BS_1888_04

Ficha

Título
BS_1888_04
Descripción
Boletín Salesiano. Abril 1888
Fecha de publicación
1888.04
extracted text
aso

n i . - IL 4.

Sale m ia vez a l mes.

ABR IL 1888

BOLETIN SALESIANO
Instruyó al pueblo y divulgó todo lo que había hecho.
Buscó las doctrinas útiles y escribió documentos
rectísimos y llenos de verdades. Las palabras de los
sabios son como púas ó clavos, que penetran pro­
fundamente, y nos fueron dadas mediante nuestros
maestros por el único pastor.

No se engañaría mucho quien intentase atribuir
principalmente á la prensa malvada todos los males
y la deplorable condición de las cosas, á la cual
hemos Üegado actualmente..., los escritores católicos
deben con todas sus fuerzas volverla en bien de la
sociedad.

(E clesíastés X II, 9, 10 y 11)

(L eon X III)

E l peligro, Sto. P a d re , está en la continua
difusión de libros infames ; y para poner un dique
á este m al inmenso, yo no veo otro remedio, que la fun­
dación de una imprenta Católica, puesta bajo el patro­
cinio de la Santa Sede. De esta m anera, no hacién­
dose esperar nuestras respuestas, podremos con mayor
ventaja descender a l campo de la lid y responder con
feliz éxito á las provocaciones de los apóstoles del
error.
(Sales )

L a prensa periódica sometida á la autoridad je ­
rárquica, revestida del espíritu de Jesucristo, viene á
ser un poder inmenso: ilum ina, sostiene la verdad,
hace desaparecer el e rro r, salva y civiliza ; es cási
una forma de apostolado sublime.
(álimonda)

MARSELLA - LIBR ER IA SALESIANA - TURIN

NOVEDAD

SANCTISSIMI DOMINI NOSTRI LEONIS PAPAE XIII

ALL0GVTI0NES, EPISTOLAE, C0NSTÌTVTI0NES
ALIA QVE ACTA PRAECIPVA
Volumen I . (1878-1883) Volumen II. (1888-1887)

Dos voi. en-KT gr. pàg. 336-825,

. . Pesetas 8,00

Selecta ex Christianis Scriptoribus in usum'Molarum

I AMBROSII MEDIOLANEHSIS EPISCOPI
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EDID IT : SAC. JOANN ÉS, T A MI E T T IVS¡
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Un voi. en-16°, pág. 268

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Pesetas 1,25

R O M A

— L IB R E R IA

S A L E S IA N A — T U R ia í

Buenos Aires - Montevideo - Nictlieroy.

P L AN

.

Y CONDICION DE SUSCKÍCION
À

LAS

LECTURAS CATÓLICAS
r Esta publicación se propone única y exclusivamente la enseñanza
y defensa de la Religion Católica? mediante la difusión de libros de estilo •
sencillo?, llano y popular? adaptados á la inteligencia de todos. En la elección de los opúsculos se preferirán siempre los que contengan in stru c­
ciones morales? narraciones amenas é historias edificantes? siempre que
se relacionen con la Religion Católica.
2o Todos los meses .saldrá á luz un opúsculo de unas 130 páginas,
el que se enviará á los Sres. Suscritores.
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PRECIO DE SDSCRÍCION (ADEUNTADO)

En Buenos Aires :Un año peso
— Provincias :

».
España

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. . . . . . .
1 00
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1. 25
. pesetas . . . .
8
—, 7 5G-

4aLos Señores Suscritores? que quisieran constituirse centros de sus­
picion? recibiendo 10 ó más ejemplares? tendrán una notable rebaja
proporcionada á la cantidad..
5° Los pedidos y el precio de la suscricion se enviarán en Buenos
Aires á la D irección, de las Lecturas C atólicas en el Colegio P io I X de
A rte s y Oficios en Alm agro. En Salta? al R. S. D. Bernabé Piedrabuena,
en el Seminario Conciliar; en Montevideo? á la Libreria Católica de Ra­
mon Adzarias, calle 25 Mayo? 253; en España? Barcelona-Sarriá á la
L ib reria Salesiana;.y en Italia? á la Libreria Salesiana? Plaza de Maria.
Sma. Auxiliadora. Turin.
Catalogo Metodico —■ Classe I, Teologia —> Lecturas Católicas.

, Debemos ayudar á nuestros bermanos á fin de cooperar á la difusion de la verdad,

Cualquiera que reciba á un nino en
mi nombre, recibe á mí mismo.
(M a t . x v ill)

(III 3 . -Ju a n , 8)

Atiende á la buena lectura, á la ex­
hortación y á la enseñanza.
(I T im .

iv ,

13)

Entre las cosas divinas la más di­
vina es la de cooperar con Dios
a la salvación de las almas.
(S. D ionisio )

Un amor tierno bácía el prójimo es
uno de los más grandes y excelen­
tes dones , que la divina bondad
puede hacer á los hombres.
(E l Doct. S. F iía n c . ele Sales )

Os recomiendo la niñez y la juven­
tud; cultivad con grande empeño la
educación cristiana; proporcionadles
libros que enseñen á huir el vicio
y á practicar la virtud.

(Pío IX)
Eedoblad todas vuestras fuerzas para
retraer á la niñez y juventud de
las insidias de la corrupción y de
la incredulidad y preparar de esta
manera una nueva generación.
(L eon X III)

IMRECCIOM en el Oratorio Salesiano. —Galle Goitoleng*o M
° ¿IS, Tarín (Italia)

S u m a r io : Nueva salida de nuestros Misioneros y el mes de María
Auxiliadora — Diario de la enfermedad de Don Bosco — La tumulacion — El Arzobispo de Vercelli y Don Bosco — Aviso á
los Sres. Cooperadores — Valentin ó la Vocación contrariada.

MEYA SALIDA DE NUESTROS MISIONEROS
y. e l mes ele M a r í a A u x i l i a d o r a .
Dos avisos nos dio Don Bosco antes de
m o rir : — Os recomiendo nuestras misio­
nes. — É : — Insistid y predicad sobre
la devoción á M aria Santísima A uxilia­
dora y frecuente Comunión.
Nosotros, pues, obedecerémos á sus pa­
labras. E l Domingo, 11 de Marzo, otros siete
nuevos misioneros salieron del Oratorio de
S. Francisco de Sales para la América del
Sur, despidiéndose de sus hermanos con la
acostumbrada función religiosa, tan solemne
y conmovedora, en medio de numerosísima
concurrencia de fieles. Otras expediciones
seguirán á esta, repitiendo el dicho de Don
Bosco : — / Valor ! Adelante, siempre ade­
lante.
Por lo que toca á la devoción de María
Santísima A u x ilia d o ra , anunciamos que el
dia 23 del corriente mes de A b ril se dará
principio al mes de María en su hermoso
santuario de Turin, á fin de concluirlo con
la solemnísima fiesta del 24 de Mayo. Poi-

la mañana á las 5 lf¿ y 7 1¡2 se dirá
Misa de comunidad, durante la cual se re­
zará el santo Rosario y dará la Sda. Co­
munión. Por concesión Pontificia todo fiel
cristiano puede, asistiendo devotamente á
dichos ejercicios de piedad, ganar cada vez
indulgencia de tres años.
Por la tarde á las 7 1{2, despnes del
sermon que predicará el renombrado ora­
dor sagrado Rdo. Sr. Elena, se dará la ben­
dición con el Sino Sacramento.
Exhortamos, pues, á todos nuestros Coo­
peradores á celebrar con especial devoción
el próxim o Mes de M ayo, el c u a l, como
mes de las flores, está dedicado al honor y
gloria de María, que, despues de su divino
H ijo Jesucristo, es la flor más hermosa que
ha brotado en los jardines de D ios, es la
mística Rosa que por doquier esparce el
perfume de las más suaves virtudes, es la
creatura más bella y amable, que enamora
el cielo y la tierra.
Reflexionemos además que la devoción
del Mes de María es un medio excelente
para fomentar en nuestro corazón senti­
mientos de piedad filia l hácia la mejor de
todas las madres j medio oportuno para con­
servarnos nosotros, como también todos los
que están á nuestro cuidado, en el santo
temor y amor de Dios, quien suele llam ar
á sus hijos por medio de la Madre ; medio
eficáz para obtener abundantes gracias cor-

— 38 —

porales y espirituales, porque María es la ficio , asegura haber notado que le van faltando
tesorera del Cielo, y siéndonos ella propi­ cada vez más las fuerzas necesarias. Empezó ^en
cia debemos esperar con razón nos con­ los meses pasados á no volverse para decir el
Dominus vobiscum ; ahora hace ya un mes
ceda cualquier favor que le pidamos.
que se sienta, mientras los fieles que asisten re­
Por consiguiente en este mes de Mayo ciben la sagrada Comunión de manos de otro
propongamos firmemente alejar de nuestro sacerdote. Fáltanle asimismo las fuerzas para re ­
corazón y de nuestras familias el pecado zar, despues, de la Misa, las tres Ave M a ria y
mortal, porque no se puede dar gusto á la los Oremus, y conténtase con acompañar men­
madre intentando dar muerte al hijo. Ade­ talmente dichas oraciones al que por él las reza.
A pesar de todo , algún d ia , permitiéndolo el
más cada dia, ya en la iglesia, ya en casa,
recemos alguna oración especial en honor tiempo sale á paseo en coche por orden del mé­
de María Sma., y sobre todo procuremos dico, y en algún sitio desciende para caminar
praticar alguna virtu d más conforme á un poco, sostenido por otros. Esperamos.
3 de Diciembre.
nuestro estado. Los sacerdotes, el celo a r­
diente por la salvación de las almas y pro­
Esta noche D. Bosco la pasó muy incómoda­
pagación de la g lo ria de Dios, soportando mente. Por la mañana no pudo decir la sarta
con este fln cualquier trabajo ó sacrificio ; M is a , pero la oyó y comulgó. A las palabras :
los padres, superiores y dueños , grande Ecce Agnus Dei se echó á llorar con lágrimas
empeño en la buena educación de sus hijos de amor hácia Jesús Sacramentado. Demués­
y súbditos, ayudándoles con el ejemplo y trase contento. Leyósele el periódico , él reíase
y decía alguna palabra en broma sobre su en­
la palabra á h u ir del pecado y practicar fermedad.
la virtu d ; los h ijo s , mayor respeto á sus
4 de Diciembre.
padres y huyan siempre de los malos com­
A eso de las 6 1{2 de la tarde llamó al Rdo.
pañeros ; las hijas, más modestia y menos Sr. D. Francisco C e rru ti, á quien, apénas hubo
ambición, imitando la inocente niñez y ju ­ entrado en el aposento, díjole : — No tengo nada
ventud de la Sma. V irgen.
de grave : solo deseo hablar un poco contigo,
Si lo hacemos así, el Mes de Mayo será, para que me des minuciosa cuenta de las cosas
según lo desea la Iglesia, una devoción sa­ de casa. Era la primera vez, desde que el refe­
ludable , una devoción apta á conservar y rido Sr. C erruti se hallaba en T urin, que Don
aumentar la piedad cristiana, una devoción Bosco lo llamaba directamente con tal fin, lo cual
que introducirá en los individuos, en las causóle no pequeña impresión. Entretúvolo, pues,
largo tiempo , quiso le contase todo lo que en
familias y en los pueblos la reform a de las casa pasaba y concluyó con un consejo y encargo
costumbres, para mayor g lo ria de Dios, sal­ en su nombre. Despues le preguntó cómo estaba
vación de las almas y v e n ta ja re la misma de salud con un afecto , puede decirse, más pa­
sociedad.
ternal de lo acostumbrado : — Guidate 'm ucho,

DIARIO DE LA ENFERMEDAD DE D. BOSCO.
Á fin de dar una justa satisfacción á nuestros
Cooperadores, hemos juzgado oportuno presentar
un extracto del diario de los dos meses que pre­
cedieron la muerte de nuestro amado D. Bosco,
escrito en parte por su secretario Don Cárlos
María Y ig lie tti, que lo asistía continuamente, y
parte también por otros Hermanos que anotaron
fielmente todo lo que vieron y oyeron. Además
de los Superiores mayores de nuestra Pia Socie­
dad, nombramos algunos otros desconocidos para
testificar más y más la verdad de la presente
narración.

2 de Diciembre.

D. Bosco teme tener que dejar muy pronto de
decir Misa. La celebra con bastante dificultad y en
voz muy baja, en el oratorio privado, contiguo á su
cuarto, viéndose obligado á interrum pirla varias
veces á causa de la profunda conmoción, de que
su corazón se embarga. Quien desde hace ya tres
años lo asiste en la celebración del santo Sacri­

le dijo., soy yo, D. Bosco, que te lo digo, te lo
mando. H a z por t i lo que harías por D. Bosco.
— A l oir estas palabras el Rdo. Sr. C erruti no
pudo contenerse por su mucha conmoción. E l
entonces lo cogió por la mano y le dijó : Valor,
querido D. Cerruti... ; en el paraíso estarémos
alegres. Dicho sacerdote se retiró llorando.

6 de Diciembre.
Hace ya cuatro ó cinco dias que D. Bosco va
empeorando sensiblemente. A yer por la tarde
tuvo fiebre y dolor de cabeza. Esta mañana se
levantó á las ocho. Desde el lunes no puede de­
c ir la santa Misa ; óyela todos los días y recibe
la comunión. Esta tarde, si bien cansado, quiso
bajar á la iglesia para asistir á la función de la
salida de los misioneros. Entró en el presbiterio,
sostenido por su secretario y por el acólito Don
Angel Festa, mientras el Rdo. Sr. D. Juan Bo­
netti daba, en su elocuente sermon, el adiós á
los Misioneros... Es indudable que el sermon más
hermoso y eficaz lo hizo el pobre D. Bosco, pre­
senciando en tal estado de salud aquel acto tan
heroico y conmovedor.
Toda la gente se levantaba para verlo. Mon­
señor Leto, despues de la bendición, dada con el

— 39 —
Smo. Sacramento, dirigió algunas palabras á los
Misioneros, dióles el adiós y los bendijo. Era una
escena sumamente conmovedora. Los misioneros
pasaron uno á uno á saludar y besar la mano á
D. Bosco. Lloraban y con ellos lloraban también
D. Bosco y todo los circunstantes.... Abrazaron
por última vez á los hermanos de Gasa y luego
salieron por la puerta principal de la iglesia. La
gente se agolpaba para besarles las manos. Des­
pues entró de nuevo en la iglesia para ver á
D. Bosco. ¡ Cuántas expresiones de compasión se
oyeron sobre el estado del pobre anciano ! ¡ Cuán­
tos lloraban ! ¡ Cuántos bendecían á aquel hombre
de Dios y le llamaban santo !
Pasando por el patio, D. Bosco fue aclamado
por los niños , y, cansado , se retiró en su apo­
sento.

7 de Diciembre,
Unos se van y otros vienen. A l dolor de la
salida sucede el regocijo del regreso. Ayer sa­
lieron los misioneros para Quito, hoy á las dos
de la tarde ha llegado Mons. Caglierò de Amé­
rica. No es fácil describir la inmensa alegría de
los niños y sus manifestaciones de sincero y cor­
dial afecto. Hermosas inscripciones colgadas en
los balcones de la casa saludan afectuosamente al
Obispo Salesiano; banderas de diversas naciones
engalanan el vasto patio ; miles de gritos y vivas
mezclados con el sonido de la banda musical, sa­
lían de todos los corazones. E l encuentro de
Monseñor con D. Bosco fue tiernísimo. E l v ir ­
tuoso anciano estaba sentado en su aposento. Abrazó al hijo fuertemente y, llorando como un
niño, le quiso besar el anillo. Sus primeras pa­
labras fueron: ¿ Cómo estás de salud? Con
Mons. Caglierò llegaron también tres señores
Chilenos y dos misioneros, Don Antonio Riccardi
y D. Yalentin Cassini. Todo salió bien y feliz­
mente.

8 de Diciembre.

taba los siguientes versos piamonteses que, para
compadecer á sus pobres piernas, había compuesto
un día :

,,

,,
,

Oh gambe povre gambe
Che sie d rite che sie strambe
Seve sempre *l me confort
F ina a ta nt c h 'i sia nen m ort.
Oh pobres piernas mías,
Y a derechas, y a torcidas,
Seréis siem pre m i consuelo
H asta que me va ya al Cielo.

Ayer por la tarde llegaba al Oratorio el 0 bispo de Liegi, en Bélgica, para obtener la fun­
dación de una Casa Salesiana en dicha capital. E l
8, fiesta de la Purísima, reúnense los Superiores
con Don Bosco, quien responde afirmativamente
á la referida súplica mientras el día antes era
casi de parecer contrario. ¿Tuvo acaso alguna
inspiración celeste? Dios lo sabe.
Vino al comedor sostenido por el brazo de
este venerando Prelado. D. Bosco dióle las gra­
cias por tan caritativa acción , con palabras su­
mamente cordiales. A l fin, el limo. Sr. Obispo
quiso repetir la misma cortesía, pero D. Bosco
no accedió, dándole con todo corazón expresivas
gracias. A todos conmovió la ternura de este
eximio Prelado, demostrando tan grande afecto
hácia D. Bosco , como también nos edificó mu­
chísimo la humildad que este santo varón demos­
tré en tal circunstancia.
Por la noche vino á cena con los demás, pero
dentro de pocos minutos vióse obligado á re ti­
rarse. — Anímese Sr. D
. Bosco, le dijo uno,
hemos de o ir su Misa de oro. — A estas pala­
bras D. Bosco se p aró, volvióse un poco y
dirigiendo la vista hácia quien las habia dicho:
— Sí, sí ; veremos, respondió; / la Misa de oro !
¡ son cosas graves, son cosas graves !

9 de Diciembre.

Por la mañana Monseñor Caglierò presenta á
nuestro buen Padre una superiora de las Her­
manas de María Auxiliadora, sor Angela Válese
de Lu, proveniente de la Patagonia , y Sor Te­
resa Mazzarello, del Uruguay. Ellas, despues de
10 años, habian venido á ver la patria y á Don
Bosco. Trajeron consigo una niña de doce años,
que nuestro misionero Sr. D. José Fagnano ha­
bía salvado con oíros salvajes en la primera
excursion que hizo á la Tierra del Fuego. Mon­
Oh schiña, povra schiña,
I ’ as fin í d ’ porté basciña.
señor, al presentarla, decía: — He aquí, queri­
dísimo D. Bosco, una p rim icia que le ofrecen
Oh espalda, pobre espalda, has concluido de lle v a r
SUS hijos EX ULTIMIS FINIBUS TERRAE. — La pela carga.
Y no tan solo con palabras procuraba consolar queñita, arrodillada delante de él, con acento
nuestro corazón, tan abatido al verle que em­ semi-barbaro aún : — Os doy g ra c ia s , decía,
peoraba cada vez más, sino que se servía de va­ queridísimo Padre, por haber mandado á vues-:
rios otros medios. Esta noche, hallándose suma­ tros misioneros á salvarme á m í y á mis her­
mente débil, no pudiendo casi moverse, dos sacer­ manos. Ellos nos hicieron cristianos y nos han
dotes lo ayudaban á ir al comedor. Iba tan solo abierto las puertas del cielo. — Don Bosco se
para estar en compañía de sus hijos, pues hacía sonreía, y , por sus m ejillas, corrían abundan­
ya dos días que no podía comer nada. Nosotros tes lágrimas al ver aquella preciosa flor, venida
estábamos tristes, y bien sabe el Señor con que de aquellas tierras tan lejanas, las cuales forma­
afecto lo sosteníamos para que pudiese caminar ron siempre el objeto de sus más grandes de­
más fácilmente. El, alegre como siempre, reci­
seos.

¡ E l dia de la Inmaculada ! ¡ Que sacrificio tan
grande fue para D. Bosco no poder celebrar la
santa Misa ! Sin embargo él se manifiesta alegre.
Si se le pregunta por su salud contesta siempre
que está muy bien. Dice alguna ¡palabra chistosa
sobre sus achaques , y hablando de su espalda
que va doblándose de día en día, repite los si­
guientes versos, muy vulgares en el dialecto piamontés :

— 40 —
IO de Diciembre.
D. Bosco pasó la noche insomne. Eh la pre­
cedente había dicho ya á D. Celestino Durando
que le acompañabá : — / Que noche tan m ala
me tocará pasar ! ¡ Paciencia■! ¡ Hágase la vo­
lunta d de Dios ! — Ha perdido las fuerzas. Sin
embargo dice aún : — Hasta ahora caminamos
siempre sobre terreno firm e : no podemos e rra r :
es M aría que nos guía.

i i de Diciembre.
Recibe la visita de un antiguo alumno que le
consuela mucho. Parece que rejuvenece recor­
dando los compañeros suyos, las aventuras de
aquellos tiempos y especialmente la protección
manifiesta de Dios sobre todas sus obras. Lo in ­
vita á volver para pasar en T urin las Pascuas
de Navidad con su hijo.

12 de Diciembre.
Este año D. Bosco , por uno de aquellos gra­
ciosos pensamientos que con tanta frecuencia se
le ocurrían, defirió el tiempo de la vendimia del
emparrado que está delante de sus ventanas.
Debiendo llegar Mons. Caglierò quiso esperar
á fin de que también él participase de tal co­
secha. En este día, pues, se entretiene viendo á
sus hijos en compañía de Monseñor recogiendo pre­
ciosos racimos de uvas y comiéndolas con alegría.
Dicha vendimia fué también honrada con la pre­
sencia de otro Obispo y un Provincial Am eri­
cano de los Hermanos de las escuelas cristianas,
acompañado de otro hermano del mismo Orden.

14 de Diciembre.
Hace ya algnn tiempo que siempre quiere ver
á su lado á los hermanos más antiguos y de­
muestra gran disgusto cuando, ó por deber ó por
caridad, se debe alejar alguno. E l Rdo. D. Juan
Francesi a acababa de llegar esta tarde de una
misión, y, sabiendo que tenia que salir de nuevo,
con muestras de sorpresa y d o lo re xcla m ó : —
Me queda m uy poco tiempo p ara estar con vo­
sotros y es preciso eque procuremos pasarlo
siempre ju n to s .

15 de Diciembre.
D. Bosco hace ya dos semanas que no puede
celebrar la santa Misa si bien la oye y comulga
diariamente.
Habiendo sabido que varias familias de Alassio
sufrían por causa del terremoto del mes de Fe­
brero del año pasado, demostró grande compa­
sión. Despues dijo al Rdo. Sr. C erruti que es­
cribiese al Director del Colegio, Sr. Roca, auto­
rizándolo para que hiciese todo lo que creyese
oportuno y prudente en aquella circunstancia,
especialmente con Y. —* Haremos economía otra
vez, concluyó : ahora socorramos a l prójim o.

_ 16 de Diciembre
Esta tarde B. Bosco salió á paseo en coche
con el Sr. D. Miguel Rúa y su secretario Señor
Y iglietti. En la conversación que tuvieron citó
varios pasos de poetas latinos é italianos , reci­

tando trozos considerables y haciendo resaltar las
bellezas morales y religiosas, de suerte que los
dos interlocutores no pudieron menos de mara­
villarse de su memoria, puesto que dichos auto ■
res no los había leido desde que cesó de frecuen­
tar las escuelas de latinidad. A la vuelta encon­
traron al Emo. Cardenal Alimonda, que paseaba
por los soportales de la carrera V ittorio Em a­
nuele. Dicho Emo. Cardenal apenas lo vio , ex­
clamó : — / Oh D. Juan, I). Juan ! —■Se acercó
precipitadamente, subió al coche y lo abrazó tie r­
namente. Mucha gente se había parado para
m irar esta escena tan piadosa de los dos vene­
randos é ilustres personajes.
— Más de uno exclamó : — ¡ Cuánto se quieren !
— Prosiguieron los dos solos en coche hasta la
calle Cernaia^y bajándose el Cardenal, volvieron
á subir los sobredichos con D. Bosco , dirigién­
dose al Oratorio. Llegado á casa y subidas las es­
caleras con mucho trabajo, dijo al Rdo. Sr. Rúa :
Otra vez no podre subir estas escaleras.
17 de Diciembre.
D. Bosco está muy abatido. No pudiendo con­
fesar á los niños todas las mañanas, consagraba
sin embargo á este sagrado ministerio los m iér­
coles y sábados por la tarde. Esta tarde , pues,
fueron unos treinta niños de las clases superio­
res. Sin embargo el acólito D. Angel Festa les
dijo que no era oportuno que D. Bosco confesase
por hallarse no muy bien. Los niños no se mo­
vieron, mostrando así el vivo deseo que tenían
de hablar con su amado Padre. Entonces el re­
ferido acólito fué á decírselo á D. Bosco, quien, N i
al principio , creyó no poder resistir aquel tra­
bajo, pero despues reflexionando un poco dijo : iljp
— / Y sin embargo es la id lim a vez que podré A-:v:
confesarlos !
. E l acólito no fijándose en tal expresión acon­
sejábale á no confesar haciéndole observar la
fiebre que tenía y lo muy difícilmente que res­
piraba. Mas él sumamente conmovido repitió : —
Y sin embargo es la ú ltim a vez ; díles, pues,
que vengan. — Y los confesó, siendo, en efecto,
las últimas confesiones que oía.

m

18 de Diciembre,
La salud de D. Bosco va empeorando de día
en día. No puede ya tenerse en pie y lo llevan
en un sillón de ruedas. Hoy, habiendo hecho la
preexposicion de los objetos que Mons, Caglierò
había traído de la Patagonia, D. Bosco invitó á
algunos bienhechores y amigos. Se entretuvo con
ellos en el comedor dándoles muestras de parti­
cular afecto. Vuelto al aposento dijo al Sr. Retío:
- Querido mio, siempre te he amado y siem­
pre te amaré : me hallo a l fin de mis dias,
ruega por mí, yo rogaré siempre por tí.

19 de Diciembre.
D. Bosco ha sido visitado por varios insignes
personajes de Chile que iban á Roma. Uno de
ellos viéndolo tan cansado é impedido en la res­
piración, le dice : —- Nosotros rogarémos mucho
a l Señor á 'fin de que lo libre de sus incomo­
didades y nos lo conserve aún por muchos años.
m m m

41
Don Bosco le responde: — Deseo i r pronto a l
I Paraíso : desdé a llá podre tra b a ja r mucho más
por nuestra,: P ía Sociedad y por mis hijos y
protegerlos. A q u í no puedo hacer ya nada por
ellos.

20 de Diciembre,
E l pobre D. Bosco respira con muellísimo di­
ficultad y vése obligado á ir á cama á las 7 de
la tarde y levantarse á las 10 de la mañana.
Oye desde la cama la santa Misa y comulga.
Hasta las 12 dá audiencia á los bienhechores de
sus obras y á las personas extrañas de la casa
que vienen por diversos fines y asuntos. Hace
ya cuarenta años que consagra todas las maña­
nas á aconsejar, bendecir, consolar, socorrer y
alegrar á todos los que van á verle. Fue ésta
una de las ocupaciones más fatigosas de su vida.
Pista mañana se halla sumamente falto de fuer­
zas. Por la tarde quiso salir á paseo en coche
y fue la última vez. Lo bajaron sentado en un
sillón. Á pesar de las muchas instancias de sus
hijos era la primera vez que permetía lo lleva­
sen así y fue también la ultima. Lo acompaña­
ban los Sres. D. Juan Bonetti y D. Garlos V iglietti, los cuales, hablaron mucho durante el
paseo, de los hermanos que deseaban ayudarlo.
É l callaba y escuchaba enternecido sus conversa­
ciones, cuando de repente dice las siguientes pa­
labras : — V ig lie lti, apenas lleguemos á casa,
acuérdate de escribir en m i nombre estas p a la ­
bras p ara todos los Salesianos : Los Superiores
Salesianos tengan siempre una gran benevolen­
cia hacia sus inferiores y especialmente traten
bien y con caridad á las personas de servicio.
A l regreso, cuando llegó á la carrera Regina
M arg herita, un desconocido hizo parar el coche:
¿Quién era? Un buen señor de Pinerolo que
habia sido uno de los primeros niños del Ora­
torio. ¡Con cuánto gusto lo vió D. Bosco! Había
venido á T urin para arreglar algunos asuntos,
y quiso ver á D. Bosco. Sabiendo que habría de
pasar por aquel sitio , lo esperaba en medio de
la calle, — Am igo querido, le dijo Don Bosco:
¿ cómo van tics cosas !
— Así, así, respondió el señor ; ruegue por mi.
— Y en cuánto a l alm a ¿ cómo estás ?
— Procuro ser siempre digno alumno de Don
Bosco.
— Gracias, bravo. Dios te lo compensará.
Ruega tü también por mí. — Y se despidió de
él bendiciéndolo y diciéndole : — Te recomiendo
la salvación del alm a : vive siempre como un
buen cristiano.
Vuelto á casa y entrado en su aposento, dijo
amorosamente al Sr. Berrone , jefe de los que,
con inexplicable regocijo, se habían ofrecido á
llevarlo en el sillón: — Lleva cuenta de'todo;
te lo pagaré un dia todo ju n to . — Poco despues
llegó el Sr. Dr. A lb e rto tti, el cual lo encontró
muy grave y lo obligó á acostarse. Algunos m i­
nutos antes, preguntado por el Sr. Acólito Festa
cómo se sentía, respondió conmovido: — A hora
no me queda más que hacer si no tina buena
conclusion, que concluya bien con todo. Hízosele

observar que con un poco de reposo se sentiría
mejor, pero él hizo señal en contrario,, y repitió:
— No falta- más que hacer una buena con­
clusion.
Durante el día escribió sobre una estampa
estas palabras : M aría tu nos ab hoste protege
et mortis hora suscipe. Y en otra escribió en
italiano : M a ria , Valuto tuo forte,' dà in punto
d i morte alVanim a mia.

21 eie Diciembre.
D. Bosco está muy mal y con frecuencia sién­
tese excitado al vómito. No apetece nada. Guardó
cama todo el dia. La respiración es afanosa, aeompañda de fiebre. E l médico nos asustó á
todos diciendo : — Si el enfermo continua así,
puede decirse que no tendrá más que cuatro ó
cinco dias de vida. — Él, no obstante, está tran­
quilo y dice de vez en cuando alguna palabrita
jocosa.
A las 8 í]2 de la noche dijo: — Hoy á eso
de las 4 me creía que no me faltada ya nada
p a ra m orir. Había 'perdido el conocimiento.
Ahora, me siento un poco mejor. Tomó un poco
de sopa y en seguida dijo en broma al secreta­
rio : V ig lie lti, dame un poco de café helado....
pero que esté caliente... — Y se reía.

23 de Diciembre.
D. Bosco continúa bastante mal y no retiene
nada de lo que come. A las 12 dijo al secreta­
rio : — Procura; no estar solo. Tengo necesidad
que alguno esté preparado p ara que me pueda
a dm in istra r la extrema-unción.
— D. Bosco, le respondió, D. Rúa está siempre
en su cuarto, muy cerca de aquí. P or lo demás
Vd. no está tan grave p ara hablar de este
modo.
— ¿ Se sabe, replicó D. Bosco, se sabe ya en
casa que yo estoy tan m al?
— Sí, D. Bosco, no solo en casa, sino tam ­
bién en todas las otras casas y quizá en todo,
el mundo, y todos ruegan.
— ¿ P ara eque yo sane ? Me voy á la eter­
nidad.
Está conmovido y á todos los que se acercan
á él dáles recuerdos como si hubiese de aban­
donarlos muy pronto. A l Rdo. Señor Bonetti
dice : — Sé siempre • el sostén de D. Rúa. A l
secretario : Haz eque esté preparado el Smo. Viá­
tico. Somos cristianos y se hace con gusto á
Dios el ofrecimiento de la propia existencia.
A las 12 1|2 vinieron tres señores de Bélgica.
Dijo que entrasen con tal que prometiesen rogar
por él. Los bendijo, y : — Prometedme, d ijo,
rogar por mí, por los Salesianos y especial­
mente por los Misioneros.
A un joven sacerdote salesiano dijo: — D i á
tu madre que la, saludo, que se ocupe en edu­
car cristianamente, á la fa m ilia , y que ruegue
también por m í; tú sé siempre un buen sacer­
dote y salva muchas almas.
. Insiste con frecuencia que todo esté preparado
para recibir los últimos sacramentos.
A las 2 de la tarde se siente muy mal y di»

— 42 —
rige la palabra á Mons. Caglierò ; — P rocura
decir a l Sr. L . q u e je recuerde de nuestros m i­
sioneros ; yo me acordaré de él y de su buena
fa m ilia . Rogad todos por mí. D i á todos los
compañeros y hermanos que rueguen por mí, á
fin de que muera en gracia de Dios : no deseo
más... que tengan fe viva y procuren . ponerla
en práctica.
Los más antiguos de las casa, Sres. Don Do­
mingo Belmonte , D. José Lazzero , D. Joaquin
Berto, D. José Rossi y D. José Buzzetti, los ya
nombrados y otros , iban por turno á pasar al­
gún rato en su cuarto. Y dunque él hablase con
dificultad, recibíalos con sumo agrado y cariño.
Ya les saludaba en broma á lo m ilitar, ya levan­
tando, ya bajando las manos, ya, en fin, indicando ,
lo ocurrido al que se acercaba á su lado. —
¿ Lo ves ? Es él ; decia señalando con la mano
derecha ó bien apretando la de quien besaba la
suya : — / Oh m i querido, eres siempre m i que­
rido. — A un salesiano decía en voz baja : — Sé
que tu madre se h a lla en necesidad. Habíame
libremente y solo á mí, sin que ninguno venga
á conocer tus secretos. Te daré yo mismo, sin
que nadie lo sepa, lodo lo eque necesite. —
Á todos preguntaba con vivo interés noticias de
su salud, si estaban bien abrigados, si necesita­
ban alguna cosa. No dejaba de preguntar tam­
bién á Monseñor > cómo se había pasado el día,
cuáles habían sido las ocupaciones de cada uno.,
qué trabajo especial tenían entre manos. Con los
que lo velaban y cuidaban manifestaba siempre
el temor que la privación del descanso y recreo
les hiciese daño á la salud. Pero el amor fué
causa de que no se separáran de su lecho aque­
llos piadosos é incansables enfermeros , que no
quisieron ceder á nadie el honor y gusto de ser­
virlo. Y muchas veces la ternura inmensa que
sentía por sus hijos le hacía derramar abundan­
tes lágrimas. Nos había dicho años hace : — L a
única separación que me hará s u frir en punto
de muerte será la vuestra.
En efecto ; la caridad de su corazón no puede
ser del todo comprendida. Y esta caridad lo obli­
gaba á distraer la mente de sus hijos con algún
chiste ó broma apénas hacíase cargo que estaban
tristes ó sufrían por él. À uno de los Superio­
res que no pudo , mirándolo « ocultar la conmo­
ción. — ¿Has tomado ya la merienda? pregun­
tóle medio sonriéndose ; pregúntalet también á
D. V ig lie tti si la ha tomado. — E l amaba á
todos y á cada uno como si fuese el único objeto
de su afecto.
Cierto dia, un joven sacerdote quería demos­
tra r delante de varios hermanos que le escucha­
ban muy atentos , cómo él habia disfrutado la
especial confianza de D. Bosco. De repente otro
le interrumpió diciéndole : — Estos te contradi­
cen con el corazón porque cada uno de ellos cree
haber sido el preferido.
— ¡ Es verdad ! exclamaron todos. Y si hubie­
sen siuo millares los circunstantes habrían res­
pondido todos del mismo modo, porque amaba á
todos con afecto de padre.
A las 3 i]2 tiénese larga consulta entre el

médico de la casa Sr. A lb e rto tti, y los Señores
Dres. Fissone y Vignolo. D. Bosco se halla nn
poco aliviado.. Dios sólo puede premiar los so­
lícitos cuidados, las continuas visitas, el generoso
disinterés, las demostraciones de afecto hácia
D. Bosco de estos insignes médicos y bienhecho­
res nuestros. D. Bosco no cesaba de darles las
gracias con las lágrimas en los ojos.
A las 4 1[4 de la tarde entra en el aposento
del enfermo el Emmo. Sr. Cardenal Alimonda, que
lo abraza y besa tiernamente. Es un escena en
extremo conmovedora. D. Bosco descúbrese la
cabeza y — E m inencia, le recomiendo ruegue
p ara que pueda salvar m i a lm a , le dijo ; des­
pues añadió : recomiéndole m i Congregación. Y
llora. Su Eminencia lo anima, háblale de la con­
formidad con la voluntad de. Dios y le recuerda
que ha trabajado mucho por EL Haciéndose cargo
que D. Bosco tiene el gorro de noche en la mano,
se lo pone él mismo en la cabeza. D. Bosco está
sumamente conmovido y dice : — He hecho siem­
pre todo lo que he podido. Hágase de m í la
santa voluntad de Dios.
— Pocos, observó el Cardenal, pueden decir
esto, como Vd. en punto de muerte.
Y D. Bosco interrumpiéndole : — / Tiempos
difíciles, Eminencia ! ¡ He pasado tiempos d ifí­
ciles !.. Pero la autoridad del Papa... la autorid a d del Papa ; se lo he encargado á M on­
señor Caglierò que diga a l Santo Padre que
los Sales ¿anos están siempre dispuestos á defen­
der la autoridad del Papa en cualquier parte
de la tierra. Y al decir esto encendíase su rostro.
— Sí, caro D. Bosco ; respondió Mons. Ca­
glierò que estaba á los pies del lecho, lo recuerdo,
esté Vd. seguro que cum pliré con su encargo a l
Santo Padre.
— Pero Vd. D. J u a n , replicó el Cardenal
cambiando de conversación , no debe temer la
muerte ; ha recomendado á los demás muchas
veces que estuviesen preparados.
— Nos habló de ella tantas veces continuó
Monseñor Caglierò, que era casi su tema p r in ­
cipal.
•— Lo he dicho á los demás, añadió humilde­
mente Don Bosco, ahora tengo necesidad que
otros me lo digan á mí. — I). Bosco pidió la
bendición al Cardenal, quien , al despedirse, lo
abrazó y besó de nuevo, lleno de profunda con­
moción.
A las 5 vino su confesor, el Rdo, Sr, Giaco­
melli, compañero suyo de sem inario, y estuvie­
ron solos durante algunos minutos. ¡ Qué recuerdo
nos dejó este buen sacerdote ! En el 1885 ha­
biendo caido gravemente enfermo, D. Bosco le
había dicho en presencia nuestra : —^ Alégrate
¡ no temas ! ¿ no sabes que te locarci á t i asis­
t ir á D. Bosco en los últimos momentos ?

24 de Diciembre.
A las 7 i]2 de la mañana se hacen los prepa­
rativos para, llevarle el santo Viático. D. Bosco
dice llorando á algunos sacerdotes que le rodean :
— Ayudadme, anudadme vosotros á recibir bien
á Jesús... yo estoy confundido... In manus tuas, I¡|Si

IS

4a —
Domine, commendo spiritum meum. — Entra el
limo. Sr. Caglierò con el R e j del cielo y tierra,
acompañado solemnemente del clero. Don Roseo
llora. ¡ Qué espectáculo ! D. Bosco revestido con
la estola parece un angel. Fue un momento in ­
describible. No se oían que sollozos. Monseñor
también lloraba.
A eso de las 10 de la mañana dijo al Señor
Durando, que estaba á su lado : — Te encargo
des las gracias en m i nombre á los Sres. mé­
dicos por todos los favores q u e , con tanta ca­
ridad , me hicieron.
E l Emmo. Sr. Cardenal Alimonda vino á las
4 í\2 de la tarde á preguntar por la salud de
Don Bosco. Desde esta mañana nótase señalada
mejoría. La respiración es menos afanosa y nada
agitada. Duerme casi siempre : no habla nada.
Sin embargo á las 10 desea venga el Rdo. Se­
ñor D. Rúa y dícele : — Quisiera que con Don
Vig Metti estuviese otro sacerdote : temo no 1le­
g a r á m añana.
A las 11 Mons. Caglierò le administró la ex­
trema-unción, y, antes de recibirla * Don Bosco
suplicó que se pidiese para él la bendición del
Padre Sunto ; lo cual hizo Monseñor aquella
misma noche, antes de ir á celebrar pontifical­
mente la Misa en la iglesia de María A u xilia­
dora. No habló , pues , de otra cosa que de la
eternidad y dio algunos avisos. Despues dijó llo­
rando á Mons. Caglierò : — Pido una cosa sola
a l Señor ; que pueda salvar m i pobre alma.
Recomiendo digas á iodos los Salesianos eque
trabajen con celo y ardor : trabajo, trabajo.
Ocupaos siempse ó incesantemente en salvar a l­
mas. — De allí á un ratito quedóse dormido.

25 de Diciembre.
A las 12 vino el Rdo. Sr. Canónigo Bosso,
superior de la Piccola Casa de la Divina Pro­
videncia , fundada por el Venerable Cottolengo.
Don Bosco le recordó cómo la primera vez que
le habia visto en Castelnuovo era aún jovencito.
Habiendo, el limo. Sr. Caglierò, pedido la ben­
dición al Padre Santo por telegrama, dirigido al
Emo. Sr. Cardenal Rampolla, recibía la siguiente
contestación, que demostraba la gran benevolen­
cia del Soberano Pontífice y el vivo interés que
tomaba en la enfermedad de nuestro I). Bosco :
— Monseñor Caglierò, Turin. — E l Santo P a­
dre, condolido de la enfermedad de D. Rosco,
ruega por él y envíale la im plorada bendición.
— M. Cardenal R am polla.
En la tarde vinieron á visitarlo dos Obispos,
Mons. Bertagna, titu la r de Gafarnaúm , y Mon­
señor Leto, de Samaría, Iíabian venido antes los
Obispos de Casale, Fossano y Cuneo.
En estos dias la referida niña de la Tierra del
Fuego no puede estar tranquila por la enferme­
dad de Don Bosco. Ya á cada momento á pre­
guntar cómo está á la Superiora ; — ¡ D. Rosco
está enfermo ! — exclama continuamente, y corre
á la iglesia varias veces al dia á rogar por largo
tiempo ante el Smo. Sacramento para obtener la
curación de su bienhechor. Su rostro vése de

vez en cuando regado en lágrimas ; tan grande
es su gratitud y dolor.

26 de Diciembre.
Hoy D. Bosco está un poco mejor. Recibió la
visita de despedida de aquel antiguo alumno que
él mismo había, pocos dias antes, invitado á que
viniese á pasar con él las Pascuas de Navidad,
trayendo también consigo á un h ijiío suyo. Se
arrodilló al lado del lecho y se quedó como ex­
tático exclamando: — ¡ Oh D. Rosco, oh Don
Rosco ! — D. Bosco levantando la mano bendijo
al padre y al hijo y, dirigiendo la mirada á lo
alto, dióles á entender que iba á esperarlos en
el cielo. Apénas hubieron salido, llamó con voz
muy* baja á D. Rúa y le dijo : — Sabes eque es
pobre; á él y á sic hijo pagarás el viaje en m i
nombre.
A las 4 3[4 de la tarde vino el Emmo. Cardenal
á despedirse, estando en vísperas de salir para
Roma. Su Eminencia se echó á llorar. Abrazó,
besó varias veces y bendijo por último al que­
ridísimo enfermo D. Bosco.
Habiendo llegado de Nizza Monferrato la Su­
periora General de la Hijas de María A uxilia­
dora con otra asistenta, fué introducida en el
aposento para recibir la bendición : — Sí, dijo
D. Rosco, bendigo todas las Casas de las H ijas
de M aría A u x ilia d o ra , bendigo á la Superiora
general y á tóelas las hermanas : procuren sal­
var muchas almas.
Esta noche dijo al limo. Sr. Caglierò : *— Deseo te equedes en Ita lia hasta eque todas las cosas
se sistematicen despues ele m i muerte. — Des­
pués suplica á Monseñor le dé la bendición.

27 de Diciembre.
Celebra la Iglesia la fiesta de s. Juan Evan­
gelista. ¡ Su nombre ! Oyó la santa Misa y co­
mulgó.
A medio dia se trataba de cambiarlo de cama
y discutíase sobre el modo de hacerlo : — He
aquí, dijo D. Bosco al Rdo. Sr. Belmonte, son­
riéndose, es preciso hacer así : atarme una cuerda
a l cuello y tirarm e de una cama eí otra.
En este cambiamento, que después se repitió
casi cotidianamente, asi como cuando se le tie­
nen que acomodar las almohadas , sufre inmen­
samente. El, sin embargo, no prescinde de sus
bromas : — ¿ Le he hecho mal, Sr. D. Rosco ?
— / Oh cierto, responde, no me haces bien!
A l anochecer vino el Sr. Don Domingo Tinetti, director de la Unità Cattolica al cual Don
Bosco enternecido y en voz muy baja le dijo :
—- Como por el pasado, le recomiendo la Con­
gregación Salesiana y nuestras Misiones. —
Añadió despues otras palabras de suma benevo­
lencia , asegurándole que siempre habrían sido
amigos hasta el Paraíso.

28 de Diciembre.
Esta mañana los médicos lo encontraron bas­
tante mejor.
Es mucho áe notar que Don Bosco, suplicado
m il veces por todos, á fin de que pidiese al Se-

ñor la salud no quiso nunca hacerlo diciendo :
»— llágase de mí la santa voluntad de Dios. Guando le sugerían jaculatorias , él las repetía ;
pero cuando alguno le decía : — M aría Santí­
sima, haced que yo sane — no respondía.
Conviene advertir también cómo muchos dia»
rios publican todos los dias el boletín sanitario
de D. Bosco y hablan de él. La Gasa está con­
tinuamente llena de gente que desea saber noti­
cias. Vienen asimismo muchos corresponsales de
diarios de Italia y del extrangero. Los telegramas
se suceden á cada momento : un movimiento ex­
traordinario, un continuo llegar de directores de
nuestras Gasas de Italia, España y Francia.
En tanto cartas de los más remotos paises anuncian extraordinarias oraciones publicas y p ri­
vadas, triduos y novenas.
No hay monasterio, convento, comunidad qualquiera dondo no se ruegue con gran fervor por
la curación de Don Bosco. En muchas de nues­
tras Gasas hácese la adoración continua al Smo.
Sacramento. En muchísimas familias de Coope­
radores se llora, se ruega, y ofrécese la propia
vida á Dios, hácense votos y promesas. Lo mismo
sucede entre los salesianos.
Esta mañana vino una respetable señora á la
portería ; preguntó noticias y se le dieron á leer
las que daba la Unità Cattolica. Se sentó , pú­
sose á leer, y llorando á lágrima viva, por las
mejores noticias que había leido, colocó en manos
del portero su monedero, diciendo : — / Oh ! sí,
diga á D. Bosco, que sane pronto, y entréguéle
esta limosnita. — Eran cuatrocientas pesetas en
oro, que ofrecía á sus pobres huerfanitos.
I). Bosco suplica con frecuencia á los médicos
le manifiesten su estado, — porque, añade, sepan
eque no temo nada. Estoy tran quilo y dispuesto.
En efecto ; al Rdo. Sr. D. Pablo Albera , di­
rector del Hospicio de S. Leon, en Marsella, que
le decía : — Es la tercera v e z, oh D. Bosco,
que llega á las puertas de la eternidad, y des­
pues se vuelve atrás' por las oraciones de sus
hijos. Estoy cierto eque esta vez sucederá lo
mism o.
— Esta vez nó vuelvo más — respondió Don
Bosco.
Los recuerdos que estos días ha inculcado con
más frecuencia, é hizo también escribir, fueron :
— Decid que se tenga fe y se recomiende Di
observancia exacta, de las reglas.
¡SI Interrumpimos el diario para narrar una visita
de un corresponsal del Fígaro de París. Hé aquí
las palabras de dicho diario : — « Serían las 10
de la mañana cuando me presenté al Rdo. Señor
D. Celestino Durando, el cual, con suma afabili­
dad púsose á mi disposición á fin de darme to­
das las informaciones que deseaba. Díjome que
D. Bosco estaba gravemente enfermo sin que su
estado dejase esperanza alguna de curación. —
Dentro de un rato, continuó , habrá consulta de
médicos. Dispénseme, añadió, si, por un momento,
me ausento para ir al lado del enfermo. Me pa­
rece que ne podrá Vd. hablarle, pero venga, yo
dejaré la puerta abierta y de este modo podrá
al menos verle.

Le seguí 'y entramos en una antecàmera donde
estaban dos médicos, Sres. Fissore y Albertotti.
E l Dr. Fissore , al cual me d ir ig í, respondióme
en estos términos. — I). Bosco se va, no tene­
mos esperanzas de salvarlo. Su enfermedad es
una lenta consunción de la médula de la espina
dorsal; el hígado y los pulmones están también
contagiados, de suerte que es imposible poner
remedio. •—■ Pero ¿á qué atribuye Vd. esta en­
fermedad ? — Ninguna causa directa la ha pro­
ducido , si no más bien e.s el resultado de una
debilidad general, de una vida consumada por el
excesivo é incesante trabajo y llena-de continuas
inquietudes. D. Bosco, repito, se consumó por el
demasiado trabajo, así es que no muere de en­
fermedad, si no que es, como una luz que se apaga
por falta de aceite.
» Algunos jóvenes sacerdotes esperaban con
ansia noticias en aquella misma antecàmera cu­
yos muros están adornados de bonitos cuadros.
Entre ellos hay uno que representa los ciento
cincuenta in stitu to s, fundados por este grande
apóstol de la caridad. En medio de dos fotografías
se halla el retrato á óleo de su madre, mujer de
sublimes virtudes, nacida en Caprigiio d’Asti, la
cual abandonó su casa para irse con su hijo á
Turin y ayudarle á fundar su prim er estableci­
miento. Los médicos salieron con el Rdo. Sr.
Durando y yo pude ver rápidamente al enfermo.
La consulta duró veinte minutos y , cuando los
médicos se fueron , el referido Sr. Durando me
dijo que , Don Bosco , habiendo oido que estaba
allí un representante del Fígaro , deseaba verle
y darle las gracias por la benevolencia que siem­
pre demostró por sus obras.
» E l Dr. Sr. Fissore me abrió la puerta, re­
comendándome que no le hiciera hablar.
» D. Bosco hallábase tendido en un modesto
lecho de hierro y en un aposento que puede
decirse más bien celda de un fraile. Su fisono­
mía, dulce y angélica, se sonreía ; sus ojos fijá ­
banse en mí tiernamente ; con trabajo y muy
despacito me alargó la mano y apretó la mía.
Sus labios se movían como si hubiese querido
dirigirm e la palabra. Yo me incliné... Acerqué
mi oido á su boca y entendí me decía : — Gra­
cias por vuestra visita... rogad por mí. — ¡Aquel santo hombre , en medio de su humildad
decíame que rogase por él!
» El sabe que su vida es brevísima, sin em­
bargo es siempre afable y cariñoso ; está resig­
nado y espera la muerte con admirable tran­
quilidad.
» Yo no podía levantar mis ojos de los suyos,
pero, como temía ser molesto al enfermo, me re ­
tiré profundamente conmovido con el pensamiento
de aquella sublime existencia que ha librado de
la miseria y del vicio á millones de niños. »

29 de Diciembre.
Esta tarde se ha sentido bastante mal y como
en continua somnolencia.
Ha hecho llamar al Sr. D. M iguel Rúa y al
limo. Sr. Caglierò y con fatigosa voz les ha ex­
presado el encargo siguiente para todos los Sa-

— 45 —
lesianos : — Ordenad vuestras ocupaciones. A •:ntaos, ayudaos y usad, de benevolencia entre
vosotros ; conducios como hermanos. Jamás os
/ a lta rá la protección die Dios y de M a ría San­
tísima. Orad y pedid oraciones por
salva­
ción eterna. A lter alterius onera portate... Exem­
plum bonorum operum... Doy m i bendición á las
casas de Am érica , á D. Costamagna, D . L a ­
sagna, D. Lagnano, D. Tornatis, D. R abagliati,
a l lim o . Lacer da y á las casas del B ra s il ; a l
Revino. Señor Arzobispo de Buenos Aires , a l
lin io . Sr. Espinoza y á las cascis de Q uito,
Londres y Trento. Bendigo á las casa de San
Nicolás y á todos nuestros buenos Cooperadores
de Ita lia y á sus fa m ilia s ; siempre recordaré
el bien que han hecho á nuestras misiones.
A eso de las 10, por medio del limo. Sr. Ca­
glierò, ha recibido la bendición papal, y ha pe­
dido á este prelado que, haciendo sus veces, re­
cite el acto cíe contrición En seguida le ha d dio :
Propagad, la devoción á M a ría Santísima en la
T ierra del Fuego... ¡ A h !... ¡ Si supierais cuán­
tas almas M aina A u x ilia d o ra quiere llevar a l
cielo por medio de los Salesianos !
A medida que se avanza la noche el enfermo
está más tranquilo.
Esta tarde se han recibido noticias de Roma.
Anuncian que en la iglesia del Sagrado Corazón
se observa un constante entrar y salir de prín­
cipes, monseñores, obispos y cardenales que p i­
den noticias de I). Bosco. E l mismo Padre Santo
cada dia manda á saber cómo sigue. En Barce­
lona se han establecido tres centros para com­
placer á tantos que desean conocer el estado del
caro enfermo. En París , con semejante motivo,
acude sin cesar á la casa de Mónilmontant una
afluencia extraordinaria de gente. Lo mismo su­
cede en casi todas las ciudades donde hay alguna
casa salesiana.
E l Sr. Don Antonio Sala , Ecónomo general,
llamado por telégrafo, ha llegado de Roma. In ­
mediatamente viene á D. Bosco y le avisa cuánto
todos sus hijos, en Roma, ruegan por su salud;
le agrega que nuestro Protector el Emo. Señor
Cardenal Parocchi, sumamente condolido de su
enfermedad, le manda la bendición.
D. Bosco expresa su tierno agradecimiento y
con voz apagada añade : P rocura tener bien in ­
formado ó, D. Rúa sobre todo lo correspondiente
a l orden m ate rial de la casa. — Lo haré 1 Acqui
me tiene Vcl. enteramente á su disposición. Seré
m uy fe liz si en algo puedo serle ú til. — Sí. Y
desde luego me darás placer en ayud ar á m i
enfermero que tanto me atiende de día y de
noche.

30 de Diciembre.
Acercándose el fin del año el Rdo. Sr. Don Miguel
Rúa pregunta á Don Bosco qué recomienda para
el próximo á los escolares, — L a devoción á
Maina y la Comunión frecuente, le responde
D. Bosco : y á los Sales ianos (por segunda vez)
les recomiendo el trabajo, el trabajo.
Anúnciale el Rdo. Sr. Cerruti que en el hos­
picio de Sampierdarena ha estado una baronesa

de Genova á hacer una limosna de 400 pesetas
y recomendar encarecidamente que se ruegue
mucho por la salud de D. Bosco. Le agrega que
él le ha expresado el más sincero agradecimiento
y asegurado que D. Bosco le dará la bendición
desde su lecho.
— Sí, la bendigo de corazón.

31 de Diciembre.
El Sr. D. Juan Lemoyne da á Don Bosco la
bendición que solicita de María Santísima A u xi­
liadora. Muchas veces la ha pedido á sus sacer­
dotes y, recibida-con humilde recogimiento, sirve
de ejemplo elocuente de fe y caridad.
Los médicos lo encuentran notablemente me­
jo r. Sea despierto, sea durmiendo, dice D. Bosco,
constantemente pienso en la historia! de la I glesia. Encargado de traducir en latin , la com­
puesta por él mismo, uno de nuestros compañe­
ros, le ha dicho que estaba yá para terminar
el trabajo : —* Bien, me alegro, le contestó, mu­
cho deseaba verlo concluido. Continua in Do­

m ino.
Ha llegado hoy otro telegrama del Emo. Car­
denal Alim onda, anunciando que de nuevo Su
Santidad da una bendición al enfermo.

I o de Enero.
Se recibe la dolorosa noticia de la muerte casi
improvisa del Excmo. Sr. Conde Fleury-Colle de
Farìède (Var), insigne bienhechor nuestro. Se
piensa cómo dar menos pena al anunciar seme­
jante noticia al caro enfermo, de quien era muy
cordial amigo.
D. Bosco ha mandado llamar al Rdo. Sr. Rúa
y ha tenido con él larga y confidencial conver­
sación.

2 de Enero.
D. Rosco recomienda al limo. Sr. Caglierò
diga á los Salesianos estén preparados á la
muerte, á una, santa muerte, mediante el tesoro
de muchas buenas obras.

3 de Enero.
Sigue sensiblemente mejorando. Por este mo­
tivo el limo. Sr. Caglierò, llamado para la cere­
monia de toma de hábito de algunas religiosas
en Nizza Monferrato, se aconseja con D. Bosco,
quien, sonriendo, le responde : A n da y en m i
nombre da la bendición á aquella comunidad.
Y se ha puesto en camino.
Esta tarde ha dicho á su secretario : — ¿ Eres
D. V ig lie tti ? — Sí, lo soy. — B ie n , m i que­
rido Viglietti, ¿sabes por qué no te quise dejar
p a r tir á Am érica cuando, años hace, emprendía
su viaje el lim o . S r, Caglierò? — S í, señor,
ahora lo comprendo, respondióle, saltandosele
las lágrimas. ■
— B ie n , lo comprendes y ya lo
ves.... Te lo dije. ¿ Lo recuerdas ?.... Tú eres
quien debe cerrarme los ojo.

4 de Enero.
Escriben de Alassio solicitando de Don Bosco
que con sus oraciones interceda por la curación
de un joven moribundo y de un clérigo atacado

de pulmonía. — Mas.,, ahora yo soy quien ne­
cesita de las oraciones de los demás. — Del
mismo modo lia respondido en otras circunstan­
cias análogas. Empero el joven y el clérigo han
sanado.

7 de Inoro.
Esta tarde, por consejo de los médicos, se ha
comenzado á dar un huevo y un bollo de pan
triturado á D. Bosco. Antes de tomar este ali­
mento quitóse el bonete , se santiguó y oró, en
tanto que sus ojos se llenaban de lágrimas, A l
contrario de lo que muchos temían, este alimento
le ha sentado muy bien. Luego, con insólita v i­
vacidad, ha pedido nuevas de m il cosas. Quiere
saber de Roma, del Papa, del Jubileo sacerdo­
tal ; en seguida, del Oratorio y desea hablar con
algunos clérigos. Mucho tiempo hace que no lo
veíamos tan bien.
A eso de las seis dice al Rdo. Sr. Lemoyne :
¿ Cómo explicar que un enfermo, después de
ventiún dias de cama, casi sin comer, en extrema
debilidad, repentinamente se recobre, se dé cuenta
cabal de todo, se sienta fuerte y casi capaz de
levantarse, escribir y tra b a ja r ? Sí, en este mo­
mento me siento sano y como si no, hubiese es­
tado enfermo jam ás. A quien preguntase el
cómo, podría respondérsele : Quod Deus imperio,
tu prece Yirgo potes.... Sin duda ane aún no
me ha llegado el momento ; llegará quizás den­
tro de poco ; ahora no.
Esta inesperada tregua de la enfermedad toé
ciertamente el efecto de las oraciones que de
tantos puntos de la tierra se elevaban á María.
Así D. Bosco pudo arreglar muchos asuntos, dar
cierta norma aun para el régimen material del
Oratorio y decidir sobre el personal de alguna
casa. En éstos dias , á pesar de que los pasára
en una especie de somnolencia, era admirable
cómo, al despertar, iniciaba una obra , proveía
sobre otra, recordaba el cumplimiento de cierta
disposición legal, olvidada por los encargados de
ejecutarla. Asombrábanse los médicos de cómo
conservase hasta el fin tanta actividad y lucidez.

8 de Enero.
Hoy á las doce del dia ha llegado á ésta el
Duque de Norfolk. En una media hora , pasada
con D. Rosco, pídele órdenes para el Padre Santo,
háblale de nuestra casa fundada en Londres, de
las misiones en China, y, recibida la bendición,
se despide.
D. Bosco ha dicho esta tarde á su secretario.

Siento no poder ayudaros como un tiempo
pasado y s o lic ita r personalmente la c a ri­
dad. Gastado hasta el ú ltim o céntimo* no
tengo recursos m ientras mis niños contiiiiia n pidiendo pan, ¿Cómo haremos % Es
necesario a d ve rtir á los que quieren dar
limosna á D, Bosco y á sus huérfanos* que
la hagan directamente * porque B. Bosco
ya no podra i r n i venir.
i i de Enero.
Hoy el Santo Padre, habiéndose dignado reci­
b ir en audiencia á los peregrinos piamonteses,

admitía juntamente á algunos salesianos, entre
los cuales estaba D. Yalentin Cassini que, con
el limo. Sr. C òglierò, vino últimamente de la
República Argentina. A los pies del Sumo Pon­
tífice presentólos el Emmo. Sr. Cardenal Alimonda
diciéndole : — Estos son Salesianos, hijos de
D. Bosco. — / Oh ! bien, contestó el Papa, ¿ y
qué noticias me dais de D. Bosco ? Ile sabido
que estaba gravemente enfermo ; mas que ahora
sigue un poco mejor. — S í, Santo P a d re , le
replicó et Sr. Cassini : las últim as noticias re­
cibidas son buenas. I). Bosco continúa mejo­
rando. — / Oh ! Dios sea bendito ! Rogad para
que lo conserve.y.. Decidle que el Santo Padre
lo recuerda y le envía su bendición apostólica.
L a vida de D. Bosco es preciosa y su muerte,
a l presente, enlutaría, 'nuestra fiesta en Roma.

12 de Enero.
En estos dias pasan muchos peregrinos fran­
ceses, belgas, ingleses, alemanes etc., en camino
de Roma, deseosos de ver á D. Bosco y recibir
su bendición. D. Bosco los recibe, siempre que
puede, y con indecible cordialidad les recomienda
el cuidado de sus hijos , les pide para sí mismo
oraciones y á todos bendice. En ciertas ocasiones
en que algunos , conforme á las órdenes de los
médicos, no han sido introducidos, manifiesta
gran sentimiento.

13 de Enero.
D. Rúa le anuncia con cuán vivo interés una
afluencia extraordinaria de gente llega á la por­
tería del Oratorio á preguntar como sigue la
salud de D. Bosco; que hablando de él, no sólo
los diarios católicos sino también los que otras
veces le atacaban, escriben ahora con respeto y
simpatía. D. Bosco le contesta : — Bagamos á
todos siempre bien¿ á ninguno mal.

15 de Enero.
Se chancea con los que le acompañan y como
sienta dificultad para respirar les dice : — Si
podéis encontrarme un fabricante de fuelles que
venga á acomodar los míos, me haréis un ser­
vicio. — Y la dulce sonrisa que anima su rostro
conforta nuestra esperanza.

16 de Enero.
Continúa la mejoría. Los doctores disponen se
prepare un sillón donde D. Bosco pueda cómo­
damente respirar en caso que, como parece pro­
bable, pueda pronto comenzar á levantarse. Mas
1). Bosco, hablando con el Rdo. Sr. Durando le
dice que tal prevision es inútil.

17 de Enero.
A l ver D. Bosco que le pasan una servilleta
nueva : •— ¿ De dónde viene esta servilleta? pre­
gunta. Es un regalo de algunas docenas envia­
das á D. Bosco por el retiro del Buen Pastor,
le responde D. Antonio Sala. — Bien, no olvi­
déis darle las gracias en m i nombre.
En la tarde como , para moverlo en la cama,
tuviera el Rdo. Sr. Francesia que tomarlo en
peso : — / O h, dijo riendo Don Bosco , esto no

— 47 —
va lia la pena de incomodar la celebridad. —
A causa de las llagas producidas por la postra­
ción en cama, tales movimientos de ocasionan
grandes dolores. — ¡Pobre D. Bosco ! le ha di­
cho el Sr. Sala, cuánto lo hago s u frir ! — No,
le contesta D. Bosco, d i más bien, ¡pobre Don
Sala, que toma ta l trabajo ! Pero pierde cui­
dado que en tiempo oportuno te recompensaré
este servicio.
D. Bosco no sufría tanto con su propia enfer­
medad cuanto con las molestias que creía oca­
sionar á los otros.

i 8 de Enero.
D. Bosco ha sido hoy visitado por el limo, y
Rvmo. Sr. Arzobispo de M alinas, su Vicario y
otros distinguidos elesiásticos de Bélgica.
A l limo. Sr. Caglierò ha dicho : — M ira so­
lícitamente po r la Congregación Salesiana ;
ayuda en lo posible á los demás Superiores....
Y más tarde : Cuántos deseen gracias de M a ría
A u x ilia d o ra ayuden nuestras misiones y pueden
estar seguras de obtenerlas.

19 de Enero.
Don Bosco , si bien con lentitud, sigue mejo­
rando. Puede decirse que es particularmente la
debilidad lo que le tiene en cama. Asegura, sin
embargo, que solo la oración, la oración eficaz
in fluirá en prolongar más ó menos su vida. —
Sr. D. Bosco, le dice uno de los superiores, to­
dos rogamos mucho por Vd. — Está bien, res­
ponde, pero es menester orar con fe, con viva fe.

20 de Enero.
Hoy ha recibido visita del limo. Sr. Obispo
de L a ri, en la India.

2! de Enero.
Et limo. Sr. Caglierò le ha dicho : — Caro
I). Bosco, me llam an de L it, para la fiesta de
S. Valerio, patrono de aquel lugar, tan amado
por Vd. y eque tan importante contingente de
personas, especialmente de hermanas, ha dado
á las misiones. — A nda, lo celebro ; pero será
por poco tiempo ¿ no es verdad ? — Pasada esta
fiesta haré una corta visita á nuestros niños de
Borgo San M a rtin o ó inmediatamente volveré.
— Está bien, no demores.
E l limo. Sr. Caglierò partió.

Don Rúa ; préstale las mismas atenciones eque
á mí.

24 de Enero.
Hoy á las 11 ha recibido visita del limo, y
Revino. Sr. R ichard, Arzobispo de París. Don
Bosco le pide la bendición. E l ilustre prelado lo
complace y luego, de rodillas, ruega á D. Bosco
le conceda la suya : — Sí, le responde D. Bosco;
lo bendigo y bendigo á París.
— Y yo, ha exclamado el Revmo. Sr. A.rzobispo, anunciaré á París que le llevo la bendi­
ción de I). Bosco.
Hoy se ha sentido mal, muy mal. Los médicos
opinan que la gravedad no es menor que en un
principio, esto es, come ahora un mes.
Ha mandado llamar á un joven de la casa, y
por medio de su secretario le pide que , en el
tiempo libre, ruegue á Jesús y M aría, para te­
ner viva fe en estos sus últimos momentos y
esperar tranquilo la hora postrera. E l joven ha
venido y D. Bosco conmovido le repite lo ante­
rio r y le da la bendición.
En la tarde está un tanto aliviado y dice al
Rdo. Sr. Lemoyne, que esto se debe á la oradon de acquei buen joven.

25 de Enero.
La enfermedad se ha agravado. D. Bosco su­
plica que le sugieran algunas devotas jaculato­
rias. Habla con suma dificultad. A Don Antonio
Sala que le presenta una bebida le dice: P ro­
curadme un poco de reposo. — Parecía como que
iba á d o rm ir, más de improviso se mueve vio­
lentamente, palmotea y grita : / Acudid, acudid
presto á salvar aquellos niños !... ¡ M aría San­
tísima, ayudadlos... Madre, Madre !
El referido sacerdote Sr. Sala fue á él, al
punto, para saber que deseaba.
— ¿Dónde estámos en este momento ? le pre­
gunta I). Bosco. — En el Oratorio de Turin.
— ¿ Y que hacen los alumnos ?
— Están en la iglesia, donde se ¿la la ben­
dición y ruegan por Vd.

26 de Enero.
Monseñor Caglierò está de vuelta. Recién lle ­
gado viene á Don Bosco, cuyo mal sigue en
aumento. Apénas puede decirle estas palabras :
— Salvad muchas almas en let misiones.

22 de Enero.

27 de Enero.

Dos días hace que se nota cierto retroceso en
la salud de D. Bosco. A eso de las 10 de la ma­
ñana lo han visitado el Revino. Sr. Arzobispo de
Colonia y el limo. Sr. Obispo de Treveris con
su séquito respectivo. iVpénas si ha podido ha­
blarles, y recogiendo todas sus fuerzas, recomen­
darles atiendan á sus pobres hijos del instituto
salesiano y pedirles (pues van á Roma) le alcan­
cen una bendición del Padre Santo.

Interrogado por el limo. Sr. Caglierò sobre un
proyectado viaje á Roma, que solo hará en caso
de que D. Bosco se lo aconseje: — Irá s despues,
fatigosamente le ha dicho.
— ¿Cree D. Bosco eque yendo despues del dia
de S. Francisco podré hacerlo tranquilam ente
y llegar á S ic ilia ? ....
— Sí, irás, y harás m uy bien, pero despues.
Se comprende cuál era aquel despues á que se
refería.
Luego agrégale : — Tu venida es m uy opor­
tunai y ventajosa á la Congregación.
Exhortado en sus dolores á recordar que Jesús
en la cruz sufría sin poder moverse á uno ni á

23 de Enero.
Estando el Rdo. Sr. Rúa á la cabecera de la
cama, I). Bosco dice al sacerdote que constante­
mente lo asiste en su enfermedad : — Cuida á

"r;t V’‘‘,

48
otro lado, responde : — Sí, pienso en ello costan­
temente.
Más tarde hablando de la Sociedad Salesiana
al limo, Sr. Caglierò, le dice : — L a Congrega­
ción nada debe temer ; tiene hombres formados.
En seguida quedando D. Antonio Sala solo á
su lado, en momentos que parecía respirar más
fácilmente, le dice : — D. Bosco, ¿ es verdad
que se siente muy m al ? — ¡ A h , sí ! pero todo
pasa y también pasará esto. — ¿ Podré yo hacer
algo para a liv ia rlo siquiera un poco? — Ora.
— Y ambos se ponen á orar.
Pasado un rato de reposo , le lia dicho el re­
ferido sacerdote: — D. Bosco, estará contento
a l pensar-, que despues de una vida de tantos
trabajos y fatigas, ha conseguido fu n d a r casas
en casi todo el mundo y establecer la Congre­
gación Salesiana.
— Sí : lo que he hecho lo he hecho por el
Señor.... y ojalá hubiera podido hacer más....
pero lo harán mis hijos. — Y , despues de un
breve aliento, añade : —• Nuestra Congregación
es conducida por Dios y protegida por M aría
A u x ilia d o ra .
A la 8 de la ’ noche, apenas si podía darse á
entender ó dar señal de escuchar, A l rededor de
su lecho háblase de la inscription que debiera
ponerse sobre la tumba de su excelente amigo
y generosísimo cooperador el Conte de C olle,
muerto el i° de Enero, E l Sr. D. Miguel Rúa
opinaba se grabára esta sentencia : Orphano tu
cris adiutor ; Mons. Caglierò proponía esta otra:
Beatus q u i m ie li ig it super egenum et pauperem.
D. Bosco, á quien suponían muy ageno á todo
esto, de repente alza los ojos, y con voz sufi­
ciente á entender les dice : Esculpiréis ; P ater
meus et mater mea dereliquerunt me, Dominus
autem assumpsit one.

28 de ' Enero.
I), Bosco sigue empeorando. No obstante con­
tinua, á duras penas, oyendo la santa Misa y
recibiendo la Sagrada Comunión. Hoy, como de
costumbre, durante el Santo Sacrificio, asistíalo
el Sr. D. José Razzerò. A intervalos advertíase
en él cierto estado soporoso y en seguida muy difi­
cultosa respiración. A l Agnus Dei, pregúntale el
referido Sr. Lazzero : ¿ Doo% Bosco, coonulga
Ud. hoy ? — D. Bosco dice para sí : — Se acerca
el f in .... y luego, volviéndose al Sr, Lazzero, le
hace una señal con la cabeza, y en voz alta le
dice : — Espero recibir la santa Comuoiiooi.. —
En seguida se quita el bonete y j unta las manos.
Cuantas veces toma esta actitud , su aspecto es
de tan profundo recogimiento que no es posible
verle sin sentirse conmovido y avivarse en la
fe. Con frecuencia parece como que delira. A
menudo se le ha oido repetir : ¡Estoy á oscuras !
¡ Valor ! ¡A delante !... ¡ Siempre adelante ! Y á
veces pronuncia algún nombre propio. Esta ma­
ñana, no menos de veinte veces ha repetido :
¡M a d re ! ¡M a d re ! y despues, horas enteras con
las manos juntas : ¡O h Maona ! ¡ Oh Maona !
¡ Oh Maona ! Ha recibido con suma a le g ría d e

manos del Pbro. salesiano Sr. Berto , un nuevo
escapulario de la Yírgen del Cármen.
A cuantos hoy se acercan á su lecho le dice :
Hasta vernos en el Paraíso. Haced orar por
oo%í y que mis hijos' Ofrezcan la sania Comu­
nión..
A l Rdo. Sr. D. Juan Bonetti le dice : D i á onis
hijos que los espero á todos en el Paraíso. Y
luego : Cuando converses ó prediques insiste •en
recoonendar la comunión frecuente y la devo­
cio oí á M a ría Santísima.
A menudo toma el crucifijo y lo besa. Mirando
una imágen de María Auxiliadora que le acerca
al Rdo. Sr. Bonetti, exclama : Siempre he teoiidc
toda ooii confianza en M a ría A u xilia d ,or a.
Los médicos no dan la menor esperanza. E l
Dr. Fissore le ha dicho : D : Bosco, ¡v a lo r! mañana quizás estará mejor... Así ha ocurrido
otras veces... Hoy influye el onal tiempo... Don
Bosco que, hasta entonces había estado inmóvil,
sonriendo y haciendo un signo con el índice ,
afablemente le ha contestado : Doctor, ¡ quiere
Vd. resuscitai* á los muertos !... ¿ Mañaoia ?
M añana haré más largo viaje.
Consultados los médicos se lia sentido muy
postrado. Sufre más que de costumbre. Ayudadme,
ayudadme, ha dicho á los Sres. Lazzero y Vig lie tti que estaban á su lado.
— Sí, D. Bosco, con sumo gusto ; ¿en qué
cosa; desea que le ayudeonos ? — Y entonces en
chanza le responde: Ayudadme á respirar.

29 de Enero.
Hoy es la fiesta de San Erancisco de Sales.
Alegría exterior ; échanse la campanas á vuelo...
canto, música, Misa pontifical... y ahogados en
dolor todos los corazones.
En la mañana, como D. Bosco parecía haber
perdido el sentido , algunos opinaron que no se
le diese la Comunión ; mas el secretario Sr. V ig lie tti insistió para que se le administrára, con­
fiando en que el Señor en tal momento le haría
recobrar el conocimiento. Luego celebró. E l
Rdo. Sr. Sala asistía al enfermo y había dejado
abierta la puerta de comunicación con el ora­
torio. Pasada la elevación, D. Bosco vuélvese al
mencionado Sr. Sala y le dice : ¿ Y si one sor­
prendiese algún vómito despues de la Comunión?
D. Antonio Sala le asegura no haber peligro. A l
traerle la Hostia santa estaba en sopor. E l secre­
tario en alta voz dice : Corpus D
o
m
in
i nostri
le s ii C
h
ris
tie
.®A estas palabra se incorpora ,
abre los hojos, los fija en la hostia y, juntas las
manos, recibe la sagrada Comunión. Da gracias
con profundo reconocimiento, repitiendo las pa­
labras que D. Antonio Sala le sugiere. — Fue
esta su última Comunión. — Despues pareremo
darse cuenta de cosa alguna en la tierra. Había,
hace un mes, previsto esto. Quando en el segundo
dia de caer enfermo en cama el Sr. D. Miguel
Rúa le pidió cierta dispensa, le dijo : -— Te lo
concedo hasta el dia de S. Francisco de Sales.
Si despues la necesitas, pide á..... que te la re­
nueve.

Con todo, la excesiva extenuación quizá no le
ha privado por completo del conocimiento. A eso
de las 10 de la mañana preguntó al Rdo. Sr. Du­
rando la hora y qué fiesta se celebraba en la
Iglesia. Gomo se le recordára que era la de San
Francisco de Sities, manifestó señalado contento.
En aquel entonces llegaron los médicos ; habló
pocas palabras y luego que se retiraron vínole
sopor: momentos despues pregunta al Sr. Du­
rando: ¿Qué señores acaban ele salir? — ¿No
los ha conocido? •— E ran los Doctores Álberto tti, Fissore y Vignolo. — ¡Oh s i! Ruégales
que hoy se queden acqui con nosotros... quería
agregar á comer; pero no pudo.
Deseaba significarles su gratitud. Y ya que de
gratitud hablamos, importa advertir que con gran
frecuencia nombraba á los bienhechores de sus
Gasas, con ternura tal que á todos conmovía.
Habiendo sabido que el hijo de uno de estos be­
neméritos señores había caído enfermo de gra­
vedad : Bien, dijo al padre, es m i intención que
' todas las oraciones que se hacen ahora por mí
se enderecen á obtener la salud de su h ijo . Y
el 15 de Enero, cumpleaños de dicho joven, á
pesar de haber pasado tanto tiempo sin ver el
calendario, dijo de improviso: Mañana, es san
M arcelo: mandad á Marcelo un canastillo de
la uva que nos han rey adado.
Esta tarde ha reconocido y dado la bendición
al Conde Incisa patron de la fiesta de S. Fran­
cisco de Sales y al limo Sr. Obispo de Susa, pa­
negirista del Santo.
En el día dijo á su secretario: Cuando ya no
pueda yo hablar y alguno venga á pedirme la
bendición, haz con ella la señal de la cruz y
pronuncia la fò rm u la , eque yo pondré la in ten­
ción.
Está en un estado de sopor casi continuo. Nada
entiende, salvo si se le habla del Paraíso ó de
algo para su alma. Así, cuando D. Juan Bonetti
le ha dicho: M a ría M ater gratiae, tu nos ab
hoste protege,., D. Bosco ha continuado: E t mortis
hora suscipe. Durante el día muchas veces ha repe­
tido: / Madre !... ¡ Madre !... ¡m añana ! ¡mañana!
Y á eso de las seis en voz baja: ¡Jesús! ¡Jesús!...
¡M a ría !... ¡M a ría !... Jesús y M a ría os doy el
corazón y el alm a mía... I n manus tuas, Do­
mine, commendo spiritum meum. ¡O h M adre!...
¡M a d re !... ¡ábreme las puertas del P a ra íso !
Con las manos juntas repite muchos textos de
la Sda. Escritura que recordaba con frecuencia
en las obras de su vida: D ilig ite ... d ilig ite in i­
micos vestros.... Benefacite his q u i vos perse­
qu u n tu r.... Quaerite regnum Dei..... E t a pec­
cato meo... peccato meo... munda... munda me.
Tocan al Angelus al anochecer. E l Six Bonetti
le dice: / Viva M a in a ; / Viva M a ria ! E i devo­
tamente repite : / Viva M aría ! Entrada la noche,
vuélvese al antiguo coadjutor Six Enría, que hace
cerca de dos meses apénas si se aparta de su
lado, y le dice inarticuladas palabras : — Oye...
pero... peno... te saludo.
Ha recitado el acto de contrición y luego :
Miserere nostri, Domine. «— Durante una larga
hora, levantando de cuando en cuando las manos,

ha repetido: ¡llágase vuestra santa vo lu n ta d !
Se le paraliza el lado derecho; continua levan­
tando la mano izquierda y diciendo: ¡llágase
vuestra santa voluntad! — Ya no habla ; pero
durante la noche entera prosigue, de tiempo en
tiempo, levantando la mano izquierda , como in ­
dicación de la ofrenda que á Dios hace de su vida.

30 de Enero.
D. Bosco no habla. Parece haber perdido el
sentido. Su afanosa respiración es semejante á
un gemido. Á las 10 de la mañana el lìmo. Sr. Ca­
glierò, rodeado de los Superiores, reza las leta­
nías de los agonizantes y le da la bendición del
Gármen. Sucesivamente cada uno sugiere una ja ­
culatoria al amado padre. E l Sr. D. Joaquin
Berto, su más antiguo secretario , que le sirvió
como tal largos añQS y fue vigoroso brazo en
las más críticas circunstancias, reclama su parte
en tan piadoso acto. —« Ha tenido ayer el con­
suelo de oir repetidas veces de labios de D. Bosco
estas palabras : Tu serás siempre m i caro Don
Berto. — D.’ Antonio Sala ha colocado sobre la
espalda de D. Bosco una camisa, cuidadosamente
guardada, de Pio IX . [Ah! ¡cuánto se amaron!
Los doctores aseguran que D. Bosco no alcan­
zará á ver el sol de mañana.
Esta noticia se difunde en el Oratorio 3^ parte
los corazones. Todos desean ver siquiera una vez
más á su amado Padre, 3^ I). Rúa permite vengan
á besarle la mano. En pequeños grupos, silen­
ciosamente llegan ai oratorio privado y luego ,
tristes,, desfilan por la alcoba del idolotrado ago­
nizante. D. Bosco, tendido en el lecho y apoyada
la espalda en tres cojines, tiene levantada la ca­
beza. Su semblante es sereno , sus ojos están
cerrados y sus manos sobre la cubierta. Tiene
un crucifijo al pecho. A los pies de la cama se
ve una estola morada, que sirve á menudo para
darle las bendiciones de la Iglesia.
Doloridos llegan los hijos á estampar un beso
en la mano, siempre solícita para socorer y ben­
decir. Niños escolares 3^ artesanos, obreros adul­
tos, acólitos y sacerdotes, pasan á centenares
junto á la cama de D. Bosco y la dejan re­
gada en lágrimas. ¡ Tierno espectáculo, no in ­
terrumpido en el día entero ! Todos quieren
tocar una m edalla, un rosario, ó una imágen á
las manos del moribundo...
Llega un cablegrama que anuncia el feliz arribo
de los misioneros salesianos al Ecuador. Dice así :
Bosco, T u rin (Ita lia ). Llegamos bien. Calcagno,
Presidente. D. Bosco, al dársele la noticia por
D. Rúa, abrió los ojos y miró al cielo.
A las 3 1{4, llegados al lecho sólo D. José
Buzzetti y el secretario, D. Bosco miró dos veces
detenida y cariñosamente á éste y, levantando la
mano izquierda que aún podía mover, se la puso
en la cabeza. E l Sr. Buzzetti no pudo contener
las lágrimas. — Son los últimos adioses, exclamó.
Es la m irada más expresiva que haya adver­
tido en él en estos días. Su secretario debía ser
singularmente privilegiado. Es su postrer caricia
y su ú ltim a bendición. D. Bosco quedó de nuevo
inmóvil. E l secretario prosiguió repitiéndole



algunas jaculatorias. Igual cosa' hacen sucesiva­
mente el limo. Sr. Caglierò y otros sacerdotes
salesianos. Las más frecuentes son: lesus spes
mea, mise? ere me i. M a ria A u x iliu m Christia­
norum, ora pro nobis.
Como á las 4 de la ta^de entra el Conde Ra­
dicati, gran bienhechor del Oratorio. A las 8 el
Rdo. Sr. Giacomelli, revestido de estola, recita
algunas preces del ritual. Si bien, en la noche,
no parece estar tan cercano el fin de D. Bosco,
I). Rúa y otros Superiores quedan á su lado.
I 31 de Enero,
D. Bosco muere. Son la 4 3[4. Rezado el Be
profundis, D. Rúa, entre sollozos, dice á sus her­
manos: Somos dos veces huérfanos. Pero conso­
lémonos. Si hemos perdido un padre en la tierra,
hemos ganado un protector en el cielo. Mostré­
monos dignos de el, siguiendo su santo ejemplo.

L A T U M U L A C IQ S M .
Despues de haber hecho varias diligencias se
obtuvo el permiso de enterrar el cuerpo de Don
Bosco en el Colegio de Valsalice, situado en las
afueras de la ciudad y destinado en la actualidad
á la educación de nuestros jóvenes misioneros.
A- las 5 y i\2 de la tarde del 4 de Febrero
llegó al Oratorio la carroza fúnebre que debia
trasportar el féretro. Antes que el ataúd fuese
colocado dentro^ el Rdo. Sr. Rúa se arrodilla
y llora. Sus lágrimas caen hilo á hilo sobre el
ataúd. La carroza sale acompañada da Morís. Cagüero, D. Antonio Sala y D. Juan Bonetti, que
van detrás en la b e rlin a , donde D. Bosco solia
i r á paseo en los últimos meses de su vida.
Durante el camino rezaron la tercera parte del
rosario.
Se llegó á Valsalice. La carroza entró por la
puerta que da al patio, situado enfrente al pór­
tico que se halla delante de la capilla. Los sa­
cerdotes y acólitos, con cirios encendidos y or­
denados en fila , reciben y acompañan á la Ca­
pilla al fé re tro , llevado por ocho presbíteros.
Monseñor púsose la capa pluviale hizo las exequias;
luego toda la comunidad, con voz grave y conmo­
vida, cantó el oficio de difuntos. Concluido este,
el Sr. D. Antonio Sala ligó la caja con tres
cintas de seda negra, poniendo á cada una dos
sigilos con las insignias de la Pía Sociedad de
S
. Francisco de Sales,
En tanto se concluia de preparar la tum ba,
compuesta de gruesas losas de piedra labrada y,
un poco despues, acompañábase al féretro para
colocarlo dentro. Habian venido también á asistir
á tan triste ceremonia los Sres. D. Miguel Rúa,
D. Francisco Cerruti y D. José Lazzero. Se dió
la vuelta por toda la parte interna de la casa
y por último se llegó al pie del sepulcro. Mon­
señor Caglierò bendíjolo, según lo prescribe el
ritual, y se renovaron las exequias. Hecho esto,
colocóse el féretro en el lugar preparado. Mien­
tras se ocultaba para siempre á los ojos de sus

50
hijos también el féretro del Padre, todos los co­
razones se sintieron conmovidos. A este acto
asistió asimismo la Superiora general de las Hijas
de María Auxiliadora con otras dos. Era justo
que estuviesen representadas en esta ocasión
todas las Instituciones fundadas por Don Bosco.
Finalm ente, á la presencia de más de 130 per­
sonas, los albañiles cerraron el sepulcro dejando
el puesto necesario para colocar más tarde una
lápida de m árm ol, con su correspondiente epi­
tafio. No hacemos hoy la descripción del referido
sepulcro, por no haber podido concluir aún algunos
trabajos, debido á la brevedad del tiempo. Hállase
colocado en la fachada del prim er descansillo de
la escalera que da al jardincíto que está á la
derecha de la capilla según se entra.
Cerrado el sepulcro, todos los circunstantes se
reunieron en la capilla donde Mons. Caglierò
dirigió breves, s í , pero conmovedoras palabras.
Entre otras cosas dijo que los Superiores con­
fiaban á los Salesianos de la Casa de Valsalice
un precioso depósito, dejando entreveer al propio
tiempo que quizá algún dia, dicho sepulcro, lle ­
garía á ser glorioso. Les recomendó lo custodiasen
y acogiesen también con fraternal amor á todos
los hermanos que de otras Casas viniesen á v i­
sitarlo. Aconsejóles á ir con frecuencia á postrarse
ante aquel sepulcro para inspirarse y enfervori­
zarse en la práctica de las virtudes de Aquel cuyos
despojos ellos conservaban, y por último hizo
una rápida reseña de las principales. — A la
manera, añadió, que los primeros cristianos se
animaban á combatir por la fe, á sufrir y m orir
por Jesucristo y se fortalecian ante las tumbas
de los mártires ; á la manera que S. Felipe N e ri
aprendió á ser Apóstol de Roma, visitando con
frecuencia las catacumbas, así también vosotros,
y todos, debemos ir frecuentemente á sacar de
esta tumba aquella fortaleza que en medio de las
más duras pruebas demostró nuestro D. Bosco ,
trabajando por la gloria de Dios y salvación de
las almas; debemos, sí, ir á inflamarnos de aquel
fuego de amor que siempre ardió en su pecho
y lo hizo apóstol, no solo de Turin, Piamonte ó
Italia, si no también de las más lejanas regiones
de la tierra.
E l Sr. D. Rúa dirigió asimismo algunas pala­
bras con las cuales hizo ver cómo la divina Pro­
videncia era quien confiaba á los Salesianos de
Valsalice el cuerpo de D. Bosco. Refirió breve­
mente que en las vacaciones del año pasado todos
los Superiores habían concordemente establecido
conservar eh Colegio para la educación de niños,
y, de allí á pocos minutos, cambiaron todos de
parecer decidiendo, en medio de no pequeñas di­
ficultades, transformar el Colegio estableciendo
una casa de estudiantado para nuestras misiones.
E l mismo D. Bosco que, poco dias antes, había dado
su voto para que se conservase el Colegio, apro­
baba también gustoso la referida transformación.
Y concluia diciendo del siguiente modo : — Pero,
¿qué objeto tiene^ preguntareis vosotros, este re ­
cuerdo? — Pues solamente el de haceros enten­
der que si esta casa fuese todavía colegio, noso­
tros no habríamos podido conseguir el permiso

51 —
de tener los despojos de D. Bosco entre nosotros;
no en el Oratorio porque el M inisterio dio una
negativa absoluta ; no aquí, porque las autoridades
no lo habrían permitido por ser la Gasa un Co­
legio de niños. Pero Dios , que habia decretado
de llamar este año á Don Bosco y que , para
nuestro consuelo, quería dejarnos su cuerpo muy
cerca de nosotros, lo dispuso todo como os lo lie
referido. ¿No podemos, pues, decir con toda
vedad que es la divina Providencia quien nos
confia la custodia de este sepulcro ? Por consi­
guiente mostraos dignos de tanta suerte y , con
la práctica de la virtudes de D. Bosco, haced que
él pueda regocijarse de estar con su cuerpo en
medio de vosotros cual Padre entre sus amados
hijos.
Dicho esto, el Rdo. Sr. Rúa regresó al Oratorio
con los demás Superiores. Los sacerdotes y acólitos
de Yalsalice reuniéronse enseguida alrededor de
su Director, el Rdo. Sr. D. Julio Barberis, d iri­
gieron unánimemente al Sr. D. Miguel Rúa una
protesta donde manifestaban sentimientos que
eran comunes y ardientes en todos los Salesianos.
Despues de prometer que procurarían observar
fielmente los preceptos y consejos que babian
recibido, proseguían diciendo :
« Otra cosa queremos hacer hoy mismo. Un
deber nos impone el corazón. Parécenos que este
dia no terminaría bien si no mitigásemos , si­
quiera, en parteóla aflicción que embarga nuestros
corazones uniéndonos al nuevo Rector M a y o r,
nuestro muy querido Sr. D. Rúa , el cu a l, vi~
viendo aún D. Bosco, supo inspirarnos tanta con­
fianza, cautivar todo nuestro afecto é imponernos
tanta veneración.
» Nosotro sabemos que el Padre Santo habia
designado á Vd., desde hacia ya algún tiempo ,
como sucesor del venerado D. Bosco. Con inmensa
satisfacción, pues, lo reconocemos por tal, y nos
consideramos dichosos en poderlo saludar con el
nombre de Padre. Y aquí, sobre la tumba de
nuestro amado fundador, protestamos solemne­
mente nuestra filia l sumisión , dispuestos á obe­
decerle en todo. »

E l Arzobispo de T er c e lli y D. Bosco.
Entre los bienhechores más insignes de las
muchas Obras de nuestro llorado Don Bosco, so­
bresalió siempre la ilustre familia de los Señores
Fissore, de Turin. En la última enfermedad, el
Sr. Comendador Don José Fissore, prestó con
sumo interés su cooperación. Ahora que la do­
lorosa pérdida ha dejado sumergidos en un
mar de adición á los Salesianos, el Excmo. y
Rdmo. Sr. Don Celestino Fissore, dignísimo A r­
zobispo de Vercelli y hermano del referido Señor
Comendador, se apresuró con particular benevo­
lencia á consolarlos, escribiendo al Sr. Don M i­
guel Rúa, sucesor de Don Bosco, una atentísima
carta, que tenemos eli honor de poder reproducir:

« V ercelli, 7 de Febrero de 1888.
«R
om
o. S r . V ic a r io :

« No sé con qué palabras manifestar á Vd. el
dolor que me ha causado la pérdida del dignísimo Don Bosco. La noticia no me cogió
desprevenido, pero produjo en m i alma honda
sensación. Fui uno de los primeros en conocer
los pruebas de sólidas virtudes sacerdotales •
que dió el llorado finado desde que estudiaba
en el Seminario de S. Francisco de Asís. Tuve
siempre ocasión de ver progresivamente su
desarrollo en la vida privada y pública, y atrévome á colocarme entre les primeros en deplorar el vacío que deja en la tierra, al propio
tiempo que en creer habrá sido ya premiado
por el Señor en el Cielo.
» Vd., señor Vicario de la Congregación Sale» siana, que estuvo siempre á su lado, adquirió
» su espíritu y dividió con él las apostólicas fa» tigas y solicitudes, consuélese con la idea de
» que Don Bosco, desde lo alto, le protegerá en
» la dirección de la inmensa familia salesiana y
» en la prosecución de las Obras de caridad.
» Dígnese recibir mi más séntido pésame por
» tan triste é irreparable pérdida, y comunicarlo
» al propio tiempo á todos los Salesianos y Coo~
» peradores, mientras, con profunda y afectuosa
» estima, quedo de Vd. S. S. y A.,

»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»
»

» Jf C e l e s t in o , Arzobispo.
Rdmo. Sr. Don M iguel R ú a , Vicario de la
»> Congregación Salesiana. —■ T u rin . »
Dos dias depués de haber recibido la presente
se presentó en nuestro Oratorio la Sra. D. An­
tonia Fissore, hermana del susodicho Arzobispo
con el siguiente billete escrito por él mismo :
« A l Rdmo. Sr. Don Miguel Rúa, Vicario de
» la Congregación Salesiana, para auxiliar las
» necesidades que pueda tener en la dolorosa cir» cunstancia de la pérdida de su egregio fun» dador Don Juan Bosco, ofrece sun óbolo de m il
» pesetas. »
Aquí no hay necesidad de comentarios: el he­
cho es patentísimo. Y no hay duda que la ben­
dita alma de Don Bosco, desde el trono de Dios,
á cuya beatífica vision, su Excelencia Rdma. con­
fía con todos los buenos , habrá sido admitido,
obtendrá ciertamente un cúmulo de bendiciones
para El, para todos sus parientes y para la vastísima
Archidiócesis confiada á su celo apostólico. Pero
los huerfanítos del llorado Don Bosco no olvi­
darán jamás un acto tan caritativo y generoso.
No dudamos que es éste el medio más eficaz
para sufragar el alma de D* Bosco, beneficiando
á los innumerebles niños, que él tanto amaba, y
en cuya educación consagró toda su vida.

ATEO A LOS SEES. COOPEEADOEES.
El gran reconocimiento que D. Bosco
tenia á sus Cooperadores y Cooperadoras,

52

no solo dominaba su corazón en inda, si
no también quiso dejar de ello un testi­
monio , despues de su muerte. Memos,
pues, encontrado entre sus papeles autó­
grafos ima carta dirigida á todos los se­
ñores Cooperadores con la siguiente nota:
« Se mande despues de mi muerte. » El
Rdo. Sr. D. Miguel R úa, su sucesor en
' la dirección de la Pia Sociedad Salesiana,
tendrá el gusto de poner en práctica el
mes que viene tan grato òr den.

VALENTIN
Ò LA

VO CACIO N

C O N T R A R IA D A

( Continuación),

E l año pasado , decía entre s í , elegí para mi
hijo un colegio demasiado elegante dejándome
alucinar de las apariencias que no dan ciencia
ni virtud. Quiero buscar ahora otro colegio
donde la religión se enseñe, se recomiende y se
practique con el mayor empeño é interés. Es
preciso confesarlo ; sin religion es imposible cducar á la juventud. ¿Pero cómo podré yo re­
ducir á Yalentin á que entre en un colegio en
esa especie cuando ha contraido ya hábitos per­
versos y desordenados? Se acercaba el fin del
mes de Octubre y era forzoso resolver sobre este
punto. Para ello Hosnero dispuso un dia de
campo, preparó una buena comida de las que él
sabia gustaban más á su h ijo , le hizo algunos
regalos y le otorgó las exigencias que le tuvo.
A la tarde, cuando el padre y el hijo regresaron
á su casa, reunidos ambos en la habitación del
padre, éste le habló así :
—* Querido Yalentin, ¿te acuerdas todavía de
tu madre ?
— Sí que me acuerdo y me acordaré siempre ;
ni una sola noche me acuesto sin hacer alguna
oración por su alma.
— ¿ Y le conservas aún mucho cariño ?
— Muchísimo. ¿Cómo podré yo olvidar á una
madre tan buena y tan digna de ser amada ?
—■ ¿ Harías de buena gana alguna cosa que
fuera para ella de mucho gusto y para tí de gran
provecho ?
A estas palabras sintió Yalentin batir fuerte­
mente su corazón ; las lágrimas asomaron á sus
ojos y dando rienda suelta al más copioso llanto,
se abrazó al cuello de Hosnero diciendo: « Ar­
mado padre, vos sabéis cuanto debo á m i madre
y cuanto la amaba en vida ; si ella viviera ahora
me lanzaría al agua
al fuego por obedecerla :
¿queréis proponerme algo agradable á ella? Pa­
dre mio, hablad, decid francamente lo que que­
réis, que estoy pronto á cualquier sacrificio que
pueda resultar agradable á m i madre. »
Yalentin, quiero proponerte un colegio del que
tu madre antes de m orir me tenia hablado y en
el que puedes estudiar y practicar la piedad

como lo hacias en aquellos felices tiempos de tu
inolvidable madre.
— Amado padre , estoy en vuestras manos ,
todo lo que consideréis que pueda complacer á
mi madre, me complace á mí también; y estoy
pronto á cualquier sacrificio para conseguirlo.
Capítulo

Nuevo

Colegio



IY . ,

Vuelve á la piedad.

No imaginaba Hosnero alcanzar tan pronto
aquella mudanza de su hijo, y la consideró como
una bendición del cielo. A fin de que , pues , la
dilación no engendrase dificultad, lo llevó al dia
siguiente á ver al director del nuevo colegio
para tratar de su admisión.
E l director se sorprendió mucho á la primera
vista de Yalentin. Sus vestidos nuevos y hechos
con elegancia, el sombrerito calabrés , el bastón
en la mano, brillante cadena en el pecho y la
afectación de su peinado , todo ello revelaba el
espíritu de vanidad que bullía en el corazón de
nuestro Yalentin. E l padre accedió gustoso á
todas las condiciones de aceptación , y fingiendo
después tener algo que hacer, dejó solo á su hijo
con el director. A la vista de un jovencito tan
almibarado, el director no juzgó oportuno hablarle
de religion, llevando la conversación solamente
á los paseos, juegos, gimnasia, ésgrima, canto y
música. Estas cosas hacian h e rvir la sangre en
las venas del vanidosillo alumno , al sólo oirías
nombrar. Yuelto el padre, apenas tuvo tiempo de
poder hablar libremente con Yalentin, aunque sí
el suficiente para preguntarle qué le parecía aquel
colegio y aquel director.
— E l lugar me agrada bastante , el director
congenia conmigo,, pero tiene una cosa que me
lo hace un poco repugnante.
— ¿Qué? dímelo, aun estamos en tiempo para
proveer de otro modo.
— Todo me agrada en él, pero es un sacer­
dote y esto basta para que yo le mire con pre­
vención.
— Es menester no echar cuenta con su cua­
lidad de sacerdote, lo que hay que m irar es su
mérito y las virtudes que le adornan.
—■ Pero ir con un sacerdote quiere decir rezar,
confesarse, comulgar.... Por algunas palabras
suyas saco yo que conoce mis cosas..... basta.....
He prometido, mantendré m i palabra y luego
veremos.
Pocos dias después Valentin entró en el nuevo
colegio, el padre consideró conveniente informar
al nuevo director de todo lo que habia ocurrido
á su hijo, así como hacerle notar el gran cariño
que aun conservaba hácia su difunta madre.
y;-íi!
{Continuará). U:T:;
s&'V
Com aprobación de la l i t . Eclesiástica - Percite HATEO GHÍGLIOIE
Torin, 1888

Tipografia Salwiaia.

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pesetas

e
l ejemplar.

Nos es sumamente grato el anunciar este lib rito que fué el primero que D. Bosco publicó en nuestras Lecturas Católicas
de T u rin , y que ha sido traducido al castellano y publicado recientemente, en las de Buenos A ire s. Es un lib ro de oro,. su­
mamente adaptado á los tiempos presentes, en que á cada paso tropezamos con, personas ignorantes, sumergidas en el e rro r
y negando por consiguiente todas las verdades de nuestra santa Religión Católica ; por cuya razón no podemos menos que
recomendarlo vivam ente á nuestros Cooperadores y Cooperadoras, esperando nos ayudarán á divulgarlo, acogiéndolo con v e r­
dadero y singular entusiasmo.

STORIA ECLESIÁSTICA
.

p à fà



J iiY e ijtliá :■

Y ÚTIL i TODA GLASE DE PERSONAS
por

D. JUAN BOSCO
- .FUNDADO R .

0E LA CONGREGACION -‘ DE S. FRANCISCO DE SALES
Guarro o p ú s c u lo s . _en-32°5A Pesetas