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Título
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BS_1886_02
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Descripción
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Boletín Salesiano. Noviembre 1886
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Fecha de publicación
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1886.11
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extracted text
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AÍiO I. - S. 2.
Sale uua vez al mes.
NOYIEMBBE 1886
BOLETIN SALESIANO
Instruyó al pueblo y diTulgó todo lo que había hecho..
Buscó las doctrinas útiles y escribió documentos rec
tísimos y llenos de verdades. Las palabras de los
sabios son como punzas ó clavos, que penetran proñmdamente, y nos fueron dadas mediante nuestros
maestros por el único pastor.
(E clesiastés XII, 9, T 11)
I
i
|¡
^
No se engañarla mucho quien intentase de atribuir
principalmente á la prensa m alvada, todos los males
y la deplorable condición de las cosas, á la ounl
hemos llegado actualmente..., los escritores católicos
deben con todas sus fuerzas volverla en bien de la
sociedad.
(L son XIII)
l peligi
difusión de los libros infames; y para poner un dique
La prensa periódica sometida ú la autoridad geá este mal inmenso, yo no veo otro remedio, que la fun
dación de una imprenta Catóhca, puesta bajo el pati’o- rárgica, revestida del espíritu de Jesucristo, viene á
cinio de la Santa Sede. De esta m anera, no hacién i ser un poder inmenso: ilumina, sostiene la vcrd.id,
hace desaparecer el error, salva y civiliza; es cási
dose esperar nuestras respuestas, podrémos con mayor
ventaja descender al campo de la lid y responder con i una forma de apostolado sublime.
feliz éxito á las provocaciones de los apóstoles del
(Alimonda)
error.
(Sales)
LIBRERIA SALESIANA DE TURIN.
EN ESPAÑA — L ib r e r ía Salesiana, BARCELONA-SARRlÁ
E L
JOVEN INSTRUIDO
EN lA PRÁCTICA DE SUS DEBERES
Y EN
LOS EJERCICIOS DE LA PIEDAD CRISTIANA
SEGUIDO
del Oficio de la S S . Virgen, del Oficio de Difuntos
Y DE LAS VÍSPERAS DE TODO EL AÑO
p o r el S acerd o te
U n tom ito en-52. 1 P es eta el ejem plar.
Esta oM ta está dividida en tres partes. En la primera encontraréis
todo lo que debéis practicar y lo que debéis huir para vivir cristiana
mente. En la segunda se encuentran reunidas las principales oraciones
que están en uso en las parroquias y en las casas de educación. La
tercera, en fin, contiene el Oficio de la Santísima Virgen, las Vísperas
de todo el año y el Oficio de Difuntos. Encontraréis además un pequeño
diálogo sobre los fundamentos de nuestra santa religión católica, adaptado
al tiempo en que vivimos. Añadimos al fin una corta colección de canciones
espirituales.
LATINI CHRISTJANI SCRI P TORES
IN
VSVM
SCHOLARVM
( i n —1 6 ’ p a r v u . m
)
Qü. 9
^ J l ^ libros
i b r o s circumspicienti,
í*-iiY
qui in scholis ordinis secundi tem ntur, miruin prefecto videbitur
adolescentiüos, cliristianum nomen professos, historias, orationes et poemata tantummodo
ovolvere veteribus passim superstitionibus iinbuta. Non sum equidein nescius ueminem ferme
esse cum Tvi.uo in eloquentia comparandum; utqne poetas omittam, satis constat Caesarem,
L tvivh et S allvstivm eo styli nitore probari, qui vel séniores a scribendo deterreant. Sed
cuín voIo latinao linguae studiosos ad óptima exemplaria confugere, quo tutius bene dicendi artem arripiant, tuin idem ipse contendo eis omnino non esse catholicae doctrinae
auctores invidendos, qui primis post Cliristum natum saeculis floruerunt. Quum enim multa
peccent romaiii superioris memoriae scriptores in iis quae ad mores, ad genuanam liumanitatem, atquo praesertim ad ipsam Dei creatoris et providentis notionem pertinent, omnino
decet tenellüs, alumnos illis studiorum monitoribus uti, qui sibi credentem miiiime íallant,
quique perversis veterum praeceptionibus sapientissima documenta opponant, mox laetissimos
fructus latina.
Caeterum uemo tam hospes est in literis iatinis qui nesciat, complures ehristianae sapientiae scriptores, tametsi altius spectabant, quam ut extima styli parte famam cousequerentur, se tamen ad veterum imitationem cum laude composuisse. Quare et Svlpiciioí
Severvh meraorant, qui de brevitate cum Sali.vstio contendit, et Minvcivm F elicem liaud sane
inelegantem dictionem dialogis suis conciliantem, atque L actantivm, qui Tulliani styli
virtutes Gst consecutus, plañe u t mérito Christianus Cicero sil appellatus.
Quao cum ita sint, propositis jam pridem praestantissimis scriptorum voluminibus ad
legendum, optiimim factu existimavi, si adolescentulos in patriae spein succrescentes ad eos
latinos queque scriptores deducerem, qui christianain doctrinam professi, de literis et de
religiono optime meriti sunt.
Jamque in vulgus prodiere cum adnotationibus Joannis Tamiettii, salesianae Familiae
alumni, Boctoris politiorum litterarum diligentissimi, Sancti Hieronymi Scripta selecta et
Historia Sacra Sulpicii Severi, nec non Sancti Martini Vita ejusdem scriptoris. Nmie
vero en idem Joannes Tamiettius edidit Lactantii: Be inoriihns persecutot'um, Saucíi
Augustini Be Civitate Bei et S. Cypriani de Moríalitate libros quos tibi propono, ut,
si aluimiis tuis prodesse videas, apud meos alumnos librarlos scias excusos p restare, ut
inultorum manibus terantui*. Vale.
a 5ío i . - lí.
Sale ima vez al mes.
í.
ísOYIEMBKE 1886
BOLETIN SALE8I4N0
Cualquiera que reciba á un nino en
mi nombre, recibe á mí mismo.
Debemos ayudar á nuestros bermanos á fin de cooperar á la difu
sión de la verdad.
(May.
(lü. S. JUAX, S)
Os recomiendo la niuee y la juven
tud; cultivad con grande empeño la
educación cristiana; propooionadles
libros que ensenen á buir el vicio
y á practicar la virtud.
Atiende á la buena lectura, á la exbortaoion y á la enseñanza.
(I. Tim. IV. IS).
Entre las cosas divinas la más di
vina es la de cooperar con Dios
á la salvación de las almas.
iPio IX)
Eedoblad todas vuestras fuerzas para
retraer á la ninez y juventud de
las insidias de la corrupción y de
la incredulidad y preparar de esta
manera una nueva generación.
(S. Piosisit)
Dn amor tierno báoia el prójimo es
uno de los más grandes y excelen
tes dones, q^ue la divina bondad
puede bacer á los hombres.
(LeuX XUE)
(El L'üct. S. F iiasc. de Sales)
D IR E C C IO X
XVm. .^)
e n e l O r a t o r io S a le s in iio . — C a lle C o tto le n jr o X ' 3 2 , T u r in ( I t a lia )
SUMARIO — K1 Coi*.izon ile Jesús y los triunfos de la
Iglesia — Cartas de la Pataponia — Conferencias en
Busto Arsicio y en Casale L ula — Gracias de María
Auxiliadora — Historia del Oratorio de S. Francisco de
Sales — Cristianos á la prueba — El Catolicismo y Ma
tilde Serrao — E l secreto de la Confesión.
EL CORAZON DE JESDS
y lo s tr iu .n fo s d.© l a
I g le s ia .
La vida de Jesiis encierra ciertamente en
sí misma la historia de toda la liumanidad,
desde el principio de la creación liasta la
consumación de los siglos. Pero en dicha vida
existen algunos ra^ os que merecen una
consideración particularísima, ya porque nos
revelan más claramente que cualcjuier otro
Io§ secretos más nobles de su Corazón adorab^’simo, ya también por la alta significa
ción que contienen. Entre estos uno de los
primeros es la entrada de Jesús en Jerusalen seis dias antes de su muerte.
Precede á dicha entrada el convite de
Betania, durante el cual resplandece en el
Corazón de Jesús una luz suavísima, y los
actos de la fe más viva vense unidos á las
manifestaciones de la caridad más tierna y
afp-r-íuosa. Pero precédele también la per
j<r-
fidia de Judas que maquina la traición y
la maldad de los judios, que quisieran matar
á Lázaro para que no quedase testimonio
alguno irrefragable de resurrección mila
grosa. Acompáñale, es verdad, la sencillez
y el amor del prójimo, ¡niesto cpie pobre
y humilde gente no dejan de ser sus discí
pulos, cuyos pasos están señaladus con con
tinuas curaciones: pero acompáñale también
la ciega envidia de los Fariseos, á los cuales
devora el ardor santo de los que con tanto
entusiasmo le festejaban; y por último el
espectáculo doloroso de los ])rofánadores
del templo. Y cuando llega la hora dol
triunfo, triunfo digo, humanamente hablando,
cuando llega aquella hora, única en toda su
vida de este mundo, que El apesar de su hu
mildad y modestia quiso reservarse como uno
de los homenajes más simples, tanto para en
señarnos á dominar las grandezas terrenas,
como para consolar á los amigos de su Cora
zón, que dentro de poco serían por amor suyo
sumergidos en la más profunda tristeza;
cuando railes y miles de voces le aclaman.
Hijo de David, Rey profetizado, de Israél, y
los niños también levántanse con irrefrenable
ardor para testimoniar la viveza de su fe y la
santidad de su intenso afecto, cuando todo
este maravilloso espectáculo sucede, ¡ o h !
¡ cómo también aqui en medio de tanta
alegría y júbilo queda traspasado de dolor
su Corazón adorabilísimo!
— 14 —
K1 ha llegado ya á la cumbre del monte
do las Olivas y desde allá ve á Jerusalen,
])upila de sus ojos, y el templo, monumento
de tanta le y grandeza. La ve y llora. Las
]ialaiíras que entonces salen de su boca,
son las más suaves á la par que las más
terribles. Pues el afecto demasiado ardiente
hácia la ciudad pecadora, que aún entonces
desearía mirarla convertida, se mezcla con
el dolor de las atroces calamidades y de
los horribles estragos, que El con su divino
y proftHico espíritu prevee vendrán sobre
la dilecta Sion, debiendo ser dentro de poco
tiempo oprimida y destruida por los Romanos.
1’or una parte Jerusalen con toda su grandeza,
(^on sus pecados, con su obstinación, en una
l)alabra con sn pasado y con su presente;
))or otra el próximo deicidio, el fruto de
él, los pueblos que lo habrían recogido, y
Jerusalen que lo habría despreciado, i Ay
de m i! i (jué dolorosas heridas para el Co
razón do Jesús!
Mas he aciui que un nuevo pensamiento
viene á su mente, y este es el pensamiento
de su Iglesia, que dentro de pocos dias
emanará de su afligido y angustiadlo Corazón;
es la imágen de la nueva é inmortal Je
rusalen, que no ya exclusiva como la an
tigua, sinó católica, esto es, universal, está
para nacer á nueva vida. Y de esta cato
licidad ofrecen ejemplo en la otra algunos
gentiles, quizá griegos, los cuales venidos
á Jerusalen para festejar y adorar, piden
por gracia al apóstol Felipe de poder ver
la cara de Jesús (1). Ciertamente que este
acto de dirigirse á Felipe, com])endia en
su elocuente sencillez la historia de una era
(jue termina y de otra más luminosa que
comienza, puesto que el conocimiento de
J. C. que hasta entonces se obtuvo imper
fectamente , se obtendrá desde ahora en
adelante liona y abiertamente por obra del
sacerdocio católico, personiílcado en Felipe
Y en los otros Apóstoles.
Poro esta vida de la Iglesia será tam
bién como la de Jesús, de gozes y dolores,
de triunfos y de muerte, unidos Juntamente
y santitlcados los unos y los otros en el
amor iutluito con el cual ama El á la hu
manidad. La Iglesia, escribía aquel alto
ingenio S. Atanasio, es la humanidad misma
de J. C. y en El domina y reina. Eccicsía
rst Jiumanitas Eius (Christi) et in ipso
(lo)iünatu)' et regnat (2). Ella, pues, a se
mejanza de su Divino Esposo Jesús, deberá
experimentar la pobreza del pesebre y el
(I) Jium. XII. 30. 31.
(3) De Ineijrn. xxi.
oro de los Magos, los estragos de Belen y
la vuelta de Egipto, el hambre del desierto
y el convite de las bodas de Caná, la
confesión de Pedro y la traición de Judas,
la glorificación del Tabor y la ignominia
del Gólgota; por todas partes y en todos
momentos al dolor le seguirá el gozo y á
la agonía el triunfo. Con mucha razón,
pues, observa el doctísimo Capecelatro que
la entrada de Jesús en Jerusalen era
destinada por la Providencia p a ra ser
el tipo de iodos los triunfos de la Iglesia y
como todos aquellos que están ado^mados
por una parte de la hum ildad y m an
sedumbre del triunfador y p o r otra coro
nados de la sencillez y el afecto de aquellos
que creen en Cristo (1). De modo que ya
sea perseguida con la más refinada cruel
dad, ya condenada á muerte, ya encerrada
en un sepulcro, ya la pongan en la boca
una piedra y esta sellada y custodiada con
guardias; no importa, pues vendrá al ñn
su hora; s í, la hora en que la tierra se
mueve, los sellos se rompen, la gruesa
piedra se levanta, las guardias caen por
tierra espantadas y la Iglesia domina y
reina. ¡Oh! ¿no vemos nosotros en nuestros
dias en que sus mismos hijos la maltratan
de un modo tan inicuo, cuántas conquistas
va continuamente haciendo? ¿No vemos á
pueblos enteros desde el setentrion volver
de un modo maravilloso al abandonado redil,
y el oriente y el occidente, ambos santifica
dos y bendecidos por las huellas de intrépi
dos misioneros, que se ilustran cada dia más
saliendo así de las tinieblas de la idolatría
é iluminandóse con el sol de la verdad?
¡ A h! es el Corazón de Jesús que obra estos
prodigios; es El que hace revivir la fe,
enciende la caridad y resucita á los muertos
de cuatro dias.
Ka, p u es, animémonos ya que tenemos
razón para ello , y antes de quedarnos
ociosos lloriqueando sobre la tristeza de los
tiempos, trabajemos mas bien con todas
nuestras fuerzas en extender estos triunfos,
en agrandar más y más el reino de J. C.
Y puesto que la oración y la limosna son
los dos medios más potentes para obtener
este santo fin, empleémoslos generosa y
animosamente, que ciertamente habrémos
.cooperado de una manera poderosa á nuestra
santificación y á la de nuestros semejantes,
al bienestar de la sociedad y á la glorifi
cación de la Iglesia. El Corazón de Jesús
nos in vita; ¡ bienaventurados aquellos que
escucharán su voz!
(1) La i'ida de Jesucristo, x iix .
— lo —
CARTAS DE LA PATAGONIA.
Recomendamos á nuestros Cooperadores j Coo
peradoras la circular enviada por B. Rosco para
las misiones de la América del Sur. Por las
cartas que á continuación publicamos podrán ar
gumentar las urgentísimas necesidades de nuestros
misioneros, para llevar adelante la obra empren
dida tan felizmente en nombre de Jesucristo y
de María Sma. Auxiliadora. En el próximo nú
mero publicaremos otras aún más interesantes.
I.
Carmen de Patagones, 4 de agosto 1886.
Carísimo S r . D irector :
Por más que después de la extensa relación
de casi 16 páginas mandada algunos dias hace al
amadísimo Padre D. Rosco por el limo. Sr. Cagliero, no hayan sucedido novedades de impor
tancia , dignas de ser enviadas á esa, sin em
bargo el deseo de entretenerme algún tiempo
con V., carísimo Sr. Director, me impele á diri
girle hoy estas pocas líneas.
Y después, ¿no nos escribió V. últimamente
que el amadísimo D. Rosco se complace muchí
simo en oir hablar de la América y de la Patagonia? ¡Oh! ¡cómo desearía yo poseer en este
momento la lengua de un elocuente abogado,
para narrarle corriente y circunstanciadamente
cien mil cositas alegres que acaecen diaria
mente y tienen el ánimo contento en estas leja
nas tierras! Pero todos saben que la palabra
no es mi parte y el espíritu alegre y vivaz no
es el espíritu mió. Sin embargo quiero contri
buir también yo á tener , siquiera por breves
instantes divertido á aquel que con toda razón
yo considero, venero y amo como á mi padre.
Y V., Sr. Director, me hará este favor añadién
dolo al sin número de tantísimos otros pasados
y futuros, que reconozco y reconoceré como
otorgados de su bueno y generoso corazón.
Ante todo, pues, le diré que el Mapa de las
Misiones se concluirá muy pronto y quizá lo
podré mandar juntamente con esta mia.
Bajo la dirección de nuestro limo. Sr. Cagliero
y con las instrucciones y noticias adquiridas
prácticamente por D. Müanesio en las varias
excursiones que hizo á las Cordilleras ayudado
por nuestro valiente D. Savio, trabajó durante
algunas semanas nuestro hermano Alejandro Stefenelli con amor inteligente, y sino me engaño,
la obra salió bastante bien, tanto por parte del
dibujo como por la parte científica.
¡ Cuánto placer no probará D. Rosco recorriendo
con sus ojos todos esos lugares tan cercanos en
el mapa, pero por otra parte tan distantes en la rea
lidad del desierto arenoso y con qué santa satisfawion dirá; ¡hasta aqui llegaron mis Salesianos,
mis carísimos hijos! ¡Aqni se pararon después
de algunos dias de camino, debiendo dormir sobre
la arena y á la intemperie, siendo su único des
canso el catequizar, bautizar, instruir y pre
parar á la santa Comunión á los pobrecitos In
dios! ¡Aqui los Triman, más arriba Namuncurá,
después Sayuhueqnen! Todos estos puntos fueron
visitados y sus habitantes consolados é instruidos
por ellos; todos estos rios y torrentes transpor
taron y aliviaron con sus aguas á mis Misione
ros, cuyos pies estaban dirigidos, como también
sus corazones, á la santa conquista, á la rege
neración de las almas para Dios: O quam speciosi
pedes !
Estas y muchas otras cosas más sublimes que
yo no sé ni siquiera imaginar, irá pensando el
amadísimo D, Rosco, mientras su vista recorrerá
lentamente el Mapa de las Misiones Salesianas
en las Cordilleras.
Y V. también, carísimo, y todos esos buenos
Superiores que rodéan á D. Rosco, disfrutarán
de su paterna consolación. ; Páreceme que asisto
también yo á este tiernísimo cuadro! Y ya desdo
ahora tomo parte en la común alegría.
Pero permita también que me desahogue,
puesto que de todo esto puedo rep etir: Pars
(magna ó pa)'va, nada importa) fui.
He hablado, aconsejado, confortado, animado,
en fin, he hecho de todo para ver pronto , y
cuanto mejor fuese posible, concluido este trabajo.
¿Y ahora? Un Beo gratias et Mariae desde lo
más íntimo de nuestro corazón. Le envío también
la vista perfectísima de nuestro palacio obispal.
La fachada ;eh! ¡qué magnificencia de adornos! ¡qué
cornisas! como la embellezen y dan un no sé
qué do veneración las muchas y grandes hende
duras que §e ven en toda ella. ¿Y la puerta?
¡qué graciosidad, qué imponencia! ¿Y las dos
únicas ventanas? ¿ dónde se encontrarían unas
iguales fuera de Patagones? ¿Y hay también la
guardia ? Ciertamente. Una guardia chilena; el
peón que D. Müanesio condujo consigo de las
Cordilleras. ¿Y el caballo? Es uno de nuestros
más caros amigos. ¿Que nos dice el amadísimo
D. Rosco?
Como reiría si supiera que la guardia montada
á caballo podría, sin incomodarse demasiado, co
mer el cocido sobre el tejado de nuestro palacio,
ni más ni menos. Es la pura verdad.
Cuanto antes, si mis instancias serán oidas,
mandarémos á D. Rosco un magnifico grupo fo
tográfico. Verá en dos paradas á jos Misioneros
marchando por el desierto, y también cuando so
encuentran á la hora del asado.
Mandarémos (suponiendo siempre que mis
esperanzas serán realizadas) nuestros pequeños
alumnos de la primera clase. ¡ Pobrecitos! Envi
dian aún hoy á sus compafieros que le mandé
adjuntos á mi última carta, para que asistiesen
á la solemnidad de amor filial del 24 de junio.
Y se quejan, y con razón. También para ellos
llegará el momento. Se fotografiarán , los me
teré en un sobre, y los mandaré á Turin. Des
pués mandarémos la relación especificada de
D. Müanesio.
Estoy preparando también una estadística de
nuestras Casas de América, en donde conste la
—
10
—
época de la apertura y el movimiento anual de invocar sobro ellos y sobre sus familias las mi
sericordias y bendiciones del Sefior en esta vida
los alumnos internos y externos.
l ’en"o asimismo entre manos la estadística de presente, y una corona de gloria imperecedera
será la oración que
nuestras Misiones desde el 1879 hasta hoy por la en el cielo. Y esta fué, es
cual nuestro amadísimo Padre podrá conocer el pondrémos en la boca de nuestros pobres Indios.
núraoro de Indios que sus hijos bautizaron y unie Cuando llenos de admiración al verse que son
ron en matrimonio y cuantas comuniones tuvieron objeto de tantos cuidados, preguntarán al Misio
ludidla de distribuir á estos hijos déla desierta nero: ¿Quién es V.? ¿y quién le mandó hasta
aqui? ¿y quién le provee de todas estas cosas?
Patagonia.
'l’odo esto nosotros nos proponemos hacer a la Responderémos: Nosotros somos Salesianos, mi
mayor gloria de Dios y de la Virgen Auxilia nistros, de Dios, nos mandó aqui su Vicario en la
dora, pava consuelo de D. Bosco y satisfacción tie rra , el P apa, y nos mantienen y proveen
de los Cooperadores y Cooperadoras, á íin de que tantos óptimos cristianos hermanos vuestros que
so alegren con el Setíor por el bien que se pudo se hallan en un i)ais muy lejano, que desean
obrar, merced á sus caritativas y generosas ofer también como nosotros vuestra eterna salvación,
y se llaman Cooperadores Salesianos.
tas V al apoyo grandísimo de sus oraciones.
En íin, basta. Perdóneme V. el abuso que de
EÍ éxito de esta última Misión si por una
parto consoló y regocijó no poco el corazón de su paciencia he hecho con esta mia como tam
nuéstro seTíor Obispo, por otra le liace pensar bién do la del amadísimo Padre D. Rosco, á
sóriiimente en la grande necesidad de establecer quien suplico me conserve siempre el afecto en
á lo menos dos estaciones de Misioneros en los el Corazón do Jesús y de María.
diversos centros de aquellas pobres colonias,
Suyo afDw.
para poder proveer á su perseverancia. Ya está
A n t o n i o R i c c .v r d i , Pbro.
casi decidido á mandar en la próxima primavera
dos de los pocos sacerdotes que aqui tenemos,
para que construyan un rancho en las orillas del
II.
Arroyo Gurileo, y cuanto antes otros dos más
Cármen
ele Patacones. Rio Negro,
en Codihué; dosdo allá galopando continuamente,
28 de agosto de 188(5.
atenderán á las necesidades espirituales de mil
V mil indígenas. Indios y Chilenos, ya cristianos
R e v e r e n d í s i m o y C a r ís im o S r. D Bosco.
un gran parte.
Me apresuro á participar á V. R. el grande
Quisiera ademas mandar otros dos á Roca, y
algunos más á Pringles, y de este modo habría consuelo que probamos el domingo pasado, octava
mos podido extender una red de estaciones desde de la Asunción de nuestra querida Madre María
Patagones hasta las Cordilleras, por una distancia Santísima.
Hace ya un año que llegó á Patagones un
total de 300 leguas más ó menos. Pero...tropezamos
siempre con el poro ¿En dónde encontrarómos buen número de Alemanes, emigrados, los cuales
tantas personas? ¿Y con qué medios proveer á debían colonizar algunas tierras á muchas leguas
sus necesidades y á las de estas Misiones ? Ocur de aqui, en la gobernación llamada Neuquen.
Después de varios contratiempos que hicieron
ren sumas no indiferentes para proveer los ca
ballos, único medio de comunicación posible en diferir no poco su viaje hasta allá, llegaron fi
estos lugares y con estas distancias tan largas; nalmente un dia; pero... con no poca miseria, de
tenemos necesidad do guias prácticas del camino, suerte que la colonia se deshizo y muchos se vol
peligrosísimo por la falta absoluta de agua en vieron á Buenos. xVyres más miserables de lo que
muchos puntos por donde tenemos que pasar; antes e ra n , esparciéndose unos por las riberas
debemos regalar pequehitos objetos, rosarios, me del Rio Negro y otros aqui en Patagones.
Encontrábase'entre estos un jóven pintor, ca
dallas, crucítyos, cuadritos, ostampitas, escapula
tólico
y buena persona, al cual dimos trabajo,
rios y también trajes á los pobrecitos Indios ,
para hacerlos más dóciles y disponerlos mejor á como ayudante de nuestro buen D. Aceto en la
escuchar la palabra de vida eterna. .\demás el decoración de la nueva iglesia parroquial, hoy va
Misionero necesita también para si no pocos terminada.
Dicho pintor estíí casado con la señorita Ermedios con que reponerse en fuerzas materiales,
dospues do tan duros y penosos trabíyos que in- minia Yanzen, protestante, ambos naturales de
una misma nación.
cesantomonto debo soportar.
p^iel á las promesas hechas ruando, con la§
La América si bien es ric a , no lo es cierta
debidas dispensas, hace ahora poco más de un
mente para las Misiones.
} En dónde, pues, sino on la inextinguible año , él contraía matrimonio en Buenos Arres,
fuente de la raridad de nuestros óptimos Coope con las palabras y más con el ejemplo, se in
radores y Cooperadoras, podemos colocar nues dustriaba lo mejor que podía para ver si xiodia
tras esperanzas, despuos do Dios y de María conquistar á su consorte á la fe católica. Y afor
.^.uxUiadora i Los Misioneros tienen necesidades tunadamente veia coronados con éxito feliz su»
materiales y espirituales. A ellas proveerán, ardientes deseos, el domingo pasado, 22 del co^
como lo esperamos, nuestros buenos Cooperadores riente agosto.
llacia ya mucho tiempo que la «íptinia señora
y Gooj^>eríulor.a>i con sus limosnas y oraciones;
) y nosotros? Nosotros no cesarémos jamás do consideraba dentro de si la grande, la inmensa
— 17 —
■diferencia que media entre la observancia fria y
estéril de las sectas protestantes y las santas y
consoladoras máximas que la Iglesia Católica nos
inculca, para mejorar cada dia más nuestra vida
en este mundo. Había asistido á las varias solemni
dades y especialmente á la devota novena y esplén
dida fiesta y procesión de Ntra. Sra. del Gármen, patrona de la ciudad y quedóse sumamente
conmovida. Observaba atentamente todas y cada
una de las cosas, y movida por fin en su corazón
por el deseo de la verdad j del bien, pidió de
ser instruida en las verdades de nuestra santa Re
ligión.
Y aqni note, carísimo Padre, como lo dispone
todo el Señor iii pondere et mensura. No hace
mucho que yo le anunciaba como Mons. Cagliero
hubiese fundado la Asociación del Apostolado do
la oración al Sdo. Corazón de Jesús, entre las
señoras de esta población.
Pues bien, á una de estas, alemana también,
sedirigió la señora Yanzen para que juntamente
con algunas otras cosas necesarias, le explicase
además (no conociendo el idioma castellano) la
fórmula de abjuración y profesión de fe que
prescribe la Iglesia en tales circunstancias.
Durante un mes entero dicha zelosa señora la
instruyó lo mejor que pudo, y finalmente con
descendiendo nuestro Sr. Obispo á las repetidas
súplicas de la postulanta, la preparo á la conso
ladora función.
Estando la parroquia ocupada todavía con los
andamios de los pintores, se estableció de celebrar
los ritos sagrados privadamente en la capilla de
las Hijas de Maria Auxiliadora.
En la mañana, pues, del domingo encontrábase
en dicha capilla, recogida en oración, la jó ven
acompañada de su esposo el señor Kólíer y de la
referida señora que le hacia de madrina.
En los pueblos pequeños, V. R. lo sabe muy
bien, no se puedo tener secreto alguno, antes al
contrario en un momento se sabe todo. Y así
sucede también entre nosotros. Divulgádase en la
noche anterior la noticia de esta función, acudieron
entre las primeras, muchas alumnas de las Hijas de
María Auxiliadora y no pocas señoras, deseosas
de presenciar el acto sublime y conmovedor de
la abjuración.
Eran las 8, cuando revestido de roquete, muceta y estola, y acompañado de dos sacerdotes,
nuestro Sr. Obispo principió á rezar los Salmos,
que se prescriben en el Ritual Romano, para el
bautismo de los adultos.
Pasando después á la puerta ó vestíbulo de la
«apiña, comenzó á interrogar á la catecúmena de
este modo: María Erminia, ¿qué cosa demandáis
á la Iglesia de Dios ?
¡ Oh I si hubiese visto entonces, carísimo Padre,
con qué ansia, con cuánto afecto, con qué santo
deseo respondió pronta y resueltamente: — La
íe, demando, aquella venladera fe que me ha de
merecer la vida eterna.
Cuando se llegó al punto en que la Iglesia,
con aquellas sublimes palabras llenas de conso
ladoras verdades, anuncia á la elegida que puede
comenzar á gozar, habiendo sido ya despeda
zadas las cadenas de muerte que la tenían ligada,
y la impone solemnemente de detestar las doctri
nas heréticas, y luchar contra las nefandas sectas
de los impíos, se hizo la lectura del acto de la
abjuración y profesión de fe.
Fué aquel un momento solemne tanto para la
recien convertida como para todos los que lo
presenciaban.
Ella, llena de santo júbilo, veía llegado final
mente el momento deseado desde hacia ya tanto
tiempo, é invocado ardientemente en su corazón
por la misericordia de Dios; y bien lo demos
traba en su semblante alegre y sereno; mien
tras detrás hallábase sumamente conmovido y
llorando de consuelo su bueno y afortunado esposo.
Terminada la lectura del acío, que con santa
premura firmaron la convertida y los testigos,
el Sr. Obispo prosiguió la sagrada ceremonia del
ritual, y llegado el momento, á los pies de María
Santísima Auxiliadora, vertiendo sobre su cabeza
el agua regeneradora y consagrándola con la
unción de los santos óleos, la bautizó bajo con
dición.
En aquel istante ¿quién puede decir lo que
sintió aquel corazón lleno de gratitud hacia su
Dios? ¿Quién puede describir la conmoción uni
versal y las fervientes lágrimas de los circuns
tantes ?
Terminada esta tiernísima función, pasó la neófita al tribunal de la penitencia para reconci
liarse, como prescriben los ritos sagrados; después
revestida de la estola cándida de la gracia divina,
administróle el Sr. Obispo el Sacramento de la
Confirmación.
Comenzó luego la S. M isa, durante la cual
aquella ánima dichosa recibió por primera vez
en su pecho á Aquel que pone todas sus de
licias en estar con los pobres hijos del hombre.
Fué también este un instante conmovedor para
todos, cuando vieron acercarse á la Mesa celeste
á aquella alma'.en compañia de su dichoso esposo,
para participar del místico banquete.
No pudo nuestro Sr. Obispo refrenar los ím
petus de júbilo, de que su corazón estaba inun
dado, y antes de terminar la Misa, volviéndose
á ellos y á los circunstantes dyo pocas palabras
si, pero de aquellas que solamente él sabe decir
en semejantes ocasiones, inflamando á todos de
amor, de gratitud hacia Dios y disponiendo todos
los corazones á una tierna devoción hacia María
Santísima Auxiliadora.
Esto fué para nosotros, carísimo D. Rosco, un
dia de júbilo y de grande consuelo, y esto no
debe parecer extraño á V. R. que sabe muy bien
cuantos sudores y penas cuestan á su primogé
nito , nuestro amadísimo Sr. Obispo, estas ¡a y !
demasiado raras victorias y conquistas sobre el
enemigo infemiaL
Grande, inmenso es el bien que puede hacerse
en estas pobrecitas tierras, y grande también, y
lo digo bien alto, sin límites es también el
ardor, el zelo del Sr. Obispo por la salvación do
las almas. ¿Qué falta? ¡Ah! ruegue, ruegue
mucho é incesantemente por todos nosotros, ca
rísimo Padre, á fin de que quiera el buen Dios
— 18 —
sostonor, bendecir y hacer prosperar la obra de
sus pobres 6 inútiles siervos, usando con estos
puoblecitos de su infinita Misericordia, de tal ma
nera que la semilla do su divina palabra no caiga
siempre sobro tierra estéril ó entre espinas, sino
que encuentre un buen terreno en donde poder
recoger un fruto centuplicado.
F ia t! Fiat misericordia tua. Domine!
Suyo afmo. hijo en Jesús y María
A n t o n io R ic g a r d i , Pbro.
á los Salesianos, y los acompañó hasta la estación
cuando se marcharon.
Fueron invitados á dar un paseo hasta Leggiuno
por el óptimo y benéfico Sr. Párroco, el cual
por su mucha bondad decíase el más feliz de los
hombres, por tener en su casa á los hijos de
D. Bosco. Llegóse á la estación de Sangiano á
las nueve y media de la tarde, donde una multitud
con un gran número de antorchas y dos músicas
reunidas los esperaban. En medio de los aplausos
do los amigos y al compás de una bonita marcha
triunfal entraron en Leggiuno.cuyas casas estaban
iluminadas, y se dirigieron á la casa parroquial,
donde eran esperados por un grande y generoso
bienhechor. Al dia siguiente por la mañana, después
CONFERENCIAS EN BUSTO ARSICIO
de la santa Misa, durante la cual se cantaron algu
7 en Oasale Litta.
nos motetes, el Sr. Párroco llevó á los niños á pa
Escribimos estos pocos renglones no solo para sear en un bote por el lago y visitaron las islas
dar una breve relación de las conferencias tenidas Borromeas y Sta. Catalina del Sasso.
Finalmente á las 5 de la tarde llegaban á Cá
en Busto y en Casale Litta, sino también para
externar do un modo especial nuestro mucho sale Litta. Aqui cedemos la pluma á un amigo
agradecimiento á todos aquellos que con tanto nuestro, el cual, testigo ocular, escribía a s í;
entusiasmo, anjor y generosidad cooperaron al « En Casale Litta debía efectuarse una alegre y
cara reunión de familia, deseada ya de mucho
buen éxito de dichas conferencias.
Los treinta jovencitos cantores del Oratorio tiempo á esta parte. El Rdo. Párroco Sr. D. Angel
de S. Francisco de Sales de Turin que volvían Rigoli, alumno del Oratorio de Turin, había pre \
de las magnificas fiestas celebradas en Brescia, parado todas las cosas para la Conferencia de
después do haber cantado durante el tiempo de los Cooperadores. Hasta el dia antes esperábase
la conferencia de Milán, salían el día 14 para el intervento de D. Bosco, del Angel de la Pro
Busto Arsicio. Iban acompañados del Revdo. sa videncia, del Apóstol de la devoción á María
cerdote misionero D. Luis Lasagna y de algunos Auxiliadora, como también lo habían esperado
otros sacerdotes salesianosx Los hijos de D.Bosco los de Leggiuno y Busto. Esta esperanza había
no olvidarán jamas las corteses acogidas y la sido como una chispa eléctrica para los bue
hospitalidad del Rector del Colegio de S. Cárlos nos habitantes de Casale Litta. Encendióse en
D. Rodulfo Marimonti y del Director espiritual los Cooperadores y admiradores de D. Bosco un
indecible entusiasmo. No se economizó nada para
D. Morganti.
En Busto una multitud inmensa lo esperaba poder adornar lo mejor que pudieron su pequeen la estación. El Rdo. Sr. Párroco D. José Tet- ñito pueblo. Si no bastaba el dia se trabajaba de
taraanti, zelosisimo por el bien de sus feligreses, noche. Un mes antes del dia de la Conferencia
fundador y promotor de muchas obras de bene se comenzó á trabajar incesantemente hasta la
ficencia , estimado y amado de cuantos tienen la víspera. Nadie se daba por cansado cuando re
diclia de conocerlo, acogió á los Salesianos de un cordaba que trabajaba para D. Bosco. Era un
modo digno de su generosidad y de la estima magnifico espectáculo el ver á los jovencitos ocu
quo do í). Bosco tiene; puesto ^ue eraD. Rosco ú pados en barrer las calles y plazas é ir por los
quien so esperaba, el cual había sido obligado á bosques á coger ramos de árboles para adornar
regresar á Turin á causa del extremo doslállo- los arcos triunfales construidos por sus padres.
Habían proparado también algunas cartitas para
cimionto de fuerzas en que so encontraba.
El pueblo do Busto condividia ol júbilo de su leer á D. Bosco. Los señores propietarios del
Párroco y festejaba aquel dia como uno de los pueblo y de los alrededores iban á porfía en
más solemnes. La Iglesia estaba preparada como en |>restar palos, festones y cualquiera otra cosa que
los dias do grandes solemnidades. Mons. Guerrini fuese necesaria para la fiesta como también en
canónigo do la Catedral do Milán, celebró la Misa. ofrecer sus propias casas para hospedar á los
Habían intervenido además muchisimos sacenlotes superiores, niños y cantores: no tuvieron nece
y señores do Monza, Várese, Como y de otras sidad de hacer uso de tanta bondad, pues tenían
ciudades. La conferencia dol Misionero conmovió ya preparadas 40 camas mandadas por eí Sr. Belá todos hasta ol punto de hacer derramar abun lini de Somma Lombardo.
— Pero y D. Bosco ¿no ha venido? se decía.
dantes lágrimas á los oyentes quo eran muchi
simos, si bien no todos los generosos Busteses pu Y con esto ¿qué? Se haga á los hijos loque no
dieron intervenir, á causa de haberse cambiado se puede hacer al Padre, y el Padre reciba tn
la hora do la conferencia por algunas razones im sus hijos los honores y los afectos. Y así fné.
La iglesia estaba espléndidamente adornada,
provistas. Sabemos sin embargo que no se olvi
dará la ocasión para sostener con todo zelo y como también todas las casas del pueblo. Sobre
la puerta principal de la iglesia leíase la siguiente
caridad las obras predicadas por el Misionero.
La música del Oratorio festivo, que toca muy inscripción:
bien, alegixi el convite que el Sr. Párroco ofreció
— 19 —
PARA QUE DIOS NTRO. SEÑOR
CON LAS GRACIAS MAS ELECTAS
B E N D IG A L A S S A N T A S M IS IO N E S
DEL VENERANDO SACERDOTE
D, JUAN BOSCO
VERDADERO APOSTOL DE CARIDAD
EL PUEBLO DE CASALE LITTA
EXULTANTE IMPLORA.
Un concierto musical alegraba el dia de la
Conferencia. G-rande fué la premura y piedad de
les concurrentes en acercarse á los SS. Sacra
mentos. Esperaban á D. Bosco para ser por él
bendecidos; pero habiendo faltado, recurrieron
al Misionero y á sus compañeros, para recibir
la bendición y la medalla de María Sma. Auxi
liadora.
Bellísima estuvo la música tanto de la Misa
como de las Vísperas, que fué la misma que se
cantó en Turin este año el dia de la fiesta de
María Auxiliadora. Se diga todo lo que se quiera
decir en bien de la ejecución, del sorprendente
efecto y de la satisfacción y admiración de cuantos
la oyeron; no se dirá nunca demasiado. Pero lo
que es mucho de avertir, es que aquellos niños
cantores han hecho óptima impresión entre noso
tros, por la piedad y devoción con la cual esta
ban y rezaban en la iglesia, yendo por la ma
ñana á recibir la Sda. Comunión y conservando
siempre un semblante tranquilo y alegre que
hace el honor más grande á la educación que
reciben en la casa de D. Bosco. A este propósito
he oido decir á una madre que había observado
atentamente á todos aquellos jovencitos: — ¡Oh
cuanto pagaría yo si tuviese uno de los mios
entre ellos! — Sí, buenos jovencitos, conservóos
siempre dignos del buen nombre y del honor
que os habéis merecido. Vuestro recuerdo que
dará siempre impi’eso en nuestra mente, y ser
virá para animar á otros ó seguir vuestro ejemplo.
D. Lasagna en su Conferencia, que pareció to
davía más preciosa de las que había hecho antes,
describió la condición de los salvajes y esclavos,
las fatigas y los consuelos del Misionero, las
urgentísimas necesidades de aquellas Misiones y
el espléndido avenir que solamente la fe puede
proporcionar á aquellas regiones.
Los sacerdotes que intervinieron á la fiesta
fueron más de sesenta y hubieran sido muchos
más, si los periódicos no hubiesen anunciado que
D. Bosco había regresado á Turin.
Se dispuso que los sacerdotes pudiesen encon
trarse reunidos en una misma mesa, lo cual
agradó á todos, no siendo cosa tan fácil poderlo hacer
muchas veces,máxime por la incomodidad que laida
á dicho puebleeito ofrece. Se dijeron vivas y felici
taciones á S. E. el Rmo. Sr. Arzobispo de Milán,
que con su ejemplo y bendición había fomentado
V animado aquellas Conferencias, á I). Bosco y
á todas sus Misiones, al misionero D. Luis La
sagna, al Sr. Párroco del pueblo de Várese, que
celebró solemnemente en aquel dia, y al Alcalde
de la Pieve que ayudó tanto al párroco en pro
mover los aparatos de aquellas Conferencias. Una
tarde alegre, con cantos y piezas de música, fué
la compensación que á aquella población se ma
nifestó por las fatigas que en dichos preparativos
hicieron. Se cantó el terceto de Crispina e la
Gomare del Ricci, L a prava di un'apera seria
del Moza y otras piezas selectas de obras pro
fanas. Gustó á todos concluir el entretenimiento
con un cántico hecho y puesto en música por
D. Bosco en honor del Niño Jesús el año 1841 ».
Nosotros concluimos dando las gracias con todo
nuestro corazón á todos los que se tomaron inte
rés por nuestras Misiones, y á cuantos acogieron
y festejaron á nuestros jovencitos, y en una pa
labra á todos los que son bienhechores de Don
Bosco y Cooperadores de sus santas empresas.
GRACIAS DE MARIA AUXILIADORA.
I.
R mo. S eñor :
Le mando un vale, rogándole se sirva celebrar
una Misa en el altar de la Virgen Auxiliadora,
de la cual obtuve la gracia de ser librado de
la terrible enfermedad del cólera, que dias pa
sados contraje.
Recomiende V. muchísimo en el Boletín Salesiano como un remedio eficacísimo contra el ter
rible morbo asiático, la medalla de María Auxi
liadora, pues puedo asegurarle que mi vida es
una prueba más de ello.
Aprovecho la ocasión para ofrecerme de V. S. S.
<?. S. M. B.
Gajetano P rovoli, párroco.
II.
Muy R do. S eñor :
Leí en el número 6, año X del Boletín Salesiano que un sacerdote Cooperador, hallándose
gravemente enfermo recurrió á María Santísima
Auxiliadora, y casi de repente se vió libre de sus
males. Cuando admiraba la protección de nuestra
Divina Madre Auxiliadora hácia aquel pobre en
fermo, encontrábame yo también y muy grave,
no pudiendo ademas, por las condiciones igiénicas
del lugar, servirme libremente de los oportunos
remedios que necesitaba para curarme de la en
fermedad que tenía. En un estado deplorable por
falta de fuerzas, Ueno de tristeza al ver que des
pués de dos meses no había tenido alivio nin
guno, me decidí á añadir á los remedios físicos
ios espirituales que mi devoción á la Sma. Virgen
me indicaba; de modo que propuse hacer una no
vena á María Auxiliadora, prometiendo á gloria
de Dios y honor suyo, como el afortunado Sa
cerdote Cooperador, alguna limosna, si María
Santísima hubiese atendido benignamente á mis
instancias. En los primeros dias de la Novena
me sentí peor que antes, pero en los últimos fui
poco á poco probando algún mejoramiento, hasta
— 20 —
({UG con ol auxilio de Dios y la protección de la
Reina del Cielo, después de un poco de tiempo,
fui recuperando las fuerzas y reponiéndome en
salud. Y heme ahí en espíritu arrodillado ante el
altar de María Auxiliadora, á los pies de nuestra
buena Madre, para darle las gracias, y (para no
venir i;on las manos vacías) ofrecerle el ténue
■óbolo de mi afecto íilial.
Ruegue V. al Sefior por mi y me tenga siem
pre por
S. IL S.
Q. B. S. M.
Una persona que lee el liolctin Salesiano.
2(1 de agosto de 188(3.
HISTORIA DEL ORATORIO DE S, FRANCISCO DE SALES
C
a im it l o
1.
Proemio — El teólogo Luis Guala y D. José Oaffasso. — Oolegio eclesiástioo de S. Prancisco de
Asia. — Las prisiones. — Pensamiento de la fun
dación del Oratorio festivo.
Al empezar nuestra relación, alguno podrá pre
guntarnos: I Porqué habéis tardado tanto en dar
una relación detallada del origen y naturaleza
de este Instituto, hasta el punto.de que muchos
se equivocaron ya en los juicios que formaron
de él y difundieron sus errores por medio de la
prensa en todo el mundo ?
Y nostros contestamos que el motivo de tan
larga demora y de tales inconvenientes fue la
misma persona, de quien Dios se sirvió para em
pezar y propagar esta empresa. Experimentando
siempre este amigo de la juventud, una invaria
ble repugnancia para hacer conocer los hechos en
que había tenido él parte, no quiso jamás per
mitir ciertas publicaciones, sin las cuales la re
lación hubiera sido imperfecta y hubiera dejado
mucho que desear. Poro este tropiezo lo quitó
no hace mucho, una órden, á la cual no le fue po
sible oponerse, y asi el permiso que hasta ahora
se nos había negado fue linalmente concedido.
Vencida do esta manera esta grande dificultad,
empezamos nuestra i^slacion, á cuya formación,
concurren gustosos los antiguos alumnos del 0ratorio internos y externos, eclesiásticos y se
glares.
Perdfmenos el protagonista, si obligados por la
naturaleza de las cosas, lo presentamos á menudo
en escena, á pesar suyo. De aquí en adelante no
se trata ya de Don Bosco, sino de un hecho del
cual hizoso dueño la historia, y tiene por con
siguiente harto derecho do conocerlo á fondo no
solo la posteridad sino también la actualidad, para
mejor admirar la conducta de la divina Provi
dencia en sus obras.
Seria muy propio de este trabajo que antes
de emprender la naiTacion de los hechos que nos
hemos propuesto, dyéramos alguna cosa de aquel
.alrededor del cual estos giran: pero razones de
conveniencia nos obligan á guardar el más rigu
roso silencio en todo aquello que no es necesario
revelar para llenar nuestro propósito, confiando
en que otro pueda un dia levantar el velo que
todavía oculta muchísimas cosas dignas de ser
recordadas.
A mediados del año de 1841, concluidos sus estu
dios de teología en el Seminario de Chieri, un
joven Levita revestíase de la dignidad sacerdo
tal; era este nuestro padre D. Juan Bosco. Con
taba ya 26 años, habiendo nacido el 15 de agosto,
fiesta* de la Asunción de María Sma., en Castelnuovo de Asti, diócesis de Turin el año de 1815.
Pocos meses después de su ordenación, le pro
pusieron tres empleos: uno de maestro en casa
de un señor genovés con un sueldo anual de mil
pesetas; otro de capellán en el pueblo de Murialdo; y el tercero de Teniente Gura en el lugar
de su nacimiento.
Antes de resolverse definitivamente se dirigió
á Turin para consultar á Don José Caffasso, á
quien había elegido por director de su espíritu
hacía ya muchos años. El santo sacerdote que
entonces presidia las conferencias de teología mo
ral en el Colegio eclesiástico de S. Francisco de
Asis, escuchó con atención á su hijo espiritual,
y después de haber considerado la ventajas y
exigencias de parte de los parientes y amigos,
le dijo: « V. tiene necesidad de dedicarse al es
tudio de la moral y á la predicación; renuncie
por ahora á todas las propuestas y véngase al
Colegio. » Don Bosco abrazó con gusto el sabio
consejo, y el 3 de noviembre de 1841 entró en
dicho Instituto.
Creemos que nuestros lectores leerán gustosos
una breve descripción de este Colegio, en el cual
nuestro P. D. Bosco concibió la idea de la fun
dación del Oratorio.
A principios de este siglo vivía en Turin un
virtuoso sacerdote, Luis Guala, quien dirigía la
iglesia de San Francisco de Asis. Hombre de cos
tumbres intachables, piadoso, desinteresado, sabio,
dotado de prudencia y valor, amado por buenos
y malos. Comprendió este santo y piadoso mi
nistro del Señor ser cosa muy importante en atencion á las necesidades de su tiempo, que los
jóvenes sacerdotes después de liaber concluido
sus estudios en el seminario, se dedicasen por
algún tiempo á adquirir la ciencia práctica de la
moral antes do entregarse al ejercicio de su sa
grado ministerio. Profundamente convencido de
ello, ol sabio sacerdote desde el año 1808 empezó
á ejercitar en su casa á algunos nuevos sacer
dotes por medio de conferencias morales. Esto
siguió asi liasta el 1818, año en que cesó el go
bierno de Napoleón I en el Piamonte, y fue de
socupado de las tropas el convento de los Meno
res Conventuales. Guala entonces fundó allí un
colegio destinado para los jóvenes sacerdotes. El
rey Carlos Félix en 1822 lo autorizó para acep
tar donativos j legados, y le destinó una parte
del convento suprimido. También la autoridad
eclesiástica prestó su eficaz concurso á aquella
santa Institución y Monseñor Colombano Chiaverotti Arzobispo do Ihirin el -l de junio de 1823
— ;>i —
lo nombró rector del colegio, v aprobó el reo-la
digno eclesiástico, á quien me he sometido ou
mento. Meditación, lectura espiritual, dos confe todas mis resoluciones, y en todos los actos do
rencias diarias, instrucciones sobre el método de mi vida. »
predicar, leer y consultar autores clásicos, tales
La primera cosa que hizo este oxporimontado
eran las ocupaciones de los sacerdotes en este maestro fué conducir á su discípulo á las cálve
Colegio, y las ventajas que conseguían.
les de. Turin,' el anhelado
do sus fati<Ms
--------_icampo
Extraordinarios fueron los beneficios v frutos Da
T.aTTlCfo
. _ jóvone.s
•. uo
. laug,
0‘‘*
vista de tantos y. . itantos
do
de esta fundación para las diócesis del Piamonte
18
afios
sin
ocupación
alguna
y
dosasoados,
ex
j sobre todo para la do Turin. Por ella desapa
piando
sus
precoces
erímcjies
en
osos
lugares
de
recieron completamente los últimos restos del Jan
senismo , doctrina execrable que acobarda á las corrección, impresionó hondamonto ol corazón del
almas y las aleja del camino de la eterna salva .loyen sacerdote. Vii> personificarse en osos inción. Ademas de esto, se agitaba entonces calu íehees ol oprobio do la patria y la deshonra de
rosamente entre los teólogos la cuestión del pro- las lamillas; vió sobre todo almas redimidas y
habilisnio y del prohabilioi'isiuo. Los partidarios compradas con la Sangre de Dios, convertidas e'u
del primer sistema seguían la doctrina de s. Al desgraciados esclavos del demonio, oxpue>tas á
fonso de Ligorio, cuyas obras habían sido enco perderse eternamente. Observé) también que el
miadas por la Iglesia y declaradas exentas de numero de esos desgraciados iba aumentando de
toda censura; los partidarios del segundo soste día en día y que aquellos mismos que después
nían por el contrario las opiniones de algunos au de expiado el delito recuperaban su libertad,
tores rígidos, cuya práctica á no ser moderada muy pronto volvían al mismo lugar cargados con
por la prudencia, podia llevar á un rigorismo ab- nuevos crímenes. Indagó la causa do la deprava
spdo y perjudicial á las almas. El teólogo Guala ción de tantos jóvenes, y le parecii) que nacía
sm decidirse por ninguno de los sistemas en par del alejamiento de las prácticas religiosas en lo.'¡
ticular, tomando por punto de partida la caridad días festivos. Convencido de esto, Don Bosco re
y mansedumbre de Jesucristo, logró conciliar los petía: Tal vez estos jóvenes si hubiesen tenido
estremos de ambas opiniones, v consiguió que un amigo que amorosamente se hubiese hecho
s. Alfonso fuese adoptado en todas las Escuelas ^ rg o de ellos, y los hubiese instruido en los
con gran provecho para los fieles y tranquilidad días de fiesta en las cosas de religión, no habrían
cometido esos crímenes, y no se encontrarían en
para sus conciencias.
El sacerdote Don José Cafíasso suplente del este lugar de pena. ¿ Por ventura no seria cosa
P. Guala en las conferencias morales, y más tarde sumamente provechosa para la Religión y para
sociedad, hacer un ensayo con provecho tal vez
«u sucesor, contribuyó no poco al buen éxito en la
de centenares y millares ?
esta cuestión. Con su virtud superior á toda prueba,
Comunicó este pensamiento á Don Gafasso- é
1 j ® apacible, su prudencia admirable, su
piedad brillante al par que modesta, hizo desa inmediatamente con sus consejos y avisos empezó a
parecer completamente los rencores que aún con idear el modo de llevarlo á cabo, abandonando ol
éxito a la Divina Providencia, sin la cual
servaban algunos de los probabilioristas contra buen
vanos son los esfuerzos del hombre.
los lifíori’itas.
(C o n ü n u a rá ).
Félix Golzio, también del colegio fundado por
el teologo Guala, era otro digno y sabio sacer
dote. En su vida oculta logró permanecer casi
desconocido, pero con sus incesantes trabajos, con
*u humildad y ciencia profundas, era un eficaz
CRISTIANOS A LA PRUEBA.
apoyo de Guala y Cafíasso que altamente lo apre
ciaban y amaban. El ejercicio del ministerio de
No se puede leer sin conmoverse lo que so
estos tres sacerdotes no se encerraba en los lí refiere del fervor con que los nuevos Cristianos
mites del colegio y de la iglesia contigua ; se ex de Madagascar se maiituvioron firmes en Ja fe
|endia mucho más allá. Las cárceles, los hospita
en estos tres años pasados, durante io.s cuales
les, ios establecimientos de beneficencia, los en- estuvieron sin sacerdotes, pues por ser franceses
crmos en sus domicilios, los palacios de los rl- los habían expulsado. Y sin embargo ellos hallá
eos Iss chozas de los pobres, en una palabra, banse en medio de las insidias de los protes
as aldeas como las ciudades experimentaron los tantes y de las violencias de ios paganos.
saludables efectos de la caridad v del zelo de
Todas las prácticas católicas, cantos, oraciones
esUs tres lumbreras del clero de T urin: v aún catecismos fueron continuadas. En la pi-ovincia
después de su ocaso, las diócesis del Piamonte de Imerina se continuaron también las escuelas,
y todos los domingos los fieles acudían á la Igle
mfondieron^°^^"^°
sia para cantar y orar juntos. En mucíias
ol viendo ahora á nuestro Don Bosco, aquellos tres provincias, es verdad, la persecución hizo cerrar
sacerdotes eran los modelos en cuya escuela formo a la fuerza las escuelas: en otros punios las
^", ^Piritu desde los primeros afios de su carrera arruinaron: fiero los fieles reuníanse entonces
eclesiástica. El sacerdote Gafasso era además su en casas privadas á o ra r, v en ellas mis
d irw to r^ p iritu a l y muchas veces hemos oido mas albergaban á los mae.stros á fin de que
^ i r a Don Bosco penetrado de la más profunda enseñasen el catecismo. En Imerina quien puso
gratitud - Si algo bueno lie hecho, lo debo á .-te obstáculo á la persecución fueron los religio,so<
__
00
y las religiosas indígenas, y Victoria Rasoanianorivo. Esta última es una noble dama de la Corte
de Ranavalo Maiyaka III. Está casada con el pri
mogénito del primer ministro, y es una católica
ejomplarísiraa. Saliendo para el destierro, un mi
sionero lo había dicho : « Victoria, Dios os hace
hoy madre de todos estos católicos, que quedan
sin sus queridos pastores. > Victoria aceptó llo
rando el glorioso y difícil encargo. Y mantuvo
su promesa. A Ella después de Dios débese la
conservación do la fe en Madagascar. Ella em
pleando con toda generosidad todo su tiempo, su
dinero é influencia, pudo hacer resistencia al
protestantismo. Hasta entonces había sido el mo
delo de aquella cristiandad; pero ahora puédese
llamarla el apóstol. Animaba los Comités cató
licos con la palabra dentro de las ciudades y des
pués recorría los pueblecitos, esparciendo por
todas partes buenos consejos y alentando á todos
á practicar ol bien. Los más tímidos al verla y
oirla, se animaban.
La unión católica fué haciéndose cada vez
más fervorosa, y muchos jóvenes, de grande
influjo por su pokeion y capacidad, secundaron
admirablemonto los esfuerzos de Victoria. Sacer
dotes indígenas no había ninguno; quedóse tan
sólo un hermano de la doctrina cristiana y seis
Hermanas do S. José.
Apenas los Misioneros habían salido, se apo
deró de todos un poco do temor, pero la Union
Católica guiada por Victoria se decidió á avivar
por todas partes los ánimos, comenzando por las
cuatro iglesias de la capital y después pasando
por los pueblecitos. Se debían conservar todas
las costumbres religiosas introducidas por los Mi
sioneros, á excepción de aquello que exclusiva
mente pertenecía á los sacerdotes. Y asi se hizo,
no sólo los domingos y dias de fiesta, sinó también
en algunos dias de trabajo. Los jóvenes de la Union
iban de pueblo en jiueblo para asegurarse y vi
gilar si todo procedía bien, y todos los sábados
se reunían presididos por Pablo Rafringa, jóyen
empleado en el Ministerio de Instrucción pública.
Allí se hacia relación do todo lo que se había
observado durante la semana, y se estudiaba el
modo de proveer á cualquiera necesidad. La más
ardiento caridad, el zelo más vivo dominaba en
aquellas Asambleas déla juventud cristiana. Fal
taron muy pronto los modios, poro aquellos fer
vorosos jóvenes se privaron de sus bienes para
favorocor la obra emprendida.
Es bellísimo lo que acaeció en ol asilo de los
leprosos de Amhahivoraka. Al salir los Misio
neros, la Iglesia fué quemada y aquellos pobrecitos so quedaron sin socorros. Corrúi inmediata
mente el lobo, esto os el ministro protestante con
dinero para seducirlos.
La Union católica hizo de lo suyo mucho mejor,
poro tenia pocos fondos. El protestante tenia di
nero en abundancia pues le venia de Inglaterra,
do modo que creyó de haber vencido y propuso
á los leprosos que se hicieran herejes y les da
rían una crecida suma de dinero.
Todos los leprosos unánimes gritaron: si nos
dais dinero por compasión lo aceptamos, si nos
__
lo dais como precio de la apostasia, nunca jamás.
El ministro debió desistir de sus esperanzas. Des
pués de tres años los leprosos recibieron á los
Misioneros cop gritos de alegria y lágrimas de
consuelo, protestando que se habían mantenido
firmes, á costa de cualquiera privación. Los Mi
sioneros apénas hubieron llegado, han podido te
ner una Asamblea en Pananariva compuesta de 160
maestros y de 30 maestras.
¡O h! como resplandece en estos hechos tan con
soladores la eficacia del divino espíritu, que cuando
faltan los auxilios externos, suple con la fuerza
y la sobreabundancia de los internos.
(Del Eco d'Italia, 9 de octubre de 1886)
EL CATOLICISMO
y Matilde Serrao.
(De la Unita Cattolica del 18 de setiembre).
Matilde Serrao es una ítalo-griega, que puede
dar lecciones á muchos de nuestros periodistas.
Nació en Patrasso, de un napolitano desterrado)
estudió, vino en Italia, establecióse en Roma y
púsose á escribir el Corriere di Roma..
En el número 260 de este Corriere el 15 de
setiembre publicaba un articulo sobre el partido
católico, artículo que deberían meditar todos los
promovedores de los Comités anticlericales, y sus
correspondientes presidentes, desde Aurelio Safii
hasta Ariodante Fabretti. Veámos.
« No existe un partido católico, existen cató
licos. Partido es una voz que encierra en sí, rea
sumiéndolos, todos los errores y defectos de un
breve y pasagero conventículo político: partida
quiere decir ceguedad y también intolerancia:
partido significa fenómeno fugaz de hombres, no
luz persistente y creciente de idea: partido es la
forma terrena y mezquina de las cosas grandes
y nobles : partido significa asamblea iracunda ó
indiferente, multitud inconstante y superficial
mente convencida, partido significa egoismo triun
fante de individualidades opriraentes y pomposas ;
partido significa la ambición personal de la vic
toria con toda fuerza, con cualquier medio, áunque la victoria dure solamente una hora, áunque
después traiga consigo la ruina. El partido es sin
indulgencia, sin piedad, sin avenir, sin ideál: es
un baturrillo de prepotencias, prepotencias de pen
samiento, y prepotencias de voluntad.
» No asi los católicos. Ellos no son tres, treinta,
tres cientos, treinta mil: pero son muchísimos,
son grandes é innumerables falanges esparcidas
por todas partes. ¿ Quién podrá hacer la estadís
tica de las conciencias humanas? Pasan por nues
tro lado hombres, m ujeres, los cuales creemos
que son frívolos, ligeros, indiferentes: nosotros
mismos pasamos sin que el mundo nos conozca:
y en fondo del corazón de aquella multitud que
nosotros creemos Ma y negligente arde solita
riamente una llama, y arde como en el secreto
de nuestro corazón. De tanto en tanto una luz
de verdad nos ilumina: y en un espíritu absorto
23 —
en las graves ocupaciones de la ciencia ó de la
política, en un corazón seco, árido por aquella
miserable cosa que es el dinero, descúbrese una
purísima fuente de sentimientos. Son, pues, de
masiado para hacer un partido.
> y del partido no tienen los católicos, ni la
ceguedad, ni la intolerancia. Ninguno recurre á
ellos inútilmente : j la grande idea religiosa cierra
maternalmente los ojos y tiende los brazos. ¿ Estás
triste, eres un pecador, eres un corazón indife
rente, eres un alma muerta, has sufrido ó hedió
sufrir,has llorado ó hecho llorar? ¿qué importa?
Aquí no so dan nombres, aqui no se pide el pa
saporte, no se verifican las filiaciones, no so bus
can los orígenes. ¿ Eres un hombre y tienes sed
de paz, de esperanza, de amot? ¿has caido de las
soberbias cimas de la blasfemia, ó salido con pe
ligro y trabajo del naufragio del amor? no im
porta. Tú buscas la luz; esto basta, eres un her
mano.
* Del partido, los católicos no tienen las perso
nalidades, las ambiciones individuales j los opre
sivos egoismos. Ante las sublimes ideas de la fe,
cierto, la poesía fuerte y suave de Alejandro
Manzoni, esta feliz unión de sentimiento y arte,
tiene el valor de las grandes batallas combatidas
y vencidas. Pero la mujercita más vulgar que,
por la tarde, inclinada sobre la cuna del niño, le
une las manos y le hace repetir las palabras de
las oraciones, que el pequefíito pronuncia balbu
ceando : pero la más humilde entre las maestras,
que por la mañana en pié entre sus niños hace
la señal de la cruz é invoca con ellos á Dios:
valen la sencilla mujercita y la humilde maestra,
cuanto el glorioso poeta.
» Y puesto que del partido no tienen los ca
tólicos , ni las ira s , ni las impaciencias, ni las
prepotencias, ni las violencias, resulta que su
ideál es fúlgido y* su avenir expléndido. No es
posible que el presente estado de las cosas dure
mucho. El mundo muere de aridéz, de miseria,
áetedio, de desazón; de infelicidad que nada puede
sanar, de miseria que nada puede consolar. La
grande falta de equilibrio humano hace temblar
la tierra. Enseñáis á leer y no dais el pan, acordais los derechos civiles, pero no educáis las con
ciencias; dais la libertad, pero no la prosperidad ;
habíais de moralidad, pero no sois morales. Y ei
mundo se muere desesperado.
> Jamás como ahora circuló sordamente la voz
mMvada que incita al obrero á la ociosidad; ja
más como ahora la sangre humana ha bañado la
tie rra : jamás como ahora se cometieron tantos
delitos: jamás como ahora viejos, mujeres y ni
ños se rieron del pensamiento de la m uerte, y
voluntariamente abandonaron la vida. Vosotros
habéis corrompido y hecho desesperar, la más
bella y hermosa cosa humana: ¡la niñez! Cien
desarreglos, cien cuestiones sociales piden la so
lución : está minada la tie rra , porque lo están
también las conciencias.
* Pero si á todos aquellos que trabajan con
una escasa compensación, que no llegan ni siquiera
á ganar el pan, se les diese una dulce y buena pa
labra de esperanza: si á todos los sedientos de justi
cia, que intentan tenerla con la violencia, se ha
blase de una justicia suprema : si á todos los quo
quieren suicidarse se les representase ol sagrado
terror de una vida futura; si á todos los (luo
viven llorando, se hablase do un bionostar divino,
de alia, donde no hay doloi’os : si á los desafor
tunados, á los infelices, á los perseguidos, se tra
tase de un lejano poro seguro avonir: si una
compensación fuese ofrecida á quien no la habrá
jamás sobre esta tie rra : si todo ol odilicio hu
mano y moral de la fe pudiese sor restaurado
¡oh! serian inútiles las disquisiciones de los sa
bios , las elaboraciones do los economistas, las
ideas caritativas de los filántropos, las discusio
nes de los legisladores.
» Y vosotros ¿fomentáis la agitación contra
los católicos? Vosotros ¿no queréis que so reze
ni que se aconseje á rezar? Vosotros ¿queréis
que se derriben todos los monasterios, quo se
supriman las funciones sagradas, quo el naci
miento, el matrimonio y la muerte no sean ben
decidos con las palabras divinas, que los víncu
los del matrimonio sean abolidos y dispersadas
las cenizas de los muertos? Vosotros ¿querois quo
las mujeres no invoquen á la Virgen y los niños
no se encomienden á su Angel custodio ? Voso
tros ¿celebráis Comités para tratar de todas es
tas cosas considerándolas como inútiles y supersti
ciosas ?
» Pues bien, sea así. Pero preparémonos todos á
las cosas más horrendas. Habituémonos á todas
las astucias de la deshonestidad á todas las cor
ruptelas, á todas las depravaciones. Nada será
capaz para contener al hombre dado á todos los
vicios. Todos los vínculos so soltarán, suelto el
sagrado nudo de la vida. El obrero matará á su
principal. K1 aldeano arruinará al señor y asesi
nará á sus hijos. Nuestro siervo fiel nos robará
el dinero y nos estrangulará. Nadie podrá impe
dir á ios viejos infelices, á las pobres mujeres
y á los inocentes niños, de quo se suiciden. El
mundo será oprimido por las turbaciones de la
crueldad.
Pero nosotros, que, solamente creemos en el
Dios de nuestros padres, no pereceremos: pere
ceréis sí vosotros, oh falsos ateos, oh falsos de
mócratas, oh falsos revolucionarios: el cuchillo
que meteis en manos de los homicidas no derra
mará solamente nuestra sangre. ¿ Sembráis la in
diferencia ? recogeréis el odio. ¿ Queréis que se
pueda blasfemar libremente ? Se matará también
libremente. Mirabeau destronó á Dios y mató á
Luis XVI; Luis XVIII mató á Mirabeau. Este
siquiera tenia ideas grandiosas. Vosotros no las
teneis oh falsos ateos, falsos materialistas, falsos
filósofos, falsos demócratas. Y las grandes catás
trofes humanas, tienen siempre ciertamente cau
sas pequeñas y autores mezquinos.
« M a t il d e S e r r a o . »
EL SECRETO DE LA CONFESION.
Creemos hacer ana cosa grata á nuestros lecto
res reprodiiciondi) parte de un artículo que se
leo en el Nacional de Lima del 15 de majo del
presente año, acerca del martirio de otro S. Juan
Noponmeono, en la persona del P. Pedro Marieliix, de los Ministros de los Eníermos.
Después de un exordio, en el cual se dá la
rascón de este artículo, se describen los primeros
ailios de la vida de dicho P. Marielux, v se in
dican los motivos por los cuales el referido Padre
encontrábase como capellán militar en el ejército
capitímoado por el brigadier Rodil, en el castillo
llamado del Rby Felipe; después procede así la
narración:
« Destruido el poder militar de la España en
la batalla de Ajacuclio, v tomada por asedio la
ciudad de Gallao por los vencedores, el P . Ma
rielux no quiso abandonar al gobernador del cas
tillo llamado del R e j Felipe, brigadier D. Ramón
Rodil.
Kn setiembre de 1825, después de nueve meses
do asedio , la escasez de los víveres y el escor
buto comenzaron á introducir la desanimación
entre los asediados, y la conspiración fue tomando
cada dia mayor incremento.
Era el 23 de setiembre, cuando el brigadier
recibía la noticia de que á las 9 de la noche,
estallaría una grande revolución capitaneada por
el comandante Montero, el más influente entre
los jefes de RodU. Los hombres más confidentes
suyos figuraban entre los más comprometidos.
Rodil, sin perder un minuto, los hizo arrestar;
pero por muchos esfuerzos y amenazas que empleó,
no consiguió sacar nada en limpio acerca de la
rebelión, negando ellos obstinadamente la exis
tencia de la conspiración revolucionaria. Entonces
el brigadier, para librarse de todo cuidado y
desasosiego, se decidió á fusilarlos á todos, tanto
inocentes como culpables, á las 9 de la noche, esto
es, á aquella misma hora en que los conjurados
se habían propuesto de arrestar á él ó bien de me
terlo entre el pecho y las espaldas cuatro onzas
de plomo.
— ('.apellan, dijo Rodil al P. Marielux, son las
seis: en tros horas V. R. confiese á estos insm'genles. Y salió de la cárcel. A las 9 los trece
condenados estaban ya en la presencia de Dios.
Pero á pesar de tal severisimo castigo Rodil
no se oreia seguro. — i Quién sabe, decía para
s i , si habré dejado todavía en vida á otros
comprometidos y quizá aún más de los que ya
fueron fusilados? No, no puedo estar tranquilo.
El confesor debe ciertamente saberlo todo en
punto y coma. ¡Eh! llamadme al Capellán.
Apenas hubo llegado, Rodil encerróse con él
en un cuarto y le dijo:
— Padre, sin duda alguna que estos malvad is
te habrán revelado en confesión todos sus pla
nes y los elementos con que contaban para co
meter semejante crimen. Yo tengo necesidad de
conocerlo todo, y en nombre del Rey exijo que
Y. R. me refiera todo, sin omitir ningún nombre
ó detalle.
— Mi general, respondió el P. Marielux, V. me
pide una cosa imposible, puesto que yo jamás sacri
ficaré la salvación de mi alma, revelando el se
creto del penitente: me lo impusiera aún el Rey,
que Dios me guarde.
La sangre subióse al rostro del brigadier, y
arrojándose sobrg el sacerdote, lo coge por el
brazo y con ímpetu le dice:
— Fraile, ó me cuentas todo o te fusilo.
El P. Marielux con serenidad verdaderamente
evangélica respondió:
— Si Dios quiere mi martirio, hágase su santa
voluntad. Nada puede decir á ninguno el ministro
del Altar.
— ¿No hablarás entonces, respondió Rodil, ófraile traidor de tu Rey, de tu bandera y de tu
superior ?
Y el sacerdote:
— Soy fiél á mi Rey y á mi bandera cuanto lo
puede ser cualquier otro: pero ninguno puede
exigir que yo sea traidor á Dios... rae está prohi
bido el obedecerle.
Rodil lleno de ira abrió la puerta, y gritó: Eh,
capital! Iturralde, conduzcame cuatro budingan
con los fusiles cargados: y los cuatro ludingas
se presentaron inmediatamente.
En la habitación, en que tenia lugar esta ter
rible escena, hallábanse varias cajas que median
dos metros de largo.
— De rodillas, fraile, díjole lleno de rabia.^
Y el sacerdote, come presintiese que ya la
caja lo estaba preparada para la sepultura, arro
dillóse al lado do ella.
— ¡Apuntad I mandó Rodil, y volviéndose hácia
la victima, con voz imperiosa:
— Por última vez, dijo, en nombre del Rey
os intimo á revelar el secreto.
— En nombre de Dios rehusó de hablar, res
pondió el religioso con acento débil, pero pa
cífico.
. — ¡Fuego! gritó entonces Rodil; y el Padre
Pedro Marielux, üustre mártir de la Religión y
del deber, cayó muerto por las balas que le en
traron en el pecho.
(Del Corriere delle Alpi, N. 188, año 1886).
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libri II cmn
adnotationibus Joannis Tainiettii Sac. et ¡lolit. Litt. D o c to ris .................. »
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Joannes Tamiettins Sac. Doct............................. »
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