; nosotros m uy bien lo experimentamos
todos los dias. ¡Cuántas luchas, cuántas co n tra
dicciones entre el entendimiento que impone sus
conocimientos y la voluntad que se rebela á po(1) V . KOUN'&Ri,Vida dr Jesucriito. lib . I ! , V o i. I.
—
74
nerlos en práctica ! ¡ Cuánta repugnancia sentimos
á hacer lo que nosotros mismos conocemos es
ju s to v de deber! ¡Qué tendencia desenfrenada
tenemos á todo lo que la fe y la razón nos cer
tifican concordemente como prohibido, pecaminoso
y culpable! ¿Queremos, pues, vencer esta guerra
que nos cuesta cada dia tantos dolores y angustias?
Acojámonos á la hum ildad, hagamos que ella
presida el ejercicio de la virtu d . Y para s a lir con
nuestro intento tomemos por modelo al Corazón de
Jesús, si, de Jesús, que no podiendo en cuanto á
su divinidad compararse, porque es todo bien
en sí mismo y fuente de todo bien para las
cria tu ra s , sin embargo reconoció -bien pronto
inm ediatam ente, apenas hecho h o m b re , que
todo lo debía á su Eterno P adre; substancia
mea tanquam n ih ilu m ante te (1). Y no sólo
lo reconoció de un modo abstracto, sino también
prácticamente, haciendo de su vida una cadena
no interrumpida de actos de humildad, invitando,
ó más bien, mandando que la aprendiesen de
él para conseguir aquella paz de los hijos de
Dios, que Santo Tomás definió tan hermosa
mente la tra n q u ilid a d en el ói'den. La h u m il
dad fué en las manos de Dios el instrum ento
de la obra sobrenatural de la creación y reden
ción, por la humildad fué M aría divina, por la
humildad todas las demás criaturas adquieren en
si mismas algo divino, pero por la humildad de en
tendimiento y de voluntad , de mente y de co
razón. N o , la devoción al Sagrado Corazón de
Jesús no es una abstracción ni tampoco un sen
timentalismo ; ella viene á ser el conocimiento
de Jesús, Dios y Hombre, el conocimiento amor
y el amor imitación. Y así como entre todas las
virtudes la humildad es la que, juntamente con
la dulzura, ama particularmente el Corazón de
Jesús, nosotros seremos verdaderos devotos suyos
si nos empeñamos en tomarla como regla cons
tante de todos nuestros pensamientos y de todas
nuestras acciones.
Gracia del Sdo. Corazón de Jesús.
E l Sr. D. Pedro F r o le tti, padre de fam ilia,
hallábase, desde hacía ya algún tiempo, grave
mente enfermo con dolores tan agudos en casi
todo el cuerpo, y particularmente en el estómago
y en los costados, que no podía descansar de
día ni de noche. Consultó á varios médicos, probó
infinidad de medicinas , pero todo era in ú til. F i
nalmente los médicos declararon que era una tu
berculosis de naturaleza maligna y do curación
imposible.
E l enferm o, habiendo perdido toda esperanza
humana, se d irig ió al Sdo. Corazón de Jesús, por
medio de M aría Sma. A uxiliadora, mandó cele
brar una misa en su santuario y empezó una
novena en honor s u y o , proponiendo firmemente
do ir á la Iglesia el últim o de dichos nueve días
á confesarse y comulgar. Pero los dolores, poco
más ó menos, no dejaron de continuar, y en la
(1) Salmo 38.°
—
mañana del nono día aumentaron de tal modo
que parecíale imposible sa lir de casa para cum
p lir su propósito de ir al Santuario. Sin embargo
esforzóse cnanto pudo y lo consiguió. So confesó
y ¡oh prodigio del Bondadoso Corazón de Jesús
por intercesión de M aría! apénas hubo recibido
en su pecho al Rey de los cielos y t ie r r a , los
dolores desaparecieron por completo y de repente
sintió en todo su cuerpo una fuerza extraordi
naria.
E ra el día 16 del mes de Noviem bre y desde
entonces no ha vuelto á sentir ningún dolor. Esto
que escribo es lo que me narró el mismo refe
rido señor, lleno de regocijo y gratitud hácia los
Sdos. Corazones de Jesús y de M aría. •
A ngel F ranzoni, Pbro.
HISTORIA DEL ORATORIODE S. FRANCISCO DESALES
—
>?3SC5<—
( C ontinuación).
Dichos hechos narrados sencillamente, re
vestidos con las costumbres de los tiempos, con
las circunstancias do los lugares y de los nom
bres geográficos, nos agradaban mucho, tanto á
los pequeños como á los grandes , y al mismo
tiempo que nos instruían en la religión y en la
historia se prestaban sobre manera para infun
dirnos amor á la v irtu d y aborrecimiento al v i
cio. Despues que salíamos de la Iglesia, teníamos
un poco de recreo y en segpida empezaba la
escuela festiva que duraba hasta medio día. Ta
les eran las ocupaciones de la mañana.
A la una de la tarde empezaban las recrea
ciones con bochas, zancos, fusiles y espadas de
palo y ejercicios de agilidad y destreza. A las
dos y media volvíamos á la Iglesia para asistir
á la explicación del Catecismo. La ignorancia era
por lo general extraordinaria ; pero esto, lejos de
desanimar á Don Bosco, lo inducía á poner todo
el empeño posible para intruirnos. A l principio
entonaba el P a d re nuesb'o y nadie le sabía con
testar, de modo que se veía obligado á sostener
las dos partes. Sucedía también muchas veces
que faltaban algunos de los catequistas, y enton
ces para no dejarnos sin la explicación de la
doctrina, ó nos reunía á todos ju n to á sí, ó con
servándonos divididos atendía ora á unos ora á
otros. Concluido el catecismo, se rezaba el Ro
sario. Más .tarde se empozó á cantar el Ave
M a ris S te lla , despues el M a g n ific a t, luego el
salmo D ix it D o m in us, y en el espacio de un
ajlo nos hallábamos capaces de cantar todas las
Vísperas de la Virgen. Despues de todo esto, se
nos dirig ia alguna plática que generalmente con
sistía en la narración de algún ejemplo en que
se personificaba un vicio ó una v irtu d que res
pectivamente se quería hacer aborrocer ó amar.
A l fin se concluía con el canto de las letanías y
con la bendición del Santísimo Sacramento.
Terminadas las funciones de Iglesia, tenia lu
gar el tiempo libro, que cada uno podia ocupar
— To
il su gusto. Los que no sabían rezar ó que, á pe
sar de ser grandecitos, no habían hecho la p ri
mera comunión se apartaban y recibían explica
ciones particulares de doctrina ; otro?, dotados de
buena voz , se ocupaban en cantar y tocar ; los
que no sabían leer se aplicaban á la lectura :
pero la mayor parte pasaba aquel tiempo en d i
versiones.
No debe creerse que nuestros recreos fuesen
momentos de descanso para Don Bosco, sino más
bien puede decirse que era el tiempo en que
desempeñaba mayor solicitud y de sus mejores
conquistas, porque además de vigilarnos en esos
intérvalos, más ó menos largos según la estación,
se acercaba, ora á u n o , ora á o tr o , y como si
tuviese que confiar algún secreto, aproxirnábasele al oído y con una amabilidad particular á
uno le decía: ¿Guando te vas á confesar? Ven
el sábado por la tarde, yo te esperaré ; y lograba
que se lo prometiesen. — A otro le preguataba :
¿Todavía vas á aquella casa, ó con aquel com
pañero? No vayas m ás, te lo pido por Dios,* y
se lo prometían. — A un tercero: He oido que
has proferido una blasfemia ; ten cuidado, no
vuelvas á rep e tirla ; y su aviso no quedaba sin
efecto. — Desearía que me hicieses un favor, le
decía á un cuarto, ¿me lo harías tú ? — Con
mucho gusto ; ¿qué favor es? — Que el domingo
traigas á tu compañero para confesarse. Con es
tas y semejantes exhortaciones y consejos Don
Bosco atraía una m ultitu d de jóvenes que el sá
bado ó el domingo invadían su confesonario, y
cumplían sus prácticas de piedad con una devo
ción particular. De este modo lograba conquistar
sus corazones, hasta poder d irig irlo s y gober
narlos como quería.
Sucedía á veces que algunos de los más des
graciados se resistían á rendirse á sus ingenio
sos ardides ; entonces hacia uso de otros medios
más eficaces. Recordamos á este propósito el
hecho siguiente. Un jóven de 17 años habia sido
amone lado varias veces para cum plir con el pre
cepto Pascual, pero inútilm ente ; no hacia más
que prometer. Un dia de fie sta , despues de las
funciones de Iglesia , mientras se divertía con
sus compañeros, lo llama Don Bosco, y le ruega
lo acompañe á la Capilla para prestarle su ser
vicio. M uy satisfecho el jóven de poder ayudar
á Don Bosco, prontamente abandonó su diver
sion, y estaba para entrar en la Capilla del modo
como se encontraba , esto es, en mangas de ca
misa. — Eso no , le dijo Don Bosco : toma p ri
mero el saco. Don Bosco lo condujo hasta un
reclinatorio que habia en la Capilla. E l jóven
que aún no había comprendido las intenciones de
Don Bosco, estaba para cargar con el reclinato
rio y trasportarlo á otra parte. D éjalo, déjalo ,
le dijo Don Bosco. — Y entonces ¿ qué quiero
que haga ? — Quiero que te confieses. — ¿Que
me confiese ?... pero yo no estoy preparado. —
Ya lo sé. P re p á ra te , y despues te confesarás
como me has prometido tantas veces. — M uy
bien, contestó el jóven ; tenía verdaderamente
necesidad. Me ha hecho Vd. un gran favor, lla
mándome do este modo; do lo contrario, por
temor de mis compañeros ¡quién sabe cuando
habría venido ! — Mientras Don Bosco rezaba el
rosario, el jóven se preparó, y en seguida se
confesó concluyendo devotamente con la acción
de gracias. Desde entonces fué uno de los más
puntuales en el cumplimiento de sus deberes re
ligiosos, y con su ejemplo y ánn 'con sus con
sejos inducía también á otros. Refiriendo despnes
este episodio á sus compañeros, les decía :
es
cuchad el gracioso estratagema que usó Don
Bosco para coger á este pájaro en la trampa * y
al describirlo nos hacia re ír á todos.
E ra también una escena particular nuestra re
tirada al anochecer. En aquel acto parecía quo
un imán poderoso nos tenía apegados a D. Bosco.
Cada uno le felicitaba cien veces las buenas no
ches, sin determinarse á alejarse de él. En vano
decía : — R e tirao s, hijos m íos, porque ya es
tarde, vuestros padres os esperan. Para que real
mente empezásemos á re tira rn o s, era necesario
que él también se pusiese en camino y nos acom
pañase hasta cierto punto. Generalmente, despues
de haber saludado á la Santísima Virgen rezando
el A n g e lu s D o m in i nos reuníamos junto á Don
Bosco y luego, seis de los más inertes, formaban
con sus brazos un trono en donde forzosamente
tenía él que sentarse, y asi era conducido en
medio de cantos hasta un punto llamado Rondó.
A llí bajaba Don Bosco del trono y se entonaban
de nuevo algunos versos, concluyendo con los
versos: B e n d ito sea siempre el nombre de Jesós
y de M a ria . Finalmente felicitaba á todos las
buenas noches y contestaban gritando : B re ñ a s
noches ; vica Don Bosco. Despues de esto, cada
uno se dirigía á su casa, y algunos de los más
grandes acompañaban á Don Bosco, que general
mente se hallaba más muerto que vivo por el
cansancio.
CArÍTl'LO X I.
El Marqués Cavour. — El Ayuntamiento en sosion ex
traordinaria. — Un distinguido protector. — Una ven
taja. — La podagra. — Los guardias municipales.
La política del Oratorio. — Clases dominicales y noc
turnas. — La de los maestros. — Los primeros l i
bros. — Historia Sagrada. — Joven Instruido. —
Sistema métrico. — Honor á quien corresponde.
Este año, en que el Oratorio de S. Francisco
do Sales sufre varios contratiempos, es oportuno
recordar algunos sufridos en tiempos antoriores,
m uy semejantes á los actnales. Esta men :ion do
hechos pasados servirá para reanimar la con
fianza en aquel Señor que, con un soplo do su
omnipotencia, sabe disipar, cuando conviene, las
amenazadoras borrascas.
Aunque en nuestro Oratorio del barrio de
Valdocco reinaba un órden admirable y una dis
ciplina y tranquilidad completas, sin embargo el
marqués C a vo u r, do quien hemos hablado en
otras ocasiones, insistía en juzgar peligrosas nues
tras reuniones y querer se disolviesen cuanto
antos. No habiendo, pues, conseguido doblegar
el ánimo de D. Bosco á sus pretensiones, ni po
dido inducir al limo. Sr. Franzoni á que lo pro-
htbiese aquel ejercicio de su sagrado m inisterio,
resolvió hacer c e rra r el O ratorio mediante una
lev dictada por el Concqjo. Con esto propósito
preparó el ánimo de los miembros del referido
Concejo durante algunas semanas, y en seguida
los convocó en sesión extraordinaria. No habiendo
él podido hacer partícipe do sus ideas al Rdmo.
Sr. Arzobispo, hombre tirine en el cumplimiento
de sus deberes y deseoso de nuestro bien, quiso
á lo menos que se bailase presente en la sesión,
á fin de hacer creer que la Cruz se había unido
con la espada para dar el golpe m orta l á nues
tro Oratorio. Sabido, pues, que el Prelado se
hallaba indispuesto, y que no podía acceder á
la invitación convocó al Concejo en el Palacio
Arzobispal.
E l dia y hora establecidos, los miembros del
Ayuntamiento se d irig ie ro n al Palacio con toda
pompa y solemnidad. En aquella imponente Asam
blea mocho se dyo en faVor y en contra del
O ra to rio , pero al fin la m ayoría estuvo de a cuerdo con el Marqués Cavour y se resolvió la
suspension. Por lo tanto el engaño y la malque
rencia habrían triunfado, si Dios N tro . Señor no
nos hubiese preparado un poderoso defensor.
K1 Señor perm itia que el O ratorio fuese con
trariado para que resaltase más claramente la
mano divina, pero no dejaba de proporcionarle
también amigos poderosos en la misma corte
reaL E ntre ellos recordamos con profunda g ra
titud al excelente Conde Sr. D. José Provana
de Colegno , entonces m inistro de Hacienda del
re y C irio s Alberto. Más de una vez este carita
tiv o Señor había ayudado á D. Bosco con subsi
dios ora de su peculio, ora de parte del rey, á
quien tenía minuciosamente informado del O ra
torio. E l rey escuchaba con gusto aquellos in fo r
mes, y con el mismo placer leía las relaciones
de nuestras funciones. Convencido de los inmen
sos beneficios que se proporcionaban á tantos
desgraciados jóvenes de sus estados, manifestó
muchas veces á D. Bosco su satisfacción y apre
cio. Comparaba sus trabajos con las tareas de
las misiones extrangeras, y declaraba que su
deseo era ver establecidas semejantes in stitu cio
nes en todas las ciudades y pueblos de su reino.
Y no se crea que su corazón se contentaba con
palabras; por que muchas veces nos rem itía l i
mosnas, y aquel mismo año, á principios de Enero, nos había mandado trescientas pesetas con
estas palabras: P a ra los p illu d o s de D . Bosco.
Con semejante amigo y protector nuestra causa
«•ataba fuera de peligro. Y á la verdad., apénas
supo que el Concejo oslaba para reunirse y or
denar nuestra dispersión, llamó al Conde Provana
que era uno de los miembros , y le encargó h i
ciese saber al Concejo que su voluntad era *q u o
tales reuniones festivas fuesen promovidas y pro
tegidas; si había peligro de desórdenes, so bus
case el medio para evitarlos. »
Cuando el Sr. Conde, que había asistido en
silencio á la acalorada discusión do sus colegas,
vió que se disponía la órden de la disolución de
nuestro O ra to rio , se levantó y tomando la pa
labra , manifestó la voluntad del Soberano. Es
im posible d e scrib ir la im presión que esta comu
nicación causó en el Marqués Cavour y sus par
tidarios. Todos permanocioron en silencio y Ca
vour levantó la sesión. Así sucedía que al mo
mento en que todo parecía caído por tie rra , el
Señor nos hacía tocar con la mano que nada se
había perdido, autos al contrario habíamos ganado
m u ch o , porque algunos miembros del Concejo,
que por malos informes se habían declarado
enemigos ó indiferentes al O ra to rio , desde en
tonces empezaron á ser nuestros amigos y bien
hechores.
A pesar de esto, Cavour continuó mostrándose
irrita d o con nosotros. Llam ó á D. Bosco al par
lacio m unicipal, y despues de haberlo tachado de
pertinaz, concluyó su discurso con estas benévo
las palabras : « Ud. trabajará con m uy buenas
intenciones, pero no sin graves peligros. Yo es
to y obligado á velar por la seguridad pública ;
haré, pues, v ig ila r á Ud. y á sus reuniones. A l
p rim e r acto de desórden, dispersaré á sus pillos,
y Ud. será responsable de todo lo que suceda. »
(Se co n tin u a rá )
EXPLORACION DE LA TIERRA DEL FUEGO.
Carta II.
( C ontinuación).
Amor de familia. — Se saca la fotografía
de los toldos. — Cortesía de los Indios
con los soldados Argentinos. — La Cala
Falsa.
E l dia siguiente los Indios vinieron m uy tem
prano á nuestro depósito de vituallas, en compa
ñía de otros amigos que no habíamos visto el
dia anterior. Dímosles á todos un saco de galle
tas y uno de ellos , llamado N oc-Te, ofrecióse
á acompañarnos hasta Bahía Tetis (Soneí) y á
A s p a lta l (Bahía del buen suceso). Montados,
pues, á caballo, el referido Indio quo nos acom
pañaba se echó á co rre r repentinamente, sin de
cirnos nada , hácia el lu g a r del campamento. A l
ve r esto nos sorprendim os, é hicimos parar las
mulas para conocer el motivo. Después de poco
rato vérnosle volver con un saco de galletas g ri
tando : Carque P ip í, lo cual quería decir que
aquellas galletas eran para su m ujer y sus h i
jos. A l llegar á los toldos los perros empezaron
á ladrar haciendo s a lir afuera mujeres y niños,
todos cubiertos con pioles de guanaco. Entonces
N oc-Te se puso á d is trib u ir las galletas. E l doc
to r Segers sacó la fotografía de los toldos, áunque con bastante dificultad, pues no podía obtener
tan fácilmente que los habitantes se estuviesen
quietos durante el tiempo necesario para ta l
operación. Fué en esta parte de nuestro viaje
donde tuvimos especial ocasión de conocer mejor
la bondad do los indígenas. En efecto; uno do
nuestros soldados habiendo bebido aquel día un
poco más do lo que necesitaba, habíase quedado
atrás y caído del caballo. Dos Indios que lo
vieron so compadecieron do ól, y poniéndolo so-
—
bre las espaldas, lo llevaron hasta nuestro cam
pamento, distante do allí como una legua. Otros
¡adíanos habiendo visto desde sus toldos que
nuestros equipajes se iban á fondo en lugares
pantanosos, acudieron inm ediatamente á descar
gar las muías, trasportando ellos mismos la carga,
contentos de pagar así los vestidos y comestibles
qUe les habíamos regalado. M ientras los soldados
colocaban las tie n d a s , fuimos á v is ita r la C ala
fa ls a , al Sur de la Bahía S. P olicarpo, c u ja
Gala, cuando la marea está alta, presenta el
aspecto de un puerto nato ra l con una emboca
dura de 500 metros de anchura, y una ensenada
de m il con la superficie total de unos 500,000
iaetros cuadrados.
2° La bahía Tetis. — La expedición espera
las naves para volver á tierra.
Antes de lle g a r a Bahía T etis teníamos que
pasar por otros sitios mucho más diííciles de los
que hasta entonces habíamos encontrado, tanto
por los pantanos como por las frecuentes lluvias.
Pudimos sin embargo lle g a r allá el dia 24 de
Diciembre á las 11 de la mañana. N uestra lle
gada no estuvo sin embargo privada de afanes
pues no vimos auclados los barcos que nos de
bían esperar y sin los cuales no era posible ce
lebrar la santa M is a , porque , como j a dije al
principio , los ornamentos sagrados habían que
dado á bordo. Hemos esperado in ú tilm en te a l
gunos d ía s, despues de los cuales, pensando el
Sr. L is ta que quizá habrían dado fondo en la
Bahía B uen Suceso, mandó allá al capitan M arzano con seis soldados con órden^de que viniesen
á embarcarnos en Bahía T e tis. Ésta hállase co
locada al Sur de la T ie rra del Fuego, á la em
bocadura del estrecho de la M a ire , y o trece
grandes ventajas á las naves que, desde el Pa
cífico, quieren pasar al A tlántico y que por el
mal tiempo no pueden atravesar el estrecho,
porque la > alturas que lo rodean pénenla al am
paro de la violencia de los vientos, de cualquiera
dirección que vengan. En tanto, como duraban las
lluvias y el terreno donde nos hallábamos acam
pados era bastante pantanoso, el Jefe fue á ex
plorar los alrededores de la bahía, en busca de
un lugar más adaptado para establecer nuestra
provisoria residencia m ientras no llegaban los
barcos. No tardó mucho en encontrar un espacio
de campo más elevado y m uy seco, abundante
de pasto para las bestias, al cual trasladamos en
seguida nuestra tiendas. Estaba situado al norte
de la bahía , á los pies de una colina que nos
reparaba do los vientos. Sobre el punto culm i
nante colocóse un centinela á fin do que nos
advirtiese si veía llegar algún barco.
Be este modo pasamos el dia do a ye r, 30, y
boy 31 de Diciembre. No dejamos de estar bas
tante tristes viendo v e n ir el dia 1° de ano sin
tener con quó celebrarlo dignamente , pues nos
faltan las cosas más indispensables como los re
feridos ornamentos, la galleta, el cafó, y etc., etc.
Yo me aproveché de estos dias do descanso
para ordenar un poquito mis apuntos diarios, a
77
—
fio de poderlos mandar i Vd. con el p rim e r
correo que salga de aqui. Ea tanto voy prepa
rando al bautismo á los Indios de nuestro cam
pamento.
Desde Puntarenas, adonde, sí Dios quiere, lle
garemos dentro de algunos meses, le ‘-aviaremos
las últim as noticias de nuestra expedición.
S uyo a fin o , h ijo en Jesucristo^
Josa P a o k a v j
Prefecto apostólico.
C a r ta
III.
Patagones 20 ée E*er¡> 4* 1 ^ 7 .
M u y R do. P a d re D .
No he podido, como me había propuesto, tocar
en Puntarenas , y heme aquí...... en Patagonas,
despues de haber estado ausente dos m osci y
reco rrid o de N o rte á S u r, es decir, en toda so
anchura, la T ie rra del Fuego.
E nvióle ahora las últim as noticias, quiza las
más im p o rta n te s , acerca de la expedir. n en la
cual he tomado parte durante dicho tiempo.
Io Llegada de los barcos á Bahía Tetis. —
primeros bautismos de Indianos en la
Tierra del Fuego.
Amaneció la aurora del p rim e r día de año.
pero los deseados barcos no se veían. A las t)
de la mañana vino un soldado de Bahía Buen
Suceso que nos pa rticip io la leliz Llegada a dicha
Bahia deL capitan Marzano y sus sellados, los
cuales habían encontrado anclado el P ai'.- A P . d rabuena. Nos entregó ademas una carta le i Co
mandante Sr. Grasso en 1a cual n > manifestaba
las razones por las cuales había dado fon.i ■ en
Bahia Buen Suceso, añadiendo que al día s i
guiente se darían á la vela para unirse con
nosotros en T etis. En la mañana del día dos
divisamos un barco que venia acercándose á la
costa; era el B a h ía B la n c a , el cual vino, en
pocas h o ra s, á anclar a distancia de media le
gua de la playa. Echaron el boto al m ar y
saltaron en tie rra el Capitan y do» marineros.
E l Jefe de la expedición, el D r. Segors y y o ,
fuimos en seguida a bordo para v is ita r al Señor
Comandante Bassualdo, quien nos Íes teyú con un
espléndido lu n c h , que nos pareció tanto más e x
quisito cuanto era mucho el tiempo que había
mos estado sin sentarnos a la mesa ni hacer uso
do la servilleta.
Propuso después al Jefe el desembarque Ju los
ornamentos sagrados con el a lta r p o rtá til. á fin
do celebrar la misa el día siguiente y bautizar
á los indigenas.quo se hallaban con nosotros, los
cuales , estaban ya destinados para uuirso con
varias lam illas cris Lianas, en medio do las cua
les podiau completar su instrucción religiosa.
Condescendió do buen grado, y el Señor Doctor
—
78
Segers, cuando volvimos á tierra se encargó
de alzar la capilla provisoria sirviéndose de pa
los v ramos y adornandola con llores recogidas
tu el ca m p o /L a noticia de esta hermosa fun
ción suscitó vivísimo entusiasmo y movimiento
en todo el campamento : uno cortaba árboles,
otro arreglaba las ramas, éste cogía flores, aquel
barria el piso de la capilla; en lin, todos se ocu
paban trabajando con singular empeño y a ctivi
dad. Los padrinos preparaban á sus ahijados,
lavándolos y arreglándolos lo mejor que podían,
para presentarlos decentes á recibir el santo
bautismo. El doctor Segers pensaba en todo
preparó la capilla, ordenó las cosas del a lta r y
hasta enseñaba á cortar y coser vestidos para
las mujeres ; su tienda parecía que se había con
vertido en un taller de sastrería.
Mientras se hacían todos estos preparativos,
vino también á fondear en Bahia Tetis el P a i
lebot P if Ir abuena. Desembarcaron el Capitan
Sr. Grasso y el teniente Sr. Márquez, los cuales,
despues de haber dado cuenta al Jefe de la ex
pedición y del éxito do su misión, aceptaron m uy
gustosos, juniameute con el Comandante del B a
hia B lanca Sr. Basualdo, el encargo de ser pa
drinos de varios catecúmenos. Llegada la hora
¿jada, dióse principio á la solemnidad. Los pa
drinos se presentaron acompañando á sus res
pectivos ahijados, y , cuando estos fueron bauti
zados, dirigí á todos los circunstantes algunas
palabras sobre la importancia del acto recien
efectuado. E l señor Lista predicó también un sermoncito é hizo rotos para que se estableciese
cuanto antes en aquella isla una escuela sale
siana.
Era esta la primera .vez que se celebraban
funciones de tal naturaleza en aquellas remotas
regiones y, ¡á cuántas escenas conmovedoras no
tuve ocasión de asistir entonces! Los pobres In
dios no sabían cómo demostrar la intensidad del
jú b ilo y regocijo que en sus corazones había
suscitado el bautismo y al verse cubiertos con
tan buenos vestidos de paño, en vez de las mí
seras píeles de guanaco que antes usaban. ] Y
con cuánto gusto no veía yo al doctor Segers
ocupado en enseñar y advertir á sus ahijados
que en el porvenir estaban obligados á portarse
muy bien; y al Sr. Basualdo prometer que, más
adelante, procuraría que su señora esposa ense
nase á sus ahijados la doctrina cristiana! Lo que
además poma fin á nuestro regocijo era el vernos entonces todos juntos reunidos, despues do
haber vencido las muchísimas dificultades que
presenta siempre un viaje como el que hemos
emprendido.
2CLa primera Misa en la Tierra del Fuego.
Distribución de víveres y vestidos á
los Indianos. — Catequismos. — Salida
de la Tierra del Fuego y llegada á Pata
gones.
El dia siguiente, es derir, el
do Enero, coiebró la santa Misa on acción de gracias al Se
ñor. El Jefe diú órd< n [a ra que asistiesen tarni ion lodos los soldados. Intervinieron además,
-
por primera v e z , los neófitos ludíanos. ¡ Cómo
les llamaba la atención las sagradas ceremonias
de la M isa! A l concluirla, los m ilitares, con voz
clara y d e vo ta , respondieron á las tres Ave
M a ría de rito , dando asi á conocer que todos
estaban agradecidos al Señor por haberlos pre
servado en los peligros á que se habían expuesto.
Desde entonces tuvo finalmente comodidad de
celebrar diariamente el divino Sacrificio. Las
horas restantes del dia ocupábalas en enseñar á
los Indianos la nomenclatura castellana y los
principios de la Doctrina Cristiana. Tenía que
enseñarles también á lavarse, peinarse, sentarse y
etc. Como, despues de haber recibido el bautismo,
los Indianos de Bahía S. Policarpo venían á v i
sitarnos , aprovechaba la ocasión para aprender
alguna palabra de su id io m a , el cual es m uy
diverso del de las tribus del Norte. Los de éstas
conocen alguna palabra inglesa, como: biscuits
(g a lle ta ), ship (nave), sleep (do rm ir) etc. lo cual
es indicio de que alguno de ellos habrá estado
en relación con la iglesia protestante, la cual,
más bien que el castellano como se debería en
te rrito rio argentino, procura d ifu n d ir el idioma
inglés en estos paises.
En vista do la docilidad y suma miseria de
aquellas trib u s , empezó á d is trib u ir vestidos y
camisas á los niños. Todas estas cosas las había
traido de Buenos A ir e s , donde me fueron ofre
cidas por la generosidad de las Sras. Da Isabel
A. de E lo rto n do , Da Felicidad D. de M iró , D '
Justina Arstrong, Da Dolores y Da Petronila Fe
liz, así como por la de las alumnas de los cole
gios de María Auxiliadora en Almagro, de la
Boca y de N tra. Sra. del Huerto. Las tribus se
componían do muchas familias, las cuales venían
al campamento alternativamente. Se quedaban
dos ó tres días con nosotros y despues se vo l
vían á sus cabañas para que fuesen las demás.
Guando ve n ían , levantaban sus tiendas al lado
izquierdo de nuestro campamento, y recibían la ra
ción de carne y galleta que el Jefe les daba. Yo
reunía en m i tienda dos veces al día á los niños
y niñas y les enseñaba á persignarse y pronun
ciar los Sdos. nombres de Jesús, María y José.
A las más grandecitas les enseñé también el
P a te r noster y Ave M a ria . En general escu
chaban y repetían con gusto mis palabras, y pa
recíales una gran cosa cuando llegaban á pro
nunciar alguna palabra castellana.
¡ Con cuánta facilidad podría el Gobierno c iv i
lizar á aquellos pobres salvajes pasándoles alguna
ración de víveres y estableciendo entre ellos una
escuda para niños y otra para niñas, como cen
tro de la misión ! En dos ó tres años , aquellos
pobrecitos, podrían ciertamente ser útilos para
trabajar como jornaleros en los campos, como
marineros en las naves, y constituirían siempro
una esperanza y un refugio para los náufragos
de la T ie rra del Fuego.
E l día 16 de Enero, con no pequeño disgusto,
tuvo que abandonar á aquellas pobres criaturas
para erabarcarmo con otros miembros de la ex
pedición en el P a ile b o t P iedrabuena, quo debía
llevarnos á Patagones. ¡Oh querido 1). Bosco,
• Cuánto sentía el separarme de aquo)lo3 In d ia
nos , ignorantes aún de nuestra santa Religion !
Ray necesidad do personal, casa, c a p illa , patio
para vestirlos y comida para mantenerlos. En
tonces se quedarían siempre con nosotros ; pero,
ya que por lio y no puede ser así, empezaremos
por atraer á los niños y ninas, aprenderémos su
idioma, les enseñarómos el castellano, los p rin
cipios de nuestra Religion y de este modo se
harán buenos cristianos.
Así pensaba yo cuando me d irig ía á bordo.
Hemos tenido un viaje m uy trabajoso por las
frecuentes borrascas y estrechez de la nave, con
siderando el n ú m e ro , relativam ente grande, de
pasajeros que llevaba. Debo decirle sin embargo
que á todo puso remedio la mucha práctica y
prudencia del Comandante, Sr. D. Augusto Grasso
y del oficial D. Alejandro Marquez, á los cuales
soy deudor de m il deferencias usadas conmigo y
con mis pobres indígenas de la T ie rra del Fuego,
que venían con nosotros embarcados.
Finalm ente, y como Dios quiso, el día 25 de
Enero desembarcamos en Patagones con gran
m aravilla de nuestros hermanos, los cuales nos
creían‘ aún m uy lejos.
Hé aquí, pues, que pongo ya fin á mis desor
denados é incompletos apuntes : dentro de pocos
dias espero i r á Buenos Aires para exponer de
v iva voz lo que la brevedad del tiempo y poca
comodidad de escribir, me hicieron decir m al ú
o lvid a r en el tintero.
Suyo afm o. h ijo en Jesucristo,
J osé F agnano, Pbro.
Prefecto Apost.
LO S F U N E R A LE S .
(C o n tin u a ció n ).
C a ra m a g n a (P ia m o n te ) : E l Párroco de esta in
signe v illa con los Cooperadores y Coopera
doras, dispuso magníficos funerales. In te rv in ie
ron h Municipalidad, la Congregación de Ca
ridad , las escuelas y el asilo. Pronunció el
elogio el Rdo. Sr. Don Juan B o n e tti uno de
los presbíteros Salesianos más antiguos. Con
sumo gusto insertamos la inscripción que es
taba colocada en la puerta p rin cip a l:
A l a lm a sin p a r
d e l sacerdote D . Juan Bosco
am igo de la u ve n tu d , bienhechor de los pobres
p ro m o to r de las artes y ciencias
fu n d a d o r de órdenes religiosas
p rop a g ad o r de la fe en las más rem otas regiones
cuyo nom bre resuena en el m undo
Caram agna
a d m ira d o ra de sus virtu d e s y obras
r e c o n o c id a á s u s b e n e f i e i o s l e d e s e a
la lu z de los ju s to s , y el eterno reposo.
C a rd é (C uneo): P o r medio del Rdo. Sr. Canó
nigo B olla ti y otros muchos Cooperadores Sa
lesianos de este pueblocito, donde Don Bosco
predicó muchas veces, se celebró misa solemne,
interviniendo todos los Institutos del pueblo,
y gran concurrencia de personas. La función
íüé conmovedora, por más que todos espera
mos que el gran filántropo no tenga necesidad
de nuestras oraciones. Es digna de p a rticu la r
mención la grande afluencia de niños y el
mucho recogim iento con que asistieron durante
toda la función (Correspondencia del C o rrie re
N a zio n a le ).
C asale-Litta (M ilá n ): E l Párroco lo c a l, Rdo.
Sr. D. Angel R ig o li, antiguo alumno del O ra
to rio y afectísimo de Don Bosco, celebró so
lemnes honras. Toda la población acudió á
rezar y á o ír de labios de su pastor, las ala
banzas de D. Bosco. Yo supongo, d ijo te rm i
nando, que E l sirva de edificación, de estim ulo
para sostener 3us obras, para d ifu n d ir su es
p íritu y para form ar de todos mis parroquia
nos otros tantos Cooperadores Salesianos.
Casal M onferrato : La Diócesis de C isa l, que
fué la prim era, después de T u rin , en recoger
los frutos del apostolado de D. Bosco con un
colegio en M ira be lio, abierto en 1865 y tras
ladado á Borgo S. M artino , no quiso ser la
ú ltim a en dar prueba de su reconocimiento en
la época de su muerte. Los funerales fueron
suntuosos con asistencia pontifical del Excmo.
é lim o . Sr. O b isp o , que diú p o r ú ltim o , con
toda solemnidad, la bendición al fé retro. Can
taron los niños del Colegio de Borgo S. M a r
tino. Pronunció el elogio el ria s tri simo Señor
B o n e lli, Camarero secreto de S. S. y Deán
de Rosignano. La G a zze tta d i Casale al dar
la relación, concluía del siguiente modo :
« Con los despojos de D. Bosco fué depuesto
en el ataúd un pergamino que dice : Huecos
dolorosam ente llo ra d o s y regados con ta n ta s
lá g rim a s , reposad en p a z has ¿a e l dm en que
la a n g é lica trom peta os lla m e tam bién ti
la g lo ria eterna. Ñ o ; yo creo que aquellos
huesos no esperarán al referido sonido para
levantarse del sepulcro. S i e l afecto no sirve
de velo á nuestra m e n te , tenemos gran con
fianza en que la Iglesia depositará un dia aquellos huesos sobre el a lta r de M aría A u x i
liadora, y el nombre de D. Bosco será regis
trado en el catálogo de la Iglesia entro los
nombres venerados de S. Francisco de Sales
y S. Vincente de Paul. »
C a s ta g n o le (P ia m o n te ): Funerales con asis
tencia de casi todo el pueblo.
C a s te lu u o v o d 'A d d a : Solemnes exequias con
gran concurrencia de Cooperadores y Coo]>eradoras.
C a s te ln u o v o d ' A s t i : P atria de D. Bosco, no
quedó indiferente á la m uerte de este grande
hyo suyo. L lo ró y rogó como debía. El Par
roco, Señor D r. Rossi, hablo en el pùlpito do
los méritos especiales de D. Bosco aun respecto
a su p a tria , si bien él fuese ciudadano del
mundo, y manifestó lo mucho que habría que
rid o h a ce r, si, por causas ojonas a su volun
tad, no so hubiese visto obligado á prescindir
de la benéfica obra que intentaba hacer. F ue
ron funorales hermosísimos, acompañados de
numerosas comuniones.
su —
C e s a ré ( S ic ilia ) : Gran misa fúnebre con oficio
de d ifu n to s , cantado solemnemente y acompa
ñado con H a n n o nium . Todo el clero dignóse
co n cu rrir á tan piadosa función para honrar
el alma de Don Bosco con la celebración del
santo sacrificio de la misa.
Una curación extraordinaria, obrada el día
antes por intercesión de M aría A uxiliadora,
enfervorizó *á aquellos devotos ciudadanos, de
suerte que la concurrencia era grandísim a y el
fe rv o r con que rogaban verdaderamente edifi
cante (1).
Chiusa d i Pesio (C uneo): Los Cooperadores y
Cooperadoras celebraron solemnes honras en
su fra g io d e l a lm a be n dita de su q u e rid o
P a d iv .
Crispiero d i Castel Raimondo : E l Párroco
Sr. D. Luís C o ttin i hizo grandes funerales con
intervención de casi todos sus feligreses.
Clínico d 'A s ti: Se hicieron solemnes funerales.
Asistieron los Señores Párrocos de M o n tig lio ,
Colcavagno y C a rb o n a ri, cuyas poblaciones ,
dice el Pàrroco de C u n ico , Rdo. Sr. G riva,
reciben los beneficios, desde hace ya cinco
afios, del voto hecho á M aría A uxiliad o ra por
consejo del venerando Don Bosco. Dicho voto
consiste en abstenerse totalm ente de la blas
femia y dar el diezmo de cuanto recogen á la
Sma. Virgen. Desde el día que lo hicieron no
han tenido ninguna desgracia en sus campos y
colinas. Pronunció el elogio dicho Rdo. Señor
G riva, antiguo alumno, presentando á D. Bosco
como á « gran capitan de la m ilicia cristiana,
combatiendo la so berbia, la ignorancia y el
respeto hum ano, sirviéndose para ello de la
humildad de sus p rin c ip io s , con prom over la
instrucción p o p u la r, y demostrando singular
v a lo r ante ciertas autoridades , protestantes y
malignos de todas clases, >
Diano d’Alba: En la parroquia, por medio del
M. R. Sr. Cagnassi, se cantó una misa solemne
fúnebre. La concurrencia fué numerosísima,
queriendo, según dice la G azzetta d 'A lb a , tes
tim oniar de este modo cómo el ilu stre difunto
haya* sabido durante el tiempo de su vida
m ortal granjearse aquella devoción y afecto
que merecían sus grandes dotes de entendi
miento , los magnánimos sentimientos de su
corazón y sus infinitas obras de caridad y de
celo. El elogio fúnebre estuvo á cargo del re
ferido Monseñor Cagnassi.
E s te : En el Colegio M anfredini solemnes exe
quias con asistencia de muchos Párrocos, Sa
cerdotes y Cooperadores. E l duelo manifiesto
(1) lié aqrí como racedió el hecho:
El lunes 30 de Enero, se mandó nn parte telegráfico á
Tnrin para qoe Don Bosco bendijese á nna sobrina del
Vicario de aqnella cindad gravemente enferma, y lo que
es más aun, creída ya por algunos muerta. El Sr. Don
Mignel Una respondió aqnella misma noche telegráficamente :
* Dr«n Bosco añinamente grave, bendice de corazón en
ferma y familia. Rogad á 3íaría Auxiliadora. „ Ahora bien,
ante» que dicho telegrama llegase, la referida enferma es
taba cuinpletamentc sana.
,
en el rostro de aquellos alumnos y do log
fieles, contribuyó á que se diese á esta triste
luncion tanto espíritu de piedad y amor, que
nuestros buenos hermanos pudieron verdaderamente consolarse. Con grata sorpresa, el
Rdo. Párroco de Sta. M aría de las Gracias de
Este, Sr. L a n c e llo tto , despues de haber can
tado la Misa, habló con grande entusiasmo de
D. Bosco. Lo m ostró hombre de Dios porque difundió en este mundo su gloria : hombre de sumo
ingenio, de grandes resoluciones y de constante
firm eza; de corazón ca rita tivo y benéfico por
que, sin nada, supo abrazar el mundo benefi
ciando siempre, ganando para el Señor á los hom
bres con adm irable estímulo de amor. Y Dios
lo bendijo y amó, pues fué como el grano de
mostaza que, por su bendición, creció hasta el
punto de c u b rir con sus ramas toda la tierra.
( C o n tin u a rá )
LA CONFERENCIA A LOS COOPERADORES
en ocasión de la fiesta de María Auxiliadora.
Creemos que los Sres. Directores y De
curiones, con ocasión de la fiesta de María
A uxiliadora, se habrán acordado de reunir
en piadosa Conferencia á los Cooperadores
y Cooperadoras confiados á sus cuidados.
En caso de que no lo hubiesen efectuado
aún, les suplicamos se dignen hacerlo.’ No
sotros invocamos sobre todos, en recompensa
de su mucha ca rid a d , la protección de la
augusta Reina del Cielo.
Dos puntos podrían tratarse útilmente :
el celo de Don Bosco en promover la de
voción á M aría Sma. Auxiliadora en medio
del mundo, y la amorosa correspondencia
de esta poderosa Madre en a u xilia rlo en
sus santas empresas y en bendecir copio
samente á todas las personas que lo ayu
daron por amor suyo.
Haciéndose la colecta, suplicamos hum il
demente tengan la bondad de re m itirla al
Rector M a yo r, que reside en el Oratorio
Salesiano de T urin (Italia), á fin de que sea
cuanto antes invertida para mayor gloria
de Dios y honor de la Sma. Virgen.
C«a aprebadon de la lat. Kcleiláatlea -
fiermU NITEO OUIOUOIB
Tarín, 1&88 — Tlpoprafla SaleiUoa.
T U R I N — L ib re ría Salesiana — T U R I N
dispuesto, en orden diverso, todos los textos. A l modo que los nombres se declinan por
casos, los verbos se resuelven por modos, tiempos y personas, así también ha colocado
el A u to r con este órden todos los vocablos, de suerte que cualquiera que tenga en mente
una palabra, sin recorrer tantas columnas, se d irija inmediatamente á aquel caso ó
tiempo y lo encuentre enseguida con toda facilidad. Algo semejante había intentado hacer
en Francia un religioso de la Compañía de Jesus, pero como se lim itó tan sólo á las
principales palabras de la Sda. Escritura, no era pequeña la falta que se experimen
taba de textos. Empero nuestro Compilador, con una constancia y diligencia que hon
rarían á los más expertos Benedictinos, ha recogido .todas las palabras de la Escritura
y nos ha dado una concordancia plena y perfecta. Y no somos solos en juzgarla de tal
modo, puesto que hemos sabido que en Londres y varias ciudades de Alemania, donde
ha penetrado el p rim e r volumen, la han considerado sumamente ú til y han hecho mu
chísimos pedidos. Por todo lo cual reciba el ilustre Compilador nuestras sinceras con
gratulaciones.
* Advertimos también una cosa que en tal género de trabajos es de suma importancia,
á saber, que las citas de la Escritura están hechas en columnas colocadas separadamente
con caracteres cursivos, en extremo claros; de suerte que no puede suceder contusion
alguna de un lugar- de la Escritura con otro y además, debido á esta claridad y á la
preciosidad de los tipos, la palabra que se busca presentase en seguida ante los "josA l hablar así de esta obra nos hemos acordado mucho de los Seminarios, donde los
clérigos se p re p a ra n ti santo m inisterio; de los Sacerdotes que ya lo ejercitan, todos
los cuales, necesitando indispensablemente de una Concordancia, podrán estar satisfechos
de aprovecharse de las fatigas de quien, para evitarlas, se ha dedicado con singuiar
empeño y constancia á tan àrduo y útil trabajo.
SEGUNDO
F R A N C O , P b r o .,
de la Compania de Jesús.
E l mayo • mérito de esta Concordancia consiste en haber facilitado sobremanera el
modo de buscar cualquier texto de la Sda. Escritura que se desee consultar. El inolio
empleado para salir con semejante intento ha sido el haber combinado el órden alia
bético juntamente con el gramatical. De tal método resulta que basta solamente in
cordar una sola palabra del texto que se busca, para hallarlo á primera vista sin ne
cesidad de recorrer, como generalmente sucede en otras Concordancias, casi una columna
entera para poder encontrarlo. Es, pues, una obra de suma utilidad para los estudiosos
de las Santas Escrituras y para los escritores de obras sagradas y predicadores.
(De la C iv iltà C attolica de Roma, 21 de Abril de 1888).
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del Oficio de la SS. Virgen, del Oficio de Difuntos
Y DE LA S
VISPERAS
DE TODO EL AÑO
por el Sacerdote
JU A N BOSCO
U n t o r n it o e n - 5 2 . 1 P e s e ta e l e je m p la r .
i
<
Esta obríta está dividida en tres partes. En la primera encontraréis todo
lo que debéis practicar y lo que debéis huir para vivir cristianamente. En la
segunda se encuentran reunidas la principales oraciones que están en uso en
las parroquias y en las casas de educación. La tercera, en fin, contiene el Oficio
de la Santísima Virgen, las Vísperas de todo el año y el Oficio de Difuntos.
Encontraréis además un pequefio diálogo sobre los fundamentos de nuestra
santa religion católica, adaptado al tiempo en que vivimos. Añadimos al fin una
corta colección de canciones espirituales.